El Apostol - iglesiaemanuelsion.org

Transcripción

El Apostol - iglesiaemanuelsion.org
EL
APÓSTOL
Dr. Brian Bailey
Libro de texto de Zion Christian University usado con
permiso
Todos los derechos reservados
Traducción al castellano: Jorge Chacón
Diseño de portada: Zion Fellowship, Inc.
Primera edición en castellano: abril del 2010.
Impreso en Guatemala, Centroamérica
Segunda impresión septiembre 2010
Publicado por:
Zion Christian Publishers
Todas las citas bíblicas encontradas en este libro han sido
tomadas de
La Santa Biblia, versión Reina Valera 1960 © Sociedaddes
Bíblicas Unidas
a menos que se indique lo contrario.
Impreso en:
Zion Christian Publishers
P. O. Box 70
Waverly, New York 14892
ISBN 1-59665-507-0
AGRADECIMIENTOS
Al equipo editorial de ZCP: Carla Borges, Suzette Erb,
Mary Humphreys, David Kropf, Justin Kropf, Sarah
Kropf, Raquel Pineda, Caroline Tham y Suzanne Ying.
Al equipo de traducción de Instituto Bíblico Jesucristo en
Guatemala, por su colaboración en la traducción al
castellano de este libro.
Queremos expresar nuestros sinceros agradecimientos a
estos amados porque sin sus muchas horas de ayuda
invaluable este libro no habría sido posible. Estamos
verdaderamente agradecidos por su diligencia, creatividad
y excelencia en la compilación de este libro para la gloria
de Dios.
CONTENIDO
Introducción
7
Definición del apostolado
9
Los doce discípulos del Cordero
17
El apóstol Pablo
53
Otros santos del Nuevo Testamento llamados apóstoles 79
Las señales de un verdadero apóstol
93
Las enseñanzas de los apóstoles
103
Las cualidades del apóstol
123
Epílogo
131
7
INTRODUCCIÓN
Este libro, titulado El apóstol, completa una serie de tres
partes acerca de los ministerios del apóstol, el profeta y el
maestro. Los otros libros en esta serie son: El ministerio
del profeta y Maestros de justicia.
En este volumen esperamos dar luz acerca de la obra del
ministerio de un apóstol. Confiamos que este libro, junto
a sus compañeros, pueda primero glorificar a nuestro
bendito Señor y después ser una bendición para todos
aquellos a quien usted ministre.
La importancia del apóstol,
el profeta y el maestro
Al escribir acerca del Cuerpo de Cristo en su primera
epístola a los corintios, el apóstol Pablo da la jerarquía
de los ministerios en la Iglesia: “Y a unos puso Dios en
la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo
tercero maestros, luego los que hacen milagros, después
los que sanan, los que ayudan, los que administran, los
que tienen don de lenguas” (1 Co. 12:28). Es importante
estudiar estos ministerios por tres razones:
1. Para que podamos entenderlos, así si somos
llamados a alguno de ellos, sabremos los
8
El Apóstol
atributos que se espera que obtengamos y
desarrollemos.
2. Para que podamos orar por aquellos a quienes
les han sido dadas estas posiciones, para que
puedan cumplir su ministerio con efectividad.
3. Para que podamos discernir a aquellos a
quienes les han sido dados estos ministerios y
distinguirlos de los que reclaman falsamente
estas posiciones y que, en realidad, están
engañando a la Iglesia, como dice en
Apocalipsis 2:2: “has probado a los que se
dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has
hallado mentirosos”.
El propósito de estos dones ministeriales nos es dado por
el apóstol Pablo en Efesios 4:11-13: “Y él mismo
constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para
la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo”.
9
CAPÍTULO 1
Definición del apostolado
El título de apóstol es un título esencialmente del Nuevo
testamento y fue utilizado en primera instancia para designar
a los doce discípulos de Jesús. Sin embargo, esto limitaría
demasiado el propósito de nuestro estudio, ya que el apóstol
Pablo y muchos otros fueron llamados a esta posición y
ministerio. Creemos que este honor le es dado a aquellos
en Su Iglesia en todas las generaciones, y veremos un
avivamiento especial de esta función y oficio en la Iglesia
de los Tiempos del Fin. El razonamiento detrás de esta
declaración es simplemente que todos los demás ministerios
listados en 1 Corintios 12:28 continúan funcionando en todo
el mundo en la Iglesia de hoy. Estos son: “…primeramente
apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los
que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan,
los que administran, los que tienen don de lenguas”.
Con este punto de vista en mente, consideraremos el origen
del título, el ministerio de los santos del Nuevo Testamento
que fueron llamados así y las características de aquellos
que obtuvieron este honor en las generaciones posteriores.
En este momento queremos enfatizar que el apostolado,
por ser un don ministerial de Cristo, es un don soberano,
10
El Apóstol
y que aquellos que son designados como tales lo son
por la voluntad de Dios. No es un puesto que pueda ser
deseado, ganado o comprado, sino es un nombramiento
divino. Por eso leemos que Pablo consistentemente
iniciaba sus epístolas con: “Pablo, apóstol de
Jesucristo por la voluntad de Dios” (2 Co. 1:1, Ef. 1:1,
Col. 1:1, 2 Ti. 1:1, Tit. 1:1). Él se refiere a sí mismo
como “llamado a ser apóstol” (Ro. 1:1, 1 Co. 1:1).
Luego, en 1 Timoteo 1:1, Pablo revela que él era:
“apóstol de Jesucristo por mandato de Dios”. Él enfatiza
en Gálatas 1:1 que era un apóstol: “no de hombres ni por
hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre”.
La palabra apóstol viene de la palabra griega apostollos,
que significa literalmente “un enviado”. Está formada por
apo (uno) y stello (enviar). Por tanto, en un sentido más
amplio, es usada para alguien que es enviado en una
misión. Sin embargo, eso no le haría justicia al puesto de
un apóstol, ya que es el puesto más alto en la Iglesia. Por
tanto, en este punto tenemos que considerar al apóstol
dentro de los confines de las Santas Escrituras y no buscar
más entendimiento del puesto en el uso de la palabra en
el griego del período del Nuevo Testamento. Esto evitará
que nos desviemos de su significado espiritual.
El mismo Señor Jesús es llamado “el Apóstol”, como
leemos en Hebreos 3:1: “Por tanto, hermanos santos,
participantes del llamamiento celestial, considerad al
apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo
Jesús”. Así, estos títulos, que son dados a miembros de la
Iglesia, también fueron cumplidos en el ministerio y la
persona del Señor Jesús.
Definición del apostolado
11
Leemos en Juan 17:3: “Y esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a
quien has enviado”. Teniendo en mente que apóstol
significa “un enviado”, el Señor Jesús les dijo a sus
discípulos que, así como Él había sido enviado por su
Padre, así también Él los había enviado a ellos. Las
Escrituras revelan repetida y claramente que el Señor
entendía que Él había sido enviado al mundo por su Padre.
Éste fue su llamado apostólico (ver Jn. 3:17, 6:40, 7:16,
12:49 y 13:20).
La personificación de otros
ministerios del ministerio quíntuple
Al considerar la vida de apóstoles prominentes en las
Escrituras, hay ciertas verdades importantes concernientes
al oficio apostólico que se nos presentan.
Aquellos que ocupan el puesto apostólico, siendo éste el
primero en rango entre los ministerios, personificarán
algunos de los otros ministerios del Cuerpo de Cristo.
Muchos de los apóstoles prominentes personificaron
dentro de su esfera ministerial los otros ministerios de los
cinco ministerios mencionados en Efesios 4:11: Profeta,
evangelista, pastor y maestro.
El Señor Jesucristo
Esta personificación de los otros ministerios del ministerio
quíntuple de Efesios 4:11 también es muy real respecto a
nuestro Señor Jesús. Él fue llamado “profeta como
12
El Apóstol
Moisés” (ver Hch. 3:22, 7:37). Buscó a los perdidos de la
casa de Israel como también a los gentiles, cumpliendo
así el ministerio del evangelista. Es llamado el Príncipe
de los pastores por Pedro, y es el modelo de un verdadero
pastor. Sabemos que Él se llamó a sí mismo el Buen Pastor
que dio Su vida por Sus ovejas. Él nos guía a aguas de
reposo y conforta nuestra alma, como dice David, porque
con Él nada nos faltará (Sal. 23). También es llamado Rabí
(o maestro) por los de Su generación. Él enseñó como
quién tiene autoridad.
El apóstol Pablo
En la vida de Pablo vemos estos ministerios
manifestados claramente bajo un manto apostólico. Es
evidente en Hechos 13:1 que era un profeta, cuando
Pablo (aquí llamado Saulo) está entre los profetas. Sus
escritos también están llenos de declaraciones
proféticas, especialmente respecto a la Segunda Venida
y a la Iglesia gloriosa por la que vendrá Cristo. Pablo
escribe acerca del Anticristo (quien vendrá antes que
el Señor aparezca en las nubes) y de su manifestación
de señales y prodigios para engañar a aquellos que se
complacen en la injusticia (2 Ts. 2).
Que Pablo también es maestro es evidente a través de
todas sus epístolas y él mismo lo reconoció. Él dice en
1 Timoteo 2:7: “Para esto yo fui constituido predicador y
apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los
gentiles en fe y verdad”. También declara en 2 Timoteo 1:11
que ha sido constituido predicador, apóstol y maestro de
los gentiles. Su ministerio fue poner en orden las doctrinas
Definición del apostolado
13
para la Iglesia y ampliar las enseñanzas de Jesús para que
los cristianos pudieran saber cómo comportarse en la
iglesia (1 Ti. 3:15). Explicó más acerca de cómo operan
los dones espirituales (1 Co. 12–14).
Pablo fue también, indiscutiblemente, un modelo para
cualquier evangelista, mostrando un intenso fervor por
salvar almas. Él escribe en 1 Corintios 9:19-23: “Por lo
cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos
para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos
como judío, para ganar a los judíos; a los que están
sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como
sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la
ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley
(no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo),
para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a
los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho
de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y
esto hago por causa del evangelio, para hacerme
copartícipe de él”.
Pablo incluso dijo que deseaba ser “anatema, separado
de Cristo” (Ro. 9:1-3) por causa de sus hermanos. Su deseo
era de alguna manera salvar a algunos de ellos (Ro. 11:14).
Su cuidado pastoral de las iglesias es revelado en 2
Corintios 11:28 (entre otros versículos), cuando escribe:
“y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada
día, la preocupación por todas las iglesias”. Vemos
entonces en la vida de Pablo que los cinco ministerios
operaron a través de su apostolado. Lo mismo se puede
decir de Juan y de Pedro.
14
El Apóstol
El apóstol Juan
Que Juan fue un profeta se ve en que recibió del Señor el
maravilloso entendimiento de las edades, ya que habla de
eternidad a eternidad. Empieza con la revelación de que
Jesús es el Verbo desde el principio. Luego, en el libro de
Apocalipsis, no sólo da un estudio detallado de los tiempos
del fin que llevan a la Segunda Venida de Cristo, sino
también nos habla del reino milenial y de los nuevos cielos
y de la nueva tierra.
El evangelio de Juan es un modelo de enseñanzas
simplificadas, en el cual vemos que desarrolla los
pensamientos de las siete señales, las siete enseñanzas y
los siete YO SOY de Cristo.
Su cuidado pastoral es revelado en sus epístolas. En
éstas, vemos su tierna preocupación de que mostremos
amor por los hijos de Dios, y que abramos nuestro
corazón en compasión hacia aquellos que tienen
necesidad de los bienes de este mundo. Juan escribió en
1 Juan 3:14-17: “Nosotros sabemos que hemos pasado
de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El
que no ama a su hermano, permanece en muerte. Todo
aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis
que ningún homicida tiene vida eterna permanente en
él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su
vida por nosotros; también nosotros debemos poner
nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes
de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y
cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de
Dios en él?”
Definición del apostolado
15
Luego, su celo evangelístico se muestra cuando relata el
diálogo de Cristo con la mujer samaritana en el pozo
(Jn. 4). También se muestra en su declaración de que la
razón de su evangelio era que los lectores creyeran que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y que, creyendo,
pudieran tener vida en Su nombre (1 Jn. 5:13). Es
importante notar que el evangelio de Juan es el libro más
leído de la Biblia y, por tanto, el libro más leído en el
mundo. Se usa principalmente para evangelizar, al
repartirse por todo el mundo cuando se realizan campañas
evangelísticas.
El apóstol Pedro
Pedro, el principal apóstol del Señor, es un maestro
notable, ya que en el primer capítulo de su segunda epístola
da hermosas instrucciones para que podamos tener una
entrada abundante al reino de Dios. Él explica los ocho
pasos a la perfección cristiana en 2 Pedro 1:1-13. Añade,
además, que no será negligente en traernos a la memoria
estas cosas, aunque las conocemos. Esta es la marca de
un verdadero maestro, que repite consistentemente la
verdad.
Su manto profético es mostrado al advertirnos
constantemente sobre la apostasía de los Tiempos del Fin,
y sobre el hecho de que los elementos serán destruidos
con fuego intenso (2 P. 3:10).
Pedro da una exhortación en 1 Pedro 5:1-4: “Ruego a los
ancianos que están entre vosotros, yo anciano también
con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que
16
El Apóstol
soy también participante de la gloria que será revelada:
Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,
cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente;
no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no
como teniendo señorío sobre los que están a vuestro
cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando
aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis
la corona incorruptible de gloria”. El tono de sus epístolas
es pastoral y sugiere que, en el momento de la primera
epístola, pastoreaba en Roma (1 P. 5:13). Así vemos que
en los casos citados, a saber: El Señor Jesucristo, el apóstol
Pablo, el apóstol Juan y el apóstol Pedro personifican otros
ministerios en el oficio del apóstol.
Hemos visto que un apóstol es alguien que ha sido enviado
por Dios. ¿Para qué propósito es enviado? ¿Cuáles son
las cualidades que el Señor espera en el carácter de sus
apóstoles? ¿Qué habilidades debería buscar desarrollar
un apóstol? Buscaremos encontrar respuestas a estas
preguntas al considerar la vida de apóstoles prominentes
en la Palabra de Dios.
17
CAPÍTULO 2
Los doce discípulos del Cordero
Lucas 6:13 dice del Señor Jesucristo: “Y cuando era de
día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a
los cuales también llamó apóstoles”. Los nombres de estos
doce eran: “Simón, a quien también llamó Pedro, a Andrés
su hermano, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo,
Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote, Judas
hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el
traidor” (Lc. 6:14-16).
Estos doce eran miembros de una compañía de apóstoles
muy especial, como declaró Pedro en Hechos 1:22:
“comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en
que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho
testigo con nosotros, de su resurrección”. Que son un
grupo especial es enfatizado en la estructura de la Nueva
Jerusalén, donde los cimientos se llaman como ellos. Nos
es dada una descripción en Apocalipsis 21:14: “Y el muro
de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce
nombres de los doce apóstoles del Cordero”.
Durante su ministerio con el Señor fueron enviados en
numerosas misiones de corto plazo, como se indica en
18
El Apóstol
Mateo 10:5-8: “A estos doce envió Jesús, y les dio
instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis,
y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las
ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad,
diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad
enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad
fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia”.
Lucas 9:10 continúa: “Vueltos los apóstoles, le contaron
todo lo que habían hecho. Y tomándolos, se retiró aparte,
a un lugar desierto de la ciudad llamada Betsaida”.
Historia de los doce
apóstoles originales del Cordero
Los doce apóstoles del Cordero fueron un grupo de
hombres escogidos por el Señor. Las Escrituras registran
que, literalmente, trastornaron al mundo (Hch. 17:6). Eran,
en las palabras de sus contemporáneos, relativamente
pobres y sin educación. Su conocimiento de las Escrituras
parece haber sido inicialmente recibido de las enseñanzas
de los escribas y fariseos (Mt. 17:10). Tuvieron, sin
embargo, el privilegio de pasar tres años y medio
escuchando al Maestro de maestros explicar la Palabra
de Dios, Palabra que Él mism©o era. Además, fueron
investidos por el Hijo de Dios con un poder tal, que
expulsaron demonios, sanaron enfermos y limpiaron
leprosos. Al caminar con el Mesías recibieron incluso el
poder de levantar a los muertos.
El Padre le dio estos hombres al Señor, quien los llamó
después de haber pasado una noche en oración en el monte
(Lc. 6:12-13). Este monte, desde el cual se ve el mar de
Los doce discípulos del Cordero
19
Galilea, es llamado “el monte sobre el cual fue predicado
el sermón de sermones”. Estos apóstoles fueron de los que
se dijo que el Señor Jesús “habiendo amado a los suyos
que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jn. 13:1).
Eran hombres que fueron escogidos antes de la
fundación del mundo para ser los primeros apóstoles.
También serán los cimientos de la Nueva Jerusalén
por la eternidad (Ap. 21:14). Sus nombres son listados
en los tres evangelios sinópticos de Mateo, Marcos y
Lucas. También son listados en los Hechos de los
Apóstoles 1:13-26, excepto que esta lista excluye a Judas
Iscariote el traidor e incluye al nuevo apóstol Matías, quien
le reemplazó. Hemos escogido la lista de Marcos 3:16-19,
ya que empieza con el apóstol más conocido.
Los doce apóstoles
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Pedro (Simón Pedro).
Santiago, el hijo de Zebedeo.
Juan, el hermano de Santiago.
Andrés.
Felipe.
Bartolomé, también llamado Natanael.
Mateo.
Tomás.
Santiago el menor, el hijo de Alfeo.
Lebeo, de sobrenombre Tadeo, también conocido
como Judas, el hermano de Santiago el menor en
Hechos 1:13.
· Simón el cananista, el zelote.
· Judas Iscariote, el que traicionó a Jesús.
20
El Apóstol
Estos doce apóstoles eran hombres ordinarios, en su mayor
parte pescadores y, por sí mismos, no habrían dejado huella
en la vida. Pero por cuanto fueron llamados, elegidos y
encontrados fieles por el Maestro, lograron mucho y son
conocidos y reverenciados por todas las generaciones de
Su pueblo.
Tres de ellos escribieron libros que están incluidos en el
Nuevo Testamento. Mateo escribió el primer evangelio, el
cual lleva su nombre. Pedro le proveyó a Marcos el material
para el segundo evangelio, el cual lleva el nombre de Marcos,
y también escribió sus dos epístolas. Juan escribió el cuarto
evangelio que lleva su nombre, tres epístolas y el libro de
Apocalipsis. Incluyendo el evangelio de Marcos, nueve libros
fueron escritos por ellos, lo que constituye un tercio del Nuevo
Testamento. Aparte de los doce apóstoles, los otros escritores
prolíficos fueron el apóstol Pablo (quien contribuyó con
catorce epístolas) y Lucas, quien escribió el tercer evangelio
que lleva su nombre y los Hechos de los Apóstoles.
Algunos de los doce originales estaban emparentados entre
sí y probablemente con Cristo. Santiago y Juan eran primos
de Jesús ya que, según la tradición Salomé, la esposa de
Zebedeo, era la hermana de María la virgen (Lockyer, 45;
ver Jn. 19:25; Mr. 15:40). Simón Pedro y Andrés eran
hijos de Jonás (Jn. 1:42). Juan y Santiago eran los hijos
de Zebedeo (Mt. 10:2). Según la tradición, su madre era
Salomé (ver Mt. 27:56, Mr. 15:40). Mateo y Santiago el
menor eran hijos de Alfeo (Mr. 2:14; Mt. 10:3).
Aquí hay una verdad en la que debemos meditar. En las
Sagradas Escrituras hay muchas familias usadas por Dios.
Los doce discípulos del Cordero
21
Por ejemplo, podemos citar que Moisés, Aarón y María,
quienes sacaron de Egipto a los hijos de Israel, eran
hermanos. David estaba rodeado por miembros de su
familia. En particular, Jonatán el tío de David era un
consejero y un hombre sabio (1 Cr. 27:32). Luego, también
estaban los que, entre los Doce, estaban emparentados, se
conocían y eran socios, tales como Pedro, Andrés, Juan y
Santiago.
¿Cómo es esto? Se explica en Malaquías 2:15, donde dice
que Dios busca una simiente para Sí (RV1909). Cuando
esta descendencia es encontrada, su buen fruto aparece
en muchos miembros de esa familia. Entonces ellos
pueden ser usados para los propósitos soberanos de Dios
y para cumplir Sus planes para su generación.
Examinaremos ahora cada una de las vidas y ministerios
para que podamos ser instruidos y percibamos la verdad
en ellos. Aunque ya están muertos, aún nos hablan a través
del testimonio que dieron sobre la tierra.
El apóstol Pedro
Pedro, al igual que la mayor parte de los doce apóstoles
originales, era galileo. Eran originarios de la parte norte
de Israel, cuya población era despreciada por los judíos
ortodoxos de Judea y, especialmente, los de Jerusalén.
Tenían un temperamento irritable, como vemos
especialmente en Pedro aunque, en sus primeros años,
Juan no se quedaba atrás. Los galileos también tenían una
actitud frente a la vida más flexible. Eran, por tanto, los
candidatos ideales para recibir el mensaje del Evangelio
22
El Apóstol
que iba a substituir la adoración en el templo por aquella
que el Señor deseaba realmente. Como declaró David:
“Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos;
holocausto y expiación no has demandado… El hacer tu
voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio
de mi corazón” (Sal. 40:6,8).
Ellos iban a traer ese sacerdocio espiritual del cual escribió
Pedro: “vosotros también, como piedras vivas, sed
edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para
ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por
medio de Jesucristo… Mas vosotros sois linaje escogido,
real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios,
para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de
las tinieblas a su luz admirable” (1 P. 2:5,9).
