Número 43. Texto completo en PDF
Transcripción
Número 43. Texto completo en PDF
S e g u n d a É p o c a OCTUBRE 2002 FEBRERO 2003 MATERIALES PARA UNA ICONOGRAFíA DE COORD. FRANCISCO FRANCO Vicente sánchez-biosca Volumen ii H i s t ó r i c o s F I L M O T E C A E s t u d i o s L A d e D E R e v i s t a ARCHIVOS s o b r e l a P.V.P: 15,1––C I m a g e n ● 42-43 Pablo Picasso, Sueño y mentira de Franco, 1 y 2, 1937 ARCHIVOS D E L A F I L M OT E C A Esta revista es miembro de ARCE. Asociación de Revistas Culturales de España OCTUBRE 2002 - FEBRERO 2003 42-43 42-43 ARCHIVOS DE LA FILMOTECA no comparte necesariamente las opiniones que sostienen los colaboradores en sus textos DIRECTOR / Editor: Vicente Sánchez-Biosca REDACTOR JEFE / Managing Editor: Vicente J. Benet CONSEJO EDITORIAL / Editorial Board: Jacques Aumont. Raymond Borde David Bordwell. Guillermo Cabrera Infante Paolo Cherchi Usai. André Gaudreault Román Gubern. Tom Gunning Jean-Louis Leutrat. José Mª Prado Leonardo Quaresima. Yuri Tsivian CONSEJO DE REDACCIÓN / Executive Editorial Board Alfonso del Amo. Alberto Elena Josep Lluís Fecé. Luis Fernández Colorado Francisco Llinás SECRETARÍA DE REDACCIÓN / Executive Secretary: Arturo Lozano Aguilar DISEÑO ORIGINAL / Original Design: Carrere & Mit DISTRIBUYE Ediciones Paidós DISEÑO Y MAQUETACIÓN / Design and Layout: Chus Martínez FOTOGRAFÍAS CEDIDAS POR / Stills: IVAC Filmoteca Española RTVE AGRADECIMIENTOS / Special Thanks: José María Prado Alicia Potes Marga Lobo María García Barquero Manuel Martín Alberto Carrere José-Carlos Mainer Ángel Llorente Hernández Rafael R. Tranche Alberto Reig Tapia Ramón Sala Pieter Leenknegt Jesús García Sánchez Manuel Palacio Wolfgang Martin Hamdorf Román Gubern Susan Hoover FOTOCOMPOSICIÓN E IMPRESIÓN Gráficas Papallona C/ Pius XI, nº 40, baix-esq. 46014 - Valencia ISSN 0214-6606 DEPÓSITO LEGAL V - 954 - 1989 Mariano Cubí, 92 08021 Barcelona Telf.: 93 241 92 50 Fax: 93 202 29 54 EMail: [email protected] ARCHIVOS DE LA FILMOTECA Plaza del Ayuntamiento nº 17 46002 Valencia Tel.: 96 353 93 22 EMail: [email protected] Editada por Ediciones de la Filmoteca (INSTITUT VALENCIÀ DE CINEMATOGRAFIA RICARDO MUÑOZ SUAY) ARCHIVOS LA FILMOTECA Revista fundada por Ricardo Muñoz Suay en 1989 DE FRANCO materiales para una iconografía de francisco franco Coord. Vicente Sánchez-Biosca volumen II VOLUMEN I VICENTE SÁNCHEZ-BIOSCA Los iconos de Franco: imágenes en la memoria I · Un caudillo en busca de una imagen: del mito a la autoimagen JOSÉ -CARLOS MAINER La construcción de Franco: primeros años ÁNGEL LLORENTE La construcción de un mito. La imagen de Franco en las artes plásticas en el primer franquismo (1936-1945) RAFAEL R. TRANCHE La imagen de Franco ‘Caudillo’ en la primera propaganda cinematográfica del Régimen ALBERTO REIG TAPIA La autoimagen de Franco: la estética de la raza y el imperio II · Inhumano, demasiado humano: la oscura historia de la cara amable de Franco RAMÓN SALA Retrato de familia. La historia de un fracaso VICENTE SÁNCHEZ-BIOSCA ¡Qué descansada vida! La imagen de Franco, entre el ocio y la intimidad JOSÉ Mª GARCÍA ESCUDERO La imagen cinematográfica de Franco ÀNGEL QUINTANA Y el Caudillo quiso hacerse hombre. La retórica épica e iconográfica en Franco, ese hombre VOLUMEN 2 VOLUMEN II III · Calidoscopio cotidiano. 8 Franco en los espacios públicos y privados de los españoles PIETER LEENKNEGT El Franco ecuestre de Capuz: una estatua, tres destinos 12 VICENTE J. BENET Franco, NO-DO y las conquistas del trabajo 30 JESÚS GARCÍA SÁNCHEZ La imagen de Franco en los sellos 52 MANUEL PALACIO Francisco Franco y la televisión 72 IV · La deconstrucción de una imagen. 96 De la oposición militante al “realismo mágico” C. LÓPEZ RUBIO W. MARTIN-HAMDOR El lacayo de Berlín, Bonn y Washington. La imagen de Franco en el cine documental alemán: 100 el caso Unbändiges Spanien (España indómita) ALICIA SALVADOR La triste España de Caudillo 118 ROMÁN GUBERN Tres retratos de Franco 144 NANCY BERTHIER Ser o no ser Franco. 156 Naturaleza y función de la risa en Espérame en el cielo SONIA GARCÍA LÓPEZ Lágrimas en el lodo. 172 La imagen de Franco en Madregilda S u m a r i o Siguiente 3 CALIDOSCOPIO COTIDIANO. FRANCO EN LOS ESPACIOS PÚBLICOS Y PRIVADOS DE LOS ESPAÑOLES La imagen de Franco ocupó durante un tiempo dilatado (superior en todo caso al de su efectivo gobierno) espacios públicos y privados de la vida española. La ausencia de personalidades relevantes desde el punto de vista carismático, la carencia de ideólogos consagrados, salvo el caso de José Antonio Primo de Rivera, o incluso la desaparición –física o política– de quienes podían haber hecho sombra al Caudillo, hizo que la figura de Franco fuera casi ubicua en zonas amplísimas del intercambio humano y social de los españoles, produciendo consecuencias en la vida cotidiana que todavía no han sido suficientemente evaluadas. Entre la enorme variedad de estos espacios de convivencia impregnados por la imagen de Franco, los textos que siguen se proponen analizar varios con el fin de sugerir la familiaridad (también en el sentido de extrañeza siniestra) de la vida corriente española con la significación histórica y biográfica de dicho personaje. El itinerario arranca en el ámbito más público que imaginarse pueda con el ensayo de Pieter Leenknegt 3 sobre las efigies escultóricas de Franco, siguiendo los avatares de una estatua ecuestre realizada por el valenciano José Capuz que sería triplicada para su ubicación en otras tantas ciudades españolas (Madrid, Santander y Valencia). El estudio desvela el sentido (o los sentidos) de una política conmemorativa (precisa localización de la escultura, oportunidad del calendario, conflictiva desaparición o sintomática pervivencia...), altamente sintomático en un régimen tan ritualístico como el franquista. Son también espacios públicos, si bien sometidos ya a un encuadramiento y a una selección sectorial, los fabriles, de los que se ocupa el texto de Vicente J. Benet: la figura del trabajador, teorizada por Ernst Jünger, se inscribe en una escenografía histórica determinada que define su contexto (los movimientos de masas del período entreguerras) y en él cabe analizar la representación del jefe y de su masa de trabajadores. Transitando a la frontera entre lo privado y lo público, Jesús García Sánchez estudia cómo la silueta de Franco y algunas de sus representaciones más características invadieron, a través de sellos, estampillas o fórmulas escritas, nuestra correspondencia personal y profesional creando una extraña penetración de Franco en espacios habituales del intercambio social y privado. Por último, Manuel Palacio describe la entrada de la figura de Franco en ese sancta sanctorum que durante el franquismo fue el hogar. A través de la televisión, Franco presidiría desde los años sesenta el ámbito doméstico de los españoles. Este aparato, a pesar de que llegó a convertirse en una pasión devoradora en las horas de ocio de Franco, despertó siempre la desconfianza de tan receloso personaje ◆ PIETER LEENKNEGT. El Franco ecuestre de Capuz: una estatua, tres destinos VICENTE J. BENET. Franco, NO-DO y las conquistas del trabajo JESÚS GARCÍA SÁNCHEZ. La imagen de Franco en los sellos MANUEL PALACIO. Francisco Franco y la televisión Sumario 3 Calidoscopio cotidiano. Franco en los espacios públicos y privados de los españoles Siguiente José Capuz, estatua ecuestre del Generalísimo Franco en bronce. Madrid, Nuevos Ministerios L as estatuas ecuestres de Francisco Franco realizadas en la época franquista (1939-1975) pueden considerarse como ejemplos por excelencia de “arte político”, no solo por razones estilísticas e iconográficas, sino también por el proceso de su realización, su eventual desaparición o supervivencia, hechos que se sitúan integralmente en un ambiente de toma de decisiones políticas. Lo que además añade su importancia pública-política es la constatación de que la mayoría de estas esculturas tenían la ambición claramente pronunciada de participar en el discurso artístico del espacio público. Esta significación surge de su carácter abiertamente conmemorativo, indicado primeramente por las dimensiones monumentales de dichas esculturas y por los sitios de accesibilidad pública que ocupaban o siguen ocupando. Seis artistas –con historiales bastante distintos– se pusieron a elaborar la efigie monumental ecuestre del dictador español. Eso se hizo siempre tras un encargo de algún cuerpo oficial, sea nacional y directamente vinculado a los servicios nacionales de Prensa y Propaganda (dependiendo inicialmente del Ministerio de Asuntos Interiores y después del Ministerio de Educación Nacional), sea –en la mayoría de los casos– tras un encargo municipal y por razón de una decisión de un ayuntamiento de alguna gran ciudad española: Emilio Aladrén (1938, encargo del Servicio Nacional de Prensa y Propaganda), Fructuoso Orduna (1942, encargo nacional, Madrid), Moisés de Huerta (1943, Ayuntamiento de Zaragoza), José Capuz (1943, Junta de Gobierno de la Ciudad Universitaria de Madrid), Josep Viladomat (1962, Ayuntamiento de Barcelona) y Federico Coullaut (1964, iniciativa privada apoyada por el ayuntamiento del Ferrol). Mariano Benlliure, artista consagrado ya en todas las épocas políticas anteriores del siglo XX –específicamente como retratista de reyes, militares y figuras históricas– hizo, en 1940, una estatuilla ecuestre representando al generalísimo Franco, que, precisamente por sus dimensiones y la falta de función conmemorativa y accesibilidad públi- PIETER LEENKNEGT Introducción El Franco ecuestre de Capuz: una estatua, tres destinos 1. En este sentido, la estatua de Capuz es la única excepción a la regla que formuló legítimamente MartÍn González, quien constataba que la multiplicación de estatuas de Franco fue el resultado de muchas manos y que no se trataba de réplicas del mismo autor. J. MARTÍN GONZÁLEZ: El monumento conmemorativo en España 1875-1975, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1996, pág. 170. 14 El Franco ecuestre de Capuz: una estatua, tres 1. Franco ecuestre “semimonumental” de Enrique Pérez Comendador 2. Franco ecuestre de Moisés de Huerta 2. J. FERNÁNDEZ DELGADO: La memoria impuesta: estudio y catálogo de los monumentos conmemorativos de Madrid 1939-1980, Ayuntamiento de Madrid, págs. 405-406. 3. Cabe constatar también que, para cualquier órgano de gobierno de una Universidad, la erección de monumentos sin ningún papel directo en las funciones de enseñanza o investigación es lo suficientemente atípico como para explicar su ausencia total en los archivos que sí ofrecen cabida a toda suerte de “obras nuevas” y “obras en general” en aquellos años (Archivo histórico de la Junta de la Ciudad Universitaria). Además, el presidente de la Junta de Gobierno de la Ciudad Universitaria fue el propio Jefe de Gobierno español, el generalísimo Franco –una acumulación que podría explicar un traslado eventual de documentos del archivo de dicha Junta al Archivo del Ministerio de Obras Públicas; sin embargo, el traslado total del archivo de las “obras” de la Junta Universitaria no tuvo lugar, como indican claramente los ficheros del archivo y confirma el Archivo General de la Administración, departamento de Obras Públicas, en Alcalá de Henares. 4. La entrada por la carretera de La Coruña y la presencia de una de las estaciones de metro más frecuentadas de la ciudad hace de la plaza un importante empalme de tráfico. 5. J. FERNÁNDEZ DELGADO: op. cit., pág. 28. Pero también se podría añadir que “La construcción, en 1949, de la Plaza de la De s t i n o s ca, se hallaba en el Museo del Ejército de Madrid y todavía continúa en los depósitos de aquel museo. Enrique Pérez Comendador, a su vez, realizó una estatua “semi-monumental” que mide apenas 1,5 m de altura, para los salones de la sede principal del Banco de España, guardada ahora en un almacén. Ambas obras se encuentran un poco al margen de la problemática de la iconografía ecuestre con destino claramente propagandístico. Lo interesante de la estatua de José Capuz (1884-1964) es que la trayectoria de esta obra no se limitó a las intenciones iniciales de la Junta de Gobierno de la Ciudad Universitaria, el órgano responsable del encargo inicial. La estatua no solo no ocupó nunca el sitio previsto, sino que además sería copiada tras decisiones (separadas, pero interdependientes, como más adelante veremos) por los ayuntamientos de Valencia y Santander 1. Desde entonces, no nos quedamos con una, sino con tres estatuas “contando su historia”. Además, la historia de las estatuas ecuestres del franquismo nunca se terminaba con su colocación durante esta época. Así pues, los tres ejemplares de la obra de Capuz han pasado por los episodios de la transición postdictatorial y por la democracia, cada uno a su manera y en un contexto político específico e irreductible en cada caso. Será exactamente esta trayectoria de las tres estatuas en el espacio y en el tiempo la que desempeñará un papel central en las páginas siguientes. Pieter Leenknegt Madrid, Arco de Triunfo – Nuevos Ministerios 15 Moncloa, de Madrid, concluida con la del Arco de Triufo en honor a Franco, diseñado en 1943 pero terminado en 1956, señala el final de la arquitectura triunfalista monumen- Trayectoria tal del franquismo”. En A. CIRICI PELLICER: La estética del franquismo, Barcelona, Aunque los Archivos Históricos de la Universidad Complutense de Madrid no nos han dejado documentos originales, tales como contratos y correspondencia oficiales entre el escultor y la Universidad o decisiones de órganos universitarios sobre el asunto, existen algunas fuentes que confirman el encargo inicial de una estatua ecuestre representando al general Francisco Franco por la Junta de Gobierno de la Ciudad Universitaria en 1943, tras una proposición de la Comisión Permanente de la Junta Rectora en febrero de 19422. La dificultad a la hora de encontrar tales documentos no debe sorprender, pues la idea de erigir la estatua formaba parte de un proyecto más ambicioso y un proceso de toma de decisiones bastante complicado en el que también las autoridades municipales madrileñas de la inmediata posguerra tenían fuertes intereses y en el cual intervenían frecuentemente3. Se trataba de la concepción de un espacio conmemorativo de gran monumentalidad que aún sigue existiendo, en un lugar bastante crucial tanto en el sentido urbanístico4 como histórico de Madrid, un núcleo de edificación oficial de primera magnitud: la plaza de la Moncloa (anteriormente Plaza de los Mártires de Madrid), a la entrada de la Ciudad Universitaria. Fernández Delgado lo expresa de la siguiente manera: “la urbanización de esta plaza en las décadas de los cuarenta y cincuenta constituyó uno de los hitos urbanísticos de la primera etapa del nuevo regimen (…)”5. Así, la estatua ecuestre prevista fue solamente un hecho escultórico en un conjunto constituido en su mayoría por elementos monumentales, no únicamente encargados por las autoridades universitarias. En su totalidad manifestaban las características de la arquitectura oficial española de los años cuarenta. El monumento “a los Caídos por Dios y por España” de M. Herrero Palacios sirve hoy en día como pabellón de la Junta Municipal de Moncloa del Ayuntamiento de Madrid. El Ministerio del Aire del arquitecto Gutiérrez Soto6, actual cuartel del Ejército del Aire, resulta igualmente tópico por la arquitectura franquista de esta época y se construyó siguiendo un lenguaje arquitectónico que recuerda al monasterio de San Lorenzo del Escorial7. Finalmente existía el proyecto promovido en 1943 por la Junta de Gobierno de la Ciudad Universitaria, representado en su totalidad por maquetas el 12 de octubre de 1943 en el Pabellón del Gobierno situado al lado del lugar previsto para el monumento8. Se trataba de un arco de triunfo al más puro estilo clasicista9, ejecutado por los arquitectos Modesto López Otero y Pascual Bravo y los escultores Ramón Arregui, José Ortells y Moisés Huertas10. Fue dedicado, a la vez, a la victoria del bando nacional en la Guerra Civil y a la reconstrucción de la comple- Gustavo Gili, 1977, pág. 179. 6. Gutiérrez Soto es considerado también el arquitecto de la plaza de la Moncloa de la posguerra. Véase C. BUSTOS MORENO (ed): La ciudad universitaria de Madrid, tomo I, Colegio Oficial de Arquitectos, Madrid, 1988, pág. 61. 7. La arquitectura del Museo del Ejército en la calle Alfonso XI de Madrid es también un buen ejemplo de la misma concepción mimética del icono ejemplar de El Escorial para la propaganda “nacionalcatólica” franquista (por la relación estrechísima de este conjunto arquitectónico con los Reyes Católicos y su función abiertameniente políticoreligioso). Sirvan como ejemplo los ladrillos flamencos como material básico y una pronunciación claramente horizontal de la fachada, con cuatro torres en cada esquina del rectángulo del edificio. 8. La exposición de estas maquetas fue parte de una gran celebración propagandística en la que Franco inauguró diversos edificios universitarios, coincidiendo con el “Día de la Raza”. En ABC, 11/10/1943, pág.1, “La magna obra de la Ciudad Universitaria, orgullo y esperanza de España”; Informaciones, 11/10/1943, pág. 1, “Ciudad Universitaria de Madrid”; Informaciones, 12/10/1943, pág. 1; ABC, 13/10/1943, “El Caudillo inaugura la Ciudad Universitaria”, (10 páginas dedicadas al acto); Gaceta de la Construcción, nº 23, 16/10/1943. Las maque- 16 Franco ecuestre de José Capuz. Madrid, Nuevos Ministerios tas incluyeron la totalidad de los obras monumentales previstas para la Ciudad Universitaria, entre las que se encontraba un monumento (no ejecutado) al rey Alfonso XIII y que incluía una estatua de Fructuoso Orduna, quien en 1942 realizó también una efigie ecuestre de Franco. Véase P. CHÍAS NAVARRO: La Ciudad Universitaria de Madrid, génesis y realización, Madrid, Editorial Complutense, 1986, pág. 201; C. B USTOS M ORENO (ed.): op. cit., pág. 60. Ninguna de las maquetas se ha podido localizar, aunque sí es consultable una maqueta general de la Ciudad Universitaria en escayola policromada de 5.30 m. por 5.10 m., que se encuentra en el arco de triunfo y cuya realización corresponde al periodo de la posguerra. Véase C. BUSTOS MORENO (ed.): op. cit., Tomo I, Madrid, 1988, pág. 58. 9. O, como lo llamaba el arquitecto Gutiérrez Soto, el estilo del “periodo álgido del nacionalismo exaltado”. C. B USTOS MORENO (ed.): op. cit., pág. 63. El Franco ecuestre de Capuz: una estatua, tres De s t i n o s tamente arruinada Ciudad Universitaria, visto que justamente esta parte de la capital española había sido parte esencial del frente en el asedio de los ejércitos nacionales al Madrid republicano a lo largo de la Guerra Civil (en este caso de 1936 hasta el 28 de marzo de 1939)11. En estos hechos históricos se halla ya toda la raison d’être de la necesidad de un conjunto conmemorativo entendido por el nuevo régimen12. El Régimen, representado tanto por la Junta de Gobierno de la Ciudad Universitaria13 como por el Ayuntamiento de Madrid, promovió sus propios monumentos y aprobó los proyectos universitarios14. De conformidad con la ideología totalitaria, la “Victoria” a la que fue dedicado el arco se personificaba en un “Victor” único, el Caudillo de España, Francisco Franco –e indudablemente para ello fue concebida la idea de una estatua ecuestre representando al Generalísimo. Como escribe Bustos Moreno, “(e)l arco de triunfo en sí ya estaba cargado de significación solo por su emplazamiento, siendo tanto paso obligado para todos los que venían por la carretera de La Coruña como el marco ante el que circulaban diariamente todos los que iban a los centros de enseñanza de la Ciudad Universitaria”15; pero, cabe decir que para la aparición pública de la significación del arco, la estatua, puesta delante del arco de triunfo y con la mirada dirigida a la Ciudad Universitaria16 como una flecha imaginaria indicando el campo semántico del mismo monumento, fue un elemento de gran importancia en los planes del conjunto. Para la ejecución de esta obra se contactó con el escultor valenciano José Capuz (Valencia, 1884 - Madrid, 1964), que desde su establecimiento en Madrid en 1916 era catedrático de la Escuela de Artes y Oficios y quien ya antes se había hecho cargo de numerosas obras oficiales, agobiado como estaba por dificultades económicas17. Como ya apuntamos, no sabemos más sobre la forma de adjudicación del encargo a Capuz. Desde los croquis iniciales hasta su supuesta inauguración en el año 195618, el proyecto del arco de triunfo en su totalidad sufrió numerosas modificaciones, de manera que en 1953 la configuración del monumento apareció muy distinta a la de los primeros planes. No solo la orientación del monumento había cambiado en 1948 para adecuarse al nuevo trazado de la avenida de la Ciudad Universitaria, sino que también aparecieron en los diseños soluciones nuevas: adinteladas, vanos múltiples, plataformas y escalas, y cambió el tono triunfador de las inscripciones19. Pero el cambio sustancial respecto al proyecto originario fue la desaparición total de la estatua ecuestre, que, por deseo expreso del homenajeado, nunca ocuparía su lugar20. Ninguna fuente menciona las razones o especifica la repugnancia del general Franco hacia su efigie elaborada por José Capuz, pero con ocasión de otro Pieter Leenknegt encargo de una estatua semejante en Barcelona, a principios de la década de los sesenta, el Capitán General Pablo Mar tín Alonso parece haber advertido que el dictador “era un aficionado al arte y que no se le podía ofrecer cualquier cosa”21. Probablemente se refería al ‘incidente-Capuz’, o quizás (más sencilla y anecdóticamente) a uno de los pasatiempos preferidos de Franco –la pintura de paisajes 22 . Dejando toda especulación, lo que sí puede constatarse respecto a la estatua de Capuz es que, hasta el año 1949, en los planes urbanísticos, los croquis y las maquetas del arco de triunfo, de la plaza de la Moncloa o de la Ciudad Universitaria en su totalidad, siempre aparece alguna referencia a la presencia de la estatua ecuestre 23. Solo nos queda por añadir que, en esas ocasiones y otras semejantes, en las que siempre hubo una representación más o menos realista de un caballo y jinete, estas tenían muy poco en común con la plasmación definitiva de la estatua tal y como la hizo Capuz y que esta jamás ocuparía el lugar previsto por estas mismas representaciones a escala. Sin embargo, Fernández Delgado sugiere que la estatua fue hecha en bronce pensando en su futura colocación a los pies del arco24. Tres años más tarde volverá a aparecer la misma estatua en un contexto bien diferente. A decir verdad, el único rasgo en común con el conjunto de la Ciudad Universitaria es que, una vez más, se trata aquí de una de las obras urbanísticas de mayor escala del franquismo. Con ocasión de la inauguración de la Ciudad Universitaria en octubre de 1943, Giménez Cabellero se refirió a aquella, en frases exaltadas, como a la otra mitad del “díptico” urbanístico necesario para la capital española: 17 1. Paisaje pintado por el propio Franco 2. Franco ecuestre de José Capuz. Santander, Plaza del Generalísimo 10. J. F ERN Á NDEZ D ELGADO : op. cit., pág. 404. En relación a este último se trata de Moisés de Huerta, escultor de una estatua ecuestre del general Franco en Zaragoza, en el mismo año 1943, después de ganar un concurso escultórico entre cuyos miembros del jurado se contaba, irónicamente, José Capuz. A. L LORENTE HERNÁNDEZ: Arte e ideología del franquismo (1936-1951), Madrid, 1995, pág. 206. Por su parte, Modesto López Otero fue tambien el arquitecto director de la Ciudad Universitaria en su totalidad. R. G UERRA DE LA V EGA : Madrid 1920- 1980. Guía de arquitectura contemporánea, Madrid, 1986, pág. 17. 11. D. Á LVAREZ : Mínimo de obras a realizar en la Ciudad Universitaria para perpetuar la memoria de lo que fue en la campaña pasada, Archivo de Obras 18 El Franco ecuestre de Capuz: una estatua, tres Públicas, 469-73. En C. BUSTOS MORENO (ed.): op. cit., pág. 55. 12. “Toda la prensa tiende a hacer del De s t i n o s las obras relativas a los Nuevos Ministerios, que tenían sus orígenes en la época republicana en 1935 con el arquitecto S. Zuazo25 a la cabeza, y, más específicamente, la adición de un Ministerio de la Vivienda a este conjunto: programa de reconstrucción de la Ciudad Universitaria un arma de propaganda y exal- Todo ha sido impotente para detener la triunfal edificación de las dos instituciones tación del Régimen”, “El nuevo programa se más poderosas del país: las dos obras que harán de Madrid al fin la auténtica Capital de basaba en la idea de crear un centro univer- una España unitaria: la obra de los Ministerios y la obra de la Ciudad Universitaria. O sitario que exaltara al Nuevo Régimen. Para sea, el Puesto Central de Mando burócrata (los Ministerios unificados) y el Puesto de Mando Cultural (las unificadas Faculdades)26 ello se concibió un itinerario que reordenara, a través de edificios conmemorativos, los valores trascententales de la Ciudad Universitaria, en especial la victoria y el cambio de régimen político”. En C. BUSTOS MORENO (ed.): op. cit., págs. 55 y 60. 13. La nueva Junta de la Ciudad Universitaria, creada el 10 de febrero de 1940, fue presidida por el mismísimo Franco, con Modesto López Otero –el arquitecto del arco de triunfo– y Pedro Muguruza como directores. C. BUSTOS MORENO (ed.): op. cit., pág. 56. Además, la prensa contemporánea no deja lugar a dudas acerca de que “La Ciudad Universitaria quedara, por decisión personal del Caudillo, en parte como monumento que recuerde (…) el heroísmo de los soldados de España (…), y como complemento, para hacer más viva y constante la lección heroica de esas tierras, como sede de la Universidad de Madrid” (la cursiva es nuestra). En “Trabajo fecundo de los obreros de España en La Ciudad Universitaria”, Arriba, 1/09/1939, pág. 6. 14. En la sesión de la Comisión Permanente del Ayuntamiento de Madrid del 22 de octubre de 1948, el alcalde expuso que en la plaza de la Moncloa se iba a levantar Franco ecuestre de José Capuz. Madrid, Nuevos Ministerios Fue una decisión personal del primer ministro de la Vivienda, José Luis de Arrese, la de colocar la estatua ecuestre de Capuz, temporalmente sin destino, a la entrada del Ministerio de la Vivienda, creación del general Franco27. Una vez más, los archivos apropiados no disponen de documentos oficiales relacionados con esta decisión, lo cual no tiene que sorprender, visto el carácter bastante autónomo y aislado del mando del ministro y la relativa independencia de la idea de añadir una escultura frente a los demás proyectos en los Nuevos Ministerios, en su mayoría arquitectónicos o de infraestructura. La ausencia de cualquier indicación sobre el emplazamiento de una estatua ecuestre en los planos de los Nuevos Ministerios hasta 195728 permite concluir que la decisión de colocarla data de una fecha bastante próxima a aquella en que tuvo lugar la inauguración del edificio destinado al Ministerio y de la estatua misma, el 18 de julio de 195929. Por entonces, la estatua se encontraba situada en el centro del patio interior del Ministerio. Pocos años después fue trasladada a su emplazamiento actual en la plaza de San Juan de la Cruz, esta vez sí a la entrada del Ministerio de la Vivienda y en un lugar claramente público, ya que la plaza se sitúa al lado de la calle Ríos Rosas y el paseo de la Castellana. La inscripción en el pedestal, “AL CAUDILLO / DE ESPAÑA / CREADOR DEL / MINISTERIO DE / LA VIVIENDA”, ha desaparecido (aunque quedan rasgos de esta eliminación poco profesional en el granito del pedestal) y el insigne “Victor”, típico de tantos monumentos de la época franquista, como en ocasiones similares, ha sido también suprimido. Ninguna fuente aclara el momento de Pieter Leenknegt ambas eliminaciones. Sin embargo, todas las indicaciones van en la dirección de las llamadas “operaciones cosméticas” realizadas al principio de la época democrática, aunque no parece haber ocurrido antes de 1982, fecha de edición de La memoria impuesta: estudio y catálogo de los monumentos conmemorativos de Madrid 1939-1980 de J. Fernández Delgado, libro en el que aparece una imagen de la estatua con dichas inscripciones. Las dimensiones de la estatua son de 7,50 x 9 x 8 m. (aproximadamente)30. A través de una oferta entregada por la sociedad anónima Codina Hermanos al alcalde de Barcelona el 2 de noviembre 1962, con ocasión de la fundición de la estatua ecuestre del general Franco obra del barcelonés Josep Viladomat, es posible asegurarse de que también la estatua madrileña de Capuz de la misma tipología ecuestre fue fundida en esta empresa (sin ninguna indicación más acerca del momento) y de que su peso era de 2.654 kg31. 19 Estatua ecuestre de Mussolini de Giandomenico de Marchis un arco dedicado a Franco. Esta declaración y confirmación de los proyectos de la Junta de Gobierno de la Ciudad Universitaria fue también, en cierto modo, una decisión, porque este acto fue al mismo tiempo una anulación implícita de los proyectos del año 1939 aprobados por la Corporación Municipal, que quedaron así en el olvido. J. FERNÁNDEZ DELGADO: op. cit., pág. 407. 15. C. BUSTOS MORENO (ed.): op. cit., pág. 61. 16. La misma sugestión de dirección fue indicada también por la cuadriga de caballos de tipología clásica (griega) encima del arco. 17. F. CALVO SERRALLER (ed.): Enciclopedia del arte español del siglo XX, Análisis estilístico-iconográfico Madrid, 1991, págs. 163-164. 18. El hecho de que el acto de inaugura- Con la estatua ecuestre de José Capuz nos hallamos completamente metidos en el llamado “periodo azul”32 del arte del franquismo –es decir, el lenguaje artístico del arte oficial de la inmediata posguerra con claras intenciones propagandísticas y “de educación nacional”. Podemos, en el caso de todas las estatuas ecuestres conmemorativas, hablar incluso de un arte franquista, porque la iniciativa para su producción provenía únicamente de corporaciones oficiales, nacionales o municipales y porque casi todas de las escasas ideas promovidas por “ideólogos de arte franquista” estuvieron presentes en la tipología ecuestre de la época. Cabe observar algunas de estas categorías generales y aplicarlas a la estatua de José Capuz. Crucial en el lenguaje artístico conmemorativo del franquismo (expresándose tanto en la censura, la crítica, los concursos artísticos oficiales o la enseñanza artística como en los criterios de encargos individuales) es la aversión por la vanguardia en todas sus formas33, un elemento negativo a lo que se añaden también algunas tomas de posición positivas. La primera idea es la que podemos aglutinar bajo el denominador de “la politización del arte”, aquella de la negación de la autonomía de la obra de arte y del genio artístico. Se niega, por ejemplo, la indiferencia ética de una obra de arte, y así una estatua ecuestre tendría que evocar tanto los valores relacionados con la iconografía ción nunca tuviera lugar y que, desde entonces, el arco siempre haya estado a la espera de inauguración es una más de las curiosidades a añadir a todos los retrasos y modificaciones que sufrió. FERNÁNDEZ DELGADO: op. cit., pág. 408. 19. Donde estuvo, al lado norte del arco (frente a la Ciudad Universitaria y al lado previsto para la estatua de Franco a caballo), inicialmente: “Meritissimus hispaniae dux/ Franciscus Franco hanc scientiae/ urbem furore bellicao dirutam/ magnificentissime restauratam/ amplificavit anno MCMXLII” apareció ahora “Armis hic victricibus/ mens iugiter victura/ monumentum hoc/ DDD”; al lado sur (el lado de la plaza de la Moncloa) estaba inscrito en la versión definitiva la “lección de patriotismo y el recuerdo de la ‘cru- 20 El Franco ecuestre de Capuz: una estatua, tres zada’: “Munificentia regia condita/ ab hispanorum duce restaurata/ aedes studiorum matritensis/ florescit in conspectu Dei”. P. CHÍAS NAVARRO: op. cit., págs. 200-201 y FERNÁNDEZ DELGADO: op. cit., pág. 404. Cuando se dieron por terminadas las obras, en 1956, se añadieron, en formas circulares justamente encima del arco mismo, estas fechas al lado sur: “Anno / MCMXXVII / A / Anno / MCMLVI / (omega)” (refiriéndose la primera fecha a la fundación de la Ciudad Universitaria de Madrid, bajo la dictadura de M. Primo de Rivera.); al lado norte están las fechas con referencia a la Guerra Civil española: “Anno / MCMXXXVI / A / Anno / MCMXXXIX / (omega)” . 20. FERNÁNDEZ DELGADO: op. cit., pág. 408. 21. J. F ABRÉ , J. H UERTAS , P. B OHIGAS : Monuments de Barcelona, Barcelona, 1984, pág. 146. 22. Veáse un suplemento a la revista La actualidad española, nº. 1030, 30/97/10/1971 sobre la vida de Franco y donde encontramos una fotografía en la página 44 en que lo muestra pintando. 23 “De estos años anteriores a 1948 son: los dos primeros bocetos del Arco de Triunfo, en dos fases de los años 43 y 46; ninguna de las dos sería la definitiva, pues volvería a redactarse el proyecto en el 49”. F. CHÍAS NAVARRO: op. cit., pág. 207. La portada de un libro contemporáneo a las obras, y de tendencia fuertemente propagandística, muestra una de las maquetas que incluye un modelo a escala de una estatua Franco ecuestre de Fructuoso Orduna. Toledo, Academia de Infantería De s t i n o s tradicional aristócrata-militar del jinete clásico como los valores promovidos por el nuevo régimen. La total autonomía de la obra de arte y la Einmaligkeit del símbolo artístico es difícilmente reconciliable con la idea en sí de conmemoración, que supone una mínima comunicabilidad de ideas inequívocas sobre el conmemorado –uno de los problemas centrales del monumento conmemorativo contemporáneo. El arte fascista, en cambio, y el del régimen franquista en este caso, tiene una relación menos compleja con el monumento conmemorativo al optar por un arte no autónomo. El discurso puramente artístico se subordina a la función militante-política de imponerse por dimensiones gigantescas. Aquí podríamos referirnos a la diferencia formal per- Pieter Leenknegt 21 Estatua ecuestre de Don Quijote y Sancho Panza ecuestre. Secretaría de la Junta de la Ciudad Universitaria: La ciudad Universitaria de Madrid, Vicesecretaría de Educación Popular, Madrid, 1947. 24. J. F ERN ÁNDEZ D ELGADO : op. cit., pág. 117. 25. C. BUSTOS MORENO: op. cit., pág. 143. 26. E. G IMÉNEZ C ABALLERO : Madrid nuestro, Madrid, 1944, pág. 90. ceptible entre la estatua de Capuz en su emplazamiento de la Plaza San Juan de la Cruz y los dos monumentos inmediatamente contiguos en el espacio público, es decir, una estatua de morfología moderadamente “modernista” representando a Francisco Largo Caballero, Ministro de Trabajo y Previsión Social de 1931 hasta 193334 y un monumento parecido a Indalecio Prieto Tuero, sobre quien el texto inscrito en el conjunto de la escultura hace también suponer que fue una de las figuras clave en la fundación de los Nuevos Ministerios (Ministerios de Fomento, Trabajo y Asuntos Sociales) durante la Segunda República. Resumiendo: lo que tienen en común los tres representados (Franco, Largo Caballero, Prieto) es su estrecha relación con el edificio al que están integrados. Lo que los distingue –y que, definitivamente, pone las obras de Largo Caballero y Prieto a la sombra de la ‘todopoderosa’ presencia de la efigie del general Franco– es el colosalismo de la última frente a la relativa modestia formal de las dos primeras, la colocación de la estatua ecuestre en posición rigurosamente simétrica al elemento arquitectónico de la entrada del Ministerio de la Vivienda (resultando una dirección de mirada fuertemente impuesta desde cierta distancia) y el verticalismo de la efigie dictatorial frente al horizontalismo del lenguaje escultórico de los demócratas representados. Sin embargo, la honestidad obliga a admitir que el efecto está atenuado en cierta medida por el ambiente “idílico” de la plaza y que es incomparable al efecto supuesto del emplazamiento originariamente previsto para la estatua, que concebía un cuadro arquitectónico gigantesco con la colocación igualmente simétrica a los pies de un arco de triunfo. En segundo lugar, cabe preguntarse por los contenidos semánticos que quiere trasmitir el Régimen utilizando la iconografía ecuestre, en otras palabras, la cuestión de la “estetización del poder”. Un buen punto de partida es la constatación de que aquel tipo iconográfico es casi tan viejo como la escultura misma y que, en el mundo occidental, en la inmensa mayoría de ocasiones aparece como tema aristocráticomilitar en regímenes autoritarios para conmemorar a supuestos héroes en el terreno 27. Arrese había llegado lejos en el “desmantelamiento de la infraestructura universitaria” e incluso proponía que los edificios de la Ciudad Universitaria de Madrid fuesen ocupados por los Ministerios, como informó LÓPEZ OTERO en Arquitectura, 49, 1962, ya que el Ministro de la Vivienda creía que Madrid debía ostentar limpiamente la función de su capitalidad “sin añadirle trabajos como esos que aporta la masa estudiantil”, trasladándose la Universidad a Alcalá, donde existía “una tradición, clima y espacio” adecuados para la Enseñanza Superior. Véase C. BUSTOS MORENO: op. cit., pág. 17. 28. Archivo General de la Administración, departamento de Obras Públicas, Alcalá de Henares, Caja 33.578 (Ministerio de Obras Publicas, Gabinete Técnico de Arquitectura: Proyecto de la instalación de la Comisaría General para la ordenación urbana de Madrid y sus alrededores en los Nuevos Ministerios para su adaptación al Ministerio de la Vivienda), 33.579 (Plano de los Nuevos Ministerios, 1957). 29. ABC, 19/VII/1959. J. FERNÁNDEZ DELGADO: op. cit., pág. 117. La fecha de 22 18 de julio es bastante significativa en el contexto ideológico-propagandista franquista. Otros actos relativos a estatuas ecuestres, en otros años, van a tener lugar en esta misma fecha conmemorativa. 30. J. F ERN ÁNDEZ D ELGADO : op. cit., pág. 117. 31. Carta de la sociedad anónima Codina Hermanos del 2/11/1962 al Excmo. Sr. Alcalde de Barcelona, Ayuntamiento de Barcelona. Puede consultarse en Ayuntamiento de Barcelona, Delegación de urbanismo y obras públicas, Negociado de obras publicas, Expediente relativo a la autorización del gasto para erigir en el patio de armas del Castillo de Montjuich una estatua ecuestre del generalísimo Franco, Registro n° 5.570, Expte. n° 1943, Año 1.961. 32. El término viene de Alexandre Cirici y puede entenderse tanto como referencia al color de la Falange Española (azul oscuro), el partido que vivió su apogeo en el periodo entre 1939-1951, como paródica a la periodización de la producción artística de Picasso, con quien el régimen franquista tuvo una relación más problematica que con ningún otro artista. A. CIRICI PELLICER: op. cit. 33. Nos limitamos aquí al lenguaje artísti- co “conmemorativo”, es decir el arte franquista de la comunicación de masas en el espacio público. En otros medios, por ejemplo la ilustración, la problemática es mucho más matizada y sutil. 34. La estatua se halla al lado este del conjunto de los Nuevos Ministerios, al lado del Paseo de la Castellana. 35. C. AVERY: Florentine Renaissance Sculpture, Londres, 1982, págs. 87-88. El Franco ecuestre de Capuz: una estatua, tres De s t i n o s militar o político: en este sentido, el ejemplo de la estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio en Roma o de los Condottieri del Renacimiento italiano son emblemáticos (y, por ejemplo, una estatua ecuestre del pintor Velázquez no lo es). Cuando el régimen español surgido de la Guerra Civil usa esa tipología, es una indicación más de que el espejo en el que los ideólogos franquistas se miran es un sueño “imperial”. Más precisamente, el modelo será el Imperio Romano, que comparte las raíces mediterráneas –el famoso motivo “Roma madre”– o el imperio de los Reyes Católicos. La simple utilización de la iconografía imperial ecuestre implica ya la principal ventaja de la propaganda eficaz: la capacidad de servirse de referencias vagas y ambiguas y de no verse obligado a explicitar el carácter problemático de la idea abstracta de “Imperio” franquista. Por ejemplo, respecto a las ambiciones territoriales “imperialistas”, ¿qué significaría ese imperio respecto al territorio de la República española anterior a la Guerra Civil? Específicamente española es, sin embargo, la presencia, no solo de una larga tradición de iconografía histórico-militar ecuestre, sino también de los llamados santosguerreros, como el Santiago Matamoros o el San Fernando, o incluso de figuras literarias preferentemente ecuestres, como Don Quijote. Si el último modelo quizás no es el preferible para un soberano, la extraña mezcla de lo militar y lo religioso, contenido en el tipo del santo-guerrero o del monje-soldado, sí convenía a un régimen franquista que denominaba a una sangriente guerra civil “Cruzada contra los rojos” y que encontró, en esta lucha y en su perpetuación como movimiento “nacionalcatolicista”, un socio poderoso en la Iglesia española. Al lado de estas referencias generales y contextuales, encontramos algunos detalles concretos interesantes en la estatua ecuestra de Capuz: el general Franco lleva un traje de capitán general, ornado tanto por la insignia de F.E.T. y de las J.O.N.S. como la Cruz laureada de San Fernando (símbolo de clara significación militar-religiosa). El bastón de mando en su mano derecha, símbolo del poder temporal, recuerda sobre todo la imagen de un predecesor en la tradición ecuestre del Renacimiento italiano: la estatua representando al militar Gattamelata por Donatello, de 144335. En el ámbito de la “estética franquista”36 las palabras clave “tradición” y “tradicionalista” implican también una indicación estilística para los artistas franquistas. Puede pensarse en la tradición clásica que garantizaba en España una cierta continuidad hasta finales del siglo XIX, e incluso principios del siglo XX, con corrientes desde neoclásicas hasta academicismos esclerotizados y, a pesar de las influencias del nuevo clasicismo de Bartholomé o de Clará atribuidas a la obra de Capuz, me temo que es con la ayuda de estos adjetivos como tenemos que interpretar el contrapposto amanerado en su estatua ecuestre de Franco. También en un sentido “realista” se podía entender el recurso a la tradición, con la confesada adoración de los críticos falangistas tradicionalistas del “periodo azul” por Velázquez, como emblemática del clima artístico. Las influencias de un Meunier Pieter Leenknegt sobre Capuz pueden ser mencionadas, más todavía en la estatua que aquí nos ocupa, aunque también cabe mencionar que el grado de realismo en las estatuas ecuestres presentando a Francisco Franco es mucho mayor de lo que podría deducirse por analogía con otras representaciones del mismo dictador o con representaciones ecuestres de otros dictadores en regímenes de tendencias similares37. Una tendencia estética muy influyente, abundantemente citada y propagada por la prensa de la “estética franquista” y que no dirigió a los artistas en el sentido del realismo, la tradición clásica, fue la defensa de una rehumanización del arte por parte de Ortega y Gasset, frente a la “deshumanización del arte” que el pensador veía en las corrientes artísticas de la vanguardia. Sin embargo, el impacto de esta corriente ético-filosófica sobre el arte oficial del Estado español de posguerra resultó siempre un poco ambigua: este arte combatió contundentemente toda tendencia a la abstracción (basta comparar la estatua de Sant Jordi por el escultor barcelonés Llimona, de 1924 con cualquiera de las estatuas ecuestres del general Franco38), pero, a la vez, fue influido por tendencias ideológicas que, tanto que en el ámbito político como en el artístico, defendieron una “despersonalización”, sea por la defensa del artista que pierde parte de su autonomía para “ponerse al servicio de la comunidad”, sea por la glorificación del Estado, emanado del Jefe del Estado (y única persona viva representada en los monumentos conmemorativos como los estatuas ecuestres), en detrimento del individuo. Santander, Plaza del Generalísimo Durante el Pleno ordinario de 5 de marzo de 1964, el Ayuntamiento de Santander decidió “erigir una estatua ecuestre de S. E. el Jefe del Estado en la Plaza del Generalísimo”39. Enumeramos y analizamos los datos más importantes del documento muy detallado que contiene este encargo municipal, del que se puede deducir gran cantidad de datos, relacionados no solo con la estatua ecuestre de Santander, sino también con aquella que fue erigida en Valencia. El epicentro de la toma de decisiones en este caso está situado claramente en la Alcaldía, y no en el Ayuntamiento de Santander: el documento mismo atestigua la notificación oficial de todas las informaciones recuperadas por la Alcaldía al Ayun- 23 Esbozo de estatua ecuestre de Viladomat 36. Cabe interpretarla como una estética muy limitada al arte oficial del régimen franquista distinguiendo el periodo determinado de la inmediata posguerra. 37. La panza se pronuncia casi siempre de forma bastante realista, comparándolo con fotografías que lo muestran a Franco a caballo; los signos de la vejez del generalísimo no se esconden de manera absoluta: así se puede distinguir, por ejemplo, una efigie del general hecha en los años cuarenta (de Fructuoso Orduna o Moisés de Huerta) con una de principios de los años sesenta (de Josep Viladomat). Todo ello, sin embargo, no significa que los escultores –excepto escasos privilegiados como Benlliure– pudieran trabajar con el modelo natural. Véase Á. LLORENTE HERNÁNDEZ: op. cit., pág. 203. 38. La que más tiende a la abstracción es la realizada por Moisés de Huerta para Zaragoza en 1943 y que, como ya mencionamos, fue elegida mediante concurso por un jurado del que formaba parte José Capuz. 39. “De erigir una estatua ecuestre de S. E. el Jefe del Estado en la Plaza del Generalísimo”. 59.- El Ilmo. Sr. Alcalde - Presidente da cuenta de las gestiones realizadas por él mismo, en virtud de los facultades que, por acuerdo, tiene conferidas, a fin de erigir una estatua ecuestre de S.E. el Jefe del Estado en la Plaza del Generalísimo y en los jardines recientemente construidos, habiendo recibido presupuestos de los señores Avalos y Ferreira, comprometiéndose el primero a ejecutarlo en un plazo no infe- 24 Franco ecuestre de José Capuz. Santander, Plaza del Generalísimo rior a 12 meses ni superior a 15, en el precio de 1.680.000,00 pesetas, el segundo en un plazo aproximado de un año, por una cuantía de 875.000,00 pesetas. Sigue manifestando que habiéndose enterado posteriormente que el Ayuntamiento de Valencia, que concibió la misma idea mucho después que éste de Santander, había llevado a feliz término el proyecto a base de reproducir la estatua ecuestre del Caudillo que existe en el Ministerio de la Vivienda, de la que es el autor el escultor valenciano D. José Capuz, el cual había percibido de aquel Ayuntamiento, por sus derechos, la cantidad de 75.000, 00 pesetas, habiéndose puesto en contacto con citado señor, solicitando de él autorice a esta El Franco ecuestre de Capuz: una estatua, tres De s t i n o s tamiento y la decisión final, formal y crucial para erigir la estatua en el emplazamiento previsto en Santander que tiene que tomar el Pleno, si bien la iniciativa proviene del Alcalde en persona, lo que no es excepcional en el ámbito de estatuas ecuestres erigidas por corporaciones municipales40. Se deduce que la decision más importante pendiente en el informe es la opción de emplazar una reproducción de una estatua ya existente (la de Capuz), en vez de encargar la creación de una nueva escultura por uno de los dos artistas, Ávalos o Ferreira. La urgencia con la cual se necesita erigir la estatua –la entrega de la estatua ya montada está comprometida por el fundidor para el primero de julio del mismo año, es decir, apenas cuatro meses depués del Pleno ordinario del que conservamos los documentos– hace más viable una fundición que el proceso de creación de una obra nueva. Además, la solución presentada es más interesante desde el punto de vista económico: el total de los gastos de los derechos de reproducción de la obra, la fundición, el bronce y el transporte, incluyendo montaje en su emplazamiento, no sobrepasa la cantidad de 585.000 pesetas, mientras que los presupuestos de Ávalos y Ferreira ascendían a 1.680.000 y 875.000 pesetas respectivamente, sumas que además no incluían ningún gasto relacionado con la fundición. Sorprende, sin embargo, la diferencia imputada por la Sociedad Anónima Codina Hermanos por la fundición de la estatua ecuestre barcelonesa de Franco, realizada por Viladomat, el año anterior (350.000 pesetas), de un lado, y, por otro, la reproducción en bronce de la estatua de Capuz (485.000 pesetas)41. La especificación de los gastos nos impide concluir si la diferencia se debe a la maza diferente del bronce, a la dificultad en el proceso de fundición, a los gastos de transporte (aunque, no parece lógico ya que debiera indicar una diferencia favorable a Santander, por hallarse esta mucho más cercana a la empresa fundidora de Madrid que Barcelona), o a algún otro concepto no especificado. Otro inconveniente añadido fue que el Ayuntamiento de Santader no pudo beneficiarse del descuento de los derechos de reproducción de los que se benefició Valencia por ser la ciudad natal de José Capuz. La preferencia por una reproducción de la obra de Capuz (se hace referencia explícita al ministerio de la Vivienda en Madrid42) parece haber sido reforzada por el “feliz término” con el que concluyó el proyecto de reproducción de la estatua original para Valencia. Pieter Leenknegt Las siguientes noticias de la estatua que encontramos en el libro de actas del Ayuntamiento son inmediatamente posteriores a la inauguración de la misma, es decir a las actas del pleno ordinario de 8 de agosto de 1964: 25 Corporación municipal para reproducir su obra, a lo cual ha accedido, pero en la cantidad de 100.000,00 pesetas, ya que la diferencia en menos cobrada al Ayuntamiento de Valencia Erección de la Estatua del Caudillo en la Plaza del Generalísimo. obedece a una atención dispensada a su ciu- 178.- Se dio cuenta de un escrito-circular del Excmo. Señor Jefe Provincial del Movi- dad natal. También da cuenta de los gestiones miento-Gobernador Civil, expresando su satisfacción por la brillantez de los actos del día realizados cerca de la Fundición “Codina Her- 24 del pasado mes de Julio, con ocasión de la inauguración de la estatua erigida al Cau- manos” S.A., que es la misma que ejecutó la dillo en nuestra Ciudad, y enviando su más cordial felicitación, con el ruego de que la estatua en bronce para Valencia, comprome- Alcaldía la haga extensiva a la Corporación; habiéndose tenido conocimiento de dicho tiéndose a hacerla para Santander en el mismo escrito-circular la C.M.P. en sesión de 5 de los corrientes, que acordó elevarle al Excmo. precio de 485.000,00 pesetas, colocada ya Ayuntamiento Pleno, con propuesta de la Alcaldía para que se exprese al Excmo. Señor sobre pedestal, comprometiéndose a entregarla Jefe Provincial del Movimiento –Gobernador Civil, el agradecimiento corporativo por su ya montada para el día 1° de Julio próximo. El deferencia; el Pleno, por unanimidad, ratificó en sus propios términos el acuerdo antes citado.43 Excmo. Ayuntamiento Pleno, por unanimidad, acordó prestar su conformidad a las gestiones realizadas por la Alcaldía, y en su consecuencia, El elemento que resulta un poco sorprendente (el único hecho realmente nuevo en este texto protocolario) es la fecha misma de la inauguración –el 24 de julio, una semana después del 18 de julio, fecha tradicionalmente apropiada para acontecimientos festivos semejantes. Ninguna fuente oficial ni el reportaje en el diario local falangista Alerta de 25 julio sobre la inauguración del día anterior dan fe de ningún tipo de retraso, si bien menciona el diario la significación conmemorativa del año 1964, año de celebración de los “25 años de paz”. También añade el texto grabado en la piedra del monumento una frase de Franco: “Del fuego de la ciudad de Santander salió la nueva y bella capital de la Montaña”44. El texto hace referencia a un “telegrama del alcalde a la casa civil del Caudillo”45; más prudente fue la ausencia del homenajeado mismo en el acto solemne de la inauguración, aunque tampoco se da cuenta, en ningu- aceptar la propuesta del escultor don José Capuz, fijando en 100.000,00 pesetas sus derechos de autor de la estatua, y encargar la fundición de la misma a “Codina Hermanos” S.A., en las condiciones señaladas, por esta casa, es decir, y por una cuantía total de 485.000,00 pesetas, libre de cargas, gravámenes o descuentos, con el siguiente detalle: Fundición en bronce Vaciado y moldes 450.000,00 pts. 15.000,00 pts. Acarreo, portes y montajes en su emplazamiento definitivo 20.000,00 pts. Total 485.000,00pts. La partida de montaje y portes comprende el traslado de la estatua a Santander, así como los gastos de colocación de su emplazamiento, debiendo facilitar el Ayuntamiento el castillete o andamiaje preciso, así como la grúa necesaria para la elevación de la estatua, corriendo 1. y 2. Franco ecuestre de José Capuz. Santander, Plaza del Generalísimo 26 también de cuenta del Ayuntamiento la construcción del pedestal, cuyas obras realizará por administración. Las condiciones de pago, igual que las convenidas con el Ayuntamiento de Valencia, serán las siguientes: tres plazos iguales, el primero al comenzar los trabajos; el segundo al tener las ceras hechas, y el tercero a la entrega de la obra terminada. En cuyo estado, siendo las veintiuna horas y treinta minutos, y después de advertir el suscrito la obligación que tienen todos los señores Concejales asistentes a sesión, de firmar el acta una vez transcrita al libro oficial, S.S.I. ordenó se levantara la sesión, de todo lo que, como del contenido de la presentada, yo el Secretario, certifico. (Firmas)”: (Excmo.) Ayuntamiento de Santander, Libro de actas no. 24, excmo. Ayuntamiento pleno, empieza sesión de 18 octubre 1961, termina id. de 2 abril 1964, Recaudación Municipal, 2372, 297-298. 40. Algunos años antes, el alcalde de Barcelona, Porcioles, concibió la idea de dedicar alguna estatua ecuestre al Jefe del Estado español. Véase J. FABRÉ, J. HUERTAS y P. BOHIGAS: op. cit., pág. 146 y J. SUBIRACHS I BURGAYA: L’escultura conmemorativa a Barcelona, Barcelona, Amelia Romero editora 1989, pág. 47. 41. Carta de 10/11/1962 de la s.a. Codina Hermanos al Sr. D. Alcalde de Barcelona, Ayuntamiento de Barcelona. Ayuntamiento de Barcelona, Delegación de urbanismo y obras públicas, Negociado de obras publicas, Expediente relativo a la autorización del gasto para erigir en el patio de armas del Castillo de Montjuic una estatua ecuestre del generalísimo Franco, Registro n° 5.570, Expte. n° 1943, Año 1961. El Franco ecuestre de Capuz: una estatua, tres De s t i n o s na fuente santanderina, de la actitud del generalísimo frente a su efigie elaborada por Capuz, en Madrid… Fuentes fotográficas del año 1963 muestran amplias obras de urbanización en la Plaza del Generalísimo, donde iba a colocarse la estatua de Franco, un grabado del mismo año indica obras de derribo de un edificio llamado El Sepi para la construcción de la misma plaza y otras actividades constructoras al conjunto del Palacio Consistorial (el Ayuntamiento actual)46. Quizás toda esta actividad pudiera explicar el retraso que impidió una inauguración más temprana. No hay noticias de acontecimientos alrededor de la estatua ecuestre con ocasión de la visita oficial del Jefe de Estado en 1968 a la ciudad de Santander47. Pero la etapa más sorprendente en la historia de la estatua fue la de los primeros años de la democracia, “los años críticos” para la iconografia franquista en general: en 1981, la estatua fue temporalmente quitada por razones de la remodelación de la plaza para construir un aparcamiento subterráneo. Al final de este remodelación, la estatua volvió a ocupar su emplazamiento originario (con apenas un metro de desplazamiento). El pedestal, ahora en un mármol blanco-rojizo, no conserva el texto inicial descrito con ocasión de la inauguración, pero el resultado actual está lejos de ser más neutral respecto a la simbología franquista: al lado sur está grabado el insigne “Victor” (desaparecido en el estado actual de la estatua en Madrid, como vimos anteriormente) con la adición de la dedicatoria “SANTANDER/ A / FRANCISCO FRANCO / CAUDILLO DE ESPAÑA / MCMLXIV”. Al lado de este se halla el texto integral del “último mensaje a los españoles” del propio general Franco, de 1975, que concluye con los gritos falangistas “¡Arriba España!” y “¡Viva España!”48. La plaza ha conservado hasta la fecha su nombre de “Plaza del Generalísimo”, una situación bastante peculiar para una ciudad española de tamaño medio49. Valencia: Plaza del Caudillo - Capitanía General La historia de la copia encargada por el Ayuntamiento de Valencia presenta un estrecho paralelismo con la de Santander, aunque su destino definitivo fue bastante diferente. Ninguna fuente en los Archivos Municipales da indicaciones sobre el proceso de toma de decisiones, seguramente porque la iniciativa para la erección de tal monumento, aquí también, vendría directamente de la Alcaldía, lo que explicaría la ausencia total de datos en los Índices de acuerdos de los plenos consistoriales en la materia de monumentos o cultura en general50. Ni siquiera los Índices de monumentos de la ciudad de Valencia en las mismas décadas, que suelen indicar anualmente los monumentos y obras de arte obtenidos por la ciudad, aclaran este “misterio”: la única noticia semejante en los años cincuenta y sesenta en este ámbito la ofrece el Índice de monumentos de 1956: concierne al monumento nº 40, un “Busto del generalísimo” por un escultor finlandés51. Esta deficiencia, sin embargo, es compensada por la información que ofrecen los documentos ya tratados del Archivo municipal de Santander (vide supra) y por fuen- Pieter Leenknegt 27 Franco ecuestre de José Capuz. Valencia, Plaza del Ayuntamiento 42. Ninguna fuente permite concluir si en este momento, 5 de Marzo de 1964, el ejemplar orginial de la estatua ya fue trasladado a la Plaza San Juan de la Cruz. La fórmula “que existe en el Ministerio de la Vivienda” en el acta del Pleno Ordinario de Santander no parece lo suficientemente precisa para concluir que todavía estuviera dentro del Ministerio, es decir en el patio, y no en la plaza exterior al recinto. 