Lingüística Indoeuropea TEMA I¡Error! Marcador no definido. EL

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Lingüística Indoeuropea TEMA I¡Error! Marcador no definido. EL
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
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EL PROBLEMA INDOEUROPEO
I.1. INTRODUCCION GENERAL
El origen del lenguaje
Si hay un rasgo del comportamiento humano que diferencie a nuestra especie de otros animales
es, sin duda, el empleo del lenguaje articulado. Es natural, pues, que el origen del lenguaje haya venido
preocupando desde antiguo a los hombres, que desde épocas remotas han intentado desentrañar su
misterio.
En primer lugar, la respuesta a la cuestión del origen del lenguaje fue dada por las diversas
mitologías, y consistía en atribuirle un ORIGEN DIVINO: de una manera o de otra, la divinidad habría
comunicado el conocimiento de la lengua a los hombres. Sólo mas tarde, a partir del siglo XIX, comenzó
a abordarse este problema con CRITERIOS CIENTÍFICOS. Los primeros sonidos, probablemente, fueron
puramente reflejos, involuntarios, producidos bajo el impulso de las emociones; así, la primera etapa de la
formación del lenguaje fue la de la comunicación emocional. La comunicación de ideas subsiguió a la
comunicación de emociones, pero muy lentamente. El paso más decisivo en el progreso del lenguaje fue
el establecimiento de relaciones entre dos palabras para dos cosas, y la combinación de varias palabras en
una sola sentencia. En este aspecto, se ha utilizado la comparación con las primeras etapas del ser
humano. Los primeros sonidos articulados emitidos por los niños son escapes bruscos de aire con la
forma da, ba, ma, etc., que se producían involuntariamente cuando el brazo realizaba un esfuerzo
enérgico. Al ser distintos fonéticamente de otros gritos humanos, y por acompañar normalmente ese
esfuerzo, se asociaron a él en la mente, y el hombre las emitía cuando quería conseguir la ayuda del
prójimo, junto con un gesto que imitaba la acción deseada. Pronto esos sonidos tendieron a adquirir una
forma constante (CV, CVC, etc.) y a diferenciarse y aumentar. Los significados también se incrementaron
y se precisaron, de modo que denotaban distintos tipos de esfuerzo del brazo: "cortar", "romper",
"golpear", etc., eran los más comunes porque éstas eran las actividades más comunes del brazo. Conviene
señalar, no obstante, que hoy, tras una época de gran proliferación de trabajos sin otro valor que el de
mostrar lo imposible de la búsqueda y la esterilidad de los esfuerzos, se ha abandonado definitivamente la
investigación en tal sentido.
Lo que está fuera de dudas es la importancia del hecho lingüístico para el hombre. Probablemente
la revolución más decisiva en la historia de la Humanidad no fue ni la francesa ni la neolítica; ni su
avance más decisivo la invención de la rueda o de la imprenta. Tal vez el paso crucial en la historia del
hombre el logro que marco su destino, alejándolo para siempre de las restantes especies animales, fue el
desarrollo de un lenguaje articulado. Probablemente nuestro antepasado el homínido solo se convirtió en
hombre cuando consiguió desarrollarlo. El proceso de humanización es sinónimo de instauración del
lenguaje que caracteriza a nuestra especie.
Lengua y nacionalismo
La lengua es el logro más insigne de la humanidad. Con más matices que cualquier obra de arte.
Más versátil que cualquier instrumento. Más compleja y sutil que cualquier otro sistema, es capaz de
convertirse en seña de identidad por la que la gente esta dispuesta a matar y a morir. Porque cada pueblo
tiene su peculiar formar de hablar, que le confiere su IDENTIDAD y lo diferencia de otros pueblos. La
lengua es el rasgo primero, el más evidente, de entre los que otorgan a otra persona la condición de
miembro de nuestra propia comunidad o ajeno a ella. Probablemente ningún otro factor colabora tanto a
crear conciencia de comunidad diferente como el hablar una lengua distinta. Casi todos los nacionalismos
modernos, de dentro y de fuera de nuestras fronteras, tienen como sustrato (aunque no necesariamente
exclusivo) una minoría hablante de una lengua distinta de la que habla la mayoría.
En España, los nacionalismos con algún arraigo son aquellos en que se ha mantenido, en mayor o
menor medida, la utilización de una lengua distinta del castellano (catalán, vasco, gallego). Y fuera de
nuestras fronteras, el esquema se repite entre flamencos y valones en Bélgica, irlandeses e ingleses en
Irlanda, turcos y griegos en Chipre, kurdos en distintos puntos del oriente Medio.
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Puede decirse que entre dos poblaciones hablantes de lenguas diferentes existirá con gran
probabilidad conciencia de ser dos pueblos diferentes. Y por el contrario, cuando hay una forma
homogénea de hablar en una comunidad, no será difícil que se sientan un pueblo único, una sola nación.
No hay medida más eficaz para erradicar los nacionalismos que el suprimir las diferencias lingüísticas. Ni
forma más eficaz de potenciarlos que el mantenerlas o acentuarlas. Y eso lo saben muy bien los políticos
de uno y otro signo.
Esa capacidad diferenciadora o unificadora de la lengua tiene motivos profundos. La lengua es
LA VENTANA POR LA QUE EL HOMBRE CONTEMPLA SU MUNDO. Aprehendemos y aprendemos la realidad
mediatizados por la lengua que nuestros padres nos legan en herencia. Cuando enseñamos a hablar a un
niño, no solo le proporcionamos un instrumento de comunicación con sus semejantes. También le
imponemos un determinado análisis e interpretación de la realidad que lo rodea. La concepción que cada
hombre tiene de la divinidad, de sus semejantes, de las relaciones de familia, del mundo, está
indisolublemente implicada en la lengua materna en que rompió a hablar. Puede decirse que si
conociéramos la lengua de un pueblo, aunque ninguna otra cosa supiéramos de él, estaría a nuestro
alcance una buena parte de sus opiniones, creencias, concepciones; en una palabra, de su
Weltanschauung.
Diversidad de lenguas
Todos los grupos humanos utilizan el lenguaje. Pero las formas que el lenguaje adopta son de una
diversidad prácticamente ilimitada, de modo que cabe afirmar que CADA GRUPO CUENTA CON FORMAS
PROPIAS. Este problema de la diversidad ha venido preocupando igualmente desde antiguo. Desde muy
atrás era creencia (inducida por la mitología judeocristiana) que todos los hombres procedían de una sola
pareja y, por consiguiente, era presumible que todas las lenguas procedían de una sola lengua. La
explicación de la variedad de las lenguas era también de origen judío. Se trataría de un castigo divino a la
soberbia del hombre, narrado en la Biblia y conocido como la Torre de Babel.
Ahora bien, en nuestros días, tomada ya conciencia del carácter arbitrario del signo lingüístico y
tras haber llegado a saber que la lengua no es más que un código convencional de signos, NOS PARECE
NATURAL que cada comunidad posea código propio, distinto del de otras comunidades; y,
simultáneamente, nos resulta sorprendente el hecho de que comunidades a veces muy distanciadas en el
tiempo y el espacio se expresen en lenguas que presentan parecidos importantes, parecidos que no cabe
explicar por meras coincidencias.
La variabilidad de las lenguas en el espacio y en el tiempo puede llevar a pensar que entre dos
lenguas A y B no puedan existir semejanzas o afinidades de ningún tipo, y que las lenguas están, por así
decirlo, atomizadas, completamente separadas unas de otras. En realidad esta idea es falsa. En efecto, a
pesar de las variaciones que puedan sufrir, las lenguas se dejan reconducir con relativa facilidad a clases,
en cada una de las cuales se pueden situar las que presentan características comunes. Estas clases son de
dos tipos particulares, que se pueden denominar respectivamente FAMILIAS y TIPOS.
Una familia lingüística está formada por lenguas que derivan GENETICAMENTE de una misma
LENGUA MADRE, y que por tanto presentan
a) rasgos comunes con la lengua madre en sí
b) rasgos comunes entre sí
Las lenguas romances son un ejemplo de familia: derivan todas del latín, con el que comparten
numerosos rasgos, y además tienen características comunes entre sí. Español, francés e italiano, por
ejemplo, tienen un sistema de artículos muy parecidos y comparten algunas propiedades del sistema
verbal (como el modo condicional) de las que carecen las otras familias.
La posibilidad de identificar familias lingüísticas tiene un enorme significado teórico: quiere
decir, efectivamente, que a pesar de todos los cambios, existen en las lenguas profundas SEMEJANZAS DE
FAMILIA que no se pueden ignorar; significa también, yendo más al fondo, que EL CAMBIO LINGÜÍSTICO
TIENE LÍMITES, porque debe detenerse en la frontera que representan estas semejanzas. El cambio puede
llevar una lengua a su desaparición, pero no puede hacer que pase a otra familia: el español puede acoger
elementos del inglés, por ejemplo, pero no puede cambiar tanto como para convertirse, como el inglés, en
una lengua germánica.
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Pero aún más relevante es el otro tipo de agrupamiento posible entre las lenguas, el que permite
diferenciarlas en TIPOS. Los tipos lingüísticos son clases de lenguas que NO ESTÁN EMPARENTADAS
GENÉTICAMENTE, sino que presentan claras AFINIDADES ESTRUCTURALES. Lenguas muy lejanas en el
tiempo y en el espacio pueden revelar, al analizarlas, semejanzas sorprendentes, y de esta manera ser
asignadas a un mismo tipo lingüístico (la sección lingüística que estudia este problema es la TIPOLOGIA
LINGUISTICA). Por ejemplo, el orden normal de los elementos en el enunciado en turco es SujetoComplemento-Verbo al igual que ocurre en latín (y en la mayor parte de los casos), aunque las dos
lenguas no tienen relación histórica; por el contrario, el orden normal de estos elementos en español es
Sujeto-Verbo-Complemento, por consiguiente distinto del latín, a pesar del parentesco histórico entre
latín y español. El español expresa la pertenencia a una persona con un genitivo (La casa es de Carlos)
mientras que el latín, el turco y el francés lo hacen mediante un dativo (lat. mihi est liber, franc. le livre
est à moi).
Los fenómenos tipológicos permiten algunas generalizaciones de interés teórico; por ejemplo
a) la gama de fenómenos que la organización de las lenguas pone de manifiesto no es infinita, es
decir, se puede reducir a una lista cerrada, aunque muy extensa
b) el cambio lingüístico no puede trasladar una lengua de un tipo a otro
c) la arbitrariedad lingüística presenta barreras
Las barreras de las que hablamos nos lleva a afirmar que la arbitrariedad lingüística es RADICAL,
PERO TIENE LÍMITES. Si no fuera así, podríamos carecer de recursos para asignar las lenguas a clases
(familias o tipos), desde un punto de vista más intuitivo, podemos decir incluso que los tipos lingüísticos
representan, en un determinado momento del tiempo una especie de CATALOGO de los modelos que la
organización de las lenguas puede asumir.
La humanidad cuenta, pues, con un enorme numero de formas de lenguaje, reunidas, de hecho,
en lo que llamamos FAMILIAS LINGUÍSTICAS; es decir, existen conjuntos de lenguas que presentan entre sí
afinidades suficientes como para justificar, mediante una explicación científica, su agrupación. Entre esas
agrupaciones, que son de importancia desigual, se encuentran la camito-semítica, la uraloaltaica, la
chinotibetana, etc., y también, la indoeuropea. La mayoría de las lenguas habladas en Europa, y desde
luego las grandes lenguas culturales de occidente, pertenecen a la familia indoeuropea.
El descubrimiento del parentesco entre las lenguas indoeuropeas iba vinculado estrechamente a
los progresos de la Gramática comparada y tuvo lugar hace relativamente poco: en el siglo XIX. Pero una
vez realizado quedaban planteados inmediatamente los problemas consiguientes de explicar e interpretar
las causas de ese parentesco, así como de determinar los otros posibles vínculos (étnicos, religiosos,
institucionales, etc.) existentes entre sus grupos de hablantes. Adelantemos que muchas de estas
cuestiones siguen aun hoy pendientes de solución, después de haberse desacreditado poco a poco las
primeras hipótesis emitidas. También hay que señalar que, por otra parte, en algunas ocasiones se ha
sugerido la posibilidad de emparentar entre sí a dos o mas de las familias lingüísticas, y que, en concreto,
la vinculación de la familia indoeuropea con la camito-semitica es la que ha contado con propuestas mas
sólidas. Se ha sugerido, asimismo, la posibilidad de que todas las familias pertenecientes a los grupos
humanos de raza blanca estuviesen emparentadas entre sí. Sin embargo, en uno y otro caso se trata de
puras posibilidades, que ni siquiera pueden ser tomadas hoy como serias hipótesis de trabajo por falta de
datos.
Porque, en realidad, la familia indoeuropea viene disfrutando de un estudio amplio y minucioso,
mientras que las demás no han contado con ese trato de favor. Es decir, no se trata de razones intrínsecas
a las mismas lenguas IE, sino a la disposición de testimonios escritos muy antiguos de ellas. Hasta que
todas las demás no sean investigadas en detalle y logremos reconstruir en profundidad el tipo lingüístico a
que cada una se remonta, no puede intentarse, con garantía, ninguna comparación rigurosa.
Por otra parte, el PUEBLO INDOEUROPEO se ha extendido por toda la tierra en mayor medida que
ningún otro. Ha provocado la desaparición de numerosos pueblos y culturas. Pero, a su vez, él ha
desarrollado culturas diferentes en países y épocas distintos. Para bien y para mal, es el principal
responsable (con la colaboración de ciertos pueblos semitas), de la cultura occidental, que parece llamada
a imponerse como estandar para toda la humanidad. Con la colaboración también de elementos semitas,
es el creador de la ciencia y de la tecnica moderna. Ha sido el causante de la mayoría de las guerras que
han afligido a la especie humana, del deterioro del medio ambiente y los recursos naturales, pero también
ha sido la vanguardia de la humanidad y motor de su progreso.
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I.2. LA NOCION DE INDOEUROPEO
I.2.1. La Filología Comparativa: un poco de historia
El s. XIX conoció el nacimiento del ESTUDIO CIENTÍFICO DEL LENGUAJE. Esta afirmación
dependerá del sentido que le demos al término "científico". La gramática especulativa de los escolásticos
y la de sus sucesores filosóficos en Port-Royal era científica de acuerdo con su entendimiento de lo que
constituía un saber seguro. Sus demostraciones causales acerca de por qué las lenguas eran como son
estaban basadas en principios admitidos como universalmente válidos. La diferencia entre este método y
la filología comparativa radica no sólo en que ésta última fue más cuidadoso con los "hechos" y más
exacto en la observación y recopilación de los mismos, sino también en que a finales del XVIII se
desencadenó un general descontento frente a las argumentaciones "a priori" y llamadas "lógicas", y una
predilección por el razonamiento histórico.
El punto de vista evolutivo
El cambio de perspectiva que derivó hacia la adopción del punto de vista histórico fue un
fenómeno general y no un suceso concerniente sólo al estudio del lenguaje. La exclusión del
razonamiento "a priori" tuvo primeramente lugar en las llamadas ciencias "naturales". Después, esta
actitud se extendió también al estudio de las instituciones humanas. Se observaba que todas las
instituciones humanas (leyes, costumbres, prácticas religiosas, grupos económicos y sociales y lenguas)
estaban constantemente cambiando. Por ello, no resultó satisfactorio justificar la situación de las mismas
en un momento determinado en virtud de principios abstractos, sino más bien en virtud de su desarrollo a
partir de algún diferente estado anterior por adaptación a unas condiciones externas y cambiantes. La
teoría "providencial" de la Historia, sostenida por toda la tradición cristiana, fue sustituida por teorías
evolutivas y laicas sobre el desarrollo humano.
