CIENCIA E IDEOLOGÍA

Transcripción

CIENCIA E IDEOLOGÍA
MONOGRÁFICO
MÈTODE Science Studies Journal (2016). Universitat de València.
DOI: 10.7203/metode.7.7665
Artículo recibido: 14/12/2015, aceptado: 17/02/2016.
CIENCIA E IDEOLOGÍA
EL CASO DE LA FÍSICA EN LA ALEMANIA NAZI
Philip Ball
La ciencia no está «por encima» de la política y la ética: es intrínsecamente política y plantea problemas
éticos de manera constante. Las consecuencias de esquivar estas cuestiones quedaron particularmente
claras con la postura de los científicos que trabajaron para la Alemania nazi durante las décadas de 1930
y 1940. La acusación en 2006 de que el físico holandés Peter Debye era un oportunista que colaboró
con los nazis reabrió el debate sobre la conducta de los físicos en aquel momento. En este artículo se
considera lo que aquellos hechos nos pueden decir sobre la relación entre la ciencia y la política hoy en
día. Se defiende que insistir en que la ciencia es un examen abstracto y apolítico de la naturaleza es un
mito que puede comprometerla moralmente y hacerla vulnerable a la manipulación política.
Palabras clave: nazismo, físicos alemanes, ciencia y política, Peter Debye.
A menudo se dice que la ciencia debe estar libre de
Si se les hiciera responsables de tales aplicaciones, tencualquier ideología. Los científicos deberían perseguir
drían que perder todo su tiempo con la burocracia o
un conocimiento independiente de las preocupaciones
someterse a toda clase de regulaciones o restricciones,
sociopolíticas inmediatas y no permitir que las opiniopor no mencionar que serían vulnerables desde el punto de vista legal.
nes políticas marquen su trabajo. Muchos científicos
Pero, aunque es cierto que los científicos no tienen
creen en el siguiente corolario: cuando la ciencia suuna capacidad moral especial, esta afirmación es en
fre interferencias políticas, queda cuestionada, incluso
cierto modo autocomplaciente. La formación científica
condenada. Pero ninguna de estas cosas es necesariarara vez incorpora una dimensión
mente cierta.
ética. Incluso cuando sí la tiene,
En un análisis de 1969 sobre la
se tiende a poner énfasis en los
respuesta científica a la política de
«CUANDO LA CIENCIA
códigos de conducta profesional:
la época, el historiador Joseph HaSE ENFRENTA A VALORES
temas como la propiedad intelecberer concluyó que «una idealizaSOCIALES Y RELIGIOSOS
tual, las citas, el tratamiento del
ción de la ciencia como forma de
PROFUNDAMENTE
personal, los conflictos de interés
actividad superior sigue estando
ARRAIGADOS, NO ESTÁ
y la denuncia de irregularidades.
arraigada en la conciencia cienSin embargo, también existen
tífica contemporánea» (Haberer,
NI MUCHO MENOS CLARO
1969). Según este autor, la creenresponsabilidades más amplias,
QUE SE PUEDA ALCANZAR
cia de que la ciencia debería de
como mostró el desarrollo de arUN CONSENSO, NI SIQUIERA
algún modo estar «por encima»
mas nucleares durante la Segunda
UN ACUERDO»
de la política ha sido evidente al
Guerra Mundial que hizo evidenmenos desde la aparición de la
te el poder transformador, por no
ciencia moderna en el siglo xvii.
decir destructivo, que podía tener
una nueva tecnología en términos sociales y políticos.
Se podría decir que sigue siendo común hoy en día.
Gracias a innovaciones como la ingeniería genética
Los científicos suelen argumentar que es pedirles
y la nanotecnología, hoy existe una mayor consciendemasiado que sean capaces de hacer juicios morales,
cia de que la tecnología plantea cuestiones sociales y
éticos y políticos, además de técnicos. ¿Y cómo pueéticas que hay que debatir dentro y fuera de la comuden saber cómo se aplicará su trabajo? ¿Cómo pueden
nidad científica, en paralelo al desarrollo técnico. Sin
asegurarse de que solo se utilizará con fines positivos?
Núm. 90 MÈTODE
67
MONOGRÁFICO
embargo, esto no ha facilitado necesariamente que los
científicos se acerquen más a estos temas, más allá de
ofrecer asesoramiento técnico. Una respuesta común
es reconocer que son cuestiones importantes y al mismo tiempo insistir en que la decisión la deben tomar
«otros», o la «sociedad».
No obstante, el Proyecto Manhattan y la consiguiente carrera nuclear tuvieron un papel clave para que los
científicos comenzaran a reconocer una responsabilidad más amplia, como también ocurrió con otros
episodios posteriores, entre ellos el expolio medioambiental y el cambio climático, la talidomida, la relación
entre el tabaquismo y el cáncer, la ingeniería genética,
Chernóbil, el sida, la investigación con embriones y la
biología sintética. Sería injusto insinuar que la ciencia
sigue insistiendo en hacer gala de pureza abstracta y de
situarse al margen de la moral y la política.
