1978 El pase fallido dol vice consul

Transcripción

1978 El pase fallido dol vice consul
JEAN ALLOUCH
El PASE FALLIDO DEL VICECONSUL*
Alcanzar la inmortalidad a veces cuesta.
Para su sesión del 25 de agosto de 1753, la Academia Francesa tenía que acoger un nuevo miembro. Piron,
escogido primero por ella, no tuvo la dicha de obtener el beneplácito del rey. El nombrado fue entonces Buffon - lo que
nos proporcionó el discurso sobre el estilo. La contrapartida hay que buscarla del lado de Piron quien, al enterarse de la
noticia, reaccionó en un breve dístico:
Aquí yace Pirón quien no fue nadie
Ni siquiera académico.
1966. Lacan reúne y publica algunos de sus escritos, tratándose en esta ocasión de ciertos
añadidos cuyo carácter tan particular de no ser asimilable ni a la función conativa ni a la llamada
metalingüística(1) queda por precisar.1966 aún. Dos años después de El arrebato de Lol V. Stein, M.
Duras propone para nuestra lectura esta reanudación que ella intitula El Vicecónsul. Octubre 1967,
es la propuesta sobre el psicoanalista de la escuela, que se titula por su fecha, precisamente posterior
de doce meses al corto texto de obertura de los Escritos.
No se menoscabará el interés de un acercamiento entre estos dos últimos textos. Parecerá más
extraño en cambio la introducción unos diez años después, del Vicecónsul en esta secuencia
temporal. Propongo aquí que un mismo acto habita estos tres textos, fundamentado en la promoción
de un estilo, el único conforme a la estructura, que, “por ser del Otro, el deseo entabla con el objeto
que lo causa” (2).
De esta tesis tres corolarios:
1 .La proposición de 1967 apunta pero también opera una transformación de lo que hasta
entonces constituía el estilo del psicoanalista.
2. La modificación de la escritura durasiana, el foso que separa Un dique contra el Pacífico de El
Vicecónsul testimonia y participa de un enfoque similar.
3. La razón que hace que esta transformación se torne necesaria, se ve esclarecida por la lectura
de la primera página de los Escritos donde la cuestión del estilo está ordenada no por lo que compete
a lo individual sino a la relación del sujeto con el objeto a.
Se habrá entendido que al hablar así de “un” estilo, este “un” obstaculiza la idea, el camino
trillado del “cada uno el suyo”. Si Buffon en su célebre adagio ha trazado este camino, no es tan
seguro sin embargo que él lo haya propiamente dicho, producido.
1
*Traducción de Nora Garita.
. Ver Roman Jakobson : Essais de Linguistique Générale (Minuit).
2
.Jacques Lacan : Intervenciones y textos 2. Manantial, trad. Sucre y Delmont, Buenos Aires, p.71.
Del discurso pronunciado en la Academia Francesa por el señor de Buffon el 25 de agosto de
1753, hay que advertir en primer lugar que el enunciado de ninguna manera ignora, en calidad de
jurado de beneplácito, la destinación. ”No tengo señores, para ofreceros, más que vuestro propio
bien: estas son algunas ideas sobre el estilo que he sacado de vuestras obras” (3). Voltaire, Marivaux,
Montesquieu y los otros treinta y siete, su mensaje en boca del señor de Buffon se les devuelve ese
día y, como se ha notado, bajo una forma invertida (4)- ya que ahí donde “la élite de los hombres” (5)
no vacilaba en valerse del efecto retórico, estas “chispas del espíritu que solo se sacan por fuerza
chocando las palabras unas con otras”(6), Buffon sabía reconocer la severidad del estilo concebido
como “ el orden y el movimiento que se pone en sus pensamientos” (7). Era someter el estilo a las
molestias de las ideas (8), mandato que por un tiempo aún vigente debía reinar sobre la universidad.
Desde entonces, retórica y poética solo podían decaer.
