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Una tierra es, ante todo, la gente que vive en ella, las personas que allí trabajan y
que la quieren como el mejor regalo que han recibido de sus padres y que algún
día habrán de entregar a sus hijos. Los hombres que, como el joven ‘filandorra’
de Riofrío de Aliste (Zamora) que aparece en nuestra portada, se muestran orgullosos de sus tradiciones, de lo recibido de forma ancestral y, a la vez, apasionados porque las generaciones venideras encuentren el legado, enriquecido por la
nueva savia del esfuerzo.
Los castellanos y leoneses son los verdaderos protagonistas del devenir de
esta tierra, que será lo que nosotros queramos que sea con nuestro trabajo cotidiano. Sus reflexiones sensatas, honradas, sinceras o críticas, ilusionadas, en
definitiva, constituyen una de las mayores riquezas de las que puede presumir
Castilla y León. Son ejemplos como el de los diez pioneros que abren este volumen que en su momento supieron desbrozar una senda que muchos otros han
transitado o como el del doctor Patarroyo, y los investigadores de biomedicina
de la Comunidad, todo humanidad y todo inteligencia al servicio del hombre;
pero también son realidades como la capacidad innovadora de Nicolás Correa,
y de futuro como el que mira Pedro Duque o diseña Pevafersa y reclaman auténticos héroes anónimos como el último curtidor del Páramo, los vecinos de
Tierra de Campos o de Riaño y personalidades como Jesús Torbado o Peridis.
Es el testimonio de quienes han triunfado, como Ramón Calderón, y de quienes
hacen de la solidaridad su éxito como Catalina Montes, Ana Santero, los integrantes de los servicios de rescate de montaña o aquellos que dejaron todo por
ayudar a las víctimas del accidente ferroviario de Villada (Palencia). De quienes
tienen una mirada crítica, como Elías Díaz y Alberto García Alix, y de quienes
se han sentido acogidos en esta tierra, como Ibarrola o los emigrantes retornados; de quienes pelean por mantener lo más nuestro, como los Carochos o la
historia de la que nos sentimos orgullosos y de quienes dibujan la arquitectura
y la moda de Castilla y León del siglo XXI; de quienes se apoyan en el pasado
más remoto –los dinosaurios- o de quienes, como Machado o Antonio Gamoneda, reflexionan desde la poesía en lo más profundo e infinito del hombre.
Por eso, el tercer numero de Nueve Magazine, la publicación anual de la agencia de noticias Ical, ha querido convertirse en un foro público para poner en
común sus pensamientos y sus diferentes miradas sobre Castilla y León. Toda
una sólida herencia para pensar y construir día a día el presente y... el futuro.
Diseño y maquetación: Alter bi
Imprime: Mccgraphics. Planta Evagraf
Depósito Legal: VI-236/07
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Pioneros
Manuel Patarroyo
Castilla y León se sube al tren de la
investigación biomédica
Pedro Duque
Pevafersa, el sueño de Helios
Nicolás Correa
El último curtidor del Páramo
Ramón Calderón
Jesús Torbado
Tierra de Campos, nada más
Peridis
Riaño
En alerta permanente
Los vigilantes del cielo
Ángeles de la guarda de carne y hueso
Catalina Montes
Un hogar para la esperanza
Elías Díaz
Agustín Ibarrola
Emigrantes retornados
Que de hoy en un año...
Las catedrales del mañana
Moda de Castilla y León
Alberto García-Alix
Charo López
La historia, el mejor guión
José Luis Sanz
El Cid, el infanzón castellano que fue
Príncipe de Valencia
Ian Gibson
La huella de Machado
Antonio Gamoneda
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Fueron capaces de empezar un camino entonces
desconocido y abrieron una senda por la que hoy transita
el desarrollo. En una época dura –seguro que tanto como
la de hoy- y con pocos medios supieron mirar más lejos,
ponerse manos a la obra y poner en práctica algo tan
de moda -y tan viejo- como el propio hombre: innovar.
Las ideas fueron –y siguen siendo- el motor de su vida
y hoy pueden ser un ejemplo para quienes no quieren
derrumbarse ante la primera dificultad y quienes quieren
labrarse su propio porvenir. Son pioneros, la confirmación
de que querer es poder.... si se acompaña de tesón.
Las trayectorias y las voces de Julio Chamorro, Isidro
Bocanegra, Concha Casado, Gerardo Cisneros, Enrique
Sánchez Guijo, Cándido, Antonio Estéban, ‘la generación
del Rombo’ de Valladolid, Milagros Pérez o los pizarreros
de Riofrío de Aliste, en Zamora, no son relatos épicos del
pasado sino historias cargadas de presente y, sobre todo,
miradas ilusionadas al futuro.
Julio Chamorro
Texto: Paco Alcántara
Fotografía: Miriam Chacón
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pioneros
“Hombre, ¿cómo me pregunta aquello de
cuando cazamos quince lobos?”. La pequeña sala repleta de fotos y trofeos enmudece.
“¿No se ha leído mi libro? Ahí lo cuento todo”.
El entrevistador sí que ha devorado, casi de
un tirón, “Gredos: un siglo entre piornales y
roquedos”, pero quiere escuchar en voz de
su protagonista algunos nuevos detalles
sobre estas batidas que se organizaron en
los años treinta del siglo pasado, en las que
llegaron a participar más de cien caballos y
cuatrocientas personas. Pero, Julio Chamorro no tiene edad, ni ganas de repetirse. La
víspera de San Juan cumplirá 103 años, y los
mejores recuerdos de
su vida ya quedaron
impresos en las páginas de esas memorias que rezuman
un inmenso amor hacia el gran espinazo de
Castilla, como definió Miguel de Unamuno a
este macizo coronado por
el Pico Almanzor. “Habré
alcanzado esa cumbre
800 veces, diez arriba,
diez abajo”, dice. No exagera Chamorro, quien mantiene tan frescos
los recuerdos, como su pasión por estas
montañas. Mira desde la ventana de su casa,
en Hoyos del Espino, el perfil de la sierra y le
llueven las vivencias.
más emblemáticas de Ávila. Augura que los
nuevos caminos que cruzan la sierra destrozan el terreno. “Es un desastre que suba
tanta gente, hay que cerrarlos, porque solo
sirven para que los furtivos lo tengan más fácil”, advierte. En el epílogo de sus memorias
reclamó convertir este espacio en Parque
La conciencia de Gredos
Ahora, la preocupación de quien fue primer
guía oficial de la Reserva Nacional de Caza
de Gredos se dirige contra la construcción
de nuevas pistas forestales y la caza furtiva
que prolifera en esta parte de las cresterías
Nacional y sentenció: “creo que lo que no se
conoce, no se ama y lo que no se ama, no se
conserva”. Julio Chamorro hace bueno este
axioma. Sabe de los tesoros ocultos que se
esconden en la sierra abulense como nadie.
“Me duele que no se proteja”, afirma con voz
queda. “En 1910, con seis años, acompañé a
mi padre que ejercía de guía en una excusión
y a los ocho alcancé por primera vez la cima
del Almanzor”, rememora. Los albores del si-
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Sabe que el contacto con la naturaleza crea
una singular hermandad. Fue en otra jornada de caza cuando surgió “un afecto mutuo”
con el actual monarca. Corría el verano de
1964, don Juan Carlos le confesó que tenías
serias dudas sobre sus posibilidades de ser
nombrado rey durante un día aciago. “No
vimos ninguna pieza y pasamos las horas
charlando”, asegura. A la mañana siguiente
en las canales de las Cañas y del Morrión
“tuvimos la suerte de cobrar un macho muy
bueno”. No escurre la pregunta que ha tenido que responden cientos de veces, “entre
Franco, don Juan Carlos y Alfonso XIII, quien
mejor disparaba era éste último”.
glo XX fueron años de muchas necesidades.
“Era el mayor de ocho hermanos, nos criamos
con patatas y torreznos y había que hacer de
todo”, recuerda. Sustituyendo a su padre,
trabajó de cartero, luego ejerció de carretero,
también llevó ganado a Extremadura, pero
nunca rechazó una caminata por la montaña.
En 1916, “siendo un chaval, trabajó junto a su
padre, encargado de la construcción de los
accesos que conducen hasta el Refugio del
Rey. Desde entonces, miles de senderistas
dejan el coche en la Plataforma y marchan
por el camino de las Escaleruelas. “Tuvimos
que limpiar de piedras las gargantas para
poder vadearlas -recuerda- pero, lo más duro
fue buscar las vueltas para meter el camino
por las rocas y pensando en que tenían que
subir por allí con las carretas”. Lo consiguieron y “la yunta de vacas de mi padre subió la
primera carreta hasta el refugio”.
Con apenas 14 años, cuando todavía no se
había creado el puesto de guía oficial de la Re-
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serva Nacional de Caza de Gredos ya recibió
su primer sueldo por escoltar a un ingeniero
por la sierra. Recibió siete pesetas de propina y otras dos correspondiente a la Sociedad
Gredos Tormes y “me convertí en Capitán General, porque era el último día de la fiestas del
pueblo”. También presenció las últimas cacerías de Alfonso XIII y trepó por las canales
más angostas junto a Franco. “Siempre iba de
mi brazo”, rememora como si el ojeo hubiera
tenido lugar hace unos días. “Le pedí cuatro
cosas para mejorar estos pueblos y me las
concedió”, afirma contundente para despejar dudas sobre la admiración que tributó a
quien consideró, “mi tío Paco”. Una querencia
que no le impidió reconvenirle el primer año
que vino a cazar. “Yo no me comía las palabras, ni con Franco, ni con nadie”, dice. En un
solo día el grupo de escopetas abatió 105 machos de monteses y “le tuve que recordar al
General que a ese paso se cargaban el Coto”.
El comentario surtió efecto y en la siguiente
cacería, la cifra descendió a 45.
De entre los cientos de aficionados a los que
condujo por estos picos recuerda con afecto al doctor alemán Oesterheld-Rebsamen:
“Entre 1932 y 1936 venía al menos una
semana en diferentes épocas –evoca- y no
solo cazaba, también acudía preparado con
sus cámaras de fotos y de cine, quería hacer
una película sobre las costumbres en España y yo le acompañé a rodar por algunos
pueblos”. El médico hablaba muy poco español “por lo que me agencié un diccionario de
100 palabras español-alemán-francés, con
el que organizamos un dialecto que funcionaba como un idioma”.
En otra ocasión, “me tocó hacer de especialista en una película y ensayar, al borde la
pulmonía, una entrada a caballo en la Laguna
Grande”, señala. Finalmente, fue censurada,
“porque era una parricidio con mucha dureza envuelto en desamores”, pero le permitió
llevar en barca a la actriz Maria Jesús Valdés
y conocer a Fernando Rey, entonces, gran
galán del cine español.
Chamorro también adquirió bastantes conocimientos botánicos. Los primeros científi-
cos que se acercaron a la sierra en los años
veinte del siglo XX buscaban plantas, “se
quedaban boquiabiertos” cuando descubrían
endemismos como la reseda gredense o el
té de Gredos y se marchaban muy agradecidos cuando “les contabas que los pastores
para curar la sarna de las ovejas aplicaban el
verdegambre”.
El guía centenario continúa oteando con sus
pequeños ojos la cumbre del Morezón, “el
mejor mirador”; la Laguna Grande, donde llevó a caballo a la mismísima Celia Gámez en
el verano de 1943; o el Gargánton, por donde
Franco cayó rodando y Julio Chamorro consiguió evitar un accidente. ¿Pasó alguna vez
miedo en la sierra? Niega con la cabeza, aunque, en seguida, recobra otros recuerdos, “no
fue miedo, pero, en una ocasión me tuve que
colgar de una cuerda para entrar en un nido
de águila, pensé que no me sacaban de ahí”.
Hace años que contempla gargantas, valles,
hoyas, y cantiles a través de las cientos de
fotografías, vídeos y cartas de agradecimientos que guarda como un tesoro. “Las
piernas ya me fallan y, cuando cumplí los
88 años, me quitaron el carné de conducir”,
se lamenta. Los años y ese decoro de quien
siempre ha ejercido de escolta, en la sombra, le impiden reconocer que se cuentan
por cientos los que se sienten orgullosos de
haber descubierto la sierra de Gredos con su
primer guía, Julio Chamorro.
Isidro Bocanegra
Texto: Mari Luz Martínez
Fotografía: Félix Ordóñez
Una decena de patentes, varias medallas
de oro, plata y bronce en el Salón Internacional de Invenciones y Nuevas Técnicas
de Ginebra, doctor Honoris Causa de la ‘The
Constantinian University’... el curriculo de reconocimientos de Isidro Bocanegra Marquina, burgalés de 54 años, es casi tan prolijo
como el listado de sus inventos o, mejor aún,
de sus proyectos que le han dado un nombre propio en el mundo de las soluciones de
ingeniería. Bocanegra no es, ciertamente, el
estereotipo del científico loco, más bien es
todo un emprendedor que ha hecho de la innovación su medio de vida y está empeñado
en acabar para siempre con la máxima del
que inventen ellos.
Isidro Bocanegra Marquina lleva desde los 18
años trabajando en la empresa que fundara
su padre hace más de medio siglo: Talleres
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‘El Polo’, ubicada en el polígono de GamonalVillímar de la capital burgalesa, de la que hoy
es director gerente. Recuerda que esta afición por los ‘inventos’ estuvo siempre en su
personalidad y que encontró el apoyo de su
padre en sus trabajos, mientras que el taller
le puso los medios materiales para llevarlo a
cabo. Hoy su actividad principal es el diseño
y fabricación de máquinas especiales y soluciones ‘llave en mano’ para diversos segmentos industriales, en definitiva, la creación de máquinas “que no se encuentran en
el mercado y con unas especificaciones muy
concretas”, precisa.
De esta forma, su labor pasa por centros de
mecanizado para piezas en serie, líneas de
montaje, robótica o visión artificial, entre
otras, lo que le ha obligado a utilizar mucho
de imaginación para encontrar soluciones a
problemas cotidianos... y ha tenido éxito en
este empeño. Así, su primer reconocimiento
lo recibe en 1974, con 21 años, cuando recibió el tercer Premio Holanda con mención
honorífica en la fase española del VI concurso europeo Philips para jóvenes científicos e
inventores. Ya entonces, diseñó un sistema
para disminuir las lesiones en un accidente
de tráfico. “Demostré, con un prototipo, que
podía lograr sólo tres metros de frenada después de haber chocado con un modelo en el
que la cabina giraba sobre un cigüeñal y los
cilindros hidráulicos te iban frenando”, relata
Bocanegra, quien sin embargo se lamenta de
que haya sido “el mejor invento que he hecho,
pero por falta económica no se haya podido
llevar a cabo”. Pese a la falta de materialización, aquello le supuso un espaldarazo hasta
el punto de que le hicieron llegar de Inglaterra dos vehículos nuevos de la marca Morgan
para que les instalara el sistema. También
Seat, dice, se interesó en esta iniciativa pio-
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nera. “Retomarlo o ponerlo a la práctica sería
una ilusión”, expresa con anhelo.
Desde entonces, los reconocimientos internacionales no han cesado. La primera
medalla de oro de la feria de Ginebra le llegó
en 1979, a sus 26 años, por la invención de
‘un antirrobo magnético’ que realizó con su
hermano Fortunato y a ella se sumaron otras
distinciones por desarrollos como una pulsera magnética (1987), un tapón hermético
para botellas (1991), el motor de cilindros
enfrentados (1994) o el motor de dos tiempos Bocanegra (1994).
Doctor Honoris Causa en Ingeniería Mecánica por ‘The Contantinian University’, Rhode
Island (Estados Unidos), en el año 2000
recibe la Medalla de
Oro en el 28 Salón Internacional de Invenciones y Nuevas Técnicas de Ginebra (Suiza) por la invención del
motor rotativo de dos cámaras y, tres años
más tarde, repite distinción por su motor de
combustión interna con válvulas rotativas y
de transmisión lineal.
Además, Talleres ‘El Polo’ ha desarrollado
distintos tipos de motores monocilíndricos y
bicilíndricos y, en la actualidad, Isidro Bocanegra trabaja sobre el desarrollo de sistemas
de válvulas rotativas sobre motocicletas, en
un proyecto que realiza en colaboración de
la Junta de Castilla y León y la Universidad
de Burgos. “Se trata de un nuevo proyecto
de desarrollo de un nuevo motor rotativo, sin
pistones ni aceite”, relata.
El futuro, ahora, está en el aire. Es precisamente el sector eólico otro de los ejes de
su trabajo en el que ha aplicado la máxima
que le ha hecho triunfar en otras áreas: “La
innovación ha de ser sencilla, útil y viable”,
remarca. Así, se ha embarcado en diseñar
La ilusión por inventar
Se trata, sobre todo, de proyectos útiles y
con posibilidades de desarrollo empresarial.
En este caso, el desarrollo del motor rotativo
se lleva a cabo entre su empresa y el Centro
de Investigación y Desarrollo en Automoción
(Cidaut) del Parque Tecnológico de Boecillo
(Valladolid) y bajo la base del actual motor
del Renault Megane. El motor de Bocanegra
emplea una ingeniería que permite suprimir
gran cantidad de piezas, “lo que a su vez hace
posible reducir los costes de fabricación, el
peso y el volumen, mientras se aumenta la
potencia del motor ya que puede revolucionarse más”, explica.
un aerogenerador con doble rotor contrarrotatorio que permitirá que las palas de
los ya populares nuevos molinos de viento
arranquen con menos velocidad y hagan un
mayor aprovechamiento del aire, “lo que se
traduce en mayor potencia generada y en la
eliminación del efecto tornillo sobre la torre o
mástil”, explica Bocanegra.
Reconoce que aunque las ayudas que se reciben para sus proyectos “no son suficientes”,
con el paso del tiempo se ha mejorado en
este aspecto. De esta forma, considera aliados de la innovación a las universidades, los
centros tecnológicos, así como las ayudas y
subvenciones de las administraciones. Los
enemigos, dice, “son el estrés, la ansiedad, la
rutina, la conformidad y el temor al fracaso o
al ridículo”. A juzgar por los resultados, nada
de ello, parece arredrarle.
Concha Casado
Texto: Elena Fernández
Fotografía: Peio García
Concha Casado Lobato (León, 1920), etnógrafa, filóloga, investigadora, intelectual, autora de innumerables publicaciones e impulsora de museos es, sobre todo, conocedora,
defensora, conservadora y divulgadora de la
cultura y las tradiciones de su tierra. Mucho
le debe la provincia a esta mujer que dedica
empeño y entusiasmo a profundizar en los
legados del pasado para procurar que tengan
futuro en un mundo en el que prima lo inmediato y casi todo tiene fecha de caducidad.
La agenda de trabajo de doña Concha está
llena. A sus 86 años mantiene una actividad
intensa que combina publicaciones, proyectos culturales y su tarea como comisionada
de Patrimonio de la Junta y patrona de la
Fundación Hullera Vasco-Leonesa. Entre
esas labores, piensa ocupar “lo que me quede de vida” en tres proyectos que reflejan
su inagotable mimo al patrimonio leonés.
Así, igual que su tesis doctoral –dirigida por
Dámaso Alonso hace seis décadas- estuvo protagonizada por el habla de la Cabrera
Alta, su mayor aspiración para esa comarca
es lograr que conserve su arquitectura tradicional “tan enraizada en el paisaje”. “Que
se valore y restaure cuidadosamente. Sobre
todo, Villar del Monte y Forna, donde se ha
iniciado. Si seguimos unos años le daremos
un buen empujón. Quiero ver todo el confort
del mundo pero conservando las tipologías y
los materiales tradicionales”, explica.
También tiene como prioridades “el futuro
del taller astorgano de alfombras y tapices
artesanales de los hermanos Nistal y que
no dejemos desaparecer la fábrica de curtidos de Santa María del Páramo, una reliquia
de un pasado que quiere transformarse sin
morir”. “Tengo esperanzas”, sostiene. No es
difícil ser optimista si se repasan sus logros,
como el Alfar-Museo de Jiménez de Jamuz, el
Batán-Museo del Val de San Lorenzo, el de la
arriería maragata, o el de Encinedo. “Lo hago
por amor”, afirma.
La clave para que las tradiciones y el patrimonio se conserven, radica, insiste, en la
formación. Para valorar algo, razona, hay que
conocerlo y transmitirlo, que no se pierda. A
ello dedica su energía y pide lo mismo en las
aulas. “La formación del profesorado es lo más importante”,
asegura y advierte que “la falta
de conocimiento, de formación,
El amor a la tierra
es la mayor barrera que me he encontrado”.
Ella, en los colegios regala sus conocimientos a los pequeños para que “desde la escuela se valore la cultura tradicional”. “¿Veis mis
canas?” preguntó a alumnos de entre ocho y
diez años. “La gente más feliz que he conocido en mi vida son los artesanos, que aman lo
que hacen, crean belleza y utilidad. Los más
desgraciados, los que aprenden informática
e inglés”, les dijo, aunque matiza que no está
en contra de las nuevas tecnologías y sus
posibilidades. “Un burro delante de un ordenador seguirá siendo un burro”.
Ramón Menéndez Pidal, Julio Caro Baroja
son “maestros extraordinarios” a los que
Concha Casado, junto a Dámaso Alonso, reconoce como responsables de parte de su
acervo cultural.
Doctora en Filología Románica, colaboradora
primero e investigadora después del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
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ración y Conservación del Patrimonio o el de
Ciencias Sociales y Humanidades.
“La cabeza me funciona muy bien y la ilusión
también. Quiero seguir trabajando”, afirma antes de comentar que los frutos de su esfuerzo
la estimulan más que los premios. “Lo que llevo dentro, como es desinteresado, es la gran
satisfacción”, dice aunque reconoce especial
cariño por algunos galardones (también una
calle de San Andrés del Rabanedo lleva su
nombre). “Me llenó muchísimo que me hicieran Hija Adoptiva de La Cabrera y de Carrizo de
la Ribera”, explica. En su casa -con unas privilegiadas vistas a la catedral de León- conserva objetos que atestiguan que su labor inasequible al desaliento deja huella en colectivos e
instituciones dispares y en mucha gente de la
calle que le muestra su afecto.
(CSIC), dirigió el Instituto de Filología Hispánica ‘Miguel de Cervantes’, que nació de la
mano de Menéndez Pidal, y creó un programa de investigación sobre las ‘Fuentes de
la etnografía española’. Su vida profesional
transcurre fuera de León hasta que en 1988
se jubila “y vengo y quiero conocer más mi
tierra y darla a conocer”. Conserva del pasado incluso a sus primeros compañeros
de estudios. “Terminé el Bachiller en el 37 y
nos reunimos cada año los que quedamos,
pocos ya”, cuenta. Ve el futuro con cierto
escepticismo en lo que atañe a la conservación de la cultura y patrimonio a los que
tanta pasión profesa. “Me preocupa que se
puedan destruir cosas que no se tienen que
destruir. No hay una concienciación. Se ha
perdido”, arguye. Para ella, la sociedad actual vive “una crisis de valores. Una cosa es
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que no nos podamos estancar en la cultura
tradicional, pero sí conocerla, valorarla y
respetarla”.
Quienes la conocen destacan que es una
“entusiasta de la cultura y la tierra leonesa”
o su “trabajo, generosidad y empuje”. “Los
batanes, los palomares, los alfares y los
pueblos siguen tan hermosos y podemos admirarlos gracias a ella”, escribió una becaria.
También la definen como “la pesadilla de los
políticos sin garra”. En un reciente homenaje
el escritor José Luis Puerto la dibujó como
“comprometida, intelectual activa e impulsora de iniciativas culturales”. En ese foro, que
reunió a 200 amigos, compañeros, admiradores o deudores de su obra, se oyeron una
vez más las voces que reclaman para doña
Concha el Premio Castilla y León a la Restau-
Defiende que la entrada a los museos sea
gratuita. Sabedora de la despoblación y envejecimiento que vive Castilla y León, cree
que “el amor al paisaje, a la naturaleza, a la
cultura, la artesanía y las tradiciones” son
compatibles con la generación de riqueza.
“No quiero que se cobre. Repercuten en los
pueblos, la gente se queda a comer o se toma
un café”, señala. Tampoco es amiga de las
ayudas. “Estoy en contra”, manifiesta taxativamente antes de recordar que hace años
cofundó una asociación para la protección
del patrimonio de La Cabrera. “Somos doscientos y pico socios, pagamos 5.000 pesetas al año, ya hemos restaurado 24 palomares y ahora estamos con molinos y fraguas.
No quiero subvenciones”, sentencia. “Una
cosa es la cultura y otra el dinero y el poder.
No se puede uno aprovechar de la cultura
para dinero y poder”, añade.
