oracion servicio - Apostolado de la Oración

Transcripción

oracion servicio - Apostolado de la Oración
ORACION
y
SERVICIO
WITWER
KUBICKI
RIVERA CARRERA
FITZSIMONS
TAGGI
Abril - Junio 2006
N.2
Los comentarios en español
a las intenciones del Apostolado de la Oración
se encuentran cada mes en internet en:
http ://www.adp.it/
ORACION y SERVICIO
Abril - Junia 2006
N.2
DIRECCION GENERAL DEL APOSTOLADO DE LA ORACION
BORGO S. SPIRITO, 4 - CP 6139 - 00195 ROMA - PRATI (IT ALlA)
Los comentarios en español
a las intenciones del Apostolado de la Oración
se encuentran cada mes en internet en:
http://www.adp.it/
PRESENTACION
Dentro del marco de la celebración del "Año jubilar de San
Ignacio, San Francisco Javier y el Beato Pedro Fabro" el primer
artículo de este número de ORACION y SERVICIO fue preparado
por el Padre Anton Witwer, SJ. (ampliamente conocido por
nuestros lectores) para la reunión anual de los Secretarios Europeos
del Apostolado de la Oración, tenida en Roma al fin de Septiembre
de 2005.
El Padre Witwer estudia "l a relación entre el Apostolado de
la Oración y los Ejercicios Espirituales de San Ignacio". No se trata
solamente de que el AO haya nacido en Vals dentro del ámbito de
una casa de formación jesuítica y de que su fundador, el Padre
Francisco Javier Gautrelet, SJ., le infundiera la espiritualidad
ignaciana, sino sobretodo del hecho de que el AO y su difusión
hayan sido encomendados por los Papas a la Compañia de Jesús.
Eso significa que no sólo nos debemos preguntar sobre la
unlOn histórica entre el AO y los Ejercicios Espirituales de San
Ignacio sino también sobre cómo ha de ser la relación entre ellos
para que puedan conservar su fuerza espiritual, enriqueciéndose y
fortaleciéndose recíprocamente, así como cuál ha de ser su aporte
para que toda acción apostólica pueda vivificarse con ellos. Porque
cada acción rea lmente "apostólica" nos vuelve más "apóstoles" y
consolida nuestra vocación cristiana, de modo que la vocación
realmente vivida comporta una dedicación que continuamente nos
pone frente a la pregunta: "Señor, qué quieres que haga"?
La segunda parte de este número contiene varios artículos de
interés en las actuales circunstancias de la Iglesia y del mundo .
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"Algunas reflexiones sobre una peregrinacIOn con el
Sagrado Corazón a la Jornada Mundial de la Juventud" narra las
vivencias de los jóvenes norteamericanos del MEJ, presentadas por
el P. James Kubicki , S.J ., Secretario Nacional del AO en los Estados
Unidos . Es un álbum de recuerdos que recoge los testimonios de
cómo vivieron los jóvenes participantes los diversos momentos de
su peregrinación por algunos santuarios europeos y cuyo punto
central fue la reunión de Colonia en Agosto de 2005.
Son textos muy emocionantes por la sinceridad y la frescura
con que los jóvenes testimonian sus reaCCIOnes a los
acontecimientos de esa peregrinacIOn en la que fueron
profundizando su encuentro con Dios y con los demás. A través de
sus vivencias se transparenta la acción misteriosa de Dios que les va
mostrando su amor y cómo ellos, movidos por el amor de Dios, van
respondiendo para cambiar sus vidas.
En el año de la Eucaristía que culminó hace poco en Roma
con el Sínodo de los Obispos, es interesante la carta del Cardenal
Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de Méjico, por el
cordial aprecio hacia la revista "El Mensajero del Corazón de Jesús"
y porque subraya la estrecha vi nculación de todos los elementos de
la Espiritualidad del Apostolado de la Oración con la Eucaristía.
El P. James Fitzsimons, S.J., Secretario nacional del AO en
Sudáfrica, ofrece desde Johannesburg su visión de la espiritualidad
del Corazón de Cristo, enfatizando que no consiste en una mera
piedad sentimental. Por el contrario, es un camino muy sólido para
la vida cristiana, profundamente cimentado en las verdades de la
Encarnación, la Redención y la Eucaristía, que nos lleva al
descubrimiento del amor de Dios a través de la realidad del corazón,
como lo entiende la Biblia, que desemboca en la profundidad del
misterio del amor que cada una de las Personas de la Trinidad nos
profesa y que nos impulsa a responder a la invitación para vivir la
nueva vida que nos ofrece el Corazón de Dios.
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Finalmente, el P. Massimo Taggi, S.J., Secretario nacional
del AO de Italia, cierra este número con un escrito sobre la misión
que desempeñaron en la Iglesia San Claudio la Colombiere y Santa
Margarita María Alacoque. Es una conferencia tenida en la ciudad
italiana de Livomo que describe la relación de amistad y apoyo que
providencialmente encontró la Santa, que vivía encerrada dentro de
su monasterio de clausura, en San Claudio la Colombiere, el
sacerdote que la supo escuchar y le ayudó a realizar el encargo que
el Corazón de Jesús le confiaba, en un momento y en unas
circunstancias especialmente difíciles a todos los niveles de la
sociedad francesa del siglo xvrn.
El próximo número de ORACION y SERVICIO estará
dedicado a los comentarios de las Intenciones del Santo Padre
Benedicto XVI para el Apostolado de la Oración durante el año
2007.
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LA RELACION ENTRE APOSTOLADO DE LA ORACION
y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO
Anton Witwer, S.].
El problema de la relación entre el Apostolado de la Oración
y los Ejercicios Espirituales de Ignacio, indudablemente, puede ser
examinado de modos muy distintos entre sí y, por lo tanto, los
resultados pueden resultar igualmente diferentes. El mero análisis de
los textos y la búsqueda de analogías y diferencias desvelará y
pondrá de relieve algo muy di stante de un ensayo sobre la teología
que dio sostén y forma a los Ejercicios o al Apostolado de la
Oración . El examen de la evolución histórica del Apostolado de la
Oración ilumina otro aspecto de los Ejercicios, acerca de sus
posibles consecuencias prácticas.
Hay además que tener en consideración que 10 que nos
invita, por así decir, a interrogarnos sobre la influencia de la
espiritualidad ignaciana en el nacimiento del APOR no es solamente
el hecho que un jesuita, el Padre Franc;:ois Xavier Gautrelet, haya
dado vida al Apostolado de la Oración, sino el hecho de que el
Apostolado de la Oración y su difusión le hayan sido confiados a la
Compañía de Jesús.
Eso significa que no sólo nos debemos preguntar sobre la
uruon histórica entre el Apostolado de la Oración, (APOR) y los
Ejercicios de Ignacio (EE), sino también sobre cómo ha de ser su
relación para que puedan mantener su fuerza espiritual ,
emiqueciéndose y fortaleciéndose recíprocamente, así como sobre el
aporte para que el apostolado de la Compañia adquiera nueva
energía de ellos. Ya que cada "acción" realmente "apostólica" nos
vuelve más "apóstoles" y consolida nuestra vocación: toda vocación
realmente experimentada también comporta dedicación y nos pone
frente a la pregunta: "¿Señor, qué quieres que haga?" .
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Por tanto, así como el problema de la identidad del hombre
en su esencia no puede ser solucionado de modo satisfactorio ni con
una ilustración anatómica ni con un análisis sociológico o una
caracterización psicológica, sino únicamente con una visión lo más
amplia posible y total, para nuestra cuestión vale la misma cosa.
Tanto los EE como el APOR deben ser considerados en su totalidad
ya que sólo así aparecen también como algo "vivo" que se vuelve
fundamentalmente reconocible en su esencia, pero que no se puede
definir nunca completamente a causa de los cambios propios de todo
ser vivo. Intentar una definición similar, al final, sería fatal porque
inmovilizaríamos la fuerza espiritual que se aloja en los EE y en el
APOR; al hacerlo así, trataríamos y describiríamos cuanto hay en
ellos de vivo solamente como "algo históricamente pasado" y por lo
tanto, en sustancia, como algo que ahora está "sin vida."
Estas observaciones introductorias me parecen importantes
para aclarar que en estas reflexiones sobre la relación entre el APOR
y los EE, me interesa el acercamiento y la perspectiva espiritual.
Esta impostación se basa ciertamente sobre hechos históricos, sobre
el análisis de los textos y las relativas reflexiones teológicas, pero no
se queda a ese nivel sino que se interroga, más allá, sobre sus
ligazones y sobre su sentido espiritual, ayer, hoy y mañana.
No quiero con eso deslucir o negar elementos evidentes de
la relación entre el APOR y los EE, realzados con razón por otros
autores (por ejemplo Ochagavía, Juan, E l AO y la Espi ritu alidad Ignaciana actual:
Oración y servicio 1985 , 359-380), incluso quisiera poner en seguida de
relieve algunos aspectos que me parecen no sólo importantes y
dignos de nota para una reflexión teórica de la relación entre el
APOR y los EE sino también para su comprensión profunda como
una cosa "espiritualmente viva."
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Rasgos característicos de los Ej ercicios Espirituales de Ignacio
El libro de los Ejercicios es, por una parte, el fruto de las
experiencias espirituales de Ignacio a lo largo de su peregrinaje y,
por otra, el intento de compartirlas con otros, íntimamente abiertos a
experiencias espirituales parecidas, a través de los ejercicios
contenidos en él para ayudarlos a ordenar la pr.opia vida hacia Dios a
través de ellos (cf. EE 21. Un intento similar de Ignacio es evidente ya en el
discurso con los compañeros de casa en Loyola (eL Autobiografía 11 )). Pero
entonces, cuáles son las experiencias espirituales de Ignacio y cuáles
sus convIccIones fundamentales reflejadas en el libro de los
Ejercicios?
Ignacio, en primer lugar, toma gradual e intensamente
conciencia de un hecho que ha determinado su vida desde el
principio: el "magis" como una tensión hacia el "cada vez más"
(Perceptible tal vez en su "deseo desenfrenado y vano de alcanzar la fama
Este "magis" es en sustancia el deseo que Dios ha
. instilado en cada ser humano de no conformarse pasivamente con lo
que se ha alcanzado, sino de querer continuamente "más"; es la
dinámica que hace de la vida del hombre algo auténticamente
"vivo."
(Autobiografía 1).
Esta aspiración, sin embargo, no está solamente detrás de
cada honesta fatiga espiritual, sino que nos concierne igualmente
también en los más diversos comportamientos egoístas del hombre.
La meditación de las Dos Banderas es sin duda la mejor descripción
de las direcciones opuestas a las que puede llevar el "cada vez más" :
hacia el creciente afán de riqueza, honor y soberbia independencia
que esclaviza al hombre, o hacia la disponibilidad de una mayor
pobreza, a la mortificación y al humilde servicio (el'. EE 142 Y 146).
A pesar de la citada ambivalencia tenemos que ver esta
"aspiración a algo más", dentro de la complejidad de la vida, como
una gracia de la que el hombre tiene que ser consciente, para no
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dejarse conducir a ciegas por ella, sino, al revés, para saberla
orientar hacia lo que conduce realmente a la "plenitud" de la vida.
En efecto, este anhelo puede ser calmado por un estilo de vida
exterior, o por la incapacidad de manejar los propios límites y las
propias debilidades, de modo que el hombre cae en la resignación,
se hace pasivo y en sustancia "no vive" verdaderamente (cf. el enfermo
en la piscina de Betsaida, al que Jesús debió despertar el entusias mo (Jn 5,5-7)).
Después de la herida en Pamplona, Ignacio no se resignó,
sino que esta aspiración sigui ó viva en él y lo hizo capaz de
distinguir lo diferentes que eran las direcciones en las que esta
ambición era capaz de conducirlo, ya fu ese al servicio de un a
señora, o a la intención de superar a los santos en sus esfuerzos (cf.
Autobiografía 6-7) . La diversidad de espíritus (cf. Autobiografía 8),
aprendida mediante la observación personal, hizo que reconociera
claramente la importancia del objetivo y lo llevó a encauzar su deseo
con mayor resolución y más conscientemente, como lo expresa en el
Principio y Fundamento de los EE.
En el caso de las experiencias comprendió que la aspiración
al "más" lleva una dirección equivocada en la medida en que no es
conducida por el objetivo y por la intención del "omnia ad maiorem
Dei gloriam". Esta convicción fundamental se muestra como un hilo
conductor a lo largo de los EE (cf. EE. 16, 152, 167, 17, 180, 185, 189,240,
339), que sirven precisamente para ayudar al hombre a ordenar la
propia vida a este respecto (cf. supra EE. 1,2 1 Y 189).
"El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a
Dios nuestro Señor" y por tanto tenemos que solamente desear y
elegir "lo que nos ayuda para el fin que somos creados" (EE. 23). Así
el Principio y Fundamento, en su formulación, se inicia ciertamente
con el hombre y sin embargo no en clave antropocéntrica! Al
contrario, Dios se vuelve muy claramente el centro del cual el
hombre, en cuanto criatura, depende profundamente y al que tiene
que responder, en libertad, con su vida. Por este motivo también está
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en el centro de interés la "vocación " recibida de parte de Dios. Eso
significa que un más profundo reconocimiento del significado del
"objetivo" y la íntima determinación consiguiente de desarrollar
todo a mayor gloria de Dios, hicieron a Ignacio cada vez más
sensible a su vocación y a que la reconociera cada vez más
claramente dentro de si .
De modo parecido a los Apóstoles, también Ignacio, al
comienzo, fue fuertemente tentado de llevar a la práctica con sus
propias fuerzas lo que consideró su "vocación" y, contando consigo
mismo, combatir lo que reconocía como sus debilidades . Igual que
Pedro quiso dar la propia vida, Ignacio en Montserrat estuvo
dispuesto no sólo a regalar los vestidos a un mendigo, sino hasta
decidido a dar incondicionalmente la propia vida a Dios (cf Lc 22,33 y
Autobiografía 18). Entonces Ignacio constató ser un "pecador", un
hombre que las más de las veces estaba en "estado imperfecto";
estaba en su intimidad todavía relativamente lejos de reconocer su
profunda necesidad de redención y de la fundamental dependenci a
del amor redentor de Dios.
Las experiencias de Manresa, dónde después de un período
de inicial tranquilidad (El se encontraba "en una condición de armonía interior",
aunque no reconociese bien "la problemática de la vida interior del espíritu" (cf.
interior tuvo que luchar (cf. Autobiografía 22) cada vez
más con los escrúpulos y donde fue asaltado por pensamientos
suicidas ("Tentaciones de lanzarse ... a través de una gran apertura" (cf. Autobiografía
24)), lo llevaron a un profundo conocimiento de sí, de los propios
límites y de sus culpas y, por tanto, también a la comprensión de su
necesidad de redención. Lo hicieron abierto a "recibir" el amor de
Dios. De aquel hombre que quiso librarse por sí solo, mediante las
propias fatigas espirituales, nació un hombre que pedía ayuda a
Dios, que "recibía con gratitud" la gracia de Dios y se reconocía
liberado por su misericordia ("Ayúdame, Señor; ... muéstrame dónde, Señor,
puedo encontrarla (ayuda)" (cf. Autobiografía 25)) y que así estaba
interiormente libre para la verdadera dedicación a Dios.
Autobiografía 20))
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Hasta este momento los esfuerzos de Ignacio quedaron
como actos sustancialmente arbitrarios, pero desde entonces su vida
se convirtió, cada vez más, en una respuesta a la voluntad de Dios:
se transformó en "ofrecim iento " vivo, que se expresa en la
determinación de ponerse totalmente a disposición de Dios, sin
condiciones, como su instrumento; y sobre estas bases también se
dejó sucesivamente conducir y amaestrar realmente por Dios (cf.
Autobiografía 27: Dios se comportaba con él "... como un maestro en la clase trata a un
Esta dedicación, que como la comprensión de su necesidad de
redención hizo de él un hombre Íntimamente abierto a Dios, que
recibe todo de El, lo preparó al regalo de la gracia que Dios quiso
prodigarle. No bloqueado más por el pensamiento de poder hacerlo
todo con las propias fuerzas, gracias a la práctica de la abnegación y
a la fe profunda en Dios, Ignacio fue capaz de entender más a fondo
los secretos de la fe y de sentir el amor de Dios (cf. Autobiografía 28-30:
niño").
todo le aparece bajo un a nueva luz y "le parecía haberse transformado en otro hombre y
que su intelecto fuese diverso del an terior" (Autobiografía 30)).
