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Reflexiones en torno al ideario agrario de José Martí y su vigencia
Lic. Héctor Sosa de la Cruz.
Lic. Armando Mengana Matos.
RESUMEN
El ideario agrario de José Martí ha sido poco divulgado por la historiografía cubana que ha
tratado este asunto .El presente trabajo constituye un aporte para el estudio del ideario
agrario de José Martí ,de sumo interés para realizar este trabajo ha sido el estudio de los
artículos de José Martí que aparecen publicados en obras completas del Tomo 8, Nuestra
América,
que
muestran
importantes
ideas
sobre
la
cuestión
agraria.
La divulgación de estas ideas contribuirá a un mayor conocimiento de esta temática para los
campesinos cubanos, los jóvenes y el pueblo en general.
Palabras clave: Martï Pérez, José, (1853-1895)
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La Batalla de Ideas que desarrolla el pueblo cubano en la actualidad para salvar el futuro de
la nación, es el fruto de la fecunda obra del pensamiento de José Martí y otras figuras que
durante el siglo XIX legaron un caudal de conocimientos que contribuyó a enriquecer la
cultura cubana.
El Ideario Agrario Martiano tiene plena vigencia en los planes agrícolas que la Revolución
Cubana lleva a cabo.
En un artículo publicado en Nueva York, titulado “La América Grande”, en agosto de 1883,
José Martí señaló: “La agricultura es la única fuente constante, cierta y enteramente pura de
riqueza” (1).
Estas ideas cobran singular importancia en nuestra Patria, al ser Cuba un país
eminentemente agrícola, donde los productos del agro desempeñan un papel fundamental en
la alimentación de la población.
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Ismael Zuaznábar, al analizar la economía cubana de la década del 50 señaló que, “el 8 %
de los propietarios poseían más del 70 % de las tierras, incluidos los latifundios
norteamericanos” (2).
Para dar solución a esta triste realidad, Fidel Castro en su histórico alegato “La Historia me
Absolverá” señaló entre las leyes revolucionarias que se aplicarían en Cuba, conceder la
propiedad inembargable e intransferible de la tierra a todos los colonos, subcolonos,
arrendatarios, aparceros y precaristas que ocupasen parcelas de 5 o menos caballerías de
tierra, indemnizando el Estado a sus anteriores propietarios a base de la renta que
devengarían por dichas parcelas en un promedio de 10 años. (3)
La situación general de la agricultura en Cuba antes del triunfo revolucionario, fue
caracterizada de manera sucinta por Fidel Castro en la audiencia de Santiago de Cuba el 16
de octubre de 1953, cuando dijo: “El 85 % de los pequeños agricultores cubanos está
pagando renta y vive bajo la perenne amenaza del desalojo de sus parcelas. Más de la mitad
de las mejores tierras de producción cultivadas, está en manos extranjeras. En Oriente, que
es la provincia más ancha, las tierras de la United Fruit Company y la West Indian unen la
costa Norte con la costa Sur. Hay doscientas mil familias campesinas que no tienen una vara
de tierra para sembrar una vianda para sus hambrientos hijos, y en cambio permanecen sin
cultivar en manos de poderosos intereses, cerca de trescientos mil caballerías de tierras
productivas”. (4)
La grave y triste situación en que se fue desenvolviendo la agricultura cubana, caracterizada
por el predominio del latifundio, el monocultivo y la monoproducción, ligada a intereses
imperialistas, se fue formando a lo largo de más de medio siglo de República Neocolonial. En
determinados momentos surgieron voces honestas de patriotas, hombres progresistas de
diverso origen social que clamaban por poner límite al extranjero usurpador, que se
apoderaba vorazmente de los territorios cubanos. Debido a este reclamo en la constitución
de 1940, mediante el artículo 90 se proscribe el latifundio, ya que el mismo se había
convertido en condición de existencia de un país que formaba parte de la cadena
imperialista, había echado profundas raíces (5), lo que afectaba considerablemente la
agricultura cubana.
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A partir del 1ro de enero de 1959, se llevó a cabo un profundo proceso de transformaciones
democráticas que eliminó de nuestra agricultura, el latifundismo y todas las lacras que
afectaban la economía cubana, las leyes agrarias aplicadas crearon condiciones favorables
para las transformaciones de carácter socialista. Es precisamente en este contexto que las
ideas de José Martí cobran plena vigencia y su pensamiento agrarista comienza a aplicarse
en la agricultura cubana.
