Biografía del sheikh Ahmed Ibn Ajîba Al-hasanî (1)

Transcripción

Biografía del sheikh Ahmed Ibn Ajîba Al-hasanî (1)
Biografía del sheikh Ahmed Ibn Ajîba
Al-hasanî (1)
“Los hombres de élite se distinguen de los vulgares por la lucha que llevan a
cabo en contra de su alma”
14/01/2016 - Autor: Jean Louis Michon - Fuente: Al Simsimah blog
Abu l-Abbas Ahmad b. Muhammad ibn 'Ajiba y Tittawani nació hacia 1.747-1.748 en la
tribu Anjra en al-Khamis, un pueblo situado a unos veinte kilómetros al noroeste de Tetuán,
en la región denominada Yabala que bordea la costa mediterránea de Marruecos. La familia
de Ibn 'Ajiba descendía del Profeta por los chorfas idrissidas y por Hassan, hijo de Ali.
Desde muy temprana edad, nos cuenta Ibn 'Ajiba en su Autobiografía (fahrasa 1), manifiesta
rasgos que marcarían su personalidad y su alto nivel espiritual: una piedad constante, una
implicación estricta y sin concesiones y un ardiente deseo de conocer a Dios. Ibn 'Ajiba no
podía encontrar consuelo sino en Dios. "Mi madre, nos dice, me contó que siendo muy
pequeño cuando llegaba la hora de la oración y su momento exacto me ponía a llorar y le
decía: "Levántate, ve a rezar" sin parar de rezar hasta que ella se levantaba. Ella me tomaba
entonces sobre su espalda e iba a realizar la oración".
Cuando con trece años aprendió el Corán de memoria, y no pudiendo resignarse a frecuentar
la compañía de otros muchachos de su edad, Ibn 'Ajiba deja al-Khamis para aprender la
salmodia y la recitación del Santo Libro. Tras cinco años con diversos maestros pudo iniciar
entonces, como joven adulto, los estudios de ciencias exotéricas que se prolongarían durante
doce años en Tetuán y Fez. Estudió, entre otras, las célebres compilaciones de tradiciones
proféticas de Bujari y Muslim, el Kitab ash-Shifa, una compilación de hadices sobre el noble
carácter del Profeta del Islam de Qadi 'Iyad, así como los poemas al-Hamziyya et al-Burda
de Busiri.
También descubrió los Hikam de Ibn 'Ata- Allah, analizados en este libro, y sobre los que
volveremos.
A la vez que estudiante con un ardor poco común, Ibn Ajiba no reducía a ello su desarrollo
personal, rara era la noche que no la pasaba en vigillia orando hasta el alba: "Yo estaba
acostumbrado a la soledad, nos dice, y vivía siempre solo con el fin de dedicarme por entero
al estudio y la adoración".
A los treinta, Ibn Ajiba era un joven erudito, respaldado por sus conocimientos recién
adquiridos y, al mismo tiempo, alimentado por el Altísimo mediante una aspiración que le
sumía en intensas oraciones nocturnas. Ibn 'Ajiba se encontraba por tanto preparado para
adquirir la ciencia interior (al' ilm al-batin). Esta ciencia era únicamente admisible
moralmente a condición de haber adquirido cierta rectitud en la acción y el cumplimiento de
la ley religiosa, porque, como dijo Jean-Louis Michon: "La acción no puede tener ningún
impacto en el fuero interno si las facultades sensoriales internas y externas no se mantienen
en la rectitud 2".
Esta transición de un conocimiento exotérico hacia la Realidad de su ser se precipitó por una
lectura que nos interesa aquí especialmente: los Hikam de Ibn 'Ata Allah al-Iskandari.
El Kitab al-Hikam es la primera obra de Ibn 'Ata- Allah, natural de Alejandría (1259) y
murió en El Cairo (1.309). Fue el segundo sucesor del gran shaykh Ash-Shadhili fundador
de la Hermandad Shadiliyya a la que se vinculará Ibn 'Ajiba via el sheij Darqawi.
Considerado como el fruto de la realización espiritual de Ibn 'Ata- Allah, o al menos como
su expresión de forma escrita, los Hikam se han comentado a menudo 3, y constituyen para
el mundo sufí un verdadero manual de convenciones y realidades espirituales. Se trata de un
conjunto de epístolas y de súplicas que tratan diversos aspectos del camino hacia Dios y de
puntos de referencia para el principiante, con objeto de que evite los obstáculos de esta vía
llena de trampas erigidas por el ego.
