y “¿Cuándo?” - Enfoque Bíblico / Bible Focus

Transcripción

y “¿Cuándo?” - Enfoque Bíblico / Bible Focus
“¿Qué?” y “¿Cuándo?”—Un
Estudio sobre la salvación
Moisés Pinedo
T
odos entendemos la diferencia entre las preguntas
“¿Qué?” y “¿Cuándo?”. La primera pregunta tiene
que ver frecuentemente con el sujeto o la causa, mientras
que la segunda pregunta está relacionada al tiempo. En
el aspecto secular, el uso adecuado de estas dos preguntas es un asunto de entendimiento común; sin embargo,
en el aspecto religioso de vez en cuando se malentienden estas preguntas y se mezclan sus respuestas.
La salvación es un aspecto bíblico de importancia
crucial en el cual se han malentendido, tergiversado y
respondido incorrectamente las preguntas “¿Qué?” y
“¿Cuándo?”. El Nuevo Testamento responde implícitamente y explícitamente las preguntas: “¿Qué es lo
que salva?” y “¿Cuándo llegamos a ser salvos?”. Es
necesario conocer la diferencia.
“¿Qué es lo que Salva?”
En el Nuevo Testamento a menudo se usa los términos “perdón” y/o “remisión de pecados”, “justificación”, “santificación”, et.al., intercambiablemente
con el término “salvación”. Es decir, “recibir el perdón
de los pecados” es equivalente a “recibir la salvación”
(Hechos 2:38,47), y “ser justificado o santificado” es
equivalente a “ser salvo” (Romanos 3:24; Hebreos
10:10). Entonces, ¿cuál es la causa del perdón, la justificación y la santificación? ¿Qué es lo que nos salva?
La mayoría de gente que cree en la Biblia está de
acuerdo que la causa de la salvación es el sacrificio de
Jesucristo. Dios mostró Su gracia al dar a Su Hijo unigénito en sacrificio para que el mundo sea salvo (Juan
3:16-17). Por ende, Pablo pudo declarar, “Por gracia
sois salvos” (Efesios 2:4-8). Aunque el Nuevo Testamento hace referencia de una manera general a la
gracia y el sacrifico de Jesucristo como la causa de la
salvación, en muchos pasajes hace mención específica
a la sangre de Cristo como el agente que borra las
trasgresiones del hombre y le provee la salvación de
su alma.
Al hablar simbólicamente del elemento líquido en la
cena memorial cristiana, Jesús declaró: “[E]sto es mi
sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada
para remisión de los pecados” (Mateo 26:28; cf. Marcos 14:24; Lucas 22:20). En Hechos 20:28, Pablo amonestó a los ancianos en Mileto a apacentar la iglesia
del Señor, “la cual él ganó por su propia sangre”. En
Romanos 3:24-25, señaló: “[S]iendo justificados gratuitamente por su gracia [de Dios], mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como
propiciación por medio de la fe en su sangre” (cf. 5:9).
En Efesios 1:7, añadió que “tenemos redención por
su sangre [de Cristo], el perdón de pecados según las
riquezas de su gracia” (cf. 2:13; Colosenses 1:14).
Al hablar del sacerdocio mesiánico, el escritor de
Hebreos dijo que “por su propia sangre, [Jesús] entró
una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo
obtenido eterna redención” (9:12; cf. 9:22). También
indicó que “Jesús, para santificar al pueblo mediante
su propia sangre, padeció fuera de la puerta” (13:12).
Pedro mencionó que los cristianos habían sido rescatados de la vieja vida “con la sangre preciosa de Cristo”
(1 Pedro 1:19). Juan confirmó que la “sangre de Jesucristo su Hijo [de Dios] nos limpia de todo pecado”
(1 Juan 1:7). Y en su registro de la revelación del Hijo,
Juan hizo referencia a Jesús como Quien “nos amó, y
nos lavó de nuestros pecados con su sangre” (Apocalipsis 1:5; cf. 5:9; 7:14).
No hace falta decir que el Nuevo Testamento conecta consistentemente y directamente la sangre de Cristo
con la salvación. Entonces, ¿qué es lo que salva? La respuesta es obvia: la sangre de Cristo (Hebreos 9:14).
“¿Cuándo llegamos a ser salvos?”
Aunque en la cristiandad existe consenso general en
cuanto a la pregunta anterior, cuando se trata de esta
nueva pregunta, el mundo religioso está completamente dividido. El catolicismo coloca el bautismo infantil
desprovisto-de-fe entre el límite de la perdición y la
salvación,1 mientras que la idea predominante entre
protestantes es que una persona recibe la salvación
al momento de expresar su “fe” en Cristo “al invitar-
le a entrar en su corazón”.2 Pero ¿qué dice la Biblia?
¿Cuándo recibimos la salvación de nuestras almas?
El Nuevo Testamento coloca la fe, el arrepentimiento
y la confesión de Cristo en el camino que conduce a la
salvación. Por ende, los escritores del Nuevo Testamento pudieron declarar: “por gracia sois salvos por medio
de la fe” (Efesios 2:8); “la tristeza que es según Dios
produce arrepentimiento para salvación” (2 Corintios
7:10); y “con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10). Adicionalmente, el Nuevo Testamento
coloca el bautismo en el punto culminante en el cual
