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Iglesia Metodista de Chile La Parroquia sin Fronteras I Temas Wesleyanos Cuaderno 1 La Parroquia Sin fronteras Cuaderno de Doctrina Metodista Coordinación Edición Superintendente Rvdo. Pedro Correa. Editor y Diseño Pr. Miguel A. Ulloa. Apoyo Metodológico Rvda. Sandra Cartes. Escritores Pedro Correa M. Jaime Alarcón V. José Duque Neftalí Aravena B. Edición Digital P. Montt, Febrero 2013 Presentación Con la publicación de LA PARROQUIA SIN FRONTERAS tenemos el agrado de presentar la primera edición de Temas Wesleyanos, reafirmando con ello el compromiso pastoral de nuestra Iglesia en cuanto a estimular y promover una mejor comprensión de la identidad Wesleyana que representamos. La edición que hoy ponemos en sus manos está caracterizada por la presentación de cuatro temas elaborados por pastores y profesores metodistas, quienes han vertido su experiencia de fe, su labor docente e investigación teológica en este trabajo. Tales atributos constituyen un valioso y significativo aporte a la Vida y Misión de la Iglesia, ya que facilitan una práctica consecuente de nuestro testimonio evangelizador y su correspondiente compromiso por la extensión del reino de Dios. Temas Wesleyanos es una iniciativa originada en la experiencia pastoral del Distrito Metropolitano de la Iglesia Metodista de Chile. Su contenido tiene, como mayor valor, la oportunidad de ayudarnos a perfeccionar nuestra fe en Jesucristo, para responder con efectividad a las exigencias de nuestro discipulado en la Parroquia de hoy. Agradecemos significativamente el esfuerzo, dedicación y aporte de todos quienes han hecho posible la ejecución y desarrollo de este valioso proyecto. “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:2. Rvdo. Mario Martínez Tapia Obispo Iglesia Metodista de Chile SANTIAGO, Mayo de 2011. “El Dios Trino en Acción” La gracia en la tradición Wesleyana Rvdo. Pedro Correa Montecinos Introducción A simple vista hablar sobre la gracia podría ser un tema para tratar desde fórmulas meramente doctrinales. Pero en la historia de la teología es imposible abordar este tema sin considerarlo a la luz de la realidad de Dios, y de él como un Dios trino. Wesley, en este tema, tuvo la virtud de unir la aproximación dogmática (la forma en que la iglesia ha confesado a Dios) y la significación personal (la forma en que la persona se apropia existencialmente de la acción de Dios). Es justamente en esta síntesis donde, en el caso de la tradición metodista, conceptos como gracia y otros no se quedan en una definición conceptual, abstracta y en algunos casos especulativos, sino que se transforman en realidades que nos conciernen. Por lo mismo, siendo la fe la base de todo pensamiento o reflexión que tengamos sobre Dios, en la tradición wesleyana parte de una vivencia. Esto, y no el exceso de ortodoxia, es lo que le brinda su pertinencia y la capacidad de apropiación que tengan las personas. Para Wesley la fe es confianza, eso es claro. En esa confianza hay una certeza por parte del ser humano en cuanto a lo que Dios ha hecho por él/ella. La fe en su aspecto formal podía tener su lugar, pero ella tenía su valor con mera declaración de la sana doctrina. 1 “La correcta y verdadera fe cristiana no consiste sólo en creer que las Sagradas Escrituras y los Artículos de Fe dicen la verdad, sino también en tener una plena seguridad y completa certeza de que Cristo nos salva de la condenación eterna. Es la plena seguridad y completa certeza que alguien tiene de “que por los méritos de Cristo sus pecados son perdonados, y uno es reconciliado por 2 Dios.” La fe en Wesley estaba directamente relacionada con el impacto que podía tener la obra de Cristo en la persona humana. El tener fe o el creer no se restringía a una declaración, tenía que ver con la capacidad de contestar preguntas como estas: “¿crees que Cristo te amó a ti?, ¿Crees que el cordero de Dios ha quitado tus Tomás de Aquino y los escolásticos hacían la distinción entre: fides qua creditur y fides quae creditur, fe por la cual se cree (confianza) y fe que se cree (verdades). 2 Obras de Wesley, Vol. I., p. 49 pecados y que los ha lanzado como una piedra al fondo de la mar?, ¿Qué ha borrado la cédula que te era contraria, quitándola del camino, clavándola en la cruz?, ¿has recibido tú la redención mediante su sangre y el perdón de tus pecados?, ¿Y da testimonio su Espíritu a tú espíritu, de que eres hijo de Dios?3 Conscientes de que la fe es algo dinámico y que se funda en la experiencia de una relación con el Dios vivo, la tradición wesleyana comprende la gracia a partir de las acciones que realiza cada una de las personas de la trinidad. Estas operaciones se podrían resumir en el siguiente cuadro, considerando que cada una de las personas de la trinidad no altera las funciones de otra. Ello, en estricto apego a las decisiones dogmáticas de la iglesia antigua, en donde se insistió en hablar de un Dios que es uno, pero que sin embargo está conformado por una comunión de personas, cada una de ellas con áreas y funciones especificas (una no es la otra). El resumen puede quedar así: PADRE HIJO ESPIRITU SANTO Gracia Gracia Justificadora Gracia Santificadora Preveniente Creador Redentor Regenerador Dios “para” Dios “por” nosotros Dios “en” nosotros nosotros Siendo la trinidad la expresión máxima del misterio divino, esta deidad la tradición wesleyana la busca comprender en operaciones y la clave para nuestro estudio es que en esas operaciones es donde se puede comprender el concepto de gracia y no en las formulas dogmáticas simplemente. Ha habido también quienes han intentado una aproximación a este misterio queriendo ofrecer claridad a nuestra inteligencia a pesar de sus límites, para la comprensión de la realidad divina que nos trasciende. Entre las analogías más preciosas y sugerentes, nos llega ésta en su intento de representar el misterio del Dios Trino: “La luz de varias lámparas en una casa se 1 3 Obras de Wesley, Vol. I., p. 51. compenetra a la vez que cada una permanece distinta. Hay distinción en la unidad y unidad en la distinción. Aunque haya muchas lámparas en la casa, una sola es la luz, sin diferencia; todas ellas producen un solo resplandor, Nadie, creo yo, puede separar una de otra la luz de aquellas lámparas extrayéndola del aire que contiene la de todas. Ni puede ver la luz de una sin ver la de las otras, pues todas están igualmente mezcladas a la vez que cada una conserva su plena distinción. Si alguien saca una lámpara de la casa, juntamente saldrá toda su propia luz, sin llevarse nada de las otras lámparas ni dejarles nada de la luz propia.” (Pseudo Dionisio Areopagita – siglo V ó VI, Siria). Ahora, intentamos conocer cómo en nuestra tradición wesleyana entran en acción estas lámparas, cuál es su intensidad y qué ámbitos de nuestro ser vienen a iluminar cada una de ellas. I - DIOS, EL PADRE En cuanto al concepto de Dios Padre, Wesley se mueve entre los polos de una aproximación dogmática y otra más vivencial, siendo esta ultima la que más prima en la obras que conocemos por escrito de él. De ello se puede desprender un sano encuentro entre razón y fe, afirmando desde allí un justo equilibrio entre una visión a partir de la experiencia, y otra que se funda en los principales ejes de la ortodoxia cristiana que emanan de la iglesia primitiva, algunos de los cuales tienen su base en la fe judía. Wesley confiesa a Dios como un “Ser infinito e independiente, y que es imposible que exista más de uno…este Único Dios es el Padre de todas las cosas, especialmente de los ángeles y de los seres humanos. Creo que de manera muy especial es Padre de aquellos a quienes él regenera mediante su Espíritu adoptándoles en su Hijo como coherederos… Creo que en un sentido más profundo aún es el Padre de su único Hijo, a quien trajo desde la 4 eternidad.” Este Dios eterno mantiene un distingo con la condición de los seres humanos, puesto que el Dios Padre goza de esta eternidad tanto respecto del pasado como en relación con el futuro. Así explica Wesley esta diferencia: “Por lo general se ha considerado a la eternidad como divisible en dos partes, que han sido denominadas la eternidad a parte ante, y eternidad a parte post; esto es, en lenguaje sencillo, aquella eternidad que ya 5 pasó, y la que está por venir”. Aquí se muestra en la teología wesleyana una alteridad de Dios con relación a sus creaturas, uno y otro no están en la misma condición. Los seres humanos sólo pueden gozar la eternidad a partir de las promesas de Dios hechas en Cristo, por lo cual es una eternidad únicamente con dirección de futuro, en cambio: “Es Dios únicamente quien (usando el enaltecido lenguaje de la Escritura) «habita la eternidad»3 en ambos sentidos. Sólo el gran Creador, mas ninguna de sus criaturas, es «desde la eternidad y hasta la eternidad»: tan sólo su duración como tal, no ha tenido comienzo 6 y no podrá tener fin.” Hasta aquí Wesley permanece en los estrictos parámetros de una fe con trasfondo judío (Dt 6: 4ss.), enfatizando la unicidad de Dios, pero sin quedar atado a un monoteísmo radical puesto que este mismo Padre es el Padre de Jesucristo, a quien la fe cristiana termina confesando como Señor y Dios. En esto Wesley suscribe la unicidad según la empieza a sostener la fe cristiana, siendo para este caso Atanasio uno de sus primeros exponentes. Fue Atanasio quien comienza, tempranamente, a proponer la idea de 7 “Un ser divino único”. Sin embargo, de entrada, podemos observar que en esta aproximación Wesley resalta a este Dios uno como creador y redentor. Con ello, el concepto de Dios deja de ser algo teórico o abstracto, con carga metafísica, Dios Padre aparece íntimamente asociado a la creación, es decir al escenario en donde los seres humanos somos y nos movemos. Pero, tan importante como esta nota anterior, es la asociación que el Padre tiene con la redención en Cristo, puesto que es El quien está por detrás de esta iniciativa que termina siendo decisiva para la salvación humana. Creación y redención aparecen como las dos notas primeras y fundamentales por medio de las cuales Dios se revela, que para este caso es lo mismo que entrar en contacto con cada ser humano. Este Dios Padre es bueno, un Ser ante el cual no nos relacionamos como el acusado ante el juez, al contrario “un verdadero protestante cree en Dios, tiene plena confianza en su 8 misericordia, le teme con temor filial, y le ama con toda el alma.” Este Padre se encuentra en la línea de aquél que habla la parábola del hijo prodigo (Lc 15: 11ss.), lo que de paso define la identidad de Dios Padre, pero simultáneamente define la condición humana. En esta teología implícita encontramos que si el ser humano necesita misericordia es porque ha cometido una falta y Dios aparece del otro lado como aquél que en su amor está dispuesto a otorgar aquel perdón que restaura. Por esto, en el inicio de las oraciones matutinas Wesley recomienda que nos dirijamos a Dios en estos términos: “Dios todopoderoso, Padre de misericordias, yo, tu indigno siervo, deseo presentarme con humildad ante ti, para ofrecerte mi sacrificio matutino de amor y 9 acción de gracias. Gloria sea a ti, oh adorable Padre…” Esta condición de Padre, cuya identidad esencial que lo define es el amor, los seres humanos buscan como un don, reconociendo que podrían quedar al margen de él, por lo cual es necesario clamar: “Oh, misericordioso Dios, niégame cualquier cosa, pero no me niegues tu amor”.10 Esta esencia de Dios que se llama amor, es la materia prima que el creador traspasó a los seres humanos, para, de ese modo, llevar su imagen: “Dios es amor; por consiguiente el humano, al ser creado, estaba lleno de amor, el cual era el principio único de todos sus estados de ánimo, pensamientos, palabras y acciones. Dios está lleno de justicia, misericordia y verdad: así era el 11 humano al salir de las manos de su Creador”. Aquí podríamos reconocer una primera expresión de la gracia del Dios Padre, a saber: la creación del ser humano, y junto a ello la transmisión de su esencia. Allí hay una acción, y se trata de una acción que distingue al Dios de los cristianos. Dios es amor, pero esta condición no queda retenida en Dios, se pone en movimiento, se traspasa, se comparte, se transmite. Acertadamente, R. Seeberg entiende a Agustín, cuando declara en esta misma línea que “la obra principal de la gracia es en realidad la infusión del amor o de 12 una nueva y buena voluntad”. Este poder divino en acción, por cierto, es otorgado al momento de ser creados los seres humanos y posteriormente, después de la caída, por acción del Espíritu Cf. Reinhold SEEBERG, Manual de historia de las doctrinas, p. 214, vol. I. Ibid., p. 174 9 Obras de Wesley, Vol. IX, p. 11 10 Obras de Wesley, Ibid., p. 14 11 Obras de Wesley, Vol. III, p. 107 12 Reinhold SEEBERG, Manual de historia de las doctrinas, vol. I, p. 343 7 8 Obras de Wesley, Vol. VIII, p. 170-171 Obras de Wesley, Vol. III, p. 297 6 Obras de Wesley, Vol. III., p. 298 4 5 Santo. No en vano se declara que “Los que aman han nacido de Dios, los que no aman no son nacidos de Dios” (Jn 5:7). La teología de Agustín ha hecho una notable contribución a la comprensión de la doctrina de la gracia, especialmente cuando él coloca este don como una extensión del amor de Dios, o como el amor puesto en práctica. Para Agustín la “gracia es sencillamente el irresistible poder creador de Dios, que ejerce su influencia en los corazones de los hombres como el poder del bien…Ni el hombre mismo, ni la doctrina, ni el ejemplo, ni la ley pueden solucionar el dilema humano…La salvación sólo puede ser 13 lograda mediante la gracia y la fe…”. Tanto Lutero, Wesley, y otros, han entendido la acción de Dios en esta dirección. Inclusive los eruditos de la tradición wesleyana la han suscrito en términos similares, conscientes de que están en la línea de la teología de los grandes padres de occidente. Charles Yrigoyen entiende en forma idéntica la gracia divina: “el amor inmerecido y totalmente 14 gratuito de Dios en acción en el mundo”. En nuestro intento humano por explicar los atributos de Dios, sin duda que uno de los más importantes es el amor. También hablamos de la bondad, de la misericordia; resaltando con ello la condición de un Dios bueno, cercano, dispuesto a ofrecer su amistad. Es precisamente allí cuando estos atributos comienzan a entrar en movimiento, cuando se ponen en acción, cuando hablamos de la gracia de Dios. Poco sentido tendría para el ser humano que Dios tuviera tal o cual cantidad de atributos, frente a los cuales únicamente cupiera la observación de nosotros como seres humanos. El acto por medio del cual Dios traspasa su amor, sin que nadie lo merezca, otorgándonos un don inmerecido, eso es la gracia. Es la dádiva por excelencia. Es el amor de Dios haciendo efecto. Esta gracia-don, que origina el Dios Padre, se pone en movimiento independientemente de la toma de razón por parte de los seres humanos. Es un don que merodea la existencia humana desde su creación. Por lo mismo, la primera expresión de la gracia en la tradición wesleyana se denomina gracia preveniente. “Es una acción que comienza antes de que nos demos cuenta de ella. Es la gracia que “viene antes” (pre-venio) de que seamos conscientes de que Dios nos está buscando, usando estímulos sutiles y no tan sutiles, con el fin de despertarnos a nuestra verdadera condición”.15 Por cierto, esta gracia tiene una finalidad, ella busca la salvación del ser humano. En este proceso la persona no queda como un ente pasivo, inmóvil, ni desprovisto de una acción por lo menos mínima. La tradición wesleyana, siguiendo la teología de oriente, va a hablar de sinergía, es decir: “la cooperativa acción conjunta de lo humano y lo divino en cada paso del proceso de 16 salvación”. En esta dirección, según se dice, la cita predilecta que Wesley tenía de Agustín era: “Qui fecit nos sine nobis, non salvabit nos sine nobis, aquél que nos creó sin nosotros, no nos 17 salvará sin nosotros” Es allí, en este proceso conjunto, donde la iniciativa de Dios se hace fértil en la existencia humana que algún nivel (probablemente mínimo) de conciencia puede tener de Dios. En ese momento y en tales condiciones Wesley habla de la gracia preveniente, la que define en estos términos: “… si Dios «obra en ustedes» entonces «ocúpense de su propia salvación». Ibid., p. 342 Charles YRIGOYEN, John Wesley; la santidad de corazón y vida, p. 21 15 Theodore RUNYON, La nueva creación, la teología wesleyana para hoy, p. 35 16 Ibid., p. 38 17 Obras de Wesley, Vol. IV, p. 95. La palabra que fue traducida como «ocuparse» tiene, en el texto original, la connotación de hacer algo cabalmente. «Su propia salvación», es decir, algo que ustedes mismos deben hacer, de lo contrario nadie más podrá hacerlo por ustedes. «Su propia salvación», salvación que comienza con lo que muy acertadamente se ha llamado una «gracia anticipante». Nos referimos así al deseo primero de agradar a Dios, al primer atisbo de conocimiento con respecto a su voluntad, y a tener esa primera sensación, leve y transitoria, de que hemos pecado contra él. Todo esto ya es señal de vida, de cierto grado de salvación; es el primer paso para librarnos de nuestra ceguera e 18 insensibilidad hacia Dios y todo lo referido a él.” II – DIOS, EL HIJO También aquí podemos observar en Wesley una expresión sujeta a la confesión de fe que la iglesia cristiana sostiene, de la cual él no se aparta en términos estrictos, más bien la hace relucir. En su carta del 18 de julio de 1749, dirigida a un católico romano, él expresa: “Creo que Jesús de Nazareth fue el Salvador del mundo, el Mesías de quien tanto se había hablado. Creo que este Mesías, ungido por el Espíritu Santo, fue un Profeta que nos reveló toda la voluntad de Dios; fue, asimismo, un Sacerdote, que se entregó a sí mismo en sacrificio por el pecado, y que aún continúa intercediendo por los transgresores. Creo que él es Rey, que tiene todo poder en el cielo y en la tierra, y que reinará hasta que todas las cosas se encuentren sujetas a él. Creo que él es el verdadero Hijo de Dios, de la misma naturaleza que el Padre, Dios de Dios, verdadero Dios de verdadero Dios; y que él es Señor de todo, con dominio absoluto, supremo y universal sobre todas las cosas; pero, de modo muy particular, es Señor nuestro, de quienes creemos en él porque nos ha conquistado y comprado, y también porque voluntariamente decidimos obedecerlo. Creo que se hizo hombre, uniendo en una persona la naturaleza humana y la divina; que fue concebido del Espíritu Santo y nació de la bendita Virgen María, quien siempre se conservó, antes y después del nacimiento, virgen, pura e inmaculada.”19 Wesley usa como plataforma algunas sentencias bíblicas con carácter de confesión, adhiriendo al credo de los Apóstoles y subrayando las principales resoluciones cristológicas de los concilios de Nicea (325) y Calcedonia (451). Estas asociaciones no son casuales, puesto que con ello la fe cristiana según la concibe Wesley se aparta de todo arrianismo, al estar subrayando la naturaleza común entre el Padre y el Hijo, lo que de paso acaba por sostener la eternidad de ambos. En ello están las bases para la concepción del Dios uno y trino. Se trata de una fe cristológica ceñida a las formulas dogmáticas que representan la más refinada ortodoxia de la iglesia antigua. De paso, en esto queda de manifiesto el valor que Wesley le asigna a la tradición. Sin embargo, otra vez, Wesley va más allá de una declaración formal o de una fe en el nivel de palabra, pasando rápidamente para la fe en Cristo en el nivel de experiencia. La gracia en este momento es sinónimo del amor de Dios que se hace efectivo en Cristo justificando al pecador, “Luego experimentamos la verdadera salvación de Cristo, mediante la cual «por gracia, somos salvos por fe». Esta salvación comprende dos grandes áreas: justificación y santificación. Por medio de la justificación 13 14 18 19 Ibid., p. 88 Obras de Wesley, Vol. VIII, p. 171-172 somos salvos de la culpa del pecado, y recuperamos el favor de 20 Dios.” Esta es la gracia justificadora, el amor de Dios encarnado cuya mediación está en Cristo. En este punto Wesley ofrece una interpretación teológico-pastoral sumamente atractiva. Normalmente cuando se habla de la obra de Dios en Cristo para favorecer a los seres humanos, el énfasis está en el marco de un tribunal de justicia. En no pocas ocasiones la misma Biblia se sirve de estas metáforas. Pablo por ejemplo habla de que en Cristo se anuló el acta de los decretos que nos era contraria, la que termina siendo clavada en la cruz (Colosenses 2: 13-15). En toda esta aproximación, lo que Dios hace ante el ser humano es declararlo inocente, otorgándole una espacie de indulto, restituyéndolo de los graves asuntos pendientes que tenia frente a la ley. Cabe señalar que estas metáforas son las que han prevalecido en la teología occidental. Wesley, siguiendo con su afinidad por la teología de oriente, deja de lado la imagen del juez, de la corte, del acusado, con todo un trasfondo legal. Wesley quiere hablar más bien de la condición del ser humano como un enfermo y de Dios como el médico. La metáfora de Wesley es más terapéutica que jurídica, es más pastoral que legal, es más concerniente al espíritu que a la letra. Con esta mirada tiene que ver lo que Wesley considera esencial en la religión cristiana, lo que él denomina la naturaleza de ésta: “… cuál es la naturaleza propia de la religión, de la religión de Jesucristo. Ella es terapeía psykés (terapia del alma), el método divino para sanar un alma que está de tal modo enferma. Aquí el gran médico de las almas aplica la medicina para curar esta enfermedad; para restaurar la naturaleza humana, corrompida totalmente en todas sus facultades. Dios sana todo nuestro ateísmo mediante el conocimiento de él mismo y de Jesucristo, a quien ha enviado; dándonos fe, divina evidencia y convicción de Dios y de las cosas de Dios; en particular de esta importante verdad: Cristo me amó, y se dio a sí mismo por mí. Mediante el arrepentimiento y la humildad de corazón la enfermedad mortal del orgullo es curada, la enfermedad de la obstinación mediante la resignación, una mansa y agradecida sumisión a la voluntad de Dios. Y para el amor al mundo en todas sus ramas el amor a Dios es el remedio soberano. Ahora bien, esto es la religión correcta: la fe que obra por el amor, produciendo una humildad mansa y genuina, la muerte total al mundo, junto con una amante y agradecida aceptación de toda la voluntad y la Palabra de Dios y 21 una conformidad a ellas.” En esta expresión de la gracia existe una notable dirección del amor de Dios puesto en acción, tratándose de un acto que Dios hace por nosotros. Vale decir, los seres humanos no están en condiciones de hacer por ellos mismos lo necesario para poder cambiar la situación en la cual se encuentran frente a Dios después del pecado. Solamente por la propia intervención de Dios tenemos la posibilidad de vivir otra experiencia de vida. Esa iniciativa está dicha por Dios en Cristo, en cuya ofrenda de vida puede nuestra vida ser recuperada. Así lo sigue sosteniendo Wesley: “Debido pues a que el Hijo de Dios gustó la muerte por todos, Dios reconcilió consigo al mundo, no tomándoles en cuenta sus pecados. Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. De manera que, por amor de su amado Hijo, por lo que ha hecho y sufrido por nosotros, Dios ahora promete, bajo una sola condición (en el cumplimiento de la cual él mismo nos ayuda) tanto perdonarnos el castigo que nuestros pecados merecen, como volvernos su gracia, y dar a nuestras almas muertas la vida 22 espiritual perdida como arras de la vida eterna.” III – DIOS, EL ESPÍRITU SANTO También en lo referente al Espíritu Santo, ante todo Wesley se funda en la tradición dogmática de la Iglesia, como puerta de entrada. En su diálogo con un católico romano, así describe al Espíritu Santo: “Creo que el infinito y eterno Espíritu de Dios, igual que el Padre y el Hijo, no sólo tiene perfecta santidad en sí mismo sino que es quien obra toda santidad en nosotros: ilumina nuestra mente; corrige nuestros deseos y sentimientos y renueva nuestra naturaleza; une nuestra persona a la de Cristo, asegurando así nuestra adopción como hijos; guía nuestras acciones, y purifica y santifica nuestras almas y cuerpos para que 23 nuestro gozo en Dios sea completo y eterno.” Como vemos, la primera parte de esta afirmación es enteramente dogmática, encontrando su base en las resoluciones del Concilio de Constantinopla del 381, complementándose con una aproximación más pastoral que asegura la eficacia del Espíritu cuando éste entra en acción. Puede resultar altamente decidor, que la mejor forma de comprender lo que Wesley dice y piensa sobre el Espíritu Santo, sea abordado en sus Obras especialmente donde él se refiere a la experiencia del “nuevo nacimiento”. En uno de sus sermones, basado en las expresiones de Juan 3: 7, “os es necesario nacer de nuevo”, él comienza señalando: “Si algunas doctrinas, dentro del ámbito total del cristianismo, pueden propiamente llamarse fundamentales, indudablemente lo son estas dos: la doctrina de la justificación y la del nuevo nacimiento: la primera en relación con la gran obra que Dios hace por nosotros, al perdonar nuestros pecados; la segunda con la gran obra que Dios hace en nosotros, al renovar nuestra naturaleza caída. En orden cronológico, ninguna de estas es anterior a la otra. En el mismo momento en que somos justificados por la gracia de Dios mediante la redención que hay en Jesús somos también nacidos del Espíritu; pero en el orden del pensamiento, como se dice, la justificación precede al nuevo nacimiento. Primeramente concebimos que su ira es apartada, y luego que su 24 Espíritu obra en nuestros corazones”. Para Wesley, entonces, el Espíritu Santo tiene que ver con la parte más intima del ser humano, quizás es lo más intimo de Dios, relacionándose con lo más intimo del ser humano. El mismo Wesley lo señala con las expresiones “lo que Dios hace en nosotros”. Esto que Dios hace en nosotros, nos es otra cosa que restaurar la relación rota que el ser humano ha tenido con Dios, manifestada después de la caída, en donde la imagen de Dios quedó deteriorada en grado sumo. Sin embargo, el mismo Dios provoca un acto salvífico, histórico, mediante el cual por iniciativa divina se ofrece la reconciliación. Wesley entiende que la finalidad de la religión consiste justamente en trasmitir esta verdad, así lo dice en otro de sus escritos: “Sabéis que la gran finalidad de la religión es renovar nuestros corazones a la imagen de Dios, reparar aquella pérdida total de la justicia y de la verdadera Obras de Wesley. Vol I, pág. 105 Obras de Wesley, Vol. VIII, p. 172 24 Obras de Wesley, vol. III., p. 105 22 Obras de Wesley, Vol. IV, p. 89 21 Obras de Wesley. Vol III, pág. 102-103 20 23 santidad que padecimos por el pecado de nuestro primer padre. Sabéis que toda religión que no dé respuesta a este fin, toda la que se detiene lejos de esto, de la renovación de nuestra alma a la imagen de Dios, conforme a la semejanza de aquel que la creó, no es otra cosa que pura farsa y una mera burla de Dios, para destrucción de nuestra propia alma. ¡Oh, tened cuidado de todos esos maestros de mentiras que querrían haceros pasar esto por cristianismo! No los toméis en consideración, aunque vengan a vosotros con todo engaño de iniquidad, con toda suavidad de lenguaje, toda decencia, y aun con belleza y elegancia en la expresión, con toda profesión de buena voluntad hacia vosotros, y reverencia por las Sagradas Escrituras. Aferraos a la sencilla y antigua fe que ha sido una vez dada a los santos, y entregada por 25 el Espíritu de Dios a vuestros corazones”. Entonces, el Espíritu de Dios es quien produce la fe en lo más íntimo de los seres humanos, trayendo como consecuencia la toma de conciencia de que Dios desea otra cosa para el hombre/mujer. Lo que Dios desea es restaurar a la persona, hacerla otra, que nazca otra vez. Esa verdad, esa conciencia y esa realidad, la produce el Espíritu Santo de Dios. Esta es una obra que el Espíritu Santo realiza en las capas más profundas de cada ser humano, de allí que se puede hablar de la obra de Dios “en” nosotros. Con ello no sólo se quiere verificar la individualidad de esa acción en cada persona, sino se quiere resaltar que en cada persona esa obra toma lugar en la dimensión más intima del ser. Para Wesley, lo que Dios ha hecho en Cristo necesita ser recibido y causar efecto en el ser humano. El ser humano necesita apropiarse del acontecimiento de la salvación, no es suficiente con que Cristo haya muerto en la cruz y con ello ofrezca la justificación por nosotros (pro nobis), también importa que ese acto se produzca en nosotros (in nobis). ¿Cómo llegar a esto?, ¿Cómo puede el ser humano tener parte en el efecto de un acto divino tan trascendental? Wesley diría que es posible participar de este acontecimiento, es posible apropiarse de él, ello únicamente a causa de la acción del Espíritu Santo. Para este punto, Wesley tomará como bandera el texto de Romanos 8: 16 “el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. Este no es un tema menor en el plano de la fe y de la vida cristiana, es ni más ni menos que la esencia de la identidad cristiana. Se trata de responder a la pregunta “¿somos o no somos?”. “¡Cuántos han tomado la voz de su imaginación como el testimonio del Espíritu de Dios, creyendo vanamente que eran los hijos de Dios al mismo tiempo que hacían las obras del 26 demonio!” Aquí se encuentran dos expresiones. Primero el testimonio de nuestro propio espíritu y seguidamente el testimonio del Espíritu de Dios. ¿Qué pasa en nuestro espíritu, ante lo cual el Espíritu de Dios le comunica algo? Wesley dice que eso es “el testimonio de nuestra conciencia”. “Es la conciencia de haber recibido, por medio del Espíritu de adopción, los dones mencionados en la Palabra de Dios y que pertenecen a sus hijos adoptivos: un corazón amante de Dios y del género humano, con la fe de un niño en Dios nuestro Padre, sin desear nada sino su comunión, depositando todos nuestros cuidados sobre él, abriendo nuestros brazos para recibir a toda la humanidad con sinceridad y amor fraternal, dispuestos a dar nuestra vida por nuestro hermano, 25 26 Ibid., p. 104 Obras de Wesley, vol. I, p. 189 27 como Cristo puso su vida por nosotros”. En el fondo, lo que nuestro espíritu tiene es la conciencia de que hay algo que ha empezado a operar en el ser humano, que lo hace amar a Dios y a su prójimo. Existe por tanto, una medida exterior y objetiva, que induce a pensar que se está comenzando a gestar una nueva condición de ser persona, algo comienza a nacer en el ser humano, una nueva humanidad, lo cual tiene como horizonte una nueva creación. En este punto Wesley concuerda bastante con la función principal que Lutero atribuía al Espíritu Santo. En su Catecismo Mayor Lutero se refiere en estos términos al Espíritu: “…ni tú ni yo podríamos saber jamás algo de Cristo, ni creer en él, ni recibirlo como nuestro Señor, si el Espíritu no nos ofrecieses estas cosas por la predicación del evangelio…Dios ha enviado y anunciado su palabra, dándonos con ella el Espíritu Santo, para traernos y 28 adjudicarnos tal tesoro y redención”. Ahora, ¿Qué pasa con el Espíritu de Dios, cómo obra ante nuestro propio espíritu? La siguiente cita nos ayuda para apreciar la pertenencia que existe entre estas dos esferas, el Espíritu de Dios dialogando con el espíritu humano. Para Wesley, el Espíritu de Dios sería quien valida y certifica que lo que espíritu humano vive y siente, no sólo provienen de Dios, sino que esa condición constituye al ser humano en hijo/hija de Dios. “Si todavía alguien preguntara: ¿Cómo da testimonio el Espíritu de Dios a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, excluyendo absolutamente toda duda y dando pruebas evidentes de que tenemos derecho al título de hijos?, diríamos que la respuesta es tan fácil como clara. Primero, en relación con el testimonio de nuestro espíritu. El alma humana percibe clara e íntimamente cuando ama, se deleita y regocija en Dios, de la misma manera que cuando ama y se deleita en las cosas terrenales, y no puede dudar si ama, se deleita y regocija, como no puede dudar de su existencia. Si esto es cierto, el siguiente silogismo es verdadero: Todos los que aman a Dios, y se regocijan y deleitan en él con un gozo puro y un amor obediente, son hijos de Dios. Yo amo a Dios, me regocijo y deleito en él. Luego, soy hijo de Dios. Un verdadero cristiano no puede dudar que es hijo de Dios. Está tan seguro de la primera proposición como de la veracidad de las Sagradas Escrituras. Y de su amor a Dios tiene una prueba interna, evidente en sí misma. De esta manera el testimonio de nuestro espíritu se manifiesta en nuestros corazones con una convicción tan íntima que no deja 29 lugar a la menor duda de que somos hijos de Dios. En la teología de John Wesley, esta parece ser la primera de las acciones que el Espíritu de Dios comienza a realizar en la vida humana. Se trata de una persona divina, que opera como un agente, que viene para validar la nueva condición humana y concederle el nuevo estatus que ahora le corresponde. Conclusión La teología contemporánea, en sus aproximaciones a una teología sobre la trinidad ha retomado las discusiones sobre de la 30 trinidad inmanente y la trinidad económica . La trinidad inmanente se refiere a lo que Dios es en sí, a la esencia de Dios, a esa dimensión oculta que Dios tiene (Lutero). Ante esto y cada Ibid., p. 194 Martín LUTERO, Catecismo Mayor, § 38 y 39. 29 Obras de WESLEY, vol. I., p. 197-198 30 “Economía” es una palabra que fue incorporada en las discusiones teológicas del siglo II por Ireneo, con ella se pretendía explicar el plan de Dios para los seres humanos y la ejecución de este plan. 27 28 vez que se utilizan sentencias para afirmar la trinidad (1 Jn. 5:7) el mismo Wesley dice: “No quiero decir que es importante creer esta o aquella explicación de estas palabras. No conozco ninguna 31 persona de buen juicio que siquiera intentaría explicarlas.” Sin embargo existe la trinidad económica, con ella se hace referencia a la forma en que Dios ha actuado a través de la historia de la salvación, allí si podemos tener derecho al habla, allí sí podemos decir esto o aquello por cuanto Dios sale de sí mismo y se revela. Las distintas personas que conforman la deidad aparecen haciendo, ejecutando, operando acciones. Wesley coloca justamente el acento en esta trinidad económica, en lo que Dios sale a realizar para beneficio de los seres humanos, allí está la gracia del Dios trino, allí está el amor de Dios en movimiento. Por eso Wesley habla de Dios en su dimensión trinitaria como algo vital, más allá de una cuestión conceptual. Ello certifica la realidad de la gracia, pues ésta siendo un don para salvación, no viene para satisfacer una pregunta racional, sino a cubrir una necesidad existencial. La gracia es aquel don que está entre: lo que Dios hace por nosotros y lo que hace en nosotros, allí, en lo que ocurre entre una y otra está la gracia. El mismo Wesley así lo expresa: “El conocimiento del Dios Tri-Uno está entretejido con toda fe cristiana verdadera, con toda religión vital. Mas no conozco cómo alguien puede ser un creyente cristiano hasta que tenga, según el decir de San Juan, el testimonio en sí mismo; hasta que el Espíritu mismo dé testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios, es decir, hasta que en efecto Dios el Santo Espíritu testifique que Dios el Padre le ha aceptado por medio de Dios el Hijo; y teniendo este testimonio honre al Hijo y al bendito Espíritu como honran al Padre.”32 31 32 Obras de Wesley, Vol. III., p. 315 Obras de Wesley, Vol. III., p. 324 PREGUNTAS GRUPAL DE REPASO Y DISCUSIÓN Asumiendo que no podemos comprender en plenitud el misterio de la Trinidad, por nuestra incompetencia y limitaciones sin embargo a la luz de las sagradas escrituras podemos afirmar el sentido de pertenencia, dinamismo y apropiación que debiera tener en los seres humanos. ¿Cree ud que aún falta algún elemento? ¿Por qué? ¿A su juicio cual sería? En el Antiguo Testamento no encontramos indicios de la doctrina de la Trinidad, no obstante descubrimos que se menciona, cuando se refiere a la revelación histórica con Jesucristo. En el Antiguo Testamento existen afirmaciones de la revelación de un Dios Trinitario. En el Nuevo Testamento sí está presente este Dios único que se presenta y manifiesta en plural. a) “Hagamos” Génesis 1:22. b) Tres personas divinas: Dios, Espíritu, Palabra: Génesis 1:2 -3. c) Triple invocación de bendición Números 6:24. En el Nuevo Testamento: a) Testimonio del espíritu. Juan 5:7 b) Bautismo Mateo 3: 16 -17 c) Gran comisión Mateo 28: 19. 1.- ¿Cuál cree ud ha sido la fórmula para la estabilidad del “Credo Apostólico” y el Credo Niceno” como una expresión de fe entre los cristianos? ¿Qué válida su transmisión? 2.- ¿Cual es el objeto de mantener UNA confesión de fe? 3.- A la luz del texto de Romanos 3:24 y 25, Ud considera una respuesta a lo que significa la Gracia de Dios? Explique. 4.- La presencia de la Gracia previniente hace que el ser humano aún en pecado, le pueda decir SI a Dios. La presencia de la Gracia santificante nos conduce a descubrir lo que Dios hace EN nosotros. Exponga con sus propias palabras la Gracia Justificadora. 5.- De acuerdo a la unidad presentada para Wesley cada una de ellas tiene un ámbito propio de acción y función explicar. 6.- Según el texto de Hebreos 4:14 -16. ¿la función de quien impera? 7.-Pese a conocer un Dios de Gracia a quien queremos servir, terminamos sirviendo al pecado. Romanos 7:21-24. Interprete el texto. 8.- De acuerdo a la unidad presentada para Wesley cada una de ellas tiene un ámbito propio de acción y función explicar. 9.- La Gracia de Dios es algo anterior y externo a la voluntad humana de la cual el creyente se beneficia cuando lo acepta. ¿Cómo podemos reintroducir la idea de gracia en nuestras relaciones humanas, en medio de una sociedad tan materialista? 10.- Confeccione una línea de tiempo, indicando elementos más significativos para su aprendizaje con esta unidad. La espiritualidad Wesleyana Relectura desde un contexto latinoamericano posmoderno. Mg. Jaime Alarcón Vejar. Introducción La espiritualidad surge y se desarrolla de múltiples maneras: de la conversación con Dios, del diálogo con otras personas que están en la misma búsqueda, de la observación de la espiritualidad ajena. Y por sobre todo, arranca desde una sólida base teológica. ¿Cuánto de nuestra espiritualidad es realmente nuestra? Somos mucho más fruto de lo que otros han escrito en nosotros, que de lo que nosotros mismos logramos escribir en nuestras vidas.33 Como evangélicos de tradición wesleyana estamos conscientes que hablar de “espiritualidad metodista” es hablar de una espiritualidad ecléctica, con características peculiares. Reconocemos muy bien la influencia de una multiplicidad de corrientes y pensamientos sobre el desarrollo y formación de la espiritualidad de Juan Wesley; influencias provenientes tanto del ámbito de la tradición cristiana así como del plano familiar. En el primero, tenemos la influencia de: Martín Lutero con su doctrina sobre la ‘Justificación por la Fe’, las enseñanzas del calvinista Jaime Arminio sobre la ‘santificación’, el aporte de una espiritualidad bíblica y cristológica de los escritos de los místicos españoles del llamado ‘siglo de oro’, y la influencia de una fe llena de valor y confianza de los Moravos. En el segundo plano, se pueden observar algunos rasgos e influencias espirituales provenientes de los abuelos y bisabuelos de Wesley. Tal es el caso de los antepasados por parte de la línea paterna (Bartolomé Wesley, bisabuelo; Juan Wesley, abuelo y Samuel Wesley, padre); y también la influencia por el lado de la línea materna (Juan White, bisabuelo; Samuel Annesley, abuelo; Susana Annesley de Wesley, madre). En toda esta genealogía familiar de los Wesley se pueden descubrir matices de lo que más tarde será llamado de 34 ‘espiritualidad metodista’ . Martín N. Dreher, Conversando sobre Espiritualidade. Ed. Sinodal, São Leopoldo, R.S., Brasil, 1992, p.3. 34 Sante U. Barbieri. Una Extraña Estirpe de Audaces. Edic. El Camino, Buenos Aires, 1958, 198 p. La obra relata una pequeña biografía de los antepasados de Juan Wesley, así como de algunos colaboradores del movimiento metodista. 