Después de leer y releer esta preciosa recopilación, Ibn 'Ajiba decidió abandonar sus
estudios para concentrarse en la práctica devocional, en la invocación de Dios y la oración
sobre el Profeta. Ibn 'Ajiba relata lo que sucedió entonces, "a veces sentía el deseo de
practicar el retiro e iba ... al mausoleo de Sidi Talha ... A media mañana, oré unos quince hizb
del Corán, e incluso durante la noche; además, invoqué a Dios sin descanso, día y noche,
esto durante varios días consecutivos. Una vez que permanecí así cerca de la tumba de Sidi
Talha, este se me apareció en un sueño. Se inclinó hacia mí hasta tocar los cabellos de mi
barba. Pensé: "Debo consultarle sobre lo que pretendo hacer." Yo estaba decidido en ese
momento a vender mis libros para retirarme en la montaña ... Dije así a Sidi Talha: "O Sidi!
Quiero abandonar la ciencia y retirarme para adorar a Dios sin más preocupación. -¡Estudia!,
me contestó. - ¿La ciencia? Le pregunté. -¡Sí! Estudia la ciencia a fondo, a fondo! ".
Así que me puse a estudiar. Pero el espíritu se dirigía ya hacia su Maestro y el corazón todo
entero estaba con Dios. Tomaba sitio en el círculo de los alumnos por respeto al Sheij que
me había ordenado estudiar, pero no sabía de qué estaba hablando el profesor, pues estaba
tan ocupado con el recuerdo de Dios. Yo me absorbía totalmente en la oración sobre el
Mensajero de Dios, hasta poder recitar Dala-il al-Khairat 4. Me pareció entonces que la
repetición de la oración del Profeta a través del rosario facilitaba la concentración y comencé
a repetirlo muchas veces. Mientras yo estaba así inmerso en ella, ví luces brillantes, adornos,
palacios y se me aparecieron todo tipo de cosas extraordinarias, pero yo me daba la vuelta;
varias veces en sueños, vi al Profeta".
Entonces quise posser el Corán y comencé a leerlo sin descanso. Lo recitaba en la oración,
de pie, y cuando me sentía débil, continuaba rezando sentado. De esa manera llegaba a hacer
cada mes, quizá, catorce lecturas completas. Después lo leí sobre las tablillas... no sin antes
haber leído el comentario, con el fin de comprender bien el significado de los versículos" 5.
Este estado de cosas duró tres o cuatro años, siempre según Ibn 'Ajiba. Luego se casó y
empezó a enseñar durante quince o dieciséis años, todavía en la ciudad de Tetuán, mientras
continuaba con los ejercicios espirituales descritos anteriormente.
Ibn 'Ajiba disfrutaba, por aquel entonces, de una destacada posición en la enseñanza, siendo
respetado tanto por la élite como la gente común. "Cuando iba al mercado, dice no sin burla,
la gente caía sobre mí como cuando se visita un sepulcro".
Pero su encuentro con el sheikh Darqawi y un discípulo suyo, Muhammad al-Buzidi, que se
convertirá en sucesor del sheij, sumerge a Ibn 'Ajiba en un periodo de crisis en el que verá
derrumbarse todo edificio honorífico construido por su posición social. "Estuve tres días con
ellos y, durante ese tiempo, conversamos sobre las ciencias y secretos de la Unidad Divina."
Ibn 'Ajiba pudo iniciar entonces, en sí mismo, el esbozo de un sufismo de desapego interior
que, por su intensidad, caracterizaría sus enseñanzas hasta su muerte. "Sabe, dice Ibn 'Ajiba
... que la vía debe implicar necesariamente una ruptura de los hábitos, la adquisión de rasgos
valientes y la lucha contra las tendencias egoístas, con objeto de que puedas entrar en la
Santa Presencia ... Los hombres de élite se distinguen de los vulgares por la lucha que llevan
a cabo en contra de su alma. Los hábitos más comunes que hay que arrancar del alma son la
gloria y la riqueza, para que la gloria se transforme en humildad y la riqueza en pobreza" 6.