En 1975 se dio un paso importante en el reconocimiento de los deberes éticos del científico, cuando muchos biólogos destacados se reunieron en el Asilomar
Conference Center de Monterrey, en California, para
discutir las implicaciones de las nuevas técnicas de ingeniería genética, es decir, cómo eliminar o insertar
genes en el ADN. Ahora estos métodos son una de las
líneas de trabajo dominantes en la biología molecular,
un campo fundamental no solo para crear organismos
genéticamente modificados para la investigación, la
agricultura y la ganadería, sino también para crear nuevas formas de medicina (terapias genéticas), clonación
y perfiles genómicos. Como dijo uno de los asistentes,
el bioquímico y premio Nobel Paul Berg: «viéndola en
retrospectiva, esta conferencia tan extraordinaria marcó el comienzo de una era excepcional para la ciencia
y para el debate público sobre la política científica.»
(Berg, 1980).
Aunque Asilomar demostró que existía una disposición a considerar las consecuencias y a aceptar conclusiones incómodas, Berg duda de si el mismo enfoque
funcionará en la actualidad para algunas de las cuestiones éticas que plantean la genética y la investigación
biomédica, como la investigación con embriones o la
tecnología de células madre. Una cosa es evaluar los
riesgos objetivos para la salud, aunque incluso esto es
difícil cuando uno se enfrenta a consecuencias desconocidas y a los caprichos de la percepción pública
del riesgo, y otra muy distinta es cuando la ciencia se
enfrenta a valores sociales y religiosos profundamente
arraigados y no está ni mucho menos claro que se pueda alcanzar un consenso, ni siquiera un acuerdo. La
sociedad debe encontrar la forma de acomodar puntos
de vista irreconciliables.
Mucho ha cambiado todo desde que Haberer emitiera su juicio incriminatorio sobre la visión política
68
Núm. 90MÈTODE
Archivos de la Sociedad Max Planck, Berlín-Dahlem
Interferencias
El físico Max Planck era el presidente de la Sociedad Káiser Wilhelm, que administraba instituciones clave de la ciencia alemana.
Cuando en abril de 1933 se conoció la noticia sobre la Ley de Servicio Civil –que expulsaba a los judíos y a los opositores políticos de
posiciones de poder e influencia– estaba de vacaciones en Sicilia, y
no creyó necesario regresar y lidiar con las consecuencias. No fue
por indiferencia, se trataba más bien de una grave subestimación
de la naturaleza del programa nacionalsocialista. En la imagen, Max
Planck en 1936.
«EL EJEMPLO DE LOS FÍSICOS
DE LA ALEMANIA NAZI CONTIENE
MENSAJES SOBRE LA CONDUCTA
Y RESPONSABILIDADES DE LOS
CIENTÍFICOS QUE SIGUEN ESTANDO
VIGENTES EN LA ACTUALIDAD»
MONOGRÁFICO
Interferencias
tro Copenhague, de Michael Frayn, que examinaba
y moral de las comunidades científicas de hace cuatro
las discusiones entre Werner Heisenberg, embajador
décadas, como por ejemplo una consciencia cada vez
cultural del estado alemán, y su antiguo mentor Niels
mayor de que la ciencia cumple un papel central en la
Bohr en la Dinamarca ocupada por los nazis en 1943.
solución de crisis globales como el cambio medioamLa controversia también se inflamó en 2006 tras la pubiental y las epidemias. Pero muchos científicos toblicación de un libro en el que se acusaba al físico hodavía se aferran al santo y seña de que su materia es
landés y ganador del premio Nobel Peter Debye de co«apolítica» y que busca la verdad libre de mácula de los
laboración con el régimen nazi (Rispens, 2006). Dicha
asuntos mundanos. Cuando el estado se inmiscuye e
acusación provocó la retirada temporal de un premio
interfiere en la ciencia, los científicos continúan debacientífico y del nombre de Debye de un instituto de una
tiéndose para encontrar medios de resistencia eficaces.
universidad holandesa (Eickhoff, 2008).
Aunque no se puede esperar que los científicos sean
¿Realmente se opusieron estos científicos a la polímás valientes o más astutos en cuestiones de ética que
tica totalitaria y antisemita de los nacionalsocialistas
cualquier otro sector de la población, la ciencia puede
alemanes? ¿O bien se adaptaron al régimen? ¿Se encony debe organizarse como comunidad para maximizar
traba la ciencia secuestrada y debilitada por los naciosu habilidad para actuar de forma colectiva, en términalsocialistas? Estas cuestiones no se resolverán intennos éticos y –si es necesario– políticos. Dicho objetivo
tando dividir a los físicos alemanes entre «buenos» y
tendría que incluir un reconocimiento más explícito
«malos». Era imposible continuar en la Alemania nazi
de la naturaleza política de la ciencia en sí misma. La
sin transigir en cierta medida y la
práctica de la ciencia, dijo Habeinmensa mayoría de los científirer, «está llena de problemas que
cos quedó en una zona gris entre
requieren tanto modos de pensa«ERA IMPOSIBLE SEGUIR
la complicidad y la resistencia. En
miento como herramientas polítiEN LA ALEMANIA
lugar de intentar condenarlos o
cas.» (Haberer, 1969).
