El marketing en la hipermodernidad.
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El marketing en la hipermodernidad.
El marketing en la hipermodernidad Miguel Antonio Ruiz El marketing ha ido evolucionando conforme evoluciona la sociedad. Vivimos una época nueva, que se plantea como nueva no sólo porque en ella se ha transformado la sociedad, sino también porque la misma sociedad ha ingresado a un nuevo proceso de transformación. La desaparición de lo viejo y el surgimiento de lo nuevo es el rasgo predominante de esta sociedad moderna. Para algunos estudiosos del tema, este fenómeno se ha establecido apenas hace un par de siglos y en las últimas décadas se ha desarrollado un gran potencial innovador, especialmente en el campo de la ciencia y la tecnología. A este respecto, desde el punto de vista diacrónico, autores como Covey (2005) y Toffler (2007) hacen interesantes análisis de esta evolución, que se pueden resumir de la siguiente forma: 1. Covey, en obra El 8° hábito: De la efectividad a la grandeza (2005), plantea cinco eras de la civilización, que se inicia con la del hombre cazador-recolector. En segundo lugar viene la era de la agricultura; en tercero, la industrial; en cuarto, la del trabajador del conocimiento y de la información; y, por último, la incipiente era de la sabiduría. La transición del hombre cazador-recolector al agricultor llevó milenios; del agricultor al industrial, centurias y del industrial al trabajador del conocimiento y la información, decenas de años. Este esquema evolutivo de la civilización que plantea Covey (ob. cit.) refleja una frecuencia de cambio que se acelera dramáticamente y se refleja en todas Prisma. Vol.6 (1) 2010. 1 las actividades del ser humano; el marketing no escapa a esta realidad, desde sus inicios en la era industrial a la fecha ha evolucionado consistentemente, análisis que se abordará posteriormente. 2. Toffler, en su obra La creación de la nueva civilización (2007), plantea lo siguiente: la primera sociedad puede caracterizarse como agrícola; la segunda, como industrial; la tercera es la sociedad de la información; la cuarta, la sociedad del conocimiento, y anuncia una sociedad que está emergiendo, la cual aún no ha identificado. En este orden de ideas, estos dos reconocidos autores y asesores empresariales de categoría mundial coinciden en la velocidad del cambio de nuestra sociedad, la cual potencia el proceso de orden y caos, de manera que la incertidumbre está presente en casi todas las decisiones del ser humano, sea cual sea el ámbito en el que se maneje. Característica de un mundo regido por la complejidad, de acuerdo con el pensamiento complejo de Morin (2001). Para estos críticos, la humanidad ha logrado un asombroso crecimiento científico y tecnológico de inobjetables aciertos y desaciertos. Consideran que en la sociedad se ha generado el hábito de vivir entre lo nuevo: nuevos países, nuevos productos, nuevas artes, nuevas ciencias, nuevos sistemas educativos, nuevos medios de transporte, nuevas técnicas, nuevos juegos, nuevas guerras, nuevas políticas, en fin, nuevas maneras de existir. Ya no nos asombramos como en tiempos pasados ante las maravillas que ha descubierto el hombre o ante las cosas que ha creado o las que produce y reproduce a voluntad, siguiendo el ritmo creciente de las necesidades y anhelos de la sociedad. De acuerdo con Pacheco (1976), esta realidad de lo nuevo está inseparablemente unida a los tiempos modernos y ha surgido de la sociedad que se ha formado en ellos. Prisma. Vol.6 (1) 2010. 2 Este ritmo creciente de necesidades y anhelos del ser humano lo ha llevado a ser un eterno consumidor; pero mientras en otras épocas procuraba consumir de acuerdo con sus necesidades naturales, en la actualidad las personas tienden a crear una serie de hábitos y modos de vida que llevan a consumir por el mero placer de consumir. Surge, de esta manera, la sociedad consumista, que se caracteriza por la superproducción, la creación de nuevas necesidades y nuevos lujos y la predisposición a comprar, al despilfarro sin freno. Por esta razón, hablar de la sociedad de consumo es sostener que el consumo ha derivado en consumismo, es decir, en exaltación, exageración. Es reconocer que, más allá de la necesidad de satisfacer la aspiración a una vida más