1 P. Alfonso Gil SM - Colegio Marianista Junín

Transcripción

1 P. Alfonso Gil SM - Colegio Marianista Junín
P. Alfonso Gil SM 1927-2011
P. Alfonso Gil SM
sacerdote marianista
Bustillo del Monte, Santander, España
7 de diciembre de 1927
Junín, Buenos Aires, Argentina
4 de agosto de 2011
Compañía de María de Argentina
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P. Alfonso Gil SM 1927-2011
Buenos Aires, 7 de diciembre de 2011
Hoy nuestro querido Padre Alfonso hubiera cumplido 84 años. Cómo no
recordar su fecha de nacimiento si él no se olvidaba nunca de nuestros
cumpleaños, y nos hacía llegar su felicitación y nos recordaba en la
oración.
Esta mañana en el Colegio Marianista de Buenos Aires hemos realizado
un sencillo pero emotivo acto. Desde hoy el SUM (Salón de Usos
Múltiples) del subsuelo lleva su nombre. En su momento, hace unos años,
fue uno de los mayores impulsores de la construcción del mismo, como
lugar central de reunión de las actividades colegiales en el fundamento
mismo del edificio del Colegio. La Hna. Blanca Jamar, fmi leyó una
semblanza de Alfonso escrita por su amigo el P. José María Salaverri
SM (Valencia, España), y luego he leído algunos párrafos de su diario
personal de este último año. Algunas otras personas de la comunidad
educativa añadieron algunos emotivos comentarios.
Presidió el acto un sencillo cuadro con su foto, que quedará
permanentemente en el SUM, y algunos de sus “recuerdos”: el ícono
amado de la Trinidad, el cuaderno con su diario personal, su libretitaagenda en la que atesoraba tantos datos y señalaba especialmente las
Eucaristías celebradas para sumarlas a su cómputo de misas desde su
ordenación (hemos sumado las que tenía registradas este año al total del
inicio de la agenda: el Padre Alfonso celebró desde que fue ordenado
sacerdote… ¡22.512 misas!) Y también entre estas cosas significativas su
violín, amigo de su intimidad personal que pocas veces vio el público.
Hoy también, celebrando su cumpleaños, publicamos también estos
documentos y testimonios que llegan a tus manos. Todas reflejan la huella
que Alfonso ha dejado en el corazón de tantas personas. También
compartimos algunos artículos periodísticos. Y finalmente algunas líneas de
su cuaderno personal que hemos encontrado realmente significativas. Junto
con esta publicación también hacemos público el texto de la conferencia que
el 16 de agosto iba a dar en el Colegio Marianista de Buenos Aires y que
con tanta dedicación e ilusión había preparado: “La Iglesia de los siete
últimos Papas. Mi experiencia personal de Iglesia”.
Querido Alfonso, en este aniversario de tu nacimiento, con el corazón
agradecido por tu vida y por tu presencia en nuestras vidas, hacemos
memoria de tu persona y le pedimos al Señor que nos regale también a
nosotros los dones de la “vida teologal” y de la “fidelidad hasta el final
a Jesucristo en el servicio de María” con los que coronó tu vida.
P. Andrés D. Tocalini SM
Animador
de la Región Marianista de Argentina
Compañía de María de Argentina
P. Alfonso Gil SM 1927-2011
La Región de Argentina recomienda
a nuestras oraciones fraternas a
nuestro querido hermano, Audelino
Alfonso Gil Santiago, sacerdote de la
comunidad del Colegio Marianista
(Buenos Aires), que ha fallecido al
servicio de la Santísima Virgen el 4 de
agosto de 2011 en Junín, Argentina, a
los 83 años de edad con 66 años de
profesión religiosa.
Alfonso Gil nació en Bustillo del
Monte (Santander, España) el 7 de
diciembre de 1927.
Realizó sus primeros votos como
religioso marianista el 21 de septiembre
de 1944 y su profesión definitiva el 12
de abril de 1950, en Zaragoza.
Luego de haber estado destinado en
Madrid y en el norte de África, se
prepara para el sacerdocio en Friburgo
(Suiza) y es ordenado el 17 de julio de
1955.
Desde 1957 y durante diez años,
Alfonso permanece en Chile -primero en
la ciudad de Linares y luego en
Santiago- hasta que fue designado
Superior Provincial de la provincia
marianista de Los Andes, unidad que
animaba la vida religiosa marianista en
Argentina y Chile. Se traslada a Buenos
Aires y cumple su servicio como
Provincial hasta 1975.
En 1976, el Capítulo General de la
Compañía de María lo elige Asistente
General de Acción Apostólica y se
traslada a Roma, donde permaneció,
sirviendo con generosa entrega, hasta
1981.
De regreso a Buenos Aires, fue
designado Superior Provincial de la
recientemente creada provincia
marianista de Argentina,
responsabilidad que ejerció entre 1982
y 1990. La comunión fraterna con la
vida religiosa no le fue ajena.
Contemporáneamente a su
provincialato, Alfonso también fue
Presidente de la Conferencia Argentina
de Religiosos (CAR). En la década de los
90 también integró, el Departamento de
Teólogos de CONFAR (Conferencia
Argentina de Religiosas y Religiosos)
aportando su sapiencia, experiencia y
fraterna colaboración.
Entre 1991 y 1992 estuvo sirviendo
en la ciudad de Catriel (Río Negro) en la
Parroquia Cristo Obrero.
Posteriormente, Alfonso estuvo
destinado en Nueve de Julio (1993-1998
y 2004-2010) y en Buenos Aires, donde
vivió entre 1999 y 2003, y había
retornado en febrero de este año.
El Padre Alfonso nos ha dejado un
testimonio de fidelidad y de vida de fe
auténtica y profunda. Amaba
entrañablemente a la Compañía de
María y a la Iglesia.
Durante este último año, además de
animar la comunidad religiosa
marianista de Buenos Aires, estaba
Compañía de María de Argentina
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siempre disponible para acompañar a
personas enfermas y a colaborar con
sencillez en lo que se le pedía en el
Colegio. Pasaba mucho tiempo
reflexionando y escribiendo, sobre la
vida religiosa (recientemente se publicó
un artículo en la revista
www.mundomarianista.org) y
preparaba una conferencia sobre “Los
siete últimos Papas” y a través de ellos
su “Experiencia personal de la Iglesia”.
Viajando a 9 de Julio, el pasado lunes
1 de agosto, cayó por las escaleras del
bus y sufrió la fractura de varias
vértebras cervicales. Trasladado a Junín
para una atención médica adecuada,
siempre en total estado de lucidez,
estuvo en la terapia intensiva
esperando la intervención quirúrgica
necesaria. Durante la misma, y a causa
Compañía de María de Argentina
de un paro cardíaco falleció el jueves 4
de agosto a la tardecita.
Trasladados sus restos a Buenos
Aires, se velaron en el Colegio
Marianista, y a las 13 del viernes 5 se
celebró la misa de cuerpo presente en
la vecina Parroquia de Santa Julia.
Al final de su homilía, el P. Andrés
Tocalini SM, Animador de la Región
Marianista de Argentina expresó :
“Querido Alfonso, con vos se va
una parte importante de nuestra
historia; vos eras un verdadero
signo de una etapa de nuestra
vida marianista.
Confiamos que desde el Cielo nos
vas a ayudar a vivir esta etapa que
estamos comenzando con espíritu
de fe y una fidelidad de corazón”.
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Homilía del P. Andrés D. Tocalini SM
-Animador de la Región Marianista de Argentinaen la Eucaristía de cuerpo presente,
celebrada en la Parroquia de Santa Julia
el 5 de agosto de 2011,
por el eterno descanso del P. Alfonso Gil SM.
Estamos aquí reunidos para despedir a nuestro querido Padre Alfonso.
Estamos todavía sorprendidos, no podemos creer lo sucedido. Sentimos su
ausencia, y no somos pocos, en nuestra Familia Marianista, en la Iglesia,
de aquí y de allá, del mundo entero estamos recibiendo mensajes que
demuestran la gran estima que el Padre Alfonso supo cosechar a través de
su vida.
Su presencia puntual y siempre equilibrada, sus detalles y su memoria
prodigiosa que nos regalaba habitualmente el recuerdo atento y distinguido.
No se le pasaba un cumpleaños, un aniversario, un santo por extraño que
sea.
El Padre Alfonso, amó entrañablemente a la Compañía de María y su
vocación marianista. Sirvió con dedicación y entrega admirable durante
muchos años en misiones de responsabilidad en Argentina y Chile, y en el
Consejo General de la Compañía de María. Su preocupación constante por
la vida marianista en el mundo entero, era un signo del amor con el que
vivía su vocación. Y sufría también con los dolores y los problemas de la
vida marianista. Le pedí que me ayudara a contestar unas preguntas que
nos enviaron a los capitulares para el Capítulo General del próximo año.
Me expresó su convicción de la necesidad de un renacimiento espiritual y
que la clave tiene que ser la santidad.
La santidad, la vida teologal,… era de los temas más habituales y
recurrentes que le hemos escuchado al Padre Alfonso. Vivir en Cristo.
Vivir de la fe, pase lo que pase. Y ha sido ciertamente un testimonio para
todos nosotros de una vida consagrada a Dios hasta el último respiro. La
palabra evangélica “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que
cargue con su cruz y me siga” se concretó en su vida de modo evidente.
Pero sin perder su delicadeza y su profunda preocupación por lo humano.
Antes de las preguntas más espirituales, recordamos sus clásicas preguntas
¿Comes bien? ¿Duermes bien?
Su compromiso con la vida religiosa no fue solo espiritual y de relaciones
con religiosas y religiosos. En épocas difíciles de la realidad argentina, su
accionar como Presidente de la Conferencia de Religiosos, se destacó por
una combinación de prudencia y a la vez de reclamo enérgico ante la
desaparición de algunos religiosos. En la década de los ‘90 integró el
Departamento de Teólogos de Confar aportando sabiduría, experiencia y
fraternidad.
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El Padre Alfonso amó con todo su corazón a la Iglesia, atento siempre a
estar dispuesto a los servicios que se le pidieran y manteniendo una red de
contactos eclesiales amplia, más allá de identificaciones particulares. En
estos días preparaba con entusiasmo una conferencia sobre “La Iglesia de
los últimos siete Papas”, los que él había conocido, y a través de ellos su
“experiencia personal de la Iglesia”. De hecho así termina la última
versión del trabajo que dejó sobre su escritorio: “…para mí, los siete Papas
con los que he vivido de creyente católico han sido un don inapreciable de
Cristo, aceptado siete veces (y si llegara el octavo Papa, ya desde ahora
cuenta con mi aceptación)…” Esta frase lo pinta de cuerpo entero en su
amor incondicional a la Iglesia.
Siempre presente allí donde se requería de su ministerio sacerdotal, muchos
enfermos han recibido su acompañamiento y su bendición, y muchos
familiares han encontrado con su presencia paz y consuelo, frente a la
muerte de un ser querido.
Siempre dispuesto a escuchar y a intervenir en asuntos delicados para los
que se lo consultaba. Siguiendo su clásica orientación: “suaviter et
fortiter”. En los últimos tiempos supo con su prudencia habitual estar
presente sin asumir la responsabilidades que ya no le correspondían. Y
cuando no podía con su genio, era capaz luego de reconocer su lugar y
ubicar las cuestiones donde correspondían.
En el año de nuestro Fundador, podemos decir que el Padre Alfonso ha
sido un digno discípulo del Beato Guillermo José Chaminade, y con su vida
entregada a María cada día, ha colaborado a dar al mundo y a la
Iglesia ”el espectáculo de un pueblo de santos”. Los santos, sus amigos,
conocedor de sus vidas a través de las cuales acercaba el Evangelio a
niños y adultos. Y ayer, celebramos al Santo Cura de Ars. El Padre
Alfonso, en sus tiempos en la Administración General, realizó una
investigación para confirmar una profecía que el Santo le dio a un
marianista, el Padre Babey. Y se encargó de difundirla a toda la
Compañía de María.
