Sistemas de Armas Calibre 5,56 - Centro de Estudios Balísticos

Transcripción

Sistemas de Armas Calibre 5,56 - Centro de Estudios Balísticos
Sistemas de Armas Calibre 5,56 x 45 mm
El inconveniente, ¿es sólo el Cartucho?
Mientras redactaba mi última nota para Mágnum, trataba de imaginarme cual sería el siguiente
tema a desarrollar en el próximo artículo. Cuando ya se tornaba un aspecto algo preocupante -las
musas estaban de vacaciones, según el Nano- llega a mi computadora un correo de Alberto Rossi.
En él, el Director de este clásico del mundo “fierrero”, con el que tengo el gusto de colaborar hace
ya casi dieciocho años, me solicitaba analizar la posibilidad de realizar un escrito respecto de la
controvertida participación, en los últimos conflictos creados por los EE UU de Norteamérica, del
sistema de armas que da título a esta nueva presentación ante ustedes.
En el correo, Alberto me decía: “Eduardo: me llamo un lector con inquietud sobre el 223.
Me planteaba que existen muchas quejas en las fuerzas del mundo ya que parece que, a corta
distancia, se fragmenta o que no es efectiva. Están probando con el 7,62 x 39 ó 6,8 mm y
similares. ¿Se podrá preparar una nota al respecto?. Gracias. Alberto.”
De manera inmediata respondí al amigo con el siguiente correo: “Alberto: El sábado pasado,
en la práctica con los alumnos del curso de Expertos en Armamento, que en el marco del CEsBa
(Centro de Estudios Balísticos) dictamos para la Universidad Tecnológica Nacional, realizamos
ensayos sobre arcilla balística. Uno de ellos, lo efectuamos con el 5,56 x 45 con bala tipo SS 109
(la normalizada por la NATO). El blanco estaba ubicado a 50 metros del tubo del arma. La bala
se partió en la zona del núcleo de acero, quedando la parte trasera desintegrada y, en ningún
caso, se logro superar el bloque de arcilla. Esto no es una novedad. Si recuerdas una nota, que
tuvieras la amabilidad de publicar, hace ya algunos años, respecto del probable cambio de
sistemas de armas en nuestras FFAA, fijé posición en contra de este diminuto calibre. Bueno, de
todas formas, es para largo. Podemos hacer una nota al respecto, pero ¿cuál priorizamos? Esta o
la de la "adopción" (sic) de PH por parte de la Federal. Aguardo tus comentarios. Un abrazo.
Eduardo”
La respuesta de Alberto, también inmediata, fue que finalizara con la nota -publicada en el
número 230 del mes de noviembre próximo pasado- y que luego me abocara a este interesante
tema. Y así fue.
Ocupándonos del hecho en particular, la inquietud planteada por el lector, para con Alberto
Rossi, resulta común a una gran cantidad de aficionados y profesionales vinculados al mundo de
las armas. La mayoría, no alcanzan a comprender como el país más desarrollado tecnológicamente
y líder mundialmente indiscutido respecto de los avances más destacados en el campo del
armamento, aún no ha logrado satisfacer las necesidades de su infantería, en contar con un fusil de
asalto que cumpla un adecuado funcionamiento en los diferentes teatros de operaciones en los que
intervienen. Basta recorrer algunos de los testimonios de los ex combatientes de Vietnam o,
actualmente, los comandos en Irak o Afganistán, los que transcribiremos más adelante, para tener
en claro cual es la opinión generalizada al respecto y amortiguada, solamente, por intereses
económicos.
Comienza la Discusión
Resulta una cuestión muy conocida, la controversia -por cierto no la primera ni última como
sabemos- originada en el seno de la OTAN, en los comienzos de la década de los sesenta, por la
adopción inconsulta por parte de los aliados americanos, de un nuevo fusil de asalto. Este, con un
calibre diferente y sensiblemente inferior al estandarizado hasta ese momento, el cual tuvo su
bautismo de fuego en el conflicto del sudeste asiático. Este entredicho ha llegado, inclusive, hasta
1995. Alemania, uno de los miembros que más se resistió al cambio, sostuvo en servicio hasta ese
año, un fusil en calibre 7,62 x 51 mm. El afamado G3 de Heckler & Koch, adoptado desde el año
1950 y uno de los que, junto con el M 16 y los dos muy rezagados respecto del AK 47, son de los
más difundidos en el mundo. Ese es el momento -año 1995- en el cual, luego del fracaso del diseño
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Eduardo Julio Rodi
con cartucho sin vaina del G 11 y el rechazo del G 41, resuelve adoptar el primer sistema en
calibre 5,56, con su fusil G 36.