A la vida le pide “paz y tranquilidad”. La suya
es todos menos una jubilación relajada y
reconoce que hay que tener “más sosiego y
reposo”. Lo encuentra en los monasterios a
los que se retira a descansar con cierta periodicidad. El silencio la recompone. “Conocer
los valores de la cultura tradicional de mi tierra, valorarla y darla a conocer. Eso creo que
ha sido toda mi vida”, resume. No pierde ni
una oportunidad de reivindicar “la transmisión que debemos a otras generaciones de
la cultura tradicional, la música, los refranes,
la artesanía”. Sus llamamientos merecen,
como mínimo, una reflexión. “¿Es posible
que tengamos tanta belleza y no nos demos
cuenta de que eso hay que conservarlo?”,
cuestiona.
Gerardo Cisneros
Texto: J. Benito Iglesias
Fotografía: Óscar Navarro
Hablar del palentino Gerardo Cisneros es hacerlo del Atletismo con mayúsculas. Pocos
técnicos deportivos pueden presumir en la
actualidad, aunque él no lo haga, de haber
acumulado un historial tan plagado de Campeonatos de Europa, del Mundo, Juegos del
Mediterráneo y Olimpiadas –Munich (72)
Montreal (76) y Los Ángeles (84)- donde atletas y clubs entrenados por él consiguieron
títulos, subcampeonatos, puestos de honor
y diplomas olímpicos. Ha sido, sin duda, de
una vida unida al mundo del atletismo supervisando el trabajo de atletas al otro lado de
las pistas o circuitos de campo a través, o ya
en su última etapa como gestor público de
promoción deportiva. En definitiva, una de
las trayectorias profesionales más dilatadas
y brillantes del deporte nacional e internacional, que comenzó en un momento en que
correr por nada era cosa de locos.
Una vocación por y para el deporte
Cerca de 50 de sus 73 años los ha dedicado
a impulsar la actividad deportiva desde sus
inicios en 1955, donde ocupó siendo muy
joven la jefatura del Servicio de la Sección
Física del Frente de Juventudes. La posterior
realización de tres cursos de entrenador nacional que convocó la Federación Española
de Atletismo marcaron de por vida una vocación por y para el deporte.
“Las pistas eran entonces de ceniza y raquíticas”, subraya con nostalgia, pero, a su juicio, estas carencias se suplían con “ilusión
y espíritu de sacrifico acordes a los difíciles
tiempos que se vivían”. Cisneros descubrió
en los campeonatos escolares, pruebas en
barrios y carreras navideñas a quien, bajo
su supervisión técnica, marcó un hito en el
campo a través nacional e internacional: Mariano Haro, apodado ‘El león de Becerril’.
Corría el año 1957 y el eterno entrenador
había sido primero atleta tanto en 800 metros como en campo a través: “Me clasifiqué
quinto para ir al Campeonato de España pero
mi madre y mi tía no me dejaron ir, alegando
que me pondría malo y podía acabar tuberculoso”, recuerda divertido.
Un curso de profesor de Educación Física en
Madrid le vinculó definitivamente al deporte
y durante 27 años a la docencia, primero en
un colegio de Venta de Baños y posterior11
mente en la Universidad de Valladolid, donde combinó la teoría con el entrenamiento.
Desde 1961, y por muchos años, el binomio
Cisneros-Haro se inició con el primer Campeonato de España de Campo a Través.
La primera experiencia internacional se produjo el mismo año como entrenador invitado al Cross de las Naciones de Manchester,
“donde el equipo nacional pudo ganar pero
Mariano se tuvo que retirar con una fiebre
espantosa y eso le impidió rendir”, apunta
Gerardo, para quien el mejor especialista
en campo a través de la historia “comenzó
ganando pruebas y casi no dejó de hacerlo
hasta su retirada”.
La estela de Mariano Haro en el mítico Club
Educación y Descanso la siguieron otros atletas palentinos como Santiago de la Parte
en la década de los 70. “Tuvo la mala suerte
de coincidir con Haro, y fue siete veces sub-
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campeón de España por detrás de él, pero
también tenía unas condiciones excelentes”,
sostiene uno de los mayores forjadores de
atletas de elite de España.
Cisneros tampoco olvida otras situaciones
donde la historia marcó sus recuerdos deportivos con letras de oro. En uno de los
primeros campeonatos del Mundo de Cross
a los que acudió Mariano se dio una curiosa
circunstancia histórica de mucho valor al ser
subcampeón y ocupar la misma posición en
la categoría junior su hermano José. “Casi no
había ayudas para los deportistas y pese, a
sus éxitos nacionales e internacionales, el
pequeño de los Haro tuvo que dejar pocos
años después el atletismo al tener que trabajar para vivir”, revela con nostalgia.
Hasta el año 1981 los equipos nacionales
entrenados por Gerardo Cisneros estuvieron
entre los mejores del mundo, “pero a partir
de ahí surgieron los etíopes y los kenianos,
que siguen marcando hoy la supremacía
siendo los dueños y señores del campo a
través”, manifiesta al tiempo que matiza que
el combinado español pocas veces bajó del
tercer puesto en su larga andadura como seleccionador desde 1963 a 1987.
ilusioné mucho pero tuve que tomar una decisión muy difícil para cualquiera. Dimití tras
dos meses en el cargo al estar incómodo y
encontrar deslealtades de algunas personas
que no me iban a permitir trabajar en el futuro. Preferí irme a casa a dar tumbos”, asegura con vehemencia.
Su mejor recuerdo como entrenador supuso
que en los años 70 hasta siete palentinos
formaran parte del mismo combinado nacional en un Campeonato del Mundo de Cross.
“Nunca antes ni después ninguna otra ciudad tuvo un grupo tan destacado de atletas
de fondo”, asevera con orgullo quien además
representó a España como técnico olímpico
en especialidades como 3.000 metros obstáculos, 5.000, 10.000 y maratón.
Gerardo Cisneros atesora en su trayectoria
una medalla y dos insignias de oro de la Fundación Provincial de Deportes, Universidad
de Valladolid y Real Federación Española de
Atletismo, respectivamente, así como dos
medallas de plata al mérito deportivo de la
Delegación Nacional de Educación Física y
Deportes y de la Junta de Castilla y León. Su
currículum como entrenador se completa con
dos Campeonatos del Mundo Junior de Cross
por equipos, dos segundos puestos y un tercero; dos subcampeonatos en la misma categoría a nivel individual y los cuatro subcampeonatos mundiales en categoría absoluta
que compartió entrenando a Mariano Haro.
Y de laureado entrenador a comentarista deportivo, porque Gerardo Cisneros dejó su impronta en TVE durante dos temporadas en las
pruebas del campo a través por la geografía
nacional y algunas de carácter internacional.
Su intensa vida profesional culminó entre
1985 y 2004 como director técnico de la
Fundación Provincial de Deportes de la Diputación de Palencia, cargo con el que consiguió en 1989 el Premio Regional del Deporte
de la Junta y el Premio Nacional del Deporte
para entidades locales que otorga el Consejo
Superior de Deportes (CSD).
“Fue una faceta totalmente distinta a la alta
competición pero no por ello menos apasionante porque llegaron a participar en actividades recreativas 277 localidades”, concreta.
Si hay algo que este palentino guarda en su
currículum profesional, pero no con tanta
alegría, fue su efímero paso por la política
tras ser elegido en 1987 como alcalde independiente de Palencia en las filas del PP. “Me
Enrique Sánchez Guijo
Texto: Eva Vicente Sutil
Fotografía: Juan Lázaro
Cuádruple medallista en los juegos paralímpicos y presidente del Comité Paralímpico
Europeo desde julio de 2005, el bejarano
invidente Enrique Sánchez Guijo es testigo
en primera persona de cómo del deporte paralímpico ha vivido un antes y un después,
algo a lo que ha contribuido de forma decisiva la reciente puesta en marcha del Plan Adop
–Apoyo al Deporte Objetivo Paralímpico–. Sin
embargo, y pese a esta evolución, considera
que España está “muy por detrás” en reconocimiento a sus deportistas discapacitados
y desde su “atalaya” europea se ha marcado
13
La superación de barreras
como objetivo poner en marcha unos nuevos
juegos europeos para la juventud.
Quizá el primer síntoma de que la percepción del deporte para discapacitados iba a
cambiar la tuvo en su ciudad natal, Béjar, en
sus primeros pasos como deportista de élite.
Según recuerda, Salamanca “estuvo muy a la
altura”. Prueba de ello –dice- es que la prensa
se hacía eco de sus competiciones incluyéndolas en las páginas de deportes y no en las
de sociedad, como anteriormente sucedía
con los deportistas discapacitados. Pese a
ello, con una modestia que ha caracterizado
toda su carrera, sostiene que no es pionero
de nada... y menos en Castilla y León. Antes
que él fueron muchos los que con su esfuerzo llevaron el deporte paralímpico español a
los primeros puestos del palmarés mundial,
pero Sánchez Guijo pone un nombre a esta
energía colectiva: la burgalesa Purificación
Santamarta, “una de las mejores de la historia, que lleva toda la vida compitiendo y ha
sido un referente”, apunta.
Sin embargo, el currículo de victorias del salmantino tiene suficiente mérito: cuatro medallas obtenidas en los Juegos Paralímpicos
de Barcelona 1992 –oro en 4,400 metros
lisos–, Atlanta 1996 –oro en 4x100 metros
lisos– y en Sydney 2000 –oro en 200 metros lisos y bronce en 4x100 metros lisos–,
además de numerosos premios en los campeonatos de mundo y de Europa de Atletismo entre los años 1993 y 1998. Lo que hace
distinto a este deportista salmantino es que
su espíritu de superación le llevó a devolver
a la sociedad parte de lo que había recibido,
poniendo su esfuerzo al servicio del deporte
para discapacitados. Enrique Sánchez Guijo
14
emprendió
una nueva carrera –esta vez
administrativa– que le ha llevado, desde julio de 2005,a
la presidencia del Comité Paralímpico Europeo, una “atalaya” en la que se ha marcado
como objetivo “poner en marcha los juegos
europeos de la juventud”.
Desde este puesto, su lucha diaria no pasa
sólo por cambiar infraestructuras sino mentalidades. “En el tratamiento del deporte de
discapacitados todavía se sigue tendiendo a
la sensiblería, buscando la parte más humana del deportista”, apunta, aunque él quiere
huir de esa imagen ya que considera que
estos deportistas “no tienen más mérito que
otros, pero tampoco menos”. A medio camino
entre la batalla diaria y sus responsabilidades, sostiene que “en España queda mucho
por avanzar”, sobre todo en lo que al apoyo
de la televisión pública se refiere al deporte
de discapacitados y también en el reconocimiento a sus deportistas. “Es lamentable,
pero España está muy por detrás”, señala, al
tiempo que compara situaciones: en Grecia
o Francia, la recompensa a un medallista de
oro en los juegos olímpicos o en los paralímpicos tiene “exactamente el mismo importe
económico”.
Es precisame nte, este espíritu de lucha que
ha caracterizado su trayectoria el que le lleva
a pedir a los atletas más rebeldía. Sánchez
Guijo cree que uno de los mayores problemas
del deporte paralímpico es que “los atletas
reivindican muy poco”. Según recuerda, en los
primeros noventa, los deportistas “pelearon
mucho” por la integración. Sin embargo, pese
a los cambios vividos y al paso del tiempo, una
reivindicación sigue uniendo a los deportistas
discapacitados: “que se les reconozca como
deportistas”. Sánchez Guijo defiende que el
deporte paralímpico “es un deporte de elite,
de competición en una situación diferente,
pero no por ello deja de ser un deporte competitivo” y por eso los discapacitados “quieren
que se les vea como deportistas de alto nivel,
que es lo que la mayoría son”.
En su versión institucional, y a punto de cruzar el ecuador de su mandato, su principal línea de trabajo es dotar a Comité Paralímpico
Europeo de una infraestructura sólida. Así,
se ha sacado a concurso para toda Europa
la nueva sede del organismo y son varios los
países europeos que quieren acoger a la institución. Sin embargo, su gran reto y en el que
se meterá de lleno en la segunda etapa de su
mandato será poner en marcha los Juegos
Europeos de la Juventud, una cita que pretende convertir en escenario que garantice
la presencia de nuevos valores deportivos
europeos en futuros juegos paralímpicos.
Todo ello presidida por su propia visión del
trabajo que desempeña. Para él, “la cuestión
fundamental no está en adaptar el deporte
a las diferentes discapacidades ni la discapacidad al deporte sino en que cuando una
persona discapacitada quiera hacer algo disponga de las herramientas suficientes como
para garantizarle el desarrollo de una vida
plena en derechos”. En definitiva, acabar con
cualquier barrera.
Cándido
sociólogo y periodista Lorenzo Díaz, resume
la importancia de quien fuera el pionero del turismo en la ciudad del Acueducto, y el precursor de los cocineros mediáticos españoles.
Cándido López (Coca, 1903-Segovia, 1992)
consiguió hacer de un modesto mesón en el
que comían arrieros, tratantes y agricultores
participantes cada semana en el mercado
de la ciudad del Acueducto, en un lugar de
cita de embajadores, ministros, actrices y
toreros. Convirtió el buen trato a los clientes
en un espectáculo del que aún presumen
quienes le vieron convertir a la gastronomía
en ingrediente básico del turismo de empaque. “El gran mérito de Cándido es haber
transformado un simple horno de asar en
uno de los principales tesoros turísticos de
una ciudad”, señala Rafael Ansón, presidente
de honor de la Academia Internacional de la
Gastronomía.
De aquel mesón que adquirió en 1930, con
27 años, por 20.000 pesetas a pocos metros
del Acueducto, ha llegado su familia a abrir
un restaurante y un hotel; pero no en este
lugar, que se mantiene casi como un museo. Junto a él han surgido otros negocios
hosteleros; de él han salido cocineros que
han abierto prósperos restaurantes, y al otro
lado de la calle se ha construido el centro de
recepción de visitantes que no sólo contemplan el Acueducto con admiración, sino que
también se ilusionan y fotografían frente a la
fachada del viejo horno de asar.
Fue el caso de Ortega y Gasset, de los hermanos Machado, de Ramón Gómez de la Serna o
de Ramón Pérez de Ayala...
Cándido llegó a competir con el Generalísimo
Franco en cuanto a las apariciones del NODO. Y fue un adelantado a su tiempo porque
no disponía de medios de gran difusión para
promocionar su negocio. Pero incluso en las
facultades de Publicidad se pone a Cándido
como el ejemplo de un producto que no necesita hoy de anuncios.
Un escritor contemporáneo de Cándido, José
Antonio Flórez Valero, recuerda que voceaba
en persona a la clientela una deliciosa retahíla alimenticia integrada por merluza, cordero,
asado y tostón. Luego incorporó los judiones
de La Granja y el ponche segoviano. De estos
productos se ha conformado el mito culinario de la ciudad.
En una época en la que España avanzaba
hacia la modernidad, Cándido se vestía de
collares y ejercía como sumo sacerdote en
la ceremonia de partir del cochinillo con un
plato, un gesto que se ha generalizado y popularizado. Fue por tanto el primer cocinero
estrella o mediático que hoy han prosperado
gracias a la televisión. Cándido lo logró sin
esa oportunidad que da la pequeña, pero
irreverente pantalla.
Manuel Fraga Iribiarne, Lola Flores, El Cordobés, Toni Leblanc, Orson Welles, Gary Grant o
Henry Fonda son algunos de los personajes
que han colocado sus posaderas en las sillas
del mesón de Cándido, estampado su firma
en su libro, y dejado su rastro en la memoria
del segoviano más ilustre del pasado siglo,
pero también premios nóbel, jefes de estado, cantantes y personas de a pie.
Texto: Florentino Descalzo
Fotografía: Ángel Camarero
La familia real ha demostrado en varias ocasiones su devoción por Cándido. Además,
literatos y pensadores también se sentaron
con entusiasmo en las mesas de Cándido.
La incidencia de Cándido en la economía de
Segovia supera, de lejos, la de todos los fondos
de cohesión europeos. Con esta afirmación el
El inventor del turismo
15
Pero Cándido López también fue un hombre
de gran corazón y eso le valió para ganarse
muchos amigos. Su nieto, Cándido López
Cuerdo recuerda que fue amable y agradecido con los pobres que acudían al mesón para
hacerse con algo que llevarse a la boca.
Enseñó su profesión a muchos y hoy son más
de 30 los grandes restaurantes de Segovia
que tienen la gastronomía típica por bandera.
Todos ellos pasaron por los cándidos fogones.
Antonio Estéban
Texto: Lucía Sánchez
Fotografía: A. Castaño
Tres generaciones de restauradores. Junto al busto de Cándido, posan su hijo Alberto y su nieto Cándido.
Cándido López supo ver el negocio pero también el arte. Los muros del establecimiento
lucen algunas pinturas de Lope Tablada, que
permutó su trabajo con las viandas; una realidad que hoy, décadas después se cuenta
como anécdota, pero que entonces se estableció como un acertado convenio por ambas partes.
16
El mesonero llegó a hacerse amigo personal
de Dalí, con el que comparte una fotografía
que demuestra la similitud de personalidades. Pero también protagonizó anécdotas
–que se cuentan por cientos entre los segovianos que le conocieron- con Pío Baroja
o con el vicepresidente de los Estados Unidos, Nelson Aldrich Rockefeller, quien llegó
acompañado de su esposa y pidió pollo para
comer, aunque en el restaurante sólo había
pollos de perdiz entre los suculentos menús
que el segoviano había preparado. Al término
de la comida, la esposa le dijo a Cándido que
no había comido un pollo como aquel en su
vida. “Ni le volverá usted a comer”, le respondió con la ironía que le caracterizaba.
“Ves esas plantas de ahí, pues algún día yo
las convertiré en duros”. Antonio Estéban
Villalobos, presidente de Soria Natural, tenía
muy claro desde niño que era posible que
ese manantial de sabiduría que había mamado desde la cuna de sus abuelos sobre las
plantas medicinales fuera rentable. Tal era la
ilusión que brotaba de sus ojos y el convencimiento de sus palabras que Aniceto, quizá
el mejor amigo de su niñez, le auguraba durante sus paseos por el enigmático valla soriano de Sarabe que acabaría siendo un gran
empresario.
El periplo vital de Antonio Estéban es el que
se necesita para cerrar el círculo humano
que se inicia en su infancia en la casa de Alsasua rodeado de los conocimientos que su
abuelo y su padre poseían de las plantas medicinales y que convertían aquella vivienda
en una especie de centro de peregrinación
de los vecinos para curar sus más diversas
dolencias y culmina situando su empresa,
Soria Natural, en el liderazgo del sector de
la fitoterapia en España, tras un periplo vital
por los más diversos sectores.
17
Las plantas convertidas en duros
Antonio Esteban, es el mayor de siete hermanos. Nació en la localidad pacense de Talavera la Real (Badajoz), aunque pronto sus
padres emigraron a Alsasua, en pleno corazón euskaldún de Navarra. “Quise comprobar
eso que decían mis vecinos, de que los vascos eran distintos al resto de los españoles,
yo viví esa sociedad, y por eso fui de bote en
bote por toda España”, ironiza.
Estudió peritaje industrial, hizo la mili y empezó una carrera laboral que le llevó a trabajar como mecánico de mantenimiento o
vendedor de máquinas y herramientas hasta
que decidió montar su primera empresa –un
taller de maquinaria para panaderías- que
fracasó. Vuelta a empezar: otra vez a trabajar para diversas empresas que le llevaría
de nuevo por media España hasta recalar
en Garray en 1978. Diez años sirvieron para
volver a sentir el aliento del fracaso en su
nuca. En 1988, la fábrica Trasmisiones Garray fue a la quiebra y Antonio Estaban tenía,
otra vez, que empezar de cero. El desánimo
no parece ser concepto que case bien con la
personalidad de este empresario y, de las
cenizas del cierre, decidió constituir Soria
Natural, hoy casi 20 años después, empresa
líder en el sector de la fitoterapia en España.
“La gente de Soria decía, mira el loco de las
plantas –recuerda- y, sin embargo, siempre
tuve el apoyo de los sorianos. Me ayudaban
a recolectar las plantas, siempre estuvieron
dispuestos a echarme una mano, por eso,
si a alguien tengo que agradecer algo es a la
sociedad soriana que creyó en mi proyecto y
fueron generosos”, afirma.
Estos duros comienzos han creado una relación muy especial entre su tierra de adop18
ción y esta especie de ‘buscavidas’ moderno
hasta el punto que, de alguna manera, le ha
hecho asentar la cabeza. “No me marcharía
de Soria por nada del mundo a pesar de sus
limitaciones”, sostiene para señalar las dificultades que conlleva llevar una empresa
de más de 400 empleados en un pueblo soriano. “El mercado laboral es complejo por la
falta de mano de obra y porque se requiere,
además, personal cualificado”, explica este
empresario que quiere no resignarse a no
pelear: “Un día le hice una huelga de hambre de 31 días al alcalde de Garray porque
no me dejaba ampliar la fábrica”, recuerda
y, a la vez, parece advertir: “Tenemos mucho
que llorar por las dichosas infraestructuras”,
apostilla.
Sin duda, el suyo ha sido un periplo esforzado en el que no ha quedado hueco para el
pesimismo y no se cansa de pedir a los jóvenes sorianos cariño hacia su tierra y esfuerzo para sus proyectos. Es una filosofía, la del
trabajo que ha inculcado también a sus hijos,
junto con el amor a las plantas, “Cuando yo
falte, espero que cojan mi relevo porque ellos
creen en esto tanto como yo”, augura.
Aquel sueño desesperado de un hombre
a las puertas del paro es hoy una empresa
con una plantilla de 430 personas, con dos
fábricas, una en Garray y otra en México; que
tiene a su disposición 170 hectáreas de terreno, con 110 calificadas ya como cultivos
ecológicos y una facturación que supera los
35 millones de euros. Es además, un proyecto profundamente arraigado en lo local,
pero que mira al mundo sin complejos, con
24 distribuidores en todo el mundo y cuatro
filiales en México, Estados Unidos, Alemania
y Portugal. A punto de cumplir los 64 años,
Antonio Esteban, no quiere hablar de jubilación. Estarse quieto no entra en sus planes y
el futuro... no está escrito.
La generación
del rombo
Texto: María Martín
Fotografía: Leticia Pérez
A principios de los años cincuenta del pasado siglo, los rumores de que en Valladolid se
podría instalar una fábrica de automóviles
corrieron como la pólvora entre unos ciudadanos atónitos que no daban ningún crédito
a la viabilidad de la nueva empresa. Frente
a otras comunidades más industrializadas,
como el País Vasco o Cataluña, Castilla y León
aún vivía más orientada a la agricultura que
a cualquier otro negocio. En concreto, en la
Valladolid de entonces, una ciudad pequeña
-de apenas 130.000 habitantes-, provinciana, burguesa y universitaria, el único signo
de industrialización lo ponían los Talleres del
Norte de Renfe, donde se reparaban locomotoras y vagones de ferrocarril y cuya plantilla
llegó a alcanzar los tres mil empleados.
Por eso, cuando a finales de 1951 se puso en
marcha Fábrica de Automóviles S.A. (FASA),
en algunos corrillos de la ciudad se empezó
a llamar “la Farsa, en lugar de la Fasa, porque
pensaban que se iba a dar un coscorrón...
Cosa que afortunadamente no sucedió”, recuerda Carlos Devesa Gil, empleado número
61, ingeniero técnico industrial y uno de los
primeros directivos de la factoría.
Lo mismo pensó la madre de Carmina Molina,
cuando el 23 de febrero de 1953, vio cómo
su hija, con 27 años, decidió dejar la doble
La ‘generación del rombo’ posa con el mítico 4-4, el primer coche que se fabricó en Valladolid.
ocupación que mantenía en la Jefatura de
Intendencia y en una imprenta –con un único
sueldo entonces no llegaba a fin de mes- para
empezar a trabajar en FASA como contable.
“Mi madre puso el grito en el cielo. Me decía:
¡Cómo vas a dejar dos trabajos fijos para irte
a una fábrica de coches!”, recuerda Carmina.
Tampoco lo vio claro en un principio Eduardo
de la Fuente, que entró como botones en la
nueva factoría, con el número 4, cuando aún
no había cumplido la mayoría de edad. Por
entonces, admite, “la gente era muy reacia
y todos lo veíamos un poco difícil”. Sin embargo, “con mucho tesón y afán de superar
muchas dificultades”, se logró levantar una
empresa que supuso una auténtica revolución industrial para Valladolid y para toda
Castilla y León.
Años antes, FASA ya había nacido en la mente de Manuel Jiménez-Alfaro y Alaminos,
teniente coronel del Ejército y apasionado
del mundo del automóvil, hasta el punto de
obsesionarse con la implantación de una
fábrica en Valladolid, ciudad a la que le ligaban motivos familiares y también algunas
amistades, entre ellas la del entonces alcalde, José González Regueral, quien puso a
disposición de Jiménez-Alfaro unos terrenos
en el Paseo Arco de Ladrillo, cuyo propietario
quería vender.