Una palabra personal, si me permiten. Quiero ser también testigo de esta
presencia cercana y discreta, pero siempre profunda de Alfonso. Cuando yo
todavía era alumno del Colegio de Junín y posible vocacional, no perdía
oportunidad para acercarse y estar atento a mi proceso. Cartas, llamadas,
regalitos siempre oportunos, acompañaron mi formación como marianista.
Creo que fue la única persona que consiguió sacarme a correr con él por el
camino de circunvalación de Junín.
Su presencia cercana acompañando a mi familia en la larga enfermedad de
mi mamá fue otro ejemplo de esa generosidad habitual en su vida. Esta
mañana mi hermano me recordaba la ocasión en que le trajo a mi mamá
una Virgencita de regalo luego de un viaje a España. Ella, que en su
enfermedad, ya había perdido la vista, le dijo: “Alfonso yo no la puedo
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ver”. Y él con toda tranquilidad y dulzura le respondió: “No te preocupes
María Rosa, que Ella te está mirando a vos”.
Cuando a fines del año pasado me tocó pedirle en nombre del Consejo
Regional un cambio de comunidad, me pidió un par de días y luego me
respondió por mail:
“Mi respuesta es sí, por supuesto. Hallo razones: por principio de
obediencia religiosa. He releído la Regla de Vida 29 a 32 y 2.21
a 2.26. No hay nada ajeno al Evangelio ni a la Regla de Vida
que justifique otra posición mía que la de obedecer cordialmente.
Me parece ver una voluntad de santidad y justicia y compromiso
con el Reino de Dios en mis Superiores (pido para que crezca más
y más esta pureza de miras entre nosotros), con los que debo
colaborar.
En la Región debemos vivir gestos y signos de vida, de renovación
y de actividad concreta de pastoral vocacional y de formación
inicial (sin olvidar la permanente, por supuesto) y esto exige algún
movimiento y sacrificio que afecte a algunos de nosotros…”
Querido Alfonso, todavía ayer en la mañana conversamos mientras
esperabas la operación. Estabas totalmente lúcido. Me preguntaste por otra
situación que en estos días nos preocupaba y que te ha hecho sufrir tanto.
Me dijiste “estoy paralítico” y me pediste que agradeciera a todos los que
rezaban por vos y te enviaban sus saludos.
Al final, me pediste la bendición.
Tu ausencia se hará notar, sobre todo en los cumpleaños o en las fechas
que siempre recibíamos tus felicitaciones, en tus consejos sabios, y en tu
testimonio de fe y fidelidad.
Pero sabemos que estás con el Señor, y desde Él nos ayudarás a seguir
adelante.
Querido Alfonso, con vos se va una parte importante de nuestra historia,
vos eras un verdadero signo de una etapa de nuestra vida marianista.
Confiamos que desde el cielo nos vas a ayudar a vivir esta etapa que
estamos comenzando con espíritu de fe y una fidelidad de corazón.
Querido Alfonso, descansá en paz. Amén.
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Recuerdos de una amistad.
P. José María Salaverri SM, Valencia -España-, 7 de diciembre de 2011.
La noticia del accidente del padre
Alfonso Gil y su fallecimiento posterior
me dejaron profundamente
impresionado. ¡Otro más del ’44 que se
nos va a la comunidad marianista del
Cielo! ¡El quinto en menos de dos años!
Teníamos pensado -él y yo- un
encuentro en su verano en España. Tal
vez se hubiera acercado a Valencia, y
como en la vez anterior, me hubiera
pedido ir a charlar a las orillas del mar.
Alfonso tenía un sentido muy agudo de
la belleza de la creación…
21 de septiembre de 1944 - 29 de junio de 1946.
Aunque parezca mentira conservo la
fecha exacta en la que “descubrí” a
Alfonso. Fue el 29 de junio de 1946.
Conocernos, lo que se dice conocernos,
tuvo lugar a finales del mes de agosto
de 1943. Fuimos llegando a Elorrio
(Vizcaya) para iniciar el noviciado una
treintena de jóvenes (provistos de la
imprescindible cartilla de
racionamiento… eran tiempos duros)
provenientes aquel año de casi todos
los colegios marianistas de España:
Vitoria, San Sebastián, Cádiz, Madrid y
Escoriaza… He dicho jóvenes, aunque
hoy nos considerarían adolescentes. Yo
tenía 17 años, Alfonso -y algún otrojustito los 15 que exigía el derecho
canónico para empezar el noviciado.
Muy jóvenes, sí; pero creo que en
general muy maduros. El noviciado fue
un año de paz, mientras por el mundo
rugía la segunda Guerra Mundial.
Hicimos los votos el 21 se septiembre
de 1944.
En Carabanchel Alto proseguimos
nuestros estudios. Estábamos en
dictadura, pero nosotros teníamos
nuestra particular democracia. Cada
grupo tenía su organización, un
presidente con dos consejeros, elegidos
en sufragio secreto cada tres meses, y
reuniones semanales en las que nos
Compañía de María de Argentina
organizábamos para ayudarnos
mutuamente, estudiar aspectos de
nuestra vocación, etcétera... En mayo
de 1946, los del ’44, me eligieron
presidente y a Alfonso, consejero.
Conservo los cuadernos con el detalle
de esos tres meses. El 29 de junio, hay
esta nota:
“Hablé con Alfonso. Ayer fue el
entendimiento completo. Hablamos los
dos con el corazón en la mano. Pude
descubrir los grandes tesoros de gracia
que Dios ha depositado en su alma. Sí,
Alfonso es uno de los mejores”.
Desde entonces ha durado nuestra
amistad. Alfonso, a pesar de su timidez
inicial, ha sido una persona ‘amigable’.
Creo que fue sembrando amistades por
doquiera fue pasando. El 12 de abril de
1950, hicimos los votos perpetuos en
Zaragoza en el marco incomparable de
la Basílica del Pilar. La Provincia de
España celebraba gozosamente el
centenario de la muerte del Padre
Chaminade. Yo venía de Cádiz y él de
Tetuán. En su petición de votos abría su
alma al superior general:
“Siendo siervo inútil me espanto de que
tenga atractivo grande hacia el
sacerdocio que ha sido la aspiración de
toda mi vida. Tengo, según creo, bien
meditado lo que pido, y a Dios ruego
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me dé la gracia de someterme, no sólo
con resignación, sino con alegría a lo
que de mí determinen los representantes
del Padre…”
“Siempre creo que para salvar muchas
almas lo esencial es ser santo y esto
bien sabe Dios que lo quiero con toda
mi alma…”
1955 en Friburgo y cantó su primera
misa el 31 de ese mismo mes en el
santuario de Nuestra Señora de Montes
Claros, patrona de la región donde se
encuentra su pueblo natal, Bustillo del
Monte (Santander, hoy Cantabria),
donde había nacido el 7 de diciembre
de 1927.
Me enviaron al Seminario
Internacional Marianista de Friburgo de
Suiza en octubre de 1951. A Alfonso un
año después. Coincidimos tres cursos
en que compartimos mucho. Fue
ordenado sacerdote el 17 de julio de
Estoy convencido que Alfonso, a
pesar de sus limitaciones de las que era
muy consciente, ha sido un santo
sacerdote y ha servido a la Compañía
como lo prometió: con toda su alma.
21 de agosto de 2004.
El no haber coincidido con él en
comunidad me ha valido tener una
amplia correspondencia. Nunca ha
faltado su carta para el 25 de marzo,
fecha de mi cumpleaños. Nunca le
faltaba la mía para el suyo en la víspera
de la Inmaculada.
El 7 de agosto de 2004 recibí una
carta suya. Los del ’44 íbamos a
celebrar en Logroño, el sábado
siguiente a la fiesta de la Asunción, los
sesenta años de marianistas. Alfonso
estaba de comunidad en Nueve de Julio
y le hubiera gustado volver a
encontrarse con esa promoción con la
que siempre se sintió muy unido. Pero
había visita de la AG a la Argentina. En
la vida de Alfonso ha primado siempre
el deber. No vino. Pero me encargó
hacerle presente con esa carta.
Extracto:
“De aquel numeroso grupo joven de
novicios quedamos en vida marianista
once. Y cinco en el cielo. Para todos, un
cordial abrazo que expresa el afecto, el
agradecimiento y la esperanza.
Agradecimiento porque los veo como
un regalo inmerecido -y que me
sobrepasa- de Dios en mi vida.
Esperanza porque lo que comienza en el
tiempo se continúa en la eternidad...”
Para los días de reflexión y retiro,
previos a la celebración, se nos había
pedido exponer “cinco o seis
experiencias que han dejado poso en mi
vida”. Quiso dejar constancia de las
suyas:
“Las voy a enumerar sin glosarlas
mucho:
1ª.- La vocación marianita como
llamado de Cristo y de María; y
como encuentro con la Compañía
de María como institución; y como
rostros, entre los que están ustedes
(Si estuviera allí, diría ‘vosotros’).
2ª.- El sacerdocio como sello profundo
que informa hasta la índole de uno
mismo y hasta las ‘formas’ de ser y
de actuar. Y que vincula aún más
a Cristo y a la Iglesia, siempre
desde lo marianista.
3ª.- América como desplazamiento
desde el lar primero hacia la
ampliación de horizontes y
reubicación ante realidades muy
nuevas y tareas urgentes.
4ª.- Las responsabilidades en la
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Compañía y en la Iglesia (Fue
provincial en Argentina y Chile,
asistente general de la SM en Roma
y presidente de la Conferencia
Argentina de Religiosos en Buenos
Aires), como posibilidades
exigentes de compromisos de
salvación de un mundo cada vez
más querido.
5ª.- La experiencia de la vida como
principio, camino prolongado y
final cercano a través del cual se
entrevé -¡ojalá mucho más!- el
rostro deseado del Señor.
Comentar y desarrollar cada punto me
llevaría mucho espacio y tiempo.
Además creo que no es necesario.
Intelectualmente se entiende, aunque
subjetivamente tengan márgenes
inexpresables.”
Querido Alfonso, tu 5ª experiencia
me suena a la última estrofa del Adoro
te devote de Santo Tomás de Aquino,
que tantas veces de jóvenes cantamos
en la bendición con el Santísimo. Y que,
en nuestro corazón, hemos seguido
cantando hasta ahora. En latín, claro…
“Jesu, quem velatum nunc aspicio; oro
fiat illud quod tam sitio. Ut, te revelata
cernens facie, visu sim beatus tuae
gloriae.”
Lo traduzco: “Jesús, a quien ahora miro
escondido, te ruego me concedas lo que
tanto ansío: que, viendo tu rostro sin
velos, sea feliz contemplando tu gloria.”
En este día en que hubieras
celebrado tu cumpleaños en la tierra,
quedamos tres del ’44. Gracias, Alfonso,
por todo. ¡Hasta pronto!
In memoriam.
Hno. Andrés Pérez SM, Madrid -España-.
Nos conocimos en octubre de 1956.
El, sacerdote recién ordenado, y yo, un
niño de 12 años, llegado de un pueblo
rural castellano al Postulantado
Marianista que se me antojó enorme y
macizo.
Fue nuestro capellán y Profesor de
religión durante solo unos meses. A
pesar del poco tiempo pudimos
apreciar su cercanía y sencillez. Era el
único profesor que, con sotana, jugaba
al fútbol con nosotros en el recreo largo.
Partía para América del Sur y para
sorpresa nuestra en su acto de
despedida nos deleitó con una exquisita
interpretación de violín. Secreto bien
guardado.
