DÍA DEL SEMINARIO EN UN AÑO TERESIANO

Transcripción

DÍA DEL SEMINARIO EN UN AÑO TERESIANO
Día del Seminario en un año teresiano
Domingo 15 de marzo 2015
La fiesta de san José nos remite necesariamente al Seminario. Porque es ahí donde
viven los que se preparan para ser sacerdotes y, por tanto, ministros de Jesucristo en la
tarea de apacentar las almas que él quiera encomendarles, a través de la Iglesia. San
José y la Santísima Virgen tienen mucho que decir en esta tarea, porque nadie conoció
mejor ni trató con tanta intimidad ni penetró con más hondura que ellos en el misterio
del Verbo Encarnado. Nadie, por tanto, sabe mejor que santa María y san José lo que
han de ser los sacerdotes para desempeñar su ministerio según el querer de Jesucristo.
Pero este año, a la fiesta de san José y del Seminario nos remite a una
conmemoración muy cercada a nosotros, en lo humano y en lo espiritual. Me refiero a
santa Teresa, cuyo quinto centenario de nacimiento estamos celebrando con un Año
Teresiano. Ella era de esta tierra castellana, más en concreto, de Ávila y en Castilla
comenzó su gran reforma del Carmelo, en ella dejó su última fundación –que es,
precisamente, la de Burgos-, y en Castilla, finalmente, entregó su alma a Dios. No es,
pues, poner la albarda sobre albarda, sino colocar las cosas en un contexto muy
adecuado. Porque santa Teresa de Jesús tuvo en altísima estima a los sacerdotes, rezó
mucho por ellos, encargó encarecidamente a sus monjas ofrecer mortificaciones y
oraciones por la santidad de los sacerdotes y nos dejó un rico tesoro de doctrina sobre la
importante misión que a ellos corresponde realizar en la Iglesia y en el mundo.
“Tiempos recios” llamaba ella a los que le tocó vivir. No se equivocaba, porque en
aquellos momentos la Iglesia sufrió una de las mayores crisis de su historia, que
terminaría con la separación de una buena parte de Europa y la negación de una
importante parte de su doctrina. Baste pensar que, por ejemplo, los sacramentos fueron
reducidos al Bautismo y a la Eucaristía y que dejó de existir el sacerdocio ministerial
(sacramento del Orden), quedando exclusivamente el sacerdote bautismal o sacerdocio
común de los fieles. Además, desde hacía mucho tiempo existía un clamor general de
verdadera reforma dentro de la Iglesia y, más en concreto, de los ministros sagrados.
Santa Teresa no contempló impasible esta durísima realidad ni se dedicó a estériles
lamentos. Además de lanzarse a una gran reforma personal y del Carmelo, vio con
claridad que los sacerdotes jugaban un papel muy importante en el remedio de tan
lamentable situación. Para ella, eran “los capitanes” que defienden “el castillo” de la
Iglesia. Por eso necesitaban ser “letrados”, es decir, tener una profunda formación
teológica; estar desprendidos de los bienes de este mundo: dinero, dignidades, cargos,
prebendas; animados de un celo infatigable por acompañar espiritualmente a las almas;
dedicados intensamente a la predicación y ser hombres de mucha oración.
Las circunstancias han cambiado notablemente de su tiempo al nuestro. Pero también
hoy nos toca vivir “tiempos recios”, no tanto por la negación de la doctrina católica –
aunque también esto se da- sino por los aires gélidos que provoca el laicismo, el
hedonismo consumista y materialista, el relativismo y el adormecimiento masivo de las
conciencias. Por eso, hoy, como en tiempos de santa Teresa necesitamos sacerdotes con
las mismas características que ella apuntaba: bien formados, entregados en cuerpo y
alma al ministerio de la predicación y acompañamiento humano y espiritual, pobres y
amantes de los pobres, y muy rezadores. El Concilio Vaticano II y los Papas posteriores
han insistido incansablemente sobre esto.
Al llegar este año el día de san José y del Seminario recomiendo a los fieles lo que
santa Teresa recomendaba a sus monjas: que recéis para que el Señor nos mande
muchos sacerdotes con los rasgos que ella señalaba: muy bien formados, profundamente
celosos y grandes orantes. Los que podéis ayudar económicamente, no dejéis de hacerlo
para ayudar a los seminaristas con pocos recursos. Gracias por adelantado.
+ Francisco Gil Hellín
Arzobispo de Burgos

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