Andrés Molina Enríquez - Inicio

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Andrés Molina Enríquez - Inicio
ANTOLOGÍA
Andrés Molina Enríquez
GOBIERNO DEL ESTADO DE MÉXICO
EDITOR
ANTOLOGÍA
Andrés Molina Enríquez
Prólogo y selección
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Proemio
V. HUMBERTO BENÍTEZ TREVIÑO
COLECCIÓN MAYOR
ESTADO DE MÉXICO: PATRIMONIO DE UN PUEBLO
Enrique Peña Nieto
Gobernador Constitucional
Consejo Editorial:
Humberto Benítez Treviño, María Guadalupe Monter Flores,
Luis Videgaray Caso, Agustín Gasca Pliego, David López Gutiérrez.
Consejo Técnico:
Alfonso Sánchez Arteche, José Martínez Pichardo, Augusto Isla Estrada.
Secretario Técnico: José Alejandro Vargas Castro.
©Álvaro Molina Enriquez / Antología Andrés Molina Enríquez.
Segunda edición: 2007
DR.©
GOBIERNO DEL ESTADO DE MÉXICO
PALACIO DEL PODER EJECUTIVO
Lerdo, poniente, No. 300
Toluca de Lerdo, Estado de México, C.P. 50000
www.edomex.gob.mx/consejoeditorial
[email protected]
ISBN 968-484-655 (Colección)
ISBN 978-970-826-020-6
Autorización del Consejo Editorial de la Administración
Pública Estatal No. CE: 202/1/14/07
Impreso en México
Printed in Mexico
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autorización del Gobierno del Estado de México. Si usted desea hacer una reproducción parcial de esta obra, sin fines de lucro, favor
de contactar al Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal.
ANTOLOGÍA
Andrés Molina Enríquez
PRESENTACIÓN
E
n el marco del bicentenario del inicio de la lucha de nuestra Independencia y del centenario de la Revolución Mexicana, acontecimientos que
conforman los pilares fundamentales del México contemporáneo, realizamos una serie de acciones para el fortalecimiento de la conciencia nacional y
el replanteamiento de actitudes que nos conduzcan a elevar la educación cívica
de todas las generaciones de mexiquenses. Entre las acciones de concientización
identitaria se encuentran la conmemoración de hechos y diversos homenajes a
próceres de la Independencia, la Reforma y la Revolución.
Uno de los próceres que enaltecen el orgullo de ser mexiquense es Andrés
Molina Enríquez, originario de Jilotepec, provincia mexicana, en donde nació el
30 de noviembre de 1868 y murió en Toluca el 1º de agosto de 1940. Dedicó
su vida a las causas sociales, a la academia, al servicio público y a la integración
ideológica de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917,
como asesor de los diputados constituyentes de Querétaro; fue consultor para
integrar el espíritu y la letra del Artículo 27 constitucional que perfiló al nuevo
Estado social de derecho.
Por lo anterior, en honor del prócer del agrarismo mexicano, Andrés
Molina Enríquez, difundimos en la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario la
antología lograda por su descendiente Álvaro Molina Enríquez, quien con una
lucidez propia de su formación profesional, integra una selección del ideario del
hombre de ciencia, del político, jurista y revolucionario.
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Al difundir el pensamiento de Andrés Molina Enríquez, vinculamos las gestas
heroicas que lograron la conformación e identidad de México como país libre
y soberano, características que se hayan depositadas en la conciencia ciudadana y
que nos impulsan a emprender acciones para construir un futuro promisorio.
ENRIQUE PEÑA NIETO
GOBERNADOR CONSTITUCIONAL
DEL ESTADO DE MÉXICO
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PROEMIO
U
no de los propósitos del gobierno de Enrique Peña Nieto es fortalecer la identidad estatal, a través de la difusión del pensamiento de los
próceres que generaron los valores del ideario mexicano consignado en
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917.
Uno de ellos es Andrés Molina Enríquez, hombre genial, quien participó
con sus conocimientos de abogado agrarista para conformar el Artículo 27 cons-titucional de nuestra Carta Magna, respondiendo así al reclamo que a través de los siglos
habían hecho los hombres del campo para reivindicar el usufructo de sus tierras.
Para el logro de esta reivindicación, los hombres del campo participaron
en el movimiento armado de la Revolución Mexicana, que enarboló en sus
planes aquellas demandas sociales que desde el Congreso Constituyente de
1856-1857, había presentado Ponciano Arriaga en su voto sobre la propiedad,
con el fin de patentizar el problema nacional de la gran concentración de tierras
que generaba injusticia.
El fenómeno de la concentración de las tierras por parte del ranchero y
hacendado generaba injusticias en contra de la gran población de peones libres,
acasillados, originando los grandes problemas nacionales que Andrés Molina
Enríquez describió en los diferentes estudios científicos, antropológicos, sociológicos y jurídicos que integran su gran obra escrita, de la cual Álvaro Molina
Enríquez hace una selección especial, que debe ser conocida por los interesados
en saber de dónde derivó el esfuerzo por alcanzar una auténtica justicia social
para el campo mexicano.
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Cabe el mérito al Estado de México de que en Jilotepec naciera el
máximo representante del liberalismo social, que fundamentó el derecho constitucional agrario, interpretando las ideas de los diferentes próceres que siempre
buscaron hacer justicia al hombre del campo, quien sólo tenía como alternativa la
sumisión o el exterminio.
Entre Ponciano Arriaga y Andrés Molina Enríquez existe una vinculación histórica que los identifica entre el Voto de propiedad y Los grandes problemas nacionales, respectivamente. Ambos documentos describen los escenarios
difíciles en que vivían los hombres del campo, quienes sufrían la extrema pobreza,
malos tratos y otras inclemencias en las haciendas, aunando a ello la ignorancia y
la insalubridad.
Arriaga compartió en el Congreso Constituyente de 1856-1857 sus ideales de redención de los hombres del campo, con Isidoro Olvera y José María Castillo Velasco, buscando un lugar en la Constitución de 1857 para elevar a rango
constitucional los referentes de la justicia en materia agraria.
Molina Enríquez intercambió sus propósitos de instrumentar la justicia
agraria con los hermanos Vázquez Gómez, Francisco I. Madero y con Luis Cabrera; al no encontrar eco, enarboló el Plan Texcoco, rebelión que dio motivo para
que el gobierno maderista lo mantuviera en prisión del 15 de julio de 1911 al 25
de marzo de 1912.
Es así como la lucha por las causas de los más desvalidos integran el
paralelismo: Ponciano Arriaga sufre el exilio del gobierno santanista en Brownsville y Molina Enríquez sufre prisión del gobierno maderista. Sin embargo, los
dos recobraron la libertad para consolidar el liberalismo social; Arriaga en la
Constitución de 1857 y Molina Enríquez en la Constitución de 1917. Indudablemente ambos fueron los agraristas más visibles que lucharon a favor de los
campesinos de México.
Por ello hoy, en la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario, difundimos
las múltiples facetas de la excelente obra del agrarista mexiquense Andrés Molina
Enríquez, quien al servicio de su patria, enalteció la valía del agro mexicano y dio
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luces a la sabiduría mexiquense, postulando las garantías que integran el Artículo
27 constitucional.
Como podrá observar el acucioso investigador de los conocimientos que
conforman la cultura mexicana, estas páginas guardan el sentir y el quehacer
patriótico de un científico social mexiquense, el hombre de Jilotepec, Andrés
Molina Enríquez.
V. HUMBERTO BENÍTEZ TREVIÑO
SECRETARIO GENERAL DE GOBIERNO
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NOTA A LA PRIMERA EDICIÓN DE 1969
La Secretaría de Educación Pública edita esta antología del pensamiento de
Andrés Molina Enríquez, insigne y apasionado campeón de ideas tan fundamentales para la transformación social del México moderno como la agraria,
el homenaje a su memoria y a la del caudillo de la tierra, Emiliano Zapata, el
cincuentenario de cuyo sacrificio se cumplió el 10 de abril del presente año.
PRÓLOGO
F
ue en el altiplano central donde nació don Andrés Molina Enríquez. En
el corazón de la República Mexicana, que él llamara la zona fundamental
de los cereales, encrucijada de antiguas culturas y ambiente favorable al
asentamiento de la esencia de la nacionalidad. Ahí donde el eje volcánico vierte
lluvias y corrientes sobre las mesetas altas que descienden al septentrión.
Jilotepec, según viejas tradiciones, fue centro ceremonial antes de la
Conquista y vio pasar, en la Colonia, a los movimientos de penetración en todas
direcciones. Ya en el siglo XVIII, fue siempre parada de descanso obligada en los
viajes hacia el norte y de regreso a la capital. Por eso es que don Juan Ignacio
Enríquez estableció en ese lugar la sede central de su servicio de diligencias y
carros que tuvieron intenso tráfico de pasajeros y mercaderías a todos puntos de
la Nueva España finiochocentista.
Don Juan Ignacio era de origen aragonés, muy probablemente sefardita,
y tuvo numerosos descendientes, entre ellos la dama doña Francisca Enríquez,
que matrimoniara con don Anastasio Molina, algo después de la mitad del XIX.
De don Anastasio se sabía que había nacido en el puerto de Veracruz,
donde su padre, Agapito Molina, de origen antillano, era capitán de la guarnición
porteña, caballero estimado en la sociedad de la Villa Rica, que gustaba de pasear
en carroza grande, con su señora esposa, al salir de la misa parroquial. El cólera
de 1833 segó las vidas del capitán y su consorte, cuando Anastasio apenas llegaba
a un lustro de edad. Su abuela materna lo crió en la ciudad de Taxco, en donde
poseía minas de plata y otras propiedades, que le permitieron la holgura necesaria
para costear al nieto la carrera de leyes, a cuyo término Anastasio fue admitido
como Secretario de un Ministro de la Corte Suprema. Pero he aquí que al acompañar a su superior en gira de visitas a partidos judiciales próximos a la capital,
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pasa por Jilotepec y obtiene permiso para permanecer en esta población como
escribano público, movido por el deseo de establecerse y matrimoniarse. Casa y
enviuda don Anastasio y decide luego solicitar en matrimonio a doña Francisca,
pero es rechazado por la familia de su pretendida. La joven Francisca es llevada
a la ciudad de México e internada en el Colegio de Niñas. Empero, el empeño
de don Anastasio fue mayor, pues con el apoyo de los marqueses de Salinas logra
finalmente casarse, contra la voluntad de la familia Enríquez.
De la unión de Francisca y Anastasio nacieron los varones Everardo,
Agustín y Andrés y las hijas Cristina y Elodia.
Andrés, nacido el 30 de noviembre de 1868, hizo sus estudios de preparatoria en el Instituto Científico y Literario de la ciudad de Toluca y parte de la
carrera de licenciado en Derecho en la ciudad de México, donde le toca convivir
con Jesús Urueta, Francisco Olaguíbel, y Vera Estañol. Por la avanzada edad de
don Anastasio, se ve forzado Andrés a interrumpir sus estudios, ya al finalizar
la carrera, para hacerse cargo de la escribanía de su padre en Jilotepec. Se recibe
posteriormente y ejerce la judicatura en Sultepec, El Oro, Tlalnepantla y otras
poblaciones del Estado de México; con algunas permanencias en la ciudad de
Toluca, durante las cuales imparte cátedras en el Instituto que le diera albergue y
guía en su juventud.
En la última década del siglo anterior contrajo matrimonio con doña
Eloísa Rodea Miranda, también de Jilotepec, dama alegre, activa y empeñosa, de
carácter firme y amplio corazón, que acompañaría a don Andrés durante la parte
mayor de su vida. También en ese lapso nacen sus dos hijos Napoleón y Renato.
En los años finales del XIX y primeros del presente siglo, inicia su producción periodística, con artículos de fondo, estudios sociológicos seriados, comentarios políticos, en una actividad creciente en la que se ven envueltos todos
los intelectuales de la época, preludio del gran cambio social que se gestaba.
Con motivo del centenario del nacimiento de Benito Juárez, la comisión
nacional organizada para los festejos, abrió un certamen literario, en 1905, al que
presenta don Andrés su obra titulada Juárez y la Reforma. La objetividad de sus
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exposiciones, sus apoyos científicos y la multiplicidad de enfoques, índice de un
conocimiento profundo y diversificado, captaron la atención del medio intelectual mexicano. A ello se debió que el director del Museo Nacional, licenciado
don Genaro García, llamara a don Andrés a colaborar en esa institución que
realizaba las funciones de una verdadera academia nacional. Se incorpora don
Andrés a las actividades del Museo, al lado de don Nicolás León y otros notables
estudiosos, a partir de 1907, y permanecerá desarrollando variadas labores de
investigación y docencia, prácticamente hasta su fallecimiento en 1940.
El contacto con la campiña mexicana, la convivencia con sus múltiples
problemas, la observación directa de lacerantes realidades, las inquietudes de una
formación intelectual rigurosa y un ethos altamente reactivo, dieron nacimiento a
los Estudios de Sociología Mexicana, publicados en capítulos parciales en folletines
de “El Tiempo”, y posteriormente reunidos en la publicación denominada “Los
Grandes Problemas Nacionales”, correspondiente a 1909.
Al llegar las inquietudes políticas a la etapa de culminación, de mayor
efervescencia, participa Andrés Molina Enríquez en todos los movimientos progresistas. Convive y dialoga cotidianamente con los hermanos Vázquez Gómez,
con el propio Francisco I. Madero. Mantiene cordial amistad con Luis Cabrera;
y en todos los tonos, en todos los cenáculos, ante todo interlocutor y auditorio,
insiste en la finalidad básica de resolver los grandes problemas nacionales, particularmente los de carácter social, como meta ineludible de todo cambio político.
Infortunadamente no siempre encuentran eco sus palabras y al triunfo
del maderismo, ante el olvido de las cuestiones sociales consideradas por él de
primerísima urgencia, se siente impelido a romper con Madero y a tomar la acción
directa, con su plan revolucionario de Texcoco, de julio de 1911.
Fue ese documento el que sentó los principios de reformas sociales fundamentales que habrían de ser plasmadas en planes y movimientos posteriores y en
la Carta de 1917. Esas avanzadas normas, constitutivas de la parte medular de la
primera revolución social del mundo, costaron a su autor la reclusión política hasta el
mes de marzo de 1912. Empero, el Plan de Texcoco ya había circulado y en sus principios encontró la identificación de sus ideales, el pueblo revolucionario mexicano.
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Repetidos contactos tuvo Andrés Molina Enríquez con los ideólogos
del zapatismo, con representantes del villisimo y con los diversos grupos revolucionarios. Al ocurrir la decena trágica, don Andrés Molina Enríquez publica su
periódico El Reformador, con el que orienta la opinión pública sobre el sentido
contrarrevolucionario de ese movimiento y sobre los objetivos de cambio social
que era necesario asignarle al movimiento revolucionario.
Ese mensaje de reforma indiferible es recogido por el Plan de Ayala y
la Revolución del Sur, y cunde con todas las facciones hasta imponerse al propio
movimiento constitucionalista, en la Ley del 6 de enero de 1915. En la redacción
de este instrumento el licenciado Luis Cabrera reconoció de manera expresa la
inspiración y guía recibida del pensamiento de Andrés Molina Enríquez.
Sin embargo, la oportunidad para consagrar la reforma social no habría de
presentarse sino hasta que se iniciaron los preparativos del constituyente de 1917.
El licenciado Andrés Molina Enríquez, miembro consultor de la
Comisión Nacional Agraria de la Secretaría de Agricultura y Fomento en 1916,
recibió encargo de redactar el proyecto del Artículo 27 constitucional para ser
presentado al Congreso Constituyente. Fue entonces cuando el sociólogo de los
problemas nacionales, el historiador y etnólogo y el revolucionario reformista se
fundieron en un pensamiento con el que, felizmente, concurrían los diputados
representantes de los trabajadores, de los grupos campesinos, de las orientaciones
revolucionarias más progresistas. De esa manera, el principio de reforma agraria
y el principio de protección a los trabajadores enunciados en 1911 se abrieron
paso contra las corrientes de mero cambio político y, además, Molina Enríquez
utilizó la gran ocasión para implantar una nueva estructura ideológica en la ley
fundamental mexicana.
La minuciosa investigación histórica y la cabal comprensión del sentido
del devenir social, junto con la realidad palpitante, llevaron a Andrés Molina
Enríquez a la convicción de que el movimiento liberalista individualista, en su
afán de resguardar los derechos fundamentales del hombre y del ciudadano, conducía irremediablemente a desigualdades sociales. Además, se derivaba hacia
extremos absurdos en los que se pretendía hacer valer derechos individuales por
encima de los beneficios para el todo social.
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El análisis de las estructuras históricas y de la teoría política, llevado a
cabo con gran penetración por el autor del Artículo 27 constitucional, mostró
que en el afán de destruir las bases de la monarquía absoluta, despótica, los
movimientos a favor de las libertades y derechos del hombre, no cuidaron de conservar para el poder democrático que se trataba de alcanzar la representación del
todo social y los controles sobre todos los derechos de los individuos, de manera
que no contradijesen el bien general.
Con ello, por la preocupación de proteger al individuo, se hizo a un lado
el descubrimiento de la idea de soberanía nacional, como poder de autodeterminación no subordinado a ningún otro, ni en lo exterior ni en lo interior.
Por tanto, se anuló o se obstruyó casi totalmente la facultad de intervención del Estado, de la representación nacional para el ejercicio de esa soberanía en
persecución del beneficio social general, tendiente a realizar los fines del Estado y
del Derecho.
El romanticismo liberalista individualista sí condujo a promover desigualdades sociales, a favorecer intereses particulares, a maniatar la representación nacional
y a interferir, en ocasiones casi a destruir, el ejercicio de la soberanía nacional.
Por todas estas razones, con un profundo y elevado discernimiento, cambió Molina Enríquez el espíritu de la Constitución liberalista individualista de
1857, al sentido intervencionista socialista de la Constitución de 1917, en la que la
Nación, el estado mexicano, reivindica la soberanía sobre su territorio y sobre sus habitantes, rescata la legítima propiedad del subsuelo, de las aguas, de las tierras y se
reserva la facultad soberana de reconocer o desconocer la propiedad privada, de
imprimirle todas las modalidades y restricciones necesarias para que funcione en
beneficio del todo social.
Resalta claramente que el pensamiento de Molina Enríquez impuesto en
el Artículo 27 constitucional tuvo una extraordinaria visión hacia el futuro, hacia
las necesidades del estado moderno y de la convivencia humana; y, de manera
por demás obvia, entregó al estado mexicano el fundamento y la instrumentación
jurídica, la base filosófica, la fuerza de una voluntad social predominante plas-
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mada en norma fundamental originaria, para rescatar su presente, para rectificar
errores del pasado y para construir su futuro en concordancia con las idealidades
máximas de justicia y equidad social, de desarrollo racional y de genuina libertad
y soberanía irrenunciable.
En toda la obra de Andrés Molina Enríquez está siempre presente un
espíritu de gran responsabilidad intelectual y científica, que es el resultado de una
formación sistemática de solidez absoluta. Sus producciones son el fruto de observaciones directas, investigaciones acuciosas y prolongadas meditaciones críticas. Bajo la orientación del positivismo y evolucionismo, su pensamiento elabora
análisis históricos, normas jurídicas, clasificaciones de teoría del conocimiento o
concepciones de etnología, con apoyos indiscutibles de observación y experiencia
comprobada que se articulan en elementos científicos y toman acción dinámica
al concurrir como impulsos históricos, a la configuración del cuadro social.
En cada obra asienta sus premisas sobre variadas aportaciones que examina rigurosamente, antes de aceptarlas como principios originarios y fundantes.
El signo filosófico de la evolución spenceriana es manejado con mágica maestría,
lo mismo que exponer el enlace de etapas históricas, que para explicar diferencias culturales y lingüísticas de los grupos humanos, o formas de tenencias de la
tierra, dentro de una unidad omnicomprensiva de pensamiento de dimensiones
cósmicas y de extensiones temporales paralelas en su proyección.
Su estudio sobre la formación de regiones naturales en México y sus
recomendaciones de política de desarrollo económico y social por regiones, contenidos en Los Grandes Problemas Nacionales, tienen respaldos científicos en
datos tomados de la paleobiología, de la bioquímica y de la geología antigua
y reciente. El valor geoeconómico y geopolítico de la zona fundamental de los
cereales está conectado con esos mismos datos y con las incidencias de las glaciaciones y de las fallas de la corteza terrestre.
En el examen de la historia, consecuentemente, no hay espíritu anecdótico ni artificiosa dramatización, sino observación del desarrollo de factores sociogeográficos, étnicos, de psicología de grupos sociales, de su actuación
como clases económicas con intereses políticos peculiares; y, sin embargo, estas
vinculaciones cósmicas enriquecen las exposiciones, multiplican la emotividad
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de su lectura, con una profundidad de enfoques, que asigna a los personajes de
nuestra historia y a la historia misma, la atmósfera de la tragedia clásica y más
propiamente, de la épica heroica, en donde el medio físico, los atavismos raciales,
las estructuras económicas, el contacto con avances tecnológicos e innovaciones
políticas, mueven y entrelazan sus impulsos en la conformación del devenir.
En su estudio sobre Juárez y la Reforma define lapidariamente el sentido
de la investigación histórica, como “la ciencia, verdaderamente tal, de estudiar
los impulsos sociales que en la evolución universal y en el proceso de la selección
colectiva, han determinado los movimientos de los grandes hombres”.
Estuvo Andrés Molina Enríquez alimentado en la orientación científica positivista y en el “liberalismo” mexicano, pero esta última palabra tiene una
acepción muy especial, pues corresponde al laicismo anticlerical y progresista que
caracteriza a la corriente de Benito Juárez, a los “liberales” de la Reforma contra
los conservadores, y posteriormente al Partido Liberal que siguió funcionando
dentro del período de la dictadura porfiriana. Muy lejos está Molina Enríquez
del otro liberalismo, del dejar hacer y dejar pasar, cuyos errores dieron precisamente nacimiento a la gestación de revolución social de 1910.
La revisión histórica de México desde sus orígenes más remotos se une
a las observaciones de una vida transcurrida en contacto inmediato con los problemas del campo, con las prevalecientes castas sociales y con las injusticias de
un orden clasista en que los grupos étnicos coincidían con los estratos sociales.
Todo ello vive en sus obras, con la comprensión precisa de la naturaleza de las
cuestiones raciales, derivadas de la confrontación y compenetración forzada de
elementos humanos contrastantes en origen y en grado de evolución, en conformación psicológica y organización social. Muy notable es la investigación y diferenciación de los grandes conglomerados lingüísticos por el origen construccional de las lenguas.
Pero, de los momentos culminantes en la creación intelectual de Molina Enríquez, emerge con los caracteres de edificación colosal, su identificación
de los grandes problemas de la Nación, alrededor de las cuestiones centrales de
la necesidad de dividir la gran propiedad territorial, organizar sistemas de irri-
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gación y estructurar el crédito territorial, para resolver el gran problema político
y los problemas derivados de la composición, concentración y dispersión de la
población en las diversas regiones del país.
Sobre ese libro emitió opinión en 1937 el doctor William Prestley,
de la Universidad de California en Berkely, profesor titular de historia en
esa institución; y, al llamarlo la biblia de la Revolución, expresó que junto con
el Ensayo Político sobre la Nueva España de Humboldt y La vida en México
de marquesa Calderón de la Barca, forma la trilogía de libros más notables que
se hayan escrito sobre México. Años más tarde, la autora norteamericana Anita
Brenner en su libro The Wind That Swept Over México, considera a Andrés
Molina Enríquez como el Juan Jacobo Rousseau de la Revolución Mexicana.
A sesenta años de distancia, el planteamiento de los problemas del país,
aún tiene actualidad; y la determinación de las regiones naturales de México es
objeto de estudio y seguida en sus lineamientos, por autores como el geógrafo
Claude Bataillon, del Instituto de Altos Estudios Latinoamericanos de la Universidad de París, que en su obra publicada el presente año bajo el título Regions
Geographiques Au Mexique, le dedica amplio comentario exegético.
Cabe mencionar que ese geógrafo, así como los especialistas americanos R. C. West y J. P. Augelli (Middle America Its Land and Peoples, Prentice
Hall, 1966) y el alemán O. Schmieder (Geografía de América Latina, Fondo de
Cultura Económica, 1965), coinciden con el punto de vista de Andrés Molina
Enríquez, de principios de este siglo, consistente en combinar para la regionalización, los enfoques culturales y económicos, de polarización de actividades, junto
con el examen escueto del medio físico.
Asimismo, resulta interesante constatar que en la década de los cincuentas
los organismos técnicos de las Naciones Unidas, al hacer recomendaciones para los
países en vías de desarrollo, sugirieron la planificación y ejecución del desarrollo por
regiones, también en coincidencia con la visualización de Andrés Molina Enríquez.
El segundo momento cumbre de su producción como intelectual estudioso de nuestro país lo constituye su Esbozo de la Historia de los Primeros
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Diez años de la Revolución Agraria de México, en el que nuevamente alcanza
dimensiones monumentales y grandiosas su amor por México, su responsabilidad
científica, la originalidad de su examen de la historia, su prosa sencilla, elegante
y aumenta a la vez; y su método expositivo en el que, repetimos, hay la presencia
de una concatenación apodíctica, aunada a un fervor descriptivo y a una fuerza
plástica que suscitan intensa y profunda emoción. Después de leer la aproximación multidimensional de ese “esbozo”, no se puede evitar la impresión de que
se ha conocido la verdadera Historia de México y de que se ha penetrado a la
idiosincrasia psicológica de todos y cada uno de nuestros próceres.
Empero, no es de menor importancia y belleza de exposición, la investigación también multidimensional, interdisciplinaria, que hizo Andrés Molina
Enríquez sobre Juárez y la Reforma, que como las anteriores, deja la invitación
a la acción progresista enlazada con el sentido valioso de nuestro acontecer mediato e inmediato anterior.
Ahora bien, don Andrés fue el primero en tomar esa inspiración de
nuestro pasado y esa visión de nuestro mejor futuro, para imponérselas a sí mismo como motores de su acción. Al constatar que la evolución histórica que él
había planteado en sus Problemas Nacionales, estaba en riesgo de deformaciones
y desviaciones, se transforma en hacedor de historia y constructor de porvenir; a
riesgo de su vida y con el oneroso precio de libertad, hace retemblar la fibra de los
imperativos de cambio social con su Plan de Texcoco y rectifica de esta manera la
trayectoria de la Revolución. De ahí en adelante ya no se podrá soslayar el ideario
social de ese movimiento.
Pero ocurre que al reunirse el Congreso Constituyente de Querétaro en
1916, nuevamente vuelve a advertir Molina Enríquez el grave peligro de la traición a la autenticidad revolucionaria, y nuevamente actúa para hacer historia, en
esta ocasión con el alcance máximo, con la modificación radical de la estructura
y fisonomía jurídica de México, a través del Artículo 27 constitucional, que personalmente redacta, después de convencer a los revisionistas contrarrevolucionarios del simple cambio político, tras de mostrarles con el peso de la evidencia y
la coyuntura favorable de las amenazas de continuación de la violencia armada,
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que el examen del problema agrario era inevitable. Tal oportunidad fue maravillosamente aprovechada por Molina Enríquez para hacer la Constitución de
1917, con su Artículo 27, la primera constitución socialista del mundo, la primera ley fundamental en que se rescataron los derechos de la soberanía nacional,
en un nuevo sentido de intervención estatal justiciera y progresista, racional y
valiosa. Y lo peculiarmente relevante de ese nuevo concepto constitucional de
Molina Enríquez es que lo enlazó con la tradición plurisecular del país, con las
características psicológicas sociales de los diversos grupos que componen nuestra
población; asignándole una funcionalidad de proyección futura ilimitada, fiel a su
concepción evolucionista spenceriana.
Muy pocos instantes en la historia de la humanidad existen, en los que
un solo individuo polarice y atraiga sobre sí el peso de tan tremenda responsabilidad, como si un modesto pararrayos absorbiera toda la carga eléctrica de
una tempestad ciclónica. También hay muy pocos extremos en los que un solo
individuo actúe con tan extraordinario acierto, con tan excelsa conciencia de ser
representante de todo un pueblo, de toda una nación, de toda una gran etapa
histórica, con siglos de dramática lucha tras de sí, con estrujantes condiciones de
vida en la población campesina que esperaban un milagro, con graves amenazas
a la soberanía de la nación que reclamaba una solución de verdadera urgencia.
Andrés Molina Enríquez fue ese pararrayos que convirtió la tormenta en dínamo
constitucional. El varón de Jilotepec y Toluca, el etnólogo e historiador, el jurista,
geógrafo y planificador se erigió prodigioso piróforo, en plasmador de idealidades
en realidades.
El mismo Molina Enríquez, en alguno de sus libros, expresa que en
nuestra historia se puede identificar a un hombre con una etapa de lucha y de
esa manera, él identifica a Morelos con nuestra Independencia, a Juárez con la
Reforma. Andrés Molina Enríquez personifica el espíritu de nuestra Revolución
y al ser verdadero de nuestra nacionalidad.
No obstante, sí es de deplorar que el insigne ideólogo hubiera sido siempre de una infinita modestia y que tras de obrar con la grandeza y tino que los
momentos cruciales requerían, se retirara posteriormente, sin asumir el primer
plano, políticamente, que con legitimidad pudiera haber reclamado y que quizás
le hubiera permitido proyecciones adicionales de su vasta y admirable obra.
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En los años cercanamente posteriores al Constituyente de Querétaro
hubo tendencias de desvirtuar, de tratar de impedir la realización de sus principios, intentos de atacar la legalidad, juridicidad y constitucionalidad de la Constitución, claramente patrocinados y empujados por los intereses oscuros que la
Carta de 1917 habría de afectar. Don Andrés, como Consejero de la Secretaría
de Hacienda, como miembro de la Comisión Nacional Agraria, como Jefe de
Compilación de Leyes de la Suprema Corte de Justicia y como jurisconsulto
solicitado por los gobiernos estatales y federal, realizó numerosas defensas de la
norma que él había construido a forjar, hizo diversas interpretaciones de textos,
para defensa de intereses de campesinos y en parte muy importante, para defensa
de la Nación ante tentativa delusión de su soberanía por intereses extranjeros y
nacionales reaccionarios.
En 1922 el general Álvaro Obregón como Presidente de la República y el
general Plutarco Elías Calles como Secretario de Gobernación, piden a Andrés
Molina Enríquez que redacte un texto explicativo e interpretativo del verdadero
sentido del Artículo 27 constitucional y de la Constitución de 1917. Nuevamente, la pluma y la mente de don Andrés van a interpretar la filosofía fundamental de la Nación mexicana, con el carácter de versión oficial y auténtica de
esa interpretación, que así es publicada en boletín especial de la Secretaría de
Gobernación del mes de septiembre de 1922, bajo el título de El Artículo 27 de
la Constitución Federal.
La profundidad y trascendencia de los conceptos vertidos en ese estudio
interpretativo están de manifiesto para el menos versado de los lectores. Repetimos que es por esa humildad excesiva de don Andrés que parecía aumentar a
medida que su edad ascendía, la riqueza de contenido de ese importante documento, apenas si es conocida, ya no digamos estudiada. Parte también hay que
atribuir a la penosa circunstancia de que existe muy poco interés por la investigación sobre estos temas de Derecho Constitucional, Filosofía Jurídica y Teoría
del Estado, entre los profesionales del Derecho, siempre absorbidos en el litigio,
el empleo o la docencia de poca relevancia.
Para no citar más que un renglón, diremos que la justificación que dio
don Andrés Molina Enríquez de la Constitución de 1917, en su legitimidad
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derivada de la Revolución triunfante, es básicamente la misma que darían
posteriormente Adolf Merkl, Alfred Verdross y Hans Kelsen, respecto del poder
constituyente el fundamento de la constitución en sentido jurídico positivo.
Felizmente, las retiradas que don Andrés acostumbró hacer, después de
actuaciones magistrales para rectificar la historia, dieron el fruto de las obras
escritas, de las penetrantes meditaciones y de las investigaciones en apoyo de
dichas obras. Jamás abandonó don Andrés sus cátedras de etnología y etnografía
aborigen en el Instituto de Antropología, alojado en aquel tiempo en el Museo
Nacional de la Moneda.
En los últimos años de la década de los treinta, don Andrés sentía ya
la proximidad del fin de su vida y así lo hizo saber cada día de su cumpleaños
y onomástico, a los muy numerosos comensales que concurrían a su casa de las
calles de Carretones, a disfrutar de su presencia, de su charla y de su mesa, siempre bien provista de platillos nacionales típicos.
A los setenta años de edad y de entrega al país que tanto amó y estudió,
le fue negada una pensión de retiro. Su estado natal prestamente lo acogió como
Magistrado del Tribunal Superior, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento
en 1940, el 10 del mes de agosto, en que con la sencillez, con la humildad y la grandeza que fueron su esencia, recibió a la muerte en su modesta casa de la ciudad de
Toluca, dormitando al concluir su tazona de chocolate matutino.
El currículum de sus actividades públicas adicionales a las del conocimiento, definición y construcción de su patria, incluye el ejercicio de la abogacía
como juez y notario del Estado de México, en diversas poblaciones, hasta los
primeros años del presente siglo.
•De 1907 a 1911 profesor de Etnología en el Museo Nacional.
•Del 15 de julio de 1911 al 25 de marzo de 1912 en prisión política.
•De 1912 a 1913 profesor de Etnología, posteriormente profesor conservador del mismo Museo y, en 1916, jefe del Departamento de Etnología de la propia institución.
26
•En 1916, representante de la Secretaría de Hacienda en la Comisión Nacional Agraria.
•En el mismo año es designado jefe de la Dirección de Bosques de la Secretaría
de Fomento y abogado consultor de la Dirección de Aguas hasta 1917, en que es
comisionado como abogado consultor del Banco de Guanajuato de la Secretaría
de Hacienda, y de 1919 a 1920 es abogado de la Caja de Préstamos para la
Irrigación, de la misma Secretaría.
•De 1920 a 1929 desempeña la Jefatura del Departamento de Compilación de
Leyes de la Suprema Corte de Justicia.
•De 1927 a 1937 tuvo a su cargo cátedras de Historia en el Instituto de Preparación del Profesorado de Escuelas Secundarias, además de sus clases ya citadas que continuó impartiendo en el Museo Nacional.
•De 1933 a 1936 fue miembro de la Comisión Consultiva del Departamento de
Población de la Secretaría de Agricultura.
•De 1938 a 1940, por designación del Gobierno del Estado de México, ocupó
una Magistratura en el Tribunal de esa Entidad e impartió cátedras diversas en el
Instituto Científico y Literario de la Ciudad de Toluca.
En la selección que sigue hemos escogido fragmentos de sus obras principales, en la conciencia de que en ocasiones toda obra de esta naturaleza corre
el riesgo de mutilar o deformar la impresión respecto de los trabajos objeto de la
selección circunstancial que es más acentuada en el caso de la producción de don
Andrés Molina Enríquez, pletórica de perspectivas múltiples, de apuntes científicos y de documentación histórica y bibliográfica.
Consecuentemente, la presentación solamente intenta dar una visión de
conjunto y destacar aspectos principales, pero en caso alguno puede sustituir a la
lectura directa de los muy importantes originales.
27
Clasificación de las Ciencias
Fundamentales
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO I
LA NECESIDAD PERIÓDICA DE LA
ORDENACIÓN DE LAS CIENCIAS
L
OS CONTINUADOS esfuerzos que a diario se hacen en todas partes del
mundo para ensanchar los conocimientos humanos, encontrando nuevas relaciones entre los fenómenos naturales, fijando los principios que
definen esas relaciones, formando con tales principios sistemas de mayor extensión,
creando ciencias especiales con el desarrollo de dichos sistemas, y desenvolviendo
las expresadas ciencias especiales con el acopio constante de datos cada vez más
numerosos, cada vez mejor apreciados, y cada vez mejor referidos a las relaciones
primordiales, han exigido de tiempo en tiempo, difíciles trabajos de ordenación
de los mismos conocimientos.
Muchas circunstancias han impuesto la necesidad periódica de los trabajos de ordenación a que acabamos de referirnos. Ha sido ante todo indispensable
conocer de tiempo en tiempo, el número de las ciencias que se han formado y el
objeto que cada una de ellas persigue: ha sido también indispensable conocer de
tiempo en tiempo, dada la variabilidad de las condiciones de observación de todos los fenómenos y por tanto la indeclinable relatividad de todo conocimiento, el
estado que guarda cada ciencia en particular por los principios que haya adoptado
como firmes y seguros; ha sido igualmente indispensable conocer de tiempo en
tiempo, los puntos de concurrencia en que unas ciencias se encuentran con las
otras y en que unas y otras confunden sus principios y enlazan sus ramificaciones:
ha sido asimismo indispensable conocer de tiempo en tiempo las diferencias que
separan a unas ciencias de las otras, y las limitaciones que las unas por las otras
tienen que sufrir, ha sido idéntico modo indispensable conocer, de tiempo en
31
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
tiempo, la dependencia mutua que todas las ciencias guardan, determinando el
orden en que unas comprenden a las otras, éstas a otras y así sucesivamente; y ha
sido, por último, indispensable conocer, de tiempo en tiempo, por la apreciación
que se haga de todas las ciencias en conjunto, la estimación aproximada del
desarrollo que todos los conocimientos han logrado alcanzar.
En el estado actual de los conocimientos humanos se puede afirmar, que
hay una relación precisa entre el desarrollo de las ciencias, la inteligencia humana
que las elabora, y el desarrollo del estado social que nutre la actividad de dicha inteligencia. No es necesario seguramente que nos detengamos a demostrar que un
mayor desarrollo del estado social produce un mayor desarrollo de la inteligencia
humana y ésta un mayor desarrollo de las ciencias. Cuando las condiciones sociales marcan un adelanto que permite distinguir diferencias claramente señaladas entre las circunstancias características del estado siguiente, tales diferencias se
encuentran en las diferencias intelectuales que corresponden a uno y a otro estado,
y las mismas diferencias se traducen en notables modificaciones de las ciencias de
uno a otro estado también. En el momento en que las expresadas diferencias se
acusan, es en el que se hace necesario el trabajo de la ordenación, porque es en el
que la confusión se produce. En tanto que las modificaciones introducidas en las
ciencias, no hagan indispensable el trabajo de una nueva ordenación, es evidente
que la que está en vigencia basta para su objeto, y debe entenderse por la que está
en vigencia, la que haya sido aceptada como mejor para llenar su objeto, es decir,
la más sencilla, más completa y más precisa.
La naturaleza propia de los trabajos de ordenación a que venimos
refiriéndonos, por la necesidad de tomar nota del estado de cada ciencia y de
reducir cada ciencia a su parte esencial; por la necesidad de catalogar todas las
ciencias, y de referirlas unas a otras; y por la necesidad de agruparlas de modo que
sin gran esfuerzo puedan ser abarcadas en conjunto; la naturaleza propia de tales
trabajos, decimos, ha creado una ciencia especial, la Filosofía, que ha hecho de los
mismos trabajos su objeto y su fin.
La Filosofía ha tenido que tener la base indeclinable, la suma de los principios demostrados por todas las demás ciencias, y debía haber limitado siempre
32
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
su función a establecer las mutuas relaciones de esos principios, y a formular las
generalizaciones firmes que esas relaciones pudieran sólidamente fundar. El ansia,
sin embargo, de llegar desde luego y sin el trabajo de largas, lentas, pacientes y
sucesivas investigaciones, a conocer las causas fundamentales o primeras de los
hechos sobre los cuales se apoyan los principios demostrados por las ciencias,
para llegar por esas causas al punto de partida original, antes del cual nada ha
podido, puede, ni podrá existir, concediendo a los elementos del lenguaje que
han generado los conceptos subjetivos que se han llamado ideas, y a las formas
de raciocinio que se han desprendido de las relaciones establecidas entre esos
conceptos, una eficacia de dichos elementos y formas no pueden tener por sí mismos independientemente de los fenómenos naturales, ha hecho que la Filosofía
pretenda descubrir por sólo la sutilidad del razonamiento, las referidas causas
primeras o fundamentales, y detrás de éstas, la causa original, el punto de partida
supremo. Y como era natural, tan amplio programa de propósitos, ha tenido que
ser el objeto principal de la Filosofía pasando a ser el trabajo de ordenación de
las ciencias, un propósito de orden inferior no comprendido siquiera entre los de
dicho programa.
La Filosofía en su empeño de llegar a causas primeras y por éstas al punto de partida original, ha tenido que encontrarse forzosamente con la Religión.
La Religión en general, y cada una de las religiones en particular, pretenden tener
el secreto del punto de partida original de sus dogmas, y haber recibido el conocimiento de las causas primeras o fundamentales por medio de la revelación;
creen haber resuelto por lo mismo el problema principal de la Filosofía. Dado que
la Religión en general, parte del mundo superior de lo desconocido y desenvuelve
su acción hacia el mundo sensible, y que la Filosofía parte de los conocimientos
adquiridos en el mundo sensible, y yendo hacia lo desconocido, se detiene en el
límite a donde pueda llegar al raciocinio que en dichos conocimientos se apoya,
cuando ambas se han encontrado y han llegado a un acuerdo como en la Edad
Media sucedió, forzosamente la Filosofía ha quedado comprendida dentro de la
Religión e inevitablemente subordinada a ella. En ese caso, se ha pretendido que
los conocimientos humanos, forman un todo que de arriba abajo, parte del punto
original del dogma, se desenvuelve en los principios primeros o fundamentales de
la revelación, continúa desenvolviéndose en la Filosofía como ciencia general y
33
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
acaba ramificado en los últimos términos de las ciencias particulares, perdido en
la infinita variedad de las cosas de plena existencia material.
La subordinación de la Filosofía a la Religión durante la Edad Media,
produjo consecuencias singularmente graves. Por una parte el objeto principal de
la Filosofía o sea el dirigido a investigar las causas primeras o fundamentales y
después de ellas el punto de partida supremo, se desvaneció de improviso, y sólo
quedó el secundario de la ordenación de las ciencias; y por otra, toda la actividad
de la Filosofía dirigida hacia arriba en el sentido del objeto principal, se dirigió
hacia abajo, se concentró en el objeto secundario de la ordenación de las ciencias,
convirtió ese objeto de pasivo a coordinador, en director o activo, y se dedicó a
evitar que las nuevas ciencias traspasaran los límites fijados como absolutos por la
inmutabilidad del dogma. El resultado fue, si se quiere, benéfico para la tranquilidad del espíritu, que se adormeció con el engaño de plenitud que obtuvo al sustituir con la convicción de la fe, la convicción de la investigación completamente
agotada y absolutamente laxitud y en las ciencias una inevitable paralización.
Por fortuna, la correlación entre el estado social, el estado intelectual y
el estado científico, como indicamos, no es casual sino causal. Las necesidades
sociales que son de existencia natural, se sobrepusieron al sistema meramente
subjetivo que formó un todo de la Religión, de la Filosofía y de las ciencias, y
con el Renacimiento y la Reforma, barrieron dicho sistema y devolvieron a la
inteligencia su libre actividad y a las ciencias su potente propulsor.
En los tiempos que corren, La Religión y la Filosofía pueden considerarse
definitivamente separadas y libres de toda mutua dependencia; no sólo son independientes sino enemigas, pues la primera por sí y por sus dogmas y tradiciones,
y las segunda, en nombre de las ciencias particulares que ya no pretende dominar,
pero que para el caso representa, ocupan campos sucesivos que lindan, y una y
otra luchan sin cesar, por retirar los linderos del campo propio a expensas del
campo colindante, reconociendo ambas que el límite común debe ser trazado por
los alcances de la investigación convencida; más allá de esos límites, se encuentra
la Religión, más acá la ciencia.
34
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
La larga dependencia de la Filosofía a la Religión, no fue sin embargo,
inútil para la primera. Ésta el recobrar su independencia, reaccionó vigorosamente
y redujo su campo al de los hechos de posible comprobación, únicos que pueden
dar a la razón la convicción en toda su plenitud; y como virtud del alejamiento
de la Religión, de la reducción del objeto de la Filosofía, y del ensanche que han
adquirido las ciencias particulares, desenvolviéndose en plena libertad, los trabajos de comprobación de los referidos hechos, son múltiples, muy diversos y en su
mayor parte propios de los dominios especiales de esas ciencias, no pueden caber
ya dentro de los límites de una ciencia sola, por más general que ésta puede ser, y
han sido abandonados, casi en su totalidad, a dichos dominios. Ahora, el descubrimiento de las causas primeras o fundamentales y el del punto de partida original, a ser posible, están encomendados a las investigaciones científicas aisladas, y
no a los esfuerzos más o menos sistematizados, pero esencialmente subjetivos, de
la simple especulación.
La Filosofía solamente se ha reservado el estudio de las ciencias en lo que
tienen en común, como sus procedimientos de investigación o métodos; el estudio de los principios científicos de carácter general que no pueden ser desarrollados por una sola ciencia a virtud de pertenecer a varias de ellas o a todas, como
los principios generales del conocimiento; y la coordinación de las ciencias por
sus métodos concurrentes y por sus principios comunes, como se procura hacer
en las ordenaciones periódicas a que antes nos hemos referido.
Por último, la Filosofía reducida a su papel de ciencia especial de las
generalizaciones que las ciencias propiamente dichas permitan hacer, no es una
ciencia general que comprende a todas las ciencias, sino una ciencia más como
ellas mismas. La generalidad de una ciencia debe apreciarse por el número de
grupos o series de hechos, de fenómenos o de relaciones funcionales que comprenda, y no por el de los datos, fundamentos y comprobaciones que se vea obligada a reunir, o por las aplicaciones que le sea dable alcanzar.
.................
35
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO IV
LA ORGANIZACIÓN DE LAS
CIENCIAS ACTUALES
D
E CONFORMIDAD con lo expuesto en los tres capítulos anteriores, para
hacer una totalización de las ciencias que a un tiempo pueda ser, un
ordenamiento de colocación, un sistema de clasificación, y una coordinación orgánica de las ciencias mismas, es indispensable buscar en ellas un
principio que sirva de punto de partida al mencionado ordenamiento, de pensamiento general al expresado sistema, y de centro de convergencia a la referida
coordinación. Ese principio deberá orientar, dirigir y presidir el movimiento de
las ciencias en lo futuro, hasta que trascendentales modificaciones del estado social, de la inteligencia humana y de las ciencias mismas, exijan una nueva totalización hecha sobre bases nuevas también.
Como resumen de los principios fijados y demostrados por todas las ciencias particulares, formuló Spencer el principio superior de la evolución universal: en
el momento actual ese principio puede considerarse como generalmente aceptado:
admitiendo, sin embargo, que en ciertas particularidades deba ser considerado a
discusión, reducido al de la precisa sucesión que enlaza y encadena todos los fenómenos naturales, sí puede considerarse ya como indiscutible. Pues bien, el principio de la evolución universal tal cual Spencer lo formuló, o por lo menos el de la
sucesión de los fenómenos naturales, puede tomarse como punto de partida, como
el pensamiento general y como el centro coordinador que necesitamos.
Tomando como base cualquiera de los principios que indicamos en el
párrafo anterior, que para el caso lo mismo da el uno que el otro, tenemos que
37
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
construir desde luego la agrupación de ordenamiento, o mejor dicho, el ordenamiento de colocación, con pocos grados de división y subdivisión, bien diferenciados. Atento el alto número de las ciencias actuales, y dada su extrema diversidad, es singularmente difícil reunirlas todas en unos cuantos grupos. Sin
embargo, aquel número puede reducirse considerablemente con sólo hacer la distinción que Aristóteles y sus discípulos marcaron en su tiempo, entre las ciencias
teóricas y las ciencias prácticas. Cierto es que, como lo demostró Bacon, todas
las ciencias tienen una parte teórica y parte práctica; pero también lo es que cada
ciencia ha sufrido una división de hecho entre esas dos partes, quedando propiamente teórica como fundamental, y dividiéndose y subdividiéndose la otra, o sea
la práctica, en todas las requeridas por las múltiples aplicaciones de la teoría fundamental a las innumerables necesidades de vida humana. De ello ha resultado
que el número de las ciencias fundamentales, ha venido a ser mucho más bajo que
el de las ciencias de aplicación. Ahora, como también lo demostró Bacon, sólo
las ciencias teóricas o fundamentales tienen que ser motivo de una ordenación
de clasificación, tanto porque esa ordenación es un asunto teórico en sí, cuanto
porque ordenadas y clasificadas dichas ciencias teóricas o fundamentales, debe
considerarse que en lugar de cada una vienen a quedar comprendidas todas las de
aplicación a prácticas que de ella se han derivado ya, o que se deriven los sucesivo.
El trabajo, pues, viene a reducirse a sólo agrupar y a colocar en un orden determinado, las ciencias teóricas o fundamentales.
Aunque muy reducido ya el trabajo de ordenación de las ciencias a sólo
el de las teóricas o fundamentales, como éstas no obstante ser mucho menos que
las prácticas o de aplicación, no son, sin embargo, pocas, conviene distribuirlas en
grupos formados por las semejanzas más salientes que las confundan, separados
por las diferencias más profundas que las distingan, buscando esas semejanzas y
diferencias, entre las que puedan relacionar los grupos expresados con el principio
evolutivo que hemos tomado como base. Así habremos formado un corto número
de grupos generales que constiuirán verdaderas ciencias generales también, y que
nominadas con palabras que expresen suficientemente el carácter general de ellas,
puedan llamarse en conjunto, Ciencias Generales, de un modo definitivo.
Si por una parte ha sido conveniente agrupar las ciencias fundamentales
de la manera que acabamos de indicar, por otra conviene también dividirlas en
38
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
tres grandes ramas para que su carácter, menos general seguramente que el de las
ciencias que acabamos de llamar generales, pero siempre demasiado general, no
las coloque a muy grande distancia de las de aplicación y no haga muy copioso
y, por lo mismo, muy ocasionado a lamentables confusiones, el número de ciencias aplicadas que respectivamente les deben responder. Esas tres ramas podrían
llamarse Ciencias de Desarrollo, y serán entre sí correlativas, de modo que cada
una de ellas suponga la existencia actual o futura de las otras dos. Tales ciencias
pueden ser, una de origen de la ciencia fundamental, otra de descripción de la
forma constructiva de dicha ciencia; y la tercera, de exposición de los principios
de la ciencia misma.
Después de las ciencias de desarrollo, habrá que colocar las ciencias que
bien pueden llamarse Ciencias Derivadas, y las que serán las ciencias en que se
dividan las de Desarrollo, para servir ya de enlace a las ciencias prácticas o de aplicación. Por supuesto que las Ciencias Derivadas, podrán dividirse y subdividirse a
su vez, en las de segundo, tercero y cuarto órdenes que requiera el perfecto ajuste
de aquéllas con las de aplicación: las ciencias en que se dividan y subdividan las
Derivadas, pueden llamarse, genéricamente, Ciencias de Enlace.
Es bien sabido que las nominaciones de las ciencias, se han hecho hasta
ahora sin plan, sin método, sin orden, usando al acaso palabras griegas, latinas o
de lenguas vulgares. Fácilmente se puede notar que muchos nombres de ciencias
no concuerdan con los propósitos que a ellas han sido asignados. El examen
más superficial descubre que por no tenerse en cuenta al nominar alguna, los
nombres dados a las otras, muchas ciencias nominadas como de carácter general
han resultado comprendidas dentro de las ciencias nominadas como detalle. Los
trastornos que ha causado ese desorden al desarrollo de los conocimientos humanos, han sido trascendentales; a ellos hay que referir en gran parte, el estado
de anarquía que las ciencias guardan en el momento actual.
No pretendemos rehacer toda la nomenclatura científica, como lo intentaron Bentham y Ampère, porque ello no sería necesario, ni conveniente, ni
posible; pero sí, siguiendo en parte el ejemplo por ellos dado, vamos a tratar de
formar algunas nominaciones nuevas, y de corregir otras sólo en cuanto sea indis-
39
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
pensable para que éstas y aquéllas produzcan el efecto coordinador que les deseamos asignar, y para que la nomenclatura total, cuando menos en sus lineamientos
generales, resulte concordada con el ordenamiento de colocación y con el sistema
de clasificación a que antes nos referimos.
El arreglo que vamos a hacer en la nomenclatura, no comprenderá más
que las ciencias generales, las fundamentales y las de desarrollo, y consistirá
sumariamente en usar, para nominar las ciencias nuevas y para corregir los nombres de las demás palabras formadas con elementos tomados de la lengua griega,
sujetándonos para el efecto, a las reglas siguientes:
I. Para nominar las ciencias generales, tomaremos la raíz o seudorraíz de
la palabra que indique el objeto de la ciencia, y le agregaremos el sufijo o seudosufijo “ia”, o bien, si se quiere, tomaremos como voz completa y sustantiva la
desinencia o seudodesinencia de adjetivación o de derivación ideológica formada
con dicha palabra;
II. Para nominar las ciencias fundamentales o para corregir la nominación de ellas, tomaremos la radical o seudorradical de la palabra que designe el
objeto, la cual deberá ser distinta de las empleadas para las ciencias generales, y
le agregaremos la desinencia “ica”, que indica pertenencia o comprensión; y
III. Para nominar las tres ciencias correlativas de desarrollo, tomaremos
la radical o sedorradical de la palabra que designe el objeto, la cual deberá ser
distinta de las empleadas para las ciencias fundamentales y generales, y agregaremos a la primera la seudodesinencia “genia”, y a la segunda la seudodesinencia
“grafía”, y a la tercera la seudodesinencia “logía”, expresando esas tres seudodesinencias, respectivamente, la primera el origen, la segunda, descripción, y la
tercera, exposición.
.............
40
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO V
LAS CIENCIAS FUNDAMENTALES
OBJETIVAS
A
L COMENZAR el trabajo que vamos a emprender sobre organización de
las ciencias, forzoso nos es advertir a nuestros lectores, que como todos los capítulos siguientes van a tratar del mismo asunto, la división
de la exposición que venimos haciendo en los expresados capítulos, será simple
división de extensión y no de materia.
Supuesto que, como dijimos en el capítulo anterior, la primera categoría
de las ciencias, en la totalización que vamos hacer, la deben formar las ciencias
generales, y supuesto que tenemos que constituir dichas ciencias generales con las
ciencias fundamentales, nos es indispensable principiar por estas últimas.
Las Ciencias Fundamentales, según la ordenación serial de Comte, a que
nos referimos en el Capítulo II son las siguientes:
41
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
En todo trabajo de ordenación, ha sido difícil señalar el lugar preciso de
la Matemática, por considerar que esa ciencia comprende la que Comte llama
Análisis, y la Geometría. Tal consideración, a la que Comte mismo no logró escapar por completo, es enteramente errónea.
La ciencia que Comte llama Análisis y que comprende la Aritmética y la
Álgebra, es una ciencia completamente subjetiva, puesto que ni la numeración,
ni sus representaciones, ni las combinaciones que aquélla y éstas puedan admitir, tienen existencia objetiva alguna, y nada expresan ni son fuera de nuestro
pensamiento; y precisamente porque es una ciencia absolutamente subjetiva, es
típicamente abstracta. La Geometría (sin fijarnos por ahora en la falta de concordancia de esa palabra con la ciencia que denomina) es una ciencia objetiva
como las demás que así se consideran, pues las formas tienen existencia real en
la materia, que sin el conocimiento de las propiedades de ésta, ninguna noción
de forma pudiera ser adquirida; precisamente porque estudia forma reales y bien
definidas, es una ciencia concreta. Lo que ha dado motivo a considerar la Geometría, como ciencia abstracta, ha sido que sin tener en cuenta los orígenes del
conocimiento de las formas, y aplicando a éstas las relaciones subjetivamente
exactas de la Matemática, ha parecido que las formas geométricas pueden existir por sí mismas y con absoluta independencia de las formas materiales, y con
tanto más razón ha podido parecer así, cuanto que las formas de plena exactitud
geométrica, no existen en la naturaleza con igual carácter de exactitud. Lo que
ha dado motivo al error de considerar la Geometría como ciencia comprendida
dentro de la Matemática, ha sido que para la fijación de los principios, y para
la resolución de los problemas de la primera de las ciencias expresadas, ha sido
indispensable el concurso de la segunda. La Geometría, por lo demás, no es una
ciencia completa, o por lo menos, no es una ciencia fundamental, sino parte de
una ciencia completa, o por lo menos no es una ciencia de mayor extensión que
por ahora llamaremos ciencia morfológica. Comte, pues, tuvo razón para colocar
separadamente la ciencia que llamó Análisis de la Geometría, si bien no la tuvo,
como ya dijimos, para unirlas a las dos con el nombre de Matemática.