Como hemos dicho ya, Pedro era un pescador exitoso que
trabajaba asociado a su hermano Andrés y a sus amigos
Santiago y Juan. Era dueño de su propia casa, en la cual
también vivía su suegra. Era, de hecho, un hombre
generoso.
El trasfondo espiritual de Pedro nos permite entender
algunos de los requerimientos básicos para el apostolado
y para el ministerio en general. Él estaba consciente de su
indignidad cuando cayó de rodillas ante Jesús, diciendo:
“Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador”.
Sin embargo, Pedro era muy devoto, porque luego leemos
que después del día de Pentecostés declaró: “…ninguna
cosa común o inmunda he comido jamás” (Hch. 10:14).
El hecho de que también era justo nace del deseo de su
Los doce discípulos del Cordero
23
corazón que expresa en 2 Pedro 3:13-14: “Pero nosotros
esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra
nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh
amados, estando en espera de estas cosas, procurad con
diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles,
en paz”.
También vivió una vida santa. Esto es claro por su
exhortación en 1 Pedro 1:15-16: “sino, como aquel que
os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda
vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos,
porque yo soy santo.”
No necesitamos examinar la negación de Pedro en detalle.
Baste decir para el propósito de este estudio que los
apóstoles pueden fallar, pero también pueden ser
redimidos. Por tanto, necesitamos recordar la exhortación
del apóstol Pablo: “Así que, el que piensa estar firme,
mire que no caiga” (1 Co. 10:12). ¿Por qué negó Pedro al
Señor? No fue porque no amara al Señor, sino porque
trató de seguirle en sus propias fuerzas. Por lo tanto, es
interesante que, al enseñar a otros, Pedro dice después
que nosotros somos “guardados por el poder de Dios
mediante la fe, para alcanzar la salvación” (1 P. 1:5).
La vida de Pedro nos enseña muchas otras verdades
concernientes al apostolado. Una es que hay diferentes
grados con respecto a este ministerio, al igual que con
todos los demás. Durante Su ministerio terrenal, el Señor
hizo diferencias aún entre los Doce. Hubo esencialmente
dos grupos: Pedro, Santiago y Juan, y los otros nueve
discípulos. Pedro tenía la preeminencia en el primer
24
El Apóstol
grupo; él fue su portavoz en el día de Pentecostés. Fueron
estos tres quienes fueron llevados al monte de la
Transfiguración para ver la gloria de Cristo, junto a la
de Moisés y la de Elías (Mt. 17). Estos tres fueron los
que Él atrajo más cerca de Sí en Su angustia en el jardín
de Getsemaní (Mr. 14:33).
Otro aspecto del apostolado es que ellos eran responsables
de áreas diferentes. Así Pablo, escribiendo acerca de Pedro,
declara en Gálatas 2:7-8: “como vieron que me había sido
encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a
Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro
para el apostolado de la circuncisión, actuó también en
mí para con los gentiles)…”
Milagros extraordinarios fueron hechos a través del
apóstol Pedro. Pedro y Juan fueron usados para levantar
al cojo en la puerta la Hermosa (Hch. 3:2). Más tarde, aún
la sombra de Pedro fue usada por Dios para sanar a los
enfermos. El relato de esto se encuentra en Hechos 5:15,
donde dice: “tanto que sacaban los enfermos a las calles,
y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro,
a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos”.
Pedro también manifestó el juicio de Dios con respecto a
Ananías y Zafira. Ellos cayeron muertos al oír las palabras
de Pedro, por mentir al Espíritu Santo. El resultado fue
que “… vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre
todos los que oyeron estas cosas” (Hch. 5:1-11).
Quizás, para concluir estos comentarios acerca de la vida
de Pedro, debemos notar que el Señor declaró que era
Los doce discípulos del Cordero
25
bendito del Padre, porque Pedro recibió la revelación de
que Jesús era ciertamente el Hijo de Dios, el Cristo, el
Mesías prometido. Jesús dijo de Pedro en Mateo 16:17:
“Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no
te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en
los cielos.”
Luego, Pedro fue martirizado, al igual que muchos de los
miembros de ese santo grupo. De acuerdo a la tradición,
escogió ser crucificado de cabeza porque el recuerdo de
su negación de Cristo siempre lo acompañó.
La verdad acerca de su vida, que es de gran ánimo para
todos nosotros, es el cambio de su nombre. Él fue
nombrado Simón al nacer, tal vez en honor del restaurador
de Israel, Simón Macabeo (168-134 a.C.). Sin embargo,
al entrar a la presencia del Maestro, Jesús le dijo a Simón
hijo de Jonás que su nombre sería Cefas, o Pedro (que
significa “roca”), y que sobre esta roca Él iba a construir
Su Iglesia (Mt. 16:18). Pedro se convirtió, después de
Jesús, en la principal piedra de fundamento de la Iglesia
(Ef. 2:20). Eventualmente, el galileo nervioso y fácilmente
excitable no sólo recibiría un cambio de nombre, sino un
cambio de carácter. En el día de Pentecostés fue Pedro
quien anunció con toda valentía el Evangelio de Cristo a
la multitud. Además, a Pedro le fueron dadas las llaves
del reino de los cielos. El Señor le dijo en Mateo 16:19:
“Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo
que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo
que desatares en la tierra será desatado en los cielos.”
Sin embargo, Pedro no se volvió como una roca
inmediatamente después de ser lleno con el Espíritu Santo,
26
El Apóstol
ya que Pablo tuvo que contender con él muchos años
después (Gá. 2:11). Cuando Pedro vino a Antioquía, Pablo
le resistió cara a cara. Él escribió en Gálatas 2:12,14:
“Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo,
comía con los gentiles; pero después que vinieron, se
retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la
circuncisión… Pero cuando vi que no andaban rectamente
conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante
de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no
como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”
Parece que Pedro no había sido lavado aun del miedo a
los creyentes judíos y que, doctrinalmente, no había sido
completamente establecido. Este hecho nos puede alentar
a todos si también meditamos en Isaías 54:11-13:
“Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí
que yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre
zafiros te fundaré. Tus ventanas pondré de piedras
preciosas, tus puertas de piedras de carbunclo, y toda tu
muralla de piedras preciosas. Y todos tus hijos serán
enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus
hijos.” Ciertamente, años más tarde, Pedro se volvió como
una roca y triunfó gloriosamente en su martirio. Que su
vida sea una motivación para nosotros, cuando vacilemos
de vez en cuando.
El apóstol Santiago
Santiago es la forma griega del nombre Jacobo. Santiago
era el hermano de Juan y, por tanto, primo de Jesús.
También fue llamado “hijo del trueno”, al igual que Juan
(Mr. 3:17). Su nombre aparece invariablemente en las
Los doce discípulos del Cordero
27
Escrituras después del nombre de Pedro, y fue uno de los
miembros del círculo de tres más íntimo, con Pedro y Juan.
Estos tres apóstoles estuvieron con Jesús en el monte de
la Transfiguración y en el jardín de Getsemaní. Él era
Santiago el mayor, en contraposición a Santiago el menor.
Era socio de Pedro, Andrés y Juan en el negocio de la
pesca, el cual parece haber sido próspero. Sin embargo,
cuando el Maestro lo llamó, Santiago respondió sin
dudarlo y lo abandonó todo para seguir a Cristo.
Diecisiete años después de responder al llamado del
Maestro se convirtió en el primer mártir entre los Doce.
Se sabe poco de él, pero hay otras ocasiones en los Escritos
Santos en las que grandes hombres sólo son mencionados
de pasada.
Melquisedec, por ejemplo, tiene sólo unos pocos
versículos dedicados a él. Sin embargo es llamado grande
por Pablo, como leemos en Hebreos 7:4: “Considerad,
pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el
patriarca dio diezmos del botín”. Melquisedec también
le dio su nombre al sacerdocio del cual nuestro Salvador
es el Sumo Sacerdote (He. 7:14-17). Por tanto, la grandeza
no viene del número de versículos dedicados a una
persona. Puede incluso ser al revés, ya que mucho se habla
del traidor Judas en el Nuevo y el Antiguo Testamentos.
Mucho hay escrito también acerca del malvado rey Acab,
y poco concerniente a Jotam, un rey justo. Así que Santiago
fue grande ante los ojos de Dios y, como tal, lo debemos
reverenciar. Él cumplió la tarea que se le asignó en relativa
oscuridad, a la sombra tanto de Pedro como de Juan, su
28
El Apóstol
hermano menor. Así que aprendamos esta lección: no
busquemos el estrellato, sino más bien busquemos cumplir
silenciosamente Su voluntad para nuestra vida.
El apóstol Juan
Tal vez la mejor manera de describir a este amado apóstol
es que él era la personificación misma del entrañable amor
al Señor, una cualidad que Él desea que exista en todos
sus hijos comprados con Sangre. El evangelio de Juan es
de naturaleza devocional, al igual que sus epístolas, las
cuales se concentran en el amor de Dios por nosotros y en
nuestro amor por Él.
Fue a él a quien se le dieron las revelaciones más
profundas. Le fue mostrada la eternidad pasada, ya que
pudo escribir: “En el principio era el Verbo, y el Verbo
era con Dios, y el Verbo era Dios” (Jn. 1:1). Luego pudo
escribir acerca de los nuevos cielos y la nueva tierra,
donde vive la justicia. El alcance de la revelación
confiada a él por el Señor fue, ciertamente, de eternidad
a eternidad. Ya que la revelación se basa en la relación,
entendemos bien por qué Juan fue escogido para recibir
tan profundo, detallado e íntimo entendimiento de los
Tiempos del Fin y de la Novia de Cristo. Después de
todo, él fue el que se recostó en el pecho del Señor en la
Última Cena y a quién se le dio la revelación de quién
era el traidor (Jn. 13:21-26).
El pasar de ser conocido como “hijo del trueno” (al igual
que su hermano Santiago) hasta convertirse en el amoroso
amigo de Jesús, habla claramente del fuego refinador a
Los doce discípulos del Cordero
29
través del cual atravesó durante sus tres
años con el Maestro. Jesús le dijo:
La
“Vosotros no sabéis de qué espíritu
revelación
sois” cuando quiso mandar que
se basa
descendiera fuego del cielo para que
en la
quemara a los aldeanos que los habían
relación.
rechazado (Lc. 9:51-56). Sin embargo,
pasar por los rechazos y por el ataque
constante al que fue sometido el Maestro, hizo mucho
para ablandar su fogosa naturaleza. Fue a él a quien Jesús
le confió a María Su madre cuando Él estaba en la cruz
(Jn. 19:26).
Hay algunos otros aspectos de la vida de Juan que sentimos
que serán de utilidad para usted, amable lector, si medita
sobre ellos. Después de Su resurrección, nuestro Señor le
habló a Pedro respecto a la muerte que ese apóstol habría
de sufrir. Pedro, volteándose a Juan, preguntó: “¿y qué
de éste?” Jesús le respondió: “¿qué a ti? Sígueme tú”
(ver Jn. 21:18-23). Había otro camino ordenado por el
Maestro para Juan.
El principio de la vida de Juan fue fructífero y en el
estrellato. En los primeros días de ministerio después de
Pentecostés Juan, por ser el más joven, caminó con Pedro
por un tiempo. Estuvo con Pedro en la puerta la Hermosa
cuando el cojo recibió su sanidad a la orden de Pedro.
Juan fue enviado con él a Samaria por los apóstoles donde,
después del avivamiento, oraron para que los discípulos
pudieran recibir el bautismo del Espíritu Santo. Es como
si estuviera recibiendo un curso apostólico de postgrado
en compañía del principal apóstol del Cordero.
30
El Apóstol
Luego, durante casi 60 años un velo cubrió su vida, el
cual fue retirado en sus últimos años. A la edad de 90
años, fue confinado a la isla llamada Patmos por el
emperador Domiciano, quien inició una nueva ola de
persecuciones contra los cristianos. La isla, rodeada por
el mar, hacía imposible el escape. Los confinados allí
trabajaban en las minas de mármol, encadenados a sus
carretillas. Aunque es dudoso que se haya exigido esto
del apóstol Juan a tan avanzada edad, sufrió lo suficiente
en ese ambiente para poder escribir en Apocalipsis 1:9:
“vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la
tribulación”. Liberado de esas duras condiciones,
continuó con su cuidado apostólico de las siete iglesias
de Asia, residiendo en Éfeso. Allí se durmió para despertar
en la presencia de su amado Señor, a quién había servido
tan fiel y amorosamente.
Así, en nuestra vida, podemos ver a algunos como Pedro,
que son levantados delante de todos y a nosotros que
somos puestos en un ministerio en las sombras. Sin
embargo, al ser fieles, Dios nos levantará y nuestro final
será más fructífero que toda nuestra labor previa.
El apóstol Andrés
Andrés, el hermano de Pedro, no era miembro del círculo
íntimo de tres. Sin embargo, parece que gozaba de
intimidad con el Señor. Se menciona que estuvo en privado
con el Señor en el monte de los Olivos, preguntándole al
Maestro acerca de Su Segunda Venida (Mr. 13:3). Andrés
era conocido en la iglesia primitiva como el primero en
ser llamado. Fue Andrés quien era discípulo de Juan el
Los doce discípulos del Cordero
31
Bautista. Él fue responsable de traer a Pedro al Señor.
Fue Andrés quien escuchó a Juan el Bautista referirse a
Jesús como “He aquí el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo” (Jn. 1:29). Fue a Andrés a quien se le
hizo la invitación: “Venid y ved” cuando preguntó dónde
vivía Jesús (Jn. 1:39). Él, junto al apóstol Juan, se quedó
con Jesús ese día. Después ellos le declararon a Pedro
que habían encontrado al Mesías (Jn. 1:35-39,41). Su
corazón creía fácilmente.
Andrés es mencionado dos veces más en el Nuevo
Testamento. Fue uno de los que trajo a los griegos a Cristo
(Jn. 12:20-22). También, con respecto a la alimentación
de los 5000, él trajo ante Jesús al muchacho con los cinco
panes de cebada y dos pececillos (Jn. 6:8-9). Estas dos
menciones aparentemente insignificantes, sin embargo,
indican proximidad al Señor y el deseo de su parte de ser
de utilidad.
El apóstol Felipe
La primera mención de este apóstol se encuentra en
Juan 1:43: “El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y
halló a Felipe, y le dijo: Sígueme”. Se nos dice que Felipe
era de Betsaida, que era la ciudad de Andrés y Pedro. Esta
afirmación es seguida inmediatamente por otra que declara
que Felipe encontró a Natanael y le dijo: “Hemos hallado
a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los
profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret” (Jn. 1:45).
Aquí tenemos evidencia del hecho que los discípulos
fueron escogidos, porque fue Jesús quien buscó a Felipe.
32
El Apóstol
Estos discípulos se conocían entre sí; eran casi como el
“club santo” de la Universidad de Oxford donde John
Wesley y sus amigos se reunían para buscar al Señor. Los
discípulos eran un grupo con una manera de pensar similar
que, antes de conocer a Jesús, tenían el fuego santo dentro
de ellos y esperaban al Mesías prometido. Cuan
maravilloso es ser unido a personas con una manera de
pensar similar a una edad temprana, para que las metas
en la vida sean santas y espiritualmente satisfactorias.
Entonces nuestra vida, brotando de una raíz santa,
definitivamente será fructífera y tendrá sentido, estará
fortalecida contra el pecado, los engaños y las vanidades
de este mundo.
Los miembros de este club santo, si los podemos llamar
así, no operaban en el mejor de los ambientes, sino en
una ciudad que fue reprendida por el Señor cuando dijo:
“¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro y
en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han
hecho en vosotras, tiempo ha que sentadas en cilicio y
ceniza, se habrían arrepentido. Por tanto, en el juicio
será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón, que para
vosotras” (Lc. 10:13-14). Por tanto, esta santa banda de
jóvenes tuvo que batallar contra la mayoría pecadora en
su ciudad. Esto era similar a la ciudad del Señor, de la
cual Natanael dijo: “¿De Nazaret puede salir algo de
bueno?” (Jn 1:46).
Sin embargo, puede notarse que los mejores árboles son
los que están en condiciones de mucho viento, porque
tienen que enviar sus raíces hacia las profundidades para
que los detengan firmes contra las condiciones adversas.
Los doce discípulos del Cordero
33
Los mejores guerreros del Evangelio son aquellos que han
tenido que dar testimonio contra la marea y animosidad
de la opinión pública.
Para resumir la vida de Felipe, tenemos que considerar
que él era muy versado en las Escrituras, porque pudo
identificar a Cristo como el Profeta del que Moisés escribió
en la Ley y los Profetas. Fue probado por el Señor en la
alimentación de los 5000, y Felipe ciertamente parece ser
muy pragmático al declarar que el salario de 200 días no
podría alimentar tal multitud. Él no tomó en consideración
que Jesús también era Jehová Jireh, porque fue a Felipe a
quien Jesús decidió probar en esta ocasión. Además, en
la Última Cena, fue el estudioso Felipe quien exclamó:
“Señor, muéstranos el Padre, y nos basta” (Jn. 14:8). Pero
la respuesta fue: “… ¿Tanto tiempo hace que estoy con
vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha
visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú:
Muéstranos el Padre?” (Jn 14:9).
Por tanto, parece que Felipe, aunque confesó tres años antes
que Jesús era el Mesías, no tenía una relación íntima ni un
conocimiento íntimo de Su personalidad. Mientras escribo
este libro, me maravillo aun más de la belleza del carácter de
Jesús manifestada a través de la virtud de la longanimidad.
Él mostró un cuidado amoroso y amable y gran comprensión
en Su trato con las debilidades de los Doce. Recuerde que
ellos fueron escogidos, como Él les recordó en la Última
Cena: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí
a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y
vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis
al Padre en mi nombre, él os lo dé” (Jn. 15:16).
34
El Apóstol
Los doce apóstoles eran todos diferentes, todos muy
humanos, con los defectos producto de una naturaleza caída.
Sin embargo, el Señor vio su potencial para hacer producir
el fruto del Espíritu en sus vidas y en la vida de otros.
Debemos recordar también que ellos fueron dados por el
Padre, como oró Jesús: “Cuando estaba con ellos en el
mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste,
yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de
perdición, para que la Escritura se cumpliese” (Jn. 17:12).
El Padre, con su presciencia perfecta, sabía que esos
once harían exactamente eso. Ellos darían fruto en
abundancia, no por lo que eran, sino porque permitirían
que el poder divino los hiciera vasos dignos de ser
usados por Él y cumplirían Su santa voluntad. Qué
consuelo es esto para cada uno de nosotros: que a pesar
de nuestras imperfecciones, produciremos fruto en
abundancia en la medida en la que nos rindamos a Sus
tratos en nuestra vida.
El apóstol Bartolomé
Él era aquél que Felipe trajo ante Cristo después de que el
Maestro hubiera encontrado a Felipe. Debemos pausar aquí
para considerar su nombre. Él es llamado tanto Natanael
como Bartolomé, y era de Caná de Galilea (Jn. 21:2). En
realidad, es aceptado que Natanael (que significa “regalo
de Dios”) era su nombre, mientras que Bartolomé, por
interpretación, sería “hijo de Talmai”.
Muchos teólogos asumen que era un miembro de la secta
conocida como los Talmaítas (de Talmai, discípulo de
Los doce discípulos del Cordero
35
Heber). Como tal, pudo haber sido un devoto y piadoso
seguidor de las enseñanzas de esta secta. Esto pudo haber
sido la razón de su transparencia de carácter y del cumplido
que le hizo nuestro Señor: un israelita en quien no hay
engaño.
Yo creo que todos los pastores sentirían lo mismo que yo:
Sería el cielo en la tierra tener una congregación llena de
tales santos. Sin embargo, Jesús le hizo ese cumplido sólo
a uno de Sus elegidos. La respuesta de Bartolomé a la
descripción que Jesús hizo de él fue una de gran sorpresa.
Leemos en Juan 1:47-51: “Cuando Jesús vio a Natanael
que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero
israelita, en quien no hay engaño. ¿De dónde me conoces?
Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara,
cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió
Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el
Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije:
Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que
estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De
aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de
Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”.
Está escrito que: “…la ciencia de los santos es
inteligencia” (Pr. 9:10 RV1909). Este santo hombre
entendió inmediatamente quién era Jesús, y no dejó duda
acerca de que creía en Él, al declarar en Juan 1:49: “Rabí,
tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.” Sin
embargo, dice de Jesús que: “… muchos creyeron en su
nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo
no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía
necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre,
36
El Apóstol
pues él sabía lo que había en el hombre” (Jn. 2:23-25).
Ciertamente Natanael sería como uno del remanente del
que habló el profeta: “En aquel tiempo devolveré yo a los
pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el
nombre de Jehová, para que le sirvan de común
consentimiento” (Sof. 3:9). Las tradiciones dicen que él
era el padrino en la fiesta de bodas en Caná. Sabemos, sin
embargo, que era uno de los discípulos a los que el Señor
se apareció después de Su resurrección en el mar de Galilea
(Jn. 21:2). También fue testigo, con los otros diez, de Su
ascensión (Hch. 1:9). Se cree que Natanael (Bartolomé)
fue martirizado en India.
El día de Bartolomé, celebrado el 25 de agosto, fue hecho
infame por la sangrienta masacre de miles de protestantes
instigada por Catalina de Médici en Francia, en 1572. Un
hospital fue nombrado en honor de Bartolomé en Londres,
Inglaterra, en el siglo XII, y aún está en operación el día
de hoy.