“Concibo, escribe Flaubert, un estilo que entraría en la idea como un estiletazo”. Para Buffon, al
contrario, la sumisión del estilo a la idea tiene como función la prevención de lo que de castración
implica el escribir que hace acto. “Una vez más, por falta de esquema y por no haber reflexionado
bastante sobre su tema, tanta gente inteligente se encuentra confusa y no saben por dónde empezar a
escribir…mientras que cuando se habrá hecho un plan, una vez que se habrá agrupado y ordenado
todas las ideas esenciales de su tema, se percibirá fácilmente el instante en que se debe tomar la
pluma; se sentirá el punto de madurez de la producción del espíritu; se estará apurado de hacerla
salir a luz y de devolver al exterior todo lo que se le ha sacado con sus reflexiones; se tendrá incluso
placer de escribir; los pensamientos se sucederán fácilmente, el calor nacerá de este placer, se
esparcirá sobre todo y dará vida a cada expresión…” (9).
En esta promoción del esquema como soporte necesario a lo que Buffon llama el estilo, ustedes
habrán notado un fantasma, aquel por el cual el deseo de escribir se vuelve apto para el placer. El
interés de este señalamiento radica en que nos invita a plantear la pregunta del estilo en el nivel de
las relaciones del sujeto al objeto causa del deseo; nada pues que concierna al individuo, aunque
esté vestido del predicado de escritor, como se demuestra en Pegan a un niño donde los personajes,
como los de la cuadrilla, permutan.
Así la corriente que hace del estilo “un signo de propiedad y de individualidad” (Arnould), que lo
define como “marca de genio” (D’Alembert) o “elección de expresión” (Bally-Cressot) o aún más
sabiamente, como “la organización individualizante de la enunciación” (Shalicka), corriente que
viene siempre poco o mucho a asimilar las cuestiones de estilística al estudio de las desviaciones
con relación a una norma, solo de manera abusiva podría decir que se autoriza en Buffon. No
obstante, es cierto que formular “el estilo es el hombre-mismo” se prestaba a tal desliz. ¿Cómo
entender pues, al tomarlo del sentido del texto de Buffon, el célebre aforismo?
Aquí el naturalismo nos dirá su respuesta. “Solo las ideas forman el fondo del estilo, la armonía
de las palabras no es más que lo accesorio…” (10). La importancia de esto tiene que ver con el hecho
3
4
5
6
.Buffon : Corpus général des philosophes francais, T.XLI, 1. P.500.
. Cf. Ch. Bruneau ; “Buffon et le probleme de la forme “ in Buffon, op.cit. p.494.
Buffon : op.cit. , p.504.
. Id. , p.502.
7
. Id., p.500.
8
. Id., p. 503.”Unicamente las ideas forman el fondo del estilo, la armonía de las palabras es solo lo accesorio y solo
depende de la sensibilidad de los órganos”.
9
. Id., p. 506. El texto es tomado de la primera redacción del discurso. La insistencia del “se” estará disfrazada por su
corrección en “él” en la versión definitiva; corrección a destacar en tanto redobla el hecho de que el adagio “el estilo es
el hombre mismo” solo se encuentra en esta segunda versión, unida mejor dicho a la transferencia de Buffon con la
Academia. La segunda redacción, por el contrario, conserva la repetición, a una distancia de dos líneas, del término
“fácilmente”, si se quiere falta estilística, donde la mentira insiste en decirse como tal.
10
. Id. , p.503.
de que se trata de ideas ya organizadas, que además, por esta misma organización, hacen de todo
tema a tratar cualquier cosa que es uno, este uno uniano totalizante, que intenta encerrar una
partición siempre posible. Que el estilo implica trabajo, establecer un plan, no tiene más alcance que
el de igualar la escritura al modelo de la producción y de la reproducción natural a lo que debe
imitar. La perfección de las obras naturales se debe a que la naturaleza trabaja sobre un plan eterno,
construye cada una de sus obras como un todo portador de la huella divina(11). El Buffon que limita
las matemáticas a un rango de instrumento del conocimiento es coherente también en esto con él
mismo, anti-creacionista (12).
