Untitled - SIGNIS Cuba

Transcripción

Untitled - SIGNIS Cuba
Ecos, Año 3, Número 1, enero-marzo, 2001
EDITORIAL
Un año fecundo
21 FESTIV
AL
FESTIVAL
Latinoamérica, año cero
3
Armando Núñez Chiong
Las muestras: Humanidad y diversidad
11
Arístides O’Farril
Acta del jurado OCIC
19
MAESTROS DE L
A L
UZ
LA
LU
Con luz propia. Historia de un buen
traductor
37
María Caridad Cumaná
SEMBLANZA
John Woo, coreógrafo de la violencia
40
Arístides O´Farrill
FICHERO
43
DEL ASESOR
Jesús nos da una lección de moral
20
P. Fernando de La Vega
EL LARGO ADIÓS
22
PRESENCIA
Colibrí 2000
El último Caracol del siglo
Plaza
24
25
25
CRÍTICA
Un trozo de vida
Rosetta y el ángel
PANOR
AMA
ANORAMA
26
Arístides O´Farrill
28
Alberto Ramos Ruiz
30
ROSTROS DEL P
A S ADO
PA
Vivien Leigh
34
Jorge Villa
GALAS
36
Publicación de la Oficina Nacional de la Organización Católica Internacional del Cine y el
Audiovisual-Cuba
DIRECTOR
Gustavo Andújar
EDITOR
Armando Núñez
Chiong
CONSEJO DE
REDACCIÓN
P. Fernando de La
Vega, Walfredo
Piñera, Arístides
O´Farrill
DISEÑO
Y COMPOSICIÓN
Milagros Hondares
CORRECCIÓN
Evelio F. Reyes
IMPRESIÓN
Osvaldo Fuster y
José R. Areán
Las opiniones expresadas en cada trabajo son de los autores
y no necesariamente las de OCIC-Cuba
Arzobispado de La Habana, Habana 152 esq. a Chacón, Habana Vieja,
Ciudad de La Habana, C.P. 10100 Telf.: (53-7) 62 4000/-4008/-4009. Fax: (53-7) 33 8109
1
E ED I T O R I A L
E
NUEVO AÑO, SIGLO, MILENIO
E
2
cos comienza con este número un nuevo año, nuevo siglo, nuevo
milenio. Quiere, ante todo, librar esta constatación de todo matiz presuntuoso. Si a veces pecamos de optimistas cuando hacemos planes para unos pocos años, e incluso para uno solo, ¡qué
podrá decirse de hacer propósitos para un siglo, o un milenio!
No, no se trata de programar un futuro cuya construcción
exija, ya sea de nosotros, ya de nuestra publicación, una longevidad harto improbable. De lo que se trata es de aprovechar la
oportunidad que nos brinda el calendario para reverdecer esa
perenne aspiración a hacer de la etapa que comienza algo más
que la simple repetición «de pasado en copa nueva».
Hace un año, cuando comenzaba el 2000, hacíamos referencia al signo de cambio que representaba la total renovación de
cifras en la fecha: «¿No encuentran nuestros lectores —preguntábamos— que esa serie de ceros que ha irrumpido en la fecha,
y que nos mira desde el encabezamiento de cada documento,
tiene un encanto, un aire de invitación a comenzar de nuevo, y
esta vez mejor, difícil de resistir?» («Aires nuevos», Ecos 1/2000).
Ahora el cambio anunciado se consuma: entramos verdaderamente en el nuevo siglo y milenio. Aprovechemos la ocasión no
sólo para reflexionar, sino sobre todo para tomar decisiones y
obrar en consecuencia; si hacemos propósitos de año nuevo,
¡tanto mejor hacerlos en ocasión del estreno del siglo y milenio!
No es cuestión sólo de cambiar, sino de mejorar. Se trata de
tender la mirada más allá del mezquino horizonte de lo rutinario, y luchar con brío renovado por acercarse al propio ideal,
por no quedarse estancado en lo caduco, por evitar la añoranza
paralizante que, como la mirada atrás de la mujer de Lot, nos
transforma en estatuas de sal.
A ese cambio, a ese «no quedarnos atrás», hemos sido paternalmente urgidos:
No se acuerden más de otros tiempos,
ni sueñen ya con las cosas del pasado,
pues yo voy a realizar algo nuevo,
que ya aparece, ¿no lo notan?
Is 43, 18-19
Armando Núñez Chiong
A
caso pocos ejercicios haya tan estimulantes (y no sólo por el lezamiano
eco de lo difícil) como asistir al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano del año 2000 con la
conciencia de que se trata de una edición que debe advertirse con particularidades eventualmente interesantes,
porque con ella se clausuran, al menos en lo cronológico, un milenio, un
siglo y —ante todo, porque de cine
se trata— una década que significó,
en el continente y para no pocos artistas, el replanteo y la inauguración
de asuntos, temas y conflictos desde perspectivas ideológicas y
existenciales más plurales y maduras, cuando no cuestionadoras —o
matizadoras— de ciertos postulados
anteriores, que por momentos (los setenta, por ejemplo) jerarquizaron en
la cinematografía latinoamericana discursos y estéticas en los que el «carácter instrumental» tornó ciertas
tendencias políticas, y las soluciones que por entonces les parecían
viables —infalibles—, en camisas de
fuerza que bastantes veces, y sin
descontar ineludibles logros, llegaron a ser contraproducentes, por
unilaterales y entorpecedoras de la
comunicación entre quienes filmaban
y el público para quien lo hacían.
Si además recordamos que en los
noventa arribaron a la apoteosis
creativa no pocos de los mejores
cineastas con que hoy contamos, y
se impuso, junto a la necesidad de
establecer nuevas estrategias de producción, el rescate de un público
muchas veces distanciado (no creo
que siempre por ineludibles razones
de mercado), quizás se fueran esbozando algunas pocas causas de los
cambios y hallazgos que marcaron el
21 FESTIV
AL
FESTIVAL
Latinoamérica,
año cero
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final de la pasada centuria, sin olvidar,
claro está, todo lo que significó el reajuste político internacional que marcó la década anterior.
No es cosa (aunque deba irse intentando) de hacer el resumen de unos
noventa a cuya liquidación en el plano artístico ni a derechas sabemos si
hemos llegado. ¿Qué significan realmente digamos, El coronel no tiene
quien le escriba y Así es la vida en la
filmografía de Arturo Ripstein? Porque,
dígase lo que se diga, y continuidades aparte, son, por muchas razones,
«otro» Ripstein. ¿No había en Martín
(H) algunas de las obsesiones de
Aristaraín pero, además, inquietudes
y reflexiones que bien podrían significar una nueva etapa en su obra? ¿Culmina Piñeryro con Plata quemada un
quehacer que viene en grande desde
Caballos salvajes? ¿Cuántas veces se
había sido tan duro con la Revolución
Mexicana como con Un embrujo, de
Carlos Cabrera, y La ley de Herodes?
¿Y esa ópera prima de Alejandro
González, Amores perros, no tiene excelencias que desde ya parecen trascender las fronteras personales de un
joven cineasta? ¿Qué títulos liquidan
etapas, y cuáles abren senderos —o
ambas cosas, que suele suceder?
Que de periodizar, en fin, sabemos
que no es momento aún (ni una agitada crónica el lugar, valga aclararlo). De
lo que se trata es de subrayar la fascinación que le confieren a este festival
las dudas, especulaciones y medias
certezas que sólo el tiempo puede esclarecer. Pero ir intentando generalizaciones —siempre parciales, siempre
susceptibles de ser destrozadas por la
praxis— es tentación y estímulo que
no se le puede escatimar a un evento
que, asimismo, permite conocer cada
año buena parte de la cinematografía
latinoamericana.
Botón de muestra
Probablemente la sutileza conceptual (y muchas tiene, además de las
formales) más inquietante de Amores
perros sea haber escogido a un expadre
de familia, exguerrillero, expresidiario,
para enlazar las tres historias que conforman el filme. Ese afán de crear paralelismos, absurdos y amargas certezas
queda resumido en el drama personal
de un hombre que, a medida que avanza
la fragmentada narración (flashbacks,
anticipaciones…) va cobrando perfiles
cada vez más precisos, hasta lograr, con
la despedida a la hija, un contorno
humano del que carecen el resto de
los personajes principales. ¿Se redime?: Ha asesinado. A sangre fría. Por
dinero. En rigor, no parece que sea
posible, al final, una vuelta de hoja.
¿Qué ha hecho Marín con su vida —o
Amores perros.
4
la vida con Marín? Él mismo lo dice:
se involucró en una opción violenta
por ideales honestos, altruistas. Pero
algo falló, y en definitiva, y a pesar de
afanes redentores, y de gestos que
(también) denotan una escala de valores ausente en los demás, ha sido
marcado por un mal, la violencia, presente en cada uno de los conflictos
presentados. Desgarrar al prójimo, física o sentimentalmente (los adulterios), traicionar(se) y a la vez llegar a
la autodestrucción, es el denominador
común de los seres que
desfilan por la cinta. Y
todo con un ritmo no
siempre igual de ágil, pero
sí muy funcional en la alternancia de clímaxes y
desarrollos narrativos, y
con una meticulosidad
dramatúrgica que logra
imponérsele a los complicados rejuegos temporales que caracterizan la
arquitectónica del filme.
Se ha hablado, con razón, de la impronta de
Pulp Fiction. Cierto.
Pero hay aquí un sello demasiado personal, que va
más allá del simple eco.
Véase, entre otras cosas, que lo que
en Tarantino es ironía, parodia, humor negro… en González es angustia (social y existencial), melodrama
y, sobre todo, desconcierto.
Es justamente la violencia (política, estructural, social, doméstica) uno
de los temas recurrentes (también) en
nuestro cine. Marcelo Pyñeiro trabajó
en Plata quemada un hecho real, recreado en la novela homónima de Ricardo Pigla que obtuvo el Premio
Planeta 1998. Un libro distinguido con
ese premio puede puede ser cualquier
cosa menos aburrido. La eficacia era
presumible; la taquilla, casi segura.
Pero Pyñeiro es un artista (aunque muchos no conciban esa palabra asociada al thriller) y logra, a partir de la
traumática relación sentimental entre
dos hombres de larga trayectoria criminal que participan en un atraco, una
obra de innegables méritos, a pesar
de alguna que otra objeción posible.
La música ironiza o acentúa tensiones. La fotografía es excelente. Y la
dirección de arte destaca, pero se subordina sabiamente a la atmósfera
opresiva, claustrofóbica, que predomina en el filme, bastante cercano en
su concepción al más puro cine negro. Porque los protagonista están
acosados por la justicia, pero ante
todo por sus propias angustias y contradicciones, desencadenadas primero por Ángel en una crisis mística que
relaciona con su orientación sexual
Hacerse el sueco.
y continúan con el despecho del
Nene, quien se aventura en una relación «hetero» que en definitiva es lo
que da al traste con la vida de los
jóvenes delincuentes. Si algo desentona es la alternancia de «narradores», desde el «en off» que realiza la
introducción con omniscencia, hasta los personajes —«las voces»—
en primera persona. No hay un empleo sostenido del recurso, que va
perdiendo importancia, sin justificación, hasta que prácticamente desaparece. Y la secuencia final remata
el suspense con una plasticidad admirable, pero tiene elementos de más:
no había que recalcar el desajuste
de los personajes con frases
redundantes y gestos de un salvajismo que llega a ser pueril. Con
los hechos y unos cuantos diálogos oportunos hubiera quedado
claro que esos seres desgraciados
sólo logran su plenitud y su re-
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conciliación (entre ellos y consigo
mismos) en plena crisis final, rodeados por la policía y abocados a una
batalla frontal que los conducirá a la
muerte.
También unidas llegan otredad y
marginalidad en La Virgen de los
sicarios, de Barbet Schroeder, que narra el reencuentro de un escritor exitoso con su natal Colombia luego de
varios años de exilio. Las sucesivas
relaciones que establece con dos jovencitos vinculados al negocio de las
drogas lo conducen a un permanente
estado de perplejidad y desazón. Esos
(casi) niños matan con la misma facilidad con que respiran, y con la misma
moneda son pagados. Más que la
hechura, bastante simple, pero sin incorrecciones invalidantes, lo interesante aquí, además de la denuncia
explícita (se trata de un libro de memorias) del caos en que se haya sumido el país, y del pesimismo que al final
aplasta al protagonista, es la idea de
que el medio, la ausencia de civilidad
y la miseria compulsan a los muchachos a asesinar con una naturalidad
casi cándida, ajena por completo a
cualquier precepto ético o moral; no
6
hay conciencia del respeto que deben
a la vida del prójimo, y el sentimiento
de culpa les resulta ajeno. De ahí, pienso, el título de la película, que alude al
vínculo afectivo y sincero que el primer muchacho establece con la Virgen, bajo la advocación de María
Auxiliadora. Podría asumirse la incongruencia de unir amoralidad y fervor
religioso desde las complejidades de
la naturaleza humana (como se ha hecho muchísimas veces, desde hace
muchísimo tiempo —recuérdese, por
sólo mencionar un ejemplo de la narrativa hispánica, el «Rinconete y
Cortadillo» de Cervantes). Pero a mi
juicio tanto el escritor como el realizador subrayan más la brutal irresponsabilidad con que se ha ido (de)formando
a estas criaturas… que sin embargo todavía pueden amar, aunque —aparentemente— de poco les valga.
Más claramente política, y en plano
de franco rechazo a (lo que hasta hace
poco fue) la permanencia por tiempo
indefinido del Partido Revolucionario
Institucional al frente del gobierno
mexicano, La ley de Herodes, de Luis
Estrada, resultó una grata sorpresa.
Sin grandes alardes artísticos, apoya-
da en buenas actuaciones y en un
guión lúcido, el filme satiriza la situación del país bajo el mandato del presidente Alemán, y se las arregla para
hacer extensiva la denuncia a sus continuadores. Cierto que hay imágenes
demasiado «fáciles», claves casi
transparentes. Pero es que, en rigor,
eso es lo que se pretendía: denunciar
sin obstáculos que pudieran entorpecer la lectura y lastrar la idea principal.
Es caústica La ley…, que logra plasmar cómo, merced al inmovilismo,
la corrupción y la impunidad
institucionalizados, pueden salirle uñitas (o garras) a cualquier
mequetrefe incondicional. Alguien me
comentaba que el final es predecible
desde el principio. Bueno: felices los
superdotados. En mi opinión, es sagaz en la bifurcación que significa un
golpe de suerte (right moment, right
place) para el protagonista, y el corsi
e ricorsi que insinúa la llegada de un
nuevo alcalde al pueblo. Dos maneras
de advertir que a mal de fondo persistencia de calamidades.
«No hay venganza fecunda», se
dice en algún momento de Así es la
vida. Sin embargo, y como es de rigor
en la tragedia griega (y ss.), demasiado sabemos lo que va a pasar: una
mujer asesinará a sus hijos, y lo hará
por celos… y porque —así es
como Arturo Ripstein nos entre-
ga una versión re-considerada,
re-contextualizada en no pocas aristas— ha sido acosada de todas las
formas posibles. Abandonada por el
esposo. Humillada por la amante de
aquel. Desahuciada por el casero.