confortable, se vive socialmente una ansiedad por poseer cada vez más y más. La paradoja es que esta compulsión trae una desvalorización del objeto una vez alcanzado. El producto poseído ya no interesa tanto como el que aún no se posee. De allí que el consumista es un permanente insatisfecho y el consumo se torna sinónimo de desvalorización de ideologías, mitos, ídolos, modas y, por supuesto, objetos. En este mundo de superabundancia se produce una doble paradoja: por una parte, las personas que tienen acceso a cuantiosos bienes, jamás se sienten satisfechas y, por otra parte, existen seres humanos que no pueden satisfacer sus necesidades elementales. Para estudiar este fenómeno en el contexto actual, es bueno tomar en consideración el análisis fenomenológico que ha hecho uno de los filósofos más lúcidos de actualidad, el sociólogo francés Gilles Lipovetsky, quien describe las últimas tendencias de la sociedad de la abundancia y expone por primera vez su posición frente a los problemas actuales del consumismo. Para comprender en profundidad las distintas perspectivas del consumismo, es necesario ubicarnos sincrónicamente en nuestra realidad, Prisma. Vol.6 (1) 2010. 3 en la cual se visualiza una hipercomplejidad pues, de acuerdo con Lipovetsky (2008), estamos en la hipermodernidad caracterizada por los Tiempos Hipermodernos. Según este investigador, lo postmoderno ha llegado a su fin y hemos pasado a la era hipermoderna. Esta época se caracteriza por el hiperconsumo y el individuo hipermoderno, el cual centra su accionar en el hiperconsumo; esta característica lo absorbe y lo integra cada vez más a las esferas de la vida social y lo empuja a consumir para su satisfacción personal, creyendo lograr la felicidad, como lo plantea el marketing publicitario. Esta situación crea condiciones extremadamente conflictivas entre hombres y mujeres, cuyas acciones son cada día más individualistas. El individuo hipermoderno siente y sufre la tensión que significa vivir en un mundo que se ha disociado de la tradición y afronta un futuro incierto. Siguiendo el análisis de Lipovetsky (ob.cit), el desarrollo de la globalización es inseparable del triunfo de la sociedad de mercado y ha producido en estos años nuevas formas de pobreza, marginación y un considerable aumento de los temores e inquietudes a los que nos enfrentamos los ciudadanos. La crisis que sufrimos en este convulso comienzo de siglo la relaciona Lipovetsky (ob.cit) con una metáfora interesante, como una marea negra infecciosa que va manchando y contaminando todo cuanto toca. El buque que va a la deriva es la persona. Y cuando los valores se hunden, los efectos devastadores del naufragio alcanzan, en primer término, el ámbito inmediato de la familia para proseguir su avance destructor hacia la escuela y culminar el cataclismo al alcanzar las costas de la sociedad en su conjunto. La evolución de este fenómeno ha sido estudiada por más de tres décadas por Lipovetsky. Sus hallazgos fueron presentados en la conferencia El hiperconsumo en la era de la globalización (2008b), donde Prisma. Vol.6 (1) 2010. 4 el autor plantea un interesante análisis de la evolución del consumo. Describe una primera fase relacionada con los inicios de la revolución industrial y caracterizada por la proliferación de mercancías estandarizadas, que se venden a bajos precios y se fabrican en serie. Para dar respuesta a esta realidad económica, emerge el marketing, que inicia en forma tímida el consumo de masas, debido a que la mayoría de los hogares no disponía de suficientes recursos. Es a partir de la década de los 50 que empieza una segunda fase del consumo de masas y que se prolonga a finales de los 70; esta fase está caracterizada por que el consumidor empieza a comprar aquello que da placer (hedonismo) y no únicamente lo que necesita, como en la fase 1. El marketing explota la dimensión de las elecciones individuales y los factores psicológicos comienzan a ejercer una influencia cada vez más determinante. Bajo estas circunstancias, el consumo entra en la era de la individualización y la psicologización masiva, donde lo superfluo, la moda, el ocio, las vacaciones se convierten en deseos y aspiraciones legítimas de la sociedad. En este sentido, se crea la condición ideal para que el marketing, a través