MILER LAGOS Por Gonzalo Ortega No es un secreto que entornos

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MILER LAGOS Por Gonzalo Ortega No es un secreto que entornos
MILER LAGOS
Por Gonzalo Ortega
No es un secreto que entornos sociopolíticos tensos, como el colombiano, son un crisol para el
surgimiento de una comunidad artística critica, sensible e inteligente. El artista Miler Lagos
(Bogotá, 1973) destaca por una notoria habilidad para dialogar con el lugar específico en el que
realiza cada uno de sus proyectos. Miler aborda el proceso creativo no desde la lógica (quizá ya
demasiado trillada) de la "intervención", que en la mayoría de los casos implica la adición
gratuita de "algo" -un objeto, una acción o happening, etcétera- a un contexto determinado. No,
la obra de este artista proviene de la observación y el análisis de los muchos aspectos que dan
forma a las condiciones y a la realidad de un lugar concreto. El resultado: un verdadero arte de
contexto. En uno de sus primeros proyectos, Columbas (1998), trazó con comida para aves, un
símbolo precolombino llamado "tunjo" (típico de la etnia muisca del altiplano cundí boyacense),
que podía ser observado desde la parte alta de cualquier edificio de la Plaza de Bolívar en la
capital colombiana. Al bajar a comer, las palomas parecían acomodarse con disciplina para
formar ese contorno y, pero en la medida en la que la comida se acababa, este se desvanecía
paulatinamente hasta desaparecer del todo. Con este trabajo Miler pone en evidencia la
disolución de la identidad indígena dentro de la mezcla plural de culturas de este y otros países
latinoamericanos. También se mofa del comportamiento marcial en una plaza pública rodeada
de edificios gubernamentales.
En 2002, Lagos colocó algunas fotografías en tamaño real del ex presidente estadounidense
John F. Kennedy y de su esposa Jacqueline, en la zona de Bogotá llamada Ciudad Kennedy,
caracterizada por su pobreza. Las imágenes de John F. Kennedy señalando firmemente con el
dedo hacia el frente en actitud imperativa, al igual que las de su refinada esposa --colocadas
junto a trabajadores, dentro de una carnicería, etcétera-, resaltan irónicamente la dependencia
económica de Colombia frente al imperialismo gringo.
Destacan también sus series tituladas Inmersos, (2004-2008) en Bogotá y Antioquia, con las
cuales abre un espacio para la reflexión política sobre el reconocimiento a figuras destacadas de
la historia colombiana, objeto de la construcción de monumentos y bustos en su honor. Con
mucho sentido del humor, Miler completa los cuerpos de los personajes colocándolos en
posiciones que hacen alusión a la manera en la que son recordados. Estos cuerpos, atrapados
en bloques de concreto (que no son otra cosa que los pedestales originales), evidencian la
postura critica del artista con respecto a la rigidez de la historia oficial, que en la mayoría de los
casos lucra políticamente con la imagen de personas famosas, deformando hechos, ocultando
crímenes y distorsionando biografías. También recuerdan técnicas de tortura de la mafia italiana
(representadas en algunos filmes hollywoodenses como Dick Tracy) en las que algunas víctimas
son aprisionadas en bloques de concreto para después ser arrojadas al río.
La detallada calidad de la obra de Miler Lagos proviene en parte de sus estudios to infinidad de
posibilidades y soluciones técnicas para la realización de sus proyectos. Gran parte de su
producción de carácter escultórico da cuenta de esto. En sus series Nivel zen (2003), Levedad
insoportable (2005) y Los términos del juego (2006), crea pelotas y globos que engañan su
aparente ligereza realidad están hechos de concreto, acero y hule. Ya con la serie Lugares
soberanos (2002) había impresionado con el efecto visual de aparentes columnas de mármol,
que en realidad están hechas de fórmica y cartón. Estas esculturas, por llamarlas de alguna
manera, guardan detrás de sus formas y de su supuesta rigidez pétrea una interpretación irónica
del poder, que en América Latina es muchas veces más una apariencia, cuando en el fondo se
trata de una estructura frágil, sólo escenográfica.
De toda la obra de Miler Lagos quizá las piezas que más han llamado la atención
internacionalmente son sus recreaciones de troncos de árboles talados, realizadas a partir de
revistas, libros de arte, de derecho y de religión apilados, mismos que posteriormente son
tallados con gubias y herramientas eléctricas para desbastar hasta lograr una textura muy similar
a la corteza natural de los árboles. A través de un muy efectivo sentido del humor, uno se da
cuenta del juego de palabras y formas utilizado por Miler al presentarnos un árbol inclinado hacia
la izquierda que ésta construido a partir de libros asociados al comunismo; o un tronco rajado por
el centro, cuya abertura deja a la vista los lomos de gran cantidad de libros de derecho.
Para su exposición en México en la galería Enrique Guerrero (Septiembre de 2008) recreó con
toneladas de papel periódico una Ceiba (gigantesco árbol venerado por varias culturas
prehispánicas) con resultados hiperrealistas. Como en la mayoría de sus trabajos, muchas
lecturas venían a la mente al observar la instalación: un intento por regresar el papel a su estado
original dentro del espíritu más bucólico de la conservación ambiental.
Ante todo, el efecto de esta pieza era el de recordar la magnificencia de la naturaleza y la
imposibilidad humana para tan siquiera comprenderla parcialmente. Sin duda, un trabajo que
sitúa ya a este artista colombiano en un nivel técnico y de producción conceptual de calidad
impecable digno de cualquier espacio de exposición internacional.

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