`El caballero fantasma`, de Cornelia Funke 3 Blogueros que replican

Transcripción

`El caballero fantasma`, de Cornelia Funke 3 Blogueros que replican
'El caballero fantasma', de Cornelia Funke
Blogueros que replican reacciones químicas publicadas
'La Naranja Mecánica', de Anthony Burgess
La mala suerte de los Budas
Una librería flotante con vocación solidaria
No existe la estrella Sirio C
'101 cuentos zen': bocados de lo inaprensible
La ciudad de Papá Noel emerge del lodo
¿Contra la tilde en las palabras 'sólo' y 'éste'?
El debate radiofónico entre Gamow y Hoyle que nunca existió
'Vivir 5 personas con 5 euros al día' de Stefania Rossini
Un viajero auténtico
'El alcohol y la nostalgia' de Mathias Énard
Las últimas horas de la oligarquía
Leer a los clásicos es mejor para tu cerebro que leer a los contemporáneos
La experiencia de lo abstracto
'En llamas', de Suzanne Collins
Harold White, su motor “warp drive” superlumínico y la NASA
El futuro del periodismo 2.0: profesionales VS Amateurs
Maldito imperdonable
El niño feo
'Intemperie' de Jesús Carrasco
Buenas y malas ondas
Donde la modernidad da forma a la tradición
Mi nuevo amor
'El sueño del otro' de Juan Jacinto Muñoz Rengel
El arte de correr
Las mil vidas de un periodista
Animales sueltos
"Muestro qué es la privacidad"
La sangre manda
'Estilo parisino' de Isabelle Thomas y Fréderique Veysset
Científicos locos
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Un escritor en el laberinto
Preferiría no casarme
Estudiando literatura fantástica
LOS UNOS Y LOS OTROS
Nubes de laboratorio
La cautiva
El agotamiento de los nombres en un mundo mejor interconectado
Goytisolo, el moderno
Fuera de la ley
Caer no es caer
La carta a los padres
Infancia clandestina
La Gran Espiral
Hombre que canta
el centro de procesado de datos del CERN supera los 100 petabytes
El hombre que separó a las personas de las máquinas
Un Pinocho moderno
El capitalismo...
La oportunidad perdida
Lennon en su tinta
Quitanieves y unos cuantos enanos
Frank sin mosca
El bueno de Nigel
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'El caballero fantasma', de Cornelia Funke
Sarah Manzano 9 de enero de 2013 | 11:39
Después del caos que suponen las navidades ya toca volver a la normalidad. Y menos mal, porque ya se me
están amontonando las lecturas y no me da tiempo a comentároslas todas. Vuelvo a la carga con El caballero
fantasma de Cornelia Funke, un encantador libro infantil que he leído estos días entre polvorones y
turrones. Una de esas historias llenas de magia que apetece leer de vez en cuando, sin prisas y fácil de
engancharse.
Jon Whitcroft tiene once años y lo acaban de enviar a un internado en Salisbury. Es el mismo colegio donde
estudió su padre, ya fallecido. La nueva pareja de su madre, al que llama el barbudo, no le gusta nada y su
nuevo colegio tampoco es de su agrado. Llueve demasiado, los edificios son viejos, y aunque no quiera
reconocerlo, echa de menos a su madre.
Sin embargo, al poco tiempo de estar en Salisbury comprenderá que la tristeza es el menor de sus problemas,
ya que una noche aparecen tres fantasmas bajo su ventana. Y no sólo eso, además lo han amenazado de
muerte ya que lleva el mismo apellido que el hombre que los mató. Acompañado por su nueva amiga Ella le
pedirá ayuda a la única persona que puede ayudarlo en una circunstancia así: William Longspee. Lo único
malo es que William lleva unos cuantos siglos muerto…
Sin embargo, Longspee acudirá a su llamada y junto a la abuela de Ella y algún que otro personaje inesperado
conseguirán no sólo derrotar a los espíritus malvados, sino ayudar a que el caballero fantasma descanse en paz
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junto a su amada. Aventuras, amistad y un montón de fantasmas en un internado británico. Creo que no
se puede pedir mucho más por tan poco…
Es el primer libro que leo de Cornelia Funke y lo cierto es que me ha gustado mucho. Bien escrito, infantil
pero sin ñoñerías, con una historia que engancha y una buena resolución. Sinceramente, pocas pegas se
le pueden sacar y si no se os caen los anillos por leer literatura infantil es muy pero que muy disfrutable.
Cornelia Funke nació en 1958 en Dorsten, Alemania. Muy conocida como autora de literatura infantil y
juvenil, su creación más famosa es la trilogía de Mundo de tinta, que incluso se ha llevado al cine. También
es la creadora de la serie de libros Hugo el Fantasma y Las gallinas locas, esta última sobre una pandilla de
niñas. También tiene en su haber un buen número de títulos independientes como El señor de los ladrones o
este título del que hablamos.
Por si fuera poco, ‘El caballero fantasma’ está ilustrado por Friedrich Hechelmann, y sus dibujos, además de
ser una preciosidad, acompañan al texto a la perfección. En resumen, un gran libro para los niños (y no tan
niños) que disfrutan con las historias llenas de aventuras y fantasmas. Una historia encantadora que nos hará
disfrutar de unos buenos momentos ¡con fantasmas incluidos!
Tenía once años cuando mi madre me mandó a un internado en Salisbury. Sí, admito que tenía lágrimas en los
ojos cuando me llevó a la estación. Pero aun así me puso en el tren.
– A tu padre le habría gustado tanto que vayas a su antiguo colegio… –dijo, mientras se forzaba a sonreír, y el
barbudo me dio una palmada en el hombro tan estimulante que estuve a punto de tirarlo a las vías.
El barbudo… mis hermanas habían trepado enseguida a sus rodillas cuando mi madre se lo trajo a casa por
vez primera, pero yo le declaré la guerra en cuanto pasó el brazo sobre los hombros de mamá. Mi padre había
muerto cuando yo tenía cuatro años, y naturalmente que le echaba de menos, aunque apenas me acordara de
él. Pero eso no significaba que quisiera uno nuevo, y menos todavía un dentista sin afeitar. Yo había sido el
hombre de la casa, el héroe de mis hermanas, el ojito derecho de mi madre.
Siruela
Biblioteca Funke
Traducción: Carlos Fortea
ISBN: 978-84-9841-646-6
230 páginas
19,95 euros
http://www.papelenblanco.com/resenas/el-caballero-fantasma-de-cornelia-funke
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Blogueros que replican reacciones químicas publicadas
— emulenews @ 02:32
El bloguero científico suele ser considerado un divulgador pasivo. Sin embargo, algunos blogueros toman un
papel activo verificando y/o replicando los resultados científicos y técnicos que comunican en sus blogs. Esta
labor se suele asociar a los blogueros que son ingenieros (los informáticos son los que lo suelen tener más
fácil). El bloguero See Arr Oh (no quiere revelar su nombre verdadero) y varios colegas han iniciado un
nuevo blog, llamado Blog Syn, cuyo objetivo es reproducir reacciones químicas publicadas en la literatura
científica. La idea es validar los protocolos de laboratorio publicados en artículos científicos. Nos lo cuenta
Katharine Sanderson, “Bloggers put chemical reactions through the replication mill. Online project seeks
crowd-sourced help to reproduce chemists’ published results,” Nature News, 21 January 2013.
Como es obvio, para imitarles hay que ser químico, o tener buenos conocimientos de la materia, además de un
laboratorio adecuado. Ellos cuentan con acceso a un laboratorio, pero afirman que hacen sus experimentos en
su tiempo libre (normalmente de noche). Nos cuentan desde Blog Syn que muchas veces su labor es
frustrante, pues algunos artículos técnicos “falsean” algunas de las cantidades de los reactivos en la
descripción del protocolo, quizás para evitar una fácil y rápida reproducción de su trabajo por otros
investigadores. Detectar estos problemas es casi imposible pues en la literatura científica es muy difícil que se
publiquen correcciones de estos detalles, incluso si investigadores profesionales replican el experimento (de
hecho, los químicos de síntesis suelen dedicar la mayor parte de su tiempo a replicar reacciones publicadas en
la literatura relacionadas con su propio trabajo).
El método científico funciona, pero tiene una gran inercia, ya que la publicación de resultados negativos o de
críticas a resultados previos, salvo casos excepcionales, no suele ser del gusto de los editores de revistas, que
prefieren resultados positivos. La única opción para muchos investigadores es publicar dichas críticas en
revistas de bajo impacto donde corren el riesgo de pasar desapercibidos; por tanto, no publicar estas
replicaciones negativas viene a ser lo mismo para un profesional que publicarlas en una revista de bajo
impacto. En este sentido, la labor activa realizada por See Arr Oh y sus colegas en Blog Syn tiene un gran
valor.
Por supuesto, no son los únicos y hay otras iniciativas que tratan de combatir el mismo problema. Algunas
revistas exigen una replicación del resultado publicado durante la revisión por pares, como Organic Synthesis.
Hace poco nació la nueva revista Journal of Visualized Experiments (JoVE) que permite publicar vídeos del
desarrollo del experimento de síntesis química, incluyendo una descripción de todos sus detalles. Incluso hay
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una página web ChemSpider SyntheticPages cuyo objetivo es describir protocolos de reacciones químicas de
síntesis (ya hay publicados casi 5.000).
Peter Scott (Univ. Warwick, en Coventry, UK), uno de los padres de ChemSpider SyntheticPages, afirma que
le parece muy atractiva la idea de See Arr Oh, sobre todo si logra involucrar a otros químicos en una labor
similar, pues es muy necesaria. El problema es que el proyecto funcionará sólo si los químicos participantes
son recompensados por su labor de alguna manera. Opinión que comparte Brian Nosek (Universidad de
Virginia, en Charlottesville, Virginia, USA).
Las grandes empresas farmacéuticas tienen cada día más interés en este tipo de iniciativas. El año pasado
nació la Iniciativa de la Reproducibilidad (Reproducibility Initiative), cuyo objetivo es la publicación de las
validaciones/replicaciones de estudios previos en la revista PLoS ONE. En última instancia se quiere
estimular a los autores de trabajos de investigación que vayan a ser publicados en revistas de alto impacto que
soliciten la replicación de sus resultados a laboratorios independientes que obtendrían de esta forma una
segunda publicación en PLoS ONE que podría obtener un gran número de citas (mucha gente que cite el
artículo original les citaría a ellos también por haberlo validado).
La gran cuestión es quien financia estos estudios de validación. La Iniciativa de la Reproducibilidad apunta a
que deberían ser los autores de los trabajos originales (igual que pagan por publicar en revistas de acceso
gratuito u open access). Por supuesto, hasta que los organismos de financiación no apoyen de manera activa la
iniciativa, muy pocos seguirán este camino. Como suele ocurrir, los editores de muchas revistas de prestigio,
como las revistas del Nature Publishing Group, han expresado su apoyo a la iniciativa y les gustaría ver todos
los artículos que publican validados. Pero como se dice en España, “del dicho al hecho hay gran trecho.”
Coda final: Este entrada participa en el XXI Carnaval de Química, que aloja Ununcuadio en su blog “Pero
esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.”
http://francisthemulenews.wordpress.com/2013/01/22/carnaval-de-quimica-blogueros-que-replicanreacciones-quimicas-publicadas/
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'La Naranja Mecánica', de Anthony Burgess
Albertini 8 de enero de 2013 | 10:38
La palabra “clásico” es una de esas con las que se nos llenan la boca y nos gusta pronunciarla para hablar,
normalmente bien, de una obra. Ya sea película, cómic, libro… Es un término o condición que normalmente
adjudicamos a las obras más o menos antiguas (ya la edad no importa) que han marcado mucho el género en
el que nos encontremos. Creo que ‘La Naranja Mecánica‘, que cumplió recientemente medio siglo desde su
publicación, reúne todas las condiciones para ser un clásico de la literatura.
Evidentemente no he sido el primero, ni seré el último, en tratar esta obra como un clásico. Pero si bien hay
obras “clásicas” que solo lo son por haber sido publicadas hace más de una cantidad al azar de años hay otras
que lo son por méritos propios. Creo que ‘La Naranja Mecánica’ es más de la segunda clase, aunque su fama
se deba principalmente a la mutilada adaptación de Stanley Kubrick.
‘La Naranja Mecánica’, del cual ha sacado hace poco Minotauro una edición 50 Aniversario, nos cuenta la
historia de Álex, un joven que se dedica con sus amigos a divertirse. Principalmente a través del sexo y de la
ultraviolencia, como se denomina en el futuro en el que se desarrolla esta historia. Veremos en tres actos la
evolución de Álex. De delincuente juvenil a preso reformado y de ahí a hombre libre condicionado, tras un
experimental proceso de condicionamiento de aversión a la violencia.
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Álex y sus circunstancias
Anthony Burgess elige relatar esta historia desde el punto de vista de Álex, que se llama a sí mismo “Vuestro
Humilde Narrador”, ejerciendo como tal y narrando en primera persona sus vivencias. Una decisión que se
me antoja de las más acertadas del libro ya que mientras que en otras novelas narradas en primera persona da
casi igual que si fuera en tercera, en esta aprovecha no solo para plantar todo un léxico nadsat, jerga de los
adolescentes de la época, sino que Álex nos desnuda su alma de una manera fascinante. Logramos empatizar
con él e incluso entenderle incluso en la más rara de sus decisiones. Y eso es algo que no siempre pasa en la
literatura.
Lo que hace Burgess es invitarnos a conocer a un Álex lleno de matices. Eso sí, al igual que vemos todos los
matices de Álex no somos capaces de detectar la profundidad de los demás. Un sacrificio que hace
Burgess para ser coherente con la visión del mundo del protagonista. No llegamos a conocer del todo bien a
los “Hermanos” de Álex: Pete, Georgie y el Lerdo, y cuando se habla de ellos es siempre desde el filtro
distorsionado de Álex.
¿Condicionamiento o maduración?
El hecho de que ‘La Naranja Mecánica’ cuente con una adaptación mucho más famosa y referenciada que la
obra original ocasiona el problema de que los que hayamos leído el libro pensemos en dos finales. La
película, siguiendo la edición americana (de la que partió la primera edición española), carece del capítulo 21,
una suerte de epílogo que otorga al libro un nuevo nivel.
O más que nivel un nuevo tema, uno que no había aparecido hasta entonces… ¿hasta que punto puede
madurar una persona? ¿ha sido solo una “adolescencia rebelde”? ¿hacía de verdad falta el condicionamiento,
ese llamado método “Ludovico”? ¿o es precisamente toda la experiencia del pasado lo que le ha hecho salir
adelante?
Burgess confiesa en la introducción de esta edición que una de las razones por las que menosprecia esta obra
es que le salió más moralista que artística. Que al intentar destacar, predicar como él dice, la importancia de
la elección moral traiciona lo que debe ser un buen libro. Sinceramente, si bien es un aspecto bastante
presente en el libro, no me sentí “predicado”.
Por último, mención aparte merece el uso del vocabulario nadsat, que bebe del ruso y del cockney
principalmente, para escribir el libro. Al principio cuesta un poco acostumbrare, pero a las pocas páginas uno
absorbe de manera casi natural la verborrea de Alex. Y como muestra un botón, con el que nos despedimos:
Cuando salimos del Duque de Nueva York videamos al lado de la iluminada vidriera principal del bar un viejo
y gorgoteante pianitso o borracho, aullando las sucias canciones de sus padres y eructando blerp blerp entre
un trozo y otro, como si guardase en la tripa podrida y maloliente una hedionda y vieja orquesta. Ésa es una
vesche que nunca pude aguantar. Nunca pude soportar la vista de un cheloveco roñoso, tumbado, eructando y
borracho, fuera la que fuese su edad, pero muy especialmente cuando era de veras starrio como éste.
La Naranja Mecánica (A clockwork orange)
Anthony Burgess
Ediciones Minotauro
ISBN: 978-84-450-0087-8
206 páginas; Cartoné; 17,95 euros
http://www.papelenblanco.com/fantastico-ci-fi/la-naranja-mecanica-de-anthony-burgess
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La mala suerte de los Budas
La inminente demolición del complejo de Mes Aynak en Afganistán constituye una nueva amenaza al
patrimonio cultural de la humanidad.
POR Andrew Lawler
BUDAS DE BAMIYAN. Las dos estatuas fueron destruidas por los talibanes en 2001, en Afganistán.
Cuando los talibanes volaron los famosos Budas de Bamiyán con artillería y dinamita, los líderes de
numerosos países condenaron la destrucción como un acto de terrorismo cultural. En la actualidad, sin
embargo, con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, ingenieros chinos se disponen a un acto similar de
profanación en Afganistán: la demolición de un gran complejo de antiguos y valiosos monasterios budistas.
El delito de ese monumento afgano no es ideológico. Su pecado es que está ubicado sobre uno de los
depósitos de cobre más grandes del mundo. El cobre de la mina de Mes Aynak, al sur de Kabul, se extraerá
mediante un contrato de alrededor de 3.000 millones de dólares que firmaron en 2007 Afganistán y
Metallurgical Group Corporation de China. El ministro de Economía afgano, Omar Zakhilwal, dijo hace poco
que el proyecto podría inyectar 300 millones de dólares por año a las arcas del gobierno para 2016. Sin
embargo, el proyecto abunda en rumores de corrupción.
En 2009, se les concedió a los arqueólogos tres años de plazo para salvar lo que pudieran de Mes Aynak, pero
reunir los fondos, conseguir equipamiento y encontrar excavadores experimentados insumió más de la mitad
del tiempo. Ahora el único objetivo es rescatar objetos. Un equipo internacional de arqueólogos se esfuerza
por salvar lo que se pueda antes de fin de mes, cuando el grupo debe abandonar la zona minera.
Es una tarea monstruosa: se ha identificado a más de 1.000 estatuas además de pinturas murales, textos
delicados y ornamentos de madera sumamente raros. Ahora a los científicos no les queda más que adivinar lo
que puede haber en las capas más antiguas. No queda tiempo para excavar.
Desde el siglo III al IX, Afganistán sirvió como puente entre India y China y jugó un rol preponderante en la
formación del budismo que se propagó por Asia central. En Mes Aynak, monjes y artesanos construyeron un
conjunto asombroso de templos como también ciudades enteras de talleres y hogares para los mineros. Ya en
esas épocas se explotaba el cobre en Mes Aynak.
En Afganistán vivía un conglomerado extraordinario de cristianos nestorianos, persas zoroastrianos, hindúes,
judíos y musulmanes. Nuevas investigaciones indican que el Islam llegó sin imponerse a fuego y espada, sino
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más bien como una suave marea en ascenso. Se trataba de un Afganistán con una riqueza e industria
cosmopolitas, e innovador en el terreno religioso, la devoción y la tolerancia, en un momento en que Europa
se sumía en la Era de las Tinieblas.
Se salvarán muchas esculturas y pinturas pero la posibilidad de comprender una pieza fundamental de la
historia de Afganistán pronto se perderá.
Es una ironía que sea una empresa de China, que recibió al budismo a través de Afganistán, la que destruya
un centro clave de esa transmisión. Washington, que condenó la destrucción de los Budas de Bamiyán, se
mantiene a un costado mientras Kabul sacrifica su patrimonio cultural por una rentabilidad de corto plazo.
En agosto militantes talibanes atacaron con cohetes el campo de la mina instando a los trabajadores chinos a
evacuar el lugar que estaba fuertemente custodiado. Los tenaces arqueólogos, en su mayoría afganos, no se
movieron.
Todavía hay esperanzas de que el gobierno afgano permita a los arqueólogos quedarse en el complejo central.
“Tenemos esperanzas de que nos den más tiempo”, dijo Philippe Marquis, el director de la misión
arqueológica francesa en Afganistán y uno de los científicos líderes del proyecto. No hay motivos para que no
puedan coexistir las operaciones mineras y las arqueológicas en la zona. Sin embargo, temen que el gobierno
quiera cerrar el sitio a los investigadores y los periodistas para evitar que se difundan imágenes bochornosas
de los monasterios dinamitados.
El plazo inminente no es lo único que le preocupa a Marquis. Nuevos ataques de los talibanes podrían
provocar el abandono súbito de los chinos y entonces suspenderse el pago de las fuerzas de seguridad que
custodian el lugar, fomentando que se produzcan saqueos. Una escultura antigua budista puede venderse por
miles de dólares en el mercado negro.
Son pocos los académicos que tienen las relaciones políticas necesarias para instalar el tema en la esfera
internacional; y Naciones Unidas no ha hecho más que ignorar el problema. Un funcionario de la Unesco dijo
que tenía esperanzas de que “pudiera hacerse algún espacio para las actividades paralelas de arqueología y
minería”, pero para la organización, el gobierno y la empresa no se hacían responsables.
La inminente devastación en Mes Aynak no es el último ejemplo de amenaza al patrimonio cultural.
Recientemente, el líder musulmán egipcio Murgan Salem al-Gohary causó un revuelo internacional cuando
sugirió que la Esfinge y las pirámides de Guiza debían arrasarse. Y este verano, rebeldes islamistas
destruyeron las tumbas sufíes en Timbuktú, Mali, acto que fue calificado por algunos como crimen de guerra.
Ya sea en pos de un beneficio económico o por purismo ideológico, destruir el patrimonio común de la
humanidad limita nuestra comprensión del otro y asimismo la de nuestro pasado: algo que de ninguna manera
podemos soportar en este mundo actual irritable. “Solo estamos rompiendo piedras”, dijo despectivamente el
líder talibán Mullah Muhammad Omar en 2001, cuando escuchó el clamor de la protesta generalizada por la
destrucción de las estatuas. Aún teniendo en cuenta el apuro financiero de Afganistán, no es una postura que
haya que aceptar ni menos emular.
© The New York Times, 2013.
Traducción de Cecilia Benitez.
http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Demolicion-Mes-Aynak-Afganistan_0_854314576.html
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Una librería flotante con vocación solidaria
Josep Oliver 8 de enero de 2013 | 17:53
Ya os hablamos de una iniciativa parecida hace la friolera de seis años; en esta ocasión continúa la singladura
de carácter solidario en otra nave. Transporta más de 5.000 libros y mide más de 430 metros de eslora: se
trata del Logos Hope, la librería flotante más grande del mundo. La inmensa nave-biblioteca es gestionada
por una organización de caridad alemana, y su misión es llevar libros y la educación y alcance a todos los
rincones del mundo.
Toda la tripulación es voluntaria y se inscribe para completar uno o dos años de servicio. La Logos Hope
ha visitado más de 42 países en los 8 años que lleva funcionando, y por lo general permanece en un puerto
durante varias semanas, lo que permite a la tripulación de voluntarios participar en proyectos de la comunidad
y subir a bordo tantos visitantes como se quiera (el barco puede sólo tienen alrededor de 450 personas a la
vez).
Parte de la misión de la nave es hacer llegar libros de bajo coste a algunas partes del mundo donde éstos
son difíciles de conseguir: eso incluye no sólo la venta de libros por debajo de los precios de coste, sino
también la creación de bibliotecas en escuelas, orfanatos, y otras organizaciones donde la Logos Hope recala.
Además de distribuir libros, la Logos Hope promueve talleres educativos anfitriones sobre salud,
prevención del sida, y otros temas. Desde que zarpó en 2004, la Logos Hope ha distribuido más de 3
millones de libros y ha tenido más de 2,5 millones de visitantes a bordo.
Si tenéis curiosidad por conocer su ruta, su agenda para los próximos seis meses está disponible aquí, aunque
en los próximos seis meses estará viajando por el mar de Hong Kong.
Via | Book Riot
Imagen | GBAShips.org
http://www.papelenblanco.com/bibliotecas/una-libreria-flotante-con-vocacion-solidaria
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No existe la estrella Sirio C
— emulenews @ 22:24
Podéis escuchar el audio de mi sección ¡Eureka! en La Rosa de los Vientos de Onda Cero siguiendo este
enlace (y el programa completo aquí, mi sección a partir de las 02:05:00). Como siempre, una transcripción.
La semana pasada en la Tertulia Zona Cero se habló de Sirio C, una hipotética estrella en el sistema
estelar binario de Sirio que en 1995, dos astrónomos franceses Daniel Benest y Jean-Louis Duvent
predijeron para explicar una anomalía. ¿En qué consistía esta anomalía? Quizás debemos empezar
recordando qué es Sirio, la estrella más brillante del cielo nocturno visible desde la Tierra y la quinta más
cercana al Sol, a unos 8,6 años luz. Este sistema estelar binario está formada por Sirio A, una estrella blanca
de la secuencia principal con una masa de 2,12 ± 0,06 masas solares y un diámetro es 1,711 ± 0,013 veces
mayor que el del Sol. Y por Sirio B, una enana blanca con una masa similar al Sol (1,000 ± 0,016 masas
solares) y un diámetro similar al de la Tierra. Sirio B rota alrededor de Sirio A con un periodo de 50 años y
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nació de la explosión de una supernova cuyo precursor era una estrella de entre 5 y 7 masas solares que
ocurrió hace unos 250 ± 20 millones de años. Se estima que el sistema binario de Sirio se formó hace unos
225 ± 25 millones de años. En la década de 1920, se descubrió una anomalía en el movimiento orbital de Sirio
B alrededor de Sirio A. Esta fluctuación tiene un periodo de unos 6 años y es lo que trataron de explicar
Benest y Duvent en 1995.
Estos astrónomos franceses ofrecieron pruebas de la existencia de Sirio C, ¿en qué consistían estas
pruebas? Benest y Duvent en 1995 realizaron un estudio numérico por ordenador con objeto de determinar
las propiedades que debería tener Sirio C, caso de existir, para explicar la anomalía observada en la órbita de
Sirio B alrededor de Sirio A. Como esta anomalía tiene un periodo de unos 6 años, Sirio C debería tener una
masa de 72 veces la masa de Júpiter; sin embargo, con una masa tan grande el sistema estelar triple no sería
estable más allá de unos 40 millones de años, pero se estima que tiene más de 200 millones de años. Por ello,
Benest y Duvent predijeron una masa menor de unas 50 veces la masa de Júpiter. Aún así, para explicar la
anomalía la masa tiene que ser superior a unas 36 masas de Júpiter. Por tanto, Sirio C sería una enana roja o
una enana marrón con entre 36 y 50 veces la masa de Júpiter, que rota con un periodo de unos 6,3 años
alrededor de Sirio A a una distancia de unas 4,2 unidades astronómicas (algo menos que la órbita de Júpiter
alrededor del Sol).
¿Qué han encontrado los astrónomos que han buscado la estrella Sirio C? Se han realizado varias
búsquedas de planetas alrededor de Sirio A y Sirio B desde 1999, que han buscado a Sirio C y no la han
encontrado. A día de hoy podemos asegurar que Sirio C no existe. El estudio más reciente, publicado en 2011,
fue realizado con imágenes de alto contraste obtenidas con el Telescopio Subaru del Observatorio
Astronómico Nacional de Japón, que está localizado en el Observatorio Mauna Kea, en Hawaii, y posee un
espejo de 8,2 metros de diámetro. Este estudio se realizó utilizando un coronógrafo para tapar la luz de Sirio
A y ver la región que le rodea, y permite asegurar con total certeza que no existe Sirio C (de hecho, ninguna
estrella con una masa mayor de 12 veces la de Júpiter) sea cual sea la inclinación de su órbita. Si la órbita
fuera coplanar a la de Sirio B y Sirio A se puede asegurar con una certeza estadística de 5 sigmas que no hay
ningún cuerpo con una masa mayor de 6 masas de Júpiter. Aún así, este estudio no descarta la existencia de
planetas con una masa menor de 1,6 veces la masa de Júpiter (planetas de tamaño similar a Júpiter o
Neptuno).
El artículo técnico es C. Thalmann et al., “Piercing the glare: A direct imaging search for planetss in the Sirius
system,” The Astrophysical Journal Letters 732: L34, 2011 [arXiv:1104.1427]; hay estudios previos como
Daniel J. Schroeder et al., “A search for faint companions to nearby stars using the wide field planetary
camera,” The Astronomical Journal 119: 906-922, 2000 [copia pdf gratis].
¿Cómo se puede explicar la anomalía orbital de Sirio B? Todavía no hay una explicación convincente,
pero hay varias hipótesis. La más razonable es que ha habido una transferencia de masa significativa entre
Sirio A y Sirio B durante su evolución, que quizás aún continúe. Parece como si Sirio A le robara materia a
Sirio B (un proceso de acreción). Los estudios de la composición de la atmósfera de Sirio A indican que su
composición difiere de la de otras estrellas similares. Por ejemplo, Sirio A es deficiente en carbono y oxígeno,
pero tiene nitrógeno en exceso. Además se han observado líneas espectrales de elementos radiactivos con
tiempos de desintegración cortos (torio, uranio). La anomalía orbital de Sirio B se podría explicar si este
proceso de acreción de materia aún continúa. Pero hay otras hipótesis y se necesitan estudios más detallados
para obtener la respuesta definitiva.
Recomiendo los artículos técnicos de J. D. Landstreet, “Abundances of the elements He to Ni in the
atmosphere of Sirius A,” Astronomy & Astrophysics 528: A132, 2011; Marc J. Kuchner, Michael E. Brown,
“A Search for Exozodiacal Dust and Faint Companions Near Sirius, Procyon, and Altair with the NICMOS
Coronagraph,” Publ. Astron. Soc. Pac. 112: 827-832, 2000 [arXiv:astro-ph/0002043].
Sirio B fue predicha por Wilhelm Bessel en 1844 para explicar una anomalía orbital en Sirio A y fue
observada por Clark en 1862. ¿Por qué han fallado los cálculos de Benest y Duvent para predecir Sirio
C? La anomalía orbital que permitió el descubrimiento de Sirio B es diferente a la que se usó para predecir la
existencia de Sirio C. Muchas estrellas tienen movimiento propio, es decir, se mueven en el cielo. Sirio A se
mueve muy rápidamente por el cielo a 1,6 UA/año (unidades astronómicas por año), lo que equivale a un
movimiento propio de 1 grado en unos 2700 años. Estará a una distancia mínima al Sol dentro de unos 65.000
años. Friedrich Bessel en Könisberg (ahora Kaliningrado, Rusia) notó en 1834 unas irregularidades en este
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movimiento de Sirio. En 1844, publicó la hipótesis de que la causa era la fuerza de una compañera invisible,
Sirio B. Sin embargo, la anomalía de la órbita de Sirio B, que se observó en los 1920 es más sutil, es como si
se acercara y alejara de Sirio A con un periodo de unos 6 años.
Como siempre, si quieres escuchar el audio de mi sección ¡Eureka! en La Rosa de los Vientos de Onda Cero
sigue este enlace (o el programa completo a partir de las 02:05:00).
Coda final: Friedrich Bessel en Könisberg (ahora Kaliningrado, Rusia) notó en 1834 unas irregularidades en
el movimiento de Sirio. En 1844, publicó la hipótesis de que la causa era la fuerza de una compañera
invisible. Christian Peters, también en Könisberg, publicó en 1851 un cálculo detallado. En 1862, Arthur
Auwers, también en Könisberg, y Truman Henry Safford (antes de dejar Harvard para ir a un nuevo
observatorio de Chicago). La primera observación fue la noche del 31 de enero de 1862, por Alvan Graham
Clark, uno de los hijos del propietario de la fábrica Alvan Clark and Sons, Cambridgeport, Massachusetts,
usando su nuevo telescopio de 18,5 pulgadas (el primero de los grandes telescopios de Clark que culminaron
con el 40 pulgadas de 1897). La confirmación oficial de la existencia de Sirio B fue obtenida por George
Bond en el Harvard College Observatory. Sirio B es 10.000 veces menos brillante y se encuentra a unos 10
segundos de arco. En 1915 se confirmó`que era una estrella blanca (como Sirio A), luego tenía que ser una
nueva clase de estrella (una enana blanca). Más detalles de esta historia en N. S. Hetherington, “Sirius B and
the gravitational redshift,” Quarterly Journal of the Royal Astronomical Society 21: 246-252, 1980.
http://francisthemulenews.wordpress.com/2013/01/27/francis-en-eureka-no-existe-la-estrella-sirio-c/
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'101 cuentos zen': bocados de lo inaprensible
Josep Oliver 7 de enero de 2013 | 13:43
Para hablar con propiedad del libro que hoy nos ocupa, ‘101 cuentos zen’, de Galaxia Gutenberg, primero
tendríamos que explicar qué es el zen, aunque eso, quizá, resulte lo más difícil de este artículo. El zen podría
considerarse el arte interior y la concepción de Oriente. Lo han descrito, creo que felizmente, como
Una enseñanza especial sin escrituras, más allá de las palabras y las letras, que señala la esencia mental
del hombre, ve directamente la naturaleza de uno mismo y alcanza la iluminación”.
El zen arraigó en China procedente de la India, pero fue en Japón donde se depuró. De aquí la recopilación de
la que hablamos. ‘101 cuentos zen’ no es un libro de cuentos al uso. El libro de Galaxia Gutenberg, a cargo
de Nyogen Senzaki y Paul Reps, contiene materiales que proceden de diversas fuentes: fueron transcritos del
libro ‘Shaseki-shu’ (‘Colección de piedra y arena’), que data del s.XIII, así como de anécdotas de monjes
zen tomadas de varios libros publicados en Japón hacia comienzos del siglo XX.
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Estos cuentos nos hablan de la apertura de la mente al
camino de la intuición, la contemplación de la belleza natural (el zen está irremediablemente asociado a la
naturaleza), el extraño encanto de lo incompleto… No espere el lector un libro con frases sentenciosas o
párrafos ‘new age’, porque es mucho más complicado que eso.
Porque, para empezar, en la definición decíamos que el zen trasciende la escritura, va más allá de las palabras.
Precisamente por su naturaleza inaprensible, estas perlas de sabiduría oriental pueden desconcertar al
lector. En ’101 cuentos zen’ encontramos anécdotas sorprendentes, contradictorias, a veces en un aparente
sinsentido, que lo que buscan es desactivar nuestros mecanismos cognitivos habituales para de esta manera
conectar con lo absoluto, con la iluminación.
Tanzan escribió sesenta tarjetas postales el último día de su vida y pidió a un ayudante que las echara al
correo. Entonces falleció. Las tarjetas decían: “Me voy de este mundo. Éste es mi último anuncio. Tanzan, 27
de julio de 1892.”
Es fácil en muchos de ellos no encontrarles el significado, pero es que el lector ha de ir más allá y usar el
pensamiento divergente para poder trascender estas historias.
En resumen, si os interesan los libros de sabiduría oriental, vais a disfrutar estos ‘101 cuentos zen’.
101 cuentos zen
Edición a cargo de Nyogen Senzaki y Paul Reps
Traducción de Jordi Fibla
Galaxia Gutenberg, Colección Narrativa Clásica
ISBN: 978-84-8109-926-3
160 pp. | 16 €
http://www.papelenblanco.com/relatos/101-cuentos-zen-bocados-de-lo-inaprensible
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La ciudad de Papá Noel emerge del lodo
Demre, en Turquía, era una capital cristiana con raíces en la Edad de Bronce. Allí, arqueólogos desenterraron
una capilla del siglo 13 sepultada durante siglos por la inundación.
POR JENNIFER PINKOWSKI - The New York Times
DENRE. Un fresco que describe la deesis ("oración", en griego), perfectamente conservado, no requirió
restauración.
En el siglo IV después de Cristo, el obispo Nicolás transformó la ciudad de Myra, en la costa mediterránea de
la actual Turquía, en una capital cristiana. Más tarde, Nicolás fue canonizado y se convirtió en el San Nicolás
navideño al que conocemos. Myra experimentó una suerte mucho menos afortunada.
Tras ser un importante sitio de peregrinación del Imperio Bizantino durante unos 800 años, desapareció,
sepultada bajo cinco metros de lodo procedentes del destructor río Myros. Sólo quedaron la iglesia de San
Nicolás, partes de un anfiteatro romano, y tumbas cavadas en las colinas rocosas.
Pero ahora, 700 años después, Myra reaparece. Varios arqueólogos inicialmente detectaron la antigua ciudad
en 2009, usando un radar de penetración terrestre que reveló anomalías cuya forma y tamaño sugerían la
presencia de muros y edificios.
En los siguientes dos años, excavaron una impresionante capilla del siglo XIII sellada en un asombroso estado
de conservación. Una cruz tallada en uno de sus muros proyecta su forma en el altar cuando la ilumina el sol.
En su seno se encuentra un fresco de intensos colores, altamente inhabitual en Turquía.
La integridad estructural de la capilla sugiere que Myra podría estar en gran parte intacta en el subsuelo. "Esto
significa que podemos encontrar la ciudad original, como sucedió con Pompeya", explicó Nevzat Cevik,
arqueólogo de la Universidad Akdeniz quien encabeza las excavaciones de Myra, bajo la ciudad moderna de
Demre.
Myra fue una de las ciudades más poderosas de Licia, con una cultura autóctona cuyas raíces databan de la
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Edad de Bronce. Fue invadida por los persas, helenizada por los griegos y, finalmente, controlada por los
romanos. Hasta que la capilla fue desenterrada, el único vestigio del periodo bizantino de Myra era la iglesia
de San Nicolás. Inicialmente edificada en el siglo 5 de nuestra era, se creía que albergaba sus reliquias y atraía
a peregrinos de toda la cuenca mediterránea.
Sin embargo, la ciudad también atraía a los invasores. Los árabes la atacaron en los siglos VII y IX. En el
siglo XI, turcos selyúcidas se apoderaron de ella. Para el siglo XIII, Myra había sido casi completamente
abandonada.
Décadas después, intensas lluvias sellaron el destino de la ciudad. La capilla brinda evidencia del rápido
sepultamiento de Myra. Si el sedimento se hubiera acumulado gradualmente, las porciones superiores del
edificio presentarían más daños; en lugar de ello, con excepción de la bóveda del techo, su preservación es
consistente de piso a techo.
"Parece increíble", confirmó Engin Akyurek, arqueólogo de la Universidad de Estambul que trabaja en el
sitio. El fresco de la capilla excavada resulta particularmente impresionante. Con una altura de dos metros,
presenta la deesis ("oración" o "súplica" en griego) con María y Juan Bautista sosteniendo rollos de textos
griegos. Akyurek explicó que esta versión con rollos en mano había sido vista en Chipre y Egipto, pero nunca
en Turquía.
Gran parte de Myra yace bajo edificios modernos en Demre, por lo que los arqueólogos no saben a ciencia
cierta dónde proseguirán con las excavaciones. Adquieren actualmente propiedades para prevenir las
excavaciones ilegales, aunque, a juzgar por la escasez de artefactos hallados a la fecha, los saqueadores
podrían resultar decepcionados: los últimos habitantes de Myra parecen haber observado la subida de las
aguas y empacado antes de irse.
http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/La_ciudad_de_Papa_Noel_emerge_del_lodo_0_855514623.html
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¿Contra la tilde en las palabras 'sólo' y 'éste'?
Sergio Parra 10 de enero de 2013 | 13:22
Cada vez más, la ortografía es cuestión de usos sociales no de reglas inflexibles y permanentes en el tiempo.
En ese sentido, la RAE (Real Academia Española) ya no es tanto prescriptiva sino meramente descriptiva.
Con todo, a muchos les escamarán los consejos que han puesto en circulación la RAE (como los de suprimir
la tilde diacrítica en el adverbio ‘sólo’ o en los pronombres demostrativos,), y por ello, Salvador Gutiérrez,
miembro de la Real Academia Española, ha recordado que la supresión de los acentos era una recomendación.
Los buenos lectores las detectan a la legua, como si fueran máculas en la nieve virgen. Los buenos escritores
son incapaces de reproducirlas, como si fueran secuencias erróneas del genoma humano capaces de
concebir monstruos deformes. De modo que la RAE advierte que sólo son consejos, y que de nosotros
depende seguir con la regla o no hacerlo.
Yo no dejaré de emplearlas por inercia. Otros no lo harán por pureza. Y otros, quizá de una manera un tanto
inconsciente, seguirán empleándolas para diferenciarse de quienes no lo hacen, para marcar una línea, para
crear clases, para que quede claro que unos somos unos, y los otros, los otros. Para que nadie pudiera
confundirles con los garrulos que ahora emplean la fórmula (casi meme) “ola ke ase”, uno de los hitos
intelectuales del 2012.
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Gutiérrez
también ha señalado otros proyectos puestos en marcha en la RAE, como la nueva edición del Diccionario de
la Lengua Española, que se prevé que esté lista en 2014. En este nuevo diccionario entrarán términos como
tuitero y tuitear, entre otros.
Nuevas palabras que algunos agradecerán, y que otros considerarán un sacrilegio, como que en una pista de
esquí se esculpa una estampa del mítico juego Space Invaders.
Sea como fuere, siempre que me preguntan sobre algún consejo para escribir, insisto en lo mismo. Tanto si es
un Currículum como un manuscrito que opta a un premio literario, intentad ser pulcros con las faltas de
ortografía (y eso incluye ser un poco clasicorro). Si el que os lea no sabe si cometéis determinadas faltas de
ortografía porque seguís el consejo de la RAE o porque sencillamente las ignoréis, mejor será que no las
cometáis. Ni por asomo.
Un texto con demasiadas faltas de ortografía es sinónimo de que no se ha trabajado, no se ha corregido lo
suficiente. Y muy poca gente es capaz de escribir espontáneamente de tal forma que apenas se necesite
corregir nada. Así que intentad enmendar las faltas de vuestros textos, incluso las tipográficas, y ganaréis
muchos puntos. Sobre todo intentad mejorar la puntuación: poner comas o puntos y comas es todo un arte.
Estoy convencido de que solo en 10 % de la población escolarizada es capaz de hacerlo con solvencia.
Vía | 20minutos
http://www.papelenblanco.com/metacritica/contra-la-tilde-en-las-palabras-solo-y-este
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El debate radiofónico entre Gamow y Hoyle que nunca existió
— emulenews @ 12:53
El 28 de marzo de 1949, Fred Hoyle (1915-2001) dio una charla de 20 minutos sobre su nueva teoría
cosmológica (la teoría del estado estacionario que introdujo en 1948) en un programa de la Radio 3 de la BBC
(BBC’s Third Programme). Dos semanas más tarde fue transcrita al completo en la revista de la BBC “The
Listener.”
En su charla mencionaba tres veces el término “big bang” para referirse a “la hipótesis de que toda la materia
del universo fue creada en una gran explosión (big bang) en un cierto momento del pasado remoto.” En su
charla, Hoyle no mencionó a Gamow o su teoría en ningún momento. Solo hay una mención a Lemaître, pero
no al respecto de su hipótesis del átomo primordial. Te recuerdo que la teoría de Hoyle, introducida también
por sus amigos Hermann Bondi y Tommy Gold explica la expansión cósmica gracias a la creación continua
de materia por todo el universo a un ritmo tan pequeño que no es detectable (10 -43 g/cm3 por segundo).
Hay una historia errónea que cuenta que en el programa de la BBC también intervino Gamow. Se cree que su
origen fue un Simposio sobre la Historia de la Cosmología en Bolonia, 1988. Alpher y Herman, colegas de
Gamow en 1950, afirmaron que: “De acuerdo con Gamow, Hoyle usó este término [big bang] en un sentido
peyorativo durante un debate en la radio BBC con Gamow.”
Años más tarde mucha gente cree que esto fue verdad y que Gamow en 1949 tuvo un debate transatlántico
con Hoyle en la BBC. Nunca tuvo lugar dicho debate. Seguramente, Alpher y Herman no entendieron bien
algo que les dijo Gamow, o quizás Gamow contaba esta historia como un chiste gracioso.
No existe ninguna prueba en la historia de la ciencia a favor de que Gamow creyera que el término “big bang”
de Hoyle tenía un sentido peyorativo hacia sus ideas. En un entrevista en 1989, Alan Lightman le preguntó a
Hoyle por el origen del término “big bang” y el contestó que en “los programas de radio trataba de usar
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palabras que sugirieran imágenes visuales de lo que se estaba hablando y que utilizó la palabra “big bang” en
este sentido, sin ningún tipo de connotación peyorativa.”