exonerarlos individualmente desNAZI SIN TRANSIGIR
de
la comodidad de la distancia
EN CIERTA MEDIDA
■ L A FÍSICA EN EL RÉGIMEN DE
histórica,
es más útil considerar
Y LA INMENSA MAYORÍA
HITLER
cómo actuó la comunidad cientíDE LOS CIENTÍFICOS QUEDÓ
fica en su conjunto ante unas cirLas consecuencias de la falta
EN UNA ZONA GRIS ENTRE
cunstancias tan extremas.
de compromiso político y de rePrecisamente porque fueron
flexión ética quedaron dolorosaLA COMPLICIDAD
extremas,
debemos tener cuidado
mente claras en Alemania poco
Y LA RESISTENCIA»
al extraer conclusiones con resantes y durante el régimen nazi
pecto a la forma en que la ciencia
(1933-1945) (Ball, 2014; Macra­
kis, 1993; Walker, 1995). La opiresponde a su contexto político.
nión más común es que la mayoría de los científicos
Sin embargo, estamos obligados a buscar esta clase de
alemanes apretaba los dientes y seguía investigando
generalizaciones si queremos aprender del pasado. En
lo mejor que podía en circunstancias comprometidas.
muchos sentidos, la enormidad de la situación no hizo
Algunos han sugerido incluso que los físicos alemanes
más que poner el foco de atención en tendencias que ya
se resistieron activamente a colaborar con el gobierno
existían en la comunidad científica –algunas de ellas
dando largas o falseando sus cálculos para asegurarcompartidas con la sociedad alemana en su conjunto,
se de que Hitler no consiguiera armas de destrucción
otras posiblemente exclusivas de la ciencia–. Y aunque
masiva (Powers, 2000).
el mundo ha cambiado en las últimas ocho décadas, hay
Esta historia es en gran parte un mito. En cierta merazones para creer que el ejemplo de los físicos de la
dida parece que se ha perpetuado porque encaja con
Alemania nazi contiene mensajes sobre la conducta y
lo que a muchos científicos les gustaría creer sobre su
responsabilidades de los científicos que siguen siendo
profesión. Pero si el mito también continúa vigente se
relevantes en la actualidad.
debe a un intento consciente de salvar la reputación de
los físicos alemanes (Rammer, 2012) aplicando lo que
■ FÍSICA ARIA Y EXPULSIONES
el historiador Dieter Hoffmann ha llamado «fórmula
de exoneración» (Hoffmann, 2005).
El antisemitismo había infectado Alemania mucho
El debate sobre cómo deberíamos juzgar la respuesantes de la época nazi. En física ganó relevancia con
ta de la comunidad de físicos alemanes al gobierno
Philipp Lenard, que obtuvo el premio Nobel en 1905
nazi sigue activo. Lo reavivó en 1998 la obra de teapor sus estudios sobre los rayos catódicos. En conexión
Núm. 90 MÈTODE
69
MONOGRÁFICO
con este trabajo, Lenard investigó el efecto fotoeléctrico –la expulsión de electrones de metales irradiados
con luz ultravioleta– y cuando Einstein explicó en
1905 varios aspectos del efecto en relación con la hipótesis cuántica de Max Planck, Lenard sintió que le
habían robado sus descubrimientos. Su resentimiento
creció cuando aquel trabajo le dio a Einstein el premio
Nobel de Física en 1921. Lenard carecía de los conocimientos matemáticos necesarios para enfrentarse a la
relatividad y la teoría cuántica, de las cuales Einstein
fue pionero, por lo que decidió que eran incorrectas y
que su fama y aceptación general eran el resultado de
una conspiración judía (Beyerchen, 1977).
Lenard no era el único científico influyente que atacó a Einstein en términos antisemitas. El ganador del
premio Nobel de Física de 1919, Johannes Stark fue
otro experimentalista confundido e indignado por la
complejidad matemática que había invadido recientemente el campo de la física. Al igual que Lenard, era
un nacionalista extremista y sus opiniones de derechas
se exacerbaron tras la Primera Guerra Mundial, así
que ambos encontraron una causa común. En mayo
de 1924 escribieron un artículo llamado «El espíritu
y la ciencia de Hitler», apoyando al líder nazi (­Mosse,
1966). Lenard y Stark defendían una «física aria»
(Deutsche physik), con la que querían reemplazar la
decadente «física judía» de Einstein y sus seguidores.
Adolf Hitler fue nombrado canciller del Reich a
finales de enero de 1933. Rápidamente, Alemania se
convirtió en una dictadura y Hitler suprimió libertades
civiles e impuso la censura de la prensa. En marzo los
nazis aprobaron la Ley Habilitante, que le daba poder
a Hitler para legislar sin el consentimiento del Reichstag e incluso para saltarse la constitución. Le siguió
en abril la Ley de Servicio Civil, que expulsaba a los
judíos y a los opositores políticos de posiciones de poder e influencia.
En la Alemania de la década de 1930 se discutía lo
que se conocía como la «cuestión judía» en términos
de derechos humanos básicos, no como algo que debía
importar a los académicos. Uno podía condenar el mal
trato que recibían los judíos –y muchos lo hacían– sin
sentirse en la obligación de actuar o discutirlo públicamente como profesional.