Ignacio aprendió por este camino a reconocer lo que es
fundamental para cada vocación cristiana, o mejor en qué consiste
esencialmente : es, de parte del hombre, un ofrecimiento
incondicional a Dios de modo que éste pueda disponer
completamente de él y conducirlo. ¡La vocación personal y la
oblación personal dependen estrechamente la una de la otra y en el
fondo no se pueden separar, sin embargo la vocación queda como
"fundamento" y de hecho se distingue por la oblación! La vocación
es la llamada de Dios a las personas para abandonar todo, como los
Apóstoles, y para quedar a su disposición; por tanto, la verdadera
respuesta del hombre debe ser la total disponibilidad de la
abnegación. Cuánto interesa a Ignacio profundizar y vivir esta
abnegación resulta claro no solamente en los textos clave y en las
plegarias de ofrecimiento (cf. EE 91-98, 155, 164-168,230-237 (234: "Tomad,
Señor ... ")) , sino también es como la base que atraviesa los Ejercicios:
morir a sí mismo para vivir completamente en Jesucristo y colaborar
en la construcción y cumplimiento del reino de Dios.
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Ciertamente ya la lectura que hizo Ignacio en Loyola de la
"Vida de Jesús " reforzó su unión con Cristo; aunque solamente
gracias a las visiones de Manresa Jesucristo revistió la importancia
central evidente en los EE y en sus otros escritos. La meditación
sobre la Encamación empapa los EE y la vida siguiente de Ignacio:
"pedir conocimiento íntimo del Señor, que por mí se ha hecho
hombre, para que más 10 ame y 10 siga" (EE 104; cf. Flp 3, 10). En
Jesucristo le fue posible vivir el amor de la Trinidad y por eso la
frase "el camino, la verdad y la vida" se volvió verdadero ejemplo de
vida para Ignacio: el "camino" que debió seguir y recorrer con la
máxima fe, la "verdad" en la que cada discernimiento espiritual
tiene su fundamento y sobre la que todo va medido, y la "vida"
porque sólo lleno de confianza en ella llega a su verdadera vida y en
el "morir a sí mismo" recibe la vida.
El "camino" del seguimiento de Jesús significa, por lo tanto,
para Ignacio no sólo una relación o una actitud experimentada
interiormente, sino más bien su manifestación en los constantes
esfuerzos encaminados a recorrer 10 mejor posible el cami no de
Jesús, también externamente. El hondo deseo que lo animó queda
testimoniado en su viaje a Tierra Santa, pero sobre todo en las
repetidas súplicas de ser unido al Señor que lleva la cruz (cf.
Autobiografía 96) y de parecerse cada vez más a El. Recorrer juntos el
carnina de Jesús comporta, tanto en los EE como fuera de ellos, el
esfuerzo de la mayor entrega y del mayor amor; ¡comporta, en el
sentido de la Contemplación de la llamada del Rey eterno, vestir "la
librea" (el vestido del servidor) de Cristo!
¡Por su esfuerzo de seguir a Jesús el Cristo y de volverse lo
más parecido a El, Ignacio se transformó cada vez más en un
buscador ! Esta búsqueda no se puede restringir al tiempo de una
determinada elección sino que dura hasta al final de la vida, porque
hablando de "misión" no se trata sólo de una determinada esfera de
competencia o un modo de vivir, sino que se trata de una respuesta
concreta, que se ha de dar en la vida de cada día.
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El seguimiento tiene siempre delante la pregunta: "¿A qué
me llama Cristo?" "¿Qué quiere de mi?" Por lo tanto, contiene
necesariamente la búsqueda de la voluntad de Dios. La búsqueda de
esta "verdad en fa misma vida" puede, como Ignacio demuestra,
comenzar sensatamente como "elección", allí donde se reconozca
intensamente a Jesucristo como la verdad (cf. EE 163: la materi a de la
elección comienza con la contemplació n del "bautismo de Jesús", en el momento en el
su calidad
dependerá de lo vivo que esté el deseo del hombre de dejarse
determinar y plasmar por su "verdad" (cf. las tres maneras de humi ldad (EE
164-168), pero también el significado de la tercera semana de los EE). El
discernimiento espiritual no depende, pues, del esfuerzo honesto, de
la agudeza intelectu al y de la sensibilidad hacia los movimientos del
Espíritu, sino, sobre todo, de la efectiva abertura interior respecto de
la voluntad de Dios.
que comienza la "misión de Jesús" que debe ser el criterio de aquella), y
En la Contemplación de la Encarnación, Ignacio abre los
horizontes de la misión de Jesús y con eso también los de la misión
del hombre : colaborar a la liberación de la humanidad . Como María
también el ejercitante tiene que estar listo a decir: "Hágase en mi
según tu voluntad" y a ponerse a disposición de Dios como
"instrumento de liberación" . "Vocación" y "misión" son, en esta
caracteri zación general, prácticamente idénticas y, del mismo modo,
son válidas para todos. La búsqueda de la "misión personal" en la
contempl ación de la vida pública de Jesús, y por tanto la cuestión de
la voluntad de Dios para la vida limitada y débil en una situación
concreta, conduce al reconocimiento gradu al de la propia "vocación
personal". Es decir, mediante el reconocimiento de la propia misión
se concreta la modalidad con la que se ti ene que realizar la
"respuesta" pedida a la persona, o bien la forma en la que tiene que
VIVir su vocación .
Cuando, en el di scernimi ento, la mirada a la misión de Jesús
hasta el ofrecimiento de su vida sobre la cruz se pierde, o pasa en
segunda línea, la pregunta sobre la vocación personal se transfOlma
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fáci lmente en una "búsqueda" de sí mismo, en la búsqueda de la
autorrealización y del propio bienestar, como también fue evidente
en el camino de los Apóstoles, que se opusieron sobre todo
interiormente al dolor y a las exhortaciones al servicio del siervo .
Como los Apóstoles, el hombre, sin embargo, sólo puede encontrar
con la ayuda de Dios su "verdadera vocación" si reconoce la
"verdad" de su vida, su permanente necesidad de ayuda, así como el
don y el amor constante de Dios y se deja continuamente estimular y
convertir por la voluntad de Dios. Con las reglas para el
discernimiento de espíritus, Ignacio subraya que no es ni fácil ni
obvio, sino que requiere el esfuerzo del hombre CEE 3 13-336 cf. también
los consejos para la elección. EE 189: "Piense cada uno que tanto se aprovec hará en
Con la
contemplación sobre las Dos Banderas y los Tres Modos de
Humildad indica que una buena elección depende del rechazo de las
tentaciones y de la opción por la bandera de Cristo y, por lo tanto, de
la profundidad de la anhelada y querida semejanza con el Señor (cf.
todas cosas espirituales, cuanto sa liere de su propio amo r, querer e interés") .
EE 136-147 Y 164- 168).
Cuando el hombre en obediencia a la palabra de Jesús trata
de seguir su "camino" como su discípulo, no sólo reconocerá la
verdad, que lo vuelve libre (cf. In 8,3 1-32), sino que además
pertenecerá a la verdadera "vida". En la medida en que el hombre
llega a esta verdadera vida tiene la experiencia del amor infinito de
Jesucristo y por eso es liberado del falso miedo y preocupación de sí
mismo . La íntima experiencia del amor depende tanto del
reconocimiento de lo que Jesucristo ha hecho por nosotros como de
la comprensión del propio estado de necesidad; o bien el dolor por
los propios pecados es decisivo para vivir la oferta de Jesús como
amor de un modo más profundo (cf. EE 193: "Pedir lo que quiero" : dolor,
sentimi ento y confusión, porque por mis pecados va el Señor a la pasión).
En el camino del seguimiento, Ignacio fue cada vez más
moldeado por Jesús y así también encontró con su ayuda la "misión"
y su vocación personal. El voto de Montmartre, la decisión de los
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compañeros de hacerse ordenar sacerdotes y por fin la imposibilidad
de un viaje a Tierra Santa llevaron gradualmente a la aclaración de
esta misión: ponerse a disposición del Papa para ser enviado por él.
Desde el punto de vista espiritual, para Ignacio y también
para sus compañeros, acabó así la segunda semana de los EE con la
elección acerca del estado de vida y la vocación personal concreta .
y justo aquí, dónde el camino de la elección ha llegado a su
término, comienza para Ignacio una nueva etapa que corresponde a
la de la tercera semana de los EE. La muerte y la resurrección de
Jesús fueron obviamente ya desde el principio objeto de sus
meditaciones. La tercera y cuarta semanas pertenecen ya desde el
período de París a la estructura de los EE y ahora reciben un sentido
ulterior propio, respecto de la continuación del camino espiritual de
Ignacio y para la comprensión de los EE.
Su oración de preparación para
encuentra su cumplimiento en la visión de
96), explica el argumento de la tercera
anonadamiento y la confirmación de
reconocidas en la elección. En la tercera
profundizada y renovada "entrega" a Dios!
la primera Misa, que
La Storta (cf. Autobiografía
semana de los EE: el
la vocación personal
semana se habla de la
Cuando la "elección" no pasa por esta "entrega de vida
purificadora" acompañando al crucificado, fácilmente acaba en la
fuga, en el desaliento y en la preocupación de sí mismo. Quien
quiere ser o convertirse en discípulo de Jesús no puede dejar de ver
que la "mies es abundante y pocos los trabajadores" y desde el punto
de vista de la "misión" tiene que volver la mirada cada vez más a la
actitud fundamental de la "vocación" y profundizar en su misma
entrega: renegar de sí mismo, tomar la cruz sobre sí y seguir a Jesús
(cf. Mt 9,37 y 16,24).
Para Ignacio el carruno de Jesús hacia Jerusalén fue el
camino hacia Roma: no sabe lo que le espera y está dispuesto al
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martirio. Ignacio sólo está seguro de una cosa, "que en Roma Dios
será misericordioso con ellos " y así se encomienda a su amor.
Gracias a la experiencia de La Storta experimentó aún más a fondo
la importancia que revisten el dolor y la muerte de Jesús para la
vocación: el hombre puede purificarla y reforzarla en la medida en
que trata de profundizar el ofrecimiento de su misma vida. Esta
respuesta de vida depende de un modo determinante, como Ignacio
bien sabe, de la profundidad de la comprensión del dolor de Cristo
por los propios pecados (cf. EE 197: "Considerar que E l padece lodo esto por mis
pecado s, etc.; y qu é puedo hacer yo y padecer ahora por El").
La respuesta humana, sin embargo, queda débil e insegura ;
mirándose a sí mismo, el hombre no es nunca capaz de vivir
realmente la vocación como un a entrega incondicional de sí mismo.
La cuarta semana de los EE representa la experiencia consoladora
de la duradera vecindad de Dios y de la condescendencia del
resucitado hacia nuestra humana debilidad.
Como demuestran las resistencias y las reservas sobre su
elección para Padre General (cf. "Electio Sancti rgnatii de Loiola in
Praepositum Societatis Iesu eiusque et sociorum professio ad Sancti Pauli" : Fontes
narrativi r (MHSr 66) 15-22), Ignacio fue consciente de su propia
inadecuación y tuvo que combatir con ella. ¡El "consuelo" de que
habla Ignacio (cf. EE 224: "Considerar la función de consolador que Cristo , nuestro
Señor, ejercita ... "), que nos llega del Señor resucitado, da al hombre una
nueva tranquilidad y la Íntima confianza de tener la facultad y de ser
capaz, con la ayuda de Dios, de recorrer el camino de su vocación a
pesar de la inadecuación experimentada! En cuanto pecador
llamado por Dios él, como los Apóstoles, es invitado de nuevo por
Jesucristo a devolver este "consuelo" accesible y experimentable a
otras personas mediante la propia vida y las propias obras.
La experiencia de la propia inadecuación ha dado a entender
a Ignacio que vocación y misión no le pertenecen, sino que
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únicamente permanecen vivas en él en la medida en que intenta
vivirlas del mejor modo, a pesar de los límites humanos, y de
alimentarse así del amor de Dios. Como en el "Principio y
Fundamento" al principio de los EE, también al final con la
"Contemplación para alcanzar el amor" (cf. EE 230-237), Ignacio aclara
de nuevo de qué se habla en los EE y, en el fondo , en toda vida
espiritual : de la experiencia del am.or de Dios y de la "respuesta de
la vida" a ese amor, como oferta, para ser para los demás
instrumento del amor de Dios y mediante la propia vida "alabar,
honrar y servir a Dios."
La relación con Jesucristo, constantemente profundizada, ha
cambiado y desarrollado también en Ignacio su concepción de la
Iglesia. Al principio vivió la Iglesia sobre todo como una institución
de la que tenía necesidad y a cuya obediencia (cf. Autobiografía 47 , su
reacción a las acusaciones e interrogatorios (cf. Autobiografía 59-70)) se sentía
obligado, y sucesivamente "corresponsable" y a cuyo servicio se
quiso poner junto a sus compañeros (Querían ponerse a di sposición del
Vicario de Cristo para que los pusiese allí donde juzgase que lo requería la mayor gloria
Reconoció cada vez más
profundamente en la Iglesia a "la verdadera Esposa de Cristo" y la
veneró en calidad de "madre" (cf. EE 353) en quien encontraba y
servía al Señor.
de Dios y el bien de las almas (Autobiografía 85)) .
Ignacio, que ya enseguida, después de su conversJOn,
localizó su misión en el amaestramiento y consolidación de las
personas en su fe , cada vez más claramente la entendió como una
misión en la Iglesia y a su servicio. Este espíritu eclesial que vivió
concretamente no sólo cambió su relación interior con los
sacramentos, sino que hizo más profunda su relación con María,
madre de Jesús, y con los Santos.
La comprensión de su vocaClOn al sacerdocio está
intensamente influenciada por su relación con la eucari stía. Esto no
sólo es evidente por el hecho de que se propuso "esperar todavía un
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año para la fiesta de la primera Misa para poderse preparar a ella"
(Autobiografía 96; cL tambi én Autobiografía 95), sino que trasluce
especialmente en su diario espiritual: su vida espiritual, la oración,
los trabajos y los discernimientos espirituales tuvieron su centro en
la celebración eucarística que se volvió el manantial del consuelo y
la iluminación espiritual (cf. además del diario espiritual , sobre todo la
Autobiografía 100- 10 1).
La celebración eucarística es para Ignacio, sustancialmente,
la fuente espiritual en la que encuentra el modo de encaminarse a la
contemplación para alcanzar amor. En la eucaristía pide de modo
parti cul ar la gracia de poder vivir realmente su vocación y su
misión. Mientras reconoce la propia necesidad, no solamente pide
ayuda a Dios, sino que se encomienda sobre todo a la intercesión de
Nuestra Señora, "que pueda unirlo a su hijo" , un a oración que le fue
atendida en la visión de La Storta y todavía permanece actual
(Autobiografía 96; numerosas pruebas de la fe en la intercesión de María y de otos
El
deseo espiritual de parecerse lo más posible al Señor que lleva la
cruz, es ligado estrechamente por Ignacio al misterio de la eucaristía
en el que, contemplando el amor del crucificado, se ofrece todo al
Padre y ruega por su propia alma .
Santos se encuentran en el diario espiritual (cf. DE 17 [1 8 de febrero de 1544]) .
El espíritu eclesial de Ignacio se refleja en las reglas para el
"Sentire cum Ecclesia" CEE 352-370). El hecho de que estas reglas
estén al final del libro de los ejercicios y que sólo fueran insertadas
por Ignacio en Roma (cf. Exercitia Spiritualia (=MHSI 100) 33) , no
disminuye en ningún modo la relevancia para la comprensión y la
ejecución de los EE. Estas reglas representan una "codificación" de
la posición respecto de la Iglesia, que deberían manar de los EE y de
una vida vivida según el seguimiento de Jesús. Pero la actitud
interior expresada en ellas también es, en cierta medida, una
afirmación por la que los EE pueden ser realmente fructuosos.
Como el "Principio y Fundamento", el espíritu eclesial es
igualmente un presupuesto inenunciable para los EE y constituye
- 85 -
una orientación determinante de ellos: ser testigo e instrumento del
amor de Cristo a su Iglesia.
El espíritu eclesial de Ignacio no es determinado solamente
por una profunda sensibilidad por el presente y por la obra de Dios
en la Iglesia, sino también por el deseo absoluto de dejarse conducir
en todo por Dios. El espíritu eclesial de Ignacio es auténtica
expresión de un ofrecimiento y una vocación vivida genuinamente.
El "dejarse guiar" por la Iglesia real, significa también un "morir a sí
mismo" para vivir real y completamente en Dios, al servicio de los
demás deseando y eligiendo "lo que más nos acerca al objetivo para
el que somos creados."
El nacimiento del APOR del espíritu de los EE
Al padre espiritual del Escolasticado de Vals, Padre
Gautrelet, no le interesó en primer lugar la fundación de un nuevo
movimiento o institución, sino sencillamente el ahondamiento y la
realización de la vocación de sus jóvenes hermanos (cf. Henry Ramiere,
L'Apostolat de la Priere. Ligue du Coeur de Jésus (septieme éd ition) XXVII).
