¿Qué tiene en común Raskolnikov, Gregorio Samsa y Meursault

Transcripción

¿Qué tiene en común Raskolnikov, Gregorio Samsa y Meursault
¿Qué tiene en común Raskolnikov, Gregorio Samsa y Meursault? Los personajes
principales de tres novelas ya clásicas de la literatura contemporánea; Crimen y
Castigo, La metamorfosis y El extranjero.
Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño
intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.
Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un
poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en
forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a
punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en
comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.
«¿Qué me ha ocurrido?», pensó.
Este es el inicio de la novela de Franz Kafka titulada la metamorfosis.
Analizaremos a grandes rasgos el significado de ésta “metamorfosis”.
Cuando Gregorio Samsa despierta y se ve convertido en una especie de
escarabajo, lo importante de esa transformación se debe a que es un animal al
que la sociedad y su familia no pueden exigirle más, ni pueden seguir explotándolo
a través del trabajo que él tiene. Pues hasta antes de ese momento Samsa era
una persona agobiada por el tedio de una labor que le exigía disciplina y era
sometido a la autoridad paterna, en suma, estaba presionado y sometido por la
sociedad en que se desenvolvía. El hecho de que Gregorio Samsa ahora no sea
más que un bicho, quiebra abruptamente con esa línea de vida que llevaba;
mezquina, pobre, sin ilusión ni libertad, humillado por sus jefes, explotado por su
familia, sin amigos, ni amor, incluso sin tiempo suficiente para dormir y comer
adecuadamente. Entonces lo que a primera vista parecería una desgracia, el
hecho de despertarse convertido en un escarabajo, es una forma fantástica de
liberarse de todo ese peso que cargaba y del tedio que le significa una vida así.
Incluso cuando muere a causa de la herida que le propicio su padre (al incrustarle
en la espalda una manzana,) aún con ese hecho decimos, encuentra una libertad
de la que antes no gozaba.
1
En el caso de Raskolnikof personaje principal de la novela Crimen y Castigo, se
trata de un estudiante que intenta solucionar el problema de trascender la vida
encuadrada que lleva en cuestiones morales, mediante un crimen que lo sitúe por
encima de lo establecido moralmente como bueno o malo. Sin embargo cuando
decide realizar el crimen y termina incluso matando a dos personas, por las
circunstancias que se le presentan en el momento del acto criminal; ese hecho lo
consume en un espiral psicológico del que no es capaz de librarse y que al final lo
orillan a dar pistas para que lo atrapen por lo cual termina en la cárcel.
Para el último de estos casos, nos encontramos con la historia de Meursault, un
personaje lleno de tedio, que lo demuestra en todo su esplendor al describir la vida
monótona, aburrida y sin sentido que lleva. Incluso cuando un suceso que
regularmente conmocionaría a la mayoría de las personas, como el hecho de
recibir la noticia de la muerte de su madre, para Meursault no es más que un
suceso como cualquier otro, que llega a incomodarlo sólo por el hecho de que lo
tienen que alejar de su trabajo por un par de días. En el aspecto sentimental no lo
ve como un suceso relevante. Tan es así que cuando asiste al funeral de su
madre (obligadamente pues es el único hijo) no muestra sentimiento de tristeza
alguno y le preocupa más bien el que ese evento termine pronto para regresar a
su casa. Hay que señalar que esta vida monótona que lleva el personaje no lo
toma como un problema, pues el acepta con agrado esta condición, ese “absurdo”
de la vida que lleva. Incluso cuando en el transcurso de la novela comete un
asesinato, lo hace sin remordimientos, al grado que cuando es juzgado, no se
defiende y da elementos para que sea condenado a morir, como el hecho de
argumentar que mató a esa persona por culpa del “calor” que había en ese
momento.
Regresando a la pregunta inicial de ¿Qué tienen en común estos tres personajes?
Podemos responder ahora que en ellos encontramos la necesidad de escapar de
la sociedad que los agobia. Sus acciones o elecciones, como el hecho de
transformarse en un insecto y cometer un asesinato, es su forma particular de
adueñarse de su destino que hasta ese momento parecía que estaba fuera de sus
2
manos. En ese sentido, en los tres encontramos también que lo que pareciera una
desgracia, es una salida a su frustración por una vida “absurda” como lo diría
Camus.
Ahora cabe también preguntarse ¿Porqué comenzar este trabajo de teoría social
señalando y discutiendo a grandes rasgos el significado de estas tres novelas?
Me pareció importante comenzar ejemplificando con estos tres personajes ya
clásicos de la literatura universal, como Kafka, Dostoievsky y Camus resuelven o
tratan de resolver en sus respectivas novelas, el problema de qué papel que juega
el individuo frente a la sociedad. Lo que ejemplificaría que esa es una de las
preocupaciones que abarca un gran espectro de disciplinas y es preocupación de
muchos autores, no solo relacionados con las ciencias sociales, sino que se da
también muy marcadamente en la literatura.
