Entrenamiento - Asociación Española de Técnicos de Natación
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Entrenamiento - Asociación Española de Técnicos de Natación
Entrenamiento EL ENTRENAMIENTO DE LA “ZONA CENTRAL” (“CORE TRAINING”) Francisco José Vera-García1, Belén Flores-Parodi Área de Educación Física y Deportiva. Universidad Miguel Hernández de Elche. Dpto. de Ciencias de la Salud y del Deporte. Universidad Católica San Antonio de Murcia. 3 Dpto. de Educación Física y Deportiva. Universidad de Valencia. 1 2 Resumen El objetivo de este trabajo es presentar información útil para la prescripción de programas de entrenamiento de la zona central como parte de las actividades realizadas por el nadador en seco. Para ello, se revisan algunos de los estudios más relevantes sobre el acondicionamiento de los músculos del tronco y el control de la estabilidad del raquis. Primero, se describen las funciones más importantes de la musculatura de la zona central, se posteriormente se revisan los ejercicios de acondicionamiento abdominal y lumbar que, tradicionalmente, han sido más utilizados y, por último, se presentan las tendencias más actuales, entre ellas, la ejecución de ejercicios de estabilización con diferentes materiales, como los balones suizos y el Body-Blade, y la utilización de sistemas de cables y poleas como alternativa al empleo de máquinas de cadena cinética cerrada. Palabras clave: : musculatura abdominal, estabilidad, rendimiento, dolor lumbar. 1. Introducción El entrenamiento de la zona central o “core training” se refiere a todas aquellas actividades desarrolladas para el acondicionamiento de la musculatura del tronco y la mejora de sus funciones. También se conoce como “core stability training” por la implicación de esta musculatura en los mecanismos de estabilización del raquis (Brown y cols. 2006; Kavcic y cols. 2004a; Vera-García y cols. 2006). El concepto de “core training” se hizo popular en Norteamérica a partir de 1990, cuando la industria del “fitness” y el “wellness” comenzaron a utilizar de forma sistemática diversos ejercicios y aparatos para el desarrollo de los músculos del abdomen y de la espalda, la mejora de la estética corporal y la salud. En la última década, numerosos estudios científicos han ido aportando información relevante sobre los métodos y técnicas más adecuados para mejorar la función de los músculos del tronco en diferentes ámbitos: deportivo, recreativo y educativo, entre otros. El propósito de este trabajo es revisar algunos de los estudios más relevantes y presentar información útil para la prescripción de programas de entrenamiento de la zona central, como parte de las actividades realizadas en seco por el nadador. NSW VOLUMEN XXX, nº 2 Abril/Junio 2008 2. Función de los músculos del tronco. Estabilidad del tronco (“core stability”) Los músculos del tronco realizan muchas e importantes funciones, entre ellas, la prensa abdominal, la ventilación pulmonar y la creación de momentos de flexión sagital, flexión lateral y torsión del raquis en diferentes movimientos y posturas (McGill 2002; Monfort 1998; Vera-García 2003). Durante la práctica deportiva su activación coordinada puede rotar, lateralizar y flexionar el tronco, transmitir fuerzas de unas partes del cuerpo a otras y estabilizar el raquis ante el movimiento de los miembros inferiores y superiores o ante fuerzas externas (oleaje, turbulencias, contacto con un rival en waterpolo, etc.). La capacidad de los músculos del tronco, sobre todo los músculos del abdomen y el erector spinae, para estabilizar el raquis ante fuerzas desequilibrantes es una de las funciones que más interés ha recibido por parte de los investigadores, ya que la inestabilidad de las estructuras raquídeas ha sido señalada como una de las variables más significativas para originar lesiones y dolor en la región lumbar (Cleland y cols. 2002; Fritz y cols. 1998; Gardner-Morse y cols. 1995; Kaigle y cols. 1995). La estabilidad del raquis depende de las estructuras osteoligamentosas y musculares del tronco y de su 7 adecuado funcionamiento bajo la coordinación del sistema nervioso (McGill y cols. 2003; Panjabi 1992). Estudios in vitro demuestran que sus estructuras osteoligamentosas ceden frente a cargas compresivas de tan sólo 90 N (Crisco y cols. 1992; Lucas y cols. 1961), poniendo de manifiesto la insuficiencia estabilizadora de las estructuras pasivas. Por tanto, los músculos del tronco, coordinados adecuadamente por el sistema de control motor, son los responsables principales de conferir estabilidad al raquis (McGill 2002 y 2006). 