Ver y obedecer, un tema clave.

Transcripción

Ver y obedecer, un tema clave.
Septiembre 2006
Ver y obedecer, un tema
clave.
Pablo nos dice: “No fui rebelde a la visión celestial” en
Hechos 26:19. ¿Cual visión? Jesús ordena a sus
discípulos: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio»,
pero fue necesario que les diera otro mandamiento que
sería fundamental para el cumplimiento de esa misión. En
los primeros meses de su capacitación les dijo: «Alzad
vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos
para la siega» (Juan 4:35). Los discípulos necesitaban una
visión adecuada de la tarea que tenían que realizar.
“Donde no hay visión, el pueblo se extravía” Proverbios
29:18a NVI
Jesucristo tenía una clara visión de las necesidades de las
multitudes que le rodeaban, y la iglesia que lleva su
nombre debe tenerla también. Debe identificarse con esa
mirada para ver lo que Él ve. De otra manera no podrá
cumplir debidamente con la función que Dios le ha asignado en el diagrama de la redención. Si la juventud y los
líderes de nuestras iglesias no captan la visión misionera
se desperdiciará el tremendo potencial que ésta tiene y los
millares de granos de trigo (de vidas jóvenes) que podrían
llevar abundante fruto en los necesitados campos del
mundo nunca cumplirán su vocación.
La razón principal por la cual muchos cristianos e iglesias
no han obedecido plenamente las órdenes de Cristo de
predicar el evangelio hasta los lugares más lejanos de la
tierra, es que han descuidado este claro mandamiento del
Señor a sus discípulos -y a todo discípulo- de: «Alzad los
ojos y mirad los campos». Pero todavía estamos a tiempo
para prestar atención a estas palabras, y ¡pidamos a Dios
que nos ayude a hacerlo ahora!
Alzad vuestros ojos
¿Por qué el Señor les pidió a sus discípulos que alzaran
los ojos? La razón es evidente. Sus ojos estaban
inclinados mirando hacia abajo. ¿Y qué diferencia hay
entre levantar la vista o bajarla? Si probamos hacer esto
literalmente, ¿qué ocurre? Inclino la cabeza y con ella mis
ojos, ¿y qué es lo que veo? Solo me veo a mí mismo. Veo
únicamente el metro cuadrado de superficie sobre el cual
estoy parado. Esta postura física llega a ser el símbolo de
una actitud interior que consiste en una concentración
exagerada en mi persona y en mis propios intereses. Veo
mi cuerpo, me veo a mí mismo, veo mi familia, mi casa, mi
trabajo, mis comodidades. Considero sólo mis planes, mis
placeres, etcétera.
Así, posiblemente, estaban los discípulos cuando Jesús les
habló estas palabras, y así podemos estar también
nosotros con relación con nuestros propios intereses y los
del Señor. Esta visión no es mala, pero es limitada y si es
la única nos encierra en la trampa narcisista. Si nuestros
ojos espirituales están fijos en nosotros mismos, nos hemos convertido en el centro de nuestra visión. Todo nuestro mundo gira alrededor de nuestros deseos y objetivos
personales: Yo, mis planes, mi trabajo, mi novia, mi novio,
mis estudios, mi casamiento, mi futura casa, mi deporte, mi
carrera, mi negocio, mis preferencias, etcétera. ¡También
podemos transportar este concepto al campo religioso y
pensar sólo en mi iglesia, mi barrio, pueblo, ciudad, mi
país, mi denominación...!
Pero, ¿qué ocurre cuando levanto los ojos? Por lo menos
dos cosas inmediatas: veo en primer lugar a los que están
a mi alrededor; es decir, a otros, con sus intereses y
necesidades aparte de mí mismo. Y en segundo lugar, me
olvido un poco de mi persona; mi visión personal unilateral
por lo menos se relativiza, pasa a un segundo plano, se
equilibra con la visión del prójimo.
