La uniformología como un arte aplicado

Transcripción

La uniformología como un arte aplicado
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AL CONCEPTO DE ARTE EN LA VESTIMENTA MILITAR
MAYOR (R) MUSEÓLOGO SERGIO O. H. TOYOS
“Digo pues, que las cosas reputadas como las más serias marchan y varían regidas por el mecanismo biológico,
esencial, de la moda, que así asciende a ley profunda de lo real, y claro está que si es así, así debe ser. Pero, a
la par, conviene añadir que las modas en los asuntos de menor calibre aparente— trajes, usos sociales, etc.—
tienen siempre un sentido más hondo y serio del que ligeramente se les atribuye y, en consecuencia, tacharlas
de superficialidad, como es sólito, equivale a confesar la propia y nada más…”
José Ortega y Gasset
Como una forma de ubicarnos temáticamente, resulta indispensable el contar con un breve glosario de términos específicos, muy vinculados entre sí, pero dueño cada uno de una especificidad y significado particular. Así, podemos tener en cuenta los siguientes términos:
ARTE
(Del lat. ars, artis, y este calco del gr. τέχνη). Virtud, disposición y habilidad para hacer algo. Manifestación
de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo
real o lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros. Conjunto de preceptos y reglas necesarios para hacer bien algo. Maña, astucia. Disposición personal de alguien. Buen, mal arte.
También se entiende por esta palabra a toda creación u obra que expresa sentimientos, con patrones culturales de belleza y estética, utilizando formas, colores, palabras, sonidos, movimientos, u otros medios o
manifestaciones. Es una forma de la conciencia social que tiene por objeto satisfacer las necesidades espirituales de los hombres haciendo uso de la materia, la imagen, el sonido, la expresión corporal, etc.
ARTESANÍA
Actividad industrial de tipo tradicional que se realiza con medios técnicos rudimentarios para elaborar productos de consumo. A partir de la segunda mitad del S. XX se impuso el término “artesanía” para designar a
las manifestaciones culturales y artísticas más espontáneas de la creatividad humana en todo el mundo.
Únicamente estuvieron orientadas a satisfacer necesidades de la vida cotidiana y a servir como fuente de
recursos de la economía familiar. La actividad experimentó grandes cambios, sobre todo en el orden de su
fabricación y comercialización en muchos países, particularmente, del tercer mundo, manteniéndose para
muchas familias como soporte económico fundamental. Con el objeto de definir a la "artesanía" y distinguirla
de la "industria", Eutimio Tovar Rodríguez ("La Artesanía Mexicana, su Importancia Economica y Social"
UNAM, México. 1964") ha propuesto como definición de artesanía "toda técnica manual creativa, para producir individualmente, bienes y servicios" y por lo tanto ha definido industria como "toda técnica mecánica
aplicada, para producir socialmente, bienes y servicios".
ARTESANO / A
(Del it. artigiano). Perteneciente o relativo a la artesanía. Persona que ejercita un arte u oficio meramente
mecánico. Modernamente para referirse a quien hace por su cuenta objetos de uso doméstico imprimiéndoles un sello personal, a diferencia del obrero fabril.
ARTE Y ARTESANÍA
En la Antigüedad se consideró arte la pericia y habilidad en la producción de algo. El artesano podía disponer de alumnos que heredaran su oficio y de esa manera obtener un medio de sustento. Con el pasar del
tiempo se crearon escuelas en las ciudades más populosas. Dichas escuelas recopilaban y transmitían los
conocimientos del oficio, basando el saber en la ciencia del artesano, cuyo principal objetivo era la elaboración de útiles que facilitaban el trabajo cotidiano. Existían labores de armador, alfarero, herrero, curtidor,
marroquinero, carpintero, espartero, tejedor, albañil, etc. Ya existían escuelas, en el antiguo Egipto, Grecia,
Roma, Siria, etc.
ARTEFACTO
(Del lat. arte factus, hecho con arte). Obra mecánica hecha siguiendo un arte determinado. Máquina, aparato. Máquina, mueble, y en general, cualquier objeto de cierto tamaño.
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ARTES APLICADAS
Término que designa los trabajos y procesos artísticos de objetivo exclusivamente decorativo y que se aplican a objetos funcionales. Actividades que tienen por finalidad el producir objetos utilitarios, funcionales,
decorativos o domésticos y que aportan al mismo tiempo, elementos estéticos. Generalmente, son piezas
de uso cotidiano que por su calidad estética se han convertido en objetos de arte. Con el nombre de artes
aplicadas se distinguen aquellas actividades que tienen por finalidad producir objetos utilitarios, funcionales,
decorativos o domésticos, y que aportan al mismo tiempo elementos estéticos. También suelen denominarse como artes mixtas. Estas emplean materiales diversos como: Naturales (madera, arcilla, barro, cuero,
cana, piedra, etc.) o semi procesados (tela, papel, láminas de metal, de hierro, etc.). Las herramientas utilizadas para trabajar son sencillas así como las técnicas empleadas, principalmente manuales.
Durante mucho tiempo prevaleció en la esfera del arte la diferencia entre las llamadas “bellas artes” (pintura,
escultura, arquitectura y música, cuyo objeto es expresar la belleza) y las “artes menores” o “artes decorativas”, aliadas de las otras o dirigidas a procurar el embellecimiento y la comodidad de los hogares. Las
artesanías son las manifestaciones más espontáneas de la creatividad humana. Inicialmente estuvieron
orientadas a satisfacer necesidades de la vida diaria y servir como fuente de recursos de la economía familiar. Aunque la actividad ha experimentado grandes cambios sobre todo en el orden de su fabricación y comercialización, en muchos países del “tercer mundo” sigue siendo para muchas familias un soporte fundamental para su sobrevivencia.
Modernamente constituyen formas de iniciación, desarrollo e innovación de múltiples lenguajes artísticos.
Manifiestan los dones de creatividad, de fantasía y de búsqueda de artistas y aficionados. Las Artes Aplicadas se refieren a las actividades humanas que se valen del conocimiento artístico para desarrollar objetos,
espacios y ambientes para el día a día del ser humano. En contraste con las Bellas Artes, su objeto no es la
Belleza, sino el Bienestar. Entre las muchas Artes Aplicadas encontramos disciplinas como el Diseño Industrial, Diseño Gráfico, Diseño de Interiores, Diseño de Modas y Artes Decorativas, etc.
ARTES Y OFICIOS
Es a finales del siglo XV, durante el Renacimiento italiano, cuando por primera vez se hace la distinción
entre el artesano y el artista (artesanía y bellas artes) y, equivalentemente, entre artesano (productor de
obras múltiples), y artista (creador de obras únicas). Es también en este período cuando se elabora un lenguaje propio para diferenciar la forma exterior de la representación formal, quedando clasificadas las artes
liberales (las actuales bellas artes) en tres oficios: arquitectos, escultores y pintores.
ARTE E INDUSTRIA
A finales del siglo XVIII, y a mediados del XIX (primera industrialización), apareció una verdadera diferencia
entre el producto artístico (trabajo global de carácter exclusivo) y el industrial (trabajo parcelado y producido
en serie). En este período se incrementaron las colecciones privadas, se crearon las primeras academias de
arte (aunque sin acceso a las mujeres hasta principios del siglo XX), surgió la idea de patrimonio artístico,
con la aparición de los primeros museos, y de los 'especialistas' como críticos, galeristas y coleccionistas. A
partir de 1920 por primera vez se hace distinción entre las "bellas artes" y las "artes nobles".
BELLAS ARTES
Así se conoció por mucho tiempo a expresiones clásicas como la música, la escultura, la arquitectura y la
pintura. Charles Batteaux, en su obra de 1746 Les Beaux-Arts réduits à un même principe, acuñó el término
"bellas artes", que aplicó originalmente a la danza, la floricultura, la escultura, la música, la pintura y la poesía, añadiendo posteriormente la arquitectura y la elocuencia. Posteriormente, la lista sufriría cambios según
los distintos autores que añadirían o quitarían artes a esta lista. Ricciotto Canudo, el primer teórico del cine,
fue el primero en calificar al cine como el séptimo arte en 1911. Actualmente se suele considerar la siguiente lista:
• Las seis primeras son arquitectura, danza, escultura, música, pintura y poesía (literatura) según la clasificación usada en la antigua Grecia.
• El séptimo es la cinematografía.
• La octava es la fotografía, aunque se alega que es una extensión de la pintura.
• La novena es la historieta, aunque se alega que es un puente entre la pintura y el cine.
ARTES DECORATIVAS
Las artes menores o decorativas, fueron consideradas siempre aliadas de la arquitectura o dirigidas a procurar el embellecimiento y la comodidad de los hogares, lugares de trabajo y determinadas actividades.
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SEMIOLOGÍA
(Del gr. σημεον, signo, y -logía). Estudio de los signos en la vida social.
MODA
La moda (del francés, mode y éste del latín, modus, modo o medida) indica en su significado más amplio
una elección o, mejor dicho, un mecanismo regulador de elecciones, realizadas en función de unos criterios
de gusto. Según la RAE, se refiere al "Uso, modo o costumbre que está en alza durante algún tiempo, ó en
determinado país, con especialidad en los trajes, telas y adornos, sobre todo los recién introducidos." Según
el marketing la moda es un fenómeno eterno y siempre nuevo, universal y concreto, que tiene sus raíces en
la imitación. Moda es lo actual, o lo que está en vigor e interesa a una mayoría en un momento determinado. Sin embargo, en ocasiones, aplicada al diseño y en especial a la indumentaria es aquel atuendo, estilo,
prenda, color o complemento, que se lleva por parte del grupo socialmente más importante o hegemónico o
exclusivo, que es el capaz de influir en los demás.
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INTRODUCCIÓN
He seleccionado como objeto de estudio, un tipo singular de artefacto, cargado de significados y simbolismos, que habré de ir desentrañando a lo largo de una breve historia, para arribar a sus expresiones modernas, en las que mostraré también, pero de otra forma, mediante la semiología, sus símbolos, costumbres de
uso y formas particulares con que se emplea y presenta. Pero vayamos a su encuentro: Voy a hablar de la
vestimenta, o, la indumentaria, o, la ropa, pero aquella tan particular, que es la que está constituida por los
UNIFORMES, realizando un enfoque semiológico de su evolución y constitución a fin de adentrarnos en los
significados y simbolismos de sus prendas, tanto en las del ayer como las actuales.
Imagen alegórica. Uniformes de los EEUU desde la Guerra de la Independencia
a la IIda Guerra Mundial
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Sin embargo, antes de llegar a ellos, realizaré una breve historia de este indispensable objeto que es el
vestuario, ya que se sabe que desde que el primer homo erectus apareciera sobre la superficie de la tierra,
tuvo necesidades de cubrirse, ya fuere por protección para el frío, la lluvia, la nieve, el sol o incluso los elementos que le rodeaban y lastimaban: espinas, animales peligrosos, piedras filosas, etc. Desde las pieles
que obtenía de la caza con que se alimentaba y que bien pronto aprendió a curtir, con primitivos procedimientos, hasta las toscas prendas que aprendió a confeccionar con fibras vegetales, para usar seguramente
en el estío, hombres y mujeres, sin distinciones singulares para uno u otro sexo, utilizaron esas rudimentarias “ropas” para protegerse.
Hombre del Período Paleolítico
Desde un enfoque bíblico, se podría citar también, que en el Génesis, ya creada Eva, y tentada por el demonio, convidó a su marido, Adán, con el fruto del árbol prohibido, la manzana, descubriendo de pronto
ambos, que se encontraban desnudos. La culpa había aparecido y junto con ella, el pudor y la necesidad de
cubrirse. El tiempo mostraría la diferenciación progresiva de la vestimenta, basándose en el género o sexo.
En nuestros días, en numerosas culturas, está mal visto mostrar el cuerpo. La ropa sirve para cubrirlo. A la
inversa, en ciertas regiones, la moda (lidad de uso), principios religiosos y costumbres locales, inclinan a la
adopción de otros hábitos, en los que la desnudez, es necesaria, conveniente y hasta obligada, por último,
es necesario recordar la importancia y rigidez que tiene la indumentaria en ciertas regiones en las que los
preceptos religiosos de las religiones predominantes obligan a un estricto cubrimiento, so pena de durísimos
castigos.
Las investigaciones arqueológicas particularmente, demuestran que a todo lo ancho y lo largo del globo, las
diversas culturas que lo habitaron y continúan haciéndolo, tomando del medio en que se desarrollaron, diversos materiales con los que confeccionaron sus indumentarias. A medida que pasaba el tiempo, también
adoptaron modalidades particulares para diversos lugares, conformaciones especiales para determinadas
tareas, colores característicos que fueron indicando significados prototípicos, configuraciones típicas para
ocasiones especiales, etc. De acuerdo con los arqueólogos y antropólogos, los signos de vestimenta más
antiguos probablemente consistieron en pieles, cueros, hojas, cortezas o entretejidos de hierbas, envueltas
o atadas alrededor del cuerpo como protección contra los elementos de la naturaleza. El conocimiento sobre estas ropas queda en la deducción, ya que los materiales mencionados se deterioran rápidamente comparados con piedras, huesos, caparazones y artefactos metálicos. Los arqueólogos han identificado agujas
de coser muy antiguas cerca de Kostenki, Rusia en 1988, de aproximadamente 30.000 años de antigüedad,
A.C. Para estas épocas, faltaba mucho para que de estas tareas artefactuales, como la confección del vestuario, tuvieran características singulares que las convirtieran en artesanales, es decir, fueran provistas de
detalles distintivos, artísticos o decorativos. Dependiendo de las regiones que iba habitando cada cultura, y
a medida que continuaba pasando el tiempo, fueron descubriéndose nuevas técnicas de confección, y apareciendo modalidades particulares de fabricar el calzado, las prendas de protección de las piernas, el torso,
la cabeza y las manos, así como también iba surgiendo una infinidad de objetos que servían como accesorios del vestuario, en forma de bolsas, mitones, cinturones y demás objetos que fueron complementando la
indumentaria, al tiempo que proveyéndole de nuevas adaptaciones a diversas funciones: cazar, pescar,
combatir, viajar, etc.
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Pareja del Período Neolítico
Simultáneamente con esto, y la evolución de las diferentes culturas que habitaban la Tierra, fueron apareciendo objetos que agregados a las primitivas ropas en uso, marcaban decididamente el sexo de quienes
las usaban, adornando o engalanando al bello sexo con el expreso fin de poner a la mujer en un plano de
atracción y conquista, al tiempo que con otros de muy diversa índole (armas, objetos de caza, correajes,
etc.), ponían al hombre en un papel de “conquistador”, surgiendo una modalidad “machista” que se mantendrá casi hasta nuestros días.