Para nuestro objeto, nos basta con aceptar la separación que Comte hizo
de la ciencia que llamó Análisis de la Geometría, por lo que las consideraremos
42
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
por separado en lo sucesivo; y puesto que a virtud de esa separación no tenemos
que considerar a la Geometría dentro de la Matemática, bien podemos llamar
Matemática a la ciencia que Comte llamó Análisis. Una vez hecho así, dado el
carácter plenamente subjetivo de la Matemática, y sustituyendo ésta con
la Matérica, de que trataremos en su oportunidad, a reserva de colocar la
Matemática, corregimos la serie de Comte, suprimiendo la ciencia que llama
Matemática, tal cual la hemos definido, en la serie de las ciencias subjetivas.
Ya dijimos que la Geometría no es una ciencia completa, o por lo menos,
no es una ciencia fundamental, sino parte de una ciencia más vasta, que provisionalmente llamamos ciencia morfológica. En efecto, la ciencia de las formas,
de las formas todas que puede tomar la materia, debe ser una ciencia propiamente dicha, y ciencia fundamental. Es claro que el estudio de las formas no debe
reducirse solamente al de las formas absolutamente exactas que la Matemática
modela, ni al de las formas regulares y simétricas (damos a esta palabra su estricta significación etimológica) que el reino mineral presenta en sus variadas
cristalizaciones: en él deben ser comprendidas también las formas de regularidad
y simetría relativas que en los días que corren han sido encontradas en los reinos vegetal y animal, y que son muy dignas de interés porque son constantes y
sirven de punto de apoyo a interesantes principios de las ciencias que en esos se
ocupan; y de igual modo, deben ser comprendidas también, las formas irregulares
y asimétricas que ofrecen las masas que absurdamente llamamos en la actualidad
amorfas, porque no podemos encontrarles todavía simetrías y regularidades determinadas. Esta integración de las ciencias parciales de las formas, en una ciencia
total, no puede siquiera ser discutida; tiene que ser indeclinablemente aceptada
por todo el mundo. Para nominar dicha ciencia, hay que abandonar la palabra
geometría, de falsa significación, y dejar la palabra morfología, ahora aplicada al
estudio de las formas vivientes, para una de las ciencias correlativas de desarrollo:
para nominar la expresada ciencia de las formas como fundamental, tomaremos
la misma radical de la citada palabra morfología, o sea la voz griega µηχαη y con
la seudodesinencia ica que en el Capítulo anterior indicamos como a propósito
para formar las palabras nominales de las ciencias de la segunda categoría, o sea,
de las ciencias fundamentales, formaremos la palabra “mórfica”, que a nuestro
entender resulta irreprochable. Así pues, como principio de la serie, y en lugar de
la Geometría, colocamos en el ordenamiento serial de Comte, la Mórfica.
43
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
En el ordenamiento que acabamos de citar, después de la Geometría,
sigue la Mecánica: estamos conformes; nada tenemos que objetar, por lo que
toca a la ciencia; pero sí nos manifestamos inconformes con la palabra nominal.
La palabra mecánica, hecha con la voz griega µηχαυη como radical, que significa máquina para designar todos los fenómenos de la actividad espontánea o
natural de la materia, estaba plenamente justificada en tiempo de Comte; pero
no es la adecuada en estos días, en que tratándose del movimiento, domina a la
idea de impulso recibido por la materia, o de propiedad en cierto modo innata
de la materia misma, la idea de energía de dicha materia, en actividad. La palabra “dinámica”, cuya significación es de sobra conocida, parece la más propia.
Con uno o con otro nombre, como ya dijimos, la ciencia de que se trata, debe
ser considerada en la serie. Nos decidimos por la segunda, esto es, por la palabra
dinámica, que colocamos en tercer lugar.
En el ordenamiento de Comte, después de la Mecánica, sigue la Astronomía,
comprendiendo la Geología y la Mineralogía. Tratándose de la Astronomía puesta
en tales condiciones, se presentan dos cuestiones por examinar: es la primera, la del
carácter y el nombre que se da a dicha ciencia; y es la segunda, la de si ésta debe o no
comprender la Geología y la Mineralogía.
No debe ser puesto en duda que la Astronomía es una ciencia propiamente dicha, y una ciencia fundamental; estamos conformes; nada tenemos que
objetar por lo que toca a la ciencia; pero por lo que respecta a la palabra nominal,
nos manifestamos desde luego inconformes. La palabra astronomía, está hecha
con voz griega αηρσυ, astro, como radical, y con la seudodesinencia, nomía, formada con la voz igualmente griega νοµοδ ley; significa, pues, leyes de los astros.
Tal significación es notoriamente restringida, pues la ciencia de los astros abarca
más que las leyes a que están sujetos. La palabra astrología hecha con la misma
radical, sería mejor; pero por una parte, llevaría un nombre propio de otra categoría; y por otra, recordaría demasiado la ciencia extraviada que dicho nombre
llevó. Formando con la misma radical y la seudodesinencia ica, que venimos
usando para las ciencias fundamentales, una palabra nueva, resultaría “astrica”,
que nos parece muy aceptable.
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
La ciencia cosmológica de la Tierra debe ser una ciencia especial y una
ciencia fundamental también, y con ese carácter debe comprender la ciencia que
ahora se llama Geología, la que ahora se llama Mineralogía, y la que se llama Geografía;
todas las ciencias, en suma, cuyos principios fundamentales estén vinculados al
carácter cosmológico de la Tierra. La ciencia general así formada, estaría bien
nominada con la palabra geología, si la seudodesinencia de esta última no indicara ciencia de categoría inferior, y si dicha palabra no tuviera ya una connotación
limitada, plenamente admitida. Por tanto, con la misma radical y seudodesinencia
ica, formamos la palabra “geótica”, con ella nominamos la ciencia cosmológica de
la Tierra y colocamos esa ciencia a continuación de la Astrica.
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO VI
V
OLVIENDO AL punto relativo a la connotación de la palabra física…, es
indispensable substituir tal palabra como nominal de una ciencia fundamental que comprende el estudio de los cuerpos en su estado de equilibrio, por una palabra equivalente, la que fortuna ya existe, es usada con tal carácter
y reúne las condiciones requeridas para las nominativas de las ciencias fundamentales: esa palabra es la de “estática”… Dejando, pues, para cuando sea oportuno, el
tratar de la Física como Ciencia General, tratándose de la Física que aparece en la
serie de Comte, nos limitamos a cambiar esa palabra por la de “Estática”.
Después de lo que ya hemos dicho, nada tenemos que decir de la Química que sigue a la Física, o sea, a la Estática en la serie de Comte. Respecto a la
Biología, que sigue a la Química en dicha serie, poco tenemos que agregar a lo
que ya hemos dicho: ya hemos aceptado que ella tiene el carácter de ciencia fundamental, y ahora aceptamos que comprende la Botánica y la Zoología; éstas, en
efecto, son ciencias de mera clasificación de los elementos de la ciencia de que
se trata. Lo único que tenemos que hacer con la Biología es corregir su palabra
nominal por idénticas razones a las que expusimos para substituir la palabra
geótica a la de la geología; así, pues, substituimos la palabra biología por la
de “Biótica”.
47
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO VII
H
AY QUE DAR cuanto antes a las ciencias del hombre su más completa
autonomía, dándoles la construcción sugerida por Bacon. Para esto último, hay que considerar la ciencia del hombre en general, como ciencia general, y que dividir esa ciencia en las dos en que Bacon la dividió también,
siendo éstas las que ya sean diferenciado en las dos orientaciones a que tanto nos
hemos referido, o sean las del estudio del hombre orgánico correspondiente a la
que llamó Bacon Antropología Individual y la del estudio del hombre colectivo,
a la que llamó Bacon Antropología Social.
Cuanto más profundamente se piensa en las razones que aconsejan la
separación del estudio de los hombres como unidades orgánicas, del estudio de
las asociaciones formadas por los hombres, más se afirma la convicción de que esa
separación es una necesidad imprescindible. En efecto, los fenómenos propios de
la naturaleza orgánica de los hombres son tan diferentes de los fenómenos propios de las sociedades, por más que las sociedades estén compuestas de hombres
de naturaleza orgánica, que las ciencias que se ocupan en unos y otros fenómenos
tienen que ser diferentes también. En las monografías que con los títulos de La
Nueva Antropología y La Nueva Etnología, deberán seguir a la presente, nos
ocuparemos con toda extensión de las diferencias que apartan a las dos ciencias
que acabamos de aludir, como correspondientes a los dos grupos de fenómenos
que acabamos de mencionar. Para no dejar, sin embargo, por el momento el punto
relativo a esas diferencias, falto de las indispensables explicaciones, en el capítulo
siguiente expondremos las mismas diferencias de modo bastante completo para
que puedan ser comprendidas, aunque con la mayor brevedad posible, para no
alargar demasiado lo relativo a la ciencia antropológica general. Cuando hayamos concluido de exponer las repetidas diferencias, determinaremos el carácter
de dicha ciencia general, y de las dos ciencias parciales que ella comprende, y que
una vez diferenciadas y colocadas en lugar de la Sociología en la serie de Comte,
cerrarán esa serie por estar ya completas todas las ciencias fundamentales objetivas.
49
ANTOLOGÍA DE ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO IX
B
IEN DIFERENCIADAS ya, la ciencia del hombre individual y la ciencia del
hombre colectivo, habrá que concluir con las dos acepciones actuales de
la palabra antropología, y esto permitirá que la etnología, de una vez por
todas pueda definir su objeto. La ciencia actualmente nominada con la palabra etnología, compuesta de la voz griega etnos, pueblo, como radical, y de la
seudodesinencia logía, aunque debiera ser por la significación de dicha palabra
nominal, la ciencia de los pueblos, o sea, la ciencia de las colectividades formadas
por los hombres, no ha podido acabar de formarse, porque no habiendo sido bien
definidas las ideas que hemos venido exponiendo, muchos autores han considerado que el estudio de los pueblos debe corresponder a la antropología física, y
otros, que ese estudio debe corresponder a la antropología general. Los primeros
asignan a la etnología, la mezquina función de hacer la clasificación de los hombres por los datos morfológicos que éstos presentan; y los segundos, han comenzado a asignarle la función de estudiar las sociedades humanas. Estos últimos
tienen razón. Como veremos en la monografía que llevará el título de La nueva
etnología, la etnología deberá ser la ciencia de los pueblos, o sea la ciencia de lo
que hemos llamado el hombre colectivo.
A virtud, pues, de todo lo que llevamos expuesto, hay que conceder a
Bacon la razón: por lo mismo, hay que considerar a la ciencia del estudio de los
hombres que él llamó antropología, como ciencia general, independiente de la
zoología, y de autonomía plena; y hay que considerar esa ciencia dividida en dos,
igualmente importantes, completamente independientes, y la una respecto a la
otra, plenamente autónomas también. Estas dos ciencias parciales, como salta a la
vista, son de tal amplitud y de tal trascendencia, que deben ser consideradas como
ciencias fundamentales.
Dejamos para su oportunidad el tratar de la nominación que deberá
darse a la ciencia general que Bacon llamó antropología, y dado que esa palabra
51
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
es usada generalmente como nominal de la ciencia del hombre orgánico, o sea
del hombre individual, limitamos la aplicación de la misma palabra al expresado uso, dando a la propia palabra la definitiva connotación de designativa de
la referida ciencia, modificando solamente la estructura de la referida palabra, en
lo necesario, para que indique una ciencia fundamental, esto es, convirtiéndola
en la palabra “antrópica” . Ahora, para designar la ciencia del hombre colectivo,
o sea la ciencia de los pueblos, tomamos de la palabra etnología, la radical etnos,
y agregándole la seudodesinencia correspondiente a las ciencias fundamentales,
formemos la palabra “étnica”, que nos parece muy adecuada.
Constituidas, así la Antrópica y la Étnica, colocamos esas dos ciencias,
una después de la otra, en la ordenación serial de Comte en lugar de la Sociología.
Por virtud, pues, de lo que venimos exponiendo desde el capítulo V, la ordenación serial de las ciencias fundamentales objetivas, deberá ser la que sigue:
Matérica;
Mórfica;
Dinámica;
Astrica;
Geótica;
Estática;
Química;
Biótica;
Antrópica; y
Étnica.
Tales son todas las ciencias objetivas fundamentales.
52
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO X
LAS CIENCIAS FUNDAMENTALES
SUBJETIVAS
H
EMOS HECHO las presentes explicaciones, no solamente para justificar
la inscripción de las ciencia que hemos llamado subjetivas, a lado de
las objetivas, en la serie de Comte, sino también con dos objetos más:
es el primero, el definir con toda precisión la naturaleza especial de las ciencias
subjetivas, con el fin de poder señalar a esas ciencias su lugar respectivo en la
ordenación que pretendemos hacer; y es el segundo, el de mostrar a las claras, que
teniendo las mismas ciencias un carácter común, pueden ser agrupadas en una
ciencia general, de la que trataremos cuando sea oportuno.
Una vez que determinadas ciencias subjetivas hayan sido inscritas en la
serie de Comte, y una vez al formar las ciencias generales, se haya formado la correspondiente a las expresadas ciencias subjetivas, la distinción entre ciencias objetivas y subjetivas, será completamente inútil y para nada la volveremos a usar.
En cuanto los hombres pudieron comunicarse entre sí por medio de la
palabra, nació y comenzó el desarrollo, el lenguaje. No ha podido saberse con exactitud si la humanidad tuvo un origen único o múltiple, y no ha podido saberse
tampoco, si el lenguaje apareció primero en un solo grupo y se dividió después
en varias lenguas, al dividirse dicho grupo en grupos secundarios posteriores, o si
apareció en varios grupos independientes, formando desde el principio lenguas
troncales, completamente extrañas las unas de las otras. Lo que sí se puede
tenerse por demostrado, es que todas las lenguas, consideradas por los más profundos retrospectivos, como troncales, nacieron, se desarrollaron y se constituyeron
53
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
con arreglo a una estructura de cierto modo general, naciendo, desarrollándose
y constituyéndose del mismo modo, al paso del tiempo, las lenguas derivas en
que fueron dividiéndose y subdividiéndose por grados sucesivos, las expresadas
troncales, lo cual ha hecho posible que se haya podido fijar los principios que han
regido la evolución general de las lenguas, y que con esos principios se haya podido formar una ciencia propiamente dicha. Ahora, como cada lengua, lo mismo
las troncales que las derivadas hasta la última ramificación, ha tenido su campo
de actividad en relación con las condiciones de vida del grupo humano a que ha
pertenecido, por virtud de su actividad propia, de un lado, y de las limitaciones
que en numerosas circunstancias le han impuesto, de otro, ha tenido que formarse
una estructura especial también, que sin dejar de seguir los grandes lineamientos
de la estructura general de todas, la ha diferenciado lo bastante de las demás, para
que pueda considerarse como independiente a ellas. A consecuencia, pues, de la
independencia en que cada una de ellas ha podido obrar, cada una ha fijado separadamente sus principios constitutivos estructurales, y ha creado varias ciencias
para estudiar esos principios, de modo que cada una también, supone un haz de
ciencias que de ella tratan.
Por virtud de las consideraciones precedentes, se han venido coordinando
todas las ciencias del lenguaje, tendiendo a formar en conjunto una ciencia total,
que deberá comprender las ciencias que liguen a las parciales relativas a cada lengua y esas mismas ciencias parciales que podrán conservar su propia autonomía.
Las ciencias de enlace a las que acabamos de referirnos, han sido constituidas ya,
y sólo falta constituir la total que deberá encabezar el conjunto. Esa ciencia, que
como se comprende desde luego, deberá tener el carácter de ciencia fundamental, podrá considerarse constituida también, en cuanto se le conceda el referido
carácter, y se le dé una palabra nominal adecuada, puesto que el trabajo de sus
construcción estructural puede tenerse ya por hecho.
Como desde luego concedemos a la ciencia del lenguaje el carácter de
ciencia fundamental, no queda por hacer más que dar a dicha ciencia su palabra nominal correspondiente. La palabra lingüística formada con las condiciones
estructurales filológicas propias de una ciencia fundamental, no es a propósito,
porque tiene ya una connotación especial en tanto restringida que la hace im-
54
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
propia para el caso. Es preferible formar una palabra nueva, y ésta puede formarse
con la voz γλϖσσα, lengua, lenguaje, idioma, corno radical, y con la seudodesi-nencia
ica; dicha palabra será la de “glótica” que nos parece muy atinada y muy fácilmente
comprensible. Abrimos, pues, la serie de las ciencias subjetivas con la Glótica.
Los elementos primordiales constitutivos del lenguaje fueron de seguro
las palabras designativas o nominales de las cosas; pero esas mismas palabras no
habrían podido llegar a formar el lenguaje propiamente tal, en ningún pueblo
de la tierra, si ellas no hubiesen generado la noción de medida, que a su vez generó
la noción del número. En efecto, ni el concepto de espacio, ni el de tiempo, ni
el de existencia, ni el de acción, ni el de unidad, ni el de pluralidad, ni el de
composición, ni el de compilación, ni el de sucesión, ni el de causalidad, habrían
podido formarse sin las nociones de medida y número. Todos los principios de
la gramática en todas las lenguas conocidas, están apoyados sobre los expresados
conceptos. El verbo, que es el alma de todas las lenguas, sería imposible sin la
noción de tiempo, que sería imposible también sin las nociones de medida y de
número, como antes dijimos.
A partir del momento en que las nociones de medida y de número quedaron establecidas, el cálculo comenzó a formarse. Siendo, como ha sido incuestionablemente, derivación del lenguaje, tuvo que tomar de éste los elementos indispensables para su formación y para su desarrollo: esos elementos tuvieron que ser
las palabras nominales o designativas de los números y de las cantidades, formadas
por las combinaciones hechas con ellas. Dando después de las expresadas palabras
nominales de los números y de las cantidades, una connotación limitativa rigurosa
con arreglo a ciertas inclinaciones de nuestros sentidos hacia las igualdades y las
simetrías, se fueron haciendo con dichos números y cantidades nuevas y cada vez
más variadas y más complicadas combinaciones, siempre sujetas, como era natural,
a la regularidad estricta de las cantidades y de los números primitivos.
Las ciencias del cálculo en conjunto, sin la que ha sido llamada hasta hoy
geometría, que les es completamente extraña, como demostramos en otro lugar,
constituyen la ciencia total conocida con el nombre de Matemática.
55
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Desde que Spencer escribió Los primeros principios, demostró que nadie puede
pensar sino lo que puede hablar, o en otros términos, que los límites de las facultades de expresión son siempre los límites de las facultades del pensamiento.
Ahora bien, ya sea vocativa o rememorativa la forma de expresión que
tomen las ideas, en los pueblos de la cultura occidental, es claro que éstas, directa
o indirectamente, implican una función de razonamiento, perfectamente diferenciada de las parciales que desempeñan para constituir dicha forma de expresión,
el lenguaje y el cálculo; estando esa forma de razonamiento, sujeta a principios
bien determinados, y siendo, por lo tanto, materia de una ciencia especial. Esa
ciencia existe desde hace mucho tiempo y se conoce en la actualidad con el
nombre de Lógica.
La verdadera filosofía, o sea la ciencia que estudia los orígenes, los principios y las formas del conocimiento primordial, que juzga las razones que presiden la asociación y disociación de los conocimientos en los grupos diferenciados
llamados ciencias, que nomina, sistema y correlaciona todas las ciencias a medida
que se van formando; que reúne y combina los elementos esenciales de todas las
ciencias para darles una dirección común, a fin de hacerlas producir una acción
eficaz de conjunto y que dirige la acción concurrente de todas las ciencias a la exploración de todo lo ignorado, y entre esto, a los puntos donde supone encontrar
las causas primeras a que nos referimos antes, para llegar tras éstas, si es posible,
al punto de partida supremo, es indudablemente una ciencia como las otras y una
ciencia fundamental.
La ciencia a que nos referimos, sin perder su carácter de ciencia derivada
de la suprema necesidad de la expresión, con los elementos que le prestan las
otras ciencias, que de la misma necesidad de la expresión, se derivan, o sean la
glótica, la matemática y la lógica, es en rigor la ciencia de todos los principios
científicos, afirmación que a nuestro juicio no requiere ser demostrada de un
modo especial. Con ese carácter la consideramos nosotros; por lo tanto, creemos
que está mal nominada con la palabra filosofía, por más que esta palabra sea de
uso corriente. Nosotros creemos que la ciencia de que se trata podría ser nominada con la palabra “etiósica” compuesta de la voz griega α|τια, causa, principio,
motivo y la seudodesinencia ica; esa palabra nos parece muy a propósito.
56
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
No puede ser puesto en duda que el trabajo de trasmitir los conocimientos de unos hombres a otros, por los muchos datos que para el efecto hay que
abarcar y por la naturaleza de los procedimientos que es indispensable seguir,
tiene que ser el objeto de una ciencia especial, que deberá comprender todas las
ciencias parciales de la enseñanza… Nos parece preferible formar una ciencia de
mayor extensión (que la pedagogía), o sea, propiamente fundamental, nominándola con la palabra “didáctica” que ya pertenece a la ciencia.
Concluida la determinación de las ciencias fundamentales subjetivas y
añadiendo a éstas las objetivas, formamos de todas las expresadas ciencias, el
ordenamiento serial que sigue:
57
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
APÉNDICE I
C
OMO PUEDE suponerse, el trabajo de clasificación de ciencias que intenté
llevar a cabo en esta monografía, debía comprender, además de la clasificación de las ciencias fundamentales, la construcción de las ciencias generales en que dichas ciencias fundamentales se pueden agrupar, y la corrección,
rectificación y ordenamiento de las ciencias de desarrollo, de las ciencias derivadas,
y de las ciencias de enlace; mas como no podré ya escribir la parte relativa a las mismas, para dar una ligera idea de las ciencias generales que me proponía construir,
y de la distribución de las ciencias fundamentales en ellas, así como de manera
de rehacer, con arreglo a los principios expuestos algunas de las mismas ciencias
fundamentales, pongo a continuación un esquema de las ciencias generales con las
fundamentales que les corresponden, un esbozo de la construcción que podrá darse
a la mórfica, un esbozo también, de la que creo que podría darse a la étnica.
ESQUEMA DE LAS CIENCIAS
GENERALES CON LAS FUNDAMENTALES QUE CADA
UNA COMPRENDE
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
60
Tratado de Etnología
SEGUNDA PARTE
La antrópica o nueva antropología
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
LECCIÓN OCTAVA
EL VERDADERO ORIGEN DEL HOMBRE
SUMARIO: El proceso de la adaptación de los seres al medio. El proceso
de la actitud erguida del hombre. Influencia decisiva del encuentro de los
cereales.
E
L SENTIMIENTO integral no pudo desempeñar su función en la larga cadena de la sucesión de los organismos, sino a virtud de seguir los procedimientos de la adaptación del medio. En la constante movilidad de todos los fenómenos que tienen lugar sobre la tierra, y en la forzosa variabilidad de
las condiciones en que los expresados fenómenos se presentan para el desarrollo
de la vida, el sentimiento integral de cada organismo ha tenido que hacer un largo
trabajo de acomodación.
Los fenómenos de la adaptación son fáciles de rastrear, de perseguir y
de comprender: son el proceso incorporado a todos los actos de la vida, seguido
por el sentimiento integral, para evitar los choques y para suavizar las asperezas.
Generalmente se cree que las modificaciones que hacen los organismos en su
estructura y con los diversos planes de su propia construcción biológica, son obra
de las variaciones ambientes: en el fondo si lo son; pero no se hacen en virtud de
una tendencia concurrente de los organismos, en el sentido de dichas variaciones,
sino al revés, por la resistencia que a ellas opone, el sentimiento integral, temeroso
de que cualquiera de ellas descomponga y destruya la integridad de los organismos tan celosamente guardados.
De cualquier modo que sea, está fuera de toda duda que todos los elementos y todas las fuerzas de la naturaleza están en constante actividad, y dentro
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
de ellos, los organismos están obligados a una actividad correlativa para su defensa de conjunto, y para la defensa de cada uno de sus componentes.
El esfuerzo más notable de adaptación que han realizado hasta ahora
los seres animados por la combustión vital o sean los organismos vivos que han
poblado la superficie de la tierra, es in duda el de la actitud erecta del hombre. El
simio cuadrumano como lo demuestra claramente Deniker (Les races et les peuples de la Terre), no habría llegado jamás a ser hombre, mientras tuviera la cabeza
colgada hacia delante, por muchas razones, entre las cuales las principales tenían
que ser, la de que la presión ejercida de arriba abajo en una superficie mayor, obligaba al animal a gastar todas sus fuerzas en la locomoción por exigirlo el empleo
de los brazos como patas, impidiéndole la libertad y la acción de los mismos
brazos; y la de que la posición colgada de la cabeza, le impedía el desarrollo de la
materia cerebral, y por tanto de la masa celular directiva a la que ha debido todas
las capacidades y todas las facultades de su desarrollo mental.
En el estado actual de la ciencia ya se puede afirmar que las posibilidades
de los simios para ascender sobre los árboles para coger los frutos y para defenderse de los enemigos, iniciaron el proceso de irguimiento que dio a esos mismos
simios las condiciones de superioridad que desde luego empezaron a mostrar
sobre los miembros de las demás especies. Después, a nuestro juicio, vino el encuentro de los cereales y ese hecho fue decisivo. En nuestra opinión, el verdadero
origen del hombre estuvo en el encuentro de los cereales.
Claro es que los elementos carbónicos de combustión vital, en lo que
al hombre se refiere, se encuentran en muchas plantas y en muchos animales;
pero sólo en los cereales se encuentran en condiciones de arder con lentitud,
desarrollando las calorías necesarias al organismo humano, en una relativamente
larga continuidad, lo que ha permitido a ese organismo aliviarse en mucho de la
constante preocupación de la subsistencia, y tener fuerzas constantes y uniformes
en largos espacios de tiempo que han podido dedicarse al trabajo de su perfeccionamiento progresivo. El hombre indudablemente encontró a los cereales en un
estado que no pueden guardar hoy, después de la degeneración producida en muchos
millares, acaso en muchos millones de años, por la acción del cultivo rudimental.
66
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
Probablemente revestían una forma aproximada a la que entre nosotros presenta
ahora el maíz, y las cañas de ellos sirvieron a la vez de simios trepadores para
erguir su cuerpo y para equilibrar su cráneo en la nueva actitud erguida. Nos fundamos para sostener tal opinión, en que las huellas etnográficas de la caña como
símbolo de la tradición inmemorial, se encuentran por todas partes, pues es el
báculo de los sacerdotes, el cetro de los reyes, y el apoyo que se busca y se toma en
todos los casos en que vacila la actitud erecta del hombre pues el bastón en que
consiste tal apoyo, es una caña también, conservada hasta nuestros días precisamente por el atavismo de un larguísimo empleo. Hasta el atavismo invencible de
reír cuando un hombre cae, recuerda la época en que caía por romperse la caña en
que se apoyaba para comer los granos de la espiga o de la mazorca, que le daban
fuerzas vitales por él antes no conocidas.
Los primeros cereales que sirvieron al hombre para erguirse y alimentarse con regularidad, hicieron del mono anterior, al hombre actual. Ambas cosas
que se juntan y mutuamente se completan, son el principio del triunfo más
trascendente alcanzado por la vida sobre la naturaleza; y decimos el principio,
porque la actitud erecta del hombre no acaba de consumarse todavía; el hombre
no puede todavía mantenerse en pie dos horas seguidas sin sufrir. A partir del
día en que pudo mantenerse erguido el simio ancestral, éste había comenzado
ser el hombre.
67
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
LECCIÓN NOVENA
LA HERENCIA EN EL HOMBRE
SUMARIO: Los fenómenos de la herencia como continuación de la vida.
La multiplicación de la vida por la herencia. La dilatación de una familia.
La formación de una raza. El nuevo concepto de raza.
L
A NATURALEZA no conoce ninguna de las regularidades absolutas que en
el campo de lo meramente subjetivo, el hombre ha creado como tipos de
perfección: no suave lo que es la línea recta, ni el círculo, ni el plano, y
nosotros mismos no podemos llegarlos a conocer, sino dentro de los términos de
una amplia relatividad. Del mismo modo, la naturaleza no conoce formas orgánicas fijas ni funciones orgánicas que no estén sujetas a las necesidades de variación
constante a que ya nos hemos referido. Todas las leyes de herencia como todas las
leyes naturales, son sólo apreciaciones de generalización, referidas a momentos
determinados, y sujetas a constantes ramificaciones.
Las explicaciones que ya hemos dado en las lecciones precedentes respecto los fenómenos del crecimiento por la combustión vital de la acción contraria a la gravedad y de la presión atmosférica, de la eliminación de la masa
celular excedente, de la formación de la semilla, de la transformación en ésta
de las fuerzas activas de la masa celular en fuerzas latentes, de la división sexual
para proteger la misma semilla y de la expansión posterior de ésta, para continuar
la vida separadamente son bastante para que se comprendan bien, en sus lineamientos generales por supuesto, los fenómenos de la herencia.
El señor profesor Ochotorena (Lecciones de Biología), dice: “Los seres
vivos se continúan a través del tiempo por medio de las células sexuales, partes
69
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
inherentes de ellos, el espermatozoide y el óvulo; elementos incompletos de vida
efímera, que completándose recíprocamente integran un huevo, de ninguna
manera neoformado, sino producto sintético de la unión de la substancia viva de
los progenitores.
“Nada extraño es que el nuevo ser tenga las cualidades de aquellos a cuyas expensas se ha formado, pero como la materia viva es exquisitamente sensible
a la acción de las fuerzas que sobre ella actúan, también resulta explicable que el producto varíe más o menos, de acuerdo con el medio en que se integra y evoluciona.
“Podemos ensayar definir la herencia, considerándola como la ley biológica según la cual los seres vivos continúan en sus descendientes, conservando,
con más o menos variaciones, de sus propiedades.”
Por las líneas anteriores del señor profesor Ochotorena, se ve que éste
considera como el hecho fundamental de la herencia, la continuación de la vida,
y como hechos secundarios, el que los descendientes conserven con más o menos
variaciones, las propiedades de los ascendientes. Ya hemos mostrado lo sencillo y
natural de los fenómenos que determinan la continuación de la vida: no es esto,
en realidad, lo primero de la herencia, ni el hecho que con ella tenga que ver. El
hecho capital de la herencia está en la reproducción, en los organismos ascendientes. Ese hecho es perfectamente explicable, por la transformación de fuerzas
que tiene lugar en la masa celular excedente, al acercarse al punto de equilibrio
entre las fuerzas creadoras internas y las fuerzas ambientes; transformación semejante a la que determina la cristalización, y que fue admirablemente comprendida y estudiada por Van Hopt (Mecánica química).
Un ejemplo de plena sencillez mecánica nos bastaría para dar una idea
de los fenómenos que pueden producir las semejanzas y las diferencias sucesivas.
Supongamos que con un fusil, disparamos una bala en un sentido cualquiera: la
bala, una vez impulsada por la fuerza de la explosión del disparo, recorre el cañón
del fusil; pero el cañón es corto, a poco desaparece, y la bala sigue en mucho espacio y por algún tiempo fuera del cañón, con el movimiento y con la dirección que
tomó de él. Claro que esa dirección y aquel movimiento sufren desviaciones más
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
o menos apreciables por razón de las fuerzas que actúan en el campo que la bala
atraviesa; pero de un modo general sigue el camino que el cañón inicial le trazó
desde el principio.
Lo que es desde luego, muy importante de anotar, tratándose de la herencia, es que no dilata la vida de un ser a otro ser, sino a varios. Por la herencia se
a la multiplicación de los individuos. Y es anotarse también, que el sentimiento
integral acoge a todos los nuevos seres, como partes integrantes del propio, ligándolos con la atracción que entre ellos produce el origen común. Más todavía, por
razón de ser aproximadamente iguales entre todos ellos, los elementos constructivos de sus organismos propios, y de ser aproximadamente iguales también los
procedimientos de su construcción biológica, hay entre todos cierta unidad de
tipo de tendencias que es relativamente fácil de reconocer.
Ahora, como cada organismo, cada hombre acompañado de su integrante
sexual, da lugar a una multiplicación, parecida, nada tiene de extraño, que al cabo
de cierto tiempo, una región entera, se llegue a poblar de individuos del mismo
origen de familia y del mismo tipo aproximado de unidad biológica.
Claro es, por supuesto, que en una región poblada por muchos individuos
que acusan el origen de familia común y que llevan en las formas estructurales y
constructivas, de su tipo particular las huellas modeladoras de lo que genéricamente se llama el medio, y que comprende las fuerzas activas de la gravedad y de
la presión atmosférica, se llegan a formar los rudimentos de una raza, palabra que
ya viene a tener un sentido diferente del que le daba la antropología inicial.
La nueva acepción que acabamos de dar a la voz raza, merece particular atención. Ella indica, desde luego, como ya dejamos dicho, un grupo más o
menos copioso de unidades humanas, que presentan en la infinidad de las diversidades individuales, los rasgos generales de un tipo físico común: la presunción fundada de que ese tipo físico común es el resultado de la multiplicación
hereditaria de los desprendimientos sucesivos de una misma mas celular, o sea
de un mismo tronco de familia: la de que todas las unidades de dicho grupo han
conservado, afirmado y afinado los rasgos dominantes de un tipo físico común,
71
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
por una larga permanencia en un mismo medio: y que por todos esos motivos,
el expresado grupo se diferencia de los demás que se han formado en sus condiciones especiales respectivas.
El nuevo concepto de raza, por los motivos antes expuestos, indica algo
más todavía, y es que la unidad de construcción física que revela el tipo común
de sus unidades, y la unidad mental que necesariamente tiene que derivarse de
la identidad de tipo físico y de la larga correlación de su estancia en un medio
ambiente común, ha hecho nacer ya o hará nacer en lo sucesivo, lazos de mutua
conexión que han convertido o que convertirán al propio grupo, en un todo que
por la articulación de sus unidades componentes, habrá generado o generará las
interdependencias y polarizaciones de una organización interior que lo habrá
convertido ya o que lo convertirá para lo futuro, en una verdadera nacionalidad.
Desde el punto de vista en que nos coloca el concepto de raza que
acabamos de exponer, quedará fuera de los sistemas de la clasificación zoológica:
carecerá de interés hasta para la formación de los sistemas antropológicos de
clasificación que son todavía la preocupación dominante de los naturalistas y de
los antropólogos de todo el mundo; pero servirá para determinar en cada grupo
humano que merezca ser considerado como una raza particular, la naturaleza,
el valor y la índole de las unidades humanas de que se componga, para conocer
la importancia que puedan tener como elementos constructivos de la evolución
social del mismo grupo. En suma, para conocer el valor positivo de los materiales
humanos en desarrollo del conjunto social a que pertenezcan.
72
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
LECCIÓN DÉCIMA
LA ANTRÓPICA O LA NUEVA ANTROPOLOGÍA
SUMARIO: El objetivo de la antigua antropología ha desaparecido. El objetivo de la antrópica o nueva antropología. El nuevo concepto de raza emancipado de las clasificaciones zoológicas. La obra menos aparatosa, pero más
trascendental de antrópica o nueva antropología.
D
ADAS LAS EXPLICACIONES de las lecciones precedentes, se comprende
con facilidad que el objetivo principal de la antigua antropología ha
desaparecido por cuanto a que las razas que se suponían creadas en
los días bíblicos de la creación, no han existido jamás; pero ha surgido de los
mismos elementos biológicos que han contribuido poderosamente a destruir la
antigua antropología, un objetivo nuevo para una nueva antropología, que entre
otras ventajas tiene la de continuar la obra iniciada y seguida por la antropología
anterior. Tal objetivo es el de estudiar las razas humanas, como lo decía y ya
afirmaba la antropología inicial antecedente; pero entendiendo por razas, todas
las agrupaciones humanas que por la unidad de tendencias que revelan la idéntica
mentalidad de las unidades de una misma familia, y por la unidad de tipo que
revela una permanencia larga en un mismo medio físico, han logrado formar grupos compactos de vida orgánica propia que los diferencia clara y distintamente
de los demás.
Como desde luego se advierte el concepto de raza que acabamos de
definir, aunque de plena naturaleza biológica, no está encerrado en el encajonamiento de los sistemas de clasificación zoológica. Puede naturalmente servir
para intentar generalizaciones y para construir sistemas más o menos felices de
clasificación; pero sin la pretensión de descubrir el orden de la naturaleza, ni dar
73
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
otro valor al estudio de cada grupo, que el de reunir los datos de conocimiento necesarios para determinar la naturaleza biológica de ese grupo mismo. Su objetivo
principal es el de determinar la naturaleza orgánica de las unidades componentes
de los grupos humanos que se quieran estudiar; pero en su carácter individual
solamente, sin referirse en modo alguno a las asociaciones formadas por ellas.
Preciso nos es aquí adelantar algunas ideas cuyo pleno desarrollo corresponderá a la tercera parte de esta obra. En la también obra nuestra que lleva el
título de Las ciencias fundamentales, decimos:
“El estudio de las asociaciones formadas por los hombres es, y tiene que
ser, completamente diferente del estudio del hombre individual. No negamos
que ambos estudios sean conexos: se comprende desde luego que es indispensable conocer a fondo éste; pero seguramente el conocimiento de los individuos
aislados o sumados, no puede llegar hasta el conocimiento de las celdillas, no
puede llegar hasta el conocimiento de los organismos. Entre el conocimiento de
los elementos constitutivos y el conocimiento del todo, hay la misma diferencia
que entre el conocimiento de los ladrillos de que está formado un edificio y el
conocimiento de ese edificio por sus condiciones de durabilidad, de estabilidad,
de proporcionalidad artística, y de perfecta adaptabilidad a su objetivo.”
Para comprender bien, la diferencia que existe entre el estado de las unidades aisladas y de los agregados de ellas, basta considerar cuánto es diferente el
estudio de las moléculas componentes de un cuerpo físico cualquiera, como el
agua, del estudio del cuerpo mismo por esas moléculas formado. Lo esencial de
la diferencia que nos esforzamos en fijar bien, consiste en que la naturaleza de las
unidades, como sucede en el caso del ejemplo físico del agua, tratándose de las
moléculas que la componen, da una personalidad, una individualidad, una forma y
un modo de ser especiales por completo a esas unidades, que distinguen a éstas de
otras que presentan su personalidad, su individualidad, su forma y su modo de ser
por completo especiales también; pero en unas y en otras, esa naturaleza propia y
característica, si influye más o menos en la manera de ser de los conjuntos que ellas pueden formar al ser agregadas, no son ni pueden ser la causa determinante de
la formación de esos mismos conjuntos, ni del mantenimiento o transformación
74
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
de ellos. Es claro que como dice Spencer en uno de sus ejemplos, si tratamos de
obtener un volumen de conjunto, éste no resultará lo mismo acomodando esferas
que acomodando cubos, prismas o cilindros; pero es absolutamente indudable
que lo que agrega los átomos de oxígeno a los de hidrógeno para producir las
moléculas del agua; lo que agrega a dichas moléculas para producir ese líquido;
lo que produce en las expresadas moléculas la condición estática en que el agua
puede mantener su estado físico; lo que dispersa o aproxima las mismas moléculas para transformar el agua en vapor o hielo; lo que descompone las repetidas
moléculas en sus átomos originales de oxígeno y de hidrógeno; y en suma, lo que
hace, mantiene, transforma y deshace el agregado atómico o molecular del agua,
en todos sus estados, no es la naturaleza, digámoslo así, interior de los átomos o
moléculas primordiales, sino la acción por completo exterior e independiente de
las fuerzas físicas que sobre los unos y las otras actúan.
Tratándose de los hombres, la naturaleza especial de ellos se reflejará más
o menos en las condiciones de los agregados que lleguen a formar; pero la formación, la consistencia, la persistencia y los resultados últimos de esos agregados,
serán por completo independientes de dicha naturaleza. Esto es tan evidente,
cuanto que si la índole de los pueblos como reflejo de la naturaleza especial de
sus unidades, es diversa en todos ellos, las condiciones de su naturaleza de agregados están sujetas a las reglas de Economía Política, y en lo psíquico constituye
el fondo de la ciencia política tan magistralmente esbozada por Maquiavelo.
No obstante lo anterior, ya dijimos antes que el conocimiento cabal de
los materiales empleados tiene una importancia que no debemos desconocer,
claro que, repetimos, el conocimiento de esos materiales no nos dará el conocimiento del edificio total; pero ya dijimos que en estos días, ha bastado el
uso de elementos nuevos de construcción, como el hierro y el cemento, para
producir el sistema de construcción y el arte arquitectónico, nuevas formas
de estructura, de distribución y de apariencia, que han diferenciado el tipo de
las ciudades modernas, del que había venido perfeccionándose desde hace más
de dos mil años. Pues bien, toca a la Antropología del porvenir determinar en
cada grupo humano, en un limitado período de tiempo, como es de suponerse,
la naturaleza orgánica y el valor funcional del material humano de que cada
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
grupo está compuesto, o sea de las unidades humanas con que está integrado el
mismo grupo.
La labor que acabamos de referirnos, conducirá sin esfuerzo a que los datos de la antrópica o nueva antropología, se hagan de todos los grupos humanos
estudiados por ella, clasificaciones de menor o de mayor amplitud, con más probabilidades de acierto de las que se han logrado hasta ahora, porque en ellos no
se tratará ya, como ha sucedido en todas las que se han intentado, de acomodar
datos inconexos al patrón estructural de una clasificación de construcción subjetiva, sino de agrupar hechos positivos, tales cuales los presenta la observación,
según las semejanzas y diferencias que su naturaleza real vaya poniendo de relieve, haciendo que esos mismos hechos vayan indicando los grados de división y
subdivisión hacia abajo, y los grados de sintética composición hacia arriba.
Los trabajos futuros de antrópica serán menos aparatosos pero más sólidos y más útiles que los de la antigua antropología. Nosotros lo creemos así.
76
Juárez y la Reforma
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
L
A COMISIÓN NACIONAL del Centenario de Juárez ha procedido con notable acierto al señalar como tema para un estudio histórico-sociológico,
la Reforma, tanto por la importancia propia del movimiento político así
llamado, cuanto por la participación que Juárez tomó en él. En efecto, de todos
los acontecimientos de nuestra historia, desde la fundación de México hasta los
presentes días, la Reforma es el más interesante. Todos los demás se encadenan y eslabonan a través de los siglos, en creciente complicación y complexidad,
hasta el momento en que vivimos, en el cual se ven todavía los factores que la
determinaron, marcando los aspectos principales del dificilísimo problema del
porvenir nacional.
El Plan de Ayutla, que inició la Reforma, divide nuestra historia en dos
grandes partes: la anterior y la posterior a ese plan. Esta división no es por cierto
la clásica, pero es la verdadera. La opinión general no sólo admite, sino la impone.
El juicio, que ya podemos llamar nacional, de la primera parte, es la que formaríamos de la historia de un pueblo extranjero; de un pueblo unido al nuestro por
muchos lazos de origen, de interés y de pensamiento, pero extranjero al fin. El
juicio nacional de la segunda parte, es el que formamos de la historia propia. Sin
llegar hasta las mil negaciones que se han hecho, va de la existencia de las nacientes civilizaciones indígenas, ya de la necesidad de la conquista y de la dominación española, ya de la oportunidad de la independencia, ya, por último, de la
justificación de los gobiernos que concluyeron con la dictadura de Santa Anna, la
verdad es que sólo a partir del Plan de Ayutla, creemos que existe para nosotros
la responsabilidad de los sucesos nacionales. Del Plan de Ayutla derivamos en la
actualidad, la legitimidad de nuestros gobiernos, los méritos de nuestra existencia
social y los títulos de nuestra civilización. Lo consideramos como punto de partida de nuestra nacionalidad, y lo fue en efectivo.
LA REFORMA. Consecuencia directa del Plan de Ayutla, fue el movimiento político y social indispensable para asegurar la existencia de esa nacionalidad. Juárez
fue la personalidad necesaria para hacer triunfar la Reforma. Vamos a explicar lo
anterior; pero debemos hacer tres consideraciones preliminares:
La primera de las indicadas consideraciones, es que al pretender, como
pretendemos, hacer un estudio histórico, no entendemos por historia el arte
79
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
-como dice Gumplowicz- de reproducir los movimientos de los grandes hombres, en cuadros conmovedores capaces de despertar sensaciones estéticas, ni más
ni menos que como se reproducen con marionetas, en un escenario artificioso
los movimientos de seres humanos animados por las varias agitaciones de la
vida, sino la ciencia, verdaderamente tal, de estudiar los impulsos sociales que
en la evolución universal y el proceso de la selección colectiva han determinado
los movimientos de esos grandes hombres. Al intentar el estudio histórico del
movimiento de la Reforma y de la personalidad de Juárez, que le está íntimamente unida, no nos proponemos relatar simplemente los episodios de aquel
movimiento que fueron determinados o afectados en grado mayor o menor por
esa personalidad tan distinguida y notable: lo que nos proponemos es señalar las
causas sociológicas que vinieron a producir tal movimiento, las razones a virtud
de las cuales Juárez se identificó con él y los motivos por los cuales consideramos
como autor de él y no como simple ejecutor, a Juárez.
La segunda consideración, es la de que, para hacer nuestro estudio del
modo que acabamos de indicar, no debemos perder de vista el carácter orgánico
de todos aquellos elementos que van a ser materia y objeto de dicho estudio,
y por lo mismo los procedimientos de la naturaleza en todas las formas de la
vida. La observación más ligera nos hace ver que siendo al parecer idénticas las
condiciones en que la naturaleza labora, los resultados a que llega no siempre
lo son, porque una pequeña diferencia en esas condiciones, producida por causas
que las más veces están fuera de la percepción humana, determina una serie de
cambios y alteraciones que producen inesperadas consecuencias. Si se piensa en
que ocupan el mismo medio físico, perteneciendo a la misma especie, teniendo la
misma organización, y viviendo con los mismos procedimientos de nutrición, de
reproducción y de selección, cada criatura, a virtud de múltiples, complicadas y
complexas circunstancias, es siempre distinta de las demás, y está llamada a seguir
en la vida común de todas las de su especie una línea que no se confundirá jamás
con otra alguna, se comprende el valor de cada una de esas circunstancias, pues
una desviación de dicha línea, y hasta la dirección general de todas ellas, pueden
depender de la circunstancia más pequeña y menos aparente. Tratándose de una
sociedad, el conocimiento de ella y el trazo total o parcial de su marcha evolutiva,
requieren de igual modo, el estudio de todas sus circunstancias especiales, y el
80
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
trabajo sintético de la apreciación de esas circunstancias en conjunto. Cualquiera
apreciación histórica, requerirá siempre una extensa integración de detalles.
La tercera consideración es la de que la integración de detalles a que
nos referimos requiere un método estricto para evitar el desorden y la confusión.
En este estudio, y por las expresada razón de método, partimos del principio de
que las causas concomitantes y siempre aparentes que por su acción combinada
determinan los sucesos históricos, pueden dividirse en tres órdenes: el de las que
hay que referir al medio físico, el de las que hay que referir a las razas, y el de las
que hay que referir al momento histórico.
81
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
PRIMERA PARTE
Los antecedentes
CAPÍTULO I
EL MEDIO FÍSICO
E
L JUSTAMENTE celébre Humboldt, adelantándose a la sociología, dice
(Ensayo político sobre el reino de la Nueva España) lo que copiamos
a continuación:
“La fisonomía de un país, el modo con que están agrupadas las montañas,
la extensión de las llanuras, la elevación que determina su temperatura, en fin,
todo lo que constituye la estructura del globo, tiene las relaciones más especiales
con loa progresos de la población y el bienestar de los habitantes. Esa estructura
es la que influye en el estado de la agricultura que varía según la diferencia de los
climas, en la facilidad de comercio, en las comunicaciones más o menos favorecidas por la naturaleza del terreno, y por fin la defensa militar de la que depende la
seguridad de la colonia”.
No podía haberse indicado mejor, que el medio físico tenía que ejercer
en los destinos de la Nueva España, una influencia decisiva. El ilustre sabio no se
engañó. El factor principal de nuestra historia ha sido la naturaleza de la región
en que ella se ha desarrollado. Aunque nada nuevo tenemos que decir de las
condiciones geográficas de esta región, vamos, sin embargo, a estudiarla en sus
condiciones del medio físico sociológico.
83
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Las grandes oquedades contrapuestas que el Atlántico y el Pacífico han
formado en el continente de América, al cual parecen empujar el Atlántico por
el Norte hacia el Occidente, y el Pacífico por el Sur hacia el Oriente, al formar
por el Oriente al abrigado Golfo de México, y por el Occidente el amplio Golfo
de Tehuantepec, estrechan el terreno y forman el istmo de Tehuantepec, primero
de la serie de los que a pesar del contrario empuje de los dos océanos, mantienen
unidas la América del Norte y la América del Sur. Al estrecharse el terreno en
el istmo mencionado, las dos grandes cordilleras que bajan del pico Fremont,
guardando una con el litoral del golfo de México, desde la desembocadura del
Río Bravo, y la otra con el litoral del Pacífico, desde la altura geográfica del Golfo
de California, cierta relación que podemos llamar de paralelismo, se reúnen en el
nudo de Zempoaltepetl y continúan en una sola por toda la serie de istmos para
formar en la América del Sur la gran cordillera de los Andes. Al unirse en el nudo
de Zempoaltepetl, elevan considerablemente el nivel de la altiplanicie que entre
ellos se viene formando desde el pico Fremont, de modo que, cerca del Zempoaltepetl, alcanza esa altiplanicie su mayor altura. Como toda esa altiplanicie se
recarga sobre el nudo del Zempoaltepetl, entre éste y aquélla se encuentra una robusta mesa más baja que le sirve de base de sustentación y que se llama mesa del
sur, en la cual ha cavado su cauce el río de las balsas. La altiplanicie, propiamente
dicha, se divide en dos mesas: una de superficie relativamente horizontal, y otra
más baja, que por el Norte sirve de extenso apoyo a la primera, y que baja de nivel
a medida que se aleja hacia el pico Fremont. A ambos lados de la altiplanicie general y detrás de las cordilleras, sólo se encuentran los contrafuertes que sostienen
éstas y que rápidamente bajan hasta los mares. La mesa central está separada
de la del Sur, por estribaciones encontradas de las dos cordilleras, estribaciones
que forman las sierras de Michoacán, de Maravatío, de Ajusco y Nevada; y de la
Norte, por estribaciones encontradas también, de las dos cordilleras, estribaciones
que forman las sierras de la Breña, de Zacatecas y de San Luis. Tal disposición
parece hecha a propósito para la mesa central que viene a ser el corazón del sistema de elevaciones que en esta región presenta la América septentrional.
De las tres grandes mesas, la del Centro, y la del Sur están a su vez divididas por estribaciones de segundo orden que sostienen las sierras transversales,
y esas estribaciones están sostenidas, a su vez, por otras menores, y éstas lo están
84
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
también por otras más pequeñas; de modo que aunque aquellas orográficamente
puedan ser consideradas como mesas por su nivel general, ofrecen en detalle
multitud de elevaciones, escalonamientos y quebraduras, que se encuentran, se
enlazan y se cruzan en todos los sentidos. Pueden señalarse, como circunstancias
especiales de las tres mesas: en la del Sur, la regularidad de las lluvias que da cierto
carácter de corriente normal al río Balsas que la recorre; en la del Centro, la existencia de varios lagos en sus cuencas, y en la del Norte, la existencia de grandes
cuencas interiores, secas y estériles. Del Zempoaltepetl hacia el Sur, la cordillera
se acerca más al Pacífico que al Atlántico y así sigue hasta Patagonia.
La estructura que hemos descrito a grandes rasgos, presentan tres series
de circunstancias que de un modo directo han influido en la historia nacional.
Una de esas series es la de las condiciones de distribución de los climas; otra de
las condiciones de distribución de los cultivos; y la otra, es la de las condiciones
de distribución de los yacimientos minerales.
La distribución de los climas obedece a la distribución de las elevaciones,
supuesto que a la latitud en que se encuentra la región continental en que nos
ocupamos, sólo la altura puede luchar ventajosamente en el calor intertropical.
Por consiguiente, el clima tiene que ser caliente en las costas y en las tierras poco
elevadas sobre el nivel del mar, templado o medio en la altiplanicie, y frío en las
cordilleras cuyas cimas alcanzan muy grandes alturas.
La carta climatológica ofrece, pues, tres zonas: la caliente, que comprende
los vértices superiores de las cordilleras, lo mismo donde éstas corren separadas
que donde ya van unidas, y las prolongaciones que esas vertientes presentan, por
el Oriente en la península de Yucatán y por el Occidente en la península de
California; la menos caliente que comprende la mesa del Sur; la templada que
comprende toda la altiplanicie interior; y la fría que propiamente no es una zona,
sino la red de crestas que presentan las grandes elevaciones. Vulgarmente se consideran como templadas, las tierras medias entre las costas y altiplanicie, la mesa
del Norte y la del Sur, y se considera como fría la mesa central.
La distribución de los cultivos obedece, a la vez, a la distribución de
los climas y a la distribución de las lluvias. La latitud hace sentir tan poderosa-
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
mente su influencia sobre las lluvias cuanto sobre los climas. En efecto, la región
continental de referencia, se encuentra en la zona de lluvias en que las lluvias
no determinan más que una estación, propiamente dicha anual, pues aunque
caen algunas en invierno, son de carácter esporádico. Las lluvias, en la misma
región, son el producto de la condensación del vapor de agua arrastrado por los
vientos que vienen de los océanos. Como esos vientos encuentran en su camino
las cordilleras que alcanzan muy grandes alturas, según dijimos ya, son por ellas
retenidos en su mayor parte, y por consiguiente la principal condensación del
vapor de agua tiene siempre lugar en las dos vertientes exteriores en las cuales la
precipitación de las lluvias es copiosísima. Los vientos cruzados que vienen de
las proximidades del istmo de Tehuantepec hacia el interior, y que logran sobrepasar las grandes cordilleras, determinan una buena precipitación en la mesa del
Sur que permite la relativa regularidad del río Balsas; pero para llegar a la mesa
central, tienen que transponer la sierra Nevada y que dejar en los picos altos una
parte de su vapor convertido en nieve; los vientos que llevan a transponer esa
segunda cordillera y los que viniendo del Occidente sólo tienen que transponer
la cordillera Occidental, son los únicos que determinan en la mesa central alguna
precipitación, pero todavía ésta es disminuida considerablemente por la acción de
los vientos fríos y secos del Norte. En las grandes alturas, las nieblas y las nieves
mantienen alguna humedad atmosférica y forman algunas corrientes. Como en
general, desde el pico Fremont que por latitud se encuentra en la zona templada,
el terreno asciende hasta la mesa central que se encuentra en zona tórrida, y las
montañas Rocallosas no ofrecen muy grande elevación donde forman aquel pico;
los vientos fríos del Norte fácilmente traspasan esas montañas y se encauzan por
entre las dos cordilleras, con rumbo a la mesa central. En ésta se conjugan, la
proximidad de los océanos, la altura sobre el nivel del mar y el calor del suelo, por
su situación en la zona tórrida, y producen una casi constante columna de aire
que asciende a las altas regiones atmosféricas, haciendo el efecto de un verdadero
tiro que atrae los vientos del Norte, los cuales, por el largo trayecto que recorren
y por su baja temperatura llegan sin producir precipitación alguna o produciendo
una precipitación helada, lo que causa grandes perjuicios a la flora y a la fauna
propias de esos lugares. La acción, pues, de los vientos del norte, se ejerce deteniendo los vientos de los mares, determinando una pérdida del vapor de ellos
por enfriamiento de las cimas, precipitando por enfriamiento su propio vapor y
86
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
acelerando la evaporación de la altiplanicie. Esos males, por supuesto, son necesariamente mayores en la mesa del Norte que en la del Centro, porque aquélla
está más lejos del istmo, en ella las cordilleras están más apartadas, y ella está más
alcance de los vientos del Norte. La única región bien favorecida, en cuanto a
lluvias, es la del istmo, donde las dos cordilleras corren unidas y cerca del Pacífico,
porque en ella la precipitación es muy copiosa, y como el declive hacia el golfo es
extenso y suave, forma muchas corrientes mansas y caudalosas, de las que algunas
son navegables. Si esa hermosa región no estuviese como está, por desgracia, en
la zona tórrida, en ella estaría alojada una población igual o superior a la población actual de la República. La carta fluvial tiene, pues, sus grandes divisiones:
la gran precipitación y ríos mansos en el istmo de Tehuantepec; las dos de la gran
precipitación y corrientes torrenciales de las costas; la de la precipitación media
y el único río interior de alimentación regular, el de las Balsas; la de la pequeña
precipitación y los lagos; y la de ínfima precipitación y vertientes interiores. Por la
expresada distribución de los climas y de las lluvias, se explica bien la distribución
natural de los productos agrícolas: la zona de las costas y del istmo, o sea la zona
caliente, de la gran precipitación pluvial, es la zona de los bosques de maderas
finas; la zona de la mesa del Sur, o sea la zona menos caliente y de precipitación
media, es la zona de los productos tropicales; la zona central, o sea, la zona templada, de precipitación pequeña, es la zona de los cereales y del maguey; la zona
del Norte, o sea la zona también templada pero de precipitación ínfima, es la zona
de los nopales; y por último, la zona fría, o sea la de las crestas de las montañas y
de las nieblas y nieves, es la zona de los árboles que dan maderas de construcción.