43. (Excmo.) Ayuntamiento de Santander, Libro de actas nº. 25, excmo. Ayuntamiento pleno, actas plenos de 12 abril 1964 - 7 julio 1966, Recaudación Municipal, 2373, 29-30. 44. “Un inmenso gentío en el des- tes literarias del mismo periodo. Por los primeros sabemos el precio cobrado por José Capuz a su ciudad natal, el modo de pago de la fundición (copiado por el Ayuntamiento de Santander), que la fundición fue ejecutada por la empresa madrileña Sociedad Anónima Codina Hermanos, y la casi simultaneidad de los dos proyectos. Las segundas fuentes confirman la fecha de la inauguración, situándose en el mismo año que la del ejemplar santanderino –el 1 de abril de 196452– y nos dan algunas informaciones más sobre las festividades de la conmemoración de los ‘XXV años de Paz’ en que tuvo lugar el acto solemne de la inauguración. También se indica la inscripción en la lápida del monumento: “A / FRANCISCO FRANCO / CAUDILLO DE ESPAÑA / VALENCIA / AGRADECIDA / POR / SUS XXV AÑOS DE FECUNDA / PAZ”53. La retirada de la misma estatua la madrugada del 10 de septiembre de 1983 fue menos sencilla. Tiene que tomarse en consideración que esta fue solo la ejecución de un acuerdo municipal adoptado por unanimidad en… marzo de 1979 que, en términos muy claros, defendió la idea de que en la época democrática no había lugar para símbolos del régimen no democrático del pasado: cubrimiento de la estatua ecuestre del Caudillo”, Alerta. Santander y su provincia, 25/7/1964, pág. 1. 45. “Impresionante acto de adhesión al Caudillo en la ceremonia de descubrimiento de su estatua ecuestre”, Alerta. Santander y su provincia, 25/7/1964, pág. 3. 46. Excmo. Ayuntamiento, Santander, Historia gráfica de la ciudad, Santander, 1984, pág. 98. Una foto también en el año 1964, en la página 124, muestra la Plaza incluyendo la estatua en su emplazamiento. 47. (Excmo.) Ayuntamiento de Santander, Libro de actas nº. 26, excmo. Ayuntamiento pleno, actas plenos de 7 Superada la etapa no democrática resulta procedente la retirada de los signos y sím- julio de 1966 - 2 octubre 1969, Recauda- bolos que la representan, ya que su mantenimiento en bienes de usar público (…) sólo ción Municipal, 2374, 2O9-210: “con motivo 28 El Franco ecuestre de Capuz: una estatua, tres De s t i n o s de la próxima visita del Caudillo de España a puede servir para mantener viva la división entre los españoles, que impuso el régimen Santander, se acuerda testimonio de nuestra que representa. (…) Que sea retirada de la Plaza del País Valenciano el conjunto escul- adhesión y ofrecerle nuestra Casa simboli- tural con la estatua ecuestre de Francisco Franco y sea depósito en la dependencia municipal que se considere más conveniente.54 zándolo en la entrega al mismo de la Llave de Oro de la Ciudad”, Excmo. Ayuntamiento, Santander, Historia gráfica de la ciudad, Santander, 1984, pág. 157. 48. El texto integral fue publicado varias veces. Véase, por ejemplo, A. PALOMINO: Caudillo, Barcelona, Planeta, 1993, págs. 388-389. 49. No estamos ante un singular ejemplo de persistencia de símbolos del régimen franquista en las calles de Santander: el callejero confirma la existencia de una calle del Alcázar de Toledo, una avenida de Calvo Sotelo, una calle de la División Azul, calles dedicadas a los generales Mola y Dávila y a la Falange Española, una avenida Luis Carrero Blanco y una plaza de José Antonio. Ayuntamiento de Santander, Plano. Guía. 50. (Excmo.) Ayuntamiento de Valencia, Indice de acuerdos, vol. 1950-1964. 51. El Canciller del Vice-Consulado de Finlandia ofrece la colocación de un busto del Generalísimo Franco, obra del escultor finlandés Kalervo Kallio: (Excmo.) Ayuntamiento de Valencia, Índice de monumentos, vol. 1956, 1964. 52. V. CORELLA: Cien años de historia gráfica de Valencia, Valencia, Caja de Ahorros de Valencia, 1979, pág. 275. 53. Excmo. Ayuntamiento de Valencia, Boletín de información muni- Franco ecuestre de José Capuz. Santander, Plaza del Generalísimo Se había esperado cuatro años y medio, ya que los tres intentos anteriores de retirar la estatua de Franco fueron suspendidos en los últimos instantes por intervención directa del gobierno. Como ejemplo del malestar general acerca de la persistencia de la estatua, un lector del periódico El País55 durante los primeros años de la democracia escribió una “carta al director” para quejarse del hecho de que, después de unos trabajos en la Plaza del Ayuntamiento durante los cuales la estatua fue retirada temporalmente (la situación “santanderina”), el alcalde había mandado colocar allí de nuevo la estatua. Cuando finalmente fue retirada la estatua (¡y todavía no el pedestal!), la operación, aprovechando la nocturnidad y la sorpresa, tuvo mucho de una improvisación total, incluyendo obreros con los rostros cubiertos para no ser reconocidos por los espectadores. Durante la retirada, tendría que romperse la estatua en dos partes para facilitar el transporte o como dijo el alcalde: “No se ha roto; se ha separado por razones estructurales”56. Solo una selección de los títulos de artículos en el diario local Las Provincias durante ocho días sucesivos ya daría una idea del clima caótico con respecto a la operación: 9/9 “Diez horas costó retirar la estatua de Franco / Grupos de la extrema derecha provocaron incidentes Pieter Leenknegt 29 / Contrató a unos parados y una grúa forestal para realizar la operación / Incidentes y enfrentamientos entre manifestantes de diversas ideologías / La estatua de Capuz se rompió al caer al camión”; 10/9: “El alcalde no compareció en la rueda de prensa / La estatua en el antiguo mercado de abastos / Queja de la Fundación Francisco Franco”; 11/9: “La estatua de Franco será restaurada e irá a un museo de historia militar/ La estatua de Franco será restaurada/ Los restos de la estatua de Bolívar, sin retirar todo el día / Sigue la desorientación en los medios municipales / En la plaza del Lapsus”; 13/9: “El gobernador investiga la actuación policial durante la retirada de la estatua de Franco / El alcalde explica la operación de retirada de la estatua de Franco”; 14/9: “Por “incapacidad e irresponsabilidad” en la retirada de la estatua de Franco / El grupo popular pide la dimisión de Pérez Casado”; 15/9: “AP prepara una ley sobre denominación de calles y erección de monumentos”; 16/9: “AP apoya primero al alcalde y luego aclara que quiere investigaciones / Martín Quirós: “Nos ha metido un gol” / Lerma: “Hubiera quitado la estatua a plena luz del día” 17/9: “Anoche, en el centro de la ciudad / Los ultraderechistas provocaron diversos incidentes / Y ahora el pedestal”; 18/9: “Retirado el pedestal de la estatua de Franco / La retirada del pedestal y jardín apenas ocupó cinco horas”57. Un artículo en el mismo periódico en el 28 de marzo de 1999 recapitula todos los acontecimientos y confirma el destino actual de la estatua “restaurada”: el interior de la Capitanía General del Ejército58. De esta manera, la estatua ecuestre que representa al general Franco por José Capuz en Valencia es la única de las tres que tuvo la “mala suerte” de obtener el estigma de símbolo “mal amado” de una etapa anterior muy distinta: ya no es una escultura conmemorativa pública, una suerte de la que pueden disfrutar los (iguales) Francos a caballo en los Nuevos Ministerios de Madrid (aunque su destino pudiese haber sido aún mas “glorioso”) y, sobre todo, el ejemplar de Santander, siempre tratado con mucha afección por las autoridades locales ❍ cipal, 42, segundo cautrimestre 1964, pág. 86; Las Provincias, 1/4/1964, págs. 1-4. 54. (Excmo.) Ayuntamiento de Valencia, Negociado E°2, Acción cultural: El Ilmo. Sr. D. Pedro Zamorra propone sea retirada la estatua de Francisco Franco de la Plaza del País Valenciano, num. 4/80 del Historial. 55. A LBERTO B AHAMONDE : “Carta al director”, El País. 56. “El alcalde no compareció en la rueda de prensa”, Las Provincias, 10/9/1983, pág. 16. 57. Las Provincias, 9/9, 10/9, 11/9, 13/9, 14/9, 15/9, 16/9, 17/9, 18/9. 58. ‘La retirada de la estatua ecuestre de Franco fue una chapuza, aprovechando la nocturnidad y la sorpresa”, Las Provincias, 37. The equestrian statues of Franco made during his Franco on horseback by Capuz: One statue, three destinies abstract Sumario dictatorship (1939-1975) give us an outstanding example of “political art.” This article studies the aesthetic and ideological attributes of the statue made by José Capuz and chronicles the history of the original statue and the two copies made for the cities of Valencia and Santander. Also considered is the public and political importance of the statues revealed by changes in where the statues were placed, and whether or not the statues were preserved after the dictatorship ended. Siguiente Franco y Carrero Blanco frente al reactor nuclear del centro Juan Vigón VICENTE J. BENET E El trabajador: figura del arte totalitario n uno de los textos fundamentales para entender el periodo entre las dos guerras mundiales, Ernst Jünger consigue condensar en una “figura” (Gestalt) la totalidad de los cambios que definen un mundo en crisis del que pretende ser cronista. Esa figura no es otra que el “trabajador” (der Arbeiter), el elemento dominante de una nueva cultura que está abocada a superar el fracasado modelo burgués e ilustrado para redimir así las cenizas del mundo aristocrático y guerrero definitivamente perdido. O quizá no, porque respondiendo al espíritu de su tiempo, el propio Adolf Hitler manifestaba que “en el futuro solo habrá una nobleza, la nobleza del trabajo.”1 Para Jünger se trata, por lo tanto, de un momento histórico culminante en el que la sociedad se asentará sobre un nuevo tipo de hombre o, mejor dicho, sobre su elaboración alegórica como compendio de virtudes transformadoras de la naturaleza y de la historia a través de la industrialización. Esa dimensión alegórica acaba por mitificarse precisamente porque ese trabajador no es un sujeto histórico (como podría ocurrir en el sentido marxista), ni mucho menos un referente ideológico representante de una clase social. Se trata, como dice Jünger desde el mismo título de su ensayo, de una “figura” y a la vez de una “magnitud” que acapara una visión simbólica de la “totalidad” de un nuevo tiempo histórico, de una nueva sociedad y, por supuesto, de un nuevo tipo de poder: Franco, NO-DO y las conquistas del trabajo 1. Referencia sacada de una cita de WILHELM LOTZ presente en el artículo de ANSON RABINBACH: “L’Esthétique de la production sous le III Reich” en La superficie de la Tierra se encuentra recubierta de cascotes de imágenes que han L ION M URARD y P ATRICK Z YLBERMAN sido derribadas. Estamos asistiendo al espectáculo de un hundimiento que no admite (eds.): Recherches 32/33. Le soldat du otro parangón que el de las catástrofes geológicas. Sería perder el tiempo el compartir el travail, París, CERFI, Septiembre pesimismo de los destruidos o el optimismo superficial de los destructores. En un espacio de 1978, pág. 147. del que ha quedado barrido hasta los últimos confines todo dominio real y efectivo, la vo- 2. ERNST JÜNGER: El trabajador. Domi- luntad de poder se halla atomizada. Sin embargo, la edad de las masas y de las fábricas nio y figura, Barcelona, Tusquets, representa la fragua gigantesca de un imperium que está surgiendo. Vistos desde él, todos los hundimientos aparecen como algo querido, como una preparación.2 1990, pág. 79 (título original Der Arbeiter. Herrschaft und Gestalt, 1932) 32 Franco, NO-DO y las conquistas del Tr a b a j o Franco de visita en una factoría siderúrgica en Asturias 3. Para una introducción a esta relación puede consultarse mi texto: “Visiones de masas en el cine de A los ojos de Jünger la figura del trabajador es prácticamente una prolongación de la del soldado. Ya dos años antes, en su no menos fundamental concepto de “movilización total”, había sentado las bases de esta correspondencia mediante la relación del dinamismo de la guerra con el del trabajo, concebidos ambos como parte de un mismo proceso: “[en la fase final de la Gran Guerra…] no se efectúa ningún movimiento –ni siquiera el de la trabajadora doméstica en su máquina de coser– que no encierre una aportación bélica al menos indirecta.” La conexión entre los dos niveles adopta una definición particularmente poderosa desde el punto de vista alegórico. Ante todo se trata de un concepto elaborado desde la noción de “energía”, uno de los referentes esenciales para entender la representación de la idea de las masas en la cultura de entreguerras.3 Pero se trata de dibujar un espacio en donde se mezclan y entrecruzan, de manera indiferente (diría que casi postmoderna) lo orgánico y lo tecnológico, es decir, una hibridación en la que se articulan sin violencia el cuerpo humano (venas, tuétano, nervios…) y las máquinas (la red de corriente o el cuadro distribuidor de energía): entreguerras” en Archivos de la Filmoteca, nº 33, Octubre de 1999, págs. 106-124. Para desplegar energías de tal envergadura ya no es suficiente con equipar el brazo armado –se requieren unos equipamientos que lleguen hasta el tuétano más íntimo, has- 4. E RNST J ÜNGER : Sobre el dolor, ta el nervio vital más fino. Hacer realidad esos equipamientos es la tarea de la moviliza- seguido de La movilización total y ción total (die totale Mobilmachung), un acto mediante el cual una única maniobra eje- Fuego y movimiento, Barcelona, cutada en el cuadro de distribución de la energía conecta la red de la corriente de la vida Tusquets, 1995, págs. 97-98. (Die moderna –una red dotada de amplias ramificaciones y de múltiples venas– a la gran corriente de la energía bélica4. totale Mobilmachung, 1930) Vicente J. Benet En el fondo de este proceso de reelaboración de la figura del trabajador en el pensamiento de entreguerras se busca un nuevo planteamiento de su ubicación social mediante la supresión de la concepción dinámica de la historia basada en el conflicto, un paradigma asumido desde la tradición hegeliana y marxista. La figura del trabajador como fenómeno del presente, como sujeto ahistórico y con una dimensión no social, sino casi telúrica (una fuerza o una magnitud totalizadora, como dice Jünger) y mitificada como base de la nueva sociedad será sistemáticamente construida por el pensamiento vinculado a las ideologías totalitarias. Consecuentemente, las formulaciones teóricas que la sostienen acabarán por encontrar una inevitable proyección en las manifestaciones artísticas del periodo, desde el cine a la cartelística, la fotografía o la pintura, siguiendo una línea conceptual y discursiva que incidirá en esa mitificación de la “figura” del trabajador. Si algunas de las ideas de Jünger tienen una influencia inmediata en la concepción simbólica del trabajador en la Alemania nazi, podemos encontrar estrategias semejantes en el resto de regímenes totalitarios incluida la Unión Soviética de Stalin. Todos convergen en este proceso de fosilización de la figura del trabajador en relación con lo que había sido su construcción imaginaria histórica, que hunde sus raíces en el pensamiento revolucionario del siglo XIX. Por estos motivos, el trabajador (al igual que su cara más sublime: el soldado, y su variación puramente energética: el atleta) adquiere para las manifestaciones artísticas del arte y la propaganda totalitarios un papel esencial. Desde Hitler a Stalin, Mussolini o Franco, la incorporación de una iconografía del trabajo que acompañe los símbolos militares y políticos se convierte en un elemento recurrente. En general, el objetivo consiste en traducir en formas políticamente eficaces una imagen que ha adquirido resonancias míticas, por lo que se le representa idealizado, con rasgos y proporciones hercúleas y con una dimensión escultórica de referentes clásicos. Josef Thorak (o Leni Riefenstahl) en Alemania, Vera Mujina en la Unión Soviética o Enrico del Debbio en Italia son algunos de los artistas que asientan este tipo de iconografía en la que el cuerpo humano se convierte en el mejor campo de simbolización de la energía. La figura del guerrero, del atleta o del trabajador adoptan formas de torsos y músculos rotundos que, en cierto modo, suponen una fusión de la coraza clásica romana con la piel humana.5 Estas convenciones llegan, por supuesto, a la propaganda inspirada en las formas estalinistas que impregnan la retórica cartelística de la España republicana durante la guerra civil, pero también se encuentra perfectamente asumido por el otro bando, es decir, por la propaganda franquista. En la figura 1 podemos observar esta visión monumental del trabajador en el póster anónimo ¡¡Franco!!, de 1939, que se conserva en la Biblioteca Nacional. La representación convencional del obrero y del campesino nos sitúa ante dos hombres maduros, de rasgos firmes, mirada serena y emoción contenida, cuyas manos se estrechan en el centro geométrico del cartel. Situando al observador en un punto de vista más bajo (en un contrapicado), se resalta la monumentalidad y solidez de las figuras que se recor- 33 5. B ERND N ICOLAI : “L’escultura tectònica. L’escultura política i autònoma a Alemanya” en VV. AA. Art i Poder. L’Europa dels dictadors 1930-1945, Barcelona, Catálogo de la exposición del Centre de Cultura Contemporània, 1996, pág. 336. 34 Franco, NO-DO y las conquistas del Tr a b a j o ¡¡Franco!! (anónimo, 1939) (Fig.1) tan sobre un fondo abstracto. Debido a la concepción cromática, ese mismo fondo parece sugerir, con un amarillo de base anaranjada, la idea de amanecer sobre los Vicente J. Benet 35 que las figuras de los trabajadores (monocromáticas y de tonos azulados y negros) emergen simulando un contraluz fotográfico. El efecto conseguido diseña una visión sublimada de incontestable eficacia. Por último, esas figuras hacen pie sobre dos sólidas bases. La primera la constituyen los atributos de sus respectivas ocupaciones: el yunque, la rueda de un engranaje de máquina, la azada y la cesta llena de frutos que se desparraman. La segunda: la tierra, sobre la que están dibujadas las letras que designan el nombre de FRANCO entre signos de admiración, el último referente de esa concordia expresada por el póster. Aunque la figura del Caudillo no esté representada directamente, toda la elaboración ideológica de la imagen fuga hacia su nombre-consigna, configurando así la razón última de ese lugar de concordia y de promesa de futuro elaborada a través de la visión sublime del trabajador. En resumen, para construir retóricamente esta dimensión mítica y sublime del trabajador han sido necesarios al menos tres procesos discursivos e imaginarios que tienen que ver con la definición de su naturaleza en la nueva sociedad totalitaria. En primer lugar, como dijimos anteriormente, su despolitización o, mejor dicho, “desproletarización” como figura revolucionaria tal como había sido elaborada desde el siglo XIX. Los estados totalitarios, incluida la Unión Soviética, fosilizan la figura del trabajador y la llevan más allá de una dimensión histórica o de clase social para localizarla en el espacio de lo mítico: la fuente de donde surge o se transforma la energía que pone en marcha la nueva sociedad. En segundo lugar su ubicación disciplinada dentro de la fábrica y, por extensión, de una sociedad que se identifica con el “Estado total”. El trabajador es un elemento imprescindible en los actos públicos de celebración del Estado totalitario y de su personificación en el líder. En los grandes espectáculos multitudinarios, en los desfiles o en las demostraciones gimnásticas, se le representa como masa en la que cada uno de los individuos aparece reflejado como engranaje perfectamente ensamblado en la totalidad, como dispositivo que asume movimientos sincronizados, organizados y mecanizados para la visión demiúrgica del “conductor”. Sin ir más lejos, en el franquismo este tipo de manifestaciones están incluso teorizadas por la Sección de Actos Públicos y Propaganda: El conductor de multitudes, columna vertebral del acto, como lo absoluto frente a la facultad de escoger del relativismo polémico. La formación, como cuerpo orgánico frente a la mecánica igualitaria de la manifestación. La clasificación cualitativa frente al concep- 6. Sección de Actos Públicos y Propa- to del acto: la masa. Y esta masa que ha de ser moldeada en el espíritu, lo será, en co- ganda, “La dialéctica de la forma en rrespondencia y ayuda, en su materia. el acto político,” Sí, nº 61, 28-2- (…) Un conjunto de hombres sin centro ni ejes (sin pies ni cabeza) se descompone 1943, referencia tomada de ÁNGEL LLO- en una serie de sensaciones y tendencias sin razonamiento, a los que se combate única- RENTE: mente con la intolerancia de una concepción orgánica del conjunto. Ejes de funcionamiento y ejes de simetría.6 (1936-1951), Madrid, Visor, 1995, Arte e ideología del franquismo págs. 48-49. 36 7. Para un desarrollo de estos temas véase el excelente trabajo de A NSON RABINBACH ya citado. Franco, NO-DO y las conquistas del Tr a b a j o Es esta una figuración ordenada del trabajador que se enfrenta de manera eficaz a las amenazadoras visiones de masas descontroladas y caóticas de las revoluciones decimonónicas. Como contrapartida, el “Estado total” se muestra comprensivo con el trabajador e intenta responder a sus necesidades esenciales (“…esa masa que ha de ser moldeada en el espíritu, lo será, en correspondencia y ayuda, en su materia…”) no solo de salud e higiene, sino incluso mediante la conversión del trabajo en una experiencia estética. Volvamos a un ejemplo revelador de la Alemania nazi. “El día alemán será siempre bello,” y para cumplir ese objetivo de Hitler el Gobierno nazi funda tan pronto como Noviembre de 1933 la “Oficina de la Belleza del Trabajo” (Amt Schönheit der Arbeit) bajo la dirección de Albert Speer y que se basa en un culto a la tecnología, la eficacia y a la productividad en la que incluso se asumen algunos paradigmas retóricos del arte de vanguardia y revolucionario como la Bauhaus o la Neue Sachlichkeit. Y, de este modo, las fábricas se embellecen, aparecen lugares de ocio y esparcimiento para los trabajadores, se facilitan servicios y atenciones de todo tipo, siempre con el objetivo de que ese embellecimiento apoye la productividad y la mejora de los resultados económicos.7 En cierto modo esta nueva definición del mundo del trabajo acaba por conducirnos a un tercer problema implícito en el desarrollo de la iconografía del trabajador. En todas las ideologías totalitarias existe una tensión implícita a la hora de abordar su figura entre su posición central en el presente industrial y los referentes culturales del pasado. El trabajador es una figura de la modernidad que se mezcla, sin embargo, con las formas de cultura popular más tradicionales. La primera retórica völkisch de los nazis, por ejemplo, en la que se exaltaban las tradiciones populares genuinamente alemanas como base de la identidad ideológica del nuevo estado fue progresivamente desplazada, como acabo de mencionar, por las ideas de eficacia y de exaltación de la modernidad, la “belleza del trabajo” identificada con la productividad. Obviamente, estas nociones apuntaban más hacia el futuro que hacia las rémoras folclóricas del pasado en la construcción de la nueva sociedad. Sin embargo esta tensión no llegó a ser resuelta (de hecho, el franquismo la naturalizó sin demasiados problemas) y el peso de lo folclórico seguirá siendo esencial en la retórica que se ocupa del trabajador en los estados totalitarios. Concluiré con una última idea: la figura monumental del trabajador de las estéticas totalitarias será finalmente esencial para la construcción de la imagen carismática del líder, que acabará por devorar e incorporar sus características mitificadoras o pseudorreligiosas. El culto a las imágenes de los dictadores en los “Estados totales” parte, desde mediados de los años treinta, de la progresiva desaparición de la figura del trabajador y de la fuga definitiva de sus atributos alegóricos e iconográficos hacia la única imagen que concita el dinamismo del Estado: la del guía civil y militar. La elaboración detallada de estos temas, que simplemente he apuntado de manera precipitada, desbordaría el objetivo de este artículo. Pretendo, de todos modos, Vicente J. Benet 37 Franco de visita en la mina reconocer a partir de ahora su presencia y relación con la construcción de la imagen de Francisco Franco como líder político, civil y militar, en los años 40 y 50. Pienso que, de manera degradada y anacrónica, mantienen una pervivencia incuestionable en dicho periodo histórico. Intentaré desarrollar esta idea en un corpus importantísimo para entender la elaboración simbólica de la imagen del dictador: el noticiario NO-DO, responsable máximo de la construcción de la figura política de Franco en el ámbito cinematográfico después de la guerra civil. 38 Franco, NO-DO y las conquistas del Tr a b a j o La primera formulación del trabajo en NO-DO Fot.1 Fot.2 Fot.3 8. Véase la excelente aproximación de ÁNGEL LLORENTE ya citada. 9. R AFAEL R. T RANCHE y V ICENTE SÁNCHEZ-BIOSCA: NO-DO. El tiempo y la memoria, Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2001, pág. 259. 10. Para un análisis de este prólogo véase R AFAEL R. T RANCHE y V ICENTE SÁNCHEZ-BIOSCA: op. cit. págs. 259 y ss. Aunque los ideólogos e intelectuales del nuevo Estado franquista intentaran elaborar planteamientos autóctonos del arte y la propaganda política,8 gran parte de sus premisas ideológicas y retóricas se impregnaron de los debates llevados a cabo en Alemania e Italia de los que es reflejo el cartel analizado anteriormente. Sin embargo, la parte más beligerante de sus conclusiones pertenece al contexto de la guerra civil y la inmediata postguerra. Por este motivo, a la hora de proyectarlas en un mecanismo de propaganda como fue NO-DO, su articulación resulta problemática. La razón fundamental es la naturaleza del propio noticiario. Como han demostrado en su espléndido libro Rafael R. Tranche y Vicente Sánchez-Biosca, NO-DO fue un producto del contexto de postguerra cuya estrategia fue más la de desmovilizar que la de agitar a las masas.9 A pesar de todo, algunos de los elementos que caracterizan la imagen del trabajador solo pueden ser entendidos desde la retórica de la propaganda de choque totalitaria de los años treinta, que reencontramos en el NO-DO convenientemente rebajada, degradada y orientada hacia las nuevas necesidades de la dictadura. Este proceso de transformación y reelaboración de la figura fundamental del trabajador es el que guiará nuestro recorrido durante la primera década del noticiario. En él, la imagen de Franco permanecerá asociada al mundo del trabajo desde aspectos muy variados y configurará una de las claves esenciales para comprender su progresiva transformación de Caudillo militar a líder civil del Estado. Uno de los ejemplos más importantes para entender el proyecto programático del tratamiento de la figura del trabajador en NO-DO se encuentra en el prólogo del número 1 (1943). Antes de pasar a la dinámica habitual de noticias y reportajes de actualidad, NO-DO nos conduce al centro del poder, el Palacio de El Pardo y concretamente el despacho de Franco con un despliegue simbólico abigarrado e incontestable en el que se entrecruzan los elementos políticos (bandera nacional y gallardete de jefe del Estado), militares (Franco en uniforme de Capitán General y con la Cruz Laureada de San Fernando) y religiosos (el crucifijo).10 Después de que la voz narradora se demore en las consabidas loas al Jefe del Estado, pasamos a un segmento recordatorio de la guerra civil con breves escenas de batalla que culmina con otros fragmentos del desfile de las tropas victoriosas. Y justo enlazando con las imágenes de soldados siguiendo su marcial paso, una cortinilla nos transporta a un nuevo escenario: el de unos obreros Vicente J. Benet 39 trabajando. El segmento consta de seis planos. Los tres primeros se detienen en trabajadores individuales concentrados en un trabajo de martillo y buril, mientras que los tres siguientes nos van alejando de los individuos concretos para observar el trabajo en grupo en la fachada de un edificio. De hecho, el último plano de la serie nos muestra la totalidad de la fachada. El texto leído por la voice over que sirve de apoyo a estas imágenes dice lo siguiente: Siguiendo el símbolo y ejemplo de nuestro Caudillo, la unidad de los españoles y su disciplina es base de nuestro renacimiento presente y fu- Fot.4 turo. Cada uno en su puesto tiene el deber de aportar su esfuerzo personal para cumplir la consigna suprema de Franco: Unidad y Trabajo. Para concluir la inserción de este fragmento en la cadena general del prólogo, el siguiente segmento nos conducirá al Alcázar de Toledo y un nuevo recordatorio de la voz narradora de los héroes militares que vigilan la paz y la seguridad de la patria. Esas imágenes se prolongarán con más desfiles de falangistas, la multitud despidiendo a los voluntarios de la División Azul, ejercicios gimnásticos de niñas, jóvenes paramilitares en campamentos de verano, etc. Esta primera aparición del trabajador en NO-DO resulta particularmente interesante por varios motivos. Obviamente, el primero corresponde a su ubicación en el propio discurso. Para comenzar, preside una idea de continuidad que se vertebra a partir de dos ideas: por un lado, una cadena de trabajo que comienza desde lo más alto (con el propio Caudillo leyendo informes y despachando con un asistente) y que llega hasta el obrero más humilde. Por otro, ese trabajo tiene una equivalencia con el orden militar, que se presenta como centro de la “energía” que sirve para construir y legitimar el Estado sobre la base de la victoria. Las tropas que marchan con sus banderas desplegadas tienen un fascinante dinamismo que contrasta con la tendencia al estatismo del resto de las imágenes, incluidas las de los obreros. La propia voz superpuesta sobre estas imágenes utiliza un paralelismo muy preciso: “…cada uno, en su esfera de acción y de trabajo, ha de seguir esta línea de conducta, sirviendo lealmente la misión que le esté encomendada…” Esta idea del trabajo que parte de la comparación con la “misión” y la “consigna” militar, que plantea además una temporalidad de “presente” en la inmediatez de las acciones de los agentes históricos (el soldado y el trabajador que cumplen las órdenes con disciplina y diligencia), encuentra un segundo despliegue retórico algo más sofisticado en el interior del fragmento. Me refiero al alejamiento progresivo, a lo largo de los seis planos de los que consta, Fot.5 Fot.6 40 Franco, NO-DO y las conquistas del Tr a b a j o Inauguración de una estación de tren en Orense del trabajador individual a la obra común (la fachada del edificio) en el que, a través del montaje y la escala de la imagen, se pretende construir una metáfora de ese referente final: el nuevo Estado que surgirá de la participación colectiva. El trabajador vuelve a ser proyección y consecuencia del soldado que sirve de base para la construcción del nuevo Régimen. Como a aquel, se le pueden exigir las mismas condiciones de disciplina, obediencia y esfuerzo. Todo ello sin olvidar que, en el origen del proceso, se encuentra la figura del responsable máximo de esa nueva fundación, Francisco Franco, investido con los ornamentos esenciales de poder que caracterizan el Estado-cuartel en construcción. Todavía un tercer factor puede resultar interesante para el análisis: la iconografía de los obreros representados. La cercanía con la que la escala de plano se aproxima a esos rostros anónimos de trabajadores es solo comparable a la de Franco en este momento del prólogo. Es importante destacar en este punto el referente iconográfico: no son obreros idealizados, escultóricos o tratados con la monumentalidad del arte totalitario, sino muy próximos al espectador y caracterizados por la extrema modestia de sus ropas y la naturalidad de sus gestos. Sin embargo, también destaca su absoluta concentración en el trabajo, la seriedad con la que afrontan el esfuerzo. En cierto modo, creo que es significativo este alejamiento en NO-DO de la retórica sublimadora del trabajador que habíamos visto en el póster ¡¡Franco!! Aunque perviva en una dimensión superficial un discurso totalitario y propagandístico en el que la Vicente J. Benet 41 figura del trabajador es esencial, su planteamiento no apunta hacia las tendencias más poderosas del arte totalitario, sino a una visión más simple y cercana a los espectadores. En cualquier caso, como en aquel póster, toda la representación tiene como base la figura (o el nombre) de Franco. La presencia del trabajador en el prólogo del primer NO-DO todavía tendrá dos expresiones más de naturaleza diferente. En la primera, el narrador nos planteará un recorrido por los distintos sectores económicos del país: industria, agricultura, pesca y transportes. En estas imágenes, sin embargo, no hay una elaboración progresiva de una idea, sino que el tono es puramente “descriptivo” y narrativo, integrando el trabajo y la vida cotidiana como un ciclo que también se corresponde con las características de temporalidad del NO-DO a largo plazo, tal como demuestran Rodríguez Tranche y Sánchez-Biosca. De este modo, mientras una serie de imágenes recorre de manera ordenada estos distintos sectores de trabajo (y, dicho sea de paso, dejan involuntaria constancia de su precariedad), la voz asume una cierta neutralidad en relación con el carácter apelativo del fragmento anterior: En las fábricas y talleres se levanta paso a paso y con firmeza nuestra industria nacional y en el campo se arranca al suelo en dura y cotidiana labor el pan de nuestro pueblo. Se extrae del mar con esfuerzo constante y difícil una de las mayores riquezas de la economía española, y en mil diversos sectores de la vida nacional se cumple con ejemplar abnegación la tarea de cada día. Fot.7 Fot.8 La neutralidad se da también en la banda imagen, por el alejamiento en el que se nos mantiene de la figura del trabajador a través de planos generales y colectivos. Son imágenes dirigidas a mostrar “el trabajo como proceso cíclico” vinculado al eterno enfrentamiento con la naturaleza que trasciende a los individuos concretos. Se trata por lo tanto de una temporalidad que se remonta al “pasado” más remoto de los hombres: el de la lucha por la supervivencia. Esta visión impregna el tono del discurso: el “paso a paso” de la industria, la “cotidiana labor” del campo, el “esfuerzo constante” en el mar, la “abnegada tarea de cada día” en el resto de los sectores. La elaboración de una temporalidad cotidiana y el alejamiento de la figura concreta poseen la suficiente capacidad de abstracción como para convocar la comprensión de todo Fot.9 42 Franco, NO-DO y las conquistas del Tr a b a j o tipo de espectadores sin entrar directamente en el tono político y metafórico del primer segmento. Como veremos más adelante, esta idea naturalizada y corriente del trabajo será la que se convierta en dominante en NO-DO con el transcurso de los años. Por último, una tercera dimensión del trabajo particularmente curiosa es la que sirve para describir los esfuerzos de los propios artífices de NO-DO. Rozando a veces un estilo vertoviano, aquí sí que encontramos la sorprendente monumentalización y abstracción de un tipo de trabajador inesperado: el cameraman de NO-DO, recortado sobre el cielo, dramáticamente resaltado en ocasionales contrapicados y contraluces, intrépidamente situado en el techo de un automóvil para obtener la imagen más efectiva. También vemos a las esforzadas repasadoras y montadoras del laboratorio retratadas en sus funciones cotidianas con primorosos efectos de iluminación. La perfecta fusión entre ser humano y máquina (la cámara tomavistas, los aparatos del laboratorio), el tratamiento monumental y fotográficamente cuidado del cuerpo, la exaltación de la tecnología y de los medios de comunicación apuntan hacia la celebración de la técnica y, dependiendo de ella, el planteamiento de un tiempo “futuro” de progreso. Para poder depositar en él las esperanzas del depauperado espectador de 1943, el discurso de NO-DO acude a dispositivos retóricos tan fuertes como infrecuentes en el propio noticiario. Más bien característicos de la propaganda de choque de los años treinta, resultan incluso contradictorios con los objetivos finales del noticiario a no ser que esté, como resulta en este caso, hablando de sí mismo. Fot.10 Fot.11 Franco y las conquistas de la paz A lo largo de los años más duros de la postguerra y la autarquía, la retórica de NO-DO en relación con el trabajo va a desplegarse siguiendo las bases que acabamos de exponer, dirigidas tanto al presente (disciplinado y reconstructor), como al pasado (el inagotable ciclo del esfuerzo por la supervivencia) y el futuro (la promesa tecnológica). Sin embargo, en relación con el contexto represivo interno y las contingencias de la segunda guerra mundial en el exterior, la idea de trabajo tiene una estrecha conexión con la organización militar del Estado dictatorial en las noticias que nos hablan de la reconstrucción del tejido industrial y de la economía del país. Más que como producto de la confrontación en la guerra civil, la devastación y la Fot.12 Vicente J. Benet destrucción de las fábricas se presenta como obra del saqueo y del depravado espíritu destructor del enemigo. Frente a ello, la disciplina cuartelaria de la nueva sociedad permitirá, a través de su extensión por el espacio de la fábrica, que la industria vuelva a renacer de sus cenizas, como podemos deducir de la noticia “Reconstrucción” del NO-DO 29-A (1943). Posteriormente, la relación entre trabajo y espíritu militar de la autarquía irá dejando paso a nuevas formas de figuración alegórica del trabajo. Estas se deben, en gran parte, a los cambios del contexto económico y el nuevo marco de la guerra fría, en el que el valor geopolítico de España la convierte en un eslabón ineludible de la cohesión militar del bloque occidental. De este modo, a principios de los años 50, con la superación de la economía autárquica y los primeros signos de apertura al exterior, las estrategias de representación van a apuntar hacia un imaginario más vinculado a la modernidad, aunque con ciertos matices. La exaltación de la tecnología nacional o de la extranjera que comienza a llegar a las industrias españolas, la celebración de la “Fiesta cristiana del trabajo” con demostraciones gimnásticas multitudinarias, la inauguración de fábricas, complejos industriales e infraestructuras… irán emparejados en muchas ocasiones con la interpretación popular e incluso folclórica del trabajo en la defensa de la cultura tradicional, los valores de la expresión popular o el ingenio y la inventiva de los españoles reflejados en la artesanía. En cualquier caso, en esta época se sentarán las bases de la representación imaginaria del desarrollismo, identificado con noticias que afectan a la conversión en regadíos de vastas zonas yermas (como con el Plan Badajoz), la colonización de zonas despobladas, la recompensa al esfuerzo en el trabajo, las inauguraciones de residencias, centros recreativos y de descanso para los trabajadores e infinidad de temas más que demostrarán, a través del noticiario, el incipiente dinamismo de la economía española. De toda esta gran cantidad de material que NO-DO dedica a las transformaciones económicas y a la celebración del trabajo, quizá ninguno haya llegado a imponerse de manera tan rotunda en el imaginario de los españoles como el de las constantes inauguraciones por Franco de todo tipo de complejos industriales y energéticos. En general, responden a una rutina representativa bastante encorsetada que podemos reconocer de manera invariable en el noticiario durante décadas. En lo que tiene que ver con la imagen, consiste en presentar planos descriptivos del lugar en cuestión que exaltan la magnitud de la obra o del paisaje donde se lleva a cabo, pasar a continuación al recorrido de Franco y su séquito, subrayar algún gesto de contacto con el lugar de la visita (Franco corta una cinta o descubre una placa, pone en marcha algún dispositivo, aprieta un botón, asiente a las explicaciones de los técnicos, conversa con algún miembro de su séquito, mientras el montaje alterna este gesto con planos generales de la obra o la maquinaria…) y un final más o menos abrupto, dependiendo de la pericia del montador y su correspondencia con el elemento que sirve de verdadero anclaje de la noticia: la voice over que nos relata el 43 44 11. E L I AS C ANETTI : “Hitler según Speer” en La conciencia de las palabras, México, Fondo de Cultura Económica, 1982, pág. 239. 12. R AFAEL R. T RANCHE y V ICENTE SÁNCHEZ-BIOSCA, op. cit, págs. 281 y ss. Franco, NO-DO y las conquistas del Tr a b a j o acontecimiento. En esta misma banda sonora también se cumplen una serie de convenciones: además de los consabidos elogios a la capacidad productiva nacional, se insiste habitualmente en una letanía de datos estadísticos y cifras que redundan en los millones de kilowatios/hora que produce una determinada central hidroeléctrica, la altura del salto de agua, los millones de metros cúbicos que embalsa un pantano, las toneladas de cemento empleadas para su construcción, los miles de coches que salen de una fábrica al año… una cháchara que sumerge al espectador en esa dimensión irreal de las magnitudes colosales, lo que Elías Canetti caracterizó como “la voluptuosidad del chorro numérico.11” En resumidas cuentas, a pesar de la rigidez de la fórmula discursiva, la imagen de la inauguración de centros industriales y sobre todo de pantanos ha llegado a convertirse en un referente esencial a la hora de pensar tanto el noticiario NO-DO como el papel de Franco como estadista tras la inmediata postguerra. Es más, son el icono fundamental del Desarrollismo y se mantendrán presentes en un noticiario que, entre otras cosas, se define por su temporalidad cíclica.12 ¿Por qué esas imágenes, o más bien ese ritual, ha pasado a ser tan poderoso en la conciencia de generaciones de españoles? Quizá porque tanto sus raíces retóricas como su proyección cultural son muy sólidas y se encuentran en una tradición del arte y la propaganda que el mundo industrializado vivió con dos décadas de anticipación con respecto a España. Como apunté anteriormente, esta retórica relaciona la idea de liderazgo político con el colosalismo metafórico de su representación a través de las grandes obras hidráulicas y, en general, de la energía. Dentro de este proceso, el tratamiento de la imagen de Franco asume una centralidad semejante a la de los otros dictadores de los años treinta. Su presencia deviene en el único punto de fuga, expulsa o margina los elementos subsidiarios (como los propios trabajadores) para convertirse en el único foco al que remite la metáfora energética, el auténtico generador del dinamismo del Estado total. La elaboración energética como sinónimo de desarrollo es un elemento esencial de la retórica propagandística del periodo de entreguerras tanto en los estados totalitarios como democráticos. Desde Stalin hasta Roosevelt pasando por toda Europa occidental, la electrificación del campo, las grandes obras hidráulicas o la transformación del paisaje y las formas de vida a través de la tecnología industrial se convirtieron en manifestaciones esenciales del desarrollo económico, de la definición de una utopía de riqueza, de prosperidad y de dominio simbólico de la naturaleza que remitían en última instancia al líder que las puso en marcha. Las grandes obras emprendidas en la mayoría del mundo industrializado en aquel periodo llevan siempre tras de sí un concepto de triunfo sobre un trauma del pasado: la primera guerra mundial, el atraso del zarismo o la crisis del 29 (o, en nuestro caso, la guerra civil) son definitivamente superados con estas nuevas y titánicas construcciones. En este sentido, el Estado no solo domina y conquista a enemigos. Se trata de algo mucho mayor: del Vicente J. Benet 45 dominio de la Naturaleza, su domesticación para convertirla en energía rentable para el hombre y en fuente de recursos sometida a sus necesidades. Esta idea, a través de las imágenes de pantanos y centrales eléctricas gigantescas, penetra profundamente en la mentalidad y la cultura occidentales, así como en los modos de vida.13 Desde este punto de vista, el imperium del trabajo y la energía que despliegan han de ser orientados hacia una finalidad propagandística que tiene un punto de fuga inevitable: el líder, el conductor de esa masa y representante máximo del Estado. Efectivamente, en este proceso de exaltación de la omnipotencia del Estado, la figura del soldado-trabajador que vimos anteriormente va difuminándose para dejar paso únicamente a la del líder. Este fenómeno, muy evidente en el arte soviético que va inclinándose hacia el culto a Stalin a partir de mediados de los años treinta, se convierte en una fórmula generalizada en las representaciones artísticas y propagandísticas a finales de esa década. En lo que tiene que ver con la construcción de la imagen política de Franco, coincidirá además, a principios de los 50, con la necesidad de su elaboración como dirigente civil que irá desplazando progresivamente al Generalísimo de la guerra y la primera postguerra a través de un tipo de material imaginario que, sin embargo, no se aleja demasiado de la retórica militar. Un ejemplo significativo lo podemos encontrar en una noticia de 1953 de más de tres minutos de duración, titulada “Franco y la Industria” (NO-DO 547-B). La noticia Fot.1 Fot.2 se divide en 6 segmentos que se relacionan con los distintos espacios recorridos por Franco en un viaje por el Noreste de España. La primera parada es la mina “La Oportuna” situada en Andorra (Teruel). Un plano de situación nos sitúa en el complejo industrial al que llega Franco “vestido con el traje de los trabajadores,” tal como nos dice la voice over. Resulta obvio que nos encontramos, aparentemente, lejos de la retórica militar tan cuidadosamente estudiada a través de la utilización de uniformes y condecoraciones por los asesores de Franco. Vestido de simple minero, su humanización resulta incluso sorprendente en el contexto de 1953. Mientras el narrador nos va dando cuenta de los millones de toneladas de lignito que “se transformarán en fuerza y luz en las centrales térmicas y en aprovechamientos industriales,” la imagen nos muestra, a través del montaje, una curiosa correspondencia. Primero vemos una cinta transportadora del lignito. A continuación, Franco y su séquito recorren Fot.3 13. Véase por ejemplo: DAVID E. NYE: Narratives and Spaces. Technology and the Construction of American Culture, Exeter, University of Exeter Press, 1997. 46 Franco, NO-DO y las conquistas del Tr a b a j o parte de las instalaciones montados en las vagonetas de transporte del material industrial. Hay que subrayar que Franco es siempre el centro de atención de la cámara, que le persigue con sistemáticas panorámicas de reencuadre. Justo cuando han de pasar por un pequeño túnel que les obliga a agachar sus cabezas, volvemos a la imagen de la cinta transportadora de lignito. Manteniendo el raccord temporal y de dirección asistimos al plano final que nos lleva a la salida del túnel y a Franco bajando de la vagoneta. Sea voluntariamente o no, por parte de los operadores y montadores de NO-DO se consigue un efecto de paralelismo generado por la correspondencia entre la mayor institución del Estado con un proceso de creación de energía (“de fuerza y luz”) a través de la misma concepción dinámica. Entre estas dos imágenes no falta la figura secundaria del trabajador pendiente de la cinta de lignito como testigo y mediador del proceso. Fot.4 Fot.5 Fot.6 Fot.7 Fot.8 Fot.9 El resto de la noticia utiliza un tipo diferente de estrategia, aunque sus efectos son de una rotundidad semejante. Franco se desplaza a cinco sitios diferentes de la cuenca del Noguera Ribagorzana para visitar pantanos, saltos de agua y otras infraestructuras. Cada uno de los segmentos comienza con un plano de situación que nos ubica ante un paisaje o un cartel del sitio que visitamos (en redundancia con lo que nos dice también la voice over). A continuación, algún plano descriptivo insiste en la rotunda belleza del paisaje pirenaico o el colosalismo de las construcciones emprendidas desde una escala de plano general. También podemos toparnos con planos aislados de maquinaria o dispositivos tecnológicos que, presentados de esa manera individualizada y estática, adquieren un sorprendente carácter escultórico. Siguiendo el esquema propuesto más arriba, el elemento dinámico esencial es el recorrido de Vicente J. Benet 47 Franco y su séquito por ese espacio que se nos ha mostrado anteriormente y que rompe con su aparente pasividad monumental. En cuanto se produce esta irrupción de movimiento, el montaje tiende a saltar del líder y sus acompañantes a la maquinaria o el paisaje que está siendo transformado. El concepto de energía asociado al máximo representante del poder no puede eludir su fuerza generadora, como nos muestra el momento culminante de la puesta en marcha del Salto de Senet. Consciente de la importancia alegórica del momento, el propio Franco mira a la cámara mientras hace el gesto de oprimir el botón. Todo este proceso, como nos dice la voice over, tiene una traslación inmediata en cifras apabullantes y pormenorizadas que no nos elide el locutor, pero también una segunda lectura en la que la metáfora militar irrumpe de manera clara: se han creado poblaciones, se ha realizado la campaña pacífica del Pirineo para construir en él una gran casa [?] de agua que se transformará en fuerza en los altos que van a inaugurarse y en riego sosegado de los valles. Fot.10 La idea de campaña militar es perfectamente adecuada al proceso que se nos está presentando. Su consecuencia, como nos dice el locutor, es también obvia: “El Ribagorzana ya está apresado y represado [sic?] en sus 130 Kms. de recorrido.” Para el cierre de la noticia, un tanto abrupto desde la concepción visual después del minucioso orden con el que se han expuesto las distintas etapas, se nos insiste en los mismos conceptos: El nuevo poema del Pirineo ha sido escrito con esta conquista de la ingeniería y de la industria que ha de resolver apremiantes problemas españoles. Es particularmente significativa en toda esta noticia la ausencia casi absoluta de la representación del trabajador. Solo algún plano fugaz revela su presencia y, en este caso, como multitud indefinida que aplaude al ilustre visitante. Esta será una constante fundamental en el alejamiento de NO-DO de la retórica propagandística de la inmediata postguerra. Por otro lado, no hay que olvidar que se está tratando de un motivo alegórico esencial para la construcción de la imagen del líder: la energía. Él es el único punto al que pueden fugar todas las líneas de sentido de la representación del trabajo. De este modo, la imagen de Franco se convierte en el elemento central de NO-DO y la eficacia de su construcción como líder civil reside en la manera en la que se le presentó como responsable máximo del avance industrial del país a través Fot.11 48 Franco, NO-DO y las conquistas del Tr a b a j o de su constitución alegórica en relación con la energía. No olvidemos que nos encontramos en los años 50, en un momento en el que en el discurso del mundo desarrollado sobre las fuentes de energía se dirige ya hacia la retórica más “fría” del átomo, las centrales nucleares y la carrera espacial. Pero el anacronismo económico de España no se tradujo en la elaboración propagandística de los motivos del periodo de entreguerras a la hora de tratar las fuentes energéticas de tipo térmico, hidroeléctrico o de la industria pesada, características de una economía atrasada varias décadas con respecto a las de los países de su entorno. NO-DO supo ser fiel a su tiempo y eficaz en su manera de gestionar la imagen de Franco como dictador en un marco occidental, borrando el barniz fascista de la retórica del trabajo de la década anterior. ¿Qué pasó con el trabajador en NO-DO durante los años 50, una vez suplantado por la centralidad devoradora de la imagen de Franco? En las visitas a talleres o fábricas que nos cuenta habitualmente el noticiario, podemos observar operarios trabajando en sus puestos, pero con un carácter meramente descriptivo, como una parte más del proceso industrial. Son figuras lejanas sobre las que no se pretende establecer ningún tipo de énfasis, como las que vimos en el segundo fragmento analizado del prólogo al NO-DO nº 1. Enfrascados en su trabajo cotidiano, en su “día a día”, su labor es de una magnitud incomparable al dinamismo energético que depende del propio Franco. Comparten esa visión plebiscitaria, aplaudiendo y saludando a su Caudillo permanentemente. Por poner un ejemplo representativo, en la noticia “Actualidad Nacional” del 716 A (1956) Franco visita un matadero industrial en Lugo (por cierto, vestido de militar). La presentación convencional del espacio y del recorrido Fot.1 Fot.2 Fot.3 Fot.4 Fot.5 Fot.6 Vicente J. Benet 49 Fot.7 Fot.8 Fot.9 Fot.10 permite el detenimiento en algunos trabajadores realizando sus funciones. La imagen de Franco no se mezcla nunca con ellas, permanece en otra dimensión, como ocurre con el planteamiento de la maquinaria. De hecho, la imagen de NO-DO se detendrá más en el fetichismo de la máquina como expresión del avance tecnológico que en la figuración alegórica del trabajador. La noticia comentada tiene, sin embargo, un segundo segmento muy interesante. Franco se dirige a un pueblo de la provincia, Malpica, con el fin de inaugurar una Casa del Pescador. El locutor elogia el nuevo edificio, una “construcción de estilo moderno que consta de dos plantas y se halla bellamente decorada.” Respondiendo a la vieja idea de la “belleza del trabajo”, las imágenes nos muestran los graciosos frescos de tema marino, la biblioteca y los espacios de esparcimiento para los trabajadores14. A continuación Franco va a otorgar una serie de condecoraciones y a recibir el ritual baño de multitudes. En ellas, los pescadores y paisanos de la zona aparecen representados siguiendo la convención, es decir, como masa refrendadora que aplaude a su líder. Esta dinámica se altera en un punto significativo: cuando Franco condecora a un pescador presentado individualmente. El locutor nos llega a informar de que se llama Eugenio Domínguez y que perdió a cuatro hijos en un naufragio. Ese momento de emoción provoca un cambio en la representación y, por un instante, la cámara se aproxima a los rostros de pescadores y mujeres saludando, algunos de ellos con el brazo en alto. La consistencia de esos rostros, que responden a los “tipos” tan habituales en la representación monumental del trabajador de los años treinta, y su ubicación en la cadena discursiva, remiten a una retórica propagandística (sobre todo de la Unión Soviética o la España 14. El tema propagandístico de la belleza del trabajo se encuentra también tratado con humor en la célebre película contemporánea de Luis Lucia Esa voz es una mina, (1955) protagonizada por Antonio Molina. 