Untitled - Artesanías de Puebla

Transcripción

Untitled - Artesanías de Puebla
Rafael Moreno Valle Rosas | Gobernador Constitucional del Estado de Puebla
Pablo Rodríguez Regordosa | Secretario de Competitividad, Trabajo y Desarrollo Económico
Primera edición: diciembre de 2011
DR© Instituto de Artesanías e Industrias Populares del Estado de Puebla
Avenida Juan de Palafox y Mendoza 607, Centro Histórico. CP 72000. Puebla, Pue.
ISBN
978-607-9009-05-2
Editado e impreso en México
Todos los Derechos Reservados. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse,
almacenarse o transmitirse de ninguna forma, ni por medio, sea éste electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de
fotocopia, sin la previa autorización por escrito del Instituto de Artesanías e Industrias Populares del Estado de Puebla. La editorial
no se pronuncia, ni expresa ni implícitamente, respecto a la exactitud de la información contenida en este libro, razón por la cual no
puede asumir ningún tipo de responsabilidad en caso de error u omisión.
Con la más sentida admiración y agradecimiento a las
maestras y maestros artesanos del estado de Puebla,
por enriquecer esta obra con su talento, habilidades y
amor por nuestras tradiciones y cultura.
Índice
Prólogo
Dirección del proyecto
Ernestina Cruz López
Cerámica
Barro bruñido
Barro policromado de Izúcar
Coordinación
Raúl Guerrero Pérez
Textos e investigación
Ernestina Cruz López
Raúl Guerrero Pérez
Patricia Bellón Rodríguez
Emilie Marion Sabot
Erick Montes Hernández
Vianey Bautista Díaz
Producción editorial
Cylflex sa de cv
Diseño y formación
Tipos Libres | Estudio de diseño
Talavera
Textiles
Fibras vegetales
Cestería
Papel amate
Jarciería
Popotillo
Maderas... carpintería y ebanistería
Cerería
Pirotecnia
Ana Ma. Sánchez Torres
Lapidaria y cantería
Revisión y corrección de textos
Marta Turok Wallace
María Guadalupe Casados Cruz
Colaboración
María Digna Cores Pazos
Alejandro Rock Villalobos
El arte del vidrio
La vida en miniatura
Mascarería, cartonería y juguetería
Gastronomía
Idalia Castillo Chilaca
Metalistería
Fotografía
Paris Mendivil Zamora
Luis Julián Murillo Fernández
Notas
Bibliografía
EL CORAZÓN DE PUEBLA ESTÁ EN SUS MANOS
Puebla es un estado con una enorme riqueza histórica y cultural. Desde la época
prehispánica, existía una importante producción artesanal que ha sido heredada y
perfeccionada con el paso del tiempo.
Este legado se conjuga y florece a través de la presencia de siete etnias que
habitan en nuestro estado, y que nos hacen sentir orgullosos de nuestro pasado y
optimistas de nuestro futuro.
La tradición artesanal, además de un importante activo histórico y cultural,
representa un enorme potencial de ingreso y desarrollo, particularmente para
nuestras comunidades indígenas.
Esta obra sobre las artesanías de Puebla es una magnífica oportunidad para
mostrar la calidad y belleza de nuestra producción de textiles de la región norte y la
mixteca, así como la talavera de la Angelópolis, el barro policromado de Izúcar
de Matamoros, el papel amate de San Pablito, Pahuatlán, el ónix de Tecali de
Herrera o las esferas de Chignahuapan. Es también una ventana para apreciar
los detalles de su manufactura, procedencia y antigüedad.
Detrás de cada artesanía hay un hombre, una mujer, una historia y una cultura que,
en su conjunto, constituyen un patrimonio cultural invaluable para Puebla.
Como poblano y como gobernador es un orgullo presentar al lector este libro, en
reconocimiento a la extraordinaria labor de miles de artesanos, porque el corazón
de Puebla está en sus manos.
Rafael Moreno Valle
Gobernador Constitucional del Estado de Puebla
Las artes populares y artesanías del estado de Puebla se enriquecen día a día por
siete étnias: Náhuatl, Totonaca, Tepehua, Otomí, Popoloca, Mixteca y Mazateca,
las cuales custodian cosmovisión y valores ancestrales que ligados a las bondades
históricas y naturales son capaces de generar riquezas que ayudan a impulsar el
desarrollo económico y social a través de una política pública, eficaz y coherente.
En la presente administración estamos transformando la apreciación que
en la actualidad se tiene de las artes populares y artesanías, ubicando al sector
de maestros y maestras artesanas en el entorno de prestigio que merece, y
posicionando, a su vez, al estado de Puebla como uno de los principales generadores
de talento con calidad, sustentabilidad y responsabilidad social, una actividad con
corresponsabilidad que genera empleos y desarrollo económico principalmente en
las comunidades de alta marginación.
El contenido de la presente obra atesora imágenes, colores, sabores,
formas, texturas, paisajes, así como miradas de esperanza, sentimientos y anhelos,
manos abrazadas a las fibras y tejidos, al barro y piedra narrando historia, visión
del mundo y el inframundo, encuentros con la naturaleza en cada nuevo proyecto
pidiéndole permiso para tomar de ella lo necesario para reproducir su sentir del
universo.
Admiremos el liso de la textura del sobrio y fino barro bruñido, observemos
los finos detalles de las miniaturas que transmiten grandeza y destreza,
encontrémonos con el virtuosismo y detalle minucioso del barro policromado, sin dejar
de admirar la perdurabilidad del ónix, piedra semipreciosa que observa impasible el
paso del tiempo, tiempo infinito para un artesano que crea sin medirlo, sin sentirlo,
en ese momento sólo existe el palpitar de su corazón con un compás que se
sincroniza en cada pincelada, en cada puntada, en cada ir y venir de una trama en
la inmensa urdimbre de un milenario telar de cintura.
Ponemos en sus manos el corazón de Puebla, como un reconocimiento a
los creadores y maestros del arte popular poblano y artesanías, fieles guardianes
de la identidad y tradición en el estado de Puebla.
Ernestina Cruz López | Directora General
Instituto de Artesanías e Industrias Populares del Estado de Puebla
7 regiones
Prólogo
Impulsar el desarrollo económico de los diferentes sectores productivos del estado
de Puebla es una tarea compleja; la desigual distribución de la riqueza en cada
una de las siete regiones económicas se ha polarizado de manera evidente, sobre
todo entre las regiones urbanas y las rurales. El sector artesanal se encuentra más
vinculado al ámbito rural, aunque un número importante de artesanas y artesanos
desarrolla sus actividades en zonas urbanas, incluida la capital de estado.
La política actual del Gobierno del Estado, a través del Instituto de Artesanías
e Industrias Populares, es la de crear las condiciones para vincular a los artesanos
organizados con el mercado económico, así como generar las situaciones propicias
donde puedan encontrar diversos canales de comercialización que redunden en un
mayor bienestar para todos ellos.
La perspectiva para el desarrollo artesanal es que se trata de una
actividad económica cuya intención es obtener un excedente –adquirir ganancias por
su producción–, lo cual implica dos aspectos complementarios, por un lado, el
desarrollo económico de las y los artesanos y, por el otro, la preservación cultural
de la producción artesanal.
El desarrollo económico del sector es el objetivo de la política pública,
la preservación cultural debe ser una acción indispensable e implícita ya que la
artesanía se caracteriza precisamente por ser un producto cultural.
El proyecto para la implementación de Centros Integradores de Innovación
y el Desarrollo Artesanal (CEIIDART) en el estado representa un avance sustancial
para el impulso regional de los grupos artesanales; es prioritario continuar con la
organización y operación de estos centros que permitirán fortalecer la capacidad
del estado para brindar mejores condiciones y posibilidades a este sector.
La producción artesanal en Puebla es muy variada; diferentes ramas,
subramas, técnicas y productos son descritos brevemente en este libro con
el propósito de dar a conocer toda la riqueza que nuestro estado puede aportar
al país y al mundo. Se pretende que sea un primer volumen de carácter general,
seguido por otros más donde se tratará con mayor profundidad cada una de las
variedades artesanales, el contexto en el que se desarrollan, sus protagonistas y
sus principales problemáticas.