La distribución de los yacimientos minerales sigue el orden de la distribución de las montañas.
Las condiciones en conjunto ofrecen vertientes exteriores de las cordilleras y el istmo de Tehuantepec, este último en toda la extensión geográfica que
presenta, no son en lo general a propósito para la población. En dichas vertientes,
el suelo que ofrece pocas y pequeñas superficies planas, el clima que por ardiente,
y húmedo es malsano, y la fuerza y abundancia de las lluvias que formando arrolladoras torrentes desgarran el terreno en todas direcciones, abriendo hondas barrancas y profundas grietas en que se abrigan casi todas las sabandijas ponzoñosas
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
de la creación, no permiten la instalación de una población numerosa. La producción tropical de las pequeñas superficies susceptibles de cultivo, sostiene con dificultad pequeños centros apartados los unos de los otros, por las escarpaduras de
terreno y las incomodidades del clima. El istmo de Tehuantepec ofrece un suelo
relativamente llano, pero a poca altura sobre el nivel del mar, y en él la abundancia de las lluvias produce un exceso de vegetación que es tan difícil de dominar,
como los inconvenientes que presentan las vertientes exteriores de las cordilleras.
La mesa del Sur presenta tal inclinación hacia el Pacífico que en una gran parte
de ella presenta los mismos inconvenientes para la población, que las vertientes
exteriores de las cordilleras y el istmo de Tehuantepec. La mesa del Norte, aunque
de relativa igualdad de superficie, es seca y árida; la escasa producción de los pocos y reducidos lugares en que las aguas se conservan todo el año, apenas puede
sostener pequeños centros de población, más separados unos de otros por anchos
desiertos, que los centros de la zona caliente por las quebraduras de la tierra y el
rigor del clima. Las grandes extensiones de nopales no pueden alimentar hombres civilizados. Sólo la mesa central y el valle de Puebla de la mesa del Sur, son a
propósito para sostener una población compacta, y eso muy relativamente. Ambas extensiones ofrecen un suelo mejor que el de las vertientes exteriores de las
cordilleras, pero es, sin embargo, muy quebrado todavía, y las desigualdades del
terreno, además de reducir mucho las superficies susceptibles del cultivo, separan
éstas unas de otras, y hacen que por las hendiduras intermedias corran las aguas
a más bajo nivel, lo que hace difícil su aprovechamiento. Con el invierno no hay
más que lluvias esporádicas, y la única estación de lluvias formales es la del
verano; sólo donde se tiene agua de riego son posibles a la vez el cultivo de riego y
el del maíz en una misma tierra y en un mismo año, para que el cultivo del primero se haga antes de la época de los grandes calores, y el cultivo del maíz antes de los
grandes fríos; pero desgraciadamente, por la naturaleza del suelo y la escasez de las
lluvias, el agua de riego es relativamente insignificante, y por lo mismo el cultivo
de trigo es muy limitado, y el del maíz con el frijol, unido en pequeña parte a él,
es el único posible en lo general, porque aprovecha para las siembras las lluvias
de invierno y para el desarrollo de las plantas, las de verano, estando siempre expuesto a que por los vientos fríos del Norte mueran las plantas al nacer, o mueran
los granos antes de madurar, pues una u otra cosa sucede siempre y cuando no
coinciden las lluvias de invierno y de verano con las necesidades de las plantas, o
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
mejor dicho, con los cálculos empíricos del agricultor. De allí que no sea posible
más que el cultivo exclusivo del maíz con el adyacente del frijol, y eso en la mesa
central y en parte de la mesa del Sur, que son las extensiones más favorecidas por
la naturaleza y que ese único cultivo sea el eje en que la población tan fácilmente
oscile, de un año a otro, entre la abundancia y la escasez. El maguey, en la zona de
los cereales, es una planta silvestre que casi no requiere cultivo especial. Es preciso
advertir, porque es un dato de interés, que aunque en apariencia fuera de la zona
que hemos llamado de los cereales y del maguey, y cerca de los bordes salientes
de éstos, el maíz se produce todavía, y al parecer con mayor facilidad que en dicha
zona, ese maíz, además de que es de poca fuerza alimenticia, entra pronto en
descomposición.
Tales son las condiciones físicas de la región geográfica cuyo estudio venimos haciendo. Esa misma región, hasta antes de la Conquista, tuvo la fatalidad
natural de carecer de animales de alimentación y de transporte y carga. La falta
de los primeros sujetó a toda la población indígena al cultivo exclusivo del maíz
y del frijol, influyendo poderosamente en las condiciones orgánicas de ella. La
falta de los segundos, en un territorio tan extenso, educó a la población para hacer
grandes marchas y transportar en hombros grandes pesos.
La población, al establecerse en la región geográfica de que hablamos, a
menos de que sufrieran un cambio radical las condiciones que han sido propias
de la vida humana desde los tiempos prehistóricos hasta nuestros días, cualquiera
que fuera su naturaleza étnica y su grado evolutivo, tenía que llegar con el tiempo
a distribuirse, de modo que la parte más numerosa y más fuerte de ella había de
ocupar la zona de los cereales, debilitándose la densidad y la energía del resto, a
medida que se alejara su localización de aquella zona.
Esto es evidente, porque si la vida de los grupos sociales primitivos
requiere el clima cálido, la vida de los grupos sociales superiores requiere un
medio extratropical, según la opinión de Bulnes (El porvenir de las naciones
hispano-americanas), que creemos justa y hacemos nuestra. Es muy explicable
así sea, porque una sociedad grande necesita una producción grande también
de los granos que fundamentalmente sostienen la vida y esa gran producción
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
no podrá hacerse jamás en un medio rigurosamente tropical. En la región a que
nos referimos, menos que en el cualquier otra del globo, ha sido y es posible esa
producción en las zonas calientes, porque éstas, en lo general no se prestan a cultivo alguno extenso, por las circunstancias que ya señalamos. La gran producción
sólo ha podido y puede obtenerse en las mesas del Centro y del Sur, y en tanto
que la población fue netamente americana, tuvo que reducirse al maíz y al frijol;
después de la venida de la población europea se completó con alguna producción
de trigo; para que éste sustituya al maíz se necesita que la población llegue a un
alto grado de densidad, de aptitud y de riqueza, porque para que toda la zona
de los cereales produzca trigo, será indispensable que con un sistema completo
de irrigación se modifiquen las condiciones físicas de esa zona. De hecho, la
distribución real de la población, en todos los períodos de la historia nacional,
ha sido la que indicamos antes. En efecto, el imperio azteca se fundó en la mesa
central, y de ésta sacó las fuerzas orgánicas y superorgánicas que dilataron hasta
tan lejos los límites de su poder, de su comercio y de su lengua. Estos límites
llegaron hasta donde la historia los ha demarcado, porque hasta allí podían llegar.
En todos los pueblos ha sucedido que su población y su dominio se desbordan
del territorio a cuya producción están sujetos y se extienden en todos sentidos,
avanzando más o menos, según la resistencia que van encontrando; pero aunque
ese movimiento de expansión no encuentre resistencia alguna, al llegar a cierta
distancia se detiene, porque de seguir avanzando, las unidades que lo determinan
se desprenden del centro común y se encuentran otros lugares de producción, o
perecen si esos nuevos lugares de producción no existen. Ahora bien, la proximidad o lejanía de los límites de expansión depende de la función combinada de tres
factores: es el primero, la amplitud que puede alcanzar la producción que sustenta
a todo el grupo social; es el segundo la fuerza de cohesión de ese grupo; y son
el tercero, el número, la naturaleza y la eficacia de los medios de comunicación
y de transporte. En el caso de la región mexicana, los pueblos precortesianos,
habitantes de la zona de los cereales, podían contar con la producción ilimitada
del maíz y del frijol en la proporción que entre sí han guardado siempre estos dos
últimos y con la fuerza de cohesión de la organización coactiva y militar a que
estaban acostumbrados; pero aun suponiendo aquella producción y esta fuerza de
cohesión elevadas al mayor grado posible, la expansión de estos pueblos fuera de
dicha zona, no habría podido pasar de las distancias a que hubieran podido llegar
90
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
los hombres andando a pie, puesto que no tenían medios de comunicación ni
de transporte, en las jornadas que les permitieran hacer las provisiones que ellos
mismos pudieran llevar, puesto que no tenían medios de conducir carga. Así fue
en efecto. Por eso el imperio azteca tuvo una forma tan singular, pues a virtud
de prolongarse hacia el Sur la zona del maíz y del frijol, pudo llevar sus armas
hasta Guatemala, no obstante las dificultades del terreno, en tanto que hacia el
Norte, por donde el terreno ofrecía las facilidades de llanura, avanzó muy poco;
por el Oriente y el Occidente encontraron las resistencias invencibles de otros
pueblos, que también gozaban de los favores de la zona de los cereales. La conquista española, que agregó a la producción de la zona de los cereales el cultivo de
trigo y de los animales de alimentación, que impuso su dominación como fuerza
poderosa de cohesión y que trajo los caballos, las mulas y los asnos, como medio
de comunicación, de transporte de carga por tierra, y los barcos como medio de
comunicación, de transporte y de carga por mar, pudo extender más los brazos de
su acción, no encontrando, sobre todo hacia el Norte, resistencia alguna. México
independiente conservó la extensión de la Nueva España, en tanto no variaron
las circunstancias. Cuando la producción de zona de los cereales disminuyó y la
fuerza integral de la población se aflojó y la carencia de los medios de comunicación, de transporte y de carga se hizo sentir, la expansión de los Estados Unidos se presentó no sólo como una resistencia, sino como una acción contraria,
el terreno nacional tuvo que disminuir. Todo esto vino a demostrar de un modo
evidente que la suerte de toda la región mexicana depende de la suerte de la zona
de los cereales, o sea de la extensión que comprende la mesa Central y la parte
Norte de la mesa del Sur. El dominio, pues, de la zona de los cereales significa el
dominio de toda la región, o lo que es lo mismo, la historia nacional, es la historia
de las luchas del dominio de la zona de los cereales. En los siguientes capítulos
veremos la importancia de esta conclusión.
91
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO I
A
EL PLAN DE AYUTLA
L HABLAR de las personalidades más salientes del partido liberal que
abrazaron el Plan de Ayutla, el doctor Rivera (La reforma y el segundo
imperio) dice: “… y Juan Álvarez, Valentín Gómez Farías, Benito Juárez, Melchor Ocampo, Ignacio Zaragoza, Santos Degollado, Juan Antonio de la
Fuente, Ponciano Arriaga, Francisco Zarco, Jesús González Ortega, José María
Mata, Ignacio de la Llave y demás radicales, para hacer de dicho plan un instrumento de su sistema.” Entre esas personalidades, bien definidas por su identificación con los mestizos, sólo Miguel Lerdo no está en su lugar. Criollo de sangre
y de educación – como lo fue también el otro Lerdo de Tejada (Sebastián)-, fue el
personaje del brindis por la anexión de México a los Estados Unidos. Por razones
que explicaremos en su lugar, fue el autor de las leyes de desamortización, y en
agradecimiento de ellas el elemento mestizo lo consideró como de los suyos; ya
formaremos juicio de su obra. Bueno, hagamos aquí una advertencia que debimos haber hecho desde el principio de este estudio, y es la de que los elementos
étnicos de la población no estaban de tal modo separados, que todas las unidades
de cada uno, estuvieron precisamente dentro de él. Así como entre las clases que
se señalan en todos los pueblos y son llamadas comúnmente, alta, media y baja,
no existe una separación absoluta, tampoco existían entre los elementos referidos. En la masa del elemento mestizo, algunos criollos, algunos indígenas, etc.,
sin que por ello haya perdido cada elemento su naturaleza especial y sus rasgos
característicos propios.
93
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO II
LAS LEYES DE DESAMORTIZACIÓN
N
UESTROS LECTORES se habrán explicado ya, por qué dijimos en la introducción que el Plan de Ayutla divide la historia nacional en dos
grandes períodos: el anterior y el posterior a ese plan. El primero es el
de la elaboración del elemento mestizo sobre todos los demás elementos étnicos
del país. El elemento mestizo, o sea el partido liberal, al que tenemos el honor de
pertenecer, piensa como es muy natural, que puesto que hasta antes de la revolución de Ayutla fue extraño a la dirección de asuntos públicos nacionales, no puede
responder de las responsabilidades que hasta entonces se hayan contraído; pero
como desde el Plan de Ayutla ha tenido a su cargo el gobierno nacional, desde
el Plan de Ayutla existe para él la responsabilidad de los sucesos nacionales. Esto
explica muchas cosas y, entre otras, el entusiasmo que sentimos por los héroes de
nuestra historia precortesiana, los severos juicios que hacemos de nuestra historia
colonial y el despego que manifestamos de las personalidades de nuestro primer
período de independientes.
El Plan de Ayutla, con el advenimiento de los mestizos a la categoría de
clase directora, marca en la historia de México independiente, el principio del
período de transición. Con ese advenimiento, salió a la luz nacionalidad mexicana; pero ni ese mismo advenimiento habría sido definitivo, ni la nueva nacionalidad, por lo tanto, habría nacido viable, si las leyes de Reforma y la revolución
que resueltamente las impuso, no hubieran asegurado aquél, y si, por una parte
esas leyes no hubieran nutrido a ésta con intereses cuantiosos, y por otra, la revolución no la hubiera protegido en circunstancias transitorias, con una dictadura
absoluta que preparó el período integral. Las leyes de referencia fueron varias,
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
pero las principales fueron las de desamortización de los bienes de comunidades
y las de nacionalización de los bienes del clero.
De los precedentes que hemos sentado resulta, claramente, que la propiedad territorial útil, había venido a quedar dividida entre el clero, los criollos y los
indígenas; sobraban muchas tierras todavía, pero lejos de la zona de los cereales.
Las tierras del clero, una vez adquiridas por éste, no volvían a la circulación: eran
de mano muerta, como entonces se decía, y hasta el Plan de Ayutla conservaba
ese carácter. Las de los criollos habían sido puestas también fuera del comercio
por los mayorazgos y por las vinculaciones, pero como la independencia suprimió
unas y otras, esas tierras volvieron al comercio, si bien no salieron del comercio de
los criollos, porque constituyeron ellas grandes propiedades, estaba fuera, de los
recursos de los mestizos. Los indígenas han mantenido siempre fuera del comercio sus tierras en obedecimiento de las leyes españolas relativas, y por el interés de
su propia conservación. De modo que los mestizos eran los únicos desheredados
en el nuevo orden de cosas creado por la República. Antes de la independencia,
la Iglesia les había dado asilo; desde la Independencia hasta el Plan de Ayutla,
habiéndose separado de la Iglesia, vivieron de los muchos recursos que la República abrió, como el comercio, los empleos y las revoluciones. Cuando el Plan
Ayutla los llevó al poder, tenían que reclamar se parte en la propiedad territorial.
Las leyes de desamortización les dieron esa parte.
La ley de 25 de junio, que fue la fundamental de la desamortización, si
por su esencia era justa y por su oportunidad necesaria, por la forma que se le dio,
dejó mucho que desear. Ella indica claramente el pensamiento del criollo Lerdo
de Tejada dirigido a atacar al clero, pero no a llevar a cabo la reforma trascendente
que vino a ser. Por más que su pensamiento haya sido expresado en el sentido
de una reforma maduramente meditada, lo cierto es que no penetró a fondo las
condiciones sociales y económicas que iba a modificar. La desamortización fue,
como todos los pasos de nuestro progreso, más instintiva que consciente. En la
forma en que la ley de 25 de junio fue expresada, se refería -artículo 3- a los
bienes de todas las comunidades religiosas, cofradías y archicofradías, congregaciones, hermandades, parroquias, ayuntamientos, colegios y, en general, a los de
todo establecimiento o fundación que tuviera el carácter de duración perpetua
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
o indefinida. En ese artículo estuvo el error colosal de la ley. El pensamiento de
Lerdo de Tejada se adivina fácilmente: iba directamente contra el clero, pero de
una manera embozada. Los bienes poseídos en comunidad, pensó aquél, se substraen del comercio porque sus propietarios nunca dejan de existir: para volver
esos bienes al comercio, es necesario destruir el sistema de la propiedad comunal, reduciendo ésta a propiedad privada; y como los bienes del clero son bienes
poseídos por comunidades, deben ser reducidos a propiedad privada también. Así
pensó también Lerdo de Tejada, no se desamortizan los bienes del clero por el
deliberado propósito de hacerle daño, sino porque quedan comprendidos en un
trascendente pensamiento de transformación de la propiedad; y demás, si se le
quitan al clero sus bienes por la desamortización no se le quita el valor de ellos
sobre los bienes. Por hábil y diestra que pueda parecer la maniobra con que se
quiso ocultar la verdadera intención de la ley, lo cierto es que su autor confundió
en dicha ley dos cosas distintas: la posesión tenida en comunidad y la posesión
tenida por comunidades, o en términos más amplios: la propiedad comunal, con
la propiedad tenida por las comunidades.
La revolución de tres años fue el momento crítico en que se desenlazó
la lucha secular de todos los elementos étnicos de la población: el momento en
que todas las fuerzas sociológicas nacidas y desarrolladas en el período comprendido desde la venida de las tribus aborígenes hasta el Plan de Ayutla, llegaron a
unirse para determinar la formación de una nacionalidad nueva y ya definida y
bien diferenciada de las demás. Por eso se vieron profundamente agitados en esa
revolución, todos los elementos étnicos y todas las fuerzas vivas.
En la revolución de Reforma, el clero desarrolló todas sus fuerzas morales y todos los materiales de su partido, para derogar las leyes de Reforma ya
dadas, muy especialmente la de desamortización. Los indígenas se unieron al
clero también, en defensa de su religión y sobre todo de las tierras comunales que
han guardado su vida desde la conquista española. Los criollos, los moderados, se
ocultaban, temerosos de una nueva desamortización en sus bienes, temor que justificaba el manifiesto en que el Presidente Álvarez se defendía de inculpaciones
que se le hicieron por los asesinatos de San Vicente. Sólo los mestizos seguían
adelante por su camino, resistiendo al clero y al elemento indígena. A pesar de
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
que podían decir, con cierta justicia, que hasta entonces habían sido burlados
sacaron de su energía orgánica suficiente empuje y de sus pocas tierras recién
adquiridas, suficientes recursos, para sostener una lucha a todas luces desigual. En
esa lucha estuvieron a punto de sucumbir y habrían sucumbido inevitablemente,
si un hombre completamente identificado con ellos no hubiera corregido las leyes
de desamortización, no hubiera dado satisfacción a sus justas aspiraciones y no las
hubiera llevado, desarrollando todas las energías de la raza, hasta el triunfo final
y definitivo, en el interior primero y el exterior después: ese hombre fue Juárez.
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO III
EL VERDADERO JUÁREZ
E
L PERÍODO de la Reforma, a nuestro entender, comprende todo el que
hemos llamado transición. En efecto, aunque parecen separarse por
completo los hechos de la Reforma propiamente dicha, de los de la intervención extranjera, nosotros entendemos que éstos no son, en conjunto, sino
un episodio brillante y teatral, pero secundario, de los que en conjunto hicieron
a aquélla. En nuestra opinión, la dictadura de Comonfort fue una parte de la
Reforma; y la intervención fue, igualmente, otra parte de la Reforma. Las tres
partes inseparables.
La revolución desatada por golpe de estado, puso al clero y a su partido
político en condiciones de hacer franca y resueltamente la guerra, tanto porque
la situación desesperada en que habían llegado a quedar, los empujaba a hacer un
esfuerzo supremo para recobrar, ya que no su estado anterior a la independencia,
siquiera su estado anterior al Plan de Ayutla, cuanto porque esa misma revolución unía a sus intereses los del elemento indígena que deseaba también la vuelta
al estado anterior al Plan de Ayutla, en virtud de que creía atacada la religión que
había sido su defensa secular y veía amenazada por la ley de desamortización la
propiedad comunal que había guardado hasta entonces su vida. Y si el clero y su
partido, seguidos por el elemento indígena, se veían en el caso de hacer la guerra
para deshacer lo hecho desde el Plan de Ayutla, el elemento mestizo se veía en el
caso también de hacer la guerra para impedir tal retrogradación, que para él significaba la pérdida de su posición preponderante, tan largo tiempo ambicionada
y con tan grandes esfuerzos conseguida. Esto puso en natural oposición, por una
parte, al clero y al elemento indígena, que juntos merecían con más justicia que
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
nunca el nombre del partido reaccionario, y por otra, al elemento mestizo, o sea el
verdadero partido liberal, es decir el partido radical, sin el moderado. El partido
reaccionario, que en el momento era al que correspondía obrar, venía a ser el agresor, y tenía que asumir el papel activo, en tanto que el partido liberal, como sólo
tenía que defender, era el agredido, y para triunfar, le bastaba con resistir.
Para que el partido reaccionario hubiera podido lograr en su intento,
habría sido necesario, no sólo que hubiera destruido la obra del Plan de Ayutla,
sino que hubiera levantado otra en su lugar. Es decir, su obra no sólo comprendía
el trabajo de derogar las leyes dadas y de desandar los pasos de administración andados desde el Plan de Ayutla, sino también el trabajo de dar al país una organización que pudiera substituir a la que se había procurado establecer con aquellos
pasos y con aquellas leyes. El partido liberal, para lograr su intento, no necesitaba
más que mantener lo ya hecho y completarlo con lo que faltaba por hacer.
El partido reaccionario no llegó a acabar ni el primer trabajo de su obra,
y éste era para él el único posible. Para llevarlo a término, contaba con el gobierno
ya establecido en la capital de la República. Contaba también con que el partido
liberal, sorprendido por el golpe de Estado que no esperaba, y para el que por
consiguiente no estaba prevenido, iba a tener serias dificultades para organizar
su resistencia. Contaba, además, con una suma de fuerzas que no volvería a reunir jamás. Las circunstancias, pues, le eran propicias, y ello se debió, que si el
gobierno de la capital no llegó a ser estable ni fuerte, los caudillos de la reacción
alcanzaron una grandeza que nunca habían alcanzado los hombres del partido
del clero. Sin embargo, para acabar con el primer trabajo a que nos referimos,
o sea, el de deshacer lo hecho desde el Plan de Ayutla, le habría sido necesario
aniquilar por completo a los mestizos del partido liberal, y haber indicado desde
luego, aunque hubiera sido el principio, qué orden de cosas había de suceder a la
absoluta desaparición del creado por el Plan de Ayutla. Al principio, la guerra de
tres años no fue en fondo más que el debate armado de la ley de desamortización.
Como los mestizos habían sido los principales desamortizadores y veían la Constitución, que correspondía a sus aspiraciones y daba forma a sus ideas, la firmeza
de la ley de 25 de junio, era natural que estuvieran dispuestos a todos los sacrificios posibles para defender esa Constitución que les aseguraba los medios de
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
mantener su existencia y los medios de mantener su categoría de clase directora.
En tanto no fueran alquiladas completamente, tenían no sólo que resistir la retrogradación intentada por el partido reaccionario, sino que procurar con todas sus
fuerzas el triunfo de la Constitución que condensaba todos sus intereses y todas
sus esperanzas. Los demás desamortizaciones que no eran mestizos, podían no
haber resistido la reacción, si detrás del gobierno por ésta establecido, hubieran
siquiera podido vislumbrar el advenimiento de un orden de cosas aceptable; pero
como esto último ni siquiera se indicaba, tenían que ceder, como muchos cedieron, a las circunstancias, pero manteniendo la esperanza de que desapareciera un
gobierno que a todas luces se veía no podía ser permanente, porque para lo porvenir no ofrecía más que el caos. Contra tales resistencias para deshacer lo hecho
desde el Plan de Ayutla, se agotaban los esfuerzos de los caudillos de la reacción.
Esos esfuerzos, verdaderamente heroicos, no podían hacer más que mantener
en la capital el gobierno encargado de derogar las leyes de desamortización y de
procurar la reivindicación de los bienes desamortizados.
El segundo trabajo de obra emprendida por la reacción que, como ya
dijimos, tenía que ser el de dar una nueva organización al país, y del que dijimos
también, debió haber hecho, cuando menos, alguna indicación en su programa,
no lo podía llevar a cabo. Como el partido del clero dirigía todo el movimiento
de la reacción y ese partido, según hicimos notar al estudiarlo en detalle, no tenía
programa alguno que no fuera el destruir, el derogar, el deshacer, natural era que
todo el partido reaccionario en conjunto, sufriera esa esterilidad. Para que el partido reaccionario hubiera podido formular un programa que oponer a la Constitución de los mestizos, le habría sido indispensable contar con los criollos que
eran los maestros de la política y de la administración; pero los criollos no habrían
prestado jamás su concurso para rehabilitar al clero que había sido su enemigo
tradicional, y para deshacer la desamortización que con justicia podían llamar
su obra. La reacción estaba condenada a agotarse en estériles agitaciones. Sin
embargo, su fuerza era tal, que los mestizos estuvieron a punto de sucumbir. En
efecto, si la energía de los mestizos era mucha, sus recursos eran pocos, por causa
principalmente de la torpeza con que se hizo la ley de desamortización, y estaban
a punto de agotarse, cuando Juárez expidió las demás leyes de Reforma.
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Al abandonar Comonfort con su golpe de estado la investigación de
Presidente Constitucional, esa investidura fue recogida por Juárez que era el Vicepresidente, en su calidad de Presidente de la Suprema Corte de Justicia. En
el trabajo de resistencia que los mestizos tenían que hacer no podían haber sido
dirigidos por una personalidad más a propósito que la de Juárez. Unidad saliente
y vigorosa de una raza que por su localización en la mesa del sur, tuvo que gastar
menos energía que la azteca, antes de la conquista, y que sufrir menos la comprensión española en la época colonial, lo que la hizo disipar también menos
energía que la azteca. Juárez había podido ascender hasta colocarse en la raza
mestiza y ocupar un lugar prominente en ésta, cuyos sentimientos y cuyas ideas
reflejaba. Menos genial que Morelos y menos filósofo que Ocampo, tenía en
mayor grado que ellos el instinto de la fuerza política y el sentimiento de la grandeza personal. Se comprendía elevado, sostenido y llevado por el impulso colectivo, y en cierto modo disciplinado de los mestizos, y él ajustaba su personalidad
al tamaño de ese impulso. Según su retrato que de él hizo el Presidente Iglesias:
“… aunque tenía notoria capacidad y no carecía de instrucción, ni su
ins-trucción ni su inteligencia eran de primer orden. Su gran mérito verdaderamente excepcional estribaba en las excelsas prendas de su carácter. La firmeza de
sus principios eran inquebrantables; por sostenerlos estaba siempre dispuesto a
todo linaje de esfuerzos y sacrificios. La adversidad era impotente par dominarle;
la próspera fortuna no le hacía nunca olvidar sus propósitos. Tan extraordinario era su
valor pasivo, que para los observadores superficiales se confundía con la impasibilidad”.
El anterior retrato trazado a grandes líneas, ha sido acabado por Bulnes
(El verdadero Juárez). Bulnes en un capítulo escrito para empequeñecer a Juárez,
escribió los siguientes pasajes:
“… hay que elogiar la inquebrantable firmeza de Juárez, porque no se
dejó intimidar, corromper, ni desalentar, con lo cual probó su superioridad moral
y ser digno del puesto que ocupaba…” “El temperamento de Juárez fue el propio
del indio, caracterizado por su calma de obelisco, por esa reserva que la esclavitud fomenta hasta el estado comatoso, en las razas fríamente resignadas; por
ese silencio secular del vencido que sabe que toda palabra que no sea el miasma
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
de una bajeza se castiga; por esa indiferencia aparente que no seduce, sino que
desespera…” “Pero Juárez, tenía sobre Ocampo, la suprema cualidad de los ambiciosos, saber esperar: la impaciencia le era desconocida: le faltaban nervios como
a las piedras y sin embargo, le sobraba voluntad como a las tempestades…” “Su
único lenguaje, era el oficial, severo; sobrio, irreprochable…” El aspecto físico y
moral de Juárez, no era el de apóstol, ni el de mártir, ni el de hombre de estado,
sino el de una divinidad de teocalli, impasible sobre la húmeda y rojiza piedra de
los sacrificios…” “Tenían de común- Juárez y Ocampo- un carácter firme como
una ley matemática, una precisión constitutiva de ideas de un programa rígido,
un patriotismo limpio, una fe dogmática…” “En el gobierno de Oaxaca, Juárez
fue un patriarca inimitable, un verdadero pastor apostólico de ovejas amadas y
tiernas. En el Ministerio de don Juan Álvarez, Juárez fue un liberal firme, valiente, reformista, casi audaz si hubiera tenido nervios. En Veracruz, durante la
guerra de Reforma, Juárez fue un revolucionario imponente por su impasibilidad,
por su resolución, por lo gigantesco de las leyes que amparaba con su fe, con su
autoridad, con su honradez, con sus principios inquebrantables.”
Como habrán podido ver nuestros lectores, los anteriores rasgos de la
pluma del escritor que más rudamente ha atacado a Juárez, presentados con el desorden con que ese escritor los trazó en la obra de donde los tomamos, completan
el retrato que delineó el Presidente Iglesias. Se ve por ese retrato, que Juárez era
un hombre muy notable por sus cualidades de carácter, por su imperturbabilidad
para recibir los acontecimientos, por su pasividad para sufrir los reveses, por su
entereza para luchar con las dificultades, por su calma para esperar los triunfos,
por su persistencia para alcanzar sus propósitos, por su firmeza para seguir sus
convicciones, hasta por su aspecto severo, frío, impasible, de divinidad teocalli.
Como las cualidades anteriores se encontraban en mayor o menor grado por
múltiples razones de origen de sangre y de identidad de educación, en todos los
mestizos, el grupo social de éstos, se veía representado por Juárez y Juárez se sentía
representado por todos y cada uno de los mestizos. Esa doble representación llegaba hasta el punto de que Juárez se confundía con los mestizos y los mestizos
se confundían con Juárez. El partido liberal era lo mismo que Juárez: Juárez era
lo mismo que el partido liberal. Y si Juárez representaba de un modo completo a
los mestizos, como grupo social, representaba todavía mejor, las aspiraciones, los
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
ideales, los sueños de ese grupo. Quería como él, hacerse dueño del territorio de
la República, fundar en la raza que tenía por suya, la nacionalidad que entrevió
Morelos, hacer florecer la civilización propia a que aspiró Ocampo: fundar, real y
verdaderamente, la patria con que los mestizos que se creían dueños de América,
como dice Sierra (Historia general, manual escolar): “venían soñando desde la
dominación española; fundar en suma, la patria mexicana, libre, independiente y
respetable. Por eso Juárez es tan grande ante la historia. Por eso para nosotros los
mestizos, es casi un dios”.
La notoria inferioridad en número y en medios de acción de los mestizos, fue admirablemente suplida por el conocimiento y aprovechamiento del
medio físico. En efecto, ya he demostrado a mi parecer suficientemente, que la estabilidad y fuerza de todo gobierno depende de su mayor o menor dominio de la
mesa central y de la parte norte de la mesa del sur, es decir, de la zona de los cereales. Si el gobierno de Juárez hubiera permanecido en esa zona, y en ella hubiera
procurado combatir, teniendo allí sus fuerzas, habría inevitablemente sucumbido.
Su inspiración más feliz, fue haber salido de la zona expresada y haberse situado
en Veracruz, lugar que estaba fuera del círculo activo de la reacción, desde el momento en que ésta tenía que luchar por asegurar su dominio en aquella zona y lugar que le permitía una gran libertad de comunicación para el extranjero. Y si fue
feliz la inspiración del gobierno de situarse en Veracruz, la dirección que Degollado dio a la campaña, fue indiscutiblemente genial, porque consistió, no en desarrollar planes extensos que el número de los mestizos hacía imposible sostener,
ni en buscar victorias más o menos importantes y trascendentes, porque esto era
también imposible por la misma razón, ni menos en hacer inútiles alardes del
heroísmo teatral, sino impedir a todo trance, como lo consiguió, que la reacción
consolidara su dominio sobre la zona firme. A pesar de todos los triunfos de los
generales reaccionarios, el gobierno de la capital no pudo un solo día estar libre
de los cuidados de la campaña. Miramón no pudo nunca estar en condiciones
de dedicarse exclusivamente a la toma de Veracruz, porque cuando faltaban sus
fuerzas de la zona firme, la capital se sentía amenazada. El gobierno constitucional, por el contrario, estaba por lo general, en Veracruz, libre de todo cuidado.
El trabajo de los mestizos que consistía en resistir, se hacía admirablemente. La
actitud tranquila de Juárez hacía comprender que para él, como para el elemento
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
mestizo, todo se reducía a esperar. Este era el talento de Juárez. Esperaba, como
ha dicho el general Díaz, “con una fe que parecía inspirada y que era en realidad
la meditada previsión de éxito y el profundo sentimiento del deber”. Los Estados
Unidos comprendieron la situación. La llegada del ministro McLane, aseguraba
el triunfo del partido liberal.
Sin embargo, como la lucha se prolongaba, el partido liberal, o sea el
elemento mestizo, aunque no flaqueaba, desfallecía, Juárez sintió en sí mismo
ese principio de desfallecimiento y reaccionó contra él, como reacciona en el
cerebro la voluntad contra el vértigo del organismo humano y acudió a reanimar
las fuerzas del elemento mestizo, corrigiendo la ley de desamortización con la de
nacionalización de los bienes del clero.
De las leyes llamadas de Reforma, o sea las expedidas por el gobierno de
Juárez en Veracruz, la más trascendente fue la del 12 de julio de 1859 sobre nacionalización de los bienes eclesiásticos, separación de la Iglesia y el Estado y extinción de órdenes monásticas; y ésta muy especialmente, porque completó la del
25 de junio de 1856. No negamos la conveniencia de las demás, pero sí afirmamos que si ellas venían a completar la obra de las dos leyes de 25 de junio de 1856
y de 12 de julio de 1859, no eran absolutamente necesarias para esa obra. En la
misma ley de 12 de julio, lo verdaderamente trascendental, fue la nacionalización
de los bienes eclesiásticos. La separación de la Iglesia y el Estado fue más bien
obra de la Iglesia que del poder civil. Hemos dicho ya y es generalmente sabido,
que el clero desde la cuestión del patronato, venía luchando por independizarse
del gobierno. Hemos dicho también que el gobierno de Santa Anna y Gómez
Farías, cortó de hecho las leyes que aún quedaban entre el poder civil y la Iglesia,
suprimiendo la coacción civil para el pago de los diezmos y para el cumplimiento de los votos monásticos, autorizando a los religiosos para abandonar los
conventos y quitando al clero toda intervención en la instrucción pública. Es
cierto que la reacción deshizo la mayor parte de los hechos entonces, pero en
1859, nada de eso era una novedad, ni tenía la importancia de la nacionalización.
La extinción de las comunidades religiosas era una consecuencia necesaria de la
nacionalización, supuesto que esas comunidades representaban la mayor suma
de los bienes que comprendía la nacionalización, y ellas no podían existir sin las
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
rentas correspondientes. Lo que constituía la verdadera ley trascendente era la
nacionalización. Ésta, además de que contribuía a dar firmeza a las leyes de desamortización, ponía una nueva suma de bienes en poder de los mestizos y, sobre
todo, daba a éstos capitales para adquirir y beneficiar esos bienes. Por eso, a poco
de la expedición de ley, el aliento de los mestizos creció y la resistencia liberal
adquirió nuevos bríos.
La ley de nacionalización que lleva también la firma de Lerdo de Tejada,
pero que ya no es exclusivamente suya, concluyó la obra comenzada por las leyes
de desamortización. Por una parte, dio firmeza, como ya dijimos, a esas leyes
y provocó un nuevo movimiento desamortizador que se dirigió al gobierno de
Veracruz; por otra parte, reparó el principal error de aquellas leyes, ciñendo su alcance al clero solamente; y por último, estableció mejores bases de favorecimiento
para los mestizos. La ley de desamortización dada en los precisos momentos
en que la guerra de tres años llegaba al punto de mayor encarnizamiento, mostraba la inquebrantable resolución de los mestizos. Tal resolución que marcaba
el propósito de seguir el camino cierto y determinado, señalado desde el Plan de
Ayutla, hacía tan violento contraste con la vaguedad y esterilidad de los propósitos del partido reaccionario, que los desamortizadores indecisos, se resolvieron
a apoyar la desamortización y con ello perdió la causa reaccionaria y ganó la
liberal muchos partidarios firmes, como lo son siempre los que tienen intereses
que defender. Pero lo que vino a ser la excelencia de la ley de nacionalización fue,
que continuando de un modo franco, preciso y abierto, el objeto real de la desamortización o sea el de quitar al clero sus bienes, redujo su acción a sólo el clero.
Con ello consiguió prever de antemano todas sus consecuencias y hacer seguros
sus resultados. Como las leyes de desamortización, según hemos repetidos varias
veces, fueron dirigidas a quitar al clero sus bienes raíces y la ley de nacionalización, llevó ese pensamiento a su última extremidad, la desamortización tomó
el camino de la nacionalización, en cuanto a los bienes raíces, pero en cuanto
a los demás bienes raíces, se detuvo. No sólo, sino que en la rama de desamortización por división, el movimiento desamortizador, dio algunos pasos atrás. El
gobierno de Juárez, mejor penetrado que el de Comonfort de la condición de
los indígenas, protegió a éstos. Nosotros tenemos actualmente en nuestro poder documentos que comprueban que el gobierno de Juárez, poco después de la
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
guerra de tres años, autorizó la venta de bienes inmuebles nacionalizados, a favor
de un pueblo, contra el texto expreso del artículo 25 de la ley de 25 de junio; y
acerca de la verdadera intención del gobierno al autorizar esa venta, no puede
caber la menor duda, porque la escritura relativa otorgó el Ministro de Hacienda.
Esto, como era natural, retrajo a los indígenas propietarios del movimiento de la
reacción. En lo sucesivo, sólo quedaron del lado de ésta, los indígenas desheredados, cuyo número fue disminuyendo. Como se ve, esos aspectos de la ley de
nacionalización restaron fuerzas al partido reaccionario. El tercer aspecto de la
misma ley robusteció las fuerzas de los mestizos, porque ella tomó por base de
sus operaciones, la división necesaria de los bienes, según lo acredita el artículo
5° de la primera ley reglamentaria; porque ofreció a los nacionalizadores en los
artículos 11 y 12 de esa ley reglamentaria, facilidades indiscutibles para adquirir
capitales: y porque el artículo 10 de la propia ley dio a los adquirientes de bienes
nacionalizados, que tenían que ser en su mayor parte mestizos, notorias facilidades para el pago de esos bienes. A partir de la ley de nacionalización, por más
que el partido reaccionario acreciera sus esfuerzos hasta la desesperación, como lo
hizo, el triunfo de Calpulalpan se veía venir. Poco, en efecto, tardó. Con él, quedó
fundada y libre de todo peligro interior, la nacionalidad mexicana, en el elemento
mestizo; pero quedaba aún el peligro exterior. La aproximación del triunfo de los
mestizos, resultado como hemos procurado demostrar, de los efectos sumados de
la ley de 25 de junio de 1856 y de la de 12 de julio de 1859, produjo una consecuencia inesperada y fue la de causar en los diplomáticos europeos, residentes en
la República, una impresión profunda, cuyas resonancias europeas determinaron
en realidad la intervención. Dados los antecedentes que hemos asentado, se comprende muy bien su conducta. Sin poder penetrar al fondo que el triunfo del
partido liberal significaba el de los mestizos y que dada la naturaleza sociológica
de éstos, era inevitable que la nacionalidad por ellos fundada fuera independiente
de toda tradición monárquica y toda subordinación religiosa y tradicional, veían
con espanto ese triunfo y creían éste precursor de una completa disolución social.
A causa de sus perjuicios europeos, no podían darse cuenta de que lo que ellos
consideraban un atentado a la propiedad, era precisamente una medida benéfica
en este país para esa propiedad. Menos podían entender, que un pueblo pudiera
vivir y prosperar, sin el concurso político y oficial de una región organizada y rica.
Por eso veían en el triunfo de Juárez o lo que es lo mismo, en el partido liberal
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
como nosotros decimos, el del elemento mestizo el principio de la anarquía. Si
Juárez, a su juicio, no respetaba la propiedad ni la religión, nada podía infundirle
respeto. El desconocimiento de una situación, que los mismos actores principales
de ella desconocían, como a nuestro parecer, la han desconocido y la desconocen
aun nuestros historiadores, explica la intervención de los ministros extranjeros en
los sucesos de aquellos días.
La expulsión de algunos obispos, del nuncio del Papa y de algunos ministros extranjeros, vino a justificar la opinión europea, de que Juárez era un nuevo
Atila que había llevado el tradicional desorden nacional hasta la barbarie. A esa
opinión se debió la intervención europea. Es seguro, que si esa opinión no hubiera flotado en al ambiente europeo, no habría habido negocio capaz de determinar
el movimiento de la intervención. Precisamente por ella, la intervención traía un
carácter esencialmente protector. De paso, podían hacerse con la intervención,
otras muchas cosas que la imaginación de Napoleón III, juzgó posibles y grandes,
pero lo que trajo a Veracruz las fuerzas aliadas, fue una intención civilizadora.
Afortunadamente, en tanto evolucionaba el sentimiento europeo formado por
los sucesos mexicanos y en tanto llegaba a cristalizar ese sentimiento en la forma
concreta de una intervención, el elemento mestizo tuvo tiempo de consolidar su
gobierno que, con toda justicia, después de la guerra, podía llamar nacional. Aquí
volvemos a encontrar otra vez la idea de que todo gobierno nacional, para ser
fuerte, tiene que ser necesariamente coactivo, de cooperación obligatoria, integral
en suma, como todos nuestros gobernantes lo han llegado a entender y como el
congreso constituyente se empeñó en evitar que se formara. Mientras a virtud de
las facultades extraordinarias que justificaba la situación, Juárez fue un dictador
absoluto, su gobierno pareció inmejorable a los mestizos; pero en cuanto el gobierno volvió al orden normal, el descontento reapareció. Si la intervención hubiera
tardado, el gobierno de Juárez habría tenido que caer o habría tenido que llegar
inevitable a un nuevo golpe de estado. El peligro de la intervención lo salvó. Ese
peligro devolvió a Juárez la dictadura y por lo mismo, la fuerza y con la fuerza la
respetabilidad. Cuando las fuerzas aliadas llegaron a reunirse en Veracruz, se encontraron, con que en lugar de la anarquía deshecha que suponían habría traído
consigo el triunfo de Juárez, existía un gobierno fuerte y respetable presidido por
él. Esto los sorprendió y desorientó. Por ello es que no acertaron de pronto con
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
lo que tenían que hacer y comenzaron por reconocer el gobierno que encontraron. De allí a la retirada de las fuerzas inglesas y españolas, no había más que los
pasos de explicación que se dieron en La Soledad. Si Francia siguió la intervención adelante, fue, por una parte, porque Napoleón III creyó lo asegurado por
los mexicanos intervencionistas, individuos todos del partido del clero, acerca de
los sentimientos monárquicos de la mayoría de la población, lo cual era en rigor,
verdad; y fue por otra parte, por los intereses sucios mezclados en el asunto de
la intervención.
El imperio, como Bulnes ha asegurado, pudo en efecto establecerse. Esta
es una verdad monumental. Si la intervención hubiera coordinado bien los intereses del clero y del partido de éste, con los del elemento indígena y con los del
criollo, que en efecto tenían por qué ser inclinados a la monarquía, formando la
mayoría de que hablaba Almonte; y si la misma intervención hubiera ayudado
a esos grupos sociales combinados con su prestigio, con su oro, y con las fuerzas
militares que trajo, el partido liberal o sea el elemento mestizo, habría tenido que
sucumbir. Pero esto requería deshacer de un modo absoluto, lo hecho a virtud de
las leyes de desamortización y de nacionalización y esto no lo podía ni lo quería
hacer Francia, ni lo hizo en efecto. El imperio, por lo mismo, sin las simpatías
del partido reaccionario y sin las del partido liberal, quedó sólo sostenido por los
criollos que mostraron claramente no haber estado unidos al partido liberal sino
por lazos transitorios: los criollos lo sostuvieron casi hasta el fin, pero nada significaba ya. Su tiempo había pasado. En sus últimos momentos, el imperio quiso
ser reaccionario, pero ya era tarde.
En tanto se desarrollaban los acontecimientos del imperio, Juárez había
vuelto a ser con su gobierno lo que había sido durante la guerra de tres años.
Porque su papel fue el mismo de antes: resistir. Como ni la desamortización ni
la nacionalización habían vuelto atrás, su gobierno tenía la misma base de sustentación que en la guerra de Reforma: los nuevos tenedores de bienes del clero
y entre éstos los mestizos.
A virtud de continuar las mismas circunstancias que en aquella guerra,
continuaba la identificación de Juárez con los mestizos y de los mestizos con Juárez.
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Juárez era otra vez el partido liberal y el partido liberal era otra vez el apego al
territorio nacional, el deseo de asegurar la nacionalidad en su raza, la aspiración,
en suma, de fundar su patria propia. Juárez, pues, era de nuevo la patria. Y en el
intento entonces perseguido, Juárez no sólo representaba la formación interior
de la nacionalidad, sino el empeño inconmensurable, de imponer al exterior esa
nacionalidad. Su gobierno era el más grande que había llegado a tener, desde la
llegada de las tribus aborígenes hasta entonces, toda la región geográfica en que
se asienta la República. Por eso Juárez, que ya era grande hasta ser colosal, durante la guerra de Reforma, llegó a ser inmenso durante la intervención.
Sus procedimientos de resistencia fueron en la intervención, los mismos
que en la guerra de Reforma. Se alejó con su gobierno de la zona firme y dejó a
sus fuerzas militares que disputaran esa zona a las fuerzas contrarias. Es cierto
que en esta vez la contienda más difícil, pero también lo es en que de todos modos la intervención, tal cual fue planteada, tenía que ser transitoria. Juárez no
dudó nunca del éxito de su causa. Su sueño de imponer la nacionalidad mexicana,
le prestaba una fe que no ha tenido igual en la historia. Cuando el imperio, falto
del apoyo extranjero, vino abajo con la dictadura de Santa Anna, vencido por su
propia pesadumbre, el elemento mestizo, ya desligado, por fortuna, del elemento
criollo, había acabado la conquista de su preponderancia. El día en que Juárez
entró a la capital de la República, la nacionalidad mexicana que desde el triunfo
de Calpulalpan estaba asegurada para siempre, tal vez, de todo peligro interior,
quedaba asegurada, para siempre tal vez de todo peligro exterior. En conjunto, la
obra de Juárez fue fundar con dos terribles guerras, la nacionalidad mexicana en
el elemento mestizo de la población, en el elemento de que formamos parte, que
mantiene el gobierno todavía y que lo mantendrá hasta una época que por ahora
no alcanzamos a ver la infinita inmensidad de lo porvenir.
110
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CONCLUSIÓN
LA OBRA sociológica de Juárez terminó con la restauración de la República: su obra personal continuó hasta el fin de su vida, llenando una gran parte
del período que después de la restauración de la República, podemos considerar
como preparatoria del período integral, que se abrió con el Plan de Tuxtepec. No
hacemos el estudio de la continuación personal de la obra sociológica de Juárez,
porque necesitaríamos tratar en él, el período integral y no hacemos el estudio de
éste, aunque nos ofrecería la oportunidad de explicar muchos sucesos contemporáneos y de señalar muchos aspectos de las cuestiones sociológicas palpitantes,
porque no queremos dar a nuestro estudio el carácter de profesión de fe política.
En el estudio que hemos hecho, habremos olvidado muchas circunstancias, habremos interpretado mal muchos juicios y habremos falseado muchos
hechos al agruparlos en generalizaciones tal vez demasiado amplias y poco precisas; pero aún así, creemos haber acertado a hacer el modelo de arcilla que deberá
servir, para que un maestro vacié en bronce la obra definitiva de la historia contemporánea nacional.
111
Los grandes problemas nacionales
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
INTRODUCCIÓN
L
AS CUESTIONES sociales de nuestro país ofrecen amplísimo campo a la
observación, al estudio y a la meditación. Por virtud de circunstancias
que en el curso de este libro encontrarán explicaciones y comprobaciones
abundantes, se ha olvidado mucho esta verdad, y el desvío de la atención de
nuestros hombres de talento hacia cuestiones extrañas, con perjuicio del conocimiento de las propias, ha ocasionado no pocos daños a nuestra Nación, que por
ese motivo no ha podido llegar a ser una verdadera patria. Nosotros no podemos
considerarnos en el número de esos hombres; pero creemos que no por ello estamos menos obligados a pagar nuestra contribución al propósito de hacer la
patria mexicana, y pagamos esa contribución con la enunciación que hacemos de
nuestras ideas en las páginas que siguen.
115
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
PARTE PRIMERA
Los antecedentes indeclinables
CAPÍTULO I
LOS DATOS DE NUESTRO TERRITORIO
C
ARÁCTER GENERAL DE NUESTRO TERRITORIO. En el estudio de cualquier
problema que afecte la vida de una nación, serán siempre de interés
primordial, los datos que ofrezca el territorio que ella ocupe. El estudio,
pues, de los principales problemas de nuestro país, requiere el de los datos que
ofrezca el territorio nacional. Siendo como es éste, bien conocido entre nosotros,
no creemos necesario hacer de él una descripción especial; nos basta con recordar que presenta los rasgos característicos siguientes: en primer lugar, aunque
se encuentra en el hemisferio Norte, casi todo está comprendido en la zona intertropical, de modo que su clima, caliente en las costas, disminuye en calor por
la altura, hasta ser templado en el interior y frío solamente en los altos picos de
las montañas: en segundo lugar, se encuentra en la región que no disfruta sino de
una sola estación anual de lluvias, que es la de verano, porque aun cuando recibe
algunas en invierno, éstas son escasas e irregulares; en tercer lugar, está divido
por las cordilleras, en una altiplanicie interior, cuya altura asciende de un modo
general de norte a sur, y en los planos de descenso de las costas, las cuales tienen
el del occidente en el norte, la prolongación de la Baja California, y el del oriente
en el sur, la de la península de Yucatán; en cuarto lugar, en los planos de descenso
o vertientes exteriores de las cordilleras, el terreno es muy quebrado, pendiente y
barrancoso, y en la altiplanicie interior, el suelo generalmente desigual, se divide
117
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
en tres mesas que se desenvuelven en valles cada vez más amplios a medida que
las cordilleras se abren, hasta convertirse en extensas llanuras bajas en el norte; en
quinto lugar, las lluvias son abundantes en las vertientes exteriores de las cordilleras, y en el interior son de un modo general escasas, debilitándose la precipitación de ellas del punto de unión de las cordilleras hacia el norte; en sexto lugar,
un eje interior distribuye las corrientes formadas por las lluvias, en dos grandes
sistemas que las llevan a los mares, excepto en el norte, donde hay grandes cuencas
interiores cerradas; y en séptimo y último lugar, las dos grandes cordilleras levantan altas barreras de separación entre la altiplanicie y los planos de descenso hacia
las costas, y dos estribaciones de las mismas cordilleras dividen la altiplanicie en las
tres mesas indicadas antes, que son: la del sur, limitada al norte por una de dichas
estribaciones; la del centro, limitada al norte por la otra estribación: y la del norte
que por ese rumbo queda completamente abierta hacia los Estados Unidos. Estos
datos son por el momento, como ya dijimos, bastantes para nuestro propósito.
De las tres mesas de la altiplanicie interior, la del centro, que es la más alta,
con una parte de la del sur que en altitud le sigue, forma una zona que creemos
puede y debe llamarse zona fundamental de los cereales, porque en ella tienen
su zona propia el maíz y el trigo, que con el frijol son los granos que sostienen la
vida de toda la población nacional: en el resto de la zona del sur, en la zona del
norte y en las vertientes exteriores de las cordilleras, el maíz y el frijol se producen
también, pero en menor cantidad y de inferior calidad que en la expresada zona;
el trigo no se produce en las tierras muy calientes.
Apunte científico acerca de la naturaleza de la vida humana y acerca de la
función de todos los pueblos de la zona fundamental de sustentación.
La producción agrícola es la base fundamental de la existencia de todas
las sociedades humanas que se desarrollan, y en esa producción, la de los cereales,
es la verdaderamente esencial. Nada nuevo parece decir lo anterior, porque el
fondo de verdad que contiene es de tal evidencia, que se considera justamente
como universalmente sabido. Empero, los principios que ese fondo de verdad
compone y las consecuencias de esos principios, son de una singularidad tan
novedosa y tienen un alcance tan trascendente, que sorprende cuando es fácil a la
luz que producen, darse cuenta del estado social de un país y de las circunstancias
118
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
que rigen su marcha por el camino del progreso. Perdónenos nuestros lectores un
ligero apunte científico sobre la materia a que venimos refiriéndonos; lo creemos
indispensable para la perfecta inteligencia de lo que va a seguir.
En las funciones de la vida en general y de la humana en particular, se advierte desde luego un fenómeno de combustión, que consiste en la combinación
del oxígeno del aire como cuerpo comburente (que quema o hace arder) y del
carbono de los alimentos como cuerpo combustible (que arde o es quemado).
Mediante ese fenómeno, se mantiene la fuerza vital que se desarrolla y se continúa como toda combustión, mientras encuentra los elementos necesarios para
alimentarse. La absorción del oxígeno se hace por la respiración, y la del carbono
por la alimentación: la combinación de ambos, o sea la combustión, se hace dentro
del organismo mediante circunstancias especiales, entre las cuales una de las más
salientes consiste en que el carbono se encuentre en un estado de gran división.
Es claro que no puede haber vida humana sin la absorción del oxígeno del aire,
absorción que se hace por aspiraciones frecuentes a virtud de ser muy abundante
y de ser muy fácilmente asible o captable el aire en la naturaleza y sin la absorción del carbono que se hace por ingestiones de relativamente largo periodo, por
ser escasas y difícilmente aprovechables las materias naturales que lo contienen.
Ahora bien, en tanto el hombre como los demás animales, tuvo que tomar de los
productos naturales sin producir éstos, las materias necesarias para su alimentación, su vida tuvo necesariamente que ser precaria, porque la recolección de esas
materias tuvo que ser necesariamente irregular, y si bien muchas veces lo llevó a la
abundancia, muchas veces lo hizo sufrir la escasez. En esas condiciones, el esfuerzo indispensable para sostener la vida, tuvo que ser verdaderamente formidable.
Además, la naturaleza misma de esas materias, no pocas veces tuvo que hacer poco
menos que inútil su ingestión para la vida, porque o bien dichas materias no ofrecían a la combustión vital suficiente cantidad de carbono, o bien no le ofrecían
ese carbono en la conveniente división. Los apaches ofrecen en nuestro territorio,
un ejemplo claro de estas verdades…Tal tiene que haber sido el carácter de la alimentación primitiva, y tal es el carácter de la alimentación de los pueblos que no
tienen agricultura… Hasta que el hombre no encontró los cereales, no afirmó su
existencia y no aseguró la de su especie. Los cereales, en efecto, por el almidón que
contienen, dan al organismo carbono en cantidad suficiente y en un estado conveniente de división, para mantener en condiciones favorables la combustión vi-
119
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
tal…Como los elementos substanciales de la alimentación de los grupos humanos,
están concentrados en los cereales, fácilmente se puede comprender, por qué todos
esos grupos están ligados a las zonas que dichos cereales producen…Los grandes
pueblos europeos pueden ser referidos a las zonas de producción del trigo; los
grandes pueblos asiáticos pueden ser referidos a las zonas de producción de arroz;
y los grandes pueblos americanos pueden ser referidos a las zonas productoras
de maíz. Algunos pueblos americanos en estos últimos tiempos, deben su vida a
la producción combinada del trigo y del maíz…En todo caso, el movimiento de
expansión depende, principalmente, de la amplitud que puede alcanzar la zona de
producción de los cereales y de la intensidad de producción de éstos.