de la publicidad, exalte permanentemente el placer por todas partes, haciendo que la sociedad del consumo exhiba los símbolos del placer, el erotismo del gasto frívolo y las vacaciones. Para Lipovetsky (ob. cit), el consumo empieza a transformarse a gran escala bajo el signo del individuo, de sus aspiraciones, motivaciones y gustos privados. Este fenómeno propio de la evolución de la sociedad se evidenció desde finales de los 70 y principios de los 80; en los hogares empieza a desarrollarse el pluriequipamiento de las familias, o sea, la posesión, en un mismo hogar, de varios bienes duraderos de un mismo tipo como vehículos, televisores, teléfonos, computadores, etc. Este es el primer rasgo Prisma. Vol.6 (1) 2010. 5 de una sociedad que rompe el consumo semicolectivo predominante hasta entonces, propiciando que emerja el hiperconsumor. En su obra El imperio de la efímero (1987), Lipovetsky profundiza en el estudio del consumismo, pues se desarrolla el sistema económico mundial a través del marketing y la publicidad seductora. El autor devela la esencia del consumidor cada vez más ávido de tener, tener y más tener… denuncia que toda la cultura humana gira alrededor de un estilo de vida materialista, donde reina lo efímero, la ilusión de ser feliz si se está en la cresta de la ola del tener. La dimensión social evoluciona alrededor del imperio de la moda, el culto a lo nuevo, al lujo, una felicidad efímera que introduce al individuo en la dimensión del vacío. Posteriormente, en El lujo eterno: De la era de lo sagrado al tiempo de las marcas (2004), considera una gran paradoja: por un lado, está la sociedad de la publicidad en tiempos de globalización, que busca el placer inmediato a través del consumo y del lujo. Pero, por el otro, se encuentra un individuo que no puede disfrutar de ese lujo porque sobrelleva una enorme ansiedad sobre el futuro, fruto de las crisis económicas, del desempleo y de un creciente temor en temas de salud, criminalidad, terrorismo, virus y epidemias. Nos hallamos en una sociedad que ha sobrepasado la modernidad, una modernidad superlativa. Una sociedad que está sujeta sólo al dinero; una sociedad sin alma. Este interesante análisis se profundiza en Los tiempos hipermodernos (2006) que, según el autor, está caracterizado por la sociedad del hiperconsumo. Ella, para consolidarse, se ha basado en los derechos del hombre sustentados en la tríada democracia, libre mercado y tecno-ciencia, elementos vitales para dominar el mercado global. Ha traído como consecuencia nuevas formas de pobreza, marginación, precarización del trabajo y un considerable aumento de temores e inquietudes de todo Prisma. Vol.6 (1) 2010. 6 tipo. El hombre hipermoderno se encuentra atrapado entre la urgencia del presente y la angustia del futuro. Estos resultados le sirvieron a Lipovetsky (2008) de insumo para su obra La sociedad de la decepción. La felicidad es paradójica: el deseo abre el vacío a la existencia que no se satisface con el logro del deseo. Sólo deseamos lo que carecemos y todo lo que se logra se deja de desear. Lo paradójico es que mientras todo el mundo se declara feliz en las encuestas o en las entrevistas, las depresiones, ansiedades o dificultades para conciliar el sueño, entre otros trastornos nerviosos, siguen en aumento. Sin embargo, Lipovetsky (ob.cit) plantea que la sociedad hipermoderna, efímera y vacía, no ha supuesto la aniquilación de los valores, aunque se lo haya propuesto. Al contrario, la dinámica de la individualización personal no ha supuesto que la democracia pierda firmeza o se aleje de sus principios humanistas y plurales. Los derechos humanos siguen constituyendo uno de los principios morales básicos de la democracia. La dinámica del individualismo que presiona a una sociedad sin alma propia refuerza, en opinión de este filósofo francés, la identificación con el otro. El culto al bienestar conduce -aunque parezca paradójico-, a que los individuos sean más sensibles ante el sufrimiento ajeno. Esta realidad permite inferir que la sociedad del hiperconsumo está mutando, está emergiendo un nuevo arquetipo social, el hiperconsumidor con cierto grado de consciencia, un ser que ya no desea sólo el bienestar, lo que ahora anhela es armonía, sensación de plenitud, felicidad y sabiduría. Lipovestky reflexiona y rectifica: Esta sociedad es una sociedad perdida, incierta e inquieta, pero no sin alma. En este orden de pensamiento el marketing publicitario, gran aliado del hiperconsumo y de la hipermodernidad, también está sufriendo transformaciones importantes. A partir de los años 70 se habla de un Prisma. Vol.6 (1) 2010. 