Radiografía del rumor - Taller de Periodismo Aplicado

Transcripción

Radiografía del rumor - Taller de Periodismo Aplicado
Ca p í tu l o 1
Radiografía del rumor
Para
hablar del rumor com o parte del tejido social es necesario
transportarse a mucho tiempo atrás. Con lo cual, ya desde el
inicio, descartamos la idea de que el fenómeno sea una prácti ca n ovedosa para
transmitir informaciones. Ya antes de la invención de la escritura, el único canal de
comunicaci ón de los pueblos era el boca en boca, informaciones que cir culaban a
través de mensajeros que no siempre transmitían fielmente el espíritu original de
los acontecimientos, deformando las historias, ya sea por decantación o
tergiversación maliciosa.
El rumor es una de las formas de comunicaci ón más antiguas. Existen varias
pruebas de esto: los relatos del Antiguo Testamento que eran narrados por
peregrinos que se trasladaban de una región a otra; la antigua Roma que, al verse
muy perjudicada por los chismes, llegó a desplegar una campaña antirumor,
haciendo circular la voz de que los cristianos eran los culpables del incendio voraz
que arrasó con la capital del imperio, en el 64 después de Cristo; y el rumor que
condujo a la muerte a Sócrates, acusado de pervertir a los jóvenes de Atenas y de
incitarlos a la rebelión. 1
En un tiempo remoto, l os habitantes del planeta no contaban con muchos medios
de información para enterarse de lo que sucedía. Antes del advenimiento de los
media, el público se veía obligado a depender de las noticias relatadas por algún
juglar o trovador. A pesar de que en retrospectiva el panorama ha cambiado
notablemente en todos los sentidos, no puede pensarse que el papel del rumor en la
vida moderna es menor que hace tiempo atrás.
A pesar de las pocas investigaciones que existen sobre el tema y la gran dificultad
que supone su estudi o, se ha llegado a construir – com o se verá en este capí tulo –
una radiografía conceptual que ayuda a comprender al menos los elementos
básicos del rumor, su defini ción y proce so de formaci ón, evolución y
funcionamiento, entre otras características. –
Tarrés, J. (2000). “El rumor como sustituto de la noticia”, Tesis de Licenciatura en Comunicación Social, Buenos Aires,
Facultad de Ciencias de la Educación y de la Comunicación Social, Universidad de El Salvador, Págs. 13-14.
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1. Defi ni cio nes para el rum or
DIFERENTES autores han logrado conceptualizar el fenómeno y esto sugiere
un gran avance en el camino hacia su comprensión. La guerra fue el motor de estas
primeras definiciones, com o así también de las primeras investigaciones y
experiencias de laboratorio.
Muchas cosas cambiaron a partir de la Segunda Guerra Mundial, entre ellas
la visión que se tenía sobre el rumor. La guerra fue un acontecimiento de cisivo no
sólo en ese campo, sino que también modificó drásti camente la historia de mitad
del Siglo XX y puso fin al impulso reformista del Nuevo Trato 2 .
Cuando la participación de Estados Unidos en el segundo confli cto global
llevó al presidente Franklin Delano Roosevelt a decir a los periodistas que “el
Doctor Ganar la Guerra” iba a tomar las riendas de la situación, en lugar del
“Doctor Nuevo Trato”, nadie se imaginó lo cuan profundamente habrían de afectar
esos dichos al curso de la historia norteamericana. 3
En este contexto, el rum or adquirió relevancia y la visión que se tenía de él
como un inofensivo comentario entre comadres o el intercambio informal en una
mesa de café, comenzó a convertirse en cosa del pasado. Es más, según comentan
George Allport y Leo Postman 4 , en los años 1942 y 1943 el fenómeno fue visto
como un serio pr oblema para EE.UU., capaz de hacer tambalear la seguridad
nacional. En esta época – citan los autores – “un alto funcionario de la Oficina de
Informaci ones Bélicas de l os Estados Unidos de Norteamérica creyó haber hallado
la explicación de la circulación de rumores y dio una fórmula para combatirla, que
era parcialmente – más solo parcialmente – correcta”.
El discurso de toma de posesión de F. D. Roosevelt, pronunciado el 4 de ma rzo de 1933, trajo un ra yo de esperanza a
un país inmerso en una profunda crisis económica. La Nación era fuerte, dijo, y se recuperaría de la depresión
paralizadora. La Nación y el Congre so – que inmediatamente fue convocado por el Presidente a sesión de emergencia –
respondieron a su llamad o, e inmediatamente empezó a delinearse la forma del Nuevo Trato.
2
Antes que nada, tendría que levantarse el pueblo económicamente, fomentando el empleo de cualquier forma (en su
discurso Roosevelt dijo que “nuestra tarea primordial más grande, es poner a la gente a trabajar”). En segundo lugar,
debían corregirse los abu sos que agravaban la depresión. Tendría que castigarse a cualquier que se lo hallara culpable
de actos criminales en manipulaciones financieras. En consecuencia, debían ser más estrictas las leyes bancarias, debía
intensificarse la vigilancia en las bolsas de valores y en los mercados de productos de consumo, y tendría que corre girse
el abuso de la s compañías tenedoras. Una vez puestas en marcha estas disposiciones correctivas de emergencia,
Roosevelt propuso una serie de medidas permanentes y a largo plazo, para realizar el desarrollo completo del país. El
Presidente definió así los tres objetivos del Nuevo Trato: “alivio, recuperación y reforma”. Algunas medidas tomadas
luego, en el marco de este Nuevo Trato, fueron ayudas económicas para las granjas, refinanciación de hipotecas y
proyectos de desarrollo re gional y recuperación industrial.
En Cochran, T. C. (1975). “Entre dos guerras”, Parte 7. En Breve Historia de los Estados Unidos de América (1975), Ciudad de
México, Editorial Limusa, Págs. 433-436.
3
Cochran, T. C. (1975). En Breve Historia de los Estados Unidos de América (1975), op. cit., Pág. 466.
4
Allport, G. W. y P ostman, L. (1967). Psicología del rumor, Buenos Aires, Editoria l Psiqué, Pág. 18.
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Coincidencia o no, uno de los primeros esfuerzos por caracterizar el rumor
vino de la mano de una fuente por demás ambigua (“un alto fun cionario”). En
Psicología del Rumor 5 , Allport y Postman rescataron la siguiente descripción de este
integrante del Gobierno:
“El rumor corre por falta de noticias. Por consiguiente, debemos
proporcionar al pueblo noticias lo más exactas posibles, pronta y
completamente”
En cierta manera no es una falacia pensar que la falta de la palabra oficial
propicia la pr opagación de rumores, ampliando la brecha de ambigüedad en la
sociedad. Pero detrás del fenómeno hay mucho más que la escasez de detalles.
E L R UM O R
DE
A N TE S
Allport y Postman 6 , trascendieron la con cepción de este descon ocido
funcionario, y sobre la base de experiencias pr opias con públicos occidentales
llegaron a la siguiente definición:
“Un rumor (...) es una proposición específica para creer, que se
pasa de persona a persona, por lo general oralmente, sin medios
probatorios seguros para demostrarla”
En este concepto los dos psi cól ogos de la Universidad de Harvard no
descartan que el rumor tenga visos de verdad, ya que su transmisión supone el
relato de un hecho cierto. El dato menos di scutible de la definición es que el
fenómeno se mueve con libertad absoluta, ya que la comprobación de la
información n o resulta importante. El rumor, entonces, se legitima por sí s olo, y a las
audiencias que participan en la cadena de circulación no les interesan demasiado
las pruebas de esos dichos.
El concepto de Allport y Postman es citado por diferentes autores
contemporáneos (Kapferer, Durandín, entre otros) como el más acertado. De hecho
ha sobrevivido casi 40 años en el podio de la popularidad, a pesar de haber recibido
duras acusaciones de las que hablaremos más adelante.
Antes de Psicología del Rumor, Robert H. Knapp 7 , otro norteamericano,
también impulsado por el contexto bélico en el que estaba inserto su País,
construyó una amplia definici ón del rumor. En un artículo publicado en 1944 lo
definió inicialmente como:
“Una declaración formulada para ser creída como cierta,
relacionada con la actualidad y difundida sin verificación oficial”
A partir de un trabajo realizado para la Comisión de Seguridad Pública de
Massachussets, sobre la relación entre el entorno social y la Segunda Guerra
Mundial, Knapp construyó una definición convergente. Su aporte fue vislumbrar el
The Psychology of Rumor – título original –, publicado por primera vez en Nueva York, en 1947. Para muchos
investigadores sociales e sta obra despertó el interés por el tema en la pasada década del 40. A partir de esa publicación,
tanto Allport como Postman, quienes desempeñaron tareas docentes en el Area de Psicología de la Universidad de
Harvard, son considerados los “gurúes” de la especialidad.
5
6
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. xi.
Knapp, R. (1944). “A Psychology of Rumor”, Public Opinion Quarterly 8 (1), Págs. 22-37. En Kapferer, J. N. (1989).
Rumores, Buenos Aires, Emecé Editores, Pág. 13.
7
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fenómeno, a partir de un inventario de características propias, con la visión de que
el rumor no es un fenómeno sino la representación del mismo.
En su definición, Knapp también profundizó sobre la morfología del rumor y
resaltó que éste se comporta de acuerdo con características generales y específicas: 8
Características generales

El rumor es una forma de comunicación que utiliza el canal informal de
boca a oreja, medio temporario que se opone particularmente a la
permanencia de lo escrito. Se trata de una comunicación oral y personal.

Aporta un contenido informativo sobre un individuo o acontecimiento.

Expresa y, al mismo tiempo, satisface las necesidades emocionales de los
individuos.
Características específi cas

No excede una cierta extensión o una cierta complejidad, por el
hecho de la racionalidad limitada del ser humano.

Tiende hacia una “buena forma” al término de las distintas
distorsi ones que le aplican las funciones perceptiva y relativas a la
memoria.

Cuanto más se aleja un rumor de un hecho conocido o confirmado,
mayores serán sus probabilidades de que se lo deforme más a lo
largo de la transmisión.

Indicaciones pre cisas como n ombre propios, números, lugares, entre
otros, son los componentes más inestables de todo rumor.

El rumor se atribuye a menudo a una fuente autorizada y se adorna
con una garantía moral u oficial.

Se armonizan con las tradiciones culturales de la población dentro de
la cual circulan.

Para ser creído y transmitido, un rumor debe adaptarse a l os temas
que, en un momento dado, interesan a la población.
Siete años más tarde de que se conociera el artículo de Knapp, Warren
Peterson y Noel P. Gist 9 publicaron un trabajo sobre el rumor en la Revista
Americana de Sociología. No hubo aquí grandes sorpresas, puesto que la definición
que aportaron no fue muy distinta a todas las anteriores. Los autores vieron al
rumor como:
“Una versión o una explicación que no ha sido verificada, que
circula de boca en boca y que se refiere a un objeto, acontecimiento
o un asunto de interés público”
8
Knapp, R. (1944). En Rouquette, M. L. (1977). Los Rumores, Buenos Aires, Librería El Ateneo Editorial , Pá gs. 8-9.
Peterson, W. y Gist, N. P. (1951). “Rumour and Public Opinion”, American Jour nal of Sociology (57), Págs. 159–167. En
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 13.
9
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Las tres últimas definiciones son similares y para todas ellas se trata, en
primer lugar, de una información. El rumor aparece entonces com o aquella
proposici ón que aporta nuevos elementos de jui cio sobre una persona o
acontecimiento relaci onado al interés público 10 . Por otro lado, Allport, Postman,
Knapp, Peterson y Gist coinciden en que el fenómeno está sostenido sobre la
verdad y que cuando afronta el camino de la circulaci ón intenta convencer,
distinguirse respecto de otras historias cir culantes, trascender los relatos familiares,
o el comentario entretenido.
En un estudio crítico sobre la situación del estudio del rumor, el francés
Michel Louis Rouquette 11 concibió una definición de tres patas, compuesta por la
situación en la que aparece, el proceso de su transmisión y el contenido que refiere:
a) En cuanto a la situación en la que aparece el rumor:
-
Se trata de una situaci ón de crisis (guerra, accidente, escándalo, etc.). El
grupo ha perdido provisionalmente su seguridad y homogeneidad.
-
Los canales formales de comunicación y especialmente los medios de
comunicaci ón no transmiten sino una información reducida sobre ciertos
acontecimientos o aspectos de esa situación.
b) En cuanto al proceso de transmisión:
-
El rumor se transmite oralmente de persona a persona e implica una
proximidad física de emisor y receptor.
-
Esta comunicación tiene lugar entre
comprometidos en la misma situación.
c)
En cuanto al contenido transmitido:
-
El contenido del rumor experimenta diversas distorsiones en el curso del
proceso de transmisión.
-
Este contenido traduce el pensamiento y el deseo de la población.
-
Dicho contenido mantiene una relación directa con la actualidad.
individuos
igualmente
Rouquette habla del rumor como un componente más de una multitud de
comportamientos, desprovisto de bases teóricas y empíricas serias. “Cada una de
estas características merece que se la considere y discuta, si queremos llegar a una
definición sin ambigüedades (...) Los componentes clási cos de la n oción de rumor
no parecen asegurar, por lo tanto, ninguna especificad verdadera en el abanico de
conceptos que se relaci onan con la comunicaci ón y, más ampliamente, con la vida
social”, indica el autor 12 .
En este sentido – dice Kapferer (1989, op. cit., Pág. 13) – el rumor se diferencia de la leyenda porque ésta se refiere a un
hecho del pasado.
10
11
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 10-14.
12
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 11-15.
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Quizás por ser una de las primeras voces que se pronunci ó sobre la relación
entre rumor y noticia, Tamotsu Shibutani 13 es conocido por su con cepto dinámico,
el cual postula que:
“Los rumores son noticias improvisadas que surgen como
resultado de un proceso de discusión”
En términos más concretos Shibutani afirma que “lo que se llama
comúnmente rumores son aquellas descripciones, pron ósti cos o explicaciones de
acontecimientos que se forman, en gran parte, en encuentros informales, y que
aunque no hayan sido confirmados por fuentes autorizadas, son, sin embargo,
tomados seriamente en cuenta por una parte considerable de una colectividad
interesada en ello” 14 . Al mismo tiempo revela la co-existencia de dos conceptos de
rumor:
-
Aquellos en los que se l o considera com o un mensaje que pasa de
persona a persona, presumiendo que el primer eslabón de la cadena,
encargado de narrar el acontecimiento, es un testigo ocular, cuyo relato
es exacto y que las deformaciones son introducidas en el curso de la
transmisión. Las unidad básica de análisis es el relato, y el problema es
hallar la razón de su posterior transformaci ón. Bajo este enfoque, el
rumor se considera como algo patológico.
-
Otros, donde se lo concibe como una descripción de un suceso, una
exposición resumida que se construye en la interacción de las personas a
quienes interesa. En este caso la unidad de análisis es la situación, y el
problema es determinar cómo ha llegado a ser interpretado.
En el origen del rumor se identifica un acontecimiento importante y al
mismo tiempo ambiguo. Para Shibutani el rumor está compuesto por la unificación
de los recursos intelectuales con que cuenta el grupo para dar una interpretación
satisfactoria del acontecimiento. Constituido así, el rumor es un proceso de
dispersión de la información y un proceso de interpretación y de comentarios. Se
trata en realidad de una acción colectiva que intenta dar un sentido a hechos no
explicados. La evolución del contenido del rumor no obedecerá a las distorsiones
de la memoria sino a la evolución y a la aportaci ón de comentarios hechos a lo
largo de todo el proceso que lo involucra.
La conceptualización de Shibutani corresponde a una teoría sobre la génesis
y evolución del rumor y se refiere además a rumores creados al cal or de las
circunstancias, a partir de un acontecimiento en particular.
Pero no todos los rumores nacen de acontecimientos, puesto que también
existen aquellos que parten de sucesos fabricados. Un caso de estas características
tuvo lugar en enero de 1985, en Estrasburgo (departamento del Bajo Rin, en
Francia), donde circuló una historia por demás aterradora: una pareja había
abandonado a su hijo de corta edad en el coche mientras ellos se dedicaban a
esquiar por los alrededores 15 . Los comentarios indicaban que al niño se le habían
Shibutani, T. (1966). Improvised News: A Sociological Study of Rumor, Indianápolis, B obbs Cerril. En Kapferer, J. N.
(1989), op. cit., Pág. 19.
13
Shibutani, T. (1977). “Rumor”. En SILLS, David L. (director), Enciclopedia Internacional de Ciencias Sociales, Volumen 9,
Págs 415–418, Madrid, Aguilar Ediciones, Pág. 415.
14
15
Dernières Nouvelles d’Alsace, 27 de noviembre de 1985. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 21.
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congelado las piernas y que por eso hubo que amputárselas. Luego se comprobó
que la historia era falsa y se había difundido en forma de rumor.
Partidario del rumor que se puede crear y no necesariamente estar ligado a
un acontecimiento real, Edgard Morin 16 considera que todo lo relativo al fenómeno
no tiene fundamento. Para muchos investigadores de la temática, la intervención de
este autor en el estudi o del rumor ha sido negativa, debido a que a partir de esta
concepci ón se lo observa com o una enfermedad, como un “cáncer mental”. La
incursión de Morin en el tema fue conocida como la “psiquiatralización del rumor”.
Para Jean Noël Kapferer 17 la “psiquiatralizaci ón del rum or es la
consecuencia directa de un hecho crucial: una vez que una información falsa se
introduce en la colectividad, su difusión es exactamente igual a la de una
información verídica, y no puede ser explicada por la locura o la alucinación
colectivas (...) La vida social se basa en la con fianza; no tenemos por qué suponer,
en principio, que nuestros familiares nos mienten, fabulan o son víctimas de
alucinaciones”.
E L R UM O R
DE
A H OR A
En la pasada década del 40 el rumor fue visto com o una proposici ón que
viajaba únicamente de manera oral. El correr de los años demostró que el fenómeno
colmó todos los rincones y se acom odó fácilmente a los nuevos medios de
transmisión.
Ya no sólo funci ona el boca en boca, sino que de acuerdo al soporte que
tengamos en cuenta, podemos hablar también de rumores que se transmiten de
pantalla en pantalla (en el caso de la televisión o internet), si tenemos en cuenta que
la comunicaci ón se establece sólo a través de dispositivos electr ónicos, sin contacto
interpersonal. Bajo un criterio mucho más amplio se puede incluso afirmar que esas
informaciones también viajan de medio a audiencia, una experiencia en la que el
soporte electr ónico (radio, televisión, internet) ó impreso (prensa escrita) es el que
determina la circulación. Esto es producto de la mediatización de las actividades
del hombre y la tecnificación del proceso de comunicación.
En este sentido J. N. Kapferer 18 dice que:
“El rumor se encuentra en todas partes, cualquiera que sea el
ámbito de nuestra vida social. Se trata, al mismo tiempo, del
medio de comunicación más antiguo (...) El desarrollo de los
actuales medios, lejos de suprimir rumores, los han hecho más
especializados: cada uno posee ahora su propio territorio de
comunicación (...) Todos creemos poder reconocer un rumor
cuando lo encontramos; pero nadie es capaz de dar una
definición satisfactoria.”
La problemática asociada al rum or como factor de legitimación en la agenda
periodística 19 ha despertado análisis variados, aunque también el interés por
16
Morin, E. (1969). La Rumeur d’Orléans, París, Editions du Seuil. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. .22-24.
17
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 21.
18
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 11.
Al referirnos a “a genda” hablamos de la teor ía de la agenda s etting concepto que plantea que los med ios de
comunicación seleccionan de manera racional los temas sobre los que se debe hablar y discutir, así como su
importancia, su orden y la manera de transmitirlos. Este proceso favorece la tematización y fragmentación de la realidad.
19
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conceptualizar el
contemporánea.
fenómeno
desde
una
perspectiva
más
específica
y
En su tesis de grado sobre la relaci ón rumor – medios de comunicación, la
licenciada Julieta Tarrés observa al rumor como un mecanism o para cuestionar la
veracidad de relatos que circulan dentr o de una sociedad, ya que muchas veces
estas informaci ones son funci onales a quienes intentan desviar la atención del
público de los centros de verdadero interés social. Visto desde esta perspectiva, el
rumor aparece como una mentira proveniente de una “memoria limitada”,
resultado de un cuestionamiento de la verdad y de la objetividad de los medios de
comunicaci ón, del ejercicio democrático de sus dirigentes y de la censura. 20
Cómo mencionaremos más adelante, observar al fenómeno como una
mentira, carente de valor – verdad, es dar crédito a los rumores que circulan sobre el
rumor, desde hace mucho tiempo atrás.
Guy Durandin, por su lado, define al rum or como una herramienta para la
puesta en marcha de operaciones que pueden implantarse con una finalidad de
desinformación 21 . El autor plantea además que el fenómeno puede utilizarse con
tres fines: la calumnia, la desvalorización del sistema de información del adversario
y la puesta en circulación de noticias contradi ctorias. 22
Desde los estudios de mitad del Siglo XX a las posturas más
contemporáneas, el rumor es visto como una propuesta para creer y, sobre todo,
como un medio de transmisión informal de acontecimientos. Este es quizás el
denominador común entre todos l os conceptos expuestos en este acercamiento
inicial al fenómeno.–
En este trabajo adherimos a l concepto que ofrece Lorenzo Vilches (1989, Manipulación de la información televisiva, Buenos
Aires, Ediciones Paidós, Pág. 34): “es la hipótesis según la cual los medios de comunicación pueden indicar a sus
destinatarios en torno a qué temas deben pensar, qué contenidos deben incluir o excluir de su conocimiento, a qué
acontecimientos dar o no importancia, qué cosas valorar de las personas y pr oblema s, etc.”
20
Tarrés, J. (2000), op. cit., Pág. 7.
La palabra “desinformación” – a la que nos referiremos con frecuencia en este trabajo – viene de la traducción literal
del término ruso dezinformatsia. Pierre Lorrain (En Est et Ouest, a bril de 1987, N° 4, Pág. 17) refiere que esta palabra fue
empleada por los soviéticos desde principios de los años veinte para referir se a campañas de “ intoxicación” que se gún
ellos, lanzaban los paíse s capitalistas contra la URSS. En Francia el término comenzó a ser utilizado por Bor is Souvarine
a partir de 1956, en un artículo titulado “La desinformación sobre la URSS. Los secretos de Politburó”. En inglés
desinformación apareció por pr imera vez en 1972 en el Chambers Twentieh Century Dictionary de Londres.
21
El 21 de junio de 1984 se definió el verbo “desinformar” como “inducir a error a un pueblo a fin de lograr debilitar al
adversario. Por extensión, desorientar a la opinión p ública. Se puede desinformar a teleespectadores, oyentes o lectores sin que éstos
puedan darse cuenta. Se emp lea de forma intransitiva. La simulación o la ocultación son los elementos más utilizados para
desinformar”. Más adelante, en 1993, el francés Guy Durandin la definió com o “ un conjunto organizado de engaños en una
era en la que los medios de comunicación se hallan e normeme nte desarrollados”.
En Durandin, G. (1995). La información, la desinformación y la realidad, Barcelona, Ediciones Paidós, Págs. 21-25.
22
Durandin, G. (1995), op. cit., Págs. 198-199.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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2. Im po rtanci a, am b igüedad y ci rcul aci ó n
COMO primer esfuerzo por entender el por qué de la circulación de rumores,
colocaremos la lupa sobre dos con ceptos: importancia y ambigüedad. Estas son las
condici ones mínimas que debe poseer un rumor para que “prenda” en la
población.
El asunto al cual se refiere el rumor, primero debe ser de interés público,
tanto como para quien lo enuncia como para quien lo recibe, y luego es necesario
que los hechos estén empapados de cierto enigma e imprecisión.
Visto de esta forma, las dos condi ciones esenciales están relaci onadas con la
transmisión del rumor en una manera cuantitativa. Gordon Allport y Leo Postman
se atribuyen la creación de la largamente conocida Ley del Rumor:
Rumor = Importancia x Ambigüedad
R ≈ i ×a
“Traducida en palabras, la fórmula significa que la cantidad del rumor
circulante variará con la importancia del asunto para los individuos afe ctados,
multiplicada por la ambigüedad de la prueba o testimonio tocante a dicho asunto. La
relación entre importancia y ambigüedad no es aditiva sino multiplicativa, puesto
que con importancia o ambigüedad igual a cero, no hay rumor (...) No podría
esperarse que un ciudadano de los Estados Unidos fuera a pasar rumores relativos
al precio de los camellos en Afganistán, puesto que el asunto carecería de interés
para él, aunque es en verdad ambiguo”, indican los creadores de la Ley 23 .
Siguiendo con esta línea de análisis, la ambigüedad por sí sola no es
suficiente. Lo mismo sucede con la importan cia, ya que el factor que rige el interés
público no es igual para todos. La fórmula del rumor surte efecto sól o cuando las
dos condici ones esenciales se complementan.
En Psicología del rumor, Allport y Postman 24 han advertido que el resultado
de la Ley no se rige estrictamente por la matemáti ca, ya que existen al menos tres
condici onamientos que modifican sustancialmente la situación:
1.
No es lo mismo analizar la circulación de rumores en
procesos democráticos que en procesos dictatoriales. En
este último caso, se suele imponer vigilancia y a fuerza de
cañón contr olar el flujo comunicacional de la población.
Digamos que si la Gestapo establece graves penalidades
por el delito de hacer circular un rumor, sin duda la
mayoría de la gente se abstendrá de hacerlo.
2.
Otro de los casos en los que no puede aplicarse esta Ley
surge cuando el ambiente de mentalidades es heterogéneo,
ya que se necesita un campo de ideas semejantes, temas en
común. Al no existir estas condiciones, el rumor puede
detenerse en las fronteras sociales y obtener por ello poca
circulación.
3.
Sucede a veces que tan pronto un individuo advierte qué
es lo que hace comportarse de determinado modo, desvía
23
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 1.
24
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Págs. 3-4.
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el rumbo y comienza a obrar de diferente manera. La
persona advertida será por esa misma razón menos
susceptible a ellos. En otras palabras: el conocimiento de
cómo funci ona una ley, a menudo altera, y a veces niega, la
ley en cuestión.
Por el contrario, las situaci ones de crisis engendran rumores de todos l os
colores. Así puede entenderse por qué los estudios más compr ometidos sobre la
temática nacieron a la luz de la Segunda Guerra Mundial, ya que este tipo de
conflictos– principalmente – posee un alto porcentaje de los dos ingredientes
necesarios para la proliferación de rumores: importancia en el sentido de que se
viven tiempos decisivos para la humanidad o l os pueblos en cuesti ón, y una
cantidad elocuente de ambigüedad, inestabilidad social y dudas permanentes.
Michel Louis Rouquette 25 dice sobre las situaciones de crisis: “Lo que
algunos pudieron tomar como excepci ón se revela como regla: la situación de crisis
no hace sino amplificar un tipo de alteración social siempre presente, precipitar una
realidad difusa que impregna toda la vida social”.
Con líneas teóricas similares a las expresadas en “Psi col ogía del Rumor”, D.
McGregor 26 sostuvo que el rumor sigue una ley aún más general de la psicología
social, en tanto que “la deformaci ón emoci onal subjetiva en la percepción e
interpretación del medio ambiente puede ocurrir sólo en relación directa a los
efectos combinados de importan cia y ambigüedad”. Desde esta óptica, el rumor es
visto como una de las formas menos racionales de la actividad social.
Conocidas ya las condici ones que se necesitan para que el rumor inicie su
viaje, es necesario ahondar sobre el camino que recorre. En lo referido a circulación
existen dos posturas encontradas: la de los norteamericanos Allport y Postman y la
del francés Michel Louis Rouquette.
E L E N FO Q UE N O R TE AM E R I C AN O : P R O YE C C I ÓN
Y
M O D E LO L I N E AL
Las investigaciones estadounidenses – con el aporte de la sociología y la
psicología – expli can la cir culación con el factor m otivador del rumor. Esto significa
que detrás de cada eslabón que participa de la cadena existe una razón que lo
moviliza a creer en los dichos y luego retransmitirlos. Así surge la hipótesis de que
a través del rumor las personas canalizan la tensión emocional, al proveer una
salida verbal capaz de traer alivio.
Un ejemplo ligado a la si tuación de crisis logra ilustrar e sta si tuación. En
agosto de 1945, circularon versiones acerca de que Rusia acababa de declararle la
guerra a Japón, país que según las mismas informaciones había obtenido la tan
deseada receta de la bomba atómica. Según la postura anglosajona, aquellos que
creían en ese rumor eran personas que detestaban a los rusos y, en menor grado, a
los norteamericanos. En vez de decir directamente “odio a los rusos” o “me
molestan los demócratas”, el divulgador prefirió aquietar, justi ficar su tensión
emocional, creyendo la versión del inicio de las hostilidades entre esos dos países.
Al permitírsele agraviar al objeto odiado, se logra aliviar un impulso
primario. Al mismo tiempo esto le sirve para justificarse con su propia conciencia y
explicarse a sí mism o, y a los otros que lo r odean, porqué siente lo que siente. De
25
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 11-12.
McGregor, D. (1938). “The Major Determinants of the prediction of Social Eve nts”, Journal of Abnormal and Social Psychology
(33). En Allport, G. y Postman, L. (1967), op. cit., Págs. 11–14.
26
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 23
esta manera, el rumor se coloca sobre una base racional en tanto descarga pasión, y
esa presión intelectual halla una razón plausible para una situación confusa. 27
La dinámica de transmitir a través del rumor nuestr os más íntimos
sentimientos, es definida por Allport y Postman (1967) como pr oyección, modo a
través del cual la persona deja de emplear elementos de prueba imparciales y
objetivos y se refleja, sin que ella sospeche siquiera, en una interpretación del
mundo que la rodea.
La proyección es en realidad la tendencia de atribuir falsamente a otras
personas motivos o rasgos que nos pertenecen o que de alguna manera explican o
justifican los nuestros. 28
Los dos psi cól ogos nor teamericanos 29 afirman además que la proyección se
patentiza en mayor grado en los sueños. Los ensueños o divagaciones en estado de
vigilancia participan del fenómeno. “El rumor es afín a la divulgación ensoñadora
en segundo grado. Si la especie que oímos nos proporci ona una interpretación
caprichosa de la realidad que sea agradable para nuestra vida secreta, nos
inclinamos a creerla y transmitirla”.
Pero no todo es ensueño y percepci ón inconsciente. Cuando esa proyección
inicial se nutre de elementos un tanto más racionales, que llegan a explicar el mal o
fijar la culpa de esa impresión personal inexplicable, se convierte en proyección
complementaria, que no significa atribuir a otras gentes nuestros propios
sentimientos sino más bien encontrar en la supuesta conducta de cierto pr ójimo
una explicación “razonable” del comportamiento en cuestión. “Para que se trate de
verdadera proyección complementaria, la descripci ón de las intenci ones y de la
conducta debe ser falsa. Porque si es exacta, entonces la percepción es realista y no
interviene en ello nada de proyección”, afirma Gordon Allport 30 .
Allport y Postman hablan también de la proyecci ón directa. La definen como
una de las armas misteriosas que la naturaleza ha dado al hombre para ahorrarle
los tormentos de su conciencia. Los pecados l os cometen otros, no nosotros, o si
pecamos nuestra falta es insignificante comparada con la de aquellos. En este
sentido, existen pruebas experimentales relativas a la importancia de la
disimulación de la propia culpabilidad en la creencia de los rumores 31 que han
comprobado que cuando creemos lo peor, respecto de otros, estamos tratando de
huir de nuestra propia conciencia acusadora.
La proyección también puede ser del tipo “l a paj a en el ojo ajeno”: el proceso
de exagerar en otras personas las cualidades que tanto ellas como n osotros
poseemos. Para Gordon Allport 32 se trata de una acentuación perceptual: “vemos
más de lo que hay en realidad y lo vemos porque eso refleja nuestro propio estado
mental inconsciente”.
27
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Págs. 4–5.
28
Allport, G. W. (1977). La naturaleza del prejuicio, Buenos Aires, Editoria l Universitaria de Buenos Aires, Págs. 47-64.
29
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Págs. 6-11.
30
Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 424.
Una de ellas es la desarrollada por Floyd H. Allport y Milton Lepkin. En 1945 estos dos autores publicaron en el Nº 40
de la Revista de Psicología Anorma l y Social el artículo "Wartime Rumors of Waste and Special Privilege : Why Some
People Belive Them" relativo a porqué la gente creía en los rumores de guerra. Allport y Lepkin descubrieron que la
población norteamericana creía ciertos tipos de rumores relacionados con despilfarr os y pr ivilegios especiales en el
Gobierno para negar a la vez sentirse culpable o avergonzada p or escamoteos en su s raciones alimenticias (en Allport,
G. y Postman, L., 1967, op. cit., Págs.10-11).
31
32
Allport, G. W. (1977), op. cit., Págs. 423-424.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 24
La diferencia entre esta última y la pr oyección del tipo directa puede ser
resumida con ayuda del adagio de Pope: “Todo parece amarillo al ojo del ictérico.”
Tomando en sí mismo, el enunciado se refiere a la proyección directa. Pero si
añadimos la siguiente reflexión: “Y todo l o que es amarillo parece más amarillo al
ojo del ictérico”, incluimos también el mecanismo de la “paja en el ojo ajeno”.
En resumen, Allport y Postman 33 afirman que “el rumor es lanzado y
continúa su trayectoria en un medio social homogéneo, en virtud de activos
intereses de los individuos que intervienen en su transmisi ón. La poderosa
influencia de estos intereses exige que el rumor sirva ampliamente como elemento
de racionalización: esto es, explicar, justificar y atribuir significado al interés
emocional actuante. A veces, el vínculo interés – rumor es tan íntimo, que nos
permite describir el rumor com o la proyección de un e stado emoci onal
completamente subjetivo”.
Por estar unido al mero hech o de comunicar, el rumor supone de inmediato
la existencia de conocidos personajes para las Ciencias de la Comunicación:
emisores, receptores, canales y mensajes. Los estudi os n orteamericanos encuadran
la circulación del rumor en un paradigma clásico, de transmisión lineal de un
mensaje de individuo a individuo.
De existir las condiciones de impor tancia y ambigüedad requeridas, el
mensaje será retransmitido inmediatamente por cada eslabón de la cadena
formando una amplia red de transmisi ón de alcan ces inimaginables, según lo
ilustra la siguiente figura:
M
proyección
R1
proyección
R2
proyección
R3
R
D
FIGURA 1. M ODELO LINEAL DE GORDON ALLPORT Y LEO POSTMAN.
(En Rouquette, M. L., op. cit., 1977, Pág. 20)
En la Figura 1 se grafica cóm o el mensaje cir cula en una red lineal y con
orientación única. El mensaje aquí esta compuesto por eslabones semejantes y la
cadena que forma – sobre la base de las proporciones de importancia y
ambigüedad – puede ser pequeña o muy amplia.
Se observan además desplazamientos de R 1 a R 2, de R2 a R3 y R 3 en adelante
En cada uno de estos enlaces encontramos l o que antes definimos como
proyección. De acuerdo a la situación hablaremos también de proyección
complementaria, directa o del tipo “la paja en el ojo ajeno”.
(R D).
Para Michel Louis Rouquette 34 “este paradigma, que permitió poner en
evidencia muchos fenómenos importantes, no conduce sin embargo más que a una
simulación muy simplificada de las si tuaciones reales”, por lo cual es posible
mejorarlo.
33
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 11.
34
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Pág. 20.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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E L E N FO Q UE F R AN C É S: MO D E L O P L UR I L I N E AL
E S L ABO N E S E N L A R E D
Y
CO M P O R TAM I E N TO
DE
LO S
Michel Louis Rouquette es muy crítico con el enfoque norteamericano. En el
afán de proveer un modelo de circulación más integral, diagramó un sistema de
intercambios no – lineal, ya que según su postura las redes de comunicaciones
efectivas se dirigen muy rara vez de manera rectilínea de un extremo a otro. Para el
autor es mucho más frecuente que se produzcan expansiones, formando una red
plurilineal.
En casi todos los casos – afirma Rouquette – un eslabón de la cadena del
rumor se comunica con muchos otr os, no con uno sol o. Incluso el eslabón terminal
se comunica con otro, necesariamente anterior. De esta manera, el autor 35 distingue
dos modelos de expansión y lazo:
Lazos en una red
1.
Se pueden identificar dos tipos de lazos orientados a partir del
origen de la red:
a) Retroactivos. Un eslabón de rango n se comunica con otro de
rango inferior a n.
R1
R2
R3
R n → Rx < n
FIGURA 2. MODELO PLURILINEAL RETROACTIVO DE MICHEL LOUIS ROUQUETTE.
(En Rouquette, M. L., op. cit., 1977, Pág. 21)
b) Proactivos. Un eslabón de rango n se comunica con otr o superior
a n + 1. La transmisión del eslabón de rango n hacia el rango
superior a n + 1 (R 1 – R 3 en la figura) puede ser anterior o
posterior a la transmisión del eslabón de rango n hacia el de
rango igual a n + 1 (R 1 – R 2 en la figura).
R1
R2
R3
R n → Rx > n + 1
FIGURA 3. MODELO PLURILINEAL PROACTIVO DE MICHEL LOUIS ROUQUETTE.
(En Rouquette, M. L., op. cit., 1977, Pág. 21)
35
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 18-22.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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2.
Expansiones en una red
Otra posibilidad de comunicación que se observa es la existencia de
expansiones abiertas y expansiones cerradas. La expansión abierta se
define por la existencia de por lo menos dos eslabones terminales,
que no continúan la transmisión del mensaje. Por su lado, la
expansión cerrada, que puede ser retroactiva o proactiva, consiste en
un lazo que interesa por lo menos a tres eslabones. En este caso
existe un mínimo de un eslabón entre el origen y la terminación del
lazo.
R2
R2
R1
R1
R3
R4
R3
R4
- Expansión abierta -
- Expansión cerrada -
FIGURA 4. MODELO PLURILINEAL – EXPANSIONES EN UNA RED.
(En Rouquette, M. L., op. cit., 1977, Pág. 22)
El modelo de circulación de rumores definido por Allport y Postman supone
que todos los eslabones de la red son iguales entre sí. Para Rouquette, este enfoque
olvida la influencia ejercida por la estructura del medio social sobre los
comportamientos. En este sentido indica que las estructuras sociales actúan sobre
todo por medio de representaciones, procesos cognitivos complejos que mediatizan
el encuentro del sujeto, de su grupo y de la naturaleza.
Esto lo lleva a pensar que los eslabones que componen una red no son, por lo
tanto, mutuamente semejantes o equivalentes, al contrario, se diferencian según sus
representaciones. 36 A modo de ejemplo, obsérvese que en la Figura 5, R 3 y R4
ocupan posici ones diferentes en el medio social de la red.
R3
R1
R2
R4
FIGURA 5. MODELO PLURILINEAL– IMAGEN DEL RECEPTOR O DEL EMISOR.
(En Rouquette, M. L., op. cit., 1977, Pág. 23)
36
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 22– 23.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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En resumen, Rouquette construye un paradigma capaz de producir
simulaciones más realistas, respecto del m odelo lineal. Este esquema (Figura 6) de
la unidad elemental simulada del proceso de transmisión de rum ores consta de
lazos retroactivos, pr oactivos, expansión cerrada, expansión abierta y posiciones
diferentes en el medio social.
H
A
B
C
F
D
E
G
FIGURA 6. MODELO PLURILINEAL– ESQUEMA DE LA UNIDAD ELEMENTAL SIMULADA DEL PROCESO DE
TRANSMISIÓN DE LOS RUMORES.
Lazo retroactivo: D – B. Lazo Proactivo: D – F. Expansión cerrada: A – H – C. Expansión abierta: E – F,
G. Posiciones diferentes e n el medio social: F y G (En Rouquette, M. L., op. cit., 1977, Pág. 23).
Rouquette 37 también abordó la organización de los eslabones de esta red.
Particularmente analizó el rol del líder de opinión en la formación, transmisión y
retransmisión de informaciones, concluyendo que “la circulación de los rumores en
un grupo se inicia por algunas personas que orientan y modelan las opiniones de
aquel”.
Tomando com o base estudios norteamericanos 38 , se puede afirmar que la
influencia personal no se ejerce al azar, sino dentro del cuadro de l os grupos
pertinentes. Este rol lo ejecuta un determinado líder de opinión, quien actúa solo
para cierta fracci ón de la población. Muy a menudo, introduce así una información
nueva cuando ella se orienta en el sentido de expectativas más o menos implícitas
para él percibidas en sus pares.
Según el enfoque francés, el líder o guía de opinión influye de tal manera que
llega a determinar el flujo de comunicación en el grupo, respecto de los rumores.
Resulta así entonces, que el comportamiento de los eslabones en la red de
37
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 24-26.
Diversos e studios de mitad del Siglo XX a bordar on el rol del líder de opinión en los grupos y la relación de éste con la
red de circulación del rumor. En el trabajo realizado por P. F Lazarsfeld y sus colaborad ores B. Berelson y H. Gaudet
(1948, The People’s Choice, Nueva Yor k, Colum bia University Press) se puso en evidencia la organización de los
receptores durante la transmisión de un mensaje y se indujo que la población receptora no constituye ni una masa
homogénea ni un conjunto de individuos intercambiables. Los investigadores notaron que individuos denominados
“guías de opinión” desempeñaban tareas de administración del mensaje dentro del grupo. E ste descubrimiento fue
realizado en el marco de una encuesta sobre las elecciones presidenciales en EE. UU. en 1940.
38
Las encuestas de H. Menzel y E. Katz (1956, “Relaciones sociales e innovación en la profesión médica: la epidemiología de una
nueva droga”, Public Op inion Quarterly, Págs. 337-352) encontraron errores en el estudio de Lazar sfeld, destacando la
“exagerada simp licidad” de su enfoque. Menzel y Katz concluyeron que existen muchas categorías ordenadas de guías
de opinión, por lo cual la transmisión de la información en los grupos es más compleja. Los autores obtuvieron estas
conclusiones analizando – mediante encuestas – el impacto que producía la introducción de una innovación profesional,
representada por un nuevo medicamento, en la población de médicos en ejercicio de un pequeño pueblo de Nueva
Inglaterra.
Otros que abordar on el tema fueron S. C. Dodd (1953), “Prueba de difusión de mensajes en experimentos controlados”,
American Sociological Review (18); y T. J. Allen y S. I Cohen (1969), “Flujo de información en laboratorios de investigación y
desarrollo”, Administration Science Quarterly.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 28
distribución del rumor se relaciona directamente con la estructura de los grupos
sociales.
Visto de esta forma, se pueden distinguir varios factores importantes
involucrados en el funcionamiento social del rumor: 39
1.
En primer lugar, las relaciones existentes en el momento
considerado entre los diferentes grupos que componen la población
(cooperación, competici ón, hostilidad, intercambios, entre otros)
2.
En segundo término, la estructura interna del grupo estudiado, en el
que se distinguirá la estructura institucional o formal (jerarquías de
prestigio, de poder, de propiedad, de dinero) y estructura efectiva o
informal (afinidades y re chazos, elecci ones corrientes de influencia,
coalici ones)
3.
Por último, las actitudes características del grupo en relación con el
objeto del rumor, previas a la introducción de éste.
El modelo plurilineal de Rouquette puede vincularse con la semiosis social de
Eliseo Verón 40 , en donde la red significante es infinita y toma la forma de una
estructura de encastramientos. Esta postura también desecha el planeo lineal al que
adhieren Allport y Postman.
“Se trabaja así sobre estados, que sólo son pequeños pedazos de tejido de la
semiosis, que la fragmentación efe ctuada transforma en productos. La posibilidad
de todo análisis de sentido descan sa sobre la hipótesis según la cual el sistema
productivo deja huellas en los productos y que el primero puede ser
(fragmentariamente) reconstruido a partir de una manipulación de los segundos.
Dicho de otro modo: analizando productos apuntamos a procesos” 41 .
Verón 42 afirma además que una teoría de los discursos sociales debe reposar
necesariamente en una doble hipótesis:
1)
Toda producci ón de sentido es social: no se puede describir ni
explicar satisfactoriamente un proceso significante, sin explicitar
sus condici ones sociales de producci ón.
2)
Todo fenómeno social es, en una de sus dimensiones constitutivas,
un proceso de producción de sentido, cualquiera fuere el nivel de
análisis.
Sosteniéndose en este doble anclaje – “del sentido en l o social y de l o social
en el sentido” – el autor di ce que “si los objetos significantes analizados son
verdaderamente tratados como significantes internos, ningún análisis puede ser,
en rigor, puramente ‘externo’. Los únicos análisis de los que se podría decir eso son
aquellos que consideran los productos de la semiosis com o objetos inertes,
buscando, por ejemplo, cómo los di scursos reflejan tal o cual realidad social,
económica, política, biográfica o psíquica. Los análisis externos son
consecuentemente inseparables de una concepción mecánica de las relaciones entre
39
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 30-33.
El autor define a la semiosis social como “la dimensión significante de los fenómenos sociales: el estudio de la
semiosis es el estudio de los fenómenos sociales en tanto procesos de producción de sentido”. Verón, E. (1996). La semiosis
social, Barcelona, Gedisa, Pág. 125.
40
41
Verón, E. (1996), op. cit., Pág. 124.
42
Verón, E. (1996), op. cit., Pág. 125.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 29
los discursos y su contexto; tratan a l os objetos significantes como si n o lo fueran.
Un discurso, cualquier fuere su naturaleza o tipo, no refleja nada; él es sólo punto de
pasaje de sentido”. 43
La red que forma el rumor puede entenderse como un proceso de semiosis
social, en tanto que sus eslabones se relacionan de manera circular y no
necesariamente de manera lineal. Es ésta también una estructura conformada de
“paquetes” de materias sensibles investidas de sentido, que según Verón 44 , son
productos.
En este sentido Mi chel Foucault 45 avala la idea de este cir cuito
multidireccional: “No es nece sario imaginar, recorriendo el mundo y enlazando
con todas sus formas y todos sus acontecimientos, algo no dicho o impensado, que
se trataría de articular o de pensar finalmente. Los discur sos deben ser tratados
como prácticas discontinuas que se cruzan, a veces se yuxtaponen, pero que
también se ignoran o se excluyen”. –
43
Verón, E. (1996), op. cit., Pág. 128.
44
Verón, E. (1996), op. cit., Pág. 126.
45
Focault, M. (1992). El orden del discurso, Buenos Aires, Tu s Quest Editores, Pág. 44.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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3. C uando l o s rum o res co rren
LOS investigadores suelen estar de acuerdo en que los rumores surgen en
aquellas situaciones que no están muy bien definidas. A saber: cuando ha existido
una ruptura sorpresiva de la rutina, un cambio abrupto en el entorno, una situación
de crisis o se ha generado mucha tensión en el ambiente, entre muchos otros
motivos.
Ya hemos visto que aquellos hechos que demuestren ser importantes y a la
vez ambiguos son propicios para generar rumores. A estas dos condici ones las
denominaremos motivos primarios.
Ahora ¿se sabe algo más sobre las posibles causales de este fenómeno tan
huidizo? La respuesta es afirmativa. De la bibliografía consultada, surge que
existen también motivos secundarios de circulación de rumores. Algunos de ellos
pueden encontrarse en la siguiente lista:

