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Bol. Inst. Esp. Oceanogr. 21 (1-4). 2005: 441-446 BOLETÍN. INSTITUTO ESPAÑOL DE OCEANOGRAFÍA ISSN: 0074-0195 © Instituto Español de Oceanografía, 2005 Incidencia de la red de protección en el cultivo de la almeja japonesa Ruditapes philippinarum (Adams & Reeve, 1850) en la zona intermareal A. Royo, P. Ruiz Azcona y R. Navajas IFAPA (Instituto de Formación Agraria y Pesquera de Andalucía) Centro Agua del Pino. Junta de Andalucía. Carretera de Cartaya s/n. Apdo. 104. E-21071 Cartaya (Huelva), España. Correo electrónico: [email protected] Recibido en octubre de 2005. Aceptado en noviembre de 2005. RESUMEN Se evalúa la necesidad de usar redes de protección después de la siembra, en el engorde de almeja japonesa Ruditapes philippinarum (Adams & Reeve, 1850) en la zona intermareal. Los mejores resultados se obtienen empleando redes rígidas (53,31 g/m 2) de luz de malla (4 mm × 4 mm) acorde con el tamaño de la semilla, que posteriormente se sustituyen por otras más ligeras (16,42 g/m2) de mayor luz de malla (6 mm × 7 mm), cuando las almejas alcanzan la talla de refugio (20 mm, según el eje antero-posterior). Palabras clave: Estrategias de protección, red plástica, biomasa, rendimiento, crecimiento. ABSTRACT Impact of plastic netting in the culture of the Manila clam Ruditapes philippinarum (Adams & Reeve, 1850) in an intertidal zone The need to use netting protection after seedtime for the ongrowing culture of the Manila clam Ruditapes philippinarum (Adams & Reeve, 1850) in an intertidal zone was evaluated. The best results were obtained in the plots covered with rigid plastic netting (53.31 g/m 2) having a small mesh aperture (4 mm × 4 mm), according to seed size. These were replaced with a larger mesh apertures (6 mm × 7 mm) and lightweight nets (16.42 g/m2), when the seed clams reached refuge size (20 mm). Keywords: Protection strategies, plastic netting, biomass, yield, growth. INTRODUCCIÓN Tanto en la repoblación de recursos naturales como en el cultivo de moluscos, las mayores pérdidas de biomasa se deben a la depredación. Si bien en sus comienzos en ambas actividades se utilizaban semillas que procedían del mismo u otros yacimientos, su sobreexplotación y la sobrepesca de reclutas llevaron a utilizar las obtenidas en centros de puesta inducida. Con éstas, de tamaño más reducido, aumentan las posibilidades de depredación y de arrastre por corrientes, mareas y oleaje, pérdidas que pueden hacer inviable su uso. Los depredadores varían según la zona de que se trate, y entre ellos se pueden incluir aves, peces demersales y de fondo, crustáceos, equinodermos y gasterópodos; también especies infaunales, como poliquetos (Kraeuter y Castagna, 1989) o gusanos nemertinos (Cigarría y Fernández, 2000), si bien su importancia no está bien establecida. La mayoría de los autores 441 A. Royo, P. Ruiz Azcona y R. Navajas (Miller et al., 1978; Anderson y Chew, 1980; Parache, 1980; Royo, 1986; Pellizzato et al., 1990; Briton, 1991; Spencer, Edwards y Millican, 1991 y 1992; Walne, 1974) coinciden en señalar a los cangrejos, en general, y a Carcinus maenas L., 1758, en particular, como los mayores depredadores de las almejas. Los primeros sistemas de protección empleados estaban basados en la utilización de materiales de fácil obtención para impedir el acercamiento de los depredadores. Manzi y Castagna (1989) refieren el empleo en Estados Unidos de empalizadas construidas con ramas y de corrales hechos con troncos de árboles que, en algunos casos, se complementaban con nasas cebadas con adición de pesticidas. Este sistema evolucionó hacia el uso de vallas construidas con red de