La zona fundamental de sustentación en nuestro país. Sentados los precedentes principios científicos, volvemos a nuestro país. En él la zona de sustentación es la zona que hemos llenado fundamentalmente de los cereales. Esa zona
produce maíz, justamente con frijol y trigo, en tales condiciones, que abastece
todo el consumo de la República en su estado actual. Sólo en la zona fundamental de los cereales, se producen éstos en cantidades que exceden a las necesarias
para el consumo de los lugares de producción, y de una calidad, que permitiendo
su conservación por dos o tres años hace posible la regulación de ese consumo;
aunque en el resto del país se producen también, cuando menos maíz, la producción de ese grano no alcanza para el consumo local siquiera…
Ventajas e inconvenientes de la especial colocación de la zona fundamental de
los cereales. La especial colocación de la zona fundamental de los cereales en el
centro del territorio nacional y a la mayor altura de ese territorio nacional, presenta
una serie de inapreciables ventajas y una serie de graves inconvenientes. Desde
luego, como productora de cereales, su posición hace que la derrama de cereales
a las demás zonas, se haga con fletes de bajada. Como productora de población,
por la misma razón de ser productora de ceraeales, su posición también facilita la
derrama de habitantes con el esfuerzo reducido del descenso. Estas son notorias
ventajas. Los inconvenientes consisten en que todos los artículos extranjeros y
muy especialmente los implementos y abonos indispensables para toda producción agrícola de cereales, si vienen por los mares, tienen que pagar los fletes de
las rápidas subidas, y si vienen del Norte, tienen que pagar los altos fletes de las
largas distancias. Estos son incuestionables inconvenientes.
120
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO II
LOS DATOS DE NUESTRA
HISTORIA CONTEMPORÁNEA
B
ASES GENERALES DE UNA CLASIFICACIÓN DE LOS ELEMENTOS COMPONENTES DE LA POBLACIÓN NACIONAL. Nuestro país, como hemos dicho
ya, se compone de muy numerosos pueblos indígenas mezclados entre
sí por la presión de su propio desalojamiento del norte hacia el sur, y por la del
estrechamiento de la región geográfica a que todos convergían: se compone también de numerosos grupos europeos venidos desde la conquista hasta ahora; y se
compone de los grupos descendientes de aquellos pueblos y de estos grupos, y de
los productos de los varios cruzamientos de unos y otros. Es muy difícil delimitar
cada uno de los múltiples agregados humanos que componen nuestra población:
por la misma razón es muy difícil hacer de ellos una clasificación satisfactoria.
Dado que toda clasificación es arbitraria, nosotros intentamos una que desde el
punto de vista científico es seguramente incompleta y defectuosa, pero que nos
permitirá darnos cuenta del juego combinado de los elementos que llamaremos
étnicos -para no alterar por ahora la significación de raza que se da a la palabra
griega etnos-, y de los grupos sociológicos que actúan en nuestro país, y que determinan la sucesión de hechos de nuestra historia; esa misma clasificación, nos
permitirá también determinar con precisión las orientaciones de nuestra vida
futura, ofreciendo bases firmes a nuestra política tanto interior cuanto extranjera.
En la clasificación a que nos referimos, usaremos las palabras elemento de raza
para designar un conjunto étnico general de cierta extensión o de cierta importancia que puede subdividirse; la palabra grupo para designar una de las partes
en que se divide un elemento; y las palabras grupo secundario o subgrupo para
designar una de las partes en que se divide un grupo. No hemos encontrado
palabras a propósito para llevar más adelante las divisiones.
121
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Aquí creemos oportuno y necesario decir, que en la clasificación de razas
que hacemos, los elementos y grupos que señalamos, no están separados y aislados de un modo absoluto: por lo mismo de que han vivido en íntimo contacto,
y han estado en plena cooperación desde la Independencia, se han mezclado y
confundido mucho, pero se les reconoce fácilmente, primero por sus caracteres
exteriores, y después por sus tendencias. En nuestra opinión, el mayor beneficio
que debemos a la forma republicana, es el de haber hecho la igualdad civil que ha
favorecido mucho el contacto, la mezcla y la confusión de las razas, preparando
la formación de una sola. Por lo demás, creemos inútil decir que al hablar de los
elementos de raza, por más que citemos apellidos, no nos referimos a persona
alguna en particular.
La Independencia expulsó al elemento peninsular que por su escaso
número y por sus relativamente pequeños intereses fijos, tenía pocas raíces en
nuestro territorio, y dejó en pie tres grupos de acción social: los criollos civiles o
laicos, el clero y los indígenas. Estos tres grupos no correspondían exactamente a
los tres elementos de raza que provenían del período colonial, que eran los criollos, los mestizos y los indígenas. Formada la Colonia de cuatro capas sociales
(que eran los españoles civiles o laicos arriba, después el clero y los criollos, los mestizos en seguida, y debajo de todos, los indígenas), la expulsión de los españoles
significó para los demás, el ascenso de un grado en la escala social, o lo que es
lo mismo, un bienestar de gran consideración. Los criollos y el clero, libres de la
autoridad colonial, quedaron arriba, y como era natural, por esa circunstancia y
por la de existir entre ellos antiguas rivalidades de grandes propietarios, entraron
en lucha. Los criollos civiles o laicos, entre los que el grupo de los señores tenía
el poder civil, como buenos discípulos de los españoles, sobradamente católicos,
pero antes que católicos regalistas, creyendo que en virtud de ese poder, debían
tener subordinado al clero por medio del antiguo patronato de los reyes de España, que creían haber heredado íntegro con dicho poder. El clero resistió tal
subordinación declarando muerto el patronato con la dependencia española. En
el fondo, la facilidad de absorción y de amortización de la Iglesia, constituía para
la gran propiedad del elemento criollo laico, una gran amenaza que éste trataba
de conjurar, ejerciendo el patronato, no para favorecer a la Iglesia, sino para disminuir sus medios de acción. La supresión del gobierno coercitivo y fuertemente
122
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
integral de los virreyes y la adopción del descentralizado gobierno republicano
que en lugar de aquél se formó, contribuyeron a favorecer la indicada lucha, en la
que por su mayor libertad entraron también los mestizos y los indígenas.
Los criollos “señores”. Los criollos estaban divididos, según hemos expuesto con toda claridad, en criollos civiles o laicos y en criollos clero; los primeros,
a su vez, lo estaban en criollos señores y criollos agricultores, los últimos de los
cuales se habían transformado, casi por completo, en mestizos; de modo que
criollos de sangre pura, no había más que los criollos que llamamos señores y
los criollos clero que eran la clase superior de éste. Ahora bien, la reducción del
elemento de los criollos a sólo esos dos grupos y la guerra que éstos se hacían,
debilitaban considerablemente la fuerza del elemento en conjunto, precisamente
cuando el elemento mestizo tendía a integrarse y se iba a integrar. Los criollos
señores, los que sucedieron en parte a los españoles en la propiedad de las minas,
los dueños de la gran propiedad adquirida y conservada más por el gusto de la
dominación, de la vinculación y de la renta, que por el interés del cultivo y del
producto, presentaban por rasgos característicos comunes su catolicismo clásico,
sus costumbres de mando y el apego a sus tradiciones aristocráticas, como que
llevaban sangre española, descendían de los conquistadores y heredaban, muchos
de ellos, títulos de nobleza; además, eran la clase que tenía en su poder el Gobierno. Esa clase misma, por afinidad de sangre, poco después de la expulsión de
los españoles, reaccionó y comenzó a recibir en su seno, con cariño en todas las
unidades españolas, que de nuevo comenzaron a venir. Todavía hoy sucede que un
español, por humilde que sea su origen, puede estar seguro de que si logra hacer
fortuna, será bien recibido entre los criollos señores. En particular, el tipo de criollo señor era entonces y es ahora todavía, inconfundible. El criollo es en general
de alta sangre: se apellida Escandón, Iturbe, Cervantes, Landa, Cortina, Cuevas,
De la Torre, Rincón, Pimentel, Rul, Terreros, Moncada, Pérez, Gálvez, Icaza, etc.,
etc. Es generalmente rubio, de un rubio meridional, o trigueño- trigueño, según
la Academia, es un color entre rubio y moreno-, de ojos negros más bien que
azules, de continente orgulloso, de aspecto más bien frívolo que serio y de conjunto a la vez delicado y fino. Es generalmente hombre de mundo, cortés, culto
y refinado; en sus gustos, se muestra elegante, le agradan las condecoraciones y
tiene la afición de los honores cortesanos: pinta blasones en sus carruajes y se hace
123
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
llamar gente decente. Sin embargo, de las cualidades anteriores, el criollo del campo,
bajo la influencia de un escritor ha llamado el feudalismo rural, muestra lamentables
regresiones al tipo del primitivo conquistador. Aunque no queremos hacer innecesariamente complicadas las clasificaciones de este estudio, nos vemos precisados a
señalar la división de los criollos señores en dos grupos menores, el de los conservadores y el de los políticos: estos últimos se llamaron después “moderados”.
Los criollos “clero”. El clero, como dijimos en su lugar, se componía,
antes de la Independencia, de españoles arriba, de criollos como clase media, y de
mestizos como clase inferior; consumada la Independencia, quedó compuesto de
criollos arriba y de mestizos abajo, pero después, abiertos todos los caminos del
trabajo a todos los elementos de la población, los mestizos abandonaron la Iglesia
y se dedicaron unos a ser empleados, otros a ser profesionistas -éstos fueron los
educados en los institutos- y los demás a ser revolucionarios. El clero recibió
entonces en su seno a los indígenas, pero éstos, demasiado lejos de los criollos,
no reemplazaron satisfactoriamente a los mestizos; al contrario, la causa principal
del debilitamiento del clero, consistió en su falta de clase media, porque quedó
compuesto de criollos arriba y de indígenas muy abajo: así ha llegado hasta nosotros; hoy forma su clase media, con unidades españolas. En el grupo del clero,
no sólo hay que considerar a los miembros religiosos de él, o sea a los dignatarios
y ministros, sino también a los miembros laicos: los unos eran los arzobispos,
obispos, canónigos, prebendados, curas, frailes, etc., los otros eran los mayordomos, administradores, abogados, sirvientes, etc. Los grandes caudales y el numeroso personal del clero, por fuerza ocupaban a muchas personas extrañas a él. El
conjunto de esas personas, en su mayor parte criollos (porque los indígenas no
pasaron ni han pasado de ser ocupados como ministros), formó, en defensa del
clero, lo que se llamó más adelante el Partido Reaccionario.
Los indígenas. Durante la dominación española, la unión de los elementos de sangre española y de sangre indígena, fue modificando la condición de
estos últimos, formando con ellos grupos de acción social. De un modo general,
sin embargo, los indígenas dispersos quedaron poco más o menos en igualdad de
circunstancias, los indígenas incorporados apenas comenzaron a hacerse sentir
como grupos sociológicos y sólo los indígenas sometidos sí llegaron hacer sentir
su acción. Los incorporados y los sometidos que tenían acción sociológica en el
124
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
país, después de la Independencia, vinieron a quedar divididos en cuatro grupos:
el del clero, el de los soldados, el de los propietarios comunales, y el de los jornaleros. Los indicios que pasaron a ser la clase inferior del clero, habían alcanzado
con ascender hasta esa clase, un mejoramiento de tal naturaleza que eran y tenían
que ser profundamente adictos al clero superior; esos mismos indios llevaban
al clero, su sumisión pasiva y resignada, su voluntad individual comprimida por
largos siglos de despotismo indígena y de esclavitud española y su timidez de
raza atrasada, largamente atrasada, en su evolución, pero también su poderosa
acumulación de energía que se despertaba al mejorar de condición: habrían sido
inmensamente útiles al clero si su atraso evolutivo les hubiera permitido entonces estar a la altura del momento histórico que pasaba. Los indígenas soldados, también habían ascendido tanto, de nivel sobre su condición anterior, que
eran a sus transitorios señores, los generales que los reclutaban, verdaderamente
útiles, por su sumisión igualmente pasiva y resignada, por su resistencia para las
grandes fatigas y por su energía para los combates, largamente acostumbrados a
ser animales de transporte y carga, en un medio carente de esos animales, sin ellos
no habría habido operaciones militares posibles, no habría podido haber dominación alguna de cierta lejanía; militaban a las órdenes de todos los partidos, y
morían, no por una causa ni por una bandera, sino por adhesión personal a su jefe,
por una adhesión infinitamente dolorosa para el sociólogo, por la adhesión del
perro al amo que le ha dado pan, ya fuera ese pan en forma de sueldo, ya en forma
de permiso de pillaje. Los indígenas propietarios comunales habían mejorado
notablemente de condición, porque la tierra comunal, pobre y estéril como era,
tenía que alimentar a menor número de personas y las alimentaba mejor; éstas
estaban ya libres del continuo atropello de los españoles, pues si bien todos los
revolucionarios les causaban daños y molestias, no llegaban hasta arrebatarles sus
bienes ni hasta a arrasar sus poblaciones. Los indígenas jornaleros, o peones de las
haciendas, resto de los indígenas esclavos de la época colonial, sin trabajo normal
por las revoluciones, pegados al suelo por las deudas, y deprimidos por el sistema
de la gran propiedad, según veremos en otra parte, eran los únicos indígenas que
guardaban aún su condición infeliz precedente: la guardan todavía. Los rasgos
morales característicos de los indios de raza pura, en conjunto, eran y son todavía,
su sumisión servil, hipócrita en los incorporados, sincera en los sometidos, y su
cristianismo semiidolátrico. Por su tipo son muy conocidos en lo general.
125
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Los mestizos. El elemento mestizo se componía de cuatro grupos: el
grupo agricultor, y los tres que ya dijimos se formaron con las unidades separadas del clero, es decir, el grupo de los empleados, el de los profesionistas y el
de los revolucionarios. Como hemos indicado en las ocasiones en que ha sido
oportuno, el pequeño grupo que primitivamente fue de los españoles civiles o
laicos agricultores, se descompuso rápidamente en virtud de que, por una parte
se cruzó mucho con los indígenas, y en virtud de que, por otra, convirtió su propiedad individual en propiedad comunal. El agricultor español, como indicamos
ya también, aunque se casaba algunas veces y conservaba dentro de su familia
legítima, su sangre pura, sembraba por dondequiera, entre las mujeres indígenas,
gérmenes de reproducción que le daban multitud de hijos mestizos. Estos, o
crecían al cuidado de la madre o al del padre, pero de todos modos, dentro de
la propiedad de éste, en la que generalmente él dedicaba a cada madre o a cada
hijo, un pedazo de tierra para que viviera de sus productos; cuando en vida no
hacía esto, lo hacía al morir; de todos modos, lo hacía sin dividir jurídicamente
la tierra común. En algunos casos, el respeto tradicional a la familia de sangre
pura, reconocida por el apellido, se conservaba a través de muchas generaciones,
pero sin otra autoridad efectiva, según nuestras observaciones personales, que la
facultad de ordenar el aprovechamiento de la parte en que la tierra común, por
no haber sido tomada en posesión exclusiva por alguno, quedaba en calidad de
tierra en comunal. En otros casos, desaparecía toda relación entre el primitivo
propietario y los actuales poseedores, lo cual es perfectamente explicable en el
caso de perderse la sucesión masculina.
La Independencia no encontró en las comunidades del tipo en que nos
ocupamos, españoles, sino por excepción y no los expulsó: la expulsión en realidad se redujo a los funcionarios, a los mineros y a los comerciantes. De modo que
en lugar de formarse de la primitiva propiedad individual de que se formaron esas
comunidades, una hacienda, como sucedía en el caso de los propietarios señores,
se formaba lo que se ha llamado de un modo general “una ranchería”, siendo el
mestizo de ellas, el que propiamente se ha llamado ranchero. En el caso de los
propietarios señores, la vinculación legal o efectiva, ligaba a la propiedad con la
sangre pura: por eso aquélla se ha conservado intacta, así como se ha conservado
pura la sangre de los propietarios.
126
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
Cuando la población de las rancherías era demasiado numerosa, la selección llevaba muchas unidades a los pueblos y villas españolas, en que se
colocaban al lado de los peninsulares: la selección en esos pueblos y villas, llevaba las unidades superiores a las ciudades. El grupo mestizo, de los rancheros,
fue el más favorecido por la suerte; los otros grupos mestizos procedentes de
cruzamientos de ocasión, no tuvieron la fortuna de ser propietarios, fueron los
desheredados, fueron los protegidos por la Iglesia, y fueron los que más tarde
se dividieron en empleados, profesionistas y revolucionarios. Todo esto es tan
claro, tan cierto y de tan fácil comprobación histórica, que no necesita en este
estudio una rigurosa comprobación.
Todos los grupos mestizos tenían un mismo ideal: desprenderse de los
demás elementos de raza y sobreponerse a ellos. En conjunto, los mestizos, como
todos los productos híbridos, reflejaban los defectos y vicios de las razas primitivas, por lo que eran repugnados por ellas, y ellos a su vez, y por la misma razón,
sentían aversión por las características dominantes de las razas primitivas. Tenía
que ser así: los criollos a la sazón representantes de la sangre española, veían en
los mestizos los vicios y defectos de la raza indígena; los indígenas, los vicios y
defectos de la raza española. Ellos, es decir, los mestizos, por su parte, repugnaban
de los criollos, el catolicismo español que en ellos no se había formado como en
los españoles, al calor de la reconquista y de la revolución religiosa, su sentimiento
de autoridad y sus tradiciones aristocráticas, y de los indígenas su abyección de
raza servil y su catolicismo semiidolátrico. Y como para los mismos mestizos, la
religión, la autoridad y las tradiciones de los criollos, y el servilismo, y la semiidolatría de los indígenas, eran formas de opresión opuestas a la expansión de
su propia raza, dieron a su deseo de libertarse de ellas, la forma de un deseo de
libertad que los llevó después a llamarse liberales. La resultante, pues, del carácter
de esos liberales, era una mezcla de furor antirreligioso, igualitario, vengador e
iconoclasta, incesante y progresivamente alentado por todos los apetitos no satisfechos durante siglos, desde el hambre de pan hasta la sed de instrucción, y
formidablemente sostenido por la energía indígena de su sangre, energía detenida por la conquista española en pleno desarrollo y acumulada en estado latente
durante la época colonial.
127
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
En particular, el tipo de mestizo era y es tipo de raza inferior: le ha
faltado el pulimento del bienestar largo tiempo sostenido; pero es inconfundible
también. El mestizo es plebeyo: se apellida Pérez, Hernández, Flores, etc. De
color moreno, que en las mujeres se dice color apiñonado, es más moreno que el
europeo meridional, aunque menos que el indígena puro, y en las costas es pinto;
su cabello es en lo general negro y rebelde, su barba negra y escasa, su cuerpo tosco y robusto, su continente serio y grave, y su conjunto a la vez, fuerte y dulce. El
mestizo, que siempre ha sido pobre, es vulgar, rudo, desconfiado, inquieto e impetuoso; pero terco, fiel, generoso y sufrido. Nada puede identificarlo mejor que
la palabra con que fue bautizado por la “gente decente”, “chinaco”, derivación de
chinacatl, o sea para no traducir literariamente esta última palabra, desarrapado.
En sus gustos muestra inclinación a los placeres sensuales; cuando gasta no es
elegante como los criollos señores, ni lujoso como los criollos que más adelante
llamaremos criollos nuevos, sino simplemente derrochador. El ideal ya anotado
antes, unió a todos los mestizos, y el desenlace de las luchas de los criollos, con la
dictadura de Santa Anna, los hizo entrar en acción con el Plan de Ayutla.
Los “criollos nuevos” o “criollos liberales”. Junto a todos los grupos de
raza, ya indicados, se iba formando uno nuevo. Durante toda la época colonial,
como es sabido, el Gobierno español sistemáticamente impidió el nacimiento
y el desarrollo de las industrias locales, no permitiendo otra que la minera, y
mantuvo cerrado el territorio nacional para todo extranjero que no fuera español;
pero desde que se consumó la Independencia, como el territorio quedó abierto
a todos los extranjeros, los que no eran españoles pudieron ver que no habiendo
en el nuevo país producción local, ni aun minera, porque la guerra de Independencia y la expulsión de los españoles acabaron con la producción que las minas
que los criollos no alcanzaron a rehacer, lo cual dio motivo entre otras cosas a la
crisis que sufrió la República en sus primeros días de independiente, puesto que
las minas eran el principal ramo de producción nacional; pronto pudieron ver,
repetimos, que no habiendo producción local en el país, éste ofrecía condiciones
de campo virgen para toda explotación. A esa circunstancia se debió que la Inglaterra paralizara la reconquista proveniente de la Santa Alianza y que facilitara
la consolidación de la Independencia; a esa circunstancia se debió también, la
primera remesa de capital extranjero que se hizo a nuestro país; con el empréstito
128
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
de la deuda inglesa. Como era lógico, se produjo un movimiento de emigración
para México, que favoreció las nuevas condiciones de navegación por el Atlántico, y que tuvo por forzoza resonancia, un movimiento inverso de México hacia
el extranjero, muy especialmente hacia Europa, que llevó a muchos mexicanos a
pasear y a estudiar, ya que no a fijarse allá definitivamente; pero el movimiento de
inmigración extranjera para nosotros fue, no de unidades trabajadoras que nada
tenían que hacer aquí, sino de explotadores de todos los ramos del comercio.
Dadas las condiciones de anarquía que caracterizaron el primer periodo
de nuestra historia de independientes, el cual pudiera llamarse “periodo de la
desintegración”; dadas también las condiciones de pobreza del país, por causa de
dicha anarquía, el movimiento de inmigración a que nos referimos, fue relativamente limitado; pero produjo, sin embargo, la formación de un grupo extranjero
fijo, que se fue trasformando necesariamente en un nuevo grupo criollo. Este
había podido fundirse con el elemento criollo de origen español, por cierta afinidad de origen, puesto que los dos procedían de Europa; pero el elemento criollo
de origen español, heredaba en mucho la repugnancia de los españoles para
con los extranjeros, derivada de la creencia de su propia superioridad, y a ello se
debió que los nuevos criollos formaran un grupo aparte. Estos nuevos criollos,
no procediendo de España, no heredaban el catolicismo clásico de los españoles,
y no habiéndose formado en la época colonial, no tenían ni el sentimiento de
autoridad ni el espíritu aristocrático de los criollos señores, además, siendo como
eran, derivación de unidades inferiores, educadas por la Revolución Francesa,
cuando no arrojadas de su país por las consecuencias de esa misma revolución, estaban animados de un verdadero espíritu liberal: creemos con razón, que deberían
llamarse, si no criollos nuevos, sí criollos liberales.
La acción del grupo extranjero primitivo se hizo sentir mucho en el
primer periodo de nuestra historia de independientes; a esa acción se debieron las
guerras extranjeras de origen europeo que sufrimos en ese período; a esa acción se
debió más tarde la Intervención. Hay que hacer notar en ese punto una circunstancia, y es la de que por entonces, entre el grupo, primero de los extranjeros y
después de los criollos nuevos o criollos liberales, no figuraban sino escasamente
los americanos del Norte. Los Estados Unidos, en sus dificultades de división
129
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
entre el Norte y el Sur, atravesaban lo que pudiéramos llamar su período de
formación definitiva. Entonces, el elemento extranjero dominante era el francés:
nuestra literatura de la época lo demuestra de un modo indudable. El criollo
nuevo presenta en particular, un tipo algo vago pero que puede ser reconocido.
Por falta de las preocupaciones aristocráticas de los criollos señores, no ha cuidado de la pureza de su sangre; pero aunque su tipo sea algo confuso, el apellido
no deja lugar a duda. El criollo nuevo se llama: Barrón, Robert, Dupont, Duret,
Lanz, Henkel, Lancaster, Comonfort, etc. El tipo puro es, por lo general, rubio
septentrional o rubio claro y de ojos azules; fuerte y no grosero, pero no fino. El
criollo nuevo tiene todas las características del europeo no español: es laborioso,
sobrio, económico, previsor, calculador, altamente codicioso, instruido, sociable y
prudente. En sus gustos muestra preferencia por la ostentación, por el lujo: en sus
aficiones, es artista y artista por lo común, inteligente.
130
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
PARTE SEGUNDA
Los problemas de orden primordial
CAPÍTULO I
EL PROBLEMA DE LA PROPIEDAD
P
LANTEAMIENTO DEL PROBLEMA. Con sólo recordar lo que dijimos en
los apuntes doctrinales que sirven de punto de partida a los estudios que
venimos haciendo, apuntes que establecen una relación estrecha y precisa
entre las condiciones en que un agregado humano ejerce el dominio territorial,
y las condiciones de desarrollo que ese agregado alcanza, se comprenderá la importancia que tienen en todos los países de la tierra las cuestiones de propiedad,
y se comprenderá también, dados los antecedentes que llevamos expuestos, cuán
trascendentes tienen que ser en nuestro país esas cuestiones, y cuántas dificultades encierran.
Dijimos en uno de los citados apuntes, que con los sucesivos períodos por
que atraviesan los derechos de dominio territorial, y con los grados correlativos de
desarrollo social de un agregado humano, se puede formar la escala siguiente:
Periodos de dominio territorial
Estados de desarrollo
Falta absoluta de toda noción
de derecho territorial
Sociedades nómadas
Sociedades sedentarias pero
movibles
131
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Noción de la ocupación,
pero no de la posesión
Sociedades de ocupación
común no definida
Sociedades de ocupación
común limitada.
Noción de la posesión,
pero no la de propiedad
Sociedades de posesión
comunal, sin posesión
individual.
Sociedades de posesión
comunal, con posesión
individual
Noción de la propiedad
Sociedades de propiedad
comunal
Sociedades de propiedad
individual
Derechos de propiedad territorial,
desligados de la porción territorial
misma
Sociedades de crédito territorial
Sociedades de titulación
territorial fiduciaria
Con arreglo a esta escala, vamos a estudiar el complejo problema de la
propiedad a nuestro país.
Siendo como en nuestra población nacional, un compuesto de muy numerosos y de muy distintos pueblos, en condiciones muy diferentes de desarrollo,
esos pueblos presentan todas las formas de sociedad que la humanidad puede
ofrecer, a excepción de las formas comprendidas en el último período de los derechos territoriales. En efecto, no tenemos sociedades en que exista real y verdaderamente, como rasgo característico, el crédito territorial, ni menos sociedades
en que exista la titulación territorial fiduciaria, o sea, la titulación que refiriéndose
a la propiedad territorial, no conceda a los tenedores de títulos, otros derechos
que los relativos al valor limitado en efectivo que ellos representen. La forma más
adelantada de derechos territoriales que tenemos, es la de la propiedad efec-
132
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
tiva, llamémosla así, y nuestros más adelantados elementos sociales están en ese
período. Tenemos pues, en nuestro país, grupos de propiedad individual, que son
los criollos señores, los criollos nuevos y algunos mestizos: grupos de propiedad
comunal, que son los mestizos rancheros y los indígenas agricultores de propiedad titulada; y grupos de propiedad comunal con posesión individual, de posesión
comunal sin posesión individual, de ocupación común limitada, de ocupación
común no definida, sedentarios movibles y nómadas, todos ellos indígenas.
La propiedad individual está dividida en dos grandes ramas: la gran
propiedad y la propiedad pequeña.
Ojeada general a la gran propiedad individual. La gran propiedad está,
como hemos repetido, en manos de los criollos señores y de los criollos nuevos.
Esa gran propiedad en detalle, presenta los mismos caracteres que presentaba
antes de la Reforma la propiedad que pertenecía a la Iglesia. Aun teniendo en
cuenta que con la Independencia quedaron suprimidos los mayorazgos y las vinculaciones, esa propiedad, como la eclesiástica, constituye una verdadera amortización de la tierra. La observación directa de los hechos, que puede hacerse con sólo
recorrer la zona fundamental de los cereales, en ferrocarril, muestra a la vista
menos perspicaz, que los pequeños centros de población, donde la producción de
los cereales se hace por cultivo casi intensivo, se encuentran en las montañas, donde ese cultivo se hace a fuerza de trabajo y de energía, en tanto que se atraviesan
planicies tras planicies y llanuras tras llanuras, todas bien regadas y acondicionadas para el cultivo, abandonadas y desiertas. A quien pregunta la razón de que sea
así, se le contesta: “Todo este llano pertenece a la hacienda H”. Algunas leguas
más adelante se nota el mismo fenómeno, y la respuesta es siempre la misma: “la
hacienda X”. En cambio allá, en los confines de las haciendas y replegados contra
las montañas, se ven los pueblecillos que son en el lugar los centros de población,
en los cuales muchas veces está la cabecera de distrito o de municipalidad a la
que las haciendas pertenecen; y se advierten desde luego, por los sembrados cuidadosos y en pleno vigor de crecimiento, las pequeñas extensiones de tierras de
que esos pueblos viven. Y quien ve de cerca alguno de los expresados pueblecillos,
se asombra de lo que ve. Quien quiera puede tomar el ferrocarril de Toluca, y ver
cerca del túnel de Dos Ríos, en el pequeño pueblo que se llama Huixquilucan, la
133
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
enorme cantidad de parcelas de cultivo que, perfectamente cuidadas, suben hasta
las cimas de las montañas de Las Cruces, en que dicho pueblo se encuentra. ¿No
les habrá ocurrido a todos quienes han visto ese pueblo y otros como él, que si
las grandes planicies de las haciendas estuviesen cultivadas así, otros serían los
destinos nacionales?
Acerca de que la propiedad de los criollos a que nos referimos, tiene el
carácter de la que en la ciencia económica se llama “gran propiedad “, no puede
caber duda alguna, atentas las condiciones y largamente expuestas en que esa propiedad se formó, y atenta la observación que ya anotamos, de que todas las grandes
planicies pertenecen a las haciendas, y los pequeños centros poblados están remontados a las montañas o mejor dicho a los cerros, porque las montañas tienen
árboles y los pequeños centros poblados están sobre las elevaciones casi siempre
desnudas de toda vegetación que no sea la de su propio cultivo. Nadie niega que
las haciendas son por lo común, de muy grande extensión. Sin embargo, en apoyo
de la afirmación que hemos hecho sobre el particular, copiamos de la mejor obra
que conocemos acerca de las cuestiones de propiedad en nuestro país (Legislación
y jurisprudencia sobre terrenos baldíos, por el licenciado Wistano Luis Orozco)
las siguientes líneas: “Si los sabios y estadistas de Europa conocieran lo que se
entiende por grande propiedad entre nosotros, retrocederían espantados ante ella.
¿Qué pensáis que entienden los escritores europeos por grande propiedad? ¡Ah!
pues una extensión de tierra que pase de 30 hectáreas. Os ha costado trabajo no
reíros. Sin embargo, el escocés Mr. Bell, uno de los sostenedores del gran cultivo
y de la gran propiedad, que ha merecido la atención de Say, considera como el
ideal de la acumulación, la cantidad de 600 acres, es decir de 250 hectáreas (véase
sobre esta materia a M. H. Passy, Lullin de Chatevieu, Juan B. Say, Garnier, etc.),
y Cesar Cantú, al hablar de los grandes acaparamientos de tierras entre los antiguos romanos, dice con toda su esclarecida gravedad, ¡que había hombres que
poseían hasta 600 yugadas de tierra! ¿Qué habrían pensado estos sabios ilustres,
al ver haciendas como la de Cedros, por ejemplo, en el Estado de Zacatecas, que
tiene una extensión superficial de 754 912 hectáreas y 30 áreas, es decir, siete mil
quinientos cuarenta y nueve millones y ciento veintitrés mil centiáreas? Y hay
que tener en cuenta que haciendas como ésa no son todavía las únicas tierras que
poseen sus dueños. Hay familias entre nosotros que poseen hasta más de 1 053
134
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
366 hectáreas de tierra. (Las tierras de Lombardía y del Piamonte, en el reino de
Italia, están distribuidas generalmente en lotes de 5 a 15 hectáreas, si hemos de
creer a Chateauvieu.). En Francia se considera como pequeña propiedad “un lote
que no exceda de 15 hectáreas y como mediana propiedad, un lote de 15 a 30
hectáreas de tierra”. A lo anterior sólo agregamos nosotros que no es necesario ir
hasta Zacatecas para encontrar una hacienda grande: a 30 leguas de esta capital
se encuentra la hacienda La Gavia, en el Estado de México, que tiene 1500 caballerías de extensión, o sea 63 000 hectáreas.
Por lo que toca a que la gran propiedad de los criollos se encuentre ahora
por sus condiciones de comercio, lo mismo que cuando existían las vinculaciones
y los mayorazgos, tampoco puede caber duda alguna. Los mayorazgos no han
estado en las leyes, sino en las costumbres, y aunque a raíz de la Independencia
legalmente se suprimieron, la supresión de ellos no ha impedido que la marcha
de la propiedad continúe del mismo modo que en la época colonial. Las familias
siguen conservando sus grandes haciendas, cuya propiedad, se va trasmitiendo de
generación en generación, y sólo por gusto excepcional o por necesidad absoluta,
las enajenan. El señor don Fernando Pimentel y Fagoaga nos decía una vez con
no disimulado orgullo, que la hacienda de Lechería era de su familia, desde hacía
cerca de 200 años. Este es el caso general, los abogados de toda la República
saben bien que no hay sucesión que tenga una hacienda entre los bienes mortuorios, en que los herederos no procuren evitar dos cosas: la división, y la venta de
esa hacienda. Prefieren arruinarse en larguísimos pleitos, antes de consentir en lo
uno o en lo otro.
…Dentro de los límites territoriales de una hacienda, el propietario ejerce
la dominación absoluta de un señor feudal. Manda, grita, pega, castiga, encarcela,
viola mujeres y hasta mata. Hemos tenido oportunidad de instruir el proceso
del administrador de una hacienda cercana a esta capital, por haber secuestrado
y dado tormento a un pobre hombre acusado de haber robado unos bueyes; el
citado administrador tuvo al supuesto reo preso algunos días en la hacienda, y
luego lo mandó colgar de los dedos pulgares de las manos. Hemos tenido oportunidad también de saber que el encargado de una gran hacienda en el Estado
de México, ha cometido en el espacio de unos treinta años, todas las violencias
135
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
posibles contra los habitantes de las rancherías y pueblos circunvecinos, en una
ranchería cercana, apenas hay mujer libre o casada que él no haya poseído de
grado o por fuerza; varias veces los vecinos indignados lo han acusado ante la
autoridad, y ésta siempre se ha inclinado ante él: lo han querido matar y entonces
los castigados han sido ellos. Hemos tenido ocasión de ver que el administrador
de otra gran hacienda, porque a su juicio los sembrados de un pueblo se extendían
hasta terrenos de la misma hacienda, mandó incendiar estos sembrados. Un detalle ayuda poderosamente a comprobar nuestro aserto sobre este punto: muchos
de los administradores de haciendas en la zona de los cereales, son españoles de
clase ínfima; esos españoles, en efecto, son muy a propósito para el caso, porque
en casi todos ellos, con poco que se raspe al hombre moderno, se descubre al
antiguo conquistador. Poco ha variado de cincuenta años a esta parte las condiciones de las haciendas y de los hacendados…
La última palabra relativa al problema de la propiedad. Posible es que
todo lo que llevamos dicho acerca del problema de la propiedad, sea un castillo de
sueños; si es así, no somos los únicos en haberlo levantado. El ilustre Ocampo, el
sociólogo de la Reforma, como lo llama el señor licenciado Sierra (Juárez, su obra
y su tiempo), trató de edificarlo en la realidad, al consumar con la nacionalización,
la desamortización de la mitad de la gran propiedad del país. “Ocampo habría
querido -dice el señor licenciado Sierra- que la nacionalización hubiese producido en México los mismos efectos que en Francia: la creación, o por lo menos
la consumación, del movimiento que llevó la riqueza rural francesa a una clase
numerosa de pequeños propietarios: esta dislocación de la propiedad territorial
fue la magna obra social de la Revolución; ella formó una clase burguesa adicta a
las ideas nuevas, porque con ella estaban vinculados sus intereses”. A lo que nosotros agregamos que la Revolución en Francia no sólo desamortizó los bienes de
clero, sino también los de la nobleza. Una obra parecida quisiéramos nosotros en
la zona de los cereales, y es necesario hacerla y se hará, o por los medios pacíficos
que indicamos, o por una revolución que más o menos tarde tendrá que venir; esa
obra contribuirá mucho a la salvación de la nacionalidad, como en otra parte veremos. Preciso es que no olvidemos las palabras que con motivo de una discusión
de baldíos, pronunció en la Cámara de Diputados, el señor don Manuel Sánchez
Facio, palabras que aún deben resonar con profética entonación en ese recinto:
“La cuestión de la propiedad, según lo ha dicho un gran pensador, cuando se
136
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
quiere llegar hasta sus orígenes, es como esas grandes encinas que decoran las
montañas; desde lejos no se ven más que las hojas; se acerca uno y distingue el
tronco; pero es preciso cavar muy hondo para llegar hasta las raíces. Excavemos,
pues; allí es donde reside el origen de nuestras revoluciones, el pauperismo es la
lepra que nos mata, y si no queremos que México termine como una Polonia, es
preciso que deje de ser una Irlanda.”
137
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO II
EL PROBLEMA DEL CRÉDITO TERRITORIAL
O
JEADA GENERAL AL ESTADO DE LA PROPIEDAD TERRITORIAL EN
NUESTRO PAÍS. La multiplicidad y la variedad de las fuentes originales de
la propiedad territorial en nuestro país; el enredado curso evolutivo que han
seguido las clases de propiedad que se han derivado de esas fuentes; la diversidad
de titulación de cada una de dichas clases; la interrupción frecuente de todas
las titulaciones; y en suma, la dificultad de apreciar en conjunto toda la propiedad, y la imposibilidad de legislar uniformemente acerca de ella, trajeron la
misma propiedad en un estado de verdadera confusión, hasta el principio del
periodo integral de nuestra historia de independientes. Al abrirse ese periodo,
es decir, al comenzar el gobierno del señor general Díaz, faltaban a la propiedad
en la República, las tres condiciones fundamentales que la propiedad debe tener
como base del crédito: perfecta identidad, completa seguridad y absoluta igualdad
de condición.
La propiedad territorial en nuestro país no ha sido bien definida hasta
hoy. La implantación del sistema de la titulación escrita por la dominación española, produjo desde luego el efecto que ya anotamos en su lugar, de dividir
de hecho la propiedad en dos grandes ramas: la que fue titulada, y la que quedó
fuera de la titulación. La titulada se dividió a su vez, en dos partes: la que se
ajustó plenamente al sistema de la titulación, entrando en los moldes de la titulación notarial sucesiva; y la que por no haberse podido ajustar bien a ese sistema,
aunque quedó titulada, quedó fuera de la titulación regular. Volvemos a decir
aquí, que sólo para facilitar la inteligencia de las cuestiones territoriales, llamamos
propiedad, hasta la que no lo es, como la simple ocupación.
139
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Rama de la propiedad titulada. De la rama de la propiedad titulada, la
parte plenamente titulada, por haber entrado en los moldes de la titulación notarial sucesiva, fue la de los españoles, que se dividió -no estará por demás repetirlo-, en la de los conquistadores, o sea la civil, y la de los misioneros, o sea las
de la Iglesia, dividiéndose a su vez la primera, entre la de los señores, y la de los
agricultores, que con el tiempo se convirtieron, la primera, en la gran propiedad
de los criollos señores, y la segunda en las rancherías de los mestizos; la de los misioneros que después de la Iglesia, o sea, del clero, como gran propiedad también,
pasó en calidad de tal, a los criollos nuevos o liberales, por la Reforma. La parte
incompletamente titulada fue la propiedad comunal que sólo fue titulada en conjunto, o sea, la de algunos pueblos indígenas, y la de las rancherías de los mestizos.
Requiriendo el sistema de titulación escrita, cultura, prácticas y recursos que sólo
tenían los propietarios señores y el clero, y requiriendo también un personal de
oficiales de notariado, que la Colonia no tenía, únicamente dichos propietarios
señores y clero pudieron tener sus propiedades con buenos títulos primordiales
y con los demás documentos de la titulación notarial sucesiva, hasta la Reforma;
es decir, sólo la gran propiedad llegó hasta la Reforma con titulación perfecta,
si bien con algunas interrupciones que le causaron la expulsión de los jesuitas y
la guerra de Independencia. La propiedad comunal titulada, en su grupo de los
pueblos, llegó a la Reforma sin que muchos de esos pueblos, tuvieran título alguno y teniendo los más, por únicos títulos, la merced primordial y los notariales
de las operaciones celebradas en conjunto; y en su grupo de las rancherías, llegó
hasta la Reforma, teniendo las más de las rancherías, sin título primordial o sin
título alguno, por haber perdido los que tenían. De modo que habiéndose perdido casi todos los títulos primordiales de la propiedad del clero, al pasar primero,
por virtud de la expulsión de los jesuitas, y segundo, por virtud de la Reforma, a
los criollos nuevos o criollos liberales, cuando se abrió el periodo integral, sólo la
gran propiedad de los criollos señores tenía sus títulos relativamente completos.
Horizontes que se abrirán al crédito territorial en nuestro país. El fácil
conocimiento de la propiedad en todos aspectos, produciría como es consiguiente, el ensanchamiento de las operaciones de crédito territorial. Ese ensanchamiento que podrá hacerse por el capital extranjero, merced a la mediación
de los criollos nuevos o criollos liberales, por una parte disminuirá la plétora de
140
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
capital comercial que se ha manifestado en estos últimos tiempos bajo la forma
de multiplicación de los bancos comerciales que ya ha sido satirizada en Europa
por la caricatura; y por otra, destruirá lo que antes llamábamos la urbanización
del crédito, repartiéndolo en toda la República o cuando menos en toda la zona
de los cereales, con tan armónica distribución, que lo mismo alcanzará a la gran
propiedad que al terreno más pequeño y de valor insignificante. Es claro, por su
puesto, que ese resultado requerirá dos órdenes de trabajos previos. El primero
será el de los que tengan por objeto las muchas reformas que hemos indicado en
el problema anterior y presente, pues que todas esas reformas exigirán gastos de
mayor a menor consideración, pero siempre importantes. El segundo será el de
los que tengan por objeto distribuir el beneficio del crédito entre todas las clases
de propiedad que existan, en tanto no se unifiquen y confundan en una sola,
siendo nuestro propósito en este particular, designar por clases, no las derivadas
de las múltiples fuentes que reunimos y clasificamos en el cuadro que formamos
al principio de este estudio, sino las diferencias de los diversos grados de evolución de la propiedad, desde el primer esbozo de ocupación hasta la propiedad
privada perfecta.
Para hacer los trabajos de orden primero, creemos que podrán crearse
especiales instituciones de crédito que actúen en toda la República. Algunas de
esas instituciones podrán tener por objeto proporcionar capital para hacer los
trabajos catastrales, celebrando al efecto con los gobiernos de los Estados, los
contratos respectivos, en los cuales se podrá estipular que el capital que se preste
a dichos gobiernos y los réditos de ese capital, se paguen con el aumento que
necesariamente alcancen y alcanzarán dichos rendimientos de los impuestos territoriales, al pasar del régimen actual de la ocultación y del fraude, el régimen
catastral, aumento que seguramente alcanzarán dichos rendimientos, aun cuando
se abran en cada Estado uno o dos periodos de transición, tales cuales los indicamos para el Estado de México al ocuparnos en el problema de la propiedad.
Otras de las mencionadas instituciones, y estas serán muy importantes, podrán
tener por objeto comprar haciendas y repartirlas, vendiendo las fracciones a pagar
en largos plazos y en pequeños abonos que cubrirán capital y réditos. Otros, no
menos importantes que los anteriores, podrán anticipar fondos a los mestizos
compradores de las fracciones del segundo tipo de las que consideramos tam-
141
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
bién en el estudio del problema de la propiedad como necesarias para la división
forzosa de las grandes haciendas, haciendo los anticipos de las referidas fracciones, a reembolsar las cantidades anticipadas, en largos plazos, como de veinte
o veinticinco años, y en pagos periódicos que comprenderán capital y réditos,
poco más o menos como lo acabamos de indicar y como lo tiene establecido el
Banco Hipotecario. Otras de las mismas instituciones podrán tener por objeto,
hacer simples operaciones hipotecarias, pero en toda la República y para toda
clase de propiedades, lo mismo para las grandes que para las pequeñas. Para hacer
los trabajos del segundo orden creemos que podrán crearse también instituciones
especiales de crédito de carácter local, por los gobiernos de los Estados y hasta
por los Municipios, entre otros objetos, con el de satisfacer las necesidades de la
integración de la propiedad indígena y comunal. A este último, como igualmente
dijimos al tratar del problema de la propiedad, se pueden dedicar los capitales de
los llamados “propios de los Ayuntamientos”. Para que se vea que son posibles
hasta las más pequeñas instituciones de crédito, referiremos que en el pueblo o
villa de Tenango de Arista, del Estado de México, que es uno de los lugares en
que hemos visto más dividida la propiedad, el comercio del dinero ha alcanzado
una verdadera perfección, y se hacen toda clase de operaciones de crédito territorial: en Tenango se hacen operaciones hipotecarias, verdaderas operaciones
hipotecarias, hasta por veinte pesos. Cualquier privilegio, sobre todo de los de
facilidad de titulación o simplificación de los juicios de reembolso, bastará para
unir a los pequeños capitalistas, para hacerlos fundar una institución de crédito
que sabrán dirigir, y para librar a la pequeña agricultura local del agio. Referiremos también en pro de la posibilidad de las pequeñas instituciones de crédito,
que dos veces en el espacio de treinta años, se han formado en Jilotepec, que
es una población agrícola de tres o cuatro mil habitantes del mismo Estado de
México, y de habitantes mestizos en su mayoría, sociedades privadas que han
reunido capital por acciones de cincuenta pesos de valor nominal, pagaderas en
exhibiciones de un peso cada mes; y esas sociedades dirigidas por un Consejo
de Administración compuesto por tres o cuatro miembros, hicieron pequeñas
operaciones durante varios años, no perdieron jamás, y repartieron muy buenas
utilidades. Podemos ofrecer a quienes duden de estas verdades, abundantes datos
de comprobación.
142
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
La palabra final. Con sólo penetrar a fondo en nuestro estado social,
se descubren amplísimos horizontes para todas nuestras actividades. El campo
financiero interior es inmenso, y sólo falta definir bien sus límites y determinar
bien sus accidentes, para que fecundado por el innegable ingenio de los criollos
nuevos en lo relativo a asuntos económicos, produzca frutos de bendición. Cuando ese ingenio haga con su inteligente labor, que toda la propiedad territorial de
la República pueda gozar de los beneficios del crédito, los propietarios grandes y
chicos, verán pronto la abundancia llegar a sus moradas, sentarse en sus hogares y
reproducir para sus familias, el milagro evangélico de la multiplicación del pan.
143
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO III
EL PROBLEMA DE LA IRRIGACIÓN
P
ROPÓSITOS QUE puede perseguir la irrigación. El manejo conveniente de las
aguas puede hacerse tres propósitos: el primero, es el de producir vegetación en general, donde ésta no existe por completo, o de adonde
apenas existe; es el segundo, el más restringido de producir, donde ya existe
vegetación en cierta abundancia, la vegetación de las especies que tienen valor
comercial y se cotizan a precio remunerador; es el tercero, el más restringido aún,
de producir entre las especies de valor comercial, las especies de cereales, y las que
podríamos llamar complementarias de éstos.
Resultados del propósito de irrigar, para producir especies vegetales
útiles. Como es natural, si es benéfico producir vegetación, por el solo hecho
de que ésta exista, tiene que ser más benéfico producirla para que sea útil. El
cultivo de todas las especies que pueden producir artículos de comercio, además
de ayudar a la vida orgánica de las unidades componentes de la población, ayuda
al sostenimiento de esa vida en particular y al de la vida social en conjunto, por
el valor económico de dicho artículos. De lo cual podemos deducir, que todo
trabo de irrigación destinado a producir especies de vegetales útiles, tiene más
importancia que los destinados a producir vegetación neutra, si es que alguna puede
llamarse así.
Resultados del propósito de irrigar para producir cereales. Entre la producción de especies de vegetales útiles, tiene que ser preferentemente la de cereales, por
el papel que éstos desempeñan en la vida humana, según hemos dicho en otra
parte; y siendo axiomática esta verdad, no creemos necesario insistir en ella. Por
lo mismo, los trabajos de irrigación, hechos para producir cereales, tienen que ser
145
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
de importancia capital en los pueblos. Lo mismo puede decirse de las especies
que sin ser cereales complementan la alimentación.
Aplicación de las ideas generales anteriores a nuestro territorio. Aplicando al territorio nacional las ideas anteriores, es claro que primero, de un modo
general, serán benéficas todas las obras de irrigación que se hagan; segundo, de un
modo especial, tendrán una importancia mayor las que se hagan para producir especies útiles; y tercero, tendrán una importancia mayor todavía, las que se hagan
para producir cereales, y especies complementarias de éstos. Dada la distribución
de zonas que componen el territorio nacional, es claro que en la mesa del Norte
y en la península de California, que son secas y estériles, las obras de irrigación,
tienen que ser de provisión total de agua para la producción vegetal; en la altiplanicie que es escasa de lluvias, las obras de irrigación tienen que ser de provisión
parcial; y en el resto del territorio, bien favorecido en lo general por las lluvias, las
obras de irrigación tienen que ser de regulación.
Por lo expuesto, creemos por una parte, que deben permitirse todas las
obras de irrigación que se hagan en el territorio nacional; por otra, que deben permitirse y facilitarse las que se hagan para la producción agrícola; y por otra, que
deben favorecerse las que se hagan para la producción de cereales y de productos
complementarios.
Especificación de las zonas productoras de cereales; función de las zonas
fundamentales. Aunque en todos los pueblos la producción de cereales tiene la
importancia que le hemos reconocido, no toda esa producción desempeña el
mismo papel. Ya hemos expuesto con todo detalle, la relación que existe entre
la extensión de la zona principalmente productora de cereales, y la amplitud que
pueda alcanzar el compuesto social que por ella se forma. Ahora bien, en virtud
de esa relación, y en virtud también de la división del trabajo que la naturaleza
orgánica del compuesto social impone a todo lo que él hace o por él vive, la
producción de cereales, por más que sea posible en diversos lugares, se concentra
en la zona de su mejor y de su mayor producción natural. En torno de ella, el
compuesto social se localiza. Tanta importancia tiene la dependencia mutua que
se establece entre la zona de mayor y de mejor producción natural de cereales, y
146
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
el compuesto social, que éste solo se mantiene en la lucha con los demás, cuando
conserva la unidad de ésta zona. En una región geográfica en que hay dos extensas de cereales, no se forma un pueblo, si no dos. Sin embargo de esto, pueden
existir en el territorio de una nación varios pueblos con sus zonas propias, y estar
enlazados por los intereses a que en otra parte nos referimos, pero siempre el
enlace de esos pueblos requerirá el de sus zonas, y la existencia en éstas, de una,
que podríamos llamar central por servir en cierto modo de centro de unión; esto
es lo que pasa en nuestro país.
La zona fundamental de los cereales en nuestro país. Suponemos que
nuestros lectores no habrán olvidado lo que en otra parte hemos dicho, acerca
de la distribución de las zonas agrícolas productoras de cereales en nuestro país,
y acerca de la importancia que en ellas tiene la zona que hemos llamado fundamental. Esa zona debía llamarse en rigor, zona fundamental de los granos de la
alimentación general en nuestro país, porque en nuestro país hay un grano de
alimentación fundamental que no es el cereal y es el frijol; pero nos han parecido
más conforme con el estado general de todos los pueblos, más breve y comprensiva, la denominación de zona fundamental de los cereales, que hemos adoptado.
La obra de irrigación conveniente de todo el territorio nacional, para elevar a su máximo la producción vegetal en general, la agrícola en particular, y especialmente la de cereales, es de tal magnitud, que requeriría indispensablemente la
suma de todos los esfuerzos de la población. Esos esfuerzos tendrán que ser, por
una parte, los que individualmente pueden hacer las unidades de esa población,
en pro de su interés privado; y por otra parte, los que deben hacerse por la colectividad en razón de las necesidades e intereses generales de ésta misma; es decir,
tendrán que ser hechos a la vez, por los particulares, en parte por la Federación
y en parte por los Estados, o mejor dicho, en parte por los particulares, en parte
por los Estados, y en parte por la Federación. Siendo así, es claro que el trabajo
puede dividirse muy bien, dejando libremente a los particulares hacer todas las
obras que tengan por objeto la producción de vegetación general y de vegetación
agrícola en particular; reservando la acción de los poderes públicos de los Estados
para favorecer la producción de cereales en las zonas que puedan existir dentro de
su territorio y que puedan desempeñar la función de zonas fundamentales para su
147
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
población; y reservando de los poderes públicos de la Federación, para favorecer
la producción de cereales de la gran zona fundamental de la República. Ahora,
como estas puede ser ampliada hacia el Norte, y los trabajos que haya de hacer
para ampliarla, son de tal magnitud, que ni los particulares ni los Estados podrán
hacerlos, supuesto que en estos habrá que comenzar por crear la vegetación, dichos trabajos deberán ser hechos también por la Federación.
Para comprender la naturaleza de los esfuerzos que tanto los particulares
cuanto los Estados y cuanto la Federación, deberán hacer para la irrigación nacional, hay que entrar en el estudio jurídico de las aguas de que se puede disponer,
y ese estudio deberá dividirse, en el de la condición de las aguas en nuestro país
también, y en el de la distribución de las mismas aguas.
……
Sin discernimiento alguno de las condiciones del lugar, del objeto de los
cultivos, y de la importancia de éstos, la opinión general ha considerado todas
las obras de irrigación como iguales, y ha corrido dicha opinión por el cauce de
dos series de ideas: es la primera, la de las que han aconsejado que los poderes
públicos emprendan y ejecuten directamente las grandes obras de irrigación; y
es la segunda, la de las que han propuesto que los poderes públicos ofrezcan y
presten fondos a los particulares, en condiciones ultraexcepcionales respecto de
las circunstancias económicas que guardan las operaciones de capital en el país,
para que los mismos particulares hagan dichas obras.
Los autores de las ideas de la primera serie, ha sido los proyectistas, los ingenieros
y los contratistas que han pugnado siempre por la ejecución de grandes trabajos
que acrediten a los organizadores, den fama a los constructores, y rindan buenos
lucros a los grandes empresarios. Esos autores no se han preocupado jamás, ni
de las funciones sociales del a propiedad territorial que han tratado de favorecer
con el riego, ni la de la condición jurídica de las aguas con que ese riego tiene que
hacerse, ni la de la naturaleza de los cultivos que con el mismo riego se puedan
hacer. Y lo singular del caso, es que han creído siempre que con hacer las grandes
obras de irrigación de ese territorio es bastante, cuando tan fácil es ver que no se
hará así más que la irrigación de regiones muy limitadas.
