Entre agaves y moneros: el patrimonio arqueológico del paisaje

Transcripción

Entre agaves y moneros: el patrimonio arqueológico del paisaje
Entre agaves y moneros:
el patrimonio arqueológico del paisaje agavero
Yael Dansac
Fecha de publicación: Noviembre de 2011
Red Patrimonio. Revista Digital de Estudios en Patrimonio Cultural.
El Colegio de Michoacán, A.C. Centro de Estudios Arqueológicos.
Línea de investigación: Estudios para la protección del patrimonio arqueológico e histórico
www.colmich.edu.mx/red
Directora de la revista:
María Antonieta Jiménez
Consejo Editorial:
Magdalena A. García Sánchez
Rodrigo Esparza López
Dr. Martín Sánchez Rodríguez
Presidente de El Colegio de Michoacán, A.C.
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
Entre agaves y moneros: el patrimonio arqueológico del paisaje agavero
Yael Dansac
[email protected]
Fecha de publicación: Noviembre de 2011
Resumen:
En la región jalisciense de los valles de Tequila se localiza un paraje verde-azulado, cuya riqueza
cultural y económica fue explotada desde tiempos inmemoriales. Este territorio, recientemente
nombrado paisaje agavero y declarado por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad,
encierra una alta densidad de sitios arqueológicos y materiales prehispánicos. Lamentablemente, los
saqueos y la destrucción de dichas evidencias son actividades que han estado presentes en el área
desde el ocaso del siglo XIX, hasta la fecha. El presente trabajo de divulgación comienza revisando
la justificación y objetivos que sustentan la declaratoria del Paisaje Agavero, destacando la
protección establecida para los vestigios arqueológicos y el estado actual en el que se encuentran.
Posteriormente se plantea una posible solución enfocada a limitar dichas actividades por parte de la
población local, y a manera de conclusión, se analizan brevemente algunos de los roles otorgados a
las reminiscencias de la antigüedad en el contexto contemporáneo.
Palabras clave:
Saqueo * Patrimonio Arqueológico * Paisaje Agavero * Arqueología Pública * Globalización
Abstract:
Inside Tequila valley´s region of Jalisco, there´s a unique blue-green landscape whose cultural and
economic wealth has been exploited since ancient times. This territory, recently named Agave
Landscape and included in UNESCO´s World Heritage List, keeps a high density of archaeological
sites and pre-hispanic material. Unfortunately the looting and destruction of this evidence are illegal
activities that have been present in the area since the decline of XIX century, until today.
This work begins by reviewing the justification and objectives underlying the Agave Landscape
declaration, emphasizing the protection accorded to archaeological remains and the current state
they have. After that, there is a proposition revised to limit the realization of these activities by local
population. And as a conclusion, some of the roles given to antiquity reminiscences in the
contemporary context are briefly discuss.
Key words:
Looting - Archaeological Heritage – Agave Landscape – Public Archaeology - Globalization
Contenido:
I.
II.
III.
IV.
Los sitios arqueológicos del paisaje agavero y el plan de manejo presentado a la
UNESCO: protección y conservación de un recurso patrimonial.
Retrospectiva sobre el saqueo y la destrucción de los sitios prehispánicos del
paisaje agavero: siglo XXI y siglos XIX y XX.
En busca de soluciones: una propuesta para la creación de lazos culturales entre la
población local y el patrimonio arqueológico.
Consideraciones finales: breve discusión sobre algunos de los roles otorgados a las
reminiscencias de la antigüedad en el escenario contemporáneo
2
_________________
Yael Dansac
www.colmich.edu.mx/red
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
I. Los sitios arqueológicos del paisaje
agavero y el plan de manejo presentado
a
la
UNESCO:
protección
y
conservación
de
un
recurso
patrimonial.
Los valles de Tequila (fig.1) son una región
conocida por sus fértiles suelos volcánicos,
los cuales sustentan una profusa actividad
agrícola que año con año genera
abundantes cosechas de hortalizas, árboles
frutales, maíz y agave azul (véase Juárez,
2005:359).
prehispánicas que habitaron estas tierras
hace más de 2 000 años, hecho evidenciado
por la alta densidad de estructuras
arquitectónicas y de artefactos líticos y
cerámicos que se encuentran a lo largo y
ancho de dicho territorio, cuya máxima
elevación orográfica es el Cerro de la Tetilla
o Volcán de Tequila (fig.2).
Fig.2 Vista norte del Volcán de Tequila y
plantío de agave (Cortesía de la autora)
Fig.1 Plano que muestra la ubicación del Volcán
de Tequila (1), los valles de Tequila (área
rayada) y la Ciudad de Guadalajara (2). Escala
1:400000 (Mapa base INEGI Escala 1:1000000,
año 2005; equidistancia entre curvas de nivel:
200 m.).
Dichos plantíos suelen cubrir los vestigios
arqueológicos1 de las sociedades
1
Por vestigios arqueológico se hace referencia a todo
esos “productos del ingenio humano hechos a partir de
la modificación o transformación de recursos materiales
que ofrece el medio natural sobre el que el grupo
humano actúa” (Ballart, 2006:15). Como menciona
Caple (2006:1), un artefacto arqueológico es cualquier
entidad física hecha de materiales naturales modificados
por el ser humano, y un grupo de artefactos humanos
constituyen una cultura material. Cabe aclarar que
ninguna de las definiciones anteriores toma en cuenta la
cronología de los objetos, por ello es necesario
mencionar que para criterio de este trabajo, los vestigios
arqueológicos serán aquellos realizados antes de la
llegada de los españoles al actual territorio mexicano
(1519 d.C.).
Desde hace 40 años comenzó el trabajo de
identificación y ubicación de sitios
arqueológicos en la región, y gracias a ello
ahora se sabe que existen más de 2000
sitios arqueológicos distribuidos alrededor
del Volcán de Tequila (véase Weigand,
32:2008). Aproximadamente el 10 % de
estos asentamientos contienen estructuras
arquitectónicas con rasgos geométricos
circulares
llamados
localmente
Guachimontones (fig.3).
Fig.3 Vista lateral de un Guachimonton en el
sitio arqueológico Los Guachimontones, en
Teuchitlán, Jalisco. (Cortesía de la autora)
3
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
Dentro de los valles de Tequila se
encuentra el paisaje agavero (fig.4), región
mundialmente conocida por declararse
cuna del destilado alcohólico llamado
Tequila.
principales son “propiciar la mejoría en la
calidad de vida para la comunidad que
habita en ella” (Gómez, 2009:132) así como
“garantizar la autenticidad y la integridad
de cada uno de los componentes del Paisaje
Agavero a través de su conservación,
restauración y utilización adecuada”
(Gómez, 2009:132).
Los objetivos generales del Plan de Manejo
del Paisaje Agavero mencionados por
Gómez (2009:133) son los siguientes:
Fig.4 Plano sin escala que muestra la ubicación
geográfica del Volcán de Tequila (1), la Ciudad
de Guadalajara (2), la poligonal de protección
aceptada por la UNESCO (línea segmentada), el
núcleo de protección 1 (línea punteada), el
núcleo de protección 2 (7) y las poblaciones de
Magdalena (3) Tequila (4), Amatitán (5), El
Arenal (6) y Teuchitlán (7). Información
obtenida de Ojeda et al. (2008:295) y Gómez
(2004:64).