¿En qué reconocer en sus obras el sello propio de la naturaleza? En ningún rasgo particular sino
en esta misma habilidad que sabe reproducir, en un trabajo de lentitud casi imperceptible, como es
imperceptible el pasaje de la vida a la muerte (13), la huella global en su perfección eterna. Aforismo
bufoniano: Solo la naturaleza tiene estilo. El estilo es el hombre mismo que, alcanzando una
imitación completa del trabajo de la naturaleza, logra por este hecho, como ella, la académica
inmortalidad. “La naturaleza es más bella que el arte”, escribe Buffon (14); y si hubiera que designar
en su texto la metáfora de las relaciones que el estilo debe mantener con el texto, yo optaría por la
descripción que él nos da de la subordinación requerida del caballo a los deseos de su amo. (15). El
estilo es “la conquista más bella que el hombre haya hecho”.
El es quien hace sistema de la naturaleza. La teoría del conocimiento que propone Buffon es, en su
conjunto, una construcción contra-fóbica. Buffon, como lo ha señalado con pertinencia Jacques
Roger “está atormentado por la presencia opresiva y opaca de una naturaleza demasiado compleja
para ser fácilmente dominada por el pensamiento humano inadecuado y simplista” (16). El estilo, al
hacer sistema de la naturaleza, reduce lo intempestivo de lo que podría ser su caprichoso deseo.
Tal vez la interpretación del adagio bufoniano que Lacan nos propone desde las primeras líneas
de los Escritos, nos aparecerá ahora en su exacto alcance. Interpretación se toma aquí en su sentido
psicoanalítico de confirmación y de prolongación alrededor de lo cual se opera una báscula del
discurso. Freud había construido la cuestión de la angustia como falta de objeto; el sentido de un
retorno a Freud puede estar aquí como interpretación ejemplificada. La angustia concierne a la falta
de objeto: confirmación - luego prolongación: del objeto que falta (17). La intervención que retoma la
fórmula bufoniana es del mismo tipo: el estilo es el hombre mismo, aquel a quien uno se dirige.
Desplazar la cuestión del estilo hacia la destinación vuelve a interrogar la referencia humanista.
Buffon intentaba moldear el trabajo de escritura sobre el de la de la naturaleza; ¿o diríamos lo
contrario? El asunto es precisamente irresoluble en él. Sin embargo, este irresoluble solo se sostiene
si la cuestión de la destinación es escamoteada, aplastada contra una línea imaginaria de
confrontación entre el hombre y la naturaleza. La teoría bufoniana del estilo sella este aplastamiento.
11
. Id. , p.501.
. “ El espíritu humano no puede crear nada…”, id. , p.501.
13
. Buffon utiliza el cálculo de probabilidades para demostrar a partir del estudio de lo que hoy día se conoce como
“esperanza de vida” de una población, que un individuo que tiene x probabilidad de morir mañana, solo debe temer la
muerte – ahí está la ética – en la medida dada por esta probabilidad. Lo que en la mayoría de los casos reduce este temor
a un valor despreciable.
14
. Un autre Buffon, Hermann, 1977 : p. 180.
15
.El caballo es “una criatura que renuncia a su ser para existir solo por la voluntad de otro, que sabe incluso prevenirla,
que, por la prontitud y la precisión de sus movimientos la expresa y la ejecuta, que siente tanto como se lo desea, y solo
rinde tanto como se quiere, que al darse sin reserva, no se rehúsa a nada, usa todas sus fuerzas, se excede e incluso
muere para obedecer mejor.” Id. , p. 180.
16
. Id. , p. 31. Que se piense en las experiencias de caminatas nocturnas, de modificación fantástica de la apariencia de
los objetos, de la inseguridad al evaluar las distancias que, en el sombrío camino de Versalles, le interesaban tanto a
Buffon. Cf. id . p. 129.
17
. Seminario sobre la angustia.