En este aspecto tuvieron una gran incidencia, las frecuentes migraciones producto de las invasiones, la
necesidad de buscar nuevas tierras de caza, mejores climas estacionales, etc. Por último, la aparición de
las clases sociales dentro de cada cultura, determinó la aparición de distintivos, símbolos y signos que denotaban la pertenencia a clanes, clases dirigentes, intermedias, o bajas, etc. Todo lo que se usaba fue adquiriendo junto con una mayor precisión en las técnicas de confección, una característica que denota la
jerarquía del usuario.
Así aparecieron tocados de plumas, máscaras, tatuajes, incisiones realizadas en búsqueda de cicatrizaciones con formas definidas; deformación de partes del cuerpo, particularmente, el cráneo; limado de los dientes, horadado de lóbulos de orejas, narices y labios para pasar trozos de hueso, madera, marfil, piedra o
metal; estirado de cuellos con la colocación y progresivo agregado de aros, proveen a los usuarios de un
signo distintivo, generalmente, de pertenencia a una determinada clase social, dominante o dominada, según fuere el efecto logrado.
La variedad de estas expresiones culturales, dependiendo de las épocas y lugares del mundo, puede ser
casi infinita, constituyendo ya una artesanía, en virtud de que con el uso de esos objetos o la provocación
de las deformaciones comentadas, se busca una diferenciación, la adquisición de un signo distintivo, jerárquico, artístico, ritual, religioso, de pertenencia, etc. Todas, estas expresiones, aún logradas a partir de la
deformación de diversas partes del cuerpo, siempre han sido consideradas dentro de la indumentaria, toda
vez que, producidos sus efectos, generalmente permanentes, pasan a individualizar y caracterizar a cada
persona, asociándola a algo o alguien. Hay pues, conexiones de lo más singulares.
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Hoplita griego ajustándose la parte interior de su coraza
EVOLUCIÓN DE LA INDUMENTARIA
FACTORES DETERMINANTES DE LOS DIFERENTES TIPOS DE INDUMENTARIA
Hemos visto que el principal factor determinante del tipo de ropa en las diferentes épocas y lugares es el
clima y el medio. En la evolución de la indumentaria también influyen diferentes estilos o modas, materiales
y tecnologías disponibles, códigos sexuales, posición social, migraciones humanas y tradiciones.
CLIMA
La ropa se desarrolló en un principio para protegerse o adaptarse al medio ambiente. En climas cálidos la
ropa tradicional masculina y femenina es una indumentaria suelta y drapeada tipo saya. En los países árabes y africanos esta ropa suelta adopta la forma de túnica. Los habitantes de climas muy cálidos es raro
que lleven ropas de más de dos capas. En los climas fríos es tradicional llevar vestidos cosidos y ajustados
de varias capas para conservar mejor el calor del cuerpo.
Estas dos tradiciones no se diferencian de forma clara al incluir ambas una capa exterior de abrigo como
protección contra los elementos. En la cultura occidental la interacción entre estos dos estilos ha dado lugar
a una historia del vestido más variada que en otras partes del mundo. En el mundo no occidental se ha
mantenido la tradición antigua hasta la reciente llegada de la era industrial occidental y, con ella, su forma
de vestir.
TRADICIONES
El largo dominio de la forma de vestir egipcia y oriental fue sustituido por la ropa más desenfadada de griegos y romanos que dominaron el Mediterráneo durante siglos. Sin embargo, en las tradiciones occidentales
sólo ha influido de forma importante, el estilo de vestir oriental.
MIGRACIONES
En el primer milenio de nuestra era, las invasiones del norte y del este de Europa obligaron a los romanos a
retirarse de la región mediterránea occidental. A medida que la influencia romana se fue debilitando, las
tradiciones romanas (entre ellas las formas de vestir) fueron desapareciendo en occidente. Durante la Edad
Media (c. 500-1500 d.C.) los estilos tradicionales grecorromanos se vieron sustituidos de forma radical en el
Imperio bizantino (Imperio Romano de Oriente) por las ropas más ricas y suntuosas, pero de aspecto más
envarado, de los musulmanes del Oriente Próximo. En Occidente los estilos de ropas cosidas y ajustadas
de los habitantes del norte y este de Europa que invadieron en sucesivas oleadas los restos del Imperio
Romano de Occidente modificaron el estilo de vestir grecorromano de aquella época.
ASIMILACIÓN DE DIFERENTES TRADICIONES
Con la estabilización en el siglo VIII de las migraciones, comenzó en Europa el proceso de asimilación de
culturas y formas de vestir. La expansión musulmana posterior hacia el Imperio Romano de Occidente y el
sur de Europa influyó sobre la forma de vestir occidental. Sin embargo, las Cruzadas Cristianas a Oriente
Próximo en los siglos XI y XII, que introdujeron nuevos tejidos y nuevos conceptos de lujo en Europa, sí
tuvieron un impacto mayor en las formas de vestir occidentales. En Occidente, la indumentaria aristocrática
y de ceremonia (en cierta medida vigente en la actualidad) se vio influida fuertemente por la ropa eclesiástica romana y la tradicional del Imperio bizantino.
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ESTILO Y MODA
Hasta hace algunos siglos solamente la aristocracia cambiaba de modo habitual su forma de vestir, mientras que la indumentaria del pueblo permanecía prácticamente invariable. Por otra parte, la historia del vestido ha podido reconstruirse en gran parte gracias a retratos, por lo general de personalidades que intentaban dejar constancia de su importancia posando con sus mejores y más impresionantes atuendos. Pero
incluso entre la clase alta los vestidos eran lo suficientemente caros como para merecer ser cuidados, modificados y reutilizados de generación en generación. Los cambios radicales en la forma de vestir no eran
frecuentes hasta que en los siglos XVIII y XIX la llegada de la Revolución Industrial abarató y simplificó la
fabricación de telas y vestidos.
HISTORIA DEL VESTIDO OCCIDENTAL
Tradicionalmente la historia medieval comienza con la caída del Imperio Romano de Occidente en 476 d.C.
Sin embargo, la transición de la época clásica a la medieval en la historia del vestido se hizo poco a poco. El
Imperio de Bizancio se mantuvo durante otros 1.000 años con una clase alta que mantenía la túnica como
prenda básica de vestir. En occidente las diferentes invasiones de pueblos del norte introdujeron los pantalones, las túnicas ajustadas y las capuchas, pero pasarían 300 años antes de que surgiese un estilo occidental documentado como resultado de la fusión de las formas del vestir romanas y las del norte de Europa.
Durante este periodo sólo en el Imperio bizantino existía riqueza y estabilidad política, premisas indispensables para que se produjera una continuidad de estilo y un corpus importante de documentación pictórica.
BIZANCIO
En el Imperio bizantino del siglo VI el cambio más notable respecto a la forma de vestir romana fue la introducción de los bordados, flecos, orlas y adornos de estilo oriental. Los emperadores romanos se habían
convertido al cristianismo y en el Este el máximo poder lo detentaban la Iglesia y el Estado, por lo que la
indumentaria de la corte se hizo más seria y de apariencia cada vez más rígida. La creciente influencia
oriental puede apreciarse en los trajes de corte. El cambio más claro fue la introducción del manto semicircular sujeto en el hombro derecho y más tarde el caftán persa y el traje asirio de manga larga. Ambos eran
tal vez formas originales de la indumentaria de la corte rusa, que sufrió pocos cambios hasta la occidentalización del país a principios del siglo XVIII realizada por Pedro el Grande. La forma de vestir bizantina es
única en la tradición occidental por haber evolucionado al margen del atractivo sexual o la utilidad. Los trajes de corte estaban reglamentados en el Libro de ceremonias imperial y todos, desde el emperador hasta
al funcionario de rango más bajo, vestían de acuerdo a este reglamento.
Cosacos zapórogos
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PRINCIPIOS DE LA EDAD MEDIA
Poco se conoce de los efectos que tuvieron sobre la forma de vestir europea los amplios movimientos tribales de principios de la Edad Media. Las primeras invasiones teutónicas supusieron la introducción de los
pantalones en Roma. Los teutones, a su vez, adoptaron la forma de vestir romana, lo mismo que los galos y
los bretones, al menos los más ricos.
Las últimas invasiones parece que modificaron profundamente la forma de vestir de aquella época, pero no
se conserva ninguna evidencia de ello. Los primeros ejemplares de vestido que se conservan datan de la
época en que se sustituyó la costumbre romana de incinerar a los muertos por la de enterrarlos, época que
además coincidió con una cierta estabilidad política. Cuando los carolingios dominaron gran parte de Europa y Carlomagno fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano en el año 800 d.C., parece que se
adoptó una forma de vestir relativamente uniforme en Europa. La indumentaria del emperador Carlomagno,
importada, casi con seguridad de Constantinopla, era muy semejante a la del emperador bizantino.
A diferencia de aquel, Carlomagno sólo lucía esta ropa en ocasiones oficiales. Su atuendo cotidiano, registrado por sus contemporáneos, consistía en una bajo túnica, una sobretúnica con un ribete de seda de color
y calzones o pantalones sujetos en la rodilla, así como un manto semicircular sujeto en el hombro y forrado
de piel en invierno y un bonete de tela. Las pinturas de la época muestran a otros monarcas europeos con
vestimentas similares. Las damas de la corte llevaban una túnica larga con la cabeza cubierta y encima una
sobretúnica sujeta por un cinturón. La sobre túnica a menudo llevaba adornos en el cuello, las mangas y el
bajo.
Indumentaria femenina aldeana de la Edad Media
Un manto hasta los pies se sujetaba debajo del mentón y un velo ocultaba el cabello. Estas prendas formaban la indumentaria básica de la aristocracia europea de la Edad Media e incluso, aunque con algunos
cambios, la de las clases bajas hasta el Renacimiento a principios del siglo XIV.
Carlomagno no utilizaba la capucha, prenda característica del pueblo, cuyos orígenes parece que se remontan a la Edad del Bronce y que se sigue utilizando hoy día principalmente en ceremonias y en climatologías
adversas. A lo largo de los 300 años siguientes parece que la moda no cambió mucho, aunque se aprecia
un mayor énfasis en realzar las formas físicas. La primera cruzada, iniciada en el año 1095, fue un catalizador que produjo fuertes cambios en la forma de vestir que marcarían la división entre principios de la Edad
Media y la época románica.
FINALES DE LA EDAD MEDIA: ÉPOCA ROMÁNICA Y GÓTICA
Con la invasión árabe a España y el suroeste de Francia y la conquista normanda de Sicilia llegaron a Europa abundantes y diversos materiales orientales. Pero el gran cataclismo de la moda se produjo en el siglo
XII con las Cruzadas.
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Los cruzados, hombres y mujeres, trajeron a su vuelta no sólo nuevos tejidos, sino también nuevos estilos:
lujosas telas orientales como sedas, damascos y terciopelos de brillantes colores y complicadas tramas. Las
calzas sustituyeron a los pantalones y las prendas se adornaron con joyas, bordados y pieles.
INDUMENTARIA MASCULINA
Los hombres llevaban calzones y calzas (pantalones cortos y medias). Las longitudes de ambos fueron
variando y a finales del gótico las calzas eran tan largas que casi eliminan a los calzones. Hasta la llegada
de los tejidos de punto, prácticamente desconocidos en la edad media, las calzas eran de lino o lana cosidas para que quedaran ajustadas.
Resulta increíble que pudieran adoptar el aspecto suave (conseguido posteriormente con los tejidos de punto) que se observa en las pinturas de la época. En el siglo XII las calzas llegaban a la altura de medio muslo
por debajo de los calzones cortos. En una época anterior los calzones de las clases altas eran más estrechos y los de los trabajadores más amplios y ambos se sujetaban normalmente por debajo de la rodilla.
A principios del siglo XII la ropa era larga y la sobretúnica fue sustituida por el brial, prenda importada de
Oriente. Todo, incluso las mangas, era largo, amplio y con una gran caída. A finales del siglo XII y durante el
siglo XIII las prendas masculinas presentaban diferentes longitudes, amplitudes y adornos así como diferentes nombres para lo que básicamente era la misma prenda.
Un cambio importante fue que la capucha pasó a ser una prenda independiente. Más tarde la capucha (con
su extremo puntiagudo, el liripipe, y con una capa corta que caía sobre los hombros) se convirtió en sombrero. La abertura, destinada en principio a la cara, se echaba por detrás de la cabeza y el liripipe se pasaba
alrededor de la misma a modo de turbante. Posteriormente la capucha se colgó por encima del hombro y se
llevaba como emblema; su última manifestación fue la escarapela en el sombrero de librea del siglo XIX.
Una derivación todavía más curiosa de la capucha es el apéndice cosido en la espalda de la toga del traje
de abogado en Inglaterra, que data de la época en que los clientes dejaban caer monedas en el sombrero si
pensaban que el caso podía ganarse. En el siglo XIV la túnica se estrechó y acortó hasta adquirir un aspecto más ajustado, que evolucionaría hacia la casaca. Sobre ella todavía se llevaba la antigua sobretúnica
pero adornada con un cuello, que recibió el nombre de cota. La hopa y la hopalanda, una prenda exterior de
cuerpo entero, larga y con mangas anchas y acampanadas se utilizó hasta finales del siglo XIV y se mantuvo durante los siglos XV y XVI formando parte del traje de los profesionales y de los ancianos e incluso hoy
día se utiliza en el traje académico y de la abogacía. Sin embargo, bajo esta prenda continuaba llevándose
una prenda llamada en España y buena parte de Europa “chupa”.Mientras la casaca evolucionó hacia una
prenda totalmente confeccionada y a menudo forrada que sobrevivió bajo diversas formas como la prenda
exterior básica masculina durante mediados del siglo XVII, la anterior también permaneció, derivando en el
moderno chaleco que se lleva debajo del traje.
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INDUMENTARIA FEMENINA
Las mujeres también adoptaron el brial y una capa oriental con mangas largas y amplias. El brial, confeccionado con un tejido fino fruncido o plisado, era una prenda amplia y con caída como la de los hombres.
Una nueva invención de esta época fue el corsé para realzar la figura femenina. En la Edad Media la mujer
no podía enseñar los tobillos. Las faldas eran por delante largas hasta los pies, posiblemente como aislamiento del frío y de las corrientes dentro de las frías casas, ya que todavía no existía la calefacción. Al final
de esta época apareció la moda de los fantásticos tocados y velos hasta el suelo. Hasta el siglo XV las
prendas de vestir femeninas, menos extravagantes que las de los hombres, eran ajustadas, con falda de
campana y mangas estrechas. Por encima del vestido se llevaba una cota y encima una capa sin laterales.
El cabello se ocultaba debajo de una toca, pañuelo que se envolvía alrededor de la cabeza y del cuello hasta el mentón. En tiempo frío y en actos oficiales se llevaba un amplio manto de campana o circular. Cuando
desapareció la toca, se comenzó a llevar un tocado aún más fantástico y sofisticado. Al principio primó la
anchura y más tarde la altura, alcanzándose resultados sólo comparables a las altas pelucas y los tocados
deliberadamente representativos de finales del siglo XVIII. En el siglo XIV las prendas de vestir femeninas
se hicieron más ajustadas como las de los hombres y en el siglo XV más complicadas y forradas. En este
siglo se desarrollaron telares nuevos y más perfeccionados que dieron lugar a toda una nueva gama de
tejidos, base de la rica y compleja indumentaria del renacimiento.