El romanticismo
Especialmente importante para el estudio del lenguaje fue el nuevo espíritu del romanticismo que
se difundió a finales del XVIII, particularmente en Alemania, como una reacción contra el clasicismo y el
racionalismo declarado de la etapa precedente. El interés por la antigüedad germánica les llevó a la
publicación y el estudio de textos y glosarios de las primitivas lenguas germánicas (gótico, antiguo alto
alemán y antiguo escandinavo). A partir de la tesis (Humboldt 1767-1835) de la existencia de un lazo
íntimo entre lengua y carácter nacional, dado que cada lengua tiene su propia estructura distintiva, que
refleja y condiciona las directrices del pensamiento y de la expresión del pueblo que la utiliza, se llegará
en Alemania a especulaciones extravagantes y nocivas en las que se confundirá conceptos como "raza" y
"lengua" (en especial respecto al término "ario"). Por ello la filología comparativa será un producto
eminentemente alemán,
El Sánscrito
A finales del s. XVIII se descubrió que el sánscrito, la lengua antigua y sagrada de la India,
estaba relacionada con el latín, el griego y otras lenguas de Europa. Sir William Jones en 1786 la
estableció en base a una afinidad de raíces y formas gramaticales tan fuerte que excluye que se deba a
simples accidentes; cualquier filólogo podría llegar a la conclusión de que se habrían originado en alguna
fuente común, aunque ésta ya no exista. No es difícil imaginar el sentimiento de excitación y asombro
que este descubrimiento encendió en la conciencia clasicista de los eruditos. Ellos estaban bien enterados
de las similitudes que existían entre griego y latín. Pero también conocían los lazos políticos y culturales
que unían Grecia y Roma, y esto podía parecer una justificación suficiente para tales semejanzas entre las
dos lenguas. Hacia el final del s. XVIII, la información útil sobre diferentes lenguas era bastante como
para que los estudiosos comprendieran que las semejanzas entre las lenguas clásicas y el sánscrito eran
demasiado notables como para no exigir una explicación.
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Los "Junggrammatikers"
Hacia 1875 un grupo de estudiosos que se consideraban a sí mismos revolucionarios y se
congratulaban con la etiqueta que sus adversarios les aplicaron desdeñosamente (Junggrammetikers
"jóvenes gramáticos" o "neo-gramáticos") propugnó la exactitud de las leyes fonéticas, la pretensión de
que todo cambio fonético era susceptible de ser fijado por leyes que operan sin distinción.
La visión positivista del s. XIX
La noción de "evolución", aunque no implicaba ningún concepto nuevo, fue una de las ideas
dominantes del pensamiento del s. XIX, que el movimiento romántico, en su reacción contra la tradición
clásica, tomó con verdadero entusiasmo. Con la publicación de El origen de las especies de Darwin en
1859 y el desplazamiento de la noción de voluntad o designio por el principio de la selección natural, la
biología evolucionista no sólo brindó la posibilidad de adoptar la perspectiva mecanicista o positivista,
entonces en boga, de las ciencias "naturales", sino que se extendió que la idea íntegra de "evolución"
había sido fijada sobre bases "científicas más firmes. Hay numerosos rasgos particulares del pensamiento
lingüístico del s. XIX que deben su filiación a la influencia de la biología evolucionista. El éxito
indudable de la perspectiva positivista en biología tendió a promover la búsqueda de "leyes" de
"evolución" en todas las ciencias sociales. Con el propósito de montar una teoría del cambio lingüístico
sobre la base de lo que se concebía como los sólidos principios positivistas de las ciencias "exactas", los
"neogramáticos"⋅ fueron incorporándose en la línea de los especialistas en ciencias sociales del momento.
I.2.2. El Descubrimiento de la noción de IE
La noción de "indoeuropeo" tiene un carácter EXCLUSIVAMENTE LINGUISTICO. Fue precisamente
en virtud de los profundos parecidos observados entre determinadas lenguas como se llegó a descubrir
que existían ciertas relaciones entre los pueblos que las hablaban. A partir de ahí, y utilizando una 1ógica
deductiva no siempre acorde con la realidad, se pasó a ampliar dicha noción con diversos rasgos
EXTRALINGUISTICOS, a los que más adelante aludiremos. Pero, en definitiva, el único criterio valido para
clasificar cualquier grupo humano como perteneciente a la familia indoeuropea sigue siendo el hecho de
que el grupo en cuestión hable una lengua indoeuropea.
El nombre
Los pueblos INDOEUROPEOS se extienden en una amplia zona que va desde la India hasta el oeste
de Europa. A esta localización geográfica responde el nombre con que los conocemos, que no es el único
empleado, ni siquiera el más afortunado, pero que ha llegado a imponerse casi en exclusiva a partir de
Bopp. En Alemania se ha preferido, por ejemplo, la denominación de "INDOGERMÁNICO", eligiendo
como puntos de referencia territorial la India, en el extremo oriental, y el área de las lenguas germánicas,
en la zona más occidental. Otra denominación que estuvo en boga (aunque más en los círculos políticos
que en los científicos) en cierta época es la de "ARIO", del todo inexacta, puesto que corresponde
simplemente al nombre de uno de los grupos indoeuropeos: el indoiranio, cuyos componentes se
llamaban a si mismos arya ("señor").
El nombre con que suele conocerse a los pueblos puede ser bien el que cada uno de ellos se da a
sí mismo (endoétnico), bien el que le dan sus vecinos (exoétnico). Lo que no siempre coincide. A los
habitantes de Alemania, por ejemplo, nosotros los llamamos alemanes, los ingleses germans y ellos
mismos Deustche.
En lo que a los indoeuropeos se refiere, desconocemos tanto la forma en que ellos se llamaban a
sí mismos, y la que le dieran sus vecinos. Pero hay quienes creen que a partir de ciertos indicios se podría
deducir el nombre que ellos mismos se daban. Partiendo de la palabra aria ("señor") con la que se
denominaban los habitantes de una zona que comprendería la India, Pakistán, Afganistán y Persia,
término que encontramos en el nombre moderno de Irán, pero que también se supone relacionado con
Irlanda (Eire), concluyeron que los indoeuropeos se llamaría a sí mismos *arios, razonamiento basado en
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dos testimonios completamente alejados. El significado del término disparó la imaginación de muchos,
que se creyeron descendientes de un pueblo de "señores", pueblo superior a otros pueblos, que ya en sus
raíces se sabía destinado a dominarlos y señorear el mundo.
Historia
Es difícil establecer cuando se produjeron los primeros atisbos de la existencia de algún tipo de
relación entre las lenguas que hoy llamamos indoeuropeas. No hay indicio alguno de que los griegos
percibieran ningún parecido entre su propia lengua y la de otros pueblos indoeuropeos con los que se
relacionaron. En uno u otro momento entraron en contacto con los macedonios, los persas, los gálatas
(celtas), los tracios, los romanos e incluso los indios en la campaña de Alejandro. Pero ellos miraron
siempre con desdén altanero cualquier lengua que no fuera griega. A todas genéricamente motejaron de
bárbaras, termino que, dicho sea de paso, tiene un origen onomatopéyico: con él se remedaban los
sonidos de "balbuceo". Y ese es precisamente el sentido con que se encuentra esa palabra (a veces con
pequeñas variantes) en otras lenguas indoeuropeas: en sánscrito barbara, significa "balbuciente"; y se
trata en definitiva de la misma raíz que, a través del latín, encontramos en la palabra castellana "balbucir",
con la pequeña diferencia de /l/ por /r/. Eso refleja que efectivamente a los griegos les sonaba toda lengua
no helénica como un conjunto de sonidos desmañados, reiterativos y balbucientes.
También los romanos tomaron contacto con diversos pueblos indoeuropeos. Y resulta chocante
que no percibieran la gran proximidad que había entre su lengua y la de los celtas con quienes estuvieron
en contacto desde el siglo IV a. C. Sí percibieron, en cambio, un cierto parecido de su lengua con la de los
griegos. Pero eso les resultaba natural: en su concepción legendaria de los orígenes de Roma, habría sido
griegos (Eneas) sus fundadores y en consecuencia imaginaban que el latín se relacionaba con el griego.
La fecha de DESCUBRIMIENTO DEL PARENTESCO entre las lenguas indoeuropeas suele fijarse en
el primer tercio del siglo XIX. Pero, como todos los descubrimientos, no surgía de la nada: en los siglos
anteriores, especialmente a partir del momento en que occidente estableció contactos más o menos
regulares con la India, encontramos ya algunos precedentes. Así, por ejemplo, en el siglo XVI, Thomas
Stephens constata la semejanza de varias lenguas de la India con el griego y el latín. Dentro de la misma
centuria el florentino FILIPPO SASSETTI observa que estas lenguas indias presentan ciertas palabras
similares a las correspondientes de las lenguas de Europa, particularmente dentro del campo de los
numerales (para "dos" lat. duo, gr. δυο, sansc. dva(u); para "tres" tres, τρεις, trayas; para "seis" sex, εξ
sas; para "siete" septem, επτα, saptá, etc.). La importancia de la observación de Sassetti no se
comprendió en su época. Habrían de pasar casi tres siglos para que adquiriera toda su significación el
hecho de que tal cantidad de coincidencias se produjeran en un ámbito tan reducido como el de los
numerales: a saber, que no se trataba de coincidencias ni fortuitas ni esporádicas, sino amplias y
SISTEMATICAS, por afectar al sistema mismo de los numerales.
Estas y otras observaciones, que podríamos seguir citando hasta llegar al siglo XIX, no pasaban
de simples constataciones de hechos; no planteaban, todavía, la cuestión del por qué de tales parecidos.
Las ideas vigentes en los siglos XVI y XVII sobre las lenguas eran muy precarias y sucintas. La tradición
greco-latina no se había preocupado demasiado de las lenguas que hablaban los numerosos pueblos
conquistados y romanizados. Y las circunstancias religiosas y sociales de la Edad Media no fueron
precisamente propicias para subsanar esas deficiencias. En efecto, durante todo el Medievo hubo en
Europa occidental dos grandes lenguas de cultura: el latín que, aunque no se hablaba ya como lengua
materna en ninguna parte se continuaba utilizando como vehículo de toda actividad intelectual, y el
hebreo (por razones religiosas). Y la dos eran aparentemente inmutables e inalterables. El latín, como
lengua de escuela, se seguía hablando y escribiendo en forma substancialmente idéntica desde la época de
Cicerón (o al menos eso se creía). Y nadie parecía tener conciencia de que en realidad era precisamente el
latín el que había cambiado tanto y tan diversamente como para dar lugar a toda la variedad de las
lenguas romances. Las lenguas habladas por el pueblo eran tenidas por formas corruptas e indeseables,
debidas a la ignorancia del vulgo. Y, por su parte, el hebreo era considerado nada menos que como la
lengua que Dios entregara a los hombres en el Paraíso, obra divina, y como tal, eterna e inmutable, raíz
quizás de todas las lenguas gracias tan solo a un nuevo milagro divino: la confusión de Babel. De modo
que, en realidad, ni tan siquiera se tenia una conciencia exacta de que todas las lenguas cambian
inexorablemente con el paso del tiempo.
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En realidad, la primera indagación en este sentido (si bien aislada y carente de la fuerza necesaria
para crear un estado de opinión y, menos aún, una verdadera ciencia) la iba a emprender COEURDOUX en
la segunda mitad del XVIII. Basándose sobre todo en el parecido de palabras indias y latinas, llegó a
sostener que existía un parentesco originario entre el indio, el latín y el griego. Algunos de los ejemplos
por el citados son: ind. danam y lat. donum, ind. agnis y lat. ignis, ind. navas y lat. novus, etc. Coeurdoux
manifestó oralmente sus ideas en 1768 en París, pero la memoria correspondiente no sería editada hasta
18O8, fecha en que ya W. JONES había hecho publicas tesis parecidas, apuntando, además, que también
el celta y el gótico podían considerarse pertenecientes a una misma familia lingüística. En su discurso
fundacional de la Royal Asiatic Society of Bengala, de la que fue presidente, pronunció las celebres
palabras que suelen considerarse el precedente proximo de la
ciencia de la indogernanística:
Sir William Jones 1746 / 1794
El sánscrito, sea cual fuere su antiguedad, es una
estructura maravillosa, más perfecta que el griego, más abundante
que el latín y más exquisitamente refinada que una y otra; además,
presenta respecto a ambas tanto en las de los verbos como en las
formas de la gramática una afinidad demasiado estrecha como para
ser fruto del azar; tan fuerte, que ningún filólogo podría examinar
las tres sin pensar que han surgido de una fuente común que
quizás, no exista ya. Hay razones similares, aunque no tan
forzosas, para ver que tanto el gótico como el celta, aunque
mezclados con un idioma diferente, tienen también el mismo
origen que el sánscrito. El persa antiguo debe ser añadido también
a la misma familia.
Como puede verse, la idea estaba ya en el ambiente. Y con las palabras de Sir W. Jones la
convicción de la unidad familiar de nuestras lenguas se extendió por Europa. Pero intuir o estar
convencido no es lo mismo que demostrar científicamente. Y para que la Indogermanística se convirtiera
e verdadera ciencia faltaba todavía encontrar esa demostración.
Tal vez sean los hermanos von Schlegel las figuras de
aquella época que mejor reunen y amalgaman en sus personas
los factores románticos y comparativistas.
El menor de
los hermanos, FRIEDRICH VON SCHLEGEL, es, sin embargo, el
que tiene mayor interés para la historia de la Indogermanística.
En los primeros años del XIX, F. Schlegel publica una
importante obra sobre la lengua y cultura de la India. De acuerdo
con las tendencias de la época, concibe a los indios como los
creadores de la lengua y de la cultura (lengua y cultura que los
pueblos europeos habrían aprendido de ellos). Desde un punto
de vista linguístico, Schlegel tiene en su haber el hecho de haber
acuñado y modelado ciertos términos y conceptos de los que
más adelante iba a servirse la Gramática comparada. En su obra
Friedrich von Schlegel 1772 - 1829
Sobre la lengua y la sabiduría de los indios se encuentra tanto el
germen de los futuros estudios de tipología lingüística, como uno de los pasos importantes hacia el
descubrimiento de la familia lingüística indoeuropea. En efecto, por lo que a la tipología se refiere, F. von
Schlegel clasifica, rudimentariamente todavía, las lenguas por su morfología en dos tipos: AFIJANTES Y
FLEXIVAS. Más adelante, por la contribución de su hermano y de W. von Humboldt, la clasificación se
había de completar primero en AGLUTINANTES, AISLANTES y FLEXIVAS.
Tradicionalmente se considera como descubridor de la Gramática comparada a F. BOOP. Sin
embargo, el honor debe compartirlo, a la par, el danés RAMUS RASK: ambos trabajaron en la misma
época, e independientemente el uno del otro, obtuvieron resultados básicamente similares y, en cierto
rnodo, complementarios. Rask presentó su trabajo a un concurso de la Academia de Ciencias de su país
en 1814, aunque por problemas de tipo económico no pudo verlo publicado inmediatamente. Dos años
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después, en 1816, salía a la luz la obra de Bopp sobre la conjugación del verbo indio en comparación con
el verbo griego, latino, persa y germánico, obra que es considerada, merecidarnente, como la primera
piedra de la nueva ciencia.