33 Hablar de espiritualidad desde una época posmoderna, es hablar de una preocupación por la vida en todas sus dimensiones, es preocuparse por la calidad de la vida del ser humano, vida humana dignificada por Dios al encarnarse en la historia, en la persona de Cristo. Desde esta dimensión, la espiritualidad sacada de los ámbitos eclesiales y monacales, se concibe en una perspectiva abierta a la vinculación del ser humano con Dios, sin reparar demasiado en lo denominacional y en lo moral (‘culpapecado’). La espiritualidad posmoderna tiene como un denominador común, la vida concebida desde la dimensión de la sabiduría, integrada en la búsqueda de la armonía con Dios, entre los seres humanos y entre el ser humano y la naturaleza. Muchos que han abandonado el clásico paradigma “culpa-pecado” proponen superarlo partiendo del paradigma de la “bendición”, en donde se deduce una antropología más positiva y más cercana 35 a la ‘sinergia’. En el presente ensayo nos esforzaremos por realizar una lectura crítica del Metodismo arraigado en América Latina, el que fruto de las distorsiones norteamericanas produjo una transculturación de la cultura y espiritualidad anglosajona. Además, demostraremos que la posmodernidad, con la recuperación de la integralidad del ser humano, nos ayuda a valorar las dimensiones racionales-emotivas presentes en el wesleyanismo primitivo, ayudándonos y posibilitándonos una nueva oportunidad de ‘inculturación’ en nuestra tierra latinoamericana. DEFINIENDO LA ESPIRITUALIDAD EN UN CONTEXTO LATINOAMERICANO POSMODERNO. El cristianismo occidental, más lógico y racional, centró su teología y espiritualidad sobre el paradigma agustiniano de ‘culpa y pecado’. Según la teóloga Mildred Bangs Wynkoop, considera que la antigua disputa teológica entre el teólogo oriental Pelagio Matthew Fox. La Bendición Original. Una nueva espiritualidad para el hombre del siglo XXI. Edic. Obelisco, Barcelona, 2002, 410p. 35 frente a su oponente de occidente, Agustín, no era más que una confrontación entre las distintas maneras de pensar oriental y 36 occidental . Afortunadamente para nosotros, a inicios del siglo XXI, las ciencias humanas y la religión se dan la mano, pues coinciden en el anhelo de conducir al ser humano hacia su plena humanización. Hablar de síntesis entre espiritualidades tan distintas y algunas corrientes humanistas resulta muy fácil, pues aunque se hable aparentemente de términos distintos, se está significando lo mismo. Es así como por ejemplo: Abraham Maslow habla de hombres “auto-actualizados”; Carl Rogers, de “individuos que funcionan plenamente”; Eric Fromm, de “individuo autónomo”; Carl Jung, de “persona individualizada” y 37 los cristianos, hablamos de “Santos y Santificación”. De aquí, entonces, la importancia de recuperar las raíces de la espiritualidad wesleyana para así no caer en errores superados por la historia. Respecto de una definición del término, según el teólogo André 38 Droogers , la ‘espiritualidad’ adquirió una nueva dimensión a partir de la década de 1960, pues, a partir de esta fecha se empezó a considerar como válida la espiritualidad de los laicos, cosa que no se hacía en tiempos más antiguos. El tema de la ‘espiritualidad’ estuvo ausente de los grandes diccionarios teológicos tanto católicos como protestantes; por ejemplo, en el diccionario católico ‘Lexikon für theologie und Kirche’ (Diccionario para la Teología y la Iglesia), publicado en 10 volúmenes, en esta obra monumental el término tan sólo es mencionado superficialmente sin dedicársele un análisis especial, comprendiéndosele básicamente como la ‘piedad de los laicos’. Por otro lado, en el caso protestante, en el diccionario ‘Die Religion in Geschichte und Gegenwart’ (La Religión en la historia y en la actualidad) el término simplemente no es analizado. Recién en el año 1969/1972, la Enciclopedia católica ‘Sacramentum Mundi’ (en 6 volúmenes) – bajo la influencia del Concilio Vaticano II (1962-1965), llegó a tratar el tema en forma extensa, valorizando positivamente la espiritualidad de los laicos. Por el lado protestante, el tema fue abordado en la ‘V Asamblea General del Consejo Mundial de Iglesias’, realizada en Nairobi en 1975. Aquí el término ‘espiritualidad’ dejó de ser desvalorizado por sus características ascéticas-escapistas, para concebirlo como la forma bajo la cual la piedad se expresa a través de símbolos, liturgias y oraciones. Por consiguiente, la comprensión ‘religiosa’ 39 de la espiritualidad es abandonada , pasando esta pregunta a ser señal de la búsqueda por la ‘dimensión espiritual’ mucho más amplia e incluyente, siendo que aquello que se entiende por ‘espiritual’ no necesita estar determinado por una religión Mildred Bangs Wynkoop. Bases teológicas de Arminio y Wesley. Casa Nazarena de Publicaciones, Kansas City, E.U.A., 1973, p.27. Esta teóloga se apoya en la opinión de H. Orton Wiley (Christian Theology, Vol.I. Kansas City: Beacon Hill Press of Kansas City, 1940) quien piensa que la gran controversia entre Agustín y Pelagio era en un sentido mucho más fundamental, "un conflicto entre el Oriente y el Occidente que había hecho su foco en estos dos teólogos eminentes." 37 Juan Aguirre Rodríguez, Aprenda a ser feliz cada día. Ed. San Pablo, Santiago, 1997, p.58. 38 André Droogers. Espíritualidade: O problema da definição. Estudos teológicos N°2, Año 23, 1983, p.113. Seguimos de cerca los pensamientos principales del autor. 39 El aspecto religioso remite al aspecto institucional, a una visión de mundo y de sociedad estructurada bajo un orden social determinado. Por lo tanto, a una posición más sectaria, más autosuficiente y excluyente. Al concebirse la espiritualidad como una ‘dimensión’ o un ‘movimiento’ entramos en un terreno de igualdad con el otro que no pertenece a mi grupo ‘religioso’ o ‘denominacional’. 36 40 concreta . Es por esta razón que consideraremos el término ‘espiritualidad’ en forma bien amplia, siguiendo el sentido dado por el C.M.I. en Nairobi, en donde la ‘espiritualidad’ asumió el sinónimo de la preocupación por la existencia humana. Otro aspecto importante de destacar es que a partir de la década del setenta, la espiritualidad cambió de paradigma, pasando del modelo clásico: ‘Culpa – Pecado’ al de uno más amplio centrado en una preocupación por la vida en su integralidad. De esta forma al concebirse la espiritualidad como una preocupación por la vida humana, se amplió el concepto de salvación al de un sentido pleno de la vida, que incluye la sanidad interior como exterior, es decir una armonía de vida entre el ser, Dios, el prójimo y la naturaleza. Con esta nueva visión de la espiritualidad se dejó de lado la antropología pesimista clásica, para concebir una antropología más positiva y cercana a la ‘sinergia’. Claro está que también el ‘sentido pleno de la vida’ debe ser definido a partir de Cristo, pues la entrega de Cristo por amor a Dios y a la humanidad es el modelo alcanzable y realizable para todo ser humano. Finalmente, concluiremos junto con Droogers con un intento de definir la espiritualidad dentro de un contexto amplio de las religiones: "La espiritualidad es el proceso de producción simbólica por el cual la persona y el grupo religioso se comprometen en una relación existencial con una realidad sagrada y, como consecuencia de esto, con otras personas y otros grupos de personas. La espiritualidad es la vivencia de una relación inspirada por la religión."41 Según esta definición la espiritualidad está íntimamente relacionada con la producción simbólica, la que en definitiva da sentido y modela la conciencia de las personas en comunidad. Apoyándonos en esta definición amplia, podríamos intentar definir la espiritualidad wesleyana de la siguiente manera: La espiritualidad es la vivencia - consciente - de ser una persona perfectible, tanto a un nivel personal como social. Es asumirse un ser humano dependiente de la voluntad de Dios, que a través de los símbolos cristianos y sacramentos nos comunican con la gracia divina otorgada por Jesucristo, que nos completa y perfecciona en el amor, transformándonos en una nueva criatura plena, más fiel a la imagen y semejanza original de Dios. De aquí, entonces, la importancia para el cristiano de vivir una fe que ilumine su comportamiento ético y justicia social en medio de la sociedad. LA HERENCIA ESPIRITUAL RECIBIDA DE LOS MISIONEROS NORTEAMERICANOS. Juan Wesley desarrolló una espiritualidad innovadora para su época, centrada en el amor y el compromiso cristiano. Para ello tuvo que apartarse de la clásica teología del Pecado Original y, adoptar una antropología más amplia y no tan negativa como la antropología luterana. De esta manera Wesley fundamentó su espiritualidad sobre un nuevo paradigma: La ‘experiencia religiosa al estilo lockeano’ que genera en el cristiano(a) el amor y compromiso por el desarrollo de una vida integral. Espiritualidad que rompió los moldes clásicos centrados en la ‘culpa y el 40 41 André Droogers. Op. Cit., p.37. Idem., p.128. pecado’. Por innovar en esta área tan primordial de la vida, Wesley fue duramente atacado y criticado por sus contemporáneos, tanto líderes eclesiásticos así como teólogos. Infelizmente, esta vertiente espiritual no llegó a América Latina en su versión original, sino en una versión e interpretación ideologizada bajo un molde norteamericano. A la naciente patria norteamericana llegaron cuatro tradiciones cristianas, de éstas una era la católica y las tres restantes eran protestantes: La tradición Calvinista, La tradición Luterana con un marcado acento pietista y, la tradición Anglicana, la que en la nueva tierra Americana se hará independiente de la tradición anglicana inglesa y surgirá con el nombre de ‘Iglesia Metodista Episcopal’. Estas cuatro tradiciones desarrollaron - dentro del terreno de la espiritualidad - una mística práctica con el propósito de arrancar al pecador de las garras del pecado y conducirlo, a 42 través del consejo y cuidado pastoral hacia la ‘santidad’ . Sin embargo, aunque doctrinalmente eran diferentes, las cuatro coincidían en lo mismo, aunque con distintos métodos, conducir a la persona a través de su conversión en un desarrollo espiritual 43 graduado hasta alcanzar su etapa más alta de ‘santificación’ . Para comprender las influencias misioneras norteamericanas traídas a América Latina, en primer lugar deberemos clarificar como se desarrollaron estas corrientes teológicas en América del Norte, principalmente como se desarrolló el metodismo en los Estados Unidos44. Según la propuesta de Mortimer Arias ocurrieron cinco distorsiones en los énfasis doctrinales metodistas acuñados en Estados Unidos y traídos a América Latina: El primero lo constituye el cambio de contexto histórico y los agregados teológicos. Aquí por un lado, el contexto del siglo XVIII en Inglaterra, bajo una naciente industrialización no tiene ninguna similitud al contexto norteamericano de independencia, de guerras de la frontera oeste, o de la Guerra Civil, o de la postGuerra Mundial. Por otro lado, dentro de las llamadas correcciones distorsionadoras, se distinguen además tres énfasis teológicos enriquecedores que fueron agregados al metodismo: a) el evangelio social, b) el movimiento ecuménico, y c) la Teología de la Liberación. Aspectos desconocidos en sus orígenes ingleses. Otro agregado teológico distorsionador fue la captación de los límites y contenido de la obra misionera del metodismo primitivo. El objetivo misionero de Wesley, en Inglaterra, era el no constituirse en una secta, sino en promover una reforma de toda la nación y la Iglesia Anglicana (Oficial), a través de una santidad bíblica. Sin embargo, cuando el metodismo obtuvo su autonomía, a través de la Iglesia Metodista Episcopal en tierras del norte, bosquejó su énfasis misionológico en la Primera Conferencia General de 1784, de la siguiente manera: “Reformar el continente y la santidad bíblica en estas tierras.” Según M. Arias observa aquí un proceso de ruptura y continuidad respecto del énfasis primitivo, aunque se continúa con un énfasis de reformar la E. Brooks Holifield, A History of Pastoral Care in America. From Salvation to SelfRealization. Abingdon Press, Nashville, Tennessee, U.S.A., 1983, p.17. 43 Idem., pp.25-31. Aquí el autor describe los diferentes métodos desarrollados para la llamada ‘cura de almas’. 44 Para ello expondremos los principales pensamientos del artículo de: Mortimer Arias. “Distortions in the Transmission of the Original Legacy of Wesley.” Pp.229-243. In: Dow kirkpaick (Ed.). Faith Born in the Struggle for Life. A Rereading of Protestant faith in Latin América today. William B. Eerdmans Publiching Company, Grand Rapids, Michigan, 1988, 328p. 42 nación, ahora ampliado al continente, no se menciona la reforma de la iglesia. La segunda distorsión de la herencia wesleyana la constituye la concepción de la santidad bíblica y su controversia sobre la Santificación. Mortimer Arias afirma que la teología wesleyana en EE.UU. no era conocida, los clérigos sólo la conocían en parte, a través de los sermones de Wesley, y los laicos a través de la ‘Reglas Generales’. El concepto teológico de la santificación llegó a ser conocido a través de los trabajos de teólogos ingleses de segunda generación, tales como: Fletcher y Watson. Más tarde esta doctrina fue retocada con algunas reformulaciones personalistas y liberales, en el Seminario Teológico de Boston. En el campo de la espiritualidad y práctica Metodista, la doctrina de la perfección en el amor, recibió dos reducciones fundamentales: Una es la ‘reducción puritana’, mas bien centrada en una ética negativa de prohibiciones respecto de: la abstinencia de bebidas alcohólicas y la observancia del sábado. Influencia moralista que fue transmitida a través de la enseñanza de la ‘santidad bíblica’. Según Arias esto no solamente constituye una reducción de la doctrina de la santidad, sino también una reducción del mismo Puritanismo, el que en su vertiente original posee una rica herencia bíblica y teológica (El Pacto, el Reino de Dios, la Elección, etc.). Herencia que fue de gran importancia en la génesis de la democracia moderna y en el reordenamiento de la sociedad norteamericana. La influencia de Ritschl y sus seguidores en EE.UU. ayudó a reforzar esta tendencia moralista, que contribuyó a la fundamentación teológica del evangelio social. De la misma forma, se podría hablar de un ‘reduccionismo pietista’ de las ‘sagradas escrituras’. Caracterizado por una tendencia a enfatizar la santidad como una experiencia religiosa personal comparable a la conversión: única y distinta, instantánea y definitiva, llamada de ‘segunda bendición’. En EE.UU. se dieron muchas distorsiones que dieron origen a grupos disidentes que formaron nuevas iglesias. Sin embargo, a América Latina nos llegó un metodismo carente de una enseñanza de la ‘santidad bíblica’. La tercera distorsión la constituye la Polémica Anti-Católica. Esta distorsión habría ocurrido a fines del siglo XIX, al entrar el Metodismo a América Latina, tuvo una clara orientación anticatólica romana. Mortimer Arias reconoce que el Anglicanismo Inglés nació en medio de una tensión anticatólica, tras el divorcio de Enrique VIII. Sin embargo, cuando Wesley copió la gran mayoría de los artículos de fe anglicanos, suprimió el lenguaje combativo y anti-católico, aunque continuó enseñando y advirtiendo los errores y desviaciones del romanismo. Sin embargo, Wesley fue profundamente católico en el sentido de concebir la universalidad del cristianismo. A tal punto que su énfasis sobre la ‘santificación’ acompañada de la ‘justificación’ fue siempre sospechosa dentro del mundo protestante. Wesley fue profundamente atraído por la espiritualidad de los místicos católicos. Aprendió español con el propósito de leer, en su propia lengua, las obras de los místicos españoles del siglo 16. Su criterio cuadrilateral de la autoridad en la teología (Escritura, tradición, razón y experiencia) fue una marca de este catolicismo. Sin embargo, procurando la renovación de su propia iglesia, basado en la experiencia Cristo-céntrica de la salvación sólo por Gracia, criticó las desviaciones del catolicismo. La catolicidad es un punto esencial en el concepto de fe wesleyano. Él no deseaba convertir católicos al protestantismo, ni a protestantes al metodismo, sino convertirlos a Cristo, sin importar su denominación de origen. El Metodismo Norteamericano no sufrió los efectos de la contrareforma católica de Trento, pues aquí los católicos siempre fueron una minoría confinada en el Estado de Maryland. Sin embargo, en la apertura a la misión de América Latina, tierra católica, el Metodismo se confrontó con el poder de la contra-reforma. Enfatizándose en el Annual Report of the missionary Society (1846-1859, pp.67-68), la resistencia al romanismo, y el propósito de sacar a la gente de la ‘oscuridad del paganismo’. En este sentido Mortimer Arias opina que ocurrió una distorsión en América Latina, pues el metodismo es ecuménico por principio. Una cuarta distorsión la constituiría la concepción del ‘Destino Manifiesto’. La frase ‘el mundo es mi parroquia’ fue el motor evangelístico de Wesley. Esta motivación impulsó al metodismo norteamericano por más de 200 años, pero fue impregnada con otros elementos propios de la atmósfera espiritual e ideológica de EE.UU. Wesley impedido por el Derecho Canónico Anglicano de predicar en parroquias, asume el desafío de predicar en la calle guiado por su amor a los necesitados. La distorsión ocurrió en Norteamérica cuando ellos lo interpretaron como el ‘destino manifiesto’ de llevar el evangelio en la versión norteamericana, con instrumental anglosajón a todo el mundo, especialmente a América Latina. El llamado ‘destino manifiesto’ fue originado por la interpretación Puritana de la providencia de Dios, la cual en la experiencia norteamericana concibe a EE.UU. como el nuevo Israel, el pueblo elegido por Dios. El destino manifiesto fue la ideología que impulsó la invasión de los territorios del Oeste, introduciendo a los indígenas en reservaciones, anexándose los territorios de Luisiana y Florida. Y también fue la ideología que impulsó la guerra Mexicana-Americana, a través de la cual se terminó por anexar los territorios del suroeste, completándose así la ocupación del Pacífico al Atlántico. De la misma forma, motivó a Theodore Roosevelt a la construcción del Canal de Panamá permitiéndole el control del Caribe. La versión religiosa del destino manifiesto, que impulsó la misión, fue la creencia que las Iglesias de EE.UU. representaban la forma pura del cristianismo, produciéndose con esta creencia una segunda distancia respecto de Inglaterra. Después de la victoria de la guerra de los estados del Norte sobre el Sur, se llegó a un triunfalismo, que también se manifestó en el metodismo, especialmente con la liberación de los negros de la esclavitud. Esto también constituye una distorsión del legado de Wesley. La quinta distorsión la constituye el cambio del estatus social de la Iglesia Metodista, la que nació como una ‘Religión del Hombre Común’ y evolucionó a una ‘Iglesia de Clase Media’. Wesley predicó a las masas, a los mineros y a la población marginal de las ciudades y centros industriales de Gran Bretaña. Las sociedades metodistas estaban constituidas básicamente por trabajadores, artesanos, empleadas domésticas, y otros sin un estatus socioeconómico destacado. Los hijos de estos metodistas pobres fueron los líderes de la iglesia y también del movimiento laboral inglés. Sin embargo, la iglesia que sucedió a Wesley poco a poco se empezó a distanciar del movimiento obrero, y asumió una actitud neutra frente a la lucha social. En EE.UU. aunque el metodismo se incrustó en las poblaciones inmigrantes pobres, pronto ocurrió un ascenso social, convirtiéndose alrededor de 1850 en una Iglesia de clase media, situación que fue acentuada por la guerra civil. Sin embargo, las denominaciones metodistas del sur, las iglesias metodistas negras y aquellos movimientos que intentaron establecer un socialismo norteamericano no tuvieron oportunidad de participar en la obra misionera a América Latina. Los misioneros que llegaron a América Latina eran todos de clase media graduados de seminarios liberales, principalmente hijos de rancheros, y dueños de predios de áreas rurales. La estrategia misionera para América Latina fue la de ocupar las principales ciudades, llegando a atender a la población extranjera residente (inmigrantes): ingleses, alemanes y franceses de familias protestantes. Fijando su objetivo en la educación centrada en las familias acomodadas de la población. Esto ya constituye una distorsión del legado de Wesley, quien fundó escuelas y orfanatos, pero para la gente pobre. Otra distorsión, que no menciona M. Arias, es el exacerbado racionalismo del metodismo norteamericano, especialmente de los sectores liberales, los que concebían e interpretaban la realidad religiosa, solamente desde su perspectiva sociológica, dejando de lado la perspectiva emocional de la fe. Bajo este prisma sociológico, reprimieron todo fenómeno religioso diferente a una manifestación racional de la fe. Sin embargo, el movimiento wesleyano primitivo convivió con algunos fenómenos carismáticos (muy característicos – hoy día - del pentecostalismo), los que Wesley no rechazó, sino que buscó educar a las personas, para sacarlas de una fe centrada en la emoción y conducirlas hacia una fe más centrada en la voluntad. Su propia experiencia religiosa ocurrida en Aldersgate nos indica que Wesley complementó su fe anglicana tradicional con la emoción de un corazón ardiente. Posteriormente, con el surgimiento del Fundamentalismo, alrededor de 1915, y con el desarrollo de la Primera Guerra Mundial, se cayó en una verdadera crisis en la confianza evolutiva del ser humano. El proyecto liberal del Evangelio Social, de instalar un reino sobre la Tierra, cayó por tierra. Sobrevivió en las Iglesias Evangélicas una preocupación por el desarrollo de una espiritualidad dualista y ascética, más preocupada por la salvación del "alma" que del ser humano y de su historia. La evangelización y la espiritualidad estaban más centradas en la proclamación denominacional (proselitismo) del Evangelio, que en actuar y transformar al ser humano y a la sociedad45. De esta herencia misionera, podríamos definir el Metodismo Latinoamericano como un movimiento espiritual en el que convergen múltiples corrientes teológicas, algunas de ellas autónomas y excluyentes, las que en su sumatoria no han apuntado hacia el desarrollo integral del ser humano. Pues, ha primado la influencia pietista individualista fundamentada, mas bien, sobre un dualismo ‘cuerpo – alma’, ‘caída – pecado’ dejándose de lado la enseñanza de la perfección en el amor del cristiano(a). ESPIRITUALIDAD Y EPISTEMOLOGÍA WESLEYANA. En el siglo XVIII, en Inglaterra, la espiritualidad wesleyana primitiva nació en torno a la ‘experiencia’. En este siglo se concebía la experiencia como una fuente legítima de un conocimiento independiente de la autoridad de la tradición y la razón. Concepción muy diferente a aquella asumida en la época moderna, en donde el concepto pasó por el filtro del subjetivismo y el romanticismo impregnándosele con un cierto grado de emotividad. Es importante recordar que para el siglo 45 Idem., p.11. XVIII la ‘experiencia’ fue primero y más allá una ‘evidencia’, es decir impresiones hechas sobre los sentidos físicos por el mundo externo, dando a la mente que recibe estas sensaciones acceso a impresiones de la realidad y conocimiento del camino de lo que ‘realmente son’ las cosas. Esta epistemología fue desarrollada por el filósofo John Locke, con el propósito de clarificar el camino para el descubrimiento experimentalmente derivado de las nuevas y emergentes ciencias naturales, siendo tomado 46 seriamente como genuino el conocimiento de la realidad . Anteriormente a Locke, la fuente del conocimiento era la tradición y la razón. La autoridad de la tradición ha sido ampliamente reconocida, porque ésta incluía a la revelación y a la antigua sabiduría que cargaba la garantía de la edad y la aceptación universal. Por otro lado, la autoridad de la razón como una fuente y criterio de conocimiento ha sido establecida más recientemente por René Descartes. El vio el libre conocimiento de la autoridad exclusiva de la tradición para reconstruir la razón, como un principio divinamente dado que contiene dentro de sus ideas innatas los rudimentos de todo el conocimiento de la verdad. Por implicaciones, la razón humana fue competente para hacer juicios relacionados con el razonamiento de todas las demandas, incluyendo las demandas religiosas, y el juicio entre autoridades competentes. Por su parte, Locke, llegó a negar la teoría de las ideas innatas de Descartes. Y, por lo tanto, derivó el conocimiento de la realidad de la razón, que la mente va construyendo en un rol mucho más pasivo de recepción, ordenación, y reflexión sobre la información proporcionada por los sentidos. Cualquiera que aprenda la verdad estará abierto a cualquier información o datos proporcionados por los sentidos. Este fue el nacimiento del empiricismo, la orientación epistemológica que ha favorecido el avance científico de los últimos dos siglos, dando origen a la llamada ‘edad moderna’. Wesley es usualmente llamado un Lockeano en su epistemología, aunque algunos reconocen esta influencia en las lecturas obligadas de las obras de Peter Browne47. A partir de Browne fue el mismo un Lockeano modificado48. Wesley fue arrastrado a negar las ideas innatas como un corolario necesario de la doctrina del Pecado Original. Esto subrayó la total impotencia de la criatura para salvarse a sí misma, aparte de la actividad renovadora del Creador. Así, Wesley negó cualquier conocimiento innato natural de Dios; oponiéndose teológicamente contra Descartes y los Deístas de su época, el argumentaba que: “Si verdaderamente Dios ha estampado (como algunos han sostenido) una idea del mismo sobre cada alma humana, nosotros deberíamos ciertamente comprender algo de (sus atributos)... pero la verdad es, que ningún hombre lo tuvo, tampoco ahora encontramos alguna idea estampada sobre su alma. Lo poco que nosotros conocemos de Dios... nosotros no lo En la descripción de este punto nos inspiramos en el artículo de Theodore H. Runyon. “The Importance of the Religious Experience”. Pp. 93-107. In: Theodore H. Runyon. In: Randy L. Maddox (Ed.). Aldersgate Reconsidered. Kingswood Books, Nashville, Tennessee, 1990. 47 Wesley copió cientos de páginas del “Procedures, Extent and Limits of the Human Understanding” de Browne, cuando era un estudiante en Oxford, y mas tarde reimprimió estos extractos como un apéndice de su propia “Natural Philosophy, The Wisdom of God in Creation”. Citado por: Theodore H. Runyon. In: Randy L. Maddox (Ed.). Op. Cit., pp.93107. 48 Wesley uso algunos aspectos del pensamiento de Locke publicados en la obra “Essay Concerning Human Understanding”, cuando elaboró el currículum de la Escuela de Kingswood, y también describió sus impresiones de algunos extractos de artículos de Locke en la revista ‘Arminian Magazine’. Theodore H. Runyon.Op. Cit. p.95. 46 hemos adquirido de alguna impresión interna, sino que 49 gradualmente la hemos adquirido desde afuera.” Y, tomando una posición en alguna forma más radical que la de Locke mismo, Wesley afirmaría que “no hay nada en la comprensión que no haya sido primeramente percibida por alguno de los sentidos. Todo el conocimiento que tenemos naturalmente ha sido originalmente derivado de nuestros 50 sentidos.” Sin embargo, es precisamente aquí que encontramos las modificaciones que Wesley hace a Locke. Concordando que los sentidos físicos son incapaces de discernir las cosas de Dios, Wesley coloca el “sentido espiritual” el cual opera en estrecha relación con los sentidos físicos, pero son afinados al nivel de la realidad de estos mismos no pudiendo interpenetrarse: Existen “avenidas del mundo invisible” las cuales lo físico “los ojos no pueden verlas, ni los oídos oírlas”. Por supuesto, este sentido espiritual con el cual cada ser humano ha sido dotado por el creador ha sido insensibilizado por la caída y los hábitos del pecado y la indiferencia. Ellos deben ser reavivados, sensibilizados por el propio Espíritu de gracia y verdad de Dios, con el propósito de percibir “la evidencia de las cosas no vistas”. Obviamente que Wesley no fue el primero en usar esta noción de sentido espiritual, pero él combinó esto con el empiricismo de Locke formando una epistemología religiosa propia, en la cual lo divino está presente en ambos: en el interior de la persona y en la realidad. Es decir, una experiencia como su contenido, pero a la vez, independiente a la experiencia que otros experimentan. Esta fue precisamente su habilidad para distinguir entre la experiencia como teniendo su fuente en Dios y sus efectos en el ser humano. De la experiencia religiosa de Aldersgate, Wesley realiza toda una descripción lockeana de este evento, comenzando con una referencia empírica (casi igual que un libro de notas de laboratorio): “... Como a las nueve menos quince, mientras él estaba explicando el cambio que Dios obra en el corazón por la fe en Cristo, yo sentí un extraño ardor en mi corazón...” 51 Pero Wesley va más allá del contenido de esta experiencia. Como el amor de Cristo fue recibido, creó una verdadera respuesta en su corazón: “sentí la confianza solamente en Cristo para la salvación.” Una relación fue establecida de la cual Cristo, no el sentimiento de Wesley, era el garantizador. “Y una certeza me fue dada, que él había cargado mis pecados, aun míos, y me salvó de la ley del pecado y de la muerte.”52 La experiencia religiosa de Aldersgate convenció a Wesley que la “experiencia Cristiana” significa participar en un evento de reconciliación que fue iniciado por Dios. Como la fuente del evento de reconciliación, Dios, permanece como lo totalmente otro. La referencia externa presente en la experiencia, pero también trascendente, proporciona no sólo continuidad a la experiencia, sino también un punto de comparación con la experiencia de este mismo Dios por otros en la Escritura, tradición, y “conferencia”. A través de la cual, la razón puede criticar, evaluar, y corregir la comprensión de cualquier experiencia sencilla. Theodore H. Runyon. “The Importance of the Religious Experience”. Pp. 93-107. Idem, Ibidem. 50 Idem., Ibidem. 51 “A New History of Methodism”, editado por Townsend, W.J. y otros, Vol. I, p.200. Citado por: Sante U. Barbieri. Una extraña estirpe de audaces., p.48. 52 Theodore H.Runyon. Op. Cit., p.95. 49 Como podemos observar la matriz espiritual del wesleyanismo primitivo se articula sobre un patrón lógico y racional, pero que parte desde lo emocional (el ardor del corazón). En Juan Wesley observamos una extraña mezcla espiritual, asumiendo su experiencia emocional en Aldersgate, experiencia que lo abre a una comprensión de la gracia y justificación de Cristo, conduce esta experiencia emotiva hacia la voluntad y la conciencia (razón). Wesley, parte de su convicción de ser un nuevo hombre redimido por Cristo, y esta experiencia lo abre a la aceptación del amor y perdón de Dios de todos sus pecados; aceptación que lo impulsa a amar activamente a su prójimo. Es desde esta experiencia diacónica centrada en el amor que Wesley va a disciplinar su voluntad y asumir una nueva conciencia. Él está consciente que no todas las personas tienen la capacidad racional para sistematizar sus experiencias dentro del campo religioso; sin embargo, tolera las expresiones emotivas de los conversos pobres e iletrados de Inglaterra. No obstante, busca conducirlos hacia una experiencia religiosa más centrada en la voluntad y la conciencia, a través de un discipulado activo centrado en las obras de piedad (caridad). Es probable que en este tipo de espiritualidad wesleyana primitiva los místicos del ‘Siglo de Oro Español’ hayan tenido una fuerte influencia sobre él, influencia que le permitió llegar a esta síntesis tan propia del alma sajona.53 LA ESPIRITUALIDAD ANGLOSAJONA EN TENSIÓN CON LA ESPIRITUALIDAD LATINOAMERICANA. En América Latina, la espiritualidad evangélica no ha sido más que una adaptación de la espiritualidad traída por los misioneros en su gran mayoría de origen anglosajón, influencias variadas que han dado origen a una espiritualidad diversa, pero estructurada bajo moldes predominantemente racionales. Los movimientos protestantes que llegaron a fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, trajeron la herencia de estos movimientos reformados, pietista, wesleyano y, de la tradición de los avivamientos en el mundo de habla inglesa, todos los cuales llegaron por medio de las misiones llamadas históricas, tales como: metodistas, bautistas y presbiterianos. En esta espiritualidad la nota pietista era la predominante, debido a la fuerte influencia que tuvo el despertar pietista en los orígenes del 54 movimiento misionero protestante . Sin embargo, nos llegó un pietismo distorsionado, aunque se continuó con un énfasis en la primacía de la experiencia sobre la creencia, y de la fe personal por encima de la confesión corporativa. Lamentablemente se cargó con una herencia pietista severamente individualista y 55 legalista. R.H. Bainton. El alma hispana y el alma sajona. Edic. La Aurora, Buenos Aires, 1961, 142p. La obra realiza una comparación entre los rasgos distintivos de ambas culturas: la española de religión católica y la anglosajona de religión protestante. Destacando los patrones característicos de ambas culturas. 54 Samuel Escobar. De la Misión a la Teología. Ed. Kairós, Buenos Aires, 1998, p.67. 55 Idem., p.68. El autor sostiene que: "A fines de la década del sesenta nuevos factores entran en juego en el protestantismo hispanoamericano: la radicalización política en los sectores ecuménicos, que se conecta con las teologías de la liberación, y el surgimiento del movimiento neocarismático, diferente del pentecostalismo clásico. La primera corriente opta por seguir la espiritualidad católica de la liberación, sin hacer ningún aporte específicamente protestante en el campo de la reflexión teológica sobre la espiritualidad, en cambio en el campo litúrgico ha hecho un rico aporte contextual con la producción poética de personas como Federico Pagura y Mortimer Arias, y el trabajo de creación musical de la Escuela de Música de ISEDET en Buenos Aires. La corriente neocarismática de origen latinoamericano, representada por personas como Juan Carlos 53 Constatamos la irrupción de un nuevo tipo de espiritualidad en tierras latinoamericanas, a través del surgimiento del llamado Movimiento Pentecostal. Siguiendo en la línea de la exposición 56 de R.H. Bainton , dentro del mundo protestante Chileno confluyen tres vertientes culturales diferentes: La anglosajona presente en la liturgia y teología metodista, la católica presente en la cultura nacional y la indígena reprimida y no asumida. La síntesis de estas tres matrices culturales dará origen a una espiritualidad evangélica de una característica altamente emotiva, denominada como ‘Pentecostal’. La génesis del pentecostalismo chileno ocurre en el seno de la iglesia Metodista Episcopal de Valparaíso en 1909, experiencia religiosa que sigue en parte el modelo epistemológico de Wesley, el que se sumó a una lectura bíblica diferente y a otros factores 57 religiosos y culturales . El resultado final fue que, después de algunos meses de preparación, el Espíritu Santo se manifestó en medio de la congregación, a través de profecías, dones de lenguas y sanidades. Esta experiencia mística, para ellos, era la respuesta del Señor a sus oraciones, y la prueba visible de la "acción del Espíritu Santo" en medio de su Iglesia. Pero también, el nacimiento de una nueva espiritualidad auténticamente latinoamericana, que en nada se parecía a su matriz anglosajona. Infelizmente, el metodismo chileno de principios del siglo XX, fuertemente influenciado por las distorsiones de una espiritualidad norteamericana, no supo comprender este nuevo fenómeno religioso que les irrumpía en sus narices abortándolo. Esta reacción abortiva frente a la irrupción de fenómenos carismáticos pentecostales se seguirá repitiendo a lo largo de la historia de la iglesia durante el siglo XX, con otros fenómenos 58 similares, pero de menor importancia que el de 1909 . Al reunirse la Conferencia Anual en Valparaíso en febrero de 1910, presidida por el Obispo Frank Bristol, se pronunciaron contrarios al avivamiento pentecostal, aprobándose la siguiente resolución: “Por cuanto ciertas doctrinas falsas como la enseñanza que el bautismo del Espíritu Santo es acompañada por el don de lenguas, visiones, milagros de sanidad, etc. Y semejantes manifestaciones han sido diseminadas en varias partes de esta Conferencia, nosotros por la presente declaramos que aquellas doctrinas son anti-metodistas, contrarias a las Escrituras e irracionales”.59 Con esta resolución el metodismo chileno evidenció su ‘transculturación’ frente a una espiritualidad anglosajona y su incapacidad para comprender este nuevo fenómeno religioso. Los Ortiz, ha sido muy productiva en el campo de la música. Puede decirse que a estas dos corrientes, tan diferentes entre sí, le debe mucho la renovación de la himnología evangélica hispana en dirección a una verdadera contextualización, que alcanza a la música y la letra. Todas estas corrientes se entrecruzan hoy en día, ofreciendo un mosaico variado pero indefinido." 56 Idem., Ibidem. 57 Para mayores análisis sobre esta lectura particular del movimiento pentecostal chileno, consultar mi artículo: ‘¿Qué impide que seamos como la Iglesia Primitiva? El Espíritu Santo en la hermenéutica bíblica Pentecostal: Lectura y praxis.’ En: Revista TEOLOGÍA EN COMUNIDAD, 12, N° 18, 2010, pp.66-86. 58 Raimundo Valenzuela Arms. Breve historia de la Iglesia Metodista de Chile 1878-1968. Edic. Metodistas, Santiago, 2000, pp.85-86. El autor cita también el caso del avivamiento de tipo pentecostal surgido en la Iglesia Metodista de Lota en 1928, bajo la dirección del pastor Victor Manuel Mora, el que también terminó en un cisma dando origen a la Iglesia Misión Wesleyana Nacional. 