Boletin 86 - Archidiócesis de Madrid

Transcripción

Boletin 86 - Archidiócesis de Madrid
pedid y se os dará
BOLETÍN Nº 86 / JULIO 2015
editorial
Llamados a la intimidad del Señor
preces
Señor hoy me preguntas si te amo, y te respondo con todo mi corazón: ¡Sí, te amo!
Quiero decírtelo no sólo de palabras, sino con mi vida: te amo, creo en Ti y en Ti confío,
y a Tí te confio las necesidades de la Iglesia.
•Para que guiados por el Espíritu del Resucitado las familias cristianas formen a sus
hijos en la entrega generosa por el servicio de la fe y la promoción de la justicia. Oremos.
Acrecienta en mi alma la fe para amarte por encima de todas las cosas y amar a mis hermanos, como tu.
•Para que los jóvenes sepan descubrir a Dios en su vida, deseando siempre ser más
para servir mejor. Oremos.
Acrecienta en mi alma la fe para amarte por encima de todas las cosas y amar a mis hermanos, como tu.
•Para que los jóvenes se mantengan firmes en la fe y depositen su esperanza en la
misericordia de Jesucristo .Oremos.
Acrecienta en mi alma la fe para amarte por encima de todas las cosas y amar a mis hermanos, como tu.
• Para que los jóvenes respondan sí a la llamada del Señor y para que los ya consagrados perseveren en la llamada de en todo amar y servir. Oremos.
Acrecienta en mi alma la fe para amarte por encima de todas las cosas y amar a mis hermanos, como tu.
• Para que las personas que generosamente apoyan las vocaciones experimenten
la alegría que nace de la confianza plena en el Señor. Oremos.
Acrecienta en mi alma la fe para amarte por encima de todas las cosas y amar a mis hermanos, como tu.
ARCHIDIÓCESIS DE MADRID | Delegación de Pastoral Vocacional
San Buenaventura, 9 28005 MADRID 913 644 900 [email protected]
María Magdalena, cuando llegó al sepulcro y no encontró allí el cuerpo del Señor, creyó que alguien se lo había llevado y así lo comunicó a los discípulos. Ellos fueron también
al sepulcro, miraron dentro y creyeron que era tal como ella
les había dicho. Y dice el evangelio que volvieron a su casa. Y
añade, a continuación: fuera, junto al sepulcro, estaba María,
llorando.
María Magdalena ardía en deseos de Cristo. Lo que hay
que considerar en estos hechos es la intensidad del amor
que ardía en el corazón de aquella mujer, que no se apartaba
del sepulcro, aunque los discípulos se habían marchado de
allí. Buscaba al que no había hallado, lo buscaba llorando,
encendida en el fuego de su amor. Por eso, ella fue la única
en verlo, porque se había quedado buscándolo. Lo que da
fuerza a las buenas obras es la perseverancia en ellas. Primero lo buscó, sin encontrarlo; perseveró luego en la búsqueda,
y así fue como lo encontró. Todo aquel que ha sido capaz de
llegar a la verdad es porque ha sentido la fuerza de ese amor.
Por esto dice David: Mi alma tiene sed de Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Idénticos sentimientos expresa la Iglesia cuando dice, en el Cantar de los cantares: Estoy enferma de amor; y también: Mi alma se derrite.
Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Se le pregunta la causa de su dolor con la finalidad de aumentar su deseo. Jesús le dice: ¡María! Después de haberla llamado con
el nombre genérico de mujer, sin haber sido reconocido, la
llama ahora por su nombre propio. Es como si le dijera: Reconoce a aquel que te reconoce a ti. Yo te conozco, no de un
modo genérico, como a los demás, sino en especial. María, al
sentirse llamada por su nombre, reconoce al que lo ha pronunciado y al momento, lo llama: Rabboni, es decir: Maestro, ya que el mismo a quien ella buscaba exteriormente era
el que interiormente la instruía para que lo buscase.
(De las Homilias de San Gregorio Magno)
CADENA DIOCESANA DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
oramos por las vocaciones ● oramos por las vocaciones ● oramos por las vocaciones ● oramos por las vocaciones ● oramos por las vocaciones ● oramos por las vocaciones ● oramos por las
evangelio según san Juan (21, 15-19)
Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: Simón de Juan, ¿me amas
más que éstos? Le dice él: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Le dice Jesús: Apacienta
mis ovejas. Vuelve a decirle por segunda vez: Simón de Juan, ¿me amas? Le dice él:
Sí, Señozr, tú sabes que te quiero. Le dice Jesús: Apacienta mis ovejas. Le dice por tercera vez: Simón de Juan, ¿me quieres? Se entristeció Pedro de que le preguntase por
tercera vez: ¿Me quieres? y le dijo: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Le
dice Jesús: Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú
mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus
manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras. Con esto indicaba la clase
de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho ésto, añadió: Sígueme.
padre nuestro
salmo 26
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?
Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.
comentario
¿Me amas?... Apacienta mis ovejas. Las palabras de Jesús a Pedro en el Evangelio
de hoy son las primeras que os dirijo, queridos hermanos. Estas palabras nos recuerdan
algo esencial. Todo ministerio pastoral nace del amor... nace del amor. Ser embajador
de Cristo significa, en primer lugar, invitar a todos a un renovado encuentro personal
con el Señor Jesús. (S. S Papa Francisco)
Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar
su encuentro personal con Jesucristo. No hay razón para que alguien piense que esta
invitación no es para él, porque nadie queda excluido de la alegría reportada por el
Señor. Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso
hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. (S. S Papa
Francisco)
La fe es también creerle a Él, creer que es verdad que nos ama, que vive, que es
capaz de intervenir misteriosamente, que no nos abandona, que saca bien del mal con
su poder y con su infinita creatividad. Es creer que Él marcha victorioso en la historia
en unión con los suyos, los llamados, los elegidos y los fieles. (Evangelii Gaudium)
Para mantener vivo el ardor misionero hace falta una decidida confianza en el Espíritu Santo, porque Él viene en ayuda de nuestra debilidad (Rm 8,26). Pero esa confianza
generosa tiene que alimentarse y para eso necesitamos invocarlo constantemente. Él
puede sanar todo lo que nos debilita en el empeño misionero. Es verdad que esta
confianza en lo invisible puede producirnos cierto vértigo: es como sumergirse en un
mar donde no sabemos qué vamos a encontrar. Yo mismo lo experimenté tantas veces. Pero no hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a
calcularlo y controlarlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos
impulse hacia donde Él quiera. Él sabe bien lo que hace falta en cada época y en cada
momento. ¡Esto se llama ser misteriosamente fecundos! (Evangelii Gaudium)
La medida del amor es amar sin medida...
San Agustín
Abraza al Dios Amor y abraza al Dios del amor
San Agustín
La santidad no consiste en tal o cual práctica, sino
en una disposición del corazón (del alma) que nos
hace humildes y pequeños en los brazos de Dios,
conscientes de nuestra nonada y confiados hasta
la audacia en la bondad del Padre
Santa Teresa de Lisieux
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