EL SUELO LOS ABONOS Y LA FERTILIZACION
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EL SUELO LOS ABONOS Y LA FERTILIZACION
EL SUELO LOS ABONOS Y LA FERTILIZACION DE LOS CULTIVOS EL SUELO Y LA NUTRICION DE LA PLANTA Elementos minerales esenciales para la planta Los elementos químicos que constituyen los vegetales son más de un centenar, y cada vez se detecta mayor numero, pero los que se consideran realmente esenciales, es decir, aquellos que son indispensables para la vida de la planta, se encuentran en número mucho menor. Los esenciales se dividen en dos grupos: a) Los macroelementos o elementos plásticos. Estos constituyen el 99% de la materia seca de los vegetales, y son: Carbono ( C ) Calcio (Ca) Oxigeno ( O ) Potasio ( K ) Hidrogeno ( H ) Azufre ( S ) Nitrógeno ( N ) Magnesio (Mg) Fósforo ( P ) El sodio (Na) y el silicio (Si), no son esenciales para todas las plantas. El cloro, aunque se encuentra en grandes cantidades a veces, solo es necesario en cantidades mínimas, por lo que podría ser considerado como microelemento. b) Los microelementos u oligoelementos, que también son esenciales pero que no representan más que una pequeña parte de la materia seca vegetal. Hierro (Fe) Boro (B) Manganeso (Mn) Molibdeno (Mo) Cobre (Cu) Cobalto (Co) Zinc (Zn) Cloro (Cl) Las plantas pueden contener grandes concentraciones de elementos que no son nutrientes, e incluso algunos pueden ser tóxicos, como: Aluminio – Niquel – Selenio y Fluor El cobalto es esencial para los microorganismos que fijan N2 molecular del aire, como son,entre otros, los Rhizobium que viven entre las raíces de las leguminosas. Necesidades de los cultivos Siguiendo a DomínguezVivancos, A., una cosecha de maíz de 12.000kg/ha exige las cantidades de macro y microelementos: Elementos Fórmula Oxígeno Carbono Nitrógeno Fósforo Potasio Calcio Magnesio Azufre Hierro Manganeso Boro Zinc Cobre Molibdeno Cloro O2 C N P2O5 K2O CaO MgO S Fe Mn B Zn Cu Mo Cl Cantidad Kg/ha 13.600 10,400 294 106 188 108 112 44 4 2,12 0,12 0,6 0,14 Trazas Trazas Muchos de estos elementos se encuentran en cantidad en la naturaleza, ya en el aire, ya en las soluciones del suelo, por lo que no constituyen preocupación al pensar en su posible suministro para las plantas. Así,el carbono y el oxígeno lo toman las plantas fundamentalmente del aire, donde se encuentran en cantidad ilimitada: el carbono por medio de la fotosíntesis y el oxígeno por la respiración. El hidrogeno lo toman las plantas, también fundamentalmente, a través del agua que absorben de las raíces. Grupos de fertilizantes minerales Los tres elementos que constituyen la base del abono –elementos primarios-, son el nitrógeno, el fósforo y el potasio. De ahí que los fertilizantes se clasifiquen en tres grandes grupos: Nitrogenados Fosfóricos Potásicos Elementos secundarios Hay tres elementos que se llaman “secundarios”: calcio, azufre y magnesio. a) Calcio El calcio es consumido por las plantas en cantidades importantes, pero ni siquiera en los suelos ácidos hay una falta de calcio tal que no exista suficiente cantidad para la nutrición mineral de las plantas adaptadas a dichas condiciones. Otra cosa es la utilidad que pueda haber de añadir cal a los suelos ácidos, pero ello por la mejora física, química y biológica que la cal puede proporcionar a este tipo de suelos, no por la necesidad de añadir calcio exclusivamente para alimento de la planta. Más adelante hablaremos de la técnica de los encalados. b) Azufre El azufre es, entre los macroelementos, uno de los que se necesitan en menos cantidad. Generalmente nunca ha habido preocupación por el azufre, ya que hay abonos que lo contienen en cantidad más que suficiente para resolver las necesidades de la planta. Ejemplo de estos abonos que contienen azufre son: el superfosfato, el sulfato amónico, el sulfato potásico, etc. La generalización del empleo de abonos compuestos y la no utilización de abonos simples como los citados es lo que ha hecho pensar en las posibles carencias de azufre a aquellos agricultores que no utilizan abonos que contienen este elemento. c) Magnesio Tampoco hasta ahora se ha pensado mucho en la necesidad de magnesio de las plantas. De unos años a esta parte, es cuando se empieza hablar de la necesidad de emplear abonos magnésicos en aquellos suelos que no tengan gran cantidad de este elemento en forma cambiable o asimilable. Habrá que tener especial cuidado en los suelos demasiados ácidos, los demasiados ricos en potasio cambiable o los muy calizos con abundancia de calcio activo. Es posible que en estos suelos la absorción del magnesio asimilable se haga más difícil. Pero, repetimos, que los tres elementos fundamentales que forman básicamente los abonados son: nitrógeno, fosforo y potasio. Componentes del suelo Componentes físicos No conviene confundir, al hablar de suelos, las palabras textura y estructura. La textura de un terreno viene determinada por las proporciones de arena, limo y arcilla que contiene. La estructura se refiere a la forma en que los elementos se unen en la tierra: disposición de los agregados, forma, etc. Luego veremos cómo el agricultor puede influir muy poco sobre la textura del suelo, pero sì puede hacerlo sobre la estructura. Análisis granulométrico La textura de un terreno se deduce de su análisis granulométrico. Estos análisis dan el contenido en arena, limo y arcilla. La clasificación internacional es la siguiente: La arena la constituyen las partículas cuyo tamaño está comprendido entre 0, 02 y 2 mm. El limo lo forman las partículas cuyas dimensiones están comprendidas entre 0, 02 y 0,002 mm. La arcilla la constituyen las partículas de tamaño inferior a 0,002 mm. Observemos bien que esta clasificación de partículas en arena, limo y arcilla no está relacionada en nada con la naturaleza química, sino exclusivamente con el tamaño de las partículas. La arena está formada, generalmente, por granos de sílice, que no tienen ninguna cohexión entre ellos. Es por esto que la arena es un elemento de división que hace que los suelos que la contienen en cantidad sean permeables al aire y al agua. La arcilla está formada por silicatos de alúmina hidratados y óxidos hidratados. Es muy plástica y muy ávida de agua. En oposición a lo que dijimos en la arena, es aglomerante y actúa como elemento de cohexión. El limo tiene una función intermedia entre la arena y la arcilla, aunque un terreno con mucho limo suele ser bastante suelto. Clasificación de los suelos por su textura Atendiendo a las proporciones de arena, limo y arcilla que tenga un terreno, los suelos serán sueltos, francos o fuertes. Los suelos sueltos tendrán más proporción de arena o limo que de arcilla. Al revés ocurrirá con los suelos fuertes o pesados. Los suelos francos son los intermedios entre los sueltos y los fuertes. Caliza y humus La caliza son los cuerpos minerales compuestos de carbonato de calcio más o menos puro. El humus es la materia que resulta de la descomposición de los restos orgánicos vegetales por la acción del agua, del aire y de los microorganismos del suelo. El humus es, como dijimos de la arcilla, una sustancia aglomerante. Es ácido por estar integrado por acido húmico, que puede combinarse con las bases del suelo para formar sales del ácido húmico o humatos. El humos se encuentra en el suelo bajo la forma de ácido húmico y de humatos cálcicos insolubles. Complejo arcillo – húmico La arcilla y el humus son coloides. ¿Qué son coloides? Coloides son aquellas sustancias que al entrar en contacto con el agua quedan en suspensión, sin precipitarse en el fondo ni subir a la superficie. Si tenemos una suspensión de arcilla y de humus en un recipiente y le añadimos una sal de calcio, arcilla y humos se coagulan formando copos. Decimos entonces que la arcilla y el humus han floculado, y a este fenómeno lo denominamos “floculación”. La arcilla y el humus se encuentran en el suelo, generalmente, reunidos en estado de floculación, formando lo que se llama “complejo arcillo-húmico”. El complejo arcillo – húmico es más estable que la arcilla sola o que el humus solo. Hemos dicho que el complejo arcillo-húmico se mantiene en estado de floculación gracias a las sales de calcio. Es, pues, necesario que el suelo contenga algún calcio. El calcio, por tanto, evita la dispersión de los coloides del suelo al formar el complejo arcillo-húmico. Estructura del suelo El complejo arcillo-húmicoactúa como un elemento de unión de los elementos gruesos del suelo, formándose agregados más o menos grandes que dan lugar a poros que se llenan de aire y de agua. Estos agregados, a su vez, al unirse, forman los terrones. El complejo arcillo-húmico tapiza las pareces de los poros impidiendo que estos se destruyan. Por esta razón actúa como estabilizador de la estructura del suelo. La existencia de poros en el suelo es una cuestión de importancia, ya que, cuanto más poros haya y más grandes sean, más se facilitara la circulación del agua y del aire en el suelo y más fácil será la penetración de las raíces de la planta. Cuanto más complejo arcillo-húmico haya en el suelo más agregados se formaran y, por consiguiente, el suelo será más permeable. Posible influencia del agricultor en la estructura Hemos dicho antes que el agricultor apenas puede influir sobre la textura del suelo, ya que es muy difícil variar las proporciones de arena, limo y arcilla que un suelo tenga porque harían falta grandes aportaciones, pero si puede influir sobre la estructura de diversas maneras. Citaremos algunas: 1.a Suministrando materia orgánica al suelo, con lo que se aumentará el contenido de complejo arcillohúmico, pues ya hemos dicho que de su abundancia depende mucho la estabilidad de este. 2.a Evitar el laboreo del suelo en periodos desfavorables (falta de buen tempero). 3.aEvitar en lo posible el empleo de abonos que contengan sodio, que favorece la dispersión de los coloides. 4.a En los suelos ácidos se puede facilitar la formación de complejo mediante un encalado. No obstante, hay que advertir, que en tierras humíferas y ligeras no se debe encalar con un pH 6,5 e incluso, a veces, con un pH 6. Un suelo rico en arcilla o limo fino podrá llevarse a un pH 7 sin inconveniente. 5.a El agua puede actuar como agente destructor de la estructura por dislocación de los agregados, dispersando los coloides y formando costra en la superficie del suelo. Las lluvias abundantes son una gente negativo para la estabilidad de la estructura, pero no podemos influir sobre la menor o mayor cantidad de agua caída. En cambio, sí podemos en los regadíos estar atentos para no emplear más cantidad de agua de la que sea necesaria. La adsorción de iones por el complejo arcillo – húmico Las sales minerales en el agua se encuentran disociadas en dos clases de iones: aniones y cationes. Aniones son los iones que poseen una o varias cargas de electricidad negativa. Cationes son los iones que poseen una o varias cargas de electricidad positiva. Los abonos son sales minerales más o menos solubles. La parte soluble se encuentra disociada en el agua en dos iones. Pongamos algún ejemplo: El sulfato amónimoSO4(NH4)2 se disocia en un anión SO4 y dos cationes NH4 +. Los principales cationes y aniones que se encuentran en las soluciones del suelo, proviniendo de las sales disueltas, son: Cationes Calcio Magnesio Potasio Amonio Sodio Manganeso Los microelementos que Actúan como cationes Hidrogeno Aniones ++ Ca Mg++ K+ NH+ Na++4 Mn++ Fosfato Sulfato Carbonato Nitrato Cloruro PO4--SO4-CO3-NO3CI- H+ El complejo arcillo – húmicoestá cargado de un exceso de electricidad negativa, por lo que sólo fija los cationes, cargados de electricidad positiva. Los aniones quedan, por tanto, en las soluciones del suelo. Los abonos aportan los siguientes iones: a). Nitrogenados. El catión NH+4, fijado por el complejo, y el anión NO-3 que no es fijado. b). Fosfóricos. Aportan el anión PO---4. Los iones fosfato en solución reaccionan con la superficie de los constituyentes del suelo, quedando retenidos en la fase sólida. El porcentaje de fósforo que resulta retenido por las reacciones de adsorción es característico de cada suelo. Es importante saber que el fósforo queda fijado, sin producirse apenas lavado. c). Potásicos. Aportan el catión K+, que es fijado. Lo que acabamos de decir es de la mayor importancia para la práctica del abonado. Podemos representar la adsorción de los cationes por el complejo, mediante una esfera rodeada por cationes de la siguiente forma: Dinamicidad de este fenómeno En realidad, esta unión de los cationes no es estática, sino dinámica. André Gros, en su libro “Abonos”, explica esto de una forma muy gráfica. Compara el complejo con lo que ocurre en un pequeño enjambre de abejas, la mayor parte de las cuales se encuentran en el enjambre, mientras un pequeño número revolotean alrededor. Las que revolotean vienen a posarse en el enjambre, mientras otras salen de él para revolotear en su entorno. Este continuo movimiento de los cationes ha podido ser constatado con la utilización de isotopos radioactivos. Los iones que constituyen el enjambre del símil, representan la parte de los elementos nutritivos del suelo en estado cambiable o asimilable. Poder de fijación de los cationes Los cationes no se fijan con la misma energía al complejo. Podemos establecer un orden de energía de retención de más o menos: Hidrógeno. Los microelementos que son fijados. Calcio. Magnesio. Amonio. Potasio. Sodio. Este último es poco retenido. En la mayoría de los suelos el mayor número de cationes fijados corresponde al Ca. Cambio de bases El ejemplo de las abejas en un enjambre nos expresa con claridad el estado de los cationes en el suelo. La mayor parte está fijada por el complejo, y otros muchos, menos numerosos, se encuentran en solución en el agua que ocupa los poros del suelo, pero continuamente los cationes de la solución están pasando a ser fijados por el complejo mientras otros fijados por este pasan a la solución. La fijación de un catión por el complejo puede decirse, en general, que entraña, a su vez, el paso de un catión del complejo a la solución del suelo, y este catión que pasa a la solución muy frecuentemente es el calcio, que es, por otra parte – ya lo hemos dicho- el catión más abundantemente fijado. Por ejemplo: si abonamos con CIK, éste se disocia en CI- y K+, y el catión K+ pasa a ser fijado por el complejo, desplazando a un catión Ca++ que pasa a la solución. Este mecanismo es el que explica la acción descalcificadora que los abonos tienen con el paso del tiempo. Esta acción descalcificadora se debe fundamentalmente a los abonos, pero no olvidemos que las labores contribuyen a la transformación de sales insolubles en sales solubles en el agua y, por consiguiente, también las labores, aunque en menor medida, contribuyen a la descalcificación de los suelos. A lo largo del tiempo esta acción es importante. Si la cantidad de cationes cambiables, tanto en el complejo como en la solución, no llegan a alcanzar un nivel elevado, entonces no tiene lugar completamente este mecanismo de cambios. Pueden quedar fijados catines por el complejo, ávido de ellos. Por esta razón, en tierras muy empobrecidas, los abonados pueden dar menor resultado que en aquellas en que el complejo se encuentra con un número