59 Actas Conferencia Anual de 1910, p.26. Citado por: Raimundo Valenzuela Arms. Op. Cit., p.71. Agrega el autor su desacuerdo personal: “...la Iglesia Metodista cometió un gran error, y perdió una gran oportunidad de crecimiento al rechazar como lo hizo, lo que era una comunicación más eficaz con la forma de ser de la mayoría de los chilenos, especialmente en el sector más pobre.” (p.72) pastores norteamericanos conocían el avivamiento pentecostal ocurrido en tierras norteamericanas e incluso dentro de la historia del movimiento metodista, citamos al Obispo R. Valenzuela A., quien describe al respecto lo siguiente: “Aunque tal vez de aún mayor intensidad emocional que las manifestaciones que tuvieron lugar en el avivamiento dirigido por Wesley en el Siglo 18, y en los ‘camp meetings’ en los Estados Unidos en el Siglo 19, las manifestaciones de Valparaíso no fueron más ‘extrañas’, ‘antimetodistas’, o ‘contrarias a las Escrituras’ que las anteriores. Aun más, en la forma aprobada la resolución condenatoria es fácilmente rebatible por citas del libro de Hechos de los Apóstoles que Wesley jamás desechó. Si la objeción era a la idea que el Espíritu Santo sólo se manifestaba por ‘lenguas’ o en sanidades realizadas por medio de instrumentos que han experimentado una ‘toma’ del Espíritu Santo de extrema emocionalidad, esto debiera haberse dicho claramente. Se debiera haber dado más importancia a las numerosas vidas transformadas para bien que al supuesto ‘escándalo’ del 60 desorden que acompañaba lo que sucedía en Valparaíso.” La resolución condenatoria, además, evidencia una negación y un rechazo a una espiritualidad auténticamente criolla chilena. Lo que podría haber sido una ‘inculturación’ del metodismo en tierras latinoamericanas, se convirtió en un éxodo en medio de una tierra extraña. La espiritualidad pentecostal, como un modelo de una espiritualidad latinoamericana, surge en medio de una tensión frente a dos espiritualidades diferentes: Por un lado, tenemos la espiritualidad anglosajona – minoritaria - transplantada en el continente. Por otro lado, la espiritualidad católica – mayoritaria que dicta las pautas morales. Esto sumado a la característica cultural caudillista propia del mundo indígena, provocará una espiritualidad con una característica muy especial, habitando en su interior rasgos de cada una de estas tres influencias culturales.61 Idem., pp.72-73. Samuel Escobar. Op. Cit., pp.80-81. Respecto de la influencia católica en la espiritualidad protestante, el autor describe lo siguiente: “Para Soto Fontánez era importante recordar que hay un substrato católico en la cultura latinoamericana al cual no son ajenos los evangélicos... Hay elementos de ese substrato católico que tocan a lo fundamental de la vida cristiana que un evangélico puede aceptar. Por esa razón, por ejemplo, la Imitación de Cristo de Kempis, tan popular en la España de los siglos 15 y 16, es todavía un instrumento valioso para la pastoral de la espiritualidad. En la introducción de su curso. Soto Fontánez cita a Ganivet y sus afirmaciones sobre el carácter español, y regresa sobre el tema, conectándolo con la espiritualidad evangélica. En el diálogo subsiguiente a su segunda exposición, afirma: 'Nosotros llevamos dentro el substrato de la tendencia mística española, que precisamente se une con la tendencia pietista centroeuropea y anglosajona. Vivimos en un mundo espiritual híbrido que une las dos tendencias, y que trata de afirmar y darle normas a la espiritualidad.' "Dentro de la dinámica de esta preocupación pastoral Soto Fontánez también realiza una lectura de Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y santa Teresa, cotejando su material continuamente con la experiencia del apóstol Pablo, tan familiar para el evangélico latinoamericano... Asimismo al exponer la dimensión activista de la mística de santa Teresa, que llega a considerar el servicio al prójimo como forma más elevada de oración. Soto Fontánez afirma que aquí la Santa sale del ascetismo medieval y regresa a la espiritualidad paulina que fue espiritualidad 'en el mundo'. Esto no sería contradictorio con la disciplina espiritual y la ascética que conlleva la preparación para la misión. En relación con este punto Soto Fontánez hace referencia a movimientos evangélicos notables como el metodismo primitivo y el Ejército de Salvación, cuyos iniciadores fueron practicantes de una espiritualidad disciplinada, enfocada específicamente al servicio de Cristo en momentos cruciales de la vida de las iglesias. "Tanto en los impulsos como en el contenido. Soto Fontánez ve paralelos entre la mística española del siglo 16 y la espiritualidad del Pietismo de Spener, Franke y von Zinsendorf, focos de renovación del protestantismo y de impulso misionero. Señala cómo el pietismo se proyecta en el metodismo hacia las experiencias de profunda 60 61 Sin embargo, hoy día, el metodismo chileno, después de su independencia de la Iglesia Metodista Episcopal en 1969, ha perfilado la misión de la Iglesia desde los sectores de clase media hacia los sectores más necesitados de nuestro país, tanto en el campo eclesial con iglesias desde Arica a Punta Arenas, así como en el campo educacional y de la acción social. Coexistiendo dentro de ella un gran mosaico espiritual, con corrientes que fluctúan entre lo más tradicional, corrientes liberales y hasta corrientes carismáticas. Todas estas corrientes espirituales coexisten, muchas veces entremezcladas, en medio de una tolerancia que no ha sido fácil mantener en equilibrio. Pero les falta recuperar el denominador común, que es la experiencia de la redención en Cristo que impulsa a vivir una vida en el amor. LA ESPIRITUALIDAD WESLEYANA Y LA SANTIFICACIÓN O PERFECCIÓN EN EL AMOR. El tema de la ‘santidad’ no fue acuñado ni descubierto por Wesley, este concepto más bien constituye un aspecto doctrinal muy antiguo, cuya tradición se constata en la misma Biblia, luego en la Patrística y en algunos reformadores, especialmente de cuño calvinista. Con la Reforma se originó una polémica entre católicos y protestantes por causa de la doctrina de la ‘santificación’, ya que para los católicos Cristo otorgaba santidad; mientras que para los protestantes luteranos Cristo imputaba santidad. Tal era la radicalidad de estas posiciones doctrinales que el teólogo anglocatólico E.L. Mascall criticó al protestantismo de ser negligentes ante la santificación62 y, concebir la incapacidad del ser humano de cambiar. Sabemos que la teología luterana concibe al ser humano como una totalidad (totus homo), sin hacer el dualismo medieval entre cuerpo y espíritu. La persona es una criatura imperfecta, pecadora, corrupta totalmente por el pecado original y totalmente dependiente de la gracia de Dios para alcanzar la salvación63. Según la crítica de Mascall esto llevaría a los protestantes a una especie de un nuevo dualismo ético-moral, pues en su teología habla de una cosa y en su expresión religiosa hace otra cosa diferente. ¿Cómo lograr esa coherencia en el ser humano, entre lo que dice creer y hace? La respuesta a esta interrogante continúa siendo un conflicto entre los protestantes, constituyéndose dos grupos opuestos en sus posiciones: el grupo reconocido como el ‘ala derecha’ más identificado con la ortodoxia y, los del ‘ala izquierda’ constituidos por grupos espiritualidad de los hermanos Wesley, y que él metodismo fue ascético y místico en la doctrina y la práctica. Nos recuerda que Carlos Wesley fue poeta como Santa Teresa y San Juan, y que su poesía se hizo himnología, cuya influencia llega hasta nuestros tiempos. También menciona a Juan Wesley, que quería consagrarse a ‘difundir santidad por el mundo’ anunciando un mensaje de gracia que limpia, lleva al arrepentimiento, convierte y santifica, un proceso que nos recuerda las tres vías de la mística clásica. Así es como los propios grandes maestros de la espiritualidad protestante, pueden ser un camino que nos lleva a apreciar la riqueza de la espiritualidad católica del Siglo 16 y sus posibilidades para la predicación y pastoral actual en el mundo hispano." 62 E.L. Mascall. The Importance of Being Human. London: Sheed & Ward, 1946, p.72. citado por: W.E. Hulme. Op. Cit., p.7. Mascall cuestiona si: “¿El protestantismo ha refutado tan firmemente la noción de que la naturaleza humana es realmente transformada por la gracia, y ha limitado esta acción de la gracia a una justicia puramente imputada, que deja la naturaleza humana esencialmente inmutable?”. (Traducción nuestra). 63 Bengt Hägglund. História da Teologia. Ed. Concordia, Porto Alegre, Brasil, 1981, p.195. pietistas, de santidad y de acción social los que surgen como una 64 protesta contra una ortodoxia muerta . Juan Wesley intentó preservar esta distinción entre ‘santificación’ y ‘justificación’ haciendo de la ‘justificación’ el acto primero de la gracia, y de la ‘santificación’ el acto segundo. Después de la experiencia de la conversión, el creyente espera con anticipación la segunda experiencia, a través de la cual se vuelve enteramente santificado. La doctrina wesleyana nace en una dialéctica con el calvinismo. Mientras Calvino había puesto el énfasis sobre la perfección en la fe; Wesley por su parte, enseñó que la plena salvación es perfección de amor y obediencia. De la comparación de ambas, resulta ser la doctrina calvinista algo estática, mientras que la wesleyana sería dinámica, pues sostiene que la fe es el resultado de la fidelidad a Dios expresada a través de las obras de amor. Según Wesley la fe no es el fin sino el medio para llegar a la meta de restaurar al ser humano al amor de Dios, amor derramado en el corazón del creyente. La persona humana, aunque convertida a Cristo, sigue siendo humana y, aún más realmente humana que cuando era inconversa. Es débil, ignorante, falible, sujeta a las tentaciones. Siempre necesita una nueva provisión de la gracia de Dios - no para reprimir lo humano sino para fortalecer el ser interior por el Espíritu Santo. Según la opinión de la teóloga Mildred Bangs W., Wesley agregó un elemento esencial a la percepción arminiana, y esta es la obra del Espíritu Santo. Y esta dinámica es la que constituye un elemento nuevo y de gran alcance en la teología evangélica de nuestros tiempos65. Con esto Wesley no pone el énfasis en la capacidad humana, ni en la razón, sino en la fuerza sobrenatural de Dios que transforma al ser humano. La doctrina de la santificación wesleyana incluía, en su etapa primitiva, los aspectos del crecimiento y de la crisis. Sin embargo, los primeros teólogos wesleyanos hicieron énfasis tan sólo en uno de estos aspectos (crecimiento) negligenciando siempre el segundo (las crisis). Por ejemplo, el teólogo Ricardo Watson 66 puso el énfasis sobre el aspecto del crecimiento en la santificación y contribuyó a que los wesleyanos que vinieron después de él descuidaran el punto de la crisis. Por otro lado, los teólogos Pope y Adam Clarke67, enfatizaron el aspecto de la crisis de la santificación y se inclinaron a descuidar el lado del proceso o crecimiento. En este último caso, no tuvieron éxito en distinguir con claridad entre los conceptos calvinista y wesleyano del pecado original. Por lo tanto, cuando se enseñó la libertad total del pecado como una experiencia de crisis y se usó la palabra erradicación para describirla, se suscitó el peligro de creer que la misma naturaleza humana en alguna manera se haría impenetrable o no susceptible al mal o que se 'extraería' esa total susceptibilidad al pecado. No hubo suficiente enseñanza en cuanto a las flaquezas y falibilidad de la naturaleza humana que permanece después de la santificación. Se perdió la noción del lugar tan esencial en la vida santificada, del crecimiento, 68 disciplina, proceso, y el alcance del amor . El problema actual que nos presenta la ‘santificación’ es la cuestión del método, podemos seguir el camino racional que nos ofrece la ‘Teología Sistemática’ y la ‘Ética’, u otros caminos más subjetivos y personales como el de la ‘Mística’. Personalmente considero que la unión de todas estas perspectivas nos asegura el método más completo, sin caer en los extremos permisivos que afectan a la espiritualidad posmoderna: el individualismo y la emoción sin compromiso. El desafío es ¿cómo y con qué programa logramos que los hermanos(as) en la iglesia logren vivir más intensamente en el proceso de santificación? Aquí nos confrontamos con un serio problema pastoral, pues si la doctrina de la ‘santificación’ ha caído en desuso en las Iglesias del ‘ala izquierda’ no ha sido por negligencia, sino más bien por 69 frustración , pues, al fin el cambio sólo lo logra la acción del Espíritu Santo en la persona. Juan Wesley encontró su propio camino espiritual a través de sus ejercicios devocionales, de su intensa meditación y oración, de su continua lectura de la Biblia y de su esfuerzo consciente por servir a Dios sirviendo a su prójimo. Él personalmente nunca impuso su metodología a nadie, más bien recomendaba iniciarse en la búsqueda personal de un método propio, avanzando entre logros y fracasos así como él lo hizo; y para aquel que no tenía ninguno todavía, entonces le recomendaba orar y meditar con sus oraciones escritas70. Uno de los peligros del desarrollo de una espiritualidad en la santificación es caer en uno de los extremos que detienen el proceso del crecimiento de la misma: Uno de ellos es caer en el fariseísmo y formar un grupo de cristianos que se considera mejor que los demás por que cumplen con la rutina ofrecida por determinados ejercicios espirituales. El otro extremo lo constituye el confundir el servicio a la causa de la ‘acción social’ sin cuestionar si dicha causa sirve y satisface las necesidades del ser 71 humano : ¿Está la causa sirviendo a nuestras necesidades más que nosotros a la causa? Debemos estar conscientes que, muchas veces, el militante de una causa puede simplemente proyectar su propia insatisfacción consigo mismo y con la sociedad y, hacer de ellas su propia religión. La “santificación” debemos comprenderla en su dimensión existencial. Ella apunta hacia una toma de conciencia de la persona convertida a Cristo, respecto de su naturaleza humana. Desde una perspectiva psicológica, el cristiano(a) comienza a conocerse a sí mismo, con sus virtudes y defectos y, por sobre todo, a partir de su fe comienza a aceptarse tal como es, se trata de un proceso de sanidad interior. Juan Wesley aunque no conoció todas las herramientas ofrecidas por las ciencias sociales, sí llegó a tomar conciencia de su ser, y a caminar en la santidad tanto personal como social, a través de las 72 herramientas ofrecidas por la mística y la teología . La ‘santidad de corazón y vida’ que menciona Wesley es aquella persona que, a través de la fe en Cristo, se asume como un sujeto con identidad y por tanto con conciencia. Pero, que a pesar de ser fruto de una época, de una cultura y de una ideología, él también posee un ‘libre albedrío’, una libertad de conciencia para decidir y W.E. Hulme. Op. Cit., p.8. Steve Harper. Op. Cit., p.12. 71 W.E. Hulme. Op. Cit., p.12. 69 70 El mismo Wesley explicaba en qué consistía la ‘santidad’ a través de la metáfora de la casa: “... el saloncito de entrada de la casa es el arrepentimiento. Uno no puede entrar en la casa sino a través de esa salita. La puerta de la casa es la justificación mediante la fe (perdón y reconciliación con Dios). Uno no puede entrar en la casa sin pasar por la puerta. Pero la casa en sí, a la cual accedemos mediante la puerta, y el saloncito de entrada, equivale a la santidad de corazón y vida”. Cf. Charles Yrigoyen, Jr. – Ruth A. Daugherty. Op. Cit., p.26. 72 William E. Hulme. Dinâmica da Santificaçâo. Ed. Sinodal – Concordia, Sâo Leopoldo, R.S., Brasil, 1976, p.8. 65 Idem., p.72. 66 Idem., Ibidem. 67 Idem., Ibidem. 68 Idem., p.82. 64 optar por una forma de vida guiado por su fe. Nuestro contexto histórico, social y cultural nos podrá condicionar, pero nunca determinar, pues somos seres abiertos hacia el futuro y a la esperanza. Para Wesley, la fuerza espiritual que le vienen de su fe en Cristo, lo guían incluso a negarse a sí mismo, para obrar guiado por el amor de Dios, y así llegar a amar incluso a sus enemigos. Además, para Wesley, la santidad presenta dos características inseparables: interior y exterior o, dicho en otras palabras, lo personal y social. La conversión, según la interpretación del pastor metodista argentino Dr. José Míguez Bonino, mira hacia atrás, hacia una humanidad real aunque impotente y hacia adelante hacia una madurez humana aún imperfecta pero cada vez más plena en el 73 amor. Aquí podemos apreciar que la concepción antropológica metodista se aleja de la antropología luterana, ya que para Lutero el ser humano es un pecador y, aunque justificado por Cristo, su naturaleza pecadora nunca le permitirá realizar una buena obra. Wesley, en cambio, confía en la conversión o transformación del ser humano bajo la acción del Espíritu Santo. Porque Dios nos amó primero, es posible amar a nuestro prójimo, realizar por amor a Dios y por su gracia efectiva ‘obras de caridad’. Aquí nos confrontamos con dos antropologías totalmente diferentes, la antropología wesleyana concibe al ser humano como a un ser perfectible en el amor de Dios. La ‘santificación’ concebida en términos existenciales es ese proceso de auto-conciencia, de saber asumirnos quienes somos. Ontológicamente Cristo, a través del Espíritu Santo, nos lleva a reconciliarnos con nosotros mismos, aceptándonos como personas. Tomamos conciencia de quiénes somos y de cómo somos, asumiendo y reconociendo las distintas influencias que el mundo ejerce sobre nuestra personalidad y espiritualidad. En Cristo nos convertimos en sujetos activos, forjadores de nuestra propia historia personal y, por sobre todo asumimos la tarea de ser forjadores de una nueva sociedad, a través del amor de Cristo. En definitiva, la santificación nos confronta con la libertad que nos otorga Cristo, entendida esta libertad como ‘libertad sólo para amar” José Miguez Bonino. Conversión, hombre nuevo y compromiso. pp.207-218 In: José Duque (Ed.). Op. Cit., p. 210. 73 PREGUNTAS DE REPASO DISCUSION GRUPAL. 1.- Defina con sus propias palabras: santidad, santidad bíblica, santidad de corazón y vida y santificación. 2.- Describa las condiciones entre racionalismo y la experiencia del corazón ardiente. 3.- Explique qué entiende por espíritu wesleyano. 4.- Enumere cuales son los principales problemas entre el movimiento metodista inglés y el movimiento metodista norteamericano. 5.- ¿Es posible plantear un plan para experimentar el proceso de la santificación, sin caer en los extremos? Proponer acciones concretas para la iglesia, que reflejen los postulados wesleyanos. 6.- ¿Por qué se consideró el origen del pentecostalismo una tendencia de espiritualidad latinoamericana? 7.-¿Está de acuerdo o en desacuerdo frente al enunciado de Wesley acerca de la plena salvación. ¿Por qué? 8.- Explique la disconformidad existente entre santificación y justificación. 9.- ¿Ha sido un aporte la unidad presentada? ¿Tenía mayores expectativas sobre el tema? Piensa y deja Pensar Deseo dedicar esta lectura teológica al profesor, maestro, amigo, pastor, Dr. José Míguez Bonino, quien nos abrió el camino de la reflexión teológica que piensa y deja pensar, por lo tanto reconocido mundialmente como uno de los Padres de la Teología Latinoamericana. Introducción Ya hace 26 años que realizamos el Primer encuentro, que en aquella ocasión llamamos “Relectura de la tradición Metodista”, en San José de Costa Rica, gracias a la convocatoria realizada por el DEI y con el auspicio de Ministerios Globales de la Iglesia Metodista Unida y con la hospitalidad del obispo Samuel Calvo de la Iglesia Metodista de Costa Rica, la cual nos acogió en el Seminario Metodista de Alajuela. Hoy nos reunimos de nuevo en el IV Congreso de Teología Wesleyana, en el ambiente de Buenos Aires, con quienes le han dado seguimiento a este esfuerzo y creen en la reflexión teológica crítica y soñadora de Cielos nuevos y tierra nueva, de hombres y mujeres nuevas, de iglesias nuevas. Convencido de este encomiable esfuerzo deseo contribuir a la reflexión y el debate con los siguientes pensamientos. Comenzamos con una rápida lectura de un sermón de Juan Wesley sobre el “entusiasmo”; luego pasaremos una fugaz mirada a algunos de los entusiasmos complicados de nuestros tiempos; para entonces preguntar por aquello que los produce o los entusiasma. Terminaremos con algunas preguntas o tareas pendientes. Las ideas aquí expuestas las presento como un simple esbozo para alimentar el diálogo de este IV Congreso de Teología Wesleyana. Antes de entrar en materia, es bueno destacar la vigencia clarificadora del pensamiento del sacerdote Juan Wesley. Su vigencia obedece a que nuestro contexto está contaminado por entusiasmos fanáticos de origen fundamentalista. El cual fusiona mercado, guerra y religión en la globalización neoliberal. De esta manera, la persona humana se reduce a un compulsivo agente consumidor, quien sigue los deseos creados por el mismo mercado. De la misma manera se fundamentaliza el ambiente para hacer la guerra, la cual recibe la bendición religiosa. Esta fusión entre mercado, guerra y religión es posible, prescindiendo del ejercicio de pensar, desprecia la razón crítica y despoja a la persona de su capacidad de ser sujeto, de ser persona que Prof. José Duque. reflexiona sus actos para conocer la verdad y ser libre. Por ello es que consideramos que este sermón de Juan Wesley tiene aún una vigencia sustancial para nuestros tiempos de “pensamiento único” y autoritarismo fanatizado. “LA NATURALEZA DEL ENTUSIASMO” “La naturaleza del entusiasmo”, es un sermón de Juan Wesley, predicado para enfrentar los problemas del fanatismo en su tiempo.74 Dicho sermón fue predicado ya hace como dos siglos y medio y, con muy pocas modificaciones, podría predicarse de nuevo contra los “entusiasmos” de nuestro contexto actual. Wesley usó como referencia bíblica el texto de la defensa de Pablo ante Festo, cuando este le interrumpió y le dijo “Está loco, Pablo,” (Hch. 26:24). Aunque Wesley no trabajo ese texto en el sermón, solo lo mencionó. Sino que de inmediato pasó a tratar el problema, que parece, tanto le preocupaba. Empezó haciendo una diferencia entre la “religión del corazón” y la religión “formal”, esta, para Wesley, era aquella apegada a la ortodoxia, una religión nominal que se ajusta a las reglas de juego y al rito común. La “religión del corazón” es aquella que se vive en el Espíritu y se puede salir de la formalidad para hablar de la justicia, la paz y el gozo. Así, en la perspectiva de Wesley, los profetas y los apóstoles bíblicos pudieron ser “entusiastas” (p.1) 75. Pero Wesley no se detiene, en este sermón a hablar de los entusiastas inspirados por el Espíritu Santo, a quienes practicaban la “religión del corazón”. Seguramente no se concentró en ello porque no era un problema para el naciente movimiento que él lideraba. Pero, sí se concentró y con mucho vigor y vehemencia, a atacar lo que consideró un entusiasmo “negativo, una desgracia, o bien un error” (p.10). Este entusiasmo lo consideró como “un desorden mental” el cual impedía el ejercicio de la razón. Lo llamó una “demencia” (p.11). Lo concibió como una demencia religiosa, locura religiosa originada en el equívoco supuesto de que está bajo inspiración de Dios (p.12). Cf. González, Justo (Ed.) Obras de Wesley. Edición auspiciada por “Wesley Heritage Foundation. Tomo II, Sermones, II, Sermón No 37, “La naturaleza del Entusiasmo”. 