El apóstol Mateo
Este apóstol tenía dos nombres, al igual que algunos de
los otros. Es llamado Leví (su nombre al nacer) en
Marcos 2:14 y en Lucas 5:25. “Mateo el publicano” era
el nombre que él usaba para describirse a sí mismo y su
ocupación (Mt. 10:3). Nuevamente vemos que Jesús llamó
a sus discípulos de una variedad de profesiones. Un
publicano era un empleado del Imperio Romano que
estaba encargado de recolectar los impuestos de la
población colonial gobernada por Roma. Se les permitía
añadirle a los impuestos requeridos por Roma, siendo esta
Los doce discípulos del Cordero
37
cantidad adicional sus ingresos. Sin embargo, como vemos
específicamente con Zaqueo (Lc. 19:1-10), es evidente
que se volvían ricos al cobrar de más en los tributos e
impuestos. A veces eran demasiado celosos al procurar
sus ingresos y, por tanto, eran justificadamente odiados
por su propio pueblo. Los judíos sentían que nadie que
fuera publicano podía ser un verdadero creyente y los
equiparaban a viles pecadores. Por tanto, vituperaban a
Jesús por comer con publicanos y lo llamaban: “… amigo
de publicanos y de pecadores” (Lc. 7:34).
Cuando los publicanos le preguntaron a Juan el Bautista
qué debían hacer, su respuesta fue: “No exijáis más de lo
que os está ordenado” (Lc. 3:13). Es claro por estas
declaraciones que ni Juan ni Jesús estaban en manera
alguna aceptando las prácticas de los publicanos.
Mateo fue llamado por el Señor cuando estaba sentado
en el banco de los tributos públicos (Mt. 9:9; Mr. 2:14;
Lc. 5:27). Al mandato del Maestro de “sígueme”, se
levantó, lo dejó todo, y lo siguió. Era hijo de Alfeo, al
igual que Santiago el menor. Eran hermanos, al igual que
algunos otros de los discípulos. Era ciertamente una banda
de hombres devotos muy unida. ¿Puede ser esto dicho de
Mateo? Sí, porque siguió a Jesús inmediatamente y reunió
en su casa un grupo de sus amigos que también eran
publicanos para que conocieran al Salvador.
Mateo no es mencionado otra vez en los evangelios
excepto a cuando es listado con los demás. Sin embargo,
es muy conocido por su evangelio, que es una obra maestra
del pensamiento judío, al mostrar a Jesús como el Cristo,
38
El Apóstol
el Rey de Israel. Su evangelio es llamado el “evangelio
didáctico”, y uno puede ver en su composición y
compilación la mano del contador, Mateo el publicano.
El apóstol Tomás
Este muy mal afamado miembro de la banda santa brilla
mucho más al examinarlo de cerca que como lo ha
mostrado la historia. Era llamado Dídimo, que significa
“gemelo”. De acuerdo a la tradición tenía una hermana
gemela llamada Lisia. En el Nuevo Testamento nada es
dicho con respecto a su trasfondo, pero la tradición habla
de que nació de padres pobres que lo pusieron de aprendiz
de pescador y se aseguraron que tuviera conocimiento de
las Escrituras. Se aplicó a éstas y vivió de acuerdo a sus
preceptos. Los apóstoles están listados de dos en dos, y el
nombre de Tomás está después de Mateo en las listas de
Lucas y Marcos mientras que, en su evangelio, Mateo lo
lista antes que él mismo.
Es con Juan con quien estamos en deuda por entender el
carácter de Tomás. En Juan 11:1 tenemos el relato de la
enfermedad de Lázaro, el amigo de Jesús. Jesús esperó
hasta que Lázaro hubiera muerto y entonces anunció Su
intención de volver a Judea. Los otros discípulos habían
tratado de disuadirle, señalando que últimamente los
judíos habían buscado matarle. Sin embargo, fue Tomás
quien, después que Jesús reafirmó Su intención de ir,
dijo: “Vamos también nosotros, para que muramos con
él” (Jn. 11:16). Verdaderamente este aspecto del carácter
de Tomás debería ser subrayado y mencionado
frecuentemente. Muestra un profundo amor, devoción e
Los doce discípulos del Cordero
39
intrépido abandono de su vida para (según pensaba) morir
con Jesús, su líder. Respecto al incidente con el cual está,
digámoslo así, infamemente relacionado, debemos
considerar cuidadosamente los detalles. El Señor se
apareció en la tarde del día de la Resurrección a algunos
de los discípulos que estaban reunidos a puerta cerrada
por miedo a los judíos, y Él se apareció en medio de ellos.
Luego, con pruebas infalibles (mostrarles Sus manos
atravesadas por clavos y Su costado) satisfizo a los
discípulos presentes de que Él realmente había resucitado
de entre los muertos (Jn. 20:19-20). Pero recuerde que,
aún después de haber visto la tumba vacía, se nos dice en
Juan 20:9 que ellos no entendieron la escritura: “Porque
no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo
vea corrupción” que muestra que era necesario que Él
resucitase de entre los muertos (Sal. 16:10).
Después, cuando le fue dicho a Tomás que los otros habían
visto al Señor, Sus manos y Su costado, él respondió: “Si
no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi
dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su
costado, no creeré” (Jn. 20:25). De allí vino su título
“Tomás el incrédulo”, por el cual lo conocen todas las
generaciones. Seamos más magnánimos, ya que creo que
esta pudo haber sido también la respuesta de otros
discípulos, o aún la nuestra, si hubiéramos estado en
circunstancias similares.
He notado en mis largos años en el ministerio que aquellos
que son fuertes están mucho menos predispuestos a juzgar
que aquellos que, tal vez, han hecho poco en la vida.
Después de esto Jesús los visitó ocho días más tarde, como
40
El Apóstol
leemos en Juan 20:26-27: “Ocho días después, estaban
otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó
Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y
les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu
dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en
mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” Aquí
vemos la misericordia y gracia del Señor hacia aquél de
los suyos que dudaba: siempre dispuesto a reforzar la fe
de un hijo suyo que duda. La respuesta de Tomás es:
“¡Señor mío, y Dios mío!” (Jn. 20:28). Aquí hay una clara
declaración de una fe que ahora está brillando nuevamente.
Ahora Jesús deja clara la diferencia que hay en el cielo
entre aquellos que han visto y creído, y aquellos que han
creído aunque no han visto: “Porque me has visto, Tomás,
creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”
(Jn. 20:29). Así que hay un mayor grado de fe y de
bendición atribuido a los que creen sin haber visto, que a
los que ven y creen.
Los siguientes eventos en la vida de Tomás confirman su
intrépida devoción al Señor por la cual una gran
recompensa ha sido ya preparada arriba en el cielo. Fue
como misionero a India y luego fue martirizado. Su tumba
existe aún hoy en una colina cerca de Madrás. El lugar
donde fue enterrado es un monumento a un muy grande y
muy leal ministro de nuestro Señor.
El apóstol Santiago el menor
Santiago era el hijo de Alfeo (Mr. 3:18) y, por tanto, el
hermano de Mateo, quién también es llamado el hijo de
Los doce discípulos del Cordero
41
Alfeo (Mr. 2:14). La tradición dice que también era un
recaudador de impuestos, como su hermano. El nombre
de este apóstol fue dado porque era más bajo de estatura
que Santiago el mayor. Eso es todo lo que puede ser dicho
de este apóstol. Sin embargo, su carácter debe haber sido
sin tacha, porque tiene el privilegio eterno de que su
nombre sea grabado en uno de los cimientos de la ciudad
eterna en el cielo, la Nueva Jerusalén. Marcos 15:40 es la
referencia de donde vino su nombre. Su madre fue una de
las que ministró a Jesús cuando Él estuvo en Galilea.
El apóstol Lebeo, Tadeo o Judas
(no el Iscariote)
Éste era el apóstol de los tres nombres. Es llamado Lebeo
en Mateo 10:3, Tadeo en Mateo 10:3 y en Marcos 3:18 y
Judas, el hermano de Santiago en Lucas 6:16, Juan 14:22
y Hechos 1:13.
En el Nuevo Testamento encontramos sólo un versículo
atribuido a él donde, en respuesta a las siguientes
declaraciones del Maestro: “No os dejaré huérfanos;
vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me
verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo,
vosotros también viviréis”, él le preguntó al Señor:
“…¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al
mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi
palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a
él, y haremos morada con él” (Jn. 14:18-19,22-23). Aquí
está claro que Jesús estaba hablando de una aparición
personal a Sus amados a través de las generaciones.
Aunque esta pregunta de Judas (no el Iscariote) no provee
42
El Apóstol
mucho material sobre el cual podamos hablar de él, sí
muestra su intimidad con el Señor en el hecho de que le
habló con libertad. También muestra su gran atención a
las enseñanzas de Cristo.
Algunos especulan que debido a sus tres nombres (Judas
era su verdadero nombre, mientras que Lebeo y Tadeo
eran apelativos cariñosos) él era el más joven de los
discípulos y tenía una naturaleza muy amorosa.
El apóstol Simón el cananista
Este apóstol es llamado así en Mateo 10:4 y en Marcos
3:18. Sin embargo, en Lucas 6:15 y en Hechos 13:1 es
llamado “el Zelote”. En realidad los nombres son
sinónimos, ya que cananista significa “ardiente”, de su
raíz griega kana, que significa “ser celoso”. Esto denota,
por tanto, que Simón era miembro de un partido
revolucionario judío llamado los Zelotes, quienes
ardientemente buscaban el establecimiento de un estado
judío. Parecen tener su inicio en el clamor de los macabeos,
quienes derrocaron a Antíoco IV Epífanes y limpiaron el
templo el 25 de diciembre del 166 a.C. Su pensamiento
es reflejado en 1 Macabeos 2:50: “… mostrad vuestro
celo por la Ley; dad vuestra vida por la alianza de nuestros
padres” (Jer. – apócrifo).
En su libro Las guerras de los judíos, Josefo escribe acerca
de las metas y la destrucción final de los judíos por Tito
en la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Barrabás,
quien fue preferido sobre Cristo por las multitudes y los
sacerdotes, era un miembro de este partido y había sido
Los doce discípulos del Cordero
43
condenado por el gobernador por sedición. Aunque en el
Nuevo Testamento nada más es dicho acerca de Simón,
además de que era un Zelote, podemos, sin embargo,
deducir que era un fogoso creyente en la causa de los
macabeos, y que transfirió ese celo a una causa aún mayor
bajo el liderazgo supremo de Aquel que era el verdadero
Rey de Israel, el Señor Jesucristo.
El apóstol apostata, Judas Iscariote
Iscariote es la forma griega que significa “hombre de
Keriot”. Keriot es lo mismo que Kiryat (o Qiiriat), que
significa ciudad. Dos ciudades llevaban ese nombre, una
en Moab y la otra en Judá en la frontera sudeste con Edom
(Jos. 15:25). El padre de Judas era llamado Simón Iscariote
(Jn. 6:71 LBLA; Jn. 13:2 RV1909; Jn. 13:26 LBLA).
Cuando consideramos este hombre que le ha dado su
nombre al infame acto de traición, debemos considerar
primeramente el siguiente hecho: Los discípulos fueron
escogidos por el Señor, quien los recibió de Su Padre.
Pero en Juan 6:70 leemos: “Jesús les respondió: ¿No os
he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es
diablo?”
¿Por qué escogió Jesús a Judas, si sabía muy bien que
Judas lo traicionaría? La respuesta se encuentra sólo en
lo profundo del corazón del Padre. Al examinar
cuidadosamente la vida de Jesús, veremos que la
crucifixión fácilmente pudo haber ocurrido sin la
intervención de Judas. Pero Judas era necesario por una
razón mucho más profunda y más eterna. El Padre Santo
44
El Apóstol
desea comunión, y ésta sólo es posible si participamos de
sus padecimientos. El Padre Celestial sufrió la traición
de la obra maestra de Su creación, Lucifer, llamado el
lucero de la mañana. Hablando de él a través de los labios
de Ezequiel, leemos: “Tú, querubín grande, protector, yo
te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio
de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos
tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se
halló en ti maldad… Se enalteció tu corazón a causa de
tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu
esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes
te pondré para que miren en ti” (Ez. 28:14-15,17).
Con la rebelión de Lucifer, un tercio de los ángeles se
unió a él contra la Majestad en las alturas. El corazón de
Dios fue destrozado y, para poder apreciar Su angustia,
casi la totalidad de los grandes hombres de Dios
experimentan la traición de personas cercanas, siendo
la más notable la de Coré contra Moisés (Nm. 16). La
traición de Absalón contra David su padre es otro
ejemplo (2 S. 15). Así, Judas era necesario para que Jesús
pudiera entrar en profunda comunión con Su propio
Padre respecto a la traición de Lucifer. Durante su
ministerio, la mayor parte de los ministros tendrán sus
propios Absalones, Corés y Judas.
Por tanto, la importancia del acto de Judas está en la
lección espiritual que resuena a través de las edades, y
por eso encontramos tanto escrito acerca de este apóstol
mucho antes que él naciera. El Salmo 109 nos da mucha
revelación acerca de su manera de pensar y de su carácter,
el cual consideraremos ahora. Los versículos 16-18 de
Los doce discípulos del Cordero
45
este salmo dicen: “Por cuanto se olvidó de hacer el bien,
y persiguió hasta la muerte a pobres, afligidos y
menesterosos, y porque le encantaba maldecir, ¡que caiga
sobre él la maldición! Por cuanto no se complacía en
bendecir, ¡que se aleje de él la bendición! Por cuanto se
cubrió de maldición como quien se pone un vestido, ¡que
ésta se filtre en su cuerpo como el agua!, ¡que penetre en
sus huesos como el aceite!” (NVI). De esto deducimos
que Judas era un hombre que amaba maldecir y que no se
deleitaba en la bendición ni en la unción del Señor.
Además, se vistió de maldición. Recordando que su ciudad
natal estaba muy cerca de la frontera con Edom, no
podemos hacer otra cosa que recordar el carácter de Esaú,
quien también despreció su primogenitura (Gn. 25:32-34).
En el Salmo 109 tenemos el clamor del Señor mismo ya
que Judas no le muestra misericordia, sino lo persigue en
Su condición pobre y necesitada. Judas contribuyó a matar
al quebrantado de corazón, porque el Señor ciertamente
murió de un corazón roto.
La traición viene de un carácter que desprecia las
bendiciones de Dios y ama el maldecir (en otras palabras,
toma el nombre del Señor en vano). También tenemos el
testimonio de Juan, en Juan 12:6: “Pero dijo esto, no
porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón,
y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella”.
El apóstol Pablo nos dice: “porque raíz de todos los males
es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se
extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos
46
El Apóstol
dolores” (1 Ti. 6:10). Así que, cuando Judas traicionó a
Jesús por treinta piezas de plata, estaba nuevamente
cumpliendo la profecía: “Y les dije: Si os parece bien,
dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi
salario treinta piezas de plata” (Zac. 11:12). Judas era
un ladrón que traicionó a Jesús por amor al dinero.
El juicio por los pecados de Judas cayó sobre todos los
miembros de su familia (Sal 109:12-15). Sus hijos iban a
ser huérfanos vagabundos, forzados a mendigar sin
encontrar a nadie que les hiciera un favor. Sus hijos iban
a ser cortados y, en la generación de sus nietos, su nombre
sería borrado. Su esposa sería una viuda, y el extorsionista
y los extranjeros tomarían todas sus posesiones. Judas era
un hombre casado y con hijos. Sin embargo, tenía un
carácter despreciable y fue elegido para cumplir las
Escrituras.
Otro factor notable en este salmo es la condena del padre
y la madre como si fueran responsables de las opiniones,
valores y, finalmente, la formación del carácter de este
infame traidor (aquí hay una verdad que no debe ser pasada
por alto: Nadie simplemente cae en pecado). Juan 13:18
dice: “No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he
elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que
come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar” (ver
Salmo 41:9).
Además, la iniquidad de sus antepasados y de su madre
serían recordados por siempre ante el Señor. No
encontrarían lugar de perdón, y su memoria sería cortada
de la faz de la tierra (Sal. 109:14).
Los doce discípulos del Cordero
47
Debemos notar que aunque los padres de Judas Iscariote
evidentemente tuvieron gran responsabilidad en la
formación de su carácter, Judas tuvo amplia oportunidad
de ser cambiado. Muchas de las parábolas de Jesús estaban
dirigidas a los pecados de Judas, quien pudo haberlas
elegido en vez de elegir los caminos de sus padres.
Consideremos Ezequiel 18:14-20: “Pero si éste
engendrare hijo, el cual viere todos los pecados que su
padre hizo, y viéndolos no hiciere según ellos; no comiere
sobre los montes, ni alzare sus ojos a los ídolos de la
casa de Israel; la mujer de su prójimo no violare, ni
oprimiere a nadie, la prenda no retuviere, ni cometiere
robos; al hambriento diere de su pan, y cubriere con
vestido al desnudo; apartare su mano del pobre, interés
y usura no recibiere; guardare mis decretos y anduviere
en mis ordenanzas; éste no morirá por la maldad de su
padre; de cierto vivirá. Su padre, por cuanto hizo
agravio, despojó violentamente al hermano, e hizo en
medio de su pueblo lo que no es bueno, he aquí que él
morirá por su maldad. Y si dijereis: ¿Por qué el hijo no
llevará el pecado de su padre? Porque el hijo hizo según
el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los
cumplió, de cierto vivirá. El alma que pecare, esa
morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre
llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre
él, y la impiedad del impío será sobre él”. En este pasaje
se nos dice que si un hijo no hace las iniquidades de su
padre, sino guarda los mandamientos, vivirá. El hijo no
llevará la iniquidad de su padre. Sin embargo, Judas
caminó los caminos de su padre y como consecuencia
de ello, murió.
48
El Apóstol
Uno puede comparar a Judas con el Faraón del Éxodo,
quien cometió genocidio contra los hijos de Israel, al igual
que su padre antes que él. Por tanto, las grandes plagas y
la muerte final vinieron contra ese Faraón, cuyos pecados
familiares habían llegado a la madurez.
Parece que Judas era alguien en quien la copa de la
iniquidad de su familia se llenó. También vivió en esa
generación de la cual el Señor dijo en Mateo 23:33-36
que sobre ellos vendría toda la sangre justa derramada,
desde el justo Abel hasta Sus días.
Así que, amados, cuando consideramos a Judas
debemos darnos cuenta que su acto final de traición
fue el resultado de una vida entregada a caminos de
pecado, los cuales le convirtieron en un hombre
indeseable, aún desde su juventud. Obviamente, debido
a los juicios pronunciados sobre su familia, ellos
también deben haber aprobado sus caminos,
especialmente su esposa. Recordemos a Ananías y
Zafira, quienes estaban unidos en su propósito
engañoso, y el juicio que recibieron (Hch. 5:9).
El juicio específico sobre Judas fue que sus días serían
pocos. Él cometió suicidio antes de que el Señor fuera a
la cruz, y otro tomó su oficio apostólico (Hch. 1:15-20).
Tuvo una oportunidad que le fue dada sólo a los Doce: El
ser parte de la comitiva del Hijo de Dios, ver sus milagros
y escuchar Sus enseñanzas. Sobre todo, fue un receptor
de Su amor, aunque Judas prefirió odiar al Rey de gloria.
Esto es visto en el Salmo 109:4-5, donde David escribe
proféticamente acerca de lo que el Señor Jesús
Los doce discípulos del Cordero
49
experimentaría: “En pago de mi amor me han sido
adversarios; mas yo oraba. Me devuelven mal por bien,
y odio por amor”.
Es interesante que Judas buscó el arrepentimiento al tratar
de devolver el dinero de sangre a los sacerdotes pero, como
Esaú, no lo encontró (ver He. 12:16-17). Judas reconoció
que había pecado al traicionar sangre inocente (Mt. 27:4).
Los sacerdotes tomaron el dinero y compraron el campo
del alfarero, el cual ahora es llamado “campo de sangre”
(Mt. 27:7). Judas ciertamente cumplió Jeremías 19:11:
Ser una vasija quebrada que no puede ser restaurada.
Cuán importante es para nosotros que reconozcamos las
iniquidades de nuestros antepasados y que clamemos a
Dios y le pidamos la gracia para vencerlas. De esta
manera, ellas no llegarán a la madurez en nuestra vida,
¡sino serán extirpadas de nuestra vida y serán
reemplazadas con fruto eterno del Espíritu! Entonces
seremos bendecidos con ser una vasija de honra y no de
vergüenza como Judas.
La vida de Judas, aunque es la de un hombre, será
repetida en esencia, porque el Señor advirtió acerca de
los Tiempos del Fin: “Muchos tropezarán entonces, y
se entregarán unos a otros, y unos a otros se
aborrecerán” (Mt. 24:10). Amados, no seamos como
Judas. Recuerden, Judas
fue uno de los principales
Amados, no
apóstoles,
así
que,
seamos como Judas
lamentablemente, podemos
esperar que la traición
50
El Apóstol
venga de los niveles más altos en la Iglesia. Ese fue
también el caso de Lucifer, el de mayor rango en la
creación angélica, segundo sólo a la Deidad.
El apóstol Matías
Para cumplir las Escrituras concernientes a los juicios
pronunciados sobre Judas, otro tenía que tomar su oficio
(Sal. 109:8). La banda apostólica reconoció que otro
discípulo tenía que ser elegido. Fue Pedro quien los dirigió
en esta búsqueda, como leemos en Hechos 1:15. Las
características del nuevo discípulo fueron descritas
claramente en Hechos 1:22: “comenzando desde el
bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros
fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros,
de su resurrección”.
Dos candidatos fueron llevados ante el Señor y los otros
discípulos echaron suertes. Algunos han sugerido que ésta
no era una manera inspirada para tomar una decisión tan
monumental, pero reveló con seguridad la voluntad de
Dios.