diferentes alturas (Anderson, Miller y Chew, 1982; Briton, 1991) y terminadas en voladizo para reducir aun más la posibilidad de entrada del cangrejo (De Valence y Peyre, 1986; Ifremer, 1988). Otros sistemas consistían en modificaciones del medio, fundamentalmente enmiendas del sustrato mediante agregados de piedra triturada (Castagna, 1984), conchas o gravas (Kraeuter y Castagna, 1989; Chew, 1989), que reducen la eficacia de los depredadores, también complementadas con nasas e incluso sacos con conchas de ostras para que se refugiaran los cangrejos y poder retirarlos (Kraeuter y Castagna, 1985). Según Manzi y Castagna (1989), fueron R. Winston Menzel y sus colaboradores de la Universidad de Florida los primeros en probar que los depredadores podían ser eludidos con redes (Menzel y Sims, 1964, citados en Manzi y Castagna, 1989). El despliegue de redes empleado en la recuperación de recursos, además de reducir la depredación, tiene otras ventajas, como la estabilización del sustrato y el aumento del reclutamiento (Glock y Chew, 1979; Anderson, Miller y Chew, 1982; Ifremer, 1988; Quayle y Newkirk, 1989; Anderson y Chew, 1980). Lógicamente, en cada lugar de referencia se empleaba un tipo de luz de red de acuerdo con la oferta del mercado: de 6,3 a 12,5 mm (Miller et al., 1978; Anderson, Miller y Chew, 1982); 7 mm × 6 mm (Royo, 1982); de 7 a 12 mm (Castagna, 1984); de 8 mm × 4 mm a 4 mm × 4 mm (De Valence y Peyre, 1981 y 1986). En la recuperación de 442 La protección en el cultivo de la almeja recursos, la luz de la malla y el tamaño de la semilla determinaban el sistema de siembra, de forma que, una vez extendida la red, se sembraba semilla de un tamaño que pudiera enterrarse atravesándola (Miller et al., 1978; Anderson y Chew, 1980). Cuando la red comenzó a emplearse en el engorde de almejas en la zona intermareal, y para mejorar su eficacia, se emplearon combinaciones o sistemas complementarios: doble red cubriendo la siembra (Miller et al., 1978); doble red, una en el fondo y otra cubriendo la siembra, con el horizonte de cultivo entre ambas (De Valence y Peyre, 1986); vallas perimetrales y redes cubriendo la siembra (Latrouite y Perodou, 1979; De Kergariou et al., 1981; De Valence y Peyre, 1981 y 1986; Anderson, Miller y Chew, 1982; Ifremer,1988; Briton, 1991; Paesanti y Pellizzato, 1994); o enmiendas del sustrato y redes de protección (Royo, 1982 y 1984; Kraeuter y Castagna, 1989; Cigarría y Fernández, 2000). Otros autores emplean una sola red cubriendo la siembra, variando el sistema de fijación de ésta al sustrato: mediante estacas de madera, horquillas, barras de hierro o de acero o enterrando los bordes en el sustrato a lo largo de todo el perímetro con la red tensada (Miller et al., 1978; Royo, 1984; Kraeuter y Castagna, 1985 y 1989; Ifremer, 1988; Spencer, Edwards y Millican, 1991) u holgada para que flote y quede una oquedad entre la red y el sustrato (Anderson, Miller y Chew, 1982; Spencer, Edwards y Millican, 1991). Más adelante, al ampliarse la oferta del mercado, se introdujo el factor rigidez (g/m2) y la evaluación de su efectividad, de forma que una red rígida proporciona una protección más efectiva que una red flexible (Spencer, Edwards y Millican, 1991 y 1992; Cigarría y Fernández, 2000), propiciándose la posibilidad, en función de la talla de la semilla, de usar diferentes tipos de redes (De Kergariou et al., 1981), e incluso de proteger la siembra con una red rígida y sustituir ésta por otra más flexible y adaptable al terreno cuando las almejas alcancen la talla de refugio (Cigarría y Fernández, 2000; Royo y Ruiz Azcona, 2005a,b; Royo, Ruiz Azcona y Navajas, 2005). El empleo de la red de protección, además de las ventajas aludidas, presenta inconvenientes vinculados a su mantenimiento, ya que, depenBol. Inst. Esp. Oceanogr. 