Amenazada con la pérdida de los niños… Y en medio de una miseria espantosa, recalcada en cada detalle de
la magistral puesta en escena del realizador mexicano. Decía Garciadiego
en la presentación del filme que había escrito el guión pensando en mujeres cuyas circunstancias ella
conoce similares, en una sociedad
que les puede resultar asfixiante, y
que lo había hecho «desde la rabia
de ellas y mi propia rabia». Hay todo
un entorno social y cultural que decide el destino de la protagonista. Pero
en conclusión se logra un filme que,
por bien concebido y planteado (insuperables los monólogos), va mucho más allá de la anécdota, como
sucede en el género teatral que le sirve de inspiración. Cuando nuestra
Medea cumple su fatum, no es ya
(sólo) una mujer cegada por el despecho. No: es un ser al que han despojado de toda su dignidad, lacerado
en sus más sagradas esencias.
Si en El viento se llevó lo que
Alejandro Agresti comenzaba a decepcionarnos hacia la mitad de un
Por la libre.
7
filme que contaba con algunos
méritos, en Una noche con
Sabrina Love desespera apenas
a los diez minutos de estar sentados en la butaca, a pesar de
las expectativas que la sinopsis
puede generar, y la presencia de Cecilia Roth, una actriz que ha demostrado, por
todos los medios posibles,
cuánto vale —y que, por cierto, debería ser más cuidadosa al aceptar proposiciones.
Pero ni ella levanta el filme,
que no obstante presenta conflictos que bien tratados hubieran conformado una historia cuando
menos entretenida, y eventualmente
interesante: la aventura iniciática del
adolescente provinciano que descubre la gran ciudad, sus relaciones con
el hermano homosexual, el romance
con la consagrada «actriz», o con la
jovencita «inexperta»…Pero todo
queda como deshilvanado, el desarrollo es errático, y a fin de cuentas los
sucesos quedan mal expuestos en un
guión desbalanceado e insulso, donde más de un personaje resulta inútil,
por mal aprovechado. Y luego, esa
idealización torpe y a vez «vergonzante» de la pornografía… Incoherente. Todo.
Mucho mejor resulta Por la libre,
de Juan Carlos de Llaca, que con un
La Virgen de los sicarios.
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Así es la vida.
plan modesto de producción y realización sabe divertirnos sin grandes complicaciones, con trabajos atinados en
la actuación y un relato bastante original, a pesar de recorrer el muy transitado camino de las «películas de
compañeros». Hay momentos hilarantes,
acentuados por la lozanía y la inocencia de los enredos en que se
involucran los jóvenes protagónicos.
Incluso situaciones que deben ser
consideradas como de humor negro
logran pasar sin que haya la mínima
sensación desagradable que esa forma de hacer reír muchas veces implica. Verdad que el happy end de unidad
familiar queda un tanto empañado por
la exclusión de los padres, pero así es
la vida… nada sublimada en esta cinta
a la que sólo podría reprochársele, en-
tre tanta idea hermosa, que en
su vehemencia contestataria
eche manos a una liberalidad
que pierde las riendas (sólo)
en el caso de un incesto al que
muy poca importancia se le da,
y que para nada hacía falta.
También hubo dos comedias cubanas. Mucho se ha dicho ya de Lista de espera,
estrenada en la Isla antes del
Festival. Y, por sobre las inevitables diferencias de apreciación hay cierto consenso: con
más o menos matices, se trata
de una cinta que pasa sin penas ni glorias, y nada nuevo
o interesante aporta a nuestra filmografía (lo cual, por otra parte,
tampoco parece ser su propósito). Es
que a estas alturas, la manera en que
se nos presenta esa suerte de loa al
colectivismo y la unidad, contrapuesta a estereotipos maniqueos —y manoseados—, resulta cuando menos
desfasada, poco convincente. Si
descontamos los detalles que ubican inequívocamente la trama en el
«período especial», da la impresión de
que es un filme del primer lustro de los
ochenta. Y no es el optimismo lo que
choca, sino las razones que da para
asumirlo. En este sentido, sólo el final
podría salvarla, si nos proponemos
entender que, de cuanto se nos ha
contado, lo único que vale la pena recomenzar es el idilio de los protagonistas. Pero no queda uno muy
convencido, por lo antes expuesto,
de que sea ese el verdadero propósito de los realizadores.
Con Hacerse el sueco, Daniel Díaz
Torres repite con buena parte, incluido al guionista Eduardo del Llano, del
equipo de Keines Tropicana, título
con el que estable vínculos muy estrechos, pronunciados desde el mismo comienzo de la cinta (el cartel de
Tropicanita). Esta vez, sin embargo, la
crítica a las penurias, estilos e incertidumbres de zonas marginales (y no
marginales) de la actual sociedad cubana lo lleva a utilizar un humor más
directo, pero menos visceral que en
su anterior título. Menos sutileza, pero
más complicidad con el expectador
La ley de Herodes.
medio —y por lo mismo, más carcajadas. Eso está bien, y hace falta: soy
de los que disfruta la comedia, cualquiera que sea el rango que esta asuma. Y no me espanta el costumbrismo
(que además Del Llano sabe distinguir
muy bien de la ramplonería y el
facilismo).
Pero ya empieza a sentirse un poco
de escozor ante tanta insistencia en
aspectos que van deviniendo lugares comunes, aunque en algún momento (como el que me ocupa) valgan
los aportes y la acidez de la mirada.
Tanto regodeo —insisto en que no
me estoy limitando ahora al filme de
Díaz Torres— en las calamidades (sobre todo en las humanas, que son las
peores) de los noventa, a partir de
estereotipos y esquemas ¿Obedece
sólo a imperativos de producción? ¿O
se trata de una postura cómoda, porque ya prácticamente, siempre que se
respeten ciertos límites, «no hay problemas» para lograr con ciertas fórmulas el aplauso complacido y la
anuencia oficial? En general, pienso
que van faltando osadía y honradez
para abordar una realidad que a gritos pide un tratamiento maduro y objetivo, y que no tiene por qué quedar
aprisionada entre esa especie de polaridad que significa el hermetismo de
filmes como Pon tu pensamiento en
mí y La vida es silbar, y la vacuidad
de tanto ejercicio lúdrico inútil, por
repetido. Está muy bien que nos riamos, y mucho. Pero además: ¿qué hacemos?
9
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Las muestras:
muestras:
Las
Humanidad y diversidad
L
as muestras paralelas en este
22. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano resultaron harto estimulantes, pues más
allá de ejercicios formales vacuos
—que también, por supuesto, los
hubo—, lo que prevaleció fue una
preocupación por los problemas
que aquejan al hombre de hoy. Así
pudimos apreciar a creadores de
diversos estilos y tendencias preocupados por el destino del hombre.
Problemas humanos
De EE.UU. vimos el documental Legado (Legacy, 1999), de Tod
S. Lending, material de fuerte carga de humanismo cristiano, en el
cual unas mujeres negras y católicas de la periferia neoyorquina,
todas abandonadas por sus esposos y con una vida precaria, despiertan de su letargo tras la muerte
a tiros del más joven de la familia,
Arístides O`Farrill
y comienzan a luchar por la vida,
trabajando y superándose, para
finalmente recuperar su dignidad
en honor al joven muerto. Las penurias de las mujeres al principio,
y ciertas reiteraciones narrativas,
provocaron la salida en masa de
la mayoría de los espectadores.
«Esto es para suicidarse», exclamó uno al salir. ¡Qué pena! Se perdieron este alegato pletórico de
esperanza y optimismo, algo que
tanta falta nos hace.
Parece que de tanto escaldar,
buscando el lado oscuro del ser
h u m a n o , e l r e a l i z a d o r Ve n t u r a
Pons ha descubierto el lado bueno con Morir (o no) (España,
2000), cinta que recibió un premio
OCIC en el último Festival de
Troia. Estructurada en viñetas
(fue este un recurso, por cierto,
muy frecuente en los filmes vistos), es una reflexión sobre uno
de los grandes tabúes de la sociedad actual: la muerte. Comien-
11
za con el habitual tono lúgubre de
Pons, para luego dar una visión
positiva llena de valores; incluso
al final la esposa del protagonista,
que viene a ser una especie de alter
ego de Pons, le insta a hacer películas sobre la lucha de la gente a favor de la vida. Lástima que el tono
serio-cómico, y el lastre teatral que
no logra quitarse de encima la película, afecten bastante su conjunto.
El veteranísimo director canadiense Norman Jewison presentó El
huracán (The Hurricane, 1999),
coproducción con EE.UU. sobre
las vicisitudes del famoso boxeador
Joel Rubin Carter, conocido como
Huracán, quien fuera encarcelado
injustamente por 30 años. La cinta es un poco extensa, tópica,
arrítmica, y su estructura dramática recuerda a algunos dramas raciales de los cincuenta; sin embargo,
descuella por el interés que despierta la historia en sí misma, y el bien
escogido reparto, en el que sobres a l e D e n z e l Wa s h i n g t o n e n e l
protagónico. Al racismo se contrapone la solidaridad fraterna entre las razas: «El odio me metió en
la cárcel, el amor me salvará», dice
Washington en uno de los momentos más conmovedores, que contrasta con la excesiva maldad del
policía, quien se ensaña con Carter
de manera malsana.
También del mundo del boxeo es
Girlfight, de la norteamericana
Karyn Kusama, premio en el pasado
Festival del Sundace. Se nos presenta una de las nuevas realidades
finiseculares: el boxeo femenino, que
da paso a la clásica y manida historia «chico encuentra chica, y al final
tienen que enfrentarse». Pese a esto,
la película tiene indudables aciertos:
la actuación de la joven Michelle
Rodríguez, la edición y una música
contagiosa. El duro drama familiar
que se plantea queda «colgado», sin
solución, aunque a veces así pasa
en la vida. También se echa de menos una mirada ética hacia la practica del rudo deporte por mujeres
—no puede haberla, la directora es
una exboxeadora— que no basta
12
con la frase que pronuncia el entrenador: «Esto de la igualdad de los
sexos ha ido demasiado lejos.» No
obstante deja un saldo positivo.
Patrocinada por la UNICEF, y ganadora del premio OCIC en el último
Festival de San Sebastián, vimos El
bola (España, 2000), de Achero Mañas, que aborda la problemática del
maltrato infantil, que por razones obvias pocas veces tiene un amparo legal, por tanto lo que presenta la película
es lamentablemente una excepción. De
ahí su importancia al abordar este penoso asunto. Pese a todas las presiones, y pasando por encima de
formalismos jurídicos, una familia solidaria logra salvar a un pequeño de los
horribles maltratos de su padre. El filme, aunque necesariamente didáctico,
esta hecho con gran sentido artístico,
desde una arista sumamente humanista. Destaca la actuación del pequeño
Juan José Ballesta.
El amanecer de un siglo (Sunshine)
es una coproducción entre Alemania,
Hungría, Australia y Canadá, y significa el retorno al cine del realizador de
Mefisto, el húngaro István Szabo.
Como era de esperar, se trata de un
ambicioso fresco sobre la historia de
Hungría en este siglo, centuria que
Plenilunio.
como reza el prólogo, «parecía que iba
a ser de tolerancia y de paz», y resultó
lo contrario. Tres generaciones de una
familia judía deben sufrir sucesivamente lo peor de la monarquía, el nazismo y el comunismo, entre vaivenes
políticos y los avatares amorosos de
los hombres de la familia (excelente
Ralph Fiennes en los tres roles). La
cinta es convencional y pedagógica, pero son espléndidos el trabajo
visual y la reconstrucción de las
épocas, además de que Szabó es un
El Bola.
realizador muy conocedor de la historia de su país y sabe plasmarla con
riquezas dramatúrgicas; algunas no
le funcionan, pero las hay sutiles,
como ese final en que la basura se
lleva las fotos del emperador Francisco José, Hitler y Stalin, y se oye la
voz en off, de la anciana que se dirige al último sobreviviente de la familia —quien al no tener que hacer
mas concesiones al poder, como sus
antepasados, se siente el más libre
de todos—. Con esa sapiencia de
nuestros padres en la fe, ella le dice
«Hijo, confía solo en Dios, estos
cada uno han pretendido acabar con
la corrupción y la pobreza, y durar mil
años, y no lo han logrado.» Tal vez en
esta reflexión esté la clave de la cinta:
el hombre después de haber sacrificado su libertad en aras de intereses
ideológicos, se encamina hacia el
siglo XXI, liberado de tantos tiranos que
se han erigido como padres y salvaguardias de la patria pisoteando los
derechos de los seres humanos. Es
este el aspecto más positivo del nuevo siglo y lo mejor de la película.
Con solo mirarte (Things You Can
Tell Just By Looking at Her, EE.UU.,
1999), es la opera prima de Rodrigo
García, hijo de Gabriel García Márquez,
y cuenta, mediante 5 historias (con
inusitada hondura tratándose de un
hombre), las ansias, frustraciones y
alegrías de varias mujeres. La cinta es
irregular, como casi siempre pasa cuando se unen varios relatos, y en ocasiones parece perder el rumbo.
Pero logra al final una hábil
coherencia, y una elegancia
visual, que no es poco para
un debutante, amén del buen
desempeño de un grupo de
probadas actrices: Glenn
Close, Holly Hunter, Cameron
Díaz y Calista Flockhart. También posee acertados toques
de realismo mágico (de tal
palo, tal astilla). Es sintomático que las únicas historias
sentimentales que no llegan
a buen término son las que
están signadas por el egoísmo. En una es el reprobable
aborto, en la otra es el narcisismo y la promiscuidad de la bella ciega incapaz de regarle felicidad a los
hombres que la cortejan, o impidiendo
el alcance de la misma a su hermana.
De Woody Allen vimos su
antepenúltima cinta, Celebrity (1998),
chispeante comedia donde otra vez homenajea (o copia) a Fellini, en particular
a La dulce vida. El uso del blanco y
negro, estrellas neuróticas y frívolas,
mujeres galácticas, inalcanzables para
el común de los mortales, todo el glamour y las miserias de la farándula...,
que pese a ser un poco más de lo mismo en la obra de este realizador y salvando las distancias (y el humanismo)
de la obra del maestro italiano, tiene
gancho. Aquí pone en solfa a la sociedad actual, en la que todo se banaliza,
desde el sexo hasta la religión. El humor de Allen se ha vuelto más agresivo y hasta ofensivo que antaño, por
tanto menos sutil y más obvio. También Allen parece no poder pasarse de
los 90 minutos, pues cuando lo hace,
como es el caso, pierde la dirección
hasta casi estrellarse. No obstante logra mantener el vuelo. Es de exaltar la
valentía del genial neoyorquino para
ponerse él mismo en la picota pública
con todos sus defectos e insegurida-
13
des, esta vez encarnado en la piel de
Kenneth Branagh, quien funciona a la
perfección como su alter ego, y se distancia sorprendentemente de todo lo
shakesperiano que había hecho hasta
el momento.
Al fin pudimos apreciar La Palma
de Oro y el Premio del Jurado Ecuménico de Cannes 1998, La eternidad y
un día (Mia Eoniotita Ke Mia Mera),
del griego Theo Angelopoulos. Aquí
el ultimo día de la vida de un poeta
griego sirve como marco para una metáfora introspectiva sobre Dios, la
vida y la muerte, la poesía y el conflicto étnico que todavía desangra a
los Balcanes, marcando especialmente a los más inocentes: los niños. Hecho con hondura lírica, no supera a
otras obras suyas como Paisaje en la
niebla, ni siquiera a La mirada de
Ulises. Logra planos secuencias memorables y trascendentales junto a
otros francamente crípticos. Por otra
parte, la peculiar poética bucólica de
Angelopoulos requiere previo aviso
para prepararse. Si no, ocurre lo que
ocurrió: salida en masa.