Pasaron años y lustros y nos
volvimos a encontrar en Argentina en
1968. El, Provincial de la Provincia de
los Andes, y yo, un joven religioso con
Compañía de María de Argentina
muchas ilusiones y ganas de trabajar
por el Reino.
A partir de entonces, la obediencia y
la providencia me permitieron disfrutar
de su amistad, de su confianza, también
de sus confidencias y, sobretodo, de su
fidelidad a Dios, a María, a la Iglesia, a
la SM y a sí mismo.
Trabajamos codo con codo y alma
con alma, él, como provincial, y yo,
como viceprovincial, durantes dos
períodos. Los tiempos y las tareas que
compartimos no fueron fáciles. Creo
que nunca perdió la paz. Para mí,
ejemplo de paciencia evangélica y al
mismo tiempo de una firmeza
inquebrantable en sus convicciones
más profundas. Actuaba “con mano de
hierro pero con guante de terciopelo”.
P. Alfonso Gil SM 1927-2011
También compartimos aprecio y
cariño, trabajo, familia, amigos, vida
interior, inquietudes… ¡Fui un
privilegiado!
Lo admiré por su constancia, su
mesura, su sencillez y humildad y
especialmente, por su espíritu de fe y su
pasión por la verdad. Confieso que de
todos los hermanos con quienes conviví
ha sido el marianista más cabal y
ejemplar, mi mejor amigo.
En algunos momentos padeció la
incomprensión: hubo quienes lo
consideraban místico y espiritualista
porque desconocían su realismo
valiente, su cercanía y su fina
delicadeza en el día a día; hombre
sabio y conocedor del alma humana y
lo tildaban de ingenuo; abierto al
mundo y atento a los acontecimientos
de actualidad, dedicaba horas y horas a
la lectura y a la reflexión y lo señalaban
como “angelical” y anclado en el
pasado.
Cierto que era un poco terco sobre
todo cuando se trataba de lo esencial:
santidad, conversión, oración, entrega…
Dio testimonio de humildad, de
paciencia y de una entrega sin límites.
Atento a acontecimientos, necesidades
y situaciones de cada uno se hacía
presente con una llamada, una palabra,
un gesto, un detalle… sencillo, sincero,
cercano.
Sentí fuertemente su fallecimiento.
Dos días antes del accidente había
recibido un correo suyo y acordábamos
vernos el 10 de septiembre en Madrid.
Falleció el día 5.
Sé que está gozando de Dios e
intercede ante nuestra Madre por la
Compañía, por la Iglesia y por el
mundo.
¡Gracias, Alfonso, por tu vida y tu
amistad!
Espigando en los consejos de Alfonso.
Hna. María Cristina OCD, carmelita del Monasterio San José de 9 de Julio, desde hace casi dos años en el
Monasterio de Santa María Madre en Ourense -España-.
Comparto muy sencillamente los
consejos y deseos compartibles de
Alfonso en este año y medio de estar
aquí. Los muchos recibidos a lo largo de
los 15 años de acompañamiento
cercano, comprometido, firme y suave
me quedan como desafío a vivir y
transfigurar en una vida Bella,
verdadera y buena como la que Alfonso
siempre me irradió.
“Sorber la nueva vida con antena
bien parada (parada en argentino, es
decir, enhiesta, activa, no en ibérico,
inactiva, detenida) y filtro (con sentido
crítico, evaluativo) agudo, pero
benevolente y misericordioso (como
nos pide el Evangelio…).”
“Dios nos pide todo el amor de que
somos capaces. El Espíritu Santo nos va
conduciendo a la entrega absoluta…
que nunca llegará en la condición de
peregrinos, sino que se da en la vida
eterna, más allá de la pascua, de
nuestra pascua, una vez que se ha
descorrido ‘la tela de este dulce
encuentro’…”
“Abiertas a diversas culturas... y
trabajar por su integración... esto las
ayudará a ser mujeres maduras en
Cristo, a universalizarse. Que reine la
alegría que nace del amor…”
“Comentando a Isaías he dicho que
no debemos contentarnos con lo que
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hacemos sin someterlo a la criba y que
necesitamos que alguien nos lo
cuestione, aunque nos sea molesto,
como el moscardón socrático…”
“Me he unido al recuerdo de tu
mamá. Siempre tengo un muy buen
recuerdo de ella, así como de papá.
Que gocen en el cielo.”
“Es normal que cuando las primeras
imágenes e impresiones de un lugar
nuevo dejan de ser absorbentes y
cuando va naciendo la rutina diaria, nos
volvamos a nuestro interior, a nuestras
raíces, y sintamos nostalgia de lo
pasado y dejado lejos… Es lo que nos ha
pasado a todos los que hemos vivido
cosas parecidas. Seguirá la etapa de la
identificación con lo encontrado,
aunque sin olvidar ni dejar de amar lo
dejado…. Quizá Jesús en la Encarnación
experimentó algo similar. Y aquello sí
que fue emigración…”
“Rezo también por el proceso de
toda la OCD. Que el Espíritu, finalmente,
a través de penas, triunfe.”
“Que sigas la senda ascendente hacia
la cumbre del Monte Carmelo. Que no
dejes de subir, aunque te canses. Que
llegues lo más arriba posible. Que
cantes de alegría en cualquier etapa
que recorras. Que sepas que más
importante que llegar arriba del todo es
querer llegar y esperar que llegarás… a
pesar de todo…”
“Yo me he ido acostumbrando de
nuevo a Buenos Aires. No es dramático,
Pero echo de menos el parque y el
campo abierto de 9 de Julio, además de
mucha gente querida y muy buena.”
“Yo también leí la nota sobre mí que
apareció en el ‘Diario 9 de Julio’...
Piadosas y bienintencionadas
exageraciones. Pero en definitiva, ¿no es
eso lo que busco, es decir, que la gente
llegue a Cristo a través uno, a través de
nosotros?”
Antes de viajar a 9 de julio, agosto
2011: “Y yo te propongo otra intención:
del 2 al 4, (…) Yo viajo mañana a 9 de
Julio por unos días. ARRAIGADOS EN
CRISTO y agarrados al manto de María.”
Carta al amigo...
Elena Otero, laica marianista de la Comunidad Laica Marianista Myriam Peregrina y Ntra. Sra. de la Roca,
Buenos Aires -Argentina-.
El jueves 4 de agosto del 2011 fue un
día muy triste,... perdimos a un amigo:
Audelino Alfonso Gil Santiago; para
nosotros el Padre Alfonso. Sabemos que
no lo veremos más pero quién nos quita
lo vivido durante tantos años (en mi
caso más de treinta). Por eso en estas
líneas trataré de recordarlo con cariño y
alegría en esos momentos compartidos.
Te acordás Alfonso cuando ya bien
entrado el año 1991, y luego de mi
curación me dijiste... “¡Yo también
pienso que fue un milagro! Deberíamos
iniciar la causa de beatificación del
Compañía de María de Argentina
Padre Guillermo. ¿Te animás?” Hoy
sabemos la respuesta. Me acompañaste
durante todo el proceso de la
enfermedad, en la curación y fuiste
testigo en la Causa. Volviste a
acompañarme hace poco cuando el
corazón me jugó una mala pasada.
Bueno eso era común en vos, persona
que en un momento de su vida
enfermaba o flaqueaba encontraba
consuelo y apoyo porque ahí estabas,
siempre presente cuando alguien lo
necesitaba.
Alfonso, sos mi amigo, mi hermano,
P. Alfonso Gil SM 1927-2011
mi guía y digo sos porque sé que desde
el Cielo me seguirás protegiendo como
así también a mi familia.
Lo mismo ocurre con Myriam
Peregrina, comunidad de la que te
sentías miembro, y no solo como
asesor. Nos dejabas actuar y hablar con
libertad, hasta nos permitías un
"sacrilegio" por reunión o alguna
palabra "fuera de lugar” (de esas que no
anotabas en tu libretita), pero era
increíble como con tu suave firmeza
nos llevabas a la Verdad y salíamos
enriquecidos de la reunión.
Entendí lo que era la "fe del corazón"
gracias a vos y sí que me quedaron
grabados los cuatro rasgos del carisma
marianista y la Consagración a María.
Escuchábamos tus anécdotas por el
mundo en silencio absoluto, cosa no
muy fácil de lograr en nuestras
reuniones. Me viene a la memoria un
viaje en tren que hiciste en la India
donde una mujer te paso un niño por la
ventanilla e hiciste todo el recorrido con
ese ser que se durmió en tus rodillas, o
aquel día en casa de Estela donde,
recién llegado de Polonia, nos contabas
del sindicato Solidaridad y de un
gremialista recién surgido que llegaría a
ser presidente del país. En esa reunión
decidimos disfrazarnos con sombreros
ridículos, vos incluído, y estando todos
sentados alrededor de la mesa, y muy
serios dado el tema, se cortó la luz y
vino un vecino a pedirnos velas. ¡Pobre
hombre! No podía creer lo que veía...
¡Un grupo de locos!
¿Te acordás de los festejos de tus
cumpleaños? Una vez te robamos el
violín de tu placard y después de cenar
nos deleitaste con tu música. Te fuiste
sin saber quien había entrado en tu
cuarto aquella tarde. ¿Y del cumple con
los fuegos artificiales..? ¡Le dejamos
estropeada a Ada la pared del patio
andaluz! Fue ahí donde te disfrazamos
con la peluca de Moria Casan, que
todavía conservo, y te cantamos las
mañanitas... ¿Y del tango que te hicimos
con la música de Garufa? ¡Cuántos
recuerdos! Los tenemos grabados en el
corazón y nos acompañarán junto a tu
presencia ya que siempre estarás con
nosotros.
¡Gracias amigo..!
Acción de Gracias en la Eucaristía del domingo siguiente en el Colegio
Marianista de Buenos Aires, celebración que Alfonso presidía habitualmente.
Palabras de María Teresa Santamartina, laica marianista de Buenos Aires.
En este momento de acción de
gracias, nuestra asamblea dominical de
la misa de 11 del Colegio Marianista,
quiere agradecerle al Padre Alfonso, ya
que hemos tenido el privilegio de
tenerlo cada domingo presidiendo la
Santa Misa.
Los que somos padres de alumnos y
exalumnos lo hemos tenido al P.
Alfonso como referente durante largos
años. Fue capellán, representante legal,
director espiritual, animador del grupo
de liturgia, etcétera… y nos ha regalado
su tremendo testimonio de fe, su
sencillez, su desbordante cultura, su
delicada prudencia y discreción y, sobre
todo, su estar siempre cerca de cada
uno de nosotros; con su memoria
prodigiosa nos llamaba a cada uno por
su nombre y el de nuestro marido e
hijos…
Recuerdo una homilía en la que hace
poco hizo esas preguntas trascendentes
que él solía hacer para hacernos
Compañía de María de Argentina
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P. Alfonso Gil SM 1927-2011
reflexionar: ¿Quién soy? ¿Hacia dónde
voy? Y concluyó diciendo que la
verdadera felicidad es encontrarnos
cara a cara con el Señor.
En vez de rezar nosotros por Alfonso,
le podemos pedir a él que interceda por
nosotros, porque él ya vivió su Pascua y
está gozando de Vida Eterna.
Estoy segura que Alfonso hoy está
aquí, compartiendo con nosotros esta
Eucaristía y gozando de esa felicidad
eterna.
¡Gracias Alfonso! Recemos
agradecidos un Avemaría…
Llegó al final con su misma sonrisa.
Inés Precerutti, laica marianista de la Comunidad Laica Marianista Myriam Peregrina, Buenos Aires Argentina-.
Quiero compartir mis pensamientos
ante la muerte del Padre Alfonso,
muchos momentos con él vividos,
momentos de aprendizaje del alma y de
conocimientos.