50 Franco, NO-DO y las conquistas del Tr a b a j o republicana) muy directa que inmediatamente es abandonada para volver a la estabilización convencional. Lo esencial es mostrar cómo en el momento en el que se desvela ese inmenso dolor y sacrificio asociado al trabajo, la cercanía a sus protagonistas ha resultado inevitable. El trabajador, finalmente, ha ido a ocupar un espacio imaginario representado de manera muy efectiva en la noticia titulada “Franco en Avilés” (661-A, 1955). Dividida en tres partes, nos muestra en las dos primeras la visita de Franco, vestido de civil pero ataviado con gorra de marino deportivo, a la compañía “La siderúrgica asturiana” y a la nueva ría que se construye en la misma ciudad. Los obreros aplaudiendo, la fetichización de las máquinas (grúas de 12 toneladas, un potente horno horizontal giratorio…) y el colosalismo de las construcciones construyen la consabida cantinela informativa. Pero la tercera parte nos lleva a un nuevo espacio. En un plano tomado Fot.1 Fot.2 Fot.3 Fot.4 Fot.5 Fot.6 en contrapicado vemos a Franco dirigiendo su mirada hacia la cámara mientras atiende a las explicaciones de un técnico. El siguiente plano, ajustado a su punto de vista por un ángulo picado, nos presenta la maqueta del futuro Barrio de la luz de Avilés, un diseño urbanístico de “5.125 viviendas de segunda categoría de precios y rentas módicos.” Nos sigue informando el locutor de que “la urbanización con jardines y parques combinará la economía con la belleza dentro de un armónico conjunto”. La figuración del barrio, con el funcionalismo económico de los edificios, la planificación abigarrada y la centralidad de las vías de comunicación parece reconstruir algunas de las utopías arquitectónicas del periodo de entreguerras. Valga la comparación, en cierto modo hace pensar en la ciudad de los obreros que controla Joh Fredersen en Metropolis (Fritz Lang, 1927) y no solo por las características de las construcciones, Vicente J. Benet 51 sino también por el punto de vista que las preside. El hecho de que la voice over insista en la idea de la belleza y de la armonía dirige su significado a un espacio particularmente sensible: el íntimo del hogar. Las impersonales viviendas del franquismo y la especulación urbanística que arranca de manera desaforada durante estos años supondrán la transformación más radical del paisaje de las ciudades y pueblos del país, como los pantanos y las infraestructuras suponen la alteración de la naturaleza. Dependientes de una poderosa energía puesta en marcha a partir de la experiencia de una cruel guerra civil, su alcance llega al ámbito de lo más cotidiano. El trabajador-soldado, el aristócrata guerrero figurado en los regímenes totalitarios de los años treinta y que llegó también a impregnar la propaganda de choque franquista se convierte así, finalmente, en el padre de familia laborioso y abnegado de “clase media” que se esfuerza “día a día” por progresar en el ciclo de la supervivencia y en pagar la hipoteca de su piso. El espacio íntimo en el que se desarrollan las vidas de las familias, esa vivienda de protección oficial en el que acaba su recorrido el trabajador (como, por otra parte, ocurrirá en el resto de regímenes totalitarios de Europa bajo la influencia de la Unión Soviética y en los barrios periféricos de las democracias), será el último enclave imaginario sobre el que se apuntalará un régimen político del que NO-DO supo ser, con su aparato retórico de cartón-piedra, una crónica muy ajustada ❍ Images of workers go hand in hand with the iconographic Franco, the NO-DO, and the conquest of the worker abstract Sumario propaganda of European dictatorships in the first half of the twentieth century. As happens with imagery of athletes or soldiers, the worker is postulated as the basic source of energy and force that sustain the State. Franco also used this imagery in an allegorical sense during the early years of his regime. However, after the 1950s, Franco himself embodied the allegorical portrayal of the worker as he downplayed his image as military Caudillo. In his many public appearances in the official State news documentaries called NO-DOs, where he inaugurates dams, technological centers, or large enterprises, we can see this trend. Franco would gradually become the main impulse behind developing sources of energy that would allow economic progress. Siguiente 1960. Sello impreso a la vista del público en el Congreso Internacional de Filatelia, celebrado en Barcelona. Obsérvese el pie de imprenta: FNMT-B JESÚS GARCÍA SÁNCHEZ E l personaje de Francisco Franco es uno de los más estudiados de la historia de España. Desde distintas ópticas, que van de la hagiografía servil a la diatriba feroz, pasando por las aproximaciones más rigurosas, los historiadores han tratado casi todos los aspectos de la vida de Franco. Situación normal, si se tiene en cuenta que ocupó buena parte del siglo XX. A lo largo de los casi cuarenta años de ejercicio de su poder, el retrato del dictador estuvo omnipresente en todos los lugares de la vida cotidiana de los españoles: calles, escuelas, edificios oficiales, periódicos, libros, películas, el NO-DO... De ello se han ocupado ampliamente los investigadores, como demuestran también las páginas de esta revista. Sin embargo, hay un aspecto de la imagen franquista al que los historiadores no se suelen acercar. Se trata del Franco que aparece en los sellos y en los objetos que tienen que ver con el correo (cartas, sobres y tarjetas). Este olvido habría que enmarcarlo en el hecho de que la historia postal no ha adquirido aún en España, sobre todo en el mundo universitario, la importancia que tiene en otros países. Y ello a pesar de que escribir o recibir correspondencia es una de las actividades más habituales de la vida privada de cualquier persona, especialmente en tiempos difíciles, como son los de las guerras, tan habituales en la España contemporánea. El correo es, por tanto, una fuente muy útil para conocer la realidad política, económica, ideológica, religiosa, cultural y, en definitiva, social de cada momento. Los sellos, elaborados siempre por el gobierno de turno, reflejan la evolución del pensamiento oficial a lo largo del tiempo. Son, en consecuencia, elemento clave de propaganda, pero también de memoria histórica, en las democracias y, sobre todo, en las dictaduras. Como mecanismo de propaganda, el sello utiliza la selección y simplificación de los conceptos e imágenes, su repetición sistemática y la retroalimentación de actitudes afines al régimen político1. Como instrumento de memoria ejerce ante todo La imagen de Franco en los sellos 1. Escapa al objetivo de este trabajo el análisis de la propaganda política. Sin embargo, no debemos olvidar los trabajos que desde la historia han realizado Thomson o Ellul y desde la psicología Domenach o Brown. Destacaremos la obra de ALEJANDRO PIZARROSO QUINTERO: Historia de la propaganda (Notas para un estudio de la propaganda política y de guerra), Madrid, Eudema, 1993, 2ª ed. La bibliografía del libro (págs. 515-519) orienta claramente para adentrarse en el tema desde cualquier punto de vista. 54 La imagen de Franco en los Sellos 1938. Sellos conmemorativos del II Aniversario del Alzamiento, matesellados el último de sus tres días de validez 2. Afortunadamente, el análisis de la memoria va ganando terreno en la historiografía. A las obras de autores extranjeros, como Nora, Namer o Halbwachs se unen en España los numerosos trabajos de la profesora Cuesta Bustillo, con quien hemos trabajado estos temas desde hace años, de quien tanto hemos aprendido en este y en otros campos y que permanentemente nos anima a difundir nuestras investigaciones. Gratitud, personal y profesional, a la profesora Cuesta, que ha resumido sus tesis sobre historia y memoria en JOSEFINA CUESTA: Historia del presente, Madrid, Eudema, 1993, págs. 41-62. También, Íd. (ed.): Memoria e historia, monográfico de Ayer, Madrid, núm. 32, 1998. Para la relación entre memoria y sellos, AA. VV: Mémoires de timbre-poste. Le timbre-poste et la société française de 1924 à 1939, París, Musée de la Poste, 1997, págs. 6-8 (capítulo “Homenaje, conmemoración y nacionalismo”). 3. La cuestión tiene más importancia de lo que parece, puesto que si un país acepta las cartas franqueadas con sellos emitidos por una determinada autoridad, estará legitimando la independencia del territorio controlado por esa autoridad, lo reconozcan o no las Naciones Unidas. Es el caso, actualmente, de Kosovo. Tam- una función normativa, creadora de modelos ejemplares o símbolos inmutables, que legitiman la identidad afectiva del grupo con lo que el sello representa (personaje, partido, acontecimiento histórico, campaña social, religión, película, idea, arma, etc.)2. Todo ello desde un ámbito estatal y estatalizador, que cohesiona territorialmente; a la vez, el sello se erige en distintivo fundamental de la soberanía nacional, junto con la bandera, el himno y, en menor medida, la moneda3. Por nuestra parte, en el presente trabajo intentaremos aportar algunas reflexiones sobre la imagen de Francisco Franco en los sellos postales, tanto de España como de las zonas africanas controladas por Madrid4. Guerra y paz El inmenso poder personal que Franco fue acumulando a lo largo del conflicto no se tradujo, curiosamente, en la aparición de sellos con su efigie. Al menos no en los emitidos oficialmente para España por las nuevas autoridades rebeldes. Hubo que esperar al final de la guerra para verle en los signos de franqueo no coloniales5. En los valores corrientes tan solo hay una mención a él en la emisión de cuatro sellos que, el 17 de julio de 1938, conmemoró el “II Aniversario del Alzamiento”. El apellido “Franco” aparece en dieciocho filas de tres, como fondo del diseño, detrás de una mano derecha pétrea, extendida al estilo fascista, con el yugo y las flechas falangistas en la palma. Rodeando todo, dos ramas de laurel y la expresión “18 julio. España libre”. Desde el punto de vista artístico e ideológico, fue uno de los diseños más logrados de todo el conflicto, quizá porque fue creado por el Servicio Nacional de Propaganda6, controlado por Falange y dirigido entonces por Dionisio Ridruejo. Estamos ante el sello más fascista de todo el franquismo, no solo por la mano extendida, sino por las influencias nazis, para quienes “las esculturas se consideraban artículos de fe tallados en piedra”7 y en cuyos sellos más políticos, como en el Jesús García 55 Sánchez español que nos ocupa, la luz entra por la derecha. No obstante, la estética es, ante todo, la de los italianos, con la monumentalidad de sus césares8, donde “la iconografía de formato reducido de los sellos será particularmente sensible a la simbología de la romanidad”9. Con esta pieza, el franquismo muestra ya sus señas de identidad y sus similitudes con otros totalitarismos coetáneos: Imperio Español junto a Imperio Romano; hispanidad junto a romanidad. El que la cara de Franco no aparezca en los sellos de la guerra, no significa que no esté presente en otros objetos del correo. En efecto, fotografías y dibujos del general surgieron por doquier en postales y sobres. El interior y el exterior de las cartas se llenaron de frases, manuscritas o impresas que, como “¡Viva Franco!”, “Saludo a Franco” u otras, formaban todo el abanico de expresiones del nuevo régimen. Es una muestra de un grado extremo de adhesión, por parte de la mayoría de los ciudadanos del bando controlado por el ejército sublevado. No se trata de una propaganda oficial desde el poder hacia el pueblo, sino, muy al contrario, de una propaganda generada y sostenida (autosostenida, diríamos) por todas las capas de la población. En esa dinámica entraron, incluso, personas favorables a los republicanos, para evitar así ser sospechosos o para, llegado el caso, argumentar su adhesión al régimen10. Las librerías y los estancos vendían esos sobres o tarjetas, pero también tampones con las frases señaladas o con perfiles de Franco, que siempre aparecía con uniforme militar y, a veces, con casco, como solía hacer el Duce. Casi siempre estaba solo, pero en ocasiones le acompañaban José Antonio, Hitler, Mussolini, otros generales, bién, sobre todo, de las repúblicas croata y serbia de Bosnia-Herzegovina, con sellos propios aceptados, por más que se tilde a esos lugares de refugios de criminales de guerra. En el pasado, durante la guerra civil española, las autoridades republicanas intentaron por todos los medios que se rechazaran las cartas con sellos de la zona rebelde y, especialmente, de Marruecos. Esfuerzo baldío, puesto que la Unión Postal Universal aceptó todos los valores coloniales franquistas y, como es preceptivo, difundió sus características. Esto suponía, según las convenciones internacionales, que todos los países debían admitirlos o, en todo caso, asumiendo la carga de la prueba, justificar las razones del rechazo, lo que casi nadie hizo. Por ello, debemos considerar que desde mediados de 1937 todos los países reconocieron de facto al franquismo. La cuestión fue muy sangrante para los republicanos, teniendo en cuenta, además, que los primeros sellos aceptados internacionalmente fueron treinta y cuatro valores diferentes con la inscripción “17 julio 1936. Alzamiento Nacional”, que trece días después de ser emitidos, en el primer aniversario del golpe, eran ya válidos en todo el mundo. Archives de l’Union Postale Universelle, Berna, Bureau International de l’UPU, Circulaire Nº 223, Berne, le 30 juillet 1937. 1937. Sobre típico de la guerra: imagen de Franco, proclamas del Régimen, sello de Isabel la Católica y censura postal militar 56 La imagen de Franco en los 1937. Sello local de Fuente de Piedra, con una extraña imagen de Franco 4. Tanto en España como en el extranjero se han publicado numerosos estudios filatélicos, monográficos o no, sobre los sellos de Franco. Nuestro artículo tiene otros objetivos. No por ello dejaremos de citar, a modo de ejemplo, las publicaciones, sobre todo británicas, que han dedicado amplios espacios a los mismos. Así, The Spanish Study Circle Bulletin y su sucesora España (1957 hasta hoy), Cruzada (1963-1982) y, en menor medida, Spain (1968-1981). En España destaca el capítulo dedicado a los sellos de Franco, de 1939 a 1949, de J. L. MONTALBÁN ÁLVAREZ y JOAQUÍN CUEVAS ALLER: Historia del sello postal español, Bilbao, Leesa, 1983, tomo IV, págs. 137-167. Para los estudios detallados, en especial de variedades y técnicas, es interesante la consulta de Á LVARO MARTíNEZ-PINNA: Manual de las emisiones de los sellos de España. Años 1939 a 1950, Madrid, Edifil, 3 vols. 1996-1999. Por otra parte, El Eco Filatélico (desde 1945) y Revista de Filatelia (1967 hasta la fecha) son las dos revistas que más artículos han dedicado al tema. En menor medida, otras publicaciones periódicas también lo han hecho; de ellas encontramos una somera referencia en B IBLIOTECA NACIONAL (ed.): Exposi- ción Nacional de Literatura Filatélica 1993, Madrid, Offo, 1993, págs. 95119 y 178-185. Además, el 15 de octubre de 1987 se celebró en Madrid una Sellos cruces o banderas. Empresas y particulares encargaron a las imprentas diseños propios, que formaban parte, como un elemento más, del membrete del remitente. Algunos de esos par ticulares y también entidades locales mandaron imprimir sellos no oficiales, con la imagen del dictador o, sobre todo, con proclamas de adhesión a su persona. Aunque no fueron editados por las autoridades centrales y, por tanto, no servían para franquear, se pegaban voluntariamente en las cartas, por lo que demuestran, una vez más, el culto a la personalidad del bando franquista hacia su líder. El procedimiento más habitual de edición era grabar unas frases, fechas, dibujos, etc., sobre estampillas republicanas o nacionalistas de uso corriente. Son los que se han dado en llamar “sellos patrióticos”11. En total se hicieron más de 3.500, de los que algo más de 300 tienen dibujos y, sobre todo, frases de apoyo al general. Corresponden a unas veinte localidades. Unos ejemplos: “Játiva es de Franco”, “Saludo a Franco. ¡Arriba España! 26-8-37. Santander” (sic) o “Franco. Caudillo de España. Tafalla. 1-X-1937”. En tres municipios se editaron, además, sellos locales no oficiales con la imagen de Franco: Bilbao, Chamartín (ahora un barrio de Madrid) y Fuente de Piedra. Los sellos de este municipio malagueño, elaborados en Alemania, muestran un Franco alejado del modelo habitual, ya que, por la escasa calidad del diseño, parece más bien una caricatura. De hecho, estaban destinados para otro municipio, Ayamonte (Huelva), pero fueron rechazados allí y debió ser tapado el nombre de esa localidad12. El gran dictador Acabada la guerra, finalizó también la profusión de emisiones, tras las que en la mayoría de las ocasiones hubo un interés puramente especulativo. El Estado publicó nuevas disposiciones, reservándose la exclusividad de las estampillas. Franco ocupó el lugar de privilegio en esas emisiones. Los primeros sellos con la imagen del dictador aparecieron un mes después del fin de la guerra13. Se trataba de dos valores de 40 y 70 cts., correspondientes a la tarifa mínima de una carta interior e internacional, respectivamente. En los meses sucesivos, otros diez sellos, de entre 20 cts. y 10 pts., completaron la serie14. Jesús García 57 Sánchez El timbre está ocupado por un gran retrato de perfil de un Franco que mira hacia la derecha y, en segundo plano, como fondo, el nuevo escudo nacional, en el modelo que la propia disposición oficial de creación llamó “abreviado”, que consistía en una “simplificación a propósito para las atenciones burocráticas”15. Ni que decir tiene que está con traje militar, como en la mayoría de los sellos que fueron emitidos en tiempos posteriores. Escudo y personaje van unidos, no solo simbólicamente. Hemos de tener en cuenta que la reforma de los símbolos de la zona ocupada por Franco se hizo en las mismas fechas (finales de enero y principios de febrero de 1938) que la de toda la estructura administrativa de esa parte de España. Su principal consecuencia es que “sin prejuzgar una definitiva forma del Estado”16 Francisco Franco se convirtió en Presidente del Gobierno. Los originales, realizados en Vitoria, fueron grabados por José Luis López Sánchez-Toda, autor de los mejores sellos españoles de entre 1929 y 1971 y grabador de muchos de los billetes del franquismo. Como veremos, Sánchez-Toda hizo la mayoría de los valores con la imagen de Franco, pero, curiosamente, también había sido el autor de otros dedicados a líderes republicanos como Salmerón, Castelar o Lerroux y había realizado también dos magníficos sellos que muestran la proclamación de la II República en la Puerta del Sol. Un dibujo suyo de 1931 sirvió, en 1938, para los únicos sellos con representación de la Mariana republicana que ese gobierno sacó en sus casi ocho años de existencia. Al respecto de estos sellos, no deja de ser curioso que los republicanos quitaran en plena guerra la bandera tricolor que Sánchez-Toda, ahora trabajando en las filas franquistas, había puesto en los diseños originales. El sello de Mariana hubiera guardado ciertas similitudes estéticas con el de Franco que comentamos, en especial por la colocación en segundo plano del símbolo principal del Estado. Los republicanos dieron escaso papel (nulo en los sellos) al escudo, contrariamente a los franquistas, para quienes el águila de San Juan tenía notables connotaciones imperiales, tan del gusto de los nuevos dirigentes, que la representaban nimbada, reforzando así los elementos religiosos del Régimen. Además, una bandera era más difícil de dibujar en subasta monográfica, organizada por A. Laiz, con casi 600 lotes de piezas filatélicas, algunas únicas, relacionadas con los sellos de Franco. El catálogo ilustrado de dicha subasta es una fuente filatélica muy interesante. Otras publicaciones aparecen citadas como notas del presente trabajo, que en el terreno filatélico, no pretende, ni mucho menos, ser exhaustivo. 5. Hace algún tiempo publicamos un análisis de los sellos republicanos y nacionalistas de la guerra. J ES Ú S G ARC Í A S Á NCHEZ : “Los sellos de la Guerra Civil española: ideología y propaganda”, Historia y Vida, Barcelona, núm. 259, oct. 1989, págs. 109-117. 6. Orden de 14 de julio de 1938, Boletín Oficial del Estado (en lo sucesivo, BOE) de 15 jul. 1938. El autor del sello fue Cabanas, el mismo que había creado uno de los más famosos carteles franquistas de toda la guerra, cuyo lema es “Por las armas. La Patria, el Pan y la Justicia” y que guarda no pocas similitudes con el sello: la mano derecha, el yugo, las flechas o la apelación a la patria. 7. P ETER A DAM : El arte del Tercer Reich, Barcelona, Tusquets, 1992, pág. 175. 8. Sobre las influencias mussolinianas en la cartelística española, puede verse JOHN BARNICOAT: Los carteles. Su historia y su lenguaje, Barcelona, Gustavo Gili, 5ª ed., 2000, pág. 231. En relación con la monumentalización arqui- 1939. El primer sello oficial de Franco que circuló en España 58 La imagen de Franco en los Sellos 1940. Sello Pro-tuberculosos tectónica de la figura humana, véase. JOSÉ MANUEL RODRÍGUEZ MARTÍN: “La estética del franquismo”, Tiempo y tierra, Madrid, núm. 6, prim.-ver. 1998, págs. 119-136. 9. LAURA MALVANO: Fascismo e politica dell’immagine, Turín, Bollati Boringhieri, 1988, pág. 62. Sobre la iconografía de la romanidad, págs. 151-156. 10. Tenemos numerosos testimonios de ello y, sobre todo, lo hemos visto en cartas intercambiadas con los refugiados en los campos de concentración franceses, en especial Le Barcarès. Años atrás publicamos unas breves reflexiones, incluso basadas en experiencias propias, sobre los sentimientos vividos en las guerras del siglo XX por los destinatarios de cartas controladas por los militares. J ES Ú S G ARC Í A S Á NCHEZ : “Krigens brev for fred”, Frimerkeposten, Oslo, núm. 2, 1992, págs. 10-11. 11. La denominación proviene de los catálogos filatélicos españoles de la época, pero continúa usándose en los actuales. Es muy desafortunada, debido a que las emisiones similares realizadas por los partidos de izquierda en 1931 se califican de “republicanas”, aunque, evidentemente, el patriotismo también estaba presente en ellas. Los catálogos extranjeros no se expresan así. En Francia, YVERT ET TELLIER habla de “émissions nationalistes” y en el Reino Unido, STANLEY GIBBONS las cataloga simplemente como “civil war issues”. Como contraste con España, en sellos corrientes porque, o se hacía en colores, con lo que la impresión de grandes tiradas tenía serias dificultades técnicas, o se hacía en litografía monocolor, y se podía confundir con la enseña republicana17. En estos primeros sellos de Franco, el nombre del grabador aparece en el pie de imprenta. A partir de los últimos días de 1939 y durante casi quince años, otros con idéntico diseño, aunque diferente perforación, serían distribuidos, esta vez sin el nombre del autor. Más de treinta valores18, de amplísimas tiradas, se irían adaptando a los cambios de las tarifas postales. Merecen especial atención los sellos que, durante las navidades de 1939 y de 1940, se emitieron para obtener dinero en la lucha contra la tuberculosis. El de Jesús García 59 Sánchez 1939 mostraba a Franco con el diseño ya descrito. Los de 1940, cuatro valores en total, eran muy parecidos, pero el escudo nacional fue sustituido por una cruz de Lorena, símbolo cristiano de la lucha antituberculosa. Esta clase de sellos que, generalmente sin la imagen de Franco, se emitieron entre 1937 y 1953, habían de figurar obligatoriamente, como sobretasa, en la mayoría de los envíos interiores franqueados entre el 22 de diciembre y el 3 de enero de cada año, la época de mayor tráfico postal. Otros países, muy diferentes a aquella España, también emitieron durante décadas sellos con el mismo objetivo benéfico, como es el caso de Bélgica (1928-1964) o Finlandia (1946-1983). Los últimos de España, los de 1951 y 1953, salieron en la simbólica fecha del 1 de octubre, aniversario de la proclamación del general como Jefe del Estado. Con estos y con los que hemos comentado de la inmediata posguerra, se quería que el ciudadano viera a un Franco generoso, que se preocupaba de los que más sufrían y que, de alguna manera, unía su destino como líder carismático al de los enfermos más desvalidos, por lo que la adhesión al Caudillo debía ser inquebrantable. Más que un político o un militar, era el ser cercano que, de forma taumatúrgica, solucionaba hasta los problemas más difíciles. En definitiva, era (ya desde el 17 de julio de 1936) el salvador de España... La década de los cuarenta fue, naturalmente, la más autoritaria de todo el periodo franquista. No ha de extrañar, por tanto, que sea el momento en el que el rostro del dictador se difundió más19. Rara era la persona que no recibía algún mensaje con la imagen de Franco en el envío, incluidos los cientos de miles de españoles encarcelados, exiliados, encerrados en campos de concentración en España, Francia Estados Unidos el catálogo S COTT las reseña como “revolutionary overprints”. Lamentablemente, parte del mercado filatélico español está impregnado aún de una ideología que no se corresponde con los tiempos actuales. Hasta no hace mucho podíamos leer, por ejemplo, que los sellos republicanos previstos para el 1 de febrero de 1939 no se pusieron en circulación “por haberse liberado antes Barcelona”: EDIFIL (ed.): Catálogo Unificado y Especializado de España y Dependencias Postales 1980-1981, Madrid, 1980, pág. 109. Además, en todos los catálogos españoles persiste en el siglo XXI la calificación de “Estado Español” solo para las emisiones franquistas desde 1936 a 1975 y las emisiones del reinado de Juan Carlos I, como si el resto de los regímenes, monárquicos o republicanos, del XIX o del XX fueran extranjeros. 12. MANUEL GÁLVEZ: Catálogo Especial de los sellos de Correos y Telégrafos de España, Colonias y Ex Colonias, Madrid, La Rafa, 1942, pág. 253. También, HANS-PETER LITZINGER: “Deutsche Druckereien arbeiten für spanische Kommunen”, en KARL HEIMANN: Spanien 1936-1939, Soest, ArGe Neues Handbuch der Briefmarkenkunde e.V., 1999, s. p. 1945. Carta con sellos de Franco dirigida a un soldado originario de Palamós (Girona), que combate en el ejército británico. Censura civil de España y militar de la Argelia Francesa y del Reino Unido 60 La imagen de Franco en los Sellos 1939. Sellos de Franco y el Cid matasellados con el texto: “Franco. Franco. Franco. Arriba España” 13. Orden de 26 de abril de 1939, BOE de 28 abr. 1939. 14. En Australia, nada menos, se ha publicado un muy interesante paralelismo entre la aparición de los primeros sellos de Franco y la de las estampillas iniciales de otros regímenes surgidos tras cambios radicales (Chile de Pinochet, Libia de Gadafi, Cuba de Castro, Irán de Jomeini, China de Mao) o no tan radicales (Reino Unido de Thatcher). D ENNIS A LTMAN : Paper ambassadors. The politics of stamps, North Ryde, Angus & Robertson, 1991, págs. 59-61. 15. Orden de 2 de febrero de 1938, BOE de 3 feb. 1938 y Orden de 11 de febrero de 1938, BOE de 12 feb. 1938. 16. Ley de 30 de enero de 1938, de Administración Central del Estado, BOE de 31 ene. 1938. 17. El 5 de junio de 1998 se emitió un sello con la efigie del grabador, por lo que Sánchez-Toda (Madrid, 1901-1975) es el único personaje de la historia de España, junto con Cervantes, presente, de una u otra forma, en sellos de todos los regímenes españoles del siglo XX. Pueden completarse sus datos biográficos en el díptico: SECRETARÍA GENERAL DE COMUNICACIONES : 16/98. Información, Madrid, nº y Alemania, resistentes del maquis francés o combatientes en los ejércitos aliados. Duro trance para todos ellos: sus allegados homenajeaban, a través de la propaganda postal, al principal responsable de sus sufrimientos. Cuatro diseños diferentes de Franco circulaban a la vez esos años. También varios matasellos le homenajearon. No es casualidad. Todo estaba perfectamente calculado y sobre ello se legisló muy pronto. A mediados de 1944 se aprobó el llamado “Plan Iconográfico” de los sellos, destinado a “seleccionar aquellas imágenes que encarnen valores positivos y permanentes de la realidad y de la historia patria”. Se establecieron seis categorías, que se aplicaron hasta la muerte del dictador. La primera de ellas era la única que no tenía subdivisiones: “Simbolización del Estado y la Soberanía.- El Jefe del Estado”. Los sellos se utilizaron, por tanto, para legitimar la concentración antidemocrática de poderes en la persona de Franco, tal como figuraba en las Leyes Fundamentales y tal como aparecía en las cartas: el Estado es él y la soberanía reside únicamente en él. La segunda categoría, “Iconografía histórica española”, imponía un orden jerárquico que tampoco era inocente: historia política, militar, naval, religiosa, cultural, artística y literaria20. Todos los que se movían en el entorno del sello eran conscientes del valor propagandístico del mismo. Proliferaban los artículos en los que se exhortaba a difundir las ideas del Régimen a través de los sellos y en los que se analizaba la historia de España al gusto del Caudillo. Por ejemplo, en un trabajo de posguerra se resume el pasado en varias categorías, ilustrando cada idea con un sello: fechas históricas (18 de julio), inventos (autogiro de La Cierva), “lo que fue...” (Sociedad de Naciones), guerra (desembarco rebelde en Algeciras, en 1936), historia (ruinas del Alcázar), revolución (el 14 de abril de 1931 en la Puerta del Sol), “lo que no volverá...” (milicias republicanas), etc. Para Franco, que se ilustra con un sello de 1939, se reserva una categoría especial: “Héroes”21. Al modelo de perfil, ya expuesto, se unieron otros tres. El primero fue el que se ha dado en llamar “Franco de frente”, también conocido como “Franco arrogan- Jesús García 61 Sánchez te”. En efecto, el personaje, con uniforme militar, aparece un tanto desafiante, con una mirada desde arriba al espectador. Está enmarcado por pequeños escudos de Castilla, León, Navarra, Granada y Aragón (repetidos, a ambos lados) y por el yugo, las flechas y las columnas de Hércules, también en pequeños escudos. En la parte superior, el lema “Una – Grande – Libre” sobre la palabra España. Más allá de consideraciones heráldicas, se vuelve a repetir, por tanto, la simbología del escudo nacional. El primero de los valores de este tipo salió en junio de 1942 y luego siguieron otros en 1946 y 1949. Lo más sorprendente es que el grabador, Camilo Delhom Rodríguez, fuera el principal diseñador, hasta el final de la guerra22, de los sellos republicanos: Pablo Iglesias, Pi y Margall, “los heroicos defensores de Madrid”, o las milicias republicanas, fueron personajes y temas que Delhom grabó cuando el “Generalísimo”, al que ahora dibuja, combatía ferozmente contra la República. No nos resistimos a comentar que Camilo Delhom, autor del que, quizá, es el más logrado sello de Franco, fue miembro del Sindicado Obrero de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre23, integrado durante la guerra en la UGT. No tuvo un papel destacado en la militancia, lo que, sin duda, le ayudó a salvar las depuraciones y a cambiar rápidamente de un sindicato de clase a otro vertical. Lo mismo hicieron otros compañeros suyos del taller de grabado24, departamento de la Fábrica de Moneda y Timbre que tuvo mucha más “suerte” con la represión que los de trabajos mecánicos o menos finos. El 20 de mayo de 1948 se puso en circulación otro diseño del general, en este caso con una nueva técnica, la del huecograbado, lo que permitía darle un formato más fotográfico a las imágenes. Ese año se sacaron tres valores y en 1954 un cuar- 18. Fueron elaborados ya todos en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, de Madrid. Pese a las mejoras técnicas, su calidad era inferior a los de la primera emisión, lo que fue especialmente criticado en el extranjero. Por ejemplo, L’Écho de la Timbrologie, Amiens, núm. 1053, 31 ene. 1940, pág. 9. 19. Algún prestigioso especialista extranjero llegó a calificar los primeros sellos de Franco como “clásicos”, término que solo se suele emplear para los valores del siglo XIX. Esto se debía al interés que tanta variedad de diseños y colores despertaba fuera de España, lo que, sin duda, mejoraba y normalizaba la imagen del dictador. H. MÉNARD: “Les timbres classi- Izda. 1949. Franco en la serie que se inició en 1942 Dcha. 1948. Franco en la serie impresa en huecograbado 62 ques d’Espagne de 1939 à 1946”, L’Officiel de la Philatélie, París, núm. 31, 15 oct. 1948, pás. 219. 20. Orden de 5 de julio de 1944, BOE de 9 jul. 1944. 21. L U I S -A N T O N I O S.: “España a través de sus sellos (1850-1940)”, Boletín Filatélico Español, Barcelona, núm. 39, 12 oct. 1940, págs. 36-43. Obsérvese la fecha de la revista, transitoriamente controlada por Falange. 22. De hecho, alguno de los que grabó no se puso en circulación por haber entrado las tropas nacionalistas en Madrid. 1948. Sellos de la popular emisión de Franco y el Castillo de la Mota La imagen de Franco en los Sellos to. Franco aparece con uniforme militar y capa de piel. La imagen procede de un cuadro de Ramón Zaragoza que se encuentra en la Casa de la Moneda. El retrato está poco cuidado y no ha sido retocado: el personaje tiene algo de papada, la frente partida y unos brillos en el pelo que pudieran parecer canas. Está solo, sin ningún símbolo del Estado. El fondo es neutro. Las letras presentan una tipografía al gusto tardomedieval. Su mirada se dirige al infinito, lo que, para algunos autores, le ha conferido una “cierta carga mística”25. El cuarto y último motivo de los años cuarenta es uno de los más significativos de todo el franquismo. Se empezó a vender el 6 de septiembre de 1948 y muestra al Caudillo, entre laureles, delante del Castillo de La Mota, en Medina del Campo (Valladolid). Tal edificio había sido, entre otras cosas, residencia de los Reyes Católicos26 y tras la guerra se había desarrollado allí el homenaje de la Sección Femenina de Falange al Ejército vencedor27. Queriendo tener una referencia imperial, el gobierno de Franco lo reconstruyó y lo entregó en 1942 a la citada organización, de la que Pilar Primo de Rivera, hermana del “ausente”, era Delegada Nacional. A lo largo de 1948 se emitieron seis de estos sellos y otros cuatro entre 1949 y 1954. Franco está con uniforme de general de división y no de capitán general. La razón de que un personaje al que se le atribuían poderes sobrenaturales28 sea representado con menos estrellas de las que le correspondían está en el hecho de que la imagen del sello corresponde a la fotografía oficial realizada en enero de 1937 por Jalón Ángel, en el Cuartel General de Salamanca29. El uniforme está cubierto por una capa con cuello de piel (por cierto algo diferente al de la foto). Ya hemos visto que no era la primera vez que se mostraba así, pero en esta ocasión tiene un cierto parecido con el sello que Alemania dedicó a Hitler el 13 de abril de 1939, con el Führer delante del ayuntamiento de su pueblo. Las ideologías también se descubren por sus signos externos. Lo más notable del sello franquista, por supuesto, son las reminiscencias imperiales y del “espíritu de cruzada” del Castillo de La Mota. Durante la guerra, la imagen más difundida fue la de Isabel la Católica: más de la mitad de las cartas encaminadas desde mediados de 193730 fueron franqueadas con esos sellos. Fernando el Católico, Lepanto o el Cid compartirán protagonismo con la reina durante el conflicto. Pero acabado este, son sustituidos por Franco, quedando tan solo el Cid, único personaje que tiene el privilegio de compartir emisión con el Caudillo. No lo olvidemos, el Cid fue un guerrero cristiano que, en defensa de la justicia, se había aliado con los musulmanes; era, además, un modelo de fidelidad conyugal a una esposa de Oviedo, había sido desterrado y tenía la adhesión inquebrantable de los suyos, quienes consideraban que la Jesús García 63 Sánchez Providencia le había elegido para guiarles. Franco y el Cid presentan, por tanto, algo más que casualidades biográficas31. De aquí a la eternidad Acabada la década de los cuarenta, que dejó un rastro de represión sin precedentes en la historia de España, el franquismo estaba ya consolidado. Superado el aislamiento, y tras la firma del Concordato con la Santa Sede y de los pactos con los Estados Unidos, algunas organizaciones internacionales aceptaron a España. En 1955, el mismo año de la entrada en la ONU, salieron a la calle los últimos sellos de uso corriente de Franco. El hecho no deja de ser curioso: frente a la profusión de emisiones simultáneas (hasta cuatro, como hemos visto) en los primeros veinte años del franquismo, solo un tipo apareció en los otros veinte. El 14 de febrero de 1955 se vendieron cuatro sellos con una representación no habitual del dictador; a lo largo de 1955 y 1956 se emitirán diecisiete más, completados en 1974 y 1975 con otros cuatro. Centenares de millones de piezas, durante dos décadas, serán pegadas por los españoles en su correspondencia particular y comercial. Aunque en esos años otros 1.200 sellos se pusieron a la venta, ninguno consiguió igualar esas ilimitadas tiradas. El “nuevo” Franco es un civil, muy calvo, con un ligero bigote, que mira directamente al espectador, pero sin la arrogancia de los tiempos anteriores. Es una imagen muy similar a la de cualquier monarca europeo de esa época o de las posteriores, incluido Juan Carlos I. No en vano, el Régimen consideraba que España era un Reino32. Los sellos están impresos fotográficamente en huecograbado, con colores variados, algunos de ellos bastante chillones, más difíciles de ver en los austeros tiempos del primer nacional-catolicismo. Al hilo de esto, en algunas publicaciones se ha señalado que Franco nunca quiso verse en sellos rojos. Obviamente, eso no es cierto. Ya antes de la serie que comentamos se habían hecho algunos. Ahora se fabricarán dos: el de 1 y el de 2 pts. Este último fue sustituido por otro púrpura, lo que ha alimentado las especulaciones que comentamos. Sencillamente, lo que pasó fue que no se quiso mantener dos sellos de diferente facial con el mismo color. En la década de los cincuenta no se emitieron otros sellos de Franco que esos, pero las alusiones al general no cesaron. Se hicieron seis en recuerdo de una visita que hizo a Canarias, imprimiendo tal inscripción sobre sellos de Falla o del Castillo de La Mota. La tirada fue corta y especulativa, apenas circularon y fueron polémicos, pues no cumplían las normas de la Unión Postal Universal, en cuanto al acceso fácil del público a ellos (imposible en uno de los que tan solo se sacaron 3.000 ejemplares). 1955. El Franco de la segunda mitad de su “reinado”, en uno de los valores más utilizados 23. Archivo General de la Guerra Civil Española, Salamanca: PolíticoSocial, Madrid, Caja 2359, Legajo 2982. 24. Tenemos noticias de, al menos, dos sindicalistas de izquierdas más que fueron autores de sellos en la época de Franco: Germán Martín Orbe y Carlos Velamazán. 25. ÁNGEL BAHAMONDE MAGRO y GASPAR MARTÍNEZ LORENTE: “36 años fran- queando cartas”, La aventura de la Historia, Madrid, núm. 25, nov. 2000, pág. 99. 26. Casi todos los autores suelen decir que el motivo del sello era un homenaje a Isabel de Castilla, por haber muerto en el castillo en 1504. Por ejemplo, OSWALD SCHIER: Manual de la filatelia 64 Izda. 1961. Uno de los sellos conmemorativos del “”XXV Aniversario del Alzamiento Nacional” Dcha. 1964. El valor más alto de los sellos “XXV Años de Paz” se dedica a Franco, “creador de la paz” española, Madrid, Fundación Albertino de Figueiredo para la Filatelia, 2000, pág. 172. Sin embargo, esto no es cierto, porque el óbito tuvo lugar en el palacio que los reyes tenían en la plaza de Medina del Campo. 27. Lo que había sido financiado en parte con un sello de correos, obligatorio para todas las cartas franqueadas entre el 15 y el 25 de julio de 1939. Decreto de 6 de julio de 1939, BOE de 8 jul. 1939 y Orden de 7 de julio de 1939, BOE de 9 jul. 1939. 28. Pondremos solo un ejemplo, de una obra de la época en la que se le calificaba de “Arcángel bíblico”. MANUEL IGLE- La imagen de Franco en los Sellos En 1956, para celebrar el “XX Aniversario de la Exaltación del Caudillo Franco a la Jefatura del Estado”, se emitió otro valor que, además de los laureles de rigor, muestra el monolito y la ermita levantados en sustitución del barracón donde se reunió la Junta que eligió a Franco como Jefe del Estado, en una finca salmantina. En los años sesenta no salieron ya sellos de la serie básica, pero sí de los que se suelen llamar conmemorativos. En marzo de 1960, con motivo de la celebración en Barcelona del Congreso Internacional de Filatelia, la Fábrica de Moneda y Timbre dispuso en el recinto ferial de unas máquinas impresoras para enseñar al público el proceso de realización de sellos. Como no podía ser menos, se escogió fabricar valores de Franco de 1955, pero de una tirada especial que se conoce como Franco-B (la B es de Barcelona; en el pie llevan las siglas F.N.M.T.-B.), que apenas circuló. Más interés, sin duda, tiene la serie de doce valores que, en julio de 1961, conmemoró el “XXV Aniversario del Alzamiento Nacional”. Alguno de los sellos recuerda hechos bélicos de la guerra, como el paso del Estrecho o la batalla del Ebro, pero la mayoría ensalza la labor del franquismo, en los primeros años del Plan de Estabilización: industria, regadíos, energía hidráulica... El valor más caro está dedicado a Franco y el más barato es una alegoría de la paz. La iconografía escogida representa al general en un medallón de relieve, sobre fondo dorado. Es, una vez más, una forma de expresión gráfica reservada a los reyes y a los personajes ilustres. Por supuesto, el que sea el sello de más valor facial no es una cuestión baladí. Ese mismo año de 1961, en octubre, se celebra con una estampilla el “XXV Aniversario de la exaltación del Generalísimo Franco a la Jefatura del Estado” (obsér- Jesús García 65 Sánchez vense las diferencias de redacción con el sello de cinco años antes), en el que se reproduce la fachada principal de la catedral de Burgos y un pequeño Víctor. El 1 de abril de 1964 salieron a la venta catorce valores, al cumplirse los “XXV Años de paz”. Las similitudes con la emisión de tres años antes son muy grandes. Al igual que en aquella, el sello de menos valor es una alegoría de la paz y el de más precio una imagen del dictador, con el texto “Franco, creador de la paz”33. El resto, los logros que el franquismo se atribuía: deporte, vivienda, desarrollo económico, obras hidráulicas, investigaciones científicas, turismo... Son los temas y las imágenes que se repiten hasta la saciedad en todos los medios de comunicación y en todas las publicaciones del Régimen. El Franco que aparece en el sello de esa serie es, por la edad, el de los últimos años de su vida, pero no por la iconografía. Parece como si se quisiera cerrar el círculo que se abrió en 1939: uniforme militar del Ejército de Tierra, la Cruz Laureada que se autoconcedió por la victoria, el fondo negro, la mirada hacia el espectador... Sigue siendo el Caudillo, el guía que triunfó venticinco años antes y trajo la paz. Será este, en realidad, el último sello de Franco en España, puesto que, como hemos comentado, las ediciones posteriores son imágenes de antes, con precios nuevos34. Sin embargo, la muerte del dictador en 1975 no supuso la desaparición de su imagen en las cartas. Por supuesto, no se fabricaron más valores con su efigie, pero las grandes cantidades acumuladas hicieron que Correos y Tabacalera vendieran sellos, incluso de posguerra, bajo los gobiernos de Arias, de UCD y del PSOE. Esto ocurrió hasta el 12 de junio de 1985. En esa fecha, España firmó el Tratado de Adhesión a las Comunidades Europeas, un nuevo tipo de sellos de Juan Carlos I (más pequeños) salieron a la calle y ya no se distribuyeron más timbres de Franco. SIAS V ILLA : Cánticos y semblanzas, Madrid, Aramo, 1955, pág. 21. 29. La fotografía aparece en numerosos libros. Encontramos una reproducción a gran tamaño y fechada en RICARDO DE LA CIERVA: Francisco Franco. Un siglo de España, Madrid, Editora Nacional, 1973, tomo I, pág. 577. 30. Los sellos republicanos fueron válidos en la zona sublevada hasta el 1 de agosto de 1937, en que, “por razones de conveniencia patriótica”, fueron retirados. Orden de 21 de julio de 1937, BOE de 22 jul. 1937. 31. Fueron corrientes las comparaciones entre ambos personajes desde los primeros tiempos de la guerra. Algunas de las más significativas las encontramos en el poemario de N. SANZ y RUIZ DE LA PEÑA: Romancero de la Reconquista, Valladolid, Librería Santarén, 1937. También se compara al Cid con otros generales nacionalistas. Por ejemplo, JULIO G ONZALO S ORIO : “Mola vence después de muerto. La conquista de Bilbao”, en Esbozo de una Síntesis del Ideario de Mola en relación con el Movimiento Nacional, Burgos, Hijos de Santiago Rodríguez, 1937, págs. 61-63. 32. Ley Orgánica del Estado de 10 de enero de 1967, art. 1º. Texto refundido de las Leyes Fundamentales del Reino, BOE de 20 abr. 1967. 1950. Medallón de Franco en sellos de África Occidental Española 66 La imagen de Franco en los 33. Incomprensiblemente, alguno de los catálogos de sellos editados actualmente, al citar este sello señala que la imagen corresponde a “S.E. el Jefe del Estado”. Dado que tal texto no aparece por ningún lado, hemos de deducir que el tratamiento es por cuenta de los editores que, sin embargo, no tienen esa misma deferencia para los primeros sellos de Juan Carlos I, quien es calificado de Don y no de Su Majestad. Ya dijimos algo sobre el sesgo ideológico de muchos de los que se mueven en el mundo filatélico. Añadiremos que en la bibliografía extranjera no se suelen referir a estos sellos como los de “25 años de paz”, sino como los conmemorativos de “25 años del final de la guerra” o de “25 años del régimen de Franco”. 34. Hubo, además, un cierto número de proyectos de sellos que no salieron a la calle, en general por razones técnicas o por no ser de suficiente calidad. ÁLVAROMARTÍNEZ-PINNA: “Proyectos y pruebas de sellos, emitidos o no, con la efigie del General Franco”, Revista de Filatelia, Madrid, núm.. 235, dic. 1988, págs. 407-411. También, FRANCISCO ARACIL: “Pruebas de los sellos del General Franco”, Revista de Filatelia, Madrid, núm. 236, ene. 1989, pág. 9. 1961. El 25º Aniversario de la proclamación de Franco como Jefe del Estado fue conmemorado en las cuatro provincias africanas. Aquí se muestra uno de los tres sellos de cada una Sellos No obstante, los particulares pudieron adherir legalmente sellos del dictador hasta el 28 de febrero de 2002, fecha en que cualquier estampilla con facial en pesetas dejó de tener validez, al desaparecer esa moneda. Por tiempo indefinido, sin embargo, los sellos nuevos de Franco, como todos los emitidos desde el 1 de abril de 1939, pueden todavía ser cambiados en Correos por piezas en euros, algo que no ocurre con los de la II República, que perdieron su validez con el fin de la guerra. Como se ve, la democracia no ha tenido el menor interés en anular la imagen del franquismo en las cartas35. Memorias de África Ya dijimos que no solo en España se distribuyeron sellos con el retrato de Franco. También en siete de los territorios africanos dependientes de la metrópoli se vendieron valores con la efigie del Caudillo. Por orden alfabético: África Occidental Española, Fernando Poo, Guinea, Ifni, Marruecos, Río Muni y Sahara. En total, unos 130 sellos, con un tratamiento muy diferente, según los casos. Normalmente, su difusión fue mucho menor que la de los españoles y, por tanto, su impacto ideológico quedó mermado por las cortas tiradas, lo que, sin embargo, no les resta importancia como memoria postal. Dependiendo del protagonismo de Franco, sus sellos coloniales se pueden agrupar en varias categorías, de menor a mayor importancia: a) Los sellos de España, habilitados con una pequeña inscripción para ser usados en los territorios dependientes. Son unos cuarenta, sobre todo de Ifni y Sahara. Sus imágenes han sido ya comentadas. b) Las imágenes de paisajes africanos en los que hay un pequeño medallón con la imagen de Franco. Son casi cincuenta, de África Occidental y de Guinea. Jesús García 67 Sánchez 1938. Uno de los tres bloques de sellos benéficos de Marruecos que muestran la primera imagen oficial de Franco en los sellos c) Los que conmemoran visitas del general (seis sellos, de Ifni y Sahara) o el XXV Aniversario de su proclamación como Jefe del Estado (dos por cada una de las cuatro provincias que quedaban en 1961: Fernando Poo, Ifni, Río Muni y Sahara). d) Los benéficos para los mutilados de la guerra. Emitidos únicamente por Marruecos, constituyen un total de dieciocho sellos y hojitas. e) Las emisiones originales, con nuevos retratos. Constituyen dos series de siete valores. Yendo a cada uno de los grupos, diremos que los sellos de paisajes con el medallón de Franco son similares a los que eran empleados por las colonias británicas, con la efigie de Jorge VI o Isabel II. Se difundieron hacia 1950, aunque el rostro es anterior. No deja de ser curioso ver al adusto general al lado de un avestruz corriendo o junto a una selva ecuatorial. Pero, claro está, los diseñadores pretendieron mostrar a un líder imperial y nada mejor que dibujarlo así36. Por lo que hace referencia a los sellos de la “Visita del Caudillo” a Ifni y Sahara, ambos son idénticos: Franco, con uniforme de campaña para el desierto, mirando al infinito, al lado de un camello tendido y de su amo. Estas series fueron puestas a la venta el 18 de julio de 1951, pasados quince años exactos del inicio de la guerra, aunque la visita fue en 1950. 35. En el extranjero causa sorpresa este hecho, porque lo comparan con la rapidez de la mayoría de los ayuntamientos para cambiar los nombres de las calles con reminiscencias franquistas. “But then... Spain is different”, señala PIERRE WILSON en ANÓNIMO: “Withdrawal of the Franco definitives”, España, s. l., vol. XXIX, núm. 1, 1986, pág. 23. Si no hubiera llegado el euro, ¿los sellos de Franco habrían servido eternamente? 36. La propaganda fue exitosa y uno de estos sellos figuró pronto en la portada de la revista oficial de la FEDERACIÓN INTERNACIONAL DE FILATELIA: L’Officiel de la Philatélie, París, núm 49, 15 abril 1950, s.p. 68 La imagen de Franco en los 1941. Retrato ecuestre de Franco en sellos del Protectorado de Marruecos 37. Lógicamente, solo tenían valor postal desde Marruecos y hemos de considerar que ponerlos en el correo de la Península, donde no se vendían, era un motivo de fiel adhesión al Caudillo. E L M’RABET DIAL NEJLA: “El General Franco en los sellos”, Boletín Filatélico Español, San Sebastián, núm 6, ene. 1938, pág. 107. Sellos Como en España, el 1 de octubre de 1961 se conmemoró el XXV aniversario de su nombramiento como Jefe del Estado. En cada una de las colonias se sacaron cuatro sellos. Dos idénticos en cada provincia mostraban al dictador con diferentes uniformes militares, siempre con la Cruz Laureada y de fondo algún paisaje estilizado o personas con los trajes típicos del lugar; otro tenía un mapa del territorio y el cuarto un edificio, bien la sede del gobierno, bien la catedral principal. Probablemente los sellos coloniales más interesantes sean los que dedicó Marruecos, con fines benéficos, para los mutilados africanos de la guerra. Los de 1937 fueron hechos en una prestigiosa imprenta londinense y muestran a Franco de perfil, por supuesto con uniforme militar, rodeado de atauriques y de expresiones en español y árabe. Como fue la primera vez que apareció en valores oficiales, tuvieron mucho éxito e, incluso, muchas personas franqueaban sus cartas desde la Península con ellos37. De estos sellos se hicieron en 1938 tres hojitas, compuestas por cuatro imágenes cada una, en las que, además, había dos estrellas de seis puntas y una expresión bilingüe en cada una: “Franco, Caudillo”, “Franco, Victorioso”, “Franco, Generalísimo”. Aunque circularon muy poco, su diseño no tiene desperdicio. Los que, en cambio, fueron muy difundidos, franqueándose millones de cartas con ellos, son los valores benéficos pro-mutilados de 1941, 1943 y 1945. Presentan una imagen del dictador desconocida hasta entonces y que no se volverá a ver : su retrato ecuestre. Es de sobra conocido que todos los artistas han recurrido a este tipo de obras cuando han querido expresar el poder omnímodo de un personaje. Ahí tenemos, salvando las distancias, el Conde-Duque de Oliva- Jesús García 69 Sánchez res pintado por Velázquez o el Condottiero esculpido por Verrocchio, por citar los más clásicos. En el sello de 1941 Franco monta un caballo blanco que marca el paso al lado de una formación de la Guardia Mora. El pie de imprenta dice “La Victoria” y en el cielo parece adivinarse un ángel que conduce a los soldados al triunfo final. En los de años posteriores, Franco, con capa, pasa revista desde su caballo a las tropas africanas. Ya conocemos la decisiva importancia que este conjunto de unidades militares tuvo en la guerra civil, lo que sirvió para que, algunos de sus soldados se convirtieran, durante años, en la guardia pretoriana del Generalísimo. Otros retratos del dictador tienen también importancia, como los valores emitidos por Guinea en 1940, con uniforme militar. Fueron dibujados por Sánchez-Toda, quien añadió algunas hojas de plantas ecuatoriales, como decoración. Compartieron el franqueo con los remanentes de sellos republicanos que quedaban en la colonia y que mostraban a mujeres y hombres con muy poca ropa; eso hubiera sido un problema en la represiva y reprimida España del primer franquismo, si no se hubiera tratado de seres que, a los ojos de los dirigentes políticos y eclesiásticos, fascistas o no, pertenecían a “razas inferiores”. La última serie colonial que comentaremos es la que, en 1950, se dedicó en Ifni a beneficio de la infancia. Contrariamente a lo que solía y suele ocurrir en España o en cualquier país cuando se editan sellos con esa finalidad, no se muestra a niños en distintas actitudes, la más común de ellas el juego. Muy al contrario, se ve una figura del dictador, rodeado de laureles. Es, además, un Franco vestido de civil. De nuevo, vemos al líder benéfico, de poderes taumatúrgicos, que ayuda a los más desfavorecidos, que impulsa las campañas de la Santa Infancia, en las que participan las damas 38. Franco sí apareció en tres de las seis postales que los alemanes editaron para conmemorar, el 31 de mayo de 1939, la vuelta de la Legión Cóndor. Una de ellas es su foto oficial, con una inscripción alemana sobre el retorno de la Legión y unas hojas de laurel. Las otras dos son fotomontajes con el rostro del Caudillo al lado del del Führer, sobre el fondo, entre otras cosas, del “Desfile de la Victoria” y de una unidad alemana en formación, respectivamente. Los matasellos de recuerdo, utilizados en Berlín y Hamburgo, en la fecha citada, superponen el yugo y las flechas con la esvástica. Puede verse todo ello en R. JAMES BENDER (ed.): Postcards of Hitler’s Germany, San José, 1998, vol. 2, págs. 312-314. También hay tarjetas italianas con la imagen de Franco. Como contraste, hemos de decir que conservamos una tarjeta que los soviéticos editaron en 1942, con una caricatura de Franco, al lado de un oficial de la División Azul, con su ropa y su ban- Sello de Sahara que conmemora la visita que hizo Franco el año anterior 70 La imagen de Franco en los dera hechas jirones, por la derrota frente a la División Noroeste del Ejército Rojo; junto al teléfono directo con Hitler, Franco exclama: “No me apene, coronel, ahora mismo conocerá desde Berlín las victorias que usted ha logrado”. Agradecemos a las “niñas de la guerra” Araceli Ruiz y Aurora Aguilera la traducción del texto ruso. 39. Ya vimos que tan solo una serie de sellos, en 1938, fue controlada por Falange. Sobre el escaso papel del partido único en la propaganda franquista, véase FRANCISCO SEVILLANO CALERO: “Cultura, propaganda y opinión en el primer franquismo”, Ayer, Madrid, núm. 33, 1999, págs. 147-166, esp. págs.151-152. 