La introducción moderada de tecnología, maquinaria y equipo para la producción
artesanal es un aspecto que en muchos países se ha dado con resultados de éxito,
Es un libro que abre la puerta al conocimiento de las artesanías de nuestro
no obstante, su utilización indiscriminada rompe con las tradiciones y acaba con
estado, con imágenes selectas –todas inéditas– que nos transportan a ese mundo
el concepto artesanal, en este sentido, es importante cuidar la parte cultural, pero
lleno de colores y matices, de formas y tamaños, de sensaciones y texturas. Un
también profesionalizar a los artesanos y artesanas para que obtengan mayores
libro que nos permite admirar a los creadores de este arte popular que se está
recursos; entonces, una tarea fundamental para lograr el desarrollo artesanal
perdiendo por la indiferencia y el olvido, y que hoy encuentra una gran oportunidad
sustentable es encontrar el punto de equilibrio entre el desarrollo económico y la
para rehacer el camino, una oportunidad de trabajo y de corresponsabilidad que
preservación cultural.
se enfoca en impulsar el desarrollo económico de las y los artesanos, y que
está planteada en el Plan Estatal de Desarrollo 2011-2017 del Gobierno del Estado
A medida que los productores artesanales logren confeccionar más rápido
de Puebla.
y con menos trabajo sus productos –mediante el apoyo tecnológico y ayuda de
especialistas en mercadotecnia y diseñadores diversos– tendrán la posibilidad
de obtener más recursos para subsistir y, también, valorarán lo que realizan de la
manera tradicional. La comparación entre los precios de lo fabricado con medios
tecnológicos y lo hecho con el proceso original será lo que revalorice a las artesanías
elaboradas tradicionalmente.
Instituto de Artesanías e Industrias Populares del Estado de Puebla
Noviembre de 2011
La artesanía es el arte del artesano. Su talento y su imaginación, a lo largo
del tiempo y del espacio, dieron rienda suelta a la creación, inventiva, diseño,
forma, textura y color que se renuevan y mantienen constantemente; que se resisten
al cambio pero que cambian, que avanzan y se detienen, que no están y que son
estáticas, y que sólo el tiempo y el espacio les dan la razón.(sic)
Raúl Guerrero Pérez
La gran producción artesanal del estado de Puebla representa una riqueza cultural
y económica extraordinaria en el gran mosaico social que caracteriza a nuestro
país. La diversidad de artesanas y artesanos que trabajan con materias primas
variadas, originarias de la tierra poblana, simbolizan la herencia de nuestro pasado,
de nuestros ancestros; simbolizan la nueva herencia que está por venir y que
dejaremos a nuestros hijos; simbolizan la sabiduría, la experiencia y el conocimiento
que debemos cuidar, abonar y enriquecer, para no perder nuestras raíces, para que
la artesanía continúe como un valor indiscutible de nuestra identidad cultural.
La tierra poblana guarda celosamente la clave y el misterio de la cerámica;
los barros diversos, el saber y la habilidad de artesanos y artesanas se armonizan
en un mismo fin, en un sólo propósito. La trama y la urdimbre se entrelazan, se
mezclan y se abrazan, solamente dejan espacio a la imaginación y a la fantasía.
Los hombres y mujeres de fibras vegetales, de papel amate, de maderas o
de cera, aquellos artesanos poblanos que sueñan y construyen con las manos, que
dan vida y sentimiento y que poco a poco se hacen invisibles en la sociedad; los
que trascienden la naturaleza, la piedra o el vidrio; los que juegan con las formas,
tamaños, texturas y colores han sido los artífices de nuestra construcción cultural,
los artífices de nuestra sociedad.
En las siguientes páginas reflexionamos sobre las diversas formas
artesanales de nuestro estado, de los trabajos artísticos moldeados a mano y que
relatan fábulas o mitos, formas misteriosas o de la naturaleza; donde los artesanos
y artesanas recrean su propia fantasía, sus sueños, su forma de ser, de pensar,
de vivir. Es una lectura para disfrutar, para conocer el mundo maravilloso de las
artesanías poblanas, para recordar dónde están nuestras raíces y cómo se ha
desarrollado esta parte de nuestra herencia cultural.
Cerámica
Júzguese el arte de un país,
júzguese la fineza de su sensibilidad
a través de su alfarería…
Herbert Read
“La cerámica es la más elocuente expresión plástica de nuestro pueblo por su
idiosincrasia y sensibilidad artística”.1 Vasijas, ollas, jarros y enseres domésticos
surgen de las entrañas de la tierra para ser moldeadas –en un principio– ante la
necesidad del hombre por alimentarse.
La maleabilidad del material empleado, la arcilla, ha hecho posible la
creación de un sinfín de piezas que, antes de nuestra era, poseían un carácter
utilitario y funerario, y hasta los tiempos de la conquista eran modeladas a mano.
Posteriormente se introdujo el torno, y con este: la alfarería, técnica a través de la
cual las piezas formadas manualmente empezaron a ser giradas sobre una rueda
para su manufactura. La rueda y el fuego fueron fundamentales en la elaboración
de este arte, por ello en ocasiones ha sido clasificado, junto con el trabajo del vidrio
y la metalistería, como “el arte del fuego”.2 También el surgimiento de los moldes,
agilizó el proceso de producción de la cerámica, aunque, en parte, desalentaron la
creación individual.
Se descubrieron distintos tipos de barro, los cuales dieron lugar a diferentes
calidades en la materia prima, asimismo, también se desarrollaron múltiples
técnicas que identificaron a cada lugar otorgándoles identidad. En Puebla, uno
de los principales estados alfareros de México, se han originado diversas técnicas
que han permitido que la manufactura de este arte sea muy variada dependiendo
de la comunidad donde se realiza y muy característica de ese lugar, fortaleciendo su
idiosincrasia y entendiendo su cosmovisión a través de la cerámica. En la mayoría
de los casos, las reminiscencias prehispánicas perviven entre la contemporaneidad.
Puebla, uno de los principales
estados alfareros de México
Barro bruñido
El barro bruñido de los popolocas de Los Reyes Metzontla es una técnica milenaria
que apenas ha sufrido modificaciones. Al municipio lo rodea una mina de esquisto,
donde obtienen una especie de desgrasante que mezclan con el barro y que los
oriundos conocen como talco por su semejanza en cuanto a color y tacto con
este mineral. Secadas al sol y cocidas en hornos de leña, las piezas que resultan
son monocromas en tonos ocres, cafés y rojizos. De entre las formas más
tradicionales sobresalen las vasijas, comales y patojos, estas últimas con forma de
pie y asa lateral.3 El terminado con chorreado en estas piezas les da un volumen y
plasticidad singular que las hace únicas.
También en el municipio de Acatlán de Osorio trabajan la técnica del
bruñido, pero aquí el carácter doméstico deja paso al ceremonial obteniéndose
espectaculares árboles de la vida con motivos florales, elementos zoomorfos y
antropomorfos, al igual que vasijas en forma de aves que hacen la función de
candeleros.
Barro policromado de Izúcar
En Izúcar de Matamoros, destellos de color iluminan la vida de sus habitantes;
con ellos el arte de la cerámica policromada ha alcanzado los más altos niveles de
precisión, virtuosismo y belleza conocidos a nivel mundial. A través del barro y el
color son creados muy diversos candeleros que evocan el folclore mexicano, vasijas
con animalitos que parecen revolotear a su alrededor, calaveras, cráneos y demás
motivos nos recuerdan que la muerte está a un paso, esperándonos sonriente y
filigranas que se repiten sin cesar a lo largo de cada pieza, como si fuera innato en
la materia prima.
A través de los españoles llegó el barro vidriado pintado en diferentes colores o
adornado con pastillaje, cuya técnica consistía en un baño de greta a base de óxido
de plomo,4 de ahí que también se le conozca como barro greteado. San Miguel
Tenextatiloyan, municipio de Zautla, es conocido por la producción de loza vidriada
de baja temperatura y el Barrio de la Luz, en Puebla capital, por su cerámica,
íntimamente ligada a la gastronomía. Decía la antropóloga Flora S. Kaplan5 que
hasta la más humilde cocina de Puebla delataba la importancia de la comida y de la
alfarería asociada a ella.
Dentro de la cerámica vidriada, la talavera es la que ha dado a la
alfarería poblana un merecido lugar dentro del mundo de las artes.
Talavera
Dentro de la cerámica vidriada, la talavera es la que ha dado
a la alfarería poblana un merecido lugar dentro del mundo de
las artes. Caracterizada por su contenido de estaño y plomo
en el vidriado, e introducida en Puebla por los españoles, la
talavera poblana desprende aroma a Oriente, Europa y Asia,
sin embargo, ha adquirido una identidad propia convirtiéndola
en la cerámica mexicana por excelencia. Su riqueza cromática
y variedad en la decoración han hecho de ella un prestigioso
arte que bien se resume en la expresión citada por el
historiador Efraín Castro Morales de un escribano de 1746 que
dice así: “De la Puebla, el jabón y la loza, y no otra cosa…”.6
Pero la talavera no es sólo loza, también están los azulejos,
que engalanan los edificios más emblemáticos de la ciudad.
Amarillos, azules, rojos y verdes se funden para mostrar al
mundo la belleza de esta técnica que ha dado a Puebla fama
y nombre.7
La arcilla, extraída de la tierra, ha aportado al mundo
de la cerámica múltiples posibilidades en cuanto a su forma.