¡Qué dimensión tenía su desarrollo
espiritual! Dimensión que iba más allá
de todo lo que había elaborado con sus
estudios y que le dieron tanto saber,
entonces ante la dura noticia... Tuve
una reacción... Una paz en mi alma
enorme...
Una paz ante su cuerpo inerte… creo
que esa paz brotó por entender que su
vida fue un camino, un camino... ¡hacia
Dios!
Había llegado al final del mismo con
esa sonrisa hermosa que tenía, como
diciendo “estoy feliz, llegué al lugar que
tuve como meta toda mi vida”.
Fue una vida rica porque mientras
caminaba por ese sendero daba, daba
su fe basada en conocimiento pleno,
daba como marianista a su
congregación... ¡y tanto! Daba a nuestra
comunidad y a otras... Daba, daba...
quería compartir generosamente todo
con todos, abrir caminos y ¡lo logró!
Cómo entonces no tomar su muerte con
paz...
Por todo lo que significó en mi vida
como conductor espiritual, por todo lo
que supo despertar en mí para que
pudiera crecer, por todo los momentos
compartidos y dados a Myriam
Peregrina, nuestra comunidad, doy
gracias a Dios porque el Padre Alfonso
haya estado en mi vida, en la de mi
esposo, en la de mi comunidad.
Se pueden leer más testimonios sobre el P. Alfonso y recordatorios de su
vida en internet. Los invitamos a visitar:

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


http://www.diocesis9dejulio.org.ar/nueve_de_julio_archivos/abril.pdf
http://www.institutolinares.cl/detalle_n.php?id=OTA=
http://marianistas.cl/images/img_noticias/docu4e5e77bfd252e_31082011_204pm.pdf
http://diarioel9dejulio.com.ar/?p=9917
http://caballitotequiero.com.ar/portal/2011/08/05/fallecio-el-padre-alfonso-gil-sacerdotemarianista/
Compañía de María de Argentina
P. Alfonso Gil SM 1927-2011
Durante los días en los que Alfonso estuvo internado en Junín, y luego de
su fallecimiento, hemos recibido una gran cantidad de mensajes (por
teléfono, mail, correo,…) llenos de profunda emoción, afecto y
agradecimiento por su vida y su testimonio. No podemos publicarlos a
todos. Hemos seleccionado algunas frases de algunos de esos mensajes
recibidos por mail para compartirlos extendiendo esta sentida semblanza de
nuestro querido Padre Alfonso:
...siempre admiré en él, que
más allá de no estar de
acuerdo en algunas de sus
posturas, mantuvo su
coherencia personal y fue
sumamente respetuoso de
los demás y de las decisiones
que tomaran... esas actitudes
sólo se ven en aquellos que
realmente aman el corazón
humano como lugar sagrado
de lo divino, aún más allá de
convicciones religiosas o
morales...
Ana Pironio.
Buenos Aires -Argentina-.
Siento mucho lo ocurrido
con nuestro querido Alfonso
Gil, guardo siempre un
recuerdo muy cariñoso de él,
me encantaba su cercanía,
su simplicidad, su bondad y
su amabilidad. Me encantó
cuando en el primer
encuentro internacional de
las CLM tocó y canto en una
de las veladas... fue un
momento muy especial. Ha
sido un gran marianista y
una gran persona.
Hno. Domingo Fuentes SM
Baurú -Brasil-.
Un hombre carismático,
intenso y un hombre de
Dios; hemos perdido un gran
hombre. Descanse en paz
querido Padre Alfonso, lo
tendremos siempre en
nuestro corazón.
Carmen Ormazábal.
Santiago -Chile-.
Su sencillez, humildad,
sabiduría y justicia nos
marcó. Fue un ejemplo de
vida marianista. El Señor
quiso llevarlo y seguramente
desde allí seguirá apoyando,
iluminando y guiando para
que el carisma marianista
siga haciéndose carne en la
tierra.
Miguel Frade.
Junín -Argentina-.
Alfonso es uno de esos que
"nos marcaron el rumbo y
nos enseñaron a vivir con
libertad". Junto a su amigo
entrañable el Hno. Luis
Combes abrieron brechas de
renovación y vitalidad en la
vida religiosa argentina.
Confiado que Alfonso nos
seguirá acompañando, doy
gracias a Dios por el regalo
de su vida a todos los que
intentamos seguir el camino
de Jesús.
Hno. Telmo Meirone.
(religioso de La Salle).
Buenos Aires -Argentina-.
La noticia del accidente y del
posterior fallecimiento del P.
Alfonso me llegó cuando
estaba pasando unos días
con mis hermanos en
Valencia. Lo sentí muchísimo
pues era una persona a la
que apreciaba por su
integridad y su lucidez.
Sirvió a la Compañía en
puestos de gran
responsabilidad con entera
disponibilidad y dedicación.
Es también una gran pérdida
para la Región de Argentina.
Estoy seguro de que el Señor
lo habrá recibido con alegría
y agradecimiento a su
compañía. Por favor,
transmite mi pésame a todos
los hermanos. Durante estos
días les he tenido muy
presentes a todos en mi
oración y, particularmente,
en la eucaristía. Un fuerte
abrazo fraterno, unidos en la
fe y en la esperanza.
P. Manuel Cortés SM
(Superior General de la
Compañía de María).
Roma -Italia-.
Era un hombre muy
espiritual, entregado a la
vocación marianista, que
supo motivarnos....Que en
paz descanse.
P. David Fleming SM.
Bangalore -India-.
Valoramos tanto su sabia y
serena presencia, su apoyo a
las iniciativas pastorales en
nuestra ciudad, su apertura
e inserción en la vida
diocesana. Muchísima gente,
y muchos sacerdotes,
acudían a él para el
sacramento de la
reconciliación y en busca de
orientación. No necesito
decir mucho más, porque
quienes lo conocen saben
cuánto le deben, le debemos
todos.
Martín de Elizalde OSB
(obispo de 9 de Julio).
El P. Alfonso fue un gran
religioso y una gran persona.
Sirvió a la Compañía de
María con toda su alma, y
ayudó a muchas personas. A
mí, personalmente, los
consejos que me dio tras su
paso por la Administración
General fueron de mucha
ayuda.
Hno. Javier Anso SM.
Cádiz -España-.
El P. Alfonso deja un
recuerdo impresionante de
Compañía de María de Argentina
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P. Alfonso Gil SM 1927-2011
un marianista enamorado de
su vocación y de un servicio
a la Compañía de María
hasta el último momento de
su larga vida.
P. Lorenzo Amigo SM.
Roma -Italia-.
La partida del P. Alfonso me
toca mucho. Fue un amigo
leal de muchísimos años.
Pude contar con su ayuda
sacerdotal y sus consejos
durante los últimos 25 años.
Su sed de Dios era tan
grande... Que su muerte
traiga nuevas vocaciones a la
Compañía de María.
Mons.Dr.Osvaldo Santagada.
Buenos Aires -Argentina-.
Madre la Virgen Blanca, a
quien honramos en ese día,
la “SALUS POPULI ROMANI”
ha presentado a nuestro
querido Alfonso junto a Jesús
en la gloria. Que lejos de
hundirnos en soledad, esta
ida al Padre, nos llene de
Esperanza y nos haga seguir
siendo fieles marianistas en
la tierra.
P. Justino Ortega SM.
Pola de Lena, Asturias -España-.
¡Es verdad que los caminos
de Dios son misteriosos! Me
dio la suerte de conocer este
gran hombre de fe, este gran
misionero: sencillo,
intelectual, riguroso y
amistoso. Lo conocía por su
nombre (mi maestro del
noviciado hablaba de él
como asistente apostólico de
la Administración General)
pero mi estadía en Argentina
me dio la suerte de probar la
delicadeza de sus
convicciones como teólogo,
religioso marianista,
misionero (le gustaba hablar
de sus viajes en África). Lo
que me queda más es su
disponibilidad para servir. El
día que viajaba para Togo,
tenía un compromiso pero lo
dejo para acompañarme.
Cuando lo saludé no sabía
que era la última vez. Me
prometió venir a visitarme
en Benín. Pero bueno, los
caminos de Dios son
misteriosos. Nos veremos
seguro en el Cielo. Por ahora
pienso que él está
intercediendo por nosotros.
Hno. Joseph Adaki SM.
Benín.
Ha dejado una huella muy
profunda en Chile y desde
luego en mi propia vida. De
Alfonso he recibido mucho
personalmente como guía,
amigo, consejero y su
testimonio y ejemplo para
mí de religioso marianista.
Hno. José Pascual SM.
Linares -Chile-.
Los integrantes del Grupo
Memoria Marianista
tenemos una larga
experiencia vivida en las
aulas del colegio de Buenos
Aires y en las obras
animadas por la
congregación. En esta
historia, varios hemos
conocido al padre Alfonso y
sabemos de su tarea tanto
cuando le tocó estar como
superior provincial, como
cuando se desempeñó
"desde el llano". Enterarnos
de su fallecimiento y de las
circunstancias en que se dio,
nos provocó consternación.
Por este motivo queremos
manifestarte, como
miembros de la gran familia
marianista que vos
representás, que estamos
unidos en los sentimientos
de dolor pero sobre todo, los
de gratitud por su testimonio
de vida.
Grupo Memoria Marianista.
Buenos Aires -Argentina-.
Una persona profunda,
atenta, sensible delicada en
el trato con los demás.
Una persona que sin invadir
la nuestra intimidad siempre
estaba presente para
compartir tanto nuestros
Compañía de María de Argentina
dolores como nuestras
alegrías.
Una persona con una fe
abrazadora que transmitía
en su vida diaria.
Una persona con una cultura
desbordante que no le
impedía acercarse a los
demás porque era
profundamente humilde.
Una persona que disfrutaba
y cuidaba la naturaleza.
Una persona que se sentía
realmente hijo de La Virgen
María y a Ella nos acercaba y
nos pedía que siempre nos
pusiéramos bajo su amparo.
Se podrían escribir muchas
cualidades del padre Alfonso
pero hay una que creo lo
resume todo era UN
HOMBRE DE FE.
Siempre estará presente en
aquellos que nos sentimos
sus amigos y quien desde el
cielo nos seguirá guiando.
Graciela
9 de Julio -Argentina-.
Respetuoso, prudente,
solidario, justo, conciliador.
Lo conocí hacia los años
1991 cuando el Señor Ruiz
de Angulo me dio una
oportunidad laboral en el
colegio que me formó y en el
cual aprendí valores que me
acompañaron y acompañan
en mi vida.
Su pérdida física me significa
tristeza y ausencia. Confío en
que desde el Cielo estará
rezando por sus prójimos
tan queridos para él como
cada uno de nosotros lo fue
y los enfermos a los que
visitaba y acompañaba en su
padecer dando la fuerza de
la fe.
Fue un regalo de Dios en mi
vida, ojalá lo pueda ser yo
para otros, ayudando tanto
como él ayudó a quien
necesitara. Una sola palabra
“GRACIAS” y hasta pronto P.
Alfonso.
Roberto Saumell.
Buenos Aires -Argentina-.
P. Alfonso Gil SM 1927-2011
Compañía de María de Argentina
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P. Alfonso Gil SM 1927-2011
De su cuaderno personal…
9DJ: 7-8-XII- 2010(Mi)
Ayer, 7, mi cumpleaños 83. Hoy, 8(Mi), Maria INMACULADA. Son dos acontecimientos anuales,
situados al comienzo del Adviento, que vienen juntos y siempre los he visto y vivido inseparables.