elevado de cationes fijados. De aquí que en estas tierras se aconseje dar, en principio, abonados más fuertes, para que, una vez alcanzado el nivel deseado, se puedan dar otros de mantenimiento menos cuantiosos. Cuando en el complejo se alcanza un determinado nivel de adsorción de cationes, se establece ya entre él y la solución del suelo, una especie de equilibrio. Así, inmediatamente después de un abonado, el complejo se enriquece en cationes y, cuando la planta absorbe cationes de la solución del suelo, es el complejo el que los libera, manteniéndose así en la solución un número aproximadamente constante de dichos cationes. A este mecanismo de cambio de cationes entre el complejo y la solución y la solución y el complejo es a lo que se denomina cambio de bases. El humus Se llama humus a las sustancias orgánicas que resultan de la descomposición de materias orgánicas vegetales bajo la acción de los microorganismos del suelo. Formas de humus La materia orgánica del suelo, la que aparece en los boletines de análisis de suelos, puede ser: a) El humus joven, llamado también lábil o libre porque no está fijado aún a las partículas del suelo, sino mezclado con ellas. Este humus es la materia orgánica más o menos fresca en vías de humificación. En su evolución esta materia orgánica libera productos transitorios que tienen una especial importancia para la estabilidad de la estructura y para la actividad biológica de los suelos. Este humus evoluciona rápidamente durante algunos años para convertirse en humus estable. b) El humus estable o estabilizado es la materia orgánica, ya evolucionada, sólidamente unida a los agregados del suelo. Este humus estable se encuentra sometido a una acción microbiana lenta que provoca su mineralización a un ritmo del 1 al 2 % anual. El humus joven tiene una relación carbono: nitrógeno (C/N) superior a 15. En el humus estable esta relación, relativamente constante, es de alrededor de 9 a 10. Veremos enseguida importancia de esta relación C/N. Aunque la proporción de humus joven a humus estable es muy variable, según hayan sido las aportaciones recientes de estiércol o materiales vegetales y según sea la naturaleza de los suelos y el sistema de cultivo, se dice, para dar una idea, que en el suelo puede haber de un 20-25% de humus joven y un 7580% de humus estable. La materia orgánica fresca, añadida al suelo, da origen al humus joven que se descompone rápidamente para dar lugar al humus estable, reduciéndose progresivamente la relación C/N. Las aportaciones de materia orgánica y el nitrógeno del suelo Cuando se entierra materia orgánica, los microorganismos que actúan para descomponerla, al encontrar una relación C/N superior a 15, no encuentran en la materia orgánica suficiente nitrógeno, teniendo que tomarlo prestado del suelo: esto último en forma de nitratos. Por ello, aunque sea transitoriamente, se produce una disminución de los nitratos del suelo. Para evitar este efecto habrá que aportar una determinada cantidad de nitrógeno, si la materia orgánica es fundamentalmente paja o estiércol muy poco descompuesto. En el caso de la paja, cuya relación C/N es de 70-110 habrá que aportar de 6 a 12 kg o unidades de nitrógeno por cada tonelada de paja enterrada. En un rastrojo de trigo enterrado, si la cantidad de paja es de 4 tm, habrá que aportar de 24 a 48 unidades de nitrógeno por hectárea. En el estiércol bien hecho, la relación C/N es de 15 a 25. En los vegetales verdes, la relación C/N es de 15. Es de advertir que los microbios necesitan ese nitrógeno del suelo para asegurar su propia multiplicación y dejar, a su vez, en el suelo, un humus estable rico en nitrógeno. A lo largo plazo nunca hay perdida de nitrógeno, ni aun en el caso de enterrar paja, sino un efecto depresivo temporal. Además, la materia orgánica proporciona una cantidad de nitrógeno importante, ya que el humus contiene, aproximadamente, un 5% de nitrógeno. Coeficiente isohúmico Se denomina “coeficiente isohúmico” la cantidad de humus formado a partir de 1 kg de materia seca de un determinado producto que se aporta al suelo. El coeficiente isohúmico se expresa con el símbolo K1. Según S. Hénin, el coeficiente isohúmico del estiércol es de 0,5, si el estiércol está bien hecho. Con mayor o menor abundancia de paja es de 0,2 a 0,4 (0,3). El K1 de la paja enterrada sin abonar es de 0,08 a 0,15 (0,11). El K1 de la paja enterrada añadiéndole abono nitrogenado es de 0,15 a 0,30 (0,22). Humus aportado por el estiércol Es conveniente que nos demos idea del humus que se aporta al suelo en diferentes enmiendas orgánicas. Un aporte de 40 tm de estiércol por hectárea, bien hecho, con un 20% de materia seca, suponen 8.000 kg de materia seca, que representará de humus: 8.000 kg x 0,5 = 4.000 kg/humos es decir, 100 kg de humus por tm de estiércol. Humus aportado al enterrar la paja Si enterramos la paja de un trigo, el humus aportado podemos calcularlo de la siguiente manera: 4.000 kg de paja aportada equivalen a 3.600 kg de materia seca, ya que la humedad de la paja puede ser de un 10%. Si la paja se entierra sin abono nitrogenado, la cantidad de humus será: 3.600 kg x 0,11 = 396 kg de humus. Si se aplica a la paja nitrógeno (24 a 48 Ud de N/ha) se aumenta notablemente la cantidad de humus, al proliferar mucho más los microorganismos. Hemos visto que, en este caso, el K1 es 0,22, por lo que la aportación de humus será de: 3.600 kg x 0,22 = 792 kg de humus Humus aportado por un abonado sideral Si enterramos un cultivo de veza-avena en primavera, podemos calcular así el humus aportado: Si consideramos una producción de forraje verde de 25.000 kg/ha, ello representara aproximadamente 5.000 kg de materia seca, si partimos de que la humedad del forraje verde es del 80%. Si el coeficiente K1 es igual a 0,2. 5.000 kg x 0,2 = 1.000 kg de humus. Aunque el humus proporcionado por los abonados en verde se transforma rápidamente convirtiéndose el humus joven en humus estable, rapidez que puede considerarse como un inconveniente, los diferentes autores están de acuerdo en su eficacia y en la importancia de su efecto sobre la vida microbiana y sobre la mejora de la estructura y fertilidad del suelo. Es conveniente hacer notar que los cultivos enterrados devuelven a la zona superficial, en forma asimilable, ácido fosfórico y potasa que han sacado, en parte, del subsuelo. Cuando se cultivan para enterrar en verde leguminosas, hay que tener en cuenta que éstas enriquecen el suelo en N, estimándose que un cultivo enterrado de leguminosas suministra unas 50-60 Ud de N, aunque esta cifra varía, entre otras razones, según la especie de leguminosa empleada. El papel del humus Mantener en el suelo una cantidad de humus adecuada es esencial para conservar la fertilidad. Se considera que en el suelo cultivado, en buen estado, el contenido en humus se encuentra entre el 1,5 y el 2%. Se puede alcanzar mayor contenido en ciertos terrenos humíferos de color negro, pero frecuentemente esto es una manifestación de pH insuficiente o excesivo, que paraliza la evolución normal del humos. El humus ejerce una acción muy favorable sobre la estructura del suelo, ya que aglomera las partículas en glomérulos de tamaño medio, lo cual permite una buena circulación del agua, del aire y de las raíces en el suelo. Por lo expresado se ve que el humus da compacidad a las tierras ligeras y disminuye la compacidad de las tierras fuertes. Donde hay humus abundante el suelo se mantiene en buen estado de esponjamiento. El humus aumenta la capacidad de retención del agua en el suelo. El humus aporta elementos minerales tales como el nitrógeno, fosforo, potasio y oligoelementos. El humus aumenta la actividad biológica del suelo. El humus aumenta la capacidad de cambio de iones del suelo al unirse con la arcilla para formar el complejo arcillo-húmico. Forma complejos fosfo-húmicos, manteniendo el fósforo en estado asimilable por las plantas aún en presencia de caliza y de hierro libre. Es una fuente de gas carbónico que contribuye a solubilizar algunos elementos minerales del suelo, con lo que facilita su absorción por las plantas. Favorece la acción de los abonos minerales, facilitando la absorción de los elementos fertilizantes a través de la membrana celular de las raicillas. Los ácidos húmicos ejercen una acción estimulante sobre el crecimiento de las raíces. La actividad microbiana de los suelos Acabamos de decir que el humus aumenta la actividad biológica del suelo. Se puede decir que es “el humus el verdadero fundamento de la actividad microbiológica de los suelos” (A. Gros). Según este autor, la población microbiana del suelo es muy alta. Un gramo de tierra de la superficie puede contener de 50 a 200 millones de gérmenes, lo que supone que se forman anualmente, por hectárea, de una a dos toneladas de cuerpos microbianos en la capa superficial del suelo cuando el contenido en materia orgánica es del 1 al 3%. Estos cuerpos microbianos contienen alrededor del 6,5% de nitrógeno y sufren una mineralización más rápida que las demás materias orgánicas del suelo. Los microbios del suelo se clasifican en dos categorías: a) Microbios aerobios, que viven en contacto con el aire y, b) Microbios anaerobios que viven fuera del contacto del aire. En general, puede decirse que los primeros son beneficiosos para la agricultura, mientras los segundos son perjudiciales. Es claro que las labores favorecen en la paca labrada el desarrollo de los microbios aerobios y perjudican a los anaerobios. Naturalmente que en la superficie se encuentran, sobre todo, microbios aerobios. Los microbios que transforman la materia orgánica, tanto los que transforman el N orgánico en amoniacal (N m. orgánica NH+4= amonización), como los que convierten el N amoniacal en nítrico (NH+4 NO-3= nitrificación), actúan de diferente manera según las condiciones del medio. Prefieren un medio neutro o ligeramente alcalino. Por debajo del pH 6 no actúan. Necesitan temperaturas elevadas. No actúan por debajo de 9 oC y su óptimoestá próximo a los 30 oC. Se desarrollan tanto mejor cuanto más aireado es el suelo. Requieren cierta humedad, pero un exceso de ésta les perjudica. Fuentes de humus en las fincas La mecanización de la agricultura ha hecho que desaparezca el ganado en gran número de fincas, por lo que las aportaciones de estiércol son escasas o nulas. No obstante, se considera que con las restituciones orgánicas que proporcionan los tallos, raíces, pajas enterradas, hojas secas (como es el caso de la remolacha), etc., se aporta una cantidad de humus importante en el suelo. Para tener una idea de las proporciones de humus que pueden mantenerse en los suelos, es conveniente que conozcamos la destrucción de humus anual y las posibles aportaciones que se realicen. LOS ABONOS LOS ABONOS NITROGENADOS El nitrógeno El nitrógeno es el principal de los macroelementos en los abonados, por lo que el agricultor ha de cuidar de que la alimentación nitrogenada de la planta sea siempre suficiente. Inconvenientes de un exceso de nitrógeno Sin embargo, es bueno conocer algunos detalles sobre la influencia del nitrógeno, porque en algunos casos pueden derivarse inconvenientes de un exceso de aplicación de este elemento: Mayor sensibilidad a las enfermedades: los tejidos de las plantas bien abonadas de N son más sensibles que las mal abonadas. Encamado de los cereales: al ser mayor el desarrollo foliar y el número de hijos en el caso de los cereales de invierno, las plantas crecen en busca de la luz y las cañas se hacen menos rígidas, por lo que el riesgo de encamado aumenta. A veces el encamado es consecuencia de una alimentación desequilibrada, al no encontrar la planta suficiente cantidad de fósforo y potasio. Cuando los abonados de N son tardíos, la absorción tardía de este elemento retrasa la maduración. Si el N se aplica en época anterior, este retraso en la maduración o no se produce o apenas se produce. La alimentación nitrogenada de la planta El N se encuentra en el suelo en forma orgánica y en forma mineral. En forma orgánica se encuentra formando humus que contiene alrededor del 5% de N. Ya hemos dicho que el humus se mineraliza progresivamente por la acción de los microbios del suelo en una proporción del 1 al 2% anual, convirtiéndose entonces en N mineral, primero en forma amoniacal que luego pasa a nítrica. Generalmente, en los análisis de tierras no suele darse el dato de la riqueza en N total, ya que este dato tiene poco interés para deducir el abonado nitrogenado que se necesita. Con pH bajo o en condiciones de exceso de humedad la descomposición de la materia orgánica apenas tiene efecto, por lo que índices altos de materia orgánica, en este caso, no indican que hay una cantidad interesante de N al alcance de la planta, al ser mineralizada lenta. La planta toma el N a través de sus raíces en forma nítrica o amoniacal, aunque normalmente lo hace mejor en forma nítrica, en estado de ión NO-3. Es en la primera fase de su vida cuando las plantas toman mejor el N amoniacal, por utilizarlo más rápidamente que el nítrico en los procesos de síntesis de proteínas. Las hojas también pueden absorber N mineral y aún N de la urea. La planta absorbe el N a lo largo de todo el ciclo vegetativo y en determinados casos el consumo es más alto. Tal ocurre con los cereales de invierno, en que el mayor consumo coincide con las épocas de ahijado, encañado y floración, que se llaman, por eso, periodos críticos. En los frutales el máximo consumo coincide con la floración y la fecundación. El nitrogenado del suelo en forma mineral Hemos dicho que el N del suelo se encuentra en forma orgánica o en forma mineral. En forma mineral se haya, a su vez, en forma amoniacal (NH+4) o en forma nítrica (NO-3). En forma amoniacal es soluble en agua, pero ya sabemos que queda retenido por el poder absorbente del suelo. En primavera, cuando la temperatura se eleva, se transforma rápidamente el N amoniacal en nítrico, razón por la cual, con temperaturas relativamente altas, se encuentra poco N amoniacal en el suelo. El N amoniacal es, pues, un estado transitorio. Síntomas de la falta de N La escasez de N se manifiesta en las plantas por un desarrollo vegetativo reducido y por un color verde amarillento de las hojas. Este color claro debido a la falta de N es muy conocido por los agricultores, sobre todo cuando en los inviernos lluviosos se lavan mucho los suelos. En condiciones extremas de falta de N, además del color verde amarillento de la hoja, aparecen en sus bordes pigmentaciones purpúreas o violáceas. La falta de N acelera la madurez, y en los frutales ocasiona la caída prematura de las hojas de otoño. Principales abonos nitrogenados simples El amoniaco anhidro El amoniaco anhidro es el abono de mayor riqueza en N, pues tiene el 82%. Como abono se utiliza como gas licuado a alta presión, y así es contenido a presión en un depósito o aplicador. La aplicación se hace mediante este aplicador que lleva unas cuchillas que hienden el terreno, y con ellas se inyecta el amoniaco que, al salir y perder la presión, se convierte en gas. Al producirse la expansión baja mucho la temperatura, por lo que puede producir graves quemaduras al entrar en contacto con la piel. Por esta razón la aplicación del amoniaco anhidro sólo está