Crear o retransmitir un rumor para atraer la atención del grupo.
Esta persona busca así que el resto lo observe como alguien
informado, que posee información de primera línea. Intenta
conseguir respeto y perfilarse en una posición de dominio respecto a
los otros. Este comportamiento puede resultar práctico
para
individuos que carezcan de vida social.

Matar un silencio. Una persona puede considerar conveniente llenar
un silencio incómodo en el curso de una conversación repitiendo
algo que acaban de relatarle o inventando quizás alguna historia
como para alejar el vacío.

Paliar la espera con un rumor. La circulación de rumores llega a un
punto frenético cuando el público espera la realización de un
acontecimiento largo y anhelado. El frenesí se acentúa por la entrada
en escena de los medios de comunicación. Esto lleva a concluir que
cuando se trata de n oticias importantes que generan expectativa hay
una razón psicológica que lleva a apretar el gatillo antes de tiempo.
El hecho de adelantarse a un acontecimiento exacerba la ambigüedad
de la situaci ón. Este tipo de comportamientos es muy común en los
medios de comunicación actuales.

Prescindir de la palabra oficial. En clara sintonía con los dos
criterios anteriores, la falta de palabra oficial suele pagarse con uno o
muchos rumores. El secreto de sumario o el se creto policial, por
ejemplo, junto con la natural confusi ón de la población, ayudan a
crear una profunda situación de ambigüedad en aquellos asuntos
relevantes. Para paliar la incertidumbre que genera no conocer los
detalles, los individuos tienden a interpretar libremente los
acontecimientos y propalarlos. El tema es que no siempre las
impresiones subjetivas de la gente coinciden con la realidad. Muchas
veces la cautela de l os gobiernos y otras instituci ones ofi ciales
justamente generan un gran vacío de información, abriendo la puerta
a las más increíbles historias.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 31
Para Jean Noël Kapferer 46 los rumores corren porque existe una necesidad
urgente de hablar, no se sabe qué, pero hablar al fin. Es así que distingue otros
cinco motivos secundari os:
1.
Hablar para saber. Es la necesidad de saber lo que pasa y no quedar
al margen de las novedades que se produzcan. El hecho de que se
hable de una información determinada muestra qué tipo de
consenso posee el grupo.
2.
Hablar para convencer. Algunos asumen la transmisi ón del rumor
como un camino de cruzados, para difundir la palabra, en la cual el
emisor se implica de manera integral. El rumor se convierte en una
empresa para convencer al otro de nuestra propia tesis.
3.
Hablar para liberarse. El rumor es la primera etapa para liberar
tensiones internas. Muchos rumores de hecho constituyen una
pesada carga de ansiedad, y por ello se liberan. Esto permite una
expresión libre de las pulsiones reprimidas y hasta entonces
inconfesables.
4.
Hablar para agradar. Numerosos rumores circulan no porque sus
transmisores los crean irrebatibles sino porque son entretenidos, son
objeto de curiosidad y sorpresa. Se trata de historias que tienen el
éxito asegurado en el grupo de amigos, al menos. El humor es muy
común en este tipo de acti tudes, aunque es de considerar que en el
fondo el rumor no es una simple historia de humor, porque aspira a
ser realidad.
5.
Hablar por hablar. Las reuniones fueron hechas para que la gente
hable y no hay peor situación que los silencios de radio en este tipo
de eventos. A esto se suma que siempre es necesario hablar de algo,
y si ello puede contribuir a amenizar situaciones incómodas,
bienvenido sea.
El silencio es al mismo tiempo peligroso, porque al no tener nada
que decirse, aparece la confesi ón del vacío, ámbito donde el rumor
se inserta magníficamente.
A esta altura ya no existen dudas respecto a que la característi ca focal de lo
que entendemos por rumor es la insistencia de que prolifera en ausencia de
pruebas indubitables.
Es claro también que no siempre nos damos cuenta cuándo existe una
prueba, y por esa misma razón no siempre sabemos si estamos escuchando un
hecho real o un engendro de la fantasía. Una noti cia fechada puede presentar a
todos los lectores de un diario de reputación intachable una de esas pruebas
indubitables. Sin embargo, cuando contamos a un amigo la noti cia leída, nos
apartamos del texto que hemos visto, y entonces se inicia el rumor.
El rumor comúnmente es de carácter específico y limitado. Por ello es
generalmente de interés temporario. Los rumores vienen y van, incluso algunos
vuelven a la circulación (como aquellos denominados sumergibles) por segunda y
tercera vez. Al mismo tiempo, en el rumor, el nexo de comprobaci ón casi ha
desaparecido porque a menudo suele reducirse a algo tan insubstancial como el
46
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 67-76.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 32
“Me dijeron ...” Lo mismo sucede en aquellos casos en que el testimonio es elusivo,
como en el dicho amigable y familar “Lo sé de buena fuente ...”
¿Por qué creer en los rumores entonces? Para Allport y Postman 47 se cree en
ellos porque “en la mayoría de las cosas som os inexpertos y precisamente en
relación al grado de inexperiencia somos susceptibles al rumor. No disponemos ni
del tiempo ni de la paciencia para colacionar lo que oímos con elementos de prueba
indubitables, aun cuando elementos existan y lo tengamos a mano”.
Debido a que el rumor es un animal muy movedizo y a veces poco
predecible, los motivos secundarios de los que hablamos anteriormente pueden
multiplicarse. Empero, para entender un poco más qué puede generar rumor, es de
tener en cuenta los cin co consejos del n orteamericano Knapp para evitar la
proliferación de rumores en tiempos de guerra: 48
1.
Es acon sejable que la gente conserve confianza absoluta en los medios de
comunicaci ón oficiales, de tal manera que no se sienta tentada a ir a buscar
información en otras fuentes.
2.
Es necesario que el pueblo mantenga una fe total en sus dirigentes, que le
entregue su confianza al gobierno, el cual hace todo lo que está en su poder
para dar soluciones a los problemas originados en la crisis y la guerra. Por esto
no deben escatimarse medios para evitar la desconfianza y las sospe chas,
verdadero caldo de cultivo de los rumores.
3.
Cuando tiene lugar un acontecimiento es muy importante difundir lo antes
posible el máximo de informaciones. Los rumores nacen de interrogantes que
la gente se formula espontáneamente y para los cuales no se ha proporci onado
una respuesta.
4.
Difundir informaciones no garantiza que éstas tengan necesariamente un
receptor. Conviene, por lo tanto, asegurarse de que todos reciban noti cias.
Deben eliminarse todos los focos de ignorancia.
5.
Dado que el ocio despierta una avidez por los ruidos más insignificantes
capaces de turbar la monotonía, es necesario mantener a la población protegida
de la ociosidad mediante el trabajo o la organización de su tiempo libre.
Los cincos consejos precedentes hablan de la responsabilidad de los medios
de comunicaci ón y la acti tud de los gobiernos. Es de tener en cuenta que en
coyunturas socio – políticas deterioradas no siempre lo ofi cial puede callar un
rumor, debido a que los vínculos insti tucionales entre la población y sus
representantes se hallan rotos. En este escenario todo podrá ser rumor, incluso lo
que viene después de la palabra oficial.
A menudo, algunos medios de comunicación actúan en sinergia y directa
obsecuencia con los gobiernos de turno. Aquí suelen generarse campañas de
desinformación muy elocuentes y a veces imperceptibles. Esto también acompaña
la generación de rumores y va en contra de la buena voluntad de Knapp de unir a
los pueblos con los representantes sociales y gubernamentales en pro de abolir la
“mala información” circulante.
47
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Págs. xii-xiv.
48
Knapp, R. (1944). En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 16-18.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 33
También Knapp describió cuatr o “climas favorables” a la circulaci ón de
rumores en los grupos humanos: 49
1.
Cuanto más habituales son las comunicaci ones interpersonales, mayores son
las posibilidades de transmisión de un rumor. En efecto, las comunicaciones
numerosas y variadas son susceptibles, en ciertos casos, de desorganizar el
universo de las representaciones y de conducir así a desequilibrios o
contradicciones que el individuo puede difícilmente soportar.
Para Knapp el rumor constituye entonces un medio de lograr el equilibrio en el
grupo.
2.
Cuanto más hom ogéneos son l os sentimientos de un grupo o cuanto más
igualmente comprometidos en una situación se encuentran sus miembros, más
fuerte será la probabilidad de ver aparecer un rumor que refleje o satisfaga esos
sentimientos.
3.
La aparición de rumores depende también del grado en que se encuentre
satisfecha la necesidad de información de la población. Los motivos pueden ser
variados: ineficiencia en la distribución de la información, dificultad del acceso
directo a las fuentes, falta de confianza, censura torpe, entre otros. Esta
necesidad no atendida intenta satisfacerse poniendo en circulación noticias
inéditas, revelaciones y traición de secretos.
4.
La falta de actividad en un grupo y el tedio resultante de ella tienden a
favorecer la constituci ón de rumores. “El ocio es la madre de todos los vici os”,
decía ya la sabiduría popular.
Cuando los grupos sociales atraviesan situaciones de crisis (catástr ofes
naturales o tecnológicas, disturbios políti cos, etc.) sus integrantes, inquietos,
reciben con agrado a l os rumores, porque, como ya hemos dicho, ellos intentan
buscar informaciones que les ayuden a tomar decisiones (¿hay que confiarse o huir,
y hacia qué dirección? ¿con quien hay que aliarse, a quién hay que combatir?).
El psicólogo social Guy Durandin, profesor honorario de la Universidad
René – Descartes (París V) de Francia, ha estudiado durante muchos años el
impacto de los con flictos en las poblaciones. Sobre la relación crisis – rumor dice
que “paradójicamente – o, cuanto menos, desgraciadamente –, (...) cuanto mayor es
la necesidad que se tiene de informaciones preci sas, más dudosas serán las
informaciones que se recibirán. En ausencia del tiempo necesario para verificarlas
las noti cias se propagan, con independencia de su verdad o falsedad, sin saber
demasiado bien de dónde ni de quién emanan”. 50
A L G UN AS F UE N TE S
DEL
R UM O R
Para Jean Noël Kapferer 51 el rumor se presenta generalmente como una
producci ón social espontánea, sin planificación ni estrategia alguna: “el mito de la
fuente oculta y estratégica persiste con pertinacia, puesto que resulta a la vez
agradable y útil. Agradable porque el menor rumor nos sume en el universo
imaginario del complot, de la manipulación y la desinformaci ón, de la guerra
49
Knapp, R. (1944). En Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 31-33.
50
Durandin, G. (1995), op. cit., Pág. 193.
51
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 35.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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económica o políti ca. El rumor se convierte así en un crimen por medio de personas
interpósitas, lo cual parece al crimen perfecto, sin huellas, sin armas y sin pruebas”.
Bajo la óptica de ese autor francés, puede considerarse entonces que en torno
al rumor se plantea un falso problema, ya que el análisis debe explicar sólo el
nacimiento del proceso, además de la adhesión y la movilización de la colectividad.
Ahora, si analizamos el fenómeno desde la perspe ctiva que otorga la
desinformación observaremos que en realidad existe una pérdida de la inocencia,
puesto que aquí el rum or aparece com o pr oducto racional, con fines específi cos y
en la mayoría de las ocasiones con malas intenciones.
En Rumores, Kapferer describe nueve fuentes típicas de rumores: 52
1.
El discur so de los expertos
Como especialista, el experto es poseedor de las claves que le permiten leer y
entender las informaciones que para el común de la gente son indescifrables.
Justamente por esto los expertos se constituyen como una fuente clásica de
rumores. Debido a su investidura de conocedor de la realidad, este individuo
tiene la licencia de pronosticar, emitir juicios y predicciones sobre distintos
temas de interés público, con lo cual cuenta con herramientas suficientes
como para introducir ideas erróneas y que éstas a su vez se propaguen como
ciertas en la sociedad. 53
2.
Confidencias
La información circula porque tiene valor. En el marco de la vida social
muchos rumores nacen de secretos divulgados, de fugas más o menos
voluntarias.
También debemos considerar una confidencia a aquellos casos en los que
una persona sorprende a otras dos conversando, sin que ellos lo sepan. Los
psicólogos se han preguntado durante mucho tiempo si el hecho de escuchar
un mensaje en estas condici ones era más persuasivo que escucharlo
directamente de boca de esas mismas personas. Los resultados de numerosas
experiencias 54 indican que la ambigüedad es mucho mayor en el caso de
escuchar a escondidas.
52
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 35-65.
53 En la tarde del 12 de octubre de 1969, se p odía escuchar en la emisora radia l WKNR- FM de Detroit (Estados Unid os)
a un joven oyente llamado Tom dialogando telefónicamente con el locutor Russ G ibb, gran conocedor de la música pop.
En este breve contacto, el oyente explicó que si se hacía sonar al revés el disco de la canción Revolution Nº 9 de los
Beatles, se podría escuchar, en cierto momento, la frase “Turn me on dead men” (dame marcha, hombre muerto)
También afirmó que al elim inar los ruidos de fondo del tema Strowberr y Fields, pod ríamos percibir la voz de Jhon
Lennon diciendo “I buried Paul” (yo enterré a Paul). Todos estos hallazgos significaban para el joven que Paul Mc
Cartney estaba muerto, justificando además por qué el artista no aparecía en público desde hacía mucho tiempo.
Dos días después de escuchar el programa de Russ Gib, y sosteniéndose en la reputación que gozaba este locutor, el
periodista Fred Labour publicó en el Michigan Daily un artículo de grandes títulos anunciando: “McCartney ha muerto,
se desconoce la existencia de nuevas pruebas”. Mucha gente creyó la historia y por ello distribuyó la información sin
discreción.
Cuando fanáticos y seguidores del conocido músico todavía no sa lían de la sorpresa, el muerto volvió a la vida: Mc
Cartney apareció en la revista Life y desmintió el rumor, aunque éste no dejó de circular. Ahora la gente decía que se
trataba de un doble.
Es tan fuerte el mensaje de los expertos que a veces, empero de lo que la realidad muestra, las audiencias afectadas por
sus discursos no doblegan sus creencias.
Entre estas experiencias se destacan las de E. Walster, descriptas en el artículo “The Effectiveness of Ov erheard Persuasive
Communications”, publicado en 1965, en la edición Nº 65 del Journal of Abnormal and Social Psychology.
54
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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Asimismo, al oír una conversación por sorpresa, no nos podemos imaginar
que somos el blanco de una campaña de persuasi ón, ya que estas personas,
que dialogan aparentemente de manera espontánea, pueden intentar
introducir un comentario de esta manera, para que nosotr os – en
correspondencia con la Ley del Rumor – otorguemos rápida difusión a esas
informaciones. Por lo tanto, la confidencia puede ser involuntaria o
planificada.
3.
Hechos inquietantes
La fuente de muchos rumores suelen ser los hechos delicados, ya que éstos
pueden llamar la atención del grupo. Cuanto más piezas falten del
rompecabezas, mayor será la incidencia del subcon sciente. A lo largo de l os
sucesivos intercambios, el grupo intentará entonces unir este puzzle con
fragmentos de información que aparezcan. Esto es común cuando corren
rumores sobre la muerte de personalidades importantes o catástr ofes de
diversa índole.
4.
Un testimonio
A partir de un rumor cualquiera, algunos individuos suelen deducir que, en
términos generales, se está diciendo la verdad. Los rumores dependen más
de la manera en que los hechos son percibidos que de los propios hechos. Por
eso el estudio de los rum ores nos lleva casi obligatoriamente al terreno de la
psicología del testimonio.
Los estudios abordados desde la criminología demuestran que los testigos
responden más en función del grado de probabilidad de un hecho que de lo
que han observado realmente. Guy Durandin dice en este sentido que un
testimonio completamente exacto es algo excepcional y que los testigos dan
informaciones falsas con la misma seguridad con que dan informaciones
exactas, sin que ello signifique mentir deliberadamente. 55 Hablar entonces
de veracidad de un rumor en tanto que los testimonios mantienen
“coherencia” y coincidencias, no es necesariamente un indicador de lo
verídico.
5.
Fantasmas
Sucede a menudo que la imaginación deforma la per cepción de l os
acontecimientos que presenciamos. Sucede también que en muchas
ocasi ones las impresiones de un hech o son puramente alucinaciones. La
fuente de rumores de este tipo es la proyecci ón pura de un imaginario. Los
fantasmas – descriptos en términos de percepciones irreales de lo que nos
rodea – se pueden convertir así en realidad vivida y difundirse como
historias creíbles en el seno de la sociedad. 56
Durandin, G. (1950). Les Reme urs”, Polycopié Univers itaire, París, Leçons de Psychologie Sociale. En Kapferer, J. N.
(1989), Pág. 46.
55
Ya a pr incipios del Siglo XX, Carl Jung había llamad o la atención sobre un rumor aparecido en un internado de
jóvenes. Se acusaba aquí a un profesor de mantener relaciones sexuales con una de las pupila s. En realidad, todo partía
del sueño que una de las adolescentes había contado a sus amigas. Jung incluyó esta experiencia en el artículo “Ein
Betrag zur Psychologie des Gerüchtes”, publicado en 1910 en la primera edición del Zentralblatt für Psychoanalyse (en
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 49).
56
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6.
Los mitos volantes
Existen historias con aspecto de cuentos morales, cuya aparición no tiene
aparente relación con hechos reales. Estas historias deambulan en el espacio
temporal naciendo y muriendo en centenares de oportunidades.
Una vez llegado a su fin, el rumor se ha convertido casi en una leyenda que
circula de una ciudad a otra. A lo largo de todo este proceso, el cuento en
cuestión puede sufrir modifi caciones o actualizaciones. En realidad, la
historia vive gracias a este proceso. Se trata de un mito volante que viaja sin
límites y se reactiva con el recuerdo cada vez que la gente lo trae de nuevo a
la vida.
7.
La confusión
Los rumores nacen muy frecuentemente cuando se mal interpreta un
mensaje. La confusi ón se explica por el testimonio de otro testimonio y por
una diferencia entre el mensaje emitido y el mensaje descifrado. El error se
puede repetir y deformar más aún en la continuación de la cadena.
En la medida en que en todas las ocasiones el mensaje es ambiguo, se da pie
a que el receptor siguiente lo interprete a su manera. 57 El error es la
construcción de una informaci ón según un argumento plausible, y los
rumores un reflejo de las imágenes y estereotipos en boga.
8.
Manipulaciones
Son los conocidos montajes de rumores. Aparecen sin otr o m otivo aparente
que el placer. El éxito del montaje radica en la extraordinaria sensibilidad de
los núcleos que reciben y envían opiniones. Lo que hace al rumor no es,
entonces, su fuente sino el grupo. 58
Un caso tipo “ bola de nieve”y que involucra a los medios de comunicación explica cuando una confusión puede
desencadenar en rumor.
57
La historia es bien conocida por los europeos. En 1914 el periódico Kölnische Zeitung fue el primero en anunciar la caída,
en manos de los alemanes, de Amberes, una de la s ciudades má s importantes de Bélgica, que en el Siglo XVI era
conocida como un emporio comercial y uno de los distritos más prósperos de Europa. Retomando la información del
diario alemán, el francés Le Matin dijo que el clero de Amberes había sido obligado a hacer sonar las campanas de la
iglesia del luga r con motivo de la toma de la fortaleza. Por su lad o, el británico The Times publicó que los curas belgas se
habían rehusado a tocar las campanas de sus igle sias y que por e so habían sido literalmente echados de sus parroqu ias.
Corriere della Sera, de Italia, dijo que los “desd ichados” curas que se rehusaron a tocar las campanas para celebrar la
toma de Amberes, habían sido sentenciados a trabajos forz osos. Casi a l final de la cadena de esta mala interpretación de
los hechos se colocó nuevamente Le Matin. Citando fuentes de Londres, confirmó que los “bárbaros conquistadores de
Amberes castigar on a los desd ichados religiosos belga s por su heroica negativa a tocar las campanas de sus igle sias,
colgándolos de las campanas cabeza abajo, como badajos vivientes”.
En realidad no existier on tales castigos. L os periódicos y sus fuentes mal interpretaron los hechos. Ejemplos como estos
fueron publicados en “La Mentira en Tiempo de Guerra”, por Ponsonby (en Allport, G. y Postman, L., 1967, op. cit.,
Págs. 219-222).
Un caso muy conocido de manipulación fue conocido como el “Rumor de Villejuif”. En 1976 circuló en Francia una
lista de aditivos utilizados en la a limentación. Estos se d ividían en tres grupos: cancerígenos, sospechosos e inofensivos.
Según esta hoja un gran número de productos de marcas famosas que se conseguían en cualquier tienda o
supermercado eran literalmente asesinos. La lista – conocida como “Los famosos E ...” – estaba firmada por un grupo
médico del prestigioso Hospital de Villlejuif, aunque más adelante el nosocomio francés descartó su autoría. ¿De dónde
salió este volante entonces? Nunca nadie lo supo. Lo que si se conoce es su impacto: según Kapferer (1989, op. cit., Pág.
58) más de siete millone s de francese s accedieron a este panfleto y fueron sorprendidos en su buena fe. Esta estimación no
incluye las miles de personas que leyeron las advertencias en otros Países de Europa, donde la lista fue readaptada al
contexto local.
58
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9.
Publicación de hechos no verificados
Aquí hablamos de los medios de comunicación en primer plano. Es conocida
la inexistencia de una iniciativa persistente para verificar las informaciones a
las que accedemos. Publicar un hecho n o comprobado correctamente es
colocar un potencial rumor bajo una gran lupa, posibilitando que la
ambigüedad transmitida por este emisor se proyecte en masa.
No es fortuito el hecho de que tanto a los periodistas como a l os
historiadores se les deba enseñar a comprobar las fuentes. Frecuentemente
los rumores nacen sobre la base de publicaciones con informaciones no
confirmadas, com o por ejemplo la toma de Amberes por los alemanes
durante la Primera Guerra Mundial.
E L “V E R I FI C AD O R ” A US E N TE
Como ya hemos mencionado anteriormente, en términos generales, muy
pocas personas comprueban las historias que les cuentan. De todos los roles que
podemos identificar al analizar la circulación del rumor, el menos frecuente es el
del “verificador”. Creemos o rechazamos los rumores basándon os sólo en la
creencia de la palabra.
Los verificadores escasean. Esto se debe mayormente a que los rumores se
alimentan de las redes sociales de una comunidad. Se aprovechan – por así decirlo
– de los vínculos que mantienen viva a la Sociedad.
Un factor a tener en cuenta es que los receptores deben tener al menos
buenas referencias del emisor del mensaje. Creemos entonces en su discurso si y
solo si éste nos transmite seguridad. Por lo contrario si se trata de un emisor
extraño o con an tecedentes en la mentira, o incluso con una conducta que evoca a
trampa, es muy difícil que podamos creer y luego retransmitir la historia narrada.
Por eso es tan común que los rumores se gesten y retransmitan en ámbitos
familiares, puesto que la experiencia previa nos indica que se trata de individuos a
quienes les tenemos aprecio, que no generan desconfianza.
La condi ción de “emisor con fiable” no sól o se observa entre personas. En el
escenario mediatizado, la población tiende a confiar en lo que los medios de
comunicaci ón informan. Aunque también existen casos en los que la ausencia de
empatía con tal o cual medio o periodista genera ese rechazo que afecta
directamente la circulación.
A menudo la gente no verifica porque la información proviene de los medios
de comunicaci ón. En este sentido, vale decir que en el oficio del periodismo la más
elemental de las exigencias plantea la necesidad de ratificar la autenticidad de lo
que será difundido a miles y miles de personas. Sobre esta problemática, Jean
Lacoutura dice que “la función de un periodista consiste menos en hacerse ecos del
nacimiento o muerte de los reyes que en mediatizar, rechazar o autentificar los
rumores que han de precipitar, deformar y seguir a estos acontecimientos”. 59
Si bien es acentuada la ausencia del “verificador”, no es lícito generalizar.
Julieta Tarrés 60 piensa que existen situaciones en las que el rumor sí se comprueba:
“la necesidad de verificar fuentes o la veracidad de la información surge cuando
hay intereses en juego, que usualmente tienen relación con lo material o lo
59
Lacoutura, J. (1984). Bruit et Vérité, Le Genre Humain, Págs, 19–29). En Tarrés, J. (2000), op. cit., Pág. 35.
60
Tarrés, J. (2000), op. cit., Pág. 36.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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económico; pero cuando hay acción sin riesgos, automáticamente desaparece la
necesidad de verificar”.
Existen muchos rumores que no requieren acción inmediata. Si no hay
necesidad de tomar ninguna decisión, no habrá razón para poner en
funcionamiento un esfuerzo de investigación. Sól o los más escépticos o quienes se
ven potencialmente perjudicados por un rumor realizarán ese mecanismo de
comprobación.
Volvemos así al principi o del planteo. El rumor afirma su credibilidad en la
confianza que nosotr os tenemos en algún mecanismo de selección natural de la
información. Si el rumor fuera falso no habría superado las innumerables barreras
que representan otros tantos individuos que, al igual que nosotros, lo han
escuchado ante s: uno puede pensar “no es posible que tanta gente se haya
equivocado”. El hombre fundamenta su actitud en el comportamiento de los
demás para saber cómo actuará frente al rumor y frente a su veracidad.
De esta manera, el grupo parece haber filtrado el rumor hasta llegar a
nuestros oídos. Por eso, retransmitir el rumor funci ona como un mecanismo de
verificación en el propio entorno.
Para Tarrés 61 , todo lo relaci onado con la no verificación se apoya en una
suposici ón: “el deseo de confirmar existe naturalmente en quien escucha el rumor.
La fuerza de la noticia ‘no oficial’ reside en el hecho de que a menudo proporciona
una información que justi fica aquello que presentíamos o deseábamos
confusamente”.
La ausencia del deseo de verificación se justifica frecuentemente con la
cohesión social. El rumor es un fenómeno colectivo que implica no a individuos
aislados sino al grupo en su conjunto. Sumarse al rumor, entonces, significa
manifestar fidelidad a la voz del grupo. Por eso, el escépti co se convierte en un
disidente del propio grupo al que pertenece.
Al referirse a la dinámica grupal, Gordon Allport 62 indica que “las
pertenencias a endogrupos no están fijadas de modo permanente. Para ciertos fines
un individuo puede afirmar una categoría de pertenencia y para otros fines una
categoría algo más amplia. Depende de su necesidad de autoexaltación (...) Queda
así claro que el sentimiento de pertenencia es una cosa sumamente personal. Aún
dos miembros del mismo endogrupo real pueden tener ideas completamente
distintas de su composici ón”.
M ÁXI M A V E L O C I D AD
Pasadas las 13.30 horas, el miércoles 20 de mayo de 1998 Alfredo Yabrán se
suicidó en la Estancia San Ignacio, provincia de Entre Ríos. El empresario telepostal
argentino era buscado intensamente desde hacia días por la Policía, por su presunta
culpabilidad en el cruel asesinato del reportero gráfico de la revista Noticias, José
Luis Cabezas. En una carta que fue encontrada en el interior de la Estancia, Yabrán
explicó los motivos de su decisión.
Minutos después de que se conoció el episodio, las emisoras de radio lo
propagaron sin reparos. La sorpresa enorme y la noti cia – pr ovista de muy pocos
detalles en los primeros momentos – dio lugar a numerosos rumores, algunos de
los cuales siguen vigentes en la actualidad como leyendas urbanas.
61
Tarrés, J. (2000), op. cit., Pág. 37.
62
Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 52.
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Según el diario Ambito Financiero, en el momento en el que Crónica TV
difundió la noticia como primicia, el 54% de los argentinos ya había conocido la
drástica decisi ón de Yabrán. A las dos de la tarde la proporci ón se elevó a 92% y a
las 18 horas al 99.8%. Así en menos de cinco horas, casi 40 millones de personas
sabían lo que había sucedido en la Estancia San Ignacio. Lo importante aquí es que
la mitad de la población recibió la noticia por la radio o la televisión, y la otra mitad
lo supo gracias al boca en boca. Asimismo, el 54% de los que accedieron a la
información experimentó la fuerte necesidad de hablar inmediatamente en su
entorno acerca del hecho. 63
La velocidad que adquiere el rumor es impensable. De acuerdo con lo que ya
hemos detallado sobre las condici ones para su transmisi ón, podemos hablar de un
rumor difuso que al no cumplir con l os requisitos necesarios pasa casi
desapercibido o por lo con trario – com o sucede frecuentemente – puede tratarse de
una historia que en cuestión de segundos es conocida por todo un país o dio vuelta
el mundo entero.
El rumor es incontr olable, corre, se dispara como un reguero de pólvora.
Aquí reside uno de los obstáculos en el estudio del fenómeno, ya que es
prácticamente imposible seguirlo de cerca y establecer un mapa que otorgue una
pista sobre su localización y expansión, entre otras variables.
“La velocidad de l os rum ores no es sino el resultado de la prisa que se dan
las personas para hablar de ellos a los que están alrededor”, dice Kapferer 64 . En
verdad, urge retransmitir el rumor porque está en juego una información que
concierne al grupo al que pertenecemos. Se trata de una noticia que deben conocer
todos. Puede incluso ser una advertencia, una información que debe saberse
porque de lo contrario alguien puede resultar perjudicado.
Al analizar la velocidad del fenómeno, resulta que
hecho del pasado circulan con mayor lentitud. Lo nuevo
sucede con los productos frescos, no se puede esperar
consumirlos ya que pueden perder calidad. La rápida
entonces hacer que su valor se conserve.
los rumores sobre un
es lo que vale. Como
demasiado tiempo en
transmisión pretende
Debido a que el rumor constituye una llamada de alerta, debe de
comunicarse urgentemente. Cuando el hecho tiene demasiadas implicaciones, no
hay tiempo para comprobar su veracidad. Incluso si no sabemos si la historia en
cuestión es verdadera, la inmediatez misma justifica su circulación como una
“noticia de último momento”.
Mientras más h omogéneo, estructurado y constituido por una eficaz red de
intercambios sea un grupo, más fácil resulta la circulación rápida del rumor. Por el
contrario, si se trata de una reunión sin mucho ritmo social, formal, heterogénea, el
rumor tardará más en circular.
En ciudades pequeñas, pueblos o aldeas, los rumores tienden a correr con
mayor rapidez. Esto sucede únicamente en los casos en los que realmente existe
una comunidad, un interés de mantener al grupo alerta, informado sobre lo que
sucede. En contraparte, en los grandes centr os urbanos, el individualismo
cosmopolita hace disminuir la celeridad. Aquí la proximidad geográfica no basta
porque no existe un solo grupo.
Las comunidades coloniales son e jemplos de una gran cohesión. La
velocidad de la cir culación por lo tanto es el mero reflejo de la eficiencia de un
sistema de comunicación que intenta preservar esa cohesión. En Occidente, por
63
Ambito Financiero, 23 de mayo de 1998, Pág. 5. En Tarrés, J. (2000), op. cit., Pág. 45.
64
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 77.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 40
ejemplo, el mercado no es únicamente un lugar de compras, sino también un
ambiente propicio para el intercambio. La gente se toma el tiempo aquí para hablar
de los temas de interés, comentarlos, analizarlos y discutirlos. Lo mismo sucede en
ferias, procesiones y fiestas patronales, oficinas de trabajo, etc. Todas son ocasiones
propicias para cultivar lazos de sociabilidad.
Hoy existe una estrecha relación entre la velocidad de un rumor y los medios
de comunicación. Es en realidad imposible olvidar esta asociación. Observemos
sino lo sucedido en Argentina con la noticia sobre el suicidio de Alfredo Yabrán.
Los actuales medios de transmisión de informaci ón multiplican
considerablemente los receptores del rum or. Realizan un efecto globalizador,
puesto que deja de hablarse de rumores locales y comienza a observarse un tipo de
rumor nacional o internacional.
Sin embargo esta rapidez extrema que adquiere el fenómeno, también puede
acelerar el proceso de su extinci ón, porque al dar la vuelta al mundo se dirige,
indubitablemente, a pruebas que lo desmientan. La situación evoluciona de tal
forma que las fuentes oficiales se ven obligadas a hablar y actuar.–
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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4. C reer o reventar
LA credibilidad de un rumor se debe a las pe culiares características de la
persona a la que se lo escuchamos decir y del mensaje que se nos comunica. En este
sentido, los centenares de experimentos llevados a cabo sobre la eficiencia
persuasiva de una comunicaci ón destacan sin excepci ón el papel prim ordial de la
fuente.
En lo referido al rumor, no sólo prestamos atención a quienes deseamos
escuchar sino también examinamos prioritariamente la fuente para saber qué
debemos pensar acerca del mensaje que recibimos.
Lo mismo sucede con los emisores: ellos no hablan con alguien al azar.
Puede decirse entonces que cada rumor tiene su público, su mercado. Suele
comprenderse al fenómeno como algo sabido por todos, cuando en realidad, sólo
una parte de la población ha oído hablar de él, y una parte aún más pequeña cree
en él. El público al que se dirigen los rumores nunca es el mismo.
Para Giffin 65 existen varios factores que nos inducen a otorgar nuestra
confianza a una fuente, a percibirla como digna de crédito: la idea que tenemos de
su pericia en el tema, su fiabilidad, su desinterés, su dinamismo y su carácter
atractivo.
Detrás del conocido y familiar dicho “lo sé de buena fuente” se esconde todo
un mecanismo social. A menudo los individuos esperan primero la llegada de la
opinión de un líder de opinión antes de lanzarse por sí solos a interpretar el
entorno. Sucede por ejemplo con las películas, much os retrasan sus comentarios
hasta conocer la visión del crítico de cine.
El rumor nace de medios no oficiales. Circula por una red de afinidades
personales y de proximidad. Frecuentemente llega a nosotros de la mano de un
experto en el tema o al menos de alguien más conocedor que nosotr os. En términos
generales aprovechamos los conocimientos especializados de otros para
mantenernos actualizados y saber qué debemos pensar. Sobre este principio
descansa la supervivencia de la agenda setting.
En este contexto se legitima el “lo sé de buena fuente”. Y como ya hemos dicho,
el emisor logra como efe cto secundario un re conocimiento social, distinción que lo
presenta ante el grupo como un individuo que está al tanto de lo que pasa, que se
rodea de conocimientos calificados.
La persona que relata una información importante pretende convencer y
persuadir y, en cuanto observa dudas en sus potenciales receptores, hace visible el
hecho de ser un retransmisor directo de la fuente inicial, de un super experto, lo cual
refuerza la confianza en su comentario. Por lo tanto, este transmisor no es neutral, ya
que no se contenta únicamente con referir una noticia. Su implicación es total,
puesto que ha hecho suya la información. Si alguien rechaza la narración, esta
persona estará en definitiva rechazando al emisor. Esta es la razón por la cual la
circulación de los rumores es una sucesión de actos de persuasión.
En realidad el rumor seduce porque nos propor ciona la oportunidad de
comprender el mundo desde otra perspectiva. Nos ayuda a simplificar si tuaciones
engorrosas o delicadas, aprovechándose del espíritu humano que parece estar
siempre a la búsqueda de esquemas explicativos equilibrados, lo cual permite
establecer vínculos entre acontecimientos percibidos como dispares.
Giffin, G. (1967). “The Contribution of Stud ies of Source Cred ibility to a Theory of Interpe rsonal Trust in the Communication
Process”, Psychological Bulletin 68 (2). En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 85.
65
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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El rumor rara vez llega a nosotros despr ovisto de elementos. Lo acompañan
un manojo de pruebas que le confieren una credibilidad innegable. De cierta
manera su fuerza se debe a su efe cto sobre la percepción, ya que puede dar
explicaciones a un gran número de acontecimientos que nunca habríamos visto o
cuyo significado n o nos parecía evidente. Este fenómeno tan huidizo atrae nuestra
atención sobre hechos que quizás ya habíamos observado pero de los que no
habíamos sacado ninguna conclusión. A saber: los rumores estructuran nuestro
entorno y organizan nuestra percepción de tal manera que nos podamos
autoconvencer.
La seducción del rumor también se explica con un comportamiento
previsible del ser humano: entre la explicación simple y la explicación compleja,
siempre nos quedamos con la segunda.
Muchas veces creemos en todo tipo de rumores porque nos encontramos
frente a tres agentes que convencen con solo mirarlos: una historia que proviene de
“buena fuente”, una información verosímil o simplemente una noticia deseable,
que estamos esperando con ansias.
Respecto a lo que debe tener el rumor para que los sujetos se dejen atrapar
por él, Shibutani 66 habla de plausibilidad y consenso: “En muchas situaciones, la
gente se mantiene escéptica y relega las decisiones hasta que las noticias de fuentes
más autorizadas se hagan asequibles (...) No obstante, en muchos casos, la opinión
general crea un rumor. Estudios sobre el problema de la resolución del grupo
revelan que toda vez que una visión particular llega a ser ampliamente aceptada se
lanzan precisiones considerables para su aceptación sobre aquellos que
permanecen menos convencidos. Incluso ver a otros actuar sobre la base de un
rumor tiende a hacerlo más creíble”.
D O S L E N G UAJ E S
DEL
R UM O R
El rumor puede presentarse como un “se dice” o como un “según una fuente
bien informada”.
En el primer caso se alude a un grupo, a la colectividad. Son los otros los que
están comentando el hecho, la comunidad a la que pertenecemos. El “se dice” es
entonces una discreta llamada, una convocatoria comunitaria a que contribuyamos
con el desarrollo de la red de circulación que está en plena construcción.
En ausencia de alguien que otorgue a la historia la credibilidad que gozan los
expertos, este mecanismo no cuenta con una adhesión racional, más bien se trata de
un deseo de pertenencia al grupo, una llamada a la comunión social.
En este sentido, Berrien y Wendell 67 destacan que “la gente necesita un
soporte interpersonal, necesita ser incluida en el grupo. (...) Esto es concebible si las
personas pueden ser sinceras, abrazando a la comunidad tan bien como lo harían
consigo mismo, y luego identificarse con el grupo, trabajando para el interés del
bien público”.
El segundo lenguaje del rumor apela a alguien considerado digno de
confianza por el grupo. Su competencia y honestidad n o podrían ser motivo de
ninguna duda. De esta manera, por ejemplo, los rumores de presidentes aquejados
de alguna enfermedad provienen casi siempre de los altos cargos de los hospitales
66
Shibutani, T. (1977), op. cit., Págs. 417-418.
Berrien, F. K. y Wendell, H. B. (1957). Human relations: comme nts and cases, Nueva Yor k, Harper & Brothers Publishers,
Pág. 145.
67
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en los que han sido operados, de enfermos o enfermeras que los han visto, o de los
choferes de las ambulancias que los han trasladado.
En este contexto, en la búsqueda de una paternidad verosímil y propia de
garantía, impulsado por el deseo de convencer y persuadir, el que informa se
