Reforma del 18: más libertades y menos vergüenzas para la

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Reforma del 18: más libertades y menos vergüenzas para la
El Paraninfo | junio DE 2008 |
A 90 años de la gesta de Córdoba
Reforma del 18: más libertades y menos
vergüenzas para la Universidad argentina
Hace nueve décadas un grupo de estudiantes universitarios cordobeses inició una huelga en reclamo de cambio de los estatutos
y actualización de la universidad a la democratización que estaba viviendo la sociedad. De ese proceso estudiantil emergió la
universidad pública argentina actual con sus características: autónoma y cogobernada, laica y científica. “Acabamos de romper
la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica”, decían.
El tiempo detenido en una foto: las puertas de la Universidad Nacional de Córdoba, en el histórico junio de 1918.
Como suele pasar con muchos de
los derechos adquiridos o conquistas, éstos tienden a naturalizarse
hasta empañar la visión de las luchas, crisis y procesos que los produjeron. Para los universitarios de
hoy puede ser difícil concebir una
universidad muy lejos de las transformaciones en el campo científico,
con un saber aprisionado por las
creencias religiosas y un sistema
universitario dominado externamente por el clero y el poder político de
turno. Tampoco es tarea fácil imaginar universidades sin banderas
de agrupaciones estudiantiles, sin
enérgicas discusiones en los consejos superiores ni sin multitudinarias
asambleas universitarias.
Sin embargo hubo un tiempo,
exactamente 90 años atrás, en que
nada era así.
Hace 90 años un grupo de jóvenes cordobeses se animaba a
desafiar y romper las cadenas del
por aquel entonces anquilosado
sistema universitario, afirmando en
su Manifiesto Liminar: “Desde hoy
contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los
dolores que quedan son las libertades que faltan”.
Vergüenzas y libertades
“La reforma es la culminación de
un proceso de inestabilidad en el
sistema universitario que había empezado en la Universidad de Buenos
Aires en 1905 y que termina explotando en Córdoba en 1918, entre
otras cosas por las características
más tradicionales que tenía la Universidad de Córdoba, que llevó a
un callejón sin salida el movimiento
estudiantil y en alguna medida un
proceso de ruptura con el pasado
inmediato”, afirma el historiador
Darío Marcor, docente de la FCJS y
de la FHUC de la UNL e investigador
del CONICET.
El epicentro del proceso reformista se dio fundamentalmente en las
universidades de Buenos Aires y de
Córdoba, pero las resistencias de
las autoridades cordobesas hicieron
que se radicalizara el estudiantado
y llevaron a un resultado prácticamente inesperado en aquel momento: una alta participación estudiantil
en el gobierno de la universidad.
El sistema universitario argentino
se regía en aquel entonces por una
ley sancionada en 1885, la Ley Avellaneda, que establecía un gobierno
para las casas de altos estudios
que limitaba la participación de los
actores protagonistas de la vida
universitaria. Esa ley en realidad
restringía un tercio de los puestos
en los consejos académicos, a la
participación de los profesores. “El
sistema había dado lugar a una universidad excesivamente profesionalista, de un escaso nivel académico,
donde la actividad científica y cultural estaban en segundo plano”, sostiene el docente e investigador de
la Universidad Nacional del Buenos
Aires (UBA) Pablo Buchbinder.
Dentro de las diferencias entre
ambas universidades que hicieron
que el proceso estallara en Córdoba, el especialista de la UBA
menciona que “la estructura que
restringía la participación de los
actores de la vida universitaria en
el gobierno de las casas de estudio
había sido sustituida gradualmente
en Buenos Aires por una estructura que otorgaba el gobierno de la
universidad a su cuerpo docente,
fundamentalmente a los titulares”.
Es así que esos procesos que se
sucedieron en la casa de estudios
porteña no se replicaron en Córdoba, donde la estructura era mucho
más conservadora. “En Córdoba el
acceso al título universitario abría
una serie de caminos de ascenso
en la ciudad, que por supuesto
las elites gobernantes estaban de
acuerdo en restringir y limitar. El
movimiento estalló en definitiva en
Córdoba, porque allí la resistencia
era mucho más fuerte que en Buenos Aires”, remarcó.
