ATU 709A L`ogre qui rendait visite à la fille
Transcripción
ATU 709A L`ogre qui rendait visite à la fille
El ogro que visitaba a la muchacha (ATU 709A) Había una vez una muchacha que vivía con sus siete hermanos. Trabajaban todos, excepto ella, que se quedaba en casa haciendo las tareas domésticas. Nunca salía, ni siquiera conocía a sus vecinos. Todos los días ellos se iban a trabajar y ella se quedaba sola en la casa. Un día se le acabó la leña, así que salió a buscarla. Fue a visitar a sus vecinos para ver si podían darle un poco. Como ella nunca había salido y no había vecinos por allí cerca, tuvo que caminar y caminar hasta que encontró una puerta. La cruzó y entró. Allí vivía un ogro… Nada más entrar en la casa se encontró con el monstruo. ¡Tenía la cara como la de un león! Lo encontró sentado encima de la cabeza de un burro, cocinando las tripas de un burro, y estaba mezclando todo con las patas del burro. Luego ella, al ver aquello, no quiso que se diera cuenta de que la había asustado, porque sabía que si no se la iba a comer. Como le entró mucho miedo, lo único que pudo decirle fue: –Necesito leña. ¿No tendrás tú un poco? Él le dijo: –Sí, hija. Aquí tengo un poco de leña. ¡Cógela! Ella se llevó la leña y se marchó. Y él ¿qué hizo? Pues se puso a seguirla para averiguar dónde vivía. Ella no se dio cuenta. Se marchó a casa a toda velocidad, porque estaba muerta de miedo. El ogro se enteró de dónde vivía, y al día siguiente se fue a su casa. Llamó a la puerta. La muchacha le abrió y le preguntó qué necesitaba. Él le dijo: –Ayer, cuando viniste, ¿sobre qué estaba sentado tu tío? Ella no quiso decirle la verdad, que era que estaba sentado sobre la cabeza de un burro. Lo que le dijo fue: –Me lo encontré sentado sobre algo de oro. Todo estaba hecho de oro, y él estaba mezclándolo todo con oro. Todo lo que colgaba era de oro; todo en la casa estaba bonito y limpio. Entonces el monstruo se marchó. Al día siguiente volvió a hacer lo mismo. Le dijo: –¿Sobre qué estaba sentado tu tío? Y así un día y otro. La muchacha siempre le respondía lo mismo: que estaba sentado sobre oro, plata y diamantes... Cada vez le decía lo mismo. La muchacha tenía tanto miedo del ogro que acabó perdiendo mucho peso. Un día sus hermanos se dieron cuenta de que estaba muy delgada. Entonces le preguntaron qué le ocurría. Pero ella no quiso hablar. No se atrevía… Uno de ellos le dijo: –¡Dinos ahora mismo lo que te ha pasado! ¡Dínoslo! Así que a la muchacha no le quedó más remedio que contárselo. Les dijo lo que había sucedido con el ogro. Le dijeron: –¿Por qué no nos lo has contado antes? ¿Por qué no nos lo has dicho hasta hoy? En todo caso, no tengas miedo. Mañana nosotros no iremos a trabajar. Nos quedaremos aquí contigo. Los hermanos cavaron una fosa allí, al lado de la puerta, junto al cercado. A continuación le dijeron: –Tú deja la puerta abierta, que nosotros nos quedaremos escondidos. Hoy no vamos a ir al trabajo. No tengas miedo, que estaremos aquí. Le dijeron: –Cuando llegue el ogro, tú dile la verdad. Cuéntale la manera en que te lo encontraste. Dile la verdad y no tengas miedo. Al día siguiente dejaron la puerta abierta, y, cuando llegó el ogro, se la encontró abierta. Entró directamente y le dijo: –¿Dónde te encontraste sentado a tu tío? Le volvió a hacer la misma pregunta. Entonces ella le dijo la verdad. Le dijo que se lo había encontrado sentado encima de la cabeza de un burro y que apestaba. Le dijo también que estaba comiendo las tripas de un burro y que lo estaba mezclando todo con las patas de un burro. El ogro le dijo: –¡Como me has dicho la verdad, ahora te voy a comer! En cuanto se acercó, se cayó en el agujero que le habían preparado los hermanos. Luego salieron ellos y empezaron a darle pedradas y a echarle tierra encima para dejarlo allí enterrado. Y mientras le daban golpes, él le decía a ella: –¡Si no te mato yo, te matará mi hueso! Y repetía lo mismo: –¡Si no te mato yo, te matará mi hueso! Y así hasta que se murió. Lo enterraron y lo dejaron allí… Cuando la muchacha creció, un día se puso a caminar descalza por aquel cercado. No se puso zapatos. Estaba andando descalza y se hizo una herida con uno de los huesos del ogro. El hueso sobresalía de la tierra y le hizo una herida en el pie en su pie. Y aquella herida acabo provocándole la muerte. [Informante: A. L., de 65 años y oriundo de la Gran Cabilia. Registrado el 21/9/2014. Recolectora: F-Z. M. Versión traducida del cabileño]