12
Lejos de obstaculizar, alimenta el temor que la naturaleza suscita, ya que es entonces, condensada en
el sitio mismo de este temor, que la cuestión de la destinación puede seguirse planteando.
¿Es concebible un estilo que esté subordinado al mando de la destinación? Para nosotros, tal es
la pregunta ahora inevitable (18).
Interrogar aquí lo que yo llamaría ahora el pase del Vicecónsul de Lahore equivale a decir que la
“Proposición del 9 de octubre de 1967 acerca del psicoanalista de la Escuela” es el acto por el cual
Lacan responde a esta pregunta del estilo en tanto se la disocia de su pedestal bufoniano.
Que el estilo no sea esta cosa inalienable, intransmisible, inalterable, que caracterizaría a cada
autor, lo testimonia la escritura de M. Duras. Digo la escritura, más bien habría que decir su
modificación; pues ¿cómo pensar lo posible de tal modificación- de lo cual la pintura nos da varios
testimonios- si se insiste en hacer del estilo el rasgo distintivo del autor?
Esta transformación estilística de M. Duras, está fechada: el asunto empieza con Lol V. Stein. La
autora de Un dique contra el Pacífico, de Marino de Gibraltar, era una funcionaria de la escritura
novelesca, lo que de ninguna manera la excluía del éxito. De esta posición subjetiva M. Duras solo
debía darse cuenta “apres- coup”, luego de que no hubo manera de evitar por más tiempo sus otros
libros, Lol V. Stein, El Vicecónsul, Destruir dice ella…Estos libros están escritos en el encierro, la
prisa y el miedo, en el riesgo asumido de que no haya lector, riesgo asilar, miedo finalmente de la
locura. Es alrededor de la pregunta sobre la destinación y como una pregunta llevada al lugar
mismo de la destinación, que se opera la modificación del estilo durasiano. Y si esto que ahora le
devuelven sus lectores que se declaran enfermos de leerla, tal vez no sea precisamente lo que ella
está en derecho de esperar, queda ahí un signo que le indica que pese a todo algo ha sido leído, que
ella no se encuentra en un puro y simple final de “no-recibir”.
Hela aquí: es la misma pregunta del Vicecónsul de Francia en Lahore.
Digo, el pase del Vicecónsul. Esto de ninguna manera implica que este pase haya sido
franqueado. Ciertamente no, en todo caso en ese tiempo de escritura que se intitula con su nombre
de Vicecónsul. Tanto, que habrá otra tentativa, India Song. Con el Vicecónsul, ahí está el hecho
notable, la exigencia asumida de insertar – aunque sea una inserción imposible (19) - la pregunta del
lector, que en el mismo paso es pregunta al lector, al corazón mismo del texto, se traduce por la
invención de un dispositivo de escritura que no deja de evocarnos el del pase.
Jean Marc de H., es su nombre de Neuilly, aquel en que se lee AN MAR de Anne Marie Stretter,
ha sido candidato a un puesto en la India. No se acostumbra, o mal, muy mal, a la India. Ahí se
bebe, se intenta escribir, se va a la caza en otra parte, se duerme, se flirtea, se refugia en las islas del
Delta en un lujoso hotel para turistas llegados de Venecia donde se han levantado sólidas barreras
contra la mendicidad, a veces se vuelve loco de imaginarse contagiado de lepra. ¿Cómo puede ser
que durante los períodos de hambruna, cuando ellos disponen de todo lo necesario para comer,
aumenta la cantidad de suicidios en la colonia blanca?
Pese a todo, tal como el insoportable calor del monzón del verano, la India permanece inevitable.
Ninguna barrera que no esté agujereada por los gritos de la mendiga loca – metonimia de la Indiacuerpos estallados sin sufrimiento de los leprosos. La India es Lol V. Stein habitada toda de una
lepra del corazón.
¿Qué quiere decir ser candidato a un puesto en la India?
18
19
. Écrits, p.10.
