El día del Señor

Transcripción

El día del Señor
EL DÍA DEL SEÑOR (19 C)
El
Señor
llega
Canto
Ante tu altar venimos hoy, juntos para celebrar,
que tú nos amas, que tú nos quieres y que nos das tu libertad.
Hemos venido a renovar el amor y la amistad,
aquí llegamos arrepentidos por no vivir en la verdad.
Porque no fuimos sinceros, por haber roto la paz y la comunión,
por no sentirnos tus hijos, por no vivir siempre tu amor.
Por rehuir compromisos,
no compartir nuestros bienes, tiempo y amistad,
por no unir nuestras manos en un esfuerzo por la paz.
Invitados, invitados a la mesa,
del banquete del Señor,
recordamos su mandato,
de vivir, de vivir en el amor,
invitados a la mesa
Oración
Cada día esperamos, Señor, tu llegada.
Pasas delante de nosotros
y tu paso es una discreta insinuación: nos necesitas.
Ayúdanos, Padre, a descubrirte cada día
y responder a tu llamada
El creyente se goza porque es Dios quien nos saca adelante,
y nos sigue ofreciendo el PAN y la LIBERTAD.
El cristiano debe ser solidario en "los peligros y en los bienes" del Pueblo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría
18, 6-9
LA noche de la liberación les fue preanunciada a nuestros antepasados,
para que, sabiendo con certeza en qué promesas creían, tuvieran buen ánimo.
Tu pueblo esperaba la salvación de los justos y la perdición de los enemigos,
pues con lo que castigaste a los adversarios, nos glorificaste a nosotros, llamándonos a ti.
Los piadosos hijos de los justos ofrecían sacrificios en secreto
y establecieron unánimes esta ley divina:
que los fieles compartirían los mismos bienes y peligros,
después de haber cantado las alabanzas de los antepasados.
Palabra de Dios
Salmo responsorial Sal 32, 1 y 12. 18-19. 20 y 22 (Tono C)
Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-19
HERMANOS:
La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve.
Por ella son recordados los antiguos.
Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin
saber adónde iba.
Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas, y lo mismo Isaac y Jacob,
herederos de la misma promesa, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y
constructor iba a ser Dios.
Por la fe también Sara, siendo estéril, obtuvo "vigor para concebir" cuando ya le había pasado la
edad, porque consideró fiel al que se lo prometía.
Y así, de un hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos, como las estrellas del cielo
y como la arena incontable de las playas.
Con fe murieron todos estos, sin haber recibido las promesas, sino viéndolas y saludándolas de lejos,
confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.
Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues si añoraban la patria de donde
habían salido, estaban a tiempo para volver.
Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo.
Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad.
Por la fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac: ofreció a su hijo único, el destinatario de la
promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia».
Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar de entre los muertos, de donde en
cierto sentido recobró a Isaac.
Palabra de Dios
Aleluya, aleluya, aleluya. Mt 24, 42a y 44
Estad en vela y preparados,
porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
12, 32-48
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. Vended vuestros
bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde
no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también
vuestro corazón.
Tened ceñida la vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que
aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados
aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá,
los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la
tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a
qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del
hombre».
Pedro le dijo: «Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».
Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre
para que reparta la ración de alimento a sus horas?
Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os
digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si aquel criado dijere para sus adentros: "Mi señor tarda en llegar", y empieza a pegarles a los
criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no
espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no
son fieles.
El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su
voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes,
recibirá menos.
Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá".
Palabra del Señor
VIVIR DORMIDOS
Uno de los riesgos que amenazan constantemente al hombre de la sociedad actual es el caer en una vida
superficial, mecánica, rutinaria, masificada— de la que no es fácil escapar.
Con el pasar de los años, los proyectos, las metas y los ideales de mucha gente terminan reduciéndose y
empobreciéndose poco a poco. Desgraciadamente, no son pocos los que se levantan cada día sólo para
"ir tirando".
¿Dónde encontrar un principio humanizador, desalienante, capaz de liberar al hombre de la
superficialidad, la masificación, la banalidad, el aturdimiento y el vacío interior?
Es sorprendente la insistencia con que Jesús habla de la actitud vigilante que puede liberarnos de la