7 marketing más humanizado. Este concepto de marketing social data de 1971 y fue elaborado por Kotler y Zaltman. Allí se presenta el producto, el precio, la comunicación y la distribución como los instrumentos del marketing social. Se empieza a desarrollar la mercadotecnia social tratando de adaptar y transferir los elementos comerciales a las actividades dedicadas a defender los intereses de la sociedad. La "causa social" es "Toda organización no investida del poder público que tiene como objetivo principal la modificación de actitudes o comportamientos de cierta población para mejorar la situación dentro de su estructura o de ciertas particularidades de la población". Se destacan las siguientes causas sociales: asociaciones de voluntarios, Cruz Roja, Asociación de Liberación Femenina, Asociación de Libre Aborto, campañas antialcohólicas, campañas de prevención del cáncer, campañas de sida, campañas antidrogas, campañas a favor de los niños en la calle, campañas de concientización sobre el embarazo precoz, entre otros. Un estudioso del marketing social como Moliner (1998) plantea que a finales del siglo XX y principios del siglo XXI se han desarrollado importantes cambios sociales, políticos y económicos que no podrían pasar desapercibidos por el marketing, en especial el marketing social. Los emergentes valores como la ecología y la solidaridad son un campo abonado para el desarrollo y aplicación de campañas de marketing social. Para Moliner múltiples acusaciones pesan sobre el marketing, pero afirman que como cualquier otra ciencia o técnica, ni es bueno ni es malo, depende de la organización que lo utilice y de los fines con que se use. La publicidad engañosa, la creación de necesidades artificiales y el hecho de llevar a los consumidores a comprar productos que no necesitan, ha llevado a que muchas personas tengan una mala imagen del marketing publicitario. Prisma. Vol.6 (1) 2010. 8 Por esta razón el marketing social fue concebido para el diseño, implementación y control de programas pensados para influir en la aceptación de ideas sociales. Algunos de los temas sociales de actualidad son el calentamiento global, la drogadicción, el terrorismo, la pobreza, el maltrato a la mujer, la niñez abandonada, enfermedades endémicas como el sida, entre otros. Para culminar este artículo, es necesario reflexionar sobre el marketing en la era hipermoderna, que no debe ser el marketing que ha llevado a la sociedad al hiperconsumismo, por el deseo mezquino de unos pocos de tener grandes dividendos económicos por lo que se aprovechan del ego del consumidor ignorante, que cree que la felicidad la obtendrá en el mundo material en que vivimos. Sólo la plenitud del ser en sus tres dimensiones -física, mental emocional y espiritual- evitará la sensación de vacío del consumidor compulsivo. Miguel Ruiz [email protected] Referencias bibliográficas Covey, Stephen (2005). El 8° hábito: De la efectividad a la grandeza. Buenos Aires: Paidós. Drucker, Peter (1996). La gerencia para el futuro. Colombia: Norma. Lipovetsky, Gilles. (1987). El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas. Barcelona: Anagrama. ___ (2004). El lujo eterno: De la era de lo sagrado al tiempo de las marcas. Barcelona: Anagrama. ___ (2006). Los tiempos hipermodernos. Barcelona: Anagrama. Prisma. Vol.6 (1) 2010. 9 ___ (2008) La sociedad de la decepción. Barcelona: Anagrama. Texto disponible en http://www.lahaine.org/index.php?p=33528 ___ (2008b). El hiperconsumo en la era de la globalización. Disponible en http://www.fad.es/sala_lectura/C2008-CONF_LIPOVETSKY.pdf Morin, Edgar (2001). Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa. Moliner, Miguel (1998). Marketing social la gestión de las causas sociales. Madrid: ESIC. Pacheco, Mario (1976). La educación como proceso conectivo de la sociedad, la ciencia, la tecnología y la política. México: Trillas Toffler, Alvin (2007). La revolución de la riqueza. Caracas: Melvin. Prisma. Vol.6 (1) 2010. 10