EL INVENTARIO TOPONÍMICO DA GALICIA MEDIEVAL (ITGM):

Transcripción

EL INVENTARIO TOPONÍMICO DA GALICIA MEDIEVAL (ITGM):
EL INVENTARIO TOPONÍMICO DA GALICIA MEDIEVAL (ITGM):
UN NUEVO RECURSO PARA LA INVESTIGACIÓN
TOPONOMÁSTICA
Rocío Dourado Fernández
Instituto da Lingua Galega
Universidade de Santiago de Compostela
1. Introducción
Las colecciones documentales medievales se vuelven imprescindibles a la hora de conocer
nuestra historia pasada y más en concreto el ámbito, a menudo difuso, de la toponimia, en el que
la pérdida de documentación acerca de una forma toponímica suele propiciar la aparición de
miles de hipótesis casi siempre imposibles de confirmar sin el necesario concurso de los apoyos
textuales. En este sentido, el Inventario Toponímico da Galicia Medieval (ITGM) pretende ser
un recurso que facilite el manejo de este tipo de materiales, poco conocidos y de acceso
dificultoso.
Desde hace casi veinte años la sección de Gramática Histórica del Instituto da Lingua
Galega (ILG) ha venido desarrollando el Proxecto Xelmírez (Corpus Lingüístico da Galicia
Medieval), cuyo objetivo principal es la recopilación y el procesamiento del conjunto de la
documentación medieval gallega, a través de las ediciones existentes a día de hoy. La
implementación de esa ingente masa textual posibilitó el desarrollo de nuevos proyectos, de los
cuales el Tesouro Medieval Informatizado da Lingua Galega 1 es el más conocido, dado su
mayor grado de desarrollo y por constituir, además, uno de los recursos más imprescindibles a
día de hoy para los estudios de lingüística diacrónica en Galicia. Otras líneas de investigación
abiertas dentro del Proxecto Xelmírez, y más centradas en el aspecto lexicográfico, son el
Dicionario Histórico da Lingua Galega, el Dicionario Medieval Galego-Portugués (en
colaboración con equipos de la Universidade Nova de Lisboa), la Dialectoloxía Medieval
Galego-Portuguesa o la Gramática Histórica da Lingua Galega. También se están
desarrollando trabajos orientados a la edición paleográfica de obras como los Miragres de
Santiago, las Cantigas de Santa María y el Cancioneiro da Ajuda, entre otras. A la par de estos
trabajos, podemos encontrar el Inventario Toponímico da Galicia Medieval (ITGM), que nace
aproximadamente a finales del año 2005 y cuyo objetivo fundamental es concentrar en una
única aplicación informática toda la toponimia atestada en los fondos documentales gallegos de
la época medieval. La información sustraída de la documentación se encuentra sometida a un
proceso de organización y codificación conforme a una serie de criterios estructurados en dos
vertientes: una eminentemente lingüística (en la que se incluyen trabajos de lematización y
homogeneización del material lingüístico) y otra geográfico-administrativa (establecimiento de
la ubicación física del referente extralingüístico del topónimo).
Este proceso de construcción de un corpus toponímico unificado se inició partiendo de dos
trabajos de doctorado, realizados conforme se iba desarrollando el propio proyecto, y que
podemos considerar como sus primeras derivaciones prácticas. Estos dos trabajos son, por una
parte, el Inventario Toponímico do Tombo de Toxos Outos,2 de Paulo Martínez Lema, y la
1
Contribución a un inventario toponímico medieval dos documentos do Arquivo da Catedral de
Mondoñedo,3 de Rocío Dourado Fernández.
Se debe tener siempre presente que los datos y porcentajes presentados en el presente
trabajo son provisionales, ya que la constante y progresiva incorporación de nuevos materiales a
la aplicación irá alterando inevitablemente estos cálculos globales iniciales.