El día de ayer lo viví bien ocupado, con apenas espacios para saludar a la gente – mejor, dar
ocasión para que saludara –y menos para pensar. Pero en la oración de la tarde y en la
Eucaristía pude resarcirme: pensar, orar y hablar en la homilía. En esta destaqué la sinfonía del
amor de Dios en la que acuerdan admirablemente la familia, la Iglesia, la tierra natal (la patria),
la vocación y misión, los países de la misión. No es posible dudar del amor de Dios manifestado
en Cristo. Hay que sintonizar, concordar y acordar con el Dios- Amor amando. Si no se ama se
produce una cacofonía que destruye la unidad, la verdad, la belleza y el bien. El santo es el consonante con Dios. El pecador es el disonante. Yo Iglesia, soy santo y pecador.
Hoy es MARÍA INMACULADA. La plenitud de la gracia no dejó espacio en Ella al pecado, ni en
su concepción por Joaquín y Ana ni en toda su vida. María fue siempre un sí perfecto, pleno a
Dios, que se integró en el sí divino- humano de Jesús.
CASA GRANDE – 26 - I – 2011 (Mi) Santos Timoteo y Tito.
Son las 10 hs. Estoy solo en mi habitación. No se oye nada alrededor ni en la casa ni afuera.
Brilla el sol sobre una vegetación gozosa de haber recibido agua abundante, aunque no
suficiente, en el día de ayer y en la noche pasada. Si yo tuviera buen oído debería oir desde aquí
el murmullo del río, acrecentando su caudal. La naturaleza, tras una sequía pertinaz, pide más
agua. Por momentos el sol guiña el ojo como asintiendo y como diciendo: “Esas nubes…” Los
humanos lo deseamos. La lluvia, hoy, en las serranías de Córdoba, no son una amenaza terrible,
sino una caricia deseable. Viene oportunamente el Salmo: “Oh, Dios, Tú eres mi Dios,… mi alma
está sedienta de Ti, mi alma tiene sed de Ti como tierra reseca, agostada, sin agua.” (62).
Yo me siento viviendo en una transición que cuenta con un desarraigo y despedida, una
reintegración a un hábitat de múltiples microclimas ya conocidos, pero cambiantes, y muchos
compromisos comunitarios y pastorales más y menos precisos. Estoy abierto. No presionaré. No
quiero olvidar que yo mismo vivo una aceleración hacia el final. Sino ¿que significan mis “83”?
Mis plazos de previsión y planificación no son de decenios, ni de lustros siquiera. Quiero ser
realista y junto con ello abierto y confiado a la Providencia divina y de ningún modo acomplejado
por el espectro de la vejez. Quiero que mi espiritualidad sea la del salmo 91 que recito con
frecuencia: “Es bueno dar gracias al Señor y tocar para su nombre. Oh, Altísimo… El justo
crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano plantado en la casa del Señor…
En la vejez seguirá dando frutos y estará lozano y frondoso PARA PROCLAMAR QUE EL
SEÑOR ES JUSTO…” O sea, no “para pasarlo bien” - que no es lo mismo que sentirse feliz,
que esto sí – sino para alabanza del Señor porque hace cosas y personas bien y buenas. Quiero
que mi persona, mi conducta y mi imagen remitan a Jesús, hagan pensar en El. Que sea verdad
- ¡de alguna forma! – lo que dos o tres niños separadamente dijeron a sus madres después de
verme: “He visto a Jesús, sí! (¡¡!!)
9DJ – 4 – II – 2011 (Vi)
(…) Un traslado así lleva adheridas necesariamente muchas cosas materiales, psicológicas y
espirituales. Hasta me hace pensar, como no, en que será el último de esta naturaleza en mi vida
mortal antes del viaje definitivo a la Casa del Padre. ¿Cómo será esta? Me he interrogado larga y
rápidamente, pero con poco éxito imaginativo. ¿Cómo será la entrada? ¡Ay Dios que no sea
excluido! Y me veo tan desvalido y despistado como cuando debí estar al nacer hace 83 años.
¿Dónde ir, qué hacer, a qué rostro conocido mirar…? Y siento que lo único juicioso es dejarse
llevar por Dios y sus “acomodadores”. ¿Y, pasando el tiempo – que será eternidad -, no será
aburrido, repetitivo, tedioso? A esto me he ido cobijando bajo la admiración de Paul Valery ante
una célula viva, tal como lo describía H. Bianchotti hace unos años: una maravilla indescriptible
en movimiento. Y he concluido: un Dios que multiplica al infinito un prodigio así minúsculo es
capaz de llenar una eternidad con sus maravillas. Pensar en un Dios que se agota, además de ser
una idea mezquina de Dios, y una blasfemia, es una ignorancia lamentable de Dios, sabio,
poderoso y amor hasta el infinito.
Compañía de María de Argentina
P. Alfonso Gil SM 1927-2011
- - TEXTO INÉDITO - LA IGLESIA DE LOS SIETE ÚLTIMOS PAPAS
___ _ _ ___ _ _ __ _ _ ___ ______ ________ _ _ __
Mi experiencia personal de Iglesia
P. ALFONSO GIL, SM
INTRODUCCIÓN
Santiago Ramón y Cajal escribió un libro titulado “El mundo visto a los ochenta años”. Yo podría
titular esta charla de hoy de modo parecido, “La Iglesia que he vivido durante ochenta años”. Y
esto es lo que voy a intentar.
Lo voy a hacer, sobre todo, recorriendo las figuras de los siete Papas con los que me ha tocado
vivir mi vida cristiana:







Pío XI (1922-1939)
Pío XII (1939-1958)
Juan XXIII (1958-1963)
Pablo VI (1963-1978)
Juan Pablo I (33 días de agosto-septiembre de 1978)
Juan Pablo II (1978-2005)
Benedicto XVI (2005…)
Aunque la Iglesia es mucho más que el Papa, los católicos vemos al Papa con nuestra razón y
nuestra fe. Sin la fe, el Papa puede ser un jefe político, un empresario, un jefe de una sofisticado y
grande ONG, un ayatolah cualquiera… Así lo ven muchos medios de comunicación. Incluso entre
los católicos hay “más papistas que el papa” y otros infectados con el “complejo antirromano”.
Pero hay creyentes que viven la comunión con el Papa en la Iglesia fundada por Cristo y que hizo
a Pedro “piedra sobre la que fundó su Iglesia”.
La Iglesia y los Papas, tienen como misión continuar la obra de Cristo y hacer que brille su
verdad, triunfe su libertad-liberación y se imponga la cultura-civilización del amor. El Evangelio
de Cristo está indisolublemente vinculado a la humanización del hombre.
No es fácil al hombre mantenerse bien orientado sobre el Planeta Tierra, sabiendo dónde está
el norte de la fe, de la vida y del destino de la humanidad. Muchos movimientos históricos se
han presentado como verdades absolutas y se han hecho dictatoriales. Verdaderamente el
hombre necesita una filosofía (razón) y una teología (fe) de la Historia y un gran sentido común.
Necesita maestros de la verdad y del amor.
Juan XXIII escribió la encíclica “Mater et Magistra”. Eso quiere ser la Iglesia para todos
“hombres de buena voluntad”, como comenzó a decir el mismo universalmente recordado y
cordialmente querido Juan XXIII.
El 12 de marzo del año 2000 - muchos lo vivimos con una gran ilusión y una enorme
convicción -, Juan Pablo II pidió perdón a Dios y al mundo por los pecados de la Iglesia. Y no se
limitaba a los excesos de las Cruzadas, a la Inquisición y a la purificación de la “memoria
histórica” sino a todas las otras muchas deficiencias y pecados de los cristianos de antes y de
ahora, entre ellos, el escándalo de la división de las Iglesias y la pasividad o apostasía de muchos
católicos. Porque la Iglesia es santa y pecadora.
El Papa lleva en su alma la preocupación por todas las iglesias y por el mundo. En los
prolongados diálogos (casi 500 horas) que tuvo con Joseph Ratzinger y que fueron recogidos en
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P. Alfonso Gil SM 1927-2011
el libro “Luz del Mundo”, el periodista Peter Seewald afirma:
“El Papa actual quiere que su Iglesia, después de los terribles casos de abuso y extravío
se someta a una suerte de limpieza a fondo. Según él, es indispensable conocer por fin de
nuevo el misterio del evangelio en toda su grandeza cósmica. En la crisis de la Iglesia se
cifra para él una enorme oportunidad, la de redescubrir lo auténticamente católico. Para
él la tarea es de mostrar a las personas a Dios y decirles la verdad: la verdad sobre los
misterios dela creación; la verdad sobre la existencia humana; y la verdad sobre nuestra
esperanza, que va más allá de lo puramente terreno.”
Partiendo de esta voluntad de Cristo de ofrecer al mundo una Iglesia servidora de la verdad y
del amor, echemos una mirada panorámica sobre la segunda mitad del siglo XX y comienzos de
XXI.
Cuando se reflexiona sobre el siglo XX y se lo quiere calificar en conjunto, afloran los
siguientes adjetivos:
 Denso en acontecimientos
 Dramático por las guerras y movimientos político-sociales
 Convulsionado por los cambios múltiples cada vez más acelerados, “como presa de un
instinto frenético hacia lo bueno” (Ortega y Gasset)
 Contestatario hacia las autoridades establecidas
 Desencantado porque el progreso soñado y la “sociedad de bienestar” tienen límites, la
perfección es inalcanzable y porque ha constatado que paralelamente al progreso se da
también el deterioro y la degradación de la calidad de vida, ahondando la inequidad
entre personas, sectores sociales, pueblos y naciones y continentes.
El siglo XX ha vivido los fenómenos del comunismo, del nazismo y del racismo; los adelantos
asombrosos de la ciencia y de la técnica, especialmente del dominio (relativo) del átomo y de las
comunicaciones; las crisis de la cultura de la modernidad y de la postmodernidad; la coexistencia
molesta del Primer Mundo y del Tercer Mundo con sus inequidades y reproches; la inversión de
muchos valores que predominaron en el Occidente durante 1500 años; los desafíos éticos de la
nueva visión de la sexualidad, la ruptura familiar, el despertar del feminismo; la degradación
ecológica; los flagelos del hambre y del sida… Todo ello, y mucho más, ha obligado a los cristianos
a enfrentarse a múltiples desafíos éticos mirando a la realidad y proyectando sobre ella la luz del
Evangelio
Pero en contraste con estas notas de un tiempo difícil podemos y debemos hablar también de
“un siglo XX, un siglo de gracia” (K. Rahner), es decir, de crecimiento: ha crecido la conciencia
humana sobre sí misma; ha crecido la responsabilidad fraterna y la solidaridad; ha crecido la
libertad y el respeto a la persona humana; se han conseguido victorias importantes sobre el
racismo, la discriminación de la mujer y de la infancia; se ha ubicado a la educación en el puesto
clave que le corresponde en el crecimiento humano personal-social para la vivencia de una
auténtica democracia; cayeron muchas de las dictaduras; la medicina ha realizado progresos
admirables que mejoran la salud humana y prolongan la vida; la tecno-ciencia, en general, ha
dado pasos asombrosos. El hombre ha inaugurado los viajes espaciales.
Y después de esta introducción, los invito a recorrer conmigo, Papa tras Papa, los siete con
los que he convivido.
-- PÍO XI - (ACHILLE RATTI) - 1922 a 1939
Lo primero y único personal que recuerdo de Pío XI es la noticia de su muerte en 1939. Yo
tenía once años. Había sucedido a Benedicto XV en 1922. La Primera Guerra Mundial -de la que
tanto oí hablar, seguida a continuación por la peste asesina de millones- había terminado en 1918.
El tratado de paz de Versailles fue más bien una siembra de resentimientos nacionalistas que
incubaron la venganza de la II Guerra Mundial. Benedicto XV, cuya voz ignoró Versailles, lo había
predicho.