presenta siempre como alguien cercano al origen de los sucesos. Muchas veces
sucede empero que este individuo no conoce siquiera a la persona que realmente
fue el testigo presencial del hecho, aunque si ha estrechado vínculos con la persona
que tuvo acceso a ese especialista.
Este último es conocido como el intermediario. Para Kapferer 68 el hecho de
que exista siempre este salto o punto de ruptura “corresponde a una realidad: el
que nos habla no l o transmite desde la fuente principal. Y también corresponde a
una función: no vale la pena verificar la noticia. El testigo inicial está a la vez
dramáticamente próximo; sin embargo permanece fuera del alcance. Siempre se
trata de creer, no de comprobar”.
T E CR E O
O
N O T E C R E O : F I ABI L I D AD
Y
V E R O S I M I L I TUD
Otro factor a tener en cuenta al explicar por qué creemos en los rumores es la
fiabilidad. En este sentido, vale decir que los emisores no nos transmiten una
historia al azar. Saben quiénes son aquellos que suelen dar crédito a lo que se
murmura por ahí y quienes son los escépticos. La razón por la cual el transmisor
del rumor se dirige a nosotros es porque lo consideramos fiable.
Tomando como sustento la fiabilidad, diseñaremos una ficha de este emisor,
en la cual obtendremos un historial de su comportamiento. Para esto tendremos en
cuenta comentarios anteriores, rumores ya comentados, su credibilidad y eventual
desenlace. A partir de esta informaci ón iremos otorgando más o menos confianza.
Si una persona nos acerca noti cias que luego consiguieron descrédito social, más
vale descartar esa fuente de inmediato.
Las investigaciones del psicólogo E. Jones demostraron que cuando las
personas forman una opinión sobre alguien en particular, perciben los hechos de
manera oblicua. En realidad, menosprecian a los que niegan su opinión personal.
De la misma manera, la gente cree a ciertas personas porque de vez en cuando lo
narrado resultó ser verdad. 69
En un esfuerzo por lograr fiabilidad y mantenerla, el mensajero de la historia
es capaz de todo, o casi todo. Así cuando deba implicarse a sí mismo para
convencer, este interlocutor tendrá disponibles dos comodines: puede invocar la
precedencia de un super experto o un integrante del grupo al que pertenecemos.
Al mismo tiempo, el emisor puede refugiarse en la neutralidad descriptiva
(“se cuenta que ...”), tomar distancia sometiendo al rum or a un estado de
indefinición que genera dudas (“se dice que ...”) o bien reforzar la credibilidad del
rumor mediante la utilización de un lenguaje certero con el cual quiere dar a
entender que ha tomado partido (“se asegura que ...”)
“Para dar fe a una información que llega hasta nosotros, independientemente
de nuestro deseo de creer, es necesario al menos que parezca plausible a los que la
escuchan. Los habituales comentari os sobre los rumores sin fundamento n o pocas
veces señalan con dedo acusador a quienes han creído lo increíble. En realidad, los
rumores pueden desarrollarse porque son percibidos como verosímiles. Todos han
68
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 89.
Jones, E. (1972). Attribution: Perceiving the Causes of Behavior, Morristown, General Learning Press. En Kapferer, J. N.
(1989), op. cit., Pág. 90.
69
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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de ser necesariamente realistas en el grupo en que se produce su circulación”,
indica Kapferer 70 .
Generalmente los rumores llaman su atención por su carácter fantástico.
¿Cómo alguien – por ejemplo – puede creer que sangrientas arañas se multiplican
sin límite debajo de la peluca de una pobre mujer que quedó calva? 71 ¿Dentro de
qué cuadro racional puede cobrar confianza esa historia? Cuando nos referimos a
verosimilitud, hablamos también de abstracción, con lo cual la verdad es todo lo
que de acuerdo a la situación psicosocial del grupo sea visto como tal. Para algunos
lo de las arañas puede parecer una locura, para otros no.
En resumen, el rumor logra verosimilitud cuando quien lo escucha lo cree, no
importa si estamos hablando del renacimiento de King Kong o de cómo un
paparazzi encontró a Superman de compras en un shopping de Nueva York. Por
este motivo los rumores pueden desarr ollarse y luego expandirse porque son
percibidos como verdaderos.
En la aceptaci ón de un rumor intervienen dos fenómenos: la espe cialización
del saber y la abstracci ón creciente de nuestra relaci ón con el mundo físi co. 72 Por
ello las palabras han perdido sus referencias físicas y nos remiten frecuentemente a
imágenes, a representaciones mentales. La autonomía que gozan las expresiones
nos llevan indubitablemente a lo mágico, a la fantasía.
M AR C O S
DE
R E FE R E NC I A : A P R OP Ó S I TO
DE
O R SO N W E L L ES
El hecho de aceptar o no una información como verdadera depende también
del marco de referencia que cada un o utiliza para evaluarla. Si la historia tiene
relación con este mar co, es coherente. Existen entonces grandes chances de que
tomemos com o verdad lo que acabamos de escuchar.
Como ejemplo, citarem os a uno de los rumores más conocidos de toda la
historia. En la actualidad pronunciar Orson Welles 73 remite directamente a la gran
novela – verdad que dirigió y protagonizó en Norteamérica durante el Siglo XX,
70
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 91.
71
Halperín, J. (2000), op. cit, Págs. 95-101.
Dubois, B. y Kapferer, J. N. (1981). Echec à la science, París, Nouvelles Editions rationalistes. En Kapferer, J. N. (1989),
op. cit., Pág. 95.
72
George Orson Welles nació en Kenosha, Wisconsin (Estados Unidos), el 6 de mayo de 1915. Hijo de Richard Head
Welles y Beatrice Ives, de quien heredó la pasión por el arte y la mú sica. En 1933 trabajó en el Gate Theatre de Irlanda y
más tarde debutó en Broadway con “Romeo y Julieta”.
73
Afianzado ya en el teatro, Welles fue por más: apostó a la rad iofonía, d onde logró el suceso de “La Guerra de los
Mundos”. Gracias a esta pieza la RKO lo contrató en 1939 para realizar dos películas, otorgándole libertad de trabajo
total.
A los 25 años, en 1940, comenzó el rodaje de su primer film, en un principio denominado “Americano”, pero que
después fue renombrado como “ Ciudadano Kane”. La pieza cinematográfica fue adorada por los críticos, aunque se
constituyó en un verdadero fracaso de taquilla.
En 1942 Welles desarrolló su segundo film, “El cuarto mandamiento”. Tiempo después trabajó en Brasil en un documental
que nunca pudo ser finalizado. Luego se dedicó a la actuación, trabajando en varias películas como “Duelo de Sol”.
Su tercera película – “The Stranger” – llegó en 1946. En “La dama de Shangai” trabajó junto a su mujer Rita Hayworth de la
que después se separó.
Desarrolló después la trilogía de obra s de Shakespeare: “Macbeth” (1948), un rotundo fracaso, “Otelo” (1952), reconocida
en Cannes, y por último “Campanadas de medianoche” (1966). En Europa trabajó para la televisión francesa y desarrolló
algunos proyectos en Italia.
Orson Welles mur ió de un ataque cardíaco el 10 de octubre de 1985 cuando se encontraba escribiendo. Su imaginación
fílmica, estilo barr oco y a mplitud visual, colocan a este productor, director, guionista y actor entre los grandes pioneros
del cine.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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marcado por el cre ciente interés y preocupación de la poblaci ón en el fenómeno
extraterrestre, aunque como veremos aquí esa no fue la única variable en juego en
la propagación masiva del rumor.
En la noche de Halloween del 30 de octubre de 1938, Orson Welles puso en el
aire en la estación radial CBS un guión en cadena nacional. La historia narraba que
un plato volador había aterrizado en la ciudad de Nueva York, lo cual sentaba el
precedente de una inminente invasión de extraterrestres al planeta Tierra. La obra
de ficción fue presentada como una entrevista en directo, lo cual en primer término
despertó el interés de los periodistas de todo Estados Unidos.
El poder de la radio hizo después que la historia capturara la atención de
astrónomos y especialistas en astr ofísi ca, quienes comenzaron a colapsar los
teléfonos intercambiando supuestas novedades sobre el fantástico hecho. Más tarde
se movilizaron generales del ejército, responsables de la Cruz Roja y otros
representantes sociales. La población norteamericana en su conjunto no tardó en
prenderse a la cadena.
Así todo un Paí s se m ostr ó consternado por un hecho que ponía en peligro
su propia existencia: los aliens habían venido al continente americano a llevarse lo
poco que había quedado después de la crisis econ ómica iniciada en 1929 con la
caída de Wall Street.
Tanto alboroto no influyó a Welles. Su tranquilidad residía en que al
principio de la transmisi ón un l ocutor había advertido que todo se trataba de una
obra de teatro. Como se supo más tarde, muy pocos dieron importancia a esa
advertencia y prefirieron creer en la historia de marcianos en la Gran Manzana.
La noche en que los alienígenas de Welles llegaron a Nueva York hubo miles
de norteamericanos que sintonizaron por casualidad la radiodi fusora CBS y fueron
sacudidos por el pánico. A lo largo y a lo ancho de Estados Unidos la gente rezaba
y lloraba. Algunos huían en sus autos con lo indispensable, mientras que otros
corrían a resguardar a sus seres queridos. Much os previnieron a sus vecinos, se
despidieron para siempre de sus familiares, llamaron con insistencia a la Policía y a
los medios de comunicación para obtener las últimas novedades.
Desesperados muchos comenzaron a llamar a los organismos estatales
exigiendo respuestas. Los que llamaron a la Policía y encontraron las líneas
permanentemente ocupadas pensaron que la fuerza pública había sido desbordada
por la situación. Aquellos que lograban comunicarse escuchaban por parte de los
oficiales que hasta ese momento no había ninguna información certera sobre la
visita extraterrestre y que desconocían l os hechos, lo cual tampoco ayudaba a
frenar el rumor: para la gente la policía negaba los acontecimientos para no generar
el caos en la población.
Incluso hubo personas que al ver tantos autos en la calle pensaron que el
éxodo ya había comenzado. Por lo contrario, aquellos sorprendidos por la calma de
sus vecindarios llegaron a la conclusión de que los coches estaban detenidos
porque los alienígenas habían destruido las rutas.
En este marco de confusión generalizada, de pulsiones internas
exteriorizadas en forma de rumor, todo indicaba algo, cualquier movimiento era
interpretado como conse cuente con la terrorífica historia.
Estimaciones actuales indi can que al menos seis millones de estadounidenses
escucharon el programa de radio de Orson Welles. Al menos un millón de personas
padeció severos trastorn os psi col ógicos. Para estos úl timos n o se trataba de una
simple historia de ciencia ficción: la pura realidad era que los extraterrestres
estaban en casa, la guerra de los mundos se había iniciado, y presumía ser muy
sangrienta.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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A medida que el rumor crece, se torna cada vez más convincente. Quizás al
principio se lo hizo circular como entretenimiento, pero después adquiere un valor
de certidumbre total. La convicción nace del hecho de recibir la misma información
de muchas personas. Si muchos individuos que no tienen relación entre sí dicen lo
mismo, eso significa que es verdad (¿cómo tantos pueden estar de acuerdo? ¿cómo
tantos pueden equivocarse?).
El primer análisis de esta inusitada reacción del pueblo americano culpó a la
ciencia y los medios de comunicación. Eran épocas en las que hablar de la vida
extraterrestre estaba de moda: se proyectaban películas apocalípticas, nuevos
gurúes que pronosticaban el fin del mundo se habían instalado en los medios, todo
el mundo hablaba del fenómeno OVNI. Sumado a esto, la ciencia había abierto la
puerta al “todo podía ocurrir”. 74
En el marco de La Guerra de los Mundos, una vez más hablamos del
“verificador “ausente. La fantasía puesta en el aire por Welles como noticia de último
momento impactó en personas con defensas tan pobres que ni siquiera tuvieron la
ocurrencia de girar el dial de su radio, ni consultar el programa de diario, ni tratar
de verificar la historia. Directamente se entregaron al pánico porque carecían de
anclaje crítico y se encontraban totalmente desprotegidas.
Muchas de estas personas poseían marcos de referencia que les permitían
creer que la invasión era viable, situación inscripta entre las cosas previsibles y
normales. Se trataba de individuos:
-
Muy creyentes, algunos religiosos, que esperaban el fin del mundo en
cualquier minuto.
-
Muy sensibilizados por el aumento del peligro de una nueva guerra y
que creían con fervor en la inminencia de un ataque por parte de una
potencia extranjera. Los alienígenas estaban dentro de las posibilidades.
-
Convencidos del extraordinario poder de la ciencia y que por eso mismo
esperaban, en medio de la confusión, una catástrofe.
En la investigación que encabezaron los investigadores Cantril, Gaudet y
Hertzog de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) 75 quedó muy claro que
buen número de aquellos que creyeron en el cuento de la invasión de marcianos era
gente que estaba inquieta por la situaci ón de zozobra reinante en Europa y por la
gran depresión económica que sufría Estados Unidos.
Los últimos meses de 1936 y la primera mitad de 1937 dieron la impresión de
ser las primera etapas de un período de bonanza, luego de la crisis del 29. El
gobierno de Roosevelt, confiado en que la recuperación estaba cerca, ordenó que se
redujeran considerablemente todos los programas de ayuda, con lo cual el
presupuesto federal se recortó en 3.000 millones de dólares. A pesar de los cálculos
estatales el país no tardó en iniciar un nuevo retroceso: en poco tiempo cayó el
volumen de negocios de la bolsa y el número de desempleados se elevó a más de
diez millones de personas, es decir, la quinta parte de la fuerza total de trabajo. En
1938 la depresión había retornado a Norteamérica. 76
Envueltos en tantos problemas económicos y dudas existenciales, una
importante porci ón de los estadounidenses esperaba que sucediera lo peor en
74
Celser, C. (29 de julio de 2001). “El quinto poder”, VIVA, Nº 1.317, Edición Nº 19.943. CLARÍN, Buenos Aires, Pág. 25.
Cantril, H., Gaudet, H. y Hertzog, H. (1940). The Invasión from Mars, Princeton, Princeton University Press. En
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 96-98.
75
76
Cochran, T. C. (1975). En Breve Historia de los Estados Unidos de América (1975), op. cit., Pág. 443.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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cualquier momento. En el caso Orson Welles, la mayoría de los que creyeron la
historia de marcianos reaccionaron así debido a la ausencia de marcos de referencia
para evaluar la información. La invasión se inscribía en el contexto de
acontecimientos inexplicables, fuera de contr ol, que hacía tiempo descon certaba al
País.
La precariedad de los marcos de referencia puede advertirse incluso en
nuestros días. La divulgación científica ha l ogrado popularizar la idea de que toda
teoría es provisoria. La rapidez de los cambios científi cos y tecnol ógicos hace de
todo saber algo dudoso y de toda certidumbre algo imposible. Por eso sin creer en
nada, la gente cree ya en todo. 77
De esta manera el nacimiento de un rumor está ligado a las circunstancias
del instante en el que se produce. Lo que es creíble hoy, no fue creíble ayer, ni lo
será tampoco mañana.
E L DE S E O
El rumor es ante todo una información que deseamos creer.
Independientemente de los esfuerzos y del prestigio de las fuentes, si la
información no satisface ningún deseo, si no responde a una preocupación latente y
si no sirve de liberación para algún conflicto psicológico, no habrá rumor. El deseo
de creer puede incluso desplazar a l os criterios habituales de realismo y lógica, tal
cual sucedió en Estados Unidos a partir de La Guerra de los Mundos de Orson
Welles.
Para Kapferer 78 , en definitiva, el rumor no convence ni persuade: el rumor
seduce. Todo sucede com o si nos apoderáramos de él, impulsados por una espe cie
de revelación que no tardaremos en compartir con el grupo. Según el autor el
rumor expresa y justifica en voz alta lo que pensamos para nosotr os mismos o que
no nos atrevemos a esperar. Así, de todos los mensajes, el rumor es el único que
goza de una característica singular: avala la opinión pública, a la vez que revela,
racionaliza la voz interior, porque hablar es un alivio.
El rumor refleja los sentimientos del grupo. Explica en parte el efecto “bola de
nieve”, es decir agregar detalles a una versión inicial, generando una evolución
similar a la de una avalancha.
Lejos de permanecer pasivos, los individuos buscan pormenores que podrían
consolidar la historia que tanto los consuela. Al expresar sus propias opiniones, se
pretende mejorarla para convertirla en un objeto social más persuasivo ante los
demás. El mero hecho de que a través del rumor confirmemos una versión que ya
se estaba evaluando, cada eslabón de la cadena refuerza sus opiniones, lo cual
expone el deseo de compartirla con los demás integrantes de nuestra comunidad.
El aval que los rumores con ceden a nuestras intuiciones, sentimientos y
opiniones, explica por qué rumores poco convincentes se extienden con cierto éxito.
Los beneficios psi cológicos que n os brinda la adhesión y parti cipación en los
rumores justi fica que no seamos demasiado quisquillosos a propósito de su
verosimilitud: el hecho de ser un rumor que materializa un sentimiento arraigado,
un hecho deseado, vuelve al grupo menos crítico.
Circunstancialmente, somos nuestro propio eco. En Argentina, recientemente
se ha difundido por correo electrónico una nueva advertencia sobre la cadena de
comida rápida McDonald’s. Bajo el título “Importan te” se proveía una información
77
Dubois, B. y Kapferer, J. N. (1981). En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 98.
78
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 107.
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a los amantes de las hamburguesas de esa empresa n orteamericana: “si ustedes
creen que lo que comen en McD onal’s es ‘carne de soya’ o carne de caballo,
después de leer lo siguiente desearían haber comido la nutritiva ‘carne de soya’ y la
nada tóxica carne de caballo”, rezaba el mensaje.
El e-mail decía que, según trascendidos, la Universidad Estatal de Michigan
había comprobado que la carne utilizada por la cadena de fast food para sus
hamburguesas provenía de “bultos” compuestos únicamente de cartílagos, sin
patas, sin huesos y sin cuernos, alimentados por medio de tubos conectados a sus
estómagos. “Quienes los han visto, aseguran que son cosas muy desagradables,
pues además de permanecer inmóviles toda su vida, no tienen ojos, ni cola y
prácticamente no tienen pelo. La manipulación genética de la cual son resultado,
los convierte en verdaderas cosas inanimadas con una horripilante apariencia
gelatinosa”.
La historia que circul ó por el ciberespacio esta dotada de l os elementos
necesarios para construir una trama. Según este rumor, el mismísimo gobierno de
los Estados Unidos obligó a McD onald’s a retirar de sus anunci os que sus
hamburguesas tenían carne de res. En contrapartida, la multinacional habría
argumentado que en latín res significa “Cosa” y que en conse cuencia ellos
producían carne de “Cosa”. Respecto a esta situación el mensaje dice que “con todo
el poder económico que los respalda, (los empresarios) habrían sobornado a
muchas personas, en diversos puestos, a muy altos niveles gubernamentales”.
En el final, se dice que la carne de “Cosa” produce efectos secundarios en la
salud. Los primeros efectos se sienten al día siguiente de haber comido la
hamburguesa en cuestión (“gran cantidad de personas sufre de indigestión y
colitis”). Los verdaderos trastornos viene tiempo después: según este rumor la
ingesta de “Cosa” genera en el cuerpo humano un síndrome similar al SIDA, ya
que se incuba y permanece escondido durante muchos años, hasta que poco a poco
va mostrando sus efectos nocivos.
Esta fantásti ca historia sobre las hamburguesas de “Cosa” se suma a otras
versiones que involucran a los restoranes de comida rápida. Ya entre 1978 y 1982,
en Estados Unidos, se acusó a McDonald’s de mezclar gusanos con carne vacuna
para confeccionar sus famosas Big Mac. Este rumor tiene las mismas características
de intriga que el anterior: una empresa todo poderosa hace lo que quiere, soborna a
las autoridades y ofrece impunemente hamburguesas adulteradas que tienen
demostrados efectos nocivos en la salud del hombre.
¿Es esto posible? ¿Gusanos primero y carne de algún tipo de caballo criado a
lo Frankestein? No se debe al azar que la gente comente y retransmita este tipo de
historias. No es fortuito tampoco que estos rumores se disparen con contenido
similar. Podría hablarse de las condiciones de trabajo (“McDonald’s maltrata a sus
empleados”), de pactos se cretos (“McDonald’s financia la actividad de grupos
satánicos”) o situaciones pr oblemáticas no conocidas (“McDonald’s cerrará todos
sus locales por escasez de ventas”). Se puede rumorear mucho, pero casi siempre se
elige el tema de la salud, la vida, algo intocable, invalorable para las personas.
Detrás de la historia sobre McDonald’s, en realidad, se expresa de manera
metafórica la creciente ansiedad de la población respecto a los hábitos alimentici os.
La gente come cualquier cosa – obviando las coincidencias – y para advertir el
riesgo que trae aparejada este tipo de alimentos se cre ó el con cepto de “comida
chatarra” (junk food).
Detrás de la con cepción “comida chatarra” se encolumnaron los hechos que
en 2002 presentaron característica de rum or. Se trata de la muerte de supuestos
clientes de McDonald’s en Buenos Aires después de ingerir hamburguesas. La
Justicia argentina determinó luego que se había detectado un virus en el producto,
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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aunque nunca se supo en verdad si las muertes fueron a raíz de la ingesta de
hamburguesas de la marca estadounidense.
Digamos entonces que en la población existen vestigios que avalan la
historia. Aunque parezca muy alocada la narración, en el caso de la carne de
“Cosa”, hay motivos por los que desconfiar de la carne de las hamburguesas.
Tanto en Estados Unidos como en Argentina y muchos otros países de
occidente, la hamburguesa es vista como uno de los ícon os de la alimentación
prohibida, debido a su gran contenido graso 79 . De hecho estos dos países poseen
elevados índices de obesidad, uno de los más al tos en todo el Planeta, según
estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Existe en consecuencia
una importante porci ón de la poblaci ón preocupada por el carácter malsano del
ritual alimentario.
En el caso del rumor que circuló en Norteamérica, los gusanos simbolizan
los desechos y la basura por un lado, y por otro la destrucción interior que se
produce como consecuencia del consumo de hamburguesas. Ahora ¿es posible
imaginarse a los empleados de McDonald’s añadiendo gusanos a la carne? Una
primera respuesta puede ser no. Pero visto desde el costado simbólico por supuesto
que sí.
¿Porqué creer en la historia de los gusanos? Según Kapferer 80 el rumor
expresa el resentimiento de una parte de la opinión pública ante una empresa cuya
identidad parece estar fundada en el consumo masivo de un producto que por
estos días es visto como el estigma de lo prohibido. En este contexto, si se pretende
vender la mayor cantidad de hamburguesas posibles a los norteamericanos, esto
supone asumir la condi ción de “fabricante de veneno”. El rumor sólo expresa
simbólicamente que todas las hamburguesas son veneno, que McDonald’s lo sabe y
no hace nada para remediar el problema. Para el autor el rumor de los gusanos en
la carne nace como un grito de alerta.
El juego de la representación simbólica también se repite en la comprensión
del rumor de la carne de “Cosa”. A esta situación le agregamos la experiencia
previa (las extrañas muertes adjudicadas a la ingesta de hamburguesas McDonald’s
en Buenos Aires) y, por qué no, el creciente descrédito de todo aquello que
provenga del Norte. Todo tiene que ver en el campo de lo simbólico, puesto que es
una información que deseamos creer.
La profesora Carol Pr opper de la Universidad de Bristol (Inglaterra) afirma en una reciente investigación que el hábito
alimenticio está rodeado de mentiras. Propper dice que es un error acusar a los locales de comidas rápidas y a la comida
empaquetada: “comemos más por que mejoró la tecnología”. El estudio reveló ademá s que la causa principal en la
ingesta de calorías es el aumento del hábito de comer a toda hora, en especial en los hogares. “En una sociedad
posindustrial, e l trabajo entraña relativamente poco ejercicio físico, por el cual e l costo de quemar caloría s, en términos
de tiempo libre intercambiado, aumentó. En conjunto, eso significa que el peso su be”, aclara la académica británica. En
LA U (22 de d iciembre de 2004). “ Los sinsabores de los mitos alimenticios”, Edición San Luis, Sección Universidad, Año 3,
Nº 108, Buenos Aires, Pág. 4.
79
Por otro lado, Roland Barthes se refiere, en “Mitologías” (2003, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, Pág. 85), a esta
tendencia de la sociedad contemporánea que plantea el rechazo a todo aquello que se relacione con la grasa.
Puntualmente el autor francés habla de cómo se agita en la publicidad la idea de profundidad: “El auténtico drama de
todo este modesto p sicoanálisis publicitario, es el conflicto entre dos sustancias enemigas que se d isputan sutilmente el
encauzamiento de los ‘jugos’ y de los ‘principios’ hacia e l campo de la profundidad. Esas dos sustancias son e l a gua y
la grasa (...) La grasa (llamada más poéticamente aceites, en plural, como en la Biblia o en Oriente) desprende una idea
de nutrición, pero es más segur o exaltarla com o elemento vehicular, como lubricante eficaz o conductor de agua al seno
de las profundidades de la piel”.
80
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 111.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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¿E L R UM O R S I E M P R E
ES
F AL S O ? [¿L A C AÍ D A
D E UN
M I TO ?]
El rumor también tiene su karma. Un mito que lo persigue a donde vaya,
el cual afirma que él siempre apaña historias falsas, mentiras, inventos o
construcciones mentales inocentes o intencionales, entre otros.
Quizás por la tendencia a moralizar sobre el fenómeno, en vez de realizar
una apertura hacia una elaboración de diagnósticos reales, alejados de
prejuzgamientos apresurados, muy pocas veces se ha debatido sobre este rumor
del rumor.
¿Es invariablemente falso? ¿Nun ca (pero nunca) se debe creer en un
rumor? Respuestas n o hay muchas, aunque si algunas proposi ciones que unen
esta disyuntiva con la semántica: “Si se define el rumor como algo que oímos de
segunda mano, entonces es harto posible que algunas de las especies que llegan
a nuestros oídos tengan visos de verdad. Pero cuando una tal especie resulta
finalmente verídica, hallamos, por lo general, que las personas que han
intervenido en la cadena del ‘rumor’ han tenido a mano puntos de referencia
para colacionar la información. Están hablando de sucesos que conocen
palmariamente o cuya veracidad han tenido ocasión de probar a lo largo del
itinerario de difusión”, opinan Allport y Postman 81 .
Sin embargo, al conceptualizar el rumor como una “proposición para
creer, de interés específico, sin medios probatori os seguros a mano para
demostrarla”, los autores dan vuelta el análisis anterior y afirman que nunca la
historia está exenta del peligro que significa dejarnos llevar por nuestras
creencias y así deformar la historia.
Con todo, puede decirse que el rumor casi siempre transpira algo de
verdad. Allport y Postman 82 justi fican esta afirmaci ón, diciendo que “casi todo
rumor parte de una percepción de cierta clase; dando por supuesto que la
percepción sea conforme a la realidad exterior, entonces habrá ciertamente un
punto de fiabilidad en la información del testigo ocular. Luego, (...) el tema
cardinal de un rumor es el hecho más renuente al cambio, y podemos creer,
pues, en líneas generales, que la especie que nos traen tiene algo que ver con el
incidente que pretende referirnos”.
Puede decirse que con “Psicología del Rumor” se derrumba el mito.
Aunque – como en todo – existen casos extremos, de historias que circulan en el
umbral del rumor, es decir, situaciones en las que es difícil definir lo que
constituye una prueba segura, sobre todo cuando descansa en alguna sustancia
fidedigna de acción subjetiva.
En Francia la Fundación para el Estudio y la In formaci ón sobre los
Rumores – presidida por Jean Noël Kapferer – instaló una línea telefónica
permanente que permitía que cualquier persona diera cuenta de los rumores
que escuchara en su casa, su barrio, su lugar de trabajo, etc. Esta línea fue
llamada Allô Rumeur.
El contestador telefónico de Allô Rumeur demostró que las personas que
llamaban lo hacían para comunicar historias en las que no creían. Dado que
tales historias circulaban y eran avaladas por una parte de la población, estos
interlocutores pretendían que la Fundación se comprometiera en la lucha contra
el fenómeno, emitiendo desmentidos formales para que se conociera “de una
81
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Págs. 150-151.
82
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Págs. 151-153.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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vez por todas” la verdad. Otros, sin embargo, se comunicaban para saber si tal
o cual historia que habían escuchado era verdadera. 83
“Resulta significativo que la gente llame para dar cuenta de la circulación
de comentarios en los que no cree. Si esto e s así, los ‘rum ores’ a los que da
crédito (y que, por lo tanto, n o son reconocidos com o ‘rumores’) escapan al
registro de Allô Rumeur, lo cual demuestra que, para la opinión pública, la
frontera entre la informaci ón y el rumor no es objetiva. Se llama información a
lo que se estima cierto, y rumor a l o que se considera fal so o, en todo caso, no
verificado”, indica el presidente de la Fundación que organizó la experiencia. 84
He aquí entonces otra barrera que lleva a pensar que estudiar el
fenómeno es al menos más complicado de lo que parece, ya que no es la
naturaleza del mensaje lo que nos hace discernir entre lo que es informaci ón y
lo que es rumor sino una realidad subjetiva, resultado de la propia persuasión.
Para Kapferer, entonces, el rumor no precede a la persuasión sino que es
su manifestación visible y, al depender de un juicio subjetivo, se constituye
como un reflejo de la propia duda. De esta forma, según de quien se trate, las
conclusi ones podrán variar enormemente: unos llamarán rumor a l o que otros
consideran verdad.
De todos modos el autor 85 plantea que “cualquier definición del rumor
establecida sobre la base de lo verdadero y lo falso conduce a un callejón sin
salida y vuelve inexplicable la dinámica de los rumores. (...) En general, la gente
no está en condiciones de distinguir lo real y lo inexistente cuando una noticia
llega a sus oídos por la transmisión de boca en boca”.
La experiencia de Allô Rumeur no logró responder con tan tas certezas,
como se estimaba, la pregunta del millón: ¿Es siempre falso el rumor?
Kapferer86 , sin embargo, ofreció una respuesta, aunque ambigua: “Si bien la
cuestión de l o verdadero y lo falso es siempre de las primeras que se plantean
cuando se habla de rumores, en realidad no nos sirve de nada para
comprenderlos. (...) A diferencia de la concepción tradici onal que identifica el
rumor como informaci ón falsa, (...) la palabra rumor no se refiere en absoluto a
su carácter verídico o falso”.
Tamotsu Shibutani 87 explica, a propósito de lo verdadero – falso del
rumor, que “por regla general, la acción da una oportunidad para testificar lo
que es real. Si, a fin de cuentas, resulta un fracaso, el tema es desacreditado
como si hubiera sido ‘tan sól o un rumor’. Pero hay numerosos comunicados
que no siempre se comprueban. Las creencias que se desarr ollan
espontáneamente en la crisis se incorporan a la de reserva de la sabiduría
popular para servir como base de otros juicios posteriores”.
Sin inmiscuirse en la disyuntiva que plantea el mito a cerca del fenómeno
que nos convoca, Shibutani agrega que los rumores no son ni el producto de
una memoria fallida ni del poder de engaño que ella tenga, sino más bien
“representan intentos honestos para llegar a la comprensión de si tuaci ones
ambiguas”. –
83
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 24-27.
84
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 25.
85
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 26.
86
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 26-27.
87
Shibutani, T. (1977), op. cit., Pág. 418.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 52
5. C o m po rtami ento s
EL rumor es un compor tamiento humano. En un m omento determinado
y en cualquier sociedad, un grupo se reúne y se pone a rumorear. En ese
momento existe un contagio del acto de hablar en torno a un testim onio, a una
información o a un acontecimiento.
También el rumor es un fenómeno social. Se precisan dos personas o más
para crear un rumor, per o su vehículo es un solo individuo. Sin dudas una
cadena es más que la suma de sus eslabones, pero son ellos en su presentaci ón
individual los que sustancian la transmisión de las historias.
Quien conduce las historias a través de toda la cadena es el hombre,
considerado por el psicól ogo y sociólogo Leon Festinger 88 como un animal social
con tendencia marcada a compararse siempre con los demás. Se trata en
realidad de una necesidad de situarse a sí mismo, de evaluarse en relación a
otros. Este comportamiento es directamente proporcional al comportamiento de
cada individuo. Es evidente que no nos comparamos con cualquiera.
Escogemos nuestro grupo de referencia 89 entre quienes constituyen nuestro
entorno.
Los animales sociales que se comportan com o emisores en una cadena
determinada siempre asegurarán que dicen la verdad y cuestionarlos será el
principio de un con flicto. En much os casos la fuente no está a nuestro alcan ce
para chequear la información, existe frecuentemente un eslabón entre ella y la
persona que nos ha transmitido la historia. En este sentido se considera que el
criterio de verdad es social, porque, como ya hemos di cho, es verdadero lo que el
consenso considera verdadero. Por esto – y más – se dice que el rumor es un
instrumento muy eficaz de cohesión social.
I D E N TI KI T
D E L E M I S O R D EL
R UM O R
En pos de entender la actitud de este animal social que describe Festinger
y para ahondar sobre las actitudes de los eslabones de la red que forma el
rumor, es necesario recaer una vez más en los estudios de Robert Knapp.
Para ese autor, aquellos que representan un rol esencial en la transmisión
de los rum ores se caracterizan por ciertos rasgos par ticulares de personalidad.
Así, ya no se exploran los factores relacionados a la credulidad, sino los
vinculados con la mera actividad de transmisión.
Knapp menciona cin co comportamientos que pueden encontrarse
conjunta o independientemente en una misma persona: 90
1.
El exhibicionismo
Para el investigador norteamericano, se trata de una de las principales
motivaciones. La transmisión de un rumor permite que una persona débil o
88
Festinger, L. (1954). “A Theory of Social Comparison Proceses”, Human Relations. En Tarrés, J. (2000), op. cit., Pág. 42.
La sociología moderna ha introducido el concepto de grupo de referencia. M. y Carolyn W. Sherif (1953, Groups in
Harmony and Tension, Nueva York, Harper) los han definido como “aquellos grupos con los cuales el individuo se
vincula como parte, o a los cuales aspira a vincularse psicológicamente”. De modo que un grupo de referencia es un
endogrupo aceptado vehementemente, o un grupo en el que un individuo quiere ser incluido. En Allp ort, G. W. (1977),
op. cit., Pág. 54.
89
90
Knapp, R. (1944). En Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 40-42.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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socialmente poco importante se afirme y valorice: el acto de transmisión
cambia la situación habitual, al sugerir que ese individuo tuvo acceso a
fuentes de informaci ón generalmente secretas. Busca en realidad una
“compensación”.
2.
Solicitud
Principalmente en situaciones de pánico, la transmisión de un rumor
procede simplemente del deseo de informar a los demás del peligro que los
amenaza. Se introduce una virtud moral en la explicación de un fenómeno
social.
3.
La esperanza de ser confortado
El individuo en cuestión pone en cir culación el rumor o interviene en su
propagación para parti cipar con otro de la emoción que él siente (ansiedad,
miedo, incertidumbre, duda, etc.). El otro desempeñaría entonces el rol de
reductor de efecto, contribuyendo directa o indirectamente a calmar la
intensidad de esta emoción.
Las personas se confortan mutuamente de manera verbal o no verbal, en la
medida en que su interacci ón o su copresen cia puedan conducir a una
minimización del objeto que temen.
4.
La agresión
Knapp nota que la hostilidad hacia un grupo o persona consti tuye
igualmente una poderosa motivación. Ejemplo de ello serían los rumores
políticos denigrantes o los rumores de guerra concernientes al enemigo.
5.
La proyección de conflictos subjetivos
Como ya hemos mencionado an tes, la transmisión de rumores se pr oduce
con frecuencia como medio de exteriorizar los temores o dese os
interpersonales. El sujeto se expresa a través de la información que transmite.
La socialización le ofrece, de alguna manera, un teatro para que represente
su drama individual.
L O S A C TO R E S
El rumor es una obra colectiva, producto de la participación de cada
individuo. Sin embargo, como veremos de aquí en adelante, en este proceso, los
papeles parecen repartirse cuidadosamente.
En 1948, Festinger y Cartwrigth asistieron al nacimiento espontáneo de un
rumor en un grupo pequeño, lo cual les permitió cercar su evolución e identificar
los distintos actores que se involucraron en la transmisión de boca en boca. 91
La historia tuvo lugar en Estados Unidos, en una ciudad en la que
predominaban las viviendas de alquiler moderado y en donde no existía una vida
social muy activa. Los logros del comité de inquilinos del lugar se reducían a
organizar, de tanto en tanto, una fiesta para los más chicos o un baile el sábado a la
noche para los más grandes. La poca actividad generada por el comité se justificaba
por la gran frialdad que reinaba en las relaciones sociales de los habitantes.
En realidad la mayoría de los habitantes de la ciudad sentían un poco de
vergüenza por tener que vivir allí y veían a los demás como una categoría social
inferior a la propia. A partir de esto, un representante de la oficina local de esas
Festinger, L. y Cartwrigth, D. (1948). “A Study of a Rumor: Its Origin and Spread”, Human Relations ( 1), Págs.464-485. En
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 121-124.
91
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 54
viviendas tuvo una idea que podría animar los ánimos, por lo que pidió reunirse
con el comité de vecinos para pr oponerles nuevos proyectos dirigidos a la
comunidad en su conjunto.
A la primera reunión – que tenía por objeto repartir las tareas en el marco de
los nuevos proyectos – asi stieron cuarenta mujeres y unos tres hombres. Se
procedió a la creación de comités especializados, al mismo tiempo que, con lo
actuado, se limitó la influencia de los an tiguos dirigentes del comité de inquilinos,
principalmente la del secretario general.
Una semana después de este encuentr o, todos l os pr oyectos puestos en
marcha fueron repentinamente cancelados. Según los rum ores, uno de los
miembros más activos de la nueva organización era un comunista y el plan trazado
perseguía fines no declarados pero que cada cual podría fácilmente adivinar.
Instaurada esta versión, comenzó la ronda de preguntas: ¿cuáles eran las
razones que explicaban la repentina llegada a la ciudad del animador
(“comunista”) y de sus colaboradores? ¿qué pretendían hacer?
Con todo, se dio luz verde a la difusión del rumor, con lo cual muy
rápidamente todos los habitantes se percataron del riesgo que significaba continuar
trabajando en el nuevo proyecto, ya que obedecía a una conspiración comunista.
En la historia anterior se pueden ilustrar los distintos actores que se
involucran en el proceso del rumor: 92

