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SEGUNDA CHARLA DE CATEQUESIS DE ADULTOS
Del Evangelio predicado a los Evangelios escritos
El Espíritu Santo impulsa a los discípulos, enviándolos a predicar a Jesucristo hasta el confín del mundo. Pero al
mismo tiempo los remite continuamente a la persona de Jesús, recordándoles sus palabras y sus hechos, para «conducirles
a la verdad entera». A Io largo de toda esta búsqueda es como fueron naciendo nuestros evangelios. Se formaron en el seno
de la iglesia, en tres grandes etapas.
1. Jesús:
Evidentemente es Jesús, sus palabras y sus hechos, sobre todo su persona, quien está en la fuente de nuestros
textos. Pero Jesús no escribió nada.
Sus discípulos lo siguieron y escucharon como a un profeta y luego, a partir de la confesión de fe de Pedro en
Cesarea, como el mesías del que se esperaba que establecería el reino de Dios; esperanza llena de ambigüedad de un
mesías político, restaurador del poder de Israel.
La cruz había sido la muerte de aquellas ilusiones. «Nosotros esperábamos…», declaran los discípulos de Emaús
pocos días después de su muerte.
2. Los apóstoles en sus comunidades. (Etapa de «formación» de los evangelios)
La experiencia pascual lo transformó todo. Los discípulos no tienen todavía nada escrito, pero tienen una buena
nueva: ¡Dios ha resucitado a Jesús! ¡Jesús ha derramado su espíritu! ¡Han llegado ya los últimos tiempos que inauguran el
reino de Dios! Eso es de lo que viven y lo que desde entonces empezaron a predicar.
Habrá sobre todo dos rayos de luz que les permitirán interpretarla:
a) El acontecimiento pascual: La resurrección, aquel «si» de Dios a la vida y a las actitudes de Jesús, les revela ahora
a los discípulos quién es ese Jesús y a dónde conducía su existencia. Así, pues, bajo esa luz es como releen ahora toda su
vida.
b) La escritura: Como judíos, los discípulos no dejaron de meditar esa palabra de Dios que daba sentido a sus vidas,
que recogía todas sus esperanzas y les anunciaba la llegada del Reino de Dios por obra de su Mesías. Ella era, de antemano,
la «explicitación» del ser y de la misión de ese mesías. Una vez que ellos pudieron identificar a ese mesías con el resucitado,
las escrituras se volvieron claras y al mismo tiempo les permitieron comprender a Jesús. A partir de:
La Liturgia: Cuando Jesús celebró con ellos su última cena, los discípulos no comprendieron seguramente mucho de
todo aquello. Pero al repetir ahora esa cena, sus gestos fueron tomando sentido: eran para ellos el signo real de su muerte
ofrecida en sacrificio y de su resurrección. Y el Antiguo Testamento les ayudó a comprenderlo mejor.
Poco a poco fueron formándose entonces los latos de la cena, luego los de la pasión, y los nuevos relatos que los
explicaban, como de aquella comida maravillosa en la que Jesús había multiplicado los panes. Y la luz de la Pascua iluminaba
todos aquellos relatos: no estaban contando la pasión y las sufrimientos de muerto, sino las de una persona viva.
La catequesis (o instrucción para las creyentes): A los bautizados se les planteaban numerosas cuestiones: ¿Hay que
seguir guardando el sábado? ¿Podemos tratar con las pecadores? ¿Qué pensar de las riquezas? ¿Qué es lo esencial en la
vida cristiana?... Para responder a estas preguntas, las apóstoles no tenían más que sala referencia: ¿Qué es la que decía o
hacía Jesús?
Recordaron que el propio Jesús había resumido toda la ley en el mandamiento del amor a Dios y al prójimo...
La predicación misional: ¿Quién es entonces ese hombre?: he aquí la cuestión que los apóstoles deseaban suscitar
en sus oyentes, judíos o paganos.
Por otra parte, los fariseos atacaban a la nueva secta. Por tanto, habla que defenderse de ellos. Así es como, en
aquel contexto polémico, se fueron formando los relatos de controversias tenidas por Jesús con sus adversarios...
3. Los cuatro evangelios (Etapa de «redacción» de los evangelios):
Para las necesidades de la predicación, se había formado cierto marco para contar la vida de Jesús; el bautismo de
Juan y el ministerio en Judea, luego el ministerio en Galilea, el ministerio en Jerusalén con la pasión (véase et discurso de
Pedro en Hch 10, 37-41).
Cada evangelista ha descubierto en su propia comunidad un aspecto del rostro de Jesucristo y fue ese rostro el que
se esforzó en dibujarnos.
Y así fue como surgen los Evangelios de Marcos hacia el año 70, Mateo y Lucas hacia el 80 y Juan hacia el 95.
Pero esta formación duró años. Entretanto, Pablo escribió sus cartas y será conveniente leerlas antes de tomar
contacto con los evangelios.

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