itinerario familia teresiana de enrique de ossó

Transcripción

itinerario familia teresiana de enrique de ossó
ITINERARIO
FAMILIA TERESIANA
DE ENRIQUE DE OSSÓ
FAMILIA TERESIANA DE ENRIQUE DE OSSÓ
ITINERARIO
AVANZAR E INTEGRAR
Estamos a punto de dar inicio a la IV etapa de la Celebración del V
Centenario del Nacimiento de Teresa de Jesús.
QUEREMOS


Desde la vivencia del V Centenario, discernir los
gérmenes de vida, por pequeños que sean, que se han
suscitado en cada realidad.
Buscar los mejores medios y estrategias para
continuar desplegando la fuerza transformadora del
carisma, como Familia Teresiana comprometida con el
hoy.
Entre otras cosas, NOS PROPONEMOS

Fortalecer y consolidar la familia teresiana para seguir
construyendo el Reino según el sueño de Enrique de
Ossó.
La Comisión General de Familia Teresiana, al tomar el relevo de la Comisión del V
Centenario, ofrecemos un ITINERARIO que nos puede ayudar a consolidar el sueño de Enrique
de Ossó.
A inicios de 2013, en nuestra comunicación “Un paso más: Familia teresiana en Mesa
Compartida”, constatamos la necesidad de profundizar conjuntamente en nuestra manera de
situarnos como hermanas y laicas/os en esta familia. Nos propusimos ofrecer un sencillo
itinerario que nos ayude en este proceso. Al coincidir nuestra oferta con todas las actividades del
V Centenario, vimos la necesidad de posponerlo y consideramos que el momento preciso para
iniciarlo era posterior al Encuentro Internacional del V Centenario de julio de 2015.
Proponemos 4 fichas que nos
Teresiana, enriquecido con la vivencia
miembros de la FT de cada provincia
interpretaremos en el CIT de 2017 para
carisma:
pueden dar luz en nuestro caminar como Familia
del V Centenario. Las aportaciones hechas por los
serán un material muy valioso que analizaremos e
discernir juntas/os nuevas maneras de vinculación al
1
1. El origen de nuestra familia carismática: de Hermandad Teresiana Universal a
“Identidades en Relación”.
2. Espiritualidad y misión de la Familia Teresiana de Enrique de Ossó.
3. La fuerza carismática de la Familia Teresiana de Enrique de Ossó.
4. Familia Teresiana en mesa compartida.
En la página web de la Compañía y de la Familia Teresiana se dispondrá el material
requerido para el desarrollo de cada una de las fichas y se enviará a las Comisiones provinciales
para que puedan distribuirla entre sus grupos.
Cada una de las fichas consta de las siguientes partes:
Preparamos la mesa
Nos alimentamos de la Palabra de Dios
Nos alimentamos de nuestros maestros
Hacemos espacio en nuestra mesa para otras palabras
Nos sentamos a la mesa con Jesús
Somos enviados/as a compartir el pan e invitar a otras/os
2
Las fichas pueden ser realizadas a nivel personal o de grupo: comunidades STJ,
comunidades MTA, Asociados Teresianos, grupos de parroquias, voluntarios, grupos de oración.
Educadores/as… Invitamos a que, en la medida de lo posible, en los grupos se garantice la
participación de hermanas y laicos/as.
Es imprescindible que compartamos la reflexión de las fichas 1 y 2 y del documento
“La Fuerza de un Encuentro” que aparece al final de este apartado, porque nos ayudará a
construir significados comunes sobre el futuro de nuestra familia:



Ficha 1. El origen de nuestra familia carismática: de Hermandad
Teresiana Universal a “Identidades en Relación”.
Ficha 2. Espiritualidad y misión de la Familia Teresiana de Enrique de
Ossó.
La fuerza de un encuentro
Las fichas 3 y 4 nos ayudan a hacer memoria de la gracia carismática de Enrique de Ossó
y a situarnos en este momento presente en que el impulso de la “mesa compartida” ha sido
fundamental para nuestro caminar. Compartir la reflexión sobre estas fichas es opcional.
Al finalizar la vivencia de cada una de las fichas, cada persona o grupo enviará a la
Comisión Provincial de Familia Teresiana o a quien haga sus funciones, la respuesta a las
preguntas de reflexión que proponemos.
La Comisión Provincial, o quien haga sus funciones, elabora una síntesis de las
aportaciones recibidas de las fichas 1 y 2 y la envía a la Comisión General de Familia Teresiana
antes del 15 de septiembre de 2016. Si lo desean, pueden enviar la síntesis de las aportaciones
de las fichas 3 y 4 en documento aparte.
Convencidas de que haber nacido de LA FUERZA DE UN ENCUENTRO nos mantiene
en camino y en búsqueda, iniciamos esta nueva etapa – AVANZAR E INTEGRAR- de nuestro
ser Familia Teresiana de Enrique de Ossó. Un abrazo con mucho cariño,
Comisión General Familia Teresiana
Carmen, Mayte, Lina, Thelma, Ana Raquel, Rosa y Giselle
3
LA FUERZA DE UN SUEÑO
Acabamos de vivir la experiencia de estar en Alba de Tormes, junto al sepulcro de Santa
Teresa.
Allí hemos celebrado a Teresa, hemos palpado la fuerza del carisma teresiano de Enrique
de Ossó. También “hemos contemplado con nuestros propios ojos y palpado con nuestras
manos” los Estatutos, documento de fundación de la Hermandad Teresiana Universal, nacido allí
junto a la memoria de Teresa: Es el origen de nuestra FAMILIA CARISMÁTICA, de la Familia
Teresiana de Enrique de Ossó.
LA PEREGRINACIÓN
A LA CUNA Y SEPULCRO DE SANTA TERESA DE JESÚS
Es un hecho ya la tan suspirada y tanto tiempo ha anunciada peregrinación Teresiana a Ávila
y Alba de Tormes. La idea que nuestro íntimo y querido amigo el Solitario echó a volar por vez
primera diez meses atrás, y que la Revista Teresiana hizo suya y sostuvo con todo empeño, es ya un
hecho glorioso que honrará las páginas de la historia…
Es la primera de las peregrinaciones que se han hecho en obsequio de la celestial Andariega,
y siempre la Revista de Santa Teresa de Jesús tendrá la gloria indisputable de haber concebido y
llevado a cabo con toda felicidad este pensamiento santo. Vendrán, no lo dudamos, tras esa
peregrinación teresiana otras muchas, pues la gran Bullidora y Robadora de corazones, Teresa de
Jesús, aunque la miramos contentísima con este primer ensayo, digámoslo así, de peregrinación,
no estará satisfecha…
Serán, si se quiere, las peregrinaciones teresianas venideras más numerosas, más gloriosas, más
ruidosas, pero no más devotas, más amantes del Serafín del Carmelo. En cuestión de amor a nadie
cedemos la palma. Confesamos ingenuamente, y con mayor verdad que Teresa de Jesús, que
estamos hechos una imperfección, menos en los deseos y amor.
Por de pronto, tres bienes especiales esperamos fundadamente que nacerán de esta peregrinación:
1. El Apostolado Teresiano en mayor escala que hasta aquí, pues los peregrinos han ido a
visitar la Cuna y Sepulcro de Santa Teresa de Jesús para volver apóstoles teresianos, y este
fruto empieza ya a tocarse en algunos lugares donde van aumentándose las teresianas, los
suscriptores a la Revista, y hasta colegios se tratan de fundar con la advocación de Santa
Teresa de Jesús. Este Apostolado está encargado a la Hermandad Universal Teresiana.
2. La unión de muchos corazones generosos, que entrarán sin duda en el Apostolado o
Hermandad universal de sacerdotes teresianos, obligándose a trabajar cada uno según sus
fuerzas y las circunstancias se lo permitan por extender el conocimiento y amor de Teresa
de Jesús, despertando la afición a leer los escritos de su seráfica doctrina, propagando sus
escritos, su Archicofradía de jóvenes católicas, y todas las obras que bajo la protección y
nombre de Teresa de Jesús traten de mirar por la honra de Jesús de Teresa.
3. La restauración de las Órdenes monásticas en España…
(Revista Teresiana/Revista Teresiana. Núm. 60 Septiembre 1877/A LA CUNA Y SEPULCRO DE SANTA
TERESA DE JESÚS)
4



¿Qué quedó hizo arder tu corazón durante la peregrinación de julio, en Tortosa,
en Ávila, en Alba o desde tu experiencia a través de las redes sociales?
¿Qué tiene que dinamizarse en nosotros/as para que se haga realidad el sueño
de Enrique de haber ido como peregrinos/as para convertirnos en apóstoles?
¿Qué bienes esperamos nosotros/as de nuestra peregrinación con ocasión de
este V Centenario?
Junto al sepulcro de Teresa, también nos han ayudado a preguntarnos qué pasó para
que este sueño de Enrique - intuición que ahora inician o recrean las órdenes y congregaciones
religiosas - no continuara. El Rebañito del Niño Jesús y la Archicofradía de Hijas de María
Inmaculada y Teresa de Jesús continuaron y vivieron un proceso de transformación que los llevó
a ser el MTA.
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
¿Qué hizo que estas intuiciones perduraran en el tiempo?
¿Qué crees que sucedió para que Hermandad Teresiana Universal no
continuara en el tiempo?
¿Qué podemos aprender de este hecho para que la consolidación de la Familia
Teresiana de Enrique de Ossó sea una realidad como la deseamos?
5
6
EL ORIGEN DE NUESTRA FAMILIA CARISMÁTICA
DE HERMANDAD TERESIANA UNIVERSAL A “IDENTIDADES EN RELACIÓN”
Nacimos como Familia del encuentro espiritual de Enrique de
Ossó y Teresa de Jesús, como una explosión de vida
teresiana, en un movimiento carismático expansivo con una
única misión: “conocer y amar a Jesús y hacerlo conocer y
amar por todos”.
En Familia teresiana queremos seguir compartiendo y
desentrañando la fuerza transformadora de nuestro carisma
para responder con creatividad y audacia a las nuevas
situaciones y desafíos de la humanidad.
INTRODUCCIÓN
En esta ficha nos proponemos reflexionar sobre lo que supone ser “identidades en
relación” a partir de la intuición de Enrique de Ossó de crear la Hermandad Teresiana
Universal. Tiene como objetivo ayudarnos a fortalecer la comunión entre todos/as y el
compromiso desde nuestras distintas identidades. Sentarnos a la mesa del carisma
teresiano "será el lazo de unión de tantos corazones que quieren un punto común para
animarse y trabajar con ardor. Será el centro de todas las aspiraciones nobles de cuantos
suspiren por hacer algo en bien de sus hermanos”. (Revista Teresiana 64, Enero 1878. pp.
97 - 100)
Las mesas redondas facilitan la comunicación y el diálogo, son todo un símbolo de
un compartir de igual a igual, de una escucha fácil y favorecida. En las mesas establecemos
las relaciones que nos unen, piden tiempos en común. En este caso son tiempos en común
entre hermanas y laicos/as. En estos tiempos estamos juntos/as, más aún, hablamos, nos
reímos, intercambiamos, nos escuchamos. Esos momentos son indispensables para la vida
compartida.
Usaremos como símbolo una mesa redonda. En los diversos momentos de la
experiencia se convertirán en:
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Mesa de estudio y reflexión: leemos, nos aclaramos, aprendemos juntos/as. Se hace
luz y con esa luz nos iluminamos mutuamente, nos reconocemos y valoramos desde
las diferentes formas de pensar y actuar; aceptamos los límites propios y de los
demás en tono de fraternidad.
Mesa de la comida: en torno a ella celebramos, compartimos el alimento, creamos
unión y comunión.
Mesa del juego: en ella favorecemos la amistad, la comunicación fluida, espontánea,
divertida, ingeniosa. El juego nos une y crea comunión. Nos acerca y confirma.
Mesa de la solidaridad: es la mesa en torno a la cual nos sentamos laicos/as y
hermanas con pobres y necesitados. Con ellos nuestra mesa se ensancha y acoge a
los preferidos de Dios.
Mesa de la Eucaristía: en ella y en torno a ella compartimos el perdón, la Palabra,
las súplicas, las ofrendas, las alabanzas, los agradecimientos. Todo ello se
transforma en comunión.
Cada grupo organiza y distribuye según sus posibilidades los tiempos de reunión.
1
PREPARAMOS LA MESA
Sabernos familia desde nuestros orígenes nos
compromete a mirar el pasado para nutrirnos desde
nuestras raíces carismáticas y a mirar hacia el futuro
para secundar el sentido de comunión que el Espíritu
suscita hoy. Lo hemos agradecido y celebrado como
don a lo largo de la preparación y celebración del V
Centenario del Nacimiento de Teresa de Jesús. Vivir
como “familia” es algo inédito que tenemos que seguir
construyendo juntos/as entre quienes compartimos el carisma y los sueños.
“Plantado junto a las corrientes de las aguas del mariano Ebro, el árbol de la
Archicofradía de jóvenes católicas ha dado ya sus frutos de bendición y de salud; pero no
es nuestro intento hacer notar estos frutos ciertos, sino los que muestra en esperanza,
como dice nuestro Fr. Luis de León. Dos sobre todo: uno es el más hermoso, vistoso y
precioso, que se denomina Compañía de santa Teresa de Jesús. Son llamadas a formarla
las jóvenes de buen entendimiento, gran corazón y celo por los intereses de Jesús que
desean obedeciendo promover en la mayor escala posible que es dado a una mujer en el
siglo XIX, estos divinos intereses por medio del Apostolado de la enseñanza. La obra de las
Escuelas dominicales que se va extendiendo en tantos pueblos es como un aprendizaje,
una preparación para hacerse dignas de ingresar en esta honrosa Compañía que con justo
motivo se ha titulado de preferencia, porque por los medios de que dispone preferentemente
podrá mirar por el honor de Jesús y su Teresa. Es verdad que todas las hijas y devotos de
la gran Santa tienen esta especial encomienda de mirar por la honra de Jesús y su Teresa;
pero la tienen de un modo especialísimo las jóvenes que son llamadas a formar en nuestra
Congregación tan distinguida Compañía”.
“Pero este fruto de que en otro lugar hablamos, no lo hubiera producido nuestra
Archicofradía, a nuestro entender, si no hubiese brotado antes un delicado pimpollo que con
el suave aroma que sus flores esparcieron, inclinaron los ojos del divino Jardinero de las
almas Cristo Jesús, y le movieron dulcemente a dar este fruto precioso. Este lozano
pimpollo es el rebañito del Niño Jesús de Teresa, formado de niñas que aún no comulgan,
pero que todos los días hacen el cuarto de hora de oración, guiadas por sus Celadoras, y en
especial por la Pastorcilla, que es una de más edad que les hace el oficio de madre y
maestra. Cada seis forman un coro. La Celadora, si es posible, debe ser de las que
comulgan ya. Su divisa es "Viva Jesús." Su fin "Todo por Jesús." Su nombre "Soy de
Jesús." Su apellido "de Jesús”. (RT n. 47, agosto 1876, pp. 322-325, Publicado en EEO III,
pp. 797-800)
Hoy, como Familia Teresiana, nos sentimos llamadas/os a reconocernos y
resituarnos como identidades en relación portadoras del carisma teresiano de Enrique de
Ossó. Esto supone fortalecer el sentido de pertenencia a la familia y reconocer los rasgos
de nuestras diversas identidades y de la riqueza que aportan.
2
NOS ALIMENTAMOS DE LA PALABRA DE DIOS
Oramos con el siguiente texto:
➔ Jn 17, 1 - 23
Que todos sean uno como tú, Padre, y yo somos uno.
NOS ALIMENTAMOS DE NUESTROS MAESTROS
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Lee estos textos entresacados de los diversos artículos de
Enrique de Ossó sobre la Hermandad Teresiana
Universal.
Subraya las ideas que te dan luz para el caminar de la
Familia Teresiana:
○ espiritualidad
○ misión
○ compromiso
○ vinculación/adhesión
Comparte.