Los niños del paraíso (Bachehaye
Aseman, Irán, 1998), de Majid Majidi,
que también fue Premio Ecuménico en
Montreal, es una parábola neorrealista
sobre la inocencia y la situación de las
capas más pobres del Irán actual. Hecho con inusual dinamismo (algo poco
usual en el cine de ese país), frescura y
una sabia mezcla de ironía con humor
candoroso, la cinta nos devuelve el calor humano de las gentes sencillas de
este pueblo, bastante maltratado por el
cine occidental.
Tres estaciones (Three Seasons,
EE.UU., 1999), del vietnamita Tony Bui,
es una obra llena de lirismo y poesía,
ambientada en el Vietnam actual, país
que se está occidentalizando paulatinamente. La cinta se acerca a quienes
la apertura económica ha relegado, mediante 4 historias independientes: un
bicitaxista enamorado de una prostituta, una campesina que entabla una
peculiar relación de amistad y de arte
con un poeta al que accidentalmente
se le han quemado las manos, un
exmarine norteamericano en busca de
su hija también prostituida, y dos ni-
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ños que malviven vendiendo baratijas
a los turistas. Pero todos, pese a sus
miserias materiales y espirituales, consiguen abrirse al amor y a la bondad,
Pese a algunos esteticismos trasnochados y a su lentitud, es un filme que
reconforta el espíritu.
Venus Beauté (Institut, 1999), de la
francesa Toni Marshall, es una película fina y delicada, que denota una mano
femenina detrás. Además nos topa de
nuevo con viejas estrellas del cine
galo, como Natalie Baye, Bulle Ogier
Emmanuelle Riva y Robert Hossein. En
un salón de belleza se narran las aventuras y decepciones amorosas que surgen a partir de la madurez y el impacto
seductor que esta ejerce en los jóvenes. Pese a sus valores formales, es
reiterativa y a ratos uno se pregunta
dónde esta el guión.
Érase otra vez (2000) de Juan Pinzas, es el primer filme español en acogerse a los postulados del Dogma 95;
aquí, a partir del reencuentro de un
grupo de amigos triunfadores, todos
graduados de la facultad de periodismo, retrata a la llamada generación X,
con su filosofía de vivir a tope: sexo
desmedido, drogas, alcohol... El lenguaje, soez y descarnado, espantó a
algunos, sobre todo a los que peinan
Celebrity.
canas. Sin embargo, a medida que
avanza se va descubriendo en estos
jóvenes aparentemente amorales, una
necesidad de ser auténticos, de darle
un sentido a sus vidas. Es ese llamado que les viene de dentro a formar
una familia, a ser fraternos... Este cine
«dogmático», que ya de por sí es un
tanto difícil de digerir, en esta oca-
sión es demasiado rígido en su puesta, con actuaciones desiguales y
una historia que gira demasiado sobre sí misma. No tiene la calidad de
sus padres daneses.
Krámpack (España, 2000), del
desconocido Cesc Gay, se introduce en el delicado asunto del despertar en la adolescencia, tanto «hetero»
como homosexual, y lo hace con realismo, limpieza y finura. Nada, que
cuando los españoles quieren ser sensibles, lo logran. Es muy acertada la
reconstrucción síquica de los jóvenes
en sus vaivenes ante esta difícil etapa
de la vida. Atención al joven Francisco Ramallo, una de las promesas del
cine ibérico.
Juntos (Tillsammans), coproducción
entre Suecia y Dinamarca del pasado
El amanecer de un siglo.
año, es una comedia dramática bastante «nórdica». Enfrenta a los libertinos
«hippies 70», con una familia tradicional. Pese a los múltiples bandazos, la
cinta logra aterrizar bien. Es genuino su
llamado a salir de los caparazones que
nos construimos frente al otro, pues critica por igual las cerrazones de estos y
aquellos, y pese a sus excesos
amorales es cálida, fresca y franca.
El mal, sí, el mal con l
Algunos filmes vistos enrumbaron
su mirada de manera mas o menos directa hacia el problema del mal. El via-
je de Felicia (Felicia´s Journey,
1999), es lo más reciente del canadiense Atom Egoyan, quien, sin abandonar sus obsesiones temáticas, logra
su cinta más comunicativa, con toques
de suspenso a lo Hithcoch. En ella
una joven irlandesa va en busca de
su novio, quien la ha embarazado y
se ha trasladado a Gran Bretaña, pero
en este viaje conoce a un demoníaco personaje (excelente Bob
Hopkins), en el fondo un desgraciado, al que su autoritaria madre —una
famosa cocinera— lo convirtió en un
sicópata asesino. Este hombre hará el
camino de la joven un infierno, en el
cual pierde la inocencia y es hasta obligada a un aborto, pero a pesar de salir
muy herida queda con un futuro
esperanzador por delante, mientras su
victimario encontrará por primera vez
la ternura, lo que lo deja desconcertado y puede llevarlo a la redención, que
el filme deja entrever en un final abierto.
Mucha peor suerte corren las adolescentes de Las vírgenes suicidas
(The Virgin Suicides), opera prima de
Sofia Coppola, hija de Francis. Aquí
también una autoritaria y soberbia madre, cerrada en su malentendida fe cristiana, al cortar el cauce normal que
debe tener el desarrollo de la adolescencia (descubrimiento de la sexualidad, amigos...), provoca el suicidio de
5 hermosas jóvenes a las que todos
los muchachos del pueblo desean, ante
la impavidez del padre de las mismas.
La terrible y dolorosa historia que se
nos cuenta, no resulta tan tétrica por
la exquisitez plástica que le impregna
la joven debutante a su puesta en escena, y los imaginativos detalles
narrativos que incorpora, entre los que
resalta el plano secuencia en que los
jóvenes del pueblo tratan de rescatar
a las jóvenes mediante melodías como
Run to Me, de Bee Gees y Only You,
de The Platters. Esta película dice mucho del talento de la Coppola, quien
está preparada para apuestas mayores.
Es Plenilunio (2000), del vasco
Imanol Uribe, un thiller convencional,
pero muy bien realizado, en el que el
mal se presenta por enésima vez, a tra-
15
Bailar en la oscuridad.
vés de un asesino en serie, esta vez
de adolescentes (muy bien Juan Diego
Botto, su mirada refleja la maldad como
nadie), que comete los crímenes casi
sin motivo, lo que lo torna más inquietante, pero aquí es sólo una excusa
para contar una imposible historia de
amor entre un policía vasco —a quien
la violencia de los terroristas en su región le han destrozado su vida— y
una madura mujer, a la que un desengaño matrimonial también le destrozó
su vida. La cinta plantea ese llegar tarde a la vida de una persona amada
cuando ya se tiene a alguien, lo que
introduce el viejo dilema entre responsabilidad y sentimiento. Pero la historia sentimental y la criminal no logran
empastar bien, y lo que hace es entorpecer la historia. Deja un buen
consejo para los que interpretan La
Biblia libremente: también puede
servir el libro santo cuando se
malinterpreta: ¿acaso no fue tentado el Señor con él?
En el homenaje a Robert Bresson
pude ver dos filmes correspondientes a su última etapa, la más pesimista. Con Al azar Baltasar (Au
Hazard Balthasar), desconcertante propuesta, en la que el mal es visto por los ojos de un burro que pasa
por diferentas amos, cual de ellos
más inicuo, y como estos en una
malvada conjura, fortuita, destruyen la pureza encarnada en la piel
de una candorosa joven a quien
le arruinan la existencia. El estilo
exprofesamente minimalista que
Bresson impregna a esta cinta, irritó a algunos maleducados asistentes a La Rampa, que en lugar de
hacer lo que se hace en estos ca-
16
sos (levantarse e irse), nos
hicieron insufrible la función a los que estábamos interesados.
Mucho más dura resulta El
dinero (L´Argent), 1983, basado en un relato de Tolstoy. A
partir de la falsificación de un
billete, nos habla de la responsabilidad ante el pecado, y de
cómo a veces este daña irremediablemente a los demás.
Aquí la víctima es un joven humilde casado y con una hija, al
cual el fraude toca de manera azarosa,
y lo convierte en un asesino. Bresson
lanza con estos dos filmes un grito
desgarrador y desalentador, ante una
humanidad que se ha vuelto insensible ante el pecado y le da la espalda a
Dios y al bien. No por gusto El dinero
fue su última realización, cuando aún
se encontraba en plenitud de facultades, como lo demuestra esta terrible,
pero excelente película.
Algo parecido pasa en Bailar en
la oscuridad (Dancer in the Dark),
del católico Lars Von Triers. Una joven inmigrante checa en EE.UU., débil visual, con un alma pura, lucha
por salvar a su hijo, quien ha heredado la misma enfermedad. La maldad la lleva involuntariamente al
asesinato, para luego ser ejecutada sin
justicia, en una suerte de sacrificio materno supremo. La cinta cuestiona con
dureza los excesos legales estadounidenses, que en ocasiones lleva a inocentes a la ejecución. Von Triers, al
igual que con Rompiendo las olas,
logró el filme de mayor controversia
del Festival: para algunos una obra
maestra, para otros un «un bluff». Bailando... es un hábil reciclaje de los
melodramas de los años cuarenta
—literalmente música y lágrimas—.
Tiene aspectos novedosos, pero es
en exceso lacrimógena, y no logran engarzar bien los numerosos momentos
musicales que se insertan en la trama,
para resaltar el estado de irrealidad
idílica en que vive la protagonista, en
contraste con la dura realidad que tiene bajo sus pies, a menos que… se
trate de una farsa, de una burla al cine
que Hollywood hizo y hace para dul-
cificar la realidad, y que tuvo su mayor apoteosis en el musical. Es la única manera de tomarse en serio este
filme. Entonces todo cambiaría, y se
haría actual la historia, pero también
más cínica y menos humanista de lo
que a simple vista parece.
Mientras, en Rosetta (Bélgica
1999), de los hermanos Luc y Jean
Pierre Dardene, se nos ofrece la otra
cara de la opulenta Europa occidental, la del desempleo, mediante una
semi-adolescente que lucha por un
empleo con el cual sostenerse ella y
su alcohólica madre, pero va recibiendo sucesivos golpes, que la convierten en un ser hosco y violento, y llega
incluso a traicionar a la única persona
que le ofrece cariño. Por suerte al final el poder redentor del amor y el
perdón consiguen al parecer salvarla, razón por la que recibió un premio especial de la OCIC, en el
Festival de Cannes de ese año. Su
estilo hiperrealista, cámara en mano
y sin casi ningún maquillaje,
«ficcional», resulta un tanto áspero e incomunicativo, pero logra eficacia.
Otras opciones
Humo sagrado (Holy Smoke, Gran
Bretaña, 2000), es un peligroso retroceso en la carrera de la consagrada
Jane Campion, pues esta parodia de
la guerra de los sexos, y del enfrentamiento new age-religión tradicional,
no logra convencer del todo. Destacan su admirable fotografía, y la do-
Morir (o no).
blemente agradable presencia de Kate
Winlest.
También la parodia se impone
en Ghost Dog: El camino del
s a m u r a i (Ghost Dog: The Way of
Samuray), en la que se intertextualiza
satíricamente El samurai, el clásico
de Melville. Empieza seria, para
luego caer en la burla postmoderna,
citas del código samurai que se repiten hasta saciarnos, a punto de
no leerlos más, mafiosos italianos
amantes del rap y de los violentos
animados de la Warner... La banda
sonora es muy atractiva, lo mismo
el trabajo visual y la excelencia de
Forrest Whitaker, pero esta moda
post-Tarantino comienza a convertirse en un cliché, amén de que la
cinta está muy lejos en calidad de
las del director de Pulp Fiction.
En In the Mood for Love (ChinaJapón, 2000), Won-Kar Wai se aleja
del frenético ritmo de Chucking
Express, para contar una doble historia de adulterio; una consumada, la
otra imposible. Con ecos de Lo que
no fue, de David Lean, la cinta tiene
lirismo y sutilezas, pero es demasiado reposada, al punto de tornarse soporífera, y de que sólo recuerda uno,
cuando sale del cine, las versiones
de la música latina que hizo Nat King
Cole. Dos críticos cuyo criterio respeto mucho, Alberto Ramos y Juan
Antonio García, coincidieron por separado en que «no les había dicho
nada». A ellos me uno ¿será que somos demasiado occidentales?
De España se pudieron apreciar 6
títulos recientes.
Asfalto, de Daniel Casporo, es un
desigual y amoral film noir, que resulta una violenta, brutal loa machista a la amistad viril, en la que se
incluye a una mujer (tan dura como
su compatriotas). Logra lo que se
propone, entretener, y tiene como
aliciente el buen hacer (otra vez) de
Juan Diego Botto, y la enigmática
Nawva Ninry. Pero es rancia e hiriente, y tiene demasiado cerca el
fantasma de muchos filmes como
este que a fines de los setenta, y
en los ochenta, interpretó y produjo Alain Delon.
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Año Mariano es el desafortunado debut de los actores Karra
Elejalde y Fernando Guillén Cuervo
en la dirección. Se trata de una comedia bastante tonta, que agravia
la fe católica, sobre un embaucador
que por error cree ver a la Virgen
María, lo que da lugar a que todo
un pueblo rural lo vea como un iluminado... ya saben el resto. Este
asunto ha sido mejor tratado por cinematografías de nuestro continente. Sin ir más lejos, recuérdese Los
días del agua.
Aunque tú no lo sepas, de Juan Vicente Córdoba, es una desfasada
historia sentimental que intenta recorrer paralelamente sin suerte por 20
años de la más reciente historia española. Es refinada, pero acumula demasiadas torpezas dramatúrgicas, como
esos inútiles flashback que no conducen a nada, sólo a alargarla por gusto. Le falta también aliento poético.
Nadie conoce a nadie, debut de
Mateo Gil, es un thriller bien articulado, al que se le ve la mano de Alejandro Amenábar, aunque solo aparece
en los créditos como musicalizador. Un
grupo de jóvenes sin rumbo, aficionados a los ordenadores, planea una
serie de atentados durante la Semana
Santa de Sevilla. La cinta es irregular
y no cumple las expectativas que crea
al principio, pero obtiene un ritmo sostenido con adecuadas dosis de suspenso.
El competente José Luis Borau
vino con Leo, una sórdida tragedia de
amor noir, con femme fatale incluida,
en la que un sencillo guardia de seguridad cae en las redes de una extraña
mujer de pasado turbulento, quien finalmente lo lleva al crimen. Pese a lo
gastado del asunto, el viejo mañoso
de Borau se las arregla para darle una
vuelta de tuerca original.
Calle 54, de Fernando Trueba, más
que un documental es una promoción
al jazz latino, mediante una serie de
conciertos grabados a varios de los
mejores exponentes de esta modalidad
musical. Se extrañan aspectos de la
trayectoria musical o personal de los
músicos, pero es loable oír y ver tanto
talento junto: los cubanos Chucho
18
Las vírgenes suicidas.
Valdez y Paquito D´Rivera, el argentino Gato Barberi o el recién fallecido puertorriqueño Tito Puente,
junto a otras figuras menos conocidas, pero igual de virtuosas, como
la brasileña Eliane Elias o viejas glorias como Bebo Valdez, padre de
Chucho, o su compatriota Cachao.