El Darqawi Buziyyan al M'askari, que le conoció, nos ha dejado esta descripción: "En la
danza sagrada, no podíamos mantener su ritmo porque en ella se transformaba, sus ojos se
quedaban fijos y e invocaba con una fuerza, una intensidad y una delicia extraordinarias.
Que Dios tenga misericordia de él y nos permita disfrutar de su baraka".
En 1800, Ibn Ajiba tiene dos casas, una entre los Bani Anjra, la otra entre los Bani Sa'ad,
cada una con zawiya en las que se recibían fuqara todo el año. Estos se alimentaban a través
de las ofrendas hechas al sheijkh que llegaban de forma anónima.
La enseñanza del Shaykh también se ocupará también de temas más íntimos, como el
matrimonio, por ejemplo. Recordando al discípulo su deber como hombre, sitúa a la dulzura
entre los cónyuges como condición para el éxito de la pareja. En un discurso a sus
discípulos, describe la actitud correcta ante la recepción de la joven esposa:
"... Si el hombre mismo, que sin embargo es muy valiente, que está en plena posesión de sus
facultades mentales, no puede evitar en ese momento sentir alguna turbación, cierta
debilidad, incluso estando en su propia casa, entre su propia gente, imagínate en qué estado
puede encontrarse la joven que, ella sí, tuvo que dejar su entorno familiar para ir a una casa
extraña, con un compañero que era desconocido y que no sabe lo que le reserva! Piensa qué
pavor puede habitar en su corazón! ... Por lo tanto, recíbela con un saludo, luego por medio
de palabras dulces, expresa la alegría que te causa su presencia y el cariño que sientes por
ella ... Así ella se acostumbrará poco a poco a ti, comenzará a relajarse y tranquilizarse ...
"15.
Cuando Ibn 'Ajiba visitó a su maestro al-Buzidi en Ghmara (al que él mismo había
construido la casa) en 1809, no hay duda sobre el hecho de que él reconoce en sí mismo los
síntomas de la misma enfermedad que había matado a sus hijos, quince años antes. Poco
después de llegar a su sheij, el 15 de noviembre falleció de peste Ibn Ajiba a la edad de
sesenta y dos años. Será el propio Al-Buzidi quien lavó el cuerpo de su discípulo y quien se
hizo cargo de su funeral. Su hermano se le uniría una semana después y fue enterrado junto a
él.
Sin embargo, la gente de la tribu de Anjra acudió a reclamar los restos y organizaron un
rapto nocturno para llevar el cuerpo bendito del santo a su comarca natal, donde sus
discípulos le construyeron una tumba conocida como Jabal Ibn 'Ajiba. Se dice que tras
formarse alrededor del ataúd del santo una fuente (un pariente de Ibn 'Ajiba había sido
advertido por él en un sueño), fue trasladado el ataúd unos pocos metros. Hoy en día se
continúa bebiendo agua de esta fuente, considerada milagrosa.
El sucesor de Ibn 'Ajiba fue un tal Abu l-Hasan' Ali al-Laghmish, preceptor e iniciador en la
vía del hijo de Ibn 'Ajiba, que este último tuvo seis meses antes de su muerte. Más tarde, este
mismo hijo, 'Abd al-Qader, le sucedió y continuó vivificando la tariqa, transmitiendo la vía
a miles de personas a lo largo de su vida. Luego fue el turno de Abd Allah al-Kurshufi, un
sufí de carácter legendario por su comportamiento extraño e indiferencia a la reprobación.
Murió en 1942.
Actualmente subsisten las zawiyas y numerosos fuqara siguen su baraka. Su presencia ha
constituido una verdadera renovación del sufismo en Marruecos a finales del siglo XVIII.
El Iqadh al-himam fi sharh al-Hikam ("El despertar de las aspiraciones, comentario de los
Hikam") data del 9 de noviembre de 1796, tres años después de su encuentro con el shaykh
al-Buzidi. Aunque Ibn 'Ajiba haya descubierto los Hikam desde 1776, a los 29 años, no será
hasta su iniciación en la vía Qardawiyya cuando su inspiración le lleve a comentar la
compilación de Ibn' Ata- Allah. Sus comentarios tienen por tanto el sabor del testimonio
vivido y de la realidad contemplada.