En este trabajo se planeta que la disyuntiva sujeto frente a la sociedad abarca a
casi todas las ciencias sociales pues, comenzando por la filosofía, la historia, la
sociología, la antropología, entre otras ramas de las ciencias sociales, esta
cuestión subyace en ellas de alguna u otra manera.
Que decir por ejemplo de las discusiones que se dan en la filosofía en torno a este
problema. Desde los griegos se discute por ejemplo, si el individuo es el centro del
conocimiento o es que sólo es un receptor de una cultura externa. La célebre frase
de Sócrates: “yo solo se que no se nada”, devela el carácter individual que este
filósofo le confiere al conocimiento y la filosofía; en ese mismo sentido, la
afirmación cartesiana de: “pienso, luego existo” es una frase que refuerza ese
mismo carácter individual. En la historia por su parte, durante mucho tiempo se
pensó que ésta era resultado únicamente de las acciones de los grandes
hombres, como lo planteó Carlyle en su obra los héroes; y esa visión fue la que
permeo, sobre todo la llamada historia de bronce, que prevaleció durante mucho
tiempo teniendo su auge en el siglo XIX, el también llamado siglo de la historia.
3
Una vez señalada a muy grandes rasgos esta disyuntiva que, como vemos, afecta
a diversas ramas de la ciencia social, plantearemos ahora específicamente las
visiones que se tienen del mismo problema en el ámbito de la sociología.
La sociología es el tercer gran campo de conocimientos referido a las relaciones
entre los hombres que surguió después del Renacimiento. Esta ciencia, es en todo
sentido, un producto típico del siglo XIX, el de la consolidación de la sociedad
moderna (llamada también industrial o capitalista). En el terreno en el que nació la
sociología fue el que siguió a la revolución Industrial y la revolución Francesa, las
cuales iniciaron un tiempo de grandes cambios y transformaciones: apareció una
nueva clase social, el proletariado de las fábricas, que exigía cambios en el orden
social.
En medio de estas grandes transformaciones es que surgió la sociología con el
objetivo de pensar y contribuir a la nueva estabilidad del nuevo orden social
triunfante, pero acechado por el espectro de la lucha de clases y del comunismo.
Por primera vez en la historia del saber se abordó, de manera científica, la
sociedad como objeto de estudio. Nació la sociología porque la filosofía social, la
ciencia política o la economía ya no servían para analizar las enormes
transformaciones y los desafíos crecientes de una sociedad capitalista vigorosa.
En este contexto es que se comienza a prefigurar uno de los grandes dilemas de
la teoría sociológica. Ya adelantamos al inicio la disyuntiva del papel que juega el
individuo frente a la sociedad, en sociología este problema se puede presentar con
este par de pregunta ¿Hasta qué punto los seres humanos somos actores
creativos que controlamos activamente nuestras vidas? ¿O, por el contrario, gran
parte de lo que hacemos es en verdad el resultado de fuerzas sociales que
escapan a nuestro control? (Giddens, 1999: 714) Ya vimos la forma en que tres
personajes de novela escapan o tratan de escapar a este control. Ahora veremos
a grandes rasgos también, como los sociólogos tratan de responder a estas
preguntas y que postura adoptan ya que estas preguntas han producido,
continúan y continuarán produciendo una división básica entre los sociólogos.
4
Autores como Max Weber, y los interaccionistas simbólicos enfatizan los
componentes activos y creativos del ser humano planteando que la sociedad no
es sino la suma de las acciones de múltiples individuos. En cambio, para autores
como Durkheim o Parsons la sociedad no puede reducirse a la suma de
individuos. Hay algo más que nos impulsa u obliga a actuar de determinada forma;
esto es la estructura social. De ella el individuo no escapa pues recibe y es
arropado por ésa estructura ya sea por medio de la educación o la socialización
que se da desde muy temprana edad a los sujetos. Esta estructura es la que rige
el modo de actuar de los individuos, que consiente o inconscientemente
reproducen la “cultura” de la que son parte y que esta cultura refleja precisamente
la estructura social que los moldea.
Después de los años 60´s diferentes sociólogos han procurado encontrar un
camino intermedio en este dilema de la estructura y la acción, entre ellos se
encuentra Antony Giddens.
El objetivo de este trabajo será señalar a algunos autores representativos de estas
tres posturas y sus argumentos para tener una idea teórica más o menos clara de
este asunto que es de suma importancia para el estudio de la sociedad y el
individuo, materia prima de toda investigación social.