El trabajo de Rask, ya en su intención originaria, estaba
más limitado al área de las lenguas germánicas, de las que llega
a afirmar el parentesco y lo extiende, además, a las célticas,
bálticas y eslavas, e igualmente al latín. Pero Rask murió muy
joven, sin que tuviera tiempo de conocer las lenguas de la India
y utilizarlas n su trabajo. En todo caso, sus ideas (fruto de geniales intuiciones, aunque faltas, tal vez, de un método científico
que no logró fijar) deben ser consideradas como uno de los
puntos de partida de la Gramática comparada. Respecto a Bopp,
su gran innovación en cuanto a método de investigación es, sin
duda, el hecho de haber utilizado, por vez primera en la comparación lingüística, los sistemas gramaticales en lugar de
circunscribirse al léxico, el cual, como sabemos, constituye el
aspecto más fácilmente alterable de una lengua. Las palabras, en
efecto, se prestan con facilidad de unas lenguas a otras. Y el
compartir una determinada cantidad de vocabulario no supone
Franz Bopp 1791 / 1867
necesariamente que las dos o mas lenguas que lo comparten
estén genéticamente emparentadas. En cambio, la gramática
tiene dos rasgos de los que carece el vocabulario: constituye un sistema y se presta de una lengua a otra
con gran dificultad. De forma que al encontrar Bopp que también en el terreno de los sistemas
morfológicos presentan las lenguas indoeuropeas coincidencias abundantes, estableció con rigor
científico que tales lenguas estaban genéticamente emparentadas: los parecidos sistemáticos no pueden
ser fruto ni de la casualidad ni de prestamos e intercambios. Bopp adoptó como punto de partida los sistemas verbales para pasar algún tiempo después, concretamente en la traducción inglesa de su obra, a utilizar también los sistemas nominales.
Los méritos de Bopp son, no obstante, enormes. Es el
técnico de la investigación que consigue iniciar un nuevo
método más adelante perfeccionado y completado. Y logra, a
través de él, dar forma precisa y formulación científica a unas
ideas vagas y generales que flotaban en el ambiente del
momento. Pero hay en su actitud algo mas que lo señala como
moderno, casi como actual: se interesa por las lenguas en si
mismas, no como portadoras de una cultura. Actitud que, llevada
a sus ultimas consecuencias por Ferdinand de Saussure, daría
más tarde origen, en los comienzos de nuestro siglo, al
estructuralismo.
En resumen, el nacimiento de la Gramática comparada
(término que se atribuye a Schlegel, pero que probablemente es
anterior a él) vino a establecer de una manera científica la
realidad del parentesco entre las lenguas indoeuropeas. Tiene
lugar en el primer tercio del siglo XIX, cuando una serie de
Ramus Rask 1787- 1832
circunstancias favorecen muy concretamente su desarrollo. Ante
todo, existe ya una corriente comparatista que esta influyendo en los mas diversos terrenos de la ciencia:
la Anatomía, la Biología, la Paleontología, etc. El hecho de que el método comparativo se utilizase
previamente en varias ciencias naturales contribuye a crear la imagen de la lengua como un organismo
vivo que nace, crece y muere: es la imagen que va a presidir las investigaciones lingüísticas posteriores.
Otra circunstancia favorable la constituye la curiosidad de la época por conocer los orígenes del
pensamiento, la cultura o la religión. Es significativo que lo que Bopp realmente buscaba era el origen de
la lengua. Ahora bien, por otra parte, la curiosidad por los orígenes hace volver la vista a las viejas
8
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
culturas orientales y fomenta, en consecuencia, el interés por el estudio del sánscrito, lengua que será de
capital importancia no sólo en la obra de Bopp, sino en toda la Gramática comparada posterior. Finalmente han de mencionarse como circunstancias favorables el naciente romanticismo aleman y el
despertar de los nacionalismos; la obra de Rask, por ejemplo, fue en realidad la respuesta a un concurso
convocado por la Academia danesa de Ciencias con el fin de averiguar el origen de las lenguas
germánicas.
I.2.3. Algunas explicaciones dadas a la cuestión del parentesco lingüístico
La teoría del árbol genealógico
La primera respuesta, en forma de hipótesis
científica, al problema de las semejanzas existentes entre
determinadas lenguas fue dada por A. Schleicher
(1821-1868). Las ideas de Schleicher se inspiran en la
imagen de un árbol con diversas ramificaciones, por lo que
su hipótesis es denominada habitualmente "TEORÍA DEL
ÁRBOL GENEALÓGICO" (Stammbaumtheorie). Postula, en
líneas generales, que el parentesco observable entre
determinadas lenguas es debido a que todas proceden de un
"antepasado" común del que no son sino transformaciones.
En nuestro caso, la lengua común de la que derivarían todas
las llamadas indoeuropeas sería el "indoeuropeo", que se
venia a situar en el tercer milenio antes de Cristo, hablaba por
un pueblo que se ha intentado identificar sin resultados
satisfactorios. Mas adelante volveremos sobre este punto.
La filosofía de este planteamiento se basaba en
considerar la evolución únicamente bajo el prisma de la
August von Schleicher 1821- 1868
DIVERGENCIA: la lengua hablada por un pueblo se escinde en
varias al separarse y escindirse también los pueblos que la
hablaban.
La lengua común originaria, según
INDOEUROPEO
los partidarios de la hipótesis del árbol
genealógico, se habría escindido en dos
ramas, bien como fruto de la emigración de
Centum
Satem
poblaciones portadoras de la misma, bien
por otras causas. Una de las formulaciones
que en este aspecto ha tenido más fortuna es
Italo-Celta Indo-Iránio Balto-Eslavo
la que postula que la primera escisión daría
lugar a una rama occidental y otra oriental.
Desde un punto de vista lingüístico se hace
coincidir la rama oriental con el conjunto de
lenguas que palatalizan las oclusivas
guturales (grupo satem), y la occidental con
las que no las palatizan (grupo centum). Los
Griego Germánico Itálico Celta Indio Iránio BaltoEslavo
nombres de centum y satem corresponden a
la forma que presenta el numeral "cien" en
una lengua de tipo occidental, concretamente el latín, y en otra de tipo oriental, concretamente el avéstico,
respectivamente.
A su vez, ambas ramas (occidental y oriental), concebidas como lenguas reales unitarias, habrían
continuado subdividiéndose, dando lugar, entre otras, a las siguientes familias: italocelta, griega,
germánica, etc., entre las occidentales, y baltoeslava, indoirania, etc., entre las orientales. Estas lenguas
comunes intermedias eran igualmente concebidas como realmente existentes en un momento
determinado. Y de nuevo estas agrupaciones habrían continuado subdividiéndose hasta llegar a las
lenguas individuales, tal como aparecen en época histórica: latín, sánscrito, armenio, ruso, gótico, etc.
9
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
A partir de tal imagen resultaba posible establecer relaciones de parentesco bien definidas y
hablar de lenguas "MADRES", "HIJAS", etc. Lo mismo que los parientes (hermanos, primos) tienen un
antepasado común más o menos remoto, las varias lenguas emparentadas lo tienen igualmente. Y, lo
mismo que con las personas, hay diferentes grados de proximidad en el parentesco. La lengua de la que
derivan todas las emparentadas, siguiendo la metáfora, suele ser llamada lengua madre. Y sus
descendientes inmediatas son sus hijas, que a su vez son entre sí hermanas. Y, como cualquiera de las
hijas puede a su vez convertirse en madre de nuevas lenguas, se podría hablar de nietas, sobrinas y
primas. Hay, sin embargo, un cierto pudor entre los comparatistas que nos impide llevar demasiado lejos
la terminología del parentesco aplicado a las lenguas. De hecho se habla (o al menos se ha hablado,
porque explícitamente cada vez se emplea menos la imagen del árbol genealógico) de madre e hijas. Pero
se emplean mucho menos los términos para parentescos mas alejados. Para extremar el paralelo entre la
familia humana y las lenguas, a mediados
Teoría del Árbol genealógico
del siglo XIX se introdujo el uso de
INDOEUROPEO
representar en esquema las lenguas
emparentadas mediante el modelo de los
arboles genealógicos humanos. El primer
árbol genealógico de nuestra familia
lingüística es, pues, el de A. Schleicher y
Eslavo-Germánico
Ario-Pelásgico
data de 1853. Prescindiendo de su aspecto
formal concreto, inspirado en el tronco y las
ramas de un verdadero árbol, así como de
algunos aspectos de su terminología hoy
obsoleta, su contenido dialectal es el
Balto-Eslavo
Pelásgico
Ario
siguiente:
Este esquema tenía consecuencias
históricas importantes. Por ejemplo, que los
Celta Germánico Báltico Eslavo Latín Griego Iranio Indio
germanos y los eslavos habrían sido alguna
Arbol genealógico según A. Schleicher (1853)
vez un mismo pueblo, que habría incluido
también a los baltos. De ser ello cierto, los
historiadores y arqueólogos tendrían que lanzarse a buscar la sede ancestral de ese pueblo e identificar su
cultura, situarlo en un marco cronológico definido, etc. E igualmente suponía que los griegos y los
romanos habrían sido en algún momento también un mismo pueblo, con idénticas implicaciones para la
tarea de los historiadores. Sucede, por otra parte, que hay semejanzas particulares entre diferente lenguas
que no se deben ni al hecho de que ambas sean indoeuropeas (esa serían semejanzas generales) ni al
haber pertenecido a una misma lengua común intermedia, tal como se refleja en el esquema de
Schleicher. Por ejemplo las que se encuentren entre celta y germánico, o celta y latín, o griego e indoiranio (sin participacion del latín). Para ese tipo de relaciones el historiador debería pensar en
intercambios acaecidos por contacto entre ambos pueblos que unas veces podrían responder a
circunstancias históricas bien conocida (como la vecindad entre celtas y germanos) y otras, a coyunturas
que ni se sospecharían si no fuera por los indicios lingüísticos, como entre el griego y el indo-iranio.
Ningún historiador se sintió estimulado a desarrollar las implicaciones históricas de este primer esquema
dialectal de A. Schleicher.
En definitiva la hipótesis del árbol genealógico partía de una situación lingüística absolutamente
homogénea (la lengua común originaria), de la que se habría pasado poco a poco a la situación histórica
de heterogeneidad que muestran las lenguas indoeuropeas tal como de hecho nos son conocidas. Por ello,
los parecidos entre las lenguas indoeuropeas serían debidos a la participación en una herencia común,
mientras que las diferencias constituirían el fruto de evoluciones posteriores a la época de comunidad:
todo parecido sería antiguo; toda discrepancia, reciente.
Otra aportación importante de Schleicher a la ciencia de la lingüística comparada fue la
"reconstrucción" de esas lenguas comunes. Tal reconstrucción consiste fundamentalmente en deducir la
forma de la lengua común a partir de la de las lenguas históricas que de ella proceden. Creía Schleicher (y
siguieron creyendo sus sucesores) que resultaba posible restituir una lengua prehistórica o sencillamente
perdida, y ello debido a la concepción de la lingüística como una "ciencia de la Naturaleza" que tenía que
responder a pautas de evolución exactas e inalterables. No en vano contaba Schleicher con una profunda
formación de naturalista y estaba habituado al rigor matemático. Sin embargo, esa exigencia de
10
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
INDOEUROPEO
regularidad, esa concepción naturalista del
cambio lingüístico, es todavía en Schleicher un
presupuesto no explícito, del que, por
consiguiente, no pudieron extraerse las últimas
Europeo
Indo-iránio
consecuencias. La formulación explícita de tal
concepción iba a corresponder algún tiempo
después a la escuela neogramática, aunque
respondiendo, en definitiva, a la misma
Pelásgico
concepción ya operante en Schleicher.
En 1858 C. Lottner propuso un modelo
dialectal algo diferente: Indo-europeo. La
diferencia esencial respecto a la primera
propuesta de Schleicher es desvinculación del
Iránio Indio Griego Celta Itálico Germánico Balto-Eslavo
griego y el latín, que pasa a ser, en cambio,
Arbol genealógico según C. Lottner (1858)
relacionado con el celta. Y el celta, que allí se
tenía por una rama independiente sin
vinculaciones dialectales con ninguna otra, se integra aquí en una lengua común nórdica. Naturalmente, la
prehistoria de los pueblos de Europa que con ello cabría escribir, sería bien diferente.
Algunos indoeuropeistas no tardaron en comprender que el problema de los árboles genealógicos
de la familia indoeuropea no radicaba en los detalles concretos de su diseño. Que se diseñaran como se
diseñaran, se introdujeran las modificaciones que se introdujeran, quedaban inevitablemente sin
explicación un gran numero de nexos dialectales. Y la verdad es que pronto se dejaron de realizar nuevas
versiones del árbol genealógico de la familia indoeuropea. Una de las pocas que se realizaron, ya en este
siglo, estuvo inducida por la necesidad de incluir a las recién descubiertas lenguas anatolias en un
panorama dialectal de conjunto. Ese intento se debe a E. H. Sturtevant:
La teoría de las ondas
La otra gran
hipótesis que intenta
1. Cambio Lingüístico
explicar el parecido de las
lenguas
se
basa
Zona 1
igualmente
en
una
2. Isoglosas
Zona 2
imagen: la de las ondas
de agua que parten de un
Zona …
centro y van ampliándose
hacia las partes mas
alejadas, cada vez con
menor intensidad. Es la
llamada "TEORÍA DE LAS
ONDAS" (Wellentheorie),
casi tan antigua como la
anterior y formulada por primera vez por J. Schmidt (1872). En realidad, arranca de observaciones más
directas e ideas más científicas sobre el problema del cambio lingüístico.
El nombre de Teoría de las ondas se debe a la metáfora en que se basa. Una lengua común es
comparada con un estanque de agua. En ella se producen continuamente innovaciones, que parten de un
punto limitado y tienden a expandirse a zonas cada vez más extensas. En la metáfora, la innovación se
compara con la caída de una piedra en el estanque que provoca una onda, que se propaga formando un
círculo de creciente amplitud. Al cabo de mucho años, como cada innovación habrá surgido en un punto
diferente y habrá tenido un ámbito de implantación cambiante, lo que en origen era una lengua, se ha
convertido en un conjunto de dialectos con transición gradual entre unos y otros.
Los defensores de la teoría de las ondas afirman que el cambio lingüístico se propaga a partir de
un epicentro hacia zonas crecientemente distantes, y que todas aquellas zonas que son afectadas por un
cambio determinado comparten, a partir del momento de su aceptación, un rasgo que las asemeja. Dichas
Epicentro
11
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
semejanzas reciben el nombre de ISOGLOSAS. Cuando entre dos comunidades hablantes se dan numerosas
isoglosas, sus respectivas lenguas presentan sensibles parecidos. Y a mayor parecido entre ambas, mayor
será también la facilidad en la intercomunicación de isoglosas, por lo que, a la larga, dos lenguas
geográficamente vecinas y con intercambios culturales, etc., tenderán, inevitablemente, a parecerse cada
vez más. Un ejemplo notable de este hecho lo ofrece el proceso de evolución de los dialectos griegos: al
principio de su historia, y presumiblemente aún más en su prehistoria, mostraban rasgos notablemente
discrepantes, pero tendieron progresivamente a asemejarse y nivelarse hasta lograr una forma homogénea
en la llamada koine.
No se trata ya de masas de migrantes que, abandonando el habitat primitivo, se internan en un
desierto humano. Se considera ahora un dominio continuo en el que, a partir de determinados puntos
centrales, se van a producir dialectalizaciones que, por sucesivas innovaciones podrán dar lugar a idiomas
diferenciados.
Si varias innovaciones parten del mismo lugar y si las ondas resultantes de las mismas se
detienen perceptiblemente en los mismos puntos, se creará allí una frontera lingüística, es decir, que
debido a la suma de innovaciones, las gentes de una y otra parte tendrán dificultades para comunicarse
lingüísticamente. Si el proceso se prolonga se llegará a la no comprensión y, por consiguiente,a la
aparición de dos lenguas diferentes.
Esta noción implica la noción de que las grandes lenguas (las que tienen nombre en el árbol)
resultan de la nivelación lingüística de un dominio heterogéneo, debido a una expansión política,
económica o cultural. Es el proceso de convergencia.
La convergencia consiste en: a) acercar el habla de un individuo a la de su interlocutor para así
facilitar la comunicación, b) convencerse uno mismo de que para lograr esto la mejor solución es
aprender su lengua.
Es menester comprender que la convergencia, si no a fecta al mismo tiempo a todos los
individuos de la comunidad, implica ipso facto divergencia. Si hace que un dialecto se aproxime a otro, es
posible que implique diferenciación respecto a otros dialectos vecinos que no participan del
acercamiento.