“Uno de los más hermosos y preciosos frutos que ha producido sin duda alguna la
primera peregrinación teresiana es la formación de la Hermandad teresiana universal, que
brotó cabe el corazón transverberado y espinado de la Santa de nuestro corazón… El
objeto no es otro... que excogitar medios para honrar como se merece la gran mujer, la gran
escritora y la gran Santa, Teresa de Jesús, honra singular de nuestra patria, envidia de
extraños, admiración de todo el orbe. Un medio debemos proponer universal que los
abarque todos para honrar a Teresa, y después otros particulares, que sean practicados por
algunos”.
“Las cosas que a Teresa de Jesús dicen relación deben considerarse bajo tres
aspectos: su invocación o culto, su doctrina, su santidad y virtudes, o sea su imitación”.
---“Necesario es, si esta Hermandad teresiana ha de dar todo su fruto, que los
esfuerzos no sean individuales y aislados. Es de todo punto indispensable que todos los
que pretenden celar la honra y divinos intereses de Jesús en España por medio de Teresa
de Jesús, encargada expresamente por Cristo de este cuidado, es de todo punto
indispensable, repetimos, que tengamos todos un mismo fin preciso, determinado, conocido
perfectamente; y hecho esto, contemos las fuerzas, los medios que tenemos a mano para
alcanzarlo. Entonces tan sólo los amantes teresianos harán todo lo que pueden y deben
para cumplir el compromiso solemne de celar la honra de Cristo. Es Teresa de Jesús una
mina de insondables riquezas celestiales, que está por explotar, digámoslo así. En siglos
anteriores, nuestros padres trabajaron por beneficiarla: sus trabajos han llegado a nosotros
imperfectos o interrumpidos, y nosotros debemos continuarlos llevándolos a la más alta
perfección”.
“...Para todo el mundo, no puede negarse que Teresa de Jesús es una de las almas
que ofrece los mejores y más universales remedios a todos los males. Ella es un árbol
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frondoso y fértil plantado en el jardín de la Iglesia católica, cuyas hojas y frutos son de
salvación para las gentes. Ella es fuente inagotable de aguas cristalinas y purísimas que
saltan hasta la vida eterna y refrigeran y dan vigor y lozanía a cuantos de ellas beben. Ella
es la nueva Débora que ha de acaudillar y comandar los ejércitos de los que pelean en
defensa de los intereses del Dios de Sabaot. Ella es en fin la gran Mujer, la gran Escritora,
la gran Santa”. (…)
“Pues bien, la Hermandad teresiana viene a satisfacer esa aspiración universal, ese
grito del alma entusiasta ante la gran figura de Teresa. Es verdad que tenemos ya en lo que
va de cinco años a esta parte tres obras nuevas, no conocidas hasta hoy, todas
consagradas a promover los intereses de Jesús por medio de su añagaza Teresa. Tales
son la Archicofradía teresiana y de jóvenes católicas, el Rebañito del Niño Jesús de Teresa,
y la Compañía de santa Teresa de Jesús; pero estas obras teresianas, aunque destinadas a
promover los intereses de Jesús no admiten como miembros activos más que a las
doncellas, y de ahí el clamor de muchas almas que, envidiosas de la suerte de estas
afortunadas jóvenes, quieren también promover los intereses de Cristo bajo la salvaguardia
de su Teresa. Y esto es lo que viene a satisfacer la Hermandad teresiana universal. Esta
Hermandad será el lazo de unión de tantos corazones que quieren un punto común para
animarse y trabajar con ardor. Será el centro de todas las aspiraciones nobles de cuantas
almas suspiren por hacer algo en bien de sus hermanos. Y si un día, que consideramos no
lejano, logramos reunir en torno de la gran figura de Teresa la falange de misioneros
teresianos, entonces la obra teresiana será cabal, completa, perfecta. Y España y el mundo
todo se regenerará, porque a todas partes llegará la influencia salvadora, la acción
vivificante de Teresa de Jesús. ¡Ojalá este año sobre el sepulcro de la Santa podamos
ofrecer esta corona, este complemento de todas las obras teresianas! ¡Ojalá por el día de la
transverberación de su Corazón podamos presentarle apóstoles teresianos en vez de
peregrinos teresianos que le presentamos el año anterior! Entonces sí ya moriríamos
gozosos, porque nada más tendría que desear nuestro corazón en obsequio de la sin par
Teresa de Jesús”. (...)
----“La Hermandad Teresiana debe exigir condiciones prácticas de piedad para
pertenecer a ella, que estén al alcance de todo el mundo. De suerte que la persona devota y
el hombre de negocios, el literato y el rústico aldeano, la viejecita piadosa y el niño tierno no
puedan excusarse de formar parte de esta Hermandad, oponiendo pretextos que no existen.
Por eso fue muy oportuna la división de la Hermandad en tres grupos, según los tres
aspectos en que puede considerarse la Santa y las necesidades de los fieles”.
“Hay hombres de mundo poco devotos, pero por otra parte amantes de la literatura y
de las glorias patrias, sabios, en una palabra, que desean pábulo para sus estudios y
meditación, pues a estos tales se les presenta la Hermandad Teresiana invitándoles a
formar parte de ella, proponiéndoles a Teresa de Jesús, una de nuestra mejores joyas
literarias, la más rara o singular en su género. Su doctrina, calificada de pábulo celestial por
la Iglesia, y sus escritos, clasificados entre los mejores escritos del siglo de oro de nuestra
literatura, y a la que fray Luis de León llama la misma elegancia, pueden prestar ocupación
dignísima al hombre de estudio y letras, hallando a cada paso máximas de la más profunda
y alta sabiduría. En este concepto, pues, ningún literato se desdeñará de formar parte de
esta Hermandad, que le facilita recursos preciosos al ofrecerle el estudio de las obras
inspiradas de Teresa de Jesús. Consideren, pues, estos fieles a Teresa de Jesús como
escritora, Doctora inspirada, y hónrense de formar coro con los más preclaros ingenios que
han existido después de la gran Santa, que a porfía le han rendido tributo de admiración y
aplauso”.
“Otras almas hay que sólo aspiran a llenar su corazón con el afecto piadoso, y estas
tales en Teresa de Jesús, como Santa, hallarán satisfacción dulcísima para su corazón.
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Pero gente ocupada en los negocios del mundo y educada en el espíritu ligero y superficial
de nuestro siglo, ama el sistema homeopático en todo, hasta en la piedad, y a estos tales es
menester no cargarles de largas devociones, pues asustados retrocederían y nada
practicarían en obsequio de la gran Santa de nuestro corazón. Son la clase media entre los
devotos, la que más abunda por cierto, y la que más necesitada está de protección y
conocimiento de Teresa de Jesús. Pues a estos tales les asusta la idea de la virtud, porque
se la representan huraña, esquiva, propia tan sólo de gentes que viven en el claustro, o de
sacerdotes y ermitaños. Descúbrase a estos tales la hermosa figura de Teresa de Jesú, y a
buen seguro que correrán presurosos tras sus pisadas, atraídos por la fragancia celestial de
sus virtudes, y exclamarán en un exceso de amor y entusiasmo mejor que las Descalzas
Reales de Madrid, al conocer de cerca a Teresa: Gracias a Dios que hemos visto a una
Santa a quien todos podemos imitar. Come, bebe, duerme, ríe como nosotros. Es afable en
su trato, de corazón maternal y compasivo, amiga de hacer bien y de alentar siempre sin
apretar el espíritu, antes bien ensanchando siempre el corazón. ¡Qué bien dice: Nada te
turbe, nada te espante, sólo Dios basta! Ella es la primera en ir delante con el ejemplo.
Considerando a Teresa de Jesús bajo este aspecto, todos pueden pertenecer a la
Hermandad Teresiana”.
“Pero a las almas más animosas, a las almas reales puede también servirles de
modelo perfecto Teresa de Jesús, que se distingue entre todos los Santos por el empeño
que tiene en levantar el alma a grandes deseos, a las más heroicas determinaciones, para
que luego obre la gracia con holgura, y llegue el alma en poco tiempo a la más alta
perfección, a la más íntima unión con Dios. Estas almas, sobre todo, hallarán en el castillo
interior de esta Virgen angelical todo lo que puedan apetecer para trepar al más grande
heroísmo. Si tienen la dicha de fijar su morada por la contemplación en la santa Autora de
las Moradas, presto se llenarán de su alma de serafín, de su celo por la mayor gloria de
Dios y extensión del reinado en Cristo. Presto tendrán las condiciones de aquella palomica
que, larva hoy, crisálida mañana, más tarde se torna agraciada palomica que vuela ligera y
sólo descansa en la unión perfecta de Jesús, su amado Esposo, por medio de su místico
desposorio o matrimonio espiritual. Este grupo forma la parte aristocrática de la virtud,
porque nunca dice basta en las obras de perfección, y sólo exclama con la gran Doctora:
Sólo Dios basta”.
-----“El primer cuidado, la primera solicitud y las primeras oraciones por esta obra, deben
dirigirse todas a procurar que las Cabezas estén conformes, esto es, montar en cada
diócesis personas de acción, de celo, en una palabra, verdaderamente devotas de Santa
Teresa de Jesús, y a esta organización fácilmente seguirá todo lo demás. Todo el fruto, toda
la vida de esta Hermandad está como en germen en las juntas directivas y centrales. Sin
este requisito nacerá muerta, y nunca producirá los frutos de salud que todos tenemos
derecho a esperar de ella”.
“No es tan difícil formar esta Junta en la mayor parte de las diócesis de España, toda
vez que raras son ya las que no tienen la Archicofradía teresiana, o no cuenten algún
fervoroso peregrino que desea extender el conocimiento y amor de la gran Santa”.
“¿Qué falta, pues? Concertarse, unirse, acercarse los corazones que tienen celo de
la honra de Jesús y su Teresa, y poner manos a la obra… Conciértense dos amigos y
acudan a la autoridad eclesiástica pidiendo permiso para formar juntas de esta Hermandad:
cuenten los devotos de la Santa que por su talento, posición, y sobre todo por su actividad
puedan secundar sus miras; pónganse en comunicación, y pronto esta Hermandad
teresiana será universal en nuestra España”.
5
------“Y he ahí explicado el motivo de ese movimiento teresiano que de dos lustros a esta
parte viene observándose en nuestra España. Porque viendo la gran Bullidora de negocios
que este proceder le va bien con su esposo Cristo Jesús, lo aplica con todos sus devotos, y
no cesa día y noche de continuo de clamar a sus oídos: Dadme hijos, dadme devotos,
dadme amantes de mi Jesús…Y cada día el corazón de Teresa de Jesús es más exigente
en este punto. Parece que las nuevas y grandes conquistas que cada día hace, avivan la de
lograr otras mayores. "Dios me libre de estar muy cerca de santa Teresa de Jesús, decía un
alma que la amaba no poco, porque temo hará una de las suyas de enredarme cada vez
más". Y así sucede en verdad. Las cosas de la Santa empiezan por poco, y presto se ve
uno enredado en tantas cosas, que no sabe por dónde salirse o escapar de estas redes y
enredos santos. ¡Benditos enredos y benditas redes! ¡Ojalá, oh gran Teresa, en tu
Centenario todo el mundo caiga en ellas para no salir ya más, sino para engolfarse en el
peligro insondable del divino y eterno amor!”.
----“Este concierto1 querría hiciésemos los cinco que al presente nos amamos en Cristo,
que como otros en estos tiempos se juntaban en secreto para contra Su Majestad y ordenar
maldades y herejías, procurásemos juntarnos alguna vez para desengañar unos a otros, y
decir en lo que podríamos enmendarnos y contentar más a Dios; que no hay quien tan bien
se conozca a sí como conocen los que nos miran, si es con amor y cuidado de
aprovecharnos.
Digo en secreto, porque no se usa ya este lenguaje. Hasta los predicadores van
ordenando sus sermones para no descontentar. Buena intención tendrán y la obra lo será;
más así se enmiendan pocos. Mas ¿cómo no son muchos los que por los sermones dejan
los vicios públicos? ¿Sabe qué me parece? Porque tienen mucho seso los que los predican.
No están sin él, con el gran fuego de amor de Dios, como lo estaban los Apóstoles, y así
calienta poco esta llama. No digo que sea tanta como ellos tenían, mas querría que fuese
más de lo que veo. ¿Sabe vuestra merced en qué debe ir mucho? En tener ya aborrecida la
vida y en poca estima la honra; que no se les daba más, a trueco de decir una verdad y
sustentarla para gloria de Dios, perderlo todo que ganarlo todo; que a quien de veras lo
tiene todo arriscado por Dios, igualmente lleva lo uno que lo otro. No digo yo que soy ésta,
mas querríalo ser”. (V 16, 6 - 7)
HACEMOS ESPACIO EN NUESTRA MESA
PARA OTRAS PALABRAS
“Teresa y Enrique dejaron obrar al amor y a la fe por encima
de lo razonable y sensato. Su “locura de amor” les empujó a soñar y
a realizar sus sueños, porque comprendieron que “para esto era el
matrimonio espiritual, para que nazcan obras…”. La escuela de
oración en torno a Teresa de Jesús, la reforma del Carmelo, las
obras teresianas del siglo XIX serán fruto maduro de aquel celo por
los intereses de Jesús que ardía en sus corazones. Si queremos escuchar la PALABRA que
ellos tienen para nosotros hoy, tendremos que descubrir en esa invitación universal nuestra
1
Los cinco: es difícil fijar con exactitud sus nombres. Son ciertos los de García de Toledo y Francisco de
Salcedo; probables, el Maestro Daza y doña Guiomar de Ulloa, viuda. (Vida 16, 6 Nota del Padre Tomás Álvarez
OCD)
6
vocación de místicos y profetas en el siglo XXI, aunque tengamos que ir encontrando la
verdadera mística a la que nos conduce este siglo, con sus luces y sombras, desafíos, crisis
y oportunidades. El drama de la pobreza, la sed de espiritualidad, el oscurecimiento de Dios
y la falta de ética, los abusos del poder, la violencia en cualquiera de sus formas y la
ausencia de diálogo para buscar soluciones a los conflictos, las mil formas de esclavitud
moderna, la globalización de la indiferencia y la crisis económica que viven muchas familias
y pueblos enteros, etc, nos harán desarrollar una “mística de la noche” o una “mística de
ojos abiertos”, una mística de la calle, del encuentro, de los sentidos o de la solidaridad,
pero ningún acontecimiento será impedimento para que nosotros hoy acojamos nuestra
vocación de místicos y busquemos juntos las formas de serlo para poder seguir siendo
cristianos. Podemos afirmar que las palabras que hoy recibimos de nuestros maestros
serán, sin duda, palabras de ESPERANZA porque sostienen un modo de mirar y de estar
en el mundo que genera vida. Palabras que afianzan la CONFIANZA porque remiten a una
Presencia que nos hace poder y nos da fuerzas. Palabras que ALEGRAN nuestro corazón
porque dan alas para volar y crean lazos que despiertan el amor comprometido”. (Codes, A.
Enrique y Teresa cara a cara: una palabra para el Siglo XXI, Ponencia en el Congreso
Teresiano “Enrique y Teresa: cara a cara”, Tortosa, Enero 2015.)
Criterios para la nueva mutua relación laicos/as - religiosos/as2
1. En la Iglesia, lo que es propio no es exclusivo
2. Lo que es común no puede faltar a nadie: el bautismo es condición esencial y
antecede a la consagración religiosa. “Nosotras estamos desposadas, y todas las
almas por el bautismo” (Camino de Perfección, Códice del Escorial)
3. A nadie le puede faltar la originalidad que hace posible la diversidad. Se tiene que
buscar la unión, pero sin llegar a la confusión.
4. La comunión se consigue a partir de la diversidad y no de la uniformidad.
5. Lo que es diferente no separa, sino que distingue a cada uno/a y enriquece el
conjunto.
6. Lo que es recíproco, crea y favorece la interacción e interdependencia, pero no debe
suprimir la debida autonomía. En la Iglesia - Comunión, los estados de vida están de
tal modo interrelacionados entre sí que están ordenados el uno al otro.