21 (1-4). 2005: 441-446 A. Royo, P. Ruiz Azcona y R. Navajas La protección en el cultivo de la almeja diendo del emplazamiento, se plantean problemas relacionados con las fijaciones de epibiontes y macroalgas, el aumento de la sedimentación (Miller et al., 1978; Latrouite y Perodou, 1979; Anderson, Miller y Chew, 1982; Royo, 1986; Briton, 1991) e incluso puede producirse un efecto de trampa, al impedir la salida de depredadores enterrados con anterioridad a su despliegue (De Kergariou et al., 1981). Aunque la mayoría de los cultivadores aceptan el uso de redes de protección tras la siembra, en cultivos extensos, la necesidad de atención y mantenimiento y la carencia de mecanización a tal efecto provocan reticencias a su conservación o sustitución cuando las almejas alcanzan la talla de refugio, argumentando el menor crecimiento con la red de protección. En este trabajo se pretende comprobar la influencia de la red de protección y su rigidez, tanto en el crecimiento como en la biomasa final obtenida, así como de la conveniencia del uso de dos tipos de redes en la fase de engorde: una de menor luz de malla y mayor rigidez tras la siembra, que se sustituye por otra de mayor luz y menor rigidez cuando las almejas alcanzan la talla de refugio. los 10 mm (9,81 + 1,75 mm) se sembraron (en octubre de 2003) siguiendo la metodología aplicada en la zona (Royo, 1986), en una parque en la zona intermareal del río Carreras (suroeste de la península Ibérica), en 12 calles paralelas, de 7,5 m × 1,5 m, perpendiculares al cauce, situadas entre los niveles de bajamar de marea media y bajamar de marea viva, a la densidad de siembra de 1 500 indiv/m2. Tras la siembra, seis calles al azar se cubrieron con una red de 4 mm × 4 mm (53,31 g/m2), cuatro calles con red de 6 mm × 7 mm (16,42 g/m2) y dos no se protegieron. Cuando las almejas alcanzaron una talla de aproximadamente 2 cm (junio de 2004) se aplicaron los supuestos previstos en la experiencia, que se recogen en la tabla I. Tras 18 meses de cultivo se procedió a la recolección, efectuada manualmente con rastrillo, tomándose una muestra de cada calle para estimar el crecimiento. En las calles de mayor biomasa se efectuó una segunda recolección al día siguiente de la primera (el llamado rebusco) para retirar los individuos que en la víspera pasaron desapercibidos (Royo, 1986). RESULTADOS Y DISCUSIÓN MATERIAL Y MÉTODOS Crecimiento Un lote de almejas procedentes de un centro de puesta inducida se preengordó en una batea con flujo forzado situada en el río Piedras (suroeste de la península Ibérica). Cuando las almejas alcanzaron una talla próxima a Los mayores crecimientos y los menores porcentajes de deformaciones finales se detectan en las calles en las que la protección se inició con la red de 6 mm × 7 mm o en las que se cultivaron sin red (tabla II). Tabla I. Estrategias de protección. Bol. Inst. Esp. Oceanogr. 21 (1-4). 2005: 441-446 443 A. Royo, P. Ruiz Azcona y R. Navajas La aplicación del anova a las tallas finales pone de manifiesto que los diferentes supuestos empleados tienen efectos significativos sobre el crecimiento (F11;633 = 13,27; p < 0,05) de las almejas, lo que corrobora lo expuesto anteriormente. Tabla II. Registros finales de la experiencia. (L): talla media en mm; (s): desviación estándar; (Pv): peso vivo en g; (N est.): número estimado; (M): índice de mortalidad en %; (ID): índice de deformación en %. La protección en el cultivo de la almeja autores (Miller et al., 1978; Royo, 1986). Glock y Chew (1979) observaron que el crecimiento