Tecnoética: aceptación e integración social de criaturas artificiales
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Tecnoética: aceptación e integración social de criaturas artificiales
EL VALOR HUMANO EN LA EMPRESA Tecnoética: aceptación e integración social de criaturas artificiales El padre Galván, especialista en tecnoética, propone un debate acerca de esta nueva materia de estudio, que ya se está escuchando mencionar en diversas casas alrededor del mundo. E l objetivo de este trabajo es contribuir al desarrollo de un nuevo concepto, que es la Tecnoética (TE), una materia innovadora en cuanto a su temática en el mundo universitario y un tema vital para el futuro inmediato de la humanidad. La humanidad es técnica por naturaleza El tema central de la tecnoética es que la humanidad es técnica por su misma natu78 raleza. La tecnología no es un agregado al hombre sino que, de hecho, es justamente una de las formas que lo distingue de los animales. Hay dos ejemplos muy claros que ilustran esto en la cultura occidental, En primer lugar, el mito de Prometeo, quien roba el fuego a los Dioses para que el hombre pueda utilizarlo. El hombre es capaz de producir fuego, que es de hecho, un tipo de tecnología. ¿Podría un animal realizar lo mismo? No creo. Los animaIAE les cuentan con “herramientas naturales” para sobrevivir, mientras que los seres humanos nacen desprovistos de tales herramientas, pero son capaces de producirlas artificialmente. El segundo ejemplo es el de Adán en el libro del Génesis. Adán fue puesto en el jardín del Edén ut operaretur, en otras palabras, para trabajar en el mismo. Se suponía que él plantaría el jardín, recogería los frutos y lo mejoraría. En ambos ejemplos, se enfatiza en “la condición humana inacabada”: los humanos se ven forzados a interactuar con el cosmos material para producir tecnología. Esta interacción, guiada por la razón, puede ser llamada “trabajo”. El objetivo final de la tecnología La diferencia entre el que trabaja por instinto y el que lo hace utilizando la razón, es que el primero lo hace meramente para sobrevivir, mientras que el que trabaja utilizando sus capacidades intelectuales, le da un valor agregado a su vida. Con valor agregado no me refiero a un producto, sino a la misma esencia del hombre, de manera tal que la humanidad sea mejorada. El hombre que trabaja completa su misma esencia de hombre o mujer porque el objetivo del trabajo humano no se limita únicamente a satisfacer determinadas necesidades, sino que también tiende hacia una última verdad de la realidad, para utilizarla para el progreso de la humanidad. El concepto de Bien, es introducido para diferenciar el sentido de “mejor” calidad de vida. Si hay un valor agregado a la vida y a la posibilidad de incrementarlo a través de acciones, entonces esto implica la preexistencia de un concepto central del Bien. Como resultado de esta lógica, se sostiene que el hombre es capaz de llevar a cabo acciones buenas y malas. Si el concepto de Bien no preexistiera, lo bueno se convertiría en sí mismo en un concepto relativo, y no en uno absoluto; en este caso, las acciones no tendrían un valor moral ni ético sino que serían indiferentes. Entonces, todo estaría permitido y el fin justificaría los medios. La dimensión ética de la tecnología Pero, no todo está permitido. Quizás, uno de los puntos centrales de lo que llamamos posmodernidad es la convicción de que el mero progreso no es suficiente para dar respuesta a la cuestión radical de la existencia humana. No se puede comprender únicamente como resultado de un proceso inmanente a la historia. La idea de progreso es relativa, y no está determinada teológicamente. A esta altura, debemos plantear las cuestiones centrales sobre el valor agregado de la humanidad. ¿Dónde está la Verdad? ¿Es inherente a la preexistencia del Bien? ¿Qué es el Bien? Como los seres humanos son naturalmente sociales, la búsqueda del Nien nunca puede ser un hecho egoísta. Aristóteles dijo que la completud del ser del hombre es tener amigos y relaciones interpersonales positivas; por lo tanto, la verdad y lo bueno consisten en la intersubjetividad, que consiste en compartir objetivos intencionales del intelecto (la verdad) y del