A propósito, en la muestra de fotos Latinos en Hollywood, llama la
atención la falta de actores cubanos
que han hecho carrera en la llamada
«meca del cine», como Andy García,
Elizabeth Peña, María Conchita
Alonso o Steven Bauer. Solamente
aparecen Cameron Díaz, quien esta
bastante lejos de nuestras raíces, y
Desi Arnaz, a quien las nuevas generaciones apenas conocen, pues
se marchó en los cincuenta y se
«americanizó» totalmente. Digo
esto sobre todo por que se tuvo
manga ancha tratando al parecer de
no ser excluyentes, incluyeron latinos europeos como Sophia Loren o
Antonio Banderas, e incluso nacidos en Estados Unidos como
Jennifer López, quien confiesa no
hablar bien español. Resulta entonces inexplicable la exclusión de los
artistas cubanos.
La programación de las muestras
en el Festival logró acertadamente
conjugar diversidad con calidad, y
pudimos apreciar algo de lo mejor
que se hace en el mundo en cuanto
a cine se refiere.
ACT
A
CTA
El jurado de la Organización Católica Internacional del Cine y el Audiovisual
(OCIC) del 22. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, ha
acordado distinguir entre los filmes presentados en la sección del concurso, el
panorama latinoamericano y las presentaciones especiales, a las siguientes
obras:
-
El largometraje de ficción
Porlalibre
del realizador mexicano Juan Carlos de la Llaca,
con el Premio Especial del Jurado.
Por resaltar la importancia que ejerce la familia en la formación de
un sentido de responsabilidad ante la vida en los jóvenes. Más allá
de la muerte, un abuelo promueve en sus dos nietos un gesto de
reconciliación y compromiso en aras de la unidad familiar.
-
El documental
Las cenizas del volcán
dirigido por el realizador español Pedro Pérez
Rosado, con el Premio Especial del Jurado.
A seis años de la insurrección zapatista en la región mexicana de
Chiapas, este filme demuestra a través del testimonio de las
partes involucradas en aquel conflicto, cuán largo y difícil es el
camino que ha de recorrerse todavía en el reclamo de justicia
social por parte de esas mayorías empobrecidas, que luchan por
reivindicar su derecho a una vida más digna.
·
El documental
La espalda del mundo
del realizador peruano Javier Corcuera,
con el Gran Premio Especial del Jurado
Un estremecedor y esperanzado acercamiento al mundo de los
excluidos en circunstancias particularmente desgarradoras: la
niñez empujada a trabajar para ganarse el sustento diario, en la
vivencia cotidiana de los niños picapiedras del Perú; la voz de una
nación que proclama su derecho a existir, silenciada con la prisión
y el exilio, que es la tragedia del pueblo kurdo; la vida a punto de
ser segada en nombre de la más pragmática expresión contemporá
nea de una cultura de la muerte, en una prisión norteamericana
donde un recluso aguarda el momento de su ejecución.
Guido Convent (Bélgica), Cireneu Kuhn (Brasil), Roberto Tapia (Chile),
Walfredo Piñera (Cuba) y Alberto Ramos (Cuba).
Dado en la Ciudad de La Habana, a los catorce días del mes de diciembre
del 2000.
19
JESÚS NOS DA UNA
LECCIÓN DE MORAL
P. Fernando de La Vega
DEL A
SES
OR
ASES
SESOR
P
20
ara ser sinceros, Jesús comía aquella noche con
un fariseo. El texto (Lc. 7, 36 y ss), nos dice
que se presentó allí, en medio de la cena, una
mujer que «se enteró de que Jesús comía en
aquella casa» y se colocó por detrás de Él,
junto a sus pies, silenciosa, y comenzó a regarle los pies con lágrimas, a secárselos con el
pelo y a cubrírselos de besos mientras se los
ungía con perfume... hasta ahí el relato de Lucas
en relación con el hecho que vamos a analizar.
Mucho más adelante, no se acusó a Jesús de
cenar con meretrices, sino de comer con los
pecadores. Hoy, al inicio del siglo XXI, resulta
difícil imaginar en toda su magnitud la inmoralidad —religiosa y civil— que implicaba para
un judío de buenas costumbres de aquella época el hecho de sentarse a comer con los pecadores. Decir hoy que Jesús comió con los
pecadores es suavizar el hecho en cuestión.
Es preciso fijar las diversas categorías de gentes a las que Jesús, hace dos mil años, se dirigió de un modo muy especial: los leprosos, los
cojos, los ciegos, los mudos, los sordos…
Nuestra piedad cristiana ha hecho de todos
ellos símbolos respetables y meritorios de vicisitudes más o menos espirituales. En tiempos de Jesús, todas esas gentes formaban el
grupo de los excluidos de la sociedad, de los
rechazados, los marginados religiosos y civiles, ya que su enfermedad física se consideraba —¿Hoy no?: Piénsese en los enfermos de
SIDA— más o menos explícitamente unida a
un mal moral que los rodeaba de un aura de
sospecha. Las personas de buenas costumbres
se apartaban de ellos, quizás no tanto por temor al contagio, sólo válido en el caso de la
lepra, y se contentaban con darles alguna limosna.
La misma postura se adoptaba frente a aquellos cuya profesión parecía tan turbia que
frecuentemente se les designaba con el apelati-
vo de pecadores, sin ulteriores precisiones, y que como en una letanía se incluía en los
textos judíos de la época y en cierta medida, recogen los evangelios: «publicanos y
pecadores», «publicanos y prostitutas» «rapaces, injustos, adúlteras, publicanos, pecadores». Se puede decir, sin temor a exagerar, que el círculo de Jesús incluía, en primer
lugar, a los que eran víctimas del desprecio de la masa... y no hemos de olvidar, formando
parte de esta categoría, a la gente inculta e ignorante a quienes su desconocimiento
religioso y su conducta moral prohibían, según los sentimientos de la época, el acceso a la
salvación.
Al comportarse con todas esas personas de un modo humano, se le reprochó muchas
veces a Jesús el «comer con los recaudadores de impuestos y los pecadores» (Mt. 9,11),
el ser «hombre glotón y bebedor, amigo de los recaudadores de impuestos y de los
pecadores» (Mt. 11, 19), el «dar acogida en su casa a los pecadores y sentarse a comer con
ellos» (Lc. 15,2), y al responder a los fariseos: «Les aseguro que los recaudadores de
impuestos y las prostitutas los aventajan en el camino del Reino de Dios.» (Mt. 21,32)...
Jesús demuestra preocuparse poco de las «normas morales» de su época, pues de lo que
se trata es de demostrar quién es Dios, ese Dios cuya manifestación y cuya acogida no
están sometidas a las restricciones y los exclusivismos, por lo que, según los doctores de
la ley y los sacerdotes de entonces, ese tipo de personas no tienen derecho a Él, bajo el
pretexto de su conducta moral, o de su ignorancia religiosa. De este modo, Jesús nos está
brindando una lección de moral.
Claro que al hablar de todo esto y al contraponerlo a las actitudes de la gente de bien de
hace dos mil años, hemos de tener cuidado de no pensar que Jesús pretendiera dar a
entender que el adulterio, el robo, la opresión de los pobres, la ignorancia de la ley... sean
cuestiones baladíes, indiferentes a Dios. Por el contrario, Jesús se expresó muchas veces
acerca de estos temas con una severidad superior a la de aquellos a quienes criticaba y que
a su vez, le criticaban.
Si se trata de hacer algo para que Dios sea Dios en medio de los hombres, Dios con
nosotros, y para que venga a nosotros su Reino, no hay que reforzar los muros tras los
cuales se mantiene alejado al pecador y se le encierra más en su propio estado. Incluso,
antes de liberar al pecador de su pecado, hay que liberarlo de la esclavitud que constituye
el juicio que él mismo y la sociedad a que pertenece, formulan sobre su condición.
No se trata ahora de repetir lo que hizo Jesús, sino de imitarle. Las divisiones engendradas
por nuestras sociedades, nuestros sistemas económicos, culturales, morales y religiosos,
no son las que se daban en su tiempo. Lo que nos corresponde ahora, si pretendemos ser
cristianos, es hacer, con respecto a nuestras divisiones de hoy lo que Él hizo con respecto
a las de su tiempo.
De este modo, podríamos anunciar hasta el infinito lo que Jesús pudo responder en su
tiempo a los emisarios de Juan el Bautista para explicarles lo que estaba haciendo: «los
ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos
resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia.» (Mt. 11,5).
Pero, si por el contrario no hemos acogido, amado y anunciado a los que nuestra sociedad
trata como ciegos, o hace que lo sean; a los que trata como cojos, o hace que lo sean; a los
que trata como pobres, o hace que sean pobres; a los que trata como muertos, o hace que
se conviertan poco a poco en muertos... si por el contrario, no escandalizamos a nadie, y
evitamos, cuidadosamente, discrepar con alguien para no tener problemas, y si no hemos
hecho vacilar a ningún orden establecido, ni tampoco a ningún desorden establecido...
entonces tampoco podremos hacer nuestra la frase con que Jesús terminó su mensaje a
Juan Bautista al decir a sus emisarios «Y dichoso el que no se escandalice de Mí».
21
EL L
ARGO ADIÓS
LARGO
L
ibertad Lamarque (noventa y uno). Desde 1926, cuando grabó su primer
disco, se convirtió en la voz femenina del tango. Su primera película fue
Adiós, Argentina, de 1930, y su primer protagónico lo consiguió 5 años
después con El alma del bandoneón. A pesar de sus limitadas posibilidades
histriónicas, y apoyada casi siempre en su extraordinaria capacidad vocal, ha
sido una de las actrices argentinas más conocidas de todos los tiempos.
Después de Ayúdame a vivir (J. A. Ferreira, 1936), se consagró definitivamente entre los espectadores de habla hispana. También triunfó en México,
a donde tuvo que marchar tras la llegada del régimen de Juan Domingo y Eva Perón. Allí, Luis
Buñuel la escogió para Gran Casino (1946). Encabezó el reparto de filmes tan populares en Cuba
como Madreselva (1938 ) y La mujer sin lágrimas (1951). Idolatrada por multitudes, la “novia de
América” se mantuvo trabajando hasta el final de su vida.
A
ntonio Ferrandis (setenta y nueve). Actor español que trabajó con algunos de los más importantes
realizadores del cine ibérico, como Vicente Aranda, Luis García Berlanga, Gonzalo Suárez y José
Luis Garci. Con este último se le recuerda por su excelente interpretación en Volver a empezar,
filme que ganó el premio OCIC y el Oscar al mejor filme extranjero, y donde Ferrandis da vida a
un profesor exiliado que regresa a la España postfranquista en la fase terminal de su vida.
D
J
esús Puente (sesenta y nueve). Actor español que comenzó su carrera en la década del sesenta y
alcanzó fama con Sesión continua y Asignatura aprobada, ambas dirigidas por José Luis Garci,
con quien además hizo su última película, You´re the One (Una historia de entonces), filme que
ha ido seleccionado por la Academia de cine española para competir por el premio Oscar al
mejor filme extranjero, el próximo marzo.
O
G
22
dette Jeux (ochenta y tres). Actriz, guionista y escritora francesa. Actuó en
el importante filme de Max Ophus La ronda, y en la popular cinta de
aventuras Los misterios de Paris.
eorges Poujuly (sesenta). Actor francés que alcanzó renombre siendo niño por su interpretación
de infante golpeado por la guerra en el desgarrador filme de Rene Clement Juegos prohibidos. Sin
embargo, y al contrario de su compañera de reparto Brigitte Fossey, de adulto jamás tuvo un papel
de renombre, pese a trabajar en producciones exitosas como Arde Paris y Ascensor para el
cadalso.
B
C
on Weis (setenta y ocho). Discreto director del cine norteamericano. Comenzó su carrera en la década del cincuenta con comedias convencionales. Las
aventuras de Ali Babá es su filme más reconocido. Tuvo problemas con el
macarthismo, lo que truncó un tanto su carrera. Luego dirigió una biografía
del famoso baterista Gene Kruppa. En los sesenta pasó a la televisión.
eath Richards (ochenta). Actriz norteamericana, nominada al Oscar como
actriz secundaria por Adivina quien viene a cenar. Otros filmes de importancia en su carrera son En el calor de la noche y Vaquero de farmacia.
asey Adams (ochenta y tres). Actor y compositor norteamericano más conocido como actor de
reparto que como músico, por su intervención en cintas como Torrente pasional y Nunca fui
santa, donde estuvo al lado de la mítica Marilyn Monroe, o en The Naked and the Dead.
EL L
ARGO ADIÓS
LARGO
L
C
C
P.
J
J
R
G
oretta Young (ochenta y siete). Popular actriz estadounidense. Trabajó al
lado de Orson Welles, Frank Capra, Willian Deterlie o Cecil B. De Mille.
Obtuvo un Oscar a la mejor actriz en 1947, por su protagónico en Mi
adorable rival. En la década del sesenta se dedicó a la televisión, donde
produjo y dirigió El show de Loretta Young, que hemos podido apreciar
recientemente en el programa de Cubavision Fotogramas. Católica, fue
defensora de las obras de caridad y de la decencia en el cine.
urt Siodmak (noventa y ocho). Guionista norteamericano de origen alemán, hermano del célebre
realizador Robert Siodmak; se dedicó a escribir películas de terror para la Universal, como El
regreso del hombre invisible o Frankestein contra el hombre lobo.
laude Sautet (setenta y seis). Director y guionista francés, conocido por
los libretos de las exitosas Borsalino y El diablo por la cola. Como
director alcanzó renombre con el filme de serie negra El inspector Max y
por Las cosas de la vida. Su carrera se renovó en los noventa con Nelly y
el Sr. Arnaud.
Henk Hoekstra (setenta y ocho). Austriaco. Presidente de OCIC mundial
desde 1990 a 1998. Impulsó la educación cinematográfica y fortaleció la
presencia de la Iglesia en el mundo del cine y el audiovisual. Anteriormente se había destacado como miembro ejecutivo de nuestra organización.
Publicó textos para la formación cinematográfica en países del Tercer
mundo; en particular es apreciable su manual Cine y espiritualidad: un
modelo educacional para explorar la espiritualidad en historias cinematográficas, que recoge su experiencia en OCIC, tras muchos años de
trabajo. También escribió diversos ensayos sobre problemas del cine
actual. Con su fallecimiento OCIC pierde a uno de sus más apreciados
miembros.
ustin Pierce (veinticuatro). Actor norteamericano. Conocido rostro del
cine independiente, se dio a conocer con la polémica cinta Kids, donde
interpertetaba a un joven amoral y alienado.
ean Peters (setenta y tres). Camaleónica actriz norteamericana. A pesar de estar solo 8 años en el
cine (se retiró a los treinta para casarse con el millonario Stuart W. Cramer III), tuvo una carrera
en la que interpretó papeles muy disímiles: mujer fatal en El rata, india en Apache o sufrida
esposa en Viva Zapata.
ichard Farsworth (ochenta y uno). Comenzó su carrera en el cine con una
edad madura. Su fuerte acento sureño le permitió trabajar fundamentalmente en cintas de ambientes rural, como Llega un jinete, El zorro gris y
Resurrección, su última intervención en el cine fue para la hermosa y
celebrada película de David Lynch Una historia verdadera, por la que
consiguió una nominación al premio Oscar, al mejor actor.
wen Verdon (setenta y cinco). Bailarina y actriz norteamericana. Intervino en varios de los
grandes musicales de la MGM, como Lo que quiere Lola. En los sesenta triunfó en Broadway de
la mano de su esposo, el coreógrafo y director Bob Foie, con el montaje de obras como Can Can,
Dulce caridad y Chicago. En las dos últimas décadas, retirada de los escenarios, intervino
brevemente en algunas cintas Cotton Club, Nadine y La habitación de Marvin.
