Cousteau - Angela Posada Swafford

Transcripción

Cousteau - Angela Posada Swafford
JEAN-MICHEL COUSTEAU
COUSTEAU
POR: ÁNGELA POSADA-SWAFFORD* FOTOS: OCEAN FUTURES SOCIETY
BOCAS
BOCAS
JEAN-MICHEL COUSTEAU ES LA ESTAMPA VIVA DE SU PADRE, EL LEGENDARIO
CAPITÁN DEL CALYPSO , JACQUES-YVES
COUSTEAU, EL EXPLORADOR MÁS FAMOSO DE LOS SIETE MARES. JEAN-MICHEL Y EL RESTO DE LA FAMILIA TOMARON LA ANTORCHA DEL CAPITÁN Y HOY
MANTIENEN VIVA SU OBSESIÓN POR
PROTEGER Y CONOCER LOS SECRETOS
DE LOS OCÉANOS. ESTA ES LA HISTORIA
PRIVADA DE UNA FAMILIA DE LEYENDA.
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JEAN-MICHEL COUSTEAU
Faltan tres horas para la inauguración de la conferencia anual de la Sociedad de Periodistas Ambientales, con una audiencia de mil miembros de la elite
de la prensa especializada del mundo y funcionarios
ambientalistas del gobierno estadounidense. Es un
momento histórico para Jean-Michel porque será la
primera vez que la familia entera del matrimonio original entre Jacques-Yves y Simone Melchoir aparezca
en público –esto es, los hijos de Jean-Michel, Fabien y
Céline; y sus sobrinos, Alexandra y Philippe Jr., hijos
del fallecido Philippe, su hermano menor–.
Jean-Michel ha decidido que este es el momento de
pasarle oficialmente la antorcha del trono náutico a
esta tercera generación de príncipes Cousteau, mostrando su apoyo por las causas y organizaciones ambientalistas que cada uno de ellos ha abrazado, y tal
vez para zanjar viejos malentendidos en este lado de
la familia. Mucho menos conocidos que el abuelo o el
padre, los cuatro primos han sabido llevar en alto el
vistoso legado de JYC, y cada cual, a su manera, se ha
convertido en un “nouveau Cousteau”.
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No es fácil ser el hijo del icónico, controvertido e idealizado Capitán del Calypso, cuya formidable personalidad impregnaba todo el ecosistema familiar como
el halo de un dios mayor. Jean-Michel se ha pasado
la vida encontrando su propia identidad fuera de la
luminosidad de supernova de su padre. Primero, labrando su propio camino como arquitecto marino. Y
después, forjando su reputación como ambientalista,
educador, productor cinematográfico y explorador.
Su nuevo libro Mi padre, el capitán, mi vida con
Jacques Cousteau, es un homenaje de admiración
a la carrera de su padre, pero también un recuento muy honesto sobre él y su relación familiar.
¿Cómo era realmente Jacques-Yves?
Mi padre era un hombre con muchas personalidades,
muchos estados de ánimo. Pero eso es así con todos
los grandes hombres, ¿cierto? Conocemos
la máscara pública, pero es la cara
privada la que revela el verdadero carácter: el del hombre que
emerge cuando las cámaras no
están filmando. Claro que tenía sus fallas. Y vaya si tuvimos nuestros desacuerdos.
Pero esas fragilidades no lo
hacen menos un símbolo, y
es el símbolo el que perdu-
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ra. Era un hombre impaciente, que podía ser obstinado, apasionado y generoso, todo en exceso. No aceptaba un “no” de nadie y amaba la eficiencia. Mantenía
su distancia y no siempre era cálido con sus amigos
más cercanos.
Pero al mismo tiempo tenía tal determinación y tal
carisma que siempre lograba sus objetivos. Tampoco
perdía los estribos. En las expediciones, cuando la tripulación cometía errores, él prefería alejarse, ver las
cosas con perspectiva, y decir “mañana a las seis hablamos de esto”. A mí también me lo decía, y uno sabía
que le venía el tirón de orejas.