superficialidad y el "sin-sentido" que domina a muchos hombres y mujeres que caminan por la vida sin
meta ni objetivo.
Quizás los cristianos, acostumbrados con frecuencia a vivir nuestra fe como una tradición familiar, una
herencia sociológica o una etiqueta más, no somos capaces de descubrir toda la fuerza que encierra para
humanizar, personalizar y dar un sentido, una hondura y una esperanza nueva a nuestras vidas.
Quizás uno de los espectáculos más tristes para un creyente es el observar cómo bastantes hombres y
mujeres abandonan una fe vivida de manera muy inconsciente y poco responsable para adoptar una
actitud de increencia tan inconsciente y tan poco responsable como su postura anterior.
La llamada de Jesús a la vigilancia nos debe ayudar a despertar de la indiferencia, la pasividad y el
descuido con que vivimos con frecuencia nuestra fe.
Para vivir vigilantes esa fe cristiana, necesitamos redescubrirla constantemente, conocerla con más
profundidad, confrontarla con otras actitudes posibles ante la vida, agradecerla y tratar de vivirla con
todas sus consecuencias.
Entonces la fe es luz que inspira nuestros criterios de actuación, fuerza que impulsa nuestro
compromiso de construir una sociedad más humana, esperanza que anima todo nuestro vivir diario.
J. A. Pagola
ORACIÓN DE LOS FIELES
Oremos al Señor. Él es nuestro auxilio y escudo
HAZNOS POBRES DE ESPIRITU, SEÑOR.
-Por la Iglesia y sus instituciones, para que se despoje del lastre que atenta contra el evangelio y
escandaliza al mundo.
-Por quienes gobiernan las naciones, para que se conviertan en causa de esperanza para los pobres.
-Para que sepamos desprendernos de todo cuanto nos ata a un pasado caduco y miremos el futuro
con esperanza.
-Para que nos ayudemos unos a otros a crecer como personas y como creyentes.
-Por quienes estamos aquí y por los que no han venido, para que unos y otros acudamos a la cita de
la conversión en el Reino de Dios.
Tú que conoces nuestro corazón, danos la luz y la gracia para cumplir tu voluntad.
La puerta siempre abierta
la luz siempre encendida.
“Imagina que cada día es el último que brilla para ti, y aceptarás agradecido
el día que no esperabas vivir ya” (Horacio)
Para el hombre no existen más que tres acontecimientos: nacer, vivir y morir.
No siente nada al nacer, se olvida de vivir y sufre al morir” (La Bruyere)
CANTO OFERTORIO
Venimos a ofrecerte, los frutos de nuestra tierra,
racimos de nuestras vides, espigas de nuestras eras.
De la viña y del secano, de la huerta y del trigal,
recogemos estos frutos que traemos a tu altar.
Mira por nuestras cosechas del Alto y Bajo Aragón,
la Ribera, el Somontano, los Monegros y el Jalón.
Y junto con los esfuerzos y sudores del rastrojo,
te ofrecemos nuestras vidas en apretado manojo.
Este trigo y este vino que cultivó el labrador,
para nosotros serán pan y bebida de salvación.
Oración
Escucha, Padre, nuestros deseos.
Que la lámpara de nuestra vida se mantenga encendida
para descubrir tu presencia
cuando llegues en toda circunstancia en medio de la vida.
CANTO DE COMUNIÓN
A tu mesa. Señor, nos convidas, a gozar de tu Vino y tu Pan;
pan y vino de vides y espigas, son tu propia vida, son nuestra unidad.
Tus manos de amigo nos parten tu Pan, y así compartimos el gozo de la unidad.
Es tu Pan alimento y vigor, del hombre que se une contigo en la comunión.
1
Tu Cuerpo y Sangre, Señor,
son alimento de vida,
amasado con el fruto
de la vid y de la espiga,
de la vid y de la espiga,
tu Cuerpo y Sangre, Señor.
2
El Señor nos asegura
que el que come de su Carne,
tendrá abundancia de vida,
y no pasará más hambre,
y no pasará más hambre
el Señor nos asegura.
En tu mesa hay pan blanco y reciente, y hay un vino que alegra y enciende,
y nosotros gozosos venimos, a brindar en tu nombre contigo.
1
Cuando vengo a la oración,
no vengo a la soledad,
cuando vengo a la oración,
pues sé que estando contigo,
con mis hermanos estoy,
Y sé que estando con ellos,
tú estás en medio Señor.
2
Fuente de la Eucaristía,
de donde mana el querer,
donde vamos los cristianos,
con sed, con sed de vida
a tus aguas a beber.
A tus aguas a beber,
con sed, con sed de vida,
fuente de la Eucaristía.
ORACIÓN
Siempre llamas.
Con cariño
cada día que amanece.
Con susurros
en el silencio de la noche.
Con ternura
cuando el cansancio nos vence.
A gritos
en el ruido del mundo.
Con constancia
cuando nos equivocamos de camino.
Siempre llamas.
Desde el dolor
de los que sufren sin consuelo.
Desde la alegría
de los que cantan a la vida.
Desde el amor
de los que atienden al prójimo.
Desde la pasión
de los que se olvidan de sí mismos.
Siempre llamas.
¿Y si está llamando a tu “puerta”, a tu vida?
CANTO FINAL
En el campo, en los caminos, en los pueblos, la ciudad,
hemos de vivir unidos para poder avanzar.
Juntos hemos compartido, el pan de la comunión,
juntos queremos sentirnos nuestros pueblos de Aragón.
Vela siempre por tus hijos, Virgen Madre del Pilar,
bendice nuestras familias desde el centro de tu altar.
Y haz que sea la alegría alimento en el camino,
de quien ha puesto en Jesús el final de su destino.
Gracias por seguir creyendo.
Gracias por seguir pensando.
Gracias por seguir soñando.
Gracias por seguir viviendo.
Y por seguir combatiendo
por una vida mejor.
Gracias, amigo y Señor.
Paseo María Agustín, 8. Zaragoza
www.parroquiadelcarmen.es

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