Este paisaje tapizado por sembradíos de
agave, fue declarado Patrimonio Mundial
de la Humanidad en la categoría de Paisaje
Cultural por la UNESCO en el año 2006.
Dicha declaratoria fue justificada por el
valor histórico otorgado a la tradicional
elaboración del Tequila, e “incluye la
intención de proteger los vestigios
arqueológicos, la arquitectura vinculada a
la elaboración de tequila, junto a la
salvaguarda de la región con paisaje
agavero
tradicional” (Ojeda et al.,
2008:293), como se expone en los objetivos
generales del Plan de Manejo del Paisaje
Agavero (Cuadro 2). Este documento,
elaborado entre los años 2005 y 2006 por el
INAH y la Secretaría de Desarrollo Urbano
del Gobierno de Jalisco, se utilizó
primeramente
para
sustentar
la
candidatura del Paisaje Agavero ante la
UNESCO (Gómez, 2009:131). Sus metas
• Crear un equilibrio entre el medio
natural, la zona agavera y el medio
urbano para mejorar la calidad de vida.
• Conservar las características del hábitat
y el ecosistema, en las zonas naturales
del volcán, la barranca, ríos, arroyos y
bosques.
• Conservar el paisaje agavero y la
siembra tradicional, usos y costumbres
través de proyectos sustentables que
sean
compatibles
al
desarrollo
económico y urbano.
• Proteger, conservar y restaurar los
monumentos arquitectónicos, dentro o
fuera de los centros de población, así
como su entorno urbano o natural.
• Proteger, conservar y restaurar los sitios
arqueológicos, y promover el turismo en
estos lugares.
• Proteger, conservar y restaurar la
arquitectura tradicional de los centros
de población,
así
como
las
características originales del entorno
urbano.
• Rescatar y proteger las tradiciones
culturales de cada región, así como el
fomento en el conocimiento de éstas.
Como lo explicitan los dos autores
anteriores (Gómez, 2009:133; Ojeda et al.,
2008: 293), la propuesta de la declaratoria
del paisaje agavero incluye la protección de
los vestigios arqueológicos del área (fig.5).
Por esta razón, entre los años 2007 y 2010
4
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
se llevó cabo el trabajo de registrar los
asentamientos prehispánicos contenidos en
dicho paisaje, el cual comprende los
municipios de El Arenal, Amatitán,
Teuchitlán, Tequila y Magdalena.
Fig.5 Plano sin escala que muestra las
concentraciones de sitios arqueológicos ( ) que
existen dentro de la poligonal de protección del
paisaje agavero (línea punteada negra).
Información obtenida de López-Mestas (2003),
Heredia (2008:7) y Ojeda et al. (2008:295).
La tarea fue realizada por el Proyecto
Arqueológico del Paisaje Agavero dirigido
por Verenice Heredia (2008), el cual
concluyó tres temporadas de campo donde
se recorrieron sistemáticamente 330 km22,
y se registraron la mayoría de los sitios
contenidos dentro del núcleo de protección 1
establecido
por
la
UNESCO.
La
información obtenida por el proyecto
arqueológico anteriormente mencionado fue
abundante en cuanto a datos se refiere, ya
que en palabras de la autora “el paisaje al
cual nos enfrentamos es rico en cultura
material e impresionante en cuanto a la
densidad de los asentamientos, los cuales
datan de distintos periodos cronológicos”
(Heredia, 2008:8); además de esto, la
abundancia de sitios que conservan
arquitectura prehispánica fue inesperada,
ya que “debido al intenso cultivo de agave
utilizando
maquinaria
pesada,
fue
sorprendente que esta arquitectura tan
antigua haya sobrevivido en estos terrenos
tan explotados” (Heredia, 2008:8).
Los sitios registrados correspondieron al
periodo Preclásico (2500 a.C - 200 d.C),
Clásico (300 d.C. - 900 d.C.) y Postclásico
(950 d.C.- 1521 d.C.), lo cual fue inferido
gracias al análisis de los materiales
recolectados in situ (Heredia, 2008:10-12).
Los resultados de este proyecto sustentan
el planteamiento sugerido a continuación:
el paisaje agavero conforma un núcleo
cultural y económico donde la presencia
humana y la explotación de los recursos
naturales locales, en menor o mayor escala,
no se han interrumpido, siguiendo una
trayectoria temporal que inició hace
aproximadamente 4, 500 años y continua
hasta la fecha.
La importancia de proteger y conservar el
patrimonio arqueológico del paisaje agavero
debería
plantearse
incluyendo
el
argumento expuesto anteriormente, ya que
denota la importancia histórica de la
región.
II. Retrospectiva sobre el saqueo y la
destrucción de los sitios prehispánicos
del paisaje agavero: siglo XXI y siglos
XIX y XX.
La extracción ilegal de piezas arqueológicas
en el Occidente de México ha tenido
enormes
consecuencias
para
la
comprensión del pasado prehispánico del
territorio señalado, ya que como menciona
Weigand (2008:29) “el saqueo y las
colecciones de artefactos que resultaron de
esta actividad fueron a la vez el sello
distintivo y la base de datos para nuestro
entendimiento del legado arqueológico de
esta extensa región”.
2
Superficie que corresponde aproximadamente al 95 %
del territorio contenido en dicho núcleo.
5
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
Desafortunadamente, para el caso del
Paisaje Agavero el saqueo no es la única
actividad que merma la conservación de los
vestigios prehispánicos locales, ya que la
industria tequilera, sello distintivo de la
región, también tiene un papel activo en
este proceso. En los últimos diez años se ha
presentado una explosiva propagación de
cultivos de agave azul en cada rincón del
paisaje agavero. Este hecho, junto con las
actividades
de
subsistencia
e
infraestructura del área, han permitido
sustentar la hipótesis, aquí expuesta, que
augura la desaparición irremediable del
vasto patrimonio arqueológico del área en
un par de décadas. En definitiva, la
destrucción de los sitios arqueológicos en el
paisaje agavero es una actividad de
incremento exponencial, que resulta de la
enfática ampliación de la producción
tequilera cuyo plan de acción parece
resumirse con la siembra expansiva de
agaves. La ejecución de dicho método ha
logrado que en los últimos 20 años se den
los siguientes resultados:
En 1993 se arrasó la parte monumental de
Santa
Quiteria,
en
Amatitán,
probablemente el segundo sitio con un
juego de pelota y un gran conjunto circular
después del recinto de Guachimontones.
Este sitio era de importancia para entender
la jerarquización de los asentamientos que
conformaban esa tradición, pues constituyó
la cabecera de uno de los seis distritos que
integraron el área nuclear. En 2002
se
destruyeron en su totalidad los sitios de
Huitzilapa y la Robleda, así como
parte
de El Lienzo, con un total de 103
estructuras
arrasadas.
Como
fue
demostrado
por el hallazgo de la tumba
de Huitzilapa, las posibilidades de
investigación acerca del Formativo tardío
todavía no estaban agotadas; así que, al
afectarse los sitios del Lienzo y la Robleda,
que constituían los sectores residenciales de
Huitzilapa, se perdió
la
información
referente a la vida cotidiana de los sectores
de alto estatus que
ahí habitaron. Para
2003 se dañó el sitio arqueológico de
Ahualulco, el tercero en tamaño después de
los Guachimontones de Teuchitlán; al igual
que las zonas habitacionales de Loma Alta,
dentro del recinto protegido de los
Guachimontones. Posteriormente, tocó el
turno de destrucción a los vestigios
prehispánicos localizados en El Saucillo,
Santa Cruz de Bárcenas, Los Soles, El
Campanillo [que contaba con el juego de
pelota más antiguo de la región],
Resumidero, por citar solo algunos sitios,
tanto de la tradición Teuchitlán, como de
periodos
posteriores (Ojeda et
al.,
2008:293).