Plasmado por el espíritu de los EE, el mismo Padre Gautrelet trató
de profundizar ulteriormente con ellos en lo que los había plasmado
en sus EE y por cuyo motivo se habían decidido a formar parte de la
Compañia de Jesús. Dicho de otra manera, el determinante punto de
partida para el nacimiento del APOR fue sustancialmente la cuestión
de cómo "vivir" la vocación personal y, por lo tanto, de cómo llevar
a la práctica la "respuesta a Dios".
Toda verdadera respuesta tiene dos presupuestos esenciales:
de una parte una fe profunda y por lo tanto también una relación
vivida y, de la otra parte, un objetivo por el que merezca la pena dar
la propia vida. La entrega de Jesús en la cruz se basa de la misma
manera en la amorosa obediencia al Padre y en su amor redentor por
nosotros pecadores, que valemos para El el precio de su vida.
Nuestra humana abnegación en el seguimiento de Jesús presupone
- 86 -
este doble amor: el amor a Dios y el amor a los demás. Sólo en la
medida en que estos dos tipos de amor vivan en nosotros, la misma
abnegación se convertirá en señal y expresión de amor.
Con referencia al primer presupuesto ya citado de la
respuesta, es fácilmente comprensible que el Padre Gautrelet viese
claramente el gran sentido de la oración para una vida según la
vocación y por eso incansablemente exhortaba a los Escolares: sólo
a través de constantes esfuerzos por el ahondamiento en la relación
con Jesucristo y por la comprensión de su amor se puede ser capaz y
estar dispuesto a poner la vida cada vez más a su servicio. ¡Sin
oración no es posible ni el ofrecimiento ni la vida en la vocación!
El segundo presupuesto dirigía obligatoriamente la mirada a
la misión en cuanto objeto de la entrega. La pregunta que se deriva
de ello es: "¿Dónde y cómo debe ser llevada a la práctica la
entrega?" o, dicho de otro modo, la cuestión de la misión fue lo que
lo impulsó, en contraste con la situación de la época, a la concreta
formación del APOR. Porque en el problema de la misión entraba
no sólo el contexto intelectual-espiritual de los Escolares, y con ello
el "mundo" en el que vivían, sino sobre todo, al final de la
Contemplación de la Encarnación, estaban implicados más
directamente tanto el mundo entero, hasta dónde puede llegar la
misión, como las múltiples necesidades humanas.
Como los Escolares estaban tentados de entender la
"misión" como el cumplimiento de un encargo recibido y como un
servicio exteriormente prestado a otras personas, les resultaba
ciertamente fácil ver en la vida de los numerosos misioneros jesuitas
la misión real, pero, al contrario, les resultaba difícil encontrarle un
parecido en su propia vida. Fue tarea del Padre Gautrelet, en calidad
de padre espiritual, enseñar y hacerles comprender su misión en la
oración de intercesión. Así también creó el fundamento de lo que
ahora distingue el APOR en su esencia: el ofrecimiento de sí mismo
vivido en la oración de intercesión.
- 87 -
El ardor por la predicación del Evangelio de Cristo y la
alegría por' la llamada vienen velozmente a no ser que el hombre
pierda de vista el objeti vo de su vida y de su misión. E l Padre
Gautrelet trató de reforzar este ardor y esta alegría de modo
particular en aquéllos que exteriormente, como los Escolares, no
podían todavía ser directamente activos en el servicio de la
predicación (c f. Fran r;ois-Xavi er Gautrelet, L'Apostol at de la Priere (Lyon-Paris
1846) 104). El "magis" en ellos no se debería enfriar y el deseo de
servir a la mayor gloria de Dios (cf. ib. 106) debería quedar vivo.
Como aparece evidente en las argumentaciones del Padre
Gautrelet sobre el APOR, indudablemente no sólo intentaba
despertar en los Escolares de Vals la sensibilidad por la "dedicación
a la oración por los otros", sino más bien daba la clara "tarea" de
vivirla conscientemente como misión (cf. la oración por la co nversió n de los
pecadores y de los no creyent es : ib. 11 5 respect. 128 f) . De esta manera les
explicó como la "oración " de ofrecimiento diario se distinguía de
aquella otra oración que tiene como objetivo el ahondamiento de la
fe y la relación con Jesucristo. ¡No es su objetivo la búsqueda de la
experiencia del amor de Dios, sino más bien la amorosa oferta de sí
mismo como respuesta a un amor que ya se conoce!
Con eso se aclara que la oración del ofrecimiento diario no
encuentra correspondencia en la oración contemplativa de los EE,
que se dirige más que nada a los misterios de la vida de Jesús, sino
que expresa lo que el conjunto de los EE tiene por objetivo: "no ser
sordos a su llamada", sino ponerse generosamente a disposición para
colaborar con la misión de Jesús (cf. EE 91 Y 97f). La "súplica de
intercesión" no se puede agotar en una exterior tarea de plegarias,
más bien exige un "precio": pide al que reza estar dispuesto a
"ofrecerse a sí lnismo".
Esto que se orienta a la persona que en los EE está
espiritualmente en camino, le será dado en el APOR, ya desde el
principio, como un mandato, en la invitación a la oración del
- 88 -
ofrecimiento diario: ser en su vida diaria, en cuanto sea posible, una
"persona para los demás", ofreciendo en oblación a Dios lo que es y
lo que tiene, por los otros. Solamente con una semejante disposición
interior de entrega es posible (Gautrelet subraya y repite que la buena intención
actúa por sí sola; cfr. Gautrelet 105) conseguir una oración que no sólo pida
algo a Dios, sino que conduzca a entregar cuanto se tiene a
disposición para conseguir la petición hecha.
No se trató de introducir nuevas prácticas espirituales (cf.
sino más bien de orientarlas hacia un objetivo. Así no
sólo las fatigas y los dolores de la vida, también fueron admitidos en
el APOR los deberes de su tiempo y constituyeron algo que podía
ser ofrecido a Dios. Lo nuevo no fueron las formas de la práctica
espiritual sino la disposición interior y la intención con las que eran
llevadas a la práctica.
Gautrelet 104f),
Me parece, por tanto, particularmente importante recordarlo
de modo explícito, porque la espiritualidad y la orientación
intelectual de la primera mitad del siglo diecinueve han plasmado
tan fuertemente el aspecto exterior del APOR en su nacimiento, que
se corre el riesgo de no ver la verdadera esencia y el fundamento
espiritual del ofrecimiento según los EE. Para el Padre Gautrelet y
para el Padre Ramiere este fundamento fue evidente yeso se ve en
sus escritos, sin embargo, la abertura a todos los fieles y la
formación del APOR como organización favorecieron, sin duda, la
tendencia a ver cada vez más en el APOR solamente una asociación
de oración, y a tener el ejercicio exterior del ofrecimiento como más
importante que la disposición interior.
Las indicaciones que hemos hecho no tienen en absoluto la
intención de devaluar las formas de religiosidad entonces
predominante (Eucaristía, devoción a María y al Corazón de Jesús) o
de poner en tela de juicio la importancia fundamental que ahora
tienen. Me importa sobre todo hacer una distinción neta entre el
objetivo y los medios; este es el interés de citar unas formas de
- 89 -
ofrecimiento que no se reducirán a algo vacío e insignificante en la
medida en que busquemos continuamente su contenido y lo
compartamos con los demás. Sólo en la medida en que logremos
tener claro el objetivo del APOR esas formas pueden ser realmente
útiles.
Respecto a los presupuestos para un ofrecimiento vivido,
junto a la confianza en Dios, he citado como segundo un objetivo
por el que merezca la pena dar la vida. Para hacer ver claramente
este objetivo a los Escolares de Vals, el Padre Gautrelet les daba la
"misión" , se la "ordenaba" (cf. para el signifi cado de un "mandato" semejante la
misión "orat pro Ecclesia et Societate" claramente expresada en la Compañía de Jesús),
les explicaba la oración de ofrecimiento diario y les enseñaba a
servirse de la riqueza y de la tradición de las formas de devoción de
la Iglesia, pero también les abría los ojos sobre las necesidades del
mundo y de la Iglesia. Ahora ilustraremos brevemente en sus
consecuencias para el APOR este último punto, que es en sustancia
una actualización de la Contemplación de la Encamación.
La Contemplación de la Encarnación de los EE invita a
observar la situación de la humanidad y su necesidad de redención ;
habla también de la compasión 'de Dios y su intervención sobre esta
necesidad humana y por fin del ángel y de Nuestra Señora, que
cumplen su misión (cf. EE 1101-109). Una mirada a la situación de la
humanidad, sin embargo, no sólo evidencia la necesidad de los otros
sino que recuerda también la propia necesidad de redención,
experimentada más profundamente en la primera semana. No
sorprende, pues, que fueran admitidos en la espiritualidad del APOR
la penitencia y la conversión, y también la reflexión sobre la
reparación, que fue parte viva de la devoción al Corazón de Jesús de
aquel tiempo. Si viene a menos el sentido del pecado y de la propia
necesidad de redención , el hombre verá solamente las necesidades
materiales y psíquicas . Si falta la mirada a la "vida eterna" su
empeño lo llevará fácilmente al activismo, pero difícilmente a la
verdadera dedicación de su vida a los demás.
- 90-
El Padre Gautrelet recuerda así las necesidades que cada
uno de nosotros tiene (cf. por ejemplo el lex to de la oración de consagración al
Corazó n de Jes ús: "". malgré nos miseres et nolre indignité"." Gaulrelet 128)
y
subraya cómo la necesidad particular, objeto de nuestra oración,
debe ser localizada en la conversión de los pecadores y los infieles
("".prier en particulier". pour la conversion des pécheurs, et" . pour la conversión des
sabe lo importante que es dar tanto las
indicaciones del modo más concreto posible sobre las necesidades
precisas, como invitar a la oración por esas intenciones (" ".Co mme il esl
infideles". " Gautrelet lI5 );
important, pour exerciter le zele et entretenir le ferveur dan s la priere, de pou voir se faire
quelque idée de la grandeur et de la multitude des besoins de l'Eglise, " .nou s joi gnons
ici un tableau renfermanl les principales inlenti ons qu 'on peut se proposer": Gautrelel
Compartir la manifestación de las
necesidades e invitar explícitamente a rogar por ellas no han perdido
su importancia y para ello tiene que servi r también ahora la difusión
de las intenciones del Papa.
109f; cf. la lisla relaliva anexada al libreto).
Si echamos una mirada a las necesidades de redención de la
humanidad, nos damos cuenta de la amplitud de la misión de Jesús
y, además de la necesidad que vemos, refuerza la conciencia de la
corresponsabilidad que tenemos hacia la humanidad, el mundo y la
Iglesia. Esto modifica no sólo nuestra relación con los demás sino
también la imagen y el concepto de Iglesia que tenemos. No es obra
nuestra, es la obra de Dios con la que colaboramos; somos
responsables de ella y al mismo tiempo percibimos nuestra humana
impotencia; somos partos de este amor (cf. Gaulrelet I f). La fe en Dios,
el reconocimiento de los propios límites y la conciencia de la
corresponsabilidad encaminan al hombre a la posibilidad, que
siempre tiene, de la oración; ¡eso significa que no sólo nuestras
necesidades nos enseñan a rezar, sino que también lo hace el
contraste con las necesidades de los otros!
Una oración que se pone realmente a disposición de las
necesidades de los otros no corre el peligro de transformarse en una
coartada con la que descargar la responsabilidad sobre Dios. El
hombre es antes invitado a buscar activamente el modo de colaborar
- 91 -
a la superación de la necesidad mediante el propio actuar y obrar, y
eso lo conduce cada vez más a una "entrega de la vida" en la que le
ofrece a Dios realmente todo, su oración y su acción.
El Padre Gautrelet ha tratado de profundizar esta "búsqueda
activa" de la mayor colaboración posible a la misión de Cristo, que
en los EE lleva al discernimiento de la misma vocación;
con'esponde al "fervor apostólico" que quiso despertar en los
Escolares. Mirar a la Iglesia y a las necesidades de los otros ha
llevado así, en sustancia, a que lo que gradualmente se desarrolló en
el Escolasticado de Vals, desde el punto de vista espiritual, no
pudiera quedar circunscrito a aquel entorno y tuviera que extenderse
a todos los cristianos: todos debían encenderse en este "ardor
apostólico" y vivir este "apostolado de la oración" ofreciéndole a
Dios su vida entera por las muchas necesidades de la humanidad en
todo el mundo y poner en acción realmente su vocación cristiana.
EL APOR y su relación con los EE
Comprender con precisión la relación actual entre el APOR
y los EE es indudablemente aún más complicado si no miramos a
sus principios, que son, como ya dije, algo "vivo" que yendo
adelante se transforma y se debe transformar para no convertirse en
algo "sin vida". Ambos, el APOR y los EE, tienen que cambiar
necesariamente su cuadro exterior en un contexto que está en
constante evolución, para poder permanecer fieles, en cierta medida,
a su esencia. Esto puede ser también visto como un desafío a
esforzarse continuamente por entender lo más profundamente
posible su misma naturaleza.
Ya que ambos, el APOR y los EE, quieren ayudar a los
demás a vivir mejor su relación con Dios, deben tener en cuenta la
relativa situación del hombre y, por tanto, se tienen que adecuar a
ella. Respecto a los EE, Ignacio dice que deben ser aplicados según
- 92-
la actitud de la persona, según la edad, la instrucción o la
inteligencia (cf. EE 18: "Se han de aplicar los tales ejercicios según la disposición de
°
las personas que quieren hacerlos, es a saber, según que tienen edad, letras ingenio;
porque no se den a quien es rudo, o de poca co mplexión, cosas que no pueda
descansadamente llevar y aprovecharse con ellas. Asimismo, según que se quisieren
disponer, se debe de dar a cada uno, porque más se pueda ayudar y aprovechar ... "),
pero también deben ser valoradas las condiciones externas en las
que los EE se desarrollarían (cf. EE 19). Eso significa que justo porque
los EE, e igualmente el APOR, son un "medio de servicio" han de
ser continuamente evaluados en razón de la situación de la
humanidad y adaptados a ella.
El cambio por el que ha pasado el APOR en el curso de su
historia no debe ser visto como un alejamiento impetuoso y acrítico
de sus orígenes, sino como expresión de aquel "fervor apostólico"
que ya el Padre Gautrelet animaba para hacer fructuoso este "medio
de servicio pastoral" del mejor modo posible. Los muchos
documentos y escritos del Padre General y sus delegados sobre el
APOR reflejan este esfuerzo, como también las varias tentativas del
Secretario Nacional de adecuar el APOR a las condiciones
regionales y a las necesidades de las personas . Semejantes fatigas
han llevado también a comprender más claramente los elementos
esenciales y así a transmitir lo que el APOR tiene que ser en su
esencia más profunda: una ayuda para dar valor a la llamada
cristiana y para vivirla mejor (cf. Estatutos: ARSI XV (1968) 206).
Sin duda ha habido en el pasado, como todavía hoy,
tendencias que alejan el APOR, y de modo parecido también los EE,
de las intenciones originarias y por tanto alteran en parte su esencia.
No se ha hecho con mala intención, más bien ha sido por un escaso
conocimiento de sus elementos constitutivos. La adecuación de los
EE y del APOR a las personas y a las situaciones es necesaria y el
bueno éxito de tal adecuación presupone un profundo conocimiento
de su esencia. Presupone el conocimiento de lo que es esencial en
ellos, porque solamente así es posible modificar y adecuar "lo
- 93 -
modificable" y lo que "es condicionado por el tiempo y por la
situación" de modo apropiado.
Documentos como, por ejemplo, los Estatutos del APOR (er.
ARSI xv (1968) 206-211) o la "Carta" del APOR (ef. ARSI XXIII (2004) 243246) ponen en evidencia los elementos fundamentales y tratan así de
explicar la esencia del APOR. Estudiarlos y adoptarlos íntimamente
es, por tanto, importante para una comprensión profunda del APOR
y determinante para poder conformarlo en el justo modo con las
situaciones concretas. El hecho que ambos documentos citados
contienen sustancialmente los mismos elementos no implica sin
embargo que les sea atribuido idéntico sentido; tampoco las
diferencias son irrelevantes para los objetivos de una comprensión
profunda del APOR. Algunos elementos esenciales pueden, por
tanto, sufrir un cambio en su sentido a través de la adecuación a
nuevas situaciones de modo que, en parte, el APOR reciba por ello
una nueva orientación y una nueva caracterización.
Para poder aclarar y también comprender mejor tales
diferencias en la caracterización y sobre el fondo de la relación entre
el APOR y los EE, es oportuno junto a los Estatutos y a la Carta del
APOR insertar de nuevo brevemente también la ilustración del
Padre Gautrelet.