Por lo tanto no hubo dimisiones importantes entre
los físicos que no se vieron directamente afectados por
las nuevas leyes. Se preguntaban qué se conseguía dimitiendo y concluían que solo serviría para debilitar
todavía más la física alemana. Las pocas veces en que
algunos científicos alemanes se atrevieron a expresar su
preocupación con respecto a las expulsiones de judíos,
siempre lo hicieron en relación al daño que causaban a
la ciencia alemana, sin cuestionar la moralidad de las
70
Núm. 90MÈTODE
Archivos de la Sociedad Max Planck, Berlín-Dahlem
Interferencias
Después de la guerra, Werner Heisenberg se presentó como un
opositor encubierto a los nazis. Insistió en que su inacción y acomodo durante la época nazi era, de hecho, la única forma de «oposición activa» que podía servir de algo. En la fotografía, Werner
Heisenberg en 1927.
leyes. Muchos pensaban que los aspectos más radicales
del gobierno nazi se acabarían suavizando, o que Hitler
pronto perdería el poder. Guardar silencio y capear el
temporal parecía la mejor estrategia. Max Planck, presidente de la Sociedad Káiser Wilhelm que administraba instituciones clave de la ciencia alemana, estaba de
vacaciones en Sicilia cuando se conoció la noticia sobre
la Ley de Servicio Civil, y no creyó necesario regresar
y lidiar con las consecuencias. No fue por indiferencia,
se trataba más bien de una grave subestimación de la
naturaleza del programa nacionalsocialista.
A Planck lo habían educado en la absoluta obediencia al estado y no sabía qué hacer cuando resultaba que
el estado era corrupto. Su postura es más trágica que
merecedora de desprecio (Heilbron, 2000).
MONOGRÁFICO
Interferencias
formaban parte de la «conspiración judía» de la física
Tras la elección de Hitler, Stark se convirtió en preaunque no fuesen judíos. Esta gente, decía, eran «jusidente del prestigioso Instituto Imperial de Física y
díos blancos»: una denominación calculada para conTecnología en Berlín. Anunció que el Instituto se haría
cargo en adelante de todas las publicaciones científi- vertirlos en objetivo de la misma persecución a la que
cas alemanas. Promovió el «principio del Führer» que
estaban sometidos los judíos.
los nazis querían que se aplicara en todas las áreas de
Desesperado por mantener su buen nombre en la
la vida y expulsó a todos los judíos del comité con- Alemania nazi, Heisenberg apeló directamente a Heinsultivo. Pero Stark y Lenard estaban molestos porque
rich Himmler para salvar su «honor». Himmler ordenó
sus colegas parecían aceptar el nuevo régimen demaque se investigara a Heisenberg, y la Gestapo y las SS
siado despacio; consideraban que la Sociedad Káiser
realizaron escuchas en su casa, introdujeron espías en
Wilhelm en particular era vergonzosamente laxa en la
sus clases y lo interrogaron en varias ocasiones. Este
expulsión de sus miembros judíos. Y, en efecto, la oragotador y aterrador proceso acabó con un informe que
ganización buscó formas de resistirse a la interferencia
exoneraba a Heisenberg y lo definía como un científico
política. Cuando Max Planck se retiró como presidente
apolítico que era esencialmente favorable al nacionalen 1936 después de su segundo mandato, el claustro
socialismo y un buen patriota. En julio de 1938, Himeligió como su sucesor al indusmler escribió al fin a Heisenberg
trial ganador del premio Nobel de
para decirle: «No apruebo el ataQuímica Carl Bosch, a quien se
que
de Das Schwarze Korps en su
«EN LUGAR DE INTENTAR
suponía más inmune a la presión
artículo y he prohibido cualquier
CONDENAR O EXONERAR
política por no pertenecer al munataque contra usted en lo sucesiINDIVIDUALMENTE DESDE
do académico. Pero el Ministerio
vo» ­(Cassidy, 2009). Sin embargo,
de Educación del Reich nombró
también aconsejó a Heisenberg no
LA COMODIDAD DE LA
al oficial nazi Ernst Telschow
mencionar
a Einstein en lo suceDISTANCIA HISTÓRICA, ES
secretario de la Sociedad Káiser
sivo. Heisenberg obedeció: en un
MÁS ÚTIL CONSIDERAR
Wilhelm, y aunque no se puede
artículo publicado en un boletín
CÓMO ACTUÓ LA
afirmar que se nazificara en el
nazi en 1943 reconoció los descuCOMUNIDAD CIENTÍFICA
periodo anterior a la guerra, tambrimientos de Einstein sugiriendo
poco ejerció ninguna resistencia
al mismo tiempo que se habrían
EN SU CONJUNTO ANTE
efectiva a los deseos del gobierno.
producido de todos modos.