Nos lo cuenta Helge Kragh, “What’s in a Name: History and Meanings of the Term “Big Bang”,”
arXiv:1301.0219, 2 Jan 2013.
http://francisthemulenews.wordpress.com/2013/01/20/nota-dominical-el-debate-radiofonico-entre-gamow-yhoyle-que-nunca-existio/
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'Vivir 5 personas con 5 euros al día' de Stefania Rossini
Sarah Manzano 16 de enero de 2013 | 13:06
El pasado 10 de Enero se ponía a la venta este libro de Stefania Rossini que, sin duda, llama la atención con
su título. Vivir 5 personas con 5 euros al día, es inevitable no sentir, como mínimo, curiosidad, y eso es lo
que me pasó a mí. Yo, que soy una persona tremendamente consumista y acumuladora, estaba intrigada por
este título que casi casi me prometía hacer magia.
Se trata de toda una declaración de intenciones. Combatir el consumismo desaforado. Reciclar nuestras
pertenencias de una manera lógica. Adquirir productos de manera responsable. Intentar evitar, por todos los
medios posibles, comprar de manera compulsiva. Ahorrar, sí, pero sobre todo ser conscientes de nuestro
impacto en la naturaleza que nos rodea.
Es sobre todo, un canto a un modo de vida más sostenible, más natural y más feliz. Cambiar el chip y pensar
en realizar con nuestras propias manos aquello que necesitamos, en lugar de comprarlo. Utilizar nuestra
imaginación para reutilizar aquello que ya no nos sirve y buscarle una nueva utilidad. O, porqué no,
incluso recurrir al trueque para cambiarlo por productos que necesitamos. Se trata, en cualquier caso, de
cambiar nuestra manera de pensar y empezar a vivir de una manera más ecológica, más sana y también, claro,
más barata.
‘Vivir 5 personas con 5 euros al día’ nos trae un montón de trucos y consejos para ser más responsables con el
medio ambiente y consumir de una manera más moderada. Pero, además, incluye un buen montón de recetas
para realizar productos de uso común. Desde cremas corporales hasta lejía, pasando por sal aromatizada
o detergente. Confieso que me ha sorprendido la cantidad que cosas que se pueden hacer con bicarbonato y
un limón…
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Aunque el grueso del libro lo forman las diferentes recetas, una pequeña parte está dedicada a trucos para
gastar menos en aquello que no podemos evitar como la luz, el agua o la gasolina. La mayoría son trucos
lógicos y basados en el sentido común, pero aún me sorprende ver cómo hay gente que se despreocupa
totalmente por cerrar los grifos mientras se lavan los dientes o que dejan las luces encendidas allá por donde
pasan. Un poco de conciencia no nos viene mal…
En la parte negativa tengo que admitir que me hubiera gustado leer algo más sobre los principios de la vida
sostenible, pero es cierto que el libro en sí está más enfocado a los trucos de ahorro en sí mismo, por lo que si
esta forma de vida os llama la atención habrá que buscar más información en otros libros. También es verdad
que su autora vive en una granja en el campo y muchos trucos nos parezcan extraños o inviables, pero la clave
está en la imaginación para encontrar un equilibrio entre consumo y sostenibilidad.
Stefania Rossini tiene treinta y siete años y vive con su marido y sus tres hijos en Brescia (Italia). Con su blog
Natural-mente-stefy se ha convertido en una abanderada de la vida eco y low cost en su país. Además, a raíz
del gran éxito de su blog, ha comenzado a participar en diversos programas de televisión donde comparte su
visión de que un consumo responsable es posible.
Como os decía, soy una persona terriblemente consumista. Os lo digo con un deje de culpa, pero me gustan
las cosas bonitas. Me gustan las tazas, aunque tenga dos millones sigo acumulando. Me gustan los
cosméticos, aunque tengo dos armarios llenos que me llevaría mucho tiempo vaciar, y aún así sigo
comprando. Soy un poco urraca, me llaman la atención los colores y soy presa fácil de las campañas de
marketing y los colores pastel. Me decidí a leer este libro porque soy consciente de que esto es
insostenible. No sólo por la parte económica, que también (la crisis ha hecho mucho daño), también por saber
que este ritmo de consumo loco no lleva a ninguna parte. Y ahora, si me disculpáis, creo que voy a empezar a
poner en práctica algunos de los consejos de Rossini. Ella sabe más que yo de esto…
Zenith
Traducción: Cristina Alonso
ISBN: 978-84-08-03755-2
128 páginas
10,95 euros
http://www.papelenblanco.com/resenas/vivir-5-personas-con-5-euros-al-dia-de-stefania-rossini
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Un viajero auténtico
En Cartas del Mediterráneo Oriental, José Emilio Burucúa propone a un corresponsal amigo un itinerario,
ajeno a la curiosidad del turista, con una mirada atenta y culta
Ver más fotos Cartas del Mediterráneo Oriental.
Vía, camino. Ése es el origen de la palabra viaje. Implica circular, pero también conectar. Puede evocar lo
trivial o lo obvio -con la misma etimología- o lo desviado y extraviado. La publicación del diario de José
Emilio Burucúa dedicado a su viaje por Israel y Grecia es, seguramente, un caso brillante de estas
posibilidades. Son once cartas dirigidas a su colega Nicolás Kwiatkowski escritas en el día a día de su viaje
producido entre el 6 y el 17 de febrero de 2011. Por oficio, Burucúa -autor de Historia y ambivalencia:
ensayos sobre arte y Cartas norteamericanas y uno de los más respetados historiadores argentinos- no puede
evitar encontrar a cada paso huellas del pasado -del real y del imaginado-, pero no deja nunca de registrar las
cuestiones más conflictivas del presente: la crisis griega junto a Homero, o el enfrentamiento entre Al-Fatah y
Hezbollah junto al relato icónico de Masada.
Su esposa Aurora, uno de los personajes centrales, oficia como una suerte de interlocutora capaz de hacerlo
girar hacia lo imprevisto. Cada una de las cartas reunidas en el volumen está prolijamente dedicada a un
circuito turístico. Así surgen el Templo de Salomón, el Mar Muerto, Haifa, Corinto, la Acrópolis, el monte
Parnaso, Micenas y Epidauro. Lugares todos atravesados por acontecimientos notables: las Guerras Médicas,
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la muerte de Agamenón, la pretendida salida griega de la Eurozona, la crueldad de Ricardo Corazón de León,
la pobreza palestina.
Entre las cartas dedicadas a Israel y las que relatan el viaje a Grecia, Burucúa decidió incluir una serie de
pequeñas fotos en blanco y negro sin anotaciones, que cumplen la función de estimular al lector a iniciar su
propia búsqueda más que la de ilustrar palabras. Es que el espíritu espontáneo y bienvenidamente desprolijo
de sus notas no busca armar un relato asertivo sobre el recorrido. Se trata de apuntes donde su propio texto se
suma a extensas y precisas transcripciones de Tucídides, Pausanias, Josefo o Plutarco. El pasado y el presente
se confunden así de una manera inédita. De la misma manera como por momentos resulta difícil distinguir las
voces expuestas en las páginas de Cartas del Mediterráneo Oriental, también lo es trazar los límites
temporales. Es el presente con el pasado sí, pero también ellos mismos unidos con el futuro que Burucúa
imagina. Las páginas escritas por el historiador argentino -o, mejor dicho, su capacidad de atención- tienen la
extraordinaria virtud de hacer difícil distinguir su voz de su mirada y la escucha del tacto. Todos los sentidos
parecen confluir en uno solo, aunque polifónico. Evoca con la misma concentración a Marcos López y su foto
Asado criollo, la Biblia, su sueño de una fórmula Alfonsín-Binner, sus años como ayudante de cátedra en la
Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, a su amigo, el crítico y poeta Héctor Ciocchini, el robo descarado
de los mármoles de la Acrópolis por parte de Lord Eglin, la idea de muerte y sus viajes regulares hacia el
campus de la Universidad Nacional de San Martín.
La distinción entre viajero y turista se ha tornado en los últimos años en excusa para la petulancia.
Obviamente, quien se define como viajero por la supuesta profundidad de su experiencia se distingue del
mero turista, sumido en la superficialidad del alegado hombre mediocre. El volumen de Burucúa viene a
destruir -felizmente- esta distinción autocomplaciente. No simula nunca ser un local, pero tampoco se limita a
acumular anécdotas. No teme exhibir su erudición, pero tampoco esnobea al lector..
Cartas del Mediterráneo Oriental
José Emilio Burucúa
Adriana Hidalgo
168 páginas
$ 88
http://www.lanacion.com.ar/1548426-un-viajero-autentico
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'El alcohol y la nostalgia' de Mathias Énard
Fausto Beneroso 11 de enero de 2013 | 17:00
Después de que hace más de un año disfrutara a lo grande con la maravilla que es Habladles de batallas, de
reyes y elefantes, la noticia de la nueva novela de Mathias Énard me llenó de entusiasmo inmediatamente.
Eso sí, todavía faltaban unos meses para poder disfrutar de El alcohol y la nostalgia, que así se llama. Así
pues, nada más salir no dudé en llevármelo a casa, y he de reconocer que de entrada me sorprendió (para mal)
su aspecto: apenas un librito de cien páginas con letra más que generosa y a un precio de 12,90 euros.
Vamos, un ratito de lectura.
Y es que, sinceramente, me sorprende que vendan este libro como una novela, cuando mínimo es una novela
corta, si no un relato directamente. Pero bueno, despejada la sorpresa inicial me dejé llevar una vez más por
la maravillosa forma de escribir que tiene Mathias, que si bien aquí no alcanza las cotas de excelencia de
‘Habladles de batallas…’, demuestra que lo suyo es envolverte con su lenguaje, siendo de largo lo mejor de
esta ¿novela?
En ‘El alcohol y la nostalgia’ acompañamos a Mathias (uno de los tres claros protagonistas) en un viaje a
bordo del transiberiano, pero ni mucho menos es un viaje de placer, sino que está acompañando los restos
mortales de su amigo Vladímir desde Moscú hasta Novosibirsk, pueblo de éste último. En el trayecto irá
rememorando un pasado que todavía le duele y la historia de ambos con Jeanne, en un extraño triángulo
amoroso lleno de alcohol, drogas y mucho descontento.
La historia se inicia con la llamada de la propia Jeanne a Mathias, que ahora vive en París, para comunicarle
el fallecimiento del amigo común, e inmediatamente volará hasta Moscú para volver a ver a su amiga, antigua
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amante y compañera de excesos de otra época. A partir de ahí y del breve reencuentro entre ambos
asistiremos al citado viaje, donde es el propio protagonista el que cuenta todo (presente y pasado) en
primera persona, como si nosotros fuéramos los compañeros de asiento en el transiberiano (al que por cierto
me gustaría subir alguna vez en mi vida) y estuviésemos escuchándolo todo.
Como os podréis imaginar, el escenario es otro de los puntos fuertes de este título, ya que ir recorriendo
ciudades como Moscú o San Petersburgo, junto con la fría estepa rusa, tiene su punto. La verdad es que nos
transmite perfectamente el clima, la forma de ser de los rusos y nos traslada de manera muy efectiva a la tierra
de los zares. Por cierto, hay que decir que ‘El alcohol y la nostalgia’ es en realidad una adaptación de una
ficción radiofónica emitida en 2010 por France Culture y escrita por el autor en el propio transiberiano, lo
que explica sus dimensiones.
Así pues, una pequeña ración de Mathias Énard, que siempre es un placer para los paladares más
exigentes. Eso sí, si aún no habéis leído ‘Habladles de batallas…’ os recomendaría que empezarais con ella
para conocer a este excelente autor. Por cierto, al principio de este post mencionaba la emoción que me
embargó al enterarme de la salida de este ‘El alcohol y la nostalgia’, ¿verdad? Pues bien, ahora mismo me
encuentro exactamente igual, y es que me acabo de enterar que en marzo tendremos nuevo libro del amigo
Énard, llevará por título Calle de los ladrones y tiene ¡352 páginas! Ya lo estoy esperando.
Yo que odio los viajes y ahora voy bien servido, horas y horas por delante, sólo con Vladímir, que no dice
palabra, sólo con los recuerdos, el alcohol y la nostalgia, he ahí todo lo que permanece, como decía Chéjov el
médico muerto bebiendo champán, a solas con frases, con versos, recuerdos; quizá Jeanne tuviese razón, voy
a perderme en el fin del mundo, a desaparecer en la noche siberiana, a sumergirme en el Pacífico,...
Mondadori
Colección: Literatura Mondadori
106 páginas
ISBN: 9788439724810
Traducción: Robert Juan-Cantavella
12,90 euros
http://www.papelenblanco.com/resenas/el-alcohol-y-la-nostalgia-de-mathias-enard
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Las últimas horas de la oligarquía
En 1912, la Ley Sáenz Peña estableció el voto universal, secreto y obligatorio en el país, jaqueando al
conservadurismo. “Las facciones contrarias no pudieron superar sus divisiones internas”, dice el historiador,
que describe en su reciente libro el colapso de la elite gobernante.
POR Carlos A. Maslaton
DEMOCRACIA. La Ley Sáenz Peña de 1912 incorporó a nuevos participantes en el esquema político.
El advenimiento del siglo XX encontró a la Argentina con un horizonte en el que bullían los reclamos de
reformas sociales y políticas, derivados del proceso de modernización que se había puesto en marcha durante
la década de 1880. Entre los agentes de transformación, tuvieron gravitación central el caudal de nuevos
habitantes que aportó la inmigración europea y la creciente presencia del activismo anarquista y socialista.
En ese contexto histórico, la declinación del hegemonismo del Partido Autonomista Nacional (PAN) y el
surgimiento de opositores a la maquinaria política del general Julio A. Roca le planteó a la elite gobernante
conservadora el desafío de afrontar la disyuntiva de cómo incorporar a grandes cantidades de nuevos
participantes en el esquema político sin perder el dominio del poder público.
La sanción en 1912 de la ley Nº 8871 –conocida como Ley Sáenz Peña– con la implementación del voto
universal, secreto y obligatorio, significó el tiro de gracia a un modelo oligárquico-conservador caracterizado
por el fraude electoral y los ententes entre el Gobierno nacional y las elites provinciales. El nexo causal entre
el reformismo saenzpeñista y el fin de la hegemonía de la dirigencia conservadora es uno de los muchos
aspectos que aborda el historiador Martín O. Castro en su exhaustivo libro El ocaso de la república
oligárquica: Poder, política y reforma electoral 1898-1912 (Edhasa), y sobre los que charló con Ñ.
-¿Cuáles han sido los factores políticos que posibilitaron la instauración y consolidación del régimen
oligárquico que imperó a partir de 1880 en la Argentina? ¿Cuáles fueron los rasgos distintivos de ese
modelo?
-En las últimas décadas, ha habido un proceso de renovación en la historiografía del período que contribuyó a
complejizar interpretaciones previas que privilegiaban una mirada de unidad. A relatos que presentaban un
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sistema de poder caracterizado por una oligarquía homogénea, se contraponen otros que han avanzado en el
estudio de las complejas relaciones entre clases propietarias y poder político, la construcción de un poder
hegemónico y el grado de centralización del Estado nacional. Es indudable que la república oligárquica
encontró sus rasgos distintivos en la hegemonía política del Partido Autonomista Nacional (PAN), una
poderosa máquina política que agrupaba a elites provinciales y partidos políticos locales, ejercía el control
electoral y estimulaba la concreción de vínculos estrechos entre el partido y el Estado. La ampliación de las
funciones estatales, la burocracia federal en las provincias y la participación de los representantes provinciales
en el Congreso contribuyeron a aportar cohesión a una elite política que iba a ser descrita por la prensa
opositora como una “oligarquía”. Lejos de ser un partido con instituciones claramente definidas, el PAN
regulaba los conflictos entre elites provinciales y dada la ausencia de un sistema de partidos competitivos
durante la mayor parte del período, la política facciosa característica de aquellos años funcionaba como un
sustituto parcial de la competencia partidaria.
-Su libro ahonda en las líneas de investigación historiográficas que, en las dos últimas décadas, han
contribuido a complejizar nuestro conocimiento sobre el período del régimen conservador. ¿Qué
nuevos datos se conocen a partir de su investigación en torno a los hechos y actores que realmente
gravitaron en el proceso que decantó en el eclipse definitivo del conservadurismo?
-El libro explora el proceso de fragmentación de la elite política y la declinación del régimen político en el
novecientos, en el contexto de una política del Acuerdo iniciada a comienzos de la década de 1890, que ya
empezaba a mostrar signos de agotamiento al comenzar el nuevo siglo. Rastreo las diferencias y tensiones
crecientes entre pellegrinistas y roquistas y estudio el alcance de los conflictos facciosos en torno al gobierno
central, teniendo en cuenta las modalidades políticas regionales, y la manera en que aquellos conflictos se
articulaban con formas de participación política que superaban al ámbito de las elites sociales y políticas. Es
importante explorar de qué manera las facciones se constituyeron en la expresión persistente de conflictos a
nivel provincial y nacional que iban más allá de la competencia por la sucesión presidencial. Esta
característica, digamos estructural, de la república oligárquica, es decir facciones construidas sobre redes de
tipo clientelar, creo que ayuda a explicar la dinámica interna de los grupos dirigentes. Así, por ejemplo, a
comienzos del siglo XX, existió una creciente certeza entre la clase política de que era cada vez más difícil
reeditar las políticas de negociación y conciliación a las que había recurrido tradicionalmente el roquismo, y
Pellegrini y sus “amigos políticos” que se habían descubierto, de manera algo repentina, como partidarios de
la reforma política, se definían a sí mismos como “antiacuerdistas” o “antirroquistas”.
-¿Cuáles fueron los aspectos relevantes de la crisis de 1901 y por qué debe ser considerada como un
momento de quiebre que posibilitó la apertura a la reforma electoral?
-A consecuencia de la crisis abierta con la discusión parlamentaria sobre un proyecto que buscaba unificar los
bonos de la deuda externa (expresada en las calles de Buenos Aires en la reacción de estudiantes
universitarios que rechazaban el acuerdo con los acreedores internacionales), el PAN quedó al borde del
cisma partidario a partir de la ruptura entre Roca y Pellegrini. Este último había sido crítico de la ausencia de
participación política de las clases altas y señalado el agotamiento del Acuerdo pero, a partir de la ruptura de
julio de 1901, dio un giro inesperado hacia la reforma política. La magnitud de las protestas fue acompañada
por un discurso crítico hacia un acuerdo considerado humillante para la soberanía nacional y por un rechazo
hacia los presupuestos oligárquicos del sistema. No sorprende que Dardo Rocha hablara de la “liquidación de
un régimen”. El incipiente cisma en el partido gobernante (que se concretó recién en la Convención de
notables de 1903) introdujo un importante grado de incertidumbre política y dio lugar a una reemergencia del
debate de una reforma electoral. La crisis abrió las puertas a un cuestionamiento sobre la legitimidad de la
hegemonía política roquista. La presencia de un gobierno repentinamente a la defensiva, los cambios en los
alineamientos facciosos y el proceso de fragmentación del PAN contribuyeron a explicar la creación de
condiciones favorables a las transformaciones políticas y también dieron cuenta del surgimiento de intentos
de articulación política que buscaban en la ciudad de Buenos Aires ser una alternativa al PAN y canalizar la
movilización de los sectores urbanos porteños.
-Inicialmente, los gobiernos de Manuel Quintana y José Figueroa Alcorta se mostraron proclives a
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abordar el desmantelamiento de las prácticas electorales fraudulentas de las máquinas políticas del
roquismo, pero finalmente reprodujeron el modelo imperante a partir de 1880. ¿Qué impidió que ese
reformismo discursivo cristalizara en una política concreta de democratización genuina? ¿Por qué, en
cambio, sí tuvo lugar esa transformación durante el gobierno de Roque Sáenz Peña?
-De la Convención de notables de 1903 salió la candidatura de Quintana, un político con un pasado
antirroquista, que encontraba resistencias entre los políticos del PAN. Quintana afirmó su intención de
diferenciarse de la máquina política roquista y expresó su voluntad de introducir una reforma política pero su
gobierno se encontraba tensionado entre proyectos de construcción política de sus aliados en el Litoral, el
descontento de los roquistas y las exigencias de la representación bonaerense en el Congreso que pusieron
límites al reformismo electoral. La ley electoral de 1905 reflejó esa incapacidad del gobierno por introducir
modificaciones de importancia en los mecanismos de los gobiernos electores. Durante la presidencia de
Figueroa Alcorta hubo una redefinición de la relación entre las elites provinciales y el gobierno central, y el
PAN dejó de regular los conflictos entre los grupos provinciales. Una parte considerable de la elite política
expresó sus reservas a los cambios en las reglas de juego que significaron una reforma electoral y la
representación de las minorías.
-¿Y en qué fracasó Figueroa Alcorta?
-En cumplir con su promesa de reforma electoral, que se relacionó (más allá de la escasa voluntad del político
cordobés) con problemas de liderazgo y la incapacidad por alcanzar apoyos parlamentarios necesarios para
introducir modificaciones en la legislación electoral. Sáenz Peña se encontró con un panorama diferente:
aquellos políticos y facciones conservadoras contrarios a la reforma electoral no pudieron superar sus
divisiones internas y no lograron ofrecer una resistencia unificada al programa político saenzpeñista. Creo que
fue en la fragmentación y desorganización de quienes se opusieron a la reforma más que en la fortaleza del
gobierno en donde se ubica la explicación de la sanción de la ley electoral de 1912. Este mismo grado de
faccionalismo de la elite política conspiró contra las facciones conservadoras que, ante el proceso de
democratización política, fracasaron –en palabras de Sáenz Peña– en “acertar con la disciplina partidaria”.
http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Martin-Castro-ocaso-republica-oligarquica_0_854314572.html
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Leer a los clásicos es mejor para tu cerebro que leer a los contemporáneos
Sergio Parra 15 de enero de 2013 | 14:33
Si a la hora de escoger nuestras próximas lecturas nos olvidáramos por un momento de nuestros filtros
estéticos y nuestras preferencias y sólo nos fijáramos en lo enriquecedor que resultará intelectualmente (o
cognitivamente, para ser más precisos), entonces deberíamos escoger a los clásicos antes que a los
contemporáneos.
Es al menos lo que sugiere un experimento consistente en monitorizar la actividad cerebral de un grupo de
voluntarios mientras leían una serie de libros, que ha sido llevado a cabo por un equipo de científicos,
psicólogos y académicos de la lengua de la Universidad de Liverpool. Los clásicos que se leyeron pertenecían
a las plumas insignes de Shakespeare, William Wordsworth y T.S. Eliot, entre otros.
Al parecer, el escaneo cerebral no dejó lugar a dudas: los clásicos consiguieron disparar la actividad cerebral
porque suponían un reto mayor, sobre todo a la hora de entender palabras antiguas o periclitadas. De
hecho, se adaptó las obras a un lenguaje más moderno y el efecto cognitivo suplementario se diluyó como por
ensalmo.
El estudio también apunta que la poesía no sólo son palabras bonitas o un juego de feria con mucha pirotecnia
que cuenta con el aval de la elite intelectual sino que los versos incrementan la actividad en el hemisferio
derecho del cerebro, el área que se encarga de la memoria autobiográfica, lo que permite reflexionar sobre
experiencias propias y enriquecerlas a la luz de lo leído, tal y como explica Philip Davis, profesor de filología
inglesa y miembro del equipo de investigación:
La poesía no es solo una cuestión de estilo. Se trata también de profundas interpretaciones de la experiencia
que añaden lo emocional y lo biográfico a lo cognitivo.
Eso no nos dice nada sobre la belleza de la poesía, naturalmente, pero al menos sitúa la poesía rimada (y ya no
digamos las rimas complejas) al nivel de los autodefinidos o el sudoku.
Una prueba más para añadir a los quintales de experimentos ya realizados a propósito de cómo la lectura y la
escritura modifica la estructura cerebral hasta límites insospechados. Aunque, en apariencia, un lector tiene la
misma pinta que un no lector, incluso que un analfabeto, se podría decir que un lector es, respecto a una
persona que nunca ha aprendido a leer, una criatura perteneciente a otra especie.
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No sólo hay diferencias estructurales en el cerebro, sino que los cerebros lectores entienden de otra manera
el lenguaje, procesan de manera diferente las señales visuales; incluso razonan y forman los recuerdos de otra
manera, tal y como señala la psicóloga mexicana Feggy Ostrosky-Solís:
Se ha demostrado que aprender a leer conforma poderosamente el sistema neuropsicológico del adulto.
Los libros son el equivalente intelectual de los antibióticos, los aditivos o el aire acondicionado. Son una
tecnología capaz de diluir un poco más nuestra humanidad de serie y moldear nuestro cerebro para
alcanzar finisterres que hace apenas unos siglos eran inalcanzables, tal y como explica elocuentemente
Nicholas Carr en su libro Superficiales:
Ni que decir tiene que mucha gente había cultivado una capacidad de atención sostenida mucho antes de que
llegara el libro e incluso el alfabeto. El cazador, el artesano, el asceta, todos tenían que entrenar su cerebro
para controlar y concentrar su atención. Lo notable respecto de la lectura de libros es que en esta tarea la
concentración profunda se combinaba con un desciframiento del texto e interpretación de su significado que
implicaban una actividad y una eficiencia de orden mental muy considerables. La lectura de una secuencia de
páginas impresas era valiosa no sólo por el conocimiento que los lectores adquirían a través de las palabras
del autor, sino por la forma en que esas palabras activaban vibraciones intelectuales dentro de sus propias
mentes.
Después de esto, quizá os apetezca leer La novela con las palabras más cultas, rebuscadas y altisonantes
que has leído nunca.
Y bueno, si tenéis que corregir un texto o leer algo con mucha atención, tomad café.
Vía | Quo
http://www.papelenblanco.com/animacion-a-la-lectura/leer-a-los-clasicos-es-mejor-para-tu-cerebro-que-leera-los-contemporaneos
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La experiencia de lo abstracto
Se publican por primera vez en español los escritos reunidos del compositor estadounidense Morton Feldman
Por Diana Fernández Irusta | Para LA NACION
La música de Feldman tiene una estrecha relación con la pintura. Foto: Bogaerts, Rob / Anefo
"Uno dibuja de manera más libre en un papel sin renglones", escribió Morton Feldman, que cuando
pronunciaba esas palabras no pensaba en dibujos o pinturas, sino en composiciones musicales. O, más
probablemente, tenía en cuenta los sutiles intersticios entre lo plástico y lo sonoro, esas inefables zonas de
percepción que rozan la transición entre tiempo y espacio, entre superficie y construcción. La frase, con todas
sus implicancias, invita a un viaje. El mismo que propone Pensamientos verticales , una muy cuidada
selección de ensayos, conferencias y otros textos en los que la voz de este compositor contemporáneo emerge
lúcida, estimulante, por momentos inesperadamente cercana.
Los textos fueron escritos entre fines de los años 50 y mediados de los 80. Recorrerlos equivale a atisbar una
aventura creativa en la que el rigor de la reflexión es tan significativo como el azar de los derroteros
personales, la intensidad de los lazos amistosos o, incluso, el interrogante espiritual.
En el núcleo de estas indagaciones, como un faro intermitente, persiste un elemento crucial en la estética de
Feldman: su encuentro, alrededor de 1950, con los artistas del expresionismo abstracto, aquellos que estaban
haciendo estallar el horizonte cromático y formal de la pintura, al tiempo que ubicaban en Nueva York el
nuevo Norte de la brújula artística internacional. En este sentido, el autor es explícito: nada habría sido igual
en su vida profesional si, tras conocer a John Cage, no hubiera ingresado en el efervescente circuito que por
esos años integraban Jackson Pollock, Willem de Kooning, Mark Rothko o Philip Guston.
El acceso a lo que él llama la "Experiencia de lo Abstracto" fue, entonces, decisivo. "La imaginación da
respuestas sin metáfora. La Experiencia de lo Abstracto es una metáfora sin respuesta -escribe en un catálogo
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de 1967-. Mientras el arte de tipo literario, el arte que nos es cercano, está tensionado por la polémica que
asociamos a la religión, la Experiencia de lo Abstracto es en realidad mucho más cercana a lo religioso. Lidia
con el mismo misterio, la realidad, o como quieran llamarlo."
Se trata, en todo caso, de pulsar las cuerdas más íntimas, el germen casi intangible de la experiencia sonora.
Para lograrlo, el compositor recurrirá -así lo asevera una y otra vez- a las intuiciones y procedimientos de los
pintores abstractos. De allí surgirá un modo particular de interrogar el trabajo compositivo, así como la
posibilidad de interpretar el plano auditivo en los términos del plano pictórico. O -y esto será fundamental- la
disposición a rendirse ante la reveladora potencia de los materiales. "El pintor obtiene su maestría al permitir
que aquello que está haciendo tome forma por sí mismo -explica Feldman-. De alguna manera, debe
mantenerse al margen para tener el control. El compositor apenas está aprendiendo a hacer esto. Está
empezando a comprender que el control puede pensarse como solo una práctica aceptada."
De la frecuentación de ateliers y gozosas tertulias en el Village, dos nombres emergen con fuerza: Mark
Rohtko y Philip Guston. Feldman respetó y se nutrió de los universos expresivos que ambos artistas plásticos
desarrollaron. Por ejemplo, rescató el modo particular en que cada uno de ellos interpretó la noción de estasis:
esa ilusión de suspensión, la huella de algo como "congelado y, al mismo tiempo, vibrante", que sólo las artes
visuales parecieran poder tocar, pero que, sin embargo, el autor considera posible en el territorio de la música.
Feldman coleccionaba tapices antiguos: un modo más de aproximarse al intrincado misterio de la forma, el
color y el tiempo; otra vía para incidir en el núcleo material de esa sustancia intangible, la música (la utopía -o
no- de que los dedos de un compositor se plasmen en su obra de igual modo que los trazos del pintor lo hacen
en la tela).
El diálogo con lo pictórico es permanente. A propósito de un tributo a John Cage realizado a principios de los
años 80, el autor escribe: "Mahler, una sala de espejos deformantes, evoca los paisajes emocionales de una
pintura de Munch; Cage, al igual que las pinturas tardías de Monet, nos hace mirar fijo al sol; la refracción de
su sonido, como la luz de Monet, se desliza de nuestros oídos hacia un mundo sonoro no delimitado". En la
belleza de esta imagen subyace algo así como un manifiesto. Más allá de su enorme capacidad analítica, en un
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entramado intelectual en el que gravitan figuras como Kierkegaard o Tolstoi, Feldman propugna un tipo de
creación cada vez más limpia de conceptos y más próxima al núcleo de la percepción. Como lo mejor del
expresionismo abstracto, defiende una libertad que poco tiene de caótica y mucho de trabajoso empeño. En
los textos de esta compilación -sabiamente dispuestos entre una precisa introducción y un epílogo del poeta
Frank O'Hara- se respira una intensidad que los melómanos disfrutarán tanto como cualquier otro interesado
en las maravillas de la expresión humana.
Pensamientos verticales
Morton Feldman
Caja Negra
Trad.: Ezequiel Fanego
256 páginas
$ 95.
http://www.lanacion.com.ar/1548421-la-experiencia-de-lo-abstracto
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'En llamas', de Suzanne Collins
Albertini 27 de enero de 2013 | 17:03
Cuando leí ‘Los juegos del Hambre‘, la primera parte de una trilogía planteada por Suzanne Collins, una de
las cosas que eché mucho en falta es en la profundización de la distopía en la que está ambientada este libro.
No es que necesitara un completo tratado sobre ella, pero sí lo suficiente como para que hablásemos de una
buena novela de ciencia ficción en vez de una entretenida historia de aventuras.
Entre comentarios (y no solo por estos lares) tanto de lectores como de amigos, me decían que con ‘En
llamas‘, el segundo libro, las cosas se ponían más interesantes y ya desarrollan un poco más todo lo que me
parecía que carecía el primero. Así que en cuanto tuve un momento a lo largo de estas navidades he leído lo
que me quedaba de la trilogía, incluyendo ‘Sinsajo’, el que cierra la saga y del que os hablaré en los próximos
días.
‘En llamas’ comienza tras los acontecimientos de ‘Los Juegos del Hambre’, presentándonos cómo parece
haber vuelto las cosas a la normalidad en el Distrito 12 de Panem. Katniss y Peeta viven ahora en sus
respectivas casas en la “urbanización” exclusiva para ganadores del torneo y sólo siguen siendo amantes cara
a la galería. Katniss sigue con sus viejas costumbres de salir a por caza, más ahora para ayudar a la familia de
Gale.
El libro comienza en las vísperas del Tour de la Victoria, una gira en la que el vencedor de los Juegos del
Hambre recorre los diferentes distritos de Panem y el Capitolio. En estos días recibe una visita inesperada, la
del Presidente Snow, quien la advierte de que su pequeño truco con las bayas ha sido visto como un
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símbolo de rebelión, y que más le valdría mantener el perfil bajo o se deberá atener a las consecuencias. Sin
embargo a pesar de sus esfuerzos resulta no haber sido suficiente, ya que a parte de signos de rebelión en el
distrito once, Katniss descubre una emisión confidencial mostrando una rebelión en el distrito ocho. Rebelión
confirmada por dos fugitivas a las que encuentra en la cabaña del bosque a la que Katniss solía ir de pequeña
junto a su padre. Ellas lograron escapar y toman rumbo hacia el Distrito 13, presuntamente aniquilado en los
Días Oscuros. Los rumores no solo apuntan a que el Distrito está operativo, sino que es la base de la
Resistencia de la que Katniss es el símbolo inconsciente.
La venganza de Snow
En esos días ha habido muchos cambios en el distrito, incluyendo un nuevo y cruel cuerpo de Pacificadores,
un modo del Presidente Snow de decirle que ha fracasado. El segundo modo es el as que se guarda el
Presidente en la manga: en el Vasallaje de los Veinticinco, una edición especial de Los Juegos del Hambre,
los tributos serán, por primera vez en la historia, antiguos vencedores. Lo que significa que Katniss tendrá que
volver a la Arena.
Bien podríamos considerar a ‘En llamas’ como el libro en el que vemos la venganza de Snow ante la rebelión
que parece estar inspirando Katniss, la sinsajo. Estos albores de la revolución, de la resistencia, es la
constante con la que Suzanne Collins mueve la trama. En un libro que, sin dejar de ser fiel al estilo de la
autora y a la forma de narración en primera persona del presente. Todo desde la perspectiva de Katniss, por lo
que todo lo que sabemos es por su voz o por lo que le dicen.
Lo que logra hacer Collins en ‘En llamas’ es que conozcamos aún mejor a los protagonistas a la vez que logra
profundizar en cada uno de los personajes… por lo menos del bando de los buenos. Los del otro bando,
que prácticamente se limita a mostrar al Presidente Snow y al nuevo Pacificador del Distrito Doce, siguen
estando muy desdibujados. Por el lado de la historia, Collins se toma las cosas con calma pero con solidez.
Aun así creo que no ha sabido ejecutar bien la parte del Vasallaje. Parte que, si bien es un trecho necesario
para lo siguiente, queda algo chirriante con el resto de la novela.
En el fondo, a pesar de estar ligeramente mejor pensada que ‘Los Juegos del Hambre’, uno termina de leer
‘En llamas’ con la sensación de haber leído un prólogo largo, o el primer acto en todo caso, de una bilogía
continuada por ‘Sinsajo’. Una característica que, si bien no es mala per sé, sí que puede resultar
decepcionante sobre todo cuando comparamos ambos títulos… pero no me quiero adelantar a los
acontecimientos, ya que de ‘Sinsajo’ procuraré hablaros la semana que viene.
En Llamas
Suzanne Collins
9788427202139
Ed. Molino
http://www.papelenblanco.com/fantastico-ci-fi/en-llamas-de-suzanne-collins
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Harold White, su motor “warp drive” superlumínico y la NASA
— emulenews @ 12:30
El físico Harold “Sonny” White pertenece al staff del Centro Espacial Johnson de la NASA, Houston, Texas,
donde lidera el proyecto Eagleworks cuyo objetivo es desarrollar un revolucionario sistema de propulsión;
este proyecto ha recibido financiación este año y pretende sentar las bases para un futuro motor “warp drive”
superlumínico basado en las ideas que propuso en 1994 el mexicano Miguel Alcubierre, actual director del
Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en su famoso
artículo “The Warp Drive: Hyper-Fast Travel Within General Relativity,” Class. Quantum Grav. 11: L73).
Hay muchas fuentes en la web, yo me enteré gracias a George Dvorsky, “How NASA might build its very
first warp drive,” io9.com, Nov 26, 2012.
Parece increíble que la NASA financie la fabricación de un motor “warp drive” superlumínico. Pero, como
ocurre muchas veces, hay que leer la propuesta original para saber lo que realmente está financiando la NASA
al señor Harold White. Hay varias fuentes, pero un buen resumen es Dr. Harold “Sonny” White, Paul March,
Nehemiah Williams, William O’Neill, “Eagleworks Laboratories: Advanced Propulsion Physics Research,”
NASA Johnson Space Center, 2011.
¿Qué financia la NASA? La idea de White es construir un péndulo de torsión de precisión y lo que le financia
la NASA es el intento con dicho péndulo de torsión de medir ciertos efectos cuánticos del vacío (el efecto de
Casimir dinámico). Nada más. La idea de White es ilustrar de manera muy indirecta dicho efecto. Desarrollar
un motor capaz de propulsar una nave espacial utilizando dicho efecto es pura ciencia ficción a día de hoy,
máxime cuando el efecto particular que se pretende medir aún no ha sido demostrado. Por tanto, la NASA no
financia el motor “warp drive” como tal, sino que financia los experimentos a realizar con el péndulo.
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La fuerza de Casimir (1948) entre dos superficies cercanas es debida a la existencia del vacío de la
electrodinámica cuántica (QED); los fotones virtuales en el vacío entre ambas placas no pueden tener una
longitud de onda mayor que la distancia entre las placas, lo que da como resultado una presión negativa que
conduce a una fuerza atractiva entre las placas. Todavía no se conocen aplicaciones prácticas útiles de la
fuerza de Casimir, aunque su efecto “pernicioso” en ciertos dispositivos microelectromecánicos (MEMS) ha
obligado a caracterizarlo y a diseñar técnicas para contrarrestarlo.
¿Puede usarse la fuerza de Casimir para propulsar una nave espacial? La idea de White es usar el efecto
Casimir dinámico (observado por primera vez en 2011), que permite convertir fotones virtuales del vacío en
fotones reales (resultado de la radiación de Unruh para un cuerpo acelerado, similar a la radiación de
Hawking en un agujero negro). Sin embargo, la magnitud del empuje gracias al efecto Casimir dinámico es
muy pequeño comparado con los sistemas de propulsión convencionales. Muy pequeño quiere decir
extremadamente pequeñísimo.
¿Existe algún método que pueda amplificar esta fuerza? White cree que es posible hacerlo y ha diseñado lo
que él llama el propulsor-Q (Q-thruster); sin embargo, la propuesta financiada por la NASA no incluye
trabajar con dicho propulsor. Él afirma que ha logrado propulsar una carga de 0,5 kg con una fuerza entre 1-4
mN (milinewtons), aunque su sistema consume potencia eléctrica, entre 10-40 W. Su objetivo futuro es lograr
una fuerza de empuje entre 0,1-1 N con un consumo de potencia eléctrica entre 0,3-3 kW. Basta comparar
estos números con el par motor y la potencia de un automóvil para tener una idea de lo que estamos hablando.
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¿Revolucionará el propulsor-Q los viajes espaciales? Según White, una carga útil de 40 kg puede llevarse a la
órbita de Júpiter en 35 días con un consumo energético de 2 MW (que debería ser suministrado por un reactor
nuclear o similar); en 70 días se alcanzaría la órbita de Saturno. El propulsor-Q podría revolucionar la
exploración del sistema solar exterior.
¿Qué tiene que ver todo esto con el “warp drive” de Alcubierre? White cree que su propulsor-Q es un primer
paso hacia el desarrollo de un “warp drive” y ha propuesto uno sobre el papel, pero ni ha recibido
financiación ni pretende fabricarlo, todavía.
Coda final: El borrador original de esta entrada fue escrito para la edición XXXVII del Carnaval de la Física;
su anfitrión High Ability Dimension propuso como tema “La Física de lo imposible,” parafraseando el título
del libro del famoso físico teórico Michio Kaku. Uno de los temas que discute Kaku es el motor “warp drive”
de Alcubierre. Como he rescatado esta entrada, la presento como segunda contribución al XXXVIII Carnaval
de la Física, albergado por Daniel Marín en su blog Eureka. Su propuesta de tema es el espacio. Por cierto,
recuerda que “la fecha tope para publicar colaboraciones es el 25 de enero.” Anímate y participa, aún estás a
tiempo.
http://francisthemulenews.wordpress.com/2013/01/19/carnaval-de-fisica-harold-white-su-motor-warp-drivesuperluminico-y-la-nasa/
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El futuro del periodismo 2.0: profesionales VS Amateurs
Sergio Parra 28 de enero de 2013 | 15:02
No hay día en el que no me llegué la luctuosa noticia del despido de un puñado de periodistas de algún medio
de comunicación. El periodismo, junto a los empleos derivados de la burbuja inmobiliaria, parecen ser
los más vinculados a la crisis económica. Eso es así.
Sin embargo, el árido panorama del periodista profesional no es, en exclusiva, un efecto de la crisis, que ha
llevado aparejado un decremento de los ingresos de publicidad. Lo que está en crisis en el periodismo, sobre
todo, es el modelo de negocio.
La gente, ahora, puede consumir la información que antes adquiría pagando de forma totalmente gratuita a
través de blogs y periódicos digitales. El Huffington Post, incluso, contrata a periodistas que no reciben
ningún sueldo por su trabajo, tal y como se lamentaba el autor de The Cult of the Amateur Andrew Keen.
Lo que sucede, en el fondo, es bastante simple, y ya está ocurriendo en todos los ámbitos de la creación, desde
el cine hasta la televisión o la radio: a medida que un mayor número de personas crea contenidos por
razones no monetarias, crece la competencia para aquellas que lo hacen por dinero. Eso no significa que
no te puedan pagar por publicar algo, sino que lo publicado compite casi de igual a igual con lo gratuito.
Y en muchas ocasiones, lo gratuito, lo amateur, vence a lo profesional: echad un vistazo a la Wikipedia, que
ya posee un índice de errores inferior a la Enciclopedia Británica. O determinados blogs de información
política o científica, que superan con creces cualquier medio tradicional (incluso sacándoles los colores, como
Malaprensa).
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Los periódicos, pues, van a tener que reinventarse de un modo tan radical como lo han hecho hace unos años
los sellos musicales (y lo que les queda). Los periodistas que reciban la carta de despido serán aquéllos,
mayoritariamente, que trabajan para empresas que no han sabido encontrar un modelo de negocio
alternativo en un mundo donde abunda la información.
Llegados a este punto, uno se pregunta entonces si vale la pena pasar por la facultad de periodismo. A juicio
del experto en nuevas tecnologías Chris Anderson, la respuesta es que sí (al menos valdrá la pena hacer
periodismo, aunque no se pase necesariamente por la facultad), tal y como explica en su libro Gratis:
Habrá más, no menos, porque el talento para hacer periodismo va más allá de los acreditados ámbitos de los
medios de comunicación tradicionales. Pero ganarán menos, y para muchos de ellos no va a ser en absoluto
un trabajo a jornada completa. El periodismo como profesión va a tener que compartir la palestra con el
periodismo como vocación. Mientras tanto, otros podrá utilizar sus conocimientos para enseñar y organizar a
los aficionados para que realicen un mejor trabajo en sus propias comunidades, convirtiéndose en un
editor/orientador más que en un escritor. En ese caso, rentabilizar lo Gratis (pagar a gente para lograr que otra
gente escriba por compensaciones no monetarias) puede que no sea en enemigo de los periodistas
profesionales. En lugar de ello, puede que sea su salvación.
Ejemplos de periodismo ciudadano están surgiendo por doquier, sobre todo en los lugares donde la
circulación de información tradicional está obstaculizada por administraciones y lobbys.
Uno de los casos más espectaculares de periodismo ciudadano es el de Corea del Sur, creado en el año 2000
por OhmyNews, donde 50 periodistas y jefes de redacción profesionales seleccionan, editan y complementan
los artículos escritos por más de 40.000 aficionados, desde alumnos de la escuela primaria hasta catedráticos.