Antes de eso, recuerda su sobrina nieta, Carmen Rodríguez Jiménez-Alfaro, dedicó “más
de 20 años de su vida a poner en marcha
este proyecto”. Tras la Guerra Civil, viajó por
Europa en busca de algún fabricante de automóviles que quisiera implantarse en España,
19
mercio, y se alargó hasta pasadas las doce
de la noche, puesto que cuando JiménezAlfaro consiguió el sí de otros cinco socios
capitalistas ya era 29 de diciembre, según
aparece en la escritura de constitución de
FASA. Junto al fundador y Santiago López,
que ocuparía el cargo de secretario del Consejo de Administración, se embarcaron en
el proyecto dos abogados, Francisco Mateo
Martínez y José Luis Gutiérrez Semprún, y
dos industriales, Eduardo Fernández Araos y
Eusebio Caro Rodríguez.
hasta que “dio con un francés que escuchó
la idea de mi tío y quiso que trajeran el 4-4 a
España, pero Francia no quería ninguna relación con España por la dictadura, de modo
que todos los documentos fueron firmados
por mi tío a título personal”, explica Carmen.
De este modo, el contrato de fabricación del
Renault 4CV en España se firmó el 12 de febrero de 1951, pero aún quedaba lo más difícil: lograr la aprobación de Franco a través
del Instituto Nacional de Industria (INI), que
controlaba la Seat en sus inicios, compañía
para la que Renault aparecía como una fuerte
competidora. Sin embargo, Franco se mostró
finalmente partidario de la iniciativa privada,
según ha trascendido de la reunión en la que
dio su visto bueno al proyecto, que quedó pu-
20
blicado en el Boletín Oficial del Estado del 19
de octubre de 1951. Eso sí, con unas condiciones muy duras que debían cumplir en tres
meses, entre ellas la de crear la empresa con
un mínimo de 5 millones de pesetas.
Así pues, con el tiempo en contra pero con su
sueño más cerca de hacerse realidad de lo
que nunca había estado antes, Jiménez-Alfaro contactó, a través del alcalde de Valladolid,
con Alfonso Sánchez Huertas, quien encargó
a su apoderado, Santiago López González,
que reuniera a un grupo de capitalistas vallisoletanos para aportar los cinco millones de
pesetas requeridos para dar el pistoletazo de
salida a la factoría.
El fructífero encuentro se produjo el 28 de
diciembre, en la sede de la Cámara de Co-
Cada uno de los seis fundadores compró 50
acciones de 1.000 pesetas, logrando una
aportación inicial de 300.000 pesetas que
debían completar en 15 días hasta alcanzar
los cinco millones exigidos. Así se logró el 12
de enero de 1952, gracias a un número indeterminado de accionistas, en su mayoría
vallisoletanos, quedando formado el primer
Consejo de Administración, presidido por
Nicolás Franco y con Manuel Jiménez-Alfaro
como primer consejero director gerente. Cinco meses después se hizo efectiva la ampliación de capital a 60 millones de pesetas (con
únicamente un millón de capital francés) y
seguidamente se presenta el primer permiso
de importación para 400 coches.
La meta de Jiménez-Alfaro era construir un
coche y una fábrica totalmente española. Sin
embargo, “al principio, los coches sólo tenían
de Valladolid el aire de las ruedas, pero el Gobierno nos obligó a nacionalizar el vehículo
y ha hacer el 80 por ciento de las piezas en
España”, recuerdaba Santiago López.
Gracias a la importación del proceso de fabricación de Renault en Francia, los primeros
vehículos salieron de la factoría vallisoletana
en año y medio, después de que se situaran
las instalaciones necesarias para el proceso
de chapa, pintura y montaje entre el Paseo
del Arco de Ladrillo y la estación de Ariza,
en lo que fue Montaje-1, hoy desaparecido.
Allí trabajó los primeros años Carlos Devesa
Gil, responsable del control de calidad en la
recepción de piezas, pese a que, según recuerda, “no teníamos nada que sirviera para
comprobar las piezas”.
“En esta época todo se reparaba, no había
repuestos, por lo que existían muy buenos
chapistas, soldadores, tapiceros, mecánicos... Todas esas pequeñas empresas se
fueron absorbiendo por FASA”, explica Carlos.
De este modo, la nueva fábrica se nutría de
los profesionales de Valladolid, tanto de estas pequeñas empresas de servicios como
de la principal industria, Talleres del Norte,
muchos de cuyos trabajadores pasaron a
formar parte de la plantilla de la fábrica de
automóviles. “Empezó a extenderse el deseo
de trabajar en FASA porque se ganaba bastante más que en cualquier otra empresa”,
puntualiza el que fuera director de Montaje-1
y Montaje-2.
Esta situación empeoró el ambiente inicial
que se respiraba entre la primera plantilla
de la factoría: “Escuchabas en el mercado: “A
mí ponme el mejor pescado que mi marido
trabaja en FASA”, critica Carmina. Y es que,
muy lejos de las envidias que surgieron en
la ciudad, al principio todos eran “como una
gran familia”, aseguran Carlos, Carmina y
Eduardo. Todos ellos recuerdan con especial
cariño el día 18 de abril de 1953, cuando el
primer 4-4 salió de la fábrica para presentarse frente al Ayuntamiento. Ese día fue un
acontecimiento extraordinario para los trabajadores, que brindaron con cava “y por los
25”, señala Devesa, ya que en aquellos primeros tiempos el gran reto era poder fabricar
25 coches diarios. Una cifra minúscula si se
compara con los 1.350 al día que llegaron a
producirse como máximo histórico de la factoría de Carrocería y Montaje, con el inicio del
Renault Modus.
Aquel brindis quedó acuñado entonces como
símbolo del sentimiento de orgullo y de la cohesión de los primeros trabajadores, verdaderos pioneros y artífices del espectacular
despegue que desarrolló esta industria en
los años posteriores. De las primeras imágenes que ofreció la nueva fábrica a la ciudad
de Valladolid queda en el recuerdo de muchos el desfile de los once Renault 4CV que
se expusieron frente al edificio de Caballería,
en la Plaza de Zorrilla. Según recuerdan los
protagonistas, hubo serios problemas para
encontrar a once personas que pudieran
conducir los coches, ya que entonces no
eran muchos los que tenían carné y menos
aún los que poseían vehículo propio.
También fue difícil localizar a once muchachas trabajadoras para que posaran en cada
uno de los flamantes 4-4, porque si la cifra de
empleo femenino hoy es baja, entonces era
casi inexistente. Entre aquellas once estaba
Carmina Molina, una de las primeras mujeres
que logró superar obstáculos y estereotipos
y alcanzar el puesto de jefe administrativo
de segunda. “A primera no llegué por ser mujer”, sentencia.
Carmina entró en el año 1953 en la Delegación Administrativa, donde se elaboraba toda
la documentación de los vehículos y otras
gestiones, hasta que todo esto se mecanizó
y se centralizó en Madrid. Ella no quería dejar
Valladolid y finalmente le encontraron sitio
en su ciudad natal, después de haber demostrado una sobrada experiencia y fidelidad a la
empresa. “Recibí todos los premios que daban, de puntualidad, de limpieza, de asisten-
cia”, rememora con orgullo. “Daban uno cada
año y eran como 1.000 pesetas de extra”.
Eduardo de la Fuente, por su parte, fue el
cuarto empleado de FASA, el botones. “El número 1 fue Antonio Contreras, el cajero, aunque por entonces no había mucho dinero que
guardar”, recuerda divertido. En cuanto cumplió la mayoría de edad, pasó a la oficina de
proyectos como aprendiz y posteriormente
se formó en la Escuela de Delineantes. “Toda
mi vida laboral he estado en FASA, hasta el
93, cuando me prejubilé”.
Entre sus recuerdos, predominan los buenos, pese a las penurias de los primeros
años, “con cortes de luz y escasez de todo”
y a los tumultuosos momentos de los años
70, con los movimientos huelguistas tras la
apertura de Montaje-2, derivados de la crisis
del petróleo y el proceso de transición política que vivía el país. Pero sin duda, la página
más negra de la historia de FASA, que recuerdan con tristeza estos tres compañeros de
tantos años de trabajo, es el incendio del 30
de octubre de 1974, que calcinó 10.000 metros cuadrados de la sección de Guarniciones
de la recién estrenada nave de Montaje-2 y
acabó con la vida de diez personas y causó
heridas a 31.
Carlos Devesa era por entonces el director
de la fábrica y recibió la fatal noticia poco
después de declarase el fuego, minutos
antes de las seis de la mañana. “Estaban a
punto de entrar los 1.400 trabajadores del
turno de las seis”, explica, con el peso que
producen en el habla los malos recuerdos.
Ese margen de tiempo es lo que evitó que
en lugar de diez fueran muchos más los
muertos de esta terrible tragedia, que costó
la vida a nueve trabajadoras del servicio de
limpieza y del encargado de pintura, ya que
21
por entonces en Montaje-2 era donde se pintaban los vehículos.
empuje, ya que a pesar de las necesidades
económicas la matriculó en la Universidad
de Valladolid. “Yo quería hacer una oposición a Hacienda, que era más seguro, pero
mi madre me matriculó sin que yo lo supiera, y en Ciencias, porque pensó que no había
que estudiar”. Se ríe Milagros recordando “lo
que se pensaba entonces”.
“Fue uno de los peores días de mi vida”, reconoce Carlos, mientras añade que nunca se
supo realmente si fue un accidente o alguien
lo provocó. “La reacción de la gente fue maravillosa. Como la fábrica quedó inutilizable,
enseguida se estableció un turno de noche
en Montaje-1 para pintar y que la cadena no
se rompiera”.
Al terminar el fugaz reencuentro de Carlos,
Carmina y Eduardo, con motivo de este reportaje, prometen llamarse, mantener el contacto, verse más a menudo, porque todavía
tienen muchos recuerdos que compartir. En
su paseo por las actuales instalaciones de
Renault España, la nostalgia les sobreviene,
inevitable, y regresan atropellados muchos
años de anécdotas y vivencias. Entonces,
alguien les agradece su trabajo: “Si no fuera
por lo que ustedes hicieron entonces, ninguno de nosotros estaríamos hoy aquí”. Y sonríen, orgullosos de haber sido juez y parte
de una aventura industrial que encaminó a
Valladolid de la mano hacia el futuro.
Milagros Pérez
Texto: Carolina Martínez Palancar
Fotografía: Juan Lázaro
81 años, y ya van para 17 los que María
del Milagro Pérez García se ve jubilada “por
obligación”. Pero, como ha sucedido en cada
tarea que se ha impuesto en la vida, las ganas no faltan, el tesón y la fuerza de voluntad tampoco. La que fuera la primera mujer
doctorada por la Universidad de Valladolid, y
nada menos que en algo tan poco femenino
entonces como la Química, pasa sus horas
22
Siempre fue una alumna de matrícula. “Y tenía que ser así, porque yo estudié con becas,
de lo contrario no hubiera podido”, recuerda.
Las clases de la facultad de Química, “ellos
sentados en un lado y nosotras en el otro”, tenían que compaginarse con su trabajo como
profesora en ‘Las Francesas’ de Valladolid,
donde ella había estudiado el Bachillerato.
En la facultad de Ciencias conoció a Isabel
Lera, ‘Isabelita’, con la que escribió un manual de Física y Química para Tercero de Bachillerato Laboral, que fue editado en 1959,
tres años después de su doctorado. Y ese
libro, recuerda Milagros, fue el que la permitió dar la entrada del piso en que el que hoy
todavía reside en la capital madrileña.
Investigadora a pesar de todos
pintando, aprendiendo a manejar Internet y
pegada a la actualidad de la investigación, a
la que ha dedicado su vida.
maternidad sobre todo, y lo que era trabajar
de ocho de la mañana a nueve de la noche,
“más que muchos de mis compañeros”.
A María del Milagro le ha ido bien pero a fuerza de empuje y de competir en un mundo de
hombres, en el que el ascenso estaba reservado para los que “sostenían a la esposa y a
los hijos”. Ella, una de las primeras mujeres
que entró por oposición en la antigua Junta
de Energía Nuclear, no ha disfrutado de reconocimientos, ni de sueldo ni de palabra,
pero sí ha sabido lo que era renunciar, a la
La pequeña de seis hermanos, Milagros perdió a su padre en la Guerra Civil, cuando sólo
tenía diez años. “Mi padre se llevó la llave
de la despensa”, asegura, recordando las
estrecheces que pasó la familia. Su madre,
una mujer emprendedora por necesidad,
tuvo que salir adelante sola, y si su hija pequeña se convirtió en una de las primeras
investigadoras de España fue gracias a su
En el año 1957 fue cuando entró en la Junta
de Energía Nuclear. “No admitían mujeres
pero los mejores diez expedientes eran de
mujeres, así que tuvieron que dejarnos”,
rememora. Trabajando lo mismo o incluso
más, Milagros fue viendo como sus compañeros ascendían y ella quedaba relegada,
hasta el año 1973, cuando ganó por oposición una plaza superior, de investigador, de
lo contrario nunca lo hubiera conseguido.
“Colaboradoras o investigadoras sólo éramos diez, secretarias sí había”, recuerda
con sorna la investigadora.
El panorama de la investigación era entonces “desolador”. “Cuando entré a crear el
laboratorio de gases me encontré una ha-
bitación inmensa y una caja de embalaje, y
me dijeron ‘aquí tiene un aparato para gases
ocluidos en metales’, y era un aparato endiablado, estuve con diarrea un mes; tenía que
manejar 26 litros de mercurio y aquello de
vez en cuando explotaba y los del laboratorio
se iban corriendo”. Todavía la sociedad tiene
una deuda con esta mujer, que sola creó un
laboratorio que “no había en ninguna parte”.
“No había ni libros siquiera”, añade. “Si yo
tengo padre, yo dejo la Junta Nuclear y me
marcho a casa, fíjate lo mal que lo pasaría
entonces”, recuerda.
Pero eso terminó y en 1969 Milagros pudo
pasar seis meses investigando en Alemania,
con una beca del Organismo Internacional de
Energía Atómica. Allí logró aprender alemán
a fuerza de voluntad, como todo. “Yo cuando
empiezo una cosa la termino”, asegura esta
octogenaria más decidida que muchos veinteañeros. Le ofrecieron quedarse para seguir
trabajando allí, y a pesar de que los medios
“no tenían nada que ver con los españoles,
eso era otra cosa”, Milagros decidió volverse, y cuanto antes. Los 47 kilos en los que
se quedó, por la comida alemana y porque
nunca ha sido agradecida en la mesa, y que
“anochecía a las tres y media”, la resolvieron
a regresar a Madrid a pesar de todo.
“Todos los hombres se volvían al mes con
una depresión de caballo; yo la depresión no
la cogí entonces, la tengo ahora porque no
trabajo”. Sin querer, algunas de las frases de
Milagros suenan hoy de máxima actualidad,
como “el ser becaria toda la vida te pone en
tensión nerviosa, hoy es el día que tampoco
como, que me gustaría que hubiese una pastilla” o “Alemania estaba maravillosamente
bien para trabajar, ahora para vivir… eso era
muy triste”. Al francés de toda la vida, Milagros sumó entonces el alemán, y también
el inglés, pero este último sólo para leer las
publicaciones científicas.
¿Cree que ha renunciado a algo por desarrollar su carrera profesional? Y la respuesta
sale con toda la fuerza: “¡Hombre pues sí, a
tener hijos, que es la asignatura que deben
de tener todas las mujeres”. “Menos mal que
tengo un sobrino que ha estado conmigo 19
años, que es mi segundo hechura”, asegura.
Su sobrino es quien enseña a Milagros a manejar Internet, a mandar correos, a consultar
el diccionario de la Real Academia de la Lengua, a revisar sus documentos… En la terraza, mientras, esperan sus pinturas, a las que
pone igual dedicación que a todo en su vida.
“No sabe hacer las cosas a medias”, comenta
por lo bajo su hermana mayor.
Grupo Riofrío
Texto: Juanma de Saa
Fotografía: José Luis Leal
Desde lejos, el sordo rumor de la maquinaria
precede a la imponente vista que presenta
la explotación pizarrera en Riofrío de Aliste.
Desde el fondo de la cantera, las paredes recortadas en zigzag con la ayuda del hilo de
diamante ofrecen un aspecto casi irreal de
muros negros brillantes y grises, materia
prima, que ha servido para cubrir los tejados
en viviendas de medio mundo y como una
candela que permite alumbrar la esperanza
del desarrollo de una comarca –Aliste- castigada por la despoblación y pesimista ante
su propio futuro.
En medio del fragor, un rugido se acerca con
furia. Se trata de un ‘dumper’, enorme camión de carga que forma parte del decorado
de cualquier explotación de este tipo. Para
no llevar tan siquiera un embrague, cuesta la
23
friolera de 110.000 euros pero, eso sí, cuenta con una flamante servotransmisión como
parte del espectacular diseño pensado para
cargar hasta 110 toneladas de cualquier material, en este caso, de pizarra. El escenario
irreal queda reforzado con la aparición de
otros peculiares personajes como las ‘ocas’,
palas de gran potencia con martillo neumático incorporado encargadas de proporcionar
a los ‘rachones’ de pizarra, una forma de paralelogramo que resulte más uniforme y manejable a la hora de convertir el material en
pequeñas lajas idénticas, con medidas específicas, según la demanda de cada mercado.
Grupo Riofrío decide tomar posiciones en el
mercado de la pizarra en 1991 con la planta
de Riofrío de Aliste y, desde entonces, no ha
parado de crecer, extendiéndose por Castilla
y León -donde cuenta con cuatro explotaciones en la comarca del Bierzo y en la zona
de la Cabrera- y Galicia. En Riofrío de Aliste,
localidad tan asociada con la pizarra como
Sudáfrica con los diamantes, el grupo da
trabajo a cerca de 200 personas, cifra que
asciende a 450 en el ámbito regional y a 700
entre todas las explotaciones. “Hemos contribuido a fijar población en la comarca, con
trabajos directos e indirectos y, siempre que
ha sido posible, con gente de la zona, aunque
hay trabajadores de muchos otros lugares”,
comenta Plácido Carrera, director general de
Grupo Riofrío.
Plácido Carrera no es un recién llegado al
sector pizarrero, como demuestra el hecho
de haber sido durante 17 años director general e integrante del consejo de administración de una empresa ubicada en Galicia,
antes de decidirse a emprender la aventura
desde el corazón de la comarca zamorana de
Aliste. “Los pizarristas llevamos muy dentro
nuestro trabajo y procuramos conocer todos
24
Diamantes en Aliste
los lugares que podemos donde hay pizarra.
Vi muestras de pizarra por aquí en una visita
y me contaron que había una pequeña explotación a punto de cerrar”, explica. Ése fue el
germen de un grupo que, sólo en los últimos
cinco años, ha experimentado un crecimiento insólito, convertido
en impresionante en el
pasado ejercicio, cuando
las cifras se duplicaron
respecto al año anterior.
final de 2007, con una facturación que superará los 65 millones de euros.
Grupo Riofrío exporta de forma mayoritaria a
Francia, Alemania, Reino Unido, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Estados Unidos o Japón.
La importancia que ha
alcanzado Grupo Riofrío, consolidado como
uno de los más importantes en el panorama
nacional de la pizarra, y
la riqueza que ha contribuido a crear desde su
puesta en marcha no ha
pasado desapercibida
a las distintas administraciones aunque
“tienen un asunto pendiente con Riofrío de
Aliste y con nosotros en el apartado de las
comunicaciones por carretera”, según recuerda Plácido Carrera.
“Hay pizarra de Aliste por todo el mundo y,
como lleva nuestro nombre y el logotipo, creo
que ya se conoce en todo el mundo la comarca y Riofrío en particular”, afirma Carrera.
Desde Riofrío de Aliste salen cada mes media
docena de camiones de gran tonelaje cargados de pizarra o, lo que es lo mismo, 5.000
metros cuadrados diarios de lajas, lo que daría para cubrir los tejados de toda una urbanización, y no pequeña, precisamente. “del
grupo salen unos 35 tráilers diarios en total,
lo que da una idea del nivel de producción
global”, apunta el director general. En 2006,
Grupo Riofrío produjo más de 65.000 toneladas de pizarra, como producto final vendido,
y se espera alcanzar las 90.000 toneladas al
Desde los inicios en los que se marcó una
tendencia empresarial en este sector, pionero por lo que se refiere a esta parte de
Castilla y León, el futuro parece mostrar su
mejor cara ya que, mientras en otros campos
existe el riesgo manifiesto de que la materia
prima se acabe, la madre naturaleza ha sido
muy generosa en Riofrío de Aliste, permitiendo que los tataranietos de Cándido Carrera
puedan seguir extrayendo rachones dentro
de un siglo, si así lo desean. “Los estudios
geológicos que manejamos sobre el terreno
indican que, al ritmo actual de extracción, las
reservas fijas darían para 250 años. Luego
ya sería otra cosa saber si, con el tiempo, la
profundidad alcanzada haría o no rentable la
explotación”, explica.
En cualquier caso, tras catorce años de actividad, las perspectivas a medio plazo pretenden consolidar el grupo de forma definitiva.
“En los últimos años el crecimiento ha sido
espectacular y, en concreto, en 2006, se ha
duplicado la producción y el potencial. Hemos adquirido otro grupo de empresas del
sector y esperamos asentarnos del todo en
el mercado y seguir creciendo hasta donde
podamos”.
Además de hacer su decidida aportación
al desarrollo económico de la comarca de
Aliste y a fijar población, la empresa se ha
ido adaptando a las exigencias de las principales directivas europeas en calidad y
prevención de riesgos. De esta forma, Grupo
Riofrío posee las homologaciones ISO 9000 e
ISO 14000 y es la primera y única empresa
española del sector pizarrero que cuenta con
la homologación en prevención de riesgos
laborales OSHA 18001.
Por otra parte, la preocupación por el medio
ambiente y el desarrollo sostenible, ha llevado a la firma a reducir a la mínima expresión
el impacto de su actividad sobre el entorno
natural. “Aquí no se ven escombreras. Llevamos la restauración prácticamente al día
porque donde depositamos los escombros
vamos vertiendo por bancales, echamos
tierra y sembramos nueva vegetación para
que salga con rapidez. La legislación es concreta en este sentido pero lo suficientemente flexible para permitir que la industria sea
compatible con el medio ambiente”, comenta
Carrera.
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¿En qué momento se encuentran sus investigaciones para lograr una vacuna definitiva
contra la malaria?
La primera vacuna que nosotros desarrollamos hace 20 años presentó una eficacia del
35 por ciento. Desde esa época nos hemos
dedicado a buscar qué era lo que nos hacía
falta. Se encontró que el parásito utiliza cerca
de 60 proteínas para invadir los glóbulos rojos y nos dedicamos a ello. Luego nos fuimos
al Amazonas a vacunar monos, que tienen
un sistema de defensa prácticamente igual
al de los humanos, razón por la cual los resultados que podemos obtener de ellos son
prácticamente extrapolables al ser humano.
“Pude pecar de Quijote o de tonto,
pero no me arrepiento: doné la
vacuna a la OMS con la mejor
voluntad y no se hizo nada con ella”
TexTo: elena Fernández
FoTograFía: Peio garcía
El investigador colombiano Manuel Elkin Patarroyo (1946), inventor de la primera vacuna sintética para prevenir la malaria,
visitó Castilla y León para dar a conocer los avances en un trabajo que, a principios de 2009 espera culminar con la presentación de un preparado que alcance una eficacia de un 90 por
ciento en la lucha contra esa enfermedad. Ajeno a las críticas
que, asegura le han acompañado desde pequeño, se mantiene
firme en su propósito de culminar un camino que recorre, en
compañía de su familia y su equipo de trabajo, con el objetivo
inalterable de resolver problemas y enfermedades.
26
Se ha atrevido a lanzar el compromiso de entregar una vacuna contra la malaria eficaz
al 90 % en el año 2008. ¿Qué camino lleva el
cumplimiento de un anuncio tan rotundo?
Sí, sí, nosotros estamos comprometidos absolutamente y, entre 2008 y principios de
2009, estaremos entregando una vacuna
ya funcionando en los humanos. Estamos
acelerados enormemente, porque demorarnos significan vidas, significa enfermedad y
problemas para la humanidad.
Cuando consiga la nueva vacuna, ¿qué va a
hacer con ella? ¿La donará a la OMS como
hizo con la anterior?
En esta oportunidad no. No me arrepiento de
lo hecho, pude haber pecado un poco de Quijote, de idealista y de tonto tal vez. Lo hice
con la mejor buena voluntad pero no se hizo
nada con ella con el pretexto de que la eficacia era sólo del 35 por ciento y por razones
que no quiero citar, pero que involucraron
entre otras cosas muchos intereses económicos. Esta vez queremos crear una especie
de consorcio de los países para que se pueda
Manuel Patarroyo
El investigador colombiano
descubrió una vacuna contra la
malaria, se la cedió a la OMS y
no se aplicó. Ahora, revela que
en 2009 tendrá listo un nuevo
preparado, pero esta vez ha
ideado un sistema para que llegue
a los países en desarrollo
producir y distribuir a precio de coste. Si no
se me hubiera ocurrido esa idea quijotesca
de donarla a la humanidad a través de la Organización Mundial de la Salud, mucha gente
ya estaría vacunada.
