sus libros en mi biblioteca

Transcripción

sus libros en mi biblioteca
SUS LIBROS EN MI BIBLIOTECA
Por: Santiago Cepeda
Desperté temprano y con los ojos ya lavados de sueño, cosa extraña en mí, que cada mañana me levanto como si regresara a la consciencia
tras una paliza inclemente y una borrachera ciega. Pero esta vez no fue así, la espalda no me dolía, la boca no estaba seca, la luz no me era extraña,
no tenía frío ni calor y me parecía obvio y perfecto sentir que nada se había detenido en el universo mientras yo dormía. Pero era temprano, el
mundo seguía sin estirarse, el aire se hamacaba en silencio y el tiempo parecía más lento, como una botella de vodka en un congelador. Yo estaba
tranquilo y fresco, sentado en la cama, vigilante (es decir, ejerciendo la vigilia), pero sin propósito para un sábado a las cinco de la madrugada. En
ese estado peculiar y a esa hora descuidada por el calendario, decidí quedarme sentado entre las sábanas y contemplar desde allí los volúmenes de
mi biblioteca como quien pasa canales en el televisor. Durante un buen rato me entretuve inventariando mis libros predilectos entre los que han
llegado a mí de mano o boca de otros. Muchos de los libros que me componen, que me han inventado y me han salvado de la nada, del
aburrimiento, de la desesperanza, de la esperanza o de la estupidez, me fueron dados por amigos, y a veces no tan amigos. Algunos de esos libros
me los dieron en la mano, me los impusieron en un cumpleaños o me los sugirieron como quién no quiere la cosa, y también al contrario,
queriéndola muchísimo, llegando incluso a halarse las barbas de profeta que ha visto que ese libro es mi destino. También ha habido quien me ha
recomendado libros en forma de reprimenda moral o con una tristeza muda al comprobar que no, que no lo he leído y que no podemos hablar de
eso y toca cambiar el tema. Y bueno, están también los que no recomendaron nada, los que hablaban para ellos mismo de un libro que los
entusiasmó, que los marcó, incluso algunos elogiaron libros que no habían leído, y lo hicieron con tanta engañosa desenvoltura y fingida
rememoración dichosa que con esa ficción (la de ellos, no la del libro) bastó para entusiasmarme y convertirme en devoto de una religión que ellos
mismos no profesaban. En ocasiones bastó un título, una cita, un nombre, un gesto cifrado o una carcajada autística seguida de “es que me acordé
de una cosa que leí…”. Las puertas de los libros se abren en cualquier muro, incluso en el que alzan los comentarios lapidarios, pues algunos de
esos libros favoritos los leí precisamente porque alguien cuyo gusto no comparto dijo haber sufrido inmensamente con tal o cual libro. A todos
ellos les debo gran parte de mi vida, sin duda una de las mejores partes. Esta lista es, de algún modo, un sentido reconocimiento por tan fácil e
invaluable labor. Gracias a todos de corazón.
Nota: En todos los casos he utilizado la carátula de la edición del libro que tengo o que me fue prestado
(ojo, eso no quiere decir que tenga sus libros, y de ser así, no lo aceptaré JAMÁS).
Pablo Grossmann:
Santiago Cepeda Cediel
DANIELA MATIZ
MARÍA ANGÉLICA MADERO
SEBASTIÁN
RODRÍGUEZ
y
CATALINA CUELLAR
DOLORES RUEDA
PEDRO CASTILLO
MATEO CEPEDA
LEONIDAS TRUJILLO
JUAN PLATA
CESARE GAFFURRI
MAITE IBARRECHE
MARÍA CLARA FONSECA
JAIME CORREA
WINSTON WILLIAMSON
ALEJANDRO HOYOS
NICOLÁS AGUÍA
PAUL AMES
SANTIAGO GÓMEZ
GAVIOTA CASTRO
Y
PEDRO CASTILLO
ALEJANDRA HURTADO
BENJAMÍN IRIARTE
MIGUEL GONZÁLEZ
FELIPE NAVIA
FELIPE MARTÍNEZ
HUMBERTO CEPEDA
ALBERTO AYERBE
MIGUEL MENDOZA
MARÍA KAVOURA
RUBÉN MUÑOZ
SANTIAGO CEPEDA
CEDIEL
Y
ALEJANDRO RINCÓN
ALBERTO REVOLLO
ROLAND BRODBECK
…Y MUCHOS MÁS (AMIGOS Y LIBROS) QUE EN EL FUTURO
MORAN.

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