INTEGRACIÓN 1.2. La propuesta educativa del judo en el contexto

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INTEGRACIÓN 1.2. La propuesta educativa del judo en el contexto
PROGRAMA DE
INTEGRACIÓN
SOCIOEDUCATIVA
a través del
JUDO
1.2. La propuesta educativa del judo en el contexto de la modernidad
La Federación Internacional de Judo y todos los organismos federativos continentales y
nacionales reconocen el judo como el sistema deportivo elaborado en Japón en 1882
por Jigoro Kano con el nombre de Judo Kodokan. El origen y posterior desarrollo del judo
muestra los procesos típicos de transferencia intercultural en el marco de la
globalización. Un primer acercamiento a la conceptualización del judo podemos
extraerlo a partir del preámbulo de los Estatutos aprobados por el Congreso de la
Federación Internacional de Judo el 23 de agosto de 2009 en Róterdam:
“El profesor Jigoro Kano creó el judo en 1882. Método de educación derivado de las artes
marciales, el judo fue reconocido como deporte olímpico oficial en 1964 (después de
haber sido reconocido como deporte de demostración en los Juegos Olímpicos de Tokio
de 1940, que fueron anulados debido a la Segunda Guerra Mundial). El judo es un
deporte sumamente codificado, a través del cual se logra una expresión inteligente del
cuerpo y por esta razón participa en la educación de quien lo practica. Más allá de la
competición y del combate, el judo se caracteriza por una búsqueda de perfección
técnica, los katas, el trabajo de autodefensa, la preparación del cuerpo y el desarrollo
espiritual. Disciplina fruto de tradiciones ancestrales, el Maestro que lo creó imaginó al
judo como una actividad esencialmente moderna y progresista9”.
Cada deporte, cada práctica deportiva, tiene sus características particulares que lo
conectan con su historia y su tradición. En el caso del judo, su historia invierte el proceso
típico de exportación cultural desde los países occidentales -y su posición hegemónicahacia la periferia. El judo es una de las grandes aportaciones de Japón a la cultura
universal. Su fundador, Jigoro Kano, fue el primer miembro no occidental en el Comité
Olímpico Internacional (1909), el primer presidente de la Asociación Japonesa de
Deportes Amateur (1911) y el deporte del Judo fue el primer deporte no occidental en
entrar a formar parte del programa olímpico. Se pueden observar muchos puntos
coincidentes, de influencia mutua, entre la formulación del judo como deporte moderno
y el propio ideario olímpico (Ebell, 2008).
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Los Estatutos de la Federación Internacional de Judo aprobados el 23 de agosto de 2009 se pueden
consultar en http://www.intjudo.eu. El paréntesis corresponde a la cita original.
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Además de al judo, Kano dedicó su vida entera al sistema educativo japonés, al
desarrollo de la educación física en las escuelas y a la popularización de los deportes
modernos. Durante veintitrés años fue director de la Escuela Normal Superior
(antecedente de la Universidad de Educación de Tokio), y desempeñó el cargo de Jefe
de la Oficina de Educación del Ministerio de Educación (Maekawa y Hasegawa, 1963).
El judo formulado por Jigoro Kano es un compendio de múltiples influencias que
coinciden en el particular momento histórico que es el Japón Meiji (1868-1912), cuando
el país abre sus puertas a occidente y se sumerge en un extraordinario proceso de
occidentalización que acaba con una larga etapa feudal. Como señalan Allen Guttmann
y Lee Thompson: “Los orígenes del judo son incuestionablemente asiáticos, pero es
importante subrayar que el deporte fue inventado por un japonés que estaba
enormemente influido por el sistema educativo occidental” (Guttmann y Thompson,
2001: 100).
Y es que el judo, desde su primera formulación, es un producto cultural fruto del
encuentro entre la tradición oriental y el pensamiento occidental 10. Por un lado, el judo
bebe de la tradición luctatoria del Japón feudal denominada jujitsu, que a su vez recibe la
influencia de la ética samurái, debido a su situación dominante en el pasado cultural
japonés. Por el otro lado, el judo recibe la influencia de la educación europea
(fundamentada sobre el papel de la razón y la ciencia), debido al enorme efecto que
estaba teniendo sobre el desarrollo modernizador de Japón, y los sistemas de educación
física y deportiva.
La peculiar biografía de Jigoro Kano (1860-1938) y sus escritos dejan constancia de cómo
la construcción del judo, que desde sus inicios se formula como un sistema educativo 11,
conecta con el racionalismo y la ciencia, encumbrados en el proceso de la modernidad.