UNAS CIRCUNSTANCIAS TAN
David Cassidy, biógrafo de
En 1937, expulsó a los judíos que
EXTREMAS»
Heisenberg, explica que este lletodavía quedaban.
gó a sentir que la reputación de
toda la física alemana recaía so■ LOS JUDÍOS BLANCOS DE LA
bre él. «Entre los delirios de grandeza y el deseo de
FÍSICA
justificar su permanencia en Alemania», escribe, «el
Uno de los físicos más afectados por la Deutsche physik
caso es que fue comprometiéndose y congraciándose
fue Werner Heisenberg. Stark le guardaba rencor desde
cada vez más con el régimen» (Cassidy, 2009). Heisenque rechazó asistir a un acto de la Liga de Profesores
berg quiso mantener su especialidad apartada de los
Nacionalsocialistas en Leipzig en noviembre de 1933.
dilemas morales, por encima de lo que él llamaba la
Más tarde, en una reunión de la Sociedad de Científi- «política del dinero». Después de la guerra se presencos y Médicos Alemanes en Hannover en septiembre
tó como opositor encubierto a los nazis. Por ejemplo,
de 1934, Heisenberg defendió la teoría cuántica y de
le dijo al exiliado judío holandés Samuel Goudsmit:
la relatividad de las acusaciones de Stark, que opinaba
«Yo sabía […] que o nosotros los alemanes lográbaque eran especulativas. Heisenberg incluso mencionó a
mos socavar este sistema desde dentro y eliminarlo
Einstein, lo que le costó una reprimenda oficial.
finalmente o una enorme catástrofe le costaría la vida
En un discurso pronunciado en Heidelberg en dia millones de inocentes en Alemania y en otros paíciembre de 1935, Stark llamó a Heisenberg «espíritu
ses» (Heisenberg, 1948). Insistió en que su inacción y
del espíritu de Einstein» (Cassidy, 2009). Este discurso
acomodo durante la época nazi era, de hecho, la única
se publicó en el número de enero del periódico menforma de oposición activa que podía servir de algo. En
sual del partido, Nationalsozialistische Monatshefte.
respuesta, Goudsmit señaló acertadamente que la maEl siguiente mes de julio Stark publicó en la revista de
yor parte de los físicos alemanes habían permanecido
las SS Das Schwarze Korps un libelo contra Heisenen silencio acerca de la moralidad del régimen al que
berg y otros físicos como Planck y Sommerfeld, que
servían (Goudsmit, 1948).
Núm. 90 MÈTODE
71
MONOGRÁFICO
Interferencias
72
Núm. 90MÈTODE
Archivos de la Sociedad Max Planck, Berlín-Dahlem
Dirimir hasta dónde llega la aceptación de la situación
y cuando empieza la complicidad es todavía más difícil en el caso del físico holandés Peter Debye, el premio Nobel de 1936 que desarrolló la mayor parte de
su carrera profesional en Alemania y se convirtió en
uno de sus representantes más influyentes (Ball, 2014;
Eickhoff, 2008; Hoffmann y Walker, 2011). Debye era
un caso aparte porque tenía conocimientos tanto experimentales como teóricos, y su especialidad eran las
interacciones de átomos y moléculas con los campos
eléctricos y la radiación electromagnética –un campo
que se basaba cada vez más en los nuevos conceptos
introducidos por la teoría cuántica–. Cuando los nazis
llegaron al poder, Debye era, como Heisenberg, miembro de la facultad de la Universidad de Leipzig. Pero en
1934 Max Planck designó a Debye director del nuevo
Instituto de Física Káiser Wilhelm, creado en Berlín
con fondos de la Fundación Rockefeller de América.
Más tarde, en otoño de 1937, Debye fue elegido presidente de la Sociedad Alemana de Física. Esta era una
de las pocas organizaciones oficiales en Alemania que
todavía no había excluido rigurosamente a sus miembros judíos, aunque muchos se habían marchado por
decisión propia y en ese momento quedaban muy pocos. Las autoridades dejaron claro que había que expulsar también a esos pocos, y Debye entendió que los nazis asumirían el control de la Sociedad si no obedecían.
En diciembre de 1937 envió una carta a los miembros
pidiendo a todos los que las leyes nazis consideraban
judíos que se diesen de baja.
Esto, prima facie, no es una prueba de colaboracionismo, como se ha considerado en ocasiones. Si la Sociedad Alemana de Física no hubiera dado este paso de
forma voluntaria, sin duda se habría visto obligada a
hacerlo, después de sustituir a Debye por alguien más
obediente. La opinión más común entre los colegas de
Debye era que las dimisiones eran un gesto inútil de
derrota y cobardía. En todo caso, nadie parecía capaz
de considerar ni lo que se conseguía en la práctica ni
el coste moral de permanecer en el puesto en un caso
como este.
Todavía llegarían más ingerencias. A finales de 1938,
Otto Hahn, director del Instituto de Química Káiser
Wilhelm en Berlín, y su ayudante Fritz Strassmann
obtuvieron pruebas experimentales de la fisión nuclear
con uranio. Pruebas que tuvo que explicar la física Lise
Meitner, a la que habían forzado a exiliarse a Suecia
en julio de ese mismo año, pero a quien se le hicieron
llegar estos descubrimientos. Quedó inmediatamente
claro que el uranio era una fuente potencial de grandes
cantidades de energía, que se podía liberar de forma
Archivos de la Sociedad Max Planck, Berlín-Dahlem
■ EL CASO DE PETER DEBYE
controlada para generar energía o de forma incontrolada en una bomba con una capacidad de destrucción
inconcebible. Cuando se informó a las autoridades nazis, estas decretaron que se tomaría control del Instituto
de Física Káiser Wilhelm de inmediato para investigar
sobre energía nuclear. Ahora que la guerra en Europa
parecía inevitable, no se podía confiar un proyecto tan
delicado a un no alemán. Por eso, dos semanas después
de que Gran Bretaña declarara la guerra a Alemania,
Debye recibió una carta que le informaba de que debía
abandonar su nacionalidad holandesa y hacerse alemán
o renunciar al cargo. En cambio, Debye negoció una
excedencia de seis meses, durante la cual aceptó la invitación para ofrecer una serie de conferencias en la Universidad Cornell en Estados Unidos. Abandonó Europa
a principios de enero de 1940.