Compañía de María de Argentina
P. Alfonso Gil SM 1927-2011
En Italia se imponía la figura y la política social e internacional de Benito Mussolini y su
fascismo. En 1929 Pío XI firmó con Mussolini el Tratado de Letrán por el que el dictador, en
nombre de Italia, cedía a la Iglesia Católica los 0,44 km2 para el Estado Vaticano, a cambio de que
la Iglesia renunciara a los Estados Pontificios perdidos en 1870 con la unificación italiana. La
Iglesia se sintió aliviada.
En Alemania arrasaba la figura, la ideología, el proyecto racista y hegemónico mundial de
Adolf Hitler. Ambos países europeos formarían, con Japón y sus aliados, el núcleo de “las
Potencias del Eje” en la II Guerra Mundial - que Pío XI no vivió-. En el Este de Europa, en Rusia,
después de Lenin, dominaba la mano implacable de J. Stalin, otro dictador decidido a llegar al
dominio mundial por la ideología totalitaria comunista inspirada en Marx. En América del Norte,
los USA iban conquistando espacio y peso en la política mundial. Las otras potencias europeas de
entonces, Inglaterra y Francia, se mostraron vacilantes y tímidas.
¿Qué pude entender yo de todo este panorama europeo y mundial? Muy poco. A mi corta edad
se sumaba la traumática experiencia de la terrible “Guerra Civil Española” (1936-1939), en la
que tomaron parte la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini a favor de Franco, Rusia a favor
de los republicanos, mientras que las vacilantes Inglaterra y Francia observaban y calculaban. De
la Guerra Civil sí tengo muchos recuerdos. La contienda española terminaba en abril de aquel
mismo año 1939 dejándonos a los españoles, después de tres largos años de sangre, un país
destruido y empobrecido. Se nos presentaba un desafío: la reconstrucción, o si empleamos las
palabras de entonces, la construcción de “España Una, Grande y Libre”.
Pío XI se enfrentó con valentía a las ideologías totalitarias condenándolas: al fascismo con la
encíclica “Non abbiamo bisogno” (1931), al Nazismo con la encíclica “Mit brennender sorge”
(1937), y al comunismo con la encíclica “Divini Redemptoris” (1937). Tal tensión se creó en
Europa y en el Mundo que no podía sino terminar en una guerra: con Pio XI vivimos los
prolegómenos de ella.
Además, Pío XI hizo doctrina sobre el matrimonio, la educación, el compromiso cristiano de
los laicos por la Acción Católica, las misiones, la justicia social (con la encíclica “Quadragesimo
anno”, 1931) y alentó a los católicos mexicanos en la defensa martirial de su fe católica.
Nuestra América Latina tenía entonces, en conjunto, poca significación y peso en el mundo. En
nuestra Argentina vivíamos “la década infame”, pero en 1934 tuvo lugar el decisivo Congreso
Eucarístico Internacional, para el que Pío XI nos envió como Legado al Cardenal Eugenio Pacelli,
próximo sucesor suyo con el nombre de Pío XII.
Pío XI fue un buen Papa y un gran estadista: firmó 34 concordatos con naciones de todo el
mundo. La Santa Sede gozaba de un gran prestigio moral.
- -PÍO XII -(EUGENIO PACELLI) – 1939 a 1958
De todos es conocida la figura del papa Pío XII: alta, austera, inapelable, hierática, distante,
dogmática y también sensible, respetable, venerada, luminosa y querida. De él y de sus 19 años
de gobierno de la Iglesia tengo muchos recuerdos y vivencias. Comenzó su pontificado unos
meses antes que la II Guerra Mundial, tan inmensamente trágica y que se prolongó desde 1939 a
1945. Con ojos de niño y de adolescente mirábamos los mapas cambiantes de Europa y del mundo
según los avances y retrocesos de las tropas de ambos contendientes. Nuestros maestros nos los
ponían en los pasillos de los colegios. Las simpatías y antipatías afloraban.
Durante la guerra se produjeron los peores e inimaginables horrores. Una guerra promovida
por bautizados y llevada a cabo en gran parte sobre suelo cristiano que quedó empapado en la
sangre de unos 35 millones de muertos. Simultáneamente tenía lugar en el silencio lejano de las
llanuras de Polonia (Aushwiszt, Birkenau..) y otros lugares de Alemania (Dachau) el Holocausto
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del pueblo judío por parte del nazismo (como “solución final”) y en las inalcanzables e ignoradas
estepas rusas los Gulags por parte del comunismo ruso. De ambos terribles fenómenos (la Shoa y
los Gulags) supimos entonces muy poco en España. Yo nada, sólo después de años. Las
consecuencias de tal desastre sumieron a Europa en la ruina y el hambre. La hegemonía
mundial de Europa se acabó, aunque nos dimos cuenta poco a poco. Surgió de los Estados Unidos
de Norteamérica el salvador Plan Marshall. Y con ello su dominio político, económico y cultura.
Ya entonces comenzó “la caza de cerebros”.
El pueblo católico cifraba en Pío XII una total confianza. Lo vio alguna vez asistiendo a los
heridos por los bombardeos de Roma. Pío XII vivió intensamente la realidad bélica y llamando a
la paz. Sus mensajes de Navidad eran dramáticos. Los escuchábamos pegados a la radio o lo
leíamos ávidamente. Su acción a favor de los judíos es incuestionable aunque pocos años después
diversos personajes le achacaron que no hizo condenas públicas de los terribles excesos que él
debía conocer, a lo cual otros muchos responden que una condena pública habría exacerbado el
antisemitismo y hubiera sido peor.
Pío XII, además de multiplicarse para traer la paz al mundo, escribió cuarenta encíclicas
además de constituciones apostólicas y multitud de mensajes y discursos sobre temas
importantes que fueron abriendo camino hacia el Concilio Vaticano II: la interpretación de la
Sagrada Escritura, el monogenismo, el Cuerpo Místico de Cristo, la Asunción de María (1950), el
movimiento de los primeros sacerdotes obreros en Francia (“les prêtres ouvriers” de los
cincuenta), el nacimiento de la nueva Europa. En 1957 se firmó el “Tratado de Roma”, en el que
Pío XII tuvo una más que fuerte participación apoyándolo.
A Pío XII le tocó vivir y codearse con hombres extraordinarios de su tiempo: Hitler,
Mussolini, Stalin, Churchill, De Gaulle, De Gásperi, Einaudi, Adenauer, Schumann, F.D. Roosvelt,
D. Eisenhauer, Franco, Maotsetung, Tito… Y vivió con los argentinos el ascenso de Perón y su
caída. Siempre tuvo palabras de aprecio y aliento a los pueblos, no siempre de sus líderes.
Teilhard de Chardin vivió en el pontificado de Pío XII. Y también una pléyade deslumbrante de
teólogos, filósofos y científicos. A algunos (Congar, de Lubac) Pío XII los silenció.
Con Pío XII se inició la gran reforma litúrgica (“Mediator Dei”, 1947) que culminaría el
Concilio Vaticano II: se dejó el ayuno desde la noche anterior para comulgar, el agua no rompía el
ayuno, se pudo “concelebrar” en la aglomeración de sacerdotes, se modificó la celebración de la
Semana Santa… El espíritu de Trento se extinguía y se abría paso la brisa renovadora del Concilio
Vaticano II.
-- - JUAN XXIII -- (ANGELO RONCALLI) – 1958 a 1963
El Papa Juan XXIII, beato desde 2000 - fue beatificado en la misma ceremonia que Guillermo
José Chaminade- es una figura universalmente querida y admirada. Evocado como prototipo de
buen pastor de la Iglesia y hombre que aceptó sobre sus hombros, de alguna manera, el peso y la
responsabilidad de toda la humanidad, Juan XXIII fue el primer Papa que en su encíclica “Pacem
in Terris” habló no sólo a los católicos, sino a todos los hombres de buena voluntad que aceptan y
defienden los “derechos humanos” proclamados por las Naciones Unidas en 1948. Sus encíclicas
y exhortaciones fueron leídas y analizadas atenta y respetuosamente por la mayoría de los Jefes
de Estado, entre ellos y de los primeros y con las mayores ponderaciones, Nikita Kruschev,
entonces secretario general del Partido Comunista Soviético.
¿Cómo fue recibido Juan XXIII por el pueblo católico aquel 28 de octubre de 1958 de su
elección? Con benevolencia compasiva hacia un viejito bajo de estatura, gordito y rechoncho,
sonriente y bondadoso, pero con escepticismo y resignación: ¿qué podía hacer por una Iglesia
que necesitaba urgentemente “aggiornamento”? Se le clasificó fácilmente: será un Papa de
transición, de relleno.
Sin embargo pronto sorprendió a la Iglesia y al mundo por su nuevo estilo, por su bonhomía,
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por su valentía en señalar metas y por el nuevo estilo de ser Iglesia. Afirmó desde el comienzo
que la Iglesia debía abrir puertas y ventanas porque necesitaba aires renovados. Se ganó pronto
las simpatías de la mayoría, pero también debió soportar presiones en contra de algunos de sus
colaboradores más cercanos, como el Cardenal Ottaviani.
El 25 de enero de 1959 anunció la celebración del Concilio Vaticano II. Se subraya que ni el
mismo Juan XXIII midió la transcendencia y envergadura del proyecto. Horror en unos y
entusiasmo e ilusión imposible de describir de muchos. Lo vivimos con una vitalidad eclesial
única e inigualable. El Concilio comenzó en octubre de 1962. La cantidad de anécdotas es ingente.
Juan XXIII presidió la Primera Sesión solamente, de las cuatro que tuvo. Pero antes había
señalado a la Iglesia el camino a seguir con más claridad que nunca: el del Buen Samaritano que
ama a la humanidad herida y se acerca con bondad y solidaridad a ella.
Juan XXIII nos dejó dos magníficas encíclicas con la doctrina evangélica de siempre pero
con un acento nuevo que llegaba al corazón humano: “Mater et magistra” (1961) y “Pacem in
terris” (1963). Fueron fruto ambas de “un hombre de Dios que confió en el corazón humano y en
la Providencia divina” (J. Orlandis, “La Iglesia Católica en la segunda mitad del s. XX”, pág. 35).
Fruto también de un hombre de esperanza que había afirmado ante los catastrofistas:
“Disentimos de esos profetas de calamidades…En el presente orden de cosas, en el cual parece
apreciarse un nuevo orden de relaciones humanas, es preciso reconocer los arcanos designios
de la Providencia divina”. (J. Orlandis, 28). La modernidad no ha maleado irremediablemente a la
creación, a la humanidad. Juan XXIII no era partidario de la llamada “apocalíptica eclesial”. (M.
Kehl, “Hacia donde va la Iglesia”, p. 12).
Se empezaron a dar tímidamente los primeros diálogos cristianos-comunistas. El crudo y
angustiante invierno de “la guerra fría” entre el Este del “socialismo real” y el Oeste del
capitalismo liberal empezaba a descongelarse al soplo de una leve brisa. Una anécdota me sirvió
particularmente para comprender la nueva visión del hombre y del mundo y las relaciones:
Alexis Adzhubei (director de “Pravda”) y su esposa Rada (hija de Kruschev, el hombre de tipo
“campesino pragmático y tosco”, bajo y rechoncho como Juan XXIII), visitaron al Papa en Roma.
En la audiencia, Rada se fijó en las manos de Juan XXIII. Al terminar la audiencia, ya fuera,
manifestó: “Mientras estaba delante del Papa me fijé en sus manos; son las manos de mi padre. Me
emocioné”. Yo, joven sacerdote, pensé: El Papa, cabeza visible de la santa Iglesia de Cristo, y
Nikita Kruschev, el zar del imperio comunista y ateo de la URSS, tienen las manos iguales… Las
semejanzas no pueden detenerse ahí. Son hombres los dos. Tienen en común la condición
humana. Deben entenderse. No estamos tan lejos unos de otros.