Para confirmar este asunto podemos ver el ejemplo de la
sabiduría del rey Salomón: “La suerte se echa en el
regazo; mas de Jehová es la decisión de ella” (Pr. 16:33)
y “La suerte pone fin a los pleitos, y decide entre los
poderosos” (Pr. 18:18). Así, de estas escrituras podemos
decir que cuando se hace oración y se echan suertes bajo
la dirección del Espíritu, con seguridad se hace manifiesta
la voluntad de Dios. Adicionalmente, el Espíritu Santo
los hubiera corregido si tal evento hubiera estado en contra
Los doce discípulos del Cordero
51
de la santa voluntad del Padre. Ciertamente lo hizo cuando
Moisés golpeó la roca por segunda vez y cuando Natán le
dio guía incorrecta a David respecto al deseo del rey de
construir un templo para el Señor.
Matías, de quien no sabemos más por el Nuevo
Testamento, se convirtió en uno de los Doce y, como tal,
su nombre está en los cimientos de la Nueva Jerusalén.
Las recompensas de esta banda fueron grandes, ya que
tendrían que sentarse sobre los doce tronos para juzgar a
las doce tribus de Israel.
Los Hechos de los Apóstoles
El libro de los Hechos, escrito por el apóstol Lucas, nos
detalla con precisión la obra de un apóstol mucho más
que cualquier otra pieza literaria del Nuevo Testamento.
Un apóstol escribió acerca de las obras de otros dos
apóstoles prominentes: Pedro y Pablo. Lucas fue el
compañero constante de Pablo en muchos de sus viajes
misioneros y, por lo tanto, escribió con conocimiento de
primera mano del ministerio de estos ilustres hombres
de Dios.
Estos apóstoles fueron apartados específicamente por el
Señor para el propósito de abrir el mundo al mensaje del
Evangelio. Pedro fue enviado a los judíos, mientras que
Pablo fue enviado a los gentiles. Los Hechos de los
Apóstoles pueden esencialmente ser divididos en dos partes:
•
El ministerio de Pedro: Capítulos 1 – 5; 8:1425; 9:32-43; 10:1-48; 11:1-18; 12:1-18.
52
El Apóstol
•
El ministerio de Pablo: Hechos 9:1-30 cubre
su conversión, mientras que el resto del libro,
los capítulos 13 al 28, se dedican a sus viajes
misioneros, prisiones y ministerio.
53
CAPÍTULO 3
El apóstol Pablo
Pablo, antes Saulo de Tarso, se convirtió en un apóstol y
maestro de la Iglesia. Era un hombre de proporciones
pequeñas, siendo apenas de un metro y medio de estatura
(de acuerdo a algunos relatos, él solo tenía tres codos de
estatura, lo que sería aún menos). Su apariencia física, como
él mismo escribió, era débil y su hablar menospreciable (2
Co. 10:10). De otras fuentes podemos suponer que se estaba
quedando calvo prematuramente y que su vista no era buena.
Podemos animarnos aquí, porque Moisés también era
lento para hablar. Por tanto, Dios no sólo llama a los que
son oradores. Como oyentes, debemos tener paciencia con
nuestros hermanos que puedan tener dificultad para
expresarse con elocuencia.
Fue por su vista débil que Pablo buscó al Señor, declarando
que era un mensajero de Satanás el que le abofeteaba con
esta aflicción. El Señor le mostró que debido a la abundancia
de la revelación que le había sido dada al apóstol, Él había
permitido que este enemigo le abofeteara. Es más, el Señor
también dijo en 2 Corintios 12:9: “Bástate mi gracia;
porque mi poder se perfecciona en la debilidad…”
54
El Apóstol
El apóstol Pablo era, en sus propias palabras, un apóstol
“abortivo” [nacido antes de tiempo] (1 Co. 15:8), pero
esto no debe ser interpretado como que debió haber sido
incluido entre los Doce. Él no calificaba. A diferencia de
los Doce, él no había empezado con el bautismo de Juan
y no había estado con Jesús durante los tres años de Su
ministerio. Él fue “abortivo” en el sentido de que sus
enseñanzas son aplicables a la Iglesia de los Tiempos del
Fin, cuando la gloria de Dios y la perfección de Jesús se
verán en Sus santos. En su vida y ministerio también
vemos las marcas de un apóstol moderno, los cuales
estudiaremos ahora con algún detenimiento.
La conversión de Pablo fue a través de la intervención
directa del Señor en el camino a Damasco, cuando el
Señor se le apareció personalmente. Esto fue seguido de
una señal dramática cuando Ananías el discípulo oró por
él en una casa en la calle llamada Derecha y escamas
cayeron de sus ojos. Luego estuvo en el desierto de
Arabia por tres años, siendo instruido específicamente
por el Señor respecto a las verdades del mensaje del
Evangelio (Gá. 1:17). Esto fue seguido por la tutela del
maduro apóstol Bernabé.
Su comisión como apóstol se llevó a cabo en Antioquía
(Hch. 13:1-4). Allí estuvo con un selecto grupo de
hermanos que fueron categorizados como profetas y
maestros. Podemos entonces declarar confiadamente que
Pablo era un profeta y maestro, al igual que apóstol.
Mientras esos hermanos ministraban al Señor en oración
y ayuno, el Espíritu Santo dijo que debían apartar a Pablo
y a Bernabé para la obra a la que Él los había llamado.
El apóstol Pablo
55
Pablo tenía el celo del evangelista para predicar a Cristo
donde Él no era conocido. Eso lo llevó a las naciones de
la Turquía y la Grecia modernas. Estos viajes se detallan
para nosotros en los Hechos de los Apóstoles. La meta
de un apóstol es establecer obras sobre un
fundamento de fe en Cristo que permanezca. Esto es
exactamente lo que Pablo logró en estos tres notables e
históricos viajes que están registrados por siempre en la
tierra y en los cielos.
El primer viaje misionero
Pablo fue enviado por orden expresa del Espíritu Santo.
Aquí debemos hacer una pausa, ya que ésta es una de las
marcas de un apóstol, no sólo ser lleno del Espíritu Santo,
sino también ser guiado por el Espíritu (Ro. 8:4).
El apóstol Pablo era el segundo de Bernabé en este tiempo,
así que Bernabé es mencionado primero en la narrativa.
Primero predicaron a los judíos en las sinagogas de
Salamina, en Chipre. Luego se movieron a la localidad de
Pafos, donde Sergio Paulo, un hombre prudente y procónsul
de la región, quiso escuchar el Evangelio. En presencia de
éste, se les opuso Elimas el falso profeta, a quien enfrentó
Pablo y causó, por la palabra del Señor, que quedase ciego
por un tiempo. El procónsul se impresionó tanto, que se
convirtió al cristianismo (Hch. 13).
Pablo y sus compañeros zarparon de Pafos y llegaron a
Perge, en Panfilia. Al llegar allí Juan Marcos, que había
estado con ellos desde el principio del viaje, los dejó y
regresó a Jerusalén. Este es un evento que virtualmente
56
El Apóstol
todos los líderes cristianos tienen que enfrentar durante
su ministerio: El abandono de colaboradores cercanos;
que aquellos en quienes hemos confiado nos abandonen
o nos traicionen. Pero Juan Marcos no estaba en esta
categoría sino, debido a su juventud, no pudo recibir la
gracia de Dios para los rigores del viaje. Como veremos
más tarde, Juan Marcos fue restaurado al ministerio activo,
pero Bernabé perdió su corona y parte de su recompensa.
La actitud de los judíos
en Antioquía de Pisidia
Era la costumbre de los apóstoles predicarles primero a
los judíos. Esto hicieron tras la invitación de los principales
de la sinagoga en Antioquía. Pablo, sin embargo, terminó
la exhortación diciendo: “Mirad, oh menospreciadores,
y asombraos, y desapareced; porque yo hago una obra
en vuestros días, obra que no creeréis, si alguien os la
contare” (Hch. 13:41; ver Is. 29:14).
Cuando los judíos salieron de la sinagoga, los gentiles les
rogaron que el siguiente día de reposo les predicaran las
mismas palabras. El siguiente día de reposo, casi toda la
ciudad fue a escuchar la Palabra de Dios. Entonces los
judíos se llenaron de envidia, y empezaron a levantar a
las mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de
la ciudad, en contra de Pablo y Bernabé.
Pablo da entonces una ley divina y un mandamiento: Que
el Evangelio tenía que ser predicado primero a los judíos;
luego, al rehusarse ellos, la puerta fue abierta para que los
gentiles escucharan. Por esto, primero vamos a la iglesia
El apóstol Pablo
57
establecida en una ciudad pero, cuando se rehúsan,
vamos a los no salvos. Así se cumple Isaías 42:6, tanto
en nosotros como en Pablo: “Porque así nos ha mandado
el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles,
a fin de que seas para salvación hasta lo último de la
tierra” (Hch. 13:47).
Es una de las observaciones más tristes: que aquellos que
están tan cerca del reino, como los judíos, rechazan la
nueva verdad, y así desechan la esperanza de tener
recompensas eternas. Otro factor
que no debe ser pasado por alto es
Uno no
que uno no puede poner vino
puede poner
nuevo en odres viejos. El Señor
vino nuevo
Jesús también enseñó acerca de
en odres
esto en Lucas 5:37-38. Uno siente
viejos.
muchas veces que los viejos
caminos son mejores y, por lo
tanto, se resiste al cambio. Es por eso que una verdad
nueva en una estructura vieja de iglesia no produce fruto.
Regresando a nuestra narrativa, encontramos que los
judíos habían inflamado a las autoridades contra Pablo
y Bernabé para que fueran expulsados de sus costas.
Pablo y Bernabé entonces sacudieron contra ellos el
polvo de sus pies, de acuerdo con la enseñanza de Jesús
en Mateo 10:14-15: “Y si alguno no os recibiere, ni
oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad,
y sacudid el polvo de vuestros pies. De cierto os digo
que en el día del juicio, será más tolerable el castigo
para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para
aquella ciudad.”
58
El Apóstol
Por lo tanto, esto no es un acto ceremonial vacío. Conocí
personalmente a un evangelista años atrás que hizo
exactamente esto cuando fue rechazado por predicar el
Evangelio en cierto pueblo. De allí en adelante no pudo
existir iglesia alguna en ese pueblo.
Iconio, Listra y Derbe
Pablo y Bernabé viajaron entonces a Iconio, donde el
Señor dio testimonio de su predicación con grandes
señales y maravillas. Nuevamente aquí el pueblo se dividió
porque los judíos incrédulos levantaron a la gente contra
ellos. Cuando se enteraron que iban a ser afrentados y
apedreados, escaparon a Listra y a Derbe.
Al ver que Pablo sanó a un hombre cojo en Listra por la
palabra del Señor, la gente dijo que eran los dioses que
habían bajado a visitarlos. Llamaban Júpiter a Bernabé y
Mercurio a Pablo. Sin embargo, los apóstoles rechazaron
la alabanza de la multitud, asegurándole a la gente que
eran hombres semejantes a ellos. Aprendamos bien esta
lección, nunca nos alimentemos de la alabanza de los
hombres.
Luego los judíos de Antioquía e Iconio incitaron a la gente
para apedrearles. Como resultado, Pablo fue arrastrado
fuera de la ciudad y dado por muerto. Los discípulos se
reunieron alrededor de él mientras él se levantó
milagrosamente y regresó a la ciudad.
Pablo se fue a Derbe al día siguiente. Después de haber
predicado allí, “… volvieron a Listra, a Iconio y a
El apóstol Pablo
59
Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos,
exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y
diciéndoles: Es necesario que a través de muchas
tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y
constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo
orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien
habían creído.” (Hch. 14:21-23).
Aquí vemos las obras de un apóstol. Establece iglesias
después de que ha formado una congregación. Luego se
asegura de que haya una infraestructura apropiada para
que los creyentes puedan continuar siendo nutridos y
cuidados por aquellos que evidencian ser los ancianos
ordenados por Dios.
Hay, sin embargo, otra verdad. Pablo no dejó de enseñarles
a estos nuevos creyentes que sólo a través de mucha
tribulación entrarían en el reino de los cielos. Continuar y
perseverar son palabras clave en su exhortación. Jesús
enseñó que aquel que persevere hasta el fin es el que será
salvo (Mt. 10:22).
Pablo y Bernabé regresaron entonces a Antioquía de
Siria, de donde habían sido recomendados para la obra,
la cual habían cumplido. ¡Cuán maravilloso es ser
enviado por la iglesia de uno en un viaje y cumplir la
obra designada! Qué gran gozo es reunir a la iglesia y
relatarle las poderosas obras de Dios. Entonces
aquellos que se han quedado en el campamento y
aquellos que han ido a la batalla pueden tener parte
en las recompensas por igual, de acuerdo a ley de
David (1 S. 30:24-25).
60
El Apóstol
La disputa acerca del rito de la circuncisión
En la Iglesia primitiva había mucha disensión acerca de
la cuestión de guardar la ley ceremonial como fue dada
por Moisés. Debido a que esta iglesia estaba compuesta
por judíos, procuraban naturalmente mantenerse dentro
de los confines de la obediencia a sus costumbres. Esto
causó mucha contienda con los creyentes gentiles a
quienes buscaban conformar a estas leyes. Por esto, cuando
ciertos judíos bajaron de Judea enseñando que a menos
que un hombre se circuncidara no podía ser salvo, esto
causó mucha inquietud en la Iglesia.
Ahora vemos el poder de un manto apostólico cuando
Pablo y Bernabé, ambos siendo apóstoles, fueron enviados
al centro apostólico en Jerusalén, a los apóstoles
principales: Pedro y Santiago. Aquí se encontraron a otros
que eran de la secta de los Fariseos quienes creían que era
necesario ser circuncidado para poder cumplir con la ley
de Moisés.
Fue el apóstol Pedro quien se levantó y ordenó que ninguna
otra carga se pusiera sobre los gentiles, ya que Dios no
había hecho diferencia entre ellos y los judíos cuando Él
bautizó a los gentiles con el Espíritu Santo en la casa de
Cornelio. Después de esto, Pablo y Bernabé declararon
los milagros y maravillas que el Señor había obrado entre
los gentiles a través de su ministerio.
El apóstol Santiago, el hermano de nuestro Señor, se levantó
luego y citó Amós 9:11-12, declarando que este era el
cumplimiento de la promesa que el Señor restauraría el
El apóstol Pablo
61
tabernáculo de David y que los gentiles buscarían al Señor.
Santiago reiteró las palabras de Pedro relacionadas a que
no debían hacer que los gentiles se circuncidaran. En vez
de esto, propuso que le escribieran a los gentiles para que
“se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de
fornicación, de ahogado y de sangre” (Hch 15:20). Los
apóstoles y ancianos estuvieron de acuerdo con esto.
Luego enviaron caratas a tal efecto a las iglesias gentiles.
Vemos aquí el poder del manto apostólico: rectifica el
error y establece a las iglesias sobre un fundamento
doctrinal sólido.
Desacuerdo entre los apóstoles
Lo que sigue es uno de los eventos más trágicos en los
anales de la historia de la Iglesia. Después de los eventos
anteriores, Pablo quiso ir a visitar las iglesias
nuevamente. Sin embargo, tuvo una confrontación con
Bernabé, quien insistió en llevar a Juan Marcos. Pero
Marcos no había continuado con ellos en la obra, y los
había dejado en Panfilia, durante el primer viaje
misionero. Su contienda fue tan grande que se separaron,
y Bernabé se llevó a Juan Marcos.
Esta es la última mención de Bernabé registrada en el
Nuevo Testamento. Él fue llamado “hijo de consolación”,
pero su preocupación por su sobrino lo apartó del camino
de Dios. ¡Qué gran lección para nosotros ver que los
apóstoles pueden no dar en el blanco! Cuán importante
es que nos aseguremos de tener el cuarto pilar de la
sabiduría, la benignidad, en nuestra casa espiritual
(confrontar Pr. 9:1 con Stg. 3:17).
62
El Apóstol
El segundo viaje misionero
Pablo tomó a Silas y comenzó lo que se llama el segundo
viaje misionero. Al llegar a Listra e Iconio, tomaron entonces
a Timoteo, de quien daban buen testimonio los hermanos.
Timoteo se convirtió en el hijo espiritual de Pablo, quien
dijo de él en Filipenses 2:20-22: “pues a ninguno tengo del
mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por
vosotros. Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es
de Cristo Jesús. Pero ya conocéis los méritos de él, que como
hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio”.
Aquí vemos otra verdad importante acerca del
apostolado, que uno debe unirse a hombres de valía.
Ciertamente Silas reemplazó a Bernabé, mientras que
la posición de Juan Marcos fue tomada por Timoteo
(Hch. 16:1-3). No debemos sorprendernos si el Señor
sacude nuestro equipo de vez en cuando. Lo he
experimentado y es difícil. Sin embargo, debemos darnos
cuenta que Dios da oportunidades a algunos que no lo
logran y, por lo tanto, otros toman su corona (Ap. 3:11).
Pablo, Silas y Timoteo continuaron su viaje y entregaron
a todas las iglesias el decreto ordenado por los apóstoles
principales de Jerusalén. Las iglesias fueron así
establecidas en la fe. Obviamente hablaban y enseñaban
con una sola voz, que es lo que deseamos ver en los
Tiempos del Fin. Fueron, por tanto, capaces de ser
multiplicados por Dios, como está escrito: “Yo planté,
Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así
que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios,
que da el crecimiento” (1 Co. 3:6-7).
63
El apóstol Pablo
Guía divina
Mientras Pablo y compañía viajaban a través de lo que
hoy es Turquía, el espíritu Santo no les permitió ministrar
en las provincias romanas de Asia y Bitinia. En vez de
esto, los guió a Troas. Estoy seguro que muchos ministros
hemos tenido experiencias similares, cuando el Señor no
nos permite predicar en ciertos lugares, sino nos lleva a
campos más fructíferos que Él escoge en ese momento.
Este fue el caso con Pablo, ya que vemos que en su tercer
viaje misionero, él predico la Palabra en Asia: “Así
continuó por espacio de dos años, de manera que todos
los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la
palabra del Señor Jesús” (Hch. 19:10). Como observó el
rey Salomón, hay un tiempo y un lugar para cada cosa
bajo el sol (Ec. 3). Debemos esperar humildemente en
el Señor, para que por Su gracia estemos en el lugar
correcto en el momento correcto.
La guía puede ser dada, por supuesto, de muchas
maneras. A Pablo y sus compañeros les fue dada una
visión de un hombre de Macedonia que decía: “Pasa a
Macedonia y ayúdanos”.
En una experiencia más limitada, un amigo y yo estábamos
en Berlín, Alemania, orando y preguntándole al Señor a
dónde deberíamos ir. Sentimos que debía ser a Grecia.
Después de llegar a ese país, fuimos de El Pireo a Atenas
y a Katerina, a la sombra del monte Olimpo. Allí fuimos
amablemente recibidos por un alto dirigente del
movimiento pentecostal en ese país. Después de ministrar
allí varias noches, el pastor nos habló de un evento que
64
El Apóstol
ocurrió allí al mismo tiempo que nosotros orábamos en
Berlín. Una muy respetada madre en Israel tuvo una
visión nocturna en la cual vio a dos hombres de cabello
claro entrar a la iglesia y empezar a limpiar el santuario.
El Señor le dijo a ella que le dijera al pastor que orara
para que Él enviara a estos hombres. Cuando llegamos a
la iglesia, ella nos reconoció como aquellos hombres que
había visto en la visión. Mi punto al relatar este evento
es mostrar que el Señor es el mismo ayer, hoy y por los
siglos (He. 13:8).
Filipos
Llegaron a Filipos, la ciudad más importante de esa parte
de Macedonia. Sabemos que Pablo generalmente iba a
los principales lugares de tránsito, los cuales eran ciudades
donde otros iban por mercancías. Así podían impactar
áreas completas.
Fue por eso que en el día de reposo Pablo y sus compañeros
les hablaron a las mujeres reunidas a la orilla del rio. Fue
aquí que el Señor abrió el corazón de Lidia, una comerciante
de púrpura que adoraba a Dios, para que recibiera el mensaje
del Evangelio de Jesucristo (Hch. 16:12-15).
La tradición dice que Lidia, quien era de Tiatira, también
fue responsable de la fundación de la iglesia en esa ciudad.
Es notable cómo un contacto clave puede producir tanto
fruto eterno para Su gloria, como ocurrió con la conversión
de Lidia. Es por ese tipo de conversiones que debemos
orar, para que nuestro ministerio pueda ser multiplicado
a través de otros del mismo calibre.
El apóstol Pablo
65
El poder apostólico fue manifestado al discernir el
espíritu que estaba proclamando a través de una
muchacha, que Pablo y sus compañeros eran siervos
del Altísimo y que anunciaban el camino de salvación.
Sin el espíritu de discernimiento dado por el Espíritu
Santo, otros hubieran pensado que esta mujer había sido
enviada para dar testimonio de la misión que Dios le
había confiado a Pablo. También fue manifestado el
poder apostólico al echar al espíritu de adivinación
(Hch. 16:16-18). Pablo y Silas fueron echados a la cárcel
después de ser azotados por las falsas acusaciones de
los amos de la joven, quienes vieron esfumarse sus
ganancias. Sufrir es parte de la vida apostólica. Sin
embargo, esta aparente adversidad fue el camino de
salvación para el carcelero. Porque cuando Pablo y Silas
cantaban himnos a Dios hubo un gran terremoto y las
puertas de la prisión se abrieron.
Aquí emerge otra lección, cuando vemos que los apóstoles
alabaron a Dios en medio de la adversidad y de gran dolor
personal. Que podamos ofrecer esos sacrificios de
alabanza en cualquier circunstancia adversa en la que
nos encontremos, para la gloria de Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo.
Se establece la iglesia en Tesalónica
Aquí tenemos otro evento notable en el ministerio del
apóstol. Pablo estableció una iglesia en Tesalónica en
sólo tres días de reposo, la cual permanece hasta
nuestros días. Uno de mis estudiantes es ahora pastor
en esa ciudad.