Esta joya de la naturaleza ha permitido que a través de su
contemplación se entiendan las sociedades, sus costumbres
y gustos, su día a día. Esta materia prima sublime ha sido
enriquecida por las manos artesanas que moldean a su antojo
figuras y formas que hacen de Puebla un estado alfarero y, a
sus creadores, artistas que crean auténticas obras de arte.
Cuando miramos cada pieza artesanal ya terminada olvidamos que
esa forma surgió de unas manos que llevan integrada a su
piel –a sus huesos y a sus músculos– una especie de sabiduría, de
estado del alma, algo que está más allá del oficio y sus materiales”.
8
Textiles
Sus manos se deslizan con frenesí
Sobre el cordel, lo hila y lo deshila
y teje imaginariamente
corazones entre sí
de cuántos por la vida pasan.
Extracto del poema Tejedora de José Luis Castillejos Ambrocio
El algodón ha sido una planta muy importante en el desarrollo y evolución de todas
las sociedades humanas. Diferentes especies de algodón, originarias de varias
partes del mundo, han sido elemento vital para la obtención de fibra vegetal que
sirve como materia prima para la elaboración de textiles.
Perú, India, Egipto, China, México y Arabia Saudita son los productores
más antiguos de esta planta, en ellos se han encontrado vestigios de productos
fabricados con algodón, aunque en muy malas condiciones teniendo en cuenta que
es un producto perecedero.
Mientras en estas sociedades usaban el algodón para la vestimenta y
el cobijo, en la mayoría de los países europeos se utilizaba la lana, que proviene
básicamente del ganado ovino, y de la cual se prepara la fibra natural, introducida
más tarde en México, que conocemos hasta ahora como principal materia prima
de la artesanía textil en nuestro país. Más adelante se introdujeron el lino y la seda.
Aunque éstas eran las materias primas de mayor uso en la confección de
textiles, también se utilizaban otras fibras nativas de menor prestigio como el ixtle y
el henequén obtenidas de ciertas especies de agave, así como el chichicastle (Urtica
chamaedryoides Pursh) que es un tipo de ortiga originaria de nuestro territorio con
propiedades favorables para su uso en los textiles primitivos.
En un principio, el trabajo de confección y fabricación textil
prehispánico se hacía exclusivamente con las manos, mediante una especie
de urdimbre suspendida de algún tronco o sostenida de alguna
parte alta, de tal forma que los hilos colgaran para ser tejidos por dedos
expertos, que proveían de atavíos a hombres y mujeres.
El talento y la necesidad fueron modificando la manera y el modo
de la producción textil, así surgieron los telares de cintura y de horcón
como elementos notables de avance e innovación, que han trascendido
de la época prehispánica hasta nuestros días.
La incansable y permanente búsqueda del ser humano por lo
perfectible, lo esencial, lo maravilloso; por aquello que pudiera representar
la satisfacción en la belleza, en la felicidad, en la fantasía o en la ilusión, lo
llevaron a encontrar otro elemento que da brillo y hermosura a cada pieza
de algodón confeccionada: el color.
Rojo, amarillo, verde, negro, azul; diferentes tonos, diferente
intensidad, diferentes contrastes; diferentes fuentes del color de origen
vegetal, mineral y animal. Raíces, hojas, cortezas, semillas y frutos
de diversas plantas; maderas, piedras, tierra u otros elementos extraídos
de la naturaleza permiten multiplicar la belleza de esos productos.
Los colores conseguidos de la grana cochinilla y del caracol
fueron conocidos y de interés más allá de las fronteras mesoamericanas;
el primero es un insecto que infesta la planta del nopal, originaria de
México, que provee un color rojo intenso y sus derivados; del segundo
se obtiene un color púrpura de la secreción viscosa que expulsa.
Lo sobresaliente es que gran parte de los tintes naturales
empleados en los orígenes del textil, antes de la llegada de los españoles,
siguen utilizándose en varias regiones de México y del estado de
Puebla. En contraparte, el uso del algodón se fue extinguiendo de tal forma
que actualmente en nuestro estado se utiliza la lana para la confección de
la mayoría de los textiles.
Las diferentes maneras de ver al mundo: creencias, valores,
costumbres, modos de vida, relaciones sociales, así como todo ese
mundo mágico temporal y espacial característico de la vida de cada
pueblo y de cada individuo, quedaron impresas en la simbología que de
las rocas y los papiros pasó a otros soportes como lo fueron los textiles.
La identidad cultural de los diferentes grupos sociales que habitan en el
estado de Puebla, aún se manifiesta y se impregna a través de diversas expresiones
como el arte, la lengua, la literatura; se establecen formas de comunicación
simbólicas que crean y recrean permanentemente la cultura y donde los canales de
comunicación son todo aquello que les pertenece, que inventan, que descubren y
que plasman, entre otras cosas, en los textiles.
Las formas, tamaños, colores, fondos, contextos, que aparecen incorporados
en las diferentes manifestaciones del arte textil, representan la identidad cultural
de los pueblos. Blusas, faldas, huipiles, rebosos, quechquemitl y fajas contienen
pasajes de la vida cultural de sus hacedores.
Es el caso de la producción textil prehispánica realizada en el norte del
estado y parte de la mixteca poblana con la técnica denominada tejido en curva,
considerada por varios investigadores como única en el mundo, y cuyos mejores
ejemplares pueden ser los quechquemitl de Pantepec y el Lienzo de Quaquechollan.9
Desafortunadamente, hoy es una técnica en riesgo de desaparecer.
...la utilización de la imaginación
y de las manos...
Entre bordados y tejidos, los textiles poblanos son producto de una gama de técnicas
que van de lo simple a lo complejo, de la utilización de la imaginación y de las manos, a los
telares de cintura o de horcón; del deshilado o rejillado, al hilvanado, pepenado, delineado
o punto de cruz; cualquiera que sea la técnica, el talento y el ingenio fluyen abundantes
como herencia cultural de nuestros ancestros.
Los chales de Hueyapan, con la utilización de los telares de cintura o de pedal;
los huipiles y blusas tejidas o bordadas de Cuetzalan del Progreso y otras localidades
tanto del norte como del centro y sur del estado; los bordados en chaquira, con técnicas
diferentes, de Pahuatlán y otros municipios del norte y de la región de Tehuacán y Sierra
Negra son sólo algunos de los ejemplos de la importante y majestuosa producción textil
del estado de Puebla.
Fibras vegetales
La palma sola soñando,
palma sola,
que va libre por el viento,
libre y sola,
suelta de raíz y tierra,
suelta y sola,
cazadora de las nubes,
palma sola,
palma sola,
palma.
Extracto del poema Palma sola de Nicolás Guillén
Entrelazando, torciendo y trenzando fibras vegetales, van floreciendo un sinnúmero
de objetos que toman forma en las manos de su artífice; una tarea en la que manos,
pies y dientes participan al ritmo de la destreza y paciencia del maestro artesano.
El trabajo con fibras vegetales es una práctica tradicional en nuestro
país y está relacionado con el conocimiento profundo que los artesanos tienen
sobre la materia prima. El escenario natural determina la variedad del producto,
pues elementos como palma, vara de sauce, bejuco, raíces, carrizo, jonote,
otate, mimbre, tule, ixtle, entre otros, se recolectan o cultivan y se procesan
manualmente para transformarlos en objetos decorativos y de uso cotidiano como
canastas, sombreros, petates, cojines, entre muchas cosas más. Las variantes de
ramas artesanales que se encuentran en este contexto y que son producidas
por artesanos del estado de Puebla son la cestería, el papel amate, la jarciería y el
popotillo.
Cestería
La cestería es el arte de tejer fibras vegetales para obtener una diversidad de
objetos que nacen en el imaginario del artesano.
Esta labor es una de las más antiguas y difundidas en el mundo, está
vinculada al uso que el hombre hizo de su entorno físico para solventar necesidades
de traslado, recolección y almacenaje de alimentos. Consiste en entretejer fibras
vegetales, rígidas, semirrígidas o blandas, en este sentido, establece semejanzas
con el arte textil por el empleo de algunas técnicas como la urdimbre y la trama,
mediante las cuales varas o juncos rígidos son tejidos con otros materiales más
flexibles, la diferencia entre ambos es que el tejido vegetal no emplea el uso del
telar.
Los registros sitúan su origen en Oriente Medio y, de acuerdo a huellas
encontradas en enseres de alfarería, el uso de la cestería le precedió; su desarrollo
se aprecia en varias regiones del mundo como en las zonas polares, la costa noroeste
del océano Pacifico, en el sureste y norte de México, así como en Sudamérica;10 en
todos los lugares la constante es el uso conveniente de la materia prima obtenida
de su diverso entorno semiárido o fértil.