Tal y como podemos leer en La economía Long Tail:
Estos voluntarios envía entre 150 y 200 artículos por día, lo cual representa más e dos tercios del contenido de
OhmyNews. A cambio, reciben un pago mínimo: si la noticia aparece en primera plana (donde sólo aparece
una pequeña fracción de esos artículos), el autor cobra aproximadamente 20 dólares. ¿Por qué lo hacen?
Porque “están escribiendo artículos para cambiar el mundo, no para ganar dinero”, dice Oh Yeon Ha, el
fundador del sitio.
Lo que permite un mundo con herramientas de creación, edición y distribución baratas y fáciles de usar es que
la información abunde. La inteligencia emergente ordenará dicha información de un modo práctico, como
sucede con Wikipedia o Menéame. En otros casos, será necesario que profesionales y eruditos jerarquicen
la información o le añadan un plus de verosimilitud. En otros casos, existirán profesionales cuyos
contenidos, habida cuenta de su profundidad e investigación, podrán rentabilizarse monetariamente, ya sea
directa o indirectamente. A este respecto, tal vez os interese leer mi caso personal en ¡Admiradme!
¡Queredme! ¡Dadme palmaditas en la espalda! La economía de la reputación y la atención.
http://www.papelenblanco.com/metacritica/el-futuro-del-periodismo-20-profesionales-vs-amateurs
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Maldito imperdonable
En un conjunto de ensayos breves, Philippe Sollers aborda desde distintos ángulos la obra de Céline, al que
define como "el chivo expiatorio de la monstruosidad de una época"
Por Pedro B. Rey | LA NACION
Siempre habrá un enigma, un escándalo Céline. Ya en 1939 el fatuo narrador galo de "Pierre Menard, autor
del Quijote" aludía a su figura: "Atribuir a Louis-Ferdinand Céline o James Joyce La imitación de Cristo ¿no
es una suficiente renovación de esos tenues avisos espirituales?". La idea era asombrosa: imaginar que el
autor de El viaje al fin de la noche y de dos virulentos -y entonces fresquísimos- panfletos antisemitas había
escrito línea por línea el libro de Thomas de Kempis podía dar una duplicación más sugestiva, seguramente
más pavorosa, que la de Cervantes.
En Francia, la figura del médico Louis-Ferdinand Céline (1894-1961) todavía posee las propiedades de un
ácido corrosivo. La brecha cronológica de los textos que Philippe Sollers reúne en este volumen prueba que
no se escribía sobre él impunemente: el primero, "La risa de Céline", es de 1963, y forma parte de uno de los
audaces Cahiers de L'Herne dedicados al escritor apenas murió. "Estrategia de Céline", el segundo, se publicó
en Le Magazine littéraire en 1991. Sólo a partir de esa fecha Sollers, que reconoció tempranamente la difícil
radicalidad del escritor, se vuelve locuaz.
"Todo el mundo se fabricó un Céline, genio o espantapájaros, vaguedades, verifiquen, nadie leyó nada o
apenas", anota, mimando de manera deliberada el estilo (en su caso más inquieto que vociferante) del autor al
que considera "un desafío capital para la comprensión del siglo XX" y, también, "chivo expiatorio de la
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monstruosidad de una época". El dilema en relación con Céline, ese "impresentable para la eternidad", sugiere
Sollers, es que su obsesión antisemita (que evitó en sus novelas, vale acotar) no alcanza para ocultar el
inmenso escritor detrás de su obra.
Más rumores sobre Plath
Sollers no esquiva lo anecdótico, pero orbita alrededor de la comicidad aterradora de la obra de Céline, de la
"restitución emotiva" que conjura con su prosa, de la música jadeante de ese discurso vidente lanzado en
tromba. Ve en Céline un maldito por definición (porque esa palabra, "maldito", puede rellenarse con veinte
adjetivos distintos) y sugiere evitar un lugar común: su supuesta visceralidad. Lo que hay en Céline es una
pasión imperdonable ("La sociedad perdona mucho más fácilmente las malas acciones que las malas
palabras"). Su batería retórica desciende de Villon y Rabelais. El lenguaje entero es, subraya Sollers, un
teclado de piano, una caja de música en busca del acorde que pueda restituir sobre la página el bombardeo
sobre Hannover.
Sollers, factótum en sus tiempos de la revista Tel Quel , es un lector astuto. Sin restarles importancia a libros
decisivos como Viaje al fin de la noche , recomienda la publicación de la correspondencia completa de Céline
y destaca la centralidad casi inadvertida de su "trilogía alemana". Difícil no concordar. En De un castillo el
otro , Norte y Rigodón , Céline narra, de manera progresivamente alucinada, su viaje de París y Sigmaringen
a Dinamarca como colaboracionista en fuga. Los prodigios de la lengua proveen la inédita "pintura de una
Europa destruida", arrasada por las llamas, que nadie antes ni después se atrevió a abordar con semejante
furor.
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En Las partículas elementales (1998), de Michel Houellebecq, comparece Sollers como personaje y, en su
breve cameo inconsulto, refiriéndose a Baudelaire, le asegura a uno de los protagonistas de la novela que los
grandes escritores son siempre reaccionarios. En esta reunión de textos dispersos, repite esa idea. El
reaccionario Céline es, también, un revolucionario imperdonable.
La notable versión de Hugo Savino, en particular cuando traduce las citas de Céline, es digna del fraseo de
algunos de los vástagos argentinos (Néstor Sánchez, Osvaldo Lamborghini) del autor de Muerte a Crédito .
Céline
Philippe Sollers
Paradiso
Trad.: Hugo Savino
110 páginas
$ 76
el extranjero
No solamente la literatura de Sylvia Plath resulta inagotable, también lo es la cantidad de chismes que rodean
su vida. El nuevo capítulo pertenece ahora a Elizabeth Sigmund, una amiga y confidente de la escritora. En
The Guardian, Sigmund cuenta que Plath no quería que su madre supiera que ella había escrito La campana
de cristal, su novela parcialmente autobiográfica; de hecho, el libro apareció con el pseudónimo de Victoria
Lucas. Esa primera edición estaba dedicada "a Elizabeth y David". Sigmund acusa también a Ted Hughes , el
marido de la poeta, de suprimir esa dedicatoria en la edición posterior de 1966..
http://www.lanacion.com.ar/1548420-maldito-imperdonable
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Genetica: la fantasia de clonar un neandertal
El niño feo
Conocido por su participación en el Proyecto Genoma Humano, George Church, biólogo dedicado a la
síntesis de organismos en el laboratorio, anduvo haciendo declaraciones provocadoras que llaman la
atención tanto como generan escepticismo. En su nuevo libro, Church dice poder clonar un neandertal.
Y, para mejor publicidad, lo repite en sus entrevistas.
Por Martin Cagliani
MUSEO NEANDERTAL, ALEMANIA.
“No parece muy feliz –dijo gravemente. –No lo culpo. Están encima de él todos los días con sus muestras de
sangre y sus pruebas. Lo alimentan con dietas sintéticas que yo no le daría ni a un cerdo.” La anterior es una
cita del cuento “El niño feo”, de Isaac Asimov, en el que se relatan las desventuras de una niñera a la que le
encargan el cuidado de un niño neandertal que han traído del pasado.
Algo parecido quiere hacer George Church, pionero en investigación sobre biología sintética, la creación de
organismos vivos en laboratorio. Church es profesor de genética en la Universidad de Harvard, y fue uno de
los iniciadores del famoso Proyecto Genoma Humano, mediante el cual se ha logrado secuenciar cada uno de
nuestros genes. Ahora ha publicado un nuevo libro, Regenesis: Cómo la biología sintética reinventará la
naturaleza y a nosotros mismos, en el que esboza la historia de una segunda creación del hombre, así como si
del Génesis de la Biblia se tratase. Sólo que no será nuestra propia especie, ni una nueva, sino una del pasado,
una que se extinguió hace unos 30 mil años: los neandertales.
Si bien Church tiene ideas muy interesantes para la humanidad, como la de volvernos resistentes a todos los
virus mediante la biología sintética, también tiene otras más voladoras, como la de clonar a un neandertal,
para que esta especie vuelva a caminar sobre la tierra como lo hizo hace más de 30 mil años.
PROYECTO GENOMA NEANDERTAL
En 2003 se finalizó el Proyecto Genoma Humano, del que formó parte Church, y gracias al cual hoy en día se
conoce el genoma completo de nuestra especie. En 2006 se anunció el inicio del Proyecto Genoma
Neandertal, que buscaba lo mismo en otra especie. Pero no es lo mismo estudiar los genes de una persona
actual que los de una especie que se ha extinguido hace 30 mil años, y que sólo conocemos por sus huesos
fósiles. Tampoco es lo mismo clonarlos.
El ADN presente en todo hueso no sobrevive por siempre una vez que la persona muere. Se va degradando
con el paso de los siglos, y más todavía en climas cálidos y secos. Por lo que resulta difícil lograr extraer
ADN de los fósiles. Sin embargo se ha logrado, luego de años perfeccionando técnicas de extracción, y desde
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2010 se cuenta con el genoma neandertal completo, que al compararlo con el nuestro, se ha descubierto que
entre el 1 y el 4 por ciento de nuestro genoma es de origen neandertal. Esto se debe a que nuestra especie y los
neandertales han mantenido relaciones amorosas hace unos 100 mil años en lo que hoy es Medio Oriente, y
nos han dejado algunos genes como regalo. (Ver Futuro 8/5/2010).
Así es que el ADN está, el material base está, la capacidad de clonación existe. ¿Alguien se atreverá a clonar a
un neandertal? Al parecer, George Church.
EL NIÑO FEO
En el cuento de Asimov, de 1958, el pobre niño neandertal era mostrado a la prensa con el único objeto de
conseguir más fondos para los otros proyectos del laboratorio. No parece muy distinta la intención del señor
Church. Toda la prensa se ha hecho eco de una entrevista que Philip Bethge y Johann Grollele han realizado
al genetista de Harvard para la revista Spiegel. La causa de la floración de titulares amarillistas fue que
Church dice poder clonar a un neandertal en su libro, y en la entrevista lo reafirma.
Según Church, contar con un neandertal en el mundo actual no sólo serviría para saciar la curiosidad
científica sobre este primo extinto, sino que nos aportaría ciertos beneficios, como permitirnos comprender la
forma en que esos humanos extintos pensaban. “Podrían, incluso, ser más inteligentes que nosotros”, dice
Church en la entrevista. “Cuando llegue el momento de lidiar con una epidemia o irnos del planeta o lo que
fuere, es concebible que su forma de pensar podría ser beneficiosa.”
Church piensa que lo mejor sería crear muchos neandertales, no sólo uno. Un grupo tendría sentido de
identidad, e incluso podrían “crear una cultura neo-neandertal y convertirse en una fuerza política”. También
cree que podría mejorar la diversidad tanto de la especie como de sociedades enteras.
El problema sería que un neandertal nacido en estos tiempos terminaría siendo una persona más del montón,
sólo que de aspecto físico diferente. Pero la variedad física del Homo sapiens es tan grande que incluso un
neandertal pasaría inadvertido. Sería criado por humanos actuales, miraría la televisión, absorbería la cultura
de quienes lo críen, por lo que nunca sería como un neandertal de los que se extinguieron hace 30 mil años.
BAJEMOS A LA TIERRA
Teóricamente es posible reproducir un neandertal. Hace falta el genoma completo, que ya se ha secuenciado.
Según Church, lo único que faltaría es dividir ese genoma en 10 mil trozos y luego sintetizarlos. “Finalmente
–dice–, se introducirían esos trozos en una célula madre humana. Si se hace eso de manera repetida, se
generaría una línea de células madre que se acercaría cada vez más a la secuencia correspondiente neandertal.
Hemos desarrollado el procedimiento necesario en mi laboratorio.” En su libro, Church dice que la etapa final
requeriría de una “mujer extremadamente aventurera” que llevaría ese bebé en su panza y daría a luz a un
neandertal clonado.
Pero si bien Church es una leyenda por la biología sintética, es más un vendehumo que otra cosa. Carles
Lalueza Fox, experto en ADN fósil, y que forma parte del Proyecto Genoma Neandertal, opinó en el diario
ABC de España que “la tecnología que Church dice que tiene, y si realmente la tiene yo no la he visto
publicada en ningún sitio.
La capacidad que tenemos en la actualidad para modificar un genoma se limita a muy pocos genes. Cuando
hablamos de un organismo transgénico estamos hablando de la modificación de apenas uno o dos genes, y no
de miles, como sería necesario en el caso del neandertal. Y si bien es cierto que Church lleva tiempo buscando
una técnica que le permita modificar miles de genes en un genoma al mismo tiempo, me resulta sorprendente
que la tenga ya, aunque no lo considero del todo imposible”.
Como concluye Lalueza Fox, es probable que nadie se plantee muy en serio lo que dice Church. Al final, no
es otra cosa que el juego de decir algo sobre el tema para que si dentro de cincuenta años resulta verdadero
uno haya sido el primero en mencionarlo.
[email protected]
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-2808-2013-02-05.html
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'Intemperie' de Jesús Carrasco
Fausto Beneroso 29 de enero de 2013 | 22:56
Os podéis ir preparando, porque hoy os traigo uno de los mejores libros de este año 2013, y sí, ya sé que
sólo estamos acabando enero, pero muy buen año literario tendría que ser este para que no estuviera al final
entre los mejores. Y es que Intemperie de Jesús Carrasco es pura Literatura, así en mayúsculas, porque
representa todo lo que un buen libro debe tener, con una trama y unos personajes perfectamente definidos
en una historia dura, terrible y conmovedora.
Pero empecemos por el principio, contando cómo llegué a este libro. Pues bien, ya había despertado mi
atención antes de que saliera, al verlo en la página de Planeta, así que cuando me surgió la oportunidad de
leerlo en primicia y antes de que llegara a las librerías, no lo dudé un segundo. He de reconocer que
comentarios como “Tiene alma de clásico” o comparaciones con autores como Miguel Delibes o Cormac
McCarthy (por cierto, entendibles después de leerlo) acrecentaron aún más mi intriga, si bien no suelo
dejarme llevar por ese tipo de frases. ¿Qué se escondía detrás de ese título? ¿Exageraban al hablar de éxito
internacional incluso antes de salir a la venta en España? Bueno, pues ya os digo que con leer un par de
páginas pude ir respondiendo a estas cuestiones.
Salta a la vista cuando empezamos a leerlo que estamos ante un título especial, un libro de esos que dentro
de unos años seguirás recomendando a tus amigos. Pero me voy a dejar de alabanzas sin sentido y voy a
empezar por contaros de qué trata este genial ‘Intemperie’. Estamos metidos en un agujero siguiendo los
pasos de un niño que ha escapado de casa, nada se sabe de los motivos ni de nada más. Sólo compartimos
ese escondrijo mientras que intenta no ser descubierto por los vecinos del pueblo que le buscan. Cuando el
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peligro pasa, sale a una inmensa y desértica llanura que tendrá que atravesar si quiere seguir con su plan de
huida.
En su duro y penoso camino, se topará con un viejo cabrero que, aunque parco en palabras, es al menos una
compañía con la que seguir una travesía que no sabe muy bien dónde le llevará. Sobra decir que serán muchas
las dificultades que atraviesen, empezando por el clima, en una zona donde hace mucho que el agua escasea y
cada gota es ansiada como oro puro. El niño tendrá que tomar decisiones en las que nosotros dudaríamos
seguro, y deberá enfrentarse a una violencia cruda y silenciosa que subyace en cada rincón.
Sabéis que no me gusta desvelar mucho de los libros que leo, porque no hay nada mejor que ir descubriéndolo
uno mismo. Pero si eso es una norma no escrita para mí, en este caso sería casi un delito privaros de la
emoción que embarga al pasar cada una de las páginas de ‘Intemperie’.
Lo que sí puedo deciros es que sorprende tanto la historia como la forma de contarla, que es sencillamente
prodigiosa, y es que Jesús Carrasco nos deja con la sensación de tener las ideas muy claras, dominando
en todo momento la narración y dándonos sin estridencias las dosis justas de todo. Está escrito como si fuera
en una única marcha, no hay altos ni bajos, sino que ‘Intemperie’ se mantiene en un perfecto estado
lineal. Lo que no significa que no tenga momentos de máxima tensión y que nos haga sentir un desasosiego
casi continuo.
Igualmente digno de alabar es que todo esto que os estoy diciendo lo consigue con apenas cuatro
personajes, a los que ni siquiera da nombres, y con muy poquitos y breves diálogos. Otro punto a tener
muy en cuenta es el lenguaje utilizado, tema que ya trajo aquí mi compañero Sergio hace unos días, y es que
hay que reconocer que el estilo de Carrasco es muy personal, peculiar si se quiere, haciendo uso de
palabras que no están ni mucho menos en nuestro vocabulario habitual. Pero ojo, porque esto no impide que
pueda seguirse la lectura sin mayores problemas, y en todo momento tenemos la sensación de estar leyendo
algo realmente bueno.
Así pues, ya sólo me queda recomendaros la lectura de ‘Intemperie’, porque sencillamente se me antoja
imprescindible en estos tiempos. Mucho y muy bien se está hablando en estos días de Jesús y su novela, y os
puedo asegurar que no hay nada exagerado en lo que se dice. Estamos ante un libro excelente, de los que
llegan pocos a nuestras manos, y sólo el tiempo confirmará si se convierte en un clásico o no. De momento,
Jesús se ha puesto el listón muy alto, eso esí.
Ya os avisaba al principio, no os vayáis a extrañar cuando este título aparezca en mi lista de lo mejor de 2013,
porque sencillamente, si no estuviera estaríamos ante un año insólito de buenísimas lecturas. Lo dicho, no os
lo podéis perder, pero os recomiendo que dejéis que os llame, que no es libro para empezar a leer así
como así. Se merece toda nuestra atención. Impresionante obra.
El cielo era de un azul oscurísimo. Las estrellas en lo alto parecían incrustadas en una esfera transparente.
Delante de él, el llano se sacudía el sufrimiento que el sol le había causado durante el día, desprendiendo un
olor a tierra quemada y pasto seco. Un mochuelo blanco pasó por encima de su cabeza y se perdió entre las
copas de los olivos. Pensó que se encontraba en el lugar más alejado del pueblo en el que había estado en toda
su vida. Lo que se extendía frente a las plantas de sus pies era para él, sencillamente, tierra incógnita.
Seix Barral
Colección: Biblioteca Breve
224 páginas
ISBN: 978-84-322-1472-1
16,50 euros
http://www.papelenblanco.com/resenas/intemperie-de-jesus-carrasco
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Buenas y malas ondas
Por Pablo Capanna
ESTATUA DE MOZART EN SALZBURGO, AUSTRIA, CIUDAD DE NACIMIENTO DEL MUSICO.
Convencidos de que estaba científicamente demostrado que escuchar música de Mozart hacía a los niños más
inteligentes, los gobernadores de varios estados norteamericanos (Georgia, Dakota del Sur, Texas, Tenne-ssee
y Florida) dispusieron que Salud Pública le obsequiara un casete mozartiano a todas las madres primerizas,
para que acostumbraran a sus niños a escucharlo. Por su parte, la Academia Nacional de Artes y Ciencias
donó millones de grabaciones a hospitales, maternidades y sanatorios. Se esperaba que ese aporte
contribuyera a formar una generación más brillante y sana que todas las anteriores.
Es muy difícil negar que la música de Mozart, Bach, Telemann o Vivaldi puede hacerles bien a muchos, y es
casi seguro que no le hará daño a nadie. Es muy probable que ayude a reducir la ansiedad, y a lo sumo les
dará sueño a quienes tengan otros gustos. Pero es difícil imaginar que alguien pueda ponerse violento al oírla,
a menos que sea un psicópata como el protagonista de La naranja mecánica, que se excitaba con Beethoven, o
aquel coronel de Apocalypse Now, que se enardecía con Wagner.
De hecho, lo único que a esta altura parece estar razonablemente probado es que las composiciones de Mozart
tienen efectos positivos sobre pacientes epilépticos o con Alzheimer, aunque ésa no sea la única música que lo
consigue. En cambio, sería útil investigar qué hace la música tecno de muchos decibeles combinada con
alcohol y drogas, o los efectos de la cumbia combinada con el celular sobre los conductores de autos, pero eso
es un tema de salud pública.
EL EFECTO MOZART
La moda del Mozart terapéutico nació en 1993 con una experiencia acerca de la cual informó la prestigiosa
revista Nature. La investigación la habían llevado a cabo dos científicos estadounidenses, el neurobiólogo
Gordon Shaw y la psicóloga cognitiva Frances Rauscher.
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Shaw venía de realizar estudios sobre las áreas del hemisferio derecho cerebral, donde se localizan la
sensibilidad musical y el razonamiento espacial. Entre otras cosas, había observado que la secuencia con que
se disparan las neuronas tenía una estructura similar a las composiciones del Barroco europeo y la música
clásica de la India. Shaw pensó que la música podía tener algún efecto sobre las habilidades cognitivas
espaciales.
Rauscher y Shaw llevaron a cabo su experiencia con 36 estudiantes divididos en tres grupos. Al primero le
hicieron escuchar durante diez minutos la Sonata dos para pianos en re mayor K.448 de Mozart, que es una
pieza con mucho brío, mientras que al segundo le pasaron una cinta con sonidos para la relajación y al tercero
lo mantuvieron en silencio.
Al finalizar la prueba se sometió a los tres grupos a un test de razonamiento espacial, que consistía en
imaginar cómo quedaría un papel tras someterlo a varios pliegues y cortes. Como resultado, se registró un
aumento del cociente intelectual en el grupo que había estado escuchando el concierto. El efecto, sin embargo,
apenas duró unos minutos y no volvió a presentarse en las pruebas siguientes.
En 1995, Rauscher y Shaw repitieron la experiencia con 79 estudiantes. Esta vez también les hicieron
escuchar Mozart, aunque reemplazaron el disco de relajación por música de Philip Glass. Esta vez lograron
corroborar los resultados anteriores, pero eso no pudo lograrse en otros laboratorios. Pruebas similares
realizadas con ratas tampoco arrojaron resultados significativos. Para colmo, las que se hicieron con simios
dieron un resultado opuesto, ya que los monos que habían escuchado a Mozart terminaron siendo los más
torpes.
Otros investigadores que quisieron repetir la experiencia, usando una metodología distinta para medir la
inteligencia (la escala Raven en lugar de Stanford-Binet) no registraron ningún incremento.
Desde entonces quedó abierto un debate que no acabó de cerrarse. El “efecto Mozart” no pudo ser
reproducido, a pesar de que su popularización indujo a muchos a intentarlo, pero tampoco pudo ser refutado
definitivamente.
Rauscher, que además de psicóloga es concertista de cello, se apresuró a sacar como conclusión que estudiar
música podía ser más eficaz que tomar cursos de computación para ejercitar la inteligencia. En realidad, de lo
que se trataba no era de componer o ejecutar música, algo que sin duda está relacionado con la inteligencia,
sino apenas de escucharla.
Con todo, Rauscher nunca dejó de lamentar públicamente el abuso que hizo de sus trabajos Don Campbell, un
crítico musical que registró la marca “efecto Mozart”. Campbell montó en torno de ella toda una
seudociencia, muy explotada por la industria discográfica y por algunos colegios que trataban de atraer
clientes con promesas de excelencia. Sin contar con ningún otro fundamento, Campbell sentenció que la
música de Mozart ayudaba al crecimiento y aceleraba el desarrollo físico, intelectual y emocional. Por eso
recomendaba que las madres se acostumbraran a escucharla durante el embarazo.
Entre las preguntas obvias que se le ocurren a cualquier lego, sin ser experto en música ni en neurología, las
hay como éstas: si la música de Mozart es tan sana, ¿por qué su autor anduvo tantas veces enfermo? ¿Habrá
quien piense que mirar fútbol por TV ayuda a desarrollar las habilidades de Messi? ¿O más bien reforzará las
de Homero Simpson?
Algunas investigaciones de esta línea indican que la música de Mozart sólo es única por su genialidad. En
cuanto a estructura, la música new age de Yanni y las composiciones de Philip Glass se le parecen mucho,
pero no producen los mismos efectos.
Un estudio emprendido por un organismo alemán de salud pública llegó a la conclusión de que el efecto
Mozart, si existe, está lejos de haber sido corroborado; que escuchar buena música no hace más inteligente a
nadie (y ni siquiera es una prueba de inteligencia, por más que lo crean los melómanos) y que siempre es
mejor aprender a tocar un instrumento que limitarse a escucharlo.
El “efecto” tampoco fue muy bien tratado en Viena, donde Mozart es parte del panteón nacional. Una
experiencia realizada con miles de sujetos también llegó a conclusiones negativas. El informe, irónicamente
titulado “Réquiem de Mozart”, consideró que escuchar cualquier música con el mínimo de armonía y hasta
leer un cuento pueden influir en el rendimiento intelectual, en cuanto ayudan a concentrarse. Después de todo,
Einstein tocaba el violín. Con un criterio similar, varios países han incluido el ajedrez en el curriculum
escolar, como una suerte de educación lógica y estratégica.
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Lo que está claro es que, aunque no levante el cociente intelectual, la música no hace daño. Siempre que no
nos obliguen a escucharla y en cuanto se mantenga dentro de los volúmenes aceptables para el oído normal.
Pero no siempre es así.
MUSICA SATANICA
En una era que le ha puesto fondo musical a todos los aspectos de la vida, abundan las creencias vinculadas
con la música. Hay quienes están convencidos de que ciertos discos de rock pesado contienen mensajes
satánicos subliminales que aparecerían tras un prolijo trabajo de desciframiento, pero es algo que tampoco ha
sido comprobado.
En cambio, conocemos un uso satánico de la música popular (y quizá también de la culta, según los gustos del
verdugo) que algunas mentes perversas han convertido en arma de guerra y hasta instrumento de tortura.
Lamentablemente, cualquier cosa está expuesta a corromperse, conforme a la ley de la degradación entrópica.
Si las instituciones, la filosofía y la religión se pervierten, ¿por qué eso no iba a ocurrir con la ciencia y el
arte? Claro que no siempre es fácil señalar a los culpables y hacerlos responsables cuando ignoran para qué va
a ser usado su trabajo y creen ingenuamente que están haciendo ciencia.
Si se me ocurre recordar esto es porque en los mismos años en que mucha gente soñaba con hacer más
inteligentes a sus hijos gracias a la música clásica, otros estaban diseñando instrumentos que permitirían usar
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la música para dañar, matar o enloquecer. De este modo se pervertían dos pájaros de un tiro (el arte y la
ciencia), siempre en nombre de la cultura occidental y los valores democráticos.
Históricamente, no era la primera vez que el sonido y la música habían sido usados para intimidar al enemigo
y enardecer a las tropas. Basta recordar el haka de los maoríes, los tambores de guerra, las marchas militares o
el bombo militante.
Los avances logrados por las tecnologías de grabación, procesamiento y reproducción del sonido han
permitido darle una vuelta más siniestra al asunto. Fue cuando el sonido de instrumentos y voces pudo ser
amplificado, distorsionado y usado para forzar al enemigo a rendirse o confesar.
Según leemos en un notable informe de la musicóloga Suzanne G. Cusick que circula por Internet, el primer
paso de esta ofensiva fue dado en 1989, en la invasión yanqui a Panamá. Durante varios días y noches, la
Embajada del Vaticano, donde se había refugiado No-riega, fue sometida a un intenso bombardeo acústico
con música heavy metal. Cualquiera diría que era una violación de los derechos de un Estado neutral pero
Bush creía, como Stalin, que el Vaticano no tiene divisiones blindadas. A punto de volverse loco, el
embajador persuadió al dictador para que se entregara.
Desde entonces data el uso de las armas sónicas, desarrolladas por empresas contratistas del Ministerio de
Defensa norteamericano que están al servicio de la Fuerza de Tareas Conjunta para las Armas No Letales,
creada en 1997. Una de las primeras fue el arma de infrasonido producida en 1998, que provoca dolor de
oídos, sangrado de nariz, rotura de tímpanos, lesiones pulmonares y puede llegar a matar.
La música fue usada para provocar dolor y destruir la personalidad de los prisioneros en Irak y en
Guantánamo. Formaba parte del curriculum de la tristemente célebre Escuela de las Américas de Panamá,
donde se formaron muchos torturadores del Cono Sur, incluyendo los argentinos.
Los objetivos de esta “violencia sin contacto” son provocar miedo, privar del descanso, demoler el ego y
destruir la subjetividad. Lo más dramático es que los estudios que fundamentan esta práctica fueron
financiados por la CIA y se realizaron con personal académico de las universidades de Cornell y Yale.
Insospechables investigadores se ocuparon de estudiar el dolor autoinducido, los efectos de la humillación y
la capacidad para causar dolor en otros. Todo con voluntarios orgullosos de pagarse su matrícula colaborando
con la ciencia, sin preguntar demasiado. Algo parecido había ocurrido con los químicos que en tiempos de la
guerra de Vietnam se rebelaron al descubrir que estaban desarrollando tecnología letal. Pero esta vez nadie
reaccionó.
El género de música más usado para intimidar y torturar es el rock pesado, especialmente de Metallica y
AC/DC, lo cual parecería obvio considerando su carga de violencia. Pero el menú de Guantánamo comprende
temas del pop más inocuo, como Christina Aguilera, Britney Spears y Eminem. En Etiopía, a un detenido lo
obligaron a escuchar rap durante 20 horas y otro fue torturado con las canciones infantiles de Barney el
Dinosaurio.
Un oficial de las tropas de ocupación de Irak explicó que el comando no tenía preferencias en cuanto a
géneros musicales. Para elaborar el menú musical habían dado “vía libre a los soldados, porque tenemos gente
muy joven tomando decisiones”. Eso era lo que entendía por “juventud maravillosa”...
Lo dramático es que los temas que los soldados elegían para hacer sufrir a sus víctimas eran los mismos que
ellos escuchaban, supuestamente para sentirse bien. Toda una definición del sadomasoquismo, ahora elevado
a la dignidad de estrategia.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-2807-2013-02-05.html
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Donde la modernidad da forma a la tradición
25/01/2013
Por Michael Kimmelman - The New York times - especial para ARQ
Para el autor, las ciudades actuales reflejan los resultados extravagantes que provocaron los años de
economías de vacas gordas.
NEW COURT. Casa matriz del Rothschild Bank en Londres, diseñada por Ellen van Loon and Rem
Koolhaas. (Fotos gentileza The New York Times)
El otro día me reencontré con New Court, la casa matriz del Rothschild Bank en Londres, diseñada por Ellen
van Loon and Rem Koolhaas, de OMA. Opulento, amigable con el contexto, casi escondido, es un “edificio
adulto”, como lo describió, medio en broma, uno de los arquitectos que intervino en el proyecto.
Quiso decir que no es lo que esperaríamos de Koolhaas, a quien se ha escuchado recientemente lamentarse de
“la carrera de ratas de la extravagancia” que predominaba en la arquitectura-trofeo antes de que el mercado se
derrumbara, cuando él era una figura emblemática e influyente. Pues bien, New Court fue encargado antes del
colapso pero tardó años en terminarse. Así, como el mantra de Koolhaas, se adapta bien a un cambio de clima.
Londres tiene pruebas suficientes de lo que la ya fallecida crítica Ada Louise Huxtable una vez denominó
“Rascacielos fuera de control”, al referirse a las torres “descomunales, retorcidas, totalmente fuera de
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contexto”, producto de un cóctel de nueva tecnología y exceso de dinero, compitiendo por altura y atención,
de lo cual esta ciudad en otro tiempo tuvo el orgullo de abstenerse. Di una vuelta por la ciudad con Ricky
Burdett, profesor de estudios urbanos de la London School of Economics (Escuela de Economía y Ciencia
Política de Londres). Me llevó al 122 de Leadehall Street., apodado el “Rallador de Queso”, un edificio de
oficinas creado por Richard Rogers ubicado no lejos de New Court en el corazón del distrito financiero de
Londres. Me pregunté en voz alta qué pudo haber pensado Rafael Vinoly cuando diseñó el techo tan pesado
del edificio apodado el “Walkie-Talkie”, situado a corta distancia.
Del otro lado del río, sobre London Bridge Station, el casi terminado Shard de Renzo Piano –el edificio más
alto de Londres- se erigía amenazador sobre el skyline.
Los barrios también están cambiando. El plan maestro para los Juegos Olímpicos el verano pasado significó
crear lo que se propone ser un nuevo centro próspero en el históricamente maltratado East End. La Villa
Olímpica se está reconvirtiendo en viviendas para gente con distintos niveles de ingresos y un espacio verde.
(James Corner, de Field Operations, quien trabajó en la High Line de Nueva York, está diseñando parte del
parque). Al igual que con el Shard, tendremos que esperar para ver cómo funciona una vez que esté
terminado.
David Cameron, el primer ministro británico, y Boris Johnson, el extravagante alcalde de Londres, anunciaron
con bombos y platillos el mes pasado un plan de inversión de US$80 millones para la construcción de un
centro cívico para Tech City (ciudad tecnológica de Londres), como se ha dado en llamar las cuadras de East
London cerca de la rotonda de Old Street. “Con esto se acaba el barrio” fue el lamento de algunos
intransigentes de esa comunidad de nuevas empresas rudimentarias, temiendo que la zona pierda su sello
distintivo si los proyectistas del gobierno quieren inmiscuirse en lo que ha sido un desarrollo que comenzó
desde abajo.
El verdadero motivo de preocupación debería de haber sido el edificio de parque de oficinas urbano en el
dibujo que presentaron el primer ministro y el alcalde. Un mejor plan, mejorar la deteriorada rotonda, debería
surgir a medida que avanza el proyecto.
La transformación más profunda es a King’s Cross, un distrito empobrecido, con índice de criminalidad,
donde convergen las estaciones de tren St. Pancras y King’s Cross. En 20 años o algo así, la zona cambió
tanto que cuesta reconocerla. Para complementar la renovación de St. Pancras hace algunos años, la
explanada central de la terminal de Kings Cross fue remodelada hace poco con un cielorraso pseudogótico, de
caída abrupta, diseñado por John McAslan. Google planea abrir al lado su sede en Londres. Viviendas de lujo
y subsidiadas han llegado o se están acercando a esta zona, junto con desarrollos comerciales.
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El Argent Group, un desarrollador inmobiliario de Gran Bretaña, está detrás de esta transformación
megamillonaria en dólares. Se ciñó a buenas estrategias urbanas: uso mixto, crecimiento lento, calles
amigables para los peatones, restauración consciente junto con nueva construcción, y un foco puesto en el
espacio público amplio y activo. Una flamante plaza de granito con fuentes se inauguró el mes pasado fuera
de Central Saint Martins College of Art and Design (Escuela de Arte y Diseño Central Saint Martins), que en
2011 se mudó a un edificio de seis pisos, un granero del siglo XIX ingeniosamente retroadaptado por Stanton
Williams, los arquitectos londinenses. El diseño transita por pautas de estricta conservación para producir un
interior sobrio, abierto, luminoso, imponente, que funciona como escuela y como nueva plaza pública.
El desarrollo alrededor de King’s Cross está gentrificando una anterior zona industrial abandonada, lo cual
preocupa a algunos de los vecinos antiguos del Shard. Ese edificio, una montaña que se levanta entre pubs y
bloques de viviendas, va a modificar el panorama inmobiliario de la zona. Es descomunal y mediocre al nivel
de la calle. Pero agregar densidad al centro de tráfico ferroviario tiene sentido. El futuro mix de oficinas,
departamentos, restoranes y un mirador en el rascacielos, para rivalizar con el London Eye, debería sumar
puestos de trabajo e ingresos al lugar; y, como parte del proyecto, también se hizo una limpieza completa y
una remodelación atractiva de la estación, que transporta a 300.000 viajeros por día.
Y a la distancia, el facetado vertical de la fachada del Shard reduce la sensación de volumen. El efecto
cristalino es más sutil de lo que muchos londinenses pensaban. El edificio casi se evapora con cierta luz
suave, su cúspide se disuelve en una red de pantallas acopladas -una jugada que Piano intentó
infructuosamente con el edificio The New York Times, donde el techo pesado parece sin terminar. Aquí, al
extender la torre de modo para que culmine en una punta fina, las pantallas cumplen con el propósito buscado.
Más de 30 rascacielos se levantan o pronto se erigirán sobre la ciudad. Durante siglos, la cúpula de la Catedral
de Saint Paul fue el monumento más alto en el horizonte, hasta que se construyó el Lloyd's, de Rogers, en los
años 80. Luego vino el Gherkin de Norman Foster. Y la carrera continúa.
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Esto se debe, en parte, a la vigorosa política de Ken Livingstone, el ex alcalde, continuada por su sucesor
Johnson, que promovió la proliferación de construcciones de gran altura, con el foco en el transporte público.
Esta política trajo a la ciudad a una cantidad sin precedentes de arquitectos internacionales. Pero muchos de
los proyectos sortearon rápidamente el proceso de aprobación gracias a un sistema de planificación
complaciente, escribió recientemente Rowan Moore, el crítico de arquitectura de The Observer.
“¿Tiene algo de especial su tarea?, planteó. “¿Hay consistencia o integridad en su concepción general?
¿Acaso crean, en sus bases, espacios públicos bellos?”.
Lo que nos lleva de vuelta a New Court, la sede de Rothschild de casi 23.000 metros cuadrados diseñada por
OMA. Con 15 pisos, no es un rascacielos, pero es más alto que los edificios que lo rodean, su torre describe
un perfil mucho más distinguido que, digamos, el Walkie-Talkie.
La familia Rothschild ha ocupado el mismo solar en St. Swithin's Lane, un antiguo callejón de no más de 3
metros de ancho, desde 1809. New Court reemplaza a una sede más pequeña que data de los años 60, que
reemplazó a una victoriana. Atrás se encuentra la iglesia St.Stephen Walbrook, de Christopher Wren, un hito
arquitectónico de 1680 que había quedado oculta detrás de las sucesivas oficinas de Rothschild durante casi
200 años.
La gran idea de OMA: hacer un pasaje por el medio del lugar, levantando el nuevo edificio del nivel del suelo
para dejar ver la iglesia, con una plaza cuasi pública que conecta el patio delantero cubierto del banco con el
cementerio de la iglesia.
El plan es ingenioso, elegante. Ahora una arcada de vidrio y aluminio define el extremo de la calle, con un
pórtico ancho y un paso peatonal detrás, enmarcando la vista de la iglesia. El plan aporta transparencia,
sorpresa y grandiosidad cívica a la callecita estrecha, y al revelar el edificio de Wren, inventa un pas de deux:
la torre Rothschild presenta a la torre de St.Stephen
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Entre los detalles de lujo, se incluyen tapizados a medida en los salones privados, una recepción en madera y
cortinas ornamentadas en el lobby de gran altura, y un anexo en la planta baja para el archivo de la familia
Rothschild, abierto al público, con armarios de roble tallado a mano y ebanistería antigua de excelencia. No
hay nada de lo caótico asociado con OMA. Todo es delicado, elegante, una poesía de volúmenes conectados.
Dije antes que era casi público sólo porque aunque ahora se pueda ver la iglesia St.Stephen desde St.
Swithin's Lane, no es posible acceder a ella. El portón entre el patio delantero y el cementerio está cerrado; los
guardias del banco desalientan el acercamiento de curiosos. De este modo, lamentablemente, la arquitectura
de lo abierto se encuentra con la arquitectura de la paranoia que ha reformulado ciudades como Londres y
Nueva York por más de 10 años.
http://www.clarin.com/arq/arquitectura/modernidad-da-forma-tradicion_0_853714810.html
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Mi nuevo amor
Hebe Uhart
Tengo un amor nuevo y con él aprendí muchas cosas. Por ejemplo, los límites. Tantos años de ir a lo del
psicoanalista para escucharlo repetir siempre: "Pero usted se tira a la pileta sin agua".
A mí esa frase me producía consternación, porque una pileta sin agua es de lo más triste que hay. O si no, me
decía: "Hágase valer, usted tiene una imagen muy deteriorada de sí misma, usted es inteligente, es creativa".
Eso a mí me daba como un destello de valor por un momento y después me sonaba a consuelo, como cuando
alguien presenta a otra persona a un tipo o una tipa impresentables y para arreglarlo dicen: "es historiador" o
"viajó a Tánger", y como yo creo que lo que siento es verdadero amor, no necesito ni ser linda ni ser creativa
ni viajar a Tánger: él me quiere por lo que soy. Y no le importa si soy un poco vieja, porque es como que no
registrara esas cosas: para mi asombro me quiere sin condiciones. Con él aprendí la expresión de la mirada,
que vale por mil palabras: no me asusta si en sus ojos veo una pizca de odio; sé que no es hacia mí como yo
suponía antes, o tal vez el análisis anterior haya hecho efecto a posteriori; de pronto uno puede tener una pizca
de odio en los ojos por cosas que recuerda, motivos privados. Yo sé con él cuándo debo acercarme porque no
es violento para el rechazo y así -y a eso siempre lo consideré una prueba de convivencia que alabaría el
analista- podemos estar cada uno en su habitación, pensando en nuestras respectivas cosas sin necesidad de
perturbar preguntando "¿qué estás haciendo?" para joderse las paciencias mutuamente.
Con él me ha surgido una femineidad insospechada, porque ante su sencillez -es de hábitos regulares y desea
cosas simples- he depuesto toda rivalidad o competencia. Compartimos esa cualidad neutra que posee el
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tiempo después de cierta edad, en que no hay días terribles ni fiestas luminosas, porque los días se enlazan en
el comer, dormir, trabajar y ver un poco de televisión.
Eso sí, él televisión no mira. A la noche, para separar un día de otro, nos frotamos la frente. Los únicos
problemas vendrían a ser la dieta y una sola costumbre que no me gusta, porque es muy delicado en general:
sólo come carne picada y se rasca las pulgas delante de la gente.
La autora
Nacida en Moreno, Argentina, en 1936, Hebe Uhart ha sido profesora de Filosofía en la Universidad de
Buenos Aires y en La Universidad de Lomas de Zamora y en la actualidad dirige en Buenos Aires talleres
literarios. Su extensa obra narrativa incluye los libros de cuentos Dios, San Pedro y las almas (1962), Epi, Epi,
Pamma Sabhactani (1963), La gente de la casa rosa (1970), El budín esponjoso (1976), La luz de un nuevo
día (1983), Memorias de un pigmeo (1992), Guiando la hiedra (1992), Del cielo a casa (2003), Turistas
(2008), y las novelas Camilo asciende y (1987) y Mudanzas (1995). Es autora de Viajera crónica, libro donde
reúne crónicas de viaje. En 2004 obtuvo el Premio Konex y en 2011 el Premio fundación El libro, al Mejor
Libro Argentino de Creación Literaria por Relatos reunidos (2010).
http://www.elpais.com.uy/suplemento/cultural/mi-nuevo-amor/cultural_692491_130201.html
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'El sueño del otro' de Juan Jacinto Muñoz Rengel
Sarah Manzano 30 de enero de 2013 | 13:55
La que hoy tengo entre manos es una reseña difícil. Difícil de explicar, porque el desasosiego que produce la
lectura de El sueño del otro de Juan Jacinto Muñoz Rengel continua latente después de haberlo terminado.
La dificultad no es poca, porque ya sabéis que me ciño a una política libre de spoilers y este intrigante libro
da para hablar largo y tendido…
‘El sueño del otro’ juega con nosotros, como lectores, como personas. Nos arroja sin remordimientos a un
mundo turbio, asfixiante; a un juego de espejos en el que es difícil saber qué es la realidad y qué es el
reflejo correspondiente. Un juego sutil de realidades encontradas que van diluyéndose y confundiéndose
conforme pasamos las páginas.
Xavier Arteaga es un profesor de instituto normal como el que más. Divorciado, con un hijo al que apenas ve
y un padre al borde de la muerte, ve su vida pasar como una monotonía gris. Salvo por un pequeño detalle, y
es que, cada noche, sueña que es André Bodoc, un director de informativos. No sería nada extraordinario,
tampoco, si no fuera porque cada vez que duerme, André Bodoc sueña que es Xavier Arteaga, un gris
profesor de instituto… Dos vidas muy distintas entre sí, dos existencias que nos hacen dudar de todo y de
todos…
Comienza de esta manera un juego doble, dos vidas paralelas en la que no sabemos, ni ellos mismos saben,
quién es real y quién imaginación. En un mundo que se desintegra, nuestro protagonistas comenzarán una
búsqueda frenética de su propia identidad, una búsqueda que les hará plantearse su propia existencia y la
realidad en la que viven.