2007. 75 La numeración entre paréntesis precedido por p. Corresponden al número de párrafo del Sermón que estamos leyendo. 74 Son igualmente “entusiastas”, según Wesley, los fanáticos de la religión quienes creen poseer una gracia que en verdad no han recibido de Dios, porque son cristianos superficiales por cuanto no han tenido una transformación profunda (p.15). Luego dice que hay otros entusiastas que son “fanáticos” porque se atribuyen dones como el de sanidad sin realmente tenerlos (p.19). Además, añade que existen aquellos entusiastas convencidos que Dios les dicta lo que dicen (p.19). Algunos de estos entusiastas tienen “visiones y sueños” a los cuales les atribuyen un sentido extraordinario, pero que según Wesley, no es otra cosa que “imaginación febril” sin verdad (p.21). Le acreditan a estas imaginaciones personales la voluntad de Dios. Pero para Wesley, la voluntad de Dios no se guía necesariamente por experiencias extraordinarias sino por todo lo que contribuye a la santificación personal (p.23). Una clave para saber la voluntad de Dios, podría ser aquello que es más conveniente para el crecimiento y cómo ser útil, guiado por lo razonable y bíblico (p.26). También son entusiastas fanáticos, en la percepción de Wesley, quienes teniendo “medios” a disposición no los toman sino que recurren a las extraordinarias intervenciones de Dios. Así por ejemplo, creen conocer la voluntad de Dios y conocer la Biblia, pero no la leen. También estos entusiastas son los que no se preparan para hablar porque dizque Dios habla por ellos (p.27). Juan Wesley insiste que la demencia de tales entusiastas es nefasta porque estos crecen permanentemente en soberbia y en su propia opinión pero se la atribuyen al Espíritu Santo, afirmando que Dios habla por ellos, actúa por ellos cuando en realidad son imaginaciones, sueños, visiones y deseos propios. Se creen iluminados pero en realidad están especialmente poseídos por su propia ignorancia o mala intención. Esto causa nefastas consecuencias contra la humanidad, como si fuera “un monstruo de varias cabezas”(p.32). Veamos textualmente lo que dice Juan Wesley: Junto con el orgullo irá surgiendo un espíritu sordo a los consejos y muy difícil de persuadir. De modo que cuando el entusiasta cae en la falta o el error hay poca esperanza de que cambie de actitud. De poco servirá (...) intentar razonar con alguien que cree estar bajo la guía de lo alto. Guiado directamente por la sabiduría de Dios. Cuanto más crece su orgullo, tanto más crecen su tozudez y su incapacidad para aceptar consejos. A medida que pasa el tiempo cada vez es más difícil razonar con él, se vuelve más indiferente a la persuasión y se apega más y más a sus propias opiniones y voluntad hasta que finalmente se convierte en alguien rígido e inamovible (p.31). Pues bien, ¿Qué aplicaciones nos recomienda el predicador del siglo XVIII? Primero, dice, “aprende a pensar antes de hablar”. No hables si no conoces el significado, es decir, “cuídate de no hablar sobre aquello que no conoces” (p.33). Insiste en que nos debemos cuidar de juzgar o tildar a alguien de entusiasta, según lo que aquí se ha afirmado, guiándose por lo que dicen terceros de él. Juzgar sin evidencia no es justo ni misericordioso (p.34). Pero también recomienda tener cuídado de no portarse como los “entusiastas” que andan persiguiendo a los demás. Tampoco se debe forzar a otros a pensar como tu. “Piensa y deja pensar”. Pero no obligues a nadie sobre cuestiones de religión, ni los fuerces a entrar por medios que no sean “la razón, la verdad y el amor” (p.36). Muy bien, terminamos estos comentarios destacando algunos énfasis del pensamiento de Juan Wesley en este sermón, los cuales pueden aún estar vigentes para nosotros en este tiempo: La religión “formal”, como en tiempos de Wesley, esta sigue siendo la experiencia de la mayoría entre creyentes en la actualidad, pero hoy se conoce más como cristianismo nominal. De estos muchos ni siquiera se congregan en una comunidad de fe. El milagrerismo mágico y las intervenciones sobrenaturales sustituyen, de manera barata y negligente los “medios” que Dios mismo nos ha dado. El “entusiasmo” espontáneo va en franco desprecio de la razón. Sin razón se abre espacio para la ignorancia. La “religión del corazón”, a la que Wesley se refiere también en otros sermones, se aprecia en la santidad social-personal, constatada en una ética coherente vivida más allá del culto. Esta no tanto como religión sino como experiencia de fe con el Dios revelado en la historia constituye un camino para la misión del pueblo de Dios. Es posible que los “entusiastas” de la actualidad se sorprendan que Wesley, siendo él mismo un ferviente creyente de la “religión del Corazón”, arremetiera sin tapujos contra el fanatismo basado en la ignorancia, el oportunismo y en el espiritualismo de la pura emoción, sin reflexión y sin referencia histórica. No nos podemos detener en las causas que motivaron a Wesley a enfatizar, en este sermón, el entusiasmo “demente”. Solo podemos decir que el pietismo había despertado un cierto “avivamiento” en su época y debido a ello surgieron muchos predicadores, incluyendo mujeres, algunas apoyadas por Wesley, pero él se refería a otros que eran itinerantes sin comunidad definida y se prestaban para todo tipo de doctrinas y entusiasmos. LOS ENTUSIASMOS RELIGIOSOS DEL SIGLO XXI En los siguientes términos quizá se condense hoy, en gran parte, lo que Wesley llamó en su tiempo “entusiastas”, los actuales son: fanatismo, uncionismo, fundamentalismo, fariseísmo, espiritualismo, avivamiento emotivo, carismatismo, guerrerismo espiritual, seudo-profetizas-profetas y apostolicismo, entre otros. Algunos de estos términos pueden haberse tomado de la Biblia, pero quienes los usan los sacan de su contexto y no les dan sustento exegético-hermenéutico. Las convierten en frases slogans de uso muy pasajero. Aunque el mensaje de Juan Wesley parece fuerte, sin tapujos, vehemente, directo y aún vigente para algunos aspectos de la realidad del mundo evangélico actual, también es cierto, que ya no logra cubrir los nuevos y exagerados “entusiastas” que vienen confundiendo las iglesias y a la sociedad en general hoy. Por razones de espacio no podemos en estas pocas líneas, ni pretendemos, hacer un análisis exhaustivo de esta realidad tan omnipresente en la vida actual de las iglesias evangélicas. Es verdad que también la iglesia Católica Romana tiene experiencias similares, pero nosotros solo haremos unas rápidas referencias, como una simple muestra, de algunas de estas manifestaciones en el mundo de las iglesias evangélicas. Lo cierto es que es un fenómeno que hoy cruza casi todas las iglesias, denominaciones y confesiones. Esas prácticas “entusiastas”, para seguir usando el término que usó Wesley, tienen divididas las iglesias, las han fanatizado, las aísla de la parroquia, es decir de la sociedad y las vuelve excluyentes y descalificadotas de las demás. Sin reparos son anti-ecuménicas. Como sabemos, la espiritualidad evangélico-protestante latinoamericana y caribeña ha recibido diversas influencias en su transcurrir por la historia. Así por ejemplo después de la Reforma del S. XVI apareció el puritanismo, el pietismo, el movimiento de santidad, el liberalismo, el evangelicalismo, el fundamentalismo, el pentecostalismo, además de lo que ahora denominamos “mega prosperismo”, solo para mencionar algunas de estas corrientes que han penetrado casi todas nuestras iglesias. Sin embargo, estas no son homogéneas ni siquiera al interior de una misma denominación. Nosotros solo mencionaremos, como simple muestra, dos de estas expresiones, las cuales y siguiendo la perspectiva de Wesley, ni piensan ni dejan pensar. a) La subcultura evangelical. En toda la América Latina y el Caribe, se ha establecido con el correr de los tiempos, lo que ahora denominamos una “subcultura evangelical”. Se trata de un conservadurismo religioso que practica una conducta y una manera de ser “evangélico” y que se impone y domina el mundo cristiano no Católico Romano. Aunque también ha penetrado sectores Católicos y de las iglesias Protestantes. El “santo y seña” de esa subcultura es la “sana doctrina”, la cual, aún sin definición precisa, sirve como caballito de batalla para excluir, demonizar, enjuiciar y acosar a los demás cristianos y cristianas que practican otras espiritualidades, éticas y costumbres. La “sana doctrina” ha llegado a ser el “depósito de la fe” y el “magisterio” no escrito pero manejado subjetivamente a capricho de cierto liderazgo para ejercer autoritarismo, dogma y moral. La sana doctrina es lo establecido, es aquello que subyace en el sustrato religioso del ambiente dominante que comparten quienes constituyen la “autoridad espiritual”. Lo demás es anatema. Esta subcultura evangelical ha sido seriamente influenciada por el fundamentalismo que apareció a finales del S.XIX y principios del XX procedente de Estados Unidos de América. El cual impuso el literalismo bíblico, la unicidad de sentido del texto bíblico, la individualización e interiorización de la fe, el apoliticismo cuando no se milita en los partidos del sistema dominante. Con la unicidad de sentido se pasa al. Pensamiento homogéneo o 76 también llamado Pensamiento único. En teología esto significa un modelo único en lo doctrinal, litúrgico, pastoral y bíblico. Para este pensamiento la Biblia ya viene interpretada y la obediencia incondicional al discurso oficial no requiere razones. También es bueno destacar que el evangelicalismo tiene un marco moralista cerrado que se limita a un cierto lenguaje, una determinada conducta sexual y algunos vicios como el fumar y el tomar licor. Incluso comparten una manera de vestir. Pero ese moralismo no significa ninguna reprensión ética sobre el machismo, la injusticia en los negocios, el racismo, el etnicismo, la violencia familiar ni las injusticias sociales y económicas. Es una religión que no tiene responsabilidad socio-histórica, porque su finalidad son las “almas”, en cierto sentido es fatalista con la creación y con la historia.77 76 77 Cf. Estefanía, Joaquin. Contra el pensamiento único. Madrid: Santillana, 1997. En el excelente trabajo de René Kruger titulado Dios o el Mamón, tiene unas páginas dedicadas a la pasividad sobre las relaciones b) “Mega prosperismo”. El “Mega prosperismo” es lo que también se conoce como “neopentecostalismo” de las “mega iglesias de la teología de la 78 prosperidad”. Pero creo que para hacer justicia al pentecostalismo, pues en realidad estos tienen otra ética, otras doctrinas, otras prácticas y otras referencias históricas, les llamo “mega prosperismo” en razón de que suénfasis es la prosperidad financiera. También las catalogo así debido a que su referente histórico tampoco es ni el liberalismo, ni el conservadurismo evangelical, sino el “marketing de la globalización neo-liberal. Es 79 una versión religiosa del postmodernismo. La finalidad es el máximo enriquecimiento en el menor tiempo posible. Por eso se concentran en la recolección de fondos sin tener que preocuparse por requisitos denominacionales, ni por responsabilidades morales o éticas. Estos creyentes postmodernos ni siquiera tienen la responsabilidad de participar en una comunidad de creyentes, mientras cumplan con las cuotas 80 financieras. La transformación del creyente en esta tendencia, se produce cuando se hace un pacto financiero y su testimonio cristiano se medirá de ahí en adelante por las contribuciones económicas que haga regularmente. Pero su ética y su moral personal no son determinantes como testimonio cristiano. Así que, en Colombia por ejemplo, significa que un donante de las mega iglesias puede ser narcotraficante, paramilitar, usurero o estafador y aún así cumplir el pacto con el dios Mamón. Esta tendencia también se caracteriza por los aires faranduleros extremadamente materialistas de sus cúpulas religiosas, pues a menudo les gusta exhibir con desmesurada presunción, como testimonio de su “éxito” financiero, las extravagancias de su estilo de vida. Así exhiben, no sin arrogancia, sus costosas vestiduras, sus escuadrones de guardaespaldas, sus aviones privados, sus mansiones desproporcionadas y su consumismo despilfarrador. Sus ritos religiosos son más un espectáculo - catarsis que culto. El teólogo y pastor Bautista Máximo García, hace una corta radiografía de esas prácticas espectaculares: Primero fue levantar las manos; luego lo que un amigo denomina "el parabrisas" (movimiento pendular de los brazos en alto); a continuación las palmas de forma desenfrenada y los aplausos a Dios; el desplazamiento de la predicación y el cambio de los himnos clásicos por los largos períodos de "alabanza" no tardarían en dar una configuración teológica diferente a los cultos; a eso sigue la danza y "las caídas"; el paso siguiente sería sustituir a los diáconos elegidos por la iglesia de forma democrática por "ancianos" designados directamente por los pastores; estos pastores escalaron poco después un peldaño en la jerarquía, haciéndose reconocer como "apóstoles", cuya autoridad dictatorial sobre la congregación es absolutamente incuestionable; el gobierno congregacional comenzó a socioeconómicas, las causas y efectos de la pobreza y la actitud de algunas iglesias. Buenos Aires: LUMEN/ISEDET, 2009. pp. 31-40. 78 Para un estudio más detallado cf. Ocaña, Martín, Los banqueros de Dios”. Lima: PUMA, 2002. 79 El postmodernismo tiene como una de sus características la relativización de los cuerpos doctrinales, de las confesiones, de las tradiciones. Los mega prosperistas no pertenecen a ninguna confesión, ni denominación. 80 Recientemente uno de estos predicadores prosperistas presentaba como testimonio del “mejor miembro de su mega iglesia”, una persona que debido a sus altas responsabilidades empresariales no podía asistir al templo, pero cada primero de mes, infaliblemente mandaba las jugosas ofrendas a la iglesia. resultar incómodo y sus funciones han ido siendo asumidas por pequeñas elites que imponen su "carisma" sin opción a la menor discrepancia; lo último es el "bendiciones" insustancial 81 y desubicado. También es una característica de los “mega prosperistas”, el nuevo círculo exclusivo de “apóstoles”. Es un auto-título, el cual no lo da ninguna institución ni eclesiástica ni académica. No es un ministerio sino un título, como una “condecoración” que se otorgan entre si quienes son del exclusivo círculo. Estos son “entusiastas” que se creen intocables y por ello condenan 82 cualquier crítica contra ellos. No extendemos estos comentarios porque en la realidad del mundo religioso es muy fácil comprobar tales conductas. Sobre todo porque aparecen mucho en los medios masivos de comunicación como la radio y la televisión. Aunque de ninguna manera hemos osado cerrar el espectro fanático de la actualidad, en el cual tendríamos que incluir al menos el movimiento fundamentalista de la “guerra espiritual” enlazada con la guerra del Armagedom, de gran impacto en la era neoconservadora de Ronald Reagan y su “Mayoría Moral”, pero de nuevos bríos con la guerra de este siglo contra los musulmanes en IraK y Afganistán.83 Para terminar estas reflexiones, es conveniente, con ayuda de la sociología de la religión, hacer unas pasajeras menciones al fenómeno de los entusiastas fanáticos en relación a sus referencias históricas. Es decir, tratar de situarlos históricamente, como una expresión social pero religiosa. Nos referimos al ¿qué, el por qué y el para qué, tales manifestaciones logran situarse en los espacios sagrados de la sociedad? Como todo lo que reseñamos en este corto ensayo, nos limitaremos a continuación a repasar algunos mínimos al respecto. AMPLIACIÓN DEL ESPACIO SAGRADO ANTE EL VACÍO IDEOLÓGICO. La predicción moderna de la superación de la religión por vías de la razón en los discursos del liberalismo, racionalismo y el marxismo, no solo no se cumplió, sino que al contrario, la religión ha ido ampliando y ocupando mayores espacios sociales con lo sagrado.84 Tampoco el secularismo del siglo pasado, ni el extraordinario desarrollo de la ciencia y la tecnología, que en algún momento se presentaron como alternativas mesiánicas, han podido contrarrestar el enorme crecimiento del mercado de los bienes sagrados. El artículo citado circuló en Internet, titulado “Aquellos polvos trajeron estos lodos” y escrito por el ex rector del Seminario Evangélico de la iglesia Española, en Madrid. Archivado en un file titulado “Las modas evangelicales” de la carpeta de IMC en Mis Documentos. 82 Para un debate sobre los llamados “Apóstoles” cf. El Blog <www.Juanstam.com/dnn/Blogs>, sobre todo el artículo de Juan titulado “Un sermón que no necesita el pueblo de Dios” (Apóstol Raúl Vargas, predicado en el templo Oasis. Juan dice que no hay exégesis y que lo que el pueblo evangélico necesita es que no se deje domesticar. Este mismo predicador habría predicado en agosto del 2007 un sermón titulado “No toques al ungido de Dios”, el cual era dirigido contra las críticas hacía los “apóstoles”. 83 Para más información sobre el movimiento guerrerista religiosos consúltese la página web: <www.revelation.org.za/countdown.htm> 84 Cf. El estudio de La escuela Preparatoria de Texcoco, de la Universidad del Estado de México, titulado “Fanatismo en el nombre de Dios” el cual se puede consultar y bajar en la página web: http://apuntes.rincondelvago.com/fanatismo-religioso.html. El cual incluye el fanatismo islámico, judío y cristiano. 2008. 81 Sin embargo hay que hacer notar que no se trata del crecimiento de la religión formal, la que comporta meta relatos, grandes instituciones y largas tradiciones. Estas instituciones debido a sus formatos rígidos en los dogmas, liturgias y las organizaciones jerárquicas-clericalistas de los ministerios, no han logrado llenar el vacío producido por el fracaso del mesianismo de la razón moderna. Entonces, ante tal vacío hoy surgen constantemente nuevas ofertas religiosas con bienes de salvación (Weber) para paliar la angustia de una humanidad confusa, que ha perdido el sentido y las certezas que la modernidad había prometido 85 suplir. Ya a mediados del siglo XX, la mayoría de la población que no había logrado, aunque lucho y trabajó intensamente para alcanzarlo, el bienestar, la paz, la justicia y la igualdad que el mesianismo de la modernidad había profetizado, crecía en frustración. A contrario, el desastroso resultado de la Segunda Guerra Mundial, dejó una estela de muerte y destrucción y provocó las primeras alarmas en el sentido de que el sistema capitalista occidental que se presentaba como civilizador, cristiano y abanderado de las libertades y los derechos humanos, mostraba serias contradicciones e incoherencias.86 Sin embargo, y muy a pesar de las primeras alarmas, la descomposición sistémica se siguió poniendo de manifiesto con la guerra de Viet-nant, así como con las incontables guerras posteriores al derrumbe del socialismo real, como la atroz guerra de los Balcanes y las de Irak, Afganistán y El Congo en este mismísimo siglo XXI. Además de la alarmante contaminación y la destrucción de la naturaleza, el aumento irremediable de la pobreza, la violencia de género, la persistente exclusión y discriminación racial, étnica, generacional, el “apocalíptico” calentamiento global, las hambrunas masivas, son algunas muestras evidentes de que la crisis es algo más que una crisis financiera, como la que estalló en septiembre del 2008. Es decir, hay razones sólidas para creer que hay algo más que problemas financieros. Se trata de una crisis de valores, una crisis ética, una crisis política, una crisis, social, económica, religiosa, una crisis de espiritualidad. El alcance de esta crisis pasa también por la percepción y enfoque de la ciencia, hay una revuelta al interior de las ciencias mismas, el conocimiento está confrontado y esto plantea, por supuesto, una crisis epistemológica. Las dudas, las sospechas, la incertidumbre, el recelo y la perplejidad han puesto a tambalear los paradigmas de las inmutables 87 certezas del conocimiento científico. Desde la misiología y la teología en general ya se ha planteado este asunto insistentemente. No estamos diciendo ninguna 88 novedad al respecto. La crisis de paradigma, de modelo de sociedad, de cosmovisión, de época se comenta por doquier. Se dice que existe un caos, una debacle, una crisis sin precedentes de la modernidad. El teólogo y economista Xavier Gorostiaga la había diagnosticado a finales de los noventa del siglo pasado, Duque, J. “Crisis de paradigma y corporeidad de la misión”, inédito, de pronta aparición en PASOS, DEI, Costa Rica. El cual enfoca la crisis del paradigma de la modernidad y propone la corporeidad como proceso que supere el individualismo y el mesianismo de la modernidad. 