Jigoro Kano fue un hombre de su tiempo que tuvo la fortuna de ser uno de los primeros
estudiantes de la actual Universidad de Tokio, que en esos momentos (hacia 1878) se
empapaba de todo el pensamiento europeo gracias a las enseñanzas de los numerosos
profesores occidentales contratados por el gobierno japonés 12. Jigoro Kano desarrolló a
10
A partir de la propuesta de Gleeson (1975), Villamón y Brousse (1999, p. 116) recogen un
interesantísimo cuadro de influencias orientales y occidentales en la génesis del judo. Las herencias que
confluyen en el Judo Kodokan configuran su gran riqueza cultural y lo convierten en un producto
fácilmente asimilable por las diversas culturas.
11
En 1888, en los primeros comienzos del Judo Kodokan, Jigoro Kano leyó una conferencia en la
Sociedad de Educación Japonesa bajo el sugerente y significativo título de: “Una síntesis del judo y su
valor educativo” (Hoare, 2009: 126). El judo formulado por Kano sólo se entiende desde su dimensión
educativa, en conexión con todo el trabajo que desarrolló tanto fuera como dentro del dojo. La lectura
de las memorias de Kano (Watson, 2008) es muy significativa al respecto.
12
En 1870, con tan solo 10 años, Jigoro Kano es enviado por su padre a estudiar a Tokio, donde recibirá
una rigurosa educación acorde con las necesidades de la nueva sociedad que empezaba a crearse en
Japón, en la que se mezclan las enseñanzas de las tradiciones japonesas y las influencias culturales
extranjeras. Después de pasar por distintas instituciones donde es constante la enseñanza del inglés y
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lo largo de su vida un importantísimo papel en el sistema educativo japonés y fue un
excelente embajador a lo largo de sus múltiples viajes por el mundo.
A partir del sistema de ataque y defensa de las técnicas de algunas escuelas de jujitsu,
Kano codifica un sistema de educación física con aspiraciones universales para el
bienestar del individuo y de la sociedad en general. El judo se diseñó como un método
para desarrollar armoniosamente los aspectos intelectuales, morales y físicos del
individuo. En palabras de Kano:
“El método de instrucción (del jujitsu) carecía de una estructura coherente y resultaba en
ocasiones peligroso (…). En 1882 agrupé lo mejor de cada escuela (de jujitsu) y establecí
el Judo Kodokan, basado en las enseñanzas de la ciencia moderna y acorde con los
principios educativos” (en Murata, 2005: 64).
El judo se elaboró como un sistema de educación física atractivo para la gente joven y
que no fuese aburrido como la calistenia o los sistemas de educación física alemanes y la
gimnasia sueca, entre otros, que en esos años intentaban imponerse como sistemas de
educación para los ciudadanos de los distintos países.
Kano eliminó los aspectos peligrosos del jujitsu para salvaguardar a los practicantes y
estableció dos sistemas principales de entrenamiento: kata (formas técnicas
precodificadas) y randori (práctica libre). El primero se fundamenta en el estudio técnico
y en los procesos de cooperación con el compañero, con un alto grado de ritualización 13;
el segundo se basa en situaciones de oposición motriz y tiene su base en la creatividad.
Los objetivos del Judo Kodokan creados por Kano se resumían en tres propósitos: la
educación física, el entrenamiento del combate y el entrenamiento moral. Para el
entrenamiento del combate, como práctica del arte del ataque y defensa, el objetivo era
adquirir la habilidad para controlar físicamente a otros y no ser controlado por ellos. Para
los objetivos de educación física eliminó movimientos peligrosos, delimitó los elementos
de seguridad de la práctica y todos los detalles del aprendizaje de manera minuciosa,
con una progresión que avanzaba de lo más sencillo a lo más complejo. Por lo que se
del pensamiento occidental, en 1877, Kano ingresa en el departamento de literatura de la Universidad
Imperial Toyo Teikoku, actual Universidad de Tokio, y se matricula en ciencias políticas, filosofía y
literatura. Es muy significativo que 27 de los 39 profesores que formaban el claustro de dicha institución
fueran occidentales, lo que da muestra de la influencia del pensamiento occidental en la educación de la
elite japonesa del momento (Espartero y Villamón, 2009: 6-7).
13
El kata cumple una parte importante del aspecto ritual de la práctica del judo, en el sentido de
preservación e integridad de la tradición que señala Giddens cuando afirma que: “El ritual es básico para
los marcos sociales que dan lugar a las tradiciones; el ritual es una forma práctica de garantizar la
preservación” (Giddens: 1997, 85).
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refiere al cultivo del carácter moral, Kano pensaba que se producía de manera
espontánea a partir del entrenamiento continuado y de las enseñanzas que rodeaban el
ambiente del judo: la etiqueta, la cortesía durante y después del entrenamiento y el
aprendizaje del autocontrol. También señaló su creencia en la fuerte influencia que
podía tener el entrenamiento del judo en el desarrollo intelectual a partir de los procesos
de observación, memorización, imaginación, lenguaje, y las muchas relaciones entre
estos (Hoare, 2009: 128).