40. Hubo un proyecto de sello de Mola, con escudo de Navarra y la Cruz Laureada que se le concedió el mismo día de su muerte, el 3 de junio de 1937. Sin embargo, no pasó de las primeras pruebas de imprenta. Sin que pueda precisarse exactamente su fecha, dicho proyecto es, en todo caso, anterior a noviembre de 1938. Típica tarjeta postal de la guerra: foto de Franco, proclamas, sello de Isabel la Católica y censura militar Sellos de la alta sociedad española para, con un sentido paternalista de la caridad, dar dinero a la cristianización de los que, popularmente, eran conocidos como “los negritos”. Único testigo Hasta ahora hemos dedicado estás páginas a comentar la existencia de centenares de sellos diferentes de Franco. Sin embargo, no estaría completo el análisis si no dijéramos algo sobre los vacíos o las ausencias postales de todo el franquismo. Lo más destacado es, quizá, el hecho de que Franco está solamente en sellos españoles y de las colonias. Como consecuencia de las escasas relaciones internacionales mantenidas en su periodo, ningún país quiso homenajearle. Apenas viajó al extranjero, lo que eliminó sus posibilidades en las estampillas foráneas38. Una gran diferencia con los tiempos actuales: el rey Juan Carlos I aparece en sellos de casi todos los países de Iberoamérica. Incluso, podemos verle a él, a la reina, a su hijo, a sus hijas o a sus yernos, en piezas de África y de Asia. También hay países que han sacado sellos en homenaje a políticos españoles, como José María Aznar. En otro orden de cosas, una serie de elementos típicos del franquismo no fueron llevados a las cartas, lo que vendría a confirmar una cierta incomodidad de Franco al lado de ellos y a clarificarnos más sobre su verdadera composición ideológica. No hay ningún sello oficial dedicado a la Falange, ni a José Antonio Primo de Rivera, lo que contrasta, por ejemplo, con la omnipresencia de su nombre o de su foto en aulas, juzgados, organismos públicos o muros de iglesias, muchas veces al lado de Franco39. Tampoco se hicieron de Mola40, ni de Sanjurjo, ni de ninguno de los generales que combatieron a su lado en la guerra. No figura Alfonso XIII, ni nin- Jesús García 71 Sánchez gún rey español posterior a Felipe II, salvo cuando, como Felipe IV con Velázquez, o Isabel II con Madrazo, se emiten series de pintores. No se imprimieron estampillas de políticos contemporáneos, salvo del otro dictador del siglo XX, Miguel Primo de Rivera, y del marqués de Salamanca, pero como inversor ferroviario, no como ministro. No se homenajeó a las Leyes Fundamentales, a las Cortes, a las instituciones políticas, a las elecciones del tercio familiar, a las consultas populares (aunque fueran manipuladas), a ningún medio de comunicación en concreto, o al cine. Franco no apareció en ningún sello relacionado con la religión, ni directa, ni indirectamente, de tal manera que no es posible verle rezando, ni bajo palio, ni ante ningún edificio religioso, ni junto a un crucifijo o una virgen, ni al lado del Papa o un obispo. Pero nada de esto ha de extrañarnos. Franco era, casi exclusivamente, un militar, un guerrero neomedieval. A pesar de su mediocridad, supo aprovechar las oportunidades para absorber retazos de las ideologías fascista y católica, que le venían bien para su proyecto personal. Sus incoherencias se plasmaron en un régimen seudomonárquico y seudoimperialista, porque deseaba ser rey y ser dueño de un imperio. Seguramente, en muy pocos elementos como en sus sellos oficiales se demuestra todo esto tan a las claras. Sellos que, como él, “no se meten en política”41 ❍ 41. La personalidad de Franco ha sido abordada en decenas de estudios. Los más rigurosos coinciden en que era “un hombre corriente”. Podemos poner como ejemplo los libros de G IL , V I DAL , P AYNE , F USI , P ORTERO , P RESTON o BACHOUD. La obra de esta última autora es, en nuestra opinión, una de las mejores y la que cuenta con la bibliografía más actualizada. ANDRÉE B ACHOUD : Franco, Barcelona, Crítica, 2000, págs. 525538. En una conversación que manteníamos hace algunos meses con esta profesora francesa, nos contaba que habían sido infructuosos sus esfuerzos para descubrir en Franco algún rasgo excepcional (amantes, buena conversación, vicios, cultura, ideas brillantes). D Franco’s image on stamps abstract Sumario uring the forty years he was in power, Francisco Franco’s portrait appeared on hundreds of stamps in Spain and in the African colonies. That image would change over time. In postwar Spain he is shown strictly in military garb. Later, he was typically shown in civilian attire, all the while enjoying this postal status as if he were the king of Spain and emperor of Africa. No one would challenge him for a place on the postage stamps, which provide us with a fundamental site for analyzing Franco regime propaganda. Siguiente El accidente de caza que Franco sufrió a finales de 1961 obligó a que se realizara una campaña de imagen para demostrar a la nación que el Jefe del Estado no estaba mermado de sus condiciones Francisco Franco y la historia de la televisión Poco del proceso evolutivo de la televisión en España se debe a la acción directa del general Franco; pero, como desde octubre de 1936 hasta prácticamente su fallecimiento fue el destinatario central de todas las cosas de la España oficial, en muchos momentos se produce la intersección de su proceso vital y la historia del medio. Suele desconocerse que Francisco Franco fue el primer español que vio su rostro representado a través de las señales electromagnéticas de la televisión. Corría el 25 de noviembre de 1938 cuando los nazis realizaron en Burgos unas pruebas de Fono- MANUEL PALACIO H ay muchas posibles conexiones entre Franco y la televisión. No podía ser de otra forma, teniendo en cuenta que la larga dictadura de Francisco Franco coincide con la puesta en marcha del servicio de televisión en España y con su consolidación como la principal industria de la conciencia y forma de ocio de los ciudadanos. Y obvio es decirlo: en un régimen que pese a su pretendido entramado jurídico concedía al Jefe del Estado una capacidad de decisión política absolutamente discrecional y que en buena parte estaba vertebrado a nivel simbólico por la figura del General, el corolario fue que el nombre de Francisco Franco está muy unido a muchos de los jalones históricos del medio, sobre todo en sus inicios. Este ensayo está dividido en cuatro secciones que abordan otras tantas perspectivas de las relaciones que tuvo el anterior Jefe de Estado con la televisión: en el primer apartado observaremos los cruces que Franco tuvo con la historia televisiva (básicamente en los años cincuenta); el segundo se articula a partir del pensamiento que el general esbozó sobre la pequeña pantalla (años sesenta); el tercero fijará la atención en el uso como ocio que hizo de la televisión (sobre todo años setenta); y en el último se apuntarán algunos problemas iconográficos de la propia imagen televisiva de Francisco Franco. Francisco Franco y la televisión 74 Francisco Franco y la Televisión Aquí, en segundo plano, puede observarse a Adolfo Suárez cuando era Director General de TVE visión, una especie de videoteléfono en la terminología actual que, patentado por Telefunken permitía enviar a distancia sonidos e imágenes. La demostración emanaba del convenio de colaboración que la Alemania nazi y la “España Nacional” habían firmado en marzo de ese año por el que los primeros facilitarían la infraestructura técnica y de telecomunicaciones para que los militares sublevados construyeran dos emisoras de radio. A esas primeras pruebas de transmisión de imágenes y sonidos a distancia que se realizan en España asisten, entre otros, el embajador alemán, el barón Eberhard von Stohrer y los ministros “nacionales” de Asuntos Exteriores e Interior, el general Gómez Jordana, conde de Jordana, y Ramón Serrano Suñer, respectivamente. El comandante Santiago Torre Enciso, en ese momento Jefe de la Sección Técnica del Ministerio del Interior, fue el único español que colaboró con los técnicos alemanes en una prueba que, según la prensa de la época, consistió en una breve conversación entre el General Franco y su ayudante el comandante Martínez Maza. Franco no intervino en el acto más allá de expresar su admiración por la técnica alemana. Por su parte, Günter Flatzen, del Departamento de Correos de Alemania que llegó ex professo a Burgos para el evento, combinó en su parlamento protocolario las ideas que durante décadas se han tenido sobre la tecnología televisiva con algunas otras que fijaban estrategias de propaganda ideológica: Manuel Palacio 75 La Fonovisión es el medio de comunicación más perfecto de que dispone actualmente la humanidad. Personas separadas por larga distancia pueden cambiar impresiones sin pérdidas de tiempo no solo verbalmente sino a través del espacio, de tal manera que la técnica de la Fonovisión puede considerarse como el medio de unión espiritual más eficaz entre los hombres. Por estas causas la Fonovisión sirve de manera extraordinaria a fortalecer un estado nacional en sí y darle unidad y cohesión y, en el futuro, fomentar la comprensión entre todos los pueblos. Así, la Fonovisión resume simbólicamente los fines que se dirigen a combatir el bolchevismo, a fortalecer el nacionalismo característico de cada país y a fomentar la paz mundial mediante el respeto mutuo a las naciones1. Más allá del humo de pajas de una exhibición de la que no se conocen auténticamente sus resultados, la técnica televisiva de la Fonovisión se arrambló con la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial y los ensayos no tuvieron continuidad. El aparato propiamente dicho, que los nazis habían regalado a los franquistas, acabó en la segunda mitad de los años cuarenta en el Paseo de la Habana, primera sede de la televisión española.2 Finalizada la Guerra Civil, y como no podía ser de otra forma en una dictadura muy personalista, Francisco Franco se convirtió en el elemento decisivo que daba razón a todas las pruebas televisivas que se hicieron en España. De hecho, excepción hecha de las exhibiciones que hizo Philips en Barcelona en 1948, no hubo ensayo realizado por extranjeros o nacionales que no tuvieran al “Generalísimo” como el primer, y en muchos casos único, destinatario de las demostraciones. El motivo es evidente: foráneos y españoles conocen que la opinión de Franco será concluyente para dar comienzo a las emisiones regulares y, eventualmente, para fijar las características del conjunto del modelo televisivo elegido. Y si alguien lo dudaba se explicita con un cierto eufemismo en la revista Sintonía, órgano de Radio Nacional de España, en donde en septiembre de 1948 se podía leer: “Bien sabemos nosotros que el Estado, en su alta misión directora, pronunciará el fallo justo en el momento preciso y, contando con ello, podemos estar todos absolutamente tranquilos”3. Los holandeses de Philips y los norteamericanos de RCA realizaron en 1948 las primeras demostraciones públicas de televisión en España4. Los de Philips las hicieron en la Feria Oficial de Muestras de Barcelona con el apoyo político de Juan Antonio Suances, amigo de Francisco Franco desde la infancia, coronel de ingenieros de la Armada y Ministro de Industria y Comercio. Por su parte, los de RCA, y más allá del fiasco de sus pruebas públicas en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, se fueron directamente al Palacio residencial para acreditar en sus salones la bondad de su sistema: a mediados del año 1948, con la mediación del Jefe falangista José Luis Arrese, los técnicos estadounidenses realizaron algún ensayo de circuito cerrado de televisión en El Pardo con el apoyo de la gente de Radio Nacional y de la Dirección General de 1. Véase, entre otras fuentes, Diario de Burgos, 26.XI.1938. 2. NACHO RODRÍGUEZ MÁRQUEZ y JUAN MARTÍNEZ UCEDA: La televisión: historia y desarrollo. Los pioneros de la televisión, Madrid, Editorial Mitre/RTVE, 1992, pág. 84. 3. Sintonía, nº 30, 1.IX.1948. 4. He desarrollado las cuitas concretas de ambas pruebas en “Experiencias de televisión en la España de los años cuarenta”, en Cuadernos de la Academia, nº 9, Madrid, AEHC/Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, 2001. 76 El televisor de Franco que todavía hoy puede verse en el palacio de El Pardo 5. NACHO RODRÍGUEZ MÁRQUEZ y JUAN MARTÍNEZ UCEDA: op. cit., pág. 55. 6. PAUL PRESTON: Franco “Caudillo de España”, Barcelona, Grijalbo Mondadori, 1998, pág. 742. 7. JUAN MUNSÓ CABÚS: Escrito en el aire, Madrid, RTVE, 1988, pág. 81. Francisco Franco y la Televisión Radiodifusión. El primer “programa” televisivo tuvo una duración en torno a los veinte minutos y fue presentado por el actor Ángel de Andrés. Existen muy pocas informaciones fidedignas de estas pruebas norteamericanas que son de facto el primer contacto del Jefe del Estado con el modelo de Televisión que conocemos hoy día. Tenemos, pese a ello, algunos testimonios de los participantes españoles en el evento. Luis Guijarro Alcocer, coronel de Infantería de Marina y Director General de Radiodifusión y como tal principal responsable político de las pruebas en El Pardo, ha declarado con optimismo: “La prueba salió bien. Tras la actuaciones, se explicó someramente el funcionamiento de la televisión, y los asistentes pudieron contemplarse a sí mismos en los receptores. La que se mostraba más entusiasmada era la mujer de Franco, le encantó todo aquello”5. Empero, en un sentido contrario se ha expresado Enrique Thomas y Carranza, director de Radio Nacional en las fechas que se hicieron las pruebas, al señalar que la marquesa de Huétor de Santillán, principal compañera de Carmen Polo durante más de treinta años y que muy habitualmente se coincide en señalar que “sus maliciosas habladurías podían favorecer o arruinar a aquellos que formaban los cerrados círculos de El Pardo”6, cercenó la continuidad de los ensayos experimentales, ya que “al verse en la pantalla con una silueta que, según ella, no se parecía en nada a la suya, exclamó indignada; ¡Qué mal funciona esto!”7. Se ignora la opinión que suscitó a Francisco Franco un medio que en aquel tiempo estaba técnicamente muy alejado de los parámetros actuales. Sea como fuere, Franco dejó hacer. A partir del invierno de 1950 los hombres de la Dirección General de Radiodifusión se plantean abandonar las pruebas en circuitos cerrados y comenzar transmisiones herzianas. Los problemas son mayúsculos empezando porque en España no hay aparatos receptores ni antenas que eficazmente capten la señal televisiva. Luis Guijarro consiguió que los de Philips le regalasen, de facto, unos veinte televisores que reparte entre las “elites” del franquismo: en primer lugar, por supuesto, Francisco Franco, y luego una selecta lista en la que se encuentran, entre otros, el ministro de Educación Nacional, José Ibáñez Martín, en ese momento administrativamente responsable de la radiodifusión, y otros prebostes ministeriales como Esteban Bilbao, Camilo Alonso Vega o Agustín Muñoz Grandes. En 1951 con la remodelación del gabinete ministerial la radiodifusión va a dejar de encuadrarse en el Ministerio de Educación Nacional para adscribirse hasta el fin del franquismo a Información y Turismo. En este Ministerio, a primeros de los años cincuenta, se crea una nueva cadena jerárquica para “el mando” televisivo que comien- Manuel Palacio za por el ministro Gabriel Arias Salgado y continúa por el Director General de Radiodifusión, Jesús Suevos, y por el Director (de Programas y Emisiones) de Radio Nacional de España, José Ramón Alonso; en labores menos políticas comienzan a trabajar en el servicio de televisión José Luis Colina como director de programación y Joaquín Sánchez Cordobés como responsable de los ingenieros encargados de los aspectos técnicos. El nuevo equipo estabiliza, a partir de 1952, unos pseudo horarios de programación en pruebas que con altibajos llegarán hasta la inauguración oficial. Las emisiones experimentales en pruebas se concibieron como ensayos técnicos pero, también, se entendían como la mejor manera para convencer a Franco de que en España se comenzara el servicio televisivo. Para satisfacer este segundo y más decisivo objetivo se hicieron muchos esfuerzos como, por ejemplo, mejorar las condiciones de recepción de la señal televisiva en la “casa” del “Generalísimo”; así, se elevó, hacia 1953, el punto de recepción del Palacio de El Pardo con un poste telescópico de unos sesenta metros y más tarde se construyó una antena especial y de uso exclusivo de la familia Franco, abuelos, hija y nietos8. Tampoco se descuidaron las calidades de visibilidad de las imágenes y en 1955 se regaló al Jefe del Estado, y a expensas de los presupuestos de Radio Nacional, un enorme televisor de fabricación italiana marca Autovox que podría haber costado unas 25.000 pesetas, en un tiempo en que José Ramón Alonso cobraba tres mil pesetas mensuales por dirigir la televisión española y otras doce mil por hacer lo propio en Radio Nacional. El aparato televisivo le durará a Franco hasta su fallecimiento y aun hoy puede verse en el Palacio de El Pardo. Igualmente, se realizaron emisiones extraordinarias dirigidas exclusivamente a El Pardo como unas hechas en la primavera de 1956 recogiendo el tráfico de la Gran Vía madrileña. Se ignora cómo fue de cotidiana la televisión experimental en el Palacio. Sugiere Juan Carlos Ibáñez la idea atractiva de que la oferta televisiva de esos años, escorada sin duda hacia un modelo de programación angloamericano de entretenimiento y ocio, creó en Franco un poso determinante para la valoración del medio9. Es difícil saberlo, ni siquiera es seguro que el Jefe del Estado estuviese atento a los esfuerzos que hicieron los pioneros de la televisión en España; eso por no contar que las habituales caídas de tensión eléctrica dificultaron la continuidad de cualquier visionado de televisión hasta los primeros años sesenta. Empero se sabe que en el tiempo de las emisiones experimentales no fue infrecuente que desde la Casa Civil del Jefe del Estado se 77 8. NACHO RODRÍGUEZ MÁRQUEZ y JUAN MARTÍNEZ UCEDA: op. cit., págs. 191-2. 9. Véase JUAN CARLOS IBÁÑEZ: “Televisión y cambio social en la España de los años cincuenta”, Secuencias nº 13, primer semestre del 2001. Dependencias personales de la familia Franco en el palacio de El Pardo con televisor incluido 78 Francisco Franco y la Televisión solicitaran programas televisivos “a la carta” y, aunque la vida siempre da sorpresas, no parece probable que esas peticiones provinieran del mismo Franco pues lo más habitual fue que las demandas consistieran en dibujos animados. El mensaje de fin de año de 1973 dejó una muy lamentable imagen de la salud de Franco 10. Diario Madrid, 29 de octubre de 1956. Las emisiones regulares de televisión española comenzaron, únicamente para la ciudad de Madrid, el 28 de octubre de 1956. La larga figura del dictador está muy presente en los reducidos fastos que suscitó la inauguración. Además de los habituales ‘¡Viva Franco!’ que profirieron el Ministro y otros mandamases, se produjo un detalle llamativo: Jesús Suevos finalizó su perorata solicitando al Ministro que “transmitiera al Caudillo un saludo de homenaje y de gratitud de cuantos trabajan [en radio y televisión] todos formados en firmes ideales, que utilizarán estos elementos en servicio de la España una, grande y libre y que harán todo lo posible para que la televisión sea digna de España, del Caudillo y de nuestra tradición”10. Sus afirmaciones no dejan de ser una curiosa hipérbole; no tanto por el exceso retórico, tan característico del franquismo, de calificar el trabajo propio en relación con la suprema excelencia del que desarrolla el General en su Jefatura, sino porque cabía pensar que Franco estaría viendo el programa (¿o no se molestó en ponerse ante el televisor el día de la inauguración y Jesús Suevos lo sabía?). Ciertamente, el servicio televisivo comenzó en España con retraso en relación a otros países del entorno europeo o latinoamericano. Con frecuencia se aduce que Manuel Palacio Franco consideraba que las limitaciones económicas que padecía España suponían un muy sólido freno para que el Estado se lanzara a poner en marcha la televisión. El argumento tiene consistencia, pues al fin y al cabo en España no existen fábricas que proveyeran de aparatos a los españoles y el televisor es un artículo muy lujoso de importación muy alejado del poder adquisitivo de las clases medias o populares; sin embargo, el argumento no parece definitivo. Básicamente, porque cualquier repaso biográfico de la vida del dictador indica que Franco, pese a su innegable austeridad y populismo, y por ello quizá poco predispuesto a potenciar servicios elitistas, no pareció en todo su mandato muy proclive a aceptar las debilidades económicas del Régimen. Parece claro que el precavido Gabriel Arias Salgado ejerció el “tancretismo” en todo lo relacionado con la televisión y se mantuvo prudentemente alejado de una decisión que podía tener un cierto calado histórico. No extraña esa actitud. Mariano Navarro Rubio ha descrito al principal responsable de las cosas de la televisión en esos años como especialmente dubitativo e interviniendo en las reuniones del consejo de ministros con la frase: “Mucho cuidado con esto, mi General, que corremos el riesgo de cometer un error muy grave”11. Algunos de los responsables político-técnicos del servicio televisivo han relatado, siempre en fechas muy alejadas de 1956, los motivos que argumentaron para que su “Excelencia” permitiera el comienzo de las emisiones. Jesús Suevos adujo al Caudillo unas razones que obligaban a que España no estuviera rezagada con respecto a los países de Europa12, aunque en otras ocasiones, en un sentido casi inverso, ha indicado que por motivos de su cargo televisivo nunca despachó con Franco13. Por su parte, José Ramón Alonso ha insistido en varios lugares en que redactó un informe para el Jefe del Estado utilizando como argumento central las interrelaciones posibles entre el desarrollo de la televisión y la existencia de una industria electrónica para la defensa14. Por supuesto que, más allá de conjeturas, Franco no tenía las cosas claras sobre la televisión; y, como casi todo el mundo en la España autárquica, carecía de una valoración cabal de los cambios de todo tipo que podía aparejar la llegada del nuevo medio de comunicación15. Probablemente por ello, y como en tantos otros momentos de su jefatura, dejó que se fuera haciendo y con su cautela característica esperó que el propio tiempo aclarara la situación. Así parece que pasó con la relativamente improvisada fecha de la inauguración, prevista por el Ministro Arias Salgado para la primavera de 1957 y que Jesús Suevos la adelantó unos seis meses como elemento propagandístico en la activa estrategia falangista que comandada por José Luis Arrese intentó a lo largo de 1956 imponerse políticamente a las otras corrientes del régimen franquista. No cambian mucho las cosas durante la primera mitad del año de 1957; tanto es así que de hecho no hay ningún proyecto para que las ondas de la televisión española lleguen, cuando menos, a Barcelona16, bien por la creación de una red estatal bien por la puesta en marcha de una segunda emisora. José María Revuelta, Director General de Radio de Televi- 79 11. M ARIANO N AVARRO R UBIO : Mis Memorias. Testimonio de una vida política truncada por el caso Matesa, Madrid, Actualidad y Libros, 1991, pág. 282. 12. PEDRO MUÑOZ: RTVE. La sombra del escándalo, Madrid, Ediciones Temas de Hoy, 1990, pág. 161. 13. NACHO RODRÍGUEZ MÁRQUEZ y JUAN MARTÍNEZ UCEDA: op. cit., pág. 130. 14. J OSÉ R AM Ó N A LONSO : op. cit., pág. 229. 15. Como muestra de lo dicho, y más allá de muchos comentarios escépticos que aparecen en la prensa, puede recogerse una opinión cualificada como la de Enrique de las Casas, Redactor Jefe de TVE y años más tarde director de la primera cadena: “no olvidemos que por una serie de razones etnológicas y definitorias, el pueblo español no parece ser un consumidor nato de TV. Ni el clima, ni el estilo de vida, ni las cualidades imaginativas de la gran masa española parecen hacer de ella un buen cliente para la TV” (“La televisión española” en RENATO MAY: Cine y televisión, Rialp, 1959, pág. 291). 16. Véase para este tema M ANUEL P ALACIO : Historia de la televisión en España, Barcelona, Gedisa, 2001. 80 Francisco Franco y la Televisión Franco saludando personalmente a los técnicos desplazados a El Pardo para realizar el mensaje de fin de año 17. PEDRO MUÑOZ: op. cit., pág. 164. 18. F RANCISCO F RANCO : Discursos y mensajes del Jefe del Estado 19551959, Dirección General de Información. Publicaciones Españolas, 1960, pág. 122. sión tras los cambios ministeriales de febrero de 1957, ha contado que en junio de ese año con motivo de la primera audiencia que le concede el Jefe del Estado, el general está reacio al desarrollo del medio y comenta: “Yo me pregunto, Revuelta... todo esto de la televisión ¿será para bien?”17. Pero ¿cómo interpretar las equívocas palabras del “Generalísimo”? Vayamos un poco hacia atrás. En las navidades de 1955, una fecha en la que habrá que subrayarlo no existe servicio regular de televisión en España ni tampoco previsiones de que se vaya a inaugurar, en su mensaje anual el Jefe del Estado espetó la luego tan repetida frase: “Hoy tengo que preveniros de un peligro: con la facilidad de los medios de comunicación, el poder de las ondas, el cine y la televisión se han dilatado las ventanas de nuestra fortaleza. El libertinaje de las ondas y de la letra impresa vuela por los espacios y los aires de fuera penetran por nuestras ventanas viciando la pureza de nuestro ambiente”18. En suma, que parece lícito afirmar que las dudas que Franco tiene sobre la televisión no provendrían tan solo de su valoración responsable acerca de las magras arcas del Estado sino también de algo con mayor calado como era su propia perplejidad ante la encrucijada política y económica en la que se halla el Régimen en la segunda mitad de los años cincuenta. En otras palabras que al Jefe del Estado por tradición ideológica propia le gustaría una España aislada y sin televisión, más sólida depositaria de valores ancestrales en su lucha contra el comunismo internacional y el liberalismo masónico. Pues, si bien Franco probablemente no entendía las conexiones existentes entre una programación basada en el modelo televisivo angloamericano con las concepciones económicas liberales de Mariano Navarro Rubio y Alberto Ullastres, que justamente en ese tiem- Manuel Palacio 81 po negociaban con el FMI y con el mismo Franco la creación del Plan de Estabilización, no puede decirse que estuviese completamente en Babia como lo demuestra que es consciente de la influencia que poseen los films norteamericanos, y la vida que en ellos se refleja, en los órdenes morales y sociales de los españoles19. Quizá justamente sea esa la base de los titubeos de Franco a largo de 1957; en este sentido cabe pensar que intuye que no hay luz (ni probablemente régimen) al margen de las normas económicas estadounidenses o de los presupuestos televisivos angloamericanos. Y, cuando en septiembre de 1957 el Papa Pío XII promulga la encíclica Miranda Prorsus sobre cine, radio y televisión, por la que el Vaticano acepta y reivindica el desarrollo de la televisión, y a su vez el Padre Venancio Marcos (un incombustible de las ondas radiofónicas que había empezado su carrera en Radio Madrid desde donde pasó a Radio Nacional y a Televisión Española y del que se dijo que a la altura de 1955 había conseguido la conversión de 3.000 infieles) da legitimidad cristiana a las emisiones televisivas españolas, Franco comprende que tampoco en este campo resulta conveniente ir a contracorriente y da el visto bueno para el desarrollo del medio. La televisión en España comenzará su proceso evolutivo. Muy poco después, a finales de la primavera de 1958, año y medio del comienzo de las emisiones regulares, se comienza a construir la red centralizada y estatal cuyo primer hito fue la llegada de la televisión a Barcelona en abril de 1959. Ya en esas fechas Francisco Franco no tenía ninguna incidencia significativa en la historia de la televisión en España. Pensamiento de Francisco Franco sobre televisión Si repasamos los más de media docena de volúmenes que constituyen los discursos y mensajes oficiales que hizo Francisco Franco, algunos de ellos pronunciados en lugares inverosímiles y a colectivos peregrinos, llegaríamos a la inequívoca conclusión que el medio televisivo apenas suscitó el interés político del anterior Jefe del Estado. La televisión está tan alejada del pensamiento político de Franco que la inauguración de los estudios de Prado del Rey, única visita oficial que realizó a la sede central de TVE y evento que coincide con los festejos del 18 de julio en el año de los “XXV años de Paz” (1964), no le motivó lo suficiente como para intervenir en el acto. Otro ejemplo: en ese mismo año de 1964 también se inauguró la emisora de Izaña en las Islas Canarias con la que virtualmente se cerró la red estatal de televisión; el entorno familiar de Franco, probablemente por aquello del viaje y de lo agradable de las Islas Afortunadas, le estuvo presionando para que asistiera en persona (y ellos con él, claro) a un comienzo de emisiones tan emblemático. No lo consiguieron aunque, ciertamente, Franco grabó para los canarios el único mensaje específico que dedicó a la televisión como Jefe de Estado. Cuando Franco habla sobre la televisión contextualiza sus palabras habitualmente en el cuadro de los problemas más generales que suscita el control de la información. 19. Véase en este sentido, las respuestas a una entrevista concedida a Noticias católicas en junio de 1957. FRANCISCO FRANCO: Discursos y mensajes del Jefe del Estado. 1955-1959, op. cit., pág. 339. 82 Francisco Franco y la Televisión Franco únicamente visitó la sede central de TVE con motivo de su inauguración. Aquí puede observarse cómo Manuel Fraga Iribarne le enseña una maqueta de Prado del Rey En ese marco, Franco, que había alardeado en alguna ocasión de conocer bien ese tipo de problemas debido a que, según él, había ejercido el periodismo y hasta dirigido alguna publicación20, concede menos importancia a la televisión que el que concede a la prensa o la radio. Así se desprende modélicamente de la primera mención que sobre el medio recoge en julio de 1962 su primo Francisco Franco SalgadoAraujo; dice Franco, revelando una concepción muy clara sobre el papel que él mismo y su régimen asignan a la información: Al Ministro de Información y Turismo [se refiere a Gabriel Arias Salgado que, por cierto, será sustituido por Manuel Fraga Iribarne pocos días más tarde] le atacan mucho sus compañeros de gobierno, dicen que no da bastante información y que el público la busca en las radios rojas. Yo opino como él y considero que ni la radio ni la prensa deben apresurarse a contar lo que ocurre (...) Hace dos días estallaron dos bombas en Barcelona. La noticia la dio la prensa de esa ciudad, pero no la del resto de España. En el extranjero apenas se comentó. Si lo hubiesen dado la radio y la televisión, se habría armado un escándalo enorme.21 20. F RANCISCO F RANCO : Discursos y mensajes del Jefe del Estado.19601963, Publicaciones españolas, 1964, pág. 264. 21. F RANCISCO F RANCO S ALGADO A RAUJO : Mis convesaciones privadas con Franco, Barcelona, Planeta, 1976, págs. 343-4. El ideario de Franco sobre el necesario control de los medios y su actitud defensiva y recelosa frente a lo nuevo y a los aires del exterior no cambiarán en demasía durante su largo mandato. Huelga decir que aquel está en la misma línea que el reaccionario mensaje de la navidad de 1955, que más arriba hemos mencionado, o en la de otras intervenciones que hizo en los siguientes años y que, de alguna manera, intentan rearticular su pensamiento a los cambios. Por ejemplo en 1963 explicita su particular reacomodo a los nuevos tiempos: Manuel Palacio 83 Hemos de considerar que si un día pudimos encerrarnos dentro de nuestras fronteras y vivir nuestra propia vida, hoy nos es indispensable la relación con el exterior; y los peligros que a Europa acechan también a nosotros nos alcanzan; pero abrir las ventanas al exterior no quiere decir que nos dejemos invadir por sus aires viciados22. A rebufo de los “veinticinco años de paz” y con el poso de legitimidad social que se había creado con la prosperidad económica, Franco acepta mejor que en cualquier otro periodo los aires de modernidad tecnológica, muy probablemente inducidos por el Ministro de Información y Turismo Manuel Fraga Iribarne. En la nueva etapa, el desarrollo de la televisión se conecta con la prosperidad; así, en 1964, tan solo dos años más tarde de que se hubiera lanzado el primer satélite para usos de telecomunicaciones, Franco habla en algunos discursos de satélites de comunicaciones o de que uno de los propósitos de su gobierno ha sido “dotar al país de cuantos medios de difusión y comunicación exigen el ritmo acelerado y el gran progreso técnico de nuestra época”23. Empero, en esos mismos mediados años sesenta, en el momento de mayor satisfacción personal y consolidación internacional del régimen franquista, a poco que se descuidaran los asesores más liberales surgían en Franco las obsesiones de siempre. Es el caso de las palabras que grabó con motivo de la inauguración de la emisora televisiva de Canarias y que, tal como hemos dicho más arriba, constituyen la única intervención generada exclusivamente por el medio televisivo. No hay nada original en su discurso; Franco, quizá mediatizado por la nostalgia del lugar que dio paso al momento fundacional, repite muchas de las huecas cantinelas ideológicas de siempre muy poco rebozadas de modernidad. Leamos sus palabras muy útiles para comprender el pensamiento de Franco sobre la televisión: Canarias se convierte hoy en nuevo eslabón de esta cadena de unión que en el mundo moderno son los programas de televisión, a través de los cuales recibiréis cotidianamente, y con el abrazo de la Península, el testimonio de la verdad de España y de la indiscutibilidad de sus realidades. Yo me siento profundamente emocionado al pensar que con estos 22. F RANCISCO F RANCO : Discursos y medios vuelve a partir de Canarias la voz de la auténtica España, como de allí partí yo, en mensajes del Jefe del Estado. 1960- aquel memorable 18 de julio de 1936, portando los ideales de nuestro Movimiento para 1963, op. cit., pág. 406. mantener enhiesta la bandera de la fe y de los valores espirituales, entonces en peligro en 23. F RANCISCO F RANCO : Discursos y nuestra Patria, como hoy lo están en el resto del mundo. Al inaugurar esta nueva emisora, mensajes del Jefe del Estado. 1963- os recuerdo algo que debemos tener muy presente: los nuevos medios de comunicación, 1964, Publicaciones españolas, información y difusión han de ser utilizados con noble fin, porque de nada aprovecharían los 1968, págs. 105-6. progresos y avances de la técnica si no se ponen al servicio de la Verdad, la Justicia y la auténtica y cristiana Hermandad24. 24. F RANCISCO F RANCO : Discursos y mensajes del Jefe del Estado. 19641967, op. cit., págs. 9-10. 84 Francisco Franco y la Televisión Al margen de los temas relacionados con el control de la información o de sus obsesiones de general africanista, conservador y católico, Franco poseía un pensamiento simple con respecto al medio. Coincidía ciento por ciento con el que había expresado la Iglesia católica en la Encíclica mencionada. En otras palabras, aquello tan frecuente en el pensamiento de políticos y universitarios de que la televisión bien utilizada puede ser un instrumento formidable de formación y mal puede ser especialmente perniciosa, entre otros efectos, para el desarrollo de los sectores sociales más desprotegidos y para la vida pública. Su médico Vicente Pozuelo Escudero escribe: “Alguna vez le oímos comentar [a Franco] que este medio de comunicación, utilizado adecuadamente, podía convertirse en un imprescindible auxiliar para la educación del pueblo, y podía ser perjudicial si se orientaba mal”25. O aquello otro sobre los deseos, muy poco realistas pero muy presentes en discursos oficiales de antes y de ahora, de utilizar el medio como instrumento coadyuvante de las instituciones educativas tal como hace Franco en el acto de investidura de su nombramiento como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Santiago en julio de 1965: “Es en todo caso preciso una difusión [de la ciencia] más vulgarizadora a través de la prensa y los medios audiovisuales”26. Ocios televisivos 25. VICENTE POZUELO E SCUDERO : Los últimos 476 días de Franco, Barcelona, Planeta, 1980, pág. 35. 26. F RANCISCO F RANCO : Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 19641967,op. cit., págs. 147-8. 27. F RANCISCO F RANCO : Discursos y mensajes del Jefe del Estado. 19551959, op. cit., pág. 339. 28. MANUEL FRAGA IRIBARNE: Memoria breve de una vida pública, Barcelona, Planeta, 1980, pág. 87. 29. F RANCISCO F RANCO S ALGADO ARAUJO: op. cit., pág. 473. Es bien sabido que Franco no despreció el componente de entretenimiento y ocio que posee la pequeña pantalla. Su afición a los programas televisivos apareció a mediados de los años sesenta; antes no parece que tenga interiorizado el consumo como práctica social. Fíjese el amable lector que en 1958, en una entrevista publicada por el diario francés Le Figaro, Franco contestaba sobre sus ocios: “He practicado todos los deportes en general. Consagro actualmente a la pesca y a la caza todos los días de descanso. Como violín de Ingres he elegido la pintura que me descansa y me distrae, pero sin pretensiones artísticas”27. Y no es tan solo que el Jefe del Estado ocultara unos hobbies socialmente poco prestigiados, pues de hecho en los primeros sesenta existen testimonios que certifican su interés por el fútbol y muy pocos sobre la televisión. Sin embargo, las cosas cambian: y al igual que varios millones de españoles, los Franco se convertirán en grandes consumidores televisivos. Ya en octubre de 1963 Carmen Polo expone a Fraga Iribarne una completa opinión sobre los programas de televisión española28. En poco tiempo, en 1966, Franco está tan habituado a la cotidianidad de las imágenes televisivas que se permite ‘ironizar’ con su primo: “La televisión tomó muy bien como nos empapaba la lluvia [en el desfile de la Victoria]”29. Mediados los sesenta y sobre todo en los años setenta, Franco se convierte en un televidente convulsivo cuyos efectos prácticamente van a determinar sus hábitos privados y públicos en los últimos años de su vida. De hecho, en 1972 con motivo de su ochenta cumpleaños, su ayudante Antonio Urcelaiz no puede ocultar su preocupación y comenta al Ministro de Agricultura Tomás Allende García Báxter que su Manuel Palacio 85 Portada de Tele Radio con motivo de la inauguración de Prado del Rey en 1964 despacho de trabajo solo lo pisaba para recibir a las audiencias y que “pasaba todo el día viendo la televisión”30. Y otro ejemplo: en julio de 1974, con Francisco Franco ingresado en un hospital por motivo de su tromboflebitis, su estado de salud empeoró el día 18 lo que llevó a que en ese momento el príncipe Juan Carlos ocupara interinamente a partir del día 20 la Jefatura del Estado; pues bien, tras una leve mejoría, el 23 de julio lo primero que Franco solicita al personal del centro médico es que le reintegren de nuevo el televisor que por precaución médica se le había retirado. Se leyó en la prensa de esos días, quizá como signo absoluto de normalidad institucional: “ayer dio varios paseos y volvió a solicitar un televisor”. 30. LAUREANO LÓPEZ RODÓ: El principio del fin. Memorias, Volumen III, Barcelona, Plaza y Janés/Cambio 16, 1992, pág. 325. 86 Francisco Franco y la Franco tuvo gran interés por las imágenes como espectador y como “creador” 31. V ICENTE P OZUELO E SCUDERO : op. cit., págs. 189-190. Televisión Ciertamente, el General tuvo en toda su vida una inveterada afición a las imágenes en movimiento: es sabido que a primeros de los años cuarenta hizo restaurar en el Palacio de El Pardo un antiguo teatro construyendo allí una sala cinematográfica. Su cine particular se inauguró “públicamente” con motivo del estreno de Raza en la noche de reyes de 1943, y sirvió durante tres décadas para solaz individual del Jefe del Estado o para que el matrimonio Franco-Polo celebrara encuentros sociales el sábado o el domingo, primero con actores y actrices de cine español, y más tarde con su círculo íntimo de amistades tipo el matrimonio Nieto Antúnez. Asimismo, otros lugares frecuentados por el General contaban con salas habilitadas para la exhibición cinematográfica tal como ocurría en el barco Azor; Vicente Pozuelo relata un verdadero cinefórum que con participación de los entonces príncipes de España se estableció en agosto de 1975 a partir de la proyección cinematográfica en el barco del film italiano El médico de la mutua31. Pero es sabido que el éxito de la televisión no se basa únicamente en ser ventana exhibidora de largometrajes o ficciones; más bien su fuerza está en su carácter de ocio doméstico con independencia de los programas que se emitan. En el caso de Franco el elemento central que explica el alto interés que tendrá por la televisión en los últimos diez años de su vida es la edad. Parece incontestable que un factor como la edad determina la manera en que los espectadores ven la televisión y cómo esta se imbrica en sus vidas cotidianas. Por supuesto que se conoce que los mayores son Manuel Palacio grandes consumidores de televisión; y esto hasta el punto de que con mucha frecuencia estas personas dedican más tiempo a ver televisión que a cualquier otra actividad, excepción hecha de dormir. En suma, que la relación de Franco con el medio televisivo en la última etapa de su vida está determinada por su elevada edad y no, por supuesto, por sus actividades profesionales como Jefe de Estado, y mucho de ese tiempo también Jefe de Gobierno. El efecto de todo ello es que el consumo de televisión se imbrica en las rutinas del “Caudillo” con la misma fuerza vital que la temporada de caza o las jornadas de pesca. No es exageración. Rafael Orbe Cano, Director General de Radiodifusión y Televisión, en 1973, ha comentado que en sus viajes “el dictador pedía que le pusieran la televisión tan pronto como concluía su jornada de trabajo”32; por otro lado, era habitual que Franco modificara los horarios de los pases cinematográficos en el teatro de El Pardo para ver un determinado programa televisivo o, mucho más significativo por lo que tiene de emblemático, que el último ojeo de las cacerías de los domingos se adelantara para poder llegar a la retransmisión del partido de fútbol de las siete de la tarde.33 Y también se ha dicho, aunque no de una manera concluyente, que la tromboflebitis que sufrió Franco en el verano de 1974 tuvo que ver con la inactividad que sufrió entre el 17 de junio y el 7 de julio, fechas en las que visionó la totalidad de los veinte partidos de fútbol que se emitieron con motivo del Mundial de Fútbol de 1974. Desde otra perspectiva, en la familia Franco debían de conceder un gran valor simbólico a la televisión si recordamos que cuando en 1974 despiden a Vicente Gil, médico personal del Jefe del Estado durante la friolera de treinta y siete años, le regalan como agradecimiento por los servicios prestados un televisor en color: “No sabía qué enviarte y entonces, como tú eres muy casero y muy familiar, te hemos mandado un televisor”, le explica Carmen Polo al galeno34. En El Pardo, Franco poseía en los años setenta al menos dos televisores (algo obviamente muy inhabitual en la España de ese tiempo). Uno el Autovox del que ya hemos hablado, en blanco y negro de unas treinta y dos pulgadas, colocado en la habitación que hacía las funciones de salón privado, y que llegó a contar con un sistema de mando a distancia por cable. Y un segundo en color dispuesto en el comedor para amenizar almuerzos y cenas (en ese tiempo TVE emitía tan solo unas diez horas de televisión en color para el disfrute de unos 40.000 propietarios de aparatos pancromáticos). 87 Arias Navarro anunciando por televisión el fallecimiento de Franco 32. PEDRO MUÑOZ: op. cit., pág. 566. 33. Francisco Franco Mart Í nez Bordiú en R OGELIO B A Ó N : La cara humana del Caudillo, Madrid, Editorial San Martín, 1975, pág. 24. 34. V ICENTE G IL : Cuarenta años junto a Franco, Barcelona, Planeta, 1981, págs. 209. 88 35. PEDRO MUÑOZ: op. cit., pág. 204. 36. VICENTE GIL: op. cit., pág. 146. 37. LAUREANO LÓPEZ RODÓ: Memorias. Años decisivos, Volumen II, Barcelona, Plaza & Janés/Cambio 16, 1991, pág. 254. 38. J AIME P EÑAFIEL : El General y su tropa, Madrid, Ediciones Temas de Hoy, 1992. 39. La pasión por el fútbol fue en aumento según los años. Una de las mitologías del franquismo fue la gran sabiduría futbolera que tenía el Jefe supremo. El hecho se apoyaba en que acertó una quiniela de catorce resultados; sin duda el hecho es excepcionalmente meritorio sobre todo si añadimos que la jornada en cuestión era de fútbol italiano. Francisco Franco y la Televisión Los hábitos horarios de consumo televisivo de Francisco Franco son los característicos en España: en los años setenta se ponía a ver la televisión después de comer hasta que se cerraban las emisiones, en torno a las cuatro y cuarto. Luego a la tarde se concentraba en los despachos oficiales con ministros o con Luis Carrero Blanco. Por la noche, la familia Franco-Polo cenaba “en sus habitaciones particulares” con la televisión encendida y se quedaba viéndola hasta que terminaban las emisiones, en torno a las doce de la noche, y aparecían las imágenes del cierre: bandera, himno y fotografía de un Francisco Franco sonriente vestido de capitán general del ejército. Jesús Aparicio Bernal, Director General de Radiodifusión y Televisión desde 1964 hasta 1969, ha explicado que la única indicación que el Jefe del Estado le hizo con respecto a las cosas de televisión fue relacionada con el horario de cierre de las emisoras. En sus palabras, Franco le dijo: “Aparicio, yo creo que las emisiones de televisión deberían terminar antes, porque no nos dejan ustedes dormir a los españoles”35. El General comentaba los programas televisivos en voz alta y en ocasiones en una situación, tan habitual en muchos televidentes, de semivigilia tanto de él como de su esposa36. Francisco Franco, ¿para qué ve la televisión? ¿para qué la usa? Respuesta simple: primero como relajación y compañía, y con ella cubrir los tiempos de su terrible retiro, y luego como información de cosas que pasan. Veámoslo. Como han indicado todos sus biógrafos, Franco está muy solo; en una fecha tan alejada de su fallecimiento como 1967 comenta a algunos de sus colaboradores: “Ustedes que están en el mundo, pueden darme nombres [para diversos cargos políticos]: yo llevo tantos años entre muros que conozco a poca gente”37. Jaime Peñafiel narra cómo en alguna de las cacerías el Jefe de Estado y Generalísimo de los Ejércitos por las noches mientras el resto de los invitados conversaban se quedaba tomando una Fanta, su bebida favorita, y viendo la televisión con la única (obligada) compañía de sus ayudantes y de un niño de doce años38. El aislamiento de Franco parece tan grande que, poco dado a las lecturas de prensa y aunque los límites de lo decible en televisión son muy estrechos, se entera por la pequeña pantalla de los intersticios de muchas opiniones de políticos paraoficiales, como José María Castiella o Manuel Fraga Iribarne. Desde el puro entretenimiento, el gusto televisivo de Franco está muy escorado hacia las retransmisiones deportivas y especialmente las futbolísticas39, pero hay testimonios que recuerdan el interés con el que seguía algunas series como Kung Fu o Si las piedras hablaran (guiones de Antonio Gala para unas realizaciones según episodios de Ramón Masats, Mario Camus y Claudio Guerín). En los años setenta, con intervenciones públicas muy reducidas y jubilado de la primera línea política, Franco observa con inquietud cómo muchos programas televisivos reflejan una concepción del mundo que “deforma la espiritualidad nacional”. Lo que, pese a sus enfermedades varias, le hace intervenir para censurar, probablemente por vez primera en su vida, el desarrollo de espacios concretos. El caso más lla- Manuel Palacio 89 Última aparición pública del general Franco (octubre 1975) mativo sucedió con una entrega de la segunda parte de la serie documental España siglo XX (guiones de Eugenio Montes con realización de Ricardo Blasco) emitida el 1 de febrero de 1973; el episodio en cuestión narraba un tema en la base de los argumentos de la legitimación franquista como las elecciones que en abril de 1931 dieron lugar a la II República; y aunque el crítico del diario ABC, célebre periódico, como todo el mundo sabe, por sus posiciones monárquicas, catalogaba el programa de marras como de objetivo, el Jefe del Estado lo ve indignado y tal como refleja Laureano López Rodó comenta en una reunión al día siguiente: “No se podía hacer mejor propaganda republicana. Todos los que lo hayan visto habrán quedado escandalizados”40. La tercera parte de la serie España siglo XX, aunque finalizada, nunca jamás se ha emitido. Franco no parece que estuviera igual de motivado a ejercer su celo “africanista” en los (hipotéticos) excesos carnales de la apertura. Probablemente confiado por el exagerado cuidado con que observaba el tema Luis Carrero Blanco, incluso se sabe que aguó a la altura de 1970 una petición que le hizo la Conferencia Episcopal para aumentar la moralidad en la televisión41. Y si bien es conocido que en los últimos tiempos de su vida la camarilla familiar le presentó un informe amañado que demostraba cómo los desnudos femeninos proliferaban en la prensa española, se ignora reacción alguna sobre la todavía muy pacata televisión ni siquiera cuando los españoles ven unos centímetros de más del lozano cuerpo de Rocío Jurado (abril de 1975), hecho célebre que casi provoca un infarto a la clase política más reaccionaria y ultra. 40. LAUREANO LÓPEZ RODÓ: El principio del fin, op. cit., pág. 349. 41. CF. PEDRO MUÑOZ: op. cit, pág. 202-3. 90 Francisco Franco y la Televisión La retransmisión de los funerales de Franco supuso el mayor esfuerzo técnico y humano que hasta esa fecha había realizado TVE Problemas de imagen y la representación 42. R AFAEL R. T RANCHE y V ICENTE SÁNCHEZ-BIOSCA: NO-DO. El tiempo y la memoria, Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2000. Mientras lo necesitó, Francisco Franco cultivó una cierta imagen visual para los públicos extranjeros: apariciones durante la Guerra Civil en noticieros británicos o alemanes, entrevista a Fulton Lewis para la televisión norteamericana (1955), por no olvidar la cuidada “puesta en escena” con la que se recibió al presidente Eisenhower en 1959. En España, teniendo en cuenta que su primera legitimación se basaba en la victoria militar y en la represión que de allí se desgajó, Franco, y el hecho posee una importancia concluyente, no necesitó imágenes específicas para consumo interno. Inevitable mencionar en este sentido las recientes aportaciones del muy sugerente volumen NO-DO. El tiempo y la memoria42. En él, los autores, Rafael R. Tranche y Vicente Sánchez-Biosca, nos muestran cómo los lugares de memoria del franquismo y las mismas apariciones frecuentes de Franco en el noticiero cinematográfico tenían más que ver con la construcción de unos símbolos que circulaban anejos a los procesos de culto a la personalidad del “Generalísimo” que a una política consecuente de creación de imagen pública del Jefe del Estado. En la televisión española de los años sesenta y setenta acaecen similares procesos que en el NO-DO. Empero, hay algunas diferencias relacionadas, en primer lugar, con que el medio televisivo llevaba aparejada una poderosísima imagen de desarrollismo económico intransitiva con las retóricas más rancias del franquismo (¿alguien puede imaginarse el efecto que a primeros de los años setenta podía tener en los hogares de los españoles las cerca de dos horas de retransmisión del desfile de la Victoria o la hora y media de la Demostración Sindical del primero de mayo?) Y, en segundo Manuel Palacio lugar, que los responsables franquistas están lejos de comprender las formas de comunicación publicitaria característica de las sociedades de consumo. Así las campañas de imágenes institucionales, como la de los “XXV años de paz”, están muy lejos de verdaderas formas contemporáneas de comunicación (piénsese en su cándido mensaje mecanicista de Paz igual a Franco)43. Quizá por todo ello, Franco no se prodigó por las antenas televisivas; lo que no obsta, evidentemente, para que fueran frecuentes sus apariciones institucionales. La primera presentación televisiva del “Caudillo” se produjo con motivo de la inauguración del Valle de los Caídos en abril de 1959; cuatro cámaras –una en el interior de la basílica y las otras en los exteriores– recogieron las palabras del Jefe del Estado. Desde siempre, una de las obligaciones de los ministros de información y turismo consistía en dirigir los procesos de la construcción de una imagen pública de Franco ajustada a las necesidades de cada momento y, eventualmente, a la propia historia. Según los años hubo que acoplar las imágenes de guerrero invencible, vencedor del comunismo y estadista genial, con otras que habían sido inhabituales en el pasado: laboriosidad, cazador y pescador por encima de toda norma humana habitual o abuelo campechano y bonachón de todos los españoles. Uno de los efectos de estas nuevas iconografías fue la sustitución de la foto con la que TVE cerraba sus emisiones: Televisión Española pasó de una en la que se reproducía, en un plano levemen- 91 43. Otro dato revelador en este sentido: Manuel Fraga Iribarne, sin duda el principal impulsor de las políticas de imagen de un franquismo renovado, no supo atravesar, publicitariamente hablando, el rubicón de las primeras elecciones democráticas en 1977. Funeral de Franco 92 44. ROGELIO BAÓN: op. cit., pág. 81. Francisco Franco y la Televisión te contrapicado, su rostro adusto y en el que resultaba muy visible la Laureada de San Fernando a otra, en los años setenta, que mostraba a un Franco, asimismo vestido de General, tomado de perfil que sonríe abiertamente y en la que apenas se percibe la tan importante condecoración (que el Caudillo se autoconcedió). Más tarde, según eran más evidentes los signos de su declive vital fue necesario reducir el impacto negativo de la avejentada y maltrecha imagen física del dictador. En los años setenta las apariciones de Francisco Franco en TVE fueron relativamente reducidas y estuvieron especialmente preparadas y ensayadas, como indica el diario del doctor Vicente Pozuelo encargado de su salud los últimos quince meses de su vida: salida en avión desde el aeropuerto de Barajas, mensaje de Navidad, entre otras. Tampoco fue infrecuente que se censurasen determinadas presencias públicas “inadecuadas” del Jefe del Estado tal como ocurrió con su acongojada y llorosa imagen en los funerales de Luis Carrero Blanco (diciembre de 1973) o su última aparición pública (Instituto de Cultura Hispánica, 12 de octubre de 1975), y en suma cuando eran muy visibles sus achaques de la enfermedad de Parkinson. Desde nuestra contemporaneidad poco hay de las imágenes televisivas de Francisco Franco que se haya permeabilizado en el recuerdo colectivo de los españoles; recuerdos, por cierto, casi siempre sin referencia sonora, no tanto por las ancestrales limitaciones que tenía el anterior Jefe del Estado como orador, sino por las muy graves deficiencias que poseen los archivos históricos de televisión en este país. En suma que poco ha quedado en nuestro recuerdo visual al margen de algunas de las manifestaciones en la Plaza de Oriente de Madrid, o las de su fallecimiento y de la batahola de los actos que rodearon el luto oficial. Sin duda, Los mensajes dirigidos por Su Excelencia el Jefe del Estado, a todos los españoles ante el año... que Francisco Franco preparaba con motivo del cambio de año ocupan un lugar privilegiado en el pequeño abanico de recuerdos televisivos de los españoles. A imitación de otros países, los mensajes se iniciaron en radio a la finalización de la Guerra en 1939; en televisión, comenzaron a emitirse en 1962, primeras navidades con el Ministerio de Información y Turismo gobernado por Fraga Iribarne; algo que nos indica tanto el interés que tenía en el medio televisivo el actual presidente de la Xunta de Galicia como lo poco que le motivaba a Gabriel Arias Salgado. Las comparencias radiotelevisivas se concibieron como felicitación a los ciudadanos de las fiestas y repaso anual de los acontecimientos acaecidos en la vida de la nación; hubo una cierta tendencia a emitirlos la noche del 31 de diciembre pero en los últimos años fue frecuente que “el encuentro” se produjera el día 30, y hasta hubo algún mensaje que, de una manera extraordinaria, se emitió la noche de Nochebuena. Los mensajes carecieron de un horario o de un espacio de programación autónomo, y no fue inhabitual que se encartaran en el interior del informativo de las 22:00 horas. Quizá no sorprenda al amable lector que en el mismo orden de valores que impulsó toda la historia del franquismo, en los receptores televisivos la aparición de Manuel Palacio 93 Franco estaba precedida por una presentación de David Cubedo que con un marcado tono de orden imperativa y autoritaria decía: “Su Excelencia el Jefe del Estado dirige al pueblo español su tradicional mensaje de fin de año. Atención españoles... Habla el Jefe del Estado”. Franco no se perdía la emisión de ninguno de sus mensajes usualmente en el cortijo de caza de Arroyovil (Jaén). Aunque, según parece, era muy escéptico con respecto a la atención con que los españoles seguían sus palabras44. Sobre el contenido, es conocido que los ministros preparaban unos informes de sus actividades y el Jefe del Estado a su libre albur recogía partes incorporando en ellos sus propias obsesiones en un original “recorta y pega”. Inicialmente, sus arengas superaban de largo la media hora de duración pero, a partir de la segunda mitad de los sesenta y sobre todo en los setenta, su extensión temporal se redujo drásticamente hasta quedarse en unos escasos minutos como en 1974. Huelga decir que Franco no ensayaba previamente y poseía un cierto control de algunos de los recursos de la puesta en escena tales como el espacio de la grabación (en todos los casos se realizó en el Palacio de El Pardo aunque se utilizaron diversas dependencias de trabajo: nunca en los espacios privados) o la elección de parte del atrezzo incluyendo su vestuario (por ejemplo repitió corbata en 1973 y 1974). La grabación de los mensajes reunía en el Palacio de El Pardo a, literal, docenas de personas entre técnicos de televisión, radio y políticos diversos. Franco, que nunca dejó que le maquillaran, les felicitaba las pascuas personalmente y luego se dejaba Funeral de Franco. Fundido sobre el rostro del Marqués de Villaverde 94 45. MANUEL FRAGA IRIBARNE: op. cit., pág. 59. 