Ruta de Yeguamea

Transcripción

Ruta de Yeguamea
yeguamea
C
on esta ruta os proponemos hacer un recorrido por el entorno de Fuenteodra, por un terreno
calizo que, por un proceso cárstico, ha dado lugar a una sucesión de surgencias de agua en
forma de fuentes y cascadas. Nos encontramos con un claro ejemplo de una red de intercone-
xión de la capa freática en las entrañas de la meseta de La Lorilla. Es particularmente interesante la surgencia de Yeguamea que da nombre a esta ruta aunque por su carácter intermitente no podemos disfrutar de ella todo el año. Además, podemos acercarnos a los sumideros de fuente Manapites y la fuente
de la Magdalena, ésta última con un carácter más permanente. El conjunto de todas estas surgencias
dan origen al nacimiento del río Odra.
Por ser una ruta corta y dada la temporalidad de estas surgencias, proponemos que una vez en
Fuenteodra, continuemos la ruta hacia Villamartín de Villadiego para disfrutar así del valle de Humada
con los ambientes naturales que la rodean, como pinares, prados y sus vistas de la peña Amaya.
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Cascada de Yeguamea.
Caminando por yeguamea
YEGUAMEA
CUÁNDO
IR
Se aconseja realizar esta ruta en invierno o principios de primavera después de una época de lluvias. El agua de lluvia, tras filtrarse en toda la superficie de la meseta de la Lorilla, rebosa formando cascadas. Éste es el motivo de su intermitencia y el de por qué es importante escoger bien la época de realización de esta ruta para así poder disfrutar plenamente de su belleza. En primavera podemos disfrutar
tanto del agua como del mosaico florístico que la vegetación de la pradera nos brinda.
La ruta presenta alguna dificultad en la parte de Yeguamea por lo que hay que hacerla con cuidado
y un calzado que no resbale. El recorrido es más bien corto, por lo que se puede hacer tranquilamente
en unas tres horas.
Caminando por YEGUAMEA
RECORRIDO
1. FUENTEODRA
Fuenteodra es uno de los núcleos de población diseminados por el valle de Humada que conforman
el hábitat de la zona y que tienen las características propias de un pueblo de montaña. Su nombre nos
indica claramente que es donde nace el río Odra. El caserío está formado por un puñado de casas de
piedra con patios interiores y grandes corrales a los que se entra por un portalón. Este portalón permitía
el paso de los carros cargados de heno y, a la vez, era la entrada al patio al que se abre la vivienda. Entre
las casas, aún podemos ver el potro donde se herraban las vacas, los hornos comunitarios donde se
hacía el pan y, desde cualquier punto del pueblo, la mole de su iglesia renacentista dominándolo todo.
Fuenteodra se apiña en torno a su iglesia.
Desde Fuenteodra comenzamos la ruta por el camino que va detrás de la iglesia. Lo primero que
podemos observar, en las inmediaciones del pueblo, son las praderas y huertas en su mayoría ya abandonadas, limitadas por paredes de piedra de sillarejo. Era tradicional el cercar pequeñas parcelas, cercanas al pueblo, con una pared de piedras superpuestas pero sin argamasa. Éstas se dedicaban a prado de
diente encerrando en ellas a los animales domésticos que no salían con el rebaño comunal del pueblo.
Entre las piedras prosperan una serie de plantas rupícolas como el ombligo de venus y uña de gato, mientras en las lindes crecen zarzas, ortigas, violetas y prímulas.
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Caminando por YEGUAMEA
Según caminamos encontramos una serie de setos lindando
las tierras de labor. Los setos actúan de barrera contra el viento,
limitan la erosión, la pérdida de agua del terreno y son un magnífico refugio de la fauna. Están constituidos fundamentalmente
por majuelos, endrinos, zarzas, rosales silvestres, aligustres,
diversas lianas como madreselvas o pata de gallina y algunas
matas de olmo. La mayoría de las plantas que forman el seto
poseen espinas con las que mantienen alejado al ganado mientras que sus frutos constituyen el alimento de multitud de pájaros como el zorzal, el mirlo, etc... Al mismo tiempo, sus hojas son
comidas por un sinfín de invertebrados fitófagos.