Y, además, vivió a bordo del mítico Calypso.
Philippe y yo pasábamos allí las vacaciones de verano. Y estuvimos muchas horas limpiando la cocina y
fregando el piso de cubierta. El Calypso era un viejo
dragaminas británico fuera de servicio que le pertenecía entonces a Loel Guinness, el de la cerveza, y
quien se lo “alquiló” a mi padre por un franco al año.
Mi papá quería a ese buque como si fuera una mujer.
Incluso le hablaba. Y mi madre, de muchas formas, era
más capitán del Calypso que mi padre. Era su casa y
estaba a cargo de la logística de a bordo y le dio al buque su personalidad, haciendo que todo el mundo se
EL CALYPSO
ERA UN VIEJO DRAGAMINAS BRITÁNICO
FUERA DE SERVICIO QUE LE PERTENECÍA
ENTONCES A LOEL GUINNESS, EL DE LA
CERVEZA, Y QUIEN SE LO “ALQUILÓ” A MI
PADRE POR UN FRANCO AL AÑO.
Fue JYC quien dio la voz de alarma acerca de la inevitable crisis ambiental de la Tierra treinta años antes de
que nadie quisiera escucharlo. Y me enorgullece que
supo convencer a las Naciones Unidas de adoptar su
Declaración de los Derechos de las Generaciones Futuras, y de declarar a la Antártida como un continente
protegido. JYC fue inventor (recuerde que no solo coinventó el regulador de buceo, sino el primer hábitat
submarino y los primeros sumergibles de investigaciones); fue también poeta, visionario y comunicador
sobresaliente. Yo lo admiré profundamente desde que
era niño, y recuerdo que me decía “algún día, JeanMichel, tú y yo iremos a explorar los océanos”.
Usted tuvo el privilegio de descubrir el mundo
submarino con su propio tanque de buceo antes
que cualquier otro niño de su generación.
Incluso antes de eso, Philippe y yo atesorábamos el
poco tiempo que pasábamos con papá en Francia (él
estaba en inteligencia naval, en operaciones secretas), cuando los cuatro íbamos a bucear frente a la
casa en Sanary-sur-Mer, no muy lejos de Marsella.
Los cuatro éramos como un banco de peces. JYC y mi
mamá eran los pescados grandes y nosotros dos, los
pescaditos. Y llegó el momento en que nuestra transformación fue completa: estábamos más cómodos
en las profundidades que en tierra firme. A los siete
años papá me puso el tanque y me dio un empujón
por la borda. Alucinante. Esa vez exploramos una
cueva justo frente a nuestra casa, la misma
que visitamos hace poco con mis hijos para
rendirle homenaje en un documental complementario del libro. Desde ese primer día,
bucear se había convertirdo en parte de mi
ADN.
CAPITÁN
JACQUES
COUSTEAU
sintiera cómodo y apreciado. Calypso era la base de
operaciones de nuestra familia, era nuestro núcleo, y
fue mi escuela “real”. Philippe y yo odiábamos tener
que regresar al colegio en tierra firme porque nos perdíamos de las aventuras. La verdad era que yo no me
imaginaba que el buque se volvería tan famoso.
¿Cómo fue que escogió su carrera, arquitectura
marina, un campo que para entonces no existía?
Digamos que yo quería nadar en mis propias aguas.
Para desilusión de mi madre (que era hija de un almirante), la carrera naval no me llamaba la atención.
Cuando JYC inventó el hábitat submarino experimental Conshelf I (abreviación de “plataforma continental”), yo decidí que lo que quería era construir casas
submarinas, y quería hacerlo por mí mismo. Lo contradictorio es que mi padre, pionero de la habitabilidad
submarina, pensaba que el mío era un ideal lejano. Finalmente me gradué como arquitecto, pero la vida me
llevó por otros rumbos.
Rumbos tales como encargarse de la logística de
producción de los documentales para la cadena
ABC, El mundo submarino de Jacques Cousteau.
¿Qué recuerda con más adrenalina?