86 Cf. Dierckxsens, Wim. La crisis mundial del siglo XXI: oportunidad de transición al poscapitalismo. Bogotá/San José: Desde Abajo/DEI, 2008, 16ss. 87 Kuhn, Thomas. The Structure of Scientific Revolutios. Chicago: University of Chicago Press, 1970. 88 Kun, Hans. A Global Ethic for Global Political an Economics. New York : Oxford, 1998 ; Gebara, Ivone. Le mal au fémenin. Réflexions théologiques à partir du féminisme. Paris/Montreol: Harmattan, 1999.. 85 como una crisis de “civilización”, la civilización occidental, y luego 89 habló de un cambio de época. En la actualidad, la crítica y la desconfianza afecta todas las instituciones, los partidos, las iglesias y las teologías que persisten en mantener el viejo esquema de racionalidad moderna aliñada con la globalización neoliberal. Se agotó el paradigma moderno, se gastó, se vino a pique y se desprestigió sin cumplir lo que había anunciado. La crítica se enfoca ya no en una ideología, sino en las bases mismas de la modernidad, la cual pretendió constituirse en la respuesta definitiva para la humanidad. Pero que para prolongarse ha ido asumiendo las egoístas tentaciones de la globalización neoliberal. Con ello, la razón moderna se muestra irracional, el criterio sujeto-objeto se desmorona porque solo ha servido para explotar, dominar y apropiarse de la naturaleza y de los no “civilizados”. La idea del progreso infinito contrasta con la alarmante llamada que hacen los mismos científicos, en el sentido 90 de que la naturaleza y sus recursos se agotan. Se ha mostrado que la ciencia no es objetiva sino que ha estado al servicio de ideologías, de intereses, de la avaricia, del despilfarro. Con esa lógica la ciencia moderna se volvió utilitarista, al servicio del lucro irracional. De la misma manera, es catastrófica la individualización de todas las conductas humanas. Con el individualismo se negó al otro, a la otra, a la comunidad, al colectivo, a la diversidad, a la pluralidad. Pues bien, en este contexto confuso, negligente, desencantado, oportunista, insensible, incierto, voraz, avaro, es decir en crisis generalizada, las manifestaciones religiosas con una fuerte carga de entusiasmo fanático se ofertan como los espacios sagrados y refugio inmediatista. Sin embargo, esta oferta religiosa no se encamina a la superación de los males de la modernidad, sino a sacralizarlos. De ahí que mantenga la metafísica del capital, según lo predica la globalización neoliberal.91 La avaricia, el enriquecimiento automático, gracias a la “mano invisible” que paga todas las deudas y multiplica los bienes por vía milagrosa. Solo se requiere una pequeña inversión en los bienes sagrados y con ello se prescinde de la Gracia y el trabajo humano. Volviendo a Wesley, con él se confirma que el fanatismo es una patología y se manifiesta con exaltación de convicciones consideradas absolutas, las cuales deben ser impuestas a los demás para que se salven. El fanatismo es ciego intolerante, rígido e incapaz de dialogar, su visión de la realidad es estrecha y sin responsabilidad ética con sus prójimos. El fanatismo sustituye la fe y se hace autoritario para producir seguridad. Estos entusiastas no contribuyen a la superación de la crisis de la modernidad, sino que son una manifestación de ella. La crisis de la humanidad se sigue profundizando, las últimas muestras son el arcaico y degradante golpe de Estado en Honduras, bendecido por el Cardenal Mons. Oscar Andrés Rodríguez, la Confraternidad de Iglesias Evangélicas y por el Opus 92 DEI. También, es fiel reflejo de la crisis que tiene que recurrir al Gororstiaga, Xavier. “Ya comenzó el siglo XXI: El Norte contra el Sur”, en ENVÏO, Managua: CRIES, No 116, junio 1991, p. 39. 90 Cf. El Blog <informa-tico.com> Donde premios Nobel hacen un llamado urgente sobre el problema del medio ambiente y especialmente sobre el agua. Junio, 2008. 91 Cf. Hinkelammert, Franz. Crítica a la razón utópica. Especialmente el capítulo dos “El marco categorial del pensamiento neoliberal actual”. San José: DEI, 1984. 92 Está circulando por el mundo entero una avalancha de protestas y rechazos generalizado contra el Golpe de Estado, el secuestro y el exilio impuesto al presidente constitucional, señor Zelaya, el cual lamentablemente los grupos religiosos conservadores bendicen, así lo señala el siguiente boletín llegado de Honduras:: “Carta 89 imperio de la guerra, la creación por parte de EUA de las siete bases militares en Colombia, aunque oficialmente dicen que es otra cosa, amancillando la soberanía nacional justamente para celebrar el bicentenario de la independencia y para traicionar las buenas relaciones con nuestros hermanos países vecinos. Además, están regresando las pandemias superadas en el siglo anterior mientras aparecen unas nuevas como la A H1N1. Esta realidad es justamente el caldo de cultivo para los fanatismos, ahora, posmodernos. Tareas pendientes No cabe duda que tenemos algunas tareas pendientes como teología crítica y soñadora de nueva humanidad. Necesitamos hacer un alto en el peregrinaje de nuestras iglesias. De nuestros escuelas teológicas. Con cierta urgencia tenemos que volver a plantearnos algunos asuntos que nos permitan renovar el horizonte que nos demarcó Wesley y, que hoy día constituye una tradición que trasciende las denominaciones wesleyanas. A continuación enumeraré algunas de estas tareas pendientes, sin orden de prioridad, alimentadas por la lectura realizada al sermón de Wesley, por la urgencia del desencanto que se percibe entre nuestros pueblos que no encuentran salida para la plena realización humana y por lo tanto no tiene otra alternativa que recurrir al fanatismo religioso. 1. Un asunto pendiente es el recurso de la razón, expresado con la frase “Piensa y deja pensar”. Evidentemente Juan Wesley apeló con mucho tino, a la naciente razón moderna como la luz que permitía ver de una manera distinta la realidad y la interpretación de esta en su época. La razón moderna pasaba por encima de la razón teo-eclesiástica que dominó gran parte de la Edad Media. Sin embargo, nosotros estamos, desde ya hace algunas cuántas décadas, observando la decadencia de la racionalidad moderna. Hoy la razón moderna extremada por la globalización neoliberal, como lo hemos introducido arriba, enfrenta la más insistente e irrespetuosa crítica, como incapaz de cumplir las certezas anunciadas. Pero esto no nos debe hacer caer en el error de creer que podemos prescindir de la razón. La que está en crisis es la “imprescindible” razón cartesiana, la cual ha tenido que abrir paso a otras fuentes de conocimiento que ha dado lugar a que la epistemología pase por una novedosa ebullición y ya insinúe buenas noticias que nos hablan de una razón transversal, de inteligencias múltiples donde se prioriza la convivencia, la justicia 93 y la solidaridad. 2. También, me parece urgente, y este evento se nos adelanta, es continuar una relectura bíblico-teológica de la Gracia, debido a que con la globalización neoliberal y el “entusiasmo” mega prosperista, la Gracia es sustituida por el materialismo mágico y la “mano invisible”. Es urgente volver a re-leer el sentido de la Gracia para reenfocar nuestra misión, liturgia y ministerios. 3. Esto implica, como lo insiste Juan Stam, contrarrestar la ignorancia del literalismo biblicista con el recurso exegético, como uno de los medios (Wesley) que nos ha dado Dios. La exégesis como una herramienta es condición para el descubrimiento de las claves hermenéuticas comunitarias. abierta feministas en resistencia en Honduras” firmada por Eida Martínez Rocha, el 14/ 07/09. <htp:/www.ciem.ucr.ac.cr>. 93 La pedagogía nos está iluminando por ese camino. Cf. Banev, E., Oxley, S.; Schreiner, P. (Editores), Holistic Education, Resource Book. Berlin/ New York: Waxmann, 2005. Assman, Hugo. Reencantar A Educaçăo. Petrópolis: Vozes, 1999. 4. Significa pensar en una reflexión teológica no solo desde un lugar doctrinal, institucional o/y dogmático. Necesitamos una reflexión teológica que recoja lo mejor de nuestra tradición, capaz de contribuir al desarrollo de una experiencia de fe, de una piedad viva, comunitaria y en perspectiva del reino de Dios y su justicia. Una teología capaz de interpretar tanto las angustias como las esperanzas, aspiraciones y deseos que el pueblo enfrenta y construye en su imaginario cotidiano, debido a las carencias, la insatisfacción de las necesidades fundamentales y la miserable calidad de vida. Esta es una tarea que no admite posposiciones, porque si no lo hacemos con premura los fanatismos seguirán adelante, ocupando todos los espacios sagrados con un espiritualismo materialista o escapista. 5. Necesitamos repensar nuestra responsabilidad ética con nuestros prójimos y con la integridad de la creación. Esto implica no solo una ética religiosa sino económica, política, social y cultural en general. Esto es buscar la coherencia ad intra y ad extra de la comunidad de fe, es decir, también en la parroquia. 6. Tenemos que pensar de nuevo el encuentro y la participación con el otro, esto sucederá en la parroquia. Tenemos que salir del templo y del limitado espacio cultual. El encuentro con el otro en la parroquia nos obligará a pensar lo ecuménico, lo interreligioso y lo transcultural. Esto significa pensar y conocer el contexto de la parroquia, lo cual requiere diálogo interdisciplinario. La teología sola ni la exégesis son suficientes para conocer y participar en el proyecto de Dios en la parroquia. Necesitamos todas las ciencias libres, críticas y abiertas a las esperanzas, eso si, tenemos que prescindir de los científicos sirvientes del lucro y el poder. Conocer el contexto significa penetrar la oscuridad de las tinieblas, desnudarlas, ponerlas al descubierto. Pero también significa discernir la voluntad de Dios, allí donde El se está manifestando. Significa conocer nuestras debilidades, flaquezas y limitaciones, pero también significa conocer las posibilidades, los dones, los carismas, las habilidades, los talentos y destrezas. 7. Piensa y deja pensar no nos pone ante un libertinaje individualista, especulativo, abstracto y sin compromiso, sino de cara con la comunidad de fe que marcha por la historia desarrollando ministerios urgentes y concretos. 8. La forma verbal del imperativo piensa, indica formación, cultivo, análisis, reflexión, investigación. Piensa es buscar conocimiento, inteligencia, educación, aprender. Pero, deja pensar, apela más al diálogo, a la escucha, oír al otro/otra. El pensar del prójimo nos informa, nos cuestiona, nos edifica, nos sensibiliza, nos apela. Finalmente, Piensa y deja pensar, con una racionalidad más que simplemente moderna, nos debe abrir a la sensibilidad, a la tolerancia, a reconocer en la otridad, a los y las prójimos como sujeto y en quien estoy yo mismo. Nos sensibiliza a la solidaridad para con los y las “pequeñitas” del evangelio. Así con Wesley confirmamos la vía de la Razón, la verdad y el amor, entendido este como el que nos lleva al reinado de Dios y su justicia. PREGUNTAS PARA REPASO Y EL DIALOGO GRUPAL. 1.- ¿A qué llamó Wesley, ENTUSIASMO? Defina y compare algunos excesos emocionales de algunos ministerios, tan abundantes en nuestro medio. 2.- ¿Qué peligro aprecia en alguno de estos movimientos de vida espiritual contemporáneos? Agregue otros riesgos que Ud conozca de los movimiento, presentados en esta unidad, acerca del neo –pentecostalismo y de mega –prosperidad. 3.- “Las práctica entusiastas tiene divididas las iglesias, sin reparo son anti ecuménicas” Wesley expresó que no podemos ser cristianos si vivimos aislados de los demás ¿en las condiciones de vida que tenemos, cree que tiene validez sus palabras? ¿Por qué? 4.-Complete el enunciado” Para nosotros los metodistas es un principio fundamental que al renunciar a la razón es a la religión; que…Justifique o refute. 5.- A la luz de los entusiastas del siglo XXI ¿Ud, puede agregar ó socializar santidad, perfección cristiana como genuino modo de vida? 6.- ¿Es posible hacer realidad en nuestro medio el postulado wesleyano de “santidad de corazón y vida” cuando estamos frente una crisis generalizada? 7.- ¿Cuál ha sido el aporte de este capítulo a su concepto de “nosotros los metodista pensamos y dejamos pensar” ¿De qué forma piensa incorporar esos nuevos cambios? 8.- ¿Qué aprendió de nuevo como resultado del estudio de esta unidad? La Santidad en el Pensamiento Wesleyano Obispo (H) Neftalí Aravena Bravo Introducción Uno de los énfasis principales alrededor de los cuales Wesley centra su acción ministerial, es la santificación. Este pensamiento es poco conocido, pese a ser uno de los principales ejes al cual realmente dedicó sus energías. Juan Wesley, al igual que la Iglesia primitiva, concibe la vida cristiana como “el camino” hacia el perfeccionamiento, crecimiento, y maduración en santidad, entendida ésta en términos neo testamentarios. Hay que explicar que la posición de Wesley sobre el tema de la santidad es única en el protestantismo y de hecho en la cristiandad y es un acento que hemos heredado de él. Lo particular es la santificación de la vida pero concebida en términos de la vida secular y éste es el carácter exclusivo. La Santidad es, entendida tradicionalmente como el separase de la vida común y vivir en pequeños grupos elitistas, o de personas en particular, que se separan y aíslan. Es decir, es algo que tiene que ver con la intimidad, soledad, aislamiento en una celda monacal, al interior de un convento, en una ermita o en el mejor de los casos, al interior de un seminario. Pero el símbolo distintivo es el aislarse, “abandonar el mundo”, separarse. Así es como se concibe la santificación como opuesta al compartir con la vida común. Sin embargo, Wesley la propone como algo que debe vivirse en la vida común. Wesley se apasionó tanto con este tema de la santidad cristiana, lo hizo al punto de enseñar doctrina de la perfección cristiana que según algunos eruditos resulta ser uno de puntos más controvertidos de su pensamiento. Para entender mejor el planteamiento del eje temático de la santidad planteado por Wesley es necesario ubicarlo en su contexto. Debemos decir que, el tema de la santificación no es exclusivo de Wesley sino que, la tradición calvinista reformada también lo sostenía como parte de su doctrina. Ahora bien, lo nuevo de Wesley es que la planteaba como una santidad secular. Pero veamos qué es lo que proponían los calvinistas. Calvino en su escrito “Institución de la Religión Cristiana” (III.14.9) dice: “Confesamos ciertamente que, cuando Dios nos reconcilia consigo por medio de la justicia de Jesucristo, y habiendo hecho la remisión gratuita de nuestros pecados nos considera justos, con esa misericordia va unida otra bendición: que mediante su Santo Espíritu Dios habita en nosotros, y que por su poder las concupiscencias de nuestra carne son mortificadas cada vez más de día en día, y que así somos santificados, es decir, consagrados a Dios en verdadera pureza de vida, al tiempo que nuestros corazones se forman en la obediencia en la ley, para que nuestro deseo principal sea servir a sus deseos, y glorificarle por todos los medios” Comparando esta posición con la luterana uno puede decir que la tradición calvinista insistió, más que la luterana, en la necesidad de la santificación. En reacción a la doctrina de la justificación por las obras, Lutero dice, que la justificación es el acto de la misericordia de Dios, por el cual nos imputa la justicia de Jesucristo y nos declara justo, aún cuando objetivamente no lo seamos. La justificación no consiste en hacernos justos, sino en declararnos tales. Para Lutero quien ha sido justificado ha de procurar agradar a Dios en santidad de vida; pero ha de ser algo que surge espontáneamente del corazón del creyente, de tal modo que la ley, que antes sirvió para condenarle, ya no tiene validez de obligación, sino sirve como recordatorio del pecado que todavía permanece. Pero la tradición calvinista, por otra parte, dice que aun cuando ciertamente nuestra justicia no es sino la de Jesucristo, con todo y eso la justificación ha de llevar necesariamente a la santificación, y en ese proceso la ley ha perdido su poder de condenar; pero no ha perdido su vigencia- excepto en aquellos elementos ceremoniales que eran figura y anuncio de Jesucristo. A estos dos énfasis distintos podemos decir que, el peligro que 94 asedia a la tradición luterana es el antinomismo , el que 95 amenaza a la reforma calvinista es el legalismo . Wesley fue formado en la reforma calvinista por lo tanto, el siempre insistió en la importancia de la santificación y por ello combatió todo cristianismo que no tomara en serio la vida en santidad. ANTINOMISMO: sistema de creencias que mal interpretaba la gracia de Dios, menospreciando y desobedeciendo la Ley. 95 LEGALISMO: sistema de creencia que pone énfasis desmedido en el cumplimiento literal de la Ley 94 LA SANTIDAD WESLEYANA EN EL ASPECTO PERSONAL. Se cree que Wesley fue influido por William Law, ya que sintió gran admiración por sus escritos. Así por ejemplo el sermón 95 (que se encuentra en el tomo 4 de las obras de Wesley) él cita a Law para discutir los caminos que la educación ha de seguir: “Si hubiese continuado siendo perfecto, tal como Dios creó al primer ser humano, tal vez nuestra naturaleza perfecta hubiera bastado para instruir toda persona. Pero así como las dolencias y enfermedades han hecho necesarias la existencia de remedios y médicos, de igual manera los desajustes de nuestra racionalidad han generado la necesidad de recibir educación y de tener maestros. Y así como el único fin que persiguen los médicos es restituir la naturaleza a su estado original. La educación, por tanto, debe ser considerada como un segundo intento de alcanzar la razón, y por medio de ella compensar, hasta donde sea posible, la perdida de la perfección original. Si la medicina puede llamarse con justicia el arte de restituir la salud, así también la educación no debe verse sino como el arte de restituir al ser humano a su perfecta racionalidad”. Así como esta cita hay varias más que Wesley hace de los escritos de Law. Debemos decir también que, Wesley es heredero de la tradición reformada puritana de énfasis en la santidad que cobró tanta prominencia en la Inglaterra de los siglos XVII y XVIII. También hay que recordar que, Wesley sabía por experiencia propia que ese énfasis en la santidad si no iba acompañado de otro énfasis aún mayor, es decir, en la gracia y el amor de Jesucristo, podía tener consecuencias desastrosas, es por eso que Wesley se distancio posteriormente de Law y así lo refleja una carta que le dirigió en términos bastantes fuertes: “Llevo dos años dedicado particularmente a predicar siguiendo el ejemplo de sus dos tratados prácticos, y todos los que me han escuchado han creído que la ley es grande maravillosa y santa. Pero, tan pronto como intentaron cumplirla, descubrieron que es demasiado alta para el mortal, y que mediante las obras de la ley ninguna carne será justificada. Para remediar esto, les exhorté, y me dediqué yo mismo a orar asiduamente por la gracia de Dios, y hacer uso de los medios que el Dios que todo lo sabe, ha