3. Importancia del entrenamiento de la zona central en la natación de competición Existen muy pocos estudios científicos sobre la prescripción del entre namiento de la zona central en nadadores de competición. Sin embar go, existen ciertas recomendaciones e indicaciones basadas en estudios biomecánico-cinesiológicos (citados a lo largo del presente capítulo) y en la experiencia de los entrenadores y fisioterapeutas (Solana 2003), que son aceptadas por la comunidad científica internacional. En base a estos preceptos, se recomienda el entrenamiento de la zona central tanto por motivos de rendimiento como por motivos de salud: 1) Rendimiento. Una zona central suficientemente estable, fuerte y resistente puede ayudar a mejorar los resultados de los nadadores por tres motivos fundamentales: hidrodinámicas es la clave para tener un nado eficiente (Llana 2002). Esto se consigue teniendo el cuerpo lo mejor “alienado” posible, esto es, sin desequilibrios en los tres planos del espacio. Una zona central estable ayuda a conseguirlo. cinéticas. En todos los estilos de nado es fundamental una correcta coordinación entre la propulsión generada por miembros superiores e inferiores. Si la zona central no está estable, esta transmisión no es eficiente. cargada de la ventilación, es decir, la musculatura torácica y abdominal, está fatigada, se reduce su capacidad ventilatoria, lo que influye negativamente sobe el rendimiento. Por ello, es importante que los nadadores de largas distancias desarrollen adecuadamente la resistencia de la musculatura de la zona central. 2) Prevención de dolencias y lesiones. De acuerdo con McGill (2002 y 2006), las cargas intensas y las cargas mantenidas o repetidas en exceso, son los principales factores mecánicos que pueden desencadenar la aparición de lesiones en el raquis, especialmente, cuando el sistema neuromuscular no ejerce un control adecuado sobre la estabilidad de 8 las estructuras raquídeas (Fritz y cols. 1998; Kaigle y cols. 1995; Panjabi 1992). En este sentido, existen dos tipos de situaciones en las que los nadadores someten al tronco a cargas mecánicas potencialmente peligrosas: ocurre, sobre todo, en las fases de aprendizaje técnico y, posteriormente, cuando es arrastran errores en la técnica de nado. El movimiento que más puede originar estas posiciones poco ergonómicas es el denominado “movimiento ondulatorio” que se produce durante los estilos de Mariposa y Braza, y tas la salida y los virajes en los estilos Crol y Espalda, donde actualmente se tiende a nadar una gran distancia (máximo 15 m) con este movimiento. rrollo de la fuerza y potencia de los miembros inferiores. En este tipo de situaciones se realizan ejercicios que someten a la zona lumbar a cargas muy elevadas, como por ejemplo: squat, multisaltos, pliometría, etc. 4. Tipos de ejercicios I) Ejercicios convencionales. La selección y prescripción de ejercicios para el acondicionamiento de la musculatura del tronco se basa en dos criterios principales: la eficacia y la seguridad (Axler y cols. 1997; Juker y cols. 1998; Kavcic y cols. 2004b; McGill 1998; Monfort 1998; Vera-García 2003). Los ejercicios eficaces son aquellos que activan los músculos del tronco con un nivel de intensidad y una duración suficientes para estimular su desarrollo. Asimismo, estos ejercicios deben ser seguros, es decir, deben activar la musculatura sin producir grandes fuerzas de compresión o cizalla en las estructuras raquídeas. Al no existir un único ejercicio que active todos los músculos del tronco sin ejercer un estrés elevado en la columna vertebral (Axler y cols. 1997; Juker y cols. 1998; Knudson 1999; Monfort 1998), las sesiones de core training deben incluir varios ejercicios. Los ejercicios tradicionalmente más utilizados son los siguientes: 1) Para el desarrollo de los músculos lumbares se suelen utilizar ejercicios de extensión, extensión con giro y flexión lateral del tronco en banco romano (figura 1). Normalmente, estos ejercicios son isométricos o dinámicos, con