Ese detalle, precisamente, es el que hace la lectura de ‘El sueño del otro’ tan angustiosa. Ese no saber qué es
real y qué no lo es, ese remover los cimientos de la conciencia, traspasar los límites de la realidad y volver del
revés nuestra vida. La prosa de Muñoz Rengel te ata, te confunde, te lleva por caminos extraños y, sobre
todo, te crea una duda existencial. Ahí es nada.
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Juan Jacinto Muñoz Rengel nació en Málaga en 1974. Licenciado en Filosofía, ha trabajado como docente y
como colaborador en diversos medios como las revistas Ínsula y Clarín o en Radio Nacional de España.
Escritor habitual de relatos, dio el salto a la novela el año pasado con El asesino hipocondríaco, con la que
ha cosechado un gran éxito entre lectores y críticos. Sólo había leído de él el relato London Gardens,
incluido en la recopilación Steampunk, y era de mis favoritos, de modo que tenía una deuda pendiente con él.
Yo, que tengo propensión a sueños largos, detallados y extraños he leído ‘El sueño del otro’ con un deje de
aprensión, de intriga ante la realidad que vivimos día y noche. Me gusta especialmente el escepticismo ante
los medio de comunicación, ese macabro juego de la verdad, tan en boga hoy en día. Hagamos un sano
ejercicio de duda, pongamos en tela de juicio nuestra vida y dejémonos llevar por las circunstancias. Al
final, como siempre, nos damos cuenta de lo real, de lo importante del aquí y ahora, de disfrutar el momento.
Y qué mejor manera de hacerlo que con un libro en las manos, ¿no?
Tenía miedo de salir a la calle. Y tenía miedo de quedarse allí solo, en aquella casa, en casa. Por esa razón
había invitado a cenar a unos compañeros de trabajo. Pero había cerrado la puerta de la entrada dando una
doble vuelta y no encontraba la llave. Ahora no podría salir. Tampoco nadie iba a poder entrar. No era de
extrañar que la hubiera perdido. Aquella misma mañana había estado reordenándolo todo, porque
últimamente las cosas no estaban donde debían estar. Nada lo estaba. Apenas se hubo despertado, después de
otro sueño intranquilo, no había terminado de recorrer el pasillo cuando se quedó ensimismado observando el
salón, sintiéndose un extraño en su propio piso. Y a continuación se vio dominado por la necesidad de
cambiar de lugar todo lo que alcanzaba su vista.
Plaza & Janés
ISBN: 9788401353574
304 páginas
17,90 euros
http://www.papelenblanco.com/resenas/el-sueno-del-otro-de-juan-jacinto-munoz-rengel
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INVESTIGACIÓN DE CHRISTOPHER MCDOUGALL
El arte de correr
Daniel Mella
Pancho Villa, Gerónimo y el Apache Kid fueron los bandidos más notorios en usar las Barrancas del Cobre
como refugio. Situadas al norte de la Sierra Madre Occidental, con abismos más profundos que los del Gran
Cañón, las preferían por su proximidad a la frontera con Texas y porque su topografía laberíntica convertía las
persecuciones en misiones suicidas. Los soldados se cocinaban al sol, morían ahogados por aluviones de agua
de lluvia o eran emboscados al acercarse al único pozo de agua que habían visto en días. Eso si antes no los
había desquiciado el eco infinito de alguna piedra que se desprendía, el sonar de tambores que parecía venir
de todas partes y las monstruosas sombras de los árboles. Este lugar perdido es el hogar de los Tarahumara.
Inclinados a la paz, antes de combatir a los conquistadores y a los cazadores de cabezas se fueron replegando
hacia el oeste, hasta el corazón mismo de las barrancas, donde ya nadie tenía interés en seguirlos. Viven en
cavernas o casas de piedra, palo y barro camufladas en la montaña.
Los datos más elaborados sobre este pueblo escondido han venido de un grupo selecto de exploradores y
artistas. El etnógrafo Carl Lumholtz publicó en 1902, bajo el título México Desconocido, su registro de los
cinco años que pasara entre los moradores de la Sierra Madre Occidental. Anota: "Mirar estas montañas es
una sensación inspiradora; pero viajar sobre ellas es agotador para los músculos y para la paciencia." El
aventurero Frederick Schwattka, que contaba en su currículum con una expedición de dos años al círculo
ártico, observó en 1888 que un paso en falso en las barrancas podía significar una caída al vacío y se preguntó
cómo podían los indígenas de la región criar a sus hijos en un lugar así, sin perder al cien por ciento de ellos
anualmente.
De los hombres de letras que han honrado la región, tal vez el más respetado sea Antonin Artaud, quien hizo
su peregrinaje en 1937 en busca de sabiduría chamánica y dejó largas páginas sobre esta extraña gente y su
relación sagrada con lo simbólico. El más bandido fue sin duda Carlos Castaneda, quien probablemente se
inspiró en un Tarahumara para crear a su Don Juan -uno de los personajes literarios más trascendentes del
siglo pasado-, y sólo haya mentido que pertenecía a los Yaqui para proteger a esta tribu de las hordas de
hippies que se lanzarían tras el rastro del peyote. Las palmas al más misterioso se las lleva B. Traven, quien
ubicó allí su novela más famosa, El Tesoro de Sierra Madre, y quien parece haber seguido preceptos afines a
los de estos aborígenes en lo que toca a la preservación de la intimidad.
Christopher McDougall, el último de los escritores en interesarse por las Barrancas del Cobre y sus
moradores, es el menos literario de todos. Se ha desarrollado principalmente como corresponsal de guerra y
reportero para, entre otros medios, Esquire y la New York Times Magazine. Tal vez sea además el que ha
cruzado la frontera guiado por la pregunta más sorprendente: ¿Por qué me duele el pie?
VIVIR PARA SIEMPRE.
Primero recurrió a los especialistas: visitó a un deportólogo, a un podólogo y a una experta en biomecánica.
Les explicó su situación: un día como cualquiera había salido a correr y lo frenó un dolor en la planta del pie.
Los tres le recomendaron que dejara de correr. Le dijeron: correr no es salud, comprate una bicicleta, arrancá
para la piscina. Que el ochenta y cinco por ciento de los corredores acabe sufriendo lesiones crónicas es
prueba suficiente de que el cuerpo humano no está hecho para eso, le dijeron. Sólo hay que imaginar el
esfuerzo a que están sometidas las rodillas y los tendones al tener que soportar hasta doce veces el peso del
cuerpo con cada pisada. Le hicieron radiografías, lo filmaron mientras corría, le dieron cortisona, pero a
McDougall no le cabía en la cabeza que fuésemos el único mamífero que no pudiera depender de sus piernas.
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Una y otra vez le volvía a la mente una escena de la novela El mundo según Garp, de John Irving. McDougall
recordaba el hábito que Garp tenía de salir disparado por la puerta en medio del trabajo para echarse una
corrida de ocho kilómetros, y conocía las estadísticas: cuanto peor estaban las cosas, con más ahínco la gente
se largaba a la calle. En medio de la Gran Depresión, mientras se recuperaban de la guerra de Vietnam e
inmediatamente después del 11 de setiembre, se dieron los mayores picos de corridas de larga distancia.
Correr es la respuesta inmediata y natural ante el peligro, es el método más común a la hora de aliviar tensión
y obtener goce sensual antes de las relaciones sexuales. Aún así la literatura científica del momento se refería
a ello de modo negativo, llegando al punto de argumentar que, de todo el cuerpo humano, el pie era el órgano
que menos había evolucionado desde nuestro paso del medio anfibio al terrestre.
McDougall encontró la punta de la madeja un día de trabajo, mientras cubría la desaparición de una estrella
del pop a manos de una secta en México para la New York Times Magazine. Hojeando una revista de viaje se
topó con una foto de Jesús bajando por la montaña. Sólo que no se trataba de Jesús. Era un Tarahumara, y de
golpe el reportaje que estaba haciendo le pareció una estupidez en comparación con lo que estaba leyendo.
"Estrellas del pop fugitivas van y vienen, pero los Tarahumara parecían vivir para siempre (…) parecían haber
resuelto casi todos los problemas del hombre." No conocían el cáncer, la diabetes ni el asesinato. Eran las
personas más amables y felices del planeta y no paraban de correr. Corrían en huaraches -sandalias de cueropor la montaña para cazar ratones y conejos y por pura diversión. No seguían ningún método de
entrenamiento ni tomaban bebidas cargadas de electrolitos para reponerse, no estiraban ni entraban en calor.
Los cincuentones llegaban a correr más y mejor que los veinteañeros y hasta los octogenarios subían y
bajaban por las paredes escarpadas de las barrancas sin lesionarse.
EL JUEGO DE LA VIDA.
Nacidos para correr es un libro de aventuras, un libro de autoayuda con ribetes antropológicos, un texto que
colabora con la medicina deportiva y la medicina general, a la vez que un artefacto de denuncia política.
Llegar al corazón de las Barrancas del Cobre no es fácil. A las dificultades del suelo se suma el hecho de que
vastas extensiones han sido tomadas por bandas de narcotraficantes para plantar marihuana. McDougall narra
con un estilo vibrante y lleno de humor, y el lector se entrega gustoso, aún cuando la peripecia depara, acá y
allá, emociones amargas.
Los ojos de McDougall son los de un hombre occidental, y compartimos su shock, no sólo cuando tiene su
primer encuentro con un Tarahumara, sino durante el resto de su intensa relación. Nos sentimos agresivos
cuando McDougall empieza a disparar una pregunta atrás de otra a Arnulfo Quimare y éste sopesa
silenciosamente qué intenciones puede tener este gringo salido de la nada para apropiarse del contenido de su
cabeza. Hay una mezcla de asombro y dolor al percibir, junto con McDougall, que estamos casi frente a otra
especie. Y el horror conradiano de comprobar que somos del mismo género pero invertido: los brutos somos
nosotros, aunque muchas de sus costumbres no dejen de parecernos anacrónicas, desagradables, increíbles.
Es ley, por ejemplo, que para anunciarse en una casa Tarahumara el visitante tome asiento a doce pasos de la
puerta y espere a que el anfitrión se deje ver. Un hombre Tarahumara no entra a la casa de un amigo si la
mujer del amigo está sola, y la timidez de los hombres para con sus propias esposas llega al extremo de que
precisan un par de vasos de cerveza para que se atrevan a insinuárseles. La cerveza es de maíz y la preparan
ellos; tiene más calorías que una cena promedio y la toman todo el día. Fuman tabaco, toman un té
energizante a base de semillas de chia y lima, y comen ratones asados. Son agricultores y tienen ganado.
Recolectan yerbas que después venden junto con artesanías. Son parcos, pero mensualmente tienen fiestas que
se transforman en borracheras de tres noches al final de las cuales salen a correr por la montaña 48 horas sin
parar. Los corredores cubren distancias superiores a los 170 kilómetros, cuatro veces más que una maratón
olímpica, subiendo y bajando por desfiladeros demenciales. El resto del día también se lo pasan corriendo, ya
sea persiguiendo conejos o sólo yendo de un lado a otro. Tienen un juego, el rarájapiri, o juego de la vida. Se
juega en equipos y no hay forma de medir quién le gana a quién. Consiste en ir pateando una pequeña pelota
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de madera para luego ir a buscarla a máxima velocidad, y volver a impulsarla. El terreno es áspero y la pelota
hace carambolas en la roca, el árbol, lo que encuentre a su paso. El partido o la carrera es como la vida: nunca
se sabe cuán duro va a ser ni cuándo va a terminar y no podés controlarlo, sólo te podés adaptar.
SIN RITUALES.
Los Tarahumara o Rarámuri (los de pies ligeros, los nacidos para correr) no son grandes corredores, son
grandes atletas, y no en los términos en que nosotros los concebimos. Nuestros corredores olímpicos son
trabajadores de la Ford. Son buenos en una cosa: correr en una sola dirección sobre un suelo parejo a una
velocidad más o menos constante. Si el cuerpo sigue la misma rutina día a día, el sistema músculo-esquelético
pronto se automatiza. Si, por el contrario, al cuerpo se lo somete a una dieta de sorpresa continua, si a cada
instante se lo está zambullendo en lo desconocido, las terminales nerviosas se electrifican, los músculos se
vuelven resilientes y están en todo momento prontos para cualquier cosa.
Lo que se aplica al músculo es aplicable a todo el resto. McDougall lo sabe, pero no lo usa para renegar por
completo de la cultura en la que nació, ni para predicar un retorno absoluto a lo primitivo y natural. Si llegó a
las Barrancas fue con el deseo de conocer la receta de cómo correr sin lastimarse, y esa receta incluye un
modo de vivir, pero McDougall no es Castaneda. No acaba siendo tragado por su objeto de estudio. No se
convierte en un Rarámuri, aunque sí se transforma. Cambia sus hábitos alimenticios y re-aprende a correr, al
punto de que, sin necesidad de aparatos ortopédicos, deja de dolerle el pie y pasa a ser capaz de correr durante
cuatro, cinco horas seguidas.
McDougall no es el primero -ni será el último- en establecer contacto con las culturas indígenas en busca de
cura y conocimiento. Lo que lo distingue es su practicidad. A diferencia de Artaud y de la mayoría de sus
precursores, su puerta de entrada a la otredad no es a través de ningún ritual explícitamente mágico con sus
gestos bizarros e incomprensibles. Lo que McDougall promueve, en todo caso, es una toma de conciencia de
ciertos fallos en nuestro sistema, especialmente el de la confabulación de la ciencia y la industria para generar
mitos, y sugiere la posibilidad de recordar ciertos fundamentos olvidados en aras del así llamado progreso,
empezando por la maravillosa obra de ingeniería que son nuestros pies.
Las miles de terminaciones nerviosas que habitan nuestras plantas, que un poco más arriba se enredan en
nuestros genitales, están hambrientas de sensación y diseñadas para transmitir, segundo a segundo,
información detallada del suelo que vamos pisando, que es siempre cambiante. Es decir, nuestros pies
desnudos nos van diciendo cómo pisar el suelo según se nos presenta. Uno puede hacer la prueba y
descalzarse. Va a pisar más suave o más fuerte según se trate de cemento, de balasto, de arena, de piedra. La
industria billonaria del calzado deportivo, sin embargo, con sus resortes y colchones de aire, somete al pie a
un medio ambiente homogéneo. Antinatural, si cabe la palabra. Y contrariamente a lo que se predica, eso no
ayuda. Nuestro cuerpo precisa saber cómo afirmarse, y con esos gruesos intermediarios sólo tiende a apoyarse
con más fuerza, a perder elasticidad y a ejercer más presión sobre músculos y tendones, a la vez que se
atrofian y apagan músculos y nervios que de otro modo estarían rozagantes, contentos de cumplir su función,
protegiendo el esqueleto.
La Nike, por supuesto, lo sabe por lo menos desde mediados de los ochenta. Eso dice, y documenta,
McDougall. En el capítulo veinticinco, para ser más exactos. Cita a especialistas en medicina preventiva,
investigadores y profesores de biología antropológica cuyos estudios poco publicitados vienen insistiendo en
que la causa número uno de lesiones crónicas en pies y rodillas entre profesionales y amateurs son los
championes modernos, que para correr y no lastimarse no es necesario gastar cientos de dólares en el último
modelo disponible en la tienda deportiva más próxima. Al llegar al estatus de best-seller, Nacido para correr
ha gatillado una reacción interesante en la industria. Tal vez para precaverse de posibles demandas, como
ocurriera con la Philip Morris, la Nike ha empezado a hacer campaña de una serie de productos orientados a
conectar con la tierra. Hoy mismo, en la tienda deportiva del shopping, uno puede preguntar por el Vibram.
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Es lo más parecido a un guante, pero para los pies. Debe ser de una goma muy sofisticada, porque no es
barata. Es el último grito de la moda. Si uno sale a correr con eso, va a correr distinto. No con los talones, que
están hechos para caminar. Va a correr como con sandalias, o como cuando era chico y lo dejaban suelto en la
playa.
El lector de Nacidos para correr va a conocer personajes estrafalarios y reales, como sólo puede ser alguien
que se aventura por iniciativa propia al Triángulo de las Bermudas. Va a asistir a una carrera que McDougall
arma, en plenas Barrancas del Cobre, entre los Rarámuri y un manojo de los mejores ultramaratonistas
estadounidenses. Sí, ultramaratonistas: producto extremo de un país dado a los extremos, entran en comunión
profunda con esta otra especie nativa, que a primera vista parecieran vivir en las antípodas, mediante la mera
felicidad de correr. De paso, va a tener acceso a una teoría evolutiva moderna, desarrollada por doctores en
Harvard, según la cual no sólo somos el mamífero mejor equipado para correr, sino que de esta habilidad, y
del uso que nuestros antepasados supieron hacer de ella, ha surgido toda nuestra cultura. El libro también vale
por ser ejemplo de lo que puede llegar a ocurrir si uno no se contenta con el diagnóstico que le dieron y se
dedica, extraordinariamente, a investigar.
NACIDOS PARA CORRER, de Christopher McDougall. Debate, 2011. Barcelona, 287 págs. Distribuye
Random House Mondadori.
http://www.elpais.com.uy/suplemento/cultural/el-arte-de-correr/cultural_692484_130201.html
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Las mil vidas de un periodista
La biografía de Jorge Lanata que escribió Luis Majul muestra el itinerario desaforado, por momentos
fascinante y polémico, del periodista y también sus claroscuros
Por Jorge Sigal | Para LA NACION
Lanata, un periodista que rompió todos los moldes.. Foto: LA NACION / Mauro V. Rizzi
Hay muy pocos personajes que se llevan por delante la lista de adjetivos. Cuando eso sucede, cuando uno
tiene la impresión de que el idioma le va quedando holgado, entonces se está en presencia de un fenómeno. A
lo largo de esta biografía íntima y cautivante sobre el periodista más revulsivo de los últimos treinta años, son
varios los testigos que cierran su opinión con un "Lanata es Lanata, ¿no?". Es una confesión de impotencia
que vale la pena profundizar porque tal vez allí radique la clave de esa fórmula que llevó a Jorge Lanata a
encarar en una sola vida tantas aventuras como se le antojaron. Todas trascendentes, ninguna que pasara
desapercibida. Desde fundar un diario a los 25 años hasta planificar un elegante suicidio como si hubiera
pretendido editar su propio final, pasando por consumir una ingesta diaria de cocaína que los médicos siguen
preguntándose cómo hizo para soportar.
Lanata hizo radio y rompió las reglas del oficio; incursionó en la televisión y pulverizó las recomendaciones
de los expertos; creó una revista y llevó a su tropa hasta las puertas mismas de la inmolación. Probó con otro
diario y se estrelló con toda la tripulación a bordo. Además hizo cine. Y, como si fuera poco, también debutó
en el Maipo. Siempre ocurrente, siempre corriendo los límites. Al borde del desquicio. Como aquella vez que
se le ocurrió hacer un agujero en la tapa de Veintiuno para ilustrar los estragos de la corrupción. O cuando
envió a una patrulla perdida a juntar tierra en Anillaco para ofrecerles a los lectores una muestra elocuente de
las arbitrariedades menemistas.
Sólo alguien que tiene el sistema inhibitorio extremadamente flexible puede animarse a tanto. Por esa razón,
hace bien el autor en comparar al creador de Página/12 con un rock star . Porque esa categoría evita la
tentación de querer encuadrarlo en las clasificaciones herméticas. Nadie puede asegurar que Lanata sea un
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genio. ¿Quién lo es finalmente? Pero algo sí se puede afirmar con contundencia: no se trata de un tipo
corriente. "A mí, desde que nací, todo el mundo trata de moldearme. Trata de que sea distinto de lo que soy.
Que sea parte, de lo que son ellos. La gente, por ejemplo, quiere que deje de fumar. Pero lo que les molesta no
es, en realidad, que fume, sino que no les obedezca." Y, sí, Lanata es Lanata.
A lo largo de la lectura del libro de Luis Majul se experimentan variadas sensaciones. Por momentos, ese
mastodonte de cuello a prueba de camiseros se asemeja a un oso almibarado. Es generoso, desprendido, bon
vivant y muy culto. Por eso, no es de extrañar que muchas mujeres hayan sucumbido ante sus garras o que
decenas de colegas lo hayan seguido hasta los límites mismos del precipicio. O que celebridades de la talla de
Fito Paéz o de Charly García lo contaran entre sus amistades y vivieran junto a él escenas dignas de un filme
de Almodóvar (en el libro se cuenta, entre otras, una con Fito en un cuarto de hotel neoyorquino que pinta de
cuerpo entero ese mundo vedado para la mayoría de los mortales).
Pero la biografía también incluye suficientes elementos como para sentir piedad por algunos de sus
detractores. Sobre todo, por aquellos que padecieron con sus exabruptos. Amigos del alma que se fueron a
otras costas, buenos periodistas que se sintieron defraudados o que, simplemente, no pudieron seguirlo en su
marcha alocada -muchas veces autodestructiva- hacia esa droga denominada éxito. Majul fue a buscarlos y
reunió decenas de testimonios, a veces contradictorios, con los que prestó, en veinte horas de reportajes, el
propio biografiado. Integran ese abanico políticos, ex parejas, enemigos íntimos como Horacio Verbitsky,
empresarios a los que tentó con su magia, su médico personal, el representante que sigue haciendo negocios e
intentando que la quiebra -siempre cerca como la muerte- no los derribe. Y hasta la tía Carmen, la única
sobreviviente de la generación anterior de la familia, que relata detalles escalofriantes sobre los orígenes de
"un chico prodigio" que creció junto a una madre postrada por una enfermedad devastadora.
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Relata también, apelando a muchas fuentes, las zonas oscuras que pueden encontrarse en los orígenes mismos
de cada uno de los emprendimientos que el periodista estrella fue asumiendo y que, en algunos casos, salen
por primera vez a la luz. Cómo y de dónde surgieron los fondos que dieron origen y sustento posterior a
Página/12 integra ese enigmático paquete. Lanata confirma (y brinda desopilantes detalles) una reunión
clandestina con Enrique Gorriarán Merlo, ex fundador del ERP y mentor del ataque en plena democracia al
cuartel de La Tablada, uno de los hechos menos comprensibles de la historia violenta de Argentina, en el que
se acuerda un aporte inicial de un millón de dólares para el lanzamiento de su primer diario. El libro aporta
muchos otros datos que, aunque no le quitan mérito a las audaces maniobras de supervivencia, sí le restan una
cuota de romanticismo a la épica que siempre adornó algunas historias sobre el llamado periodismo
independiente. En esa lista figura la nunca oficializada incursión del Grupo Clarín -supuesto desencadenante
de la partida de Lanata como director de Página-, así como posibles acuerdos económicos con el ex intendente
peronista Carlos Grosso y con el Grupo Socma de la familia Macri. Pero como nadie calma su sed con agua
bendita, también se abren interrogantes sobre relaciones nunca despejadas del creativo periodista de Sarandí
con los ex ministros menemistas Julio César Aráoz y Alberto Kohan. Y, por supuesto, su reciente desembarco
en el multimedios Clarín, la meta que jamás figuró en ningún plan y que el kirchnerismo puede incluir entre
sus milagros.
El lector podrá sacar sus propias conclusiones. O llegar, quizá, a la única verdad posible: nadie está hecho de
una sola madera. Mucho menos aquellos que, como Lanata, han roto todos los moldes.
Lanata
Luis Majul
Margen Izquierdo
456 páginas
$ 129.
http://www.lanacion.com.ar/1548415-las-mil-vidas-de-un-periodista
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Animales sueltos
Por Juan Pablo Bertazza
Bailando con los osos. Fernando Krapp 17 grises 121 páginas
Existe cierto parentesco entre la literatura y las alturas. Hay obras llanas y hay obras que marean, obras
construidas a ras del suelo y obras donde el aire escasea, obras donde la pelota no dobla. Bailando con los
osos, el primer libro de relatos del programador y guionista Fernando Krapp, transcurre a varios metros de
altura sobre el nivel del mar y es, por otro lado, uno de esos libros que ofrecen una escalera hacia el comienzo
y otra hacia el final; puentes, acondicionadores para graduar la temperatura entre el mundo cotidiano y la
cápsula literaria que no deja de ser, en el fondo, otro mundo posible.
La escalera inicial es la bellísima frase de Madame Bovary que sirve como epígrafe al libro: “la palabra
humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando
quisiéramos conmover a las estrellas”. El desvío, el malentendido inicial del lenguaje y, de nuevo, las alturas.
La escalera final, el gradual descenso al mundo ordinario es “Agradecimientos”: último relato del libro o
posfacio muy inventivo, depende de cómo se vea, en el que Krapp explica su mito de origen como escritor a
partir de una anécdota en una estación de tren, en la cual se encuentra con un genio al mejor estilo Las mil y
una noches que le concede un deseo. El problema es que el genio –que, por definición son estafadores o
vendedores de humo proque ni siquiera ellos pueden controlar el deseo– no entiende, no es capaz de
interpretar su pedido.
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Relatos de incertidumbre fantástica, como las dudas que surgen ante la vista área de un paisaje visto a ras del
piso, Bailando con los osos tiene cuentos importantes como “En un principio”, donde una mujer sumisa pero
ardiente de deseo empolla literalmente un hijo; “Pieles”, en que un padre fracasado lleva a su hijo escéptico a
cazar animales que, acaso, no pertenezcan al reino animal; o “La milonga del futuro”, sobre un mediocre
buscavidas que, en su afán por contratar a imitadores perfectos de tangueros difuntos, termina generando una
tragedia digna de una película de zombies. Especialmente apto para quienes temen a las alturas, Bailando con
los osos es una ópera prima que consigue producir vértigo.
HTTP://WWW.PAGINA12.COM.AR/DIARIO/SUPLEMENTOS/LIBROS/10-4938-2013-02-05.HTML
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CON LA BRITÁNICA TRACEY EMIN
"Muestro qué es la privacidad"
Fernando García (desde Buenos Aires)
Los martes el museo Malba está cerrado y el recibidor que precede a las salas se alquila para "eventos". Es
curioso pensar que el auténtico evento de esta semana está escaleras arriba mientras debajo chocan copas de
champagne ignorando la presencia de una de las artistas más amadas y odiadas del final del siglo XX. Tracey
Emin (Margate, Inglaterra, 1963), la artista más mediática de la isla apenas superada en esa estimación por
Damien Hirst (la presentan como la segunda mujer más conocida del Reino Unido después de… la Reina).
Nos sugieren la sala donde se monta su muestra de cinco videos "How it feels" (Como se siente). "Demasiado
oscuro", susurra Emin. Parece menos un capricho de star que la observación de una sensibilidad alerta. La
locación termina siendo la terraza del museo, ahora vacía.
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Emin se hizo un nombre en el rebrote cultural inglés de los 90 (formaba parte de los Young British Artists)
como la artista de la galería Saatchi que traía el viejo cuento de la subjetividad en el envase menos ortodoxo.
En la edición 1999 del premio Turner consiguió más atención que el ganador exhibiendo una instalación que
replicaba su cama. Manchas de sangre, profilácticos y señas de intimidad explícita orbitaban en torno a "La
Cama". Para entonces, Emin se había hecho un nombre en la opinión pública por asistir borracha a una
entrevista con la BBC y por la obra "Everybody I slept with 1963-1995" (Todas las personas con las que
dormí 1963-1995), también conocida como "La Carpa", que incluía los nombres de todas las personas con las
que se había acostado (desde su hermano gemelo a su último amante).
La artista favorita de Madonna, Elton John y David Bowie habló resguardando sus ojos de ascendencia turca
tras unos enormes lentes, con una sonrisa franca revelando un serio deterioro en la dentadura baja.
DEMASIADO DE MÍ.
-En el video "How it feels" usted dice que "ha compartido demasiado en su vida". La ironía se refiere a su
propia obra. ¿En que momento decidió que su intimidad era tan trascendente como para compartirla?
-Siempre trabajé desde la primera persona. Ya hacía dibujos de mí misma en la escuela de arte. Una de las
profesoras me dijo una vez eso: que mis trabajos hablaban demasiado de mí, que era muy narcisista. Entonces
empecé a pintar paisajes pero resultó que todos eran sobre lugares donde había vivido. Eso me hizo pensar
que todas las cosas en las que me comprometía tenían que ver con que hubiera podido ser testigo de ellas.
Cuando dejé de producir arte por un momento, todo lo que escribía seguía siendo siempre en la primera
persona.
-¿Llevaba un diario íntimo?
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-Cuando era pequeña, sí. Lo mantuve de adolescente y poco tiempo en mi adultez. Sé que si mantuviera un
diario hoy tendría destino inevitable de publicación. La única manera en que podría hacer un diario ahora es
escribiendo y quemando una página por día.
-¿Este trabajo que usted hace sobre su intimidad dice algo sobre la fragilidad actual del concepto de la
privacidad?
-Sí, de algún modo la obra se adelantó a lo que está pasando ahora. Me han pedido exhibir "La Cama" en
Frankfurt para una muestra llamada "Privacy" (Privacidad). Mi cama es todavía mucho más privada que el
resto de las obras porque muestra un lugar íntimo de mí. Pero yo no la hice originalmente para mostrarle a la
gente qué es la privacidad; la hice pensando en un objeto de arte poderoso. Mantengo muchas cosas en
privado. Tengo una vida privada.
-Esa es una noticia. ¿Hay una Tracey Emin capaz de cerrar la puerta en algún momento?
-Por supuesto. Vivo sola, por ejemplo. Y esa es una manera muy privada de vivir.
-Cuando decía que su obra se había adelantado en el tiempo no pensé tanto en la escena contemporánea como
en las redes sociales, en la tecnología…
-Imaginé que estaba pensando en Facebook y eso… Yo no uso nada: no tengo cuenta de Facebook, ni Twitter,
ni nada.
-Ya compartió demasiado…
-(Se ríe) Sí, no necesito hacer eso.
-El video "How it feels" documenta la historia de su aborto pero, a la larga, elabora una pregunta muy
profunda: "¿Por qué tenemos hijos?". ¿Diría que sus trabajos buscan formular esas cuestiones universales?
-Sí, el arte debería hacer esto siempre. Mis preguntas son esas: porqué tener hijos, la pérdida del amor,
cuestiones relacionadas con la psique y el alma, la soledad… Algo que ya hacían Van Gogh o Munch.
Trabajo sobre las emociones.
-¿Cuál es la pregunta o la cuestión de fondo que reclama una obra tan característica como "La Cama"?
-Okey. Damos vida en una cama, dormimos en una cama, morimos en una cama (bueno, a veces se muere en
la calle también). Tu cama es tu santuario, un lugar que debería mantenerse a salvo.
-¿Es cierto que una mujer pasaba todos los días por la muestra con objetos de limpieza para ordenar la cama?
-Es cierto. Llevaba todo tipo de detergentes y limpiadores en spray…
-¿Habló con ella?
-No, nunca la ví. Pero le quedó claro que si volvía a hacerlo podía ser arrestada. Es daño al arte, tú no vas por
ahí dañando la obra de los demás. Es algo que está mal.
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AMANTES Y AMIGOS.
-¿Qué pasó con los amantes y amigos que aparecen nombrados en "La Carpa"?
-Hubo gente que después de ver la obra dijo que no hubiera dormido conmigo si sabían que iba a hacer esa
obra. La respuesta es que no me acosté con alguien para tener su nombre en la carpa… Mi pareja de esa época
lo tomó de una manera muy tranquila. Mi preocupación única era sobre lo que podían pensar mi padre y mi
madre acerca de esto, después estaba la gente que podía pensar que estaba volviéndome loca. En realidad
disfrazaban sus prejuicios por una preocupación fingida hacia mí. "¿Está bien Tracey?", "¿Le pasa algo?". La
gente definitivamente me tiene miedo.
-¿Llegó al punto de que alguien le ruegue `Por favor Tracey no me pongas en tu próxima obra`?
-No, yo no "pongo" gente en mi obra. Cuando hice "La Carpa" era una desconocida. Había tenido una
muestra individual y dos colectivas, nada más. Nadie me conocía en Londres. Si la tuviera que hacer hoy sería
erróneo, moralmente erróneo. Porque la gente vendría a mirar desde un lugar muy distinto al de entonces.
Contra todo lo que se dice, cuando trabajé en "La Carpa" lo hice desde un punto de vista muy inocente. Lo
hice para mí; puse esos nombres ahí para mí; no tenía ninguna intención de provocar o shockear a la gente.
Siempre pienso que si hubo un error en mi obra es que se termine hablando de otra gente.
-"La Carpa" se quemó. ¿No pensó en hacer una remake?
-Sí… Cuando se quemó me ofrecieron un millón de libras por rehacerla y yo no quise. Pero se fue, ya está, es
el pasado. "La Carpa" había sido hecha con parte de mi propia ropa, fue cosida por mí, en el momento que se
hizo yo era realmente pobre. Comía en "La Carpa", dormía en "La Carpa"; se volvió un segundo hogar dentro
de mi pequeño hogar. No podría recrear esas condiciones de vida ahora…
-¿Cree que su obra habla por todas las chicas en Inglaterra que entraron al sexo demasiado temprano y
tuvieron que abortar?
-Sí, definitivamente. Porque ya no se trata de la mirada sobre el arte sino de lo que le pasa a la gente con sus
vidas. Cada setiembre mi libro Strangeland se vende realmente bien porque estoy entre las lecturas
recomendadas…
-El año pasado tuvo una muestra muy grande, la mayor de su carrera, en Londres. ¿Fue una especie de alivio
ver toda la obra junta?
-En la galería Hayworth, sí. Fue muy bueno poder hacerlo. Mucha gente se preguntaba cómo iba yo a llenar
de obra semejante espacio dado el concepto de haragana que me han hecho. Y esta fue la oportunidad que
tuve para demostrarles a todos que no soy una haragana, que mi vida no se trata solamente de ir de fiesta en
fiesta. Veinte años de mi trabajo es muchísimo…
-Me refería más a las cicatrices detrás de sus obras y acaso verlas todas juntas…
-No. El alivio no fue en el estricto término psicológico sino más bien de conformidad con mi carrera. Me
permitió ver que mi vida no había estado tan mal y, sobre todo, ponerme en carrera para mi próximo salto de
nivel. Esta muestra es la primera que hago en un museo de América, con los Estados Unidos incluidos.
ROCK SIN GUITARRAS.
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-La manera en que usted se dio a conocer con un escándalo en el Canal 4 es muy parecida al día en que los
Sex Pistols provocaron al presentador Bill Grundy en 1976.
-Hubo un programa llamado "Los veinte momentos más alcoholizados en la televisión". Oliver Reed es el
número uno, Sex Pistols están en el numero dos y yo en el tercer lugar (ríe estentóreamente).
-Le hago la pregunta entonces: ¿Es posible pensar en usted como en una estrella de rock sin guitarras?
-Sí. En un trámite en el aeropuerto de Nueva York me preguntaron quién era la gente que venía conmigo y yo
les dije "la banda". Yo sería la cantante aunque no pueda cantar nada.
-Pero de hecho lo hizo en un disco con Boy George…
-Pero no canto. No puedo. Solo me pidió que usara mi voz demente y rota. Puedo bailar pero jamás cantar.
-Así como el punk rock fue una influencia decisiva para los artistas de su generación, usted parece haber
influido a cantantes como Lilly Allen que saltan el cerco de su privacidad todo el tiempo.
-Pero eso no tiene que ver conmigo sino con lo que ha pasado en Gran Bretaña, que se volvió mucho más
abierta. Después de la muerte de la princesa Diana el carácter de los ingleses cambió mucho. De pronto
veíamos a hombres llorando en la calle, en los parques, por su muerte. Ese episodio abrió una compuerta
emocional. ¿Pero qué va a pasar ahora? ¿La gente se va a suicidar en Facebook para hacerse famosa? No va a
pasar mucho tiempo para que programas como Big Brother o alguno de esos muestren un aborto en TV.
Alguien va a entrar en la casa, se quedará preñada, acto seguido la expulsan de la casa y deciden que aborte en
vivo. Esto va a a pasar, yo sé lo que le digo. Usted podría decirme que yo también era así pero es distinto…
Yo soy una artista, he calculado los riesgos a medida que crecía. Pero ahora con el uso que le estamos dando a
Facebook, a Internet, a YouTube, todo se está poniendo un poco monstruoso…
-Los artistas de la generación YBA (Young British Artists) están tan influenciados por las vanguardias del
siglo XX como por la música. ¿De qué manera particular fue influenciada usted por la cultura pop?
-David Bowie fue una influencia enorme. Hay dos artes de tapa de discos fundamentales que son Heroes y
Lodger porque esas imágenes, la forma en que posó, fueron tomadas de dos pinturas de Egon Schiele. Yo
adoraba esas tapas y cierta vez lo comenté con un amigo y él me señaló que eso no era Bowie sino Egon
Schiele. Yo tendría 14 ó 15 años. Eso me llevó a la librería de arte y cuando vi las obras de Schiele se me dio
vuelta la cabeza.
-¿Eso la metió en el arte?
-Ver las obras de Egon Schiele me hizo reflexionar sobre la música de David Bowie que ya escuchaba desde
los once, doce años. Porque en las obras de Schiele reconocía ahora la música que a su vez estaba inspirada
por esas pinturas. A partir de ahí adoré cualquier obra que estuviera basada en las emociones. Edvard Munch
se convirtió pronto en mi artista favorito.
-¡Y ahora Bowie es fan suyo!
-Siempre fue muy considerado con mi trabajo. Nos conocimos hacia 1996 y nos hicimos amigos
inmediatamente. Por esta cosa de la conexión y además porque no me comporté como una fan, soy alguien
que respeta mucho lo que hizo.
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BRITÁNICOS EXITOSOS.
-Su generación suele ser criticada por haber hecho del arte inglés un gran negocio. ¿Entiende el punto?
-No, ¿por haber estado en el paro? ¿Por no haber pagado impuestos esos años? En Inglaterra suelen ser muy
cínicos con el éxito de los demás. Yo no. Yo creo en la meritocracia, creo que la gente debe trabajar muy duro
para tener lo que merece. Hay un montón de artistas de mi generación que tuvieron éxito y eso es fantástico…
-Esas críticas suelen apuntar a Damien Hirst. Se dice que no es un artista sino un empresario...
-¿Y creen que Lucien Freud no lo era? ¿Y creen que Picasso no lo era? Picasso era algo así como la
Volkswagen del arte. Por favor…
-¿Decir que los tories son mejores que los laboristas porque invierten en arte es su manera de provocar?
-Nah. Dije eso, sí, pero ahora mismo estoy muy enojada con los conservadores especialmente con el Ministro
de Educación. Tienen la idea de quitar la materia "Arte" de las escuelas secundarias y este torie es uno muy
estúpido que no tiene idea de las consecuencias que acarrea semejante medida. Si el gobierno va a privar a
chicos como yo de la clase de arte se está comprando un problema porque vamos a tener revueltas en las
calles, vamos a tener un Armaggedon. No entienden que tienen que proteger el alma del país. Analicemos
porqué nuestra generación tuvo éxito. En principio porque la educación artística en las escuelas en los años 60
era muy buena. En los 80, en los años de Thatcher, no había nada: ni trabajo, ni dinero, nada fuera del cheque
de desempleo. Los adolescentes y los artistas tuvimos que inventar otra Inglaterra. Estoy tan indignada que
antes de viajar a Sudamérica le escribí una carta al Primer Ministro para que recapaciten. ¿Cómo quedamos
frente al mundo? ¿Quieren un mundo sin arte?
-Es una decisión curiosa porque en el cierre de las Olimpíadas lo que decidieron mostrarle al mundo fue
justamente eso: arte.
-El trabajo de Danny Boyle fue fantástico. Le mostramos al mundo que Gran Bretaña tiene sentido del humor.
Y que nuestra mayor contribución al siglo XX fue la música popular. Pero debieron poner más artistas
visuales.
-Pero le dieron la bandera a Damien Hirst para que la interviniese. ¿No es significativo?
-Pero hay otros. David Hockney, Bridget Railey…
-Usted es ahora profesora de dibujo en la Royal Academy y hace veinte años era un escándalo para la
sociedad inglesa. ¿Cómo se explica?
-Para mí no hubo ningún cambio. La que cambió fue la sociedad. Fionna Rae y yo somos las primeras
académicas en la historia de esa institución.
-¿Y porqué diría que pasó eso?
-Porque era un mundo de hombres. Ya no.
http://www.elpais.com.uy/suplemento/cultural/-muestro-que-es-la-privacidad-/cultural_692487_130201.html
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La sangre manda
Por Sergio Kisielewsky
El cementerio de cigarrillos. Ariel Williams Raíz de dos 133
páginas
Es una joya de carne la Galga, está recostada sobre un sillón
y es una pantera a punto de dar el zarpazo que sólo al
hombre que la mira desde la cama le cuesta atrapar. Mira su
estirpe, le cuenta las costillas y sus ojos danzan sobre sus
curvas sin fin. No puede dejar de observar ese animal en
celo que lo amenaza con esgrimir el sexo como un puñal
pero su cuerpo es impronunciable, lo deja sin palabras. Es
un espectáculo la gata de zinc caliente, y resulta por cierto
su primer amor. La Galga se da por aludida pero no vencida
y el hombre no sabe cómo encarar el trámite. La chica tiene
una quietud eléctrica, las sábanas están por prenderse fuego
y el hombre con un sombrero hecho de papel de diarios en la
cabeza encara a la mujer de sus sueños en la realidad más
cruda; serán parte de una banda de asesinos que no se
detendrá ante nada ni ante nadie. Entre hombres armados, la
trama gira hacia estallidos de otro tipo. Encargos mafiosos,
ejecuciones rápidas como entrar y salir de las casas y no
dejar nada en pie. Así se arma una tropa de mercenarios que
no dejan títere con cabeza.
La banda de la Galga y su amante conocen el lujo de los hoteles cinco estrellas a cambio de un precio muy
alto donde los encuentros románticos que inaugura el texto se dan en el medio de balaceras, fugas y
búsquedas de amigos en situaciones límite. Todo en el libro es vértigo, sacos que se ganan en pulseadas,
anteojos negros en forma de flor y las venganzas que siempre se devoran en platos fríos, desolados. En el
thriller se bebe de los usos del lunfardo y la expresión marginal astilla la creación de un estilo para describir la
violencia de pandillas enfrentadas. Ariel Williams (Chubut, 1967) reside en Puerto Madryn, es docente y
publicó varios libros de poesía, uno de ellos Los fronterantes, que obtuvo Mención de Honor en el Concurso
Olga Orozco.
El cementerio de cigarrillos comienza con un grupo de amigos que van a tomar cervezas y fumar a metros del
camposanto. Sólo en las primeras páginas la sangre será la que dicta la ley de la vida y no la que obligan un
puñado de gangsters dueños del destino de personas y bienes.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4937-2013-02-05.html
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'Estilo parisino' de Isabelle Thomas y Fréderique Veysset
Sarah Manzano 1 de febrero de 2013 | 19:21
París bien vale una misa, o eso dicen. Sin embargo, cuando me hablan de París lo primero que se me viene a
la cabeza es la Victoria de Samotracia, que descansa en el Louvre, y sobre todo moda, mucha moda. Claro
que hay muchas más cosas, mucho arte y si la misa es en Notre Dame, pues como que no es lo mismo, ¿no?
Pero el libro que os traigo hoy habla de trapitos, de moda y de estilo y es que el llamado estilo parisino se ha
convertido en el paradigma de la elegancia.
¿Qué es lo que tienen esas chicas que sin ser guapísimas ni llevar ropa extraordinaria nos hacen fijarnos en
ellas? Esa elegancia innata, natural, a medias macarra y chic. Unos leggins, un vestido normalito y unos
zapatos planos y la chica parece que acaba de escaparse de una sesión de fotos para el Vogue. ¿Cómo lo
consiguen? Las claves nos las da Estilo parisino de Isabelle Thomas y Fréderique Veysset, donde
descubrimos los secretos del allure francés.