“Es la hora donde los espíritus más ardientes y fecundos que puestos a trabajar la tierra, se
sabrían sacar maravillosos frutos” (6).
Las leyes agrarias permitieron que el laborioso campesinado cubano, “con su espíritu
ardiente y fecundo” (7), revolucionara la agricultura cubana, y la tierra se convirtiera en
“verdadera fuente de riqueza” (8). “El agricultor cubano encuentra su ocupación y porvenir,
no tiene necesidad de convertirse en guerreador de oficio para ganarse el sustento” (9), al
decir de José Martí en su artículo La América Grande.
El desarrollo del movimiento cooperativo que llevó implícito la construcción de asentamientos
poblacionales con viviendas más confortables, higiénicas, electrificadas y con otros servicios
comunales, culturales y recreativos, puso de manifiesto la convivencia social de los
campesinos, la cual transformó sus vidas y llevó la luz de la felicidad en contraposición a las
tinieblas y la tristeza de vivir dispersos y aislados de esos beneficios. La Revolución,
además, mediante la Primera Ley de Reforma Agraria, promulgada el 17 de mayo de 1959,
entregó título de propiedad a más de 100 000 familias campesinas que trabajaban la tierra en
condiciones de arriendo, subarriendo, aparcería, colonato y precarismo. Pero como la tierra
sola no produce, también se entregaron créditos bancarios a corto y largo plazo y bajos
intereses insumos y asesoramiento técnico para la atención al ganado y las cosechas, sin
excluir precios justos a sus productos y mercado asegurado para los mismos. Al decir de
José Martí”… La tierra produce sin cesar… si los que en ella viven quieren librarse de
miseria, cultívenla de modo que en todas las épocas produzca más de lo necesario para vivir:
así se basta la imprescindible, se previene lo fortuito, y, cuando lo fortuito no viene se
comienza el ahorro productivo que desarrolla la verdadera riqueza” (10). También con la
mencionada ley, los obreros agrícolas aseguraban trabajo estable y bien remunerado al
convertirse los latifundios, no ocupados por campesinos en granjas estables propiedad social
de todo el pueblo.
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Las transformaciones que se producen en la agricultura cubana, como resultado de la
aplicación de la Reforma Agraria, crearon las premisas necesarias para que la agricultura,
como dijera nuestro apóstol se convirtiera en “la principal fuente de riqueza” (11); lo que ha
sido posible gracias al desarrollo de nuestra Revolución Socialista democrática y justa.
En la Cuba revolucionaria de hoy se han hecho realidad aquellas luminosas ideas de José
Martí cuando señalaba, “en agricultura, como en todo, preparar bien ahorra tiempo,
desengaños y riesgos” (12). También planteó: “En los pueblos que han de vivir de la
agricultura los gobiernos tienen el deber de enseñar preferentemente el cultivo de los
campos. Se está cometiendo en el sistema de educación de la América Latina un error
grandísimo: en pueblos que viven casi por completo de los productos del campo, se educa
exclusivamente a los hombres para la vida urbana, y no se les prepara para la vida
campesina” (13).
En la escuela cubana de hoy, a los niños, los maestros deben inculcar, desde las primeras
edades, la necesidad del trabajo agrícola como fuente importante para el desarrollo de la
agricultura, pues ella requiere de técnicas, obreros calificados con conocimiento
agropecuario, sobre este aspecto José Martí señaló: “Y para que el trabajo de los estudiantes
de agricultura sea doblemente útil, no lo aplican sólo en las escuelas al laboreo de la tierra
por los métodos ya conocidos, sino a la prueba de todas las reformas que la experiencia o la
invención van sugiriendo; que con las Escuelas de Agricultura vienen a ser grandes
benefactores ya probada, y evitan arriesgar las sumas y perder el tiempo que el
experimentarla por cuenta propia les hubiera costado. Y contrae el hábito saludable de
desear, examinar y poner en práctica lo nuevo” (14). El desarrollo de los huertos escolares, el
trabajo en organopónicos constituyen vías importantes para ir educando a los niños en estos
preceptos martianos.