También se darán ejemplos y las posturas que sobre este tema se encuentran en
otros ámbitos de las ciencias sociales especialmente en el ámbito de la filosofía
(ejemplos que ya adelantamos muy someramente en la literatura en lo que refiere
a tres personajes de novelas de ficción), tratando de armar una especie de debate
entre las dos posturas, sociedad frente a individuo. Por lo tanto utilizaremos
reflexiones y planteamientos de otros autores y filósofos de la corriente del
interaccionismo simbólico, así como de los filósofos existencialistas como
Kikergaard, y Jean Paul Sartre. De antemano se que es una elección arbitraria,
pues otros autores también abordan el tema, sin embargo, esta elección obedece
a que el interaccionismo simbólico es una corriente de pensamiento que pone
especial atención al individuo en su “interacción” con otros individuos o
instituciones, permitiendo de alguna manera ver a las personas en su
5
individualidad, más que como simples objetos de una masa anónima que se
mueve de acuerdo a la estructura social. De parte de los filósofos mencionados
son algunos pensadores representantes del “existencialismo” postura filosófica
que precisamente representa una alternativa que le da y exalta una independencia
del individuo frente a la sociedad.
Comenzaremos pues con uno de los autores que más a influido y a la fecha aún
influye en la sociología y que a nuestro parecer, es también uno de los teóricos
que más importancia y relevancia le da a la estructura social que se sobrepone al
individuo. Émile Dirkheim.
Una de las posturas principales de Durkheim es plantear que el único poder moral
que está por encima de todos los individuos y cuya superioridad éstos aceptan, el
único poder que puede dictar leyes, es la sociedad ya sea directamente o
mediante sus las instituciones que la representan, como el Estado. Por esta razón,
para Durkhiem, la sociedad produce caminos de acción, de pensar, de sentir, que
no controlamos, coactivos que nos gobiernan sin que nos demos cuenta y en caso
de hacerlo, muchas veces los aceptamos como reglas “morales” que debemos
seguir.
A este respecto Durkheim señala: “Se comprende que las funciones del Estado se
extienden sin que resulte por ello una disminución del indiviudo, o que el individuo
se desarrolle sin que el Estado quede disminuido por esto, ya que el individuo
sería, en ciertos aspectos, el producto mismo del Estado, ya que la actividad del
Estado sería esencialmente la liberadora del individuo” (tomado de, Silva Ruiz,
1997: 281).
Como podemos apreciar, para Durkheim el Estado y el individuo parecerían ser
una misa cosa, pues compartirían intereses comunes que como sabemos, en la
realidad no sucede así.
Hay autores que difieren de esta postura, pues si bien señalan que existe una
relación imprescindible entre el Estado y el individuo, no creen que esa relación
funda al Estado y a los individuos en una misma cosa, sino que existe una
6
interacción entre la acción colectiva y el Estado; es decir, los individuos van
recreando al Estado a partir de la interacción que tienen con él. El estado no sería
entonces algo omnipotente que este por encima de los individuos, sino que éste
se recrea a partir de la interacción con ellos permitiendo cierta autonomía de éstos
últimos.
John Dewey por ejemplo defiende una teoría que toma el proceso de acción
colectiva como su punto de partida en donde “tanto el estado independiente como
el individuo autónomo se constituyen en el público (en cuanto comunidad de
comunicación integrada por todos los afectados por las consecuencias de tal
acción) fundado en la comunidad de acción”. (Joas, 1987:124)
Hans Joas nos dice que la filosofía política de Dewey también critica la tradición
de pensamiento hobbesiana, que interpreta la acción social como impuesta
únicamente por mediación de autoridades externas (Joas, 1987:124).
Continuemos analizando las posturas de Durkheim.
Por otra parte Durkheim plantea que es necesario considerar a los hechos
sociales como “cosas” que formulan imposiciones a los individuos por medio de la
coersión. Este planteamiento deriva de la necesidad de trata de aislar
conceptualmente lo que es un hecho social para entenderlo y explicarlo de manera
científica tal como se hace en otras ciencias. Sin embargo, al hacer esta
separación conceptual, conduce a la afirmación de que los hechos sociales se
imponen al individuo, pues éste no puede escapar de ellos. Es decir, el autor
considera a los hechos sociales como cosas cuya naturaleza, por dúctil y maleable
que sea, no es modificable al gusto de un individuo. Así tenemos por ejemplo, los
estados de la conciencia colectiva son de distinta naturaleza que los estados de la
conciencia individual. Las primeras están afuera, como cosas, que hay que
estudiar de manera científica y no guiados por reflexiones interiores y subjetivas.
Este estar fuera de los hechos sociales explica como éstos coaccionan desde
el exterior al hombre individual. El Durkheim nos dice: “Es un hecho social toda
forma de hacer que puede ejercer sobre el individuo una presión exterior” agrega
7
además que: “Es indiscutible hoy día que la mayor parte de nuestras ideas y
tendencias no son elaboradas por nosotros mismos, sino que nos vienen del
exterior, no pueden penetrar en nosotros más que imponiéndose; esto es lo que
significa nuestra definición” (Durkheim, 2006: 9)
Durkheim
trata de demostrar
que los hechos sociales son algo así como
omnipresentes a todo individuo; que éste no puede escapar de aquellos debido a
que, por crecer en sociedad, los hechos sociales se imponen a las personas y son
inherentes a ellas en tanto que son interiorizados o impuestos a través de la
coerción.