Cuando debutó el primer programa, en 1967, nuestra
vida cambió. Mi padre era bien conocido en Europa y
en los círculos de buceo. Pero ahora, la familia entera
pasaría a formar parte de cada hogar americano, y teníamos que preproducir, filmar y posproducir varios
programas simultáneamente. Yo era el de avanzada.
Entonces tenía que estar un paso adelante, un país
adelante, una aventura adelante. Así que un día, al comienzo de la filmación de la serie, llegué a Sur América
a preparar la expedición del lago Titicaca. Y, sin hablar
el idioma, tuve que ingeniármelas para hacer arreglos
de transporte de dos sumergibles, los cuales esperaba poder meter en un tren hasta el lago Titicaca, a
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Es mi hija”, anuncia alegremente
Jean-Michel
Cousteau cuando contesta su teléfono móvil.
Estamos en una suite del
hotel InterContinental de
Miami, con amplios ventanales que dan a la bahía
Biscayne. Casi tan delgado como su padre, el explorador Jacques-Yves Cousteau, fallecido en 1997, JeanMichel viste pantalones beige y camisa verde pálida,
y tiene el cabello y la barba más blancos que nunca.
A sus 73 años, es la estampa del explorador-patriarca
de la Primera Familia de los mares. Una imagen que le
viene bien para la ocasión de esta noche. Su acento en
inglés es mucho menos marcado que el del legendario ‘“JYC’” (pronunciado yic). Pero el gálico “tono Cousteau” es inconfundible.
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12.650 pies de altura. ¿Se imagina eso? ¡Submarinos
a 3.855m de altura! No había nadie para recibirlos del
otro lado, nadie que entendiera lo que yo necesitaba.
Esa expedición fue increíble porque íbamos en busca
de tesoros arqueológicos en el lago, y lo que descubrimos fue la existencia de un género nuevo de rana
acuática. Había millones de ellas: ranas que viven a
casi 100m de profundidad sin nunca tener que salir
a respirar porque su piel absorbe el oxígeno del agua.
Mientras que otros niños iban a Disneylandia, los cuatro nietos
del comandante comulgaban con focas y delfines o aprendían a
manejar el Calypso. Al igual que el abuelo, todos usan el medio
fílmico para continuar con el legado familiar.
Su libro pone a su madre, “La Bergére” (la pastora),
en un pedestal, pero también enfatiza su honda
desilusión al respecto de la infidelidad de su padre, quien durante largos años tuvo una segunda
familia en relativo secreto. ¿Cómo se enteró de
ello?
Yo prefería hacer caso omiso de los rumores de su
infidelidad, aunque era difícil pasarlos por alto. Un
día que me recogió en el aeropuerto de Los Ángeles
conducía un convertible que claramente no era suyo,
sino de una actriz de cine a la que veía desde hacía algunos años. Una tarde, después de la muerte de Philippe, nos encontramos a almorzar en París, y me dijo
“Jean-Michel, tengo que decirte que estoy teniendo
un affair. Mi primera reacción fue intentar no reír. Esa
no era ninguna revelación. El golpe vino cuando añadió que ella estaba esperando un bebé. Durante años
mi madre permaneció digna y en silencio, negándose
a ver lo que era obvio. Y por el resto de sus días papá
vivió una charada, viviendo dos vidas, en dos mundos
y con dos corazones. Eso fue lo que escribí en el libro.
CÉLINE COUSTEAU
hija menor de Jean-Michel:
“Hemos heredado un legado increíble. Pero
lo importante es lo que hagamos con él.
CauseCentric amplifica las voces de organizaciones e individuos que implementan
soluciones a los desafíos ambientales”.
CAUSECENTRIC PRODUCTIONS www.causecentric.org
FABIEN COUSTEAU
hijo mayor de Jean-Michel:
“Espero el día en que las noticias ambientales sean algo más que una mención casual
en los diarios”.