Aplicando estos grandes principios, cuatro serían las propuestas de una reflexión teológica
que pueden orientar esta relación e interacción laicos/as - religiosos/as y la necesaria
iluminación sobre la visión y vida compartida:
IDENTIFICAR LO QUE ES COMÚN ENTRE LAICOS Y RELIGIOSOS
●
●
●
2
Mueve a todos el seguimiento de Jesús y la referencia al Reino: invita a unos y otros
a poner paz, justicia, verdad, libertad, amor en el proceso de humanización y
salvación, que son los signos de la llegada del Reino; y a ponerlo en el dominio
privado y en el público.
Modo existencial cristiano: Tanto la vida consagrada como el laicado aportan a la
Iglesia no sólo que hacen, sino lo que son: creyentes, y el modo de ser y proceder
que de ello se deriva.
Parten todos y todo de un don carismático recibido: laicos y religiosos deben tomar
conciencia de su vocación, darse cuenta de que han recibido un carisma suscitado
por el Espíritu, y este carisma consiste en una especial comprensión y expresión del
Evangelio.
Cfr. Arnaiz J.M, Vida y Misión Compartidas. Laicos y Religiosos hoy. Ed PPC. Buenos Aires 2014.Cfr. pp 58 a 71.
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Todos con igual dignidad, derechos y deberes: todos somos cristianos, este es el
término primario y original de toda la teología y nos encontramos en la consagración
bautismal.
Juntos participan activamente en la misión de la Iglesia: la misión de los religiosos y
los laicos es la misma, brota de la misión de Dios en Cristo y en el Espíritu Santo, la
misión de instaurar el Reino es la que reúne. Esa misión consiste en trabajar por el
Reino, en todas las realidades temporales.
No podemos prescindir de una rica herencia espiritual que hace vivir todos los
elementos de la vida cristiana con una novedosa fidelidad.
IDENTIFICAR LO QUE ES DIFERENTE ENTRE LAICOS Y RELIGIOSOS:
Ser conscientes de la igualdad es importante; serlo de la originalidad que lleva la diversidad
no lo es menos. La una y la otra son obra del Espíritu.
Necesitamos saber transmitir de una manera clara y sencilla la originalidad de la vida
consagrada y del ser laico; necesitamos también darnos cuenta de que no hay que definir a
los laicos en función y a partir de los religiosos sino a la inversa, y aceptar con gran gozo en
la Iglesia, la realidad de una “igualdad diferenciada”.
Es indispensable acertar a decir qué es lo que distingue o “añade” la profesión del
consagrado a la condición laical, y qué es lo que supone el compromiso laical para el
religioso. Sin claridad en este aspecto no se puede echar a andar una pastoral vocacional.
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La llamada o vocación, tanto a la vida consagrada como a la vida laical, son reales
en ambos casos, pero son llamadas diferentes. Constituimos dos modos diversos de
ser la misma cosa: cristiano. Unos y otros somos forma de vida cristiana o
evangélica. Los religiosos pertenecen a un instituto religioso. Los laicos tienen otro
nivel de asociación, y el elemento estructural fundamental es, en la mayoría de los
casos, la creación de una familia. Nuestras vocaciones específicas se iluminan
mutuamente y somos los unos para los otros una constante fuente de riqueza. esta
complementariedad es un desafío de los religiosos para los laicos y de los laicos
para los religiosos y se convierte en una exigencia de comunión responsable.
Una consagración específica que, sin ser sacramental, compromete a los religiosos
a abrazar los consejos evangélicos para conformarse con Cristo pobre, virgen y
obediente, y situarse de manera diferente frente a los bienes materiales, el cuerpo,
el sexo, la libertad y el poder.
El laicado no debe duplicar la vida consagrada ni a la inversa, por lo mismo, hay que
insistir en la secularidad del laicado. La vida consagrada en este momento tiene que
ayudar a esta especificidad. Se precisa juntar y armonizar vocación y profesión,
trabajo y presencia, servicio eclesial y vida ciudadana.
La misión es común. A los laicos les corresponde, aunque no exclusivamente,
transformar la sociedad, buscar las estructuras sociopolíticas, económicas y
culturales que favorecen la justicia y la paz. La nueva evangelización será nueva si
los laicos son protagonistas y no meros destinatarios de ella, ya que se tiene que
hacer en y desde las realidades temporales: política, arte, cultura, economía, trabajo
y comunicaciones. Misión peculiar de la vida consagrada es mantener viva en los
bautizados la conciencia de los valores fundamentales del Evangelio (VC 33).”El
Espíritu nos envía como mujeres consagradas a hacer presente el Reino por la
oración y la educación. Marcadas por la experiencia de Dios, iluminadas por la
palabra e interpeladas por la realidad, vivimos nuestra vocación de conocer y amar a
Jesús y hacerlo conocer y amar. Toda nuestra vida es y se va haciendo mística y
misión… por la oración y la educación colaboramos en la transformación de las
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estructuras y realidades que excluyen a tantos grupos humanos” (Constituciones
STJ. art 27 y 28)
Los religiosos son formados en comunidad y deben aprender fraternidad; aprenden
a acoger y a compartir. La comunidad religiosa no se encierra en sí misma,... pone
comunión en el conjunto de la familia carismática y en el conjunto de la Iglesia.
REFORZAR Y PROFUNDIZAR LO QUE ES COMÚN A LAICOS Y RELIGIOSOS
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La vida: una vida que hace que todos podamos llamarnos compañeros y correr en la
misma carrera y hacia la misma meta, y estar motivados por el mismo sueño. Una
humanidad unida por el amor.
La inserción en la realidad: acercamiento al necesitado, al sufriente, al humillado, al
increyente, al hombre y mujer de la calle y a la cultura. Unos y otros somos
ciudadanos, y como tales tenemos tarea y misión en la calle, en la plaza, en la
ciudad y en la vida pública.
Vivir la fe, la esperanza y el amor.
La historia cristiana común.
La referencia al carisma.: los religiosos no deben considerarse depositarios del
carisma, ni apropiárselo, ni monopolizarlo, pero al mismo tiempo, deben sentirse
corazón y memoria del mismo; a los laicos les toca poder expresar mejor las
implicaciones que trae en el día a día a sus vidas. A todos agradecer el don recibido.
En todos se debe dar una clara referencia a él.
La llamada a la santidad, que tiene expresiones y realizaciones distintas según esté
encarnada en un cristiano laico o religioso.
HACER COMPLEMENTARIO LO QUE ES DIFERENTE ENTRE LAICOS Y RELIGIOSOS
No hay duda de que ha habido un momento en la historia en que hemos puesto de relieve
las diferencias, esto no ha sido bueno, debe ser otro el modo de proceder ahora. Estamos
urgidos a un trasvase de lo que se considera “significativo” de los religiosos o de los laicos;
es urgente reducir lo que se ha considerado “exclusivo” de unos o de otros.
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Lo que se consideraba exclusivo de los religiosos como la consagración, los
consejos evangélicos, la vida comunitaria, el partir en misión, la prolongada e
intensa vida de oración perfectamente puede ser asumido por los laicos. No puede
faltar la creatividad y la originalidad para dar con el cómo hacerlo. Todo eso
mezclado con secularidad y laicidad adquiere dimensiones nuevas de las mismas
realidades. Dimensiones que le hacen bien a la vida consagrada, ya que se pueden
traducir la secularidad en presencia viva y encarnada en el mundo y la laicidad en
modo de estar y proceder en la Iglesia.
La versión laical y la consagrada del carisma y de la espiritualidad son diferentes.
Pueden ser diversos los modos de vivir la fe, de hacer la oración, de servir a los
pobres, de anunciar el Evangelio, de entender la vida comunitaria en matrimonio y
en grupo de vida célibe. Por tanto el papel del consagrado y del laico es vivir para
compartir. Un carisma se afirma y se hace significativo para el mundo actual cuando
se encarna en el contexto familiar o al servicio de la política o la economía, y se
formula por quienes viven eso mismo.
La espiritualidad de los laicos está marcada por la secularidad que le puede hacer
bien a la Iglesia y a la vida consagrada. La secularidad le viene bien al laico y al
religioso ya que le ayuda a no caer en la dicotomía entre lo sagrado y lo profano.
Todo es tierra sagrada.
El carisma se afianza cuando llega a ser lugar central de referencia para las
relaciones entre los laicos y los religiosos. Para ello tiene que darse una auténtica
vocación a vivir ese carisma y, por supuesto, a hacerlo en estados de vida
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diferentes. Ello implicará, entre otras cosas, una pastoral vocacional que promueva
la vocación carismática común de laicos y de religiosos, y que lleve a vivir juntos una
emocionante aventura espiritual y apostólica. Incide en la cooperación, en la misión
común exigiéndonos trabajar en equipo y reeducándonos para hacerlo como familia
carismática. LLeva a la asimilación y vivencia de la común espiritualidad.
Desemboca en la mutua colaboración y ayuda en la formación.
NOS SENTAMOS A LA MESA CON JESÚS
Lo carismático es nuevo y, por tanto, trae novedad.
Lo nuevo no es un adjetivo inocuo. Habla de cambio de
mentalidad, actitudes y prácticas. Y no necesariamente un
cambio por parte de los demás, si no empezando por uno
mismo.
➔ Jn 3, 1- 15. Nacer de nuevo
● ¿Que debe cambiar en mí?
● ¿Qué aprendizajes y qué desaprendizajes estamos
llamados/as a hacer como Familia Teresiana de Enrique de
Ossó?
Canto: Tu modo (Cristobal Fones, CD: Ite Inflamate Omnia)
No habrá un compartir vida y misión, si no partimos de una relación vital entre laicos
y hermanas. Seguir recorriendo este camino no es una moda, sino una necesidad y una
oportunidad para la vida religiosa y la vida laical teresianas.
El carisma es el punto de referencia último. A medida que nos identificamos con él,
nos adentramos menos en la diferenciación y mucho más en la comunión. Un carisma así
leído es provocador y creativo. Crea signos nuevos y signos comunitarios que marcan el
actuar cotidiano y las grandes opciones de la vida. Laicos/as y hermanas nos sentimos
impulsados/as a favorecer el nacimiento de una nueva etapa para la historia del carisma
teresiano de Enrique de Ossó.
Canto: Desde la fuerza de un sueño.
https://www.youtube.com/watch?v=pXH5TURc6G0
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SOMOS ENVIADOS/AS A COMPARTIR EL PAN E INVITAR A
OTROS/AS
Nos preguntamos y compartimos:






¿En qué me he sentido interpelada/o? ¿Qué desafíos intuyo?
o Si soy laica/o ¿Cómo puedo ayudar a las hermanas a vivir su vocación
religiosa teresiana?
o Si soy hermana ¿Cómo puedo ayudar a los laicos/as a vivir su vocación
laical teresiana?
¿Cómo podemos ayudarnos mutuamente a vivir el carisma, la espiritualidad y la
misión que compartimos?
En mi realidad, ¿Cómo nos podemos complementar laicos y hermanas al
compartir vida y misión?
¿Cuáles intuyes que son los requisitos fundamentales para ser realmente parte de
la Familia Teresiana?
Según se participe vocacionalmente con mayor o menor medida de estos
elementos: espiritualidad, misión, vida comunitaria e institución, puede haber
diversas modalidades de inmersión en el carisma3, ¿Cuáles crees que pueden ser
en la Familia Teresiana?
¿Cómo repensar la pastoral vocacional en la Familia Teresiana como impulso
para descubrir y conocer el carisma que se encarna en diferentes proyectos
vitales?
3
Ejemplo: los Escolapios tienen 5 modalidades: cooperación, misión compartida, miembros de fraternidad
Escolapia, Escolapio laico o laica, Escolapio Religioso.
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ESPIRITUALIDAD Y MISION DE LA FAMILIA TERESIANA DE ENRIQUE DE OSSÓ
El mundo va envejeciendo… -pero- Dios, que ha hecho
sanables las naciones, ha dejado en su seno gérmenes de
vida y restauración. Algunas brasas del fuego divino ocultas
bajo la capa de… esperan que un soplo poderoso las avive,
que una mano próvida acerque… ¿Dónde está esa mano?
¿Dónde ese soplo? ¿Quién renovará esos carbones, que van
apagándose, hasta arrancarles chispas que recorran la tierra y
encender llamas que al cielo lleguen? Vosotras/os debéis
decidir si la sociedad entera ha de ser de Jesucristo. (Cfr.
Llamamiento a las Jóvenes Católicas, RT noviembre-1873,
pág. 52-55)
PREPARAMOS LA MESA
La espiritualidad que se nos ha regalado como
herencia que hemos recibido gratuitamente, porque a Dios
le pareció bien, nos convoca y une como familia teresiana.
Cada uno de nosotros, en un momento de nuestras vidas,
hemos sentido el gozo de sabernos llamados y tocados por
Enrique, por Teresa. Hoy vamos a pasar por el corazón,
recordando ese momento especial y compartiendo la vida
que hemos recibido.
Dinámica: de corazón a corazón, caldeamos el ambiente.
Este encuentro lo haremos de dos en dos. Para ello nos sentamos uno frente al otro,
cuidando que el corazón de uno, esté equidistante con el corazón del otro. Sentados así,
frente a frente, vamos a compartir el momento en el que nos hemos sentido tocados por el
carisma teresiano. Un día, un recuerdo, una experiencia especial, que marcó mi encuentro
con el carisma. Podríamos decir: la experiencia fundante de mi vida como teresiano y
teresiana.
Una vez que hemos terminado el compartir, nos acercamos a la mesa y vemos
sobre ella, como un mantel, el logo de la familia teresiana de Enrique de Ossó.
Observamos el logo, dejamos que fluyan ideas, recuerdos, sentimientos, frases y las
escribimos sobre el logo. Pensamos en quién ha sido brasa, en quiénes han nutrido
nuestras raíces en la familia, lo que nos aporta la rama de la FT a la que pertenecemos, los
frutos que vamos ofreciendo...y dibujamos cada uno/a nuestro logo personal.
Canto: Un fuego en vuestras manos (o un canto similar).
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NOS ALIMENTAMOS DE LA PALABRA DE DIOS
"Al día siguiente estaba allí de nuevo Juan y dos de sus
discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dijo: ´He aquí el Cordero
de Dios'. Los dos discípulos, al oírle hablar así, siguieron a Jesús. Se
volvió Jesús y, viendo que le seguían, les preguntó: ´¿Qué buscáis?'.
Ellos le dijeron: ´Rabbí (que significa Maestro), ¿dónde vives?'. Les
respondió: ´Venid y veréis'. Fueron y vieron dónde vivía, y
permanecieron aquel día con él. Era alrededor de la hora décima". (Jn 1, 38-39)
Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y
siguieron a Jesús. Encontró primero a su hermano Simón y le dijo: ´Hemos encontrado al
Mesías, que significa el Cristo”. Y lo llevó a Jesús. Mirándolo Jesús le dijo: “Tú eres Simón,
el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas, que significa Piedra”.
Jesús sigue siendo para ellos un desconocido, pero, al oír al Bautista, algo se
despierta en su interior. Abandonan al que hasta ahora ha sido su profeta y maestro y
«siguen a Jesús». Se apartan del Bautista y comienzan un camino nuevo. Todavía no
saben a dónde los puede llevar este desconocido, pero ya están tras sus pasos. Así
comienza casi siempre el seguimiento a Jesús. De alguna manera, así estamos empezando
también nosotros este camino.
Durante un cierto tiempo caminan en silencio. No ha habido todavía un verdadero
contacto con Jesús. Sólo expectación. Jesús rompe el silencio y les hace una pregunta, no
muy fácil de contestar: «¿Qué buscáis»?, ¿Qué esperáis de mí? ¿Por qué me seguís
precisamente a mí? Hay cosas que conviene aclarar desde el comienzo: ¿Qué buscamos al
orientar nuestra vida en dirección a Jesús?
Dejamos que esta Palabra que nos relata el encuentro de los discípulos con Jesús,
ilumine también nuestra experiencia de encuentro con Jesús a través del carisma teresiano.