. Texto de un encuentro de los Cahiers Renaud – Barrault del 24 de octubre 1975; Cahiers Renaud Barrault, 91, p.23.
Han ocurrido incidentes penosos en Lahore donde Jean Marc de H. ha sido nombrado
Vicecónsul. Helo aquí en desgracia en Calcuta, a la espera de un veredicto, más exactamente de una
nominación, ya que la revocación que él no pide está igualmente excluida de parte del embajador de
Francia, el señor Stretter de quien, se piensa, depende la decisión; este señala con justa razón que los
leprosos y los perros de Lahore sobre quienes el Vicecónsul ha tirado varias veces, no podrían
constituirse en parte adversa, lo único que justificaría la revocación. Únicamente el embajador y su
mujer Anne-Marie Stretter conocen en detalle los hechos de los cuales el Vicecónsul reivindica
oficialmente la entera responsabilidad.
He aquí: después de cinco semanas, treinta y cinco días (20) en la casa del embajador la
nominación falta. Este término de nominación, conviene estar atento, condensa aquí sus dos
significados: nombrar en un puesto, un cargo, una dignidad, es nombrar en, distinto de denominar,
dar un nombre. Esta distinción está precisamente ausente del Vicecónsul puesto que Jean Marc de
H. aparta su nombre de Neuilly para hacer de su título de Vicecónsul de Lahore el único nombre
que él acepta reconocer como suyo. Es relevante cómo esto se une con una práctica corriente del
discurso psicoanalítico en donde, excusándose en una exigencia de censura que no es más que un
pretexto, la mayoría de las veces no se publican casos sin esta operación que en el mismo paso
denomina y nombra en; así, el Hombre de los lobos, nombrado en su puesto tras la ventana. Todo
ocurre como si el “nombrar en” sirviera de vehículo imaginario a lo que plantea preguntas en el
denominar.
El embajador le pide a un funcionario de su administración ayudarlo a ver claro en este penoso
asunto. Se cree que él habla de eso con su mujer. Este suspenso de la decisión no se debe a ninguna
mala voluntad. El embajador es un liberal que trata, tanto como el protocolo lo permite, de evitar las
exclusiones. Quisiera proteger al Vicecónsul de sí mismo. Por lo demás, no está seguro que este
suspenso le convenga al Vicecónsul.
La suspensión de la nominación responde a una necesidad de estructura, ella misma es un hecho
de estructura.
Nadie duda que los incidentes de Lahore son del orden de un decir. Sin embargo, este decir se
mantiene en la suposición (*), es un supuesto haber sido dicho. Opaco, alimenta los “se dice”, vox
populi, rumor de las voces de la India blanca que comentan y cuestionan Lahore. Se dice. La
fórmula vuelve muchas, muchas veces en el texto del Vicecónsul. Tal vez habría que dejar de tener
esta temerosa aprehensión del “se dice” que le hace merecer el calificativo peyorativo de
chismorreo. Lahore es un decir que solo puede llegar al “habrá sido dicho” si es redicho. El se dice
hace las veces de la repetición imposible. La suspensión de la nominación está relacionada con esta
imposibilidad. Desde entonces, la repetición se desliza hacia el revivir, marca por eso que ella
implica, en efecto, algo de mortal en el sentido de que la pulsión de muerte nos aparece correlativa a
todo proceso de simbolización.
India song. He aquí, casi se redice Lahore ya que lo que se revive aún lo hace en presencia del
signo concreto de la muerte de esto que está en el punto de alcanzar el “habrá sido dicho”. Este
signo concreto son las bocas cosidas que, separando las voces de los cuerpos, dan a las imágenes
este menos de presencia que implica el decir como tal. De ahí también el redoblamiento casi
constante en los espejos de las imágenes de los “personajes”, la casi total ausencia del juego actoral,
la eliminación de toda figuración, el hablar de la historia en tiempo presente, la organización del
espacio alrededor de ese punto focal, el altar donde, visible, embalsamada de incienso, adornada con
20
. 35 años: edad del Vicecónsul.