¿Cómo no ser una esclava de la moda? ¿Cómo dotar de estilo a la ropa comprada en unos grandes almacenes?
¿Cómo ser elegante sin parecer una abuelita? Las preguntas no son fáciles, y las respuestas mucho menos,
pero todo se basa en un pilar único: el estilo personal. Busca tu estilo, encuentralo y cíñete a él. Todas
sabemos lo que nos siento bien y lo que no. Al menos casi siempre…
La comodidad es esencial y con esto no nos referimos a llevar un chandal y unas deportivas, sino a
encontrarnos a gusto con nosotras mismas. Eso es un must para toda parisina chic pero a todas parece que se
nos olvida de vez en cuando. Busca lo que te favorece, lo que te hace sentir bella, al margen de las modas,
que ya sabemos que van y vienen…
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Otro de los consejos más importantes que podemos extraer de ‘Estilo parisino’ está íntimamente ligado con el
anterior y se refiere al ahorro, al hazlo tú misma. Revisa bien tu armario, tunea esa chaqueta de Zara con un
detalle personal para hacerla única, recupera botones o cintas de las prendas que ya no te pones para
añadírselas a otras… Tener estilo no está reñido con la cartera, aunque reconozcamos que siempre ayuda.
No podía faltar un capítulo dedicado a la ropa vintage, ahora que está tan de moda. A mí me encanta verlo,
pero reconozco que no he tenido mucha suerte en este campo. El verdadero vintage, las piezas de época, si
son de calidad y están en buen estado, cuestan una pequeña fortuna. Fortuna que no tengo, claro. Empiezo a
pensar que todos esos vestiditos monísimos y chaquetas de cuero que lucen muchas y dicen haber encontrado
en el mercadillo de no sé donde a un precio de risa es más leyenda urbana que otra cosa…
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Muchos consejos y mucho humor, además de unas preciosas e inspiradoras fotografías y entrevistas a
creadores hacen de ‘Estilo parisino’ una lectura esencial para ahondar en este estilo tan inmortal. Por
supuesto, podemos (y casi diría que debemos) no estar de acuerdo en todo. Si una revista no tiene porqué
dictar nuestro modo de vestir tampoco tiene que hacerlo un libro… Eso sí, reconozco que la mayoría de
consejos son de lo más lógicos…
Por decir algo negativo, hay que destacar que todas las fotos son de chicas delgadísimas y monísimas, y,
bueno, estaréis conmigo en que si tienes un buen tipo pues ya como que tienes la mitad del trabajo hecho…
En cualquier caso, tengo que admitir que ‘Estilo parisino’ es una lectura divertida y muy a tener en cuenta si
te gusta la moda. Una nueva biblia del estilo chic y francés. Ahora sólo tengo que poner en práctica lo
aprendido…
El estampado de leopardo es vulgar. El negro, adelgaza. El slip solo es para las delgadas. Los zuecos, una
zafiedad. El terciopelo te hace profesora. El azul marino es muy de abuela. Los zapatos planos son para las
altas. La minifalda lleva arrastrándose más de treinta años. Todos ellos, tópicos que dificultan la búsqueda de
un estilo propio. Como si la moda no fuese un relato íntimo y personal. No obstante, incluso si cada mujer
aspira a ser única, todas quieren comprar lo que se lleva. Algo que resulta conmovedor. Las marcas (muchas
de las cuales se dedican más al marketing que a la moda) son bien conscientes de ello y se aprovechan de la
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paradoja. Y no, la moda no consiste en ponerse lo mismo que todas las demás congéneres del mundo. Nada
impide crear un estilo propio yendo a contracorriente de los ucases de las tendencias y las imposiciones
tópicas.
Lunwerg
ISBN: 978-84-9785-907-3
Traducción: Ramón Sala Gili
224 páginas
19,95 euros
http://www.papelenblanco.com/arte/estilo-parisino-de-isabelle-thomas-y-frederique-veysset
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Científicos locos
Por Damian Huergo
A ciencia incierta. Luis Cattenazzi Interzona 124 páginas
Una de las virtudes y posibilidades que brinda la literatura
consiste en la capacidad para construir teorías –de la índole que
sea– sobre la realidad empírica y abstracta, salteando la
necesidad de justificarlas con paradigmas irrefutables. En A
ciencia incierta, ganadora del primer premio del Fondo Nacional
de las Artes 2011 en género Cuento, el escritor Luis Cattenazzi
(1977) desarrolla supuestos saberes científicos con la
convicción y la libertad de que no serán discutidos. Los diez
relatos, exquisitamente narrados, tienen vuelo creativo,
precisión para el humor y un locuaz goteo de información para
hacer crecer el suspenso. En A ciencia incierta se abren
dimensiones paralelas detrás de un eclipse de sol, se pronuncian
estrategias arcaicas para conectar nuestro tiempo con la
eternidad, se clonan perros caniches en el patio de una casa
cualunque y se barajan teorías sobre el arte y la literatura que no
tendrían sitio en un diseño curricular de ninguna carrera de
Letras. Y, claro, si hay ideas absurdas y provocadoras debe
haber personajes bellos en su rareza que las sostengan. En fila,
como si fuese un casting para una nueva novela del conde
Laiseca, aparecen escritores oscurantistas, profesores ermitaños,
científicos locos, yernos inútiles, fantasmas que escriben y
chamanes que practican rituales en viveros porteños abiertos las
24 horas del día.
Pensando en un marco de narradores recientes, A ciencia incierta puede leerse en línea con La comemadre de
Roque Larraquy y con algunos cuentos de Bailando con los osos de Fernando Krapp. Además de ser los
primeros libros de sus autores y de estar bien escritos, todos trabajan en esa zona intempestiva donde la
ciencia, lo extraño, el terror y la ironía se juntan para alcanzar uno de los objetivos máximos de cualquier
escritor en la era de la fugacidad: lograr que el lector se quede hasta el final. Cattenazzi, sobre todo en la saga
de cuentos de escritores estructurada en epistolarios, oficia con soltura el arte de narrar, hermanando a la
literatura y la ciencia en su faceta inventiva.
HTTP://WWW.PAGINA12.COM.AR/DIARIO/SUPLEMENTOS/LIBROS/10-4936-2013-02-05.HTML
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NOVELAS Y CUENTOS DE MARIO LEVRERO
Un escritor en el laberinto
Carlos Ma. Domínguez
La reedición de dos novelas cortas, Fauna y Desplazamientos, más una antología de relatos seleccionados por
el escritor argentino Ricardo Strafacce, Nuestro iglú en el ártico, acercan las ficciones que llevaron a Mario
Levrero por una narrativa delirante, imaginativa y autónoma.
Fauna (1979) y Desplazamientos (1982-84), fueron publicadas en 1987 por Ediciones de la Flor, en Buenos
Aires, lejano antecedente de esta nueva edición de Mondadori, y si comparten los rasgos alucinatorios es
notoria la mayor ambición del segundo de los títulos.
LA AVENTURA PARAPSICOLÓGICA.
Fauna es la aventura de un articulista de fenómenos parapsicológicos, detrás del misterio de una mujer que ha
caído bajo el influjo de un temible acosador. La deriva de los acontecimientos revierte la comprensión inicial
del problema y todo el relato tiene un aire de parodia del género policial, con dosis de humor y violentos
cambios de perspectiva, que llevan el relato a la dimensión de un juego narrativo. Ya en los textos tempranos
de Levrero la imaginación oscila entre la parodia y las alucinaciones del género fantástico, y a caballo de
ambas se juega la suerte del relato.
Levrero no construye personajes, es la voz del narrador la que da el carácter de sus figuras literarias y en vez
de concentrar, sus argumentos transitan por episodios dispersos, vinculados por una o dos obsesiones, el sexo,
un objeto perdido o deseado. A veces prima la parodia (Nick Carter, La Banda del Ciempiés) y otras veces las
experiencias introspectivas, como es el caso de Desplazamientos.
Éste es uno de los libros más ambiciosos de Levrero. En un auto-reportaje incluido en la antología de relatos
de Strafacce, afirma que surgió de un sueño en el que una mujer lavaba platos en una pileta, en ropa interior.
El narrador es el dueño de una vieja pensión heredada de su padre (fallecido en fecha reciente) y en la que
vivió de niño, a la que regresa para cobrar los alquileres.
UN TORMENTO PERSONAL.
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Desde que llega al caserón y ve a la mujer en la pileta de un pasillo inundado por un desagüe roto, comienza
el extraordinario viaje de Levrero -imposible negar su unidad con el narrador- por tres planos simultáneos: el
de los distintos episodios con los inquilinos, el de un duelo filial inmerso en las tensiones de la angustia y el
deseo sexual, y por último, el de los distintos modos de contarlo, que da forma a su aventura estética más
lograda.
Lo que Levrero consigue de un modo magistral es hacer avanzar el relato por la inesperada reiteración de
unas cuantas secuencias que recuperan sus inicios y derivan a desarrollos diferentes, desplazan las
percepciones, los motivos de la acción, y forman un laberinto narrativo. Cada secuencia es una cámara,
vinculada al resto por un pasaje verbal que cambia los tiempos del relato, de pasado a presente, de presente a
pasado, de modo que cuando regresa a un sitio todo luce parecido y transformado.
El acercamiento a la mujer del pasillo culmina en una brutal violación, pero luego regresa al punto cero para
avanzar en una dirección nueva. La descripción de la mujer mientras amamanta a su bebé después deriva a un
triángulo con su hermana, que lo encierra en un pequeño desván, donde también se reiteran circunstancias con
distintos desenlaces. El relato se organiza por la repetición y la diferencia con el ritmo de una aventura por las
posibilidades de la ficción en el asedio de una realidad que siempre queda más allá de los intentos por
atraparla. Los tres planos forman una trama concentrada y prodigiosa que asume la escritura -la lectura
también-, como una experiencia psíquica y estética.
Puede esgrimirse que son los recursos de un titiritero, los juegos más o menos perversos de un obseso sexual la perversión implica, precisamente, un desplazamiento del objeto de deseo- y sin embargo, Levrero consigue
colocarlos en otra dimensión. Puede ser mórbido e ingenuo, violento o contemplativo, encuentra en el sexo
una experiencia espiritual que se debate entre la angustia y el placer rara vez alcanzado. Toda la fortuna de
Desplazamientos gira alrededor del ansia como una forma irredimible de la intimidad con núcleos de sentido
que nunca se dan a conocer fuera de la imaginación. Y como las imágenes se desplazan por caminos
insospechados, lejos de ejercer un dominio, Levrero cuenta el viaje por su desconcierto. Es un texto singular
en el conjunto de su obra, que suele abusar de la dispersión. Aquí se muestra concentrado y ceñido a la
indagación de un tormento personal que se multiplica en inagotables lecturas.
LOS CUENTOS.
La bella edición de Nuestro iglú en el ártico recupera algunos de los cuentos que integraron la edición de
Puntosur (Buenos Aires, 1987) en la colección dirigida por Jorge B. Rivera, bajo el título de otro de sus
cuentos, "Espacios libres", y suma otros que se hallaban dispersos, con la virtud de presentarlos
cronológicamente, desde "El sótano" (1966-67), que hace unos años publicó Alfaguara en su colección de
cuentos infantiles, hasta "Los carros de fuego" (2003). Suma una interesante entrevista que se hizo a sí mismo
en 1987, a sugerencia de Lisa Block de Behar, en la que revela muchas claves de su concepción literaria.
Estos cuentos pertenecen a la etapa menos testimonial, cuando Levrero transitaba por la ficción pura,
inventaba mundos y dibujaba escenarios de extrañamiento como los de su trilogía La ciudad, París y El lugar.
Hay relatos excelentes ("Nuestro iglú en el Ártico", La toma de la Bastilla…", "Espacios Libres", "Capítulo
XXX") y otros menos logrados, pero integrantes de una historia narrativa que asumió las representaciones
mentales como una forma expresiva de la imaginación.
Cada uno de sus cuentos pone a rodar la angustia y el deseo a través de experiencias excitantes y abrumadas.
El erotismo siempre juega un papel perturbador, desencadena la acción -es inolvidable el ciclista que corre
una maratón detrás de las inalcanzables nalgas de la muchacha que va adelante en su bicicleta, en "La toma de
la Bastilla…"-, ingresa como un elemento paródico, bajo las formas del horror, el chiste, lo monstruoso, o
como una extraordinaria experiencia mística en el magnífico "Capítulo XXX". En él el protagonista hace el
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amor con una misteriosa planta. Más que los temas importan sus procedimientos, más que los desenlaces, sus
desarrollos, y la puesta en juego de una genialidad desbordante.
La recuperación de la obra de Levrero iniciada hace pocos años es una especie de fiesta literaria para críticos
y nuevos lectores. Una fiesta sin él: le hubiera gustado mirarla, aunque no le hubiese interesado participar en
absoluto.
FAUNA y DESPLAZAMIENTOS, de Mario Levrero. Mondadori, 2012. Buenos Aires, 275 págs. Distribuye
Random House Mondadori.
NUESTRO IGLÚ EN EL ARTICO. RELATOS ESCOGIDOS, de Mario Levrero. Criatura Editora, 2012.
Montevideo, 327 págs. Distribuye Gussi.
http://www.elpais.com.uy/suplemento/cultural/un-escritor-en-el-laberinto/cultural_692488_130201.html
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Preferiría no casarme
El rescate de L. J. Davies, debido en gran medida a la insistencia de Jonathan Lethem, trae en
castellano Una vida plena, comedia ligera y agria a la vez sobre el matrimonio y, a contrapelo del título,
la insatisfacción.
Por Juan Jose Burzi
Lawrence James Davis ha sido un autor poco prolífico, merecedor de ingresar al “club Bartleby” ideado por
Vila Matas. Autor de cuatro novelas (la última de ellas editada en 1974), obtuvo la Beca Guggenheim en 1975
para continuar escribiendo ficción, pero a partir de entonces se dedicó al periodismo, escribiendo tres libros
de investigación. La reedición de su obra en Estados Unidos se debe al rescate crítico que hizo Jonathan
Lethem. Una vida plena, que fue la tercera novela de Davis, puede leerse en un principio como una comedia
negra inteligente y un tanto liviana, pero en realidad es una forma de retratar la contracara del sueño
americano. El libro trata sobre la anodina existencia de Lowell Lake, que experimenta una revelación
existencial: él no ha vivido una vida plena. Está casado con una mujer que –descubre con el tiempo– en
realidad no conoce; su suegra lo detesta y con su suegro no puede entablar una conversación adulta; es
redactor en una revista de plomería y dejó atrás la fantasía de convertirse en novelista; no consume, no pasea,
no tiene amigos, no disfruta. Todo lo que le ocurre carece de real trascendencia. Por eso resuelve hacer algo
diferente. Compra un caserón de tres pisos en un barrio pobre de Brooklyn. De ahí en más, el camino hacia el
desastre es cuestión de tiempo.
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Una vida plena. L. J. Davis La bestia equilátera 254 páginas
Y si bien la trama del libro no sobresale por su originalidad, llama la atención que desde el principio por
carilla hay dos o más frases humorísticas, puntos de vista irónicos, agrios. Y es aún más llamativo que, contra
lo que se podría sospechar, el recurso no llega a cansar en ningún momento. Ayuda a esto la traducción de
Carlos Gardini, siempre confiable y lo suficientemente neutra como para no descolocar al lector con
expresiones fuera de registro. Promediando el libro, el tono se va tornando más sombrío y el humor resigna
lugar a otro tipo de trama. Lowell se convierte en un alcohólico que olvida las cosas, deja las puertas de su
nueva casa abiertas, su matrimonio termina de desmoronarse. Su esposa lo abandona y decide volver con él
bajo la condición de no mantener relaciones sexuales. “No estaban casados uno con otro (...), estaban casados
con su matrimonio”, dice el autor en un momento, y es esa institución maltrecha, el matrimonio, uno de los
ejes principales de Una vida plena.
Una vida plena es de esos libros que, mediante el humor y una lectura amena, introducen al lector el veneno
de la duda. En este caso, el interrogante parece ser obvio: ¿estamos viviendo una vida plena?
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4935-2013-02-05.html
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Estudiando literatura fantástica
Agustín Velasco | 4 de febrero de 2013 a las 14:25
He vuelto a las aulas. Bueno, no textualmente. Como últimamente
llevo una vida muy recluido me he puesto a estudiar por placer. Y
es que mi situación familiar me hace recordar a veces aquel
‘Romance del prisionero’ que nos aprendimos en el colegio que
decía aquello de “sólo yo, triste y cuitado/vivo en aquesta
prisión/sin saber cuándo es de día/ni cuándo las noches son/sino
por una avecilla/que me cantaba al albor” (solo lo que lo mío son
gorriones impertinentes que se me cuelan en la cocina y me dejan
perdido el alfeizar de la ventana de sus deposiciones). El caso es
que necesitaba un reto intelectual y un curso de la Universidad
de Michigan ofrecido a través de Coursera, el programa de
cursos gratuitos ofertados por algunas de las más importantes
universidades del panorama académico, me vino llovido del cielo.
“Fantasy and Science Fiction: The Human Mind, Our Modern
World” es un curso sobre literatura fantástica impartida por el
profesor Eric S. Rabkin, en el que trabajaremos obras tan
diversas como ‘Crónicas marcianas’ de Bradbury, ‘La mano
izquierda de la oscuridad’ de LeGuin, ‘Drácula’ de Stoker o los
cuentos de los hermanos Grimm, entre otros. La misión en
profundizar en las formas y significados de estas obras y
encontrar las conexiones con el pensamiento que ha forjado cada
etapa de esta nuestra sociedad.
Por ahora estoy excitado. La primera misión es leer la recopilación de Children’s and Household Tales de
los Grimm (traducción de Lucy Crane e ilustraciones de Walter Crane). He de confesar que he tratado de tirar
por un atajo y leerme una versión en castellano, pero la única que he encontrado tiene una traducción
detestable, así que me ciño a la edición recomendada por el profesor Rabkin dada la accesibilidad del inglés
empleado en ella.
Creo que esta experiencia va a cambiar mi manera de afrontar la lectura de la ficción, encarándola desde una
perspectiva más significativa. Por lo pronto estoy descubriendo a unos hermanos Grimm más allá de las
historias más conocidas de ellos, algunas terribles, otras repletas de sentido del humor. Muy recomendable
redescubrir estos clásicos que no son para niños precisamente.
http://blogs.grupojoly.com/lecturofilia/2013/02/04/estudiando-literatura-fantastica/
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LOS UNOS Y LOS OTROS
No Ficción > En las primeras décadas del siglo XX se resolverían dramáticamente las dos caras de la
libertad y de las condiciones de trabajo. Claro que la perspectiva cambiaría drásticamente si se tratara
del punto de vista obrero o del patronal. Patrones y obreros, de la historiadora María Ester Rapalo,
viene a revelar y aportar novedosas fuentes sobre la actuación de capitalistas y empresarios bajo el
gobierno de Hipólito Yrigoyen. Una ocasión para revisar un tiempo de lucha y también de reacción,
muchas veces bajo la más violenta represión directa.
Por Gabriel D. Lerman
La formación de grupos de choque que rompieran huelgas o, bajo el eufemismo de garantizar la “libertad de
trabajo”, la creación de sociedades protectoras del trabajo y de los Círculos de Obreros Católicos, entre otros
instrumentos, fue la respuesta de la clase propietaria, del capital, a los reclamos crecientes de mejoras,
paradójicamente en las “condiciones de trabajo”, que exigían obreros, empleados y trabajadores organizados
en general desde fines del siglo XIX. Ley de residencia de 1902 con deportaciones, la represión directa de las
divisiones de Policía y el desconocimiento del Estado como un espacio de resolución o arbitrio del conflicto
social, fueron el modo cerrado y disciplinador en que las fuerzas económicas, al patrocinar un régimen
político oligárquico, actuaron de manera relativamente homogénea, al menos hasta 1916. La pregunta es qué
ocurrió con el mundo del trabajo y los sindicatos a partir del ascenso de Yrigoyen y el radicalismo al poder, y
qué hicieron, como contraparte, los patrones.
Lo primero se ha trabajado largamente, sobre todo en el arco de estudios que va desde el anarquismo con su
producción letrada, sindical y militante, con su prensa y sus difusores, hasta el socialismo, también con sus
escritores políticos, sus organizaciones mutuales, literarias y sus teóricos. Se ha recuperado por años, de ese
modo, la densidad de una trama cultural y social rica en formas de organización que, en tanto luchaban por la
construcción del socialismo o contra amos, dioses y patrones, paliaban, contrarrestaban o incluso conseguían
logros políticos intensos. Centrales son, para la construcción de una tradición popular y de izquierdas en la
Argentina, los estudios y los relatos sobre la Semana Trágica de 1919, los fusilamientos de la Patagonia en
1921, que jalonan una amplia hendidura en los estudios sociales que se remonta al Club Vorwärts o Unidos
adelante fundado el 1º de mayo de 1882, al informe del catalán Bialet Massé, a los sucesos de la huelga de los
inquilinos en 1907. Por el lado del radicalismo, sin embargo, el problema del poder estuvo centralmente
ubicado en la ampliación de los derechos políticos y en la incorporación al Estado de capas medias que
participaban del modelo agroexportador, medular del proceso económico argentino, y la formación de sus
instituciones de gobierno.
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Patrones y obreros. María Ester Rapalo Siglo XXI 320 páginas
El libro Patrones y obreros. La ofensiva de la clase propietaria 1918-1930, de la historiadora María Ester
Rapalo, viene a colocar sobre la mesa una serie de evidencias que podrían abrir un espacio de reflexión de
alto interés en el tema, dado que se ocupa, contra ciertos lugares comunes, de la política que adoptan los
capitalistas y los empresarios tras la llegada al gobierno de Hipólito Yrigoyen. Decimos que abre un espacio
novedoso, ya que permite observar un conjunto de sucesos y organizaciones que salen al ruedo, en respuesta a
una tímida búsqueda del primer gobierno electo democráticamente por la resolución de ciertos conflictos.
Dice Rapalo: “Durante 1917 y 1918, la resistencia patronal a negociar con los grandes sindicatos del
transporte marítimo y ferroviario y el rechazo rotundo a una negociación institucionalizada por medio de la
intervención del Departamento Nacional del Trabajo propiciaron huelgas que obstruyeron el núcleo de las
actividades económicas ligadas a la agroexportación. La reacción del presidente Yrigoyen fue arbitrar en
buena parte de estos conflictos, expidiéndose a favor de los huelguistas”. Y, agrega Rapalo que, como
novedad en la función tradicional del Estado, se negó a reprimir o a utilizar a la policía para romper huelgas o
suministrar reemplazos de los huelguistas en sus puestos de trabajo.
La respuesta de la patronal fue la creación de la Asociación del Trabajo, entidad que cubrirá el período hasta
1932, y que sirvió para contrarrestar lo que sus ideólogos, dirigentes y operadores veían como los efectos
inmediatos de la pérdida del control político del Estado por parte de las clases altas. Su actuación fue
insistente, profusa y de larga intervención. Emparentada con la futura Liga Patriótica, Joaquín de Anchorena y
Atilio Dell’Oro Maini fueron sus líderes excluyentes desplegando acciones en todo el país, tanto en la
formación de Centros Patronales que asegurasen la “libertad de trabajo” y reclutaran mano de obra
rompehuelga, como en la asesoría legal a empresas, comercios y al propio Estado según el caso, para impedir
la sindicalización, enjuiciar luchadores y, sobre todo, obstruir el avance de la legislación obrera en las
instancias legislativas, políticas y judiciales. El 5 de agosto de 1926, el entonces diputado nacional Francisco
Pérez Leirós, histórico dirigente sindical socialista, fundador de la Unión de Obreros Municipales, dijo en la
Comisión de Legislación Laboral: “Las organizaciones patronales (...) tienen a su servicio personalidades
destacadas e influyentes, que son los primeros en golpear a nuestras puertas para hacer pesar toda su
influencia en el sentido de que estas leyes no salgan del Congreso”.
Una delgada línea dramática pareciera indicar que, en el período en que Alvear ocupa la presidencia, la
distancia entre la Asociación del Trabajo y el gobierno se acorta, y que regresan fuertemente los planteos
xenófobos y temerarios a medida que se vislumbra el regreso de Yrigoyen al poder. Desde las páginas de sus
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órganos, los empresarios enfatizan el peligro comunista, critican la falta de valores occidentales y cristianos y
ponen en duda la vocación patriótica del gobierno, en línea con una identificación nacional forzada y clasista.
Los efectos la organización patronal son devastadores, y es aquí donde se reaviva la polémica con el
radicalismo. La temprana reacción oligárquica, revela el libro de Rapalo, prefiguró una educación rápida del
gobierno popular, ya que apenas al año de formada la AT se produjo en Buenos Aires la tristemente célebre
Semana Trágica.
HTTP://WWW.PAGINA12.COM.AR/DIARIO/SUPLEMENTOS/LIBROS/10-4934-2013-02-05.HTML
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THRILLER DE WILLIAM BOYD
Nubes de laboratorio
William Boyd tiene la dudosa fortuna de integrar la generación prestigiosa de la revista londinense Granta,
que el editor Herralde llamó el british dream team. De no ser por Ian McEwan, Martin Amis, Salman
Rushdie, Julian Barnes y otros autores famosos, sus méritos se apreciarían más. Su secreto y el de los demás
escritores fue vender obras de calidad en grandes cantidades.
En el caso de Boyd, pese a las incursiones en los guiones de cine y los premios literarios, a la prosa capaz de
superar las torpezas de la traducción, a la creación de mundos consistentes con personajes bien delineados y al
suspenso arrollador, no se ha terminado de perdonarle el éxito comercial, como si sólo se lo consiguiese con
obras de segunda traicioneras y claudicantes.
El thrillerOrdinary Thunderstorms cuenta una historia policial típica. El protagonista Adam Kindred, que
descubre de casualidad un asesinato, decide huir hasta reunir pruebas de su inocencia. Mientras el fugitivo va
desentrañando la trama conspirativa, se vincula con un asesino a sueldo, una prostituta, unos traficantes, un
predicador, los mendigos que asisten a un comedor, una mujer policía y su padre, un anciano hippie.
Semejante elenco de estereotipos de la novela negra, enriquecidos por la ambientación social y psicológica,
refleja la periferia de Londres, complementada por los sectores burgueses donde se desempeñaba el científico
muerto.
Dickens fue una de las fuentes de inspiración del novelista, que quiso pintar la ciudad actual sin ceñirse a
fechas exactas y hechos identificables al estilo de las novelas de investigación periodística. Por otra parte,
Boyd responde a las inquietudes del momento, pero agrega un plus, una perspectiva insólita que cala hondo.
Junto con un tema recurrente desde el siglo XIX -el individuo perdido en la sociedad de masas-, la novela
denuncia los riesgos de la experimentación en la industria del medicamento. El problema es inquietante y la
trama persuasiva, aunque es probable que la historia de la ficción no se corresponda con ningún caso de
corrupción descubierto en la realidad.
UN HOMBRE CORRIENTE.
El título en inglés sugiere el misterio gótico y romántico de los truenos que no son fenómenos extraordinarios.
Lejos de ser un hombre corriente, como pretendía el autor, el protagonista es un climatólogo que intenta crear
nubes en el laboratorio. A Adam, despedido de una universidad norteamericana a causa de un affaire con una
alumna, le cuesta poco más que el divorcio volver a Londres y obtener un cargo similar.
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Al principio, Boyd, que es un excelente narrador, oculta estos datos con lo cual facilita la identificación del
lector con ese ser del montón que se mete en líos sin querer. Luego va revelando los antecedentes poco a poco
hasta colocar al protagonista en un pedestal social encumbrado, que subraya el estruendo de la caída.
Él es un "nefeliurgo"-fabricante de nubes, lluvias y granizos- que desciende hasta niveles infrahumanos,
simplemente porque siempre está en el lugar inadecuado y reacciona de forma comprometedora. Igual que un
Robinson Crusoe posmoderno, aprende a sobrevivir. En lugar de reconstruir la civilización en una isla
perdida, se va despojando de ella y de la tecnología que nos caracteriza para desaparecer en el corazón mismo
de la metrópoli.
Como creía Darwin, prevalecen los mejor dotados. Adam logra esconderse y disolverse en el anonimato
gracias a sus recursos intelectuales. Su método es mucho más complejo que el lema: sin celular o tarjeta de
crédito eres un ser invisible. Entre otras cosas, también es capaz de competir con los indigentes y seducir o
enamorar cuando hace falta y ese vínculo útil lo hace feliz.
Tampoco puede un intelectual con su experiencia vivir al margen de la sociedad durante mucho tiempo.
Primero asciende sin buscarlo en la escala de los menesterosos en situación de calle y en el refugio religioso.
Luego encuentra y perfecciona una nueva identidad social y laboral, que le hace la vida más cómoda y
favorece sus indagaciones secretas sobre la industria farmacológica. Por último, teje nuevos afectos con
vínculos estables y culmina sus descubrimientos detectivescos. El lector tendrá que averiguar si le conviene o
no volver a su pasado cuando sea posible.
INOCENCIA Y DISOLUCIÓN MORAL.
Narrar con las voces de nueve o más personajes, al estilo victoriano que está pasado de moda, es una forma de
mostrar distintas parcelas del mundo, distintas interpretaciones de una misma parcela, y lo que es más
complicado distintas concepciones y prácticas morales. Entre los personajes de esta novela hay amorales,
inmorales, sujetos éticos que se vuelven indiferentes o activos, según la actividad en cuestión. Véase, por
ejemplo, el asesino a sueldo o sus jefes de la mafia del medicamento; o la prostituta que quiere a Adam pero
solo se acuesta con él mintiéndole por dinero. En el otro extremo, la mujer policía tan estricta baja la guardia
en cuestiones del amor. Pero sobre todo, Adam Kindred, que parece culpable cuando es inocente y viceversa,
acaso podría ser un inmoral, un amoral o un indiferente cuando se sirve de los demás, cuando mueren a su
alrededor para que él se salve o para que él descubra una conspiración infame.
A lo largo de la acción, el personaje sufre algunas transformaciones transitorias y otras permanentes en
muchos aspectos de la vida. Se acostumbra a la suciedad, al hambre y a todo tipo de privaciones. Sufre
humillaciones sin apenarse demasiado. Se humilla para ganar dinero. Miente y engaña a veces sin darse
cuenta; otras con premeditación. En el mejor de los casos a contra gusto. Hace el duelo por la muerte de
algunos seres queridos; pero se aprovecha de la muerte de otros sin inmutarse.
En todos los ítems lo mueve un fin elevado (desentrañar una matanza de niños enfermos) y un fin práctico
(encontrar a los asesinos para probar su inocencia). Pero la transformación más escalofriante de Adam
Kindred es que parece haber perdido conciencia de su responsabilidad personal en los asesinatos, sean
cometidos por él o no. Más aún: ha adquirido habilidades para engañar a su pareja en asuntos más delicados
que un affaire casual y ella quizás se siente a gusto dejándolo mentir.
Una novela negra entretiene con la sangre que corre a raudales y un humor cínico, escéptico, desencantado del
mundo. Este libro de William Boyd complace en todos los rubros, tocando problemas de actualidad. Pero
impone un quiebre que obliga a reflexionar. Y aunque no sea consciente de ello, el lector se involucra. Es tan
fácil parecer un santo respetable y convertirse en un monstruo que a uno le corre un frío por las venas.
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TORMENTAS COTIDIANAS, de William Boyd. Duomo/Nefelibata. 2010. Barcelona, 452 págs. Distribuye
Océano.
Ediciones de bajo costo
Los más veteranos recordamos aquellas horrorosas ediciones Thor, impresas en papel grueso y desagradable,
llenas de gazapos y erratas, que nos traían a los clásicos en traducciones deleznables. Pese a todo las
agradecíamos, así que comprendemos las ediciones baratas en tiempos de crisis. Duomo es una editorial
española que imprime la colección Nefelibata en Italia. A pesar del diseño simpático y de las declaraciones de
los autores incluidas en cada volumen, las protestas eran de esperar ya que en este libro abundan los errores
en los tildes de los pronombres interrogativos.
http://www.elpais.com.uy/suplemento/cultural/nubes-de-laboratorio/cultural_692492_130201.html
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La cautiva
Hablar. Y no decir mucho. O decir demasiado. En Habla Clara, la segunda novela de la ensayista y
socióloga María Pía López, la escritura remite a una lengua oral que merodea un crimen. Una mujer en
cautiverio logrará reconstruir algunas de las versiones circulantes, atrapar voces y ofrecer un discurso
para volverlo legible, en una línea crítica que va de Roland Barthes a David Viñas.
Por Luciana De Mello
En El grado cero de la escritura, ese primer hermoso texto del Barthes semiólogo, se define la condición de
posibilidad de la escritura en cuanto a su ubicación entre la lengua y el estilo, la lengua como un límite
extremo, bien común que provee el marco de significación –donde ocurre el habla– y por otra parte el estilo,
ese lenguaje autárquico que se hunde en la mitología personal y secreta del autor, donde se instalan de una
vez por todas los grandes temas verbales de su existencia. El lugar de la escritura, entonces, es el lugar de la
autonomía, que a pesar de no estar libre de condicionamientos históricos, económicos, políticos y sociales,
termina transformándose en el nexo inevitable entre creación y sociedad. El habla, entonces, podría pensarse
como un escalón anterior a la escritura en cuanto a su pretensión de autonomía, pero que sin embargo no
puede ser aprehendida de manera consciente, no tiene, en ese sentido, los mismos lazos de responsabilidad
con la sociedad que sí tiene la escritura. Habla Clara de alguna manera retoma estos problemas y aborda al
lenguaje desde su opacidad, desde la inconsistencia del habla y la imposibilidad de la escritura, y lo hace a
partir de la forma misma de la novela, donde se pueden contar más de una decena de narradores, entre los que
no hay ninguno que se alce como jinete de la narración ni demarque algún tipo de jerarquía a la hora de
ordenar la historia, que se va desplegando a pesar de las rupturas gramaticales, narrativas y léxicas que
desbordan el relato.
“(...Qué soy. Unos dedos, acaso, sobre el teclado. Qué soy. Acaso unos oídos prestos a la escucha. Qué soy.
Puro vacío instrumento en el que se trazan las palabras ajenas. Superficie sin fondo, soy. ¿O qué soy? ¿Otra
cosa? ¿Otra que desconozco y ni siquiera intuyo? Soy la que escribe sin palabras propias, salvo estas que se
hablan casi a pesar mío. Quizá lo que ahora escribo venga de otra grabación más antigua. Que ya olvidé. O la
recuerdo tanto que no necesito escucharla para tipearla. Manoplas yo, orejas yo, prostituta parcial, superficie
lisa. Preferiría no hacerlo. También esto alguien lo dijo y lo copio.)”
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Este es el primer paréntesis que ocupa casi por completo la primera hoja de Habla Clara y que presenta, a
modo de pacto de lectura, a una de las voces narradoras de esta historia, la mujer del subsuelo. Una copista
haciendo el silencioso trabajo de transcribir los testimonios que los vecinos le contarán acerca de un asesinato
ocurrido en un tranquilo barrio de La Plata. Su trabajo, además de escuchar, es borrar su marca en la escritura,
la voz inaudible, el lugar de la falta. Dostoievski, Melville, Barthes y David Viñas narrador en este comienzo
de novela que avisa desde el vamos por dónde irá, porque Habla Clara se emparenta también, ya desde el
título, con Claudia conversa, donde esta puesta en escena de la crisis del narrador es además una búsqueda de
esa realidad formal independiente de la lengua y del estilo, esa misma moral del lenguaje sin la que, para
Barthes, no hay Literatura.
Habla Clara. María Pía López Paradiso 110 páginas
Viñas, en Claudia conversa, continúa con la deconstrucción sin escuela –al estilo barthesiano– comenzada en
Cuerpo a cuerpo y llevada a una culminación en Tartabul, la última novela de Viñas, y rompe con la lógica de
la enunciación delatando desde el habla –mediante el uso desbordante de frases hechas y fosilizadas– los
modelos morales e intelectuales de la clase media del interior del país. Esto mismo ocurre en la segunda
novela de María Pía López, donde habla y escritura se expanden sobre una trama que –aunque espesa– hace
de sostén de las voces que necesitan algo de qué hablar, y en ese sentido la trama se erige más como una
excusa sobre la que volcar el ensayo para una tesis que como organizadora del relato en sí.
Si barremos las voces, las reflexiones, los apuntes del subsuelo y dejamos la historia, entonces podemos
recomponer la secuencia en la que un hombre mayor, con delirios místico-religiosos secuestra a una chica en
Pehuajó. En la ciudad de La Plata, donde ahora viven, todos creen que el hombre es su abuelo y nadie se
pregunta cómo es que la chica no va a la escuela ni sale nunca sola a la calle, y –mientras pague siempre al
día– no le pedirán identificación de ningún tipo en la pensión donde el hombre alquila una habitación
insuficiente. Al hombre lo matan y todo el barrio sale a declarar, ante policías y periodistas, no haber visto ni
oído nunca nada raro. Y lo hacen de la misma manera, todos hablan desde el lugar común que sin embargo irá
liberando, en el flemático devenir de su habla, el horror de lo que callan, de lo que esconden detrás de tanta
palabra suelta. Esta habla poco clara por un lado y el habla de Clara la cautiva, por el otro, ese hablarpensamiento de un cuerpo y una mente psíquicamente sometidos, que ha aprendido de su captor conceptos
como “cósmico” o “placebos” y al que ella, atacando la norma, reproduce como “cómico” o “placenvos”. Al
desconocer la norma conjuga el pasado de manera infantil e inventa palabras combinando sus sentidos,
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multiplicándolos como en una lengua poética. Y es que en el cautiverio tiene que guardar los recuerdos y las
palabras que le eran propias, así es como hace lugar en la memoria y esconde lo que todavía es identidad.
Sólo la mujer del subsuelo conoce y comprende de qué materia está hecha el alma humana: “La pequeña
extranjera recuerda la lengua que mamó y la habla con nostalgia. ¿Y si nadie puede declararse no extranjero
porque de ese rincón todos fuimos exiliados?”. La escriba reproduce aunque anota al margen, y en sus
palabras ella escucha mucho más de lo que dicen. Su escritura se va confundiendo con el hablar de la víctima
y se mantiene oculta en un universo de la palabra como puesta en riesgo, un riesgo que tal vez siempre haya
que correr para que esa unión entre creación y sociedad de algún modo exista.
Cuando Caperucita preguntaba y repreguntaba, razona Clara la cautiva, ya sabía o intuía, que el lobo acechaba
detrás de lo aparente.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4932-2013-02-05.html
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El agotamiento de los nombres en un mundo mejor interconectado: títulos de libro, de personas, de
sitios y otras cosas repetidas
Sergio Parra 4 de febrero de 2013 | 16:39
No sé a vosotros, pero a mí me cuesta un enorme esfuerzo recordar el nombre de escritores si éstos no
tienen un apellido poco frecuente, o quizá un nombre extraño. De hecho, mi dificultad atañe a los
nombres de todas las personas que conozco (sin ir más lejos, hablo a menudo con diversas personas que
comparten nombre de pila, y no sólo suelo confundirlos, sino que debo matizar a quién me estoy refiriendo
continuamente cuando hablo con terceros).
Estos problemas, gracias a Internet y particularmente a las redes sociales, se han multiplicado por mil. (En
una de mis redes sociales, por ejemplo, tengo un conocido que se llama exactamente igual que yo, apellido
incluido. Y más de una persona me ha confundido con un fotógrafo que también se llama Sergio Parra
(incluso he recibido insultos de creyentes que se sintieron ofendidos por fotografías blasfemas tomadas por
ese tipo).
A su vez, otro Sergio Parra me dijo que un Sergio Parra le había llamado por teléfono desde un concurso de
televisión a fin de que le ayudara en una prueba, y me preguntó si yo era ese Sergio Parra).
De hecho, alguna vez he pensado en citarme endogámicamente con todos los Sergio Parra que hay en España
(e incluso algún Sergio Parra Castillo). Gracias a Internet no es tan remota la posibilidad de que un individuo
tenga dos o tres amigos que se llaman exactamente igual que él. Y quién sabe: quizá acabe existiendo una
persona cuyos amigos, todos ellos, se llaman con él.
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Estos fenómenos nos dicen algo muy importante sobre cómo funciona nuestro cerebro, y sobre cómo
deberíamos empezar a gestionar nuestros bautismos en las próximas generaciones.
O esa chica de veinte años que se considera muy alocada y vividora, muy cool, y que al ingresar en un Chat o
una red social lo hace bajo el nick de CrazyGirl, Morena20 o similares. En ningún momento será consciente
de que en Internet deben de haber del orden de cien mil chicas que, como ella, han decidido ponerse el nick
CrazyGirl para proyectar idénticos ideales: si lo fuera, si la chica fuera consciente de ello, el pudor no le
permitiría llamarse como tantas otras que también se consideran únicas y especiales.
Pero la cuestión es que no lo somos por un particular detalle de diseño y circuitería de nuestro cerebro, como
os explicaré más adelante.
Según un informe de la ONU, el nombre más frecuente en el mundo es Mohammed. Y el apellido, Li.
Estamos hablando de miles de personas llamadas así. Cuando un nombre y un apellido no sirve para
distinguirnos de los demás (porque los demás están interconectados con nosotros de formas que nadie había
previsto hace ni medio siglo), entonces es que estamos haciendo algo mal.
Este agotamiento nominal, de hecho, se está produciendo en todos los ámbitos (en el de las personas es muy
evidente porque somos, en fin, muchísimas personas en el mundo). Uno de esos ámbitos es la geografía o los
nombres de las localidades que pueblan el mundo, como podéis leer más extensamente en A medida que
viajamos más, los nombres de los lugares se agotan.
Seguimos explorando las fascinantes implicaciones de un mundo mejor interconectado donde las
distancias físicas desaparecen, a la vez que tenemos que cargar con un cerebro que no está diseñado para
asimilar la existencia real de más de 150 individuos (en un mundo que tiene miles de millones), tal y como
iniciamos en la anterior entrega de esta serie de artículos.
Por ejemplo, a la hora de registrar dominios de Internet: un canadiense con domicilio en High Prairie,
Alberta, registró JRRTOLKIEN.COM y lo retuvo durante una década, hasta que un tribunal de la
Organización Mundial de la Propiedad Intelectual de Ginebra se lo quitó. Al parecer, Prairie estaba también
haciendo negocio con la posesión de otros nombres famosos, como Céline Dion, Albert Einstein, Michael
Crichton o Pierce Brosnan.
Si los nombres son muy famosos (como Nike o Coca-Cola, que los economistas calculan que su valor es de
siete millones de dólares y setenta millones, respectivamente), la cosa está clara. Pero a medida que
aumentan los productos culturales, y esos productos ya no tienen fronteras físicas que cubrir, entonces la
capacidad de inventiva de nuevos nombres es finita. Proteger determinados nombres del uso común,
finalmente, derivará en que el usuario corriente no tendrá libertad para bautizar como estime oportuno su
producto digital.
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En 1980, en Estados Unidos, se registraban casi 10.000 marcas comerciales al año. En 2010, 300.000. Y sigue
aumentando. Así pues, no parece muy inteligente la medida de proteger con derechos de autor el nombre o
título de un producto para evitar que proliferen nombres o títulos idénticos: a largo plazo, se agotarán o se
restringirán artificialmente las posibilidades.
James Gleick abunda en ello en su libro La información:
En el estudio de la onomástica hay un axioma que afirma que el incremento de las unidades sociales da lugar
al incremento de los sistemas de nombres. Para vivir en una tribu o en una aldea, un solo nombre, Albin o
Ava, bastaba; pero las tribus dieron lugar a clanes, las ciudades a naciones, y la gente tuvo que perfeccionar el
sistema: se crearon apodos y patronímicos, nombres basados en la geografía o en la ocupación del individuo.
Unas sociedades más complejas exigen unos nombres más complejos. Internet representa no solo una nueva
oportunidad de luchar por los nombres, sino un salto de escala que da pie a una fase de transición.
