HISTORIA DE LA PARROQUIA SAN ROQUE DE PERGAMINO EN

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HISTORIA DE LA PARROQUIA SAN ROQUE DE PERGAMINO EN
(20) HISTORIA DE LA PARROQUIA SAN ROQUE DE PERGAMINO
EN SU 30 ANIVERSARIO 1942-1972
Por Juana Corallini de Garófoli
Contenido
Presentación
I) La Nueva Iglesia
II) La Capilla San Roque del “Pueblito” Acevedo (1917-1972)
III) Los Misioneros de San Carlos Borromeo – Scalabrinianos
IV) La Parroquia San Roque de Pergamino (1942-1972)
Apéndice I: Necesidad de la Iglesia
Apéndice II: Biografía de San Roque
Presentación
La fe de un pueblo, tiene múltiples facetas; pero lo que sobresale es su afán de
agruparse como en una sola familia y formar un centro para dar un “testimonio”, visible,
y levanta un templo, Casa de Dios, para expresar su fe y rendirle alabanza.
Esta fue realidad también para la población, en su mayoría emigrantes, de este
Barrio Acevedo de Pergamino, que , con fe, confianza en Dios y amor, sobrellevando
obstáculos y sacrificios, llegaron a concretar su sueño, que hoy es maravillosa realidad:
la Comunidad Cristiana, con su Templo, bajo la advocación del glorioso Patrono San
Roque.
Esta recopilación, con sus recuerdos, quiere dejar constancia de la fe, concretada
en obras para gloria de Dios, de la generación de almas que supieron hacer realidad su
sueño.
Ahora todos, sacerdotes y pueblo de Dios presente, siguiendo el camino trazado,
debemos completar la Casa de Dios, con la Casa para las obras sociales y catequesis, en
el 30° aniversario de vida parroquial.
I) La Nueva Iglesia
La necesidad de contar con un templo fue sentida y comprendida por el grupo de
vecinos del “pueblito Acevedo” que había surgido como tal a la vida ciudadana por el
loteamiento efectuado sobre feudos de la familia Acevedo. Pocas casas había en aquel
entonces, y todas ellas daban a la calle ancha, que era el camino real de salida a San
Nicolás y Rosario, y que hoy conocemos por Boulevard Vélez Sarsfield.
La profunda fe religiosa de la sra. Julia Vda. de Ricome la indujo a hacer conocer
al entonces cura y vicario de Pergamino Revdo. P. Bartolomé Ayrolo la imperiosa
necesidad de un sacerdote para evangelizar ese sector, para llevar luz a muchas almas
que, por ignorancia estaban en tinieblas, y pudieran así regularizar su situación
espiritual. Corría el año 1907.
Se abrieron los corazones para apoyar una iniciativa de tan profunda significación.
Fueron salvadas las primeras dificultades y compenetrados del bien que esta obra
reportaría, los sres. Primo permitieron que la misma fuera iniciada en el salón de su
propiedad ubicado frente a la actual Iglesia.
Allí se instaló provisoriamente una Capilla y comenzó la obra apostólica.
El 14 de mayo de 1907, aquel infatigable misionero de Cristo, lanzó una proclama,
síntesis de lo que ocurriría en días posteriores: “Amados feligreses del pueblito
Acevedo: como vosotros no habéis podido gozar de los beneficios espirituales de la
Santa Misión realizada en el mes de mayo en la Parroquia Ntra. Sra. de la Merced, he
determinado, a requerimiento de almas piadosas de esta población, deseosas de haceros
bien, y entendiendo que no podéis privaros de esos beneficios, dar una Misión entre
vosotros”.
Llegó el ansiado día; a las 19 horas del 16 de mayo la tranquilidad y el silencio de
la apartada barriada, se vieron perturbados por una salva de bombas, anunciando, así el
vecindario la llegada del R. P. Ayrolo acompañado por el R. P. Luis Haon. Así
comenzaron los apostólicos trabajos.