RENACIMIENTO
Las prendas típicas del renacimiento se desarrollaron en Italia, de donde, a raíz de la invasión de Italia por
Carlos VIII de Francia en 1494, se extendieron al resto de Europa. No está claro el porqué la moda italiana,
bastante más sencilla, se desarrolló de forma independiente con respecto al resto de Europa, pero parece
probable que esto se debiera a su clima más cálido. La túnica de cuello bajo y la camisa en el hombre y las
capas igual de sencillas y también de cuello bajo en la mujer (denominadas capa Julieta) ejercieron un efecto breve pero intenso en la evolución del vestido europeo en general. Hacia 1620 había desaparecido la
sencillez, y la línea vertical de las prendas medievales fue sustituida por la línea horizontal del traje del renacimiento. Al tiempo que se producía este rápido cambio de estilo, irrumpió en Europa la moda del acuchillado. Esta tendencia, que probablemente tuvo su origen en el sur de Alemania y que perduró hasta el siglo
XVII, consistía en unas aberturas semejantes a “cuchilladas” en el tejido exterior que dejaban ver una tela
distinta por debajo. Tal vez el desarrollo más interesante de esta época fuera la utilización, o al menos la
exposición, de las camisas por parte de hombres y mujeres. Una vez que la camisa quedaba a la vista, tenía que ser adornada; los ribetes de encajes y volantes en cuello y mangas se convirtieron en menos de 50
años en gorgueras acordeonadas y almidonadas que estuvieron de moda durante otros 100 años. Estos
cuellos, almidonados o no, evolucionaron hacia la chorrera. Durante el renacimiento el único cambio importante en la indumentaria masculina, aparte de una mayor ornamentación, fue el alargamiento de los calzones, que, como era normal, iban muy adornados por quedar a la vista. Por otra parte, la mujer fue luciendo
unas prendas cada vez más restrictivas. A principios del renacimiento apareció un corsé largo y rígido en
forma de cono y más largo por la parte delantera que oprimía la anatomía femenina. Antes se había utilizado el corsé para realzar la figura pero nunca para distorsionar de tal manera las formas curvas, ya que el
busto era obligado a sobresalir por encima del corsé.
Con la Revolución francesa de 1789, aunque las formas de vestir variaron enormemente, se siguió utilizando el corsé, aunque su rigidez se vio algo aliviada al sustituirse las guías metálicas por barbas de ballena.
Igualmente, la moda se hizo más incómoda con las faldas moldeadas con soportes que iban desde hasta
complicadas armaduras metálicas. Aunque en el renacimiento las prendas básicas siguieron siendo las
mismas que las de la edad media, el estilo relativamente natural fue sustituido por formas complicadas,
encajes y forros que proporcionaban un aspecto de rigidez. Esto era, en parte, consecuencia del extremado
formalismo de las cortes tradicionales de los Habsburgo del Sacro Imperio Romano, especialmente de las
casas de Austria y España. Los escasos intentos por eliminar esta rigidez en la moda europea no fueron
seguidos por la corte española, como lo demuestran las enormes faldas armadas de los retratos de la familia real del pintor barroco Diego Velázquez.
EL SIGLO XVII
En el siglo XVII no tuvieron lugar otros cambios en la vestimenta femenina que los producidos por los vaivenes de la moda. Se siguió llevando el corsé en forma de cono con el talle más alto o más bajo según la moda. A finales del siglo apareció el traje suelto o mantua (derivado del nombre de la ciudad del norte de Italia)
anunciando un cambio que se produciría en el siglo siguiente. El atuendo masculino sufrió el cambio más
radical de la historia moderna. A principios del siglo los hombres seguían llevando las prendas de finales de
la edad media (casaca, calzones, calzas y capa) y una capa circular, aunque durante la primera mitad del
siglo se impuso la casaca como prenda militar o de viaje.
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La casaca seguía siendo una capa pero constaba de dos piezas delanteras, dos piezas traseras y dos piezas para los hombros. Las partes delanteras y traseras se abotonaban para formar el cuerpo y las piezas de
los hombros formaban las mangas. Este práctico invento dio lugar más tarde al tradicional traje de montar a
caballo. En el siglo XVIII, después de algunos cambios, pasó a ser el traje actual y más tarde se convirtió en
el chaleco o chupa. Hacia 1680 el atuendo masculino ya tenía la apariencia actual excepto en el uso de
calzones en lugar de pantalones. La peluca, excentricidad que alcanzó su máximo apogeo en el siglo siguiente, fue introducida por Luis XIV para ocultar su incipiente calvicie (después de haber puesto de moda
su magnífica cabellera rizada) y figuró durante más de un siglo como prenda indispensable en el guardarropa de todo caballero. La peluca, empolvada en blanco o gris, grande y aparatosa o pequeña y sencilla, sustituyó al pelo natural de los caballeros y fue utilizada en los actos sociales hasta la llegada de la Revolución
Francesa, en la corte otros treinta años más y en los tribunales de justicia de Gran Bretaña hasta hoy. Su
existencia y permanencia, así como su arreglo, dio origen al oficio de peluquero, que ya como barbero y
dentista, tenía sus antecedentes desde mucho antes, dedicándose según su habilidad y calidad de trabajo a
distintas clases sociales, pero que hacia estas épocas, agregaría a sus tareas la de reparador de pelucas: el
“peluquero”, que se ocupaba de mantener el volumen del cabello postizo, los rulos y el realzar el color blanco que caracterizaba a este incómodo implemento, tarea que hacía empleando caolín, polvo también empleado para la fabricación de porcelana… Extrañas costumbres de hombres y mujeres, vinculadas con las
incipientes manifestaciones de la moda, en las que debe advertirse una forma de arte por un lado y de artes
aplicadas, por otra.
EL SIGLO XVIII
El siglo XVIII se caracteriza por la utilización de tejidos ligeros y claros en contraposición con el aspecto más
oscuro y lúgubre de los siglos anteriores y posteriores. Aunque las mujeres seguían llevando largos corsés
en forma de cono (de moda durante los dos siglos anteriores), con la llegada de las sedas de colores claros
y la capa suelta o mantua desapareció el aspecto plomizo del pasado. Las faldas sobre armaduras parecían
flotar y ondear y los plisados caían de los hombros eliminando la sensación de rigidez. Los hombres también utilizaban prendas de seda y sus ligeros calzones, anchas casacas y chalecos floreados normalmente
eran de colores claros. Un suave encaje sustituía a las gorgueras almidonadas y serias del siglo anterior.
Hasta finales del siglo no comenzó a variar el aspecto uniforme de los vestidos. En Francia (abocada a la
revolución) la moda se hizo más rígida, más sofisticada y formalista.
En Inglaterra, que se dirigía hacia un cambio social más ordenado y un desarrollo industrial explosivo, la
moda cambió su tendencia normal y los dictadores de la moda se decidieron por el atuendo más práctico de
las clases obreras. Mientras que los franceses lucían rígidos brocados, los ingleses adoptaron los tejidos de
lana. A raíz de la Revolución Francesa se produjeron dos cambios radicales en la moda europea: en el
hombre se volvieron a imponer los pantalones después de 600 años y en la mujer hubo una vuelta consciente hacia lo que se consideraba el estilo griego clásico. Desaparecieron durante un par de décadas los
corsés y las armaduras, que fueron sustituidos por tejidos ligeros de aspecto natural, cinturas altas, brazos
desnudos y corpiños cortos. A pesar del miedo a la Revolución que existía en otros países europeos, la
moda francesa logró imponerse y afianzarse. Sedas, encajes y brocados desaparecieron del atuendo masculino y, durante un tiempo, también del femenino.
EL SIGLO XIX
A principios del siglo XIX durante el Imperio napoleónico se produjo una vuelta al formalismo y a lo recargado, aunque la moda no varió mucho. La restauración de la monarquía francesa en 1814 produjo una reacción en la moda femenina, trayendo de nuevo los corsés, las crinolinas y las armaduras. Sin embargo, la
Revolución Industrial proporcionó al hombre prosperidad y un cierto sentido de austeridad. Desde el retorno
del pantalón no se había producido un cambio importante en el atuendo masculino, excepto el paulatino
abandono del formalismo. Desde comienzos del siglo XIX la característica de la moda masculina fueron las
prendas ajustadas más que cortadas. En cambio, la Revolución Industrial produjo una serie de rápidos
cambios y facilitó la fabricación de vestidos femeninos a la moda. Los ricos que dictaban la moda tuvieron
que huir de los nuevos ricos que intentaban copiarles. Las crinolinas fueron sustituidas por aros y éstos a su
vez por polisones. La única prenda que permaneció, a pesar de los cambios de silueta, cuello, mangas y
colores, fue el corsé.
EL SIGLO XX
Las guerras y las revueltas sociales trajeron los últimos cambios radicales de la historia del vestido europeo.
La lucha de la mujer contra las limitaciones sociales y políticas fue acompañada de la desaparición del corsé y de sus limitaciones físicas. Luego de la Ira Guerra Mundial, y después de cinco siglos, reapareció la
silueta natural de la mujer con la posibilidad de dejar ver las piernas.
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Durante la guerra, la incomodidad de trabajar con traje largo impuso un cambio. Y como ocurre con todos
los cambios repentinos, el ajuste fue impetuoso ya que a mediados de 1920 las faldas habían subido hasta
la rodilla. En la década de 1930 la mujer ya llevaba pantalones. A partir de ese momento, cualquier experimento en el vestir ha sido considerado como moda. En los últimos cincuenta años la estrecha vinculación
de la industria textil con el negocio publicitario ha anulado, según algunos observadores, la moda en su
sentido tradicional, sustituyéndola por modas pasajeras. El último intento de imponer una moda fue el new
look de finales de la década de 1940 y principios de 1950, que fue realmente un intento de olvidar los horrores de la II Guerra Mundial y volver a la época anterior. Sin embargo, el estilo de vestir sobrevive y la ropa
bien cortada y que realza el aspecto de la persona que lo lleva resiste a los vaivenes de la moda.
LOS UNIFORMES
Como podemos apreciar, la indumentaria del común de la gente de cualquier parte del globo, fue evolucionando a lo largo del tiempo, de acuerdo a diversos factores, observándose progresivamente, una tendencia
a buscar mayor comodidad y confortabilidad, a exaltar las características y apariencias de uno u otro género, y a especializar las funciones para las cuales se diseñaba cada tipo de indumentaria. De tal modo, la
gente de la ciudad, dio en vestir de un modo formal y serio, mientras que los que habitaban en el campo,
prefirieron por razones obvias, prendas más rústicas, resistentes y prácticas para las duras faenas rurales. A
su vez, la proliferación de entidades de diverso tipo que nucleaban a un número determinado de personas,
las equipaban con prendas que les daban sentido de pertenencia, identidad y uniformidad, al tiempo que
con todo ello se brindaba hacia fuera, una imagen general de orden. Aparecen los uniformes, rápidamente
adaptados por fábricas, hospitales, colegios, y diverso tipo de instituciones que de esta forma, vieron a su
personal equipado de manera igualitaria. De tal manera, surge que este tipo de prendas es un conjunto
estandarizado de ropa usado por miembros de una organización mientras participan en la actividad de ésta.
UNIFORMES ESCOLARES
En todo el mundo se usan uniformes en las escuelas. Varían desde una camisa estándar hasta rigurosas
especificaciones de todos los componentes de la vestimenta, especialmente en los colegios privados. Entre
los países con uniforme escolar obligatorio se encuentran Argentina, la India, Corea, Japón (de singulares
características) y el Reino Unido.
Sera Fuku o uniforme tradicional escolar femenino japonés
En algunos países el tipo de uniforme varía mucho entre las distintas instituciones, pero en el Reino Unido
la mayoría de los alumnos menores de 16 años usan una chaqueta formal, corbata y pantalones los varones
(particularmente, el tradicional Colegio de Eton), y ropas igualmente formales las mujeres. Del mismo modo,
son tradicionales y significativos en su obligatoriedad, el uso de los guardapolvos en las escuelas dependientes del Estado en nuestro país, impuestos allá en los albores del S. XX, intentando igualar las clases
sociales y los lugares de origen, tras las grandes inmigraciones que se observaran. Algo semejante se observa en la República Oriental del Uruguay, donde al clásico guardapolvo blanco se le agrega un gran moño
de color azul, que caracteriza y distingue tradicionalmente a todos los escolares.
UNIFORMES DEPORTIVOS
La mayoría de los deportes profesionales usan también uniformes, incluyendo los colores distintivos de cada equipo, a menudo con variantes para juegos como local o visitante, pudiendo este apartado, requerir un
capítulo aparte, en función de intentar describir las características de las prendas, los colores empleados,
las tradiciones generadas, etc.
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UNIFORMES RELIGIOSOS O HÁBITOS
Los miembros de comunidades religiosas, ya sean estos consagrados o no, suelen usar vestimentas particulares que los distinguen de manera habitual o durante celebraciones del culto o litúrgicas. En la Iglesia
Católica cada orden o Congregación religiosa usa un hábito distintivo, aunque después del Concilio Vaticano II, muchas de ellas dejaron de usar los hábitos tradicionales. También en otras religiones, se acostumbra
que los monjes o monjas, vistan de formas especiales, empleando para ello, prendas características y colores singulares que los diferencian de los laicos.
UNIFORMES DE SERVICIO Y DE TRABAJO
Los empleados de las empresas a menudo utilizan uniformes o vestimenta corporativa de una clase u otra,
incluyendo vendedores minoristas, bancos y correos, aerolíneas, agencias de turismo, establecimientos
gastronómicos, bares y hoteles. El uso de uniformes por parte de estas empresas es generalmente un esfuerzo publicitario y de desarrollo de una imagen corporativa. Curiosamente, el primer “uniforme de servicio”
registrado con una patente en los Estados Unidos, bajo el registro Nº 762.884 fue el de las "conejitas de
Playboy".
Los más usuales son para restaurantes. La lista podría ser larguísima, pero podemos mencionar los que
usa el servicio doméstico, los de carácter hospitalario. Los empleados en servicios de emergencia, guardias
de seguridad, lugares de trabajo, y hasta entre los internos de las cárceles.
En algunos países incluso los empleados usan uniformes de su especialidad, como es el caso del servicio
público de salud de los Estados Unidos, los bomberos, policías de tránsito y hasta los arcaicos y ya casi
desaparecidos uniformes usados por los diplomáticos y las personas que pertenecen a antiguas órdenes de
servicios, como los Caballeros de Malta, los Caballeros del Santo Sepulcro, etc., que tienen ostentosos y
casi desconocidos uniformes, ya que los portan sus integrantes en sus reuniones internas.