En primer lugar, vamos a aclarar ciertas confusiones habituales sobre aspectos que pueden
llegar a enfrentar algunos lectores con poca experiencia en balística o no familiarizados con la
nomenclatura de la cartuchería militar. La Organización del Tratado del Atlántico Norte -OTAN- o
en su idioma oficial, NATO (North Atlantic Treaty Organization), es una organización de defensa
supranacional de un papel fundamental, entre otros aspectos y pese a la predicción de algún que
otro general trasnochado, triste para nosotros, en el conflicto de nuestras Islas Malvinas. Ella,
desde su creación el 04 de abril de 1949, ha tratado de estandarizar el material bélico bajo una
normalización que es conocida, internacionalmente, con la sigla que identifica a esta organización
-Normas NATO-.
En lo referente a sistemas de armas de pequeño calibre, la NATO ha tenido como tal, durante
años y con vigencia en la actualidad, para armas de puño, al 9 x 19 mm. Aquel que fuera creado en
Europa y adoptado por las fuerzas navales imperiales de Alemania, junto con la pistola Luger, en
el año 1904. En lo que respecta a sistemas para armas largas, al 7,62 x 51 mm o .308 W, y aquí la
primer aclaración. Son sinónimos absolutos e insoslayables, los términos utilizados recientemente
para denominar al sistema originado en los EE.UU. de Norteamérica y adoptado como de
ordenanza en 1954. Es algo común escuchar, entre el grupo de personas a las que aludía al
comienzo del párrafo anterior, de que se trata de dos calibres distintos, o que traería inconvenientes
utilizar una cartucho NATO 7,62 x 51 mm en un fusil calibre .308. Señores -parafraseando a un
senador nacional de la década del 1980, oriundo de Catamarca- “basta de cháchara”. El .308 y el
7,62 x 51 son el mismo calibre y totalmente intercambiables, con munición y armas de calidad
reconocida. Y esto no lo afirma solamente el autor del presente. Tanto para las normas SAAMI
como para las CIP y cualquier bibliografía seria sobre el tema, así lo corroboran
Algo similar sucede con el calibre 5,56 x 45 mm con bala SS 109 o M855, el tercero y último
adoptado como estándar NATO. Su origen es el calibre .223 Rémington empleado originalmente
en Norteamérica para el tiro tipo Varmint (caza de alimañas). Cuando la Armalit Co. y Eugene
Stoner, respondiendo a la especificación del mando del Ejército Continental, reducen el calibre del
original AR 10 -que ya habían disminuido desde el 30-06 original, al .308- adoptan el pequeño
calibre que da origen a este artículo, y que termina siendo el sistema de armas AR 15 y
posteriormente mundialmente reconocido como M 16, en sus diferentes versiones y
actualizaciones. De manera similar al caso anterior, son totalmente intercambiables el .223 y el
5,56 NATO, cuando el paso de rayado es de una vuelta en 9 ó 7 pulgadas. En el caso de que el
estriado sea de una vuelta en 12 pulgadas -el original del M 16- las balas “guerreras” SS 109 ó M
855, no logran estabilizarse en vuelo y pierden notablemente precisión en el blanco. De todas
maneras se podrá utilizar sin inconvenientes para el usuario o el arma, siempre teniendo en cuenta
el empleo de munición y arma de reconocida calidad.
Pero, ¿qué es un fusil de asalto?.
Un estimado colega viene publicando, desde el número 231, una serie de notas respecto de este
tipo de armas. Por lo tanto no me explayaré demasiado al respecto. Solamente recuerdo como, un
conocido especialista, Antonhy G. Willians, define a los fusiles de asalto: “es el fusil militar capaz
de ser controlado desde el hombro, aun en tiro automático, y con un alcance efectivo de al menos
300 metros”. Analizando esta definición, es fácil concluir en que la mayoría de los cartuchos de
ordenanza, durante la Segunda Guerra Mundial, que en general provenían de la conflagración
internacional anterior, no resultaban aptos para su empleo en un arma de estas características.