Los especialistas concuerdan
en que el malestar estudiantil de
la época se relacionaba con cuestiones internas de las casas de
estudio, y en el caso particular de
Córdoba, según explica Macor, era
una universidad muy conservadora,
“atrasada desde el punto de vista
académico, muy despegada de las
transformaciones que se iban dado
en el campo científico, y muy atada
a la tradición jesuítica”. Sin embargo, la necesidad de cambio estaba
relacionada también con una transformación que se estaba dando en
el país, fundamentalmente a partir
de la reforma electoral de 1912 y la
incorporación de los sectores medios a la política, lo que de alguna
manera dejó al sistema universitario
atrasado con respecto al proceso
que se estaba produciendo en Argentina. “La reforma es un dispositivo de actualización de la universidad a la democratización que está
viviendo la sociedad argentina”, indica el docente de la FCJS.
Las reformas claves
Entre los reclamos que hacían los
jóvenes reformistas se encontraban
la autonomía universitaria, el cogobierno, régimen de concursos docentes, la participación estudiantil,
la liberación del saber de las creencias religiosas.
“Los pedidos más directos tenían
que ver con la lucha laica, y la separación del profesorado universitario
de las academias, que las consideraban instituciones antiguas, adormecidas”, revela Macor, quien en
relación a la participación estudiantil en el gobierno, aclara que “es un
resultado incluso tardío”.
Tras la huelga que los estudiantes habían comenzado a principios
de 1918, en el mes de abril se interviene la Universidad de Córdoba
y se llama a una Asamblea Universitaria para elegir al nuevo rector el
15 de junio, donde obtiene la mayor
cantidad de votos el candidato del
sector más conservador. Según el
especialista de la UNL, al ver los estudiantes que pierden la Asamblea,
radicalizan la postura y no retroceden en exigir la participación estudiantil, transformando “un proceso
reformista de principios del ‘18 en
una revolución”.
Los profesores hasta ese entonces eran designados por el Presidente de la Nación a propuesta de
los cuerpos de profesionales de las
universidades, pero en el caso cordobés las academias eran las instituciones extrauniversitarias que
tomaban una importante cantidad
de decisiones. De esta manera el
reclamo del concurso docente era
para los estudiantes una garantía
de que los mejores iban a acceder
a las cátedras universitarias.
“La universidad en la Argentina
controla el acceso al título profesional”, afirma Buchbinder y aclara
que la lucha por los títulos es un
tema central a tener en cuenta en
cualquier análisis de la reforma universitaria.
“La voluntad de acceder al título profesional, al cual la sociedad
argentina premia en términos simbólicos y materiales constituye un
elemento central”.
Otro de los logros de la Reforma
Universitaria fue permitir un grado mayor de organización de las
agrupaciones estudiantiles, que
pasaron primero de una dimensión
específicame nte local vinculada
a las facultades a una dimensión
de asociación universitaria. La Federación Universitaria de Buenos
Aires (FUBA) es anterior, de 1908,
después se crea la Federación Universitaria Argentina (FUA) en abril
del ‘18, la Federación Universitaria
de Córdoba en mayo y en julio del
mismo año se produce el Congre-
so Nacional de Estudiantes. “Ese
congreso ha sido relativamente
poco estudiado y es fundamental.
Es importante tener en cuenta la
aparición de dos vertientes distintas que discuten en realidad la relación entre movimiento estudiantil
y las dimensiones más generales
de la vida política en la Argentina”.
El historiador sostiene que en el
congreso se pueden ver dos líneas
claras: la que encabezaba Osvaldo Loudet, primer presidente de la
FUA, quien planteaba la adscripción
del movimiento estudiantil a reivindicaciones puramente académicas; y
otra tendencia en la que participaba
Gabriel del Mazo, quien para Buchbinder es “una figura central en la
historia universitaria”, y sostenía
la necesidad de ampliar el movimiento universitario a dimensiones
más generales de la vida política, y
de alguna manera intentó poner al
congreso bajo la tutela del entonces
Presidente Irigoyen.
Las ideologías
Muchos de esos hombres jóvenes, universitarios, estaban fuertemente conmovidos por el clima
que se vivía en la Argentina y en
el mundo en esos años: hay un
proceso de democratización, con
la sanción de la ley Sáez Peña de
1912 que se traduce en 1916 en
el ascenso de Hipólito Irigoyen a la
Presidencia de la Nación, en 1917
se produce la Revolución Rusa y
entre 1917 y 1918 el mundo vive
una era de catástrofes que terminan desencadenando en la Primera
Guerra Mundial.