……
148
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
Entre los poderes federales y de los Estados, éstos deberán hacer en sus
respectivos territorios: primero, la delimitación de las zonas fundamentales productoras de cereales; segundo, la determinación de las zonas de posible ampliación de aquéllas; tercero, las obras de irrigación que puedan hacer esa ampliación,
emprendiendo y llevando a término dichas obras con sus fondos propios; y cuarto, conceder a los particulares que hagan obras de irrigación dentro de las zonas
referidas, una subvención en efectivo. Los poderes federales, por su parte, deberán
hacer, en el territorio general de la Republica, primero, la delimitación precisa de
la gran zona fundamental de los cereales, a la que seguiremos llamando la zona
fundamental de los cereales por antonomasia, o solamente la zona fundamental;
segundo, la determinación de las zonas de posible ampliación de aquélla; tercero,
las obras de irrigación que ese ampliación pueda hacer, emprendiendo y llevando
a términos dichas obras con sus fondos propios; y cuarto, conceder a los particulares que hagan obras de irrigación dentro de las zonas referidas, una subvención
en efectivo. Es claro, que en la gran zona fundamental de los cereales, se unirán
el favorecimiento que conceda la Federación y los que concedan los Estados,
lo cual redundará en gran beneficio de dicha zona… Por lo demás, no creemos
ocioso advertir, que a menos de caer en uno de los errores que señalamos a la
prematura acción federal, todo favorecimiento a la irrigación debe ser precedido
de la repartición de la propiedad grande, que iniciamos al estudiar el problema
de la propiedad, porque de otro modo, todo trabajo que se haga, irá a dar por
resultado el reforzamiento de esa propiedad. Se nos dirá que en cada empresa se
procurará dividir la propiedad territorial regada; pero fácil nos es contestar, que
mientras la gran propiedad exista, absorberá a la pequeña, con los procedimientos
que indicamos en el problema que acabamos de citar. La repartición de la propiedad tendrá además de la ventaja, de que pondrá en las manos de los grandes
propietarios, cuyas propiedades sean repartidas y vendidas en fracciones, grandes
sumas de capital en efectivo, que al buscar empleo, puedan ser recibidas en las
cajas de prestamos para la irrigación, multiplicándose la posibilidad de éstas…
No bastando la cantidad prácticamente útil de las aguas de la zona fundamental, para el riego de toda superficie de ésta, dicho está que no es posible en
toda esa superficie la producción normal de trigo. El trigo de temporal o aventurero, en el país, siempre, cómo ahora, solo se sembrará por excepción: como
149
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
el trigo no soporta los grandes calores, forzosamente tiene que cultivarse en el
periodo de tiempo que comienza después de la estación de lluvias de un año, y
concluye antes de que comience la estación de lluvias del año siguiente, de modo
que sólo pueden aprovechar las lluvias de invierno, en las que no se puede confiar:
En nuestro país el trigo no puede contar con la nieve. El trigo de producción normal, se cultivará, pues, siempre, en el mismo período ya indicado, pero de riego,
y con riegos muy abundantes. El riego, en consecuencia, será siempre para la
producción del trigo, un factor de primera importancia. En cambio, para el maíz
y el frijol que hay que seguir considerando como cultivos unidos, el riego es un
factor secundario, porque les da algunas probabilidades de seguridad, siempre en
perjuicio de su calidad, pero sin serles indispensable…
…En conclusión, mientras existan las grandes haciendas, las obras de irrigación, solo podrán ser hechas por favorecimientos artificiales, y una vez hechas,
sus resultados estarán muy lejos de responder a la ilusión que de ellas se tiene.
Claramente se ve que los resultados de la división de las haciendas, aún sin obras
de irrigación, superarán considerablemente a los de la irrigación, sin la división
de la haciendas, y creemos que ésta afirmación es tanto más sincera, cuanto que
nosotros llevamos largos años de estudiar el problema de la irrigación, y de tener
menos conciencia científica de la que tenemos, nos sentiríamos inclinados a conceder a la irrigación una importancia capital absoluta.
Hechas en la zona fundamental todas las obras de irrigación prácticamente
posibles, se aumentará la producción del trigo, y se aumentará la producción casi
segura de una cantidad considerable de maíz. El aumento de la producción del
trigo, llevando esa producción a su máximo, será o no bastante para satisfacer
toda la demanda interior de pan; pero, por una parte, el consumo del pan no
es de necesidad absoluta, sino para una parte de la población compuesta de los
extranjeros, de los criollos y de algunos mestizos; y por otra, habiendo llegado la
producción de trigo a su máximo, nada tendrá de particular que se abra la puerta
del Norte al trigo americano: la importación del trigo entonces, no perjudicará
a la agricultura nacional. Tratándose de la producción de maíz, la cuestión es
diferente. Mientras esté limitada toda la producción del maíz, al que actualmente
se cosecha de temporal, y al máximo del que pueda cosecharse de riego, todo el
150
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
maíz que venga de los Estados Unidos, contribuirá en consolidar la substracción
a la producción de tierras de temporal que permanecen improductivas en las haciendas: la importación de maíz, en este caso, perjudicará la agricultura nacional.
Así está sucediendo ahora, y ya veremos en otra parte, las gravísimas consecuencias que ha comenzado a producir esa importación, pero llegando a la ves a su
máximo, la producción de temporal y la de riego, el carácter alternativo de las dos,
producirá el efecto, de quedándose en un año la de temporal, habrá abundancia
de maíz por la enorme cantidad global de esa producción; y no dándose esa producción en otro año, y sí dándose la de riego, no habrá verdadera escasez, y todo
se reducirá en ese año, a un ligero aumento de precio. Desaparecerá así, casi por
completo, el carácter aleatorio actual de las cosechas, puesto que vendrá a quedar
reducido al caso siempre remoto, de una pérdida total y absoluta de las cosechas
en todas las zonas de los cereales, y a ese solo caso vendrá a quedar reducido el de
la importación de maíz extranjero. ¿No será ésta la solución del problema agrícola
entre nosotros? Creemos sinceramente que sí.
Una vez hecha la división de las grandes propiedades, según, lo indicamos en el problema de la propiedad, ningún esfuerzo por parte de los poderes públicos será necesario para elevar la producción de temporal a su máximo, puesto
que para los pequeños agricultores, tan ávidos de tierras, teniendo éstas, tendrán
todo lo que han de menester para ensanchar favorablemente las condiciones de
cultivo que vienen manteniendo su existencia desde hace cuatro siglos; y hechas
las reformas que indicamos en el problema del crédito territorial, para elevar la
producción de riego a su máximo, no será necesario, por parte de dichos poderes,
más que el gasto de créditos a que ya nos referimos con extensión en otro lugar.
Para los agricultores, el crédito que los poderes públicos les ofrezcan, será bastante
estímulo. Porque es indudable que dividida la propiedad, la competencia de producción llegará a ser muy grande y las seguridades que el riego proporciona siempre
serán lo suficientemente deseadas para que sean a cualquier precio adquiridas, y en
tales condiciones, el estímulo expresado producirá resultados sorprendentes.
151
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO IV
EL PROBLEMA DE LA POBLACIÓN
P
LANTEAMIENTO DEL PROBLEMA. La población nacional puede ser considerada desde tres puntos de vista distintos: y esos tres puntos de vista
marcan en el estudio de ella, tres grandes divisiones. Puede ser considerada, en efecto, desde el punto de vista de su distribución sobre el territorio
geográfico que ocupa; puede ser considerada, también, desde el punto de vista de
la composición que determina su construcción social, y puede ser considerada
por último, desde el punto de vista de su unidad colectiva o socioetnológica.
Estudio de la distribución de la población sobre el territorio que ocupa.
El estudio de la distribución de la población sobre el territorio geográfico que
ocupa, abarca tres grandes cuestiones: es la primera, la de las fuentes productoras de la población; es la segunda, la de las regiones acumuladoras y dispersadoras de dicha población, y es la tercera, las de las corrientes distribuidoras de la
misma población.
……
En los presentes momentos, las regiones áridas de la Mesa del Norte, y
las regiones ardientes de las vertientes exteriores de las cordilleras, del Istmo y de
las penínsulas, son una maldición para el país. Pero hay que hacer una distinción
entre unas y otras. Las primeras, a nuestro juicio, son corregibles; la prolongación
de la zona fundamental, su enlace con las zonas de Saltillo y Chihuahua, y el
avance de todas hacia el Norte, mediante colosales pero posibles obras de irrigación, irán estrechando poco a poco esas regiones, e irán haciendo adelantar las
regiones acumuladoras de población. Las segundas, o sea las regiones ardientes,
no son corregibles; las causas de su carácter inhospitalario son fatales, serán tal
vez eternas.
153
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
……
Repartición natural de la población. En virtud de todo lo anterior, la población
de un modo natural, tenderá a repartirse así: primero, muy densamente en la
zona fundamental, que produce todos los artículos esenciales de la alimentación
nacional; en segundo lugar, con una densidad menor, en las zonas de Saltillo,
de Chihuahua o de Tuxtla o San Cristóbal, que producen todos los artículos
de alimentación, menos el pulque; en tercer lugar, con una densidad de tercer
grado, en las tierras medias, que por todos lados rodean la zona fundamental, y la
secundarias referidas, excepto por el Norte en las que se encuentra dentro de la
altiplanicie; y en cuarto lugar, en un grado de densidad muy débil, casi nulo, en
las llanuras de la Mesa del Norte y en las tierras calientes.
Estudio de nuestra población desde el punto de vista de su construcción
social. En nuestro país, las tribus indígenas desligadas y sueltas por razón del extenso territorio que provenían, pero de tal manera próximas por sus condiciones
de formación, de carácter y desarrollo evolutivo, que han podido ser consideradas
como un solo y mismo elemento de raza, comenzaban apenas a integrarse en las
regiones ístmicas y quebradas por nuestro territorio, cuando sufrieron el choque
de los grupos españoles, mucho más integrados, y constituidos en un elemento
social sólido y fuerte: la compenetración mutua, resultante del choque de esos dos
elementos, produjo un cierto estado de composición, una construcción especial,
que duró tres siglos, durante las cuales las mutuas presiones y las circunstancias
de descomposición que su estado conjunto presentaba, dieron lugar a la formación de dos elementos intermedios, el criollo y el mestizo, los cuales se formaron,
no sin quebrantar la integridad de uno de los primitivos, que fue el español; por
virtud de la dislocación que produjo la disolución del elemento español, se hizo
la Independencia, vinieron numerosas unidades de elementos extraños, y éstas
unidas por lasos de origen, integradas por virtud de la colocación que encontraron al transformarse en nativas del país, vinieron a formar un nuevo elemento, el
de los criollos nuevos; la continua llegada de unidades extranjeras, que antes de
transformarse en criollos nuevos conservan su unión y han encontrado lograr una
favorable colocación en conjunto, tiene que hacer de estas unidades, un elemento
especial, bien diferenciado de los otros; y por último, en este mismo elemento
extranjero, ha venido a formar casi un elemento nuevo, el grupo de los nortea-
154
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
mericanos, que son relativamente numerosos, que están unidos por una estrecha
solidaridad, y se mantienen tan aparte de los demás, que no forman un grupo criollo, porque no se transforman como en los demás grupos extranjeros. Todo esto
ha determinado la especial construcción sociológica del país, cuya estratificación,
teniendo en cuenta los grupos y subgrupos de que cada elemento se compone, es
verdaderamente extraordinaria. No hay para qué decir, que cada estrato o capa,
es en realidad una verdadera casta, sin que esto signifique que hay entre unas y
otras una separación absoluta. La forma republicana de gobierno, como en otra
parte afirmamos, ha contribuido en mucho a atenuar las diferencias y a confundir
los límites que la separan entre sí.
Colocación estratigráfica del elemento extranjero y de los grupos que
lo componen. El elemento de raza colocado más arriba, la casta superior, es en
realidad, ahora, el elemento extranjero no trasformado aún, y dentro de ese elemento, dividido como está en dos grupos, el norteamericano y el europeo, está
colocado como superior el norteamericano. Dejamos para cuando tratemos el
problema político, el ocuparnos en señalar con todo detalle las razones, ventajas el
inconveniente de que así sea; por ahora, nos limitamos hacer constar el hecho, de
que el elemento extranjero tiene entre nosotros el carácter de huésped invitado,
rogado y recibido como quien da un favor y por su parte no lo recibe. De allí
que nos esforcemos en hacerle grata su visita, con la esperanza, por una parte, de
los provechos que de esa visita nos resulten, y por otra, de que esa misma visita
dé resultado, la definitiva incorporación del huésped a nuestra familia nacional.
Todo esto, que es general tratándose del elemento extranjero, se acentúa mucho
tratándose del grupo norteamericano, en virtud de la circunstancia especial de ser
nuestro vecino su país, de ser éste fuerte y poderoso, y de estar nosotros en el caso
de evitar rozamientos y dificultades con él. No nos parece mal que así sea, pero es
así; nos basta para comprobarlo el hecho público y notorio de que nuestras leyes
interiores no alcanzan a producir para nosotros mismos los beneficios que producen para los norteamericanos en primer lugar, y para los europeos en seguida. De
ello resulta, como dijimos antes, que el elemento privilegiado sea el extranjero, y
que dentro de éste, el grupo privilegiado sea el de procedencia norteamericana.
Colocación estratigráfica del elemento criollo y de los grupos que lo
componen. Después, o mejor dicho, debajo del elemento extranjero, se encuentra
el elemento criollo, dividido por el orden de colocación de los grupos, de arriba
155
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
abajo, en el grupo de los criollos nuevos, en el grupo de los criollos señores y en el
grupo de los criollos clero; el grupo de los criollos señores está dividido siguiendo
el mismo orden, en el subgrupo de los criollos políticos o moderados, y en el
grupo de los criollos conservadores. Los criollos nuevos o liberales, por los méritos de haber traído al elemento extranjero y por sus estrechas relaciones con éste,
los criollos políticos o moderados por su superioridad intelectual sobre los demás
grupos criollos de sangre española, los criollos conservadores por la influencia de
sus grandes fortunas vinculadas en la gran propiedad, y los criollos clero, por su
influencia religiosa, son en nuestro país menos que los extranjeros, pero más que
los mestizos. Si nuestras leyes interiores no alcanzan a producir en igual grado
para ellos, los beneficios que para los extranjeros producen, cuando menos escapan en mayor grado a las cargas de esas mismas leyes, que los demás elementos
nacionales. No señalamos antes la división de los criollos clero entre el subgrupo
de los dignatarios y el subgrupo de los reaccionarios, porque estos últimos, son ya
una cantidad descuidable.
Resumiendo lo anterior, se ve con claridad que nuestra masa social presenta una estratificación en la que se pueden distinguir las siguientes capas:
Aunque las clasificaciones en clases altas, medias y bajas, en privilegiadas,
medias y trabajadoras, son relativas y no establecen líneas precisas de separación,
nos pueden servir en el caso para expresar nuestras ideas. Tenemos por evidente,
156
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
que de las capas sociales enumeradas antes, son clases altas, la de la clase de los
mestizos obreros para arriba, más la de los indígenas clero inferior: media, solo la
de los mestizos pequeños propietarios y rancheros; y bajas las demás. De todas,
sólo la de los mestizos rancheros; y la de los mestizos obreros superiores, la de los
indígenas obreros inferiores, la de los indígenas propietarios comunales, y la de
los indígenas jornaleros, son clases trabajadoras; de modo que cinco clases bajas
trabajadoras, de las cuales tres son indígenas, soportan el peso colosal de doce
clases superiores o privilegiadas.
Ahora, si las clases trabajadoras que soportan el peso de las privilegiadas,
fueran robustas y poderosas; si entre ellas y las privilegiadas hubiera clases medias
propiamente dichas que contribuyeran a soportar el peso de las privilegiadas, el
equilibrio sería posible; pero no existen en nuestro país las clases medias propiamente dichas, es decir, clases medias propietarias, pues los mestizos directores,
profesionistas, empleados y ejército, no son en suma, sino clases que viven de las
157
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
trabajadoras, y por lo mismo, privilegiadas también. Los mestizos rancheros, son
los únicos que pudieran llamarse clase media, aunque son en realidad, una clase
baja trabajadora. Clases medias propiamente dichas, no existirán hasta que la división de las haciendas ponga un grupo numeroso de mestizos pequeños propietarios, entre los extranjeros y criollos capitalistas, y los rancheros indígenas de
las clases bajas. Por ahora, nuestro cuerpo social, es un cuerpo desproporcionado
y contrahecho. Del tórax hacia arriba es un gigante, del Tórax hacia abajo es un
niño. El peso de la parte de arriba es tal, que el cuerpo en conjunto se sostiene
difícilmente. Más aún, está en peligro de caer. Sus pies se debilitan día por día.
En efecto las clases bajas día por día empeoran de situación, en la última, los
indígenas jornaleros, la dispersión ha comenzado ya.
La construcción social expresada antes, se traduce como es consiguiente,
en efectos económicos que procuraremos brevemente señalar.
……
Si todo el terreno útil que abarca la zona fundamental, se pusiera en
cultivo, en un cultivo igual de la propiedad “ranchería”, al de la pequeña propiedad individual, siquiera al de la propiedad comunal indígena, la producción, y
con ella la población, ascenderían hasta alcanzar proporciones colosales. La zona
fundamental, no es por ahora muy grande, pero por sí misma y por sus posibles
ampliaciones, podría producir una gran población. Dicha zona comprende ahora
el distrito Federal, los Estados de Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, México, Querétaro,
Guanajuato y Aguascalientes y parte de los Estados de San Luis Potosí, Michoacán,
Zacatecas y Jalisco. Su extensión es de algo más de 150,000 kilómetros cuadrados
aproximadamente, y su población, aproximadamente también, es de más de cinco
millones de habitantes. El resto del territorio, tiene una extensión de 1 800,000
kilómetros en números redondos y una población de ocho millones seiscientos
mil habitantes, en números redondos también. No creemos que sea mucho decir,
que el aprovechamiento de todo terreno útil de la zona fundamental, aún sin sus
posibles ampliaciones, podrá elevar los cinco millones de su población actual a veinte
millones; es decir, podrá cuadruplicar su población. Podrá hacer más de su seguro,
pero hay que tener en cuenta, que no hará subir su población, sino para derramarla en el resto del territorio, con tanta más razón, cuanto que al ascendimiento de
su población propia, responderá inmediatamente el desarrollo de las industrias
158
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
hoy detenidas, y ese desarrollo requerirá mayor suma de población en las regiones fabriles, de las que éstas pueden ahora sostener, y el exceso tendrá que salir
de ella. Suponiendo pues, que en la misma zona, la población se cuadruplique,
tendremos solamente en ella, veinte millones de habitantes. La relación actual de
la propia población de la zona, con la del resto del territorio, ha sido siempre y es
en la actualidad, para la primera, de un poco más del cincuenta por ciento aproximadamente de la segunda, y esa relación continuará siendo la misma, poco más
o menos, de modo que siendo la población de la zona fundamental la de veinte
millones, la del resto del territorio será de cuarenta millones, lo cual dará como
población total la de sesenta millones; pero deduciendo todavía diez millones,
quedará como posible población total de la República, la de cincuenta millones
de habitantes. En menos de cincuenta años podemos llegar a ese resultado, y
cuando lleguemos, de seguro que el destino nacional no será ya el que aparece
ahora como nuestro destino manifiesto.
159
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO V
EL PROBLEMA POLÍTICO
I
NTRODUCCIÓN. En virtud de todo lo que tan extensamente llevamos dicho
en el curso de esta obra, la resolución del problema político, en su conjunto
y en las diversas cuestiones que comprende, se presenta con toda claridad.
División del problema político en dos partes: la relativa a la política interior y la relativa a la política exterior. Una gran división que separa en dos partes
los hechos y las ideas, materia del problema que abordamos, se impone desde
luego, y nosotros la hacemos sin vacilar: por una parte, hay que considerar lo
relativo a nuestra política interior; y por otra parte, hay que considerar lo relativo
a nuestra política extranjera. Entremos al estudio de nuestra política interior.
La base fundamental de la política interior. La base fundamental e indeclinable de todo trabajo encaminado en lo futuro al bien del país, tiene que ser la
continuación de los mestizos como elemento étnico preponderante y como clase
política directora de la población. Esa continuación, en efecto, permitirá llegar a
tres resultados altamente trascendentales: es el primero, el de que la población
pueda elevar su censo sin necesidad de acudir a la inmigración; es el segundo, el
de que esa población pueda llegar a ser una nacionalidad: y es el tercero, el de que
esa nacionalidad pueda fijar con exactitud la noción de su patriotismo. Todo ello
hará la patria mexicana, y salvará a esa patria de los peligros que tendrá que correr
en sus inevitables luchas con los demás pueblos de la tierra.
Lo que es en suma la unidad ideal de la patria. Todo lo que llevamos
expuesto acerca de la patria, nos autoriza para formular las siguientes conclusiones: primera, las condiciones orgánicas de la vida humana conducen en todos
161
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
los agregados humanos, a cierta identidad de hechos, de sentimientos y de
ideas que generan lo que hemos llamado el ideal; segunda, el ideal responde
en substancia, a la unidad de origen, de religión, de tipo, de costumbres, de lengua, de estado evolutivo, y de deseos, de propósitos y de aspiraciones; tercera,
no puede existir la comunidad social patria, sin la plena comunicación de ideal;
cuarta, la fuerza interior de la organización social, la fuerza exterior del conjunto, y la fuerza de resistencia contra los impulsos sociales extraños, dependerán
siempre de la integridad del ideal, por lo que la pérdida de algunos de los varios
componentes del ideal, debilitará correlativamente dichas fuerzas; quinta, en un
pueblo, en una sociedad, en un estado, pueden coexistir algunos agregados patrias, y algunos grupos de agregados patrias divididos, pero aquellos agregados,
mientras conserven también su propia cohesión, tendrán la orientación del ideal
correspondiente al ideal de su patria respectiva; y sexta, un pueblo, una sociedad, o
un estado, no llegarán a ser en conjunto una patria, sino hasta que entre todos los
grupos y unidades componentes, exista la unidad de ideal.
……
Nuestro país considerado como patria. El ideal de patria en nuestro país.
Desde luego, se puede afirmar, que en nuestro país la unidad de ideal no existe.
No hay , en efecto, entre todas las unidades que componen la población que ocupa
nuestro territorio, la unidad de origen, la unidad de religión, la unidad de tipo, la
unidad de costumbres, la unidad de lengua, la unidad de desarrollo evolutivo, ni
la unidad de deseos, de propósitos a aspiraciones que determinan en conjunto la
unidad del ideal. La expresada población, por razón de haber sido formada por
la compenetración y la incorporación de distintos agregados humanos en muy
diversas condiciones, se divide en varios elementos generales que hemos llamado
de raza y que presentan desde luego muy grandes diferencias de separación. Esos
elementos son, el indígena, el criollo y el mestizo; el negro es insignificante. El
extranjero por su calidad de tal, lo consideramos aparte y de él nos ocuparemos
cuando sea oportuno.
Diferencias entre los tres elementos generales de nuestra población
desde el punto de vista del ideal patrio. Entre los referidos elementos, no existe
ni puede existir en lo presente, plena comunidad de ideal. De un modo general,
entre el elemento indígena y el criollo, hay una completa separación de origen,
162
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
hay una completa diferencia de tipo, hay una completa oposición de costumbres,
hay muy grandes divergencias de lengua, hay una enorme distancia evolutiva, hay
una verdadera contradicción de deseos, de propósitos y de aspiraciones; sólo hay
entre ellos de común, y eso bajo formas diversas, la religión cristiana católica, y
en parte la lengua. Entre el elemento indígena y el mestizo, las diferencias son
menores, pero también profundas, y son las de origen, por la sangre europea de las
unidades del último, de tipo por la misma razón, de costumbres en parte porque
las unidades mestizas participan de las indígenas en mucho, de lengua en parte
también porque los mestizos no hablan lenguas indígenas sino por excepción,
y de distancia evolutiva; tienen sin embargo de común, la religión aunque en
formas diversas también, los deseos, los propósitos y las aspiraciones en contra
de los criollos, en parte las costumbres, y en parte la lengua como antes dijimos.
Entre el elemento mestizo y el criollo, las diferencias son menos profundas que
entre el criollo y el indígena, pero más que entre el indígena y el mestizo, y esas
diferencias son, las de origen, por la sangre indígena de las unidades del último,
las del tipo por la misma razón, las de deseos, propósitos y aspiraciones que los
mestizos comparten con los indígenas contra los criollos, las de costumbres en
parte porque los mismos mestizos participan de las costumbres criollas, y las de
distancia evolutiva; tienen sin embargo de común, la religión aunque en formas
diversas, la lengua aunque en diversas condiciones también, y en parte las costumbres. El elemento indígena y el mestizo consideran en cierto modo al criollo
como extranjero, y repugnan al elemento propiamente extranjero que les recuerda
la dominación colonial. El criollo y el extranjero simpatizan por cierta comunidad de sangre y de intereses.
……
Las condiciones de nuestra defensa moral. En lo que respecta a las condiciones de nuestra defensa moral, ellas no podrán ser más favorables. Nada tendremos que temer de los pueblos hispano-americanos. No tenemos para con los
pueblos europeos, afinidades que hagan posible la desaparición de nuestra nacionalidad por la acción asimiladora de esos pueblos. Para con el pueblo norteamericano no tenemos afinidades tampoco, como lo comprueban las repugnancias
latentes que entre ellos y nosotros existen, y cuando nuestra población, alcance
por una parte, un censo de cincuenta millones de habitantes; y por otra, llegue
a su plena unidad de vida y de pensamiento, y nutra su espíritu en un alto amor
163
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
a la patria, es seguro que sabrá oponer formidables resistencias a la absorción
pacífica de dichos pueblos. No corriendo con esos mismos pueblos el peligro de
asimilación, el que podamos correr con ellos, tendrá que ser de la lucha étnica. De
raza a raza, triunfará la más selecta por su selección individual, o la de más fuerza
de ideal patrio: desde ambos puntos de vista, será la nuestra superior. Respecto
de la mayor fuerza de selección de nuestra raza, ya hemos dicho lo bastante en
el problema de la población. Respecto de la mayor fuerza de ideal, ella tendrá
que ser, supuesto que los Estados Unidos y Canadá forman una agregación de
elementos de muy distintos orígenes, en tanto que nosotros llegaremos hacer una
agregación de orígenes comunes y tendremos como fuerza de agregación, todas
las que llevamos estudiadas. Podrá ser que en una guerra material lleguemos a
sucumbir; el desbordamiento anglo-sajón podrá pasar sobre nosotros, como el
árabe sobre España; pero es claro que lo que con ello pueda ganar en extensión,
lo perderá en fuerza, y en la energía de nuestro carácter estará emprender y lograr
la reconquista aunque no tardemos mil años como los españoles. Mientras exista
entre nosotros la unidad del ideal patrio, aunque veamos ondear la bandera estaña
sobre nuestro palacio federal, nada se habrá perdido, porque todo podrá recobrarse y no por el favor, sino por la fuerza. Si por acaso siempre llegamos a perder
todo en definitiva, entonces erraremos a través de los siglos como los judíos, sin
tierra y sin hogar; pero con el nombre de México siempre en los labios, y con el
recuerdo de México, siempre en el alma.
El peligro extranjero presente. De intento no mencionamos entre las
fuerzas de resistencia a la constitución de nuestra nacionalidad, la resistencia de
los extranjeros que en ella residen. Dejamos para su tiempo y lugar, el estudio de
la acción de los pueblos extraños sobre el nuestro; pero nos es indispensable estudiar la acción de las unidades de esos pueblos que entre nosotros residen, sobre
los asuntos de nuestra política interior.
Los extranjeros en México, deben dividirse en dos clases: los europeos y
los norteamericanos. No hablamos de los procedentes de otras naciones, porque
son en nuestro país, lo que todos los extranjeros debieron ser, es decir, extranjeros
sin acción política alguna. Respecto de los extranjeros europeos, su acción en caso
de inconformidad con la marcha de nuestros asuntos interiores, no podrá ser otra
164
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
que la de obligar a sus gobiernos respectivos a influir con el de los Estados Unidos para una intervención. Los gobiernos europeos por sí mismos, no intentarán
acción alguna que tropezaría con la Doctrina Monroe y repetirá el fracaso de la
intervención francesa. Los Estados Unidos en ese caso, consultarían sus propios
intereses, y éstos serían los de sus nacionales en México. De modo que sólo en el
caso de que el herir los intereses europeos, se hirieran de rechazo los norteamericanos, nos veríamos envueltos en un conflicto. Este caso es teórico. Los intereses
europeos en México, están en pugna con los norteamericanos, por lo que en
realidad, nada tenemos que temer de Europa.
Respecto a los intereses americanos, la cosa es distinta. Los norteamericanos siempre estarán listos para hacernos sentir su acción, y ésta puede venir,
o en defensa de sus verdaderos intereses, o por su oficiosidad para defender los
europeos. Ahora bien, la constitución definitiva de nuestra patria, no deberá tocar
los intereses extranjeros, ni europeos ni americanos que hayan sido creados ya,
sino antes bien garantizar unos y otros ampliamente: lejos de tratar de perjudicarlos, deberá procurar la creación de otros mayores del lado de los intereses de
la patria, según dijimos ya en otro lugar: los intereses americanos deben recordar,
que si ahora han llegado a alcanzar gran desarrollo en nuestro país, ello se ha
debido a que esos mismos intereses por la mano del banquero Ajuria, hicieron
posible el Plan de Ayutla y el establecimiento del régimen actual: deben pensar,
insistimos, en que más provechos lograrán de favorecer, que de detener la evolución de nuestro país, pero por una parte, los criollos tratarán de confundir sus
intereses con los americanos, para que el temor de herir a éstos defienda los suyos;
y por otra, posible es que los mismos intereses americanos se empeñen en la
continuación del estado de cosas actual, ya por desconfianza del nuevo estado de
cosas que pueda crearse después, ya porque en la continuación del actual estado,
crean poder alcanzar mayores lucros, ya porque crean patrióticos el estorbar en
beneficio de su país, la formación de una nación poderosa cerca de la suya. Todo
ello puede ser, y es nuestra opinión, que al emprender todas las grandes reformas que indicamos, habrá que definir bien nuestras intenciones y marcar bien
nuestros propósitos para evitar malas interpretaciones; pero creemos que desde
luego puede fijarse la idea de que si todas las seguridades que podamos ofrecer,
que habrá que ofrecer todas las que podamos, no son bastantes para evitar la
165
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
intervención de esos intereses, habrá que buscar el modo de pasar sobre ellos,
porque si hemos de ser una nación propiamente tal, es necesario que la seamos
imponieneo su existencia política. Es necesario evitar que debamos la conservación de nuestra existencia política a una complacencia de favor: O SOMOS O NO
SOMOS: ESTA ES LA CUESTIÓN; y en lugar de perdernos en las de Hamlet, debemos
buscar la solución luego. Si hemos de desaparecer, más vale que sea pronto.
Vuelta al punto en que señalamos las circunstancias dominantes de
nuestra política interior. Para que nuestros lectores no pierdan el hilo de nuestra
exposición, una vez que hemos demostrado la necesidad de que gobiernen plenamente los mestizos, necesidad que señalamos como una de las circunstancias
dominantes de nuestra política interior, volvemos al punto en que enumeramos
esas circunstancias dice al párrafo relativo: “ tres circunstancias esenciales dominan todo el campo de nuestra política interior: es la primera, la de que la larga
lucha sostenida por todos elementos étnicos que componen la población nacional, ha elevado a la condición de predominantes y al rango de elemento director, al elemento mestizo: es la segunda, la de que las condiciones especiales
en que la expresada lucha ha tenido que hacerse, han conducido al país a
aceptar y a exigir como única forma estable de gobierno, la forma dictatorial; y
es la tercera, la de que las condiciones propias de esa forma de gobierno, exigen
forzosamente en los gobernantes que deban presidirla, espacialísimas circunstancias de educación de carácter.”
……
La palabra final. Tales son en sus grandes lineamientos, los amplios horizontes que señalamos a nuestra política nacional. Tiempo es ya de que salgamos de las oscilaciones de la vacilación, y de que busquemos nuestro camino de
Damasco, procurando multiplicar nuestro número, a crecer nuestro bienestar,
adquirir conciencia de nuestro ser colectivo, definir nuestro espíritu social,
y formular nuestros propósitos de conducta con precisión, formando la noción
de patria que nos sirva en el interior para logra la coordinación integral de todos
nuestros esfuerzos, y en lo exterior para mantener la seguridad plena de la existencia común. Tiempo es ya de que formemos una nación propiamente dicha,
la nación mexicana, y de que hagamos a esa nación, soberana absoluta de sus
destinos, y dueña y señora de su porvenir.
166
Esbozo de la historia de los
primeros diez años de la Revolución
Agraria de México
(1910 - 1920)
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
LIBRO PRIMERO
ASPECTOS INDIOS DE LA
HISTORIA DE MÉXICO
CAPÍTULO I
LAS DOS GRANDES CULTURAS HUMANAS
L
DIVISIÓN DE LA HUMANIDAD EN DOS
GRANDES CULTURAS
OS HOMBRES que pueblan la superficie de la tierra son muchos, y de uno
a otro, presentan una infinita variedad de tipo físico, de constitución
orgánica, y de actividad mental. Para estudiarlos, hay que considerarlos,
desde luego, distribuidos en los grupos de organización social que ellos mismos han llegado a establecer.
Las diferencias de localización geográfica, de censo, de composición,
de desarrollo evolutivo, y de acumulación de elementos de mejoramiento y de
perfeccionamiento sucesivos, que se encuentran en los grupos socialmente organizados de los hombres, son de muy distinta naturaleza; pero en los días que
corren, nos damos cuenta de que, desde los grupos pequeños que guardan la
condición de tribu, hasta los grandes estados formados por al articulación de
varias naciones, cada grupo tiene su razón de ser y su importancia propia para
merecer una atención especial.
Por excepción, se encuentran algunos grupos humanos en condiciones
de aislamiento que les permita una vida real y verdaderamente independiente,
169
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
en su mayor parte, están ligados unos con otros pro relaciones más o menos
complicadas, estrechas y vigorosas , determinantes de mutuas influencias que
establecen integraciones y diferenciaciones perceptibles.
Sin perjuicio de las excepciones de los grupos aislados a que antes nos
referimos, casi todos los grupos humanos se han dividido en dos grandes integraciones por la dirección concurrente de las características dominantes en el
tipo de vida y de perfección que por el esfuerzo de sus unidades y por la acción de
su conjunto social, obstinadamente persiguen. Esas dos integraciones llamadas
culturas, tienen rasgos diferenciales que se pueden señalar. Tales culturas son:
la que presiden los pueblos asiáticos, y ha sido llamada por los pueblos europeos,
cultura oriental; y la que presiden los pueblos europeos, y que estos mismos
han llamado cultura occidental.
RASGOS DIFERENCIALES DE LAS DOS
GRANDES CULTURAS
Son rasgos dominantes de la cultura oriental, la mentalidad creada por
la estructura construcciónal de las lenguas desarrolladas por la memoria de la
vista, el principio de la organización formado por la ampliación indefinida de la
tribu, y el concepto de ocupación de la tierra, distinto de la nación de propie-dad
que ha elaborado la otra cultura. Son rasgos dominantes de la cultura occidental,
la mentalidad creada por la estructura construccional de las lenguas desarrolladas por la memoria del oído, el principio de organización formado por la transformación de la tribu en campamento guerrero, y el concepto de la ocupación de
la tierra, que ha llegado a la noción del derecho de propiedad, desconocido en la
otra cultura.
……
LA DIFERENCIA DEL ORIGEN CONSTRUCCIONAL
DE LAS LENGUAS
Creemos que hasta ahora no se ha expuesto con suficiente claridad, cómo
la escritura pictográfica hecha con signos que no representan sonidos, sino cosas
170
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
cuyo recuerdo no conserva la memoria del oído, sino de la vista, ha podido
desarrollarse hasta el punto de servir más que la palabra hablada para establecer
las relaciones de los hombres, y sobre todo para desarrollar el pensamiento y
articular las premisas y las conclusiones de la reflexión. Porque en los hombres
de la cultura occidental, la escritura se hizo fonética: los signos que representaban cosas y hechos, se convirtieron en sonidos; y la memoria de esos sonidos
permitió hacer palabras y frases subjetivas que formulan la expresión del pensamiento positivo y constituyen el proceso de las funciones complejas de la
reflexión. Por supuesto que el sentido de la vista ha ayudado mucho a la función
psíquica de la formación y del encadenamiento de las ideas en los pueblos de la
cultura occidental; pero es fundamentalmente la memoria de los sonidos, la que
ha determinado,sostenido y desenvuelto su actividad mental. En los pueblos de
la cultura occidental, la lectura hablada de un libro, es la ejecución de una música de la voz. En una moda modalidad que defiere un poco de la que conocemos
con el nombre de música; pero en la cual, como en esta última, los sonidos los
acordes y los ritmos, los son todo; y la lectura muda, es la recondición subjetiva
de esa misma música de la voz. Por eso entre los hombres de la expresada cultura occidental, los sordomudos de nacimiento son de tal manera incapacitados,
que hasta la legislación penal los ha considerado como irresponsables.
En los hombres de la cultura oriental, como ya antes dijimos, entra
también el juego de la palabra hablada, porque en las dos culturas la palabra
hablada precedió a la escritura: el sentido del oído, construye en ellos a la función del lenguaje; pero es fundamentalmente la memoria de la vista, la que ha
determinado, sostenido y desenvuelto su actividad mental. En ellos la lectura
hablada de un libro, es la expresión descriptiva de cosas que se han visto, que se
ven, o que se sugieren al sentido de la vista. El chino cuando piensa, ve, no oye, y
cuando escribe, pinta, sirviéndose del pincel. El sabio en china, no ha acumulado
en cerebro, palabras, discursos y razonamientos a que da vida la voz, sino larga
serie de caracteres pintados, de verdaderos cuadros condensados de figuras estilizadas, que cuenta por centenas de millar.
Henri Berr (prefacio de la obra El lenguaje, de J. Vendryes) dice:
“No hay nada tan sorprendente…. como la notas de M. Granet sobre algunas particularidades de la lengua y del pensamiento chinos, publicadas en la «Revue
171
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Philosophique» –enero–febrero–marzo–abril de 1920– en ellas prueba que el estudio
del vocabulario evidencia el carácter prodigiosamente concreto de los conceptos chinos. Casi a la totalidad de las palabras acompañan conceptos singulares que expresan
maneras de ser vistas desde un aspecto lo más particular posible: este vocabulario traduce no ya las necesiades del pensamiento que clasifica, abstrae, generaliza, que sugiere
obrar sobre una materia clara, distinta y preparada para una organización lógica, sino
todo lo contrario: una necesidad dominante de especificación, de particularización,
de pintoresco. Tal como aparecen y tal como los chinos las explican, las palabras de
su vocabulario tiene la traza de corresponder a conceptos–imágenes ligados por una
parte, a sonidos que parecen dotados del poder de evocar detalles característicos de la
imagen, y por otra parte, a gráficas que representan el gesto registrado como esencial
por la memoria motriz”.
……
La observación hecha por los filólogos, de que la escritura de los archivos ha educado a éstos para las ideas concretas, en oposición a la escritura
fonética que ha educado a los occidentales para las ideas abstractas y generales,
es de una asombrosa sagacidad, y se explica perfectamente, por las diferencias de percepción de los órganos que respectivamente las han determinado:
el órgano visual, deslinda las impresiones con precisión: el órgano auditivo, por
el contrario, recibe impresiones que tienen a la expansión y que se confunden,
exigiendo los esfuerzos de la determinación, la integración de la diferenciación de
clasificación, de la nomenclatura, y en suma de la composición que ha acabado
por hacer la construcción de las ciencias tales cuales las conocemos.
LAS DIFERENCIAS DEL PRINCIPIO FUNDAMENTAL
DE LA ORGANIZACIÓN
Los grupos de la cultura oriental, apenas han salido de la condición
primordial de la tribu agrícola…No habiendo variado la condición fundamental de los grupos asiáticos por la organización, no han variado tampoco
sensiblemente las funciones primordiales de los agregados: todos éstos son primordialmente agricultores y como todos los agricultores de todas partes del
172
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
mundo, son laboriosos, sobrios, sencillos, de índole esencialmente pacífica; libres
de la nerviosidad de las constantes excitaciones auditivas que son consecuencia
forzosa del lenguaje fonético, son tranquilos, constantes, pacientes, e inclinados
precisamente por la aguda educación de su visualidad, al cuidado de los detalles,
y a la profusión de perfiles, de líneas y de matices, delicados y finos.
LA ZONA DE LOS FORMIDABLES ENCUENTROS
Todo el mundo sabe que en los lugares de encuentro de los dos continentes, en torno de los mares Caspio, Negro, Mediterráneo, Rojo y Pérsico;
donde se encuentran por estratos, como en las formaciones geológicas, sobre
montones de ruinas de pueblos desaparecidos, otros montones de ruinas de
pueblos desaparecidos también, y sobre esos montones, otros y otros más, hasta
llegar a los pueblos históricos, a los grandes imperios caldeos, asirios, medas
y pérsicos, que aparecieron y desaparecieron también; donde el esfuerzo de
reducir los rasgos de los símbolos de la escritura visual, para disminuir el trabajo
de hacerlos cuneiformes, creó con el curso de los siglos los caracteres fonéticos; donde tuvo lugar la guerra de Troya, repetida a través de los siglos por los
versos de Homero y los intentos de los grandes capitanes de ambos continentes, como Jerjes, Alejandro, Trajano, Corazón de León, Saladino, Djenjiskán,
Tamerlan y Napoleón; donde han quedado girones de razas que ya no es posible
referir a los pueblos de los que fueron desprendidos; y en suma, donde se buscan ahora los puntos de partida de las grandes emigraciones, quedó definitivamente trazada con una ancha zona de ruinas y de sangre, la separación de los
pueblos de las dos culturas, quedando entre unos y otros el África como campo
indeciso todavía. Dentro de dicha zona de encuentro, estuvo la fenicia, que si
no inventó, por lo menos propagó, por medio de sus expediciones marítimas en
el Medite-rráneo, la escritura fonética que dio carácter a la cultura occidental.
173
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
LA SELECCIÓN INDIVIDUAL, LA SELECCIÓN
COLECTIVA Y LA DIVISIÓN DEL MUNDO EN
LAS DOS FORMAS DE SELECCIÓN
Las formas de las superficies aprovechables de los continentes geográficos, han hecho que la selección, causa necesaria de la evolución, se divida en dos
ramas que son, la selección individual y la selección colectiva. En los macizos
geográficos, donde hay grandes extensiones aprovechables para la vida, la facilidad de expansión dificulta la formación de grupos fuertemente integrados, y los
que entonces se forman, se distinguen por un desarrollo muy amplio de la libertad individual: en tales grupos, la dispersión de las facultades de los individuos
en la satisfacción directa de sus varias necesidades, impide en esos individuos
la cooperación, cuyo beneficio principal consiste en que limita las funciones
individuales, concentra las facultades de cada individuo en la función parcial
que le corresponde, adiestra al mismo individuo en el ejercicio de tal función,
y le permite el libre desenvolvimiento de sus facultades restantes, todo lo cual,
en conjunto, favorece la elevación de sus capacidades; pero si en tales grupos,
los individuos no alcanzan el beneficio de su perfección por falta de cooperación
de los demás, en cambio se mantiene en pleno contacto con la naturaleza, y se
adaptan mejor al medio físico en que viven, de lo que resulta que adquieren
mayor fuerza racial, se multiplican más, y se hacen por consiguiente, más fuertes
para todas las luchas de resistencia.
Cuando los medios geográficos estrechos, obligan a los individuos
de un grupo a luchar fuertemente por la vida, se forman en él grupos de
ataque y defensa, que producen integraciones que acaban por dar al conjunto,
una enorme fuerza integral: tan luego que un grupo siente esa fuerza, debida al
espíritu y a la educación de la lucha, se vuelve depredador y ataca a los demás
grupos, que a su vez se defienden del mismo modo. El individuo, en dichos medios geográficos, se vuelve activo, inquieto, impulsivo, y apto en suma, para todas
las luchas de agresión. Todo el sistema de la escritura fonética, obrando sobre
la sensibilidad auditiva, estimula y enardece la acometividad zoológica, que
174
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
naturalistas como Darwin y Nietzche, consideran como el resorte primordial de
la vida humana. En los medios geográficos a que nos referimos, las contiendas de
grupo a grupo determinan una forma de selección que nosotros hemos llamado
selección colectiva, la cual al aumentar progresivamente por la integración, por
las concentraciones militares y por las agregaciones de las víctimas, va progresivamente aumentando las limitaciones del trabajo de los individuos, afinando su
destreza y educando su espíritu y su cuerpo, por la corporación, por la organización productora de los grandes hechos y alimentadora de las grandes ideas.
El desarrollo de los pueblos de selección individual, es lento pero firme;
el de los pueblos de selección colectiva es acelerado pero más variable.
Las dos formas de cultura se han dividido en las dos formas de selección:
los grupos de la cultura oriental son de selección individual; los grupos de la
cultura occidental, son de selección colectiva.
¿Es una de las dos formas de selección, superior a la otra? ¿Es la cultura
oriental superior a la occidental o viceversa? Nadie puede contestar tales interrogaciones. Sin embargo, el profesor Isaac Ochoterena (Lecciones de biología),
explicando los fenómenos de la selección, dice atinadamente: “No es pues, como
personas ajenas a las ciencias naturales suponen, sin fundamento alguno, el más
apto siempre, el más fuerte o el más brutal, el mejor, el que pueden conservar
más armónica relaciones biológicas; el más capacitado para la producción de las
formas superiores”.
Por nuestra parte, creemos poder expresar la opinión de que, como las
dos formas de selección son diferentes, han desarrollado de un modo desigual
las dos culturas: la una en función de la quietud; la otra en función de la actividad. Por ello, ésta la occidental, es la más adelantada, aquella, la oriental, es
más profunda.
175
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO II
LA LLEGADA DE LOS ASIÁTICOS AL CAMPO DEL
NUEVO ENCUENTRO DE LAS DOS CULTURAS
LA AFORTUNADA SITUACIÓN GEOGRÁFICA DEL
CONTINENTE DE AMÉRICA
L
A TIERRA ES redonda y una vez separadas las dos grandes culturas, como
ellas quedaron orientadas a puntos diametralmente opuestos, tarde o
temprano tenían que volverse a encontrar. Así fue en efecto; ambas se
volvieron a encontrar en el continente de América.
El continente americano perece haber sido colocado sobre la tierra para
resolver, en una resultante de nueva orientación y de nuevos procedimientos,
el conflicto de la divergencia de las dos grandes culturas ya formadas, o sea el
conflicto de la incomprensión de la cultura oriental y de la cultura occidental.
Colocado en medio de los continentes de Europa y de Asia, a gran distancia de ellos y en dirección de la marcha que respectivamente habían emprendido, el continente de América tenía que recibir las oleadas de los dos, en
emigraciones graduales y selectas, al menos por la superior energía que tenía que
suponer la transposición de los océanos.
Las oleadas asiáticas llegaron primero.
Poco a poco, sin ruido, sin alardes de propósitos trascendentales, los
asiáticos llegaron primero.
177
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Ya es punto que puede considerarse fuera de discusión, que el hombre no
es autóctono de América; los estudios de los sabios antropólogos Hrdlicka y Boas,
no dejan lugar a duda alguna acerca de que procede del Asia y de que su venida es
relevantemente reciente, sin bien estamos convencidos de que su venida tuvo lugar
en grupos dispersos, que en épocas distintas, llegaron por diversos caminos; unos
vinieron por el Estrecho de Behring, pero otros vinieron por las islas oceánicas.
Durante el año que pasamos en la penitenciaria (del 18 de agosto de
1911 a 25 de julio de 1912) a consecuencia de sucesos que serán referidos en el
libro tercero de esta historia, pudimos conocer e notable trabajo del doctor R.
Verneau, profesor del Museo de Historia Natural de París (La Role de la Mer
dans la Dissémination des races humaines), publicado por la revista “Biológica”.
El trabajo de referencia convence de que los grandes océanos y muy especialmente el Pacífico, sembrado de islas lejos de ofrecer obstáculos infranqueables
a la migración de los pueblos primitivos, han sido un medio propicio para ella,
a causa de las corrientes relativamente constantes que los recorren y que van de
un continente a otro.
Después de estudiar el proceso de formación de las embarcaciones insumergibles en los referidos pueblos, Mr. Verneau dice:
Los chinos y los japoneses conocían desde muy atrás la navegación y sus juncos surcaban desde hacía mucho tiempo el Océano Pacífico. Los primeros, que
poseían la brújula desde 2000 años antes de nuestra era, enviaron en el siglo V,
misiones religiosas a Fu-Sang. Si los autores están lejos de ponerse de acuerdo
acerca de la localización de ese país los viejos anales chinos de los chinos nos dicen que se encontraban a 20,0000 lis del Celeste Imperio, y el lis equivale a 445
metros aproximadamente. No se podría evidentemente afirmar que los chinos
y los japoneses mantuvieran relaciones continuas con la América; pero es muy
verosímil que sus nativos hayan sido arrastrados más de una vez por la corriente
del Kouro-Sivo M. Brooks ha fijado los diferentes puntos en que se perdieron 60
barcos japoneses; casi todos naufragaron en el trayecto de esa corriente y doce en
callaron entre las islas de la Reina Carlota y el sur de México. Los naufragios de
embarcaciones japonesas o chinas sobre las costas del Nuevo Mundo y la pérdida
de barcos malayos, explican la presencia en América de los elementos amarillos que
ahí se han encontrado.
178
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
……
Todo lo que llevamos expuesto, explica que a pasar de las excepciones
guerreras de algunos grupos como el de los apaches en Chihuahua, el de los
coras en Nayarit, el de los aztecas y el de los tlaxcaltecas en el centro y algunos
otros más, las unidades de la generalidad de ellos presentan los rasgos étnicos
dominantes de los grupos asiáticos, de donde derivan su inclinación a la vida pacífica y quieta; su reflexión lenta y reposada; su aptitud para los trabajos que requieren
cuidado, destreza y minuciosidad; y su formidable energía para la resistencia.
179
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO III
LA LLEGADA DE LOS EUROPEOS AL
CONTINENTE Y EL ENCUENTRO DE LAS
DOS GRANDES CULTURAS EN MÉXICO
P
EREYRA, EL HISTORIADOR de la causa española en el continente americano (Breve historia de América), compendia de un modo magistral
las ideas que determinaron las expediciones marítimas que lograron
para los europeos el descubrimiento de ese continente y los hechos positivos
en que consistió ese descubrimiento.
Colón, que guíaba, más que con sus conocimientos con sus instituciones, la expedición principal descubridora, creyó haber llegado al Asia y bien
geográficamente ello no era verdad, parece que étnicamente sí.
El orgullo español, las ideas dominantes a la sazón en Europa y el
éxito obtenido por las expediciones portuguesas, concurrían a formar en el ánimo
de Colón y de los suyos, la opinión de que su empresa no encontraría más dificultades que las de la navegación: era sin embargo una aventura de depredación,
se acometía, como era natural, con gente adecuada; y los judíos que la habían
financiado, esperaban de ella el lucro de un botín prodigioso. Tal empresa, era
pues, como todas las similares de su tiempo, científica, militar y mercantil.
……
Dada la circunstancia de que los españoles pertenecían a un país europeo,
o sea de los que integran la cultura occidental, no era extraño que al desembarcar
en las primeras tierras del continente americano, hubieran tomado desde luego
181
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
posesión de ellas, sin tener para nada en cuenta que estaban habitadas y que sus
habitantes podrían tener sobre ellas mismas, una posesión de mejor derecho,
puesto que contaba, de seguro, con siglos, sino con milenios de duración. Así fue
en efecto, y no sólo los expedicionarios iban tomado posesión de la nuevas tierras descubiertas, sino de los habitantes que las ocupaban, a los que no guardaron
consideración alguna.
……
Cuando ya había sido ocupada la isla de Cuba, y se tuvieron noticias del
imperio azteca, las expediciones se dirigieron a él. La empresa de explorar y de
conquistar el rico imperio de Moctezuma, era ciertamente audaz; pero ya hemos
dicho que los españoles se habían dado cuenta de los hechos fundamentales que
presidieron las exploraciones y todas las conquistas, y fueron, la conciencia de
superioridad más mítica que guerrera, que los españoles tenían sobre los indios y
la índole generalmente pacífica de estos últimos. El peligro por correr, en la expresada empresa, se reducía al escaso número de los hombres con que se contaba.
Se han inflado mucho los meritos de Hernán Cortés; pero su éxito lo
debió más que al esfuerzo de sus soldados, a la índole pacífica de los indios; en
todo caso, fue más política que militar.
Si la índole de los totonacas hubiera sido guerrera, Cortés y los suyos
no habrían pasado de Veracruz. El arreglo con los expresados totonacas y el
aprovechamiento de los tlaxcaltecas contra los aztecas o mexicanos, fueron actos
esencialmente políticos; fue igualmente político también el hecho de aprovechar la indecisión de Moctezuma, para poder llegar a México; fue igualmente
político el hecho de sentirse de Moctezuma mismo, para llegar a Tenochtitlán y
sentirse seguros en ella. El único hecho militar digno de ese nombre por parte
de Cortés y los suyos, hasta entonces, fue la derrota de Narváez, hecho de armas
que, sin embargo, estuvo lejos de tener la gran importancia que se le atribuye,
dado el número de combatientes. La matanza de Cholula no fue un hecho
militar, sino un acto de ferocidad de los muchos a que se entregan de cuando en
cuando, los cultos occidentales; Justo Sierra lo equipara a la matanza de la noche
de San Bartolomé. Cuando los aztecas, que si eran guerreros, bajo el mando de
Cuitláhuac, pudieron sacudir el estupor de sorpresa, mostraron a la evidencia
182
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
histórica, la debilidad militar de los conquistadores; la Noche Triste que quiso
ser una retirada, fue una verdadera derrota. Si ésta no fue definitiva e irreparable, se debió a que los demás indios no secundaron al azteca; se dice que éste
era odiado por todos; así es la verdad; pero ante el peligro común, todos podían
haber ayudado a vencedor. No lo hicieron, porque como los asiáticos de ahora
no estaban educados para la guerra; porque en su mentalidad apenas si existían
las ideas de brutal agresión, de lucha sin cuartel, de implacable exterminación,
que han dado carácter propio a la cultura occidental.
……
INCORPORACIÓN DEFINITIVA DE LOS
INDIOS Y DE LOS ESPAÑOLES
Como hemos indicado ya en otra parte, sometido el imperio azteca,
Cortés, que fue sin duda un hombre de genio, aprovechó con admirable acierto
la índole generalmente pacífica de los demás grupos de indios, para consolidar
su posición y extender sus dominios. Ya hemos dicho que los que le fueron más
útiles fueron los otomíes, que ocupaban el centro del territorio y nada menos
que la región más favorecida para el cultivo de los cereales. En nuestro libro Los
grandes problemas nacionales, estudiamos detenidamente esa región, que nosotros llamamos la zona fundamental de los cereales, porque en virtud de su gran
producción de éstos, preside los movimientos económicos de la vida nacional.
Puede verse sobre el particular, el libro citado.
Los otomíes no sólo no resistieron a los españoles, sino que colaboraron con ellos; en Jilotepec, población principal de los otomíes, hay restos de
edificios comenzados a levantar en 1527; y los indios de Jilotepec fundaron a
San Juan del Río y a Querétaro, que han sido durante cuatrocientos años, las
poblaciones más útiles para mantener la procedencia de la ciudad de México sobre
todo el territorio, puesto que son la entrada de la zona fundamental de los cereales.
A favor de la actitud de los otomíes, muy extendidos en el centro del territorio, la posición de Cortés quedó definitivamente asegurada y los españoles
en aptitud de avanzar en todas direcciones, sin que esto quiera decir que no se
hayan tenido que vencer muchas dificultades de orden inferior. Cuando vino don
183
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Antonio de Mendoza, primer virrey de la que ya se llamaba Nueva España, se
había llegado a establecer entre los grupos indios del centro y el grupo español,
ciertas condiciones de equilibrio estable, que hacían posible la vida común.
Testimonio irrecusable de las condiciones de equilibrio a que venimos
refiriéndonos, nos da la portentosa cacería que quince mil indios de Jilotepec,
que no podrían juntarse ya en un acto parecido, hicieron para el citado virrey
Mendoza, en los llanos que todavía se llaman del Cazadero, la cual Torquemada (Monarquía indiana) describe minuciosamente.
……
Las diferencias del principio fundamental de la organización del concepto de la disposición de las cosas.
No creemos necesario hacer la demostración de que los grupos indios
de México, vivían en su mayor parte, bajo el régimen patriarcal de los viejos
tiempos asiáticos. Sólo entre los aztecas el patriarca primitivo se había transformado ya. Es Clavijero (Historia antigua de México) quien lo dice en los
términos siguientes:
El poder y la autoridad de los reyes de México, variaban según las circunstancias.
