la acedia y la pereza

Transcripción

la acedia y la pereza
Las Tentaciones… (2): ¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!
Las tentaciones de los
agentes pastorales
(misioneros, animadores, educadores, sacerdotes, consagrados y consagradas, catequistas, ministros…)
¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!
1.
Una aproximación
y lectura pastoral
de la Exhortación
del Papa Francisco
“La Alegría del
Evangelio”, para
compartir en
grupos de agentes
pastorales.
Hoy nos detendremos a ver cómo están nuestros “sentimientos” apostólicos. La
alegría, el entusiasmo, el ardor… son indicadores de la profundidad y convicción
de nuestro servicio a la evangelización. Por el contrario, la tristeza, la pereza, la
ACEDIA, son claros síntomas de que “el corazón no está donde está el gran
tesoro”.
Comenzaremos rezando con una canción y un trozo del Evangelio, que ya hemos
usado y mantendremos en los distintos encuentros que tengamos:
El Dios de la vida https://www.youtube.com/watch?v=PXm0HGP5qJ8
Mateo 28, 18 – 20: Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo
2.
Cada vez que iniciamos nuestra actividad pastoral, sea del tipo que sea, tenemos,
por un lado, un conjunto de
motivaciones (que hemos visto en el
encuentro anterior) que nos hacen
andar y actuar, y por otro, muchas
sensaciones y sentimientos que
brotan en medio de la tarea. Desde el
cansancio hasta la ansiedad, desde la
frustración hasta el regocijo. Algunos
de ellos potencian nuestro “deber” de
ser sal y luz del mundo, y otros quitan
el sabor y la luminosidad del mensaje
evangélico que compartimos.
¿Qué sentimientos y emociones vives
en cada momento de tus actividades
pastorales? ¿Podrías listarlos según el
criterio de “sal y luz” (aquellos que te
ayudan a serlo y aquellos que no)?
Las Tentaciones… (2): ¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!
3.
Cuando se ha logrado hacer un listado con sentimientos y emociones personales,
propongamos releerlo y hacer el intento por descubrir las situaciones que me
facilitan el vivir con alegría la misión y las situaciones que me hacen agria la tarea.
¿Qué está causando estos sentimientos?
Propondremos, luego, la lectura de los siguientes puntos de la exhortación La
alegría del Evangelio, del Papa Francisco.
NO A LA ACEDIA EGOÍSTA
ACEDIA
Disgusto de las cosas
81. Cuando más necesitamos un dinamismo misionero que lleve sal y luz al
espirituales, que hace
mundo, muchos laicos sienten el temor de que alguien les invite a realizar alguna
que las cumplamos
tarea apostólica, y tratan de escapar de cualquier compromiso que les pueda
con negligencia, las
quitar su tiempo libre. Hoy se ha vuelto muy difícil, por ejemplo, conseguir
abreviemos o las
catequistas capacitados para las parroquias y que perseveren en la tarea durante
omitamos por razones
varios años. Pero algo semejante sucede con los sacerdotes, que cuidan con
débiles. La acedia es el
obsesión su tiempo personal. Esto frecuentemente se debe a que las personas
principio de la tibieza.
necesitan imperiosamente preservar sus espacios de autonomía, como si una
tarea evangelizadora fuera un veneno peligroso y no una alegre respuesta al
amor de Dios que nos convoca a la misión y nos vuelve plenos y fecundos. Algunos se resisten a
probar hasta el fondo el gusto de la misión y quedan sumidos en una acedia paralizante.
82. El problema no es siempre el exceso de actividades, sino sobre todo las actividades mal vividas,
sin las motivaciones adecuadas, sin una espiritualidad que impregne la acción y la haga deseable.
De ahí que las tareas cansen más de lo razonable, y a veces enfermen. No se trata de un cansancio
feliz, sino tenso, pesado, insatisfecho y, en definitiva, no aceptado. Esta acedia pastoral puede tener
diversos orígenes. Algunos caen en ella por sostener proyectos irrealizables y no vivir con ganas lo
que buenamente podrían hacer. Otros, por no aceptar la costosa evolución de los procesos y
querer que todo caiga del cielo. Otros, por apegarse a algunos proyectos o a sueños de éxitos
imaginados por su vanidad. Otros, por perder el contacto real con el pueblo, en una
despersonalización de la pastoral que lleva a prestar más atención a la organización que a las
personas, y entonces les entusiasma más la «hoja de ruta» que la ruta misma. Otros caen en la
acedia por no saber esperar y querer dominar el ritmo de la vida. El inmediatismo ansioso de estos
tiempos hace que los agentes pastorales no toleren fácilmente lo que signifique alguna
contradicción, un aparente fracaso, una crítica, una cruz.
83. Así se gesta la mayor amenaza, que «es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en
el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y
degenerando en mezquindad». Se desarrolla la psicología de la tumba, que poco a poco convierte
a los cristianos en momias de museo. Desilusionados con la realidad, con la Iglesia o consigo
mismos, viven la constante tentación de apegarse a una tristeza dulzona, sin esperanza, que se
apodera del corazón como «el más preciado de los elixires del demonio». Llamados a iluminar y a
comunicar vida, finalmente se dejan cautivar por cosas que sólo generan oscuridad y cansancio
interior, y que apolillan el dinamismo apostólico. Por todo esto, me permito insistir: ¡No nos
dejemos robar la alegría evangelizadora!
¿Descubro algunas de estas cosas en mi propia experiencia? ¿Cuáles?
¿En qué grado?
¿Cómo ayudarnos para que personal y comunitariamente venzamos la
tentación de la pereza, la tristeza y la desmotivación pastoral?
Las Tentaciones… (2): ¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!
4.
Lo contrario a la acedia pastoral es la “parresía” o ardor apostólico, es decir, aquel
impulso pastoral que nos lleva a entregarnos con gran entusiasmo a la misión
evangelizadora, sin excusas, demoras o reproches. Las tentaciones que hemos visto
son, justamente, frenos a la “alegría evangelizadora”.
Para ser nosotros “Sal y luz”, debemos volver a saborear y ser iluminados por la
experiencia del encuentro con Jesús y su Evangelio. Si no, es imposible regalar
aquello que no tenemos.
Por eso ahora recibiremos esta lucecita (una vela a la que le ataremos un cartón para
poder escribir), y este poco de sal (también con un cartoncito donde escribir). En
ellos, después de rezar un momento, anotaremos nuestras “zonas pastorales” tristes o
perezosas por no tener luz o no tener sabor.
5.
Para finalizar rezando, escuchamos la canción Recibe la fuerza
(https://www.youtube.com/watch?v=651ZR1tsIQA) , y proclamamos el evangelio de
Mateo 5, 13-16: “ser sal y luz del mundo”.
En tanto, cada participante acerca sus ofrendas (luz y sal) a un pequeño altar
preparado con una imagen de Jesús, una vela grande y un plato con sal; quien lo
desee puede leer lo escrito o hacer una oración con ello.

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