66
El Apóstol
El poder de Dios debe haber sido grande, ya que una
multitud de griegos devotos y de las principales mujeres
fueron a escuchar a Pablo. El apóstol razonó con ellos las
Escrituras. Sabemos por 1 Tesalonicenses 1:9 que las
principales doctrinas que enseñó fueron las siguientes:
“porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en
que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos
a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de
los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a
Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1 Tes. 1:9-10).
Por tanto, las principales doctrinas que fueron el
fundamento sobre el cual la Iglesia fue establecida fueron:
•
•
•
•
•
Convertirse a Dios.
Abandonar la idolatría.
Volverse siervos de Dios.
Esperar el retorno de Jesús (la verdad
concerniente a la Segunda Venida de Jesús).
Ser liberados de la ira venidera (Jesús nos libra
de la ira venidera pues no pereceremos, sino
tendremos vida eterna).
Debido a la animosidad de los judíos incrédulos, Pablo y
Silas fueron entonces a Berea. Aquí les esperaba un tipo
diferente de personas. Leemos en Hechos 17:10-11:
“Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a
Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado,
entraron en la sinagoga de los judíos. Y éstos eran más
nobles que los que estaban en Tesalónica, pues
recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando
cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”.
67
El apóstol Pablo
Así, el Señor llevó a Pablo, a través de sus viajes, ante
muchas clases diferentes de personas, no sólo étnicamente,
sino también en el área de la disposición de corazón. Pablo
tuvo la gracia y la habilidad de ministrar en gran
diversidad de situaciones. Él dice en 1 Corintios 9:19-23:
“Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo
de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los
judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que
están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley)
como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a
la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley
(no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo),
para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a
los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho
de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto
hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe
de él”. Su apostolado fue poderosamente efectivo.
Necesitamos ver y entender las características de un
verdadero apóstol de Cristo; ésa es la razón de este estudio.
Después que los judíos de Tesalónica fueron a Berea a
causar problemas, Pablo se fue por barco a Atenas. Hay
un tiempo para quedarse y un tiempo para partir; otra
lección para los sabios.
Atenas
Entre todos los símbolos de adoración pagana en el
Areópago en Atenas, había un altar con la inscripción:
“Al Dios desconocido”. Pablo dio entonces un discurso,
el cual está escrito tanto en el griego de esa época, como
en el de nuestra era moderna al pie de ese monte. Hace
68
El Apóstol
algunos años, unos pastores que nos acompañaron en un
tour del Areópago, nos motivaron a orar por la Atenas de
nuestros días, la cual sigue estando lejos de ser una ciudad
cristiana. Este discurso de Pablo ante los filósofos de su
tiempo es una de las exposiciones más claras del carácter
y la naturaleza de Dios. (Hch. 17:22-31). Puede ser usado
para confrontar a cualquier grupo pagano e idólatra de
nuestros días. Él enfatiza un punto cardinal en la vida: la
humanidad fue creada para buscar al Señor.
Hacia Corinto
El Señor le reveló a Pablo en Corinto una verdad que es
importante que aprendamos. En términos simples: el Señor
sabe quién responderá al Evangelio aún antes que le sea
presentado. Aunque los judíos de Corinto rechazaron a
Pablo, el Señor dejó claro que Él tenía muchas otras
personas en esa ciudad. He conocido pastores, sin
embargo, que me han dicho que sus iglesias no crecían
porque el Señor les había dicho que, en su pueblo o ciudad
en particular, sólo habría unos pocos que responderían.
Vemos, por tanto, cuán importante es conocer lo que Dios
piensa acerca de la localidad en particular en la cual
ministramos.
Tenemos una deuda con la iglesia que Pablo estableció
en Corinto, por las ricas enseñanzas que sus instructivas
epístolas contenían. Éstas nos ayudan a entender cómo
deben ser resueltos los problemas en la iglesia y también
nos dan preciosas enseñanzas acerca del Espíritu Santo.
Esta era una iglesia fundada en una ciudad reconocida
por su baja moral, especialmente por la embriaguez y
El apóstol Pablo
69
la impureza sexual. Sin embargo, de esta población
cosmopolita situada en el istmo que une a las antiguas
Acaya y Macedonia, el Señor produjo una iglesia que
es recordada a través de todas las generaciones. Esta
iglesia se reprodujo, como es evidente en su segunda
epístola, donde Pablo se dirige también a los que están
en Acaya.
El puerto de Cencrea estaba en el lado este, hacia
Atenas, mientras que Corinto estaba en el lado oeste.
Se había construido una vía de madera a todo lo largo
del istmo, lo que permitía que las embarcaciones
pequeñas pudieran ser arrastradas desde el golfo de
Corinto hasta el golfo Sarónico. También había una
iglesia en Cencrea. Esto se ve en la recomendación que
da Pablo en Romanos 16:1 acerca de Febe, quien era
diaconisa en esa iglesia. El Evangelio se había
expandido a los pueblos de los alrededores, ya que
Corinto era el centro de actividad.
Antes de continuar siguiendo los viajes del apóstol Pablo,
es importante que comentemos el hecho de que trabajó
con Aquila en el oficio de hacer tiendas. Nunca debe
pensarse que porque un hombre sea un apóstol no deba a
veces trabajar en lo secular para cubrir sus necesidades.
Los rabinos judíos eran muy firmes al enseñar que todo
hombre debería tener un oficio con el cual mantenerse a
sí mismo y a su familia.
En las Escrituras vemos que Pablo sí trabajó durante sus
viajes misioneros, y que enfatizó el hecho que no había sido
carga para las iglesias que ministraba. Esto lo declaró con
70
El Apóstol
claridad en 1 Tesalonicenses 2:9:
“Porque
os
acordáis,
Necesitamos
hermanos, de nuestro trabajo y
que el Señor
fatiga; cómo trabajando de
nos diga cuál
noche y de día, para no ser
es el campo
gravosos a ninguno de
de servicio en
vosotros, os predicamos el
el que Él
evangelio de Dios”. Él lo
quiere que
repitió en Hechos 20:33-35:
laboremos
“Ni plata ni oro ni vestido de
para que Él.
nadie he codiciado. Antes
vosotros sabéis que para lo
que me ha sido necesario a mí y a los que están
conmigo, estas manos me han servido. En todo os he
enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los
necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús,
que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir”.
Pablo pasó año y medio en Corinto, mientras que en
Atenas estuvo sólo unas semanas. Cuán importante es
que sepamos dónde está la tierra fructífera, para invertir
allí nuestro tiempo y esfuerzo sembrando la buena
Palabra de Dios. Se podría decir que la condición
espiritual de Atenas es un reflejo de Amós 6:12, donde
el profeta pegunta si alguien araría en las peñas. Ese era
el estado de los corazones de esos orgullosos filósofos
epicúreos y estoicos. Nos recuerdan la semilla que cayó
junto al camino o en pedregales en la parábola del
sembrador (Mt. 13). En verdad necesitamos que el Señor
nos diga cuál es el campo de servicio en el que Él quiere
que laboremos para que Él pueda disponer de Sus recursos
donde esos esfuerzos produzcan mucho fruto.
El apóstol Pablo
71
El regreso a Antioquía vía Cesarea
Desde la perspectiva de nuestro estudio del ministerio del
apóstol, el evento notable fue la parada en Éfeso. En
Hechos 16:6, durante su segundo viaje misionero, el
Espíritu Santo le había prohibido a Pablo predicar la Palabra
en Asia (la provincia romana en Turquía cuya ciudad capital
era Éfeso). Ahora, en Hechos 18:19, Pablo razonó con los
judíos de Éfeso, quienes fueron receptivos y querían que
se quedara. Sin embargo, él quería celebrar la fiesta en
Jerusalén, pero prometió regresar en el tiempo de Dios.
Más tarde, en su tercer viaje misionero, pasó un tiempo
considerable en Éfeso, el cual que fue uno de sus esfuerzos
más fructíferos. Nuestra explicación es que si Pablo
hubiera ministrado primero en Éfeso, se habría retrasado
considerablemente su ministerio en Macedonia y,
especialmente, en Corinto. Dios tiene su propia
calendarización, la cual funciona de acuerdo a Su
sabiduría. Que podamos, por tanto, ser sensibles a la
calendarización de Dios para muestra vida.
El tercer viaje misionero: la ida
El apóstol pasó un tiempo en su base de Antioquía donde,
sin ninguna duda, fue refrescado por la iglesia. A cambio,
él los ha de haber animado. Siempre es bueno tener una
iglesia base a la cual tenemos que rendir cuentas, y
que nos fortalecerá y orará por nosotros.
Pablo luego viajó a través de Galacia y Frigia para
fortalecer a los discípulos en esos lugares. Vemos aquí
72
El Apóstol
como un apóstol regresa a los campos de su labranza y se
asegura que las iglesias bebés sean motivadas y
fortalecidas en la más santa fe. No podemos dejar
desatendidos a los jóvenes o se secarán y perecerán. Así
se revela el corazón de un padre espiritual lo cual es,
nuevamente, la marca de un apóstol.
Pablo va nuevamente a Éfeso y, habiendo encontrado
discípulos, procura que sean llenos del Espíritu Santo.
Ciertamente, basados en la ley de la primera mención,
estas son las marcas de un ministerio apostólico, como
leemos en Hechos 8:14-17: “Cuando los apóstoles que
estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido
la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los
cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que
recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había
descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente
habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Entonces
les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo”.
De esto deducimos que una de las señales de un apóstol
es que cuando ora por las personas, éstas son bautizadas
con el Espíritu Santo, con la evidencia de hablar en otras
lenguas. Sin embargo, esta es sólo una de las señales, ya
que muchos oran para que otros reciban ese bautismo.
Eso por sí no lo califica para ser un apóstol.
Éfeso
Pablo enseñó por más de dos años, primero en la sinagoga
durante tres meses y luego en la escuela de Tirano. Aquí
vemos un patrón que se ha desarrollado a través de los
El apóstol Pablo
73
siglos: Uno va primero a la comunidad religiosa, la cual
comúnmente rechaza el nuevo mensaje. Es como Jesús
dijo en Lucas 5:37-39: “Y nadie echa vino nuevo en odres
viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y
se derramará, y los odres se perderán. Mas el vino nuevo
en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se
conservan. Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el
nuevo; porque dice: El añejo es mejor”. Por lo tanto,
vemos que algunos que están acostumbrados a las
verdades antiguas recibirán las nuevas más tarde pero, en
la mayoría de los casos, se oponen a ellas. Esto es similar
al océano, cuando una ola nueva lleva parte de la anterior,
pero también es resistida por parte de la anterior. Debemos
hacer como hizo Pablo; debe hacerse una separación
entre lo nuevo y lo viejo para que la nueva obra del
ministerio pueda continuar.
Pablo llevó a los creyentes a una escuela. Este ha sido el
caso por muchos años. Las congregaciones han usado las
instalaciones de escuelas y universidades como lugares
de adoración, prédica y enseñanza. De hecho, algunas
veces el proceso se ha revertido y las iglesias se han vuelto
incubadoras de escuelas que más tarde se han convertido
en universidades. Tal es el caso de París, Oxford y
Cambridge, por nombrar algunas.
En Éfeso vemos milagros poderosos hechos por mano de
Pablo. Los que creían en la brujería se arrepintieron y
quemaron sus libros, así que la Palabra creció con poder.
Por tanto, como notamos anteriormente, aunque Dios
puede impedir ocasionalmente que vayamos a algún
lugar, a menudo es para darnos una cosecha mayor en
74
El Apóstol
Su tiempo. De hecho, la iglesia de Éfeso fue tal vez la
iglesia más desarrollada en la era del Nuevo Testamento.
La epístola que Pablo les escribió más tarde da testimonio
de esto, al ser llamada “la reina de sus escritos”.
Se levantó un disturbio cuando los fabricantes de ídolos,
quienes habían perdido sus ingresos por las conversiones
masivas, alzaron al pueblo contra los apóstoles. Entonces
Pablo abrazó a los creyentes y continuó a Macedonia y a
Grecia.
El viaje de vuelta
Pablo llegó desde Macedonia con un grupo de hombres
piadosos de varias iglesias que él había levantado durante
sus esfuerzos misioneros. Muchas veces es bueno que
estemos rodeados de otros que puedan, si es necesario,
dar testimonio de las obras de Dios en otros lugares. Este
testimonio fortalece a los creyentes en los lugares a los
que hemos de ir.
Pablo no se detuvo en Éfeso, pero convocó a los ancianos
para que se reunieran con él en el puerto de Mileto. Relató
su propio estilo de vida, y haríamos bien en meditar sobre
él nuevamente. Citamos Hechos 20:18-19 y 33-35:
“Cuando vinieron a él, les dijo: Vosotros sabéis cómo me
he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el
primer día que entré en Asia, sirviendo al Señor con toda
humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han
venido por las asechanzas de los judíos… Ni plata ni oro
ni vestido de nadie he codiciado. Antes vosotros sabéis
que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que
El apóstol Pablo
75
están conmigo, estas manos me han servido. En todo os
he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los
necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que
dijo: Más bienaventurado es dar que recibir”.
También, con respecto a las verdades espirituales que él
les había impartido, continúa diciendo: “y cómo nada que
fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros,
públicamente y por las casas, testificando a judíos y a
gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de
la fe en nuestro Señor Jesucristo… Por tanto, yo os
protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de
todos; porque no he rehuido anunciaros todo el consejo
de Dios” (Hch. 20:20-21, 26-27). Por esto, la vida del
apóstol debe ser una vida que muestre el carácter
generoso, tanto en lo natural como en lo espiritual. Él
debe procurar enseñar con el ejemplo para llevar a
sus oyentes a una vida conforme a la de nuestro bendito
Señor y Salvador, Jesucristo.
El amor que existía entre Pablo y los ancianos es muy
conmovedor, muy parecido al amor que los hijos tienen
por sus padres naturales, y los padres por sus hijos. Esto es
lo que debe existir entre los apóstoles y aquellos a quienes
han dado a luz en la fe. Se nota especialmente en los
ancianos de Éfeso debido a su avanzado entendimiento de
la perfección cristiana, de lo cual Pablo dio testimonio en
la epístola que les escribió. En esta epístola (3:17-19),
escribió acerca de conocer el amor de Cristo que sobrepasa
todo entendimiento, para que podamos ser llenos con toda
la plenitud de Dios. Los ancianos se dolieron en gran manera
porque Pablo les había dicho que no verían más su rostro.
76
El Apóstol
Cuando arribaron a Tiro, el Espíritu de Dios dio testimonio
de que Pablo no debía subir a Jerusalén. Esto fue repetido
por Agabo (un profeta notable), por lo que sus
acompañantes, que incluían al apóstol Lucas, le suplicaron
que no fuera a Jerusalén. Pablo persistió, con el resultado
de que fue hecho prisionero y detenido en la sala de juicios
de Herodes, en Cesarea. Hay muchos que piensan que
Pablo estaba justificado en ir a Jerusalén; mientras otros
mantienen que no hizo caso al Espíritu Santo. Dejémoslo
en que si no hubiera ido a Jerusalén, habría sido un hombre
libre, pudiendo continuar su ministerio en otros lugares.
En otras ocasiones Pablo había hecho caso a sus amigos.
Por ejemplo, cuando los de Berea lo enviaron a Atenas
(Hch. 17:14-15). Pero esta vez, él eligió no escuchar,
lo que la mayoría cree que fue un error de juicio de su
parte. ¿Por qué sufrir innecesariamente? Estuvo
encadenado por dos años y eventualmente fue enviado
a Roma porque apeló al César, lo cual fue
probablemente otro error de juicio.
En Roma Pablo estuvo en su propia casa alquilada,
predicando a todos los que iban a él. Estaba encadenado a
un soldado romano pero, durante ese tiempo, escribió las
famosas epístolas del cautiverio, por las cuales todos
estamos eternamente agradecidos.
Podríamos tal vez resumir la vida de este excelente apóstol
diciendo con sus propias palabras: “con potencia de
señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de
manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta
Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo. Y de
El apóstol Pablo
77
esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde
Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre
fundamento ajeno” (Ro. 15:19-20).
Pablo era, esencialmente, un constructor de fundamentos,
un maestro de la Iglesia y un modelo de longanimidad
para aquellos que de allí en adelante clamarían al nombre
de Cristo. Tomando estos factores en consideración,
podríamos decir que un apóstol pone un fundamento
firme sobre el cual otros pueden construir. Él es un
maestro que lleva a los que están bajo su cargo a la
visión y a la meta de dar en el blanco del más alto
llamado de Dios en Cristo Jesús (Fil. 3:14). También,
un apóstol manifiesta cierto aspecto de la belleza de
Jesús para ser alguien que pueda ser imitado, ya que él
mismo imita al Señor Jesús y tiene una caminata personal
cercana a Él.
Sobre todo, Pablo tuvo visión y revelación de las
Escrituras, de Cristo y de los lugares celestiales. La marca
de todos los verdaderos apóstoles es tener hambre y
sed de conocer a Cristo.
La marca de todos los verdaderos apóstoles
es tener hambre y sed de conocer a Cristo.
79
CAPÍTULO 4
Otros santos del
Nuevo Testamento que
fueron llamados apóstoles
El apóstol Lucas
Lucas fue un gentil que nació en Antioquía de Siria y
que murió lleno del Espíritu Santo a la edad de 84 años
en Beocia, en la parte centro-oriental de Grecia. Sirvió
al Señor sin distracción y sin tacha, no teniendo ni esposa
ni hijos.
La misión apostólica de Lucas fue acompañar a Pablo a
lo largo de sus viajes y, aunque sus viajes los separaron
por un tiempo, él estuvo con Pablo hasta el final. Pablo
nos dice, por medio de su segunda epístola a Timoteo,
que sólo Lucas estaba con él (2 Tim. 4:11).
Al igual que Pablo, Lucas fue un escritor prolífico. Debido
a su entrenamiento médico (se referían a él como el médico
amado), sus escritos son incisivos y exactos a un grado
que no logran los otros escritores de los evangelios. Ellos
80
El Apóstol
tienden a generalizar, especialmente al referirse a
enfermedades, mientras que Lucas es específico al
describirlas.
Su evangelio, escrito en toda la exquisitez del lenguaje
de la cultura griega, ha sido llamado “el libro más hermoso
del mundo” por el erudito filósofo francés Ernest Renan.
Fue escrito para los griegos, y presenta la perfecta
humanidad de Jesús, la cual excede los más altos ideales
de las aspiraciones griegas.
Otro tributo a Lucas como escritor es que, debido a los
relatos de los eventos de la vida de Jesús y de los
apóstoles, fue reconocido como el santo patrono de los
pintores en el siglo XIII. Algunos se inspiraron en las
vívidas representaciones de Lucas acerca de estos
eventos para pintar obras maestras como Los dos en el
camino a Emaús, La conversión de san Pablo y La
liberación de san Pedro.
Lucas también ha sido llamado “el himnólogo de la
Iglesia” porque sólo él registra el Ave María (1:28-31), el
Magnificat (1:46-55), el Benedictus o canto de Zacarías
(1:68-79), el Gloria in excelsis (2:14) y el Nunc Dimittis
o el canto de Simeón (2:29-32).
El pasaje más amado del libro es, sin lugar a duda, el
capítulo 15, donde registra las parábolas de la oveja
perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo. En la
parábola de la oveja perdida 99 están seguras en el desierto,
pero el pastor busca y encuentra a la perdida y la trae de
vuelta sobre sus hombros.
Otros santos del Nuevo Testamento llamados apóstoles
81
Lucas también escribió el libro de los Hechos, el cual
muestra la obra del Espíritu Santo a través de los apóstoles.
Algunos de estos eventos los registra como testigo fiel,
especialmente los ocurridos a través de Pablo. Sin
embargo, tal como muestra la introducción a su evangelio
(Lc. 1:2), también escribió de otras fuentes, de aquellos
que habían sido testigos de los eventos en la vida de Jesús.
Por tanto estamos en deuda con los fieles escritos de Lucas
por el minucioso conocimiento de los comienzos de la
Iglesia primitiva. Lucas ha sido declarado por muchos,
un historiador distinguido que nos ha dado un relato de
algunos de los eventos más importantes en la historia de
la humanidad.
Es de la pluma de Lucas que aprendemos que los
apóstoles tienen sus llamados particulares, los cuales
no son idénticos unos a otros. Aunque menos dramático
que el ministerio de Pablo, el ministerio de Lucas ha
impactado incontables generaciones a través de sus
escritos y de su vida. Algunos hombres son conocidos
por un aspecto de su vida, otros por otro. Lucas es
reconocido por sus escritos, su amor y su santidad.
¿Podemos pedir algo mayor?
El apóstol Silas (o Silvano)
Encontramos que Silas es mencionado por primera vez
en las escrituras en Hechos 15:22, cuando el Concilio de
Jerusalén (que estaba integrado por los apóstoles y
ancianos bajo Santiago y Pedro) se había reunido para
escuchar la cuestión de si la circuncisión era necesaria
para los creyentes gentiles. Se tomó la decisión de que
82
El Apóstol
este yugo no sería puesto sobre los gentiles, sino que sólo
se abstuvieran de fornicación, de comer aquellas cosas
que habían sido estranguladas y de sangre. Hombres
escogidos fueron enviados con este mensaje a las iglesias.
Entre ellos estaba Silas, quién era reconocido como
principal entre los hermanos. Así, está claro por este relato
que los apóstoles eran hombres distinguidos y eran
seleccionados de entre aquellos que habían sido probados.
Silas no fue llamado apóstol sino más tarde en su
ministerio, tal como fue el caso de Pablo. Mas ambos
fueron reconocidos como profetas en el inicio de su
ministerio (Hech. 31:1; 15:32).