Al principio de la monarquía fue muy restringido el mando y puramente patriarcal, humana su conducta y moderados los derechos que exigían a sus súbditos. Con
la extensión de sus conquistas se aumentaron sus riquezas, su magnificencia y su
lujo, y a proporción, crecieron, como suele suceder, las cargas de los pueblos. Su
orgullo la llevó a traspasar los límites fijados a su autoridad, hasta degenerar en
el odioso despotismo de Moctezuma.
No sólo el imperio azteca, sino en algunos otros grupos indios, había
comenzado a hacerse la transformación del patriarca en jefe o soberano. Pero
esos casos eran la excepción. A pesar de los títulos de realeza con que en casi
todos los grupos se designaba a los jefes, en los mismos grupos, el régimen patriarcal subsistía. El padre común, ligado a todas las tradiciones ancestrales, no
podía ser objeto de elección, ni podía ser de puesto, ni mucho menos podía ser
sustituido, por otro motivo que por la muerte.
184
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
En razón de las fuerzas del régimen patriarcal, entre los indios, las
dificultades del acuerdo con los españoles, respecto del principio de la organización, fueron menores de lo que hubieran podido ser, gracias al instinto político
genial de don Antonio de Mendoza, que supo dar a la investidura del virrey, el
doble carácter de jefe para los españoles y de padre para los indios. A ese doble
carácter de la autoridad virreinal, se debió, en mucho, la paz de los tres siglos de
la dominación española.
Los indios, como todos los pueblos de la cultura oriental, no tenían idea
ninguna de lo que llaman “derecho” los pueblos de la cultura occidental. Como
no tenían el concepto del derecho, tampoco tenían el concepto de la propiedad.
El uso de las tierras y las aguas no eran una conquista que resolviera lucha alguna
y menos contra el principio de autoridad: no llevaba la idea alguna de exclusión.
Cualquiera que fuera la forma de disfrutar de la tierra, y cualesquiera que fueran
las disputas que pudiera provocar el uso de ella entre los individuos miembros del
cuerpo social, estaba por encima de una y otras, la autoridad paternal y benévola
del padre común o jefe del Estado. El padre podía dar y quitar, y a nadie le
ocurriría que no pudiera tener la facultad de hacerlo. Como tampoco los indios
tenían escritura estaban en la imposibilidad de comprender todo el sistema de
propiedad de los grupos occidentales, construidos sobre la base del título escrito.
LA CONSECUENCIA INEVITABLE DE LA
INCOMPENETRACIÓN DE LOS ELEMENTOS
ESPAÑOL E INDIO
En el encuentro de los indios y de los españoles, o sea en el encuentro
del elemento de la cultura oriental de los indios, con el elemento de la cultura
occidental de los españoles, los primeros, por el estupor natural de su sorpresa,
por su índole pacífica, por su dispersión y por su variedad evolutiva, tuvieron
que colocarse en condiciones de inferioridad respecto de los españoles; éstos con
su orgullo de conquistadores, con sus posibilidades de hacer daño, que esto es lo
que entre los hombres se llama poder, y con su mayor capacidad para la organización, pudieron establecer sobre los indios su preponderancia y su autoridad; pero la
185
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
desproporción entre el número de los indios y el de los españoles, obligó a éstos a
transigir con aquellos hasta incorporarse unos con otros para la vida común.
La incorporación de los españoles y de los indios, como consecuencia de
la conquista, no pudo, por desgracia, ser una compenetración y tuvo que ser una
articulación mecánica que dividió la población total en dos castas distintas.
El buen sentido popular comparte con nosotros las opiniones expuestas
en este capítulo, formulándolas sintéticamente con una expresión que todo el
mundo conoce, y que dice así: “La conquista la hicieron los indios.” Los indios
efectivamente la hicieron; por instinto, comprendieron que no la podían evitar,
pero merced a su número, a sus fuerzas de resistencia y a su orientación hacia la
cultura oriental, le impidieron echar raíces propias. Continuaron siendo como
eran, en conjunto, la planta vigorosa de la tierra, sobre la cual el grupo español
vino real y verdaderamente a ser la yema de un injerto, que en mucho iba a modificar el follaje, la floración y la producción de dicha planta, pero sin destruirle sus
caracteres fundamentales, destinados, más o menos tarde, a prevalecer. Ya veremos en su oportunidad cómo ellos, desenvueltos en el curso de cuatro siglos,
determinaron los hechos decisivos de la revolución cuya historia hemos comenzado a esbozar.
186
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO IV
LA ARTICULACIÓN EN MÉXICO DE LOS
ELEMENTOS DE LAS DOS GRANDES CULTURAS
PARA LA VIDA COMÚN
LA ARTICULACIÓN DE LAS DOS CASTAS FUE TAMBIÉN
UN TRIUNFO TRASCEDENTAL PARA LOS INDIOS
C
ONSIDERANDO sin prevenciones ni apasionamientos, la articulación
de los elementos de las dos grandes culturas, en México, para la vida
común, durante la época colonial, creemos justo rendir a los reyes de
España y a sus representantes en México, los virreyes, el homenaje que merecen
por la prudencia y sabiduría con que acertaron al dirigir tal articulación; pero
preciso es reconocer que ella fue un triunfo, también, de la resistencia, de la persistencia, de la índole pacífica y del espíritu disciplinado de los indios, merced
a los cuales pudieron atravesar los tres siglos de la dominación española, mostrar
su fuerza potencial todavía latente en la independencia, y llagar hasta nosotros
con acción decisiva en la formación de la nacionalidad mexicana.
Por la acción de los reyes y de sus representantes, los virreyes, la articulación a que acabamos de referirnos, habría producido buenos frutos para la
aproximación y acaso para la lenta confusión de dos castas; pero los españoles de
América como llama el jesuita Viscardo y Guzmán a los españoles y a los criollos de las colonias, llamados explotadores por Pereyra, llevados por su espíritu
de insubordinación, de arbitrariedad y de desorden, lo impidieron durante tres
siglos, para librarse de la autoridad virreinal que se oponían a sus desmanes y
provocaron la independencia. Con la forma en que se hizo la independencia,
187
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
como con todo acierto lo ha afirmado Roberto Fernández (Los gobernantes
de México, desde Agustín de Iturbide hasta el general Plutarco Elías Calles),
lograron constituir una oligarquía, que sistemáticamente ha logrado impedir,
durante un siglo, la constitución de un gobierno estable y definitivo para la nueva
nación. Ellos, como veremos a su tiempo, fueron los que desataron la revolución
cuya historia vamos esbozando en estos capítulos y habrían logrado con ella establecer tal vez para siempre, un gobierno a su capricho, si no fuera porque los
mestizos que llevan más sangre india que española, y los indios que los siguen,
como siempre, pudieron más.
188
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO V
LA PERSISTENCIA HASTA NUESTROS DÍAS,
DE LA ORGANIZACIÓN COLONIAL
POR CASTAS
……
E
L PROBLEMA DE la colocación económica de los mestizos, ha atravesado
todo el primer siglo de nuestra independencia: él provocó la Reforma;
él determinó la revolución agraria cuya historia venimos esbozando.
Habría sido lo mejor que hubiera podido suceder, que los mestizajes hubieran
llegado a disolver los elementos puros originales, o sea el español con el criollo y
el indio, porque esos mestizajes habrían acabado por formar un nuevo tipo racial,
fuerte de cuerpo y despejado de espíritu, capaz de crear y de sostener la nacionalidad mexicana: así tendrá que ser en lo futuro; pero a consecuencia de la potencia y de las capacidades de las castas por ellos constituidas, no pudo ni ha podido
ser todavía. La organización con las dos castas vivas y mutuamente repelentes,
duró los tres siglos de la época colonial y ha continuado durante el periodo de
la independencia, porque la casta superior, merced a sus congénitas rebeldías o
a su plasticidad política, y a la ayuda de factores extraños, pudo sobrevivir a la
independencia y convertirse en una diosa oligarquía que los mestizos no han
logrado destruir, como veremos el curso de los libros siguientes. Continúan pues,
articulados, los dos elementos raciales primitivos, tirando en las direcciones opuestas de sus respectivas culturas y arrastrando el elemento mestizo, unas veces
en un sentido y otras en el otro, sin que alguna de las dos arrastre a la otra y
al elemento mestizo en su propia dirección, de una vez por todas, y sin que el
elemento mestizo pueda arrastrar a las dos, en el sentido de la resultante que
en vano se esfuerza por imponer. En el juego de las dos fuerzas opuestas que
sobre él actúan, y en el andar y desandar que la oscilación de ellas le imprimen,
el conjunto social de la población total de la República agota sus energías.
189
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
El elemento mestizo, ya más numeroso que los dos de origen, habían impuesto
su fuerza de acción desde el Plan de Ayutla y había comenzado a ser clase de
intereses por la Reforma: pero como esos intereses eran demasiado pequeño y
no habían logrado adquirir más, no había podido fijar la base de sus propios
movimientos. El problema pues, era casi el mismo de antes, en el momento de
estallar la Revolución.
Del mismo modo que desde la época colonial, en nuestros días, está indicada la solución del problema. Poco antes de comenzar la Revolución (1909),
se publicó nuestro ya citado libro Los grandes problemas nacionales y en él decíamos literalmente:
En nuestros días , cada elemento de la población tiene sus rasgos propios de
carácter, y las unidades de cada uno de los grupos componentes de un elemento,
también tienen sus rasgos propios. De un modo general, podemos decir que todos los indígenas son pasivos, impasibles y taciturnos: que todos los mestizos son
energéticos, perseverantes y serios; y que todos los criollos son audaces, impetuosos y frívolos… El espíritu revolucionario no es como se pretende, ingénito en el
mestizo. El espíritu revolucionario existe en todas las unidades sociales que han
llegado a acumular una gran energía, cuando se comprime demasiado esa energía,
dificultando el libre juego dé la selección natural… estando así las cosas… decimos,
la divergencia de dirección general en los tres elementos, sin perjuicio de las divergencias de dirección que hay entre los grupos que cada elemento componen…
tienen que producir un inmenso obstáculo a la unidad de la acción en el proceso
de la evolución de nuestro país. Se hace necesario, por lo mismo, confundir en el
elemento mestizo a los otros dos, refundir en el carácter mestizo el indígena y el
criollo, y forma, con toda la población, una verdadera nacionalidad, fuerte y poderosa, que tenga una sola vida y una sola alma.
Así pensábamos al anunciarse la llegada de la Revolución; pero no
habíamos contado con el hecho real y positivo de que el elemento mestizo,
por diversas circunstancias y muy especialmente por la acción de los factores
externos, no pudiera romper la formidable articulación de las dos castas, que
prolongará, no sabemos hasta cuándo, la organización colonial.
190
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CONCLUSIÓN
POR ÚLTIMO, los elementos de población que hemos indicado en los
capítulos anteriores, con las tendencias raciales que en los mismos capítulos hemos indicado también y con las direcciones culturales que acabamos de exponer
en el capítulo presente, llegaron hasta la Revolución, cuya historia tratamos de
esbozar, determinando los hechos decisivos que la distinguen de las revoluciones
precedentes, no sin haber tenido que sufrir en su carrera, durante todo el siglo XIX
las desviaciones, alteraciones y vicisitudes, que determinaron las causas aparentes
de la misma Revolución y que pormenorizadamente expondremos en otro libro.
191
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
LIBRO SEGUNDO
ASPECTOS CRIOLLOS DE
LA HISTORIA DE MÉXICO
CAPÍTULO I
LAS REVOLUCIONES PRELIMINARES
DE INDEPENDENCIA
ESTRUCTURA CONSTRUCCIONAL DE LA POBLACIÓN
AL FIN DE LA DOMINACION ESPAÑOLA
A
L COMENZAR EL siglo XIX, la estructura étnica de la población comprendida en el vasto territorio que abarcaba la Dominación Española, estaba
constituida, fundamentalmente, por las dos castas articuladas desde los
primeros días, o sea, por la casta superior de los españoles y de los criollos, y por
la casta inferior de los indios. Dicha estructura, había sufrido modificaciones
trascendentales, porque la casta superior se había dividido en el estrato de los
propiamente españoles o peninsulares, y el estrato de sus sucesores los criollos:
entre éste y la casta inferior de los indios, se habían formado el estado de los
mestizos; y debajo de la casta misma de los indios, se habían colocado los bloques
de acarreo de los negros traídos del África.
La estratificación social de la población, al concluir el siglo XVIII, de
arriba a bajo, era la siguiente:
Españoles o peninsulares;
Criollos o americanos;
193
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Mestizos;
Indios; y
Negros.
De los cinco estratos, que acabamos de seriar, sólo el de criollos, y el de
los indios, tenían la solidez que les prestaba la contextura de sus respectivos recursos económicos: los criollos eran los dueños de las grandes haciendas; los indios,
eran dueños de las tierras de sus pueblos. Los mestizos no tenían más recursos de
vida que las carreras eclesiásticas; los negros vivían la vida de los esclavos.
Los españoles o peninsulares, hicieron ellos mismos precaria su situación;
por conservar a todo trance los privilegios de las relaciones directas con la corte
de España, y las ventajas del mando y de la administración, se mantuvieron sistemáticamente alejados de los criollos, lo que tenía que serles perjudicial, porque
aunque fuesen los primeros en la adquisición de las tierras y de las minas disponibles, si volvían a España, disminuían el número de los suyos, con su falta, y si
se quedaban, a su muerte, sus hijos se convertían en criollos. El número total de
los suyos, sólo podía aumentar con agregación y ésta era poco considerable, dada
la inmensa extensión de los dominios españoles, entre los cuales la emigración
española se tenía que dividir. Los criollos, por el contrario, aumentaban por la
transformación de los españoles o peninsulares y por su propia multiplicación.
Sobre todo, los criollos, con la propiedad de las tierras grandes y productivas
de las haciendas rurales de cultivo y ganadería, eran dueños de principales fuerzas
económicas, al lado de las cuales, eran cosas insignificantes, los privilegios y las
ventajas de los españoles o peninsulares, y las tierras de los pueblos de los indios.
194
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO II
LAS VERDADERAS REVOLUCIONES
DE LA INDEPENDENCIA
M
EL GRAN MORELOS
ORELOS ES, indudablemente, el único de los caudillos de la Independencia que se dio cuenta cabal de lo que era la independencia, de lo
que para lograrla había que hacer y de los medios más adecuados
para hacerlo.
Hemos dicho ya que él, personalmente, definió la idea de la Independencia y le dio forma política concreta, por medio de la reunión del Congreso de
Chilpancingo y de la declaración precisa, terminante y solemne, de haber quedado rota y disuelta para siempre jamás, la dependencia de México al trono español;
declaración hecha en tono suficientemente alto para ser oída dentro del país y
fuera de él.
Sin Morelos, la reunión del Congreso de Anáhuac habría sido un acto
meramente espectacular y la declaración de Independencia, una simple depreciación de exaltación lírica.
Pero Morelos era un militar, que no sólo había obtenido señaladas victorias contra los realistas, sino que había hecho campañas de múltiples operaciones coordinadas para grandes resultados de conjunto: con ellas se había ganado la confianza y la adhesión resulta de los suyos, los mestizos, tras de los
cuales estaban los indios, y con ellos mismos, había logrado dar al Congreso de
Chilpancingo una base de solidez y a la declaración de ese Congreso, un alcance
195
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
de trascendencia, que tanto aquel Congreso cuanto esta declaración tuvieron una
importancia decisiva para los sucesos posteriores.
……
Ya hemos visto cómo Morelos proveyó con acierto, verdaderamente
asombroso, a elegir el medio más adecuado de formular el principio de Independencia, y a procurar desde luego, la vida y el funcionamiento propios de la nueva
nación independiente que quería crear. Todo ello era mucho, y sin embargo, hizo
más, pues intentó dar bases económicas, firmes y definitivas a la nueva nación,
proveyendo de un modo práctico (como lo había hecho antes Cortés), a la
subsistencia de los ejércitos insurgentes, destruyendo a la vez los recursos de la
oligarquía de los peninsulares o gachupines, y la gran propiedad de que sacaban
sus recursos los criollos o americanos. Su proyecto para la confiscación de intereses de europeos y americanos adictos al gobierno español (primer centenario de
la Constitución de 1824, edición del senado), contenía las medidas siguientes:
Sea la primera. Deben considerarse como enemigos de la nación y adictos al partido de la tiranía, a todos los ricos, nobles y empleados de primer orden, criollos
o gachupines, porque todos estos tienen autorizados sus vicios y pasiones en el
sistema y legislación europeos.
Síguese de dicho principio que la primera diligencia que sin temor de resultas
deben practicar los generales o comandantes de divisiones de América, luego que
ocupen alguna población, grande o pequeña, es informarse de la clase de ricos,
nobles y empleados de ella, para despojarlos en el momento de todo el dinero y
bienes raíces o muebles que tengan, repartiendo la mitad de su producto entre los
vecinos pobres de la misma población…
Séptimo. Deben también inutilizarse todas las haciendas grandes, cuyos terrenos
laboríos pasen de dos leguas, cuando mucho, porque el beneficio de la agricultura
consiste en que muchos se dediquen con separación a beneficiar un corto terreno
que puedan asistir con trabajo…
En el capítulo primero el libro primero del presente esbozo historial,
dejamos claramente expuesto nuestro parecer acerca de las guerras: no comulgamos con los partidos de los sistemas que atacan el capital sólo por el hecho
de que no todos pueden gozar los beneficios de él; pero toda revolución que se
196
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
proponga real y verdaderamente triunfar y hacer definitivo y provechoso su triunfo, tendrá la indeclinablemente que arrancar, que aniquilar, que destruir en el
terreno de los hechos positivos, todas, absolutamente todas, las raíces económicas
que mantengan la contextura biológica de los grupos sociales cuya articulación
determine el estado social de conjunto contra el cual la misma Revolución se
haya levantado: así lo hicieron los revolucionarios de la Rosa Blanca de Cork en
la guerra de las Dos Rosas; así lo hizo el Tercer Estado en la Revolución Francesa;
así acaba de hacerlo Rusia. De no hacerlo así, más o menos tarde retoñaran los
males que la Revolución se propuso destruir, y el motivo de la misma revolución,
volver a parecer. Como Morelos no ejecutó su plan de confiscaciones, ya veremos
aparecer a los peninsulares gachupines y a los criollos, repetidas veces en el curso
de un siglo, ya veremos. La función de unos y otros en la Revolución cuya historia vamos procurando esbozar.
Morelos comprendía muy bien lo que acabamos de decir; por eso
después de atender al propósito político de la ruptura de la dependencia con
España, abordó el problema de la destrucción de las fuerzas económicas de los
peninsulares o los gachupines y de los criollos o americanos, no considerando ya
a estos últimos, y con razón, como aliados, sino como enemigos no sólo por la
divergencia de los propósitos fundamentales; sino porque los mismos criollos
o americanos, al ver levantarse a los mestizos, olvidaron sus diferencias con los
peninsulares o gachupines, sus enemigos de antes, y se aliaron con ellos.
LA CUESTIÓN AGRARIA PLANTEADA POR MORELOS
Nuestros lectores de seguro que no dejaron pasar inadvertido el texto de
la medida séptima propuesta por Morelos. Con excepción del límite señalado
para que las haciendas quedaran comprendidas en la medida que él llamaba
confiscatoria y que era en suma, una medida de nacionalización, todo lo que
expresa el texto trascrito, encierra el programa verdadero de la Revolución cuya
historia vamos esbozando: en él palpita toda la Cuestión Agraria por la que se
ha derramado sangre a ríos, durante un siglo, antes de expresada la Revolución y
por la que en esta tonto a más derramó, sin llegar a ver dicha cuestión resulta en
197
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
definitiva. ¡Qué grande fue Morelos! Desde la venida de los primeros indios al
territorio nacional, hasta nuestros días, sin exclusión de personas ni de hechos,
la actuación de Morelos, cien veces genial, marca la más alta cumbre de nuestra
historia como ya dijimos en otra parte, si no estuviéramos todavía bajo la oligarquía de los españoles y de los criollos, la fiesta nacional por excelencia, sería el
seis de noviembre, aniversario del día en que el Congreso de Anáhuac, instalado
en Chilpancingo, hizo la solemne declaración de Independencia.
LA CONSUMACIÓN DE LA
INDEPENDENCIA POR GUERRERO;
EL LEGENDARIO ABRAZO DE ACATEMPAN
Guerrero, no hizo bien en aceptar la “chaqueteada” de Iturbide. Debió
de hacer puesto a Iturbide la condición de quedar subordinado a él, reconociendo
sin discusión su jefatura. Ostensiblemente, Guerrero aceptó por tres razones: la
de que creyó de buena fe que la Independencia propuesta por Iturbide, era la
Independencia que él perseguía; la de que comprendía que con la acción y los
elementos de Iturbide, pronto la Revolución terminaría, estando como estaba él
conforme; y la de que, notablemente el no pensó para nada en reclamar la jefatura
de la Revolución que de derecho le correspondía. Pero en el fondo, otra razón que
indudablemente fue la decisiva se hizo sentir en Guerrero y en los suyos.
La vida en todos sus aspectos es un proceso de adaptación y toda adaptación es una detención de las actividades donde se encuentran obstáculos invencibles, y una dilatación hacia los espacios libres de toda oposición. Cuando
los grupos sociales encuentran otros grupos que no pueden vencer, acaban por
acostumbrarse a considerar éstos como obstáculos insuperables, y por dirigir
sus actividades a otros rumbos; con mayor razón pasa lo mismo cuando el grupo
social opuesto logra sobreponerse al actuante, éste acaba por acomodarse a la
superioridad del otro, y por resignarse a sufrirla. Con tiempo, como es sabido,
tiende a fijarse toda acomodación, y en el carácter determinante de la conducta de
los hombres, se fijan los rasgos de la acomodación al medio físico en que su vida de
relación ha sufrido, como en su tipo físico se fijan los rasgos de la acomodación en
198
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
el medio físico en que su organismo ha tenido que funcionar. De todo ellos resulta,
que los hombres que largamente se han considerado como inferiores, se acostumbran de tal modo a contar con su inferioridad, respecto de los que han sido sus
superiores, que no fácilmente pueden, en un momento dado, asumir sobre ellos una
superioridad efectiva. Aunque tengan en su mano los medios de imponerla.
Durante los tres siglos de la dominación española, los criollos, descendientes de los españoles como eran, tuvieron que ser inferiores a los españoles
mismos, y ya hemos visto que a pesar de sus diferencias con ellos, en las dos primeras revoluciones de la Independencia, no se atrevieron a atacarlos, más tarde,
como veremos más adelante, no se atrevieron a expulsarlos o a destruirlos; y en
toda nuestra vida de independientes, como también veremos más adelante, no
han podido actuar sino como agentes o subordinados de los mismos españoles.
Pues en la misma condición de subordinación atávica en que están los criollos respecto de los españoles, están los mestizos respecto de los criollos y de
los mismos españoles también. Tal tiene que ser efecto indeclinable de las
diferencias de castas. Morelos fue tan fuerte y tan grande, que rompió resueltamente con los españoles y criollos de la casta superior, sobreponiéndose a
los atavismos históricos que sobre él gravitaban; pero Guerrero no estaba en
condiciones de hacer lo mismo. Cierto respeto tradicional para los criollos, fue
indudablemente lo que lo llevó a consentir no sólo en aceptar la conversión de
Iturbide, sino en su propia subordinación a él. Hay que decir la verdad en todo.
Tal fue el verdadero motivo que llevó a Guerrero al abrazo de Acantempan.
De todos modos, lo que consumó la Independencia, fue indudablemente el abrazo de Acatempan y fue Guerrero quien la consumó. El Plan de
Iguala y los Tratados de Córdoba no fueron ya más que los hechos de maquinación
ejecutados por Iturbide para aprovechar en su favor y en favor de los suyos, las
revoluciones anteriores que él no sólo no había favorecido, sino que había combatido con ferocidad y para conducir esos hechos a que pudiera recibir en su
cabeza una corona a la que los peninsulares o gachupines habían desprendido
de la cabeza del rey de España, y que éste y los príncipes de su familia dejaban
torpemente caer.
……
199
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
CONCLUSIÓN
NO SÓLO POR los motivos económicos indicados en varias partes de
este segundo libro y del primero anterior, del esbozo historial que venimos
trazando, sino también por otros motivos más que expondremos con extensiones en el libro tercero, que a los dos ya referidos habrá de seguir; la Revolución materia de dicho esbozo, tenía que pensar en destruir los latifundios. Era
indispensable romper la amortización de la tierra en ellos y dividirlos en muchas
fracciones que darían colocación económica definitiva a los mestizos y a los indios, y que aumentarían enormemente la producción agrícola en beneficio de
todo el país. Pero además de todo ello, la Revolución tenía que encontrar un interés de mayor importancia que todos los expuestos antes, en la destrucción de
los latifundios, y era el de quitar a los Criollos Señores, el punto de apoyo que les
ha permitido laborar con todas sus fuerzas, por deshacer, por estorbar, o por dificultar al menos, cuanto han venido haciendo los mestizos y los indios para crear
la nacionalidad mexicana. Porque como queda bien demostrando en el presente
libro, desde el primer día de la República, los Criollos Señores no han hecho más
que trabajar para destruirla, tratando de llevar su propósito hasta el punto de
deshacer la Independencia y de volver a poner a la nación, bajo el dominio de los
reyes de España. Todo porque los criollos comprenden bien que el día en que
un gobierno nacional, naturalmente formando en su mayor parte por mestizos y
por indios, se llegue a consolidar, arrollará, sin reparos ni contemplaciones todos
los latifundios y obligará a los mismos criollos a incorporarse a la masa total
de la población para que pongan en ella toda su vida, todo su corazón y todo su
pensamiento. De allí el propósito constante, tenaz, implacable, en ellos, en los
criollos, de destruir con sus fuerzas propias, o con las ajenas interiores o extranjeras que se puedan proporcionar, todos los gobiernos que no sean hechos por
los suyos o que no se subordines a éstos, siendo ese propósito, que nadie osará
poner en duda, la real y verdadera causa de todas las revoluciones que han asoleado al país.
Los mestizos y los indios, mucho tiempo hace que habrían acabado con
los latifundios, si no fuera porque la continua inmigración española refuerza de
200
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
un modo constante el número y la posición de los criollos, y porque siempre que
éstos se quejan, las grandes naciones extranjeras, sin enterarse bien de las cosas,
acaban por protegerlos. Podrían las grandes naciones extranjeras, comprender
esta sencilla verdad: que las masas indias de los días de Cortés, eran la planta de la
tierra sobre la cual el grupo español se vino a clavar como la yema de un injerto;
y que es absurdo pretender que la yema absorba toda una vida de la planta, en
vez de que la planta absorba toda la vida de la yema.
Si hemos de decir las cosas con claridad, preciso es que afirmemos, de
una vez por todas, que la verdadera solución de nuestro problema racial, que ya
nos cuesta un siglo de transtornos, de lágrimas y sangre, no consiste en incorporar
al puñado de criollos de sangre española, las enormes muchedumbres de mestizos y de indios; sino al revés, en incorporar, por disolución, el puñado de criollos de sangre española a las enormes muchedumbres de mestizos y de indios,
porque es en la planta madre de la tierra, adonde la yema habrá de distenderse,
hasta el agotamiento, en la elaboración de las unidades de nueva raza, de nuevo
corazón, y de nueva cultura, que habrán de forma la nacionalidad mexicana en
lo prevenir.
201
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
LIBRO TERCERO
ASPECTOS MESTIZOS DE
LA HISTORIA DE MÉXICO
CAPÍTULO II
SITUACIÓN DE LOS MESTIZOS AL COMENZAR
LA VIDA NACIONAL INDEPENDIENTE
E
n los primeros días de la Independencia, los mestizos y los indios creían
haber mejorado de condición, en una proporción mayor de la que correspondía a la realidad. Aparte de la aparatosa teatralidad de la entrada del Ejército Trigarante anticipadamente preparada para causar impresión,
los primeros días de la Independencia, fueron, justamente, días de inmenso regocijo. Con excepción de los peninsulares o gachupines, que habían sido burlados,
todos los demás elementos raciales de la población, estimaban haber mejorado
considerablemente; los criollos o americanos, porque creían haber ascendido
al lugar de los peninsulares o gachupines, en la dirección de los negocios públicos de la nueva nación, sin estar sujetos a poder superior alguno; los mestizos
o insurgentes, porque creían que terminaba para ellos la guerra, dejándolos
colocados en el lugar político si no económico, en que se encontraba antes los
criollos o americanos, porque muchos formaban parte del ejército y porque los
más, esperaban tener una posible intervención en los negocios públicos, que
los criollos mismos no habían llegado a tener; los indios, porque veían desaparecer al poder de los odiados peninsulares o gachupines, porque entendían que
ese poder lo recibían los mestizos o insurgentes, que consideraban sus aliados,
203
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
y porque suponían que había terminado la división social en castas, y que ellos
habían adquirido una condición igual a la de los criollos y a la de los mestizos; y
los negros, porque veían llegada definitivamente su libertad, acompañada de una
ciudadanía legalmente igual a la de los mestizos o insurgentes y a la de los criollos o americanos, o por lo menos a la de los indios.
Bajo los felices auspicios que el contento, casi general, hacía presumir,
comenzó a organizarse la administración pública del nuevo imperio, siguiendo
los lineamientos que le había trazado el Plan de Iguala. Este que era la forma
práctica de realización de las ideas criollas, prescribía la formación de la junta provisional gubernativa a que nos referimos en otro lugar, y cuyos miembros Iturbide
designó, como era natural, escogiéndolos entre los españoles y criollos más prominentes, y excluyendo, de un modo absoluto, a los insurgentes o mestizos.
Tras el imperio de Iturbide, vino la República, y en ella la presidencia del
general Victoria. Acerca de ésta, en el libro anterior dijimos lo siguiente:
En todo el periodo presidencial del general Victoria, el gobierno estuvo
en manos de los criollos, y ellos hicieron la elección del general Manuel Gómez
Pedraza para el segundo periodo. Los criollos seguramente se proponían que el
centro de gravedad de los gobiernos republicanos, no saliera jamás de su clase.
Como era lógico que sucediera, desde los primeros días de la República, apareció la división que separaba, de un lado a los criollos y a los españoles,
representante de la antigua casta superior, y de otro lado, a los mestizos y a los
indios, representantes de la casta intermedia y de la inferior respectivamente.
La división tuvo como motivo inicial, ocasional y sin importancia, el establecimiento de las lógicas masónicas. Los criollos y los españoles, aquéllos muy
influidos por éstos, eran partidarios del gobierno central, fuerte y único a la
manera de los gobiernos europeos, y se filiaron en las logias escocesas, y los
mestizos (los indios apenas si tomaban parte en esas cosas) eran partidarios
del sistema federal, descentralizado a la manera del gobierno de los Estados
Unidos y se filiaron en la lógicas yorkinas.
204
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO IV
LAS REFORMAS AGRARIAS DESDE
LA INDEPENDENCIA HASTA EL PRINCIPIO
DE LA REFORMA
EL PROBLEMA BÁSICO DE LA VIDA NACIONAL
M
UCHOS PROBLEMAS, todos ellos preñados de magnas dificultades,
tenía México que resolver para construirse en verdadera nacionalidad; pero el principal de todos ellos tenía que ser y eficientemente lo
era, el de dar asiento económico a los mestizos, y el de ensanchar un poco el que
los indios habían logrado conservar en sus pueblos.
Mientras que México fue la Nueva España, esto es mentira de la Nueva
España fue parte integrante de la España principal, las propiedades territoriales
que los españoles tenían en la forma de la propiedad privada, eran propiedades
de la Nueva España misma, es decir, eran propiedades mexicanas, como las de
los pueblos de los indios; en igual caso estaban las minas que pertenecían a los
españoles; pero cuando se hizo la Independencia, como ni el Plan de Iguala ni
los tratados de Córdoba, cuidaron de declarar, como debían haberlo hecho, la
nacionalización de los españoles que quedaban en el país, ni se estableció que
dichos españoles que ni se estableció que dichos españoles pudieran optar entre
la nacionalidad española y la mexicana, en el primer caso las propiedades territoriales y mineras que tenían, resultó que las propiedades territoriales y minerales
de los españoles eran muchas y todas de grande extensión, lo cual quiere decir que
de plano y de repente, escapaban al dominio de los mexicanos, grandes superficies
del territorio nacional, para convertirse en porciones extranjeras enclavadas en
205
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
dicho territorio. Pero hay más aún, dada las circunstancia de que los criollos se
consideraban españoles también, y también eran dueños de muchas propiedades
territoriales de gran extensión, en proporción tal, que reunidas las de los españoles
y las de los criollos, eran en conjunto la mayor parte del territorio nacional, tenía
que suceder, que las propiedades de los criollos pugnaran por unirse a las propiedades españolas y que unidas unas y otras, importaran la sustracción casi total
del territorio nacional del dominio de la nación mexicana. Y tan cierto es lo que
acabamos de decir, que llevamos un siglo de ver a las propiedades de los españoles,
amparadas con su extranjería, en contra de las leyes mexicanas, y a las propiedades
de los criollos ampararse con la condición de las propiedades de los españoles. Por
este título y por los que llevamos expuestos en los capítulos anteriores, era lógico
de los mestizos y de los indios por lograr que los españoles fueran expulsados.
Pero como a pesar de las intenciones geniales de Zavala y del firme
carácter de Guerrero, ni el uno ni el otro acertaron de pronto a encontrar la forma
jurídica de nacionalizar las propiedades territoriales de los españoles, la expulsión
de éstos de poco sirvió; los españoles, con la ayuda de los criollos pronto se pusieron del golpe, y el mismo Zavala indicó a los sucesores de Guerrero que eran los
reformistas de Gómez Farias, un nuevo medio de arrancar a los españoles y a
los criollos, el arma de las grandes tierras sustraídas a la acción de los gobiernos
nacionales, y fue el de la división. Este tenía que terminar pronto y que echar
dilatadas y profundas raíces en el medio social de aquel tiempo, porque a la vez
que deshacía en las manos de los españoles y de los criollos, la fuerza feudal de
las grandes propiedades, o sea, de los latifundios, tendía a resolver el problema de
la alimentación general, que es en todas partes del mundo, como ya antes dijimos,
el primero y principal de todos los problemas.
LOS MESTIZOS Y LOS INDIOS COMENZARON
A MINAR LA SUPERESTRUCTURA DE LOS
CRIOLLOS Y DE LOS ESPAÑOLES
Es muy fácil de comprender, que a pesar de no haberse consumado la
Independencia del modo debido, con ella habían variado mucho las cosas. Antes
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
de ella los mestizos y los indios estaban política y económicamente sujetos a los españoles y los criollos; la actividad de los mismos mestizos e indios, no podían pasar de
los límites que les fijaran los criollos y los españoles. Esos límites eran siempre los
de la producción costeable y provechosa; a los mestizos y a los indios, sólo les era
permitido dedicarse a los recursos de actividad y de comercio, que los españoles
y los criollos desdeñaban. Tal tenía que ser el resultado indeclinable de dejar a
los mestizos sin terrenos y a los indios sin moneda. Los primeros, tenían que ser
empleados, dependientes u obreros de los españoles y de los criollos, puesto que
no tenían tierras de qué vivir, ni recursos con que hacer producción propia; los segundos, o sea los indios, podían vivir en su irreductible libertad, puesto que bien o
mal, tenían las tierras de sus pueblos, pero a condición de no hacer capitalización
alguna, por falta de moneda.
Las revoluciones de la Independencia, como todas las revoluciones,
se tradujeron en una mejor repartición de los recursos económicos totales; en
esa repartición, los mestizos y los indios, aprovecharon todos los efectos de
consumo, todos los bienes muebles y todas las cantidades de dinero que pudieron
allegar, y con esos recursos y con los medios de acción que les dieron los puestos
que lograron alcanzar en el ejercicio y en la administración pública comenzaron
a vivir . Pocos eran tales elementos; sin embargo, con ellos los mestizos y los
indios, comenzaron a minar la superestructura de los criollos y de los españoles,
obteniendo los lentos pero seguros resultados que ya hemos visto.
……
LAS REFORMAS DE LOS FRACCIONAMIENTOS
ERAN Y HAN SIDO SIEMPRE, LAS VERDADERAS
REFORMAS AGRARIAS
Es a todas luces evidente, que el verdadero problema de las reformas agrarias, aspiración suprema de los mestizos, era el fraccionamiento de los
latifundios, o sea de las haciendas rurales de los españoles y de los criollos, y
que tales reformas tenían que ser una obra de grandísimo aliento. El justamente
Célebre Informe del muy Ilustre Jovellanos era bien conocido en México. Igualmente eran bien conocidos en México los sucesos de la revolución francesa.
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Aunque, por supuesto, nadie entonces había podido definir y menos exponer
al juego de los factores poderosos que entre la palabrería de los discursos, los
lamentos de las ejecuciones y los cañonazos de los combates, hicieron en la
parte principal de Europa, la transformación de la gran propiedad de los nobles,
en la copiosa pequeña propiedad de los campesinos, todo por instinto adivinaban que en tal juego estaba el resorte primordial de las estupendas campañas
napoleónicas, y que ese resorte, algo profundamente humano e inmensamente
trascendental, despertaba en el pecho de los soldados franceses movidos por el
genio de Napoleón. Posiblemente Zavala que ha sido el más profundo político
de nuestro país, juzgado al menos por los intentos reformistas que se empeñó
en realizar, llegó a comprender con la claridad con que lo comprendemos nosotros, que el secreto de toda las campañas napoleónicas estaba en que iban dirigidas a derribar los tronos que se apoyaban en una nobleza de grandes propietarios, de grandes hacendados, cuyas haciendas ocupaba, fraccionaba y realizaba
en lotes pequeños y baratos, ganándose la adhesión de todos los campesinos
europeos y recogiendo con el precio de los lotes que vendía grandes cantidades de
dinero, con las que volvía a Francia a recompensar a sus soldados victoriosos
y a preparar las campañas futuras. De todos modos los espíritus adelantados y
generados de México, convenían en la necesidad urgente de las reformas fraccionadoras de las grandes propiedades rurales, si bien todos se daban cuenta de
las dificultades que dichas reformas tenían que presentar. Tales reformas, eran
las verdaderas reformas agrarias que el país requería.
Entre nosotros el problema del fraccionamiento de los latifundios, era el
verdaderamente capital, porque destruía el sistema en que se apoyaba fundamentalmente el régimen de las castas, multiplicando el número de las porciones pequeñas
dedicadas a la producción agrícola, favorecía a un número considerablemente mayor
de personas con esa producción, y daba a los mestizos y a muchos indios la oportunidad de llenar esa mayor número de personas, logrando así su propia multiplicación,
su propio desenvolvimiento económico y su propio florecimiento cultural.
Las medidas de atención a los indios, a la manera colonial, en los ejidos,
no se llegaron a suspender en ningún tiempo ni en ninguna parte, hasta los días
de la Ley de Desamortización, que les dio un nuevo curso si bien se pasaba sobre
ellos a cada momento en los días de gobiernos criollos.
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CONCLUSIÓN
LA PERSPECTIVA que ofrecen en conjunto los sucesos referidos y los
hechos de mostrados en los tres libros, que con el presente llevamos publicados ya, permitirá a nuestros lectores ver sin esfuerzo, que de la Independencia
para acá la identidad de los motivos de origen,de las circunstancias de desarrollo,
de las desorientaciones por desviación y de la pequeñez e insignificancia de los
resultados finales de tal modo relacionan y enlazan todos los movimientos aislados de perturbación, y todas las revoluciones de conjunto, que no puede caber
duda alguna acerca de que aquéllos y éstas, son partes de un mismo todo, o sea,
episodios de mayor o de menor grado, de una sola revolución que ha durado más
de un siglo.
La Revolución total de nuestra vida de independientes, que como todos
los fenómenos de la vida se ha desenvuelto en ritmos, cuyos nodos han sido los
fugaces periodos de paz ha tenido un solo objetivo claro y perfectamente delineado, que ha sido destruir la gran propiedad, o sea, las grandes haciendas, y dar sus
tierras a los mestizos, para que éstos tengan el asiento económico de la producción agrícola que dichas tierras pueden rendir.
En tanto existan los latifundios, es decir, en tanto que haya haciendas
en el territorio nacional, todo periodo de paz será transitorio: tras él vendrá la
revolución inevitable, perseguido su propósito invariable y trascendental. Por supuesto, que quienes actúan dentro del expresando propósito, son, en realidad, los
vendedores revolucionarios, mejor dicho, los únicos.
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
LIBRO CUARTO
LA DICTADURA PORFIRIANA
CAPÍTULO I
LA SUPERESTRUCTURA DE LA
DICTADURA PORFIRIANA
EL ASCENDIMIENTO DE LA DICTADURA
EL CUIDADO DEL GENERAL DÍAZ POR MANTENERSE
ENTRE LOS MESTIZOS
P
OR SI NO hubiéramos expuesto con suficiente claridad en los libros anteriores, cómo a favor de su mimetismo peculiar, los criollos, que no son nunca
quienes hacen las revoluciones, son siempre quienes las aprovechan, creemos oportuno insistir sobre ese particular porque el echarse en brazos de los
criollos, desdeñando a los suyos, ha sido el error capital de los caudillos, de todas
nuestras revoluciones, y el general Díaz, mientras tuvo fuerzas físicas, lucidez
mental, y voluntad activa, procuró escapar de tal error.
Hemos dicho que luego que alguna causa está por triunfar (siempre
triunfan las de los mestizos y de los indios contra las de los criollos y las de los
españoles), los españoles y los criollos se apresuran a incorporarse a los triunfadores, y a declararse los más ardientes partidarios y los más celosos guardianes de los principios de la causa triunfante; con ellos, y con saber adular a los
caudillos, piden y obtienen los puestos principales, con perjuicio directo de los
luchadores, a quienes se ha debido en realidad el triunfo; y una vez los criollos y
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
los españoles, en los mejores puestos, van eliminando poco a poco a los revolucionarios para colocar a los suyos, acabando por adueñarse completamente de
la situación y por convertir su derrota aparente en una victoria efectiva. Claro es,
por supuesto, que una vez dueños de la situación, hacen en nombre de la nueva
Revolución lo que antes hacían en nombre de su causa propia, y las cosas siguen
lo mismo, hasta que provocan una Revolución más en la que producen del
mismo modo.
El general Díaz, todo el tiempo en que fue dueño de si mismo, procuró
escapar, como ya dijimos, de la funesta influencia de los criollos, y si su dictadura
duró tanto, se debió principalmente a que procuró, en cuanto le fue posible,
no perder el contacto de los suyos. La correspondencia particular del licenciado
Rosendo Pineda (personaje a quien nos referimos en su oportunidad), publicada
en estos días por “La Prensa” de San Antonio, Texas, y por “La Opinión” de los
Ángeles, California, ambos de la casa Editorial Lozano, confirman plenamente
cuanto acabamos de decir. Si por virtud de su matrimonio, por las consecuencias
que éste llegó a alcanzar y más que todo por su decrepitud llegó a separase de sus
partidarios, y hasta a atacar a éstos, ello no fue de un modo consciente; por su
deliberada voluntad no habría hecho jamás traición a los suyos.
……
LAS IDEAS DE REFORMA SOCIAL
DURANTE LA DICTADURA
La Dictadura Porfiriana, en los días de su ascendimiento, o sea desde
1884 hasta 1900, no estuvo cerrada a la exposición y a la propagación de las
nuevas ideas de reforma social entonces en boga.
Merced a la generalidad en las clases ilustradas, del uso de la lengua
francesa, desde la Restauración de la República después del Imperio, todas las
ideas filosóficas que alcanzaron crédito en Europa, fueron bien conocidas en
México. A raíz de dicha Restauración, el coronel Alberto Santa Fe publicó un
periódico que se llamó “La Revolución Social.” Las doctrinas socialistas de Marx
y de Engels, no sólo eran conocidas desde entonces, sino que fueron abiertamente
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
propagadas a ciencia y paciencia de la Dictadura; por varios años, se publicó
en esta capital un periódico que se llamó “El socialista”. Igualmente llegaron a
México en esos días, las interpretaciones que los socialistas hicieron del estallido
comunista de París y hubo en el país comunistas positivos.
Desde principios del siglo anterior, un irlandés, mister Robert K. Owen,
hizo en Europa algunos intentos de colonización comunista, que llamaron la
atención. En un estudio inédito escrito por nuestro amigo e inteligente periodista José C. Valadez, con el título de Topolobampo, la metrópoli socialista de
occidente, dice lo que sigue:
Robert K. Owen, había luchado en 1828 cerca del Gobierno de México, para que
se le permitiera establecer grandes colonias agrícolas y socialistas en el Estado de
Texas. Owen había ya alcanzado celebridad mundial por la fundación de la colonia de New Lanark en Inglaterra. El zar de Rusia le había invitado para que
estableciera colonias semejantes en territorio ruso; el Rey de Prusia había hecho
una visita especial a New Lanark, mostrándose sorprendido de la obra realizada
por Owen.
Owen fundó varias colonias de las cuales algunas lograron vivir y otras
fracasaron ruidosamente, según la expresión de nuestro amigo Valadez ninguna
de ellas se estableció en México, no obstante que Owen consideraba a México
como la región más favorable para sus colonias.
Años después, en 1872, otro Owen, Alberto K. Owen, insistió en buscar en México el lugar de asiento de la gran colonia comunista con que ambos
soñaban. Según su propia relación, los indios de Sinaloa le indicaron el lugar que
ellos llamaban Ouira del que hablaban con el más vivo entusiasmo y buscando
ese lugar que se llamaba también Topolobampo, fue aceptado con entusiasmo
todavía mayor, por Owen, que proyectó desde luego un ferrocarril que lo ligara
directamente con Nueva York, juzgando que la colonia que pensaba establecer
sería la Nueva York del Occidente y dejaría muy atrás a San Francisco.
Hombre de acción, como era, Owen trabajó con los gobiernos de México
para establecer su colonia, y obtuvo, primero del general González, la concesión
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
del Ferrocarril a Nueva York, y del general Díaz, después, la concesión de establecer la colonia comunista; comunista en el sentido propio de esa palabra. El
general Díaz concedió para la colonia trescientos mil acres de terreno en torno
de Topolobampo y diez millones de acres para el ferrocarril…
En los días en que se fundaba en Sinaloa la colonia comunista de
Topolobampo, nosotros (el autor del presente esbozo historial) muy dados entonces, como los marxistas nacionales ahora, a la idea de que los defectos del
estado social de los más integrados estados europeos, podían eliminarse, corrigiendo y mejorando el plan teórico de dicho estado social, nos decidimos a seguir el camino indicado por el filósofo alemán Max Nordau y escribimos un folleto con el título de “El Evangelio de una Nueva Reforma” tratando de demostrar
que en el sistema capitalista lo malo no estaba en la creación y en la acumulación
de capital que un hombre hace para su uso exclusivo y que construye la propiedad
privada, sino en la prolongación que es costumbre hacer de esa propiedad más
allá de la vida del propietario, por medio de la herencia. Substancialmente nuestra
argumentación era que toda fortuna es el producto de dos fuerzas concurrentes,
la del individuo que la crea y la de la sociedad que contribuye con un noventa por
ciento a su creación y que por lo mismo, muerto el autor de ella, la sociedad debía
recogerla para evitar los dos más funestos efectos del capitalismo, que son la acumulación de capital en pocos dueños y la multiplicación de los ineptos, a expensas
de los aptos, nuestro folleto levantó una tempestad de protestas. “El Universal”
(año de 1895) dedicó sus editoriales de una semana a combatirlo, y “El Siglo XIX”
hizo otro tanto. “El Partido Liberal” nos prestó sus columnas para defendernos.
Nosotros desde entonces nos dábamos cuenta de que la articulación
sucesiva del pacto social de Rousseau, la organización concentrada de la industria,
por efecto de la utilización de las máquinas grandes, el servicio militar obligatorio, y la enseñanza obligatoria, conjugadas con el crédito progresivo de las ideas
económicas propias de la cultura occidental, más temprano o más tarde, llegarían
a procurar de hecho poner todas las actividades productoras de toda nación, en
manos del gobierno, con la ilusión de que éste dejaría de ser fuerza coactiva para
convertirse en capacidad directora; la misma ilusión, en suma, que en el campo
político creyeron subsistir a los monarcas absolutos, imperativos y tiranos de los
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
siglos XVII y XVIII, con los Presidentes de la República, a los que teóricamente se asignaba el simple papel de símbolos de regulación que debía hacerse
por si misma…
En suma, durante el tiempo en que el general Díaz dominó sus facultades, fue tolerante con las ideas de reforma social que siempre permitió ensayar
bajo sus propio gobierno; desde que comenzó su decrepitud, cuidadosamente
ocultada por los criollos, comenzaron a aparecer los actos de intransigencia,
de la feroz intransigencia que fue creciendo, creciendo y exteriorizándose en
actos de barbarie tan increíble como los del Río Blanco y Velardeña, que empurpuraron de sangre los ficticios esplendores de los últimos días de su poder.
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO II
LA SUPERESTRUCTURA DE LA DICTADURA
PORFIRIANA. LA DICTADURA EN LA
CULMINACION DE SU PODER
L
MÉXICO A LAS PUERTAS DE LA
ORGANIZACIÓN INDUSTRIAL
OS PROBLEMAS mexicanos son de una extrema complejidad. Para comprender bien cada uno de sus términos, hay que rastrear desde muy lejos
los factores fundamentales, y esos factores están de tal manera enredados unos con otros, que nosotros al tratar de algunos de dichos términos, no
tocados todavía, nos vemos en el preciso caso de relacionarlos con otros, ya anteriormente expuestos en otras partes, lo cual nos obliga a inevitables repeticiones.
En el libro inmediato anterior, tercero del presente esbozo historial,
refiriéndonos al sistema monetario de la dominación española que creó el peso
que llegó a tener circulación universal, dijimos lo que sigue:
Pero como ya hemos dicho antes, la ciega animosidad de los españoles y más
tarde de los criollos, sus herederos y sucesores, contra los indios, deshizo en el
interior, casi todos los beneficios que pudo haber producido un sistema monetario
que por lo acertado y provechoso, no ha tenido igual en ninguna época de la historia humana.
En efecto, los españoles hicieron todo lo posible para que los indios no pudieran
tener la moneda necesaria para su capitalización. Cuando vieron que no podían
tenerlos ni como esclavos ni como siervos, sino que tuvieron que aceptarlos como
trabajadores libres, y tuvieron que acomodarse al trabajo que ellos podían hacer, y
como lo querían hacer, no pudiendo privarlos del futuro de su trabajo, a la manera
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
antigua, idearon un nuevo procedimiento que consistió en reducirles todo lo más
que fue posible el salario o jornal, por dos series de maquinaciones que han llegado hasta nosotros y son el de pagarles ese salario o jornal, en especie, en semillas
y en efectos de la tienda de raya, y el de obligarlos con diversos pretextos religiosos, para los que el clero prestaba conscientemente su complicidad, con deudas
enormes que pasaban de padres a hijos y que facilitaban descuentos arbitrarios,
hechos a voluntad.
Con los procedimientos a que acabamos de referirnos y que, repetimos, han llegado
hasta nosotros, los indios no pudieron tener moneda jamás, no pudieron producir
por cuenta propia, no pudieron ahorrar, no pudieron capitalizar, no pudieron formar empresas chicas ni grandes de industria y de comercio. Pero ni siquiera podían
vivir, puesto que el salario o jornal, les era reducido a menos de lo indispensable
para mantener la vida animal, y eso cuando no se les hacía trabajar sin jornal, ni
salario, para la iglesia, para la autoridad civil, para todo el mundo. El sistema de
exigir trabajo a los indios, para servicios públicos, sin siquiera darles de comer, es
común y corriente todavía.
Pero lo singular es que si no se dejaba a los indios ni conseguir ni tener moneda,
sí se les exigían en ellas los tributos. El impuesto de la capitación, que se cobraba
por cada cabeza de indio, era profundamente odioso, por lo difícil que era a los indios pagarlos, y por ser cobrado con inicuas violencias personales; ese impuesto ha
llegado hasta nosotros.
…La necesidad primordial del país, después de la necesidad de la marina, en los
días a que venimos refiriéndonos era indudablemente la de los ferrocarriles. Nada
podía el país agradecer a un gobierno, cualesquiera que pudieran ser las faltas que
pudiera cometer, como la construcción de las grandes vías ferrocarrileras. Ya se
habían comenzado a tender las dos grandes vías troncales, y en ellas se trabajaba en
varios tramos a la vez; centenares de ingenieros hacían los trazos, la nivelaciones y
los señalamientos; millares de cuadrillas de peones formaban las terracerías, millares
de hacheros cortaban los durmientes en las montañas, millares de albañiles levantaban la mampostería de los puentes y de las alcantarillas; y los agentes contratistas,
proveedores y pagadores, iban y venían, pagando jornales nunca esperados, con pesos
mexicanos de plata, en cantidades que no se habían visto jamás, y que se distribuían
de tal modo, que hasta los indios más pobres, llegaban a palpar, la posibilidad de una
modesta capitalización.
218
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
Como eran natural el sosiego de la tranquilidad pública, la actividad de los trabajadores productivos, el trasegamiento de la población que iba y venía de los puntos
más lejanos, el ensanchamiento progresivo del comercio, las nuevas posibilidades
de las industrias, las palpitaciones, en suma, de la vida colectiva que se dilataba,
merced al aumento de los medios de producción y de circulación de las riquezas,
parecían realizar el segundo de los propósitos de los generales González y Díaz en
términos no soñados por ellos mismos. La economía nacional comenzaba a formarse y prometía los mejores frutas.
Desde luego, la dictadura fue construida pocos años después de la intervención, cuando la acción de los cien millones de francos que dicha intervención
trajo en oro, y que casi en su totalidad dejó aquí, no acababa de perderse de un
modo completo. Después contó con los millones de pesos derramados profusamente en todo el país por las obras de los ferrocarriles. Por último, contó con las
aportaciones de capital que produjeron las empresas de empleo de los capitales
extranjeros, y con las sumas que produjo la venta de las minas y de los demás
buenos negocios que había en México.
El aumento y la actividad de la mayor circulación monetaria, producida
por los factores expresados antes, hizo posibles y hasta fáciles todos los trabajos
políticos encaminados a llamar a todo el mundo a la mesa del bienestar, como lo
expuso el mismo general Díaz en el memorable brindis del teatro nacional a que
ya nos hemos referido en otra parte, pues es a todas luces evidente que la abundancia hace siempre más fácil obtener lo que se desea, por los medios pacíficos
del trabajo que por los riesgos atentados de la violencia.
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO IV
LOS BAJOS FONDOS DE LA DICTADURA
PORFIRIANA. LOS ATROPELLOS
INCALIFICABLES
L
LOS PRIMEROS CONFLICTOS DEL TRABAJO Y
LAS REPRESENTACIONES TERRORÍFICAS
OS CAPITALES EUROPEOS recientemente venidos, exigieron algo más
que las garantías de la Constitución. Habían vendido en tiempos en que
los trabajadores de Europa comenzaban a hacer sentir su acción, merced
a sus organizaciones colectivas, y huían de los peligros de esos trabajos, creyendo
no encontrarlos aquí, o buscando que aquí la fuerza de la dictadura les impidiera
desarrollarse. Los científicos estuvieron de acuerdo, y el tono de los periódicos
que les estaban subordinados, que eran todos, no deja lugar a duda alguna sobre
el particular. Hubo, por supuesto, protestas en los pequeños periódicos de oposición, que dieron lugar a represiones brutales. Los obreros comenzaban a organizarse. Los sucesos corrían con rapidez: con igual rapidez avanzaba la decrepitud
del general Díaz y con ella crecía la audacia de los científicos. Relámpagos de
malestar estremecían los ánimos por todas partes. Por fin estallaron los primeros
conflictos del trabajo, encontrando a los científicos bien preparados para resistirlos y contrarrestarlos.
Al principio parecieron bastar las deportaciones a Yucatán. Después ya no.
Las represiones de las huelgas de Cananea en Sonora, de Río Blanco en Veracruz y
de Velardeña en Durango, marcan una línea ascendente de ferocidad de represión;
en Cananea se fusiló sin formación de causa; en Río Blanco se disparó sobre las
mujeres y los niños que encerrados en un círculo infernal, por donde quiera que
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
corrían huyendo de la matanza, se encontraban soldados que les disparaban a sangre fría; y en Velardeña hubo algo más, pues hubo trabajadores enterrados vivos.