En América, Debye informó a los representantes
de la Fundación Rockefeller sobre la investigación nuclear que planeaba el Instituto de Física, del que Werner Heisenberg acabó siendo director. Fue en parte esta
información la que llevó a Einstein y a Leo Szilard a
recomendar al presidente Roosevelt un proyecto a gran
escala sobre cómo liberar la energía nuclear, que acabaría convirtiéndose en el Proyecto Manhattan. A Debye no lo autorizaron a trabajar en el proyecto, aunque sí
MONOGRÁFICO
Interferencias
era evidente que se había convertido en una barbarie?
¿La seguridad de su familia? Quizá la explicación está
en una afirmación que hizo en 1937: «Siempre suelo
preguntarme cómo puedo ser más útil para la física.
Para mí, esta es la primera consideración, y otras consideraciones personales representan un papel más secundario» (Van Ginkel, 2006).
Para los científicos de la época, especialmente en
Alemania, nada habría parecido más noble que esta
determinación de vivir y trabajar solo para la ciencia,
libres de los compromisos y ambigüedades de la esfera política. En una carta de Debye a su mentor, Arnold
Sommerfeld, en vísperas de su salida de Alemania a finales de diciembre de 1939, podemos encontrar en esencia las razones por las que lo atacaron y defendieron. Su
filosofía, decía, era: «No desesperar y estar siempre preparado para lo bueno que llegue, sin darle a lo malo más
En 1934, Max Planck designó a Peter Debye (a la izquierda en una foespacio del estrictamente necesario. Es un principio que
tografía de 1936 aproximadamente) como director del nuevo Instituya he utilizado mucho» (Van Ginkel, 2006).
to de Física Káiser Wilhelm (arriba), construido en Berlín con fondos
Se podría interpretar simplemente como una muesde la fundación filantrópica de Rockefeller en América.
tra de su intención de conservar
el optimismo, de buscar la forma
de hacer alguna contribución vaque realizó investigación militar
«EL COMPORTAMIENTO
liosa y evitar en la medida de lo
sobre goma artificial y materiaDE LOS FÍSICOS ALEMANES
posible represalias, o bien como
les para los radares. Durante un
un
indicio de que Debye no estatiempo mantuvo correspondenDURANTE EL GOBIERNO
ba
dispuesto
a cambiar nada ni a
cia con las autoridades en Berlín,
NAZI NO FUE ALGO
enfrentarse a nadie, sino que se
dejando abierta la posibilidad de
ABERRANTE, PRODUCTO
limitaba a aprovechar cualquier
volver a su puesto tras la guerra.
DE CIRCUNSTANCIAS
oportunidad que se le presentase.
Posiblemente sus motivos estaban
¿Cuál de estas interpretaciones
EXTREMAS, SINO UN
relacionados, al menos en parte,
es cierta? El propio Debye no da
con su hija y su cuñada, que se
EJEMPLO BASTANTE TÍPICO
señales de haber considerado la
habían quedado en la residencia
DE CÓMO INTERACTÚAN
diferencia. Quizás la suya es solo
del director en Berlín.
LA CIENCIA Y LA POLÍTICA»
una afirmación de optimismo
Pero Debye se nacionalizó
un tanto frívolo, una actitud que
estadounidense y nunca volvió a
suele funcionar a menos que las
Berlín. ¿Fue solo por oportuniscircunstancias la hagan insostenible. Es posible que
mo? ¿O se trataba de una muestra de rechazo rotundo a
Debye se sintiese moralmente desbordado en la Alelos nazis y todo lo que representaban? Durante la vida
mania nazi.
de Debye nunca surgieron estas preguntas y él mismo
nunca las planteó. Sin embargo, su salida de Alemania no la precipitó su rechazo a la política nazi, como
■ ¿SON ESPECIALES LOS CIENTÍFICOS?
sugieren algunos relatos posteriores, sino la petición
De Debye se ha dicho que era «un hombre ordinario en
de que abandonara su nacionalidad holandesa. Si los
circunstancias extraordinarias» (Hoffmann y Walker,
nazis hubieran estado dispuestos a aceptar a un ciuda2006). Aunque esta formulación se atreve a generalizar
dano extranjero como director del Instituto de Física,
a partir de sus debilidades particulares, puede parecer
no hay forma de saber qué habría hecho Debye. Su facierta en el sentido de que no había nada especialmente
milia insiste hoy en que él ya había decidido abandonar
atroz en sus defectos. Un cierto egoísmo y un sentido
Alemania, pero no hay ningún indicio de su intención
de la moral con algunas carencias en Debye, las vacilaantes de recibir el ultimátum en septiembre de 1939.
ciones y el egocentrismo de Heisenberg, los embustes
Sin duda, Debye se enfrentó a una elección difícil.