46. Notas para la historia: cuando muy pocos meses después de su muerte se abrió el Palacio de El Pardo para su visita pública el visitante curioso podía comprobar que los libros que tenía en su mesa para consulta del estadista versaban sobre caza y pesca. Francisco Franco y la Televisión hacer por los improvisados directores de escena en que se convertían el Ministro de Información y Turismo y el Director General de RTVE, responsables últimos que daban validez a las tomas registradas. El “Generalísimo” se encontraba a disgusto en el cara a cara con las cámaras televisivas, en cierto sentido imposibilitado de leer sus papeles y obligado a leer “grandes cartelones de letra grande, que se situaban detrás de las cámaras”45, lo que en el argot televisivo se denomina en la actualidad teleprompter. En la década de los setenta, con un Franco que ha cumplido los ochenta años, la grabación de los mensajes se convierte en un verdadero suplicio para los técnicos televisivos incapaces de disimular las cada vez más claras muestras de vejez y la defectuosa vocalización del anciano Jefe del Estado. Ni siquiera sus hagiógrafos ocultan las dieciséis interrupciones y repeticiones de la grabación del mensaje del año de 1972; por no hablar de la penosa y superdeteriorada imagen física que dio a los españoles ese año y en el siguiente: un Franco sin apenas mirar a cámara que no levanta la cabeza de sus notas y con una voz inaudible. Para la grabación de los mensajes, Franco se colocaba en una mesa de despacho, que paradójicamente para la imagen de trabajador incansable que transmitían las voces oficiales, no era precisamente la que usaba en sus ocupaciones diarias. El atrezzo de lo alto de la mesa permanece conceptualmente similar en más de diez años: a su derecha varios volúmenes de pastas duras, prestos quizá a ser abiertos por el estadista para comprobar un dato46; en el centro los micrófonos y algunos elementos de escritorio y, a su izquierda, otros recursos ornamentales como un teléfono. En los últimos años imperó el minimalismo y la mesa se vació de objetos salvo quizá algún Manuel Palacio 95 libro. Y en un mismo proceso, de eliminar lo superfluo, la amplitud de los planos fue descendiendo, pasando de composiciones de planos casi generales, que permitían observar los cargados escenarios de tapices de los salones de El Pardo, a otros muy cercanos que dejan al espectador el único anclaje del rostro de Franco. También, probablemente por prescripciones facultativas, Franco soltó su perorata de pie y no rehuía la mirada a cámara. Solamente en una ocasión, en su breve último mensaje de 1974, y que según relata Vicente Pozuelo coincidió con un periodo especialmente benigno en su estado de salud, el “Generalísimo” felicitó las pascuas sonriendo a la audiencia. También el galeno ha comentado la enorme satisfacción que Franco tuvo en ese año por los resultados finales conseguidos tras los ensayos previos que para mejorar su imagen general ambos habían hecho con vídeo: sonrisa a cámara, posición de las manos o tono de voz. Las últimas imágenes televisivas que vieron los españoles del anterior Jefe del Estado fueron, excusado es decirlo, sus exequias. Nunca TVE había hecho hasta ese momento tal despliegue de medios: 500 trabajadores, nueve unidades móviles, 34 cámaras electrónicas –15 de ellas en color– y trece cámaras de cine para retransmitir los actos primero desde la capilla ardiente situada en el Palacio de El Pardo y luego la que pusieron en el Palacio de Oriente. Aunque se evaluó la posibilidad de que el féretro tuviese parte de la tapa transparente, finalmente se desechó la idea. Las últimas imágenes de su fallecido rostro se vieron a las 7:30 horas del día 23 de noviembre de 1975 The article gives an account of the interlocking histories Franco and television abstract Sumario of television in Spain and the life of Francisco Franco. On one hand, general Franco played a decisive role in getting television going in Spain, yet on the other, it is highly curious that the world created in the television programs provided a virtual education in the rules of modernity and consumption—clearly at odds with the ideals of a military man molded by extremely conservative norms and who used his dictatorial power outside of democratic standards. At another level, the article considers a typically overlooked issue, that is, how a chief of state makes television a leisure activity and how he manipulates the mise-en-scene of his newyear television address. Siguiente 4 LA DECONSTRUCCIÓN DE LA IMAGEN: DE LA OPOSICIÓN MILITANTE AL “REALISMO MÁGICO” La imagen de Franco se quiso incontestable, pero fue contestada, tanto por la fuerza de la propaganda (oposición interior, exilio, cultura y arte de izquierdas y antifascista del mundo entero) como por esa forma más sagaz que fue el chiste, una verdadera institución durante los años en que duró el régimen, que tuvo en Franco uno de sus más jugosas presas. Desde la historieta hasta el cómic, pasando por el cartel y la literatura o las artes plásticas, hay toda una historia crítica de la imagen de Franco que bien merecería un estudio monográfico. Mas, cualesquiera que fueran estos discursos críticos durante su gobierno, la caída del franquismo desencadenó una sucesión de análisis que recorrió todos los tonos emocionales posibles y se vistió con todos los ropajes genéricos imaginables. Los textos que componen este apartado comienzan por el análisis que Clara López Rubio y Wolfgang Martin-Hamdorf realizan de un documental de propaganda de la República Democrática Alemana, Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962), en el que Franco es 4 presentado como residuo del fascismo de entreguerras, gozando de la connivencia de los países democráticos. En esta película de montaje se opera, además, una revisitación muy sintomática del clásico de Joris Ivens, Spanish Earth (1937), cuyo metraje se reproduce al completo. Sigue el estudio que Alicia Salvador dedica a Caudillo, de Basilio Martín Patino, la primera obra de desmontaje sistemático de la figura de Franco emprendida desde el interior del país y partiendo de los mismos materiales que habían servido para edificar la imagen legendaria del dictador. Realizada en vida de Franco (1974), la película solo pudo ser estrenada en el momento álgido de la transición democrática, 1977, sin satisfacer demasiado a ningún sector político. Román Gubern, autor de una monografía sobre la película Raza escrita en el delicado año de 1977, rememora su participación profesional en tres proyectos de análisis de la iconografía franquista: el documental de Gonzalo Herralde, Raza, el espíritu de Franco (1978) la obra de ficción histórica Dragon Rapide (Jaime Camino, 1985), en la que Franco sería por vez primera interpretado por un actor, y la comedia de Antonio Mercero Espérame en el cielo (1987). Esta última obra constituye precisamente el objeto de análisis pormenorizado al que se consagra Nancy Berthier. Subraya la autora la profunda significación del recurso a la burla y al chiste para la representación de Franco en un momento de afirmación y estabilidad democrática como 1987, tanto más cuanto que el film de Mercero se inscribe en una tradición cómica que trata de la figura del doble de dictadores europeos (particularmente, El gran dictador, de Chaplin, y Ser o no ser, de Lubitsch). Por último, Sonia García López interroga esa obra de ensoñación biográfica de Franco realizada desde una perspectiva aparentemente ambigua, pues hace convivir un registro intimista con el esperpento, que fue Madregilda (Francisco Regueiro, 1993), poniéndola en relación con algunos rasgos de la historiografía postmoderna de cuño fantástico ◆ C. LÓPEZ RUBIO y W. MARTIN-HAMDORF. El lacayo de Berlín, Bonn y Washington. La imagen de Franco en el cine documental alemán: el caso Unbändiges Spanien (España indómita) ALICIA SALVADOR. La triste España de Caudillo ROMÁN GUBERN. Tres retratos de Franco NANCY BERTHIER. Ser o no ser Franco. Naturaleza y función de la risa en Espérame en el cielo SONIA GARCÍA LÓPEZ. Lágrimas en el lodo. La imagen de Franco en Madregilda Sumario 4 La deconstrucción de una imagen: de la oposición militante al “realismo mágico” Siguiente Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962) E n el cine alemán la imagen de Franco no es muy frecuente. España no es considerada, en ninguna de las Alemanias (la Alemania nazi y las dos Alemanias de posguerra –la RDA y la RFA–), un tema de vital importancia, debido a que todas ellas se sienten, de alguna manera, incómodas al respecto. Es un tema que siempre viene acompañado de un elemento oscuro, de cierto secretismo, y eso contribuye a que se evite abordarlo. En la época nazi se trata el tema de España con máximo cuidado porque la intervención alemana debe ser mantenida en secreto por los convenios internacionales de “No Intervención”. Años más tarde en la RFA, el pasado nazi de algunos de sus máximos representantes es un gran tabú y por lo tanto también lo son la época nazi y la responsabilidad alemana en la Guerra Civil española. Por último, en la RDA, a pesar de que la Guerra Civil pertenece a las grandes leyendas históricas del “Primer Estado de los Obreros y Campesinos”, las purgas internas dentro de la República, como la represión contra los anarquistas y trotskistas, no figuran en la memoria oficial de la lucha antifascista. Los documentales alemanes que tratan el tema de la Guerra Civil y del Franquismo se caracterizan por su dialéctica de montaje, por la utilización de los materiales de archivo. No es hasta finales de los años sesenta cuando aparece en el documental alemán, el Zeitzeuge (testigo del tiempo). Por eso se pondrá especial atención en el uso de los materiales de archivo analizados y al contexto en el que se encuentran situadas las imágenes de los documentales. La Guerra de España vista por el cine de la época nazi Generalmente en el cine alemán (y sobre todo en la época fascista) domina la visión de una España profundamente rural y arcaica1. El interés por la cultura hispana se ve fomentado por el espíritu pesimista de los años 20 (la necesidad de huir de la civilización, de la técnica, de la industria, de toda la cultura moderna) y España encarna el ideal de “antimodernidad”. Esta imagen romántica, casi estancada, se C. LÓPEZ RUBIO - W. MARTIN-HAMDORF Introducción El lacayo de Berlín, Bonn y Washington. La imagen de Franco en el cine documental alemán: el caso de Unbändiges Spanien (España Indómita) 102 Im Kampf gegen den Weltfeind (En lucha con los enemigos del mundo, Karl Ritter, 1939) 1. Véase W OLFGANG H AMDORF y El lacayo de Berlin, Bonn y Wa s h i n g t o n transforma el 18 de julio de 1936, fecha del alzamiento contra la República. Tras el estallido de la Guerra Civil española, el suroeste de Europa gana interés para el Estado nacionalsocialista desde los puntos de vista estratégico e ideológico y, en casi todos los documentales alemanes de la época que abordan el tema de la guerra de España, el elemento introductor es siempre la añoranza del gran pasado español. Entre los documentales que tratan directamente el conflicto español destacan Im Kampf gegen den Weltfeind (En lucha con los enemigos del mundo, Karl Ritter, 1939) y Helden in Spanien (España Heroica, Fritz Mauch, Paul Laven y Joaquín Reig, 1938). Mientras Im Kampf gegen den Weltfeind es una mera oda heroica a la aviación alemana, la coproducción hispano-alemana del año 1938, Helden in Spanien, se presenta ante el público alemán como un retrato del pueblo español. Esta última película comienza con un largo repaso de la historia de España y continúa con un relato apocalíptico del “terror rojo”. “Diariamente mueren cientos bajo las balas de los comandos rojos de ejecución”2, dice el comentario. La imagen estiliza los fusilamientos con la salida de presos, sus sombras cayendo y, finalmente, los cadáveres de los ejecutados entre los árboles. Es curioso cómo años después, en el documental de la RDA, Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962), la misma secuencia es utilizada para visualizar el terror y la represión del otro bando, de la ya establecida dictadura franquista. En Helden in Spanien Franco aparece como salvador, como heredero del glorioso pasado, guerrero contra el “terror rojo” y constructor de la nueva España. El texto dicta: CLARA LÓPEZ RUBIO: “Visiones Españolas. El desarrollo de las visiones de Con gran necesidad se encuentra España ante el Salvador: el general Franco. La es- España en el cine alemán” en el IX peranza y la confianza de todos los verdaderos españoles descansan en él. Decidido, or- Congreso de la Asociación Españo- ganiza el general, con sus simpatizantes, la resistencia y la expulsión de los represores ro- la de Historiadores de Cine en jos incitados por seductores extranjeros. Bajo la llamada ¡Arriba España!, ¡Viva España!, se Valencia, diciembre 2001, en prensa. agrupan los españoles nacionales alrededor de las banderas con flechas, sobre todo la juventud de todas partes de España3. 2. Tarjeta de censura, Prüf=Nr. 48979 del 27 de agosto del 1938. Traducido del original en alemán: “Taeglich fallen hunderte unter den Kugeln der roten Exekutionskommandos”. La figura de Franco se introduce a través de imágenes corrientes de noticiario (Franco saliendo de un edificio) como una especie de “Führer” español. Sobre las imágenes se escucha la música del “Cara al sol”. Más adelante aparece el rostro de Franco, a manera de cartel, en una pared. Para el público alemán la analogía con la C. Ló p e z Ru b i o – W. Ma r t i n - Ha m d o r f lucha del movimiento nazi (contra la “desastrosa” República de Weimar) es evidente. La alusión del comentario a la juventud española no es casual. La juventud tiene un alto valor, tanto para la ideología nazi como para el fascismo italiano, y así el comentario insiste en dar un carácter juvenil a los militares golpistas. En este contexto, Franco representa al “buen español” y, sobre todo, los deseos de la juventud. En Helden in Spanien también se pueden apreciar características del fascismo europeo: la puesta en escena del espacio público se basa sobre todo en el culto a la persona, en la constelación Líder-Pueblo y todo lo que esto conlleva –la jerarquía feudal, los altos cargos militares y clericales, el pueblo gratificante y los interminables desfiles–. También conlleva la antítesis de todo esto: el enemigo, el desorden, los marxistas, los “separatistas judíos sin patria”, las milicias sin formación... Esta dialéctica fascista –en la cual el Orden y la tradición corren peligro por los comunismos y la anarquía, pero un hombre fuerte, apoyado por un movimiento nacionalista y juvenil, salva a todos– se repite en noticiarios y demás documentales de la época nazi sobre España, tanto en Geissel der Welt (Azote del mundo, 1937) como en Im Kampf gegen den Weltfeind. En todos los documentales citados, Franco figura como libertador de un pueblo heroico y encarna al pequeño “Führer” de la buena España. Solo las razones que llevan a la victoria varían: en Helden in Spanien, Franco debe su victoria al carácter heroico del pueblo español, mientras en Kampf gegen den Weltfeind la causante de la victoria fascista es la famosa aviación alemana, la Legión Cóndor. Los clásicos conceptos nazis de Líder y Pueblo ofrecen un fuerte contraste con la visión de la RDA, que caricaturiza y demoniza esta imagen del fascismo español. Dicha concepción es importante para entender la base ideológica e imaginativa a la que se contrapone años después un documental tan complejo como Unbändiges Spanien. RFA: el silencio romántico Tras la derrota del “Tercer Reich”, la visión de España experimenta una división importante. Mientras la RFA se mantiene en silencio, la RDA utiliza la guerra de España como material para la propaganda de la guerra fría. En los primeros años de la RFA, caracterizados por la política conservadora y restauradora del gobierno del canciller cristiano-demócrata Konrad Adenauer, la España de Franco se convierte en aliada y destino turístico. De la guerra de España queda el vago y romántico recuerdo de un enfrentamiento justo contra el caos. En los documentales sobre España, la histo- 103 Helden in Spanien (España heroica, Fritz Mauch, Paul Laven, Joaquín Reig, 1938) 3. Tarjeta de censura, Prüf=Nr. 48979 del 27 de agosto del 1938. Traducido del original en alemán: “1.In groesster Not entsteht für Spanien der Befreier: General Franco. 2. Die Hoffnung und das Vertrauen aller echten Spanier ruhen auf ihn. (sic!) 3. Entschlossen organisiert der General mit seinen Helfern den Widerstand. 4.Und die Vertreibung der von landfremden Verführer aufgewiegelten roten Bedrücker. 5.Unter dem Kampfruf Arriba España, Es lebe Spanien, scharen sich die nationalen Spanier, vor allem aber die Jugend in allen Teilen des Landes um die Fahnen mit den Pfeilbündeln.” 104 El lacayo de Berlin, Bonn y Wa s h i n g t o n Im Kampf gegen den Weltfeind (En lucha con los enemigos del mundo, Karl Ritter, 1939) 4. Un ejemplo significativo es: EDGAR DOEHLER y RUDOLF FALKENBERG: Militärische Traditionen der DDR und der NVA; Berlín (RDA) 1978; Militärverlag der Deutschen Demokratischen Republik, pág. 101. “Die untrennbare Verbindung des antifaschistischen Kampfes in Deutschland mit den internationalen Ereignissen und Prozessen zeigt sich in hervorragender Weise im nationalrevolutionären Krieg des spanischen Volkes. (...) In den Soldatenpersönlichkeiten, die in diesem Kampf erzogen und gestählt wurden, finden die jungen Sozialisten der Gegenwart ihre nachahmenswerten Vorbilder. Zudem sind sie als Persönlichkeiten, die als Aktivisten der ersten Stunde und als Erzieher einer neuen Generation sozialistischer Soldatenpersönlichkeiten personell für die Kontinuität unserer militärischen Traditionen sorgten (...) Die Ehrung zahlreicher Interbrigadisten durch Verleihung ihrer namen an Truppenteile, Einheiten und Kasernen der NVA wie Artur Becker, Hans Beimler, Willi Bredel, Hans Kahle, Heinrich Rau, Karol Swierczewski, Josef Zettler, kennzeichnen ihre hohe Wertschätzung in der militärischen Tradition der NVA.” ria contemporánea y, sobre todo, la situación política del momento queda excluida y domina la imagen de un país folclórico con una larga trayectoria cultural. El nombre del dictador casi no ocupa lugar. En una situación política marcada por el anticomunismo de la guerra fría, los medios de comunicación mantienen el silencioso acuerdo de tolerar el estado franquista sin insistir en su sangriento origen. Muy tarde, en los años 70, aparecen por primera vez documentales televisivos más críticos que analizan temas muy concretos, como el bombardeo de Guernica o los escritores antifascistas de la Guerra Civil. Es ya después de la muerte del dictador cuando se unen el interés biográfico con la incógnita del futuro de España. La RDA: España, el sueño del progreso La guerra de España y las Brigadas Internacionales forman uno de los mitos constituyentes de la RDA: la guerra de España es un capítulo de la lucha de clases emprendida por la clase obrera internacional y alemana. En este sentido, como se puede comprobar en libros y manuales del Ejército Popular (la “Nationale Volksarmee”), el estado comunista se autodefine “heredero de la tradición militar de las Brigadas Internacionales” como aparece en varios libros sobre las tradiciones militares de la RDA4. El régimen de Franco ha sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial y la caída de sus aliados fascistas y se ha consolidado durante la guerra fría. España sirve de ejemplo y, al mismo tiempo, supone una lección para el presente. En este contexto la figura de Franco representa para la RDA la continuidad de una lucha pendiente, la antifigura del noble pueblo español que lucha por su libertad y por el progreso social. Franco C. Ló p e z Ru b i o – W. Ma r t i n - Ha m d o r f es una antifigura dentro de la propia hagiografía de los mártires antifascistas, entre los que destaca el exdiputado comunista Hans Beimler, que logró escapar del campo de concentración nazi de Dachau y cayó en el frente de Madrid en noviembre de 1936. Hans Beimler ha personificado la lucha antifascista alemana en tierras españolas y muchos colegios, avenidas, fábricas, etc. llevaron su nombre. La “Hans Beimler Lied”, una de las canciones más famosas sobre la Guerra Civil, aparece en casi todos los documentales sobre España, documentales construidos sobre todo con imágenes de archivo –con imágenes filmadas en la zona republicana por el camarógrafo soviético Roman Karmen y con imágenes del bando franquista–. Un ejemplo característico que describe la posición de la RDA frente al tema de la guerra de España es Memorial 1936 (de Hartmut Wiene, realizado en el año 1956 en conmemoración del aniversario de la muerte de Beimler y del comienzo de la Guerra Civil). Se trata de una película cinematográfica humilde producida por una gran empresa estatal metalúrgica, la fábrica de locomotoras en Hennigsdorf que también lleva el nombre del famoso brigadista. La finalidad de Memorial 1936 es unir pasado y presente: el presente aparece plasmado al principio de la película en la construcción de una locomotora y el pasado en el homenaje al monumento de Beimler, a la entrada de la fábrica –los soldados dejan una corona de flores delante de la piedra conmemorativa, que representa el pasado y cumple la función de recordar la lucha que supuso la llamada “construcción del socialismo”–. Memorial 1936 convierte la Guerra Civil española en una lucha propia, en un enfrentamiento entre la “buena” y la “mala” Alemania –Hans Beimler y las Brigadas Internacionales contra Franco, Hitler y la Legión Cóndor–. El documental añade el siguiente texto a las imágenes de la fábrica: “Hans Beimler sabe que Franco quiere hacer de toda España un campo de concentración...” Franco, Hitler y Mussolini son los causantes de la caída de tantos mártires cuyas fotografías aparecen expuestas en la película, sobre las imágenes del ya desaparecido cementerio de las Brigadas Internacionales en Fuencarral. Las imágenes van acompañadas por la canción de Ernst Busch “Hans Beimler Kamarad” y por la “Pasión de San Juan” de Johann Sebastian Bach. El documental termina con imágenes contemporáneas, con un desfile del ejército popular de la RDA que homenajea en Berlín a las víctimas del fascismo. El comentario hace una referencia a Franco como mensaje para el presente: Si hoy un Franco alemán pusiera en peligro nuestros derechos, los camaradas agarrarían las armas como entonces para luchar por su patria, siguiendo el espíritu de las Brigadas Internacionales5. 105 5. Traducido del original en alemán: “Wenn heute mit unseren Rechten ein deutscher Franco spielt dann nehmen die Kamaraden wie einst die Gewehre zur Hand im Geiste der Interbrigaden für´s eigene Vaterland.” Hans Beimler. Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962) 106 El lacayo de Berlin, Bonn y Wa s h i n g t o n Las imágenes de Franco en la producción cinematográfica de la RDA desaparecen casi completamente con el fin de la fase dura de la Guerra Fría, con el “deshielo” de la relación entre las dos Alemanias, a principios de los años setenta, coincidiendo con la muerte de Franco. En 1985, el cineasta Karlheinz Mund realiza un nuevo documental sobre Hans Beimler, que profundiza más en el personaje del líder comunista y que deja casi aparte la hagiografía negativa en torno a la figura del dictador español. Dentro de los pocos documentales sobre España, el más interesante es Unbändiges Spanien, del matrimonio Jeanne y Kurt Stern. Unbändiges Spanien 1. Grenada, Grenada, Grenada moia (Granada, Granada mía, Roman Karmen, 1967) 2. Spanish Earth (Tierra de España, Joris Ivens, 1937) 6. El presente, en Unbändiges Spanien, llega hasta la rebelión minera de Mieres en el año 1962, año de producción del documental. Los autores Kurt y Jeanne Stern estuvieron con las Brigadas Internacionales en España: Kurt Stern proyectaba películas para los combatientes republicanos y Jeanne era traductora. Su única película, Unbändiges Spanien, es un documental de clara tendencia propagandística con cierto toque autobiográfico. Esta combinación hace que Unbändiges Spanien sea una obra híbrida, ya que no consigue, a través del comentario aparentemente “objetivo”, el toque de narración personal que, cinco años más tarde, conseguirá la película de Roman Karmen sobre la guerra de España Grenada, Grenada, Grenada moia (Granada, Granada mía, 1967). Unbändiges Spanien, en su manera de crear un mundo a través de materiales de archivo, se encuentra todavía muy dentro del panorama de los documentales de montaje de la época, aunque es formalmente más atrevida: en vez de un único comentario objetivo, presenta varias voces, de mujeres y hombres, a veces con gran teatralidad. Lo más original de Unbändiges Spanien es la construcción de su estructura; se trata de un ejemplo muy curioso de transtextualidad fílmica, un homenaje al cine de la Guerra Civil española, ya que incluye, en la parte central, la película completa Spanish Earth de Joris Ivens (1937). Así, Unbändiges Spanien se puede definir como la contextualización de un testimonio fílmico. Su función consiste en crear un prólogo y un epílogo, es decir, en crear un pasado y un presente para la película de Joris Ivens6. En este contexto Spanish Earth es una cita encontrada, una pieza que forma parte de un mosaico más amplio. Incluyendo el documental de Ivens, Unbändiges Spanien construye una antítesis a la visión clásica, romántica de España. Como fuerte contraste con la vitalidad del pueblo, aparece una visión petrificada del Régimen y un Franco que es ejecutor de las fuerzas tradicionales y reaccionarias, figura que prolonga artificialmente la C. Ló p e z Ru b i o – W. Ma r t i n - Ha m d o r f 107 Edad Media en contra del pueblo –casi siempre representado por campesinos y mineros–. Unbändiges Spanien construye a través de imágenes de archivo –fotos fijas, collages y fragmentos de películas– una dialéctica entre emoción y acusación, entre pathos y ridiculización polémica. Dentro de esta gran cantidad de materiales de diversa procedencia hay que subrayar la colaboración de John Heartfield en el proyecto –no solo en los fotomontajes, sino también en el método de montaje cinematográfico–. La fuerza de la película proviene de la fuerte dialéctica entre contrastes, a la que también contribuye la música polifacética y contrapuntística de Hanns Eisler. El tono principal oscila entre la ironía, la tristeza y la furia. Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962) Ya en sus primeras imágenes de flamenco, toros y señoritas, el texto en off busca el contraste con el siguiente comentario: “Lo que no está escrito en el Baedecker”7. Inmediatamente después aparece un rótulo con una cita del escritor alemán Erich Weinert: “Si pensáis hoy en España, acordaos de que en este país comenzó la Guerra Mundial”8. En los primeros minutos, el documental hace un repaso de la historia de España y la describe como una continua represión y explotación del pueblo por parte de una casta de latifundistas, de aristócratas, altos cargos eclesiásticos y reyes. Para caracterizar la continua decadencia de la casta gobernante, el documental combina el famoso retrato de la familia de Carlos IV pintado por Goya con imágenes en movimiento de la familia real de Alfonso XIII. La sucesión de planos es la siguiente: Comentario: “El primero de todos: el rey, por la gracia de Dios”9. Bajo este comentario se escucha la música de Hanns Eisler, amenazante y disarmónica. “La familia de Carlos IV” de Goya. 7. La tradicional guía de viajes Baedecker era muy utilizada en los años cincuenta por la alta burguesía viajera. El texto original dicta: “Was nicht im Baedecker steht!” 8. El texto original dicta:“Denkt ihr an Spanien heute dann denkt daran: In diesem Lande fing der Weltkrieg an.” 9. Traducido del original: “Voran der König von Gottes Gnaden” 108 El lacayo de Berlin, Bonn y 10. Traducido del original: “So sah Goya zu Beginn des 19 Jahrhunderts die königliche Familie.” 11. Traducido del original: “So sah sie die Kamera Anfang des 20. Jahrhunderts.” 12. Traducido del original: “Das Mittelalter will nicht sterben. Am 18 Juli 1936 schlagen die Generaele los: Franco, Mola, Queipo del Llano.” 13. Traducido del original: “Ihr Auftrag, die Macht und den Reichtum der Herren zu schuetzen - ihr Ziel: Die faschistische Diktatur.” Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962) Wa s h i n g t o n Comentario: “Así veía Goya a la familia real a principios del siglo XIX”10. Imágenes de noticiario de la familia de Alfonso XIII. Comentario: “Así lo vio la cámara a principios del siglo XX”11. Como contrapunto a las imágenes pomposas de la casta noble (encarnada por el Cardenal Segura y el Duque de Alba), el pueblo aparece retratado en su miserable vida cotidiana. Las imágenes proceden de documentales de la época (muchos planos provienen de Las hurdes de Luis Buñuel, 1932). El relato es simple: con la caída de la monarquía aparece la esperanza social, pero por poco tiempo. La Reacción, los amos de siempre, preparan el contrataque. El general Franco aparece en el documental por primera vez. La música (unas cornetas que funcionan a manera de llamada militar y también recuerdan, por su especial sonido, a los castillos medievales) anuncia la irrupción de personajes nuevos: en sobreimpresión, con una fila de botas militares que marchan, aparecen las fotografías de Franco, Mola y Queipo de Llano. Comentario: “La Edad Media no quiere morir. El 18 de julio de 1936 atacan los generales: Franco, Mola, Queipo de Llano.”12 Interesante es la combinación de imágenes que busca continuamente el contraste: a las botas que avanzan les precede la imagen tomada desde arriba de un campesino trabajando la tierra y la fotografía de un hombre de campo que mira, con su rostro envejecido y cansado, hacia arriba con una amplia sonrisa. La música que acompaña estas imágenes es una guitarra melódica. El texto transmite un sentimiento de esperanza que inmediatamente se rompe con la imagen y el sonido militar. La esperanza del pueblo se ve quebrada y el culpable está de buen humor: Franco sale sonriente de un edificio y hace un saludo militar. Comentario: “Su misión: proteger el Poder y la Riqueza de los Amos. Su meta: la dictadura fascista.”13 C. Ló p e z Ru b i o – W. Ma r t i n - Ha m d o r f 109 Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962) Ya desde el primer momento Franco aparece estrechamente vinculado a los poderes tradicionales: entre las imágenes de Franco se inserta una fotografía de varias personalidades militares y eclesiásticas delante de una catedral. Inmediatamente después se incluye, muy brevemente, el plano ya utilizado de las botas en movimiento. Franco representa la Edad Media, la Inquisición, la vieja represión española. Pero el pueblo reacciona: varias imágenes de sirenas de fábrica aparecen montadas una detrás de otra. En la calle se ve a muchas personas en movimiento. El pueblo se arma. El comentario dice: “Y el pueblo contrataca”14. La música que acompaña las imágenes es la canción “Ay, Carmela” en su versión alemana, cantada por un coro de hombres. El contraste entre Franco y el pueblo español está reforzado por el dinamismo de las imágenes en las que aparece el pueblo, por la velocidad de sus movimientos. En cambio, las personalidades fascistas aparecen a menudo en fotografías estáticas. Estas fotografías producen por su contexto un efecto a veces amenazante, a veces cómico. Un ejemplo claro es la secuencia siguiente que introduce el cambio importante hacia una conspiración internacional: después del golpe de estado y la fuerte reacción del pueblo armado, Franco necesita ayuda de fuera. La representación de esta secuencia es muy característica del estilo de la película. 14. Traducido del original: “Und das Volk schlägt zurück” 110 15. Traducido del original: “Francos Lage ist verzweifelt.” 16. Traducido del original: “sollte nichts unerwartetes geschehen, ist angesichts der militaerischen Lage kaum damit zu rechnen, dass der Aufstand siegen kann.” 17. Winifried Wagner era la nuera del compositor Richard Wagner, muy comprometida con el régimen nazi. 18. Traducido del original: “Am selben Tag besucht Hitler die Wagner-Festspiele in Bayreuth. In dem Haus, vor dem sich diese rührenden Szenen abspielen, empfaengt er am gleichen Abend drei Abgesandte Francos” 19. Se trata de la costa cantábrica. Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962) El lacayo de Berlin, Bonn y Wa s h i n g t o n La secuencia comienza con una fotografía de Franco en primer plano, con gesto de preocupación. El comentario dice: “la situación de Franco es pésima”15. La imagen va acompañada del sonido que produce la comunicación a través del telégrafo: una especie de silbido que, sobre la imagen fija del general Franco, produce cierto efecto cómico, sobre todo porque los labios del general, tan cerrados, parecen estar en posición de silbar. El comentario continúa ironizando el tono oficial de un telegrama nazi: “a no ser que ocurra algo inesperado, vista la situación militar, la sublevación no parece tener posibilidades de triunfar”16. Con esta construcción empieza otra caracterización del general: Franco como lacayo del fascismo internacional. En la siguiente secuencia, la película se adentra en el auténtico centro del poder: la imagen muestra a Hitler en Bayreuth, besando la mano de Winifried Wagner17. Dos planos después, el Führer saluda con el saludo hitleriano a las juventudes uniformadas. El comentario añade: “Ese mismo día Hitler visita el festival wagneriano de Bayreuth. En la misma casa donde se desarrollan estas enternecedoras escenas recibe esa misma tarde a tres mensajeros de Franco“18. Aviones Junker sobrevuelan una tierra costera19. Franco saluda con el brazo en alto a las tropas marroquíes que desfilan ante él. El comentario continúa: “El resultado: aviones Junker transportan en pocos días a 15.000 legionarios extranjeros y a marroquíes del Norte de África a Sevilla”20. Como contrafigura del Franco de la España negra aparece, en el nivel sonoro, el poeta chileno Pablo Neruda: “Y Pablo Neruda, el poeta, acusó...”, dice el comentario21. Las imágenes de las víctimas se mezclan con las imágenes de crucifijos y, por el simple montaje, se construye un efecto de causalidad entre los crímenes de la guerra y el poder de la Iglesia católica. La música consiste en acordes lentos de instrumentos de cuerda que acompañan en tono de luto las palabras de Pablo Neruda. Para cerrar las frases de dolor del poeta, aparece la imagen de una mujer que llora y se lleva las manos a la cabeza; a su derecha, sobre el suelo, hay una fila de hombres muertos. Justamente después sigue un primer plano de un Franco sonriente. Esta imagen, detrás de la mujer que llora a los muertos, produce una sensación de máxima impunidad. El texto que viene a continuación no hace más que reforzar esta sensación ya creada por la combinación de las imágenes: “Si es necesario, estoy dispuesto a fusilar a media España’, anuncia Franco al periódico inglés News Chronicle el 29 de Julio“22. La portada del periódico con el titular que ilustra el texto de Franco, funciona como indicio jurídico. Esta línea de acusación jurídica se retoma más tarde. La visión de los desastres de la guerra se alterna con la frivolidad de Franco y sus cómplices, sobre todo C. Ló p e z Ru b i o – W. Ma r t i n - Ha m d o r f cuando se quiere transmitir la estrecha relación entre Franco y los nazis. Tras las imágenes de bombardeos y víctimas, el embajador nazi von Faupel, en un plano muy breve, se frota las manos de placer. En el siguiente plano, Franco, de nuevo sonriente, aparece con el embajador nazi. El comentario añade: “El embajador alemán visita a Franco. Tiene que transmitirle el contenido de un telegrama secreto”23. La imagen muestra un documento, una carta del Ministro de Asuntos Exteriores alemán Neurath al embajador Faupel, que exige el control alemán sobre las Minas de Asturias y de Río Tinto en Huelva24. Este punto añade una nueva faceta a la imagen de Franco. El iniciador del golpe fascista se convierte en un criminal que vende las materias primas de su pueblo al extranjero. En este sentido Unbändiges Spanien se encuentra dentro de una tradición del cine documental de la RDA (el “cine de revelación”), marcada por la famosa serie de documentales titulada Archive sagen aus, de Annelie y Robert Thorndike. Dicha serie consiste en diversas biografías fílmicas sobre políticos del otro estado alemán (políticos de la RFA con un pasado nazi escondido) como Urlaub auf Sylt y Operation Teutonenschwert. A través de la combinación de materiales de archivo, entre los que se encuentran escenas de películas, fotografías y documentos, y acompañados de una voz que impone autoridad, se crea una autenticidad casi jurídica. En Unbändiges Spanien, la prueba definitiva de acusación es la muestra de un telegrama del Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania que amenaza con un cambio de posición hacia el “gobierno nacional” en el caso de que Franco no cumpla sus promesas o las exigencias alemanas. El ruido de guerra de fondo, que acompaña las imágenes de Franco y Faupel ahora 111 20. Traducido del original: “Das Ergebnis: Junkersflugzeuge transportieren innerhalb weniger Tage 15000 Fremdenlegionaere und Marokkaner von Nordafrika nach Sevilla” 21. Traducido del original: “Und Pablo Neruda, der Dichter, klagte an...” 22. Traducido del original: “Wenn nötig bin ich bereit halb Spanien zu erschiessen’ erklärt Franco der englischen Zeitung News Chronicle am 29 Juli”. 23. Traducido del original: “Der Nazibotschafter von Faupel besucht Franco. Er soll ihm den Inhalt eines Geheimtelegramms beibringen.“ 24. La parte subrayada del documento que, según la película, está publicado en las Actas de Política Exterior alemana 1918-1945 (W II W.E. 7557, 30 de noviembre de 1937), dice lo siguiente: “Im besonderen müssen wir darauf bestehen, dass der Hauptanteil der Erz- und Eisenausbeuten aus Bilbao und Asturien uns vorbehalten bleibt und dass die weiteren eine uneingeschraenkte Konzession zum Schrottankauf gegeben wird. (...) Sollte General Franco ausweichend antworten oder zwar die Richtigkeit unserer Informationen bestaetigen, gleichzeitig aber ablehnen, befriedigende Erklaerungen darüber abzugeben in welcher Weise er unseren berechtigten Interessen Rechnung tragen wird, so bitte ich ihm unmißverstaendlich zu erklaeren, daß wir uns in Ubändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962) 112 Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962) diesem Fall leider gezwungen sehen würden, auch unserseits unsere Haltung gegenüber nationaler Sopanischer Regierung in verschiedenen Fragen angesichts dieser neuen Sachlage zu überprüfen.” 25. Traducido del original: “Für Kupfer, Eisenerz und Schwefelkies.” 26. En la película aparecen imágenes de ejecuciones. En ese contexto, las imágenes aparecen como ejecuciones de republicanos, todo lo contrario al contexto original. Las imágenes proceden del documental nazi Im Kampf gegen den Weltfeind y en su contexto original se trata de fusilamientos de nacionales por los verdugos rojos. 27. “Querido Führer: En el momento en que los ejércitos alemanes bajo su dirección están conduciendo la mayor batalla de la historia a un final victorioso, me gustaría expresarle mi admiración y El lacayo de Berlin, Bonn y Wa s h i n g t o n con rostros muy serios, expresa de nuevo la tesis principal de la película: la guerra ha sido provocada por Franco para defender los intereses de las castas privilegiadas españolas y para vender España al fascismo y, como añade el comentario, “por cobre, hierro y sulfato”25. La secuencia descrita, de apenas un minuto de duración, ilustra el mensaje “Franco, traidor de su pueblo”. El precio de la traición no tarda en pagarse. Los alemanes cumplen su palabra. A continuación, siguen escenas de combate: los alemanes y los italianos atacan. En este momento, la película entra en un paréntesis. Unbändiges Spanien no continúa narrando con el mismo estilo, sino que interrumpe el relato e inserta una película finalizada veinticinco años atrás, hecha durante la misma Guerra Civil, Spanish Earth. La presentación íntegra de Spanish Earth en el documental es un homenaje al cine de la Guerra Civil, como documento de una lucha justa e ingenua, y a la vez evita que los autores –ambos ex-combatientes– tengan que repetir la reducida versión oficial que domina en la RDA. Así, presentando Spanish Earth como documento de su tiempo, los autores evitan analizar las luchas internas dentro del bando republicano, las purgas, etc. La película Spanish Earth no sufre en esta constelación ningún cambio, solamente en la traducción del comentario de Hemingway se sustituye “ejército rebelde” por “ejército fascista”. Cinco años después, Roman Karmen experimenta un acercamiento mucho más personal a las imágenes de la guerra filmadas por él mismo. Grenada, Grenada, Greneda moia es una reflexión personal, a través de fragmentos de cine documental, sobre su generación, la generación de los brigadistas en España. Después del paréntesis, empieza el epílogo, la derrota y la larga historia de la posguerra, caracterizada por la fuerte represión. La película reconstruye los fusilamientos y para ello utiliza las mismas imágenes que representan en Helden in Spanien el “terror rojo”. Entre medias se introduce la imagen de Franco adoptando la corona y el escudo imperiales26. La secuencia comienza con el cuadro de Goya “Los fusilamientos del dos de mayo”. El texto subraya la imagen: “como en tiempos de Goya”. Las imágenes posteriores hacen alusiones continuas a este cuadro, indicando de esta manera que el poder de Franco se construye sobre los cadáveres de la represión. La música de órgano se mezcla con el ruido de ametralladoras y así se produce una clara denuncia: las imágenes de Franco santiguándose integradas en la escena del fusilamiento y la música de órgano que acompaña a los soldados marchando dejan muy clara la futilidad y la hipocresía de la Iglesia. Las sombras de presos con manos en alto caen, seguidas del rostro de una viuda o de una madre, en el más absoluto silencio. C. Ló p e z Ru b i o – W. Ma r t i n - Ha m d o r f Es muy importante la introducción de ese silencio sobre el rostro de la mujer. Este montaje produce en el espectador la sensación de la impunidad más absoluta. Con la imagen que finaliza la secuencia volvemos por un momento a Spanish Earth: un campesino, el padre de Julián, busca con su mirada en el horizonte a su hijo. Es un fragmento que ya se ha visto antes, pero en el nuevo contexto tiene otro significado: su mirada en combinación con el plano anterior, un campo repleto de cadáveres, transmite la impresión de que el padre de Julián observa las atrocidades de la represión franquista. Con esta cita interna se insiste de nuevo en la dicotomía FrancoPueblo. Sobre el plano, una voz femenina pregunta: “¿Qué habrá sido de tu padre, Julián?” Después de todas estas atrocidades, Hitler, en su vagón de tren, ríe a carcajadas. Hitler y Franco se saludan afectuosamente. Franco es el fiel servidor de Hitler, ambos viven ajenos a su culpa, ajenos a las muertes que han ocasionado. El texto habla de la participación de Franco en la Segunda Guerra Mundial. Después de unas imágenes de la División Azul se repite la imagen de Hitler y Franco donde ambos ríen, esta vez congelada. Inmediatamente después aparece la alambrada de un campo de concentración. El comentario añade: “Mientras humean las chimeneas de Auschwitz, Franco escribe una carta a Hitler”. Siguen imágenes de presos en el campo de concentración. La cámara sigue el recorrido del humo que sale de una chimenea mientras la voz sigue la lectura de la carta de agradecimiento de Franco a Hitler.27. Rápidamente, los autores resuelven el final de la Segunda Guerra Mundial. El comentario añade “así terminó la esperanza de Franco...” a la vez que se ven los cascos alemanes tirados en un charco de agua. Tras la victoria antifascista, las imágenes de felicidad y júbilo grabadas en las calles de las ciudades liberadas se alternan con otras de una visualización curiosa, que transmiten el fin de los dictadores fascistas: Hitler y Musolini dan discursos detrás de un cristal que se rompe y solo se escucha el ruido de los cristales quebrados. Los pueblos libres celebran el fin del fascismo, el fin de los iconos de los dictadores, pero en España continúa el fascismo. Esto se visualiza con el rostro triste de una viuda “¿Y nosotros? pregunta una voz femenina.” “y este...” , contes- 113 El comandante Martínez Aragón en Spanish Earth (Tierra de España, Joris Ivens, 1937) Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962) 114 Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962) entusiasmo y el de mi pueblo, que observa con profunda emoción el glorioso curso de una lucha que ellos consideran propia. No necesito asegurarle lo grande que es mi deseo de no permanecer al margen de sus cuitas y lo grande que es mi satisfacción al prestarle en toda ocasión servicios que usted estima como valiosos.” El lacayo de Berlin, Bonn y Wa s h i n g t o n ta una voz masculina refiriéndose a Franco “...se quedó”. Tras un primer plano de un Franco cada vez más sonriente (un plano que ya hemos visto antes) aparece una bandera ondeante con la esvástica (el comentario añade: “con ayuda extranjera llegó al poder”28) que se funde con una bandera norteamericana (el comentario continúa: “con ayuda extranjera se mantuvo en el poder”29). Vemos la estatua de hierro del general Franco sobre el caballo y el comentario finaliza: “bajo Franco tiene este aspecto: la Edad Media americanizada”30. Las siguientes imágenes de la película describen la España de Franco y, a partir de este momento, experimentan un montaje más rápido que corresponde a esta “Edad Media americanizada” donde conviven la religión y la Semana Santa con las grandes entidades bancarias. La pobreza y la mendicidad conviven con la caridad organizada, los cabarets con las chabolas y los campos de golf, bajo un fondo de música alegre y ligera de flamenco que aporta un toque muy irónico y retoma el tema de la “España de pandereta” del principio de la película. En esta línea de humor amargo sigue la descripción de la España de Franco: la Guardia Civil, el arzobispo, los guardias que se entrenan en la plaza de toros y Franco sentado con su mujer en el palco. Esta falsa sensación de armonía continúa con un plano de la Guardia Civil que apunta con sus armas hacia la puerta de una cárcel. Franco vestido de civil muestra un paisaje amplio y una voz masculina comenta irónica “Todo esto me pertenece”31. Pero detrás de la fachada de armonía continúa la represión, representada por la omnipresencia de la simbología falangista: letreros indicativos con el yugo y las flechas y el montaje de Heartfield con los dos campesinos bajo el yugo. Para el extranjero, Franco representa el último refugio del fascismo internacional. Cerca del final de la película, una larga secuencia aparece montada con imágenes de Franco que se da la mano con dictadores de todo el mundo. El comentario declara: “Esta España tiene los amigos que se merece. Dictadores fuera de servicio de Asia, América, Turquía, Portugal y (pausa) del río Rin, de Bonn“32. El final del texto coincide con una sobreimpresión del plano de Erhard con Hitler. Algo que siempre subraya la propaganda de la RDA es la continuidad de la Alemania nazi con la RFA. La propaganda de la RDA presenta al entonces canciller fede- C. Ló p e z Ru b i o – W. Ma r t i n - Ha m d o r f ral Ludwig Erhard como fiel amigo del general Franco, pero como añade el comentario: “esta vez son solamente socios minoritarios, los verdaderos Amos de España vienen del otro lado del océano”33. Con la fotografía del abrazo entre Franco y Eisenhower se cierra, en esta secuencia, la presentación de la figura del general Franco, que sobrevive y se hace cada vez más poderoso gracias a los otros oscuros mandatarios del mundo. Es decir, Franco no aparece como el dictador beligerante que amenaza a otros países del mundo, sino que es el lacayo de los poderosos –primero de Hitler y después de Eisenhower–, un parásito que sobrevive a costa de vender su propio pueblo. El comentario añade: “Eisenhower: el primer presidente americano que visita España, esta España”34. La imagen muestra de nuevo el collage de Heartfield de los campesinos bajo el yugo. Las últimas imágenes de Franco en esta película pertenecen a una visita oficial a Asturias. Están montadas en contraste con las imágenes de las huelgas mineras en Mieres. A través de la imagen de los mineros, la película presenta su visión de una futura España y ridiculiza la figura de Franco que aparece en su uniforme de gala blanco casi cómico, contrastando con los rostros y trajes oscuros de los mineros. Para subrayar ese efecto humorístico aparece montado un extracto donde Franco se arregla de manera pulcra los bordes de la chaqueta. Inmediatamente después, hay un primer plano de mineros que ríen. El comentario añade: “Cuando Franco visita sus cuevas en uniforme de gala, ellos piensan a su manera”35. Al final de Unbändiges Spanien, Franco es ya una momia del pasado, un residuo de una Edad Media perdida. El mensaje final de la película es que el pueblo español está entrando en una nueva época, coincidiendo con la “lucha internacional de los pueblos por su liberación”. 115 28. Traducido del original: “mit auslaendischer Hilfe war er zur Macht gelangt” 29. Traducido del original: “mit ausländischer Hilfe hielt er sich an der Macht” 30. Traducido del original: “und unter Franco sieht es so aus - das amerikanisierte Mittelalter...” 31. Traducido del original: “Dies alles ist mir untertaenig.” 32. Traducido del original: “Dieses Spanien hat die Freunde, die es verdient. Ausrangierte Diktatoren aus Asien und Amerika und der Türkei aus Portugal und aus Bonn am Rhein...” 33. Traducido del original: “Doch diesmal sind sie nur Juniorpartner, die wahren Herren Spaniens kommen aus Übersee.” 34. Traducido del original: “Eisenhower, der erste amerikanische Praesident, der Spanien besucht, dieses Spanien.” 35. Traducido del original: “wenn Franco in Galauniform ihre Gruben besucht, denken sie sich ihr Teil.” Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962) 116 El lacayo de Berlin, Bonn y Wa s h i n g t o n Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962) Es interesante ver cómo Kurt y Jeanne Stern no recurren a la propia hagiografía, sino que sitúan al pueblo sin líderes como antítesis al pathos fascista, como si se tratara de un organismo propio. La figura de Franco vive la metamorfosis del tiempo: C. Ló p e z Ru b i o – W. Ma r t i n - Ha m d o r f 117 empieza como joven militar en defensa de la vieja oligarquía de España, se convierte en traidor de su pueblo y, sobre todo, en eterno aliado de las fuerzas reaccionarias –primero aliado de Hitler y Musolini, después, gracias al apoyo, entre otros, de la RFA, de los “intereses imperialistas” de Estados Unidos– y, en su última fase, no es nada más que un viejo aliado del eterno pasado, en vísperas de su propia caída. El pueblo, por el contrario, muere y nace, pero sobrevive: España indómita ❍ Unbändiges Spanien (España indómita, Kurt y Jeanne Stern, 1962) I mages of Franco are not commonly found in German film. The Lackey of Berlin, Bonn and Washington. Documentary film images of Franco: The case of Unbändiges Spanien (Kurt and Jeanne Stern, 1962) abstract Sumario During the Nazi period the Spanish question was considered highly delicate, especially since German intervention in Spain’s Civil War was to be kept secret. Years later, Nazi participation of several German officers was to be kept under wraps and along with it their role in the Spanish conflict. In addition, in East Germany, the topic of Spain was also avoided. In spite of the fact that the Spanish Civil War formed a significant part of the great historical legends of “The First Worker and Peasant State,” it, along with other suppressions of the Republic such as the repression of the Anarchists and the Trotskyists, was ousted from official State discourse. In East German film, specifically in the documentary Unbändiges Spanien, Franco is portrayed as a part of the military stance that defends the old Spanish oligarchy, as a traitor to his country, and above all, as an eternal ally of reactionary forces—firstly Hitler and Mussolini, and later the United States. For East Germany, Franco represented an obstacle to change, progress, and social welfare. He survived the era of World War II due to support from West Germany and the imperialist interests of the United States. Siguiente Retrato del Generalísimo Franco (Ignacio de Zuloaga), reproducido en Caudillo (B.M. Patino, 1974) … Habría que preguntarse si el cine documental es capaz de dar a la realidad el mismo tratamiento que Hollywood da a la irrealidad. El cine engendra cine John Grierson (en Grierson on documentary) Fuimos niños manipulados y hombres buscando la palabra. ALICIA SALVADOR S Cine documental es el tratamiento creativo de la realidad… ¡Cuánto silencio bajo el tejado! Fernando Arrabal. Carta al General Franco. 1971 i, como decía Pudovkin en 1929, “el montaje es la fuerza creadora de la realidad fílmica, y (...) la naturaleza solo aporta el material con que formarla”, el cine de montaje de materiales de archivo es doblemente cine. La selección, manipulación y combinación de fragmentos fílmicos y sonoros de procedencias diversas no es una mera labor de reciclaje si quien los maneja sabe hacer cobrar nuevamente vida a cada retazo y ofrecer un resultado nuevo. Si no cabe identificar “documental” con “realidad” ni con “objetividad” –el objetivo de una cámara siempre está dirigido por la mirada (por definición, subjetiva) de un sujeto–, el caso del cine de montaje constituye una especial forma de manipulación y subjetividad, que ofrece lecturas diversas, tal vez opuestas, a las de quienes, en su día, rodaran las imágenes tomadas. Este tipo de cine, un género en sí mismo, puede llegar a ser un trabajo creativo fascinante y, si se cuenta con la sensibilidad y técnica precisas, el resultado, la nueva composición y amalgama de retales, puede ser no ya una re-creación, sino una creación original y nueva. … Dado el estado en que se encuentran la mayor parte de las películas (...) rodadas entre 1900 y 1914 nuestro trabajo se parecía más que al de los montadores ordinarios al de unos labradores ligeramente ilustrados, a los que se hubiera encargado, después del incendio de la Biblioteca de Alejandría, reunir sus restos lo mejor posible, a fin de componer una obra de trozos escogidos (...). Así pues, durante 18 meses, buscamos en París y sus arrabales (...). No fue sino después de tantas rebuscas e identificaciones (...) cuando pudimos –con muchas lagunas, desde luego– reconstruir una especie de “Marcha del tiempo”, concebir una estructura dramática, proceder al montaje y redactar el comentario. (...). [Después había que] encontrar temas [musicales] lo suficientemente variados para acompañar ese puzzle (...) y ligarlos, cimentándolos con una modulación homogénea (...) esforzándonos en alternar o asociar de manera conveniente la música, el texto hablado, los pasajes cantados, los sonidos diversos y las voces célebres reproducidas se- La triste España de Caudillo 120 La triste España de Caudillo 1. Declaraciones de Nicole Védrès en gún los discos originales. Y es un momento emocionante aquel en que, por fin, la música L’Écran français, nº 140. 2-III, 1948, está registrada y se proyecta a la vez que la imagen, dándonos cuenta de que el matrimonio de conveniencia se convierte en matrimonio de amor. 1 en relación con su película Paris, Mille neuf cent, de 1947. (Información obtenida del Programa del Cine-Club de Zaragoza para la sesión nº 67, 26 de marzo de 1950. Agradezco a E. Ducay haber puesto en mis manos dicho programa, hoy prácticamente inencontrable.) 2. C. TORREIRO señala, refiriéndose a Canciones para después de una guerra (Basilio Martín Patino, 1971), que esta “se plantea, con carácter pionero, una estrategia discursiva similar a la de otros films de montaje documental que habrían de popularizarse a lo largo de los años 70 y primeros 80”. Véase C. TORREIRO: “Canciones para después de una guerra” en J ULIO P ÉREZ P ERUCHA (ed.): Antología crítica del cine español, Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 1997, pág. 696. 3. La edición española de K. R EISZ : Técnica del montaje cinematográfico, Madrid, Taurus, 1960, (reimpresión de 1987) señala, en N. de la T. ( pág. 174) que lo que solemos llamar de modo más impreciso “film de montaje” o “film de archivo” carece en realidad de expresión concreta en español. 4. K. REISZ: op. cit., págs. 174-188. Frente a lo que a veces se ha dicho2, la realización de películas con materiales de archivo (compilation film3) es temprana: sus orígenes se remontan a realizaciones británicas de los años veinte hechas a partir de noticiarios filmados durante la Primera Guerra Mundial. Reisz4 señala ejemplos realizados por soviéticos y americanos en los años treinta, así como películas de propaganda nazi y americana en los cuarenta, durante la Segunda Guerra Mundial. Película de archivo de gran influencia en los años cincuenta fue Paris, Mille neuf cent,5 (París 1900, Nicole Védrès, 1947), ya citada, proyectada en varios cineclubs españoles. En España Carlos Fernández Cuenca realizó, asimismo, una película de montaje –Otros tiempos (1959)– que pretendía recrear el periodo 1908-1958. Finalmente, por escueta que sea esta referencia al “cine de montaje”, no puede dejar de mencionarse aquí por su tema, relacionado con el de la película que nos ocupa, Mourir à Madrid6 (Morir en Madrid, Frédéric Rossif, 1963), prohibida en España hasta 1978 y que tuvo una doble respuesta por parte de la España franquista: Morir en España (Mariano Ozores, 1965) y ¿Por qué morir en Madrid? (Eduardo Manzanos, 1966), esta última no estrenada7. El género, con mejor o peor fortuna, se prolonga hasta la actualidad con producciones para el cine y la televisión. Caudillo (1974), de Basilio Martín Patino, es una película de montaje sobre la figura de Franco realizada al final de su dictadura, bajo el peso de casi 40 años de glorificación y exaltación del Régimen y del dictador emergidos de una guerra de la que solo pudo existir, en ese tiempo, una única visión. Patino, según ha declarado varias veces, no pretendía en Caudillo hacer una obra de análisis histórico, sino transmitir otra visión, enmudecida por ese largo tiempo de forzado silencio y de monopolio de la mirada por parte de los vencedores. Repasemos, pues, la construcción de la imagen de Franco para poder leer Caudillo como una de-construcción o, cuando menos, relectura de esa imagen. Franco y su imagen 5. De ella escribió ANDRÉ BAZIN: “¡He aquí el cine puro!, de una pureza desga- (...) nuestras tropas recibían allí en aquellos días, la noticia del reconocimiento de la rradora hasta hacer llorar. Debo al film de España nueva, por Italia y Alemania, Roma y Germanía, los dos componentes integrantes Nicole Védrès algunas de las emociones de Europa, tornaban a fundirse en el crisol de España. Sonreían Alfonso el Sabio y el Em- más intensas que el cine me haya propor- perador don Carlos, soñadores del “Sacro romano imperio germánico”. Por donde quiera cionado. Nicole Védrès y el pequeño que se mirase todo estaba lleno de enormes perspectivas y dilatadas trascendencias. equipo del que sería profundamente Todo estaba listo para cosas enormes. Nos tocaba sufrir otra vez gloriosamente. Tenía- injusto separarla, han realizado con este mos otra vez medio mundo detrás y medio delante. Estaban, otra vez, frente a frente, film de montaje, únicamente compuesto como Apolo y Vulcano en la fragua velazqueña, las dos únicas fuerzas del mundo: la Bes- Alicia Salvador 121 tia y el Ángel. Los aires estremecidos de fuego, se habían llenado de una terrible Anunciación. Y España, por quinta vez en la Historia, aceptaba su destino y derribaba la cabeza para decir: He aquí la esclava del Señor...8 Estas palabras de Pemán prologando su obra abren un conjunto de ripios que su autor presenta como Poema [sic] Épico y que nos llevan del sonrojo a la hilaridad pasando por el doloroso recuerdo de un conjunto de imágenes, lugares y fantasmas que poblaron nuestras pesadillas bajo la dictadura franquista. El poema épico que, en plena Guerra Civil, Pemán dice componer, habla de un enfrentamiento entre el Bien y el Mal, imagen maniquea que perdura oficialmente hasta la muerte de Franco, y del que este se erigirá como vencedor del Mal y salvador de la Patria. Hablar de “imagen” no significa ignorar la terrible realidad de la dictadura. Sus orígenes bélicos la hicieron especialmente sangrienta y la victoria en la Guerra Civil permitió a Franco una dura represión que arroja una larga lista de ejecuciones, encarcelamientos, exilios o “depuraciones”, traducida en una prolongada etapa de nuestra historia impregnada de miedo, censura, autocensura, silencios e inhabilitaciones profesionales, y que negó e impidió el normal desarrollo personal de tantos españoles. Esto, evidentemente, son hechos. El “Caudillo” como imagen se construye con elementos iconográficos, rituales, símbolos, apropiación, utilización y manipulación de figuras históricas –convertidas de este modo en “pseudohistóricas”–, así como los apoyos con los que se tejió esa imagen impuesta. Esos mismos elementos, conjugados en esta película de manera diferente, truecan tal imagen y permiten una lectura distinta que, a su vez, ha concitado muy diversas valoraciones. Franco presidió cuarenta años de nuestra historia. Como todo dictador, dominó y rigió, sirviéndose de los pertinentes instrumentos de control, las vidas públicas –y privadas– de los españoles, y entre aquellos, evidentemente, los medios de comunicación. Y, sin embargo, su figura apenas ha sido objeto de nuestro cine, aunque haya transitado frecuentemente por nuestras pantallas: desde octubre de 1937 se impuso en las salas de cine la proyección de la imagen –con uniforme militar y en color– de Retrato de Franco (C. Sáenz de Tejada), reproducido en Caudillo (B.M. Patino, 1974) de documentos auténticos, algo monstruosamente bello, cuya aparición trastorna las normas estéticas del cinema” (Programa ya citado del Cine-Club de Zaragoza) 122 La triste España de Caudillo Franco, ese hombre (J.L. Sáenz de Heredia, 1964) 6.