El país estaba profundamente conmovido; y con la instintiva atinencia
que los pueblos tienen, señalaban como autores principales de sus dichas a los
científicos que a la hora de las responsabilidades pretendieron bañarse en agua
de rosas, culpando al general Díaz que ya no gobernaba, o a los generales y soldados que hicieron las bárbaras ejecuciones en el terreno; no, la responsabilidad,
está en los que por servir a los intereses capitalistas, que ellos mismos habían
atraído y habían logrado establecer entre nosotros, aconsejaron reprimir a sangre
y fuego, sin piedad, sin misericordia, los primeros impulsos de defensa de los
trabajadores en las cruentas luchas de pan.
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO V
LAS CUARTEADURAS DE LA DICTADURA
PORFIRIANA, LA REVOLUCIÓN LATENTE Y LA
INMEDIATA CONTRARREVOLUCIÓN ACTIVA
LA TRAICIÓN DEL GENERAL DÍAZ A LOS SUYOS
Y
A HEMOS DICHO en otra parte, que inconscientemente, la segunda esposa del general Díaz había producido en él respecto de los suyos, una
desviación que la había alejado de ellos, interponiendo entre unos y
otros a los Criollos Nuevos, o sea a los Científicos, y hemos dicho que el jefe de
éstos, sucesor directo de Romero Rubio, era Limantour.
Nosotros conocimos muy bien a Limantour, desde antes de que fuera
Ministro, pues asistimos como oyentes a las clases de Economía Política que
daba en la Escuela de Comercio. Era un criollo nuevo, cabal, hijo de francés, que
nació rico, que vivió con holgura, que hizo su carrera de abogado en México
y que durante los mejores años de juventud viajó por Europa, y vivió en París.
Alto de estatura, delgado, de cara pálida y de aspecto general enfermizo, era serio,
cortés, culto y refinado. Era en suma un gran señor, que representaba dignamente
a los suyos, y que mostraba la superioridad cultural de los Criollos Nuevos sobre los antiguos Criollos Señores. Era además un economista de ciencia cierta,
y de perfecta educación para los altos negocios financieros.
……
Por entonces ocurrieron en el mundo científico grandes sucesos: se descubrieron las ventajas del petróleo como combustible, se inventaron los motores de
explosión que, alimentados con los carburos derivados del mismo petróleo, trabajaban con un costo insignificante y, a consecuencia de las nuevas aplicaciones
223
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
del propio petróleo como combustible y de la progresiva multiplicidad de los
expresados motores de explosión, la importancia comercial del petróleo subió
considerablemente. En México se encontró petróleo y comenzó desde entonces
una gran lucha, que no termina aún, entre los ingleses y los americanos por
dominar la producción de ese precioso líquido que en los litorales del Golfo
había empezado a brotar con abundancia. El insigne error de que somos un país
español, y el absurdo de mayor magnitud todavía, de que por ser país español
estábamos forzosamente incorporados al sistema político europeo en nuestra
supuesta calidad de país latino, nos llevó a creer que debíamos dar preferencia
a los intereses europeos sobre los intereses americanos, y nadie más a propósito
para llevar al país en esa dirección que Limantour.
Los méritos de Limantour, abultados a toda fuerza de inflación por los
periódicos de los Criollos Nuevos, o sea de los Científicos y seguramente la íntima
y oculta inclinación del general Díaz por la dirección europea de nuestro destino
nacional, estuvieron a punto de decidir el problema de la sucesión presidencial,
con la presidencia de Limantour, por suponer que contaría con la aprobación
de todo el mundo. Al acercarse las elecciones de 1900, el general Díaz habló con
varios de sus amigos sobre el particular, no sabemos si para buscar su adhesión o
para explorar su pensamiento. Hasta hizo redactar un manifiesto para explicar,
por su parte, el abandono del poder; pero todo induce a creer que las ondas de
desaprobación que vinieron de todas partes y que el Ministro de Instrucción
Pública hizo diestramente llegar al mismo general Díaz hicieron a éste cambiar,
si no de propósito, al menos de procedimiento.
Con el oído fino que tuvo siempre el general Díaz para percibir hasta
los más ligeros rumores de opinión, en tanto fue dueño de sus facultades, se cercioró de que la gran masa de los mestizos y de los indios, no recibiría con gusto
a Limantour, se cercioró también de que unos y otros fijaban sus preferencias en
el general Reyes; y sin desistir de su propósito de imponer a Limatour, resolvió su
quinta reelección para preparar las cosas con más tiempo y mayores seguridades.
Experto piloto en los mares de nuestra política, trató de allegar para Limantour
el concurso de los mestizos y de los indios, obligando al general Reyes por el
sentimiento del honor militar y por la conciencia del deber patriótico, a apoyar
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
a Limantour. Realizada tal combinación, el general Díaz entró en el periódico
de su quinta reelección. Al comenzar el primer año del presente siglo, el general
Reyes vino a ocupar la cartera de Guerra en el gobierno del general Díaz.
En el fondo la constitución de la forma política Limantour -Reyes, era
el segundo acto tracendental del general Díaz contra los suyos, y este segundo
acto era un acto de traición que indicaba en el cerebro del general Díaz, siempre tan lúcido, un estado singularmente anormal. En el general Díaz, por una
parte, la senectud comenzaba a hacer su efecto, y por otra parte, se hacía sentir
ya mucho la distancia que lo separaba de los mestizos y de los indios, porque sí
sabía que existía un estado de mutua repulsión latente entre los mestizos y los
indios de un lado, y los criollos nuevos o científicos del otro y sabía igualmente
bien, que la fuerza potencial estaba en los primeros que eran las verdaderas fuerzas vivas de la Nación, las que a él lo habían elevado y lo seguían sosteniendo;
si él mismo formaba parte de ellos, por su nacimiento, por su educación y por
su carrera, parece natural que hubiese procurado que en ellos mismos siguiera el
poder, invirtiendo la fórmula. Los científicos se han esforzado por explicar que
la preferencia concedida a Limantour era un moda de atraer hacia la causa de
la pensada transmisión del poder, el favor de los intereses extranjeros, que éstos
importaban más al general Díaz que todos ellos juntos, es decir, que los criollos nuevos o científicos, y que el general Díaz siempre cuidó mucho de tener el
apoyo de la opinión extranjera. De cualquier modo que haya sido, no debió de
haber quebrantado nunca la preponderancia que los suyos habían logrado alcanzar, burlado su buena fe. Porque subordinando a los mestizos y a los indios por
una parte, y por otra, el general Reyes, que era la genuina representación de unos
y otros, a la autoridad de los criollos nuevos o científicos y de su jefe, Limantour,
no sólo hería profundamente el sentimiento colectivo de los mismos mestizos e
indios, negándoles el merecimiento de la presidencia y la capacidad de desempeñarla con acierto, si no que a favor de la confianza que habían depositado en él,
trataba de quitarles a ellos en conjunto, el poder efectivo, la dirección misma del
gobierno de la Nación, que en ochenta años de lucha habían logrado adquirir
para entregarlo a un grupo criollo, el de los criollos nuevos, o sea, el de los
científicos, deshaciendo así, de un golpe, la obra benemérita del Partido Liberal,
que había representado a los mestizos y a los indios anteriores.
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
EL PUNTO DE PARTIDA DE LA REVOLUCIÓN
No puede ser puesto en duda que fue un error de parte del general Díaz,
haber pensado en un consorcio imposible entre los mestizos y los indios, de una
parte, y los criollos nuevos o científicos de la otra; fue una ilusión de parte de
los criollos nuevos o científicos haber creído que la sumisión personal del general
Reyes era y aseguraba tal consorcio; y fue un error de parte del general Reyes
el haber consentido en figurar en él. Mayor error todavía de parte del general
Reyes fue el de haberse entregado para asegurar la fuerza del nuevo gobierno y
para alejar su propia actividad de todo campo político, a organizar militarmente a
todo el país, con la Segunda Reserva, que daba instrucción militar a la población
entera, dejándola instruida y preparada para una acción vigorosa que pudiera ser
necesaria en cualquier momento, porque tal organización parecía encaminada, en
el interior, a ejercer un dominio efectivo sobre el gobierno que tenían el compromiso de sostener, y en el exterior, a una acción militar sospechosa para los Estados Unidos, precisamente en el momento en que los motores de explosión, alimentados con los derivados del petróleo, que a la vez brotaba abundantemente en
el país, iniciaban una Revolución Industrial en todo el mundo, y en que el Japón
tomaba posiciones serias para el dominio futuro del Océano Pacífico. Bastó la
chispa de un periódico que se publicó sin otro objeto que el de dirigir algunos
ataques personales a Limantour, por asuntos sin importancia, para que se tomaran tales ataques como sugeridos, si era que no dirigidos, por el mismo general
Reyes. La intervención personal del señor Ramón Corral, entonces Gobernador
del Distrito Federal y jefe superior de la Policía, que encontró el original de un
artículo escrito en papel del licenciado Rodolfo, hijo del general Reyes, sirvió de
prueba concluyente para acusar ante el general Díaz, al mismo general Reyes, de
deslealtad para con Limantuor. El general Reyes se defendió con la verdad: nada
había él tenido que ver en el asunto; pero el general Díaz empezó a desconfiar
del general Reyes y perdió la fe en el proyectado consorcio cuya consolidación se
hizo ya imposible y como sin él la candidatura de Limantour era más imposible
todavía, si ello puede decirse así, el general Díaz dejó de pensar en Limantour
y éste tuvo que renunciar su candidatura. El embrollo pareció no tener más
solución que una nueva reelección del general Díaz, creando para el nuevo
periódico la vicepresidencia. Así al menos lo juzgaron todos, y entre tanto
226
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
ello se hacía el general Reyes tomó de nuevo el camino de Nuevo León.
La fórmula Limantour-Reyes había fracasado; su fracaso marca el punto de
partida de la Revolución.
EL FIN DE LA DICTADURA
Aunque hasta entonces los éxitos militares del modernismo en le interior del país, carecían de verdadera significación (no la llegaron a tener nunca en
realidad para explicar la caída de la Dictadura), supuesto que los Estados Unidos
estaban en su favor, más o menos tarde los mismos Estados Unidos lo harían
triunfar. El general Díaz, que lo sabía mejor que nadie, no pensó ya más que en
abreviar la solución transmisora de su poder en la forma no prevista en que se
presentaba. Había que hablar con los rebeldes para que cuanto antes se hicieran
dueños de la situación; la cosa era sencilla. Los criollos señores mostrándose,
ya en pleno, por encima de la organización maderista y de Madero mismo, se
presentaron para recibir como froto de la Revolución, el lugar que ocupaban los
criollos nuevos, o sea los científicos, y para recibir más tarde,la herencia política
de la Dictadura; el mismo Limantour abandonó a los suyos, a los científicos, a
los criollos nuevos, a quienes llamó ladrones, para ponerse al frente de los que
llegaban; y el general Díaz, a quien ya importaban lo mismo unos que otros,
se manifiestaba conforme. Todo, pues, estaba arreglado, la política de conciliación había llegado a su último fin; los criollos señores, los antiguos iturbidistas,
bustamantistas, santanitas e imperialistas, serían los herederos de la dictadura.
Pero en el momento supremo los mestizos y los indios de toda la República, que
componían las mesas activas que daban fuerza potencial y acción vigorosa al
maderismo, representados por los hermanos Vázquez Gómez, se opusieron con
energía, y abrieron franca puerta a la Revolución como redentora de las clases
humildes. Los antiguos reyistas y los nuevos soldados de la Revolución, por intuición acertadísima, lograron desde luego marcar su propia dirección; pero el
error cometido de haberse ligado a quienes eran y tenían que ser sus naturales
enemigos, produjo las más graves consecuencias, debiendo cargarse a ese error
los ríos sangre que han corrido y las muchas vidas que han sido sacrificadas
en toda la extensión del territorio nacional, como verán nuestros lectores en el
libro siguiente.
227
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
CONCLUSIÓN
A CAUSA DE LA edad relativamente avanzada que hemos llegado a alcanzar, nos fue dado ser testigos presenciales de todos los sucesos ocurridos durante
el periodo de la Dictadura porfiriana, al final de la cual nació, se desarrollo e
hizo acto de presencia el maderismo. Como es público y notorio, nosotros no
fuimos de los favorecidos por dicha dictadura, y fuimos amigos personales de
Madero en los días de su campaña electoral, en la que no lo seguimos porque
no era reformista, habiendo estado presos en la Penitenciaría durante la mitad del
interinato del señor licenciado Francisco León de la Barra y la mayor parte del
gobierno de Madero mismo, no obstante lo cual, al estallar el Cuartelazo, supimos anteponer a nuestros resentimientos personales, los intereses generales del
país; durante los días de la Decena Trágica, nuestro periódico “El Reformador”
fue el único que se publicó en defensa del gobierno de Madero, hasta el preciso momento en que éste fue aprehendido. Tenemos, pues, por qué creer que el
criterio con que juzgamos todos los hechos que abarca el presente libro, podrá ser
erróneo; pero es desapasionado, sereno, y hasta donde es posible, imparcial.
Hecho el balance histórico de la dictadura del general Díaz, el saldo
resulta favorable y monumental: 37 años de paz continuada en el activo de la
expresada dictadura, después de 45 años de revoluciones sucesivas en que actuaron 57 gobiernos nacionales, da concluyente testimonio de que dicha dictadura
había encontrado los procedimientos definitivos de gobernar este país; había que
hacer a su sistema fundamental de gobierno, muchas correcciones de fondo y de
forma, nosotros señalamos en este libro sus grandes errores y sus múltiples defectos; pero no puede caber duda alguna acerca de que logró convertir en realidad
positiva los empeños de los presidentes nacionales anteriores.
La desviación del general Díaz de la línea de los intereses de los mestizos
y de los indios, entre otros factores de orden interior, fue lo que principalmente
preparó la caída de la dictadura; pero de este libro resulta claro, con claridad de
mediodía, que la caída de la misma dictadura no se debió exclusivamente a los
expresados factores de orden interior, y menos a los que Madero movió para atacarla, sino a la conjugación de todos ellos con los imperialismos exteriores, que
228
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
ella no podía llegar a vencer, y que por motivos seguramente patrióticos, pero
con imprudencia manifiestamente temeraria, tuvo la insensata osadía de desfilar.
A fin de evitar torcidas interpretaciones que puedan hacerse antes de
conocer el libro quinto, que va a seguir al presente, nos creemos en el deber
de aceptar por anticipado, que acaso contra sus sentimientos y convivencias,
arrastrando por la corriente revolucionaria incontenible, Madero en lo personal
(no el maderismo de su familia y de su clase), en los últimos días de su gobierno,
cambió de posición histórica. En los primeros meses de su gobierno dejó hacer
a su familia y a su clase, esforzándose por complacer a la una y a la otra dentro
del criterio democrático que fue la polaridad principal de su vida; en ese camino
chocó a cada paso con los mestizos y los indios, que habían sido sus principales elementos de fuerza y de acción. El mismo negó el espíritu revolucionario
de su compañía electoral; pero en los últimos días de su gobierno, su sagacidad
política le hizo comprender en gran parte sus errores, y bajo la constante presión
de los empeños del licenciado Luis Cabrera, por la restitución de los ejidos, del
licenciado Jesús Flores Magón, porque se estudiara a fondo la cuestión agraria,
del licenciado José María Pino Suárez, porque se renovara el personal del
Gobierno, para dar franca entrada a los elementos revolucionarios radicales, y
sobre todo, de los movimientos revolucionarios que antencedieron y siguieron
al Plan de Texcoco y al Plan de Ayala, con las dudas, vacilaciones y alternativas
de su peculiar temperamento, pero con clara insistencia de propósito, fue cambiando de ruta, instituyó la primera Comisión Nacional Agraria, y encargó al
más sincero, honrado y puro de sus colaboradores, al señor ingeniero Manuel
Bonilla, entonces Secretario de Fomento, abordara francamente y hasta su fondo, el problema agrario, el problema del fraccionamiento de los latifundios. Tal
resolución, valiente y audaz, que el señor ingeniero Bobadilla estaba ya para poner
en ejecución efectiva y práctica, determinó a los criollos a armar apresuradamente
la tempestad que estalló en el cuartelazo, y que se desenlazo con el cruento martirio de Madero.
Veremos, en su oportunidad, que los criollos fueron los que sacrificaron
a Madero, como el licenciado Cabrera lo había previsto con mucha anterioridad
de lo que nosotros damos fe, porque los criollos pueden perdonar a los mestizos y
229
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
a los indios los daños que les hagan, pero no perdonan nunca a los suyos cuando
creen que éstos le han hecho traición.
De cualquier modo que haya sido, Madero, por haber encontrado la
muerte en el intento de realizar las reformas agrarias, y por la manera como fue
sacrificado, merece los homenajes que se le tributan; pero por esos títulos y no
por las mistificaciones que hasta ahora se han empleado para enaltecerlo.
En cuanto al maderismo, es claro que de los maderistas, los mestizos
y los indios, que lo fueron de ocasión y pronto volvieron a su lugar para luchar
por las reformas agrarias y por las demás reformas sociales, y los criollos de excepción que se incorporaron a la causa de todas esas reformas, han merecido los
beneficios y los honores que han sido recompensados; pero nadie puede poner
en duda que como partido político, el mismo maderismo fue una contrarrevolución, hábilmente anticipada e históricamente responsable de haber consumado
la funesta obra de la Política de Conciliación, o sea, la de devolver el poder a los
criollos señores, esto es, a los conservadores y reaccionarios de otros días. Los
maderistas, en efecto, no han sido nunca ni reformistas en general, ni agraristas
en particular, y por lo mismo, no han sido jamás verdaderos revolucionarios.
230
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
LIBRO QUINTO
EL PRINCIPIO DE LA VERDADERA
REVOLUCIÓN
CAPÍTULO II
MÉXICO AL EFECTUARSE LA TRANSFORMACIÓN
DE LAS DOS GRANDES HEGEMONÍAS DEL
MUNDO OCCIDENTAL, EN LOS DOS GRANDES
IMPERIALISMOS MODERNOS
……
L
LA PODREDUMBRE DE LOS IMPERIALISMOS
OS IMPERIALISMOS en la carrera delirante de las concentraciones de
capitales y de las empresas para disminuir los gastos, para aumentar la
producción, para aniquilar a los competidores, para multiplicar las ventas,
y sobre todo, para elevar las ganancias en fantásticas proporciones, han venido
perdiendo la noción positiva de la realidad de las cosas, poniendo a todo el sistema industrial de que el mundo se envanecía como de la fórmula definitiva
del bienestar, en condiciones de irremediable bancarrota. Porque a fuerza de
pensar y de obrar bajo el imperio de pasiones de lucha, se han hecho a un lado
las relaciones de la producción con el consumo, desarrollando a plena velocidad
la primera, como si la segunda pudiera automáticamente seguirla; se han hecho
a un lado, también, la extrema movilidad de las necesidades humanas y la con-
231
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
stante veleidad de las preferencias en los medios destinados a darles satisfacción,
lo cual origina que toda industria aislada y toda articulación colectiva de empresas industriales, y hasta todo imperialismo en su vasta totalidad, estén siempre
amenazados de parciales o totales derrumbes, forzosos, necesarios y saludables
para el proceso constante de renovación de la vida de todos los pueblos.
Pocas cosas demuestran con tan evidente claridad la vacuidad de las
grandes fortunas, hechas por el “agua” mezclada a todos los negocios y por el
juego habilísimo en ellas de las sociedades anónimas, de los títulos al portador,
y de la ocultación de la verdadera contabilidad, como la inestabilidad de su permanencia y la oscuridad póstuma de sus autores, por más que éstos se esfuercen
por imponer su nombre a la posteridad, merced a sus liberales fundaciones de
beneficencia. Nada puede borrar en el sentimiento de los pueblos la idea de que
en toda gran fortuna hay mucho de robo.
Lo singular es que todas las grandes concentraciones de capitales y de
negocios que generan los imperialismos, entrancon mucho las complicidades individuales y colectivas hasta de los mismos que directamente sufren sus consecuencias. Juristas y sabios en ciencias económicas que justifican los fraudes sistemáticos que constituyen el alma del sistema industrial, aconsejados al público
confianza y fe en quienes más los perjudican son sus principales cómplices; los
Gobiernos que dejan hacer tales fraudes les siguen inmediatamente detrás.
Entre los particulares, ni los que se dan cuenta cabal de las causas que
producen tales concentraciones, ni los que ven los procedimientos con esas causas
actúan, ni los que sólo por intuición o por instinto sienten los efectos de unas y
otras reaccionan contra ellas; nadie se atreve a señalar, como perniciosas y funestas, las inflaciones del capital, ni las simulaciones de las sociedades anónimas,
ni la fugitividad de los títulos al portador, ni las ocultaciones de la contabilidad
en las instituciones que sí están abiertas al público para mandarle dinero y por
tanto deberían estar igualmente abiertas para rendirle en todo tiempo cuentas de
él. Se ve o se siente el juego de tales factores se ve o se sienten las especulaciones
desenfrenadas de los Bancos y de las Bolsas, y nadie como particular se atreve
a decir lo que hay que hacer, ni los gobiernos mismos se resuelven a poner los
232
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
indispensables remedios. Se ha hecho con el mayor cuidado durante más de un
siglo, la educación especial de los pueblos para que crean como en un dogma
cierto, inmutable e indiscutible que el orden social descansa principalmente sobre
el respeto al derecho de propiedad individual, desarrollado hasta lo absoluto, en
dos mil años de tradición jurídica y de observación constante, aún cuando para
crearse, para sostenerse y para transmitirse, lesione los derechos sociales de los
demás, como si ese derecho no fuera, en suma una derivación social de la existencia colectiva, y como si los intereses de ésta no tuvieran que ser antepuestos a los
del individuo, precisamente para bien de este último. Por eso los trabajadores de
todas partes que ya han perdido la confianza y la fe, y que en su suma son quienes
soportan los gastos de todas las concentraciones, y los márgenes de todas las
ganancias, no encuentran otro modo de mejorar las cosas que el de destruirlo
todo de una vez, con la esperanza de que sea posible después organizarlo todo
de nuevo.
EL PETRÓLEO MEXICANO DENTRO DE LA LUCHA DE
LOS DOS GRANDES IMPERIALISMOS OCCIDENTALES
Como dejamos dicho en el libro inmediato anterior, durante la Dictadura Porfiriana la aparición en la industria de los motores de explosión, el encuentro del petróleo en nuestras costas del Golfo por los expertos ingleses, la
abundancia con que ese mismo petróleo brotaba en los pozos que habían sido
abiertos, la rápida utilización del mismo petróleo para los expresados motores
para los transportes terrestres, y más que todo para las marinas de guerra, y los
contratos de concesión celebrados desde luego por los ingleses para el apoderamiento de tan importante riqueza que daba condiciones de superioridad a la
hegemonía inglesa sobre la americana, tenían que producir y produjeron el disgusto y la consiguiente reacción de los Estados Unidos.
Ya hemos dicho igualmente en el libro antes citado, que en la realidad
positiva de las cosas, los Estados Unidos derribaron a la Dictadura Porfiriana,
más que todo porque se negó a proceder como parte integrante del conglomerado de la hegemonía americana contra los intereses de la hegemonía inglesa
con la que ya había celebrado liberales contratos de explotación que equivalían
233
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
a cesiones de enajenación sin compensación alguna. La dictadura tuvo que caer;
pero la contienda de los dos imperialismos dentro de nuestro territorio continuó
arrastrando en ritmo fatal a nuestra Revolución según la preponderancia pasaba
del uno al otro y viceversa.
Graves trastornos ocasionó a nuestro país el ser envuelto en los choques
de los dos imperialismos rivales y contendientes, pero su naturaleza especial lo
salvó entonces y lo ha salvado, hasta ahora, de ser absorbido o de ser destruido
por alguno de los dos.
Somos un país, como ya lo hemos dicho repetidas veces, organizado
todavía por castas, la casta superior, la casta blanca que comprenden los españoles,
los criollos y los criollo-mestizos, representa alrededor del quince por ciento
de la población total y es dueña de casi todos los recursos de esa población, y la
casta inferior, o sea la casta india, compuesta por los indios y por los indiosmestizos, representa el ochenta y cinco por ciento de la población y apenas encuentra miserables recursos de que vivir.
Como es de sobra sabido por nuestros lectores, la casta superior explota
a la inferior de un modo despiadado, por la persistencia de la gran propiedad de
las haciendas, por la privación de la moneda, y por los muchos otros medios de
desigualdad que mantienen la superioridad de la una sobre la otra; la persistencia de la gran propiedad de las haciendas y falta de medios de adquisición entre
los indios y los indios-mestizos ha impedido por fortuna -rogamos a nuestros
lectores se fijan en que decimos por fortuna- la rápida industrialización del
país, lo cual equivale a decir que han impedido la entrada del país en la vorágine
del industrialismo en quiebra desde los primeros años del siglo presente. Los
dos grandes imperialismos han podido ver, que nosotros no podemos ser un país
industrial ni competidor, ni coadyuvante, porque no tenemos con qué comprar.
Han visto algo más interesante, debían tener en verlo, y es que la casta inferior
o casta india, ni es a propósito para la industrialización, ni es reductible a cambios
de cultivo, ni es consumidora, por lo que a todos los negocios que tienen emprendidos con nosotros, sólo efectuan en realidad a la casta superior.
234
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
El resorte primordial de los imperialismos, está en la necesidad de sostener el acrecimiento constante, progresivo y acelerado de la producción por
medio de la obligada concurrencia de todos los países sometidos, a exprimir su
vitalidad para concurrir a esa producción y para consumir los productos de ella
los países sometidos tienen que abandonar todos los ramos de su producción
propia, y todos los sistemas de elaboración y de distribución de esta última para
no pensar más que en rendir las materias primas que la producción imperialista
les exige, convirtiendo a esos países en factorías de asalariados o jornaleros, que
trabajan en lo que se les ordena a cambio del jornal de la vida; y para ensanchar
los márgenes de ganancia de los expresados imperialismos, con el riesgo de que
éstos los dejen morir de hambre, cuando los mismos imperialismos no necesiten de la producción limitada que a dichos países imponen. Los propios países
tienen además la obligación de ser consumidores de los productos elaborados
por los imperialismos. Es el modo más amplio, más perfecto, más cruel y más
despiadado de robar a los países débiles las ganancias individuales de sus hijos y
las ganancias colectivas de su nación. Pero ni lo uno ni lo otro ha podido hacerse en una nación como la nuestra, en que los indios y los indios-mestizos con
ellos, de ser obligados a ser consumidores forzosos, porque carecen de medios
de adquirir. Los indios nuestros, por fortuna, no han podido ser ni factores de
producción obligada, ni consumidores remunerativos; no dan materia para la
función imperialista, y no pudieron dar a los imperialismos contendientes materia para sus propósitos de lucro. De ello nos hemos ido aprovechando nosotros
para poder marcar la dirección de nuestros propios intereses y la orientación de
nuestra propia cultura.
235
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO III
LA CONTRARREVOLUCIÓN ANTICIPADA EN
EL PODER
LOS PRELIMINARES DE ARREGLO Y LA PROPAGACIÓN
DE LOS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS
A
LA SOLA noticia de las agencias que el gobierno del general Díaz, había
mandado hacer para establecer un principio de inteligencia con los
maderistas de Chihuahua, levantados en armas con la bandera del Plan
de San Luis y reconociendo a Madero como Presidente Provisional, el maderismo cundió por todo el territorio de la República, como la inflamación de un
reguero de pólvora, todo el mundo se declaró maderista.
Desde luego, las conferencias de arreglo con los rebeldes indicaban
que el general Díaz convencido de la inutilidad de luchar con las fuerzas de
los Estados Unidos, había dejado de empeñarse en retener y conservar el poder
que hasta entonces había definido con tanto vigor; y como corroborando tal
supuesto, las operaciones militares de represión de los movimientos rebeldes, hechas al principio con toda decisión y con toda energía, eran cada vez más lentas
y más débiles, llegando a ser en muchos casos, simplemente defensivas, dichos
movimientos rebeldes acabaron por extenderse a todas las poblaciones del país
donde no había fuertes guarniciones federales. Además, las muchas deserciones,
las “chaqueteadas” de algunos jefes, la debilidad de los mandos superiores y la
manifiesta parcialidad de algunos agentes consulares extranjeros, facilitaron la
propagación de los levantamientos, produciendo la ilusión general de un movimiento popular incontenible.
237
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
La mayor parte de los levantamientos en armas hacían su propia organización, creaban sus propios mandos, se proveían de armas y recursos como les
era posible hacerlo, y emprendían las operaciones ofensivas o defensivas que les
imponían las circunstancias. Unas veces obraban por su cuenta y riesgo bajo la
bandera del Sufragio Efectivo y de No Reelección; otras solicitaban de Madero
directamente la confirmación de los grados militares que los jefes se habían
asignado, y armas y dinero, si éste y aquéllas se les podían dar. Todos estaban
ansiosos de hacer algo, y la rapidez y la extensión de sus propias operaciones les
sorprendía y les creaba la falsa convicción de capacidades militares que ellos mismos no habían sospechado tener.
Dados la dispersión, el desorden y la confusión con que se hicieron y
multiplicaron los movimientos armados del maderismo, y sobre todo el poco
tiempo que duro la resistencia del Gobierno, esos mismos movimientos no pudieron crear ni relaciones de conjunto, ni disciplinas de organización, ni grandes
mandos, y menos un mando único y superior. Madero era para los maderistas
levantados, más bien un símbolo que un jefe; pocos habían visto su persona; los
más desconocían sus tendencias, y las conexiones de familia que lo ligaban a los
intereses de clase de los Criollos Señores; los mestizos, en general, especialmente
los indios-mestizos y los indios, no podían darse cuenta de la acción de tales intereses y estaban, por lo mismo, en la imposibilidad de comprender que la Revolución en que habían tomado parte, era precisamente la contrarrevolución.
……
TRANSCEDENTALES CONSECUENCIAS POLÍTICAS
DE LOS TRATADOS DE CIUDAD JUÁREZ
PARA LA REVOLUCIÓN
En un estudio que nosotros tuvimos ocasión de hacer por acuerdo del
señor general Plutarco Elías Calles, entonces Secretario de Gobernación, para
definir el carácter legal que hubieran podido tener las fuerzas zapatistas durante
el curso de la Revolución, por pretender la Secretaría de Guerra en esos días,
negar a dichas fuerzas zapatistas el carácter de fuerzas regulares revolucionarias,
expusimos lo siguiente:
238
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
El primer periodo de Gobierno o sea el corrido desde el 20 de noviembre de 1910
en que se proclamó el Plan de San Luis, hasta el 25 de mayo de 1911 en que se
admitió a los señores general don Porfirio Díaz y don Ramón Corral, la renuncia
de los cargos del Presidente y Vicepresidente de la República, respectivamente,
tiene un carácter muy particular. En efecto, durante ese periodo funcionaron, a la
vez, el señor general Díaz y el señor Corral como Presidente y Vicepresidente de la
República, respectivamente, puesto que se les admitió la renuncia como tales hasta
el 25 de mayo de 1911 y el señor don Francisco I. Madero, como Presidente
Provisional, en virtud del Plan de San Luis que declaró nulas las elecciones
del señor general Díaz y del señor Corral. El punto es interesante, porque da a
la vez, a las fuerzas revolucionarias que actuaban entonces, el carácter de fuerzas
rebeldes y de fuerzas legales.
En el sistema de nuestras instituciones nacionales, todo Plan Revolucionario que
altera, reforma, suspende o cambia la ley fundamental de la Nación, o sea su Constitución Política tiene que tener fuerza constitucional, si por supuesto ese Plan
alcanza el triunfo y si su texto de un modo imperativo, preciso y categórico, impone la alteración, reforma, la suspensión o el cambio de dicha ley. En virtud de
su fuerza constitucional, todo Plan es una nueva ley constitucional que deroga
la Constitución vigente en lo que se opone a ella, dado que toda ley posterior
deroga a lo anterior en la parte que a ella se opone. Pero todo Plan, precisamente
porque es revolucionario, no puede hacerse efectivo, sino hasta que triunfa, y
en tanto no triunfa, sucede que el Gobierno emanado de la ley constitucional
anterior, sigue funcionando, a la vez que el Plan, vigente desde el día de su expedición, va adquiriendo la fuerza necesaria para imponer sus disposiciones.
Ahora bien, en el momento del triunfo, el Plan que por haber triunfado representa de un modo indiscutible la voluntad nacional, impone su vigencia; pero
ésta no debe entenderse que comienza desde la fecha del triunfo, sino desde
la fecha que señaló para su cumplimiento, aún cuando esa fecha haya pasado
ya, surtiendo así, inevitablemente, efectos retroactivos. Como, sin embargo, en el
terreno de los hechos, el Gobierno derribado por el Plan ha tenido una existencia
indudable, tiene que aparecer el conflicto de que a un mismo tiempo haya habido
dos leyes constitucionales y dos gobiernos emanados de ella, ¿Cuáles de unas y
otros, son los legales?; los revolucionarios, supuesto que son ellos y no los otros los
que responden a la voluntad nacional, y representan la Soberanía de la Nación.
Siendo así, las disposiciones constitucionales y el gobierno emanado de un Plan,
desde la fecha de éste tienen que ser los legales; pero como no pueden dejar de
haber funcionado de hecho, las instituciones anteriores y el Gobierno que emanó
de ellas, juntamente con las instituciones y el Gobierno de la Revolución, forzoso
239
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
es considerar que aquéllas y aquél sólo tuvieron una existencia de facto, como de
dice en los términos jurídicos usuales.”
La cuestión constitucional que la Revolución había planteado, no podía
ser otra que la expusimos en el párrafo que acabamos de transcribir , y después
de hacer tal exposición y de copiar íntegros los tres primeros artículos de los
tratados de ciudad Juárez, en el citado estudio, decimos:
Como se comprende claramente por la exposición que venimos haciendo y
por el texto de las dos inserciones que acabamos de hacer, la verdadera intención
de los conservadores de la Dictadura que manejaron las cosas entonces, no
fue, como dijeron, la de dar carácter legal a la Revolución, sino la de quitarle ese
carácter para devolverlo al gobierno del señor general Díaz, al que la Revolución se
la había quitado. Tal maniobra convertía, desde luego, a las fuerzas revolucionarias
legales desde el Plan de San Luis en fuerzas rebeldes, y tan se las consideró así que
cambiada la persona del señor general Díaz por la del señor licenciado De la Barra,
y disueltas las fuerzas revolucionarias por los rebeldes, las cosas volvían a quedar
como estaban…
Expresado en términos, los dos párrafos transcritos antes, claramente
dicen que los Tratados de Ciudad Juárez, a pesar de los esfuerzos del doctor
Vázquez Gómez, invirtieron la condición de los revolucionarios. Con tal de llegar pronto al poder, Madero desoyó la voz de los mestizos revolucionarios que
encarnaba Pascual Orozco, y en lugar de llegar a ese mismo poder con ejército
propio a disolver el Gobierno de la Dictadura y el ejército que lo sostenía, se
apresuró a incorporarse a ese mismo Gobierno, y ni siquiera en calidad de jefe,
sino de candidato, consintiendo de la disolución de su propio ejército. Tan hábil
fue el Gobierno de la Dictadura, o mejor dicho, el Viejo Dictador, que al dejar
el poder éste no le sucedía en él la Revolución, sino uno de los Ministros que él
había nombrado, el licenciado De la Barra, que no tenía conexión alguna ni con
Madero en lo personal, ni con la Revolución.
MADERO CONTRA LOS SUYOS
Días antes de lo que queda referido en el párrafo inmediato anterior,
ya fundado el Partido Constitucional Progresista, Madero se había retirado a
240
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
Tehuacán, donde un grupo de los jefes de las fuerzas licenciadas, entre los cuales
descollaba el general Cándido Navarro, se le presentó para exigirle, en términos
categóricos y precisos, el cumplimiento de las promesas del Plan de San Luis.
Madero recibió con muestras de vida cólera tal demanda
Cabe aquí decir que como para Madero la Revolución no había tenido otro objeto que la renovación democrática del Gobierno, creía que había
cumplido y estaba cumpliendo con el Plan de San Luis; las farsas de las porras le
parecían los procedimientos naturales de la Democracia; a las promesas de restitución de tierras, usurpadas por la justicia venal, no les concedía importancia;
tal vez ni las recordaba siquiera. Por supuesto que los revolucionarios al exigir
el cumplimiento de las promesas del Plan de San Luis, lo hacían con la vaga
generalidad con que sentían la necesidad de cambios sociales cuya naturaleza
precisa no habrían sabido definir. De todos modos se manifestó entre él y ellos una
contradicción de pereceres que tuvo la trascendencia de un verdadero rompimiento. Los revolucionarios se retiraron, pero Madero se apresuró a dictar por
telégrafo la orden de aprehensión contra algunos, y el general Navarro, al llegar
de regreso a esta capital, fue aprehendido y conducido a la Penitenciaria. De
ahí en adelante las aprehensiones de revolucionarios fueron muchas, y los que
lograban escapar de la prisión se lanzaban de nuevo a la revuelta. Los periódicos de la oligarquía publicaban a diario, con mal disimulado regocijo, las noticias
de los levantamientos en armas que tenían lugar en todas partes. Así estaban
las cosas cuando intentamos nosotros (el autor del presente esbozo historial) la
proclamación del Plan de Texcoco.
EL PLAN DE TEXCOCO
Nosotros no hemos pretendido jamás que inventamos la pólvora. No
iniciamos las reformas agrarias, que estaban iniciadas desde Morelos; tampoco
iniciamos las reformas del trabajo que había comenzado ya con la ley del Estado
de Nuevo León, que promulgó el general Bernardo Reyes como Gobernador de
dicho Estado; pero fuimos los primeros en llamar la atención pública hacia la
necesidad de tales reformas, en artículos y en libros que reavivaron el estado de
conciencia que debía darles ambiente (uno de esos libros, Los grandes problemas
241
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
nacionales, ha sido declarado por el señor doctor Priestley, de la Universidad de
Berkeley, California, Estados Unidos, como uno de los tres más grandes libros
que se han publicado acerca de México, siendo los otros, el de Humboldt y el de
la condesa Calderón de la Barca), y fuimos, sobre todo, los primeros en entrar,
de imponer con el Plan de Texcoco la acción positiva de la ejecución de las mismas reformas, señalando los lineamientos que convirtieron la contrarrevolución
que había intentado el maderismo en una revolución social y que ésta ha seguido
desde entonces hasta ahora.
El plan de Texcoco fue redactado en su origen para el licenciado Emilio
Vázquez Gómez, que al ser retirado de la Secretaría de Gobernación, fue el centro de atracción de todos los revolucionarios descontentos; nosotros tratamos de
convencerles de que en vez de una candidatura presidencial, que era su intento,
debía proclamar en un nuevo plan revolucionario la continuación de la revolución con carácter de reformista social; pero el licenciado Vázquez Gómez, aunque
se mostraba convencido de la necesidad de las reformas, tuvo miedo a una nueva
acción revolucionaria y revolucionaria radical. Mucho pensó en ello; se resolvió
siempre a procurar que la Revolución continuara; pero si decir lo que haría, y al
emprender su viaje a los Estados Unidos dejó a sus íntimos con el nombre del
Plan de Tacubaya, que recordaba fatalmente el nombre del Plan Reaccionario que
Santa Anna proclamó para destruir el Gobierno reformista de Gómez Farías, un
Plan incoloro que no llegó a ser conocido. Entonces resolvimos proclamar por
nuestra cuenta, contando con el general Alberto Carrera Torres en San Luis, con
el general Alfonso Miranda en Morelos, con el general Jesús Salgado en Guerrero
y con el publicista Paulino Martínez en esta capital, un nuevo Plan revolucionario en el que tuvimos la decisión de asumir un papel principal para el efecto de
declarar la nulidad del Gobierno del licenciado De la Barra, de abrir el periodo
que se llamó después Preconstitucional, y de expedir los decretos urgentes en
materias agrarias, de trabajo y de administración, que reclamaban a gritos las
necesidades del país, y que en sus grandes lineamientos y sin desviaciones apreciables, hizo suya más tarde la Revolución.
Nosotros, que hemos tenido siempre conciencia clara de nuestra insignificancia personal, contábamos con el fracaso del Plan de Texcoco; contábamos
242
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
con la probabilidad cercanísima de morir en el empeño; pero tuvimos la intuición, venturosamente acertada, de que si los artículos de periódicos se pierden en
la maleza inevitable de tales publicaciones, y los libros entre nosotros son escasamente leídos, un Plan Revolucionario es leído por todo el mundo, o al menos,
todo el mundo se entera de sus propósitos. Sabíamos que llamada por nuestro
Plan, la atención de todos los revolucionarios hacia las reformas que proclamaba,
esas reformas llegarían a ser, en lugar de los empeños criollos del sufragio efectivo y de la no reelección, la bandera de la Revolución, en lo sucesivo tomando
esta última por esa causa su verdadero carácter social.
Del Plan de Texcoco no quedó un solo ejemplar (como no tenga algunos extraviados entre sus papeles el licenciado Carlos de Gante que lo editó.
O no haya algunos otros en colecciones particulares), pues la reacción procuró
destruirlos todos hasta que el sirvió de origen al proceso que se nos siguió y nos
mantuvo en la Penitenciaria durante cerca de un año; pero los periódicos de
esos días hicieron público su objeto y sus principios.
RÁPIDA PROPAGACIÓN DE LAS IDEAS AGRARIAS
No nos equivocamos al presuponer que la fórmula más eficaz de propaganda de los postulados reformistas era la de un Plan Revolucionario. Todavía
no proclamado, los ejemplares del Plan de Texcoco habían comenzado a circular; la señorita Dolores Jiménez y Muro, que por antigua amistad colaboraba
con nosotros y nos prestaba ayuda eficaz, a pesar de no haber mostrado hasta
entonces interés alguno por las cuestiones agrarias (el Plan Político-Social que
ha aparecido recientemente como obra suya, impreso en la Sierra del Sur,
es claramente apócrifo), envió con la mayor diligencia muchos ejemplares de
dicho Plan a varios jefes militares residentes en distintos lugares del país; a Zapata, por diferentes conductos, le envió todos los que le fue posible, uno de los
cuales precisamente cayó en manos de la policía. Pero los ejemplares que circularon y el extracto que publicó “El Imparcial” le dieron publicidad suficiente al
asunto, publicidad que aumentó con el intento de aprehendernos para internarnos en el manicomio por haber perdido la razón, y con las discusiones que por
medio de “El Imparcial” sostuvimos para demostrar que estábamos en plena
lucidez. Siguiendo a la señorita Jiménez y Muro, fuimos por fin aprehendidos
243
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
y enviados a la Penitenciaria, donde estuvimos un año, y donde por nuestro
contacto con los muchos revolucionarios que eran entonces aprehendidos como
los generales CarreraTorres, Andréu Almazán, Banderas Barrios, Navarro, Villa,
etc.; y con los entonces coroneles Castillo, Tapia, Berthani, Zamora, y otros muchos cuyo número pasa de cien, pudimos hacer una propaganda eficacísima,
porque casi todos manifestaban el propósito firme de emprender las reformas
agrarias, inmediatamente después de que recobran su libertad.
244
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO IV
LA PRESIDENCIA DE MADERO
LA PRIMERA COMISIÓN NACIONAL AGRARIA
C
OMO YA DIJIMOS en otra parte, el agrarismo había cundido por todas
partes, pasando de ser una aspiración imprecisa, a ser una imperativa
exigencia social que contaba con fuerzas armadas en plena actividad para
hacer efectiva su realización. Los criollos, con sus tradicionales procedimientos,
se apresuraron a dar a su apariencia exterior los colores agraristas más subidos.
La familia Madero, como era consiguiente, tomó el color de las circunstancias, y
a pesar de las repetidas declaraciones de Madero sobre que él no había ofrecido
hacer repartos de tierras, su primo, el Ministro de Fomento, licenciado Rafael
Hernández, sustituyó la primera Comisión Nacional Agraria.
La antes expresada Comisión fue compuesta por personas de notoria
filiación criolla, como los señores ingenieros Roberto Gayol, Leopoldo Palacios
y Manuel Marroquín Rivera; como los señores licenciados Fernando Duret y
Carlos Robles; y como los señores Oscar Branif, Manuel Araoz, Ángel Vivanco, Nicolás del Moral y Antonio V. Hernández. Dicha comisión, por supuesto,
formó un Plan académico de trabajos admirable de erudición y sabiduría, lleno
de buenas intenciones y de halagadoras promesas; en ese proyecto se hablaba
de todo, de conservación de los bosques, de aprovechamiento de aguas, de dilatación e intensificaciones de cultivos, de vías de comunicación, de crédito
agrícola, de ganadería, de industrias agrícolas de ejidos, de aprovechamiento de
terrenos nacionales, y sobre todo de la adquisición de tierras de los particulares,
para dedicarles a ser fraccionadas en lotes que habrían de ser vendidos a los
agricultores, a los repatriados y a los inmigrantes. Esto era de todo el largo
programa de la Comisión Nacional Agraria de entonces, el punto central que
245
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
fundamentalmente consistía en comprar en su totalidad o en parte, las haciendas a los hacendados, para dividirlas en lotes que se vendieran al contado o
a plazo, con hipotecas descontables en la “Caja de Prestamos para la Irrigación
y Fomento de la Agricultura”, o en autorizar a los hacendados mismos a hacer
tales operaciones, dándoles fondos y franquicias para que hicieran primero la
preparación de las tierras a fin de evitar a los nuevos adquirientes, y sobre todo a
los hacendados mismos, fracasos posteriores.
246
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
CAPÍTULO V
LA VERDADERA REVOLUCIÓN, DESDE
SUS PRIMEROS BROTES HASTA
SU FLORECIMIENTO
D
LA DECENA TRÁGICA
IEZ DÍAS duraron las operaciones ciertas o simuladas del general Huerta para atacar a la Ciudadela. Durante las horas útiles de cada día,
tenían lugar dichas operaciones; a las seis de la tarde se suspendían las
hostilidades y los combatientes se retiraban a descansar. Durante las horas de las
mismas hostilidades era muy poco lo que se hacía; apenas se oía de cuando en
cuando el ruido de las ametralladoras; con más frecuencia salían de la Ciudadela
proyectiles disparados sobre la cuidad, cayeran donde cayesen. Tales proyectiles
hacían relativamente poco daño; pero herían a la población indefensa, produciendo un pánico colectivo irresistible.
La cuidad presentaba de día un aspecto lamentable, las calles desiertas se
veían llenas de basura; todos los servicios públicos, hasta el de Policía, habían quedado interrumpidos; los periódicos para mejor ayuda a la sedición hispano- criolla
había suspendido su publicación. Sólo “El Reformador” se publicaba bajo nuestra
dirección, alentado a los partidarios del Gobierno. Nosotros (el autor del presente
esbozo historial), al estallar el Cuartelazo nos olvidamos de nuestra larga prisión y
de los agravios hasta entonces recibidos para defender con todas nuestras fuerzas
y con todas nuestras posibilidades, el primer Gobierno, que de cualquier modo que
fuera, había levantado la bandera de las reformas agrarias.
247
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Por la noche todo cambiaba. Las familias que durante el día habían
estado recluidas en sus casas, salían de compras y llenaban las calles de bullicio y alegría. Y era de verse y oírse, porque toda la cuidad vio y oyó que los
españoles desde sus tiendas grandes y chicas, hacían a plena voz la más abierta
y clamorosa propaganda a favor de los rebeldes; y que todos los jóvenes de las
familias decentes (criollos o criollo-mestizos de segunda fila) hacían coro a los
españoles. Nadie podía equivocarse respecto a la significación del Cuartelazo,
y sin embargo, en la propaganda de referencia se formulaban en secreto para
que circularan con rapidez, versiones que atribuían el Cuartelazo a los revolucionarios mismos para derribar a Madero por no haber cumplido con las
promesas de la Revolución.
Pero los días pasaban y las cosas que ocurrían no mostraban tener próximo fin. Entonces comenzó el Embajador de los Estados Unidos a actuar cerca
de los demás diplomáticos acreditados ante el Gobierno, y especialmente cerca
del Ministro español, a quien indujo a dar el paso grave de aconsejar a Madero
que presentara su renuncia. Por su parte, el Secretario de Relaciones, licenciado
Pedro Lascuráin, seguramente informando de lo que dicho Embajador comenzaba a hacer, convocó a los senadores a una junta que tuvo algunas dificultades
para reunirse, a la que asistieron pocos de los llamados y en la que a nada se llegó.
Los senadores, ya por su cuenta, nombraron una comisión que se acercara a Madero, también para pedirle su renuncia. Madero contestó a todos con dignidad
que no renunciaría; pero para él era motivo de grave inquietud, la actitud, si no
por completo hostil, al menos indiferente del Gobierno de los Estados Unidos.
No era creíble que dicho Gobierno ignoraba lo que aquí estaba pasando y no era
creíble tampoco, que su Embajador estuviera actuando aquí, sin recato alguno,
a espaldas de su Gobierno. Por eso Madero contestaba a todos los que le hablaban de su renuncia, que no estaba dispuesto a renunciar; pero les encargaba la
procuración de un armisticio. No lo logró; el general Huerta, que era un indio
huichol, inteligente y astuto, había visto ya bien la debilidad del Gobierno, y la
incapacidad del general Díaz se entendió con este último y escudándose detrás
del senado y del cuerpo diplomático, hizo aprehender a Madero, al Vicepresidente Pino Suárez y a algunas personas más.
248
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
EL ASALTO DEL GENERAL HUERTA AL PODER
Con la presión del Presidente y del Vicepresidente, el Cuartelazo había
triunfado sin duda; pero, ¿en provecho de quién? Todo el mundo creía que en
provecho del general Félix Díaz, que era quien muerto el general Reyes, quedaba
como caudillo principal, pero el hecho era que el general Huerta quedaba al frente
de las fuerzas armadas más poderosas, y en nombre propio, se había dirigido a los
Gobernadores de los Estados comunicándoles la expresada prisión. Para resolver
el conflicto, terció entre los dos jefes, el Embajador de los Estados Unidos, y aquéllos celebraron lo que se ha llamado Pacto de la Embajada. En él se convino en que
el general Huerta conservaría el poder que ya tenía, dándole forma constitucional,
con el fin de que el mismo general Huerta pudiera ser Presidente Legal Interino
y convocase desde luego a elecciones para que el general Díaz pudiese ser electo
Presidente definitivo constitucional. Como el general Díaz desconfiaba de la efectividad de lo expuesto, quedo convenido, también que el general Huerta gobernaría
durante su interinato, con un Ministerio exclusivamente felicista.
El general Huerta que como hemos dicho antes, había ya tomado el volante del poder, se plegó al Pacto de la Embajada sin dificultad. Bien seguro de sí
mismo, dejó que los felicistas consideraran la victoria como suya; nada podía convenirle más y aceptó la imposición del Ministerio de garantía, que los felicistas se
apresuraron a nombrar. El embajador Mr. Wilson encontró admirable el arreglo, y lo sancionó con la tácita complicidad de los demás miembros del Cuerpo
Diplomático. Comenzó pues, en apariencia, el régimen del general Félix Díaz.
Para legalizar su poder, el general Huerta hizo que bajo la promesa de
dejarlos escapar con vida, Madero y Pino Suárez renunciaran a sus respectivos
puestos de Presidente y de Vicepresidente de la República; que fuera reconocido el licenciado pedro Lascuráin, en su calidad de Secretario de Relaciones y
Jefe del Gabinete Ministerial como Presidente legal por Ministerio de la Ley;
que el licenciado Lascuráin lo nombraba a él, al general Huerta, en su carácter
de Ministro o Secretario Interno de Gobernación por Ministerio de la ley: como
sucesor inmediato del Secretario de Relaciones. Por supuesto que todo ello no
dejó de tener sus dificultades, porque al ser presentadas en la Cámara de diputados las renuncias de Madero y Pino Suárez, para efectuar los expresados mo-
249
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
vimientos, se alzó la voz del diputado Francisco Escudero, distinguido abogado
jalisciense, para oponerse, diciendo, que se estaban cometiendo actos graves bajo la
presión militar, que el deber de la Cámara era disolverse, y que en todo caso nadie
tenía la seguridad de que el país no desconociera más tarde lo que en esta capital
se estaba haciendo, como muchas veces había sucedido; pero la Cámara entre
comprometida y acobardada, hizo todo lo que le fue indicado. Las renuncias de
Madero y Pino Suárez fueron aceptadas con sólo ocho votos en contra.
Ya con la investidura legal necesaria, el general Huerta comenzó a funcionar como Presidente, con el Ministerio de garantía que le había designado el
felicismo. Eran figuras principales en ese Ministerio, el licenciado De la Barra,
en Relaciones, el ingeniero García Granados, en Gobernación; y el general Mondragón, en Guerra. Los tres representaban el espíritu de la contrarrevolución.
Los demás Ministros entre quienes figuraba el licenciado Rodolfo Reyes, en
Justicia eran figuras secundarias a quienes no se concedía acción política.
El general Huerta, como ya hemos dicho antes, era un indio huichol con
todas las características físicas y morales de su grupo racial,que se distingue entre
todos los demás grupos indios de la República, por la superioridad de su capacidad comprensiva y de su sutilísima astucia. Era, por lo demás, un soldado procedente de la Escuela Militar, de buena carrera, fuerte y vigoroso, acostumbrado
a todas las fatigas, cuidadoso de todos los detalles, de preciso decir y de mandar
imperioso, que había demostrado con hechos positivos sus altas dotes militares.
Los españoles y los criollos, como hacen de costumbre con todos sus adversarios,
han exagerado mucho sus defectos y sus vicios que no eran mayores de los que
son comunes a todos los militares de todas partes del mundo, por las repulsiones
de raza que sentían para con él, y por los vivos resentimientos que guardaban y
le guardan todavía, por haberles escamoteado el triunfo felicista, haciendo lo que
en el pintoresco lenguaje nacional se llama comerse el mando.
250
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
LA FORMIDABLE PERSONALIDAD DEL GENERAL
FRANCISCO VILLA EL HOMBRE MÁS GRANDE DE LA
REVOLUCIÓN
El general Villa a quien conocimos personalmente y con quien compartimos algunos meses la prisión, pues estuvimos juntos en la Penitenciaría, no era
el bandido cavernario y feroz que se han esforzado por pintar los españoles y los
criollos: era un indio-mestizo bien caracterizado, mezcla de español y de indio
en proporciones casi equilibradas, ranchero de bien parecer, alto, sano, robusto y
vigoroso; de mirada escrutadora y penetrante; sencillo y llano en el decir; de escasa instrucción y de vastísimo talento natural, a la vez desconfiado y dominador;
audaz y temerario como ninguno. Arrojado desde su juventud por la injusticia
social, como muchos de los nuestros, al bandidaje y a la depredación, había sido
largamente perseguido, y había desarrollado extraordinariamente sus facultades
de equitador, de guerrillero y de aprovechador de todas las circunstancias favorables para sus fines que prontamente abarcaba con gran lucidez. Disciplinaba
con disciplina de hierro a los suyos, los movía con rapidez y precisión, y les inspiraba una confianza y una fe, que entre nosotros, ni antes ni después, ha tenido
igual. Fue un bello tipo de contextura y de la potencialidad de los hombres que
van formado la nacionalidad mexicana.
Ya hemos dicho que fue, en la realidad positiva de las cosas, quien hizo
triunfar la Revolución, a pesar del Primer Jefe señor Carranza, y quien impuso
en Torreón las conferencias memorables. Por una y por otra cosa, debe ser conside-rado, con justicia, como el hombre más grande de la Revolución.
……
EL PENSAMIENTO DE LA REVOLUCIÓN EN LOS
PRIMEROS DIEZ AÑOS DE SU ACTIVIDAD,
REDUCIDO A LEYES PRECISAS
251
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
LA EXCLUSIÓN DE LOS VILLISTAS INDIO-MESTIZOS,
PEQUEÑOS AGRICULTORES; EL ABANDONO DE LOS
FRACCIONAMIENTOS, POR LOS EJIDOS;
LAS HACIENDAS, SALVADAS
Desde luego la concepción orgánica del país, en materias agrarias, se resintió de la exclusión que el carrancismo triunfante hizo de todos los villistas,
que como ya dijimos, eran, o por lo menos querían ser, en su mayor parte, agricultores de pequeña propiedad; excluidos esos agricultores en masa, el país volvía
a ser, como en la Época Colonial, un compuesto de grandes terratenientes arriba
y de pueblos indios abajo. Suprimidos los pequeños agricultores, se esfumaba el
cumplimiento del postulado central del citado Decreto de 12 de diciembre, o sea
el de favorecer a la pequeña propiedad, disolviendo los latifundios; el problema
agrario, por lo mismo iba a dejar en pie las haciendas, y a reducirse como en la
Época Colonial, a la restitución y a la dotación de ejidos a los pueblos. Para que
no cupiera duda alguna sobre el particular, la marcha del general Obregón se
señalaba por la destrucción de los villistas, y la devolución a los hacendados de
las haciendas ya incautadas para los fraccionamientos. Nosotros lo vimos con
nuestros ojos. Las haciendas estaban salvadas.