No sólo la malaria ocupa su tiempo, sus
esfuerzos y los de su equipo. Cuéntenos en
qué más trabajan en la actualidad.
Nosotros tenemos la idea fundamental de
encontrar una metodología lógica, racional,
a ser posible matemática, para diseñar las
vacunas y de esta manera hacer la síntesis
química de las mismas. Tenemos como prototipo, y como enfermedad modélica la malaria, pero estamos también muy dedicados
a la tuberculosis, al cáncer de cuello uterino
y al método diagnóstico temprano.
Usted se ha referido a las multinacionales
farmacéuticas respecto a investigaciones
que podrían avanzar y que no lo hacen por
intereses económicos. ¿Vislumbra algún
cambio en ese panorama?
Respecto a sus actitudes, allá ellos con su
conciencia. Lo que es cierto es que nosotros vamos por otro camino, por un camino
que impone la solidaridad con respecto a
los individuos independientemente de su
posición económica –que limita mucho el
acceso a los fármacos y vacunas–, política,
social o lingüística.
Está especializado en enfermedades tropicales, que afectan fundamentalmente a la
población más desfavorecida. En España
vivimos con intensidad el fenómeno de la
inmigración. ¿Cómo ve en este terreno el
papel de los países ricos?
El mundo va a tener que mirar mucho más
a los países en vías de desarrollo. Si no, se
les vuelve un boomerang. Lo que toca es
atacar y resolver el problema in situ. Que las
personas tengan mejores posibilidades y
condiciones de vida en sus propios países de
origen, para que no estén anhelando irse a
otros lugares donde les toca una vida menos
dura pero de todas formas dura, puesto que
siempre son extranjeros en una tierra que no
es la propia.
En alguna ocasión ha lamentado la poca implicación de los políticos en la investigación
científica. ¿A qué atribuye esa desidia?
Los científicos no nos preocupamos por ellos
en esencia y los políticos tampoco se preocupan mucho por la ciencia. Lo que falta es una
interlocución legítima. Sistemáticamente, yo
he insistido en que se debe desarrollar enormemente la ciencia. A la velocidad que está
yendo el conocimiento científico hoy en día,
las grandes empresas necesitan que les hagan la traducción de ese conocimiento científico. En Estados Unidos más del 50 % de las
empresas tienen doctores en física, química,
matemáticas, etcétera, que ayudan a la ge-
rencia a tomar las decisiones apropiadas. Lo
mismo debe suceder acá con los políticos,
debería haber gente que les ayudara, como
acontece allí.
¿Qué puesto ocupa España en el escalafón mundial en materia de investigación
científica?
Para mí ha sido una sorpresa positiva enormemente grande ver el desarrollo científico y
tecnológico que ha tenido en los últimos 20
o 25 años, que ha sido espectacular. No está
como decimos coloquialmente para llegar a
Marte en el primer tortazo, pero sí hay ya una
buena serie de investigadores científicos de
primerísimo nivel y unos grupos muy sólidos
bien consolidados en el ranking de los principales países europeos.
¿Las dificultades vividas en alguna etapa de
su vida han hecho que se planteara reorientar su carrera o abandonar la línea altruista
que le define?
Estoy acostumbrado a las críticas desde chico. Fui muy buen estudiante desde Primaria y
generas envidias y maledicencias, y me acostumbré a que pueda haber cuestionamiento
por cualquier causa. Procuro no ponerle cuidado, pero también aprendí que los amigos
lo escogen a uno pero uno escoge a sus enemigos. Yo no tengo ninguno, no me interesa.
Nunca nada ha hecho que me cuestione el
proyecto de vida que llevamos acá, en el cual
lo que queremos es resolver los problemas
por el bienestar de la humanidad. El leit motiv,
nuestro razón de vivir de nosotros.
¿Se siente suficientemente valorado por la
comunidad científica en particular y por la
sociedad en general?
El cariño, el reconocimiento y el afecto de
todas partes del mundo es algo de lo que
27
me siento muy honrado; es un honor y sólo
tengo gratitud para quienes me distinguen.
Los premios son como una palmadita en la
espalda, un ¡Patarroyo, adelante, dale, estamos contigo! El único premio que de verdad
quise yo y anhelé fue el Príncipe de Asturias,
por el reconocimiento de los de casa, de los
míos, de Iberoamérica. Y eso me empuja a
estudiar y a trabajar, mucho y muy duro. En
la comunidad científica algunos puede que
por intereses hagan ataques. No le pongo
cuidado porque mirando sólidamente nuestra producción científica, tengo en mi haber
270 publicaciones mundiales en revistas
científicas. Eso es reconocimiento por la comunidad científica aunque haya algunos que
quieran criticar ciertas cosas. Yo no digo que
tengo los resultados perfectos, para nada.
Esto es un proceso.
¿Qué consejo le da a los jóvenes interesados en dedicarse a la investigación y que
puedan necesitar una motivación, un ejemplo como el que usted ofrece?
Les diría que sueñen. Es absolutamente legítimo soñar, tener un proyecto de vida, una meta,
un objetivo, un propósito, cualquiera que sea.
Todos son legítimos mientras con ello uno no
dañe a nadie y esa es la única limitación que
puede tener: el daño al otro. También, otra sugerencia respetuosa sería que trabajen todos
los días por ese sueño, que es lo único que les
queda, la satisfacción de haber luchado por
ello. Y si usted involucra en su sueño el trabajo
y el bienestar de los semejantes, el éxito está
a la vuelta de la esquina.
Usted, a quien han dedicado tantos adjetivos calificativos, ¿cómo se define?
El investigador colombiano creador de la primera
vacuna contra la malaria, Manuel Elkin Patarroyo, junto
a dos de las asistentes a la conferencia pronunciada
en el Aula Magna de la Universidad de León
Soy una pasión, una obsesión por resolver problemas para el bienestar de mis semejantes.
¿Cuál es el siguiente renglón que le gustaría
añadir a su amplísimo currículum?
Benefactor de la humanidad. Lo he querido
desde niño.
Ése ya lo tiene...
Me falta todo el camino, estoy apenas comenzando.
Castilla y León se sube al tren
de la investigación biomédica
Con cinco centros de excelencia, un banco de tumores, otro de
ADN y varios proyectos de interés comunitario, la Comunidad
avanza cada vez con mayor peso en este campo científico.
Texto: Sonia Calleja. Fotografía: Susana Martín, David Arranz y Leticia Pérez
La investigación biomédica ha experimentado en el conjunto de España un aumento exponencial en los
últimos años hasta el punto de absorber más de la mitad de la producción científica. No en vano, desde
la Cumbre de Lisboa en el año 2000, cuando se acordó potenciar la I+D+i, Gobierno central y autonómico
han incrementado los recursos que destinan a esta materia, aunque todavía están lejos de alcanzar el
tres por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) en el año 2010, tope que se fijó para poder competir con
países como Estados Unidos.
En esta carrera por avanzar en la investigación biomédica, por profundizar en el conocimiento de las
moléculas y células del ser humano y cómo influyen en el desarrollo de determinadas enfermedades,
Castilla y León no ha querido quedarse atrás. En su carta de presentación figuran cinco centros de excelencia, un banco de tumores y otro de ADN, así como diversos proyectos de interés sanitario que se
desarrollan dentro de las unidades de investigación de Sacyl, en colaboración con universidades y otros
centros de carácter nacional, como el Instituto de Salud Carlos III y el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC).
Aunque en la presente legislatura la Junta de Castilla y León destinó más de 16 millones a esta investigación, la cantidad todavía continúa siendo escasa para que la Comunidad alcance cotas a las que ya
han llegado otras autonomías, como el caso de Cataluña, que cuenta con un Parque de Investigación
Biomédica donde conviven cinco centros especializados, un millar de científicos y cerca de 100 grupos
de investigación.
Partiendo de esta realidad, “con la que es imposible competir”, los científicos que trabajan en Castilla y
León, con medios y presupuestos “más modestos”, poco a poco se están haciendo un hueco en este
campo de la ciencia, con el valor añadido o el don de la ubicuidad ya que la investigación, en ocasiones,
se reduce a una efímera parte de su trabajo diario.
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Neurociencias
Este último es el caso del director del Instituto de Neurociencias de Castila y León, Miguel
Ángel Merchán, quien, en unas reducidas instalaciones de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Salamanca, dirige un centro
dedicado a la investigación del sistema nervioso y sus alteraciones. El Instituto surgió
gracias a la fusión de varios laboratorios y
equipos de trabajo y a raíz de la organización
de un programa de doctorado en Neurociencias, en 1986, que aglutinó a cinco departamentos. Hoy es el máster sobre esta disciplina “con mayor prestigio del país”, explica.
“Que la red de
centros del cáncer
se coordine
desde Salamanca
es indicativo”
La docencia fue el origen de este centro que
contará este año 2007 con un edificio propio, similar al del Centro de Investigación del
Cáncer de Salamanca, y que coincidirá en el
tiempo con la apertura del Centro Nacional
de Referencia del Alzheimer.
El Instituto tiene abiertas tantas líneas de investigación como departamentos, y un total
de 15 laboratorios que se reparten entre la
sede de Salamanca y Valladolid. Sus líneas
de investigación abarcan la enfermedad de
alzheimer, retinosis pigmentarea, parkinson,
epilepsia, dolor y drogodependencia y trastornos de la audición.
Dar salida a la
investigación
Otro de los institutos referencia es el Centro
de Investigación del Cáncer (CIC), organizado alrededor del Instituto de Biología Molecular y Celular del Cáncer, dependiente de la
Universidad de Salamanca y el CSIC y cuya
constitución se aprobó en 1997. Su director,
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Eugenio Santos, considera que, aunque en
datos absolutos la investigación no es muy
grande, “sí tiene mucho peso en el país”.
“Que la red de centros del cáncer se coordine
desde Salamanca, es indicativo”.
A su juicio, ahora es necesario que toda la
investigación de “calidad” que se genera en
Castilla y León tenga salidas, al tiempo que
denuncia la falta de masa crítica que no está
reñida con lo anterior. Del mismo modo, precisa el apoyo de la empresa y sus labores de
mecenazgo, un paso que el tejido económico
regional todavía “no se ha decidido a dar”. En
todo caso, el dato positivo es que “Castilla y
León ha cogido a tiempo el tren de la investigación biomédica, con centros pioneros”.
El CIC trabaja desde su constitución para convertirse en un centro científico de excelencia
capaz de competir en igualdad de condiciones con otros centros internacionales y por
fomentar su conexión con redes temáticas
de investigación oncológica, tanto nacionales como internacionales.
Banco de ADN
El Banco Nacional de ADN, ubicado en las instalaciones del CIC, es otro de los ejemplos de
la apuesta de Castilla y León por la investigación en biomedicina. Pronto, ampliará sus
actuales fondos de moléculas representativas de la población residente en España con
la incorporación de cuatro tipos de muestras
características de sendos tipos de enfermedades de prevalencia en el conjunto del país:
dolencias cardiovasculares, neurodegenerativas, metabólicas y oncológicas.
El centro, una de las cuatro plataformas tecnológicas creadas al amparo de la Fundación
Genoma, contará con el apoyo de una red de
bancos repartidos por el conjunto del país
que coordinarán cuatro nodos centrales, uno
por tipo de enfermedades, y que utilizarán
los modelos de gestión y obtención de la información acorde con sus propios sistemas.
Relevancia
regional
La investigadora Almudena Ramón Cueto
pone nombre a una de las líneas de investigación más importantes que apoya financieramente la Junta. Esta vallisoletana, directora
del laboratorio de la Unidad de Regeneración
Neural del Instituto de Biomedicina de Valencia y el de Regeneración Neural en el Centro
de Investigación Príncipe Felipe, lidera desde
2001 un equipo de investigación, dependiente del CSIC, centrado en la búsqueda de una
terapia para reparar las lesiones de médula
espinal en primates.
“Castilla y Léon
ha cogido a
tiempo el tren de
la investigación
biomédidca, con
centros pioneros”
Instituto de Neurociencias de Salamanca
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El proyecto está íntegramente subvencionado por la Consejería de Sanidad, a pesar de
que el equipo de investigadores trabajó en
una primera fase (2001-2003) en las instalaciones de la Facultad de Medicina de la
Universidad Autónoma de Madrid y continúa,
en la segunda (2004-2007), en las dependencias de la Fundación de Investigación
Príncipe Felipe de Valencia.
El equipo desarrolla dos líneas de investigación de forma paralela con primates y roedores. Además, dentro del proyecto.
Esta es la primera vez en toda la historia
de la investigación científica que un grupo
centra sus esfuerzos en estudiar las posibilidades del autotransplante de la célula
glial envolvente olfatoria para curar este
tipo de lesiones en primates. Es decir, la
primera vez que se utilizan las células que
permiten que las neuronas funcionen- las
gliales– para reparar las lesiones de médula espinal.
(NIH) del organismo que aprueba los ensayos clínicos en Estados Unidos, y el experimento de combinación lo financió la Fundación Christopher Reeve.
Una investigadora en el Instituto de Neurociencias de
Salamanca
Eugenio Santos en el laboratorio del Centro de Investigación del Cáncer en Salamanca
Cueto está combinando el transplante de
glía envolvente con otras estrategias reparadoras, en colaboración con el doctor Reggie Edgerton de la Universidad de California,
en los Ángeles. La investigación cuenta con
financiación del National Institute of Health
Investigación
cardiaca
Junto a la provincia de Salamanca, Valladolid
constituye también un núcleo de referencia
médula ósea del propio paciente para reparar el tejido cardiaco destruido por un infarto
de miocardio. Este centro fue el primero de
España en realizar una operación de estas
características.
El Instituto de Biología y Genética Molecular
(IBGM), integrado por la Universidad de Va-
en la investigación biomédica con tres centros de relevancia: el Instituto Universitario
de Oftalmobiología Aplicada (IOBA), el Instituto de Ciencias del Corazón (ICICOR) y el
Instituto de Biología y Genética Molecular.
El ICICOR está considerado como uno de
los centros de investigación cardiaca por
excelencia, algo que se debe, en parte a su
línea de trabajo sobre la implantación en el
corazón de células madre procedentes de la
lladolid y el CSIC, se constituyó en 1998. Su
principales líneas de investigación se centran en las bases moleculares de la quimiorrrecepción; papel del calcio en la señalización y función celular, así como en las bases
del desarrollo del oído interno, de la hipertensión arterial, de enfermedades neoplásicas,
uno a las de diferenciación de células madre
sanguíneas en cardíacas, entre otras.
Oftalmología
El IOBA completa el mapa biomédico en la Comunidad. El centro nació en 1989 y se constituyó en instituto universitario en 1994.
Partió con el objetivo de emular centros similares que ya existían en otros países, sobre todo en Estados Unidos, según explica su
director, José Carlos Pastor Jimeno, quien recuerda que desde los inicios se organizó en
tres áreas: clínica, investigación y docencia.
Integrado por cerca de 90 personas –unas
70 contratadas por la Fundación General de
la Universidad-, el centro compagina la investigación básica con la aplicada, bajo cinco
grupos de trabajo: superficie ocular, cirugía
refractiva y calidad de visión, retina y vítreo,
glaucoma y tumores.
Un investigador trabaja en el Centro de Investigación
del Cáncer de Salamanca
Almudena Ramón lidera un equipo de investigación
centrado en la búsqueda de una terapia para reparar
lesiones de médula
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pedro duque
Texto: María Martín. Fotografía: Rubén Cacho
“La Luna está por inventar,
no por comercializar”
Después de dos experiencias en
el espacio y muchos años de preparación, estudio y trabajo dentro
de la Agencia Espacial Europea, el
astronauta español Pedro Duque
decidió hace unos meses poner
los pies en tierra firme y embarcarse en “un reto” del que habla
con pasión: poner en el espacio
un satélite de observación de la
Tierra que pondrá al alcance de
cualquier particular información
sobre porciones de territorio,
extensiones agrícolas, bosques,
etc. Este proyecto le ha llevado
a Valladolid, donde, en el Parque Tecnológico de Boecillo, se
instalará la antena receptora de
los ficheros que envíe el satélite.
36
¿Usted fue uno de esos niños que soñaba con ser astronauta?
Me imagino que sí. El día que vi llegar el hombre a la Luna me imagino que sí soñé con
ser astronauta, como todos, aunque los niños cada día sueñan con ser una cosa.
Su padre fue controlador aéreo. ¿Con él empezó a mirar hacia las nubes?
Sí, claro. Con él empecé a ir a los aeropuertos y me enseñaba libros de aviones y
también la sala de control de vuelos. Por él entró la aviación en casa.
Se licenció en Ingeniería Aeronáutica en 1986 y 12 años después se convirtió
en el primer español en ir al espacio. ¿Cómo vivió aquel 29 de octubre de 1998?
¿Qué se siente allí arriba?
Al principio, un poquito de desconcierto, porque va bastante deprisa. Tienes que
recordar muy intensamente toda la preparación que has hecho antes para ser
capaz de mantener la calma en esos momentos y al terminar, ocho minutos y
medio después, estás flotando por la nave y empiezas a perder las cosas que normalmente uno deja encima de la mesa, como el casco o los guantes. Aparte del
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pequeño desconcierto, la sensación es muy
placentera, la de haber llegado por fin a algo
que estabas buscando. Mirar por la ventana
también es una recompensa muy grande.
¿No hay miedo de no poder regresar?
Si uno tiene miedo es a que haya un fallo
catastrófico en el cohete y luego, sí, a que
pudiera haber algún problema en la entrada,
pero es muy importante no tener miedo porque, de lo contrario, uno empieza a trabajar
peor y podría estropear las cosas en un momento en el que realmente corra peligro.
En sus viajes al espacio ha podido percibir
una mínima porción de la inmensidad del
universo. Parece pretencioso considerar que
estamos solos en el universo.
Está claro que hay suficientes estrellas en
el Universo como para pensar que tendría
que haber vida en algún otro sitio, pero hasta donde podemos llegar es ahí. No se sabe
a ciencia cierta cuántos planetas con suelo
y con temperaturas razonables hay en el
universo, pero se cree que tendrían que ser
miles de millones, con lo cual piensas que en
alguno se tienen que dar unas condiciones
parecidas, pero de momento no sabemos.
¿Algún día estará el espacio al alcance
de todos?
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La Luna no sé. La Luna está por inventar, no
por comercializar, sino por inventar y eso,
lógicamente, lo pone más lejos. Pero a una
estación espacial se podría empezar dentro
de unos pocos años y luego que bajen los
precios. Realmente en la aviación han pasado 50 años hasta que se ha popularizado
para todo el mundo, así que en esto, igual
tarda lo mismo.
Han pasado más de 40 años desde la llegada del hombre a la Luna y mucha gente se
pregunta por qué no se ha regresado. ¿Ya no
es una misión preferente?
En su momento fue una misión preferente
para Rusia y Estados Unidos por muchas
razones, por desarrollo tecnológico, pero
también para mostrar que la tecnología o del
uno o del otro era mejor y por lo tanto, por
ese motivo, destinaron bastantes fondos. Se
llegó hasta el cinco por ciento del presupuesto nacional en Estados Unidos para vuelos
espaciales y ahora mismo estamos en el 0,7
por ciento, lo que de por sí implica que ya no
es una misión preferente y que no ha sido
preferente durante muchos años. Ahora Estados Unidos por lo menos sí que parece que
va a dedicar suficientes fondos como para
hacerlo, y el resto de países y regiones, como
Europa, estamos todavía pensándonoslo.
Esto va a tardar más de lo que tardó la aviación. En tiempos de nuestros padres, en los
años 50 o 60, volar a América costaba mucho más que todo lo que ganaba una persona
en un año, lo cual quiere decir que la cosa ha
cambiado bastante. Y en el espacio, para que
empiece a haber vuelos regulares, tendrán
que pasar una serie de años hasta que los
precios bajen, lo normal.
2008 es el plazo dado por Deimos Imaging
para lanzar su satélite. Queda menos de un
año, ¿va todo conforme a lo previsto?
¿Será la Luna un destino asequible en pocos años?
El director general de Deimos Imaging, bromea con un
trasbordador de juguete en la sede de Deimos en Madrid
Hay suficientes
estrellas en el
Universo como para
pensar que tendría
que haber vida en
algún otro sitio, pero
hasta donde
podemos llegar...
Sí, dentro de que es un proyecto de alta tecnología en el que todo tiene que estar perfecto,
aunque todavía no es perfecto, va bastante
bien. Tenemos seguro que el satélite estará
finalizado este mismo año y ya hemos ido a
verlo a Inglaterra un par de veces. Además, se
están cumpliendo las expectativas en cuanto
a qué hacer con él, es decir, los productos que
ofreceremos a la gente, porque en general
este proyecto servirá para medir porciones
de terreno con un satélite y por lo tanto sirve
para agricultura, superficie regada, abonos correctos, para ver cómo están los bosques, si
se está talando... Dentro de un año es cuando
de verdad vamos a tener un satélite de modo
que quien lo necesite en España, seguro que
lo va a tener. Y esto supone un cambio.
Entonces, ¿en cuanto esté el satélite disponible los usuarios podrán solicitar estos
servicios?
Cuando esté listo el satélite, antes del lanzamiento, ya lo debemos tener todo operativo.
La antena receptora estará este verano y se
pondrá en el Parque Tecnológico de Boecillo
(Valladolid). También estamos desarrollando
toda una serie de programas de ordenador
para que, cuando lleguen los ficheros de
imágenes y las fotos digitales que mande el
satélite, el programa sea capaz de analizar
el estado de la cosecha, la superficie dañada
por el fuego, por ejemplo...
¿Qué fue lo que le atrajo de este proyecto
como para pedir una excedencia en la ESA?
Varias cosas. Lo primero, la novedad de que
una empresa privada haya comprado un satélite para la observación de la Tierra, porque
todavía no se había hecho en Europa. Eso es
un reto y los retos son los que mantienen el
interés de la vida. Luego, la experiencia de
dirección, que no había tenido nunca. Llega
una edad en la que uno tiene que decidirse
si lo va a hacer o no y yo he tratado de encontrar esa experiencia en este proyecto. El
hecho de que sea una iniciativa realizada en
España también me atraía, después de 18
años de vivir en el extranjero.
Usted defiende este proyecto porque es una
muestra de que merece la pena invertir en
tecnología espacial.
Es la manera de cerrar un ciclo que se pretende que ocurra con el dinero del Gobierno.
Es decir, el Gobierno pone un dinero para que
se inventen cosas nuevas, para que se llegue al espacio, para que se construyan los
cohetes, los satélites y también para que se
habiliten los usos para estos satélites y cohetes. Lo que se pretende es que todo esto
que invierten los gobiernos camine por sí
mismo y las empresas que se han desarrollado por medio de esas inversiones públicas
ya no las necesiten y sean capaces de vivir
por sí mismas.
Gracias a este y otros proyectos, ¿cómo se
está situando España respecto a otros países en cuanto a tecnología espacial?
Es una de las áreas en las que no estamos
atrasados. Existe una conciencia muy intensa en España con respecto, por ejemplo,
a ahorrar agua, lo que hace que la gente invierta más en tecnología para ahorrar agua
y esto hace que la tecnología sea mejor. Todavía no se usan satélites de una manera
regular para esto, pero se usarán, seguro. A
nivel prototipo, España está muy bien. También, en España hay grandes extensiones
dedicadas a la agricultura y queremos tratar
de hacer el trabajo con la menor cantidad de
personas posible, porque en el campo cada
vez hay menos gente y tienen que trabajar
en el mismo terreno, de modo que esta tecnología puede ayudarles mucho.
¿Cuál va a ser el área de trabajo inicial?
En principio, estamos situados en Castilla y León, una de las comunidades más
extensas, pero también más importantes
por producción agrícola de España, así que
empezaremos desde Castilla y León y para
toda España, porque vamos a fomentar que
la gente utilice las tecnologías para mejorar
sus productos y, al final, para producirlos
mejor y más baratos. Pero si conseguimos
desarrollar los productos bien, seguramente
sean exportables y entonces desde el centro de Valladolid llegaremos al que lo necesite. Todavía no hemos hablado con mucha
gente de muchos países, porque estamos
empezando, pero ya estamos pensando en
control de cultivo, en Los Andes y la Selva
Amazónica, porque es muy importante saber qué está cultivando la gente por allí. Lo
bueno de los satélites es que no se paran
nunca; cuando no están volando encima de
España están volando encima de otro sitio y
pueden seguir sacando fotos. Son un medio
universal.