El INSTIGADOR. Es una persona cuyo liderazgo se veía amenazado
por los cambios que se habían generado en la comunidad.

El INTÉRPRETE. Responde a los interrogantes del instigador y
propone una explicación coherente y convincente.

El LÍDER DE OPINIÓN. La persona cuya opinión determinará la del
grupo en su conjunto. También llamado gatekeeper (portero) ya que
de su juicio dependerá la penetración del rumor en el grupo.

Los APÓSTOLES. Persona que, después de identificarse plenamente
con el rumor, intentarán convencer a la comunidad
Kapferer
grupo social:
93
identifica otros papeles en la difusión del rumor en el interior del

El RECUPERADOR. Se trata de individuos que están plenamente
interesados en que el rumor tenga éxito y prenda. En política, los
recuperadores son frecuentes.

El OPORTUNISTA. Representa una versión más moderada del
recuperador.

El F ILTRADOR. No cree en el rumor pero lo celebra y lo difunde.
Juega con él mencionándolo entre sus con ocidos. Le proporci ona
cierto placer suscitar ligeros trastornos en sus interlocutores.
92
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 122-123.
93
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 123-124.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 55

Los T RANSMISORES PASIVOS. Son personas que se declaran no
creyentes del rumor, pero lo retransmiten de igual forma.
Inconscientemente, en su espíritu se ha instalado la duda. No luchan
contra el rumor pero tampoco se atrincheran en un mutismo neutro.
Albergan ciertas sospechas y se dedican a propagarlas.

Los RESISTENTES. Se encuentran a la cabeza de la réplica y se
constituyen como protagonistas del Antirumor.
Kapferer 94 advierte, sin embargo, que “los intentos de definir los retratos
tipo de personas que juegan sistemáticamente el mismo papel apenas ha dado
resultados convincentes (...) Bajo una apariencia científica se adivina una intención
moralizadora evidente; el trasmisor del rumor tiene necesariamente un problema
personal. Además, se entrevé la voluntad de llevarlo al terreno de una psiquiatría
del individuo, en las circunstancias actuales, en las que sabemos que el rumor es el
producto de una situación específica en un grupo específico y en un momento
dado”.
L AS V AR I ABL E S “N ATUR AL E S ”: S E XO
Y
E D AD
Los rasgos de personalidad anteriormente descriptos pueden, en parte,
ayudar a comprender las conductas tanto de l os emisores com o de los
denominados “actores” que participan del rumor. Sin embargo, pueden
considerarse aspectos secundarios o accidentales en relación al problema esencial
que reside en la naturaleza social de los rumores.
Las variables conocidas com o “naturales” (edad o sexo, por ejemplo)
también sirvieron de punto de partida para intentar explicar el comportamiento de
los eslabones en la red.
En lo relativo a la edad, los experimentos de Allport y Postman 95
concluyeron que cuanto más pequeño sea un niño menos será la cantidad de
detalles retenidos y posteriormente reproducidos en sucesivas transmisiones
orales.
Tomando com o referencia el estado de “desarrollo” intelectual de los sujetos,
el rumor encontrará entonces un terreno favorable en los niños y adolescentes, ya
que – en comparación con los adultos – estos serán más propensos a creer en todo
tipo de historias. Empero, también algunos sucesos pueden prender entre las
personas mayores, puesto que al igual que los más jóvenes ignoran o conocen mal
las condiciones de la vida moderna y viven con esquemas muy establecidos.
Ya en el campo del sexo, las investigaciones se dividen: algunos dicen que las
mujeres son más propensas al rumor, mientras que otros lo colocan al hombre
como el típico transmisor de este tipo de historias.
Para Kapferer 96 , las mujeres aparecen profundamente ligadas al fenómeno
del rumor, aunque advierte que al introducirnos en este tipo de averiguaciones
“corremos el riesgo de que se nos acuse de volver sobre viejos estereotipos del
antifeminismo primario”. El autor afirma además que la relación mujer – rumor
existe en la cultura popular.
94
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 124.
95
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Págs. 130-131.
96
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 124-126.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 56
El historiador J. Delumeau descubrió en su retrospectiva de los grandes
terrores que sacudieron a O ccidente entre l os siglos XVI y XVIII, que en todas las
revueltas populares originadas por rumores, las mujeres estaban en la primera
línea. De hecho las mujeres desempeñaban un papel determinante, ya sea definir el
precio de los granos u organizar la Revolución Francesa. “Eran ellas las primeras en
percatarse de la amenaza; se acogían y difundían los rumores, al tiempo que
contagiaban su angustia a quienes las rodeaban y por eso mismo, presionaban para
que se adoptasen decisiones radicales”, indica el historiador. 97
Muchos creen que las mujeres reaccionan en alerta frente al rumor porque se
atemorizan más que los hombres, descartando la existencia de una predisposición
psicológica. Por otro lado las mujeres son las directamente afectadas por la falta de
abastecimiento o por la inseguridad proyectada sobre sus propios hijos o los ajenos.
“Si los maridos están fuera de la ciudad, las esposas y los niños se
encuentran indefensos y sus vidas corren peligro. Ellas son, por lo tanto, las
primeras a quienes conciernen las consecuencias potenciales de los rumores de la
época. Esto sucede también en el Siglo XX. En Francia (...) no deja de asombrarnos
el número de rumores en que l os chicos se ven amenazados. Independientemente
de su significado, estos hechos repercutirán en las mujeres”, asegura Kapferer 98 .
Visto desde la óptica de la etimol ogía la asociaci ón mujeres – rumor
encuentra cierta lógica, ya que comadreo viene de comadrear, es decir madrina o
comadre. Sin embargo la utilización regular de este término adquirió un sentido
explícito al chisme, a la discusi ón tras bambalinas de algún hecho, la crónica de la
vida privada de la gente. Por otro lado el término inglés gossip (significa “chisme”
en español) posee la misma raíz: god-sib, es decir madrina. 99 La evolución del
sentido de esta palabra quizás se debe al estrecho vínculo afe ctivo que mantienen
las madrinas de los niños con sus madres.
Los etimól ogos ingleses justifican esta derivación a partir de las discusiones
entre las mujeres que se reunían en casa de algún familiar donde el nacimiento de
un bebé era inminente.
Por su parte, Edward Glover 100 considera que “el riesgo real en el caso de la
moral femenina consiste en que la guerra puede ensanchar la brecha existente entre
la familia y el Estado (...) A diferencia de los hombres, que están dispuestos a
considerar a su país com o si fuera su pr opia familia, las mujeres de este grupo
tienden a reaccionar frente a su familia como si ésta fuera su país. Para ellas el
poder del enemigo está dirigido contra sus esposos, sus hijos, sus casas y muebles”.
Quizás podamos ver en todo esto una reacción del resentimiento de los
hombres. Tiempo atrás, después de que las sociedades patriarcales habían casi
anulado a las mujeres de toda función pública, privándolas de expresarse o de
gozar de cualquier derecho formal, el comadreo se instituyó como la herramienta a
través de la cual ellas re cuperaban aquel derecho que los hombres les negaban,
discutiendo n o sól o de la comunidad sin o también de su costado oscur o. Privadas
de la vida pública, en aquel entonces, el comadreo hacía pública la vida privada. 101
97
Delumeau, J. (1978). La Peur en Occide nt, París, Plurie l. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 124-125.
98
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 125.
Rysman, A. (Invierno de 1977). "How the gossip became a woman", Journal of Communication, vol. 27 (1), Págs. 176-180. En
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 125.
99
100
Glover, E. (1963). Psicología del miedo y el coraje, Buenos Aires, Ediciones Siglo Veinte, Pág. 95.
101
Meyer Spacks, P. (1985). Gossip, Nueva York, Alfred Knopf. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 126.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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Un estudio sobre las variables “naturales” fue encarado por Floyd Allport y
Milton Lepkin. En la población cubierta por su encuesta (más de 500 personas), los
hombres aparecían como más propensos a creer en los rumores que las mujeres.
La investigación afirmaba que los hombres se inclinaban o estaban más
expuestos que las mujeres a tres de estos factores: 102
-
Actitud opuesta a medidas de racionamiento
-
Conocimiento previo de los rumores presentados
-
Frustración personal
Allport y Lepkin notaron además que las personas de edad madura creían en
los rumores más que l os adultos jóvenes. Asimismo las personas de edad se
declaraban mayormente opuestas que los adolescentes y tenían, más a menudo, un
conocimiento anterior de los rumores citados en la encuesta.
Una primera conclusión, arrojó que, como ocurre con el sexo, las diferencias
relacionadas con la edad son secundarias, con l o cual el fenómeno no se beneficia
en absoluto con la consideración de las variables “naturales”. Se han obtenido así
datos puramente descriptivos que no son de mucha utilidad para la ciencia.
La segunda conclusión le permitió a Allport y Lepkin definir siete categorías
profesionales, según el grado de creencia media en los rum ores presentados. La
lista fue encabezada por los empleados de comercio y vendedores. Luego siguieron
los ofi cios espe cializados, las amas de casa, los empleados de oficina, los ofici os no
especializados, la gente de negocios, l os docentes y, por último, l os pr ofesionales
liberales.
Las investigaciones realizadas a propósito del volante atribuido al Hospital
de Villejuif (Figura 7) en Francia revelaron que, de cada cien médicos clínicos que
habían leído el documento, ochenta no intentaron informarse. Los demás cotejaron
la historia con otros colegas o leyeron las noticias para enterarse de lo que estaba
sucediendo. Más curioso aún es que de esos cien médicos interrogados, la mitad
dijo que el volante era totalmente cierto, mientras que el resto expresó sus reservas
al momento de contestar. De hecho pudo constarse que la falsa hojita era exhibida
en muchos consultorios médicos y salas de espera de varios hospitales franceses.
Ejemplos com o estos, en los que los profesionales se dejan llevar por rumores,
abundan.
¿Cómo es posible que personas cultas y altamente razonables caigan en la
trampa del rumor? En realidad la paradoja n o reside en el comportamiento
irracional de los intelectuales, sino en la cuestión en sí misma y en sus supuestos. El
profesional en cuestión no solo puede pertenecer a la denominada intelligentsia,
sino que además también puede ser miembro de un club deportivo, ecológico,
puede incluso militar en política, seguramente ser padre, madre o hijo y su
experiencia varía en relación a ese rol social.
Para Kapferer 103 , el carácter delirante del rumor a menudo no es más
evidente para la intelligentsia que para el resto de la gente, debido a que los
intelectuales tienen un conocimiento cada vez más abstracto del mundo que los
rodea, más allá de una visión parcial. “El siglo de las luces, de la lucidez y del
escepticismo es cosa del pasado. (...) Como se les ha encomendado saberlo todo, no
pueden conocer nada de manera exhaustiva. Las encuestas lo han demostrado: sus
102
Allport, F. H. y Lepkin, M. (1945). En Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 43-45.
103
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 129.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 58
opiniones sobre casi todos l os temas son idénticas a las de la mayoría de la gente”,
afirma el autor.
Tomando en cuenta esta visión crítica del mundo intelectual, finalmente la
paradoja nos permite decir que la intelligentsia consiste en creer ciertos rumores.
Mientras más cerca se esté del poder, mejor se podrá saber que la realidad
comunicada al público puede ser diferente de la verdad, ya que el rumor nos dice
cuál es la verdad oculta tras las apariencias o el silencio oficial.
FIGURA 7. “EL RUMOR DE VILLEJUIF”.
Lista de productos cancerígenos publicada por una revista francesa, sin las marcas
(Kapferer, J. N., 1989, op. cit., Pág. 62).
En la ex URSS, por ejemplo, los investigadores sociales Bauer y Gleicher
realizaron una encuesta en la que se le preguntaba a los entrevistados si, según su
opinión, el rumor era más confiable que los medios de comunicación oficiales: el
95% de los allegados al poder contestaron que sí, frente al 85% de los empleados, el
72% de los obreros y el 56% de los campesinos. 104
La encuesta también reveló que el empleo del rumor varía según las
categorías sociopr ofesionales. Los campesinos aparecieron como l os menos
proclives a creer en las historias de boca en boca, aunque fueron los que – según la
investigación – más recurrían al fenómeno. Por lo contrario se demostró que los
intelectuales recurrían más a los medios ofi ciales, aunque necesitaban del rumor
Bauer, R. A. y Gleicher, D. B. (Otoño de 1953). “Word of Mouth Communication in the Soviet Union”, Public Opinion
Quarterly (17), Págs. 297-310. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 114.
104
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 59
para contrarrestarlos. Para ellos, es un correctivo que les permite leer y escuchar
“inteligentemente” las informaciones que deambulan en el círculo ofi cial. Esta es
una forma de diferenciarse de la masa, de elevar la propia categoría social y
colocarse más allá de lo ordinario. El rumor se constituye aquí como una certera
lupa capaz de desentrañar lo oculto y ofrecernos la verdad pura.
Bauer y Gleicher constataron además que las opiniones sobre la fiabilidad de
los rumores no dependieron de las actitudes frente al régimen soviético. Después
de analizar las respuestas de los entrevistados según su postura política, se
descubrió que el resultado no variaba sustancialmente (Figura 8).
La postura con temporánea sobre el rumor se refiere al identikit del emisor
según su comportamiento y según las variables “naturales”. No se descartan pero
se advierte sobre su parcialidad, es decir que una constelación de variables
personales no ayuda a comprender mejor el hecho del rumor, sino a
desnaturalizarlo.
“Sea cual fuere su debilidad relativa, un resultado tal sirve para mostrar, una
vez más, que la población interesada en un fenómeno de comunicaci ón, no
constituye un conjunto hom ogéneo, indiferenciado, en el que todos l os individuos
serían estrictamente equivalentes. No sólo la transmisión de rumores en una
población no es independiente de las estructuras macro y microsociales que la
organiza, sino que dicha transmisión reitera y refuerza dichas estructuras. El rumor
no es, por lo tanto, perturbación y ruptura, sino prolongaci ón y continuidad”,
afirma Rouquette 105 .
105
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Pág. 44.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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FIGURA 8. CREDIBILIDAD DE RUMORES EN LA EX URSS.
Encuesta realizada por R. A. Bauer y D. B. Gleicher y publicada en 1953. Respue sta a la afirmación: “Para mí, lo
que dicen los rumores es más fiable que lo que dicen los medios de comunicación oficiales”. Porcentaje de
entrevistados que respondieron afirmativamente, según el gr upo social y su opinión fr ente al régime n político
soviético. (Kapferer, J. N., 1989, op. cit., Págs. 114-115)
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 61
E L R UM O R N E G R O , F I G UR I TA R E P E TI D A
En el profundo mar de incertidumbre que supone el estudio del fen ómeno,
existen para los investigadores algunas certezas. Una de ellas es la inclinaci ón por
lo oscur o y lo negativo, evocaciones directas a trai ciones, catástrofes, escándal os,
derrotas o victorias fraudulentas.
Esta tendencia ha llegado a cristalizarse incluso en trabajos de campo. En sus
estudios de 1944, Knapp 106 aseveró que más del 91% de los 1.089 rumores recogidos
en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial mostraba una inclinación
hacia lo negativo. Desde la perspectiva de Edgard Morin, un comportamiento de
esta clase podría considerarse como “patológico”, pero la situaci ón plantea un
problema relativo a la dinámica del pensamiento social. Podríamos ilustrar esto con
el siguiente interrogante: ¿por qué a la gente no le cae bien la gente?
Existe en la gente una predilección por el negro, una inclinación por lo
morboso, por las desgracias ajenas y la muerte. El rasgo negro de los rumores es
una necesidad. Las leyes del periodismo actual se compor tan en sintonía: para que
exista una noticia se requiere normalmente de un elemento negativo. 107
Para Kapferer 108 lo negro tiene un valor gratificante. El carácter negativo de
un rumor es útil para el grupo en el cual circula y l o negro cumple, por tanto, un
cometido catár tico y en términos generales los eslabones de la red pretenden
siempre evaluar su actuación o capacidad comparándolas con las de otros grupos
de referencia, tal cual l o define Festinger en la definición del animal soci al. Resulta
entonces que si para los demás la situaci ón es peor, entonces nos sentimos
satisfechos, en caso con trario la función del rumor será la de disminuir la aguda
frustraci ón que eso trae consigo.
Por su lado, Rouquette 109 dice que, partiendo de un cierto nivel de
complejidad, interviene la dimensión temporal o histórica y es necesario insertar
una instancia intermedia en la cadena estímulo – respuesta que afecta la percepción
del estímulo al mismo tiempo que determina la elección de la respuesta. Esta
instancia interna o implícita constituye el sistema cognitivo del individuo, donde
interviene la experiencia del sujeto, los componentes de su personalidad, sus
motivaciones y actividades perceptivas, entre otras características.
El autor afirma además que el contenido de todo rumor puede considerarse
como una combinación de un elemento sujeto y un elemento predicado, donde se
valora cada uno de éstos según una escala de positividad – negatividad. La
homeostasis se produce cuando las valoraciones son del mismo signo.
Es posible entonces considerar dos casos generales de equilibrio, sostiene
Rouquette 110 :
1. Un buen sujeto comprometido en una buena acción. (+ +)
2. Un mal sujeto comprometido en una mala acción. (- -)
106
Knapp, R. H. (1944). En Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Pág. 51.
Generalmente en televisión, lo negativo casi siempre se expresa en la s denominadas Hard News (noticias duras) –
hecho noticiable que surge intempestivamente y que exige ser retransmitid o de inmediato pues no re siste demora – y el
resto de los acontecimientos se relegan a las Soft News (noticias blandas) – interés ajeno al tiempo, noticia intemporal
que tiene la finalidad de entretener – (en el Capítulo 4 del presente trabajo ahondaremos sobre la relación géneros
mediáticos – rumor).
107
108
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 163-167.
109
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 51-54.
110
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 54-55.
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Y aparecen además dos casos de desequilibrio:
3. Un buen sujeto comprometido en una mala acción. (+ -)
4. Un mal sujeto comprometido en una buena acción. (- +)
El desequilibrio muestra dos soluciones posibles:
A. La discordancia del enunciado 3 desaparece cuando los eslabones
consideran al actor como un mal sujeto (vuelve a 2 - “Solía ser bueno, ahora
ha declinado su buena conducta”) o cuando se estima la acción como
positiva (vuelve a 1 – “Ha de haber sido solo un malentendido”)
B. El desequilibrio del punto 4 se suprime si se considera al actor como
bueno (vuelve a 1 – “Es raro, pero aparentemente este sujeto ha comenzado a
obrar bien”) o com o malvado (vuelve a 2 – “No creo en absoluto que este
sujeto haya hecho eso, ha de ser una pantalla para ocultar algo”).
“La inclinación por lo negativo característica de la transmisión de rumores
no es probablemente, por lo tanto, sino un e fecto del principio general del
equilibrio, un medio de suprimir la tensión prov ocada por el desequilibrio de una
situación y de asegurar o mantener una imagen positiva de sí mismo. Se observa
así, con frecuencia, la creación de una tensión l ocal para aliviar una tensión global,
la ‘negativización’ de un aspecto secundario para preservar un aspecto
fundamental. Ello explica por qué el rumor ofrece a menudo un contenido
anecdótico, estrechamente limitado en tiempo y espaci o (...) La intensidad de la
negatividad parece estar en relación directa con la intensidad de la expresión (...)
Los refuerzos positivos que se anti cipan son generalmente débiles; los refuerzos
negativos, mucho más fuertes”, concluye Rouquette 111 .
Interpretado por Kapferer 112 , el planteo equilibrio – desequilibrio
desencadena posibles reacciones en los eslabones de la red: alguien dice o hace algo
y éste puede representar unas veces lo positivo y otras lo negativo (Figura 9).
Tipo
Una persona
Realiza un acto
Reacción posible
Circulación
1
Querida (+)
Positivo (+)
¿Y a mí qué?
Poco probable
que circule
2
Querida (+)
Negativo (-)
¿Cómo es posible?
Circulación
media
3
Detestada (-)
Positivo (+)
Esto es sospechoso
Circulación en
búsqueda de
equilibrio
4
Detestada (-)
Negativo (-)
Me lo esperaba
Alta circulación
111
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 56-57.
112
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 163-166.
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FIGURA 9. EQUILIBRIO – DESEQUILIBRIO.
Cuatro tipos de información que explican e l equilibr io – desequilibrio (Kapferer, 1989, op. cit., Pág. 163).
El primer tipo de información es muy poco usual, ya que representa una
situación normal, no aporta informaciones adicionales: es de esperar que las buenas
personas actúen bien, porque de lo contrario no las catalogaríamos com o tales. Este
tipo de situaciones apenas tienen un valor informativo y es poco probable que
provoquen una estampida en la sociedad.
En el segundo caso estam os en presencia de una sorpresa enorme aunque
con rasgos de fraude: aquel en el que habíamos depositado toda nuestra con fianza
nos ha fallado. Representa una ruptura del orden establecido y la memoria retiene
este trastorn o de nuestra visión del mundo con facilidad. 113 Por sus características
de impacto, en un principio la historia deambulará de un lado a otro, aunque no
sea más que para persuadirse colectivamente de que es imposible, o por el
contrario posible, pero por debajo de todas las expectativas.
El tercer tipo de desequilibrio da lugar a sospechas. No se dará la espalda a
la realidad, pero sí se minimizará el alcance del hecho. La característica negra del
rumor actuará aquí con fuerza, puesto que la noti cia generará una disonancia
cognosci tiva, a la vez que creará cierto malestar y gozará de pocas posibilidades de
viajar de boca en boca en su versión original. En un determinado momento deberá
equilibrarse la situación y se comenzará a rumorar bajo la forma 1 ó 4 (“¿y a mí
qué?” ó “me lo esperaba”). No es de creer que el destino de estas comunicaciones
tengan el objetivo de silenciar el rumor, sino más bien el de forzar la
transformaci ón de negativo a positivo o a la inversa.
El cuarto tipo de información es esperable y es fruto de prejuicios. A
diferencia de la situación 1, aquí sí hablamos de una noticia. El poder de lo negro se
hace sentir nuevamente. En verdad no sorprende que una mala persona actúe de
manera negativa pero lo relevante en este caso – en términos de circulación – es que
resulta necesario alertar al resto de los integrantes del grupo sobre el peligro de la
situación. Se ha corroborado aquí que el sujeto detestado actúa como lo
pensábamos y ha reincidido en su conducta, con lo cual rumores anteriores quedan
automáticamente confirmados, reforzándose los prejui cios existentes de todo tipo
(respecto de los extranjeros, grupos radicales, etc.)
A partir de la distinción de las cuatr o reacci ones anteriores, puede afirmarse
entonces que la introducci ón de un elemento negativo en la proposi ción, aumenta
necesariamente el valor informativo del mensaje y de la misma manera se amplían
las posibilidades de ser difundido.
Como complemento, a lo largo de la cadena de circulación, las informaciones
desequilibradas necesariamente evolucionarán, mientras que el equilibrio sólo
tendrá éxito en el caso de proposi ciones negativo – negativo, un resorte interesante
y de utilidad para el grupo.
C H I VO S E XP I ATO R I O S : E L E N E M I GO I N OC E N TE
Y LA
D I S C R I M I N AC I Ó N
Toda colectividad y grupo social tiene sus chivos expiatorios favoritos, que
funcionan en muchos casos como un mecanismo institucionalizado. En este
sentido, el rumor aparece como acto colectivo que involucra prejuicios, capaz de
movilizar posiciones más bien en contra que a favor de algo.
Pichevin, M., Ringler, A. y Ringler, M. (1971). “Une approche du biais d’équilibre par la technique de la rume ur", Cahiers de
psychologie, 14, Nº 3, Págs. 219-231. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 164.
113
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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A decir de Shibutani 114 : “en la mayor parte de las comunidades, los
contactos sociales se hallan limitados por barreras de clase, identidad étnica u otras
asociaci ones de grupo, y en su mayoría los rumores están provistos por unos
sistemas ofici osos bien establecidos”.
Gordon Allport 115 afirma que los endogrupos – una sociedad estática
semejante que puede estar rígidamente prescripta al parentesco, el status, a veces
al lugar de residencia -, en defensa de la lealtad de la estructura propia, generan
estrategias de rechazo contra los denominados exogrupos, es decir comunidades
extrañas al grupo de referencia.
El autor 116 dice además que las personas con actitudes de rechazo notorias
hacia exogrupos pueden expresarlas con diversos grados de intensidad, la que
puede observarse en la siguiente lista de conductas rechazantes:
1- Hablar mal.
2- Evitar el contacto.
3- Discriminación.
4- Ataque físico.
5- Exterminio.
Tomando en cuenta nuestr o objeto de estudi o, ampliaremos tres de l os
puntos señalados anteriormente: el rechazo verbal (hablar mal), la discriminación
(incluyendo segregación) y el ataque físico (con todos los grados de intensidad).

Rechazo verbal. Las palabras que traslucen un antagonismo surgen
con facilidad. A menudo existe una moderada animosidad de esas
formas de “hablar mal” que pueden ser consideradas como bromas o
burlas. Pero aún cuando los chistes parezcan amistosos, a veces
pueden enmascarar una genuina hostilidad, proporci onando un
método irreprochable para rebajar al exogrupo y exaltar al
endogrupo. Una hostilidad más intensa se refleja en la forma de
“hablar mal” que consiste en la adjudicación de apodos.
“Tan brusca irrupción del prejui cio en contextos que no lo justi fican
sirve como medida de la intensidad y notoriedad de una actitud
hostil. En tales casos se hace evidente que un complejo contra l os
exogrupos ejerce fuerte presión sobre la vida mental del individuo.
Este no espera que se presente una ocasi ón adecuada para expresar
su hostilidad. La actitud está tan dinámicamente cargada que le
basta para explotar la influencia de remotas asociaciones”. 117

Discriminación. Hay discriminación sól o cuando negamos a otr os
individuos o grupos de personas la igualdad de trato que ellos
pueden desear. 118 Tal cosa ocurre cuando se toman medidas para
excluir a miembros del exogrupo del vecindario, escuela o país. La
segregación es una forma de di scriminación que coloca límites
114
Shibutani, T. (1977), op. cit., Pág. 416.
115
Allport, G. W. (1977), op. cit., Págs. 47-64.
116
Allport, G. W. (1977), op. cit., Págs. 67-82.
117
Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 69.
118
ONU (1949). The main types and causes of discrimination, XIV, 3, Pág. 2. En Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 70.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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espaciales de algún tipo, para acentuar la situación de desventaja de
los miembro de un exogrupo.