“Uno no puede entender la reforma si no es en función de la idea de
que hay una generación, si se puede decir, que ha llevado al mundo
La hija dilecta de la reforma
El reformismo del ‘18 instala en la esfera pública nacional un clima
que estaba en la Universidad desde los primeros años del siglo,
pero que no había trascendido tanto a nivel político nacional. A
partir de la reforma, el tema universitario derrama más allá de las
universidades, “y en ese clima de época donde lo universitario parece ser una varita mágica que embellece todo, se crea la UNL, no
es un pequeño detalle”, aduce Macor. “Obviamente que se toma
el antecedente de la universidad provincial, pero lo que nace tiene
más impronta de novedad que de tradición”, confirma.
Según el rector Cantard, la UNL es “una hija dilecta de la reforma”,
ya que en la ley de su nacionalización en 1919, dice que “debe
adoptar todo en la medida que no sea incompatible con el estatuto de la UBA, donde, por ejemplo ya encontramos la participación
estudiantil dentro de los claustros como una de las banderas”. El
primer estatuto que se da en la UNL contempla prácticamente en
su totalidad los idearios de la reforma del ‘18.
“La universidad no sólo se nacionaliza, se crea una institución con
perfil reformista”, sostiene Claudio Lizárraga, secretario General de
la casa de estudios, destacando además que es la primera universidad en el país “que aparece con la denominación de una región
y no de una ciudad, es una universidad fuertemente vinculada a
su contexto y a su región”.
“La frase que es hija de la reforma es correcta –afirma Darío Macory si uno tiene claro eso, el mandato que tiene esta universidad es
distinta a si no lo hubiera sido. La universidad tiene una responsabilidad social, y aún cuando no siempre se pueda cumplir del todo,
estamos siempre interpelados por eso”.
| junio DE 2008 | El Paraninfo
A 90 años de la gesta de Córdoba
a una catástrofe y necesariamente
de esa catástrofe va a surgir un
mundo con nuevas características,
impulsado en realidad por nuevas
generaciones, de ahí el peso que
tiene la exaltación que se hace de
la idea de la juventud, del estudiantado en este mismo proceso”, alega
Buchbinder.
En relación a su adscripción con
ideas o partidos políticos particulares, Macor indica que los estudiantes se definen particularmente a
partir de principios más universales, y que el proceso reformista es
autónomo de los partidos políticos.
“Pertenecían a sectores de la elite
que se diferenciaban del sector de
la elite que controlaba la Universidad por problemas más universales,
problemas ideológicos, fundamentalmente los estudiantes hacían referencia a la Revolución Francesa, al
Positivismo y al Iluminismo. Permanentemente están luchando contra
algo que se le parece al absolutismo, que lo radican en los dirigentes
universitarios, entonces eso los
llevaba naturalmente al Radicalismo, porque quienes gobernaban la
Universidad eran para los radicales
parte del régimen oligárquico”.
El investigador de la UBA manifiesta que “el gobierno radical de
1916 apoyó y avaló las pretensiones de los reformistas, en Córdoba organizó la implementación de
nuevos estatutos universitarios, en
el resto de las universidades existentes entonces y en las universidades que se nacionalizaron en 1918
también”.
Ambos historiadores coinciden
en que Deodoro Roca es una figura
fundamental en el proceso, de hecho fue quien redactó el manifiesto
liminar. Roca no era ya estudiante,
era graduado de la Facultad de Derecho, pero ejercía una especie de
tutela sobre los estudiantes universitarios cordobeses. “Era una
figura de referencia y sus escritos
son fundamentales para poder
comprender el clima universitario y
el clima académico de Córdoba en
aquellos años”, confirma el profesor
de la UBA.
Directora del Programa Historia y
Memoria de la UNL. Este movimiento que surge por parte del pedido
de los estudiantes de la nacionalización de los títulos de la carrera de
Abogacía, si bien tiene ciertas especificidades que lo hacen particular
en la ciudad de Santa Fe, “reconoce
adhesiones a un movimiento nacional e incluso latinoamericano vinculado a los ideales de la juventud y
que tenía que ver con cierto reclamo
por reformas políticas y también
como un movimiento de ideas”.
Este reclamo de los estudiantes
de la Universidad Provincial estuvo apoyado por otros sectores de
la vida política y cultural de Santa
Fe y de la región más amplia, y sobre todo en relación a los nuevos
sectores de las clases medias en
ascenso que empezaban a reclamar un lugar más amplio para la
educación.
“En relación a la cuestión específica de los principios reformistas,
se van gestando en el mismo movimiento de reclamo de nacionalización de los títulos y por la creación
de una nueva universidad”, indica
Neil. Aún más, la docente sostiene
que en Santa Fe las ideas reformistas son “previas a la creación de
nuestra universidad y no a la inversa
como uno puede suponer”, a través
de un reclamo por la creación de
un espacio universitario que como
novedad o como particularidad incorpora a la investigación científica
como “condición excluyente para garantizar esa modernización”.