En nuestro país, este proceso se relaciona con tecnología que se conserva
desde la época prehispánica y que nuestros artesanos poblanos continúan
realizando; sus orígenes han quedado plasmados en el nombre asignado a cada
producto artesanal a través de expresiones propias de la lengua de cada pueblo de
las diferentes regiones del estado.
En este punto, es preciso señalar la importancia de estos elementos como arraigo
de nuestra cultura e identidad; objetos como el petate, cuyo concepto es un alfombra
tejida de palma, tienen un alto significado en la vida cotidiana de las comunidades
indígenas de nuestro país con una diversidad de usos y funciones: para dormir, extender
productos, secar alimentos, proteger y transportar objetos.
En la época colonial esta actividad fue practicada por indígenas ancianos, mujeres
y niños, quienes gradualmente fueron desarrollando nuevos diseños, como sombreros,
canastas con asas y cestas, éstas últimas eran utilizadas en el ámbito doméstico y
comercial como productos de gran valía.
En Puebla, la elaboración de cestería es extensa y se produce en aproximadamente
80 de los 217 municipios del estado, distribuidos entre la mixteca poblana, región de
Tehuacán, Sierra Negra, Sierra Norte y la Sierra Nororiental. Es una labor heredada por
tradición familiar de padres a hijos, que involucra, por lo general, a toda la familia ya
que los talleres regularmente se ubican como un anexo de la vivienda, por ello, desde
pequeños los hijos de los artesanos se vinculan con esta labor enraizándola y adoptándola
como forma de vida.
Los artesanos, dependiendo del objeto a realizar, utilizan las técnicas básicas
como el entretejido, donde los elementos se pasan alternadamente uno encima del
otro; el enrollado, a partir del centro va incrementando su tamaño auxiliándose de
una aguja; y el trenzado, en el cual los materiales se van entrecruzando en ángulos
de 90 grados.11
Para facilitar esta actividad las fibras deben humectarse logrando así una
mayor maleabilidad, los diseños que se imprimen en cada pieza van de la mano
creativa y hábil de cada maestro cestero quien simboliza, a través de su labor, la
interpretación que tiene de su entorno; de esta manera sintetiza y representa a la
naturaleza que le rodea, organizando motivos ornamentales de forma geométrica,
combinando materiales y colores para obtener contrastes armónicos y delicados
que dotan de una belleza singular a cada obra.
Aunque su presencia se circunscribe a cubrir necesidades utilitarias,
actualmente su uso se ha diversificado y modernizado para continuar vigente,
aunque restringido, sumando a los objetos tradicionales como cestos, cajas,
canastas y charolas, elementos nuevos como joyería, bolsos, miniaturas y ornatos
de temporada.
Papel amate
Una mención especial merece la producción del papel amate,
el cual se fabrica con la corteza del árbol llamado jonote y
que en sus orígenes prehispánicos tuvo una función
ceremonial, ritual y política. El papel amate es un claro
ejemplo de la transformación que hombres y mujeres han
hecho de la naturaleza, la necesidad y la imaginación los
llevaron a descubrir grandes cualidades y propiedades de todo
lo que les rodeaba.
Pueblo otomí al norte del estado de Puebla, San
Pablito, Pahuatlán, encontró identidad y organización en la
producción del amate. Desde la recolección de la corteza,
el ablandamiento, deshebrado, aplanado o macerado,
planchado, recortado o pintado, los otomíes guardaron culto
a sus deidades, ya sea a la naturaleza, a la magia o a las
enfermedades.
Con las representaciones de espíritus buenos y
malos o de personas vivas o muertas, la creatividad, inventiva
e imaginación de los artesanos otomíes ha sido apreciada y
reconocida por propios y extraños desde la época prehispánica.
Sincretismo, ideología, cosmovisión, elementos presentes
pero ocultos, que se encarnan y han dado vida a un pueblo,
obtienen por respuesta el tributo a la naturaleza, a los dioses,
a la vida.
Jarciería
Es la creación de objetos de uso cotidiano en el hogar que sirven generalmente para
la limpieza, también se confeccionan reatas, cordeles, cables y otros materiales
de torcedura. Este tipo de artesanía es una mezcla o combinación que se logra con
algunas fibras vegetales rígidas y suaves, como son pastos silvestres, raíces, entre
otras.12
El estado de Puebla se caracteriza por una gran riqueza cultural; las materias
primas para el desarrollo de una gama diversa de productos se encuentran de norte a
sur y de oriente a poniente. En el caso de la jarciería podemos encontrar paja, madera,
telas, plásticos, plumas, ixtle, piedra pómez, así como fibras duras, suaves o mixtas.
Ya se trate de confección de escobas, cepillos, recogedores y jergas; o de
elaborar fibras, estropajos, tendederos, plumeros o fregaderos, los artesanos poblanos
diseñan y producen no solamente para el estado, sino para muchos estados de la
región o, incluso, para el extranjero.
Entre las fibras vegetales utilizadas para la realización de artículos artesanales
de esta rama se encuentran la palma, hojas de maíz o totomoxtle, jonote, ixtle, carrizo,
otate, agave, bejuco, entre otros, que hombres y mujeres han aprendido a entrelazar,
combinar, pintar, recortar o tejer, para formar nuevos productos que permiten el
desarrollo de actividades cotidianas pero importantes en la vida de la sociedad.
Popotillo
Es el arte de pegar carrizos, varas y popotes silvestres a través de una base rígida
para crear formas decorativas, en las que se vinculan temas geométricos, religiosos,
costumbristas y paisajistas.
No hay antecedentes certeros para fijar el inicio de esta práctica, sin
embargo, hay similitudes entre esta labor y la realizada por grupos huicholes, coras
y tepehuanes quienes realizan un trabajo similar con motivos mágicos y religiosos
que se usan como ofrendas.
Los artesanos en el estado de Puebla realizan este arte con figuras
decorativas; su trabajo es meticuloso e inicia con el traslado del diseño a una base
en la que se van agregando popotillos teñidos con anilinas de colores y tamaños
diversos, usando como adhesivo pegamento o cera de algún tipo. A medida que el
artesano trabaja va configurándose el sentido de su labor, pues entre sus manos
surgen diversos escenarios y motivos que se fijan en cuadros, cajas, cruces,
escudos y charolas.
Maderas...
carpintería y ebanistería
Sobre el brillo de la madera, una exuberante floración de
hojas y pétalos rojizos, ambarinos, ocres y sepias; diminutos
fragmentos de corteza que se incrustan en la piel del cedro
y del pino formando un bordado de exquisita finura […].13
En el devenir del tiempo, el hombre ha transformado su entorno natural, en primer
lugar para producir objetos utilitarios y posteriormente para otorgarles cualidades
especiales de gozo y deleite. El arte del tallado y transformación de la madera no
es la excepción, mediante diversos procesos, toma formas extraordinarias de la
mano de los maestros artesanos que ofrecen una multiplicidad de posibilidades
de producción. En el caso de la ebanistería, el trabajo se enfoca en el diseño de
muebles con decorados especiales en los que el ingenio artesanal otorga formas
caprichosas de niveles escultóricos que decoran muebles y zaguanes.
La carpintería tiene un origen antiguo y ampliamente desarrollado, por
lo que a lo largo del tiempo en cada cultura se han perfeccionado una variedad
de técnicas para trabajarla y se ha establecido como constante, un conocimiento
basado en la experiencia de sus cualidades formales y funcionales, mediante las
que el ser humano no sólo ha construido herramientas y utensilios para transformar
la madera, sino que ha logrado realizar verdaderas obras de arte.
Rubín de la Borbolla14 señala que en la época prehispánica el mobiliario
construido con madera era sencillo y estaba elaborado con elementos que hoy
siguen utilizándose. En tiempos precolombinos se practicó el tallado, ebanistería y
esculpido en diferentes tipos de madera, usando las suaves para objetos pintados
al maque; para las escultura, dinteles e instrumentos se usaron maderas duras;
y posteriormente, durante la colonia, se emplearon y conocieron las maderas
procedentes del viejo continente como el cedro, pino, ciprés y encino. Debido a
la importación que era habitual en la Nueva España y Europa, en ese momento el
diseño del mobiliario se dividió de acuerdo a su uso en: religioso y civil.
Dada la importancia que se le concedía a la fe, artesanos indígenas, en
su mayoría, decoraron con maderas finas las iglesias e imprimieron a su trabajo
características propias que se pueden apreciar en retablos, sillerías de los coros,
puertas y canceles de confesionarios.