se obtiene la salvación. Considere lo siguiente.
Jesús hizo referencia al bautismo como el punto en
el cual una persona llega a ser Su discípulo (Mateo
28:19). En Marcos 16:16, declaró: “El que creyere y
fuere bautizado, será salvo”. En el Día de Pentecostés,
Pedro dijo a los judíos que habían tenido parte en la
muerte del Mesías: “Arrepentíos, y bautícese cada uno
de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de
los pecados” (Hechos 2:38). Lucas comentó que los
que se bautizaron en esa ocasión, fueron añadidos a la
iglesia y al grupo de los “salvos” (Hechos 2:41,47).
En Hechos 8, el eunuco de Etiopía fue bautizado
inmediatamente después de creer en Cristo, y luego
siguió su camino a Gaza, gozoso de haber obedecido
el Evangelio (8:35-39). En Hechos 16, el carcelero de
Filipos se bautizó poco después de la medianoche, y
“se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios”
(16:32-34). En Hechos 18, “muchos de los corintios,
oyendo, creían y eran bautizados” (18:8). Y en Hechos
22, Pablo, el último de los apóstoles, fue amonestado
con las siguientes palabras: “Levántate y bautízate, y
lava tus pecados, invocando su nombre” (22:16).
En 1 Corintios 12:13, el apóstol Pablo indicó que en
el momento del bautismo, una persona llega a ser parte
del cuerpo de Cristo, que es la iglesia (cf. Colosenses
1:18,24). En Gálatas 3:27, indicó que en el bautismo,
una persona se reviste de Cristo y llega a estar en Cristo. Y en su primera epístola, Pedro anunció claramente:
“El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva
(no quitando las inmundicias de la carne, sino como la
aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la
resurrección de Jesucristo” (3:21). Aunque muchos en
la comunidad religiosa moderna han escogido despojar
al bautismo de cualquier conexión con la salvación,3 el
Nuevo Testamento claramente indica que Dios ofrece
salvación al hombre en este acto de obediencia.
Pero ¿por qué se recibe la salvación en el bautismo?
Medite en esto. Como habíamos visto, la sangre de
Cristo es el agente de salvación (Hebreos 9:14). Pero
¿cuándo derramó Cristo Su sangre? La respuesta es en
el sacrificio de Su muerte (Mateo 27:15-50; Juan 19:34).
Entonces, ¿cuándo llega el hombre a estar en contacto
con la sangre salvadora de Cristo? Respuesta: cuando
en alguna forma se conecta al sacrificio de la muerte de
Cristo. El apóstol Pablo abordó este tema.
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados
en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para
muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos
plantados juntamente con él en la semejanza de su
muerte, así también lo seremos en la de su resurrección
(Romanos 6:3-5, énfasis añadido).
terio, piscina, lago, río o mar, pero solamente cuando
obedecemos a Dios al someternos al bautismo (habiendo llegado en fe, arrepentimiento y confesión),
podemos recibir la salvación de nuestras almas.
Notas Finales
Catecismo de la Iglesia Católica (2003), Libreria Editrice Vaticana, [En-línea], URL: http://www.vatican.va/archive/
ESL0022/__P3L.HTM, 1250.
2
McDowell, Josh, (1996), Evidencia que Exige un Veredicto
(Deerfield, FL: Editorial Vida), pp. 378-380.
3
e.g., Rice, John (2003), Bautismo Bíblico [Bible Baptism] (Murfreesboro, TN: Sword of the Lord), pp. 29-30; Lambert, John
(2006), Los Sacramentos en el Nuevo Testamento [The Sacraments
in the New Testament] (Edimburgo: Kessinger), p. 107.
1
“¿QUÉ?”
y
“¿CUÁNDO?”
En Colosenses 2:12-13, añadió:
[S]epultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis
también resucitados con él, mediante la fe en el poder
de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros,
estando muertos en pecados y en la incircuncisión de
vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados (énfasis añadido).
El Nuevo Testamento es claro: el bautismo es el acto
de inmersión en el cual el hombre pecador se une simbólicamente a la muerte de Cristo, donde puede contactar Su sangre salvadora.
Finalmente, alguien pudiera preguntar, “¿Está sugiriendo que el agua salva?”. No. No existe ningún poder
milagroso en el agua. La sangre de Cristo salva. Pero
“cuándo llegamos a ser salvos” es un asunto diferente.
Por medio del profeta Eliseo, Dios mandó a Naamán a
sumergirse siete veces en el Río Jordán para que fuera
limpiado de su lepra (2 Reyes 5:10). ¿Tenían las aguas
del Río Jordán algún poder curativo? Desde luego que
no (cf. 5:12). Pero Dios curó la lepra de Naamán cuando él aceptó las condiciones divinas al sumergirse en
las aguas del Jordán (5:14). De igual manera, no existe
nada especial o milagroso en las aguas de un bautis-
UN ESTUDIO
SOBRE LA
SALVACIÓN
Para más información, visite www.EnfoqueBiblico.com
Derechos Reservados © 2008
Moisés Pinedo

Documentos relacionados