El licenciado Cabrera como ya hemos dicho en varias ocasiones, era
un alto talento y un verdadero hombre de estado; pero era criollo de raza o por
lo menos criollo-mestizo, y si bien por experiencia propia y por extensión de
su vasta inteligencia, conocía y comprendía bien los inconvenientes del régimen
de la propiedad rural vinculada a las grandes haciendas, no sentía con la misma
intensidad que los indio-mestizos y los indios, la necesidad de que dichas grandes
haciendas fueran totalmente disueltas en la propiedad pequeña. Por otro lado, el
Primer Jefe, señor Carranza, era hacendado, y con ello dicho, está que a pesar
del Decreto de 12 de diciembre de 1914 no se sentía inclinado a emprender la expresada disolución, ni con su hacienda propia ni con las demás y menos teniendo
que llamar como adquirentes de las nuevas propiedades pequeñas que de tal disolución resultaran, a los aborrecidos villistas que a diario dejaban exterminar.
252
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
LOS PRIMEROS DÍAS DE LA EJECUCIÓN DEL
DECRETO DE 6 DE ENERO DE 1915
El Decreto de 6 de enero de 1915 no fue, desde luego, ni aceptado ni
cumplido. Todo el año de 1915 se gastó en realidad en las sangrientas operaciones
militares de la lucha para extinguir radicalmente al villismo. En 1916 fuimos honrados (el auto del presente esbozo historial), por el licenciado Cabrera, con la representación de la Secretaría de Hacienda en la Comisión Nacional Agraria y unos
cuantos días después de haber tomado posesión de ese cargo, la Comisión acordó se
dieran, en el Distrito Federal, en Ixtapalapa, el primer ejido de la Revolución.
En el año de 1916 la Comisión Nacional Agraria siguió dando ejidos:
no fueron muchos en cantidad, pero ninguno de ellos fue dado a expensas de la
propiedad pequeña. Por el contrario, con esos primeros ejidos, se procuró dar a
los más grandes hacendados del país, los golpes necesarios para quebrantar la
inviolabilidad de que venían gozando, y el orgullo de considerarse superiores a las
leyes de la Revolución. Además en esos primeros ejidos, se resolvieron todas las
cuestiones de principios y de procedimientos que debían formar, en lo sucesivo,
la jurisprudencia de la materia agraria.
La gritería que levantaron los primeros ejidos, fue enorme.
INSTALACIÓN DEL CONGRESO CONSTITUYENTE
DE QUERÉTARO
En el interior del país, el carrancismo parecía haber llegado a ser el
régimen definitivo de la Nación; pero el público pedía la ejecución de las reformas ofrecidas, y las repetidas instancias de los propios y de los allegados sobre el
particular, determinaron al Primer Jefe, señor Carranza, a citar para elecciones
del Congreso Constituyente.
Las elecciones de los diputados al Congreso Constituyente que debía reunirse en Querétaro, donde a la sazón estaba la residencia oficial del Primer Jefe
en su carácter de Encargado del Ejecutivo de la Nación, se hicieron como todas
253
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
nuestras elecciones, más por la selección de los Gobernadores y de los Jefes Militares de los Estados y del Distrito y de los Territorios Federales, que por la libre
voluntad de los electores no pocos criollos, para formar las derechas, como ahora
se dice, lograron colgarse; algunos elementos extraños a nuestra nacionalidad,
entraron también, pero en general, dichas elecciones, no resultaron malas, dominando en ellas las izquierdas más o menos radicales. Si las mismas elecciones
no representaban en conjunto un triunfo del sufragio efectivo, sí lo representaban
del trasegamiento efectuado por la Revolución.
Como todos nuestros Congresos perdió la mitad del tiempo señalado
para su actuación, en discutir credenciales; en eso ocupó todo el mes de diciembre de 1916, hasta los primeros días de enero de 1917, los trabajos de la Constitución. Se sabía que el Primer Jefe, señor Carranza, con los señores licenciados Luis Manuel Rojas y Natividad Macías, habían preparado un proyecto de
reformas a la Constitución vigente; pero nadie conocía tal proyecto, hasta que
el Congreso estuvo formalmente instalado, les fue repartido a los diputados el
proyecto ya impreso, con la insinuación y precisa, de aprobarlo como estaba.
El proyecto del Primer Jefe parecía hecho expresamente para demostrar
la poca voluntad que el mismo Primer Jefe tenía de cumplir con los compromisos de la Revolución, expuestos detalladamente en el Decreto de 12 de diciembre
de 1914; nada de reformas sociales, nada de propósitos transcendentales, el estrecho espíritu legalista que marca con relieves de terquedad y de obcecación toda la
obra histórica del señor Carranza, llenaba el proyecto de discreteos jurídicos.
Pero nuevamente se repitió el caso de las asambleas anteriores; el Congreso, desde la primera sesión formal, estaba ya contra el Primer Jefe y cuando
se hizo saber a los diputados que las Comisiones Dictaminadoras debían formar
dictámenes globales para votar varios artículos a la vez, estuvo a punto de levantarse una protesta general. Los directores ostensibles del Congreso que lo
eran los señores diputados licenciado Luis Manuel Rojas y Natividad Macías e
ingeniero Félix F. Palavicini, acudieron hasta el extremo de llevar al mismo señor
Carranza al Congreso para que su presencia impusiera la subordinación; los
diputados lo recibieron con grandes honores y le dirigieron discursos ditirámbicos; pero se negaron a tratar de los asuntos de la Constitución. Varios oradores
254
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
hicieron saber que se debía tener en el señor Carranza, respecto de dicha Constitución, la misma confianza que en todo le había sido concedida hasta entonces;
pero el diputado general Francisco J. Mújica, uno de los más fieles al señor
Carranza, y entonces miembro de las dos Comisiones Dictaminadoras, puso
fin a la cuestión manifestando que las expresadas Comisiones y la Cámara entera
creían de su deber, compartir con el Primer Jefe la responsabilidad de una función tan importante como la de dar al país una nueva Constitución. El discurso
del general Mújica tuvo una enorme trascendencia, porque rompió el molde
que el Primer Jefe había preparado para vaciar en él la Constitución reformada,
tal cual él la creía necesaria para el país, y abrió la puerta a las grandes reformas
que se hicieron después.
……
EL PRINCIPIO DE NUESTRA INTERVENCIÓN PERSONAL
EN EL CONSTITUYENTE DE QUERÉTARO
Nosotros (el autor del presente esbozo histórico), que todavía formábamos parte de la Comisión Nacional Agraria, como es de suponerse, no conocimos el proyecto secreto del Primer Jefe, señor Carranza, hasta que fue repartido,
ya impreso, a todos los diputados, y eso merced a la confianza del señor ingeniero
Pastor Rouaix, que también era diputado, y que hasta la víspera del día de la apertura formal había permanecido en esta capital, desempeñando sus funciones de
Ministro de Fomento. El señor ingeniero Rouaix nos mostró el ejemplar que le
correspondía, con las debidas reservas, y entonces pudimos ver que en el Art. 27,
lo relativo a los terrenos de los pueblos, requerían correcciones fundamentales y
para exponer tal opinión logramos que fuera convocada luego y se reuniera la
Comisión Nacional que abundó en nuestro modo de ver, y nombró una Comisión
que hablara con el señor ingeniero Rouaix sobre el particular; mas como en esta
cuidad los periódicos habían ya dado por cierto que el Congreso votaría la
Constitución por Capítulos, el asunto pareció tan urgente, que a reserva de que la
Comisión se integrara más tarde, se resolvió que nosotros (el autor del presente
esbozo historial) nos trasladáramos desde luego a esa cuidad, tomando para el
efecto el primer tren que nos pudiera llevar allá.
255
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
Cuando nosotros llegamos a Querétaro, el peligro de la votación por
Capítulos había pasado ya; pero el señor Rouaix nos retuvo hasta no saber si el
primer jefe consentía o no en las modificaciones que le pedía la comisión. Con
tal motivo, pasaron algunos días que nosotros invertimos en exponer al señor ingeniero Rouaix, que como Ministro de Fomento tenía el carácter de Presidente
de la Comisión Nacional, sobre las consecuencias futuras que tendría el haber
reducido la resolución de todo el problema agrario, a sólo la solución ejidal, indicándole algunas ideas sobre la manera de tratar ese problema, de un modo
integral, según nuestro criterio.
El señor ingeniero Rouaix vive todavía, casi olvidado, y sin embargo, es en
el periodo de tiempo que abarca el presente esbozo historial, una figura de primera magnitud Ingeniero topógrafo profesional, mestizo triple, con sangre de
indio, de español y de francés, es un hombre sencillo, modesto, sin pretensiones
de inteligencia, ni de saber, ni de valimiento político, ni de importancia social,
y sin embargo, vale mucho por su buena intención, por su dedicación y por su
lealtad; siempre en perfecto equilibrio mental, tiene gran facilidad de compresión
de las cosas y gran firmeza de propósito para ejecutarlas.
El Primer Jefe, señor Carranza, estimaba mucho al señor ingeniero
Rouaix; tanto que fue el único de los miembros de su Gabinete, que estaba dentro
del Congreso, sirviendo, con un tacto y con una prudencia que no serán nunca
bastante elegidos, de lazo de unión entre el Congreso y el Ejecutivo. Pudo, pues,
con facilidad, el señor ingeniero Rouaix, hablar al Primer Jefe, señor Carranza,
de lo que pretendía la Comisión: pero aquél se negó rotundamente a consentir
en lo que se le pedía; era su temperamento.
EL GENERAL OBREGÓN EN EL CONSTITUYENTE
DE QUERÉTARO
Las deliberaciones del Congreso seguían su curso, aunque dedicadas de preferencia a la discusión de los detalles de construcción estructural del
Gobierno, a las facultades de los Poderes Públicos, etc.; política, en suma. Los
asuntos a los cuales se les veía fondo, y en algunos de una hondura que daba
miedo, se bajaban para después.
256
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
A pesar de haber roto desde el principio con el proyecto del Primer
Jefe, los autores de él, y las demás personas encargadas de sostenerlos de tal
manera pesaban sobre la asamblea dificultando a las izquierdas la manifestación
de los anhelos populares, que comenzaron a oírse murmuraciones de descontento. Los adictos al Primer Jefe acudían presurosos a pedir al señor ingeniero
Rouiax, hiciera saber al Primer Jefe tal estado de fermentación. El señor ingeniero Rouaix oía las demandas de referencia con aire tranquilo; pero de improviso
llegó a Querétaro el general Obregón.
Para comprender la importancia del hecho a que acabamos de referirnos, preciso es que nuestros lectores sepan que el general Obregón era el Secretario de Guerra en el Gabinete del Primer Jefe, señor Carranza, y que residía
y despechaba en esta capital, no obstante que el Jefe del Poder Ejecutivo estaba
con el resto del Gabinete, en Querétaro. Circulaban rumores de que con motivo
de la sucesión del señor Carranza había habido entre éste y su Ministro de Guerra, diferencias de opinión que habían distanciado mucho al uno del otro. Así las
cosas, la presencia del general Obregón en Querétaro, la inmediata aproximación
a él de todos los diputados de las izquierdas, que estaban descontentos, y algunas palabras dichas en una convivialidad para alentar a estos últimos, hicieron
nacer sordas inquietudes y venenosas desconfianzas en el ánimo del Primer Jefe.
Este temió, desde entonces, el levantamiento del general Obregón.
El general Obregón regresó pocos días después a esta capital; pero los
diputados de las izquierdas se crecieron hasta tal punto que los políticos que iban
y venían, pedían al señor Rouaix aconsejara al Primer Jefe, nombrara de entre los
obregonistas un Ministro de Gobernación que los metiera en cintura.
El aliento dado a los diputados de las izquierdas tomó un nuevo camino;
en el Congreso empezaron a aparecer con cierta timidez, todavía, pequeñas hojas
volantes, con iniciativas de extremo radicalismo, sobre asuntos de propiedad territorial y de trabajo. Tales iniciativas tenían mucho de pueril y algunas eran de
imposibilidad práctica notoria, pero todas hacían bulto y hacían impresión. La
fermentación del Congreso aumentaba a ojos vistas.
257
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
PROCESO DE REDACCIÓN DEL ARTÍCULO 27
Una vez roto el dique que venía conteniendo la corriente reformista de
la Cámara, dicha corriente ensanchó su volumen y se desbordó, acometiendo
a la vez muchas cuestiones de carácter social. El señor Rouaix creyó llegada la
oportunidad de hacer el intento de abordar a fondo la cuestión agraria, y nos encomendó (al autor del presente esbozo historial) formuláramos las disposiciones
relativas que al efecto debían incluirse en el articulado de la Constitución. Nosotros hicimos ese trabajo con apresuramiento, y en un domingo, que nosotros
creemos memorable, a convocación del señor ingeniero Rouaix, se reunieron en
la capilla del Palacio Obispal de Querétaro muchos diputados revolucionarios
y ante ellos, después de una breve exposición que hicimos sobre la naturaleza
general del problema, dimos lectura al primer proyecto del Artículo 27 de la
Constitución. Estaban presentes, entre otros muchos que no recordaremos, los
señores licenciados Rojas, Macías, González (Alberto M.), Medina (Hilario),
Pastrana Jaimes y De los Ríos; los señores ingenieros Palavicini, Ibarra, Reynoso
y Góngora; los señores doctores Román y Cabrera; los señores generales Mújica,
Calderón, De los Santos, y otros que no conocíamos; y en suma, muchos diputados venidos de las distintas regiones que componen el territorio nacional, que
por ese sólo hecho, representaban en conjunto la voluntad de la Nación. Todos
los presentes expresaron estar conformes con que se abordara el problema de una
vez por todas y manifestaron al señor ingeniero Rouaix que concurrirían en las
mañanas al mismo lugar, para seguir tratando del asunto.
LA CONSTITUCIÓN DE QUERÉTARO FUE EL
VERDADERO FRUTO DE LA REVOLUCIÓN
La Constitución de Querétaro no sólo puede gloriarse del Artículo 27 y
del Artículo 123, este último punto de partida de la legislación obrera. Muchos
otros artículos contienen aciertos y novedades dignos del aplauso de las generaciones futuras. La Constitución de Querétaro valió la sangre de todas las
revoluciones que han tenido lugar desde la Independencia, y si bien es claro, con
claridad de mediodía, que su ejecución posterior, hasta su adaptación plena, ha
258
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
costado y costará más sangre aún, ella será indudablemente la ley que más fielmente haya respondido, hasta ahora, a las verdaderas necesidades de la población nacional.
Al terminar el Congreso Constituyente sus labores, se creía que el Primer
Jefe no promulgaría la Constitución; pero la promulgó en 5 de febrero de 1917;
ése fue para el señor Carranza el último día de gloria.
Al amparo de la Constitución, el Gobierno del Primer Jefe se transformó
en Gobierno Constitucional que día a día se iba asentado, ofreciendo las perspectivas más halagüeñas de estabilidad y solidez; pero en el interior habían quedado
heridos los criollos señores en su gran propiedad los criollos nuevos en los intereses extranjeros a cuya sombra han venido siempre medrando, los indios–mestizos
en la supervivencia de los latifundios, cuya división encomendada a los Estados
no les merecía fe, y los indios en la lentitud con que se procedía calculada para
defraudarlos; el zapatismo seguía sus acostumbradas actividades. En el exterior
los imperialismos estaban disgustados por la nacionalización del subsuelo que
les arrebataba la propiedad definitiva del petróleo. A mayor abundamiento, los
Estados Unidos no ocultaban su resentimiento, porque a la hora de su entrada en
la Guerra Mundial, México no los siguió. La ley que autorizó al señor Carranza
para abrir a los extremos del Ferrocarril de Tehuantepec, dos puertos libres
con elementos alemanes, colmó la medida. Nubes de tempestad ensombrecían
el cielo, al rayar el alba del primer día del año de 1920.
259
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
CONCLUSIÓN
AL CERRAR el presente quinto y último libro de nuestra obra Esbozo historial de
los primeros diez años de la revolución agraria de México, y al poner como en
todos, algunas líneas de resumen o conclusión, nos creemos en el caso de hacer
en éste lo mismo, extendiendo nuestro resumen o conclusión a la obra entera.
Casi siempre faltos de extensión para conceder el debido lugar a la
documentación demostrativa, en ciertos casos extraordinariamente abundante y
generalmente con grandes trabajos para coordinar datos salteados sin aparente
relación, hemos podido llegar con grandes trabajos, a trazar el esbozo de conjunto que nos propusimos.
Del esbozo trazado ya, se desprende con claridad perfecta la siguiente
conclusión a la que procuremos dar términos lapidarios.
La Revolución comenzada en 1910, no ha terminado todavía, ha sido
uno de tantos episodios (el más profundo y trascendente) de las luchas agrarias
comenzadas desde la Independencia, para destruir los latifundios, que son las
raíces madres de la organización social por castas que subsiste todavía; y no
ha llegado a su fin, porque los indios y los indios–mestizos, paralizados por
un incomprensible complejo de inferioridad, no han acertado a liberarse de la
aparente superioridad social y de la perversa acción política de los españoles, de
los criollos y de los criollos-mestizos.
260
El Artículo 27 de la
Constitución Federal
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
INTRODUCCIÓN
P
OR ACUERDO de la superioridad el presente volumen del Boletín se refiere
exclusivamente al Artículo 27 de la Constitución. En él se publican los
estudios, documentos y glosas que más han podido contribuir a fijar el
espíritu, el texto y la interpretación de dicho artículo.
De todos los artículos que contiene la Constitución de Querétaro, seguramente el más importante es el Artículo 27. El Artículo 27, en efecto, resume
y condesa todos los principios jurídicos que deben presidir la realización práctica de las aspiraciones populares que han determinado la serie de revoluciones
interiores que comenzaron con el Plan de San Luis.
En todos los países y en todos los tiempos, todas las revoluciones profundas son en el fondo cuestiones jurídicas de propiedad. Es natural que así sea,
por cuanto a que en la propiedad radica la satisfacción de las necesidades de alimentación que son fundamentales para la vida humana. Y como entre la propiedad
general, la propiedad del suelo es la más directamente vinculada a la expresada
satisfacción de las necesidades de alimentación, todas las revoluciones son en el
fondo cuestiones de propiedad territorial.
Desde la Independencia hasta la Constitución de Querétaro, la propiedad territorial había sufrido en el país tan graves trastornos, que éstos haciéndose sentir en todas las clases sociales determinaron la serie de revoluciones a
que me referí antes, habiendo aparecido en éstas, las tendencias que indicaron
las reformas que el estado de la propiedad requería. Formuladas esas reformas
en el Artículo 27 de la expresada Constitución, han comenzado a ser llevadas
al terreno de la realidad siendo de notoria evidencia, que las convulsiones revolucionarias que han tenido lugar después de promulgada dicha Constitución,
y las que les tengan que suceder todavía han sido y serán incidencias sin
263
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
importancia en el proceso de acomodación de los diversos intereses sociales
afectados a los nuevos principios impuestos por las reformas de que se trata.
Por mucho que las convulsiones de referencia produzcan confusiones
de criterio en el público, errores de interpretación en las autoridades ejecutadoras, y hasta negaciones, alteraciones y derogaciones parciales o totales de los
textos que expresan los principios jurídicos que acerca de la propiedad contiene
el Artículo 27 constitucional, es absolutamente seguro que esos principios se salvarán y regirán hasta que en el país se efectúen los cambios sociales cuyas condiciones por ahora no se alcanzan a ver en la infinita inmensidad de lo porvenir.
Todos los principios jurídicos que contienen las disposiciones expresas
que acerca de la propiedad se encuentran en el Artículo 27 de la Constitución
de Querétaro, concurren a la realización práctica de seis fines principales: es
el primero, el de asegurar a la Nación en conjunto el dominio cuerdo y real del
territorio que ocupa; es el segundo, el de que de ese dominio, como primordial,
se deriven los derechos de dominio privado que pueden tener las personas sobre porciones de dicho territorio, en toda la amplitud de lo que el Derecho
Común llama bienes raíces; es el tercero, el de que como consecuencia de los
dos anteriores, ningún derecho de dominio privado sobre bienes raíces pueda
estar fuera ni mucho menos por encima del dominio supremo de la Nación; es
el cuarto, el de que dependiendo fundamentalmente del dominio de la tierra, el
sostenimiento de la vida, en ningún caso los derechos de dominio individual
puedan llevar en un individuo a estorbar el ejercicio de los derechos individuales
de los otros, por lo que los derechos sociales debe ser antes y estar por encima de
los individuales en materia de bienes raíces, es el quinto, el de que precisamente
por el carácter fundamental que para la vida tiene el dominio de la tierra, la
distribución del territorio nacional debe hacerse entre el mayor número posible
de los individuos componentes de la Nación; y es el sexto y último, el de que la
distribución del territorio debe hacerse en beneficio de los individuos componentes de la Nación en relación con el desarrollo evolutivo de esos individuos,
o sea, en relación con la capacidad de los mismos individuos para tener, aprovechar y defender los bienes raíces en que deba consistir su respectiva porción.
Saltan a la vista, desde luego, las razones que justifican la persecución de
264
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
los seis fines a que me acabo de referir: ningún pueblo puede existir sin tener el
pleno dominio del territorio que ocupa, siendo el derecho de tener y ejercer
ese dominio, o sea el derecho de propiedad de la Nación en conjunto, sobre el
territorio que ocupa, el derecho de propiedad fundamental de todos los pueblos,
del derecho de la Nación en conjunto sobre su territorio, debe derivarse el derecho de cada individuo sobre las porciones de este territorio que conforme a las
leyes interiores puedan adquirir, tener y transmitir; si los derechos de propiedad
privada, sobre porciones del territorio nacional no se derivan del derecho de
propiedad de la Nación en conjunto, todas las naciones que abran sus puertas
a los extranjeros, tendrán que ver algún día que algunas de esas porciones adquiridas por algunos de esos extranjeros están sujetas a leyes extranjeras que escapan a la soberanía de la Nación y destruyen por su base esa soberanía; como
el derecho de propiedad sobre la tierra es primordial para la vida, es claro que los
derechos que a título de propiedad privada pueda cada individuo adquirir y tener
para su subsistencia y beneficio, sobre una porción cualquiera del territorio
total, que es y tiene que ser el patrimonio fundamental de todos, deben estar
limitados por los derechos que los demás puedan adquirir y tener, también
para su existencia y beneficio, sobre otras porciones del mismo territorio, siendo natural que éste se divida, si no matemáticamente entre todos los individuos
de la Nación por no exigirlo la diversidad de ocupaciones a que se dedican, por
lo menos entre todos los que pretendan adquirir y tener por medios legítimos
su porción, de modo que el derecho de los unos no impida el de los otros;
el hecho de que, no obstante la diversidad de ocupaciones a que se dedican los
individuos componentes de una Nación, el derecho de propiedad que cada uno
pueda adquirir y tener sobre una parte del territorio total, sea primordial para
la vida, impone la necesidad de que dicho territorio se divida entre el mayor
número posible de individuos, debiendo considerarse como gravemente perjudicial para esa Nación, que el mismo territorio llegue a convertirse en patrimonio
de los menos, porque ello significa la indigencia de los más, y por último, para
que el conjunto de todos los individuos de la Nación, o sea la sociedad que ellos forman, pueda aprovechar bien el territorio en que vive, es absolutamente
necesario que cada uno de los individuos que ese conjunto compone, pueda
servirse de la porción que pueda adquirir y tener en dicho territorio, conforme
a las facultades de su mentalidad y a las posibilidades de su acción, o en otros
265
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
términos, es indispensable que los derechos de dominio que sobre el territorio
de la Nación puedan tener las personas, estén en precisa relación con las capacidades de esas mismas personas, y como sería imposible que hubiera tantas
modalidades del derecho de dominio, cuantas personas puede haber en una
Nación, es preciso cuando menos, que haya las que correspondan a los grupos
de población que se consideren bien diferenciados.
El Artículo 27 de la Constitución de Querétaro no quiso imponer determinado sistema de propiedad, ni cambió en manera alguna el sistema establecido
desde la época colonial y desde esa época consentido, dentro y fuera del país,
por todo el mundo. El cargo de haber pretendido establecer un sistema radicalmente comunista, en nada se funda. El Artículo 27 no hizo sino reconocer los
hechos tales cuales los encontró, referir a ellos los principios jurídicos que les
eran aplicables y estaban vigentes, equilibrar en lo posible esos principios para
evitar conflictos entres los intereses por ellos creados en los hechos, y poner las
bases sobre las cuales podían evolucionar los mismos principios en lo futuro, para
que puedan adaptarse sin mayor esfuerzo a las condiciones en que tenga que
evolucionar la población total del país.
El derecho de propiedad primordial de la Nación sobre todo el territorio nacional existía antes en el rey de España; los derechos de dominio
en calidad de propiedad privada de los particulares, dentro de los derechos
de propiedad de la Nación, constatan en los títulos primordiales expedidos a
los particulares en la época colonial, que son los títulos que amparan todavía
los mismos derechos de los particulares; la sumisión de los dominios de
los particulares en calidad de propiedad privada a los derechos sociales, que
ahora representa la Nación, viene también de la Época Colonial, puesto que
la Nación ha sustituido al rey; la aplicación de los derechos sociales que ahora
representa la Nación, para imponer a los derechos de dominio de los particulares, las modalidades que exija el interés publico, viene de la época colonial
igualmente; la división de los derechos de dominio a los particulares, entre los
derechos de carácter individual de muchos individuos aislados, y los derechos de
carácter comunal de las agrupaciones de población genéricamente llamados pueblos, viene asimismo de la Época Colonial; las disposiciones de ejecución inme-
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
diata que para equilibrar los derechos de dominio individual y los de dominio
comunal, como las restituciones y dotaciones en favor de los pueblos, tienen, del
mismo modo, precedentes coloniales. Ninguno de los elementos jurídicos que
componen el Artículo 27 era nuevo ni desconocido en el momento en que dicho
artículo se elaboró.
La reforma principal, profunda y trascendental, que se hizo en el Artículo 27, consistió en restablecer el principio jurídico de que tratándose de la
tierra, o sea de los bienes raíces que comprende el territorio nacional, los derechos sociales, o sea, los derechos de la Nación, o sea, los derechos que fueron del rey
son antes y están por encima de todos los derechos privados. El restablecimiento de
este principio que fue la base de la legislación colonial, no significa una regresión,
sino al contrario, sujeta a todos los derechos privados sobre la propiedad raíz, a las
leyes nacionales futuras, sean cuales fueren. Dicho restablecimiento hasta ahora no
ha producido cambio alguno en el sistema de propiedad privada existente en las dos
modalidades que presenta, y son la individual, y la columna de los pueblos; pero abre
un extensísimo campo para que las leyes posteriores corrijan, modifiquen abroguen
ese sistema para mejorarlo, transformarlo o cambiarlo por otro, según lo requieran las
necesidades de la evolución general, porque todas las leyes que puedan derivarse
de dicho principio por regresiva o por avanzadas que se supongan, cabrán dentro
del Artículo 27. El principio de que se trata, y que abarca todo los fines que los ilustres Constituyentes de Querétaro se propusieron alcanzar, se asienta firmemente
sobre una experiencia de siglos, y se prepara a dirigir una nueva legislación de
siglos también.
México, D.F., julio de 1922.
ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
267
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
EL ESPÍRITU DE LA CONSTITUCIÓN DE QUERÉTARO
E
N LA NACIÓN Mexicana, desde la proclamación de la Independencia
hasta el momento actual, no ha tenido lugar un acontecimiento de tanta
magnitud, por la alta idealidad de su intención, por la asombrosa fecundidad de sus principios y por la universal trascendencia de sus resultados,
cuanto lo ha sido la promulgación de la Constitución Federal de 5 de febrero
de 1917, elaborada por el Congreso Constituyente de Querétaro. En efecto, la
expresada Constitución, resumen concreto de las revoluciones que, en tremendas
sacudidas y profundas perturbaciones, se han sucedido desde la proclamación
del Plan de San Luis en 1910, fue inspirada, a la vez, por el más desapasionado
discernimiento de nuestros antecedentes históricos, por el más exacto conocimiento de la realidad de nuestras condiciones sociales, por la más atigente
comprensión de las aspiraciones de mejoramiento que se manifiestan en nuestra
población, por la más acertada intuición de la posibilidad de reducción al terreno
de la práctica de las ideas de reforma social que agitan en la actualidad a todo
el mundo, y por el más alto sentimiento de la justicia y de la moral que deben
regir las relaciones humanas en el estado social evolutivo que en el presente
momento llamamos de civilización.
La Constitución de 5 de febrero de 1917, debe considerarse, desde luego,
como la expresión más exacta de la voluntad nacional. Cuando después de una
serie de revoluciones un grupo social se impone a los otros, y dicta en cláusula
imperativa, una ley que los demás no tienen fuerza bastante para evitar, ni energía
suficiente para resistir, esa ley es ley en el más alto sentido, porque su imperio es
una realidad y su ejecución es un hecho. Si no responde por completo a las ideas
y a los deseos de todos, representa, en todo caso, la fórmula del consentimiento
del conjunto, por cuanto que en ella se alcanzan y coordinan las coacciones de los
unos y las suminisiones, por disciplina voluntaria o por impotencia irremediable,
de los otros.
En virtud de los que acabamos de exponer, las revoluciones propiamente dichas, son la forma suprema de legislar, y tan es así que entre nosotros
todos los planes revolucionarios que han logrado triunfar han sido las fuentes
269
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
de donde han brotado nuestras leyes constitucionales. Y si, pues, por la vía
de las revoluciones, la voluntad popular ha podido imponer una Constitución
absolutamente nueva, con más razón ha podido imponer una reforma de la
inmediata anterior vigente. La Constitución absolutamente nueva o la reforma
de la vigente, sería en todo caso impuesta por la voluntad nacional y representaría
de un modo completo esa voluntad. Así ha sido y es tratándose de la reforma
que de la Constitución de 1857 hizo en la de 1917 el Congreso Constituyente
de Querétaro. Porque la Constitución de 1917 no es una Constitución nueva,
sino una reforma de la de 1857.
Las palabras no pueden jamás variar los hechos. Por mucho que se diga
que el Congreso Constituyente de Querétaro no hizo reformas a la Constitución
de 1857, sino que hizo una nueva Constitución, el hecho real y verdadero es
que la Constitución de 5 de febrero de 1917, elaborada por el expresado Congreso, no es una ley hecha con materiales distintos de los que formaban y
componían la de 1857, y construida conforme a un plan de conjuntos en que
no se pudiera reconocer esta última, sino que por el contrario, ha conservado
de ella el plan general de su construcción, levantado sobre la base fundamental
de las garantías individuales el sistema de la organización política de la Nación,
dando cuerpo a los Gobiernos de los Estados y sobreponiendo a ellos el Gobierno Federal; ha conservado de la otra la distribución de la autoridad tanto de los
Estados cuanto de la Federación, en los tres poderes ideados por Montesquieu;
ha conservado de la otra también, la supremacía del Poder Ejecutivo sobre el
Legislativo y Judicial, lo mismo en la federación que en los Estados; ha conservado así mismo de la otra, como medio de ligar a todas las partes del sistema,
el recurso de amparo; y en suma ha dejado de la anterior todo la substancial.
Hasta la numeración de los artículos es en la nueva y en la antigua casi igual.
¿Cómo puede decirse que una y otra no son la misma y que la nueva no es la
antigua reformada?
El hecho que la Constitución de 1857 haya determinado con precisión
el procedimiento por seguir para hacer sus reformas, y que la de 1917 se haya
hecho sin seguir ese procedimiento, nada importa para la validez de esta última, dado que sobre las prescripciones de la de 1857, y hasta sobre ella misma,
está la voluntad nacional impuesta por una revolución triunfante, y dado que
270
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
como antes dijimos en nuestro país, y en todos los demás de la Tierra, las revoluciones son la forma suprema de legislar. Si, pues, la Revolución impuso que al
reformar la Constitución de 1857 se hiciera la Constitución de nuevo, directamente
y sin más trámites, puedo hacerlo así y su decisión fue plenamente legal.
Aunque en lo substancial poco es lo que la Constitución de 1917 ha
modificado la de 1857, hay algo que es completamente diferente en las dos, y
es su espíritu; ambas son casi una misma ley, pero de la una a la otra ha tenido
lugar un cambio muy importante, y es el del principio dominante que las preside;
en una el principio dominante es el de que el individuo debe ser antes y más que
la sociedad, en la otra el principio dominante es el de que la sociedad debe ser
antes y más que el individuo.
Lo que ha determinado el cambio del principio dominante de una Constitución determinado el cambio de espíritu de una a otra es el tiempo, las ideas
jurídicas, como todo lo que se relaciona con la vida, evoluciona sin cesar.
Los españoles, verdaderos herederos de los romanos en cuanto a capacidad de legislación, al organizar las colonias de América encontraron la fórmula
más adecuada para establecer en materia de propiedad territorial los derechos
sociales de los particulares, sin perjuicio de los derechos sociales que por entonces
representaba el Rey. El Rey tenía el derecho de propiedad sobre todas las tierras y aguas de las colonias, y los particulares sólo tenían el dominio. El mismo
Rey, por supuesto, consideraba sus derechos como personales, sin tener noción
alguna de que como Rey representaba a la sociedad en conjunto y de que sus
derechos eran los de la sociedad. Tales eran entre nosotros los antecedentes de
la propiedad, cuando se hizo la Independencia. A raíz de consumada ésta, como
consecuencia de la reacción que entonces tuvo lugar contra todo lo que recordaba
la dominación española, tales antecedentes fueron deliberadamente apartados;
habían sido casi olvidados cuando se elaboró la Constitución de 1857. Por
entonces nuevas ideas, ya hoy en desuso, formaban el ambiente jurídico. Apenas
comenzaban a aparecer los primeros vislumbres de las ciencias sociales. Comte
acababa de esbozar la Sociología, pero nadie en México conocía las obras de tan
ilustre filósofo .
271
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
En el momento en que fue elaborada la Constitución de 1857, la
teoría científica de la evolución no había llegado a formularse de un modo
preciso: el concepto de las sociedades como organismos vivientes no había
sido formado, y la verdadera naturaleza de las sociedades no había podido
conocerse. Se creía, por entonces, que el derecho de propiedad privada individual formado originalmente por la ocupación, o por la invención, o por la
creación, y transmitido a través de generaciones sucesivas, era lo que formaba
las sociedades humanas; hasta la vida humana misma se creía que dependía
de ese derecho, y se creía que la negación de este último destruía por su base
la sociedad y que las alteraciones que en él pudiera hacerse, la perjudicaban.
Se daba por consiguiente al derecho de propiedad un origen individual que
era antes y que tenía que estar por encima de la sociedad, y por consiguiente
de toda ley que presidiera a su organización, es decir, hasta de la misma ley
constitucional. Con la inviolabilidad dogmática de la propiedad se pretendía
evitar que los individuos hicieran desaparecer a la sociedad y que la sociedad
hiciera desaparecer a los individuos.
Natural era que la Constitución elaborada en 1857, tuviera por punto
capital el reconocimiento de la propiedad preexistente, y la garantía de su inviolabilidad. Así se desprendía del texto del Artículo 27 Constitucional (de
aquella Constitución), y todas las demás disposiciones de la misma norma, tanto
las de las garantías de la vida, cuanto las institutivas de los poderes públicos,
tenían por objeto sostener y asegurar los postulados de dicho artículo. Como
dentro de la Constitución no se definía la naturaleza ni el alcance de los
derechos en que consistía la propiedad privada preexistente, podía darse a esos
derechos la mayor latitud, no sólo sin que la misma Constitución pudiera
impedirlo, si no teniendo la propia Constitución que ampararlos cualesquiera
que fuera. Por eso, el citado artículo dio al individuo una fuerza tal, que en los
conflictos entre el individuo y el estado prevalecía el individuo.
El efecto fatal de ese Estado de cosas era que ningún adelanto pudiera
hacerse en el país si tropezaba con la propiedad privada. La propiedad era más
que la ley: el propietario podía más que el Gobierno. La Constitución de 1857,
hecha en apariencia para favorecer a las clases populares, favorecía en realidad
a la oligarquía de los grandes propietarios.
272
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
Al reunirse el Congreso Constituyente de Querétaro, las ideas eran completamente distintas de las que se tenían en 1857. El concepto orgánico de las
sociedades estaba ya formado; la noción de la Soberanía, como representativa
de la voluntad y del poder del conjunto social, estaba ya hecha; la naturaleza del
derecho originario de propiedad como derivación de la existencia social, estaba
ya definida; la necesidad de resolver el conflicto de los derechos de propiedad
que a la sociedad deben corresponder y de los que deben corresponder a los
particulares, era ya manifiesta. Faltaba sólo encontrar el principio fundamental
que pudiera reunir a la vez el reconocimiento de los derechos ya adquiridos
para dar sanción a lo pasado, y la previsión de los derechos nuevos, susceptibles
de ser adquiridos para dar ocasión a la satisfacción de los anhelos que buscan
su realización en lo porvenir. La sapientísima legislación colonial hizo fácil
encontrar el principio buscado. La Constitución de 1917 hizo el milagro de
llenar el abismo que una mala observación de los hechos había abierto en nuestro
país entre el pasado y el porvenir de nuestras instituciones al formular el primer
párrafo de su Artículo 27.
En efecto, el primer párrafo del Artículo 27 de la Constitución de
Querétaro cambió radicalmente el principio dominante de la Constitución de
1857. Al declarar, de acuerdo con los precedentes coloniales, que la propiedad de
las tierras y de las aguas comprendidas dentro del territorio nacional corresponde
originariamente a la Nación y que de ella se deriva el derecho de dominio que
en forma privada pueden tener los particulares, se estableció como principio fundamental que sobre los derechos de dominio de los particulares, está el derecho
de propiedad de la Nación, esto es, que el derecho de la Nación como derecho de
propiedad está antes y por encima de los derechos de los particulares o, en otros
términos, que el ejercicio de los derechos de dominio de los particulares en que
consiste lo que se llama la propiedad privada, está sujeto a las limitaciones y
modalidades que imponga a esos derechos, el derecho primordial y superior de
la Nación, o sea, de la sociedad en conjunto. Los derechos sociales han quedado
así antepuestos y sobrepuestos a los derechos del individuo.
Lo anterior no quiere decir que los derechos de propiedad de los particulares hayan variado en cuanto a su naturaleza, ni en cuanto a su seguridad.
273
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
En ninguna parte del mundo y en ninguna época de la Humanidad de los
derechos de propiedad privada han dejado de estar sujetos a las limitaciones
de las leyes que representaban por sí mismas la voluntad social; pero entre nosotros la oligarquía de los grandes terratenientes para asegurar con más
firmeza su definitiva consolidación, consagrando las depredaciones con que se
habían formado los latifundios en que apoyaba su fuerza, y poniendo a salvo
esos latifundios de las futuras reivindicaciones que podían provocar dichas
depredaciones, pretendió reducir tales limitaciones a sólo el caso teórico en que
pudieran encontrarse juntas e indisolublemente unidas la utilidad pública y la
imprescindible necesidad (puede consultarse sobre el particular la jurisprudencia
establecida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, anterior al Plan de
San Luis), deduciendo del texto del Artículo 27 de la Constitución de 1857,
que fuera del caso de la expresada limitación, los derechos de dominio de los
particulares, que se consideraban como de propiedad perfecta, ninguna otra le
podían imponer, ni las leyes civiles pasadas, presentes, ni futuras, ni la Constitución misma con todo su carácter fundamental y con toda su autoridad de
ley suprema. De ello resultaba que la Nación quedaba sujeta a arrastrar, de por
fuerza en lo porvenir, como grillete del que no se podría nunca desprender, la
oligarquía de los grandes terratenientes.
El principio de que la propiedad primordial corresponde a la Nación, no
hizo más que volver el dominio de los particulares en que consistían los derechos que éstos podían tener sobre las tierras y aguas del territorio nacional a la
condición jurídica natural de dominio sujeto al derecho anterior y superior de
la sociedad, para que ésta, en vista de las necesidades sociales que siempre deben
ser preferentes a las individuales, pudiera imponer a dicho dominio, las limitaciones y modalidades que requiriera el interés social en el curso del proceso
evolutivo de la Nación.
En nada, como dijimos antes, se varió en el principio a que acabamos
de referirnos, el estado jurídico de los derechos de dominio que se consideraban
como propiedad privada, porque esos derechos eran los mismos que se habían
formado en la Época Colonial, no eran derechos de propiedad plena y perfecta,
supuesto que éstos en la Época Colonial pertenecían al Rey, sino derechos real
274
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
y verdaderamente de dominio, concedidos a los particulares en calidad de mercedes y
sujetos a ser revocados por el derecho de reversión que, como medio de ejercer en caso
dado su derecho de propiedad plena y perfecta, se había reservado el Rey.
Lejos de perjudicar a los derechos de dominio en que ha consistido
siempre entre nosotros la propiedad privada, el Artículo 27 de la Constitución
aseguró en su párrafo segundo el interés que podían tener los particulares en esos
derechos, estableciendo que de dichos particulares ninguno podía ser privado de los
que pudiera tener, sino en el caso de la utilidad pública, franca y abierta, y mediante la correspondiente indemnización.
El principio, pues, en que venimos ocupándonos, dejó las cosas como
estaban en cuanto a los derechos de los particulares sobre las tierras y aguas del
territorio nacional, pero estableció, o mejor dicho restableció, el hecho de que
antes y por encima de esos derechos, estaba el de propiedad que en la sociedad
reside, y que antes representaba el Rey y ahora representaba la Nación. Así, en
lo sucesivo, los derechos privados no podrán oponerse a la marcha evolutiva de
la Nación dificultando su progreso.
Una vez fijado el punto de partida de la naturaleza social de la propiedad sobre las tierras y aguas del territorio de la Nación, la Constitución dividió
dicha propiedad entre la del suelo superficial o superior, y la del suelo inferior
o subsuelo, declarando que esta última quedaba bajo el dominio de la Nación,
y por tanto, que los derechos de dominio que en forma de propiedad podían
tener los particulares, sólo podían referirse al suelo superficial o superior. Esta
división, aunque se desprende de antecedentes precisos de la Época Colonial,
puede considerarse como original en la ciencia jurídica y es una de las más
felices inspiraciones de los ilustres constituyentes de Querétaro .
La división a que acabamos de referirnos es tan racional, tan exacta, tan
ajustada a los principios de la jurisprudencia tradicional y tan fecunda en resultados prácticos y positivos, que ha trascendido las fronteras de la Nación, y ha
sido punto de discusión en los pueblos más adelantados de la Tierra, influyendo
no poco en la legislación posterior de dichos pueblos.
275
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
De la propiedad del suelo superior o superficial, la Constitución pudo
desprender los diversos derechos privados de dominio que debían corresponder
a los diversos grupos que en la población nacional marcan de hecho las diferencias de estado evolutivo. Tres son en general dichos grupos: el de los individuos
capaces de comprender, de tener y de defender los derechos de dominio individual que forman el grupo que en el lenguaje jurídico se llama de propiedad
privada individual el de los individuos incapaces de comprender, de tener y de defender los derechos de dominio individual, pero capaces de comprender, de tener
y de defender los derechos de dominio colectivo en las comunidades genéricamente llamadas pueblos por nuestro derecho colonial, que forman el grupo que
en el lenguaje jurídico se llama de propiedad; y el de los individuos incapaces de
comprender, de tener y de defender los derechos de dominio individual y los de
dominio colectivo, pero que tienen un dominio de forma especial, que si bien es
indefinido, indeterminado e inconsistente, es real y efectivo, y que jurídicamente
no puede ser considerado sino como de ocupación.
La Constitución de referencia en el ya citado Artículo 27, abandonó
el grupo de propiedad privada individual al derecho común, al derecho civil, si
bien imponiendo a dicha propiedad las limitaciones de interés social necesarias
para el fraccionamiento de los latifundios, para el desarrollo de la pequeña
propiedad, para la creación de nuevos centros de población agrícola, para el
fomento de la Agricultura, para el cuidado de los elementos naturales, y para el
aseguramiento de la propiedad misma contra los daños que pudiera sufrir en
perjuicio de la sociedad.
En lo que respecta al grupo de la propiedad privada colectiva, la Constitución en el mismo Artículo 27, reanimó las disposiciones coloniales que,
aunque casi muertas y olvidadas en la legislación posterior a la Independencia,
mantenían la existencia precaria y miserable de las comunidades genéricamente llamadas pueblos, reconociendo el hecho real y palpitante de esa existencia dentro de la vida nacional, y estableció las bases con arreglo a las cuales
podrán las comunidades de que se trata continuar su progresiva evolución.
Sólo respecto del grupo de la simple ocupación, la Constitución no logró
hacer lo que era indispensable para incorporar una gran parte de la población
a la vida general de ella.
276
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
El hecho de que por virtud del Artículo 27 de la Constitución, el dominio en que consiste la propiedad individual que se había substraído de la acción
de las leyes, hubiera vuelto a quedar dentro de ellas, haciendo desaparecer el
punto de apoyo de las resistencias que se venían oponiendo a la expansión
natural de las fuerzas sociales, produjo el efecto de hacer posible la resolución
de los complicados problemas del trabajo. Porque es claro, que si tratándose de
la propiedad territorial que representa la cristalización de mayor solidez de los
derechos humanos, la acción social podrá hacerse sentir hasta el punto de
poder modificar la formas de dicha cristalización, con más razón podrá hacerse
sentir sobre la propiedad mobiliaria que es la materia con que se constituyen las
empresas industriales, haciendo que esa propiedad actué en condiciones de satisfacer no sólo los intereses de los capitalistas, sino los de los trabajadores. Los
ilustres constituyentes de Querétaro así lo entendieron y dictaron los postulados
que formula y desenvuelve el artículo 123. Dichos postulados por su generosa
intención y por su facilidad de ejecución práctica, constituyen una de las mejores
páginas de la nueva suprema ley.
Se han hecho a la Constitución de 1917 diversos cargos, que pueden
reducirse a dos fundamentales: es el primero, en el que lleva en sí disposiciones
contradictoria que mutuamente se paralizan, haciendo muy difícil su aplicación
en la práctica; y es el segundo, el de que ha instituido los poderes públicos en
forma tal, que el poder ejecutivo aparece con facultades excesivas, en detrimento
de los otros poderes.
Respecto del primero de los cargos, a que acabamos de referirnos, se
comprende desde luego que no tiene razón de ser, pues el solo encadenamiento
de las ideas que contienen los artículos de la Constitución, por el orden en que están colocados, basta para comprender que si un artículo contiene una prescripción
general, el hecho de que después aparezca otro limitando dicha prescripción, indica con claridad que se tuvo la intención precisa de reducir el alcance de uno
para que se pudiera hacer efectivo el otro, puesto que al redactarse el último se
tuvo forzosamente en cuenta al anterior.
Respecto del segundo cargo, es evidente que la Constitución quiso que la
forma total del gobierno de la federación, fuera la forma de gobierno presidencial
277
ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
en toda su amplitud, es decir, una forma de gobierno en el que el Presidente de
la República tuviera cierta suma de facultades discrecionales. Esas facultades son
indispensables para que las reformas prevenidas por los artículos 27 y 123 puedan
hacerse efectivas con rapidez, a fin de que causen los menores daños posibles.
Muy especialmente tratándose de las reformas indicadas en el Artículo
27 para el acomodamiento de las comunidades de la población, genéricamente
llamadas pueblos, y para la ejecución de las reformas que se desprenden de los
postulados del Artículo 123, los ilustres constituyentes de Querétaro tuvieron en
cuenta, que tanto las expresadas comunidades para contender con los grandes
propietarios, cuanto los trabajadores para contender con los empresarios industriales, estaban en tales condiciones de inferioridad, que era indispensable que la
acción oficial se hiciera sentir en su favor, para equilibrar las fuerzas de las dos
partes y poder lograr resultados de plena justicia, desempeñando, en uno y otro
caso, la acción oficial, el mismo papel que desempeña el ministerio público en todos los asuntos que son partes los menores de edad. Cuando el Artículo 27, en su
párrafo tercero, dice que para la ejecución de las reformas agrícolas que enumera,
se dictaminarán las medidas necesarias, indica claramente que esas medidas son
y tienen que ser medidas de administración, semejantes a las que idénticos casos
y fuera de acción de los tribunales de justicia, se dictaban en la época colonial; y
cuando el Artículo 11 transitorio dice expresamente que las reformas agrarias y
del trabajo, se pondrán en vigor desde luego sin esperar la expedición de las leyes
derivadas relativas, afirman la idea de que la ejecución de las referidas reformas
debe hacerse efectiva de modo más rápido, por la vía de las facultades direccionales del poder ejecutivo, que tiene a su cargo la administración.
Ahora bien, tratándose de las reformas de referencia, como los gobiernos
de los estados deben reproducir la forma de gobierno federal, debe concluirse que
en la parte que corresponda a los gobernadores de los estados, deben obrar éstos
con las facultades discrecionales, semejante a las del Presidente de la República.
Cuanto más grandes y más profundas son las reformas que tienen que hacerse
en un país, tanto más rápidas deben ser para que los daños y los trastornos que
produzcan duren lo menos que sea posible.
En conclusión, la Constitución de 1917 debe ser considerada como un
verdadero monumento de legislación. El interés que ha despertado, las discusiones
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
que ha producido y las nuevas orientaciones que ha abierto, no dejan duda alguna sobre el particular. Los buenos mexicanos deben, de corazón, cumplir y hacerla cumplir.
POSTULADOS Generales de la Constitución de Querétaro, que sirven de base al
Artículo 27.
De los antecedentes de la Constitución de 1917, de la estructura de
la misma Constitución, y del sistema funcional que ella ha adoptado para el
Gobierno, se desprenden los postulados que siguen:
1. Toda Constitución Política Fundamental ha emanado de una revolución victoriosa, aunque haya sido impuesta por un escasa minoría, debe ser considerada
como la más exacta expresión de voluntad nacional, porque resume la acción de
los que la imponen, la sanción de los que la consienten, y la impotencia de los
que la resisten.
2. La voluntad popular expresada por una revolución, lo mismo puede hacer una
constitución nueva, que una reformadora de la existente, y lo mismo puede hacer
esa reforma, modificando parcialmente la constitución existente, que rehaciéndola en su totalidad.
3. Para que un pueblo reforme parcial o totalmente su constitución, lo mismo
da que lo haga por medio de los procedimientos que ella misma indique, que por
medio de una revolución, supuesto que del uno y del otro modo, la reforma se
hace por la suprema voluntad nacional.
4. La Constitución de 1917 es una reforma de la de 1857, porque conserva de
ella la forma jurídica, la estructura constitucional, las formas de gobierno, y los
procedimientos de acción de la autoridad pública, que en conjunto, son el principal.
5. El espíritu de la Constitución de 1857 era esencialmente individualista: la de
1917 es eminentemente colectivista.
6. Conforme a la Constitución de 1857, en los conflictos ente la persona y la
sociedad, sea entre el individuo y el estado, debía de prevalecer el primero; conforme a la Constitución de 1917, deberá prevalecer el segundo.
7. Conforme a la Constitución de 1857, en los conflictos entre los intereses y
las personas, debían prevalecer los intereses; conforme a la Constitución de 1917,
deberán prevaler las personas.
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ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ
8. La Constitución de 1917 se apoya en la realidad, toma como punto de partida la legislación colonial, perfectamente adaptada a los hechos en el curso de
los siglos, relaciona esa legislación con el estado social presente y desenvuelve la
misma legislación, orientándola a la realización de los principios jurídicos más
avanzados: dicha Constitución deriva su fuerza de que enlaza el estrecho abrazo,
al pasado, al presente y al porvenir.
9. La Constitución de 1917 forzosamente afecta a las personas y a las cosas,
tales cuales se encuentran en el momento en que ella ha comenzado a regir. Toda
ley constitucional en su aplicación y en su ejecución abarca forzosamente tiempos
pasados, presentes y futuros: el en lace evolutivo de los sucesos no deja solución
de continuidad entre los hechos materiales que los determinan, no permite que
se tracen líneas precisas de separación entre esos hechos, y no hace posible, por
lo mismo, que se puedan separar con exactitud las relaciones jurídicas que se desprendan a la vez de hechos que fueron, que son y serán.
10. Los artículos de la Constitución de 1917 siguen el orden y tienen el enlace
de los de la Constitución de 1857; entre los posteriores, suponen, amplían o
limitan los anteriores; los nuevos, completan o rectifican los antiguos; ninguno
de ellos tiene por objeto anular ni paralizar a los otros; en el conflicto entre los
anteriores y los posteriores, deben prevalecer los posteriores; en el conflicto entre
los antiguos y los nuevos, deben prevalecer estos últimos.
11. Siempre que un artículo se refiere en lo general a las leyes, sin expresar de un
modo claro, preciso y concluyente que se tata de la Constitución, debe entenderse
que se trata de leyes derivadas de la misma Constitución y no de ella.
12. Todos los artículos llevan en sí mismos el imperio de su aplicación y de su
ejecución; en ningún caso puede hacerse depender esa aplicación y esa ejecución;
en ningún caso puede hacerse depender esa aplicación y esa ejecución, de la existencia o de la falta de leyes derivadas. No habiendo leyes derivadas, debe entenderse que la aplicación y la ejecución de los artículos constitucionales está comprendida en las facultades del Presidente de la República como ejecutor supremo
de la Constitución.
13.La diferenciación del Gobierno entre el de la Federación y los de los Estados, no hace a aquél independiente de éstos, en el sentido de absoluta separación
de funciones; por el contrario, los Estados y la Federación están obligados
a desarrollar una acción concurrente, de modo que para la realización de los
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ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
propósitos de interés nacional, lo que los Estados no puedan hacer, puede hacerlo
la Federación, y lo que la Federación no pueda hacer, pueden hacerlo los Estados; y cuando los unos y la otra puedan a la vez hacer la misma función, sin
perjuicio de sus respectivas atribuciones, será para bien del país.
14. Lo mismo el Gobierno Federal que los de los Estados, se dividen en tres
poderes, pero tanto en la Constitución de 1857, cuanto en la de 1917, se considera preponderante el poder ejecutivo, supuesto que se considera al jefe de él,
como jefe de la Nación o del Estado, y sólo él tiene fuerzas armadas a su disposición; los poderes legislativo y judicial son autónomos, pero no independientes;
son complementarios del ejecutivo y están obligados a un acción concurrente
con él.
15. Todos los imperativos categóricos de la Constitución deberán cumplirse, y
cuando ella no establezca procedimientos especiales para que sean cumplidos,
deben considerarse comprometidos en las facultades discrecionales que supone
la institución misma del poder ejecutivo federal, supuesto que dicho poder
es el ejecutor supremo de la Constitución: en ese caso, la ejecución de dichos
imperativos deberá hacerse por medidas directas de administración.
16. La falta de cumplimiento de los preceptos imperativos, precisos y categóricos de la Constitución es y tiene que ser forzosamente un delito de acción
o de omisión, oficial o común.
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ÍNDICE
ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
Presentación
9
Proemio
11
Nota a la primera edición de 1969
14
Prólogo
15
Clasificación de las ciencias fundamentales
29
Tratado de etnología
61
Juárez y la Reforma
77
Los grandes problemas nacionales
113
Esbozo de la historia de los primeros diez años
de la Revolución Agraria de México (de 1910 a 1920)
167
El Artículo 27 de la Constitución Federal
261
285
La Antología Andrés Molina Enríquez, de Álvaro Molina Enríquez,
se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2007.
La edición consta de 3000 ejemplares y estuvo al cuidado de Nora
Cecilia Pérez Ramírez, María del Carmen Rivero Quinto, Yolanda
de Jesús de la Luz, Daniela Arellano Bautista.
Concepto editorial: Khady Ulloa Durand y Hugo Ortíz.
Coordinador editorial: Valentín Iturbe Posadas.

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