23
PRESENCIA
Colibrí 2000
L
a Oficina Nacional de OCIC-Cuba se reunió para seleccionar las mejores películas correspondientes al año 2000. Entre los cerca de 200 estrenos que se exhibieron en el país en salas
comerciales o televisión, fueron escogidos 10 filmes como finalistas, todos de gran calidad
humana y artística, en un año que se caracterizó por una programación cinematográfica
diversa y equilibrada, sobre todo en lo que se refiere a cine y salas de video.
La vida es bella, del italiano Roberto Benigni, fue elegida como la obra que mejor conjugó
valores humanos con altura estética. La lista de las nominadas se completó con Niños del
cielo (1997), del iraní Majid Majidi; Rescatando al soldado Ryan (1998, EE.UU), de Steven
Spielberg; Erin Brocovich, de Steven Soderbergh; Mandela y De Klerk (1997, EE.UU.), de
Joseph Sargent; Llora, mi amado país (1995, EE.UU.), de Darrell Roodt; El cartero (1994,
Italia), de Michael Radford; Borrachos (1997, EE.UU.), de Peter Cohn; Vidas al límite (1999,
EE.UU.), de Martin Scorsese; y Magnolia (1999, EE.UU.), de Paul Thomas Anderson.
24
EL ÚLTIMO
CARACOL
DEL SIGLO
Plaza
Gladys Castresana
L
a edición 22 del Caracol, evento anual de
la UNEAC, que tuvo como tema central la
socialización de la cultura, su masificación en el
contexto de su escenario principal, los medios
de difusión, colocó el encuentro en el centro del
debate público, y significó la activa participación de sociólogos,
antropólogos y sicólogos, junto artistas y
directores de cine y TV. Además, como es de
rigor, se presentaron un buen número de videos
documentales, videos clip, spots publicitarios,
programas de radio y televisión.
Se afirmó que el Caracol contribuirá esencialmente a caracterizar los problemas que afectan a
la comunicación, la creación y la información en
el cine, la radio y la TV. Se habló del proyecto
cubano, de igualdad de oportunidades,
trastornos de conducta, sexo, violencia,
racismo, y del cine de los años setenta y
noventa.
El jurado de OCIC-Cuba otorgó el Premio
Catedral en la categoría de cine y video a Ítaca,
de Tomás Piard, «por sus perspectivas de
futuro, su valor humano y confianza en la vida,
con una realización novedosa y artística». La
Mención Especial fue para Pipepa, de Jorge
Alonso Padilla, «por su mensaje de amor y
humanismo centralizado en la sincera inocencia
de una niña».
En radio y televisión el premio quedó en manos
de Alejandro Hernández Mora por Detrás del
telón, «por resaltar los valores familiares
expresados en el reencuentro entre un padre y
su hijo, ingeniosamente entretejido con el
lenguaje del teatro».
El jurado OCIC-Cuba en el Premio Caracol de la
UNEAC 2000 estuvo integrado por Gina Preval,
Gladys Castresana y Santiago Villafuerte.
Gina Preval
E
l 17. Festival Nacional de CineVideo Plaza 2000, efectuado entre el 26 y el 30 de septiembre, tuvo
esta vez un radio de acción mayor
que en años anteriores, pues además del complejo Yara, donde se
proyectaron los videos en competencia, también hubo actividades en el Centro de Prensa
Internacional y el Centro Cultural ICAIC.
El jurado del festival, presidido por el talentoso realizador Enrique Álvarez, otorgó los premios
a Domerman 2000 (ficción) de
Adrián García, Ramiro García y
Jorge Molina y al documental Leo
Brower, de José Padrón. El Premio Especial Oscar Valdés fue
para Laberintos, de Alejandro Gil.
El Jurado OCIC-Cuba también
concedió su premio a Leo Brower,
y a Los ojos de la ciudad, de
Osvaldo Daichiche.
25
Un trozo
de vida
Arístides
O´Farrill
H
CRITICA
ollywood goza de
libertad artística en cuanto al poder ejecutivo se refiere, pero no puede impedir
que cada presidencia norteamericana deje su impronta
en la producción cinematográfica de ese país. Así, en
la era Reagan-Bush buena
parte del cine norteño se
orientó hacia el rescate de
los valores tradicionales
norteamericanos, o trató de
devolver la imagen de poderío militar que la nación había perdido sensiblemente
tras la Guerra de Vietnam, o
la humillación sufrida tras la
crisis de los rehenes en Irán.
La «era Clinton» ha dejado también su legado cinematográfico, promoviendo
un cine veraz, con cierto interés en lo social, que trata
de ir a la raíz de los diversos
problemas que afectan a la
sociedad (por supuesto, sin
dejar a un lado el cine comercial, que sigue siendo y será
el grueso de la producción de
la «fábrica de sueños»). El
triunfo de esta política tuvo
su clímax con el otorgamiento del Premio Oscar a la cinta
Belleza americana, un filme
que en los ochenta tal vez ni
siquiera hubiera sido nominado.
En esta línea de realismo
esta también Magnolia, tercera obra del joven Paul
Thomas Anderson (Boggie
26
Juliane Moore.
Nights), donde,
al igual que en Belleza...,
se cuestiona críticamente el
«sueño americano», y se hace
en tiempos de gran bonanza
económica, cuando la clase
media norteña ha crecido enormemente. Muchos por acá se
preguntarán: ¿de qué se quejan estos? Es esa eterna infelicidad del ser humano, que no
la puede saciar ningún objeto
de consumo, y que resulta uno
de los puntos más fuertes de
nuestra fe, pues creemos que
sólo cuando nos encontremos
con Dios, lograremos esa felicidad absoluta que parece inalcanzable. Esto, entre otras
cosas, es lo que hace universal al filme que nos ocupa.
Magnolia es un retrato
coral, que recuerda al mejor cine de Robert Altman.
Está centrado en nueve
personajes, todos triunfadores, pero en el fondo lacerados por traumas de todo
tipo y sesgados por el dolor físico, espiritual, y por una sociedad que tiene entre sus máximas
el triunfo a toda costa. Tenemos
un antiguo telegenio devenido
en un reprimido sexual; a un
niño genio que va por su mismo
camino, pues sólo participa y
gana en los concursos por tratar de ganarse el cariño de su
padre, un hombre con
serios problemas de personalidad,
que le impiden ver las
reales necesidades de su
hijo; un policía
católico que le
pide a Jesús que
le permita hacer el
bien en su difícil
profesión, pero sus
torpezas se lo impiden; un afamado director de concursos
televisivos, con una
grave enfermedad terminal, y
duros conflictos familiares
que a estas alturas no ha logrado solucionar; un supermachista y narcisista con su
show, destinado a enseñar a
los hombres a seducir y dominar a las mujeres, pero que
en el fondo guarda un terrible secreto, que al ponerse al
descubierto muestra toda su
fragilidad y por ende su humanidad; una joven casada
con un anciano moribundo,
del cual va a heredar toda su
fortuna, pero está carcomida
por los remordimientos que
le causan el haberle sido infiel.
Anderson se distancia
completamente del cinismo
de Altman y de la idealización que él mismo hizo de
la pornografía en Boggie
Nigths, con una mirada sumamente humana y tierna,
que reconoce que el ser humano, aun con sus múltiples
pecados, tiende a la bondad.
«No dejes que te quiten la
oportunidad de arrepentirte»,
exclama el viejo al borde de la
muerte.
Magnolia apuesta por el
melodrama, y se acerca
peligrosamente a esa delgada línea que separa a este del
muchas veces burdo y convencional telenovelón. Ejemplos: un hijo que por azar se
reencuentra con su padre al
borde de la muerte, secretos
mórbidos ocultos... Por otro
lado tenemos un entramado
dramático al principio bastante caótico e inorgánico,
que parecen incoherentes
viñetas, pero Anderson logra
sortearlos con singular maestría, hace creíbles las situaciones, con magníficos giros
dramatúrgicos, logra escenas
de gran virtuosismo visual,
moviendo la cámara como
quiere —sin marearnos—, y
un trabajo de edición que
roza lo magistral, aunque
vuelve a tener problemas
con las tijeras. También
conquista una envidiable
o r g a n i c i d a d a l e n garzar
atinadamente las distintas
historias, con sutiles detalles
que requieren de una segunda visión más reposada para
captarlos, y un excelente reparto en el que repite con parte del team de Boggie, los
excelentes John C. Reilly,
William H. Macy y Julianne
Moore, a los que une al siempre eficaz Jason Robards y a
Tom Cruise, despojados de
sus tics de estrella, en un papel secundario que a mi juicio es el mejor de su carrera.
Magnolia es una película
ambiciosa; ya desde su mismo prólogo se nos anuncia
una temible pretenciocidad:
nada de lo que nos ocurre
es casual, y se promete
demostránoslo a lo largo de
la cinta, pero felizmente logra darle una perfecta unicidad a esta idea, a la que
incluso se atreve a darle un
matiz místico, que llega a ser
el único elemento subrreal en
una cinta tan real. Me refiero
a esa plaga de ranas en el clímax del filme, de cariz biblíco,
que aquí se trastoca, pues lejos de ser maligna, provoca
una suerte de catarsis colectiva que lleva a los desconcertados personajes a una
reconciliación consigo mismos y con los demás, en
busca de ese reclamo de autenticidad que clama a gritos
el interior de cada uno de
ellos. Incluso después de
tres horas de sufrimientos,
llantos y risas falsas, vemos
la única alegría auténtica en
el filme, cuando en el plano
final, el bondadoso policía
corteja con amabilidad a la
histérica drogadicta, y
esta esboza una amplia y
esperanzadora sonrisa, que
sirve como colofón a esta
estimulante película, y que
se me antoja un símbolo, de
ese último encuentro con
Dios, en el cual Él enjugará
nuestras muchas, muchísimas lágrimas.
Thomas Anderson confirma que es una de las
grandes promesas del cine
del siglo XXI , y prueba a los
escépticos del cine occidental, que piensan que
hoy el buen cine sólo viene
del Oriente (exaltando productos exóticos iraníes o
asiáticos, que muchas veces son puros materiales
aburridos), que Occidente
también puede ofrecer buen
cine. Tal vez por eso El Festival de Berlín se decantó de
sus colegas de Cannes, y
relegó cinematografías exóticas por Magnolia, que
obtuvo el Oso de Oro en
1999.
Bien se lo merece esta
cinta que nos ofrece un trozo de vida y de esperanza en
este caótico y escéptico fin
de milenio.
Tom Cruise.
foto
Magnolia- EE.UU.,
1999/ c- 188´/ D: Paul
Thomas Anderson / G:
Paul Thomas Anderson /
F: Robert Elswit / M: John
Brion / E: Dylan Tichenor /
I: John C. Reilly, Julianne
Moore, Willian H. Macy,
Philip Baker Hall, Jason
Robards.
27
Alberto Ramos Ruiz
E
l rechazo de muchos espectadores al tratamiento distanciado que se da a la tragedia de una juventud sin
horizontes en Rosetta, realización franco-belga de los
hermanos Luc y Jean Pierre
Dardenne exhibida en el último Festival de Cine de La
Habana, acusa no sólo lo
arraigado del acomodamiento a las convenciones
de una dramaturgia cada vez
más simplificada y complaciente respecto a las expectativas del público, sino
también el intento involuntario de evadir alusiones inquietantes a su experiencia
personal por parte del espectador. Lo cual es una lástima,
porque Rosetta es un testimonio de profunda raíz cristiana, que trasciende el retrato
sociológico del paro, la po-
CRITICA
Rosetta y el ángel
breza y las familias en crisis,
para desembocar en una
hermosa parábola sobre la
presencia del perdón y la misericordia en el mundo moderno.
Rosetta es una joven desocupada que vive en un aparcamiento de tráilers con su
madre alcohólica. Al comienzo del filme la echan del trabajo
una vez terminado el período de
prueba, presumiblemente para
evitar obligaciones legales en
el futuro. La primera impresión que recibimos de la muchacha es la exasperada
vehemencia con que se niega a aceptar el despido, registrada por una cámara
nerviosa y solidaria, que en
lo adelante la sigue en su angustioso itinerario, interrogando su rostro silencioso, los
Emile Dequenne.
28
gestos mecánicos que convocan al ritual obsesivo y recurrente de la sobrevivencia:
pesca furtiva en el bosque,
venta de ropa usada, renovación infructuosa del subsidio.
Con ese estilo documental,
áspero, inquisitivo y sincero
que asociamos al cine del inglés Ken Loach, en unas pocas escenas queda completo
el retrato de Rosetta, criatura
impulsiva que sufre y se niega a compartir la derrota de
su madre (arranca furiosa las
plantas que aquella siembra
resignada junto de la casa), y
cuya soledad subraya la caricia de aire cálido que dibuja
un secador de pelo sobre su
piel.
Cuando el joven Riquet se
acerca para hablarle de otro
trabajo, la violenta reacción
inicial de Rosetta, su rechazo
a priori sin que medien palabras, trasmite una visión negativa del mundo, de egoísmo
y hostilidad. Ya en el nuevo
empleo, no tiene una frase de
consuelo para la muchacha
que despiden fríamente ante
ella. Paralizada por la obsesión de conservar su puesto,
es incapaz de expresar a los
otros la misma solicitud de
Riquet hacia ella. Incluso la
hospitalidad del joven encuentra una sucesión de
negativas absurdas, de
tensiones insoportables,
que terminan enfermándola.
Al quedarse dormida, sus
palabras dan cuenta de la
agitación que la abruma.
«Te llamas Rosetta. Encontraste un amigo. Tienes
un trabajo. No caerás
en el hoyo.» Cuando el
patrón la despide, resume su aspiración a
una existencia digna
con una sola frase:
«Una vida normal».
Desde lo profundo, de
nuevo, llega la llamada del
amigo: Riquet en la moto que
se acerca al escondite del
bosque donde pesca ilegalmente. Poco después, cuando el muchacho cae al
pantano mientras la ayuda
a recuperar los anzuelos, ella
apenas consigue superar la
tentación de dejar que se
ahogue. Pero luego, una vez
que Riquet le ha confesado
que engaña a su jefe, no puede resistir y lo denuncia ante
aquel, quien la premia con
el puesto del joven. Pero al
hundirlo, paradójicamente,
Rosetta ha dado un primer
paso hacia su salvación.
Primera la acosa el ruido de
la moto, la inocencia traicionada del joven.
«- Por qué lo hiciste?
»- Para tener un trabajo...
No quería que salieras del
agua.
»Riquet quiere salvar en
ella una humanidad viva, aunque lacerada.
»- Pero me ayudaste.»
Luego, como al final de La
strada, el reencuentro desencadena la crisis. Él aparece un
día para comprar una torta y
una cerveza. Lo atiende con
indiferencia, distante. Pero la
mirada del muchacho despierta algo en ella, quizá le revela
en un instante todo el horror
de su falta. Para ella la vida no
ha cambiado desde entonces,
sigue siendo una insoportable sucesión de frustraciones
cotidianas: el alcoholismo
irremediable de la madre, las
escapadas al bosque, el encierro en el cuarto. Está desolada. Deja el trabajo.