libre albedrío (el bien) con otros. En las relaciones interpersonales, compartir el intelecto y el libre albedrío se manifiesta a través del dar sincero de uno al otro. En este acto de dar, el hombre involucra no sólo una dimensión espiritual sino también la física. De esta forma, este acto de dar los unos a los otros también incorpora la capacidad del hombre de interactuar con la materia física, que es la tecnología. Tres teoremas tecnoéticos y el cambio de paradigma Este es, entonces, el primer teorema: “el objetivo de la tecnología es incrementar las relaciones humanas hacia una dirección física y en una dimensión espiritual”. Volviendo al principio de la tesis, comenzamos sosteniendo que la creación de herramientas apunta a la ética, y que la ética apunta a la intersubjetividad. La intersubjetividad, por otra parte, es la dimensión fundamental para la producción de herramientas materiales. Entonces, yo sostengo que todo hombre es un ingeniero. Con esto quiero decir que cada ser humano cuenta con la habilidad para hacer de sus acciones materiales objeto del dialogo interpersonal. En el pasado inmediato, un ingeniero era simplemente sometido a los dictados de los políticos y economistas. El razonamiento de la tecnoética nos lleva a un cambio del paradigma en el que estamos viviendo. El paradigma del siglo XX es el dominio de la realidad a través del saber de sus leyes. Esto se basaba únicamente en un razonamiento científico cerrado sin consideraciones trascendentales. Se le ha IAE otorgado a la ciencia una posición dominante en la sociedad. El ícono del siglo XX era el átomo. Hoy, el paradigma es relacional. Hemos aprendido de la experiencia que el nexo entre la humanidad con la realidad no puede basarse exclusivamente en su dominio científico. En el pasado, el saber era considerado como algo exclusivamente objetivo. Ahora, el saber es relacional. Y la Web nos facilita este cambio. Por esta razón, la tecnología está asumiendo su prioridad original, típica del Renacimiento Italiano: el de la tecnología sobre la ciencia. El segundo teorema es el siguiente: “cuando la ciencia experimental se convierte en tecnología, se vuelve también espiritual”. Entonces, la humanización de la ciencia por la tecnología implica que la persona humana es sobresaltada. A pesar de la opinión de Stanley Kubrick, los seres humanos y las máquinas siempre estarán en armonía. Esto puede resumirse en el tercer y último teorema, que se basa en el libro de Antoine de St. Exupery Viento, Arena y Estrellas: “cuanto más desarrollo tiene una máquina, más cosas se dan por sentadas”. El clásico ejemplo es el de la electricidad. En un principio, cuando se introdujo fue considerada como algo maravilloso. Hoy, ni siquiera la notamos…. hasta que no la tenemos. La aplicación de la tecnoética a robots humanoides Trataré de aplicar este principio a la cuestión específica de la creación de robots humanoides. La posibilidad de reproducción mecánica de vida humana es uno de los sueños más viejos del hombre. Como dijo el profesor Paolo Dario*, Director del Departamento di Ingenieria Biomedica y Robotica de la Scuola Superiore Sant’Anna de Pisa, Italia, a lo largo de los años varias culturas en todo el mundo han intentado crear hombres mecánicos en la realidad y en la fantasía. Hoy, por primera vez en la historia, parece que este sueño pronto se hará realidad. Parece que el hombre está muy cerca de producir un humanoide. En mi opinión, los planes vigentes para la creación de humanoides no tienen relación con los sueños históricos y planes 79 EL VALOR HUMANO EN LA EMPRESA de crear un ser mecánico. Me parece que hoy la investigación tiene como único objetivo desarrollar recursos técnico- científicos. En otras palabras, considero a los humanoides como meras máquinas. Pero, ¿a qué tipo de máquinas me refiero? Hay tres categorías de máquinas, dependiendo de los tipos de actividad técnica que el hombre puede realizar. Estas son: 1. Herramientas inanimadas directa o indirectamente guiadas por la intervención humana. El clásico ejemplo es el robot industrial que pinta automóviles. 2. Máquinas que asisten artificialmente la vida orgánica. Un claro ejemplo puede ser el de una prótesis artificial o interfaz neuronal en bioingeniería. 