De esta visión del cambio lingüístico,
perfectamente correcta por lo demás, deducen sus
Germánico
defensores que la semejanza entre las lenguas
Celta
Báltico
indoeuropeas se debe exclusivamente a la progresiva
extensión y comunicación de isoglosas entre las
diversas comunidades hablantes, sin que sea
necesario, por consiguiente, recurrir al supuesto de
Itálico
Eslavo
una comunidad originaria de todas las lenguas que
presentan coincidencias (por muy profundas que
estas sean). Al contrario que en la hipótesis del árbol
Griego
Armenio Indo-iranio
genealógico, aquí se parte de lo absolutamente
heterogéneo hasta llegar, por aproximaciones
sucesivas y progresivas, a la homogeneidad; y en
Diagrama según Schmidt (1872)
este sentido son antitéticas. Pero, en cierto modo,
resultan complementarias. En efecto, el hecho de
admitir una comunidad de origen para las lenguas indoeuropeas, tal como postula la teoría del árbol genealógico, no obsta para que a la vez se pueda aceptar la extensión de innovaciones en una fase posterior
a la escisión de la lengua común. Ello supone que las formas de una misma familia, por ejemplo, la indoeuropea, cuentan con una serie de rasgos comunes heredados de la época en que formaban una sola lengua, y que junto a esos rasgos existen otros, recientes, que se han extendido abarcando a una, dos o mas
de ella, y diferenciándolas de las demás. Y al hacer conjugar las dos hipótesis adquirimos una nueva
posibilidad de visión: no todo rasgo común ha de entenderse como necesariamente antiguo, sino que
puede ser perfectamente reciente, debido a la extensión de una isoglosa con posterioridad a la época de
comunidad.
Ambos procesos de dialectalización (árbol genealógico y ondas) se dan, en la realidad, sólo que
en circunstancias históricas diferentes. La dialectalización según el modelo del árbol genealógico se
produce cuando los hablantes de una misma lengua se dividen o separan por emigración o cualesquiera
otra circunstancias que comporten una interrupción completa del contacto recíproco. Tras varios siglos de
12
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
separación, lo que antes era una única lengua, se habrá transformado en tantas cuantos grupos se hubieran
producido en el momento de la separación. Ese es sin duda el modelo de dialectalización que opera entre
el español peninsular y el de los sefardies expulsados en el
siglo xv. En cambio, el modelo de las ondas es el que se
produce cuando no hay interrelación violenta en el
contacto, ni traslado de la lengua a emplazamientos
alejados, sino que todo ocurre in situ. Tal sucedió
básicamente en la transformación del latín en las lenguas
romances.
J. Schmidt observó que muchos de los nexos
dialectales se producían entre lenguas correlativas en su
ubicación histórica. Y supuso que esa contigüidad era
signo de que tales relaciones dialectales podían responder
al esquema de las ondas. Pero, desde el punto de vista del
historiador, este tipo de esquemas contiene poco valor
informativo. En teoría, eso nos revelaría la posición
relativa de los diferentes dialectos antes de la migración
desde la patria originaria. Pero, además, ellos supone una
cierta inverosimilitud: es improbable que tras un largo y
complicadísimo proceso migratorio que duró milenios,
Johannes_Schmidt 1843- 1832
fueran a encontrarse al final todos situados junto a los
mismos vecinos que habían tenido en la patria ancestral. Ello no impidió que se hicieran otros diagramas.
Uno de los más conocidos fue el de A. Meillet a principios de siglo
Antoine Meillet 1866- 1936
Pero hay más inconvenientes para el esquema de las ondas: es un esquema cerrado y tan pronto
como aparezcan nuevos, resulta difícil ubicarlos sin romper el sistema. De cualquier forma, una de las
más graves deficiencias genéricas de este tipo de representación es su carencia de toda implicación
diacrónica o, si se quiere, histórica; al limitarse a reflejar la posición relativa de los dialectos no se sabe
bien en qué lugar ni época.
La imagen del árbol genealógico, en su formulación más rígida, ha sido duramente criticada con
todo tipo de argumentos, y la suposición de la existencia de lenguas intermedias, a la que hemos ya
aludido, constituye uno de sus puntos mas vulnerables. Sin embargo, tampoco ha sido aceptada de una
manera radical la teoría de las ondas, si bien se han venido utilizando sus puntos de vista para explicar la
extensión de los cambios lingüísticos y se han adoptado algunos de sus conceptos y términos. Todo lo
13
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
cual hace que en la práctica, y a pesar del descrédito teórico de la hipótesis del árbol genealógico, los
lingüístas sigan recurriendo a ella más o menos tácitamente, o al menos continue inevitablemente latente
en la concepción de los estudiosos (como revela un examen atento de la mayoría de las publicaciones
especializadas, incluidas las más recientes).
La desmembración escalonada
Durante el siglo XIX había reinado la convicción, explícita o implícita, de que el pueblo
indoeuropeo se había fraccionado de un solo golpe en sus diferentes dialectos. Naturalmente esa
concepción comportaba también unas consecuencias históricas: en un momento determinado, que
entonces se situaba entre finales del III milenio y principios del II a. C., lo que hasta entonces era un
pueblo unitario hablante de una sola lengua, se habría roto
en varios fragmentos que se habrían esparcido por las
diferentes regiones de Eurasia. Eso implicaba ciertamente
una etapa de enormes convulsiones casi sincrónicas en toda
Europa y en una parte de Asia, que la Arqueología podría
intentar identificar. Pues bien, A. Meillet fue, en el primer
cuarto del siglo xx uno de los primeros en hacer ver que la
separación de los indoeuropeos en las diferentes estirpes no
debió hacerse de un solo golpe, sino mediante una
DESMEMBRACION ESCALONA. Esto abría una nueva
perspectiva histórica, con un evidente reflejo dialectal: si los
dialectólogos fueran capaces de decir cuáles son las lenguas
que parten de un estadio más antiguo del indoeuropeo, los
historiadores tendrían una cronología relativa del proceso de
indoeuropeización de Eurasia. Y añadía un nuevo
componente al panorama de la dialectalización: las lenguas
indoeuropeas pueden parecerse o diferenciarse por un factor
más: el hecho de proceder de un mismo estadio o de un
estadio distinto de la lengua común indoeuropea.
HENRY LEE SMITH 1935-1972
En la obra de Meillet nos encontramos con
Indo-hitita
3500 a.C.
una concepción muy matizada dentro de una línea
Anatolio
de pensamiento que se halla en consonancia con la
teoría del árbol genealógico. Este autor introduce un
Indoeuropeo
2500 a.C.
principio de dialectalización dentro del indoeuropeo
Armenio
2300 a.C.
común. Es decir, la lengua originaria no seria
Indo-iránio
2200 a.C.
rigurosamente unitaria, sino que en ella se habrían
Griego
dado ya ciertas diferencias, ciertos principios de
Europeo
Europeo
diversificación a lo largo y lo ancho del territorio
Meridional
ocupado. Los hablantes de esos tipos dialectales
Nordeuropeo
constituirían, dentro de la lengua común, varias
Germánico
"comunidades indoeuropeas", diferenciadas unas de
otras según la mayor o menor diversidad de sus
Baltoeslavo
rasgos lingüísticos. Para Meillet es imposible
Báltico
determinar hoy el numero de tales comunidades:
Eslavo
además de las conocidas históricamente, cree que
pudieron existir otras. En realidad, las comunidades
Desmembración escalonada según Smith (1950)
de Meillet se parecen bastante a las lenguas
intermedias de la teoría del árbol genealógico en su
formulación mas rígida. Se diferencian, sin embargo, en que las comunidades podrían haber existido ya
en pleno periodo de unidad, rompiendo así la rígida y feroz unitariedad de la lengua común. Hay, pues,
diversas isoglosas que quiebran la homogeneidad de la lengua originaria, y esas isoglosas son
independientes entre sí al no coincidir en extensión las unas con las otras. Para Meillet, la ubicación de las
lenguas indoeuropeas históricas reflejan, en cierto modo, la de las mencionadas comunidades en el
14
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
interior de la lengua común. Y así, según esta tesis, el territorio indoeuropeo no fue en ningún momento
distorsionado, sino simplemente ampliado, conservando los distintos grupos, en términos generales, la
posición relativa que ocupaban originariamente. Una idea que viene a completar las anteriores matizaciones, y que hallamos mas o menos explícita en la obra de Meillet y en su concepción del
indoeuropeo, es, pues, la de la "escisión escalonada" de las diferentes lenguas: tras el periodo de
comunidad, no todas las lenguas o grupos se habrían separado al mismo tiempo. Unos grupos lo hicieron
antes que otros, permaneciendo asi menos tiempo en comunidad los que se separaran antes, y sin
compartir, por lo tanto, las innovaciones producidas en el resto de las lenguas aun no separadas.
Existen, según Meillet, lenguas arcaizantes y lenguas innovadoras. Se consideran como
arcaizantes aquellas que conservan mas o menos el tipo heredado, mostrando un ritmo de evolución lento;
lenguas indoeuropeas arcaizantes pueden considerarse desde el punto de vista de Meillet, por ejemplo, las
eslavas, el indio antiguo, etc. Las lenguas innovadoras presentan un ritmo más rápido de evolución,
alejándose pronto del tipo heredado; entre estas últimas esta sin duda el inglés. Pero, además de esta
clasificación, deben existir, según el mismo autor, lenguas indoeuropeas que procedan de un tipo antiguo
del indoeuropeo (las que se separaron del tronco originario en fecha mas temprana) frente a otras que
proceden de un tipo reciente (las que se separaron en épocas mas tardías). Estas dos clasificaciones no se
implican recíprocamente, de modo que una lengua procedente de tipo antiguo puede ser de hecho
innovadora, y, por el contrario, otra que proceda de un tipo reciente puede ser por su parte arcaizante.
En conjunto, Meillet representa un gran paso hacia adelante al romper con concepciones
excesivamente rígidas. En su obra encontramos cantidad de ideas que todavía hoy son de plena vigencia,
y, lo que es más, que han constituido, en numerosos puntos, doctrina universalmente aceptada. Sin
embargo, descubrimientos recientes, en especial el del hetita, que Meillet apenas tuvo tiempo de valorar
en cuanto a su importancia testimonial, hacen que diversos puntos de su sistema deban ser revisados o
puestos en tela de juicio.
La desmembración escalonada de la familia indoeuropea ha ido ganando terreno paulatinamente
con el paso de los años. La vieja imagen de una diáspora instantánea, como en una explosión, de todos los
pueblos simultáneamente, es de una evidente ingenuidad y carece de cualquier verosimilitud histórica.
Entre quienes aceptan la escisión progresiva, están en la actualidad W. Meid y F. R. Adrados. El primero
de ellos habla de tres estadios en la lengua común:
l) Indoeuropeo primitivo,
2) Indoeuropeo medio,
3) Indoeuropeo tardío.
Del estadio primitivo no habría sobrevivido históricamente ninguna lengua. Las lenguas anatolias
procederían del medio. Y las restantes del tardío. Por su parte, en este último (fechable entre el final del
IV y el principio del III milenio a. C.) habría habido diferentes dialectos: concretamente el griego y el
indoiranio procederían de un dialecto oriental. Adrados habla también de tres estadios (que el llama I, II y
III). Sin embargo, esas ideas, a pesar de su aspecto novedoso sobre todo en la terminología, coinciden en
El descubrimiento del Tocario
15
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
lo esencial con las propuestas de Sturtevant, que llamaba al indoeuropeo primitivo de Meid (I de Adrados) pre-indo-hetita; al medio (II), indo-hetita; y al tardio (III), indoeuropeo.
Los nuevos descubrimientos: el tocario y el hetita
En los primeros años de nuestro siglo fueron descubiertas dos lenguas indoeuropeas nuevas entre
unos manuscritos procedentes del Turkestan chino. Su desciframiento no revistió serias dificultades
porque pudieron utilizarse traducciones de algunos de esos textos a otras lenguas conocidas,
especialmente al sánscrito. Ambas lenguas, estrechamente emparentadas entre si, recibieron el nombre de
TOCARIO A y B, respectivamente . El análisis lingüístico del tocario, así como su atribución definitiva a la
familia indoeuropea, ha sido obra especialmente de Emil Sieg y W. Siegling.
Una de las más importantes consecuencias que tuvo el conocimiento de estas lenguas fue el
hecho de que los esquemas tradicionales de dialectalización del indoeuropeo quedaran en entredicho,
puesto que tratándose de una lengua geográficamente situada en la zona extremo-oriental del territorio
presentaba rasgos dialectales de tipo occidental. Se observó, por una parte, que el tocario A y B pertenece
al tipo de lenguas centum; por otro, que presenta ciertos fenómenos morfológicos que entonces se
consideraban específicos del celta y de las lenguas itálicas, grupos típicamente occidentales. Por
consiguiente, resultaba insostenible seguir manteniendo una división dialectal del indoeuropeo en los
términos centum = occidental, satem = oriental. Además, ello resultaba incompatible con la afirmación de
Meillet de que el territorio indoeuropeo no había sido distorsionado, sino simplemente ampliado.
El descubrimiento del hetita (1915, Hrozny)
Unos años mas tarde, en 1915, Hrozny descifró el HETITA CUNEIFORME, una nueva lengua
indoeuropea encontrada en los archivos de Bogazkoy (en Capadocia), donde estuvo la capital del Imperio
hetita. Esta lengua, también de tipo centum, data de una gran antiguedad: algunos de sus textos pueden
fecharse incluso hacia el 1800 a. de C. Ahora bien, el conocimiento detenido de sus hechos morfológicos
revelaba notables discrepancias con las demás lenguas indoeuropeas conocidas, y además encajaba mal
en el indoeuropeo tal como había sido reconstruido con anterioridad a su descubrimiento.
Ante tales circunstancias, algunos lingüístas han preferido mantener los esquemas e ideas
tradicionales, aunque para ello se hayan visto en la necesidad de desestimar el testimonio del hetita y de
considerar como innovaciones todos sus hechos lingüísticos que no encajan con el esquema tradicional.
Estiman que el hetita, al separarse de las demás lenguas indoeuropeas, debía contar con un sistema
morfológico similar al de las demás, y posteriormente, al quedar aislada de ellas y en contacto con las de
otra familia, lo habría alterado profundamente.
16
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
Sin embargo, varios autores, llegados por diversos razonamientos a la conclusión de que el hetita conserva, respecto a las demás lenguas indoeuropeas, una situación notoriamente arcaica, han preferido
revisar esos esquemas tradicionales. Asi, Adrados ha efectuado un importante estudio sobre el sistema
verbal indoeuropeo en el que, utilizando sin prejuicios los datos del hetita, llega a trazar un esquema del
verbo indoeuropeo muy distinto del tradicional y se remonta en su reconstrucción a fases mucho mas
antiguas. En la obra de Adrados, el sistema verbal tradicional aparece como un punto de llegada de
algunas zonas dialectales del indoeuropeo en fecha relativamente reciente y no como un punto de partida
al que se remonten, en definitiva, los sistemas verbales de todas y cada una de las lenguas históricas de
dicha familia.
Un intento de mantener intacta la doctrina tradicional es el de Sturtevant, ya comentado.
Considera este autor que el hetita no es una lengua "hija" del indoeuropeo, sino "hermana": ambas
procederían de indohetita, escindido en una rama indoeuropea y otra anatolia. La segunda, a su vez, se
había diversificado en varias ramas, una de las cuales es el hetita de los textos de Bogazkoy. Esta opinión
de Sturtevant, situada en la línea mas rígida de la concepción del desarrollo de las lenguas según la teoría
del árbol genealógico, no tiene otro resultado práctico que el de crear una lengua intermedia más y el de
alterar ligeramente la nomenclatura, ya que a lo que antes se llamaba indoeuropeo (es decir, la lengua
común originaria), lo llama él indohetita (quedando la denominación de indoeuropeo reservada para todo
el ámbito que nosotros llamamos indoeuropeo con exclusión del hetita).