permitida a las empresas que lo suministran y que tienen personal especializado. Las cuchillas lo inyectan a unos 12-15 cm de profundidad difundiéndose alrededor del punto de inyección en unos 12-18 cm. Al tomar contacto con el suelo queda fijado en forma de iones NH+4. En el momento de la inyección del amoniaco se nota una elevación del pH en la zona de inyección y una reducción de la población microbiana, pero a medida que se va nitrificando, el pH vuelve a su valor inicial y los microorganismos, al encontrarse con abundante abono nitrogenado, proliferan y se desarrollan abundamente. El amoniaco anhidro suele utilizarse como abono de fondo, antes de la siembra. Debe inyectarse con buen tempero. En tierras arcillosas, cuando hay un exceso de humedad las cuchillas dejan grietas por donde escapa el amoniaco. Por esta razón nunca debe inyectarse en estas condiciones. Si las lluvias del otoño se retrasan y el suelo está seco, puede inyectarse en terrenos arcillosos, aunque las condiciones no sean tan buenas como cuando exista un buen tempero. Lo que siempre hay que procurar es que no existan terrones, para lo cual el terreno tiene que estar muy bien labrado. No se puede emplear el amoniaco anhidro en suelos muy ligeros con poco poder de retención. En el caso de que haya mucha materia orgánica, aunque sean ligeros, sí puede aplicarse, porque entonces el suelo tiene suficiente capacidad de fijación del NH+4. A veces se emplea el amoniaco anhidro en cobertura, en cultivos que se siembran en líneas distanciadas, como es el caso del maíz. El amoniaco anhidro se inyecta entonces entre líneas. La Urea Es un cuerpo del grupo de las amidas: CO(NH2)2. Su riqueza en N es del 46%. Se suele presentar en forma perlada. En contacto con el agua, y en presencia de una diastasa que segregan unas bacterias del suelo, la ureasa, se convierte en carbonato amónico. CO(NH2)2 + 2H2O = CO3(NH4)2 Es por esta razón que consideramos siempre la urea como un abono amoniacal, ya que como tal se comporta. En forma amídica la urea es muy soluble en agua. Por eso, cuando se aplica y llueve posteriormente penetra en el terreno hasta que, al combinarse con el agua, se convierte en carbonato amónico. La velocidad de esta transformación depende de la actividad microbiana. En los suelos son una actividad biológica normal la hidrólisis es un fenómeno rápido: tres-cuatro días en los suelos bien provistos de materia orgánica; más lento en los suelos pobres en humus, biológicamente poco activos o muy ácidos o incluso por tiempo frío y seco. Una vez transformada, el NH+4 queda fijado por los coloides del suelo. El hecho que acabamos de describir puede considerarse como una ventaja y como un inconveniente. Es una ventaja porque puede utilizarse más la urea como abono de cobertera, ya que el amonio queda en un espacio de terreno en profundidad mayor que cualquier amoniacal que se aplique en cobertura. Es una desventaja en cuanto que, si las lluvias son muy fuertes, la penetración puede ser superior a la deseada, aunque corrientemente esto no ocurrirá. La urea tiene muy poca densidad: 50 kg ocupan un volumen de alrededor de 70 litros. Esta circunstancia y el hecho de ser alta su riqueza hace que sea uno de los abonos más usados cuando se emplea el avión para su distribución. La baja densidad permite arrojar menos cantidad por hectárea con distribución uniforme que otros abonos. Su alta riqueza permite que la unidad de N lanzada resulte más barata que con otros nitrogenados. A ser posible es preferible distribuir el abono por medios terrestres, ya que la distribución por avioneta encarece, y además la distribución no es uniforme. Por tierra se logra más uniformidad. La urea es de los abonos más consumidos en España. Una de las razones es que el N resulta comparativamente algo más barato que en los demás abonos nitrogenados de gran consumo. Cuando se emplea la urea en cobertura y queda en superficie porque no llueve, puede haber desprendimiento de amoniaco, produciéndose así una pérdida de nitrógeno. CO3(NH4)2 = CO2 + 2NH3 + H2O Este desprendimiento tiene cierta importancia. Algunos autores dicen que puede llegar al 20% Las nuevas fabricaciones de urea cristalina no contienen más que un porcentaje pequeño de biuret, producto tóxico para los vegetales que, al principio, había ocasionado algunos accidentes vegetativos porque la urea utilizada contenía una gran proporción del mismo. Sulfato amónico La fórmula química del sulfato amónico, como es sabido, es SO4(NH4)2. El sulfato amónico es el abono amoniacal más antiguo. Se presenta en forma de pequeños cristales y contiene del 20 al 21% de nitrógeno amoniacal. Cuando no existía aún en el comercio los abonos compuestos se solía utilizar mucho en mezclas con el superfosfato y el cloruro de potasa, ya que estos cuerpos se pueden mezclar. Aunque hoy apenas se emplean como abonos las escorias Thomas, es conveniente saber que el sulfato amónico no debe mezclarse con abonos que contengan cal (escorias, fosfatos naturales), pues se provoca un desprendimiento de amoniaco. El sulfato amónico es un abono acidificante. Esto es una ventaja en los terrenos de pH demasiado alto, aunque los efectos de esta acidificación solo pueden observarse con el empleo continuado de este abono y a lo largo de bastante tiempo. Contiene del 23 al 24% de azufre, hecho que es de tener en cuenta cuando se pueda producir una carencia de este elemento. También lo puede hacer aconsejable para las crucíferas (colza, etc), ya que estas plantas son grandes consumidoras de azufre (S). Es un abono típicamente de fondo, aunque algunos agricultores lo empleen también en cobertura, con frecuencia indebidamente. Nitrosulfato amónico El nitrosulfato amónico es un abono con el 26% de nitrógeno, del que el 7% es nítrico y el 19% amoniacal. Contiene también el 15% de azufre. Es un abono que se emplea de fondo y también en cobertura. Nitrato amónico cálcico El nitrato amónico cálcico se obtiene por la acción del ácido nítrico sobre el amoniaco. De esta forma se obtiene el nitrato amónico (NO3NH4) con 35% de nitrógeno, mitad nítrico y mitad amoniacal. Pero el nitrato amónico no puede utilizarse puro a causa de su elevada higroscopicidad, por lo que suele añadirse una materia inerte que es el carbonato de cal. Según la proporción de caliza que se añada, el nitrato amónico puede ser de baja, media o alta graduación. Los de baja graduación apenas se utilizan, ya que el agricultor suele rechazar los abonos de bajas concentraciones. El de media graduación se expende en España con el 26% de riqueza. Este abono suele tener 1/5 de su peso de caliza. El nitrato amónico de alta graduación es del 33,5% de nitrógeno, solo tiene una pequeña película envolvente de caliza para defenderlo de la humedad. El nitrato amónico cálcico tiene la ventaja de tener una acción de choque con su 50% de nitrógeno nítrico, y otra acción lenta por su 50% de nitrógeno amoniacal. Se utiliza de cobertera. Es muy empleado en España. Soluciones nitrogenadas Las soluciones nitrogenadas son, generalmente, disoluciones en agua, de urea y nitrato amónico. Son, pues, abono líquido. Estas soluciones nitrogenadas suelen aplicarse en cobertera. La más vendida en España es la del 32% de riqueza de nitrógeno y también la del 41%. A veces se utilizan las soluciones nitrogenadas con aplicación de avión. Nitrato sódico El nitrato sódico (NO3NA) se llama también de Chile porque antiguamente procedía de aquel país. Hasta la mitad del siglo fue un abono nitrogenado muy usado en España, pero hoy ha caído en desuso por el mayor precio a que sale la unidad de nitrógeno. Hoy, generalmente, el nitrato sódico es un abono de síntesis. Contiene el 15,5% de nitrógeno y el 25% de sodio y además posee pequeñas cantidades de microelementos. El sodio es un elemento que puede ser perjudicial en determinadas tierras, sobre todo en las arcillosas, donde el sodio tiene una acción disociadora de la arcilla, que provoca la producción de costra en superficie. Nitrato de cal El nitrato de cal, de formula química (NO3)2 Ca, lo más corriente es que se presente con una riqueza del 15,5% de nitrógeno. Es un producto muy higroscópico, lo que perjudica su conservación, pero, en cambio, esta característica le da una gran capacidad para su absorción, siendo el abono que la planta absorbe mejor y más rápidamente en tiempo de sequía. Como en el caso del nitrato sódico, el nitrógeno en el nitrato de cal resulta caro, y esto hace que hoy se use muy poco. Cianamida cálcica La cianamida de cal (CN2Ca) es un abono prácticamente en desuso por las mismas razones apuntadas para el nitrato sódico y el nitrato de cal. Suministra cal (60% de OCa) en forma muy activa, por lo que se recomendaba para los terrenos pesados, arcillosos, que no contenían cal, porque actuaba también como enmienda caliza muy activa. Es de acción lenta, por lo que hay que usarlo de fondo y, a ser posible, tres o cuatro semanas antes de la siembra. Tiene acción desinfectante contra los gusanos del suelo y nematodos. Abonos compuestos nitrogenados Nos referimos a ellos en el capítulo de abonos compuestos. Orden de utilización de los abonos nitrogenados Una vez hecho un ligero repaso a los abonos nitrogenados simples más comunes, podemos resumir el orden de aplicación de los nitrogenados, simples y compuestos. Exceptuamos la cianamida y los nitratos sódicos y cálcico por su escaso consumo. Fertilizante % nitróg. Amoniacal Abonos compuestos 100 Amoniaco anhidro 100 Sulfato amónico 100 Urea …….100 (1) Nitrosulfato amónico ……. 75 Solución nitrogenada ……..75(2) Nitrato amónico calc. ……..50 (1) (2) % nitróg. nítrico 0 0 0 0 25 25 50 Orden de aplicación 1.o 1.o 1.o 2.o 3.o 4.o 5.o Fondo X X X X X - Cobertura X X X X Consideramos el nitrógeno de la urea como amoniacal, aunque sea amídico. Aproximadamente, ya que puede ser variable. Elección de un abono nitrogenado Para la elección de abonos nitrogenados habrá que distinguir entre abono de fondo o de cobertera, según se vaya a emplear antes de la siembra o después de la nascencia. Dentro de esta división habrá que barajar varios conceptos, algunos de los cuales exponemos a continuación: A) De fondo 1.O Lógicamente solo se utilizaran los abonos que pueden emplearse de fondo según el cuadro anterior. 2.o En el caso en que los análisis de tierra muestren la necesidad de utilizar de fondo fósforo y potasio, a la vez que nitrógeno, lo más corriente es emplear abonos compuestos. A veces también puede emplearse algún abono compuesto de dos elementos. Tal es el caso del fosfato diamónico, que sólo contiene fósforo y nitrógeno. Este abono puede usarse de fondo cuando no es necesario añadir potasa. En este último caso es muy frecuente emplear por separado un abono simple nitrogenado y otro abono simple fosfórico, que con gran frecuencia es el superfosfato de cal. 3.o Dentro de los abonos nitrogenados empleados de fondo es aconsejable emplear abonos acidificantes en terrenos demasiado calizos. A pesar de todo no hay que exagerar esta conveniencia, ya que la acidificación de un terreno a costa de los abonados acidificantes es muy lenta, y solo se pueden notar sus resultados a lo largo de un número elevado de años. Habrá incluso razones más importantes a las que habrá que atender primero, como son las económicas que a continuación exponemos. 4.o En la agricultura nunca puede perderse la visión económica de las labores que se realizan. Por ello habrá que prestar la mayor atención al precio al que se adquiere la unidad de nitrógeno. Es muy fácil deducir este precio. Se obtiene multiplicando el precio del kilo de abono por 100 y dividiendo por la riqueza. Por ejemplo: Si la urea, cuya riqueza es del 46%, está en un momento determinado al precio de 22 ptas/kg, el kilogramo o unidad de nitrógeno costará: 22 ptas x 100 = 47,82 pts. 46 5.o En el caso de que por un exceso de lluvias haya que utilizar como medio de aplicación el avión, habrá que emplear abonos nitrogenados de alta riqueza, ya que el precio del lanzamiento suele ser uniforme para cualquier abono, y usando abonos de riqueza alta la cantidad a que resulta el reparto de la unidad de nitrógeno es menor. B) De cobertura 1.o Se usarán solo los abonos que se empleen de cobertera, y dentro de estos fertilizantes se habrá de tener en cuenta la fecha en que se añaden ya que, en abonados más tardíos, se emplearan aquellos que tienen una acción más rápida, que son los que tienen mayor proporción de nitrógeno nítrico. 2.o Como en los abonos de fondo, será de gran importancia comparar los precios a que resulta la unidad de nitrógeno. LOS ABONOS FOSFORICOS El fósforo Al hablar de abonados fosfóricos se suele emplear la denominación de “ácido fosfórico” a lo que en realidad es anhídrido fosfórico (P2O5). Cuando usamos la denominación “ácido fosfórico” ha de entenderse que nos referimos al anhídrido fosfórico. La riqueza de los abonos fosforados se da en P2O5, y así suele hacerse también a nivel internacional. Riqueza en P2O5 X 0,44 = Riqueza en P El ácido fosfórico y la planta El ácido fosfórico hemos visto que es un componente esencial de los vegetales. No se encuentra en la planta en estado libre, sino combinado con otras instancias: o con cuerpos simples formando fosfatos minerales, o bien, más frecuentemente, con sustancias complejas, formando combinaciones orgánicas. El fósforo es un factor de crecimiento de los vegetales, como ocurre con el nitrógeno. Influencia mutua del fósforo y el nitrógeno En la nutrición nitrogenada y fosfatada de la planta existe una proporcionalidad entre el fósforo y el nitrógeno absorbido, coincidiendo los contenidos máximos en los mismos periodos. Existe, por otra parte, influencia mutua en la absorción de uno y otro elemento: la carencia de fósforo influye en una disminución de la absorción del nitrógeno. Acción del fósforo en la vegetación El fósforo tiene una gran influencia en la primera fase de crecimiento de las plantas. La plántula se nutre del fósforo acumulado en la semilla, pero cuando se agota esta reserva ha de tomarlo del suelo. La inmovilidad del fósforo en el suelo hace que sea recomendable la localización de pequeñas cantidades de P2O5 en las proximidades de la semilla en el momento de la siembra. El fósforo favorece el desarrollo del sistema radicular al comienzo de la vegetación. Favorece los fenómenos relacionados con la fecundación, la fructificación y la maduración. En los cereales tiene gran influencia en una buena maduración de la semilla. Un abonado de P2O5 aumenta la precocidad. Ocurre al contrario de lo que sucede con el nitrógeno que, en aportaciones tardías, retrasa la maduración. El ácido fosfórico en el suelo En forma insoluble el ácido fosfórico es muy abundante en el suelo: las cantidades de P 2O5 pueden alcanzar del 3 al 10% de la masa total en suelos de origen volcánico o cristalino; en suelos de origen sedimentario del 0,5 al 3%. Cuando hablamos del ácido fosfórico asimilable o cambiable que indican los análisis, nos referimos al fijado por el complejo arcilla-húmico, las arcillas y los óxidos de hierro y aluminio, y también al que se encuentra en la solución del suelo y al fosfato soluble. La concentración de las soluciones del suelo en P2O5 es muy pequeña. Puede ser de 0,2 a 0,5 miligramos por litro, pero