2. Caracterización del corpus documental
Antes de empezar con los contenidos centrales de esta contribución, debemos dejar claro que los
textos que constituyen nuestro corpus documental han llegado a nosotros a través de la edición
que de ellos han realizado historiadores, paleógrafos y, en menor medida, filólogos. Esta
heterogeneidad en la transmisión se traduce en una serie de circunstancias específicas (lecturas
erróneas, diversidad en los criterios de transcripción...) que a menudo dificultan el tratamiento
del material toponímico y que obligan a un esfuerzo adicional en este sentido. En cualquier
caso, las obras que a día de hoy pueden consultarse ya en el ITGM son las siguientes:
a) la Colección diplomática Medieval do Arquivo da Catedral de Mondoñedo, en edición
de Enrique Cal Pardo
b) la documentación del monasterio de Santa Comba de Órrea, en edición de Enrique Cal
Pardo
c) la documentación del monasterio de Santiago de Mens, editada por Pilar Zapico
Barbeito
d) la documentación del Tumbo de Toxos Outos, recientemente editada por Francisco
Rodríguez Pérez
e) un conjunto de dieciséis documentos inéditos del monasterio de Toxos Outos editados
por Xosé Manuel Sánchez Sánchez
f) cinco documentos del notario santiagués Domingo Pérez, en edición de José Ignacio
Fernández de Viana Vieites
g) y, por último, el Libro de Notas de Álvaro Pérez, Notario de Rianxo e Posmarcos,
editado en su día por Fernando Tato Plaza.
Como puede comprobarse, la mayor parte de los textos incluidos es documentación
generada en centros eclesiásticos, incluso en sedes catedralicias como el caso de Mondoñedo,
dato que deja adivinar, en buena medida, cuáles van a ser las tipologías textuales preponderantes
en el corpus (fueros, donaciones y ventas de pequeñas propiedades), con la repercusión que ello
pueda tener de cara al estudio toponímico. Por otro lado, la procedencia geográfica de la
documentación anteriormente citada nos permite delimitar dos áreas del territorio gallego bien
definidas y en las que se han venido centrando hasta el momento los trabajos de desarrollo del
ITGM: el occidente de la provincia de A Coruña y la zona septentrional y nororiental de la de
Lugo.
2
El rango cronológico de los documentos procesados se extiende a la práctica totalidad de la
Edad Media, abarcando más concretamente un total de siete centurias, es decir, desde el siglo IX
hasta principios del siglo XVI. Aún así destaca especialmente el siglo XIII, en el que se concentra
el 34 % de las ocurrencias toponímicas, seguido muy de cerca por el siglo XV con un porcentaje
muy similar (32 %). Los siglos XII (16 %) y XIV (13 %) completan el grueso de las centurias
mejor documentadas a día de hoy en el ITGM. Junto a todo lo anterior, y de manera casi
anecdótica, contamos con un número bastante exiguo de atestaciones correspondientes a los
siglos IX, X, XI y XVI. Para completar la visión cronológica deberemos señalar la existencia de
un 4 % de documentos para los cuales no se ha podido precisar una fecha de redacción concreta
y/o fiable y que, por lo tanto, aparecen fuera de las categorías anteriores.
7000
6000
5000
4000
3000
2000
1000
0
Séc. IX
Séc. X
Séc. XI
Séc. XII Séc. XIII Séc. XIV Séc. XV Séc. XVI
S.D.
En cuanto a la glotología, y derivado de lo ya expuesto anteriormente, la inmensa mayoría
de la documentación se halla escrita en lengua latina, con unas incipientes atestaciones del
romance gallego y una presencia minoritaria del romance castellano (procedente en su práctica
totalidad de los textos más tardíos, esto es, los fechados en las dos últimas centurias del rango
cronológico presentado anteriormente). Como consecuencia de hallarnos ante un corte temporal
tan amplio, registramos la presencia de distintos niveles de alternancia entre dos o más códigos
lingüísticos distintos: por una parte, documentos latinos romanceados, es decir, un sistema de
evolución normal del latín a la lengua romance gallega, o a la castellana (si se trata de
documentos generados en un enclave ajeno al territorio gallego); y por otra parte, la presencia
de documentos que presentan un hibridismo entre dos de las lenguas romances (generalmente
gallego y castellano), en ocasiones como consecuencia de una interferencia lingüística
3
especialmente palpable en los textos más tardíos, mientras que en otros casos la razón hay que
buscarla en la sucesión de ratificaciones de documentos reales realizadas en otros puntos de la
Península Ibérica.