3. Máquinas simbólicas. Este es un concepto clásico en el que lenguaje es el dispositivo artificial necesario para dialogar de dos personas. Es el ejemplo más básico, pero tal vez el más importante: una computadora es también una máquina simbólica, como lo es un libro. El humanoide como una máquina simbólica La tesis, de este modo, es que los humanoides están llamados a ser máquinas simbólicas. ¿Cómo y por qué? Primero declaré que el objetivo de la tecnología no se limitaba a ésta o a aquella necesidad específica, sino que estaba abierta a la esfera completa de la realidad. Entonces, será posible soñar (no solamente soñar, sino también producir) una máquina que no se limite a una función específica, sino que sea “capaz de hacer lo que hace el hombre”. De hecho, cada máquina simbólica es ilimitada en su especie porque, correspondiendo con la capacidad humana simbólica, tendrá un rango de expresión indeterminado: un libro es capaz de decir todo lo que un hombre puede decir; y una computadora puede contener y transmitir cualquier información que el hombre puede desarrollar. Pero, mientras otras máquinas simbólicas están limitadas por la naturaleza de su capacidad significativa, los humanoides serán máquinas capaces de reproducir el espectro simbólico completo de los seres humanos, incluyendo todos los aspectos 80 El hombre que trabaja completa su misma esencia de hombre o mujer porque el objetivo del trabajo humano no se limita únicamente a satisfacer determinadas necesidades, sino también –en mayor grado– tiende hacia una última verdad de la realidad, para utilizarla para el progreso de la humanidad. del dispositivo simbólico primordial. Tal dispositivo es el lenguaje humano que incluye no solamente el lenguaje oral, sino también el corporal. La dimensión ética de los humanoides y el libre albedrío El carácter simbólico de los actos humanos apunta a la dimensión arquetípica de que los actos son símbolos, y de cada símbolo necesita de un arquetipo. La capacidad simbólica del hombre nos retrotrae a un concepto fundamental que es el del libre albedrío, una condición del hombre que trasciende tiempo y espacio. Cualquier actividad que no puede ser medida en términos de tiempo y espacio no puede ser imitada por una máquina porque carece de libre albedrío como base para la capacidad simbólica. Todos estos puntos pueden ser resumidos en el IAE siguiente esquema, cuando escucho una composición musical representada por un humanoide, es a través de este elemento material –tiempo y espacio- que entro en diálogo con el compositor y con el ingeniero. En este caso, el humanoide es uno de los elementos del realce material del trabajo artístico. Un ejemplo de la actividad que no puede ser reducida a las coordenadas de tiempo y espacio es el de acariciar a una persona. Una caricia no es simplemente un movimiento sofisticado de una mano acompañada por otro movimiento facial sofisticado, sino que es una forma de expresar amor. Una caricia no puede repetirse en su forma exacta, y un ser humano podría recibir caricias humanas para siempre porque son manifestaciones de amor. ¿Cuánto tiempo apreciaría una persona una caricia humanoide, más allá de que el movimiento sea mecánicamente perfecto? La condición de la capacidad simbólica de un humanoide es que presupone el libre albedrío humano. El humanoide, entonces, es la máquina pensante más sofisticada capaz de asistir a los seres humanos para manifestarse, y esto es éticamente bueno, porque supone un incremento radical de la capacidad humana simbólica. Los humanoides desarrollarán muchas actividades para incrementar la calidad de vida y la intersubjetividad humana, pero nunca podrán, sustituir a los seres humanos. Para concluir, todo lo que un antropoide puede llevar a cabo es una extensión de la capacidad cerebral humana para apoyar las relaciones humanas. Cuando observamos la Capilla Sixtina, entablamos un diálogo con Miguel Ángel. Cuando estrechamos la mano a un humanoide, entramos en contacto con su creador, el ingeniero. Padre José María Galván Universidad Pontificia de la Santa Cruz * Junto conla profesora Maria Chiara Carrozza y el padre Galván, fue el iniciador de la tecnoética en Italia.