existe un estado de equilibrio permanente y rápido entre los iones disueltos en la solución del suelo y los iones intercambiables del complejo, por lo que, cuando la planta absorbe iones fósforo de la solución, rápidamente se repone esta de los iones absorbidos, gracias a los iones fósforo que se encuentran retenidos por el complejo y los coloides. En la materia orgánica del suelo también se encuentra fósforo. La relación N/P2O5 en ella es del orden de 4. De ahí que la cantidad de fósforo procedente de la materia orgánica que libera una tierra ese aproximadamente la cuarta parte del nitrógeno que se mineraliza. En la materia orgánica el humus y el ácido fosfórico se combinan formando humofosfatos, con lo que se evita la fijación de este fósforo en el suelo, y lo mantiene en forma fácilmente asimilable para la planta. Vemos, pues, que el humus del suelo es importante en la alimentación fosfórica de la planta. Retrogradación del fósforo En los suelos muy calizos, con una proporción elevada de caliza activa, puede producirse el paso del ácido fosfórico soluble de los abonos a fosfato tricálcico insoluble. También en los suelos ricos en hierro y aluminio, puede haber bloqueo de una parte del P2O5 en forma de fosfatos de hierro y aluminio, que puede recuperarse, en parte, añadiendo cal. Tanto el paso del ácido fosfórico a fosfato tricálcico, como a fosfatos de hierro o aluminio es un fenómeno que se denomina retrogradación del fósforo. La retrogradación del fósforo depende en mucho mayor grado del contenido en hierro que del contenido en caliza activa. Inmovilidad del fósforo en el suelo Hemos dicho anteriormente que el fósforo es muy poco móvil en el suelo. Los iones fosfato sólo son extraídos por las raíces cuando se encuentran a escasos milímetros de distancia. De este hecho se deduce la necesidad de incorporar los abonos fosfóricos al suelo para ponerlos al alcance de las raíces y la importancia que tiene situar pequeñas cantidades de ácido fosfórico junto a la semilla en el momento de la siembra. Principales abonos fosfóricos simples Superfosfato de cal A. Superfosfato simple Si a los fosfatos naturales (fosfato tricálcico) se les trata con ácido sulfúrico, resulta lo siguiente: (PO4)2 Ca3 + 2 SO4H2 = Fosfato tricálcico ácido sulfúrico = (PO4H2)2 Ca + 2 SO4Ca Fosfato monocálcico Sulfato de cal Se obtiene, pues, fosfato monocálcico soluble en agua y citrato, del cual, al menos el 90%, es soluble en agua. Las plantas segregan por sus raíces ácidos, débiles que les permiten tomar el fósforo soluble en los ácidos débiles, por lo cual la fracción soluble al citrato que, como hemos dicho, no llega al 10%, es también útil para la alimentación fosfórica de la planta. Además del fosfato monocálcico se obtiene sulfato de cal o yeso, al 50% aproximadamente. La riqueza en P2O5 del superfosfato simple en España suele ser del 18%. No suele tener influencia sobre el pH del suelo. El superfosfato simple contiene alrededor de un 12% de azufre y pequeñas cantidades de microelementos: hierro, zinc, manganeso, boro, molibdeno. Contiene también un 21% de calcio, por lo que resulta de interesante aplicación para suelos pobres en calcio, con independencia del pH. B) Superfosfato triple Si en lugar de tratar el fosfato tricálcico con ácido sulfúrico, lo hacemos con ácido fosfórico, resulta la siguiente reacción: (PO4)2 Ca3 Fosfato natural + 4 PO4 H3 = Ácidoortofosfórico 3(PO4 H2)2 Ca Fosfato monocálcico Se obtiene así un superfosfato con mayor riqueza en P2O5. En España suele venderse con el 45% de riqueza. Este superfosfato triple tiene poco azufre (1 a 5%). Escorias de desfosforación Las escorias de desfosforación o escorias Thomas son subproducto de la fabricación del acero. Su nombre le viene del ingeniero Thomas que ideó un procedimiento para eliminar el fósforo de los minerales de hierro que lo contienen, lo que es necesario para mejorar la calidad del acero. Se presentan en forma de polvo negro. Tienen una alta densidad: 100 kg tienen un volumen de 50 litros. Su riqueza es variable, aunque en España suelen venderse sólo del 15% de riqueza. Las escorias pueden utilizarse como enmienda caliza ya que 100 kg de ellas contienen alrededor de 50 kg de cal, de los cuales 40 kg son de cal activa. Son de acción muy lenta por lo que deben aplicarse de fondo con bastante anticipación a la siembra, y tanto más cuanto más elevado sea el pH. Las escorias Thomas hoy apenas se emplean, por la razón de que la unidad de P2O5 suele resultar más cara que en el superfosfato. Aplicación de los abonos fosfóricos Ya hemos dicho que el ácido fosfórico queda fuertemente fijado por el poder absorbente de los suelos, por lo cual hay que procurar ponerlo al alcance de las raíces. Por esta razón el abono fosfórico debe emplearse de fondo e incorporarlo al terreno antes de la siembra. También en otro lugar hemos expresado que, en los casos en que el nivel del ácido fosfórico del suelo sea muy bajo, hay que usar abonados más ricos de los que resultarían de la extracción de las cosechas. Una vez el suelo enriquecido en fósforo, los abonados de mantenimiento pueden ser ya más moderados. LOS ABONOS POTASICOS El Potasio En el caso del potasio, la riqueza de los abonos, lo mismo que las existencias de potasio en el suelo, no se expresan en potasio (K), sino en potasa (K2O), lo cual es universalmente admitido y asì lo expresan la mayor parte de los países. Es conveniente saber que: Riqueza en K2Ox 0,83 = Riqueza en K La potasa y la planta Ya hemos indicado que el potasio es uno de los macroelementos esenciales. La potasa disminuye la transpiración de la planta por lo que la hace màs resistente a la sequìa. Aumenta la resistencia a las heladas al elevar el contenido de la savia en elementos minerales. Favorece el desarrollo de las raíces. Aumenta la resistencia de los cereales al encamado, pues da rigidez a los tejidos. Aumenta la resistencia de los vegetales a las enfermedades criptogámicas. Interviene en la fotosíntesis de la hoja, favoreciendo la formación de los hidratos de carbono y el movimiento de estos glúcidos hacia los órganos de reserva. Se ha hallado cierta relación entre la utilización de la potasa y la intensidad de la energía luminosa recibida por la planta. Por ello el abonado potásico, según diversos ensayos, es más eficaz en los años de insolación débil. En las regiones de luminosidad intensa, las plantas absorben menos potasa que en las de luminosidad escasa (A. Gros). También intervienen en la formación de los prótidos. Por ello existe interacción entre nitrógeno y potasa. El potasio en el suelo El potasio se encuentra en el suelo: 1. En la roca madre. Sobre todo las formaciones cristalinas y volcánicas son particularmente ricas en potasa, aunque dicha potasa se encuentra en forma de silicatos que son prácticamente insolubles. No obstante, por la acción de las raíces y de los agentes atmosféricos, algo de esta potasa se pone a disposición de la planta, y de ahí que los suelos formados a partir de estas rocas madres necesitan menos potasa que los derivados de formaciones calizas. 2. En el interior de ciertas arcillas. Ciertas arcillas de tipo laminar, como la montmorillonita y la illita, atrapan entre sus laminillas iones K+. Esto ocurre, sobre todo, en suelos que tienen este tipo de arcilla, y también los que son pobres en potasa y los que poseen poco humus. En estos suelos será bueno cuidar que no descienda el nivel de potasa ni de materia orgánica. 3. En estado cambiable, existiendo un equilibrio entre potasio existente en la solución del suelo y el absorbido por el complejo arcillo-húmico y por la arcilla y demás coloides del suelo. El contenido en arcilla y los abonados potásicos Para conocer los niveles de abonados potásicos recomendables, hay que tener en cuenta el contenido en arcilla de los suelos. Con el fin de aumentar en la misma proporción la concentración de K + en la solución del suelo, tanto en terrenos arcillosos como arenosos, es necesario saber que las arcillas tienen un alto poder de retención del potasio, y que para aumentar la concentración de iones K+ en la solución del suelo, hay que incrementar mucho más el K+ cambiable en un suelo arcilloso que en un suelo arenoso. A. Giros estima el nivel de fertilidad potásico de los suelos según la cantidad de K cambiable y el contenido de arcilla, como sigue: Nivel de fertilidad de los suelos K2O cambiable en partes por millón según % de arcilla_________________________________ 0-10% 10-20% 20-30% Más de 30% Elevado Normal Medio Bajo Muy bajo >210 150-210 100-150 60-100 <60 >300 230-300 180-230 120-180 <120 >370 290-370 230-290 150-230 <150 >430 340-430 280-340 200-280 <200 Puede comprobarse que un suelo con un contenido de arcilla del 20% que tenga 300 partes por millón de K cambiable se puede considerar elevado en potasa, mientras que en suelos que tengan más de 30% de arcilla, esta misma cantidad de K cambiable representaría un nivel medio de fertilidad. Consumo de lujo Es frecuente que en un suelo rico en potasa haya una absorción de las plantas superior a sus necesidades. Es lo que se denomina “consumo de lujo”. Las células de las plantas son muy permeables a las soluciones de potasa, y absorben el potasio con más facilidad que otros iones como, por ejemplo, el magnesio. De ahí que el consumo de lujo pueda ser contraproducente para la producción, ya que disminuye el consumo de algunos otros iones hasta el punto de poder producirse alguna carencia de ellos. El consumo de potasio y las especies vegetales Los cereales tienen un sistema radicular que les permite gran facilidad en la nutrición de potasio, por ello los cereales suelen responder menos que otros cultivos a los abonos potásicos. La remolacha, la viña, la patata y los cultivos oleaginosos tienen especial necesidad del potasio por el efecto que éste tiene en la formación de los azúcares, las féculas y las grasas. La concentración de potasa en los residuos vegetales que quedan en el suelo después de recoger las cosechas es alta: se estima entre 75 y 150 kg de potasa por hectárea. Por consiguiente, si estos residuos se entierran, hay que tener en cuenta la cantidad de potasa que se incorpora en el terreno al calcular el abonado para el cultivo siguiente. Principales abonos potásicos simples Cloruro de potasa Se obtiene del refinado de la syklvinita, de la que se elimina casi la totalidad del cloruro de sodio. El cloruro potásico puede emplearse en casi todos los cultivos, salvo aquellos en que el cloro puede ser perjudicial. Nunca debe emplearse en el tabaco, ni siquiera al cultivo anterior, por los residuos que puedan quedar en el suelo. También se desaconseja para algunos productos que exigen alta calidad, como frutales, uva de mesa, etc. El cloruro potásico resulta más barato que el sulfato potásico, ya que es la base de la fabricación de este último. El cloruro potásico se presenta en forma de cristales blancos. Se suele vender con el 60% de riqueza. Sulfato potásico Se fabrica a partir del cloruro de potasa tratándolo con ácido sulfúrico. Se expende con un 50% de riqueza. Aunque es más caro que el cloruro potásico suele recomendarse para aquellos productos en que es muy importante la calidad, por el hecho de no contener cloruro: vinos finos, flores, cultivos hortícolas y, por supuesto, tabaco. Aplicación de los abonos potásicos El potasio queda fijado por el complejo arcillo – húmico y coloides del suelo con gran fuerza, aunque un poco menos que el fósforo. Como el fósforo, debe aplicarse de fondo e incorporarlo al suelo para ponerlo al alcance de las raíces, dada la lentitud de la difusión de la potasa tanto vertical como horizontalmente. LOS ABONOS COMPUESTOS Abonos compuestos Abonos compuestos sólidos Los abonos estudiados hasta ahora se denominan abonos simples porque no contienen más que un solo elemento fertilizante. Se denominan abonos compuestos los que contienen por lo menos dos de los tres elementos fertilizantes N, P y K. Se designan mediante una fórmula de dos o tres números que expresan la cantidad de cada elemento contenido en 100 kg de abono. El primer número indica el nitrógeno, el segundo el ácido fosfórico y el tercero la potasa. Ejemplo: 14-14-14 ò 0-20-16 Se denominan equilibrio a la proporción de los elementos que se contienen en el abono compuesto, refiriéndolos al primero, que es el nitrógeno. Ejemplo: 15-15-15 cuyo equilibrio es 1-1-1 8-12-24 cuyo equilibrio es 1-1,5-3 9-18-27 cuyo equilibrio es 1-2-3 Ventajas e inconvenientes de los abonos Compuestos sobre los simples Ventajas: 1) Al suprimir la mezcla de los abonos simples en la finca y repartir dos o tres elementos de una sola vez existe una economía de mano de obra y de empleo de horas de tractor. 2) La mezcla de abonos simples suele ser menos homogénea que los abonos compuestos. 3) Ahorro de sacos y gastos de transporte, ya que los abonos compuestos suelen ser generalmente fórmulas más concentradas, aunque no siempre. Inconvenientes 1) El precio de compra de la unidad de fertilizante es a veces algo más elevado. 