PLANT A FISH www.plantafish.org
PHILIPPE COUSTEAU
hijo menor de Philippe:
“Ser un Cousteau exige más que un certificado de nacimiento. Earth Echo busca que
la juventud tome acción para restaurar y
proteger el agua de nuestro planeta”.
EARTH ECHO INTERNATIONAL
www.earthecho.org
ALEXANDRA COUSTEAU
hija mayor de Philippe:
“Blue Legacy quiere que la gente hable
sobre el agua, que ponga el tema sobre la
mesa de forma sencilla pero profunda”.
HERMANO DE JEAN MICHEL
1940 – 1979
Y desde entonces, usted tomó la antorcha, y en
1999 creó a Ocean Futures Society, que no tiene
nada que ver con la Sociedad Cousteau, que dirige
Francine Triplet, la otra compañera de su padre.
Exactamente. Verás, papá acuñó la frase “la gente
protege lo que ama”. Y yo la completé con el lema de
Ocean Futures: “Si tú proteges los océanos, te proteges a ti mismo”. En Ocean Futures hacemos tres cosas: uno, producimos documentales, que les llegan
a millones de personas. Dos, educamos a la gente de
forma más directa: los Embajadores del Medioambiente es un programa interactivo al aire libre en varios
países, en hoteles famosos, en buques, etc., donde se
aprenden desde principios básicos de ecología hasta
conceptos avanzados de sostenibilidad. Otros programas se llaman Arrecife Sostenible y Amazonas
Sostenible, patrocinados por donaciones privadas a
través de las cuales la gente adopta un país. Entonces
usamos ese dinero para producir materiales educativos para los niños de ese país y enseñarles acerca
de su propio ecosistema, su conexión con la selva o el
océano, etc.
La tercera cosa que hacemos yo la llamo Diplomacia:
conectar con tomadores de decisiones en gobiernos
o industrias e intentar dialogar con ellos. Tratamos
de pasarles el mensaje de que la suya es una misión
a corto plazo en sus cargos. La nuestra, como ambientalistas, es a largo plazo. Entonces, ¿cómo tender un
puente entre ambas misiones? Nunca los señalamos
con el dedo. Pero sí les mostramos el drama de lo que
sucede lejos de sus ojos.
¿No fue eso lo que hizo en 2006 en la Casa Blanca?
¡Así es! Le mostramos al presidente George Bush un
documental alucinante que filmamos en las islas
hawaianas. Y él se conmovió tanto que declaró un
parque nacional sumergido de 2.000 km de largo, más
grande aún que el Gran Arrecife de Australia. Para mí
esa fue la mejor esperanza. La prueba de que incluso
si uno trata con gente que no tiene la reputación de
importarle el medio ambiente, si uno tiene la información correcta, ellos pueden tomar las decisiones apropiadas. Y eso fue lo que pasó con el presidente Bush.
Cuando su padre dirigió el Museo Oceanográfico
de Mónaco, en 1957, usted era muy joven, pero
con todo, logró hacer cerrar la nueva exhibición de
delfines. ¿Por qué lo hizo?
Porque me di cuenta de lo que les pasaba después de
que los sacaban del Mediterráneo y los ponían en una
piscina, negándoles la libertad. Había tres tipos de
delfines. Unos que se rehusaban a aceptar su nuevo
ambiente. Otros lo iban aceptando gradualmente, y
un tercer grupo estaba en medio de las dos posiciones. Le tomé especial cariño a un delfín en particular,
y este a mí. Pero entonces comencé a notar que algo
andaba mal. Estaba inactivo, cuando antes era un
animal alegre. Una mañana lo vi muerto. La pobre
criatura se había estallado el cráneo contra la pared
de la piscina. Para mí estaba claro que se había suicidado. El suceso fue una dura lección, y desde ese día
me erizo cuando veo delfines en acuarios.
¿Cómo ve nuestra relación con el ecosistema marino, a nivel mundial?
Hablemos de dinero. Eso es algo que interesa a todo el
mundo. Tenemos un capital, que es el planeta Tierra.