39
el
PEVAFERSA
sueño
de
Helios
Textos: M. Barcenilla / Juanma de Saá
/ María Jesús Pozo
Fotografía: Miriam Chacón
Prácticamente de la nada, con
una combinación de curiosidad,
empecinamiento, investigación e
inversiones, Vicente Fernández
fundó, en 1997, en la localidad de
Toro (Zamora), una compañía que
se ha situado a la vanguardia de
la energía fotovoltaica en Europa.
Ello explica el crecimiento casi
exponencial de la empresa de
paneles solares Grupo Pevafersa.
En 2005, la producción de la
fábrica, pionera en Castilla y León,
se multiplicó por tres y facturó
más de 21,9 millones de euros.
La previsión es llegar a los 160
millones en el presente 2007.
40
41
La empresa arrancó dentro del sector de las instalaciones eléctricas y la idea de saltar a la energía solar surgió cuando el propietario decidió construirse su propia casa. Problemas para obtener los
permisos para meter la luz y colocar los postes eléctricos llevaron
a Fernández a probar con las placas solares.
“La casa ya estaba hecha. Puse un par de placas y aquello no
funcionaba ni a patadas. Puse seis y aquello tampoco funcionaba.
Como la necesidad hace milagros, desmonté las placas, los inversores y los reguladores; compré el eje de un camión y construí un
seguidor con el motor de un limpiaparabrisas. Ahí me di cuenta
de que podía funcionar y empecé a investigar las posibilidades”,
comenta Vicente Fernández.
Sin ningún conocimiento del sector, pero con la “inquietud de
montar y desmontar aparatos”, montó un taller de soldadura y
comenzó a fabricar el primer seguidor. En poco tiempo, instaló la
primera central de energía solar de Castilla y León y la piedra con
seguidor de doble eje de toda Europa.
Una operaria realiza el proceso de verificación de las
soldaduras de las placas solares en la empresa
Pevafersa ubicada en Toro (Zamora).
42
A
quel moderno aprendiz de Helios,
el Dios griego que tiraba del carro
del fuego solar, transformó, años
después, este primer inventó en
Pevafersa, una empresa que mantiene ahora
instaladas unas 1.500 plantas de producción
de energía solar. La mayoría están ubicadas
en Castilla y León, unas 1.400, y el resto se
encuentra en Andalucía, Cataluña, CastillaLa Mancha, Madrid y Extremadura. A éstas
se unen entre 23 y 25 plataformas nuevas al
mes, con una producción aproximada de 250
kilowatios semanales.
Con una superficie de 22.000 metros cuadrados, a la que se agregarán dos nuevas
naves que triplicarán el espacio de soldadura actual, la compañía invirtió en las primeras instalaciones 9,5 millones de euros.
Para poner en marcha el proyecto, adquirió
en 2005 la exclusividad en la compra del
sicilio bifacial para toda España, mediante
un convenio firmado con la empresa mixta
ruso-española Solar Wind. Creada en 2003
con la participación de científicos de la antigua Unión Soviética, está especializada en
el desarrollo de la energía fotovoltaica para
uso espacial. Entre su equipo figuran los
responsables de la creación de las primeras
células solares bifaciales, en 1970, y del primer módulo solar bifacial empleado en satélites, en 1972.
Distribuidor
europeo
A través de esta fábrica, la compañía toresana distribuirá a toda Europa la totalidad de
la producción de sicilio bifacial, procedente
de la firma rusa en forma de paneles solares. Esta tecnología permite aprovechar la
luz reflejada, de tal manera que cada célula
genera hasta un 90 por ciento más de su
potencia nominal y cada panel, hasta un 50
por ciento a mayores. Este hecho se produce, incluso en condiciones extremas como
en el caso de las nevadas, cuando los paneles tradicionales quedan fuera de servicio al
quedar cubiertos.
En la empresa trabajan más de 125 empleados, cifra que podría llegar hasta los 300 a
lo largo de los próximos meses. Tras ocho
años de trayectoria, la compañía construyó
una fábrica de plataformas giratorias a dos
ejes, pionera en Europa, lo que supuso una
inversión de 1,5 millones. El 30 por ciento de
la producción de esta factoría se destinará al
mercado internacional.
Expansión
del grupo
En estos momentos, el Grupo dispone de
oficinas en Segovia, donde amplió su actividad al campo de la cría de perdiz roja de alta
Cada célula genera
hasta un 90 por
ciento más de su
potencia nominal y
cada panel, hasta
un 50 por ciento a
mayores
selección genética, como actividad económica dentro del sector de las producciones
ecológicas y vinculadas al medio ambiente.
Además, también opera en Valladolid, donde
Pevafersa adquirió, en abril de 2006, la antigua planta de Tecdis, ubicada en el Parque
Tecnológico de Boecillo. La previsión es que
43
44
45
PÁGINA ANTERIOR:
Obras de construcción de las nuevas naves que
albergarán los laboratorios y la zona de corte de
bloques de silicio de la empresa Pevafersa.
Montaje de las placas solares en el polivinilo
encapsulante (EVA).
Verificación de la distancia entre las soldaduras y las
conexiones de las placas.
Proceso de verificación de las conexiones de las placas
solares.
la empresa esté a pleno rendimiento a finales de 2007.
Esta planta se dedicará, principalmente,
a proyectos de Investigación, Desarrollo e
Innovación (I+D+i), aunque también tiene
previsto fabricar un inversor para la industria del automóvil y una pequeña parte se
destinará al tratamiento del sicilio.
Los siguientes pasos de la empresa, probablemente, se dirigirán a la fabricación de
placas solares curvas que imiten la teja.
También, para aprovechar el sicilio que hay
en España, Fernández considera que sería
interesante crear fundiciones y fábricas.
“Son inversiones muy grandes que si fuesen
apoyadas por los organismos permitirían un
desarrollo en esta zona más grande de lo
que la gente puede pensar”.
Proceso de
fabricación
Hasta que las nuevas instalaciones comiencen a funcionar, el proceso de fabricación
de paneles solares en la factoría toresana
comienza con la clasificación de las células
46
Panel
bifacial
de silicio por potencias, que oscilan entre
los 170 y los 200 vatios, y que se importan
cortadas de Alemania. Tras clasificarlas y
descartar las células rotas o defectuosas, comienza el proceso de soldadura para confeccionar los paneles solares que se componen
de series de 10 ó 12 células de silicio que,
tras este paso, se unen de seis en seis por
medio de conexiones exteriores para completar cada panel.
Los paneles solares bifaciales, uno de los
productos estrella del grupo, al igual que los
de una sola cara, van montados sobre una
plataforma giratoria, exclusiva de Pevafersa,
que incrementa la producción de una estructura solar convencional en un 40 por ciento,
ya que gira siguiendo la posición del sol para
optimizar los rendimientos.
En la empresa
trabajan más de
125 empleados,
cifra que podría
llegar hasta los
300 a lo largo
de los próximos
meses
Estas estructuras están formadas por 60
ó 72 unidades celulares fotovoltaicas, en
función de si son monocristalinas y hexagonales (12 por 6) o si son cuadradas y policristalinas (10 por 6), ya que éstas son más
grandes y se dejan menos espacios entre
células. Ambos tipos de celdas, que se diferencian en la cristalización de los bloques
de silicio, tienen una producción similar. Las
uniones se realizan encima de una lámina
de polivinilo encapsulante (EVA) fría, que
más tarde servirá para cerrar el panel solar
y evitar que el silicio se deteriore.
Tras realizar las uniones, se pasa al proceso de comprobación y verificación de las
distancias entre las células de silicio, las
soldaduras y las conexiones, para enviarlas
Este armazón se mueve por medio de un
sistema hidráulico y dispone de software
de orientación, un dispositivo de control
de la producción y un sistema de control
de averías por segundo, que transmite a la
central de Pevafersa si se ha producido alguna avería. La factoría de Toro incluye los
servicios de mantenimiento durante los primeros cinco años. A partir de ese momento,
tendrá un coste del 8,3 de la producción de
la instalación.
Células fotovoltáicas de silicio (placas solares).
a la zona de reparación si se detecta alguna
rotura o alguna conexión defectuosa. Este
procedimiento se realiza antes de proceder
al encapsulado en la laminadora ya que, después de este proceso, si se detecta algún
problema el panel resultará irrecuperable.
Tras las comprobaciones, comienza el proceso de prelaminado, es decir la preparación
para el tratamiento de las células de silicio
que da al panel su aspecto final. El proceso
de encapsulación dura entre 10 y 15 minutos. Se realiza con una máquina laminadora,
de las que la factoría de Toro dispone de dos,
y cuando finaliza se recorta el sobrante de la
lámina de polivinilo con la que se realiza el
encapsulado.
Para terminar, los paneles solares se enmarcan en soportes de aluminio con un pegamento, cuya patente es de Pevafersa. Proporciona una sujeción más firme y se les coloca
la caja de conexiones, tras lo que se comprueba su perfecto funcionamiento para detectar
pequeños problemas, que suelen estar relacionadas con las conexiones, y solucionarlos.
La fase final consiste en la limpieza de las piezas, su comprobación final y la preparación y
embalaje para el transporte.
Los paneles
solares se
enmarcan en
soportes de
aluminio con un
pegamento, cuya
patente tiene
Pevafersa
Con este mantenimiento, los profesionales
de Pevafersa aseguran que la producción
de energía solar no se interrumpa durante
Un operario revisa la maquinaria encargada de soldar
las placas solares
25 años. En su coste se incluyen las piezas
de recambio, la mano de obra, los desplazamientos y el mantenimiento del sistema de
control de averías al segundo, así como las
labores preventivas para evitar las averías
en las instalaciones.
47
cubrir estos dos turnos en España serían
necesario cinco, además de mayores costes
laborales. Ante este ejemplo, o cambiamos la
concepción o la industria pasará a la historia.
Aunque ya se empiezan a ver condiciones
de cambio, como en Volkswagen y Siemens,
donde se negocia trabajar los sábados sin
incrementos salariales.
¿Las diferencias laborales son la principal
causa?
Hay que tener en cuenta que en Europa tenemos la divisa más fuerte y contamos con
un nivel de vida que exige elevados salarios.
Además de esto, los sindicatos mantienen
la idea de reducir las jornadas laborales. Con
este panorama no es posible competir.
También tendrá algo que ver la inversión en
I+D. En España seguimos a la cola de Europa.
Nicolás Correa
En los últimos años se ha empezado a notar la competencia que suponen otros países más baratos que España
para la industria. El último caso es el de la empresa Renault y los recortes que podrían producirse en las plantas
de Valladolid y Palencia. ¿Cómo valora la situación?
Renault es una gran empresa que ha creado riqueza allí
donde se ha implantado. Sin embargo, mientras los sindicatos no se den cuenta de que estamos compitiendo
en un mercado globalizado y de que han entrado en juego países que se están industrializando, la industria en
Occidente vendrá a menos. En China los turnos de trabajo
son de doce horas diarias y siete días a la semana. Para
48
TexTo: MarI Luz MartíNEz
FoTograFía: FéLIx OrDóñEz
“En Europa se
gasta más
dinero en
subvenciones
al tabaco que
en I+D”
Sí. Además, en España debería haber más
esfuerzo en la inversión tecnológica y menos en la subvención a sectores deficitarios.
Queda mucho por hacer. El doctor Barbacid
decía que en Europa se gasta más dinero en
subvenciones al tabaco que en I+D. Es sólo
un ejemplo. Todavía queda mucho por hacer
en materia de centros tecnológicos, etcétera.
En Burgos hemos promovido recientemente
una iniciativa entre la Universidad y las empresas Antolín, Cropusa y Nicolás Correa.
No sólo se han planteado problemas en
Renault, la industria aeronáutica no pasa
tampoco por un buen momento. ¿Cree que
la crisis del A-380 de Airbus será sólo algo
coyuntural?
El lanzamiento de un gran proyecto industrial siempre tiene problemas y retrasos en
sus fases iniciales, eso es algo esperable.
Sin embargo, el proyecto irá adelante. El
incremento de la navegación aérea lleva a
pensar que sí habrá una gran necesidad de
aviones para los grandes desplazamientos.
De hecho, algunos estudios vaticinan que
en los próximos 20 años será necesaria la
construcción de 17.000 aeronaves, por eso
creo que el proyecto será un éxito en el futuro. Además, los problemas en el A-380 se
podrían compensar con el lanzamiento ya
confirmado del A-350, un avión de tamaño
más mediano.
“en españa debería
haber más esfuerzo
en la inversión
tecnológica y menos
en la subvención a
sectores deficitarios”
Varias empresas de Castilla y León, algunas
de ellas clientes de Nicolás Correa, trabajan
para el proyecto de A-380. ¿Cómo les ha
afectado la última situación? ¿Y a la propia
Nicolás Correa?
Vasco) y una en China. Cotizamos en bolsa,
aunque somos de las más pequeñas, y éste
será el último año de un ciclo bajo en nuestro
sector, del que esperamos salir en 2007, un
ejercicio para el que prevemos importantes
crecimientos.
Algunos de nuestros clientes han mostrado
preocupación por esta situación, pero no hemos notado una caída de la actividad.
Ante la necesidad de diversificar el tejido industrial de Castilla y León, ¿se configura la
actividad aeronáutica como una solución de
futuro a la vista de los acontecimientos?
Es una industria muy interesante y nadie
concibe el mundo actual sin que haya aviones. En concreto, es un sector en pleno desarrollo porque habrá que abastecer a los
mercados crecientes, en los que se están
incrementando los tráficos como en China.
En Castilla y León contamos con empresas
que fabrican piezas para aviones y lo lógico
es pensar que sigan con este trabajo.
Entre las compañías relacionadas con la aeronáutica está Nicolás Correa. ¿Cómo resumiría la historia de la empresa?
Es una sociedad fabricante de fresadoras
que nació hace 60 años y que el año pasado se fusionó con uno de sus competidores, Anayak, por lo que ahora cuenta con
dos plantas en Burgos, otra en Itziar (País
¿Cuándo empezó ese mal ciclo?
En España lo venimos padeciendo desde el
año 2001, pero el incremento en la cartera
de pedidos desde la primavera de este año
hace prever que superará al cierre del ejercicio en un 80 por ciento a la de 2005 y que en
2007 se incremente todavía más.
¿Cuáles son las previsiones para 2007?
Esperamos facturar 80 millones de euros,
lo que supondría un crecimiento del 25 por
ciento. Será un año en el que entraremos en
una línea de rentabilidad. Hasta ahora hemos
tenido años muy duros para el sector de las
herramientas, incluso hay empresas que
han desaparecido. Ahora toca consolidar la
situación financiera, crecer para dentro y
aprovechar el tirón de la demanda.
Respecto al año que se acaba, ¿qué proyectos han sido los más destacados para la
empresa?
Lo más importante ha sido la fusión con Anayak, ya que aunque se produjo a finales de
49
José Ignacio Nicolás Correa dirige un holding de
empresas que llevan su nombre, en la imagen
en su despacho de la empresa en Burgos y a la
derecha en la fábrica
José Ignacio Nicolás Correa dirige una
empresa de más de 400 trabajadores
y compuesta por un holding de varias
compañías en el sector de fresadoras,
fabricación de herramientas y diseño. Va
y viene de China con cierta frecuencia en
los últimos meses. No en vano, la nueva
planta que la empresa acaba de desarrollar en el país asiático ha sido uno de los
grandes proyectos de este año. Nos recibe en la sede de sus oficinas en Burgos
y cuenta varias anécdotas sobre las condiciones laborales chinas, explicación en
parte del “salvaje” crecimiento que viene
experimentando ese país, hasta convertirse, de momento, en la cuarta economía
del mundo. Además, asegura que este
concepto laboral es muy diferente al de
Europa, algo que pone en riesgo la industria en el viejo continente.
50
2005, este año ha sido el de la consolidación
y su puesta en marcha. Estoy muy satisfecho con las conclusiones de este proceso,
sobre todo si se tiene en cuenta que eran dos
empresas que competían en el mismo sector y que se ubicaban en dos lugares distintos. El otro gran hito ha sido el desembarco
comercial en China. Nos decidimos porque
es un mercado emergente en el que se estaban produciendo dificultades para la exportación. La planta está situada en el suroeste
del país, cerca de la frontera con Vietnam, y
está ya en funcionamiento. En 2007 debería
ser una factoría en condiciones.
¿Cómo se distribuyen las ventas de Nicolás
Correa?
La exportación supone entre el 65 y el 70 por
ciento. Este año hemos vendido más de 10
millones de euros en China, que es un mercado con un crecimiento imparable. Nuestro si-
guiente gran reto es consolidar la penetración
en Alemania, donde esperamos superar los
20 millones de euros. Si conseguimos posicionarnos en ambos países demostraremos
“algunos estudios
vaticinan que en los
próximos 20 años
será necesaria la
construcción de
17.000 aeronaves,
por eso creo que el
proyecto será un
éxito en el futuro”
que podemos competir tanto en mercados
emergentes como en potencias industriales
tradicionales. El resto de nuestras ventas se
reparte entre los Estados Unidos y Europa.
¿Cómo valora la situación de Castilla y León
y qué expectativas prevé para el futuro,
ahora que abandona el grupo de regiones
Objetivo 1 de la UE?
Castilla y León ha sido una región propicia
para la industria tanto por su gente, traba-
“Nuestra región
es propicia para la
industria por su
gente, trabajadora y
bien formada...”
jadora y bien formada, como por el apoyo
importante que ha habido de los fondos europeos. Se ha vivido una etapa propicia para
la instalación de industrias y ahora empezamos un momento nuevo bajo el panorama de
la globalización y la salida del Objetivo 1. Lo
que hay que conseguir es el nacimiento y la
implantación de industrias innovadoras que
compitan desde Castilla y León.
51
El último
CURTIDOR
del Páramo
Textos: Paco Alcántara.
Fotografía: Eduardo Margareto
La última tenería leonesa que realiza todo
el proceso de curtiduría con métodos artesanos
reclama su conversión en un Taller Museo
Genaro González engrasa una piel en la tenería que regenta en
la localidad leonesa de Santa María del Páramo que continua el
proceso de curtir tradicional como lo hacían sus antepasados.
52
53
C
uando Genaro González
echa sal a las pieles, las
descarna con una cuchilla o las zurra para que se
estiren, está utilizando
técnicas que seguramente ya pusieron
en práctica los pobladores de las cuevas
de Atapuerca hace miles de años. Aunque
la gran eclosión se produjo en la antigua
Mesopotamia, a partir del siglo III antes de
Cristo y las tenerías ya proliferaban en todo
el mundo romanizado, la tradición en nues-
Una de esas fábricas de curtidos, heredera de
estos conocimientos ancestrales y donde parece que el tiempo se detuvo hace décadas,
se localiza en el municipio leonés de Santa
María del Páramo. Entre sus paredes de tapial, este artesano de 44 años se afana por
mantener viva la que, seguramente, puede
ser considerada como la última tenería española que custodia los métodos tradicionales
de la curtiduría. Razones para la desaparición
de este oficio hay muchas, aunque Genaro
las resume en una: “Es un trabajo muy duro,
Este artesano de 44
años se afana por
mantener viva la que,
seguramente, puede
ser considerada como
la última tenería
española
Proceso manual de curtir la piel, Genaro realiza labores de lijado, y acorchado.
tro país procede de la cultura musulmana,
que se transmitió a moriscos, mudéjares y
judíos. De hecho, como señala Joaquín Alonso, “en la judería de León residían buena
parte de las tenerías”.
54
porque casi todo hay que hacerlo a mano, no
podemos competir con las pieles sintética y,
ahora, pocos valoran lo natural”.
Este empresario representa la quinta generación de una saga que inició su tatarabue-
instalaciones hace más de una década, fijó
sobre el papel que “esta fábrica de curtidos
es como una reliquia de un pasado que quiere transformarse sin morir”.
La especialidad de este taller, como el de los
otros cuatro que llegaron a funcionar en este
pueblo eminentemente agrario del páramo
leonés que supera los 3.100 vecinos, es la
transformación de la piel de vaca para cuero
“sillero”, que cuenta con compradores, fundamentalmente, en Andalucía y la costa levan-
la Genaro con el orgullo de saberse heredero
de una estirpe a punto de desaparecer. “Hemos tenido peticiones extrañas –comenta el
curtidor– una vez nos trajeron la piel de un
elefante, no pudimos tratarla porque superaba los cinco centímetros de grosor y apenas
sí se podía mover”.
El fuerte olor a carne cruda, la humedad,
una luz tenue y el ruido de las palas batiendo el agua envuelven al visitante cuando se
accede a la planta baja de la tenería, donde
Hasta hace unos años, donde hoy sólo labora el último de los González en compañía de
Jorge, un emigrante rumano al que enseña
algunas tareas de este complicado oficio,
se apiñaban hasta catorce obreros. Su padre, Fernando González, a sus 81 años aún
recuerda que “allí, en el lugar en el que se
ablandaban los pellejos, en el rendidero, había siempre dos personas”. Luego, se procedía al “esparrado y descarnado de las pieles,
que se colocaban en unos caballetes y, con
unos grandes cuchillos, se les retiraba la car-
Genaro sacude después del lijado y cuelga las pieles para que se sequen.
lo, don Froilán González Prieto, a finales del
siglo XIX, y reconoce que con él cerrará la
industria: “Mi mujer y yo no hemos tenidos
hijos y ninguno de mis tres hermanos ha
querido continuar en este gremio”. La etnógrafa Concha Casado, cuando recorrió sus
tina, “donde hay mucha afición al caballo”.
También reclaman sus pieles desde Asturias
guarnicioneros que elaboran collares para
yuntas de bueyes. Antaño, curtieron piel de
equino para cubrir los chanclos de madera.
“Hasta de Sanabria venían a por ellos”, seña-
se ejecutan todos los trabajos de ribera, y le
traslada a otra época. “En el pueblo palentino
de Villarramiel, donde también hubo mucha
tradición de curtidos -comenta con sorna Genaro- te dirían que no huele mal, que huele
a pesetas”.
ne del animal que no se había desprendido
en el matadero”, aclara de nuevo. Fernando, rememorando que otros tres operarios
se encargaban de este cometido. “¿Sabe
cuando se distingue que un matarife ha retirado la piel a un animal con buen oficio?”,
55
“Es un trabajo muy duro,
porque casi todo hay que
hacerlo a mano, no podemos
competir con las pieles
sintética y, ahora, pocos
valoran lo natural”
Fernando González posa en la tenería que regenta
en la localidad leonesa de Santa María del Páramo
que continua el proceso de curtir tradicional como
lo hacían sus antepasados.
56
Genaro González es el último curtidor de forma
tradicional en la localidad leonesa de Santa María
del Páramo.
57
interroga en voz alta Genaro con la respuesta
ya preparada: “Cuando la desuella usando el
mango de madera del cuchillo en lugar del
filo de acero y, de esta forma, evita agujerear
la pieza”.
De un tiempo a esta parte, la primera operación a la que se someten las pieles que llegan del matadero consiste en extenderlas,
echarles sal y amontonarlas, unas encima
de otras. Apiladas en salitre pueden permanecer varios meses. Ahora, en lugar de ablandarse en los noques, como se hacía antaño,
en una zona que se conocía como el labradero donde se abrían en el suelo estos pozos
enormes llenos de agua, las pieles se meten
en unas molinetas, en las que son volteadas
dentro una pila de agua, mezclada con cal
viva y sulfuro de sodio, durante varios días,
“para que suelten el pelo y la carne que no
ha desprendido aún de la piel”. En cada carga
se tratan unos mil kilos de pieles, “unas 40
piezas”, explica el curtidor. Cuando llegan del
matadero cada una pesa unos 40 kilos, “al
finalizar el proceso, después del mes de continuo trasiego en las distintas dependencias
de la tenería, no superan los 20”, desvela el
último artesano de esta estirpe familiar.
Relata Concha Casado que antiguamente la
curtiduría se hacía con “corteza o casca de
encina, que se traía de los pueblos zamoranos de Tábara y Arrabalde” y se molían en
molinos movidos por caballerías, “como en
las norias”. Joaquín Alonso, autor de uno de
los pocos estudios sobre oficios tradicionales en la provincia de León, aporta otro dato
sobre este proceso y es que “cuando las pieles adquieren la blandura suficiente para ser
curtidas se introducían en unos pozos, hoy
unos bombos de madera, donde se realiza
el graneo, consistente en dar color con el ex-
58
“Esta fábrica es un
museo viviente, a mí
no me importaría
que se programaran
visitas de colegios y
de otros colectivos”
al lado de Astorga”, que cerró y “se perdió
un inmenso caudal de conocimientos”. Su
solución es clara, “proponer todo el conjunto
como Bien de Interés Cultural”.
tracto de la casca, esto es, el tanino, mezclado con agua”. Tanto Fernando como su hijo
reconocen que este sistema es más lento
que si utilizaran cromo, “pero al ser tintes
vegetales, son totalmente ecológicos”.
En unas enormes mesas de mármol, Jorge,
el búlgaro, en silencio, engrasa y estira la piel
con unas cuchillas de bronce. Luego, en la
sala de zurraje, con un blanchir raspará de
nuevo la pieza para quitarle toda la grasa y
en otra mesa, se colocará en el brazo un gran
cepillo de corcho y procederá al acorchado.