El diseño de muebles de uso civil en la época virreinal tuvo dos usuarios:
los españoles quienes fueron adoptando poco a poco diversas influencias y los
novohispanos ricos, que usaban mobiliario lujoso de tipo francés o italiano para
sus residencias y entre los objetos de ornato mandaron a reproducir ejemplares
de marquetería; los artesanos asimilaron esta técnica y sus estilos se aprecian en
ciudades como Oaxaca, México, Morelia, Santa María del Río, San Luis Potosí,
Guadalajara, Jalostotitlán y Puebla.15
La realización del mueble poblano en marquetería se
incluye en las artes decorativas usadas en la Nueva España y en
el México independiente, para su construcción se emplearon
maderas regionales, que resultaron idóneas para conseguir
los efectos deseados, el diseño se orientaba al desarrollo de
motivos geométricos, que caracterizaron en esa época a este
trabajo y que tuvieron en el país y en Europa mucho éxito;
esta técnica radica en la decoración de un mueble por medio
de piezas de madera en diversas tonalidades.
El oficio de carpintero que se desarrolló en la época
virreinal trajo consigo un aprendizaje constante para los
artesanos que aprendieron a realizar tallado, ebanistería y
estofado, este conocimiento se conserva en algunas ciudades
del país, especialmente las que se destacaron como centros
urbanos con una fuerte presencia española.
Actualmente en Puebla la carpintería se destaca en
distintos municipios como Tehuacán, en el que se ejecuta
también la ebanistería; Izúcar de Matamoros con la fabricación
de escultura y en Chalchicomula de Sesma donde se trabaja
la ebanistería rústica, al igual que en la zona norte en los
municipios de Huauchinango y Chignahuapan.
La práctica de la carpintería, que en un inicio aportó enseres utilitarios
y cotidianos, se fue modificando de acuerdo a un contexto histórico, social
y económico y de esta forma el diseño de taburetes de madera prehispánicos se
transformaron en molduras, esculturas y en marquetería, por lo que los maestros
artesanos aprendieron y reprodujeron una diversa gama de estilos que hoy en día
se recrean con nuevas concepciones.
Cerería
El arte de trabajar con la cera ha ido en decadencia en nuestro estado en las últimas
décadas, a pesar de que con esta materia prima se podía crear todo lo imaginativo;
la imagen del santo, la figura, la representación de aquello lleno de simbolismo, de
aquello que está a nuestro alrededor y en nuestro pensamiento; de aquello donde
el artesano trabaja con la ilusión de plasmar, de manera implícita, el mismo credo,
las mismas ideas; de mostrar en su creación no sólo una forma decorativa, también
una forma de subsistir, de perdurar, de sobrevivir.
La cera en las manos del artesano es convertida con maestría en arte; es
convertida en imaginación con talento, con inspiración, con sabiduría. En el estado
de Puebla el arte con la cera ha sido una tradición heredada que poco a poco ha
perdido la fuerza por mantenerse, que se ha transformado pero que se resiste a
desaparecer.
Extraída de los panales de abejas, actividad de por sí difícil y riesgosa, la
cera era procesada, labrada y esculpida por los artesanos de manera manual y
también utilizada para la iluminación en los hogares, así como para encerar objetos
y materiales diversos. Posteriormente se ha utilizado para la elaboración de velas y
cirios de gran calidad que ocupan, sobre todo en el contexto religioso, un papel de
suma importancia.
Al paso de los años la producción artesanal de velas y de productos de cera
ha sufrido varios cambios como la sustitución de la cera por la parafina, producto
derivado del petróleo que es un tipo de cera incolora, inodora y dura, la cual ha
suplido con mucha eficiencia a la cera natural; además se crearon los moldes que
han venido a simplificar el trabajo del artesano.
En el entorno místico, como se menciona anteriormente, el arte de la cerería
se convirtió en un componente lleno de simbolismo, por lo que ha sido utilizado en
rituales y cultos casi de manera indispensable y permanente, sobre todo en Puebla y
el centro de país.
La combinación de cera natural y parafina propició la confección de un gran
número de productos de cera, aunque poco a poco disminuyó la fabricación de otras
figuras de cera artesanales; se perfeccionaron las técnicas como el decorado con
anilinas, escamada, escurrida, modelada o pintada y surgieron diversos productos
como las ceras de mayordomía utilizadas como ofrendas, cirios ceremoniales,
esculturas, figuras e imágenes religiosas, muñecas, nacimientos, retablos, veladoras,
velas, entre otros.
En el estado de Puebla se producen velas donde la
parafina puede ser blanca o de diferentes colores, pero lisas y
sin ningún adorno, estas son llamadas velas lisas; las que son
realizadas con el mismo procedimiento de las velas lisas, pero
se suple la parafina por sebo, se llaman velas de sebo; en
otras el procedimiento consiste en agregar flores de parafina
a una vela lisa. La vela siempre tiene que ser blanca y el
color de las flores varía. Las flores son pegadas con parafina
caliente y se les agrega, como decoración extra, diamantina,
éstas son llamadas velas floreadas.16
Otro tipo de velas son las velas torneadas, “su
elaboración es igual que la de la vela lisa, sólo que antes
de que enfríe y se solidifique, se toman de la parte superior
para sostenerla, y de la parte de abajo se comienza a girar para
darle forma de espiral”.17
En el sábado de Pascua se enciende y bendice un
cirio de gran tamaño adornado con elementos alusivos a la
liturgia católica, es el llamado cirio pascual, uno de los cirios
más grandes que los artesanos, y ahora muchos fabricantes,
realizan para esta festividad tan importante de la vida religiosa
de los mexicanos: Semana Santa.18
Ya sean velas lisas, de sebo, floreadas o torneadas, cirios individuales
o de mayordomía, grandes, medianos o pequeños, este trabajo artesanal
sigue acompañando a los hombres y mujeres en los ceremoniales religiosos
en la búsqueda de lo desconocido o en la búsqueda de la fuerza espiritual
que complemente su existencia.
Pirotecnia
La pólvora es la materia prima básica para la fabricación de los fuegos artificiales o juegos
pirotécnicos. Aunque fue utilizada en la conquista de América por los españoles, la
pólvora fue introducida posteriormente a la Nueva España por comerciantes, sobre
todo en los viajes de Filipinas a este continente en la embarcación Nao de China.
Se dice que fue descubierta en Oriente, en China, y “fue llevada a Europa por los
árabes durante su gran expansión por el norte de África y España.”19
Los fuegos artificiales juegan un papel importante en celebraciones
especiales de nuestro país y en nuestro estado. Luces, celebración y júbilo se
funden en una alegoría de tradición y modernidad, que ante el sonido, esplendor
y majestuosidad que prolongan las miradas hacia el chispeante cielo iluminado,
hacen sentir, gozar, vibrar y disfrutar.
Esta actividad pirotécnica es conocida en todo el mundo y generalmente
usada también en celebraciones especiales. El oficio de cuetero, como se le llama
a los artesanos que fabrican los llamados cuetes o cohetes en nuestro país, es
una de las actividades u oficios más peligrosos o riesgosos e implica el manejo
cuidadoso de la materia prima.
Nuestro estado tiene una producción importante de pirotecnia artesanal,
ésta se combina con otras ramas artesanales para la fabricación de los fuegos
artificiales como por ejemplo, figuras o esculturas de cartón para la realización del
torito para quemarse con los juegos pirotécnicos.
Los municipios poblanos que más se destacan en la producción de fuegos
artificiales son Zacatlán, Cuetzalan del Progreso, San Pedro Cholula, Huejotzingo;
algunos municipios de la región de Tecamachalco y de Tlatlauquitepec, destacándose
los artesanos pirotécnicos de la Angelópolis.
La imaginación, el anhelo y la fantasía son parte de
lo esperado con los juegos pirotécnicos. La magia del color y
de la iluminación que se funden con el estruendo inquietante
de los cohetones que se elevan por todas partes se hace
presente en las miradas y en las mentes de los espectadores.
Chifladores, buscapiés, palomas de todos tamaños,
castillos, ratoncitos, brujitas, cañones, luces de bengala,
candelas, bombas multicolores, abanicos de luz, sombrillas,
canastillas, cuetes, cohetones, toritos y luminarias de distintos
tipos son sólo algunos de los ejemplos de juegos pirotécnicos
que se confeccionan y fabrican en el estado de Puebla.
La fabricación de cuetes o cohetes puede estar
determinada por el tipo de celebración, pueden ser
ceremoniales, cívicas o festividades populares. Asimismo,
de acuerdo con cada tipo de fuego artificial, la técnica puede
ser diferente, por lo que encontramos procedimientos como:
amarrado, clavado o atornillado, cosido, así como modelado
sobre estructuras, ya sea molido o mezclado.
Sea cual sea la técnica o la festividad, en nuestro
estado los fuegos artificiales permanecen, después de más
de dos mil años de existencia, como elementos que van más
allá del significado original de espantar a los malos espíritus;
son motivo de celebración, diversión, júbilo, animación, gozo
o felicidad.