UNIFORMES CORPORATIVOS
En el universo empresarial, la imagen juega un rol de creciente importancia. Hoy en día, casi todo lo concerniente a la empresa se ha convertido en materia de imagen e identidad, y la ropa de trabajo no es la
excepción: en oficinas, comercios y fábricas, la indumentaria corporativa tiene un valor cada vez mayor en
la construcción de la imagen empresarial. Es que las prendas laborales aúnan una serie de criterios que van
mucho más allá de simplemente vestir “el uniforme” de la empresa.
Se trata, entre otros aspectos, de una forma de publicidad en movimiento. Un empleado luciendo una remera, una camisa o un overol con el logotipo y los colores de la empresa, es una suerte de moderno “hombre
sándwich”. No en vano, los uniformes corporativos son considerados herramientas de marketing: ayudan a
posicionar a la empresa en la mente del público, y sirven de elemento diferenciador con respecto a la competencia. Hacia fuera, el uniforme define y resume la identidad de la empresa y sus atributos, cosa fácilmente perceptible por los consumidores (¿Hace mucho que no pasa por Mc Donald’s?). Así, las firmas dedicadas al diseño y la confección de ropa laboral suelen ofrecer prendas para todos los niveles, desde ejecutivos hasta operarios), de manera de presentar y proyectar una imagen integral.
Por esto mismo, la indumentaria de trabajo es tan importante para una pyme como para una compañía internacional: un empleado, así vestido, cualquiera sea su puesto, brinda una imagen de seguridad, coherencia y organización. En suma, de empresa seria y confiable. La imagen plasmada en los uniformes laborales
no sólo se proyecta hacia el exterior: opera también puertas adentro, creando un lazo de perte4nencia entre
el empleado y la compañía, haciéndolo sentirse parte de ella y reforzando su compromiso. En definitiva,
significa supone “ponerse la camiseta”, con el popular y conocido sentido que tiene esta frase. Hacia adentro, la indumentaria laboral aporta a generar adhesiones y disminuir disensiones, a crear armonía, ayudando
a que el empleado se perciba como parte funcional y necesaria de la maquinaria de la empresa.
Ya sea para un colegio, un restaurante o una compañía de telefonía móvil (¿por qué no también, las
FFAA?), las empresas de uniformes, trabajan teniendo en cuenta dos parámetros: la imagen del cliente de
acuerdo a su orientación estética (colores, logotipos, distintivos, etc.), y la clase de trabajo realizado por el
personal. Es decir, la estética y su funcionalidad. En cuanto a la estética, la tendencia en indumentaria laboral es achicar cada vez más la brecha entre “uniforme” y “ropa común”: los dictados de la moda irrumpen en
los diseños, conforme a los colores, las formas y las prendas en boga para cada temporada… como resulta
lógico, las empresas quieren permanecer a tiro de los tiempos que corren, remozando sus imágenes con los
estilos actuales.
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Sin embargo, el papel de la indumentaria laboral ya no gravita tanto en torno a la imagen, tal como ocurría
unos diez años atrás, sino a la funcionalidad. Por cuestiones de comodidad y practicidad, el diseño de la
ropa de trabajo tiende a particularizarse según el tipo de tarea a llevar a cabo y a servir de herramienta laboral, brindando confort, seguridad e higiene. Últimamente, la incorporación de nuevas fibras de tipo inteligente ha hecho mucho a favor de la funcionalidad, ya que tienen la capacidad de responder a las necesidades
corporales, cambiando de color según la posición que adopte el cuerpo durante el trabajo, absorbiendo las
tensiones y brindando mayor resistencia, adaptabilidad y comodidad. En el mundo, dada día más competitivo y profesionalizado, la indumentaria laboral tiene un papel más importante en el mapa de una identidad
corporativa contundente y duradera (¿Cómo las FFAA...?)
ROPAS DE PROTECCIÓN
Es ropa especialmente diseñada para trabajar en condiciones extremas. Puede ser para evitar daños en el
cuerpo de quien la lleva. Por ejemplo, porque se ha de trabajar con electricidad, calor, elementos químicos,
o infecciosos. También, para proteger el entorno de la polución o infección que pueda causar el trabajador,
por ejemplo, en una cocina o una fábrica de microchips. Ambos tipos de protección (trabajador y entorno),
por ejemplo, para un dentista o un cirujano. Es un concepto muy genérico, bajo el que se incluyen: la mayoría de la ropa industrial, alguna ropa de deporte, como la de jugar a rugby, béisbol, o hockey sobre hielo,
armaduras, escudos, chalecos antibalas, y otras protecciones para el combate y todos los útiles de protección personal, aunque no sean ropa estrictamente: protección para ojos, oídos, y otras. Si nos referimos
sólo a la indumentaria industrial para proteger al trabajador, se les llama EPI: equipo de protección individual. Existen muchos documentos normativos sobre cómo han de elegirse y usarse. Para toda la ropa de
protección se suelen usar materiales especiales, como el Kevlar o el Nomex.
EJEMPLOS SEGÚN PARTE QUE PROTEGEN
PROTECCIÓN PARA LA CABEZA
- cascos de combate.
- Casco de montañismo.
- Casco de motociclismo.
- Casco de paracaidismo.
- casco de ciclismo.
- Cascos protectores para obras de ingeniería o para usar en establecimientos fabriles.
- Gorros (cofia, usada en hospitales o por personal de limpieza, gorro de cocinero, para evitar que caiga
el pelo en la comida, cinta para el pelo, para evitar que quede suelto y entre en contacto con fuego o
agentes peligrosos).
- Capuchas contra las inclemencias del tiempo.
- Escafandra.
- Máscaras o caretas duras para evitar golpes de pelota, como la que usa el arquero de hockey sobre
hielo, o el receptor en béisbol o las máscaras que cubren la cara y el cuello en la esgrima.
PROTECCIÓN PARA OÍDOS
- Orejeras: se enganchan a la cabeza y cubren ambos oídos.
- Tapones para los oídos: individuales, menor protección.
PROTECCIÓN PARA OJOS
- Visor.
- Gafas para soldadores.
- Gafas para cirujanos.
- Filtros de radiaciones como pantallas de soldador.
PROTECCIÓN PARA EL SISTEMA RESPIRATORIO
- Filtros o mascarillas: El más sencillo, un pañuelo sobre la boca y nariz.
- Máscaras: máscaras antipartículas para evita la polución (en cirugía); máscaras antigás para evitar la
inhalación de gases tóxicos; máscara de buceo (escafandra); máscara de oxígeno utilizada por pilotos
en vuelos a mucha altura.
- Equipo autónomo de respiración (SCUBA): botellones de aire para buzos, bomberos o equipos de salvamento y rescate.
PROTECCIÓN PARA EL TRONCO
- Chaleco antibalas.
- Armadura.
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-
Arnés, usado por ejemplo en paracaídas, parapentes, alas delta, etc.
Cinturón de sujeción del tronco.
PROTECCIÓN PARA BRAZOS Y PIERNAS
- Coderas y rodilleras para amortiguar los golpes.
- Muñequera, usada por deportistas para prevenir lesiones en la muñeca.
- Canilleras y pantorrilleras utilizadas por policías antidisturbios.
PROTECCIÓN PARA MANOS
- Guantes: Para evitar infecciones o contaminación: por ej. los de látex, vinilo o nitrilo. Usados por
médicos; para protegerse de temperaturas muy altas (por ej. los de soldador, o los necesarios para operar un horno); para evitar el frío. Para protegerse de peligros mecánicos; guantes sin dedos o mitones,
como los que usan los ciclistas para no perder la destreza en los dedos
PROTECCIÓN PARA PIERNAS PANTALONES ESPECIALES
- Guardamontes o pantalones usados por reseros, herradores y la gente de campo en general, para protegerse de ramas y plantas espinosas. Sirven tanto para jinetes como para el ganado equino o mular.
- Rodilleras, usada por ciclistas y motociclistas, entre otros.
- Tobilleras.
- Protección para genitales: protección de espuma o cuero grueso para mujeres; para hombres, como la
que se usan en karate o béisbol; pañales, usados por bebés o ancianos con incontinencia urinaria.
CALZADO DE PROTECCIÓN
- Zapatos especiales (impermeables, suela antideslizante, duros, etc.) como los zuecos plásticos para
cirugía y los tradicionales zuecos de pescador, tallados en madera que se usan en Holanda.
- Zapatos con puntera metálica para pilotos de aviones caza para eyectarse sin que la carlinga le corte
los pies al proyectarse fuera del avión; botas de protección con la punta de acero para proteger de objetos que caigan, o con suela especial para evitar pinchazos, como las botas de combate usadas por las
fuerzas norteamericanas en Viet Nam, con suela de goma y una chapa metálica en el medio, para evitar
las terribles púas “punguí”.
OTRA INDUMENTARIA DE PROTECCIÓN
- Equipo de escalada y de construcción para evitar caídas: arnés, cintas, mosquetones, cuerdas, y otros.
- Ropa de alta visibilidad: fosforescente, por ejemplo para asegurarse de que nos ven de noche o con
niebla, y así evitar accidentes de tráfico.
- Traje ignífugo para bomberos y otros trabajadores cercanos al fuego.
- Ropa antiestática para no dañar componentes electrónicos por una descarga electrostática.
- Chaleco salvavidas y trajes antiexposición para tripulaciones de buques que navegan en aguas polares.
- Cinturón de seguridad en los automóviles.
- Delantal o bata usada en hospitales, laboratorios, y talleres.
- Impermeable para protegerse de la lluvia.
- Monos u overoles de mantenimiento.
EQUIPOS COMPLETOS
- Trajes especial usados por astronautas y pilotos de combate con sistema anti-G (anti gravedad), imprescindibles para volar y maniobrar bruscamente en aviones de combate a velocidad mayores que el sonido
(Mach 1, Mach 2, Mach 3).
- Trajes para buceo.
- Equipos de submarinismo para resistir la pérdida de temperatura a grandes profundidades, humedad y en
ocasiones los contaminantes. Incluyen trajes de neoprene de volumen constante, máscara, botellas de aire comprimido y de gases especiales, aletas, cinturón, reloj sumergible, profundímetro, y otros accesorios
más sofisticados, dependiendo de la actividad de buceo a realizar.
- Traje de apicultura.
- Equipo para usar una herramientas eléctricas (ropa con tela Kevlar, guantes antivibración, botas de seguridad, casco con protección facial, y orejeras).
- Traje QBN (químico, biológico y nuclear): Traje completo para la protección contra la contaminación química, bacteriológica o nuclear.
- indumentaria para trabajar con bajas temperaturas.
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UN ENFOQUE SEMIOLÓGICO DE LA INDUMENTARIA
Puede observarse, la inmensa variedad que nos ofrece la indumentaria, observándola a través de distintos
enfoques: sus orígenes, historia, evolución, características regionales, utilitarias, culturales y hasta folklóricas. También, su adaptación a una gran multiplicidad de funciones, los materiales con que se la ha confeccionado en el pasado y se lo hace en el presente: pieles, cueros, fibras vegetales y otros arbitrios, producto
siempre de experimentar que la necesidad es fértil en recursos. La permanente evolución humana dio paso
a otros tipos de vestimenta más cómoda, apta y versátil para usos cada vez más específicos y diversos, y
empleando en su confección, una vasta multiplicidad de modernos materiales sintéticos.
Sin embargo, a pesar de que en los últimos párrafos nos hemos dejado llevar por una breve enumeración y
descripción obviamente cortas de los diversos tipos de indumentaria, ya que podrían agregarse prácticamente infinitas variaciones y diversificaciones, tanto aplicativas, como relacionadas con la funcionalidad, las
formas de fabricarse y los materiales empleados en ello, hay un tema que aún no hemos tocado, relacionado con la simbología y el significado que tienen en este caso, las formas de vestirse, equiparse y adornarse,
y la evolución que esto ha tenido a lo largo de la historia de la humanidad.
Estas simbologías y significados, muchas veces producto de olas costumbristas, han determinado cambios
permanentes en la moda y con ello, revoluciones constantes en materia de diseño, corte, confección, colores y materiales, independientemente de que se mantuvieren las funciones para las que hubieran sido diseñadas las prendas. Nos referimos concretamente a una semántica que desde lo visual, genera una actitud,
promueve un estilo o moda, diferencia funciones, asigna destinos específicos para uno u otro tipo de indumentaria y que a través de colores, formas, y adornos, provee de toda una simbología que permite “leer” e
interpretar (o no…) al / la portador/a de determinados tipos de vestimenta. Las infinitas expresiones culturales que surgen de este tema que hemos elegido, el de la vestimenta como arte aplicada que proviene de un
arte a través de significados semióticos, no se trata de una “capacidad de las imágenes materiales visuales”
sino de “las características de las imágenes materiales visuales a partir de las cuales un intérprete puede...”
Es bastante frecuente en el lenguaje de las ciencias sociales que, mediante el uso de paráfrasis y con la
estructura de metáforas, se atribuyan a entidades inorgánicas, materiales o ideales, cualidades que corresponden a la actividad de un sujeto agente e, incluso, aquellas que requieren el uso del pensamiento.
Tal la falacia de atribuir a las imágenes materiales visuales la “capacidad... de dar cuenta del significado...”
Ajustando la expresión, las imágenes materiales visuales tienen “características... a partir de las cuales un
intérprete puede...”, con lo cual quien produce la significación es el interpretante intérprete y no las imágenes (como, mutatis mutandis, no es el texto, sino el lector), coincida o no esta interpretación con la que se
propuso el intérprete productor (autor) al configurar la imagen en estudio. En definitiva, las imágenes materiales visuales no tienen capacidad para dar cuenta del significado de determinados fenómenos; pero las
imágenes materiales visuales poseen características que permitirán a un intérprete representarse otras determinadas características de determinados fenómenos.
Esta es otra modificación: mediante determinadas características de las imágenes materiales visuales el
intérprete capta el significado de determinados fenómenos. Por su intermedio un intérprete podrá representarse determinadas características de determinados fenómenos, lo que evidentemente no constituye un
sinónimo del significado de determinados fenómenos. Con lo cual, se cuestiona también que las imágenes o
determinadas de sus características puedan ser utilizadas para la representación o la construcción del significado de determinados fenómenos; pueden representar otras determinadas características de determinados fenómenos, que no necesariamente constituyen su significado.
Esto puede comprenderse teniendo en cuenta que ninguna semiosis es autosuficiente, y que cuando un
intérprete contempla una imagen material visual, como cuando contempla cualquier otro tipo de espectáculo
natural o artificial, le está agregando aquel texto simbólico que considera más afín con lo percibido, desde
su propio sistema ideológico, construyendo así un significado que no procede de la pura percepción. O sea,
el límite de lo que puede llegar a afirmarse es que mediante determinadas características de las imágenes
materiales visuales, un intérprete puede representarse otras determinadas características de determinados
fenómenos. Explicar lo cual sería el objetivo de la disciplina a la que llamamos “semántica”.
Al no tratar, al menos en principio y necesariamente, del significado, el nombre de tal disciplina se distancia
también de lo que habitualmente se interpreta como su pertinencia específica y sólo nos queda el nombre,
irreflexivamente aplicado, de una disciplina que, respecto de otro objeto de conocimiento, da cuenta de otro
proceso diferente.