Hubo años donde había tal demanda de pieles
que “tuvimos que contratar un guarda para
estar vigilante durante las noches, porque los
bombos no paraban”, recuerda el padre, que,
con buena memoria, detalla que “antaño se
aprovechaba todo, el pelo y el rabo del animal
se lo llevaban para fabricar cepillos y rellenar
los collarones de las caballerías, y con la carne se hacían colas para pegar”.
Joaquín Alonso es contundente: “Nadie debería permitir que esta fábrica desapareciera, no sólo porque el edificio que construyó
Don Froilán para ubicar su taller de curtidos,
donde aún se conserva el suelo original de
madera, los neques y el techo vegetal, es un
monumento patrimonial; sino por la impronta y la sabiduría que desprende cada una de
las máquinas que se guardan en las distintas dependencias”. El investigador, que actualmente colabora en la creación de un Museo Etnográfico en Páramo del Sil, entiende
que “no puede ocurrir con esta tenería como
pasó con la fábrica de alfombras de Nistal,
Mientras, indiferente al futuro de estas instalaciones, en la sala de engrasar Genaro aplica
a las pieles una pócima, mezcla de grasa de
animal y aceite de ballena. “Así conseguimos
cuerpo, blandura y tirantez”. Como si fueran
pendones, impregnadas de aceite, colgará
las piezas en el secadero.
“Es en el tacto donde se sabe que una piel
está bien curtida, en la forma, que cuando
vayas a doblarla no te salte”, aclara Fernando García, mientras supervisa todo el trabajo
como si aún estuviera al frente del negocio.
Desde que comenzó el proceso de curtiduría
ha pasado un mes. La piel ha perdido más
de la mitad de su peso. Genaro la muestra
orgulloso y ofrece una idea: “Esta fábrica es
un museo viviente, a mí no me importaría
que se programaran visitas de colegios y de
otros colectivos”.
No es mala propuesta, porque la tenería que
fundó Florián González es el último eslabón
para recuperar el pasado artesanal de una
comarca que ahora vive de la remolacha,
pero que, hasta que se construyó el embalse de Luna, contaba unos potentes talleres
de curtidos. Aún queda uno como testigo de
esa época.
campo de fútbol. Que mi colegio siga estando
en el mismo sitio, junto a otros edificios y bares, es una maravilla para el que vuelve a sus
orígenes y puede contemplarlo. Todos estos
aspectos han supuesto siempre un atractivo
que no quiero perder.
El castellano y leonés tiene fama de ser directo y claro en sus planteamientos. ¿Cómo
ha sorteado este obstáculo para hacerse
contra todo pronóstico con un cargo apetecido por amplios círculos de poder económico e influencia social en Madrid?
Ramón Calderón en su despacho del Santiago
Bernabeu en el Paseo de la Castellana de Madrid.
ramóncalderón
Texto: José Benito Iglesias Fotografía: Juan Lázaro
Ramón Calderón (Palencia, 1951)
jamás atisbó en el más recóndito de sus
sueños infantiles, cuando correteaba detrás de un balón en su ciudad natal, que llegaría a ostentar la codiciada Presidencia del
denominado club de fútbol más importante
del siglo XX. Afable, claro, cercano y con
aspecto de galán de cine, este abogado y
empresario taurino afincado en Madrid desde hace 35 años transmite un optimismo
exacerbado no exento de cierta osadía. Habla con firmeza e irradia bonhomía, forjada
en un entorno familiar del que salió, según
apunta sin ambages, “para abrirme camino
en Madrid con una insensatez absoluta”.
Su futuro profesional estaba asegurado en
el bufete palentino de su padre pero eligió
empezar de cero.
60
Al contrario que buena parte de sus hermanos eligió la diáspora para seguir la tradición jurídica paterna. ¿Soñó en el colegio de
La Salle, donde surgió su pasión por el fútbol, con presidir el club con más seguidores,
títulos e ingresos económicos del mundo?
La verdad es que no. Se trata de un hecho
absolutamente impensable para mi cuando jugaba en el patio del colegio, que sigue
existiendo aunque han cambiado la tapia por
una verja. Recuerdo con cariño que al salir de
clase organizábamos partidos de fútbol antes de comer en la plaza de toros, propiedad
de mi familia y muy cercana. Los domingos
acudía al campo del C.F. Palencia siempre y
cuando no suspendiera matemáticas, porque, de ser así, me quedaba castigado sin
fútbol. El equipo estaba en Tercera División
junto al Cacereño, el Béjar, la Ponferradina y
el Hullera, entre otros.
En una Comunidad como Castilla y León
donde el denominador común se basa en
el desarraigo, la falta de oportunidades y la
despoblación, ¿se siente un ‘rara avis’ al no
renegar de sus orígenes y hablar mucho y
bien de su Palencia natal cuando tiene ocasión?
Estuve residiendo allí hasta los 18 años, aún
está mi madre junto a varios de mis hermanos, tenemos un piso y la vinculación es
grande y con un sentido amplio porque mi
abuelo fue propietario de un cine y un teatro.
Hace unos días, en un homenaje a la duquesa de Alba en el Teatro Muñoz Seca de Madrid,
comenté que acudí mucho antes a un escenario teatral y a una plaza de toros que a un
Sí es cierto que a la gente de mi región se le
tacha de poco habilidosa para negociar y de
radical sin tener mano izquierda, llamando
‘al pan, pan y al vino, vino’. Supongo que todo
dependerá de las circunstancias que uno
vive, pero considero que el carácter no se
marca por la tierra donde se nace. En mi caso
algún gen heredado me ha hecho mantener
siempre en mi vida profesional y personal
un talante bastante conciliador y negociador.
Puede ser que este hecho haya jugado a mi
favor a la hora de ser elegido presidente.
Dicen quienes le conocen bien que se caracteriza por la vehemencia, la constancia y un
buen olfato empresarial.
He sido vehemente en muchas fases de mi
vida y sobre todo en los aspectos relacionados con la defensa de los intereses del Real
Madrid, porque cuando actuaba en las asambleas de socios quería dejar patente que las
cosas no se estaban haciendo bien. En psicología se habla de la agresividad del tímido y a
lo mejor por eso reaccionaba con rotundidad.
El tiempo quizás me ha otorgado la razón y
el haber actuado de forma honrada y directa
ha conllevado que el socio se diera cuenta de
que puedo representarlo mejor que otros.
¿Pensó que ya se merecía ser presidente
tras varios años de directivo con Florentino
Pérez y de haber aspirado en 1991 sin suerte a la vicepresidencia con Alfonso Ussía?
Yo creo, con absoluta sinceridad, que ser presidente del Real Madrid es muy difícil merecérselo porque, a medida que van pasando
los días y vas leyendo los periódicos, ves que
el cargo tiene mucha más repercusión de la
previsible para cualquier persona, a pesar
de que yo lleve vinculado al club cinco años.
No era consciente de la trascendencia de mi
elección y sólo una concatenación de hechos
que se han ido sucediendo te traen a un puesto que si a priori alguien se plantea conseguir
se dará cuenta de que es dificilísimo.
Dejó muy joven Palencia, estudió en Navarra,
pasó unos meses en Inglaterra y se aventuró con un despacho de abogados en Madrid
cuando lo fácil era residir donde su familia
gozaba de una buena posición económica.
¿Se considera un emprendedor con suerte o
piensa que el esfuerzo ha sido clave en su
trayectoria personal y profesional?
Lo que me considero es un insensato absoluto porque llegué a Madrid pensando en que
si me iba mal en mi profesión de abogado
volvería a Palencia donde mi padre tenía un
bufete muy acreditado con mis hermanos.
Todavía no sé por qué razón me instalé en
la capital de España para intentar abrirme
camino. Comencé a trabajar en una correduría de seguros como abogado y, al no dar
para mucho, por las tardes me planteé abrir
un despacho y lo conseguí a través de unos
asuntos que me encargaron desde Pamplona. Empecé a manejarme pero no podía pagar el apartamento y era mi padre el que corría con los gastos. Nunca me he planteado
hacer un presupuesto, mirar hacia el futuro
o planificar la llegada de los hijos como hacen otros, a pesar de que sé que es un error,
como me dice mi mujer.
Algunos titulares de prensa nacional no deportiva le califican como ‘Un regateador al
frente del Real Madrid’ o ‘Un niño bien llega
a la Casa Blanca’. ¿Se queda con alguna de
estas dos frases o piensa que ninguna de
las dos hace justicia a su trayectoria?
Es cierto que yo regateaba bien en los partidos de fútbol improvisados que jugaba con
compañeros de colegio y amigos en la plaza
de toros palentina, pero eso se debía a una
ayuda añadida al golpear el balón en la barrera y al hecho de que mucha gente que venía
no tenía la misma habilidad. Nunca he sido
un niño bien porque llegué a Madrid en unas
condiciones muy difíciles. A esa insensatez
inicial antes aludida de no quedarme en Palencia se sumó la suerte, porque en mi vida
he tenido muchísima y se ha combinado
todo para que las cosas siempre me salieran
bien, aunque lo lógico hubiera sido que en un
99,9 por ciento de posibilidades me hubieran
salido mal.
En 1979 ya era socio blanco y en 1993 fundó
la Asociación para la Defensa del Patrimonio
del Real Madrid. ¿Cree con sinceridad que el
club ha sido realmente por y para la masa
social en la era Florentino Pérez o que primaron más otro tipo de intereses?
Considero que si el presidente de este club no
pasa antes por las distintas fases que me ha
tocado vivir, desde que en 1991 formé parte de una candidatura, uno no puede darse
cuenta de verdad de lo que significa el socio,
de la trascendencia que tiene y del impacto
social de esta casa. En sus inicios Florentino
puede ser que lo tuviera en cuenta pero no
después. Espero que no me suceda lo mismo
61
y para ello no debo olvidar que el Real Madrid
es de 85.000 personas que merecen respeto. El club no es ninguna sociedad mercantil
integrada por gente que compra acciones,
actuando como el devenir bursátil dicte.
Usted se confiesa devoto de la Virgen de la
Soledad, con cuya Cofradía desfila cada año
que puede en la Semana Santa palentina.
¿Profesa la misma fe en su proyecto deportivo cuando el socio le reclama ya éxitos sin
haber empezado a rodar el balón?
La herencia viene de mi abuelo, un devoto
tremendo que se quedaba extasiado orando
“La Salve” todos los días de su vida ante la
imagen mariana en un reclinatorio que todavía existe. Yo le acompañaba a veces a misa
de una y desfilaba en Semana Santa junto a
él y a mi padre. Sigo poniéndome la túnica de
la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad,
aunque el pasado año no pude acudir a las
procesiones. Muchos somos católicos por
tradición heredada y hemos vivido en un entorno familiar donde se profesaba esa fe cristiana, pero en el ámbito deportivo este hecho
no parece trasladable. Los socios no sé si
tendrán la misma fe que yo, pero está claro
que lo que realmente quieren es que vengan
jugadores importantes como va a ocurrir y
que ganemos títulos el año que viene.
Además de abogado es miembro de varios
consejos de administración. ¿Ve con preocupación el escaso tejido empresarial que
se asienta en su región de origen? ¿Qué
cree que falta para que los jóvenes, como
usted en su día, no tengan que emigrar?
Es una pena que éste sea un hecho palpable y en la medida de mis posibilidades, que
no son muchas, participo desde Madrid en
62
la Fundación para el Desarrollo de Palencia
(Fundepa), donde tratamos de buscar fórmulas para atraer riqueza. Hubo un macro
proyecto empresarial para Castilla y León
previsto en un polígono situado en una amplia zona en Magaz de Pisuerga, en un eje estratégico de comunicaciones, que finalmente no prosperó. No sé cuál es la solución, no
es fácil encontrarla y quizás sea un problema de tiempo y de que haya emprendedores
que confíen en esta tierra, superando dificultades seguramente heredadas. Es preciso
plantear iniciativas imaginativas con apoyo
institucional para que la gente no se tenga
que marchar pese a que la realidad es triste
ya que, en mi caso, y 35 años después de
emigrar, la capital palentina tiene pocos más
habitantes que entonces.
Impulsar la cantera es uno de los pilares de
su proyecto. ¿Habrá cesiones de jugadores
a equipos de Castilla y León, con los que
tradicionalmente hay una buena relación
como Real Valladolid, Salamanca, Numancia o Ponferradina, todos ellos en Segunda
División A?
Yo supongo que sí, aunque dependerá de los
responsables del área deportiva, pero yo me
encargaré de ayudar en lo posible porque
todos esos clubs me parecen lo suficientemente representativos como para que el
Real Madrid les pueda ceder algún jugador.
Se trata de algo bueno porque los equipos
de Castilla y León están cerca, las buenas
comunicaciones ayudan y será factible llegar a acuerdos de colaboración. De momento
no me constan contactos, pero con el Real
Valladolid tradicionalmente ha habido buena
relación, creo que también con la Cultural
Leonesa y me consta que con la Unión De-
portiva Salamanca también se ha mantenido
un buen trato recíproco.
¿Le ha quitado el sueño asumir una responsabilidad que, no por anhelada en el tiempo,
les ha pillado a usted, directivos, técnicos y
personal de confianza con una ‘Casa Blanca’
donde había mucho que barrer y organizar
con la liga a la vuelta de la esquina?
La verdad es que, aunque cuatro o cinco horas, tengo la suerte de dormir a pierna suelta
y me levanto muy descansado y con mucha
ilusión porque el cargo de presidente del
Real Madrid es especialísimo y sólo se vive
una vez en la vida. Debo estar a la altura de
las circunstancias y no se puede fracasar ni
decepcionar a la afición.
¿Considera que le pasará como a su antecesor en al cargo, Florentino Pérez, cuando
dijo al final de su etapa que, en ocasiones, el
club le había restado tiempo para dedicarlo
a sus actividades empresariales?
Ahora vengo a las nueve de la mañana y me
voy a las nueve de la noche todos los días, ya
que era necesario ordenar esto cuanto antes.
El club, sin serlo, funciona como una empresa donde, taquilleros o personal de seguridad aparte, trabajan más de 300 personas.
Es lógico que haya gente de mucha confianza al lado del presidente y de las personas
que aquí trabajan a diario. Seguramente en el
futuro podré quitarme algo de peso, pero la
repercusión de esta casa es muy importante
al ser grande y magnificarse tanto lo bueno
como lo malo. En cualquier caso, debo estar
al tanto de todo lo que pasa y no dejar el Madrid en manos de alguien que, por la razón
que sea, no es de mi confianza.
“Los castellanos
siempre fueron
demasiado parcos,
pero yo no vi
tristeza, sino una
acomodación a la vida”
jesús
Torbado
Texto: Paco Alcántara. Fotografía: Leticia Pérez
“Tierra mal bautizada. Un viaje por Tierra de Campos”, obra de Jesús Torbado (León, 1943), cumple cuarenta años, y prueba de su vigencia es que
mantiene abierta la polémica por lo que contó el
autor sobre este territorio que se extiende por Palencia, Valladolid, León y Zamora. Nadie le acusó
de mentir, “les molestó que les pusiera delante del
espejo”, asegura el escritor recordando el viaje de
600 kilómetros que realizó en el verano de 1966.
Durante años, en algunos despachos oficiales se
condenaron sentencias tan enjundiosas como que
“en esta comarca no hay sitio para los fantasmas
ni para la imaginación. Apenas hay sitio para los
hombres” y vaticinó que “es tierra para morir”.
Después de cuatro décadas, ¿su libro fue
‘un pecado de juventud’?
Fue pura intuición, porque con 23 años, que es
la edad que yo tenía entonces, uno cuenta lo
que le parece sin respeto a nadie ni a nada. Es
la gracia que el libro tenía y lo que menos gustó a mucha gente. Cuando hablas de un pueblo,
de una comarca o de una ciudad, si los ensalzas, enseguida te dan una medalla; si cuentas
la realidad, lo más fácil es que te manden al
alguacil, o te den una patada en el culo.
¿Cómo se le ocurrió emprender este viaje
por Tierra de Campos?
Es una historia simpática, porque no se me
ocurrió a mí, sino a Camilo José Cela, que entonces era el director de la Editorial Alfaguara,
donde yo acababa de ganar el primer premio
de novela con ‘Las corrupciones’. Cela pretendía hacer una Geografía Literaria de España
que, en el fondo, era crear un grupo de discípulos o imitadores de su ‘Viaje a la Alcarria’.
¿A usted le realizó la propuesta?
No tenía otra cosa que hacer y dije que sí. Le
propuse un relato sobre Tierra de Campos,
región que tampoco conocía bien, aunque yo
había vivido de niño en un pueblo cercano a
Sahagún y recorrido de joven algunas otras
zonas, porque mi padre fue maestro en Herrín y Gallegillos.
Lo sorprendente es que, aunque encargado,
Cela se negó a publicarlo.
Creo que porque veía que no era un libro
inspirado en su obra. A él le gustaba que le
imitasen y, de hecho, los dos o tres que se
publicaron eran unos pastiches de ‘Viaje al
Alcarria’. ‘Tierra mal bautizada’ no se parecía
en nada. Así que me dijo que no encajaba
en su proyecto. Lo mandé a Seix Barral y lo
Jesús Torbado en el jardín de su casa de Madrid.
64
publicó sin más. Podría decir que este libro
fue inspirado por Cela y lo escribí porque no
tenía otra cosa que hacer.
Cuando se lee su relato sobre Tierra de Campos se tiene la sensación de que acabó con
una profunda desazón por lo que vio.
No especialmente. Me produjo tristeza literaria, que no humana. Yo había vivido parte de
ese mundo de chaval y me parecía divertidísimo. No veía que la gente echara de menos
nada. Recuerdo los veranos trillando en la
casa de mi abuelo, con la gente durmiendo
en las parvas, ‘los veraneros’, que se llamaba
así a la gente que contrataban para cosechar.
Me parecía una vida mucho más alegre que
ahora, porque actualmente las ansias de consumo y la televisión han corrompido un poco
ese apego a la vida cotidiana. Supongo que
había gente que lo pasaba mal, pero se contentaban con lo que tenían. Los castellanos
siempre fueron demasiado parcos, pero yo
no vi tristeza, sino una acomodación a la vida,
que probablemente viene de la Edad Media.
¿Qué echó en falta en la gente de Tierra de
Campos?
Seguramente, la falta de empuje y de entusiasmo de la población, que ya entonces era
una actitud de la Meseta que viene del siglo
XVII y creo que se mantiene. Es un exceso de
acomodarse a lo que hay. Pocas ganas de
luchar, un ensimismamiento en el pequeño
mundo y, sobre todo, que la gente con un
poco de energía acaba marchándose, porque
le hacían la vida imposible.
Destaca usted en este viaje la desconfianza
de la gente y el individualismo.
Yo no soy un sociólogo, ni un psicólogo. A
mí, me ha molestado siempre el arte de generalizar. ‘Todo es así’, y no es verdad. Yo no
“Podría decir que
este libro fue
inspirado por Cela
y lo escribí porque
no tenía otra cosa
que hacer.”
me propuse estudiar nada en concreto, sino
contar lo que veía. Es lo que reflejé, lo que
observé, no tuve una intención predestinada
de luchar por algo.
Sí tiene muy presente las opiniones de Julio
Senador, a principios del siglo XX, uno de los
personajes que, con más tesón, criticó la situación del campo castellano denunciando
el abandono secular que padecía.
Este mensaje chocaba con el que ofrecían los
poetas oficiales españoles de aquella época
que daban una visión brillante, optimista y
lírica de España. Un organismo franquista
organizó unos viajes literarios, que luego se
publicaban en la Gaceta Literaria. Uno fue a
Tierra de Campos y, claro, cuando lo leí me
quedé indignado y furioso ante aquella falsificación de la realidad que yo conocía. Quizás
ese fue otro motivo que me hizo elegir este
destino y buscar otros testimonios, como el
del notario de Frómista, Julio Senador.
Porque usted, a diferencia de los poetas,
cuando se acercó a miradores como los de
Autilla, no vio ese ‘gran mar infinito’.
Eso lo vieron los poetas. Yo me encontré con
una tierra muy dura, casi un predesierto
donde se talaron casi todos los árboles para
obtener más terreno cultivable. Si, además,
cuando citas a Paredes de Nava, escribes
65
“Me gustan las
casas de adobe y los
palomares. Incluso,
el poder hablar con
esa gente mayor
que aún vive allí,
tan áspera...”
El escritor leonés Jesús Torbado en la biblioteca de
su domicilio en Madrid.
que cuatro iglesias fastuosas estaban en ruinas, pues algunos se enfadan.
¿Se mantiene vigente el pensamiento de
Senador?
Ha cambiado la fisonomía de muchos pueblos, en algunos se ha producido un empuje,
pero el fundamento no ha variado. Cuando
voy a Tierra de Campos tengo la sensación
de que aquello está condenado a convertirse en un desierto, porque no ha existido un
gobierno español que haya puesto interés
en mejorar, no sólo esta comarca, sino toda
la Meseta.
Si Tierra de Campos, está ‘mal bautizada,
¿cómo habría que denominarla?
66
Yo no cambiaría el nombre. Es una metáfora
que describe una situación histórica. Por un
lado, una comarca muy católica, pero que no
le sirvió de nada. Por otro, una zona que exportó gente estupenda a medio mundo y se
quedó en nada. Todo ese número de iglesias,
muchas perdidas, o de castillos fantásticos,
también en ruinas, le vino de Carlos I y de su
enfrentamiento con los Comuneros, y aún no
se ha recuperado.
Sensación amarga anta el futuro, pero enamorado de este territorio.
A mí, Tierra de Campos me gusta mucho
estéticamente. Ese semidesierto, con colinas amarillas, ese paisaje que levantas la
cabeza y ves la Cordillera Cantábrica desde
100 kilómetros, me sigue entusiasmando.
Incluso, me gusta ese clima tan bronco. Me
gustan las casas de adobe y los palomares.
Incluso el poder hablar con esa gente mayor
que aún vive allí, tan áspera, pero con un conocimiento portentoso del terreno y un habla
muy rica.
¿Repetiría el viaje cuarenta años después?
A mí no me importaría volver a realizarlo.
Ahora en otoño, no en verano. Pero creo que
el carácter tradicional, las canciones, las palabras, que era lo que a mí más me gustaba,
se han perdido. Ya la gente habla lo mismo, la
televisión ha unificado todo.
Hace cuarenta años, en el verano de 1966, el escritor leonés Jesús
Torbado, encontró emigración, ruina y abandono, en su viaje por Tierra
de Campos. Utilizó una metáfora, tierra mal bautizada, para simbolizar
lo que contempló en ese mítico peregrinaje por esta extensa comarca
que se expande, como una gran mancha de aceite, por Palencia,
Valladolid, Zamora y León.
tierra de campos
Texto: Paco Alcántara
Fotografía: Eduardo Margareto
Nada más
Panorámica desde el castillo de Tordehumos (Valladolid)
68
69
c
uatro décadas después, Tierra
de Campos continúa perdiendo
habitantes. Pero no se han cumplido algunas de las premoniciones que este autor plasmó en su libro “Tierra
mal bautizada”. En estos años, ningún pueblo ha desaparecido.
Urones de Castroponce es un buen ejemplo
y representa la paradoja de la supervivencia. Hace diez años el censo superaba los
200 vecinos, ahora apenas si alcanza los
140. Cada año se producen tres muertes,
mientras que solo nace un niño cada tres.
Su teatro abre sus puertas, tanto para representar “La barraca de Colón”, a cargo
de Teatro Corsario; como para oficiar una
misa. Desde que la iglesia parroquial se
encuentra cerrada por unas obras que se
eternizan, “hasta cuatro entierros se han
celebrado en el patio de butacas”, comenta
y lamenta Raúl Gómez, de 33 años, alcalde
y director teatral.
Es verdad que siguen cayéndose tapiales
de adobe, pero otros muchos edificios se
reconstruyen, vuelven a la vida y reciben
nuevos pobladores, como el numeroso colectivo de búlgaros, que, a mediados de los
noventa del siglo pasado se asentó en torno a Mayorga y con su presencia ayudaron
a elevar el censo de la zona en unos 500
habitantes.
Es el caso de Aishe, una mujer, que se expresa en un español claro y cantarín, a pesar
de que apenas lleva dos años residiendo en
Melgar de Arriba. “En Tierra de Campos solo
hay agua en los bares”, sentencia. No es una
definición poética, pero sí certera en estos
pagos. Ella y su marido pastorean un rebaño
de unas 600 ovejas. Al escucharla, Florencio
Bajo, el amo del ganado, y con setenta años
70
El alcalde de Urones de Castroponce (Valladolid), Raúl Gómez, en el teatro Corral de Anuncia de la localidad vallisoletana
a sus espaldas, solo acierta a señalar lastimosamente, “ahora que hay un buen nivel de
vida, se ha ido la gente”.