Solo cabe mencionar que la mayoría de los
sitios mencionados en la cita anterior se
encuentran dentro del paisaje agavero
declarado patrimonio mundial, lo cual lleva
a plantear a continuación las siguientes
cuestiones: ¿cuál es la protección que se
brinda a los sitios arqueológicos en el
paisaje agavero validado por la UNESCO?
y ¿cuáles son los criterios considerados por
el Plan de Manejo regional, cuyo objetivo
también es regular
el
crecimiento
económico local, ordenado y reglamentado?
Evidentemente el saqueo en sí mismo es un
evento que conlleva implícitamente la
destrucción de un contexto arqueológico, y
por ende la destrucción de un patrimonio no
renovable. Dicho suceso aún persiste hasta
la fecha, como se observa en las siguientes
imágenes
provenientes
de
sitios
arqueológicos del paisaje agavero (fig.6, 7, 8
y 9), las cuales confirman la desaparición
acelerada del patrimonio arqueológico del
territorio.
6
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
Fig.6 Pozo de saqueo de 1m x 1m en basamento.
Sitio arqueológico Huizizilapa, al noroeste del
Volcán de Tequila. (2010, Cortesía del Proyecto
Arqueológico del Paisaje Agavero).
Fig.9
Cala de saqueo atravesando un
Guachimontón de 6 m de altura. Sitio
arqueológico Zapopan. (2010, Cortesía del
Proyecto Arqueológico del Paisaje Agavero).
Desafortunadamente, finalizar con la
proliferación del saqueo y la destrucción de
los vestigios arqueológicos del área no es
tarea fácil, ya que al parecer estas
actividades se encuentran arraigadas entre
la población local desde hace muchos años,
como se revisará a continuación.
Fig.7 Vista en planta de un tunel vertical de
saqueo. Sitio arqueológico Huizizilapa. (2010,
Cortesía del Proyecto Arqueológico del Paisaje
Agavero).
Fig.8 Pozo de saqueo de 5 m x 3m en basamento.
Sitio arqueológico Zapopan, al sureste del
Volcán de Tequila. (2010, Cortesía del Proyecto
Arqueológico del Paisaje Agavero).
Las evidencias más antiguas sobre el
saqueo y la destrucción de los vestigios
prehispánicos del paisaje agavero proceden
de la época del Porfiriato (1876-1911),
cuando numerosos viajeros extranjeros que
visitaron los valles de Tequila dejaron en
sus informes notas sobre las exploraciones
y excavaciones realizadas en ruinas
prehispánicas por parte de la población
local (Lumholtz, 1904; Bernal, 1992:90118; López-Mestas y López, 2001:14-60).
Varios de estos viajeros, encabezados por
Eduard Seler, se volvieron compradores de
piezas y por ende muchos objetos
prehispánicos jaliscienses adornan en la
actualidad
numerosos
museos
norteamericanos y europeos (López-Mestas
y López, 2001:18-22). Los informes sobre el
saqueo y destrucción de sitios en el área se
reanudaron después de la consolidación del
México post-revolucionario, cuando en la
década de los cincuentas el arqueólogo José
Corona exploró una tumba saqueada por la
población local en El Arenal (Corona, 1955),
7
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
ubicada al sureste del Volcán de Tequila.
Entradas las década de los sesenta y
setenta varios investigadores procedentes
de las universidades del oeste de Estados
Unidos realizaron proyectos arqueológicos
en el área (López-Mestas y López, 2001:35),
dejando
informes
sobre
numerosos
montículos
(pirámides
o
ruinas
prehispánicas)
excavados
total
o
parcialmente por los locales (véase
Nicholson y Meigan, 1974).
Fue durante las décadas de los ochentas y
noventas cuando dichos contactos, ahora
mencionados en las fuentes como saqueos,
se incrementaron en la región debido a la
alta demanda que había en el mercado por
las piezas prehispánicas provenientes de
las tumbas de tiro3 del Occidente de México
(Meyer, 1990:31), las cuales son hermosas y
únicas en color y forma. A pesar de su
importancia, todas las evidencias revisadas
anteriormente han sido el resultado de
observaciones no sistemáticas.
Afortunadamente todo ello cambió cuando a
finales del siglo XX surgieron datos
procedentes
de
una
investigación
etnográfica realizada por la arqueóloga
Gabriela Zepeda en una región cercana a
los valles de Tequila: el sur de Nayarit. El
proyecto se llevó a cabo del año 1996 al año
2000 con el objetivo de conocer las técnicas
utilizadas por los campesinos dedicados al
oficio de moneros (nombre local con el que
se designa a los saqueadores de las tumbas
de
tiro),
para
localizar
vestigios
prehispánicos.
El proyecto estaba encaminado a recolectar
dicha información procurando presentar los
hechos y las situaciones sin emitir juicios
sobre los protagonistas (Zepeda, 2000:14),
3
Cámara subterránea excavado en el subsuelo a la cual
se ingresa por medio de un túnel vertical, en
ella se
depositaban individuos fallecidos acompañados de
exquisitas ofrendas (véase López-Mestas, 2004).
pero como menciona la autora, pronto
resultó evidente que el objetivo estrechaba
bastante la investigación, ya que los
campesinos tenían profusas opiniones no
solo sobre cómo localizaban las tumbas
para extraer sus exquisitas piezas y
venderlas, sino también sobre lo que dichas
piezas significaban para ellos y lo que
representaban (Zepeda, 2000:71).
Debido a esto, la autora giró la
investigación hacia un ámbito distinto y
novedoso en el contexto de la investigación
antropológica mexicana: por medio de la
recopilación de historias de vida y
narraciones orales entre los moneros
(Zepeda,
2000:160-161)
ella
logró
documentar cuando comenzó la demanda
de piezas arqueológicas locales en el
mercado negro (según uno de sus
informantes, en 1940) (Zepeda, 2000:69-70),
cómo
localizaban
los
asentamientos
prehispánicos y las tumbas de tiro (Zepeda,
2000:78), cuáles fueron los motivos que los
llevaron a realizar dicha actividad (Zepeda,
2000:164), cómo re-significaban el tiempo
prehispánico a partir de los mismos objetos
arqueológicos (Zepeda, 2000:17) y cuáles
eran los significados e imaginarios
atribuidos a las tumbas de tiro y a los
vestigios (Zepeda, 1996:257- 269).
¿Podrían
acaso
estos
significados
autóctonos y conocimientos no científicos,
constituir un recurso clave para la
conservación local de los vestigios
arqueológicos? A continuación se expone
una propuesta surgida a partir de esta
interrogante.
III. En busca de soluciones: una
propuesta para la creación de lazos
culturales entre la población local y el
patrimonio arqueológico.
La añorada meta de terminar por completo
con el saqueo y la destrucción de los
8
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
vestigios arqueológicos es probablemente
una tarea utópica e idealista para llevarse
a cabo, pero no por ello la disminución de
estas actividades es imposible.