Ataque físico. La violencia surge siempre de estados de ánimo
anteriores más moderados. Si bien en la mayoría de las ocasiones en
que se ladra (se habla mal) no se llega a morder, también es cierto que
nunca se muerde sin haber ladrado antes.
Setenta años de antisemitismo político de índole verbal precedieron a las
leyes discriminatorias de Nuremberg, sancionadas por el régimen de Hitler. Poco
después de la apr obación de estas leyes, comenzó el violento pr ograma de
exterminio. Aquí se observa una progresión habitual de las tres variables
anteriores: hablar mal → discriminación → violencia física. Los ataques verbales en
tiempos de Bismar ck fueron relativamente moderados. En la época de Hitler se
hicieron feroces: los judíos fuer on acusados de manera oficial de todos los crímenes
imaginables, desde la perversión sexual hasta la conspiración de al cance mundial.
“Se hace evidente entonces que en ciertas circunstancias se producirá una
progresión gradual que llega de la agresión verbal a la violencia, del rumor al
tumulto, de la murmuración al genocidio”, indica Allport. 119
¿Cuál es la relaci ón entre el rumor y este proceso tripar tito del prejuicio?
Bien, como agente hostil, el rumor lleva consigo la carga emotiva de quien lo
conduce, lo cual se constituye como el perfecto vehículo de antipatías que servirá
de elemento determinante para la creación de situaciones de violencia, tanto verbal
como física.
Para Gordon Allport, jamás ocurre un tumulto o linchamiento sin la ayuda
del rumor. El fenómeno entra así en la secuencia de violencia de alguna de estas
cuatro etapas o en la totalidad de ellas: 120
1-
La gradual formaci ón de la animosidad que precede a un estado
violento se ve forzada por las historias que corren acerca de lo que
hace el exogrupo odiado. En particular, se oye decir que la minoría
en cuestión está entregada a la conspiración, al compl ot, que está
guardando armas, municiones. También crece notablemente el
número habitual de rumores étnicos, reflejando así el aumento de la
tensión.
2-
Después que los rumores preliminares han cumplido su misión,
nuevos rumores pueden servir de convocatoria a un tumulto o a un
linchamiento. Actúan como polarizadores de fuerzas. Se oye decir,
por ejemplo, “esta noche algo malo sucederá”.
3-
No es raro que un rumor sea la chispa que hace estallar el barril de
pólvora. De pronto vuela por las calles una noticia que enciende los
ánimos, deformada y exacerbada en cada etapa de su difusión.
4-
Durante el fragor del tumulto se difunden rumores que mantienen a
la gente excitada. Son particularmente curiosas las historias que
parecen basarse en alucinaciones.
El rumor sirve de barómetro para medir la tensión existente en el grupo. En
realidad son formas de “hablar mal”, expresiones de hostilidad verbal. Se los oye
119
En Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 76.
120
Allport, G. W. (1977), op. cit., Págs. 83-85.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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dirigidos a los negros, refugiados, funcionarios de gobierno, grandes compañías,
sindicatos, las fuerzas armadas, judíos, izquierdistas, gobiernos extranjeros y contra
diversos exogrupos. “Los rumores expresan hostilidad y proporcionan una razón
de hostilidad al señalar un rasgo objetable”, recalca Allport 121 .
La fusión de antipatías es muy común. Durante la guerra muchos hicieron
circular historias de boca en boca que relacionaban a los judíos con los comunistas:
el odio aquí era bipartito. Aquellos que detestaban no sólo a los judíos sino a Wall
Street, se conformaban con complementar sus prejui cios bajo el califi cativo de
“banquero internacional”. Este rótulo – que aún en nuestros días sigue vigente –
puede encubrir casos de fobias adi cionales y también convencionales: contra los
extranjeros y los internacionalismos en cualquiera de sus formas. 122
En la Segunda Guerra Mundial, los rumores antisemitas corrieron con gran
velocidad, principalmente en medios sociales blancos y cristianos de la costa este
de los Estados Unidos. Paralelamente los rumores que hablaban de los negros como
protagonistas de los hechos más condenables circulaban en el sur del país.
En esa misma época, específicamente en 1944, se habló en Norteamérica
sobre supuestos dichos del presidente Rooselvelt a su esposa: “Besa tú a los negros,
yo beso a los judíos, y nos quedaremos en la Casa Blanca hasta que nos dé la gana”. 123
Pero eso no fue todo: una fusión de resentimientos, miedo, culpa y desorientación
frente a la terrible marcha de la e conomía de EE. UU. se con cretó tiempo después
en los rumores acerca del club social de la primera dama norteamericana, el Eleanor
Club.
Un gran número de mujeres de color, sobre todo domésticas, eran reunidas
bajo el auspicio espiritual de Eleanor Rooselvet, defensora de los derechos sociales,
diplomática y escritora, esposa del presidente de Estados Unidos Franklin Delano
Roosevelt. Según los rumores de la época, el objetivo real de Eleanor era preparar
una rebelión contra el orden social establecido.
Las versiones representaban la asimilación de estereotipos 124 relacionados a
la religión del negro y su supuesta vanidad por nombres institucionales. En este
sentido, el común de la gente comenzó a sustituir la denominación Eleanor Clubs
por “Hijas de Le onor”, “Clubes de Angeles de Leonor”, “Hermanas de Leonor” y
“Corte Real de Leonor”.
Se decía además que la agrupación tenía como meta colocar a “cada mujer
blanca en su cocina”. En relación a esto la gente comentaba: “una mujer blanca se
ausentó un rato de su casa, y al regresar encontró a la sirvienta de color
cómodamente instalada en su tocador peinándose”. Otro comentario hacía aparecer
a la misma doméstica tomando un descanso en la bañera de su ama y recibiendo a
sus amigos en la sala. 125
121
Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 84.
Quizás Hitler fue quien estableció el récord mundial de fusión de antipatías en una sola frase al pr onunciar: “las
plutodemocracias internacionales judío comunistas”. En Allport, G. W. (1977), op. cit.
122
Textualmente se decía : "You kiss the niggers, I’ll kid s the jews, and we’ll stay in the White House as long as we
choose”. En estos dichos observamos tres antipatías fusionadas: contra los negr os, los judíos y la comunidad
internacional en su conjunto. En Allport, G. y Postman, L. (1967), op. cit., Pág. 177.
123
Ya sea favorable o no, un estereotipo es una creencia exagerada que está asociada a una categoría. Su función es
justificar (racionalizar) nuestra conducta a esa categoría. El estereotipo actúa, a la vez, como un recurso justificatorio
para la aceptación o el rechazo categórico de un grupo y como un recurso selectivo o de “pantalla” que asegure el
mantenimiento de la simplicidad en la percepción y en el juicio. Los estereotipos no son idénticos al prejuicio. E llos son
antes que nada racionalizadores. Se adaptan a la índole del prejuicio vigente o a las necesidades de la situación.
(Allport, G. W. , 1977, op. cit., Págs.: 213,215 y 228).
124
125
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 179.
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Con todo, se hablaba de un inminente estallido de violencia y se añadía que
los clubes estaban reuniendo cantidades insospe chadas de armas blancas y otras
herramientas útiles a la rebelión.
Todas las versiones, además de reflejar un sentimiento antinegro y de
antipatía hacia Rooselvet y su mujer, revelaban el temor a la inversión del estado
social de una población castigada por la situación económica. La población negra
era el chivo expiatorio de aquel entonces, ante el estado de indefensión total que
mostraba Estados Unidos después de la depresión económica y la guerra mundial.
“Un rumor de ‘inversión del estado social’ admite, aunque por medios un
tanto tor tuosos, que se ‘concibe’ la posibilidad de otra relación entre las razas
humanas que la impuesta por el presente status quo. Y, de acuerdo con la creencia
generalizada en Norteamérica, el status quo, siendo fundamentalmente injusto
como es, no debe considerarse perpetuo”, dicen Allport y Postman 126 .
Las mujeres del Eleanor Club representaban una amenaza directa contra la
supremacía blanca. Al intentar desviar la propia culpabilidad, se decía que el negro
era un ser potencialmente peligroso, agresivo, un confabulador ilegítimo, portador
de una personalidad vulgar, por lo tanto – según este pensamiento – el negro no ha
de pretender mejor trato que el que se le da a los contraventores, a los ladrones o a
los extorsionistas: es necesario retenerlo en el lugar que se merece y le corresponde.
Uno de los aliados perfectos del prejuicio de discriminaci ón racial es el
rumor de carácter sexual. Se representa a los hombres de esa raza en continuo
acecho para cruzar la barrera y cometer el “pecado” de la mestización. Las historias
señalan entonces relaciones clandestinas e “impropias” entre un negro y una blanca
(y viceversa), violación, raptos y hasta persecución implacable de un negro a una
blanca.
Todo asunto vinculado con el sexo es blanco del rumor. Al sumarse la
discriminación, el individuo poco seguro de su estatus social y su moralidad, siente
que la situación representa una amenaza para toda la sociedad. De aquí que al
negro, en su rol de chivo expiatorio, no sólo se lo vea como enemigo (inocente) sino
además como cazador del blanco por vocación y sexualmente más potente y menos
inhibido que él.
Más allá del rumor antinegro, parece ser una regla general el hecho de
personificar las fuerzas del mal y enfocarlas contra algún grupo minoritari o,
visiblemente diferente y próximo.
Estrictamente hablando, el término minoría se refiere a algún grupo que es
más pequeño que algún otro grupo con el cual se lo compara. Pero el término tiene
además una connotación psicológica. Allport 127 considera que “implica que el grupo
dominante tiene ideas estereotipadas acer ca de algún se ctor más pequeño de la
población que posee características etnoides propias, que en alguna medida aquel
grupo le acuerda a este sector un tratamiento discriminatori o, con el resultado de
que los miembros de este sector se tornan resentidos e intensifican a menudo su
determinación de seguir a un grupo diferenciado”.
El por qué éstas minorías estadísticas llegan a ser minorías psicológicas es un
problema espinoso. El autor indica que aquellas personas designadas como
minorías para ciertos fines son el perfecto chivo expiatorio. 128
126
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Págs. 179-180.
127
Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 270.
El término chivo expiatorio tuvo su origen en el famoso r itual de los hebreos, descrito en el Libr o Levítico (16:20-22). En
el Día del Perdón se elegía al azar un macho cabrío vivo. El Sumo Sacerdote, vestido con una túnica de hilo, apoyaba
sus manos sobre la cabeza del anima l y confesaba sobre él la s inequidades de los hijos de Israe l. Los pecados del pueblo
128
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 68
En cierta época, los comunistas también fueron el per fecto chivo expiatorio.
En este sentido, Festinger y sus colegas estudiaron en 1948 el rumor que atribuía a
un trabajador la creación de una guardería comunista en Nor teamérica para
reclutar desde pequeños a los nuevos líderes del partido. Una encuesta realizada
entre la población común demostró que el 62% de la gente con hijos de entre 1 y 5
años de edad habían oído la historia, en contraste con sól o el 28% de los demás
habitantes. 129
La utilización de los comunistas (también llamados “rojos”) com o chivos
emisarios no comenzó en Estados Unidos hasta después de la Revoluci ón Rusa,
porque no había antes símbolos di sponibles ni amenazas identificables. Por cierto,
en el pasado han servido de chivos expiatori os radi cales de todos los tipos. Un
nuevo foco comenzó a formarse en EE. UU. alrededor de 1920 y desde entonces el
tema tuvo una importancia central.
“Los rojos son ‘chivos emisarios’ debido a la específica ventaja de
explotación que se puede obtener de la situaci ón. Un demagogo excita
deliberadamente el oído y el temor contra l os comunistas a fin de que la gente
pueda rodear al demagogo para conseguir seguridad y protección. Fue de este
modo que emplearon un ‘chivo emisario’ para cohesionar a sus secuaces: Hi tler
(con su oratoria antijudía); Bilbo, de Mississippi (con exh ortaci ones antinegras); el
senador McCarthy, de Wisconsin (con su histeria antiroja)”. 130
Los extranjeros a menudo se presentan como protagonistas de rumores de
cualquier tenor. Un domingo de julio de 1945, en una poblaci ón de Maine (sur de
Estados Unidos), el profesor chino Jiang Yungchen disfrutaba de sus vacaciones. En
cierto momento detuvo su automóvil y peguntó a un lugareño qué camino debía
seguir para llegar a la cresta de un monte cercano, ya que quería tomar una
fotografía del paisaje. Después de que el foráneo accedió a la información, se desató
un vendaval de versiones, entre ellas el cuento de que un espía japonés había
ascendido a la colina para tomar fotografías de la región.
No impor tó para nada la forma cortés y tímida con la que el pr ofesor se
dirigió al lugareño. A pesar de sus obvios rasgos orientales, el hecho de que la
verdadera nacionalidad del extranjero era desconocida se constituía com o un
problema. Otro aliciente era que los habitantes de ese condado de Maine no estaban
acostumbrados a ver turistas orientales, menos aún después del estallido de la
guerra. A pesar de todo, el hecho real era que las fotografías que pudiera haber
tomado el chino care cían de valor para el enemigo, porque no se observaba desde
el monte instalaciones industriales, ni militares. El extraño generó entonces una
fusión de antipatías e hizo tambalear el sentimiento de estatus social.
En 1954 Gordon Allport escribió l o siguiente sobre la relación prejuicio –
inmigrantes: “Durante los 124 años sobre los cuales tenemos datos, entraron a
Norteamérica aproximadamente cuarenta millones de inmigrantes, llegando a un
máximo de un millón en un solo año. De la inmigración total, el 85% provino de
Europa. Hasta una generación atrás, pocas objeci ones se habían alzado contra eso.
Pero hoy a casi todos los postulantes se les niega el permiso de entrada y ya casi no
se oye ningún campeón de la causa de las ‘personas desplazadas’. Los tiempos han
cambiado y cuando, como en este caso, el cambio representa un empeoramiento de
eran así transferidos simbólicamente a la bestia, que luego era conducida al desierto, dejándosela ir. La gente se sentía
purgada y, por el m omento, libre de culpas. (Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 271).
129
Festinger, L. y Cartwrigth, D. (1948). En Shibutani, T. (1977), op. cit., Pág. 416.
130
Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 285.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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la situación, los límites de los endogrupos tienden a hacerse rígidos. Se sospecha
del extraño y se lo excluye” 131 .
El eterno retorno del rumor se comporta como destino de l os chivos
expiatorios. En grandes crisi s, las sociedades apelan a este mecanismo de
compensación que facultará culpas y responsabilidades a otros. Los extranjeros, los
no integrados a la sociedad, aquellos que no comparten los valores preestablecidos,
son candidatos frecuentes para asumir los pecados de los demás.
Por eso quizás los judíos han constituido el modelo ideal de chivo expiatorio
y por tanto, el blanco natural de muchos rumores. A ellos se los responsabilizó, por
ejemplo, del presunto envenenamiento de los pozos durante las epidemias de peste
de 1348, a la vez que se los asoció al complot de los sabios de Sión. 132
En “La naturaleza del prejuicio”, Allpor t 133 se pregunta si existe algún
motivo conductor que pueda resumir todos los factores histórico – psicol ógicos que
perfilan a los judíos como chivos expiatorios. “El enfoque más ajustado parecería el
concepto de ‘¡infracción de los valores conservadores!’ (...) Sin embargo, debe
entenderse que esta expresión abarca no sólo la desviación religiosa, ocupacional y
de nacionalidad, sino también el apartamiento de la mediocridad conservadora:
apremios de la conciencia, aspiración intelectual, fermento espiritual. Podría
exponerse de ese modo el problema: los judíos son considerados personas que
están lo bastante apartados del centro (un poco más arriba, un poco más abajo, o un
poco afuera) com o para perturbar a l os n o judí os de diversas maneras. La
‘infracción’ es percibida como una amenaza por las personas conservadoras”.
El extranjero no es una figura que merezca ser obviada al momento de hablar
de los chivos expiatorios y de su articulación con el rumor. En la actualidad son
ellos los que ocupan las preferencias de aquellos que favorecen la circulación del
fenómeno. Sucedió recientemente en Estados Unidos, donde de repente todos los
musulmanes (incluidos aquellos con nacionalidad americana) eran los responsables
del 11-S, con lo cual fueron protagonistas de numerosas persecuciones.
En el imaginario social de Francia, los extranjeros son famosos por “querer
socavar la existencia de las personas”. Detrás de los numerosos rumores que
protagonizaron l os foráneos en la pasada década del 90, se escondía un solo
mensaje: “mezclarnos con ese tipo de gente no significará otra cosa que la muerte
de todos los franceses”. 134
Desde entonces puede escucharse a los franceses rumorear que el principal
peligro que acecha al Paí s es la invasión de culturas provenientes del Ter cer
Mundo, lo cual lleva a la perdición, a la decadencia, a la desaparición del verdadero
ser nacional. Este temor se suma a las continuas historias que pronostican una
llegada masiva de inmigrantes a distintas ciudades y pueblos.
131
Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 52.
132 La persecución de los judíos en Europa oriental culminó con una serie de masacres organizadas, conocidas como
pogromos, que comenzaron en 1881. Algunas de las actuaciones más sangrientas tuvieron lugar en Rusia, a raíz de la
revolución de 1905. Durante los pogromos fueron asesinados miles de judíos en más de 600 pueblos y ciudades, y se
saquearon y destruyeron sus propiedades. Los historiadore s están de acuerdo en que los pogromos fueron producto de
una política gubernamental deliberada que tenía como objetivo desviar el descontento social y político de los
trabajadores y campesinos rusos hacia la intolerancia religiosa.
Estos disturbios fueron fomentados por un nuevo tipo de propaganda de masas, como la difusión del panfleto Protocolos
de los sabios de Sión, que pretendía revelar detalles de una conspiración judía internacional para dominar el mundo. E sta
publicación, que apareció por primera vez en Rusia en 1905, contenía datos falsos sobre los judíos. Idéntica distorsión
de los hechos fue utilizada durante los pogromos posteriores a la Revolución Rusa de 1917 y causar on la muerte de
cientos de miles de personas.
133
Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 279.
134
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 192.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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Recientes investigaciones aseguran que los chivos expiatorios están
cambiando y las poblaciones realizan una valoración diferente respecto de décadas
anteriores. En abril de 2004, la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas
(DAIA) reveló en un documento denominado “Informe sobre antisemitismo en
Argentina” que en la actualidad se discrimina más a los extranjeros y
homosexuales que a los judíos. Citando encuestas realizadas por Edgardo
Catterberg (1992), la consultora Gallup (2000) y Heriberto Muraro (2003), la DAIA
afirma que el País manifiesta un “antisemitismo de baja intensidad, con presencia
en determinados sectores sociales”. 135
El informe con cluye que no es el judío el grupo que sufre la mayor
discriminación. Para la DAIA, los grupos étnicos más castigados son los gitanos, los
negros y los asiáticos, a la vez que se registran un sinnúmero de casos de
discriminación sexual (travestis y homosexuales) y a extranjeros, sobre todo de
países limítrofes. En conse cuencia, la discriminación en la Argentina apunta más a
ser étnica y sexual que religiosa. Los rumores circulantes se nutren de esta nueva
escala social para proyectarse en la sociedad.
El cambio de l os chivos expiatorios no es una novedad. Para Allport 136 “es
ante todo el método histórico el que nos ayuda a comprender por qué en el
transcurso de unos añ os l os chivos emisarios van y vienen, y por qué existe un
aflojamiento o una intensificación periódi cos de la hostilidad que reciben. El
perjuicio antinegro es hoy distinto de lo que fue en la época de la esclavitud; el
antisemismo, el más persistente de todos los prejuicios, toma distintas formas en
épocas diferentes y se adapta plásticamente a las circunstancias”.
Al tomar en cuenta la teoría del prejuicio como norma del grupo, se puede
vislumbrar que todos, tanto los endogrupos com o los grupos de referencia,
“desarrollan una forma de vida con códigos y creencias, normas y ‘enemigos’
característi cos que satisfagan sus pr opias necesidades de adaptación. La teoría
sostiene también que diversas presiones, groseras y sutiles, obligan a cada
individuo a mantenerse dentro de lo que el grupo exige. Las preferencias del
endogrupo, así como sus enemigos, deben ser los suyos propios”. 137
En este sentido Sherif y Sherif agregan que “de ordinario, no son los factores
aislados los que conducen a los individuos a la formación de acti tudes prejuiciosas.
Antes bien, la formación de esas actitudes está funcionalmente ligada al proceso
por el que se llega a ser miembro del grupo, adoptando al grupo y sus valores
(normas) como principal referencia para la regulación de la experiencia y la
conducta”. 138
Las diferencias étnicas son tan numerosas y tan difíciles de captar que
muchas personas han deducido de ello que no existe ninguna uniformidad entre
las culturas del mundo. El relativismo cultural puede ir más lejos. El dicho “las
costumbres lo justifi can todo” implica que todas las normas de conducta son una
pura cuesti ón de hábito. “Hacer hincapié en las diferencias divide. Destacar las
similitudes sirve para llamar la atención sobre el terreno común que sirva de base
para la cooperación entre las diversas ramas de la familia humana” 139
CLARÍN (18 de abril de 2004). “Se discrimina más a los extranjeros y a los homosexuales que a los judíos”, Sección Zona,
Año LIX, Nº 20.929, Buenos Aires (Págs. 36 – 37).
135
136
Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 274.
137
Allport, G. W. (1977), op. cit., Págs. 56-57.
138
Sherif, M. y Sherif, W. (1953). En Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 57.
139
Allport, G. W. (1977), op. cit., Pág. 135.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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FIGURA 10. LOS NUEVOS CHIVOS EXPIATORIOS.
Encuesta realizada en diciembre de 2003 por Heriberto Murazo, citada en el “Informe sobre antisemitismo en
Argentina” de la DAIA (Clarín, 18 de abril de 2004, Págs. 36-37).
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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Berrien y Wendell 140 opinan que existen dos principales efectos
contraproducentes que se desprenden del complemento rumor – prejuicio
1-
La propagación y circulaci ón de este tipo de historias innecesarias
complica la resolución de conflictos.
2-
El prejuicio y los rumores tienden a reforzarse mutuamente.
Es por esto que los autores describen al rumor como una “comunicación
patológica”, porque potencia las diferencias de los grupos y libra una batalla de
unos contra otros. “Los rumores se originan en condiciones de ambigüedad pero
los tópicos de interés son aceptados únicamente si encajan con los valores o
estándares individuales. Se tiende a incrementar, justificar y explicar los prejui cios
y hostilidades. El efecto de trampa tanto del prejuicio como del rumor es hacer más
difícil la resolución de conflictos”. 141
E XAG E R AC I Ó N
Y
E L ABO R AC I Ó N
Muchos creen que el rumor siempre es falso. Otros sin embargo siempre
dicen que frecuentemente se presentan con envoltorio negro, es decir que son
negativos. Pero existe un consenso – aunque extraoficial – que plantea que los
rumores casi siempre exageran, son adornados en el transcurso de boca en boca y
condensados por efecto de la memoria.
En 1967, las investigaciones de Allport y Postman descubrieron que existe
una tendencia a la exageración, la cual se potencia con lo que ellos definieron como
acentuación.
El efecto bola de nieve muestra gráficamente cómo los términos y conceptos
evolucionan como una hipérbole. Si un hombre es atacado por un “rencoroso”,
¿por qué no decir que lo ha sido por un “insano”? O bien ¿por qué no suponer que
fue abordado por “tres malvivientes” o una “patota”, quizás? La información se va
nutriendo de elementos extra que hacen de una pequeña ola un maremoto.
Los rumores siempre se visten de exageración, sobre todo cuando están
cargados de detalles muy puntuales. Las cifras y nombres propios son muy
raramente recordados y – en el marco del rumor – frecuentemente modificados, por
no decir en algunas ocasiones, totalmente tergiversados. Si alguien ha recibido una
herencia de cien mil pesos, ¿por qué no realzar la impresión de gran fortuna
hablando de un millón? 142
140
Berrien, F. K. y Wendell, H. B. (1957), op. cit., Págs. 163-164.
141
Berrien, F. K. y Wendell, H. B. (1957), op. cit., Pág. 171.
La misma técnica periodística legitima este tipo de mecanismos de redondeo, los cuales son entendidos como una
herramienta para permitir que las audiencias comprendan con mayor facilidad el hecho – noticia.
142
Vicente Leñero y Carlos Marín , en su Manual de Periodismo (1997, Ciudad de México, Tratados y Manuales Grijalbo,
Pág. 86), recomiendan para la redacción de noticias interpretar “las cifras estadísticas para que el lector pueda calibrar
fácilmente la importancia de las mimas”. Esto e s, que en vez de decir 482.625, se de be pronunciar “casi medio m illón”.
Los 17.375 que fueron redondeados pasarán a l olvido, en pr o de que la audiencia comprenda mejor la noticia. Empero
los autores destacan que existen excepciones, entre las cuales se encuentran cifras que necesariamente revisten
importancia por su precisión. Sin embar go, actualmente la preferencia de los med ios apunta hacia el redondeo
indiscriminado.
El diario español ABC habla en su Libro de Estilo (1993, Barcelona, Editorial Ariel, Pág. 30) de “números redondos que
suenen fácilmente al oído y se entiendan instantáneamente sin necesidad de representación gráfica”.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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Allport y Postman
rumor:

143
hablan de al menos tres tipos de exageración en el
Magnificación. Sucede con las cantida des. De acuerdo con los
preconceptos y la experiencia previa del sujeto, las cantidades
variarán. Se demostró, por ejemplo, en las experiencias de gabinete
que los racistas tendían a perjudicar en sus narraciones a los negros
(en vez de decir que había dos negros agrediendo a una mujer se
decía que había siete) También se observó una tendencia a la
magnificación for tuita (una docena de personas se convertía en una
aglomeración”, por ejemplo)
Es sumamente raro que una cantidad numérica disminuya en el
itinerario de un rumor.

Multiplicación. Si vale la pena retener los detalles pluralizados,
también se los considera merecedores de multiplicación. Los motivos
implícitos en una historia son generalmente remarcados hasta el
punto donde el sujeto principal se convierte en criatura de pasión.
De esta forma – como hemos visto anteriormente - un inocente
profesor oriental que disfrutaba del paisaje se transformó en espía, la
nueva vecina cuyo niño llora sin descanso en una bruja, etc.

Exageración fortuita. Se trata de un extraño caso de magnificaci ón
que invade y modifica el centr o de la historia, eclipsando a veces
enteramente el tema original. En este tipo de forma – o deformaci ón
– existen temas originales que se tergiversan enteramente a partir de
una casual exageración de datos que en su origen eran lejanamente
secundarios.
Como salta a la vista, es de suponer que los rumores son adornados al circular
de boca en boca, agrandándose como una bola de nieve. Asimismo, es inexacto
decir que en todos los casos de exageración se esconde una intencionalidad
premeditada, ya que la elaboración se realiza – en la mayoría de las ocasiones – con
el objetivo de apor tar mayor coherencia y/o énfasis al asunto principal de la
historia.
El tema de la elaboración ociosa ha generado numerosas discusiones entre l os
investigadores que dedicaron tiempo al estudio del rumor. Allport por su parte dijo
no haber descubierto en sus experiencias de 1967 este tipo de comportamiento,
mientras que Bartlett 144 manifestó que la elaboraci ón como simple adorno apenas
fue dibujada en sus experiencias sobre la memoria.
Sí ha sido comprobado que en ocasi ones el narrador añade digresiones al
relato con el fin de mantener el suspenso, apor tando n otas jocosas para rellenar la
historia. “Pero este relleno rara vez perdura a lo largo de todo el itinerario del
rumor. Aún dándose el hecho casual de que un narrador artista rellene con su
contenido, la tendencia general será siempre la pérdida de detalle. Por lo general,
los rumores se contraen, se abrevian, van ganando en vigor, volviéndose a menudo
afrodisíacos. La elaboración que sí tiene lugar, aunque paradójica, se verifica al
servicio de la sencillez, buscándose en ella la acentuación del tema principal”, dicen
Allport y Postman 145 .
143
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 155.
144
Bartlett, F. C. (1932). Remembering, Cambr idge University Pre ss. En Allp ort, G. y Postman, L. (1967), op. cit.
145
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 156.
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La elaboración también puede generarse en situaciones emocionales de
crisis. En estos casos, los sujetos afe ctados por el hecho reflexionan sobre el tema y
lo discuten desde todos los ángulos posibles, explorando con la fantasía todas las
posibles consecuencias. Así se van agregando, progresivamente, más detalles a la
situación, importantes o no. Resulta que una fuerte persistencia emocional puede,
por lo tanto, constituir la base de una auténtica elaboración. 146
C O N D E N S AC IÓ N
Y
C O N VE N C IO N AL I ZAC I Ó N
La memoria puede jugarnos una broma. Suele ocurrir que un hecho ya
experimentado se mezcle con estados de conciencia similares anteriores, formando
un conjunto de conceptos que algunos definen como memoria general.
Los sueños pr opor cionan un ejemplo de lo que aquí llamaremos
condensación: muchos fragmentos de estados de conciencia reales, experimentados
en lugares y tiempos diferentes, se mezclan formando un episodio si se quiere
fantástico cuya superlativa originalidad consiste en un caos de asociaciones
curiosamente recombinadas.
“La moraleja que se deduce del rumor corriente es que la especie que nos
pasan puede ser en realidad una mezcla de dos o más episodios similares. Sobre
todo, los estereotipos podrían considerarse como una especie de condensación”,
dicen Allport y Postman 147 .
Los grupos religiosos, por ejemplo, apor tan a sus seguidores aspectos
generalizados con el fin de la aplicaci ón masiva. Se despierta, en efecto, un clisé
preexistente que no representa sino una condensación de ideas ya sembradas por
múltiples rumores y leyendas, de índole despreciativa.
Aunque en realidad los clisés están presentes en casi todos los grupos, no
necesariamente provienen del medio social. A medida que cir cula, un rumor se
explayará con palabras comunes para expresar ideas comunes, persiguiendo el
objetivo de que mientras más fácil resulte su comprensión, más rápido será
difundido.
Observando el funcionamiento del mecanismo de evolución y deformación
del fenómeno, se concluye que, cuando muchas son las personas que intervienen en
la cadena de difusión, el mínimo común denominador de la historia será el que
sobrevivirá con total éxito. Este con centrado de información deberá ser claramente
comprensible para llegar hasta el final, de lo contrario será eliminado.
Es así que se advierte una tendencia a la convencionalización de los términos
en la cadena del rumor, proceso que se desarrollará de acuerdo a la asimilación
cultural de cada sujeto que participe de su propagación.
En este sentido, la cultura consigue simplificar tanto como adornar un
cuento. “Valida de su poder de ‘convencionalización’, la cultura se convierte en una
de las mayores determinantes del esquema básico de la deformación, siendo las
demás aquellas tendencias inherentes a la percepción, a la retención y a la
reproducci ón individuales”, indican Allport y Postman 148 .
Un caso especial de elaboración emocional puede encontrar sustento en la leyenda, donde un personaje central o
grupo de personajes se convierten en punto focal hacia el cual confluyen variados rumore s de orden semejante. La
leyenda – que en realidad se pr opone ser mucho más que un rumor – será abordada con ma yor detalle en el Capítulo 3
de este trabajo.
146
147
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 159.
148
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 161.
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MIED O
AL
R UI D O
El rumor suele ser un ruido inquietante, intimidatorio, y el ruido siempre ha
atemorizado al h ombre. Es él quien nos lleva aparte y murmura algo a nuestro
oído, por la sencilla razón de que a veces los murmullos nos atemorizan y
convencen más que los gritos.
Edward Glover 149 asocia esta idea del miedo al ruido con el origen infantil
del rumor, lo cual “nos permite clasificarlo con cierta precisión; y no sólo
clasificarlo sino aventurar una conjetura respecto de su motivación (...) Es evidente
que, si bien en todos los casos el rumor va acompañado de cierto grado de temor, y
en algunos el factor fantásti co es el predominante, en otros casos hay un elemento
de anticipación inteligente y tímida al mismo tiempo”.
En realidad, cuanto más plausible y actualizado sea, el rumor tendrá más
posibilidad de convencer a su víctima, sobre todo si ella ya ha desarrollado una
actitud de temor con respecto a las malas noticias.
El ansioso propagador de rumores construye su historia alrededor de hechos
terribles que él cree que ocurrirán. El propagador de rumores deprimido nos
hablará de cosas terribles que él imagina han ocurrido. De modo que se apodera de
cualquier contraste y lo magnifica. O, a falta de un contraste, lo fabrica.
“De ahí que en todos los casos el mejor antídoto del rumor es la verdad, por
dolorosa que ella resulte. Si tenemos confianza en que se nos ha dicho lo peor, y en
que siempre se nos dirá lo peor, estaremos permanentemente armados contra las
formas más graves de rumor”, agrega Glover 150 .
En épocas de guerra el miedo se asocia perfectamente al rumor. Muchos
nacen de una situación peculiar: la imposibilidad de que buen número de personas
inteligentes e imaginativas participen de la dirección de la guerra. Cuanto más
excluidos se sienten, más intensa será la tentaci ón de anticipaci ón. En este sentido,
Glover 151 dice que “el rumor puede ser considerado una expresión de la estrategia
elaborada por civiles”.
De este modo no se conquistarán victorias, pero por lo menos se podrán
imaginar muchas de las posibilidades de derrota. En el transcurso del tiempo se
torna irresistible la tentación de afirmar que podrían haber ocurrido. Por lo tanto, se
comunica la sugestión a otra persona, la cual prontamente podrá llegar a la
conclusi ón de que esos errores han existido. Así nacen rumores plausibles.
“El hombre es por naturaleza un soñador. Cuando las cosas marchan bien,
sueña fácilmente en el éxito; cuando marchan mal, piensa en la catástrofe. Estos
sueños son fuentes del rumor. Es indudable que en tiempos de paz son válvulas de
escape más o menos inofensivas de la imaginación. Pero cuando está en juego la
moral de una nación, son motivo de profunda desmoralización”, opina Glover 152 . –
149
Glover, E. (1963), op. cit., Pág. 55.
150
Glover, E. (1963), op. cit., Pág. 56.
151
Glover, E. (1963), op. cit., Pág. 57.
152
Glover, E. (1963), op. cit., Pág. 62.
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6. Evo l uci ó n y defo rm aci ó n
DESPUÉS de un análisis comparativo de un gran número de casos de estudio,
Tamotsu Shibutani 153 concluyó que el rumor puede evolucionar de diversas
formas. Cuando la inquietud colectiva es moderada, como en el caso de la ruptura
de la rutina, la comunicaci ón sucede a través de unos si stemas informales de
comunicaci ón bien establecidos. Por otro lado, cuando la conmoción es intensa,
como en una catástr ofe por ejemplo, la capacidad crítica – que antes conducía a
interpretaciones razonablemente exactas – disminuye notablemente. Por ello, los
nuevos canales de comunicación surgen espontáneamente.
Los hombres actúan, incluso, sobre la base de informaciones que hubiesen
puesto en duda bajo otras circunstan cias. La evolución con siste en darle forma a
una historia que es producto del proceso cole ctivo, la cual además seguirá mutando
de acuerdo a la inquietud del grupo.
Otra característica de la evolución puede estar marcada por el aburrimiento
general. Aquí sucede que la necesidad de una informaci ón exacta no es urgente y
los comunicados suelen clasificarse como rumores, circulando com o forma de
entretenimiento entre aquellos que no lo creen. Como ya hemos dich o,
frecuentemente estos rum ores se convierten en vehículo de expresión de actitudes
reprimidas.
La rapidez en la evolución de contenido de l os rumores siempre ha llamado
la atención de los observadores del fenómeno. Algunos inclusive definen estas
distorsi ones como un rasgo consti tutivo del rumor. Para Kapferer 154 esa afirmación
constituye un error, porque “de la misma manera que no todos los rumores son
negros, tampoco todos evolucionan por distor sión (...) Cuando las distorsiones se
producen no es en virtud del azar, obedecen a una lógica”.
La evolución del rumor permite abrir un abanico de posturas teóricas en
términos de cómo la cadena que él genera se comprende como un esquema de
deformación, en algunos casos de putrefacci ón de la realidad que nos rodea, en otros
de actos naturales propios de una sociedad convulsionada.
Para la comprensión de este fenómeno, diversos autores echar on mano a las
teorías de la memoria, con el objetivo de comprender porqué el rumor circula como
circula y llega a cambiar de traje, nombre e identificación en el transcurso del viaje
que emprende.
E L E S Q UE M A T R I P AR TI TO
DE
D E FO R M AC I Ó N [S E G ÚN A LL P O R T
Y
P O S TM AN ]
En Psicología del Rumor 155 , los norteamericanos Allport y Postman definieron
al testimonio como un campo en el cual convergen muchos y variados intereses
psicológicos. Desde esta óptica el relato surge de los procesos de percepción y en
ellos queda superpuesta toda la psicología de la sensación, atención y percepción.
El rumor gira sobre la retención y el recuerdo, que en definitiva – dicen los
norteamericanos – constituye una evocación. Como consecuencia de la aplicaci ón de
la teoría de la memoria, la comprensión del fenómeno deriva en manifestaciones
verbales y ésta última conduce indefe ctiblemente a la psicología del lenguaje y de
la expresión.
153
Shibutani, T. (1977), op. cit., Pág. 417.
154
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 168.
155
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 53.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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El estudio del testimonio tuvo sus inicios en 1900, cuando Binet 156 realizó un
estudio experimental sistemático, aplicando como novedad el Test Pictórico, a través
del cual se investigaba la fidelidad de la descripción del material artístico
observado.
Louis William Stern 157 , por su parte, combinó en su trabajo de 1902 la
aplicación del Test Pictórico con casos reales. Específicamente se mostraba a un
sujeto una escena, la cual tendría que ser descripta más tarde l o más exactamente
posible, apelando al recurso de la memoria. En este examen se aplicaron dos
criterios:
1.
La narración o relación libre dada por el sujeto sin ayuda, ni guía, ni
interrupciones por el experimentador. El objetivo aquí fue no influir
ni sugestionar al sujeto de ninguna forma.
2.
El interrogatorio – Ausfrage, según Stern – consi stía en una serie de
preguntas preparadas de antemano que abarcaban todos los
detalles y los aspectos del estímulo. La desventaja aquí residía en el
peligro de las sugerencias, es decir el testigo influido por
“preguntas que sugieren una respuesta”.
En 1938, luego de diversas experiencias de este tipo, Stern descubrió la
existencia de factores capaces de afectar la información imparcial del testigo ocular.
Las primeras desnaturalizaciones y omisiones comienzan durante la percepción
original del cuadro o del episodio mismo. He aquí un dato importante para la
comprensión del rumor en el trabajo del autor alemán: el observador tiende a
borrar los detalles periféricos del tema principal y con el andar del tiempo, su
información se torna más imprecisa, practicando alteraciones aún más serias, sobre
todo si se somete el testigo a un interrogatorio. 158
Stern descubrió además que el episodio por relatar habrá de estar únicamente
en la mente del sujeto. Si éste confunde la escena con otras vivencias personales, su
comunicaci ón está destinada al caos. La declaración testimonial, según el estudio,
afecta particularmente a los aspectos singulares y poco familiares inherentes al
estímulo.
Otra de las variables que encontró Stern fue la relativa al informe verbal. Los
sujetos no poseen vocabularios ilimitados y emplean frases hechas para expresar
imágenes desordenadas y a veces incompletas que acuden a su memoria. En este
sentido las diferencias entre “sujetos de inteligencia” y hábitos de expresión oral
afectan marcadamente en el informe de la situación.
Detrás de los hallazgos de Stern, se encolumnaron varios investigadores.
Algunos de ellos se especializaron en la influencia sugestiva de las preguntas
durante el interrogatorio, mientras que otros prefirieron echar más luz sobre los
efectos del tiempo y su relación con la exactitud del relato o analizar en
profundidad las variables “naturales” sexo y edad. Todos ellos de scubrieron – una
vez más – graves fallas en los testimonios oculares, espe cialmente en casos donde
existía un estado de excitaci ón durante la percepci ón original o el proceso de
narración.
156
Binet, A. (1900). La suggestibilité, París, Schleicher Frère. En Allport, G. y Postman, L. (1967), op. cit.
Stern, L. W. (1902). “Zurn psychologie de r aussage experimentelle untersuch unge n über erinnerungs treve", Zeitschrift für d ie
gesamte Strafechtswiss enschaft, Vol. XXII, Berlín. En Allport, G. y Postman, L. (1967), op. cit., Págs. 54-56.
157
158
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 55.
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Citando el trabajo de Stern, Allport y Postman 159 hablaron de los tres pasos
psicológicos del testimonio: percibir, recordar e informar. 160 Al mismo tiempo
afirmaron que “los mismos tres pasos producen la transmisión del rumor, excepto
que aquí los pasos se repiten incesantemente a través de cada uno de los eslabones
de la cadena, y el acto de percibir está circunscrito, en todos los eslabones después
del inicial, a un mero acto de escuchar algo que se habla de oídas”.
En términos más concretos, los tres pasos anteriores n o son rígidamente
demarcables, ya que lo que percibimos es influido por l o que recordamos referente a
experiencias anteriores y el recordar depende de la percepción, pero también de las
palabras con las cuales se fija la situación en nuestra mente. El acto de informar, por
su lado, es una función de las dos fases previas, pero también de la situación social
donde se discurre.
Resulta así que el olvido de detalles por un procedimiento selectivo de la
memoria y las desfiguraciones subjetivas cambian inevitablemente los valores de los
acontecimientos del mundo exterior. El sujeto obtiene así una “idea general” acorde
con sus propias preferencias, predisposiciones y prejuicios. A medida que va
pasando el tiempo encasilla la historia cada vez más, ajustadamente, a sus
preconceptos.
Tanto la memoria individual como la memoria social actúan en consecuencia del
esquema de deformación. La primera es mucho más exacta que la segunda, aunque
si un individuo ha percibido imperfectamente algo y retransmite esto en cadena
habrá perdido tal privilegio. En el caso de la memoria social no se observan puntos
de fijación, con lo cual cada nuevo oyente confr onta sus concepciones con la voz
del grupo. Por más inverosímiles que sean, el sujeto tenderá a aceptar los
comentarios tal cual se los refieren.
A partir del resultado de experimentos con audiencias occidentales, Allport y
Postman condensaron muchos de los con ceptos relativos al testimonio, la evocación
y la memoria en uno sólo: el principio de economía. A saber: “A medida que el rumor
corre, tiende a acortarse, a tornarse más conciso, más fácil de abarcar y contar. A
través de sucesivas versiones, va perdiendo palabras y detalles. Los informes
terminales completos (...) señalan en cada caso cóm o las descripciones iniciales, que
contenían veinte detalles o más, se han reducido a un laconismo sorprendente, con
un promedio de poco más o menos cinco detalles”. 161
Para comprobar esta teoría, Allport y Postman estandarizaron un método de
estudio del rum or con audiencias limitadas, bajo situaci ones controladas. Esta
técnica consistía en escoger a seis o siete voluntarios de un grupo de sujetos, a los
cuales se los invitaba a salir del salón bajo la advertencia de que al volver deberían
escuchar atentamente lo que oirían, repitiendo más tarde lo escuchado lo más
exactamente posible. Una vez que los sujetos salían del local, se proyectaba una
diapositiva en una pantalla con numerosos detalles (en su mayoría la historia que
transmitían estas imágenes hacía referencia a la guerra) Luego se convocaba al
primer voluntario y se le permitía observar la diapositiva. Este a su vez tendría que
contarle lo que vio a la segunda persona, quien continuando con la cadena
informaría tiempo después al tercer voluntario lo que acababan de comentarle; y
159
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Págs. 58-63.
D. A. Bysow (1928, “Gerüchte”, Kölner Vierteljahrsschrift für Sociologie (7), Págs. 301-308) caracterizó el punto de partida
del rumor en e sta dinámica tripartita, identificando tres etapas: 1) El acontecimiento es percibid o con interés por una o
más personas. Su interés tiene origen en la importancia social del acontecimiento. 2) El acontecimiento es ordenado y
valorado por su transmisión en forma narrativa. 3) Así compuesto, el rum or ya ha nacido. En Allport, G. y Postman, L.
(1967), op. cit., Pág. 138.
160
161
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 80.
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así sucesivamente hasta que el último individuo se diera por enterado de la imagen
proyectada en la sala.
Fue así que distinguieron tres con ceptos claves para el estudio del rumor
como fenómeno social: nivelación, acentuación y asimilación.
1.
NIVELACION (leveling) → Percibir
Relacionado a los distintos informantes que participan de la reproducción en
serie del rumor. En este proceso el enunciado se torna conciso. La cantidad
de detalles declina rápidamente al comienzo de la serie de reproducciones y
tiende a estabilizarse en el final (Figura 11). Según Allport y Postman al
rededor del 70% de los de talles quedan eliminados en el curso de cinco o seis
transmisiones de boca en boca.
El grado de aceleración de la nivelación se debe al hecho de que los sucesivos
informantes en la reproducción en serie, no habiendo visto el estímulo
original, no tropiezan con vivencias retardadoras de las pérdidas. No tienen
tiempo para realizar un “ensayo mental” que les permita pasar al siguiente
sujeto una descripción más completa.
A propósi to de la nivelación, se observó además que para evitar cometer
errores y subsanar la falta de memoria, los sujetos prefieren pisar terreno
firme y omitir todo detalle para él dudoso.
Aquí el principio de economía actúa fuertemente, reduciendo la historia a un
cúmulo de detalles más bien conciso. De todos m odos, la nivelación jamás
avanza hasta el punto de borrar por completo el recuerdo.
FIGURA 11. ÍNDICE DE NIVELACIÓN.
Porcentaje de detalles proporcionados originalmente, que son retenidos en cada reproducción sucesiva (En Allport, G. y
Postman, L, op. cit., 1967, Pág. 81).
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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La estabilidad que se observa en la última parte de la curva de la Figura 11
(reproducciones 4 – 5) significa para el estudio norteamericano un hallazgo
importante. Indica que una expresión cor ta y concisa cuenta con mayores
probabilidades de ser reproducida fielmente y que cuando la información se
ha reducido a una brevedad extrema el sujeto cuenta con muy poco material
para continuar desfigurando la historia.
Por nivelación no quiere significarse omisión casual de detalles. Algunos
datos están más propensos a perderse que otros. Los nombre propios (a
menos que resulten conocidos) por ejemplo poseen escaso significado o
interés para el sujeto. Al no ayudarlo en su afán de explicación de este
acontecimiento, lo omite. Los nombres son entonces un elemento innecesario
en el relato y de fácil olvido. A menudo los títulos o cargos y datos
geográficos (n ombres de localidades y distancias) también corren la misma
suerte. Las cifras muy puntuales de hecho son redondeadas, y de acuerdo
con la situación, incrementadas o disminuidas.
2.
ACENTUACION (sharpening) → Recordar
Es la percepción, retención y narración selectiva de un inmediato número de
pormenores de un contexto mayor. Es recíproco al fenómeno de la
nivelación, en el sentido de que no puede existir uno sin el otro. Sobre la base
de esta relación intrínseca lo que se acentúa en una reproducción puede
luego nivelarse en la siguiente.
La acentuación suele aferrarse a palabras puntuales, las que habiendo
aparecido al comienzo de la serie, sujetan la atenci ón de cada sucesivo
oyente y pasan al siguiente, preferidas a otros detalles más importantes para
la relación global. 162
También puede tomar un rasgo numérico, en el cual los pormenores se
acentúan por multipli cación (donde había uno puede llegar a decirse que
había cinco, por ejemplo).
Existe además la acentuaci ón temporal, que se manifiesta en la tendencia a
describir acontecimientos pasados dándolos por ocurridos en el presente
inmediato, ya que lo que sucede ahora (ya) es de mayor interés para el
sujeto. En los experimentos de Allport y Postman este tipo de acentuación se
materializó en el cambio inmediato del tiempo gramatical de la información
narrada: el pretérito era reemplazado por el presente. De todos modos, este
efecto n o podría concretarse en el caso de rumores con reminiscencia
exclusiva al pasado (en referencia al hundimiento del Titanic, por ejemplo, no
podría decirse “el barco colapsó hoy a la mañana”; nadie creería en tal
afirmación). No obstante, muchas historias ganan en acentuaci ón cuando se
los refiere como perteneciente al tiempo actual.
La acentuación suele tener lugar asimismo cuando se advierte movimiento. En
los test de Allport y Postman (1967) se observó la exageración frecuente en la
mención de naves militares en acci ón y el estallido de bombas. El modo de
funcionamiento aquí es similar al de acentuación numérica.
En este sentido, la magnitud predispone a la acentuación, es una
determinante primaria de la atención. Los estudi os nor teamericanos
Un ejemplo. En uno de los test de Allport y Postman (1967) se escuchó la siguiente expresión en la primera
reproducción: “Hay un muchacho robando y un hom bre que lo reconviene”. Esta frase se transmitió virtualmente casi
sin variante a lo largo de toda la serie. La palabra más retenida (acentuada) fue “reconviene”, la cual captó la atención
sucesiva de cada oyente y fue transmitida en consecuencia.
162
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 82
descubrieron que el primer descriptor (el único que en esta experiencia tuvo
acceso a la historia original) llama la atención a los demás sobre la
prominencia de los objetos de mayor bulto. Puesto que el oyente tiene que
depender exclusivamente del relato del otro, sin poder cotejar esta impresión
con la verdadera historia, apela a la imaginación y tiende a exagerar los
detalles.
Existen empero determinantes de atención, tanto verbales como físicas, y en
este sentido se ha observado la existencia de una pronunciada tendencia a la
persistencia de rótulos, es decir a la especifi cación del ambiente y el tema
principal (la ubicación de la escena). Es así que en algunos de los test de 1967
el primer transmisor iniciaba su reproducción con la frase “Se trata de una
escena de batalla”, rótulo que persistía durante toda la serie. De la misma
forma sucedía con los puntos geográficos: a alguien se le ocurrió decir que la
historia sucedía en París y Cherburgo (cuando en la diapositiva no se
nombraba ninguna ubicación), informaci ón que perduró a lo largo de todas
las reproducciones.
Evidentemente, los rótulos cumplen una función de ubicación espacial y
temporal para enmarcar lo que sigue. Tal orientación parece necesaria
cuando la mente trabaja incluso con material imaginario. Esta tendencia de
satisfacer el deseo de ubicación aparece generalmente al comienzo del relato,
influyendo notablemente al resto de los integrantes de la cadena.
Otra de las características de la acentuación es que se ve favorecida
notablemente por los sucesos corrientes. Al observar hechos con relación a
sucesos contemporáneos, disminuye para el sujeto la ambigüedad de la
situación, logrando así un punto de referencia en su intento por entender lo
que está sucediendo.
La acentuación se da también en relación con los símbolos familiares. Cuando
en los test estadounidenses se mostraban diapositivas ilustrando el típico
pueblo y todos sus representantes sociales, la iglesia y la cruz estaban entre
los objetos más mencionados. En la cultura occidental esos símbolos son
comunes y, aparte de encerrar gran significado, son conocidos por todos. En
consecuencia el sujeto no vacila en describirlos o referirlos porque le son
familiares. Tales símbolos encajan en el pr oceso de convencionalización que
juega un papel importante en el desarrollo del rumor.
Por último, vale distinguir que existe en la acentuación una tendencia
marcada a la conclusión. Allport y Postman 163 dicen que “se entiende por tal
el intento del sujeto por hacer su experiencia lo más completa, coherente y
llena de sentido posible”. En sus experimentos se ha descubierto, por
ejemplo, que en vez de decir Gene Antry (tal cual lo indicaba la diapositiva)
los sujetos pronunciaban Gene Autry 164 , o en lugar de Lucky Rakes se decía
Lucky Strake (la famosa marca de cigarrillos).
Otro tipo de conclusi ón posible es la introducción de explicaciones para
lograr una base racional, en torno a lo que se está hablando. Esto era muy
común en las épocas de guerra, donde las contrariedades, las penurias y las
preocupaciones solían ser “explicadas” mediante falsos rumores de pérdidas,
o utilizando chivos expiatori os com o los generales, los judíos o el mismísimo
presidente de la Nación.
163
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 102.
Serie de aventuras protagonizada p or la estrella del cine western Gene Autry, quien fue uno de los pr imeros actores
del género que se paso al medio televisivo, formando la empresa Flyin A. Productions y filmando su propia serie (CBS,
1950 – 1956, 104 episodios). Autry se interpretaba así mismo y Patt Buttran era su fiel compañero de aventuras.
164
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 83
3.
ASIMILACION (assimilation) → Informar
Es la influencia de la memoria y l os pr ocesos cognitivos. “La memoria es
considerada comúnmente com o fun ción cognoscitiva, más sería imposible
concebir la memoria si el individuo no estuviera motivado a recordar. El
motivo puede ser tan intenso com o el odio racial o polí tico, o tan templado
como un deseo de agradar al experimentador ejecutando sus instrucci ones.
Los procesos congnoscitivos (que incluyen los cambios intelectuales en el
rumor) y los procesos motivaci onales (que incluyen el factor interés en el
rumor) siempre se combinan y fusionan. (...) La sutil influencia de los
procesos cognoscitivos y emocionales se manifiesta meridianamente en los
cambios que sufre el estímulo en el curso de la transmisión. Al preguntarnos
qué factores gravitan en la eliminación de ciertos detalles y la exaltaci ón de
otros, y cóm o se explican todas las transposici ones, aportaci ones y otras
desnaturalizaciones que jalonan el curso del rumor, debemos buscar la
respuesta en el proceso de asimilación, que explica la poderosa fuerza de
atracción ejer cida sobre el rumor por el contexto intelectual y emocional
preexistente en la mente del oyente”, indican Allport y Postman 165 .
Los autores distinguen varios tipos de asimilación, entre ellas la asimilación
relativamente inemocional; la asimilación relativamente más emocional; y la
asimilación cognoscitiva, fusionada con la segunda.
Desde el punto de vista de la Psicología de la Gestalt 166 , tan pronto tiene
lugar una percepción cualquiera, comienzan a actuar fuerzas que tienden a la
reorganización del recuerdo. Resulta así que desde el principio, la percepción
es de carácter selectivo y tiende a simplificar el mundo que nos rodea. La
memoria es la encargada de continuar y activar el proceso, a la vez que
acelera la formación de buenas configuraciones.
Respecto a la asimilación relativamente inemocional, Allport y Postman 167
distinguieron cinco tipos: la asimilación al tema principal, la de buena
continuaci ón, la de condensación, expectación y por últim o la relaci onada a
los hábitos lingüísticos.