¿Cómo nos ilumina? ¿A qué nos invita?
NOS ALIMENTAMOS DE NUESTROS MAESTROS
UN MODO TERESIANO DE ENTENDER A LA PERSONA
“… se me ofreció lo que ahora diré para comenzar
con algún fundamento, que es: considerar nuestra alma
como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal
adonde hay muchos aposentos así como en el cielo hay
muchas moradas; que, si bien lo consideramos, hermanas, no es otra cosa el alma del justo
sino un paraíso adonde dice Él tiene sus deleites. Pues ¿qué tal os parece que será el
aposento adonde un rey tan poderoso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se
deleita? No hallo yo cosa con qué comparar la gran hermosura de un alma y la gran
capacidad; y verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos
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que fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues Él mismo
dice que nos crió a su imagen y semejanza. Pues, si esto es como lo es, no hay para qué
nos cansar en querer comprender la hermosura de este castillo; porque, puesto que hay la
diferencia de él a Dios que del Criador a la criatura, pues es criatura, basta decir Su
Majestad que es hecha a su imagen para que apenas podamos entender la gran dignidad y
hermosura del ánima. ¿No es pequeña lástima y confusión que por nuestra culpa no
entendamos a nosotros mismos ni sepamos quién somos? ¿No sería gran ignorancia, hijas
mías, que preguntasen a uno quién es y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni
su madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la
que hay en nosotras cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que nos
detenemos en estos cuerpos y así a bulto, porque lo hemos oído y porque nos lo dice la fe,
sabemos que tenemos almas. Mas qué bienes puede haber en esta alma o quién está
dentro en esta alma o el gran valor de ella, pocas veces lo consideramos; y así se tiene en
tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura. Todo se nos va en la grosería
del engaste o cerca de este castillo, que son estos cuerpos. Pues consideremos que este
castillo tiene, como he dicho, muchas moradas: unas en lo alto, otras en bajo, otras a los
lados; y en el centro y mitad de todas éstas tiene la más principal, que es adonde pasan las
cosas de mucho secreto entre Dios y el alma”. (I M 1, 1 – 3)
“Además, el niño es humilde, dócil, respetuoso con quien le trata con respeto y
atención, y sobre todo es sumamente fácil ganarle el corazón. Con mostrarle con verdad
que se le ama, al momento os dará todo, todo su corazón, sin reserva, con completa, ciega
y absoluta confianza, y sabido es que quien es dueño del corazón, es dueño de todo el
hombre, puede hacer de él lo que quiera. Entonces, pues, el Catequista tendrá a su mano el
sembrar mejor, el hacer que el germen de la virtud se desarrolle y fructifique grandemente,
sofocando por ende el germen de los vicios contrarios. Una vez contraído el hábito de la
virtud, el sentimiento del pudor cristiano la arraigará en su alma, e instintivamente cobrará
aversión al mal: cuando mayorcitos, no tendrán casi más que seguir la inclinación de las
primeras impresiones, hacer por principio de fe lo que hacían por costumbre, y andarán de
este modo con leve dificultad el camino del cielo. Amor meus pondus meum, decía san
Agustín, y así como sin ningún esfuerzo, antes con gusto especial, si es lícito hablar así,
todos los cuerpos pesados se dirigen a su centro, esos corazones cristianos, que llevan en
su alma el amor a la virtud, se inclinarán, buscarán y abrazarán suavemente, sin ninguna
dificultad, todo lo honesto y virtuoso, el Corazón de Jesús, centro de todo lo bueno y bello
que hay esparcido por la creación. Por el contrario, si el niño cristiano, tierno arbolito que
está plantado junto las corrientes de la gracia del cielo que todo lo vivifica, no echa sus
raíces, no es fecundado con ese riego celestial, ese árbol crecerá, sí, pero plantado en la
tierra espinosa del mundo, regado con el agua ponzoñosa de la iniquidad, y sus frutos y aun
sus hojas no serán de bendición y de salud para las gentes como el justo de que nos habla
la Escritura santa. (Apocalip. XXII, 2), sino de corrupción, muerte y ruina del mundo y de la
cristiandad. Adeo a teneris assuescere malum est! Es, pues, la santificación de los niños la
parte principal, lo esencial de la enseñanza catequística, toda vez que es la más sólida y la
más segura garantía de su eterna salvación”. (Guía Práctica del Catequista, Capítulo 8, 1)
UN MODO TERESIANO DE ENTENDER A DIOS
“Pues mirad que dice San Agustín que le buscaba en muchas partes y que le vino a
hallar dentro de sí mismo. ¿Pensáis que importa poco para un alma derramada entender
3
esta verdad, y ver que no ha menester para hablar con su Padre Eterno ir al cielo, ni para
regalarse con Él, ni ha menester hablar a voces? Por paso que hable, está tan cerca que
nos oirá; ni ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de
sí y no extrañarse de tan buen huésped; sino con gran humildad hablarle como a Padre,
pedirle como a Padre, contarle sus trabajos, pedirle remedio para ellos, entendiendo que no
es digna de ser su hija”. (CV 28, 2)
“Hagamos ahora cuenta que es Dios como una morada o palacio muy grande y
hermoso, y que este palacio, como digo, es el mismo Dios”. (VI M 10, 3)
“No me ha venido trabajo que, mirándoos a Vos cual estuvisteis delante de los
jueces, no se me haga bueno de sufrir. Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán
que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir; es ayuda y da esfuerzo;
nunca falta; es amigo verdadero. Y veo yo claro - y he visto después - que para contentar a
Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad
Sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita. Muy muchas veces lo he visto por
experiencia; hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar si
queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos. Así que vuestra merced,
señor, no quiera otro camino, aunque esté en la cumbre de contemplación. Por aquí va
seguro. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes; Él lo enseñará.
Mirando su vida, es el mejor dechado. ¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado,
que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo?
Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí. Miremos al glorioso
San Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en
el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos,
grandes contemplativos, y no iban por otro camino. San Francisco da muestra de ello en las
llagas; San Antonio de Padua [en] el Niño; San Bernardo se deleitaba en la Humanidad;
Santa Catalina de Sena, otros muchos que vuestra merced sabrá mejor que yo”. (V 22, 6 –
7)
“Pensar como Cristo Jesús, sentir como Cristo Jesús, amar como Cristo Jesús, obrar
como Cristo Jesús, conversar como Cristo Jesús, hablar como Cristo Jesús, conformar, en
una palabra, toda nuestra vida con la de Cristo, revestirnos de Cristo Jesús, he aquí el único
negocio y ocupación esencial, primera de todo cristiano. Porque cristiano quiere decir alter
Christus, otro Cristo, y nadie puede salvarse si no fuere hallado conforme con la imagen de
Cristo. Mas para conformarnos con la vida de Cristo Jesús es ante todo menester
estudiarla, saberla, meditarla, y no sólo en su corteza exterior, sino entrando en los
sentimientos, afectos, deseos, intenciones de Cristo Jesús, para hacerlo todo en unión
perfecta con Él…
Pues, ¿cómo, por ejemplo, aprenderemos su mansedumbre y humildad; cómo en
cada acción nos pondremos delante a Cristo para imitarle si no conocemos los sentimientos
de su Corazón al practicarlos? Porque Cristo vivió, y comió, y durmió, y habló, y calló, y
anduvo, y se cansó, y descansó, y sudó, y tuvo hambre, sed, pobreza, etc., etc., trabajó, en
una palabra, padeció y murió por nosotros, por nuestra salud.
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¿Por qué, pues, no nos hemos de hacer o representar a Jesús práctico, real, digámoslo así,
y no teórico o ideal, que es causa de que no le amemos e imitemos en todas las cosas
como debemos?
Porque cuando yo digo Cristo Jesús me represento a un niño agraciado, o a un
joven gallardo o de edad madura, con todas las gracias y encantos que la Divinidad podía
derramar en un alma y cuerpo humanos; pero también al mismo tiempo me lo represento
sujeto a todas nuestras miserias, excepto el pecado, por mi amor; porque es nuestro
hermano, carne de nuestra carne, sangre de nuestra sangre y hueso de nuestros huesos.
Este es, pues, mi Jesús, Dios y Hombre verdadero, vivo, personal, que se dejó ver en la
tierra y vivió, conversó con nosotros, hombres, por treinta y tres años, ya que por nuestra
salud siendo Verbo Eterno del Padre descendió del cielo, se encarnó, padeció, murió,
resucitó, subió a los cielos y se quedó entre nosotros hasta la consumación de los siglos
para ser nuestro compañero, consuelo y alimento en el Santísimo Sacramento del altar”.
(Prólogo a Un mes en la Escuela del SCJ)
UN MODO TERESIANO DE ENTENDER EL MUNDO
“¿Pensáis que importa poco saber qué cosa es cielo y adónde se ha de buscar
vuestro sacratísimo Padre? Pues yo os digo que, para entendimientos derramados, que
importa mucho no sólo creer esto, sino procurarlo entender por experiencia, porque es una
de las cosas que ata mucho el entendimiento y hace recoger el alma. Ya sabéis que Dios
está en todas partes. Pues claro está que adonde está el rey, allí dicen está la corte; en fin,
que adonde está Dios es el cielo. Sin duda lo podéis creer, que adonde está Su Majestad
está toda la gloria”. (CV 28, 1)
“El mundo, hermanas mías en Jesucristo, va envejeciendo, y bajo el peso de sus
pecados e ingratitudes se extingue la luz de la fe y ahógase la llama de la caridad. La
decrépita Europa muere, helado su corazón del que podría creerse se retira el calor de la
sangre de Cristo. Mas Dios nuestro Señor, que no quiere la muerte del pecador, sino que se
convierta y viva; Dios, que ha hecho sanables las naciones, ha dejado en su seno gérmenes
de vida y restauración. Algunas brasas del fuego divino ocultas bajo la capa de ceniza que
han amontonado nuestras culpas esperan que un soplo poderoso las avive, que una mano
próvida acerque combustible para producir el fervor de mejores días. ¿Dónde está esa
mano? ¿Dónde ese soplo? ¿Quién renovará esos carbones, que van apagándose, hasta
arrancarles chispas que recorran la tierra y encender llamas que al cielo lleguen?
Vosotras…” (Llamamiento)
UN MODO TERESIANO DE ENTENDER LA IGLESIA
“En este tiempo vinieron a mi noticia los daños de Francia y el estrago que habían
hecho estos luteranos, y cuánto iba en crecimiento esta desventurada secta. Diome gran
fatiga, y como si yo pudiera algo o fuera algo, lloraba con el Señor y le suplicaba remediase
tanto mal. Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que
allí se perdían. Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar en lo que yo
quisiera en el servicio del Señor, y toda mi ansia era, y aún es, que pues tiene tantos
enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos, determiné a hacer eso poquito que
era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese, y
5
procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad
de Dios que nunca falta de ayudar a quien por Él se determina a dejarlo todo…” (CV 1, 2)
“…acertó a venirme a ver un fraile francisco, llamado fray Alonso Maldonado, harto
siervo de Dios y con los mismos deseos del bien de las almas que yo, y podíalos poner por
obra, que le tuve yo harta envidia. Éste venía de las Indias poco había. Comenzóme a
contar de los muchos millones de almas que allí se perdían por falta de doctrina, e hízonos
un sermón y plática animándonos a la penitencia, y fuese. Yo quedé tan lastimada de la
perdición de tantas almas, que no cabía en mí. Fuime a una ermita con hartas lágrimas;
clamaba a Nuestro Señor, suplicándole diese medio cómo yo pudiese algo para ganar algún
alma para su servicio, pues tantas llevaba el demonio, y que pudiese mi oración algo, ya
que yo no era para más. Había gran envidia a los que podían por amor de Nuestro Señor
emplearse en esto, aunque pasasen mil muertes. Y así me acaece que cuando en las vidas
de los santos leemos que convirtieron almas, mucha más devoción me hace y más ternura y
más envidia, que todos los martirios que padecen (por ser ésta la inclinación que Nuestro
Señor me ha dado), pareciéndome que precia más un alma que por nuestra industria y
oración le ganásemos mediante su misericordia, que todos los servicios que le podemos
hacer. Pues andando yo con esta pena tan grande, una noche, estando en oración,
representóseme Nuestro Señor de la manera que suele, y mostrándome mucho amor, a
manera de quererme consolar, me dijo: “Espera un poco, hija, y verás grandes cosas”. (F 1,
7 – 8)
“Si el fin del Catequista es formar en el corazón de los niños la imagen perfecta de
Jesús; darlos a luz otra vez, como dice el Apóstol, hasta que se forme en ellos Jesús;
revestirlos de los mismos sentimientos y afectos que Cristo Jesús tiene en su Corazón; si
para fin tan alto, para que enamore y cautive todo el afecto de la niñez, necesita hermosear
esta imagen, avivar su colorido, e imprimirle animación, menester es que esta imagen divina
de Jesús se halle perfectamente grabada, esculpida en el alma del Catequista, que la
aprehenda con viveza, que la contemplación de su belleza celestial forme todas sus
delicias, y llene su espíritu y satisfaga su corazón: en una palabra, que al presentar a los
niños la imagen celestial de Jesús orlada con todos los despojos y victorias que ha
conseguido sobre el corazón humano en todos los siglos, les diga con el mismo espíritu con
que un día hizo oír su voz el Eterno Padre al descubrirla al mundo: Hic est Filius meus
dilectus: «Éste es mi amado Jesús, en quien tengo todas mis complacencias»;
contempladle con atención, oídle con amor, amadle sobre todas las cosas, porque es todo
amable, todo deseable”. (Guía Práctica del Catequista, Capítulo 6, 1)
HACEMOS ESPACIO EN NUESTRA MESA PARA OTRAS
PALABRAS
"El punto de partida de la espiritualidad de la [Familia
Teresiana] es la espiritualidad de su Fundador, tal como se
manifestó en su práctica, en sus enseñanzas, en sus escritos, es
decir, en el conjunto de su vida. Nos encontramos de lleno en el
campo de la experiencia y desde la óptica de lo espiritual. Por
experiencia entendemos una realidad compleja, abarcadora de la persona. Es el proceso
que surge desde las tendencias, deseos y valores hasta la conciencia con la que la persona
6
se sitúa frente a sí misma., a los demás y a la realidad circundante, constituyendo un
horizonte propio. La adjetivación espiritual añade a lo anterior la perspectiva de lo
trascendente, puesto que en cada caso, la referencia es el encuentro entre la persona y
Dios.
Desde esta óptica, acercarnos a la experiencia espiritual apostólica de enrique de
Ossó significa asomarse al misterio de Dios presente en la historia, las mediaciones por las
cuales Enrique lo fue interiorizando, hasta configurar un horizonte de fe, desde el cual
contempló y acogió el espacio histórico que le tocó vivir, dialogó con Dios y actuó.
Sólo desde esta clave podemos hoy explicarnos tanto sus profundas decisiones
como la acción apostólica desplegada en obediencia al Espíritu, rica espiritualidad que es
legado para la [Familia Teresiana] y para la Iglesia." (Gloria Rodríguez, Silvia Casado,
Experiencia espiritual de Enrique de Ossó,ed. STJ, 1995, pág. 9 )
"El primer objetivo es mirar al pasado con gratitud. Cada Instituto viene de una rica
historia carismática. En sus orígenes se hace presente la acción de Dios que, en su
Espíritu, llama a algunas personas a seguir de cerca a Cristo, para traducir el Evangelio en
una particular forma de vida, a leer con los ojos de la fe los signos de los tiempos, a
responder creativamente a las necesidades de la Iglesia. La experiencia de los comienzos
ha ido después creciendo y desarrollándose, incorporando otros miembros en nuevos
contextos geográficos y culturales, dando vida a nuevos modos de actuar el carisma, a
nuevas iniciativas y formas de caridad apostólica. Es como la semilla que se convierte en un
árbol que expande sus ramas.