...la imaginación, el anhelo y la fantasía...
Lapidaria y cantería
Las piezas de arte popular no nos conquistan
únicamente por su utilidad, sino que viven
en complicidad con nuestros sentidos.
Octavio Paz
La habilidad para labrar la piedra tiene sus antecedentes en el México
prehispánico, donde la transformación de los materiales o elementos naturales
que rodeaban a la comunidad eran convertidos en utensilios que iban de lo
doméstico a lo religioso. De esta manera los habitantes precolombinos marcaron
su tiempo con la fabricación de artesanías que son la base de la creación del arte
popular como ahora lo conocemos.
Esta labor muestra su sentido artesanal desde el momento en que las manos
de los habitantes, asistidos de herramientas rudimentarias, transformaron
objetos para defenderse, para aprovechar lo que la naturaleza les ofrecía,
para la consecución y preparación de alimentos y para representaciones de
deidades para el culto popular. Las técnicas no sufrieron ninguna modificación
relevante hasta la llegada de los españoles, quienes con la ayuda de instrumentos
de metal aportaron innovación a estos procesos.
Así fue como esta actividad abarcó más posibilidades, pasando de lo
doméstico y ritual a la arquitectura y decoración, este hecho demuestra que el
potencial creativo de los mexicanos no se detiene en el tiempo. En regiones
del estado como San Salvador el Seco o Chalchicomula de Sesma, la labor
artesanal en piedra volcánica, basáltica y negra, sigue la línea tradicional, por lo
que resulta común encontrar en las cercanías de estos lugares, metates, piedras
de molino, lápidas, instrumentos de jardinería y todo tipo de imágenes y objetos
que representan el arte de la cantería en su expresión más natural. Esta actividad
realizada también en otras localidades como Atzinzintla, San Nicolás de los Ranchos
y Amozoc20 constituye la base económica de numerosas familias que han hecho de
esta artesanía una forma de vida y de organización laboral.
Los artesanos y artesanas ayudados de martillo y cincel van dando forma a
la piedra. En ocasiones, cuando el trabajo es considerable, se auxilian con el uso de
esmeriles de distintos tamaños que facilitan su actividad, siendo importante señalar
que estas herramientas no disminuyen el sentido artesanal, pues es la imaginación
y habilidad de los artesanos lo que pone el sentido de creación original en las piezas.
En cuanto a la producción realizada por los maestros
lapidarios del estado, sobresale el municipio de Tecali de
Herrera, debido a que gracias a sus yacimientos minerales
de ónix u ónice, considerada por algunos como piedra
semipreciosa, ha subsistido la creación de objetos escultóricos,
decorativos y domésticos. Intentar excluir esta técnica de una
percepción artística, no es conveniente, pues, basta con mirar
al pasado para percatarse de que muchas culturas antiguas
lograron, con materiales similares, figuras y obras maestras del
arte que han trascendido en el tiempo.
El ónix, el mármol y el alabastro se encuentran
presentes en localidades como Zapotitlán y Tehuacán, sus
artesanos, hombres y mujeres, han alcanzado una fina manera
de entender la artesanía poblana y su trabajo ha posicionado a
la lapidaria poblana a nivel internacional.
Sea cual sea la técnica utilizada: cincelado, ensamblado,
facetado, laminado, perforado, pulido o vaciado, la belleza es
el resultado perceptible de las piezas creadas, de esta manera,
charolas bicolores, lámparas de distintos tamaños y
diseños, cuadros decorativos y joyería tienen un lugar especial
debido al buen gusto y elegancia de su diseño.
El arte del vidrio
El cristal ha suscitado gran interés a lo largo de la historia. Museos alrededor del
mundo albergan en sus instalaciones auténticas obras de arte creadas con este
material, “su ductilidad cuando está sometido al fuego y su transparencia una vez
enfriado”21 lo han hecho atractivo a artistas como materia prima perfecta para dar
rienda suelta a su imaginación.
En el pasado, el cristal era un bien apreciado, símbolo de poder y riqueza,
utilizado sólo por unos cuantos. Llegó a América a través de los españoles y tuvo
una fuerte influencia durante el siglo XVIII llegando gran cantidad de productos, sobre
todo de la Real Fábrica de Cristal y Vidrio de la Granja, en Segovia. La exportación
por parte de España hizo que numerosas piezas tuvieran como destino tiendas,
galerías y museos, de los cuales algunos muestran aún la gran belleza de estos
cristales.
En Puebla, uno de los museos de mayor atractivo y que cuenta con un acervo
importante de los primeros vidrios que llegaron a nuestro país y otros que fueron
fabricados aquí es el Museo José Luis Bello y González.
El arte del vidrio se instaló por primera vez en México a través de Rodrigo de
Espinosa, quien fundó su fábrica en la ciudad de Puebla. Siglos después, el vidriero
poblano Camilo Ávalos Razo sentaría las bases de lo que hoy es el estilo tradicional
mexicano.22 Se ha ido consolidando el prestigio de este arte, cuyas técnicas varían, al
igual que su calidad, color y estilo. El vidrio soplado, el prensado, azogado con cobalto
u oro, biselado y el de pepita son algunas de las técnicas que perviven en Puebla,
“existen muchas clases de vidrio, pero normalmente está hecho con un material
silicado, como la arena, que se hace soluble agregándole una mezcla de soda, de
potasa o de ambas”.23 Las tonalidades van desde el aguamarina al cobalto, el amatista,
el ámbar, los tonos verdes y rojizos, y existen todavía piezas que son decoradas al
óleo.
Las herramientas empleadas en el proceso artesanal del vidrio son el horno,
pipas o crisoles, el arca o templador de ladrillo de lama, la caña de soplar, las tenazas,
el banco de madera, el soltador y el puntel. Todas estas conforman la base de delicadas
y sublimes piezas hechas por aquellos que aman su oficio.
En la sierra norte del estado, numerosas familias trabajan el arte del vidrio.
Grandes y pequeñas, monocromas y multicolores, huecas o con figurillas, así son
las esferas de vidrio soplado y decoradas a mano del municipio de Chignahuapan,
cuya variedad y hermosura son reconocidas a nivel mundial.24
Las formas varían desde las más sencillas hasta las más complejas. Vasos,
jarras pulqueras, copas y garrafas, floreros y hasta figurillas en forma de ángeles,
peces y cisnes se venden actualmente tanto en Puebla como en otros estados del
país.
La flexibilidad de este material, que ha sido comparado con la cerámica,
ha transformado el uso de sus formas desde lo funcional hacia lo artístico. Pero el
brillo que luce el cristal le aporta una elegancia al material que junto con la destreza
del artista, su boca, sus manos, su imaginación, pero sobre todo su alma puestos
en todo aquello que sabe hacer y crear, consigue transmitir todo su arte translúcido
en el vidrio.
La vida en miniatura
Fray Bernardino de Sahagún relata que durante la época prehispánica, husos,
ruecas y lanzaderas, arquitos y flechitas en miniatura eran los obsequios para los
niños recién nacidos, objetos que simbolizaban las actividades que desempeñarían
posteriormente durante su vida.
Las miniaturas artesanales comenzaron a ser reconocidas y valoradas desde
entonces, constituyéndose como una actividad artística en la que tan importante
era la dimensión de la obra como la capacidad del artista popular para transmitir
su sensibilidad creadora. Su habilidad, paciencia, esfuerzo y la enorme maestría
para reducir al mínimo los complicados detalles de cada pieza, han logrado una
fascinante tradición plástica artesanal que ha retratado tanto la cotidianeidad local y
urbana como las celebraciones y rituales mexicanos.
Con técnicas de trenzado, entretejido, modelado,
prensado, policromado y modelado, artesanos poblanos han
transformado la materia prima: palma, tule, paja de trigo,
lechuguilla, hueso, barro, vidrio, madera, metales y semillas,
convirtiéndolas en verdaderas obras de arte en miniatura.
Las habilidades ancestrales de estos expertos
artesanos convierten las fibras y otros materiales en
maravillosas miniaturas con forma de animalitos, juguetes de
vidrio prensado, trasteritos de madera, canastitas, trastecitos
de barro moldeados y vidriados del Barrio de la Luz en la capital
poblana; figuritas de cera dando vida a los nacimientos, sin
dejar de mencionar las miniaturas de dulce, papel y cartón
para Día de Muertos.25
Al sur del estado, la miniatura tradicional da vida a
músicos que integran mariachis, bandas de viento y orquestas
con una de las materias primas más nobles: la palma, que
tejida en natural o coloreada por manos perfeccionistas de
artesanos de los municipios de Santa María Chigmecatitlán,
Tlacotepec de Benito Juárez, Huatlatlauca, Santa Inés
Ahuatempan, Molcaxac, San Juan Atzompa, así como de la
sierra de la mixteca poblana y comunidades de gran tradición
como Ajalpan, Zapotitlán, Caltepec y Tepanco de López, es
transformada en miniaturas únicas y de colección.