Respecto a las prácticas del APOR, no nombra en primer
lugar la oración de ofrecimiento diario y la consagración al Corazón
de Jesús, pero el agradecido recuerdo de la Encarnación del Señor
por el anuncio del ángel, ha de realizarse tres veces al día (cf. Gautrelet
114f). Eso significa que, al final, al Padre Gautrelet le importa el
ofrecimiento y el fervor en la práctica de la vocación cristiana, en
cuanto ve y subraya, en primer lugar y sobre todo, la relevancia
central de la experiencia del amor redentor de Dios, gracias a la
cual, el ofrecimiento y la colaboración a la misión de Cristo llegan a
ser posibles. La comunión, que en cuanto es posible se recibe el
viernes del Corazón de Jesús por la conversión de los infieles y los
- 94 -
pecadores (ef. Gaulrelet 1160, es considerada por él, sin embargo, más
como un acto de devoción.
En los Estatutos del APOR, en los que se recoge la teología
del Concilio Vaticano II, la eucaristía se pone en el centro como
manantial y culmen (ef. ARSI xv (1968) 207: "... euius eenlrum es t Saerifieium
Eueharistieum"
y
ib.:
"Cum
Saerifieium
Eueharistieum
sit
fons
et
eulmen
Y así es nombrado, directamente en el
primer punto. También el Cordero sacrificial está en correlación con
el ofrecirrilento diario (Los es tatutos citan aquí LG 34 (ef. ARSI xv 207)), al
que luego siguen la devoción al Corazón de Jesús, la veneración de
María, el Sentire cum Ecclesia y el esfuerzo de la oración. También
cuando la abnegación es presentada como un mandato, aparece en
primer lugar como un fruto de la eucaristía, o mejor, a través de
Jesucristo que une a las personas con su vida y su rrilsión. Sin poner
en tela de juicio la relevancia de la "respuesta" y de las acciones
humanas , más fuertemente se resalta la gracia y la obra del Espíritu
de Dios a las que la persona se abre.
evange li zat ioni s ... " (ef. LG 11 ))
Si bien los Estatutos, respecto de la devoción al Corazón de
Jesús, hacen expresamente referencia a la expiación (ef. ARSI xv
(1968) 208: "Amori Domini respondentes se ipsos IlIi eonseerant Eique pro propiis et
por otro lado el texto en su
conjunto, alineado decididamente al modo en que es vista la
eucaristía, desplaza la atención más sobre la contemplación del
amor de Cristo que sobre la fuente de la salvación (cf. ib.: "Cum autem
mundi peeeatis reparationem praestant..."),
Eeclesia nos doeeat amore Chrisli" et nos invitet, ut amorem , Corde Christi
en primer
lugar la experiencia interior de este amor puede y tiene que hacer a
las personas capaces de una respuesta y exhortarlas a ofrecer la
rrilsma vida por la remisión de los pecados propios y por el mundo.
sy mboli zatum, tamquam fontem salutis et miserieordiae eo lamus ... ");
La "Carta" del APOR corrilenza claramente con el
ofrecirrilento diario e invita a verlo como un mandato y, en cuanto a
la participación a la rnisión de la Iglesia, a vivirla como una rrilsión
personal (ef. ARSI XXIII (2004) 243). Partiendo de esta exhortación, el
- 95 -
acto del ofrecirn.iento es representado en sus efectos positivos sobre
las personas y sobre la vida de la Iglesia, pero también se llama la
atención sobre sus diversos elementos (Corazón de Jesús, Eucaristía,
Sacramento de la Penitencia, María), los cuales son importantes para
que tal ofrecirn.iento tenga éxito y pueda ser ulteriormente
profundizado.
Con el ofrecirn.iento diario la "Carta" pone en el centro la
esencia de la llamada cristiana: estar incondicionalmente a
disposición de Dios mediante el ofrecirn.iento de la rn.isma vida para
convertirse así en un medio de colaboración con la rn.isión de Cristo.
Paralelamente a los EE, el ofrecirn.iento diario es indicado cual
"Principio y Fundamento" del APOR, rn.ientras que los otros
elementos asumen relevancia para consolidar el ofrecjrn.jento y
deben ser empleados para que el APOR, como los EE, puedan
volverse realmente un eficaz "carn.ino de santificación".
La diversidad del "genus litterarium" es evidente y nos
obliga a no hacer comparaciones entre los Estatutos y la "Carta",
sino más bien a aprender de ambos. La referencia a la diversidad
tenía sólo la intención de comprender más profundamente los
elementos individuales que son esenciales para el APOR y su
sentido en el proceso espiritual que el APOR, desde el Padre
Gautrelet, trata de encarn.inar primeramente y profundizarlos luego
en las personas. Las diferentes caracterizaciones, sin embargo, han
mostrado que el APOR en sustancia tiene el rn.ismo propósito de los
EE: ayudar a las personas a descubrir su vocación y a vivir su rn.isión
en la Iglesia.
El rn.ismo propósito comporta el hecho de que el APOR se
tenga que basar en los elementos que son fundamentales también en
los EE. Debemos por lo tanto ver el APOR, en sustancia, como la
adaptación de los EE a las situaciones concretas de la persona y una
relativa "versión abreviada" de lo más importante. EL APOR
cumple con esta "simplificación" que Ignacio indica en la
- 96 -
decimoctava anotación de los EE y además toma muy en serio la
atención que les debemos a las "personas más simples y no
instruidas", para que también ellas reciban la ayuda necesaria y
oportuna para su vida espiritual (ef. EE 18: "Esta manera es más propia para
personas más rudas o sin letras .. ,").
El esfuerzo de exponer más detalladamente el APOR en un
escrito como la "Carta", así como todo tentativo de profundizar el
espíritu del APOR en cada persona, lleva a un creciente
acercamiento al camino espiritual que Ignacio indicó en el libro de
los EE y también pone en marcha un proceso espiritual parecido a
como fue entendido por los EE. Que el APOR logre acercarse más o
menos a los Ejercicios Espirituales de Ignacio, depende sobre todo
de la situación intelectual-espiritual de las personas a las que se
dirige y de aquel que valora sus posibilidades y sus particulares
necesidades espirituales.
Ya que los EE no indican un camino rígido, sino que han de
entenderse en el sentido de que el "Creador" puede actuar "con la
criatura" y la criatura "con el Creador y Señor" (ef. EE 15), así también
los elementos fundamentales del APOR, en su significado, no son ni
ilTeformables por principio ni deben ser vistos en una rígida
secuencia, sino empleados de modo que logren contribuir de la
mejor manera posible a una relación viva del hombre con Dios y a la
dedicación resultante del ponerse al servicio de los otros y de toda la
Iglesia.
En conclusión, la oración de contemplación de la Vida de
Jesús y la oración del ofrecimiento diario sólo son caracterizaciones
de la oración que busca una vida en el Espíritu de Dios, tal como
existe una sola relación vivida con Dios que comporta un recíproco
dar y recibir (ef. EE 231). Así como en los EE, la contemplación del
amor de Jesús y el amor de Dios experimentados al final espolean al
ofrecimiento más total en el "Suscipe" (er. EE 234), igualmente el
ofrecimiento vivido conduce a la comprensión de las propias
- 97 -
debilidades y a la necesidad de redención y, por tanto, a un nuevo
tender hacia el amor de Dios.
Con el "Suscipe" Ignacio despide en la cotidianidad al
ejercitante que en modo particular acoge el APOR y que quiere
santificarse. He aquí porque éste "Tomad, Señor" tiene que estar
siempre vivo. Mirar el corazón traspasado y vivir de la eucaristía en
la vida cotidiana mantienen viva la contemplación del amor de
Cristo, para que este ofrecimiento verdaderamente pueda lograr
"cada vez más". Como entonces los Escolares en Vals, así el APOR
profundiza y devuelve vivo lo que ha crecido en los EE; pero
establece al mismo tiempo el fundamento para que el hombre se
transforme en aquel que, como en los EE, siente que debe buscar
continuamente y vivir su vocación y su misión.
EE Y APOR en sus permanentes correspondencias recíprocas
¡El APOR ha nacido del espíritu del "magis" que el Padre
Gautrelet puso en marcha a su servicio ! Este "siempre más" ha
suscitado el fervor apostólico que quiso encender también en los
demás y que gradualmente llevó a tomar un aspecto cada vez más
real en lo que fue conocido como APOR.
¡Cada verdadera renovación y ahondamiento del APOR
debe por eso ser consecuencia del espíritu del "magis" y del espíritu
de los EE! ¡Así el "magis" empujará indudablemente a mantener
vivos en el APOR los EE en el sentido más general posible! Si una
renovación no viene acompañada de esta actitud de máxima fe ,
respecto a la esencia de los EE, de hecho el APOR pierde su
"espíritu" , es decir, pierde lo que lo conduce y lo determina en la
mayor profundidad de su ser.
Si el APOR no respira el espíritu de los Ejercicios, cone el
riesgo de convertirse en una práctica de devoción estática y de no
exhortar a las personas a vivir su "vocación" y ayudarlas en ello,
- 98 -
llevándolas simplemente a un actuar exterior. Los EE son
considerados indudablemente una "escuela de oración", pero no
tanto en el sentido de un taller para cambiar las técnicas y métodos
de oración, cuanto sobre todo en el sentido de que son una ayuda
para guiar una vida en diálogo con Dios: en escucha de su Palabra y
en cumplimiento de su voluntad. Capacitando para este diálogo,
profundizan y hacen posible vivir la propia vocación. Sólo en la
medida en que el APOR trate de ser de este modo una "escuela de
oración" estará en posición de dar a los creyentes la capacidad de
"entrega" y de fOlmarlos como verdaderos colaboradores en la
misión de Cristo.
EL APOR perdería también vitalidad si sus responsables, los
Secretarios Nacionales entre otros, por ejemplo se pusieran a
conseguir con las intenciones de oración una determinada y personal
"política de la Iglesia" o "de la sociedad", en lugar de, en el espíritu
de los EE y, por 10 tanto a la luz de la contemplación de la
encarnación, mirar a las necesidades de la humanidad con los ojos
de Dios y hacerlas evidentes. La invitación a la oración por estas
necesidades no es una invitación a una obra arbitraria, sino a
participar en la obra salvífica de Dios que quiere superar las
necesidades mediante la redención del hombre. Sólo así la oración
puede llevar a una fe siempre mayor en la voluntad salvífica de Dios
y, al mismo tiempo, a profundizar la disponibilidad de poner la
propia vida sin condiciones en este servicio.
El APOR pierde su vitalidad espiritual en los creyentes, en
la medida en que no los ayuda realmente a ver su vocación y así a
entender que ésta exige su vida entera. De hecho, un verdadero
"ofrecimiento " es posible sólo como "respuesta" del amor y, por lo
tanto, proviene de una vocación reconocida y amada en el
ofrecimiento. Si la vocación y la vida no son vistas como la
respuesta a la llamada de Dios, falta el "omnia ad maiorem Dei
gloriam" y, por 10 tanto, aquel profundo amor a Dios que es el
presupuesto esencial para el ofrecimiento. En tal caso la oración de
- 99-
ofrecimiento se transformaría cada vez más en un "actuar" exterior y
en algo que el hombre no percibe como gracia, sino más bien como
una ganancia personal que se siente tentado de alabar como su
"mérito espiritual", de un modo parecido al del fariseo en el templo
(cf. Le 18,11 ss).
Aunque aquí pudiéramos poner otros ejemplos, estas pocas
indicaciones podrían bastar para reconocer cuánto el APOR remite a
los EE y a la continua renovaóón de su espíritu. La Compañia de
Jesús tiene la responsabilidad de mantener vivo el espíritu de los EE
en el APOR, para que éste permanezca vivo en su carisma original.
A causa de la historia del nacimiento del APOR es
indudablemente más fácil reconocer su dependencia de los EE que
ver, al revés, su importancia para los EE. Esta importancia reside
ante todo en la preparación de posibles ejercitantes. EL APOR
puede crear un clima en el que las personas, por el esfuerzo de la
práctica de la oración del ofrecimiento diario, se hacen cada vez más
profundamente conscientes de su vocación cristiana y así inician la
búsqueda de su vocación personal. En este sentido, el P. Ramiere
considera una utilidad que el APOR pueda llevar al nacimiento y al
desarrollo de vocaciones apostólicas (cf. Ran1Íere (s. An . 4 1) 243-245 :
"Utilité de l'Apostol at de la Priere pour faire naltre et développer les vocation s
apostoliques" (ib. 243)). Como Ignacio hablaba de la fe y de la relación
con Dios para ganar las personas para los ejercicios espirituales, así
también el APOR puede crear la apertura hacia los EE y despertar
en las personas su deseo en la medida en que sea vivido
sinceramente.
Sin embargo, el APOR es importante para los EE no solo en
el sentido que incrementa el número de los participantes, sino sobre
todo por el desarrollo interior de los mismos. Quien ofrece
cotidianamente su vida a Dios en el espíritu del APOR se vuelve
interiormente más libre, (mas indiferente) y así también puede
acceder a los ejercicios con mayor apertura y deseo. Pero también le
- 100 -
será más fácil el profundizar en la "vocación", el ahondamiento en la
entrega y en el "morir" a sí mismo en la tercera semana de los EE y,
probablemente, habrá en él menos miedos y resistencias respecto a
la cruz. Como ya dije anteriormente, el ejercitante formado en el
espíritu del APOR con la oración del ofrecimiento diario ya ha
encontrado un modo experto de mantener vivo y profundizar en sí el
"Suscipe" del final de los EE y en su espíritu: el APOR y los EE se
hacen recíprocamente instrumentos mejores en la mano de Dios
para la bendición y la salud de la Iglesia.
Como Ignacio aclara en su lista de los diferentes servicios
apostólicos (er. Form. lnst. 1), en el servicio a los demás y en la
construcción del reino de Dios no podemos limitamos a una sola
forma, sino que tenemos que utilizar más bien las muchas
posibilidades de ganar las personas para Dios. Los EE y el APOR,
por lo tanto, no pueden ser considemdos como dos alternativas que
se excluyen mutuamente, sino que es preciso reflexionar cómo
pueden sustentarse recíprocamente y completarse para ayudar del
mejor modo posible a las personas en su camino hacia Dios y darles
la posibilidad de vivir verdaderamente con El y de El.
- 101 -
- 103 -
REFLEXIONES SOBRE UNA PEREGRINACION
CON EL SAGRADO CORAZON A
LA JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
James Kubicld, S.}.
El Apostolado de la Oración de Estados Unidos y la
Universidad de Marquette co-patrocinaron una "Peregrinación con
el Sagrado Corazón a la Jornada Mundial de la Juventud". Jóvenes
de todos los EE.UU, acompañados por ocho Jesuitas, cuatro
seminaristas diocesanos y cuatro religiosas - 97 peregrinos en total hicieron la gira. Comenzaron a prepararse en febrero con la "Guía
del Corazón Peregrino", escrita por Will Prospero, SJ., uno de sus
dirigentes y Director del Apostolado de la Oración en la provincia
de Wisconsin. El arzobispo de Milwaukee, Timothy Dolan, les
celebró la Eucaristía antes de que el grupo saliera hacia París .
Después de visitar la Basílica del Sagrado Corazón, viajaron a
Paray-Ie-Monial y a Taizé. De aquí se desplazaron a Lorelei para
participar en el programa jesuítico "Magis". El grupo americano era
el responsable de la tienda de la Adoración en el campus con 3.000
personas de todo el mundo. Y, finalmente, el grupo viajó a Colonia
para la Jornada Mundial de la Juventud propiamente dicha.
Esperamos que al compartir las siguientes reflexiones de
algunos de los peregrinos, oh'os participarán en las muchas gracias
de esta peregrinación única. Es éste un signo más del deseo de Dios
de que se reviva el Movimiento Eucarístico Juvenil en los Estados
Unidos.
***
Las palabras del arzobispo Dolan cuando celebrábamos la
Misa al comienzo de nuestra peregrinación, hablaban de la verdad
de la Jornada Mundial de la Juventud 2005: estábamos peregrinando
- 105 -
no sólo hacia un lugar sino sobre todo hacia una Persona. No puedo
imaginarme otra peregrinación más centrada en el Sagrado Corazón
de Jesús . Desde la Basílica del Sagrado Corazón en París, a Paray le
Monial, a adorar a Cristo en Magis, a Colonia, ciertamente hemos
ido a venerarlo. Nuestro culto, nuestro contacto directo con Cristo
en la Eucaristía, se fue celebrando en todo el camino recorrido.