Bien podría haber añadido el pastor que
quienes sí disfrutan de estas mejoras son
las aves invernantes. La recuperación de
los humedales de Villafáfila, Boada, la Nava
o Tamariz, ha convertido a estos espacios en
lujosos hoteles acuáticos, donde recalan miles de aves migratorias. Además, la avutarda
es la imagen de la comarca y los bandos de
esta voluminosa ave, motivo de orgullo, porque en estos páramos se concentra la mayor
población europea.
El naturalista Joaquín Sanz-Zuasti ha contemplado la evolución de estos humedales
entre Benavente y
medina de rioseco
la recuperación de
lagunas, un campo de
golf y hasta el canal
de castilla, certifican
que el agua modifica
el entorno
durante los últimos 25 años, “eran considerados lugares insalubres y transmisores de
enfermedades como el paludismo, además
de improductivos desde el punto de vista
agrícola”. Parte del trabajo de la Administración consistió en convencer a los agricultores de que el futuro pasaba por “mantener
una cohabitación entre los alados y las faenas agrícolas”. Un espíritu conservacionista
“a golpe de subvención”, comenta socarrón
otro reconocido ornitólogo, “las ayudas europeas para proteger la fauna ha convertido
en ecologistas a estas gentes y hoy las más
de 2.000 de estas pesadas aves que pueblan
las llanuras, y los más de 30.000 gansos que
pasan el invierno, valen su peso en oro”.
Mucho menos predecible, ¡cosa de locos!,
era aventurar hace unas décadas que estas
tierras resecas pudieran acoger un campo de
golf tapizado de un fino manto verde. Se en71
cuentra en Villarrín de Campos, cuenta con nueve hoyos, una laguna artificial, y prepara ampliación para alcanzar los dieciocho.
Esta tierra zamorana desvestida de vegetación cuenta con las
mayores concentraciones de palomares de todo el territorio. Más
de sesenta se conservan en el término de Villarrín, trasformados
en estandartes de la cultura castellana. En un estudio encargado
por ADRI Palomares, se contabilizaron 497 de estos edificios en
Tierra de Campos. De ellos, solo 185 están recuperados.
También los rebaños de ovejas recorren aún esta estepa, aunque
no es difícil que los pastores que las ordeñan hablen búlgaro o
polaco. La transformación de la leche en queso continúa en manos de gentes como Pablo Alonso. Este empresario de Villalpando
lleva a gala formar parte de la tercera generación de maestros
queseros. “No hay secretos”, advierte, “solo leche sin químicos y
dar un tiempo al queso para que se cure”.
Campo de Golf en la localidad zamorana de Villarrín de Campos
72
De Villalpando a Medina de Rioseco, conviene
hacer parada en Villagarcía. Cuenta Fernando
López, jesuita y superior de la comunidad
que reside en la grandiosa Colegiata de San
Luís, que “es mejor no dar mucha publicidad
a este monumento, porque, de esta forma,
quien se acerca a conocerlo, se sorprende
aún más”. Para sacudirse de tanta fastuosidad barroca como la contemplada en este
antiguo noviciado, hoy reconvertido en geriátrico, nada mejor que trepar hasta lo alto de
las ruinas del castillo de Tordehumos. Toda la
enormidad de estos Campos Góticos ante los
ojos del viajero. Los días de buena visibilidad,
apuntan los lugareños, se distingue el perfil
de la Cordillera Cantábrica. A un paso queda
Medina de Rioseco, “la verdadera capital de
Campos, la ciudad de las luces y del pecado”,
que sentenció Torbado.
Diego Fernández Magdaleno, apostó por vivir en la ciudad de los Almirantes con esta
filosofía de vida, “quiero dedicarme a tocar
la música que me importa, a leer los libros
que convierten el mundo en una pasión inagotable y estar cerca de las personas sin
la que todo esto perdería su más elemental sentido”.
Este compositor, concertista y profesor de
piano, con apenas diez años, tecleaba el órgano de Santa María. “Te estremeces cuando
comienzas a escuchar el sonido que emiten
los más de 1.000 tubos que construyó Francisco Ortega en 1732”. Diego ya recorría esta
imponente iglesia gótica cuando apenas levantaba un palmo del suelo, “imagina el impacto que para un niño suponía contemplar
la muerte tocando la guitarra”, un magnífico
bajorrelieve de escayola policromada que
sobresale en esa joya barroca que es la capilla de los Benavente. Tan sorpresivo como
la dársena del Canal de Castilla, “ese alocado
El pianista riosecano Diego Fernández Magdaleno en el órgano de la iglesia de Santa María de Medina de Riseco
(Valladolid)
proyecto de gigantes ilustrados”, que reclama un mayor protagonismo turístico, aunque, al menos, un barco recorre el tramo final
en Rioseco, utilizando el sistema de exclusas
que se diseñó en el siglo XVIII.
Una apoteosis espacial
y los emprendedores
de Villamartín
Pero es desde el aire donde el viajero se hace
idea de la inmensidad de estas planicies.
Aderito, vecino de Cuenca de Campos, cuando se bajó del ultraligero de Goyo, aún no repuesto de la emoción, necesitó de pocas palabras para explicar el milagro que acababa
de visualizar, “desde tan alto parecían mejor
labradas las tierras, casi como un huerto dividido en bancales”.
Gregorio de la Rosa compró una pequeña aeronave e improvisó una pista de vuelo a las
afueras de Fontihoyelo, muy cerca de Villalón. “A mí, de esta comarca me gusta hasta
en la decadencia y el abandono”, alega este
profesor de informática.
Este ocaso se respira en la mercería Felipe
Moro, un establecimiento que rezuma el ambiente añejo de otro ciclo vital. Estanterías de
maderas donde se guardan paños, puntillas,
botones, “el producto estrella de nuestro
comercio fueron los lienzos, las sábanas” y,
cómo no, “las mudas”.
Mercería de los hermanos Moro en la localidad vallisoletana de Villalón de Campos
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Anochece en la localidad vallisoletana de Montealegre
Hubo una época donde las ferias de Villalón
competían, incluso, con las de Medina del
Campo. De ese espíritu comercial apenas si
quedan restos. María Amalia, propietaria de
la mercería, se enorgullece de su larga tradición comercial, su bisabuela era conocida
por “la Carreterina”, por viajar en carro para
adquirir tejidos, incluso, hasta Francia.
Hoy los turistas no se acercan al corazón
de Campos a comprar en mercados, si no
a deleitarse del paisaje, la gastronomía, el
patrimonio. También a contemplar otra apoteosis espacial, que disfruta desde el alcor
sobre el que yergue el castillo macizo de
Montealegre, una localidad fronteriza con
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Anochecer en Tierra de Campos
los Montes Torozos. “Hasta 35 pueblos se
observan en días claros”, aclara un vecino
que, a última hora de la tarde, también admira la puesta. “¿Sabe usted que aquí pasó
muchos veranos Jorge Guillén, porque sus
padres eran de este pueblo?”, interpela el
lugareño al desconocido.
No es el único personaje que disfrutó de estas vistas. En otra fortaleza, la de Ampudia,
ya en Palencia, dejó su impronta Charlton
Heston, cuando en 1961 rodó algunas escenas de “El Cid”, con el fortín de fondo. Tal que
45 años después, este “castillo señorial y
cortesano del siglo XV” es conocido como “el
de Fontaneda” y su visita, obligada en este
tránsito por Tierra de Campos. Maria Teresa Berthet, la viuda de Eugenio Fontaneda,
asegura que “lo que más me disgusta es no
poder sorprenderme de la transformación
que ha experimentado el castillo”, como les
ocurre a los turistas que recorren por primera vez sus estancias convertidas en un
singular museo, fruto del afán coleccionista
de su marido.
Aunque para sorpresa mayúscula, recorrer
Cascón de la Nava y descubrir que este
pueblo de colonización aún no ha cumplido
50 años y, a diferencia de sus vecinos terracampinos, mantiene una población joven y
un censo creciente.
La primera niña que nació en esta pedanía,
María Jesús Nalda, tiene 43 años y trabaja
en una cooperativa textil que constituyeron
9 mujeres hace más de una década.
La familia de Prado también apostó por este
territorio. Gracias a que residen en Villamartín, desde hace tres años en este pueblo la
población aumenta y han conseguido que
la escuela continúe abierta, aunque la edad
media de sus vecinos ronda los 55 años. La
historia del clan de Prado es sencilla, el padre
nació en este pueblo y, como tantos otros de
su época, emigró a Francia. Allí se casó. Hace
una década, la familia regresó con sus cuatro hijos. Algunos con mujer y descendencia.
Todos con estudios universitarios y ganas
Vista panorámica desde la torre de la iglesia de Santa María de Medina de Rioseco (Valladolid)
de aplicar los conocimientos empresariales
adquiridos en la Galia.
Crearon la marca “Selectos de Castilla” para
comercializar los patés que fabrican en unas
naves levantadas a las afueras de Villamartín. También construyeron una posada y pusieron en marcha una de las grandes aficiones sus miembros, un picadero de caballos.
A Julián, el más renombrado delincuente del
franquismo le rompió la clavícula cuando se
arrojó del tren entre Frómista y Piña. Este
vecino de Amusco tenía entonces unos 12
años, “iba sentado enfrente de mí, escoltado
por la pareja de guardias civiles”. Todo sucedió muy rápido, “me tiró de la mano de mane-
a los pies del canal
de castilla, camino de
Frómista, han crecidos
proyectos solidarios,
se conservan algunos
de los más imponentes
órganos ibéricos y se
recuerda la escapada
de el Lute
ra muy fuerte, muy enérgica, y, en el revuelo,
abrió la puerta y se lanzó al vacío”. Eleuterio
Sánchez se rompió el brazo al precipitarse
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María Teresa Berthet junto a la colección de elementos tradicionales de farmacia que posee en el castillo de Ampudia
(Palencia)
a las aguas del Canal de Castilla. “¡Madre de
Díos, nunca se vieron tantos tricornios entre
el cereal!”, rememora otro vecino.
Indiferente a estas historias, Montserrat Torrent, la maestra de los organistas españoles,
cuenta que “los dos mejores instrumentos
de la zona son el de la iglesia de San Pedro,
en Amusco, y el de Támara”. Cumplidos los
ochenta años, esta concertista catalana continúa tecleando y sacando sonidos de estos
grandes armarios musicales. “No existe un
órgano igual que otro, todos suenan diferentes”, advierte Torrent, después de ofrecer un
recital en la iglesia de Santoyo. “Tampoco se
escucha igual cuando el templo está lleno o
vacío”, asevera la veterana intérprete.
El sonido que se escucha en San Cebrián
de Campos es diferente, pero también armónico. Gentes de todas las edades, trajinando, hablando en voz alta, riendose les
ve felices. Pasan la tarde divirtiéndose en la
78
piscina. Fidel Ramos justifica tanta holganza, “han estado trabajando toda la mañana
en los talleres”. Este maestro, encabeza
desde sus orígenes un proyecto que ha
conseguido mejorar la calidad de vida de la
totalidad de los deficientes psíquicos de la
comarca, y de sus familias. “En este tiempo
hemos cumplido un sueño, que una entidad
de atención social genere empleo y riqueza
para la zona”. La Fundación San Cebrián ha
alcanzado los 27 años de vida y tiene inscritos a doscientas personas internas y otras
cien externas, que son atendidas por una
plantilla de 180 especialistas.
En esta parte de Tierra de Campos, conforme
el viajero se acerca a Osorno comprueba que
en el perfil del paisaje ya no destacan solo
las torres de las iglesias, sino los nuevos
“pajarones de campos”, los silos, que, como
advierte Guerra Garrido, “lo serán por los silos de los siglos, amén”.
Pepe Barreda es el último sastre de Carrión de los
Condes (Palencia)
Las localidades ribereñas del Camino de Santiago, como Carrión y Villasirga, se aprovechan del tirón jacobeo y conservan gremios
de reminiscencia medieval.
Hasta que se jubiló hace dos años, era el
párroco de Carrión, José Mariscal, quien explicaba a los turistas los trabajos más característicos que se realizaban en esta ciudad
durante el medievo. Se ayudaba del pórtico
románico de la iglesia de Santiago. Sobre el
arco principal, en una arquivolta, señalaba
las figuras en piedra del herrero, alquimista,
zapatero, juez y hasta un vihuelista. Suman
veintidós imágenes. Casi todos estos oficios
han desaparecido. De la iconografía medieval
solo se mantiene en activo el que representa
a un sastre.
Pepe Barreda, seguramente sin saberlo,
puede presumir, con orgullo, de ser el último
de Tierra de Campos. “Empecé de aprendiz
con 14 años”, narra mientras hilvana una
chaqueta de anchas solapas, “mi padre tenía abierto este taller y trabajábamos siete
personas en esta pequeña habitación y dos
pantaloneras en sus casas”.
No todos miran para atrás con añoranza,
Daniel Fernández se muestra animado,
“creo que ahora esta parte de Castilla se
está desescombrando. Yo soy optimista
sobre el futuro de Carrión”. El que fuera director de la Caja Rural y Comarcal de Carrión
también leyó en su juventud el clarividente
relato que Julio Senador escribió a principios del siglo XX, donde retrató una Tierra de
Campos, con pueblos en escombro, incomunicada y abandonada.
Fernández apuntala la afirmación con algunas cifras, en Carrión de los Condes, donde
reside desde siempre, “tenemos una población flotante de unas 500 personas diarias,
es verdad que la agricultura y la ganadería se
encuentran en recesión, pero se acerca mucho turista atraído por el Camino de Santiago
y disponemos de unas comunicaciones inmejorables para que se asienten empresas”.
Entre Osorno y la gran ciudad jacobea, pueblos como Villadiezma, Villaherreros o San
Mames, han sido abducidos y Carrión, con
sus 2.300 vecinos, se ha convertido en el
único enclave con pálpito.
Hasta Becerril, otrora con cine, estación de
ferrocarril y tallas de Juan de Juni, languidece. En esta última localidad, José Luís Jato,
clama frente a su rebaño que permanece
indiferente ante el lamento, “esto se cierra”.
También este pastor expone sus argumentos pesimistas, “en Becerril no hay ni panaderías, solo quedan dos tiendas y el pan hay
que traerlo de fuera”. Puede que el inicio del
declive en los pueblos de pan llevar, comience con la pérdida del oficio de panadero. ¡El
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José Fernández es el maestro pastelero de La Perla Alcazareña en Villalcazar de Sirga (Palencia)
granero de España, desde los tiempos de
Numancia, hasta el ocaso del secano, no produce su pan!
Sí quedan buenas pastelerías y restaurantes. En Villasirga una escultura en bronce
recuerda a Pablo Payo, otro de los pioneros
en comprender la importancia del Camino
de Santiago cuando a los peregrinos, “se les
confundían con pobres” y él les ofrecía unas
viandas para paliar el cansancio.
Muy cerca, José Fernández tiene abierto su
obrador, de lunes a domingo. En maratonianas jornadas elabora almendrados, amarguillos, tocino de cielo, pastas y tartas. “La
fórmula de los amarguillos no tiene secreto,
se preparan con almendra, azúcar y clara de
huevo”, descubre el pastelero, de 37 años y
Las localidades
ribereñas del camino
de santiago, como
carrión y Villasirga,
se aprovechan del
tirón jacobeo y
conservan gremios
de reminiscencia
medieval.
Un mojón marca el punto kilométrico en las carreteras palentinas de Tierra de Campos
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res palentinos rotularon todos sus camiones
con la imagen del niño torero y el lema que
declamaron varias generaciones, “… y el toro
dijo al morir, no quiero marchar de este mundo sin probar pipas Facundo”. De esa época
da fe, Kiko, apelativo de Francisco Maeso, el
más veterano de los empleados que a sus 79
años continúa paseando a diario entre las
máquinas que empaquetan hasta 30 productos diferentes de frutos secos.
Quico Maeso es uno de los trabajadores históricos de la planta de Facundo en Villada (Palencia)
soltero, sobre el que descansa un negocio,
“La Perla Alcacereña”, que abrió su bisabuelo
en 1870.
Pintores, escultores, restauradores, ceramistas, curtidores y, hasta, tostadores de
frutos secos. En Paredes, Villada y Sahagún
se mantiene viejos oficios, se renuevan
otros y se conservan las mejores obras de
grandes artistas de la tierra.
También optó por quedarse en su pueblo
Eduardo León. Representa la cuarta generación de “Curtidos Palentinos”, una fábrica que cuenta con siete empleados y trata
1.400 pieles de caprino y ovino, cada jornada.
La tenería, permanece envuelta en un fuerte
olor a carne cocida mezclada con ácidos.
En Paredes de Nava se mantiene en funcionamiento tres fábricas de curtidos y dos lavaderos de lana. Son los únicos vestigios que
se conservan del que fue uno de los grandes
núcleos de producción de lana en el Reino de
82
Castilla. “Hasta 10.000 cabezas de ganado se
llegaron a censar”, advierten quienes conocen
la historia de esta localidad, que fue remozada
a raíz de que en 2003, se conmemorase el V
Centenario de la muerte de uno de sus grandes vecinos, Pedro Berruguete. La saga artística la continúo su hijo Alonso y, algo queda de
este acervo creador, puesto que hasta cuatro
artesanos del barro tienen abierto taller en
“esta villa prieta, redonda, apersonada y con
anchuras en su interior”, como la describió el
poeta Juan José Cuadros.
También los vecinos de Villada pueden presumir de ancestros con renombre, como el
pintor Casado del Alisal. Sin embargo, de un
tiempo a esta parte, la fama se la otorgó la
astucia de un empresario que en los primeros años del franquismo, allá por 1943, creó
un tostadero de pipas.
Facundo Blanco, y su mujer doña Lola, fueron
unos adelantados. Cuando nadie imaginaba
el poder de la publicidad, estos emprendedo-
Camino de convertirse en un personaje célebre, “ya he salido en dos documentales en
la tele”, Pedro Pablo Rodríguez, advierte al
viajero que hay que subir, a ciegas, sesenta
peldaños y otros 20 en una tortuosa escalera de caracol, hasta alcanzar el adarve. La
planta del castillo de Grajal es “un canto a la
simplicidad y a la regularidad”, señala Carlos Martín, tras recorrerse todas las fortalezas de Castilla y León. “Tome una linterna”,
interrumpe el guía, feliz al comprobar las
caras de satisfacción de los turistas cuando
contemplan el paisaje desde alguno de sus
cubos. A un lado, el caserío de este minúsculo lugar, de donde sobresale la iglesia de San
Miguel y el Palacio de los Condes de Grajal. A
la derecha, Sahagún y el páramo. De frente,
la gran llanura.
Final de un trayecto circular por la Tierra de
Campos. Una comarca inmersa en una pandemia poblacional, pero que se aferra a la
vida gracias al empeño de los que han optado por quedarse.
La idea del llano absoluto es la primera y última percepción que el viajero obtiene cuando
recorre esta comarca mesetaria que se expande por León, Zamora, Valladolid y Palencia. Cielo y tierra. El poeta Juan José Cuadros
no necesitó de más palabras para definirla
Tierra de Campos, nada más.
Texto: Paco Alcántara
Fotografía: Juan Lázaro
¿Qué queda de ese ‘Calero pequeño’, el hijo
de Florián ‘el Calero’, que jugaba al ‘escondeverite’ entre los sepulcros en las ruinas
del convento caído de Aguilar de Campoo?
Casi todo, pero más viejo. Queda el entusiasmo por la vida, por emprender cosas nuevas
y la tenacidad por continuar las emprendidas. ¡Cómo, no! Acometer sin rutina la tira
diaria en el periódico, con el entusiasmo que
da la novedad. Cuidar a la familia con mimo.
Intentar concluir la Enciclopedia del Románico Español, que va por la mitad. Hacer otra
serie de televisión y continuar contando con
la colaboración de mucha gente para seguir
emprendiendo cosas.
Usted explica en uno de los capítulos de su
biografía, cómo ya en 1977 los ‘amigos del
Monasterio de Aguilar de Campoo’ profetiza-
“soy partidario de una arquitectura
doméstica, confortable y de calidad,
de barrios bien equipados, a escala
humana, con edificios acogedores”
A sus 65 años, José María Pérez se define como
una persona “polifacética, con muchos amigos”.
Sus memorias, escritas con el mismo trazo sencillo con el que dibuja los personajes en sus
tiras, resultan amenas, repletas de anécdotas
y sin apenas acidez, porque no ha tratado de
“ajustar cuentas con nadie”, sino de recordar a
los muchos que le ayudaron en cuantas empresas acometió.
José María Pérez en su estudio madrileño junto a un
ejemplar del libro de sus memorias.
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Además de su pasión por el Románico, fue
el creador de las escuelas taller. Convenció
allá por 1985 al ministro de Trabajo, Joaquín
Almunia, y ese año se pusieron en marcha
las de Valladolid y Aguilar. ¿Fue el sueño de
un visionario?
En parte sí, eran intuiciones. Un sueño realizable. España era un país que tenía que dar
un salto hacia delante y lo teníamos que hacer una generación, los que entonces teníamos treinta y pocos años. Teníamos un reto
ante nosotros que era modernizar España.
Aquellas cosas que nos planteábamos, de
recuperar el patrimonio y de llenarlo de contenido, en parte se estaba haciendo ya en
Europa. Como decía Adolfo Suárez, se trataba de hacer normal lo que a nivel de calle era
normal y, en Europa, era normal.
Tan visionario como aquellos carteles coloristas del PSOE en la campaña electoral de 1977, donde
ya apuntaban unas ciudades más humanizadas.
Denuncia usted que hoy la arquitectura es
‘publicidad y marketing’, donde se prodigan
los ‘arquitectos modistos’. Muy duro lo suyo
con sus compañeros.
Así llamo a los divos que realizan esos edificios espectáculo, que son en parte publicidad, en parte mercadotecnia, y que se ofrecen como paradigma. Arquitecturas alejadas
totalmente de las necesidades del ciudadano. Yo soy partidario de una arquitectura doméstica, confortable y de calidad, de barrios
bien equipados, a escala humana, con edificios acogedores.
Frente a estos “modistos”, sobresalen profesionales como Sáez de Oiza, su maestro.
En parte era un visionario tendente a hacer
este tipo de arquitectura. Pero yo no llamaría
peridis
ban lo que hoy es la Fundación de Estudios
del Románico. Leyendo sus memorias se
tiene la sensación de que la pasión y las
ganas pueden mover montañas.
En parte sí, pero no hay que lanzarse. A veces yo lo he hecho sin paracaídas. Hay que
pensar las cosas y luego contar con fuerzas,
colaboradores, tener paciencia y ver que lo
que te propones es razonable y está dentro
de tus posibilidades. Pero siempre apostando por hacer cosas nuevas, innovar, crear y
no tener miedo al fracaso, porque el mayor
fracaso es no intentarlo.
Los dibujó José Ramón Sánchez y los pensamos entre
los dos. Era un sueño de
cómo podían ser unas ciudades, entonces
un poco tristes, que no estaban rehabilitadas, donde los jardines, salvo los del centro,
no estaban cuidados. Eran ciudades muy sin
hacer. Hoy el cambio es evidente.
Por cierto, en 1982 su amigo Javier Solana
le propuso acceder a la Dirección General de
Bellas Artes. Lo rechazó y no se arrepiente.
Estoy entusiasmado con no haberlo sido,
porque habría tenido que renunciar a infinidad de cosas y mi biografía habría ido por
otros derroteros muchos más tormentosos.
Dedicándome a la política habría pillado una
úlcera, casi seguro.
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“si no hubiera sido
caricaturista de el diario
el país, muchas de las
cosas que he emprendido
no hubieran sido posibles,
porque no me habrían
abierto la puerta”
al trabajo de Sáez de Oiza un espectáculo.
Paseando por la Castellana, en Madrid, se
puede comparar visualmente su Banco de
Bilbao con los nuevos rascacielos de la Ciudad Deportiva del Real Madrid y, el edificio de
Oiza, cada día es mejor.
El segundo tomo de su biografía publicada
por Valnera Ediciones en la colección ‘Memorias con Arte’ , se llama ‘luz cenital’ ¿Un
guiño a su infancia?
En mi trabajo me he inspirado de la luz que
entraba por una claraboya en la escalera de
la casa de María, en la plaza de Aguilar de
Campoo. Iluminaba muchas habitaciones.
Era un patio de luz para las habitaciones y
lleno de flores y de plantas.
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También aprendió del trabajo de algún compañero de clase, siendo muy joven.
Sí. Como la casa que dibujó un amigo en el
Colegio de San Gregorio, una línea horizontal a modo de tapia con flores por encima, y
cuando el maestro le preguntó dónde estaba
la casa, le respondió que detrás de la tapia.
Acababa de definir, con una imagen y una
palabra, una de las mejores tradiciones de la
arquitectura doméstica, que esconde la vida
detrás de los muros.