un rango de movimiento limitado, evitando alcanzar posiciones de flexión o extensión máxima (Sarti y cols. 1999). NSW VOLUMEN XXX, nº 2 Abril/Junio 2008 2) Tradicionalmente, entre los ejercicios más utilizados para el acondicionamiento de los músculos del abdomen se encuentran los movimientos de encorvamiento del tronco en diferentes direcciones (figuras 2-4). En ausencia de fatiga muscular y a velocidades de ejecución bajas o moderadas, los ejercicios de flexión sagital (figura 2) activan principalmente el músculo rectus abdominis (Andersson y cols. 1998; Axler y cols. 1997; Juker y cols. 1998; Monfort 1998; Sarti y cols. 1996; Vera-García 2003). Asimismo, los ejercicios que implican giro o flexión lateral (figuras 3 y 4) activan principalmente los músculos obliquus externus e internus abdominis (Axler y cols. 1997; Ekholm y cols. 1979; Juker y cols. 1998; Konrad y cols. 2001; Monfort 1998). No obstante, la fatiga muscular y el incremento de la velocidad reducen las diferencias en la intensidad de la contracción entre los diferentes músculos del abdomen (Vera-García NSW VOLUMEN XXX, nº 2 Abril/Junio 2008 9 II) Ejercicios de estabilización del tronco. Nuevas tendencias. En la actualidad, los programas de entrenamiento de la zona central combinan ejercicios convencionales de acondicionamiento muscular con otros ejercicios que requieren de una mayor implicación del sistema de control neural para garantizar el mantenimiento de la estabilidad del raquis, es decir, los ejercicios de estabilización (McGill 2002 y 2006). El objetivo de estos ejercicios es favorecer el aprendizaje y perfeccionamien to de patrones de co-activación muscular que faciliten la estabilidad de las estructuras raquídeas. Entre los ejercicios más utilizados se encuentran diferentes varia ciones del puente lateral o “side bridge” (figura 5) y del puente dor sal o “back bridge” (figura 6). Estudios electromiográficos y mecánicos han demostrado que el puente lateral isométrico activa los músculos del abdomen, principalmente los músculos oblicuos, sin producir fuerzas de compresión elevadas en las estructuras del raquis lumbar (Axler y cols. 1997; Juker y cols. 1998; Kavcic y cols. 2004b; McGill 1998) y, además, genera índices de estabilización en la columna vertebral adecuados para el desarrollo de la estabilidad raquídea (Kavcic y cols. 2004b). Otros de los ejercicios más utilizados son el “perro de muestra” o “bird dog” (figura 7) y el “bicho muerto” o “dead bug” (figura 8), que consisten básicamente en mantener el tronco recto, con el raquis en posición neutral, mientras se realizan diferentes movimientos con las extremidades (Kavcic y cols. 2004b; McGill 2002 y 2006). Es importante que, antes de iniciar el desplazamiento de las extremidades, el nadador co-active voluntariamente la musculatura del abdomen con el objeto de aumentar la rigidez del tronco y evitar el movimiento del raquis. Durante las maniobras de coactivación abdominal los nadadores deben mantener una correcta ventilación pulmonar. 10 NSW VOLUMEN XXX, nº 2 Abril/Junio 2008 mantenimiento de diferentes posturas colocando el balón en diversas zonas corporales (figuras 11 y 12), la realización de movimientos de las extremidades con el tronco apoyado sobre los balones (figuras 13-15) o el empleo de estos materiales ejecutando los ejercicios que tradicionalmente se han realizado en superficies estables (figuras 16-21) o en el agua (figura 22), estimulan los mecanismos de control de la estabilidad corporal. En este sentido, Vera-García y cols. (2000) observaron que durante el mantenimiento de una posición de flexión del tronco sobre superficies inestables se producía mayor activación en los músculos del abdomen que cuando la tarea era repetida sobre una superficie estable. No obstante, la ejecución de algunas de estas tareas puede someter al raquis lumbar a cargas excesivas para nadadores con lesiones raquídeas (McGill 2002; VeraGarcía y cols. 2000). Un ejercicio de características similares es el descenso de miembros inferiores o “double leg lowering” (figura 9). Sin embargo, este ejercicio produce cargas elevadas en el raquis (Axler y cols. 1997; Nachemson y cols. 1970), lo que en nuestra opinión desaconseja su utilización de forma sistemática. A lo largo de los últimos años se han diseñado diferentes aparatos e implementos para la ejecución de ejercicios de estabilización. A continuación se exponen las características más importantes de algunos de los materiales que han sido evaluados en estudios electromiográficos y mecánicos. 