En su original aportación, Kano formuló dos principios rectores en la práctica del judo
que debían aplicarse en la vida diaria: seiryôku zenyô (principio de máxima eficacia en el
uso de la energía física y mental) y jita kyoei (principio del beneficio y prosperidad
mutua) 14. El primer principio es un excelente ejemplo de la aplicación de los procesos de
racionalización, entendida como el mejor modo de alcanzar un objetivo concreto, y
según Kano debía tenerse presente en todos los ámbitos de la vida. El segundo principio
pone en relación al individuo y al grupo de modo que pueda existir una convivencia en
armonía y explicita la auténtica dimensión del judo en su sentido social. La siguiente cita
resume parte del armazón teórico-filosófico que subyace en la constitución del judo:
“El judo es una disciplina física y mental cuyas lecciones se pueden aplicar a la resolución
de nuestros asuntos diarios. El principio fundamental del judo, que gobierna toda las
técnicas de ataque y defensa, es que, cualquiera que sea el objetivo, este se obtiene de
mejor manera por el uso del principio de máxima eficacia de cuerpo y mente, adaptado
al fin perseguido. Este mismo principio, aplicado a las actividades de la vida diaria, nos
conduce a conseguir una vida más racional y mejor. El entrenamiento de las técnicas de
judo no es la única manera de conseguir este principio universal, pero sí es la forma en
que yo llegué a comprenderlo, y es el medio por el que intento que también se
beneficien otros. El principio de máxima eficacia, bien aplicado al arte de ataque y
defensa o al refinamiento y perfeccionamiento de la vida diaria, demanda ante todo que
haya orden y armonía entre las gentes, lo cual sólo se logra a través de la ayuda y
concesión mutuas. El resultado es el beneficio y bienestar mutuos. La meta final de la
práctica del judo es el inculcar respeto por los principios de máxima eficacia, por un lado,
y beneficio y bienestar mutuo, por otro. Por medio del judo las personas, individual y
colectivamente, obtienen su estado espiritual idóneo, mientras que al mismo tiempo
mejoran las condiciones de sus cuerpos y aprenden el arte de ataque y defensa” (Kano,
1989: 25).
14
Con motivo de los Juegos Olímpicos de Los Angeles en 1932, Jigoro Kano impartió una conferencia en
la Universidad de Southern California titulada: “The Contribution of Judo to Education”, en los que
resume brillantemente su concepción del judo y sus principios fundamentales. Se puede acceder a una
copia del texto original en inglés en http://judoinfo.com/kano.htm. También, a falta de los últimos
párrafos referidos a la sociedad del momento, se recogió una versión francesa titulada “L´education par
le judo” en los anexos de Le judo, école de vie (Jazarin, 1974). Y, recientemente, tenemos una traducción
en español del texto íntegro de la conferencia de Kano con importantes notas a pie de página en la
Revista de Artes Marciales Asiáticas (Kano, 2008). De nuevo, desde el mismo título de la conferencia
podemos observar que las palabras “judo” y “educación” parecen inseparables en la concepción del
judo original.
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En este sentido, podemos afirmar que la formulación del Judo Kodokan refleja la
esperanza de un humanista y pedagogo (como fue Kano) en la construcción de un
mundo mejor. Su pensamiento es, como hemos señalado, muy coincidente con el del
ideario olímpico y el optimismo general que subyace en las grandes narrativas de la
modernidad, de uno u otro signo.
Como han puesto de manifiesto acertadamente Espartero y Villamón (2009), la utopía
educativa de Kano no duró demasiado tiempo debido a las propias circunstancias
sociopolíticas de Japón, su proceso de militarización, expansión colonial y la posterior
reapropiación que el fascismo hizo de los deportes y del propio judo (Abe et al., 1992).
En ese proceso, aunque Jigoro Kano y el Kodokan supieron mantenerse al margen, se
perderían partes esenciales de la configuración primera del judo y su sentido humanista,
y aparecerían formas instrumentales que incluían algunos de los aspectos más oscuros
de la tradición marcial japonesa.
Por otro lado, la rápida difusión del judo por todos los países a partir de la segunda
Guerra Mundial llevó a cabo un espectacular proceso de deportivización e
institucionalización que acabaría con la inclusión del judo en el programa de los Juegos
Olímpicos. La conversión del judo en un deporte moderno, con todas las características
típicas de los deportes de competición, alejó también al judo de su primera
argumentación filosófica hasta el punto de que en la actualidad muy pocos practicantes
o incluso profesores de judo conocen nada del pensamiento de su fundador.