Se oye por tercera vez el
ruido de la moto, como la trompeta de un ángel que viene a
su encuentro. Riquet, que perdonaría a Rosetta setenta ve-
Fabrizio Rongione.
ces siete si fuese necesario,
da vueltas a su alrededor
mientras ella avanza como un
autómata, abatida. La llamada del otro se hace más insistente, su presencia más
intensa y cercana. Rosetta
no resiste más, tropieza y cae
al suelo llorando. Cuando
Riquet la ayuda a incorporarse, ella parece contemplar
una visión. De sus labios
podrían brotar las mismas
palabras que pronuncia Michel
en la prisión al final de
Pickpocket, aproximando su
rostro a la amiga: «¡Oh,
Jeanne, qué camino tan extraño he tenido que seguir
para llegar hasta ti!» Son
las palabras que Gelsomina
nunca llegó a escuchar de
labios de Zampanó, pero
una ya lejana tarde se convirtieron en el llanto de un
hombre frente al mar.
Rosetta – Bélgica-Francia 2000/c-95´/D:
Luc y Jean Pierre -Dardenne/ G: Luc
y Jean Pierre – Dardenne / F: Alain
Marcoen/ M: Jean - Pierre Duret/
E: Marie Héléne Dozo/
I: Emile Duquenne, Fabricio Rongione,
Anne Yernaux, Olivier Gourmet.
29
PA N O RA M A
Jim Carrey es el maligno monstruo Grinch en la nueva puesta en
pantalla de How the Grinch Stole
Christmas, que se estrenó durante las últimas navidades en
EE. UU., donde es muy popular la
historieta homónima. Ron Howard
(Apolo 13) es el director. Ya había
una versión televisiva de 1966.
Luppi.
El realizador y productor
español Gerardo Herrero
comenzará en enero el
rodaje de El lugar donde estuvo el paraíso, que protagoniza Federico Luppi.
Para acompañarlo se le
han hecho pruebas a las
actrices Elena Araya y
Marían Álvarez.
Francis Ford Coppola tiene 50
nuevos minutos para su clásico Apocalipsis Now.
Se desconoce si el director dejará intacto el
tiempo de la versión
conocida y le añadirá
las novedades, o si
sustituirá
material
para un nuevo montaje.
Jim Carrey como el Grinch.
El prolífico y ecléctico realizador frances Patrice Laconte
(Ridículo, Monsieur Hire) ha rodado un drama de época titulado La viuda de Saint Pierre,
con Juliette Binoche, Daniel
Auteil, y el también realizador
bosnio Emir Kusturica, aquí en
La viuda de Saint Pierre.
su debut como actor. A partir
de un triángulo amoroso, el filme aborda un asunto de candente actualidad: la pena de muerte.
Apocalipsis...
El español Manuel Gutiérrez
Aragón comenzará en agosto
próximo el rodaje de una
nueva versión
Cristina Marcos.
del clásico de la
literatura universal El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha. En los
protagónicos están Federico Luppi
como el famoso caballero andante,
Alfredo Landa como Sancho y Cristina Marcos como Dulcinea. El presidente de Castilla-La Mancha, José
Bono, quien ha dado facilidades para
el rodaje, tendrá un pequeño papel
como sacerdote.
Otra vez ha sido llevada al cine la novela
¿Quo Vadis?, del cardenal Henrik Sienkiewicz,
que narra de forma
ficcionada la tenaz resistencia pacífica de los
cristianos para defender su fe durante el
sangriento reinado del
emperador romano Nerón, e incluye el martirio de San Pedro, hecho
que da sentido al título de la novela. La nueva versión será dirigida
Kawalerowicz.
por el polaco Jerzy
Kawalerowicz, quien ya se ha interesado
por asuntos religiosos, aunque desde una
óptica diametralmente opuesta a la fe,
como en Madre Juana de los Ángeles. Hasta
el momento la versión más popular de la
obra literaria es la superproducción
hollywoodense que en 1951 dirigió Mervin
Le Roy, con un reparto encabezado por
Robert Taylor y Deborah Kerr.
Con gran expectativa se estrenó
Los ángeles de
Charlie (Charlie´s
Angels) traslación
Los ángeles de Charlie.
a a la pantalla de
una popular serie televisiva de los
El ciudadano Kane, considerada
setenta, en la que tres atractivas jóla mejor película de la historia
venes detectives se enfrentan al dedel cine, ha sido restaurada
lito capitaneadas por un señor
para el soporte DVD. La nuellamado Charlie. Ellas son Cameron
va entrega contiene el trailer
Díaz, Lucy Liu y Drew Barrymore. Dioriginal y dos documentales:
rige MCG, seudónimo con el que firuno con todo el proceso de
ma un afamado director de video
restauración y otro sobre
clips.
Orson Welles.
30
Ermanno Olmi, conocido como «el cineasta del Vaticano» por sus
cintas de marcado cariz cristiano (La leyenda del santo bebedor, El
árbol de los zuecos...), ha vuelto a ponerse tras las cámaras con el
drama histórico Il Mestiere delle Armi, que protagoniza el desconocido actor búlgaro Hirstopaulov Jauko. Olmi fue encargado por
la Santa Sede del diseño artístico para la histórica celebración de
la apertura de la Puerta Santa, que dio inicio al Año Santo Jubilar.
Jeanne Moreau interpreta a la
desaparecida escritora y cineasta
Margerite Duras en Cat Amour Lá,
filme de carácter biográfico que
dirige Josée Dayan.
Olmi.
Moreau y Duras.
El español Agustín Díaz
Yanes comenzará el próximo abril el rodaje de Sin
noticias de Dios, con un reparto internacional que
encabezan el cada vez
más solicitado actor mexicano Demian Bechir, su
compatriota Gael García
Bernal, los españoles
Penélope Cruz y Emilio
Gutiérrez Cabe. y la francesa Fanny Ardant.
El mexicano Beto Gómez dirige El sueño del caimán, tragicomedia de tintes surrealistas ambientada en el mundo marginal azteca. Según Gómez
su filme trata «de ser un sueEl sueño del caimán.
ño de esperanza que muestra el espacio donde la amistad
y los valores verdaderos viven
por encima de las circunstancias. Mi película tiene referencias tan dispares como el cine
de Cantinflas y Tin-Tan, por
su comicidad, o el tono de Los
Coen por su mezcla de cine
negro y su añadido toque
surrealista, e incluso de los
desheredados de Buñuel, por
su mirada dura y tierna a la
vez». En el reparto están Daniel Guzmán, Kandado Uranga
y Rafael Velasco, y cuenta con las actuaciones especiales de Francisco Rabal y Patricia Reyes
Spindola, la actriz fetiche de Ripstein.
Ardant.
Aitana-Sánchez Gijón dejó la presidencia de la Academia Española de Cine junto a
sus dos vicepresidentes, Ventura Pons y Andrés Santana, pues ya se cumplió su
tiempo en el cargo. Se desconoce quien será su sucesor, pero Aitana adelantó que
«será otra cara conocida, con rostro famoso», y añadió: «Las tripas de la Academia
ya están asentadas, por lo que el presidente tiene que trabajar ante todo en la
parte más diplomática.»
31
PA N O RA M A
Spike Lee vuelve a ser objeto de polémica por su última
realización, Bamboozled, una
sátira sobre los comediantes
negros de televisión. Ya en
su momento Lee criticó a
Eddie Murphy, aduciendo que
casos como el de él han contribuido a la perpetuación de
Bamboozled.
una serie de estereotipos sobre su raza, a lo que Murphy respondió airadamente. Ahora
quien ha reaccionado con dureza es Jamie Foxx, un actor negro que tiene su propio show televisivo. Foxx declaró: «Con
todo respeto, creo que Lee debería guardarse sus comentarios
para sí mismo, no es un actor y no sabe lo que nosotros hacemos. Siempre esta dándole vueltas a lo mismo, yendo de provocador, hasta el punto de que ya nadie le hace caso.»
PA N O RA M A
Tal y como se esperaba, pronto La momia tendrá
su secuela, también dirigida por Stephen
Sommers, y actuada por Brendan Fraser, quien,
sin desdorar otros méritos de la realización, fue
sin dudas carta de triunfo para el filme.
Ya filma George Lucas la
secuela de la nueva
trilogía de La Guerra de
las Galaxias, que se debe
estrenar en el verano
próximo. Repiten Natalie
Portman, Ewan Mc Gregor
y Samuel L. Jackson.
Dos de las mujeres
más atractivas y poZeta-Jones.
derosas del Hollywood
actual, Julia Roberts y Catherine ZetaJones, trabajarán juntas por primera vez
en America´s Sweethearts, que dirige Joe
Roth. Las acompañan Billy Cristal, John
Cusack y Robert Downey Jr.
Lucas.
Nicolas Cage estrenó el
año pasado dos películas
bien diferentes: 1- Captain
Corelli´s Mandolin, al lado
de la española Penélope
Cruz. Dirigida por John
Madden (Shakespeare enamorado), narra las aventuras de un capitán italiano
que se enamora de una lugareña durante la ocupación italiana en Grecia.
2- Family Man, algo así
como un remake de Qué
bello es vivir, en la que a
un egoísta hombre de negocios se le ofrece la
oportunidad
de una nueva
vida para que
repare el daño
que le ha hecho a otras
personas,
especialmente a su esposa.
La momia.
Roberts.
E.T. El extraterrestre será objeto de
una reposición en los cines norteamericanos en el año 2002, fecha
en que se cumple el vigésimo aniversario de su estreno. Para esta
vez Spielberg prepara una versión
con metraje inédito, y ha retocado
el filme con efectos adicionales,
gracias a las nuevas tecnologías .
E.T.
La mítica actriz y cantante española Sara Montiel recibió un
premio especial como reconocimiento a toda su carrera en el
pasado Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.
Captain Corelli´s...
Parece que este año al fin verá la luz
el proyecto de llevar de nuevo a la pantalla la atribulada vida de la pintora
mexicana Frida Kahlo. El nuevo filme
estará dirigido por Julie Taymor y protagonizado por Salma Hayek (quien
también produce), al lado de Ashley
Judd, Alfred Molina, Antonio Banderas
y Edward Norton. También está latente
una empresa similar que produciría
Francis Ford Coppola con la interpretación de Jennifer López.
Hayek.
32
Montiel.
El éxito de El talentoso Mr. Ripley, versión de la famosa
novela de Patricia
Highsmith, ha provocado un alza en
las ventas de video de la primera
A pleno sol.
versión de esta
película, hecha en 1960 por el francés
Rene Clement bajo el título de A pleno sol. El triunfo renovado del filme
se debe sobre todo a curiosos espectadores jóvenes que nunca habían visto esta primera traslación.
Martin Scorsese, quien
actualmente dirige The
Gangs of New York, prepara una película sobre la saga de cuatro
generaciones de la
casa de moda italiana
Scorsese.
Gucci. La cinta estará
basada en la novela Gucci: A House Divide.
Qué verde era mi valle.
El pasado mes de noviembre se celebró en Los Ángeles, EE.UU., un Festival de Cine y Espiritualidad. El
evento, de carácter ecuménico, incluyó la proyección
y el análisis de una retrospectiva de películas seleccionadas por Los Ángeles Magazine, que incluyó dos
clásicos de John Ford, Más corazón que odio y Qué verde
era mi valle, junto a filmes recientes como Paris, Texas
de Win Wenders o Thelma y Louise, de Ridley Scott.
Shepard.
Pedro Almodóvar pudiera comenzar a
filmar el próximo febrero Habla con ella,
una historia de amor que involucra a
varios hombres y mujeres. La única dificultad para echar a andar el proyecto
es que Almodóvar quiere para el
protagónico a Penélope Cruz, y ella
aceptó, pero para esa fecha estará
atareada con compromisos internacionales.
Wenders.
El guionista Sam Shepard
y el director Win Wenders,
que trabajaron juntos en
Paris, Texas, volverán a
encontrarse para filmar
otra road movie. Aún sin
título, la película será un
viaje por EE. UU. de costa
a costa.
Almodóvar.
Luego del triunfo de Solas, Benito
Zambrano trabaja en una miniserie
televisiva titulada Padre Coraje, que
cuenta la historia de un padre (Juan
Diego), que tras el asesinato de su
hijo se mezcla con los posibles sospechosos en busca de pruebas para
solucionar el caso.
Girardot.
Francesca...
La legendaria Sofía Loren volverá al
cine de la mano de Lina Wertmuller
en el telefilme Francesca e Nunziata,
ubicado en el siglo XIX . Tendrá como
escenario la ciudad de Nápoles, lugar
afín a los origenes y la carrera de la
Loren, a quien acompañan Giuancarlo
Giannini, actor fetiche de la Wertmuller. y Claudia Gerini.
Los familiares del fallecido capitán de barco Frank
Willian Tyne, personaje que encarna George Clooney
en la exitosa película La tormenta perfecta, han demandado a los productores de la cinta, pues se quejan de
que la imagen que se ofrece de Tyne
es falsa y negativa. Además, alegan
que el filme se realizó sin su consentimiento.
La tormenta...
Tangos...
Tangos robados es el título de una tragicomedia de «cine dentro
del cine», que dirige el español Eduardo de Gregorio y protagonizan Liberto Rabal, Sylvie Testud, Juan Echanove y Kity
Manver. La cinta narra la historia de un guionista español refugiado en el París de la década del cuarenta, que encuentra
inspiración en una actriz de doblaje, para la que escribe un
guión ubicado en Buenos Aires.
33
PA N O RA M A
La productora de nacionalidad argentina Eva Sánchez prepara en España
una adaptación de la pieza teatral Mariana Pineda,
de Federico García Lorca.
Actuarán Annie Girardot,
Maria Kusty y José Luis
Pallacena. La Sánchez no
ha seleccionado todavía al
director, ni a la actriz que
dará vida al personaje
protagónico.
Diego y Zambrano.
Vivien Leigh
ROSTROS DEL P
ASADO
PA
Jorge Villa
Blanche Dubois, Scarlett O’Hara,
Lady Hamilton, Cleopatra, Anna
Karenina, son sólo algunos de
los personajes que inmortalizó
en la pantalla esta exquisita
actriz británica, que nació en
Darjeeling, India, el 5 de noviembre de 1913, bajo el nombre de
Vivian Mary Hartley.
Sin poseer una sólida formación
académica, debutó en el cine en
la cinta Things Are Looking up
(1934), una comedia menor
dirigida por Albert de Courville,
donde interpretaba a una joven
estudiante. Después tuvo
papeles menores, casi como
extra, en películas de bajo
presupuesto, hasta que probó
fortuna en las tablas al año
siguiente.
Precisamente cuando actuaba en
la escena londinense fue
descubierta y contratada por el
productor de cine Alexander
Korda, que la incluyó en el
reparto de Dark Journey (1937,
Victor Saville), un filme de
espionaje ubicado en el marco
de la I Guerra Mundial, que nos
mostraba a una Leigh joven y
radiante.
En las primeras películas para
Korda, como Fire over England
(1938, William K. Howard),
Sidewalks of London (1938, Tim
Whelan) y 21 Days Together
(1938, Basil Dean) el aspecto
felino y delicado de Leigh
ocultaba su verdadero talento.
No obstante sus interpretaciones se destacaban por la
facilidad innata que tenía para
identificarse con los papeles que
representaba.
En Fire over England compartió
honores con Laurence Olivier, de
quién se enamoró inmediatamente. Con él mantuvo una tormen-
34
tosa relación, pues los dos eran casados, y cuando
Olivier partió para Hollywood a filmar Cumbres
borrascosas, ella lo acompañó.