2) En ocasiones no se encuentran fórmulas con la proporción de N, P y K que se desea, con lo que, para no disminuir la cantidad a añadir de uno de ellos se aumenta innecesariamente la cantidad añadida en otros. Abonos compuestos líquidos Al hablar de los abonos nitrogenados simples nos hemos referido al amoniaco anhidro y a las soluciones nitrogenadas. Existen otros tipos de abonos líquidos que enumeramos a continuación: Soluciones claras Existen dos tipos de soluciones claras, las binarias de nitrógeno y fósforo y las terciarias de los tres elementos. En estas últimas la presencia de potasa en la solución restringe considerablemente la concentración, a causa de la limitada solubilidad de las sales de potasa. Para paliar este inconveniente se ha ideado un procedimiento que permita mantener los cristales de cloruro potásico en suspensión en una solución saturada de abono, dando lugar a los llamados abonos en suspensión. Abonos en suspensión Se han conseguido añadiendo una cierta cantidad de arcilla (bentonita y atapulgita) que reduce el engrosamiento de los cristales de cloruro y su precipitación en el fondo del depósito. El producto obtenido es más viscoso que las soluciones claras, y tiene tendencia a precipitarse, por lo que debe agitarse periódicamente para evitar la decantación. El almacenamiento exige aparatos compresores y agitadores, y la aplicación hay que realizarla lo antes posible después de la fabricación de la suspensión. La concentración de estas suspensiones es mucho mayor que la de las soluciones claras, siendo comparables a la de ternarios granulados de alta concentración. Los componentes de las suspensiones son los mismos que los de las soluciones claras. Su eficacia agronómica es similar a la de los demás productos sólidos o líquidos. Los fabricantes venden generalmente sus productos aplicados al terreno, lo que resulta particularmente atractivo para el agricultor. MACROELEMENTOS SECUNDARIOS Hasta hace poco tiempo sólo se hacía referencia en la fertilización a los tres elementos fertilizantes principales: nitrógenos, fósforo y potasio. Trabajos relativamente recientes, y el aumento de los rendimientos de las cosechas que, lógicamente, extraen cada vez mayores cantidades de elementos del suelo, han hecho que se contemplen hoy también tres macroelementos que se denominan “secundarios”: el azufre, el magnesio y el calcio. El azufre De acuerdo con la normativa comunitaria el contenido en este elemento se expresa en anhídrido sulfúrico (SO3). Para pasar de SO3 a S, hay que saber que: S = 0,4 x SO3 El azufre forma parte de los aminoácidos azufrados (cistina y metionina) que se encuentra en las proteínas, y forma parte de los componentes de las enzimas. Las plantas toman el azufre en forma de ión sulfato. El suelo contiene una cantidad total de azufre muy variable, entre 0,1-0,8%. Son los suelos arenosos los que tienen más bajo contenido, y los ricos en materia orgánica los que contienen más. La cantidad de azufre en forma asimilable depende, sobre todo, de la riqueza en humus y de la actividad biológica de los suelos. Antes de la generalización de los abonos compuestos no preocupaba a nadie la existencia de azufre en el suelo, ya que parte de los abonos simples contienen azufre: superfosfato, sulfato amónico, sulfato potásico, etc. El empleo continuado de abonos compuestos, la mayor parte de ellos carentes de azufre, son los que han hecho pensar en las posibles necesidades de aportaciones de azufre. Según las apreciaciones de algunos autores, las pérdidas de azufre que anualmente se producen en un suelo, sumando las extracciones por cultivo y las pérdidas por lavado, son de 50-70 kg por hectárea y año. Como contrapartida, las restituciones de azufre al suelo proceden de: Mineralización de las reservas orgánicas. De 10-30 kg de azufre por hectárea y año. La precipitación de gas sulfuroso por arrastre de las aguas de lluvia. De 8-20 kg de azufre por hectárea y año. (Sera tanto mayor cuanto mayor sea la contaminación de gas sulfuroso del aire por la proximidad a centros industriales). El estiércol, que contiene como medida 0,5 kg de azufre por tm. Una aportación al suelo de 40 tm de estiércol supondría una aportación de 20 kg de azufre. Algunos productos anticriptogámicos suponen un suministro de azufre a los cultivos (azufre, ditiocarbamatos, etc.). En los regadíos, el agua suministra también azufre en forma de sulfatos. Puede ser del orden de 100 a 300 kg de azufre por hectárea y año. Finalmente, ciertos abonos simples aportan azufre. Recordemos que el superfosfato de cal simple aporta alrededor del 12%, y el sulfato amónico el 24%. Un abonado, por tanto, de 300 kg por hectárea de superfosfato de cal simple supone añadir 36 kg por hectárea, lo que unido a la mineralización de las reservas orgánicas y al agua de lluvia asegura de una posible carencia de azufre. El magnesio El magnesio se encuentra en la clorofila, de la que depende la actividad fotosintética de la planta. Participa en la formación y acumulación de reservas de hidratos de carbono y azúcares, proteínas, vitaminas, etc. La riqueza de los abonos magnésicos se expresa en óxido de magnesio (MgO). Para pasar de MgO a Mg Mg = 0,6 x MgO El suelo contiene en general grandes cantidades de magnesio, aunque en forma muy poco soluble. Lo importante es el contenido de magnesio cambiable o asimilable de los suelos. Carencias del magnesio Los problemas de carencia de magnesio pueden producirse en: Suelos demasiado ácidos con pH muy bajo. Suelos demasiado ricos en potasio cambiable (ión K+), por lo que se denomina “antagonismo de iones”. Recordemos cuando hablamos de los cationes de cambio, que la relación K/Mg, expresada en meq/100 g, debe estar comprendida entre 0,2 y 0,3. Cuando esta relación era de 0,5, podía producirse falta de Mg por antagonismo de ión K+. También dijimos que cuando la relación era de 0,1 podían, por el contrario, producirse carencias de K. Suelos demasiado ricos en iones Ca++, por la misma razón anterior. Recordemos que cuando hablamos de los cationes de cambio dijimos que si la relación Ca/Mg, expresada en meq/100 g es mayor de 10 se puede producir una carencia de Mg, y que esta relación debe estar alrededor de 5. Suelos sódicos. Balance del magnesio en el suelo Las pérdidas anuales de MgO por hectárea se calculan de unos 40 a 60 kg. Esta es la suma de las extracciones de las cosechas y el lavado anual por las aguas. Las aportaciones pueden venir por: Las lluvias. Aportan 4-5 kg de MgO por hectárea. Ciertos abonos. Hay abonos compuestos con contenidos de MgO muy variables. El estiércol 40 tm de estiércol pueden aportar de 4-16 kg de MgO. Las enmiendas magnésicas. 1 tm de dolomita o de cales magnésicas aportan cerca de 200 kg de MgO. El calcio Aunque siempre se les había dado gran importancia a las enmiendas calizas, nunca se había considerado la necesidad del calcio como alimento de la planta, aunque las nuevas normas comunitarias lo consideran como nuevo elemento fertilizante secundario. El contenido de los abonos en calcio debe expresarse en óxido de calcio (Ca O). Es raro que en el suelo no haya suficientes sales de calcio como para que puede producirse una deficiencia de este elemento en la alimentación de la planta. MICROELEMENTOS U OLIGOELEMENTOS Aunque los microelementos sólo se encuentran en la materia seca de las plantas en cantidades muy pequeñas, no dejan de jugar un importante papel en la nutrición vegetal. Pueden formar parte de las enzimas, de gran importancia en la síntesis de las materias orgánicas (hierro, cobre, zinc, molibdeno) o al menos ser activadores de las mismas. Los microelementos que se consideran como esenciales para las plantas son: Hierro Manganeso Zinc (Fe) (Mn) (Zn) Cobre (Cu) Boro (B) Molibdeno (Mo) Cloro (Cl) Para los animales también son esenciales el cobalto y el selenio por lo que, aunque no lo sean para las plantas, si la alimentación de ellos es a base de hierba, debe ésta tener cantidades suficientes de estos otros dos microelementos. Carencia de microelementos Las carencias en microelementos pueden producirse: 1. Por falta de un microelemento en cantidad suficiente en el suelo, por lo que la planta no lo puede tomar en la cantidad que lo necesita. A este tipo de carencia se le llama “carencia absoluta o primaria”. 2. Por no encontrarse en el suelo en estado asimilable, por haber sido bloqueado por otros elementos. Es corriente que en un suelo con gran abundancia de calcio se produzcan deficiencias de algunos microelementos que quedan bloqueados por el calcio. Esto suele ocurrir con el hierro, el manganeso, el boro y el magnesio. A este tipo de carencia se le llama “carencia inducida”. Por la razón últimamente expuesta es por lo que corrientemente suelen añadirse los microelementos, a la planta, directamente en forma de pulverizaciones. A veces se aprovecha la necesidad de actuar con productos fitosanitarios mezclándolos con ellos. En ocasiones se utilizan, para añadir al suelo, unos productos llamados “quelatos”, que son compuestos orgánicos en los cuales se encuentra el microelemento en cuestión en estado no ionizable, como si estuviera “secuestrado”. También los polifosfatos tienen propiedades secuestrantes, por lo que se pueden añadir microelementos a los abonos líquidos. Hierro El hierro forma parte de muchos enzimas y es necesario para la síntesis de la clorofila. La carencia de hierro se presenta en las plantas por un color amarillento de la vegetación, como consecuencia de la escasez de clorofila (clorosis férrica). La falta de hierro casi nuca es debida a que no exista suficiente hierro en el suelo. El exceso de caliza, de CO3H- y de fosfatos y pobre aireación del suelo inducen a manifestaciones de clorosis. También puede ser originada la clorosis férrica por una excesiva alcalinidad de la savia. En los casos de clorosis férrica no suele dar resultado la aplicación de sales, como el sulfato de hierro, al suelo, ya que la cal insolubiliza al hierro. Tampoco es recomendable la pulverización de sales férricas sobre el follaje por la deficiente difusión, en las hojas, del hierro. Los mejores resultados se obtienen con los quelatos, ya que en ellos el hierro se encuentra protegido y puede penetrar y circular por la planta. Los quelatos pueden incorporarse al suelo o utilizarse en pulverizaciones foliares. Boro El contenido de boro soluble de los suelos suele ser de 1 a 2 partes por millón (ppm). El riesgo de carencia se presenta cuando el contenido es inferior a 0,6 ppm. Aún en suelos con suficiente contenido en boro pueden producirse carencias en suelos muy calizos o en los ácidos donde se han hecho fuertes encalados. Las carencias de boro pueden observarse, a veces, en la remolacha, dando origen a la enfermedad denominada “mal del corazón”. También puede darse en la alfalfa, viña, girasol, olivo y frutales. En el olivo es fácilmente detectable, pues suelen perder la hoja los brotes del año, presentando los tallos desfoliados un aspecto muy característico. Los cereales son poco sensibles a la falta de boro. Hay que tener un especial cuidado en las aportaciones de boro al suelo, ya que un exceso de dicho oligoelemento puede ser tóxico, y no hay que olvidar que el boro, como los demás microelementos, es fijado con fuerza por el complejo arcillo-húmico y los coloides del suelo. No se debe añadir, por tanto, boro, de forma sistemática, sin conocer de antemano que existe una carencia de este microelemento. Manganeso Interviene en la actividad de algunos enzimas. Existe generalmente en suficiente cantidad en el suelo, y su carencia, de existir, es inducida, dándose en los suelos calizos o en los ácidos con encalado en exceso. Se puede añadir sulfato de manganeso al suelo en cantidades de 100-300 kg/ha, pero si el pH es muy alto existe el riesgo de que se insolubilice. Otra posibilidad más eficaz y de acción más rápida es la de pulverizar el cultivo con una solución de sulfato de manganeso al 0,3-1% en dosis de unos 500 l/ha en abril-mayo. Es conveniente hacer dos aplicaciones. Cobre Se pueden producir carencias de cobre de tipo primario por no existir suficiente cantidad en el suelo. Una forma de corregirlo es aplicar pulverizaciones a las hojas con oxicloruro de cobre al 1,5%. Zinc Las carencias de zinc suelen ser inducidas por un exceso de cal o por una riqueza elevada en P 2O5 (antagonismo de iones). Las carencias de zinc se pueden dar en varios cultivos. En el maíz se conoce por un acortamiento de los entrenudos, razón por la cual se piensa que el zinc participa en la formación de las auxinas de crecimiento. Cuando se produzca una carencia de zinc, se puede aplicar al suelo sulfato de zinc, a razón de 40-60 kg/ha. Más eficaz sería la aplicación de quelatos de zinc. También puede aplicarse por hojas en pulverización (1-2% de sulfato de zinc con 0,5-1% de cal en dosis de 400-500 l/ha). Los productos anticriptogámicos a base de carbamato de zinc (zineb o ziram) también pueden solucionar las carencias de zinc. A veces, en los cereales, fundamentalmente en trigo, aparecen deficiencias de zinc, mucho más frecuentes en años de pluviometría elevada. En arroz, una deficiencia en zinc, aun estando perfectamente equilibrada la relación N-P-K, puede suponer más de un 50% de reducción en la cosecha (FAO, Roma 1986). Molibdeno En los microelementos que hemos citado hasta ahora hemos hablado de posibles carencias inducidas por exceso de cal. En cambio, el molibdeno es el único oligoelemento cuya carencia puede ser producida por exceso de acidez del suelo. En las leguminosas pueden presentarse problemas de fijación del nitrógeno atmosférico, por el Rhizobium, cuando no existe molibdeno suficiente. Las carencias de molibdeno se pueden curar con pulverizaciones de molibdato amónico (2-5 g/hl). Consideraciones sobre el empleo de microelementos Con respecto a la utilización de microelementos es conveniente hacer algunas consideraciones: Un exceso de microelementos puede ser tóxico, y ocurre además que entre las dosis bajas donde comienza una carencia y las altas donde puede producirse toxicidad, existe poca diferencia (donde menor es esta diferencia es en el caso del boro). Por esta razón, no deben utilizarse abonos con microelementos de forma sistemática, a no ser que conozca la falta de estos microelementos claramente. En caso de que haya deficiencia no usar abonos con microelementos todos los años. El estiércol, y la materia orgánica en general, aportan microelementos y ayudan a la asimilación de los existentes en el suelo. Los abonos minerales de baja concentración suelen aportar microelementos. En los suelos calizos pueden producirse carencias de microelementos por bloque. De molibdeno, en cambio, pueden producirse carencias en suelos ácidos. Según André Loué (“Los microelementos en agricultura”, traducción de A. Domínguez Vivancos, 1988), las condiciones de suelos que favorecen las deficiencias de determinados microelementos y los principales cultivos afectados son: ANALISIS DE SUELOS Capacidad de cambio catiónico (CCC) Es la capacidad que tiene un suelo de retener cationes. Se llama también capacidad de intercambio catiónico (CIC). Se expresa en miliequivalentes por cien granos de suelo (med/100 g). La suma de todos los cationes de cambio (H+, Ca++, Mg++, K+ etc.) constituye la capacidad total de cambio (CTC) de un suelo. Interpretación de la capacidad total de cambio (CTC) La CTC de un suelo depende del tanto por ciento de arcilla y de la materia orgánica que contenga. La primera, por ser la más abundante, es la que tiene más influencia en la CTC. Según la textura de los suelos, los valores medios que suelen darse son: Suelos arenosos 10 meq/100 g Suelos francos 15 meq/100 g Suelos arcillosos 20 meq/100 g Estos valores pueden variar algo según el tipo de arcilla del suelo, ya que unos tipos presentan mayor poder de fijación que otros. A medida que sube el contenido de MO, sube también el CTC. Cuando los suelos tienen un CTC que anda alrededor de los valores que se han expresado, estaremos ante suelos con buena fertilidad, sobre todo cuando el encontrarse en estos valores es debido más a la MO que a la textura. Valores por debajo de 5 meq/100 g, nos indicarán que se trata de un suelo de baja fertilidad. Valores que se aproximen o superen los 30 meq/100 g, nos muestran ser suelos con un exceso de arcilla que pueden tener problemas de encharcamiento, y son, sobre todo, desaconsejables para cultivos leñosos. Conductividad eléctrica (CE) En algunos análisis de suelos podremos encontrar reflejada la CE. Esto se hace para determinar si es o no un suelo salino. La unidad de medida más empleada es el milimho por centímetro (mmho/cm), que es la milésima parte del mho. El mho es la inversa de la resistencia (ohm). A veces, como la medida mmho es muy grande se utiliza la de micromhos/cm (umhos/cm). La CE se suele mediar aprovechando el extracto acuoso preparado para para determinar el Ph (1:2). En este extracto se introducen los electrodos y se hace la lectura. Cuando la lectura es inferior a 1 mmhos, ello significa que el suelo no es salino. Si superara esa solución del suelo, que da una idea más exacta. Para ello se añade agua destilada a la muestra del suelo hasta saturarla, y después se extrae de la pasta el agua, mediante succión a través de un filtro que no deje pasar las partículas del suelo. También puede emplearse otro tipo de extracto en el que la relación suelo/agua es de 1:5 (CE5). Al tener influencia la temperatura sobre la medida eléctrica