Después de separarse de Bernabé, Pablo escogió a Silas
para que fuera su compañero en el segundo viaje
misionero. Silas ciertamente reemplazó a Bernabé y es
aludido muchas veces como “la segunda cuerda”. La
explicación del término es como sigue: En la antigüedad,
un arquero no podía arriesgarse a que se rompiera la cuerda
de su arco, porque entonces quedaría indefenso frente a
sus enemigos. Por esta razón, siempre tenía dos cuerdas,
para que si se le rompía la primera, podía seguir lanzando
sus flechas con la segunda. Entonces, la segunda cuerda
era igual a la primera en todo sentido.
El hecho de que Silas estaba al mismo nivel que Pablo fue
reconocido por el populacho cuando los golpearon y los
lanzaron juntos a la cárcel en Filipos. Él era, en todo sentido,
un valioso reemplazo de Bernabé. Lucas, quién también
estaba con ellos, no fue tomado, aunque esto en ninguna
manera disminuye el valioso ministerio de ese apóstol.
Cuando hubo un levantamiento en Tesalónica, nuevamente
Otros santos del Nuevo Testamento llamados apóstoles
83
fueron Pablo y Silas los que fueron enviados a Berea por los
hermanos. Silas estuvo con Pablo, y con Timoteo, en Atenas.
En su primera carta a los tesalonicenses, Pablo inicia
conectando su nombre primero al de Silas y luego al de
Timoteo. Hace lo mismo al saludar a la iglesia en su
segunda epístola. En 1 Tesalonicenses 2:6, él menciona
que todos ellos son apóstoles de Cristo, declarando por
tanto que Silas es un apóstol.
Silas reaparece tal vez unos diez años después en las
Santas Escrituras, al lado del apóstol Pablo, quien se refiere
a él como un hermano fiel. Fue también el secretario de
Pedro y fue responsable por escribir esa epístola en un
griego impecable. Por tanto, Silas fue amigo de confianza
y compañero de dos grandes apóstoles, aun siendo él
mismo un apóstol. Silas, o Silvano, fue un hombre que
fue apóstol, profeta y maestro, contado como uno de los
principales exponentes del Evangelio de Cristo en la época
del Nuevo Testamento. Era un hombre de dignidad callada,
capaz de fortalecer a los más ilustres apóstoles de su día y
de ministrar con ellos.
El apóstol Timoteo
Timoteo también fue un apóstol, relacionado con Silas en
la banda apostólica de Pablo en 1 Tesalonicenses 2:6.
Ingresó al ministerio a edad temprana. Su herencia era
piadosa, ya que Pablo dice al escribirle: “y que desde la
niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te
pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en
Cristo Jesús” (2 Ti. 3:15).
84
El Apóstol
Luego el veterano padre en Cristo afirma su confianza en
su joven discípulo, diciendo: “trayendo a la memoria la
fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu
abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que
en ti también” (2 Ti. 1:5).
El padre de Timoteo era griego y, aparentemente, no
creyente, con quien su madre no debió haberse casado
según la ley judía. Esto podría ser la razón de la debilidad
de carácter de Timoteo, ya que era de naturaleza temerosa
y no valiente como hubiéramos pensado, si ambos padres
hubiesen sido creyentes. Cuando Pablo fue a Listra y tomó
a Timoteo bajo su cuidado, éste se convirtió en su amado
hijo espiritual en la fe (1 Co. 4:17; 1 Ti. 1:2; 2 Ti. 1:2).
Evidentemente Timoteo correspondía al profundo afecto
que le tenía Pablo, su padre espiritual. Pablo escribe
afectuosamente acerca de las lágrimas que derramó cuando
se separaron.
El verdadero avalúo del carácter de Timoteo puede ser
determinado también de esas dos cartas pastorales que
Pablo le escribió a Timoteo al final de su vida. En estas
cartas parece fluir una profunda preocupación que Pablo
muestra por su amado hijo.
Hemos mencionado antes que Timoteo era de naturaleza
temerosa. Pablo trata con esto cuando le escribe que debe
ser valiente: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de
cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”
(2 Ti. 1:7; ver 2Ti. 1:3-8 y 1 Ti. 4:12,16). Algunos sugieren
que Pablo tenía temores acerca de la habilidad de Timoteo
de mantenerse en curso; dicen que Pablo no habría escrito
Otros santos del Nuevo Testamento llamados apóstoles
85
en el espacio de sólo dos epístolas esas exhortaciones a
menos que hubiera una necesidad muy real de fortalecer
lo que era percibido como una debilidad.
Para entender a Timoteo, tal vez ayude una historia que
me contaron, concerniente a la vida en una prisión. En
esta prisión, acerca de la cual escribo, había un oficial
correccional que poseía virtudes admirables de decencia
y buen temperamento. Sin embargo, le era imposible reunir
el valor para enfrentar a los prisioneros cuando habían
violado las reglas. Debido a esa falla en su carácter, no
era ascendido ni respetado por otros oficiales
correccionales ni por los reclusos. Esto tal vez ilustra el
carácter de Timoteo quien, también, parecía reacio a
confrontar situaciones.
Sin embargo, no hay recomendación más grande acerca
de un hombre que la que Pablo da de Timoteo en
Filipenses 2:20-22: “pues a ninguno tengo del mismo
ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros.
Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de
Cristo Jesús. Pero ya conocéis los méritos de él, que
como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio”.
A Timoteo le fue confiado el establecer y consolar la
joven iglesia en Tesalónica, convirtiéndose después en
el primer obispo de Éfeso.
El apóstol Santiago, hermano
de nuestro Señor (Gálatas 1:19)
Se nos dice que los hermanos del Señor no creyeron en él
antes del Calvario (Jn. 7:3-5). La conversión de Santiago
86
El Apóstol
ocurrió cuando Jesús se le apareció después de la resurrección
(1 Co. 15:7). Sin embargo Santiago, aún después de esa
conversión tardía en comparación a los doce apóstoles del
Cordero, subió rápidamente en rango y estima hasta que fue
reconocido como el líder principal de la Iglesia en Jerusalén.
Cuando Santiago el hermano de Juan fue ejecutado y Pedro
metido en prisión, al ser liberado Pedro éste pidió que
Santiago y los hermanos fuesen avisados. Esto implica que
Santiago era la cabeza reconocida en Jerusalén.
Tres años después de la conversión de Pablo, éste escribe
en su epístola a los gálatas: “Después, pasados tres años,
subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él
quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles,
sino a Jacobo el hermano del Señor” (Gá. 1:18-19). Esto
pondría a Santiago al nivel de Pedro. Pablo continúa:
“Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén
con Bernabé, llevando también conmigo a Tito… y
reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo,
Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos
dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de
compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles,
y ellos a la circuncisión. Solamente nos pidieron que nos
acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con
diligencia hacer” (Gá. 2:1; 9-10).
Fue en este concilio que la decisión fue enunciada por
Santiago de que a los gentiles no se les debería imponer
la carga de la ley ceremonial. Fue Santiago quien emitió
lo que podríamos llamar un suave reproche a Pablo,
cuando regresó a Jerusalén después de su tercer viaje
misionero (Hch. 21:17-21).
Otros santos del Nuevo Testamento llamados apóstoles
87
Santiago también fue el
escritor de la epístola que lleva
La verdadera
su nombre. Se piensa que no
fe produce
hay otra pieza literaria que
obras que se
tenga tan impresionante
convierten en
parecido a la manera de
santidad.
enseñar de Jesús. Él era muy
parecido a su glorificado
hermano en pensamiento y
actitud. Enfatiza el vivir en santidad y muestra que la
verdadera fe produce obras que se convierten en
santidad.
Para ilustrar que Santiago practicaba lo que predicaba,
sólo tenemos que referirnos a su sobrenombre, “rodillas
de camello”. Las desarrolló a través de una vida entera
de hincarse en oración y súplica a su Hermano Mayor,
quien era su Señor y Salvador. Escribió de la necesidad
de obras que confirmen la fe, pues dijo en Santiago 2:26:
“la fe sin obras está muerta”. Motivó a sus lectores a
orar pidiendo sabiduría, y escribió acerca de los siete
pilares de la sabiduría (3:17). Advierte contra ser parcial
para con los ricos y denigrar a los pobres. Santiago
también declaró que la verdadera religión era visitar a
los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y
guardarse sin mancha del mundo.
Al visitar muchas iglesias a través del mundo, me ha
impactado el número de veces que los ministros me han
dicho que el Señor les ha hablado respecto a que el
crecimiento de sus iglesias dependía de su atención a los
pobres y su apoyo a la nación de Israel.
88
El Apóstol
Los apóstoles Andrónico y Junias
Andrónico sólo es mencionado una vez, por el apóstol
Pablo, junto a Junias, en el siguiente pasaje: “Saludad a
Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de
prisiones, los cuales son muy estimados entre los
apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo”
(Ro. 16:7).
Hay solamente cuatro cosas que se dijeron acerca de estos
dos apóstoles:
1. Que evidentemente sufrieron por causa del
Evangelio.
2. Que eran judíos, ya que Pablo los llama parientes.
3. Que fueron de los primeros conversos que
evidentemente habían sido modelo para otros.
4. Que eran hombres de altura, aún entre la banda
apostólica.
De estos hechos podemos concluir que hubo muchos que
fueron dados a la Iglesia como apóstoles por Cristo.
Algunos ejecutaron sus deberes con distinción. Otros, tal
vez como Arquipo, tuvieron que ser reprendidos por Pablo,
como escribió en Colosenses 4:17: “Decid a Arquipo:
Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor”.
Por lo tanto pongamos atención al ministerio que el Señor
con Su gracia nos ha dado, para que podamos cumplir
con todo lo que Él ha determinado para nuestra vida.
Otros santos del Nuevo Testamento llamados apóstoles
89
Un punto que debemos considerar es que los apóstoles
ciertamente fueron destinados para gran sufrimiento,
como declara Pablo en 1 Corintios 4:9-14: “Porque
según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los
apóstoles como postreros, como a sentenciados a
muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo,
a los ángeles y a los hombres. Nosotros somos insensatos
por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo;
nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros
honorables, mas nosotros despreciados. Hasta esta hora
padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos,
somos abofeteados, y no tenemos morada fija. Nos
fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos
maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la
soportamos. Nos difaman, y rogamos; hemos venido a
ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho
de todos. No escribo esto para avergonzaros, sino para
amonestaros como a hijos míos amados”. Era evidente
que el ministerio del apóstol era tenido en alta estima en
la Iglesia primitiva, pues otros buscaban reclamar ese
manto, honor y posición que no les había sido dado por
el Señor. Examinaremos ahora a esos. Son llamados
falsos apóstoles.
Los falsos apóstoles
Que hubo muchos falsos apóstoles se deduce del hecho
que la iglesia en Éfeso (la cual fue una de las iglesias más
grandes de las iglesias del Nuevo Testamento) se vio
obligada, de acuerdo a las palabras de Cristo mismo en
Apocalipsis 2:2, a probar a aquellos que decían ser
apóstoles y no lo eran. Averiguaron que eran mentirosos.
90
El Apóstol
El apóstol Pablo le advierte a la iglesia en Corinto respecto
a los falsos apóstoles que buscaban engañar a los santos
con sus enseñanzas: “Pero temo que como la serpiente
con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de
alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a
Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús
que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu
que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que
habéis aceptado, bien lo toleráis… Porque éstos son falsos
apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como
apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo
Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es
extraño si también sus ministros se disfrazan como
ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”
(2 Co. 11:3-4, 13-15).
Ciertamente, muchos en estos Tiempos del Fin tomarán
para sí el honor y el título de apóstol aunque no han
recibido del Señor este ministerio y oficio. Son como los
falsos profetas y maestros en los tiempos de Pedro, de
quienes él escribió: “Estos son fuentes sin agua, y nubes
empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa
oscuridad está reservada para siempre. Pues hablando
palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias
de la carne y disoluciones a los que verdaderamente
habían huido de los que viven en error. Les prometen
libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción.
Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del
que lo venció” (2 Pe. 2:17-19).
Pablo continuó escribiendo en 2 Corintios 11:19-20:
“porque de buena gana toleráis a los necios, siendo
Otros santos del Nuevo Testamento llamados apóstoles
91
vosotros cuerdos. Pues toleráis si alguno os esclaviza, si
alguno os devora, si alguno toma lo vuestro, si alguno se
enaltece, si alguno os da de bofetadas”. Muchas veces
estos falsos apóstoles caen en errores garrafales,
promoviendo doctrinas erróneas tales como el divorcio
con nuevo casamiento, la prosperidad, la seguridad eterna
y la tolerancia del pecado. También dirigen a las personas
hacia sí, en vez de glorificar al Señor Jesucristo. Pero ahora
consideraremos las características de los verdaderos
apóstoles de Cristo.
El Señor dio instrucciones claras de cómo podemos discernir
estos falsos apóstoles, como leemos en Mateo 7:15-20:
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros
con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de
los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol
da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No
puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo
dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es
cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los
conoceréis”.
93
CAPÍTULO 5
Las señales de un
verdadero apóstol
La fidelidad
Como hemos mencionado anteriormente, muchos de los
miembros de la banda apostólica eran predicadores y
maestros como Pablo. Así que eran, en efecto y en palabras
de Pablo, administradores de los misterios de Dios. Pablo
continúa en 1 Corintios 4:2: “Ahora bien, se requiere de
los administradores, que cada uno sea hallado fiel”.
Ésta es, ciertamente, la virtud del Apóstol de nuestra fe, como
Pablo llama a Jesucristo. Él es llamado Fiel y Verdadero,
cuando está montado sobre Su caballo blanco en Su segunda
venida (Ap. 19:11). Su nombre es la Palabra de Dios, porque
Él fue la Palabra hecha carne que habitó entre nosotros
(Jn. 1:14). Por tanto, un apóstol es una epístola viviente
escrita por el Espíritu Santo en las tablas de carne del corazón,
conocida y leída por todos los hombres (2 Co. 3:2-3).
Las señales de un apóstol son dadas por Pablo en 2
Corintios 12:12: “Con todo, las señales de apóstol han
94
El Apóstol
sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por
señales, prodigios y milagros”.
La paciencia
Esta virtud es una de las claves de la perfección, tal vez la
principal, porque leemos en Santiago 1:4: “Mas tenga la
paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y
cabales, sin que os falte cosa alguna”. La palabra griega
para paciencia es hupomone. Esto puede ser traducido
como tener una actitud alegre y esperanzada mientras se
soportan las pruebas y circunstancias en las cuales uno se
encuentra. Es saber que todas las cosas ayudan para bien
de aquellos que aman a Dios y que son llamados conforme
a Su propósito (Ro. 8:28).
Cuando aceptamos las pruebas que vienen del Señor
con calma y con gozo, entramos en el santo estado de
Filipenses 2:13-15: “porque Dios es el que en vosotros
produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad. Haced todo sin murmuraciones y
contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos,
hijos de Dios sin mancha en medio de una generación
maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis
como luminares en el mundo”. Esa es la naturaleza
de un apóstol.
Pablo, al escribir acerca de si mismo, declaró: “No lo digo
porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme,
cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente,
y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado,
así para estar saciado como para tener hambre, así para
Las señales de un verdadero apóstol
95
tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:11-13). Así es
como el carácter y la naturaleza misma de Cristo son
trabajados y moldeados en Sus santos apóstoles. Debemos
tener el deseo y clamar en oración como hizo Pablo: ¡”a
fin de conocerle”! (Fil. 3:10).
La paciencia, o resistencia, se manifestó mucho en la
vida de Jesús y de Pablo. En Jesús fue notoria en el jardín
de Getsemaní, donde Él perseveró en oración hasta que
Su frente goteó sangre. Pablo fue lapidado casi hasta la
muerte pero, después de orar, continuó su ministerio
(Hch. 14:19-22).
El poder de Dios
Los apóstoles, hablando en general, tuvieron milagros
notables en sus ministerios. Estos milagros a menudo
fueron seguidos por conversiones importantes. Cuando
Pedro levantó al cojo en la puerta La Hermosa, 5000
fueron traídos al Señor (Hch. 3:1 – 4:4). Cuando Pedro
oró por Eneas, quien estaba paralítico, éste fue sanado. El
resultado fue que todos los que vivían en Lida y Sarón se
convirtieron al Señor (Hch. 9:34-35). Cuando Pedro
levantó a Dorcas de entre los muertos muchos en Jope
creyeron (Hch. 9:36-42).
Es evidente para todos que el Evangelio de Cristo fue
predicado por la Iglesia primitiva con señales que los
seguían. A través de sanidades, milagros y maravillas,
las multitudes creyeron la Palabra y se convirtieron a
Cristo.
96
El Apóstol
Sufrir por Cristo
Pablo escribió que al abundar en nosotros los sufrimientos
de Cristo, también abunda Su vida. También declaró que si
sufrimos con Él, reinaremos con Él (2 Ti. 2:12). Parte de la
comunión con Sus padecimientos que Pablo soportó (al igual
que Pedro, Silas y otros apóstoles) fue el maltrato en forma
de azotes aplicados a su espalda. En su sufrimiento, la actitud
de los apóstoles fue de regocijo por haber sido contados como
dignos de sufrir por causa de Cristo (Hch. 5:41).
Pablo también escribió en 1 Corintios 4:9-13: “Porque
según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles
como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos
llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los
hombres. Nosotros somos insensatos por amor de Cristo,
mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas
vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros
despreciados. Hasta esta hora padecemos hambre,
tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no
tenemos morada fija. Nos fatigamos trabajando con
nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos;
padecemos persecución, y la soportamos. Nos difaman,
y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la
escoria del mundo, el desecho de todos”.
El sufrimiento, sin embargo, tomó otra forma cuando
Cristo llevó los reproches de aquellos que le reprocharon
a Dios. Este rechazo se manifestó en la manera en la que
Él fue tratado en casa de Sus amigos, los judíos.
Rechazado y olvidado, Él murió de un corazón roto. Esto
también lo experimentó Pablo, ya que escribió que todos
Las señales de un verdadero apóstol
97
en Asia le habían abandonado (2 Ti. 1:15). Asia era la
provincia que en su totalidad había escuchado la Palabra
a través del ministerio de Pablo a la iglesia de Éfeso. Esta
fue la congregación a la cual había dedicado más de dos
años de su vida y cuyos ancianos habían llorado cuando
les dijo que no verían más su rostro. Sin embargo, lo
abandonaron, junto con todos los convertidos que habían
nacido al reino a través de su vida y ministerio. No se nos
dice por qué fue así, pero ¿entendemos en su totalidad lo
que eso debe haber significado para Pablo?
Al final de su vida, Pablo fue un hombre muy solitario. En
su primer juicio ante Nerón, el emperador romano, todos
lo abandonaron. De esto escribe en 2 Timoteo 4:16-17:
“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino
que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta.
Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para
que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los
gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león”.
Es esencial que, como ministros, no nos aferremos a las
obras que el Señor ha logrado a través de nosotros, y que
tampoco nos aferremos, hasta cierto punto, a las
amistades, porque pocos son los que pueden ser llamados
hombres y mujeres fieles. Nuestro apego debe ser
siempre al el Señor, quien es el mismo ayer, hoy y por
los siglos: Aquél que es verdaderamente Fiel.
La ordenación apostólica
La ordenación como se practica en la Iglesia es un
reconocimiento tácito de que Dios le ha dado un ministerio
98
El Apóstol
o llamado a cierta persona. Uno nunca debe olvidar las
palabras de Pablo en Hebreos 5:4-5: “Y nadie toma para
sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo
fue Aarón. Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo
haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres
mi Hijo, Yo te he engendrado hoy”.
Aunque este pasaje se aplica al sacerdocio, también es aplicable
a todos los dones ministeriales. Pablo dejó esto claro cuando
consistentemente declaró que su apostolado fue por
mandamiento de Dios (1 Ti. 1:1; Col. 1:1; Ef. 1:1; 1 Co. 1:1).
Por tanto, no puede ser conferido por el hombre, ni puede ser
apropiado por uno mismo. Antes de la fundación del mundo
fue decidido que el apostolado sólo es dado por Dios.
Libre de pecado
Como vemos en 1 Corintios 9:1-2 en su defensa de su
apostolado, Pablo también establece el punto de que es
libre: “¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a
Jesús el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el
Señor? Si para otros no soy apóstol, para vosotros
ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois
vosotros en el Señor”. Aunque sin duda también se estaba
refiriendo a otros asuntos, ciertamente hablaba de ser
liberado del pecado. Obviamente un apóstol ha logrado
un mayor grado de libertad que el cristiano promedio.
Un encuentro con el Señor
Luego declara que ha visto al Señor, lo cual pareciera ser
normal para un apóstol. “Y que fue sepultado, y que resucitó
Las señales de un verdadero apóstol
99
al tercer día, conforme a las Escrituras… Después apareció
a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de
todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo
soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de
ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios”
(1 Co. 15:4; 7-9; ver Jn. 14:21,23).
Otros ejemplos de apariciones del Señor a la iglesia
primitiva son la aparición del Señor en visión a Ananías
en Damasco (Hch. 9:10) y, obviamente, la aparición del
Señor al apóstol Juan en la isla de Patmos (Ap. 1:12-18).
Las iglesias en Israel reportan que muchas de las
conversiones que tienen lugar en Tierra Santa ocurren a
través de apariciones personales del Señor Jesús a
creyentes individuales, declarando que Él es su Mesías.
Levantar obras
Además, Pablo declara que él levantó obras, aludiendo
especialmente a la iglesia de Corinto, la cual llama el sello
de su apostolado: “Si para otros no soy apóstol, para
vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi
apostolado sois vosotros en el Señor” (1 Co. 9:2). Por tanto,
podemos concluir que un apóstol tendrá una obra que
ha levantado como una de las pruebas de su apostolado.