Esta imposición tiene que ver con la forma en que asimilamos la cultura de nuestro
entorno o sociedad pues el individuo no es capaz por sí solo de crear o cambiar su
cultura; esta le es dada desde su nacimiento e infancia, cuando es una especie de
ser en “blanco” y por medio de la educación es que se moldea como un ser social.
“Esta presión de todos los instantes que sufre un niño, es la presión misma del
medio social que tiende a formarle a su imagen y semejanza” (Durkheim, 2006:11)
Por último, Durkheim menciona que el hecho social se caracterizan por la
generalidad e independencia; puesto que sus postulados son compartidos por
todos o casi todos los miembros de un grupo social por lo que la independencia
de los individuos queda supeditada a las generalidades, es decir, una persona
puede moverse hasta ciertos limites individuales pero no es posible que escape de
las convenciones generales en las que vive pues estas moldean su accionar.
Ahora bien, a continuación presentaremos posturas que apuntan al otro
extremo, donde el individuo juega el papel protagónico. Esto como dijimos, tiene el
fin de presentar una especie de debate entre ambas posturas y que sintetizaremos
al final del trabajo la opinión de Antony Giddens y la nuestra que trata de
reconciliar los dos planteamientos.
Frente a la estructura social como eje rector del individuo, donde este último tiene
un campo de acción muy limitado, las ideas existencialistas tratan de derribar esa
idea y demostrar que el individuo no esta moldeado a imagen y semejanza de la
8
sociedad, sino que él tiene y puede optar por elegir lo que mejor le parezca. Esa
elección es lo que ensancha o abre su campo de acción. Por tanto, ya no se trata
de sólo un individuo más, ahora es un individuo en si mismo, por si y para si.
Kierkegaard es considerado padre del existencialismo y este autor plantea que:
“… no hay nada más grande y más terrible que existir como individuo, vivir bajo el
propio control, vivir solo en el mundo entero.” (Severini, 1961:20) El afirma que
quien vive en su propia interioridad no puede especular, puesto que tienen el
privilegio de existir. “Lo que importa es entender a qué cosa soy destinado, es ver
qué cosa Dios quiere que yo haga; lo que interesa es buscar una verdad que sea
verdad para mí, buscar una idea por la cual yo pueda vivir o morir” (Severini,
1961:20)
Seguramente no escapará al lector la referencia que hace Kierkegaard a Dios y
podrá preguntarse si en realidad no sea precisamente lo que Durkheim señala;
que el individuo no puede escapar de la estructura social o la moralidad, en este
caso representada por Dios o la religión. Ante esta pregunta podremos responder
lo siguiente. Si bien Kierkegaard plantea que el hombre debe entender la
existencia de su vida apoyándose en la idea de Dios, esto no se hace de una
forma autómata, pues interviene un elemento importante que es la elección
individual, por ejemplo, en el caso de que yo acepte la Biblia como palabra de
dios y guía para mi vida, soy yo, en mi libertad, el que le concedo a la Biblia
autoridad para guiarme, y soy yo el responsable de esa autorización.
De igual forma, en la obra el concepto de la angustia, Kierkegaard se imagina a
Adan en el Jardín del Edén viviendo de una forma inocente y tranquila solo
perturbada levemente por un pequeño sentimiento de inquietud. Así marcha su
vida
hasta que llega el momento que Dios le ordena no comer del árbol del
conocimiento. Probablemente a Adán ni siquiera se le había ocurrido hacerlo, pero
en cuanto Dios se lo prohíbe, sabe que puede hacerlo (o sea, que es libre de
hacerlo); y en cuanto sabe que puede, sabe también que probablemente lo hará.
Para Kierkegaard, pues, el “pecado original” no es sino la angustia o terror de
Adán cuando se enfrenta con su propia libertad. (Kierkegaard, 2007).
9
En esa imagen de Adán consciente de su libertad, es que podemos entender las
líneas con las que comenzamos la exposición de Kierkegaard donde decía que
“no hay nada más grande y más terrible que existir como individuo, vivir bajo el
propio control…”, Adan se dio cuenta de esa situación y nosotros como individuos
al experimentar esa misma conciencia de libertad, es que podemos sentir una
“desesperación” o terror por sabernos libres de elegir; porque regularmente es
más fácil dejarnos llevar por lo que debe ser o lo que la sociedad nos dice que
debemos hacer, que tomar nuestras propias decisiones, y es en la decisión donde
encontramos libertad y experimentamos nuestra individualidad.
En lo referente a la desesperación Kierkegaard menciona que para vencerla
implica que paradójicamente
debemos a la vez obrar desesperadamente, la
desesperación debe ser un escogimiento, un acto de voluntad que, empeñado
todo el ser, nos permita penetrar el verdadero significado de la vida.