Si realizamos un breve repaso, el 7,62 x 63 mm (30-06) del Garand, el 7,92 x 57 mm del
Máuser, el 303 British del Enfield y el 7,62 x 54R del Mosin Nagant, sistemas y calibres que
utilizaban los principales contendientes, excedían con creses la cantidad de movimiento en boca
recomendada como para lograr el fuego en automático, sin perder el absoluto control del arma.
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Eduardo Julio Rodi
Además, con un exceso de potencia en relación a las distancias de combate verificadas. En el
cuadro y gráfico se aprecian tales circunstancias.
Calibre
Masa del Proyectil
Velocidad en Boca
Cant. de Movimiento
7,62 x 54 R
9,52 gramos
860 m/seg
8,18 kg.m/seg
7,92 x 57
10 gramos
864 m/seg
8,64 kg.m/seg
.303
13,93 gramos
615 m/seg
8,56 kg.m/seg
30-06
9,72 gramos
790 m/seg
7,67 kg.m/seg
5,56 x 45 NATO
4,5 gramos
945 m/seg
4,25 kg.m/seg
Resulta clara la diferencia en más, de la cantidad de movimiento -producto de la masa del proyectil
por su velocidad inicial-, de todos los calibres respecto del 5,56 estándar NATO. Esta cantidad de
movimiento es, e función a la Tercera Ley de Newton -principio de acción y reacción-, la variable
que termina afectando al soldado, sobretodo en tiro con un arma automática.
Esta situación originó una profundización en la tendencia de buscar la disminución de la
potencia y con ella, del calibre del fusil de infantería.
%
Porcentaje de
intervenciones
acumuladas
100
80
60
40
20
0
100
200
300
400
500 Distancia de Intervención
en metros
Lo llamativo es que este esquema de pensamiento, si bien se profundizó luego de analizar el
resultado de la participación que tuvieron los fusiles durante la segunda guerra mundial -en el
gráfico anterior se puede visualizar la distancia a la que se produjeron la mayoría de los
enfrentamientos-, era un criterio de diseño que ya se había empleado en los primeros ejemplares de
fusiles de asalto, aparecidos a fines del siglo XIX y principios del siguiente. El 6,5 Rigotti, diseño
italiano y uno de los primeros fusiles automáticos del año 1900, el 6 mm Lee de 1895, el 5,2 mm
Mondragón de 1894 y el Sturtevant de 5 mm hacia el final de la primer guerra mundial, son
algunos claros ejemplos entre otros.
En definitiva, esta fue una de las razones esgrimidas por los norteamericanos para cambiar,
como ya se dijo de manera inconsulta, al 7,62 x 51 mm por el 5,56 x 45 mm. Sumadas a ella, las
ventajas logísticas debido a la cantidad de munición que podía transportar el soldado con la
sensible disminución en dimensiones y peso. Sobretodo, pensando en el tamaño de sus aliados
estratégicos de aquel momento originarios, como ya se expresó, del sudeste asiático.
Algunas de las compañías más importantes del mundo, en la producción de armas, viendo la
tendencia marcada por los EE.UU. y, considerando su poderío estratégico y económico, que ya
habían hecho valer con anterioridad, no dudaron en volcar sus esfuerzos en diseñar sistemas
utilizando este diminuto calibre.
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Eduardo Julio Rodi
A mi parecer, de todos ellos, y por muchas razones, uno de los más destacados diseños es el de la
Steyr con su fusil AUG. En el número anterior de Mágnum, el colega Juan C. Miranda, dentro de
la serie de notas ya citadas, ha desarrollado algunos aspectos de este fusil de asalto. Puedo agregar
al respecto, que fue originado en un requerimiento del Ejército Austriaco, el programa que dio
origen a este sistema de armas, que data del año 1970. El coronel Walter Stool fue uno de sus
inspiradores. Unas de las originalidades que lo distinguen es que se trata del primer fusil de asalto,
de ordenanza, que empleara el criterio “bullpups” -la recámara y cargador, se encuentran por
detrás de la línea de la empuñadura y la cola del disparador-. Si bien existe un antecedente en el
sistema británico EM-1 y EM-2, este en calibre 7 x 43 mm, no llegó a ser difundido en razón de
perder la carrera a manos del 7,62 x 51 mm en la década de 1950. A nuestro país, los AUG
llegaron como parte de la dotación de armas de los tanques AMX 13 a fines de la década del 1970.