La circunspección
Un apóstol es circunspecto, sabiendo que está corriendo
una carrera por el premio del más alto llamado en Cristo
Jesús (Flp. 3:14). Pablo dijo en 1 Corintios 9:24-27: “¿No
100
El Apóstol
sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad
corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal
manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se
abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona
corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo
de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera
peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi
cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo
sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.
Está el entendimiento de que un apóstol es un hombre
con visión, y que quiere asir y ganar aquello por lo cual
fue también asido por Cristo. Es un hombre consumido
por una misión; un hombre que continúa hacia la meta
de ser como Cristo. Es alguien que olvida las cosas que
están atrás para poder cumplir el propósito que Dios le
dio en esta tierra.
Un mensaje específico
Otro aspecto del ministerio de un apóstol es que tiene un
mensaje específico. Pablo dice que le fue dada una
dispensación del Evangelio: “Por lo cual, si lo hago de buena
voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la
comisión me ha sido encomendada” (1 Co. 9:17). Los
apóstoles son extremadamente versados en temas teológicos
y tienen un excelente entendimiento en asuntos doctrinales.
La importancia de ser un modelo a seguir
Los apóstoles son modelos a seguir, ya que Pablo podía
escribir con valentía y confianza: “Sed imitadores de mí,
Las señales de un verdadero apóstol
101
así como yo de Cristo” (1 Co. 11:1). Por lo tanto, un
apóstol debe ser alguien que conoce íntimamente al
Señor, para que al verlo otros vean al Señor y conozcan
al Señor a través de su vida. Ahora entendemos el clamor
del corazón de Pablo: ¡”a fin de conocerle”! (Fil. 3:10)
Al Considerar que el Señor Jesús es llamado el Apóstol
de nuestra fe, podemos contemplar 1 Corintios 12. En el
versículo 6, hay diversidad de operaciones, pero es el
mismo Dios (el Padre) quien hace todas las cosas en todos.
En el versículo 5, leemos que hay diversidad de ministerios
(administraciones), pero el Señor es el mismo. Esto
implica que el Padre planifica las operaciones y el Espíritu
Santo equipa a los hombres con los dones necesarios (v.
4), pero es el Señor quien es el responsable por la
administración de la operación.
La importancia de la administración
Igualmente, podemos deducir que otro aspecto del llamado
de un apóstol es administrar la tarea que el Padre ha
decretado bajo el manto del Apóstol Principal, nuestro
amado Señor. Para ser un buen administrador, uno debe
conocer la visión y la tarea a cumplir. Además, uno debe
tener cierta flexibilidad en el trato con las personas, ya
que no es el administrador el que hace el trabajo, sino que
alcanza las metas delegando a otros. El fruto de la
mansedumbre es esencial para los líderes cuando tratan
con las personas, al igual que la longanimidad (llevar y
soportar las idiosincrasias de las personas por largo
tiempo) y mucha paciencia (resistir hasta ver que la tarea
llegue al final establecido).
102
El Apóstol
El administrador es un alfa que empieza la obra y una
omega que la termina, al igual que su bendito Señor,
quien es el Alfa y la Omega de nuestra fe. Podemos
tomar como ejemplo del Antiguo Testamento a
Zorobabel, en Zacarías 4:9: “Las manos de Zorobabel
echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la
acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me
envió a vosotros”.
En la obra del ministerio, ya sea en el papel de un líder
espiritual o aún en el ámbito de completar un proyecto
de construcción para una iglesia, se debe tomar en cuenta
la declaración del apóstol Pablo en 1 Corintios 15:10:
“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia
no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado
más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios
conmigo”. Leemos en Efesios 4:7: “Pero a cada uno de
nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del
don de Cristo”. Por tanto, todos los ministerios
funcionan únicamente por el poder y provisión del
Espíritu de Gracia.
Esto es enfatizado nuevamente en el versículo siguiente:
“Así que no depende del que quiere, ni del que corre,
sino de Dios que tiene misericordia” (Ro. 9:16). El Señor,
en Su propia vida y ministerio, lo dejó muy claro cuando
dijo: “…De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo
hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre;
porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo
igualmente” (Jn. 5:19). Con respecto a nuestra propia
vida y ministerio, Jesús dijo que, sin Él, no podemos
hacer nada (Jn. 15:5).
103
CAPÍTULO 6
Las enseñanzas de los apóstoles
Se nos dice que la Iglesia está construida sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Jesucristo
mismo la principal piedra del ángulo. La primera
referencia a esta verdad se encuentra en Mateo 16:16-19:
“Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el
Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús:
Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no
te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en
los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y
sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del
Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las
llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la
tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares
en la tierra será desatado en los cielos”.
Claramente el Señor está apoyando la verdad enunciada
por Pablo de que la Iglesia está construida sobre los
apóstoles, y Pedro es el apóstol principal. Por esta
razón, es lógico en nuestro estudio del ministerio de
los apóstoles que los escritos de Pedro sean
considerados importantes.
104
El Apóstol
La doctrina de los apóstoles
Este término es usado únicamente en Hechos 2:42: “Y
perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión
unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”.
Es útil saber exactamente qué se quiere decir con la frase “la
doctrina de los apóstoles”. Debido a que aparece muy
temprano en los Hechos de los Apóstoles y muy poco después
del día de Pentecostés, ésta debe encontrarse en el mismo
capítulo. Le debemos a Pedro la enunciación bien definida
de la doctrina apostólica, la cual es descrita a continuación.
Pedro declaró que toda la casa de Israel debe saber que
Dios ha hecho a Jesús tanto Señor como Cristo, o Mesías.
Luego les dijo que se arrepintieran y que cada uno fuera
bautizado en el nombre de Jesucristo para la remisión de
los pecados y que luego recibirían el don del Espíritu
Santo. Su predicación se resume en la frase de que debían
salvarse de esta generación perversa (Hch. 2:36-40).
Mayor edificación fue dada en el primer concilio de la
Iglesia, llevado a cabo en Jerusalén, donde hablaron tanto
Pedro como Santiago, declarando que los creyentes debían
abstenerse de la contaminación de los ídolos, de fornicación,
de cosas estranguladas y de la sangre. Esto fue repetido por
Pablo cuando escribió 1 Tesalonicenses 4:3-4: “pues la
voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis
de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su
propia esposa en santidad y honor”.
La doctrina de los apóstoles es: arrepentirse, ser
bautizados en agua y recibir el Espíritu Santo para
Las enseñanzas de los apóstoles
105
vivir una vida santa (que consiste en abstenerse de
fornicación, abstenerse de comer las cosas ofrecidas a
los ídolos y abstenerse de la sangre de animales).
El apóstol Pedro
Las relaciones correctas
Él nos advierte claramente de la necesidad de mantener
las relaciones correctas entre esposo y esposa, para que
nuestras oraciones no sean estorbadas (1 P. 3:7). Muchos
ministros están tan enfocados en su ministerio que
descuidan su familia y su personal, considerando las
necesidades de ellos como de mínima importancia
comparadas a las de la congregación.
¿Qué pensaría usted del presidente, quien quizás fue el más
popular en la historia, que cuando hizo una inspección, no
reconoció a su propio hijo? O, ¿qué pensaría de un pastor
muy conocido que, cuando le preguntó a su hijo por qué le
decía pastor y no papá, él le respondió: “Usted siempre ha
sido mi pastor, no mi padre”? Nuevamente, ¿le hubiera
gustado ser la esposa de un pastor muy popular que
alegremente dijo que la mayoría de los de su congregación
no conocían a su esposa y creían que ella era la que hacía la
limpieza? O, si usted fuera la esposa de un pastor, ¿qué
pensaría si él fuera más afectuoso con su hija que con usted?
Difícilmente es esta la imagen de un esposo devoto.
Sin duda podríamos dar más ejemplos, pero confiamos
que el punto está claro respecto a la necesidad de que el
106
El Apóstol
pastor sea un ejemplo de un esposo cordial y amoroso, y
un padre para el rebaño. Un pastor dijo acerca de otro
pastor: “No quisiera ser parte de su personal, después de
haber visto que los trata en una forma tan exigente y dura”.
Debemos estar muy agradecidos por nuestro personal y
repetir las palabras de Pablo: “Doy gracias a mi Dios
siempre que me acuerdo de vosotros” (Flp. 1:3).
Las buenas relaciones con la familia y con el personal
definitivamente afectan el contenido del mensaje y el
tono con el que es presentado. Cuando el caso es a la
inversa, el sarcasmo y la amargura muchas veces se
infiltran en el mensaje, acompañados de comentarios
degradantes, una voz estridente y un modo exigente. Por
tanto, para resumir lo que hemos tratado de aconsejar
en este pasaje, un apóstol debe ser un esposo y padre
cordial y amoroso. Un líder también debe cuidar de los
demás y hablar suave; debe ser comprensivo y no
manifestar enojo.
Santidad, amor y sumisión
Las epístolas de Pedro nos permiten atisbar la vida y el
pensamiento del apóstol en sus ya suavizados años finales.
Su exhortación es de santidad, amor y sumisión a las
ordenanzas del hombre, para que haciendo bien hagamos
callar la ignorancia de las acusaciones de hombres necios.
Primera de Pedro 1:15-16 declara: “sino, como aquel que
os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda
vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos,
porque yo soy santo”. Sabemos que el apóstol Pablo deja
claro que sin santidad nadie verá al Señor (He. 12:14).
Las enseñanzas de los apóstoles
107
Pedro nos suplica que seamos misericordiosos con los
vasos más frágiles, que seamos corteses y llenos de
compasión unos con otros (1 P. 3:8). Cierra su primera
epístola exhortando a los jóvenes a sujetarse a los
mayores y a estar revestidos de humildad para que el
Señor nos exalte a Su tiempo (1 P. 5:5-6).
La perfección cristiana
En su segunda epístola, Pedro se preocupa por su
muerte que viene pronto y, por tanto, le pone particular
atención a los ocho pasos de la perfección en la vida
cristiana. Escribe en 2 Pedro 1:5-8: “vosotros también,
poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a
vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al
conocimiento, dominio propio; al dominio propio,
paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto
fraternal; y al afecto fraternal, amor”. Pedro promete
que al hacer esto tendremos una entrada abundante en
el reino de Dios.
Está claro en estos estudios que los apóstoles le pusieron
mucha atención a exhortar a los que tenían bajo su cargo
para que llegaran a la perfección en el área de su carácter.
En 2 Corintios 13:11, el apóstol Pablo escribe: “Por lo
demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos,
sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz
y de amor estará con vosotros”. Es evidente que el
apóstol debe exudar y manifestar estas virtudes en su
propia vida.
108
El Apóstol
Mantenerse en el camino
En sus epístolas, Pedro da entendimiento de las doctrinas
que se relacionan con creer en el propósito de la vida, la
muerte y la resurrección de Cristo. También presenta Su
inmaculada vida. Sin embargo, lo que nos debe llamar la
atención es que exhorta al creyente a ser sincero. A
diferencia de los falsos maestros quienes, por avaricia,
traen herejías que lo llevan a uno a las puertas del infierno;
y continúa diciendo que los ojos de ellos están llenos de
adulterio, no pueden dejar de pecar y han abandonado el
verdadero camino. Las Escrituras están llenas de
advertencias de aquellos que conocieron el verdadero
camino y se han desviado a caminos de error que llevan a
condenación.
Por lo tanto, vemos uno de los mensajes y enseñanzas
predominantes de todos los apóstoles para aquellos que
están en el camino: “¡Permanezcan allí!” ¿Por qué tantos
que alguna vez caminaron bien están ahora abandonando
el camino de justicia? Por los placeres del pecado, los
encantos de este mundo y, sobre todo, por codiciar riquezas
que, ciertamente, no nos podemos llevar.
El tema principal de las epístolas de Pedro es la advertencia
concerniente a aquellos que abandonan el camino de
justicia. Los otros apóstoles también advierten acerca de
dejar el camino recto. Veremos esto al considerar los
escritos del apóstol Judas.
Las enseñanzas de los apóstoles
109
El apóstol Judas
Contendiendo por la fe
El tema de la epístola de Judas es que debemos contender
fervientemente por la fe que un día fue entregada a los
santos. Al igual que Santiago, Judas también era medio
hermano de nuestro Señor. Él nos advierte acerca de los
impíos que una vez conocieron la verdad pero han
corrompido el Evangelio. Estos fueron predestinados para
condenación. El apóstol continúa recordándoles a sus
lectores que el Señor, habiendo redimido de Egipto a los
hijos de Israel, luego destruyó a los que no creyeron.
Igualmente, Él ha reservado en cadenas y oscuridad a los
ángeles que abandonaron su previo estado, hasta el día
del juicio. Los homosexuales de Sodoma fueron destruidos
por fuego debido a que cometieron fornicación y sodomía
(Jud. 1:4-7).
Luego Judas cita a aquellos que han seguido los caminos
de Caín (Gén. 4), de Balaam (Nm. 23, 25:1-5, 31:16) y
de Coré (Nm. 16).Ellos abandonaron los caminos de la
verdad, pero siguen festejando con los santos, sin tener
temor de Dios. Son como estrellas errantes, para los
cuales está reservada la oscuridad de las tinieblas eternas.
Son aquellos que admiran a las personas buscando su
propia ventaja, o sea adulan a las personas para conseguir
lo que quieren.
El apóstol concluye motivando a los verdaderos creyentes
a edificarse en la más santa fe orando en el Espíritu Santo
110
El Apóstol
(Jud. 1:20), y a poner frente a ellos la preciosa promesa
de que el Señor puede guardarnos de caer y presentarnos
sin mancha ante la presencia de Dios con gran alegría
(Jud. 1:24). Nuevamente, otra meta de todos los
verdaderos apóstoles es presentar a todos perfectos
ante el trono de Dios.
El apóstol Pablo
La importancia del fundamento
El apóstol Pablo escribe acerca de la importancia del
fundamento (o cimiento). En Efesios 2:19-20, declara que
somos edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas. Para entender las verdades espirituales a
profundidad, muchas veces es útil estudiar las verdades
seculares de las cuales vienen sus analogías. El cimiento
de un edificio es la tarea más importante que tiene un
constructor para que el proyecto final pase la prueba del
tiempo. Ya que no es suficiente que un edificio sea
edificado, sino tiene que permanecer por los siglos.
Castillos que fueron construidos en el siglo XI todavía
existen, habiendo soportado las tempestades de los siglos
y los asedios del pasado.
No todos los fundamentos son iguales. Lo ideal, como
dijo Jesús, es ser edificados sobre la roca. Pero eso no
siempre es posible y en algunos casos, el mismo edificio
está sostenido por fundamentos de diferentes materiales.
Esto podría provocar condiciones peligrosas las cuales,
con el tiempo, pueden causar que el edificio se derrumbe.
Las enseñanzas de los apóstoles
111
Sin embargo, un cimiento puede ser reforzado si las
reparaciones se hacen a tiempo. Considere la torre
inclinada de Pisa, en Italia. La torre está inclinada debido
a un cimiento defectuoso. Igualmente, las fallas en el
fundamento de la vida de un ministro pueden causar que
su iglesia y ministerio se derrumben, porque ambos están
cimentados en su vida.
Ahora queremos examinar algunos personajes bíblicos
notables que tuvieron serios defectos en su carácter.
Hubo quienes no le permitieron al Señor que reforzara
sus cimientos, para su eterno pesar. Otros fueron
transformados al crecer en gracia y en el conocimiento
de Dios. Consideraremos ahora algunos de estos
ejemplos.
En el Antiguo Testamento, el rey Josafat de Judá es un
triste cuadro de un hombre que era bueno, bondadoso y
piadoso. Sin embargo, hizo una alianza con el malvado
rey Acab de Israel. Por esto, el Señor lo reprendió a través
del profeta Jehú en 2 Crónicas 19:2: “… ¿Al impío das
ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová? Pues ha
salido de la presencia de Jehová ira contra ti por esto”.
A pesar de las repetidas advertencias de Dios, él continuó
esta alianza aún en la siguiente generación, al unirse tanto
a Amasías como a Joram, ambos hijos de Acab. Esa mezcla
de piedad y emociones humanas en su propio fundamento
destruyó totalmente el fundamento de la nación de Judá
al morir él. El resultado fue que su hijo, Joram, arruinó el
reino de Judá con la idolatría y la inmoralidad. Joram se
casó con Atalía, la hija de Acab y Jezabel, y ella asesinó
la simiente real de Judá (2 R. 11:1).
112
El Apóstol
El sacerdote Abiatar caminó con David pero, al final de
su vida, se desvió y se fue con Adonías, uno de los hijos
de David que trató de usurpar el trono (1 R. 1:5-7).
Consecuentemente, fue echado del sacerdocio.
En el Nuevo Testamento tenemos a Demas, cuyo
fundamento incluía el amor a este mundo, con el resultado
de que abandonó el camino de justicia y regresó al mundo.
Pablo escribe en 2 Timoteo 4:10: “porque Demas me ha
desamparado, amando este mundo, y se ha ido a
Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia”.
Otra persona que al principio tuvo un fundamento con
fallas fue el apóstol Pedro. Él negó al Señor, se arrepintió,
y se volvió poderoso en el día de Pentecostés. Pero luego,
años más tarde, en Antioquía, se sentó con los cristianos
judíos y el apóstol Pablo lo reprendió por su doblez de
ánimo. Pablo relata esto en Gálatas 2:11-14: “Pero cuando
Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era
de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de
Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron,
se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la
circuncisión. Y en su simulación participaban también
los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue
también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero
cuando vi que no andaban rectamente conforme a la
verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si
tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío,
¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?” Esto también
fue reforzado para que, al final de su vida, Pedro fuera
muy firme en la fe y escribiera dos epístolas muy
tranquilizadoras al respecto.
Las enseñanzas de los apóstoles
113
Ahora, el apóstol Lucas cuenta un episodio interesante en
los Hechos de los Apóstoles. Los apóstoles Pablo y Bernabé
estaban contemplando iniciar su segundo viaje misionero
cuando cayeron en una acalorada disputa acerca de si era
aconsejable llevar a Juan Marcos, quien les había
abandonado en su primer viaje misionero. Su altercado fue
tan intenso que se separaron. Bernabé se llevó a Juan Marcos
a Chipre y Pablo se llevó a Silas para reemplazar a Bernabé
(Hch. 15:36-41). No leemos más en las Escrituras acerca
de Bernabé. ¿Podría una actitud más conciliadora por parte
de Pablo haber reforzado el fundamento de Bernabé, cuyo
nombre quiere decir “hijo de consolación”, y haberlos
salvado del olvido? Es una pregunta que no puede ser
respondida de este lado del cielo.
El fundamento de Juan Marcos fue reforzado obviamente,
porque después se convirtió en compañero de Pedro, y
escribió lo que algunos llaman el Evangelio de Pedro,
aunque le haya puesto su nombre al libro. Definitivamente
Juan Marcos debe ser llamado apóstol, junto a Mateo,
Lucas y Juan (los otros escritores de los evangelios). Al
final de su vida, Pablo le escribió a Timoteo acerca de
que Marcos le era útil.
¿Tenemos el privilegio y la responsabilidad de cuidarnos
unos a otros, reforzando los fundamentos de otros y
capacitándolos para que lleguen a la meta del supremo
llamamiento de Dios para sus vidas?
Bernabé evidentemente no llegó a la meta debido al amor
humano, mientras que Pablo definitivamente contribuyó
a que cayera de la gracia. Ciertamente tenemos esta
114
El Apóstol
responsabilidad. ¡Cuán triste sería si habiendo podido
salvar a otro de caer, no lo hubiéramos intentado!
En lo natural, el cimiento de un edificio que se construye
mitad en arcilla y mitad en roca, después de algunos años
se fracturará en la línea de separación de esos materiales, y
el edificio se derrumbará. Esto también es cierto en una
vida que está construida sobre un fundamento de obediencia
a medias a la Palabra de Dios. Recuerdo ministros que he
conocido y han levantado obras espirituales sustanciales
que incluyen iglesias, institutos bíblicos y escuelas
cristianas, sólo para después perderlo todo debido a sus
fundamentos. Estos estaban hechos de una obediencia
parcial a la Biblia, mientras que la otra parte estaba
compuesta de amor a este mundo y sus riquezas.
Parece haber un peligro peculiar para aquellos que tienen
grandes obras. Es difícil manejar la aclamación que traen
la fama y la fortuna. Si tienen
fisuras en sus cimientos, su fin es
Asegurémonos
triste y lleno de mala reputación.
Su eternidad es muy dudosa. De
de que nuestra
hecho, supe de un ministro así,
vida está
que abandonó la simpleza del
totalmente
Evangelio de Cristo. Lo he visto
edificada sobre
de pié en el estrado, ante el trono
la roca, la cual
del juicio de Cristo, siendo
es obedecer
relegado a la mano izquierda del
todo lo que
rechazo de la Majestad en las
nuestro Señor
Alturas (Mt. 25:33,41). ¿Cuál fue
Jesús nos dice.
la razón? ¡Una vida de
homosexualidad y orgullo!
Las enseñanzas de los apóstoles
115
Obviamente, debemos tener el mayor de los cuidados con
nuestro propio fundamento. El Señor dijo en Mateo 7:24:
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace,
le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa
sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron
vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó,
porque estaba fundada sobre la roca”. Asegurémonos
de que nuestra vida está totalmente edificada sobre la
roca, la cual es obedecer todo lo que nuestro Señor
Jesús nos dice.