de la conductividad, normalmente los resultados analíticos de este parámetro vienen medidos a 25°C, debiéndose hacer en el laboratorio una corrección sobre el valor medido cuando la temperatura existente difiere del valor mencionado. Interpretación de la CE Salinidad de los suelos Los suelos se clasifican en salinos o no salinos como expresamos a continuación en las medidas CE e y CE5 (CEe = 7,351.CE5- 0,568). CEemmhos <2 2-4 4-8 8-16 CE5mmhos <0,35 0,35-0,65 0,65-1,15 >1,15 Clasificación No salino Ligeramente salino Salino Muy salino Resistencia de los cultivos a la salinidad Sin embargo, los cultivos presentan un grado de resistencia a la salinidad muy variable, por lo que sólo se puede hablar si un suelo es o no es salino haciendo referencia a un cultivo determinado. Al hablar más delante de la tolerancia a la salinidad del agua de riego exponemos la tabla de Ayers y Westcot que, además de la tolerancia a aguas de riego con diferente conductividad eléctrica (CEar) expresan la resistencia de los cultivos a suelos con diferente conductividad eléctrica (CEE). FERTILIZACIÓN DE LOS DIFERENTES CULTIVOS PRINCIPALES MAIZ Influencia del nitrógeno, fósforo y potasio en la planta de maíz El nitrógeno El nitrógeno influye en el rendimiento y también en la calidad pues de él depende el contenido en proteínas del grano. Cuando la planta padece hambre de N disminuye el vigor, las hojas son pequeñas, las puntas de las hojas toman color amarillo, que poco a poco se va extendiendo a lo largo de la nervadura central dando lugar a una especie de dibujo en forma de V. Al acentuarse la carencia de N la hoja entera amarillea y paulatinamente van poniéndose amarillas las hojas por encima de la primera. Cuando los daños son causados por sequía las hojas también se vuelven amarillas, pero entonces se produce el fenómeno en todas al mismo tiempo. La absorción del N tiene lugar, especialmente, en las cinco semanas que transcurren desde diez días antes de la floración hasta veinticinco o treinta días después de ella. Durante estas cinco semanas la planta extrae el 75% de sus necesidades totales. Las mazorcas procedentes de plantas que han sufrido falta de nitrógeno tienen las puntas vacías de grano. El fósforo El ácido fosfórico favorece la fecundación y el buen desarrollo del grano. Favorece también el desarrollo de las raíces. En una carencia de fósforo los pistilos emergen muy lentamente, lo que origina fecundaciones que dan mazorcas irregulares y que suelen tener carreras de granos rudimentarios. La absorción del fosfórico por la planta es importante en las proximidades de la floración y continúa hasta su maduración. Las cinco semanas de necesidades máximas de N coinciden con las del P. El potasio La carencia de potasio origina raíces muy débiles y las plantas son muy sensibles al encamado, así como al ataque de los hongos. En las plantas jóvenes se nota a veces la carencia de K en que las plantas toman tonalidades amarillas o amarillo-grisáceas, apareciendo algunas veces rayas o manchas amarillentas. Las puntas y los bordes de las hojas se secan y aparecen como chamuscadas o quemadas. La falta de K se nota en las mazorcas en que, como en el N, quedan vacías las puntas. El maíz necesita las dos terceras partes del K durante el mes que transcurre desde quince días antes hasta quince días después de la floración. Época de aplicación del nitrógeno en el maíz Dada la importancia que tiene para la producción de la cosecha la existencia de N abundante diez o quince días antes de la floración, las aportaciones de N deben hacerse con tiempo suficiente para que el N se encuentre a disposición de la planta en forma de nitrato en este momento. Para ello hay que tener en cuenta que el nitrógeno amoniacal ha de transformarse en nitrógeno nítrico, y que esta transformación, en su totalidad, puede durar aproximadamente un mes en la época de primavera. El abonado de fondo de N puede ser la mitad o la tercera parte del abonado total suministrado. Naturalmente, todo el abonado fosfórico y potásico debe suministrarse de fondo. A veces será interesante localizar el fósforo y el potasio al lado de las líneas en el momento de la siembra, si la siembra se hace con máquinas sembradoras que lleven abonadoras apropiadas para este fin. El nitrogenado de cobertera puede suministrarse en una o dos veces. Si se hace de una sola vez se suministrará cuando el maíz tenga de 35-40 cm. Si se hace en dos veces las aportaciones tendrán lugar: Primera cobertera con maíz de 30 cm. Segunda cobertera con maíz de 70-80 cm. Generalmente puede ser aconsejable hacer la aportación de cobertera en dos veces en terrenos arenosos. En terrenos francos, y menos en los arcillosos, no parece que tenga ventaja dividir la cobertera en dos aportaciones. Abonado del maíz El maíz es planta que es muy sensible a la acción de los fertilizantes, tanto por aumento de producción como por la calidad del grano. En pocas plantas se nota una influencia tan clara del N aportado como fertilizante en la cantidad de proteínas del grano y, de la misma manera, una fertilización que quede corta en N nos dará con seguridad una disminución notable de la producción. La extracción media que se calcula de elementos nutritivos de N, P, K, en el maíz es, por tonelada, de 25 Ud de N, 11 Ud de P2O5 y 23 Ud de K2O. Si tenemos en cuenta la lixiviación del N por las aguas de riego y la posible retrogradación del P, por cada 1.000 kg de cosecha de grano esperada se pueden dar, como orientativas, las siguientes cantidades de abono, expresadas en unidades de N, P2O5 y K2O: N = 30 Ud P2O5 = 15 Ud K2O = 25 Ud Así, si una cosecha posible, y considerada como buena, fuera, por ejemplo, de 12.000 kg/ha, el abonado que correspondería sería de: N = 360 Ud P2O5 = 180 Ud K2O = 300 Ud Naturalmente que éste sería un abonado contando con que no hubiera existencia de P y K asimilable. A la vista del análisis de tierras se pueden modificar estas cantidades teniendo en cuenta las disponibilidades del suelo, lo que, sin duda, nos permitirá disminuir las aportaciones de fósforo y potasio, sobre todo de este último elemento que con tanta frecuencia se halla en cantidad apreciable en nuestras tierras. Algunas experiencias realizadas sobre fertilización del maíz Durante las campañas 1981 a 1984 hemos ensayado en Córdoba diferentes dosis de nitrógeno por ha en maíz, cuyos resultados aparecen en el siguiente cuadro: Resultado del abonado nitrogenado en maíz. Campañas 1981-84 Dosis de N Ud/ha Producción en kg/ha (14% hum.) salvo campaña 1984 (15% hum.) 1981 1982 1983 1984 225 12.599 a 275 13.045 10.945 a 300 11.338 ab 14.293 325 13.724 b 12.095 bc 13.731 14.896 350 12.392 c 14.184 15.242 375 13.922 b 13.892 15.006 400 13.748 14.931 425 15.040 Significación (S.) (S.) N.S. N.S. MDS 95% 605 966 _ _ Nota: Niveles con la misma letra subíndice son estadísticamente iguales. S. = significativo N.S. = no significativo Los resultados nos muestran que el abono nitrogenado, en la provincia de Córdoba, debe estar alrededor de las 350 Ud de N, lo que concuerda con lo dicho hasta ahora cuando hemos deducido el abonado necesario partiendo de las extracciones que tienen lugar por tonelada producida. Carencias de oligoelementos Algunas veces se observan síntomas de carencia de ciertos oligoelementos, tales como el boro. Las carencias de boro suelen producirse sólo en terrenos ácidos y, cuando ocurren, las mazorcas aparecen arrugadas por el lado que queda frente al tallo, mientras el resto de la mazorca es normal. En algunas regiones españolas, en terrenos arenosos, puede presentarse carencia de magnesio. Puede detectarse por presentar la planta rayas amarillentas a lo largo de las nerviaciones y, con frecuencia, color púrpura en la cara inferior de las hojas bajas. Si se observa la falta de magnesio puede corregirse en el maíz sembrando, en años sucesivos, con abonos que contengan magnesio. A veces, el imperfecto llenado de las plantas no está originado por ninguna carencia, sino porque las espatas no cubren totalmente la mazorca, pudiendo la parte descubierta no llegar a granar por la acción de insectos o pájaros o por accidentes meteorológicos. SORGO Abonado Las necesidades en elementos fertilizantes por tonelada de grano producido son semejantes a las del maíz. Según diferentes investigadores pueden ser las siguientes: N P2O5 K2O J. R. Quinby (USA) L. Jacquinot (Senegal) J. Dulac (Montpellier) 24 34 26,3 10 7 13,1 8 17 31,3 Según estos datos, para una producción de 7.000 kg de grano por ha, que es fácil de obtener en regadío en la región andaluza donde se siembra sorgo, la aportación de elementos fertilizantes en el abonado debe ser de: N = 200 Ud P2O5 = 100 Ud K2O = 150 Ud Naturalmente que se llega a estas cifras teniendo en cuenta una posible lixiviación de parte del nitrógeno por las aguas de riego, y alguna retrogradación del fósforo. Cuando el análisis del suelo nos muestra que los terrenos poseen P o K asimilables habrá que hacer las correspondientes modificaciones según las cantidades con que contemos en el suelo. ARROZ En cultivo del arroz, que en España, como en la mayor parte del mundo, se realiza por el sistema de tierras inundadas, se encuentra en unas condiciones especiales bajo el punto de vista del empleo de fertilizantes, dadas las condiciones anaeróbicas y reductoras del suelo inundado. Los efectos de estas condiciones son: La mineralización de la materia orgánica en compuestos amoniacales es muy lenta en estas condiciones de anaerobiosis, y la producción de nitrato a base del amonio sólo tiene lugar en condiciones temporalmente aeróbicas, es decir, cuando no existe agua en la parcela. Se provoca la desnitrificación del nitrato del suelo, con pérdida de nitrógeno hacia la atmósfera. Se aumenta el pH de suelos muy ácidos y se disminuye el de suelos alcalinos. En ambos casos mejora la disponibilidad del fósforo. Se disminuye la disponibilidad del zinc. En cambio aumenta la disponibilidad del hierro y del manganeso. Los suelos poseen baja capacidad de intercambio catiónico. La mayor absorción de nitrógeno y potasa coincide con el período de máximo ahijamiento. La de fósforo, magnesio y calcio con la fase final del ahijamiento. La mayor parte de los fertilizantes son absorbidos por las raíces antes de que empiece la fructificación. La absorción de elementos minerales es mayor cuanto mayor es el desarrollo de las raíces, el cual se ve favorecido con la oxigenación del terreno y por la circulación del agua de riego. Extracciones Las necesidades medias de nutrientes por tonelada métrica de producción de arroz son: N 21 unidades P2O5 11 unidades K2O 18 unidades De estos datos podemos deducir que un abonado, pensando en una producción de 7.000 kg. puede ser del orden de: N 150 unidades P2O5 100 unidades K2O 100 unidades El nitrógeno El nitrógeno a emplear en el cultivo del arroz está relacionado con la posibilidad de encame de la variedad empleada. En las variedades altas está limitada la posibilidad de aplicación del nitrógeno, mientras que en las cortas y de alto rendimiento pueden emplearse niveles más altos. El momento de aplicación del nitrógeno tiene especial importancia en el arroz. FAO (1986) recomienda una modesta aplicación de fondo y hasta tres aplicaciones de superficie para mantener el aporte del nitrógeno durante todo el período vegetativo. La aplicación de fondo debe hacerse con nitrógeno amoniacal o urea. Los fertilizantes que contienen nitrato son menos satisfactorios para el arroz y, si se utilizan, la aplicación debe hacerse superficial cuando la planta absorbe los nutrientes con rapidez para reducir las pérdidas al mínimo. En los arrozales del Guadalquivir se emplean 750 kg/ha de sulfato amónico. Hoy se usa también la urea tanto como el sulfato amónico, haciéndolo a razón de 150 Ud/ha de N como en aquél. A veces se emplea el amoniaco anhidro. Cuando el arroz amarillea por falta de nitrógeno se emplea a veces nitrato amónico cálcico a razón de 150 kg/ha, aunque no es frecuente que esto se haga. Para ello se cierra la entrada de agua en la parcela y, después de un cierto grado de escurrido, se cierra también la salida y, ya sin corriente, se aplica el nitrato que es absorbido por las plantas en veinticuatro horas. Los nitrogenados se suelen aplicar en seco, previamente a la inundación, incorporándolos con un pase de cultivador o grada de discos. También es posible aplicarlos en la parcela inundada, incorporándolos con un pase de fangueo. El fósforo y el potasio La FAO recomienda, para variedades mejoradas, de 60-80 Ud/ha de P2O5, haciendo la aplicación de fondo. Para las mismas variedades mejoradas, recomienda aplicaciones de K2O de 60-120 Ud/ha. Para la mayoría de los suelos recomienda para el potasio una aplicación de fondo, pero en suelos arenosos de avenamiento libre, donde puede ocurrir lixiviación, la mitad de la aplicación deberá ser de fondo y la otra mitad de superficie. En los arrozales del Guadalquivir se emplean 500 kg/ha de superfosfato de 18% y 150 kg/ha de sulfato potásico, aunque es muy frecuente que los cultivadores prescindan del potasio. Otros, que llevan abonando siempre con superfosfato, limitan su utilización a una vez cada dos años, y no faltan los que sólo emplean nitrogenado. El potasio se debe emplear siempre en forma de sulfato potásico en vez de utilizar cloruro. Es conveniente saber que, aunque la absorción total de potasio del arroz es mayor que la de fósforo, la mayor parte se queda en la paja, con la que se incorpora al terreno nuevamente. Nutrientes secundarios y oligoelementos Cuando se emplean eventualmente fertilizantes exentos de azufre se pueden producir deficiencias de este elemento. En suelos de pH elevado, las deficiencias de zinc, de manganeso y de hierro aparecen con bastante frecuencia. CAÑA DE AZUCAR El nitrógeno El fertilizante nitrogenado ejerce un notable efecto sobre la producción de caña. El exceso del nitrógeno puede disminuir el rendimiento de la caña y afectar la calidad del jugo, por lo que debe aportarse una dosis óptima de nitrógeno. Los abonos nitrogenados suelen aplicarse en forma fraccionada. La primera aplicación, de la cuarta parte a la mitad del total, se aplica una o dos semanas después de la plantación. La segunda aplicación debe hacerse durante el período de rápido crecimiento, de uno a tres meses después. Las aplicaciones más tardías no deben ser cuantiosas para evitar la reducción del contenido de azúcar. El fósforo Los abonos fosforados estimulan el crecimiento radicular y el amacollamiento en el momento de plantar; su colaboración en el surco aumenta su eficacia. Se suele recomendar la aplicación de 100-120 Ud de P2O5 en suelos con contenido medio de fósforo y de 200 Ud/ha en suelos deficientes. El potasio La caña de azúcar extrae grandes cantidades de potasio. Correctamente aplicado este elemento, contrarresta los efectos adversos de un exceso de fertilizante nitrogenado en el rendimiento del azúcar, en la caña y en la calidad del jugo. PATATA Abonado La patata responde muy bien a las aportaciones orgánicas. Por otra parte, un estercolado mejora las condiciones físicas del suelo, lo que beneficia el desarrollo del tubérculo. El estiércol debe ser incorporado algún tiempo antes de la siembra para que no favorezca las