A la mañana siguiente se ofreció la primera Misa. Se vivieron solemnes instantes
que parecían como hechos irreales ante los ojos atónitos de los pobladores, en su
mayoría oriundos de la bella Italia.
Dicen las crónicas que las pupilas se empañaron y al unísono se elevó al cielo
entre espirales de incienso, el voto solemne de levantar un templo, como los de su tierra,
bello y majestuoso en el cual se reviviera la tradición aprendida en el regazo materno.
El resultado de este primer contacto fue halagador pues se realizaron 25
bautismos, 250 comuniones y se regularizaron 25 matrimonios.
Los devotos que veían acrecentar sus esperanzas para lograr educar y salvar almas
hicieron un petitorio al R. P. Ayrolo, quien accedió y fundó la Capilla Provisora en el
salón de los señores Primo.
Este sólo era el comienzo. La tarea era ardua, pero no fue difícil encontrar quienes
asumieran la responsabilidad de llevar adelante la iniciativa cuya puesta en marcha era
imprescindible y cuyos fecundos resultados a lograr, hacían estallar de alegría los
corazones.
Se formó una comisión pro-templo integrada por señoras y señoritas que querían
dar lo mejor de sus energías para alcanzar tan alto objetivo. Fueron ellas; Julia V. de
Ricome, Francisca E. de Calvito, Fermina V. de Zárate, Loreta V de Barragán, Rosa D.
de Belfiglio, Marta C. de Caprile, Mercedes Siffer Aramburu, Edelmira Ardisone,
Agustina Sarmiento, Josefa Zubiri, Francisca Aramburu, Isabel Leiva y Vicente
Viniegra.
Esta comisión trabajó con ahínco y el 11 de agosto del mismo año fue bendecida
la campana costeada por suscripción popular cuyos padrinos fueron don Manuel M
Pintos, Intendente Municipal y doña Julia V. de Ricome; bendíjola el R. P. Ayrolo y le
puso el nombre de Roque.
El 16 de agosto de 1907 se celebró por primera vez la fiesta del santo Patrono. Las
crónicas dicen que “la concurrencia, presidida por la muy digna autoridad del pueblo,
para quienes el salón provisorio resultó chico, ha hecho firme propósito de festejar el
próximo año su fiesta, en una nueva Capilla”.
El 22 de septiembre de 1907 se colocó en la Capilla un hermoso Crucifijo donado
por el señor Manuel Pintos y las imágenes de San Roque y San Miguel adquiridas por
suscripción publica. También ocupó lugar de honor la de Ntra. Sra. del Carmen donada
por la señora de Ricome.
II) “La Capilla San Roque del pueblito Acevedo” 1917 – 1972
Mucho había que hacer para que las iniciativas pudieran concretarse. La luz de la
fe que Jesús dio al hombre pronto movió a un grupo de caballeros a formar el 1° de
noviembre de 1907 la primera Comisión integrada por Juan Toia, José N. Ubillo,
Bautista Liru, Miguel Bonelli, Juan de la Rosa, Román Virto, Camilo Cinalli, Bernardo
Mingo, Nicolás Longo, Genaro Laguia, Francisco Primo, Domingo Tedeschini y
Nicolás Racano, deseando proporcionar a sus hermanos un sitio adecuado para
comunicarla, y no escatimar esfuerzos para reunir todo lo necesario para adquirir el
terreno donde sería levantado el templo.
Dificultades que en un principio se creyeron insalvables, fueron vencidas poco a
poco, y en 1912 los señores Luis Barbarito y Manuel de la Rosa firmaron el acta de
compra, dando un paso trascendental hacia el logro de un ideal largamente acariciado.
Tres años después, el 30 de julio de 1915 se entregó el predio adquirido a la Curia de La
Plata.
Era presidente de la comisión, don Antonio Intelángelo cuando se inició la
construcción de la Capilla. Los trabajos fueron confiados al constructor don Vicente
Tudino sobre los planos del señor ingeniero Cheraza Palma.