También han ingresado, en su versión de uso policial, encontrándose en servicio actualmente en
nuestra Policía de Santa Fe, con los amigos de las Tropas de Operaciones Especiales (TOE). En la
siguiente imagen podrán apreciar a uno de nuestros alumnos del Curso Experto en Armamento,
promoción 2008, en las instalaciones del Tiro Federal de San Jerónimo Sud, Santa Fe, con esta
última versión en calibre 9 x 19 mm del Sturm Gewehr 77, construida en su mayor parte con
poliamida 66 y reforzada con fibra de vidrio.
El amigo Ángel Jorge Grande, del Servicio Penitenciario de Córdoba, alumno y
egresado 2008 de nuestro Curso Experto en Armamento, disparando con la versión
policial del AUG en el Tiro Federal de San Jerónimo Sud
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Eduardo Julio Rodi
En el diagrama del AUG se puede apreciar la manera de reducir el largo total del fusil sin
resignar longitud del tubo y, con ello, la velocidad inicial del proyectil. Este inconveniente lo
sufrió el M4, a raíz de lo cual surgen muchas de las fallas acusadas, en la balística de efectos,
como veremos más adelante cuando analicemos los problemas de la munición..
Retomando el Tema Inicial
Respecto del Arma
De todas maneras, las críticas que se han difundido y a las que hacía alusión el Director de esta
revista, no solo se referían al calibre en sí, sino al sistema conformado junto al M16 y sus
versiones posteriores.
Desde la década de 1960 y llegando a mediados de 1991, el armamento del infante
norteamericano ha evolucionado desde el M 16 (originalmente AR 15) pasando a las versiones
M16 A2, M16 A4 arribando, por último, a la familia del M4/M16 que se mantiene vigente hasta la
actualidad.
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Eduardo Julio Rodi
A la ya interminable acumulación de quejas respecto de las fallas de la munición y arma, esta
situación hoy se ve agravada por el mal desempeño de la nueva versión en servicio: la carabina
M4. Basta con transcribir algunos testimonios de usuarios extraídos de un reciente artículo
publicado en septiembre de 2008 por el IDGA -Institute for Defence and Government
Advancement- titulado “The USA´s M4 Carbine Controversy” para, de esta manera, tener una real
dimensión del fracaso:
De los oficiales del USCM -Cuerpo de Marina de los EE.UU“... informaron que el M4 triplicó las fallas de funcionamiento manifestadas por el M16 A4,
durante los ejercicios realizados, en el verano de 2002 en Quantico, por el Comando de Sistemas
del Cuerpo de Marina. Los inconvenientes registrados fueron varios, de cargadores, de fallas de
recamarado, fallas de disparo, de extracción y, además, de varios componentes dañados o rotos.
Se verificaron 186 interrupciones en 69.000 disparos realizados.”
De un soldado de la 82nd Airborne Division
“..como siempre deben ser corregidas las fallas producidas por su sensibilidad al polvo y
suciedad. Las tareas asignadas diariamente y situaciones tácticas, no siempre brindan el tiempo
necesario para la limpieza requerida.”
De un miembro del 75th Ranger Regiment
“Aunque este cerrada la cobertura contra polvos y el cargador en su lugar, la arena ingresa por
las inmediaciones de la cola del disparador. El fusil sigue disparando, pero después de un rato, la
arena trabaja en el arma y comienzan los problemas.”
De la 507th Maintenance Company -Compañía de MantenimientoEn la emboscada en las afueras de Nasariyah en 2003, durante los primeros días de la invasión
por tierra de Iraq, el polvo y las condiciones del desierto exigían más atención en la limpieza del
M4. Esto se vio complicado por el tiempo de movilización, que llevó casi dos días en acciones con
mínimos espacios para limpieza y mantenimiento de equipos.”
Por último del Cap. Nate Self, del US Army Ranger cuya carabina M4 se dañó durante un
combate, luego que su helicóptero MH-47 Chinook fuera derribado en Afganistán.
“...el M4 tiene problemas de diseño y especificaciones.”