mejoraba con la red de protección, atribuyéndolo a la mejoría de la estabilidad del sustrato, que permite a las almejas dedicar la energía a crecer en lugar de a mantenerse. Por el contrario, la presencia de la red puede influir negativamente por las fijaciones de epibiontes (Latrouite y Perodou, 1979; Anderson, Miller y Chew, 1982) y macroalgas (Royo, 1986), y ser la causa de sedimentaciones importantes al ejercer un efecto de pantalla. Mortalidad El test de Tukey define estas diferencias, y más aun sin tener en cuenta las almejas deformes, de forma que entre las calles constituidas se establece una ordenación, según el crecimiento, esquematizada como sigue. Con red inicial de 6 mm × 7 mm = sin red > > con red inicial de 4 mm × 4 mm. Los índices finales de mortalidad (tabla II) ponen de manifiesto que los menores valores corresponden a las calles con protección inicial con red de 4 mm × 4 mm, y los mayores a aquéllas en las que no se ejerció protección. Los porcentajes de mortalidad estimados superan, ampliamente y en todos los supuestos planteados, a los calculados en otras experiencias semejantes de este mismo equipo de investigación, pudiéndose atribuir la diferencia tanto al índice de deformaciones detectado como a la proximidad de una zona de arenas móviles (ripple mark), que han cubierto los módulos de cultivo durante los periodos correspondientes a las bajamares de mareas muertas (tabla II). Biomasa Se puede, en consecuencia, deducir que puedan existir diferencias significativas en el crecimiento, tanto en relación con la luz de malla de la red (a mayor luz, mayor crecimiento) o con la densidad final (a menor densidad, mayor crecimiento), al contrario de lo que ocurre con la biomasa (tabla III). La incidencia de la red en el crecimiento no estaba suficientemente establecida. En otro trabajo de este mismo grupo de investigación (Royo y Ruiz Azcona, 2005b) se puso de manifiesto que no existían diferencias significativas entre módulos de cultivo en los que se mantenía la red y otros en los que se retiraba cuando las almejas alcanzaban la talla de aproximadamente 2 cm, coincidiendo con lo expuesto por otros 444 Si se ordenan las calles en función de la biomasa recolectada (tabla III) se observa que la presencia de red influye positivamente. Además, cuando la protección comienza con red de 4 mm × 4 mm se obtienen los valores más elevados. Es decir, al contrario de lo que ocurría con el crecimiento, en primer lugar se situarían las calles que, tras la siembra, se cubrieron con una red de 4 mm × 4 mm; posteriormente, las que se protegieron con red de 6 mm × 7 mm; por último, se situarían las calles sin protección. Dentro del primer apartado, las mayores biomasas recolectadas lo fueron en calles en las que se mantuvo la red durante toda la fase de engorde, no existiendo diferencias en cuanto al manteniBol. Inst. Esp. Oceanogr. 21 (1-4). 2005: 441-446 A. Royo, P. Ruiz Azcona y R. Navajas miento de la de 4 mm × 4 mm, o a su sustitución por la de 6 mm × 7 mm, aunque sí debe destacarse la mayor necesidad de mantenimiento en las redes de menor luz de malla. Tampoco se detectan diferencias claras entre las que se protegieron desde el comienzo con la red de 6 mm × 7 mm en lo relativo a su mantenimiento o retirada. Por último, queda patente y es notoria la necesidad de protección tras la siembra si se emplean semillas de aproximadamente 1 cm. Tabla III. Biomasa final. (Recolec.): biomasa recolectada en kg; (Dens. f.): densidad final en indiv/m2; (Com.): almejas comerciales en kg. La protección en el cultivo de la almeja una diferencia de hasta el 23 % menos en cultivos en los que se retiraba la red de 4 mm × 4 mm colocada