En materia del patrimonio cultural y su
relación con la sociedad actual, han existido
numerosas propuestas en el escenario
mundial
enfocadas
a
difundir
la
información sobre el patrimonio local entre
la población (véase De Francia y Erice,
2005), conocer la percepción que tiene el
público sobre estos objetos (véase Garavito,
2006) y conformar mejores puentes de
diálogo entre los arqueólogos y la población
(véase Young, 2003). En México se han
realizado proyectos encaminados a difundir
la información sobre el patrimonio cultural
Antropología Aplicada
- En lugar de centrar la
atención en la producción y
análisis de los datos
empíricos, se debe buscar una
aplicación de la metodología
antropológica, en específico la
etnografía, para la resolución
de problemáticas sociales
(Satish y Van Willigen,
2005:9-13).
- Los lazos y relaciones
simbólicas otorgados por una
comunidad a los vestigios
arqueológicos circundantes,
informa sobre los procesos
locales de negociación y
redefinición de los valores de
dichos objetos (Schakel,
2004:12).
entre la población, llevando a cabo talleres
y conferencias abiertas a todo público
(véase García, 2008).
Aunado a estas propuestas, desde hace diez
años
diversas
disciplinas
como
la
Antropología aplicada (véase Stadish y Van
Willigen, 2005; Van Willigen, 2002), la
Gestión Cultural (véase Bonet et al., 2006;
Calaf y Fontal, 2004; Roselló, 2004) y la
Arqueología Pública (Jameson, 2000;
Merriman, 2004; Schakel y Chambers, 2004
) han buscado opciones, pasivas y eficaces,
para promover entre la población general el
interés y la participación activa en lo que se
refiere
al
estudio,
conservación,
restauración y difusión de los vestigios de
la antigüedad (cuadro 1).
Gestión Cultural
- El patrimonio no es un
objeto estático, sino una
realidad viva y en constante
transformación a través de
las épocas, ya que las
sociedades proyectan cambios
e ideas en él (Fontal,
2004:88).
- Todo proyecto patrimonial
debe tomar en cuenta el
sistema cultural donde se
espera aplicar, el cual esta
“influenciado por la cultura
política, la tradición cultural,
el nivel y la distribución de la
renta, y la situación
educativa y cultural de la
población” (Bonet y Font,
2006:11) local.
Arqueología Pública
- Las comunidades suelen
tener una interpretación
sobre su pasado, y desean
tomar partido en la toma de
decisiones que conciernen a
su propio patrimonio cultural,
por ende deben crearse
historias locales y
multiculturales que suplan
las narraciones patrióticas y
nacionalistas (Schakel,
2004:2-7).
- El público no es un ente
pasivo y dependiente, sino
activo e individualista así
como capaz de participar y
tomar decisiones en
cuestiones referentes al
patrimonio arqueológico local
(Merriman, 2004:4).
Cuadro 1. Tabla comparativa que ejemplifica algunas de las propuestas planteadas por disciplina.
Entre otras sugerencias para mejorar la
relación entre la población y los vestigios
arqueológicos se encuentra la de incorporar
el conocimiento y la interpretación local de
dichos objetos a los discursos oficiales sobre
los mismos, ya que como menciona
9
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
Jameson (2000:290-291), se necesita que los
arqueólogos se comuniquen con el público
utilizando un lenguaje adecuado para la
interpretación pública, en lugar de seguir
retomando el texto técnico propio de la
investigación
arqueológica.
El
autor
anterior
también
enfatiza
que
las
interpretaciones que el público tenga sobre
los vestigios de la antigüedad son factores
de suma importancia, debido a que ligan a
la gente con los vestigios de un modo mucho
más eficiente que solo usando la
información propiamente arqueológica.
Las propuestas anteriores solo podrían
llevarse a cabo apoyándose en estudios de
corte etnográfico, que den cuenta de las
relaciones existentes entre las comunidades
cercanas a los vestigios arqueológicos y
dichos espacios. En varios países se han
llevado a cabo proyectos que parten de la
premisa expuesta anteriormente. Por
ejemplo, en la región chilena de Tarapacá
han comenzado a realizarse recopilaciones
sobre la información que genera la
población de las comunidades locales para
explicar
los
vestigios
prehispánicos
existentes en su territorio; el objetivo final
es utilizar ésta información para que la
población local comience a valorar el
patrimonio arqueológico como parte de la
identidad étnica de la sociedad (véase Jofré,
2003). Una investigación similar fue
llevada a cabo por Creamer (1994) en
Australia,
donde
el
autor
realizó
entrevistas a estudiantes aborígenes de la
etnia Koorie que visitaron un sitio
arqueológico atribuido a su grupo étnico. La
finalidad fue conocer las distintas
percepciones de los estudiantes ante dichas
reminiscencias de su pasado, coincidiendo
todas ellas en el respeto y la conexión
directa que los estudiantes experimentaron
con dichos vestigios (Creamer, 1994:134).
Además,
los
resultados
de
esta
investigación han sido utilizados para
elaborar discursos oficiales que presenten,
junto con el discurso académico, la
interpretación
que
las
comunidades
australianas aborígenes tienen sobre la
historia de los sitios arqueológicos (véase
Creamer, 1994:132).
Un último ejemplo proveniente del
extranjero fue un estudio efectuado en
Sierra Leona por DeCorse (1994), cuyo fin
fue recolectar relatos orales entre los
nativos de las etnias Limba, Yalunka y
Kuranko, quienes han conformado su
propia interpretación histórica sobre los 25
sitios arqueológicos ubicados en sus
territorios (1994:128). En este estudio los
habitantes tenían lazos históricos y
culturales directos e íntimos con los
vestigios de los cuales hablaron, y por ende,
la información fue de suma importancia
para reconstruir la historia del pasado de la
región, utilizando datos locales que
posteriormente
fueron
integrados
al
discurso arqueológico.
Sería oportuno mencionar aquí un proyecto
similar realizado en territorio mexicano,
pero desafortunadamente no se pudo
encontrar ningún ejemplo. El único estudio
revisado fue llevado a cabo por Zepeda
(2000), pero ello no significa que las
investigaciones con este corte teóricometodológico no se estén realizando en la
actualidad4.
Ahora bien, para comprender cómo surgen
y se conforman las interpretaciones locales
que pueden existir sobre los vestigios
4
La autora de este artículo lleva a cabo, desde
agosto del 2010 y en el marco de la realización de
su tesis de Maestría en Ciencias Sociales, un
estudio socio-antropológico en Teuchitlán (una
población ubicada al sur del Volcán de Tequila)
con el objetivo de recabar narrativas orales entre
los habitantes locales, donde se dé cuenta de las
interpretaciones,
etno-conocimientos,
significados, ideas e imaginarios que son
otorgados a los vestigios prehispánicos ubicados
en esta área rural.
10
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
prehispánicos, es necesario revisar, aunque
brevemente, varios planteamientos. El
primero de ellos sostiene que el ser humano
siempre le otorga significados a los objetos
que lo rodean, ya que ésta pareciera ser
una conducta “naturalmente humana” que
ha existido desde tiempos inmemoriales,
porque como menciona Hannerz “el homo
sapiens es la criatura que “hace sentido”.
Ella
literalmente
produce
sentidos
mediante
sus
experiencias,
interpretaciones,
contemplaciones
e
imaginaciones”
(1992:3).