Estamos sacando más capital del que hay en la cuenta
bancaria. Más nos vale no dejarnos ir a una bancarrota. Por ejemplo, en el mar estamos cultivando los animales equivocados. Tome el salmón, para mencionar
uno. Necesitamos diez kilos de peces salvajes para
alimentar un kilo de salmones. Así las cosas no funcionan. Ya lo hicimos en tierra firme, y aprendimos
que no sirve, y por eso no cultivamos tigres para el
consumo de carne. No estamos hablando del medio
ambiente. Esta es una cuestión administrativa.
También es una cuestión de comunicaciones. Gracias
a que cada vez más personas, no importa qué tan pobres sean, tienen acceso a la información proveniente
de cualquier punto del globo, ya no hay fronteras. Las
fronteras son algo absurdo. Nunca he visto a una ballena con un pasaporte debajo de la aleta. Pero tengo
esperanzas porque veo que los nuevos ambientalistas son niños y jóvenes. Y las cosas buenas que están
pasando las están impulsando estos jóvenes.
Como por ejemplo sus propios hijos y sobrinos, a
quienes usted está pasando ahora la antorcha del
trono de las profundidades, de la misma forma en
que JYC lo hizo con usted. Lo cierto es que cada
uno de ellos está abrazando su propia causa ambiental.
Así es. Cada uno tiene su nicho. Ya sea protegiendo el
agua dulce, los manglares y peces, pasando la voz, o
identificando personas y comunidades entregadas
a causas ambientales cruciales. Este es un gran momento para mí personalmente. Solo tengo que mirar
a los ojos de Céline y Fabien (mis dos hijos), y Alexandra y Philippe (los hijos de Philippe) para saber que la
misión que comenzamos con Jacques-Yves Cousteau
sigue en pie, y por eso les quiero pasar el bastón.
Pienso que quizás nadie podrá llenar los zapatos del
Cousteau original. Pero tanto Philippe y yo, como sus
nietos, nos hemos parado sobre sus hombros para llegar más lejos.
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BLUE LEGACY www.alexandracousteau.org
PHILIPPE COUSTEAU
Alto, fuerte y bien parecido, su hermano Philippe
era el heredero natural del legado de aventura de
Cousteau. Fue la coestrella de sus documentales
en los años sesenta y setenta. Mientras usted establecía una familia en tierra firme y producía la
logística detrás de las cámaras de los documentales, Philippe era el explorador osado que piloteaba
giroscopios y avionetas, rompiendo los corazones
de las televidentes con su barbada sonrisa. ¿Cuál
fue el momento más duro tras la muerte de su
hermano en ese accidente de avioneta sobre el río
Tajo en Portugal, en 1979?
Philippe y yo éramos muy distintos en algunas cosas y muy iguales en otras, pero mi padre estaba
orgulloso de la licencia de piloto de Philippe, porque
su sueño también había sido volar [un accidente de
automóvil durante su juventud se lo impidió]. Así que
hacía caso omiso del temerario e impetuoso arrojo de
mi hermano. Un año casi se ahoga filmando ballenas
desde el aire. La llamada terrible llegó el 28 de junio.
Nos dijeron que la avioneta que comandaba, con ocho
personas a bordo, se había roto en dos al caer al río.
Los pasajeros y el copiloto fueron hallados ilesos, pero
una de las hélices se había separado, matando a Philippe en el acto. Su esposa Jan estaba embarazada con
Philippe Jr.
Mi padre colapsó. No tuvo fuerzas para identificar el
cuerpo, así que fui yo. Casi no puedo atreverme a mirar. Pero lo hice. Su cuerpo estaba arruinado. Le quité
la argolla de matrimonio de la mano. Ese día mi padre
se encerró en su cuarto y murmuraba que todo había
terminado, pero en cambio mi madre fue muy fuerte.
Papá me dijo que si yo no acudía en su ayuda, lo abandonaría todo. Entonces yo terminé vendiendo todos
los negocios que tenía y cerrando todos los proyectos.
Pero, francamente, me gustaba ser necesitado.
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LOS “NOUVEAUX” COUSTEAU
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