***
A lo largo de estas dos semanas, ciertamente busqué al
Corazón de Jesús e intenté ofrecérselo todo. Al actuar así se me
concedió la gracia de superar las pequeñeces que normalmente
podían molestarme y otras muchas cosas. L~ verdad profunda que se
me reveló fue que no tengo que ir a un determinado lugar para
ofrecer todo cada día a Jesús, sino que necesito hacer una
peregrinación cada día precisamente allí donde me encuentro. Se me
reveló que esto es lo que quiere decir el vivir de verdad la oración
del ofrecimiento de la mañana y ser devoto del Corazón de Jesús; no
es murmurar unas palabras medio dormido, cada mañana. Más bien
es pedir a Jesús que me de fuerzas para vivir CADA respiro para El,
CADA día, como lo hacíamos en Francia o en Alemania. La gracia
que se me concedió en Colonia fue la gracia que había pedido: un
conocimiento más hondo, una devoción más profunda, un amor más
arraigado al Corazón de Jesús.
***
Mi participación en la peregrinación del Sagrado Corazón
fue una gracia entre muchas otras. Aunque no me sentía cercano a
ninguno antes de iniciar la peregrinación, sí experimenté desde el
principio una sensación real, tangible de solidaridad espiritual. Entre
las numerosas experiencias maravillosas de reflexión, participación
y oración con mis compañeros peregrinos, destacan algunas
rebosantes de gracia. En primer lugar pienso en las maravillosas
Horas Santas en Lorelei, en las que nuestros jesuitas americanos
- 106-
jugaron un papel destacado. Muy de notar fue la primera noche,
cuando el número de adoradores fue creciendo desde unos pocos,
sobre todo rrUembros de nuestro grupo al principio, hasta llenarse la
carpa en toda su capacidad. Nunca había sentido tan intensamente la
"catolicidad" de la Iglesia; parecía como si el mundo entero se
hubiera concentrado con y por nuestro Señor Eucarístico . E n
segundo lugar tengo presentes las gracias de la hermosa Misa que
celebramos en la capilla de las apariciones de Paray-le-Monial, en
donde tuvimos la oportunidad de consagrarnos al Sagrado Corazón:
conectar nuestro corazón con el de Cristo en el rrUsmo lugar en que
reveló esta dimensión de su vida divina.
***
En esta peregrinación capté el valor de la comunidad. Todos
tenemos que comer, todos los 6.500 rrUllones que estamos sobre la
tierra, todos necesitamos un lugar donde dormir, todos hemos de
saber a dónde vamos, cada uno necesita asearse, todos necesitamos
alimentar nuestras almas. Descubrimos que, incluso entre los
Católicos, diferentes personas alimentan su alma de modos distintos.
Cuando abandonábamos Marienfeld el dOrrUngo por la tarde,
contemplé con pena la desolación que dejábamos detrás. Y cuando
rrUré la basura a la izquierda, los servicios atestados, el césped
pisoteado , caí en la cuenta de las abundantes bendiciones de Dios.
Nuestra experiencia era ciertamente la renovación del alimento de
los 5.000. En nuestra rrUcrocósrrUca representación del mundo, un
rrUllón compartió un espacio relativamente pequeño; compartimos
cuartos para dorrrUr, baños, agua, alimentos y - lo más importante compartimos a Jesús. Cuando contemplé el desorden que quedó
después de nuestra vigilia de la noche entera y de la Misa, me vino
una sensación de esperanza. Me confirmé en que Dios tiene el
control soberano sobre este mundo y jamás podremos sondear la
magnitud de sus bendiciones y de su gracia, incluso cuando
decidimos ignorar su amor. Ha revelado su Corazón Sagrado, el
corazón que arde tan fuertemente y ama tan hondamente un mundo
- 107 -
que se aparta de El. Pero un millón de jóvenes de todo el mundo se
había reunido durante una semana para proclamar que sabemos que
está ahí, sabemos que nos tiene a su cargo y sabemos que a nosotros
toca la responsabilidad de proclamar su mensaje al mundo. En esta
peregrinación he tenido noticia de milagros, de perdón, de
redención, de vida nueva en Cristo. Gracias a su sacrificio VIVO,
podemos vivir con los demás en El, cada día de nuestra vida.
***
Ver a miles de personas estallar en aplausos de alegría por
nuestro Santo Padre, era ya una experiencia en sí misma; nunca
olvidaré la Adoración en Lorelei (Alemania).En una sosegada carpa
de circo, personas de todas las naciones estaban reunidas para alabar
al Señor con sus cantos. Pero cuando comenzaron unos inesperados
fuegos artificiales y la curiosidad movió a algunos a salir, me
invadió una sensación de rechazo y pena, y me eché a llorar. Traté
de contener las lágrimas, sin saber por qué lloraba. Momentos más
tarde caí en la cuenta de que el corazón por fin se me había hecho
uno con Cristo. Había sentido una pequeña dosis de la tristeza que
experimenta cuando la gente hace caso omiso de su amor y de su
Corazón Santísimo.
***
Estoy muy agradecido a la gracia de Dios que me permitió
asistir a la JMJ. En su conjunto esta experiencia me guiará a lo largo
de la vida con un amor más hondo y mayor a Nuestro Señor
Jesucristo y a su Corazón Sagrado. La experiencia que más me
habló durante nuestras dos semanas de peregrinación, fue la primera
noche en la tienda de la adoración. Esa noche ciertamente me ayudó
a entender el significado de las palabras: "Hemos venido a adorarle".
Al principio pensé que quizá habría algunas pocas personas, además
de nuestro grupo, esperando para nuestra Hora Santa. Realmente
Dios me habló esa noche a medida que nuestra tienda comenzó a
- 108 -
llenarse. Esa noche me impresionó lo universal que es realmente la
Iglesia Católica, pues tantos jóvenes del mundo entero venían a este
pequeño rincón, a venerar a Cristo. Es difícil trasladar esa
experiencia a las palabras, tan fuete fue el amor visible de Dios. A
medida que nos alejamos de esa experiencia, se me hace más
incisiva y seguirá así el resto de mis días.
***
Los primeros días me fueron difíciles. Como me sucede con
frecuenc ia, olvidaba dejar a Dios encargarse de mí. Cuando hacía mi
voluntad por encima de la del Señor, me apartaba de su gracia. El es
SIEMPRE misericordioso y amoroso, y nunca deja de rescatarme de
nuevo: Tras una confesión sincera y de un tiempo dedicado a la
adoración, El me re-enseñó la importancia de la confianza y de la
entrega total a El, porque me programaba un viaje de modo que
abierto plenamente a El, me adentrase más hondamente en su
Corazón. Hizo mucho a través del "sufrimiento" que me venía de la
ausencia de las comodidades diarias, conforts y lujos de mi
existencia de clase media alta. Con gran sorpresa mía, nunca me
había sentido tan libre ni tan rebosante de alegría. Liberado del
materialismo, del aislamiento producido por la tecnología y del
sentido de control personal que contamina mi vida diaria, pude
encontrarme con Cristo con mucha mayor profundidad. Ahora que
estoy de nuevo en casa, sigo luchando contra la desazón de las
pulsaciones de mi corazón, cuando me encuentro de nuevo en medio
de nuestra cultura superficial. Llevo conmigo la verdad y la libertad
experimentadas en mi peregrinación física a la JMJ e intento
aplicarlas cada día a la peregrinación de mi existencia diaria. En
estas dos semanas, he aprendido que (como dice San Agustín) mi
corazón esta inquieto hasta que descanse completamente en el
Corazón de Cristo.
- 109 -
***
Atravesamos la tielTa, volamos sobre los océanos, comimos
lo que se nos ofrecía y donníamos las pocas horas de la noche en
que podíamos reclinar la cabeza; pero un CORAZON latía en todos
nosotros. Mi mayor recuerdo de la JMJ será la unanimidad de todos
en desear el Corazón Eucarístico y en el hecho de que habíamos
encontrado nuestra Estrella, su Corazón, en la gracia de la
Adoración.
***
Cuando estábamos en Marienfeld, en la ruta por donde pensábamos - iba a pasar el Santo Padre, recuerdo que uno
comentaba así: "Sé que el Papa se va a detener cuando me vea,
nadie se me resiste". Lo dijo sólo de broma, pero pensé que en
realidad era verdad: cada uno de nosotros es realmente ilTesistible a
los ojos de Dios.
***
Uno de mis experiencias predilectas fue durante la Hora Santa de la
última noche en Lorelei. Los peregrinos pasaron a ser los Magos en
su camino hacia el encuentro con el Señor, recolTiendo los campos
cantando "Laudate Omnes Gentes". Cuando desaparecieron las
nubes y las estrellas indicaron el sendero, me pareció como si Dios
se asomara a ver directamente la procesión; El no podía apartar los
ojos qe nosotros.
***
Han pasado unas
Europa. No ha transcurrido
Mundial de la Juventud.
catedrales que visitamos;
tres semanas desde que venimos de
un solo día sin que pensara en la Jornada
Unas veces recordaba las históricas
en otros momentos pensaba en los
- 110 -
hennosos paisajes de Francia y Alemania. Pero sobre todo me
acordaba de la gente. Las personas con quienes viajamos, con las
que tratamos y de las que nos separamos. Dios nos ha bendecido con
maravillosas comunidades, sean la familia o los amigos en casa, los
amigos en el Colegio y también la comunidad de la Iglesia. La
gracia más profunda de la JMJ habría que decir que es el aprecio de
la sencillez. La vida es demasiado corta para malgastarla en trajes a
la moda, los amigos influyentes o lo que sea. Hemos de situar a
Jesús en el centro de nuestra vida. Esta es la cuestión. Ciertamente
es solo esto. Así es de sencillo. Claro está que el mundo nos
bombardea continuamente con los trabajos en casa o fuera, con las
actividades extracurriculares que intentan agobiamos hasta donde
podemos e incluso más allá. Pero con Jesús en el centro y
procurando simplificarlo todo, siempre se nos dará la fuerza y la
gracia para continuar. También me doy cuenta de que llevo una vida
privilegiada: tener presente esto en todo momento puede parecer
sencillo, pero no lo es. La enseñanza tendría que ser sencilla, y no lo
es. Jesús es la razón de vivir. De modo que la JMJ se me ha dado
para simplificar la existencia y procurar las cosas que en la vida me
lleven siempre a la mayor gloria de Dios.
***
Mi mayor regalo fue el tiempo de adoración pasado con el
Señor en Lorelei. Durante la peregrinación tuve sentimientos de
temor, inseguridad y tristeza, y mi mayor descanso fue las horas que
pasé ante la Eucaristía. Sentí el amor de Dios con mucha más fuerza
que en ninguna otra experiencia, y cuando le abrí el corazón y le
confesé cuanto sentía y pensaba, podría asegurar que El ya lo sabía.
Sentí como si Dios me dijera: "Descansa, sólo esto: descansa" . Este
tiempo me confirmó que Dios me amaba verdaderamente y se
ocupaba de mí; y este amor incondicional había estado en mí aún en
los momentos de dificultad, cuando no podía encontrarlo o me había
sumergido en mi propia desesperación de jamás "merecerlo". Sin
ese tiempo, pienso que habría seguido dudando de la posibilidad de
- 111 -
que Dios me amara; pero después de dejar mi carga ante Jesús y
descansar confiá ndome a su cuidado, fui capaz de levantarme
fortalecido y con una sensación de paz mayor que en ningún otro
sitio. Como resultado de esta experiencia ya era capaz de decir con
un millón de otras personas "He venido a adorarle".
***
Uno de los momentos más emocionantes de la peregrinación
fue la adoración en Magis. Esta experiencia se destaca como una
gracia especial de Dios, pues aquí obtuve la respuesta a muchos
interrogantes sobre los que había orado durante largo tiempo.
***
Me embarqué en la peregrinación con algunas intenciones
en mi cabeza. Como todos, quería estar más cerca de Dios. Pero más
superficialmente y centrado en mí, tenía preguntas sobre la elección
de carrera, puesto que este año académico iba a ser decisivo para mí.
Necesitaba ayuda sobre qué hacer con mi vida. ¿Qué llamamientos
son los míos? Lamentándolo mucho, no encontré respuesta a estas
cuestiones. Algunas pistas se me revelaron parcialmente, pero eran
de vida corta y poco claras, y volví a casa sin soluciones. Ante el
hecho de encontrarme sin respuestas, caí en la cuenta de que debía
entregarme y confiar. Tenía que someterme a la grandeza de Dios y
confiar en que El trazaría el camino. Dios tiene sus planes y los iba a
revelar al correr del tiempo. Precisamente por no tener respuestas
debo confiar en El y mi fe en El se va a robustecer. Estoy muy
agradecido de no haber obtenido una contestación clara. Esta norespuesta es una de las abundantes gracias recibidas. De todos
modos, la gracia más importante es que nuestro Dios, amoroso
siempre, me reveló su Corazón Sagrado. Durante la Misa en Parayle-Monial, Dios me ayudó a alcanzar la meta de esta peregrinación.
No se cifraba en procurar respuestas, sino en hallar su Corazón
Sagrado para venerado ("Hemos venido a adorarlo") , amarlo, vivir
- 11 2 -
con El Y llevarlo a los otros. Pero Dios me hizo contemplar su
Sagrado Corazón más claramente en la adoración de Lorelei. En
esos momentos su Corazón impactó mi corazón y dejó una huella
tan profunda que perdurará toda la vida. Su Corazón vive en el mío.
***
Crecer en la compañía de Jesús con otros, es siempre un
tiempo de gozo. La sabiduría de la Cruz nos dice que crecer en la
amistad de Jesús implica sufrimiento. En la peregrinación al
Sagrado Corazón aprendí que el padecimiento cosecha bendiciones
abundantes. Y cuando comencé a caer en la cuenta de que el
sufrimiento actúa para limpiar de "estorbos" mi corazón, para
centrarlo enteramente en el don que me otorga Nuestro Señor, la
experiencia de Jesús se va haciendo cada vez más sorprendente.
Esto lo recordé sobre todo en la carpa de la Adoración de Lorelei.
Una vez llegados allí y acomodados, los momentos de silencio ante
el Corazón Eucarístico Expuesto de Jesús instauraron un oasis de
paz en medio de una actividad desbordante. Estos momentos fueron
de sorprendente e intensa paz a un tiempo. Me sentía agradecido de
estar allí y respirar en el Señor en medio del silencio. Antes, nunca
jamás había estado tan agradecido por los momentos de silencio con
Jesús. El señor me decía ¿Ves qué fácil soy? ¿Por qué te preocupas
tanto? Me situé allí y repasé lo que habíamos visto y experimentado
en París, Paray-le-Monial y Taizé. Comencé a mirar estos tres
lugares como gracias únicas que culminaban en la carpa provisional
de la colina que dominaba el "pueblo del peregrino" de Lorelei.
Ciertamente a Dios podemos encontrarlo en las iglesias, pero
también está en lo hondo de nosotros por el camino. Está con
nosotros en los sucesos y personas que encontramos en el camino;
está con nosotros en las hermosas capillas antiguas, al igual que en
las "capillas" temporales donde encontramos a Cristo Eucarístico.
Es de verdad "alimento para el camino" y se le puede encontrar,
consolar, adorar en los anfiteatros, en el metro, en las calles, los
pasillos de los colegios, los santuarios, las carpas de circo, las
- 113 -
basílicas inmensas, los campos bulliciosos o las antesalas de los
aeropuertos. ¡Nuestro Dios es ciertamente maravilloso!
***
Jornada MUNDIAL de la Juventud. Esta palabra condensa y
simboliza lo que me impresionó más y me dejó la huella más
duradera de esta peregrinación extraordinaria. A lo largo del viaje
tuvimos la fortuna de celebrar la Misa en muchos santuarios,
basílicas , anfiteatros y campos. Para la mayoría de los participantes,
la lengua no era la suya, pero cada uno entendía qué se celebraba,
cada uno rezaba las oraciones y respondía en su idioma. Me sentí
conectado con personas del mundo entero si bien no podía
comunicar verbalmente con ellas . Al final de la Misa en Marienfeld,
caí en la cuenta de que yo era parte de una comunidad global, que
algo en común tenía con la juventud de Europa, Asia, Africa,
Suramérica. y no sólo por un día, sino siempre.
***
Una de las experiencias más conmovedoras para mí no tuvo
lugar en la Jornada Mundial de la Juventud propiamente dicha.
Sucedió en los días de la peregrinación anterior a la Jornada, en un
delicioso lugar junto al río Rhin, llamado Lorelei. Aquí nuestro
grupo levantó una carpa de adoración, con una Hora Santa
inaugural. Antes de iniciar la adoración esa tarde, mi experiencia de
peregrino consistía de varios fragmentos aquí y allí; no pude ver
cómo estaban enlazados. Habíamos ido de lugares abiertamente
católicos hasta Taizé, único sitio con una misión verdaderamente
ecuménica. Había tenido un montón de dificultades para unir esas
piezas. No me era posible ver cómo podían ensamblarse. No sabía
cuál era la verdad ni hacia donde me podía dirigir. Hubo un
momento en que deseé no haber venido a la peregrinación y
- 114 -
escaparme lo más lejos posible y llorar. La verdad no era ya algo de
lo que estuviera seguro. Con tal estado de ánimo entré en la carpa de
Lorelei. Mirando a lo ancho de la tienda, era imposible encontrar un
puesto que no estuviera ocupado, y hubo gente que quedó fuera.