900
800
700
600
500
400
300
200
100
0
LAT
GAL
CAST
HÍBR
Por último, los focos generadores de la documentación corresponden, en su mayor parte,
a puntos geográficos concretos del actual territorio administrativo gallego. De hecho, un 67 %
de los lugares de redacción de los documentos integrados en el ITGM se ubican en tierras
gallegas y sólo el 33 % han sido generados en ciudades del resto de la Península Ibérica. Esta
particularidad se relaciona, a su vez, con la tipología documental, ya que en su mayoría se trata
de diplomas que contienen algún tipo de disposición real.
3. Metodología y procesamiento del material toponímico
En la fase inicial de los trabajos se ha desarrollado un proceso de etiquetado documental de los
textos pertenecientes a las colecciones anteriormente mencionadas. El tipo de información que
se ha tenido en cuenta en esta fase inicial es la siguiente:
a) el título de la obra, de modo abreviado y por extenso;
(1) CDMACM.
Colección Diplomática Medieval do Arquivo da Catedral de Mondoñedo
b) el nombre del autor de cada documento, representado de dos modos distintos: por un
lado, figura el nombre del autor tal y como se menciona en el documento, con la
secuencia antroponímica completa, mientras que en un segundo momento se registra
única y exclusivamente el nombre personal, sin ningún tipo de información
comlementaria;
(2) Petrus de Horozco canonicus notarius apostolicus.
(3) Petrus de Horozco
c) el siglo y el año de redacción de cada documento, así como el año en el que el
documento en cuestión fue copiado o trasladado, si fuese éste el caso;
e) la naturaleza del texto (original, copia, traslado, regesto, traducción...);
f) la lengua original del texto;
g) la tipología documental del texto (fueros, ventas, donaciones, permutas...);
h) la página en que comienza el documento y el rango de páginas que comprende, así como
el capítulo de la edición con que se corresponde cada documento.
En una segunda fase, y con toda esta información ya determinada, se procedió al marcaje de
las numerosas cadenas onomásticas de la obra, no sólo las estrictamente toponímicas, sino
4
también las cadenas antroponímicas que contienen elementos toponímicos. Esta operación
afecta a gran parte de las cadenas onomásticas, ya que los nombres de persona constituyen, en
este sentido, una fuente muy relevante, al hallarse generalmente seguidos de uno o varios
sobrenombres de origen toponímico que cumplían una función individualizadora. Ello es
consecuencia de que el repertorio de nombres medievales llegó a ser muy limitado y podían
llegar a convivir en un mismo lugar varios individuos con el mismo nombre y apellido,
circunstancia que creaba una necesidad creciente de individualizar a cada persona de una
manera concreta e inequívoca. Por lo tanto, en algunos casos se recurrió a marcar el origen
mediante la adición de un topónimo a la cadena antroponímica, mientras que en otros casos se
acudió a un pseudónimo alusivo a un trazo destacable de esa persona (un defecto físico, la
profesión, etc.).
Las dificultades que se nos han ido presentando no son pocas, aunque, como se supondrá,
radicaron en un punto principal: la presencia de formas indudablemente toponímicas, pero de
semántica tan genérica y difusión territorial tan amplia que a menudo resultan sumamente
difíciles de identificar con un mínimo de precisión (pensemos, por ejemplo, en casos como el de
Vigo, Carballo, Igrexa...) y que figuran recogidos dentro de una categoría específica en la cual
englobamos todos aquellos topónimos cuya localización no nos ha sido posible determinar (vid.
infra): topónimos no identificados (N.I.).