Según la historiadora este es un
reclamo que va a distinguir a los
reformistas estudiantes que van
a participar del segundo congreso
de córdoba en 1919: “En los documentos de Pablo Vrillaud o los
que leen otros delegados, donde
queda constatada su participación
y sus discursos, el reclamo de una
universidad científica está presente y eso es justamente lo que diferencia este movimiento nacional
de la reforma universitaria con lo
que acontece específicamente en
la UNL”.
El legado del ‘18
¿Qué pasaba en Santa Fe?
“Los movimientos reformistas en
la ciudad de Santa Fe y en lo que
refiere a su vinculación con la UNL,
surgen a fines del siglo XIX y se gestan en la Universidad Provincial de
Santa Fe”, sostiene Claudia Neil,
Al pensar en la universidad actual
nueve décadas después de la Reforma, se puede suponer que aquellos
jóvenes considerarían satisfechos
sus reclamos puntuales del ’18.
“Los principios fundamentales
que encarnaba la reforma univer-
sitaria han sido aceptados hoy en
líneas generales masivamente por
el conjunto de los actores vinculados con la vida educativa y la vida
política”, indica Buchbinder. “El principio de la autonomía, la idea que
tienen que ser los propios actores
de la vida universitaria los que tienen que conducir las instituciones,
que era un principio central de la reforma hoy es admitido en términos
generales”.
Sin embargo, las sociedades se
encuentran con desafíos y problemas nuevos, por lo que tal vez no
todas las soluciones previstas para
1918 sean acordes al estado de la
educación y de la sociedad del principio del siglo XXI. Y la universidad
argentina, sobre todo a partir de su
masificación, se encuentra con problemas inéditos que no tenían los
universitarios en 1918.
“Ser reformista hoy más que
nunca es defender los postulados
básicos de la reforma universitaria,
ciertos principios pétreos que no
han sufrido modificaciones a pesar
de los 90 años de la reforma y que
tienen que ver con la autonomía
universitaria, el cogobierno, la libertad de cátedra y la gratuidad de
la enseñanza”, manifiesta el rector
de la Universidad Albor Cantard. Al
mismo tiempo reconoce que probablemente el sueño de los reformistas del ‘18 no esté plenamente
satisfecho: “La universidad además
de ser reformista tiene que tener un
fuerte compromiso social, de autonomía con responsabilidad social y
en esto no sólo crear conocimiento
sino transferirlo al medio, no sólo
formar buenos profesionales sino
seres humanos comprometidos con
su realidad social, con su región,
con su localidad. En esto debe trabajarse profundamente para estar
más cerca posible de los reformistas del 18”.
Una universidad reformista no
es una universidad reformada, sino
una universidad que se piensa en
constante cambio y transformación:
“Del ‘83 a esta parte se instaló que
sin la Reforma perdemos, pero que
con repetir lo que se dijo en el ‘18
no somos fieles al ’18”, sostiene
Macor. “Si Deodoro Roca hubiese
repetido lo que se dijo en el siglo
XIX no habría hecho la Reforma Universitaria”.
Paz Mendoza
Las entrevistas forman parte del documental "La hora americana", realizado íntegramente por la DIRCOM.
Delegación de la Federación Universitaria del Litoral en el Congreo Nacional de Estudiantes en 1918.
Las armas no detuvieron la gesta de Córdoba.
90 años de Reforma
Por Adolfo Stubrin *
Cuando falta sólo una década para su centenario, la Reforma Universitaria de 1918 mantiene su vigencia cómo núcleo sólido de la política
progresista sobre la universidad mientras que nuevas generaciones
enarbolan su divisa con la convicción de siempre.
Cada 15 de junio se recuerda su gesta fundacional, pero los años que
terminan en 8 son jalones para una celebración especial, un tributo a la
perseverancia y un voto por la continuidad.
Bajo regímenes autoritarios los aniversarios de la Reforma fueron recias convocatorias a la resistencia contra el avasallamiento de los derechos y a la lucha por el restablecimiento de la democracia.
Como graduado reciente viví con intensidad, acompañando a la Mesa
Directiva de la Federación Universitaria del Litoral, el 60 aniversario,
cuando la más cruel de las dictaduras oprimía el país.