Estos testimonios fundados en hechos concretos, junto con las deficiencias marcadas de la
munición en cuanto a su poder de parada (stopping power) han provocado que, en no pocas
ocasiones, se viera la imagen de un infante de marina norteamericano, dotado de un AK 47 y su
munición 7,62 x 39 mm, luego de abandonar el M4 y el 5,56 x 45 mm. Este fenómeno parece
haber cimentado un cambio de objetivos en los criterios de selección de sistemas de armas en los
EE.UU. Una pista al respecto la podemos encontrar en los requerimientos realizados por el US
SOCOM -Comando de Operaciones Especiales- en octubre de 2003. En él, se hace hincapié en las
diferencias de objetivos respecto del arma pretendida por el Ejército, y aparentemente satisfechas
con la futura adopción del H&K XM8 -versión mejorada del G 36, por la firma alemana
manteniendo como único calibre al 5,56 x 45 mm- y la postura de los comandos, que pretendían la
posibilidad de utilizar otros calibres. Es así como aparece -cuando no- la FN Herstal con el SCAR
-S.O.F. Capable Assault Rifle-, a través de un contrato adjudicado a la firma belga el 4 de
noviembre de 2004, y del que ya se ocupara MAGNUM en la edición de febrero de 2008 en el
número 221. Como pudieron apreciar en esa nota, este nuevo fusil, viene en dos versiones: una
liviana -SCAR Light- en calibre 5,56, y otra pesada -SCAR Heavy- en el clásico 7,62 x 51 mm.
Esta última variante, estaría en la capacidad de permitir, con pocos elementos de recambio,
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Eduardo Julio Rodi
modificar su calibre y utilizar el 7,62 x 39 del AK 47 o el 6,8 x 43 Rémington SPC, desarrollado
especialmente para las fuerzas especiales.
En la imagen un soldado israelí blandiendo un AK 47 demostrando
que no solo los norteamericanos han caído bajo su influjo.
Respecto del cartucho 5,56 x 45 mm
Los reportes respecto de las fallas de este diminuto calibre, como le mencionaba a nuestro director
en el correo electrónico que iniciara esta nota, no son nuevos. Los inconvenientes que manifiesta
en producir una adecuada incapacitación son conocidos, entre los especialistas, desde hace más de
quince años.
Los trabajos realizados, a principios de la década de 1990, por el Dr. Mártin Fackler en el
Laboratorio de Heridas Balísticas del Instituto del Ejército de los EE.UU., pusieron de manifiesto
el mecanismo de fragmentación de la bala 5,56, inconveniente mencionado por el lector que se
comunicara con Alberto Rossi y diera origen al presente artículo.
Otra agravante se pone de manifiesto debido a que las balas que fallan en el tejido vivo,
generan heridas menores que no superan a su diámetro original -no olvidemos, el mismo que el del
.22 LR- y por lo tanto, no logran detener al enemigo en su curso de acción trazado. Esto involucra
a todas las versiones disponibles en este calibre, como las encamisadas, trazantes, perforantes,
puntas huecas y puntas blandas. Estas fallas estudiadas por el Dr. Fackler, en general, son
producidas por una velocidad remanente de impacto reducida cuando los blancos se encuentran a
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Eduardo Julio Rodi
largas distancias o cuando la munición es disparada por tubos cortos como los de la carabina M4
(recordemos el comentario realizado cuando elogiábamos al AUG y su configuración Bullpups).
Otro tipo de fallas detectadas son aquellas cuando, a velocidades remanentes elevadas, las
balas impactan en extremidades o en el torso delgado de un individuo de poca talla, ya que el
proyectil abandona el cuerpo antes de producir las cavidades (permanente y temporal)
disminuyendo las probabilidades de producir sus efectos. Luego, resulta fundamental el diseño y
construcción de la bala para lograr la mayor expansión (incremento del diámetro). Sin una
consistente expansión, los efectos de la herida decrecen y no se produce la tan mentada
incapacitación inmediata que neutraliza el accionar del combatiente enemigo.
Durante el desarrollo de los trabajos prácticos con arcilla balística que se realizan en el marco
de nuestro curso Experto en Armamento, hemos podido confirmar los resultados obtenidos por el
Dr. Fackler. También, nuestros alumnos, han logrado comprobar personalmente la evolución del
proyectil del 5,56 impactando en el blanco a diferentes distancias y, por lo tanto, con diferentes
velocidades remanentes. Sin duda queda claramente demostrado cuales son las falencias que tiene
el 5,56. También el error cometido en cambiar al 7,62 por este pequeño calibre, a pesar de tener
otras opciones contemporáneas que lograban las mismas ventajas logísticas sin desmedro de la
balística de efectos. Claro ejemplo de ello es el calibre 7,62 x 39 del AK 47.
En las próximas fotos podrán apreciar algunos de los resultados obtenidos en los ensayos con
arcilla balística..