La tercera y definitiva fase es, sin duda, la más laboriosa del trabajo, y consiste en la
clasificación y (siempre que nos ha sido posible) localización sobre el territorio de los referentes
extralingüísticos asociados a todos y cada uno de los ítems toponímicos. Con esa finalidad, se
ha articulado una base de datos estructurada en dos grandes bloques: uno en el que se reúne la
información de carácter estrictamente lingüístico y otro centrado en la información
extralingüística, es decir, en la dimensión referencial de los topónimos. Esta distinción cuenta
con la correspondiente plasmación visual en la aplicación informática del ITGM, donde
volcamos la información puramente lingüística vertebrada en tres formas principales: un lema
moderno, un lema medieval romance y un lema medieval latino. En primer lugar, necesitamos
un campo que contenga el lema moderno, el cual ejerce la función de encabezamiento del
topónimo correspondiente en la inmensa mayoría de los casos. Existe, aun así, un conjunto de
topónimos cuya forma medieval ha desaparecido (o carece de continuadores conocidos) y que,
por lo tanto, carecen de un lema moderno, hecho que nos obliga a establecer otro método que
nos permita acceder a ellos en la aplicación. Para estos casos hemos habilitado un lema especial,
el ya mencionado N.I. (= no identificados), que pone de relieve esa circunstancia. A la par de
ese lema moderno, aparecen también un lema medieval romance y un lema medieval latino, de
acuerdo con las dos grandes realidades lingüísticas presentes en la documentación y que
condicionan la forma externa de los topónimos estudiados. A este respecto, debemos señalar
que entendemos como toponimia latina todas aquellas formas resultantes de procesos de
latinización (en ocasiones pseudolatinización) de topónimos cuyas características externas nos
permitirían clasificarlos ya claramente como romances.4 Aún así, es pertinente subrayar que esta
distinción no es más que una pura convención orientada a un manejo más eficaz y cómodo del
material presentado al usuario, ya que resulta muy complicado en la mayor parte de los casos
encuadrar la evolución representada en los textos en una lengua o en otra. Así pues, el
procedimiento seguido a la hora de lematizar se basa en discriminar si los cambios que
presentan los elementos toponímicos pueden considerarse más próximos al latín o al romance
emergente, y, en función de esto, asignarles el lema correspondiente. Una vez más, debemos
recordar que se trata de formas escritas en las que sólo podemos llegar a intuir cuál sería la
realización fonética oral. Lo anterior, unido a la tendencia formal y conservadora que suele
caracterizar al formato escrito, incrementa la dificultad de esta parte del trabajo. De este modo
se han seleccionado los arquetipos que se adaptan mejor a la finalidad del trabajo, intentado
5
homogeneizar, de la mejor manera posible, todas las variantes registradas. Así pues, las pautas
de las que hemos partido son las siguientes:
a) distribución entre <v> y <u>, utilizando la primera como representación del sonido
consonántico y la segunda para la vocal;
b) representación de la semivocal palatal [j] como <j> en las grafías latinas y como <y> en
las romances, reservando el grafema <i> para los casos en los que la vocal palatal
constituye el núcleo silábico;
c) en la vacilación de las grafías <v> / <b>, <ç> / <z> y análogas se adaptan las grafías
afines a la etimología, de conocerlas;
d) la representación de la nasal final, que en los documentos alterna entre <-n> y <-m>, se
reduce sistemáticamente a <-n>, en atención a las tendencias mayoritarias de nuestra
documentación;
e) la representación de la síncope consonántica sólo se mantiene (con la solución más
próxima a la forma actual) en el caso de no contar con formas en las que ya se hubiera
producido la crasis vocálica;
f) las formas latinas o (pseudo)latinizadas han sido lematizadas sistemáticamente en caso
acusativo, pues, como es sabido, se trata del caso que acabó prevaleciendo en el latín
galaico y del que proceden la mayoría de las voces del mismo.