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Nuestro objeto de conocimiento está constituido por las imágenes materiales visuales y lo que un intérprete
puede producir a partir de ellas (exclusivamente) sólo merecería el nombre de “representación de determinadas características de determinados fenómenos”, lo que, de ser así, está muy distante de lo que se designa como “significado de determinados fenómenos”, para cuya producción se requeriría la concurrencia
de otras semiosis diferentes de la visual.
Si decidimos conservar la designación de “semántica” para tal disciplina, deberemos aclarar que su objeto
de conocimiento consiste en establecer cuáles son las características de las imágenes visuales a partir de
las cuales un intérprete puede representarse otras características de determinados fenómenos, que ya no
son las imágenes materiales visuales sino lo por ellas representado, y establecer cuáles sean estas otras
características de esos otros fenómenos y cómo se produce la representación de estas últimas a partir de
las primeras. De entenderse qué quiere decir todo esto y estar de acuerdo en el desplazamiento del campo
de estudio propuesto y con la necesidad de estudiar las consecuencias lógicas de tal desplazamiento, estaríamos más cerca de comprender qué entendemos por “semántica visual”.
¿QUÉ VE EL INTÉRPRETE CUANDO MIRA UNA IMAGEN MATERIAL VISUAL PLÁSTICA?
Consiste en "saber qué hay dónde, mirando", y lo que ve el intérprete en este tipo de imágenes son percepciones sensoriales visuales opacas. Si bien esto es lo que se ve cuando miramos algo, en el caso de la
visión dirigida hacia una imagen material visual figurativa o conceptual se trata de ver algo diferente a lo que
se está mirando: no interesa (al margen de las valoraciones estéticas) la imagen sino lo representado.
Pero en el caso de la imagen material visual plástica eso es todo lo que el intérprete ve; o sea, son percepciones sensoriales visuales destinadas a configurar la apariencia visual de la propia imagen material visual
en cuanto objeto percibido. Las relaciones de asociación, superposición y distancia entre las percepciones
sensoriales visuales disponibles (textura, color, forma) son vistas como propuesta definitiva y no referencial.
CON LO QUE VE, ¿QUÉ RECONSTRUYE EN EL MUNDO?
Nada. La calidad de objeto que tiene lo percibido sólo consiste en el conjunto de las percepciones sensoriales visuales que se están percibiendo; no hay otro, ni siquiera su soporte físico (el cuadro) como algo independiente de tales percepciones, ni, mucho menos, algo distinto construido a partir de tales percepciones.
Sólo se recupera su eficacia en cuanto signo en la medida en que puede afirmarse que el propio intérprete
forma parte del mundo que se está construyendo, de modo que las percepciones sensoriales visuales que
el intérprete ve en una imagen material visual plástica lo reconstruyen a él mismo en cuanto constituyen una
nueva experiencia perceptual. O sea, la imagen material visual plástica únicamente modifica el universo de
experiencias perceptuales que configuran al propio intérprete.
A PARTIR DE LO VISTO, ¿QUÉ VARIACIONES ARCHIVA LA MEMORIA?
Una reiteración, variación o ruptura respecto de alguna otra experiencia perceptual que hubiera tenido precedentemente. O sea, el recuerdo reforzado o transformado de las sensaciones, emociones o sentimientos
de que disponía, en función de percepciones visuales anteriores, o un nuevo recuerdo del que dispondrá
para elaborar otras sensaciones, emociones o sentimientos como resultado de la interpretación de otras
determinadas futuras situaciones de percepción visual.
¿QUÉ VE EL INTÉRPRETE CUANDO MIRA UNA IMAGEN MATERIAL VISUAL FIGURATIVA?
Ve determinadas propuestas de percepciones sensoriales visuales (textura, color, forma) entre las que establece determinadas relaciones de asociación, superposición y distancia, generando marcas, ejes y contornos de oclusión. Con esta tarea, y respecto de las relaciones propuestas por el intérprete productor, el
interpretante intérprete las admite o rechaza o se sitúa en cualquiera de los puntos intermedios del gradiente que separa la admisión del rechazo.
CON LO QUE VE, ¿ QUÉ RECONSTRUYE EN EL MUNDO?
Actualiza esas mismas o semejantes o contradictorias relaciones históricamente percibidas en el mundo o
en otras imágenes materiales visuales figurativas y conservadas en su memoria visual como atractores. Lo
que percibe lo proyecta como mostración de las formas del mundo. Por tratarse de imágenes materiales
figurativas lo que el intérprete reconstruye es la identidad individualizadora de tales formas del mundo.
A PARTIR DE LO VISTO, ¿QUÉ VARIACIONES ARCHIVA EN SU MEMORIA?
Asociaciones de rasgos que conducen a ratificar, contradecir o expandir las reglas de relación que construían los precedentes atractores, con lo que se constituye la calidad dialéctica de la identificación visual, situada entre el reconocimiento y el descubrimiento.
¿QUÉ VE EL INTÉRPRETE CUANDO MIRA UNA IMAGEN MATERIAL VISUAL CONCEPTUAL?
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Ve propuestas de percepciones sensoriales visuales (textura, color, forma) con las que establece relaciones
de asociación, superposición y distancia, con marcas, ejes y superficies de oclusión. Se deben conocer
códigos de identificación de formas y reglas de relación entre formas, así como un orden de recorrido visual
de la imagen, y deberá establecer las relaciones tal y como esos códigos y reglas lo establecen. Las percepciones según las reglas establecidas se acotan en cuadros individuales o en secuencias de cuadros.
CON LO QUE VE, ¿QUÉ RECONSTRUYE EN EL MUNDO?
Casi cualquier situación vinculada con el hacer: hacer correctamente o equivocarse, indicando cómo y/o
indicando dónde; ordenar, permitir y prohibir; tomar precauciones; identificar clases de partes o elementos,
lugares; determinar secuencias de actos a realizar en un orden determinado; establecer movimientos a realizar predominantemente con las manos y también con los pies; establecer mediciones espaciales de peso,
volumen, distancia, dirección, o temporales de espera, funcionamiento, velocidad; modos de armar elementos compuestos mediante ensamblaje, conexiones, situación relativa y orientación; vincular causas y efectos; mostrar cómo deberá o cómo no deberá percibirse el resultado final.
A PARTIR DE LO VISTO, ¿QUÉ VARIACIONES ARCHIVA EN SU MEMORIA?
Las reglas sintácticas de los lenguajes gráficos. Un tradicional rechazo a la asociación entre la imagen visual y un lenguaje de cualquier tipo, desaparece ante este tipo de imágenes materiales visuales de naturaleza conceptual. Las imágenes visuales no funcionan por la reelaboración que el intérprete pueda llevar a
cabo a partir de las características perceptuales observadas, sino por la codificación que determinado sociedad (aunque sea, como lo es más cada vez, la sociedad global) les atribuye como interpretación obligada
de los elementos perceptuales visuales básicos: texturas, colores y formas y de sus conexiones normadas. Por lo general, estas tres direcciones interpretativas están vinculadas a cada una de las posibilidades
expresivas de las imágenes materiales visuales: su respectiva calidad (1) PLÁSTICA, (2) FIGURATIVA y (3)
CONCEPTUAL, no se dan aisladas sino en combinatoria mutua. Las variantes de esta combinatoria son:
• 1 aparece en 2 y en 3, o sea, la imagen plástica se integra en la figurativa y en la conceptual;
• 2 aparece en 3, o sea, la imagen figurativa se integra en la conceptual;
• 3 aparece en 2, o sea, la imagen conceptual se integran en la figurativa.
La primera variante se hace evidente al comprender que no existe imagen figurativa ni conceptual que no
esté construida en base a las percepciones sensoriales visuales básicas: textura, color y forma, las cuales,
consideradas de modo aislado constituyen lo que he denominado "imágenes materiales visuales plásticas",
las que pueden percibirse sin presencia ni relación alguna con las imágenes figurativas ni conceptuales,
pero sin las cuales ninguna imagen, ni figurativa ni conceptual, podría llegar a percibirse. La segunda variante cuenta, por lo general, con la presencia, al menos complementaria, de las imágenes figurativas. La
imagen conceptual se puede construir con imágenes puramente simbólicas, como ocurre por ejemplo con la
escritura de signos lingüísticos, matemáticos, musicales, etc. No obstante, es frecuente la presencia de
imágenes figurativas que, alcanzan tal presencia perdiendo su carácter fundamental: la mostración de la
identidad individual; cuando forman parte de una imagen visual conceptual se constituyen en mostración de
una clase (y no de un individuo) de entidades del mundo. La tercera variante es sutil y peligrosa. La bandera de un país es una entidad fundamentalmente conceptual (o sea, simbólica); pero la fotografía o la
pintura que representa a una bandera es una imagen material visual figurativa, como es figurativa la fotografía o la pintura de un hombre vestido con uniforme militar, pese a que tal uniforme sea simbólico. En cambio,
la mostración, por ejemplo, en una enciclopedia, de las banderas de diversos países constituye una imagen
material visual conceptual, ya que no están propuestas para establecer la identidad individual de la forma
mostrada, sino para establecer su potencia simbólica como clase de instrumento con eficacia identificatoria
(no confundir identidad individual con normas constructivas y relacionales que le confieren un carácter simbólico identificador de determinado país). Una imagen figurativa puede perder su carácter individualizador
cuando se la comunica con eficacia generalizadora. En resumen, podemos tomar una excelente definición
de este fenómeno de la percepción y la construcción de los símbolos que nos rodean, tomando una afirmación de Juan Magariños de Morentin, Profesor Titular Ordinario de “Semiótica”, en la Facultad de Periodismo
y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata y en la Facultad de Humanidades y Ciencias
Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy. Director de equipos de investigación, tesis de doctorado y
licenciatura, y becarios de diversas Universidades Nacionales y del CONICET. Autor de diversos libros y
numerosos artículos en revistas científicas, sobre semiótica y metodología de investigación. Morentin afirma
lo siguiente: El concepto de semántica visual no ha merecido, hasta el momento, una atención destacada en
los estudios sobre semiótica visual.
Como una aproximación a su desarrollo teórico se explora, por una parte, el proceso cognitivo involucrado
en la tarea que realiza un intérprete cuando percibe la propuesta de una imagen material visual. Por otra
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parte, se esbozan las características elementales de una disciplina científica destinada a explicar las condiciones y los resultados de tal proceso. Coherente con el criterio de que no es posible reducir a una única
semiótica el análisis de las diversas clases de imágenes materiales visuales, se diferencia la semántica
según opere a partir de imágenes visuales plásticas, figurativas o conceptuales. En cada uno de los tres
casos, se ensaya una respuesta a las tres preguntas que se consideran semánticamente fundamentales:
¿qué ve el intérprete cuando mira la imagen visual?; ¿con lo que ve, qué reconstruye en el mundo? y ¿a
partir de lo visto, qué variaciones archiva en su memoria? En la comunicación humana, del tipo que fuere,
pero enfocándola en este caso en objetos que cumplen con funciones determinadas, como lo son las prendas de un vestido, es imprescindible que quien las porte relacione sus formas, texturas, colores y apariencias con un significado y que a su vez ese significado sea percibido y comprendido por las demás personas
que comparten los mismos códigos. En este proceso de comunicación, la gramática adopta el papel de mecanismo que enlaza el pensamiento y las ideas con la lengua que las transmite, con una emisión portadora
de significado que posee una estructura profunda y una de superficie. En la de superficie se encuentran las
formas y en la interpretación de ellas, se dicen e interpretan los significados y simbolismos. Así, en este
paseo por la Semiología y la Semántica que tienen los objetos que observamos, vemos cómo nos permite
iconizar y volver emblemáticos o paradigmáticos a algunos de ellos, llevándolos al campo de la indumentaria. Observemos cómo se transforman en ejemplos prácticos, concretos y visibles fácilmente:
El vestuario apropiado para los negocios tiene una señal económica, práctica, ejecutiva. Para los hombres,
los trajes y las corbatas suelen ser necesarios en las entrevistas para pedir empleo. Las mujeres pueden
tener mayor amplitud a la hora de elegir su presentación. ¿Pero por qué es importante que el solicitante use
o no traje y corbata? Podría usar una chaqueta y un suéter de cuello alto. ¿Eso haría que fuera menos capaz? ¿La corbata aumenta su productividad? La teoría de la señalización dice: no, ésta no es la razón para
que se espere que el solicitante use corbata. Una persona que presta atención a los detalles y puede entender cómo cambia la moda sabrá vestirse bien. Pero su atención a los detalles y la habilidad para entender cómo cambia la sociedad indican que tiene inteligencia, y tal vez incluso capacidad para los negocios.
De modo que una firma verá a un solicitante bien vestido bajo una luz favorable. Si vestirse bien significa
usar traje y corbata, el solicitante ambicioso debe usarlos. Puesto que muchas compañías tienen “viernes
informales” en los que no se usan trajes y corbatas, y Microsoft lo ha hecho bien sin corbatas, puede haber
algún aspecto simbólico en el traje de negocios. La literatura sobre psicología social dice que las personas
suelen responder inconscientemente ante el vestuario y que éste es un medio de comunicación inconsciente. Incluso se ha dicho que la moda cambia con base en factores psicológicos como el aburrimiento o la
rebeldía.
El traje tiene una larga evolución. Aunque el vestuario de los hombres era muy elaborado y colorido antes
de 1800, después de la elección de Thomas Jefferson el estilo se tornó más simple y llano. “Con el énfasis
en la democracia y en la glorificación del hombre común, los vestidos se hicieron menos adornados y menos ostentosos”. En este período también “se introdujo el traje de chaqueta, un estilo caracterizado por un
saco sin forma y sin costuras en la cintura, el cuerpo y la falda cortados en una sola pieza”. Se apuntó hacia
prendas más simples para reflejar los ideales republicanos. Los vestidos y el estilo se modificaron para ajustarse al mito de la democracia estadounidense, de que nadie era mejor que otro. Por cierto, Nikita Kruschev
una vez observó que, a pesar de su riqueza y su posición, Nelson Rockefeller se vestía igual que otros estadounidenses. Es claro que podría haber usado un traje singular que señalara su estatus más que un traje
de negocios. El traje de negocios también simboliza seriedad.
La corbata surgió a partir de la cravat, prenda que tiene un origen curioso e interesante: En 1660, en conmemoración de una difícil victoria sobre Turquía, un regimiento de húsares de Croacia (entonces parte del
Imperio Austro - húngaro) fue de visita a París. Allí, los soldados fueron presentados como héroes a Luis
XIV, un monarca bien conocido por su atención al adorno personal. Los oficiales de este regimiento llevaban
echarpes de colores confeccionados en seda alrededor del cuello. Estos echarpes, que probablemente descendían del fascalio romano que usaban los oradores para calentar las cuerdas vocales, despertaron la
imaginación del rey, y muy pronto éste los convirtió en insignias de realeza, creando un regimiento de Royale Cravattes. De manera que la precursora de la actual corbata, fue un símbolo del heroísmo. La corbata
también destaca la “verticalidad del cuerpo del hombre (de la misma manera que los botones de un uniforme militar)”. Una visión mítica y simbólica al respecto, nos expresa que cuando la sociedad occidental decidió seguir las huellas erráticas de un Baco degradado en vez de la danza jubilosa de Dionisos, empezó a
confundir el materialismo con las sensaciones.