Como vemos, existen posturas contrarias a la propuesta de Durkheim que ve la
estructura social por encima del individuo, como un ente omnipresente que lo
encadena, incluso negándole una elección libre, sin embargo, para reafirmar su
postura Durkheim podría argumentar que nuestros actos o elecciones al parecer
individuales no son más que reflejo de corrientes sociales (estructuras sociales), al
respecto dice:
“… [las corrientes sociales] vienen a cada uno de nosotros desde el exterior y son
susceptibles de arrastrarnos a pesar de nosotros mismos… que trate un individuo de
oponerse a una de estas manifestaciones colectivas y verá cómo los sentimientos que
niega se vuelven contra él. Ahora bien, si este, poder de coacción externa se afirma con
esta claridad en los casos de resistencia, es posible que exista, aun de modo inconsciente
en los casos contrarios. Entonces somos víctimas de una ilusión que nos hace creer que
hemos elaborado lo que nos ha sido impuesto desde el exterior…” (Durkheim, 2010:10)
Así tenemos pues que Durkheim pondría en duda que el individuo pueda en
verdad “elegir” de forma individual y en esa elección encontrar su liberación e
individualidad como lo plantea Kierkegaard, sin embargo, éste último autor no es
el único que plantea la importancia de la elección; Jean Paul Sartre otro de los
10
filósofos llamados existencialistas viene a reforzar el planteamiento de
Kierkegaard diciendo que la mayoría de la gente reclama más libertad, la exigen.
Pero la libertad es una carga. Por eso la mayoría huye de ella con mala fe.
Estamos, dice Sartre, condenados a ser libres. Llevamos sobre nuestros hombros
el peso del mundo entero, porque somos responsables de él y de nosotros
mismos en él. (Sartre, 2008)
Luigi Severini a su vez nos dice que la ironía, alimentando en el hombre el valor de
escoger, contribuye a la realización del acto de la desesperación y lo guía hacia la
exigencia ética. La ética implica escoger, determinarse y, en el acto del
escogimiento adquiere la conciencia de su libertad. (Severini, 1961: 22) Por tanto
el hombre si es libre de elegir libremente.
Entonces, para los existencialistas, una de las cuestiones fundamentales de la
existencia humana es la elección libre, difícil quizás, pues cargamos con “la
estructura social”, sin embargo, ésta no es omnipotente y las personas pueden
liberarse de ella en el momento que cobran conciencia de la libertad que les da la
elección consiente.
Para terminar esta breve pero interesante confrontación con el planteamiento de
Durkheim diremos que más adelante Robert Ezra Park, uno de los representantes
del interaccionismo simbólico cuestiona la idea de estructura social por encima del
individuo pregonada por Durkheim, pues para Park la sociedad no se enfrenta al
individuo como un mero agente de represión, coersión u obligación. También se
experimenta como fuente de experimentación, de expansión del yo y de liberación
y fortalecimiento de energías personales ocultas. La condición para la acción
colectiva es la existencia de “representaciones colectivas”, que se constituyen en
la comunicación. Tal enfoque tiene que centrarse, por consiguiente, en las
diferentes formas de constitución de estas representaciones colectivas y tener
presente que las percepciones individuales y las nuevas creaciones de los
individuos son el nexo que media entre los hechos sociales. (Joas, 1987: 130)
11
Para seguir con este debate a continuación expondremos algunas ideas de Talcott
Parsons que fue un autor fuertemente influido por Durkheim, además de ser el
representante más sobresaliente del Funcionalismo.
Para el funcionalismo, la sociedad es una red de grupos que funcionan y cooperan
en forma ordenada. Esto es posible puesto que se supone que la mayoría de los
individuos comparten los mismos valores, pautas de conducta y reglas. El
funcionalismo tiene sus raíces en la tradición positivista de Comte, Spencer y
Durkheim, delineando sus planteamientos al estilo organicista; lo que deriva en ver
a la sociedad como un cuerpo en donde todas las partes están relacionadas y
funcionan armónicamente, prescindiendo del individuo al no verlo más que como
una parte integrante del todo.
Volviendo a Parsons, una de las características de su teoría es que no se
considera al actor en función de sus pensamientos y acciones sino sólo como un
conjunto de estatus y roles. Estos roles y estatus le son dados al individuo por
medio de su ambiente cultural y la socialización, por tanto los individuos
parecerían ser sólo receptores pasivos. “los niños aprenden no sólo a actuar, sino
también las normas y los valores, la moralidad, de la sociedad” nos dice Parsons
Parsons nos dice lo siguiente:
El problema del orden, y por lo tanto de la naturaleza de la integración de sistemas
estables de interacción social, es decir, de estructura social, se enfoca así sobre la
integración de la motivación de actores con criterios culturales normativos que integran el
sistema de acción, en nuestro contexto interpersonalmente. Esos criterios son… tipos de
orientación-valor, y en cuanto tales son una parte especialmente decisiva de la tradición
cultural del sistema social. (Tomado de Mills, 1997: 44).
Esta idea es parecida a lo que plantea Durkheim en dos sentidos, uno es que la
sociedad es un ente que esta por encima del individuo, lo asfixia y no le permite
mucho margen de acción; y el segundo es que al igual que Durkheim, el orden
social es la base de la estructura del sistema social de Parsons.