1) Superficies inestables (balones suizos, plataformas basculantes, flotadores, etc.): Los balones suizos, megabalones o “fitballs” son los materiales más utilizados en la actualidad para el acondicionamiento de los músculos del tronco. Los ejercicios de movilización vertebral sobre el megabalón (figura 10), el NSW VOLUMEN XXX, nº 2 Abril/Junio 2008 11 12 NSW VOLUMEN XXX, nº 2 Abril/Junio 2008 NSW VOLUMEN XXX, nº 2 Abril/Junio 2008 13 14 NSW VOLUMEN XXX, nº 2 Abril/Junio 2008 2) Cables y poleas: A diferencia de la utilización de máquinas de cadena cinética cerrada, el empleo de cables y poleas permite la ejecución de movimientos similares a los desarrollados durante la competición, con diferentes niveles de intensidad. Cuando los miembros superiores movilizan cargas mediante sistemas de cables y poleas, en bipedestación o apoyados sobre superficies inestables, los músculos del tronco deben co-activarse para in crementar la rigidez del tronco y, de este modo, estabilizar el raquis y facilitar la transmisión de fuerzas desde los miembros inferiores a los superiores (Santana y cols. en prensa; VeraGarcía y cols. 2007). En un estudio reciente, Santana y cols. (en prensa) compararon una repetición de intensidad máxima entre un press de banca y un press de pecho horizontal con po lea en bipedestación (figura 23). Según los resultados de este trabajo, durante la realización del ejercicio con polea, las difi cultades para estabilizar el cuerpo limitaron la máxima carga movilizada y estimularon la participación de la musculatura de la zona central. La utilización de halteras, pesas sueltas y balones medicinales en bipedestación también requiere de la estabilización activa del tronco para la correcta ejecución de la tarea y facilitan la ejecución de acciones similares a la técnica deportiva. Así, por ejemplo, balones medicinales de diferente masa pueden ser lanzados realizando gestos técnicos similares a los realizados habitualmente por los waterpolistas (McGill 2006; Szymanski y cols. 2007; Vera-García y cols. 2007). se coloca con una orientación transversal se activan sobre todo los músculos cuyas fibras tienen una dirección paralela a la longitud del tronco (rectus abdominis, erector spinae, etc.). Por último, es necesario resaltar que al hacer vibrar el Body-Blade con oscilaciones muy amplias se producen grandes fuerzas de compresión en el raquis lumbar (Moreside y cols. 2007), lo que puede suponer un riesgo para las estructuras vertebrales. 3) Body-Blade: El Body-Blade es un aparato cuyo manejo somete al cuerpo a vibraciones y desequilibrios continuos que estimulan los mecanismos de estabilización (figura 24). Este aparato es una barra flexible con una zona central cilíndrica y unos pesos en los extremos que al moverla por su parte central oscila a una frecuencia máxima de 4.5 Hz. Para que el Body-Blade oscile correctamente, el movimiento de las manos debe producirse en dirección perpendicular a su longitud, mientras que el tronco debe permanecer estable para no interferir negativamente en la ejecución de la tarea. Se puede hacer oscilar con una o ambas manos y colocado en diferentes posiciones. Estudios recientes (Moreside y cols. 2007; Vera-García y cols. 2007) han demostrado que cuando se coloca con una orientación longitudinal al cuerpo (figura 24) se activan principalmente los músculos cuyas fibras tienen una dirección perpendicular u oblicua a la longitud del tronco (obliquus externus, obliquus internus y transversus abdominis, latissimus dorsi, etc.). Por otro lado, cuando NSW VOLUMEN XXX, nº 2 Abril/Junio 2008 15 Bibliografía Andersson EA, Ma Z, Thorstensson A (1998). Relative EMG levels in training exercises for abdominal and hip flexor muscles. Scandinavian Journal of Rehabilitation Medicine, 30, 175-183. Axler CT, McGill SM (1997). Low back loads over a variety of abdo minal exercises: searching for the safest abdominal challenge. Medicine and Science in Sports and Exercise, 29, 804-811. Brown SHM, Vera-García FJ, McGill SM (2006). 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