Si Dios ha de usarnos (como quería usar a sus primeros
discípulos) la visión egoísta que por lo general tenemos de
la vida y sus objetivos debe ser cambiada. El punto o
centro en el que tenemos fija nuestra mirada es importante
porque orienta y determina lo que haremos con nuestra
vida. Cuando cambia la visión, cuando se ensancha, la
vida misma cambia. La visión que Jesús impartió a sus
discípulos les transformó la vida. En algún momento de
nuestra comunión y nuestro andar con Jesús seguramente
escucharemos estas palabras: «Alzad vuestros ojos y
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Agenda 360 – Todo el mundo, todo el año - Septiembre 2006
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mirad». Son también para nosotros. No les tengamos
temor: debemos obedecerlas.
¿Cuál es la prioridad?
El cuadro de la vida de los discípulos de Cristo que los
evangelios nos presentan es como un espejo en el cual
nosotros podemos mirarnos. ¿Qué pensaban y qué sentían
cuando Jesús les pidió que alzaran sus ojos? Jesús había
quedado solo junto al pozo de Jacob «porque los
discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer»
(Juan 4:8)
Al parecer estaban muy ansiosos por el almuerzo, pues
llama la atención que para conseguirlo haya ido todo el
grupo, cuando dos o tres de ellos habrían podido traer
comida para todos. Comer es bueno, agradable y
necesario. Forma parte de la vida que tenemos que vivir.
Todos tenemos un cuerpo que alimentar. No comer podría
llegar a ser un pecado, si tal acto deteriora nuestra salud y
pone en peligro nuestra vida. Pero poner la comida en
primer lugar, en ciertas circunstancias, podría malograr
buenas oportunidades e impedir que alcancemos metas
importantes. Jesús también tenía un cuerpo que alimentar,
pero en esta ocasión eligió darle prioridad a otra necesidad
más apremiante. La visión dominante de los discípulos
eran sus propias necesidades. Jesús puso por un tiempo a
un lado las propias, y así pudo ver y ocuparse de las de
otros: la mujer samaritana y el pueblo que ella
representaba.
¿Qué ocurre con nosotros? ¿Qué lugar ocupa en la lista de
prioridades todo lo que tiene que ver con nuestro bienestar
material: trabajo, familia, comida, etcétera? ¿Y qué lugar
ocupan las necesidades espirituales de aquellos que nos
rodean? ¿Estamos dispuestos, ocasionalmente, a
renunciar o posponer lo que nos interesa a nosotros para
poder satisfacer lo que otros necesitan?
Alzad vuestros ojos.
Las palabras de Pablo a los Filipenses expresan el sentir
de nuestra conclusión. Dice: «No busquéis vuestro propio
provecho, sino el de los demás» Filipenses 2:4. Dios nos
ayude a captar la visión que Él quiere que tengamos, la
cual comprende a:
Mi persona
Mi familia
Mi iglesia
Mi barrio
Mi ciudad
Mi provincia
Mi país
Mi continente
Mi cultura
y otras personas.
y otras familias.
y otras iglesias.
y otros barrios.
y otras ciudades.
y otras provincias.
y otros países.
y otros continentes.
y otras culturas.
¡Una visión que tenga en cuenta a todo el mundo!
“Alzad vuestros ojos y mirad” Juan 4:35
“Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Juan 14:15
¡Estos son uno de ellos y muy importantes! Y es para ser
obedecido ahora, mientras estamos aquí en la tierra; en el
cielo ya no será necesario hacerlo.
¿Qué está esperando para ser un cristiano de impacto
mundial? Asumir nuestra responsabilidad implica tomar
decisiones, cambiar nuestras prioridades, hacer una nueva
agenda. Esta es la acción práctica más trascendente, y
que tendrá mayor impacto. Aparte un tiempo para
reflexionar sobres estos temas, tome decisiones y luego
haga acciones prácticas.
¿Hace cuanto que tiene a ese compañero de trabajo,
amigo o vecino y todavía no le compartió del evangelio?
¿Hasta cuando seguirá dilatando ese viaje misionero?
Aquí le presentamos algunos link que le serán de interés y
utilidad:
-
Todo acerca de viajes Misioneros - IMB
-
Viaje al África Occidental - IMB
-
Voluntarios para proyectos locales - NAMB
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