Esto
puede
deberse,
en
gran
parte,
a
que
constantemente
el
ser
humano
se
encuentra cuestionándose a sí mismo y a
los elementos físicos ubicados en su
entorno, evidenciando con ello que “la
conciencia,
la
individuación,
la
especificidad del cuerpo vivo, la socialidad y
la constitución histórico-social de la
identidad personal son características de
nuestra especie” (Berger y Luckmann,
1997:31).
creando los significados (Araya, 2002:33).
Dichas
construcciones
subjetivas
se
encuentren íntimamente ligadas con la (s)
idea (s) que dichos objetos representan6
para la sociedad en cuestión, ya que como
menciona Castoriadis “toda sociedad crea
su propio mundo, creando precisamente las
significaciones que le son específicas,
determinado magma de significaciones”
(1998:126).
Los significados5 que son creados para
darle sentido a los objetos que rodean al ser
humano se construyen con “el fondo
cultural acumulado en la sociedad a lo largo
de su historia” (Araya, 2002:33), y éste se
haya constituido por las creencias
compartidas, los valores básicos y las
referencias
histórico-culturales
que
conforman la memoria colectiva y la
identidad de la propia sociedad que está
Además de estos datos, puede sugerirse que
el reiterado contacto entre pobladores
locales
y
vestigios
arqueológicos,
documentado desde hace 120 años, ha dado
pauta a la conformación de múltiples
significados, arraigados en el folclor rural
de la región. Las interpretaciones locales
sobre dichos objetos son susceptibles de
recopilarse en pláticas casuales con los
campesinos y los habitantes de los poblados
urbanizados y rurales de dicho territorio.
Esta información podría fungir como una
herramienta útil para orientar las acciones
y actitudes de la población local con
5
Un significado solo se puede comprender cuando se
entiende lo que es un sentido: éste es una construcción
social cognitiva sobre algún fenómeno de la realidad en
un contexto histórico y social determinado; en la
práctica social los sujetos desempeñan un papel activo
en la selección y empleo de las formas históricas de
sentido, matrices o no, de aquel stock, y las reorganizan
transformándolas en significados (Díaz et al.,
1986:121), que son “los sentidos apropiados y puestos
en práctica por los sujetos” (Díaz et al., 1986:121). La
producción de sentidos y de significados “se relaciona
con esta necesidad humana básica de dotar de sentido a
la existencia, de simbolizarla, y, así, significarla”
(Palomar, 2001:48).
En el presente trabajo se considera que el
paisaje agavero es un territorio ideal para
llevar a cabo una recopilación sobre los
significados locales otorgados a los vestigios
prehispánicos, ya que en el área existen
cuentos, mitos y leyendas que nombran o
incluyen lugares o personajes prehispánicos
(véase García 2004:167-169), como lo
ejemplifica la leyenda del pueblo encantado
que vive en la cima del Cerro de la Tetilla
(o Volcán de Tequila), conformado por
indios que según visten a la usanza
prehispánica.
6
La representación es comprendida en este trabajo
como: la visión funcional del mundo que permite a un
individuo o a un grupo darle sentido a sus conductas, y
comprender su realidad a través de su propio sistema
de referencias, adaptarse y definir su lugar (Abric,
1997:13). La representación siempre está condicionada
por el contexto socio-histórico del individuo o la
sociedad que la produzca (Gutiérrez, 1998, p.213)
11
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
respecto a la conservación, protección y
explotación responsable de los sitios y
objetos arqueológicos del paisaje agavero,
los cuales son dignos de conservarse,
disfrutarse y compartirse.
Esta última propuesta sustenta su
optimismo en las acciones, aunque
minoritarias, de la sociedad civil que aboga
por proteger los vestigios arqueológicos
locales. Por ejemplo, al otro lado del paisaje
agavero, al sur del Volcán de Tequila,
existen asociaciones civiles interesadas en
promover y proteger el patrimonio cultural
de la región, como es el caso del Centro
Cultural Regional Coaxicar con sede en
Teuchitlán.
En
resumen,
recuperar
la
valiosa
información sobre las interpretaciones
locales del pasado y los vestigios
arqueológicos de cualquier región, es una
alternativa para comprender cómo las
sociedades
contemporáneas
observan,
interpretan y entienden dichos objetos y
cortes temporales. La ignorancia sobre
dicha información tiene como resultado la
rutinaria aplicación de programas de
protección al patrimonio cuya nula
efectividad se ve reflejada en el deterioro y
pérdida de los testimonios de la historia de
la humanidad.
Recabar y analizar las narrativas orales
que presenten historias, mitos, ideas ó
interpretaciones originadas por el contacto
entre las comunidades del paisaje agavero y
los vestigios arqueológicos que las
circundan, puede brindar una clave para
comprender mejor cuáles son las relaciones
históricas, simbólicas o culturales que
existen entre sujetos y objetos, de modo que
posteriores trabajos puedan utilizar esta
información para mejorar los factores de
supervivencia de estos últimos.
IV. Consideraciones finales: breve
discusión sobre algunos de los roles
otorgados a las reminiscencias de la
antigüedad
en
el
escenario
contemporáneo.
¿A quién le pertenece el pasado? Esta
cuestión parece ser el punto de partida de
cualquier debate referente al saqueo y
tráfico de bienes culturales, así como de la
destrucción de los mismos. Entre los tres
protagonistas
de
esta
controversia:
saqueadores, arqueólogos y coleccionistas,
parece no haber acuerdo a la vista, ya que
como menciona Meyer (1990:174-211), el
saqueador suele pensarse dueño de lo que
hay en sus tierras, el arqueólogo condena
las excavaciones ilícitas porque destruyen
los contextos y la valiosa información sobre
el pasado, y el coleccionista tiende a
considerarse
representante
de
la
humanidad,
atribuyéndose
la
responsabilidad
de
conservar
estos
vestigios. La falta de acuerdos entre los tres
solamente han generado la pérdida y
destrucción de los testimonios de la
arqueología, que como menciona Meyer
(1990:209) dan fe de la variedad del
desarrollo cultural de la humanidad.
El papel y la importancia de la
conservación, restauración y estudio de los
vestigios arqueológicos es tal vez uno de los
temas más debatidos en la gestión del
patrimonio cultural en las últimas décadas,
debido a que el espacio terrestre se ha
vuelto un recurso de enorme valor
comercial y de extrema importancia para
las crecientes demandas demográficas. En
este
contexto
socio-demográfico
se
encuentra
el
territorio
donde
se
desenvuelven las actividades cotidianas de
los seres humanos. Dicho espacio está
12
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
plagado,
tanto
subterránea
como
superficialmente,
de
objetos
de
la
antigüedad, porque “mientras pasa el
tiempo, el espacio va llenándose de objetos
que, como las palabras, también significan
e informan” (Ballart, 2006:32).
Para los arqueólogos la importancia de los
vestigios del pasado está más que
justificada, ya que como dictan Layton y
Thomas, para ellos “los artefactos y los
monumentos son sumamente importantes
como archivos y evidencia de las
actividades humanas en el pasado. Su
preservación permite que dicho archivo sea
consultado cuando se generan nuevas
preguntas sobre el pasado” (Layton y
Thomas, 2001:1). Desafortunadamente,
para las sociedades actuales las funciones
de los objetos del pasado han comenzado a
flaquear, ya que “las instituciones de la
vida moderna no guardan continuidad, en
muchos aspectos claves, con las diversas
culturas y formas de vida del pasado”
(2006:39), resultando ello en la destrucción
y perdida de los objetos que solían brindar
a las personas “una sensación reconfortante
de continuidad en el tiempo y de
identificación
con
una
determinada
tradición” (Ballart, 2006:36). El nuevo
orden
mundial,
conocido
como
globalización, ha moldeado las actitudes de
las sociedades ante el pasado y por ende
estas “se muestran hoy en día tibias y
cambiantes y adoptan incluso formas
contradictorias” (Ballart, 2006:39), que van
acompañadas de la pérdida de las nociones
temporales del pasado y el futuro7, todo ello
debido a la aparente contracción del tiempo
moderno
(Castells,
1999:467).