Diversos objetos, de magnífica delicadeza y finura,
en barro policromado son creados por artesanos de Izúcar de
Matamoros, desde figuras antropomorfas o representaciones
de flora y fauna en sus tan reconocidos árboles de la vida
y candelabros, hasta piezas tradicionales de tipo religioso y
utilitario.
...convierten las fibras y otros materiales
en maravillosas miniaturas...
Estos mismos objetos se elaboran en barro natural decorados con tierras
de color sepia en Amozoc, teniendo este municipio también como una tradición, la
confección de artesanías en miniatura de pavonado con aplicación de plata en acero
inoxidable, sobre todo, réplicas de objetos utilizados en la charrería como espuelas,
sombreros, botas, entre otros.
Artesanos de Zautla, en la sierra norte del estado, con gran tradición y
habilidad, elaboran en barro vidriado miniaturas en forma de trastecitos, los
cuales enriquecen los juguetes de las niñas y que, en muchas ocasiones,
al paso de su vida se convierten en sus más grandes tesoros. Sobresalen las
muñequitas de Cuetzalan del Progreso vestidas con la indumentaria tradicional de origen
Totonaco, las miniaturas de bejuco y madera que representan el ritual de los
voladores, así como las mascaritas de Huejotzingo que denotan la mezcla de razas
y con la perfección de los rasgos dejan entrever la maestría de los artesanos.
La miniatura es para jugar, coleccionar, admirar, recordar la niñez,
emocionarse y suspirar; es resultado de la habilidad insuperable de un artesano
creador de miniaturas, creador de ilusiones, creador del mundo mágico que nos
transporta en el tiempo y en el espacio y cuya atención siempre está en ese momento,
sólo en ese momento, en el de su invención, de su creación, de su obra; no hay
repetición, no hay nada igual, no hay nada parecido, todo es diferente.
La creación de miniaturas implica casi el mismo proceso de toda
producción artesanal; lograr el detalle es el punto, mirarla y moldearla hasta
conquistar la excelencia; detener el tiempo y la respiración y plasmar el anhelo,
la esperanza, el recuerdo, el cariño, y a través de miles de latidos de su corazón,
poder transmitir más allá del gusto y la admiración: encanto, magia y fascinación.
Mascarería, cartonería
y juguetería
Trozo de cielo en la tierra,
esa es mi Puebla bonita,
esa es mi tierra bendita,
que tantas joyas encierra.
Fragmento de la canción Qué chula es Puebla de Rafael Hernández
La plástica mexicana aparece como representación del sentir colectivo ante los
fenómenos sociales y culturales. Dicha expresión del arte mexicano se debe al paso
de los creadores por academias donde se dio el fenómeno de la interpretación,
siendo el siglo XX el lapso histórico donde el desarrollo de esta expresión mexicana
encontró mayor auge.
Sin embargo, reducir la creación plástica mexicana al quehacer académico
es crearle limitaciones superficiales; por ello, dirigir la atención hacia los creadores
populares, a su inventiva, a su imaginación, es una opción inevitable; es abrir puertas
que siempre tuvieron que estar abiertas, es brindar oportunidades y brindarnos la
oportunidad, es conocer aquello que siempre ha estado entre nosotros, es ampliar
el conocimiento en el campo de la creación popular, en el campo de lo nuestro.
Expresión clara de la plástica popular son las máscaras y objetos de cartón
y juguetería, herencia del pasado y riqueza del presente; las máscaras tienen la
consciente intención de cambiar temporalmente la identidad ante lo mundano,
ocultar el rostro, máscaras de distintos colores, tamaños y formas; papel y madera,
caretas de cristianos, diablos, moros, pilatos o santiagos, implementos inevitables
en rituales festivos y religiosos de las comunidades poblanas.
Las máscaras aparecen como otra piel sobre la piel, otro sentir sobre lo
cotidiano, una señal de fiesta y de ritual. En comunidades tan distantes como
Chichiquila, Acatlán de Osorio o Huejotzingo, en días festivos puedes mirar por
todas partes hombres, mujeres y niños carnavalescos o zoomorfos, con disfraces
coloridos, que viven momentos culminantes, que disimulan, que reprimen; que se
esconden detrás y que viven jubilosos la magia de ser invisibles, la magia de estar
y no estar, la magia del artesano, la magia de la máscara.
El entendimiento de la plástica popular encuentra otra dirección que en
momentos se separa de lo ritual para estacionarse en el imaginario, donde materiales
como el papel y el cartón son la materia prima para la creación de formas como
calaveras, catrinas y seres de la cultura popular mexicana. Artesanos y artesanas de
Puebla son quienes han puesto forma y color al cartón y al papel.
El proceso inicia cuando el papel es cortado en pequeños trozos que
son colocados sobre moldes en varias capas adheridas por engrudo. La pieza
resultante se deja secar obteniéndose formas que van desde lo común hasta
lo inusual. Lo más interesante para el viajero es ver cómo, sobre esas formas,
se dibujan líneas y segmentos de colores que por su constante utilización
se han convertido en carta de presentación nacional; colores como el naranja,
amarillo, morado o verde manchan de tradición y entendimiento a las creaciones
de cartón.
Muchas de esas creaciones evocan la maravillosa obra del grabador
mexicano José Guadalupe Posada, famoso en el mundo por su concepción y
representación de la muerte, trabajo por el cual “el expresionismo mexicano de
hoy, se nos aparece cual una de las estampas de más seguro acento idiosincrático”. 26
Esta plástica popular mencionada hasta el momento, tiene en su
composición una característica fundamental: la alegría. No es posible entender el
arte popular poblano sin sentir una atracción reflejada en la sonrisa de cada persona
que lo admira. Existen objetos creados especialmente para dicho fin: los juguetes,
mismos que en Puebla suponen una tradición y cultura que no solamente queda
para disfrute de los niños, sino que los adultos se contagian de su color y sentido.
Otra rama artesanal importante en nuestro estado es
la juguetería. El juguete ha tenido que evolucionar, amoldarse
o modificarse de acuerdo a las distintas épocas, distintos
momentos, distintas temporadas; desde las representaciones
de soldados y gente elegante, hasta las populares formas que
exaltan sin planearlo la nacionalidad.
El juguete popular ha sido, sin duda alguna, una parte
fundamental de la vida de los mexicanos que ha influenciado
la conducta, el comportamiento y el ser; una parte que nos
permite entender y nos identifica con la propia idiosincrasia,
que nos permite comprender y disfrutar nuestras tradiciones
y ver más allá de los festejos y celebraciones como el Día de
Muertos, las fiestas patrias, Navidad o Semana Santa.
En Puebla, los maestros artesanos han utilizado
varios materiales para dar forma a los juguetes; metal, papel,
madera, barro y tela se funden en alegoría y colorido que
llenan de fantasía y de ilusión a grandes y pequeños; muñecas
y muñecos, carros, títeres, trompos, pirinolas o perinolas,
sonajas, baleros, soldaditos de plomo, y otros muchos más,
han sido durante varias décadas ejemplo de la artesanía
mexicana hoy amenazada, muy seriamente, por la invasión
comercial extranjera.
Gastronomía
El cocinero no es una persona aislada, que vive y trabaja
sólo para dar de comer a sus huéspedes. Un cocinero
se convierte en artista cuando tiene cosas que decir a
través de sus platos, como un pintor en un cuadro.
Joan Miró
Historia, cultura, desarrollo, costumbre, forma de vida, todos los ingredientes en
un sólo platillo; juntos o separados, condimentados o no, todos influyen, todos dan
sabor; todos son el alimento de la tradición, todos se reservan al conocimiento, al
gusto y a la razón.
La gastronomía, el arte del alimento, tan antiguo como la humanidad misma,
tan necesario como la propia vida, refleja la cultura y la historia, la cosmovisión y
la ideología, la vida económica y social; deja entrever más allá de la vida cotidiana
de un pueblo, su entendimiento, sabiduría y comprensión de la naturaleza, su
transformación y su aprovechamiento.
La tradición culinaria de México es tan vasta y variada que se puede observar
por todas partes, se hace evidente en lugares grandes, medianos o pequeños;
rancherías, pueblos o ciudades cuentan con un gran repertorio culinario a lo largo
y ancho del país y, por supuesto, del estado de Puebla, cuna de algunos de los
platillos más reconocidos a nivel nacional e internacional.
Elementos como maíz, frijol, papa, camote, yuca, jitomate, cacao, calabaza,
chiles, chía, girasol, hierbas de recolección, aguacate, chirimoya, anona, zapote,
mamey, tejocote, papaya, piña, capulín, a los que se añaden productos de origen
animal, son sólo algunos de los ingredientes para elaborar platillos regionales en
nuestro estado.