165
Asimilación al tema principal. Los contenidos tienden a deformarse
para tornar el relato más coherente y comprensible a la mirada
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Págs. 103-104.
Frente al asociacionism o imperante, la escuela de la Gestalt postulaba que las imágenes son percibidas en su
totalidad, como forma o configuración (del alemán Gestalt), y no como mera suma de sus partes constitutivas. En las
configuraciones perceptivas así consideradas, el contexto juega además un papel esencial. La escuela de la Gestalt
intentó formular las leyes de estos pr ocesos perceptivos.
166
Según el punto de vista de la teoría asociacionista, los estímulos se reciben primero aislados, como “sensaciones” que
después se or ganizan en imágenes perceptivas más complejas. Pero esta explicación era insuficiente ante ciertos
fenómenos, incluso en el terreno del aprendizaje. Hacia 1910, los investigadores alemanes Max Wertheimer, Wolfgang
Köhler y Kurt Koffka rechazaron el sistema de análisis que predomina ba en la psicología de principios de siglo,
adoptando el de la teoría del campo, recién desarrollado entonces para la ciencia física. Este modelo les permitió
estudiar la percepción en términos distintos al mecanicismo atom ista de los a sociacionistas.
Los psicólogos gestaltistas descubrier on que la percepción es influida por el contexto y la configuración de los
elementos percibidos; las partes derivan de su naturaleza y su sentido globa l, y no pueden ser disociados del conjunto,
ya que fuera de él pierden todo su significado.
167
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Págs. 105-109.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 84
personal o la del grupo de interés. Existe aquí una tendencia a
redondear los asuntos.
Se descubrió en los trabajos de campo que los individuos enlazaban
informaciones para ellos incomprensibles y las retransmitían
allanándolas de características más plausibles. De esta manera las
ambulancias se convertían en hospitales de la Cruz Roja, o el número
de edificios demolidos se multiplicaba, exagerando la magnitud de la
catástr ofe. Los detalles falsos que se aportaban amplificaban el tema
principal de la historia.
Una de las diaposi tivas presentadas ilustraba un carr o de la Cruz
Roja repleto de explosivos, aunque por asimilación se decía que dicho
carro estaba repleto de medicamentos. En otra diapositiva, a las tropas
enemigas, que atacaban una iglesia, se las describió a veces com o
alemanas, aún cuando nada se decía respecto a su procedencia.
Debido a que las señalizaciones de rutas estaban en francés,
parecería natural (por asimilación) que el enemigo fuera alemán.

Asimilación de buena continuación. Ya hemos explicado que en
términos de acentuación, existe una tendencia a la conclusión. En el
caso de la asimilación sucede algo muy parecido, puesto que se ha
demostrado que el sujeto intenta completar lo incompleto.

Asimilación por condensación. Al respecto Allport y Postman 168
indican: “nos parece notar a veces como si la memoria tratara de
recargarse lo menos posible. En lugar de recordar detalles inconexos,
puede resultar más económico fusi onarlos y englobarlos en una sola
categoría general”. Así sucede por ejemplo que cuando en una
diapositiva aparecen cinco o seis avisos publicitarios, el narrador
agrupa a todos en uno, al referirse a “un aviso” o “un montón de
propaganda”.
Como resultado de esta tendencia – explicada desde la perspectiva
que otorga el principio de economía anteriormente descrito –, lo que
resulta homogéneo, parecido, se asimila de inmediato, se agrupa en
una sola categoría: las personas se contentan entonces con decir “un
tipo”, “un gordo”, “un grupo de chicas”, “un judío”, “un boliviano”,
entre otros.

Asimilación a la expectación. Los detalles son percibidos y
recordados según está uno acostumbrado a escucharlos o verlos.
Paralelamente, muchas cosas adquieren una forma determinada
porque eso satisface nuestros hábitos mentales.
Se ha observado en este sentido que los individuos tienden a
desplazar – aunque imaginariamente – objetos en una figura. Así,
por ejemplo, un negocio ubicado a mitad de cuadra se desplaza hasta
la intersección de dos calles, describiéndolo com o “la tienda de la
esquina”, y los kilómetros de un letrero se convierten en millas, o
viceversa, según los costumbrismos respecto a las unidades de
medida.
Así cuando se percibe un hecho que está en conflicto – en términos
de comprensión – la curiosidad por resolver el mismo puede resultar
una determinante de la percepción.
168
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 107.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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Para Allport y Postman la más espectacular deformación asimilativa
descubierta en sus experimentos fue que una navaja en manos de un
hombre blanco pasó en casi la mitad de los test a manos de un negro.
Para la audiencia estudiada (norteamericanos) indudablemente es
más común suponer que un negro lleve una navaja y no que la porte
un blanco.

Asimilación por hábitos lingüísticos. A menudo, la atención se
reduce al acto de interpolar el material percibido y recordado a clisés
verbales preexistentes. Durante las experiencias de 1967, en la
ubicación de una escena de batalla el hábito de la asociación
lingüística se mostró como muy curiosa: el séptimo eslabón de la
cadena transformó la palabra capilla en capellán.
El poderoso efecto que ejercen las palabras al despertar imágenes en
el oyente y fijarle las categorías dentro de las cuales deberán
enmarcar el acontecimiento en sus mentes es un paso importante
hacia la adaptación del rumor a lo convencional y en este sentido son
demostrables los casos en los que los rumores en muchas ocasi ones
corren por intermedio de clisés verbales.
El proceso de asimilación también actúa en función de necesidades
emocionales fuertemente establecidas, con lo cual el rumor tiende a apoyarse
en los intereses profesionales, una determinada posición de clase o de raza o
los prejuicios personales del informante.
En la configuración de un tipo de asimilación de motivaci ón más poderosa,
Allport y Postman enumeraron cuatr o bifurcaciones posibles: asimilación al
interés en la vestimenta, al interés profesional, al propio interés y al prejuicio.

Asimilación al interés en la vestimenta. Las mujeres manifiestan
ciertas características en la transmisi ón de informaciones que los
hombres prefieren ignorar. Sucede con la moda, la vestimenta, cuyo
interés se refuerza en los experimentos de laboratorio de 1967:
mientras que en los test donde participaron úni camente mujeres fue
un tema predominante del primero al último eslabón, en ninguno de
los grupos masculinos sometidos a la prueba de laboratori o se
destacó tanto el interés por la vestimenta.
Al mostrar una diapositiva que reflejaba una situación en la 16ª
Avenida y Barlett, los hombres tendieron a minimizar la principal
escena: un gran letrero de “Levy e Hijos, Mercería”, anunciando una
gran liquidación y una vidriera exhibiendo tres vestidos horribles.
En el caso de las mujeres el tema de la vestimenta fue muy bien
recordado. In cluso en una de las últimas reproducci ones se
describían detalles tales como que “las tiendas tienen anuncios de
ventas de ocasión” ó “hay prendas poco atractivas en una de las
tiendas”.

Asimilación al interés profesional. La preparación intelectual de los
sujetos es importante al momento de la retención de detalles. Sucedió
por ejemplo que algunos profesionales tendían a recordar más que
otros la h ora, el día, las leyendas de los carteles indicadores, entre
otros detalles.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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La experiencia realizada en un hospital militar ofreció a los
investigadores estadounidenses un ejemplo de la fuerza de la
asimilación relativa al interés profesional: en una de las diapositivas
expuestas, los pacientes militares internados en el nosocomi o
observaron a los personajes de la secuencia sencillamente como
“hombres”, mientras que los civiles que trabajaban en el lugar
dijeron que se trataba indefectiblemente de “soldados”. El pequeño
detalle señala el poder asimilativo de un punto de referencia
adoptado inconscientemente. Para los pacientes, todos los soldados
son “hombres” porque todos los h ombres de su entorno son
soldados.

Asimilación al propio interés. Muchos rumores circulan porque de
esa manera la gente satisface ciertas formas del propio interés.
Una diapositiva que reflejaba los disturbios entre negros y blancos en
Detroit en la que se mostraba un gentío alrededor de un oficial de la
policía, quien llevaba un bastón en su mano derecha, fue observada –
asimilada – de diferentes maneras por dos grupos sometidos a la
experimentación. Por un lado, oficiales de la poli cía acentuaron, al
ver la imagen, el bastón y ofrecieron un relato que en general
favorecía al policía, quizás por pura simpatía o identifi caci ón. Por
otro lado se tom ó el mismo test a un grupo de maestros de escuela,
para quienes el centro de la atención no era el oficial sino el negro
que participaba de la revuelta. Este segundo grupo observaba al
policía com o un híbrido: no se sabía en realidad qué intentaba hacer,
si apresar al manifestante o ayudarlo.

Asimilación al prejuicio. El odio ofrece la oportunidad de descubrir
trazas del complejo hostil de actitudes raciales.
En más de la mitad de los experimentos publicados en “Psicología
del rumor” con una diapositiva en la cual h ombres negros vestidos
con trajes llamativos se encuentran en primer plano, se dice que la
persona de color lleva una navaja en la mano, cuando en realidad la
escena ilustra que su portador es un blanco. En varias oportunidades
se describe incluso que el negro amenaza con dicha arma al resto de
las personas.
En algunos casos, l os sentimientos raci stas pueden surgir del factor
asimilativo, y en otros pueden responder a los chivos expiatorios
esteriotipados, a los cuales ya nos hemos referido anteriormente.
“De ahí que la deformación en este caso no signifique necesariamente
asimilación a la hostilidad. Mucho de lo que solemos llamar
prejuicio no es sino una manera de adaptarnos a los hábitos y
costumbres del pueblo”, por lo contrario “las descripci ones y los
relatos por sujetos negros delataron a veces un tipo de desfiguración
hondamente motivada, debido su deseo (porque correspondía a su
interés como miembros de la misma raza) a quitar énfasis a la
caricatura racial”, indican Allport y Postman 169 .
En cuanto a l os relatores negros que observaron la diapositiva se
logró demostrar puntualmente que tendían a suprimir el hecho de
que el tipo de la lámina fuera de color, o a lo sum o mencionarlo sin
otorgarle demasiada importancia, y en segundo término a quitar
cuantía a las características de los miembros de su raza (frases como
169
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 115.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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“traje cursi”, por ejemplo, fuer on eliminadas y la navaja se quedó
con su verdadero dueño y no pasó espontáneamente al hombre de
color ). Muchos de este grupo, omitieron además el hecho de que un
negro lanzaba una granada, intentando así desatenuar el prejuicio
racial y no estimular la formación de clisés mentales.
Nivelación, acentuación y asimilación 170 forman el esquema tripartito de
deformación. Allport y Postman 171 detallaron algunos aspectos claves para
comprender esta dinámica, que se desprenden de las conclusi ones de sus
experiencias de laboratorio:

La mayoría de los rum ores parten del relato de un episodio real, lo que
en las pruebas de gabinete se entiende como la experiencia perceptual de
un acontecimiento que alguien observa y, al juzgarlo de interés, lo
comunica al resto del grupo.

El asunto o tema principal del relato tiende a mantenerse vigente. Los
autores dicen que el tema principal es siempre el menos susceptible a los
cambios.

Sin embargo, los investigadores descubrieron que a veces los detalles
periféricos logran atentar contra el tema principal, originando un nuevo
asunto o modifi cándol o a éste en parte. Se pr oduce en estos casos un
desplazamiento temático, producto de la acentuación de detalles
menores. Una vez surgido un tema subsidiario, comienza a gravitar y a
atraer hacía sí los detalles que quedan del cuento.

Según Allport y Postman, son muy pocos casos en los que se pueda
hablar de invención (elaboración) pura, en el sentido de que la aparición
de un detalle en el relato no puede explicarse como proveniente de la
deformación de otr o presente en la reproducci ón anterior. En este
sentido, indican que las invenciones son casi siempre casos de
asimilación.

Rara vez se observaron casos de retorno a la verdad en el transcur so de la
transmisión de rumores. Esto es que luego de la invención, un narrador
identifica incongruencias en el relato de su ante cesor y modi fica
sensatamente la historia en busca de una interpretación más cercana a la
verdad.

Existe una demostrada tendencia a la explicación. Con el objeto de
esclarecer más aún lo que se escucha, el sujeto atribuye causas a los
acontecimientos, motivos a las personas, una razón de ser al episodio, etc.
En 1922 Wulf estudió los cambios que sufren los recuerdos de un individuo en el curso del tiempo. El material de
estudio de este autor fueron figuras a simétricas. Más adelante, este enfoque del recuerdo sirvió a a lgunos autores para
ahondar sobre el fenómeno de nivelar o emitir detalles en las transmisiones de boca en boca.
170
Wulf (Tendencies in figural variation”; en Ellis, W. D., 1938, A sour ce book of Gestalt psychology, Nueva York) decía que si la
antigua teoría de la memoria fuera correcta, los retornos a e stados de conciencia anteriores deberían volverse bor rosos a
medida que transcurría el tiempo. Sus experimentos de laboratorio demostrar on en cambio que las reproducciones de
los dibujos que se mostraban a las audiencias de su trabajo tendían a tomar formas mejoradas, más simple s con más
sentido.
“Expresándose en alemán, Wulf calificaba esta tendencia como que las huellas (traces) retenidas propendían a lograr
Prägnanz (una forma más perfecta y más esencial)”, recuerdan Allport y Postman (1967, op. cit., Págs. 141-142).
El psicólogo alemán definió tres factores que apuntan a lograr esta “preñez”, los cuales coinciden plenamente con el
modelo norteamericano de deformación: 1) Normalización (nivelación). 2) Énfasis o Aguzamiento (acentuación). 3)
Cambios autónom os (asim ilación).
171
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Págs. 119-136 / 138-141.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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
Los errores de interpretación verbal se producen habitualmente en la
transmisión de boca en boca, lo cual se constituye como una fuente de
invención y falseamiento. Cuando una persona no ha visto el incidente
inicial, ni tiene referencia alguna acerca de su naturaleza, queda
enteramente a la merced de sus propias impresiones.
Oír mal es común, sobre todo cuando no se tiene a mano un contexto
mental capaz de rectificar lo que se escucha.

La nivelación es una resultante de la madurez o de la capacidad de
rememorar.

Los nombres de personas, al igual que los de lugares, son inestables,
especialmente si son extraños al sujeto.

Las omisiones (nivelación) no pueden ser atribuidas a fallas de la
memoria, ya que se son más bien sistemáticas.

Es dificul toso saber hasta qué punto las omisi ones son debidas a una
percepción engañosa de la situación o hasta qué punto los detalles
fueron desapareciendo en el transcurso de la cadena.

Percibir (nivelar) y recordar (acentuar ) son partes de un sol o proceso.
Según Bartlett (1932): “inextricablemente mezclados con el acto de
percibir están el imaginar, el evaluar y el comienzo del juzgar”. 172

La acentuación, entonces, es recíproca a la nivelación. Estas dos no son
obras del azar sino que concuerdan temáticamente con la experiencia
pasada y las actitudes presentes del agente difusor del rumor.

Al abandonarse datos del rumor, necesariamente ganarán énfasis e
importancia los restantes.

El triple proceso de nivelación, acentuaci ón y asimilaci ón refleja el afán
de explicación en el agente difusor del rumor.
L O S S I M UL AD O R E S [S E G ÚN R O UQ UE TTE ]
En cuanto al proceso del mensaje, Michel Louis Rouquette reconoce las
experiencias de sus colegas anglosajones, aunque prefiere catalogarlas como
simulaciones, conse cuentes al m odelo lineal, según su visión, limitado e
incompleto.
172
Bartlett (1932). En Allport, G. y Postman, L., 1967, op. cit., Pág. 138.
Al sacar conclusiones acerca de los cambios que ocurren en las sucesivas versiones de relatos por un mism o individuo,
Bartlett (1932. En Allport, G. y Postman, L., 1967, op. cit., Págs. 146-147) encuentra tres líneas principales de
deformación: 1) “El relato se acorta notablemente, sobre todo a causa de om isiones” (nivelación) – 2) “La fraseología se
moderniza” (asimilación) – 3) “El relato se ha vuelto más coherente y consecuente” (acentuación)
Al mismo tiempo, en su s estudios de las reproducciones seriada s, el autor da cuenta de tres procesos com binados
probables:
1) “Habrá una simplificación más ampliamente generalizada, debida a la omisión de material que parece inútil; a la
construcción de un todo gradualmente más coherente, y al cambio de lo familiar en una contraparte aún más familiar”
(nivelación + asimilación).
2) “Habrá un persistente proceso de ‘racionalización’, tanto del todo de la historia como de sus detalles, hasta lograrse
alcanzar una forma apta para ser manejada por todos los sujetos pertenecientes al grupo social en el que aquella circula.
Esto puede resultar en una muy notable elaboración” (asimilación + aceptación).
3) “Habrá una tendencia para que ciertos incidentes adquieran una posición dominante, de modo que todos los
restantes se agrupen en torno de aquellos” (acentuación).
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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Rouquette 173 dice que “el contenido de un rumor no adquiere estabilidad
sino al término de un pr oceso en el cur so del cual se pr oducen complejas
transformaci ones (...) Esta estabilidad nunca es más que transitoria, ya que depende
directamente del estado momentáneo de la red; es de cir, en primer lugar, de
condici ones históricas y sociales contemporáneas”.
De igual modo – continúa el autor – las transformaciones del mensaje
corresponden a la aplicación de mecanismos cognitivos y revelan la existencia de
componentes del estado social en cuyo cuadr o piensan y actúan los eslabones.
Podría decirse entonces que es posible distinguir dos fases posteri ores a la
transmisión de un rumor:
-
Primera Fase: Tendiente al equilibrio o a la adaptación, en el curso de la
cual el mensaje sufre transformaciones morfológicas y semánticas,
cambiando por propia cuenta de estado.
-
Segunda Fase: Etapa de estabilidad o invariabilidad, en cuyo curso se
propaga sin transformación significativa un mensaje simplificado,
adecuado a las actitudes generales del grupo y económico desde el punto
de vista de la memoria.
Visto de esta manera, Rouquette coincide en parte con los supuestos de
Allport y Postman. De hecho la adaptaci ón mor fológica del contenido del
rumor es descrita por el francés como un proceso que se profundiza en los
primeros momentos (primera fase) y luego tiende al equilibrio (segunda fase),
lo cual resume la visión nor teamericana a propósito de la nivelación, ilustrada
en la Figura 11.
Son muchos los interrogantes que se plantea Rouquette, entre ellos:
¿cóm o se efectúa el pasaje de la primera a la segunda fase? ¿es posible
distinguir tipos de distorsión aplicables a todo proceso de comunicaci ón
referido al rumor? Y si es factible esto último: ¿es válido utilizar una descripción
general en todos los casos observables?
Los tres interrogantes anteriores, dice Rouquette 174 , encuentran respuesta
en parte en el modelo tripartito de Allport y Postman, en tanto que la
información deformada en primera instancia (nivelación) se con centra
selectivamente respecto a un con texto mayor (acentuación). Así la informaci ón
circula de la primera a la segunda fase, en donde el rumor se nutre de procesos
diversificados, trascendiendo las categorías presencia – ausencia, que conducen
a modificaciones semánticas (acentuación).
Por otra par te este análisis lleva a comprender que los mecanismos de
distorsi ón actuantes en la transmisión de los rumores poseen dos funciones
complementarias:
1.
Efectúan una economía para la memoria, abreviando el
mensaje, organizándolo según una forma adaptable respecto al
grupo de influencia, reduciéndolo a formas verbales
esteriotipadas o hábitos cognitivos.
173
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Pág. 65.
174
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 66-70
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 90
2.
Expresan directamente las expectativas, las actitudes, las
opiniones del grupo y constituyen un modo esencial para la
elaboración y administración del pensamiento social o grupal.
Allport y Postman (1967) representan en sus clasificaciones la historia
propia del mensaje, lo cual habla de los individuos que han contribuido a su
formación y cir culación. La simulación según Rouquette 175 se origina al
centrarse el estudio del rumor en la historia, ya que, por un lado, “no se trata de
una simple acumulación de deformaciones, sino más bien del con junto de
manifestaciones de un proceso más profundo regido por una cierta lógica”, y
por otro, de una explicación que no olvide los factores psicosociales.
Las causas determinantes de la evolución de rumores son much o más
complejas que las planteadas en el laboratorio. Por ello – indica el francés - en el
contexto del rumor la noción de economía de la memoria carece de consistencia
teórica y su intervención puede aceptarse fácilmente como secundaria.
A partir de estos cuestionamientos, Michel Louis R ouquette incursiona
en el terreno social, elaborando cinco formas de evolución del rumor,
captándolo siempre bajo dos aspe ctos complementarios: el ejercicio de
mecanismos cognitivos y las transformaciones de contenidos que surgen en
consecuencia.
Roquete 176 identifica cinco tipos de manifestaciones del pensamiento
natural: la omisión o transformación amplia; la intensificación; la generalización;
atribución; y sobreespecificación.
1.
OMISIÓN O TRANSFORMACIÓN AMPLIA
“Cuanto más rico en informaciones (propiedad correlacionada con la longitud) es
el mensaje, mayor es la pérdida de información en el eslabón siguiente”
La cantidad relativa de pérdida disminuye luego con el devenir de los
siguientes eslabones, hasta llegar a ser prácticamente nula cuando el
mensaje adquiere cierto equilibrio.
La transformación amplia presenta dos característi cas: por una parte
cumple con una función económica relacionada con la capacidad limitada
de la memoria humana, y por otra parte su aplicación revela un
significado negativo, ya que es posible entender que los elementos no
omitidos (“nivelados”, para Allpor t y Postman) fueron de alguna forma
seleccionados por los sujetos y, en cierta medida, valorizados por ellos
como posi tivos o negativos.
En la omisión se aplican filtros cognitivos (actitudes, opiniones, etc.) cuya
selectividad deriva de un sistema global de pensamiento social. Estos
filtros agotan de inmediato los elementos secundarios de la escena
original y sobre todo las especifi caciones l ocales que la modulan. En
términos gramaticales hablamos de adjetivos calificativos y adverbios de
modo.
175
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Pág. 76.
176
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 77-86.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 91
El aspecto omisivo de la transmisión de rumores puede entonces
describirse como una manera de escapar a la restricción o como una
transición del contenido del mensaje hacia formas mejor adaptadas a las
expectativas de la comunidad, lo cual se comporta en sintonía con el
pensamiento social que presente el universo a grandes rasgos.
2.
INTENSIFICACIÓN
“La intensificación cumple (...) una función de clarificación para el pensamiento
social, al exponer intereses del grupo y al indicar la naturaleza de los peligrosos
que lo amenazan; ella suprime las medias tintas, los claroscuros, las líneas
esfumadas y, con un trazo seguro de navaja, marca el límite entre el sol y la
noche”
Los diversos elementos que entran en la composici ón del mensaje tienen
una significación propia para los individuos. Esta polarización se orienta
casi siempre, como ya hemos dicho, a lo negativo.
En realidad – supone Rouquette – la intensificación no es sino una
manera de evitar la neutralidad valorativa, es decir la indiferencia. Las
categorías de comprensión del mensaje intentan así ordenar sin
ambigüedad el universo social: los buenos son buenos y los malos son
malos, no existe nada al medio.
3.
GENERALIZACIÓN
“La historia de un rumor corresponde exactamente a l a historia de l a poblaci ón
donde se manifiesta”
Comporta esencialmente una disminuci ón en el nivel de especificación
global del mensaje. Este tipo de mecanismo cognitivo se aplica
frecuentemente y con mayor potencia al sujeto que al predicado del
rumor, puesto que los eslabones tienden a generalizar más sobre el actor
que sobre el acto en sí mismo.
La nueva identidad del actor n o será fortui ta ni aleatoria, sino que se
organizará según las actividades previas del grupo, con tribuyendo a
reforzarlas más aún. Ya hemos visto cómo se reducen los cargos o las
cantidades a descripciones tan simple com o “un judío” (en vez de “Sr.
Chalski, el comerciante”) o “un grupo de gente” (en vez de “ocho
comerciantes”) .
4.
ATRIBUCIÓN
“Se trata, esta vez, de un mecanismo cognitivo muy localizado que interviene en
la designación de la fuente del mensaje”
Casi siempre el emisor es un misterio: “fuentes extraoficiales dijeron ...”,
“trascendió que ...”, “he oído decir ...”, “al parecer ...”, “se dice que ...”,
“ya son muchos l os que comentan que ...”, “todo el mundo sabe que ...”,
etc., y tres veces más etc.
Este emisor indefinido, impersonal, universal, es una figura que los
sujetos pueden reemplazar con mucha facilidad de acuerdo a las
circunstancias. Los grupos sociales otorgan a la fuente del rumor,
entonces, un tipo de inmunidad, quizás por ser quien participa
informaciones de importancia que pueden poner en riesgo a alguno de
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 92
sus integrantes. Se trata de un comportamiento con visos de sociedad
secreta, donde todos se protegen entre sí, porque cada eslabón se siente
como una pieza del mecanismo social, lo que le garantiza una integración
sin reservas.
Pero no siempre la fuente aparece despr ovista de identidad. El mismo
grupo es el que a veces atribuye la información a una persona muy
autorizada (el “super experto”) para lograr que el rumor se vista de gala
y prestigio. No es lo mismo decir “He oído decir que ...” que “Mi
hermano conoce a alguien próximo al presidente y el presidente le dijo a
esta persona que ...”.
Para Rouquette 177 , existen dos clases de credibilidad inducidas: la
credibilidad por atribución a la competencia y la credibilidad por
atribución impersonal o universal. “El rasgo común de estos dos modos
es la ausencia de una vinculación inmediata entre la fuente inicial y
eslabón de la cadena. En este punto existe una ‘ruptura’ característica que
impide toda posibilidad de verificación, lo que hace inútil cualquier
intento en este sentido. Podría afirmarse sin mayor probabilidad de error
que en la mayoría de los casos no existi ó intento de corroboraci ón por
parte de los individuos: el pensamiento social ignora las virtudes de la
prueba y la importancia de los controles”.
5.
SOBREESPECIFICACIÓN
“El fenómeno de sobreespecificación es (...) inestable, salvo algunas eventuales
excepciones; solo marca una fase en el proceso global, una variación transitoria”
El autor dice que la sobreespecifi cación está constituida por el agregado
de detalles, de indicaciones y precisiones al mensaje, tal como se lo
recibió. Frecuentemente esta transmisión actúa sobre el elemento
predicado del enunciado. El resultado de esta mutación posee,
generalmente, carácter temporáneo y muy pocas chances de que se
conserve a lo largo de posteriores transmisi ones, ya que se aplica
nuevamente el mecanismo de omisión.
La función de la sobreespecificación es además aumentar – aunque
indirectamente – la credibilidad del emisor, puesto que los sujetos, como
ya hemos dicho, tienen una tendencia marcada a creer más en quienes
pueden brindar detalles.
Crítico hasta consigo mismo, Rouquette 178 dice que las cinco categorías
descritas anteriormente “no agotan la descripción de cóm o se elaboran los
mensajes”, por lo cual definió paralelamente cuatro mecanismos cognitivos del
rumor: la inversión de la polaridad; identificación; evocación; y el residuo.