La construcción de la ciudad de Washington brinda una ilustración ejemplar de los efectos de la suposición cuando
ella se refiere, no al sujeto, sino al enunciado. El Capitolio se construyó bajo el supuesto de que la ciudad iba a
desarrollarse hacia el este, lo que no ocurrió. De esta situación cómica resulta que en pleno corazón de la capital del
imperio, el legislativo da la espalda al ejecutivo.
*
una rosa, la foto de Anne-Marie Sttreter la designa ya como muerta, como habiendo acabado el
recorrido de su historia, intentando reducir lo que está en juego. Al referirnos al esquema del
ramillete invertido (Écrits, p.674), aparece como posible inscribir esta diferencia entre el Vicecónsul
e India song como haciendo notar algo que tiene que ver con ese ligero movimiento de báscula del
espejo del Otro que permite, una vez atravesado cierto umbral, percibir de manera simultánea dos
imágenes, una real, otra virtual, de i(a). El Vicecónsul está a punto de alcanzar este umbral.
El suspenso de la nominación halla su término con India song. Pero este término no resuelve la
cuestión ya que la dimisión del cuerpo consular por la cual se decide el Vicecónsul, no hace más que
retomar en espejo la de Anne-Marie Stretter quien, al responderle, solo pudo con su suicidio, darle
lo que ella no tenía: su vida. Aunque pierde de este modo su nombre de Vicecónsul, el único que sin
embargo reivindica, esta pérdida hará de este nombre un significante en adelante vacío de mensaje,
tal como el Battembang de la mendiga que, errante por las calles de Calcuta de la cual no habla la
lengua ni la escucha, va profiriendo esta única e inaudible palabra. El término al cual accede el
Vicecónsul no es un nombre. Lo que termina aquí tiene que ver con la boca cosida. Definitivamente.
Si India song es, como lo escribe M. Duras, la tentativa de una “presentificación correlativa y de la
destrucción de esta historia por la muerte y el olvido y de este amor que aún destruida ella continúa
a prodigar” (21), se palpa ahí, tal como ella lo escribe, “desgarramiento”, “contradicción”. El
correlato del olvido, de un olvido efectivo, no es el amor sino la nominación a la cual el Vicecónsul,
al demisionar, se sustrae definitivamente.
Si con India song se llega a un término, la cosa está vinculada a lo que puede ser designado
metonímicamente como las bocas cerradas. Es por eso que al nivel del Vicecónsul- hablo aquí del
texto – falta este signo concreto de la muerte de la historia que el embajador, depositario de la
nominación, no puede más que encarnar. Tal es la razón del suspenso de la nominación, de lo
interminable del Vicecónsul.
En la distancia entre el supuesto decir y el imposible redicho, está el “se dice”. El “se dice” toma
el relevo del imposible “redecir”. En el momento en que en su desgracia el Vicecónsul revive
Lahore, en el preciso instante en el que el tiro sobre los leprosos de los jardines de Shalimar se repite
en un grito bastante inoportuno en el tiempo alargado de esta recepción mundana, que dice sin
embargo de la esperanza de encontrar a Anne-Marie Sttreter así como Lahore era la esperanza de
encontrarse en los leprosos, grito que no es más que el nombre de ella –pero su nombre de Venecia
Guardi -, este “¡Guárdenme con Ustedes ¡” ( ***) seguido de inmediato por un “se dice: está borracho
perdido”. ¿Chismorreo? ¿Chisme de sociedad escandalizada? ¿Declaración hecha para tranquilizarse
a sí mismo? El mismo Vicecónsul se ha cuidado de precisar de manera oficial que ni esta noche ni
en Lahore, él se encontraba bajo el efecto del alcohol. No obstante, el “se dice” como un decir -¿y
en qué no sería más que eso? – no está fuera del campo de la verdad. El Vicecónsul está en este grito
realmente borracho perdido, pero no de alcohol sino de amor. El “se dice” no excluye la metáfora.