Poner atención en la propia historia es indispensable para mantener viva la identidad
y fortalecer la unidad de la familia y el sentido de pertenencia de sus miembros. No se trata
de hacer arqueología o cultivar inútiles nostalgias, sino de recorrer el camino de las
generaciones pasadas para redescubrir en él la chispa inspiradora, los ideales, los
proyectos, los valores que las han impulsado, partiendo de los fundadores y fundadoras y
de las primeras comunidades. También es una manera de tomar conciencia de cómo se ha
vivido el carisma a través de los tiempos, la creatividad que ha desplegado, las dificultades
que ha debido afrontar y cómo fueron superadas. Se podrán descubrir incoherencias, fruto
de la debilidad humana, y a veces hasta el olvido de algunos aspectos esenciales del
carisma. Todo es instructivo y se convierte a la vez en una llamada a la conversión.
Recorrer la propia historia es alabar a Dios y darle gracias por todos sus dones.
Al hacer memoria de los orígenes sale a luz otra dimensión más del proyecto de vida
consagrada. Los fundadores y fundadoras estaban fascinados por la unidad de los Doce en
torno a Jesús, de la comunión que caracterizaba a la primera comunidad de Jerusalén.
Cuando han dado vida a la propia comunidad, todos ellos han pretendido reproducir aquel
modelo evangélico, ser un sólo corazón y una sola alma, gozar de la presencia del Señor
(cf. PC, 15).
Vivir el presente con pasión es hacerse «expertos en comunión», «testigos y
artífices de aquel “proyecto de comunión” que constituye la cima de la historia del hombre
según Dios» En una sociedad del enfrentamiento, de difícil convivencia entre las diferentes
7
culturas, de la prepotencia con los más débiles, de las desigualdades, estamos llamados a
ofrecer un modelo concreto de comunidad que, a través del reconocimiento de la dignidad
de cada persona y del compartir el don que cada uno lleva consigo, permite vivir en
relaciones fraternas.
Espero, pues, que mantengáis vivas las «utopías», pero que sepáis crear «otros
lugares» donde se viva la lógica evangélica del don, de la fraternidad, de la acogida de la
diversidad, del amor mutuo. Los monasterios, comunidades, centros de espiritualidad,
«ciudades», escuelas, hospitales, casas de acogida y todos esos lugares que la caridad y la
creatividad carismática han fundado, y que fundarán con mayor creatividad aún, deben ser
cada vez más la levadura para una sociedad inspirada en el Evangelio, la «ciudad sobre un
monte» que habla de la verdad y el poder de las palabras de Jesús.
El Año de la Vida Consagrada no sólo afecta a las personas consagradas, sino a
toda la Iglesia. Me dirijo, pues, a todo el pueblo cristiano, para que tome conciencia cada
vez más del don de tantos consagrados y consagradas, herederos de grandes santos que
han fraguado la historia del cristianismo. ¿Qué sería la Iglesia sin san Benito y san Basilio,
san Agustín y san Bernardo, san Francisco y santo Domingo, sin san Ignacio de Loyola y
santa Teresa de Ávila, santa Ángela Merici y san Vicente de Paúl? La lista sería casi infinita,
hasta san Juan Bosco, la beata Teresa de Calcuta. El beato Pablo VI decía: «Sin este signo
concreto, la caridad que anima la Iglesia entera correría el riesgo de enfriarse, la paradoja
salvífica del Evangelio de perder garra, la “sal” de la fe de disolverse en un mundo de
secularización» (ET, 3).
Invito por tanto a todas las comunidades cristianas a vivir este Año, ante todo dando
gracias al Señor y haciendo memoria reconocida de los dones recibidos, y que todavía
recibimos, a través de la santidad de los fundadores y fundadoras, y de la fidelidad de
tantos consagrados al propio carisma. Invito a todos a unirse en torno a las personas
consagradas, a alegrarse con ellas, a compartir sus dificultades, a colaborar con ellas en la
medida de lo posible, para la realización de su ministerio y sus obras, que son también las
de toda la Iglesia. Hacedles sentir el afecto y el calor de todo el pueblo cristiano". (Carta de
Francisco por el año de la vida consagrada, 21 de noviembre de 2014)
“Compartimos carisma y misión con los laicos. Con ellos profundizamos en la
vivencia de nuestro carisma y acogemos el don de su propia vocación. Nuestra vinculación
con el MTA nos compromete de forma especial con su vida y desarrollo como movimiento
laical. Acogemos y promovemos otras modalidades de vida laical teresiana”.
(Constituciones STJ Art. 34)
DOCUMENTOS IMPORTANTES A LOS QUE PODEMOS RECURRIR
Una visión compartida sobre espiritualidad teresiana.
Espiritualidad del MTA (Estatutos)
Constituciones STJ
 Capítulo 3: En comunidades orantes, apostólicas y fraternas
 Capítulo 4: Al servicio del Reino como educadoras
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NOS SENTAMOS A LA MESA CON JESÚS
Retomamos alguno de los textos de LA PALABRA DE NUESTROS
MAESTROS. Oramos juntos/as y agradecemos la espiritualidad
recibida y la misión encomendada.
SOMOS ENVIADAS/OS A COMPARTIR EL PAN
E INVITAR A OTRAS/OS

En nuestra vida cristiana, ¿qué nos aporta de específico seguir a Jesús al estilo
de Teresa y Enrique?

¿Con quiénes tejemos redes compartiendo nuestra espiritualidad para responder
a los desafíos de la humanidad? ¿A quiénes nos podemos abrir?

Como familia, ¿cómo podemos vivir y ofrecer nuestra espiritualidad teresiana
para responder a la sed de sentido, de esperanza, de justicia, de equidad, de
felicidad… de muchas personas en nuestro mundo?

¿Cuál es la razón de ser de la Familia Teresiana de Enrique de Ossó? ¿Qué
aporta o qué puede aportar al mundo desde su espiritualidad y misión?
9
10
LA FUERZA CARISMÁTICA DE LA FAMILIA TERESIANA DE ENRIQUE DE OSSÓ
La Familia Teresiana de Enrique de Ossó ha nacido como
don de Dios y fruto de la vida de fe y amor de un hombre
santo. Enrique de Ossó experimentó la bondad y el amor de
Dios. Vivió su identificación con Jesús en un camino propio de
encuentro existencial con María y Teresa y se transformó en
apóstol del conocimiento y amor de Jesucristo. Así se fue
configurando su corazón de sacerdote, padre y maestro. En
Teresa de Jesús descubrió además la capacidad de la mujer
en la evangelización y transformación de la sociedad. En
respuesta a las situaciones de su tiempo llevó adelante
múltiples iniciativas apostólicas y recibió el carisma de
fundador. (Constituciones STJ, art. 1)
Con esta ficha pretendemos:
Reconocernos en la fuerza carismática de nuestra familia. Entrar en contacto con el
punto de partida del movimiento teresiano generado por Enrique de Ossó que ha
permanecido en la historia, atravesado fronteras y germinado en distintas lenguas, razas,
contextos y situaciones: la Familia Teresiana.
PREPARAMOS LA MESA
Ambientación: Nos colocamos en círculo. La sala está
decorada con semillas, tierra, una planta…
Lector/a 1:
«El Reino de Dios es como un hombre que echa
el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de
día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo”. (Mc
4, 26-28)
Canto: El labrador. (CD “No es tan fácil” nº 4. Fabiola Torrero)
Lector/a 2:
“No es pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no entendamos a
nosotros mismos ni sepamos quién somos. ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que
preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni su madre ni
de qué tierra?...” (IM 1,2)
Animador/a:
Para Teresa de Jesús, conocer quiénes somos, de dónde venimos, es la premisa
fundamental para el conocimiento propio y el conocimiento de Dios. Para nosotros/as es
esencial conocer de dónde surge nuestra familia, y desde allí comprender nuestra identidad
para labrar nuestro futuro.
1
Comenzaremos tomando conciencia de nuestras raíces personales, cristianas y
teresianas.
●
●
●
¿Quiénes son mis padres, mis hermanos, mi familia? ¿De dónde viene mi familia?
¿De qué manera conocí la fe cristiana? ¿Cómo fueron mis primeros pasos en el
conocimiento de Jesús?
¿Cómo entré a formar parte de esta familia Teresiana? ¿Qué ocasionó que hoy esté
sentada/o en la mesa del carisma?
Compartimos
Conectamos con la experiencia fundante de Enrique:
Animador/a:
Como el grano que es sembrado y brota de la tierra, abonado por la lluvia, el tiempo
y el cuidado del sembrador, así nació la Familia Teresiana de Enrique de Ossó: del corazón
de un joven inquieto que a los 14 años decide partir en busca de su propia identidad, origen
y destino… y sin saberlo, “solo y por caminos difíciles”, ante el trono de la Virgen, empieza
la historia vocacional del joven Enrique sin que él se imagine que aquel comienzo de su
peregrinaje vocacional era el inicio incipiente de una inmensa familia: la Familia Teresiana
de Enrique de Ossó…
Lector/a 3:
“Os busqué solo en mi mocedad. No os conocía; mas oí hablar de Vos, percibí el
olor de esta Rosa celestial, y dejé el mundo, padres y parientes, corriendo al olor de
vuestras virtudes, postrándome a vuestros pies. Nadie sabía darme razón de Vos... Solo, y
por caminos difíciles, llegué a vuestros pies. ¡Cuán cansado del mundo! ¡Con cuántas
heridas! ¡Cuántos desengaños en el corazón! A vuestros pies hallé la paz perdida...
¡Bendita Reina de las gracias! A las gradas de vuestro trono sentí revivir en mi pecho
recuerdos dulcísimos de mi cristiana madre… Cabe el trono de vuestras misericordias
desperté como de un sueño profundo... Creí, deseé y amé lo que nunca debía haber
olvidado… Hallé mi vocación. Vos me guiasteis sin que yo recuerde cómo. Estrella de los
mares, Estrella de la mañana, de Cataluña, brillasteis a mis ojos, seguí su luz, y al
mostrarme a Jesús, fruto bendito de vuestro vientre, al verle tan agraciado y hermoso dije:
"Seré siempre de Jesús, su ministro, su apóstol, su misionero de paz y de amor". (E.O. III,
pp. 194-195)
NOS ALIMENTAMOS DE LA PALABRA DE DIOS
Génesis 1, 1-31
Animador/a:
Con el texto del Génesis, volvemos sobre el primer momento de
compartir nuestras historias, traemos a la memoria el “origen” de
nuestra propia familia. Dejamos que resuene en nosotros/as la frase:
“Y VIO DIOS QUE ERA BUENO…”
Hacemos memoria de la decisión del joven Enrique “seré siempre de Jesús”, que le
llevó por caminos inesperados de encuentro con el Jesús de Teresa, convirtiéndolo en su
Apóstol Teresiano. Recordamos la frase: “Y VIO DIOS QUE TODO ERA BUENO.”
2
Describo cómo ha sido mi propio proceso de integración en esta familia
carismática… cuáles han sido los “ritmos”, los “días” en que Dios fue poniendo en mi
historia este proceso de identificación con el carisma teresiano de Enrique. Elaboro mi
propia “línea del tiempo” de pertenencia a esta familia y compartimos.
NOS ALIMENTAMOS DE NUESTROS MAESTROS
El conocimiento y amor de Jesús… el Jesús de Teresa…
“Señor, al verte a mi lado, he visto todos los bienes. No
me ha venido trabajo que, mirándote a ti cuál estuviste delante
de los jueces, no se me haga fácil de soportar. Con tan buen
amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero
en el padecer, todo se puede sufrir: es ayuda y da esfuerzo,
nunca falta, ES AMIGO VERDADERO.” (V.22, 6)
“Pues ¿cómo aprovechará y gastará con largueza el que no entiende que está rico?
Es imposible conforme a nuestra naturaleza -a mi parecer- tener ánimo para cosas grandes
quien no entiende está favorecido de Dios”. (V 10, 6)
“Si fuera persona que hubiera de dar parecer- que, cuando una buena inspiración
acomete muchas veces, se deje, por miedo, de poner por obra; que si va desnudamente por
solo Dios, no hay que temer sucederá mal, que poderoso es para todo. Sea bendito por
siempre, amén”. (V 4, 29)
“¡Oh hermanas mías, qué olvidado debe tener su descanso, y qué poco se le debe
de dar de honra, y qué fuera debe estar de querer ser tenida en nada el alma adonde está
el Señor tan particularmente! Porque si ella está mucho con El, como es razón, poco se
debe de acordar de sí; toda la memoria se le va en cómo más contentarle, y en qué o por
dónde mostrará el amor que le tiene. Para esto es la oración, hijas mías; de esto sirve este
matrimonio espiritual: de que nazcan siempre obras, obras”. (VII M, 4,6)
“Mirad que importa esto mucho más que yo os sabré encarecer. Poned los ojos en el
Crucificado y haráseos todo poco. Si Su Majestad nos mostró el amor con tan espantables
obras y tormentos, ¿cómo queréis contentarle con sólo palabras? ¿Sabéis qué es ser
espirituales de veras? Hacerse esclavos de Dios, a quien, señalados con su hierro que es el
de la cruz, porque ya ellos le han dado su libertad, los pueda vender por esclavos de todo el
mundo, como Él lo fue; que no les hace ningún agravio ni pequeña merced. Y si a esto no
se determinan, no hayan miedo que aprovechen mucho, porque todo este edificio -como he
dicho- es su cimiento humildad; y si no hay ésta muy de veras, aun por vuestro bien no
querrá el Señor subirle muy alto, porque no dé todo en el suelo. Así que, hermanas, para
que lleve buenos cimientos, procurad ser la menor de todas y esclava suya, mirando cómo
o por dónde las podéis hacer placer y servir; pues lo que hiciereis en este caso, hacéis más
por vos que por ellas, poniendo piedras tan firmes, que no se os caiga el castillo”. (VII M
4,8)
La pasión de Enrique de Ossó por dar a conocer a Teresa de Jesús…
Su propósito al fundar la Revista Teresiana:
“Con la devoción a Santa Teresa de Jesús, maestra insigne de oración, derramará el
Señor sobre la España indiferente el espíritu de oración, con el que vienen todos los bienes
3
a las almas; el espíritu de fe práctica, que las fortalece y vigoriza; el espíritu de amor, que
endulza todas las penalidades de este miserable destierro. Beneficiar, pues, en provecho de
nuestros hermanos, que lo son todos los españoles, este tesoro de virtudes y ejemplos de
nuestra compatrona Santa Teresa de Jesús; popularizar sus escritos y enseñanzas llenos
de celestial sabiduría; aprovechar sus méritos, oraciones y poderoso valimiento a favor de
todo el mundo, es, Ilustrísimo Señor, lo que pretende nuestra humilde publicación.
Españoles todos sin distinción de clases ni partidos, cavemos en esta mina,
ahondemos en este tesoro, beneficiemos este fértil campo,, y sea nuestro siglo el siglo de
santa Teresa de Jesús que todos los corazones, en una palabra, se revistan de los mismos
sentimientos y afectos generosos y cristianos del corazón de Teresa de Jesús, nuestra
patricia ilustre, hermana, maestra y doctora. Así regeneraremos a la decaída España, Mas
como nuestra plantación es obra de Teresa de Jesús, y ningún motivo de especulación ni
mira terrena mueve nuestra pluma, confiamos fundadamente, por el amor y comunidad de
intereses que hubo siempre entre Jesús y Teresa, que este grano de mostaza crecerá en
frondoso árbol1, que sus hojas y sus frutos serán de salvación para el pueblo español, y que
las aves del cielo posarán sobre sus ramas”. (RT Nº 1, octubre 1872)
Su llamada carismática a ser “Eliseo Teresiano”
“Mas tú, oh Santa mía, perdona mi atrevimiento en pretender mostrar al mundo tu
incomparable grandeza, pues de ello tú te tienes la culpa, porque en tus escritos y en tus
acciones he aprendido, y ha alentado siempre grandemente a mi pobre corazón, aquella
verdad que no te cansas de repetir, porque es el secreto que engrandece a las almas: Dios
es amigo de almas animosas; Dios es muy amigo de que no pongan tasa a sus obras;
ayuda mucho tener altos pensamientos para que lo sean las obras, y así por el estilo.