Hollywood buscaba entonces una intérprete para la
heroína de Lo que el viento se llevó. Grandes
actrices de renombre como Bette Davis, Katharine
Hepburn, Jean Arthur y Paulette Goddard, aspiraban
a interpretar a Scarlett O’Hara. Se daba por seguro
que Paulette Goddard, por entonces la esposa de
Charles Chaplin, interpretaría a la intrépida sureña,
cuando Vivien Leigh fue presentada a David
O. Selznick, para cambiar el curso de los acontecimientos.
Aunque se dice que fue un hecho casual, no fue
totalmente así. Vivien Leigh deseaba interpretar a
Scarlett y Victor Saville, su director en Storm in a
Teacup (1937), fue quien sugirió que fuese presentada a Selznick para que lograse una oportunidad con
el codiciado personaje. Su romance con Olivier en
Hollywood en los periódicos y revistas, la publicidad en torno a Scarlett O’Hara, más su innegable
encanto, fueron factores
favorables para que Vivien
consiguiera el papel, que más
tarde la convirtió en una de las
principales estrellas del cine
mundial.
En Lo que el viento se llevó, su
distante fragilidad se convirtió
en el distintivo de su interpretación, característica que ya había
detectado el director Victor
Saville, y que Vivien Leigh supo
imprimir a todos sus personajes. Con este filme alcanzó la
cúspide de su carrera y en 1940
pudo alcanzar también su
realización personal, al contraer
matrimonio con Laurence
Olivier, de quien se divorció en
1960, después de haber cubierto ampliamente la prensa
amarilla el romance de este
último con la actriz Joan
Plowright.
Sin embargo, Leigh no logró
alcanzar el mismo éxito en sus
siguientes películas. Aunque El
puente de Waterloo (1940,
Mervyn LeRoy) fue recibido
con agrado por el público y la
crítica, en sus siguientes
filmes, Lady Hamilton (1941,
Alexander Korda), César y
Cleopatra (1945, Gabriel
Pascal) y Anna Karenina
(1948, Julien Duvivier) no
ocurrió así. Su estilo orgulloso
e inestable no volvió a aparecer
hasta que interpretó el personaje de Blanche du Bois en la
adaptación de la pieza teatral de
Tennessee Williams Un tranvía
llamado Deseo, dirigida por Elia
Kazan y con Marlon Brando
como oponente, en lo que fue el
mejor papel de toda su carrera.
Mantuvo esta misma energía
nerviosa y neurótica en dos
películas menores: la adaptación de la novela de Terence
Rattingan The Deep Blue Sea
(El mar profundo y azul, 1955),
dirigida por Anatole Litvak, y
La primavera romana de la
señora Stone (1961), dirigida
por José Quintero. En ambas
películas repitió la sensacional combinación de
recatada coquetería y furia celosa, cualidades por las
que se había distinguido en sus papeles de Scarlett y
Blanche, y confirmó que era una actriz mucho más
intuitiva que académica.
En 1960 contrajo una tuberculosis que se reflejó
fuertemente en su frágil belleza. Murió víctima de esta
enfermedad el 8 de julio de 1967.
En 1990 la televisión australiana realizó una película
llamada Darlings of the Gods, dirigida por Catherine
Miller, donde la actriz Mel Martin encarnaba a Vivien
Leigh. La cinta no era propiamente la biografía de la
actriz, sólo se limitaba a relatar un episodio de la vida
matrimonial de ella con Olivier, y los sucesos que
ocurrieron cuando en 1948, un por entonces joven
actor llamado Peter Finch, irrumpió en su vida
matrimonial durante una gira del Old Vic por Australia. El filme tuvo una buena acogida de público y de
crítica, y con 150 minutos de duración, fue exhibida
en 2 partes.
A lo largo de su carrera Vivien Leigh recibió varios
premios y distinciones, entre ellos el Oscar como
mejor intérprete en Lo que el viento se llevó (1939) y
Un tranvía llamado deseo (1951).
Filmografía
Dark Journey / 1937 / D: Victor Saville.
Storm in a Teacup / 1937 / D: Victor Saville, Ian
Dalrymple.
Fire over England / 1938 / D: William K.
Howard.
Sidewalks of London / 1938 / D: Tim Whelan.
21 Days Together / 1939 / D: Basil Dean.
Gone with the Wind / 1939 / Lo que el viento se
llevó / D: Victor Fleming.
Waterloo Bridge / El Puente de Waterloo / D:
Mervyn LeRoy.
That Hamilton Woman / 1940 / Lady Hamilton /
1941 / D: Alexander Korda.
Caesar and Cleopatra / César y Cleopatra /
1946 / D: Gabriel Pascal.
Anna Karenina / 1948 / D: Julien Duvivier.
A Streetcar Named Desire / Un tranvía llamado
Deseo / 1951 / D: Elia Kazan.
The Deep Blue Sea / El mar profundo y azul /
1955 / D: Amatole Litvak.
The Roman Spring of Mrs. Stone / La primavera romana de Mrs. Stone / 1961 / D: José Quintero.
Ship of Fools / 1965 / D: Stanley Kramer.
35
Mayra Álvarez
San Sebastián
Mejor Película: La perdición de los hombres,
de Arturo Ripstein
Gran Premio OCIC : Harrison’s Flowers, de Elie
Chouraqui
Premio Especial OCIC: El Bola, de Achero Mañas
Mejor Director: Reza Parra por Fore Stormen
Mejor Actriz: Carmen Maura por La comunidad, de Alex de la Iglesia
Mejor Actor: Gianfranco Brero por Tinta roja, de Francisco Lombardi
Mejor Guión: Paz Alicia Garciadiego por La perdición de los hombres
Mejor Fotografía: Nicola Pecorini por Harrison´s Flowers.
Premio Especial del Jurado: Paria, de Nicolas Klotz
Premio Nuevos Directores: Edoardo Winsperre por Sangre vivo
Premio del Público: Nateonatez, de Jean Pierre Sevap
Premio de la Juventud: Fore Stormen
Premio FIPRESCI: La perdición de los hombres y La espalda del mundo, de
Javier Cocuera
Montreal
Gran Premio: Innocence (Australia), de Paul
Cox.
Gran Premio Especial: El olor del campo, el perfume del jardín (Irán), de Bahman
Farmanara.
Premio Interpretación Femenina (ex aqueo): Gon Li
por Rompiendo el silencio e Isabelle Huppert por Gracias por el chocolate
(Francia), de Claude Chabrol
Premio Interpretación Masculina: Mark Ruffalo por You Can Count on Me (EE.UU.),
de Kenneth Lonergan
Premio de la Contribución Artística: Maelstrom (Canadá), de Villanueve
Gran Premio del Jurado Ecuménico: Ali Zaoua (Marruecos), de Nabil Ayouch
Premio Especial del Jurado Ecuménico: You Can Count on Me
36
Historia de un buen
traductor
María Caridad Cumaná
Un fotógrafo de cine se encarga de hacer
posible en imágenes el sueño del director
que ha concebido una historia, con unos personajes, en un ambiente determinado. La pericia del maestro encargado de retratar un
filme estriba en saber expresar las inquietudes estéticas del realizador con el que trabaja en cada momento.
El 13 de agosto de 1942 nace en Fomento,
Sancti Spíritus, uno de los poetas del cine
cubano de los noventa, Raúl Pérez Ureta,
que ingresa al ICAIC en 1961 como asistente de cámara de animación, y pronto es
camarógrafo del Departamento de Dibujos
Animados.
En 1965 entra en el Noticiero ICAIC Latinoamericano, escuela en la que se ha forjado todo el personal técnico y creativo de
ese prestigioso organismo patrocinador del
cine en Cuba. Allí se mantiene hasta 1984,
en que comienza a realizar cortometrajes y
trabaja con directores nuevos (que debutan
en ese género) con los que ya había compartido experiencias en el Noticiero. Paralela-
MAESTROS DE L
A L
UZ
LA
LU
Con luz propia.
mente, en 1983, se inicia como operador de
largometrajes con Hasta cierto punto, dirigida por Tomás Gutiérrez Alea. Con respecto a
su desempeño en este filme ha expresado
Ureta: «Titón quería eso, que la película fuese cotidiana, que fuese la realidad exacta de
la gente de los muelles, sin manipular esa realidad, y que nos fuese llevando a ver esa luz,
esa forma de moverse. Pero fue fácil porque
desde el Noticiero estaba acostumbrado a
hacer este tipo de cosas.»1 El resultado fue
una película que logró captar la esencia del
modo de vida de los obreros del puerto, a
través del personaje interpretado por Mirtha
Ibarra.
Su suerte cambió cuando en 1986 fue
contratado como operador de cámara para la
película colombiana Visa-USA y, en pleno
rodaje, el director de fotografía se enfermó y
tuvo que asumir su trabajo. Aunque el reto
fue grande, el saldo es una película que no
traiciona la atmósfera del país de origen, ni
mucho menos los requerimientos de la historia contada. Sobre este particular afirmó:
«Gustó mucho en Colombia y me abrió las
puertas del largometraje de una forma muy
especial.» Sin dudas, especial ha sido su trabajo en «la arquitectura visual» del cine cubano de la década del noventa, si tenemos
en cuenta películas como Papeles secundarios (1989), Alicia en el Pueblo de Maravillas (1991), Madagascar (1994), Pon tu
pensamiento en mí (1995) o La vida es silbar (1998).
37
Papeles... cambió el concepto
estético del cine
cubano que se
venía haciendo
hasta ese momento. Como han expresado Rufo Caballero
y Joel del Río:
«La riqueza expresiva, el estudio del color con
un sentido dramático, esa fragmentación narrativa
para referirse a vidas atomizadas,
en desintegración (mediante la
dinámica del corte en movimiento,
tan raro en el cine
cubano como usual
Papeles Secundarios.
en el moderno),
convierten a Papeles secundarios en la película cimera de los años ochenta, única de la
década en aunar de modo tan altivo la perspectiva indagadora con una marcada
metaforización del lenguaje y la autonomía
inherente al cine-arte, capacitado para convertir la forma misma en significado.»2
Desde luego, es responsabilidad del director de fotografía hacer que la forma multiplique el significado del contenido, y así lo
hizo Raúl en esta película de finales de la década del ochenta.
Con Alicia... se inició un viaje a través de
metáforas visuales, preñadas de simbología
y diversas lecturas que han poblado el cine
cubano de los noventa con mayor o menor
éxito. El diseño visual de aquella, desde el
vestuario hasta el trabajo en los interiores,
dinamiza la esencia conceptual del filme.
Es en Madagascar, de Fernando Pérez, que
la fotografía de Raúl explaya su riqueza para
entregarnos un filme hermoso, capaz de
dimensionar visualmente la historia de unos
personajes atrapados en circunstancias muy
especiales para la vida de los cubanos en el
período que relata la película, el llamado «período especial», que erosionó casi en su totalidad el sistema de valores de nuestra
sociedad. Todo esto brota de la historia contada por Fernando con una magia singular,
lograda gracias a este maestro de la luz del
actual cine cubano.
38
Sin embargo, su estética no se ciñe a un
solo cineasta; he aquí su credo:
«El cine es un lenguaje y uno es el traductor. Mientras mejor traduzcas más te acercas
a la gente. Todo esto te lo digo porque un
buen director de fotografía es mejor mientras
menos estilo tiene... Es la única profesión artística en la que mientras más estilos domines, mientras más amplio sea tu espectro de
conocimientos, más fácil interpretarás las exigencias del director que te contrate.»
Esta afirmación se demuestra en su labor
en Pon tu pensamiento en mí, a las órdenes
de Arturo Sotto, joven realizador egresado
de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, cuya formación influyó en la puesta en escena de este
filme postmoderno, que en esencia se cuestiona el valor de los mitos. La faena del fotógrafo fue grande para dar esa impresión de
historia medieval y contemporánea a la vez,
lograda con astucia e ingeniosidad.
En La vida es silbar repite con Fernando
Pérez, e interpreta con singular inteligencia
disímiles códigos narrativos para contribuir
decisivamente a la trascendencia de este filme puntal del cine cubano de los noventa.
Madagascar.
Su película más reciente ha sido Hacerse
el sueco (2000), de Daniel Díaz Torres, cineasta
con el que trabaja por cuarta vez. Es una comedia empeñada en decirnos que «las apariencias engañan» y que «no todo lo que brilla
es oro», a través de las aventuras de un sueco que engaña a todo el mundo, haciéndose
pasar por profesor, cuando en realidad es un
ratero de poca monta que se dedica a asaltar
extranjeros en Cuba.
Más allá de valoraciones definitivas, nos
interesa apuntar que buena parte del mejor
cine cubano de este decenio se lo debemos a
la maestría de este excelente «traductor de
luces» que ya posee una luz propia, capaz de
iluminar al más complicado guión del cine
cubano de este siglo XXI.
Notas:
1- Julio Carrillo. «El placer de la luz» (Entrevista a Raúl Pérez Ureta), en Cine Cubano, No. 136,
p. 15 (Todas las declaraciones del cineasta pertenecen a este trabajo).
2- Rufo Caballero y Joel del Río. «No hay cine
adulto sin herejía sistemática», en Temas, No. 3,
1995, pp. 108-109.
FILMOGRAFÍA
(como director de fotografía)
Alicia en el
1986- Visa-USA / D: Lisandro Duque / Colombia.
- Otra mujer / D: Daniel Díaz Torres / Cuba.
- Diario de una esperanza / D: Miguel Torres / Cuba.
1988-Un señor muy viejo con unas alas enormes / D: Fernando Birri
/ Italia Francia.
1989- Papeles secundarios / D: Orlando Rojas / Cuba-España
1990- Solteronas al atardecer / Corto / D: Guillermo Torres / Cuba.
1990- «Zoe», «Adriana», del filme Mujer transparente / Cuba.
- Fortuna la que ha querido / Corto para televisión española /
D: Orlando Rojas.
- Alicia en el pueblo de Maravillas / D: Daniel Díaz Torres /
Cuba.
1991- Me alquilo para soñar / Seis capítulos para Televisión
española / D: Ruy Guerra.
- La impura / Tres capítulos para TV France / D: Paul
Veccialli / Francia
1992-Monedas al aire / Video-clip.
-Marcelino-añorado encuentro / Video-clip.
- Calle 23 / Video-clip.
1994 - Madagascar / Mediometraje de ficción / D: Fernando
Pérez / Cuba.
- Avanti / D: Jaques Bernard / Francia
1994-Quiéreme y verás / Mediometraje de ficción / D: Daniel
Díaz Torres.
1995- Pon tu pensamiento en mi / D: Arturo Sotto / Cuba.
1996- Amor vertical. D: Arturo Sotto / Cuba-Francia
- Publicitarios para televisión /Italia.
1997- Kleines Tropicana / D: Daniel Díaz Torres / Cuba-España –
Alemania
1998- La vida es silbar / D: Fernando Pérez / Cuba.
1999- Un paraíso bajo las estrellas / D: Gerardo Chijona / Cuba.
2000- Hacerse el sueco / D: Daniel Díaz Torres / Cuba.
pueblo de maravillas.
39
JOHN WOO,
COREÓGRAFO
DE LA VIOLENCIA
Arístides O´Farrill
SEMBL
ANZA
SEMBLANZA
E
n 1989 un melodrama gangsteril de
Hong Kong, titulado El asesino, sorprendió a buena parte de la crítica occidental. La historia, hecha a la usanza
de los filmes antecesores del film noir
en la década del treinta, cuenta la regeneración de un asesino, remordido
por la culpa tras dejar ciega accidentalmente en una balacera a una cantante. El tema a esas alturas era
manido y bordeaba el ridículo, pero
lograba una estilización visual de la
violencia al tornarla inusualmente
coreográfica, lo que dejó atónitos a
espectadores y críticos, que reaccionaron entusiasmados. Leonard Maltin, por
ejemplo, escribió en su guía anual:
«Esta película hace lucir anémicos a la
mayoría de los filmes norteamericanos
de acción.»