Pisani rechaza completamente la teoría del árbol genealógico y, partidario más bien de la
hipótesis de las ondas, imprime a sus ideas rasgos originales. Para este autor no existen las
"protolenguas", es decir, no puede hablarse de lenguas comunes unitarias realmente existentes en algún
lugar ni época. El término de lengua común posee, para Pisani, el único valor de CONJUNTO DE RASGOS
LINGUISTICOS COMPARTIDOS POR VARIAS LENGUAS EMPARENTADAS, pero sin que ello suponga
comunidad de origen en el sentido postulado por la hipótesis del árbol genealógico, ni tampoco que ese
conjunto de rasgos proceda de una lengua unitaria real. Cree Pisani que debemos imaginar el territorio
indoeuropeo como un área ocupada por una población extendida en un amplio espacio y reagrupada en
pequeños núcleos; en un momento determinado, "el indoeuropeo" no habría sido sino el resultado de la
evolución, por medio de la difusión de isoglosas, de estadios lingüísticos anteriores. Aun así, cada
pequeño núcleo de población tendría su propio dialecto, compuesto por rasgos semejantes a los de otros
dialectos de la misma zona y por otros peculiares a cada uno. A su vez, cualquiera de dichos dialectos
podía conservar rasgos lingüísticos procedentes de estadios anteriores, cuando estos ya habían sido
eliminados de los demás. Por consiguiente, sólo cabe hablar de un número limitado de hechos lingüísticos
compartidos por todos los dialectos en el momento anterior a la separación de los distintos núcleos de
población, que darían más tarde lugar a los pueblos indoeuropeos históricos. A ese pequeño núcleo de
fenómenos compartidos por todos los dialectos decíamos que Pisani daba el nombre de lengua común;
pero, como puede verse por la exposición de sus ideas, no responde a ninguna lengua unitaria real
hablada en todo el territorio. Y, a su vez, estos diversos dialectos indoeuropeos de la etapa anterior a la
separación de las poblaciones se habían originado por la fusión de dos grupos lingüísticos diferentes: uno,
procedente de oriente, y otro, occidental; este último, tal vez el de los poseedores de la cultura megalítica.
Esta relación de distintas opiniones podríamos aun continuarla, pues, en definitiva, prácticamente
cada autor matiza personalmente la respuesta a la cuestión. Pero, en términos generales, hemos visto ya
que todas las teorías pueden reducirse a dos fundamentales: la del árbol genealógico y la de las ondas,
diversamente matizada por cada cual, mezcladas en proporciones distintas en ciertos casos y llevadas o
no a sus ultimas consecuencias.
La hipótesis del árbol genealógico se basa menos que la de las ondas en la realidad de los hechos
lingüísticos, pero tiene a su favor el plantear una respuesta fácil y simple, y el contar con una larga
tradición debido a que fue la aceptada por la escuela neogramática, lo que le confiere la ventaja de una
terminología adecuada y suficiente, así como la de proceder con una 1ógica interna muy de acuerdo con
los esquemas mentales a que estamos habituados.
A su vez, la hipótesis de las ondas tiene la ventaja de estar más arraigada en la realidad concreta de los
hechos lingüísticos, de ser, por tanto, más científica. Sus inconvenientes proceden de no dejar satisfecha
la imaginación, ya que no es tan intuitiva e inmediatamente imaginable ni tan simple como la del árbol
genealógico. Tal vez también le perjudica el no contar con una terminología y un método tan consagrados
17
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
que permitan a los lingüístas prescindir definitivamente, tanto en la terminología como en ciertas ideas
básicas que parecen indesarraigables, de la teoría del árbol genealógico.
En cualquier caso, tampoco la teoría de las ondas nos ofrece una respuesta satisfactoria a todas
las cuestiones. Por ejemplo, en la formulación de Pisani, que a nuestro juicio posee un gran núcleo de
verdad, se remite en ultima instancia eI problema cada vez más atrás en el tiempo, sin terminar nunca de
proporcionar una respuesta definitiva. Es posible que esa respuesta no exista, al menos en la forma en que
viene siendo tradicionalmente buscado. O tal vez, sencillamente, no ha sido aun encontrada por falta de
datos de épocas prehistóricas; datos con los que, quizá, nunca llegaremos a contar.
Arcaísmo o innovación
Tras casi siglo y medio de investigación, nada o casi nada hay en el ámbito de clasificación
dialectal que pueda considerarse un logro definitivo, capaz de ser utilizado de manera solvente en la
investigación histórica. Es la parcela de la Indogermanística que menos logros ha cosechado.
Naturalmente, un tamaño fracaso obedece a poderosas razones que lo hacen casi inevitable.
Las discrepancias en el terreno de la Dialectología se deben a veces al descubrimiento de nuevos
datos. La mayoría de las veces se trata de meras discrepancias en la valoración de unos mismos datos, lo
que delata problemas o deficiencias de método.
El criterio metodal más firme de la ciencia de la Dialectología es el conocido como PRINCIPIO DE
LESKIEN: "Los criterios para establecer una comunidad [dialectal] estricta pueden encontrarse solamente
en coincidencias positivas entre las lenguas en cuestión, que a la vez constituyan diferencias respecto a las
demás". Es decir: los ARCAISMOS no tienen significación dialectal alguna. Y de entre las INNOVACIONES,
solo las positivas, y no las negativas, que consisten en simples perdidas.
El fundamento teórico de esa regla es el mismo de toda la Lingüística Historico-comparativa: la
arbitrariedad del signo lingüístico. Si dos lenguas genéticamente emparentadas tienen un mismo signo
para la voz pasiva, pongo por caso -r, eso teóricamente podría deberse a tres causas:
l) Que en la lengua común de que ambas proceden la pasiva se expresara con -r y ambas la han
heredado y conservado;
2) Que sea una mera coincidencia fortuita;
3) Que ambas lenguas hayan innovado en común substituyendo la antigua marca de pasiva que
heredaron de la lengua común por esta nueva -r.
Si la correcta es la primera posibilidad, tenemos un arcaísmo, que nada nos dice sobre la
vinculación o no vinculación dialectal de las dos lenguas en cuestión. Si ese no es el caso, la segunda
explicación resulta inadmisible en virtud del carácter arbitrario del signo linguistico. Es decir: como entre
la noción de "pasiva" y la forma -r no hay ninguna vinculación natural, si dos lenguas tienen -r con valor
pasivo, las probabilidades de una mera coincidencia casual son prácticamente nulas. Y entonces solo
queda la tercera alternativa: es una innovación que han introducido en común. O lo que es lo mismo: ha
habido entre ellas una relación particular, que solemos llamar dialectal, posterior a la etapa de comunidad
general con las demás lenguas de la familia, en la que se ha producido esa innovación. Naturalmente la
fuerza de ese argumento será tanto mayor cuanto más numerosas sean las coincidencias particulares. Una
sola coincidencia de esa clase, aunque es poco probable, en rigor podría ser una mera casualidad. Pero, a
medida que se eleva el numero de esas coincidencias, la posibilidad de que sean fortuitas va
descendiendo.
Obsérvese que, en cambio, una coincidencia negativa no tiene fuerza probatoria. Imaginemos,
por ejemplo, que en una lengua común, como en el latín, el futuro se expresaba con -b- (amabo, etc.). Y
dos de sus dialectos posteriores, por ejemplo español y rumano, coinciden en haber perdido ese modo de
expresión del futuro. Pues bien, eso podría haber sucedido en una supuesta etapa de comunidad
hispano-rumana; pero también puede haber sucedido independientemente: una coincidencia en la perdida
no es ninguna inverosimilitud. Sucede lo mismo en la vida ordinaria.
Algunos estudiosos han intentado ampliar el elenco de normas objetivas para la clasificación
dialectal. Pero, en realidad, casi todas son variantes de este gran principio que, sin embargo, no tiene
valor absoluto. Como hemos visto, su validez se basa en la escasa verosimilitud de que una coincidencia
positiva sea meramente casual. Pues bien, es obvio que su fuerza probatoria estará condicionada por el
grado de verosimilitud del carácter casual de la coincidencia. Porque no todas tienen el mismo grado. Una
coincidencia tan precisa entre significante y significado como la citada sobre la pasiva en -r tiene un alto
18
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
valor indicativo. En cambio, hay ciertos procesos fonéticos que son tan naturales que pueden suceder
independientemente en varios lugares y épocas. Por ejemplo, si el diptongo /ei/ monoptonga en /e/ en
sanscrito, umbro y celta, por su obviedad, no prueba relación dialectal alguna por si solo, a pesar de
tratarse de una innovación de carácter positivo. Seria necesaria la acumulación de un cierto numero de
coincidencias de esta última clase para constituir prueba de afinidad dialectal, en cuyo caso no sería cada
una de ellas aisladamente, sino precisamente su conjunción, lo que se erigiría en el fundamento de la
prueba.
Como puede apreciarse por lo dicho hasta aquí, la Dialectología no es una ciencia exacta, sino
que exige un componente de habilidad y competencia personal en el dialectólogo. Hasta ahí sucede lo
mismo que en cualquier otra faceta de la Lingüística Histórico-comparativa, como ya hiciera ver A.
Meillet. Pero la Dialectología, al menos la Dialectología indoeuropea, tiene limitaciones específicas
adicionales. Ya hemos visto que, para cualquier tema dialectal, es esencial la clasificación de cada una de
las coincidencias como ARCAISMO O INNOVACION. Cualquier error o discrepancia en esa clasificación
lleva a consecuencias fatales para la Dialectología. Volvamos a nuestro ejemplo de la pasiva en -r. Si la -r
como marca de pasiva fuera un arcaísmo (es decir: si hubiera existido ya en la lengua común
indoeuropea) el que celta, latín, hetita y tocario la tuvieran y los demás dialectos no, sólo supondría que
los otros la han perdido, y de ello no podría obtenerse información dialectal alguna. En cambio, si se
clasifica como innovación (es decir: si no existía en indoeuropeo y se ha introducido con posterioridad)
entonces, cobra una significación dialectal de primer orden respecto a las lenguas que la presentan
históricamente. De hecho la clasificación de esa pasiva en -r como innovación, junto con la creencia
general de que los morfemas no pueden intercambiarse entre lenguas diferentes, llevo a Pedersen a
considerar que el celta, el latín, el tocario y el hetita constituyeron una lengua común intermedia en la
cual se habría creado esa pasiva en -r que luego heredaron esos cuatro, que serían sus dialectos.
La definición de cada uno de los rasgos como innovaciones o como arcaísmos es la primera y
más importante fuente de la discrepancia en la Dialectología. Pero no la única. Una vez que el
dialectólogo establece su inventario de innovaciones, reales o supuestas, que vinculan dialectalmente a
dos o mas lenguas entre si, viene el segundo problema: establecer cuáles de ellas obedecen al hecho de
haber partido de un mismo estadio cronológico del indoeuropeo, cuáles exigen una etapa de comunidad
intermedia; cuales se explican por contactos secundarios de mayor o menor intimidad; y cuáles se deban a
desarrollos paralelos o a influencias de un substrato similar.
I.3. METODOS DE INVESTIGACION
El estudio del IE está absolutamente determinado por el hecho de que es una LENGUA
ya que la reconstrucción es condición previa y necesaria para poder abordarlo y todos
los datos lingüísticos que utilizamos para la descripción de la protolengua (estado sincrónico más antiguo)
proceden de la comparación de los hechos de las lenguas derivadas. En suma se trata de prolongar hacia
atrás la historia de cada una de las lenguas derivadas en busca de puntos de confluencia atribuibles a la
protolengua. Por ello, la forma básica de analizar una protolengua es precisamente el método históricocomparado. No es casual que la hipótesis del IE surgiera y asentara sus primeros logros científicos en el
marco de la lingüística decimonónica, de orientación histórica y comparativa.
No obstante, pese a esta servidumbre de la comparación y la historia, los estudios de Lingüística
IE han ido evolucionando en sus métodos, a lo largo de su ya prolongada historia, al hilo de los avances
metodológicos de la Lingüística General, si bien es verdad que en la mayoría de las ocasiones con un
cierto retraso, debido a la naturaleza misma de esta disciplina. También hay que reconocer que algunos de
estos métodos son más aplicables a la reconstrucción, otros lo son menos, y otros no lo son en absoluto.
RECONSTRUIDA,
I.3.1. Los problemas de la reconstucción: opiniones
El indoeuropeo, lengua común origen de todas las lenguas indoeuropeas históricas, que no son
sino sus transformaciones, es ella misma una lengua prehistórica. Dicho de una lengua, «prehistórica»
quiere decir que no existen de ella documentos escritos, por la simple razón de que se habló en una
época anterior a la invención de la escritura, o al menos a su adopción por ese pueblo.
Afortunadamente eso no nos impide conocerla en cierta medida. Los historiadores de las
lenguas disponemos de un método científico --el Método Comparativo--que nos permite penetrar
19
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
profundamente en la prehistoria de las lenguas hasta reconstruir fases por lo demás perdidas. Pero no
debemos llamarnos a engaño. El resultado de nuestra reconstrucción es muy esquemático, y en modo
alguno permitiría un uso práctico de la lengua reconstruida. Y a ese respecto conviene hacer algunas
reflexiones para clarificar los conceptos. En realidad hay dos cuestiones distintas, aunque sin duda
relacionadas. La una es si podemos de hecho reconstruir lenguas perdidas y en qué medida podemos. Y
la segunda qué es lo que en realidad obtenemos cuando reconstruimos una lengua.
En respuesta a la primera de esas cuestiones se encuentran dos posturas, la una PESIMISTA y la
otra OPTIMISTA. Los más pesimistas opinan que nada se puede reconstruir, simplemente porque no hay
nada que reconstruir. Es decir: no existen ni han existido nunca lenguas comunes. Tal concepto es para
ellos una falacia. Si por lengua común se entiende una forma de hablar idéntica, compartida por una
comunidad, no existen lenguas comunes porque cada región, cada ciudad e incluso cada individuo
utiliza en realidad variedades de lengua en mayor o menor medida diferentes. Y como tendríamos que
reconstruir la pretendida lengua común partiendo de variedades muy alejadas, el resultado sería un
término medio absurdo, que nunca ha sido hablado por nadie.
Es ésa una postura extrema que, sin embargo, no carece por completo de todo fundamento. Es
verdad que no podrían encontrarse dos personas que hablaran exactamente igual. Y sin duda existen por
doquier, y han existido siempre, variedades locales, regionales y sociales de las lenguas. Pero es igualmente cierto que junto a los elementos diferenciales, las lenguas contienen otros que son comunes a
todas sus variedades, que constituyen precisamente el núcleo que permite la mutua comprensión entre
los hablantes de lo que normalmente se entiende por una misma lengua. Sin duda, el Método
Comparativo no sería capaz de reconstruir una lengua con todas sus variedades dialectales y matices
locales o individua!es. Tan sólo puede aspirar a reconstruir ese núcleo de elementos comunes a todas las
variedades. Por eso el resultado de la reconstrucción es siempre inevitablemente esquemático.
Pero hay otras razones adicionales para que lo sea. Si la anterior obedecía a la naturaleza de las
lenguas comunes, éstas otras derivan de las limitaciones del método. En efecto, hay rasgos de la lengua
común que nunca podrán ser recuperados por haber sido eliminados de todas las lenguas históricas sin
que de ellos haya quedado ningún rastro. De todos es sabido que si no conserváramos testimonio de la
lengua latina, no podríamos ni sospechar la existencia de diversas categorías gramaticales, como por
ejemplo el ablativo.