Prímulas.
El mirlo (Turdus merula)
Habita en cualquier lugar donde se encuentre una mínima cobertura vegetal.
Por ello, nos puede sorprender revoloteando y piando saliendo de cualquier
matorral. Su canto es aflautado, potente y madrugador. Se alimenta de
todo tipo de invertebrados, insectos y bayas silvestres.
El olmo (Ulmus campestris)
Es un árbol de hojas simples, alternas, con el borde aserrado y asimétricas. Tiene los frutos en sámara. Vive
sobre suelos frescos y profundos, en
sotos y riberas de los ríos donde se asocia a sauces, chopos, alisos y fresnos.
Nos los encontramos formando parte
de los setos, si bien actualmente es difícil verlos en la mitad norte peninsular.
La grafiosis
Es una enfermedad
ocasionada por el hongo
Ceratocystis ulmi que obstruye los vasos de conducción del árbol, provocando
que se sequen las hojas y los tejidos adyacentes,
terminando con la muerte del árbol.
El factor de contagio de este hongo es un escarabajo pequeño que se alimenta de tejidos nuevos
sobre los brotes de las ramas. Según van comiendo,
El soporte arbóreo de estos setos es el
van contagiando la planta con el hongo que trans-
olmo. Los árboles han desaparecido y han
portan en sus mandíbulas. Así, de esta manera, en
sido sustituidos por multitud de chupones. A
poco tiempo se fueron muriendo todos los ejempla-
este tipo de porte se le denomina en la zona
res grandes de esta especie de toda Castilla, al igual
“latas”, encontrándonos, por tanto, latas de
que en la mayor parte de Europa. Por ello, se han
olmo en las zonas frescas de ribera cerca del
introducido otras especies exóticas muy resistentes
pueblo. Hoy se encuentra en claro retroceso
a la enfermedad (Ulmus pumila).
debido a la grafiosis del olmo.
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Caminando por YEGUAMEA
Pasado el puente “El Ganao”, hecho con troncos de madera y tierra apisonada, llegamos al llamado
“Campo Molino Arriba”, haciendo referencia al molino que hay al borde de la carretera a la entrada del
pueblo. Actualmente el “Campo Molino Arriba” es el camino de concentración parcelaria que nos lleva
hasta las peñas.
2. YEGUAMEA
Seguimos subiendo por el camino de concentración en dirección a
las afloraciones rocosas dejando el
monte de roble melojo en el valle y
el quejigo en la ladera derecha,
donde comienza a aflorar el estrato
rocoso. A la izquierda por el centro
del valle discurre impetuoso y de
aguas cristalinas el río Odra.
Ya antes de llegar a las paredes
rocosas, veremos como desde el
Cascada de Yeguamea.
hueco de la parte superior de una
pared, cae una cascada y oiremos
el estruendo del agua al chocar contra el suelo, es la cascada de “Yeguamea”. El camino asciende por un
corte natural hecho por la erosión del agua y por el que se sube hasta la Lorilla a través de un viejo camino que bajaba hasta el valle de Valdelucio. Para seguir la ruta dejamos el camino y nos acercamos a la cascada para disfrutar del momento que nos brinda pasando por detrás de ella pegados a la roca. El único
inconveniente es que cuando echa agua hay que pasar deprisa y aún así podemos mojarnos un poco.
Seguimos caminando teniendo el río Odra a nuestros pies, poblado de sauces, chopos y zalcejeras.
3. MANAPITES
Llegamos a “Fuente Manapites”, surgencia intermitente que mana en invierno y primavera. Su nombre viene porque mana “pites”, es
decir, cantos rodados de pequeño tamaño. Esta
característica se debe a la fuerza con que sale el
agua cuyos borbotones mueven las piedras más
pequeñas del fondo y al cabo del tiempo, por erosión, suaviza sus caras. Debajo de “Manapites”,
vemos cómo el agua se precipita y cae en el
“Pozo de la Olla”, con formas típicas de la erosión
producida por el roce de las piedras.
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Manapites.
