CASAS El Jardín de los Libros PDF
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CASAS El Jardín de los Libros PDF
080 / Arquitectura Fernanda Canales el jardín de los libros Meter los árboles en la casa y sacar los libros a la calle: esta es la filosofía de la que parte uno de los proyectos arquitectónicos más llamativos de México: el Centro Cultural Elena Garro, diseñado por Fernanda Canales. Por Laura Alzubide Fotos de Sandra Pereznieto ›| Su objetivo –como lo ha declarado en alguna entrevista– es replantear los espacios públicos. Para ello, hay que sacar el proyecto arquitectónico a la calle, y meter la calle en el proyecto arquitectónico. Fernanda Canales (Ciudad de México, 1974) lleva más de quince años ejerciendo la profesión, con obras como la Casa Maruma y el campus del Centro de Estudios Superiores de Diseño de Monterrey. Y ha llevado al máximo esta sentencia en una de sus últimas obras, el Centro Cultural Elena Garro, donde ha adaptado una casona de principios del siglo XX en una librería en el distrito de Coyoacán, en Ciudad de México. “El proyecto surge de un interés en replantear la idea de lo público, transformando una casa privada, oculta detrás de ciegos muros, en un espacio abierto hacia la calle”, explica Canales, que ha trabajado con el estudio Arquitectura 911sc en este proyecto. “Las zonas residuales alrededor de la casa existente se convierten en una serie de patios y jardines que se van tejiendo a partir de espacios entrelazados, conformados por la estructura de la casa original y los nuevos programas culturales”. Coyoacán es un distrito de calles estrechas, custodiadas por muros altos que ocultan construcciones históricas y jardines exuberantes. De esta manera, al eliminar el muro y extender la banqueta hacia dentro del terreno, la arquitecta abrió la vegetación hacia la calle y, a su vez, incorporó el paisaje dentro del edificio. Para poner énfasis en este concepto, la fachada es un gran ventanal, a doble altura, enmarcado por el hormigón. Apuesta por las transparencias, que revelan la fachada original de la casa. Y, sobre todo, invita a Vista interior de la biblioteca. Donde se encontraba el jardín de la casa, está ubicado el primer ambiente del centro cultural. 082 / Arquitectura / Fernanda Canales La fachada transparente, con el marco de hormigón, integra el centro cultural con la calle. Mientras tanto, en el interior de la biblioteca, dos texturas se imponen: la madera, presente en la escalera, y el lomo de los libros, cuya forma se repite en las lámparas de techo. que el paseante entre –y se sumerja– en un mundo fabuloso lleno de libros. “La casa existente, por estar inserta en una zona histórica, no se podía intervenir”, dice Canales a propósito de esta propuesta. “Sin embargo, se quería hacer visible el carácter público del edificio, así como generar una amplitud espacial que fuera visible tanto desde fuera como desde dentro. El tamaño reducido de las ventanas de la casa y sus divisiones internas impedían tener espacios bien iluminados, y no era posible desde el exterior entender que se trataba de un espacio abierto para todos. Por ello, se optó por hacer un gran marco que respetara la casa existente y que, al mismo tiempo, la abriera hacia la calle”. Elogio del contraste Los ambientes nuevos se conectan a través del interior de la casa. El visitante se ve forzado a pasar por ella para llegar hasta el fondo del terreno, donde se encuentra el volumen posterior, que alberga la zona de talleres, el auditorio y los servicios. El interés, como afirma la arquitecta, estaba en volver la casa histórica en un elemento vivo, y no solo en una vitrina desvinculada de los nuevos espacios. “Un patio divide lo nuevo de lo viejo, lo cual hace esta transición muy explícita”, agrega. Si en el exterior predominan el concreto y el vidrio, en el interior los libros cubren los muros de arriba abajo. La madera de tzalam –una especie de nogal 084 / Arquitectura / Fernanda Canales “El proyecto surge de esta doble voluntad: meter los árboles en el proyecto y sacar los libros a la calle”, sentencia Canales. Izquierda y arriba La iluminación natural es uno de los fuertes del trabajo arquitectónico. De ahí el uso constante del vidrio, como en la claraboya de la escalera, y la presencia de orificios en las fachadas laterales. Abajo Jardín lateral, donde se aprecian los tres volúmenes –los dos nuevos y la vieja casona– que conforman el proyecto. mexicano– toma posesión de los revestimientos del auditorio y de la escalera, sobre la que se abre una claraboya. Pero también se han usado barandas de metal y vidrio, y el elevador es una caja de cristal. Además, se ha escogido un mobiliario con tintes más lúdicos y modernos, como las sillas de diversos colores y las luminarias diseñadas por Ariel Rojo, que tienen forma de libros. A través de los contrastes entre lo viejo y lo nuevo, que hacen que cada época se distinga y conserve un lenguaje propio, Fernanda Canales busca la congruencia del espacio. Los pequeños huecos de las fachadas laterales buscan introducir la iluminación natural y enmarcar los árboles de las casas vecinas, para integrar la naturaleza en el interior con un lenguaje sutil. Y, además, de una manera muy explícita. Entre los libros, en el volumen que queda al desnudo a través del gran marco de hormigón y vidrio, se levantan dos árboles –uno de ellos de tamaño imponente– que difuminan las fronteras entre el exterior y el interior. “El proyecto surge de esta doble voluntad: meter los árboles en el proyecto y sacar los libros a la calle”, sentencia Fernanda Canales, quien ha contado con la colaboración del estudio Entorno para el paisajismo. El Centro Cultural Elena Garro es, pues, una propuesta radical. De hecho, al principio levantó cierta polémica entre los vecinos de Coyoacán, quienes argumentaban que el suelo del predio era habitacional y no comercial. La obra, incluso, fue clausurada dos veces antes de abrir sus puertas. Pero, una vez finalizada, se ha impuesto la arquitectura, que habla por sí sola, acompañada por el rumor sordo de los árboles y los libros. •