El segundo bloque de información se corresponde con la información georrefencial que
combina dos tipos de información: por una parte, la referida a la localización geográficoadministrativa y su catalogación en términos de tipología referencial, y, por otra parte, unos
datos puramente textuales derivados de las obras procesadas (paginación, breve contexto textual
y otros datos). La localización física del referente del topónimo se organiza en varios bloques:
en primer lugar, colocamos el núcleo poblacional aludido por el topónimo, y a continuación se
indica la parroquia, seguida del ayuntamiento y ya, por último, la provincia. Si en un
determinado caso se nos presentan dudas en el momento de la localización y barajamos dos o
más hipótesis, procuramos explicitarlas todas, aunque separadas por una barra oblicua. Por otra
parte, cuando hablamos de tipología referencial nos estamos refiriendo a la naturaleza
tipológica de cada entidad tratada. En este sentido, operamos con un repertorio-marco de
tipologías referenciales dividido en varios subgrupos siempre susceptibles de revisión y/o
ampliación:
a) las entidades poblacionales constituyen por ahora la categoría mejor representada del
corpus en términos cuantitativos. Este apartado está conformado tanto por enclaves
sustancialmente importantes (ciudades) como por otros núcleos de menor entidad
(aldeas, villas) y, en tercer lugar, por elementos característicos del diseño urbano (calles,
plazas, puertas, murallas);
b) la segunda de las categorías agrupa las entidades encuadradas en los ámbitos de la
orografía (montes, valles, playas, islas) y de la hidrografía (ríos, arroyos, fuentes);
c) en un tercer nivel, se pueden encontrar las divisiones territoriales de carácter supralocal
y referidas bien a instituciones eclesiásticas (diócesis, arciprestazgos, arcedianazgos),
bien a entidades políticas (condados, ducados, reinos), bien a realidades naturales
(comarcas, territorios);
d) en cuarto lugar, se presentan los términos referentes a la explotación agropecuaria del
territorio (tierras de cultivo, tierras de pastos y similares);
e) una categoría bastante nutrida es la de las instituciones religiosas (monasterios,
conventos, capillas, iglesias), cuya denominación pasa a consolidarse en muchas
ocasiones como la de la parroquia en la que se asientan físicamente, dejando de esta
6
manera huella en el tiempo aún después de producirse la extinción o transformación de
esos monasterios o iglesias;
f) y, ya por último, contamos también con etiquetas específicas para aquellos topónimos
que designan construcciones humanas, cualquiera que fuese su finalidad concreta
(puentes, vías de comunicación, construcciones defensivas o monumentos megalíticos).
4. Caracterización del material toponímico
Una vez realizados los procesos correspondientes de etiquetaje y organización del material, el
resultado provisional es un conjunto de 17.640 formas toponímicas, agrupadas en un total de
3086 topónimos, de los cuales aproximadamente un 93 % se encuentra identificado con mayor o
menor grado de certeza, y sólo el 7 % restante corresponde a una serie de registros toponímicos
que no han podido ser identificados.
Es necesario aclarar que entendemos por forma toponímica cada una de las actualizaciones
de un topónimo bajo una variante gráfica o formal concreta en un contexto documental
determinado. La diferencia entre forma toponímica y topónimo radica por tanto en que cada
topónimo se corresponde con un lema toponímico, es decir, con una unidad significativa
susceptible de realizarse mediante formas toponímicas diversas a lo largo de los textos. El
resultado es, por tanto, una gran heterogeneidad motivada por causas diversas: la aplicación de
prácticas escriturarias latinizantes, la etimología popular, la hipercorreción o las diferencias en
el estrato lingüístico, estas últimas especialmente interesantes en los casos de castellanización
artificial de algunos de los topónimos presentes en el corpus. Todos estos fenómenos
repercuten, sin duda, en el material obtenido, multiplicando de manera considerable las
variantes registradas para un mismo topónimo, lo cual nos obliga, a su vez, a asumir pautas
homogeneizadoras a la hora de procesar la información.
Tal y como ya se ha señalado, en la recogida y organización del material no sólo hemos
tenido en cuenta las formas correspondientes a los topónimos propiamente dichos, sino que
hemos incluido también todas aquellas formas que concurren en la documentación formando
parte de sintagmas onomásticos y que, en su mayor parte, corresponden a apellidos
detoponímicos. Esta práctica, enfocada desde una perspectiva diacrónica, nos permite realizar
investigaciones de muy diversa índole, facilitando, por ejemplo, estudios sobre el tramo
cronológico en el que comenzaron a generalizarse esta clase de apellidos detoponímicos o
incluso sobre las pautas y criterios de combinación que han seguido a lo largo del tiempo. En
cualquier caso, el porcentaje de topónimos registrados como constituyentes de cadenas
onomásticas en nuestro corpus es ampliamente inferior al de los topónimos en sentido estricto,
pues este último supone un 79 % del total.