Una vida de sufrimiento
A través de las epístolas de los apóstoles hay un tema
central de sufrimiento. Abordaremos ahora este tema, ya
que el tenor de la Iglesia a finales del siglo XXI y principios
del siglo XXI es el de la prosperidad. Esto nos recuerda la
iglesia de Laodicea, quien pensaba que era rica y no tenía
necesidad de nada (Ap. 3:17).
El apóstol Pablo le recordó a la Iglesia de su tiempo que
era sólo con gran tribulación que podemos entrar en el
reino de los cielos. Además, la condición para reinar con
Cristo es sufrir con Él (2 Ti. 2:12). Por tanto, el
sufrimiento es el modo de vida del cristiano triunfante
y victorioso.
El hecho de que el apóstol pudiera exhortar a sus
seguidores a una vida de sufrimiento es indicativo de su
propia vida, la cual él mismo dice que es un modelo de
longanimidad para aquellos que más adelante creerían en
el nombre de Jesús después.
116
El Apóstol
Ahora queremos ver la lista de los sufrimientos de Pablo,
para que podamos ser instruidos. Pablo escribe: “Nosotros
somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes
en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros
honorables, mas nosotros despreciados. Hasta esta hora
padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos
abofeteados, y no tenemos morada fija. Nos fatigamos
trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y
bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. Nos
difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como
la escoria del mundo, el desecho de todos” (1 Co. 4:10-13).
Nuestra lista de
1 Corintios 4:10-13 empieza con:
•
Hambre y sed. Muchos de nosotros hemos tenido que
sufrir de esa forma. El Señor nos pasa por esta prueba,
al igual que lo hizo con los Israelitas de la antigüedad.
El propósito de esas pruebas en el desierto es
encontrado en Deuteronomio 8:2: “Y te acordarás de
todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios
estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para
probarte, para saber lo que había en tu corazón, si
habías de guardar o no sus mandamientos”. He
conocido a muchos de mis compañeros de labores
que se han desviado de seguir al Señor totalmente en
esta encrucijada, y han buscado un camino más fácil.
Al hacer esto, han perdido el supremo llamamiento
de Dios para sus vidas.
•
Desnudos. Podría ser literal, o significar que no
tenemos la ropa adecuada para ciertas ocasiones.
Las enseñanzas de los apóstoles
•
Abofeteados. Significa que somos lanzados de
aquí para allá, sin saber a dónde vamos.
•
Sin morada fija. Ésta es una experiencia terrible.
Mi esposa y yo tuvimos que viajar por todo el
mundo, a veces durante años. Dejábamos la casa
de una persona y no sabíamos dónde nos
quedaríamos la noche siguiente. Muchas veces
teníamos poco dinero, y sólo podíamos confiar en
Dios para el alojamiento de esa noche. Esto también
se aplicaba muchas veces a nuestras comidas y fue
una tremenda experiencia de aprendizaje que me
ha dado gran compasión por los ministros
itinerantes, quienes tampoco tienen una morada fija.
•
Fatiga. Muchas veces, en el ministerio, uno tiene
que tener empleo secular para poder cubrir las
necesidades de la vida diaria. No debemos esperar
que otros provean para nosotros. Si lo hacen, ¡gloria
a Dios! Nuestra actitud siempre debe ser la correcta
en estos asuntos. He visto a muchos ministros
desplomarse porque no han estado dispuestos a
trabajar, sino que insisten en exigirle a la
congregación más dinero para tener un nivel de vida
más alto que el que tiene el miembro promedio.
•
Nos maldicen, y bendecimos; padecemos
persecución, y la soportamos; nos difaman, y
rogamos. Muchas veces tenemos que soportar
injurias y persecuciones desde dentro y desde
afuera de la Iglesia. Debemos aceptarlo llevando
los reproches de Cristo, como dice Pablo. Sin
117
118
El Apóstol
embargo, como continúa diciendo el apóstol, lo
importante es la manera en la que lo hacemos.
He visto a tantos amargarse y aún abandonar el ministerio
por las ofensas lanzadas contra ellos. Cuando tenemos
que soportar angustia y sufrimiento inmerecidos, debemos
tomarlos con paciencia. Esto es aceptable a Dios. Si
seguimos el ejemplo del apóstol y bendecimos a aquellos
que abusan de nosotros malvadamente, triunfaremos
gloriosamente.
•
Hemos venido a ser hasta ahora como la escoria
del mundo, el desecho de todos. Esto puede ser
ilustrado con la vida de un querido pastor chino,
quien fue obligado a caminar por las calles de su
pueblo usando un sombrero de tonto. En su
sombrero estaban escritas las siguientes palabras:
“creo en las supersticiones”.
El mundo se burla pero, aunque perseguidos, no hemos sido
desamparados por el Señor. Pablo escribe en 2 Corintios 4:89: “que estamos atribulados en todo, mas no angustiados;
en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no
desamparados; derribados, pero no destruidos”.
La razón de estos sufrimientos es múltiple, por supuesto, pero
esencialmente es que la muerte obre en nosotros para que la
vida de Jesús pueda ser comunicada a otros (2 Co. 4:12).
El apóstol Pedro escribe de otro aspecto del sufrimiento
cuando dice: “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó
a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis
Las enseñanzas de los apóstoles
119
padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione,
afirme, fortalezca y establezca” (1 P. 5:10). “…pues quien
ha padecido en la carne, terminó con el pecado” (1 P. 4:1).
Éste era uno de los versículos favoritos de mi esposa, y lo
citaba regularmente. De ahí que una de las claves pare ser
liberados del pecado es el sufrimiento en la carne, ya sea
por enfermedad o por otra forma de dolor.
Pedro alaba a Cristo en Sus sufrimientos, en particular en
Su sufrimiento por la justicia, soportando la injusticia con
paciencia (1 P. 2:20-25). Repite estas verdades muchas
veces: Que cuando somos llamados a sufrir por el nombre
de Cristo, no debemos sorprendernos, sino debemos
contarlo como un privilegio y hacerlo con gozo.
Nos da las razones en 1 Pedro 4:13-16: “sino gozaos por
cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo,
para que también en la revelación de su gloria os gocéis
con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de
Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu
de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de
ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado.
Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o
ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; pero
si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino
glorifique a Dios por ello”.
Pedro habla de diversas pruebas (1 P. 1:6), para las cuales
hay diversas formas de gracia (1 P. 4:10, LBLA) para
permitirnos triunfar. Hay muchas formas de sufrimiento
por las que hemos sido llamados a pasar en nuestro camino
a la gloria del cielo.
120
El Apóstol
Estos apóstoles le dijeron la verdad a la gente: Que los
sufrimientos son parte de la vida cristiana. Fue como
Winston Churchill, quien, cuando se convirtió en primer
ministro, declaró claramente y sin dudar que todo lo que
podía prometer en 1940 era sangre, sudor, fatiga y
lágrimas. El resultado fue que el pueblo británico se ciñó
los lomos de su mente y enfrentaron el futuro con esa
mentalidad. Estaban preparados para hacer esos sacrificios
para garantizar la victoria, porque habían sido inspirados
por las palabras de su líder.
Observemos las congregaciones que reciben palabras
reconfortantes y de seguridad de que pueden ir a la iglesia,
hacer lo que quieran y vivir como quieran. Cuando vengan
las pruebas y las tribulaciones, se ofenderán y se irán de
la iglesia.
Cuando los misioneros británicos fueron a India, les daban
a los nativos una pequeña bolsa de arroz si iban a la iglesia.
Los nativos pobres llegaron en bandadas pero, cuando se
acabó el arroz, ya no llegaron. De allí viene el término
“cristianos de arroz”. No queremos llenar nuestras iglesias
con esa clase de personas, porque no permanecerán cuando
el pecado abunde y la oscuridad cubra la tierra.
El apóstol como un modelo
El apóstol Pablo, declara en 1 Timoteo 1:16: “Pero por
esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo
mostrase en mí el primero toda su clemencia, para
ejemplo de los que habrían de creer en él para vida
eterna”.
Las enseñanzas de los apóstoles
121
Pablo sabía que en su llamado estaba el hecho de que él
debía ser un modelo, específicamente, de una de las
virtudes y frutos del Espíritu: La longanimidad. Pablo
completó los sufrimientos de Cristo a favor de Su cuerpo.
Él escribe en Colosenses 1:24: “Ahora me alegro en
medio de mis sufrimientos por ustedes, y voy
completando en mí mismo lo que falta de las aflicciones
de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la iglesia”
(NVI). Se puede decir que su vida fue una vida de
sufrimiento y, por tanto, un modelo de este aspecto en
particular de la vida de Cristo.
Al escribirle a Tito, Pablo declara lo que este apóstol debía
hacer: “presentándote tú en todo como ejemplo de buenas
obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad,
palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario
se avergüence, y no tenga nada malo que decir de
vosotros” (Tit. 2:7-8). Tito debía ser un modelo, pero no
de longanimidad, sino de buenas obras.
Ciertamente, se puede decir que Moisés fue un modelo de
mansedumbre. Fue el hombre más manso que jamás haya
vivido: “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que
todos los hombres que había sobre la tierra” (Nm. 12:3).
Josué fue un modelo de valentía, como se evidencia en la
repetida exhortación del Señor de que fuera valiente. El
Señor le dijo en Josué 1:6,7,9: “Esfuérzate y sé valiente;
porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra
de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente
esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer
conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó;
122
El Apóstol
no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que
seas prosperado en todas las cosas que emprendas… Mira
que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas
ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en
dondequiera que vayas”.
David fue conocido por su dulzura de carácter, siendo
llamado el dulce cantor de Israel, como leemos en 2
Samuel 23:1: “Éstas son las palabras postreras de David.
Dijo David hijo de Isaí, dijo aquel varón que fue levantado
en alto, el ungido del Dios de Jacob, el dulce cantor de
Israel…”
Noé, Daniel y Job fueron famosos por su justicia. El Señor
dijo de ellos en Ezequiel 14:14: “si estuviesen en medio
de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su
justicia librarían únicamente sus propias vidas, dice
Jehová el Señor”.
Juan manifestó, sobre todo, el amor a Dios, siendo tan
conmovedoramente presentado como el discípulo al cual
Jesús amaba (Jn. 13:23).
Por lo tanto, en nuestra vida, ¿no deberíamos buscar saber
cuál es la virtud que el Señor quiere manifestar a través
de nosotros más que las demás? Él desea que nos
convirtamos en un modelo de buenas obras para que otros
lo sigan.
123
CAPÍTULO 7
Las cualidades del apóstol
De lo que hemos estudiado hasta ahora, las cualidades
que han brillado claramente a través de la vida de estos
piadosos apóstoles caen en tres categorías principales:
•
Carácter. Éste determinará si es una buena
persona, conocida por una o más virtudes en
particular.
•
Habilidad. Uno también es conocido por sus
capacidades: con lo que podemos contribuir en
esta vida. Por ejemplo, uno puede ser un buen
hombre y ser carpintero pero, ¿es un carpintero
habilidoso?
•
Productividad. También está la cuestión de cuán
productivos hemos sido en la vida. Por ejemplo,
al carpintero se le podría preguntar: “¿Cuántas
casas ha construido? ¿Cuántos gabinetes ha
producido?”
Un hombre o mujer tendrá que rendir cuentas de esas tres
áreas de la vida ante el trono del juicio de Cristo. Nuestro
124
El Apóstol
carácter será juzgado por las cualidades enumeradas en
2 Pedro 1:5-8, que dice: “vosotros también, poniendo toda
diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a
la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio;
al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a
la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os
dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al
conocimiento de nuestro Señor Jesucristo”.
La manera en la que el Señor juzga nuestra habilidad y
productividad puede verse en la parábola de los talentos
(Mt. 25:14-30) y en la parábola de la perla (Lc. 19:12-27).
Leemos en Lucas 19:26: “Pues yo os digo que a todo el
que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que
tiene se le quitará”.
Para resumir las cualidades de un apóstol en función de
estas tres áreas, podemos decir que son las siguientes:
Carácter
•
•
•
Intimidad con Dios. Una relación de amor
profunda y personal con el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo, la cual se ve en el clamor del
apóstol Pablo: “a fin de conocerle…” (Fil. 3:10).
Ser fiel y verdadero. Alguien que mantendrá su
palabra y hará lo que ha prometido, así como
testifica el título del Señor de “Fiel y Verdadero”
en Apocalipsis 19:11.
Integridad. Adherirse a estándares morales y
éticos estrictos. Esto se ve en la vida del apóstol
Las cualidades del apóstol
•
•
•
•
•
Pablo en 1 Tesalonicenses 2:10, donde él escribe:
“Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán
santa, justa e irreprensiblemente nos
comportamos con vosotros los creyentes”.
Sinceridad. Una transparencia en la naturaleza tal,
que el corazón y la boca dicen las mismas cosas.
Esto es descrito para nosotros en Salmo 51:10,
donde dice: “Crea en mí, oh Dios, un corazón
limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí”.
Personalidad cordial. Esto viene de una
disposición amorosa y amable, ejemplificada en
la vida del apóstol Pablo, quien le escribe así a la
iglesia de Tesalónica: “Tan grande es nuestro
afecto por vosotros, que hubiéramos querido
entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino
también nuestras propias vidas; porque habéis
llegado a sernos muy queridos” (1 Tes. 2:8).
Dado a la hospitalidad. Tener un corazón abierto,
que abre su hogar a los extraños. El apóstol Juan
lo explica en 1 Juan 3:17: “Pero el que tiene bienes
de este mundo y ve a su hermano tener necesidad,
y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor
de Dios en él?”
Ser sobrio. Esto significa ser serio y ecuánime,
sin que falten el gozo y la alegría. Tito 1:8 dice:
“sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio,
justo, santo, dueño de sí mismo”. El apóstol Pablo
exhorta así en Filipenses 4:4: “Regocijaos en el
Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!”
Preocuparse por los pobres. Como leemos en
Deuteronomio 15:7-8, debemos abrir nuestro
corazón de par en par a nuestros hermanos pobres:
125
126
•
•
•
El Apóstol
“Cuando haya en medio de ti menesteroso de
alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades,
en la tierra que Jehová tu Dios te da, no
endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano
contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano
liberalmente, y en efecto le prestarás lo que
necesite”.
Ricos en buenas obras. Esto quiere decir cuidar
a los necesitados, extender una mano de ayuda y
proveer a los que no pueden proveer para sí
mismos en lo relativo a casa, ropa y comida. El
apóstol Pablo le dijo a Tito, su hijo espiritual:
“Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que
insistas con firmeza, para que los que creen en
Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas
cosas son buenas y útiles a los hombres” (Tit. 3:8).
Gratitud. Tener gratitud por el honor y el
privilegio del ministerio. Efesios 5:20 declara:
“dando siempre gracias por todo al Dios y Padre,
en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.
Amor. El apóstol tiene un profundo amor por las
almas. El amor de Pablo por las almas se ve en 1
Corintios 9:19-23, donde escribe: “Por lo cual,
siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos
para ganar a mayor número. Me he hecho a los
judíos como judío, para ganar a los judíos; a los
que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto
a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los
que están sujetos a la ley; a los que están sin ley,
como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley
de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a
los que están sin ley. Me he hecho débil a los
Las cualidades del apóstol
•
•
127
débiles, para ganar a los débiles; a todos me he
hecho de todo, para que de todos modos salve a
algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para
hacerme copartícipe de él”.
Ser un modelo. Sobre todo, un apóstol debe ser
un modelo que otros busquen emular y deseen
imitar. Esto debe ser cierto en bondad, dulzura de
carácter, paciencia y longanimidad con aquellos
que prueban a otros hasta el punto de quiebre. El
apóstol no se quiebra por la hermosa flexibilidad
y fácil acomodo a los deseos de otros. Por ejemplo,
el apóstol Pablo escribe esto acerca de su vida:
“Pero por esto fui recibido a misericordia, para
que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su
clemencia, para ejemplo de los que habrían de
creer en él para vida eterna” (1 Ti. 1:16).
Sabiduría. Un apóstol es alguien cuya vida está
sostenida por las siete columnas de Santiago 3:17:
“Pero la sabiduría que es de lo alto es
primeramente pura, después pacífica, amable,
benigna, llena de misericordia y de buenos frutos,
sin incertidumbre ni hipocresía”.
Habilidad
Un apóstol debe haber desarrollado talentos que son
esenciales para el ministerio. Aunque no todos los
apóstoles habrán desarrollado todas estas habilidades, cada
uno debería tener algunas.
•
Amar la Palabra. Debe amar la Palabra de Dios;
por tanto, debe ser un buen estudiante de la
128
•
•
•
El Apóstol
Palabra. El Salmo 1:1-3 revela los beneficios de
deleitarse en la Palabra de Dios:
“Bienaventurado el varón que no anduvo en
consejo de malos, Ni estuvo en camino de
pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha
sentado; Sino que en la ley de Jehová está su
delicia, Y en su ley medita de día y de noche.
Será como árbol plantado junto a corrientes de
aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja
no cae; Y todo lo que hace, prosperará”.
Maestro de la Palabra. Debe ser un exponente
de la Palabra que, con simplicidad, pueda
profundizar en las doctrinas de Cristo, para que
aún los bebés en Cristo las puedan entender.
Apoyado por señales y prodigios. Las señales y
los prodigios o, por lo menos, las sanidades y los
milagros, deben ser parte de su ministerio. Leemos
en 2 Corintios 12:12: “Con todo, las señales de
apóstol han sido hechas entre vosotros en toda
paciencia, por señales, prodigios y milagros”.
Constructor de fundamentos. Él es, sobre
todo, un constructor de fundamentos. El apóstol
Pablo explica esto en 1 Corintios 3:10-11:
“Conforme a la gracia de Dios que me ha sido
dada, yo como perito arquitecto puse el
fundamento, y otro edifica encima; pero cada
uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie
puede poner otro fundamento que el que está
puesto, el cual es Jesucristo”. Esto es para que
la fe de los creyentes “…no esté fundada en la
sabiduría de los hombres, sino en el poder de
Dios” (1 Co. 2:5).
Las cualidades del apóstol
•
•
•
Tener los dones del Espíritu Santo. El apóstol
debe operar, naturalmente, en los dones del Espíritu
Santo, especialmente en las áreas de discernimiento,
sabiduría y profecía (1 Co. 12:7-11).
Tener las siete unciones. Debe tener las siete
unciones de Isaías 11:2: “Y reposará sobre él el
Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de
inteligencia, espíritu de consejo y de poder,
espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”.
Tener el don de la administración. Necesita ser
un administrador capaz, ya que indudablemente
tendrá un equipo trabajando con él. Debe proveer
un liderazgo capaz a los que están bajo él, y
guiarlos con el ejemplo.
Productividad
•
Llevar fruto, más fruto y mucho fruto. Un
apóstol debe labrar de tal manera que produzca
un fruto que permanezca y soporte la prueba del
tiempo (Jn. 15:1-8). Es un constructor que deja
tras de sí una iglesia, una confraternidad o una
escuela que otros desarrollarán por las
generaciones. Para hacer esto, el apóstol debe
desarrollar una infraestructura sólida y dar a luz
hijos espirituales quienes, en el tiempo
asignado, tomarán las riendas del liderazgo y
continuarán la visión y la obra que el Señor le
dio al principio a él. Esto se alinea con lo que el
Señor dijo en Juan 15:16: “No me elegisteis
vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y
os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y
129
130
•
•
El Apóstol
vuestro fruto permanezca; para que todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”.
Buen fruto. No es sólo la cantidad, sino también
la calidad del fruto lo que es importante. Debe
ser como un labrador que cosecha buen fruto
(Mt. 7:17-20). Esto debe ser reconocido por todos
los que entran en contacto con sus líderes y
emisarios. La fragancia y salud de ellos deben
manifestar las enseñanzas de Cristo que han salido
de los labios y de la vida del apóstol.
La importancia de la diligencia. También
recordemos que la diligencia es importante, porque
en la medida que sembremos, cosecharemos.
Como escribe Pablo en 2 Corintios 9:6: “Pero esto
digo: El que siembra escasamente, también segará
escasamente; y el que siembra generosamente,
generosamente también segará”.
Las características
del apóstol
CARÁCTER
HABILIDAD
PRODUCTIVIDAD
131
EPÍLOGO
Amado lector, a través de este libro hemos procurado
presentar las cualidades de un verdadero apóstol de Cristo.
Él es alguien de calidad refinada, dotado de un ministerio
que levanta obras. Él le da a la Iglesia un legado que
permanece por todas las generaciones por venir. Lleva en
su cuerpo los estigmas, o marcas de Cristo, como declara
Pablo en Gálatas 6:17: “De aquí en adelante nadie me
cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las
marcas del Señor Jesús”. Aunque no necesariamente
visibles, su rostro preocupado contará la historia.
El apóstol es un padre en Cristo, que lleva a aquellos que
se le han confiado, desde el nacimiento hasta la madurez
de la perfección. Recordemos siempre que tales vasos son
ordenados por el Señor, y no podemos codiciar esos
ministerios, sino más bien apoyar a aquellos que
genuinamente han sido llamados de Dios para llevar tales
mantos. También, no seamos seguidores de falsos
apóstoles, no sea que erremos y perdamos nuestra corona
y nuestra herencia.
133
BIBLIOGRAFÍA
Lockyer, Herbert (1972). The Particular Personalities of
All Named Apostles. All the Apostles of the Bible—Studies
in the Characters of the Apostles, the Men Jesus Chose
and the Message They Proclaimed, III, 45. Grand Rapids,
Michigan: Zondervan Publishing House.
The Holy Bible, King James Version. Electronic Edition
STEP Files Copyright © 1998, Parsons Technology, Inc.
Cedar Rapids, Iowa.
Libros por el Dr. Brian J. Bailey
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Profetas Menores II: Joel – Sofonías
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El Evangelio de Mateo
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a los Efesios
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