interrogatorio - Iglesia de Cristo en Quezaltepeque

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Cultivando El Alma…
INTERROGATORIO
Muchas veces hemos sido objeto de interrogatorios unos legales y otros ilegales, me pasó con
una de mis hijas cuando veníamos de Turquía, y cuando pasamos por el aeropuerto de Holanda nos
apartaron y nos metieron a un cuarto y comenzaron a interrogarnos, nos hicieron muchas preguntas,
algunas contestábamos y otras que ni era necesario pues andábamos en misión con pasaporte oficial
de nuestro gobierno. Sí, sentíamos temor pues no es lo mismo que lo interrogue en su país con su
propio idioma y no con un idioma que no sabíamos para nada, pero lo que teníamos que decir era la
verdad y nada más que la verdad.
Como siervos de Dios nosotros hemos interrogado a varios de nuestros hermanos por
situaciones de pecado que se dan, y lo mejor es cerciorarse correctamente con los involucrados, y así
no tomar un papel que sólo a Dios le corresponde. Cuando hemos orado y escuchado, el problema se
ha solucionado, siempre que exista la verdad en los involucrados.
Lo triste es cuando actuamos con saña, con carnalidad, como lo hicieron los fariseos con el
Señor Jesús, cuando éste había sanado a un hombre que jamás había apreciado la cara de sus
familiares, la naturaleza, ni siquiera a él mismo en un espejo. Pero un día le llegó la bendición que
Jesús le vio, hizo lodo con su saliva y le puso en los ojos y le mandó que se lavara en el estanque, y
regresó viendo. Pero había los espectadores que siempre los hay, y que no hacen nada, pero sí saben
sembrar cizaña, y comienza el interrogatorio de los fariseos enemigos de Cristo porque siempre les
decía la verdad de la que ellos carecían. ¿Cómo fuiste sanado? Él solamente decía la verdad.
“Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. El les dijo: Me
puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo.” (Juan 9:14). Este hombre estaba gozoso, y solo decía lo
que le había sucedido, no podía inventarse nada porque su desbordante alegría era mayor, contraria
a la maldad de los fariseos que les ahogaba ante la verdad misma del Gran Maestro de Galilea. El
interrogatorio seguía, ya había tomado otro matiz, su firme intención era de querer condenar al
sanador: “Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que
es profeta.” (v. 17).
No les bastó interrogar al ciego sino que fueron donde los padres de éste, ¡qué maldad propia
de los hijos del diablo! “Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la
vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, y les preguntaron, diciendo:
¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? (vv18, 19).
Lamentablemente, hay muchos de estos dentro de la iglesia, no se asuste, pues hasta los demonios
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creen y tiemblan, los padres respondieron ecuánimemente, es verdad que éste es nuestro hijo y nació
ciego, y la madre pudo haber dicho yo le parí estoy más que segura que nació ciego. Pero lo que
ahora le ha pasado no lo sabemos. “Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es
nuestro hijo, y que nació ciego; pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los
ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. (vv.
20,21). ¡Qué necios, malos hasta los huesos estos fariseos! Volvieron a interrogarlo, así como cuando
no hay compasión para nuestro hermano y hermana, deseamos que nos digan lo que no han hecho.
“Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?” (v. 26). El que había sido ciego les dio
una lección a los fariseos, escoria de todos los tiempos, cuando le dijeron que conocían a Moisés pero
que a éste no le conocían. “Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros
no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos.” (v. 30). Les remató con decirles: “Si éste no viniera
de Dios, nada podría hacer.” (v. 33).
Amados de Dios, cuál es la diferencia de estos fariseos cuando nos portamos con nuestros
hermanos de la misma manera que estos fariseos, como Pilatos cuando interrogó a Jesús, y aunque
no encontró delito alguno, le mandó que fuera azotado. Por favor, no leamos la Palabra
apresuradamente, detengámonos, analicémosla, pidamos ayuda a hermanos que son muy
preparados en Ella, y no expulsemos a diestra y siniestra a nuestros hermanos, como hicieron estos
fariseos con este hombre, creyéndonos que somos lumbreras, y algunos se les ha olvidado de donde
vinieron, de cárceles, de prostituciones, de drogas, de borracheras, ladrones. Más Cristo hizo lodo y
nos abrió los ojos.
Que Dios nos ayude mis amados a ir pareciéndonos cada día al ¡HOMBRE DE GALILEA!
Silvia de Castellanos
Iglesia de Cristo
El Salvador, Centro América
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