Con su institucionalización federativa, el judo asumirá las características del deporte
moderno que resumió Allen Guttmann, con una precisión que ha sido difícilmente
contestada, en: secularismo, igualdad de oportunidades para competir y en las
condiciones de la competición15, especialización de roles, racionalización, organización
burocrática, cuantificación y búsqueda de record (Guttmann, 1978:16). Pese a las dudas
que mostró el propio Kano respecto a si el judo debía convertirse en un deporte
olímpico16, hay que reconocer que será su propia deportivización la que impulsará
sobremanera su popularidad a nivel mundial.
15
Curiosamente, y como ya tratamos en otro lugar (Gómez-Ferrer, 2005), la instauración de las
categorías de peso en la competición de judo supuso un prolongado debate que enfrentó a dos modos
de concebir el significado del judo. Si el conocimiento del judo permitía, mediante la técnica y el uso
eficaz de la energía física y mental, que una persona pequeña derribara a un oponente más grande: ¿no
desvirtuaban las categorías de peso esta idea? En último término esta controversia subraya el tránsito
del judo a la hora de adecuarse a los criterios del deporte moderno de corte occidental en lo que se
refiere a la igualdad de condiciones entre los contendientes, que señala Guttmann.
16
En abril de 1947 el boletín del Budokwai (el pionero club londinense que abrió sus puertas en 1918 de
la mano de Gonji Koizumi) publica la conversación que sostuvo Kano con Koizumi sobre la posibilidad de
la inclusión del judo en los Juegos Olímpicos: “Mi punto de vista sobre este asunto –señala Kano- es más
bien pasivo (…) La razón es que el judo no solamente es un mero deporte o juego. Yo lo veo como un
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La modificación constante y acelerada de las reglamentaciones, los aspectos normativos
del deporte y la tendencia competitiva, han influido notablemente en la configuración
del desarrollo del judo mediante los procesos de desvinculación de aspectos esenciales
de la cultura tradicional del judo y su posterior revinculación en la estructura del deporte
competitivo de corte occidental, institucionalizado y globalizado (Villamón, Brown,
Espartero y Gutiérrez: 2004, 139) 17.
El judo, como cultura cambiante (Goodger, 1981), ha pasado por muy diversas épocas y
ha demostrado una enorme capacidad adaptativa a los tiempos y los lugares. Pese a las
críticas volcadas desde las posiciones que abogan por un judo tradicional 18 contra las
formas del judo orientado a los logros competitivos, el judo ha perpetuado un tipo de
enseñanza, unas formas, unos principios básicos que, aún considerados al margen de
postulados filosóficos sofisticados, permiten referirlo como un excelente método de
educación física gracias a su código universal. Todo ello es posible porque el judo se
pensó como un camino educativo, una escuela de vida (Jazarin, 1974), una senda para la
progresión personal y social, y por eso fue fácil que, pese a ser un deporte de combate
reconocido en el programa olímpico, se popularizase su práctica entre la población en
edad escolar 19.
principio de la vida, el arte y la ciencia. De hecho es un medio para cultivar la personalidad (…) El judo
debe estar libre de cualquier influencia externa, olímpica, nacional, racional o financiera, o de cualquier
otro tipo de interés organizado. Y todas las cosas que están conectadas con él deben estar dirigidas
hacia su objetivo último: el beneficio de la humanidad” (Kano, 1936, en Inman, 1988).
17
En su interesante propuesta, recogida bajo el sugerente título Reflexive Modernization an the
Disembedding of Judo from 1946 to the 2000 Sidney Olympics, estos autores se ayudan de la noción de
modernización reflexiva de Giddens (Giddens: 1993 y 1997; Beck, Giddens y Lash, 1997) para interpretar
los cambios que se han producido en la cultura del judo como consecuencia, en muchos casos no
deseada, de los procesos de deportivización en la segunda mitad del siglo XX. En este recorrido, el judo
se ha alejado de los propósitos que animaron a Jigoro Kano en la construcción de un sistema educativo
integral (intelectual, moral y físico) para adecuarse a la cultura deportiva meritocrática.
18
Al respecto pueden verse las posiciones de la sociedad constituida en el año 2000 con el nombre de:
The Kano Society, a través de su página web http://www.kanosociety.org/.
19
Aunque el primer interés que suscita la actividad en occidente tiene más que ver con la defensa
personal, tras el proceso de deportivización en la segunda mitad del siglo XX la práctica empieza a
introducirse rápidamente en las edades infantiles y en los ámbitos escolares, hasta el punto de que hoy
en día el gran contingente de practicantes se sitúa por debajo de los 15 años, franja de edad a la que no
atienden las encuestas sociológicas de actividad física y deporte más importantes, ni en España ni en
Europa.
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