En consecuencia, nosotros, ciudadanos de comienzos del siglo XXI, podemos decir que hemos perdido
nuestros sentidos o al menos que hemos perdido contacto con ellos. Incluso el vestuario que usamos nos
dice que algo está mal. Hoy, hombres y mujeres “se visten para el éxito” usando corbatas que separan la
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cabeza, el proceso de pensamiento, del resto del cuerpo y así aíslan simbólicamente las sensaciones de la
parte inferior del cuello. Cuando se quitan la corbata al final del día todas las sensaciones reprimidas se
desbordan buscando a dónde ir. Aunque existen motivos racionales para que los aspirantes a un empleo y
los empleados usen traje y corbata y para que la patronal vea en el traje común una manera de señal “formal”, la forma que éste adopta suele ser simbólica. La “organización racional” es un mito por cuanto no
siempre se usan e incluso muchas veces ni siquiera se conocen las técnicas de producción más eficientes o
efectivas. La corbata, entonces, simboliza la imagen racional que la corporación desea proyectar: la corbata
dice al mundo que sus sentimientos son racionales.
E incluso una prenda tan varonil y de origen militar como lo es ésta, no solamente adorna, viste y formaliza
la presencia del varón en un ambiente de trabajo corporativo y formal, sino que ha sido trasladada al bello
sexo, con prendas acordes a las del mismo varón: mientras éste, corporativamente, usa su traje de calle en
su ámbito de trabajo, demostrando el respeto y carácter formal que le imprime con su actitud a la corporación a la que pertenece, la mujer, más exigida por el sistema, viste conjuntos de saco y pantalón o saco y
pollera, “trajecitos”, en definitiva, adornados con corbatas, pañuelos y diversos adornos de cuello que generalmente tienen logotipos o colores identificatorios de la organización de pertenencia.
VOLVAMOS ENTONCES A LOS UNIFORMES…, LOS UNIFORMES MILITARES…
Tal como hoy los conocemos, en su amplia gama de modelos: de diario, de social, de etiqueta, de gala, de
combate, de fajina, antiexposición y una infinita variedad más que incluye a los accesorios, distintivos, emblemas e insignias, sobre los que se podría escribir un libro aparte, despachándonos vastamente en sus
connotaciones semióticas, tienen un antiquísimo origen y una riquísima evolución. Desde las indumentarias
para la guerra que usaron las más primitivas civilizaciones, en las que se usaban las mismas empleadas en
forma cotidiana, y a las que le agregaban elementos que las hacían más vistosas para representar jerarquías dentro de las estructuras militares de la época, pasando por los guerreros espartanos, que acostumbraban a combatir desnudos o semidesnudos, protegidos solamente por un escudo y un yelmo, llegando a los
primeros ejércitos organizados como el del imperio romano y otras civilizaciones, hasta los sofisticados uniformes de combate de nuestros días, que persiguen el propósito de “desvanecer”, ocultar o mimetizar la
imagen del combatiente, de acuerdo al teatro de operaciones en que se desarrolle el conflicto, han pasado
siglos de evolución, adquisición de experiencias y aplicación de tácticas y técnicas de combate derivadas de
la evolución de las armas, que devinieron en la evolución de los uniformes.
En la Edad Media, prevalecía el feudalismo y multitud de ejércitos de conformación no permanente, que a
órdenes de los señores feudales a quienes servían, eran movilizados, arrancados de sus tierras y pobres
pertenencias y familias y llevados a las frecuentes guerras que sostenían los señores por las causas más
absurdas. Esos “ejércitos”, eran hordas mal organizadas, mal equipadas e instruidas y no tenían, salvo estandartes o banderas que los identificaran, otro elemento que sirviera con el mismo fin. Los “uniformes”,
todavía no existían. Esos campesinos, pobremente vestidos con harapos y armados apenas con instrumentos de labranza, eran empujados a brutales y confusos enfrentamientos, en los que muchas veces, no sabían por qué combatían y menos contra quiénes… Basta con imaginarse el fragor del combate cuerpo a cuerpo de una masa humana informe en la que no se distinguen las tropas de uno y otro bando.
Ubicándonos a principios de la modernidad, época coincidente con la conformación de los ejércitos permanentes, la historia militar nos dice que no existía tampoco por entonces, el mismo criterio que tenemos hoy
en cuanto al uso de uniformes. Si bien existían prendas que se adaptaban para la actividad en campaña,
fundamentalmente, armaduras que protegían a jinetes y caballos, así como algunas prendas que distinguían
a los grupos humanos que revistaban en distintos bandos. Persistiendo en esos tiempos de transición, las
viejas costumbres del medioevo, el señor feudal era al mismo tiempo jefe militar y protector de sus siervos,
a quienes armaba y comandaba en los numerosos conflictos que caracterizaron esa época. Esa hueste o
mesnada, hacía la campaña, combatía y los sobrevivientes regresaban a sus tareas rurales, sirviendo nuevamente a su señor, de hecho, dueño de sus destinos y escasa fortuna.
En el siglo XVI, al aparecer los ejércitos permanentes, como una forma de disponer de tropas mejor instruidas y de rápido alistamiento, la guerra dejó de ser llevada a cabo por los señores, por causas de poca monta, pasando a ser los reyes y nobles quienes comandaban fuerzas que respondían a los nacientes estados nación.
Este cambio, profundo en lo político, trascendió a lo organizativo de esas fuerzas y progresivamente, a través de ordenanzas, directivas y reglamentos, a los aspectos más detallados que incluían, por ejemplo…. La
forma en que debían vestirse las tropas. De tal forma, con colores diferentes, se distinguía a los bandos en
pugna, con el agregado ocasional de distintivos, generalmente los pertenecientes a los símbolos heráldicos
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del señor al que se servía. Progresivamente, iba insinuándose una manera uniforme de vestir a unos y otros
soldados. Una de las causas de esto estribaba en que los fondos para solventar estas nuevas organizaciones militares, provenían del estado, con lo cual resultaba imperativo el unificar criterios para la adquisición,
la confección y la distribución de los efectos que se proveían. Del mismo modo, estos nuevos ejércitos, así
equipados e instruidos, se vieron de pronto, imbuidos de un sentido de pertenencia e identidad, como nunca
antes se había visto.
EVOLUCIÓN Y CONFORMACIÓN DE LOS UNIFORMES DE ESA ÉPOCA
La indumentaria militar de esta época, no se diferenciaba mucho de la que se usaba en el mundo civil. La
diferencia estaba en que cada cuerpo, cada unidad, se vestía del mismo modo, pero de forma distinta a
otros cuerpos. Continuaba flotando en el aire, aquel viejo “sentido de propiedad” de épocas anteriores. Los
reglamentos, si bien existían, fijaban en forma muy escueta e imprecisa las formalidades en que se debía
confeccionar y emplear la vestimenta, por lo que ésta se veía y relativamente “uniforme”, sólo en el caso de
los oficiales, quienes normalmente se costeaban la confección con variadas y abundantes diferencias a lo
reglamentado. La tropa, mientras tanto, recibía del Estado, una dotación de prendas más simples y bastas
que tenían fijada una determinada vida útil en campaña, que normalmente era superada por lo fáctico, terminando por vestirse en las más variopintas formas imaginables. A ello debe agregarse la frecuencia de los
conflictos armados y las formas en que las organizaciones militares se aprestaban para ello, reuniendo la
indumentaria que proveía el Estado a través de la confección manual de grandes cantidades de costureras
no organizadas fabrilmente, constituyendo normalmente sus talleres en sus propias viviendas. Hasta nuestros días han llegado algunas prendas de aquellas épocas, advirtiéndose la escasa calidad de los tejidos
empleados, como de las técnicas de confección, ciertamente, no aptas para la fabricación de ropa que sería
sometida en campaña, a las faenas más duras y rústicas. Estas manifestaciones del vestuario militar se
mantuvieron hasta la Revolución Francesa, con la proyección militar de su ideario político a buena parte de
Europa y el posterior advenimiento de Napoleón, genial organizador y estratega. Los enormes ejércitos napoleónicos, integrados por soldados de todas las nacionalidades conquistadas, aparte de gruesos contingentes franceses, llevaban los más variados, lujosos e incluso, extravagantes uniformes. Los colores abundaban en toda la gama existente, del mismo modo en que vistosos cubrecabezas, no sólo adornaban, sino
que también contribuían a proteger al soldado. El lujo, la vistosidad y la gran cantidad de accesorios y colores empleados, no han sido superados en la uniformología, como en la época de las campañas napoleónicas. Aquí, es necesario hacer un paréntesis, para describir algunos aspectos que nos ayudarán a interpretar
mejor la evolución que tuvieron las formas de los uniformes. Ante todo, cabe mencionarse que la evolución
de la guerra, estuvo dada por las invenciones y desarrollos que tuvieron las armas, lo que determinó una
progresión de cambios en las formas de combatir. Consecuentemente, fueron variando las evoluciones de
compactas masas humanas que buscaban con armas de fuego primitivas, generalmente de ánima lisa, descargar grandes masas de un fuego impreciso, que tenía su eficacia no en la puntería sino precisamente en
el volumen.
Milicias organizadas en el Río de la Plata durante las Invasiones Inglesas
A esas compactas formaciones, se las organizó en formaciones especiales, según las tropas se defendieran
o atacaran, actuando siempre de manera masiva, siguiendo órdenes mecánicas y precisas en lo que se dio
en llamar “orden cerrado”. Este era un conjunto de movimientos, que debían ser practicados exhaustivamente para lograr la uniformidad necesaria para permitir las cerradas descargas de cientos de bocas de
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fuego prácticamente a boca de jarro y lograr con ese volumen de fuego, la mayor destrucción posible. Por
su parte, las armas de entonces, mosquetes, fusiles, carabinas, pistolas, etc., al ser de un solo tiro y cargarse por la boca (avancarga), necesitaban de una larga y compleja serie de movimientos, que debían ejecutarse (bajo la presión del combate), en forma precisa y ordenada. Por lo general, la preparación del arma y
la munición, su carga, preparación para apuntar, hacerlo en forma aproximada ya que no se disponía de
mecanismos de puntería, y la ejecución del fuego, se hacía, dependiendo de las épocas y las armas, a través de unas dieciséis órdenes impartidas mediante toques de tambores, pífanos y otros instrumentos, logrando la increíble eficacia de unos tres disparos por minuto.
Cobraban importancia esos “músicos de combate”, ya que a través de las órdenes que recibían de los jefes,
las retransmitían con sus toques, para lo cual, debían vestirse con uniformes muy vistosos, a fin de ser fácilmente ubicados en el fragor del combate. Algo que los caracterizaba, era que usaban los colores invertidos del uniforme del cuerpo al que pertenecían. Ej.: si éste llevaba casacas azules con vivos rojos, el uniforme de los músicos, era rojo con vivos azules y con el agregado en los brazos, de distintivos especiales
en forma de letras “V”, llamados “chevrones”, que recorrían el brazo desde los hombros a las bocamangas.
He aquí, otra modalidad más, cargada de simbolismo y de códigos visuales, que perseguía un fin determinado. En nuestros días, las modernas armas automáticas, disparan con sofisticados sistemas de mira, y
simples movimientos, cientos de disparos por minuto, habiendo revolucionado el combate, llevando a que
prácticamente, sea llevado a cabo en forma individual o aislada, necesitando en consecuencia, uniformes
de muy poca visibilidad y gran adaptabilidad al terreno, confeccionados con materiales antirradiación para
dificultar su ubicación infrarroja y de colores miméticos adaptados al teatro de operaciones en que se encuentren actuando.
Continuando con los uniformes antiguos, diremos también que aquellas compactas masas de infantería y de
caballería que mencionáramos, eran vestidas por lo general con colores que tenían significados especiales,
acerca de lo cual, veamos los siguientes aspectos:
Como sabemos, los colores son los rayos de luz reflejados o emitidos por los objetos, que captamos a través del sentido de la vista. Esta radiación luminosa tiene la capacidad de influir de forma positiva o negativa.
De hecho en las antiguas medicinas orientales eran muy tenidos en cuenta, incluso en la realización de las
medicinas. El efecto psíquico que los colores causan en las personas probablemente tenga su causa en los
primeros estadios existenciales del hombre. En la más remota antigüedad la vida de las personas estaba
muy determinada por la naturaleza, y muchos pensamientos primordiales y arquetipos podrían estar asociados a las manifestaciones luminosas propias de ella. A continuación explicaremos las curiosas características y propiedades de algunas:
ROJO: El hombre en contacto con la naturaleza y en una vida plenamente salvaje sufría múltiples heridas,
las cuales causarían en muchas ocasiones importantes dolores. Éste siempre lo asociaría al color de la
sangre, siendo en consecuencia, un signo de peligro. Ante situaciones así se desencadenan una serie de
efectos psíquicos y físicos, tales como aumento de adrenalina en el torrente sanguíneo, aceleración del
ritmo cardiaco, excitación del sistema nervioso, etc., los cuales preparan al cuerpo para la huida o bien para
hacer frente al peligro. Sin duda, el mensaje indicado por dicho color se ha instalado en el subconsciente
colectivo, y ante el color rojo siempre nos excitaremos y alteraremos. Así, el rojo propicia la agresividad, y
es el color con el que se adornan o “envivan” gran cantidad de de uniformes, particularmente en cuellos,
puños y vivos a lo largo de las piernas, así como en una gran diversidad de distintivos. Pensemos entonces,
en los clásicos uniformes de nuestros Granaderos y Patricios, básicamente azules, pero envivados en rojo y
también, en las clásicas “casacas rojas” usadas durante siglos por el ejército inglés, hasta nuestros días.
AMARILLO: Para muchos es el color del Sol y el color del fuego, es el color de la luz con la que hacemos la
mayoría de actividades cotidianas, y es la luz con la que podemos leer o realizar ciertas actividades intelectuales. El fuego a poco que fijemos la mirada llamará toda nuestra atención sumergiéndonos en profundos
pensamientos. Por ello este color facilita la adquisición de conocimientos. Seguramente que nuestros antepasados, al calor del fuego, reunidos por la noche, se comunicaban y transmitían sus saberes. La tradición
ha creado muchas supersticiones en lo que refiere al teatro y otras actividades, pero sin duda, es un color
que representa valor y energía. Es muy utilizado en muchos uniformes para envivar detalles.