LA INVERSIÓN DE LA POLARIDAD. Sucede cuando el rumor
aborda temas que no concuerdan con las valorizaci ones, actitudes,
ética o moral del grupo.
En este caso se invertirá el suceso, eliminando contradicciones o
reevaluando la sintaxis o incluso el léxico, para adecuarlo a los
177
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Pág. 81.
178
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Págs. 84-86.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 93
intereses grupales y así lograr que la historia se propague. Muchas
veces, por ejemplo, sucede que las acciones buenas de un sujeto se
transforman en malas, ya que el rumor negro siempre es el favorito
de las masas. Los periodistas son los prin cipales ejecutores de esta
inversión de polaridad.

LA IDENTIFICACIÓN. Es cuando el sujeto que escucha una
historia hace de ella algo personal, ya sea por lo que lo afecta o
porque simpatiza con el cuento. La transformaci ón se realiza en el
sujeto del enunciado. Ya no se dirá “Me han contado que ...” sino
“Yo lo he visto con mis propios ojos ...”

LA EVOCACIÓN. Los eslabones suelen dejar por sobreentidas
ciertas informaciones que no se precisan. A saber: “Me han dicho que
el presidente tiene un problema de salud. Pero yo creo que en realidad
hay algo más que se nos oculta muy bien”.
La evocaci ón refiere a jui cios de valores que los sujetos agregan por
propia cuenta y no forman parte de la historia original.
Generalmente estas evocaciones van en el sentido de un
agravamiento, en sintonía con la inclinación por lo negativo.

RESIDUO. Es la influencia de los intereses personales, las
preocupaciones presentes, las obsesiones y la influencia
desmesurada de las tecnologías que producen sobresaturación de
información, baja atención y distracción. La circulación de rumores
funciona en consecuencia y generalmente afecta la transmisión de
datos precisos tales como aspectos geográficos, numéricos o
temporales.
Finalmente Rouquette 179 afirma que “el aspecto social es esencial, por lo
tanto, y no podría agotarse mediante una simple acumulaci ón de aspectos
individuales”, tal cual lo definen Allport y Postman. “Aquí no se trata de
preguntarse por qué tal persona participa en la propagación de un rumor, sino
interrogarse acerca de la causa de que se produzca un rumor en tal grupo
social. El fenómeno no carece de antecedente ni de futuro, sino que sólo
constituye la parte visible de una trama que va mucho más allá”.
CO N
LOS
PIES
EN LA
T I E R R A [S E G ÚN P E TE R S ON
Y
GI S T]
Estudiando el fenómeno sobre el terreno y no en el laboratorio, Peterson y
Gist (1951) intentaron probar la validez de la descripción de Allport y Postman y
además investigar si en realidad es posible encontrar en un caso real, no
estandarizado, los tres pasos del m odelo americano (nivelación, acentuaci ón y
asimilación).
Puntualmente los autores tomaron un rum or “real” referido a una violación
seguida de asesinato de una niñera, en un pequeño pueblo de Estados Unidos. Esta
situación estaba empapada de ambigüedad e importancia, ya que luego de dos
semanas de arduo trabajo, las autoridades no habían podido aún identificar al
culpable, con lo cual la opinión pública generó su propia versión de los hechos.
La niñera asesinada trabajaba en una casa de familia. La gente supuso
entonces que, a escondidas de su esposa, el hombre de la casa había regresado a su
179
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Pág. 75.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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domicilio durante la noche para cometer el asesinato. También circularon versiones
sobre la incompetencia y la corrupción de la policía local. 180
Con este misterioso caso bajo los brazos, Peterson y Gist, junto a un centenar
de estudiantes colaboradores, registraron todas las versiones del rumor sobre la
babysitter y su fatal desenlace.
De acuerdo con lo re copilado, se observó en primera instancia que la
propagación de rumores en esa población correspondía al efecto “bola de nieve”, lo
cual no permitía observar más allá del proceso global la evolución del conjunto de
rumores y su comportamiento individual. La investigación intentó entonces
preservar el aspecto colectivo de la transmisión de rumores y de ese modo
establecer eventuales conclusiones sobre el conjunto de hechos.
No se compr obó ninguna tendencia general hacia un proceso de economía
de la memoria. En realidad la economía existe, pero su amplitud depende de la
motivación de los sujetos y las personas muy interesadas retienen gran número de
detalles, mientras que las otras los olvidan con rapidez.
Ante los resultados obtenidos, parecería que no es posible generalizar fuera
del laboratorio los resultados de Allport y Postman, ya que cada contexto “real”
posee característi cas propias. Sin embargo, la experiencia de 1951 aportó elementos
a la discusión en torno a la magnitud real del principio de economía. De hecho –
según este estudio – es posible que cambien los contenidos sin alteraciones en la
economía de la retención de cada uno.
Como con clusión, Peterson y Gist elaboraron el diagrama del proceso tipo
de creación y propagación de rumores, el cual constaba de cuatro fases: 181

Primera Fase. Formación de un público particular cuya unidad se
funda en una comunidad de intereses: redistribución de la población
según ciertas características de la situación que le interesan.

Segunda Fase. Surge un período de discusión, de comunión,
comunicaci ón intensa, en el cual se precisan estos intereses comunes:
conversaciones, confron taciones, tomas de conciencia, etc.

Tercera Fase. Aparece el rumor, que se expande y prolifera antes de
desaparecer: lo latente pasa a ser manifiesto, la información y la
expresión se conjugan en una eclosión poderosamente motivada.

Cuarta Fase. Las opiniones y las actitudes de la población se
reorganizan en función de esta “crisis”: el rumor entra en la historia
del grupo y la reconstituye de otro modo.
El aporte más importante de Peterson y Gist fue que el período de rumor no
se desarrolla dentro de un paréntesis temporal que, una vez cerrado, no deja
huellas, sino que forma parte de la dinámica social que, al mismo tiempo, la
determina y es determinada por él. Así – según esta postura – resulta difícil
encasillar esquemáticamente la evolución y procesos de deformaci ón del fenómeno
en términos de conceptos, aunque sí en etapas posibles. 182
180
Peterson, W. y Gist, N. (1951). En Rouquette, M.L. (1977), op. cit., Págs. 72-73.
181
Peterson, W. y Gist, N. (1951). En Rouquette, M.L. (1977), op. cit., Págs. 74-75.
En este sentido dice Rouquette (1977, op. cit., Pág. 75): “Nada hay en el rumor que lo acerque a una tormenta
estacional o a una plaga irremedia ble: todo lo ubica como un momento crucial en la evolución de los grupos”.
182
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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L A E VO L UC I Ó N [S E G ÚN K AP FE R E R ]
En un esfuerzo por describir cómo se constituye el mensaje, Jean Noël
Kapferer 183 distingue las siguientes características respecto a la evolución del
rumor:

Simplificación. Es la regla de oro de cualquier comunicaci ón. El rumor
busca lo e sencial y las cosas son o no son, sin que haya tiempo para
intermedios. Todo lo no esencial respecto al relato será eliminado de
inmediato.

Amplificación. El rumor debe impresionar a un interlocutor
amplificando los detalles. Resultará así que en un principio se tratará de
dos personas y al final de la cadena se hablará de seis.
Ocasionalmente el contenido de la información se lleva a los extremos de
caricatura. Al acentuar los rasgos de una persona estamos suprimiendo
toda su ambigüedad, toda vacilación y toda duda.

Adición de detalles. También es producto de la persuasión. Cuando la
noticia nos llega por boca de un conocido, los receptores analizan su
sentido primero y proporci onan luego otros argumentos que corroboran
la tesis del rumor. Esta es la base del efecto “bola de nieve”.
Resulta que todos tienen algo con qué contribuir al rumor, como si se tratara
de una cruzada solidaria. Al igual que la exageración, la adición de
detalles a la versión original del cuento se debe al hecho de que los
sujetos tienden a sentirse más transmisores que receptores.
Dentro de la adición de detalles también puede hablarse de invención o
confabulación.

Atribución a una fuente fidedigna. La intención persuasiva es evidente.
Más que de un “se dice” anónimo e incierto, los rumores se dotan a
menudo de referencias de gran peso.

Actualización. El rumor actualiza todo. La historia siempre tiene lugar
hoy, es normal que así sea puesto que a la gente le interesan más las
historias actuales o aquellas que vengan del futuro que los hechos
ocurridos en otros tiempos u otr os lugares. La tendencia a actualizar
constantemente los datos confiere a los rumores una eterna juventud.
Este proceso de rejuvenecimiento permanente es al menos lógico, ya que
como todas las informaci ones, el rumor pierde su valor a medida que se
aleja del acontecimiento sobre el que versa. Para que pueda circular, es
necesario una continua renovación, una cirugía que lo deje presentable
ante su público.

183
Condensación del tiempo pasado. Acontecimientos atribuidos a una
persona pasan a ser obra de otras más contemporáneas, lo cual n o es
exclusivo de los rumores, puesto que las leyendas deparan la misma
suerte a los hechos históricos.
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 172-176.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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
Inversión. A lo largo de su evolución, el rumor invierte ciertas
proposici ones para volverlas más aceptables a los ojos de la colectividad.
Los rumores cuyos mensajes introducen una disonancia o alguna
contrariedad para la colectividad suelen ser abortados después de su
rechazo, cuando no son invertidos en el buen sentido.

Sustitución. El significado permanece, sólo cambian los significantes. En
vez de una pequeña serpiente oculta entre las bananas en una verdulería,
se hablará de escorpiones, por ejemplo.
Esta característica de la evolución es de par ticular análisis ya que tras la
multiplicidad de versiones se revela el fondo común permanente, la tesis
del mensaje, es decir, la razón de ser del rumor.
Las ocho características de evolución anteriores operan en el círculo
social bajo ciertas reglas. Una de ellas dice que mientras más compleja y
ambigua es la información en sus comienzos, más larga será su evolución,
debido a que ésta no es sino la expresión de la búsqueda de un sentido, la
depuración de toda ambigüedad. Por el contrario, un mensaje breve y coherente
tendrá menos chances de evolucionar.
Kapferer insiste con la influencia de los fantasmas personales, incluso
cuando habla de evolución y deformación del mensaje: “La fidelidad al
contenido depende fundamentalmente de la implicación del público en el
mensaje, la cual puede tener un carácter racional o afectivo. En el primer caso,
se considera impor tante el contenido del mensaje pero no se produce una
identificación entre éste y el transmisor. La importancia es determinada por
consecuencias prácticas y funci onales y no por la impugnación de los valores
tradicionales del público (...) Por el contrario, cuando el público se siente
emocionalmente implicado por el rumor, los controles racionales se aflojan: el
rumor deja de moverse en el terreno de la realidad y pasa al plano de lo
fantasmal, de la especulación y de lo imaginario” 184 .–
Kapferer, J. N. (1983). Comment me surer le d egré d’implication des consommateurs, París, Institut d’études et de
recherches publicitaires. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 176.
184
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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7. Ti po s de rum o res
Y A que los rumores están presentes muy a menudo en las relaciones sociales
y se los di stingue por nutrir la conversaci ón pública desde tiempos remotos, es
lícito preguntarse a esta altura si existe para ellos algún principio de ordenamiento.
Paralelamente, es razonable también considerar la posibilidad de que estas
proposici ones para creer son tan diversas que dificultan cualquier intento de
clasificación.
En verdad, no podría descartarse ninguna de las dos opci ones anteriores, ya
que ambas expresan situaciones certeras. Por un lado la tipología es posible y de
hecho se ha plasmado en algunas investigaciones; por otro, el estudio del fenómeno
supone una enorme dificultad y nunca es posible dar por hecho un criterio de
clasificación universal, aplicable a todos los casos.
Muchos estudi osos del fenómeno advierten en este sentido que difí cilmente
se pueda elaborar una clasificación general, ya que ésta depende del momento
histórico y las características regionales – entre otr os aspectos – de cada una de las
audiencias participantes en la cadena que forma el rumor.
Para no pecar de simplistas, las clasificaci ones deberán entonces
contextualizarse necesariamente al entorn o al cual se refieren. Las tipol ogías
deberán, en consecuencia, escuchar primero “la voz de la gente” – es decir,
adecuarse al ambiente – y recién luego emprender una división por categorías.
En este sentido, Rouquette 185 sostiene que “la diversidad de los rumores se
reduce a una simple diversidad de superficie. Tal es, por lo menos, el postulado que
no puede dejar de seguir un enfoque científico del fenómeno. La investigación
procurará definir, a partir de él, l os tipos de rumores, es decir, un conjunto de
clases que permita distribuir de manera sistemática las manifestaciones
observadas”.
El autor plantea que una primera y muy simple posibilidad de ordenamiento
consiste en asimilar los tipos de rum or a las clase s de contenido (rumores
antisemitas, religiosos, antigubernamentales, económicos, políti cos, etc.), lo cual
presenta defectos: categorías construidas ad hoc sobre un espectro limitado, papel
esencial de la interpretaci ón y de la subjetividad de quienes juzgan y, por úl timo,
ausencia de justificativos teóricos.
Otra posibilidad – afirma el francés – consiste en descubrir tipos de rumores
partiendo de un juego de propiedades formales, evitando así las especulaciones y la
dilución del fenómeno en un conjunto de particularidades históricas y geográficas.
“No se debe olvidar (...) que describir fenómenos no significa explicarlos, y
que no tiene sentido para la ciencia sino dentro de un sistema general. Lo que
llamamos ‘un caso particular’ marca un límite, ofrece una oportunidad de progreso
y plantea nuevas cuestiones, pero la acumulación de casos particulares no
constituye un saber. Debemos orientarnos preferentemente, por lo tanto, hacia la
determinación de característi cas formales o, si se prefiere, generales y abstractas”,
dice Rouquette 186 .
Allport y Postman 187 , por su lado, afirman que “para fines circunscritos y
especiales, es desde luego posible distribuir en categorías los rumores circulantes
185
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Pág. 46.
186
Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Pág. 47.
187
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 173.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 98
en cualquier período de tiempo, suponiendo, claro está, que se cuente con una
colecci ón adecuada de los mismos. Más ninguna clasificaci ón puede atribuirse la
exclusividad en cuanto a su validez”.
Los norteamericanos afirman además que se puede partir de innumerables
variables para encarar una clasificación del fenómeno, entre otras:
A-
La celeridad de circulación, su periodicidad u otr o aspecto
temporal de su difusión.
B-
El asunto que refieren.
C-
Los estados anímicos y probables móviles subyacentes en el curso
del rumor.
D-
Los efectos sociales, ya sean perniciosos, benéficos o indiferentes.
E-
Alcance geográfico (rumores locales o de amplia difusión).
F-
Separar rumores nuevos, de los rumores viejos.
G-
Duración (cuentos de larga vida o de vida efímera).
En Psicología del Rumor 188 , los profesores ampliaron sólo tres de estos ocho
aspectos: el criterio temporal (A), el criterio referente al asunto (B) y el criterio referente a
los estados anímicos (C).
CRITERIO TEMPORAL. Pueden distinguirse los siguientes tipos de
rumores: 189
A.
o
o
Rumor Sigiloso. Va tomando cuerpo lentamente y se lo susurra al
oído con el aire de misterio hasta haberlo oído todo el mundo.

El Rumor tipo Casandra, vaticinador de alguna desgracia,
es típico de esta clase. Refiere, por ejemplo, siniestros
manejos de banqueros internacionales, fabricantes de
municiones, funcionarios oficiales, dirigentes, obreros,
entre otros.

Los Rumores Hostiles también son de esta clase.
Rumor Impetuoso. Corre como reguero de pólvora porque lleva
un mensaje de amenaza inmediata o promesa de inmediata
realización.
Los rumores impetuosos por naturaleza comprenden los
rumores de violencias, accidentes, catástrofes o de grandes
victorias en tiempo de guerra. Al sostenerse en grandes
proporci ones de importancia y ambigüedad y referir fuertes
emociones o pánico, este tipo de rumores es de rápida
circulación y alta rotación.
188
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Págs. 173-177.
189
El criterio temporal del que hablan Allport y P ostman fue desarrollado p or el sociólogo ruso D. A. Bysow en 1928.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 99
Rumor Sumergible. Están al orden del día durante un tiempo,
para luego “sumergirse” (desaparecer) y reaparecer más tarde,
siempre y cuando la situación favorezcan su emergencia.
o
B.
CRITERIO REFERIDO AL ASUNTO. Allport y Postman consideraron
que el tema constituye otro principi o de clasifi cación. Los
norteamericanos aconsejan que para emprender este camino, el
investigador debe contar con una colección importante de rumores
relativos a un conglomerado determinado de temáticas.
Analizar el asunto ofrece un amplio abanico de posibilidades,
puesto que podrían identificarse los rumores políticos, sexuales, de
grupos minoritarios, de guerra, etc. Principalmente aquí es donde
intentar aplicar un criterio universal de clasificación sería
imposible, o al menos irreal, ya que el orden de asuntos es tan
vasto que cualquier método formal podría tropezar con
dificultades, especialmente referidas al orden regional, profesional
o de niveles de cultura, entre otros.
Sin embargo, en situaciones particulares como la guerra el criterio
referente al asunto o tema ha rendido frutos. De hecho los
primeros estudios sobre el rumor ofrecieron una tipología formal
sobre los denominados Rumores de Guerra, de l os cuales nos
ocuparemos más adelante en este capítulo.
C.
CRITERIO REFERIDO AL ESTADO ANÍMICO. Generalmente los
rumores esconden emociones reprimidas, que saltan a la vista
cuando se trata de hostilidad, temor o deseo. También es común
que sean el reflejo de una tensión intelectual dominante o una
especie de curiosidad por algún asunto urticante.
En esto de clasificar los rumores atendiendo a sus m óviles es
frecuente encontrar casos en los que se ofrece un enfoque
combinado. Un rumor de miedo, por ejemplo, puede encerrar a su
vez elementos de interés sexual, de aventura o de sentimientos de
superioridad moral.
R UM O R E S S UM E R G I BL E S :
EL
E TE RN O R E TO R NO
En abril de 1984, en Loyettes dans l’Ain, Francia, un rumor acusó a un
ciudadano del lugar de haber asesinado a una colegiala, desaparecida desde hacía
varios días. Una vez que la versión corrió por todo el pueblo, la dueña de un café –
tabaquería se percató de que esta historia era muy parecida a otro rumor que ya
había corrido con fuerza, pero quince años atrás: exactamente en 1969 en Orleáns,
otra localidad francesa. 190
Casos como estos, en los que el rumor vuelve a la vida son muy comunes,
incluso en la actualidad. Por eso y mucho más se di ce que el rumor no conoce
límites al momento de evolucionar, lo cual favorece su eterno retorno.
Las etiquetas que forman los “grandes rumores” – por la repercusión y fama
que han adquirido – y que han sido conservadas por la memoria no se manifiestan
nunca explícitamente a propósito de la ausencia de fundamentos para tal o cual
190
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 144.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 100
rumor. No sorprende, en consecuencia, que tales historias viajen a través del
tiempo, siendo recogidas años más tarde proporcionando elementos que
contribuyan a la explosión de un nuevo rumor local.
Para Kapferer 191 la reaparición de un mism o rumor en idénticas
circunstancias ambiguas e inquietantes para la opinión pública podría ser
justificada de dos maneras:
1.
Por un lado, el recuerdo de las explicaci ones que permanecen en la
memoria después de la crisis precedente, es el caldo de cultivo de
los rumores que desean razonar el por qué de lo sucedido. La
memoria actúa como un puente a través del tiempo que
proporci ona hipótesis y argumentos a una opinión pública que los
busca.
2.
La repetición del mismo modelo de percepci ón y de apreciación de
las crisis concretas, diferentes en cada ocasión, nos permite suponer
que la creencia en la con fabulación preexiste en las estructuras
mentales colectivas. 192 Nada entonces se debe al azar, ya que –
según lo afirma Gauchet 193 - para la opinión pública todo l o que
sucede es el resultado de una voluntad meditada y controlada.
Para Kapferer 194 , el efecto boomerang del rumor es sorprendente y al mismo
tiempo engañoso: “no vuelven como el cometa Halley, como algo externo a nuestro
planeta, relegado al papel del espectador. En realidad, los temores, las angustias o
las frustraci ones nunca han abandonado del todo la colectividad. Sólo la expresión
ha sido reordenada, canalizada y legitimizada. Estos temores y angustias se
encarnan en las voces rastreras que se pueden convertir en rumores, siempre y
cuando las condici ones se revelen favorables”.
La reaparición de los rumores puede entenderse como un desajuste de los
mecanismos habituales de control, reordenamiento y canalización, generado por
factores coyunturales fortuitos. Este tipo de rumores fue definido por Bysow (1928)
como diving rumors (rumores sumergibles).
Los rumores sumergibles dan cuenta de que el temor, la preocupaci ón, por el
tema recurrente sigue vigente. Las historias afloran porque la gente las trae a la
memoria. Hablamos aquí de un falso muerto: alguna vez se dejó de hablar del
cuento del que todos hablaban; el grupo lo dio por finalizado y decretó su muerte;
pero en realidad la historia siempre permaneció allí y reaparece – sin importar
dónde, ni cuánto tiempo después – cuando los grupos viven situaciones similares o
padecen temores, frustraciones o crisis parecidas. En realidad la historia nunca se
fue, siempre estuvo ahí, suspendida, sumergida, gracias a quienes a pesar del
tiempo siguieron – aunque hacia el interior – creyendo en ella.
Más allá de las diferencias de tiempo y lugar, las dos guerras mundiales
fueron similares desde el punto de vista del rumor. Los cuentos que circularon
entre 1914 y 1918 parecieron yacer sumergidos hasta que la situaci ón de crisis y
191
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 147-148.
Kaplan, S. (1982). Le complot de famine: histoire d’une rume ur au XVIII siècle, París, Armand Colin. En Kapferer, J. N.
(1989), op. cit., Págs. 147-148.
192
Gauchet, M. (diciembre de 1985). “Le démon d u soupçon", L’Histoire (84), Págs. 48-57. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit.,
Pág. 148.
193
194
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 149.
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ansiedad estalló en el período comprendido entre 1939 y 1945, favorecieron su
vuelta a la superficie.
Tomemos de ejemplo una historia que aún en nuestros tiempos circula y en
algunos círculos sociales es considerada ya una leyenda urbana. Se trata del rumor
de la lengua y el sello postal: un prisionero norteamericano (en un campo de
concentraci ón alemán durante la primera guerra; en un campo japonés durante la
segunda) envió una carta a su familia, sin ninguna información singular, aunque sí
solicitando que sus allegados conservaran la estampilla. Como el soldado jamás
había demostrado interés por la filatelia, sorprendió a la familia el insólito
requerimiento, con lo cual se inició una investigación. Al despegar la estampilla,
hallaron escrito por el soldado en el sobre que el enemigo le había cortado la
lengua. 195
Esta historia cir culó en las dos guerras mundiales, a pesar de dos hech os
muy contradictorios identifi cados por los expertos del rumor de la época: primero,
las cartas de los prisioneros de guerra no llevaban franqueo y segundo, la
extirpación de la lengua seguramente hubiera causado la muerte de la víctima por
desangramiento, a menos que recibiese experta atención quirúrgica.
También son bien conocidas las historias sobre que las tr opas enemigas
envenenan los pozos de agua en sus retiradas o amputan los brazos a los niños y
los senos a las mujeres. Este tipo de narraciones aparecieron en ambos conflictos
globales. También fueron recurrentes las campañas de chismes calumniosos contra
los sucesivos presidentes de Estados Unidos.
También en épocas de paz los rumores sumergibles hicieron de las suyas,
camuflándose en formas modernas de una leyenda antigua. En noviembre de 1938,
por ejemplo, antes de la guerra, se conoci ó el rumor con ocido como “Cadáver en el
coche”, el cual afirmaba que un hombre, que conducía su automóvil, se detenía ante
un hombre con aspecto de poeta o de vagabundo, quien le vaticinaba que Hitler
moriría el 8 de diciembre de 1938 y que como prueba de que ello ocurriría,
agregaba: “Algo le sucederá a usted. En un lugar determinado de la ruta a Blois,
dejará que alguien suba a su coche y esta persona habrá muerto antes de llegar a
destino”. Efectivamente el conductor presenció un accidente en el camino, luego de
abandonar al mendigo. Hubo un herido y este señor tuvo que llevarlo
inmediatamente hasta el hospital más cercano. Una vez llegados al sitio de la
predicción el herido murió. 196
Esta historia tuvo variantes. En una de ellas el vagabundo o poeta adivina
además el monto exacto de dinero que tenía el conductor en su billetera. En otra
versión, que corrió por Francia, Inglaterra, Sudáfrica, Estados Unidos y Alemania,
no era Hitler el que moriría sino un dirigente aliado.
Monsieur Bonaparte (1950) piensa que el relato del cadáver en el coche era
sin dudas la reproducción del “Cadáver en el carruaje” que circuló ya en 1914 y que
esto permite creer que la leyenda fue reconstruida espontáneamente. Así – agrega
el autor – los “mitos se marchitan como flores, para renacer en otro sitio, al igual
que éstas, en las mismas circunstancias dictadas por las estaciones y los climas”.
Desde hace varios años, en buena parte del mundo, muchos han recolectado
boletos de colectivo urbano, etiquetas de cigarrillo, códigos de barra o estampillas
para luego intercambiarlas por sillas de ruedas u otros elementos con los mismos
fines, los que serían otorgados por las empresas propietarias del producto en
cuestión con la única condi ción de que fueran donados a quienes los solici taran o
195
Allport, G. y P ostman, L. (1967), op. cit., Pág. 174.
196
Bonaparte, M. (1950). Mythes de guerre, París, PUF. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 150.
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necesitaran. En síntesis, hablamos aquí de un hábito comercial que desencadena
una obra de caridad, un gesto de las corporaci ones para ayudar a los
discapacitados.
Gary Alan Fine 197 llama a este tipo de historias rumores de expiación: “una
forma de leyenda, de creencia extendida entre los consumidores que afirma que
una persona o una comunidad recibirá tecnología médica de una importante
corporación si aquéllos reúnen (o ‘redimen’) una gran cantidad de envases,
etiquetas o rótul os de un pr oducto (...) El hecho de recolectarlos y entregarlos a
cambio de tecnología médica sirve psicológicamente como instrumento de
expiación para los consumidores preocupados por el uso del producto y también
como expiación para las grandes corporaciones involucradas”.
Los cupones y otras formas de incentivos de expiaci ón de productos se
remontan a la segunda mitad del Siglo XIX. En la década de 1850, Benjamín Talbot
Babbitt, un fabricante de jabón, decidió vender un producto para lavar ropa
envuelto en papel. Al principio la innovación fracasó; las mujeres querían comprar
jabón, no papel. Entonces, el comerciante ofre ció una colorida litografía por 25 de
estos envoltorios y así el producto resultó un éxito.
La conexión entre el mundo de los negoci os y la tecnol ogía médica tampoco
es nueva. Desde 1948 hasta 1979, Perk Foods (propiedad del grupo Liggett, que
también poseía la compañía de tabaco Liggett & Meyers) tenía un programa por el
cual las etiquetas de Vets Dog Food podían entregarse a la Fundación Piloto de
Perros Lazarillos en Chicago para ser redimidas por uno o dos centavos cada una –
totalizando más de un millón de dólares en donaciones. Ese dinero ayudó a la
institución a entrenar estos animales.
El más extenso de los programas de este tipo fue el que condujo la General
Mills a través de su programa de cupones Betty Crocker. Para 1950 este programa se
había extendido de tal modo que algunos grupos podían tratar de reunir otros
productos para obtener juegos de cubiertos y utensilios de cocina. En 1969 la
Fundación del Riñón de Ohio escribió a la General Mills preguntando si se podría
realizar una campaña de recolección de cupones para un aparato de diálisis (por
600.000 puntos). La compañía aprobó el programa y otras instituciones de distintos
estados imitaron el ejemplo.
Al principio General Mills estaba encantada porque sentía que éste era un
ejemplo de “hacer el bien”. Sin embargo, a poco de comenzar el programa
surgieron inconvenientes. Se esperaba que todos los grupos registraran y siguieran
las instrucciones, pero algunos no lo hicieron. Por temor a la mala publicidad, la
empresa continuó con el programa, pero luego comenzó a rechazar algunos
pedidos. Fue así que algunos atacaron a la compañía, afirmando que estaban
“lucrando con la miseria humana” 198 . De esta manera, en diciembre de 1970, la
General Mills anunció que no continuaría con el programa durante el año siguiente.
“Las leyendas mercantiles acerca de expiación de productos por tecnología
médica que objetivamente no son ciertas, se insertan en el contexto de un mundo
de negocios en el cual tales pr omoci ones han ocurrido. Estos relatos no deben ser
considerados entonces en absoluto, como desvaríos absurdos de mentes ingenuas”,
afirma Gary Alan Fine 199 .
Fine, G. A. (1986). “Rumores de expiación. Leye ndas mercantiles y beneficencia empresaria.”. En Blanche, M. (comp.) (1994).
Narrativa Folklórica (I), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, Pág. 75.
197
198
Pioneer, St. Paul (1970), Pág. 25. En Fine, G. A. (1986), M. Blanche (comp.) (1994), op. cit., Pág. 80.
199
Fine, G. A. (1986), M. Blanche (comp.) (1994), op. cit., Pág. 80.
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Los rumores de expiación que involucran caridad a cambio de la recolección
de productos han desaparecido y vuelto a surgir en innumerables oportunidades.
Estos rum ores han demostrado ser por su l ongevidad y perduración muy
adaptables. “Las necesidades cambian en función de las preocupaciones y la
tecnología médica”, afirma Fine 200 .
Las historias de expiación acerca de intercambios de marquillas de cigarrillos
por tecnol ogía médica comenzaron a aparecer en 1936 y para fines de los ’50 ya
estaban bien establecidas. En 1963 circuló en Francia un rumor que movía a la gente
a coleccionar atados vacíos de los cigarrillos Gitanes para tener derecho a una silla
de ruedas. Las etiquetas, que poseían código de barras en un costado, generaron
una segunda versión del mismo cuento 19 años después, también en Francia. 201
También es muy común la expiación con latas, pestañas, etiquetas y botellas
de cerveza y gaseosa. Otro blanco del mismo rumor – más común en la década de
1960 que en la actualidad – es que si uno reunía suficientes rótulos de saquitos de té
la industria proveería tecnología médica.
¿Qué tienen en común productos tan di ferentes com o gaseosas, cerveza,
cigarrillos y té? Gary Alan Fine ofrece una respuesta: 202
1-
Los productos vienen en envases que
pueden ser fácilmente guardados por
entero, o por partes.
2-
Son productos que
grandes cantidades.
3-
La gente cree que su consumo puede ser
perjudicial para su salud.
se
consumen
en
Es por esta triple condi ción, que Burns Roper 203 considera que la gente
participa como una manera de “tomar parte” en una sociedad que generalmente
no brinda oportunidades para la acción individual. Estas recolecciones indican que
ellos todavía tienen algún poder de control, aunque deban limitarse a ejercerlo
dentro de las limitaciones fijadas por las empresas.
Las personas no colecci onan cualquier elemento al azar, sino que juntan
productos espe cíficos. Los peligros del cigarrillo, por ejemplo, afectan
psicológicamente a los cole ccionistas. “Es razonable pensar que los beneficios
sociales y psicológicos que se obtienen en el transcurso de la recolección, tales como
el aumento de la autoestima, sentido del altruismo, y lazos sociales, pueden
compensar los efectos posteriores”, indica Fine 204 .
200
Fine, G. A. (1986), M. Blanche (comp.) (1994), op. cit., Pág. 82.
Desde 1982 hasta la actualidad, muchos han sido los franceses que se han dedicado a coleccionar febrilmente códigos
de barras, aunque ya no de Gitanes sino de productos alimenticios. Puntualmente, el rumor afirma que si se reunían
cinco mil códigos con el prefijo 3 se podía reclamar una silla de ruedas. El número de etiquetas necesarias variaba se gún
las versiones, a sí como el carácter del prefijo.
201
Otra versión de este mismo rumor prendió en los niños, aunque con algunas modificaciones. Se decía por los patios de
todos los cole gios franceses que había que guardar la s etiquetas de la goma de mascar Malabar. Si se superaba un cierto
número se podía reclamar a la compañía General Foods – la propietaria del producto – un regalo a cambio. Miles de
etiquetas fueron enviadas a la empresa, lo cual generó una gran sorpresa.
202
Fine, G. A. (1986), M. Blanche (comp.) (1994), op. cit., Pág. 84.
203
Pitz (1978). En Fine, G. A. (1986), M. Blanche (comp.) (1994), op. cit., Pág. 80.
204
Fine, G. A. (1986), M. Blanche (comp.) (1994), op. cit., Pág. 89.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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Añade el autor que los efectos sobre la comunidad son igualmente leves:
“aunque el posterior descubrimiento de la fal sedad del rumor puede llegar a
ocasi onar una depresión colectiva, y pueden haberse llegado a producir algunos
contratiempos duran te la recolecci ón, esto puede compensarse con el hecho de que
la comunidad ha demostrado que puede unirse por una noble causa. La gente
demostró que si es ingenua, también es bondadosa. Más aún, tal recolección puede
reducir significativamente el nivel de desechos en la comunidad”.
En el caso del tabaco, el sociól ogo George Christie considera que el rumor se
extiende porque da a los fumadores un medio de justificar su hábito. Mary
Howland, directora de Relaciones Comunitarias del Hospital Mount Venon en
Virginia, sugiere un enfoque similar: “siempre me he preguntado si los fumadores
piensan que el hecho de fumar es justifi cable. Es com o si dijeran ’Ya sé que di cen
que hace mal, pero si los paquetes vacíos logran salvar la vida de alguien, no puede
ser tan malo entonces’”. 205
El desenlace de todas estas historias es el mismo: el problema de los
colecci onistas de códigos en Francia o de estampillas de cigarrillos en Argentina es
saber a quiénes deben enviar el material para luego reclamar la silla de ruedas o
cualquier otra tecnología médica.
Otro denominador común es que se plantea la idea de que una parte de l os
impuestos indirectos podría destinarse a una obra benéfica. En realidad muchos
gravámenes, entre ellos patentes de automotor, fueron creados justamente para
financiar algunos fondos puntuales, como la asistencia a personas mayores o
discapacitados, por ejemplo, aunque es sabido que los impuestos no son destinados
específicamente a este tipo de actividades. 206 Quizás deba entenderse el eterno
retorno de e ste rumor como “un esfuerzo de reducir la disonancia cognoscitiva
creada por la decepción que significa constatar que l os impuestos indirectos no
estaban siendo destinados a donde debían”, aclara Kapferer 207 .
A menudo los rumores sumergibles poseen un tema universal. La forma del
rumor evoluciona y hasta podríamos creer que se trata de una espe cie totalmente
distintas, nueva, a pesar de que – en el fondo – sigue siendo la misma.
R UM O R E S
DE
G UE R R A
Los denominados rumores de guerra constituyen ciertamente un modo de
entender los aspectos psicológicos de circulación, com o así también los motivos de
su evolución, entre muchos otros factores. Por ello aquí nos referiremos únicamente
a su tipología, ahondando más tarde – en el Capítulo 3 – en su relación con la
sociedad.
En 1944 Robert H. Knapp encabezó un estudi o de campo a pr opósito de l os
rumores y la Segunda Guerra Mundial. Puntualmente recogió 1.089 historias que
circulaban de boca en boca a l o largo y lo anch o de Estados Unidos, durante el
verano de 1942.
Con todo el material recole ctado, el autor con fecci onó una tabla (Figura 12)
en la que identificó las variantes de l os rumores de guerra. Esta tabla fue elaborada
con apor tes provenientes de toda la Unión, en respuesta a una encue sta aparecida
205
Fine, G. A. (1986), M. Blanche (comp.) (1994), op. cit., Pág. 86.
206
Rouquette, M. L. (1985). Comunicación Personal. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 151.
207
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 152.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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en The Reader’s Digest, insertada al final de un artí culo publicado en el número de
septiembre de 1942, titulado “Boston hace la Guerra al Rumor”. 208
Tipo de Rumores
Total
EE. UU.
Nueva
Inglaterra
Litoral
Atlántico
Sur
Oeste
Medio
Rumores Cizañeros
65.9%
63.2%
62%
61.6%
72.5%
67.8%
Rumores de Miedo
25.4%
28.2%
26.9%
33.8%
20.3%
19.6%
Rumores de Sueños
Dorados
2%
2.4%
3.9%
1.4%
0.7%
1.6%
Rumores Diversos
6.7%
5.6%
7.8%
3.8%
6%
11.6%
Lejano
Oeste
FIGURA 12. TIPOS DE RUMORES DE GUERRA.
Clasificación de los 1.089 rumores recogidos por R. H. Knapp (1944) en todos los puntos de Estados Unidos en el transcurso del ve rano
de 1942. Las cifras represe ntan el porcentaje correspondie nte a cada tipo de rumor dentro de la respectiva división territorial (En Allport, G. y
Postman, L., 1967, op. cit., Págs. 30-31).
Knapp distinguió tres grandes grupos de rumores de guerra: los Rumores
Cizañeros, los Rumores de Miedo y los Rumores de Sueños Dorados. A esta clasificación
agregó la categoría Rumores Diversos, en donde agrupó todos aquellos que
escapaban a las categorías anteriores y que no podían ser considerados en
particular ya que temática y estadísticamente no revestían tanta importancia.
Al mismo tiempo, Knapp indicó que los tres grandes grupos de Rumores de
Guerra podían traducirse al resto de l os contextos. De este modo defini ó tres tipos
de rumor según su contenido manifiesto: Rumor de Agresión, Rumor de Temor o
Ansiedad y Rumor de Deseo. 209

Rumores Cizañeros → Rumores de agresión
Son aquellos que llevan una alta carga de hostilidad. En algunos
casos puede comprendérselos com o rumores negros. Tienen como
finalidad sembrar la discordia, atentar contra la cohesión social y
crear subgrupos rivales. En su mayoría se dirigen a una parte de la
población dentro de la que circulan
El análisis de Knapp reveló que aproximadamente dos tercios de los
rumores captados eran hostiles en su intención y divisivos en su efecto.
En épocas de guerra se los consideraba perjudiciales para la unidad
nacional. Algunos de los Rumores Cizañeros captados fueron:
o
La Armada Nacional ha echado al agua tres camiones de café en
el puerto de Nueva York.
o
El Ejército deja echar a perder reses enteras de ganado.
208
Knapp, R. H. (1944). En Allport, G. y Postman, L. (1967), op. cit., Págs. 28–31.
209
Knapp, R. H. (1944). En Rouquette, M. L. (1977), op. cit., Pág. 58.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 106
o
Los rusos reciben casi toda la manteca de nuestra pr oducción y
la usan para engrasar fusiles.
o
El presidente es judío.
o
La Cruz Roja está cobrándole a nuestros soldados destacados en
Islandia precios exorbitantes por los sweaters tejidos
gratuitamente por nuestras mujeres.
o
Los judíos eluden el enrolamiento.
o
Los negros están formando el “Eleanor Club” para asaltar la
Casa Blanca.
Este tipo de rumores hostiles fue clasifi cado a su vez en ocho
categorías:
1.
Rumores antisemitas
2.
Rumores antibritánicos
3.
Rumores contra el Gobierno (contra R ooselvet y sobre normas
de racionamiento, inseguridad de los bonos de guerra y las cajas
de ahorro, abusos y servicios privilegiados, despilfarro,
ineficiencia y accidentes, etc.)
4.
Rumores antinegros
5.
Rumores contra el Ejército y la Armada (sobre incompetencia,
abusos de soldados y marinos, ebriedad e inmoralidad, víveres
defectuosos, mal empleados)
6.
Rumores contra la Cruz Roja
7.
Rumores antiproletarios
8.
Rumores contra los comerciantes

FIGURA 13. RUMORES CIZAÑEROS: DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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(En Allport, G. y Postman, L., 1967, op. cit., Pág. 30).