Caminando por YEGUAMEA
Siguiendo aguas arriba llegamos al “Pozo
de los Aceites”, llamado así por el color verde
aceitoso del fondo, desde donde vemos
como se precipita el agua desde arriba. Si se
pone atención, se puede ver en el cauce del
río la huella del caballo de Santiago Apóstol y
de su cachaba. Según la tradición local parece ser que también pasó por estas tierras.
Desde este punto, sale un camino a la
izquierda que atraviesa esa zona llamada
“Cervigadero”. Es el camino del depósito del
agua y llega al pueblo por detrás de la iglesia.
Cascada sobre el Pozo de los Aceites.
Siguiendo aguas arriba, hay una bifurcación del
río; la de la izquierda, apenas lleva agua más que
en época de crecida. Se sube por la ladera para
seguir este cauce y vemos en la zona baja una
chopera y el “Pozo del Corral”. Esta zona de continuas cascadas y pequeños pozos labrados en la
roca, e incluso cuevas y galerías hundidas, ha dado
origen a numerosas leyendas como la ya citada
que cuenta que una gigantesca serpiente vivía
enrollada en el “Pozo del Corral” y fue Santiago
Apóstol quién acabó con ella.
Pozo del Corral.
Durante el trayecto atravesamos unos materiales calcáreo-margosos del Cretácico Superior con gran contenido
de fósiles como amonites, erizos, ostras y braquiópodos.
Merece destacarse los bancos de fósiles rudistas. Estos
fósiles eran lamelibranquios marinos, con forma de cuerno, con una de sus valvas muy desarrolladas por la que se
fijaban al suelo y otra más pequeña que hacía de tapadera. Vivían en grandes colonias llegando a formar arrecifes.
Retrocedemos y seguimos recto por el camino que
nos devuelve a Fuenteodra mientras volvemos a ver por
dónde hemos ido subiendo y alguna de las cascadas
por las que hemos pasado.
Detallle del Pozo del Corral.
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Caminando por YEGUAMEA
La vegetación actual que observamos en las
laderas tiene un porte arbustivo y herbáceo; apenas existe estrato arbóreo. Predominan los arbustos espinosos y matas rastreras como majuelos,
rosales silvestres o escaramujos, endrinos, ailagas
o aulagas, argomas, carrasquillas, brezos, gaollos,
espliegos y matas de pastizal formado por cervuno, mantequilla, vallico y campillo.
En la ribera del Odra nos encontramos sauces
Majuelas.
y zalcejeras, chopos, latas de olmo y algún fresno.
El Odra
Es un río que nace y recorre la parte noroeste de la provincia de Burgos ciñéndose en su nacimiento
al territorio de Las Loras.
Nace a los pies de la Lorilla, en la fuente de la Magdalena, término de Rebolledo Traspeña, municipio
de Humada. El origen del su nombre varía según autores, para unos vendría de “autraca”, ciudad cántabra, para otros su nombre viene de Europa central, donde tiene su homónimo (río Oder), llamado Odra
en Polonia y Chequia.
Tras oradar y saltar por las cascadas de Yeguamea da nombre al pueblo de Fuenteodra y se adentra
con un discurrir tranquilo por llanada del valle de Humada.
Deja el valle para abrirse paso más tumultuoso, saltando entre peñas y formando pozos entre las rocas
de los “Piscárdanos”, dando lugar a uno de los lugares más interesantes en el aspecto natural que podemos conocer.
Superada la barrera montañosa, el valle se ensancha y el río se adentra en tierra de prados por
Villavedón y Sandoval de la Reina. Después se deja acompañar de campos de cereal a medida que la llanura se hace más extensa y se abre a los campos de Treviño, de Villanueva de Odra y Villahizán, recuerdo de cuando el Odra era límite entre Turmódigos, Vacceos y Cántabros. Los pueblos se agrandan; recorremos tierras que crearon riquezas con la agricultura y ganadería, y la plasmaron en una arquitectura fundamentalmente religiosa cada vez más visible y monumental como podemos ver en las Iglesias de
Grijalva, Villasandino, Villasilos, Villaveta o Castrojeriz.
Así, tras un recorrido de unos 65 Km.
termina, ya en tierras de Pedrosa del
Príncipe, desembocando en el Pisuerga,
no sin antes regar las fértiles vegas que
encuentra a su paso.