El señor Obispo de La Plata, Mons. N. J. Terrero, que había sentido el mismo
placer de ver nacer una nueva casa de Dios, designó al R. P. José Keoghan para
bendecir las obras en su nombre. Un año había transcurrido desde la iniciación de los
trabajos y estos llegaban a feliz término.
Pero algo imprevisto impidió que la habilitación se realizara en la fecha fijada.
Hubo que lamentar la muerte del P. Keoghan. En nombre del señor Obispo, Padre
Ildefonso Amondarain bendijo las obras. No habían sido inútiles tantos sacrificios y
desvelos.
Su primer Capellán fue el R. P. Oreste Scaravelli quien cumplió hasta el año 1919
el mandato: “Id y enseñad a todas las gentes”. Tan magno acontecimiento tenía lugar
cuando integraban la comisión los señores José Uhillas, Luis Barbarito, Román Virto,
Antonio Intelángelo, Domingo Tedeschini, Antonio Primo, Rafael Marmarusso, Nicolás
Racano y Donato Friguglietti.
En la última fecha mencionada el R. P. Scaravelli auséntose a Italia.
Lógicamente no podía interrumpirse la obra iniciada y que marcaba el camino seguro
para llegar al conocimiento profundo de Dios. Por esta razón la atención del culto
estuvo a cargo de los tenientes curas de la Parroquia Ntra. Sra. de la Merced: RR.PP
Suñer, Seltz, Román, Silva, Jordán, Bruno y otros cuyos nombres no figuran en el
archivo, quienes no por eso dejan de recibir el agradecimiento de quienes
comprendieron y comprenden los sacrificios al multiplicar sus tareas durante largos
años.
El surco de un amplio apostolado fue abierto el 21 de marzo de 1933 con la designación
para el cargo de Capellán Vicario, del R. P. José Del Campo S.C.R.L., normalizándose
la actividad de la Capilla San Roque.
En esta época se determinaron los límites jurisdiccionales y se denominó
“Capellanía vicaria del pueblito San Roque Barrio Acevedo de Pergamino”.
Era necesario agrupar a los fieles entre los cuales cumplía su misión el P. del
Campo. Organiza la Cofradía de San Roque, de San Miguel, la Sociedad Italiana
Católica, Niños de Jesús de Praga en la convicción de que obrando así era posible
enseñar como Jesús con palabras, imágenes y hechos.
El P. José se desempeñó como confesor de las comunidades religiosas de Ntra.
Sra. del Huerto, y su acción llegó hasta la ciudad de Colón y de Manuel Ocampo para
las Hermanas Adoratrices. Asesora a la señora de Fredes en la donación de un terreno
en el Barrio Otero, que con una pequeña habitación, estarían destinados a la futura
Capilla Santa Teresita realizándose la escritura en 1934, y el 11 de noviembre de ese
mismo año el R. P. Amondarain está autorizado en nombre del señor Obispo a
bendecirla. Se organiza la primera Misión en el Barrio otero en 1936, permitiéndose
llevar la asistencia religiosa hasta Ayerza. Así, se vuelve a determinar los límites de la
Capellanía, y un decreto la separa de la Parroquia de la Merced.
La acción de este apóstol era necesaria en la ciudad de Rosario y allí ha sido
trasladado después de haber festejado entre sus fieles los 40 años de vida sacerdotal.
IV) Los Misioneros de San Carlos Borromeo – Scalabrinianos
Dios miró con bondad este sector formado en su mayoría por gente humilde que
trabajaba con ahínco y no abandonó lo que fervientemente se había iniciado.
Para ese tiempo llegaron al Río de la Plata los primeros misioneros de Monseñor
Scalabrini: P. Oreste Tondelli y el Hno. Eugenio Fagher. Ocurría esto el 5 de marzo de
1940 y el 15 del mismo mes el señor Obispo de La Plata, Mons. Chimento, nombra al P.
Oreste, vicario de la Capellanía vicaria San Roque del P. Acevedo.
La segunda Guerra mundial dejó sentir su atroz acción aislando los pueblos; y así
los dos misioneros por seis años estuvieron incomunicados con los demás miembros de
la Congregación Scalabriniana.