Por la naturaleza del método, el producto de nuestras reconstrucciones corre también el peligro
contrario: atribuir a la lengua común rasgos que nunca existieron. Tal riesgo se produce cuando por
desarrollos paralelos, o por préstamos entre ellas, las lenguas hijas ofrecen hechos comparables que
nunca se dieron en la lengua madre. Pondré un ejemplo que se ha hecho clásico en este tipo de
discusiones. Si aplicáramos ingenuamente el Método Comparativo a:
español: veo dos gendarmes a caballo
francés: je vois deux gendarmes a cheval
probablemente nos sentiríamos tentados a reconstruir una frase latina: video duas gentes de armas ad
cavallum, que jamás ha sido posible en latín. Naturalmente el comparatista está avisado contra tales
ingenuidades y evita incurrir en ellas. Pero nada nos asegura que lo consiga siempre.
En segundo lugar nos preguntábamos qué cosa era en realidad el producto de nuestras
reconstrucciones. Porque hay linguistas que opinan que el resultado, de la comparación linguística ni es
ni puede ser una lengua real. Sería simplemente un sistema de correlaciones o correspondencias
abstractas entre lenguas emparentadas. Algo más cercano a una ecuación matemática que a una lengua
real. Veámoslo con un ejemplo.
Para la noción «humo (y espíritu)» el griego tiene θυµός, el latín fumus y el sánscrito dhumas. Si
comparamos la primera consonante de las tres palabras tenemos: griego /th/, latín, f, sánscrito dh. Y
como tal correspondencia se repite en toda una serie de palabras, establecemos la correlación
significativa th/f/dh. Significativa, quiere decir en Gramática Histórico-comparativa, que bajo esa
correlación subyace un fonema de la lengua madre que ha evolucionado--en nuestro caso en forma
divergente--en las diferentes lenguas hijas. Pero la reconstrucción linguística no consiste solamente en
detectar que ahí existió un fomema indoeuropeo. Además hay que averiguar qué fonema era en
concreto.
20
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
Y en este punto hay de nuevo dos corrientes de opinión que podríamos llamar respectivamente
y REALISTA. Para la algebraica las correlaciones serían como ecuaciones que podrían
simbolizarse así: th/f/dh = x, siendo la incógnita x el fonema de la lengua común. Una vez establecidas
todas las ecuaciones mediante la comparación, lo que tendríamos es exactamente eso: un sistema
abstracto de ecuaciones. Pero sólo eso: NO HABRÍAMOS RECUPERADO UNA LENGUA REAL, NI SIQUIERA
UN INVENTARIO MÁS O MENOS COMPLETO DE FONEMAS REALES. TAN SÓLO UN CONJUNTO DE
ECUACIONES ABSTRACTAS.
La otra corriente de opinión estima que se puede y se debe avanzar más. Que hay que despejar una a una
las incógnitas, identificando los diferentes fonemas--y, ascendiendo en la escala de las unidades
linguísticas superiores-- hasta alcanzar la reconstrucción de una lengua real, si bien con las limitaciones
antedichas.
Resulta innecesario encarecer la importancia que tiene ese dilema. Si la Linguística
Histórico-comparativa sólo pudiera establecer un sistema abstracto de correlaciones, dejaría de ser en
rigor una ciencia histórica: su trascendencia se reduciría a la de un mero jeu d'esprit sin verdadero
significado histórico. El gran interés de la Linguística Histórica reside en su capacidad para recuperar
una lengua real, hablada por un pueblo real, en un país real y en un tiempo real. ¿Pero se encuentra
capacitada verdaderamente para ese apasionante cometido?
A pesar del pesimismo de los algebristas, a pesar de las dificultades ciertas que entraña la
empresa, sin duda el Método Comparativo dispone de criterios y reclulsos para la reconstrucción de
lenguas reales, no de meros sistemas de ecuaciones algebraicas.
ALGEBRAICA
I.3.2. El método histórico-comparado
Solemos hablar e método histórico-comparado, porque lo normal es la combinación de ambos,
aunque se trata de dos modos diferentes de acercamiento a la realidad lingüística. Mientras que al método
histórico le interesa trazar la historia de cada fenómeno lingüístico concreto, examinando sus orígenes y
desarrollo a través de una línea evolutiva, el método comparado hace objeto de su estudio a diversas
lenguas, poniéndolas en relación entr sí, con objeto de aclarar determinados aspectos de una de ellas por
los hechos de las demás. Cabe hacer, por tanto, una historia de una lengua sin referencia a otras,
analizando sus estadios sucesivos e incluso penetrando en sus niveles más antiguos por reconstrucción
interna (ver después), es decir, utilizando sólo el método histórico. A su vez cabe realizar comparación
entre diversas lenguas sin ánimo de trazar su historia, como ocurre predominantemente en los análisis
debidos a la tipología lingüística (ver después), que recurre para su estudio a la comparación entre
lenguas, tanto si están emparentadas genéticamente como si no.
Ahora bien, no es menos cierto que desde sus orígenes el método histórico y el comparado suelen
combinarse para establecer escalones cronológicos en el estudio de las lenguas y para penetrar incluso en
sus estadios anteriores a los textos escritos, en su prehistoria. Y desde luego su aplicación al IE fue
conjunta desde el primer momento.
Los conceptos-clave son dos: RAÍZ y LEY FONÉTICA. El intento de remontar las lenguas IE a un
estadio primitivo común va unido al desarrollo del concepto de raíz como ese núcleo supralingüístico e
inalterado que aparece de modo más o menos disfrazado n las lenguas emparentadas entre sí. Desde
Schleicher las raíces guardan el secreto de esa lengua ancestral de la que conforman el núcleo. Ese mismo
concepto aparece también en la corriente tipológica. Pero sólo mediante el concepto de ley fonética se
llega a la enunciación precisa de las relaciones genéticas entre las lenguas y al método retrospectivo capaz
de posibilitar que nos remontemos a esa lengua ancestral,el IE.
I.3.2.1. La comparación
El primer paso que damos para emplear este método es el de comparar entre sí las formas
correspordientes de las distintas lenguas que deseamos poner en relación. Para proporcionar un ejemplo,
elijamos la palabra de "padre":: latín pater, griego πάτηρ sánscrito pita, etc. En todas ellas observamos
varios elementos que coinciden: una labial sorda/p/, una dental sorda /t/. En cambio, hay una vocal que
aparece como /a/en latín y griego, y como /i/en sánscrito; una segunda vocal aparece como /e/ en latín y
griego, y como /a/ en sánscrito; finalmente, una /r/ aparece en posición final en latín y griego, miertras
21
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
que en sáncrito falta. Analizando por el mismo procedimiento otras series, observaríamos continuamente
las mismas relaciones, llegando por este camino a saber que si la /r/ falta en sánscrito es porque esta
lengua suele perder tal fonema en posición final tras vocal larga, mientras que el latín y el griego la
conservan, y que, por otra parte, todas las vocales que aparecen en determinadas lenguas como /e/ y /o/
se presentan en sánscrito como /a/; finalmente, que las vocales que en otras lenguas son /a/, en sánscrito
pueden ser /a/ o /i/.
Es así como cabe establecer las correlaciones completas entre los diversos fonemas y series de
fonemas de las distintas lenguas de una misma familia.
Una vez establecidas con precisión dichas correlaciones, se procede a establecer la forma común
primitiva de la que las distintas formas comparadas proceden. En este sentido pueden ocurrir dos cosas:
que la forma primitiva común sea idéntica a la atestiguada en una de las lenguas comparadas, o que sea
una forma diferente de todas ellas. Así en lo que respecta a la /p/ y la /t/ del ejemplo citado, en que
coinciden las tres lenguas aducidas, se suelen restituir esos mismos fonemas tal cual a la lengua común
originaria. En cuanto a la diferencia entre /e/ (latín y griego) y /a/ (sánscrito), en los primeros años de la
Gramática comparada se creyó que la forma originaria era la atestiguada por el sánscrito (/a/), mientras
que la /e/ del latin y el griego sería una innovación. Posteriormente fue rechazada la idea, ya que un
conocimiento más perfecto de los hechos del sánscrito hizo ver que esta lengua había contado en épocas
prehistóricas con vocales de timbre /e/que con el tiempo habían pasado a /a/; por consiguiente, hoy
consideramos /e/ la forma originaria. Finalmente, la diferencia entre sánscrito /i/ y latín y griego /a/
supone la preexistencia, en la lengua común, de una forma que no es ni /i/ ni /a/, sino que suele
interpretarse como /e/, forma vocálica de un fonema laringal.
Los ejemplos hasta ahora analizados se refieren exclusivamente a elementos fonéticos, y
reflejan el procedimiento por el que se restituyen los fonemas de la lengua común. Pero se trata sólo del
primer nivel al que se aplica el método comparativo. Un segundo nivel. mucho más complicado, es el
morfológico. Si tomamos, por ejemplo, la forma de tercera persona de singular del verbo "ser" en
distintas lenguas indoeuropeas, nos encontramos con: sánscrito asti, latín est, griego εστι, lituano esti,
gótico ist. Aplicando a todas ellas el análisis comparativo a nivel fonético, tal como ha sido descrito en
el párrafo anterior, obtendríamos una protoforma *esti, de la que proceden todas las formas de las
lenguas históricas. A su vez, comparando esta forma con la de primera persona de singular, *esmi,
deducida a partir del griego ειµι, sánscrito asmi, lituano esmi, gótico im, llegamos a la conclusión de
que, puesto que lo que diferencia a una de otra es el elemento *-ti y *-mi, respectivamente (mientras que
*es aparece en ambas), el significado de «tercera» y «primera persona corresponde precisamente a *-ti y
*-mi, mientras que el elemento común *es- constituye el significante de la noción de "ser". O sea, hemos
descubierto el procedimiento morfológico que empleaba la lengua común para expresar la noción de
persona en el verbo: añadir unas determinadas desinencias a una raíz dada: *-mi para la primera persona,
*-ti para la tercera, etc., La anterior deducción queda confirmada, por lo demás, al examinar otros verbos
y hallar los mismos elementos cumpliendo esta función. Sin embargo, nos encontramos ya con una
dificultad: la formaque presenta el latín como primera persona de singular del verbo "ser", no parece
poder retrotraerse a la que postulamos a partir de las demás lenguas. En efecto, la forma latina sum no
puede proceder de *esmi: la/e/inicial no se perdería en latín, y además la vocal/u/, que aparece entre la
raíz y la desinencia en la forma latina, no tiene equivalente en la forma común a las demás lenguas.
Ahora bien, comparando a su vez nuevas formas de diversas lenguas llegamos a establecer que las raíces
en indoeuropeo pueden presentarse con tres vocalismos distintos: e/o/cero. Mientras que en las otras
lenguas citadas presentan en la primera persona de singular del verbo "ser" un vocalismo/e/, el latín
presenta un vocalismo cero (es decir, ausencia de vocal).
I.3.2.2. La regularidad del cambio fonético
La piedra angular del Método Comparativo ha sido y sigue siendo la REGULARIDAD DEL
Como todo el mundo sabe, la principal diferencia entre las ciencias físicas y las
humanas radica en la exactitud y el rigor de las primeras, características que no son sino la consecuencia
de la diferente naturaleza del objeto de unas y otras. El mundo físico se rige por leyes inviolables y
permanentes a cuyo imperativo ningún individuo puede substraerse. La ley de la gravitación determina
la atracción recíproca de dos cuerpos en función de sus masas y del cuadrado de la distancia entre
ambos. Eso permite predecir la caída hacia la tierra de todo objeto más pesado que el aire. Y tal
CAMBIO FONÉTICO.
22
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
predicción es aplicable a todos y cada uno de los objetos pasados, presentes y futuros. El cumplimiento
de esa ley arroja un índice de certeza tan sólido que sobre él está basada en gran medida nuestra
civilización, desde la arquitectura hasta la aeronaútica, pasando por el deporte, la industria o la balística.
Es obvio que no sucede así con las ciencias que tienen como objeto la conducta del hombre en
cualquiera de sus manifestaciones. Ni la sociología, ni la psicología, ni la economía logran niveles
comparables de certeza en la predicción. Y, sobre todo, sus generalizaciones son susceptibles de ser
contradichas por comportamientos individuales diferentes a los previstos.
Pues bien, la Lingüística tiene también por objeto un aspecto concreto de la conducta humana,
como es el lenguaje. Y es por ello que casi todas sus ramas sufren, en grado mayor o menor, la misma
servidumbre que las otras ciencias humanas. Por ejemplo, las generalizaciones y predicciones de la
Tipología sobre el comportamiento de las lenguas tienen de ordinario tan sólo un valor estadístico, es
decir: un porcentaje mayoritario (más o menos elevado, según los casos) tiene efectivamente el
comportamiento x previsto en esas generalizaciones que llamamos normalmente Universales. Pero
puede haber--y frecuentemente hay--una o más lenguas que no se atienen a esa pauta.
Pero las lenguas, en su evolución, cuentan con un elemento que no depende de la voluntad de
los hombres y que precisamente por ello ofrece unas características bien distintas de los restantes
comportamientos humanos. Me refiero a la evolución fonética. Las lenguas cambian y se transforman
con el tiempo. Y una de las principales vías de transformación es lo que llamamos cambio fonético. Por
ejemplo la -t- latina entre dos vocales, en su paso al español se transformó en -d-: amatus > amado; pinicial indoeuropea se transformó en f- germánica: *pater > father (inglés); p- inicial indoeuropea se
dejó de pronunciar, perdiéndose por completo en celta: *pater > athir (irlandés antiguo).
Pues bien, los cambios fonéticos sobrevienen en las lenguas de una manera ajena a la voluntad
individual de los hablantes, de forma que se imponen de un modo regular y universal, sin excepciones
individuales. La regularidad del cambio fonético no se comprendió desde los primeros momentos de la
Gramática Comparativa. Habían de pasar casi 60 años desde el descubrimiento de la familia
indoeuropea y la fundación de la Linguística Histórico-comparativa por parte de Bopp y Rask antes de
que se formulara teóricamente y se valorara el alcance de su importancia.
Si Bopp y Rask fundaron la ciencia a principios del siglo XIX, podemos decir que la escuela
Neogramática le confirió su verdadero carácter científico en la década de los 70 de ese mismo siglo. Sus
miembros, A. Leskien, H. Osthoff, K. Brugmann y D. Delbruck, junto con algunos contemporáneos que
desde pronto se les unieron incondicionalmente, como H. Paul, parecieron a sus colegas
contemporáneos un conjunto de jóvenes intransigentes y radicales. En el año 1875, fecha clave en la
fundación de la escuela, A. Leskien, el mayor de ellos, tenía 35 años; K. Brugmann, el más joven, 26
(Junggrammatiker = "gramáticos jóvenes").
Pocos años después de las obras fundacionales de Bopp y Rask, se había producido un hallazgo
que contribuyó a incrementar la confianza de los lingüistas en el rigor del método. En 1822, J. Grimm
formuló de manera precisa la correspondencia de las consonantes del germánico con la de las restantes
lenguas indoeuropeas. En la obra de Rask había ya un intento, pero con varias inexactitudes. Como
resultaba que el germánico había dado la vuelta a todo su sistema de consonantes oclusivas, el fenómeno
fue bautizado en alemán con el nombre de Lautverschiebung, que
solemos traducir por ROTACIÓN CONSONÁNTICA. Y en honor a su Indoeuropeo
Germánico
descubridor también lo conocemos con el nombre de LEY DE
p
f
GRIMM.
t
Þ
La tabla de correspondencias de las consonantes germánicas
b
p
respecto a las indoeuropeas, tal como estableció Grimm, es la
d
t
siguiente:
g
k
Ing. father / Lat. pater / Gri. πάτηρ "padre"
k
x
heart /
cord-s /
καρδία "corazón"
kw
xw
tooth /
dent-s
(ο)δόντος "diente"
gw
kw
know /
gno-sc-o / γι-γνώ -σκω "saber"
gh
g
Esta tabla de correspondencias presenta, sin embargo,
gwh
gw
ciertas deficiencias que en su momento se interpretaron como
excepciones. Y por culpa de tales supuestas excepciones la formulación de Grimm no fue suficiente por
sí sola para que los indoeuropeístas descubrieran que los cambios fonéticos se cumplen con toda
23
Lingüística Indoeuropea
TEMA I
regularidad.