Eramos extraños los unos para los otros pues veníamos de diferentes
lugares del mundo y hablábamos lenguas distintas; pero esto no
importaba. Lo más importante no era la persona más cercana o lo
que habían sido mis experiencias en la peregrinación o en mi vida.
Lo trascendental era a Quién veníamos a adorar. Esta era mi
respuesta. Esta, la verdad. Esta hora me integró lo que había
experimentado hasta el momento, en un modo que nunca habría
podido imaginar. Se me daban contestaciones a mis dudas,
respuestas que siguen conmigo hasta el día de hoy y, espero, durante
el resto de mi vida.
***
Lo que más me impresionó de la JMJ es la importancia de la
adoración y el hecho de que nuestro peregrinaje no fue para visitar
un lugar sino para encontrar una Persona. Me sentí muy atraído por
la adoración durante todo el viaje y caí en la cuenta de su
importancia para nutrir y renovar mi espíritu. Pasar el tiempo con
Jesús me llenó de paz y me volvió más humilde y algunas veces me
conmovió hasta las lágrimas. Estoy planeando ir semanalmente a la
Adoración para llenar mi corazón de Jesús. Durante el viaje se
clarificó cada vez más que nuestra peregrinación no intentaba visitar
diversos lugares, sino buscar a Jesús y caminar hacia su Corazón.
Así me lo clarificaron las conversaciones con las personas que
encontré. También la reflexión personal me mostró que como Jesús
dio su vida por mí, ahora me toca a mí esforzarme por entregarle mi
vida. El Papa Benedicto XVI lo resumió muy bien cuando dijo: "El
viaje de los tres reyes magos llegó a su término. Alcanzaron su meta
cuando encontraron al nuevo Rey. Pero entonces comenzó para ellos
una nueva jornada, una peregrinación interior que cambió sus vidas
completamente" .
- 115 -
***
Cuando nuestro Santo Padre se dirigió a las inmensas
multitudes de las orillas del Rhin, nos animó a todos a "abrir
nuestros corazones a Dios". A nosotros, cien peregrinos, oír estas
palabras nos pareció la propuesta perfecta según la experiencia de la
semana y media anterior que había inoculado en nosotros tales
ansias de Jesús, que abrirle las puertas de nuestra alma era la meta
constante. Personalmente, la vez primera que mi corazón había sido
impactado por el amor del Corazón Sagrado de Cristo, fue en la
Adoración Eucarística en la basílica del Sagrado Corazón a altas
horas de la noche, en una bella iglesia casi vacía. Pues fue allí donde
los muchos eventos del día, mis aspiraciones para las dos semanas
futuras y el amor de Jesús que lo dominaba todo, me llenó de una
profunda sensación de paz en un país extranjero.
*
**
Un par de momentos de nuestro VIaje se destacan como
especiales y grandes bendiciones. Uno fue nuestra estancia en Parayle-Monial. Cuando estuvimos allí pude experimentar realmente la
paz y la gracia del Sagrado Corazón de Jesús; y su mensaje de
misericordia infinita me penetró. La imagen pintada en la iglesia de
la aparición de Jesús a Santa Margarita María, con el Corazón
resplandeciente, penetró fuertemente en mi mente y me proporcionó
la confianza de que El desea derramar su misericordia y sus gracias
sobre mí (y sobre todos nosotros), si yo (y nosotros) confiamos en
El. También fue un don parecido el tiempo en la carpa de la
Adoración en Magis. Una de aquellas noches pude pasar largos ratos
con Jesús en la Eucaristía, ¡y fue tan maravilloso! No sé si alguna
vez las palabras pueden describir lo que es estar con Jesús, pero ¡qué
gran regalo que El esté siempre esperándonos para escucharnos,
hablarnos, ayudarnos o simplemente para que lo conozcamos mejor!
- 116 -
***
Después de haber tenido tiempo para "digerir" las
experiencias de la JMJ, caí en la cuenta de que Dios me había
hablado cada día sobre todo en la Misa diaria. Me parecía que esas
celebraciones expresaban la voluntad de Jesús de venir y salimos al
encuentro en cada faceta de nuestra vida. Pensad sólo ... que nuestra
misa de cada día no se celebró en lo que llamaríamos "iglesias
normales". La tuvimos en aeropuertos, estancias escolares, extensos
campos con hierba, lo mismo que en iglesias tales como la Capilla
de las apariciones del Sagrado Corazón. Y no obstante, Jesús estaba
presente a nosotros en la Santa Eucaristía, sin mirar el hecho de que
se celebrase entre un montón de equipajes o sobre un Altar
convencional: a través de nuestras experiencias de la misa diaria, me
di cuenta de que Jesús anhela estar presente en todos los aspectos de
nuestra vida de cada día.
- 117 -
MENSAJERO DEL CORAZON DE JESUS
Cardenal Norberto Rivera Carrera
Arzobispo Primado de México
El Santo Padre Juan Pablo II nos ha obsequiado este año
(Octubre de 2004 - Octubre de 2005) dedicado al gran misterio de
nuestra fe, a la Eucaristía. Por lo que me alegra mucho que la
publicación del Mensajero del Corazón de Jesús se sume a los
muchos otros medios con que se quiere hacer vida y profundizar la
presencia sacramental del Señor.
"Mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta la
consumación de los siglos". Esta presencia nueva y extraordinaria se
nos da en la Eucaristía: "Yo estoy con vosotros en la Eucaristía". Y
allí está con su presencia real, sustancial , sacramental, con su
Cuerpo, Alma y Divinidad; allí tenemos a Cristo con nosotros.
"Estaré co n vosotros, pondré mi morada en medio de vosotros". Allí
está, y está en nuestros templos en los Sagrarios con una presencia
especial de su Gloria, que es Cristo inmolado por nosotros y
gl ori fi cado.
Más aún, está con nosotros en nuestro corazón: "Si alguno
me ama, mi Padre le amará y yo le amaré, y vendremos a él y
haremos nuestra morada en él". Por tanto, está en cada uno que vive
en gracia, con una presencia verdadera, no la misma de la
sacramental de la Eucaristía, no confundamos; pero verdadera.
"Mirad que yo estoy con vosotros " y en vosotros "todos los días ". Y
El está en mí. Cristo mismo está en mí. El Padre está en mí, Cristo
está en mí, el Espíritu Santo está en mí; por lo mismo son presencias
nuevas . Y nosotros los discípulos nos comprometemos a respetar esa
presencia, a vivir en esa presencia, a estimarla, a visitarle en la
Eucaristía, a participar en la Eucaristía, a llevarle en nuestro
corazón; no sólo a llevarle, sino a ordenar nuestra vida según su
presencia dentro de nuestro corazón . Eso es lo que pretende el
- 119 -
Apostolado de la Oración y este sencillo cuadernito es un
instrumento para propiciarlo.
El Corazón de Jesús es el lugar de encuentro de Dios con el
hombre, es donde la humanidad se reconcilia con Dios. Del Corazón
de Jesús se derrama su amor sobre todos sus hijos y así nos lleva a
una espiritualidad del corazón, imitando su abandono, su
obediencia, su valentía, su fidelidad y su amor.
El culto al Sagrado Corazón de Jesús es inseparable de su
Madre. Reconocemos en María una participación privilegiada en el
Corazón de Jesús, pues como Madre de Jesús, ella conoce su
corazón, intercede por nosotros ante El y nos guía hacia El,
enseñándonos a vivir como hizo ella, en el amor de su Hijo, en
servicio a Dios y con solicitud por los demás.
Que María Santísima de Guadalupe acoja en su Inmaculado
Corazón a cuantos se encuentren con el Corazón Sagrado de Jesús
por esta sencilla y humilde publicación mensual.
- 120-
EL CORAZON DE CRISTO
James Fitzsimons, S.].
La devoción al Corazón de Jesús
170
es mera piedad sentimental
Parece eXIstir un cierto rechazo por parte de algunos
católicos de inclinación más intelectual, incluso del clero, a
considerar la devoción al Corazón de Cristo como una espiritualidad
auténtica. El tema del presente artículo es que una espiritualidad
centrada en la sana comprensión de lo que entendemos por Corazón
de Cristo, no sólo es una espiritualidad auténtica, sino un
componente real de la oración y vida cristianas. Negar esto es no
captar toda la verdad de la Encarnación, de la Redención y de la
Eucaristía de Cristo. Quiero adelantarme a decir que igualar la
genuina espiritualidad del Sagrado Corazón con una cierta piedad
sentimental es rozar la herejía.
Flotan hoy en la Iglesia algunas herejías menores, resultado,
unas veces, de una mala interpretación de algunas afirmaciones del
Vaticano II; pero más frecuentemente son la consecuencia de
suponer algunas ideas que jamás se afirmaron. Por ejemplo, la
obediencia religiosa. En el documento sobre la renovación de la vida
religiosa, Petfectae Caritatis, con gran sensibilidad los Padres
Conciliares asentaron el principio de que la obediencia religiosa es
la entrega de la voluntad propia para conseguir una unión más
permanente y segura con la voluntad de Dios, lo que comporta ser
sumisos a los superiores, los cuales, a su vez, tratan de descubrir la
voluntad de Dios de acuerdo con el carisma de su congregación. Por
eso el religioso debe aportar sus capacidades de entendimiento y
voluntad y sus dones de naturaleza y gracia a la ejecución de lo que
se le pide. Ha de haber espacio para la iniciativa ya que la mera
pasividad es una obediencia inmatura. No obstante, hace poco, una
- 121 -
religiosa inteligente me dijo: "Claro está que hoy la obediencia no
está de moda, ¿no es así?".
Lo mismo ha ocurrido, en cierta medida, con la devoción a
Nuestra Señora. El Concilio sugirió que, en lugar de algunas
prácticas piadosas extravagantes y títulos poéticos, tendríamos que
dar a María, Madre del Redentor y su colaboradora más íntima, su
lugar propio de comienzo, personificación, modelo perfecto y Madre
de la Iglesia. No hay necesidad de decir que esto se interpretó en
ciertos sectores como una degradación de María, lo cual jamás se
pretendió, y Pablo VI hizo cuanto estaba en su mano para
contrarrestarlo. Del mismo modo, hemos de examinar las raíces y el
desarrollo de la devoción al Corazón de Cristo para juzgar su
ortodoxia y su capacidad de ser la base de una espiritualidad
cristiana.
Una de las profundas observaciones del teólogo jesuita Karl
Rahner fue decir que todo verdadero cristiano del Tercer Milenio
debería ser un contemplativo. Con ello no quiso decir que debíamos
hacer las maletas para unirnos a las comunidades de clausura, sino
que, añadiéndola a nuestra oración litúrgica, pública y oral como su
esencial acompañamiento, quien desee vivir una vida cristiana
verdadera, necesitaría estar profundamente enraizado en la oración
personal auténtica y pasar de la actividad mental o intelectual a la
oración afectiva, conversando de corazón a corazón con el Señor.
A muchas personas, incluidos algunos sacerdotes, les
levanta sospechas la palabra "afectivo", e indican con razón que la
calidad de nuestra oración no depende de los sentimientos gozosos o
tristes, sino de la voluntad, de nuestra sumisión determinada a
cuanto nos pida el Señor. Debemos recordar las palabras de Jesús
"No son los que dicen "Señor, Señor" los que entrarán en el reino de
los Cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre del Cielo".
Ciertamente se nos dará la razón si desconfiamos de una oración en
la que los sentim ientos son provocados con simples palabras o
- 122-
miradas, como pueden serlo por un orador listo o por los programas
de la TV. Esto sería simple sentimentalismo si lo volvemos un
afecto manufacturado de compasión o de temor o de lo que sea . Pero
si nos movemos, por ejemplo, a procurar una reconciliación largo
tiempo deseada o a hacer un donativo a una causa caritativa, en
otros términos, si nos sentimos implicados en la totalidad de nuestra
persona y de nuestras impresiones son sentimientos genuinos y
entonces hemos ido más allá del mero sentimentalismo para
experimentar algo que pertenece a la plenitud de nuestro ser
humano.
No obstante, hacer de esos sentmuentos el objetivo y
sustancia de nuestra oración o considerarlos el criterio para juzgarla,
sería perder de vista lo que es la oración: agradar a Dios y ahondar
nuestra relación con El. A un niño puede gustarle visitar a sus
abuelos porque le dan dulces, pero es de esperar que la madurez le
proporcione un afecto más profundo. Cuando, como un don más
puro, tales sentimientos se nos infu nden en la oración - por ejemplo ,
los sentimientos de gratitud, de profundo dolor por nuestras falta s,
de estupor y alabanza - entonces nuestro entero ser queda implicado .
De modo que la oración afectiva no es cuestión de buscar buenos
sentimientos sino de estar abiertos a ellos y recibirlos cuando se nos
otorguen. La contemplación, la apertura total de la mente y el
corazón a ciertos aspectos de nuestra relación con Dios, su
compasión, su generosidad, su amor incondicional , o el misterio de
que nos haya elegido para amarle, no dependen de nuestras
emociones, si bien no hay que excluirlas nunca.
Entonces, esta charla acerca de los sentimientos ¿cómo
puede afectar nuestra actitud respecto de lo que se suele llamar
"devoción al Sagrado Corazón? " Estoy convencido de que toda
devoción cristiana, para ser auténtica, debe estar animada por un a
espiritualidad cristocéntrica o, al menos, llevar a ella. Digo esto
porque gran parte de la devoción al Sagrado Corazón en el pasado y todavía hoy - ha conducido a la oración verdadera y a un a vida
- 123 -
cristiana fervorosa; y jamás podemos negar el valor de sus signos y
símbolos; y ello, porque existe una espiritualidad básica que la
sostiene. Por otro lado, parte de lo que se ve y oye: una excesiva
valoración de las imágenes, las novenas, etc. , pueden ser unas
superfluas expresiones de sentimentalismo, como la devoción a
Cristo "prisionero del Tabernáculo" (lo cual se parece a hablar de
Dios como "prisionero del cielo").
No es esta una distinción entre 10 sencillo y 10 intelectual,
sino más bien entre lo artificial y lo real. La contemplación a que es
llamado todo cristiano está al alcance de la persona más sencilla. El
problema con gran parte de 10 que llamamos "devoción" es que
presenta imágenes que pueden convertirse en ídolos, al situarse entre
nosotros y la realidad. Entonces los signos que se supone que
tendrían que llevamos a Dios sustituyen al objeto auténtico de
nuestra devoción Cristo presente con el poder del Espíritu Santo. Es
como ser invitado a tomar el te con el Sr. Mandela y pasar el tiempo
oyendo la grabación de un discurso suyo, bueno en sí, pero muy
lejano de la realidad que se nos está ofreciendo. Hemos de admitir
que, en cierta medida y en algunas partes del mundo, la devoción al
Corazón de Cristo, por causa de algunas prácticas anticuadas y, a
veces supersticiosas, no ha producido la santidad real en la oración y
en la vida cristiana que se espera de ella.
Esta es la razón por la que prefiero la palabra
"espiritualidad", que ha sido descrita como la mirada contemplativa
que crea nuestras actitudes y esfuerzos más íntimos. Más
prosaicamente y quizá con mayor precisión, la espiritualidad
cristiana es el espíritu que anima la oración cristiana y, por tanto, la
vida cristiana con la ayuda de la gracia de Dios y, en consecuencia,
por el poder del Espíritu Santo. Por consiguiente, es un modo de
vida y de relación con Cristo en la oración y el servicio amoroso a
los demás por su gracia.
- 124-
Entre los documentos del Vaticano II, uno de los más
inspiradores es la Constitución dogmática sobre la Iglesia, "Lumen
Gentium", que describe la llamada a la santidad de todo cristiano:
una plenitud de vida y de caridad cristiana que todo crecimiento
personal y progreso apostólico han de procurar: no un extraordinario
tipo de vida para una élite, sino la pertenencia total a Cristo en las
más ordinarias - y a veces las más probadas - circunstancias,
modelando nuestras vidas según las actitudes y valores de Cristo en
los Evangelios. El fue Dios que vino a salvar a la humarudad de su
autodestrucción; pero fue también hombre que enseñó a la
humanidad el camino hacia Dios, no con meras palabras sino con su
modo de vivir y especialmente de morir para entrar a la nueva vida
que vino a compartir con nosotros.