enfermedades, sobre todo la sarna. Según Darpoux y Debelley, las necesidades de los principales elementos fertilizantes por tonelada de tubérculo producido son las siguientes: N = 5 kg P2O5 = 2 kg K2O = 10 kg Según esto, cuando no se haya estercolado previamente, y para una producción de 30.000 kg, un buen abonado puede ser, por hectárea cultivada, de: N = 150 Ud P2O5 = 100 Ud K2O = 300 Ud Si se cultiva sobre una leguminosa o si existen en el suelo cantidades apreciables de materia orgánica, fósforo o potasio, se pueden reducir las dosis en la forma que hemos dicho en cultivos anteriores. Si se ha estercolado antes de la siembra se puede ahorrar abono mineral. Así, suponiendo que se haya hecho una aportación de 40.000 kg de estiércol por ha, podremos ahorrar 100 Ud de N, 60 Ud de P 2O5 y 120 Ud de K2O, admitiendo que sólo aprovecha la planta el 50% de los macroelementos que contiene el estiércol en el primer año de cultivo después del estercolado. El nitrógeno El nitrógeno se puede aportar parte de fondo y parte de cobertera, pero no debe añadirse al terreno ni en exceso ni demasiado tarde para que no haya una vegetación demasiado desarrollada en la última fase del ciclo vegetativo que impida o disminuya la tuberización. El nitrógeno de fondo puede aplicarse un mes antes de la siembra con el fósforo y potasio. También es bueno situar algún abono, localizado en las líneas, al sembrar. El abonado nitrogenado de cobertera debe hacerse con el primer aporcado, es decir, muy temprano. Con un exceso de nitrógeno, la riqueza en fécula puede verse disminuida, el mildiu y la podredumbre encuentran un medio más favorable para su desarrollo y la madurez se retrasa. El nitrógeno en el abonado de fondo puede ser de forma amoniacal o ureica. El de cobertera debe ser de acción más rápida, por ejemplo, el nitrato amónico cálcico. El fósforo El ácido fosfórico favorece el desarrollo radicular, aumenta la riqueza en fécula y adelanta la madurez. El potasio La potasa favorece la formación de azúcares, activa la asimilación clorofílica y facilita la migración de la fécula de los órganos verdes a los tubérculos. Además aumenta la resistencia a las enfermedades y accidentes fisiológicos y se disminuye el porcentaje de tubérculos pequeños producidos. No obstante esto, hay que tener en cuenta que, por la avidez que tiene la patata de potasa, un exceso de ésta puede conducir a un consumo de lujo. Para la patata con fines industriales conviene emplear mejor sulfato de potasa que cloruro de potasa. Otros macroelementos La patata consume mucha cal, pero en caso de encalar, cuando se trate de terrenos ácidos, con pH inferior a 6, debe efectuarse esta enmienda al menos un año o dos antes de sembrar patatas, pues en caso contrario se favorece la sarna común. Algunas veces, la patata acusa carencia de magnesio, máxime cuando los abonos potásicos cuantiosos pueden perjudicar la absorción de éste. Generalmente los estiércoles suelen contener magnesio. Parece que es importante para la patata el azufre, por lo que será conveniente usar abonos que contengan este elemento (superfosfato, sulfato amónico, sulfato de potasa, etc.). La patata con destino a siembra En la patata destinada a siembra se pretende obtener tubérculos numerosos y pequeños, y para conseguirlo se puede influir bastante por medio de la fertilización. Para ello es recomendable aplicar poco estiércol, en caso de que se estercole, así como las aportaciones de nitrógeno y potasio deber ser débiles. El fósforo, en cambio, se aplicará abundantemente. Obrando de esta manera se fomenta la tuberización y se limita el transporte de glúcidos al tubérculo, con lo que resultan tubérculos numerosos y pequeños. SOJA El nitrógeno Por quintal de grano producido la cantidad de nitrógeno absorbido por la planta tiene un valor medio de 8,5 kg de nitrógeno (Venturi y Amaducci). Por consiguiente, para una producción de 3.000 kg/ha, la absorción es de unas 250 Ud. Se considera que la semilla contiene el 65-75% del nitrógeno absorbido y, como los restos de soja suelen incorporarse al terreno, la exportación efectiva es de 6-7 kg de nitrógeno por Qm. En el caso de una producción de 3.000 kg/ha ello representaría unas 200 Ud/ha. Se ha observado que, cuando la soja nodula bien, las producciones no son menos altas que cuando se abona con nitrógeno de forma importante (200-250 Ud N/ha). Esto demuestra que la soja prefiere obtener el nitrógeno por simbiosis de las bacterias fijadoras de las raíces que por aportaciones de abono mineral. Según los autores antes citados, el consumo energético de la planta por la simbiosis y la reducción del nitrógeno fijado es inferior al necesario para la absorción de los nitratos del suelo y su posterior reducción. Parece que el nitrógeno procedente de la simbiosis es utilizado por la planta a medida que ésta lo necesita, mientras que el nitrógeno mineral aportado en la fertilización es empleado rápidamente por la planta de forma masiva. Cuando se abona con nitrógeno mineral en abundancia puede existir un sistema radical más extendido y un mayor desarrollo vegetativo, pero a costa del sistema reproductivo y de un retraso en la formación de las semillas. Todo lo dicho nos debe llevar a concluir que en la soja ha de encomendarse, fundamentalmente, a la fijación simbiótica de las bacterias, la aportación del nitrógeno, lo que además resulta, evidentemente, más económico. Son muchos los autores que recomiendan, no obstante, una aportación de 25-30 Ud de N antes de la siembra, para que cuente la planta con nitrógeno suficiente antes de que comience la nodulación. Es interesante saber que las bacterias que fijan el nitrógeno por simbiosis (Rhizobiumjaponicum) son perezosas, y si la planta encuentra nitrógeno procedente del abonado mineral disminuye notablemente su intensidad de trabajo. Durante el ciclo vegetativo de la soja hay que vigilar la marcha de la instalación del Rhizobium y, solamente en caso de que esta instalación no haya sido buena, habrá que añadir nitrógeno. En los puntos en que la instalación haya sido claramente mala, la soja amarilleará, mostrando visiblemente la carencia. También se puede apreciar el estado de la nodulación viendo la coloración interna de los nódulos: al partirse presentarán un color rojizo si marcha bien la fijación simbiótica. En caso de que se vea que, durante el cultivo, alguna zona de la siembra amarillea, se podrán añadir 50-60 Ud de nitrógeno, a ser posible con un abono de acción rápido, es decir, con preferencia de nitrógeno nítrico a nitrógeno amoniacal. Es interesante saber que el período crítico de necesidades de nitrógeno es el de las dos semanas que preceden a la floración. Por consiguiente, si la soja necesita nitrógeno ha de aportarse con anterioridad a este período. Aportándolo con posterioridad existirá ya una disminución de la cosecha. El fósforo La absorción por quintal métrico de grano producido es de unos 2 kg de P 2O5 (Venturi y Amaducci). Una producción de 3.000 kg/ha representará una absorción de unas 60 Ud de P2O5. La semilla contiene un 70-75% del fósforo absorbido, por lo que al incorporar al suelo los restos de cosecha, la exportación efectiva de una soja, de la producción antes dicha, es de unas 45 Ud de P2O5. El fósforo favorece la nodulación y la actividad de las bacterias nitrofijadoras, especialmente cuando existe dotación de calcio no excesiva (caliza activa menor del 15%). En caso de que en el suelo no haya fósforo disponible, y teniendo en cuenta la posibilidad de alguna retrogradación del fósforo, las aportaciones deben andar alrededor de las 100 Ud/ha de P 2O5. La existencia de disponibilidad del suelo según los análisis, caso que la haya, nos permitirá reducir esta cantidad. La absorción del fósforo es máxima entre la plena floración y la maduración de la soja (70-80% del total), pero aunque necesite poca cantidad influye mucho en la formación del sistema radicular al principio del desarrollo del cultivo. Hemos de decir que en España actualmente, en la zona donde se cultiva principalmente la soja (Córdoba y Sevilla), prácticamente toda se siembra de segunda cosecha detrás de trigo. Por esta razón, es para los agricultores primordial acelerar las labores de siembra, lo que trae como consecuencia que no se abone, pues en abonar e incorporar el abono se pierden algunos días. Por lo dicho se ha de aconsejar que se tenga en cuenta las necesidades del fósforo del cultivo de la soja para aumentar, en esa proporción, la aportación de fósforo antes de la siembra del trigo procedente. El fósforo, por ser un elemento de muy poca movilidad en el suelo, hay que situarlo, mediante labores, de forma que puedan aprovecharlo las raíces de la planta. Se debe, por tanto, enterrar con suficiente profundidad antes de la siembra. Es buena la localización de algún fósforo al lado de la semilla en los suelos poco dotados de este elemento, pues favorece el desarrollo del cultivo en su primer estadio. La cantidad aportada para este fin debe ser de unas 20-30 Ud/ha, y se ha de tener cuidado de que no tenga contacto directo con la semilla. El potasio Por quintal métrico de grano producido la soja absorbe cerca de 3,5 kg de K2O (Venturi y Amaducci). Una soja de unos 3.000 kg/ha de producción absorberá, por tanto, unas 100 Ud de K2O. La semilla contiene un 50-60% del potasio absorbido, por lo que la exportación efectiva, de una cosecha de la cantidad citada, es de unas 70 Ud/ha. No existen en el potasio períodos críticos en el cultivo de la soja, aunque la absorción es máxima en la fase de rápido crecimiento vegetativo, decreciendo después al empezar a formarse las semillas y terminando 15 ó 20 días antes de que madure. Es frecuente que los suelos estén dotados de potasio asimilable y, en consonancia con ello, se podrá disminuir el abonado potásico e incluso suprimirlo en determinados casos. Recordamos lo dicho anteriormente sobre la costumbre de no abonar la soja de segunda cosecha. En caso de necesidades de potasio habrá que considerar la necesidad de aumento de la aportación en el cultivo anterior. Elementos secundarios Es interesante recordar que cuando se emplean abonos compuestos no se suele aportar azufre al suelo, por lo que en este caso hay que poner cuidado en que no se produzca carencia de este elemento, no sólo por la producción sino por la calidad de la semilla, ya que puede producirse una harina pobre en metionina (aminoácido azufrado), lo que disminuiría el valor alimenticio de la soja. El calcio influye positivamente en la nodulación. El magnesio es necesario para la fijación de nitrógeno. La soja es poco sensible a la deficiencia del magnesio. La falta de magnesio suele observarse en suelos de pH alto. También puede ocurrir falta de magnesio por un exceso de potasio en el suelo o de abonados potásicos, ya que la planta suele preferir el potasio al magnesio, pudiéndose producir una carencia de este último. Microelementos El molibdeno es necesario para la fijación del nitrógeno. Puede producirse carencia de molibdeno en terrenos muy ácidos o ácidos, donde la utilización por parte de la planta es mínima. Para los casos en que se detecte una carencia de molibdeno se recomienda un tratamiento de la semilla con molibdato de sodio (30-35 gramos por 100 kg de semilla). Es importante conocer que el molibdeno aplicado a elevados concentraciones puede perjudicar la acción del inóculo. Las carencias de hierro se pueden corregir con tratamientos foliares con quelatos de hierro antes de transcurrir el estadio de la segunda hoja trifoliada. Las carencias de zinc suelen corregirse con quelatos y también con sulfato de zinc. Estos tratamientos suelen hacerse bien al suelo o por tratamiento foliar. En general es difícil detectar una carencia de oligoelementos, y no es conveniente actuar con aportaciones de ellos mientras no se tenga evidencia de una carencia. HORTICOLAS Los cultivos hortícolas son muchos y muy variados y se realizan también en condiciones muy diversas: al aire libre, en invernaderos bajo plástico, en túneles de plástico, en acolchados, etc. Es, por tanto, evidente, que es muy difícil dar reglas generales para estos cultivos. A la hora de decidir el abonado de un cultivo hortícola, conviene hacer las siguientes consideraciones: 1. El abonado orgánico es fundamental en horticultura. Por eso los agricultores, que conocen esto, suelen utilizar bastante el estiércol. 2. En gran parte de los casos, los cultivos hortícolas ocupan en el suelo un tiempo reducido, por lo que han de absorber los elementos minerales que necesitan también en corto espacio de tiempo. Por eso es preferible no quedarse corto en los abonados y, más bien, procurar que existan niveles de elementos minerales altos en el suelo, para que puedan cubrirse las necesidades punta. Por otra parte, los cultivos hortícolas, de alto producto bruto en pesetas por hectárea, suelen permitir gastos en abonados que en otros cultivos podrían ser prohibitivos. 3. Cuando los suelos hortícolas son ligeros y, por consiguiente, de poca capacidad de cambio, conviene evitar grandes dosis de abonos nitrogenados y potásicos de una sola vez, para evitar concentraciones excesivas de iones en las soluciones del suelo: los abonos fosfatados se pueden suministrar de una sola vez, pero los nitrogenados se deben fraccionar, e incluso se aconseja fraccionar también algo los abonados potásicos. Estudiamos puntualmente algunos de los cultivos hortícolas. Tomate Para una producción de 40 tm/ha en cultivo normal las extracciones medias pueden ser de: N = 120 Ud P2O5 = 25 Ud K2O = 150 Ud En cultivos forzados es claro que estas extracciones son muy superiores. Recomendaciones de abonado a) Cultivo normal En cultivo normal el abonado del tomate puede ser el siguiente, según D. Vivancos. Nitrógeno: 180-200 kg N/ha a distribuir un tercio en sementera y dos tercios en cobertera. Esta se distribuirá a su vez en dos veces como mínimo, la primera después de cuajar los primeros frutos y la segunda unos 20 días después. Fósforo: 40-120 kg de P2O5/ha, según la fertilidad del suelo, todo en fondo. Potasio: 80 a 240 kg de K2O/ha, según la fertilidad del suelo, a aplicar en fondo, excepto en los suelos arenosos y en los suelos muy pobres en los que la mitad se aplicará en cobertera junto con el nitrógeno. b) Cultivo forzado En cultivos de invierno en Almería o Canarias, frecuentemente enarenados, la recomendación es la siguiente: Nitrógeno: 250-350 kg de N/ha, de los que unos 50-60 kg se aplicarán en sementera, y el resto en cobertera con los riegos, de acuerdo con el desarrollo del cultivo. Fósforo: 200-250 kg de P2O5/ha de los que, aproximadamente, se aplicarán la mitad en fondo y la mitad en cobertera. Potasio: 400-600 kg de K2O/ha, según la riqueza del suelo o el porcentaje de arena. En los cultivos enarenados, se rebasa incluso esta cifra. Es aconsejable para reducir el riesgo de salinidad, utilizar este elemento en forma de sulfato. En sementera o plantación, se aplicarán del orden de 150 kg de K 2O por hectárea, siendo el resto aplicado en cobertera. c) Cultivo en invernadero. Para cultivos en invernadero. Nitrógeno: 400-600 kg N/ha. Esta cantidad dependerá de que se trate de cultivo de ciclo corto o largo y de la época. Así, en los meses de invierno, el nitrógeno en