El cerebro del ser humano está programado en base a grupos de congéneres de unos cuarenta o cincuenta
miembros (150, como máximo, según el número estipulado por el antopólogo Robin Dunbar): las tribus
prehistóricas solían moverse en estos baremos. En las sociedades actuales, en las que el hombre debe convivir
en macrocomunidades de miles o hasta millones de individuos, el cerebro se niega a aceptar la realidad, a
asumir racional y emocionalmente el número gigantesco de personas que pueblan en planeta.
Una prueba de ello es, por ejemplo, la idea de sentirse especial cuando uno afirma “siempre me pasa lo peor a
mí” o ideas agoreras del mismo estilo, que en una superpoblación como la actual no tienen sentido, tropiezan
en una falacia provinciana, una realidad túnel: nadie en el Primer Mundo puede afirmar tales cosas
parangonándose, por ejemplo, con los millones de habitantes del Tercer Mundo. Nuestro egocentrismo,
pues, nace por instinto de supervivencia, pero también de un caldo de cultivo social en el que los grupos
humanos eran muy reducidos en comparación a los actuales.
Ello lleva aparejado, pues, que los nombres se estén agotando, tanto para nombres de personas como marcas
de productos, incluso para títulos de libros. Todavía tengo que aclarar a mucha gente que me encanta la
novela El nombre del viento de Patrick Rothfuss, que nada tiene que ver con La sombra del viento de
Carlos Ruiz Zafón.
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En la ciencia ficción española, incluso, se ha estudiado la extraña tendencia, sobre todo en las últimas dos
décadas, de incluir el nombre “Dios” en el título de muchas novelas. Hasta el punto de que,
personalmente, empiezo a confundirlas todas. (Yo mismo tropecé en este abuso en una novela corta de ciencia
ficción que publiqué en la revista Pc-Actual titulada La granja de Dios.
Abandonando el género de la ciencia ficción, tengo otra anécdota al respecto: hace años publiqué una novela
titulada Frío, y poco después apareció otra novela de Laurie Halse Anderson exactamente con el mismo
título. También tengo una novela aún inédita titulada Escucha mi voz, que coincide con otra que fue publicada
posteriormente por Susana Tamaro (y que me ha obligado a buscarle otro título).
Aquí podéis leer que este solapamiento de nombres también ocurre con los lugares geográficos, sobre todo si
coinciden con el nombre de marcas comerciales cada vez más globales, como MacDonald´s.
Seguimos con esta serie de artículos con esta tercera y última parte acerca del agotamiento de los nombres
en un mundo cada vez más global.
Tal y como señala James Gleick en su libro La información:
En mundo ha tenido desde hace mucho tiempo espacios de nombres basados en la geografía y otros basados
en un determinado nicho económico. Se podía ser Bloomingdale´s con tal de no vivir en Nueva York; o se
podía ser Ford con tal de no fabricar automóviles. (…) Encontrar nuevos nombres en ese espacio se ha
convertido en un reto. (…) El Gremio de Actores de Cine tiene su propio espacio de nombres: solo se permite
en él una Julia Roberts. Los espacios de nombres tradicionales se solapan unos a otros y se fusionan entre sí.
Y muchos están llenos hasta los topes.
Con los fármacos ocurre tanto de lo mismo, con el agravante de que nuestra salud está en riesgo. La
metadona se administra contra la dependencia de los opiáceos, pero el metadato es un medicamento usado
contra el trastorno por déficit de atención. El Taxol se usa para tratar el cáncer, y el Taxotere, para un tipo de
cáncer distinto.
Los médicos temen tanto los errores por similitud de apariencia como los errores por similitud de sonido:
Zantac/Xanax; Verelan/Virolon. Los lingüistas inventan medidas científicas de “distanciamiento” de
nombres. No obstante, se han aprobado medicamentos llamados Lamictal, Lamisil, Ludiomil y Lomotil.
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El solapamiento de nombres y el agotamiento de los nombres no son fenómenos nuevos, pero jamás antes en
la historia se había producido a semejante escala. Cuando Carl von Linneo inventó la taxonomía para
clasificar los animales y las plantas que pueblan el mundo, se vio en la tesitura de ponerle nombre a 7.700
especies de plantas y a 4.400 de animales. Actualmente, hay casi 300.000, con contar los insectos, que son
varios millones más.
El agotamiento de nombres no sería un problema si no existiera una herramienta de comunicación tan efectiva
como Internet. Antes éramos islas, luego fuimos continentes. Ahora somos un planeta. Y probablemente, no
tardaremos en ser una galaxia.
Nadie sabe qué pasara entonces. Por mi parte, si tengo un hijo, escribo un libro o planto un árbol, lo
bautizaré con un nombre que no aparezca reflejado en el DNI de un centenar de personas.
http://www.papelenblanco.com/metacritica/el-agotamiento-de-los-nombres-en-un-mundo-mejorinterconectado-titulos-de-libro-de-personas-de-sitios-y-otras-cosas-repetidas-i
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Goytisolo, el moderno
Para celebrar la llegada del número 500 de sus Narrativas Hispánicas, Anagrama reunió en un
considerable volumen las cuatro partes de Antagonía, de Luis Goytisolo, provocando un movimiento no
menor en la literatura española. Así, este artefacto barroco o máquina modernista que supera los
límites más estrechos de la metaliteratura replantea una mirada sobre la producción literaria desde la
transición del franquismo a la democracia hasta la actualidad. Lectura compleja, pero transformadora,
es la que requiere la obra cumbre de uno de los autores más comprometidos con la política y el arte
desde la posguerra civil.
Por Fernando Bogado
Si hay algún rasgo distintivo del modernismo europeo es, qué duda cabe, tener una ambición. ¿En qué
consiste esa ambición? En crear, en cada obra, un lenguaje nuevo, absoluto, que pueda abarcar el mundo y
transformar la propia vida del hombre. No podemos entender de otra manera el trabajo de autores como
Virginia Woolf, James Joyce o Marcel Proust, o incluso de los modernistas norteamericanos, como Ernest
Hemingway o William Faulkner, si no comprendemos este atrevimiento radical de inventar una lengua
inaudita para retratar, o mejor, incorporar un contexto histórico tan extraño, tan “inventado”, como la propia
ficción. Bajo esos términos, Antagonía, de Luis Goytisolo (Barcelona, 1935), es radicalmente moderna.
¿Cuál es, entonces, el mundo de Antagonía? El de la España de Franco, más particularmente, el de Barcelona
(a esta altura ¿un país aparte?), territorio que aparece en la novela como una región soñada por pesadillesca en
donde vive lo que podríamos muy cruelmente denominar el protagonista del relato, Raúl Ferrer Gaminde. La
novela, dividida en cuatro partes, volverá una y otra vez tanto a Barcelona como a la propia biografía de Raúl
para revisar la evolución de una obra que, sabemos, el personaje se encuentra desarrollando. Así, cada una de
las partes de este “relato” recuperan un momento dentro de la progresión de esa novela: “Recuento”, la
primera parte, se concentra en los aspectos estrictamente biográficos de Raúl, desde su infancia en la pos
Guerra Civil hasta el encarcelamiento y tortura que sufre debido a su militancia en el PC español. “Los verdes
de mayo hasta el mar”, el segundo eslabón, recupera sus anotaciones personales mezcladas con sucesos reales
y sueños a partir de entradas tituladas de muy diversa forma. “La cólera de Aquiles” es, a diferencia de las
otras dos partes, una suerte de diario personal escrito por la prima hermana de Raúl, Matilde, con quien tuvo
una relación casual en la juventud que ha dejado una fuerte impronta en ambos, una suerte de descripción de
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la personalidad del incipiente autor visto “desde afuera”, mencionado muy lateralmente en una serie de
entradas concentradas en los avatares de la propia vida de una Matilde madura y hastiada. Finalmente,
“Teoría del conocimiento”, la última parte, es, nada más ni nada menos, la novela terminada.
Claro está, la sinopsis deja por fuera el verdadero tema al cual Antagonía apunta: la compleja relación entre
un autor y su obra, estrictamente, la de un creador y su creación, para ser harto más amplios e ir un poco más
allá del cerco literario. Una y otra vez, en cada página, el problema central radica en el tratamiento de un
tema, la articulación de ese tema una vez escrito, los límites de una descripción (como los innumerables
detalles de Barcelona y sus calles), la de nombrar a un personaje, etcétera. Es que lo que tenemos entre manos
no es una obra complaciente, que sostiene el artificio y no revela sus bambalinas: muy por el contrario, en un
gesto absolutamente barroco, el texto da vueltas una y otra vez sobre sí mismo para mostrarnos el otro lado de
un fragmento leído, el mismo suceso contado por otro personaje, la misma novela leída por alguien en un
momento indeterminado que cambia nuestra idea de todo lo leído siempre en el marco de una serie de
meditaciones que corresponde, efectivamente, al único género que podría englobar este trabajo, el de la
metaliteratura (aunque, si somos estrictos, es muy probable que Antagonía sea su propio género).
Antagonía. Luis Goytisolo Anagrama 1120 páginas
Un lenguaje propio, entonces: el estilo de Goytisolo recurre constantemente a las frases comparativas, sobre
todo, en “Recuento”, la sección más larga y más “biográfica” de toda la novela. Ese recurso permite organizar
contrastes aparentes que se diluyen en la circularidad de la prosa: lo negativo contenido ya en el elemento
positivo, como el Infierno dentro del Paraíso y viceversa, obsesión dantesca que aparece en las últimas
páginas de “Teoría del conocimiento”. Un lenguaje, en definitiva, que no busca copiar al mundo, sino
escandalizarlo, esto es, superarlo, reemplazarlo, ya que el único mundo posible es el del propio lenguaje de la
novela, por eso cada sección retoma a la anterior, pero desde otro lado.
Es muy probable que Antagonía no sea una novela, sino, estrictamente, una máquina que, puesta en
funcionamiento, devora al referente, al mundo real, hasta tal punto que la propia historia biográfica de
Goytisolo (su militancia en el PC, el hecho de que tanto él como Raúl tuvieran la idea de escribir una novela
cuando fueron encerrados, la anécdota de los primeros detalles de esa novela escritos en papel higiénico en la
prisión), es, vistos desde la perspectiva de la obra, un momento más de su arquitectura.
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La editorial Anagrama (la misma que editó novelas hermanas de ésta de Goytisolo, como Los detectives
salvajes o 2666 de Roberto Bolaño) celebra la llegada del número 500 de su colección Narrativas Hispánicas
recuperando y editando como corresponde –esto es, no en partes– una novela que ha gravitado a lo largo de la
literatura española de posguerra como una suerte de fantasma que por fin toma cuerpo entero. Con prólogo de
Ignacio Molina, por primera vez se cuenta en un solo libro un trabajo que ha aparecido fragmentado, cada una
de las cuatro partes por separado, entre 1973 y 1981, o en dos tomos (por parte de Alfaguara), y que ahora, en
su totalidad y susceptible de una lectura “de corrido”, nos obliga a revisar la producción de la literatura
española de los últimos cuarenta años, la particular ubicación que una obra tan ambiciosa y colosal tiene en
los tiempos que van de la Transición a la actualidad. Aunque modernista en sus pretensiones, no podemos
dejar de señalar que novelas como Tiempo de silencio (1961), de Luis Martín-Santos, Saúl ante Samuel
(1980), de Juan Benet, o más de un trabajo del hermano de Luis, Juan Goytisolo, comparten, como mínimo, el
muy complejo campo cultural de una España bajo la influencia del franquismo.
Novela sobre la novela, escritura sobre la escritura, con ese gesto barroco de poner el mundo patas para arriba
y hacer del autor un momento más de la obra (como en Las meninas, de Diego Velázquez), Antagonía es un
libro complejo, difícil, que no produce la tranquilidad de haberse metido en un mundo ficcional y salir de él
para tomar un café o mirar un rato por la ventana cuando el lector guste. Muy por el contrario, la novela deja
más preguntas que certezas, transformando a lo real en una pura ficción propia de una historia inabarcable,
infinita, en donde el autor, la idea de un autor, es efectivamente producto de la obra, y no a la inversa. Para ser
absolutamente literarios, digamos, algo así como el “Flaubert c’est moi” de Emma Bovary.
HTTP://WWW.PAGINA12.COM.AR/DIARIO/SUPLEMENTOS/LIBROS/10-4931-2013-02-05.HTML
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UNA HISTORIA DEL FBI
Fuera de la ley
El 27 de mayo de 1908, el fiscal general Charles Bonaparte se presentó ante el Congreso de los Estados
Unidos para solicitar dinero con el fin de crear un equipo de investigación que trabajara bajo la órbita del
Departamento de Justicia, oficina que dirigía. "El Departamento de Justicia no tiene ninguna fuerza ejecutiva
y, más concretamente, ninguna fuerza policial permanente bajo su control inmediato", argumentó.
La iniciativa había surgido de su gran amigo y entonces presidente, Theodore Roosevelt. Pero la idea de una
oficina inserta en el Departamento de Justicia, que respondiera de sus acciones únicamente ante el fiscal
general, fue desechada de plano por los congresistas. Se negaban a dar luz verde a la conformación de lo que
consideraban un "sistema de espionaje". Argumentaban que sería "un gran golpe para la libertad y las
instituciones libres" que surgiera en el país "tal clase de gran oficina central del servicio secreto como existe
en Rusia".
Pero ni Bonaparte ni Roosevelt hicieron caso a lo resuelto por el Congreso, y haciendo uso del rubro Fondos
Varios del presupuesto del Departamento de Justicia, y sin molestarse en darle un estatuto legal, crearon la
nueva Oficina de Investigación, antecedente directo del FBI. Fueron contratados treinta y cuatro "agentes
especiales". El fiscal general le explicó al presidente la característica de sus nuevos empleados. Estos debían
tener "cierto conocimiento de las guaridas y los hábitos de los criminales", y estarían "obligados
frecuentemente a asociarse y a emplear en su trabajo a personas de valores morales sumamente bajos". Esto
es, debían de actuar pisando más allá de los márgenes de la ley.
En su más reciente libro, Enemigos. Una Historia del FBI, el periodista Tim Weiner, ganador de un Pulitzer
por sus trabajos sobre los programas secretos de seguridad nacional de los Estados Unidos, recorre el siglo y
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monedas de la Oficina, y la constante, antagónica lucha entre las libertades civiles y la seguridad nacional.
Una exhaustiva investigación que revela, en base a más de 70 mil documentos, muchos de ellos inéditos hasta
el momento, el devenir de una institución emparentada con la ilegalidad.
UN MAQUIAVELO NORTEAMERICANO.
"Hoover se alza en el centro del siglo XX estadounidense como una estatua salpicada de mugre", dispara
Weiner, sobre el hombre que estuvo 48 años al frente de la Oficina de Investigación. El nombre de J. Edgar
Hoover está indisolublemente ligado al del FBI, incluso antes de que fuera nombrado director, a fines de
1924, y habría de estarlo después de su muerte, dejando atrás "una institución que casi murió con él". Con la
base de una vasta colección de archivos de inteligencia del propio Hoover, Weiner derriba el mito por el cual
el histórico director de la Oficina era visto como "un tirano ataviado con un tutú", y tomando distancia tanto
de sus defensores como de sus detractores, lo define como un "Maquiavelo norteamericano". "Era astuto e
ingenioso y nunca dejó de observar a sus enemigos. Fue uno de los padres fundadores de la inteligencia
estadounidense y el artífice del moderno Estado vigilante", sostiene.
Hoover ingresó al Departamento de Justicia en 1919, como jefe de la División Radical, con la orden expresa
de combatir a los comunistas. El triunfo de la Revolución Rusa había puesto en alerta al presidente Woodrow
Wilson, que aseguraba que ésta llevaría "el veneno del desorden, el veneno de la rebelión, el veneno del caos
a los Estados Unidos". Había que protegerse de la Amenaza Roja. "Y no puedes hacer eso en el marco de un
debate libre. No puedes hacer eso en el marco de la opinión pública. Los planes deben mantenerse en secreto",
afirmaba. En tres meses Hoover contaba con un archivo de 60.000 expedientes de personas sospechosas de
ser comunistas, los lugares que frecuentaban y los grupos políticos a los que eran afines. Para Hoover, todas
esas personas podían ser agentes infiltrados, conspiradoras a favor de lo que llamó "la desenfrenada marcha
del fascismo rojo", cuyo único objetivo era la fundación de unos Estados Unidos Soviéticos.
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Las huelgas de fines de 1919 potenciaron la paranoia anticomunista y precipitaron la ofensiva de Hoover. Las
"redadas rojas" de principios de 1920 se convertirían en "las mayores detenciones en masa de toda la historia
de Estados Unidos", con cerca de diez mil detenidos. Los agentes de la Oficina tenían orden de detención para
la mitad. "Nadie sabrá nunca con exactitud cuántas fueron retenidas y encarceladas, cuántas interrogadas y
liberadas. En ningún momento se hizo un recuento oficial", escribe Weiner.
La ilegalidad de los procedimientos era tan flagrante -allanamientos, teléfonos pinchados, micrófonos ocultos, que la Justicia desestimó la mayoría de las detenciones, por considerarlas violatorias de las libertades civiles.
Aquellos mismos que denunciaban los métodos de la Oficina comenzaron a ser investigados por Hoover.
En 1923 creó un archivo paralelo a espaldas de la Justicia, el Congreso y el fiscal general, y negaba cualquier
vínculo con el espionaje político en el rostro de aquéllos a quienes espiaba. Al año siguiente, el fiscal general
Harlan Fiske Stone lo nombró jefe de la Oficina Nacional de Investigación, convencido de que éste le decía la
verdad. Le dijo que estaba a prueba. Hoover permaneció en ese puesto durante medio siglo.
INSPIRANDO TEMOR.
El vínculo entre la Casa Blanca y el FBI discurría bajo el tamiz de la relación entre Hoover y quienquiera
estuviera en el Despacho Oval. En cualquier caso, acumuló tal cantidad de poder que fue tan aprovechado por
los presidentes que tuvieron al FBI de su lado, como temido por quienes se oponían a sus métodos. Franklin
Roosevelt desvió fondos a espaldas del Congreso para aumentar el presupuesto del FBI, y habilitó a la Oficina
a colocar "dispositivos de escuchas" a cualquier sospechoso de "actividades subversivas" contra el gobierno.
No se trataba de una medida amparada por la Justicia, pero si al presidente no le importaba, mucho menos a
Hoover. El director del FBI se aferraría a esa decisión durante los siguientes 25 años. "Es necesario, si hay
que mantener la seguridad interna de este país, que el FBI esté en situación de tener en sus archivos
información relativa a las actividades de los individuos y organizaciones de carácter subversivo", justificaba.
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Con Truman las cosas no fueron tan sencillas. Además de ignorar sus advertencias sobre la "amenaza
comunista", subordinó al FBI a la nueva Agencia Central de Inteligencia (CIA), lo que desató la ira de
Hoover, quien de inmediato puso espías en el nuevo organismo. Truman respetaba a Hoover, pero
consideraba que éste había creado "un frankenstein en el FBI", y se negaba a otorgarle más poder. Cuando se
supo que la Unión Soviética tenía la bomba atómica, y la información necesaria para construir una bomba
nuclear, "el equilibrio del terror se alteró"; pero así y todo Truman mantuvo en segundo plano al FBI. Fue un
momento crítico. Hoover empezó a actuar a espaldas de la Casa Blanca. Durante dos años perfeccionó en
secreto su "programa para la detención de comunistas", una red de prisiones secretas donde encarcelar a
sospechosos políticos eliminando el habeas corpus. El director del FBI contaba con una lista de más de 12.000
sospechosos, la gran mayoría ciudadanos norteamericanos, a quienes tenía decidido apresar en caso de un
ataque comunista, una "amenaza de revolución" que entendía inminente. Finalmente Truman le llevó el
apunte y amplió la autoridad del FBI más allá de lo que lo había hecho Roosevelt.
Eisenhower iría aún más lejos; lo aseguró en su cargo y le brindó todo su apoyo. Ahora el FBI tenía hombres
en la Casa Blanca, el Pentágono, la Agencia de Seguridad Nacional, la CIA, el Departamento de Estado, el
Congreso, seis embajadas norteamericanas "y una decena más de centros del poder global de Estados
Unidos". Hoover se había transformado en el zar de la inteligencia estadounidense. "Había hombres más
respetados en Washington, pero no muchos. Y puede que hubiera algunos más temidos, pero muy pocos",
sentencia Weiner.
El cheque en blanco de Eisenhower derivó en una furiosa embestida del FBI. Hoover ordenó el control de
todos quienes trabajaran en dependencias del Estado. Funcionarios con años en las distintas oficinas fueron
investigados por su presunto comunismo u homosexualidad. La mayoría de las acusaciones eran infundadas, y
se basaban en simples sospechas. Muchos renunciaron; algunos se suicidaron.
Cuando el Congreso y el Tribunal Supremo consideraron que Hoover, una vez más, se había excedido, el
director del FBI creó el Programa de Contrainteligencia (COINTELPRO, por sus siglas en inglés), "una
especie de FBI dentro del FBI"; una campaña dirigida "a destruir la vida pública y la reputación privada" de
los miembros del Partido Comunista, a través de cartas anónimas y documentos falsos. Se llevarían a cabo
doce de estos programas contra cualquier persona u organización que pudiera representar una potencial
amenaza. Martin Luther King tuvo el suyo (ODIO NEGRO); también el Ku-Klux-Klan (ODIO BLANCO) y
el movimiento estudiantil (NUEVA IZQUIERDA). John F. Kennedy fue seguido de cerca; el FBI estaba al
tanto de sus numerosas aventuras sexuales, sus vínculos con la Mafia y los planes de su hermano Robert -el
fiscal general, técnicamente el superior directo de Hoover-, para asesinar a Fidel Castro. No fueron pocas las
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veces que los hermanos Kennedy quisieron echar al "bastardo" de Hoover, según la definición del presidente,
pero era mucho lo que éste sabía sobre la vida privada de ambos. Como afirmó alguna vez un agente del FBI,
Hoover "mandaba inspirando temor".
CATACLISMO.
"Lo que usted tiene que hacer es actuar como Hoover", le dijo Richard Nixon a Patrick Gray, quien sucedió al
director del FBI tras su muerte, el 2 de mayo de 1972. "Tiene que ser usted un conspirador".
Nixon se decía "amigo" de Hoover, y fue uno de sus aliados desde que llegó al Congreso. Pero su arribo a la
Casa Blanca coincidió con los últimos años del director del FBI, una versión física y mentalmente deteriorada
del que había sido el hombre más poderoso de la inteligencia norteamericana desde la Segunda Guerra
Mundial. "El control de la información secreta siempre había sido la principal fuente del poder de Hoover. Y
ahora lo había perdido", escribe Weiner.
Su muerte provocó un cataclismo en los servicios de inteligencia, que derivaría en un enfrentamiento entre el
FBI y la Casa Blanca, génesis del caso Watergate y la posterior renuncia de Nixon, en 1974. El descalabro y
la falta de coordinación fue tal, que durante las décadas siguientes se produjo "la mayor violación de secretos
estadounidenses de la historia de la guerra fría". Los agentes del FBI apenas si intercambiaban información
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con sus pares de la CIA, y como apunta Weiner, "las críticas y los silencios entre ambos organismos hicieron
más daño a la seguridad nacional estadounidense que los soviéticos".
Durante las décadas del 80 y el 90 el FBI estuvo infiltrado por agentes rusos, chinos y cubanos. Lo de
siempre. También aparece una organización hasta entonces desconocida: Al-Qaeda.
NEGLIGENCIA CRIMINAL.
Muchos en el FBI pensaban que con el fin de la Guerra Fría desaparecía la amenaza de un ataque a los
Estados Unidos. Esa concepción habría de cambiar a principios de la década del 90, aunque a la Oficina le
llevó unos cuantos años tomar verdadera conciencia del peligro que acechaba al país. Lo más impactante de
todo el asunto es la cantidad de advertencias que la inteligencia norteamericana tuvo frente a sus ojos y no
supo ver. La manera en que Weiner da cuenta de ello constituye uno de los puntos más altos del libro.
Tan lejos como en 1991 el FBI accedió al diario de un integrante de la yihad islámica, El Sayyid Nosair. Allí
podían leerse los detalles de un plan para realizar un atentado en Nueva York para "destruir los pilares de la
estructura de su civilización", representados por "los edificios más altos del mundo de los que tan orgullosos
están". Por una exquisita casualidad, casi de forma simultánea, el FBI se topó con un informante que logró
introducirse en el corazón del grupo terrorista. El hombre, Emad Salem, informó a la Oficina -podría decirse
que en tiempo real- de los planes para atentar contra el World Trade Center.
Pero nadie leyó el diario de Nosair. Ni nadie lo haría hasta tres años después. A su vez, al poco tiempo de
incorporarse como agente, Salem fue relevado de su misión. Algunos en el FBI temían que fuera un agente
doble al servicio de la inteligencia egipcia. Error. El 26 de febrero de 1993, una bomba explotaba en el
estacionamiento de una de las torres del WTC. Seis personas murieron y más de un millar resultaron heridas.
"La información que suministré era lo bastante cara y valiosa como para salvarle el culo al país de esa
bomba", increpó, furioso, Emir Salem, cuando el FBI lo fue a buscar para reincorporarlo a la Oficina.
"¿Cuántos desastres se crearían si los WTC se derrumbaran por culpa de unos cuantos estúpidos gilipollas que
juegan a ser musulmanes?", inquirió.
Los atentados le costaron el puesto al director del FBI, William Sessions. Su sucesor, Louis Freeh, según
Weiner el hombre "más calificado" para dirigir el FBI desde Hoover, y la pésima relación que tuvo con el
presidente Bill Clinton, le costarían al país unos cuantos miles de muertos. Como en los viejos tiempos, la
relación personal entre el director de la Oficina y el presidente marcaría el trato entre el FBI y la Casa Blanca.
Pero lo que Hoover nunca hubiera tolerado bajo su dirección era la gravísima carencia de un control que
centralizara toda la información para transformarla en inteligencia. El FBI tenía cincuenta y seis dependencias
en todo el país, que apenas si se comunicaban unas con otras. Eran las islas de un interminable archipiélago.
Tampoco hubieran tenido cómo comunicarse de haberlo querido. El sistema electrónico del FBI era
vergonzosamente obsoleto, al punto de que no se podían realizar búsquedas en las bases de datos. En el
amanecer de internet, un agente no podía intercambiar correos electrónicos con otra oficina o el cuartel
general. "El adolescente estadounidense medio tenía ordenadores más potentes que la mayoría de los agentes
del FBI", grafica Weiner.
En medio de este caos interno, Freeh decidió ocuparse con mayor empeño de la intimidad de Clinton que de
Al-Qaeda, cuyos mensajes eran cada vez más explícitos. "Nada entre nosotros necesita explicación. Solo hay
asesinato", decía un hombre hasta entonces desconocido para el FBI: Osama Bin Laden. La CIA lo tenía
registrado como un "financiero rico que costeaba el terrorismo", pero nadie sabía que era el cerebro detrás de
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Al-Qaeda y de los atentados a las torres Jobar en Arabia Saudí en junio de 1996. Y le estaba declarando la
guerra a los Estados Unidos.
Eran pocos los que prestaban atención a las advertencias de que Al-Qaeda preparaba un ataque en territorio
norteamericano. Éstas pasaban entre los servicios de inteligencia sin que nadie reparara en ellas. En 1998 Bin
Laden atacó otra vez, en esta oportunidad a las embajadas americanas en Kenia y Tanzania. A fines de ese
año, en el Informe Diario Presidencial, "el documento de inteligencia más secreto del gobierno
estadounidense", podía leerse que "Bin Laden prepara el secuestro de un avión estadounidense y otros
ataques".
Con el cambio de siglo, distintos agentes del FBI comenzaron a detectar la presencia de integrantes de AlQaeda en cursos de vuelo dictados en varios puntos del país. El Boeing 747 era su avión preferido.
El FBI tenía 70 mil pistas sobre terrorismo; tres mil dedicadas sólo a Bin Laden. Los pedidos para investigar a
los terroristas a nivel nacional comenzaron a llegar de distintos lugares, pero no fueron escuchados. El hecho
de que los terroristas estuvieran aprendiendo a pilotar aviones fue deliberadamente pasado por alto por el
cuartel general. El FBI se desentendió del asunto y les confirmó que no iba a investigar. Muchos de los
agentes recibieron el "no" oficial el 10 de setiembre del 2001. "Dios nos asista a todos si el próximo incidente
terrorista implica el mismo tipo de avión", comentó el agente especial Harry Samit. Terminaría definiendo la
conducta de sus superiores, como "negligencia criminal".
EL IMPERIO DE LA LEY.
Tras los atentados del 11-S, Estados Unidos "pasó a restaurar los poderes en materia de inteligencia secreta
que habían florecido" durante el tiempo que Hoover estuvo al frente del FBI. Allanamientos, escuchas y
detenciones ilegales; la orden a los bancos y a las entidades de crédito; a las empresas telefónicas y de
internet, de brindar datos al FBI sin informar de ello a nadie, siquiera a un abogado. La Casa Blanca
"resucitaba las tácticas de la Guerra Fría con tecnología del siglo XXI".
La gran diferencia respecto a la época de oro de Hoover fue Robert Mueller. Número uno de la Oficina desde
el 2001, se opuso a estos métodos, y en el año 2004 forzó al presidente Bush a detener Viento Estelar, el
programa que el gobierno desarrollaba en secreto para la vigilancia de decenas de miles de ciudadanos
norteamericanos, la gran mayoría inocentes, buscando algún vínculo entre éstos y Al-Qaeda.
Durante años trabajó en la conformación de un nuevo FBI; una Oficina que se manejara dentro de los límites
de las leyes y la constitución.
El 7 de noviembre del 2011 emitió las nuevas directrices para las investigaciones de inteligencia de la
Oficina. La primera de ellas señalaba que "la rigurosa obediencia a los principios y garantías constitucionales
es más importante que el resultado de cualquier interrogatorio, búsqueda de pruebas o investigación
concretos".
ENEMIGOS. UNA HISTORIA DEL FBI, de Tim Weiner. Debate, 2012. Buenos Aires, 670 pág. Distribuye
Random House Mondadori.
http://www.elpais.com.uy/suplemento/cultural/fuera-de-la-ley/cultural_692483_130201.html
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Caer no es caer
Primero fue un blog y luego este libro de título aparentemente ambiguo y absolutamente preciso una
vez que se lo lee: ¿Quién te creés que sos? es una combinación de testimonio, diario íntimo y biografía
en el que Angela Urondo Raboy reconstruye varias de las facetas más complejas de su propia
identidad: hija del poeta Francisco “Paco” Urondo y la periodista Alicia Raboy, con una hermana
también desaparecida, Claudia, vivió hasta casi los veinte años ignorando lo que había sucedido con su
familia. A partir de los primeros indicios, terminó recuperando su identidad y haciendo un juicio de
desadopción. En la actualidad, lanzó una investigación sobre las notas de su madre en el periódico
Noticias. En esta entrevista, Angela Urondo explica cómo fue tener recuerdos del primer año de vida y
por qué quiere un futuro en el que sus hijos puedan recuperar a sus abuelos sin tener que vivir
obsesionados por el lenguaje del exterminio.
Por Mariana Enriquez
Cuando era adolescente, Angela Urondo Raboy –entonces no respondía aún a esos apellidos– paseaba a sus
perros por la ESMA; recorrían partes del predio que no estaban vigilados. El lugar le resultaba familiar: vivía
a diez cuadras de la ESMA y durante muchísimos años sus padres adoptivos la mandaron al Club Náutico
Bouchard, en la calle Comodoro Rivadavia, pegado a la Lugones, separado de la Escuela apenas por un
estacionamiento. “Ibamos varias veces por semana y a pasar el día entero los sábados y domingos,
religiosamente; el lugar me maravillaba de día y me daba mucho miedo de noche”, escribe en ¿Quién te creés
que sos?, su libro que es testimonio, diario íntimo y autobiografía.
En ese momento, Angela –el nombre de pila siempre lo conservó– no sabía que su hermana Claudia Urondo,
que continúa desaparecida, había estado secuestrada en la ESMA. Tampoco sabía que su padre, Paco Urondo,
había sido asesinado a golpes, a culatazos, el 17 de junio de 1976 en Guaymallén, Mendoza, cuando el auto en
el que viajaba con su mujer, Alicia Raboy, su compañera René Ahualli y ella misma, la beba Angela, de once
meses, fue interceptado a balazos. Paco, desde hacía poco responsable de la regional Cuyo de Montoneros, les
dijo a las mujeres que huyeran. René logró escapar, herida; Alicia y Angela fueron secuestradas. Alicia
continúa desaparecida. Angela estuvo detenida en el D2, el centro clandestino más grande de la provincia,
luego fue llevada a la Casa Cuna y finalmente, enredada en una trama familiar de ocultamiento y silencios,
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adoptada legalmente por la prima de su madre y su marido; la pareja adoptante jamás le contó su historia, ni le
permitió tener contacto con su familia paterna. Pero Angela recordaba. No sabía bien qué: pero se acordaba.
¿Es común tener recuerdos del primer año de vida?
–No. Hay terapeutas que dicen que la memoria se construye a través de la palabra y que no hay memoria antes
del lenguaje. Pero yo tengo memoria, una memoria especial, de un shock postraumático, no la memoria de un
cotidiano. Cuando volví a Mendoza constaté algunas cosas: lugares que encontré en sueños, una esquina, una
fábrica; después de conocer la Casa Cuna, el D2, el corralón –de donde fuimos secuestradas mi madre y yo–,
la casa donde viví, me di cuenta de que ensamblé edificios en mi cabeza. Quedé en una búsqueda constante de
mis padres y de algo conocido, entonces guardé amontonadas en la memoria un montón de cosas y quedé con
la manija del que busca y no sabe qué, desorientada. Con una sensación de ruido mental. Si yo me acordase de
esa época con una memoria, digamos, “normal”, me acordaría de mi mamá dándome la leche; y no me
acuerdo de ella ni de mi papá, que es lo que yo desearía. Por más que haga fuerza no me acuerdo de lo que
quiero: me acuerdo de lo que me shockeó, y desde ese lugar sostengo que esto es memoria. A mí la palabra
me vino a través de mis adoptantes, por eso nunca pude explicar esa memoria previa, pero estaba, se reiteraba
y se mantenía presente y yo no entendía por qué, por qué me daba miedo un sueño con un jardín de infantes,
un sueño en el que no pasaba nada, por ejemplo.
En el recorrido de ¿Quién te creés que sos? hay varios regresos a los lugares de los sueños, en Mendoza. La
primera vez, en 2001: en ese viaje habló con los hermanos Horacio y Miguel, los dueños del corralón donde la
atraparon junto a su madre, hombres de más de noventa años. Escribe Angela: “Me contaron paso a paso todo
lo ocurrido. Que los policías entraron, apenas unos segundos después de nosotras. Que la escalera no conducía
a ningún lugar, sino arriba, al depósito de carbón, que no tenía salida por ninguna parte. Que la encontraron
enseguida y la bajaron por la escalera arrastrándola de los pelos. Que la golpearon, brutalmente, que nunca
habían visto algo así. Que tuvieron miedo y por eso nunca salieron del corralón, no vieron lo que pasó afuera.
Que al rato los policías entraron de nuevo, les sacaron a ‘la beba’ y ellos se la entregaron, qué iban a hacer”.
Hubo muchos regresos más antes del regreso de 2010, cuando se inició, en noviembre de ese año, el juicio por
el asesinato de Paco, la desaparición de Alicia Raboy y causas de otras veintidós víctimas del terrorismo de
Estado. ¿Quién te creés que sos? también es una crónica de ese juicio, que duró casi uno año. “Este libro fue
escrito con incertidumbre, a tientas. Por eso en la primera parte pongo nada más que los documentos, las
palabras inapelables: cartas de mi padre, las fotos que tengo con ellos, la sentencia.” En esa primera parte, la
de los documentos, también está el primer relato escrito de su caída y la de sus padres: lo firma Rodolfo
Walsh el 29 de diciembre de 1976 y apareció originalmente en Los papeles de Walsh. Cuadernos del
peronismo montonero auténtico (1979).
¿Te impresionó que en tu historia, que no conocías, aparecieran estos nombres?
–No. Yo no sabía quiénes eran. No conocía a nadie. Fue una especie extraña de suerte. Bastante difícil es todo
este proceso; como no tenía idea de quiénes eran, no tuve que lidiar además con la “celebridad”.
Los padres adoptivos le hablaron por primera vez del asesinato de sus padres de una manera brutal, repentina.
Angela era adolescente, estaba con ellos en el auto, pasaban frente a la ESMA y, ante el edificio, la madre
adoptiva dijo “milicos de mierda”. Angela quiso saber por qué puteaba. “¿No lo sabés? Mataron y torturaron a
muchísima gente, mataron también a tus papás”, fue la respuesta. No hubo mucho más. En 1994, cuando tenía
19 años, la familia adoptiva la alentó a reclamar la indemnización que le correspondía como hija de
desaparecidos. Cuando fue a la Secretaría de Derechos Humanos para iniciar el trámite por la Ley 24.411,
anunció con naturalidad a la chica que la atendía que su padre era Francisco Urondo. La chica se puso a llorar.
Angela no entendió por qué: los adoptantes le habían dicho que su padre “escribía libros de economía”.
¿Cuándo decidiste empezar con el proceso de desadopción?
–A partir de mi primer embarazo. Yo tenía una adopción plena: es la que rompe con la familia de origen, con
los vínculos de todo tipo. Y además las adopciones, por ley, son sentencias inapelables. Yo fui a la Justicia
con toda la teoría en contra, porque el derecho dice que no me tienen que dar cabida, que mis adoptantes
tienen derecho a que nadie apele un beneficio que obtuvieron. Me presenté con muchas pruebas: en principio
con el ADN hecho y mi familia pidiendo la restitución. Inicié el juicio con una inocencia enorme; recién hace
tres semanas tuve mi partida de nacimiento. Mi hijo tiene 5 años.
Y ahora no tenés relación con tu familia adoptiva.
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–Cuando tuve a mi hijo se cayó a pedazos la posibilidad de sostenerlos a ellos en algún rol familiar. Una cosa
era manejar yo esa dualidad y otra pasársela a él. Decidí que mi hijo tenía sus abuelos, que estaban fallecidos,
y así lo educo en su verdad. Ahora tengo dos hijos y ambos saben que a los abuelos los mataron, cuando sean
más grandes tendrán clara la historia. Los chicos construyen un vínculo con esos abuelos que tienen, a pesar
de la ausencia. Mi hijo habla de “mi abuela Ali”, pero le hacen ruido las fotos; las abuelas que él conoce, las
de sus compañeros de jardín, son viejitas. Y en las fotos, mi madre es muy joven.
Palabras infectadas
Gran parte de ¿Quién te creés que sos? se publicó antes en forma de blog –el blog personal de Angela,
Pedacitos–. “Yo soy dibujante y cuando abrí el blog había decidido que quería poner en palabras la historia,
pero todavía me sostenía en lo visual. Jugaba con fotos, y de a poco empezaron a salir los primeros textos.
Trabajaba libremente sin ninguna presión de pensar en el lector ni nada. Necesitaba tener al lector como
testigo; era una construcción privada, pero quería la mirada del afuera, necesitaba una sociedad atestiguando
lo que estaba ocurriendo.”
Toda la reconstrucción de la historia personal contada en ¿Quién te creés que sos? está dominada por la
incorporación, frenética, de un nuevo lenguaje. En cada página se ve casi obligada a descomponer las
palabras, a escribir (des)espera, (de)vuelta, (re)unirse; a preguntarse por qué la inquieta la doble significación
de la palabra “militar”, por ejemplo. “Cuando conocí a mi hermano Javier –cuenta–, los primeros meses nos
vimos mucho, cada dos o tres días, no nos podíamos despegar. A veces nos juntábamos con sus amigos y con
los del viejo y hablaban de cosas de las que yo no tenía ni la menor idea, un lenguaje desconocido o muy
lejano. Hablaban con naturalidad de, qué sé yo, las FAR, y para mí era chino. El desglose de las palabras tiene
que ver con la incorporación rápida de ese lenguaje y de la historia que implicaba. Y el compromiso que
suponía.” Quizás el momento más revelador e impactante de esa ambigüedad del lenguaje sea el poema “Caer
no es caer”:
Chupar no es chupar
Cita no es cita.
Dar no es dar.
Caer no es caer.
Soplar no es soplar.
Pinza no es pinza.
Fierro no es fierro.
Máquina no es máquina.
Capucha no es capucha.
Submarino no es submarino.
Personal no es personal.
Parrilla no es parrilla.
Apretar no es apretar.
Quebrar no es quebrar
Cantar no es cantar.
Volar no es volar.
Dormir no es dormir.
Limpiar no es limpiar.
Guerra no es guerra.
Cuerpo no es cuerpo.
Desaparecer no es desaparecer.
Morir no es morir.
Ser no es ser.
Yo, nada.
“En el libro hago hincapié en lo que para los sobrevivientes significan las palabras –dice Angela–. Y hay
palabras que están infectadas. Yo puedo permitirme tener un lenguaje infectado porque mi historia está
marcada, pero no puedo bajo ningún concepto instalar eso a futuro. Mis hijos no tienen que pensar en un
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exterminio cuando alguien diga asado o una picana cuando alguien diga parrilla. Está bien que se mantenga
en la memoria pero no hay que dejar la vida de lado.”
Los hijos fueron un sacudón desde las raíces para Angela Urondo. Quizá fueron ellos, los chicos, quienes
abrieron la urgencia por saber quién era Alicia Raboy, la madre. ¿Quién te creés que sos? dedica varias
páginas a la investigación sobre la vida de Alicia Raboy, armada con recuerdos, mails y cartas de amigos,
incluso charlas –por fin– con algunos miembros de la familia que, en su largo silencio, habían negado a esta
mujer, estudiante de ingeniería naval, miembro de Montoneros desde 1971 y encargada de la sección
Gremiales del diario Noticias.
En el libro es medular la reconstrucción de la vida y la militancia de tu madre.
–Es que con papá tuve la facilidad de poder leerlo, de poder leer lo que se escribió sobre él y escuchar a gente
que lo conoció. Y además tener el recuerdo familiar, sin bronce. Y, por supuesto, el cuerpo de mi padre
apareció: mi padre tiene una tumba que puedo visitar. Mi madre sigue desaparecida. Y además había estado
en silencio tanto tiempo dentro de la familia... Hay que pensar que mis adoptantes eran sus primos y nunca me
hablaron de ella, fue borrada. Los amigos que quedaban eran de una época anterior, ya no sabían quién era
Alicia de grande. Pero este último año aparecieron testimonios. De su familia, de amigos, de gente que
compartió actividades en Mendoza.
Estás trabajando sobre sus notas en Noticias.
–Es un trabajo arqueológico: tratar de desglosar en la sección Gremiales, cuáles fueron las notas que pudo
haber escrito mamá. Tomamos como referencia las que sabemos que fueron de ella, como la cobertura del
encuentro de Fidel Castro y José Ber Gelbard en Cuba, que ella cubrió. Se trata de encontrar ciertos usos,
ciertos rasgos de estilo. Llevo revisados apenas 80 números. Es un trabajo que merecía salir a la luz porque es
la palabra de ella, de una mujer anónima que no pudo criar a su hija, que se apropió de espacios masculinos
rompiendo el estereotipo de su familia de clase media judía. Estoy descubriendo a una tipa interesantísima y
cuanto más la conozco más me gusta. Es muy, muy extraño enamorarse de la propia madre.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4933-2013-02-05.html
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¿Quién te creés que sos?, la historia de Angela Urondo Raboy
La carta a los padres
Por Susana Cella
¿Quién te creés que sos?. Angela Urondo Raboy Capital Intelectual 280 páginas
En la lógica de los genocidas militares y cómplices civiles se vio la necesidad de la ablación –corte que separa
y que recuerda un término cercano como amputación– para extirpar de los niños hijos de subversivos la
enfermedad de sus padres, de modo que idearon como solución final, para combatir la mala semilla, una sana
crianza que la destruyera. El plan fue uno y similar, pero se aplicó sobre una diversidad insoslayable, de ahí
que cada una de las historias de chicos sustraídos tuvo y tiene sus señas particulares. Justamente lo que
deshace un emparejamiento NN para revelar detalles y circunstancias que van en favor de la trabajosa
re/construcción de las identidades robadas. No otra cosa muestran los numerosos y varios testimonios de
quienes sufrieron ese destino.