12
Frente al estructural funcionalismo de Parsons (que fue el que más influyo en la
sociología mundial durante mucho tiempo), el interaccionismo simbólico fue una
especie de reacción a esa postura. Ya adelantamos también algunas ideas del
interaccionismo cuando hablamos de Robert Ezra Park, sin embargo veamos
algunos otros puntos importantes de esta postura teórica.
El interaccionismo fue acuñado por Herbert Blumer en 1938 (precisamente en la
época donde el funcionalismo comenzó su auge) y su objeto de estudio son los
procesos de interacción –acción social que se caracteriza por una orientación
inmediatamente recíproca-, y las investigaciones de estos proceso se basan en un
particular concepto de interacción que subraya el carácter simbólico de la acción.
(Joas, 1987: 114)
El caso prototípico es el de las relaciones sociales en las que la acción no adopta
la forma de mera traducción de reglas fijas en acciones, sino en el caso en que las
definiciones de las relaciones son propuestas y establecidas colectiva y
recíprocamente. Por tanto, se considera que las relaciones sociales no quedan
establecidas de una vez por todas como pareciera pasar con Durkheim y Parsons,
sino que están abiertas y sometidas al continuo reconocimiento por parte de los
miembros de la comunidad. (Joas, 1987: 115)
Como su nombre lo indica, el interaccionismo simbólico le da énfasis también a los
símbolos ya que refiere a que el comportamiento humano se orienta a las posibles
reacciones de los demás. Mediante símbolos se forman modelos de expectativas
recíprocas de conducta, modelos que, sin embargo, siempre están integrados en
el curso de la interacción, de la verificación de anticipaciones.
Es claro entonces que el interaccionismo simbólico refuta al estructural
funcionalismo el poco interés que
éste último presta al individuo. El
interaccionismo ve que son las personas las que en su interacción, muchas veces
simbólica, van recreando su realidad, las instituciones o la estructura social ya no
como algo externo que le es dado y simplemente tienen que seguir, sino que ellos
van construyendo su realidad en un intercambio o interacción recíproca.
13
Además del interaccionismo simbólico existen autores
que atacan al
estructuralismo frontalmente; entre ellos podemos contar a Charles Wright Mills
que con referencia a la obra de “El sistema social” de Parsons se pregunta lo
siguiente:
“El sistema social (la obra más importante de Parsons): ¿es pura palabrería o es
también profundo?” A lo que Mills responde “Sólo en el 50% es palabrería; el 40% es
sociología de la más conocida, de manual. El otro 10%, como podría decir Parsons, me inclino a
dejarlo abierto a vuestras propias conclusiones empíricas. Mis propias investigaciones indican que
ese 10% restante es de uso ideológico posible, aunque más bien vago.”
Con el mismo tono acido Mills sigue la crítica diciendo: “Para sugerir en dos o tres
frases el libro de Parsons, por ejemplo, diríamos: Se nos pregunta: ¿Cómo es posible el orden
social? La respuesta que se nos da parece ser: Por los valores comúnmente aceptados.” ¿Eso es
todo lo que hay en él? Desde luego que no, pero es lo principal. Mas, ¿no es esto injusto? ¿Puede
tratarse un libro cualquiera de este modo? Sin duda que sí.” (Mills, 1997: 50)
Para Mills entonces esa misma obra, el sistema social, no dice nada sustancial, y
su contenido se puede resumir en dos o tres ideas, las cuales incluso son
superficiales también. A la vez, se pone en duda que exista un orden a partir de un
consenso de la sociedad, Crítica que por lo tanto, alcanza también a Durkheim.
Es importante señalar este punto puesto que si se critica el orden, esto deriva
entonces en poner atención al conflicto y los conflictos se dan muchas veces
cuando los individuos “deciden” u optan por un cambio. Así pues, de alguna forma
Mills también cuestiona a la estructura social como algo estable, ordenada y ajena
a cambios.
Permitamos ahora entrar a esta discusión a uno de los filósofos existencialistas
más conocidos, Jean Paul Sartre, puesto que como dijimos, este autor pone
especial atención a las personas en su individualidad.