Las circunstancias que trajo consigo la conquista de América provocaron una
fusión entre la cocina prehispánica y la española añadiendo nuevos ingredientes como
trigo, cebada, pera, manzana, durazno, nueces, verduras, especias y condimentos que
complementaron a los ya existentes.
Mientras que la población indígena hacía poco uso de estos nuevos elementos,
por su tradición alimenticia y costo, en Europa rápidamente los ingredientes indígenas
mexicanos se integraron y difundieron, convirtiéndose en esenciales dentro de
la tradición culinaria de varios países. Gusto y sazón, experiencia y conocimiento,
componentes indispensables en el arte culinario, en arte moderno o tradicional, en el
arte heredado.
La cocina tradicional se modificó, transformó e innovó; algunas preparaciones
desaparecieron, otras se complementaron y muchas más surgieron; un proceso de
cambio, de enriquecimiento, de adaptación, de nuevos aprendizajes y de nuevas
experiencias; de nuevas formas, platillos y sabores.
Puebla es un estado que aporta una riqueza importante al mundo de la
gastronomía; su variedad de platillos permite satisfacer los gustos más exigentes de
comensales nacionales e internacionales. Ejemplo de ello es el mole poblano, cuya
complicada elaboración y número de ingredientes lo hacen un plato de consumo
especial, aunque su nombre lo asocie a un origen prehispánico, hay leyendas que lo
vinculan a la vida conventual de la Nueva España.
El chile en nogada, cuya tradición y origen es asociado con el nacionalismo
mexicano por su decoración con los colores de la bandera del país y porque dice la
leyenda que en la consumación de independencia el estado fue visitado por el primer
emperador Agustín de Iturbide, “Las madres agustinas del Convento de Santa Mónica
serían las encargadas de confeccionar un platillo que fuera alusivo a la bandera,
debían resaltase los tres colores del estandarte: verde, blanco, y rojo. Las monjitas
eran famosas por su insuperable fervor culinario. Hicieron una cuidadosa selección
de ingredientes poblanos, y utilizaron los que les ofrecía la temporada como: el chile,
nuez de castilla y la deliciosa granada.”(sic) 27
...gusto y sazón,
experiencia y conocimiento...
Otros antojitos originarios de nuestro estado que se consumen cotidianamente,
destacados por su inigualable sabor y que no pueden faltar en ferias, fiestas tradicionales,
patronales y vendimias populares, son las chalupas, los molotes, tostadas, chanclas,
quesadillas, cemitas que se convierten en un deleite a la vista y al paladar.
Al interior del estado se desarrollan otros platos de carácter local que resultan
tradicionales y exquisitos como el mole de caderas de Tehuacán, el huaxmole de la
mixteca poblana y tayoyos, enchiladas, cecina, atole de maíz y tamales de la sierra
norte.
En materia de dulces típicos hay una fuerte influencia de la confitería árabe,
que en su expansión a España pasó posteriormente a México y cuyos ejemplos quedan
impresos en chocolates, alfajores, muéganos, caramelos, borrachitos, charamuscas,
dulces de frutas cubiertas, confites, mazapanes28 y dulces de almendra, sin dejar de
lado los dulces de origen prehispánico como camotes y jamoncillos.
La gastronomía tradicional está fundada en la diversidad de elementos que
conjugan la visión de dos continentes: Europa y América; sincretismo, asimilación
y conocimiento que crean y recrean; a través del tiempo se ha constituido como un
verdadero arte y seducción de los sentidos.
Metalistería
Brillo y dureza, resistencia noble, fundición y labrado, metal precioso transformado
por el artesano en utensilios de uso común, en esculturas que reflejan y evocan
tradición y creación; aleaciones extraordinarias que permiten formas seductoras,
amalgama perfecta para la invención y el ingenio, para el detalle, para la forja
llamativa en colores que permiten producciones caprichosas que enriquecen el
conocimiento y el entendimiento del trabajo con metal.
No muy lejos de los martillos de piedra que utilizaron en sus inicios los
orfebres prehispánicos, la metalistería poblana sigue desarrollando con gran
maestría un trabajo extraordinario; sin embargo, el trabajo con el metal que
sobrevive en el estado se realiza con técnicas que llegaron con los españoles como
la forja del hierro y el acero donde sobresale la soldadura por calentamiento que
consiste en la unión del metal mediante el golpeteo a una temperatura alrededor
de 1,000 grados.
El metal puede ser torcido, cincelado, repujado o embutido, cada técnica
cumple propósitos distintos creando formas diferentes; en Puebla el trabajo de
metalistería produce estilos barroco y churrigueresco y pueden verse a lo largo
y ancho de las hermosas casas de la capital; ventanales con herrajes de diversos
motivos y detalles; balcones, rejas; puertas detalladas con imágenes hechas
en hojalata, cobre, plomo o hierro u otro tipo de ornamentos que engalanan las
viviendas.
Al interior del estado destacan los artesanos de Zacapoaxtla por
sus creaciones artesanales en metal, siendo el cobre el más utilizado
para los trabajos que ellos realizan, entre los que se encuentran cazuelas,
platos, cubiertos y otro tipo de utensilios que surgen de la imaginación
propia del artesano.
También el trabajo artesanal con la hojalata es de gran importancia
en el estado de Puebla, su flexibilidad permite realizar un sinnúmero
de objetos ornamentales o utilitarios; la hojalata es el resultado de una
aleación del hierro y el estaño y se utiliza mucho en combinación con
la madera, por ejemplo en puertas y ventanas, en juguetería u otros
elementos de fantasía o decoración.
El forjado, o la forja como se conoce popularmente,
permite la creación de objetos como cerraduras, llaves y rejas
de amplio valor artístico como las de algunas iglesias, entre
ellas la del Barrio de Analco y la catedral en la capital poblana.
En la actualidad, la forja del hierro se produce en pequeñas
cantidades en el estado, en particular en los municipios de
Amozoc y Acatzingo, donde además se aprendió a trabajar
la técnica del pavonado, que consiste en la aplicación de una
capa superficial de óxido abrillantado en metales como el
acero inoxidable.
En la ciudad de Puebla el metal es convertido en
joyería, con vertientes de técnicas y aplicaciones, entre ellas
la alpaca o plata nueva, aleación formada de cobre, cinc y
níquel, que combinados en proporciones adecuadas imita el
color y aspecto de la plata, reduciendo así el precio de una
pieza de buena calidad como dijes, collares, pulseras y aretes.
Por otro lado, el trabajo de la plata en Puebla, al igual
que otros metales, cuenta con una infinidad de técnicas como
el laminado, martillado, cincelado, repujado o el fundido, lo
que ha llevado a la creación de admirables piezas que denotan
elegancia y un gusto refinado, como las creadas para la
práctica de la charrería: espuelas, frenos, botones, hebillas,
estribos, espadas, pistolas, entre otras, reconocidas a nivel
nacional por su belleza y calidad.
Notas
1
Fosado, Víctor, p. 4.
2
Read, Herbert, p. 82.
3
Gámez Espinosa, Alejandra, pp. 51-52.
4
Marin de Paalen, Isabel, p. 111.
5
Kaplan, Flora S., p. 23.
6
“La talavera de Puebla”, en Artes de México, núm. 99.
7
Marin de Paalen, Isabel, op. cit. p. 122.
8
Orellana, Margarita de, p. 76.
9
Lienzo de Quaquechollan.
10
Rubín de la Borbolla, Daniel, pp. 169-170.
11
Rodríguez Lazcano, Catalina y Sergio Torres Quintero, p. 14.
12
Rubín de la Borbolla, Daniel, op. cit., p. 171.
13
Fernández Calderón, Cándida, p. 279.
14
Rubín de la Borbolla, Daniel, op. cit., p. 242.
15
Ibid., p. 243.
16
http://www.monografias.com/trabajos67/cereria/cereria2.shtml
17
Ibid.
18
http://es.wikipedia.org/wiki/Semana_Santa
19
http://es.wikipedia.org/wiki/Pirotecnia
20
Quijano León, María, p. 48.
21
Read, Herbert, op. cit., p. 72.
22
Marin de Paalen, Isabel, op. cit., 148.
23
Read, Herbert, op. cit., p. 73.
24
Marin de Paalen, Isabel, op. cit., pp. 271-272.
25
http://artesaniasymasartesanias.com/ciudad_Agua+Dulce+Tehuacan_pais_Mexico_portaf_Artesanias+de+madera
26
Nelken, Margarita, p. 4.
27
http://cjaronu.wordpress.com/2009/09/01/la-historia-del-chile-en-nogada/
28
Rubín de la Borbolla, Daniel, op. cit., p. 243.
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