La Maiestá de Ognisanti, pintura gótica del Trecento italiano siglo XIV
Transcripción
La Maiestá de Ognisanti, pintura gótica del Trecento italiano siglo XIV
La Maiestá de Ognisanti, pintura gótica del Trecento italiano siglo XIV: La práctica propuesta es una pintura al temple sobre madera, conocida con la Maiesta de Ognisanti, ejemplo de pintura gótica italiana del siglo XIV d.C obra de Giotto. Se trata de una pintura de contenido religioso que muestra un género frecuente en la pintura gótica, una “ Majestad”, es decir a la Virgen con el niño como señora del cielo. Podemos apreciar como la Virgen con el niño están representados en un trono bajo un dosel de arquitectura gótica, flanqueada por dos ángeles a los pies del trono, que portan ofrendas, con un sentido simbólico ( el lirio la pureza, la corona de reina del cielo) y diversos santos a ambos lados. Apreciamos el empleo del lenguaje naturalista propio del arte gótico, si bien con algunos elementos de tradición bizantina muy presentes en la pintura románica italiana. En primer lugar, Hay un estudio naturalista del cuerpo humano y los pliegues, frente al radical antinaturalismo del románico: los cuerpos aparecen bien proporcionados, sin la macrocefalia propia del románico. El lenguaje naturalista se aprecia en la preocupación por la profundidad espacial, por la representación de la tridimensionalidad, algo totalmente ausente en la pintura bizantina y románica. Así, observamos la existencia de distintos planos, uno más cercano al espectador formado por los ángeles arrodillados, otro formado por la Virgen y los primeros santos, y diversos planos al fondo formados por los santos. Si bien es cierto, que todavía se superponen en distintos niveles las figuras de los santos, de forma muy ingenua, como en el Románico, también lo es que la arquitectura del trono busca reforzar la sensación de profundidad al parecer abrirse hacia el espectador. Es lo que ha llamado unas “ perspectiva ingenua”, lejos de la perspectiva matemática basada en un punto de fuga central que desarrollará el Remancimiento italiano… Sin embargo, y como es propio del lenguaje de Giotto y en general del gótico, se mantiene la perspectiva jerárquica, es decir, el tamaños de las figuras se hace corresponder con su jerarquía. Así la Virgen con el niño es de un tamaño muy superior al de los santos y los ángeles. Las figuras aparecen un tanto inexpresivas, pero en la cara de la Virgen vemos una leve sonrisa, típico rasgo de la expresión de muchas pinturas góticas, aunque el gótico flamenco se incline por el patetismo… Además, las figuras carecen de adiposidad, aparecen pegadas al fondo, lejos de la carnalidad y volumetría que Giotto consigue en sus frescos. Por otro lado, los rostros, como es propio del gótico, presentan su individualidad, unos barbados, otros juveniles, lejos de la impersonalidad y uniformidad del románico o el arte bizantino. En cuanto al análisis de los colores y la luz, aquí Giotto se muestra todavía muy vinculado a la tradición bizantina. Vemos como no hay un estudio realista del color, que sigue teniendo ante todo un valor simbólico ( el suelo de oro simboliza la divinidad). Destaca la abundancia del dorado, sobre todo los fondos de oro, símbolo del mundo celestial en el arte medieval, sobre todo en el arte bizantino. No hay un estudio realista de la luz, que baña de forma uniforme el espacio, no habiendo un estudio de luces y sombras, algo que sin embargo sí aparece en los frescos pintados por Giotto. En cuanto a la composición, sigue un modelo muy rígido, que la acerca al románico de influencia bizantinas: la absoluta simetría. En el centro de la composición la figura más importante, la Virgen con el niño, y ambos lados figuras dispuestas de forma simétrica. Las figuras no aparecen dispuestas de forma frontal, como es propio del arte bizantino, pues la Virgen aparece de tres cuartos, los rostros de algunos personajes también, y los ángeles de perfil.