¿Pero qué tuvo más peso en sus decisiones? ¿Las injus- y un sentido del deber equivocado de Planck no son
defectos tan terribles, y solo habrían pasado de ser
ticias y la inmoralidad de un régimen que, en 1939, ya
Núm. 90 MÈTODE
73
MONOGRÁFICO
Interferencias
Teatro Nacional de Cataluña
manchas menores en una naturaleza fundamentalmente
integra si las circunstancias hubieran sido más felices.
La pregunta que hay que hacerse es si habría que haber esperado algo más de Planck, Heisenberg y Debye
que una postura moral acomodaticia, vacilante y ambivalente, solo por el hecho de que fuesen científicos. ¿La
relevancia de su posición entre los físicos alemanes les
atribuía obligaciones y expectativas más exigentes que
las que se habrían impuesto a cualquier otra persona?
Sin embargo, la negativa a enfrentarse a cuestiones
éticas no se puede calificar únicamente de muestra de
pasividad. En el periodo de entreguerras la mayoría de
los científicos alemanes pensaba que lo apropiado en su
profesión era mantener una actitud «apolítica» y no salirse del mundo de la lógica, la abstracción y la «verdad».
A Einstein lo condenaron por ocuparse de asuntos mundanos, a veces incluso aquellos que veneraban su trabajo
por «hacer ciencia política». Todavía se puede detectar
esta convicción en los investigadores actuales. Los científicos se enorgullecen de ofrecer hechos, no opiniones,
y algunos insisten en la distinción entre la pureza de los
descubrimientos científicos y la sucia realidad de la aplicación que se hace de ellos.
El debate sobre cómo deberíamos juzgar la respuesta de la comuLa ingenuidad de esta postura quedó a la vista en la
nidad de físicos alemanes al gobierno nazi sigue activo. Lo reavivó
Alemania nazi. Por un lado, una postura «apolítica» hizo
en 1998 la obra de teatro Copenhague, de Michael Frayn, que exaa los científicos vulnerables a la manipulación política.
minaba las discusiones entre Werner Heisenberg, embajador cultural
Al mismo tiempo era una fachada, porque los científicos
del estado alemán, y su antiguo mentor, Niels Bohr, en la Dinamarca
ocupada por los nazis en 1943.
utilizaban el cebo de la energía nuclear para conseguir
fondos del régimen. Para cuando
acabó la guerra no habían conse■ CONCLUSIONES: CIENCIA guido suficiente financiación para
Y DEMOCRACIA
«TODOS LOS REGÍMENES,
acercarse siquiera a construir una
bomba, pero eso fue principalmenTeniendo en cuenta el contexto
EXCEPTO LOS MÁS
te porque no estaban convencidos
histórico en toda su extensión, el
FANÁTICOS, RECONOCEN LA
de poder hacerlo y no querían
comportamiento de los físicos aleIMPORTANCIA DE LA CIENCIA
arriesgarse a fracasar; una cantimanes durante el régimen nazi no
Y ESTÁN DISPUESTOS, COMO
dad de dinero similar a la del Profue algo aberrante, producto de
LO ESTABAN LOS NAZIS,
yecto Manhattan se dedicó en camcircunstancias extremas, sino un
bio al programa de cohetes alemán.
ejemplo bastante típico de cómo
A SACRIFICAR OBJETIVOS
Mediante subterfugios, engaños
interactúan
la ciencia y la política.
IDEOLÓGICOS POR OTROS
y maniobras de distracción, la maAunque el nacionalsocialismo alePRAGMÁTICOS»
yoría de científicos se acomodaron
mán no es representativo de todas
a la Alemania nacionalsocialista.
las autocracias de la era moderna,
Su visión era demasiado limitada,
la evolución de la ciencia bajo su
sus principios demasiado conservadores. No era tanto
auspicio desafía ciertas ideas preconcebidas sobre la
que estos hombres siguieran ciegamente un concepto
relación entre la investigación y la democracia política.
improductivo del deber, sino que parecían haberse dediMuchos científicos occidentales se aferran a la idea de
cado a construirse una idea de «deber para con la cienque la ciencia solo puede florecer de verdad en una socia» que les servía para negarse a asumir responsabiliciedad totalmente libre. Esta actitud es excesivamente
dades más amplias. De esta forma, muchos científicos
autocomplaciente. Existe amplia evidencia de que los
alemanes encontraron en su profesión una justificación
regímenes opresivos pueden fomentar los conocimienpara evitar preguntas relacionadas con la justicia social
tos técnicos necesarios para desarrollar armas destrucy la decencia.
tivas y otras tecnologías poco deseables (Walker, 2003).
74
Núm. 90MÈTODE
MONOGRÁFICO
Interferencias
Teatro Nacional de Cataluña
barcado en una labor sistemática de manipulación de
la ciencia sobre el cambio climático para engañar a los
legisladores y a los ciudadanos (US House of Representatives Committee on Oversight and Government
Reform, 2007). Sería razonable argumentar que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos
para defenderse contra las intromisiones. Pero existen
pocas pruebas históricas que apoyen la idea de que la
democracia garantiza la buena ciencia y que el totalitarismo la hace imposible.