Rumores de Miedo → Rumores de temor o ansiedad
Paralelo al deseo, este tipo de rumor asume intensidades muy
diversas y puede ir desde una ligera angustia hasta el más completo
pánico. Los rum ores engendrados por el miedo tuvieron una
gravitación muy importante en la moral del pueblo estadounidense
durante la última guerra mundial.
Aquellos de carácter alarmista tendían a inhibir la confianza del
individuo en el éxito de sus propios esfuerzos en pro de la victoria
final. Al crear un estado de ansiedad, llevaban a veces a tomar un
punto de vista completamente derrotista.
Knapp distinguió cuatro tipos de Rumores de Miedo :
1.
Rumores en las Fuerzas Armadas (sobre suicidios, insanías,
plagas y epidemias, bajas excesivas, etc).
2.
Rumores quintacolumnistas (cuento del “pan y el submarino”,
“abastecemos al enemigo”, espionaje y sabotaje).
3.
Rumores sobre atrocidades (cuento de la “lengua y el sello
postal”, etc).
4.
Rumores sobr e ocultación de éxitos enemigos (armas o planes
secretos, hundimientos, ocultación de actividades enemigas).
FIGURA 14. RUMORES DE MIEDO: DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL.
(En Allport, G. y Postman, L., 1967, op. cit., Pág. 31).

Rumores de Sueños Dorados → Rumores de deseo
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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Son rumores que resumen sentimientos esperados, deseados,
ansiados. Tienen un característico color optimista y no demostrar on
ser muy numerosos, al menos en la recolección realizada por Knapp
en 1942.
En abril de 1945, los rumores acerca de la muerte inminente de Hitler
y de la rendición de Alemania se difundían a todo vapor en EE. UU.,
impulsados por la ansiedad de la prensa y la radio por dar la gran
noticia. Había sed de paz y ello se tradujo en rumores.
En el caso de estos rumores de paz que cir cularon en los momentos
culminantes del conflicto, se observó un fenómeno especial al cual se
lo denominó rumor de final precipitado. Ellos eran parcialmente el
producto del febril estado de expectación reinante y buscaban
adelantarse a los hechos, generando su resolución por anticipado.
Otro fenómeno particular identificado durante la Segunda Guerra
Mundial llevó el nombre de rumores espectro, los cuales fueron
observados principalmente durante los primeros días del conflicto.
Este tipo de rumores era engendrado por mentes influidas por el
deseo de sueños dorados que indicaban el advenimiento de tiempos de
paz. 210
Los rumores generados por el deseo condujeron eventualmente a
una complacencia en masa, factor debilitador del esfuerzo de guerra.
La rapidez con la que la gente se “aflojaba” al enterarse de estas
buenas noticias a menudo se demostraba en hechos concretos como,
por ejemplo, la reducción de donantes voluntari os de sangre. El
deseo de paz era tan grande, que el imaginario se infiltraba en la
realidad y modificaba los hábitos. Los mar cos de referencia se
hallaban rotos y todo podía suponerse en pro de sentirse mejor, más
seguro.
Knapp distinguió cuatro tipos principales de Rumores de Sueños
Dorados: Rumores de paz, El “cadáver en el auto”, El enemigo está
agotado y Rumores de victorias.
Tanto los rumores de final precipitado como los rumores espectro – en tiempos de guerra – fueron estudiados por G.
Allport y L. Postman (1967, op. cit., Págs. 25–27).
210
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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FIGURA 15. RUMORES DE “SUEÑOS DORADOS”: DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL.
(En Allport, G. y Postman, L., 1967, op. cit., Pág. 31).

Rumores Diversos
Las especies engendradas por el odio, el miedo y el deseo agotaron la
serie de rumores en tiempos de guerra. Empero, se logró identifi car
un escaso grupo de rumores que no se prestaban a una clasi ficaci ón
metódica.
Los Rumores Diversos de los que habló Knapp son en su mayoría
pseudonoticias, aunque también rumores engendrados por la
curiosidad. No son ni siquiera significativos – según el criterio del
autor – desde el punto de vista de la población civil, a menos que
impliquen una violación de secretos de guerra.
Los siguientes fueron algunos de los rum ores que Knapp catal ogó
como diversos:
o
El trasatlántico Queen Mary zarpó ayer con siete mil hombres de
tropa.
o
Dicen que van a cerrar las escuelas para que los niños puedan
ayudar a levantar la cosecha.
o
Están proyectando la construcci ón de grandes cuarteles por el
centro de la ciudad. –
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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8. De l a m uerte del rumo r y o tro s i nterrogantes
T ODO rumor muere alguna vez. Cuando el grupo social lo cree conveniente
la historia pasa a ser parte del pasado, se olvida. Puede decirse que el acta de
defunción de esta historia se ar chiva en el inconsciente colectivo, el mismo que
puede hacerlo volver a la vida, tal como ya hemos visto en el caso de los
denominados rumores sumergibles.
Cuando un rumor muere, la gente se desentiende de él, asociando su
desaparición con alguna causa de orden mágico. En realidad aquí no hay trucos ni
magia, se trata en realidad de un proceso natural: mientras vive, el cuento va
generando cierto desgaste, creando él mismo su propio resor te de extinción.
Llegado su momento, el rumor no será útil para el grupo y se lo verá como algo
rutinario, que todos ya saben, carente de novedades.
El carácter efímero y fugaz del rumor es una de las prin cipales causas de su
mortalidad. Por ello el fenómeno plantea una con tinua lucha por actualizarse y
permanecer vigente. Su público le demanda eso, de lo contrario su vida corre
peligro.
Cuando el rumor pierde su vigencia llama a ser reemplazado por otro que se
encargue de mantener a la gente ocupada y alerta respecto de un tema. El residuo
que queda de este traspaso, es borrado por el enorme caudal de noticias cotidianas
que disparan los medios de comunicación. Que un rumor muera no quiere decir
siempre que el grupo deje de creer en él. Simplemente se ha perdido interés,
porque ahora otra noticia más urgente ocupa su lugar.
La exageración también actúa como un factor atenuante del rumor, lo cual no
representa un fenómeno patológico sino una conse cuencia lógica de la
comunicaci ón. En este sentido Kapferer 211 piensa que “cuando el rumor defiende
una tesis reorganiza el mundo. El más mínimo hecho se convierte en un indicio, y
el menor indicio constituye una prueba. A fuerza de querer convertirse en una
realidad que absorbe todos los hechos, inclusive los desmentidos, la construcción
levantada por el grupo se vuelve exagerada y, además frágil como un castillo de
naipes”. Esta situación desemboca necesariamente en un punto muerto y en la
incredulidad.
En situaci ones de fuerte tensión emocional la exageración es el producto de
una crisis. Muchos rumores observados com o increíbles son creídos principalmente
por personas que viven bajo tensión. Cuando la situación de tensión desaparece, los
sujetos ven con mayor claridad el panorama, encuentran sus mecanismos críticos y
se percatan de la grieta que los conducirá a ver el costado más frágil de la historia.
A pesar de todo esto, algunos rumores parecen resistir el paso del tiempo. La
historia en cuestión no es conocida por todos, en consecuencia siempre tiene
clientes nuevos que atender.
¿Es posible entonces pensar que los rumores nunca mueren? Es posible sólo
si la historia en sí y los grupos lo permiten, favoreciendo lo que anteriormente
definimos com o el eterno retorno del rumor, aquello de que la historia desaparece
pero permanece congelada en el imaginario, alerta ante situaci ones de gravitación
similares que lo vieron nacer.
No es lícito, asimism o, pensar en la muerte del rumor com o una mera
etiqueta innecesaria, ya que las historias tienen un fin, una capitulación, que puede
o no luego revertirse y desencadenar en la resurrección. Digamos entonces, que los
211
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 136-137.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
página | 111
rumores pueden morir más de una vez, renaciendo más tarde con cambios en su
morfología, adecuándose a las circunstancias históricas.
Como la muerte genera incertidumbre y la incertidumbre conduce a
interrogantes, a continuación esbozaremos algunas preguntas que pueden echar
luz sobre el panorama incierto que significa abordar un fenómeno cuya
inmortalidad es prácticamente posible.
¿Q UÉ
H AY
D E S P UÉ S
DEL
R UM O R ? [ E L
S I G N I FI C AD O D E L S I L E N C I O ]
Lo que viene después del rumor suele no interesar demasiado. La rutina
vuelve a su lugar y ella normaliza la vida cotidiana. Ha pasado la tormenta y el
retorno de los buenos tiempos ha hecho olvidar todo, como si nada hubiera pasado.
En contrapartida, dado que en algunos casos la tensión fue muy intensa y que las
pasiones en juego fueron exacerbadas, el paso del rumor deja sus huellas.
No hay que caer en la trampa. El silencio del rumor significa algo. Mientras
esas fuertes pasiones descansen hacia el interior de los grupos, en cualquier
momento puede producirse un nuevo temblor que haga renacer la historia. El
equilibrio que trae implícito el silencio de rumor es momentáneo, provisorio.
Es necesario recordar a esta al tura, que los hechos que parecen coherentes
con nuestras propias impresiones quedan en nuestra memoria, mientras que los
que nos resultan contradictorios son atribuidos a las bromas de azar. Esta
percepción selectiva origina un ambiente para nada estable, favoreciendo además
la institucionalización de estereotipos.
Robert Knapp afirma en este sentido que el silencio tiene una importancia
vital en el proceso comunicativo y que este fenómeno no es propio de los rumores,
pero éstos lo desnudan con mayor énfasis. 212
¿E S
P O S I BL E D E TE N E R UN
R UM O R ? [ E L A N TI R UM O R ]
No existen guías prácticas, manuales, fórmulas, ni sistemas informáticos que
puedan detener un rumor ya propagado. En suma, no hay recetas mágicas, aunque
si algunas figuras que pueden ayudar a atacarlo, por supuesto asumiendo ciertos
riesgos.
El antirumor se constituye como una arma eficaz y a la vez peligrosa para
contrarrestar l os efe ctos del fenómeno. Podemos definir a e sta figura como el
conjunto de estrategias tendientes a callar un rumor, desestabilizarlo y conducir a
los públicos a anclajes críticos que permitan aislar la ambigüedad, recuperar el
marco de referencia y poner fuera de circulación la historia en cuestión.
Sin embargo los rumores pueden vencer a su antídoto gracias a las
reacciones torpes que lleguen a suscitar. El caso de Pr octer and Gamble (P&G)
permite identificar el efecto negativo del antirumor.
En Estados Unidos, entre 1980 y 1985, la compañía P&G, una de las más
importantes de productos de con sumo masivo, con un volumen de negoci os de
aproximadamente 12 mil millones de dólares, fue víctima de un rumor. Se decía
que su logotipo – un rostro humano contemplando una multitud de estrellas –
ocultaba en realidad numerosos signos satáni cos y que, si se miraba con mucha
212
Knapp, R. H. (1944). En Tarrés, J. (2000), Pág. 59.
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atención, se podría ver en él la cifra característica de Satán: el 666. En resumen:
P&G habría pactado con el mismísimo diablo con el fin de prosperar en sus
negocios, para lo cual destinaría el 10% de sus beneficios a una secta satánica.
El rumor había nacido en Mississippi en 1980 y se difundió velozmente hasta
alcanzar la Costa Este de Estados Unidos. De esta forma se daba comienzo a una
guerra en la que P&G no contaba con ninguna estrategia potente de defensa.
A principios de la década del 80, se registró un alud de llamadas de clientes
de la compañía interesados en conocer la verdad: ¿estaba P&G negociando con
Lucifer? Más tarde, a fines de 1981 los mismos clientes colapsaron una vez más las
centrales telefónicas de la multinaci onal, aunque esta vez con interrogantes más
concretos tales com o ¿P&G está en manos de Satán? La ola de cartas anónimas y de
llamadas aumentó progresivamente, hasta alcanzar un nivel inimaginable en junio
de 1982, mes durante el cual fueron registradas 15.000 llamadas. 213
Una de las empresas más poderosas del planeta estaba desconcertada. Sus
ejecutivos no sabían que hacer. En primer término, se advirtió y sensibilizó a 67
líderes religiosos de opinión y más tarde a 48.000 organizaciones religiosas de
Estados Unidos sobre el problema. Esto no logró detener la avalancha de consultas
de clientes respecto al rumor que intentaba boicotear la demanda de los pr oductos
de la multinacional.
Ante el aumento continuo de llamadas, la empresa decidió pasar a la
segunda fase y acudir a l os medios de comunicaci ón. El 24 de junio de 1982, P&G
publicó una solici tada en la que los principales representantes de l os movimientos
integristas rechazaban cualquier tipo de conexión de la compañía con el satanismo.
Más adelante, se invitó personalmente a los informadores más conocidos de los
principales diarios y revistas norteamericanas a conocer la versión de compañía.
El plan B arr ojó resultados importantes en primera instan cia. Fue así que se
decidió jugar el todo por el todo y continuar utilizando los mass media para
contrarrestar los efectos del rumor sobre el fatal logotipo. En este marco, el
responsable de relaciones públicas de la compañía se presentó en el popular
programa televisivo Good Morning America. De todas las invitaciones a pr ogramas
que vinieron después, la empresa rechazó sólo una, la del famoso Show de Phil
Donahue ya que el rumor afirmaba que un director de P&G había dicho en ese ciclo
de TV que efectivamente se destinaba el 10% de las ganancias a iglesias de
inspiración satánica.
Fortalecidos por la buena campaña que habían realizado y convencidos
además que de esta forma lograrían callar el rumor que tanto los había perjudicado,
los ejecutivos de P&G pusieron en marcha la tercera fase del plan: querellar por
primera vez a seis personas que distribuían volantes que advertían la naturaleza
satánica de la empresa e invitaban a los consumidores a no comprar ninguno de
sus productos en el mercado. Dos de estos seis detenidos eran vendedores de
Amway, una de las firmas de la competencia.
Paralelamente P&G puso en marcha un call center en donde quince
operadores atendían las llamadas de la gente referidas específicamente al rumor en
cuestión. 214 En julio de 1982 las comunicaciones no superaron las 6.000. Sin
embargo, poco a poco las llamadas comenzaron a incrementarse nuevamente hasta
recuperar la media de 15.000 consultas mensuales. Todo había vuelto al principio.
213
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 285.
Alter, J. (Julio de 1982). “Procter and Gamble Sues Ove r Satanism”, Advertising Age (53), Pág. 1. En Kapferer, J. N. (1989),
op. cit., Pág. 287.
214
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Finalmente, después de cuatr o largos años de hostigamiento, de miles de
cartas y cientos de llamados, P&G colgó los guantes. En abril de 1985 la empresa
decidió retirar de sus productos el logo de la polémica, poniendo fin a una larga
tradición
¿Cuál fue el error? El prometedor plan B fue lo que desencadenó la
capitulación. Com o dijimos anteriormente, el rumor corrió por primera vez en
Mississippi y luego se localizó en la Costa Este de Estados Unidos. Al colocar el
tema en los medios de comunicación más importantes, P&G nacionalizó el rumor,
lo dio a conocer en sitios en los que ni siquiera se sabía de él.
Este tipo de publicidad fue en contra además de uno de los principios más
antiguos de la compañía: no dar a conocer ante el mercado la marca P&G sino la de
sus productos. Efectivamente, una encuesta215 demostr ó que no muchos
estadounidenses con ocían las marcas de P&G. En consecuencia resulta lógico
conocer los productos de la empresa antes de boicotearlos: sólo el 4% de los
encuestados declar ó haber disminuido sus compras debido al rumor. Por eso, en
este caso, lo mejor hubiera sido el silencio.
A la luz del caso P&G, J. N. Kapferer 216 indica que el antirumor puede
organizarse teniendo en cuenta las siguientes estrategias:

El silencio. Se trata de la indeferencia absoluta, la misma que
utilizan los políticos en referencia a las calumnias teledirigidas de
otros. Esta herramienta plantea que el rumor se detenga solo, ya que
cualquier esfuerzo paralelo puede llegar a magnificarlo
desmesuradamente.
Digamos que el silencio es la estrategia más adecuada desde el punto
de vista económico, aunque resulta una situación difí cil de asumir
psicológicamente.

La concentración. Como en el caso de P&G, el rumor no tenía el
mismo nivel de penetración en todos los Estados. Esta estrategia
permite concentrar l os esfuerzos únicamente donde la historia haya
logrado mayor inserción.

La publicidad. Es lo contrari o al silencio. Sólo aplicable en casos
particulares. Esta herramienta nos permite llegar a un público
masivo con un desmentido generalizado.
Tal como hemos visto, en el caso P&G la publicidad no ayudó a
solucionar el problema. Funcionó como efecto magnificador de la
historia y terminó informando a los que la ignoraban.
En la columna de las estrategias menos recomendables aparece el desmentido,
ya que supone un alto riesgo y numerosas desventajas, más allá de que genera
descontento y suele ser recibido de mala gana.
Este tipo de estrategia constituye una información fría que desmantela la
realidad. El desmentido suprime una historia sobre cuya veracidad aún no se sabe
nada, aunque de todas maneras actúa cuando el rumor está circulando.
Advertising Age (agosto de 1982). “Procter and Gamble Rumor Blitz Looks Like a Bomb”, Nº 53, Págs. 68-69. En Kapferer,
J. N. (1989), op. cit., Pág. 288.
215
216
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 287-288.
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Como en el caso de P&G, el desmentido apare ce frecuentemente en los
medios de comunicación. Quizás las audiencias no conocían la historia y a través
de estas solicitadas se conduce al rumor a cientos de nuevos clientes que lo
desconocían y sorprendidos potenciaran su evolución y circulación.
Jean Noël Kapferer 217 habla de siete situaciones a tener en cuenta antes de
procurar una campaña de desestabilización del rumor a través de desmentidos y
otras herramientas similares:

La información se desgasta. Uno de los puntos fuertes del rumor es
su repetición. En consecuencia, para ser un fenómeno activo el
desmentido tendría que ser insistente. Sin embargo, tratándose de
una fórmula fija que normalmente se respeta al pie de la letra, no
puede pretenderse que los medios de comunicación lo difundan más
de una vez, salvo que el interesado disponga de recursos económicos
que así lo dispongan.
Suele ocurrir que cuando la víctima de un rumor soli cita que
nuevamente se corrija el malentendido, se da cuenta de que éste se
ha vuelto obsoleto, ya no aporta nada nuevo.

La fuga de los objetivos. Una de las paradojas de las campañas de
persuasión es que parecen llegar cada vez más a l os que ya están
convencidos que a quienes se trata de convencer. 218
Las cifras corroboran la hipótesis de la fuga de los objetivos. Entre
los estadounidenses que conocían el rumor de P&G y no creían en él,
el 83% declaró haber visto, leído o escuchado el desmentido de la
empresa.

Los escollos de la per cepción. No hay nada más di fícil que
comunicar. Las pruebas l o demuestran: la mayoría de los
espectadores casi no retiene lo esencial del mensaje, sobre todo si
hablamos de radio o televisión. La gente no está atenta.
La psicol ogía de la memoria demuestra que los conceptos más
concretos se retienen con más facilidad que las nociones abstractas.
Así, al escuchar un desmentido del tipo “El producto X no es
cancerígeno”, una gran parte del público podría recordar más tarde
que “X es cancerígeno”. La negación es muy susceptible al olvido:
escuchamos en una misma proposi ción los con ceptos X y cancerígeno
y guardamos uno al lado del otro.

El efecto bumerán de los desmentidos. Recientes estudios aseguran
que podemos vernos afectados por un rumor aunque no creamos en
él. En todas las campañas masivas que tratan de de smentir algo hay
dos tipos de comunicación: se da a conocer el rumor a quienes no lo
conocían y se intenta influir en quienes ya lo conocen.
Como se ha podido con statar a través de diversas investigaciones, la
presentación del rumor seguida del desmentido crea el mismo efecto
negativo que la presentación del rumor solo.

¿Qué demuestra la realidad? Hay much os rumores que se desinflan
porque no resisten a una reflexión o a un examen lógico de sus
217
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 294-308.
218
Kapferer, J. N. (1984). Les Chemis de la persuasión, París, Dunod. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 295.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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elementos. Otros, sin embargo son impermeables al pensamiento
racional. 219
En realidad, cuanto mayor sea el con tenido simbólico de un rumor,
menos importarán los detalles por sí mismos. Son considerados
como l o que son: piezas sustituibles. El sujeto puede reemplazar ese
detalle insuficiente por otro más verosímil. Los matices siempre
pueden cambiar pero el significado seguirá siendo el mismo.

Cuando la verdad no se puede demostrar. Algunos rumores plantean
un problema más sutil: ningún hecho será capaz de demostrar que
son falsos. Contra esto el desmentido muchas veces no puede hacer
nada.
Algunas de estas proposiciones se prestan fácilmente a ser
desmentidas por los hechos, son susceptibles de ser sometidas a
prueba. Sin embargo, existen proposiciones que no son refutables
mediante una prueba empírica, puesto que encierran conceptos que
no pueden ser medidos directa o indirectamente. Los hechos
mágicos, sobrenaturales, hostiles, por ejemplo, son difí ciles de
refutar, ya que se arraigan a la teoría del complot, en ciertos casos, y
a la cultura propia de la sospecha, en otros. 220

Encontrar una fuente digna de crédito. Por más trivial que suene, es
recomendable utilizar emisores creíbles para encauzar una respuesta
contra el rumor. En realidad, no se trata de ganar credibilidad sino
de despojar de ella al rumor y, a través de él, a los rumores del
pasado y los del futuro.
Tybout, Calder y Sternthal 221 desarrollaron un experimento en Estados
Unidos en el que pusieron a prueba el rendimiento de diversas estrategias para
disminuir los efectos de los rumores. Puntualmente se invitaba a estudiantes a la
proyección de un ciclo televisivo antes de su estreno. El programa era interrumpido
por publicidad, uno de cuyos espacios pertenecía a la recon ocida marca
McDonald’s. En el momento de la publicidad de estos restaurantes, una de las
alumnas que se encontraba en el lugar, cómplice de los realizadores del
experimento, decía a los demás estudiantes de la sala que ese anuncio de
McDonald’s le recordaba aquel rumor sobre los gusanos. “Ya saben que parece que
esa firma utiliza gusanos en la confección de hamburguesas”, decía en voz alta.
Los alumnos fueron divididos en cuatro grupos:
-
219
En el primero, denominado “Rumor solamente”, después de que la
alumna cómplice hubiera comentado la historia de l os gusanos, el
Watzlawick, P. (1978). La Réalité de la Réalité, París, Editions du Seuil. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 303.
El pr oblema de la verificación o de la invalidación ha sido, durante mucho tiempo, objeto de estudio de la filosofía.
Para Karl Popper, por ejemplo, una prop osición teórica sólo accede al status de proposición científica si se especifica las
operaciones por las cuales puede ser sometida a prueba. Es la verificación empírica la que confiere validez a una teoría.
220
En términos generales, las pr oposiciones que afirman la inexistencia de algo son débile s en el plano de la verificación o
en el plano de su condición de falsedades, según Popper.
¿Cómo se puede demostrar que una empresa no financia al diablo? El único desmentido convincente sería decir: “No
señores, no hemos entregado esos tres millones de dólares sino cuatro”. Este tipo de situaciones desequilibrada s para
confirmar o refutar es frecuente, y explica la persistencia de los rumores. No hay nin guna prueba que pueda hacer callar
el rumor desde la lógica. El asunto nunca está del todo cerrado, queda en suspenso. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit.,
Págs. 306-307.
Tybout, A., Calder, B. y Sternthal, B. J. (febrero de 1981). “Using Information Processing Theory to Design Marketing
Strategies”, Journal of Marketing Research, Págs. 73–79. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 299-303.
221
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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fiscalizador presente en la sala advertía que estaba prohibido hablar
durante la proyección.
-
En el segundo grupo, llamado “Rumor más negación”, después de la
intervención de la cómplice, el moderador decía: “eso es mentira,
semejante cosa cae por su pr opio peso; además los gusanos son muy
caros ¡cuestan 20 dólares el kilo! Está comprobado que McDonald’s
utiliza 100% carne de vaca. ¡Callados por favor!”
-
En el tercer grupo, denominado “Rumor más disociación”, el fiscalizador
responde a la alumna: “Esto les parecerá divertido, pero la semana
pasada fui a comer a un restauran francés y probamos una excelente
salsa hecha en base a gusanos. Bien, ahora silencio por favor”.
-
El cuarto grupo fue llamado “Rumor más reasociación”. Tanto en éste
como en el resto de l os grupos, al final de la proyecci ón se hizo circular
un cuestionario de evaluaci ón del tema, además de tres preguntas
relacionadas con la comida de McDonald’s (la comida es buena/mala; es
lo que busco/no es lo que busco; volveré/seguro que no volveré). A
diferencia del resto de los grupos, en el cuarto y último, antes de
responder las preguntas, los alumnos debían indicar dónde se
encontraba el establecimiento McDonald’s al que solían ir, cuántas veces
al año lo frecuentaban y si tenían terraza exterior o no.
Este interesante experimento permitió a los investigadores llegar a la
siguiente conclusión: en los grupos 3 y 4 se obtuvo mayor cantidad de respuesta
favorables sobre las hamburguesas McDonald’s que en los grupos 1 y 2,
notablemente inferiores (Figura 16).
La experiencia permitió conocer que, al menos en esta situaci ón, el
desmentido no resultó, mientras que por el contrari o, las tácticas de disociación y
reasociaci ón sí lograron neutralizar en parte el efecto del rumor.
FIGURA 16. ALGUNOS EFECTOS DEL ANTIRUMOR
Medición del grado de efectividad del desme ntido y otras estrategias para desestabilizar el rumor (En Kapferer, J. N., op. cit., Pág. 301).
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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El marco teórico de esta prueba fue el de “Tratamiento de la información”,
desarrollado por la psicología de las opiniones y las actitudes. Según esta postura,
la opinión que tiene un sujeto en un momento dado sobre algo o alguien depende
de las informaci ones que ellos tienen en su memoria. Esto puede explicar por qué
un rumor puede tener efectos en una persona a pesar de que no lo crea.
“La asociación gusano/McDonald’s, todavía fresca, formará par te de esos
pensamientos espontáneos. Por l o tanto, generará una opinión menos buena si no
hubiese mediado ninguna asociación negativa. Los alumnos han sido afectados no
porque crean en la asociación gusano/McDonald’s, sino porque piensan en ella”,
analiza Kapferer 222 .
Todo esto n os lleva a pensar, entonces, que en casos com o éstos la negación
del rumor no es ade cuada. Por lo contrario, el enfoque del “Tratamiento de la
información” sugiere adoptar cualquiera de estas tres fórmulas para neutralizar los
efectos de los rumores: 223
1-
La información negativa (gusano) no debe fijarse en
la memoria con el nombre de McDonal’s sino con
otro.
2-
La informaci ón negativa (gusano) debe convertirse
en positiva.
3-
Al ser interrogadas sobre McDonald’s, estas
personas deberían tener en mente algo diferente al
valor negativo del rumor.
Para Kapferer 224 los resultados que sal tan a la vista a pr opósi to del
desmentido, nos conducen a una paradoja fundamental: “la creencia en el
desmentido obedece a la misma lógica que la creencia en el rumor. En ambos casos
se trata de creer a partir de la palabra. El problema de la extinción del rumor es
ante todo una cuestión de personas: el acto de creer depende de quién hable. Si no
hay un emisor fidedigno, el combate del antirumor está condenado al fracaso”.
Por su lado, Shibutani 225 apoya la idea de que los desmentidos “no suelen
ser eficaces, pues un rumor no se propaga a menos que sea plausible (...) Las
apelaciones a la participaci ón pública para combatir los rumores son en general de
poca utilidad, aunque tiendan a hacer a la gente más consciente de la posibilidad
de ser engañada. El único proceder que parece dar resultado es la neutralización de
las fuentes (...) Las técnicas de control que dan resultados reales son aquellas que se
apoyan sobre los principio – en la mayoría de los casos sólo comprendidos
intuitivamente – del desarrollo natural del rumor”.
¿S E P UE D E C AM BI AR
LA
I M AG E N
D E UN
R UM O R ?
En principio puede decirse que es posible cambiar la imagen de un rumor.
Lo cierto es que cuanto más emoci onal sea su fundamento, más complicado
resultará aplicar una estrategia de lo real.
222
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 302.
223
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 303.
224
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 307.
225
Shibutani, T. (1977), op. cit., Pág. 418.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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Asch 226 piensa al respecto que la gente no cambia su percepción de un
objeto; es el objeto de percepci ón el que cambia. En consecuencia, la modifi cación
de la opinión pública no puede provenir más que de una transformaci ón de la
identidad del rumor.
A continuaci ón expondremos algunas opciones utilizadas con frecuencia
para cambiar la imagen de un rumor: 227
A-
Hacer de la transmisión del rumor algo socialmente inaceptable.
Todos los rumores reflejan una imagen de la persona que lo da a
conocer a l os demás. El beneficio psi cológico que recibe quien
transmite la historia es un o de los motores esenciales de su
difusión. En este sentido se intentará otorgar al rumor una
identidad odiosa al considerarlo procedente de lo inapropiado, lo
peligroso, con consecuencias nefastas para el grupo social.
B-
El enemigo se esconde. El rumor es esencialmente un acto mítico y
supone muchas veces la figura de un luchador en las sombras. La
estrategia consiste en desestabilizar la percepción del rumor y dejar
suponer que éste no es inocente.
Postular la existencia de un “cerebro” detrás del rumor permite
recuperar la iniciativa o al menos crear una cierta confusión en la
opinión pública.
Creer o no creer. La modificación del rumor puede lograrse
identificando en él elementos imposibles o burdos, lo cual no
siempre es posible. También se puede intentar explicar a la opinión
pública por qué se cree en este tipo de historias.
C-
El obstáculo aquí es el proverbio “no hay humo sin fuego”. El tema
es que el humo suele estar únicamente en la cabeza de quien cree la
historia.
La Clínica de Rumores. Principalmente durante la Segunda Guerra
Mundial, los principales diarios y revistas norteamericanos
incluyeron en sus ediciones regulares una columna dedi cada a
desmitificar las historias que circulaban en relación al conflicto.
D-
En realidad, eran desmentidos públicos, firmados por periodistas
de renombre, que tenían como objetivo dar a con ocer el rumor y
luego de un cuidadoso trabajo de redacción ridiculizarlo y narrar la
verdad. 228
¿P UE D E P R E VE N I R S E
UN
R UM O R ?
A raíz de la escalada de conflictos raciales, desde 1968 se instalar on centr os
especializados de control de rumores en casi todas las ciudades norteamericanas
importantes. Estos siti os tenían como objetivo encontrar y difundir las
informaciones correctas correspondientes a las preguntas que los ciudadanos
Asch, S. (1958). “Effects of Group Pressure upon the Modification and Distortion of Judgments”, Reading in Social Psychology,
Nueva York, Holt Rinehart and Winston. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 309.
226
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Págs. 310–320. Como en e l caso del desmentido, existen aqu í numerosa s varia bles que
entran en juego: la credibilidad del em isor, la dicotomía que plantea reconocer un rumor de otra información, un simple
dato de un secreto confidencial, un rumor de un mito, leyenda, chisme y cualquier otro fenómeno aledaño, etc.
227
228
Abordaremos con mayor detalle el caso particular de las Clínicas de Rum ores en el Capítulo 3.
El rumor como fuente de información en la prensa escrita | Parte I – Cap. 1 | Radiografía del rumor
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hacían por teléfono. La respuesta de la gente fue masiva: sólo en el centr o de Los
Angeles se recibieron 10.000 llamadas en una semana. 229
Estos centros de contr ol de rumores debieron enfrentarse a una dificultad:
para acceder a la información más reciente debían mantener un estrecho contacto
con el Estado y la Policía, lo cual era mal visto por la comunidad negra, que en
efecto representaba la minoría de las llamadas.
Ya que los rumores nacen frecuentemente de la desconfianza en las fuentes
oficiales, una clave para comprender la prevención de rum ores es la de otorgar
credibilidad de las fuentes. Sin embargo, esta estrategia plantea inconvenientes
prácticos, puesto que para que alguien sea creíble no basta con afirmarlo, sino que
es necesario tener pruebas de ello, ser una persona con reputación de verdad. 230
En materia de prevención, el tiempo vale oro. Es necesario actuar con
premura mientras el rumor aún está circunscrito geográficamente o en sus
primeras etapas de evolución. El peligro es que la identificación del grado de
evolución del rumor es difícil de lograr, debido a su carácter huidizo.
El 9 de julio de 1985, un adolescente ingresó al Hospital Sarrebourg, en
Francia. Después de una operación de apendicitis los médicos diagnosticaron
intoxicaci ón alimentaria. Al interrogarlo, el joven explicó que antes de iniciarse las
dolencias había comido atún Graciet, la marca número uno de conservas de atún en
aceite del país. Inmediatamente las autoridades del nosocomio alertaron a la
sociedad difundiendo en la prensa el episodio, a la vez que ordenaron quitar de las
estanterías todas las latas de ese producto a fin de realizar los análisis
correspondientes. Naturalmente, comenzó a difundirse el rumor de alerta respe cto
al atún. 231
Los ejecutivos del Grupo Saupiquet – propietario de Graciet – actuaron de
inmediato según un triple principio:
1- No tomar on partido hasta con ocer los resul tados del análisis del
producto.
2- Proporci onaron toda la información posible a los periodistas y a los
distribuidores.
3- Ayudaron a los investigadores para que los resultados de las pruebas
pudieran ser dados a conocer lo antes posible.
Lejos de ocul tar los hechos y procurar un silencio absoluto, la empresa
decidió tomar la iniciativa, afirmando su confianza en el producto. El 14 de julio se
retiraron todas las latas Gr aciet del mercado; cuatro días después el secretari o de
Estado para el Consumo y de Salud del gobierno francés difundi ó un comunicado
de prensa en el cual descartó la culpabilidad del atún Graciet.
En total, la alarma duró una semana. El rumor no llegó a ser incontrolable, lo
cual permite demostrar que la transparencia es imprescindible para evitar la
difusión de la historia.–
Ponting, J. (enero de 1973). “Rumor Control Centers : Their Emergence and Operations”, American Behavorial Scie ntist, Vol.
16 (3), Págs. 391-401. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 321.
229
Bensahel, J. G. (septiembre de 1975). “Don’t Shield E mployees from Bad News”, Inter national Management (30), Págs. 4950. En Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 322. Este precepto tiene una aplicación muy difícil en tiempos de crisis,
precisamente porque a menudo parece preferible no divulgar las informaciones, o bien disfrazarlas.
230
231
Kapferer, J. N. (1989), op. cit., Pág. 324.
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