Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo Unigénito (Jn 3, 16)
Transcripción
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo Unigénito (Jn 3, 16)
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo Unigénito (Jn 3, 16) 2. La vida de Jesús entrega de sí mismo a Dios y a los hombres El comienzo de la vida pública de Jesús tiene lugar en su bautismo por medio de Juan el Bautista. Éste es un acto constituyente en su existencia1. A partir de este hecho comienza una nueva vida, una vida entregada a Dios y a los hombres por medio de la palabra y las obras, es decir, mediante la predicación y los milagros. Todo ello para proclamar y anunciar el Reino de Dios. Este reinado de Dios tiene dos facetas: juicio y salvación. Pero en la predicación de Jesús es dominante la faceta de salvación. La salvación es lo primero y es la oferta que se está realizando ya2. Jesús nos entrega el reino y la salvación, por medio de su actuación y predicación. 2.1. Mediante la palabra El mensaje principal y la novedad que trae Jesús es el anuncio y la llegada del Reino de Dios3. Este es el centro de la predicación de Jesús. Él sólo habla del reinado con parábolas, imágenes, dichos, comparaciones, etc. a) Parábolas: manifiestan el dinamismo del Reino de Dios. En ellas aparece la bondad de Dios, unas resaltan la gratuidad y lo inesperado del reino que llega, otras destacan la misericordia, algunas nos desvelan quién es Jesús y quien es Dios. En todas ellas aparece la visión que Jesús tiene de su vida y de su obra misericordiosa en el mundo4. b) Las bienaventuranzas: son la carta del Reino. Son fórmulas que indican la realidad personal de Cristo. Ellas son un enunciado de lo que Dios hace y hará, un retrato de Cristo; proclamación de una realidad que otorga ya Dios, experiencias de gracia y bella aventura de los que quieren seguir a Jesús. Son exhortación a vivir unas actitudes que dan acceso al Reino y por último son la proposición paradójica y revolucionaria para actuar en este mundo5. c) El Padrenuestro: es la oración de los hijos de Dios. Enseñada por Jesús a sus discípulos para comunicarse y dirigirse a Dios. Es la oración más bella que enseñó Jesús. d) La Eucaristía: como la cena del Reino y banquete escatológico. En esas palabras, Jesús se nos entrega como don, nos ofrece su cuerpo y sangre. e) La ley nueva del amor: la ley nueva del reino que se puede delinear con los siguientes rasgos característicos y novedosos: no juzgar, perdonar y renunciar al poder, entre otros. Y el dato más importante en nuestra vida es amar a Dios y al Cf. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, O., o. c, 40. Cf. GNILKA, J., Jesús de Nazareth, Herder, Barcelona 1993, 190-201. 3 Cf. KASPER, W., o. c, 86-89. 4 Cf. ESPEJA, J., Hemos contemplado su gloria, Editorial S. Esteban, Salamanca 1994, 98-102. 5 Cf. GONZÁLEZ DE CARDEDADL, O., o. c, 52-53. 1 2 prójimo como a uno mismo. Esta es la gran novedad del anuncio del Reino por parte de Jesús. Con estos cinco aspectos y mediante la palabra, Jesús nos revela al Padre, el acontecimiento del reino que ya está llegando y sobre todo nos muestra cuáles son sus rasgos característicos de su vida y de su entrega a Dios y al hombre. 2.2. Mediante la acción Jesús también mediante la acción, con sus gestos se nos entrega, se nos revela y nos ofrece su Reino de salvación. Esto lo realiza mediante las señales del Reino: “Los signos de Jesús expresan la absoluta gratuidad de Dios sobre la tierra: son la invitación para el banquete, señal de la presencia salvadora de Dios sobre la tierra”6. Estos signos nos revelan y reflejan el misterio de Dios y son señales que nos desvelan como actúa Dios Padre y Jesús. Por ellas le permiten presentar el Reino como auténtica novedad. Entre todos los signos de la vida de Jesús destacamos los siguientes: a) acoge a los pecadores: El pecado es la ruptura con la alianza pactada con Dios y Jesús perdona a los pecadores para que vuelvan a Dios. Él pone a la persona y al perdón por encima de la ley y las estructuras. Esta actitud de perdonar los pecados es escandalosa en Israel, ya que el único que puede perdonar los pecados es Dios. Pero Jesús actúa en nombre de Dios y al ofrecer ese perdón y esa reconciliación, está otorgando al pecador la participación en el Reino y en el destino salvador que Dios regala al hombre7. b) cura a los enfermos realizando milagros y prodigios: Estas curaciones o milagros son signos de liberación. Son acontecimientos que causan admiración, pero son realidades en las que los seres humanos perciben la cercanía del Señor. Son signos de la presencia del Señor y de la misericordia divina. También son signos del Reino que ya está presente en el mundo. Éstos están unidos a la fe: proclaman y reconocen en Jesús al Hijo de Dios. Estas son señales que devuelven la vida a los que estaban perdidos. Jesús no sólo cura o sana las enfermedades físicamente, sino además ofrece una salvación espiritual, que es la verdadera curación y vuelta a la vida de todo hombre8. c) convoca a los doce: son aquellos que le acompañan anunciando el Reino y simbolizan la verdad del nuevo Israel que ya se acerca. Asumen como compromiso propio el camino de Jesús y colaboran en su obra9. PIKAZA, X., El Evangelio, vida y pascua de Jesús, Sígueme, Salamanca 1990, 65. Cf. PIKAZA, X., o. c, 67-80. 8 Cf. ESPEJA, J., o. c, 102-117. 9 Cf. PIKAZA, X., o. c, 108-117. 6 7