Si bien El asesino significó para
el hongkonés John Woo un general
reconocimiento y el inicio de una
astronómica carrera comercial, este
realizador nacido en China en septiembre de 1948, ya tenía una larga
carrera en el cine.
Sus padres se trasladaron junto
a él a Hong Kong en 1950. Allí Woo
estudió en la universidad Mateo
Ricci, y fue dando sus primeros pasos en el cine con cortos experimentales, hasta entrar en la poderosa
productora comercial Golden Harvest,
donde debutó con una película de artes marciales; en esta modalidad se
mantuvo hasta 1986, cuando dirigió
Un mañana mejor, gran éxito de taquilla ese año, y en la cual selló su
estilo visual y conceptual. A saber:
una violencia refinada, que lo vincula al cine de Sam Peckinpack, a la
que une una loa candorosa y cuasi
40
misógina a la amistad viril, aunque signada más bien
por un humanismo de cariz cristiano a lo John Ford.
Lo cierto es que en su cine las mujeres sólo cumplen
un aspecto decorativo. En Un mañana..., está la novia de uno de los protagonistas, con una participación intrascendente en la trama, mientras que en El
asesino, un personaje femenino es sólo el motor que
desencadena la narración. Además, sus viriles intérpretes parecen asexuados, pues apenas existen
féminas en sus vidas, y parecen más interesados en
cumplir su palabra de rectitud camaraderil que en procurarse compañía femenina. Un mañana..., además
de romper récord de taquilla en su país, dio a conocer
a Chow-Yun Fat, que se convirtió en su alter ego a
partir de este filme, en el cual caracteriza a un gangster ético, romántico, que tras cumplir condena en prisión por lealtad a un compinche se ve desplazado,
pues los nuevos delincuentes que dominan la ciudad
no tienen un mínimo de escrúpulo moral, y dejan al
protagonista como fuera de juego, destino que lo
remite al personaje de Roy Earle en Su último refugio, al cual, igual que sucede en la cinta que nos
ocupa, lo redime sólo la muerte. Un mañana... tuvo
una secuela al siguiente año y trajo nuevos aires al
cine de acción, algo que más tarde se consolidó con
la mencionada El asesino, del cual bebieron directores norteamericanos como Quentin Tarantino, y hasta el mismísimo Martin Scorsese.
Pero la fórmula de El asesino no
funcionó igual en la siguiente cinta
de Woo, la pretenciosa y maniquea
Una bala en la cabeza, centrada en
tres amigos hongkoneses que se ven
envueltos por azar en la contienda
bélica de Vietnam. Hay escenas
atractivas, pero se alarga demasiado, y se brinda una visión excesivamente simplista del controvertido
conflicto armado.
Lo mismo, aunque en otro sentido, sucede con su última película en
Hong Kong, Rudeza hirviente, historia de una amistad literalmente a
prueba de balas. Las esmeradas escenas de acción que funcionaban a
la perfección en El asesino, en este
caso marean, y el realizador vuelve a
tener problemas serios con las tijeras.
En 1992, debido a las jugosas ofertas comerciales de Hollywood y al
temor de que la inminente y ya por
ese tiempo paulatina reunificación
de Hong Kong con China trajese restricciones a la libertad de crear que
gozaba en la Golden, decide marcharse a Estados Unidos. Allí se
pone al servicio de la entonces estrella del cine de evasión Jean Claude
Van Damme con Cacería humana,
enésimo remake del clásico de Ernest
B. Schoedsack e Irving Pichel The
Most Dangerous Game, a la cual el
crítico cubano-norteamericano René
Jordán, se refiere como la peor película de Woo, y la mejor de Van
Damme.
Woo salva esta nueva versión
con elegantes movimientos de cámara y una hipnótica y frenética edición que no da respiro al espectador.
El éxito de Cacería... hace que
Hollywood confié en él y le encargue otro producto de gran costo,
Código flecha rota, tarea que cumple a la perfección; logra un filme
tonto, pero efectista, funcional y de
gran espectacularidad. Entre otros
aciertos formales, se destaca la escena de la muerte, mediante un misil,
del villano John Travolta.
Con Travolta trabaja de nuevo,
ahora uniéndolo a Nicolas Cage,
en Contracara, increíble pero
relampagueante y explosivo filme, con un ritmo
ejemplar, que no decae durante las más de dos horas de metraje del filme. Aunque, por ejemplo, resulta otra vez ingenuamente ridículo la imagen del
niño como símbolo de la inocencia, que actúa como
si no pasara nada escuchando Over the Rainbow
con una walkman, en medio de un intenso tiroteo
(secuencia que sólo supera en candor a la final de
El asesino, cuando el policía —aliado por azar al
mafioso en la lucha contra el mal—, tras la muerte
del primero, sale gritando histéricamente: «Un amigo, sólo quiero un amigo»). Pero estos reparos
argumentales quedan anulados por los «ballets»
de combates que se repiten —esta vez sin can-
Cacería humana.
El asesino.
Rudeza hirviente.
41
sar— a lo largo de la película. Aquí
insiste en algunas de sus obsesiones temáticas de su etapa en Hong
Kong: la transmutación de la personalidad y cierta ambigüedad sexual,
y esa obsesión por las pistolas frente a frente como símbolo de proyección fálica. Pero por primera vez le
da más participación a las mujeres,
en las que también amplia la ambigüedad, como el caso de la muchachita seductora encarnada por
Dominique Swain, actriz que precisamente, no sé si por casualidad, fue
escogida por Adrian Lyne para su
controvertida versión de Lolita, el
clásico de Nabokov. ¿O fue al revés?
Contracara es, pese a su aparente simpleza, la cinta mejor concebida de Woo, y la más compleja. No
por gusto la polémica y elitista revista Cahiers Du Cinema le dedicó
una portada y un extenso ensayo.
Entre col y col, el realizador dirige para la televisión Black Jack, con
Dolph Cara de piedra Lungren, una
suerte de remake inconfeso de El
guardaespaldas, que por lo trillada
y convencional que es en cuanto a
la forma e incluso el contenido, cuesta trabajo creer que este firmada por
Woo. Es este su trabajo más impersonal.
Contracara convierte a Woo en un
poderoso realizador de Hollywood, por
lo que Tom Cruise le llama para que
dirija la continuación de Misión imposible, con la que logra otro exitazo.
Misión... acusa reiteraciones, y la primera parte es a ratos aburrida y enrevesada. Pero cuando empieza a
«moverse», aun apelando a recursos ya gastados en su filmografía,
logra sesgos de originalidad, como la
secuencia de la pelea final. Por primera vez aquí se le da un cierto
protagonismo a las mujeres, incluyendo una historia amorosa.
Woo es un director que se confiesa católico; así, sus películas están
impregnadas de símbolos religiosos,
e implícitamente contienen valores
cristianos. Además, la violencia nunca llega al sadismo ni a la crueldad,
pero sí es cierto que a veces esta
llega a excesos. Por eso ha declara-
42
do su intención de hacer comedias, como ya ocurrió
con Érase un ladrón.
No se sabe qué derroteros tomará la carrera de
John Woo, ahora que es señalado por la revista
Premiere como uno de los 100 hombres más poderosos de la industria hollywoodense, lo que pude hacerle mermar la calidad, como ya ocurrió con Misión
imposible II. Algunos comentan ya que el cambio
norteño le ha hecho variar considerablemente su particular estilo. Lo cierto es que su figura está considerada como una de las personalidades más interesantes
e influyentes del cine de las dos últimas décadas.
Gracias a él directores asiáticos de su generación,
como Rimgo Lam o Tsui Hark, han sido conocidos en
occidente. Por otra parte su obra ha dejado una huella indeleble —para bien o para mal— en numerosos
directores de thrillers.
Es preciso recordar que la obra de Woo es conocida sólo por cinéfilos empedernidos o especialistas
de cine, pues nunca se ha exhibido ninguna de sus
películas por nuestras vías comerciales. Hay que dar
gracias a la ingente labor que en nuestro país ha hecho por divulgar la obra asiática de Woo el joven e
inquieto director Jorge Molina.
FILMOGRAFÍA
1973- The Young Dragon.
1974- The Dragon Tamers.
1975- Princess Chang Ping;
Hand of Death.
1977- Money Crazy; Follow the Star.
1978- Last Hurrah for Chivalry.
1979- From Rags to Riches.
1981- To Hell with the Devil;
Laughing Times.
1982- Plain Jane to the Rescue.
1983- The Sunset Warrior.
1984- The Time You Need a Friend.
1985- Run Tiger Run.
1986- A Better Tomorrow /
Un mañana mejor.
-A Better Tomorrow II /
Un mañana mejor II.
1989- The Killer / El asesino.
1990- Bullet in the Head /
Una bala en la cabeza.
1991- Once a Thief / Érase un ladrón.
1992- Hard-Boiled / Rudeza hirviente.
1993- Hard Target / Cacería humana.
1996- Broken Arrow / Código flecha rota.
1997- Face Off /
Contracara o Cara a cara.
1998- Black Jack.
2000- Mission Impossible 2 /
Alemania, 1998.
c-bn - 81´
D: Tom Tykwer
I: Franka
Potente, Moritz
Bleibtren, Herbert
Knaup
Corre, Lola, corre / Lola Rennt - Una joven dispone de veinte
minutos para reunir una importante suma de dinero con la que
salvar la vida de su novio, endeudado con un mafioso.
Relampagueante ejercicio de estilo, hecho de manera experimental, con buen uso del ritmo cinematográfico, carismática
actuación de la protagonista, excelente montaje y buena
utilización de la banda sonora. Su inusual estética y su frenético
tempo pueden causar rechazo a esta novedosa propuesta. La
cinta cuenta tres variantes de la historia, con un marcado interés por lo formal.
Esto dificulta el análisis ético de su enfoque, bastante ácido, sobre diversos
problemas familiares y juveniles. Violencia.
México, 1997
c-103´
D: Jaime
Hermosillo
I: María Rojo,
Claudio Obregón,
Martha Navarro
De noche vienes Esmeralda - Una enfermera, casada con
5 hombres a la vez, es acusada de bigamia por uno de los
maridos al intentar consumar el sexto matrimonio. Sátira
sobre la sexualidad, que logra algunos chistes eficaces. La
trama, aunque bien concebida, es inconsistente, lo que le
hace perder efectividad. María Rojo, pese a su experiencia como actriz, resulta ajena a una interpretación cabal
del personaje. El filme parece proponerse una crítica
mordaz a la hipocresía, pero abunda en elementos negativos, como la defensa de
la permisividad sexual, y su ataque al matrimonio, todo ello levemente atenuado
por su tono de comedia. Escenas eróticas, diálogos y situaciones subidas de tono.
EE.UU., 1999
c-189´
D: Frank
Darabont
I: Tom Hanks,
Michael Clarke
Ducan, David
Morse
El último pasillo / The Green Mile - En 1935, al
pabellón destinado a los condenados a muerte de
una prisión de Louisiana, llega John Coffy, un
gigantesco hombre acusado injustamente de dar
muerte a dos niñas. Su presencia en la cárcel da
lugar a inesperados acontecimientos. Parábola fantástica, bien realizada, con magníficas interpretaciones. Guión complejo y agudo que logra paliar bastante su excesivo metraje.
Inteligente alegato contra la pena de muerte y, en general, contra un enfoque
vengativo de la justicia. Pese a su confusa mezcla doctrinal de elementos místicos,
la cinta resalta eficazmente el respeto a la dignidad de la persona humana, el valor
del carácter y el recto proceder, la generosidad y la amistad, en un contexto de
apertura a la trascendencia.
Holanda, 1996
C- 100´
D: Marleen Gorris
I: Willeke Van
Ammerroy, Els
Dottermans, Jan
Decler
Antonia. Una anciana, al borde de la muerte, recuerda
la agitada vida de su familia en una pequeña villa.
Comedia dramática, con buenas actuciones, fotografía
y ritmo, aunque este último decae en algunos
momentos. Si bien la cinta pretende resaltar valores
familiares y de convivencia, lo que realmente hace es
torcerlos, presentando como normales situaciones y actitudes de desajuste moral.
43
Magnolia - Ambicioso filme coral, sobre los
vaivenes de la vida y los caprichos del destino,
centrado en varias personas de diversos
estratos sociales y formas de ver la existencia,
que tienen en común el confrontar diversos
problemas existenciales, físicos y emocionales.
Excelentes actuaciones, respaldadas por un
guión sólido y bien estructurado. Algunos
recursos dramáticos no del todo convincentes no malogran este importante filme.
La cinta resulta dura, pero es a la vez profundamente humana. Enfoca con positivo
realismo las relaciones interpersonales y familiares. Es de resaltar la actitud del
sencillo policía católico, hombre con diversos problemas a quien su fe lo ayuda a
ser bondadoso. Lenguaje soez.
EE.UU., 1999
c-188´
D: Paul Thomas
Anderson
I: John C. Reilly,
Tom Cruise,
Julianne Moore
La vida es bella / La Vita è Bela - En la
Toscana de 1939, tras varias peripecias,
un joven de ascendencia judía logra casarse
con la mujer que ama, y tiene con ella un
hijo. Pero son los tiempos del fascismo en
Italia y las cosas comienzan a tomar para
la familia un sesgo sumamente trágico. Ingeniosa comedia dramática, con excelente ritmo, música contagiosa y actuaciones
carismáticas. Humanista parábola sobre el amor paterno, llevado aquí hasta el
heroísmo. Denuncia de lo absurdo del racismo y de la deshumanización por parte
de los regímenes totalitarios, representado esto último de manera inteligente en el
personaje del doctor Sterling. Pese a sus indudables valores, la cinta ha sido
criticada por algunos sectores, que estiman que trivializa la tragedia del holocausto
judío, y cuestionan la legitimidad de hacer una producción comercial a partir de
ese calvario sufrido por el pueblo hebreo. Algunas crudezas.
Italia, 1998
c-120´
D: Roberto
Benigni
I: Roberto
Benigni, Nicoletta
Brashi, Giorgio
Cantorini
Inocencia interrumpida (Girl interrupted). Una
joven de diecisiete años intenta suicidarse, por
lo que es internada en un hospital psiquiátrico.
Filme autobiográfico, cuya trama se desarrolla
en los años sesenta. Con buenas actuaciones y
algunos momentos de interés, pero en general
soso y reiterativo. Si bien enfoca de manera
positiva la regeneración de la protagonista, hay
en el fondo una actitud conformista ante los desmanes de la institución de salud
mental, lo que da un tono falso a la película. Algunas situaciones escabrosas y de
amoralidad.
EE.UU. 1999
C-120´
D: James
Mangold
I: Winona Ryder,
Angelina Jolie,
Whoopi Golberg
La madrastra / Stepmon - Una fotógrafa de modas
comienza una relación sentimental con un recién
divorciado que se ha hecho cargo de sus dos hijos, debido
a la enfermedad que padece su ex-esposa. Correcto
melodrama, bastante predecible, aunque bien actuado y
entretenido. Presenta las negativas consecuencias que
trae el divorcio para los hijos. También demuestra cómo
las relaciones entre las nuevas y las anteriores parejas
pueden estar signadas por la amistad y la compresión,
para hacer menos doloroso el trauma de la separación familiar, siempre terrible
para los hijos. Enseña a llevar con optimismo la prueba del dolor.
EE:UU., 1998
c-124´
D: Chris
Columbus
I: Julia Roberts,
Susan Sarandon,
Ed Harris
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