Angela Urondo Raboy, hija de Francisco Urondo y Alicia Cora Raboy, encontró en la escritura la posibilidad
de indagar y enfrentar su propia historia, arrostrando, con una energía que se evidencia en cada una de sus
anotaciones, la enmarañada red de silencios, parentescos, poderes, instituciones, etcétera, involucrados en la
parte que le tocó de este episodio de la historia argentina que, pese a todo lo que se ha hecho, sigue actuante,
como efecto a largo plazo de las políticas del terror.
En medio de la conmoción de enterarse súbitamente de su origen e ir atisbando lo oculto y a veces sólo
transitoriamente surgido en sueños (el libro incluye algunos), la respuesta fue una incesante indagación, según
sus propios pasos y pareceres, registrada paulatinamente en un blog o en redes como Facebook, hasta
estructurar un libro donde al tiempo que se van desgranando los hechos, desde un pasado que se remonta a
antes de su nacimiento hasta el presente, se inscriben las huellas que todo eso dejó en sus sentires y razones
aunados para vindicar afectos y cuestionar mitificaciones, hipocresías, formalidades legales u otros
obstáculos, en un estilo de cuya elaboración dice cada frase, cada título, cada verso. Así, entre otras cosas,
puede aparecer escudriñando algún término, tratando de exprimir sus más ocultos significados para sacar una
verdad, en ese incontenible impulso que la habita por saber y por decir.
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Para transmitir la experiencia no sólo acude a una disposición de fragmentos, sino que también suma y
combina varios géneros discursivos –-relatos, cartas, citas de expresiones, dichos o cantitos cotidianos,
diálogos, junto con reflexiones personales como entradas de un diario íntimo, y también sus propios poemas–.
Quizás una especie de tozudez sin prejuicios sea uno de los rasgos notables de un libro, de, a primera vista,
extraño título (¿Quién te creés que sos?). Por una parte, es una frase que ella rescata (no la única), como
respuesta rebelde, pero, además, podría sumarse otra inflexión: quién te creés que sos en tanto pregunta: ¿qué
he creído acerca de mí?, ¿quién soy y he sido? Para acercar alguna explicación necesita forjar esa compleja
trama que el libro exhibe y así dar cuenta de un andar/ desandar en el tiempo y los lugares claves, entre la vida
y la muerte. De ahí que si bien hay una estructura y una división en partes –cierto ordenamiento de lo exterior
hacia lo más íntimo–, prevalecen los retornos, el volver y re-volver de acaeceres y dichos en inseparable
relación. Si la primera parte del libro, “Documentos (palabras inapelables)”, focaliza en el breve tiempo con
los padres y la pérdida, por muerte, desaparición y secuestro, a través de recortes de diarios, declaraciones,
cartas, fotos –un registro podría decirse más bien objetivo– la voz de Angela los atraviesa y acopia a su
historia hasta afirmar: “No existe ninguna foto de nosotros tres juntos. Este es nuestro mejor retrato familiar,
nuestro pulso, nuestra huella”.
Por otro lado, hablar de “inapelable” bien puede tener un matiz de ironía porque, sí, son esas palabras
apelables en tanto reclamo (apelación) capaz de seguir desencadenando más palabras en las partes siguientes:
“Palabras hacia afuera, palabra interiores y palabras nuestras”. Progresivo ahondamiento en este testimonio
que deja escuchar ecos de múltiples voces (amigas, familiares, enemigas, discordantes), un escrito sin
clausura, que pide, según Angela, “palabras que habremos de inventar si queremos decir algo nuevo, algo
propio sobre lo que nos pasó, sobre lo que no nos ha dejado de pasar”.
En el recorrido por las “Crónicas”, “Conclusiones” y “Correspondencia” (las siguientes secciones de
palabras), surge una constelación de fragmentos signados por reconstrucciones e introspecciones, descubrimientos en el sentido de sacar a la luz lo que se hallaba tapado. Ni lineales ni ordenados, se
desenvuelven según los meandros del recuerdo y de lo hallado. En “Gracias y desgracias” queda condensado
el conflicto de estar en una familia que no es la propia, que niega y silencia, que protege y desprotege, cuya
verdadera cara quedará expuesta en el momento clave de la “Desadopción”, término que de no mediar el
paradigma ablativo y desaparecedor, podría parecer insólito.
Fragmentos, retazos, o como ella diría, “pedacitos”, componen lo que algún pariente llamó su
“rompecabezas” y no es poco significativa la palabra si se piensa en el modo en que Angela fue buscando
piezas ocultas y colocándolas en el cuadro de conjunto, en la faltante foto familiar. El fragmento “Mamá” se
arma como un collage de mensajes, diálogos y evocaciones de quienes la conocieron, de lo que surge una
biografía donde queda manifiesta una actitud vital. En la genealogía que Angela va trazando parecen resonar
aquellos versos de su padre que reafirmaban el amor a la vida. Precisamente desde la vida Angela ha buscado,
piensa y se piensa, razona, conjetura, concluye o escribe una carta a sus padres.
El modo de andar ese camino de búsqueda pudo configurar un ritmo sincopado y tenso, donde en lugar de
consignas vacías o golpes bajos sentimentales, está el puro sumirse, el entender, el sentir, el poner palabras a
la pérdida ineluctable y al dolor. Nada fácil, desde luego, y sin embargo, logrado.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/subnotas/4933-619-2013-02-05.html
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Infancia clandestina

LIBROS | CONTACTO: [email protected]
Durante 2010 y 2011, Angela Urondo Raboy mantuvo un blog fascinante y terrible que, por ahora, permanece
suspendido. Se trata de Infancia y dictadura, colección de sueños, relatos y visiones infantiles sobre la
dictadura, armado con testimonios de amigos, conocidos y desconocidos, que le enviaron sus recuerdos de
esos años. “No estuvo, ni está, cerrado a hijos de desaparecidos. Los relatos empezaron a llover, de a diez por
día. Decidí usar sólo los nombres de pila y no los apellidos para no hacer una denuncia política ni
distinciones, no quería legajos, quería niños contando. Es un trabajo al que quiero volver y pulir.”
Angela está involucrada de forma directa con la cuestión de los chicos secuestrados. En el juicio conoció las
historias de Alejo Hunau y Josefina Vargas. Alejo, a los 4 años, fue secuestrado junto a su madre y sometido a
interrogatorios durante tres días en el D2. Salió mudo del cautiverio. En 2004 fue asesinado a golpes de
botella –trabajaba como funcionario de Cultura, su asesino fue condenado–. Josefina Vargas, de 5, fue
abusada sexualmente, obligada a señalar “conocidos” en la terminal de ómnibus y dos meses después de ser
liberada se disparó con un revólver que encontró en la mesa de luz. A su madre la sacaron del D2 para que
asistiera al velatorio. Estos relatos del más profundo horror, además de su propia reflexión sobre la historia
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personal, la llevaron a un reconocimiento. Escribe: “Desde que comprobé que fui llevada al D2 me fui
asumiendo como ex detenida desaparecida y me empecé a preguntar si había alguna diferencia entre los
demás ex detenidos desaparecidos y yo por haber sido niña en el momento de mi secuestro”. En una visita a la
Secretaría de Derechos Humanos, pregunté qué entiende el Estado al respecto: “Al parecer, diferencian entre
mayores y menores de edad, explicando que en estos casos los niños no éramos blancos de exterminio... Para
los niños secuestrados no hay derecho ni reconocimiento per se... Al no ser potenciales terroristas
subversivos, perdemos la calidad de prisioneros políticos”. Hoy Angela está incorporada al CELS como socia
(“Me invitaron y acepté”, dice), y desde ahí plantea la necesidad de ampliar derechos con respecto a los niños
como ex detenidos desaparecidos. “No sólo por visibilización –explica–, sino por la contención que el Estado
debería darnos específicamente. Se habla mucho de los niños nacidos en cautiverio, pero hay un montón de
chicos que pasamos por centros clandestinos. A algunos los largaron, algunos se murieron, hay muchos de los
que no vamos a saber nunca. Pero hay que dar a conocer que esto ocurría, que era metódico. Y la población
de chicos detenidos también debe ser consciente. Yo tenía construido el relato de la caída de mis padres donde
yo era un objeto presente, pero no un sujeto. No tenía una construcción de mi propia caída.”
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/subnotas/4933-620-2013-02-05.html
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La Gran Espiral
Por Mariano Ribas
OBSERVATORIO ESPACIAL ULTRAVIOLETA GALEX (NASA), LANZADO AL ESPACIO EN 2003.
El caso de NGC 6872 no se agota en la espectacularidad de sus dimensiones. Según los investigadores que
acaban de presentar sus resultados en el último encuentro de la Sociedad Americana de Astronomía
(celebrada en Long Beach, California), esta monumental isla de estrellas recibió una “ayudita” para ser lo que
es. ¿Cómo? La respuesta es de lo más interesante, y está llena de curiosos detalles. Parte de esa respuesta, y
de esos detalles, los encontraremos en la impresionante imagen que hoy ocupa la tapa de Futuro. Y para el
resto, bueno, habrá que seguir leyendo, hasta el final, la historia de la Gran Espiral.
UNA PALIDA MANCHA EN EL PAVO
A través de un buen telescopio, y bajo un cielo oscuro, la protagonista de esta flamante historia no resulta
demasiado llamativa. Por el contrario: NGC 6872 no es más que una muy pálida manchita alargada, perdida
en la muy austral constelación del Pavo. Con una magnitud visual de 11,7 y un diámetro aparente de tan sólo
6 x 1,5 minutos de arco, luce extremadamente modesta en comparación con muchas otras vistosas galaxias
australes, como M 83, Centauro A, o NGC 253 (la famosa “moneda de plata”). Y ni hablar de la Nube Mayor
y la Nube Menor de Magallanes, dos galaxias “satélites” de la Vía Láctea que pueden verse fácilmente a ojo
desnudo.
Pero resulta que todas esas galaxias están relativamente cerca de la nuestra. En cambio, NGC 6872 está a una
distancia de 212 millones de años luz. Teniendo en cuenta este dato, aquellos parámetros visuales adquieren
otra dimensión: para verse como se ve, a semejante distancia, esta galaxia espiral barrada necesariamente
debe ser muy grande. Y eso, los astrónomos lo sabían desde hace muchos años. Por empezar, su barra central,
a partir de cuyos extremos nacen sus dos brazos principales, mide más de 50 mil años luz de diámetro. El
doble de lo normal de las “barras” de grandes galaxias, como la nuestra (que también es una espiral barrada).
Y algo similar ocurre con la longitud (visible) de sus brazos. En suma: hasta hace poco, se pensaba que NGC
6872 era todo un peso pesado. Una galaxia dos veces más grande que la Vía Láctea, o Andrómeda (islas de
estrellas que, dicho sea de paso, superan cómodamente los 100 mil años luz de diámetro, y dominan el
llamado Grupo Local, una familia de, al menos, 60 galaxias “vecinas”, desparramadas en unos pocos millones
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de años luz). No era poco. Y sin embargo, NGC 6872 resultó ser aún mucho más grande de lo que aparentaba.
Su aspecto en luz visible era tan sólo la punta de un colosal iceberg cósmico.
LA REVELACION... CASI POR CASUALIDAD
Durante buena parte de 2012, un grupo de astrónomos estadounidenses, brasileños y chilenos pusieron la mira
en NGC 6872. O más bien, en una serie de imágenes de archivo de la galaxia, tomadas por el veterano Galex
(Galaxy Evolution Explorer), un observatorio orbital ultravioleta de la NASA (lanzado en 2003).
Inicialmente, la idea del brasileño Rafael Eufrasio (Goddard Space Flight Center/NASA) y sus colegas era
estudiar las regiones de formación estelar en la galaxia y sus alrededores. Y eso incluía a su pequeña vecina,
la IC 4970 (que, como veremos, es parte esencial de esta historia).
La cuestión es que a poco de ver las imágenes ultravioletas del Galex, Eufrasio y su equipo se quedaron
atónitos: además del cuerpo principal de la galaxia, salieron a la luz (en este caso, ultravioleta) todo un
desparramo de jóvenes estrellas extremadamente masivas y calientes (debido a su altísima temperatura
superficial –de decenas de miles de grados– emiten la mayor parte de su luz en el rango ultravioleta). Esa
suerte de “fantasma ultravioleta” extendía drásticamente las dimensiones generales de NGC 6872. Y muy
especialmente, estiraba (y engrosaba) su brazo visible noreste (izquierdo) otros 150 mil años luz.
Lo que aquí vemos es una impresionante postal “multi-longitud de onda”. Una “suma” de imágenes en luz
visible (tomadas con el famoso Very Large Telescope, en Chile), luz infrarroja (Telescopio Espacial Spitzer,
NASA, y el programa 2MASS), y por supuesto, las vistas en luz ultravioleta del propio Galex, que son
justamente las más reveladoras. “Sin la habilidad del Galex para detectar la luz ultravioleta emitida por todas
esas estrellas jóvenes y calientes, nunca hubiésemos reconocido la extensión total de este intrigante sistema”,
dice Eufrasio.
Así, y sólo así, esta magnífica isla de estrellas nos reveló su verdadera y profunda dimensión: de punta a punta
mide 522.000 años luz. Casi cinco veces el diámetro de la Vía Láctea (ver gráfico a escala). Con alegre
honestidad, el científico brasileño reconoce: “NGC 6872 es la galaxia espiral más grande de todas las que
jamás hayamos observado, pero la verdad es que no la estábamos buscando. Esto ha sido un regalo”.
INMENSA, PERO CON UNA “AYUDITA”...
Ahora bien: al parecer, la Gran Espiral ha recibido cierta “ayudita” para alcanzar estas dimensiones ya casi
grotescas. Volvamos a la foto: la manchita ovalada que está justo por encima de la zona central de la galaxia
es IC 4970, su pequeña compañera de tipo lenticular. Ambas forman un par galáctico en plena interacción
gravitatoria, algo que, es cierto, también se sabía desde hace tiempo (no hay que confundir a IC 4970 con la
mancha anaranjada, que es una estrella de la Vía Láctea interpuesta en la visual). De hecho, con una magnitud
visual de 13,6 y un tamaño aparente de 42 x 12 segundos de arco, esta modesta galaxia puede verse con
telescopios de aficionados junto a su hermana mayor. Pero recién ahora, IC 4970 ha cobrado un especial
protagonismo: según Eufrasio y sus compañeros, la pequeña galaxia tiene muchísimo que ver con la forma y
las extensiones estelares ultravioletas de NGC 6872. Sin su presencia, o lo que es lo mismo, sin su tirón
gravitatorio, otra sería la historia. La Gran Espiral no sería tan grande.
SIMULACIONES Y PESQUISAS
Retrocedamos unos años: en 2007, astrónomos de Suecia y Australia realizaron una serie de simulaciones por
computadora del sistema de NGC 6872 e IC 4970. Fundamentalmente, tuvieron en cuenta sus masas,
dimensiones, posiciones, velocidades y la dirección de sus movimientos. Así, jugando con modelos virtuales
de ambas galaxias, estos científicos llegaron a una conclusión de lo más interesante: hace 130 millones de
años, NGC 6872 e IC 4970 protagonizaron un encuentro extremadamente cercano. Casi un choque. Al
parecer, IC 4970 venía moviéndose desde abajo, y cruzó todo a lo largo del plano principal de su compañera
mayor. Y bien, resulta que las flamantes revelaciones de Eufrasio y su equipo encajan perfectamente con este
escenario. Lo que ellos han revelado, con la ayuda ultravioleta del Galex son, justamente, las dramáticas
consecuencias de este coqueteo galáctico: la interacción gravitatoria entre las dos galaxias afectó,
especialmente, a la región noreste de la mayor. “La galaxia que chocó con NGC 6872 ha dejado muchas
estrellas desparramadas por toda esa zona”, dice el astrónomo del Goddard Space Center.
Y hay más: todo indica que el encuentro ocurrido hace 130 millones de años también de-sató una oleada
masiva de formación estelar en NGC 6872, a partir de la abrupta y furiosa compresión de sus masas de gas y
polvo. Los recientes estudios realizados por estos investigadores indican que, actualmente, en la zona central
de NGC 6872 predominan las estrellas viejas (aquellas de color amarillento, anaranjado y rojizo). Y que no
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hay signos de reciente formación estelar. La galaxia en su conjunto parece bastante pobre en materia prima –
grandes masas de hidrógeno, fundamentalmente– para fabricar nuevos soles, como si ya hubiera gastado esos
materiales. Todo este panorama apunta en la misma dirección: de no haber sido por su interacción gravitatoria
con IC 4970, hoy en día, la galaxia espiral barrada NGC 6872 no sería lo que es. Su pequeña compañera no
sólo la “estiró”, sino que también la ayudó a encender, de golpe, millones y millones de nuevas estrellas. Esos
mismos soles, jóvenes, masivos y ardientes que brillan en luz ultravioleta, y fueron revelados por el Galex.
¿PADRES DE UNA MINIGALAXIA?
Y para el final, nos guardamos una perlita. De nuevo: mire con cuidado la foto de la tapa. Allí, en el extremo
izquierdo de la Gran Espiral, algo parece estar desconectado del resto de la superestructura galáctica. Es esa
especie de islita. Y bien, al parecer, se trata de lo que los astrónomos llaman una “galaxia e-nana de marea”.
Una población de millones de estrellas que, probablemente, se ha separado de NGC 6872 a raíz de su
encuentro cercano con IC 4970. En cierto modo, ambas galaxias serían los padres de esta nueva criaturita, una
minigalaxia repleta de jóvenes y fulgurantes soles, hasta hace muy poco ignorados por nuestras miradas en luz
visible. Pero ahora revelados en toda su gloria ultravioleta. Una criaturita que, además, nos plantea una
paradoja: generalmente, los encuentros y choques galácticos dan como resultado la fusión de sus
protagonistas. Pero en este caso, en lugar de quedarnos con una sola galaxia final, aquí ha nacido una nueva.
Así de curiosa, así de fascinante, es la historia de la Gran Espiral.
GRAFICO A ESCALA,
MOSTRANDO A LA SUPER GALAXIA ESPIRAL NGC 6872 EN COMPARACION CON
ANDROMEDA Y CON NUESTRA GALAXIA, LA VIA LACTEA.
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/futuro/13-2811-2013-02-17.html
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Con Raúl "Ciruja" Montero
Hombre que canta
Jaime Clara
EN LA década de 1930, un grupo de quinceañeros se reunía en una suerte de galpón a los fondos del hoy
Museo Zorrilla de Punta Carretas, en Montevideo. En aquella guarida, la "barra" se bautizó con apodos
elegidos del repertorio tanguero. Enrique Estrázulas, quien luego sería escritor, fue "Langosta"; otros se
llamaron "Cachafaz", "El Zorro" o "Caburé". Raúl Montero (1942) comenzó siendo "Ciruja", un alias que
hasta hoy lo acompaña y que hace referencia a un tango de 1926 con letra de Alfredo Marino.
Montero es tenor. Paseó su arte por varios lugares del mundo. Estuvo radicado en España y Alemania. Fue
intérprete de ópera y cultivó una faceta muy particular para cantar tangos. Hoy vive, como desde su infancia,
a los fondos de la casa que perteneció a la familia Zorrilla.
MEMORIA GARDELIANA.
"Canto desde que tengo uso de razón. Recuerdo perfectamente la primera canción que aprendí a cantar en mi
vida. Fue un bolero que se llamaba `Dos almas`. Al tiempo, el primer tango que canté fue `Alma en pena`.
Qué curioso, dos canciones que tienen que ver con el alma", explica Montero, que se entusiasma y comienza a
cantar aquel primer bolero a viva voz, con una energía inusual. Luego explica que, desde muy joven, el canto
de Carlos Gardel lo impresionó. "En un momento de mi niñez y adolescencia sentí veneración por Gardel.
Tuve una locura gardeliana que me llevó a comprar todos los discos que encontraba por ahí. Fui un gardeliano
furibundo, igual que mi primo Enrique Estrázulas, aunque él no tanto como yo. Veneré tanto a Gardel que
investigué todo lo que pude sobre él y me aprendí casi todas sus canciones de memoria. Tengo una memoria
única, como una computadora, no así para la gente. No conozco a nadie por la calle." (Risas)
Con quince años participó en un concurso de preguntas y respuestas que dirigían Jorge Nelson Mullins y
Mirtha Acevedo. El premio mayor eran diez mil pesos. "Yo contesté sobre Carlos Gardel. El muchacho que
alcanzaba la pregunta era Alfredo Zitarrosa. Fue la primera vez que mi nombre se conoció."
"Yo cantaba en todos lados. Aquí a la vuelta, en la calle Riachuelo, había un lugar que se llamaba Villa del
Reposo a donde iba a cantar; también en el Bar Tabaré, que en aquella época era una pulpería. Canté mucho
en un boliche en la calle Benito Blanco y Martí que se llamaba Chamadoira. Un bar de intelectuales y
mamados". Allí, hasta Obdulio Varela lo acompañó silbando, "porque silbaba muy bien."
El motivo por el cual Montero llegó a la música clásica fue un amor efímero. "A comienzos de 1960 me
enamoré perdidamente de una bailarina del Sodre. Entonces comencé a frecuentar todo el ambiente vinculado
a ese mundo que para mí era desconocido. Por ejemplo, el Café Boston, que el dueño era el padre de Hugo
García Robles. A los pocos meses de frecuentar a esta muchacha, en ensayos y conciertos, terminé
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audicionando en la escuela de repertorios del Sodre. Ese año entré a la Escuela de ópera del Sodre. Aquel
noviazgo duró muy poco, pero me permitió conocer el mundo operístico y comenzar a cantar un estilo
musical totalmente diferente al que cantaba hasta el momento. A partir de allí alterné, en mis interpretaciones,
canciones populares, tango y clásicas provenientes del repertorio operístico. Mi primer trabajo profesional con
un contrato para cantar por temporadas fue en la llamada Boite del Migues, en Punta del Este, que en su
momento había sido de Tania y Discépolo. Cuando yo fui, el dueño era el actor argentino Jorge Porcel, que en
aquel momento se dedicaba a pintar, me acuerdo, unos payasos tristes".
En 1964 se va a Europa. Primero Roma, luego Venecia (donde un gondolero le pagaba por cantarle a los
turistas). Después Milán. "Allí, me convocó un amigo que fue cónsul en Uruguay, Germán Leix Barreiro. Él
ayudó a varios uruguayos a instalarse en Europa. A mí me hizo el puente para hacer una prueba y terminé
cantando en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Allí me quedé casi cuatro años. Tuve la suerte de alternar
con un Plácido Domingo desconocido en aquella época, con Montserrat Caballé y Victoria de los Ángeles.
Todavía no había aparecido José Carreras, con quien canté muchos años después."
REGRESO E INCENDIO.
Ya consagrado como cantante de ópera, Montero regresó a Uruguay en 1967. Inauguró el primer programa de
tangos de la televisión dirigido por Miguel Ángel Manzi. "Allí canté, junto a Omar Giacosa, con la orquesta
del `Pocho` Oldimar Cáceres. Participaban también Horacio Loriente, el polémico periodista Avlis (Erasmo
Silva Cabrera) y al tiempo ingresó Olga Delgrossi."
"Ciruja" Montero nunca encontró incompatibilidad en los dos estilos musicales que interpretaba. "Pero lo que
nunca me pasó en Europa, sí lo sufrí en Uruguay. Los del tango me decían que yo era muy amanerado para
cantar, que era muy de ópera y los de la música clásica me acusaban de cantar ópera como si fuera un tango.
Para mí era todo muy natural. Esas acusaciones cruzadas me incomodaron mucho, sobre todo porque las dos
cosas las hacía con mucha pasión. Fue una época en que me hicieron la vida imposible. Aún hoy algunos me
ubican en el palo de la lírica y otros del lado del tango."
"Se veía mal que un chiquilín le hubiera ido bien en Europa. Me hicieron dar un montón de concursos para
poder lograr las óperas que canté. Fue el momento en que se incendió el Estudio Auditorio, el 18 de setiembre
de 1971. Cuando el incendio estábamos haciendo Un Ballo in Maschera. Yo había cantado el viernes, me
tocaba el domingo, pero el sábado todo se quemó. Fue muy traumático".
En 1978 partió de nuevo a Europa. Allí retomó sus actuaciones en Barcelona y luego trabajó en Alemania.
"Tuve que aprender a prepo a hablar alemán". Durante toda la década del 80 tuvo una activa participación en
panorama musical alemán. En los 90, Montero comenzó a componer sus propios temas, tanto en música como
en letra, y musicalizó la poesía de Estrázulas, Ignacio Suárez, Roberto Bianco y Jorge Arbeleche, entre otros.
Ya radicado en Uruguay, sus últimas actuaciones en grandes escenarios fueron en el Teatro Solís antes de su
remodelación. "Lo último que hice fue Lucía, convocado por ProÓpera. Luego de eso, corté todo vínculo
institucional. La única ópera que me interesaría montar sería Marta Gruni, de Jaurés Lamarque Pons. Sería
hasta un justo, perfecto y necesario homenaje. Fue un músico talentosísimo que, a no ser por músicos aislados
como Eduardo Fernández y Elida Giancarelli, a nivel oficial no se recuerda. Lamarque Pons es el referente
más importante que tenemos dentro de la música culta y popular, aunque me parece odioso hacer esa
diferenciación. La ópera criolla, ciudadana por excelencia, es Marta Gruni, que fue escrita un año antes que
María de Buenos Aires, de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer, la primera ópera tango que se escribió."
Lamarque Pons compuso para el propio Ciruja Montero un ciclo que se llamó "La ciudad gris", sobre poesías
de Estrázulas, y que se estrenó en la Alianza Francesa en 1976. "Estábamos juntos en el escenario. Sólo queda
de ese espectáculo una grabación casera, en un cassette, donde se escucha hasta el reloj cucú."
Ahora sólo canta en lugares pequeños acompañado por la guitarrista Ana María Pierotti. Sigue también en la
composición. "No paro de escribir. No sólo tangos, sino canciones, baladas, de todo un poco. Lo que no sé es
para quién carajo compongo."
http://www.elpais.com.uy/suplemento/cultural/hombre-que-canta/cultural_695118_130215.html
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el centro de procesado de datos del CERN supera los 100 petabytes (75 PB en los últimos 3 años)
— emulenews @ 17:00
Los informáticos del CERN han anunciado hoy que su Centro de Datos (CERN Data Centre) ha superado los
100 petabytes (PB) de datos físicos almacenados en los últimos 20 años, de los que 75 PB corresponden a
datos del LHC (Large Hadron Collider) obtenidos en los últimos 3 años. ¿Cuánto son 100 PB de datos? Cien
millones de gigabytes (GB), más o menos unos 700 años de vídeo a calidad full HD, o unos 21 millones de
DVD (cada uno de 4,7 GB); como un DVD tiene un grosor de 1,2 mm, apilados uno encima de otro (sin caja)
formarían una torre de 25,5 km de altura. En el CERN, unos 88 PB están almacenados en cinta (sistema
CASTOR, por CERN Advanced Storage system), aproximadamente 52 mil cintas de capacidades unitarias
entre 1 y 5,5 terabytes (TB); el resto (unos 13 PB) están almacenados en disco duro (EOS Disk Pool System),
para su acceso rápido por usuarios concurrentes (hay unos 17 mil discos conectados a 800 servidores de
disco). Todo el sistema de almacenamiento está robotizado y distribuido entre dos edificios (se cuenta con 52
mil cintas con una capacidad cada una entre 1 y 5,5 terabytes). Más información en Cian O’Luanaigh, “CERN
Data Centre passes 100 petabytes,” CERN News, 14 Feb 2013, y en Ashley WennersHerron, Kelly Izlar,
“Achievement unlocked: 100 petabytes of data. Experiments at the Large Hadron Collider reached a
milestone in data collection just before the accelerator’s last collisions of the next two years,” Symmetry
Breaking, Feb. 13, 2013.
http://francisthemulenews.wordpress.com/2013/02/14/el-centro-de-procesado-de-datos-del-cern-supera-los100-petabytes-75-en-los-ultimos-3-anos/
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Alan Turing y la criptografia: de la maquina Enigma al captcha
El hombre que separó a las personas de las máquinas
En 2012 se cumplieron 100 años del nacimiento de Alan Turing, uno de los matemáticos más brillantes
del siglo XX. Aunque es poco conocido por el gran público, fue uno de los precursores de la
computación e hizo un aporte decisivo en la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial. Y planteó
un problema que hoy tiene completa vigencia.
Por Claudio H. Sanchez
ESCULTURA DE ALAN TURING EN EL CENTRO NACIONAL DE CODIGOS EN BLETCHLEY
PARK.
En 1950, la revista británica Mind publicó un artículo de Turing titulado “Máquinas computadoras e
inteligencia”. Es un artículo bastante largo y complejo en el que, básicamente, el autor plantea el problema de
si las máquinas pueden pensar o no.
Turing analiza distintos argumentos en contra: que una máquina sólo puede hacer aquello para lo que fue
construida, que el pensamiento proviene del alma y que el alma sólo puede otorgarla Dios o que sería terrible
que las máquinas pensaran porque eso borraría toda diferencia con el hombre (lo que Turing llama “objeción
del avestruz”).
Pero lo más interesante del artículo es que Turing ofrece lo que, para él, es un criterio objetivo y contundente
para decidir la cuestión: el juego de imitación.
En principio, en el juego participan un hombre, una mujer y un preguntador (que puede ser indistintamente
hombre o mujer). Este preguntador interroga a los otros dos participantes, comunicándose con ellos en forma
escrita, sin poder verlos ni escuchar su voz. De las respuestas dadas por estos dos participantes el preguntador
debe deducir cuál de ellos es la mujer. ¿Puede el preguntador lograr su objetivo si, por ejemplo, el hombre
responde las preguntas como se supone que lo haría una mujer?
En la versión de Turing del juego (ahora conocido como “Test de Turing”) el hombre o la mujer son
reemplazados por una computadora, suficientemente poderosa como para interpretar las preguntas y
responderlas. ¿Puede el preguntador, en estas condiciones, saber cuándo está comunicándose con la persona y
cuándo con la computadora?
Lo inteligente de este planteo es que quita del medio los aspectos emotivos del problema. Cuestiones tales
como si una máquina puede enojarse, enamorarse o estar triste, son irrelevantes para Turing porque una
persona también puede mostrarse enojada, enamorada o triste y, sin embargo, estar fingiendo. De modo que
nada de eso distingue realmente a las máquinas de las personas. Desde el punto de vista de Turing, decimos
que una máquina piensa cuando nos hace creer que lo está haciendo.
BREVE BIOGRAFIA DE UN GENIO
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Alan Mathison Turing nació en Londres en 1912 y pasó sus primeros años con extraños y estudiando en
internados, mientras sus padres, funcionarios coloniales, vivían en la India. No se sabe cómo influyó en
Turing el pasar la infancia lejos de sus padres. En cualquier caso, no tuvo una vida fácil. Como Oscar Wilde,
era brillante, rebelde y homosexual, tres características que la sociedad de su tiempo no toleraba fácilmente.
En la escuela secundaria comenzó a interesarse en las matemáticas y en la criptografía. En 1931 ganó una
beca para estudiar en Cambridge, donde desarrolló algunos de los principales conceptos teóricos de la todavía
incipiente ciencia de la computación y concibió una computadora teórica hoy conocida como Máquina de
Turing.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Turing se unió al equipo encargado de descifrar los mensajes enemigos,
que Alemania codificaba con la máquina Enigma. Aplicando los principios de la máquina de Turing,
diseñaron una computadora descifradora llamada Colossus, que permitió conocer las posiciones de los
submarinos alemanes y neutralizar sus ataques a los buques británicos. Esto fue vital para el desarrollo de la
guerra en favor de los aliados.
Luego de la guerra, Turing siguió trabajando en el desarrollo de computadoras digitales y sus programas, y
publicó su artículo sobre computadoras e inteligencia.
Turing no llegó a ver cómo la línea que separa la inteligencia natural de la artificial se hacía cada vez más
delgada. En 1952 denunció a su amante por robo, con lo que hizo pública su condición homosexual. Turing
fue arrestado por “indecencia grave” y, aunque obtuvo la libertad condicional, debió someterse a un
“tratamiento” con drogas que lo afectaron psíquica y físicamente. En 1954 se suicidó con una manzana
impregnada con cianuro.
¿ES USTED UN ROBOT?
El artículo de Turing sobre cómo distinguir las personas de las máquinas puede parecer demasiado teórico y
hasta filosófico. Sin embargo, la cuestión tiene completa vigencia en un problema práctico muy actual.
Ciertas páginas de Internet, como blogs y foros de discusión, reciben continuamente mensajes masivos con
publicidad no deseada enviados en forma automática por programas escritos para tal fin. Los administradores
de esas páginas tuvieron que inventar formas de detectar cuándo esos mensajes están enviados por programas
y distinguirlos de los mensajes válidos enviados por personas de carne y hueso. Es decir, tuvieron que
resolver el mismo problema planteado por Turing.
Este problema ha sido resuelto de una manera que, seguramente, Turing no imaginó. Se trata de los captcha,
esos textos deformados que aparecen cuando queremos dejar un mensaje en un blog o un foro y que nosotros
debemos trascribir.
Captcha es una deformación de la palabra inglesa capture (capturar) y, al mismo tiempo, la sigla
correspondiente a Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart. Es decir,
“Test de Turing público y completamente automático para distinguir entre computadoras y humanos”. Para
que no haya duda sobre su función, muchas veces aparecen acompañados de un mensaje que dice “demuestre
que usted no es un robot”, o algo parecido, ya que se supone que un robot no podrá reconocer esos textos.
Las técnicas para generar un captcha son varias. Las más simples consisten en distorsionar un texto, como si
se lo mirara a través de un cristal irregular. Las letras conservan una forma básica, reconocible por una
persona pero no por un programa. A veces se agregan líneas que cruzan el texto para confundir más el
programa. También pueden usarse distintos colores o pegar las letras unas a otras para evitar que el programa
las analice por separado y las reconozca.
Otros captcha están basados en enfoques totalmente distintos. Por ejemplo, algunos plantean cálculos
matemáticos, como “cuánto es siete más dos” para que el humano escriba la respuesta (“nueve”). O muestran
distintas imágenes y proponen “haga clic sobre el dibujo del avión”.
Mientras se desarrollan distintos tipos de captcha, al mismo tiempo se perfeccionan los programas de
reconocimiento de imágenes capaces de descifrarlos. Por el momento, podemos decir que el problema de
Turing está resuelto. Por el momento.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-2812-2013-02-17.html
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Con Robert Lence, creador de "Toy Story"
Un Pinocho moderno
Eleonor Wauquier
PARECE UN extravagante, pero en realidad es de una feroz timidez y actúa con una calma y humildad
increíbles. Eso sí, se revela como un hiperactivo en un evento de animación al dibujar cientos de bocetos para
niños y adolescentes desesperados y gritones, acalambrándose y transpirando por tenerlos todos listos a
tiempo. Por él, nadie se quedará sin su dibujo especialmente hecho. Toda su vida se resume a eso: el trabajo
duro. Como suele ocurrir para el tipo de producciones en las que trabaja, su nombre no llama la atención hasta
que uno lo relaciona con películas como La Bella y la Bestia (1991), El Rey León (1994), el primer film
totalmente animado por computadora Toy Story (1995), Shrek (2001) y Bichos (2006), que tienen como
factor común la pluma de los guiones y el lápiz de los dibujos de Robert Lence.
Nacido en Nueva York en 1959 y proveniente de una generación de inmigrantes italianos, las oportunidades
de Lence para crecer en la industria del dibujo animado eran pocas: un padre aún angustiado por la Gran
Depresión que no creía en las artes para desarrollarse económicamente, lo llevó a estudiar y graduarse en
Literatura inglesa en la Universidad de Michigan, muy lejos del lugar donde ocurre la magia: California. Con
todo esto en contra, sólo le restaba refugiarse en los dibujos animados después del colegio y copiar los libros
de Disney que le regalaban en Navidad. En retrospectiva, considera que los dibujos animados fueron más
educativos para él que todo lo que aprendió en el colegio. El esfuerzo sostenido bocetando empecinadamente
a Mickey Mouse (una de las pruebas para entrar a trabajar en Disney), mientras se ganaba la vida trabajando
en un estudio de abogados o vendiendo hamburguesas lo llevó a cumplir su sueño y formar parte de los
equipos creativos de Disney, Hanna-Barbera, DreamWorks y a compartir con Steve Jobs el milagro Pixar.
Habla rápido y con acento neoyorkino, pero al pedirle que hable más despacio, se ríe, se disculpa y a modo de
excusa dice que vio una película de Woody Allen la noche anterior.
Hay algo que despista durante la conversación. Es muy curioso darse cuenta de que todo le parece bien,
bonito, justo. No critica, no habla con doble sentido, no tiene un ápice de maldad, y en primera instancia esto
puede resultar muy desesperante. Pero la realidad es que se lo podría definir como una versión humana de un
personaje de Disney, una prueba de que existe la gente buena de verdad. Lence piensa y habla con un extraño
candor reconfortante e inaudito que de hecho es consecuente con todo lo que ha dibujado y creado desde hace
más de veinte años.
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UNA CARRERA DE OBSTÁCULOS.
-¿Qué está haciendo en Uruguay?
-Estoy aquí como parte de un programa que tiene The California Institute of Arts (CalArts), donde enseño,
con la Universidad ORT Uruguay. Ellos mandan a un docente diferente cada año para ayudar con los nuevos
programas de animación y estuve aquí cuatro meses. Realmente amo este país, Uruguay es mi segunda casa.
Es físicamente maravilloso, me encanta la arquitectura, la comida, y la gente, tan cálida, me hace sentir como
si estuviera en casa.
-¿Qué diferencia hay entre los jóvenes estudiantes de aquí y los de CalArts?
-Veo la misma pasión por la animación, hablan todo el tiempo de eso, comparten su experiencia. Aquí la cosa
recién está comenzando, y, ya sabes, el cielo es el límite. Espero que pueda haber una industria de la
animación aquí, donde los estudiantes puedan trabajar. No sólo es necesaria la creatividad, también se
necesita una industria donde las películas se puedan hacer o que pase algo. Vi que tuvieron su primera
película animada, Selkirk, espero que eso los ponga un poco en el mapa y todo empiece a funcionar mejor.
-¿A qué edad empezó su pasión por la animación?
-Yo era uno de esos chicos que estaba todo el tiempo dibujando, el típico "artista de la clase". Me acuerdo que
cuando cumplí diez años me regalaron un gran libro de Disney: me pasaba horas mirándolo, copiando las
imágenes, una y otra vez. Siempre supe que quería hacerlo, pero el hecho de haber crecido en Nueva York era
un freno. Los Ángeles, Disney, todo eso, era un sueño demasiado lejano: estaba a 5.000 kilómetros y no
parecía factible. Yo fui a una universidad "normal", no a una escuela de arte. Estuve en la Universidad de
Michigan y gravité naturalmente hacia las clases de arte, de cine, escribía y hacía caricaturas para el diario de
la Universidad. Cuando terminé en Michigan estudié un año en la escuela de arte de esa ciudad y había una
clase de animación. Hicimos un corto y el profesor dijo algo clave para mi vida: nos contó que si estábamos
interesados en eso, había un lugar especial para ir y era CalArts. Esto construyó un puente entre "esto es
imposible y está tan lejos" y "hay un lugar donde se entrena a la gente para hacer esto".
-Usted tuvo que trabajar como abogado dos años para poder costearse CalArts. ¿Es muy inaccesible?
-Fue muy difícil. La primera vez que traté de entrar a CalArts no pude, porque toman a muy pocos y hay
cientos de postulantes. Justo ocurrió que me mudé a California porque mi compañero de cuarto estaba
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viviendo allá. Me tomó seis meses o más pero trabajé en mis dibujos y finalmente me aceptaron, pero cuando
llegué allí no tenía suficiente dinero, lo que hizo que tuviera que mudarme otra vez a Nueva York con mis
padres por dos años y trabajar en un estudio de abogados. Con ese dinero ahorrado, pude continuar. Tienes
que tener mucha pasión y sortear muchos obstáculos para ser guionista o dibujante porque no es un camino
fácil.
-¿Cómo fue lidiar con sus padres que no querían que tomara este camino y ahora verse aquí, con todo lo
realizado?
-Mi padre pertenecía a la segunda generación de emigrantes italianos que llegaron a Nueva York a principios
del siglo XX. Creció durante la Gran Depresión, período en el cual había muy pocos recursos. En ese
momento yo no entendía por qué me quería hacer desistir de seguir ese camino, y ahora sí. Fue un tiempo
muy duro, y desgraciadamente el arte es lo primero que sufre recortes. Trataba de protegerme. En la industria,
que es dura y competitiva, es lo mismo, cada película significa comenzar de cero, mucha incertidumbre...
Pero creo que mi padre estaría orgulloso y por suerte vivió lo suficiente para ver un par de películas que hice.
Siempre decía: "Mira cuántos programas y canales de televisión, la gente siempre va a necesitar escritores",
por eso me encaminó hacia la literatura y ahora soy más un guionista que un dibujante.
-El primer corto que hizo en Cal Arts, Simon (1988), representa a un personaje tímido, rechazado por los
demás… ¿Tiene algo de autobiográfico?
-Absolutamente, creo que todo artista crea a partir de lo que tiene dentro. Lo mío fue una carrera de
obstáculos y me preguntaba siempre por qué las cosas tenían que ser tan difíciles, pero todo ocurre por algo,
por lo que hay que levantarse y seguir. Ese corto fue mi entrada a la industria, después de esa película me
reclutaron en Disney.
-Tan duro fue ese camino que siempre dice que la canción que lo define es "The Long and Winding Road" de
The Beatles…
-Es que siempre sentía que me sacaban del camino, con tantos desvíos y obstáculos, pero seguramente era
porque alguien había diseñado algo mejor. Por ejemplo, cuando fui a estudiar me gradué en literatura inglesa,
y también en derecho, era algo totalmente distinto. Fui feliz leyendo tanta literatura clásica, Dickens, las
hermanas Brontë, Shakespeare… y esas historias clásicas fueron las bases de todo lo que hice después en mi
carrera. CalArts y sus increíbles artistas me formaron a nivel de dibujo, pero la Universidad de Michigan me
enseñó el arte de contar historias, y mi trabajo es ese.
-¿Qué tiene que tener una buena historia?
-Una buena historia tiene que conectarse con la gente, tiene que poder decir: esto es lo que siente un ser
humano. Todos vivimos, reímos, lloramos: una buena historia golpea las emociones humanas básicas.
-¿Y qué escritor era el mejor contador de historias?
-Fui expuesto a Shakespeare desde que era un niño, por lo tanto siempre me gustó, me parece que siempre
entendió a la perfección la humanidad y las cosas esenciales. Pero mi libro favorito de todos los tiempos es El
gran Gatsby de Fitzgerald, que leo cada dos meses, y al que siempre acudo porque es una gran historia
americana.
SIN LÍMITES.
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-¿Qué tiene la animación que no tenga el cine convencional?
-Puedes crearlo todo y dibujarlo en una computadora… pero ahora la línea está desdibujada, porque con los
efectos especiales se puede hacer cualquier cosa también y se transformó todo: las películas ahora son como
dibujos animados y los dibujos animados son como películas. La única ventaja que tiene con el cine, en
términos de infancia y fantasía como un todo, como una mirada, es que es un mundo totalmente fabricado en
el cual la imaginación no tiene límites.
-¿Fue Pixar la primera empresa que quiso marcar una diferencia generando sus propias historias?
-Disney es una presencia tan grande… Imagina un barco enorme: nadie quiere ir cabeza a cabeza con él, o
compararse siquiera, entonces tanto DreamWorks como Pixar dijeron que querían hacer un tipo de historia
diferente, más dirigidas por el director ("director driven"). La película Shrek se ríe de las historias clásicas, es
otra mirada. Me acuerdo de que cuando comencé a trabajar en Pixar, Andrew Stanton me mostró que tenían
un manifiesto, un decálogo de los elementos que los iban a diferenciar. No me acuerdo de todas, pero algunas
decían que no iban a hacer villanos tradicionales, ni comedias musicales, ni cuentos de hadas, era una larga e
interesante lista. Realmente lo lograron. Pixar es ahora reconocido y la gente empezó a respetarlos y quererlos
como diferentes de los clásicos. De todas maneras el background de todas estas nuevas empresas es Disney, y
lo notas: todos los que trabajan ahí tienen "tatuado" su mantra, y es que todo se resume al buen y clásico lema
de una buena historia bien contada.