Llegada la ansiada paz, en que se reorganizan las relaciones sociales entre los
hombres para consolidar la nueva vida, empieza una nueva época feliz para los del
Barrio Acevedo iniciada con el R. P. Oreste Tondelli, quien con su misión de porvenir,
su depurado decir y hacer convierte en concreciones las iniciativas surgidas del deseo de
hacer el bien y llevar la paz difundiendo el Evangelio para llegar al encuentro con
Cristo. Llegan en mayo otros scalabrinianos, el R. P. Lino Ceccato, cuya predisposición
para el trabajo y sus conocimientos técnicos para aplicar la electricidad dieron frutos de
valor, como el pesebre mecánico, que en sus sincronizados movimientos, representaba
los acontecimientos del nacimiento de Jesús.
La Capilla San Roque, que en aquel entonces reposaba en un estado de abandono
tal, capaz de hacer desistir a cualquiera que no tuviera el ferviente deseo de sacarlo todo
de la nada para mayor gloria de Dios.
Pocos detalles bastan para dar una somera idea de lo que era nuestra Parroquia lo
que debía llamarse atrio era cubierto por maleza y yuyo; el techo hacia ver claramente
las huellas del pasado, y por sus rupturas “se contaban las estrellas”. Todo esto debía
quedar en el pasado. Se pusieron al trabajo duro de pala y pico. Con las Cofradías
existentes, todo fue cambiando paulatinamente de aspecto, hasta convertirse en casa
digna para alabanza del Señor.
V) La Parroquia San Roque de Pergamino (1942 – 1972)
El resultado de esta misión apostólica fue el motivo que hizo sentir la necesidad y
conveniencia de que la Capilla fuera erigida en Parroquia.
Los trámites se iniciaron en la Curia de la ciudad de La Plata el 11 de febrero de
1941; había transcurrido casi un año, y con fecha 17 de diciembre de 1941, Mons. Juan
Chimento, Arzobispo, emite el decreto en cuyo texto establece que la humilde
Capellanía pasaba a la categoría de Parroquia, al cumplirse las bodas de plata como
capellanía San Roque. A continuación se transcribe el texto:
Atenta la nota del R. P. Oreste Tondelli, en que solicita que la Vicaría de San
Roque en el barrio “Pueblito Acevedo” de Pergamino sea erigida en Parroquia;
oído al respecto el parecer del Sr. Cura y Vicario Foráneo de Ntra. Señora de la
Merced de Pergamino y el del V. Cabildo Metropolitano, visto el dictamen del Sr.
Fiscal Eclesiástico, y resultando de las actuaciones producidas:
a)
Que está comprobada la existencia de las causales canónicas, a tenor
del canon 1427, para la erección de dicha parroquia: 1º) por la
numerosa población existente en esa barriada, a cuyas necesidades
espirituales no se puede subvenir convenientemente por el recurso
que señala el canon 476 pr.2º ; 2) por la dificultad de los fieles de ese
barrio de llegarse a la Iglesia parroquial de Pergamino, por razón de
la distancia, y del inconveniente que importa el cruce de la vía del
Ferrocarril Central Argentino de Buenos Aires a Rosario;
b)
Que dicho barrio está dotado de Iglesia capaz y casa rectoral
adecuada:
c)
Que la congrua sustentación del Párroco está asegurada con los
derechos arancelarios y las prestaciones voluntarias de los fieles.
Por las Presentes:
1º - Venimos a erigir, como en efecto erigimos en Parroquia, el territorio de
la Capellanía Vicaria de San Roque en Pergamino, separado de la Parroquia
de Ntra. Sra. de la Merced por la vía del Ferrocarril Central Argentino en su
línea de Buenos Aires a Rosario, y que comprende parte de los cuarteles 9 y
10, e íntegramente los cuarteles 8 y 11 del Partido de Pergamino.
2º - Asignamos a dicho territorio de la Iglesia San Roque, a la que
declaramos parroquial, con todos los derechos, privilegios y exenciones que
tal carácter le otorgan.