A Juan XXIII lo lloramos todos cuando murió (3-VI-1963) y lo llamaremos siempre “Juan el
Bueno”. Y nos asomaremos a su intimidad personal leyendo las admirables páginas de su “Diario
del alma” y los “Apuntes de su agenda”. El ambiente espiritual y eclesial que respirábamos
entonces era eufórico, optimista y esperanzado. Fue la herencia de buen Papa Juan XXIII.
Herencia suya fue también el Concilio Vaticano II iniciado y abierto a lo impredecible.
Contemporáneos de Juan XXIII los teólogos que tuvieron mucha incidencia en el Concilio.
Entre ellos, nombremos a algunos: K. Rahner, H, Küng, Chenu, Congar, Moeller, Ratzinger,
Schillebeecks, Lubac, Bea y los cardenales de Alemania, Francia y Bélgica, destacados teólogos
de mentalidad centroeuropea ( “la alianza de Rhin”); y de otro lado Ruffini, Siri, Tromp, Schauf y
otros que formaban el bloque de mentalidad conservadora mediterránea y sudamericana.
-PABLO VI - (GIOVANNI BATTISTA MONTINI) – 1963 a 1978
Los cercanos a Pablo VI nos lo pintaban así: intelectual, clarividente e indeciso, fiel a su
conciencia, fino y sensible, amigable (amistad notable con los filósofos Maritain y Guitton) y de
exquisita cultura, muy cercano a Pío XII -de cuya plena confianza gozaba- y a Juan XXIII.
Demócrata, hábil político, de profunda espiritualidad, “papable” en el primer puesto, muy
reflexivo y analista.
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Su mentalidad abierta, de “progresista moderado”, atraía a muchos y retraía a otros. Fue
admirado y contestado. Pero nadie tiene duda en afirmar que Pablo VI fue un gran pontífice. Por
encima de las reacciones viscerales se dio la comunión eclesial.
Algún analista de mentalidad periodística divide el pontificado de Pablo VI en dos etapas:
 La primera la llaman “Domingo de ramos” y dura hasta 1968 con la publicación de la
encíclica “Humanae vitae”: etapa de la aclamación (5 años).
 La segunda la llaman la de “Viernes Santo” que se prolonga hasta su muerte (10 años), la
dura etapa de la “contestación”, cuando pronunció aquel juicio sobre el tiempo que se
vivía: “También en la Iglesia reina un estado de incertidumbre… Se creyó que después del
Concilio vendría una jornada de sol para la historia de la Iglesia. Ha llegado, en cambio,
una jornada de nubes, de tempestad y obscuridad… En el templo de Dios se ha introducido
el humo de Satanás” (1972). El rostro de Pablo VI mostró angustia y preocupación
interior. El mundo lo vio.
La gran tarea de trascendencia histórica que realizó Pablo VI fue el Concilio Vaticano II
desde la sesión segunda a la cuarta y última en 1965. Al Concilio, a la vida de la Iglesia dedicó
Pablo VI todas sus fuerzas y su vida. El clima que vivíamos en la Iglesia durante el Concilio era de
suma atención a todo lo que se decía y hacía en Roma, y atención a la repercusión que causaba en
el mundo y en los diversos sectores eclesiales: obispos, sacerdotes (“sacerdotes para el Tercer
Mundo” en la Argentina), religiosos, religiosas, seminarios, educación en colegios y
universidades, laicos y pueblo cristiano y reacciones de los gobiernos estatales. Había una
conmoción general. Muchos no nos perdimos ni una línea de las que se publicaban sobre el
Concilio. Y todos nos edificamos o extrañamos o escandalizamos con cosas inauditas que nos
llegaban: salidas de sacerdotes, religiosos y religiosas, hasta de obispos,”impromptus” en la
liturgia, interpretaciones subjetivas en moral… Pablo VI se mostró claro y enérgico ante los
acontecimientos, pero dejó ver su profundo sufrimiento.
Nos dejó tres importantes encíclicas: “Ecclesiam suam” (1964), “Populorum progressio”
(1967) y “Humanae vitae” (1968, muy cuestionada); una Exhortación apostólica, “Evagelii
Nuntiandi”, que movió el espíritu misionero de la Iglesia y una Carta Apostólica, “Octogesima
adveniens”, en el 80º aniversario de “Rerum novarum” de León XIII.
Además Pablo VI vivió la descolonización de África, la Alianza para el Progreso de América
Latina, la revolución cubana de Fidel Castro y la propagación en nuestro continente de la
revolución por el Che Guevara, el asesinato de J.F. Kennedy en Dallas, el despertar de las Iglesias
en los continentes “periféricos” (abrió la Conferencia del CELAM en Medellín en 1968), las
guerras calientes entre árabes e israelíes, la “Guerra fría” y la apertura al Este (“Ostpolitik”) y
la gran apertura al ecumenismo (encuentro con el patriarca Atenágoras). Viajó a Tierra Santa,
India, Filipinas (donde sufrió un atentado) y Naciones Unidas en Nueva York, donde habló
ofreciendo criterios del Evangelio.
Fueron años vertiginosos, de cambios, de desconcierto y crisis, de “movimientos” nuevos, de
creyentes que se sentían, cada vez más, “en diáspora”, en dispersión. La fe, la esperanza, la
reconciliación y la comunión interna en la Iglesia estaban a prueba. Pese a todo, abundaba el
entusiasmo y la participación eclesial.
--JUAN PABLO I - (ALBINO LUCIANI) – 33 días de 1978
Recibí la noticia de la elección papal de Juan Pablo I en Francia el 26 de agosto de 1978.
“¿Quién es Albino Luciani?”, preguntamos. El Cardenal de Venecia, nos respondieron. Y 33 días
después, en Estados Unidos, me llegó la noticia sorprendente: “Murió el Papa”. En estos 33 días
hizo algo importante, como lo hacen notar los analistas: se mostró amable, alegre, sonriente,
claro, valiente, comunicador. La asistencia de público a sus audiencias fue creciendo
rápidamente por su claridad, calidez, familiaridad, actualidad de temas pastorales y teológicos.
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No nos dejó ni encíclicas ni documentos notables. Pero cambió el clima eclesial: de la adustez de
Pablo VI a la alegría sonriente de Juan Pablo I. Hizo de puente entre dos Papas diferentes: Pablo
VI y Juan Pablo II.
Entre los asistentes a la entronización de Juan Pablo I se encontraba Nikodim, metropolita de
Leningrado, quien manifestó en la audiencia un vehemente deseo de hablar a solas con el Papa
recién nombrado. Juan Pablo I accedió enseguida porque, además, Nikodim era un ferviente
ecumenista. Durante la entrevista, Nikodim se desplomó y murió en brazos de Juan Pablo I, quien
le dio la absolución y el perdón sacramental. Este hecho conmovió al mundo. Una muerte pronta
y súbita lo esperaba también a este Papa de nuevo cuño, que nos dejó su sonrisa, su buena
pedagogía pastoral, su esperanza y, también, una voluntad decidida a clarear la economía del
Vaticano, necesitada de ello después de los turbios manejos del Banco Ambrosiano. De su muerte
surgieron peregrinas interpretaciones, incluida la del asesinato, como lo quiso narrar el novelista
Yallop. El mismo Juan Pablo I había subrayado su débil salud y se había referido a su pronta
muerte.
- - JUAN PABLO II - -(KAROL WOJTYLA) - 1978 a 2005
Juan Pablo II apareció en el balcón de la Plaza de San Pedro después de la “fumata blanca” el
16 de octubre de 1978 para decir al mundo: “No tengan miedo, abran las puertas a Cristo”. Serían
los mensajes más repetidos de este Papa durante sus casi veintisiete años de pontificado. Había
nacido en Wadowice, Polonia, 58 años antes y había experimentado en su propia carne y vida los
rigores de unos acontecimientos históricos excepcionalmente duros que marcaron su juventud
y fortificaron su carácter, templaron su fe, su esperanza y su decidida voluntad de amar y
perdonar y despertaron su vocación de servir en un mundo conflictuado y falto de libertad.
En el mundo católico fue recibido diversamente: con sorpresa por todos, con fe entusiasta
por la mayoría, pero con temor “a priori” al posible involucionismo de un papa eslavo, que
provenía de lejos, del frío y del conservadurismo polaco que había sobrevivido a la asfixiante
opresión comunista.
¿Cuál es la imagen que nos queda de este gran pontífice a quien no pocos querían, ya a su
muerte, apodarlo “Juan Pablo II el Grande”? Se coincide en que fue abierto, dinámico, avanzado
en lo socio-político, pero ortodoxo e inflexible en dogma, firme en su gobierno, extrovertido y
actor en sus relaciones con las grandes multitudes, enérgico, hábil y profundo comunicador,
valiente, magnánimo en las luchas y en el perdón, activo, peregrino incansable (102 viajes
pastorales).
Juan Pablo II tuvo grandes admiradores y despertó pasiones multitudinarias por él, pero
tuvo también encarnizados enemigos que atentaron contra su vida en 1981, poniéndolo al borde
de la muerte. Esto le dio al mundo la ocasión de admirarlo por su perdón al autor del atentado,
Ali Agça, a quien visitó en la cárcel para abrazarlo. También tuvo adversarios en el plano de las
ideas: los teólogos Hans Küng y Leonardo Boff, más los contestatarios y disidentes. Y entusiastas:
los jóvenes en las inolvidables Jornadas Mundiales de Juventud.
Tuvo que relacionarse con las grandes personalidades religiosas y políticas del mundo:
Villot, Casaroli, Suenens, Marti, Tarancón, König, Ratzinger (cardenales), sucesivos Presidentes
de USA y de la URSS (Gorbachow y Raissa), Miterrand, Videla, Fidel Castro, Duvalier, Pinochet,
Lech Walesa, Jaruzelsky… También brillaron en su pontificado con luz propia el P. Pío de
Pietrelcina y la Madre Teresa de Calcuta, y tantos otros y otras… Al morir, en torno a su cadáver,
en Roma, se congregaron muchos jefes de estado y personalidades hasta convertir su funeral en
el más solemne y universal de la historia.
Detrás quedan grandes logros: la caída del Muro de Berlín (1979) y del telón de acero; la
petición de perdón al mundo en año del Jubileo, 2000, por los pecados históricos de la Iglesia; los
encuentros inter- religiones de Asís; los sínodos continentales; el nuevo Derecho Canónico
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(1983), el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica… Nos dejó 14 magníficas encíclicas sobre temas
diversos e importantes en las que ofrece a la Iglesia y al mundo la doctrina evangélica y su
poderoso pensamiento. Una de ella es “Fides et ratio” (fe y razón) que ha suscitado especial
interés entre filósofos, científicos y teólogos.
La estela de simpatía, grandeza y santidad que dejó Juan Palo II culminó en su beatificación
en Roma el 1º de mayo de este año. No sólo la Plaza de San Pedro sino hasta la misma Ciudad
Eterna se vieron chicas para acoger a tantos peregrinos que querían honrar su memoria.
- BENEDICTO XVI -(JOSEPH RATZINGER) – Desde 2005
Al presentarlo lo hago con una anécdota elocuente y paradigmática de la forma en que fue
acogido por la Iglesia: el 19 de abril de 2005, por la mañana, yo me hallaba en el centro de Buenos
Aires en una reunión de religiosos y religiosas. Al final de la mañana y al despedirnos se habló
del gran tema del día: el resultado del cónclave que se estaba celebrando en Roma en ese mismo
momento. Una religiosa dio su opinión: “cualquiera, menos Ratzinger”. Al entrar en casa en
Rivadavia 5652 recibí la noticia: “Habemus papam: Joseph Ratzinger, que se llamará Benedicto
XVI”. En el ambiente los rostros manifestaban un variado panorama: resignación ante los
caminos del Espíritu, alegría contenida, aceptación serena, rebelión expresa o contenida… No sé
qué cara habrá puesto la religiosa aludida cuando se enteró de quién era ya su Papa.