Sobre la izquierda de la imagen el bloque de arcilla balística antecedido, sobre la derecha,
. para conocer la velocidad del proyectil en
por nuestro cronógrafo. Ubicado de esta manera,
el momento del impacto, con la arcilla colocada a 50 m de la boca del tubo del fusil.
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Eduardo Julio Rodi
Bloque de arcilla balística seccionado. Nos permite apreciar la cavitación
producida por el impacto de la munición, con una velocidad de 834 m/seg.
Se debe tener en cuenta que lo que observamos como cavidad permanente,
por las características de plasticidad de la arcilla, en realidad es temporaria.
En la foto, otra imagen del mismo impacto con un parámetro de
comparación para apreciar las dimensiones reales de la cavidad
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Eduardo Julio Rodi
En la foto, los restos de la bala tipo SS 109 recuperados de la arcilla balística. Sobre la
derecha se puede apreciar el núcleo de acero SAE 1010 templado. Restos de camisa y
núcleo de plomo, demuestran el grado de fragmentación que se produce en el proyectil
impactando a elevadas velocidades
En las imágenes siguientes, obtenidas por el Dr. Fackler, podrán observar como evolucionan los
restos de las balas del calibre 5,56 en su versión M193 (núcleo de plomo y camisa de latón)
impactando al blanco con diferentes velocidades remanentes, las que en cada caso se indican. Se
destaca la similitud entre los resultados de nuestro ensayo a 50 metros, con los obtenidos por el
especialista mencionado.
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Eduardo Julio Rodi
Conclusión
Para finalizar, me tomo la libertad de redondear esta nota transcribiendo las mismas palabras que
utilizara en aquella, que Alberto Rossi tuviera la amabilidad de publicarme, en el número 114 de
marzo de 1999. Conceptos que considero vigentes a pesar de los años transcurridos,
lamentablemente, manteniendo actualidad por no haberse visto implementados los cambios
necesarios. Cambios de política que con la dirección adecuada, nos hubiesen permitido contar,
hoy, con Fuerzas Armadas dotadas y actualizadas, con el apoyo de un sistema de producción para
la Defensa capaz de brindarle, como en la década de 1960 con el FAL y la munición 7,62 x 51
mm, el mejor conjunto de arma-munición para el infante en el siglo XXI. Hace ya casi diez años
les decía:
“Luego de la lectura de estos conceptos, resultaría temerario recomendar, a tan poco del año
2000, un cambio de sistema de armas para el hombre de la infantería. Este hombre, que
perteneciendo a unas Fuerzas
Armadas que se debaten entre severas restricciones
presupuestarias que la obligan a vender a su portaaviones para instalar un shoping -según las
versiones de aquel momento, especie que no he logrado confirmar, el ARA 25 de Mayo habría
terminado hundiéndose en el Atlántico, en su viaje hacia la India camino al desaguace, para cobrar
un seguro millonario- o que, justificado por supuestas conveniencias políticas de relaciones
carnales, ha suspendido un proyecto como el Cóndor, cuenta todavía con un sistema de
producción para la defensa; sistema que no tengo dudas, a través de una adecuada reingeniería conducida por un equipo de personas capaces y con experiencia en el tema- podrá retomar su
camino de desarrollo, camino que señaló su creador, el general Manuel Nicolás Aristóbulo Savio.
Y para que no queden dudas respecto de la opinión del autor de esta nota, me parecería un
grosero error y una manera más de derrochar los impuestos de los contribuyentes, dedicar una
cifra como la mencionada en párrafos anteriores, para cambiar el sistema de armas del infante
cuando, como todos ustedes saben en la guerra moderna, si existe un arma estratégica capaz de
definir la contienda, esa no será justamente el fusil de asalto y su munición.
La imagen que instantáneamente surge cada vez que toco este tema, es la del controvertido
cambio llevado a cabo por las FF.AA. norteamericanas, de su tradicional Colt .45 por la Beretta 9
mm. Espero que la historia no se repita en nuestro país.
Continuemos utilizando el noble sistema FAL-7.62 y dediquemos ese capital del que hablamos
anteriormente, para retomar el camino de nuestro desarrollo tecnológico el cual no me caben
dudas, brindará a nuestras FF.AA. mayores frutos que el cambio que a través de estas líneas
hemos analizado.
Por último, con la esperanza de haber realizado algún aporte en el camino de aclarar este
tema, me despido como siempre hasta nuestro próximo encuentro a través de Magnum.
Autor: Eduardo Julio Rodi
enero de 2009
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