VERDE: representaba para nuestros antepasados un signo de esperanza y bienestar. Los campos y bosques
de este color infundían seguridad y tranquilidad, pues se asociaba el color al lugar que proveía de los recursos necesarios para la subsistencia. Al mismo tiempo estos lugares podían servir como para ocultarse y
enmascararse o mimetizarse. Es de hecho, el color básico y generalizado, aún en una gran gama de tonali-
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dades, para los uniformes empleados por la mayoría de los ejércitos del mundo. Fue también el color elegido para que vistieran las tropas de Cazadores (Inglaterra), como una forma primitiva de confundirse con la
foresta.
CELESTE: el azul del cielo transmitía a los antiguos la sensación de trascendencia, y tranquilidad. Su contemplación, lógicamente, quitaba la vista de la tierra y la dedicación que demandan los asuntos terrestres/profanos, por ello este color simboliza el desarrollo espiritual. Color empleado frecuentemente por las
Fuerzas Aéreas de casi todos los países, en diversas tonalidades.
AZUL MARINO: este color es de menor impacto en la memoria colectiva, y probablemente se aloje en el subconsciente como señal de profundidad, tal y como sugiere el océano, pero es un color que podría aparecer
en el cielo con cierta frecuencia, y también da la sensación de amenaza Así, es muy posible que junto al
significado sugerido por el azul celeste, el azul marino tenga connotaciones de inestabilidad y amenaza, lo
cual puede infundir algo de temor. La vista y atención tanto del cielo con estos colores, como el de las
aguas, podrían activar cierta sabiduría intuitiva, por lo que este color representa la sabiduría. En cuanto a
las connotaciones de amenaza, la podemos encontrar en los uniformes militares de este color utilizados por
muchos países durante mucho tiempo, y color típico (hasta por su nombre), de los uniformes navales de
todo el mundo.
BLANCO: este color, siendo la suma de todos, de alguna forma contiene todos los significados de los colores.
Negro: el negro es la ausencia de luz y por lo tanto de color. La oscuridad en la Masonería representa "Ignorancia", lo desconocido, el miedo y la no-existencia. En la noche más oscura, el hombre en sus estadios
más primitivos requeriría para cualquier acción a realizar una gran concentración especialmente puesta en
marcha por parte del resto de los sentidos. Este color representa el aislamiento, la soledad, y de alguna
manera la falta de sociabilidad, vitalidad y por lo tanto en algunas oportunidades, ciertas sociedades lo asocian a la muerte. Como hemos visto, los colores en la antigüedad representaban situaciones y pensamientos ejemplares, simples pero muy importantes, tanto en los quehaceres como en la supervivencia del hombre, sin duda, cada color significaba una situación asociada a un estado de ánimo y un efecto biopsíquico,
incluyendo la posibilidad de que los primeros pensamientos fundamentales estén fuertemente asociados a
los colores esenciales. Colores empleados por las tristemente célebres tropas SS de la Alemania Nazi, durante la IIda Guerra Mundial, por las banderas piratas, etc.
Dos épocas del Regimiento de Infantería 1 “PATRICIOS: Principios del siglo XX (arr.) y en la actualidad
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Retomemos, luego de estos aspectos semióticos reseñados en las líneas anteriores, la evolución de los
uniformes militares en general. Prácticamente hasta la Ira Guerra Mundial, prevaleció el uso de uniformes
coloridos, muchos de ellos, afianzados en el tiempo, constituyéndose en prototípicos de los países más
militarizados y dominantes: azul y rojo para Francia, gris verdoso para Alemania, rojo para la rubia Albión,
verde oliváceo y diversos tonos de marrón para otros, para devenir luego, durante el conflicto en otros colores, impuestos por la fuerza de las circunstancias. Tal vez, el más prototípico, sería el color caki, ya en uso e
impuesto por los ingleses, pocos años antes del conflicto, durante la guerra anglo bóer.
En las operaciones, llevadas a cabo en Sudáfrica, tanto como las que se desarrollaban en la India, usaban
uniformes tropicales de algodón muy claro, que en la práctica resultaba sucio y muy visible. La necesidad,
fértil en recursos, los llevó a probar su teñido, para hacerlos más sufridos y evitar el constituir blancos tan
rentables, empleando para ello, el clásico té inglés, proveniente fundamentalmente de sus colonias en Ceilán, surgiendo un color marrón claro que perduraría y se haría emblemático de todas las tropas de la Commonwealth: el Khaki. El feldgrau o verde gris de campaña, se haría famoso y típico de las tropas alemanas
en general y algunos de sus aliados, como el verde oliva, se haría emblemático y el de más prolongado y
generalizado empleo, impuesto por los Estados Unidos. Sin embargo, y volviendo atrás en el tiempo, ubicándonos en la época de gloria de Napoleón, es sumamente interesante el observar en aquellos antiguos
uniformes, ciertos detalles, que los convertían en verdaderas obras de arte por la forma en que se confeccionaban y el lujo que ostentaban. Desde el punto de vista de las artes aplicadas, incluían, artísticamente
dispuestos y artesanalmente confeccionados, una enorme cantidad y diversidad de adminículos, adornos,
distintivos y accesorios, cada cual con una función y un significado. Vemos, entonces cómo, un objeto de
arte como casi lo eran estos uniformes, incluía detalles de carácter artesanal que hablaban acerca de qué
grado tenía su portador, del cuerpo al que pertenecía, del cargo que desempeñaba, de la nacionalidad que
tenía y a través de medallas y decoraciones, los actos heroicos que lo habían tenido como protagonista. El
objeto de arte, confeccionado artesanalmente, hablaba por sí mismo, en un código entendido por quienes
pertenecían a la corporación del usuario.
Manteniéndonos imaginariamente en aquella época, podemos distinguir en un uniforme característico, de la
cabeza a los pies, las siguientes formas o tipos de prendas y accesorios:
- Cubrecabeza: Los había de infinidad de tipos: la czapka polaca, ajustada a la cabeza, pero con una
copa proyectada hacia arriba, en forma romboidal, con una visera bordeada en bronce para la protección visual y nasal, carrilleras o barbijos revestidos de escamas de bronce para proteger las mejillas; y
una confección realizada en suela forrada de paño, que servía para contener los sablazos y golpes,
propios del combate. Cordones de pasamanería, colgaban generalmente del costado izquierdo, sirviendo al mismo tiempo, de adorno y de protección ante un eventual corte de la oreja izquierda. La derecha
estaba protegida por el sable que empuñaba la misma mano. Cucardas o escarapelas revelaban la nacionalidad y pompones, de diversos tamaños (generalmente altos), identificaban al usuario con la unidad de pertenencia, por sus colores, formas etc.
- Estos cubrecabezas, llamados como dijéramos, o morriones, schakós, kolbacs (hechos con piel de oso
y provistos de todo tipo de adornos), eran muy altos, llegando a tener más de 30 cm, con pompones y
penachos de similar altura. Desde lejos, las compactas y apretadas filas mostraban una imponente estatura de las tropas preparadas para el choque. Y así, estaban los cascos, schakós, morriones, kolbaks y
otros tipos de cubrecabeza, con algunas diferencias en sus formas, colores y detalles, que proveían
funciones decorativas y de protección.
- Las casacas, eran de diversas funciones, formas y denominaciones (casacas, chaquetillas, dormans,
etc.), pero todas llevaban altos y duros cuellos, que llegaban casi a la mitad de las mejillas, con el expreso fin de protegerlas, del mismo modo en que esa altura y dureza, contribuían, al igual que las antiguas armaduras, a proteger el cuello del artero sablazo o machetazo como de las mismas caídas del
caballo.
- Las calzas o pantalones llevaban un corte ajustado a la pierna, con las entrepiernas forradas en cuero
recortado en artísticos bordes, asegurando a la prenda un menor desgaste en las largas jornadas a caballo.
- Las botas, cambradas (duras), en la parte delantera, aseguraban una cierta protección contra golpes y
sablazos, como de fracturas ante las caídas.
- Los alamares de pasamanería que cruzaban el pecho, abrochando la casaca, al tiempo que la adornaban, mostraban una ilusoria imagen de costillas, aspecto que se explotaba como acción psicológica paralizante, junto con el empleo de otros distintivos y colores, combinados los cuales y vestidos por jinetes
ululantes, lanzados en desenfrenadas cargas de caballería, infundían pavor en las filas de la infantería
oponente. Esto se veía especialmente en cuerpos de caballería como los húsares, que generalmente
usaban uniformes oscuros, con los pechos cruzados por los alamares mencionados, y llevando en sus
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cubrecabezas, insignias metálicas que mostraban calaveras sobre un par de tibias cruzadas, distintivo
que perduró como inequívoco símbolo de la muerte, hasta la IIda Guerra Mundial, siendo el distintivo de
cuerpo de las temibles tropas SS de la Alemania Nazi.
Completaban el atuendo corazas, correajes, bandoleras, cinturones, portapliegos, frascos o recipientes
para la pólvora, herrajes de bronce, detalles hechos en finas pieles que ribeteaban las casacas, preciosas distinciones que en ocasiones llevaban piedras preciosas y esmaltes de vivos colores, dorados botones que llevaban la impronta del número o el distintivo de la unidad de pertenencia y muchísimos detalles más.
LA ACTUALIDAD DE LOS UNIFORMES MILITARES
Luego de apreciar los puntos anteriores, en los que hemos visto la derivación de la indumentaria general a
los uniformes militares, pero diseñada y confeccionada con el propósito específico de usarla en la guerra,
podemos darnos cuenta que aquellos constituyen las ropas características de los miembros que integran
las fuerzas armadas, distinguiendo a sus integrantes de los civiles, entre ellos mismos y de otras organizaciones colectivas.
Aunque los soldados han vestido siempre una indumentaria específica, entre la que debe incluirse la armadura, el uniforme militar no comenzó a evolucionar hacia la forma en que se le conoce hoy, sino hasta la
segunda mitad del siglo XVII. Antes, algunas unidades militares, en particular los guardias de palacio de la
nobleza y la escolta personal de la realeza, vestían ropa con un diseño homogéneo, aunque la mayoría de
los soldados combatían vistiendo un abigarrado surtido de atuendos civiles.
Según se iban formando a lo largo del siglo XVII, los ejércitos permanentes, comenzaron a vestir ropa manufacturada en serie del mismo estilo, acaso por razones económicas, aunque sin ningún sistema que de
un modo mecánico distinguiera al amigo del enemigo. Así, durante la Guerra Civil inglesa los ejércitos realistas llevaban fajas rojas para distinguirse de los ejércitos parlamentarios, que llevaban fajas naranjas. En
el siglo XIX los uniformes habían alcanzado, sin embargo, un aspecto tan primoroso, que se hizo necesario
acudir a vestidos de carácter más funcional. La mayoría de los ejércitos recibieron entonces la llamada ropa
de faena (chaquetillas, capotes, gorras de visera), para que las prendas del uniforme regular pudieran reservarse para los desfiles y los servicios ceremoniales.
Pasado el tiempo, hacia el año 1900 todos los ejércitos contaban con ropa de campaña, ordinaria por lo
general, duradera y de color parduzco, oliváceo, amarronado o grisáceo, y en los últimos tiempos, con
diversos patrones de telas mimetizadas, con diseño y grupo de colores particulares, dependiendo del ámbito donde se actúe. Las dos guerras mundiales y las necesidades económicas acabaron con el uso del uniforme completo tradicional en todas las unidades militares, salvo en unas cuantas de carácter especial. Un
ejemplo de supervivencia de lo antiguo es el atuendo del siglo XVI que todavía hoy viste la Guardia suiza
del Vaticano, nuestros Granaderos a Caballo, los Blandengues de Artigas, en la ROU, la Guardia Republicana Francesa, perteneciente a la Gendarmerie Nationale de ese país, los Evzones griegos, portadores de
originales y folklóricos uniformes típicos de ese país, la Guardia del Palacio de Buckingham, en Londres y
muchos otros cuerpos dedicados a tareas de ceremonial, sin perder su carácter de unidades de combate
eventual.
La tradicional Guardia Suiza del Vaticano
A pesar de los rigores de la guerra y de la necesidad de ahorrar en los presupuestos, cada nación incorporó
elementos distintivos a sus uniformes militares. Las faldas cortas de los regimientos escoceses, los cascos
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emplumados de los bersaglieri (infantería ligera) italianos y las gorras de punta cuadrada o czapka de los
soldados polacos son rasgos nacionalistas, algunos de ellos con una tradición de siglos.
No obstante, los deberes de los soldados también determinaron el estilo de sus uniformes. En ese sentido,
la infantería siempre ha vestido uniformes de fácil diferenciación con los de la caballería. En el siglo XVIII,
por ejemplo, mientras que el uniforme típico de la infantería consistía en un sombrero de ala ancha y tres
picos y un abrigo de faldón largo, la caballería encontraba ese atuendo poco práctico y llevaba gorras de
visera, con frecuencia de cuero o metálicas para servir de protección, y abrigos de faldón corto que no molestaran en la silla de montar. Los ejércitos siempre han contado con cuerpos especializados o de elite. Uno
de los primeros de estos cuerpos fueron los granaderos. Al principio se les elegía por su altura y fuerza,
asignándoseles la misión de asaltar fortificaciones con granadas de mano. Como el sombrero de tres picos
típico del siglo XVIII les resultaba molesto a la hora de soltar el mosquete para encender y lanzar las granadas, los granaderos comenzaron a llevar gorras de tela sin ala. Para la época de las Guerras Napoleónicas
esa gorra se había convertido en un enorme morrión de piel de oso (conocido como Kolbak), elaboradamente guarnecido. Tal fue el gorro favorito de los Granaderos de la Guardia Imperial de Napoleón. Cuando
un regimiento británico de Guardias a pie derrotó a los Granaderos en la batalla de Waterloo en 1815, el
regimiento británico fue autorizado a llevar el morrión de piel de oso en honor a su victoria. Los Brigade
Guards aún visten el morrión de piel de oso junto con el tradicional abrigo rojo.
Desde la II Guerra Mundial la evolución del uniforme militar se ha visto menos influida por la tradición y más
por las necesidades prácticas del campo de batalla y la demanda de protección de acuerdo con el medio
ambiente. De ahí el desarrollo de atuendos especiales para la jungla, el desierto y las condiciones frías. La
ropa suele ser, en general, ligera y práctica, de materiales duraderos y que permita a los soldados el cumplimiento de sus deberes sin restringir sus movimientos. Necesidades específicas han dado lugar a uniformes especiales, tales como los uniformes contra incendios de las tripulaciones de tanques y helicópteros, y
los trajes para desarrollar la guerra química. También se han diseñado uniformes miméticos para impedir su
percepción contra determinados fondos, lo que representa una curiosa diferencia respecto a los criterios de
siglos anteriores, cuando el propósito de los uniformes era justamente el contrario: hacer perfectamente
visibles a los soldados.