“Morir en Madrid es un documental de 85’ que nos cuenta la Guerra Civil española. Presta más atención al significado humano del conflicto, que inició una nueva era no solo para España sino para el mundo entero por su trasfondo político. Los nacionalistas y la Iglesia se opusieron a las reformas sociales, la Legión Cóndor se enfrentó a los voluntarios de las Brigadas Internacionales, y por primera vez la población civil pasó a ser objetivo de guerra mientras los políticos especulaban y el mundo permanecía expectante. Las cámaras de todo el mundo acudieron a España, y sus objetivos nos ofrecieron imágenes del conflicto, así como innumerables fotografías. Esta película recrea el tiempo y la tragedia de un modo terrible y lírico a la vez. El horror del asesinato de Lorca, las nobles frases de Unamuno, los encendidos discursos de La Pasionaria, el cadáver de un niño, los civiles huyendo del inminente bombardeo, el drama clásico de El Alcázar ... Una no quiere utilizar a la ligera la expresión ‘obra maestra’, pero como película histórica y documento humano, Morir en Madrid resulta una verdadera obra maestra”. J UDITH C RIST en el New York Herald Tribune, 27/09/1965. Véase L. JACOBS: The documentary tradition, New York, 1971, pág. 444. Franco, y la interpretación de la Marcha Real, que los espectadores debían escuchar de pie y brazo en alto, práctica, según Crusells9, obligatoria hasta 1940. Pero en las pantallas fue el NO-DO, no el cine de la ficción, el que ofreció no solo su imagen, sino todos sus símbolos10. Según Nancy Berthier11, la figura de Franco aparece solo en dos ocasiones en el cine español en vida de aquel: una película de ficción (Raza12, 1942), y otra documental (Franco, ese hombre13, 1964), ambas de la mano de Sáenz de Heredia, que además intentó, sin conseguirlo, volver a mostrar su figura inmediatamente después de su muerte (proyecto inacabado de El último caído, 1975). A todas luces parece escasa representación cinematográfica para la construcción de una imagen que tanto ha pesado durante tan largo tiempo14. No obstante hay alguna muestra cinematográfica más que las señaladas por Berthier, como Ya viene el cortejo (C. Arévalo, 1939), mediometraje documental claramente inspirado en las producciones alemanas nazis –Leni Riefenstahl–, en el que usurpan y se apropian del poema de Rubén Darío, cuyos versos –recitados por Juan de Orduña, asimismo productor del film– actúan de hilo conductor de las imágenes, rodadas por Cecilio Paniagua. Franco solo aparece en los últimos planos: toda la película es una preparación para la apoteosis final, es decir, la imagen de aquel. La temprana fecha de este documental (1939), así como del citado poema épico de Pemán (1938), los colocan en el punto de partida de la construcción del Caudillo como imagen15. Pero a ello habría que añadir muchos otros elementos en la configuración del aparato formal que reviste el franquismo, que se plasman y materializan en determi- Alicia Salvador 123 Cómic Soldado invicto (1969) 7. M AG Í C RUSELLS : La Guerra Civil española: cine y propaganda, Barcelona, Ariel, 2000, págs. 114-115. 8. J OSÉ M AR ÍA P EM ÁN : “Prólogo” al Poema de la Bestia y el Ángel, Ediciones Jerarquía, abril de 1938, pág. 8. 9. MAGÍ CRUSELLS: op. cit., pág. 75. 10. R AFAEL R T RANCHE y V ICENTE SÁNCHEZ-BIOSCA: NO-DO. El tiempo y la memoria, Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2000, págs. 196-233 11. NANCY BERTHIER: Le franquisme et son image. Cinéma et propagande, Toulouse, Presses Universitaires du Mirail, 1998. 12. Como es sabido, en ella no aparece la encarnación de Franco. En realidad, el cine de ficción no suele encarnar a personajes políticos en activo, y menos a un dictador en vida: ello entrañaría acercamiento a quien, por definición, ha de quedar fuera del alcance de lo cotidiano, y cuya dramatización tendería a desacralizar, y no a construir imágenes cuasi-sagradas y nadas formas iconográficas, símbolos, frases hechas, etc. impuestos por el control absoluto de todos los medios de información, de la educación y la represión política ejercida sobre un país vencido y agotado por una terrible guerra: los discursos16, grandes fotos en primera página en la prensa, titulares, representaciones iconográficas durante el primer franquismo, el “Ordeno y mando” –que la película de Patino recoge en la imagen de un decreto–, frases hechas, como la de la responsabilidad de Franco únicamente “ante Dios y ante la Historia”, su “condición” de “Caudillo de España por la gracia de Dios”, que además, y por definición, ligaba su dictadura indi- poderosas, distantes e inaprehensibles. Raza es una ficción metafórica, no “carnal”, de la figura de Franco y de su entorno familiar, y metáfora del propio país –no olvidemos que su guionista, J. de Andrade, es seudónimo del propio Franco–, en la que Sáenz de Heredia exalta los valores oficiales. La película ha sido 124 La triste España de Caudillo Caudillo (B.M. Patino, 1974) analizada ampliamente por N. BERTHIER: op. cit., págs. 41-87. 13. También analizada por N. BERTHIER: op. cit, págs. 91-152. 14. Pero más llamativo resulta contemplar la escasez de muestras de dramatización de la figura de Franco en la democracia, que se reducen, prácticamente, a Dragon Rapide (J. Camino, 1986), Espérame en el cielo (A. Mercero, 1987) y Madregilda (F. Regueiro, 1993). 15. Cabe decir que de fecha aún más temprana es su contra-imagen, debida al genio de Picasso que en 1937 en Francia realiza la serie de grabados Sueño y mentira de Franco, el valor de cuya venta iría destinado a socorrer la resistencia de la República. De esta serie P ENROSE ha dicho: “La historia de violencia y desdicha infligida por el arrogante jefe del alzamiento militar se lee de una imagen a otra como una historieta o como las populares aleluyas españolas que Picasso había conocido de niño. Para personificar al dictador creó una figura grotesca y repugnante, coronada por tocados que simbolizaban sus pretensiones de ser el héroe del cristianismo, el salvador de la tradición española y el amigo de los moros. Porta un estandarte en el que la santa Virgen adopta la forma de un piojo. solublemente con la Iglesia (Nacional catolicismo), su “condición” de vigía frente a la “conjura” judeo-masónico-comunista, los repetidos “Franco, Franco, Franco”, proclamas como “¡Viva Franco! ¡Arriba España!” formando parte –con un largo etcétera– del universo cotidiano, pues cerraban los informativos oficiales –el “parte”, en el lenguaje popular, denominación que proviene de su origen bélico (los partes de guerra)– de la radio que todas las emisoras tenían obligación de transmitir, así como, más adelante, el final de la emisión diaria de RTVE. Durante la dictadura, la figura de Franco era, obviamente, intocable, así como su imagen, cuyas ligeras modificaciones de matiz –nunca sobre lo esencial– experimentadas a lo largo del tiempo respondían a la acomodación que el propio Régimen pretendía dar a esa imagen en función del panorama internacional y las nuevas necesidades interiores. Dado que no hay “oposición” en una dictadura, no cabe otra imagen interna que la oficial. Existen, desde luego, otras imágenes, que desde la ironía, el sarcasmo o la dureza la destruyen desde el exterior17. Caudillo es una de las primeras relecturas que se hacen de esa imagen en el interior aún en vida del dictador. Caudillo Cuando Basilio Martín Patino comienza, hacia 1973, de forma clandestina a trabajar en Caudillo, Franco todavía vive. La película forma parte de un tríptico sobre el franquismo, integrado por Canciones para después de una guerra (1971) y por Queridísimos verdugos (1973). La tercera de ellas –aun cuando en un orden lógico debería Alicia Salvador ser vista en primer lugar– es Caudillo (1974), un acercamiento a la figura de Franco pretendiendo de-construir o, cuando menos, releer su imagen, fraguada entre 1936 y 1939 emergiendo de la Guerra Civil (el vencedor del Mal en la contienda entre la Bestia y el Ángel, que diría Pemán). Caudillo, por tanto, se centra en la Guerra Civil exclusivamente, aunque se remonta a su inmediato pasado, y abre y cierra de forma que el espectador de entonces pudiera extender su espectro a su presente. Canciones... reflejaría los efectos inmediatos de la guerra en la vida cotidiana de los españoles en la larga posguerra de los años cuarenta, mientras que Queridísimos verdugos podría leerse como una reflexión sobre la brutalidad de la represión a partir de la pena de muerte. Caudillo, al parecer, iba a tener una segunda parte, con parte del material que ya se había montado, pero finalmente no se hizo, reduciéndose el metraje de la montada, que en festivales internacionales se exhibió con casi 45 minutos más que la copia que circuló en España18. Patino declaró al respecto en la época de su estreno: 125 Ataca con un hacha el perfil noble de un busto clásico. Protegido por una cerca de alambres de espinos, se arrodilla delante de una custodia que ostenta una moneda. Montado en un cerdo, arremete contra el sol. El caballo que cabalga pomposamente arrastra sus entrañas por el suelo, y después, sacrificado por su propia mano, se retuerce a sus pies. Las mujeres están caídas, muertas en los campos; huyen con sus hijos de las casas incendiadas o alzan los brazos en gesto de desesperación. Solo un animal puede mantener a raya al demonio: el toro, que con su fuerza inocente destripa al monstruo con sus cuer- Quise hacer una segunda parte, porque la agresión franquista de cuarenta años no se nos”. R. PENROSE: Picasso. Su vida y su agotaba en este análisis. En esta parte no hay inauguraciones de pantanos, construcción obra, Barcelona, Argos-Vergara, del Valle de los Caídos, pero he tenido pudor, repugnancia en caricaturizar a Franco, y re- 1981, págs. 260-261. chazo terminarla... Me resulta ese señor una figura grotesca y molesta y el film se con- 16. “Va a ser en los discursos donde se vierte en la caricatura de su propia caricatura. Es puro surrealismo ver ese material sobre puede conocer, con mayor profundidad, Franco. Su tono de voz me provoca risa en la moviola y evito caer en eso. Es doloroso ver el pensamiento político de Franco (...). Los la gestación, día a día, del Valle de los Caídos, cómo humillaba a los presos y les obligaba principios, en su mayoría reiterados una y a cantar el “Cara al sol”. Existe una secuencia donde se ve a Franco sobre un muro y las otra vez, incluso de forma obsesiva, eran mujeres le ofrecen vacas, frutos y riquezas (son mujeres de la Sección Femenina), y al fi- básicamente la ortodoxia religiosa y políti- nal Franco acaba rodeado, casi tapado de riquezas. Lo he montado con la “Marcha ca y la imposición de una absoluta unidad triunfal” de Aida. También me gusta la secuencia en que he recopilado la visita de los je- y uniformidad ideológica. Su fin último era fes que lo visitan en su bunker. Lo he montado con música de El gato montés. Cada destacar su figura incluyéndola como ele- “olé” corresponde a un abrazo con cada ilustre visitante. Es curioso que después de cada abrazo que les iba dando Franco, iban muriendo. Todo está en el film.19 mento providencial que salva a la Patria, deformando toda la Historia de España anterior al inicio del Nuevo Estado para Durante el franquismo tan solo se había hecho en España una película documental sobre la figura de Franco, Franco, ese hombre (1964), una hagiografía propagandística en los “XXV años de paz”, de Sáenz de Heredia, en un contexto en el que ya había necesidad de modificar la imagen de aquel limando ciertas aristas sin alteración alguna de su papel. Es una exaltación de Franco como salvador de España y de su régimen, portadores ambos de prosperidad, cuyo hilo conductor es un narrador omnisciente que conduce absolutamente al espectador sin tregua hacia esa idea de salvación. La guerra está patente en toda la película –el sacrificio salvador–, pero se elude hablar directamente de ella. Incluso, en un momento, la voz en off dice, mientras la cámara nos muestra un gran archivo, que van a evitarse al espectador las imá- argumentar la necesidad de su caudillaje, la legitimación de su Jefatura, la negación de la democracia y la creación de una estructura política de diseño básico: ‘unidad, autoridad y jerarquía’. (...) Llega a considerar tan providencial su figura que incluso no duda en recurrir a lo divino para fundamentar, de forma definitiva, su poder: ‘Francisco Franco, Caudillo por la gracia de Dios’”. J OSÉ M ANUEL S AB Í N 126 La triste España de Caudillo Franco y Millán Astray, foto utilizada en Caudillo (B.M. Patino, 1974) R ODR Í GUEZ : La dictadura franquista (1936-1975). Textos y documentos, Madrid, Akal, 1997, págs. 16-17 17. Por ejemplo la feroz visión de Picasso en su serie Sueño y mentira de Franco, citada más arriba (véase nota 15); alguna obra literaria –el cuento de MAX AUB: La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco, México, Libro Mex-Editores, 1960; La Carta al General Franco, 1971, de F. A RRABAL –, o las numerosas caricaturas aparecidas en prensa extranjera (Espoir, genes superadas de la contienda, cuando, en realidad, el documental gira todo en torno a ella. Es difícil sustraerse de contrastar Caudillo con Franco, ese hombre20, de lo que resulta un contrapunto, tanto en la forma como en el contenido, aunque no parece que fuera la intención de Patino dar respuesta al documental de Sáenz de Heredia, sino ofrecer su visión particular de la figura de Franco: Le Canard Enchaîné, Avanti, etc.) o de españoles en el exterior –en La Caudillo fue mi respuesta profesional contra aquel terror de una dictadura originada Batalla, órgano del POUM en Francia; en la fuerza bruta y en esa máscara de patriotismo con patente de corso que no es sino el peor de los instintos agresivos del reino animal, como creo que dijo Einstein21. en España Libre, órgano de las Sociedades Hispánicas Confederadas de los Estados Unidos de América; Ibérica, de Nueva York, etc.–, de las que aparecen numerosas muestras en el libro de I. F ERN Á NDEZ DE C ASTRO y J. M ART Í NEZ : España hoy, París, Ruedo Ibérico, 1963. 18. A. BELLIDO (coord.): Basilio Martín Patino. Un soplo de libertad, Valencia, Ediciones de la Filmoteca Valenciana, 1996, págs. 71-73. Asi- Patino no pretende, pues, una objetividad en la que no cree (“ser objetivo es creerse Dios, tener una visión omnipotente de las cosas”22), sino ofrecer su propia visión, pretendidamente subjetiva, alejándose con horror de todo didactismo. Canciones para después de una guerra y Caudillo abren a Patino una vía de expresión, tan utilizada en su filmografía, de lecturas y relecturas –La seducción del caos, 1991–, de manipulación de materiales y que culmina, por ahora, con la filmación de “falsos” materiales para construir “falsos” documentales23, –como ha realizado en su serie Andalucía–. La construcción de Caudillo Sobre el trabajo con material de archivo, en general, Patino ha dicho: mismo, MIGUEL BAYÓN habla de una versión más larga –y más radical– (“Un Me limité a recoger todo el material que había de derribo y organizarlo de tal forma ‘Caudillo’ mucho más agresivo”, que de ahí le sacaba vida. (...) Entonces con trozos, con descartes de películas de pelícu- Triunfo, 7/10/1978). las, de terceros descartes de películas que vienen de películas yo las estudiaba, las hilva- Alicia Salvador 127 naba de tal forma que pareciera que le daban contenido a aquello. ¡Fíjate si hay manipu- 19. Patino en declaraciones en lación! (...) Reúno muchos materiales heterogéneos. Y luego, con todo el material que reú- Cinema 2002, nº 31, septiembre no, (...) me encierro en el montaje, y allí empiezo a sacarle partido y veo cómo lo monto, 1977. Véase A.BELLIDO (coord.): op cit., le quito, pongo (...), le doy la duración que me parece importante, cambio las cosas mil pág. 72. veces, y ahí, en ese puzzle es donde yo trabajo a gusto. Es como jugar con colores, o jugar con palabras. Yo juego con imágenes. Las películas las hago siempre en el montaje...24 Caudillo”(Reporter, 3/11/1977) no 20. A.R., en su artículo “El error de puede sustraerse a ello cuando dice: “La En el caso de Caudillo utiliza los recursos de que dispone para mostrar los elementos que había tejido la dictadura, combinándolos de tal modo que recrea y desmonta una imagen, para que sea el espectador quien construya otra y haga otra lectura de la historia. En torno a la realización de la película pesan muchas incógnitas, algunas de las cuales emanan del silencio necesario debido a la clandestinidad con que fue hecha, y en cuyos detalles su autor nunca ha querido entrar posteriormente alegando que esa era una etapa cerrada de su trayectoria profesional. Pero también deben nacer del velo que pesa sobre los orígenes y naturaleza de los materiales fílmicos y sonoros que componen la película –nunca aclarados–, como tampoco se aclara el papel jugado por los colaboradores citados en los títulos de crédito, muy escuetos e imprecisos: en la presentación de la película, en sobreimpresión a un retrato de Franco –de Zuloaga–, leemos: “Caudillo. Un film de Basilio Martín Patino”; al final de la misma, época de Marruecos en la película de Patino es exactamente igual, y con idéntico lenguaje, que en ‘Franco, ese hombre’. (Digamos inmediatamente que el film de Sáenz de Heredia es considerablemente mejor que el ahora estrenado)”. Cabe decir, al respecto, que, efectivamente, se utilizan, entre otros, documentos fílmicos empleados ya en Franco, ese hombre para su etapa marroquí, pero, discrepando del articulista, creo que basta ver someramente las secuencias correspondientes en ambos films para percibir sus profun- Cómic Soldado invicto (1969) 128 das diferencias de tratamiento, encaminadas a suscitar, asimismo, lecturas casi divergentes. 21. Basilio Martín Patino, en R OM ÁN GUBERN: 1936/39: La guerra de España en la pantalla, Madrid, Filmoteca Española, 1986, pág. 176. 22. Declaraciones de Patino en Basilio Martín Patino. Sobre espejos rotos (1998), mediometraje (17´05´´) de Carlota Coronado. Agradezco a Carlota Coronado haberme dado acceso a su documental. 23. “Me parece que el documental es una manipulación de la realidad, y ya en plan de manipular, prefiero inventármela yo. La realidad tú la eliges, la determinas, la seleccionas, la pasas por un objetivo, luego la montas, le pones música, la manipulas... O sea, deja de ser realidad”. Declaraciones de Patino en Basilio Martín Patino. Sobre espejos rotos (17’35’’ // 15’52’’). 24. Patino en Basilio Martín Patino. Sobre espejos rotos, (30´59´´//31´20´´ y 33´10´´//33´50´´). 25. Asimismo se lee: “Poemas de: Rafael Alberti, Pablo Neruda, Antonio Machado, Luis Fernández Ardavín”. Se incluyen “Agradecimientos a: Charlie Haden, Pete Seeger, Woody Guthrie, Folkways Records y los veteranos del Batallón Lincoln”. Finalmente se citan: “Laboratorios Fotofilm Madrid, S.A. Sonorización: Tenivisión y Magna. Efectos de sonido Jesús Peña. Una producción RETASA. Depósito Legal M.22761-1977”. Respecto a la procedencia de los materiales se citan la Tobis Portuguesa, Movietone de Londres y Pathé y Gaumont, de París. La triste España de Caudillo sobre la imagen fija de una representación de Franco Cruzado-Emperador, se desliza la sobreimpresión de una relación de nombres cuya función específica no se señala, algunos de los cuales desempeñaron papeles importantes en la fase de postproducción de la película: “Basilio Martín Patino, Bernardo Fernández [realizador cinematográfico], José Luis Peláez [montador], Juan Miguel Lamet [productor y guionista cinematográfico], José Luis García Sánchez [realizador de cine], José Cormenzana [alto ejecutivo de TVE, que en aquel momento debía tener acceso a los archivos], Jesús Munárriz, Alfredo Mayo [que posiblemente transmitiera sus impresiones sobre la personalidad de Franco, a quien sin duda debió tratar con cierta proximidad debido a su condición de protagonista de Raza], Francisco Peramos, Pedro Esteban Samu”25. Tampoco se señalan referencias en la utilización de planos de películas de ficción. Posiblemente el origen del misterio tenga que ver con la utilización de materiales ajenos, problema inherente a toda película de montaje de material de archivo. La mayor parte de las imágenes debe proceder de diversos archivos extranjeros –en los títulos de crédito se citan, sin otra aclaración ni precisión: Tobis Portuguesa, Lisboa; Movietone, Londres; Pathé, París; Gaumont, París–, cuya filmación fue realizada en la época de los hechos: operadores aficionados, corresponsales de guerra, películas de propaganda de guerra de ambos lados, noticiarios, etc. Pero entre los materiales fílmicos hay también breves fragmentos de películas ajenas a la época de la guerra que tampoco aparecen citadas en los créditos –por ejemplo de La malcasada (Francisco Gómez Hidalgo, 1926), En siendo de Zaragoza26 (Fernando Castán Palomar, 1926). Utiliza también fotografías, titulares de prensa o cuadros, así como fotogramas de una Historia en cómic publicada en los años sesenta sobre la figura de Franco27. Finalmente, brevísimas imágenes del “presente” de los años setenta, tal vez materiales originales rodados para la película o tal vez descartes de materiales ajenos: algunas imágenes de ruinas –Belchite–, paisaje del Valle del Jarama, etc., y que siempre aparecen intercalados con las imágenes de archivo del pasado. Pero es asimismo esencial señalar la importancia de los materiales sonoros utilizados antes de pasar a describir cómo Patino los distorsiona y combina con la imagen. Entre estos hay una voz en off, que en modo alguno es el narrador explicativo al uso28: lee documentos, discursos, etc. de la zona franquista, o reproduce algunas frases hechas del franquismo (“salvar a la Patria”, etc.); en estos casos su tono es levemente irónico o “neutro”, lo que, contrapuesto al tono épico y grandilocuente con que durante tantos años fueron repetidas, ese tono monocorde con que la voz en off las reproduce resulta ahora desmitificador o sarcástico. En algún caso, esa voz en off junto a otras reproducen diálogos –por ejemplo, de la historia en cómic– buscando alcanzar el mismo efecto; en otros, ofrecen datos –biográficos, por ejemplo– que la imagen por sí sola no puede dar. Hay documentos a la vez fílmicos y sonoros: grabación sonora recogiendo imagen y palabra del propio Franco, de Dolores Ibárruri “Pasionaria”, de Largo Caballero, de Alicia Salvador 129 Rafael Sánchez Mazas, del General Miaja, de Queipo de Llano, Serrano Suñer, Miguel Primo de Rivera, Raimundo Fernández Cuesta, Martínez Barrio, etc. Asimismo se recoge, en off, la voz de Rafael Alberti29 recitando un poema suyo escrito en la época de la Guerra Civil. Otros poemas de Antonio Machado y de Pablo Neruda –estos últimos recitados por Héctor Alterio30– sirven de fondo sonoro a determinadas imágenes. Asimismo, como fondo sonoro a imágenes de archivo, oímos en ocasiones testimonios grabados en los años setenta para la realización de la película, pertenecientes a personas que vivieron los acontecimientos: son tanto los recuerdos como la interpretación de esos recuerdos, y los hay de ambos “lados” de la Guerra Civil. Elemento sonoro, obviamente, es la música, esencial en muchas de las películas de Patino, como él mismo señala: Franco, ese hombre (J.L. Sáenz de Heredia, 1964) Yo creo que la música forma parte de la imagen de una forma esencial, y yo creo que siempre he concebido las películas de una forma musical, con una estructura musical. Es difícil explicar esto, pero me es fundamental. Hasta la película Verdugos, que es una película tan brutal, tiene una estructura musical desde el principio hasta el final: la imagen sola no diría nada y la música sola no diría nada, y en conjunto, de repente una canción como, qué sé yo, La gallina Papanatas de repente deja de ser esa canción para convertirse en algo distinto, y un pasodoble, que es una música festiva, divertida, de toros, de repente se convierte en una canción espiritual, de sentimientos brutales y que te acojona, en función de un montaje determinado y de unas imágenes determinadas.31 26. Debo agradecer a E. Ducay tal precisión. 27. Se trata de una biografía titulada Soldado invicto publicada en 1969 por la editorial Rollán. Véase R. G UBERN : Los fragmentos musicales utilizados son de diversa naturaleza, muchos de los cuales corresponden a la época de los hechos –la Segunda República y la Guerra Civil–: himnos, marchas militares, canciones populares, etc. Selección y tratamiento de los materiales En toda película “de montaje” es en la selección, tratamiento, combinación y manipulación de los materiales donde está la labor creativa del realizador y su equipo. Patino, en Caudillo, realiza manipulaciones cromáticas, de paso –ralentización, reiteración, congelación de imágenes–, “movimientos de cámara” y/o selección de encuadres en fotos fijas o en fotogramas congelados que propor- 1936-1939: La guerra de España en la pantalla, Madrid, Filmoteca Española, 1986, pág. 176. 28. Patino rechaza en general ese papel didáctico y conductor del narrador: “La voz en off siempre tiene algo de autoritario sobre el espectador, salvo que sea un complemento de las imágenes. Eso es muy delicado; a mí siempre me ha gustado utilizarlo de una forma particular. No 130 soporto las voces en off que te van dando... tipo NO-DO...”. (En Basilio Martín Patino. Sobre espejos rotos, op. cit, 23’27’’) 29. Debe corresponder a Mientras el mundo marcha, según descripción de M. CRUSELLS: op. cit., pág. 37. 30. Al parecer proceden de un disco grabado por Alterio en Argentina. Según Patino, no aparece en los títulos de crédito porque cuando la película pudo ser estrenada la situación política argentina hacía aconsejable silenciar esto por la integridad y seguridad del actor en su país. (Entrevista con Basilio Martín Patino. Junio 1998). 31. Patino en Basilio Martín Patino. Sobre espejos rotos, op. cit, 29’21’’ // 30’17’’ 32. La película no entra a matizar la constitución y componentes de ambos: aparecen diversas fuerzas en el lado franquista y en el lado republicano, sin entrar ni en su análisis ni en el de sus respectivas dificultades de amalgama. Sin embargo, del tratamiento de los materiales parece derivarse una cierta simpatía por los componentes anarquistas en el lado denominado “rojo”, como señala C.F. Heredero: “Caudillo (...) ofrece (...) un retrato-exorcismo de hondo calado histórico y nítidas simpatías anarquistas que toma como pretexto la figura del dictador”. B ORAU (Dtor.): Diccionario del cine español, Alianza/Academia de las AA.CC., Madrid, Fundación Autor, 1998, pág. 553. 33. Debe corresponder a Presentación de credenciales del embajador de Alemania en Salamanca (“título descriptivo dado La triste España de Caudillo cionan elementos morfológicos básicos para su combinación y tratamiento en el montaje. La figura del “Caudillo” se construye esencialmente en la Guerra Civil, por lo que cabe señalar la selección y el tratamiento que en la película se hace de elementos, figuras y apoyos de los dos “bandos”32 de la misma, pues su percepción antitética configura la imagen de Franco: sus apoyos y sus enemigos, sus actuaciones y los efectos de las mismas. Los materiales y testimonios que se alternan son temáticamente paralelos en ocasiones para ambos bandos (sus respectivas fuerzas armadas, apoyos exteriores, bases sociológicas, intelectuales, etc.) pero su selección y tratamiento ofrecen al espectador imágenes contrapuestas: mucho más viva, cálida y popular en el lado republicano que en el llamado “bando nacional”, en el que todo parece más rígido, prevaleciendo en el tratamiento la frialdad y el distanciamiento. Ello se subraya con la manipulación cromática de los materiales: los documentos del lado republicano presentan virados rojizos, mientras que los documentos del lado franquista presentan virados azulados, manipulación que ofrece una doble utilidad: el rojo y el azul tienen una particular simbología política en la contienda, al tiempo que se trata, respectivamente, de tonalidades cálidas –que acercan– y tonalidades frías –que alejan. Veamos algunas diferencias subrayadas en ambos lados respecto a determinadas cuestiones: La imagen que se ofrece de los efectivos militares de ambos lados, por ejemplo, es diferente. Se presentan documentos sobre el reclutamiento en el inicio de la guerra: un ejército regular, “militarmente” organizado, frío, en la lado franquista, frente a las milicias populares en el republicano, de las que a veces se muestran imágenes de los alistados desfilando solidariamente cogidos de la mano. En relación a los apoyos militares exteriores respectivos: del lado franquista aparecen en varias ocasiones imágenes de las tropas italianas y alemanas. Destacan las imágenes de la presentación de embajadores alemán33 e italiano en Salamanca, incluyendo sendos himnos como fondos sonoros, en las que asistimos a una triunfal puesta en escena militarista, en el más puro estilo fascista, con un guiño final ridiculizador de esa demostración de fuerza (manipulación de las imágenes de Franco –ralentización y congelación–). Respecto de las actuaciones de esas fuerzas, se subraya la participación italiana en la toma de Málaga –suena un himno italiano–, y se ofrecen imágenes de la destrucción de Guernica por la Legión Cóndor alemana. Es decir, las imágenes de las tropas italo-germanas llevan la rigidez anquilosada en las formas, y la destrucción y la muerte en su actuación. Del lado republicano se cuenta con la participación de voluntarios de todo el mundo, integrados en las Brigadas Internacionales. Sus imágenes aparecen subrayadas por “La Internacional” o por himnos de las propias Brigadas, así como por cálidas palabras de Pablo Neruda y de “La Pasionaria”. Su participación se ofrece en acciones de resistencia heroica (Batalla del Jarama, por ejemplo). Asimismo se recoge el apoyo del Congreso de Escritores Antifascistas. Las pancartas de apoyo a los pueblos de España Alicia Salvador contrasta con la relación jerarquizada del apoyo franquista, de “poder” a “poder”34. También se ven representadas algunas de las bases sociológicas, intelectuales, personalidades, etc., de ambos lados: del franquista se muestra a la burguesía, terratenientes y las jerarquías eclesiásticas. La rigidez y el ceremonial presiden los actos –Te Deums, por ejemplo–, y lo que más adelante será la “cultura oficial”, academicista y plegada al poder –actos en la Universidad de Salamanca. Los testimonios resultan fríos, como el de Rafael Sánchez Mazas –posteriormente académico–, en una película de propaganda, o el del hermano de José Antonio Primo de Rivera. Las jerarquías o personalidades se muestran en actitudes estáticas o épicas –la mayoría– o de un insufrible paternalismo –Queipo de Llano–. Del lado republicano se nos muestran sus bases populares, se seleccionan encuadres de primeros planos de rostros del pueblo, etc. Se muestran asimismo los apoyos de intelectuales del mundo reunidos en el Congreso de Escritores Antifascistas entre los que se encuentran algunos de los más prestigiosos intelectuales de la época. Mención especial reciben personalidades de la cultura como los poetas Rafael Alberti, cuya voz recita sus poemas dedicados a la República, o Pablo Neruda. Federico García Lorca está presente en las canciones tradicionales recuperadas por él, pero sobre todo en un sencillo y emotivo homenaje (se intercalan titulares de prensa informando de su ejecución y fotogramas de su rostro entre fotografías de las “sacas” de ejecutados al amanecer, en cuya referencia se añaden los versos de Antonio Machado, lo que significa, a su vez, citar a otro intelectual republicano). Cita especial se hace también de Pablo Picasso, cuyos ojos “acusan” de la destrucción de Guernica: alternan en la secuencia fotogramas de su rostro, del Gernika e imágenes del bombardeo. 131 por la Filmoteca Española a este material sin banda de sonido”, encuadrado en Franco en Salamanca, I, según descripción de M. CRUSELLS: op. cit., pág. 36. 34. Creo que la lectura debe ser más cualitativa que cuantitativa, discrepando en ello de A.P.G. (“Franco, ese desconocido”, en Vida Nueva, 26/11/1977), que dice: “Lo mismo ocurre con la participación extranjera. Se satiriza a nazis y fascistas italianos. Pero el relieve dado a las Brigadas Internacionales equilibra la balanza (...)”. Efectivamente, la película no permite deducir las diferencias numéricas o de armamento de las respectivas fuerzas de apoyo, ni se percibe la orfandad de la República por la “no intervención” de las democracias. Lo que se subraya en su tratamiento, creo, es una distinción moral y una dicotomía oficial/voluntario. Caudillo (B. M. Patino, 1974) 132 35. Debe corresponder a “Juventudes de España Documental de la Primera Demostración Nacional de Organizaciones Juveniles en Sevilla”, producido en 1938 por el DNC, según descripción de M. CRUSELLS: op. cit., págs. 50-51. 36. Las imágenes deben corresponder a dos documentales distintos, uno producido por la CNT-FAI (“El entierro de Durruti”) y otro por la Generalitat de Catalunya (“L’enterrament de Durruti”), según descripción de M. C RUSELLS : op. cit., pág. 30. La triste España de Caudillo Los militares de carrera del lado republicano que aparecen lo hacen en una actitud radicalmente distinta a las actitudes mostradas por las jerarquías militares franquistas: discurso leído y sosegado del general Miaja, así como el contenido de sus palabras. Los soldados no aparecen tanto en actitudes “épicas”, sino también en los tiempos muertos –escribiendo, repasando la ropa, etc. Se recogen asimismo las amargas reflexiones condenatorias de Miguel de Unamuno, que inicialmente había apoyado la sublevación franquista, en un largo texto leído por la voz en off, que incluye su famosa frase: “Venceréis porque tenéis la fuerza, pero no convenceréis porque os falta la razón”. Respecto de temas musicales, como se decía, son de diversa naturaleza. Hay, naturalmente, himnos en ambos lados, y en ambos casos tanto españoles como exteriores: en el lado republicano suenan, entre otros, el Himno de la República, “La Internacional”, “Las Barricadas”, un himno de la Brigada alemana antifascista Thaelmann. Suenan asimismo los himnos catalán y vasco –“Els Segadors” y “Eusko Gudariak”–, prohibidos bajo el franquismo. En el lado sublevado suena la “Marcha Real”, los himnos de la Falange, de los tradicionalistas, de la Legión, así como himnos fascistas alemanes e italianos, marchas militares, y canciones/himno como “La Banderita” o “Soldadito español”, de la zarzuela Soldaditos de Pavía. Hay asimismo músicas populares: en el lado republicano oímos canciones populares de la Guerra Civil. Algunas de ellas son canciones tradicionales, armonizadas y popularizadas por García Lorca, a las que durante la guerra se añadieron letras alusivas a la contienda –“Los cuatro muleros/Los cuatro generales”, “¡Anda, jaleo!”. También suena una sardana, así como una balada americana –de la Brigada Lincoln. Son, en definitiva, músicas profunda y tradicionalmente populares. Las que suenan como fondo a las imágenes del lado franquista son música de zarzuela –de la que cabe señalar que, frente a las anteriores de ambientación popular, esta responde a una tradición burguesa (“Luisa Fernanda”)– y pasodobles toreros (“Marcial”, “El gato montés”). La música subraya, cabría decir que con ternura, algunas de las patéticas imágenes de la destrucción y muerte. Como ejemplos, entre otros, podría citarse la nana que acompaña las imágenes de los bombardeos nocturnos sobre la población civil y el sueño y la muerte en los refugios, o el pasodoble “Suspiros de España” como fondo sonoro a imágenes de muertos en las calles. La película presenta, asimismo, las diferencias entre los homenajes a héroes caídos en ambos lados: por el sublevado el homenaje a José Antonio Primo de Rivera, con el discurso de Raimundo Fernández Cuesta35, en el que, además de su contenido, cabe destacar su tono y escenografía, la composición arquitectónica de la misma. El contrapunto sería, por el otro, el entierro del líder anarquista Durruti36, que también recoge discursos, pero en el que lo que más destaca es la enorme manifestación popular. La frialdad del primero, resaltada por el virado en azul, y su composición Alicia Salvador jerárquica y grandiosa, ofrecen un vivísimo contraste con la calidez y el enorme sustrato popular del segundo. En cuanto a la figura de Franco en la película, cabe decir que en sus referencias está contenido el culto a la personalidad y a la concepción y organización jerárquica del Régimen, estando ello presente a lo largo de casi todas las escenas que hacen referencia a Franco o al gobierno franquista. Como materiales fílmicos se utilizan filmaciones de archivo, fotografías, retratos épicos y viñetas de un cómic de los años 133 El desfile de la victoria, según el cómic Soldado invicto (1969) 134 La triste España de Caudillo Cómic Soldado invicto (1969) 37. B. MARTÍN PATINO: “Reflexiones en torno a ‘Caudillo’”, en El País, 16/10/1977. 38. PATINO, en el artículo de El País ya citado decía en 1977: “La demagogia de la realidad que nos ha tocado vivir es tan increíble que, como Picasso, no hace falta ponerse a buscar, sino que basta mirar alrededor sin anteojeras para que nada resulte tan subversivo, o sea tan revolucionario, dada la irracionalidad del orden vigente, si se acierta a saber expresarlo”. sesenta sobre su figura, que pretendía ofrecer a los jóvenes la biografía de un héroe, pero cuyo uso aquí ofrece un resultado muy otro, pues no solo es desmitificador, sino que termina por ridiculizar al personaje al introducir voces nada épicas. Todos esos materiales son manipulados en ocasiones: congelación de imagen, ralentización, reiteración (el “ascenso”, clara referencia a Oktiabr [Octubre, S.M. Eisenstein, 1927]). Por otra parte, la alternancia de las imágenes del cómic con otras produce un efecto nada heroico. Respecto a los materiales sonoros de fondo a la imagen de Franco cabe señalar: su propia voz, ya de por sí desmitificadora, el contraste ofrecido por la lectura monocorde de una voz en off a las enérgicas palabras de su discurso sobre su imagen autoritaria y gesticulante. Las músicas que acompañan y subrayan la figura de Franco son pasodobles toreros –“Marcial”–, cuando asume el mando, y música de zarzuela en sus escenas familiares. En palabras del propio Patino: Alicia Salvador 135 …Sobre todo si como en Caudillo el actor glorificado se devalúa tan decepcionantemente, porque al dejarse solo ante la pantalla sin la trompetería áurea de Matías Prats o de David Cubedo, no es más que aquel hombrecito obsesionado por mandar que dice cosas sorprendentes con nerviosismo chapliniano y bigotito de Hitler, aupándose en cuanto sabe que le filman para ser más alto que Mussolini, pero en gallego.37 La imagen del dictador, pues, se desacraliza y ridiculiza: lo convierte en un personaje de zarzuela. Pero desmontar la imagen épica y heroica que el Régimen había levantado sobre Franco hasta reducirlo a lo ridículo no lo convierte en un personaje cómico ni inofensivo38: su imagen ralentizada firma sin dudar documentos (¿sentencias de muerte?), o su imagen previa a las referencias a los fusilamientos al amanecer, como relación causa/efecto, o la frase “si es necesario fusilaré a media España” previa a las imágenes de los bombardeos sobre Madrid, o las palabras de Serrano Suñer, su cuñado, –“que el mundo nos conozca por nuestras obras”– colocadas en la película inmediatamente antes de las imágenes de otros bombardeos, lo responsabilizan de la muerte, el dolor y la destrucción. Tal responsabilización ya se enuncia en la presentación de la película: las imágenes de la destrucción y las ruinas en contraste con el contenido del “Hubo una vez un hombre enviado por Dios para salvar a España” que recita la voz en off. Estructura y montaje de la película Creo que habría que diferenciar entre un análisis pormenorizado de la película secuencia a secuencia, con buenos aciertos, y la estructura general de la misma, mucho más discutible, al menos en la versión que circuló por España 39. Dicha estructura no resulta del todo clara, punto del que, probablemente, emana el Retrato de Franco en la Legión hacia 1920 136 39. La versión que se ha trabajado es una copia en vídeo de su pase por Televisión Española en noviembre de 1985 en el programa La Clave, de alrededor de 104’ de duración. En su estreno en 1977 se proyectó una copia de unos 120’ –según figura en la ficha incluida en El Alcázar, 19/10/1977, con motivo de su estreno–, pero, al parecer, era una copia reducida en unos 45 minutos de la proyectada en el Festival de Figueira da Fox en Portugal, según M IGUEL B AY Ó N en Triunfo (véase nota 18). 40. Celestino García Moreno, 1939, producción de Film Popular (según M. CRUSELLS: op. cit., págs. 51-2 y 69) La triste España de Caudillo calificativo de ambigua que recibió de buena parte de la crítica cuando fue estrenada en 1977. Como se ha dicho, parece ser una aproximación a Franco en el momento de su gestación como “Caudillo”: la Guerra Civil, enlazando su figura con esta, y enlazando acontecimientos de la historia de España con datos biográficos de su vida. Es aquí donde la película adolece de falta de solidez, pues hay elementos difícilmente inteligibles en los que Patino optó voluntariamente por no entrar, sin haber resuelto cinematográfica y narrativamente esa inteligibilidad: la situación de España previa a la proclamación de la Segunda República, así como el desarrollo de esta y los orígenes causales de la Guerra Civil. Patino siempre ha justificado que no quiso hacer “historia”, pero la imbricación del personaje con el contexto es tal que la película se resiente de esas omisiones y el espectador no iniciado corre el peligro de perderse. De hecho, no resulta fácil describir su estructura global. No hay un ordenamiento estrictamente cronológico, aunque en líneas generales se parte de una situación previa a la Guerra Civil –el fin de la Monarquía y el establecimiento de la República–, para presentar a sus contendientes y alguno de sus efectos, desembocando en la exaltación de Franco, vencedor de la misma, como Caudillo. Se presenta como un flash-back: parte de imágenes de ruinas que nos llevan a Franco –cuadro de Zuloaga sobre el que se superpone el título y autor de la película– mientras la voz en off dice, en contraste con las imágenes, “Hubo una vez un hombre enviado por Dios para salvar a España”. De unos fotogramas que recogen documentos oficiales con expresiones como “Ordeno y mando”, pasamos al inicio de la guerra, julio de 1936, y a la presentación de las fuerzas de ambos bandos con la movilización popular republicana frente a efectivos del ejército profesional (unos 6 minutos). En los 8 minutos siguientes se hace una semblanza de Franco –se alternan fotos, documentales y cómic–; la voz en off dice: “la guerra fue siempre lo mío. En la guerra estaba yo seguro”, y se remonta al inicio de su carrera militar, esencialmente africanista, entremezclada con acontecimientos de España (Monarquía de Alfonso XIII, elecciones de 1931 y proclamación de la II República, desarrollo del fascismo, revolución de Asturias y elecciones de 1936). A partir de ahí se va mostrando el desarrollo de la guerra, sobre cuyas imágenes, en ocasiones, escuchamos testimonios orales de entrevistados en 1973-74. Hay imágenes de bombardeos –Madrid, Guernica...–, destrucción, se sugieren fusilamientos, etc. Se incluyen películas de propaganda de ambos lados –de Sánchez Mazas y del miliciano Celestino García40, respectivamente– héroes muertos (José Antonio Primo de Rivera y Durruti), apoyos internacionales –nazis y fascistas germano-italianos de un lado, y Brigadas Internacionales y Congreso de Escritores Antifascistas de otro–, mientras se intercalan notas biográficas de Franco, impagables escenas familiares, avance en la guerra y progresiva exaltación de su figura, que asume y aglutina todo el poder: Franco –dice la voz en off– personifica todos los valores y asume plenamente la más absoluta autoridad, Alicia Salvador puesto que solo responde ante Dios y ante la Historia; recibe el título de “Caudillo”, Generalísimo de los Ejércitos, Jefe del Estado, de la Junta Política, Jefe de Gobierno y Presidente del Consejo de Ministros, Jefe Nacional de la Falange, Juez Supremo; se le otorga la dignidad de Capitán General de los Ejércitos y de la Marina; se establece el día del Caudillo, y –sigue la voz en off– el arzobispo de Burgos le dice: “Señor, en el momento en el que la locura demoníaca parecía empeñada en perder a España, surgís, por designio providencial, para su salvación”. Un pasodoble taurino acompaña a la imagen de Franco victorioso y un titular de prensa ofrece la noticia de la “liberación” de Barcelona41 mientras se hace una delirante exaltación de la figura de Franco: 137 Imposición a Franco de la Laureada de San Fernando en “El gran desfile de la victoria en Madrid”, El noticiario español, remontado en Caudillo (B.M. Patino, 1974) Las banderas en el aire gritan: ¡Franco, Franco, Franco! ... Flechas de la Roma invicta, fuertes cóndores germanos, y al frente de todos, ÉL, César, el Cid, Alejandro ... ¡Qué grita esa voz de imperios sino ‘Franco, Franco, Franco’! Él resucita a los muertos ... Y mientras el mundo a oscuras ... ya tiene España su luz, ya alumbra su cielo un astro, la luz de esta voz que a coro grita ‘FRANCO, FRANCO, FRANCO’. Ya terminando, la imagen, voz y palabra de Franco, que dice: En estos momentos en que España asombra al mundo con la vitalidad de una raza y 41. Debe corresponder a La liberación la espiritualidad de un pueblo me es grato ofrecer este despertar de la nación en lucha de Barcelona, reportaje de 1939 del DNC, heroica, civilización y por la grandeza de España, según descripción de M. CRUSELLS: op.cit., pág. 52. 138 La triste España de Caudillo Boda de Franco y Carmen Polo (22-10-1923), foto utilizada en Caudillo (B.M. Patino, 1974) Todo en terrible contraste con las patéticas imágenes que nos muestran el duro y terrible camino del exilio. Encadenándose con ello, el acto en el que se le concede la Cruz Laureada de San Fernando. El sonido de una muñeira pone música a los títulos de crédito de la película sobre un retrato de Franco victorioso. Alicia Salvador La voz en off del narrador a veces nos hilvana los acontecimientos, pero interviene muy pocas veces como tal narrador: ofrece algunas notas biográficas, a veces sobre las imágenes del cómic, limitándose en otros casos, como queda dicho, a leer documentos de la época. La película gana en su análisis secuencia a secuencia, frente a su confusa estructura general. Un análisis pormenorizado contradice la ambigüedad del tratamiento de la figura de Franco en la película señalada en la época de su estreno por parte de la crítica, opinión que probablemente se derive de que esta acabe con el primer desfile de la Victoria42, sin entrar en la historia y trayectoria de la dictadura, pero no deja indemne a Franco. El espectador que se implique en la lectura de lo que se le ofrece tiene elementos para extraer un juicio condenatorio, tal y como se le muestran las imágenes. No es difícil advertir la influencia del cine soviético en el montaje. A lo largo de la película parece conducirse al espectador hacia la percepción de Franco como un dictador grotesco que produjo devastación y muerte, pero no de forma explícita: es mediante un montaje de atracciones como se trata de conseguir este objetivo, tratando de implicar al espectador en su propia lectura. Se provocan contrastes entre lo que se lee y las imágenes, contrastes entre secuencias consecutivas, es decir, contrastes de montaje, pero también contraste entre la selección y el tratamiento de las imágenes y sus fondos sonoros, en el sentido que ya se ha ido explicando. En otros casos el espectador es invitado tácitamente a establecer la relación causa/efecto entre el contenido de una secuencia y sus efectos en la siguiente. Enumerar esos contrastes señalados por el montaje o la concatenación de las secuencias resultaría excesivamente prolijo, y solo citaré algunos ejemplos representativos: el ya mencionado de la presentación, entre la frase “...salvar a España...” y las imágenes y la música distorsionada sobre las que se dice que representan devastación y ruina; contraste entre las “heroicas viñetas” del cómic narrando su participación en la guerra de África, y el fotograma del soldado muerto sobre una caballería, seguido de imágenes de un cementerio; la imagen de Franco y la destrucción y la muerte; “...si es necesario fusilaré a media España...” inmediatamente antes de la secuencia de los bombardeos de Madrid en 1936; “...que el mundo nos conozca por nuestras obras...”, enlazando con bombardeos y muerte. Cabe señalar también el mensaje de Carmencita Franco a los niños del mundo43, en fuerte contraste tanto de fondo como de forma con las secuencias entre las que se halla. Se trata de una “escena familiar”: Franco, de pie, tras su esposa y, sentada sobre esta, su hija, que dice de forma supuestamente “natural y espontánea” –en realidad silabea torpemente un texto mal aprendido: “Pido a Dios que todos los niños del mundo no conozcan los sufrimientos y las tristezas que tienen los niños que aún están en poder de los enemigos de mi patria, a los que envío un beso fraternal. ¡Viva España!”, mientras aquel, que obviamente ignoraba que la cámara le enfocaba, musita por lo bajo lo que 139 42. Procedentes, seguramente, de El gran desfile de la Victoria, reportaje de la Dirección Nacional de Cinematografía, mayo de 1939 (según descripción de M. CRUSELLS, op. cit., pág. 53) 43. Fragmento final de Franco en Salamanca, II, producido para su distribución en el extranjero, según descripción de M. CRUSELLS: op. cit., págs. 36-37. 140 La triste España de Caudillo Viñetas del cómic Soldado invicto (1969), dos de las cuales fueron utilizadas en Caudillo (B.M. Patino, 1974) claramente ha sido repetidas veces ensayado. La secuencia está montada tras otra en la que los ojos de Picasso alternan con imágenes de la aviación alemana bombardeando Guernica (¿quiénes son los “enemigos de mi patria”?), y antecediendo a las patéticas imágenes de la salida de la población –“los sufrimientos y tristezas de muchos niños”– ante el avance de Franco en el País Vasco. Finalmente, cabe destacar en el montaje la inserción de ciertos primeros planos –obtenidos a veces mediante selección de encuadres de fotos fijas o de fotogramas congelados– que parecen ser ojos acusadores que juzgan. Así, por ejemplo, la caricatura del rostro de García Lorca, los primeros/primerísimos planos de Picasso hasta Alicia Salvador 141 mostrar solamente su ojo acusador. Pero también la imagen congelada del niño mirando a cámara en la secuencia de los bombardeos sobre Madrid parece acusar en silencio, o las miradas de los soldados en la secuencia en la que se sugieren los fusilamientos proporcionan esa misma sensación acusadora. El autor también parece acusar a través de la voz en off, que dice: Hace muchos años, en estas viejas tierras hubo una cruzada dirigida y ganada por Franco. Quinientas mil casas destruidas, más de cien ciudades devastadas, dos millones de prisioneros... se dice que uno de muertos. “Esta es una lucha de exterminio”, había dicho Queipo de Llano. Había que purificar a España, uno de los países más pobres de Europa, reliquia de sí misma y de su antiguo esplendor. “Con el enemigo de Dios y de la Verdad no se pacta ni se transige: se le destruye. El castigo es una obligación del triunfo”. “Donde yo esté no habrá comunismo”, había prometido Franco... como fondo sonoro para imágenes de ruinas, montones de libros preparados para su destrucción y un graffiti en el que leemos “Franco, asesino del pueblo español”. Lecturas sobre Caudillo. Apuntes para una reflexión Adentrarse en la cuestión de las críticas suscitadas por la película es penetrar en las interesantes y procelosas aguas de los estudios de recepción, bien lejos del tema del monográfico en que nos encontramos o de los objetivos de este artículo, al que excede: es una cuestión que habla menos de la “imagen” de Franco o de la película Caudillo que de la sociedad que la veía hacia 1977, momento de su estreno, cuando la democracia balbucía y emergía de un régimen caído a la muerte de su dictador. Dejamos este asunto haciendo un breve apunte. Caudillo, montada clandestinamente, no se estrena hasta la muerte de Franco, y después del escándalo y polémica suscitada por Canciones para después de una guerra, prohibida por las autoridades franquistas, tras haberle concedido previamente el permiso de exhibición. Sale a la luz, posiblemente con temor, y quizá ello explique la doble versión, la proyectada en Berlín en el Festival de 1977 y en España, y la del Festival portugués citado (véase notas 18 y 38). Ello, y la escasa oferta de salas dispuestas a estrenarla44, hablan de la época y de las dificultades de la transición. Al parecer, la película tuvo una buena recepción exterior: es llevada al Festival de Berlín de 1977, donde fue muy aplaudida45, y al citado festival portugués, donde resultó premiada. Sin embargo, en España la acogida de la crítica fue más bien fría. Por otra parte, historiadores del cine extranjeros46 la han juzgado como una recreación inteligente y llena de sensibilidad, mientras llama la atención que no aparezca ninguna referencia en el reciente estudio de M. Crusells varias veces citado. 44. “El film de Patino ha sido muy difícil verlo en las carteleras madrileñas. Puedo asegurar que muchos exhibidores se han negado a estrenarla por miedo a lo que pueda pasar. El cine ‘Madrid’, que ahora regenta la distribuidora mejicana Pelimex, se ha atrevido sin embargo a estrenarla”. A NTONIO G ARC Í A R AYO en Las Provincias, 15/10/1977. 45. ÁNGEL S. HARGUINDEY en El País, 28/06/1977. 46. MARCEL OMS: La guerre d’Espagne au Cinéma, París, Les Éditions du Cerf, 1986. 142 47. Diario Arriba, 19 de octubre de 1977. Cabe recordar que Marcelo Arroita-Jáuregui había sido un duro censor franquista, al que incomprensiblemente Bardem y Muñoz Suay habían intentado atraerse, incluyéndolo en la lista de colaboradores de la revista Objetivo, para estupor y desacuerdo de otros redactores de la misma. 48. “Es frecuente que Patino ‘congele’ la imagen de Franco (...) con el intento de acentuar un rasgo determinado de su fisonomía o de sus gestos. Pero eso no ridiculiza su figura. Al revés, parece subrayar su mirada de inteligencia o su decisión personal”. A.P.G. en Vida Nueva, 26/11/1977. 49. M ANUEL V ICENT : “Caudillo, a través de un porro”, Reporter, 10/11/1977. 