Para Sartre cada ser humano está solo, “abandonado” y libre. Cada cual crea y
recrea su “esencia” en todo momento, gracias a sus elecciones y acciones. Cabría
preguntarse en este momento como es que puede haber elecciones y acciones
libres que no estén moldeadas de alguna forma por la estructura social o el
14
contexto donde se desenvuelven precisamente los individuos tal como lo señalan
Durkheim y Parsons. Para responder a esta pregunta Sartre se apoya en la
fenomenología y plantea que las personas puedan tener lo que Husserl
denominaba “suspensión fenomenológica” del juicio o “puesta entre paréntesis”. O
bien, Sarte también utiliza el termino “epoché” utilizando la palabra griega para
“suspender”. ¿Entonces, que es ese “epoché” y como nos ayuda?. En general se
trata
de un estado de la conciencia individual en donde “suspendemos”
temporalmente los supuestos que tenemos, los conceptos, las ideas, mucho de
ese conocimiento y aprendizaje que menciona Durkheim nos es dado desde niños,
para descubrir nuevos o diferentes significados de las cosas o la realidad; lo cual
nos permite tener conciencia de otras posibilidades que a la vez nos permiten ver
que somos “monstruosamente libres” de elegir. Entonces al realizar el “epoche” es
que ponemos en duda o al menos somos realmente consientes de nuestra
realidad, sabemos de las posibilidades de elegir e incluso si no hacemos nada
para cambiar nuestra vida, ahora somos consientes que ese acto de inacción es
una elección nuestra, tal cual pasa con el ejemplo de la biblia que dimos paginas
atrás. Este ejercicio de “suspensión” Sartre lo ejemplifica muy bien en su obra La
Nausea, donde el personaje principal Roquetin, al momento de ir viajando en tren
y observar los edificios externos que pasan, tiene de pronto un “epoche” lo que le
hace ver que todo lo que hasta ese momento tenía claro en función de conceptos,
de pronto se le vuelve confuso y tiene que reconstruir lo que le era ya dado.
“Pone la mano en el asiento, pero lo siente ajeno a él: no siente el asiento mismo, sino su
existencia es un asiento, dice, pero esta palabra se queda en mis labios, se niega a
depositarse en el objeto” “las cosas están divorciadas de sus nombres… Estoy en medio
de las cosas innominadas. Solo sin palabras, desprotegido, ellas me rodean, están debajo
de mí, detrás, encima…” (Sartre, 2006)
Sartre menciona que estos “epoche” nos demuestras una especie de
interrupciones sin los cuales sólo habría un determinismo universal ya que todo
suceso sería rígidamente causado por otro anterior, causado a su vez por otro
anterior, y así siguiendo hasta el infinito, y no podría existir ninguna acción
15
auténtica sino tan sólo reflejos, efectos. En cambio, esto no es así puesto que en
nuestra vida nunca nos enfrentamos a una única elección posible. Siempre hay
opciones (aún cuando pareciera que no las hay) y en último caso siempre existe la
elección más radical que es la elección de morir; cuando no tomamos esta última,
entonces todas las demás opciones o caminos que seguimos, son decisiones que
nosotros tomamos en vez de la muerte.
Con respecto a los “roles” sociales que Parsons dice que son necesarios para el
buen funcionamiento de la sociedad, pues ellos permiten que exista armonía,
Sartre nos dice que cualquier acto humano que podamos concebir está regido por
ciertas reglas que los “jugadores” deben aprender. Como fatalmente las personas
tienen que interactuar, frente a este juego de roles no parece haber opción. Los
roles pueden promover una cierta clase de libertad social dado que los derechos y
responsabilidades que le son inherentes, sin embargo, ellos a la vez también
limitan y encubren nuestra libertad de fondo, pues hacen que nos sea más fácil
objetivarnos y objetivar a los demás, es decir, seguir o ser lo que nos dicen que
debemos ser y a la vez exigir que los demás actúen también de determinada
manera, tal cual ya lo adelantamos también anteriormente.
Podríamos seguir con la exposición, pero creemos que lo señalado hasta aquí es
muestra clara de las dos posturas que existen al respecto de ¿Qué papel juega el
individuo frente a la sociedad? Como vimos, Durkheim y Parsons se inclinan
claramente por considerar a la estructura social como la predominante frente al
individuo, en cambio, el interaccionismo simbólico y los filósofos existencialistas
consideran que el individuo cuando es consciente de que puede elegir, adquiere
una libertad que le parecía negada. Sobre el tema de la elección es que cobra
relevancia los ejemplos que pusimos al inicio de este trabajo, pues Gregorio
Samsa, Raskolnikov y Meursault, “escogieron”; el primero volverse un escarabajo
para huir de las presiones que en su entorno lo agobiaban y los segundos, matar a
otra persona para escapar del absurdo de la vida, ir más allá de lo que la sociedad
dice se debe o no se debe hacer. Entonces es claro también que Kafka,
Dostoievsky y Camus concuerdan con la postura de los existencialistas (a ellos
16
mismos se les considera escritores existencialistas) y demuestran en sus
respectivas novelas la importancia de la elección.
Por último y para concluir este trabajo decíamos que existen sociólogos que
parecen buscar un espacio intermedio entre estas dos posturas. Alguien
representativo de estos esfuerzos es Antony Giddens.
Este autor trata de reconciliar ambos extremos, dándole importancia tanto a la
estructura social como al ser individual.
Giddens nos dice que esa polémica entre estructura social frente a individuo
quizás no se resuelva nunca ya que ha existido desde que los pensadores
modernos trataron de explicar sistemáticamente el comportamiento humano y
como nosotros tratamos de demostrar en este trabajo también, esa polémica no se
reduce únicamente al ámbito estrictamente de la sociología, sino que abarca otros
ámbitos, como la literatura, historia, filosofía, entre otras.