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Puente sobre el Odra
en Villasandino.
Caminando por YEGUAMEA
En el monte predomina la roblencina o quejigo,
y el roble melojo; se trata de monte bajo procedente de rampojos que están envejecidos y puntisecos, sirviendo exclusivamente para guarida de los
jabalíes y otras especies de ungulados. En la zona
de las peñas lo único que sobrevive con porte casi
arbóreo, es la encina carrasca entre un amplio abanico de plantas aromáticas.
4. DE FUENTE ODRA
A
VILLAMARTÍN
Endrinos.
En esta segunda parte de la ruta se puede observar la diversidad del entorno a partir de lo que nos
rodea: la vegetación, que además de actuar como testigo del tiempo, establece un tipo de paisaje que
ha sufrido una múltiple transformación por la mano del hombre y contribuye a la diversidad. La fauna
asociada a este tipo de paisaje, en mosaico, es rica en mamíferos y aves; perdices en zonas labradas,
palomas torcaces en zonas de pinar, ratoneros o pequeños paseriformes como escribano cerillo en las
pequeñas matas de sauces y zarzas al lado del camino.
Esta parte de la ruta comienza saliendo del pueblo hacia Rebolledo de Traspeña tomando el camino que sale a la izquierda y que nos llevará a Villamartín de Villadiego.
Los puentes y la pista se arreglaron hace unos años con motivo de la concentración parcelaria y, a
pesar de no estar muy naturalizado, todavía hay vegetación de ribera típica castellana en la que la especie más destacada es el chopo del país (Populus nigra).
El terreno es muy arcilloso por lo que es un buen lugar para poder observar las huellas de los diversos mamíferos que merodean por estos lugares. Las más comunes son de los raposos que baten incansables cada rincón del terreno. Otros mamíferos que podemos rastrear son los tejones o tasugos como
les llaman en el lugar, y los corzos, cuyas siluetas es frecuente ver en las lomas de alrededor.
A la izquierda se observan las Peñillas de San Miguel y las Peñillas del Molino Caído, como un afloramiento calizo propio de las rocas que rodean la zona. Estas peñas destacan entre la abundancia de arcilla de colores rojizos que presentan las tierras de labor. De las tierras cercanas se fabricaban los adobes
para la construcción de las casas del núcleo rural; muestra de la economía autosuficiente de los años
anteriores al éxodo rural, en décadas de los 50 y 60.
El terreno que nos rodea está salpicado por tierras de cultivo con setos bordeando las fincas en
las que apenas quedan zarzas y rosales. La vegetación se concentra en los arroyos donde también
se refugian las aves como los escribanos cerillos, mirlos y mosquiteros que buscan su alimento entre
los arbustos. Originariamente había un rico paisaje en mosaico, pero en nuestros días se va degradando según crece el uso de la maquinaria agrícola basada en una economía agraria cerealista.
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No obstante, se siguen respetando algunos prados, pequeñas islas de terreno arbolado y algún
seto arbustivo deslindando fincas.
Entre las tierras de cultivo podemos observar
unas lomas de terreno en las que predominan los
brezales a causa del terreno muy arenoso y ácido. Es
el tipo de suelo lavado, casi improductivo, que domina en todo el valle. Los brezales son la vegetación
acidófila representativa de estas unidades de suelo,
con especies pioneras, de colonización, como líqueLos brezos crecen sobre los suelos arenosos.
nes, musgos, aulagas y brezos.
Puntualmente, entre los brezales, se observan
reminiscencias de lo que fue una zona boscosa, con algún melojo. Otra unidad que aporta diversidad al ecosistema son los eriales, tierras abandonadas, antiguas zonas de brezales puestas en cultivo y abandonadas en la actualidad por su baja productividad.
5. ERMITA
DE
SAN ROQUE
Llegamos a la ermita de San Roque, donde cada año, en la festividad de San Roque, el 16 de agosto,
se juntan de romería los vecinos de Fuenteodra, de Villamartín de Villadiego y de Rebolledo Traspeña
para honrar al santo patrono.
