La educación de la generosidad
Transcripción
La educación de la generosidad
Escuela de padres -1- Educación de la generosidad -2- Educación de la generosidad La virtud de la generosidad Evaluación personal y familiar Planes de acción educativa Lo que no se es capaz de dar, en realidad no se posee. Uno es poseído por ello (Ivern Ball) El mundo se compone de los que dan y de los que reciben. Puede que los segundos coman mejor, pero duermen mejor los primeros (Lucio Anneo Séneca) -3- La virtud de la generosidad Una persona vive la generosidad cuando Actúa en favor de otras personas desinteresadamente, y con alegría, teniendo en cuenta la utilidad y la necesidad de la aportación para esas personas, aunque le cueste un esfuerzo. La generosidad supone utilizar la voluntad para acercarse al bien. Se trata de una decisión libre de entregar lo que uno tiene. Una faceta básica es apreciar lo que poseemos. Es imprescindible que los actos de generosidad no queden aislados de la intencionalidad personal. -4- La virtud de la generosidad En niños pequeños no se suele encontrar la generosidad muy desarrollada, porque no reconocen el valor de lo que tienen ni las necesidades de los demás. Tampoco son capaces de esforzarse mucho. Los padres pueden abrir horizontes sugiriendo actos de generosidad o explicando la necesidad que tiene alguna persona de recibir. Será más fácil si existe un ambiente de participación y de servicio en la familia. Por su parte, el adolescente necesita comprobar su posibilidad de actuar con autonomía. Habrá que orientarle hacia acciones concretas en favor de los demás. -5- La virtud de la generosidad Es imprescindible que la generosidad no sea ajena a la intención. Si no se vive por una convicción profunda de que los demás tienen el derecho de ser servicios, difícilmente existirá de modo permanente. Es más importante el concepto de «darse» que el de dar. Se puede dar, como vimos antes, sin identificarse con lo dado, sin simpatizar con la otra persona. La generosidad permite la posibilidad radical de amar con actos de servicio. -6- Evaluación personal y familiar Me esfuerzo por reconocer las necesidades reales de los demás. Reconozco mis propios talentos y los pongo al servicio de los demás. Reconozco lo que valen mis propias posesiones, mi tiempo, mi esfuerzo, etc. Realizo acciones buscando el auténtico bien de los demás con bastante frecuencia. Realizo las acciones siguientes con frecuencia: prestar, regalar, estar disponible, escuchar. Permito a los demás realizar acciones en mi favor. Estoy acostumbrado a perdonar sin rencores. Hago esfuerzos para superar el cansancio, la enfermedad, la pereza para atender a los demás. Actúo a favor de los demás buscando su bien más que la propia satisfacción y sin pensar en lo que puedo pedir a cambio. Me esfuerzo en atender a las personas que más necesitan de mi atención. -7- Planes de acción educativa Ayudo a los chicos a concretar sus preocupaciones para ayudar a los demás. Busco y ofrezco oportunidades para que los hijos puedan decidir libremente si están dispuestos a realizar acciones en favor de los demás. Les ayudo a descubrir las necesidades reales de los demás. Les ayudo a distinguir entre lo que son caprichos de los demás y lo que son necesidades reales. Les ayudo a reconocer el valor de sus propias posesiones, de su tiempo etc. Les ayudo a reconocer los motivos que realmente tienen cuando actúan en favor los demás. Ayudo a los jóvenes no sólo a dar sino también a recibir. Consigo que los jóvenes realicen acciones en favor de los demás por motivos elevados. Busco maneras de lograr que los hijos superen la comodidad, la pereza y el abandono con el fin de centrar su atención en los demás. Hablo con los hijos para que aprendan a relacionar la generosidad con el amor . (cfr. David ISAACS, La educación de las virtudes humanas)