La familia, el Románico, la arquitectura y las
caricaturas... ¿las podemos poner en este
orden de importancia?
Casi la caricatura la pondría en segundo lugar,
detrás de la familia, porque ha sido un hilo
“...siempre he
apostado por hacer
cosas nuevas,
innovar, crear y
no tener miedo al
fracaso. porque el
mayor fracaso es
no intentarlo”
José María Pérez ‘Peridis’ trabajando en su
estudio de la capital de España.
conductor muy importante. La caricatura me
ha abierto muchas puertas, aunque parezca
mentira. Si no hubiera sido caricaturista de
el diario El País, muchas de las cosas que he
emprendido no hubieran sido posibles, porque no me habrían abierto la puerta.
A quien lea estas memorias de ‘El cabo caricaturas’ le va a sorprender que lo suyo con
el dibujo venga de lejos.
Siendo un chaval, con diez años, ya compraba el Marca y admiraba las que hacía Cronos.
Pero la del sastre de Aguilar me impresionó
más. Podía cotejar todos los días la caricatura
que tenía encima del piano de su casa con el
personaje y allí fue donde me di cuenta de que
la caricatura expresa los rasgos del carácter.
Usted se muestra enormemente afectuoso
con todos sus personajes, desde Carrillo,
hasta Fraga.
Me imagino que Quino, a Mafalda, Guille y
Manolito les tiene un gran cariño. Esos personajes que tu recreas forman luego parte
de tu vida, incluso tienes una buena amistad
con ellos.
¿Cómo se dibujaría usted hoy?
Un poco más gordo, un poco más calvo y un
poco más viejo.
El libro te ofrece la oportunidad de tener una
pequeña inmortalidad. Y pensé que, en lugar
de ir solo, es mejor llevarse a la familia y a los
amigos. Hay mucha gente anónima que nadie conoce fuera de los lugares donde actúa,
y me estoy refiriendo a mis amigos de Aguilar
y a mis compañeros de la Escuela, de la infancia o aquellos que me ayudaron a publicar
en el diario Informaciones o en El País.Cuanto
te sitúan en el podium, aunque sea por unos
minutos, quiero que se sienten en él todas
esas gentes que me han aupado.
Quien lea sus memorias es fácil que concluya que usted ha querido recordar y dejar
constancia de los muchos amigos que le
han ayudado.
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Texto: Paco Alcántara. Fotografía: Eduardo Margareto
El paseo en barco por el pantano leonés de Riaño es un viaje repleto de
atractivos para el visitante y de recuerdos penosos para los lugareños. En 1987,
hace ahora 20 años, los vecinos del Valle tuvieron que abandonar sus pueblos,
que fueron anegados
Una zodiac sale del embarcadero del pantano de Riaño.
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C
arlos Cuenya, el maestro,
recorre todos los días durante una hora el pantano
de Riaño con su canoa. Disfruta dando paladas, pero
no olvida lo que hay abajo: “para mí es una
forma de reconciliarme con el embalse”,
confiesa. Nada más acabar las clases de la
mañana baja hasta el embarcadero y se da
su paseo para relajarse, pero la memoria es
tozuda y “constantemente me recuerda lo
que aquí está enterrado”. Para él es imposible deslizarse por estas aguas y no mirar
hacia el fondo. “Eso que pasó fue un crimen”,
remacha lacónicamente.
después de la Guerra Civil”. Otros, bautizaron
la gran pantalla de hormigón donde durante años lució la pintada ‘Riaño, no’, como “el
muro hispano de las lamentaciones”.
Apenas si han transcurrido veinte años del
desalojo de los últimos vecinos que se negaban a abandonar sus hogares y las heridas
aún están recientes. Quizás, por la cercanía
de acontecimientos tan violentos, a las gentes del Valle de Riaño no les gusta recordar
este episodio. Lo más común es escuchar
lamentos del tipo “entonces lo teníamos
todo, hasta turismo y hoy apenas queda
nada”. Los pueblos se fracturaron entre los
“Me he acercado
dos veces a los
terrenos de mi
pueblo y he pasado
por encima de donde
fue mi casa”. Hace
una pausa, traga
saliva y pierde la
mirada, “juré que
no volvería más”
Amanecer entre la niebla en el pantano de Riaño.
Lo que hay en las profundidades son las ruinas de siete pueblos leoneses: Riaño, Huelde,
Anciles, La Puerta, Salio, Escaro y Pedrosa
del Rey. Para muchos, el desalojo de estas
localidades, en verano de 1987, “fue el episodio más cruel de los provocados en España
90
que no querían marchar y lo que optaron por
abandonar y aceptar las indemnizaciones
que daba el Gobierno. Cuenya reconoce que,
es tal el muro de silencio que hay en torno a
la presa, que ni tan siquiera a los chavales
que acuden al colegio en el nuevo Riaño se
les habla de él. “Algunas veces en jornadas
dedicadas al medio ambiente pero es un
asunto tabú”, explica.
Juanjo Peña, el director de este centro escolar, nació en Pedrosa del Rey, comenta que
es muy duro navegar por las aguas de este
“uno de los picos más emblemáticos de la
montaña palentina”. La barca coloca la proa
rumbo hacia la cola de las Tierras de la Reina, donde estuvo Pedrosa del Rey. Tras pasar por debajo del viaducto, aparece, imponente, la cumbre del Gilvo, el Cueto Cabrón
y el Yorda, con sus cerca de dos mil metros
de altura.
“
Lo primero que
preguntan los
viajeros cuando
suben es si se
puede ver la
espadaña de
alguna iglesia”
Fernando es el responsable del
camping de Riaño y de los deportes de aventura en el pantano
El remolino del agua que deja la
lancha al pasar por el puente del
pantano de Riaño
pantano que retiene el caudal del Esla. “Me he
acercado dos veces a los terrenos de mi pueblo y he pasado por encima de donde fue mi
casa”. Hace una pausa, traga saliva y pierde la
mirada, “juré que no volvería más”. Se acercó
en una época del año en la que se había producido un descenso del nivel de las aguas y,
entre el barro, encontró enseres de su familia.
“Lloras y es muy duro”, se lamenta.
Este profesor, sin embargo, también reconoce que la sensación que obtiene el turista,
es muy diferente: “A ellos no les han sepultado parte de su vida, solo ven la belleza de
estos parajes”.
Fernando Suárez, apenas lleva dos años viviendo en Riaño. Procede de Ribadesella, es
un especialista en deportes de aventura y,
entre otras muchas actividades que realiza,
regenta el camping. Llegó con mil proyectos
para poner en práctica porque está conven-
92
cido de que “el agua es vida”, y estas montañas conservan todo lo que el “amante de la
naturaleza puede ambicionar”.
Suárez capitanea el barco que realiza, durante los meses de calor, el viaje turístico
por esta inmensa lámina de agua que es
capaz de almacenar más de 660 hectómetros cúbicos. Tras el éxito, el Ayuntamiento
estudia comprar una embarcación más amplia y cubierta. “Lo primero que preguntan
los viajeros cuando suben es si se puede ver
la espadaña de alguna iglesia”, señala con
una sonrisa, “les debe de dar mucho morbo
y, en principio, no les saco del error”. Es imposible, las máquinas demolieron todos los
edificios y, en concreto, según indican algunos lugareños, la torre del templo de Riaño
la dinamitó el propio párroco.
Aclarados los entuertos, nada más comenzar el recorrido se deja atrás el Espigüete,
Durante el paseo de algo más de una hora,
el piloto va explicando la similitud de estas
montañas con las vecinas de los Picos de
Europa: “la roca tiene la misma antigüedad
y el color es idéntico”. También instruye al
viajero sobre la presencia de pretéritos pobladores de la comarca, “Por estas praderías
transitaron las legiones romanas”, relata.
Pero, la geografía y la historia pasan a un segundo término cuando aparece un bando de
cormoranes en el cielo, un grupo de somormujos en el agua o una garza real, “la gente
se queda extasiada”, señala con admiración.
Hay más emociones, porque los minutos
más espectaculares del viaje se producen
cuando el patrón de esta embarcación, de
apenas veinte plazas, para el motor y avisa
de la presencia de un rebaño de rebecos en
las paredes casi verticales. En silencio hay
que coger los prismáticos y observar.
más atractiva para los cazadores que pagan
hasta tres millones de pesetas por un buen
macho”, explica. La cabra es mucho menos
curiosa que el rebeco, es fácil ver algunos
ejemplares a media tarde, cuando se acercan a los comederos donde los celadores les
han dejado su ración de pienso.
Encaramados a lo alto de una peña, vigilantes, estos bóvidos de pequeñas cuernas,
y no más de veinticinco kilos de peso, observan el discurrir de la barcaza, “el rebeco
se siente seguro cuando permanece por
encima, dominando el territorio”, explica el
guía mientras señala que en la ladera de
enfrente se encuentran otros rebaños de
cabras hispánicas. Estos animales fueron
reintroducidos hace apenas unas décadas,
procedentes de Gredos, después de que
desaparecieron en el siglo XIX. “Los trajeron
para repoblar la Reserva Nacional y hacerla
En el cielo, los buitres planean en círculos
buscando algún animal muerto. Jesús se preocupa. Hace un par de días que ha dejado su
manada de caballos en un aprisco y “si una
de las yeguas se despeña no tiene salvación”,
cuenta sin perder la sonrisa. Este funcionario
del Ayuntamiento de Riaño tiene 31 años y
cruza el pantano en su pequeña zodiac cada
vez que necesita conocer el estado de sus
diez potras. Aunque no es precisamente un
amante de esta agua, “es la única posibilidad
de llegar a ellas”. De no ser en barca, tendría
que dar un rodeo muy largo y no compensaría
Jesús reparte sal a sus yeguas que pastan en las laderas del pantano de Riaño. Para llegar hasta allí utiliza una
zodiac desde el embarcadero del pueblo.
tener animales. “Les llevo sal y las muevo de
un lugar a otro”, comenta mientras va reconociendo cada ejemplar. En invierno, cuando
nieva mucho, “hasta lleno la balsa neumática
de hierba y cruzo el pantano para que puedan
comer fresco”. Jamás ha probado la carne de
caballo. Vende todos los animales a intermediarios que llevan las piezas a mercados de
Francia e Italia. “Los animales dan muy poco”,
comenta para dejar claro que mantiene la
manada porque es una forma de andar por el
valle. “Es un lujo”, remacha.
A pesar de la belleza de estas montañas, ni
llega el turismo, ni los ganaderos encuentran
atractivo para continuar con esta actividad
que antaño era una especie de monocultivo
en toda la comarca. En estos últimos años,
apenas media docena de familias mantienen los rebaños como medio de vida. ¿Y el
pantano?, “no sirve para nada”, reconoce
93
Los últimos rayos de luz del día en el pantano de Riaño.
Jesús, que regresó de León donde emigraron sus padres cuando las excavadoras
tiraron su casa y la tienda de comestibles
que regentaban. “Volví porque a mí me tira el
monte más que la ciudad”, reconoce.
Fernando está entrando con su barco en uno
de esos rincones mágicos de Riaño. Las paredes se cierran y aparecen las primeras señales: “Esa roca tiene esculpida la faz de una
especie de guardián”, describe. Es la entrada
al Valle de Anciles. Al fondo, las aguas de la
presa no han conseguido tapar los restos de
la iglesia de este pueblo que, según comenta el zoólogo Pancho Purroy, “era famoso
por sus cosechas de garbanzos y patatas”.
Los habitantes de este pueblo también era
conocidos, recuerda el investigador, “porque
eran especialistas en depredar truchas”.
94
Hoy Anciles es el valle del silencio, solo se
escucha el ruido del aire. “Quizás –asegura
Purroy– el mejor observatorio ornitológico
de la comarca”.
recorrido año pasado y “es impresionante,
porque vas continuamente mirando al suelo siguiendo las huellas que han dejado los
corzos, venados o los jabalíes”.
De regreso a Riaño, Fernando va desgranando las muchas potencialidades del pantano.
Atento al paisaje señala una pequeña isla.
“Es una antiguo cementerio medieval, el
viento y el agua actúan como arqueólogos
muy efectivos, porque su actuación está
dejado a la intemperie cráneos y hueso”,
continua explicando.
En el embarcadero donde atraca el barco turístico apenas se ven otra media docena de
embarcaciones. Los vecinos del valle mantienen vivo el recuerdo de una época que no
volverá. En el bar Jilbo, en el nuevo Riaño,
Maruja Macho ha colocado en una vitrina las
madreñas que su marido realizaba cuando
vivían en su pueblo, “¿qué le voy a decir?”,
se pregunta esta mujer cercana a los setenta años, “esto que estamos viviendo nosotros es como cuando pierdes a tus padres,
nunca los olvidas y usted sabe”, añade con
una honda tristeza, “que lo más triste es no
tener pueblo”.
Para el invierno, “cuando caiga la nieve”, este
monitor de numerosos deportes de aventura está preparando unas rutas donde se
combine “cruzar el pantano en canoa y realizar un travesía en raquetas”. Ya la realizó el
Guardianes
de la Montaña
El GREIM, con base en El Barco de Ávila (Ávila), acumula desde su creación en el año
1981 cerca de 600 rescates, desde torceduras y esguinces de tobillo de ‘domingueros’,
hasta aparatosos y trágicos accidentes de
montañeros expertos a los que Gredos les
juega una mala pasada.
en alerta
permanente
Texto: Paco Alcántara /
Patricia García Robledo
Fotografía: Rubén Cacho
Un bombero entra en la sima de El Carlista durante el simulacro de espeleosocorro en el Cañón de Río Lobos (Soria)
El trabajo de los grupos de rescate pasa
desapercibido en el día a día, pero sus
condiciones físicas y sobre todo psíquicas
se convierten en elemento imprescindible
ante situaciones extremas. Bajo una mezcla de responsabilidad y riesgo, estos equipos de salvamento conviven en Castilla y
León entre la veteranía de los que llevan
25 años trabajando en las montañas más
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escarpadas y los que abren su abanico de
acción a actividades subacuáticas, espeleo-socorrismo, montaña y recate urbano
desde hace tres años. Se trata de equipos
como los Grupos de Recate e Intervención
de Montaña (GREIM) de la Guardia Civil y o
el Grupo de Especialistas de Bomberos de
Castilla y León (Gebocyl) en el que ya se
han integrado más de 150 profesionales
El sargento de la Guardia Civil Fernando Rivero trabaja en el GREIM desde hace un año
y medio, aunque atesora doce años de experiencia en el equipo que trabaja en la vertiente sur de la Sierra de Gredos, con base en
Arenas de San Pedro (Ávila). En la montaña,
los rescatadores han vivido momentos de
angustia y de peligro por intentar socorrer a
las víctimas e, incluso, se han llegado a registrar bajas entre los agentes. Para Rivero,
uno de los rescates más significativos tuvo
un final feliz. “Hace tres años, en invierno,
pudimos rescatar con vida a un montañero
que había quedado sepultado por un alud
y que permaneció bajo la nieve tres horas,
hasta que fue localizado por los perros de
salvamento”, recuerda.
La Sierra de Gredos, próxima a Madrid, Toledo
y Extremadura, se convierte en un espacio
natural de enorme atractivo para el turismo.
Su superficie escarpada, la belleza de sus
riscos, picos y lagunas le otorgan un encanto especial que cautiva a miles de visitantes cada año. A ello, hay que sumar que los
deportes de montaña han ganado muchos
adeptos en los últimos años. El senderismo,
la escalada, la bicicleta de montaña, la espeleología o el barranquismo son modalidades
seguidas con afición que no siempre van
aparejadas de los conocimientos correctos
y suficientes.
Uno de los bomberos intenta entrar en la sima de
El Carlista para rescatar a una persona que se ha
quedado atrapada.
La Sierra de Gredos entraña un serio peligro
por tratarse de un terreno desprotegido en
aspectos como la señalización y cambiante
en cuanto a la meteorología. La imprudencia
e inexperiencia de los afectados se encuentran detrás de la mayor parte de los accidentes de montaña, pero también por “la pérdida
de respeto a la montaña”, apunta Rivero,
especialmente por parte de los conocidos
popularmente como ‘domingueros´.
“Los rescates han cambiado desde los años
80, cuando se fletaba en menos ocasiones el
helicóptero y se efectuaban casi siempre en
camilla, por lo que eran muy duros”, indica
el sargento Rivero, tras destacar que suelen
contar con el apoyo de los guardas de los refugios Elola y Victory. Ahora, el helicóptero
de la Guardia Civil con base en Torrejón de
Ardoz (Madrid) colabora en la evacuación de
los heridos, si bien no siempre facilita la labor de los agentes que deben esforzarse por
La imprudencia e
inexperiencia de los
afectados se encuentran
detrás de la mayor parte de
los accidentes de montaña
continuar trabajando en las laderas rocosas
de las montañas pese a las molestias que les
ocasiona el rotor del aparato.
Los rescates de montaña, en España, son
gratuitos, recuerda Fernando Rivero, quien
precisa que el hecho de que no se cobre al
accidentado no significa que salgan “gra-
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tis”. La intervención de medios aéreos, por
ejemplo, incrementa el coste de los rescates
en 1.800 euros por hora de actuación. Los
deportes de montaña, como la escalada en
hielo, en roca o el esquí, obligan a realizar
operaciones de rescate “muy complicadas”,
aunque en menor medida puesto que los implicados suelen ir bien preparados y se registran menos accidentes.
Los guardias civiles que desean formar parte de estos cuerpos de elite deben formarse
primero en la Escuela de Candanchú del Instituto Armado. Para entrar en la unidad, los
agentes deben superar unas duras pruebas
físicas y realizar un curso en el que se incluyen diferentes actividades como esquí, montaña, escalada, pruebas básicas de socorro,
barrancos y espeleología. Pero también deben cumplir un perfil psicológico muy específico: ser personas muy serenas y equilibradas, capaz de soportar períodos prolongados
de actividad sin poner en peligro su vida, la
de sus compañeros o la integridad física de
los accidentados.
con más experiencia como la Guardia Civil
o los sanitarios del Sacyl”, aclara Francisco
Rivas, director del equipo integrado por bomberos de los 14 parques que hay repartidos
por la región y cabo del Parque de Bomberos
de Palencia.
Desde su constitución, poco después de que
decenas de bomberos de la región comprobarán las ventajas de estar coordinados en
las playas de Carnota, quitando con sus manos chapapote, este grupo ha participado en
numerosos operativos de salvamento: rescates de alta montaña, inundaciones –como
la que anegó un barrio de Ciudad Rodrigo- o
intensas nevadas, pero sobre todo ha hecho incidencia en su propia formación. Más
de 200 actividades formativas les permiten
mantenerse en forma física y psíquicamente
para el rescate, un concepto que ha cambiado sustancialmente en los últimos años:
“No vale concentrar a grupos de voluntarios
para recuperar a una persona atrapada en
una cueva o ayudar en unas riadas son necesarios profesionales con muy buena prepa-
Bomberos
de salvamento
El otro grupo de rescate, el novel –no por su
inexperiencia, sino por tratarse de un cuerpo
con tres años de vida–, y tiene carácter altruista. Los más de 170 profesionales que integran el Gebocyl colaboran, fuera de su horario de trabajo, con la Agencia de Protección
Civil e Interior de la Junta. “Nuestra presencia suele pasar desapercibida porque, hasta
ahora, siempre reforzamos a otros equipos
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ración y bien coordinados”. De ahí, que una
parte importante de la tarea que realizan
estos equipos consista en programar simulacros: “De esta forma, cuando participemos
en un caso real, cada miembro del grupo sabrá cual es su cometido”, señala.
El Grupo participa hoy en un simulacro en la
sima de El Carlista, en el corazón del Cañón
del Río Lobos, en Soria. El primero que baja
es Andrés Elvira Durán, un bombero de Salamanca, que desciende por una cuerda junto
a sus compañeros de rescate hasta un pozo
situado a 128 metros de profundidad y realiza el regreso inmovilizado en una camilla,
“con los ojos tapados por unas gafas negras
para recibir con mayor nitidez las sensaciones de los ruidos extraños y de los movimientos bruscos” de los porteadores y, por
supuesto, “del miedo que se pueda sentir”
atado a unas angarillas. Luis Miguel Puertas
es el responsable facultativo del simulacro.
Su trabajo consiste en llegar hasta el lugar
donde se encuentra el accidentado, realizar
un primer diagnóstico, proceder a la cura de
urgencias y acompañar al herido a la vuelta.
Sin embargo, la dirección del rescate es lo
más importante ya que en la cueva hace
mucho frío, la humedad es elevada y la única
iluminación procede de la llama del carburo
colocado en el casco de cada miembro del
equipo de espeleo-socorro. “Si tienes que
andar esperando a recibir instrucciones, lo
pasas muy mal, es muy importante que la logística sea eficiente”, sostiene el facultativo
del simulacro,
El responsable del simulacro es Alberto San
José, bombero del Ayuntamiento de Valladolid. Tiene bajo su responsabilidad coordinar a
30 especialistas que se repartieron en tres
equipos de evacuación. Con las instrucciones
precisas, los grupos entran en la cueva sabiendo lo que tienen que hacer. Se trata de un
simulacro sencillo, que se prolonga durante
apenas diez o 12 horas. En 2000, en la cueva
de los Lecherines, en el Pirineo oscense, tuvieron que sacar a tres accidentados, dos de
ellos muy graves, desde una profundidad de
unos 500 metros. Entonces, el operativo se
prolongó durante más de 20 horas y participaron unos 80 profesionales.
Una pizarra muestra un dibujo de la sima donde se va a
realizar el simulacro de espeleosocorro en el Cañón de
Río Lobos (Soria).
Dos bomberos se preparan para entrar en la sima,
utilizan ropa especial y cascos con luz.
Los bomberos bajan muy despacio entre las rocas.
El equipo saca a la persona atrapada en la sima de El
Carlista en el Cañón de Río Lobos (Soria).
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EVA 12
Los vigilantes del cielo
Las extremas condiciones climáticas
caracterizan la vida y el trabajo del EVA 12,
el Escuadrón de Vigilancia Aérea ubicado
en plena montaña burgalesa
Texto: Mari Luz Martínez. Fotografía: Félix Ordóñez, y Eva 12
‘Donde nadie está, estamos nosotros’. Éste
es el lema del Escuadrón de Vigilancia Aérea
número 12 (EVA 12), que se encuentra en
los términos municipales de Espinosa de
los Monteros (Burgos) y Soba (Cantabria),
en el denominado Picón del Fraile (1.659
metros), ubicado en el extremo oriental de
la Cordillera Cantábrica. Es uno de los catorce que existen en España y forma parte del
sistema de defensa español.
El alejamiento de grandes núcleos de población y las duras condiciones climáticas que
los cerca de sesenta militares que trabajan
Lo único que nos entra de fuera es el fluido
eléctrico y, aún así, tenemos una planta de
generación de energía por si se cae el fluido
exterior, que podría dar energía a la Unidad
durante mucho tiempo”, argumenta.
Además, añade que el agua se coge de la lluvia y la nieve y se almacena en un gran aljibe, y los alimentos, así como el combustible,
se protegen en el interior de la estructura de
hormigón, unas exigencias a las que deben
hacer frente para adaptarse a este paraje natural “privilegiado” y “desconocido” en el que
están ubicados. Por ello, son especialmente
“respetuosos” y “exigentes” con el medio
ambiente. “Todos los residuos que generamos los evacuamos fuera de la Unidad, al
igual que las aguas residuales”, subraya.
Una de las misiones que tiene asignadas el
Ejército del Aire es la vigilancia y la protección del espacio aéreo de soberanía nacional. Como parte del Sistema de Mando y Control Aéreo del Ejército del Aire (SYMCA), el EVA
12 tiene como misión principal la detección,
el procesamiento y la transmisión de datos
radar a los centros de mando y control de Torrejón de Ardoz (Madrid) y Zaragoza.
“Donde nadie está, estamos nosotros”
en estas instalaciones bunquerizadas tienen
que soportar, hacen que éste no sea uno
de los destinos más demandados. Temperaturas de hasta veinte grados bajo cero y
continuas precipitaciones en forma de nieve
durante todo el invierno son los dos principales escollos a los que los miembros de esta
unidad se enfrentan. Muchos de quienes allí
viven un invierno menos primaveral que el
resto de los españoles, aún recuerdan cómo
en el invierno pasado, la nieve les aisló 28
días seguidos. Pese a ello, esta unidad está
preparada para poder superar una incomunicación de unos tres meses, según asegura el
jefe del EVA 12, el comandante Miguel Ángel
Esteban, un tiempo en el que “se puede funcionar de forma autónoma”, afirma.
Cuando se produce una situación de aislamiento prolongado, “el personal se pone nervioso y pregunta por posibles relevos”, dice.
“Si empieza a nevar ahora y no podemos salir
hasta febrero tenemos víveres para sobrevivir sin prácticamente ayuda del exterior.
Un grupo de montañeros entre la nieve del Picón del Fraile en el Portillo de Lunada (Burgos)
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