Numerosos indoeuropeístas se dedicaron en las décadas siguientes a estudiar más de
cerca la rotación germánica. Y como fruto de tales esfuerzos, debajo de las aparentes excepciones se
fueron revelando nuevas regularidades más sutiles. Así resultó que cuando la rotación parece no
cumplirse se debe a un condicionamiento fonético muy preciso: una sorda indoeuropea no se altera en
fricativa sorda cuando va inmediatamente precedida por otra fricativa sorda (tanto indoeuropea como
fruto de la propia rotación): *esti "él es" da en gótico ist (no *isÞ, porque la sorda indoeuropea /t/ va
precedida de la fricativa /s/).
Las correspondencias anómalas entre germánico y griego o sánscrito fueron igualmente
reducidas a regularidad cuando H. Grassmann descubrió que estas dos últimas lenguas disimilaban la
primera de una secuencia de dos aspiradas. Por ejemplo, una /bh/ indoeuropea debía arrojar la siguiente
correspondencia histórica: germánico /b/, sánscrito /bh/, griego /ph/. Y sin embargo, de la raíz
indoeuropea *bheudh- se obtiene en proto-germánico *beud-, de donde gótico -biudan (frente a
sánscrito /b/ (bodhami) en vez de /bh/ y griego /π/ (πεύθοµαι) en vez de φ /bh/ precisamente porque la
segunda aspirada indoeuropea de esa raíz (/dh/) había provocado la disimilación de la primera aspirada,
de la que resultó /b/ en sánscrito y /p/ en griego.
El primero de los neogramáticos que formuló de una manera explícita el principio de
inexcepcionabilidad de las leyes fonéticas fue August Leskien en 1876. Posteriormente, volvería a ser
formulada por Karl Brugmann, Hermann Osthoff, Hermann Paul y otros. En resumen, el principio de
inexcepcionahilidad de las leyes fonéticas postula que EN UNA MISMA ÉPOCA, EN UN MISMO DIALECTO Y
EN LAS MISMAS CONDICIONES, LA ALTERACIÓN O CAMBIO DE UN FONEMA SE PRODUCE EN TODOS LOS
CASOS Y SIN EXCEPCIONES.
Armados de tal postulado, con el cambio fonético convertido casi en una ley física que se
cumple ciegamente, los neogramáticos consiguieron conferir a los estudiosos de Linguística histórica un
rigor científico del que carecían en épocas anteriores, posibilitando además la ciencia de la etimología e
introduciendo disciplina en la arbitrariedad.
I.3.2.3. Las irregularidades. La analogía y el préstamo
Los propios neogramáticos se dieron cuenta de que, sin embargo, en la historia de cualquier
lengua hay ocasiones en que los cambios fonéticos no se producen aparentemente con la regularidad
postulada. Y eso los llevó a formular dos principios complementarios, igualmente capitales para el
Método Comparativo: la ANALOGÍA y el PRÉSTAMO.
Cuando en una lengua se da un tratamiento irregular de un fonema o grupo de fonemas,
PRESTAMO
la anomalía puede deberse al hecho de que la palabra en que se produce se haya introducido en la lengua
en una época posterior a aquella en que la alteración fonética se produjo, como préstamo a partir de otra
lengua o dialecto desconocedor de tal alteración. Esta cautela era tenida en cuenta ya implícitamente en
la formulación misma del principio de regularidad, cuando se incluía la condición de "en una misma
época". Como ejemplo puede servir la sonorización de la sorda intervocálica en castellano que
convierte, por ejemplo, la palabra latina mica ("partícula") en la castellana miga (la sorda c = /k/ pasó a
sonora /g/). El principio de regularidad del cambio fonético exige que todas las oclusivas sordas latinas
que estuvieran en posición intervocálica tendrían que convertirse en sonoras. Lo que en rigor llevaría a
que en español no hubiera ninguna palabra que contuviera una sorda entre vocales, o hubiera muy pocas.
Y sin embargo, hay muchísimas que la tienen: cacatúa, cacahuete, meteoro, plata, etc. Pero sucede que
gran número de esas palabras españolas con una sorda intervocálica son efectivamente préstamos de
lenguas de la América precolombina, del griego o incluso del mismo latín por la vía del cultismo, que ha
entrado a formar parte-del vocabulario español siglos después de que la ley de la sonorización
intervocálica dejara de operar.
La evolución de f > h en castellano (lat. fumus > humo) no ha impedido que en una época en
que ya no se producía se hayan introducido préstamos procedentes de otras lenguas que
poseían/s/inicial: latinismos como fama, forma; anglicismos como futbol.
Del mismo modo, es sabido que en latín la/s/entre dos vocales sufre rotacismo, es decir, se
convierte en/r/; por ejemplo, de una raíz indoeuropea *eus- encontramos la/s/conservada en latín ustus
("quemadura"), mientras que en posición intervocálica da el presente uro ("quemar"). Sin embargo, en
latín existen palabras que presentan/s/en posición intervocálica, como rosa, asinus etc., que son, sin
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Lingüística Indoeuropea
TEMA I
duda, préstamos de otras lenguas introducidas en tiempos en que ya había cesado el fenómeno de
rotacismo.
Los neogramáticos concebían la analogía como una especie de interferencia de la mente
humana en la implantación regular del cambio fonético, que puede llegar a estorbarlo e impedírlo en
cierta medida. El fenómeno analógico tiene lugar cuando una palabra en que concurren todas las
condiciones necesarias para sufrir un determinado cambio fonético, aparece sin que éste se produzca o
bien con otro diferente del previsto.
Las lenguas tienden siempre a establecer la regularidad en sus sistemas mediante un mecanismo
que solemos llamar analogíá. Y ésa es una de las fuerzas motrices de la innovación y renovación de las
lenguas. En español tenemos un sistema verbal regular en yo amo/tú amas, pero uno irregular en yo
soy/tú eres. Esas irregularidades pueden perdurar indefinidamente. Pero también puede generarse en un
momento dado una tendencia que lleve a regularizarlas, sometiéndolas al mecanismo habitual. Normalmente los niños, cuando están aprendiendo a hablar, captan el mecanismo general del sistema
(regular) antes de aprender las excepciones (irregularidades). De forma que hay un período en el
aprendizaje de la propia lengua en que tendemos a introducir la regularidad en el sistema. Un niño cuando aprende a hablar va transformado el irregular soy/eres en el regular *ero/eres. Naturalmente a los
niños se les corrige y terminan por incorporar las irregularidades. Pero algunas de esas regularizaciones
consiguen triunfar en la lengua de los adultos y terminan por imponerse definitivamente. Por ejemplo en
español, la fonética introdujo una anomalía en el sistema de derivación de ciertos superlativos. Cuando
la/o/acentuada diptongó en/ué/el latín/fórtis/se transformó en el español fuerte. Pero el correspondiente
superlativo latino fortissimus no tenía/o/acentuada, sino no acentuada, no susceptible de diptongación,
del que procede el superlativo español fortísimo. La irregularidad está en que en el positivo y el
superlativo del mismo adjetivo aparezcan dos vocalismos distintos (ue/o) siendo así que en la mayoría
de las ocasiones la vocal es la misma para ambos (grande/grandísimo, caro/caíisimo,
fresco/fresquísimo). La tendencia entonces será a llevar el vocalismo del positivo fuerte al superlativo,
originándose fuertisimo, que ya se escucha entre adultos de según qué nivel de cultura, aunque fortisimo
es todavía mayoritario. En cambio, ya casi no se escucha novísimo (de nuevo) que tiende a ser
reemplazado por nuevísimo (aparte naturalmente del otro superlativo muy nuevo). En un tercer caso la
forma regular buenísimo (de bueno) es la única que se utiliza, siendo bonísimo prácticamente inusitada.
Obviamente las formas irregulares fortisimo, novísimo y bonísimo son arcaísmos, y las regulares
fuertísimo, nuevísimo y buenísimo las innovaciones.
En morfología, se tiende a formas como amastes, dijistes (en lugar de amavisti, etc.) sobre el
modelo de amas, dices (la -s convertida en desinencia única de 2ª de sing.).
ANALOGIA
Finalmente, hay cierto tipo de cambios fonéticos que suelen llamarse cambios fonéticos
menores, generalmente muy condicionados por el contexto --aunque ya sabemos que en mayor o menor
medida muchos o casi todos lo están--. Para ellos los neogramáticos no postularon la regularidad, sino
que los consideraban más bien fenómenos esporádicos. Tales son la metátesis, asimilación, disimilación
y haplologíá, fundamentalmente.
El enunciado neogramático de «en una misma época, en un mismo dialecto y en unas mismas
condiciones» es en sí mismo inatacable, pues a la postre no es más que una aplicación concreta del
principio «las mismas causas producen los mismos efectos. Sin embargo, su misma letra deja abierto un
portillo a un cierto margen de incertidumbre al hablar de «las mismas condiciones». En efecto, nunca
hay dos palabras que estén exactamente en las mismas condiciones. Si lo estuvieran tanto en el plano
fonético como el semántico no serían dos palabras sino una y la misma. Y de ahí surgen con frecuencia
las dificultades tanto en la aplicación concreta como en la defensa teórica del postulado. Pero hoy,
apagado ya el ardor polémico, los indoeuropeístas sabemos bien a qué aludimos cuando hablamos de la
regularidad del cambio fonético Y conocemos tanto su importancia esencial para el Método
Comparativo como los límites de sus exigencias.
En efecto, existe una serie de factores que habitualmente no son tenidos en cuenta y que, sin
embargo, influyen indudablemente en las evoluciones fonéticas. Tales son, por ejemplo, las distintas
posibilidades de silabación de una palabra, posibilidades que pueden dar lugar a dobles tratamientos
(uno por cada tipo de silabación); y también cabe la influencia de una posible articulación geminada
(condicionada por el énfasis, la expresividad, etc. ) susceptible asimismo de conducir a dos tratamientos
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Lingüística Indoeuropea
TEMA I
distintos (uno para la forma geminada y otro para la forma sin geminar). Evidentemente, influyen otros
factores, como la capa semántica a que pertenecen las distintas palabras, algunas más conservadoras que
otras, la religiosa, la jurídica, etc., que pueden quedar preservadas de ciertas innovaciones; o la capa
social, que es capaz de condicionar tratamientos distintos.
Tanto estos como otros factores sitúan a las palabras en circunstancias diferentes; lo
suficientemente diferentes como para justificar la existencia de diversos tratamientos fonéticos en una
lengua determinada. Dichos tratamientos no van, en principio, contra la regularidad de los cambios
fonéticos, puesto que la regularidad precisa que se den "las mismas circunstancias", aunque sí se
enfrentan con la forma tradicional en que ha sido utilizado ese principio.
Los cambios fonéticos son motivados por dos tipos de razones complementarias: sistemáticas y
sintagmáticas.
Las motivaciones sistemáticas, o paradigmáticas, tienen lugar por el hecho de que los fonemas
de una lengua no se encuentran aislados unos de otros, sin conexión entre sí; están, por el contrario,
íntimamente ligados, constituyendo oposiciones, haces de oposiciones y sistemas más complejos. Ahora
bien, esos sistemas nunca son perfectos, sino que con frecuencia presentan anomalías, imperfecciones,
faltas de paralelismo, que la lengua tiende a subsanar. Por ejemplo, en español existen los siguientes
haces de oposiciones en el sistema de consonantes:
Labiales: (sorda) p/(sonora) b//(fricativa) f.
Guturales: (sorda) k/(sonora) g//(fricativa) j.
Dentales: (sorda) t/(sonora) d//(fricativa) s, z.
Aquí puede observarse que en cada punto de articulación (labial, gutural y dental) se dan tres tipos de
fonemas: uno sordo, otro sonoro (ambos de tipo oclusivo) y un fricativo. Pero en el orden dental hay dos
fonemas fricativos. Por ello s y z tienden a confundirse en español, bien a favor de s (seseo), bien a favor
de z (ceceo).
En cuanto a las motivaciones sintagmáticas, tienen lugar por el encuentro de unos fonemas con
otros en la cadena hablada, tendiendo a nivelarse entre sí (fenómenos de asimilación) o, por eI contrario,
a lograr una máxima diferenciación para cump~lir mejor su función distintiva (fenómenos de
disimilación). Como ejemplo de uno de estos cambios fonéticos podemos citar el proceso asimilatorio
que en sucesivas etapas se ha producido--y se sigue produciendo--desde la época latina: en latín
encontramos una serie de palabras, sobre todo participios, con el sufijo -tus en que la -t- se hallaba en
posición intervocálica. La -t es un elemento de articulación sorda, que al encontrarse entre dos vocales
(fonemas de articulación sonora ) tiende a asimilarse a ellos. Es decir, la dental sorda /t/tiende a
convertirse en la dental sonora /d/: el tipo latino amatus termina por pasar al español amado. Pero el
proceso asimilatorio continúa: la /d/es un elemento oclusivo, que se encuentra entre dos vocales, fonema
que no cuenta en su articulación con ningún momento de oclusión. Entonces la oclusiva dental/d/pasa a
ser articulada como fricativa /d/. En sucesivos pasos asimilatorios, la oclusiva dental sonora tiende a
desaparecer completamente, dando lugar al tipo, que ya es efectivo en diversas áreas de habla española,
amao.
Pues bien, en virtud de estas motivaciones, necesarias en todo cambio fonético, puede
producirse la pronunciación innovadora. Suele surgir en un área limitada, y a partir de ahí propagarse,
por imitación, a otras áreas nuevas. Durante épocas considerables pueden seguir coexistiendo las dos
articulaciones: la antigua y la innovadora, apareciendo la una y la otra según el nivel cultural de los
hablantes, su situación social, etc.; además, en un individuo pueden darse ambas alternativamente, de
acuerdo con el contexto en que hable, incluso con su estado de ánimo momentáneo, etc. Así, siguiendo
con el ejemplo antes mencionado, actualmente coexisten en español las dos articulaciones: amado y
amao.
Con frecuencia, en pleno período de extensión de una innovación fonética se producen
reacciones de tipo purista, que consisten en restablecer la articulación antigua eliminando las formas
nuevas. Suelen ocurrir entonces dos fenómenos contrarios, y contribuir ambos a mermar la regularidad
de los cambios fonéticos: un restablecimiento incompleto de las formas antiguas, que hace que no todas
las palabras sean tratadas igual; o, por el contrario, hipercorrecciones, que consisten en que la forma
antigua se introduzca en palabras en las que etimológicamente nunca se había encontrado. Así, no es
infrecuente que ciertos individuos empleen en español formas hipercorrectas como bacalado, Bilbado,
etc.
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Lingüística Indoeuropea
TEMA I
Es posible igualmente que una innovación fonética en período de implantación pierda su
vigencia por algún motivo. En ese caso pueden darse diversos tratamientos de un mismo fonema en las
diversas palabras: las que primero hubieran adquirido y consolidado la articulación innovadora la
conservarán ya de todas formas; en cambio, otras más conservadoras por su capa semántica, o por
cualquier razón, pueden no haber llegado a admitir la articulaeión innovadora, y una vez eliminada la
tendencia a la imposición de ese cambio fonético, conservar ya indefinidamente la articulación
arcaizante. Así, todavía dentro del ejemplo que hemos aducido anteriormente, sabemos que la eliminación de la/d/fricativa intervocálica en español se está produciendo únicamente cuando ese fonema se
encuentra en la sílaba final: es decir, abogado tiende a perder su/d/, pero no podemos decir otro tanto de
"meditación" o medio. Sin embargo, en ciertas áreas de Andalucía se está introduciendo para algunas
palabras --muy pocas todavía--una articulación innovadora incluso cuando la dental /d/ no se encuentra
en silaba final: se articula "maera" (madera). Imaginemos que, por cualquier razón, desaparece en
español la tendencia a la aliminación de la/d/intervocálica: entonces podría ocurrir que triunfara la
articulación abogao, maera, etc. en ciertas palabras, mientras que en otras se conservará ya
indefinidamente la articulación meditación, medio, etc.