50. M. MARINERO: “Cuando Franco era joven”, Diario 16, 18/10/1977. La triste España de Caudillo Algunos –los menos– la juzgaron encomiásticamente, pero, en general, no fue bien acogida por los críticos en el momento de su estreno en 1977. No lo fue por parte del sector franquista, como cabía esperar: Arroita-Jáuregui, por ejemplo, la valora con un “cero”47, mientras otros la califican de ambigua o poco acertada, e incluso algunos franquistas la tachan de carente de objetividad, olvidando de repente que el franquismo había manipulado la historia hasta la náusea. Pero con la derecha coincide, curiosamente, parte de la izquierda, que en parte la condenó. Algunos vieron las secuencias de las paradas militares de la Plaza Mayor de Salamanca casi como una nueva exaltación. Pero no hay que olvidar que en 1977, por solo hablar de signos, los “desfiles de la Victoria” aún no son historia, que el NO-DO todavía existe, y que circulaban las monedas en las que la hiriente leyenda “Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios” circundaba su efigie. Demasiado cansados de leer entre líneas, se esperaba tal vez una voz contundente que condenara, y no un juego que implicara al espectador. Algunos se irritaron por la ridiculización de Franco: la derecha por razones obvias, y la izquierda porque entendía que la figura del dictador era algo más que el “hombrecito obsesionado por mandar y nerviosismo chapliniesco” del que hablaba Patino en una cita recogida más arriba. Hubo, incluso, quienes vieron ciertas ridiculizaciones como positivas para el personaje48. Otros, demasiado cansados a su vez, quieren simplemente enterrar y olvidar49. Pero dejemos ese juego de “lecturas” que nos habla de otra historia... Sin entrar a valorar la obra como cine, pasado el tiempo, Caudillo exhibe protagonistas a los que correspondería asumir sus propios discursos. En palabras de la época: Es indiscutible que Patino no ha dirigido arteramente a Franco ni a Queipo de Llano ni a Fernández-Cuesta. La perspectiva que queda en la mayoría de las secuencias “sobre los representantes de la derechas” es la suya, la de los documentales que ellos rodaron, la imagen que los actores querían ofrecer. Al igual que las secuencias sobre las gentes y soldados de izquierdas reflejan su propia perspectiva. Que la emoción que provocan Neruda o Unamuno sea una emoción argumentada e irreplicable. Son autores del recuerdo que dejan, como Franco es autor del recuerdo que dejó. (...) Las derechas, que tanta ocasión han tenido para dar sus argumentos, no podrán quejarse de que al darlos una vez más (pero esta, con el contraste de una realidad documental) se traicionan a sí mismos. Lo que hay de caricatura en su énfasis es una autocaricatura (...)50 ❍ Alicia Salvador 143 Boda de Franco y Carmen Polo según el cómic Soldado invicto, utilizada en Caudillo (B.M. Patino, 1974) C audillo, a montage film by Basilio Martín Patino, is part of a The sad Spain of Caudillo (Basilio Martín Patino, 1974) abstract Sumario trilogy dedicated to Francoist Spain along with Canciones para después de una guerra (1971) and Queridísimos verdugos (1973). Caudillo demystifies the figure of Franco by manipulating the same materials that were used in the construction of his persona. This insightful turnaround creates another way to “read” the figure of the dictator that for so many years was imposed upon Spanish culture. Siguiente Portada del cómic Soldado invicto (1969) n mi actividad como escritor cinematográfico –como argumentista o guionista– me he visto en tres ocasiones enfrentado a la tarea de diseñar tres retratos del dictador, en tres registros muy diferentes. En una primera ocasión en registro documental, a partir de un análisis de la película Raza (José Luis Sáenz de Heredia, versión de 1950) que había efectuado previamente para ser publicado en forma de libro. En una segunda ocasión en registro de crónica histórica dramatizada con actores, para el largometraje Dragon Rapide (1986), que dirigió Jaime Camino. Y en una tercera ocasión en clave de comedia satírica y sobre una acción enteramente inventada, en Espérame en el cielo (1987), de Antonio Mercero. Se trató de experiencias muy distintas, con métodos y propósitos diferentes, pero que inauguraron la presencia de un nuevo sujeto histórico –protegido hasta entonces por numerosos tabúes y condiciones de representación– en las pantallas españolas, tras su muerte en 1975. Me propongo comentar en estas páginas algunos aspectos de estos tres trabajos. Raza, el espíritu de Franco (Gonzalo Herralde, 1977) En 1976 había comenzado a analizar el texto literario de Raza, escrito por Franco en 1940, con el ánimo de desvelar sus claves biográficas y las razones personales y políticas que le habían llevado a pergeñar aquella fantasía épica. Para mí, Franco representaba mi enemigo principal, que había condicionado profundamente mi vida, y deseaba diseccionar su texto para entender sus fantasmas y la lógica que lo sustentaba. Estando inmerso en esta tarea, la sede de la Filmoteca en Barcelona programó la vieja película, en la única versión disponible entonces, la expurgada y dulcificada de 1950, en una sesión que llenó la sala de cinéfilos curiosos, pero también de matones falangistas y de nostálgicos del franquismo. Yo no había vuelto a ver Raza desde su estreno en el Cine Coliseum de Barcelona, y a la salida de la sesión me encontré con Gonzalo Herralde. Gonzalo tenía también interés en realizar una pelí- ROMÁN GUBERN E Tres retratos de Franco 146 Tres retratos de Raza, el espíritu de Franco (Gonzalo Herralde, 1977) Franco cula que analizase la personalidad de Franco a través de este film. Le dije que estaba escribiendo un libro sobre el mismo asunto y le pasé poco después una copia del manuscrito “Raza”: un ensueño del general Franco, redactado para Ediciones 99, que pertenecía a los Camuñas, y con destino a su colección “Historia Secreta del Franquismo”. Según mi análisis, Raza, texto subtitulado Anecdotario para el guión de una película y firmado por Jaime de Andrade (lejano apellido materno y nobiliario de Franco), se inscribió en el género del melodrama familiar pequeñoburgués, pero con voluntad de trascenderlo en forma de panfleto político. Su referente fue tal vez la popular novela legionaria Beau Geste (1924) de P.C. Wren, o su versión fílmica de 1926 de Herbert Brenon (pues la de William Wellman de 1939 no se estrenó en España hasta 1947), que expone cómo la guerra pone a prueba a unos hermanos. Pero lo más interesante de Raza radicó en su carácter de confesión privada del autor, tanto en el plano personal como en el público. En el primero, Raza propuso una proyección autobiográfica sublimada del autor, que reproducía ciertos datos de su vida y su carrera, mientras corregía otros con un maquillaje favorecedor. Su protagonista es, en efecto, un oficial gallego de infantería y de edad próxima a la de Franco, nacido también de una estirpe de marinos militares (ennoblecida por quien fue hijo de un oscuro administrativo naval), quien, como el autor, aplaza su boda con una joven de clase superior por imperativos castrenses, es dado por muerto, como lo fue Franco Román Gubern en Biutz (Marruecos) en 1916, y tiene un hermano republicano, trasunto de aquel izquierdista e insurreccional Ramón Franco, que en el libro se redime con una conversión fascista al final y con un fusilamiento que lava sus culpas frentepopulistas. De modo que Raza es una gran metáfora acerca de la familia española desunida y enfrentada por la guerra, en la que Franco se desdobla, pues si bien proyecta sus fantasías personales en el protagonista, hace que el caudillo, como jefe militar supremo, comparezca en los diálogos como una divinidad lejana en la acción, y que en el film adquirirá además la forma visual de un retrato en una fortificación y de fugaz figura presidencial en la tribuna del desfile de la victoria de 1939, en el epílogo. Con esta duplicidad el autor se desdobla en personaje mítico y distante, en el olimpo del poder, y como sujeto humano cálido y sufriente, susceptible de una identificación humana. Dos formas de autogratificación perfectamente complementarias. Pero Raza ofrece también una interpretación de la historia por parte del marino frustrado que fue Franco, al considerar que las humillaciones navales y de ultramar (en Trafalgar, Cuba y Filipinas), que encausan a los anglosajones como responsables de la decadencia patria, fueron vengadas con la derrota militar del Régimen demoliberal en 1939. Esta concepción franquista de la historia nacional –derivación militarista y perversa de la frustración política noventayochista– sería ratificada por Paul Preston en su voluminoso libro Franco. A Biography (1993). Para difundir su tesis, Franco hizo que Raza se convirtiera en película, como había hecho antes 147 Raza, el espíritu de Franco (Gonzalo Herralde, 1977) 148 Tres retratos de Franco Autorretrato de Franco Mussolini con su Campo di Maggio, en 1935 –protagonizada por un Napoleón-Mussolini–, para servir de modelo a su “cine patriótico”. No lo consiguió, aunque su metáfora política de la familia desunida y enfrentada volvería a aparecer en dos panfletos políticos de 1954: Lo que nunca muere, de Julio Salvador, y Murió hace quince años, de Rafael Gil, con un conflicto también fraterno en el primer caso y paternofilial en el segundo. Román Gubern La colaboración con Gonzalo Herralde, a partir del esquema de mi libro, se formalizó con la redacción de unos cuestionarios con preguntas para Alfredo Mayo, Ana Marsical y José Luis Sáenz de Heredia. La fortuna hizo que además de la participación de Alfredo Mayo, gracias a la mediación de Pilar Jaraiz, sobrina socialista de Pilar Franco, la parlanchina hermana del dictador accediese también a ser entrevistada para el film. Su rostro arrugado y áspero, tratado en primeros planos, resultó óptimo para los propósitos del film y sus puntos de vista políticos, ortodoxamente franquistas, añadidos a sus numerosos pormenores familiares, redondearon su valiosa contribución documental al proyecto. En contraste con ella, Alfredo Mayo se limitó a añadir al film puntualizaciones profesionales, a veces teñidas de la vanidad propia de un antiguo galán de moda del cine español. Ana Mariscal se excusó, alegando que era muy joven cuando interpretó Raza, papel para el que Franco la eligió después de haberla visto en la coproducción hispanoitalana El último húsar, de Luis Marquina. La negativa de Sáenz de Heredia a colaborar era previsible y me demostró luego su animadversión cuando le escribí para pedirle algunos detalles de su relación profesional con Benito Perojo, en la preparación de mi libro Benito Perojo. Pionerismo y supervivencia, pues no se dignó a contestarme. A lo largo de las entrevistas rodadas por Herralde para el film surgieron algunos datos nuevos e interesantes que no figuraban en mi libro. Uno, procedente de un sepulturero del cementerio de la Almudena, quien aseguró que los padres de Franco fueron enterrados en tumbas distintas, lo que aparentemente confirmaría su dis- 149 Raza, el espíritu de Franco (Gonzalo Herralde, 1977) 150 Tres retratos de Franco tanciamiento en vida, negado por Pilar Franco. Y el segundo, aportado por Alfredo Mayo, afirmó que por las mañanas solía aparecer, antes del rodaje, un motorista de El Pardo, con la revisión de las escenas del día por parte de Franco, en un sobre que era entregado a Sáenz de Heredia. Pero el director negó esta información de Alfredo Mayo en una entrevista, probablemente la última que concedió en vida1. Combinando las entrevistas con fragmentos de la película de Sáenz de Heredia que servían de confirmación o de contrapunto a lo dicho ante la cámara, Raza, el espíritu de Franco constituyó un metatexto crítico-cinematográfico –el comentario de una película por parte de otra película– acerca del imaginario biográfico y político del dictador, a partir de su texto Raza, de matriz literaria y posterior plasmación audiovisual, como presunto modelo para el cine español de propaganda política. Se exhibió en el Festival de San Sebastián de 1977, en el que también se presentó La vieja memoria, de Jaime Camino, a cuya génesis también yo había contribuido un poco antes y que era un contrapunto político de la maniquea visión de la Guerra Civil sustentada por Franco. Y luego recorrió los festivales de Berlín, Edimburgo y Sidney, entre otros. Dragon Rapide 1. Entrevista con José Luis Sáenz de Heredia, de JORDI SEBASTIÁN, en FilmHistoria, vol. V, nº 2-3, 1995, pág. 170. En 1985, en vísperas del quincuagésimo aniversario del inicio de la Guerra Civil, Jaime Camino me llamó para que colaborase en el guión de Dragon Rapide, una coprodución hispanoitaliana que iba a dirigir reconstruyendo en la pantalla los antecedentes de la sublevación militar, empezando el 4 de julio de 1936 y concluyendo quince días después, con la insurrección del ejército norteafricano. Ian Gibson colaboró como asesor histórico, aportando una cronología muy documentada y meticulosa, que solo pudo aprovecharse en una mínima parte. El guión se construyó siguiendo dos líneas paralelas: las actividades de los conspiradores y, en el otro bando, la peripecia inventada de un joven periodista madrileño que trata de desvelar su complot. A mí nunca me satisfizo esta segunda peripecia, aunque fuera plausible, pero Jaime temía ofrecer una visión política unilateral de la historia y quería presentar su contrapunto político, escenificando también al bando agredido y a la postre perdedor. Visto el resultado final, la acción inventada resulta mucho menos interesante que la otra. La opción elegida determinó una gran complejidad estructural del relato, que transcurría en Madrid, Biarritz, Londres, Pamplona, Canarias, Barcelona, Llano Amarillo y Casablanca. En algunas versiones anteriores del guión figuraron también otras localizaciones y personajes que luego tuvieron que ser eliminados, como el general Sanjurjo en su exilio en Oporto. El obstáculo mayor al escribir el guión radicó en la construcción del personaje de Franco, enemigo intimidatorio y odiado que, en las primeras redacciones del guión, aparecía solo de espaldas, o a lo lejos y en plano general, o fuera de campo, como hizo Francesco Rosi con el protagonista de Salva- Román Gubern 151 Dragon Rapide (Jaime Camino, 1986) tore Giuliano (1962), film que entonces visionamos para estudiarlo, precisamente por esta razón. Pero puedo añadir ahora que también Carlo Lizzani utilizó el fuera de campo mayestático con Mussolini en Il processo di Verona (1962) y, mucho más recientemente y con otra intención, Manuel Gutiérrez Aragón había hecho lo propio 152 Tres retratos de Franco Dragon Rapide (Jaime Camino, 1986) 2. Psicopatología de un dictador. Entrevista a Carlos Castilla del Pino, por FEDERICO GRAU, en El Viejo Topo, número extra 1, 1976, pág. 18. con Franco en Demonios en el jardín (1982). La intención de estos dos directores era otra, pues, en nuestro caso, no nos veíamos capaces de humanizar a Franco con planos próximos y con un lenguaje coloquial. Por fin, el tabú psicológico se desbloqueó y cogimos el toro por los cuernos, mostrando a un Franco doméstico, incluso en pijama y en su dormitorio, en una escena que, en esta ocasión, fue enteramente inventada. De modo que, al personalizar a Franco como sujeto, tuvimos que trabajarlo en su doble dimensión de personaje histórico y personaje privado. De Carmen Polo, que interpretó Vicky Peña, hicimos una ambiciosa Lady Macbeth y, para subrayarlo, en alguna versión figuraron en su boca frases extraídas del drama de Shakespeare, que acabamos por eliminar. Era una inferencia razonable, derivada de su diferente origen de clase social, que también Carlos Castilla del Pino había advertido2 y que explicitamos precisamente en su actuación en la citada escena del dormitorio. También tuvimos que plantearnos si Franco, engendrada ya su única hija, practicaba en 1936 el sexo con su devota esposa. Averiguamos que el lecho de su dormitorio en la época, propiedad militar, era de matrimonio. Pero algunos testimonios que nos aportó Gibson sugerían que Franco había sublimado por entonces sus impulsos emocionales hacia otras metas menos carnales. Jaime decidió ofrecer el papel protagonista a Juan Diego, después de verle en La corte del faraón. Le llamó y Juan se quedó tan estupefacto ante su propuesta, que se pasó toda la noche frente a su espejo. Aunque se partió de un diseño realista de su personaje, su representación fue estilizada. Un cojín bajo el uniforme dotó al general de una barriguita que contrastaba con la esbeltez del actor quien, por otra parte, en algunas escenas estiraba la espalda hacia atrás, un poco como un monigote que Román Gubern 153 exagera la postura tiesa. La composición, en suma, era de diseño realista, pero con concesiones ocasionales al expresionismo caricaturesco. En cualquier caso, se trató de un trabajo muy distinto del que Juan Echanove compuso en Madregilda (1993), de Francisco Regueiro. La historia pública representada en Dragon Rapide se ajustó escrupulosamente a los hechos históricos y ningún comentarista de prensa, desde los franquistas de El Cruzado Español –que anatemizaron la película– a los antifranquistas, fue capaz de detectar algún error o inexactitud. Ello no significaba que el film fuera neutro u objetivo. Cuando nos enfrentamos al lamentable episodio del asesinato de José Calvo Sotelo, que aparentemente fue el que decidió a Franco a unirse a la sublevación, nos pareció que mostrar el pistoletazo en la nuca en la pantalla resultaría demasiado brutal y optamos por una discreta elipsis tras la detención del diputado monárquico-derechista. Espérame en el cielo El éxito comercial de Dragon Rapide3 hizo que Antonio Mercero me propusiera al año siguiente colaborar en el guión de Espérame en el cielo, una comedia satírica sobre el doble de Franco que escribimos con Horacio Valcárcel, guionista habitual de Mercero. Como había ocurrido antes con algunos tiranos griegos y con Hitler, Mussolini y Stalin, se había especulado acerca de un posible sosias de Franco, entre otras razones porque la presencia del general en todos los medios de comunicación, controlados por sus fieles esbirros, era tan abundante que producía cierta impresión de ubicuidad divina. Y para explicar esta ubicuidad casi sobrenatural, nada mejor que la teoría del doble, que vendría además avalada por razones de seguridad para viajes o actos presuntamente conflictivos. 3. Fue Dragon Rapide el film elegido por la RAI, que era su coproductora, para emitir el 18 de julio de 1986, en que se cumplían cincuenta años de la sublevación militar, acompañada la exhibición por un coloquio entre varios historiadores Dragon Rapide (Jaime Camino, 1986) 154 Tres retratos de Franco Espérame en el cielo (Antonio Mercero, 1987) 4. El caudillo y el otro, de “Coronel Calvo”, Ediciones Master Fer, Buenos Aires, 1967. Cuando habíamos comenzado a trabajar en el guión, en un viaje me encontré a Berlanga atascado con problemas en la aduana de Nueva York e hicimos juntos el viaje de regreso a España. Le conté el asunto y me informó de que en los años sesenta se había publicado en Buenos Aires una novela firmada con seudónimo (en realidad, su autor era un monárquico exiliado), titulada El caudillo y el otro, en la que se narraba el secuestro de Franco por un grupo monárquico de oposición para ser llevado a Portugal, pero los secuestradores descubrían con sorpresa que habían capturado a su doble4. No pude leer la novela, que no se encontraba fácilmente, hasta después del estreno de nuestra película. No hay pruebas de que tal doble llegara a existir pero, en nuestras visitas de localización al palacio de El Pardo y a través de varias indagaciones, desvelamos que Franco, en efecto, utilizó ciertas estrategias de protección congruentes con la famosa teoría del doble. Por ejemplo, parece ser que en varias ocasiones Franco envió la caravana de coches oficiales y motoristas por un itinerario, mientras se desplazaba al punto de destino por otra carretera más discreta, con un par de motoristas y guardaespaldas en un coche anónimo. Evidentemente, en el primer coche, con la comitiva de gala, iba alguien sentado detrás y con uniforme para completar el ardid, y por mucho que se corrieran las cortinillas de las ventanas del vehículo, ¿quién iba sentado y con uniforme en aquel asiento reservado al jefe máximo? El personaje interpretado por Sazatornil estuvo inspirado en el extravagante Ernesto Giménez Caballero, con quien guardaba incluso algún parecido físico. Si Giménez Caballero había tenido durante la guerra mundial una idea tan pintoresca Román Gubern 155 como la de casar a Hitler con Pilar Primo de Rivera, se le podía atribuir también, sin demasiado esfuerzo, el proyecto de fabricar un doble de Franco. La acción transcurría en el “mesofranquismo” de los años cincuenta, en la sosegada plenitud de la dictadura, tras las zozobras de los años cuarenta. Estudiamos a Franco a través de las imágenes del NO-DO –noticiario en el que Mercero había hecho sus primeras armas profesionales– y leímos sus discursos, de los que extrajimos bastantes parlamentos que, finalmente, pusimos en boca del cómico argentino Pepe Soriano, quien encarnó al general. Tal fue el texto que el doble recita en el film ante el embajador egipcio y que en aquel contexto adquiere una fuerte coloración homosexual. También la propuesta de elevar a Franco a la condición cardenalicia se basaba en un episodio real de aquella época. Pero el meollo del asunto estaba en el tema del doble, en la estela de The Great Dictator (El gran dictador, Charles Chaplin, 1940) de To Be or not to Be (Ser o no ser, Ernst Lubitsch, 1942) y de Kagemusha (Kagemusha – La sombra del guerrero, Akira Kurosawa, 1980), que eran películas modélicas. Había que jugar con el equívoco de los personajes, pero nunca confundir al público que, en todo momento, debía saber quién era el Franco auténtico y el falso: esto era especialmente decisivo en la escena en que ambos se cruzan por los pasillos del palacio. Que España acabase gobernada por el falso fue una pirueta que se nos ocurrió al final. La convergencia del amo poderoso y del servidor sometido permitió encender también la libido del poder en el segundo y esto facilitaba aquel final sorpresivo. Pero se eliminó en el montaje una escena que ideé, y que me gustaba mucho, en la que Franco pintaba su autorretrato utilizando al doble como modelo y ambos se quejaban de sus diversas servidumbres laborales. El modelo no llevaba la cruz laureada de San Fernando en su pecho, pero Franco la pintaba en el lienzo. Roto el tabú de representar a Franco en Dragon Rapide, Espérame en el cielo acabó de desacralizarlo con una farsa que Mercero, congruente con su estilo habitual, evitó que fuese demasiado acre ❍ This article offers thoughts and commentaries on three Three portraits of Franco abstract Sumario films which the author either co-wrote or developed: the documentary film Raza, el espíritu de Franco (1977) by Gonzalo Herralde which featured Franco’s sister; the historical chronicle Dragon Rapide (1986) by Jaime Camino; and the satyric comedy about a supposed double for Franco Espérame en el cielo (1987) by Antonio Mercero. Siguiente Espérame en el cielo (Antonio Mercero, 1987) rancisco Franco, figura ineludible de la historia contemporánea de España, Jefe del Estado Español de 1939 a 1975, representa un legado ambiguo para la memoria colectiva de los españoles. El caudillo, muerto en la quietud de su lecho el 20 de noviembre de 1975, no tuvo que responder en vida de su acción política, y tras su muerte su figura no fue puesta en tela de juicio de modo radical y brutal: las estatuas erigidas en su honor fueron poco a poco reemplazadas por nuevos iconos, las monedas con su efigie continuaron circulando durante un tiempo después de su muerte, y si las demasiado visibles Avenidas del Generalísimo fueron rápidamente rebautizadas al gusto de los nuevos tiempos, todavía quedan en España calles o plazas que llevan el nombre de Francisco Franco. Pero, al mismo tiempo, Franco no ha sido realmente asimilado al panteón de las figuras históricas nacionales. Si desde un punto de vista político la Transición española hacia la democracia es un éxito incontestable, el pacto implícito de olvido común del pasado que esta ha supuesto no ha resuelto el problema de ese legado ambiguo que empaña y divide la memoria colectiva, haciendo resurgir los fantasmas del pasado en cuanto se mira atrás con un poco de detenimiento. La ausencia de una ruptura violenta, que ha revelado la profunda madurez de los españoles para salir de la dictadura, ha supuesto también la ausencia de un acto simbólico potente que permitiera exorcizar el pasado a todos aquellos que sufrieron la dictadura. Un acto que permitiera, de alguna manera, llevar a cabo el duelo. El trabajo del duelo se ha hecho pues –y continúa haciéndose– lentamente, a través de actos simbólicos polimorfos de carácter político, histórico y cultural que, día a día, añaden sus piedras al edificio de la memoria colectiva. Entre estos últimos, el film realizado por Antonio Mercero en 1987 ocupa un puesto de relevancia. Y ello pese a la superficialidad de su forma, la comedia, o más bien, a decir verdad, gracias a ella. En efecto, en Espérame en el cielo, Mercero plasma en forma cinematográfica una auténtica destrucción del ídolo. Y ello, no desde el odio que caracteriza habitual- NANCY BERTHIER F Ser o no ser Franco. Naturaleza y función de la risa en Espérame en el cielo 158 Ser o no ser Franco mente este acto más bien bárbaro, sino desde una madurez que le permite utilizar la risa en su función catártica: una risa liberadora. Si bien queda claro que este reír no resuelve el problema, no aporta una solución, la posibilidad que proporciona de desdramatizar, de tomar distancia, con toda evidencia hace de él una etapa fundamental en la gestión por parte de España de su memoria colectiva. ¿Cómo funciona la risa en Espérame en el cielo? Esta es la cuestión que nos plantearemos a lo largo de este estudio. Espérame en el cielo (Antonio Mercero, 1987) *** 1. Remito a mi análisis del film Franco, ese hombre, en la segunda parte de mi trabajo Le franquisme et son image, cinéma et propagande, Toulouse, Presses Universitaires du Mirail, 1994. El tratamiento cinematográfico de la figura del caudillo no comienza, evidentemente, con Espérame en el cielo. En realidad, el cine español sintió muy pronto la necesidad de producir una mirada crítica sobre Franco mediante un tratamiento subversivo de su icono, tal y como este cristalizó audiovisualmente a lo largo de casi cuarenta años de ejercicio del poder por parte del dictador, especialmente a partir de dos fuentes, el NO-DO y Franco, ese hombre, la biografía fílmica de José Luis Sáenz de Heredia, especie de monumento cinematográfico erigido por el realizador de Raza con ocasión de los “25 años de paz”1. No me detendré en ello más que el tiempo necesario para diseñar brevemente la filiación estética de Espérame en el cielo en su componente nacional. Esta filiación es fundamental para comprender la originalidad del film de Mercero. El realizador salmantino Basilio Martín Patino fue el primero, incluso antes de que Franco falleciese, en tomar como objeto fílmico la figura del que era todavía Jefe del Estado Español en un largometraje documental, Caudillo. Si bien la intención de su Nancy Berthier film es deliberadamente satírica, las condiciones de producción limitan obviamente su alcance. Así, la subversión se juega en la agudeza, en el interior mismo de la ortodoxia, como efecto de desajustes sutiles que juegan con lo implícito y lo no dicho. Patino utiliza en su documental, estrenado en las pantallas españolas tras la muerte del dictador, en 1977, las imágenes mismas del discurso ortodoxo cuyo mecanismo desmonta. El humor aflora a menudo, pero es incesantemente contenido por la gravedad del momento de su realización2. Patino fue igualmente el primero en hablar del poder liberador de su película, de ese efecto catártico que nace de la visión distanciada: 159 2. Para un análisis más detallado de su funcionamiento discursivo remito aquí a dos artículos que he publicado sobre este film: “Il était une fois un homme: Quise hacer Caudillo para entender la dependencia del poder de un hombre que in- Caudillo de Basilio Martín Patino, fluyó en mi vida y en la de mis paisanos hasta límites traumáticos. Necesitaba aclarar un portrait héterodoxe” en CARLOS nuestra propia historia, la historia del pueblo español, hecha piedra entre las mentiras y S ERRANO (ed.): Nations en quête de el miedo en que nos educaron. Terminé el film antes de la muerte del “protagonista”. passé, París, PUPS, 2000 y “Détails Con Caudillo ha terminado para mí esa fase de trabajo que fue la contestación a la represión de este tiempo: esta fase me permitió recuperar mi libertad torturada3. et Histoire, histoires de détails: de Franco, ese hombre de José Luis Sáenz de Heredia à Caudillo de Iluminar la historia, más allá de la visión monolítica impuesta por el Régimen a lo largo de varias décadas, tal será la apuesta común de todos los filmes que escojan como tema al “galán del NO-DO”. El año en que se estrena Caudillo, Raza, el espíritu de Franco, realizada por Gonzalo Herralde sobre la base del ensayo epónimo de Román Gubern, da un paso más en el trabajo de desmitificación de la figura del dictador. En el marco de un “metatexto Basilio Martín Patino” en JEAN-CLAUDE SEGUIN: Le détail et le tout, Sémi- naires du Grimia nº 1, Lyon, Grimh-Grimia, 2000. 3. BASILIO MARTÍN PATINO en Cinema 2002, nº 31, septiembre de 1977. Raza, el espíritu de Franco (Gonzalo Herralde, 1977) 160 Ser o no ser Franco crítico-cinematográfico” que retoma el “imaginario biográfico y político del dictador”4, a partir de su encarnación suprema, el film Raza, realizado al concluir la guerra por José Luis Sáenz de Heredia, la sátira se alimenta de la puesta en escena del desajuste entre el imaginario del dictador y la realidad biográfica, alcanzando altas cotas de virulencia en la confrontación de las secuencias del film con declaraciones de la hermana de Franco, Pilar, en virtud de las leyes de un montaje de gran eficacia. Esta forma de desdoblamiento de la personalidad produce en algunos momentos efectos que rozan lo cómico por la puesta en evidencia de los procedimientos de travestimiento de la historia. En cambio, cuando en 1985 Jaime Camino, con la participación de Román Gubern, elabora su proyecto para Dragon Rapide, no opta tanto por la risa como por una reconstrucción histórica rigurosa de los antecedentes del levantamiento militar de julio de 1936. Sin embargo, el interés de este film en la génesis de Espérame en el cielo reside en el hecho de que, por primera vez en el cine español, se recurre a un actor profesional para interpretar el personaje de Franco. Paralelamente, los autores, dotando al dictador de cierta humanidad a través de la evocación de sus actividades domésticas, dan pie a una primera representación distanciada del icono oficial que será considerablemente amplificada en Espérame en el cielo. *** 4. Testimonio de Román Gubern, coguionista del film, publicado en este mismo número. 5. Declaraciones reproducidas en Le Figaro, 30/08/1989. 6. Le Figaro, 30/08/1989. * La autora juega con las dos acepciones de la palabra sujet: tema y sujeto. (N. de la T). 7. HENRI BERGSON: Le rire. Essai sur la signification du comique, París, PUF, 1940, edición consultada nº 399, primer trimestre de 1981, pág. 3. Existe versión castellana (traducción de Amalia Aydée Raggio): La risa, Madrid, SARPE, 1984, pág. 27. 8. HENRI BERGSON: op. cit., pág. 28. 9. Declaraciones reproducidas en Libération, 02/09/89. Con respecto a estos filmes, la gran originalidad de Espérame en el cielo reside ante todo en la opción genérica adoptada por el cineasta: la comedia. La risa, que había aflorado tímidamente en Caudillo o en Raza, el espíritu de Franco, será desde ahora situada en el núcleo de la representación del Caudillo como principal instrumento de desmitificación. Y, sin embargo, el tema del film no es cómico en sí, tal y como lo define el realizador: “la historia de un hombre que pierde su libertad y su identidad porque se encuentra atado de pies y manos a una dictadura de la que se ha convertido en emblema”5. E incluso añade: “Este habría podido ser un film dramático, de hecho en alguna ocasión pensé en tratarlo de esta forma”6. Pero su inclinación natural por la comedia, ligada a una profunda voluntad crítica y un contexto favorable, le hacen optar por la risa. Por otra parte, lejos de acomodar, la risa implica una postura intelectual muy particular que supone un grado de madurez o, más precisamente, de distancia con respecto al objeto –o sujeto*– considerado. En su ensayo fundamental sobre lo cómico, Henri Bergson subraya “la insensibilidad que de ordinario acompaña a la risa”7, que él define como “algo así como una anestesia momentánea del corazón”8. Si retenemos esta vaga definición del filósofo es porque el concepto de “anestesia” nos permite hilar una metáfora que nos parece esencial para comprender Espérame en el cielo, la metáfora médica, que, por otra parte, emplea el mismo realizador con motivo del estreno del film: “He pensado que [...] doce años después de la muerte de Franco, la risa debía tener un efecto terapéutico”9. Gracias Nancy Berthier 161 a la risa, el film de Mercero, va a permitir crear un saludable efecto de distanciamiento respecto a la figura del dictador, que tendrá por ello mismo una función terapéutica sobre la que volveremos. Ahora bien, ¿cómo se manifiesta esta risa? Dragon Rapide (Jaime Camino, 1986) *** Para provocar la risa, Mercero pone a punto un dispositivo de representación particularmente eficaz que extrae la esencia misma de esta última, tal y como Bergson la define fundamentalmente, “lo mecánico calcado sobre lo vivo”10. Bergson constata en efecto que la mayor parte de los efectos cómicos, ya sean verbales o de situación, tienen como denominador común una superposición fundamental de dos lógicas contrarias, la de lo mecánico y la de lo vivo. Espérame en el cielo hace funcionar esencialmente el choque entre lo mecánico y lo vivo a través de la estructura del doble, aquella misma que había sido utilizada por Charlie Chaplin en The Great Dictator (El gran dictador, 1940)11, donde Charlot interpretaba alternativamente al dictador Hynkel y al barbero del ghetto judío. Como en The Great Dictator, Mercero estructura su film a partir del personaje del doble del dictador, Paulino Alonso, propietario de un establecimiento de productos ortopédicos. Así, el protagonista propiamente dicho del film no es Franco, sino Paulino, un doble que se le parece físicamente punto por punto. La utilización del mismo actor, el argentino Pepe Soriano, para interpretar alternativamente en la ficción al original y al doble está destinada a producir un fuerte efecto de gemelidad entre los dos. De hecho, para crear una verdadera imagen del doble, el artificio consistente en hacer interpretar el original al mismo actor era necesario para el perfecto funcionamiento del mecanismo y, por tanto, para producir la risa, especialmente en las secuencias en las que el doble y el original son confrontados, en una correspondencia mimética perfecta: en el transcurso de las sesiones de entrenamiento de Paulino en El Pardo 10. HENRI BERGSON: op. cit., pág. 52: “Lo mecánico calcado a lo vivo, he aquí un punto en el que es necesario detenerse, una imagen central a partir de la cual la imaginación despunta en direcciones divergentes”. 11. The Great Dictator (El gran dictador, Charlie Chaplin, 1940). El film de Ernst Lubitsch, To be or not to be (Ser o no ser), realizado en 1942, que explora igualmente la figura del doble es el segundo referente de Espérame en el cielo. 162 Ser o no ser Franco utilizando el soporte audiovisual de un NO-DO reconstituido, durante el pequeño espectáculo ofrecido por el doble al original en el salón de actos de El Pardo, o, al final del film, en el juego del escondite entre los dos hombres en los salones de la residencia del Caudillo y, en una especie de apoteosis, en la parte final del film, en un plano que por medio de un trucaje pone en escena uno junto al otro, solidarios y desde ahora cómplices, a Franco y a Paulino. Espérame en el cielo (Antonio Mercero, 1987) 12. Testimonio de R OM Á N G UBERN , publicado en este mismo número de Archivos de la filmoteca. 13. Ibidem. Por otra parte, el artificio del doble permite al cineasta inscribir su representación cómica de Franco en el marco de una ficción no sujeta a las leyes de la verdad histórica dando así libre curso a su imaginación. El film reposa, en efecto, sobre el rumor popular, jamás confirmado, de la existencia de un doble del Caudillo suscitado, como recuerda uno de los guionistas, Román Gubern, por el hecho de que “la presencia del general en todos los medios de comunicación, controlados por sus fieles esbirros era tan abundante que producía cierta impresión de ubicuidad divina”12 y verosimilizado por “ciertas estrategias de producción congruentes con la famosa teoría del doble”13. El film no se alimenta de la verdad histórica, sino de la verosimilitud histórica. Por tanto, propiamente hablando, no es de Franco de quien se ríe el espectador, sino del dispositivo ficcional urdido por el realizador, en contradicción con el personaje histórico. De esta manera, la risa, por así decirlo en segundo plano, puede desplegarse libremente sin el sentimiento de culpabilidad que habría supuesto el hecho de reír explícitamente del “verdugo”. Nancy Berthier 163 Elaborando un universo ficcional que integra la figura del Caudillo sin por ello situarla en el centro del relato, con el efecto de distanciamiento producido por la interpretación del dictador a cargo de un actor, Mercero hace funcionar la risa a partir de una sabia dosificación de lo real, lo verosímil y lo ficcional cuya función fundamental será denunciar las fallas del Régimen a partir de su más alto representante. En efecto, a diferencia de Chaplin, Mercero no llega a travestir al dictador con los caracteres de un personaje imaginario, en un país imaginario. Aunque interpretado por un actor, el Franco de Mercero es explícitamente designado como el Caudillo. Algunas imágenes auténticas de este último son, por otra parte, integradas en la ficción, esencialmente a través de los archivos del NO-DO, imágenes furtivas o planos de conjunto que no permiten visualizar más que la silueta del dictador pero que están con todo dotadas de una función de anclaje histórico muy fuerte. *** La primera parte del film está consagrada a la constitución, por parte del camarada Sinsoles, del doble perfecto del Caudillo a partir del elegido, Paulino Alonso, propietario de un establecimiento de productos ortopédicos. Mercero elabora su imagen del doble sobre un simple principio de oposición que va a desencadenar de forma natural la risa. Las primeras secuencias del film se detienen en el personaje de Paulino, cuyos rasgos más sobresalientes son brevemente enunciados. Es presentado en su entorno familiar y social y caracterizado como un vividor, amante de los placeres de la vida, bailando lánguidamente al son de una canción popular con su esposa Emilia, aprovechando con voluptuosidad cada momento de descanso, frecuentando el burdel del cual él constituye uno de los pilares y, en algún momento, incluso como antifranquista. En suma, un hedonista dominado por los placeres del cuerpo y al mismo tiempo como un español más bien corriente y simpático con el que el espectador común puede identificarse sin dificultad. Si es seleccionado por Sinsoles en el contexto de la operación Janus, es por su parecido físico, exterior, con el Caudillo. La transformación de Paulino en Franco va a revelarse como un juego de niños en lo tocante a la apariencia externa, extensamente escenificada en la secuencia consagrada a la primera etapa de su metamorfosis: algunos tijeretazos bien dados, unas pinzas de depilar utilizadas en el momento oportuno, pero también, y sobre todo, la implantación en el rostro del toque final, un bigote postizo que cierra la operación de metamorfosis14. Sin embargo, la naturaleza profunda del personaje, tal y como ha sido esbozada en las primeras secuencias, se halla en conflicto con esa apariencia física. Un conflicto que permite al realizador reducir a un estado casi puro lo cómico definido por Bergson como “lo mecánico calcado a lo vivo”. En efecto, la apariencia externa remite a una imagen estereotipada de Franco, “mitad monje, mitad soldado”15, cultivada por la propaganda. Un Franco completamente entregado a la noble tarea de la dirección de la nación y, por consiguiente, imbuido de una austeridad fundamental- 14. Christian Delage subraya el hecho de que en The Great Dictator, Charlot quiere enfrentarse a Hitler “arrebatándole aquello de lo que le acusa de haberle robado: su bigote. Si Hitler ha podido superar sus mediocres aptitudes para la actuación y encarnarse en un personaje cinematográfico, es porque se ha entregado, según la hermosa expresión de André Bazin, a esta cabriola ontológica”. “La fiction contre l’histoire? Le Dictateur”, Vertigo nº 13, París, 1995. 15. Expresión que Sinsoles recuerda a Paulino. 164 Ser o no ser Franco Espérame en el cielo (Antonio Mercero, 1987) , mente encarnada en una rígida imagen de hombre uniformado (“mayestático”), exclusivamente entregado a su misión y poco inclinado por naturaleza a los llamados del cuerpo en general. La educación de Paulino, en la primera parte del film, reposa sobre una voluntad, por parte de su instructor, de adecuación perfecta entre el doble y su modelo. A lo largo de toda la fase de aprendizaje, la risa nace de la presencia rebelde de Paulino, como un muñeco de resorte, en el cuerpo prestado de Franco. Bajo la apariencia física que, por la utilización del mismo actor, es como el calco mecánico del original –Franco–, lo vivo, aun habiendo prestado su envoltura corporal, no ha prestado a la persona. Bajo esta envoltura, el cuerpo se rebela, los deseos naturales se manifiestan. La imagen idealizada de Franco a la que Paulino debe asimilarse es constantemente degradada por esos llamados del cuerpo del doble. La primera secuencia de instrucción es, desde este punto de vista, verdaderamente antológica. El camarada Sinsoles trata de constreñir el cuerpo y someterlo a las reglas del modelo a través de un auténtico adiestramiento cuya expresión más asombrosa –y más divertida– es la utilización de un sofisticado sistema de polea para obligar al cuerpo perezoso de Paulino a realizar el saludo fascista con la regularidad de un reloj. Pero este último no deja de traicionar su naturaleza profunda, simbolizada por un vientre y un trasero prominentes. En Franco, las partes inferiores del cuerpo son negadas, o mejor dicho, reprimidas, en beneficio de las partes superiores, del rostro, “imbuido de espiritualidad, de trascendencia”, tal y como lo describe Sinsoles. En Paulino, en cambio, sobre la base de una anatomía idéntica, el vientre, sinónimo de placeres, es visualmente rebelde: “el culo hacia dentro, la tripa hacia fuera”, aconseja Sinsoles. Pero a estas partes del cuerpo inferiores a la cintura les cuesta hacerse ignorar por Paulino, en todos los sentidos de la palabra. Es ese mismo vientre el que, un poco más tarde, será el origen de la rebelión de Paulino encerrado en su celda: ese vientre que reclama algo más que la Nancy Berthier austera tortilla y el legendario vaso de leche del Caudillo: “estoy hasta las narices de la sopita, de la tortillita, de la manzanita y del vaso de leche”. La oposición entre el modelo y su doble se realiza a partir de un eje alto/bajo. En Franco todo tiende a la exaltación de lo alto y, correlativamente hacia el borrado, léase la negación, de lo bajo. Contrariamente, para Paulino, la vida comienza a cobrar sentido por debajo de la cintura, en el vientre y más bajo aún, en el sexo. La forzada abstinencia sexual de Paulino, por identificación necesaria con su modelo, es uno de los leit-motive del film y uno de los principios más seguros de la comicidad. Se queja a Sinsoles, que trata de convencerlo por la palabra, “Tu obsesión por el sexo es realmente enfermiza, Alonso. ¡Sublima tus instintos, coño! Tienes una misión en la vida, conságrate a ella. Franco no tiene obsesiones eróticas”, y acaba amenazándole con el bromuro, y hasta con la castración. En su escapada nocturna irá a reunirse con sus compañeras de siempre, Emilia y su prostituta favorita, la Chochi. Bastante más tarde, cuando haya adquirido cierta confianza, abusando de su parecido con el Caudillo, ordenará a un Sinsoles patidifuso que le hagan traer una compañera por semana. En su ensayo sobre Rabelais, Mijail Bajtin analiza la significación de la inversión topográfica alto/bajo en el carnaval popular de la Edad Media. La exaltación de lo bajo que se halla en el centro del universo carnavalesco corresponde a partes del cuerpo (órganos genitales, vientre, trasero) que remiten a actos relativos a “la fertilidad, el crecimiento, la superabundancia”16 (acoplamiento, concepción, embarazo, absorción de alimento, satisfacción de las necesidades naturales), en suma, a la vida. El principio de rebajamiento carnavalesco no es, en consecuencia, negativo, sino que “tiene un 165 16. M IJAIL B AJTIN : L’oeuvre de François Rabelais et la culture populaire au Moyen-Age et sous la Renaissance, París, Gallimard, coll. TEI, 1970, pág. 28. Existe versión castellana (traducción de Julio Forcat y César Conroy): La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento: el contexto de François Rabelais, Madrid, Alianza Editorial, 1987, pág. 24. Espérame en el cielo (Antonio Mercero, 1987) 166 17. M. BAJTIN: op. cit., pág. 69. 18. M. BAJTIN: op. cit., pág. 71. 19. M. BAJTIN: op. cit., pág. 112. 20. M. BAJTIN: op. cit., pág. 26. 21. M. BAJTIN: op. cit., pág. 86. Ser o no ser Franco significado positivo, regenerador, creador”17. Bajtin recuerda que en la Edad Media, “la risa había sido excluida del culto religioso, del ceremonial feudal y estatal, de la etiqueta social y de todos los géneros de la ideología elevada. El tono exclusivamente serio caracteriza la cultura medieval oficial”18. Sin forzar más de lo razonable el paralelismo, se hace necesario, sin embargo, constatar que el franquismo se caracteriza igualmente por el culto exclusivo y obsesivo de la seriedad entendida como realidad espiritual, y ello empezando por el tratamiento mediático de la persona del Jefe de Estado. Como sus referentes, Jesucristo y Dios mismo, Franco no ríe. La risa es la respuesta popular al culto a la seriedad. Bajtin precisa su función: “La verdadera risa, ambivalente y universal, no excluye lo serio, sino que lo purifica y lo completa. Lo purifica de dogmatismo, de unilateralidad, de esclerosis, de fanatismo y espíritu categórico, del miedo y la intimidación, del didactismo, de la ingenuidad y las ilusiones, de la nefasta fijación a un único nivel, y del agotamiento”19. Bajo el régimen de Franco, no pudiendo manifestarse en la vía pública las inversiones carnavalescas de la seriedad oficial, tomaron la forma oral y privada del chiste. Los chistes sobre Franco, particularmente los referidos a su legendario puritanismo, son innumerables y constituyeron a su manera una contracultura carnavalesca pero, dada su naturaleza efímera, es imposible tomar conciencia de las dimensiones del fenómeno, incluso si las marcas que han dejado en las memorias son tenaces. En cierto modo, Espérame en el cielo prolonga el espíritu carnavalesco del chiste como respuesta popular a la seriedad de la cultura oficial, a su presión y a su violencia. De esta forma, la risa de Espérame en el cielo se inscribe en una tradición literaria de realismo grotesco que ha fecundado las letras españolas antes de nutrir al cine nacional y que está lejos de agotarse. En el film, Paulino es una suerte de Sancho Panza de un Franco-Don Quijote; Sancho Panza que Bajtin, precisamente, presenta como “el correctivo natural, corporal y universal de las pretensiones individuales, abstractas y espirituales; además Sancho representa también a la risa como el correctivo popular de la gravedad unilateral de esas pretensiones espirituales (lo inferior absoluto ríe sin cesar, es la muerte que ríe y engendra la vida)”20. Se podría decir que Espérame en el cielo funciona como el correctivo cinematográfico de Franco, ese hombre y del NO-DO, un correctivo necesario para suplantarlos en la memoria, igual que Don Quijote ha suplantado en la memoria literaria a las novelas de caballería, un correctivo desfasado, veinte años después, cuando con toda claridad las condiciones de expresión de esta risa liberadora se hallan reunidas; en suma, cuando el miedo ha sido conjurado, puesto que “la risa supone que el miedo ha sido vencido”21. ¿Habría sido posible antes la película? Bajo el régimen de Franco, ciertamente no. Antes de 1987 quizá. El hecho es que en 1987 la normalización democrática era una realidad que cinco años antes se había traducido en un signo indudable de buena salud, la primera alternancia política debida a la victoria de los socialistas en las elecciones generales de octubre de 1982. El espectro de la violencia Nancy Berthier 167 militar, que tantas veces había empañado la historia de la España contemporánea, y a la que la figura de Franco estaba íntimamente ligada, parecía ahora igualmente desvanecido con el frustrado golpe de Estado de Tejero, el 23 de febrero de 1981, que había producido el efecto inverso al previsto, soldando la identidad nacional en torno a la figura del monarca. Por fin, España había dejado de ser una excepción respecto a la Comunidad Europea desde la firma, en junio de 1985, del tratado de adhesión a la Comunidad Económica Europea. En el plano cultural, la década de los ochenta, marcada por un impulso de creatividad proteiforme, abusivamente reconducido al fenómeno de la movida, manifestaba de hecho esta exorcización del miedo, la seguridad de un porvenir estable. Madregilda (Francisco Regueiro, 1993) 22. Ver, a propósito de La vaquilla, el artículo de VICENTE SÁNCHEZ-BIOSCA: “La ficcionalización de la historia por el nuevo cine español: de La vaquilla (1985) a Madregilda (1994)” en Revista Canadiense de Estudios His- Dos años antes, Luis García Berlanga había realizado La vaquilla, film en el cual ponía su particular sentido del humor al servicio de la representación de la Guerra Civil22. Dos años después, Carlos Saura adaptaría al cine la tragicomedia de Sanchis Sinisterra ¡Ay, Carmela!, reforzando la dimensión grotesca, entre otras cosas, mediante la utilización de un actor especializado en papeles cómicos, Andrés Pajares. Más tarde aún, la risa se convierte en protagonista en el retrato de Franco ofrecido por Francisco Regueiro en Madregilda, estrenada en 199323. En otras palabras, Espérame en el cielo no es un caso aislado, sino que se inscribe en una serie de films que trabajan la risa –en modalidades bien distintas, es cierto– para evocar los dos tabúes mayores de la historia nacional: Franco y la Guerra Civil. En un pequeño apéndice a El chiste y su relación con lo inconsciente, Freud lleva a cabo un breve pero apasionante análisis del humor que define como “un mecanismo de defensa contra el dolor” y que “adquiere un lugar en la larga serie de métodos que la vida psíquica del hombre ha edificado para sustraerse al displacer que causa el dolor”24. El humor (y la risa en general), haciendo prevalecer “el principio de placer”, significa la victoria de la vida y la victoria sobre sí mismo. El humor parece decir: “¡Mira! ¡He aquí el mundo que te pánicos, vol. XX, 1, otoño de 1995, págs. 179-193. 23. VICENTE SÁNCHEZ-BIOSCA: op. cit. 24. SIGMUND FREUD: Le mot d’esprit et ses rapports avec l’inconscient, París, Gallimard, 1930 (para la traducción francesa), pág. 403. Existen varias versiones en castellano, entre ellas, la clásica de L UIS L Ó PEZ B ALLESTEROS y DE TORRES: El chiste y su relación con lo inconsciente, en Obras Completas, volumen V, Buenos Aires, Biblioteca Nueva, 1993. El apéndice sobre el humor al que se refiere la autora, publicado en 1928 se encuentra en el volumen XVII de la misma edición. 168 Ser o no ser Franco parece tan peligroso: no es más que un juego de niños! ¡Así que lo mejor es tomárselo a risa!”25. Reír de Franco, de la Guerra Civil, es en el fondo pasar la página. *** 25. S. FREUD: op. cit., pág. 408. Y, asimismo, Espérame en el cielo puede ir aún más lejos en la escenificación de la burla, que llega hasta la burla del film mismo. En el segundo movimiento de la película, en efecto, cuando Paulino, cerca del final –o casi–, comienza a oficiar públicamente su nuevo papel, la risa desplaza su objetivo. Paulino-Franco es puesto en escena en una serie de sainetes en los que interpreta más o menos adecuadamente su papel, inaugurando aquí un pantano, visitando allá unas minas, en una especie de condensación de las imágenes de Franco en la pantalla. Pero cualesquiera que sean las situaciones, el público diegético no muestra más que entusiasmo, tanto la masa anónima como el más alto cargo político. La risa nace entonces en el espectador de la ficción del desajuste entre lo que sabe (el Franco que ve es Paulino) y lo que ve, el fervor de la multitud entusiasta al paso de su ídolo. Franco no es entonces más que una imagen, y la masa se alimenta de esta imagen, real o cinematográfica (a través del NO-DO). E incluso cuando comienzan a producirse desajustes, como cuando se entregan las credenciales al embajador de Egipto, la imagen continúa funcionando. Las peroratas que lanza el personaje, estereotipadas y perfectamente inadaptadas a la situación, simplemente se suprimen del reportaje del NO-DO que le está dedicado, siendo reemplazadas ventajosamente por un elogioso comentario en voz off. La imagen ni siquiera deja de funcionar cuando, embebido en el método, Paulino-Franco, en nombre del Caudillo, cuyo papel ha aprendido tan bien que llega a confundir a sus colaboradores más cercanos, se pone a dar órdenes descabelladas, como la de subvencionar los establecimientos de productos ortopédicos de todo el país. Mediante el procedimiento cómico que consiste en hacer reír al espectador del desajuste entre el modelo y el doble, Mercero va más lejos de lo que parece en la sátira. La imagen extrae su fuerza de la confrontación con la mirada del otro; es más, es la mirada del otro la que le otorga su legitimidad. Y el otro es, frente al dictador, todo un pueblo, que lo aclama, o que no impide que sea aclamado, lo que en la práctica viene a ser lo mismo. Mercero se permite por tanto una burla de sí mismo que pasa por una burla colectiva de los españoles. Esta es una de las mayores diferencias de fondo entre Espérame en el cielo y sus dos referentes americanos, El gran dictador y Ser o no ser, los cuales funcionan dentro de un esquema maniqueísta muy claro que enfrenta a víctimas y verdugos. La figura del doble, en uno y otro caso, es utilizada para invertir temporalmente las categorías del bien y el mal, manipulando el poder desde el interior para subvertirlo en la ficción. El falso Hynkel permite a Chaplin poner en escena un discurso exaltado del ideal democrático. Los falsos nazis de Lubitsch impiden que una lista con nombres de miembros de la resistencia caiga en manos de los auténticos nazis, salvando a aquellos de una Nancy Berthier 169 Espérame en el cielo (Antonio Mercero, 1987) muerte segura. De hecho, estos dos films fueron realizados en simultaneidad histórica con los hechos contados. La salida histórica del nazismo estaba todavía por llegar y todo era posible, incluso que los malvados se convirtieran en buenos. Nada de esto hay en Mercero, que ofrece una visión retrospectiva de una historia cumplidamente acabada. *** A medida que transcurre el film y Paulino progresa en la interpretación de su papel de dictador, la distancia entre el original y su doble tiende a reducirse cada vez más. Por añadidura, el doble comienza a encontrar en su papel un placer que se halla en las antípodas de sus reticencias iniciales. Algunas secuencias ponen en escena la nueva satisfacción experimentada por Paulino en el ejercicio del poder mediático. Hasta llegará a utilizar El Pardo como entorno lúdico. Paradójicamente, la interpretación de esta nueva dimensión del dictador por parte de un personaje que el film ha hecho simpático y con el que el espectador se ha identificado de manera natural lleva la puesta en irrisión todavía algo más lejos. A su vez, el espectador es inducido a comprender el desplazamiento que se ha operado en el goce, a comprender en última instancia el funcionamiento mismo de la persona del dictador que se convierte de golpe, y por obra del doble, positivo. Las secuencias en las que Paulino, adaptado a la situación, se deleita en la interpretación de su papel, no dejan de provocar cierto 170 Espérame en el cielo (Antonio Mercero, 1987) 26. Nos hemos limitado voluntariamente a la figura del dictador, pero sería interesante el desarrollo de un trabajo más completo sobre la función y la naturaleza de la risa en Espérame en el cielo referido a los personajes secundarios, especialmente a Emilia, personaje al que Chus Lampreave confiere un relieve cómico que refuerza al de Franco/Paulino. Ser o no ser Franco malestar en el espectador. Pues a diferencia de los dobles de Chaplin y Lubitsch, lejos de invertir la historia, el viejo tendero no piensa más que en su bienestar personal. Así las cosas, tampoco cabe precipitarse a concluir en un revisionismo. La risa, en efecto, tiene esa virtud por la cual se puede, si se desea, hacer una pirueta y decir a la vez una cosa y su contrario; en suma, se puede escapar a las leyes del maniqueísmo, que es uno de los aspectos de la seriedad oficial. Y, de hecho, el final de Espérame en el cielo propone una pirueta última que puede relacionarse con uno de los procedimientos literarios característicos de la literatura satírica española, la burla. Franco, que a lo largo del film, ha sido denunciado como el gran manipulador (burlador) de la historia contemporánea española, a través de una puesta en evidencia de los procedimientos mecánicos de funcionamiento de su imagen, va a ser, en la ficción, cazado en su propia trampa y víctima de una última burla. La última secuencia del film, dedicada a la visita de la mujer de Paulino, Emilia, al Valle de los Caídos, da a entender claramente que el hombre enterrado bajo el nombre de Franco no es otro que su doble, Paulino. El burlador, burlado, ha sido así reemplazado por su doble. Si bien no se funda en la verdad, esta pirueta final se funda en una perfecta verosimilitud. ¿No fue el Franco histórico, como han revelado posteriormente las fotografías tomadas en su lecho de muerte, mantenido en vida artificialmente? El temor a su desaparición física, que traducía el miedo a lo desconocido después de varias décadas bajo un Régimen que se había identificado con su persona, hace perfectamente plausible la solución de la ficción imaginada por Mercero, permitiéndole alcanzar el grado máximo de la sátira. Y al mismo tiempo, la estructura cómica del burlador burlado ¿no apunta acaso, más allá del film, a la realidad del proceso de transición democrática? En efecto, el gran burlador, Franco (el auténtico), había previsto su desaparición y sucesión en el seno de un dispositivo que él creía “atado y bien atado”. Ahora bien, la democracia advino en el interior del sistema por él imaginado cuidadosamente, con los instrumentos que había proporcionado a su sucesor, Juan Carlos, designado por él mismo... Franco burlador/burlado, esta es la imagen, finalmente gozosa, sobre la que se clausura el film en el cual una risa polimorfa, que escapa a las leyes del maniqueísmo, del que hemos subrayado algunos aspectos26, que afectan a la figura de Franco, permite al espectador interrogarse sobre la historia y sobre sí mismo. Nancy Berthier 171 Cuando Espérame en el cielo se estrenó en Francia, Antonio Mercero declaró retrospectivamente no haber sufrido ninguna presión, ni siquiera protestas de los herederos, biológicos o espirituales, a lo sumo “algunas llamadas telefónicas anónimas, de insultos”, prueba para él de la “madurez democrática” del país27. Reconocía igualmente que “el film no ha funcionado en las salas de cine tan bien como esperábamos”28, lo que efectivamente pudiera sorprender teniendo en cuenta, por una parte, el tema abordado y, por otra, su inscripción en el género popular por excelencia, la comedia. Así las cosas, cabe relativizar y situar el film en el contexto de una década en la que el público español rechaza el cine nacional por razones que sería demasiado largo evocar aquí. Por otra parte, el impacto del film no puede limitarse a su estreno en los cines. Mercero añadía: “En realidad, es en vídeo donde ha hecho estragos. ¡Pero, eso sí, colosales! Como que en España siempre gusta más reírse de Franco en casa que en público”29. Y sus numerosas emisiones por televisión le permitieron investir las memorias de un público todavía más extenso. Privilegiando el soporte videográfico y televisivo, el espectador integra el film en su universo cotidiano, y a menudo familiar, en detrimento del acto social que supone ir al cine. Como en el caso del chiste, al que se halla profundamente ligada, Espérame en el cielo, ha sido mejor aprehendida en la intimidad de círculos reducidos, situando la función terapéutica de la risa respecto a la historia en el punto de encuentro entre lo colectivo y lo individual ❍ Traducción: Sonia García López To be or not to be Franco: Nature and laughter in Espérame en el cielo (Antonio Mercero, 1987) abstract Sumario 27. Le Figaro, 30/08/89. 