Confieso que sin la gracia de Dios nada podemos, pero también reconozco que con ella lo
podemos todo, y que no sería imposible escribir y obrar como tú lo hiciste, si el Señor nos
favoreciere con el espíritu que guió tu pluma y te ayudó en tus obras. Alcánzanos, pues, de
tu Esposo Jesús una parte, si no todo, de tu espíritu, para llenar cumplidamente el deseo
vivísimo de Cristo, que vino al mundo para inflamar las almas, y no ansía otra cosa más,
sino que todas ardan en este fuego divino.
Para aficionar la voluntad de nuestros lectores y obligarla con dulce violencia a amar
a Teresa de Jesús, y moverla a seguirnos en el descubrimiento de las maravillas que Dios
obró en la Santa, ninguna cosa más a propósito, a mi ver, y de mayor eficacia, que desde el
primer momento descubrirles la grandeza del alma de Teresa; lo anchuroso y dilatado de su
corazón. Ignoro si sucederá a mis lectores lo que a mi pobre corazón al contemplar la gran
figura de Teresa. Todo me admira en la Santa, porque en todo es singular. Su fe vivísima,
por la que asegura se dejaría matar mil veces antes que dudar en un ápice de lo que
enseña la Iglesia. Su esperanza firmísima, con la cual, cuando todo en lo humano se
conjuraba contra una pobre monja cargada de patentes y buenos deseos, como ella dice
con gracia, esperaba contra toda esperanza. Su amor subido y finísimo, que competía con
el de los Serafines; su discreción, su penitencia, su sabiduría, etc.; pero roba siempre mi
atención con preferencia lo anchuroso de su corazón, su magnanimidad asombrosa, su
grandeza de alma incalculable. Todas las virtudes practicadas por Teresa adquieren nuevo
brillo y esplendor, que les comunica su alma grande. Yo no sé si será defecto en mí este
asombro y estupor que me causa su grandeza; quizás sea efecto de la pequeñez de mi
corazón, y como no es grande, se complace al menos y trata de engrandecerse
inclinándose con respeto ante tanta grandeza,
Sucede al querer examinar las virtudes y excelencias de Teresa de Jesús lo que al
rústico aldeano que, no habiendo visto otra cosa que los modestos albergues de su
1
Y creció hasta nuestros días…
4
vecindad, al verse transportado por vez primera ante uno de esos soberbios palacios,
maravillas del arte, no atina, ni tiene facultad expedita para observar los objetos preciosos y
sus detalles, porque le suspende y roba la atención la grandeza del edificio, la esbeltez y
altura de las columnas, lo anchuroso de los patios y salones, lo atrevido de las bóvedas y
riqueza de los artesonados, y solo puede exclamar en medio de su asombro, embargada su
mente con la magnificencia del conjunto: “¡Qué magnífico, qué grande es todo esto!”. (RT,
Nº 2, Noviembre 1872)
Teresa de Jesús, mujer de fuego que enciende los corazones por el “celo de los
intereses de Jesús”
El aprovechamiento del alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho.
“Esta máxima de Santa Teresa de Jesús, escrita en el libro de las Fundaciones,
encierra sublime y práctica doctrina para todos, en especial para las almas que desean
adelantar en el camino de la virtud.
No olvidemos que no nos ha de hacer santos el mucho pensar, sino el mucho amar;
y como la prueba mejor del amor verdadero son las obras, por eso el aprovechamiento del
alma no está en mucho pensar, sino en mucho obrar, porque quien mucho obra señal da
inequívoca de que mucho ama.
El pensar mucho no aprovecha al alma si no pasa a la acción, si el amor no traduce
el pensamiento en obras. El pensamiento es como el apuntar el tiro. Si no dispara no hará
daño ni provecho. Podrá espantar, pero no matar. ¡Cuántos hay que se les pasa la vida
apuntando siempre y nunca disparan un tiro a los enemigos!
Hombres de proyectos innumerables, toda su vida se les va en pensar cómo
arreglarán la casa propia, y más aún la ajena; y en tejer y destejer la tela interminable de
sus proyectos pasan la vida triste, estéril, inútil. Esta es la vida de la mayor parte de los
mortales. Vida teórica, digámoslo así, vida sin provecho; a lo menos a la práctica nada llega
de sus grandes pensamientos. Hombres inútiles, cuando no altamente perjudiciales, todo su
afán es proponer y nada hacer. ¡Oh si estos tales en lugar de pensar tanto y devanarse los
sesos empleasen una mínima parte de su vida en amar, ¡cuán fecunda de buenas obras y
santa sería su vida! ¡Cómo pasarían por este mundo, a semejanza de Cristo Jesús, no
pensando el bien, sino haciendo el bien a todos! ¡Cuántas bendiciones atraerían sobre sí
pensamientos santos que el Señor les da! Mas su falta de acción lo esteriliza todo: porque
no aman no se mueven: más amar y menos pensar, más obrar y menos desear. Por algo se
dijo que hasta el infierno está empedrado de buenos deseos.
No queremos dejar de apuntar aquí y recordar a nuestros lectores una verdad que la
santa Doctora inculca muchas veces con gran instancia, porque es de suma trascendencia
su aplicación; y es que cuando un pensamiento nos acomete muchas veces, no hemos de
dejar de ponerla en práctica, porque señal es de que viene de Dios y quiere Su Majestad
que sea obra.
¡Cuántos hay que retienen prisionera la inspiración de Dios porque no les gusta o
porque les exige el sacrificio de su comodidad y reposo, de su honor o de sus riquezas; y,
como el joven del Evangelio, se vuelven tristes porque Jesús les llama a seguirle más de
cerca.! Lo que es gracia singular lo toman como desgracia. ¡Insensatos! De ahí el principio
de su desdicha y tal vez de su perdición eterna.
¡Oh tú, lector amante de la santa y magnánima heroína de la gracia, Teresa de
Jesús, que sientes bullir en tu pecho repetidas veces el celo de la gloria de Dios y salvación
de las almas, no dejes de seguir con docilidad los impulsos de la gracia ¡Quién sabe los
5
millares de almas que se salvarán si eres fiel en llevar adelante tus santas empresas!
¡Quién sabe el bien inmenso que de tu buen pensamiento puesto en práctica puede
redundar al mundo, a la Iglesia, a la sociedad! Fuera cobardías. Oración y consejo, y
después de esto acción: obras, obras, obras”.
HACEMOS ESPACIO EN NUESTRA MESA PARA OTRAS
PALABRAS
“Los hombres que han recibido de Dios una misión destinada
a perpetuarse en la tierra no mueren nunca. Su paso por el mundo
no es más que una jornada en el camino. Bajan al sepulcro,
descansan, y cuando alguien con demasiado apresuramiento
pudiera creer que todo se ha reducido a cenizas, se encuentra un día
con la gratísima sorpresa de que la tumba se abre y otra vez vuelve
a la vida el enviado de Dios. Es su espíritu, que de nuevo se presenta a los hombres porque
así lo quiere el Señor de las fuerzas ocultas. Parece como si tuvieran el poder de resucitar
en un momento determinado. Santa Teresa también salió un día del sepulcro para hacer su
segunda salida. Era necesario que la hiciera.
La Providencia quiso depararnos un hombre extraordinario en don Enrique de Ossó,
joven catedrático del Seminario de Tortosa. En sus afanes no se limitó a Cataluña, sino que
tuvo presente a España entera. Ante lo difícil de su misión tuvo el acierto genial, sin duda
inspirado por Dios, de no salir al combate con las armas de su exclusiva y propia
personalidad. Miró a España, examinó su historia, contempló a sus Santos, y rápido como
una flecha, en el momento de elegir al que de entre ellos fuese más apto para vivificar el
espíritu cristiano, se dirigió a Alba de Tormes en busca de una mujer que por su cautivadora
simpatía, por su exquisito amor a Dios, por su invencible fuerza de arrastre, levantaría en el
seno del pueblo español, como lo había levantado en otro tiempo, oleadas incontenibles de
entusiasmo. Santa Teresa de Jesús obedeció a su llamada y salió del sepulcro. Esta fue su
segunda salida. Duró tanto como la vida sacerdotal de don Enrique”. (Card. Marcelo
González Martín. La Fuerza del Sacerdocio. pp. 5 - 9)
EL BROTE DE LA VOCACIÓN TERESIANA
“La vocación teresiana de Ossó tiene visos de precoz y carismática. Suscribo sin
reservas las afirmaciones de su biógrafo: “Creo de todo punto inevitable recurrir a una
especial providencia de Dios, para poder explicar suficientemente este fenómeno del
teresianismo de don Enrique. Estamos en presencia de algo excepcional, fuertemente
extraordinario, tan singular y tan maravilloso que probablemente no se repetirá nunca”. El
hecho excepcional se ha consumado ya cuando Enrique cuenta 14 años. Y cuaja en dos
gestos netos: revivir la hazaña infantil de Teresa de Jesús que se fuga de casa en pos de
un ideal místico, y repetir el mensaje espiritual de sus obras. En los dos trazos cabe entera
la silueta del futuro apóstol. Afortunadamente, ambos datos nos llegan de primera mano, de
la pluma misma de Enrique.
En su esbozo autobiográfico “Apuntes de las misericordias del Señor” recuerda eso
que le ocurrió cuando “tendría unos trece años”, a poco de “estar presente a la muerte
santa” de su madre, mientras de nuevo se entrena en la “carrera de comercio” en casa “del
primer comerciante de Reus”. Cuenta él: “Mi familia se resistía a que fuera sacerdote. Me
confesaba en Reus así que podía, en la Capilla de nuestra Señora de los Dolores, y resolví
marcharme…Escribí cartas de despido y de consejos a mi padre y tíos, y el día que murió
un hijo pequeñito de la casa, de mañanita abrí la puerta y me marché. Mis primeros pasos
se dirigieron a la Virgen de la Misericordia en su capilla. Oré allí, le pedí su bendición y me
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fui lejos, cargado de unos pequeños libros, sin dinero, a pie; quería ser ermitaño,
retirándome a la soledad, y dirigí mis pasos a Montserrat a pie; subí la cuesta de
Collbató…qué sed tan grande tenía. Tenté a Dios. Llegué a Montserrat, me confesé
generalmente, pedí ser admitido como criado de la Virgen allí. Me admitieron…”.
El episodio es calco evidente de lo relatado por Teresa de Jesús en el capítulo
primero de su Vida. También allí se habla del obstáculo de los padres (“tener padres…, el
mayor embarazo”), de la fuga de casa (Enrique “sin dinero”, ella “pidiendo por amor de
Dios”), de la muerte de la madre y de la acogida a una imagen de la Virgen.
La vocación teresiana de don Enrique llegaba a plena madurez a la par que su
vocación sacerdotal. Al ordenarse de presbítero – 21 de septiembre de 1867 – tenía ya
consignado en su “Ordo vitae”: “Como fundamento de la vida espiritual, grabaré en mi alma,
con la gracia de Dios, y tendré siempre presente en mis acciones, aquella resolución tan
generosa y noble de Santa Teresa de Jesús, mi especial protectora: Húndase el mundo
antes que ofender a mi Dios, porque más debo a mi Dios que a nadie; luego a Él debo antes
que a todos contentar y servir”.
En teresianismo, Ossó fue autodidacta y carismático. Humanamente se impuso a sí
mismo un proceso de formación e información teresianas de vastas proporciones y de serio
empeño. Nos sería imposible rehacer su biblioteca teresiana, ni lo intentaremos aquí.
Durante los 24 años que dirige la Revista, se le sorprende constantemente atento a toda
novedad bibliográfica que recaiga sobre lo teresiano, dentro y fuera de España. No creemos
que la biblioteca del más insigne teresianista especializado del siglo – don Vicente de la
Fuente – pueda compararse con la suya. A nivel carismático, los resortes fueron más
potentes y eficaces. En la vida de don Enrique hay algo así como una barra de acero que lo
va penetrando, misterioso fluido teresiano que se va apoderando de su ser y de su acción.
La puesta en marcha de la Asociación teresiana y de la Compañía lo empeñan en un
ininterrumpido esfuerzo de asimilación del mensaje y del espíritu de la Santa. Para
retransmitirlos. Se mantendrá en contacto con las obras y el mensaje de la Madre y Maestra
hasta el fin”. (T. Álvarez, Enrique de Ossó y Santa Teresa de Jesús en Mano de Oro, Ed.
Monte Carmelo)
Encuentro con Teresa de Jesús: mediación teresiana
“Enrique de Ossó descubre, en Teresa de Jesús, a la Mujer Nueva. Él, que deseaba
profundamente vivir en Cristo, se encuentra con esta mujer totalmente transformada por
Cristo. A través de su Vida, el Camino de perfección y las Moradas sobre todo, la Santa
aparece ante la mirada de Enrique, como la persona que ha conocido y amado de tal modo
a Jesús, que Él la ha transformado en su esposa, y le ha confiado su misión salvadora.
En su itinerario espiritual, Teresa de Jesús ha hecho experiencia de la eficacia
mística de la Palabra de Dios: “Sus palabras son obras”. El mismo Señor, se le dio como
“Libro vivo”, Maestro interior, que desde dentro le ha enseñado “todas las verdades”. A
Teresa se le ha desvelado progresivamente Jesucristo, como a muy pocas personas. Ella
llegó a contemplar repetidas veces la belleza inefable de la Humanidad gloriosa del
Crucificado. Vivió la experiencia profunda de Jesús en su interior, y la unión íntima con Él
hasta poder decir con san Pablo, vivo yo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20).
Y a partir de un determinado momento experimentó cómo el Amor de Dios “se le metía en
las entrañas, hasta transformarla” por la efusión de este amor purificador. Y al contemplarla
en este trance, Enrique de Ossó comprende que se ha cumplido en ella exactamente aquel
deseo vivo de Jesús: “Fuego he venido a meter en la tierra [de nuestros corazones] y ojalá
estuviera ya ardiendo”. Este fuego del Amor de Dios —fuego del Espíritu— como en un
nuevo Pentecostés dilata el corazón de Teresa hasta hacerlo eclesial, a la medida del
corazón de Dios.
7
En este corazón magnánimo, dilatado, Enrique encuentra a Dios. Y tal impacto le
produjo la experiencia, que la convierte en tema central de muchos artículos de la Revista
Teresiana, y todas las obras apostólicas por él emprendidas llevarán el sello de corazón
transverberado de Teresa de Jesús.
Su especial sintonía con esta gracia mística, nos lleva a preguntarnos si él mismo
participó personalmente de esta experiencia, recibiendo los frutos del amor de Dios -celo
ardiente-, y con ellos la llamada a ser apóstol teresiano. Lo cierto es que durante toda su
vida manifestó un deseo creciente de transformación en el amor y puso los medios para
facilitar esta transformación en los hermanos. Ese es el contenido profundo de su misión
teresiana. Veamos cómo lo expresa en una meditación tardía del Triduo del Corazón de
Jesús:
“Oh Amor de Cristo Jesús, que me amas más de lo que yo puedo amar!, ven a mi
corazón y reina en él, y con flecha divina traspásalo, como traspasaste el corazón de tus
siervos enamorados , en especial como el de mi madre Teresa de Jesús. Envía tu ángel con
el dardo de oro inflamado de fuego, y penetra con él mis entrañas, y arráncalas de todo lo
creado, y llévalas hacia Ti […]. Ven, serafín deseado, traspasa mi corazón y consúmelo en
el divino amor, de suerte que no sepa amar en adelante más que a Jesús y con Jesús.
Dame vida y muerte de amor divino […]. No quiero vivir sino amándoos con todo mi
corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y trabajando con todo ahínco para
despertar otros corazones en vuestro amor” (C. Melchor, Volver a las Fuentes, pp. 27-30)
NOS SENTAMOS A LA MESA CON JESÚS
Lector/a 1:
En aquel tiempo Jesús dijo a la gente: «El Reino de Dios
es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se
levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa
cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego
espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto
lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la
siega». Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de
Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se
siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero
una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan
grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con
muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero
a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado. (Mc 4, 26 - 34)
Animador/a:
Volvemos al símbolo del inicio y al texto del Evangelio de Marcos. Basándonos en la
parábola, expresamos otra parábola sobre la historia de nuestra Familia Teresiana a través
de un texto, un dibujo, un símbolo...