exceso reduce el cuajado de los frutos. En fondo, se aplicarán 80-100 kg de N y el resto en cobertera a partir de la formación de los primeros frutos. Fósforo: 150-200 kg de P2O5/ha aplicados en fondo, bien mezclados con el suelo. Potasio: 500-1.000 kg de K2O/ha, según la riqueza del medio, de los que algo menos de la mitad se aplicarán en fondo y el resto en cobertera. Pimiento Las extracciones de pimiento para una producción de 30-35 tm/ha son aproximadamente de: N = 140-160 Ud P2O5 = 30-50 Ud K2O = 170-200 Ud D. Vivancos recomienda los siguientes abonados: a) Cultivo de temporada Nitrógeno: 120-160 kg N/ha, aplicar un tercio en fondo y el resto en cobertera, en dos veces; la primera después del primer cuajado del fruto. Fósforo: 30-90 kg de P2O5/ha, según la fertilidad del suelo a aplicar en fondo. Potasio: 60-200 kg de K2O/ha, según la riqueza del suelo, a aplicar en fondo, salvo en caso de dosis altas en que se aplicará la mitad en cobertera. b) Cultivo forzado, (con producciones de 70 tm/ha o más) Nitrógeno: 200-300 kg N/ha, según ciclo y desarrollo del cultivo, aplicando sólo una pequeña parte en fondo (40-50 kg N/ha). El resto se distribuye a lo largo del cultivo, aplicando la mayor parte, 120-150 kg de N, antes del cuajado, y después el resto. Fósforo: 100-200 kg P2O5/ha, según riqueza del suelo, en fondo. Potasio: 300-500 kg K2O/ha, según riqueza del suelo, y distribución mitad en fondo y mitad en cobertera, junto con el nitrógeno, antes del cuajado del fruto, que es el período crítico. Es aconsejable utilizar la forma de sulfato o nitrato. Melón y sandía Para producciones de 15-20 tm/ha, las extracciones pueden estimarse aproximadamente en: N = 50-60 Ud P2O5 = 20 Ud K2O = 100 Ud Recomendaciones de abonado a) Cultivo normal En secano, el abonado puede ser de: Nitrógeno: 25-50 kg N/ha, según el nivel de humedad disponible. Los primeros 40 kg de N corresponden a la aplicación de fondo y el resto a cobertera, que sólo se distribuirá en caso de buenas expectativas de humedad. Fósforo: 25-50 kg de P2O5/ha, según la riqueza del suelo, en fondo. Potasio: 50-100 kg de K2O/ha, según la riqueza del suelo, en fondo. En regadío, con producciones de 25-30.000 kg/ha, puede recomendarse el triple de lo dicho en secano. b) Cultivo forzado Para cultivos forzados, la fertilización puede ser: Nitrógeno: 180-300 kg N/ha, aplicar un tercio en sementera, y el resto en cobertera, a partir del primer riego, en ocho o diez veces. Fósforo: 120-220 kg P2O5/ha, según riqueza del suelo, aplicar dos tercios en sementera y un tercio en cobertera. Potasio: 200-400 kg K2O/ha, según la riqueza del suelo, y que se distribuyen un tercio en sementera y dos tercios en cobertera, dejando la mayor parte para después del cuajado del fruto. Pepino Extracciones Las extracciones de pepino con una producción de unas 30 tm/ha, pueden ser de: N = 50 Ud P2O5 = 30-40 Ud K2O 70-80 Ud = Recomendaciones de abonado La recomendación de abonado puede ser: Nitrógeno: 80-120 Ud de N/ha, mitad en fondo, mitad en cobertera. Fósforo: 50-100 Ud de P2O5/ha, en fondo. Potasio: 80-200 Ud/ha, en fondo. En cultivos forzados, estas dosis habrá que multiplicarlas por tres o por cuatro. Coles Extracciones Para una producción de 40 tm/ha, las extracciones (D. Vivancos), son del orden de: N = 270 Ud P2O5 = 80 Ud K2O 300 Ud = En las coliflores las extracciones son algo menores. Recomendaciones de abonado Nitrógeno: 150-250 kg N/ha. En ciclos cortos, mitad en fondo y mitad en cobertera antes de la formación de la cabeza. En ciclos largos, un tercio en fondo y el resto en dos veces, antes de la formación de la cabeza. Fósforo: 80-120 kg de P2O5/ha, en fondo. Potasio: 160-250 kg de K2O/ha. Lechuga Extracciones Para una producción de 25 tm/ha, se absorben aproximadamente: N = 65 Ud P2O5 = 25 Ud K2O = 120 Ud Recomendaciones de abonado Nitrógeno: 100-160 kg N/ha, mitad en fondo, mitad en cobertera: Fósforo: 30-60 kg de P2O5/ha, en fondo. Potasio: 60-120 kg de K2O/ha, en fondo. Cebolla Extracciones Para una producción de 40-50.000 kg/ha, las extracciones son del orden de: N = 150 Ud P2O5 = 80 Ud K2O = 200 Ud Las exportaciones reales son bastantes menores porque deja muchos residuos en el suelo, sobre todo, en potasio. Responde la cebolla bien al abonado nitrogenado, y sobre todo, las variedades blancas. Un exceso de nitrógeno no es bueno para el almacenamiento. Se recomienda la localización del fósforo en la siembra entre 2 y 15 cm de profundidad por debajo de la semilla. El fósforo da buenos resultados y además beneficia la calidad. Recomendaciones de abonado Nitrógeno: 200-300 Ud de N/ha, distribuida a medias entre fondo y cobertera. Fósforo: 100-200 Ud de P2O5/ha, en fondo. Potasio: 100-300 Ud de K2O/ha, en fondo. Ajo Extracciones Para una producción de 10.000 kg/ha, las extracciones son del orden de: N = 70 Ud P2O5 = 20 Ud K2O = 50 Ud Recomendaciones de abonado En regadío: Nitrógeno: 100 Ud de N/ha, mitad en sementera y la otra mitad en cobertera al final del invierno. Fósforo: 40_60 Ud de P2O5/ha, de fondo. Potasio: 50-100 Ud de K2O/ha, de fondo. En secano: Reducir el abonado anterior a la mitad o a dos tercios. Zanahoria Extracciones Para una producción de 25-30.000 kg/ha, las extracciones son aproximadamente: N = 125 Ud = 50 Ud 2O5 = 150 Ud 2O Recomendaciones de abonado Nitrógeno: 80-120 Ud de N/ha, mitad en sementera, mitad en cobertera. Fósforo: 60-90 Ud de P2O5/ha, en sementera. Potasio: 150 Ud de K2O/ha, en sementera. CITRICOS Extracciones Según D. Vivancos, las exportaciones medias por cada 10 tm de producción son las siguientes: N = 35 Ud P2O5 = 7 Ud K2O = 45 Ud Los cítricos son muy sensibles a los desequilibrios de nutrientes, y son frecuentes las deficiencias de nutrientes secundarios y oligoelementos. La nutrición afecta también mucho a la calidad, por lo que la cantidad, y también la oportunidad de aplicación de nutrientes, puede ser esencial en este sentido. A este respecto, hay que decir que el nitrógeno y el potasio ejercen un notable efecto sobre la calidad y asimismo el equilibrio que existe entre ellos. El nitrógeno produce aumento en el crecimiento de los árboles y en su rendimiento, pero su exceso puede tener una influencia negativa en la calidad del fruto. El exceso del fósforo puede afectar también a la calidad, así como a las disponibilidades de cobre y de zinc. El potasio, como ya hemos dicho, debe guardar unas proporciones adecuadas con el nitrógeno para que exista una buena calidad. El análisis foliar puede servir de valioso auxiliar para corregir los desequilibrios de nutrientes con la fertilización. Abonado Recomendaciones de FAO La FAO recomienda, para árboles en producción, 200 kg/ha de nitrógeno, 80 kg/ha de P 2O5 y 150 kg/ha de K2O. El momento de la aplicación señala que no es de importancia demasiado crítica. La aplicación foliar de oligoelementos y nitrógeno en forma de urea dice ser común en algunas zonas de cultivos de agrios, debido a la velocidad con que es posible manipular de esta manera la condición de los nutrientes de los cultivos. La FAO reconoce, sin embargo, que las dosis que se recomiendan varían mucho, de acuerdo con las condiciones y la experiencia local. Recomendaciones de autores españoles En España se aconsejan dosis más altas. Domínguez Vivancos recomienda, según condiciones de explotación y fertilidad del suelo (en kg/árbol). Condiciones de exploración Nitrógeno (N) A M B Fósforo (P2O5) A M B Potasio (K2O) A M B Planificación por ha Arboles jóvenes 6 – 8 años 9 – 12 años 12 – 15 años Plena producción Naranjo/mandarino 30 tm/ha 40-45 tm/ha Más de 50 tm/ha Limonero Limón fino Berna A = fertilidad alta 1,0 - - - 100 150 200 100 200 300 0,3 0,4 0,6 0,4 0,6 0,8 0,6 0,8 0,9 0,1 0,1 0,1 0,1 0,2 0,2 0,2 0,3 0,4 0,1 0,1 0,2 0,1 0,2 0,3 0,2 0,3 0,4 0,8 1,2 1,2 0,9 1,3 1,3 1,0 0,2 1,5 0,1 0,3 0,3 0,2 0,5 0,4 0,4 0,5 0,6 0,4 0,6 0,6 0,5 0,8 0,8 0,6 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 M= fertilidad media 0,1 0,2 0,2 0,3 0,1 0,3 0,4 0,4 B= fertilidad baja 0,2 0,5 0,3 0,6 1,2 En Palma del Río (Córdoba), se recomienda abonar todos los años con abonos nitrogenados a razón de 300 Ud/ha, repartidas en dos veces (febrero-julio). En cuanto al fósforo y a la potasa, siempre que se controle con el análisis foliar, se pueden suprimir las aportaciones algunos años. Caso de aplicarse fósforo y potasa, las dosis que se recomiendan son: P2O5 100-150 Ud/ha K2O 180-200 Ud/ha Los resultados de análisis foliares que se han hecho en la Comarca han mostrado deficiencias de magnesio, de zinc y de manganeso con bastante frecuencia. Por eso, deben realizarse análisis foliares para encontrar las deficiencias, siendo recomendables para estos análisis tomar las muestras entre los meses de septiembre a noviembre. Como correctores de carencias de manganeso, de zinc y de boro hay muy amplia gama de productos que contienen algunos de estos elementos, bien solos o combinados con otros. Aunque, repetimos, existen muchos productos en el mercado, citaremos algunos de los de mayor concentración y las dosis de aplicación correspondientes. Producto comercial Riqueza Casa Actifol 21% Zinc Condor 300 a 500 g/100 litros 16% Mn 1% Boro 28% Zinc Argos 500 g/100 litros 17,5% 23% Zinc Ert 300 a 500 g/100 litros 15% Mn 1% Boro 18% Mn Probelte 50 g/100 litros 28% Zinc Nutriargos Microben Naranjos Procorrector Dosis Estos abonos foliares pueden emplearse antes de la floración y a la caída de los pétalos, aunque se pueden aplicar también en cualquier época del año, aprovechando algún tratamiento, siempre que sea compatible la mezcla. FRUTALES Los frutales, como los cultivos leñosos en general, no suelen responder a los abonados lo mismo que lo hacen los cultivos anuales e incluso algunos herbáceos permanentes como las praderas. No sólo no responden en la misma forma sino que tampoco lo hacen con la misma rapidez. Hay varias razones para ello, de las que vamos a citar sólo algunas: a) Las raíces exploran un considerable volumen de tierra, por lo que pueden encontrar algunos elementos, como el fósforo y el potasio, en cantidades a veces suficientes. No suele ocurrir lo mismo con el nitrógeno, cuya fuente principal, aparte de los abonos que se suministran, es la materia orgánica del suelo, que se encuentra en los horizontes superiores. b) La respuesta del árbol guarda bastante relación con el tipo de poda que se realiza. c) La fertilización del frutal afecta a la cosecha próxima, a las yemas de fruto que podrán producir cosecha siguiente, a la vez que crea reservas en ramas, tronco y raíces para el desarrollo del árbol y cosechas subsiguientes. El humus en los frutales Siempre ha constituido una constante preocupación en el fruticultor mantener un nivel adecuado de humus en su huerto de frutales. Para ello se ha recurrido a realizar siembras en otoño y enterrarlas en primavera, o bien a enterrar en primavera la hierba espontánea que se produce. También se recurre en muchos casos a hacer aportaciones de estiércol, basuras de población, etc. Otra práctica que puede hacerse es crear una cubierta de paja o mulching extendiendo sobre el suelo 3040 tm de paja que se mantienen con aportes anuales de 10-15 tm. Con esta cubierta las raíces se desarrollan en un medio fresco y rico en humus, lo que facilita la absorción del abonado que se aplica en cobertera. Como inconveniente se cita el riesgo de incendio, el mayor peligro de heladas y la mayor frecuencia de roedores. Extracciones de los frutales Los datos que se encuentran en la bibliografía son muy variables. A. Gros cita como ejemplo: Manzano (40 tm) Nitrógeno Fósforo Potasa Calcio Magnesio 98 kg/ha 35 kg/ha 148 kg/ha 191 kg/ha 35 kg/ha Melocotonero (12 m) 144 kg/ha 23 kg/ha 131 kg/ha 152 kg/ha 31 kg/ha Parte de estos elementos vuelve al suelo con las hojas y con la madera de poda si ésta no se retira. Pero en los frutales las extracciones realizadas tienen sólo un interés orientativo, ya que lo importante ese crear en el suelo una reserva de nutrientes que pueda satisfacer las necesidades punta de los momentos críticos de la vegetación. El nitrógeno Es el elemento que actúa de forma más activa para el desarrollo del árbol y de la cosecha. Aunque el frutal absorbe nitrógeno durante toda la vegetación, sus necesidades son especialmente intensas en algunos períodos críticos: a) Desde la brotación hasta el cuajado del fruto. Si el árbol no dispone de abundante nitrógeno en este período se puede producir corrimiento de las flores y también abundante caída de frutos pequeños. Por eso es en este tiempo cuando debe aplicarse la mayor parte del nitrógeno. b) Durante el engrosamiento de los frutos: una falta de nitrógeno en este período puede producir nueva caída de frutos, por lo que pueden hacerse aplicaciones moderadas dentro del período. c) Una vez recogida la cosecha, a veces puede ser conveniente hacer una pequeña aplicación de nitrógeno para aumentar las reservas de madera y raíces y para estimular el desarrollo de las yemas. Esto puede ser especialmente recomendable después de una buena cosecha. Fósforo y potasio Ya hemos dicho que las raíces de los frutales exploran un cubo de tierra considerable de donde se surten del fósforo y potasio que necesitan, por lo que a veces la respuesta a estos elementos no es muy clara. En los abonados fosfóricos y potásicos debe tenerse en cuenta su falta de movilidad. J. Liwerant, en un huerto suficientemente regado en el Valle del Garona en Francia, que realizó fuertes abonados de P-K durante 24 años, demostró que el P2O5 quedó concentrado en una profundidad del suelo de 10 cm, mientras el abonado potásico llegó a encontrarse en una capa de 40 cm, si bien de forma decreciente con la profundidad. Por lo expuesto, ha sido una constante preocupación el localizar el abono fosfopotásico al alcance de las raíces. Hoy existen en el mercado abonadoras-localizadoras que permiten esta localización. Cuando se produce un corte de raíces, se recomienda no pasar todos los años por la misma calle, haciéndolo en calles alternas y en direcciones diferentes cada año, con lo que sólo se repite en el mismo sitio cada cuatro años. Parece que el abonado P-K desciende P-K desciende con más facilidad cuando hay hierba, quizás porque ésta deje residuos en capas inferiores después de absorber el P-K de capa superior. Otros elementos Sobre todo en suelos arenosos, que son frecuentes en los huertos de frutales, hay que vigilar ciertas carencias. Se cita de forma especial la posible carencia del magnesio en el manzano. Las carencias de microelementos pueden resolverse con aplicaciones foliares solas o mezcladas con las pulverizaciones antiparasitarias, siempre que no haya inconveniente de mezclas con estos productos. Con respecto a las carencias de microelementos hay que tener en cuenta en los abonados de N-P-K el antagonismo de ciertos iones: un abonado potásico excesivo puede producir carencia de magnesio, un exceso de fósforo, carencia de zinc, etc. Las carencias de microelementos en frutales deben vigilarse mediante análisis foliares, por ello creemos útil el cuadro siguiente en el que se indica el estado nutritivo de las hojas de varias especies a finales de julio y en agosto, indicando los niveles de carencia, normalidad y exceso, tanto en macro como en microelementos.