Estas
actitudes son visibles de distintas maneras
7
Con esta idea se hace referencia a que “el tiempo
lineal, irreversible, medible y predecible se está
haciendo pedazos en la sociedad red, en un movimiento
de significado histórico extraordinario” (Castells,
1999:467)
a lo largo y ancho del planeta, como por
ejemplo en Brasil, donde los edificios
modernos suelen tener prioridad de
conservación ante los edificios antiguos
(véase Funari, 2001:94), justificando con
esto la destrucción planificada del
patrimonio colonial local.
Aunado a esto, las diferencias existentes
entre los mecanismos de conservación,
protección y explotación de los sitios
arqueológicos que son aplicados en países
desarrollados y naciones en vías de
desarrollo, es abrumadora, ya que como
menciona Mbunwe-Samba (2001:30) en
éstas últimas los gobiernos locales aún no
han tomado en serio los beneficios, no solo
culturales sino económicos, que podría
proveer la explotación responsable de los
vestigios antiguos de su territorio. Ésta
ignorancia no es la única barrera, ya que
como menciona Jiménez (2008:258), en los
países con economías emergentes muchos
lugares patrimoniales se encuentran
asociados físicamente a actividades de
economía para la subsistencia, y por ende,
muchas veces la única manera de
protegerlos es restringiendo el uso de suelo,
lo cual puede provocar “la ruptura de las
únicas y escasas fuentes de subsistencia
que tienen las sociedades” (Jiménez,
2008:258-259). Debe considerarse también
que pueden existir regiones donde la única
actividad económica disponible para
proveer de sustento a las familias, es el
saqueo
y
la
venta
de
vestigios
arqueológicos. Este es el caso de la costa
sureste del Mar Muerto, en Jordania, donde
la venta de los objetos provenientes del
saqueo de las tumbas y sitios arqueológicos
del área, ha servido como fuente de trabajo
para
muchas
comunidades
locales
marginadas
en
la
pobreza
(véase
Konstantinos, 2002:257).
A pesar del panorama negativo que se
vislumbra
actualmente
para
la
13
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
conservación del patrimonio arqueológico,
Meskell (1998:3) opina que la práctica
arqueológica y los datos brindados por la
misma siguen siendo de vital importancia
para la conformación de las identidades
culturales de distintas naciones, como
sucede en diversos países del Medio Oriente
y Latinoamérica.
En el escenario mexicano, la arqueología y
los vestigios que ésta estudia se han
utilizado como imágenes y símbolos para la
conformación de un estado-nación unificado
(véase Nalda, 2002:208), al cual se le
designó un pasado común evocado en el “el
mito de la patria, de la nación mexicana,
cuyo origen y destino quedó cifrado en el
valle del Anáhuac” (González, 2002:39),
convirtiendo con ello al patrimonio en un
espacio de lucha material y simbólica entre
las clases, las etnias y los grupos, ya que
hay desigualdades en su formación y
apropiación (Canclini, 1994:53). Con todo y
su importancia como bien de legitimación
de un discurso político, la inmensa riqueza
arqueológica mexicana se encuentra
precariamente protegida (véase Meyer,
1990:159 y 188), y Meyer (1990:30)
menciona que por esta razón el Mercado del
arte precolombino, sacado por contrabando,
es una especialidad atractiva para
coleccionistas y decenas de traficantes8.
Este hecho fue evidenciado en el Occidente
de
México,
donde
“el
malhadado
descubrimiento de la riqueza de las
ofrendas depositadas en tumbas y entierros
motivó una insaciable demanda en el
mercado negro nacional e internacional que
generó una próspera actividad del saqueo
organizado, especialmente hacia la mitad
8
No en vano se pensaba hace unas
décadas que el tráfico de bienes culturales robados
representaba la tercera actividad ilegal más
redituable en el mundo, después del tráfico de
drogas y la transferencia fraudulenta de fondos
bancarios (véase De la Serna, 1997:23).
del presente siglo” (Gómez, 1997:87-88),
arrojando enormes ganancias económicas.
Las diferentes soluciones que han sido
propuestas para frenar el saqueo y tráfico
de los objetos de la antigüedad en el
escenario global (véase O´Keefe, 1997:103),
aún no han proveído el tan esperado ocaso
de dichas actividades. Varios autores
(Eisenberg,
1995:220;
Ede,
1996:56)
proponen el ingreso al mercado lícito de
esas enormes cantidades de material
arqueológico, previamente analizado, que
es guardado en las bodegas de los museos,
¿pero,
acaso
esto
disminuiría
considerablemente el tráfico ilegal de estos
objetos?
Walker y Brodie (2001:107) tienen varias
objeciones a esta propuesta, ya que para
comenzar no es posible decir con certeza
que los museos tienen enormes cantidades
de material, ya que si esto fuera cierto, se
trataría de miles de fragmentos cerámicos y
líticos y no de piezas completas, que son las
que suelen interesar a los traficantes de
bienes culturales; asimismo, poner a la
venta copias certificadas de las piezas
arqueológicas originales no va disminuir el
saqueo de los sitios, ya que los
coleccionistas suelen estar más interesados
en comprar piezas únicas y originales.
Además de esto, considerar que el material
arqueológico solo debe analizarse una vez
para extraerle toda su información, es una
idea arcaica e insostenible (Walker y
Brodie, 2001:108).
En definitiva, el saqueo y la destrucción de
los vestigios arqueológicos son fenómenos
que se deben problematizar ampliamente,
ya que en la actualidad sus causas y
consecuencias son mucho más complejas de
lo que parece.
Irremediablemente, los seres humanos
continuarán llenando el espacio con objetos
y estructuras, mudos testigos de su paso
14
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
por el mundo. Pero no todo puede ni podrá
resguardarse, y por ende distintos criterios
de valoración serán necesarios para
justificar la pérdida o conservación de las
reminiscencias del pasado, buscando
procurar el bienestar de quienes habitan en
el presente.
Se agradece a la Dra. Verenice Heredia,
directora del Proyecto Arqueológico del
Paisaje Agavero, por el apoyo recibido para
mostrar las imágenes 6, 7 ,8 y 9 que
ilustran parte de este artículo, y por haber
integrado activamente a la autora en la
tercera temporada de trabajo de campo,
realizada durante el primer semestre del
año 2010. Dicha experiencia influyó
enormemente para la elaboración y
conformación del presente trabajo de
divulgación.
VI. Bibliografía
ABRIC, JEAN, dir.1997. Les
représentations sociales: aspects
théoriques. Paris: Presses universitaires de
France.
ARAYA, SANDRA. 2002, Las
representaciones sociales: ejes teóricos para
su discusión, cuaderno de ciencias sociales.
Costa Rica: Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales, San José, Costa Rica. No.