Compartimos
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SOMOS ENVIADOS/AS A COMPARTIR EL PAN E INVITAR A
OTRAS/OS.
Al finalizar esta experiencia, narramos lo que en nosotros/as ha ido
aconteciendo. Lo enviamos a la comisión provincial de Familia
Teresiana.
★ Lo que has recibido de esta familia carismática
★ Lo qué estás entregando de ti mismo/a a esta familia carismática.
★ Lo que esta familia dinamiza en ti para hacer posible el Reinado de Dios en tu
propio ambiente
★ Experiencias que conoces de Familia Teresiana que se hayan dado a lo largo de
estos años y te den luz.
★ Mi sueño sobre el futuro de la Familia Teresiana.
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FAMILIA TERESIANA EN MESA COMPARTIDA
Jesucristo, nos dice lleno de amor, de dignación, de
compasión y de ternura: Venid a Mí todos los que andáis
trabajados y Yo os consolaré, os confortaré; venid a Mí todos
y aprended de Mí, porque soy manso y humilde de corazón, y
hallaréis descanso, paz para vuestras almas. Venid todos, y
aprended de Mí a ser felices... Y ¿quién hay que no haya oído
resonar, no una, sino muchas veces, esta voz amiga, voz de
Padre y Dios en su corazón? Todos debéis venir a Mí, dice
Jesús. (Enrique de Ossó, Un mes en la escuela del Sagrado
Corazón, p. 94)
PREPARAMOS LA MESA
Comenzamos de pie alrededor de una mesa, si es
posible, redonda.
Animador/a:
La mesa compartida es don. Jesús nos llama sin
mérito propio, pero también se construye con nuestro
esfuerzo y compromiso cotidianamente...es, por tanto, don y
tarea.
Nos preguntamos:
●
Al situarme como parte de la Familia Teresiana de Enrique de Ossó, ¿qué me
sugiere pensar en “la mesa compartida”?
Lector/a 1:
Tu poder multiplica la eficacia del hombre
y crece cada día, entre sus manos, la obra de tus manos. (ponemos el mantel)
Todos/as: Ojalá que volvamos a mirar nuestras manos y descubramos que su poder es lo
que multiplica la eficacia del ser humano.
Lector/a 2:
Nos señalaste un trozo de tu viña
y nos dijiste: Vengan a trabajar. (ponemos una jarra de agua)
Todos/as: Él nos ha señalado un trozo de su viña y nos dijo “Vengan a trabajar”.
Preguntémosle ¿Cuál es ese trozo de su viña que en un momento nos mostró y que lo
hemos abandonado o no lo hemos acogido, por tener la mirada en otro lado?
Lector/a 3:
Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: “Llénenla de pan” (ponemos una cesta con pan)
Todos/as: Nos mostró una mesa vacía y nos dijo llénenla de pan. ¡Qué grande es tu amor y
tu paciencia para con nosotros que no retiras tu confianza y no te desdices de lo que
anteriormente nos has hecho ver! La mesa vacía, y nos has dicho llénala de pan. Nos dejas
ver la necesidad, pero también nos das el pan de cada día para llenarla de pan. Cuántos
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momentos hemos dejado Señor esa mesa vacía por nuestra incredulidad, pero gracias
porque es verdad que nadie pondrá lo que estamos llamados a poner cada uno, y porque
nos devuelves la vista para mirar lo que tú miras con responsabilidad. Señor que nunca se
vuelva a quedar la mesa vacía por hacer caso a nuestras propias penas, que nos
dediquemos a nuestra misión de evangelizadores.
Lector/a 4:
Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: Construyan la paz
Nos sentamos alrededor de la mesa.
Todos/as: A veces nos quejamos de los campos de batallas que vemos a diario desde
nuestra falta de fe, porque nos falta sintonizar más contigo, y queremos que se solucionen
las cosas, exigimos a los demás que cambien, etc. Cuando tú nos dejas ver esos campos
de batalla y nos has invitado a tomar partido, a ver la posibilidad que cada uno tenemos de
construir la paz, ser constructores de paz. Que volvamos a tomar conciencia de lo que nos
muestras y a lo que nos estás invitando con lo que vemos.
Lector/a 5:
Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: Levanten la ciudad
Todos/as: Y aquí estamos Señor. Hemos pasado por el desierto, por esa experiencia árida
de purificación, de aceptación de lo que somos realmente y de que sin ti no podemos nada!
Gracias Señor por decirnos nuevamente: ¡Levanten la ciudad! Pusiste una herramienta en
nuestras manos y nos dijiste: es tiempo de crear.
(Cfr. Himno del Libro de Horas, pp. 856 - 857)
NOS ALIMENTAMOS DE LA PALABRA DE DIOS
Pueden escoger uno o dos textos para orar con ellos.
Mc 3, 13-18 ⇨ “Llamó a los que Él quiso”
Mt 8,11 ⇨ “Les aseguro que vendrán muchos de oriente y de
occidente a sentarse a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el
reino de Dios“
Lc 22,29-30 ⇨ “Yo preparo a favor de ustedes, como dispuso a mi favor mi Padre, un reino
para que coman y beban a mi mesa en mi reino”
Is 58,5-12 ⇨ El ayuno que yo quiero es éste
Lc 14,2-14 ⇨ Cuando alguien te invite a una boda, no ocupes el primer puesto
Lc. 15, 11-32 ⇨ Pero el Hijo no quiso entrar
Lc 7,1-39. 44-50 ⇨Jesús entró en casa del fariseo y se recostó a la mesa.
Jn 12,1-8 ⇨Le ofrecieron un banquete.
Mt. 20, 1-16 ⇨ Llamó a los viñadores.
2
Mt 25, 14-19 ⇨ Recibieron talentos.
Mt 9,9-13 ⇨Vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado ante la mesa de los impuestos.
Le dice:- Sígueme
NOS ALIMENTAMOS DE NUESTROS MAESTROS
“ ...porque decir a un regalado y rico que es la voluntad
de Dios que tenga cuenta con moderar su plato para que coman
otros siquiera pan, que mueren de hambre, sacará mil razones
para no entender esto, sino a su propósito; pues decir a un
murmurador que es la voluntad de Dios querer tanto para su
prójimo como para sí, no lo puede poner a paciencia ni basta
razón para que lo entienda; pues decir a un religioso que está
mostrado a libertad y a regalo, que ha de tener cuenta con que
ha de dar ejemplo y que mire que ya no son solas palabras con las que ha de cumplir
cuando dice esta palabra, sino que lo ha jurado y prometido, y que es voluntad de Dios que
cumpla sus votos, y mire que si da escándalo que va muy contra ellos, aunque no del todo
los quebrante; que ha prometido pobreza, que la guarde sin rodeos, que esto es lo que el
Señor quiere; no hay remedio aun ahora de quererlo algunos, ¿qué hiciera si el Señor no
hiciera lo más con el remedio que puso? No hubiera sino muy poquitos que cumplieran esta
palabra que por nosotros dijo al Padre, de «fiat voluntas tua».
Pues visto el buen Jesús la necesidad, buscó un medio admirable adonde nos
mostró el extremo de amor que nos tiene, y en su nombre y en el de sus hermanos pidió
esta petición: «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, Señor». Entendamos, hermanas,
por amor de Dios, esto que pide nuestro buen Maestro, que nos va la vida en no pasar de
corrida por ello, y tened en muy poco lo que habéis dado pues tanto habéis de recibir.
¡Oh Señor eterno! ¿Cómo aceptáis tal petición? ¿Cómo lo consentís? No miréis su
amor, que a trueco de hacer cumplidamente vuestra voluntad y de hacer por nosotros, se
dejará cada día hacer pedazos. Es vuestro de mirar, Señor mío, ya que a vuestro Hijo no se
le pone cosa delante, por qué ha de ser todo nuestro bien a su costa. ¿Porque calla a todo y
no sabe hablar por sí sino por nosotros? Pues ¿no ha de haber quien hable por este
amantísimo Cordero?
Y así le dice su Hijo que, pues no es más de un día, se le deje ya pasar en
servidumbre; que pues Su Majestad ya nos le dio y envió al mundo por sola su voluntad,
que El quiere ahora por la suya propia no desampararnos, sino estarse aquí con nosotros
para más gloria de sus amigos y pena de sus enemigos; que no pide más de «hoy», ahora
nuevamente; que el habernos dado este pan sacratísimo para siempre, cierto lo tenemos.
Su Majestad nos le dio -como he dicho- este mantenimiento y maná de la Humanidad, que
le hallamos como queremos, y que si no es por nuestra culpa, no moriremos de hambre;
que de todas cuantas maneras quisiere comer el alma hallará en el Santísimo Sacramento
sabor y consolación. No hay necesidad ni trabajo ni persecución que no sea fácil de pasar,
si comenzamos a gustar de los suyos.
Pedid vosotras, hijas, con este Señor al Padre que os deje «hoy» a vuestro Esposo,
que no os veáis en este mundo sin El; que baste, para templar tan gran contento, que
quede tan disfrazado en estos accidentes de pan y vino, que es harto tormento para quien
no tiene otra cosa que amar ni otro consuelo; mas suplicadle que no os falte y que os dé
aparejo para recibirle dignamente. De otro pan no tengáis cuidado las que muy de veras os
habéis dejado en la voluntad de Dios; digo en estos tiempos de oración, que tratáis cosas
más importantes, que tiempos hay otros para que trabajéis y ganéis de comer. Mas con el
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cuidado no curéis gastar en eso el pensamiento en ningún tiempo; sino trabaje el cuerpo,
que es bien procuréis sustentaros, y descanse el alma. Dejad ese cuidado -como
largamente queda dicho- a vuestro Esposo, que Él le tendrá siempre.” (Selección de
Camino de Perfección 33)
“Jesucristo, nos dice lleno de amor, de dignación, de compasión y de ternura: Venid
a Mí todos los que andáis trabajados y Yo os consolaré, os confortaré; venid a Mí todos y
aprended de Mí, porque soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso, paz para
vuestras almas. Venid todos, y aprended de Mí a ser felices... Y ¿quién hay que no haya
oído resonar, no una, sino muchas veces, esta voz amiga, voz de Padre y Dios en su
corazón? Todos debéis venir a Mí, dice Jesús, y cuanto más miserables más derecho tenéis
a ser recibidos, a ser escuchados, a ser remediados; porque Yo soy el Padre de los pobres,
y os he llamado para socorreros; pero venid con confianza de hallar remedio a todos
vuestros males, porque Yo soy la fuente de todo bien; venid con presteza, porque mi
Corazón lo ansía, y deseo más haceros bien que vosotros recibirlo. Venid, pues, corazones
de los cristianos, y vayamos, vayamos al Corazón de Jesús todos, todos. Ni uno sólo
rehuse tan divina invitación, porque contristaría a tan noble y divino Corazón, al Corazón del
Rey de cielos y tierra. Vayamos los pecadores al Corazón de Jesús para hallar el perdón:
vayan las almas justas para santificarse más. Vayan los niños y almas inocentes para
conservar su pureza. Vayamos, en fin, todos al Corazón de Jesús: grandes y pequeños,
ricos y pobres, nobles y plebeyos, porque a todos nos llama el buen Jesús con infinito amor.
Y Tú, Corazón amantísimo de Jesús, recíbenos a todos, pues a todos nos has llamado.
Súfrenos a todos, porque a todos nos has redimido, y haznos dignos de escuchar tus
lecciones y aprender tu doctrina e imitar tus virtudes, y de vivir y morir abrasados en tu
amor. Amén.” (E. de Ossó, Un mes en la escuela del Sagrado Corazón, pp. 94 - 95)
“¿Qué norma, qué leyes observa Jesucristo en su trato y conversación con los
hombres? ¿Con quién trataba? Con todos y con preferencia con los pobres, sencillos y
humildes, sin ninguna acepción de personas. ¿De qué hablaba? Del reino de Dios y de su
justicia. ¿De qué modo? Con paciencia, mansedumbre y caridad sobrellevaba los defectos
del prójimo, los corregía con benignidad, con ánimo igual y constante... ¡Con qué modestia,
afabilidad y dulzura atraía a todos los corazones y los ganaba para Dios!” (E. De Ossó,
Cuarto de hora de Oración. Sexta Semana. Meditación 36, 2).
“Considera la conducta de Cristo Jesús con el prójimo, e imítale. Dos virtudes
sobresalen en todas las acciones de nuestro divino Salvador, Cristo Jesús, la humildad y la
mansedumbre o caridad; por eso nos clama: aprended de Mí que soy manso y humilde de
corazón. Mira cómo sus conversaciones eran raras, cortas y todas atentas, corteses y
espirituales; prefiere siempre el silencio, la oración, la soledad, al bullicio y trato con las
gentes, si la necesidad no le obliga a ello.
Tres clases de personas distingue en su trato. Los inocentes, los sencillos, los
pobres, los pecadores convertidos, y los pecadores endurecidos o hipócritas:
A los inocentes, como a los niños, los abraza, los acaricia, los bendice, los regala.
Dejad, dice, que vengan a mí estos niños, y no se lo estorbéis, porque de ellos es el reino
de los cielos; y amenaza con penas eternas a los que los escandalicen. A San Juan, el más
joven e inocente de los discípulos, llámale el discípulo amado, y lo deja reclinar sobre su
pecho en la última cena, y le descubre los secretos de su corazón y del porvenir, y le confía
el cuidado de su Santísima Madre.
A los pobres evangeliza, a los ignorantes y al pueblo acoge con bondad marcada y
especial predilección. Jamás echó en cara a los pecadores arrepentidos sus pecados: al
contrario los distinguió con muestras especiales de amor de predilección. Testigo Pedro
perjuro, a quien nombra su Vicario y lugarteniente en la Iglesia. Testigo Zaqueo, con quien
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se convida a comer en su casa; testigo Mateo el publicano, llamado al apostolado; testigos
la Samaritana, la mujer adúltera, a quienes perdona; testigo sobre todos la Magdalena
pecadora a la cual admite a su compañía, la defiende de sus acusadores, la admite al pie
de la Cruz y es de las primeras a quienes se aparece después de resucitado.
¿Quién no se animará con este ejemplo y pondrá especial cariño en los parvulitos y
pequeñuelos, que son las almas inocentes más amadas de Cristo? ¿Quién no buscará
contentar a Cristo trayendo a sus pies a muchas almas convertidas? ¿Quién se desdeñará
del trato y comunicación con los sencillos, los pobres, los rudos del pueblo, viendo a Cristo
cómo les distingue, y les prefiere en su amor?” (E. de Ossó, Ejercicios Espirituales.
Segunda Semana. Día 9. Meditación 1, 1)
HACEMOS ESPACIO EN NUESTRA MESA PARA OTRAS
PALABRAS
●
●
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Lee los textos.
Subraya las frases que te interpelan.
Comparte.
MI CUERPO ES COMIDA
Pedro Casaldáliga
Mis manos, esas manos y Tus manos
hacemos este Gesto, compartida
la mesa y el destino, como hermanos.
Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.
Unidos en el pan los muchos granos,
iremos aprendiendo a ser la unida
Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos.
Comiéndote sabremos ser comida,
EI vino de sus venas nos provoca.
El pan que ellos no tienen nos convoca
a ser Contigo el pan de cada día.
Llamados por la luz de Tu memoria,
marchamos hacia el Reino haciendo Historia,
fraterna y subversiva Eucaristía.
En el libro del Génesis, leemos que Dios creó al hombre, varón y hembra, y los
bendijo, para que crecieran y se multiplicaran (cf. 1,27-28): Hizo que Adán y Eva fueran
padres, los cuales, cumpliendo la bendición de Dios de ser fecundos y multiplicarse,
concibieron la primera fraternidad, la de Caín y Abel. Caín y Abel eran hermanos, porque
vienen del mismo vientre, y por lo tanto tienen el mismo origen, naturaleza y dignidad de sus
padres, creados a imagen y semejanza de Dios. Pero la fraternidad expresa también la
multiplicidad y diferencia que hay entre los hermanos, si bien unidos por el nacimiento y por
la misma naturaleza y dignidad. Como hermanos y hermanas, todas las personas están por
naturaleza relacionadas con las demás, de las que se diferencian pero con las que
comparten el mismo origen, naturaleza y dignidad. Gracias a ello la fraternidad crea la red
de relaciones fundamentales para la construcción de la familia humana creada por Dios.