Probablemente el mayor obstáculo para aceptar la
espiritualidad del Corazón de Jesús es no tomar bastante en serio su
verdadera humarudad. La dificultad de la Iglesia en los primeros
siglos fue concili ar la fe en la div irudad de Jesús con una fe igual en
su humanidad. Por fin , el Concilio de Calcedorua (45 1) redactó la
fórmula que sigue vigente todavía: urudas en una Persona (el Verbo
de Dios) hay dos naturalezas, la divina y la humana; en su tiempo
sobre la tierra - según las palabras de San Pablo - "se despojó de sí
mismo" dejando aparte los poderes de su di virudad, se hizo como
uno de nosotros en todo, excepto en el pecado . Además, al volver al
Padre tras su Resurrección, no abandonó su humanidad, sino que
ahora como hombre participa en la plerutud de vida de la Santa
Trirud ad. Hijo eterno del Padre, es eternamente Dios y Hombre. El
amor de Dios y nuestra relación de amor con El llega a nosotros a
través del amor, del amor infiruto del corazón humano de Cristo . Por
esto precisamente en nuestra liturgia, todas las oraciones se ofrecen
por medio de El y pedimos que sean atendidas a través de E l.
y así no está fu era de lugar que nosotros, entendiendo que el
corazón es el centro y fuente de la actividad del espíritu humano,
- 125 -
hablemos del Corazón de Cristo y tratemos de conocer ese corazón
por lo que El mismo nos revela en los Evangelios, recordando
siempre que el conocimiento de sí mismo y de su misión creció
desde el Bautismo por Juan y su discernimiento en el desierto,
probablemente hasta la Transfiguración. Si cito más el Evangelio de
Juan y no tanto los Sinópticos, es porque lo escribió después de
muchos años de contemplación profunda del significado de las
palabras y actos de Jesús y con una mayor seguridad a la luz de la
Resurrecci ón.
En el Antiguo Testamento se menciona el corazón unas
ochocientas veces, en raras ocasiones refiriéndose al órgano físico
sino más bien al núcleo en que está centrada la persona y del que él
o ella viven, sienten, piensan y obran . Por ejemplo, los grandes
profetas Jeremías y Ezequiel hablan del corazón nuevo prometido
por Dios: "Yo os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un
espíritu nuevo" (Ez 36,26-27). "Pondré mi ley en su interior y sobre
sus corazones la escribiré" (Jr 31,33). Es la promesa de un a Nueva
Alianza, una nueva interiorización de la ley cumplida por amor, con
un nuevo corazón y un nuevo espíritu.
Jesús adoptó este simbolismo al hablar de sí mismo:
"Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón" y de los
otros cuando dijo que debemos perdonarnos de corazón unos a otros.
Pero es más significativa la vinculación entre dos textos simbólicos
donde la palabra corazón no se emplea. En Juan 7,37-39, en la fiesta
.de los Tabernáculos, Jesús promete las aguas de la vida a quienes
crean en El, y Juan añade: "Como dice la Escritura: De su seno
correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que
iban a recibir los que creyeran en El. Porque aun no había Espíritu,
pues todavía Jesús no había sido glorificado". Juan asociaba esto
claramente con lo que había visto en el Calvario: "Uno de los
soldados le atravesó el costado con una lanza e inmediatamente
brotó sangre y agua", la sangre de la Nueva Alianza y el agua de la
vida del Espíritu Santo.
- 126-
En los primeros siglos del Cristi anismo, el Corazón
traspasado de Cristo fue foco de gran devoción, no como signo de
sufrimiento impotente, sino como símbolo de la vida sacramental
derramada sobre la Iglesia por el amor pleno del Redentor. No
obstante, también recuerda ciertos sentimentalismos de tiempos
posteriores con una espiritualidad equivocada que glorificaba el
sufrimiento en sí y no como algo que se acepta con gusto por el bien
de los que amamos. Acertamos al contemplar la Pasión de Jesús con
asombro y gratitud, reflexionando con devoción reverencial pero no
con compasión, sobre el amor que lo dispuso a sufrir por nosotros.
Lo que es eterno no es la lanza sino su corazón abierto, entregado
para expresar un amor infinito. Es verdad que el Señor resucitado
dijo a los dos discípulos en el camino de Emaús "¿no estaba
establecido que el Hijo del hombre iba a sufrir y así entrar en la
gloria? " Precisamente por su amor total somos salvados nosotros, el
Amor que hizo inevitable el sufrimiento.
Por amor a ellos me consagro
En el Evangelio de San Juan, con frecuencia encontramos a
Jesús haciendo un breve comentario explicativo antes de sus
acciones más importantes. Así, con la mirada en su muerte hace una
oración solemne: "por ellos me santifico, a fin de que también ellos
sean santificados en la verdad" , ofreciéndose a sí mismo en
inmolación. Pero ¿por qué santificarse? ¿No es santo ya? Si bien
consagrado desde el principio, siempre anhela una unión más
completa con el Padre, haciendo de su vida un camino hacia el
Padre, pues por la Encarnación entró en nuestra condición de
soledad, de falta de gloria, en nuestra experiencia de separación de
Dios y de los hombres, que era nuestro estado de irredentos. Según
las palabras de San Pablo, por nosotros se hizo pecado entrando en
todo nuestro predicamento: hombre como nosotros en todo, excepto
en la unión total de su voluntad con la del Padre. Era nuestro estado
construido por el pecado de hombres y mujeres, incapaces de
levantarnos por nosotros mismos a la santidad de Dios, dador de
- 127 -
vida. No hemos sido rechazados por Dios Padre. Más bien nos
lanzamos fuera de El y, en consecuencia, lejos unos de otros.
Tanto amó Dios al mundo ...
Para liberarnos de esto, un "rescate" exterior a nosotros, un
precio pagado en nombre nuestro, no eran suficientes. No se
necesitaba una transacción sino una transformación . Claro está que
la muerte de Jesús vale ciertamente como rescate por el pecado,
pero es una metáfora, una analogía incompleta, y a la luz de la
aplastante evidencia escriturística, hemos de verla como una
iluminación parcial de un misterio mucho mayor. Hemos de volver
nosotros a Dios, no Dios a nosotros. Cualquier idea de que la cólera
de Dios debe ser aplacada y "cancelada" , es insostenible a la luz de
Juan 3,16, donde Jesús dice a Nicodemo "Tanto amó Dios al mundo
que le entregó a su único Hijo". En 1Co 15,17 San Pablo nos ofrece
una pista sobre la transformación que se necesita, cuando declara "Si
Cristo no resucitó, estáis todavía en vuestros pecados". Como dice
el Papa Juan Pablo, la cruz fue aceptada por Jesús como el camino
hacia la Resurrección, y la redención es la nueva vida que nos ganó
para compartirla con nosotros . La salvación es mucho más que una
reconciliación (un perdón de los pecados). Es compartir una relación
nueva de unión amorosa con Cristo en la unión de la Trirndad y de
unos con otros, que es la vida resucitada de Cristo . Nos basta acudir
a Juan 15 para descubrir una maravillosa explicación de esto en las
palabras de Jesús "Yo soy la vid, vosotros los sannientos". Es una
nueva creación, según dice San Pablo, es entrar con Cristo en la vida
de Dios, la vida del Espíritu. Esto, en contraste con la vida de la
carne (la existencia irredenta), es santidad y amor y entrega de
nosotros mismos, porque es la comunión de vida con Dios, que es
Amor.
- 128 -
El primero de los redimidos
El estupendo prodigio de la redención es el hecho
maravilloso de que el Hijo de Dios entró en esta "condición de
carne", de modo que pudiera salir de ella para entrar como hombre
en total comunión con el Padre en la vida de la Trinidad y, como el
espíritu que da la vida, para arrastrar con él a quienes 10 aceptan en
fe y amor. Al creer que "el Verbo se hizo carne", hemos de aceptar
que al redimirnos El fue el primero de los redimidos. Al asumir un
corazón humano en el cual y desde el cual nos ama a todos, tomó
sobre sí una existencia frágil llena de mortal debilidad, tan lejos del
Padre como la distancia entre nuestro poder y el poder infinito de
Dios. Tomó para sí (Rm 8,3) un cuerpo tan físico como cualquier
cuerpo pecador, y en ese cuerpo Dios condenó el pecado, el poder y
las obras de "la vida de la carne". Y así, a través de su aceptación
voluntaria, su donación total por amor a nosotros, la obra de la
redención se realizó primeramente en Jesucristo. Tuvo que gritar a
su Padre (Hb 5,7) que 10 salvara no de la muerte sino por la muerte.
Añoraba su "bautismo" , anhelaba ir al Padre. Y esto lo situaba en
total desposesión de sí, en completo despojo de cuanto no viviera
para Dios en él.
Dedicación personal
El día anterior a su muerte Jesús oró así: Ahora, Padre,
glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que
el mundo fuese (Jn 17,5); pero esta gloria debía venir a través de la
purificación, de la inmolación de la carne, por su deseo de ser
totalmente poseído por el Padre, en una entrega personal por la que
iba a renunciar a su existencia según la carne para someterse a la
santidad vivificadora de Dios que invadía todo su ser. Como el
grano de trigo que para dar una vida nueva, debe someterse a un
proceso de "muerte" (Jn 12,23-24).
- 129 -
El Espíritu, fuente de vida
La entera persona de Cristo está comprometida; la muerte es
la hora de su destino filial , el paso de este mundo al Padre (Jn 13,1).
En la muerte es "levantado de la tierra" a la presencia de Dios y
como hombre pasa a ser en totalidad 10 que es eternamente, el Hijo
de Dios, de modo que la muerte glorificadora es el momento
supremo de la Encarnación. Desde ese instante, la voluntad salvífica
de Dios - que quiere llevar a la humanidad a la unión con El - se
realiza en grado infinito en el mismo Cristo. Y al ser llenado
totalmente por el Espíritu, pasa a ser la fuente del Espíritu para todos
sus hermanos y hermanas (lCo 15,45). La sangre y el agua que
brotan del Corazón traspasado del Crucificado no son una mera
imaginería pintoresca sino los símbolos vitales que representan la
realidad del manar del Espíritu prometido por Jesús en la Fiesta de
los Tabernáculos (Jn 7,37-39) y donado por su entrega al amor total.
Por esto y no por una glorificación morbosa del sufrimiento para
provecho propio, el centro de nuestra espiritualidad del Sagrado
Corazón es el Corazón traspasado de Cristo. Si para nosotros es el
Corazón pascual del Salvador, encontramos en él no un menor amor
sino uno mayor. Su muerte fue el don de amor a su Padre y a
nosotros que, por la herida de la lanza, abrió el camino a la plenitud
y al don del eterno amor del Padre, la vida del Espíritu.
Momento eterno
Jesucristo no murió en sucesivos instantes del tiempo sino
en el gran Ahora de la eternidad, de modo que el Jesús que murió en
un cierto momento histórico es ahora el Cristo sempiterno que se
entrega al abrazo del Padre y está elevado para siempre como el
Salvador dador de la vida, el Salvador que nos comparte su Espíritu.
El Sagrado Corazón no es un icono para ser meramente
contemplado y admirado. En El no hay nada impersonal, estático o
remoto. Es la presencia dinámica en nuestras vidas de un Corazón
tan ardiente de amor que siempre se está dando como el hombre que
- 130 -
comparte con nosotros aquí y ahora la vida de su filiación como
Dios. Este Cristo es el que nos une consigo en la Eucaristía en la
acción de su ofreciITÚento pascual y de su donación del Espíritu.
Novedad de vida
Una espiritualidad que se centra en el Sagrado Corazón de
Cristo hay que distanciarla, por tanto, del sentimentalismo y del
melifluo empalago. Es expresión condensada de la espiritualidad de
la Redención que es la realidad más honda de nuestra vida cristiana.
En Romanos 6, San Pablo llega a decimos: "Se os ha enseFíado que
cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su
m,uerte; fuimos con El sepultados por el bautismo en la m.uerte afín
de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por
medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una
vida nueva". Como Cristo vive eternamente en el acto de su
redención, en el momento irrepetible de su muerte para abrirse a la
nueva vida del Espíritu, así nuestras vidas deben ser apresadas en
ese momento, de modo que sean un continuo morir al amor propio y
crezcan en unión del amor abnegado de Cristo. "Si alguno quiere
sen1irme, que me siga" dice Jesús, "donde yo esté, también el que
me sirva debe estar". Seguirle es tomar nuestra propia cruz; pero
dijo asiITÚsmo "si alguno me ama guardará mi palabra y mi Padre
le amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada", El es
nuestro CaITÚno, nuestra Verdad y nuestra Vida; y la salvación que
ofrece es morir al egoísmo y ser resucitado de nuevo con El. Es una
salvación al alcance de toda la humanidad en Cristo, pues "llegado a
la pelfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos
los que le obedecen" (Hb 5,9).
Células de su Cuerpo
Sin embargo, si la salvación supone una relación personal
con Cristo, podemos preguntamos qué papel desempeña la Iglesia,
fundada por El para ser el canal de salvación de todos. La respuesta
- 131 -
se halla en la oración de Jesús al Padre en la Ultima Cena. Pidió que
sus seguidores fueran uno como lo es El con el Padre, enteramente
uno, de forma que el mundo caiga en la cuenta de que fue enviado
por el Padre. Es ésta la unidad de vida que comparte con El la que
Jesús prefiguraba en la imagen del Vino, y que Pablo retrataba con
viveza en sus enseñanzas sobre el Cuerpo Místico que es la Iglesia,
como la encamación de Cristo extendida en el tiempo, de modo que
todos nosotros somos células vivas de ese Cuerpo, animadas con un
Espíritu único, ganado para nosotros por Cristo Redentor y en la
Eucaristía convertida en realidad a través de nuestra unión con
Cristo en su acción pascual.
La Iglesia está incorporada a Cristo en el eterno momento de
su glorificación por el Padre. La unión de la Iglesia con Cristo
implica, por tanto, no sólo la unión de existencia y vida, sino una
misteriosa comunión en su muerte y glorificación. Estaría
incompleta la teología del Cuerpo Místico que no presentara a la
Iglesia como Cuerpo del Cristo Pascual, de Cristo en el acto de
morir y ser glorificado, el Cristo del Corazón traspasado, donde el
Espíritu no cesa de ser denamado sobre la humanidad redimida.
Vivo por el poder de su Corazón.
Por tanto, el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, no es una
realidad estática ni tampoco una institución impersonal, sino un
organjsmo vivo por el poder de su Corazón y uno con El en la
acción de su entrega total, que abre a la humanidad, primeramente
en El y luego en nosotros, a la acción del Espíritu y al regalo de su
novedad de vida. Y así, úni camente en su Corazón, cúspide del amor
humano donde se entrega al Padre por la humanjdad y el Padre a su
vez se nos dona, Cristo se une con la Iglesia en una nueva cuasiEncarn ación , de forma que cada uno de sus miembros vive con la
vida dinámica que El ha infundido en su Iglesia para cumplir su
misión y hacer de la humanidad una comunidad de amor.
- 132-
Una existencia pascual
Por tanto, la humanidad redimida no es simplemente
perdonada desde lejos, enriquecida con un extrínseco don de
"méritos", ni una mera humanidad rehecha ni dotada de vida nueva
por la recepción pasiva de nuevos poderes. La humanidad redimida
es el hombre unido a la entrega de Cristo, identificado con El en
todos los movimientos de su Corazón, creciendo más y más para ser
semejante a Dios en su amor abnegado cuando camina
compartiendo a lo largo de su vida el eterno momento único del acto
de la Redención. Vivimos una existencia pascual, avanzando como
la Iglesia peregrina con todas nuestras pequeñas muertes hasta la
meta de la misma vida. No morimos por morir - Jesús mismo dijo
"doy mi vida para recobrarla de nuevo" (Jn 10,17) - sino que todo
morir a nosotros mismos, por trivial y transitorio que parezca, se
entiende a la luz de la pascua como un desposeimiento sólo para ser
más poseídos como una nueva creación en el Corazón de Cristo. San
Pablo lo expresa con perfección: "Llevamos siempre en nuestros
cuerpos por todas partes el morir de Jesús, ajln de que también la
vida de JesLÍs se manifieste en nuestro cuerpo" (2Co 4,10).
- 133 -
MARGARITA MARIA ALACOQUE y
CLAUDIO LA COLOMBIERE
P. Massimo Taggi, S.].
Introdu cción
l. Un fi lm famoso. Hace bastantes años (1966) salió una
película titulada "Un hombre, una mujer" de Claude Lelouch,
director francés de cierto relieve pero que hasta entonces no había
alcanzado gran notoriedad. "Un hombre, una mujer" tuvo gran éxito.
Ganó varios premios prestigiosos como el Gran Premio de Cannes,
dos Osear, el Premio de la Oficina Católica Internacional del Cine.
Pero se impuso sobre todo porque era una película bonita, con una
temática muy vinculante y una recitación y fotografía muy finos. Un
crítico cinematográfico escribió que era "un film emocionante sobre
el amor reconfortante entre una mujer sola y un hombre que se
había quedado viudo, que se encuentran casualmente en casa de una
profesora a la que llevan a sus hijos (un niño y una niña) a una
especie de enseñanza privada o repaso, bien no se entiende. Los dos
viven - sigue diciendo el crítico - "una historia de amor rica en
humorismo y verdad, entremezclada de fami lia y carrera".