3º - Disponemos que este Auto comience a regir desde el 1º de enero de
1942, y que desde esa fecha se tenga por definitivamente desmembrado de la
Parroquia de Nuestra Señora de la Merced, el territorio arriba señalado.
Firmado: Mons. Juan Chimento, Arzobispo de La Plata.
El 1º de enero de 1942 el P. Oreste Tondelli toma posesión solemne como Cura
Párroco entre el beneplácito de los que lo rodean, conocen y aprecian su obra en
ejecución y proyectos.
En el mismo año se solicita que la misma Parroquia sea entregada a la
Congregación de los Misioneros de San Carlos (Scalabrinianos).
Era necesario un incentivo que moviera a acercarse a Dios.
Se organizan las Santas Misiones que se realizan desde el 14 de noviembre hasta
el 29 de del mismo mes del año 1942.
En el año 1945 viene otro sacerdote, el R. P. José Guadagnini, espíritu
emprendedor, incapaz de amilanarse ni aún ante aquello que ofrecía las mayores
dificultades.
Más sacerdotes se sumaron luego: P. Antonio Mascarello (1946), P. José Favarato
(1947), P.Mario Pegorin (1948), P. Angel Girardi (1951) y P. Oliviero Manni (1952).
Paralelamente con las necesidades espirituales crecían las materiales. De acuerdo
al proyecto del arquitecto Rossi, se realiza la ampliación de la Capilla, adornada de una
preciosa torre campanario.
Pero la misión de la Iglesia no se reduce únicamente a la formación del alma, sino
que debe integrar el hombre en la cultura universal, sólo así podrá encontrar la verdad
total, la justicia cumplida y el amor pleno. Con ese fin la Congregación Scalabriniana
adquiere la propiedad existente en la esquina de Vélez Sarsfield y Bahía Blanca,
pudiendo encontrar un local para el salón teatro y aulas para una futura escuela. Años
después se abrirían sus puertas y sus corazones para albergar a los niños del Hogar
Escuela Monseñor Scalabrini, y es designado por los Superiores al R. P. Jorge Berti,
como director de la misma obra.
Casi en los últimos meses de su permanencia en la Parroquia, el P. Oreste
Tondelli, da un nuevo motivo de renovación espiritual: las Santas Misiones con la
presencia de los Misioneros del Corazón de María, celebradas entre el 3 y 16 de agosto
de 1952.
En 1953 es designado Cura Párroco el R. P. José Favarato. En 1955 el R. P. Lino
Ceccato.
En el año 1959, mayo 20, nuevamente retorna el P. Oreste Tondelli, luego de
haber sido Superior Provincial, celebrando el mismo 25 de mayo sus bodas de plata
sacerdotales. Su hacer no sólo se tradujo en el nuevo vigor que dio a la Acción Católica,
sino que, antes de alejarse definitivamente de esta Parroquia, vio florecer la Liga de
Madre de Familia con su acción de profundo significado social el 15 de agosto de 1961.
El 1º de marzo de 1962 fue designado Cura Párroco el R. P. José Guadagnini,
designación recibida con sinceras muestras de satisfacción, pues el vecindario conocía
la actividad siempre creciente de este sacerdote, quien viviendo de cerca las necesidades
de la mayoría de los hogares y haciéndose eco del anhelo de muchas madres, creó en
1965 la Guardería San Roque, secundado con acierto por la Comisión de la Liga de
Madres.
El tiempo no pasa en vano; nuevamente la fachada de la “Casa de Dios”, sufría sus
huellas, y los fieles deseaban darle una nueva fisonomía, no para ostentación, sino para
dar lo más hermoso posible a nuestro Supremo Hacedor.
La Comisión pro-templo formada el 5 de agosto de 1955 trabajó intensamente
bajo la asesoría dinámica del P. José y de su eficiente colaborador P. Luis Lovatin, y
con arriesgadas iniciativas se logró restaurar el templo. El 7 de diciembre de 1968 se
inaugura simbólicamente lo que es una conjunción de belleza y sobriedad, sin excluir el
aporte del estilo moderno por el Arq. Flores. Contemporáneamente queda completada la
casa parroquial.
