Dios viven en la ciudad, Dios vive en medio nuestro, y nos quiere
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Dios viven en la ciudad, Dios vive en medio nuestro, y nos quiere
!"#$%&%'()*%*+&)+,-"%&.+ /.""0#$%.+1$)*2".+3)40".+&)+50$"&)*+ 6"$70+8$9):%;+!"#$%&'()*(+,-./#! "Y aquella ciudad se llenó de alegría" (Hch 8,8) “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EVANGELII GAUDIUM 1) Dios viven en la ciudad, Dios vive en medio nuestro, y nos quiere colmar de alegría con una esperanza firme puesta en Él. ¡Déjate visitar por Dios! Te invitamos a Compartir esta lectura Bíblica: Mt 11, 25-30 Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. Reflexión: Jesús se alegra y su alegría se debe a que el Padre se da a conocer a los sencillos, a los pequeños, a los que tienen su esperanza puesta en Él. El corazón de Jesús se alegra cuando procuramos ser "pequeños", es decir, sencillos y humildes y le buscamos a Él con constancia. Esto frecuentemente implica dejar nuestra comodidad y nuestras actitudes nada humildes ante Dios y ante los hermanos. Creer que podemos conocer y perseverar en la fe sin humildad y sencillez es una ilusión. Por el contrario, aprendamos de Jesús, paciente y humilde de corazón, y vayamos a Él para que su alegría y la nuestra sea grande. Que nos grabemos a fuego en el corazón que su yugo es suave y su carga liviana. Y ahora a orar en familia como nos enseña el Papa Francisco: 1.- El dedo pulgar es el más cercano a ti. Así que empieza orando por quienes están más cerca de ti. Son las personas más fáciles de recordar. 2.- El siguiente dedo es el dedo índice. Ora por quienes enseñan, instruyen y curan. Esto incluye a los maestros, profesores, médicos y profesores. Ellos necesitan apoyo y sabiduría para indicar la dirección correcta a los demás. 3.- El siguiente dedo es el más alto. Es llamado dedo medio, corazón o mayor. Nos recuerda a nuestros líderes. Ora por el presidente, los congresistas, los empresarios y los gerentes. Estas personas dirigen los destinos de nuestra patria y guían a la opinión pública. Necesitan la guía de Dios. 4.- El cuarto dedo es nuestro dedo anular. Aunque a muchos les sorprenda es nuestro dedo más débil, como te lo puede decir cualquier profesor de piano. Debe recordarnos orar por los más débiles, con muchos problemas o postrados por las enfermedades. Necesitan tus oraciones de día y de noche. Nunca será demasiado lo que ores por ellos. También debe invitarnos a orar por los matrimonios, en cuyos dedos anulares llevan la alianza de su matrimonio. 5.- Y por último está nuestro dedo meñique, el más pequeño de todos los dedos, que es como debemos vernos ante Dios y ante los demás. Como dice la Biblia, “los últimos serán los primeros”. Tu meñique debe recordarte orar por ti. Cuando ya hayas orado por los otros cuatro grupos, verás tus necesidades en la perspectiva correcta y podrás orar mejor por las tuyas.