28. Libération, 02/09/89. 29. Libération, 02/09/89. Francisco Franco, the inescapable touchstone figure in contemporary Spanish history, represents an ambiguous legacy for collective Spanish memory. Given the fact that there was not an extreme, violent break at the end of the Franco dictatorship (a sign of great maturity on the part of Spanish society), there was also an absence of a powerful symbolic act that would serve to exorcise the past that so many had suffered. Processing that grief is taken up by polymorphous symbolic acts of a political, historical and cultural nature that, little by little, contribute their part in constructing a new collective memory. One example of this is the film by Antonio Mercero Espérame en el cielo (1987). In his film Mercero achieves an authentic destruction of the mythic image of the dictator—yet not through a hateful attitude which typifies moves of this sort, but rather through a maturity which allows him to resort to the cathartic function of laughter. How does laughter function in Espérame en el cielo, and what role does it take regarding collective memory? This is the question taken up by the article. Siguiente Madregilda (Francisco Regueiro, 1993) SONIA GARCÍA LÓPEZ L a tarde cae sobre el cerro de la Mica, en el Madrid de los “años cuarenta”, al son de una triste habanera. “La luz parece una llama, y las cúpulas de la basílica parecen de oro. (...) Abajo, un laborioso escarabajo pelotero se afana en su vieja tarea: extrae de un excremento de vaca una pelotita. Emerge con ella y la echa a rodar”1. Preciso es que esta escena, con la que se abre Madregilda (Francisco Regueiro, 1993), no escape a nuestra atención, pues en ella se halla condensado un principio que vertebra la narración y, muy concretamente, el aspecto que nos ocupará en las páginas que siguen: la representación del Caudillo. La “pelotita” que bajo el dorado crepúsculo fabrica el escarabajo y que pasará de mano en mano a lo largo de la película hasta llegar a su destino final, consistente en enriquecer la queimada que elabora Franco-Echanove, es la primera expresión narrativa de toda una retórica de la basura que en Madregilda funciona como hilo conductor de la multiplicidad de tramas que conforman la narración fílmica. La principal de ellas, teniendo en cuenta la centralidad que ocupa en el relato, no es, como cabría esperar dada la importancia histórica del personaje, la protagonizada por Franco-Echanove, sino la que cuenta la historia de Longinos (José Sacristán), un coronel del Ejército que trabaja al frente de un vertedero y vive en el recuerdo de su esposa Angelita, a la que asesinó durante la Guerra Civil al saber que esperaba un hijo (Manolito, que sobrevive a la muerte de su madre) después de haber sido violada por todo un regimiento. Como anuncia una fotografía en la que aparecen tachadas con una cruz roja las caras de sus compañeros de campaña, Longinos ha dedicado el resto de su vida a vengar la violación de Angelita y, sobre todo, a averiguar quién dio aquella orden destinada a combatir el pánico de las tropas en la vigilia de Brunete. En su lecho de muerte, el soldado “pichafría” le revela que aquella orden la dio “el Niño”, quien, como descubre más tarde Longinos con auténtico estupor, no es otro que Francisco Franco. Lágrimas en el lodo. La imagen de Franco en Madregilda 174 Lágrimas en el lodo. La imagen de Franco en M ad r e g i l d a Madregilda (Francisco Regueiro, 1993) 1. ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS y FRANCISCO R EGUEIRO : Madregilda (guión cinematográfico), Madrid, AlmaPlot, 1993, pág. 2. 2. El ambiente de ensoñación y fantasmagoría que domina la puesta en escena aleja cualquier pretensión de verosimilitud que pudiera atribuirse a la película. Y, sin embargo, hay algo en esa instancia enunciativa en tantos momentos demiúrgica –en el sentido de que, como diría Valle-Inclán, mira a los personajes “desde arriba”– que solicita la complicidad del espectador para, desde la asunción del carácter ficcional de lo que se cuenta, sancionar como “verdadera” la representación del Caudillo: se intuye en ella una conexión subterránea entre el carácter apocado y ridículo de Franco y los múltiples contra-mitos sobre su persona difundidos durante y después del franquismo, tales como su proverbial “retranca” gallega o la conflictiva relación con su padre. La pregunta que durante la primera media hora de la película pronuncia insistentemente el personaje interpretado por José Sacristán (“¿quién es “el Niño”?”) parece ser asumida por la instancia enunciativa en el mismo momento en que Longinos conoce la respuesta, cuando, de la manera más artificiosa, Franco hace acto de presencia por vez primera en el desarrollo de la película. A partir de ahí, la narración da un giro y focaliza la figura del Caudillo y el particular drama edípico que este protagoniza. Resulta paradójico que la aparición de Franco, un personaje que palmariamente nos remite a la Historia con mayúsculas, se produzca como efecto de la pregunta por su identidad formulada por un personaje cuyo carácter ficticio es patente. Pero es justamente esa paradoja la que constituye el segundo eje de sentido desde el que abordaremos la representación del Caudillo. En este trabajo veremos cómo la instancia enunciativa en Madregilda asume la pregunta por la “verdadera” identidad del Caudillo para elaborar una respuesta que, construida desde parámetros ostentosamente ficcionales, produce un fuerte efecto de verdad cuya potencia reside en el cuestionamiento de la impoluta imagen del dictador hegemónica en España durante el Régimen2. En cierto modo, Madregilda se propone “poner de relieve lo no dicho” por la historiografía oficial del franquismo, rescatar los aspectos ominosos de la imagen del Caudillo (y por extensión, del Régimen) que la historia oficial había desechado. En este sentido, la película de Regueiro puede leerse en solución de continuidad con respecto a toda una serie de films que, desde la muerte de Franco, abordan la figura del Caudillo desde la disidencia y en abierta oposición al ideario franquista. Pero hay que decir que Madregilda es también, como veremos, una película de su tiempo: el de la democracia consolidada, el de la Sonia G ar c í a 175 López decadencia del “felipismo”, el del afianzamiento de España como miembro de pleno derecho en la Comunidad Europea. Por ello, no puede obviarse el lapso de tiempo transcurrido desde la realización de películas como Caudillo (Basilio Martín Patino, 1974) o la deconstructiva Raza, el espíritu de Franco (Gonzalo Herralde, 1977), que se conciben antes de la Constitución y operan desde la oposición al franquismo y el estreno de Madregilda en un contexto mucho más proclive a la desvinculación de aquel pasado aciago y el nuevo y flamante proyecto de integración en la C.E que se perfila en los noventa. Porque si las películas producidas durante la agonía del franquismo tienen la impronta de una lucha contra el Régimen formalizada en un compromiso intelectual, ético y político, hay en Madregilda una expresión de la lejanía que solo es posible construir desde la distancia: nos hallamos ante una película que conjuga de manera asombrosa el humor corrosivo y la apelación directa a la “educación sentimental” de los hijos (renegados o no) del nacionalcatolicismo. La particularidad de Madregilda reside, por tanto, en el hecho de que la puesta en escena de lo ominoso encierra una paradoja en la que se enfrentan dos principios aparentemente irreconciliables: lo grotesco y lo sentimental. En la película que nos ocupa, la lógica narrativa oscila entre la melancolía (con la carga mitificadora que conlleva) y la distancia desmitificadora. Y es aquí donde juega un papel central la “retórica de la basura” de la que hablaba al principio. Porque todo en Madregilda está atravesado por un principio escatológico que, en franca oposición a las aspiraciones sublimes de los personajes que representan la oficialidad franquista, revela la miseria moral de militares, clérigos, y hasta del propio Caudillo. Madregilda (Francisco Regueiro, 1993) 176 Lágrimas en el lodo. La imagen de Franco en 3. De hecho, las imágenes en blanco y negro se trabajan en Madregilda de manera muy distinta a como se hace con las de color: si estas últimas se caracterizan por la abundancia de claroscuros y por una iluminación difusa que desdibuja los contornos, en los fragmentos en blanco y negro observamos una fuerte saturación de las tonalidades y una iluminación muy directa que dan como resultado imágenes claras y de líneas definidas, “limpias”. Aun así, habría que señalar que el gesto enunciativo que resalta el carácter “aséptico” de las imágenes trucadas del NO-DO no libra a la representación de la basura de la vocación estetizante que atraviesa toda la película: el “ambiente excremental” que envuelve a los personajes responde a una cuidada puesta en escena que integra en la representación de las basuras elementos poéticos (como la jaula con el canario que Manolito encuentra en el vertedero) y sentimentales (las canciones populares Yo te diré y El Gurugú juegan una importante función en este sentido). 4. La inscripción temporal de la narración es difusa y deliberadamente imprecisa, tanto si tenemos en cuenta el rótulo inicial “Madrid, años cuarenta...” como si atendemos a la edad de Nazario y Manolito (que dice tener “diez o catorce años”), nacidos en los últimos años de la Guerra Civil. Sin embargo, un dato concreto nos permite fijar con exactitud el tiempo de la narración: las noventa parti- Madregilda (Francisco Regueiro, 1993) M ad r e g i l d a En este sentido, la figura del general Franco recibe un tratamiento especialmente llamativo: la caracterización de Juan Echanove, tanto si atendemos a la iconografía del personaje como a los diálogos y el lenguaje que emplea, corresponde ostensiblemente, como veremos, a los paradigmas de lo grotesco y el esperpento, íntimamente relacionados con la idea de carnaval y el potencial de cuestionamiento de las figuras autoritarias que le es propio. Por otra parte, el planteamiento del drama edípico de Franco humaniza y acerca al personaje, aun sin desproveerlo de sus ridículos atributos. Pero esa imagen bifronte de Franco contrasta patentemente con la que (en el contexto de la película) podríamos denominar imagen mediática del Caudillo, sugerida principalmente en las imágenes trucadas del NO-DO. A lo largo de toda la película se apunta la idea de que existe un desajuste entre las imágenes en blanco y negro3 en las que el Caudillo inaugura pantanos y otorga condecoraciones de manera diligente y ese personajillo insignificante que intercambia con Longinos cromos de Gilda y Blancanieves. Algo que, una vez inmersos en la lógica narrativa de la película, nos permite pensar que desde las altas esferas del Régimen se está realizando un trabajo de borrado de todos los elementos de la figura del Caudillo que obstaculizan la emergencia de un icono que se quiere impoluto y sin fisuras. Idea que no resulta descabellada si tenemos en cuenta que la película se desarrolla en el Madrid de los años cuarenta4, una década de especial turbulencia para la gestión política del régimen de Franco pues, con el final de la Segunda Guerra Mundial en junio de 1945 y el rechazo de la Sonia G ar c í a 177 López admisión de España en la O.N.U. en diciembre de 1946, las iniciales veleidades filofascistas y filonazis del Régimen debieron ser apresuradamente disimuladas, al tiempo que se ponía en marcha una aparatosa maniobra de cosmética política que, como apunta Juan Pablo Fusi5, diera al Régimen “una fachada más aceptable” no solo para las potencias extranjeras, sino también para una gran parte de la población sin cuya aceptación tácita del Régimen6 se hace difícil explicar su longevidad. Esa operación de cosmética política afectó no solo al sistema jurídico, que fue debidamente “blanqueado”, sino también a todo el entramado discursivo que a la sazón gestionaba la vida sociocultural en España. Por ello, lo que en esta empresa se jugó fue sobre todo una transformación del lenguaje oficial del Régimen7, y de ello se nos habla en Madregilda, film en el que se articulan narrativamente la superación de traumas personales anclados en la experiencia de la Guerra Civil y la transformación del lenguaje empleado por los personajes. Idea que se torna explícita si comparamos dos secuencias casi simétricas, una al principio y otra al final de la película, que se desarrollan en un vertedero administrado por el coronel Longinos. En una y otra, Longinos pronuncia algo parecido a un discurso aleccionador, pero, tanto en lo referente a la puesta en escena como a los diálogos, observamos sustanciosos cambios, reflejados pulcramente en el guión de la película. Así, al principio, los almacenes donde se clasifican los desperdicios se describen como “una almoneda astrosa y enloquecida (...) mísera, hedionda e infernal”8 mientras que cuando la película toca a su fin “la luz de la escena ha cambiado. Todo es resplandeciente y la mierda parece brillante y bella, en relación a otros tiempos”9. Pero no solo eso: el que era “almuerzo mañanero” ahora es “el piscolabis” degustado por un Longinos elegantemente vestido de paisano; el antiguo “enemigo interno” ha pasado a ser “el pueblo soberano y trabajador” y los militares no son sino “simples funcionarios uniformados y armados para la defensa del pueblo trabajador y soberano”10. Estas dos secuencias, que enmarcan la intervención de Juan Echanove en Madregilda, nos hablan de una operación discursiva en la que lo ominoso ha sido eliminado, en la que las marcas de una violencia a la vez física y simbólica han sido borradas. El cambio de régimen discursivo coincide en la lógica secuencial de la película con la muerte del dictador, asesinado por Longinos, y la rápida activación “del otro”, el doble de Franco. A ese “otro” Franco, ya no lo conoceremos más que como límpida imagen Madregilda (Francisco Regueiro, 1993) das de mus jugadas por Franco, Longinos, Huevines y Millán Astray “el primer viernes de cada mes desde que finalizó la guerra”. Según la contabilización que hace Millán Astray, el tiempo de la narración se situaría a mediados de 1947. Resulta muy significativo el hecho de que las coordenadas temporales en Madregilda sean fijadas desde el espacio de lo lúdico, pues el juego es otro de los componentes estructurales del carnaval. 5. JUAN PABLO FUSI: Franco. Autoritarismo y poder personal, Madrid, Taurus, 1995, pág. 115. 178 Lágrimas en el lodo. La imagen de Franco en 6 JUAN PABLO FUSI: “Para escribir la biografía de Franco” en Claves de razón práctica, nº 27, noviembre de 1992, pág. 9. 7. Vicente Sánchez-Biosca ha puesto el acento sobre la importancia del lenguaje y los recursos simbólicos en tanto que generadores de mitos durante el franquismo. Según él, “la capacidad fabuladora, mitográfica, del franquismo está enraizada en sus palabras, como también en ellas se ancla lo más kitsch y banal de su aspiración a la aurea mediocritas”. R AFAEL R. T RANCHE y V ICENTE S Á NCHEZ -B IOSCA : NO-DO. El tiempo y la memoria, Madrid, Cátedra/Filmoteca Española, 2000, pág. 241. 8. ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS y FRANCISCO REGUEIRO: op. cit., pág. 51. 9. ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS y FRANCISCO REGUEIRO: op. cit., pág. 156. 10. Á NGEL F ERN Á NDEZ -S ANTOS y F RANCISCO R EGUEIRO : op. cit., pág. 157. Madregilda (Francisco Regueiro, 1993) M ad r e g i l d a reencuadrada en el noticiario NO-DO, reciclando su fobia a Madre-Gilda y condecorándola como heroína nacional11. Para hacer posible una economía discursiva desprovista de elementos conflictivos que el régimen de Franco construyó y reconstruyó a lo largo de cuarenta años, era necesario borrar ciertos aspectos de la personalidad del Caudillo en la construcción pública de su imagen. Ante todo, la crueldad, la vulgaridad y el acomplejamiento. En este sentido, en Madregilda Franco se nos presenta como un ser inofensivo y un tanto ridículo que, sin embargo, “durante la vigilia de Brunete” fue capaz de “dar el visto bueno” para que la tropa “desfogar[a] los ánimos con una dama sugerente y apropiada para el caso”12, es decir, Angelita García (Bárbara Auer), la esposa de Longinos, que en ese momento servía en el regimiento. El mismo Franco ordena después a Longinos que elimine “por segunda vez” a su mujer, que ha aparecido viva con la intención de atentar mortalmente contra el Generalísimo. Ese Franco es también el que se hace servir por un saharaui, generosamente recompensado por traicionar a su pueblo, y el que, rodeado por el decadente Miguelito [Millán Astray], el cura militar Huevines y el coronel Longinos, juega interminables partidas de mus los primeros viernes de cada mes, sospechosamente sin haber perdido jamás desde que terminó la guerra. Se trata de una visión descarnada de Franco que tiene su particular correlato en la caracterización y puesta en escena del personaje. Con la primera aparición del Caudillo en persona13 se delinea ya la tónica que va a regir la representación del personaje. La escena transcurre en el lugar de reunión donde se desarrollan las periódicas partidas de mus. Longinos interroga a Huevines para averiguar quién dio la orden de violar a su esposa en la vigilia de Brunete. Sigamos el relato según el guión: Sonia G ar c í a 179 López Madregilda (Francisco Regueiro, 1993) 11. La leyenda de “el doble de Franco” aparece recurrentemente en la producción textual crítica con respecto al franquismo. Se trata de un contra-mito popular que responde (desde el humor en la mayor parte de los casos) al carácter omnipresente del Caudillo durante la dictadura quien, a juzgar por la cobertura mediática que se proporcionaba a sus actividades, debía tener necesariamente un doble (o varios) que posibilitaran tal ubicuidad. La otra solución, que apelaría al LEGIONARIO [Millán Astray]: No me extraña que sigas en la basura, coronel. Desde luego, siete años de paz acaban con el mejor de los ejércitos... ¿De verdad que a estas alturas no sabes quién es “el niño”? carácter divino del Caudillo, quedaba para los “afectos al Régimen”. 12. ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS y FRANCISCO El enigma lo resuelve la pequeña chova graznando desde el reloj: CUERVO: ¡Frrrranco...! ¡Frrrranco...! ¡Frrrranco...! El rebrillar de una luz en el péndulo del reloj transmite un dorado fulgor a la pared de enfrente, donde, el retrato de Franco se ve iluminado a intermitentes fogonazos. REGUEIRO: op. cit., pág. 123. 13. Esto ocurre transcurrida media hora larga desde el inicio de la película. Antes de ello hemos podido ver la imagen de Franco-Echanove en un episodio del NO-DO y también en un retrato. 180 14. ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS y FRANCISCO REGUEIRO: op. cit., pág. 82. 15. Toda la historia de Longinos es un eco permanente de la pieza teatral Los cuernos de don friolera, contenida en la trilogía Martes de Carnaval. Ver edición de JESÚS RUBIO JIMÉNEZ en Austral-Espasa Calpe, Madrid, 1998. 16. Más adelante en la película se verá confirmada la asimilación de la figura del Caudillo a la del cuervo. Cuando, en un arranque de melancolía, Franco se retira a llorar en sus aposentos, el montaje alternado permite observar que los pasos del Caudillo al subir unas escaleras son seguidos por los saltitos del cuervo. Una vez dentro de la estancia, suplantando al padre, sentado en su sillón, Franco mira hacia la puerta y dice: “pasa, Paquito”. Entonces aparece el cuervo. 17. MIJAIL BAJTIN: La cultura popular en la edad media y en el renacimiento. El contexto de François Rabelais, (versión de Julio Forcat y César Conroy) Madrid, Alianza, 1998, págs. 30-31. 18. El énfasis es nuestro. 19. ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS y FRANCISCO REGUEIRO: op. cit., pág. 83. Lágrimas en el lodo. La imagen de Franco en M ad r e g i l d a Al instante, como si hubieran recibido una orden del cielo, todos se cuadran menos el anciano legionario. Hauma, con una untuosidad terrible, el coronel, con servilismo, el pater, hecho un Cristo, lleno de azoramiento. El general paraliza sus cartas sobre la mesa. Luego se oye crujir una puerta al abrirse. Después, una sombra se apodera de la taberna, suelo y pared. Luego, unos pasos y unas botas militares entran en el cerco de luz, desde atrás. Casi al instante, enmarcado a contraluz, la silueta en sombra de Francisco Franco Bahamonde, Generalísimo y Caudillo de España. Al cerrarse la puerta, la luz cambia, y el Caudillo entra en el ámbito de luz de la tasca. Se transfigura luminosamente14. La representación de Franco, como la del resto de personajes asimilados al Ejército y, en general, al bando de los vencedores de la Guerra Civil reúne numerosos motivos propios del esperpento valleinclanesco15. Quizás el más importante de ellos sea, en la escena que analizamos, el rebajamiento de la figura humana por el procedimiento de animalización. A la pregunta “¿quién es “el niño”?”, formulada por Longinos, no responde una voz humana, sino la del cuervo que habita en la taberna, que desfigura el ilustre nombre con su graznido16. De manera análoga, la planificación procede presentando al Caudillo en socarrona hipostasia: primero el fantasmal retrato, después la sombra deformante y la silueta, finalmente el cuerpo sobrenaturalmente iluminado. Por otra parte, ciertos adjetivos y diminutivos referentes a la figura del Caudillo (“orondo”, rostro “gordito y oliváceo”, “gorrito” de campaña) dan cuenta de una voluntad específica de representación de su cuerpo: tanto por lo “gordito”, “orondo” del personaje como por el carácter deformante de la sombra que le precede (la cabeza visiblemente agrandada, quizá haciendo justicia al apodo de “el niño”) el cuerpo del personaje tiene algo de grotesco, tal y como Bajtin17 define este término: 20. En este sentido, la representación de Franco correspondería, más que a la El énfasis está puesto en las partes del cuerpo en que este se abre al mundo ex- parodia carnavalesca, a la sátira, la parodia terior o penetra en él a través de orificios, protuberancias, ramificaciones y excrecencias moderna, “puramente negativa y formal”. tales como la boca abierta, los órganos genitales, los senos, los falos, las barrigas y la na- En ella, “el autor satírico que solo emplea riz (...) En contraste con las exigencias de los cánones modernos, el cuerpo tiene siempre el humor negativo, se coloca fuera del una edad muy cercana al nacimiento y la muerte: la primera infancia y la vejez (...) objeto aludido y se le opone, lo cual des- Además, esta concepción del cuerpo influye en las groserías, imprecaciones y juramentos de excepcional importancia para la comprensión de la literatura del realismo grotesco.18 truye la integridad del aspecto cómico del mundo, por lo que la risa negativa se convierte en fenómeno particular”. Además, “el principio de la risa sufre una transformación muy importante (...) es atenuada (En efecto, a lo largo de la secuencia en que se desarrolla la partida de mus, la conversación de los jugadores está trufada de motivos escatológicos referidos al sexo y los excrementos). Sonia G ar c í a 181 López Y, sin embargo, no se reconoce en esta imagen del Caudillo el carácter festivo propio del cuerpo carnavalesco, pues los elementos señalados se contrarrestan con la excesiva pulcritud de la figura, con su voz “suave, ligeramente hueca, atiplada, nasal y aflautada”19 y con el afectado lenguaje que emplea. De manera que si hablamos de cuerpo grotesco, podemos intuir que lo es con pesar de su propietario20. Quizás en esta tensión entre lo grotesco y lo afectadamente sublimado en la imagen de Franco podemos vislumbrar el carácter burlesco de la puesta en escena. Pero, sobre todo, en esa tensión hallamos un apunte sobre lo que debe ser borrado para que sea posible esa imagen del Caudillo inodora, incolora e insípida que se construye desde el NO-DO y a la que fugazmente se apunta en una de las secuencias finales de Madregilda. En este sentido, resulta interesante constatar que, tanto en lo relativo al lenguaje oficial (que hemos visto más arriba) como a la imagen del Caudillo, lo que en Madregilda se propone es un trabajo sobre “el resto” de lo dicho por la oficialidad franquista. Así, se estaría dando cuenta de una operación que, según Dominique Laporte, es propia de los estados totalitarios: la institucionalización y estatalización de la tríada orden-belleza-limpieza que Freud definió como la base de la civilización21. Si se aceptan estas ideas, podemos pensar que la centralidad concedida en Madregilda al vertedero y los desechos que en él se reciclan para abonar el suelo de la autárquica España de los cuarenta, es íntimamente solidaria del modo en que se representa al Caudillo y a la curia militar (por la constante remisión a lo escatológico). En este sentido, la muerte de Franco a manos de Longinos da vía libre a la institucionalización de una nueva imagen, más acorde con los tiempos que se avecinan, encarnada en “el repe”, el sosias de Franco llamado a ocupar su lugar al final de la película. De manera que el acto de Longinos, que en un momento dado podía pensarse como “alta traición” se revela como un servicio a la Patria: Longinos es el encargado de inaugurar una nueva etapa en el “destino” de España. Madregilda (Francisco Regueiro, 1993) y toma la forma del humor, la ironía y el sarcasmo”. MIJAIL BAJTIN: op. cit., págs. 16-40. 21. DOMINIQUE LAPORTE: Historia de la mierda, (versión de Nùria Pérez de Lara) Valencia, Pre-Textos, 1998. Según LAPORTE, “la tríada higiene-ordenbelleza que Freud definió como la de la civilización se reconoce en la asunción de la figura del Estado” y “el Estado es más 182 Madregilda (Francisco Regueiro, 1993) totalitario cuanto mejor institucionaliza esta tríada” (pág. 59). Laporte apunta que “el desperdicio, resultado obligado de las producciones socialmente útiles y resorte de la tríada orden-belleza-limpieza, lo que sobra de la producción, debe conseguir sublimarse para una consecución de placer, un enriquecimiento” (pág. 24). Con arreglo a esta idea, la autora pone en relación en su estudio la emergencia histórica de la “policía municipal” (“policía” entendida según la antigua acepción de “limpieza”) y la “higiene” en la lengua, sancionada por la aparición de reales decretos de la lengua. 22. ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS y FRANCISCO REGUEIRO: op. cit., pág. 180. Lágrimas en el lodo. La imagen de Franco en M ad r e g i l d a En esa articulación de la operación de limpieza efectuada sobre el cuerpo de la nación y la depuración de los aspectos grotescos de la imagen de Franco, propone el discurso de Madregilda una clave de resolución del “enigma Franco”. Lo que mantuvo a Franco en el poder, entre otras cosas, habrían sido las sucesivas maniobras de “cirugía plástica” efectuadas por los aparatos del estado franquista. Y es en esta capacidad para conceptualizar el doble proceso de depuración (física y simbólica) de elementos amenazantes para la pervivencia del Régimen que realizaron los aparatos del estado franquista reside, a mi juicio, el mayor logro de Madregilda. Ahora bien, más allá de la sátira, en Madregilda se procede de alguna manera a la humanización y el acercamiento del personaje de Franco a partir de la inspiración en el espectador de una suerte de compasión condescendiente para con el dictador que se formaliza en el planteamiento del drama edípico que lo atraviesa y cuyo meollo se encuentra en la famosa pregunta de Longinos: “¿quién es “el niño”?” Hay un secreto en la vida de Franco-Echanove que solo él y el privilegiado espectador conocen. El secreto del origen del apodo que el Generalísimo hace servir durante la Guerra Civil (“el niño”). En ese apodo (nombre de una marca de leche condensada) está cifrado todo el drama del Caudillo, pues remite a una escena fantasmatizada por él (escena que solo vemos al final de la película) en la que, siendo pequeño, su padre le pide que le alcance el bote de la leche condensada “el niño” y Franco le dice que no es saludable para él. En el bote de leche condensada “se ve el rostro de un niño sonriente que, a la vez, tiene un bote de leche condensada en el que, a la vez se ve un niño, y así infinidad de veces”22. Motivo que remite fatalmente al destino de Franco-El Niño, que al final de la película habrá de ser reemplazado por su sosias. El bote de leche condensada, convertido en fetiche, es motivo de melancolía para el personaje, que contemplándolo desde el trono paterno se sustrae a la “sacrificada tarea del mando de la nación” para anclarse en un tiempo en que “todavía no se había hecho mayor”. Como hemos visto, la infantilización (acercamiento a la edad del nacimiento) es uno de los recursos de lo grotesco, que Bajtin apunta como una de las fuentes fundamentales de la risa y por tanto del cuestionamiento de la seriedad oficial. En Madregilda, además, el motivo de infantilización (el apodo de “el niño”) es el núcleo de la resolución del “enigma del general Franco”. De alguna manera, lo que sugiere la película es que “la verdadera naturaleza del Caudillo de la cruzada, del centinela de Sonia G ar c í a 183 López occidente” se hallaba en un carácter retraído, infantil y, digámoslo una vez más, grotesco, en virtud del cual habría regido la España de la posguerra de manera no menos grotesca. En este sentido, no es forzar demasiado la maquinaria si se considera que el cuerpo grotesco de Franco puede ser entendido como metáfora del cuerpo grotesco de la nación y que lo que, para hacer efectiva esa maniobra de cosmética política, debe ser borrado en uno, debe desaparecer también del otro. Ahora bien, ¿qué implicaciones éticas, históricas e ideológicas supone infantilizar (es decir, desresponsabilizar) a alguien que, evocando los tiempos de la España Imperial, fue capaz de asentar la victoria en la Guerra Civil sobre una “cultura política de la sangre”23? Sin duda alguna, las implicaciones son numerosas y responder con exhaustividad a esta pregunta desbordaría los modestos objetivos de este trabajo pero, desde mi punto de vista, no es accesorio abrir aquí un espacio de reflexión con el fin de apuntar una posible respuesta a ese interrogante, al menos en relación a ciertas cuestiones teórico-ideológicas cuyo planteamiento funciona como puente de diálogo entre la película y el momento histórico de su producción. Sugería al principio de este trabajo la idea de que en Madregilda la instancia enunciativa asume el interrogante sobre la identidad del Caudillo formulada por un personaje de ficción (Longinos) para construir una respuesta cuyo valor de verdad se sustenta paradójicamente en un desarrollo ostentosamente ficcional del argumento. Hemos visto cómo en el film de Regueiro se procede a “desautorizar” la imagen pública del Caudillo construida durante el franquismo contraponiéndola a una imagen, digamos, privada y desacralizada en virtud de la cual Franco se muestra bastante ajeno al “mundo real”. Y esa imagen es la que parece revelar cierta “verdad” sobre el Caudillo. Sin duda alguna, podemos entender este gesto como una manifestación sintomática de cierta tendencia textual surgida en el último tercio del siglo XX como efecto de la crisis de los grandes relatos explicativos (como la historiografía tradicional), a saber: la asunción por parte de los discursos ficcionales de la tarea de contar lo no dicho por las Historias oficiales (que, por razones obvias, habrían sido objeto de especial desprestigio en sociedades postdictatoriales). Para caracterizar este conjunto de discursos, Fredric Jameson24 propone el concepto de “historiografía fantástica posmoderna”. Con él alude a “las disparatadas genealogías imaginarias y novelas que mezclan nombres históricos como si fueran Madregilda (Francisco Regueiro, 1993) 23. Ver A LBERTO R EIG T APIA : Franco “Caudillo”: Mito y realidad, Madrid, Tecnos, 1995, págs. 186-209. 24. F REDRIC J AMESON : Teoría de la postmodernidad, Madrid, Trotta, 1996. 184 Lágrimas en el lodo. La imagen de Franco en M ad r e g i l d a Madregilda (Francisco Regueiro, 1993) 25. FREDERIC JAMESON: op. cit., pág. 290. 26. FREDERIC JAMESON: op. cit., pág. 291. 27. En este sentido podemos interpretar algunos aspectos de la promoción y recepción de Madregilda. Frente a un relativo éxito de taquilla (129.567.523 pesetas según Filmoteca Española), la película de Regueiro fue subvencionada por el Ministerio de Educación y Cultura y recibió varios de los más prestigiosos premios que se conceden en España: el trabajo de Juan Echanove fue doblemente reconocido con la Concha de Plata al mejor actor principal en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y, en la misma categoría, el Goya 1994; en 1993, Francisco Regueiro fue nominado a la Concha de Oro en San Sebastián y recibió el premio FIPRESCI a la Mejor Película (Festival Internacional de Cine de San Sebastián). Teresa M. Vilarós ha dedicado un interesante estudio a la cuestión de la gestión de la memoria del franquismo durante la transición española hasta 1993. En él sugiere que la política cultural de la transición, independientemente de los partidos que hubiese al frente del gobierno y respondiendo a “la voluntad de integración económica, política y cultural europea” cartas de un baraja infinita” que encuentran su nueva genealogía en “las series legendarias de los escritores del boom, como Asturias o García Márquez; las tediosas fabulaciones autorreferenciales de la efímera “nueva novela” angloamericana; el descubrimiento, a cargo de historiadores profesionales de que “todo es ficción” (...) y de que nunca puede haber una versión correcta; el final de las “narrativas maestras” en el mismo sentido, junto con la recuperación, en un momento en que las alternativas históricas están desapareciendo, de historias alternativas del pasado (...)”25. Así, los productos de la historiografía fantástica “transmiten la sensación del pasado verdadero mejor que ninguno de los “hechos mismos” y “la invención de la historia irreal sustituye a la elaboración de la auténtica”26 de manera que a pesar de la supuesta honradez que implica la asunción del carácter construido del relato, este tipo de dis- Sonia G ar c í a 185 López cursos estarían cuestionando la existencia de una “Verdad” para afirmar la legitimidad de otra no menos totalizante: la Verdad de la ficción. Plantear el “infantilismo” del Caudillo como nudo del “enigma Franco” (y creo que en Madregilda se plantea) implica no solo incurrir en la ideología de la historiografía fantástica posmoderna según la cual “la invención de la historia irreal sustituye a la elaboración de la auténtica”; significa también pasar a engrosar las listas de tantos textos difusos, ambiguos, paralizantes, que constituyen el archivo de una oficialidad que ya no es la del franquismo, ni la de la desmemoriada transición española, sino la del actual sistema democrático-neoliberal y su particular concepto de ¿memoria? del franquismo27. En Madregilda, el franquismo se vislumbra como una gran maquinaria regida no se sabe por quién (el enigmático “señor” al otro lado del teléfono que utiliza Hauma es quien decide “activar al otro” cuando Franco-Echanove muere). Pareciera como si la representación de Franco como ser infantil e incapacitado para la acción fuera de la burbuja en la que habita (recordemos que solo aparece en recintos privados, casi siempre “jugando”, siendo el sosias el que acude a los compromisos públicos) generara la necesidad de una instancia narrativa no representable icónicamente que trascendiera a ese “niño” Franco asumiendo la responsabilidad que “su minoría de edad” le impide asumir. Así, en Madregilda, el verdadero “responsable”, el que mueve los hilos de la historia está fuera de campo y su identidad constituye un nuevo enigma tras la resolución del “enigma Franco”. Paradójicamente, Franco ha quedado exonerado de responsabilidad y el alcance del cuestionamiento del personaje, en Madregilda, se detiene en la ridiculización. Porque después de observar con detenimiento los mecanismos discursivos de producción de sentido en Madregilda podemos concluir que, si bien se trata de un film que, en la línea de la “tragedia grotesca”, recoge con amarga ironía la miseria moral del franquismo en la inmediata posguerra, elude la atribución de responsabilidades aun tratándose del que fue Jefe del Estado Español durante cuarenta años ❍ habría procedido a realizar un “lavado de imagen” del ominoso pasado dictatorial: “De ese modo, si la historia franquista se escribió procediendo con el asesinato ya físico ya simbólico del molesto pasado rojo español, también la historia postfranquista, aunque desde luego de forma no violenta, ejecuta la memoria de los horrores de la guerra y las circunstancias que a ella llevaron o de ella se derivaron. A ambos lados del espectro, y de modo siniestro, el gesto de borradura histórica iniciado en la posguerra española se reproduce a sí mismo en la posdictadura”. (TERESA M. VILARÓS: El mono del desencanto. Una crítica cultural de la transición española, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1998, pág. 243). Aunque, ciertamente, en Madregilda no se escamotea la representación de los traumas de la Guerra Civil los procedimientos empleados para nombrarlos (ambientes fantasmagóricos, canciones sentimentales, registros alegóricos) producen una impresión de lejanía que permite al espectador pensar que la narración se halla totalmente desvinculada del momento histórico de la producción de la película. The article examines the representation of Franco in Tears in the mud: The image of Franco in Madregilda (Francisco Regueiro, 1994) abstract Sumario Madregilda (Francisco Regueiro, 1994). A sentimental tone surrounds the rhetorical trope of “waste”—a connecting theme throughout Regueiro’s film. This theme reflects how the identity of the Caudillo is structured as an enigma whose key lies lost in a previous time, and can only be recovered through a nostalgic stance. The rhetorical trope is carried over into the ideological implications of this particular image of Franco, especially in relation to the intellectual scene of 1990s Spain. Siguiente Curricula Pieter Leenknegt es licenciado en Historia Manuel Palacio es profesor en la Universidad por la Universidad Católica de Leuven. Becado para Carlos III de Madrid. Autor de Historia de la televisión ampliar sus estudios en la Universidad Complutense en España (Gedisa, 2001), por el que recibió el pre- de Madrid, su memoria de licenciatura versó sobre las mio al mejor libro del año que concede la Asociación estatuas ecuestres de Franco. Española de Historiadores de Cine, y La programación de televisión (con José Miguel Contreras, Síntesis, Vicente J. Benet es profesor de Comunicación Audiovisual en la Universitat Jaume I de Caste- 2001). Ha sido co-coordinador de tres volúmenes de Historia General del cine (Cátedra). llón y Redactor Jefe de Archivos de la Filmoteca. Sus campos de trabajo habituales relacionados con el Wolfgang Martin-Hamdorf (Bad Kreuz- ámbito cinematográfico son el cine clásico norteame- nach, 1962). Estudios en Comunicación y Cine en la ricano y el cine español contemporáneo. Hochschule der Künste de Berlín, Universidad Com- Jesús García Sánchez plutense de Madrid y Universidad Autónoma de es profesor de Madrid. Ha sido Profesor de Historia y Concepción Historia Contemporánea en Bachillerato. Pertenece a Cinematográfica en la Universidad Libre de Berlín. Es la Comisión de Expertos para el Desarrollo Curricular crítico de cine y periodista para diversos medios espa- de Castilla y León y a la Comisión Prensa-Educación ñoles y alemanes (DeutschlandRadio, Film-Dienst, etc.) de esta Comunidad. Es autor de varios trabajos sobre y miembro de la Asociación Española de Historiado- reformas educativas en Europa y coautor de seis libros res del Cine. Ha publicado libros y revistas sobre el de texto de Ciencias Sociales. Analista de la geopolítica, tema de la Guerra Civil española en el cine. de la guerra y de la paz, es miembro del Institut de Stratégie Comparée de Francia y ha participado en el Clara López Rubio (Granada, 1973) es licen- programa Educación para la convivencia en Irlanda del ciada en dirección de cine por la Academia de Cine de Norte. Obtuvo en 1995 el Premio Educación y Socie- Berlín (Deutsche Film- und Fernsehakademie Berlin) y dad, compartido, por un libro sobre Educación para la es miembro de la Asociación Española de Historiado- paz en la UE. La mayoría de sus obras tratan sobre la res de Cine. Escribe crónicas de festivales de cine para historia del correo en las guerras y sobre la censura de las revistas alemanas Tranvia y Filmforum. En la actuali- las comunicaciones. Es el único colaborador español dad prepara junto a Wolfgang Mar tin Hamdorf una de las sociedades de historia postal militar de Estados Antología de Cine Español para la editorial Tranvia Unidos y de varios países europeos. (Berlín) y su primer largometraje El palacio congelado. Autores Alicia Salvador es licenciada en Filosofía y Nancy Berthier actualmente Profesora Titular Letras (Sección de Historia). Como profesora de en el Departamento de Estudios Ibéricos e Iberoame- Enseñanza Secundaria, impar te clases de Historia e ricanos de la Universidad de Paris-Sorbonne (Paris IV), Historia del Cine. La investigación de su tesis doctoral imparte clases sobre civilización e imagen (cine e ico- ha versado sobre la Productora UNINCI (UNINCI, nografía). Investigadora en el campo del cine hispánico cine y disidencia bajo el franquismo). Ha publicado dos en dos centros de investigación del hispanismo, el CRI- libros: Cine, Literatura e Historia. Novela y Cine: recursos MIC (Paris IV) y el GRIMIA (Lyon II), ha publicado para la enseñanza de la Historia (Ediciones de la varios libros y artículos e impartido clases o pronun- Torre, 1997) y Cine y Sociedad: las películas británicas ciado conferencias en ámbitos universitarios en Fran- de guerra de los años 40 (Universidad de Sevilla, 2000) cia, España, Alemania, Países Bajos, México, Estados y varios artículos sobre el documental Carta de Sana- Unidos y Cuba. Sus actuales trabajos, más allá de sus bria (revista Secuencias y Actas del VIII Congreso del iniciales problemáticas, que interrogaban el cine de AEHC) y en el libro coordinado por Marina Díaz y propaganda en la época de Franco (Le franquisme et Alberto Elena, Tierra en trance. son image, cinéma et propagande, Toulouse, 1998), se articulan en torno a la cuestión de las relaciones entre Román Gubern es Catedrático de Comunicación cine, historia y memoria en el área iberoamericana Audiovisual en la Universidad Autónoma de Barcelo- (con un ensayo en preparación sobre Cine y Revolu- na y ha sido profesor de Historia del Cine en la Uni- ción en la obra de Tomás Gutiérrez Alea). versity of Califormia (Los Angeles) y el California Institute of Technololgy (Pasadena) y director del Ins- Sonia García López (València, 1977) es tituto Cervantes en Roma. Ha sido presidente de la licenciada en Comunicación Audiovisual por la Uni- Asociación Española de Historiadores del Cine y es versitat de València. Completó sus estudios en miembro de la Association Française pour la Recher- la Universidad de la Sorbona (Paris III) y en la Uni- che sur l’Histoire du Cinéma y miembro de los comi- versidad Nacional del General Sarmiento (Buenos tés de honor de la Asociación Internacional de Aires, Argentina). Ha par ticipado en el volumen Historiadores del Cine Latinoamericano y de la Inter- colectivo Mujeres, culturas y literaturas (Ex·Cultura, national Association for Visual Semiotics. Es miembro Caracas, 2001) y ha colaborado en varios números del consejo Editorial de Archivos de la filmoteca y su de la revista Archivos de la Filmoteca. Actualmente última obra es Máscaras de la ficción. realiza estudios de doctorado en la Universitat de València. ARCHIVOS D E 16 L A 16 ● El melodrama mexicano • Il Processo Clémenceau restaurado • Jurassic Park • M de Fritz Lang • El sexo frío • Un texto inédito de José Luis Guarner F I L M OT E C A 17 ● Metrópolis de Th. von Harbou a F. Lang • Las versiones de Faust de Murnau • Painlevé y el documental • La trama policíaca • Vídeo-Arte 18 ● Las Estrellas: vejez de un Mito en la Era Técnica. —MONOGRÁFICO • BILINGÜE— 19 ● Cine Iraní: 1983-1993 • Montaje en Lumière • Dobles versiones en el cine mudo español • Melodrama y cine de mujer • Comedias de situación en TV 17 18 19 20 21 22 23-24 20 ● Cine Italiano años diez: Pastrone restaurado • Las músicas del cine mudo • El código de censura de Sevilla • Collage y montaje en Hollywood • El spot publicitario • Socrate de Rossellini 21 ● Destinos del relato al filo del milenio. —MONOGRÁFICO • BILINGÜE— 22 ● Historia del cine: un modelo de crisis • Cine alemán: años 30 • La primera película sonora española • La huella del tiempo en el primer cine • Hitchcock: De Bazin a Bordwell 23-24 ● Televisión en España 1956-1996 —MONOGRÁFICO de dos volumenes: uno de textos y otro de material gráfico— 25-26 25-26 ● Restauraciones en el Nederlands Filmmuseum • Gilles Deleuze • Censura y Franquismo • Jour de fête resucitado • Catálogos Lumière • Fritz Lang y el azar 27 ● Ricardo Muñoz-Suay • Raza • Benito Perojo • Albin Grau • La transición al sonoro del cine español • Hitchcock y el telefilm • Imágenes de síntesis • Lumière y la publicidad • 28 ● Memoria y Arqueología del cine, vol. I. —MONOGRÁFICO • BILINGÜE— 29 ● Memoria y Arqueología del cine, vol. I 28 27 30 31 32 l 33 30 ● Found Footage: simulacro, reciclaje, collage, falsificación • Sierra de Teruel • Represión franquista en el cine • Imagen cinematográfica y modernidad 31 ● Mitologías Latinoamericanas —MONOGRÁFICO— 32 ● Poder, género e identidad cultural • Telenovela educativa • Fabricación de película virgen • Televisión en el cine español de los sesenta 33 ● En el balcón vacío: película del exilio español • Siegfried Kracauer y la representación de las masas • El cine del primer franquismo • Orígenes del cine en Valencia IVAC - EDICIONES DE LA FILMOTECA 29 34 34 ● Fragmentos de Luis Buñuel (I) • Chaplin y el pensamiento • Frivolinas: un musical “mudo” • El film-ensayo 35 ● La imagen del Alcázar en la mitología franquista • Fragmentos de Luis Buñuel (II) • Erwin Panofsky y el cine 36 ● Brasil, entre modernismo y modernidad —MONOGRÁFICO— 37 ● Fragmentos de Luis Buñuel (III) • El último Passolin • Lukács y el cine • Ópera y cine 35 36 37 38 39 40 41 38 ● Infancia y juventud en el cine franquista • Ragghianti y el cine 39 ● Cine español de los noventa • Robertson y la Fantasmagoría 40 ● Jardiel Poncela y el cine • Dos miradas sobre México • Marlene Dietrich: una star transnaciona 41 ● Cine y música popular en Latinoamérica • Malevich y el cine • En torno al Bergfilm de la República de Weimar PRÓXIMAMENTE PRÓXIMAMENTE EN ARCHIVOS D E L A F I L M O T E C A Próximos Artículos LA COMEDIA ROMáNTICA ESTADOUNIDENSE EN LA DéCADA DE LOS NOVENTA COORDINADO POR CELESTINO DELEYTO CELESTINO DELEYTO: Amor, parodia y tiramisú: Sleepless in Seattle y la comedia romántica contemporánea VICKY GIL: La fierecilla indomable: Julia Roberts y la comedia romántica de los 90 VIRGINIA LUZÓN: ¿Qué hace un chico como tú en un sitio como éste? Harrison Ford y la comedia romántica LUIS MIGUEL GARCÍA MAINAR: El amor en la encrucijada: comedia romántica, identidad y autor en Manhattan Murder Mystery ORIENTE MEDIO: CINE, MEMORIA, ESPERANZA COORDINADO POR ALBERTO ELENA ALBERTO ELENA: Introducción GEMA MARTÍN MUÑOZ: Sociedades y cine en el Medio Oriente MARIA SILVIA BAZZOLI y GIUSEPPE GARIAZZO: La Historia y el discurso político en el cine egipcio IBRAHIM AL-ARISS: Cine libanés: ¿memoria o exorcismo? TZVI TAL: Cine israelí: conflictos de vecindad y crisis de identidad VIOLA SHAFIK: El cine palestino entre dos Intifadas ALBERTO ELENA: Panorama desde el Puente (de Gálata), o las encrucijadas del cine turco IVAC - EDICIONES DE LA FILMOTECA E diciones de la F ilmoteca Títulos Disponibles TEXTOS CINEASTAS Nº4 ENCARNA JIMÉNEZ Y VICENTE SÁNCHEZ–BIOSCA: El relato electrónico Nº5 VV.AA.: Escritos sobre el cine español: 1973-1987 Nº8 E. RIAMBAU Y C. TORREIRO (EDS.): La vida, la muerte. El cine de Bertrand Tavernier Nº9 VICENTE J. BENET: El tiempo de la narración clásica: Los films de Gangsters de la Warner Bros (1930–1932) Nº10 ADOLFO BELLIDO Y PEDRO NÚÑEZ: Bud Boetticher. Un caminante solitario Nº11 VICENTE SÁNCHEZ-BIOSCA: Una cultura de la fragmentación: Pastiche, relato y cuerpo en el cine y la televisión Nº12 ADOLFO BELLIDO: Basilio Martín Patino: un soplo de libertad Nº13 JOSÉ E. MONTERDE: La imagen negada: representaciones de la clase trabajadora en el cine Nº14 ALESSANDRA AMITRANO: El cortometraje en España. Una larga historia de ficciones breves Nº15 ABELARDO MUÑOZ: El baile de los malditos. Cine independiente valenciano, 1967-1975 Nº16 DANIEL C. NARVÁEZ: Los inicios del cinematógrafo en Alicante 1896-1931 Nº17 MIGUEL TEJEDOR SÁNCHEZ: Valencia, ciudad de cines 1940-1950 Nº18 GAIL MORGAN HICKMAN: Las películas de Georges Pal Nº19 ANTONIO VALLÉS: Historia de la política de fomento del cine español Nº20 RAFAEL HEREDERO: La censura del guión en España: peticiones de permisos de rodaje para producciones extranjeras entre 1968 y 1973 Nº21 C. F. HEREDERO Y J. E. MONTERDE (eds.): En torno al Free Cinema Nº22 SANTOS ZUNZUNEGUI: Historias de España. De qué hablamos cuando hablamos de cine español. V LliG E mail: [email protected] Nº1 SANTIAGO VILA: Rouben Mamoulian: el estilo como resitencia Nº2 CESARE ZAVATITINI: Diario de cine y de vida CATÁLOGOS — El nuevo cine francés — Emociones de contrabando. El cine de Aki Kaurismäki — Tom Dfiicillo — Todd Haynes DOCUMENTOS Nº5 CARLOS F. HEREDERO: Las huellas del tiempo: cine español, 1951-1962 Nº6 BERNARD EISENSCHITZ Y PAOLO BERTETTO (EDITORES): Fritz Lang Nº7 RICARDO MUÑOZ-SUAY: Columnas de cine Nº8 NURIA PUJOL Y ANTONIO SANTAMARINA: Antología de los diarios de Yasujiro Ozu Nº9 EMETERIO DIEZ: Historia del movimiento obrero en la industria española del cine, 1931-1999 Nº10 ROSA PERALTA GILABERT: La escenografía del exilio de Gori Muñoz CUADERNOS Nº 2-6 Memorias anuales de la Filmoteca Nº7 EDDIE SAMMONS: El mundo de las películas en 3-D Nº 8-9, 11-12: Memorias anuales de la Filmoteca ARCHIVOS DE LA FILMOTECA Revista de estudios históricos sobre la imagen Nº 5, 6 y 7 (1990) Nº 8 y 10 (nº especial), (1991) Nº 11, 12 y 13 (1992) Nº 14 (nº especial) y 15 (1993) Nº 16 y 18 (nº especial), (1994) Nº 19, 20 y 21 (nº especial), (1995) E N T A Y D I S T R I B U C I Ó N Nº 22 y 23-24 (nº especial), (1996) Nº 25-26 y 27 (1997) Nº 28, 29 (vol. I y II, nº especial) y 30 (1998) Nº 31, 32 y 33 (1999) Nº 34, 35 y 36 (2000) Nº 37, 38 y 39 (2001) Nº 40 y 41 (2002) TEXTOS MINOR Nº 1 RAYMOND BORDE: Los archivos cinematográficos Nº 3 ANTONIO LLORENS: José Giovanni: La aventura de la serie negra Nº4 RAFAEL CORBALÁN: Vicente Blasco Ibáñez y la nueva novela cinematográfica Nº5 A. LLORENS Y A. AMITRANO: Francesc Betriu, profundas raíces Nº6 SIGFRID MONLEÓN: Paulo Branco: la producción independiente FUERA DE COLECCIÓN — VV.AA.: Historia del Cortometraje español. Coedición con el Festival de Alcalá de Henares. Distribución Anaya — CARLOS F. HEREDERO: Espejo de miradas. Entrevistas con nuevos directores del Cine español. Coedición con el Festival de Alcalá de Henares. Distribución Anaya — VV.AA.: Blasco Ibáñez en los orígenes del cine / Blasco Ibáñez dans le cinema des origines. Coedición con el Festival de Cine de Huesca y el Festival du Film d’Amiens — EMILIO DE LA ROSA Y ELADI MARTOS: Cine de animación experimental en Cataluña y Valencia. La curiosidad y la experimentación — ANTONIO LLORENS Y PEDRO URIS: Miles de metros. A propósito de Pablo Núñez — JORGE GOROSTIZA: La arquitectura de los sueños.Entrevistas con directores artísticos del cine español E N : Llibreria de la Generalitat Pl. de Manises, 3, 46003 –Valencia– Tel.: 34-6-96 386 61 70 / Fax.: 34-6-96 386 34 78 FILMOTECA VALENCIANA 10 6 Colección Textos Fuera de colección 2 1 15 Colección Documentos Textos Minor 22 Colección cineastas Cuadernos de la filmoteca LIBROS DE CINE Arturo Lozano Steven Spielberg. La lista de Schindler Schindler’s List Antonio Santamarina Otto Preminger. Laura Jorge Gorostiza y Ana Pérez Ridley Scott. Blade Runner Carlos Campa Tomas Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío Fresa y chocolate Ella Shohat y Robert Stam Multiculturalismo, cine y medios de comunicación Crítica del pensamiento eurocéntrico Ramón Freixas y Joan Bassa El sexo en el cine y el cine de sexo Christan Metz Ensayos sobre la significación del cine (2 vols.) Armand Mattelart Historia de la sociedad de la información La memoria del cine Carl Theodor Dreyer Reflexiones sobre mi oficio Eric Rohmer El gusto por la belleza Roberto Rossellini El cine revelado Elia Kazan Mis películas Conversaciones con Jeff Young Martin Scorsese Mis placeres de cinéfilo Textos, entrevistas, filmografía James Agee Escritos sobre cine Roberto Rossellini Un espíritu libre no debe aprender como esclavo Lindsay Anderson Sobre John Ford Escritos y conversaciones Peter Cowie El libro de “Apocalypse Now” La historia de una película mítica Michelangelo Antonioni Para mí, hacer una película es vivir Jean-Michel Frodon Conversaciones con Woody Allen Nueva colección: Sesión contínua Domènec Font Paisajes de la modernidad Cine europeo, 1960-1980 José Luis CAstro de Paz Un cinema herido Los turbios años cuarenta en el cine español (1939-1950) Solicite nuestro catálogo: Mariano Cubí, 92 • Telf.: 93 241 92 50 • Fax: 93 202 29 54 • e-mail: [email protected] • http://www.paidos.com • 08021 Barcelona • España ✄ DE LA FILMOTECA acepta originales que deben ser remitidos al Director, siguiendo las siguientes normas: • La extensión del texto no deberá so- • El texto deberá ser entregado en papel y en soporte informático, compatible o Macintosh. Suscripción Nombre y apellidos Domicilio Código Postal Población Teléfono Fax A T L R A E I F C O E P S E brepasar los 15 folios a doble espacio —30 líneas—. COLABORACIONES ARCHIVOS 42 - 43 • Las notas irán al final del texto. • Las películas se citarán en su título Se suscribe a ARCHIVOS de la Filmoteca por: un año (3 números), a partir del nº Deseo recibir los siguientes números atrasados de ARCHIVOS de la Filmoteca —Agotados: 1, 3, y 4 — Las Tarifas original —cursiva— seguidas, entre pa- Suscripción por un año (tres números): Año 2003: números 42-43 a 45 réntesis, por su título de estreno en español —cursiva—. Las sucesivas referencias a películas ya citadas se España 24,04 € 21,2 $ Extranjero 36,06 € 31,85 $ realizarán en el título original. Suscripciones a instituciones 12,02 Euros más. • Los libros se citarán del modo si- Formas de pago guiente: autor —nombre y apellidos—, ❍ Recibo a esta cuenta: - título en cursiva, ciudad, editorial y año. / / ❍ Tarjeta de crédito: Visa MasterCard. • Los títulos de artículos se colocarán nº entrecomillados, seguidos del volumen, Titular libro o revista en el que se encuentren incluidos en cursiva. Caducidad • Los artículos irán acompañados de Firma: ❍ Cheque de Banco: nominativo a ADG-N, que se adjunta un resumen de unas 6 líneas. ❍ • Archivos de la Filmoteca lamenta (sin necesidad de certificar). Giro Postal o Transferencia: a la siguiente cuenta: Caja Postal-Argentaria, nº 1302-9503-59-0022767985. no poder devolver los manuscritos. ✄ Enviar por Correo, Fax o E-mail a: ADG-N: Apartado 12.210, 46080-Valencia. Tel.: 963622532, Fax.: 963616540, E-mail: [email protected] ✄ CONTRIBUTIONS Subscription Name Address Zip Code City Telephone Fax I am subscribing to ARCHIVOS de la Filmoteca for: One year (3 issues), starting with issue number Please send me the following back issues of ARCHIVOS de la Filmoteca —Unavailable: 1, 3 y 4 — ARCHIVOS DE LA FILMOTECA accepts originals that should be sent to the Editor in accordance with the following rules: • The length of the text should not exceed 15 pages typed with doubled spacing —30 lines—. • The text should be submitted on paper and on computer disk, either PC or Macintosh. • Any notes should be placed at the end of the text. Rates • Films should be quoted with their A one-year subscription (3 issues): For 2003: issue numbers 42-43, 44, 45 original title —in italics—. In Spain 24,04 € 21,2 $ • Any books are to be quoted in the Outside Spain 36,06 € 31,85 $ following way: author, title in italics, Subscriptions to institutions add 12,02 Euros. city, publishers and year. Form of payment ❍ Deduct from thir account number: - / • The titles of articles are to be placed between inverted commas, followed / by the volume, book or journal, in ❍ Visa - MasterCard number.: which these are included, in italics. No. • The articles should be sent with an Title holder of card abstract. Expiration date Signature: • Archivos de la Filmoteca regrets ❍ Checks-Make out to: ADG-N (certification not necessary) ❍ Money order or bank transfer: Send to the following account: Caja Postal-Argentaria, No. 1302-9503-59-0022767985. ✄ Send by post, Fax or E-mail to: ADG-N: Apartado 12.210, 46080-Valencia. Tel.: 963622532, Fax.: 963616540, E-mail: [email protected] not being able to return manuscripts. VOLUMEN 2 III · Calidoscopio cotidiano. Franco en los espacios públicos y privados de los españoles Pieter Leenknegt ● El Franco ecuestre de Capuz: 3 una estatua, tres destinos Vicente J. Benet ● Franco, NO-DO y las conquistas del trabajo Jesús García Sánchez ● La imagen de Franco en los sellos Manuel Palacio ● Francisco Franco y la televisión IV · La deconstrucción de una imagen: de la oposición militante al “realismo mágico” C. López Rubio y W. Martin-hamdorf ● El lacayo de Berlín, Bonn y Washington. La imagen de Franco en el cine documental alemán: el caso Unbändiges Spanien (España indómita) Alicia Salvador ● La triste España de Caudillo Román Gubern ● Tres retratos de Franco Nancy Berthier ● Ser o no ser Franco. Naturaleza y función de la risa en Espérame en el cielo Sonia García López ● Lágrimas en el lodo. La imagen de Franco en Madregilda 00043 Sumario 9 770214 660000 4