Los científicos alemanes durante el régimen nazi eran
perfectamente capaces de realizar una ciencia brillante y productiva –al igual que, en el momento álgido
de la Guerra Fría, cuando la opresión del estado en la
Unión Soviética era extrema, los científicos soviéticos
eran capaces de investigar cuestiones científicas innovadoras y efectivas–. Todos los regímenes, excepto los
más fanáticos, reconocen la importancia de la ciencia
y están dispuestos, como lo estaban los nazis, a sacrificar objetivos ideológicos por otros pragmáticos. Desafiando la idea de que la ciencia y las matemáticas
son inherentemente democráticas, el historiador Herbert Mehrtens defiende que «estas materias se adaptan
a los cambios políticos y sociales mientras exista una
posibilidad de preservar la existencia», y no hay razón
por la que «las matemáticas y cualquier otra ciencia
no haya de considerar al fascismo tecnocrático simplemente como un compañero perfecto» (Renneburg
y Walker, 1994).
La intromisión de la política en la ciencia no es algo
solo de las dictaduras. Los políticos elegidos democráticamente también han puesto a prueba la autonomía,
la autoridad, la integridad y la validez de la ciencia. No
solo prefieren en ocasiones ignorar los consejos de los
científicos cuando les resultan inconvenientes, tampoco se libran de la manipulación de pruebas: en 2007, el
Comité sobre Supervisión y Reforma Gubernamental
de la Cámara de Representantes de los EE UU concluyó que la administración George W. Bush se había em-
REFERENCIAS
Ball, P. (2014). Serving the Reich. Londres: Bodley Head.
Berg, P. (1980). Asilomar and recombinant DNA. Discurso de aceptación
del premio Nobel. Consultado en http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/
chemistry/laureates/1980/berg-article.html
Beyerchen, A. D. (1977). Scientists under Hitler: Politics and the physics
community in the Third Reich. New Haven: Yale University Press.
Cassidy, D. C. (2009). Beyond uncertainty: Heisenberg, quantum physics,
and the bomb. Nueva York: Bellevue Literary Press.
Eickhoff, M. (2008). In the name of science? P. J. W. Debye and his career
in Nazi Germany. Amsterdam: Aksant.
Goudsmit, S. (1948, 20 de septiembre). Carta a W. Heisenberg (Caja 10, archivo 95). Samuel Goudsmit Papers, American Insitute of Physics.
Haberer, J. (1969). Politics and the community of science. Nueva York: Van
Nostrand Reinhold.
Heilbron, J. L. (2000). The dilemmas of an upright man: Max Planck and the
fortunes of German science. Cambridge, MA: Harvard University Press.
Heisenberg, W. (1948, 5 de enero). Carta a S. Goudsmit (Caja 10, archivo 95).
Samuel Goudsmit Papers, American Insitute of Physics.
Hoffmann, D. (2005). Between autonomy and accommodation: The German Physical Society during the Third Reich. Physics in Perspective, 7(3),
293–329. doi: 10.1007/s00016-004-0235-x
Hoffmann, D., & Walker, M. (2006, marzo). Peter Debye: A typical scientist
in an untypical time. Deutsche Physikalische Gesellschaft. Consultado en
www.dpg-physik.de/dpg/gliederung/fv/gp/debye_en.html
Hoffmann, D., & Walker, M. (Eds.). (2011). «Fremde» Wissenschaftler im
Dritten Reich. Die Debye-Affäre im Kontext. Göttingen: Wallstein Verlag.
Macrakis, K. (1993). Surviving the swastika: Scientific research in Nazi Germany. Nueva York: Oxford University Press.
Mosse, G. L. (Ed.). (1966). Nazi culture: Intellectual, cultural and social life
in the Third Reich. Nueva York: Grosset & Dunlap.
Powers, T. (2000). Heisenberg’s War. Boston: Da Capo.
Rammer, G. (2012). «Cleanliness among our circle of colleagues»: The
German Physical Society’s Policy toward its past. En D. Hoffmann, & M.
Walker (Eds.), The German Physical Society in the Third Reich. Cambridge: Cambridge University Press.
Renneburg, M., & Walker, M. (Eds.). (1994). Science, technology and national socialism. Cambridge: Cambridge University Press.
Rispens, S. I. (2006). Einstein in Nederland: Een intellectuelle biographie.
Amsterdam: Ambo.
US House of Representatives Committee on Oversight and Government
Reform. (2007). Political interference with climate change science under
the Bush Administration. Consultado en http://www.cfr.org/climate-change/
political-interference-climate-change-science-under-bush-administrationdecember-2007/p15079
Van Ginkel, G. (2006). Prof. Peter J. W. Debye (1884-1966) in 1935-1945:
An investigation of historical sources. Países Bajos: RIPCN.
Walker, M. (1995). Nazi science: Myth, truth and the German atomic bomb.
Nueva York: Plenum.
Walker, M. (Ed.). (2003). Science and ideology: A comparative history. Londres: Routledge.
Philip Ball. Escritor y comunicador científico (Londres, Reino Unido). Ha
trabajado como editor en Nature. Entre sus muchos libros sobre la ciencia
y sus interacciones con la cultura general destaca Al servicio del Reich: La
física en tiempos de Hitler (2014).
Núm. 90 MÈTODE
75

Documentos relacionados