El ataque de la "Lexington" a Puerto Soldedad
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El ataque de la "Lexington" a Puerto Soldedad
Tirada de esta edición 50.000 ejemplares Año XV Nº 178 Junio de 2011 1982 / 2011 Malvinas: los orígenes 329 AÑOS DE LA GESTA DE MALVINAS NOTA 5 El ataque de la “Lexington” a Puerto Soledad Producida la captura de los navíos pesqueros estadounidenses “Harriet”, “Breakwater” y “Superior” por orden del gobernador Luis Vernet, quien llegó al puerto de Buenos Aires en noviembre de 1832 a bordo de la primera de estas naves, no importó que la razón estuviera de parte del gobierno nacional ya que los capitanes de tales barcos se negaban a pagar los aranceles aduaneros correspondientes. La represalia extranjera sería brutal ¡E sto es inaudito y no lo podemos tolerar! El cónsul del poderoso país del Norte, George W. Slocum, estaba que trinaba de furia al saber lo que había sucedido en las Islas Malvinas. Pero aquello no iba a quedar así. Nadie iba a tratar de tal modo a ciudadanos de su nación. -El capitán Duncan lo aguarda en la antesala- dijo su secretario. -Que pase inmediatamente. Silas Duncan, a quien Slocum había hecho llamar con toda premura, era el comandante de la fragata de guerra “Lexington”, anclada en el puerto de Buenos Aires. En la conversación que siguió, el jefe naval recibió ordenes precisas y terminantes del cónsul: “Éste es un hecho que no puede quedar sin castigo. La represalia debe ser ejemplar. Por lo tanto navegará usted hasta las Falklands (Malvinas) y allí dará buen uso a los cañones. Recupere las pieles de foca que nos decomisaron. Arríe la bandera de estos criollos y declare a las islas “libre de todo gobierno”, ordenó Slocum. Puerto Soledad en llamas El 28 de diciembre de 1831 las balas de cañón provenientes de la “Lexington” comenzaron a caer sobre la indefensa colonia de Puerto Soledad. La fragata de guerra había entrado tranquilamente al puerto malvinero y desde allí sus baterías navales castigaban a placer las inermes defensas nacionales. Entre casas y depósitos que ardían furiosamente, desembarcaron las tropas estadounidenses. Los depósitos abarrotados de pieles de focas y lobos marinos se vieron metódicamente saqueados y llevados a las bodegas de la nave extranjera. Varios oficiales argentinos fueron hechos prisioneros y algunos colonos, que intentaron defender sus pertenencias, resultaron cruelmente azotados. Triste suerte corrieron también algunas mujeres, entregadas a la lujuria de la soldadesca. El capitán Duncan arrió nuestra bandera y, tal como lo había ordenado el cónsul Slocum, declaró las islas “libres de todo gobierno”. La feroz represalia había sido ejecutada. Y luego, dejando atrás la desolación que había desatado, la “Lexington” se hizo a la mar. La reacción argentina El gobierno nacional reaccionó enérgicamente; siguiendo directivas ARRIBA a la der., imagen de John Woodbine Parish, ministro inglés que ordenó la usurpación de las Malvinas. A la izq., grabado de la fragata “Lexington”, que atacó Puerto Soledad. Abajo, paisaje del asentamiento argentino en las Islas, circa 1833 colonias norteamericanas debieron librar, tomó buena nota de los informes de Slocum. Los nunca abandonados planes de apoderarse de las Islas Malvinas recibieron nuevo brío. Sir Tomás Baker, jefe de la fuerza naval británica en América del Sur con base en Río de Janeiro, ordenó que las fragatas de guerra HMS “Clío” y HMS “Tyne” se hicieran a la mar para invadir esas lejanas islas del Sur. Un nuevo gobernador para las Malvinas Después del ataque de la “Lexington”, el gobierno nacional no iba a quedarse de brazos cruzados. En octubre de 1832 la goleta “Sarandí”, comandada por el Teniente Coronel de Marina José María Pinedo, navegaba por las frías y salobres aguas del océano Atlántico. Llevaba a bordo a cincuenta nuevas familias de colonos y a medio centenar de soldados. Además, en uno de los camarotes de la nave se encontraba el nuevo gobernador militar de las islas. Se trataba del Sargento Mayor de Artillería Esteban Francisco Mestivier, quien viajaba acompañado por su esposa, Gertrudis Sánchez, que se hallaba en avanzado estado de gravidez de don Juan Manuel de Rosas, el ministro Manuel Maza elevó una protesta formal ante Washington. Como resultado de esta crisis política desatada por el alevoso ataque a la colonia de Puerto Soledad, el cónsul George W. Slocum y el encargado de negocios Bayles fueron declarados personas no gratas y expulsados de nuestro país. Pero el diplomático yanqui se ocupó de informar al ministro inglés, John Woodbine Parish, sobre el estado de indefensión en que se hallaban las Islas. Inglaterra, madre patria de EE.UU., y sempiternos aliados luego de la guerra de la independencia que las Armando S. Fernández El primer soldado caído en Malvinas S iempre se cree que el primer oficial de las Fuerzas Armadas muerto en las Islas Malvinas es el valeroso Capitán de Infantería de Marina, Pedro Edgardo Giacchino. Esto es verdad si se toma como punto de referencia el conflicto armado de 1982 con Gran Bretaña. Pero en la historia de Malvinas, el primer militar caído en cumplimiento del deber fue el Sargento Mayor de Artille- ría del Ejército Esteban Francisco Mestivier, quien resultara designado gobernador militar de las islas el 15 de setiembre de 1832, mediante decreto refrendado por el General Juan Ramón Balcarce a cargo del gobierno porteño. Fue Mestivier el hombre que pudo haber cambiado la historia de las Malvinas, tal cual se conoce, como más adelante se verá PRÓXIMA NOTA: MESTIVIER, EL SOLDADO QUE PUDO HABER CAMBIADO LA HISTORIA