-Usted habló de eras en la animación, y señaló que ahora estamos en la segunda época dorada. ¿Qué es lo que
la caracteriza?
-Hay dos películas que marcaron la segunda era dorada: La Sirenita (1988) y Roger Rabbit (1989), y ahí toda
la industria cambió. Después de la muerte de Walt Disney en 1966, todo iba bastante cuesta abajo, fue un
período malo. Pero esas dos películas los pusieron de nuevo en carrera. Luego vinieron La Bella y la Bestia,
El Rey León, y Toy Story con Pixar, y a partir de ese momento la animación fue genial de nuevo. Te diría que
por suerte seguimos en la segunda época dorada y espero que no se termine… Sería bueno que el formato 2D
no desapareciera, porque es la forma de arte con la que crecí, es una línea dibujada tradicional y muy fina. El
dibujo a mano es algo tan lírico y bello… es una forma de arte que nunca debería morir. La tecnología CGI
(Computer-generated Imagery) de ahora no llegó a su máximo potencial, tendría que mejorar en la dirección
de arte y lograr un look distinto. Todo es cíclico y veremos si la nueva generación lleva todo a otro nivel.
-¿Qué película fue la que más disfrutó hacer?
-De lejos, Toy Story. Sabíamos que era algo que iba a romper con todo lo anterior. Es el único film en el que
trabajé en el que todo fue armonioso, todos los planetas se alinearon (se ríe). Fue una hermosa experiencia,
como Blancanieves (1938), empezó una nueva era.
-Usted trabajó en muchos lugares: Pixar, Hanna-Barbera, Disney y DreamWorks. ¿En qué lugar disfrutó
trabajar más?
-Pixar, definitivamente. Estaba en la misma onda en el estilo de historias, en su prioridad ante todo. Ya
cuando estaba en sus inicios y recién se comenzaba a armar, uno podía intuir que iba a ser algo genial. Fueron
los mejores años en cuanto a experiencia en estudio y siguieron la era dorada de Disney, haciendo films de
autor sin dejar de conectarse con la gente. Tampoco digo que hubo un mal lugar donde trabajé, aprendí de
cada estudio en el que estuve, y a veces aprendes más en los malos momentos.
NADIE SABE NADA.
-Usted siempre cita al guionista William Goldman cuando dice "In Hollywood nobody knows anything" (En
Hollywood nadie sabe nada), ¿considera que la industria es así?
-Todo el mundo tiene posiciones, grandes trabajos, grandes oficinas, y sin embargo nadie sabe cómo le irá a
una película cuando salga en los cines. Tenemos a muchos expertos pero ninguno sabe qué va a pasar con el
público. Trabajé en muchos proyectos en los que la gente estaba convencida de que iba a ser un gran hito y no
lo fue, y los proyectos en los que nadie creía fueron un éxito. Shrek es el ejemplo viviente de esto. En
DreamWorks todo el mundo odiaba ese proyecto. Pasó lo mismo con El Rey León: nadie quería trabajar en
esa película, todo el mundo prefirió concentrarse en Pocahontas en vez de en una especie de Bambi en África
que no seducía a nadie, y se convirtió en una de nuestras mejores películas, con parte 2, 3 y 4. Por eso es que
en Hollywood nadie sabe nada.
-Pero con todos los medios que tienen, ¿no hacen grupos foco o investigaciones de mercado?
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-Sí, claro, y se gasta una enorme cantidad de dinero en eso, y siguen haciéndolo sin pensar que el ser humano
es misterioso. Seguramente ayude un poco, pero nadie puede predecir cómo alguien va a reaccionar frente a
una obra de arte, nadie. Y en cierta manera a mí me gusta ese misterio, es lo que hace emocionante todo el
trabajo.
-¿Entonces hacen historias que son buenas para ustedes o historias buenas para los demás?
-Ése es el punto. Uno debería estar haciendo una película porque le gusta y no ser un cínico y decir: voy a
hacer esto porque va a ser un éxito. Lo que tiene que ocurrir en el proceso es que el guionista se dé cuenta de
que es una historia importante para él y que la quiere compartir, que tiene algo de su pasado y quiere hablar
de eso. Tener algo que decir hace una buena historia, no vender una.
-¿Qué viene primero, el dibujo o la idea?
-Siempre empieza con una idea, un concepto, y luego se dibuja. Los mejores proyectos en los que estuve
fueron los que se permitían un vaivén constante entre los dibujos y la historia. Lo peor que puede pasar es que
te pasen un guión y te digan "Bueno, trabaja con esto" y listo. Por eso Pixar, Disney y DreamWorks funcionan
tan bien: es porque hay tiempo y dinero para discutir sobre la historia. Si miras cualquier Making of de las
películas te das cuenta de que los dibujos iniciales que se utilizan para presentar la "pre-historia" tienen poco
que ver con los que están en la película. Para Bichos fuimos a una librería de Brooklyn y miramos decenas de
libros. Demoramos cuatro años. Es como estar en la escuela de nuevo, cuanto mejor y más hagas los deberes,
mejor te irá en el examen, y me encanta la parte de investigación, es muy divertido. Descubrí tantas cosas
sobre los insectos… que algunos viven tantos años y pueden volar sólo de determinada manera… Y luego
cambiar eso y luchar por que en el dibujo animado el insecto tenga dos brazos y dos piernas, pueda estar de
pie y se asemeje más al ser humano. Usar la información y transformarla en arte en un film, esa es la parte
divertida. Además, esa película está inspirada de Los siete samurai, de Kurosawa.
-¿Se pretende que la gente aprenda algo del dibujo animado?
-Siempre digo eso: las películas son para entretener pero también para educar. Y ahí fui muy rígido en hacer
que esas dos cosas se fusionen, en que hay que comer verduras y tomar el remedio. Disney era genial en ese
aspecto, en educar y entretener a la vez.
-¿Qué piensa de las teorías de interpretación sobre las películas de Disney y el lavado de cerebro que se
supone que hacen?
-Mira, estuve en miles de reuniones de guión en Disney en los cuatro años en que estuve allí y te puedo
asegurar que no hay una agenda que traten de imponer. No hay discusiones políticas en esas reuniones y
tampoco contenido político en las historias, y se hace un foco especial en tratar de evitar eso. Me parece tonto
que la gente interprete cosas así.
-Y aquí viene el eterno combate entre lo independiente y el mainstream de Hollywood… ¿Qué se puede decir
de eso?
-Son miles de personas trabajando en esas películas. Hay mucho presupuesto y por eso están bien hechas. En
ese sentido ganamos. Pero muchas de mis películas preferidas son de autor, más pequeñas, independientes.
Una buena historia es una buena historia, aunque sea para pocos o para millones de personas.
-¿Trabajó mucho con Steve Jobs? ¿Cómo era esa combinación tecnología-arte y su personalidad fuerte?
-Era una persona tecnológica pero estaba todo el tiempo en nuestras story meetings, era alguien que diseñaba
las películas, y teníamos que mostrarle todas las historias. Lo defino como una persona extremadamente
inteligente y aguda, un gran director que nos indicaba por qué camino ir. Era la mente de la historia. Es cierto
que una parte de su éxito era ser una persona extremadamente tecnológica, pero hacía productos amigables
que la gente disfrutaba, le dio a la tecnología ese elemento humano, y a la animación también.
-El maniqueísmo prácticamente ha desaparecido de los dibujos animados. ¿Qué opina de ese cambio?
-Me gusta, pero aprecio las películas en las que hay un villano tradicional porque creo que realmente existe la
maldad absoluta en el mundo. También me gustan los héroes tradicionales. Pero todo gira en torno al
experimento, a las diferentes formas de contar historias. Estamos en una era en donde las líneas fueron
desdibujadas, pero creo que sigue existiendo el bien y el mal en el mundo y eso nunca va a desaparecer.
-¿Qué tiene que tener un héroe para serlo?
-Esto hace miles de años que no cambia. Shakespeare fabricó héroes. El héroe es alguien que toma un desafío,
que se eleva de alguna manera y pelea por el bien, con el coraje y las agallas para defender su verdad.
-¿Y su personaje favorito es un héroe?
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-De todas las películas de Disney el personaje que me gusta más es Pinocho, me encanta. Es inocente y
curioso sobre todo lo que ocurre a su alrededor. Me identifico con él porque no tuvo un pasado feliz:
comienza en el fondo del océano en el vientre de una ballena y logra salir y flotar a la superficie.
http://www.elpais.com.uy/suplemento/cultural/un-pinocho-moderno/cultural_695109_130215.html
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El capitalismo...
Por Alberto Rabilotta *
“Las economías reales en los países del llamado ‘capitalismo avanzado’ están graves.”
Las economías reales en los países del llamado “capitalismo avanzado” están graves, situación que ha
comenzado a ser reconocida por parte de economistas y políticos. El neoliberalismo y las recetas de
austeridad han puesto al capitalismo a la defensiva y los ingredientes para estallidos sociales ya existen en
muchos países. En ese contexto se escuchan ahora voces de la clase dominante que afirman que ya se superó
la crisis, y otras que plantean hacer cambios para mantener un sistema que comienza a tambalearse.
Hace siete décadas, al analizar las causas y los efectos del desplome de las economías durante la Gran
Depresión de los años ’30 del siglo XX, Karl Polanyi escribió que la sociedad comenzó a buscar cómo
protegerse de los peligros inherentes a un sistema de mercado autorregulado. La respuesta común a la
dictadura de los mercados que había puesto la sociedad al servicio de los intereses económicos, provocando
con ello un desastre social y político de dimensiones mundiales, fue el abandono de los “mercados
autorregulados” y la adopción del dirigismo estatal, que en el mundo capitalista asumió formas corporativistas
que entretejían los intereses de determinados sectores y grupos sociales con los intereses de sectores
económicos del capital, como los industriales, con el Estado arbitrando estas relaciones y planificando la
economía para alcanzar objetivos tales como crear empleos, desarrollar industrias (con fines armamentistas en
los países del “eje fascista” en primer lugar, y luego en Estados Unidos y Gran Bretaña) y superar la
pauperización de la Gran Depresión.
El corporativismo estuvo al servicio de regímenes totalitarios –la Alemania nazi, la Italia fascista, entre otros
más–, y en Estados Unidos (EE.UU.), con el New Deal, la planificación económica permitió llevar a cabo
transformaciones económicas, fiscales y sociales de carácter progresista destinadas a impedir que las masas
populares abrazaran el socialismo o el fascismo. El New Deal se expandió a otros países antes y después de la
Segunda Guerra Mundial. La experiencia socialista, en la Unión Soviética, fue la planificación quinquenal de
la economía, adoptada en 1928 y aplicada a partir de 1929.
Es evidente que la creación de millones de empleos mediante el desarrollo industrial y la mecanización del
campo, que en EE.UU. logró el New Deal, no es reproducible en la actualidad en los países del capitalismo
avanzado. Los “ejércitos” de robots que reemplazan a los asalariados existentes y a los jóvenes que debían
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sustituirlos, es una realidad prácticamente irreversible. Y tampoco son realistas las propuestas que circulan en
ciertos países de “repatriar” las industrias que desde hace décadas las transnacionales vienen mudando a los
países en desarrollo para explotar la mano de obra barata, apropiarse de mercados y repatriar las ganancias
para Wall Street y sus ejecutivos. Lo que frecuentemente se olvida es que con esas mudanzas no sólo se
trasladaron los empleos, sino que se perdió la acumulación y capacidad de transferir la experiencia y el
conocimiento de los trabajadores y técnicos, entre otras.


cash | CONTACTO: [email protected]
El reconocimiento de que el neoliberalismo fracasó y constituye una amenaza para el sistema capitalista lleva
nuevamente a políticos y economistas a proponer alguna forma de dirigismo estatal, de capitalismo de Estado
–nunca la planificación económica que tenga en cuenta los intereses de la sociedad, por el momento–, o sea
un retorno al corporativismo envuelto en engañosos conceptos, como el de un “capitalismo global
administrado”.
Para economistas como Joseph Stiglitz, esta crisis estructural y las crisis que estamos pasando por alto –en
particular el cambio climático– se exacerbaron después de la Gran Recesión del 2008 y no serán resueltas por
el mercado. Son crisis de tipo mundial y para resolverlas se necesitan transiciones estructurales, o sea que “es
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necesario que los gobiernos desempeñen un papel más activo”. Su colega Paul Krugman piensa algo similar,
aunque comienza a acercarse al problema de fondo de esta crisis estructural: “¿Qué es lo que está sucediendo?
De la mejor forma que lo puedo decir, hay dos explicaciones plausibles, y hasta cierto punto ambas pueden
ser verdad. Una es que la tecnología hizo un viraje que ha puesto el trabajo (asalariado) en desventaja; la otra
es que estamos viendo los efectos de un neto aumento en el poder de los monopolios. Pensemos en esas dos
narrativas como una que enfatiza a los robots, y en la otra a los ‘magnates ladrones’ (robber barons)”.
El analista económico William Greider reporta que en una de las principales cunas del pensamiento
neoliberal, el Institute Peterson (IP) en Washington, hubo el 7 de enero pasado una reunión sobre “ética y
globalización” en la cual economistas y cientistas sociales presentaron sus opiniones y trabajos. Algunos de
ellos describieron el sistema global como en medio de graves problemas y advirtieron que “si las cosas no
cambian” habrá rebeliones populares, incluso en EE.UU. En esta reunión del IP el economista David
Branchflower, de la Universidad Dartmouth, denunció el terror que viven los trabajadores, jóvenes y viejos,
porque “jamás se recuperarán de esta falta de empleos”, y advirtió que la clase trabajadora en Europa está
“ardiendo” y que se está frente a una “potencial rebelión”, lo que también puede ocurrir en EE.UU. Y el
nuevo presidente del IP, el ex economista de la Reserva Federal Adam Posen, admitió que hay problemas en
el basamento político de la globalización porque “uno de los alarmantes efectos de la crisis financiera global
es que hubo una amplia erosión de la confianza del capitalismo en sí mismo”.
El economista Dani Rodrick, de Harvard, contrapone el “liberalismo económico” reinante en los países del
capitalismo avanzado al mercantilismo aplicado por los países emergentes de Asia, concluyendo que se ha
llegado “al final de esta feliz coexistencia. El modelo liberal ha perdido su brillo, debido al aumento de la
desigualdad y la difícil situación de la clase media en Occidente, junto con la crisis financiera producida por
la desregulación. Como resultado, el nuevo entorno económico producirá más tensión que acomodamientos
entre países que busquen vías liberales y mercantilistas. Pueden también despertarse debates latentes desde
hace mucho tiempo sobre el tipo de capitalismo que genera una mayor prosperidad”.
Para el economista Anatole Kaletsky, de la actual crisis saldrá “un nuevo modelo de capitalismo global, no
basado en la ciega fe en las fuerzas del mercado que siguió a la Gran Inflación de los años ’70, ni tampoco en
la excesiva intervención gubernamental inspirada por la Gran Depresión”, y afirma que “la tragedia del 2008
estuvo en que la fe ciega en los mercados disuadió a los gobiernos de manejar adecuadamente esos ciclos de
expansión-implosión”, y que habiendo desaparecido el comunismo y siendo la crisis cosa del pasado, los
decidores políticos y los votantes han reconocido ya que no se puede dejar que los mercados se guíen por sus
propios instrumentos: “Las economías deben ser administradas. Como resultado, un nuevo modelo de
capitalismo global administrado está en evolución y gradualmente reemplazará el fundamentalismo de
mercado que dominó el mundo desde la era Reagan-Thatcher hasta el 2008”. Con el título “¿Está ganando el
capitalismo de Estado?”, el economista Daron Acemoglu y el analista James A. Robinson (Proyect Syndicate,
31 diciembre 2012) recuerdan que algunos países asiáticos, “apoyándose en varias versiones del dirigismo”,
han crecido rápidamente y de manera constante en décadas, mientras los países centrales del capitalismo
liberal “continuaron su anémico desempeño” en el 2012, y seguidamente se preguntan si no ha llegado la hora
de actualizar los libros de economía y estudiar las formas de “capitalismo de Estado”.
A mediados de enero Jean-Claude Juncker –saliente presidente del Consejo de Ministros de Economía y
Finanzas de la Zona Euro (Eurogrupo)– criticó las políticas neoliberales aplicadas en la Zona Euro y advirtió
que si no hay cambios “perderemos el apoyo de las clases trabajadoras”. Después le llegó el turno al profesor
de economía neoliberal y también saliente primer ministro italiano Mario Monti, quien dijo a los embajadores
latinoamericanos en Italia que América latina se ha ganado hoy un rol central y activo que genera admiración,
por no decir envidia, porque “ha sabido construir un modelo de desarrollo basado en el crecimiento, la justicia
social, la modernización y el respeto ambiental”.
Difícil creer que el enviado por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) para aplicar la
austeridad neoliberal en Italia pueda elogiar las políticas de países latinoamericanos que tienen decentes tasas
de crecimiento económico y de creación de empleos precisamente porque han rechazado los postulados
básicos del neoliberalismo, porque los Estados intervienen activamente en sectores de la economía real,
nacionalizan empresas cuando hay que nacionalizar, responden a las presiones sociales y, más grave aún,
controlan la política monetaria y regulan la actividad bancaria y financiera para ejecutar una política de
desarrollo socioeconómico.
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Corporativismo
Devaluación competitiva, medidas para proteger las exportaciones que se sumarán a las existentes, amenazas
de cerrar las fronteras a ciertos productos industriales y a la mano de obra extranjera, y una vez que esto se
ponga en marcha a escala regional o mundial, las consecuencias se harán sentir en el comercio, las finanzas y
toda la cadena de producción mundial, y es en ese momento de pánico que serán aceptables las medidas para
imponer ese “capitalismo global administrado” que proponen Howard Rosen y Anatole Kaletsky.
El corporativismo de ese “capitalismo global administrado” sólo podrá ser uno que respete el marco legal
estadounidense para proteger la propiedad privada en todas sus formas.
¿Cómo será el proceso para presentar y hacer pasar el siniestro capitalismo global administrado de Kaletsky, o
algo diferente que será lo mismo? Pues bien, en una entrevista periodística que tuve en mayo del 2004 con el
Nobel de Economía (1992) Gary Becker, en el marco de la Conferencia de Montreal, él me confió –con ese
aplomo señorial y seguridad de los Nobel de la Universidad de Chicago, que en aquel entonces todavía se
comportaban como enviados divinos– el método para que en la sociedad capitalista controlada por los
monopolios de prensa se aceptaran ideas y propuestas radicales y contrarias a los intereses de las mayorías: se
lanza el tema en un artículo o un panel, y probablemente será juzgado utópico, irrealizable, pero volverá a ser
puesto sobre la mesa si la idea es apoyada por gente influyente. El tema será nuevamente atacado por
intelectuales de izquierda pero entonces saldrán voces de académicos, expertos y empresarios para defenderlo,
en los think-tanks, las páginas de diarios respetables y en la televisión. Este ciclo se repetirá e irá ampliándose
hasta que lo que usted dice es un tema controvertido terminará siendo convencional, por lo tanto aceptable,
finalmente será reconocido y llevado a la práctica.
Eso funcionó demasiadas veces en las últimas décadas, así que estamos avisados.
* www.alainet.org
Servicio Informativo Alaiamlatina.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-6610-2013-02-17.html
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Legalización de la marihuana
La oportunidad perdida
Agustín Courtoisie
EN ENERO de 2013, la Organización de Naciones Unidas aceptó el pedido del gobierno boliviano para
permitir el mascado de coca, pese al voto contrario de 15 países. Si bien la ONU admitió esa tradicional
práctica sólo dentro del territorio de la nación latinoamericana, la decisión implicó que Bolivia reingresara a
la Convención de Viena de 1961 sobre drogas y estupefacientes. El episodio, posterior a la aparición del libro
de Guillermo Garat, Marihuana y otras yerbas (2012), es muy sugerente respecto de las precauciones que
tendrían que haber adoptado los políticos uruguayos, oficialistas u opositores, que presentaron diversos
proyectos para legalizar la producción y el uso de la cannabis sativa: son enormes los poderes que se
enfrentan al presentar esas iniciativas y no es sensato ignorarlos, por razonable que sea el empeño.
El autor de Marihuana y otras yerbas es periodista y ha trabajado para diversos medios nacionales como No
toquen nada de Océano FM o Brecha, y extranjeros como la revista argentina THC y la alemana Matices,
entre otros. El libro es un estupendo punto de partida para comprender el fenómeno de las sustancias
psicoactivas y los problemas que ha generado ante todo su prohibición, comparativamente reciente en
términos históricos. Desde los primeros capítulos dedicados a la época de la Colonia, hasta la más candente
actualidad, con los proyectos de cultivo para autoconsumo y los de producción y/o regulación estatal del
producto, la obra rebosa de datos que no deberían olvidarse. Aunque esta investigación periodística tiende al
riguroso registro de hechos, personajes y episodios, a nivel nacional tanto como a nivel mundial, algunas
conclusiones emergen tácitamente con toda naturalidad.
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Por un lado, los narcotraficantes son los principales interesados en mantener la clandestinidad, base
fundamental de los negocios más lucrativos del mundo. Por otro, son sus mejores socios aquellos
prohibicionistas que no entienden que los peores efectos de las adicciones ilegales, caso de ser probados, no
son nada frente a los generados por la corrupción y la violencia extrema que provoca, precisamente, la
penalización. Además, están en juego valores éticos, como el de la libertad a encaminar la propia existencia
con autonomía mientras no se vulnere el derecho de los demás. Y obvias cuestiones epistemológicas, ya que
no se dispone de muestras representativas de los verdaderos efectos de ciertas sustancias, si el consumo
mayoritario se nutre de adulteraciones groseras propiciadas por la ilegalidad y el consumo problemático suele
restringirse a individuos con otras patologías.
En el Uruguay, estas páginas documentan los insólitos casos de Alicia Castilla y Mauricio Balitzki,
encarcelados por la tenencia de un número moderado de plantas de marihuana. También se recuerda el caso
del neurólogo uruguayo Oscar Vincent, que trataba con cannabinoides a sus pacientes con esclerosis múltiple
y otras dolencias graves, pero fue llamado al orden. Nada parece escapar a la disciplina cronológica y el ojo
atento de Garat: desde las quemas públicas del ex ministro Stirling, las declaraciones favorables a la
legalización de la marihuana del ex presidente Jorge Batlle, la militancia de varios grupos juveniles de
izquierda, las discrepancias en la interna de todos los partidos políticos, las perspectivas de Julio María
Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle, el papel del presidente José Mujica o el de los diputados Sabini y Lacalle
Pou, con sus visiones coincidentes respecto a las metas a alcanzar pero discrepantes en los medios a utilizar.
Marihuana y otras yerbas es un libro imprescindible para entender a fondo hasta qué punto Uruguay perdió en
el 2012 una notable oportunidad. Cualquier pequeño avance legal, cualquier paso moderado, habría sido
mejor que mantener la prohibición, aliada involuntaria del mercado negro y la corrupción. Entretanto, se
repetirán casos como el de Matías Barrios, de 19 años: "Había querido ingresar tres porros a la cárcel de
Rocha donde cumplía pena un amigo, lo descubrieron y fue preso. Encerrado, perdió la vida en un incendio.
Compartía la celda con 20 personas hacinadas: 13 murieron por el fuego". Algún día se recordará el caso de
Matías, o el de muchos otros, como hoy evocamos la caza, la tortura y la quema de "brujas": como un absurdo
moral que no conmueve a ciertos moralistas.
MARIHUANA Y OTRAS YERBAS. Prohibición, regulación y uso de drogas en Uruguay, de Guillermo
Garat. Debate, 2012. Montevideo, 205 págs. Distribuye Random House Mondadori.
Mil lupas en pugna Guillermo Garat
A PESAR DE LOS anuncios gubernamentales, figuras del Ministerio del Interior se mostraron públicamente
contrarias a la regulación del mercado del cannabis, como el viceministro Jorge Vázquez y el director
nacional de Policía Julio Guarteche. La pregunta del millón es por qué han fracasado las políticas de una
lucha sin cuartel desde hace décadas con los resultados vistos por todos: expansión fenomenal del
narcotráfico, criminalización del usuario, difusión alarmista de hechos vinculados al consumo de drogas,
espectacularización de las incautaciones y sobrepoblación carcelaria, sobre todo integrada por aquellos que no
tienen la posibilidad de defenderse por carecer de medios culturales adecuados, no solo en el Uruguay sino en
toda Latinoamérica. La tasa de reincidencia en el delito es altísima entre los 9.300 presos del Uruguay, un país
con pocos jóvenes en la calle, que son los más entre los encerrados. (...)
La cuestión nunca fueron ni las drogas ni los usuarios. Pero se han empecinado con ellos y con preservar un
orden social ideal, promotor de un más allá incorpóreo, técnicamente exquisito, perfecto e imperfectible,
sustentado en un positivismo científico que compartimenta el asunto en mil lupas en pugna por la verdad,
despojando al objeto en cuestión de su unicidad y su contexto, al individuo de su personalidad y a la sociedad
de su capacidad crítica sobre algo bastante menor, como el uso de sustancias psicoactivas en comparación con
valores universales como derechos, respeto o libertad, pisoteados en el camino de la lucha contra las drogas.
Lo deseable para algunos nunca va a serlo para todos, menos cuando se trata de una búsqueda de placer;
aunque el goce se convierta en frustración y tristeza o perjuicios a la salud individual, como también sucede
con la mayoría de los placeres de la vida.
(Fragmento de Marihuana y otras yerbas, págs. 188-190)
http://www.elpais.com.uy/suplemento/cultural/la-oportunidad-perdida/cultural_695122_130215.html
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Lennon en su tinta
En la transición de “los cuatro de Liverpool” al fenómeno global de la beatlemanía, John Lennon se
hizo espacio para cultivar un costado que luego se quedaría por el camino: escritor de poemas y textos
breves muy experimentales a los que gustaba acompañar con sus propios dibujos. De esa época y esa
inspiración surgieron títulos como Por su propio cuento y Un españolito en obras, que acaban de
editarse juntos en una edición bilingüe a cargo de Andy Ehrenhaus. James Joyce, Lewis Carroll, los
beatniks y los surrealistas son los referentes literarios ineludibles para entender este Lennon tan
enraizado en el corazón de los años ’60, no sólo por la música, sino también por la letra.
Por Fernando Bogado
Por su propio cuento Un españolito en obras. John Lennon Papel de Liar 288 páginas
La letra de una canción, mal que les pese a algunos, es una obra literaria. Entre los debates acerca de los
premios nunca otorgados (como el consabido Nobel a Dylan) y los otorgados y mundialmente celebrados
(como el Príncipe de Asturias a Leonard Cohen), en más de una oportunidad hemos escuchado a alguien dar
su opinión en torno de la relevancia literaria o no de una canción popular, como puede ser algún tema de rock,
participando así de un debate que parece no tener fin. Pero, ¿qué pasa cuando ese mismo compositor, cuyos
méritos literarios son constantemente puestos en duda por esa cosa tan abstracta que es la Academia, publica
un libro? La edición bilingüe de Por su propio cuento y Un españolito en obras de John Lennon (una
colección de poemas, cuentos cortos y dibujos), originalmente aparecida en España en 2009 y con traducción
de Andy Ehrenhaus, nos permite no sólo indagar en un costado un tanto más bien desapercibido de una de las
estrellas más emblemáticas del paraíso rockero sino que, también, rescata y pone en perspectiva la impronta
literaria que habita en sus composiciones musicales... Algo así como tener una canción despojada ya de la
melodía de la guitarra eléctrica o el tempo del bombo de la batería, redefiniendo así el sentido de la expresión
“leer música”.
¿Literatura musical? Más de una vez se ha establecido la afinidad de la poesía con la música debido a ese
desinterés radical por el sentido que la primera tiene y que la acerca a esa búsqueda sonora que sólo la
segunda puede ofrecer, al menos, de la manera más evidente. Y es que esta colección de poemas y cuentos
breves de Lennon, definitivamente, se despreocupa por el sentido o, mejor, lo atraviesa como cuentas en un
collar: cualquiera que lea estas páginas va a sentirse sumergido en un mundo loco, disparatado, como ese
“Pepperland” de la cinta Yellow Submarine (1968); como el “Wonderland” de Lewis Carroll, un mundo que
juega con lo establecido, mostrando el revés de las costumbres más rutinarias, estirando sus posibilidades
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como un chicle. Estrictamente no es tanto lo que se cuenta sino cómo se lo cuenta lo que nos hace entrar en
este universo chiflado, haciendo del lenguaje la verdadera plastilina con la que se da cuerpo a las criaturas
descriptas en “Frank sin moscas” o “En parte Dave”.
Jaime Rest, responsable de la primera traducción al castellano de In his Own Write (al cual tituló En su tinta),
aparecida muy poco tiempo después del original, sintetiza el estilo de Lennon al recordar que una de las
primeras reseñas del libro hablaba del intento del músico de “joycear” el lenguaje.
James Joyce, Lewis Carroll y, claro está, los beatniks: es imposible aproximarse a estas páginas sin notar que
la mezcla de sentidos, los extraños seres que presenta, las anécdotas pueriles que dialogan con fábulas
infantiles o el discurso de los medios de comunicación están también conectados con las estrategias de
escritura de Allen Ginsberg o el cut-up de William Burroughs. Los textos toman algunas veces la forma de un
poema o la sucesión de voces del género dramático en pequeñas escenas absurdas, pero lo que evidencian es
un juego de lenguaje encadenado a una longeva tradición sin por eso dejar de mostrar atisbos de novedad,
sobre todo en lo que a hallazgos temáticos se refiere.
Nada prueba mejor esta distancia que el autor quiere presentar, con esa Gran Bretaña real que lo rodea, que
las parodias que lleva adelante de ciertos programas de la BBC (“Deforme singlicol sobre presentencias
televiciosas”, por ejemplo) o la aparición de una fan letter transformada en una viñeta paródica del
conservadurismo británico en “Una carta”. Casi lo mismo que encontramos en los capítulos de Los Beatles de
la comedia británica, los Monty Python: el humor corrosivo y la parodia como estrategia de supervivencia.
LA BALADA DE JOHN
Imaginen esto: estamos en Inglaterra, específicamente, en el London Palladium, el 13 de octubre de 1963,
dispuestos a presenciar la aparición de una banda que está llevándose la atención de miles y miles de jóvenes,
conforme pasan los días. Sí, nos referimos a Los Beatles, qué duda cabe; si hasta la década parece ser una
forma muy lateral de hablar de ellos (¿quién imagina los primeros años de los ’60 sin gente con sus flequillos
y esos trajecitos ajustados?). Transmitida por televisión en el marco de una varieté que llevaba el para nada
imaginativo nombre de Sunday Night in the London Palladium, los cuatro de Liverpool suben al escenario y
tocan algunos temas en el medio del griterío de las chicas y el rictus de rechazo de algún que otro adulto en la
audiencia. En esa fecha, en esa presentación, se acuña el término que trasciende hasta nuestros días:
“Beatlemanía”. Nadie se quería perder la posibilidad de participar de la movida (digamos, del negocio), y no
sorprende el hecho de que más de una editorial ya estuviese interesada en sacar algún ejemplar con la palabra
mágica en la tapa: “beatle”.
Tom Maschler, director literario de la editorial Jonathan Cape, es el gran responsable de que estos trabajos
sueltos y un tanto anárquicos de Lennon salieran en un solo libro, tuvieran un título y tengan, al menos, cierto
tipo de organización. Tal brillante idea tomó forma tras la lectura de las letras de algunas canciones y luego de
presenciar uno de los recitales de Los Beatles por sugerencia de un periodista norteamericano, Michael Braun,
responsable de uno de los primeros libros encargados de capturar el fenómeno, Love Me Do: The Beatles’
Progress (1964). “Empecé a frecuentar a John en su piso de Emperor’s Gate”, recuerda Maschler. “No había
escrito nada con intención de publicarlo sino que se había limitado a divertirse, llenando papeles en
habitaciones de hotel (...). John era rápido, ocurrente y cáustico. Era de una agudeza y sensibilidad extremas:
si todo marchaba bien, resultaba una delicia. En cambio, si no lo captabas, te hacía sentir peor. Yo lo
encontraba fascinante.”
In his Own Write aparece el 23 de marzo de 1964 con prólogo de la otra cabeza compositora (hasta el
momento) en el conjunto, Paul McCartney, junto con el diseño y una muy emblemática foto de tapa a cargo
de Robert Freeman (lo que son las cosas: Andrés Cascioli haría también una imagen de tapa legendaria para la
temprana edición local). Las ventas se disparan de inmediato, y lo que muchos suponían un fenómeno
pasajero toma otro cariz cuando las reseñas son favorables. Apenas las ventas empiezan a decaer al año
siguiente, sale el segundo batacazo, A Spaniard in Works, copando el mercado editorial con la producción
poética de “The Writing Beatle!”, frase que aparecía en un muy simpático sticker rojo en la primera edición
de In his Own Write, un pequeño cartelito que, sin lugar a dudas, colaboraba con la transformación del libro
en un best-seller bastante particular.
LENNON & DYLAN
Sorprende pensar que estos dos libros hayan aparecido en pleno apogeo beatle, cuando los muchachos de
Liverpool todavía estaban sumergidos en el imaginario de chicas difíciles de conquistar o directamente
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perdidas y muy lentamente comenzaban los escarceos con composiciones menos genéricas y más arriesgadas,
psicodélicas, surrealistas, algo evidente en el paso de Help! a Rubber Soul, ambos aparecidos en 1965 con una
distancia de meses. La lectura de estos dos libros, en alguna medida, sirven para comprender ese traspaso:
Lennon vuelca esas búsquedas literarias previas a la explosión de la banda en sus composiciones, alejándose
de las clásicas temáticas del rock and roll, siguiendo así los consejos de Bob Dylan quien, parece, además de
haberle pasado algún que otro cigarrillo sin nicotina ni alquitrán, también dejó deslizar consejitos artísticos.
Y es que el otro libro flotando en el horizonte cuando revisamos las obras publicadas de Lennon es, sin lugar
a dudas, el mítico Tarantula, de Bob Dylan, una novela en la que había trabajado durante largo tiempo y que
sería publicada, supuestamente, en el otoño de 1966. Claro que el editor no contaba con cierto accidente en
moto y el esperado retraso de algunos años: la novela vería oficialmente la luz en 1971. Allí podemos
encontrar al Dylan de “Bringing it all Back Home” (1965) o “Blonde on Blonde” (1966), esto es, a un
compositor que hace lo mismo que Lennon, abandona el género en el que trepó hasta la popularidad (el folk
norteamericano, en este caso, y su variante “de protesta”) y se vuelca a un surrealismo tardío, a la ya citada
experimentación con el lenguaje y a un trabajo poético que estaba a la par de las producciones de Ginsberg,
Kerouac y compañía. Gracias a Dylan y Lennon, uno en cada extremo del mismo océano, el mundo poético
anglosajón estaba atravesando un período de revulsivo cambio con un público dispuesto a escucharlos y, para
completa felicidad, leerlos.
APENAS ALGUNOS
DE LOS MUCHOS Y LINDiSIMOS DIBUJOS DE LENNON QUE SON PARTE DEL LIBRO Y DE SU
DISEÑO.
Andy Ehrenhaus, responsable de la traducción de los dos textos de Lennon reunidos en el presente libro,
reconoce en su prólogo las dificultades de pasar al castellano una obra tan amarrada a los caprichos
lingüísticos de un rabioso inglés. Con la salvedad de “A churly moon”, la cual ha declarado en alguna medida
“intraducible”, el límite lógico de sus esfuerzos, el resto de los cuentos y poemas están volcados a un español
que recupera como puede esos saltos y giros que encantaban al “joyceano” Lennon. Aquí, una breve muestra
de lo que podemos encontrar en Por su propio cuento y Un españolito en obras.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4950-2013-02-17.html
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Quitanieves y unos cuantos enanos
Había una vez hace mucho viento (digamos unos trescientos arios atrás) un etúpido bosque donde vivían unos
cuantos enanos o cretinos, todos ellos llamados Moscoso, Muñón, Mulito, Zafio, Sonrisitas, Alice?, Derqui y
Wimpi. El caso es que todos trafalgaban en una miga de diamantes que era de una riqueza incompagoda.
Cada día, cuando regrisaban a caspa de trafalgar cantaban una canción igual que un trafalgador normal, y esa
canción a veces sonaba algo así como “ay vo, ay vo, me voy a trafalgar”, lo cual es bastante tonto si pesamos
que estaban regrisando a caspa (aunque tal vez los esperaban algunas tareas modésticas).
De un mono a otro, un día (los enabos) llegaron a casa, atrocimadamente a las seis en pinto, ¿y a quién?, ¿a
quién se encuentran sino a la mera Quitanieves durmiendo en la cama de Muñón? A él no pareció exportarle.
¡Alguien sacó mio mipa pilla! chilla Wimpi, que llevaba puesto un jersey azul claro.
Mientrascanto, en un gran casquillo, no lejos de hollín, una mujier se minaba en su espejo del alma al grito de
“espejito, espejito, ¿quién es la más belga del país?”, que ni siquiera rima.
¡Cansandra! responde el espejo.
¡Dios me vibre! exclamó la mujier, que resulta que era una reina o una bruja o una bellota.
¿Ya está hablando con ese espejo otra vez, padre? dice la semihorita Cradock. Acabo de verla hablando otra
vez en el espejo. El padre Cradock se vuelve lentamente del libro que está royendo y explica que sólo está
atravesando una fase y que a esa edad a todas les pasa igual.
Pues a mí no me gusta nalga continuda la semihorita Cradock.
El padre Cradock se vuelve lentamente del libro que está royendo, le explica que no tiene por qué gustarle y
de inmediato enciende su elefante.
Estoy harto de este elefante que soy gruñe, harto de que coma como un elefante por todas partes.
Entretango, en la casa de los enabos varios, Quitanieves se ha convertido en una firme favorita, sobre todo
gracias a que su brazo derecho limpia las diminutas boñigas.
¡La buena Quitanieves, siempre tan cumplida! ¡La buena Quitanieves es nuestra preterida!
¡Yo también os quiebro! se alegra Quitanieves. A todos, mis pequeños ebanitos.
De porno, todos oyen una voz inespelada que grita y chilla constantinopla que tiene unas manzanas a la venta.
¡A la rica malzana! dice la susobicha voz. ¡Probad estas sabrosas malzanas frescas por el amor de diez!
Muñón se envuelve rápidalente y dice a viva box: ¿Por qué? y todos lo miran.
Hunos días bastarde la misma voz vuelve a pergolar las manzanas con un mensaje algo más contundente:
Venta de manzanas, oportunidad única.
A esta altura, a Quitanieves le ha picado la curiosidad y asoma la cabeza por la ventana. A fin de cuentas
compra una, lo cual no incide en absoluto en la recuperación del sector. Moco sabía ella que estaban
eyectadas con mortífero arsenio. La mujer (que era la malvaga reina sinfrazada) se reiteró a su caspillo en las
coliñas partiéndose de grifa.
De todos modos, el bello príncipe, que en realidad era la semihorita Cradock, se dio cuenta de todo y en un
instante se comió a la reina malvada e hizo trizas el espejo. Tras lo cual se personó en la casa de los varios
enabos y emprendió una vida junto a ellos. Se negó a casarse con Quitanieves por motivos de salud, habida
cuenta de que estaba envenenada, pero llegaron a un acuerdo para disgusto de Dormilón, Muñón, Mulito,
Zafio, Sonrisitas, Alice?, Derqui y Wimpi. Los enabos se apiñaron y, aunque no compraron un espejo nuevo,
siguieron cantando una alegre canción. Y todos vivieron felipes por siempre jailaif hasta la muerte... que a
algunos les llegó nomás como es de recibo.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/subnotas/4950-623-2013-02-17.html
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Frank sin mosca
Esa mañana Frank amaneció sin una mosca. Después de todo, ¿por qué no? ¿Acaso no era un ciudadano
responsable con esposa e hijo? Como cada mañana, Frank saltó con indescriptible agilidad de la cama al
cuarto de baño para caer en la báscula y errorizado, descubrió que había engordado doce pulgadas más. ¡No lo
podía creer! La sangre le subió a la cabeza causándole una gran coloración roja.
Soy incapataz de creer este increíble hecho verídico referido a mi cuerpo, que no engorda ni un grado desde
que mamá me dio alud en el parto. ¡Ca! Pues aunque deambucle por los depiladeros de tu grumoso corralón,
no alberto ninguna inquilina. ¡En qué A. Prieto tan gordo me han metido mis esdrújulos!
Frank bajó la vista y volvió a contemplar la horrísona visión que le nublaba los ojos con su temible peso.
¡Ved: doce pulgadas más pesado! ¿Soy por verdura más gordito que mi hermano Geoffrey, cuyo padre Alec
vino a Kenneth a través de Leslies, que engendró a Arthur, hijo de Eric, de la casa de Ronald y April, tutores
de James de Newcastle, que pagó 2 a 1 por Madeline vs. Silver Flower (102), tercero Wottowot a 4/3 de
penique la libra?
Alicatado y ablativo, Frank viajó las escaleras abajo con el gran pesto sobre los hongos. Ni siquiera la cara
batida de su mujer pudo arrancarle una sonrisa a la cabeza del pobre Frank que, como sabéis, no tenía mosca.
Su mujer, que había sido reuma de la belleza, lo miró entre extrañada y forzuda.
¿Qué os acontece, Frank? preguntó ella arrugando el leño. Parecéis recepcionado, por no decir informe arañó
luego.
Nada es, salvo por helecho de que estoy doce pulgadas más pestado que ayer a la misma hora. ¿Soy o no soy
el más miserable de los hombres? Permaneced encallada si no queréis que os infiera una harina mortal: debo
supurar este trago yo sólo.
¡Ved, Frank! Vuestras graves paladas han hecho mecha en mí. ¿Tengo yo la culpa de que carguéis con ese
pesto?
Frank contempló a su mujer con tristeza, olvidando por un instante el motivo de su desgracia. Se dirigió hacia
ella lenta pero lentamente, le sujetó la cabeza y con unos pocos y certeros mamporros la derribó
piadosamente, dejándola muerta en el suelo.
No conviene que me vea así farfulló, todo gordo y encima en su trigésimo segundo cumpleaños.
Frank tuvo que procurarse el desayuno por su cuenta esa mañana y también las otras.
Dos (¿o fueron tres?) semanas después, Frank seguía amaneciendio sin moscas.
“El bueno de Frank no tiene ni una mosca”, pensó; pero para su sorpresa, su mujer, que seguía yaciendo con
el suelo de la cocina, tenía un montón.
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No puedo dar cuenta del pan y demás mientras ella yace en el suelo musicó al tiempo que escribía. Debo
expedirla a su hogar, donde se le dará la bienvenida.
La introdujo en un pequeño saco (pues no llegaba al medio metro) y la acarreó hasta su dulce hogar. Frank
llamó a la puerta de la casa de la madre de su mujer y ésta abrió.
Le traigo de vuelta a Marian, Sra. Sutherskill (nunca consiguió llamarla mamá); luego abrió el saco para
depositar a Marian en el umbral.
¡En casa no entran moscas! gritó la Sra. Sutherskill (que era muy hacendosa), y cerró la puerta. “Al menos
podría haberme invitado a una taza de té”, pensó Frank, y volvió a cargar el problema sobre sus hongos.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/subnotas/4950-624-2013-02-17.html
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El bueno de Nigel
Guau, guau, qué alegre visión,
nuestro amiguito peludo,
guau, guau, montado en el farol,
ladrando como ninguno.
¡Buen perro! Vete a correr,
menea el rabo y pide,
Nigel, guapo, brinca a placer
porque a las tres en punto te vamos a dormir, Nigel.
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/libros/subnotas/4950-625-2013-02-17.html
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