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Mis emociones clandestinas
Por GONZALO LEÓN
 A diferencia de muchos compañeros de generación, el rock, como música, nunca ha sido algo relevante. No tengo
grupos favoritos ni discos predilectos, y mi colección de cedés suma con suerte a diez pirateadas “placas―, salpicadas
entre medio de mis libros. Alguien podrÃ-a pensar que, si no tengo música, al menos en alguna oportunidad me gustó ir
a recitales, como todo joven, pero no: siempre he detestado las aglomeraciones.Â
Si a duras penas tolero una fila de banco, ya se pueden imaginar lo que me pasa con cientos o miles de minas saltando
y gritando: “Ricoooooo―. Porque eso es un recital: un desenfreno de emociones. Conozco a una chica que me contó que
para el recital de Beastie Boys se inyectó morfina y que producto de esto subió al escenario y saltó a la pista. Se
rompió el pie, pero en el momento no se dio cuenta.
La gente en los recitales no es capaz de controlar sus emociones, o lo que es peor, no desea hacerlo. Y como siempre
he tratado de mantenerlas bajo control, se imaginarán lo que ha significado para mÃ- estar al lado de gente que lo único
que quiere es bailar, tomar o drogarse. Porque sÃ- he estado en recitales, especialmente de bandas de Conce, como
Emociones Clandestinas, Machuca, Santos Dumont. A lo que me refiero es que no necesito ir a una “tocata― para
alcoholizarme, bailar o drogarme. Aunque bueno, bailar para mÃ- es otro cuento.
Debo confesar en este punto que uno de mis problemas con las minas, que a decir verdad son varios, ha sido mi
reticencia para ir a recitales o a bailar. De mis últimas parejas ninguna ha entendido esto muy bien. Muévete por último,
han pedido todas en una pista de baile, y yo ahÃ-, incómodo, he cedido; pero al final bailar, que para muchos es lo más
natural del mundo, lo he sentido como algo impostado y ajeno. Al final siempre ha sido algo para sacar en cara.
¿Cómo que no he hecho cosas por ti? ¿Y la otra vez cuando bailé en la casa de tus amigas, ah?
Pero lo que he escrito no quiere decir que el rock no haya sido de mi interés en alguna etapa de mi vida. Cuando era
adolescente me gustaba el heavy metal. Bandas como Accept y otras que ya olvidé marcaron esa época. Sin ir más
lejos, el terremoto de 1985 me pilló escuchando heavy metal en la casa del Guatón Aguilar, un compañero de colegio.
De ahÃ- jamás volvÃ- a escucharlo por temor a las réplicas.
Al llegar a Santiago me hice amigo del pintor Hugo Cárdenas. Con él solÃ-amos juntarnos a leer la Melody Maker,
revista especializada en música británica. Cada semana Cárdenas iba al Instituto Chileno Británico de Cultura y sacaba
el ejemplar más nuevo de la Melody y la leÃ-amos o, para ser más sinceros, la hojeábamos. Durante esa época conocÃa Suede, a Placebo y a muchas otras bandas. Sin embargo, cuando mi amigo ponÃ-a en su equipo algo de rock clásico,
como Jefferson Airplane o The Doors (¡qué insoportable banda!), yo inventaba alguna disculpa y me marchaba.
No quiero dar a entender que me gustaba más el rock o el pop británico que el clásico. Nada de eso, pero esa actitud
hippie, onda Woodstock, que tenÃ-an algunos grupos me incomodaba, porque para ser aún más francos siempre he
sido antihippie y anticomunista. En este sentido, cuando vi la pelÃ-cula “Quadrophenia―, con actuación de Sting incluida,
me sentÃ- identificado. Dos grupos rivales –los rockers y los mods–- se enfrentaban. La lucha no era musical, sino cultural,
porque los mods –que elevaron a The Who como su banda Ã-cono- pensaban que ser rocker era una manera de negar la
identidad inglesa.
Hoy nadie es rocker o rockero, aunque claro existen los viejos rockeros, si no pregúntenle al poeta José Õngel Cuevas.
Lo que sÃ- existe es el rock, y para nadie es un misterio que es una estética que ha predominado en los últimos
cincuenta años. Sin rock, no se puede comprender el mundo. Sin rock, uno literalmente no existe, porque queda fuera
de muchas discusiones y convenciones. Si uno es joven, no puede vivir sin rock. No obstante, ahora que soy viejo, que
estoy por cumplir los cuarenta años, espero poder vivir sin él. Después de todo, me lo tengo merecido después de tanta
“tocata―, cedé insulso y fiesta huevona que he vivido.
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Generado: 19 December, 2016, 06:20

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