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No se llega a ser cristiano, hijo del Padre y hermano en Cristo, por una disposición
divina autoritativa, sin el concurso de la libertad personal, es decir, sin convertirse
libremente a Cristo. El ser hijo de Dios responde al imperativo de la conversión: «Convertíos
y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de
vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hch 2,38). Todos los que
respondieron con la fe y la vida a esta predicación de Pedro entraron en la fraternidad de la
primera comunidad cristiana (cf. 1 P 2,17; Hch 1,15.16; 6,3; 15,23): judíos y griegos,
esclavos y hombres libres (cf. 1 Co 12,13; Ga 3,28), cuya diversidad de origen y condición
social no disminuye la dignidad de cada uno, ni excluye a nadie de la pertenencia al Pueblo
de Dios. Por ello, la comunidad cristiana es el lugar de la comunión vivida en el amor entre
los hermanos (cf. Rm 12,10; 1 Ts 4,9; Hb 13,1; 1 P 1,22; 2 P 1,7)” (Papa Francisco,
Mensaje del 1 de enero de 2015)
Sorprende que Jesús haya querido dejar a su Iglesia, como acto central por el que
quiere ser recordado, el acto humano de la comida. ¿Por qué la comida y no el ayuno?
Porque parece que, según la mentalidad corriente en la época de Jesús, el ayuno acercaba
más a Dios que la comida. Pero lo que caracteriza el tiempo de Jesús, no es el ayuno, sino
la fiesta por la presencia del esposo (Mc 2,18-22). La comida compartida expresa mejor la
novedad de ese tiempo, porque la comida es un sacramento y el Señor hace suya esa
realidad humana del comer para expresar el sueño por el que dio la vida. El memorial del
Señor está asociado a la comida y no al ayuno, porque se revela un Dios diferente: el Dios
de la vida que desea la vida del hombre. Jesús pone en cuestión las normas que rigen los
banquetes y las relaciones de patronazgo. Un patrón invita a los de su propia casa o a los
de su estirpe o clientes amigos y a personas influyentes, vecinos ricos. Estas gentes o
devuelven la invitación o alaban y pregonan las excelencias del anfitrión. El banquete se
rige por una reciprocidad equilibrada: se ofrece calculando recibir ventajas equivalentes.
Banquetes de carácter cerrado y excluyente, fortalecen la solidaridad interna del grupo,
buscan reafirmar la identidad del grupo y marcar las fronteras con los de fuera. La
aceptación del Dios de Jesús desencadena una nueva forma de actuar que conmociona y
subvierte los valores establecidos socialmente. (M. Díaz Mateos)
En la última cena, lo mismo que en Lc 14, 7-11, donde los invitados disputan por los
lugares de honor, se da el mismo comportamiento de los discípulos, imbuidos de la
ideología dominante en el mundo. Jesús no dice solamente que elijan el último puesto en la
mesa, sino que ocupen el lugar del servidor, ellos que son los líderes de la comunidad. La
comunidad cristiana no es cerrada y excluyente, sino abierta e inclusiva. En ella y en torno a
la mesa, se congregan gentes de procedencias sociales muy diversas y esto crea
dificultades muy serias para los ricos y los socialmente honorables. Participar en la
comunidad cristiana implica romper con los valores establecidos, pertenecer a ella no
contribuía a incrementar el prestigio y el honor, sino todo lo contrario. (R. Aguirre)
Juan, preocupado porque el único rito de la comunidad fuera celebrar la vida, en
lugar del relato de los gestos de Jesús con el pan y la copa, pone el lavatorio de los pies
como el gesto más significativo de la Cena. El que había servido a todos a lo largo de su
vida, siguió fiel a ese servicio hasta la muerte para que los discípulos vivan lo mismo que él:
“Si yo les he lavado los pies, también deben lavarse los pies unos a otros, porque les he
dado ejemplo para que hagan lo mismo que yo he hecho” (Jn 13,14-15). Los discípulos
fueron descubriendo que Jesús, en la Cena, celebró lo que había estado viviendo y lo que
estaba dispuesto a vivir por el amor del Padre y de los hombres: su ser entregado por la
vida del mundo – “El pan que voy a dar es mi carne para que el mundo viva” (Jn 6,51).
Cayeron en la cuenta de que, quien no entraba por la dinámica del servicio al hermano, “no
tenía parte con El” (Jn 13,8). Y, al fin, aprendieron que hacer lo mismo que El, no consistía
en repetir materialmente los gestos de la Cena, sino en asimilar su vida entregada, viviendo
entregados a los demás. (J. Burgaleta)
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NOS SENTAMOS A LA MESA CON JESÚS
Preparamos dos ambientes. Una mesa que invite a
compartir el pan y el vino. Otra mesa en la que se ponga
dinero, carteras, lo que simbolice posesión, listas de
deudores...
Animador/a:
Relee la escena de la llamada a Leví, centrando tu
atención en las dos mesas que aparecen e imaginando lo
que hay en ellas. Junto a la primera, está un recaudador
sentado y solo, y sobre ella están el dinero de la
recaudación y las listas de deudores. En la segunda hay también una mesa, pero esta vez,
en lugar de dinero, hay alimentos y jarras de vino; en vez de un recaudador hay ya un
discípulo, y en vez de estar solo, está junto a Jesús y rodeado de gente que celebra un
encuentro.
Lector/a 1.
Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa
de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo siguió. Mientras Jesús
estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a
comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué
vuestro Maestro come con publicanos y pecadores?” Jesús, que había oído, respondió: "No
son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Id y aprended qué
significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los
justos, sino a los pecadores". (Mt 9,9 - 13)
Para acompañarte en la oración
Fija tu mirada en la mesa que simboliza las posesiones. Seguramente hay
momentos en que te sientes dominada por el deseo de poseer, por la obsesión por las
cosas. Recuerda qué tipo de sentimientos han acompañado esas situaciones. Pasa luego a
la segunda mesa, siéntate junto a Jesús, ábrete a la alegría de saberte acogida por él tal
como eres y de estar mezclada con aquellos que parecen excluidos y alejados. Siente que
es aquí donde está tu verdadera vida, pide a Jesús que vuelva a llamarte a seguirlo cuanto
te vea sentada en la otra mesa, la de las posesiones y la soledad.
Escuchamos las palabras del Papa Francisco:
Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor
de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el
misterio del amor divino en plenitud. « Dios es amor » (1 Jn 4,8.16), afirma por la primera y
única vez en toda la Sagrada Escritura el evangelista Juan. Este amor se ha hecho ahora
visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor
que se dona gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver
algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las
personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la
misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión.
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Jesús, ante la multitud de personas que lo seguían, viendo que estaban cansadas y
extenuadas, pérdidas y sin guía, sintió desde lo profundo del corazón una intensa
compasión por ellas (cfr Mt 9,36). A causa de este amor compasivo curó los enfermos que
le presentaban (cfr Mt 14,14) y con pocos panes y peces calmó el hambre de grandes
muchedumbres (cfr Mt 15,37). También la vocación de Mateo se coloca en el horizonte de
la misericordia. Pasando delante del banco de los impuestos, los ojos de Jesús se posan
sobre los de Mateo. Era una mirada cargada de misericordia que perdonaba los pecados de
aquel hombre y, venciendo la resistencia de los otros discípulos, lo escoge a él, el pecador y
publicano, para que sea uno de los Doce (...) En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar
aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la
misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención. No caigamos en la
indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la
novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del
mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos
provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y
acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra
amistad y de la fraternidad” (Papa Francisco, bula Misericordiae Vultus, 8 y 19, 11 de abril
de 2015)
Presentación de Power Point: Comida por semana.
Para acompañar el silencio:
Cuando comencé a ejercer el oficio de publicano, sentía vergüenza y esquivaba el
trato con los que antes habían sido mis amigos. Notaba sobre mí su desprecio y sus
críticas, y me humillaba darme cuenta de que evitaban mi compañía; pero me decía a mí
mismo que me importaba poco todo aquello, en comparación con el dinero fácil que estaba
ganando.
Por aquel entonces hice amistad con Leví, otro recaudador de impuestos que vivía
situaciones muy parecidas a las mías y, juntos, junto a una jarra de vino, simulábamos
reírnos del vacío que sentíamos a nuestro alrededor, aunque nuestras burlas no conseguían
esconder nuestra amargura, ni disimular cuánto nos hería sentirnos tratados así.
Hacía mucho que no veía a Leví, cuando un día vino a buscarme dando muestras de
agitación y de una intensa emoción, y se puso a contarme, entrecortadamente, su
encuentro con un tal Jesús de Nazaret:
“Desde que le conocí, me dijo, me di cuenta de que él era distinto de los demás,
de que para él no contaba ni una sola de las distinciones que crean clasificaciones y
separaciones entre nosotros. Y lo supe cuando vi que se sentaba a la mesa con
todos: mujeres junto a hombres, libres junto a esclavos, gente de altos cargos junto a los
que todos miran como inferiores, personas de reconocida pureza según los ritos de nuestro
pueblo, al lado de impuros como nosotros, gente respetada junto a muertos de hambre.
Ayer estaba yo sentado, como de costumbre, detrás de mi mesa, repasando mi lista
de la gente que hacía cola delante de mí para pagar, cuando, al levantar los ojos para
atender al siguiente, vi que era él quien estaba allí parado, mirándome. No puedo explicarte
lo que sentí, era como si su sola presencia deshiciera barreras y derritiera distancias.
Esperaba que me dirigiera una sarta de reproches por colaboracionista y explotador pero,
en lugar de eso, escuché con asombro: - Leví, me haces falta ¿quieres venirte conmigo?
¡Irme con él! ¿Te das cuenta de la locura que supone? Me vas a decir que estoy
trastornado, y seguramente no te falta razón, pero, por favor, ven tú mismo a conocerle;
esta noche doy una cena en su honor, antes de liquidar mi negocio para seguirle.” Sin salir
de mi estupor, acudí a aquella cena en la que nos reuníamos todos los amigos de Levi, es
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decir, lo peorcito de Jerusalén: recaudadores, prostitutas, soldados romanos, comerciantes
de todas clases, cambistas, traficantes y más de alguno ya borracho antes de comenzar la
cena.
Jesús participaba de la alegría general, que iba creciendo según circulaba el
excelente vino que Leví había sacado de su bien surtida bodega. Pero algo sentíamos los
comensales que nos embriagaba mucho más que aquel vino: estar allí, rodeando a Jesús,
hacía caer el fardo del "personaje" que cada uno llevábamos a cuestas y empezábamos a
experimentar la libertad de no estar atados a ninguna jerarquía social, religiosa ni
económica, ni a normas de pureza o de legalidad. Era como si él estuviera convencido de
que esa comunidad de mesa podía romper las líneas divisorias que nos separaban a unos
de otros, y su convicción nos contagiaba a todos la sensación de que algo absolutamente
nuevo estaba comenzando. (...) Nos dimos cuenta de que estábamos ante otra manera de
interpretar la vida, la ley, las tradiciones, la relación con Dios y el futuro de nuestro pueblo.
Todo estaba cambiando vertiginosamente y el centro de la espiral era aquella mesa en la
que un grupo de gente que nos creíamos perdidos, empezábamos a darnos cuenta de que
habíamos sido encontrados. (Dolores Alexandre, Leví y sus amigos en Relatos de la mesa
compartida)
Añadimos un cesto vacío y una vela que simboliza la presencia de Jesús.
(Previamente se ha pedido a los participantes que lleven alimentos para compartir con
algunas personas necesitadas)
En torno a la mesa, en silencio, partimos el pan y lo repartimos entre nosotros.
Dejamos un trozo sin repartir. En él hacemos presentes a todos los pobres de nuestro
mundo que apenas tienen acceso al pan. Cada uno nombra los pobres de su vida: vecinos,
amigos, familiares, compañeros de trabajo, indigentes de su entorno.
Comemos juntos el pan y depositamos los alimentos que haremos llegar a alguien
necesitado. Terminamos rezando juntos el Padrenuestro.
Cantamos: “Los incontables” (Aim Karem. A todos los pueblos, nº 5)
https://www.youtube.com/watch?v=7nOrzRyQRDY
SOMOS ENVIADOS/AS A COMPARTIR EL PAN E INVITAR A
OTRAS/OS
Al finalizar esta experiencia, narramos lo que en nosotros/as ha ido
aconteciendo. Lo enviamos a la comisión provincial de Familia
Teresiana.
Como Familia teresiana
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¿Cómo y con quiénes compartimos el banquete de nuestra vida?
A quiénes sentamos a nuestra mesa: la de nuestro tiempo, nuestra amistad,
nuestros bienes, nuestro interés...
¿A quiénes nos podríamos abrir?
Soñamos modos concretos de encarnar lo que vivimos en cada Eucaristía:
“comiéndote sabremos ser comida”.
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PREGUNTAS DE REFLEXIÓN FICHAS FT
DE HTU A IDENTIDADES EN RELACIÓN
ESPIRITUALIDAD Y MISIÓN DE
LA FT
¿En qué me he sentido interpelada/o? ¿Qué En nuestra vida cristiana, ¿qué
desafíos intuyo?
nos aporta de específico seguir
a Jesús al estilo de Teresa y
Si soy laica/o ¿Cómo puedo ayudar a las Enrique?
hermanas a vivir su vocación religiosa teresiana?
¿Con quiénes tejemos redes
Si soy hermana ¿Cómo puedo ayudar a los compartiendo
nuestra
laicos/as a vivir su vocación laical teresiana?
espiritualidad para responder a
los desafíos de la humanidad?
¿Cómo podemos ayudarnos mutuamente a vivir ¿A quiénes nos podemos abrir?
el carisma, la espiritualidad y la misión que
compartimos?
Como familia, ¿cómo podemos
vivir
y
ofrecer
nuestra
En mi realidad, ¿Cómo nos podemos espiritualidad teresiana para
complementar laicos y hermanas al compartir responder a la sed de sentido,
vida y misión?
de esperanza, de justicia, de
equidad, de felicidad… de
¿Cuáles intuyes que son los requisitos muchas personas en nuestro
fundamentales para ser realmente parte de la mundo?
Familia Teresiana?
¿Cuál es la razón de ser de la
Según se participe vocacionalmente con mayor Familia Teresiana de Enrique de
o menor medida de estos elementos: Ossó? ¿Qué aporta o qué puede
espiritualidad, misión, vida comunitaria e aportar al mundo desde su
institución, puede haber diversas modalidades espiritualidad y misión?
de inmersión en el carisma, ¿Cuáles crees que
pueden ser en la Familia Teresiana?
¿Cómo repensar la pastoral vocacional en la
Familia Teresiana como impulso para descubrir
y conocer el carisma que se encarna en
diferentes proyectos vitales?
FUERZA CARISMÁTICA DE LA FT
FT EN MESA COMPARTIDA
Lo que has recibido de esta familia ¿Cómo
y
con
quiénes
carismática
compartimos el banquete de
nuestra vida?
Lo qué estás entregando de ti
mismo/a
a
esta
familia A quiénes sentamos a nuestra
carismática.
mesa: la de nuestro tiempo,
nuestra
amistad,
nuestros
Lo que esta familia dinamiza en ti bienes, nuestro interés...
para hacer posible el Reinado de
Dios en tu propio ambiente
¿A quiénes nos podríamos abrir?
Experiencias que conoces de
Familia Teresiana que se hayan
dado a lo largo de estos años y te
den luz.
Mi sueño sobre el futuro de la
Familia Teresiana.
Soñamos modos concretos de
encarnar lo que vivimos en cada
Eucaristía:
“comiéndote
sabremos ser comida”.