El 1º de marzo de 1969, por la Congregación Scalabriniana, se hace cargo de la
Parroquia el R. P. Francisco Scapolo, quien convierte la comisión pro-templo en
“Consejo de Administración Parroquial”. Se inicia la campaña de la “Contribución
Familiar”, concientizando a los fieles en sostener personalmente las obras del culto. Se
hace posible liquidar totalmente la deuda contraída para la adquisición de dos lotes
donde, actualmente, está la Capilla Sagrado Corazón (calle Salta y Ameghino).
Así nuestra Parroquia llega en la actualidad, en que es necesario desdoblar los esfuerzos
para mantener inconmovible la fe, esa virtud teologal imprescindible para seguir
adelante, para no desmayar y trabajar incesantemente. La preocupación del P. Francisco
se nota en la actividad de la catequesis; para eso reúne a las jóvenes catequistas en
reuniones de formación catequística, e instituye diversos “centros de catecismo” para
anunciar dignamente el mensaje de Cristo.
Apéndice I
Necesidad de la Iglesia
Dichosos los bienaventurados que en medio de la abundancia del progreso
material, advierten que los bienes terrenos son insuficientes para alcanzar la verdadera
felicidad.
Pero, ¿por qué pueden advertirlo? ¿Qué es lo que buscan para completar lo que
tienen?
Lo que buscan, lo que debe llenar ese vacío, no es complemento sino la base de lo
que han logrado, es el estímulo hacia una perfección más alta, es el verdadero objeto de
su existencia, es su fin último, es perfección infinita, es Dios.
Tienen fe: sin llegar a comprenderlo con profundidad están poniendo de
manifiesto la dualidad de vida y espíritu, esa verdadera oposición que sin embargo
forman la esencia unitaria del hombre.
No tienen, quizás, su corazón traspasado del fuego del amor divino capaz de dar lo
sobrenatural de una vida interior como la de Santa Teresa, que, por las espléndidas
facetas de su dinámica y de su milagrosa actividad, ha sido proclamada, por Paulo VI:
Doctora de la Iglesia.
¿Cómo despertar en esos seres esa fe que aparece adormecida, aunque no muerta
ni ausente?
Sólo la educación puede lograr la maravillosa elevación del espíritu. Sólo por ese
camino el hombre supera su infraestructura biológica y trasciende el ámbito que lo
ubica como persona. Sólo así podrá comprender que Dios es el primer principio, y el fin
de nuestra existencia y llegar a reconocer a El, al Divino Maestro.
Pero, ¿quién educa al hombre?
Las sociedades naturales, familia y sociedad civil, por su misma naturaleza, son
imperfectas. ¿Pueden proporcionar al hombre que de ellas forma parte del proceso
dinámico al cabo del cual logra su propia configuración? Surge aquí la necesidad de la
existencia de la sociedad que es perfecta, por su origen sobrenatural: la Iglesia.
Es necesario reconocer la maternidad con que la Iglesia educa las almas en la vida
divina de la Gracia.
Es imprescindible reconocer esta superioridad en la jerarquía de los educadores
del hombre, y afirmar con San Agustín que: “No tendrán a Dios por padre, el que
rehusase tener a la Iglesia por madre”.
Apéndice II
San Roque, el Patrono
Montpellier (Francia) por el año 1295 tuvo la gloria especial de haber sido cuna
del poderosísimo y celestial médico de todas las enfermedades y pestes que han sido
flagelo de la humanidad: San Roque.
Sus padres fueron Juan y Leberia de nobilísima familia.
Estos venerables esposos obtuvieron la gracia de un hijo a edad muy avanzada después
de haber suplicado a la Virgen Santísima. Este niño concedido por el Cielo nació
ostentando una cruz roja sobre su pecho, presagio inequívoco de su futura santidad. En
la pila bautismal le pusieron el nombre de Roque.