El concepto que se ha generalizado en la actualidad de agricultura sostenible, como un
conjunto de prácticas agrícolas en las que se diseñan agroecosistemas socialmente justos,
culturalmente aceptables, naturalmente sanos y económicamente viables, tiene su
fundamento en las ideas agraristas de Martí, las que cobran mayor vigencia en la actualidad
con el desarrollo de la agricultura urbana en Cuba, es decir, la producción de alimentos
dentro del perímetro urbano, aplicando métodos intensivos. Teniendo en cuenta la relación
hombre – cultivo – animal – medio ambiente y las facilidades de la infraestructura urbanística
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que propician la estabilidad de la fuerza de trabajo y la producción diversificada de cultivos y
animales durante los 12 meses del año, basado en prácticas sostenibles que permitan el
reciclaje de los desechos (15).
Todo este conocimiento ha sentado bases para la política de desarrollo en la producción de
hortalizas en la agricultura urbana, la misma está dirigida a contribuir a la satisfacción de la
demanda diaria de vitaminas y minerales a la población, para el mantenimiento de una buena
salud. (16)
Cuba aprovechando nuestras tierras “ricas en todo género de cultivo”… enseñando a
nuestros agricultores los métodos probados con que en los mismos frutos logran los otros
pueblos resultados famosos… (17), está trabajando en la formación de una conciencia del
cuido de la naturaleza en la población y ha desarrollado planes de producción de alimentos
utilizando diferentes alternativas; por un lado que satisfagan las necesidades de la población
y por otro que constituyan verdaderos sistemas sostenibles.
En la sociedad cubana de hoy, que trabaja para construir un mundo mejor, se ha creado un
sistema de instituciones educacionales que desde las edades más tempranas, educa a los
escolares en las prácticas del ideario agrario martiano.
El sistema de práctica agrícola que se desarrolla desde los huertos escolares,
organopónicos, parcelas de autoconsumo, agricultura urbana, plan escuela al campo y otros,
tienen como propósito principal crear una cultura agrícola en los jóvenes. Al decir de José
Martí, “Esto no se aprende o se aprende mal en libros. Esto no puede exhibirse en las
exposiciones. Esto, sólo en parte, y con grandísimo dispendio, podría enseñarse en las
escuelas de agricultura”. (18) Sobre este asunto también señaló: “Hay que venir a aprender
esto donde está en pleno ejercicio y curso práctico” (19).
Para los padres en tal sentido escribió: “y los padres, a los hijos, a quienes quieren hacer
beneficio verdadero con enseñarles en el cultivo de la tierra, la única fuente absolutamente
honrada de riqueza” (20). Indicó también la necesidad de estudiar “la agricultura nueva en los
cultivos prósperos… (21); a vivir durante la época de una o varias cosechas en las haciendas
donde se sigan los sistemas recientes, a adquirir todos sus detalles, sin lo que no es
fructífero el conocimiento personal y directo de las ventajas de los métodos e instrumentos
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modernos… (22). Urge cultivar nuestras tierras del modo que cultivan las suyas nuestros
rivales” (23) y enfatizó “estos modos de cultivo no viajan, hay que venir a aprenderlos, puesto
el ancho sombrero y la blusa holgada del labrador; al pie de las labranzas” (24).
Lo señalado anteriormente relacionado con el pensamiento agrario de José Martí, se hizo
realidad en nuestra patria. De ahí “… Las revoluciones son estériles cuando no se firman con
la pluma en las escuelas y con el arado en el campo” (25). Las múltiples instituciones
educacionales, como ya se señaló, las escuelas agrícolas, la creación de centros de
investigación agropecuaria, en fin, la aplicación de la ciencia y la técnica en el desarrollo de
la agricultura cubana, han contribuido a hacer realidad los sueños de José Martí en este
campo.
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Ciencias Sociales, La Habana 1975, p 297.
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La Habana. marzo 2002. p 6 – 7.
16. Universidad para todos. Tabloide. Los vegetales en la nutrición humana. Editora Política.
La Habana marzo 2002. p 7 – 8.
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19. Ídem. p 298.
20. Ídem. p 298.
21. Ídem. p 298.
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