después de la siembra, cuando las almejas alcanzaban la talla de refugio de aproximadamente 2 cm, que en los cultivos en los que se sustituía por otra de 6 mm × 7 mm. Lógicamente, la luz de la malla desempeña un papel fundamental en la protección: Anderson, Miller y Chew (1982) comprobaron que redes con 25 mm o más son equiparables a siembras desprotegidas y, por el contrario, con menos de 6 mm tienden a atrapar sedimento y ser cubiertas por las algas, por lo que las comprendidas entre 6 y 13 mm parecen ser las convenientes. También existe relación entre mortalidad y sustrato, de forma que las almejas protegidas y sembradas en fango registran más mortalidad que las sembradas y protegidas en arena o grava (Cigarría y Fernández, 2000). Coincidiendo con lo expuesto por Anderson, Miller y Chew (1982), lo idóneo sería utilizar tallas de siembra grandes y protección adecuada. CONCLUSIONES Teniendo en cuenta que, en la actualidad, y en la zona de realización del trabajo, la primera venta se efectúa sin distinción de tallas, y es el mayorista en origen quien, posteriormente, establece categorías de comercialización, el cultivador debe procurar mayor biomasa en detrimento del crecimiento, que, de todas formas, como se ha visto, no tiene una influencia destacable. La incidencia de la red en la biomasa final obtenida está avalada por diferentes trabajos. Miller et al. (1978), al retirar la red a los 11 meses de inicio de una experiencia de aumento de reclutamiento, comprueban que la densidad desciende a dos almejas por metro cuadrado, cuando a los siete meses habían estimado 52 indiv/m2. Glock y Chew (1979) comprobaron diferencias notables en la recaptura en zonas protegidas (90 %) y zonas desprotegidas (0 %). Anderson y Chew (1980) recuperaban entre el 30 y el 60 % en zonas protegidas, y en las desprotegidas entre el 2 y el 12 %. En otro trabajo de este mismo grupo de investigación (Royo y Ruiz Azcona, 2005b) se puso de manifiesto que existía Bol. Inst. Esp. Oceanogr. 21 (1-4). 2005: 441-446 La reducción de las pérdidas de biomasa en la fase de engorde de almejas en la zona intermareal se consigue utilizando redes de protección rígidas y de luz de malla pequeña tras la siembra, que se deben sustituir, para reducir el mantenimiento, por otras más ligeras y de mayor luz de malla, cuando las almejas alcanzan la talla de refugio. El empleo de semilla de mayor tamaño, próxima a la talla de refugio, evitaría el empleo del primer tipo de red. AGRADECIMIENTOS A los componentes de la SAL Acuicultores del Sur, concesionarios del parque de cultivo Esteros del Pinillo, por permitir la realización de este trabajo. Al equipo del Departamento de Fomento del IFAPA Centro Agua del Pino por su colaboración y profesionalidad. BIBLIOGRAFÍA Anderson, G. P. y K. K. Chew. 1980. Intertidal culture of manila clam, Tapes japonica, using hatcery-reared seed clams and protective net enclosures. ICES C.M. 1980/F:16: 19 pp. 445 A. Royo, P. Ruiz Azcona y R. Navajas Anderson, G. P., M. B. Miller y K. K.Chew. 1982. A guide to Manila clam Aquaculture in Puget Sound. Washington Sea Grant Program WSG 82-4: 45 pp. Technical Report. University of Washington. Seatlle, Washington. Briton, W. 1991. Clam cultivation manual. Aquaculture Explained 8: 60 pp. Castagna, M. 1984. Methods of growing Mercenaria mercenaria from postlarval to preferred size seed for field planting. Aquaculture 39: 355-359. Chew, K. K. 1989. Manila clam biology and fishery development in western North America. En: Clam mariculture in Norh America. J. J. Manzi y M. Castagna (eds.) 19: 243-261. Developments in Aquaculture and Fisheries Science. 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