A fines de 1975, cuando el golpe militar se anunciaba sin disimulos
en los mentideros políticos y periodísticos, conseguimos hacer elecciones en todos los centros de estudiantes y realizar el Congreso Ordinario
para fijar la línea política y designar las autoridades. Tuvimos que sortear
diversos obstáculos y pudimos reunirnos al amparo del Sindicato de
Sanidad, que nos cedió sus instalaciones. Teníamos plena conciencia
de que marzo sería tarde y que debíamos preparar la institucionalidad
estudiantil para un largo período de oscuridad.
Esa Mesa Directiva de la FUL, junto a los Centros de Estudiantes de todas las facultades, tuvo a su cargo la esforzada militancia de la época.
Llegado 1978, una de las principales actividades, planificada desde
la FUA; fue desarrollar la recordación de la Reforma a través de una
Comisión Regional de Homenaje constituida con personalidades de la
Ciudad que hubieran pertenecido al movimiento en las diferentes épocas. Integraron la Directiva Regional Amador Alberto, Manuel Frutos,
Carlos G. Spina, Jorge Acosta y Wilfredo Miró Plá y fueron delegados a
la Comisión Nacional de Homenaje Aldo Tessio, Miguel Ritvo, Carmelo
Piedrabuena, Mariano Tissembaum y Benjamín Stubrin. Pero, además,
muchos militantes de todas las generaciones aceptaron la invitación y
participaron en las diversas actividades. Recuerdo una conceptuosa
carta de adhesión enviada por Jorge Mullor, por ejemplo.
Se realizaron numerosas reuniones y pronunciamientos públicos. En
su Declaración de Principios, fechada el 15 de junio la Comisión Regional
decía con prosa elegante y precisa: “Evocamos aquí al movimiento reformista en la totalidad de sus luchas y en todo el vigor de su capacidad
realizadora. Exaltamos como síntesis de una misma conducta colectiva
a sus vigorosas columnas juveniles, tensas, agitadas, en muchos momentos tumultuosas, ardientes defensoras de sus ideas, pero a las que
en el cómputo de los episodios que marcan los grandes desencuentros
nacionales, no se les podrá imputar haber preconizado la violencia como
método de acción.”
El acto central fue una conferencia sobre Historia y Actualidad de la
Reforma dictada por el Dr. Carlos Alconada Aramburu, quien había sido
Ministro de Educación durante la presidencia de Arturo Illia y volvería a
serlo con Raúl Alfonsín. La disertación de Alconada Aramburu se enfocó en la participación estudiantil en el gobierno universitario, un rasgo
de la Reforma Universitaria que según su interpretación proviene de la
tradición de la Universidad de Bologna, que llegó a América por vía de
la de Salamanca, ambas organizadas como comunidades de estudiantes, al contrario de la Universidad de Paría que representaba otra matriz,
la de una comunidad de profesores. Por supuesto la reivindicación del
Programa Reformista era un revulsivo para la Dictadura y fue imposible
reunirnos en un recinto universitario, por lo cual acudimos a la hospitalidad de la Asociación Médica.
Se vivía un clima caracterizado por el recuerdo emocionado de estudiantes, graduados y profesores asesinados por la dictadura y la asistencia simbólica de otros que con seguridad hubieran participado si no
fuera porque sufrían el exilio, como era el caso de Ricardo Molinas, o la
cárcel, como ocurría con Rogelio Alaniz.
Algunas cesantías de profesores de la Universidad ocurridas ese mismo año fueron una más que probable represalia contra estas actividades. Más aún, el acto central de la FUA que debía realizarse en octubre
en Buenos Aires fue impedido por la Policía Federal que rodeó la sede del
Sindicato La Fraternidad, cuando ya se encontraba en la Capital Federal
la delegación de Santa Fe, integrada por varios dirigentes estudiantiles,
entre ellos Juan Enrique Ghiano, Horacio Suppo, Héctor M. Gutiérrez,
Carlos Beade y Julio Carminio.
Aún en ese contexto, la Reforma seguía librando batallas y sirviendo
de motivo para la movilización entusiasta. Los jóvenes estudiantes que
sostuvieron sus ideales y su militancia caminando sobre la cornisa entre la represión y la clandestinidad estuvieron entre quienes aseguraron,
cinco años después, que nuestra Argentina recuperara la democracia
y la Universidad Pública su autonomía y su co-gobierno, conquistas de
las que este año 2008 celebramos también, por feliz coincidencia, el
XXV aniversario..
* Miembro de la CONEAU - Docente UNL

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