Sus progenitores le enseñaron a ejercitar el amor a Dios, a la Iglesia y a la Patria.
Sólo contaba 10 años de edad e invertía todas sus propinas, premios y regalos en
socorrer a los más indigentes. La obediencia a sus padres fue constante norma de toda
su juventud. En la humildad, la afabilidad, la castidad encontró el auxilio necesario para
salir victorioso en su debilidad humana. Tomó la Cruz y siguió a Cristo renunciando a
la opulencia y a sus títulos nobiliarios.
Tomar la Cruz y seguir a Cristo es amar el desprecio y morir al “propio Yo”, y
saber salvar a los pecadores con nuestros sufrimientos como Jesús nos enseñó y redimió
por su pasión y muerte. Y esto es propio de los apóstoles y de los Santos.
A la edad de 20 años, huérfano, solo y sin compañía de criados, vestido de pobre
traje con sencilla capa sobrepuesta, llevando el sombrero y una pequeña alforja, sale de
Montpellier, abandonando casa, hacienda, honores para dirigirse a Roma.
Roque sube valientemente los Alpes y sorteando peligros llega a Italia en calidad
y aspecto de peregrino.
En Toscaza la peste hacía estragos y llenaba de luto las familias, él se ofrece sin
remuneraciones algunas para atender los enfermos, exponiendo su propia vida.
Se nota en él, al servir a los apestados, una humildad profundísima y que se honra
en socorrerlos; parecía que estaba atendiendo a príncipes y reyes. Es que veía en ellos la
misma persona de Cristo. En Cesena y Placencia continuó atendiendo a los enfermos y
haciéndoles sobre ellos la señal de al Cruz, los curaba.
Dios, para probar y purificar su santidad, permitió que después de haber curado a
otros con sus propias manos, fuera atacado de la peste, así, enfermo, tuvo la necesidad
de “auxilio ajeno” y por temor, los habitantes de Placencia lo obligaron a abandonar la
ciudad. Apoyado en su báculo, llegó a un bosque y encontró refugio en una choza. Allí
había un manantial de agua clara y cristalina que sirvió a Roque para beber y lavar sus
llagas. También a poca distancia del bosque existía un castillo, cuyo dueño, Gottardo,
tenía perros en gran cantidad para la caza.
Uno de estos perros había tomado la costumbre de tomar un pan de la mesa e ir
rápidamente hacia el bosque. El señor Gottardo al querer cerciorarse de ese
procedimiento de provisión se fue hasta la choza y vio al peregrino Roque auxiliado por
uno de sus perros. Animado por el amor a Dios, Gottardo asiste a Roque y, como él,
abandona sus riquezas y se retira a vivir en la pobreza.
Roque milagrosamente curado, regresa a la ciudad; la gente al verlo grita:
“¡Milagro!” “¡Milagro!” pero una voz oye, mientras el pueblo aclama: “Roque, ya estás
sano; vuélvete a tu país, donde darás nueva prueba de paciencia”.
Regresó a Francia en hábito de peregrino y pidiendo limosna. Llegó desfigurado y
nadie lo reconoció, y considerándolo espía fue conducido al Gobernador de Montpellier,
quien sin prueba condenó a Roque a prisión perpetua. Si hubiera conocido su nombre,
lo habrían sobrecargado de honores.
Permaneció en un estrecho calabozo por cinco años, sufriendo toda clase de
privaciones, y orando confiadamente.
Presintió la hora de su muerte y rogó al carcelario de llamar a un Presbítero de la
Iglesia. El Sacerdote quedó sorprendido y admirado al verlo, y divulgó por la ciudad
que en la cárcel había un santo. Una muchedumbre ávida de detalles se presentó a la
puerta del reformatorio; pero ya Roque había entregado su alma al Creador. A su lado
encontraron una tablilla con esta inscripción: “Los que atacados de la peste invocaren a
mi siervo Roque, se librarán por su intercesión”.
Murió en el año 1327, a la edad de 32 años.=
Tomado de “Vida de San Roque”
de Tomás Zanumbe y Zander

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