El “se dice” no se dirige a nadie. En esto justamente está el intento de llevar algo de la palabra
hasta el lugar de la destinación. La insistencia del “se dice” en el Vicecónsul es de la misma vena
que el rango de las voces en India song; voces autónomas, no se dirigen al espectador, no saben ser
escuchadas, tan ocupadas están en recordarse de este amor que supieron o leyeron, del cual no se
acuerdan del todo pero que tampoco han olvidado completamente (22).Se dirá que, parecidas en esto
al “se dice”, separan y por tanto distinguen el otro imaginario, espectador, interlocutor con presencia
corporal invasora, del Otro, gran A a quien se dirige la palabra. El “se dice” es un pleonasmo
respecto a la propia estructura de la comunicación.
21
. Marguerite Duras, ed. Albatros, p. 20. Los términos subrayados fueron destacados por M. Duras.
Nota de traducción: se ha traducido como “guárdenme” para mantener la relación fonética con Guardi. El grito puede
traducirse como ¡Déjenme quedarme con Ustedes ! .
22
. India song, p. 147.
***
“He descubierto el pleonasmo, cuenta M. Duras, con una fantástica alegría (risas). Le dicen a uno
cuando nunca ha hecho cine, le dicen: “Cuidado si llueve, el ruido de la lluvia basta, no hay que
decir: llueve” (risas). Mientras que si llueve y encima del ruido de lluvia Ud. dice: “llueve, llueve
sobre Calcuta” es mucho más fuerte. El pleonasmo es completamente positivo. Eso es otra tontería
de la escuela. ( aplausos y risas). Si Ud. dice “ruido de agua removida, ruido de remos, pescadores
del Ganges”, meta los ruidos del agua y los ruidos del remo ( Risas), que estos jamás reemplazarán
estas palabras. He ahí el poder de la palabra. (23). Esta función del pleonasmo es notable en el
Vicecónsul. Así la mendiga: “Ella vomita, se esfuerza en vomitar al niño, en extirpárselo…ella
escucha y oye el incesante roer en el vientre que se está descarnando…Ella descubre que,
invisiblemente, algo ocurre, que ve mejor que antes todo lo demás, que ella crece de una manera
como interior…Ella descubre: soy una muchacha flaca…Ella duerme: soy alguien que duerme”
(24).De manera ejemplar el pleonasmo hace ser al hecho como un hecho del decir, separándolo de su
asidero en el ser, para llevarlo, en su inquietante extrañeza, al lugar del Otro.
Por lo tanto, si está bien interrogar la destinación, el alcance del “se dice”, ¡pues que se diga! Así
se ha abierto la vía y podrá instaurarse el “dígales”. El Vicecónsul sabe que la instancia de la cual
depende la nominación es también ese lugar donde le es imposible “dar cuenta de manera
comprensible lo que ocurrió en Lahore”. El rechazo de comparecer, de dar una explicación, como
se dice en las parejas, no indica ningún desdén sino que es signo, como en cada uno de los textos de
Marguerite Duras, de la inserción como imposible. Este no implica, de ninguna manera, una
renuncia al decir.
Cada noche, el Vicecónsul se encuentra con el director del Círculo, única persona que le dirige
la palabra en Calcuta. Semejante en esto al Vicecónsul, el director, de lo cual testimonia su
alcoholismo, no cesa de no habituarse a la India. Sin embargo, el que ambos estén habitados por la
misma cuestión, no quiere decir que en sus conversaciones su posición sea simétrica. Intercambian
confidencias, pero este intercambio presenta una particularidad: las confidencias del Vicecónsul
serán relatadas por el director a toda Calcuta blanca que con ello alimentará los “se dice” sobre
Lahore. Las confidencias llegarán a oídos del embajador que espera de esta manera esclarecerse
respecto a la decisión que debe tomar y quien, a la vez, a través de sus preguntas, orienta dichas
confidencias. Se interesará de manera clásica en la infancia del Vicecónsul antes que considerar a
Lahore mismo. Es lo que desea el embajador. Sin embargo, ocurrirá otra cosa. Lo importante en
primer lugar es el hecho de que el Vicecónsul sabe la función del director, que él se presta, que
presta ayuda al director cuando este, titubeante, le da a conocer su pregunta: ¿puedo también
decirles esto que Ud. me dice ahora? Dígales.