Es bien sabido que la traducción traiciona. Sobre todo porque la vida cotidiana del autor y
del traductor-lector son en este caso muy diferentes, incluso contradictorias. Y la tarea se
anuncia aún más ardua, ya que más allá del las diferencias culturales y lingüísticas, la
percepción espiritual -el grado de alma -del autor y su intérprete son diferentes. ¿Cómo -sin
ser santo- alcanzar, comprender el significado sutil simbolizado por las palabras de Ibn
'Ajiba? Debemos encontrar correspondencias, un intercambio común, una intimidad entre
autor y traductor. Ibn 'Ajiba escribía por inspiración, por destellos en ocasiones, a menudo
después de meditación. Él nunca dijo que su trabajo fuera puro fruto de su mente: un hombre
de Dios unido al concepto de la Unicidad del Ser, que siempre buscó confundir su ser con el
Ser Supremo.
El traductor, creemos, tendrá que ser también una persona de fe. La correspondencia que
será la condición para una traducción válida será la de la inspiración, o al menos de una
cierta intención de recurrir a la misma Fuente, divina. De este modo, el texto y su autor no
serán traicionados en la intención.
La traducción debe ir más allá de la forma. No sólo rendir cuentas exclusivamente sobre el
dedo, sino también sobre la luna. "Nuestra ciencia es completamente alusiva; cuando se hace
explícita, se oculta ", dijo el proverbio sufí. Lo que cuenta en los escritos de los santos del
Islam, no es el texto mismo, su calidad literaria, sino lo que de él permita una educación
espiritual y un recuerdo (dhikr) de Dios. Los maestros sufíes -al igual que las enseñanzas
parabólicas de Jesús- parten de casos concretos, de ejemplos sobre una cuestión que
permitan al discípulo ver la Realidad de este mundo a la que se refiere la alusión. Percibir el
significado sutil de la alusión es recorrer el camino entre el mundo material y el mundo
espiritual y, al mismo tiempo, recordar que este mundo no es más que un eco del otro,
rastros, vestigios depositados por Dios para que se Le recuerde 16.
Los escritos de Ibn 'Ajiba tienen por objetivo recordar a Dios. Guardando las distancias, esta
versión traducida -si Dios quiere- declara la misma vocación. Dicho esto, este texto quiere
ser más vivo y menos académico que otras traducciones eruditas. La escritura sufí es sobre
todo una expresión de la oralidad, que en sí misma es hal, estado espiritual, donde el soplo
divino atraviesa las cuerdas vocales del santo, los hace vibrar. Este tipo de tratados deben,
manteniendo su precisión en las ideas, permanecer abiertos al soplo que barre los grandes
espacios. Y leerse como se saborea un sabor, un alimento para el alma
1 Trad. JL Michon, Leiden, 1969.
2 J. L. Michon, Le soufi Marocain Ahmad Ibn ‘Ajiba et son Mi’raj, Librairie Philosophique J. Vrin, Paris.
Las referencias de la misma obra se citan como "Michon" seguido del número de página. Estamos en
deuda con el Sr. Michon por sus trabajos pioneros sobre Ibn 'Ajiba.
3 Por ejemplo: Al-Harraq, Sharnubi, Ahmad, al-Rundi.
4 Compilación de letanías sobre el Profeta, recitadas actualmenteen hermandades sobre todo
marroquíes, no sólo la que se vincula a su autor, la Jazuliyya.
5 Michon, p. 43
6 Michon. 46. ??
7 Plural de faqir, pobre de Dios, el discípulo del camino.
8 Es la invocación coreada de La ilaha illa llah de "no hay más dios que Dios".
9 Michon , p.47.
10 F. Skali, Sanctuaires et espaces sacrés, defensa de tesis, capítulo "Majdhubs y Malamatis" p. 242.
11 Conjunto de invocaciones y plegarias sobre el Profeta que el faqir realiza mañana y tarde. Tomar el
wird se asemeja aquí a entrar en la vía y a afiliarse al sheij.
12 Michon, p. 52.
13 Michon, p.69.
14 Michon, p.70.
15 Michon. 77.
16 Aquí estamos, enfrentados a este texto, más que nunca en la profunda dicotomía musulmana de la
relación entre el espíritu y la letra.
Traducción para Webislam: Iman Baraka
Webislam

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