Por otra parte, la distribución de las formas toponímicas por obras tampoco es homogénea
ya que son dos las obras que concentran la mayor carga documental: la Colección Diplomática
do Arquivo da Catedral de Mondoñedo y la documentación contenida en el Tumbo de Toxos
Outos; entre ambas suman casi el 85 % del total de registros. A las anteriores debemos añadir,
siguiendo un rango estrictamente porcentual, el Libro de Notas de Álvaro Pérez, que aporta un 9
% del total, sumando el resto de obras un escaso 6 %. A pesar de su escaso aporte cuantitativo,
esas colecciones menores completan y complementan la información proporcionada por las
obras más extensas.
7
CDDP
DISXT
SCO
SM
LNAP
CDMACM
DTT
0
1000
2000
3000
4000
5000
6000
7000
8000
Es necesario subrayar que no sólo contamos con registros alusivos a entidades geográficas
del actual territorio administrativo gallego, sino que en el ITGM aparecen recogidas hasta 303
entidades localizadas fuera de ese ámbito. Evidentemente, un número muy alto de las mismas
hace referencia a enclaves del actual Estado español (247 casos), pero existen lugares
pertenecientes a Portugal (25), Francia (13), Italia (11), o, ya con cifras anecdóticas, Gran
Bretaña (3), Israel (2), Turquía (1) y Grecia (1).
1% 1%
4%
4%
8%
España
Portugal
Francia
Italia
Gran Bretaña
Outros
82%
Si nos centramos, a continuación, en el territorio de la moderna comunidad autónoma
gallega, podemos observar que el ITGM cuenta con registros toponímicos de hasta 176
ayuntamientos modernos, lo cual supone aproximadamente el 56 % del total de municipios de la
Galicia actual. De esos ayuntamientos, el mejor representado hoy por hoy es el de Boiro, con un
total de 109 topónimos, seguido muy de cerca por Brión (99) y Malpica de Bergantiños (87).
Con unas cifras un tanto inferiores encontramos los municipios de Lousame (85) y Rois (82).
Podemos comprobar que todos estos ayuntamientos se hallan concentrados en la vertiente
occidental de la comunidad gallega.
8
Un nivel territorial superior al municipal, y con enorme vigencia en la Galicia actual, es el
nivel comarcal, que en cierta medida supone la continuación histórica de las demarcaciones
supralocales existentes en la Galicia medieval y conservadas grosso modo en el ámbito de la
administración eclesiástica. En este plano se verifica de nuevo el absoluto predominio
cuantitativo de los territorios occidentales del país, siendo las comarcas de Noia (203
topónimos), A Terra Chá (218), Barbanza (205) y Santiago (201) las que mayor volumen
toponímico aportan. Lo más destacable de este punto es que el material recogido aporta
muestras toponímicas concretas de hasta 46 de las 53 comarcas gallegas actuales, lo cual supone
en términos estadísticos un nada despreciable 83 % del territorio administrativo gallego actual.
De todos modos, debemos puntualizar que las comarcas que se nos muestran, a primera
vista, como yermas en cuanto a material toponímico en el ITGM no lo son tanto. En efecto,
algunas de esas comarcas se encuentran representadas indirectamente en nuestro corpus a través
de topónimos que designan entidades supralocales tales como los arciprestados, las diócesis, las
terras u otras realidades administrativas articuladas como tales en el período medieval y cuya
extensión comprendía en muchos casos un espacio superior al que presentan hoy algunos de
nuestros ayuntamientos y comarcas. Por tanto, si consideramos la presencia de esta tipología
específica, mucho más ambigua y difícil de delimitar, la representatividad geográfica de esta
primera fase del ITGM se ve notoriamente incrementada.
9
Para finalizar, y ya como un dato puramente anecdótico, podemos señalar que el topónimo
que mayor número de ocurrencias presenta en el estado actual de nuestro corpus es Mondoñedo
como denominación de la diócesis que todavía hoy conserva ese nombre (986 registros). Le
sigue, a gran distancia, Villamayor (339 ocurrencias), nombre antiguo de la actual villa de
Mondoñedo, y en una franja similar se concentran topónimos como Galiza (260 registros),
como nombre de reino, San Xusto de Toxos Outos (236 registros) como denominación de
monasterio y finalmente León (223 registros), como nombre de reino.