La existencia de leyes fonéticas sin excepciones confiere a la Linguística Histórica un rigor que
la aproxima a las ciencias de la naturaleza. Pero hay que precisar esa afirmación. Hay factores adicionales que, en cambio, la aproximan a las restantes ciencias humanas. En efecto, la lengua no es
solamente un conjunto de fonemas que se rijan por leyes cuasi-físicas. Además, es un sistema de signos
portadores de significado. Cada palabra, cada signo, tiene dos caras: la fonética y la semántica Y si la
composición fonética de una palabra evoluciona según leyes regulares, su contenido semántico cambia
en una especie de deriva imprevisible, donde tiene su influencia ocasional la imaginación, la ironía, las
creencias individuales o colectivas, lo mismo que en cualquier actividad intelectual o artística. La
palabra latina caput tiene como composición fonética la secuencia/kaput/y como contenido semántico
primordial la noción de «cabeza». Basta con conocer las leyes fonéticas que rigieron la evolución del
latín al español para predecir sin margen para el error que la secuencia fonética latina/kaput/dará la
española/kabo/. Pero es absolutamente imprevisible qué sucederá con el contenido semántico "cabeza".
Tanto podría haberse mantenido, como haber evolucionado en direcciones insospechables. En nuestro
ejemplo, el español cabo ha llegado a significar por una parte una graduación militar, por otra el extremo
de una cuerda y por otra un accidente geográfico. Mientras que el sentido central de «cabeza» no se ha
conservado.
Recuérdese, por otra parte, que la analogía, otra de las fuerzas motrices del cambio linguístico,
tampoco actúa con la regularidad previsible de las leyes fonéticas. Todo esto hace que la Linguística
Histórico-comparativa sea una ciencia en cierto modo híbrida en sus características, un tanto a mitad de
camino entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias humanas. Lejos ya hoy de un cierto triunfalismo
ingenuo propio de algunos linguistas del siglo pasado, podría decirse que la Linguística
Histórico-comparativa es la menos exacta de las ciencias de la naturaleza. Aunque probablemente sea
más adecuado definirla como la más exacta de las ciencias humanas.
I.3.3. Lingüística espacial
Una serie de investigadores, entre los que destaca Bartoli, iniciaron con entusiasmo el estudio de las
hablas dialectales, descubriendo desde bien pronto graves limitaciones en el alcance de las leyes
fonéticas. Su labor se basó en la confección de atlas lingüísticos elaborados a base de cuestionarios. Es
ésta la razón de que la terminología dialectal se haya visto influida por la cartografía, y de que los
geógrafos lingüísticos hayan acuñado términos como isoglosa (línea imaginaria que sigue, de localidad a
localidad, los límites extremos de cada rasgo característico) a imitación de otros como isoterma, por
ejemplo.
Los haces de isoglosas limitan áreas lingüísticas o dialectales, que se centran en un punto
atravesado por relativamente pocas isoglosas. Estos puntos, generalmente centros de prestigio, se
denominan área focales. Sus innovaciones se transmiten hasta donde llega su prestigio. Otros tipos de
área son las consideradas áreas reliquia, lugares de difícil acceso, por razones geográficas, culturales o
políticas, adonde no llegan determinadas isoglosas.
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Lingüística Indoeuropea
TEMA I
El descubrimiento fundamental de esta escuela es que no se pueden establecer límites claros ni
entre lenguas ni entre dialectos, sino que cada núcleo dialectal está separado de otro por un haz de
isoglosas no coincidentes. No obstante, la crítica de los preconizadores de la geografía lingüística a la
esquemática concepción de dialecto y de ley fonética de los Neogramáticos llevó a afirmaciones de
signo contrario, no menos simplistas y excesivas, como la de que cada palabra tiene su propia historia,
sin que sea posible establecer procesos lingüísticos generales.
Parte Bartoli de tres problemas fundamentales a tener en cuenta en el estudio de las lenguas y su
historia: a) relaciones cronológicas entre las diferentes fases lingüísticas, b) centros de irradiación, c)
causas de las innovaciones.
En lo que se refiere a las relaciones cronológicas entre las diferentes fases de una lengua, cree
Bartoli que de dos fases lingüísticas es la más antigua generalmente aquella que aparece atestiguada
primero.
Señala luego cinco normas de tipo geográfico o espacial mediante las que pretende establecer el
carácter arcaico o innovador de las diferentes áreas lingüísticas. Para él deben ser considerados arcaicos
los rasgos que aparezcan en las áreas que vamos a enumerar s continuación, y en igual orden de
prelación para el caso de que exista contradicción entre unas y otras de estas normas:
1) Área más aislada, menos expuesta a las comunicaciones, y por ende a la aceptación de innovaciones
procedentes de otras áreas. Cuando entre dos áreas lingüísticas existan diferencias en hechos de lenguas,
serán considerados más antiguos aquellos que se den en el área más aislada.
2) Areas laterales. Los hechos lingüísticos atestiguados en las áreas laterales deben resultar
normalmente más arcaicos, con tal que el área central no sea la más aislada.
3) Area mayor. Suele conservar mejor los hechos antiguos, a no ser que el área menor sea la más aislada
o no esté constituida por las áreas laterales.
4) El área más importante conservará normalmente mejor las fases arcaicas, aunque no siempre.
5) Norma de la fase desaparecida. El fenómeno desaparecido, o en vías de desaparición, es más antiguo
que el que tiende a imponerse.
El problema más grave con que se encuentra la utilización de los criterios de la geografía
lingüística a la protolengua es que no tenemos la menor garantía que la disposición relativa de los
hablantes de los diferentes grupos dialectales en época histórica correspondiera, ni siquiera
aproximadamente, a la disposición que tenían antes, en el continuum lingüístico IE, ya que las
migraciones y desplazamientos de pueblos los han podido situar en una articulación totalmente diferente
de aquella en que los conocemos.
I.3.4. La Tipología lingüística
En los dos últimas décadas ha experimentado un desarrollo espectacular la rama de la
Lingüística conocida con el nombre de TIPOLOGÍA, que consiste precisamente en una comparación por
una parte de los tipos existentes y por otra sus pautas universales de comportamiento. Y, si bien esas
pautas universales no tienen una fuerza o validez absoluta al modo de las leyes físicas, sí que establecen
con claridad cómo funcionan realmente las lenguas y delimitan lo que es y lo que no es posible, lo que
es y lo que no es probable, lo que es y lo que no es frecuente, etc.
Por tanto, la comparación no sólo puede establecerse entre lenguas genéticamente
emparentadas, sino que también puede aplicarse a lenguas no relacionadas originariamente, es decir,
pueden hacerse comparaciones tipológicas. La tipología compara, como el método genético, pero este
último pretende verificar la hipótesis "la lengua A y la lengua B están emparentadas", mientras que la
tipología no pretende demostrar esto, sino que sólo compara. La Tipología ha desarrollado algunos
conceptos de enorme importancia para el estudio de cualquier lengua. Entre ellos cabe nombrar el
PRINCIPIO DE IMPLICACIÓN. Se trata de una forma especial de correlación estructural y funcional,
consistente en que si una lengua tiene o no tiene determinado rasgo se supone que tiene o no tiene otro
determinado, lo que puede llevar en ocasiones a una jerarquía de rasgos; por ejemplo:
1) "ninguna lengua tiene número trial, a menos que tenga dual. Ninguna lengua tiene dual, a
menos que tenga plural" (Trial > Dual > Plural)
* Lenguas con sólo flexionan el plural (Inglés, Español, Alemán, Francés)
* Lenguas con plural y dual (Árabe Clásico, Griego Antiguo, Sánscrito)
* Lenguas con plural, dual y trial (Sursurunga -Nueva Guinea-)
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TEMA I
2) "Si una lengua tiene forma flexiva para el futuro, la tendrá también para el pasado y para el
presente" (Futuro > Pasado > Presente)
* Lenguas con pasado- presente, pero no futuro (Inglés, Vasco)
* Lenguas con sólo presente (Chino, Vietnamita)
3) "Si una lengua conoce la flexión de género, también conoce la de número"
* Lenguas con género y número (Latín)
* Lenguas con número, pero no género (Turco, Húngaro)
* Lenguas sin género ni número (Chino, Malgache)
Resulta palmaria la importancia que para la reconstrucción de estadios prehistóricos tiene el
conocimiento de cómo funcionan realmente las lenguas y de los mecanismos internos por los que se
rigen su ser y su devenir. O lo que es lo mismo: la importancia que para el historiador de las lenguas
tiene la Tipología. Y sin embargo, increíblemente, hay un cierto número de indoeuropeístas que no sólo
renuncian personalmente a su ayuda, sino que pretenden fundamentar en el plano de la teoría la
ilegitimidad de su utilización.
El principal argumento contra el empleo de los criterios tipológicos en la reconstrucción de la
historia de las lenguas, consiste en decir que al fin y al cabo, los Universales que establece la Tipología
no tienen un valor absoluto y que por lo tanto el historiador no tiene por qué someterse a las exigencias
del tipólogo. Quienes así argumentan parecen olvidar que los criterios tradicionales del Método
Comparativo adolecen de las mismas limitaciones. Por ejemplo, el criterio del cambio fonético usual
lleva incluso en su propio enunciado el caveat sobre su validez no absoluta: de hecho vimos que lo
inusual [/h/>/s/] ha sucedido al menos una vez. Y sin embargo, los indoeuropeístas contrarios al uso de
la Tipología utilizan habitualmente en su trabajo esa clase de criterios tradicionales. Pues bien, la única
diferencia entre esos criterios tradicionales y los nuevos que nos brinda la Tipología radica en que éstos
últimos cuentan con una base empírica muy superior y en consecuencia con un rigor científico mucho
más fiable.
I.3.5. La Reconstrucción interna
Se trata de una forma de penetrar en los niveles de lengua más antiguo que los atestiguados sin
recurrir a la comparación con otras lenguas. Es el único método que puede aplicarse en lenguas sin
"parientes", pero también muestra su eficacia en las lenguas procedentes de un tronco común para
ascender más atrás en la historia, utilizándose sobre los resultados obtenidos por la comparación. Se
basa en la existencia de cambios fonéticos regulares y de tendencias generales lingüísticas, por lo que
cabe aplicar un juego de deducciones lógicas a los datos, a partir del funcionamiento de los sistemas de
una lengua.
En rigor hay que saber que nunca, ni siquiera cuando disponemos de datos comparativos, puede
prescindirse, ni se prescinde de hecho, de los internos al realizar la reconstrucción. En esos casos, ambos
tipos de criterios (comparativos y no comparativos) colaboran. Pero llega un momento en que los datos
comparativos se agotan. No obstante, aún entonces podemos seguir adentrándonos todavía en el pasado
de las lenguas, ahora gracias a otro tipo de criterios, de índole no comparativa. Y en este último caso es
cuando hablamos de reconstrucción interna.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el resultado de la reconstrucción meramente interna
(es decir: obtenida a partir del momento en que cesan los datos comparativos) presenta características
peculiares. Por una parte, sin duda permanece en un grado de certeza inferior a la obtenida cuando
existen datos comparativos. Y, por otra, es capaz de seguir hacia atrás la evolución de cada uno de los
subsistemas uno a uno, aisladamente; pero normalmente carece de la posibilidad de interconectar en
cuadros de conjunto sucesivos los distintos estadios evolutivos de los diferentes subsistemas.
Tomemos algunos ejemplos. Por reconstrucción comparativa se obtiene tradicionalmente un
sistema indoeuropeo de 10 vocales (ă/ĕ/ĭ/ŏ/ŭ/ā/ē/ī/ō/ū). Pero por reconstrucción interna diversos
indoeuropeístas han creído poder avanzar hacia atrás en la prehistoria de ese sistema vocálico,
reduciéndolo primero a 5 vocales por eliminación de las de cantidad larga (/a/e/i/o/u/); eliminando luego
del inventario las vocales/a/,/i/y/u/; y reduciendo finalmente las dos restantes (/e/y/o/) a una sola. Por
otra parte, el sistema de géneros indoeuropeos obtenido por reconstrucción comparativa consta de tres
miembros (masculino/femenino/neutro). Pero ciertos indoeuropeístas pensaron que el género femenino
era relativamente reciente y por razonamientos fundamentalmente de tipo interno dedujeron un estadio
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Lingüística Indoeuropea
TEMA I
más antiguo en que sólo habría dos géneros (animado/inanimado). Finalmente, por reconstrucción
comparativa se ha establecido tradicionalmente un sistema verbal indoeuropeo con tres temas
aspectuales (presente/aoristo/perfecto). Pero de nuevo hay quienes creen que tal sistema es igualmente
reciente y que antes ha habido etapas con sólo dos temas e incluso con uno solo.
El primer ejemplo señero de este tipo de reconstrucción se debe a H. Grassmann con el
descubrimiento de la disimilación de aspiradas en griego, llamada también ley de Grassmann. Los
linguistas de su época constataban que la reduplicación en el verbo griego no es siempre igual. La
mayoría de las veces se forma con la misma consonante con que comienza la raíz: de lu, leluka; de do,
didomi. Pero a veces la consonante que constituye la reduplicación es otra: de bhu-, pebhuka; de the,
tithemi; etc. Grassmann reflexionó sobre el mecanismo de la reduplicación y comprendió que se trataba
en principio de una repetición total o parcial de la raíz. Por lo tanto, concluyó, que lo que históricamente
era en griego pebhuka, tuvo que haber sido anteriormente bhebhuka. Y que si se había transformado es
porque se había producido una disimilación de la primera de las dos aspiradas en su sorda
correspondiente: ph-ph > p-ph; th-th > t-th; etc.
Pues bien, prescindiendo del acierto de cada una de esas hipótesis en concreto, aunque fueran
ciertas, lo que resulta imposible al historiador de las lenguas es correlacionar sincrónicamente las
diferentes fases evolutivas de unos sistemas con otros. Concretamente, es imposible saber cuántos
miembros tenía el sistema vocálico cuando se creó el femenino y a su vez cómo era entonces el sistema
de aspectos. Quiero decir que lo que obtenemos por este procedimiento es trazar, aisladas unas de otras,
las líneas evolutivas de los diferentes subsistemas, sin poder obtener los sucesivos estados de lengua en
su conjunto.
Hay un sector entre los indoeuropeístas que reniega de la reconstrucción interna, opinando que
sólo la reconstrucción basada en datos comparativos inmediatos tiene validez. Siempre es bueno para el
comparatista trabajar con la vista puesta en lo que la Tipología nos enseña sobre lo que es y no es verosímil en el comportamiento de las lenguas. Pero para quienes creen en la posibilidad y la viabilidad de la
reconstrucción interna, y de hecho la practican, la Tipología es un artículo de primera necesidad. Al
faltar otra clase de datos (los comparativos), las leyes generales del lenguaje humano, sus
comportamientos universales (con todas sus limitaciones), se convierten en el único criterio objetivo
capaz de evitar que el linguista se hunda en el subjetivismo y la arbitrariedad. Y sin embargo, hay
indoeuropeístas que se entregan sin restricciones a la reconstrucción interna de etapas profundísimas de
la familia indoeuropea, a la vez que rechazan y condenan cualquier criterio que ponga freno a su personal fantasía. Creo que no exagero al decir que la reconstrucción interna sin Tipología se encuentra
sumida en el mismo subjetivismo y arbitrariedad precientífica en que se encontraba la etimología y la
reconstrucción comparativa antes del establecimiento de la regularidad de los cambios fonéticos. Sus
resultados no merecen ningún crédito por carecer de cualquier apoyo científico.
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