provisto para obtenerla. Pero aún así, tanto ellos como yo, nos convencimos más y más de que se trata de una ley que el humano no puede vivir, porque la ley en nuestros miembros constantemente pugna con ella, y que por tanto, nos lleva a un cautiverio aun mayor bajo la ley del pecado. Bajo ese pesado yugo hubiera yo gemido hasta el momento de mi muerte, de no haber sido por un santo varón, a quien Dios me llevó recientemente, al escuchar mi lamento respondió de inmediato: cree y serás salvo. Cree en el Señor Jesucristo con todo tu corazón, y nada te será imposible. Esta fe, y la salvación que trae, es don gratuito de Dios. Busca, y hallarás, Desnúdate de tus propias obras y de tu propia justicia, y busca refugio en él. Porque quien acuda a él, no le echará fuera”. Esta carta muestra el quiebre de Wesley con Law ya que, le pareció que la tendencia mística que Law tenía era peligrosa. Lo importante en todo esto es que Wesley reconoce el valor de los consejos de Law, y a través de toda su vida llamará a sus seguidores a una vida santa. Reconoce también el peligro que se llegue a pensar que la santidad es el camino que conduce a la salvación, de tal modo que el creyente, en lugar de confiar en la gracia de Dios, confíe en su propia santidad. En este punto, Wesley afirma categóricamente el principio protestante de la justificación gratuita. Y lo afirma con palabras tan categóricas como las de Lutero o Calvino. Como decíamos anteriormente, existe el peligro que el énfasis en la gracia gratuita lleve al antinomismo. Ese peligro en la tradición luterana, donde el principio de la justicia imputada ha llevado frecuentemente al antinomismo. Según ese principio, que ya hemos mencionado, la justificación consiste, no en que nosotros seamos justos, sino más bien en que Dios nos imputa la justicia de Cristo, y gracias a ella nos declara justos. Los abusos que hacía de esa doctrina llevaron a Wesley a escribir un tratado sobre ella, en el que concluye: “Personalmente, me siento absolutamente liberado de utilizar esa expresión debido al terrible abuso que con demasiada frecuencia se ha echo de ella. Otra razón es que los antinomianos la utilizan hasta el día de hoy para justificar las más escandalosas abominaciones. Es motivo de profundo pesar ver cómo personas que aman la santidad, que la predican y tratan de alcanzarla, llegan a creer que honran a Cristo al mismo tiempo que aprueban el comportamiento de personas que continuamente lo convierten en “ministro del pecado” y amparándose en esa justicia imputada, alcanzan tal grado de iniquidad e injusticia que no tienen paralelo ni aun en el mundo pagano” Lo que le preocupaba a Wesley de la doctrina de la justicia imputada era ante todo el peligro de que llevara al libertinaje antinomiano. Si la justificación consiste solamente en que Dios ve en nosotros la justicia de Cristo, y no en que de algún modo comienza consiguientemente a hacernos efectivamente justos y santos, la consecuencia casi ineludible es que nuestra conducta no importa para nada respecto a la justificación, pues nada que hagamos puede en modo alguno disminuir o borrar esa justicia de Cristo que nos ha sido imputada. A Wesley le preocupa esa doctrina porque parece implicar que, una vez recibida esa justificación, no hay nada más que hacer. En el mismo tratado antes citado continúa diciendo: “…Si yo me apropio de la obediencia de Cristo en el instante en que me hago creyente (Tal como me lo hace suponer ese tipo de expresiones), ¿acaso hay algo más que pueda agregar? ¿Puede mi propia obediencia a Dios agregar algo a la perfecta obediencia de Cristo? Según este esquema de pensamiento ¿no se encontrarían el santo y el impío exactamente en la misma condición?” Diciéndolo de otra forma, si lo que Dios ve en nosotros es la justicia de Cristo, si esa justicia es perfecta, no nos queda más que hacer, sino sencillamente vivir como nos de las ganas. La justicia que ya tenemos, aunque no nos pertenece, es perfecta. Por lo tanto, no queda lugar para la santificación, que es tan importante para Wesley así como para toda la tradición reformada. Recordemos la cita de Calvino que aludimos anteriormente, él decía que junto a la gracia que nos justifica, con esa misericordia va unida otra bendición; que mediante en Espíritu Santo Dios habita en nosotros, y que por su poder los pecados de nuestra carne son mortificados cada vez más día a día. Pero la cita de Calvino continúa: “Pero aun cuando mediante la dirección del Espíritu Santo andamos en los caminos del señor, a fin de que no nos olvidemos de nuestra condición y nos hinchemos, siempre permanecen rasgos de nuestra imperfección, que nos dan ocasión de ser humildes…Que algún santo siervo de Dios escoja de toda su vida una sola acción que piense sea notable. Que la examine en su mente detalladamente. Sin duda alguna encontrará en ella algo que todavía lleve el hedor de la carne corrupta, porque nuestro deseo de hacer el bien nunca es lo que debería ser…Las manchas en las obras de los santos se ven claramente, aunque no sean sino pequeñísima máculas; y, ¿cómo no han de ser ofensivas ante los ojos de Dios, ante quien ni siquiera las estrellas son puras?” En contraste con Calvino, Wesley siempre creyó y enseñó que la perfección cristiana si es posible. Wesley proponía la perfección cristiana como la meta de todo creyente, y no sólo para la vida futura, sino para la presente, el decía que era la única manera de mantener a los miembros en una constante búsqueda de la obediencia y santidad. Claro está que, hay que advertir que la doctrina de la perfección cristiana tiene sus peligros los cuales Wesley reconoce, por ejemplo un grupo de creyentes de Londres pretende haber sido perfeccionado, pero tales excesos no anula que se deba predicar de la perfección no sólo para la vida futura, sino también para la presente. Las razones de Wesley para insistir en la doctrina de la perfección, son los variados textos bíblicos que hablan de la perfección cristiana. Tal es el caso de la frase de 1° de Juan donde dice: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado” (1° Juan 3:9; 5:18), así como en varios pasajes en Santiago, donde las palabras tales como perfecto y perfeccionar aparecen repetidas veces. ¿Qué es lo que Wesley entiende por perfección cristiana? En su tratado sobre “La Perfección Cristiana”, aclara que: “Los cristianos no son perfectos en conocimiento. No están libres de ignorancia ni están libres de equivocarse. No se puede pretender que una persona sea infalible ni omnisciente. Los cristianos no están libres de ciertas debilidades, por ejemplo ser lerdos y flojos de entendimientos, o tener poco, o nada, de imaginación. Otros ejemplo puede ser no utilizar un lenguaje apropiado, o tener problemas de dicción, y a esto podríamos agregar un sin fin de problemas más en su manera de hablar o comportarse. Nadie se libera completamente de estos problemas hasta que su espíritu no esté nuevamente con Dios. Hasta entonces, tampoco podemos esperar estar completamente libres de tentación ya que,”el siervo no es mayor que su señor”. En ninguno de estos sentidos es posible encontrar absoluta perfección en la tierra. No existe ningún grado de perfección que nos impida seguir avanzando”. Uno descubre en estas palabras tres aclaraciones importantes: - - En primer lugar, la perfección cristiana no consiste en no equivocarse ni tener otros defectos mentales, físicos, o hasta de acción. La perfección cristiana no nos libra de las imperfecciones de la naturaleza humana. En segundo lugar la perfección cristiana no libra al creyente de las tentaciones Lo tercero es que, la perfección cristiana, no lo es en el sentido de que no quede ya lugar para continuar creciendo. No se trata de una perfección estática. En su sermón sobre este tema, Wesley lo dice claramente: “…Todo aquel que es perfecto es santo, y todo el que es santo es, en el sentido bíblico, perfecto. Sin embargo, podemos observar que ni siquiera en este aspecto hay perfección absoluta en la tierra. No hay último grado de perfección, como se le denomina; nada que no admita un crecimiento continuo. De modo que por más que una persona haya alcanzado, o por más alto que sea su grado de perfección, todavía necesita crecer en la gracia, y avanzar diariamente en conocimiento y el amor de Dios su Salvador”. En este sermón Wesley rechaza la idea que en esta vida se alcance una perfección tal que uno haya muerto al pecado, y no necesite nada más. Para Wesley, la perfección cristiana consiste, no en tal o cual acción o serie de acciones, sino que haya en nosotros el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, de tal modo que el motivo de nuestras acciones sea el amor a Dios y al prójimo. La perfección cristiana no es entonces otra cosa que la plenitud del amor, y la plenitud de la vida que de él fluye. Según Elsa Támez en su comentario a la carta de Santiago dice: “¿Qué significa ser perfecto? La palabra nos suena chocante; tal vez porque en nuestra sociedad el pensamiento dominante tiende hacia la búsqueda constante de lo perfecto, pero en un sentido totalmente opuesto al de Santiago y Wesley. La axiología actual está invertida, mientras que para la sociedad o el mundo, en términos de la carta de Santiago y Wesley es lo contrario es estar pendiente de los necesitados para ser coherentes con lo que creemos y leemos en la Biblia. La perfección de nuestro tiempo margina al pobre, al minusválido- la perfección está ligada a lo sin defecto; es mentirosa porque el mundo de las apariencias lo domina todo. En Santiago y Wesley la perfección esta vinculada a la sinceridad, mientras que hoy día lo perfecto se rige por el nivel de las apariencias. Los modelos que la sociedad impone son individualistas, en ellos no hay cabida para la solidaridad; la imagen de lo perfecto ya está dada: seguir el modelo de tener buenas posibilidades económicas, buena educación, no tener defectos físicos. Wesley, nos desafía a buscar otro tipo de perfección, la auténtica. Aquel tipo de perfección que no divide a las personas y comunidades entre si, aquel que exige ser íntegro, cabal, completo. Aquel que vincula las realidades con la fe y actúa coherentemente con lo que dice y hace.” Como último en esta parte podemos decir que Wesley sostiene que la perfección se puede perder después de haberla alcanzado. Para él la perfección es siempre dinámica, es un movimiento que requiere disciplina y gracia renovada. Es por eso que en nuestra Iglesia Metodista, en el servicio de ordenación, se le pregunta a los candidatos, “¿Estas avanzando hacia la perfección?, no se le pregunta si ha llegado a la perfección. La Santidad, más que alcanzar grados de ella, es un movimiento, un proceso, una dirección que solo se llega a terminar, cuando el Señor nos llame a su presencia. LA SANTIDAD Y SU DIMENSIÓN COMUNITARIA. Dentro del esquema de santidad secular que se destaca en el rol de Wesley, éste reconoce a la Iglesia, lo que permite afirmar que su teología es, en el fondo una eclesiología, una reflexión de la naturaleza y misión de la Iglesia. Para Wesley, la santidad secular se nutre, orienta, crece, profundiza, enriquece en el seno de la comunidad de creyentes. Es decir, la Iglesia no es para Wesley un refugio contra las vicisitudes de la vida un oasis de paz donde las preocupaciones de lo cotidiano no tienen lugar, quedan fuera. La Iglesia es para Wesley, los creyentes que se reúnen para adorar, escuchar la palabra, participar del sacramento, edificarse mutuamente. De allí que, para Wesley, la santificación de la vida del creyente no corresponde a un apartarse de todo de las cosas cotidianas, sino apartarse de todo cuanto no dignifica la condición humana. No es rehuir de las cosas cotidianas, sino agregarle una dimensión de gracia, de vida, de eternidad. Una dimensión evangélica Wesley discutió con los místico por el énfasis que estos daban en la santidad individual y solitaria, ya que el consideraba el evangelio como algo comunitario y solidario. El Dice: “Porque la religión en la que estos autores pretenden edificarnos es una religión solitaria…. El Evangelio de Cristo se opone diametralmente a esto. En él no se encuentra la religión solitaria. Santo solitario es una frase contraria al Evangelio como santos adúlteros. El evangelio no reconoce, ninguna otra santidad que no sea Social (Ed. Jackson, 14: 321)” Aquí Wesley está hablando de una santidad social en el sentido de la comunidad de la Iglesia. Por lo tanto, puede decirse que para Wesley sin la Iglesia no hay santidad social. Esto lo expresa Wesley en varios de sus sermones como por ejemplo en el N° 24 (Que se encuentra en el tomo 2 de las Obras de Wesley) “Primero, trataré de demostrar que el cristianismo es esencialmente una religión social, y que tratar de hacerla una religión solitaria es en verdad destruirlo. Por cristianismo quiero decir ese método de adorar a Dios que Jesucristo reveló a la humanidad. Cuando digo que ésta es esencialmente una religión social, quiero decir que no sólo no puede subsistir sino que de ninguna manera puede existir sin la sociedad, sin vivir y mezclarse con los seres humanos” Con esto Wesley no está diciendo que los momentos de soledad sean malos, al contrario en el mismo sermón señala: “De ninguna manera podemos condenar los intervalos de soledad o retiro de la sociedad. Esto no solo es permitido, sino conveniente; más aún, es necesario, como lo muestra la experiencia diaria para todo aquel que ya es un verdadero cristiano o que desea serlo. No podemos pasar un día entero en trato constante con otras personas sin sufrir alguna pérdida en nuestra alma y, en alguna medida, sin contristar al santo Espíritu de Dios. Necesitamos retirarnos diariamente del mundo, al menos por las mañanas y por las tardes, para conversar con Dios, comunicarnos más libremente con nuestro Padre que está en secreto. Ninguna persona de experiencia puede condenar aún más largos períodos de retiro religioso, siempre que no ocasiones negligencia de las tareas terrenales donde la providencia de Dios nos ha colocado” Wesley también relaciona la santidad social con la necesidad imperiosa que tenemos del apoyo y compañía de otras personas de fe, si alguien piensa que el contacto con el resto de la sociedad no es necesario para la santidad está equivocado y lo expresa de esta manera: “Sin embargo, uno puede preguntarse ¿no será oportuno conversar sólo con personas buenas? ¿Sólo con aquellos que conocemos como mansos y misericordioso, puros de corazón y de vida santa? ¿No es mejor abstenerse de toda conversación o trato con personas de carácter opuesto? ¿Con personas que no obedecen, que tal vez no crean, al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo? Sería muy fácil mostrar que cierto trato con personas irreligiosas e impías es absolutamente necesario a fin de ejercitar todo el poder del carácter que él ha descrito como el camino del reino; que es absolutamente necesario para ejercitar por completo la pobreza del espíritu, de la compasión, y de toda otra virtud que tiene un genuino lugar en la religión de Jesucristo. Por cierto, dicho trato es necesario para la existencia misma de algunas de estas virtudes de la mansedumbre, por ejemplo, que en vez de exigir “ojo por ojo y diente por diente”, más bien requiere “no resistáis al malo antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra”; de aquella misericordia por la cual amamos a nuestro enemigo, bendecimos al que nos maldice, hacemos el bien al que nos aborrece, y oramos por los que nos ultrajan y nos persiguen; y de esa complicación de amor y de toda santa disposición que se practica al sufrir por causa de la justicia. Ahora bien, es evidente que nada de esto existiría si solo tenemos trato con personas verdaderamente cristianas” Para aquellas personas quienes adoptan una postura individualista y ultramontana. Wesley les dice: “Pero “Dios es espíritu, los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren” ¿No es esto suficiente? ¿No debemos emplear en esto todas las facultades de nuestra mente? ¿No es cierto que al ocuparse de estas cosas externas, el alma se entorpece de tal manera que no puede elevarse a una santa contemplación” El mismo Wesley contesta a las objeciones: “Respondo:”Dios es Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren.” Cierto, y esto basta. Debemos emplear en ello todas las facultades de nuestra mente. Pero yo preguntaría ¿Qué cosa es adorar a Dios, un Espíritu, en espíritu y en verdad? Es adorarle en nuestro espíritu; adorarle como sólo los espíritus pueden adorar. Por consiguiente, uno de los modos de adorar a Dios en espíritu y en verdad es guardar sus mandamientos exteriores. Es glorificarle, pues, en nuestro cuerpo, lo mismo que en nuestras almas. Desempeñar nuestras obras externas con nuestros corazones levantados hacia él. Hacer de nuestra ocupación diaria un sacrificio a Dios. Comprar y vender, comer y beber para su gloria. Esto es adorar en espíritu y en verdad tanto como hacerle nuestras oraciones en el desierto” Una de las formas que Wesley considera importante para desarrollar la santidad social es el uso de los bienes y del dinero. Para él la vida económica de los creyentes tiene enorme importancia, tanto para la vida devocional como para el orden social ya que el mal uso de las riquezas por parte de algunos cristianos, y sobre todo las políticas de estado que permiten y hasta estimulan ese mal uso, producen hambre en otras personas. Para Wesley, la cuestión de la riqueza no se relaciona sólo con la devoción privada, sino también con la vida de otras personas – quien hace mal uso de ellas se hacen culpable, no sólo de distracción, sino también del hambre y hasta de la muerte del prójimo. Wesley fue enfático en sostener que la santidad conlleva oposición a otros males tales como la guerra, el colonialismo y sobre todo, la esclavitud. En el tratado siete de las obras de Wesley examina la historia de la esclavitud, y sobre todo el modo en que se lleva a cabo el tráfico de esclavo en su tiempo. Wesley argumenta: “¿Dónde está la justicia de infringir los males más severos contra quienes no nos han hecho ningún mal? ¿De impedir todo bienestar para sus vidas a quienes nunca nos han perjudicado ni de palabra ni de hecho? ¿De arrancarlos de sus países nativos privarlos de la libertad misma, a la cual un angoleño tiene el mismo derecho natural y a la cual le reconoce tan alto valor como a un ingles? En efecto, ¿Dónde está la justicia de quitarle la vida a personas inocentes e inofensivas, matando a miles de ellas en su propia tierra por manos de sus mismos compatriotas? ¿Y año tras años dar muerte a muchos miles en los barcos y arrojándolo luego como estiércol al mar; y a decenas de miles más en esa cruel esclavitud a la cual son injustamente reducidos?” Podemos concluir diciendo que Para Wesley sus críticas al sistema económico de la época, su ataque a la esclavitud, y otras tantas cosas que no hemos tratado en este breve trabajo son parte de su entendimiento de la santidad. Basándose en la búsqueda de la santidad que fue parte de su vida desde los días de estudiante y hasta el fin de sus días. En lo económico, Wesley no solo predicaba el compartimiento de los bienes, sino que lo practicaba. Para él, parte de la santidad eran los tres puntos: “gana todo lo que puedas; ahorra todo los que puedas; Da todo lo que puedas”. Pero en el segundo punto se refiere a que dejemos de gastar todo lo que podamos, para que podamos darlo. Con estos pensamientos Wesley está aplicando lo que citamos en principio: “el Evangelio no reconoce ninguna religión que no sea social, ninguna otra santidad que no sea la santidad social”. ¿Estamos practicando este evangelio los metodistas? PREGUNTAS DE REPASO Y DISCUSIÓN GRUPAL. 1.- Plantear estilo o formas en que se pueda expresar santidad de vida hacia otra/os. 2.- Explique cuál es la diferencia, si la hay, entre salvación y la santificación. 3.- ¿Cuál es el significado de la perfección cristiana, tiene alguna relación con la santificación? 4.- ¿Por qué la iglesia se compromete (o no) con temas sociales, a partir de qué elementos se dan ambos casos? 5.- Enumere cuales son los principales problemas de ese compromiso, Indique que/quienes son responsables del mismo. 6.- ¿Qué le pareció lo planteado? ¿Qué punto le llamó la atención y porque?