986
MONDOÑEDO [dioc]
339
VILAMAIOR [pob]
260
GALIZA [rei]
236
SAN XUSTO DE TOXOS OUTOS [most]
223
LEÓN [rei]
190
NOIA [pob]
179
CASTILLA [rei]
177
VIVEIRO [pob]
134
SANTIAGO [dioc]
130
TOLEDO [rei]
0
100
200
300
400
500
600
700
800
900
1000
4. Conclusiones: aprovechamientos del Inventario Toponímico da
Galicia Medieval
Aun encontrándose en una fase embrionaria y en ciertos aspectos incluso experimental, lo cierto
es que el ITGM puede proporcionarles a los toponimistas (y, en general, a los investigadores e
interesados en el campo más amplio de la lingüística histórica) una serie de utilidades y líneas
de estudio que creemos conveniente comentar, aunque sea de forma breve.
La relevancia de la documentación medieval y de las atestaciones antiguas de los
topónimos, en la mayor parte de las ocasiones, han venido utilizándose como instrumento para
apoyar o desechar hipótesis etimológicas sobre determinados nombres de lugar. Estas hipótesis
han tratado siempre de explicar la evolución de la forma toponímica hasta la actualidad,
partiendo siempre de la forma moderna. Lo que pretendemos en el ITGM es invertir esta
mecánica, es decir, partir de las formas medievales para intentar establecer sus correspondencias
actuales y su referente extralingüístico, si es que aún se conserva. Siguiendo esta metodología
tenemos la ocasión de conocer cuál ha sido la evolución del topónimo desde su emergencia en la
escritura hasta nuestros días. El ITGM se revela, pues, como un gran apoyo para los estudios
etimológicos, al reunir muchos de los testimonios más antiguos y, a su vez, permitir la
ordenación de los mismos atendiendo a varios criterios (cronología, glotología, tipología
referencial, etc.).
Desde el punto de vista de la normalización y estandarización lingüísticas del idioma
gallego, el ITGM puede ofrecer materiales que sirvan de cara a la reconstrucción de la forma
genuina de numerosos topónimos, para los cuales los nomenclátores ofrecen todavía hoy
propuestas dudosas o incluso incorrectas.
El ITGM reúne también numerosos topónimos foráneos, adaptados a menudo a los patrones
de la lengua gallega medieval, de modo que estamos ante una herramienta fundamental para el
campo de la exonimia. Lo mismo puede decirse con respecto al estudio antroponomástico,
especialmente el dedicado a la historia de los apellidos personales, en gran parte de origen
toponímico. Muy ligado a esto se encuentra el proceso de castellanización de la toponimia y,
10
por consiguiente, de los apellidos derivados de ella, aspectos para los cuales el presente recurso
puede ofrecer una valiosa información.
Bibliografía
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ZAPICO BARBEITO, M. P. 2005. Colección diplomática do mosteiro de Santiago de Mens:
edición e estudo. Noia:Toxosoutos.
1
Este proyecto se puede consultar a través de la página web del Instituto da Lingua Galega
(https://ilg.usc.es/tmilg).
2
Presentado como Trabajo de Investigación Tutorado (TIT) en el año 2007, y posteriormente publicado por la
editorial Toxos Outos, tras haber logrado un accésit en el premio Historia Medieval de Galicia convocado por
la misma editorial.
3
Presentado como tesis de licenciatura en el año 2008 en la Universidade da Coruña.
4
A este respecto, resultan especialmente interesantes casos como Milvis, latinización de Miñotos. Este
topónimo (probablemente un gentilicio en origen) que ha sido reinterpretado como procedente de un zoónimo
(miñato), y que se ha traducido mediante un término latino equivalente, en este caso MILUIS. Aunque esta
denominación seguramente nunca existió como denominación toponímica y no ha pasado de ser fruto de una
estrategia de relatinización en la escrita. Junto a estos procesos de latinización existen otros menos elaborados,
que mantienen el lexema inicial y que, en nuestra documentación, suelen consistir en una reconstrucción del
étimo del topónimo: Viveiro - VIVARIO < UIUARĬŬ, Cedofeita - Citofacta < CĬTŬ FACTA.
11

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