El Vicecónsul insiste en querer ser escuchado. He aquí un breve instante con Anne-Marie
Stretter, su segunda pasadora, en el punto exacto en que iba a instaurarse el dúo amoroso sobre el
fondo de vacilación de marcas identificatorias, el Vicecónsul, invirtiendo los lugares, se hace a sí
mismo pasador del Vicecónsul de Lahore al reintroducir de este modo el ternario que ya regulaba
sus conversaciones con el director:
-
23
24
Luego, es eso lo que yo querría tratar de decirle, después, se sabe que es uno (soi) el que estaba
en Lahore en la imposibilidad de estar ahí. Soy yo (moi) quien…el que le habla en este
momento…es él (lui). Yo quería que usted oyese al Vicecónsul de Lahore, yo soy ese.
¿Qué dice él?
Que no puede decir nada sobre Lahore, nada, y que usted debe comprenderle.
¿No valía la pena, tal vez ?
. Cahiers Renaud – Barrault, 91, 1976.
. El Vicecónsul, p. 18.
-
¡Oh, sí! Si usted quiere, puedo decir también: Lahore era aún una forma de la esperanza.
Comprende usted, ¿verdad?
Creo. Pero yo pensaba que había otra cosa…que se podía, sin ir hasta donde usted, usted llegó…
podía hacerse otra cosa.
Tal vez. Ignoro qué. Pero intente al menos, se lo suplico, percibir Lahore.
Se dice: ¿Pero qué ocurre entre ellos?
Del “soy yo (moi) quien” al “el que” luego al “él (lui)” que introduce el “él” del “¿qué dice él?”
hay un recorrido, una tentativa de instaurar un dicho que, uniendo el “se dice”- que invita al “él ”haga corte. Es el “él” de llueve sobre Calcuta. Llueve sobre Calcuta”. Marca el sitio del decir. Pero
este lugar no puede ser reconocido, sacado como tal, más que a cambio de desactivar la creencia en
la autonomía del yo. Esta, como escribe Lacan, (25) es el ropaje contra - fóbico del objeto a, “causa
del deseo, angustia en este caso”. Así la insistencia del Vicecónsul de prestarse al “él”, su
movimiento de inscribir su decir en el lugar de ese “él”, la transformación del estilo de Marguerite
Duras, la invención de este dispositivo de pase a nivel del Vicecónsul, es acto, acto que no solo
apunta a expresar sino a suscitar decires, acto por el cual pequeña a es puesta en juego en gran A,
lugar a donde se dirige el decir, campo de inscripción de lo que se articula en el discurso.
.
Debe distinguirse el estatuto del decir de lo dicho. “Lo que se dice permanece olvidado detrás de
lo que se dice en lo que se escucha”. (26).
He aquí, es el “ fuera de aquí - fuera de sí” de Lahore, irreductible para siempre en un entonces
(***) donde el decir vendría a unirse al “dice”. El intento de Marguerite Duras es la interrogación de
este olvido. En esto su escritura es acto.
Si el Vicecónsul – esta herida – no existe sin suscitar en su destinación algo como el horror, es el
horror mismo del acto psicoanalítico en tanto no soporta lo fingido.
25
. J. Lacan. “Discours a l‘E.F.P.”Scilicet 2/3, p. 11.
. J. Lacan. “L´étourdi.” Scilicet 4, p.5.
***
Nota de traducción: en francés: “c’est l´hors-lá de Lahore a jamais irréductible en un alors…” aquí el hors-la
translitera el Lahore, y sugiere Le Horla de Guy de Maupassant, donde se lee el alors.
26

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