Sin embargo, Giddens menciona que no deben exagerarse las diferencias entre
ambas perspectivas.
Ninguna de las dos es absolutamente correcta y además existen conexiones entre ellas. La
perspectiva de Durkheim es válida en ciertos aspectos. Las instituciones sociales preceden, de
hecho a cada individuo; también resulta evidente que nos imponen restricciones. Por ejemplo, yo
no he inventado el sistema monetario que existe en Gran Bretaña. Tampoco puedo elegir entre
emplearlo o no si lo que quiero es disfrutar de los bienes y servicios que se compran con el dinero.
El sistema monetario, como toda institución creada, existe independientemente de cada uno de los
miembros de la sociedad y condiciona sus actividades.
Por otro lado, es ciertamente erróneo suponer que la sociedad es “exterior” a los individuos del
mismo modo que el mundo físico, y que éste seguirá
existiendo con o sin seres humanos,
mientras que decir lo mismo de la sociedad carece totalmente de sentido. Aunque la sociedad sea
exterior a cada uno de los individuos, no puede serlo, por definición, al conjunto de todos ellos.
Además, aunque los que Durkheim llama “hechos sociales” puedan condicionar nuestras acciones,
no las determinan. Uno podría elegir vivir sin dinero, sin está lo suficientemente decidido, aun
sabiendo las dificultades que encontrará para sobrevivir día a día. Como seres humanos, siempre
elegimos y no nos limitamos a responder pasivamente a lo que ocurre a nuestro alrededor. El
17
modo más satisfactorio de establecer un puente de unión entre el enfoque “estructural” y el de la
“acción” consiste en admitir que todos participamos activamente en la construcción y
reconstrucción de la estructura social en el curso de nuestras actividades cotidianas. Por ejemplo,
el hecho de que utilicemos el sistema monetario contribuye en una parte mínima, aunque
necesaria, a la existencia misma de dicho sistema. Si todos, o incluso la mayoría de la gente,
decidiera en un momento dado dejar de utilizar el dinero, el sistema monetario desaparecería
(Giddens, 1999:717)
Nos permitimos incorporar una cita extensa porque a nuestro parecer, lo que
Giddens menciona resume muy bien al punto donde queríamos llegar. Al igual
que este autor, nosotros creemos que efectivamente la estructura social es parte
importante en nuestra vida, nosotros crecemos en sociedad, nos desarrollamos y
aprendemos de la cultura que esta a nuestro alrededor. Aceptamos consiente o
inconscientemente las reglas “morales” de la sociedad. A la vez, no podemos dejar
de lado nuestra subjetividad, como hemos visto en clase de teoría social, las
personas no cambian de traje o “roles” a cada paso que dan. Todo eso es
importante decíamos y muchas veces determinan nuestro modo de actuar y sentir.
No obstante, esto no significa que seamos presa de la estructura social y no
tengamos más opción que acatar lo que la sociedad nos dice. De ser así nuestro
existir sería más bien la de un robot programado para hacer tal o cual cosa. En
cambio, somos seres racionales, y tal como lo plantean los existencialistas,
podemos vivir nuestra vida, para nosotros mismos, tomando decisiones, lo que
nos permite actuar conscientemente para cambiar situaciones o en caso contrario
seguir por un mismo camino pero sabiendo que esa también fue nuestra decisión.
Entonces como dice Giddens, el sistema social esta ahí como el sistema
monetario, no lo inventamos nosotros y nos servimos de él, sin embargo, tampoco
determina del todo que nosotros actuemos de una u otra forma, pues en último de
los casos, tenemos la opción de “decidir” vivir sin dinero.
18
BIBLIOGRAFÍA
Camus, Albert, (2010). El extranjero. México, Planeta.
Dostoievski, Fiador, (2008). Crimen y castigo. México, Porrua.
Durkheim, Émile (2010). Las reglas del método sociológico. México, Colofón.
Giddens, Antony (1999). Sociología. Madrid. Alianza Editorial.
Joas Hans (1987), Interaccionismo simbólico en: Antony Giddens, La teoría social
hoy. México, Alianza.
Kafka, Franz, (2006). La metamorfosis. España, Huerga y Fierro editores.
Kierdegaard, Soren (2007). El concepto de la angustia. España, Alianza
Editorial.
Marcuse, Herbert. (1968). El hombre unidimensional. México, Joaquín Mortiz.
Sartre, Jean Paul. (2008). El ser y la nada. Argentina, Editorial Losada.
Sartre, Jean Paul. (2006). La náusea. Argentina, Editorial Losada
Severini, Luigui.(1961). El existencialismo. España, Herder.
Silva Ruiz Gilberto y Guillermo Garduño Valero, comps. (1997). Antología teoría
sociológica clásica Émile Durkheim, México, UNAM.
Wright Mills C. (1997). La imaginación sociológica. México, Fondo de Cultura
Económica.
19
20

Documentos relacionados