27. revisado en octubre del 2010 en:
http://flacso.or.cr/fileadmin/documentos/FL
ACSO/Cuaderno127.pdf
BALLART, JOSEPH. 2006. El patrimonio
histórico y arqueológico: valor y uso.
Barcelona: Ariel.
BERGUER, PETER Y LUCKMANN
THOMAS. 1997. Modernidad, pluralismo y
crisis de sentido. La orientación del hombre
moderno, Barcelona: Paidós. Modernität,
Pluralismus und Skinnkrise. Die
Orientierung des modernen Menschen.
BERNAL, IGNACIO. 1992. Historia de la
arqueología en México. México: Porrúa.
BONET, LUIS, CASTAÑER, XAVIER y
FONT JOSEPH, eds. 2006. Prólogo. En
Gestión de proyectos culturales. Análisis de
casos, pp. 11-22, Barcelona: Ariel.
CALAF, ROSER y FONTAL OLAIA,
coords. 2004. Comunicación educativa del
patrimonio: referentes, modelos y ejemplos,
Oviedo: TREA.
CAPLE, CHRIS. 2006. Objects. Reluctant
witnesses of the past. Inglaterra:
Routledge.
CANCLINI, NESTOR. 1994. ¿Quiénes usan
el patrimonio? Políticas culturales y
desigualdad social. En Memorias del
Simposio patrimonio y política cultural
para el siglo XXI, Cama Jaime y Witker
Rodrigo, coords. Pp. 51-68. México: INAH.
CASTELLS, MANUEL. 1999. La era de la
información, tomo I, La sociedad red.
México: Siglo XXI.
CASTORIADIS, CORNELIUS. 1998. El
ascenso de la insignificancia, Madrid:
Cátedra.
CORONA, JOSÉ. 1955. Tumba de El
Arenal, Etzatlán, Jalisco. México: INAH.,
Informes # 3.
CREAMER, HOWARD. 1994. Aboriginal
Perceptions of the Past: the implications
for cultural resource management in
Australia. En The Politics of the Past,
Gathercole Peter y Lowenthal David, eds.
Inglaterra: Routledge. Pp. 130-140. Edición
electronica de Taylor & Francis e-Library
2004,.
15
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
DECORSE, 1994. Material aspects of
Limba, Yalunka and Kuranko ethnicity:
archaeological research in northeastern
Sierra Leone. En Archaeological
Approaches to Cultural Identity, Shennan,
Stephen, ed. Inglaterra: Routledge. Pp. 125140, edición electronica de Taylor & Francis
e-Library 2003.
DE FRANCIA, CHARO y ERICE
ROMANA, coord. 2005. De la excavación al
público: procesos de decisión y creación de
nuevos recursos, Zaragoza: Institución
Fernando El Católico, Ayuntamiento de
Zaragoza.
DE LA SERNA, ARTURO. 1997. Robo,
restauración y comercio de la obra de arte.
En Especulación y patrimonio, De Anda
Alanís, Enrique. México: UNAM. Pp. 23-26
DIAZ , RAÚL, ROSANA GUBER, MARTIN
SORTER Y SERGIO VISACOVSKY. 1986.
La producción de sentido: un aspecto de la
construcción de las relaciones sociales. En
Nueva Antropologí., México, Pp. 103-126,
Vol. IX, No. 31.
EDE, J. 1996. Art Theft and Control. En
Minerva 7/1: 55-6.
EISENBERG, Jerome. 1997. Enough is
enough, Lord Renfrew. En Minerva 7/1: 556.
FUNARI, PEDRO. 2001, Destruction and
Conservation of Cultural Property in
Brazil: academic and practical challenges.
En Destruction and Conservation of
Cultural Property. Layton Robert, Thomas
Julian y Stone Peter, eds. Pp. 93-101,
Londres: Routledge, esta edición fue
publicada en la librería electronic Taylor &
Francis, 2004.
GARAVITO, LEONARDO. 2006.
Percepción de bienes patrimoniales en
Bogotá D.C. ¿Patrimonio para quién? En
Construcción de lugares patrimonio. El
centro histórico y el humedal de Córdoba en
Bogotá, Párias Adriana y Palacio Dolly,
eds. Pp. 335-373, Bogotá: Universidad
Externado de Colombia, Instituto
colombiano para el desarrollo de la ciencia
COLCIENCIAS.
GARCÍA, HELIA. 2004. Comp. Leyendas y
personajes populares de Jalisco,
Guadalajara: Secretaría de Cultura del
Estado de Jalisco.
GARCÍA, MAGDALENA. 2008. Patrimonio,
arqueología y educación. Un ejemplo en La
Piedad. En Patrimonio y paisajes
culturales, Thiébaut Virgina, García
Magdalena y Jiménez María, eds. Pp. 273289, Zamora: El Colegio de Michoacán.
GOMEZ, GABRIEL. 1997. Patrimonio
Acosado. En Especulación y patrimonio, De
Anda Alanís, Enrique. México: UNAM. Pp.
87-99.
GOMEZ, IGNACIO, coord.. 2004. El paisaje
agavero y las antiguas instalaciones
industriales de Tequila, Guadalajara:
CONACULTA, INAH, Gobierno de Jalisco.
Propuesta para su inscripción dentro de la
lista del Patrimonio Mundial de la
UNESCO.
GOMEZ, IGNACIO, 2009. El plan de
manejo para el Paisaje Agavero y las
Antiguas Instalaciones Industriales de
Tequila. El Patrimonio Cultural como
detonador del desarrollo regional,
antecedentes, compromisos y retos. En
Apuntes, Bogotá: Colombia, Pp. 124-141,
vol. 22, no. 2, julio-diciembre.
GONZÁLEZ, ARMANDO. 2002. Identidad
regional y globalización. En Cultura y
desarrollo regional, Vázquez, Lourdes y De
la O, Ana, coords., Pp. 37-4., Guadalajara:
Universidad de Guadalajara.
16
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
GUTIERREZ, J.D. 1998, La teoría de las
representaciones sociales y sus
implicaciones metodológicas en el ámbito
psicosocial. En Psiquiatría pública, Pp. 211219, vol. 10, no. 4, julio-agosto.
HANNERZ, ULF. 1992, Cultural
Complexity. Studies in the Social
Organization of Meaning. E.U.: Columbia
University Press.
HEREDIA, VERENICE. 2008. The Agave
Landscape and its Archaeological Context
in the Tequila Volcano Area. Informe
entregado a FAMSI, revisado en junio 2010
en:
www.famsi.org/reports/07012/index.html.
INEGI. 2005. México información
topográfica digital. Conjunto de datos
vectoriales y toponímicos E 1:1000000,
México.
JAMESON, JOHN. 2000, Public
Interpretation, education and outreach: the
growing predominance in American
Archaeology. En Cultural Resource
Management in Contemporary Society.
Perspectives on Mananging and Presenting
the Past, McManamon Francis y Hatton
Alf, eds. Pp. 288-299. Inglaterra: Routledge,
edición electronica de Taylor & Francis eLibrary 2003.
JIMENEZ, MARÍA, 2008. Los paisajes
culturales y la protección del patrimonio
cultural y natural. En Patrimonio y
paisajes culturales, Thiébaut Virgina,
García Magdalena y Jiménez María eds.
Pp. 245-272, Zamora: El Colegio de
Michoacán.
JOFRÉ, DANIELLA. 2003. Una propuesta
de acercamiento al patrimonio arqueológico
de la comunidad de Belén (Región de
Tarapacá, Chile). En Chungara Revista de
antropología chilena, vol. 35, no. 2, pp. 327335, Chile.