Junto a la ermita, tenemos un pinar de repoblación de los años 60 en el que se plantaron especies como
Pinus sylvestris, Pinus nigra y Pinus pinaster. En él se refugia la paloma torcaz, oímos el canto del cuco, el
trino aflautado del zorzal charlo o vemos las escarbaduras que ha dejado el corzo. En la época otoñal el
pinar se llena de numerosas especies de setas como la de los enanitos, la capuchina, el níscalo, o diversas
variedades de boletus.
Una vez sobrepasado el pinar, desde la loma se ve la mole rocosa de Peña Amaya, a su derecha Peña
Castro y en el fondo del valle, debajo de la peña, ya se observa Villamartín de Villadiego con su zona de prados cercanos al núcleo de población. El prado de la derecha tiene una naturaleza que nos recuerda en
invierno a zonas pantanosas de turbera, con vegetación riparia como juncos y algún sauce herbáceo. Los
prados constituyen terrenos que se encharcan fácilmente en invierno y primavera lo cual no favorece el cultivo y contribuye a que haya diversidad de productos como hierba para el ganado, muy importantes en épocas anteriores. Son prados de siega, porque el tipo de
hierba es alta y el aprovechamiento se lleva a cabo
segándolo a principios de verano. Es interesante verlo
en primavera, cuando se encuentra algo encharcado y
se llena de flores como chorolitas (narcisos), calderones, chumpas (cresta de gallo), tréboles y prímulas.
Villamartín de Villadiego a los pies de la Peña.
Caminando por YEGUAMEA
En el arroyo que nos encontramos, según nos acercamos a Villamartín, predominan las
saucedas y alguna mata de chopo. Más adelante, antes de llegar a la carretera, vemos en el
prado de la derecha, utilizado en épocas como era, una caseta de construcción típica de la zona,
en la que se guardaban los aperos de labranza tras la trilla y recogida de la mies.
6. VILLAMARTÍN
VILLADIEGO
DE
Llegando a Villamartín de
Villadiego, entramos al pueblo para conocer
este núcleo rural que es uno de los pocos
ejemplos dentro del valle en el que podemos apreciar cómo se han recuperado
las casas para una población que acude
al pueblo en las épocas vacacionales.
La pradera en plena floración primaveral.
Las casas son de piedra de sillarejo y a ellas
están adosados pequeños huertos cercados de
muros de piedra. En el centro del pueblo destaca su iglesia de traza gótica que guarda un interesante
retablo mayor renacentista dedicado a San Martín que montado a caballo, comparte el centro del retablo con una escena de la Anunciación. De parecido interés y de la misma época son los dos retablos
laterales que pese a su deterioro presentan muestras de su perfecto estofado.
Salimos de Villamartín por el camino de Rebolledo Traspeña en el que encontramos setos con rosales, zarzas y aligustres que sirven de cobijo a la fauna de la zona.
Continuando el camino, en una finca cercana, vemos una pequeña población de fresnos que está
rodeando una finca de labor. Se utilizaban como límite de prado y posiblemente allí dejaban los bueyes
pastoreando ya que el ramón del fresno también se utilizaba para alimentar al ganado. Antiguamente, la
época de recogida del ramón era por San Juan y se utilizaba parte de las ramas de fresno para enramar
los balcones de las mozas solteras del pueblo en la noche de San Juan.
Una vez que llegamos a la altura del pinar, dejamos el camino que lleva a Rebolledo Traspeña y tomamos
un sendero a la derecha que bordea el pinar. El terreno es arenoso, más oscuro por la presencia de materia
orgánica, está cubierto de brezales y a veces es cultivado como roturo. En las zonas abiertas del camino como
los taludes, terrenos sin vegetación, se aprecia la regeneración natural del pinar,
actuando como especie pionera que es. Aún queda algún ejemplar destacado de pino resinero anterior a los pinos de repoblación y que distinguimos
fácilmente por el mayor tamaño de sus piñas.
Una vez llegados a la ermita, volvemos a Fuenteodra que se destaca en el altozano, teniendo como fondo las paredes rocosas de la Lorilla
donde hemos visto Yeguamea.
Calderones en flor.
Narcisos.

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