2. Esta película me vino enseguida a la mente cuando Nino
Davanzati me pidió que os hablara de la relación de amistad y
mutuo apoyo de dos santos franceses del siglo XVIII, Margarita
María Alacoque y Claudio La Colombiere. Dos santos no muy
conocidos del gran público, por cierto, sobre todo él. No como
Francisco y Clara obviamente, u otros "dúos" renombrados. Claro
está que entre ellos y los personajes del film de Lelouch hay un
océano de diferencia: las dos historias, si bien se desenvuelven en
Francia, se sitúan en épocas y niveles muy diferentes; pero quizá
haya entre ellos algún punto de contacto, un denominador común
del que hablaremos más adelante.
- 135 -
3. Sobre la relación entre S. Margarita y S. Claudio La
Colombiere no existen, que yo sepa, estudios específicos. Al menos
no hay investigaciones de tipo psicológico. Poseemos algunas
menciones en las biografías respectivas:
- de carácter histórico sobre cómo, cuándo y por qué se
encontraron;
- y de carácter espiritual-mJstico sobre las circunstancias
providenciales de su encuentro y el objeto de sus conversaciones.
Está claro que no tenían niños que llevar a los repasos, dado
que Margarita María era religiosa y Claudia, jesuita. Pero tenían un
punto de referencia común que era al mismo tiempo trascendente,
fuera de la experiencia normal de nuestro mundo; e inmanente, al
estar encarnado e influir en la historia humana, no sólo de ellos dos
sino de millones de personas, por su medio, esparcidas por el mundo
entero. Influjo vivo y relevante también hoy. Este punto de
referencia era Jesucristo, contemplado bajo una modalidad, un
ángulo de prospectiva particular, que es el del corazón. Corazón
físico que se presenta enseguida con prepotencia - yo diría -, como
símbolo de la real idad de Dios y del modo de situarse Dios respecto
de la humanidad; aquí no se trata de una humanidad abstracta,
tomada globalmente, sino de una humanidad concreta que nos
abarca a cada uno con nuestras vicisitudes personales y sociales.
Sobre esta temática hay escritos muy interesantes, entre éstos los de
Karl Rahner, padre de la teología simbólica.
Los personajes
4. Echemos una mirada rápida a los dos personajes en
cuestión.
a) Margarita nace en Lhautecourt (aldea de la diócesis de
Autun, Francia) el 22 de julio de 1647 de Claudia, notario provincial
real, y Filiberta Lamyn. Tuvo una infancia difícil. A los 8 años
pierde a su padre, por lo que la madre, que ha de ocuparse de sus
- 136-
cinco hijos, la coloca en el colegio de las Clarisas de Charolles. Se
enferma Margarita y debe volver a casa, donde sigue enferma 4
años. La madre pide a la Virgen la curación de la niña y le promete
que será suya. Se cura. Mientras tanto crece y descubre su vocación
a la vida religiosa. Vive el conflicto entre seguir esta vocación y el
amor a su madre enferma. En 1671, a los 24 años, finalmente entra
en el monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial. Cumplido el
período de formación, hace los votos y comienza la actividad. Al
principio le encomiendan oficios menores; después en 1685 le
nombran maestra de novicias. Muere el 17 de octubre de 1690, a
sólo 43 años. Había tenido una vida breve transcurrida en la sombra
tras las paredes de un monasterio en un pueblo recóndito de Francia.
Y, sin embargo, destaca en la historia de la Iglesia como una de las
grandes figuras del siglo XVII. Hoy está considerada como la
mensajera principal del Corazón de Jesús en la época moderna.
Cuando Margarita comenzó a experimentar fenómenos
(iluminaciones interiores y visiones verdaderas y propias),
la Madre Saumaise, su superiora, le ordenó que escribiera sus
experiencias espirituales, que mantuviera un diario cuidadoso. Las
grandes visiones fueron tres a distancia aproximada de un año entre
ellas, en los años 1673,74 Y75.
ITÚStiCOS
El tema fundamental de dichas vIsiones es siempre el
mismo, modulado en diversos modos, es decir el Corazón de Jesús.
Volveremos sobre este tema.
b) Claudio La Colombiere. También él es hijo de notario. Su
vida es típico ejemplo de cómo puede incidir una familia cristiana
en la formación de la personalidad de los hijos. Claudio nace en una
familia de siete hijos, dos de los cuales murieron en edad temprana ;
de los otros cinco, tres eligen el sacerdocio y la única hermana entra
en la Orden de la Visitación; Humberto, el hermano mayor, se casa
y forma una familia cristiana; Claudio, tercero de los hijos, había
nacido en Saint-Symphorien d'Ozon, región francesa del Delfinado,
- 137 -
el 2 de febrero de 1641. Dos años después la familia se traslada a
Vienne, cerca de Lión. A los 9 años lo inscriben en el colegio de los
Jesuitas. Muy pronto se siente llamado a la vida religiosa, pero tiene
alguna repugnancia que supera y en 1658 entra en el noviciado de
A viñón. Enseguida se hace notar por su tesón y madurez. Después
de los votos, cumple el magisterio en la misma ciudad de A viñón
como profesor de letras. Luego va a París para la Teología y el 6 de
abril de 1669 recibe la ordenación sacerdotal. El 2 de febrero de
1675 hace la profesión solemne y es nombrado superior de Paray-leMonial. Aquí se encuentra con Margarita María. Se establece entre
los dos una relación de dirección espiritual que les llevará a ser los
grandes pilares elegidas por Dios para difundir en la Iglesia el culto
al Corazón de Jesús. Poco tiempo (18 meses) permanece Claudio en
Paray, porque en octubre de 1676 es enviado a Londres como
"predicador" de la Duquesa de York, María Beatriz de Este, donde
arrecia una persecución contra los católicos. Como por sus palabras
y su ejemplo algunos protestantes vuelven a la Iglesia católica,
Claudio es encarcelado y expulsado después de Inglaterra. Vuelve
enfermo a Paray, donde muere el 15 de febrero de 1682. Toda su
doctrina espiritual está anclada en el pensamiento ignaciano con
énfasis especial sobre el cumplimiento de la voluntad de Dios. La
devoción al Sagrado Corazón no sólo forma gran parte de su piedad
personal, sino que se difunde con la consagración al Corazón de
Jesús. A muchas comunidades recomienda la Comunión los viernes.
A su hermana (religiosa de la Visitación) escribe: "Te aconsejo
comulgar el día siguiente de la octava del Santísimo Sacramento
para reparar las ofensas a Jesucristo . Esta práctica la ha aconsejado
una persona de extraordinaria santidad". Claudio insiste también en
la confianza en la misericordia de Dios, fuente de todo bien, que se
manifiesta en el Corazón de Cristo. Otro tema de gran actualidad.
c) Dos personas nonnales. Quisiera subrayar que se trata de
dos personas "normales" que poseían muchas dotes humanas y
espirituales, pero tenían asimismo una sensibilidad y deseos
enteramente comunes. Sobre Margarita leemos en una biografía
- 138 -
cómo ella misma dice que era inclinada por naturaleza "a los
placeres y las diversiones", que "se sentía atraída por la vanidad y el
afecto de las personas", que "le gustaba alternar en sociedad y vestir
bien para agradar a la gente, hasta el punto de que se le ofrecieron
muy buenos partidos".
De él sabemos que le costó un poco de tiempo decidirse a
entrar en el noviciado porque el mundo le atraía mucho, sobre todo
la amistad y la poesía. Más adelante, a una madre que tenía
dificultad para permitir a su hija entrar en un convento pues la veía
luchar, escribe así: "Le resulta raro que su hija no esté muy inclinada
a la vida religiosa. A mí me parece que nunca se tiene demasiada
inclinación a la cruz".
La coyuntura
5. ¿Cómo se relacionaron? Estamos en el Año Santo de
1675. Margarita María es religiosa en el monasterio de la Visitación
de Paray-le-Monial. En febrero llega el P. Claudio La Colombiere a
Paray-Ie-Monial como superior de la comunidad de los Jesuitas. Es
un joven jesuita (34 años) que se distingue por su inteligencia y
finura humana y espiritual, hasta el punto de que el P. Oliva
(genovés), Prepósito General entonces, se interesa por él y lo sigue.
En marzo, con ocasión de un Retiro, se encuentran los dos . El padre
observa a esta joven religiosa, fuente de perplejidad para la
comunidad, y asegura a la superiora que, en su opinión, no se trata
en absoluto de una visionaria, sino de una persona sólida y
entregada. En la Misa, Margarita tiene una visión célebre, conocida
como de los tres corazones: el Señor le señala su corazón que es
como horno ardiente, y hace el gesto de tomar su corazón y el de
Claudio, e introducirlos en este horno, como para purificarlos
radicalmente y bendecir su amistad, su relación. (El tema del
corazón es frecuente en los místicos, por ejemplo en Santa Catalina
de Siena). Igualmente Claudio tiene una confirmación interior:
mientras celebra la Misa se siente enfervorizado y ve su relación con
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Margarita como hermano y hermana que han recibido una tarea, una
misión común . La misión es dar a conocer "las insondables riquezas
de Cristo" (Ef 3,8) Y comporta también encargos concretos como la
institución de una fiesta litúrgica del S. Corazón que llegará a
instaurarse sólo dos siglos después (en 1856) con Pío IX; la
promoción de la Comunión frecuente (el Primer Viernes de mes); la
Hora Santa de adoración ante el Santísimo Sacramento. Cosas todas
ellas que iban contra cOlTiente en la Francia del siglo XVII,
religiosamente rígida y fría (piénsese en el jansenismo que había
conquistado incluso a un espíritu afectivo y brillante como Pascal (cf. "las Provinciales") y políticamente autoritaria y formalista (cf.
Mazzarino y Luis XIV, el Rey Sol). Esta misión comienzan a vivirla
ellos dos, los primeros. El 21 de junio del mismo año celebran
juntos la primera fiesta del S.Corazón y se consagran a él.
6. La relación. Nace así una relación muy profunda que
podría definirse como relación que es a un tiempo de dirección,
comunión y amistad. Relación que no es de sentido único (directordirigida), sino mutuo, recíproco . De hecho ella se ve atormentada
frecuentemente por el temor de estar viviendo una ilusión diabólica,
de no saber si las experiencias espirituales, extraordinarias sin duda,
que experimenta vienen de Dios o del demonio. Y encuentra en él a
un sacerdote acogedor y prudente que la guía en el discernimiento
de los espíritus, procedimiento típico de los Ejercicios de San
Ignacio. Al final, ella dará de él una definición muy acertada
afirmando que era "uno que sabía muy bien conducir las almas a
Dios". Por otra parte, también él necesita ayuda para esclarecer sus
dudas y angustias. Por ejemplo, teme actuar por vanidad, para
lucirse. Y entonces es ella quien le da seguridad y le garantiza que
sus motivaciones son rectas y que su gran Amigo común está
contento de él. Esta valorización mutua es importante, claro está;
pero por encima de esto, lo que les une hondamente es su misión
común de transmitir a la Iglesia y al mundo un mensaje vigoroso que
se resume en la referencia al Corazón de Cristo, que es corazón
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humano y misteriosamente al mismo tiempo es también Corazón de
Dios.
- Un corazón que ama: "este es el corazón que tanto ha
amado a los hombres".
- Un corazón que desea intensamente ser amado (la
"redamatio").
- Un corazón que es lo más opuesto al jansenismo.
- Un corazón que podemos hallar en la Eucaristía.
Como documentación disponemos sobre todo del diario de
Margarita y de las cartas de La Colombiere, sólo dos dirigidas a S.
Margarita María, y otras treinta enviadas a la Madre de Saumaise.
Algunas consideraciones
7. La protagonista principal es ella. En la historia de la
Iglesia ha habido muchos casos de amistad espiritual y colaboración
entre un hombre y una mujer, pero generalmente el protagonista
principal es él (véanse S. Francisco, S. Benito, el mismo Maritain) .
En cambio aquí la protagonista principal es claramente Margarita
María y él tiene una especie de función de garante. Podría decirse
que la enunciación primigenia de la relación hombre-mujer que
encontramos en la Biblia "No es bueno que el hombre esté solo. Voy
a hacerle una ayuda adecuada" (Gn 2,18) aquí está invertida. Casi
como si el Señor se hubiera dicho "No está bien que esta mujer esté
sola, enviémosle una ayuda semejante a ella" . Y semejantes eran de
verdad Margarita y Claudio; a nivel humano tenían puntos de
contacto en el trasfondo familiar; en el plano personal había notorias
afinidades de carácter: afectivos los dos, ambos generosos; y sobre
todo en el plano exquisitamente espiritual: ambos han sido grandes
místicos, personas de profunda fe y de oración, que habían
mantenido una intensa relación personal con Jesucristo. Una
relación no imaginaria, no ilusoria, sino real y concreta. Como se
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evidencia en el juicio de la Iglesia - que los ha canonizado - y en los
frutos que siguen madurando todavía.
8. La reciprocidad que caracteriza su relación.
Reciprocidad que es muy actual. Hoy el empuje del movimiento
feminista, que indudablemente ha puesto en evidencia la exigencia
de igual dignidad del hombre y la mujer, no está disminuyendo sino
evolucionando hacia lo que se ha llamado "reciprocidad asimétrica".
No en el sentido de que uno de ellos dos sea superior al otro, sino
más bien en el sentido de un movimiento en espiral en el que de vez
en cuando y según facetas diferentes, uno u otro ocupan mayor
espacio de iniciativa e influencia (pensad, por ej. en la generación de
los hijos, que es obra común pero exige una aportación mucho
mayor de la mujer) y al final resulta ser una valorización recíproca.
Margarita no se hubiera librado de la incomprensión y la
marginación , sin la llegada providencial de Claudio La Colombiere.
y él sería mucho menos conocido y apreciado sin su participación
en la misión de Margarita María . Aquí tiene lugar lo que se ha dicho
sobre toda relación humana: "soy yo mismo gracias a ti".
9. Al corruenzo de estas reflexiones hemos citado la
película, obra maestra, de Lelouch: un hombre, una mujer. Por muy
diferentes que puedan parecer - y lo son - las dos historias paralelas
tienen un denominador común. En ambos casos, lo que "salva" a las
dos parejas es el amor que - cuando es genuino - lo podemos
escribir siempre con A mayúscula, recordando la expresión de Juan
Evangelista "Dios es amor. Quien permanece en el amor permanece
en Dios y Dios en él" (Un 4,16). Y así por muy lejano que pueda
parecernos el tema de Margarita María y Claudio La Colombiere en
el tiempo y en sus contenidos, en realidad es válida para todos
siempre. Es arquetipo de la fecundidad de la relación entre hombre y
mujer a distintos niveles: familia, amistad, entrega a un ideal común.
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Conclusión
10. Quisiera concluir narrando un episodio bastante reciente.
Un día, el Santo Padre Juan Pablo II hizo saber a nuestro Padre
General , el P.Kolvenbach, que deseaba verle en Paray-le-Monial.
Justamente en aquel tiempo el P. Kolvenbach se encontraba en
México, en visita a los jesuitas de aquellas regiones. Tomó el avión
y volvió a Europa y se llegó a Paray. Allí precisamente el Papa le
entregó una carta recomendándonos a todos los jesuitas que no
olvidemos la misión que el Señor nos ha confiado de propagar la
devoción al Sagrado Corazón. Y al entregarle la carta le dijo:
"Padre, es urgente que el mundo sepa que el Cristianismo es la
religión del amor".
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Recordamos a nuestros lectores
que el próximo número de
Oración y Servicio
será dedicado enteramente al
comentario de las intenciones
para el año 2007.
Ex p arte Ordinis imprimi potest: ALOYS VAN DOREN, S.J.
CUM APPROBATIONE ECCLESIASTICA
Finito di stampare nel mese di marzo 2006
Tipografia "Giovanni Olivieri"
Via dell'Arch etto, 10 - 00187 Roma
INDICE
Pág.
Presentación
67
La relación entre el Apostolado de la Oración
y los Ejercicios Espirituales de San Ignacio
Antol1 Witwer, S.f.
73
Reflexiones sobre una peregrinación
con el Sagrado Corazón a
la Jonlada Mundial de la Juventud
105
James Kubicki, S.f.
Mensajero del Corazón de Jesús
119
Cardo Norberto Rivera Canern
El Corazón de Jesús
121
Jal11es Fitzsimol1s, S.f.
Margarita María Alacoque y
Claudio la Colombiere
Ma~sil1lo
135
Taggi, S.f.
DIRECCION GEN ERAL DEL APOSTOLADO DE LA ORACION
BORGO S. SPIRITO, 4 - CP 6139 - 00195 ROMA - PRATI (ITALIA)

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