En la actualidad, aunque tales distinciones tienden a desaparecer, todavía hay unidades que se ajustan a
ciertos rasgos singulares en sus insignias y ropas, que ayudan a separarlas de los miembros de otras unidades. La boina verde de las Fuerzas especiales o las rojas de los paracaidistas, como las negras de los
tanguistas, son tan sólo algunos pocos ejemplos de tales elementos distintivos del uniforme. Aunque las
mujeres han desempeñado diversas tareas en los ejércitos a lo largo de los siglos, sólo en algunos casos
eran autorizadas a vestir uniformes militares, con la excepción de las vivandières y las cantinières (vivanderas y cantineras) de los ejércitos franceses. Esta práctica, acostumbrada no solamente en los ejércitos franceses, sino en todos, ya que son conocidos los de tantas mujeres criollas que acompañaban a sus hombres
en campaña, constituyendo un enjambre variopinto que marchaba a retaguardia de los ejércitos, constituido
por las “familias”, los vivanderos, indios amigos, proveedores, ganado en pie para consumo y recambio,
etc., cambió con la I Guerra Mundial, cuando mujeres no combatientes comenzaron a vestir blusas y faldas
militares, mientras desempeñaban tareas auxiliares (enfermeras, conductoras de ambulancias, etc.).
Mujer artillera – Guerra de la Independencia de los EEUU
En la actualidad los uniformes femeninos son muy semejantes a los de sus colegas masculinos, y la ropa
de campaña se diseña de modo que sirva por igual a hombres y mujeres. Al respecto, los países que más
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recientemente han llevado a la mujer a adoptar roles tan tradicional y antiguamente reservados para los
hombres, como lo son los de la guerra, ha motivado la necesidad de crear uniformes que pareciéndose a
los masculinos, no dejen de mostrar su pertenencia a cada una de las Fuerzas Armadas, y dentro de ellas,
a los diversos servicios y organizaciones particulares que las conforman.
Un caso especial lo constituye nuestro país. La mujer desde hace más de veinte años, forma parte de los
cuadros y tropa de sus Fuerzas Armadas. Sin embargo, en un principio, le estaban reservadas solamente,
funciones de apoyo de combate, desempeñándose en el denominado Cuerpo Profesional, viéndoselas como médicas, odontólogas, bioquímicas, auditoras, ingenieras, enfermeras y muchas especialidades más,
alejadas de la actividad de combate.
A pesar de ello, y en forma más o menos reciente, las organizaciones de las FFAA específicamente dispuesta para combatir, es decir, las que integran el Cuerpo de Comando, incluye a oficiales, y suboficiales
navales, pilotos de combate e integrantes, en el Ejército como cuadros y tropa de las Armas de Artillería,
Ingenieros, Comunicaciones y de las Especialidades de Arsenales e Intendencia, pero no así, en las armas
de Infantería y Caballería (Blindados), consideradas, armas de extremo riesgo. Una última novedad, surgida
recientemente, luego de las últimas elecciones presidenciales, nos da cuenta que la presidente electa ha
resuelto no tener oficiales edecanes militares masculinos, sino femeninos.
Tradicionalmente, esta función, la han cumplido oficiales de las tres FFAA, de los grados de teniente coronel (Ejército), capitán de fragata (Armada) y vicecomodoro (Fuerza Aérea). La normativa secular, especificaba también que debían ser oficiales del cuerpo de comando, es decir, combatientes, pero lo reciente de
la incorporación a esta función por parte del bello sexo, inhibe a las tres FFAA de disponer de oficiales femeninas combatientes de esos grados, por lo que también, será una función que llevarán a cabo oficiales
femeninas del cuerpo profesional.
No obstante, desde principios de 2008, una vez aprobados en el Senado, las propuestas de ascenso a Coroneles, Capitanes de Navío y Comodoros, así como los de Generales, Almirantes y Brigadieres de las tres
FFAA, el Ejército, alcanzaron a tener a sus primeras coroneles femeninas, pertenecientes como es de suponer, al cuerpo profesional.
Otro aspecto interesante a tener en cuenta en cuanto a la diferenciación y respeto de géneros (masculino y
femenino), es la existencia en el Congreso Nacional, dependiendo del Estado Mayor Conjunto y del Ministerio de Defensa, de una comisión dedicada específicamente a la observancia de los aspectos que hacen a
preservar la esencia femenina dentro de organizaciones eminentemente masculinas como lo son las FFAA.
Tal comisión, tiene una variedad de áreas de investigación entre las que cabe destacar, la observancia del
diseño de prendas que preserven la identidad femenina. Este aspecto, determinó que los uniformes que se
adaptaran rápidamente del hombre a la mujer, dejando ver una gran falta de criterio por parte de aquellos a
quienes les cupo vestir a las primeras mujeres militares, se encuentren ahora revisando completamente el
vestuario femenino, haciéndolo más apropiado para las bellas curvas de sus cuerpos que para las geométricas y angulosas aristas de los cuerpos masculinos. Actualmente, en la Sastrería Militar del Ejército, se
encuentra trabajando un grupo de diseño de nuevos uniformes, más apropiados al cuerpo femenino que los
que se improvisaran para “que fueran uniformes” ante la inminencia de la incorporación de mujeres.
En lo relacionado con la moda y las diversas tendencias e influencias que se observan en el vestuario militar, algunos países, como en el caso de Francia, han solucionado esta inevitable característica de la especie humana de buscar cambios en lo que hace y cómo lo hace, contratando al famoso modisto Pierre Cardin, quien desde un enfoque específicamente relacionado con la moda y lo artístico, se reunió con especialistas ubicados dentro de las FFAA francesas, a fin de desarrollar una línea integral de uniformes para el
Armée de Terre, L’Armée de l’Air y la Marine Nationale franceses, constituyendo un verdadero hito en este
punto. Algo semejante se encuentran actualmente realizando las fuerzas armadas españolas.
Volvamos a nuestro tema: los uniformes y la forma en que identifican, diferencian, distinguen, y proveen de
sentido de pertenencia y espíritu de cuerpo a quienes los visten, aspecto aplicable también a otras profesiones y actividades, como por ejemplo las deportivas. Podemos apreciar con todo lo enunciado que son
aspectos tratados de forma muy profunda entre quienes pertenecen a las FFAA. Mencionemos algunos
elementos de juicio:
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La iniciación, derivada del reclutamiento, para pasar a desarrollar un intenso período de aclimatación a
la vida militar, aprobado el cual, se “inviste” al joven novato, quien a partir de ese momento, emulando
las viejas tradiciones de la antigua Caballería, siente interiormente que es “ordenado” militar y que a
partir de ese momento, el vestir el uniforme, lo identifica como tal. La organización militar lo adopta y
esto se trasunta en la inmediata sensación de “pertenecer” y demostrar que así se lo siente.
Los progresivos ascensos, que obligan al cambio de los distintivos de grado, con lo cual, al tiempo que
aumentan las responsabilidades y obligaciones, proveen de un sentido de veteranía que hace “pesar”
los nuevos distintivos obtenidos.
Las distinciones de las que se suele ser objeto a lo largo del discurrir de la carrera militar, las que además de inscribirse en los legajos, se muestran en forma de distintivos, condecoraciones o distinciones
de diversas formas. Ello genera el orgullo de mostrarlas, y la admiración de pares y subalternos por estar mandados por alguien que alcanzó tal o cual distinción.
El alcanzar grados emblemáticos. Es este un tema de tan hondo sentir dentro de la profesión militar,
que difícilmente sea comprensible por quienes no se encuentran dentro de ella. Al respecto, sintéticamente, podemos afirmar, que entre los suboficiales, adquieren este carácter el primer grado, Cabo, el
de Sargento, por sus connotaciones heroicas asociadas por lo general al Sargento Cabral y el último, el
de Suboficial Mayor, por ser alcanzado tras no menos de treinta y cinco años de servicios simples. Significan la culminación de un ciclo vital y profesional y la posesión de una larga experiencia que ávidamente buscan quienes son más modernos. Mientras tanto, entre los oficiales, este carácter lo tienen el
de Subteniente, obtenido tras superar las difíciles pruebas del período de formación como cadete; el de
teniente, por ser el primer ascenso y la confirmación de una carrera en la que se está asentando progresivamente; el de capitán, por ser el grado último de los oficiales jóvenes, en el que generalmente se
ejercen cargos de especial responsabilidad, como lo es el ser jefe de una compañía, escuadrón o batería, dependiendo del arma de pertenencia y el de coronel, por alcanzar con él la jerarquía de oficial superior y haber transitado largos años, que a la altura de la vida en que se lo ejerce, lo llevan a desempeñar cargos de gran responsabilidad y la posibilidad próxima de alcanzar el generalato, grados emblemáticos, que constituyen los máximos de la carrera militar y culminación de ella.
En todos estos aspectos, hemos hablado de sentimientos y significados más que de descripciones, hemos
tocado más aspectos de índole semiótica que descriptiva de los uniformes, objeto de este TP. Mientras
hemos tocado estas facetas de la vida militar, íntimamente asociada en sus símbolos, con el uniforme que
se usa en su ejercicio, no podemos dejar de describir los uniformes que se usan hoy en nuestras FFAA.
Largo sería agregar los pertenecientes a las Fuerzas de Seguridad (Gendarmería Nacional, Prefectura Naval, Policía de Seguridad Aeroportuaria y Policía Federal), las Policiales provinciales y las de otras instituciones armadas o no que contribuyen a la intención de dar seguridad y tranquilidad pública, como los servicios penitenciarios federal y provinciales, bomberos, guardaparques, boy scouts, etc. Todos ellos emanaron
en alguna época de nuestra Historia, de las FFAA o estuvieron bajo su responsabilidad organizativa, heredando las costumbres de identificarse con un uniforme que los distinguiera de otras instituciones, les proveyera sentido de identidad y pertenencia y de identificarse dentro de sí mismas.
Coronel de Infantería – Argentina - 1904
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Uniformes básicos de combate actuales argentinos
Paracaidistas argentinos con uniforme de combate completo, realizando un ejercicio
Ejercicio en la Patagonia. Con uniforme mimético desértico, los directores.
Con uniforme verde oliva, personal de tanquistas de Unidades Blindadas.
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CONCLUSIONES
A lo largo de este trabajo práctico he intentado ir del arte puro, al arte aplicado, pasando por la infaltable
artesanía, para lo cual, lo comencé con un escueto glosario de términos técnicos interrelacionados y afines
entre sí. En la evolución de las costumbres y necesidades de vestirse y protegerse, usando a lo largo del
tiempo, desde toscos retazos de piel curtidos en forma primitiva, permitían al usuario cubrirse del medio y
los elementos. Apoyándonos en diversas ciencias auxiliares de la Historia, podemos apreciar cómo se vestían el hombre y la mujer cada vez con prendas más elaboradas y específicas en su función, así como decoradas y alhajadas para aparecer más bellas, lujosas o denotar la pertenencia a una clase social determinada. Esto demuestra la introducción de un criterio artístico en la confección de las prendas.
Esa confección, necesitó de artesanos, especializados en determinados detalles específicos: armaduras
damasquinadas, bordados, confección de accesorios, y abalorios de toda especie, tanto para hombres como para las mujeres, etc. Es notorio también observar, que hasta la aparición de la moderna confección en
serie, se mantuvo un criterio de unicidad, que proporcionaba al artefacto “prenda”, el mismo tenor. Del mismo modo, con aquellas prendas que como sucedió en este caso con los uniformes, tenían como objeto el
“uniformar” a un grupo colectivo de personas, la misma intencionalidad estaba depositada en la confección
colectiva: proveer de una sola forma de identificar, diferenciar y distinguir. En todo este devenir, el arte, la
artesanía, el arte aplicado, los oficios y la moda, han estado tomados de la mano de aspectos semióticos
con el expreso objeto de que el artefacto “prenda”, emitiera un mensaje, dentro de un código entendible
para otro sujeto o para un ideario colectivo.
Dentro de la historia de la vestimenta hemos podido apreciar que ha habido una evolución de proporciones
increíbles, desde aquel primitivo homo erectus, luego homo habilis y posteriormente, homo sapiens. En
forma notoria, la moda surgió como un fenómeno cultural, expresando el espíritu de los tiempos y es uno de
los indicios más inmediatos de los cambios sociales, políticos, económicos y culturales. Moda es lo que más
se repite ya sea en el mundo de la confección de indumentaria o en matemáticas. Forma parte de la sociedad. En cuestiones geométricas, la moda es el dato que tiene una mayor frecuencia, es decir que se repite
entre un grupo de datos, un número determinado de veces, que es mayor al de las otras variantes.
Por increíble que parezca, un medio como el castrense, que proverbialmente ha estado considerado como
impersonal, monótono y “uniforme”, también con el correr del tiempo, fue siendo objeto y también, sujeto de
la moda, ya que ésta es lo actual, o lo que está en vigor e interesa a una mayoría en un momento determinado. Sin embargo, en ocasiones, aplicada al diseño y en especial a la indumentaria es aquel atuendo, estilo, prenda, color o complemento, que se lleva por parte del grupo socialmente más importante o hegemónico o exclusivo, que es el capaz de influir en los demás. Este fenómeno apareció en parte por lo que se observaba de los ejércitos más poderosos, tratando de imitar su vestimenta, usos y costumbres, y en parte por
la función para la que fueron creados: la guerra, ese terrible e indeseable fenómeno social inherente únicamente a la especie humana.
Esos ejércitos, integrados por hombres y modernamente, también por mujeres, ha ido evolucionando en las
formas de vestirse, equiparse, distinguirse, identificarse, mimetizarse, individualizarse, y sentirse partícipe
de organizaciones colectivas de todo signo. Pero ello, determinó que para sentirse consubstanciados con
los objetivos de la corporación que integraban, vistieran de una forma determinada, en la que estuvieran y
estén representados valores, nacionalidades, grados, premios, fuerzas, unidades de revista e infinidad de
aspectos que exceden las posibilidades de este trabajo.
Hoy, en la mayoría de los ejércitos modernos o que aspiran a serlo, y particularmente en los más poderosos, los hombres y mujeres de armas llevar visten varios tipos de uniformes, dependiendo de la actividad
que realicen: de diario para actividades de cuartel; de social, gala o etiqueta para funciones de esa naturaleza, y de campaña, para combatir. En todos ellos priva un concepto industrial de fabricación, manteniendo
a pesar de ello, una línea consecuente con la moda del momento, y con las usanzas y tradiciones de los
viejos y decorativos como emblemáticos distintivos y accesorios. Para los uniformes que se usan en campaña, se ha optado por fabricar prendas a partir de sofisticadas fibras sintéticas que permiten la impermeabilidad, la actividad cómoda en zonas de grandes amplitudes térmicas, la rusticidad que asegure su duración y consecuente protección al usuario y variados tipos de enmascaramiento o camuflaje, dependiendo
del teatro de operaciones donde se encuentre. Existe además, una neta orientación hacia la funcionalidad,
la protección contra esquirlas y proyectiles de bajo calibre, así como contra agentes químicos, biológicos o
radioactivos, aspectos todos del moderno campo de combate que nadie desea, pero para el que toda Nación que se considere tal, se debe preparar…
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BIBLIOGRAFÍA
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