JUAREZ, DIEGO. 2005. La integración de
una zona rural jalisciense a través de la
política social. En Gente de campo.
Patrimonio y dinámicas rurales en México,
Barragán, Esteban, ed. Pp. 357-368,
Zamora: El Colegio de Michoacán.
KONSTANTINOS, Politis. 2002, Dealing
with the Dealers and Tomb robbers: the
realities of the Archaeology of the Ghor esSafi in Jordan. En Illicit Antiquities. The
theft of Culture and the Extinction of
Archaeology. Walker, Katherine y Brodie
Neil, eds. Pp. 257-267. Inglaterra:
Routledge, edición electronica de Taylor &
Francis e-Library 2003.
LAYTON, ROBERT y THOMAS JULIAN.
2001. Introduction: the destruction and
conservation of cultural property. En
Destruction and Conservation of Cultural
Property. Layton Robert, Thomas Julian y
Stone Peter, eds.. Pp. 1-21. Londres:
Routledge, esta edición fue publicada en la
librería electronic Taylor & Francis, 2004.
LÓPEZ-MESTAS, LORENZA y LÓPEZ
CARLOS. 2001, La Arqueología del
Occidente de México durante el siglo XX.
En Estudios del Hombre. Jalisco al cierre
del siglo XX. Lecturas antropológicas,
fernández R., Ávila R. y De la Peña G.,
coord. Pp. 14-60. Guadalajara: Universidad
de Guadalajara, No. 13 y 14.
LOPEZ-MESTAS, LORENZA. 2003.
Dictamen Pericial del sitio arqueológico
Loma Alta, municipio de Teuchitlán,
México: INAH. Archivo Técnico de la
Coordinación Nacional de Arqueología.
LÓPEZ-MESTAS, LORENZA. 2004.
Costumbres funerarias en el centro de
Jalisco. En Tradiciones Arqueológicas,
17
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
Cárdenas Efraín, coord., Pp. 243-259,
Zamora: El Colegio de Michoacán.
LUMHOLTZ, CARL. 1904. El México
Desconocido. Cinco años de exploración
entre las tribus de la Sierra Madre
Occidental, en la tierra caliente de Tepic y
Jalisco, y entre los tarascos de Michoacán.
New York: Charles Scribner´s Sons.
MBUNWE-SAMBA, PATRICK. 2001.
Should developing countries restore and
conserve?. En Destruction and
Conservation of Cultural Property. Layton
Robert, Thomas Julian y Stone Peter eds.
Pp. 30-41, Londres: Routledge, esta edición
fue publicada en la librería electronic
Taylor & Francis, 2004.
MERRIMAN, NEIL, ed. 2004. Public
Archaeology. Londres: Routledge.
MESKELL, LYNN, ed. 1998. Introduction:
Archaeology Matters. En Archaeology
under fire. Nationalism, Politics and
Heritage in the Eastern Mediterranean and
Middle East. Pp. 1-12. Londres: Routledge,
esta edición fue publicada en la librería
electronic Taylor & Francis, 2002.
MEYER, KARL. 1990. El saqueo del
pasado. Historia del tráfico internacional
ilegal de obras de arte. México: Fondo de
cultura económica, The Plundered Past.
The Story of the Illegal International
Traffic in Works of Art.
NALDA, ENRIQUE. 2002, Mexico´s
archaeological heritage: a convergence and
confrontation of interests. En Illicit
Antiquities. The theft of Culture and the
Extinction of Archaeology. Walker
Katherine y Brodie Neil, eds. Pp. 205-227.
Inglaterra: Routledge, edición electronica
de Taylor & Francis e-Library 2003.
NICHOLSON, HENRY y MEIGHAN
CLEMENT. 1974. The UCLA Department
of Anthropology Program in West Mexican
Archaeology-Etnohistory 1956-1970. En
The Archaeology of West Mexico, Bell
Betty, ed. Pp. 6-18. Ajijic: Sociedad de
Estudios Avanzados del Occidente de
México, A.C.
OJEDA, SAMUEL, BENZ BRUCE Y
LÓPEZ LORENZA. 2008. La Tradición
Teuchitlán, el maguey y el tequila. Un
debate acerca de su confluencia espacial,
histórica y cultural. ¿Integración o
destrucción?. En Tradición Teuchitlán,
Weigand, Phil, Beekman Christopher y
Esparza Rodrigo, eds. Pp. 275-302.
Guadalajara: El Colegio de Michoacán,
Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco.
O´KEEFE, PATRICK. 1997. Trade in
Antiquities: Reducing Destruction and
Theft. Londres y Paris: Archetype,
UNESCO.
PALOMAR, CRISTINA. 2001, La función
del relato en la producción social de
sentido. En Espiral, Guadalajara:
Universidad de Guadalajara. Pp. 37-58,
volumen VII, no. 21, mayo-agosto.
ROSELLÓ, DAVID. 2004. Diseño y
evaluación de proyectos culturales,
Barcelona: Ariel.
STADISH, KEDIA Y VAN WILLIGEN
JOHN, eds. 2005. Applied Anthropology:
Context for Domains of Applications. En
Applied Anthropology. Domains of
Application, E.U.: Praeger Publishers. Pp.
1- 32.
SCHAKEL, PAUL. 2004. Introduction:
Working with Communities. Heritage
Development and Applied Anthropology.
En Places in Mind. Public Archaeology as
18
Entre agaves y moneros: El patrimonio arqueológico del paisaje agavero
Applied Anthropology. Londres: Routledge.
Pp. 1-18.
SCHAKEL, PAUL y CHAMBERS ERVE,
eds. 2004. Places in Mind. Public
Archaeology as Applied Anthropology.
Londres: Routledge.
VAN WILLIGEN, JOHN. 2002. Applied
Anthropology. An Introduction. E.U.:
Greenwood Publishing Group.
WALKER, KATHERINE y BRODIE NEIL.
2001. From museum to mantelpiece: the
antiquities trade in the United Kingdom.
En Destruction and Conservation of
Cultural Property. Layton Robert, Thomas
Julian y Stone Peter eds. Pp. 102-116,
Londres: Routledge, esta edición fue
publicada en la librería electronic Taylor &
Francis, 2004.
WEIGAND, PHIL. 2008. La Tradición
Teuchitlán del Occidente de México. En
Tradición Teuchitlán, Weigand, Phil,
Beekman Christopher y Esparza Rodrigo,
eds. Pp. 29-62. Guadalajara: El Colegio de
Michoacán, Secretaría de Cultura del
Estado de Jalisco.
YOUNG, PETER. 2003. The Archaeologist
as Storyteller: How to get the Public to care
about what you do. En SAA Archaeological
Record 3(1):7-10. E.U.: Society for
American Archaeology.
ZEPEDA GABRIELA., 1996, Sueños para
preservar el pasado y la memoria: Crónicas
del saqueo y testimonios de hallazgos
Arqueológicos. En Arqueología, Realidades,
Imaginaciones. México: INAH. Pp. 257-269.
Colección Debate Académico, Delegación DII-IA-1/INAH.
ZEPEDA GABRIELA., 2000, Guardianes y
moneros. Patrimonio arqueológico y
supervivencia campesina en el sur de
Nayarit. Tesis de Maestría en Antropología
Social, CIESAS-Occidente.
19

Documentos relacionados