Joseph Ratzinger era la persona más conocida de la Iglesia después de Juan Pablo II, de
quien gozó de plena confianza. El papa polaco le solicitó su presencia y servicios como Prefecto
de la Congregación para la Doctrina de la Fe desde 1981. Era y es universalmente reconocido por
su alto nivel teológico y filosófico y no le ha faltado experiencia pastoral pues demás de párroco
inicialmente, profesor de universidades y arzobispo-cardenal de Munich estaba informado de la
vida real de la Iglesia e inmerso en ella.
Pero no hay duda de que su figura ha sido polémica. La exposición pública a la que obliga el
papado ha mostrado al mundo no sólo la soberana inteligencia de Benedicto XVI, sino también su
sensibilidad y alma de artista, su comprensión y delicado respeto a las personas, su capacidad
para enfrentar los problemas y desafíos como los abusos sexuales en la Iglesia.
Hasta ahora, Benedicto XVI nos ha ofrecido tres encíclicas: “Deus caritas est” (la virtud
teologal de la caridad), “Spe salvi” (sobre la esperanza por la que estamos salvados) y “Caritas in
veritate” (la caridad en la verdad, de un gran contenido social).
Monseñor Bruguès, en una conferencia que dio en la UCA el 24 de mayo de este año, afirmó: “Creo
providencia divina que al frente de la Iglesia tengamos un Papa que confía en la razón, la usa
admirablemente y, al mismo tiempo, la abre a la fe.
Benedicto XVI no se preocupa por “lo políticamente correcto”, proclama la verdad y
advierte contra “la dictadura del relativismo”.
CONCLUSIONES: UN ITINERARIO ACCIDENTADO, PERO ASCENDENTE.
Así he vivido y vivo este lapso de historia del mundo y de la Iglesia que abarca ochenta
años. Cuando intento llegar a una síntesis de lo vivido y de lo dicho llego a estas conclusiones:
1.--- La proyección de la Iglesia sobre el Mundo y su realidad es fuerte e innegable, “como la
levadura en la masa”. Lo ha hecho desde su condición de TESTIGO DE DIOS y CUERPO DE
CRISTO, y como santa y pecadora, a la vez (LG 8). Su misión está vinculada inseparablemente
a la HUMANIZACIÓN DEL HOMBRE. “Nada de lo humano le es ajeno”.
2.--- La Iglesia, conservando siempre su identidad esencial, ha experimentado cambios
importantes. En estos ochenta años hemos pasado de una “Iglesia tridentina” (marcada por el
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Concilio de Trento, s. XVI y el Vaticano I, del s. XIX), Iglesia institución jerárquica, jurídica,
verticalista, de clara división docente (que enseña y habla)y discente (que oye y calla), a una
Iglesia “misterio” (LG, cap- 1ª) que nace en la Trinidad, es animada por la fe, la esperanza y el
amor, se siente “Pueblo de Dios” e “Iglesia de comunión”; el laicado tiene sentido crítico y
conciencia participativa (en una verdadera y sana “laicización”, mejor que democratización).
3.--- La Iglesia Católica se ha hecho más Católica, es decir, más universal, más globalizada, más
descentralizada. Desde Pío XI todos los papas han impulsado las misiones “ad gentes”, han
desarrollado el clero indígena. Han nombrado obispos y cardenales de todo el mundo, han ido
“desitalianizando” la Curia Romana. (¡Qué sorpresa cuando vimos los primeros obispos y
cardenales negros, amarillos…!)
4.--- La Iglesia se ha visto implicada en toda la historia humana: cultura, ética-moral, guerras, paz,
justicia-injusticias, ciencia, arte, deporte, educación, salud… Ha creado un admirable cuerpo
de doctrina social (DSI), especialmente desde León XIII (“Rerum novarum”) en adelante.
Como autoridad moral la Iglesia ha sido la primera en el mundo. ¿Lo seguirá siendo?
5.--- La Iglesia Católica se ha ido abriendo al ecumenismo, es decir, a la relación y comunión con
las demás Iglesias Cristianas: Ortodoxos, Luteranos, Anglicanos y demás confesiones (se
tiende a evitar un uso indiscriminado de la palabra “secta”).
Hablar hoy de Focio o de Lutero o de Calvino… ¡qué diferencia del lenguaje de hace 80 años!
La Iglesia Católica se ha humillado y acercado con respeto y amor a los otros cristianos para
dialogar ecuménicamente. Por supuesto, sin llegar al sincretismo o relativismo, sino
manteniendo nítidamente la propia identidad.
6.--- De modo espectacular, con Juan Pablo II se tuvo los encuentros “inter-religiones” de Asís. En
ellos participaron todas las religiones y creencias que quisieron: cristianos, judíos,
musulmanes, budistas, sintoístas… El Vaticano II dio un gran paso con “Nostra aetate”
(Declaración del Vaticano II). Este documento modificó nuestra mente católica y nuestras
relaciones con los judíos (El capítulo de la relación con “nuestro hermanos mayores” es más
importante de lo que se piensa de primeras y que merece atención especial), los musulmanes
y las demás religiones. (Cfr: “Hacia una teología cristiana del pluralismo religioso”, J. Dupuis,
Sal Terrae, 1997).
7.--- Al interior de la Iglesia Católica hemos vivido una “evangelización de la autoridad jerárquica”
(y de cualquier otro ejercicio de la autoridad, incluido el servicio de la política), es decir, se ha
hecho un esfuerzo enorme, muchas veces polémico y doloroso y a veces desconcertante,
para ejercer la autoridad (desde el Papa hasta el último cristiano) como Cristo dice (Mt 20,
28): no como “poder” que somete y explota, sino como amor que sirve, pastorea y humaniza.
8.--- El sacerdocio necesitaba también una purificación y un esclarecimiento: purificación para
liberarlo de adherencias extrañas al sacerdocio de Cristo; esclarecimiento para poner de
nuevo en claro que todo cristiano, desde el Bautismo, es sacerdote, profeta y rey. Esta
realidad sacramental no es sólo una gracia honorífica de Cristo, sino sobre todo un
compromiso y un programa de vida que afecta a todos los bautizados.
9.--- Este giro se reviste de una importancia muy grande con consecuencias influyentes en la
mayoría de edad del laicado (“el gigante dormido” de la Iglesia), en la liturgia, en la pastoral,
en la evangelización, en las responsabilidades del Reino de Dios. Y ojalá mucho más todavía.
Lo cual no borra la diferencia “esencial” (ontológica) entre el sacerdocio ordenado y el
sacerdocio común. Pero ambos, desde la humildad y la verdad, son un “ministerio”, es decir,
un servicio a la comunidad creyente.
Qué cambios hemos experimentado también en la visión y vida sacerdotal!
10.--- La mujer y el laicado en la Iglesia, en muchos aspectos psico-sociológicos, han caminado a
la par, han sufrido postergación a la par y han despertado al mismo tiempo. Todavía los
católicos nos sentimos incómodos y en deuda en cuanto al lugar que la mujer y el laicado
deben ocupar en la Iglesia.
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11.--- También los religiosos nos hemos sentido más urgidos a vivir la santidad de nuestra vida
cuando el Concilio nos ha dicho que debemos “seguir a Cristo desde más cerca” (LG 42) en la
pobreza, castidad, obediencia, oración, solidaridad, misericordia, disponibilidad… Y también
nos ha dicho que no “huyamos del mundo” en cuanto humanidad necesitada, sino que
“estemos en el mundo sin ser del mundo”, es decir, que acompañemos de cerca de la gente
viviendo con ella “en justicia y santidad”. La VR ha cambiado mucho desde hace 8 años en
todo: número de vocaciones, estilo de vida, relaciones con la Iglesia y ele mundo,
11.--- A través de la vida he visto que el mundo nos exige santidad a los cristianos, y más aún a los
sacerdotes y religiosos. No nos perdona nuestros pecados aunque los airee morbosamente
para encontrar una justificación para los suyos. He visto que los santos no se quejan de que
el mundo nos exija santidad y nos recuerde que somos seguidores de Cristo.
El diagnóstico actual de no pocos sobre la Iglesia Católica es que se halla en crisis, en un
túnel, en un Sábado Santo. No niego nada de la realidad, ni las luces ni las sombras que tenemos
los católicos. Pero afirmo mi fe en la Iglesia que se basa en la fe en Jesús, su fundador: “Tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Y los poderes del infierno no podrán destruirla.” La
Iglesia debe ser custodio, intérprete, testigo y ejemplo de la doctrina de Cristo. La
indestructibilidad de la Iglesia - la única institución de occidente que ha durado 21 siglos - es la
prueba del amor fiel de Cristo al hombre.
La Iglesia es una barca que navega en el mar del mundo a la par que el Hombre, con la misión
de salvar al Hombre pescándolo (Mt 13) y subiéndolo a bordo. Tiene sus enemigos, ya nombrados
por Cristo: “Portae inferi” (poder del infierno, Mt 16), “Satanás” (Lc 22, 31) y sus colaboradores
conscientes o inconscientes, y los cobardes, los cómodos, los relativistas en dogma y moral. A los
enemigos exteriores hay que añadir los peores: los internos de la misma Iglesia, los peores según
Benedicto XVI. No se encuentra ninguna institución humana que haya sido más combatida que la
Iglesia. Creo que ni siquiera el pueblo judío. En ambos casos, lo es siempre Cristo por ser judío y
por ser el fundador de la Iglesia.
Lo peor para el católico sería perder la fe en la Iglesia. ¿Pero se puede tener fe en Cristo y no
en la Iglesia como hoy afirman bastantes católicos? Dice Carretto: “Sin la Iglesia, ¿dónde iría yo?
¿A construir otra? No podré construirla sino con los mismos defectos, con los míos que llevo
adentro. Y será mi Iglesia, no la de Cristo” (Citado por la rev. “Umbrales”, Nº 208.--- Cfr: “Rerum
novarum”, Nº 21). Mi propuesta es una llamada a la fe y a la confianza en la Iglesia, a superar los
miedos, a erradicar los complejos de “vergüenza de ser católico” o “el complejo antirromano”.
En 1999 se reunieron en una convención teológica católicos y anglicanos para estudiar el
papado, un tema que nos separa. Los anglicanos admitieron al Papa y ambos, católicos y
anglicanos, pusieron el título al documento final conjunto: “El don de la autoridad”. Esto, un don,
ha sido el papado para la Iglesia y para el mundo en los veinte siglos que nos preceden desde
Cristo y San Pedro.
Para mí, los siete papas con los que he vivido mi vida de creyente católico han constituido
un inapreciable don de Cristo aceptado siete veces. Y si llegara el octavo papa, ya desde ahora
cuenta con mi aceptación. La Iglesia no es sólo es el Papa, pero sin el Papa no hay Iglesia de
Cristo.
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Hombre sencillo, sincero, humilde,
De gran corazón,
Su entrega total,
Lo llevó al cielo.
Un cielo distinto a partir de hoy,
Porque, una persona como él,
Merece el mejor lugar,
A la diestra de Jesús.
Con su caminar pausado, siempre atento,
Recorría la ciudad,
Del Colegio de Hermanas al Carmelo,
Por la tarde el parque, su debilidad.
Las familias del Colegio,
Lo extrañarán más,
Él siempre estaba,
Con todos y en cada lugar.
Siempre tenía,
Su palabra de aliento,
De esperanza, de consuelo,
Lo vamos a extrañar…
El Colegio Marianista llora,
Y también la ciudad,
¿Quién no lo conoció?
Era un caminante distinto
Que nos enseñó a amar
Compañía de María de Argentina
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